Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La historia de la moda
refleja la evolución
cronológica de las prendas
de vestir, tanto en su
vertiente material como
estética y sociológica. La
moda (del latín modus,
«modo» o «medida»)1 es el
arte del vestido (también
denominado ropa, traje,
vestimenta o indumentaria,
todos ellos sinónimos), de la
confección de prendas sobre
la base de parámetros Evolución de la moda desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII , ilustraciones de
funcionales y estilísticos. la enciclopedia sueca Nordisk familjebok (1907)
Comprende tanto ropa como
accesorios (sombreros,
guantes, cinturones, calzado, pañuelos, bolsos,
carteras), así como diversos objetos como joyas,
relojes, abanicos, sombrillas, bastones, gafas o,
históricamente, armas; asimismo, suele abarcar
campos como la peluquería, la perfumería y la
cosmética e, incluso, artes corporales como el tatuaje
y el piercing. Según Marnie Fogg, el objetivo de la
moda es «adornar el cuerpo humano como expresión
de identidad».1 O bien, en palabras de Georgina
O'Hara, «la moda es un reflejo cambiante de nuestra
forma de ser y de los tiempos en que vivimos».2
Cabe señalar que la historia de la moda no es
exactamente la historia del vestido, ya que el concepto
de moda lleva aparejado ciertos componentes sociales, Tejedor en el telar, de Vincent van Gogh (1884),
culturales y estéticos que no se han dado en todas la Museo Kröller-Müller, Otterlo
épocas y lugares;3 sin embargo, aquí se analizará
toda la evolución de las prendas de vestir.
El vestido es una necesidad básica para el ser humano, para protegerse del frío y de las inclemencias del
tiempo. Durante su evolución, el ser humano fue perdiendo el pelo, que tuvo que suplir con pieles de otros
animales o, más tarde, con lana o productos vegetales como el lino y el algodón. Sin embargo, partiendo de
esta primera necesidad, con el tiempo el vestido adquirió un carácter estético, por cuanto reflejaba el gusto y
el carácter de su portador, y se fue convirtiendo en un adorno más de la persona, sujeto a los cánones de la
moda y del devenir artístico de cada civilización. Asimismo, en el vestido intervienen factores climáticos y
geográficos, así como sociales —el vestido como reflejo de una determinada posición social—, morales,
religiosos o sexistas —el vestido ha servido a menudo como objeto de diferenciación sexual—.4
Como término ambivalente, el vocablo «moda» tiene
varios significados: en general, puede hacer referencia
a los usos, gustos y costumbres más aceptados por la
sociedad en un determinado momento y lugar; en un
sentido más restringido, suele englobar al arte e
industria de la vestimenta, de la confección de prendas
de vestir y sus diversos accesorios y complementos.
Según la Real Academia Española —en su segunda
acepción—, la moda es el «gusto colectivo y
cambiante en lo relativo a prendas de vestir y
complementos».5 Derivado de ello, el término
«modista» define al creador de prendas de vestir, cuyo Pasarela de moda
proceso de creación parte de un modelo o patronaje
que delimita la forma de la prenda para pasar después
a su confección mediante diversos procedimientos textiles y con
distintos materiales. En este sentido, el oficio de modista suele
englobarse dentro de las artes textiles, que a su vez forman parte de
las artes aplicadas.6 Por otro lado, el diseño de vestuario puede
servir para la elaboración de prendas y su posterior venta al
público, o bien como atrezo para diversas artes del espectáculo
como el cine, el teatro, la danza o la ópera, donde pueden ser
prendas de carácter histórico, coetáneo, exótico, de fantasía u otras
tipologías.7
Un factor de relevancia en la moda es la estética, las diversas apreciaciones de gusto, tanto individual como
colectivo, aplicados a los diversos elementos que intervienen en la vestimenta: forma, color, material,
ornamentos, etc. La moda tiene un fuerte componente social, por cuanto el ser humano vive en sociedad y
se rige por normas y costumbres de aceptación general; pero también tiene un componente individual, por
cuanto cada persona adapta su vestuario a su gusto personal y crea con ello su propia imagen, que puede
estar más o menos en consonancia con el gusto general, por lo que puede ser una seña de diferenciación
individual. La vestimenta produce diversos efectos estéticos, tanto en quien la lleva como en quien la
observa: de prestigio (uniformes militares, togas de magistrado, batas de médicos), sensación de cuidado
personal, de elegancia —que llevada al exceso puede devenir en dandismo—, de inconformismo —quien
se sale de la moda al uso—, etc.10
En su aspecto sociológico, la moda es un fenómeno social que aglutina aspectos psicológicos, políticos,
económicos y de otra índole, así como de gusto y estilo. Según Georg Simmel (Filosofía de la Moda,
1905), la moda es «una continua emulación de los grupos prestigiosos», por cuanto las clases inferiores
buscan emular a las superiores y estas intentan desmarcarse de nuevo para diferenciarse del resto de la
sociedad, con la sola excepción de sociedades primitivas y de castas. Por todo ello, la moda es un proceso
en continuo cambio, donde tiene un papel esencial la innovación y la originalidad. Como factor selectivo se
sitúa el gusto, del que depende la aceptación o el rechazo de nuevas propuestas. De ella se deriva el estilo,
entendido como formas de expresión reconocibles en un momento y lugar determinados. Cabe señalar que
la moda en indumentaria corre paralela generalmente a otras formas de expresión sociales y culturales,
como el arte, la literatura, la música, la peluquería, la decoración, etc.11
La difusión de la moda ha corrido por diversas vías a lo largo del tiempo: en tiempos antiguos, las
sociedades entraban en contacto a través del comercio, alianzas políticas, conflictos militares, delegaciones
diplomáticas y diversos procesos sociales de intercambio cultural; en la Edad Media, el libro manuscrito
ilustrado fue el principal medio difusor; en la Edad Moderna, la aparición de la imprenta y el auge del
grabado permitieron la difusión de nuevos estilos a través de la imagen. Desde el siglo XVIII, Francia
adquirió la hegemonía en moda y personajes como Madame de Pompadour o María Antonieta marcaron las
directrices en moda de su tiempo. Entonces aparecieron las primeras publicaciones sobre moda, que
llegaban a un público más numeroso. En el siglo XIX aparecieron los primeros almacenes, así como los
viajantes de moda, que ofrecían las últimas novedades puerta a puerta. Con la Revolución Industrial, los
nuevos procesos técnicos permitieron un auge de la producción y una distribución cada vez mayor a todos
los ámbitos sociales. A finales de esa centuria aparecieron los primeros modistas y el concepto de «alta
costura», caracterizado por desfiles de temporada para la exhibición de novedades, mediante «modelos» o
«maniquíes» que lucen la ropa ante los clientes. Surgió entonces la dicotomía entre los modelos únicos y la
fabricación en serie, cada una de ellas orientada a un determinado nivel adquisitivo. En el siglo XX la moda
se volvió más simple y funcional, al tiempo que los nuevos adelantos tecnológicos permitieron poner
productos de calidad al alcance de más capas de la sociedad. Los nuevos medios de comunicación de
masas, como el cine y la televisión, ayudaron cada vez más a la internacionalización de la moda, creando
una moda global a nivel mundial.12
Índice
Prehistoria
Edad Antigua
Mesopotamia
Egipto
Grecia
Roma
Íberos
Edad Media
Islam
India
China
Japón
Sudeste asiático
América precolombina
África
Oceanía
Edad Moderna
Siglo XVI
Siglo XVII
Siglo XVIII
Edad Contemporánea
Siglo XIX
Neoclasicismo
Romanticismo
Época victoriana y alta costura
Siglo XX
Belle Époque
Período de entreguerras
Glamour y vanguardismo (1945-1970)
La era del individualismo (1970-2000)
Siglo XXI
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
Prehistoria
La historia de la indumentaria comienza con la aparición del Homo
sapiens, que en principio se cubrió de pieles de los animales que
cazaba. Durante el Paleolítico el ser humano vivió una época de
glaciación, por lo que el motivo principal de cubrirse era
protegerse del frío. Tras cazar al animal y procurarse su piel, se
encontraba con dos problemas fundamentales: hacerla flexible, ya
que al secarse la piel se endurece; y darle forma, para adaptarla a
los movimientos del cuerpo. El primero se solucionó inicialmente a
través de la masticación o humedeciendo la piel y golpeándola con
un mazo, hasta que se descubrió que aplicando aceite o grasa de
ballena la piel se mantenía suave y flexible. Otra solución
descubierta en esta época fue la aplicación de ácido tánico
procedente de la corteza de algunos árboles, especialmente el roble
y el sauce, que además de flexibilidad proporcionaba
impermeabilidad. El siguiente paso era darle forma, para lo que fue
fundamental el invento de la aguja de coser, un adelanto que
El ser humano prehistórico se cubría
antropólogos e historiadores comparan con la invención de la
con pieles de animales
rueda y el dominio del fuego. Confeccionadas con huesos de reno,
marfil de mamut o colmillos de focas, existen vestigios
arqueológicos de estas agujas desde hace 40 000 años. Las agujas
permitían coser pieles unas con otras y confeccionar prendas con formas adaptadas al cuerpo. Algunas de
estas técnicas aún se emplean, en pueblos como los esquimales.13
En el Mesolítico y Neolítico el clima empezó a templarse y, en algunas zonas tropicales, las pieles se fueron
sustituyendo por materiales más ligeros, basados en fibras animales y vegetales. Una de las primeras
técnicas utilizadas para tratar las fibras fue el afieltrado, surgido en Asia Central, consistente en peinar la
lana o el pelo de animales, humedecerlos y colocarlos en hileras sobre una esterilla que luego se enrolla y se
golpea con un palo, con lo que se unen las hebras y resulta un fieltro flexible y duradero, que se puede
cortar y coser fácilmente. Otro método, intermedio entre el afieltrado y la tejeduría, consistía en cortar tiras
de corteza —sobre todo de higuera o morera— que, una vez remojadas, se colocaban en tres capas —la
central a contraveta— y se golpeaban con un mazo; una vez unidas las hebras se les aplicaba una capa de
aceite. La última técnica y más efectiva fue el tejido, elaborado con fibras animales o vegetales mediante el
entrecuzamiento de trama y urdimbre. Entre las fibras animales la más empleada fue la de oveja en Europa
y Asia, y la llama, la alpaca y la vicuña en América; entre las vegetales destacan el lino, el cáñamo y el
algodón.14
Tras el desarrollo de las diversas técnicas para elaborar prendas fueron surgiendo las diversas tipologías de
indumentaria: la más sencilla parece haber sido una tela enrollada alrededor de la cintura en forma de falda.
El siguiente paso fue probablemente una tela que cubriese los hombros, sujeta con una fíbula. Estas telas
eran drapeadas, es decir, enrolladas en torno al cuerpo sin adaptarlas a la fisonomía del cuerpo, lo que fue el
principal tipo de indumentaria hasta época romana. En cambio, los pueblos nómadas de las estepas
asiáticas, que vivían en climas más fríos, fueron los que desarrollaron las prendas más adaptadas al cuerpo,
con mangas en las prendas superiores y pantalones para cubrir las dos piernas por separado, una prenda que
facilitaba montar a caballo, algo indispensable en estos pueblos que recorrían grandes distancias en sus
cabalgaduras.15
Edad Antigua
La Edad Antigua se inicia con el surgimiento de las primeras
civilizaciones y la aparición de la escritura, que marca el paso de la
Prehistoria a la Historia. Los primeros focos de civilización fueron
Mesopotamia, Egipto y algunas regiones de la India y China. Más
adelante se dio la llamada Antigüedad clásica, formada por las
culturas de Grecia y Roma. Este período de la Historia finalizó con
la caída del Imperio romano de Occidente (476).16
Mesopotamia
Los sumerios solían vestir con largos mantones de lana, de tipo falda, adornados con franjas de vivos
colores y con pliegues y largos mechones de tela. Los asirios usaban túnicas de lana, cuya largura dependía
de la clase social: hasta las rodillas el pueblo llano, hasta los pies las clases dirigentes. Los persas usaban
prendas de vivo colorido, destacando el púrpura y el amarillo, y adornados con dibujos de colores,
generalmente círculos, estrellas y flores, de color azul, blanco o amarillo.18 Los antiguos persas solían
llevar una túnica sobre la que colocaban una bata de amplias mangas, con dobleces y una faja a modo de
cinturón. Estas batas o levitas se decoraban con motivos guerreros o rosetas azules y blancas. Calzaban
sandalias atadas con correas y llevaban unos gorros de fieltro de forma cilíndrica, de 12 a 15 cm de altura
(excepto el rey, que era de 20 a 25 cm). Otro pueblo iranio, los medos, llevaban una túnica hasta las rodillas
y unos calzones de cuero, así como una capa de paño sujeta al pecho con dos correas; usaban también un
gorro cilíndrico de fieltro.19
Egipto
Grecia
Un antecedente de la civilización griega fue la cultura minoica, desarrollada en la isla de Creta. Los
hombres llevaban el torso desnudo y una falda-delantal de lino, lana o cuero, con cinturones de cuero y
metal. Las mujeres también llevaban una falda, que llegaba hasta el suelo, adornada con volantes y
fruncidos, así como un corpiño en el tórax. Los tonos de estas prendas eran de colores vivos,
preferentemente amarillo, rojo y azul. Como adornos llevaban collares, brazaletes y alfileres en el pelo.24
En Grecia se usaba el lino, la lana y el algodón y, más tarde, la seda —proveniente de Oriente—, con
prendas de piezas rectangulares ribeteadas por los cuatro lados, sin costura ni dobladillo, acompañadas de
fíbulas y cinturones. El vestido más antiguo era la exomis, una tela rectangular sujeta al hombro izquierdo,
anudada bajo el brazo derecho y ceñida por un cinturón. Los campesinos llevaban pieles curtidas o vestidos
gruesos de lana, con un gorro de cuero llamado kyné. Las clases más favorecidas portaban vestidos de lino
o lana fina, llamados quitón, cubiertos por un manto denominado himatión.25 El quitón, utilizado desde el
siglo XII a. C. hasta el siglo I a. C., era una túnica sin mangas sujeta a los hombros mediante broches,
utilizada tanto por hombres como por mujeres. Existieron dos variedades: el quitón dórico, de lana, y el
jónico, de lino.26 El quitón surgió en las costas jónicas del Asia
Menor y se extendió por la Grecia continental entre los siglos VII y
VI a. C. Consistía en dos tiras de tela cosidas, sujetadas sobre los
hombros por un broche, una costura, botones o agujas. Era
generalmente de lino blanco, pero podía ser de otras telas, podía
teñirse y podía llevar ribetes o bordados. Se ceñía a la cintura con
un cinturón de dos o tres vueltas.27 El himatión era una capa
rectangular de lana tejida de tres metros de largo por medio de
ancho.28
Los efebos y guerreros jóvenes usaban la clámide, una prenda corta y ligera que
permitía el movimiento, especialmente para cabalgar. Solían usar también un
Quitón
sombrero llamado pétaso, de fieltro, con alas y barboquejo. Otro tipo de
sombrero era el píleo, de forma alta y redonda. Las mujeres no solían llevar
sombrero, aunque en su lugar se colocaban velos o redecillas. Como calzado
usaban sandalias o coturnos, un calzado alto atado con correas. También solían usar adornos como fíbulas,
diademas, brazaletes, pendientes, collares y anillos.27
Por influencia de las esculturas griegas se suele pensar que las telas que vestían los antiguos griegos eran
blancas, pero solían estar teñidas de colores, sobre todo en las clases altas. Los más habituales eran el rojo,
el amarillo y el morado. Por otro lado, los bordes de las telas se decoraban con bordados, generalmente de
flores, animales y la llamada «greca griega».30
En cuanto al peinado, en época arcaica tanto hombres como mujeres llevaban el pelo largo, pero
posteriormente fue costumbre que los niños se lo cortasen al llegar a la pubertad. Entre las mujeres era
costumbre sujetarse el pelo con cintas, así como recogerse el pelo en moños. Hasta el siglo V a. C. la
mayoría de hombres llevaba barba, pero desde entonces fue más corriente el afeitarse.31
Roma
En Roma se usaba igualmente la lana, el lino y la seda, a veces entremezclados. La prenda más antigua era
el subligaculum, un taparrabos alrededor de los riñones. En época republicana surgió la subúcula, una
túnica que podía ser de dos tipos: dalmática, con mangas, o colobium, sin mangas. Encima llevaban una
toga, una capa semielíptica drapeada según la ocupación: estrecha para los filósofos, ceñida para los
guerreros, con una banda púrpura para sacerdotes y magistrados. El vestido femenino se componía de
taparrabos y strophium —antecedente del sujetador—, sobre el que iban dos túnicas, la subúcula, larga
hasta los pies y sin mangas, y el supparum, túnica corta semejante al quitón griego, que podía sustituirse
por la stola, túnica de mangas cortas, o la palla, un paño rectangular sujeto al hombro por fíbulas. Encima
podían llevar un manto llamado pallium que, colocado sobre la cabeza, significaba viudez.32 Los colores
preferidos eran rojo, amarillo y azul.33 En época imperial se llevó también una túnica larga hasta los
tobillos llamada caracalla. También, tras el contacto con tribus
germánicas, empezaron a llevar pantalones (braccae), sobre todo
en el ejército.34
Las principales piezas de calzado romano eran la sandalia (solea) y el calceus, un zapato cerrado a la altura
del tobillo.38 Para el mal tiempo usaban borceguíes o unas botas cerradas llamadas gallicae.39 Aunque
generalmente no se cubrían la cabeza, a veces llevaban un gorro sin ala llamado pileus y, en ocasiones,
usaban el gorro frigio; también usaban una capucha llamada cuculus, bien como prenda independiente o
unida al manto.33 Los romanos usaban numerosos complementos, como guantes, abanicos, sombrillas y
bastones.38
Los romanos solían llevar el pelo corto y afeitarse. Las mujeres llevaban peinados más complicados, sobre
todo en época imperial, cuando se puso de moda un peinado en forma de cono llamado tutulus. Era
corriente teñirse el pelo de rubio y, en ocasiones, usaban pelucas y postizos. Por otro lado, era corriente
cubrirse la cabeza con un velo. También usaban tiaras, diademas, collares, pendientes, brazaletes y
tobilleras.40
Íberos
En la península ibérica, los íberos lograron un alto grado de especialización en labores textiles, cuya belleza
y calidad fue admirada por Estrabón. Se confeccionaban prendas de lana, lino y esparto, que solían ser
teñidas y adornadas. Polibio reseñó en sus obras la riqueza de los mantos turdetanos, elaborados en lino y
teñidos de púrpura. Los hombres vestían túnica y manto, drapeados al estilo griego. Las mujeres llevaban
dos túnicas superpuestas, así como un manto sobre los hombros, a veces cruzado oblicuamente bajo un
brazo; en ocasiones, también llevaban un velo sobre la cabeza. Estas prendas solían estar adornadas con
flecos o cenefas y se ceñían con cinturones, broches y fíbulas. En el peinado femenino destacan los
complejos tocados que se aprecian en las esculturas denominadas «damas», formados por cofias o
diademas de las que colgaban joyas y abalorios, o bien mitras cónicas sobre las que se colocaba el velo. En
ocasiones, llevaban unos rodetes sobre las orejas, como se aprecia en la Dama de Elche.41
Edad Media
La Edad Media abarca desde la caída del Imperio romano de Occidente (476) hasta el siglo XV, en el que se
produjeron varios hechos significativos, como la caída de Constantinopla (1453) o el descubrimiento de
América (1492). En general, fue una mala época para la economía y la cultura, con graves carestías para la
población, especialmente las clases bajas. La sociedad medieval se basaba en el feudalismo, un sistema por
el que una clase privilegiada —compuesta de aristocracia, ejército y clero— tenía la supremacía sobre el
resto de la población, sometida a vasallaje.42
El Imperio bizantino heredó en buena medida los usos y costumbres romanos, aunque también se recibió,
por su posición geográfica, una fuerte influencia de Oriente: a Constantinopla llegaban las sedas y los
brocados de Persia, India y China. Unos monjes lograron traer de China gusanos de seda, con lo que se
desarrolló una notable industria sedera, cuyos productos estaban reservados a las clases altas. Se crearon así
unos vestidos y túnicas de lujo y gran vistosidad, con intensos coloridos que denotaban la posición social:
los colores púrpura, violeta y jacinto estaban reservados para la familia imperial, hecho recogido en el
Código de Justiniano. Los tejidos bizantinos llegaron a Europa a través del comercio con Venecia, donde
gozaron de gran éxito. La tipología de las prendas fue evolucionando con el tiempo: de las túnicas de
herencia romana se pasó al uso del pantalón por influencia persa y, en el siglo XII, al uso del caftán, una
túnica de origen persa. Los tejidos más usados eran la seda, el damasco y el brocado, adornados con
dibujos de animales, flores y plantas. También solían llevar múltiples joyas.43
Los pueblos germánicos que acabaron con el Imperio romano de Occidente introdujeron la práctica de
coser la ropa y usaban prendas de lana, generalmente una túnica corta de mangas largas, unos calzones
largos o pantalones —que adoptaron los soldados romanos tras la conquista de la Galia— y un sayo sobre
los hombros.44 Uno de los rasgos más característicos de este período en indumentaria masculina fue la
utilización de prendas bifurcadas para las piernas (pantalones), de las que había dos variantes: las calzas y
los calzones. Las primeras —también llamadas hoses o chausses— llegaban hasta las rodillas, mientras que
los calzones o braies eran hasta los tobillos.45
En la Edad Media el material más utilizado fue la
lana, siendo muy apreciados los paños de Frisia; el
lino fino —llamado cainsil— se usaba para camisas y
calzas. Por lo general, el hombre llevaba dos túnicas:
una fina de hilo a modo de camisa, llamada brial, y
otra de lana más larga, de mangas estrechas y ceñida
con un cinturón de cuero; además, llevaba calzones y
La Filosofía presentando las siete Artes Liberales una capa. La mujer también llevaba dos túnicas, la
a Boecio (c. 1460-1470), del Maestro de Coëtivy, camisia, interior de mangas estrechas, y la estola,
Getty Center, Los Ángeles larga hasta los pies y de mangas anchas; encima
podían llevar una capa, un manto o una clámide y era
común el uso de un velo que cubría la cabeza. En el
Medievo también fue corriente el uso de guantes, de hilo para el verano y de piel para el invierno. Desde el
siglo XII aumentó el uso de la seda, así como del algodón, que tenía su principal centro de producción en
Italia. También empezaron a usarse las pieles preciosas (oso, marta, cibelina), procedentes de Armenia o
Siberia. En el siglo XIII apareció el vellux (terciopelo) y aumentó la elaboración de peletería.44
Eginardo describió en su Vita Karoli Magni la forma de vestir de Carlomagno: «se cubría el cuerpo con una
camisa y unos calzoncillos de lino; encima llevaba un jubón, guarnecido con una franja de seda, y unos
pantalones; también cubría sus piernas con cintas o vendas y calzaba zapatos. En invierno se cubría el torso
y los hombros con una chaqueta de piel de nutria o marta; finalmente llevaba un manto de color azul y una
espada».46
En la Plena Edad Media (siglos XII-XIII) hubo un refinamiento de las costumbres y el vestuario buscaba
aportar una mayor elegancia al portador. La mujer fue objeto de veneración por su gracia y belleza, y se
convirtió en modelo de emulación social. Por otro lado, el vestuario tuvo una tendencia cada vez mayor a la
individualización y surgieron los primeros sastres profesionales. Las clases bajas continuaron con las
vestiduras tradicionales: pantalón, blusa o túnica y manto sin mangas. Fue en las clases altas donde se
dieron las principales innovaciones: la nueva moda eran los trajes ceñidos al cuerpo y, cuando la figura no
correspondía al ideal, se añadían lazos y trencillas. Ambos sexos usaban una larga túnica de hilo, abrochada
lateralmente; las mujeres llevaban encima un vestido de mangas con cintas y, por encima, un manto
semicircular anudado al pecho con un cordón o un broche; los hombres llevaban medias y unos pantalones
cortos bajo la túnica, y un manto similar al de la mujer. Era habitual en ambos sexos adornar sus cabellos
con cintas o diademas. También estuvieron de moda los sombreros altos con plumas de pavo real. Los
principales materiales eran el algodón, la seda y la lana, pero también pieles de marta, armiño, ardilla o
foca. Usaban adornos como broches, fíbulas, anillos, brazaletes, agujas, cinturones y plaquitas de oro
troqueladas como prendedores.51
En la segunda mitad del siglo XIV estuvo de moda la hopalanda (houppelande), una capa larga de uso tanto
masculino como femenino, que podía ser sin mangas o con ellas, siendo entonces de forma acampanada o
de saco; solía confeccionarse con telas de distinto color en cada lado del cuerpo (mi-parti).53 Surgida hacia
1360, la hopalanda era una sobrevesta de estructura ancha y abierta por delante, de materiales ricos y muy
decorada. Los hombres la llevaban sobre el jubón y las calzas, hasta el muslo o las pantorrillas, con anchas
mangas que se recogían en los hombros. La mujer la llevaba cerrada por delante, con largo hasta el suelo y,
en ocasiones, con cola; tenía igualmente las mangas anchas y los pliegues se sujetaban bajo el pecho en un
talle alto. Por lo general, las mangas y los dobladillos tenían flecos o festones en colores distintos a los de la
prenda, para contrastar.56 Desde la segunda mitad del siglo XV la hopalanda, conocida más entonces como
gown, pasó a ser usada principalmente por ancianos o bien por doctores y magistrados.57
En esta época tuvieron gran importancia los sombreros y tocados:
hasta 1380 estuvo de moda una capucha con un largo liripipe, que
en ocasiones se enrollaba en la cabeza en forma de turbante; más
tarde se llevó el chaperón, un rollo de tela circular unido a una
gorguera sobre los hombros. Las mujeres llevaban crespina, un
tocado en forma de cofia de redecilla de seda, sustituido en el
siglo XIV por el «tocado nébula», una diadema de lino que
enmarcaba la cabeza, o bien por el «tocado cojín», un rollo
acolchado sobre una redecilla con el pelo en moños sobre las
orejas (templars), que fue sustituido por el «tocado de cuernos»,
una estructura de alambre cubierta por un velo drapeado. Hacia
1450 el tocado ganó altura, en forma de cono puntiagudo o
truncado (hennin).58
El paradigma de la moda elegante en época bajomedieval fue la corte de Carlos el Temerario en Dijon
(Borgoña). Los hombres resaltaron su forma con piezas acolchadas en hombros y pecho, y llevaban altos
sombreros de fieltro de alas anchas con una larga banda de tela. Las mujeres llevaban el vestido externo
alzado de un lado para mostrar el interno, de color diferente, y llevaban escotes de forma triangular (en
cœur), así como diversos tocados, ya fuese en capucha, sombrero o turbante; el más típico fue el hennin,
una especie de cucurucho cubierto con un velo. Durante esa época, las mujeres solían afeitarse las sienes y
recoger el cabello bajo la cofia. También era usual adornar las telas con bordados, joyas, perlas, pieles y
botones de oro.62
En este período se desarrollaron notablemente las vestiduras religiosas, debido al papel protagonista de la
religión en la sociedad. En la Alta Edad Media los trajes religiosos se diferenciaban de los civiles en que
eran más largos y de colores austeros; en cambio, los ropajes litúrgicos eran de materiales finos y colores
brillantes. Con la aparición de las órdenes monásticas, el traje sirvió de elemento diferenciador entre las
distintas órdenes: los benedictinos llevaban un escapulario sobre el hábito, de color negro; los cistercienses
usaban cogulla, una túnica con capucha, de color blanco. Las monjas llevaban dos túnicas, una capa y un
velo.63 En general, los sacerdotes solían llevar una túnica larga de color blanco llamada alba, sobre la que
se colocaban una capa decorada llamada capa pluvial; en actos litúrgicos se ponían la casulla, un manto con
apertura para la cabeza de distintos colores según la liturgia, así como la estola alrededor del cuello. Los
obispos utilizan un sombrero escalonado llamado mitra, así como un bastón llamado báculo. Más adelante
aparecieron la sotana, el roquete y la sobrepelliz.64
Islam
Las artes textiles tuvieron una gran relevancia en el mundo
islámico. Desarrollaron y perfeccionaron numerosas técnicas,
como el damasco, el tiraz, el terciopelo y la muselina.65
Elaboraban vestidos, alfombras, tapices, telas estampadas y otros
tejidos, con decoraciones generalmente geométricas, epigráficas,
medallones con forma de media luna o motivos de origen vegetal o
animal pero llevados casi a la abstracción.66
En la península ibérica, donde se establecieron varios estados islámicos entre los siglos VIII y XV, hubo una
hibridación entre la tradición musulmana y la cultura hispana de herencia romana y visigótica, que se
tradujo en el llamado «traje mozárabe», formado generalmente por camisa, túnica, manto y pantalón.
Existían diversas variedades de túnicas: mutebag, ceñida y sin mangas; mofarrage, abierta o hendida;
adorra, abrochada con botones; y unas exteriores llamadas aljuba o pintella. Las mujeres llevaban una
túnica llamada almexia. También había varios tipos de mantos: mobatana, forrado de piel; barragán, de
lana; alifafe, de varias pieles. Los pantalones eran largos en las clases altas y cortos en las bajas. Había
también variedad en calzado (ballugas, soccos, albarcas, zapatones), caracterizados generalmente por
acabar en punta curvada hacia arriba, a la manera árabe.68
En el Imperio otomano, la expansión territorial y el comercio proporcionaron una gran riqueza, que se
reflejó en el vestir. Destacó la industria de la seda, con un importante centro de producción en Bursa, donde
se confeccionaban brocados y terciopelos para la corte; más tarde destacaron los talleres de Constantinopla,
situados en un patio del palacio de Topkapı. La indumentaria otomana indicaba el rango social: por lo
general eran prendas largas, de hechuras sencillas, que destacaban por sus telas lujosas, dispuestas
generalmente en varias capas para remarcar su vistosidad. Su principal prenda era el caftán, una túnica
abierta larga hasta los tobillos, generalmente de seda, con predominancia de colores rojo, azul y verde. Las
principales variantes de la seda que se utilizaban eran atlas (seda lisa con faz de satén), kemha (brocado de
seda en relieve) y kadife (terciopelo de intensos colores). También se elaboraban caftanes con seraser, unos
brocados de hilos de oro y plata, decorados con llamativos dibujos. La vestimenta otomana se completaba
con el turbante, unas piezas de tela de lino o algodón que se enrollaban en la cabeza alrededor de una gorra
de seda brocada. Esta indumentaria típica continuó casi inalterada hasta el siglo XIX, cuando el sultán
Mahmut II introdujo el estilo occidental de vestir.69
India
En la India se trabajaba la lana y el algodón para vestidos y
tapices, mientras que la seda se importaba de China. También se
hacían bordados, en ocasiones con incrustaciones de hilos de seda,
plata y oro. Los tejidos se solían teñir, con batik o con algodón
grabado por impresión con planchas de madera. En el arte textil se
denota la influencia irania, especialmente saris y chales de
Cachemira con adornos florales.70
China
En China surgió una de las civilizaciones más antiguas del mundo.
En el arte textil destaca la seda, descubierta allá en el milenio
III a. C., cuya invención se atribuye a Lei-Tsu, concubina del
emperador Huang-Ti. La sedería floreció especialmente desde la
dinastía Han, período en el que comenzó a exportarse a través de
la ruta de la seda. Ya en aquel entonces había diversas técnicas,
como el damasco, el muaré, el piqué, la gasa, el tapiz y el bordado.
La decoración solía ser de losanges, celosías, motivos animales y
vegetales, dragones y otros animales míticos, con policromía de
ricos colores.73
Durante la dinastía Tang los vestidos de mujer recibieron la influencia del kimono japonés, con amplios
escotes y anchas mangas de las que pendían incensarios. Llevaban anchas bufandas y el pelo se recogía en
moños, decorados con peinetas, horquillas y diademas. Los hombres llevaban una pequeña chaqueta, un
abrigo de manga larga, cinturón de seda y pantalones anchos,74 y llevaban el pelo largo y recogido
también en un moño, aunque tapado con un pañuelo negro o un tocado rígido de tejido duro o tiras de
ratán.75 En esta época la industria sedera estaba muy avanzada: algunos restos arqueológicos de principios
del siglo VII revelan que los telares de seda podían realizar tramas de hasta 3680 hilos en un solo dibujo. En
el siglo X, en la entonces capital, Chang'an (actual Xi'an), había diez fábricas de tejido, cuatro de hilado,
seis de teñido y cinco dedicadas a la confección de lazos y cordones. 76 Los funcionarios llevaban vestidos
de colores según el rango: de abajo arriba en la jerarquía, azul, verde, rojo y púrpura. Los emperadores no
portaban un atuendo especial, sino que vestían ropas normales, aunque de excelente calidad.75
En las dinastías Song,
Yuan y Ming destacó
especialmente la seda. Los
Song desarrollaron nuevas
técnicas de elaboración de
prendas de seda, como las
sedas brochadas o los
brocados llamados kin o
che-ch'eng, así como los
Mujeres con el tradicional vestido tejidos k'o-se de seda de
tsa-chü chui-shao («vestido con Damas con flores en el pelo, de
colores.78 Los Yuan, de
dobladillo de cola de golondrina y Chou Fang (finales del siglo VIII ).
origen mongol,
cintas voladoras»), período temprano Llevan vestidos «palabra de honor»
elaboraban unos brocados sujetos con una faja, un sobreveste
de Wei del Norte (siglo V)
de seda con oro y plata de gasa fina y unos mantos largos
decorados con flores que de seda.77
fueron elogiados por
Marco Polo. Numerosas de estas prendas fueron enviadas a
Europa como regalos, donde fueron muy apreciadas; muchas de ellas se emplearon en vestiduras
sacerdotales.79 En época Ming destacaron los tejidos de intenso colorido, elaborados en técnica k'o-se,
muchos de los cuales se exportaron a Occidente.80
Durante la dinastía Qing, de origen manchú, los nuevos gobernantes obligaron a la población a vestir a la
manera de Manchuria, incluida la obligación de afeitarse la frente. Los emperadores vestían unos lujosos
vestidos de ceremonias, decorados con los doce símbolos de la tradición imperial, junto con sombrero,
cuello, cinturón y botas. Los vestidos eran de color azul por el cielo, amarillo por la tierra, rojo por el sol o
blanco por la luna, según la ceremonia. Como prenda informal solían llevar los denominados «vestidos de
dragones», decorados con dibujos de esos animales mitológicos. El vestido de la emperatriz era similar,
pero solía tener más capas y llevaba una falda debajo y una túnica sin mangas.81 Los funcionarios y
cortesanos vestían según su jerarquía, que se denotaba en una insignia (buzi) fijada en su vestido (bufu);
existían nueve rangos civiles y nueve militares. También eran característicos de los cortesanos los collares
(chaozhu) y los sombreros cónicos de bambú o ratán (liangmao).82 En esa época estuvo de moda entre los
hombres afeitarse la parte frontal de la cabeza y llevar una larga trenza; también las mujeres se afeitaban la
frente y estuvieron de moda las uñas muy largas.74
A finales de la dinastía Qing, el estricto código de vestir se relajó un poco, especialmente durante el reinado
de la emperatriz Cixí, que solía vestir de forma informal, según su gusto personal. En este período se dio la
paradoja de que las mujeres de etnia han —el 90 % de la población— que no formaban parte de la élite
podían llevar prendas no manchúes, por lo que las esposas e hijas de ricos mercaderes podían llegar a vestir
más lujosamente que las damas de la Ciudad Prohibida. Los hombres ricos también llevaban prendas
ostentosas, como abrigos de piel, anillos de jadeíta o gorros con forma de medio melón, bordados con hilos
de colores y decorados con perlas y coral, rematados con cordones de seda roja con borlas. En 1911, con el
fin de la era imperial, el nuevo gobierno promovió la indumentaria de estilo occidental para los altos
funcionarios.83 Surgió el traje zhongshan, de inspiración occidental, compuesto por chaqueta y pantalones,
que tuvo su contrapunto femenino con el qipao, un vestido largo que se llevaba sin pantalones —una
prenda usada hasta entonces por las mujeres ya que sus vestidos tradicionales tenían aberturas a los lados
—.84
Retrato Retrato de la Túnica El barón La Mujer
del emperatriz imperial de Ronglu emperatriz con
Emper Xiaoxianchu la dinastía Jung-Lu, Cixí qipao
ador n, por Qing por
Kangxi Giuseppe George S.
Castiglione Stuart
(1736)
Japón
En Japón destacó también el trabajo de la seda. Aunque se introdujo
procedente de Corea hacia el año 200, parece ser que hacia el siglo XI se
perdió la técnica y no se recuperó hasta el siglo XVI, importándose entre
mientras sedas chinas. El principal centro productor se estableció en
Nishijin, un suburbio de Kioto.85
Durante la era Meiji, Japón se abrió a Occidente tras varios siglos de aislamiento, lo que inició una etapa de
modernización de la sociedad japonesa que incluía la vestimenta. Muchos japoneses adoptaron las formas
de vestir europeas, si bien la indumentaria tradicional continuó vigente, especialmente en el ámbito
doméstico. En 1872, el gobierno estableció la obligación de usar traje europeo para los funcionarios; de la
administración pasó al mundo de los negocios y a otros ámbitos de la sociedad. Sin embargo, para las
mujeres fue más difícil adaptarse a la indumentaria europea, en un momento donde predominaba el polisón,
una prenda poco práctica. Por otro lado, el naciente nacionalismo derivado de las guerras con China (1894)
y Rusia (1904) influyó en un cierto retorno a la tradición, con lo que las mujeres siguieron usando
predominantemente el kimono.90
Hay que citar también en Japón el abanico, donde ya en el siglo XII se decoraban con pinturas o poemas.
Durante el período Heian se decoraban con textos de los sūtras budistas y con escenas de género.91
Posteriormente, el abanico pasó a China y, en el siglo XVI, a España y Portugal, desde donde pasó a toda
Europa.92
Sudeste asiático
En el Sudeste asiático, la indumentaria estaba adaptada al clima tropical y a
las duras condiciones del trabajo a la intemperie, ya que la mayoría de la
población se dedicaba a la agricultura y la pesca. Así, los hombres llevaban
apenas un calzón corto, así como un amplio sombrero para protegerse del
sol, mientras que las mujeres usaban una falda ceñida a la cintura y caderas,
el sarong, así como el slendang, un chal que se echaba sobre los hombros.
Esta región destaca por sus técnicas de estampado, como el batik, originario
de Java, por la que se traslada un dibujo a una tela de algodón con un lápiz
de madera impregnado con cera fundida, el cual aparece retirando la cera
tras teñir el paño; o el ikat, por el que se crean dibujos cubriendo la parte
elegida con hilos delgados, con lo queda preservada de los efectos del tinte, Bailarina jemer vestida
tras lo que se retiran los hilos.93 con un sampot
En el Imperio jemer (Camboya), que tuvo su apogeo entre los siglos VIII-XII,
destacó la tipología del sampot, un tipo de vestido realizado en ikat de aspecto suntuoso.94 En Birmania, la
indumentaria estaba estratificada por clases sociales. La prenda básica para hombres era el paso, una tela de
algodón de 4 x 1,5 m que se enrollaba alrededor de la cintura, que se complementaba con una chaqueta
llamada eingyi. Las mujeres usaban una falda tipo sarong llamada htamein y una chaqueta eingyi como la
de los hombres.95 En Laos y Tailandia, la indumentaria se basaba en tejidos sin confeccionar envueltos
alrededor del cuerpo y prendidos con nudos, pliegues, botones o cinturones. En Laos la prenda básica era
el phasin, una tela envuelta en torno a las caderas que constaba de cintura, sección intermedia y dobladillo.
En Tailandia era típica una falda larga rectangular llamada chongkraben.96
América precolombina
Entre los aztecas, el vestido denotaba la clase social: en las clases bajas, los hombres llevaban una braga
(maxtlatl), un manto para el frío y unas sandalias de cuero o agave, mientras que las mujeres llevaban una
falda y una camisa hasta las rodillas y sin mangas (huipilli), de algodón o fibra de agave; las clases altas
llevaban vestidos de formas semejantes pero de telas más finas o con bordados, entre las que destacaban
unos mantos (tilmatli) decorados con los tributos del clan, así como túnicas de mosaicos de plumas y
tocados igualmente de plumas. Se usaban diversos adornos personales, como pendientes, ajorcas,
brazaletes, collares, orejeras y adornos para la nariz o el labio (bezotes), elaborados de oro, jade, turquesa o
piedras preciosas. También eran habituales las pinturas corporales y practicaban mutilaciones como la
deformación craneana y la mutilación dentaria.97
En Perú surgió una notable industria textil, quizá la primera del mundo —hay vestigios del siglo VII a. C.—,
hilada con telar con hilos de casi doscientos colores distintos.98 Los incas desarrollaron notablemente las
técnicas de hilado y tejido, pero no así la confección de prendas, por lo que solían vestirse con las telas tal
cual salían de los telares, a lo sumo con unas costuras o unos alfileres. Como materiales, en la costa se
usaba algodón y, en la altiplanicie, lana. Los hombres llevaban una braga con un cinturón y una túnica
(poncho) de tela rectangular con aberturas para la cabeza y los brazos; como calzado, unas sandalias de piel
con cordones de lana y, ocasionalmente, bandas bajo las rodillas. Las mujeres llevaban una túnica
rectangular hasta los tobillos, sujeta
con un cinturón, y una capa sobre
los hombros, que se sujetaba en el
pecho con un alfiler de metal (tupu);
se cubrían la cabeza con un
pañuelo. Como adornos, las
mujeres llevaban, además del tupu,
collares de cuentas, huesos o
conchas y, los hombres, varillas de
oro en los lóbulos de las orejas;
también podían llevar diademas o
collares de plumas, brazaletes,
máscaras de oro y collares de
dientes de enemigos muertos.
También llevaban pinturas
Retrato de Moctezuma
corporales, sobre todo de achiote
Xocoyotzin con un rojo. Algunos pueblos practicaban Indumentaria azteca, ilustración de
maxtlatl y un tilmatli la deformación craneana, sobre todo Costumes of All Nations (1882)
los aimaras.99
En Estados Unidos, hay vestigios arqueológicos de tejidos de hace 10 000 años en la zona sudoeste del
país, entre ellos un tipo de sandalias de yuca tejidas con entrelazado abierto o con faz de urdimbre. Datados
entre el 500 a. C. y el 500 d. C. se han encontrado fajas trenzadas de pelo humano o de animales como el
perro y el conejo, así como vestidos, delantales y bolsos de yuca. También se han encontrado mantas de
materiales entremezclados, como piel de conejo, plumas de pavo y pieles de pájaros. Entre 500 y 750 las
prendas se volvieron más complejas en su confección y empezaron a incorporar cierta ornamentación,
como sandalias de yuca con dibujos geométricos de intensos colores. Entre 700 y 1000 se introdujo el
cultivo del algodón, procedente de Mesoamérica, con el que se elaboraban prendas de ceremonia. Desde el
siglo XI se elaboraban prendas con telar, principalmente mantas, faldas y taparrabos, en tejido simple o
sarga, así como prendas sin telar, trenzadas o entrelazadas, sobre todo fajas y camisas. La faz de urdimbre
se usaba para cinturones y bandas. Los motivos decorados se hacían con una variación del tapiz, llamada
tapiz-sarga. Entre 1100 y 1650 las principales prendas eran taparrabos, faldas y camisas para hombres, y
vestido-sábana para mujeres, así como mallas y sandalias en ambos sexos. Las decoraciones eran con tapiz-
sarga, pintura o tie-dye (teñido con amarras), generalmente motivos religiosos.100
África
La indumentaria en el continente africano viene definida por una gran diversidad de formas derivadas de las
múltiples etnias y culturas que pueblan su territorio. Por su relevancia, cabe mencionar en África occidental
el paño kente, producido entre los siglos XVIII y XIX en Ghana y Togo por el pueblo ashanti. Hilado y tejido
por hombres, estaba formado por tiras estrechas de tela de corteza o algodón cosidas una junto a otra, con
distintos diseños de color y composición. Los testimonios que se conservan, escritos y visuales, confirman
que las diversas composiciones de los kente eran objeto de cambios y evoluciones, lo que atestigua un
componente de moda en su consumo. El kente era usado por hombres y mujeres, si bien los primeros
usaban una única tela colocada alrededor del cuerpo y colgada sobre el hombro izquierdo, mientras que las
mujeres empleaban dos telas, una alrededor del torso y otra en las caderas.101
Otro exponente fue la tela estampada, de la que existen diversas variedades, como real dutch wax,
superwax y wax blocks. Hay dos modalidades: el estampado con cera a doble cara o el fancy print, en una
sola cara. Los estampados se introdujeron en el siglo XIX cuando comerciantes europeos buscaban formas
más baratas de producir el
batik indonesio. Enseguida se
popularizaron por toda África
central, especialmente entre las
élites sociales.102
Oceanía
En diversas de las islas y archipiélagos que jalonan el Océano Pacífico, como Polinesia, Melanesia o Nueva
Guinea, las prendas textiles se elaboraban principalmente con un tejido de corteza vegetal llamado tapa,
que podía ser fino y maleable o bien duro y basto, según el grosor o la calidad de la madera. Con este
material se confeccionaban distintas prendas, que cubrían por lo general la zona del vientre, dejando el resto
del cuerpo desnudo, en consonancia con el clima cálido de esas latitudes. También usaban otros materiales
como plumas, conchas o huesos, principalmente para adornos.104
Edad Moderna
La Edad Moderna supuso cambios radicales a nivel político, económico, social y cultural: la consolidación
de los estados centralizados supuso la instauración del absolutismo; los nuevos descubrimientos geográficos
—especialmente el continente americano— abrieron una época de expansión territorial y comercial, y
supusieron el inicio del colonialismo; la invención de la imprenta conllevó una mayor difusión de la cultura,
que se abrió a todo tipo de público; la religión perdió la preponderancia que tenía en la época medieval, a lo
que coadyuvó el surgimiento del protestantismo; a la vez, el humanismo surgió como nueva tendencia
cultural, dando paso a una concepción más científica del hombre y del universo.105
Siglo XVI
En el Renacimiento se introdujeron nuevos géneros y la costura
adquirió un alto grado de profesionalización. En la Italia
renacentista aparecieron los trajes más ricos y espectaculares de la
Historia, de vivos colores y formas imaginativas y originales, que
otorgaban gran relevancia a las mangas, a los pliegues y a las
caídas de tela de forma vertical, con finos bordados y rica
pasamanería.106
El humanismo comportó un
nuevo ideal del ser humano y la
naturaleza, que se reflejó en una
nueva forma de vestir, con trajes
más acotados al cuerpo, más
cómodos y manejables. Ello se
denotó por primera vez en
Florencia a finales del siglo XV,
donde surgió la primera Indumentaria inglesa del siglo XVI
innovación de relevancia: las
mujeres dejaron de llevar
vestidos largos, que se sustituyeron por dos piezas, falda y corpiño, que
podían ser independientes una de otra en cuanto a material y color. El
Lucrezia Panciatichi (1540),
de Bronzino, Galería Uffizi,
corpiño solía ser estrecho y escotado, y la falda fruncida; este conjunto se
Florencia complementaba con sombreros, guantes, redes para el pelo, abanicos y
joyas. Los hombres llevaban el jubón más corto, de cuello alto,
pantalones anchos y fruncidos, además de un gabán guarnecido de piel y
abierto por delante. En el centro de Europa se pusieron de moda los trajes acuchillados, con aberturas en las
articulaciones para permitir los movimientos, en un conjunto de pantalones abombados y jubón con
faldones hasta las rodillas, generalmente abierto en su parte delantera para mostrar la camisa, que solía ser
fruncida o bordada en oro. Este traje fue típico de los lansquenetes (mercenarios alemanes), que lo
difundieron por toda Europa.107
Hacia 1570 los jubones se volvieron más acolchados, con rellenos de harapos de algodón, crin de caballo y
borra, mientras que los calzones se llevaron más abombados, como los gregüescos de origen español, que
estaban acolchados hasta mitad del muslo.108 En este siglo la bragueta de armar (coldpiece) pasó de ser
una tela de forma triangular a una vistosa bolsa acolchada que exageraba el tamaño de los genitales, como
signo de virilidad. En ocasiones estaba ornada con piedras preciosas; también se usaba como monedero.
Desapareció a finales de siglo.109
En el atuendo femenino apareció el corsé, que ceñía la cintura, así como un tipo de enaguas con aros
llamado verdugado, del que existían varios tipos: el español estaba formado por unas enaguas armadas con
ballenas, que se acampanaba hacia abajo; el francés o «de rueda» tenía forma de rueda en la cintura, desde
donde caía verticalmente hacia abajo; el italiano se levantaba por detrás con un cojín.110
En España, la llegada de los Austrias comportó una nueva moda de origen germánico, que se denotó sobre
todo en los trajes acuchillados. Sin embargo, el ortodoxo reinado de Felipe II impuso una moda más rígida
y severa, de colores oscuros y trazados sobrios. Por contra, las clases altas compensaban la sobriedad del
traje con una gran riqueza en complementos y accesorios. Los hombres llevaban un jubón apodado
«vientre de pato», por ser abombado y terminado en vértice; era acolchado, ceñido y abotonado en el
centro, rígido mediante ballenas y con hombros resaltados con rodetes de guata. Encima llevaban la ropilla,
una vestidura corta y estrecha, de cuello alto. Los pantalones eran abombados y llegaban hasta la rodilla, y
llevaban calzas de punto o malla de seda. Los sombreros eran de seda, de alas anchas. En esta época estuvo
de moda un tipo de alzacuellos llamado golilla. Las mujeres llevaban un corpiño de cintura estrecha y dos
faldas, interior y exterior, de forma cónica gracias
al verdugado. También llevaban golillas y
hombros con rodetes de guata, así como capas,
chales, guantes y abanicos.111 Otra prenda de
moda fue el herreruelo, una capa de origen árabe
adornada de piel o terciopelo.112 En El
cortesano, Baldassare Castiglione dejó constancia
del influjo de la moda española en toda Europa,
señalando que el negro, el color por antonomasia
de la monarquía hispánica, era el más atractivo y
el «paradigma de la moda del momento».112 En
1589 se publicó el primer libro dedicado a la
costura, el Libro de Geometría, Pratica y Traça,
de Juan de Alcega.111
El calzado estuvo dominado por zapatos y botas. Los primeros solían ser de piel, seda o terciopelo, con
suela de piel o corcho. Tenían forma redondeada y solían ser planos; tan solo a finales de siglo empezó a
surgir tímidamente un tipo de tacón. Las botas, que hasta entonces se usaban para montar a caballo,
empezaron a usarse de forma cotidiana. Por lo general llegaban hasta el muslo y solían tener la parte
superior dada la vuelta.114
Para el pelo, en esta época surgió el «garvín», una cofia de fina red para recoger el cabello, que podía estar
confeccionada, entre mujeres ricas, con seda, oro y perlas incrustadas.115 El sombrero típico de la época
fue una gorra de terciopelo oscuro, decorada con encaje de hilos de oro y plata, herretes y plumas de
colores. Más adelante se llevó el copotain, un sombrero de copa alta y cónica, elaborado con piel de castor,
cuero o lana afelpada.109
En esta época se extendió el uso del abanico, un complemento importado de Oriente. Solía realizarse con
madera de sándalo, marfil, nácar o carey, y las varillas con plumas, pieles, papel, seda y encaje. Por lo
general, se decoraban con escenas bíblicas o mitológicas, o bien con flores, pájaros o animales.116
También se generalizaron las sombrillas y parasoles, unos complementos a la vez funcionales —para
protegerse del sol o la lluvia— y de moda. Se solían realizar con tejidos finos, a veces con encajes, con
mangos de madera, marfil u otros materiales.117
La velada Retrato de Elizabeth Enrique VIII Leonor de Alejandro
(1514- Charles de Seymour, de Inglaterra, Toledo con Farnesio,
1516), de Solier, señor retrato de por Hans su hijo Juan atribuido a
Rafael de Morette, Hans Holbein el de Médici, Sofonisba
Sanzio, por Hans Holbein el Joven (c. de Bronzino Anguissola
Palacio Holbein el Joven (c. 1540), (1545), (c. 1560),
Pitti, Joven 1540), Galería Galería Galería
Florencia (1535), Museo de Nacional de Uffizi, Nacional
Gemäldegal Arte de Arte Antiguo, Florencia de Irlanda,
erie Alte Toledo, Roma Dublín
Meister, Toledo
Dresde (Ohio)
Retrato Isabel I de
de La Inglaterra,
infanta por William
Isabel Segar (c.
Clara 1585),
Eugenia Hatfield
y House
Magdale
na Ruiz,
de
Alonso
Sánchez
Coello (c.
1585),
Museo
del
Prado,
Madrid
Siglo XVII
En el siglo XVII predominaron las formas sobrias, austeras, por
influencia religiosa. El material más utilizado fue el paño, así como
la seda solo al alcance de las clases elevadas. El jubón se
transformó en chaqueta, con el cuello de volantes de encaje
almidonados, y el calzón se alargó y quedó por debajo de unas
altas botas. Apareció la casaca, una larga chaqueta ajustada con
forma acampanada en su parte inferior. Hacia 1660 surgió el
rhingrave, un faldellín de seda que se colocaba sobre el calzón,
que se extendió por toda Europa a excepción de Italia y España.
En los vestidos femeninos se pusieron de moda los amplios
escotes, se redujeron los verdugados y las faldas presentaban
mayores vuelos y drapeados.118
En contraste, en los Países Bajos surgió entre la burguesía una moda más
austera, que se expandió por el norte de Europa, especialmente en ámbitos
protestantes. Los hombres llevaban un jubón holgado y pantalones
bombachos, y sustituyeron la gorguera por un cuello de encaje superpuesto;
llevaban además capa, sombreros de ala ancha, zapatos o botas tulipán,
guantes y espada. Hacia mediados de siglo se denotó la influencia francesa,
aunque reinterpretada de forma más sobria: se sustituyó el jubón por una
levita con faldones y el pantalón se hizo más ancho y adornado con lazos,
cintas y encajes. El vestido femenino se basó por un tiempo en los corpiños en
pico, que fueron sustituidos por los levitones o por el vlieger, un abrigo largo,
sin talle, abierto por delante, con cuello en abanico. En la cabeza llevaban una
cofia, en forma de diadema o en alas.123
España perdió en esta centuria la influencia que ejerció durante los reinados
de Carlos I y Felipe II el siglo anterior, si bien a nivel interno continuó con la Isabel de Velasco,
misma tipología de prendas, ajena a la nueva influencia francesa que se hacía detalle de Las Meninas
sentir en el continente. Durante el reinado de Felipe III lo más significativo de Diego Velázquez
fue el aumento de tamaño de los cuellos o lechuguillas, así como una mayor (1656), Museo del Prado,
riqueza en joyas y tejidos, que dejaba atrás la austeridad de los primeros Madrid. Lleva un vestido
Austrias. Sin embargo, Felipe IV impulsó un retorno a la sobriedad, que verdugado tipo rueda,
estipuló en sus Capítulos de Reformación, publicados en 1623, donde, entre con un corpiño con
otras medidas, prohibía los cuellos tipo gorguera, sustituidos por la «valona», volante circular sobre la
un cuello de lienzo apoyado sobre una armadura de cartón llamada «golilla». falda y mangas
El traje masculino habitual era jubón, ropilla, calzones y herreruelo. En abullonadas
cambio, el traje femenino se complicó, especialmente las faldas, que
adquirieron un gran volumen gracias a la adición de un armazón de alambre
llamado guardainfantes. Los mantos se hicieron más ligeros, elaborados de encaje, y dieron lugar a la
mantilla.124
En esta época estuvieron de moda los manguitos de piel para las manos, acolchados y de forma tubular, que
llevaban tanto hombres como mujeres. Solían tener pequeños bolsillos para dinero, pañuelos u otros
objetos. Otro nuevo elemento de moda fueron las máscaras, que servían tanto para mantener el anonimato
como para proteger el rostro de los elementos. Se elaboraban de seda o terciopelo. Las máscaras
propiamente dichas protegían todo el rostro, con aberturas para ojos y boca, mientras que los antifaces
cubrían la parte superior, hasta la nariz, dejando la boca libre. Las damas las usaban sobre todo para ir al
teatro sin ser reconocidas, ya que en aquella época estaba mal visto que las damas de la alta sociedad
acudiesen a representaciones teatrales. Posteriormente empezaron a celebrarse bailes de máscaras, donde
surgió la modalidad de que la máscara se sujetase con un palito sin colocarla directamente sobre el
rostro.127
En este siglo apareció la corbata (cravatte), introducida por mercenarios croatas —de ahí el nombre— al
servicio de Francia en la Guerra de los Treinta Años. Consistía inicialmente en una banda de lino que se
enrollaba al cuello, aunque más adelante se fue adornando con tiras de encaje y muselina que se anudaban
en múltiples variantes.128
En el calzado, en esta centuria se llevaban zapatos de cuero de color negro o marrón, con diversos motivos
ornamentales: hacia 1630 se decoraban con unas grandes escarapelas; hacia 1670, se ataban con grandes
lazos, que sobresalían por los laterales del zapato; y, hacia 1690, se usaban unas lengüetas altas, dobladas
sobre sí mismas. También se usaban botas, generalmente de caña ancha, que proporcionaba forma de cesta
en su parte superior.129
Doña Ana Autorretrato Magdalena La reina María de Retrato de
de Velasco con su de Baviera, Isabel de Médici, Doña Inés
y Girón, de esposa de Peter Borbón (c. reina de de Zúñiga y
Juan Isabel Brant Candid (c. 1620), Francia Velasco (c.
Pantoja de (1610), de 1613), anónimo, (1655), de 1660), de
la Cruz Peter Paul Coleccione Museo del Charles y Juan
(1603), Rubens, s de Prado, Henri Carreño de
colección Pinacoteca Pinturas Madrid Beaubrun, Miranda,
Alicia Antigua de del Estado Museo del Museo
Koplowitz Múnich de Baviera, Prado, Lázaro
Múnich Madrid Galdiano,
Madrid
Siglo XVIII
Durante esta centuria, París siguió dictando los cánones de la moda, aunque, debido a lo costoso de sus
productos, en otros países de Europa surgieron diversos revivals de modas del pasado, mientras que entre
los hombres aumentó la costumbre de vestir uniforme militar en la corte. En la mujer volvió un tipo de
verdugado llamado miriñaque (panier en francés), con un armazón de cinco aros, sobre el que iban unas
enaguas con volantes y fruncidos. El vestido incluía el corpiño, que en esta época se llevaba con cintura de
avispa, y la falda, abierta por delante. Se llevaban amplios escotes
y mangas cortas con cintas, encajes, volantes y encañonados.
Hacia mediados de siglo, los miriñaques llegaron a su máxima
amplitud, de tal forma que dificultaban los movimientos; surgieron
entonces las considérations, unas almohadillas para las caderas. En
vestidos de gala, se añadía un négligé,nota 1 que caía en pliegues
sobre el miriñaque. La tela preferida era la seda, así como brocados
y damascos, con colores vistosos y dibujos de flores, a los que se
añadían numerosos adornos, como cintas, volantes, galones,
encajes y puntillas de plata, joyas y perlas. Los hombres llevaban
levita larga de seda o terciopelo, almilla sin mangas, pantalón corto
y ceñido, medias blancas y zapatos de hebillas, con profusión de
chorreras y encajes. En este período hubo gran profusión de
complementos: además de los habituales, fueron corrientes los
relojes, las tabaqueras, las bomboneras, los neceseres y los frascos
de perfume.131
Moda femenina de la segunda mitad
En esta época se llevaban
del siglo XVIII , ilustración de
vestidos más cómodos e Costumes of All Nations (1882)
informales, llegando en
ocasiones a inspirarse en
la ropa interior para confeccionar prendas exteriores, como el
vestido volante (robe volante o robe Watteau),nota 2 que se ataba
por delante y mostraba la camisa interior, mientras que por detrás
llevaba una semicapa de hombros a pies de la misma tela que el
vestido, generalmente con pliegues a la caja. También se puso de
moda el redingote (de riding coat, «chaqueta de montar»), un
vestido-abrigo que se llevaba para actividades al aire libre, como
montar a caballo.133
En España, la llegada de los Borbones favoreció la adopción de la moda francesa en la corte, si bien
muchos nobles se resistieron al cambio; a los que adoptaron los usos franceses se les llamaba «petimetres»
o «currutacos». En ropa femenina, el panier francés fue llamado «tontillo», un armazón de hierro y madera
que sucedió al verdugado y al guardainfantes.135 En contraste, las clases populares —y, en ocasiones, las
aristocráticas— se apegaron a los trajes regionales españoles y surgió el fenómeno del majismo, que retrató
magistralmente el pintor Francisco de Goya. Fue un intento de crear una moda nacional alejada de los
dictámenes de la moda francesa. En el hombre («castizo» o Manolo) consistía en chaqueta, chaleco corto,
calzón, capa y tricornio o montera, mientras que en la mujer (la «maja») se llevaba un jubón de raso y una
basquiña con enaguas, adornada con azabaches y red de madroños, complementada con toquilla, chal o
mantón, y peineta para el cabello.136 El apego del pueblo a sus prendas tradicionales provocó en 1766 el
motín de Esquilache, ante el intento de
Carlos III de recortar las capas y reducir el
tamaño de los sombreros castizos.137
También aparecieron las primeras publicaciones sobre moda, encargadas de difundir las últimas novedades
por toda Europa, como la francesa Le Journal des Dames et de la Mode, editada por Pierre la Mésange
desde 1797, y la inglesa The Gallery of Fashion, surgida en 1794 por iniciativa de Nicolaus von
Heideloff.150 Se inició así también la moda en los colores, en los tonos preferidos en cada momento, con
preferencia por los colores rebuscados y de fantasía, como por ejemplo, a principios del siglo XVIII, «llama
del Vesubio», «humo de Londres», «español enfermo», «ratón huidizo», etc.151
En este siglo se produjeron numerosos adelantos en el terreno industrial: en 1733, John Kay patentó la
lanzadera volante; en 1764, James Hargreaves inventó la hiladora Jenny, que patentó en 1770; en 1769,
Richard Arkwright patentó su hiladora hidráulica, que mecanizó el hilado del algodón. Estos avances en
industria textil propiciaron la llamada Revolución Industrial en el siglo XIX.152
Carlos de Dama Anastasia Felipe de La familia del duque de
Borbón, francesa Trubetskaya, Borbón y Penthièvre, de Jean-
duque de vestida a la de Aleksandr Farnesio, Baptiste Charpentier el
Parma, de turca, de Roslin de Laurent Viejo (1768), Palacio
Giovanni Jean- (1757), Pécheux de Versalles
Maria delle Étienne National (1765),
Piane Liotard Gallery of Galería
(1732), (1750), Victoria, Nacional
Palacio Museo de Melbourne de Parma
Real de La arte Nelson-
Granja de Atkins,
San Kansas City
Ildefonso (Misuri)
Edad Contemporánea
Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX se sentaron las bases de la sociedad contemporánea,
marcada en el terreno político por el fin del absolutismo y la instauración de gobiernos democráticos —
impulso iniciado con la Revolución francesa— y, en lo económico, por la Revolución Industrial y el
afianzamiento del capitalismo, que tendría respuesta en el marxismo y la lucha de clases.153
Siglo XIX
En la era de la Revolución Industrial, la industria textil avanzó a pasos agigantados: la tecnología del vapor
permitió la creación del telar mecánico para tejidos simples, que propició la confección de telas como el
tafetán.156 En 1846, Elias Howe patentó la primera máquina de coser de cadeneta, mejorada en 1851 por
Isaac Merritt Singer. En 1856, William Perkin introdujo los tintes de anilina, que ofrecieron una mayor
variedad de colores. Por otro lado, en la década de los 1850, William y Ellen Curtis Demorest establecieron
la técnica de los patrones de papel para la confección,157 que empezaron a ser comercializados en 1863
por Ebenezer Butterick. Revistas como la estadounidense Godey's Lady's Book vendían patrones y láminas
de moda para ser confeccionadas en casa.156 Los métodos mecanizados y la producción en serie
permitieron la adquisición de prendas de moda a un mayor porcentaje de población, lo que fomentó el
consumo y propició la costumbre de salir de compras como una actividad de ocio.156 Por otro lado, el
auge de la industria textil comportó un aumento de los productos y por tanto una democratización de los
precios, lo que impulsó la venta al por menor y la ampliación del mercado de consumo.158
En esta centuria, los accesorios fueron evolucionando de simples artículos utilitarios a objetos de diseño que
complementaban el vestido. Uno de los principales fue el bolso: si durante la Edad Moderna se llevaban
unos zurrones para llevar algunas pocas pertenencias, sin diferenciación por sexos, en el siglo XIX
aparecieron unos bolsos de pequeñas dimensiones en forma de redecilla, cerrados con una cinta. A
mediados de siglo aparecieron los primeros bolsos similares a los actuales, ideados inicialmente dentro de
un conjunto de maletas de viaje. El principal artífice de la expansión y prestigio de estos productos fue
Louis Vuitton, que inauguró su primera tienda en París en 1854. Otra prestigiosa marca fue la creada por
Thierry Hermès, un fabricante de guarniciones para caballo y sillas de montar que se pasó a la confección
de bolsos y accesorios de cuero. Su principal creación fue un bolso con forma de trapecio —conocido hoy
día como bolso Kelly—, lanzado en 1892.159
También en esta época se fueron incrementando las publicaciones dedicadas a la moda, como la revista
Harper's Bazaar, aparecida en 1867; Vogue, iniciada en 1883; o Vanity Fair, lanzada en 1913.160 En
1834 aparecieron en París los primeros almacenes dedicados a la confección: La Belle Jardinière.155 En
1849, Charles Henry Harrod abrió en Londres los almacenes Harrods, el primer gran establecimiento
comercial dedicado a la moda. En 1852 abrió en París los almacenes Le Bon Marché y, ese mismo año,
Lord & Taylor en Nueva York.157
Neoclasicismo
Durante el Imperio napoleónico, la moda siguió la misma inspiración, pero con telas más recias contra el
frío y un mayor lujo y suntuosidad. Las faldas eran más cortas, con los pies a la vista, y llevaban una
chaquetilla en torno a la cintura. Los hombres usaban frac, un chaleco (gilet) con una bufanda anudada al
cuello y pantalón largo; en 1805 se introdujo una casaca corta sin faldones. El nuevo sombrero de moda
entre los hombres era el de copa, que estuvo de moda casi todo el siglo XIX.142
El modista más relevante de la era napoleónica fue Louis Hippolyte Leroy, que fue el principal proveedor
de la emperatriz Josefina. Popularizó el color rosa, incorporó al vestido Imperio un escote balcón e inventó
las mangas abombadas.150
Romanticismo
Desde mediados de siglo se apreció un cambio en las tendencias artísticas. La aparición del estilo neogótico
en las artes influyó en un retorno a formas medievales en el vestido: hombros caídos, mangas largas y
ceñidas —tipo pagoda—, uso de telas pesadas. El cuerpo del vestido acababa en punta, unido a la falda por
un fruncido, con pliegues alternos. La amplitud de la falda se conseguía con enaguas armadas con crin,
hasta que en 1856 surgió la crinolina, una nueva versión del miriñaque, formada por aros de acero forrados
de tela, sujetos a la cintura con cintas. La falda era acampanada, decorada con volantes, guirnaldas, plisados
y festones; entre los adornos más populares se encontraba el motivo de clave griega. A medida que la
crinolina aumentaba —llegó a su máxima amplitud hacia 1859—, se añadían a la falda godetsnota 7 para
ganar anchura en la parte inferior y que quedase ajustada a la cintura, lo que dio lugar a la llamada «línea
princesa».157 El uso de crinolina no permitía llevar abrigos, por lo que se complementaban con chales o
capas.179 Durante el Segundo Imperio, Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, introdujo la moda de
la superposición de faldas, sostenidas por aros de hierro, con volantes y pliegues en cuello y mangas.169
Hacia 1870, las faldas se
llevaron aplanadas por
delante y abultadas por
detrás, para lo que se
sustituyó el miriñaque por el
polisón, que se sujetaba con
un cojín encima de la
enagua. Estas faldas
creaban amplios pliegues y
drapeados, que junto a la
decoración de borlas y
flecos recordaban a las
cortinas domésticas, por lo La emperatriz Eugenia con sus damas de honor,
de Franz Xaver Winterhalter (1855), Musée du
que fue denominada «moda
Second Empire, Compiègne
tapicera».179 La cintura se
estrechó aún más, con un
corpiño en forma de V.180
En los años 1880, el polisón se ensanchó, para lo que se utilizaba un armazón de
alambre flexible; a mediados de esa década volvió a la versión anterior, con el
uso del cojín. En la última década el polisón desapareció y se llevaron faldas de
línea fina elaboradas en seda o crepé de China. Las blusas y las enaguas eran de
encaje, elaboradas con profusión de adornos.179
La aparatosidad de las prendas femeninas de la época fue criticada por algunas activistas pioneras del
feminismo, como Amelia Bloomer, que intentó racionalizar el traje femenino de mediados del siglo XIX con
un conjunto de corpiño, falda hasta la rodilla y pantalones hasta los tobillos.183 Aunque popularizado por
Bloomer, el diseño del traje fue obra de Elizabeth Smith Miller. Sin embargo, su propuesta no fue bien
recibida y fue objeto de burla y alboroto, aunque entrado el siglo XX su diseño de falda-pantalón fue
adoptado para montar en bicicleta.184
A finales de siglo la moda cambió nuevamente: se llevaban vestidos de sisa alta y mangas ceñidas que
alargaban el torso; las mangas tenían la copa fruncida para formar picos altos, que hacia 1894 se acolcharon
enormemente. Por otro lado, surgió el «traje sastre», formado por dos piezas, pensado inicialmente para la
práctica deportiva, por lo que en principio se realizaba en tweed impermeable, aunque posteriormente se
empezó a elaborar en otros materiales. Estos trajes permitían mayor movilidad de movimientos y fueron
adoptados por el creciente movimiento sufragista como reivindicación de una mayor libertad para la
mujer.185
Desde 1850 se afianzó el «traje de calle» de tres piezas, popularizado por el príncipe de Gales, Eduardo —
futuro Eduardo VII—. Hasta entonces, era corriente cambiarse cuatro veces al día: un traje de mañana, otro
para cazar y montar a caballo, otro para la tarde y otro de etiqueta para la noche. Eduardo recomendó a sus
amistades usar un solo traje de día —el tweed de caza— y el de etiqueta para la noche. Con el traje de calle
empezó a llevarse la corbata moderna, en lugar de la anterior de múltiples lazos. Eduardo también
popularizó la chaqueta Norfolk —una chaqueta recta de caza, con dos pliegues de tabla verticales delante y
uno detrás— y el sombrero Homburg —con una corona en canalón y ala estrecha y ondulada—, así como
las rayas del pantalón a los lados en lugar de en el centro. En 1860, Eduardo pidió al sastre Poole un nuevo
tipo de traje de etiqueta para reuniones informales, con una chaqueta más corta que otorgase mayor
movilidad; nació así el esmoquin, llamado tuxedo en Estados Unidos.192 Era inicialmente un tipo de
chaqueta para veladas en que se fumaba tabaco (de ahí el nombre inglés de smoking jacket), que
posteriormente quedó como un conjunto de chaqueta, camisa, pantalones, pajarita, chaleco y fajín, usado
como traje de noche o para eventos especiales.193 Debido al creciente interés
por la moda masculina, en 1866 empezó a publicarse la revista The Tailor and
Cutter: A Trade Journal and Index of Fashion.194
En la segunda mitad del siglo nació la alta costura, cuyo concepto se atribuye
al diseñador inglés Charles Frederick Worth. Instalado en París en 1845,
trabajó en varias tiendas de ropa y telas, hasta que en 1858 abrió su propia
empresa en la calle de la Paix. Hábil propagandista, consiguió relacionar la
moda con la idea de arte y al modista con el rol de artista, al tiempo que su
habilidad para los negocios le llevó a ampliar su taller hasta alcanzar los 1200
empleados en 1871. Por otro lado, en 1860 fue nombrado modista de la
emperatriz Eugenia de Montijo. Pronto se convirtió en el modista de la clase
alta europea e incluso trasladó su talento a los Estados Unidos, donde vistió
igualmente a las mujeres adineradas, como Consuelo Vanderbilt y Caroline
Astor. Inició su andadura con los vestidos de crinolina y, hacia 1870,
La princesa Paulina de introdujo la «línea princesa», llamada así por una de sus clientas, la princesa
Metternich, en cuyo Metternich. Fue pionero también en el uso de faldas y corpiños
honor se bautizó el intercambiables. Worth fue de los primeros en firmar sus prendas con
vestido «línea princesa», etiquetas con su nombre y convirtió su tienda en una pasarela donde las
cuadro de Franz Xaver maniquíes exponían los vestidos ante las clientas. En 1868 fomentó la
Winterhalter (1860) creación de la Cámara Sindical de la Confección y la Costura para Damas y
Señoritas, que en 1910 fue renombrada como Cámara Sindical de la Alta
Costura Parisina.196
En este período surgieron los vaqueros (también llamados «tejanos» o jeans en inglés), unos pantalones de
tejido fuerte (algodón o denim) pensados inicialmente para el trabajo. Aunque de origen europeo —los
solían usar los estibadores en Francia e Italia—, se popularizaron en el oeste norteamericano, gracias a la
labor del comerciante Levi Strauss.197 Otra prenda que surgió en esta época fue el impermeable (también
llamado mackintosh), que evolucionó paulatinamente desde un tejido de lana impermeable patentado en
1823 por Charles Mackintosh, al que añadió goma vulcanizada en 1829 Charles Goodyear, hasta el gabán
impermeable inodoro —las versiones anteriores olían mucho a goma— registrado en 1851 por Joseph
Mandlesburg.198
A finales de siglo se pusieron de moda los jerséis (o suéter, del inglés sweater), un género de punto
originario de la isla de Jersey —de ahí su nombre—, usado inicialmente para atuendos deportivos.
Popularizó esta prenda la actriz Lillie Langtry, amante del príncipe de Gales —futuro Eduardo VII—,
originaria de esa isla. En el siglo XX se elaboraban ya estas prendas con lana, algodón, nailon, rayón y fibras
sintéticas.199
En la segunda mitad del siglo empezó a extenderse el uso del cinturón, un complemento de origen militar
—servía para llevar armas— que se extendió a las prendas de ropa para ceñir el talle. Al principio se
realizaba con el mismo tejido que el vestido o falda, aunque posteriormente se confeccionaron de cuero,
piel, plástico, metal y otros materiales. Con el estilo Art Nouveau se incorporó una hebilla de corte
ornamental.200
En el calzado, desde 1870 se inició el uso de zapatillas para el deporte y la playa, elaboradas de materiales
ligeros (lona, piel) y dotadas de suela de goma.nota 9
En Hispanoamérica, en la segunda mitad de siglo comenzó a llegar con mayor facilidad la moda europea.
Tal es el caso de México, donde el emperador Maximiliano y su esposa Carlota introdujeron la moda
europea de aquellos años. También empezaron a distribuirse numerosas revistas de moda del continente
europeo. En 1891 abrió El Palacio de Hierro en Ciudad de México, un establecimiento que ofrecía las
principales novedades en moda.201 En Argentina, se establecieron en la segunda mitad de siglo numerosos
sastres y modistos españoles y franceses, al tiempo que fueron llegando los nuevos adelantos tecnológicos
surgidos en Inglaterra con la Revolución Industrial. Entre mediados de siglo y comienzos del siglo XX
surgieron diversas tendencias adaptadas de estilos anteriores europeos, como el directorio, el burgués y el
neorrococó.202
Ilustración Isabel de Ilustración de Ilustración Demasiado
de Le Baviera, Harper's Bazaar de The temprano, de James
Journal de Franz (1868) Englishwo Tissot (1873),
des dames Xaver man's Guildhall Art Gallery,
et des Winterha Domestic Londres
demoiselle lter Magazine
s (1863) (1864), (1869)
Palacio
Imperial
de
Hofburg,
Viena
Siglo XX
El siglo XX fue el de la moda por antonomasia, la era de los diseñadores, en la que la alta costura llegó a su
cénit al tiempo que la moda se hacía más asequible a todos los estamentos sociales. La moda se globalizó y
dejó de ser una seña de identidad nacional, al menos en los países occidentales, donde la rapidez de las
comunicaciones ayudó a la difusión de los nuevos diseños por todo el mundo. El modista o diseñador
adquirió un nuevo estatus de prestigio, de artista creador del que se valoraba más su ingenio e inventiva que
su conocimiento del oficio, gracias especialmente a la labor de Charles Worth, el padre de la alta costura,
que fue el primero en firmar sus diseños como si fuesen obras de arte.203
En esta centuria la moda masculina continuó
siendo de ascendencia inglesa, mientras que la
femenina estuvo marcada por la costura
francesa. En general, la indumentaria se fue
simplificando y cobró mayor relevancia el
carácter práctico y utilitario de las prendas, así
como su aspecto deportivo y urbano. En moda
femenina, las faldas se acortaron y apareció la
minifalda; también empezaron a usar pantalones
como los hombres y surgió la moda «unisex».
Hacia mediados de siglo los dictámenes de la
moda pasaron a Estados Unidos, que impuso un
Vestido de Paul Poiret
tipo de moda juvenil, práctica y deportiva,
de 1912, ilustración de
ejemplificada en el blue-jean o pantalón
La actriz Rosa Bruck
Paul Iribe publicada en vaquero.204 En los años 1960 apareció la moda
con un vestido de
Gazette du Bon Ton hippy, de signo anticonvencional y antitecnicista, Jacques Doucet,
con un retorno a la tradición y a las prendas fotografía de Paul Nadar
naturales. En los últimos años cobró un gran (1901)
auge el prêt-à-porter, el diseño de moda a precios económicos y al alcance de
cualquier estamento social, por su producción en serie. En las últimas décadas
también proliferaron los movimientos alternativos, la moda de las llamadas tribus urbanas, que buscaban
diferenciarse del resto de la población sobre la base de unos gustos comunes en música, ropa y elementos
estéticos alternativos.205
Por otro lado, en esta centuria aparecieron nuevas fibras de origen sintético o artificial, como el rayón
(1912),208 el nailon (1938),209 el poliéster (1941),210 o la fibra acrílica (1947).211 Otra innovación fue
el cierre por cremallera, un sistema de dientes mecánicos que se superponen patentado en 1913 por Gideon
Sundbäck.212
Belle Époque
La transición entre los siglos XIX y XX fue conocida como Belle Époque o, en Reino Unido, como «época
eduardiana», que coincidió en arte con el estilo Art Nouveau, caracterizado por un decorativismo
exagerado. Esta época se significó por el lujo y la ostentación, por el hedonismo y la despreocupación, en
lo que fue el canto del cisne de la alta sociedad. A principios de siglo, se llevó en moda femenina la silueta
en forma de S, con el cuerpo rígido, el busto hacia delante y las caderas hacia atrás.213 La silueta de la
mujer era alargada, de tronco ceñido, para lo que se usaba el «corsé saludable» o swan bill, un corsé
abdominal con forma de S que ceñía sin constreñir el estómago, ideado por
Inès Gaches-Sarraute. Comenzaba por debajo del busto, al que otorgaba la
forma llamada «pecho de paloma», y desplazaba las caderas hacia atrás,
acentuando las nalgas, lo que a la larga provocaba problemas
musculoesqueléticos. Por ello, en los primeros años del siglo el corsé fue
desplazado por el uso de sujetadores y enaguas. Aun así, hacia 1908, el
surgimiento de las faldas tubo (hobble skirt), unas faldas rectas y estrechas
inspiradas en el estilo Imperio, conllevó el uso de corsés tipo faja, lo que
redujo de nuevo la movilidad de la mujer.214 La falda era acampanada,
ajustada en las caderas y con una pequeña cola. Las mangas, ahuecadas,
fueron apodadas «mangas jamón». Los vestidos se complementaban con
múltiples adornos, como encajes, cintas y lazos, boas y plumas de avestruz.
Entre los tejidos predominaron el lino, la lana, la muselina, el tul y el chiffon, Placa de moda francesa
con preferencia por los tonos pastel, especialmente azul, malva y rosa. Los publicada en 1905,
zapatos eran puntiagudos y con tacones barrocos. Entre los complementos, impresa por Draeger
destacaban las medias de seda, guantes, sombrillas y abanicos. Entre las joyas, Frères
predominaban las perlas.213
En esta época se asoció cada vez más el ir de compras al ocio, a una actividad
lúdica y agradable. El comerciante Harry Gordon Selfridge fue pionero en sus
almacenes —primero en Chicago y luego en Londres— en organizar desfiles
amenizados con música, así como en incorporar a sus locales aseos y
restaurantes para prolongar la estancia de los clientes.220
Camille Clifford, prototipo
Cabe señalar también el auge a principios de siglo de la ilustración de moda de la Gibson girl
para revistas, que destacó por una mayor artisticidad, frente a las anteriores
composiciones rígidas y estereotipadas que se realizaban hasta entonces. En
1908, Paul Poiret encargó al artista Paul Iribe un álbum de sus diseños, titulado Les Robes de Paul Poiret,
donde presentó unas imágenes sencillas pero fluidas y dinámicas, de colores vivos, que supusieron el punto
de partida de una nueva forma de entender la ilustración de modas. En 1912 apareció la revista Gazette du
Bon Ton, donde participaron numerosos artistas del momento, con imágenes modernas y atrevidas que
marcaron la pauta del nuevo arte de la moda. Al año siguiente Condé Nast lanzó la revista Vanity Fair, que
combinaba moda, cultura, política y otros aspectos de la sociedad. En 1920 surgió la versión francesa de
Vogue, que apostó decididamente por el arte de vanguardia, con la colaboración de artistas como Georges
Lepape y Eduardo García Benito. Mientras, la revista Harper's Bazaar, adquirida en 1912 por el magnate
William Randolph Hearst, apostó más por la fotografía, contando por ejemplo con la notable labor de Adolf
de Meyer, uno de los primeros fotógrafos de moda de renombre.227
Período de entreguerras
A finales de los años 1920 las faldas volvieron a alargarse, con vestidos con cintura y hombros anchos.
Surgió una nueva versión del traje sastre, el «sastre deportivo», dirigido a las mujeres que trabajaban. Sin
embargo, la masculinización de la mujer no acababa del todo de estar bien vista: en 1931, el alcalde de
París invitó a la actriz Marlene Dietrich a dejar la ciudad por ir vestida de hombre. En los años 1930 triunfó
el esmoquin entre los hombres, mientras que entre las mujeres se llevaron los vestidos de noche con largos
escotes en la espalda. También estuvieron de moda la americana cruzada, la trinchera y los pantalones
anchos, así como, entre los accesorios, los pañuelos de seda de Hermès y los bolsos «estilo sobre».236
En estos años el estilo dominante fue el art déco, que se afianzó en la Exposición Internacional de Artes
Decorativas e Industrias Modernas de 1925, celebrada en París. La principal premisa de este estilo fue la
modernidad, la asunción de un nuevo estilo de vida que llevaría aparejado una nueva imagen para el
hombre y la mujer. Fue un estilo eminentemente decorativo, con influencia del arte africano, la xilografía
japonesa y el antiguo Egipto, que produjo unos diseños basados en formas geométricas, zigzags, espirales,
formas escalonadas y trapezoidales. La emancipación de la mujer comportó una nueva silueta más libre y
práctica, con libertad de movimiento, para lo que se afianzó el vestido camisero, un vestido recto y suelto,
con una caída natural de la cintura a la cadera, altura hasta las rodillas y cuellos redondos o de pico,
realizados en punto o rayón. Los complementos para estos vestidos solían ser sombreros cloché y zapatos
Mary Jane, unos zapatos cerrados de piel negra con tacón Luis XV. Para la noche, los vestidos eran más
largos, de inspiración clásica, con rosetas en las caderas y colas y polisones en los bajos, con escotes
pronunciados, tanto delante como sobre todo detrás, donde el escote solía
llegar hasta la cintura, mostrando la espalda; se solía combinar con una cinta
para el pelo adornada con plumas o rosetas, así como estolas o boas de
plumas para el cuello y numerosos objetos de bisutería. Otra tipología fue la
robe de style, un vestido de cuerpo tubular y falda de campana, que se llevaba
como traje elegante para el día o informal por la noche. En cuanto a ropa
interior, en estos años se llevaba un conjunto de camisola y bragas
denominado camiknickers. En la vertiente masculina, el traje con americana
recta solía ser el más habitual, mientras que de noche seguía llevándose el
esmoquin, pero con faja en vez de chaleco. En cuanto a ropa informal,
estuvieron de moda el canotier, los blazers y los pantalones Oxford, unos
pantalones de franela de pata muy ancha.237
El diseño de vanguardia fue cultivado también por Sonia Delaunay, cercana como su marido Robert al arte
abstracto y al orfismo, una variante del cubismo. Fue creadora del «vestido simultáneo» y de diversos
diseños de todo tipo de objetos y complementos, a los que aplicó los principios de la abstracción. Serguéi
Diáguilev le encargó el vestuario para su ballet Cléopâtre.240
En los años 1930 la silueta femenina cambió de nuevo drásticamente. Se
pasó de la forma tubular del vestido camisero a prendas más curvilíneas,
gracias a los experimentos en corte y estructura de la diseñadora
Madeleine Vionnet. En lugar de trabajar con patrones, Vionnet realizaba
sus diseños sobre maniquíes articulados, sobre los que drapeaba la tela y
la sujetaba con alfileres antes de cortarla dándole forma. Se la considera
la inventora del corte al bies (en diagonal), con cuya técnica realizaba
prendas entalladas pero fluidas. Se inspiró en prendas de la antigüedad
clásica, como el quitón griego, así como de la indumentaria oriental,
especialmente el kimono japonés.241
Los 1930 fueron los años dorados del cine de Hollywood, que se
convirtió en un gran escaparate para la moda, gracias al glamour de
actrices como Mae West, Carole Lombard, Joan Crawford, Claudette
Colbert y Jean Harlow. Las productoras de cine tenían sus propios
diseñadores de moda, que crearon tendencia con sus diseños, entre los
que destacaron Adrian y Travis Banton; en ocasiones contrataron a
famosas modistas europeas, como Coco Chanel y Elsa Schiaparelli.243
El influjo del glamour hollywoodiense se trasladó a otros terrenos, como
el de la cosmética, sobre todo gracias a la labor de Max Factor.244 En
esa época, surgieron en Estados Unidos las prendas de moda de
confección, unas prendas estandarizadas que, frente a las hechas a
medida, permitían abaratar los costes, un concepto lanzado en 1928 por
Hattie Carnegie. Estas prendas podían pedirse por correo o teléfono, lo
Jean Harlow con un vestido que permitió el alcance de la moda a un público mayor. Siguieron su
de noche y boa de marabú estela diseñadoras como Bonnie Cashin y Claire McCardell. Esta última
diseñado por Adrian, en una trasladó la funcionalidad de la ropa deportiva a la alta costura. Creó el
foto promocional de Cena a vestido popover, pensado para la mujer de clase media, que se ponía
las ocho (1933) y publicada sobre la ropa para protegerla mientras se realizaban tareas domésticas.
como portada de la revista También nació el concepto de piezas de guardarropa intercambiables,
Time en 1935 piezas separadas que permitían numerosas combinaciones entre ellas.245
Estos años también vieron el surgimiento de la moda afroamericana, con
una primera seña de identidad: el traje zoot, un traje holgado pero
estrecho en la cintura y los bajos. Aparecieron las primeras modistas de raza negra, como Anne Cole Lowe
y Zelda Wynn Valdes.246
En estas décadas la ropa deportiva evidenció un notable auge, especialmente en actividades como la
natación, el tenis, la hípica, el golf y el esquí, para las que se desarrollaron prendas específicas. Numerosos
modistos diseñaron este tipo de prendas, como Jean Patou, que ideó un vestido sin mangas con falda
plisada hasta la rodilla para la tenista Suzanne Langlen. Otro tenista, René Lacoste, popularizó el polo, una
camisa de piqué de algodón de manga corta y cuello plano, que comercializó con su famoso emblema del
cocodrilo en la pechera. El duque de Windsor popularizó los jerséis policromados (o jerséis jazz) para la
práctica del golf. Para las actividades acuáticas, Elsa Schiaparelli diseñó unos bañadores de punto ceñidos
al cuerpo, decorados con rayas verticales u horizontales. También surgieron los pijamas de playa, como los
creados por Coco Chanel con pantalones de campana inspirados en los de los marineros. En 1925, la
incorporación del látex permitió confeccionar bañadores más elásticos y adaptados al cuerpo.247
En este período surgieron las bermudas, unos pantalones hasta la rodilla llamados así por las islas
homónimas, un lugar frecuente de veraneo durante los años 1930 y 1940, en el que estaba prohibido que
las mujeres llevasen las piernas descubiertas. Desde entonces fue una prenda habitual para los períodos de
calor, usada por ambos sexos.248
La vertiente masculina del New Look fue el llamado «estilo neoeduardiano», que buscaba recuperar la
elegancia de los trajes de la Belle Époque. El impulso para esta moda surgió de Savile Row, el centro
sartorial de Londres, donde se inició una línea de chaquetas largas y ajustadas, pantalones igualmente
ajustados, abrigos de cuellos altos y forrados de terciopelo, sombreros tipo bombín, corbatas de Charvet,
guantes de cuero y bastones con empuñadura de plata. A mediados de los años 1950 este estilo fue
adoptado por los jóvenes rebeldes llamados Teddy boys.252
En 1947, el modisto francés Jacques Heim y el ingeniero suizo Louis Réard inventaron el bikini, llamado
así por unas pruebas nucleares que se estaban realizando en el atolón Bikini, en el Océano Pacífico. Era un
traje de baño compuesto por un sujetador y una braguita ceñidos, que pese a causar un escándalo inicial
enseguida se popularizó, sobre todo gracias a celebridades como
Brigitte Bardot.253
Pierre Balmain abrió su casa de alta costura en 1945. Creó una línea sencilla y elegante, de la que
destacaron sus conjuntos de vestido y chaqueta y sus vestidos de noche drapeados y plisados, con
llamativos estampados y bordados de calidad, que fueron llevados por estrellas del cine como Ava Gardner
y Katharine Hepburn. Jacques Fath destacó tanto por sus diseños como por su visión para los negocios, ya
que cerró varios contratos con grandes almacenes estadounidenses. Tenía un estilo glamuroso, con prendas
que seguían las líneas del cuerpo.257 Hubert de Givenchy, que abrió su casa en 1952, desarrolló un estilo
purista exento de ornamentos superfluos, que se plasmó en su chemise o vestido saco.258
En estos años comenzó uno de los fenómenos sociales más distintivos de la segunda mitad de siglo: la
diferenciación de los jóvenes respecto a sus padres. La juventud buscaba una imagen propia y distintiva, un
estilo que les correspondiese solo a ellos. El primer exponente fue el estilo preppy: inspirados en los
uniformes de escuelas preparatorias —de ahí el término preppy— de los Estados Unidos, estos jóvenes
llevaban blazers sin hombreras, camisas abotonadas de tela Oxford, chalecos de tartán, corbatas rep y
pantalones de franela o pana ancha acanalada, así como mocasines o zapatos de piel negra o marrón. En un
ámbito más informal, llevaban jerséis de críquet de punto trenzado, camisas polo de algodón y zapatos
náuticos Top-Sider. En su vertiente femenina surgió el estilo bobbysoxer, caracterizado por el uso de jerséis
o cardiganes con blusas de cuello Peter Pan,nota 15 faldas escocesas por la rodilla y mocasines penny. Una
vertiente de estos estilos universitarios fue el estilo Ivy League, en el que destacaban los jerséis Letterman,
que se caracterizaban por llevar una letra bordada, que se complementaban con camisas de cuadros,
pantalones chinos y chaquetas Harrington.259
Otro movimiento de la juventud rebelde fue el beatnik, vinculado a
la filosofía existencialista y al rechazo del materialismo y, por
tanto, de la moda, aunque paradójicamente propició un nuevo
estilo de vestir basado en jerséis grandes, pantalones pitillo,
suéteres de cuello vuelto y trenkas.nota 16 En Francia, este estilo
fue denominado Rive Gauche y tuvo su musa en Juliette
Gréco.261
En estos años empezó a despuntar la moda inglesa, con un tono más vanguardista que la francesa, como los
estampados geométricos inspirados en el op art o las prendas que imitaban los trajes de los astronautas. Una
innovación fue la minifalda, ideada por Mary Quant, quien también introdujo el uso de leotardos en el
vestir diario, una prenda usada hasta entonces para el deporte.272
El Reino Unido siempre había destacado en moda masculina,
juvenil y deportiva, pero desde los años 1960 inició un auge en
alta costura de diseño moderno y vanguardista. La moda inglesa
gozó de amplia difusión gracias a fenómenos musicales como los
Beatles y los Rolling Stones, que difundieron la moda pop.273 En
el Londres de los 1960 se popularizaron las boutiques para la venta
de ropa, hasta entonces centralizada especialmente en los grandes
almacenes, enfocadas sobre todo a un público juvenil.274 El
modisto John Stephen fue el principal proveedor de ropa para la
corriente de los mods, caracterizada por el uso de parkas militares,
trajes de corte italiano, camisas de cuello grande, corbatas anchas
tipo kipper y botas Chelsea. También estuvo de moda esos años el
Vestido de Pedro Rodríguez (1954) uso de uniformes militares y las chaquetas con la bandera británica
(la Union Jack). Por otro lado, Tommy Nutter modernizó el traje
tradicional y lo adaptó a la nueva cultura urbana.275
También empezó a sobresalir la moda estadounidense, basada en una potente industria que ya desde finales
del siglo XIX se había ido abriendo camino en el sector de forma segura. Sobre la base de la costura
entendida como un producto comercial, en este país surgió el concepto de ready to wear («listo para usar»),
un antecedente del prêt-à-porter. En los años 1940, Claire McCardell creó el sello del american look, con
un estilo natural y autóctono de tono deportivo que dio origen al concepto de lo «casual». El despunte
definitivo se dio en los años 1960 y 1970 con Roy Halston Frowick, que destacó por sus prendas de punto,
sus abrigos y chaquetas de formas cuadradas, sus elegantes sombreros y sus jerséis cuello de cisne. Ralph
Lauren destacó en los 1960 con su life style, una línea de inspiración inglesa pero más refinada, mientras
que en los 1990 triunfó con su sello american dream, aunando confort y elegancia, como en sus famosos
polos. Fue el diseñador del vestuario de películas como El gran Gatsby (1974) y Annie Hall (1978), que
tuvieron gran influencia en la moda. Cabe señalar como plataforma de difusión de la moda estadounidense
la New York Fashion Week, la primera semana de la moda celebrada en el mundo, creada en 1943.276
Las últimas décadas del siglo vieron una preferencia cada vez mayor por
la individualización de la moda, iniciada en los años 1970, que Tom
Wolfe definió como «la década del yo».270 Se buscaba un estilo
personal alejado de los dictados de los grandes modistas, en el que se
valoraba la imaginación y la novedad. La depresión económica derivada
de la crisis del petróleo llevó a la moda a una búsqueda de prendas más
baratas y funcionales. Por el día se llevaban prendas convencionales, de
colores neutros, pero por la noche se desbordaba la fantasía, con colores
estridentes y combinaciones extravagantes.281
Los años 1970 se iniciaron con un cierto retorno a líneas más sencillas
inspiradas en el pasado, como reacción a los estilos efímeros y eclécticos
de la década anterior, lo que vino en denominarse «romanticismo
nostálgico». Inspirado en las épocas victoriana y eduardiana, se tradujo Izquierda: vestido de Roy
Halston Frowick (1976).
en vestidos de algodón estampado y batas fruncidas de diseños florales.
Derecha: vestido de Yves
Una de sus máximos exponentes fue Laura Ashley, diseñadora de
Saint Laurent (1971)
vestidos de algodón de un blanco puro o de motivos florales, con mangas
ajamonadas, escotes modestos, talles altos, faldas largas y elementos
ornamentales de encajes y volantes. En Estados Unidos, Ralph Lauren
lanzó una colección en esta línea inspirada en la moda de los colonos del oeste norteamericano, que fue
bautizada como estilo «casa de la pradera».282
Estos años vieron un repunte de las prendas de punto, que se introdujeron en los circuitos de prêt-à-porter,
no ya solo en los tradicionales jerséis, guantes y bufandas, sino en conjuntos completos de vestidos y
complementos de punto. Una de las artífices de la nueva distinción de este género fue Sonia Rykiel,
caracterizada por sus prendas de rayas sobre fondo negro, con sisas elevadas y mangas estrechas; también
introdujo el uso de textos en las prendas de punto. Por otra parte, la empresa italiana Missoni introdujo los
estampados en los géneros de punto.283 También en esta década surgió el concepto one stop, las prendas
intercambiables de una sola firma, con las que se podía confeccionar un fondo de armario acudiendo a una
única boutique, un concepto valorado por la moderna mujer trabajadora. Surgido en Estados Unidos, esta
variedad de compras tuvo exponentes como Roy Halston Frowick y Calvin Klein. También en esa línea
práctica, en 1973 Diane von Fürstenberg lanzó su «vestido envolvente», válido tanto para día —con un
blazer— o la noche —con joyas y zapatos de tacones—.284
En la década de 1970 se dieron los estilos glam y disco. El primero se dio sobre todo en Reino Unido,
protagonizado por cantantes como Elton John, David Bowie o Marc Bolan. Era un estilo extravagante y
andrógino, con gusto por las lentejuelas, los leotardos ajustados, los monos estampados y las botas de
plataforma, así como cortes de pelo tipo mullet y abundante uso de pintura corporal. El disco se dio en
Estados Unidos, popularizado por películas como Saturday Night Fever (1977), protagonizada por John
Travolta. Se llevaba la ropa ceñida, como los pantalones de elastano, las
blusas de tubo con lentejuelas y los tops de lúrexnota 17 con cuello
halter.nota 18 Ambos eran estilos que preconizaban la libertad sexual,
una causa que perdió fuelle con la aparición del sida en 1981.287
Entre los años 1970 y 1980 la moda masculina denotó una fuerte
influencia de la ropa deportiva, aunada a una amalgama de influjos que
iba desde la ropa clásica hasta el estilo pop, todo lo cual devino en un
estilo apodado «casualismo». El look casual se basaba en el uso de
marcas prestigiosas de ropa y una gran atención a los detalles, si bien con
una gran heterogeneidad en la elección de prendas y un cierto
componente elitista. Algunas de las prendas predilectas eran los tejanos
Lois, las zapatillas Adidas o la ropa deportiva de Lacoste, Fila o Ellesse.
Fueron iconos de este estilo el tenista Björn Borg, el golfista Arnold
Palmer y el cantante David Bowie.290
En los 1980 surgió una nueva imagen para la mujer trabajadora, una mujer de éxito que entraba en las
directivas de las grandes empresas, basada en un prototipo de amazona glamurosa que emanaba tanto poder
como cierta sexualidad implícita, lo que se plasmaba en vestidos de holgadas hombreras, peplo ensanchado
en las caderas, minifalda, medias opacas negras y tacones de aguja, así como complementos como los
pañuelos de Hermès y la bandolera dorada de Karl Lagerfeld. Representaron esta línea diseñadores como
Donna Karan y Giorgio Armani. En su vertiente masculina, se denominó yuppies a los hombres de éxito,
jóvenes ejecutivos que vestían trajes de Paul Smith y Hugo Boss, junto a complementos como mocasines
de Gucci, relojes Rolex y agendas Filofax. Esta década fue exitosa para
los diseñadores, que se encontraron con una etapa de despegue
económico promovida por los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret
Thatcher. Los diseñadores se codeaban con la alta sociedad y se inició la
costumbre de que regalasen sus vestidos a celebridades para que las
luciesen en eventos sociales, lo que les proporcionaba una publicidad
encubierta. La primera dama Nancy Reagan fue una gran promotora de
la moda, especialmente de Adolfo, James Galanos, Bill Blass y Arnold
Scaasi.299
En estos años varios diseñadores explotaron la sexualidad femenina con un estilo glamuroso y algo retro,
como Thierry Mugler, Claude Montana y Antony Price, que se inspiraron en estereotipos de mujeres
fuertes y dominadoras, como las valquirias, las mujeres-soldado y las dominatrix del bondage y el
sadomaso. Montana empleó con profusión el cuero y puso de moda las hombreras anchas, así como el uso
de charreteras, cadenas, hebillas, tachuelas y cremalleras de inspiración sadomasoquista. Mugler también se
inspiró en el fetichismo y empleó el cuero en conjuntos de alta costura, con siluetas que recordaban las
superheroínas del cómic. Price promovió la imagen retrochic, perceptible en el vestuario del grupo Roxy
Music que creó para varios de sus álbumes. Por otro lado, el diseñador Azzedine Alaïa lanzó su línea «ropa
segunda piel», unas prendas que se ajustaban al cuerpo marcando claramente las formas femeninas,
realizadas en elastano. Igualmente, Hervé Léger creó un vestido tipo vendaje, con bandas elásticas que
moldeaban la figura. Fueron los años de difusión del fitness, una actividad deportiva que puso de moda las
prendas de licra que se ajustaban al cuerpo. Calvin Klein se sumó a esta moda de ropa ceñida y la adaptó a
los pantalones vaqueros, cuya campaña publicitaria de 1980 protagonizada por la actriz Brooke Shields
tuvo un enorme éxito.304
Entre los años 1980 y 1990 se desarrolló la cultura hip-hop, que como otros fenómenos musicales tuvo su
traslación al mundo de la moda, en una nueva línea que fue denominada «estilo urbano». Fue un
movimiento de origen afroamericano, circunscrito a sectores marginados socialmente, por lo que
rechazaban la alta costura y las grandes firmas. En su lugar, optaron por la ropa deportiva, chándales y
zapatillas Adidas o Nike, junto con sombreros Kangol. Esta cultura influyó en los llamados b-boys —
bailarines de breakdance—, así como a los artistas callejeros del grafiti, que se caracterizaron por el uso de
pantalones y camisetas holgados. Con el tiempo y el éxito, numerosos artistas hip-hop cobraron un
creciente gusto por la extravagancia —abrigos de piel, zapatos de piel de cocodrilo— y el uso de
abundantes joyas —conocido como bling-bling—, sobre todo cadenas de oro y diamantes. El peinado
típico de esta cultura urbana fue el high-top fade, con los costados afeitados y el resto en punta.305
En los años 1990 predominó la diversificación, con mayor inspiración en la naturaleza, como en la
corriente new age. Surgió el fenómeno de las top-models, modelos de pasarela que alcanzaron una gran
celebridad, como las estrellas de cine, entre las que destacaron Claudia Schiffer, Naomi Campbell o Cindy
Crawford. En general, la moda fue de corte más realista, como la tendencia llamada destroyer, representada
por Martin Margiela y Ann Demeulemeester, creadores de la imagen de los denominados «nuevos
pobres».306 Estos años vieron el retorno del glamour, más sensual y sofisticado, protagonizado por una
serie de diseñadores italianos como Gianni Versace, Roberto Cavalli y Dolce & Gabbana (tándem formado
por Domenico Dolce y Stefano Gabbana). Versace desarrolló un estilo de cierto glamour decadente, con
vestidos voluptuosos de intenso cromatismo y ampulosa decoración de bordados, aplicaciones y abalorios,
con gusto por los estampados y el uso de imágenes de iconos como James Dean y Marilyn Monroe, que
denotaban la influencia de Andy Warhol. Sus colecciones desbordaban sexualidad, con inspiración en el
mundo fetichista, especialmente en el uso de cuero negro, que trabajó como «segunda piel». También se
inspiró en la cultura motera y en el punk, así como en el arte barroco, y denotó una preferencia especial por
el color dorado. Dolce & Gabbana lanzaron su primera colección en 1985, con una línea austera pero
sugerente inspirada en el cine neorrealista de los años 1950. Otra de sus inspiraciones fue la lencería, cuyas
formas y ornatos adaptaron a sus vestidos, ceñidos y de amplios escotes, que acompañaban con
complementos inspirados en la iconografía religiosa, una combinación atrevida e irreverente que fue uno de
sus sellos distintivos. La sensualidad de su estilo se vio reforzada por sus campañas publicitarias realizadas
por la fotógrafa Ellen von Unwerth, así como por su colaboración con la
cantante Madonna. Cavalli mostró una especial predilección por los
estampados animales, sobre todo de cebra, tigre, leopardo y
guepardo.307
En estos años surgió la moda minimalista, que fue adoptada por grandes marcas como Gucci, Prada y
LVMH. Se llevaban prendas de corte sencillo y escasa ornamentación, con preferencia por el color blanco.
Algunos de los diseñadores que destacaron en este estilo fueron Calvin Klein, Tom Ford, Marc Jacobs,
Miuccia Prada, Jil Sander y Helmut Lang. Otra tendencia fue la llamada «antimoda», un estilo subversivo
inspirado en las culturas grunge y pospunk que rechazaba el glamour en aras de una imagen alternativa,
encarnada en la modelo británica Kate Moss, de complexión escuálida frente a las exuberantes top-models
que triunfaban por entonces. El grunge defendía la ropa de segunda mano, prendas rasgadas y descoloridas
y un cierto aire retro. Surgió la figura del straight-up, la persona real que lleva ropa real, que crea su propia
imagen. Con el tiempo, el grunge se incorporó al circuito comercial y fue adoptado por diseñadores de
renombre como Calvin Klein, Marc Jacobs y Anna Sui.310
Otra vertiente surgida a finales de siglo fue la moda deconstruccionista, derivada de la filosofía homónima
desarrollada por Jacques Derrida. En el campo de la moda, se centró en el concepto de elaboración de la
prenda, que fue revisada para encontrar sus elementos básicos y definidores. Se buscaba una nueva forma
de concebir las prendas que permitiese su comercialización sin tener un sello de «acabado», mostrando de
forma abierta los elementos técnicos que generalmente permanecen ocultos, como las puntadas de remate,
las pinzas, los forros y otros detalles que otorgaban una sensación de estar en proceso de confección. Otros
aspectos eran la pérdida de las formas o el uso de materiales deteriorados o reciclados, que daban la
sensación de ser prendas reparadas. También se incidió en la estética a través de la ruptura con los cánones
tradicionales, como en el diseño de camisas con dos cuellos o con botones de distintos tamaños o
dispuestos de forma irregular. Algunos de los diseñadores que experimentaron en este terreno fueron Issey
Miyake, Rei Kawakubo, Alexander McQueen, Ann Demeulemeester, Martin Margiela y Hussein
Chalayan.311
Otra tendencia surgida estos años fue la del posmodernismo, que frente al
proyecto moderno de una cultura vanguardista e innovadora volvía la
vista atrás hacia los valores del pasado, unido a un cierto eclecticismo
estilístico y la hibridación cultural. La moda posmoderna es plural,
fragmentaria, heterogénea, intertextual, de tal forma que sería más
apropiado hablar de «modas» que de moda. En esta tendencia todo vale,
las prendas pueden ser anchas o estrechas, largas o cortas, se acepta
cualquier material, cualquier color. Es una moda democrática, sin
jerarquías, que busca su inspiración tanto en la calle como en los talleres
de los modistas, tanto en la cultura occidental como en las de otros
continentes, aceptando de buen grado la era de la globalización. Se
potencia el «bricolaje», la reutilización de elementos, estilos y símbolos,
lo que se traduce a menudo en un cierto «pastiche», que sin embargo es
aceptado de buen grado. Algunos diseñadores destacados en esta
tendencia fueron Karl Lagerfeld, Franco Moschino y John Galliano.312
Black lolita japonesa
En la transición de siglo surgió también un mayor interés por la moda
ética y sostenible, con preocupación por el medio ambiente y el impacto
que un rápido consumo de prendas puede causar en el ecosistema. Así, creció el empleo de materiales
ecológicos y reciclados, y numerosas empresas empezaron a instaurar sistemas de producción basados en el
desarrollo sostenible. También se empezó a valorar las condiciones laborales del personal encargado de la
producción de prendas de moda, muchas veces en fábricas del tercer mundo que desarrollan su labor en
condiciones pésimas. Igualmente, en estas últimas décadas se revalorizó la artesanía, los talleres de
producción manual, si bien modernizados con el uso de nuevas tecnologías, como el diseño por ordenador
o el corte por láser. Algunas de las firmas y diseñadores que despuntaron en este nuevo concepto más
artesanal fueron Rodarte, Christopher Kane, Olivier Rousteing y Mary Katrantzou.313
En Japón, surgió a principios de los años 1990 una nueva cultura urbana centrada en un sector de
población juvenil y preferentemente femenino, que buscaba una nueva imagen alejada de los cánones
tradicionales. Partiendo de unas premisas básicas de renovación y búsqueda de la identidad propia,
surgieron diversas subculturas con elementos definitorios propios y diversos: la tendencia kogyaru se
basaba en una estética derivada de las estudiantes de instituto, centrada en uniformes escolares, con el uso
de faldas cortas de cuadros, pichis y blusas de cuello Peter Pan; la vertiente ganguro («rostro negro») se
inspiró en la imagen de las jóvenes californianas de pelo rubio o pelirrojo y piel bronceada, con uso de
faldas cortas de colores brillantes y zapatos de plataforma; los otaku desarrollaron una estética derivada del
anime y manga; la corriente lolita defendía una imagen más recatada e ingenua, con influencia de la moda
victoriana, y se dividió en varias ramas, como sweet lolita, classic lolita, punk lolita o gothic lolita.314
Siglo XXI
En el nuevo milenio la moda siguió por las mismas sendas iniciadas a finales del siglo XX, con tendencia a
la atomización y el individualismo, y la convivencia de corrientes a menudo confrontadas. Como otros
factores culturales, la moda se vio inmersa en los fenómenos de la globalización y la multiculturalidad. Un
nuevo fenómeno sería el gusto cada vez mayor por el revival (también llamado vintage o «moda retro»),
por la recuperación y actualización de estilos del pasado, un fenómeno parejo a la corriente cultural de la
posmodernidad.315 En esta nueva centuria se fueron fusionando conceptos antitéticos como creatividad y
negocio, y surgieron cada vez más marcas que ofrecían productos de diseño a un precio asequible; un claro
ejemplo es la marca española Zara, creada por Amancio Ortega.316 En esta etapa la libertad creativa fue
total debido a la multiplicidad de tendencias, ya que predominó el concepto del «todo vale»: faldas largas y
cortas, prendas anchas y ceñidas, tonos oscuros y alegres, todo se lleva al mismo
tiempo y cualquier producto tiene su público. Ya no son los diseñadores los que
crean las tendencias, sino que es el público el que elige lo que le apetece en todo
momento.317
En estos años surgió el concepto de moda pronta (fast fashion), por el que las líneas de moda pasan con
rapidez de la pasarela a la tienda; al tiempo, su consumo es igualmente rápido, por lo que las temporadas se
van sucediendo de forma continua, sin que se establezca una tendencia dominante en un cierto período de
tiempo. Esta línea comercial se ha visto impulsada por cadenas de moda como H&M, Zara, C&A,
Massimo Dutti, Primark, Topshop y Mango. Esta tendencia ha sido criticada por su falta de sostenibilidad
medioambiental.325
Véase también
Diseño de moda Código de vestimenta
Industria textil Semana de la moda
Artes textiles Historia del bikini
Arte efímero Historia del sostén
Costura Historia del corsé
Ropa Indumentaria femenina en España
Traje Historia de las artes decorativas
Vestido (indumentaria) Anexo:Cronología de las tecnologías del
Disfraz vestido y textiles
Notas
1. El négligé o deshabillé era una prenda nocturna femenina, que se ponía sobre el
camisón.130
2. Llamado así por el pintor Jean-Antoine Watteau, que lo popularizó en sus cuadros.132
3. Se denominaba Mantua a un tipo de vestido holgado, de una pieza, con corpiño sin corsé y
falda de cola.140
4. El bolero es una chaqueta corta —hasta la altura de los senos— y mangas largas, inspirada
en el traje de torero.162
5. La chaqueta Spencer masculina era hasta la cintura, pero en versión femenina llegaba por
debajo del busto, bien como prenda externa o como pieza intermedia entre el vestido y un
abrigo. A finales del siglo XIX quedó como una chaqueta corta sin mangas, que se llevaba
bajo otra chaqueta o abrigo.164 El nombre proviene de George Spencer, II conde Spencer
(1758-1834), del que se cuenta que adaptó su frac después de que se le quemasen los
faldones.165
6. El escote barco tiene forma elíptica, como el casco de un barco.170
7. Piezas de tela de forma triangular que se añadían a las costuras para dar volumen y una
cierta forma acampanada.178
8. El hongo o bombín era de copa redondeada y ala abarquillada.189 La chistera era un
sombrero de copa alta y ala amplia. El canotier era un sombrero de paja de ala estrecha y
copa recta adornada con una cinta.190
9. En España, fueron llamadas wambas (o bambas) porque la primera marca que surgió se
fabricaba en Wamba (Valladolid).132
10. También conocida como Caresse Crosby.
11. Que como se ha visto había sido popularizada por la sufragista estadounidense Amelia
Bloomer, de tal forma que la falda-pantalón fue conocida también como bloomer, también
calificada como bombachas no del todo correctamente. Consistía en una falda hasta la
rodilla y unos pantalones holgados que se recogían en los tobillos con volantes de encaje,
inspirados en los antiguos pantaloons o pantalones de estilo turco.224
12. Era una camisa inspirada en la de hombre, con cuello y botonadura central, con mangas
jamón terminadas en puño doble. Se llevaban con falda y una chaqueta entallada, aunque
en la práctica deportiva se podía prescindir de la chaqueta.225
13. Por influencia de la novela La Garçonne de Victor Margueritte, en la que retrataba a la
nueva mujer de la época.235
14. El nombre de la colección era Corolle («corola», por estar inspirado en los pétalos de flor),
pero fue rebautizado como New Look por Carmel Snow, directora de la revista Harper's
Bazaar.250
15. Un tipo de cuello plano, vuelto y redondeado.178
16. La trenka es un abrigo tres cuartos de lana con botones de madera en forma de huso, con o
sin capucha. Su origen se encuentra en la Marina británica, desde donde pasó al ámbito
civil.260
17. El lúrex es una fibra sintética de hilo de aluminio con una lámina transparente de
plástico.285
18. El cuello halter une la prenda al cuello mediante tiras, dejando los hombros y brazos al
descubierto.286
19. Acrónimo de young urban professional, «joven profesional urbano».
Referencias
8. Borrás Gualis, Esteban 16. Diccionario de Historia,
1. Fogg, 2016, p. 8. Lorente y Álvaro Zamora, p. 17.
2. O'Hara, 1989, p. 9. 2010, pp. 365-377. 17. Historia de la cultura
3. Figueras, 2012, p. 9. 9. Bonet Correa et al., 1982, oriental, pp. 69-70.
4. Fernández Arenas, 1988, p. 349. 18. Fernández Arenas, 1988,
p. 194. 10. Souriau, 1998, pp. 1060- pp. 196-197.
5. «Moda» (https://dle.rae.es/ 1061. 19. Historia de la cultura
moda?m=form). 11. Fernández Arenas, 1988, oriental, p. 155.
Consultado el 17 de pp. 219-222. 20. Laver, 2005, p. 18.
diciembre de 2020. 12. Fernández Arenas, 1988, 21. Fernández Arenas, 1988,
6. Souriau, 1998, p. 790. pp. 224-226. pp. 194-195.
7. Souriau, 1998, pp. 1060- 13. Laver, 2005, pp. 12-13. 22. Leventon, 2009, pp. 14-15.
1062. 14. Laver, 2005, p. 13. 23. Morant, 1980, pp. 177-179.
15. Laver, 2005, pp. 14-16. 24. Figueras, 2012, pp. 19-20.
25. Fernández Arenas, 1988, 62. Historia de la cultura 96. Leventon, 2009, p. 196.
pp. 197-198. occidental, pp. 247-248. 97. Historia de la cultura
26. Figueras, 2012, p. 20. 63. Fernández Arenas, 1988, oriental, p. 526.
27. Historia de la cultura p. 202. 98. Honour y Fleming, 2002,
occidental, pp. 48-49. 64. Leventon, 2009, pp. 92-93. pp. 121-126.
28. Figueras, 2012, pp. 20-21. 65. Borrás Gualis, Esteban 99. Historia de la cultura
29. Figueras, 2012, p. 21. Lorente y Álvaro Zamora, oriental, p. 565.
30. Laver, 2005, pp. 28-32. 2010, pp. 367-368. 100. Fogg, 2016, p. 22-23.
31. Laver, 2005, pp. 34-35. 66. Morant, 1980, pp. 148-153. 101. Fogg, 2016, pp. 134-135.
32. Fernández Arenas, 1988, 67. Historia de la cultura 102. Fogg, 2016, pp. 160-161.
pp. 198-199. oriental, p. 227. 103. Fogg, 2016, pp. 370-373.
33. Laver, 2005, p. 43. 68. Laver, 2005, pp. 295-297. 104. Leventon, 2009, p. 268.
34. Laver, 2005, p. 42. 69. Fogg, 2016, pp. 58-61. 105. Diccionario de Historia,
35. Figueras, 2012, p. 22. 70. Morant, 1980, p. 122. p. 190.
36. Fogg, 2016, p. 19. 71. Historia de la cultura 106. Fernández Arenas, 1988,
oriental, p. 283. pp. 203-204.
37. Fogg, 2016, p. 18.
72. Fogg, 2016, pp. 64-67. 107. Historia de la cultura
38. Historia de la cultura
occidental, p. 94. 73. Morant, 1980, pp. 87-90. occidental, p. 290.
39. Laver, 2005, p. 46. 74. Historia de la cultura 108. Fogg, 2016, p. 50.
oriental, pp. 408-409. 109. Fogg, 2016, p. 49.
40. Laver, 2005, pp. 44-45.
75. Fogg, 2016, pp. 32-33. 110. Laver, 2005, pp. 99-100.
41. Laver, 2005, pp. 288-291.
76. Fogg, 2016, p. 30. 111. Historia de la cultura
42. Diccionario de Historia,
p. 187. 77. Fogg, 2016, p. 34. occidental, p. 329.
43. Figueras, 2012, p. 24. 78. Rivière, 1966, p. 320. 112. Figueras, 2012, p. 31.
44. Fernández Arenas, 1988, 79. Rivière, 1966, p. 406. 113. Fogg, 2016, p. 57.
pp. 199-202. 80. Rivière, 1966, p. 463. 114. Laver, 2005, p. 104.
45. Laver, 2005, p. 60. 81. Fogg, 2016, pp. 82-83. 115. Figueras, 2012, p. 29.
46. Historia de la cultura 82. Leventon, 2009, pp. 186- 116. O'Hara, 1989, p. 15.
occidental, p. 131. 187. 117. O'Hara, 1989, p. 261.
47. Historia de la cultura 83. Fogg, 2016, pp. 164-165. 118. Fernández Arenas, 1988,
occidental, p. 167. 84. Fogg, 2016, pp. 228-229. pp. 204-205.
48. Figueras, 2012, p. 26. 85. Morant, 1980, pp. 105-108. 119. Historia de la cultura
49. Figueras, 2012, p. 25. 86. Historia de la cultura occidental, p. 370.
50. Laver, 2005, pp. 58-60. oriental, pp. 481-482. 120. Fogg, 2016, pp. 87-89.
51. Historia de la cultura 87. Historia de la cultura 121. Fogg, 2016, p. 91.
occidental, p. 202. oriental, p. 482. 122. Fogg, 2016, pp. 86-87.
52. Fogg, 2016, pp. 42-43. 88. Leventon, 2009, pp. 192- 123. Historia de la cultura
53. Historia de la cultura 193. occidental, p. 401.
occidental, p. 247. 89. Fogg, 2016, pp. 74-75. 124. Laver, 2005, pp. 324-330.
54. Laver, 2005, p. 66. 90. Fogg, 2016, pp. 180-181. 125. Fogg, 2016, pp. 78-79.
55. Fogg, 2016, p. 9. 91. Honour y Fleming, 2002, 126. Fogg, 2016, p. 90.
56. Fogg, 2016, p. 47. pp. 295-296. 127. Fogg, 2016, pp. 80-81.
57. Laver, 2005, pp. 71-72. 92. Fleming y Honour, 1987, 128. Figueras, 2012, p. 32.
p. 2.
58. Fogg, 2016, pp. 43-45. 129. Leventon, 2009, p. 313.
93. Historia de la cultura
59. Laver, 2005, p. 74. oriental, p. 327. 130. «Diccionario de la moda»
60. Fogg, 2016, p. 44. (https://www.tevisto.com/bl
94. Morant, 1980, pp. 125-126. og/wp-content/uploads/201
61. Figueras, 2012, pp. 27-28. 95. Fogg, 2016, pp. 168-169. 7/10/diccionario-de-la-mod
a.pdf). p. 10. Consultado el 164. O'Hara, 1989, p. 263. 193. Historia de la cultura
25 de febrero de 2021. 165. «Diccionario de la moda» occidental, p. 567.
131. Historia de la cultura (https://www.tevisto.com/bl 194. Fogg, 2016, p. 157.
occidental, p. 433. og/wp-content/uploads/201 195. Fogg, 2016, pp. 184-185.
132. O'Hara, 1989, p. 293. 7/10/diccionario-de-la-mod
196. Fogg, 2016, pp. 172-175.
133. Fogg, 2016, pp. 94-97. a.pdf). p. 30. Consultado el
25 de febrero de 2021. 197. O'Hara, 1989, p. 269.
134. Fogg, 2016, pp. 98-101.
166. Fogg, 2016, pp. 120-121. 198. O'Hara, 1989, p. 185.
135. Laver, 2005, p. 334. 199. O'Hara, 1989, p. 162.
167. Figueras, 2012, p. 37.
136. Figueras, 2012, p. 36. 200. O'Hara, 1989, p. 76.
168. Mackenzie, 2010, p. 39.
137. Laver, 2005, pp. 335-336.
169. Historia de la cultura 201. Rodrigo Maldonado
138. Fogg, 2016, p. 116-119. occidental, p. 520. Baeza. «Historia de la
139. Fogg, 2016, pp. 102-103. moda en México» (https://t
170. «Diccionario de la moda» herunwaynewsdotcom.wor
140. Leventon, 2009, p. 160. (https://www.tevisto.com/bl
dpress.com/2016/01/19/his
141. Fogg, 2016, pp. 106-109. og/wp-content/uploads/201
toria-de-la-moda-en-mexic
142. Historia de la cultura 7/10/diccionario-de-la-mod
o/). Consultado el 26 de
occidental, p. 476. a.pdf). p. 11. Consultado el
julio de 2021.
25 de febrero de 2021.
143. Mackenzie, 2010, p. 24. 202. Carlos Russo y Kado
171. Fogg, 2016, pp. 130-131.
144. Fogg, 2016, p. 113. Kostzer. «Historia de la
172. Laver, 2005, p. 170. moda Argentina» (https://w
145. Leventon, 2009, pp. 318-
319. 173. Fernández Polanco, 1989, ww.amamodelos.com.ar/po
p. 68. st/historia-de-la-moda-en-a
146. Leventon, 2009, p. 327.
174. Figueras, 2012, p. 38. rgentina). Consultado el 26
147. Laver, 2005, pp. 130-132. de julio de 2021.
148. Leventon, 2009, p. 163. 175. Fogg, 2016, pp. 117-119.
203. Figueras, 2012, p. 45.
149. Fogg, 2016, p. 95. 176. Laver, 2005, pp. 340-341.
204. Fernández Arenas, 1988,
150. Fogg, 2016, p. 121. 177. Fogg, 2016, pp. 138-145.
pp. 207-208.
151. Figueras, 2012, p. 33. 178. Fogg, 2016, p. 554.
205. Fernández Arenas, 1988,
152. Fogg, 2016, p. 107. 179. Figueras, 2012, pp. 38-40. p. 218.
153. Diccionario de Historia, 180. Fogg, 2016, pp. 148-149. 206. O'Hara, 1989, pp. 9-11.
p. 76. 181. Fogg, 2016, pp. 147-149. 207. Figueras, 2012, p. 115.
154. Mackenzie, 2010, pp. 32- 182. Mackenzie, 2010, pp. 48- 208. O'Hara, 1989, p. 238.
33. 49.
209. O'Hara, 1989, p. 204.
155. Fernández Arenas, 1988, 183. Laver, 2005, pp. 182-185. 210. O'Hara, 1989, p. 227.
pp. 216-217. 184. Mackenzie, 2010, p. 50.
211. O'Hara, 1989, p. 16.
156. Fogg, 2016, p. 148. 185. Fogg, 2016, p. 149.
212. O'Hara, 1989, p. 86.
157. Fogg, 2016, pp. 146-147. 186. Figueras, 2012, p. 39.
213. Figueras, 2012, p. 46.
158. Mackenzie, 2010, p. 40. 187. Laver, 2005, pp. 206-207.
214. Fogg, 2016, pp. 196-198.
159. Figueras, 2012, pp. 122- 188. Figueras, 2012, p. 40.
123. 215. Figueras, 2012, pp. 46-47.
189. O'Hara, 1989, p. 152.
160. Figueras, 2012, p. 145. 216. Figueras, 2012, p. 70.
190. «Glosario de la moda» (htt
161. Fogg, 2016, pp. 124-125. ps://www.fundeu.es/wp-co 217. Fogg, 2016, p. 217.
162. «Diccionario de la moda» ntent/uploads/2015/03/glos 218. Fogg, 2016, p. 204.
(https://www.tevisto.com/bl arioModaFundeu.pdf). 219. Figueras, 2012, p. 47.
og/wp-content/uploads/201 Fundéu. 19 de junio de 220. Fogg, 2016, p. 205.
7/10/diccionario-de-la-mod 2015. p. 6. Consultado el 221. Fogg, 2016, p. 198.
a.pdf). p. 3. Consultado el 25 de febrero de 2021.
222. Fogg, 2016, pp. 198-199.
25 de febrero de 2021. 191. Fogg, 2016, pp. 154-155.
223. Fogg, 2016, p. 201.
163. Mackenzie, 2010, pp. 28- 192. Fogg, 2016, pp. 155-157.
29. 224. Fogg, 2016, p. 193.
225. Fogg, 2016, p. 195. 267. Fogg, 2016, p. 383. 2015. p. 12. Consultado el
226. Fogg, 2016, pp. 190-191. 268. Fogg, 2016, pp. 376-377. 25 de febrero de 2021.
227. Fogg, 2016, pp. 208-211. 269. Fogg, 2016, pp. 344-345. 287. Fogg, 2016, pp. 406-407.
228. Figueras, 2012, pp. 47-48. 270. Figueras, 2012, p. 58. 288. Fogg, 2016, p. 416.
229. Figueras, 2012, pp. 48-50. 271. Fogg, 2016, pp. 386-387. 289. Fogg, 2016, pp. 416-417.
230. Fogg, 2016, pp. 222-223. 272. Figueras, 2012, p. 57. 290. Mackenzie, 2010, pp. 110-
111.
231. Fogg, 2016, pp. 252-253. 273. Figueras, 2012, pp. 108-
109. 291. Figueras, 2012, pp. 78-92.
232. Figueras, 2012, p. 71.
233. Fogg, 2016, p. 245. 274. Fogg, 2016, pp. 354-355. 292. O'Hara, 1989, p. 126.
234. Mackenzie, 2010, p. 74. 275. Fogg, 2016, pp. 364-369. 293. Figueras, 2012, p. 60.
235. Figueras, 2012, p. 50. 276. Figueras, 2012, pp. 93-96. 294. Fogg, 2016, pp. 460-461.
295. Figueras, 2012, pp. 60-61.
236. Figueras, 2012, pp. 50-52. 277. Figueras, 2012, pp. 87-88.
237. Fogg, 2016, pp. 238-241. 278. Rodrigo Maldonado 296. Fogg, 2016, pp. 450-453.
238. Fogg, 2016, pp. 232-233. Baeza. «Historia de la 297. Fogg, 2016, p. 443.
moda en México» (https://t 298. Fogg, 2016, pp. 430-431.
239. Fogg, 2016, pp. 262-263. herunwaynewsdotcom.wor 299. Fogg, 2016, pp. 436-443.
240. Laver, 2005, pp. 348-349. dpress.com/2016/01/19/his
300. Figueras, 2012, pp. 89-90.
241. Fogg, 2016, pp. 246-247. toria-de-la-moda-en-mexic
242. Mackenzie, 2010, pp. 82- o/). Consultado el 29 de 301. Figueras, 2012, p. 117.
83. julio de 2021. 302. Figueras, 2012, pp. 101-
103.
243. Fogg, 2016, pp. 270-271. 279. Carlos Russo y Kado
Kostzer. «Historia de la 303. Fogg, 2016, p. 403.
244. Mackenzie, 2010, p. 77.
moda Argentina» (https://w 304. Fogg, 2016, pp. 420-428.
245. Fogg, 2016, pp. 276-278. ww.amamodelos.com.ar/po
305. Fogg, 2016, pp. 446-447.
246. Fogg, 2016, pp. 292-295. st/historia-de-la-moda-en-a
247. Fogg, 2016, p. 252-258. rgentina). Consultado el 29 306. Figueras, 2012, p. 61.
de julio de 2021. 307. Fogg, 2016, pp. 466-469.
248. O'Hara, 1989, p. 47.
280. «Tres pioneras del diseño 308. Figueras, 2012, pp. 109-
249. Mackenzie, 2010, pp. 84- 111.
argentino» (https://www.cul
85.
tura.gob.ar/tres-pioneras-d 309. Fogg, 2016, p. 511.
250. Mackenzie, 2010, p. 86. el-diseno- 310. Fogg, 2016, pp. 474-483.
251. Figueras, 2012, pp. 53-55. argentino_3781/).
252. Mackenzie, 2010, pp. 90- Consultado el 29 de julio 311. Fogg, 2016, pp. 498-501.
91. de 2021. 312. Mackenzie, 2010, pp. 122-
281. Figueras, 2012, pp. 58-59. 123.
253. Fogg, 2016, p. 325.
254. Figueras, 2012, p. 55. 282. Mackenzie, 2010, p. 100. 313. Fogg, 2016, pp. 486-491.
255. Figueras, 2012, p. 85. 283. Fogg, 2016, pp. 394-395. 314. Fogg, 2016, pp. 506-507.
315. Figueras, 2012, pp. 127-
256. Figueras, 2012, pp. 86-87. 284. Fogg, 2016, pp. 398-399. 128.
257. Fogg, 2016, pp. 300-301. 285. «Glosario de la moda» (htt 316. Figueras, 2012, pp. 132-
258. Fogg, 2016, p. 347. ps://www.fundeu.es/wp-co
ntent/uploads/2015/03/glos 133.
259. Fogg, 2016, pp. 308-312. arioModaFundeu.pdf). 317. Figueras, 2012, p. 134.
260. O'Hara, 1989, p. 276. Fundéu. 19 de junio de 318. Fogg, 2016, pp. 510-511.
261. Mackenzie, 2010, pp. 92- 2015. p. 14. Consultado el 319. Fogg, 2016, pp. 534-541.
93. 25 de febrero de 2021. 320. Figueras, 2012, pp. 147-
262. Fogg, 2016, pp. 340-343. 286. «Glosario de la moda» (htt 149.
263. Fogg, 2016, pp. 314-315. ps://www.fundeu.es/wp-co 321. Figueras, 2012, pp. 62-63.
264. Fogg, 2016, pp. 320-322. ntent/uploads/2015/03/glos
arioModaFundeu.pdf). 322. Figueras, 2012, pp. 130-
265. Figueras, 2012, p. 56. Fundéu. 19 de junio de 131.
266. Figueras, 2012, p. 72.
323. Mackenzie, 2010, pp. 128- haciendo de la moda un stenible). Consultado el 2
129. negocio insostenible?» (htt de abril de 2021.
324. Fogg, 2016, pp. 544-545. ps://www.contreebute.com/
blog/que-es-el-fast-fashion
325. Daiana Mira. «¿Qué es el -y-por-que-esta-haciendo-d
'fast fashion' y por qué está e-la-moda-un-negocio-inso
Bibliografía
BONET CORREA ET AL., Antonio (1982). Historia de las artes aplicadas e industriales en
España. Madrid: Cátedra. ISBN 84-376-0373-0.
BORRÁS GUALIS, Gonzalo M.; ESTEBAN LORENTE, Juan Francisco; ÁLVARO ZAMORA, Isabel (2010).
Introducción general al arte. Madrid: Akal. ISBN 978-84-7090-107-2.
Diccionario de Historia. Barcelona: Spes Editorial. 2003. ISBN 84-8332-387-7.
FERNÁNDEZ ARENAS, José (1988). Arte efímero y espacio estético. Barcelona: Anthropos.
ISBN 84-7658-078-9.
FERNÁNDEZ POLANCO, Aurora (1989). Fin de siglo: Simbolismo y Art Nouveau. Madrid: Historia
16.
FIGUERAS, Josefina (2012). Historia de la moda. Madrid: Ediciones Internacionales
Universitarias. ISBN 978-84-8469-312-3.
FLEMING, John; HONOUR, Hugh (1987). Diccionario de las artes decorativas. Madrid: Alianza.
ISBN 84-206-5222-9.
FOGG, Marnie (2016). Moda. Toda la historia. Barcelona: Blume. ISBN 978-84-9801-890-5.
Historia de la cultura occidental. Barcelona: Labor. 1966.
Historia de la cultura oriental. Barcelona: Labor. 1968.
HONOUR, Hugh; FLEMING, John (2002). Historia mundial del arte. Madrid: Akal. ISBN 84-460-2092-
0.
LAVER, James (2005). Breve historia del traje y la moda. Madrid: Cátedra. ISBN 84-376-0732-9.
LEVENTON, Melissa (2009). Vestidos del mundo. Barcelona: Blume. ISBN 978-84-9801-384-9.
MACKENZIE, Mairi (2010). ...Ismos. Para entender la moda. Madrid: Turner. ISBN 978-84-7506-955-
5.
MORANT, Henry de (1980). Historia de las artes decorativas. Madrid: Espasa Calpe. ISBN 84-
239-5267-3.
O'HARA, Georgina (1989). Enciclopedia de la moda. Barcelona: Destino. ISBN 84-233-1777-3.
RIVIÈRE, Jean Roger (1966). Summa Artis XX. El arte de la China. Madrid: Espasa-Calpe.
SOURIAU, Étienne (1998). Diccionario Akal de Estética (https://archive.org/details/diccionarioa
kald0000sour). Madrid: Akal. ISBN 84-460-0832-7.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Historia de la moda.
Obtenido de «https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Historia_de_la_moda&oldid=137655068»
Esta página se editó por última vez el 13 ago 2021 a las 22:26.
El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons Atribución Compartir Igual 3.0; pueden aplicarse
cláusulas adicionales. Al usar este sitio, usted acepta nuestros términos de uso y nuestra política de privacidad.
Wikipedia® es una marca registrada de la Fundación Wikimedia, Inc., una organización sin ánimo de lucro.