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Historia de la moda

La historia de la moda
refleja la evolución
cronológica de las prendas
de vestir, tanto en su
vertiente material como
estética y sociológica. La
moda (del latín modus,
«modo» o «medida»)1 es el
arte del vestido (también
denominado ropa, traje,
vestimenta o indumentaria,
todos ellos sinónimos), de la
confección de prendas sobre
la base de parámetros Evolución de la moda desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII , ilustraciones de
funcionales y estilísticos. la enciclopedia sueca Nordisk familjebok (1907)
Comprende tanto ropa como
accesorios (sombreros,
guantes, cinturones, calzado, pañuelos, bolsos,
carteras), así como diversos objetos como joyas,
relojes, abanicos, sombrillas, bastones, gafas o,
históricamente, armas; asimismo, suele abarcar
campos como la peluquería, la perfumería y la
cosmética e, incluso, artes corporales como el tatuaje
y el piercing. Según Marnie Fogg, el objetivo de la
moda es «adornar el cuerpo humano como expresión
de identidad».1 O bien, en palabras de Georgina
O'Hara, «la moda es un reflejo cambiante de nuestra
forma de ser y de los tiempos en que vivimos».2
Cabe señalar que la historia de la moda no es
exactamente la historia del vestido, ya que el concepto
de moda lleva aparejado ciertos componentes sociales, Tejedor en el telar, de Vincent van Gogh (1884),
culturales y estéticos que no se han dado en todas la Museo Kröller-Müller, Otterlo
épocas y lugares;3 sin embargo, aquí se analizará
toda la evolución de las prendas de vestir.

El vestido es una necesidad básica para el ser humano, para protegerse del frío y de las inclemencias del
tiempo. Durante su evolución, el ser humano fue perdiendo el pelo, que tuvo que suplir con pieles de otros
animales o, más tarde, con lana o productos vegetales como el lino y el algodón. Sin embargo, partiendo de
esta primera necesidad, con el tiempo el vestido adquirió un carácter estético, por cuanto reflejaba el gusto y
el carácter de su portador, y se fue convirtiendo en un adorno más de la persona, sujeto a los cánones de la
moda y del devenir artístico de cada civilización. Asimismo, en el vestido intervienen factores climáticos y
geográficos, así como sociales —el vestido como reflejo de una determinada posición social—, morales,
religiosos o sexistas —el vestido ha servido a menudo como objeto de diferenciación sexual—.4
Como término ambivalente, el vocablo «moda» tiene
varios significados: en general, puede hacer referencia
a los usos, gustos y costumbres más aceptados por la
sociedad en un determinado momento y lugar; en un
sentido más restringido, suele englobar al arte e
industria de la vestimenta, de la confección de prendas
de vestir y sus diversos accesorios y complementos.
Según la Real Academia Española —en su segunda
acepción—, la moda es el «gusto colectivo y
cambiante en lo relativo a prendas de vestir y
complementos».5 Derivado de ello, el término
«modista» define al creador de prendas de vestir, cuyo Pasarela de moda
proceso de creación parte de un modelo o patronaje
que delimita la forma de la prenda para pasar después
a su confección mediante diversos procedimientos textiles y con
distintos materiales. En este sentido, el oficio de modista suele
englobarse dentro de las artes textiles, que a su vez forman parte de
las artes aplicadas.6 Por otro lado, el diseño de vestuario puede
servir para la elaboración de prendas y su posterior venta al
público, o bien como atrezo para diversas artes del espectáculo
como el cine, el teatro, la danza o la ópera, donde pueden ser
prendas de carácter histórico, coetáneo, exótico, de fantasía u otras
tipologías.7

Las artes textiles se manifiestan principalmente en tejidos y


bordados. Un tejido es una obra de telar compuesta por varios hilos
dispuestos en trama y urdimbre. Según la multiplicidad o el
entrelazamiento de los hilos se obtienen distintos tipos de tejidos,
como el tafetán, sarga, raso, satén, seda, terciopelo, damasco,
percal y otros. Estas telas pueden ser naturales o estampadas, al
Portada de la revista Vogue (2000)
aplicar tintes sobre el tejido. Los bordados son labores en relieve
realizadas con aguja sobre tejidos ya confeccionados.8 Los
materiales más comunes para la elaboración de telas han sido históricamente la lana y la seda —de origen
animal— y el algodón, el lino y el cáñamo —de origen vegetal—; más recientemente aparecieron las fibras
sintéticas y artificiales, como la acrílica, el nailon, el rayón y el poliéster.9

Un factor de relevancia en la moda es la estética, las diversas apreciaciones de gusto, tanto individual como
colectivo, aplicados a los diversos elementos que intervienen en la vestimenta: forma, color, material,
ornamentos, etc. La moda tiene un fuerte componente social, por cuanto el ser humano vive en sociedad y
se rige por normas y costumbres de aceptación general; pero también tiene un componente individual, por
cuanto cada persona adapta su vestuario a su gusto personal y crea con ello su propia imagen, que puede
estar más o menos en consonancia con el gusto general, por lo que puede ser una seña de diferenciación
individual. La vestimenta produce diversos efectos estéticos, tanto en quien la lleva como en quien la
observa: de prestigio (uniformes militares, togas de magistrado, batas de médicos), sensación de cuidado
personal, de elegancia —que llevada al exceso puede devenir en dandismo—, de inconformismo —quien
se sale de la moda al uso—, etc.10

En su aspecto sociológico, la moda es un fenómeno social que aglutina aspectos psicológicos, políticos,
económicos y de otra índole, así como de gusto y estilo. Según Georg Simmel (Filosofía de la Moda,
1905), la moda es «una continua emulación de los grupos prestigiosos», por cuanto las clases inferiores
buscan emular a las superiores y estas intentan desmarcarse de nuevo para diferenciarse del resto de la
sociedad, con la sola excepción de sociedades primitivas y de castas. Por todo ello, la moda es un proceso
en continuo cambio, donde tiene un papel esencial la innovación y la originalidad. Como factor selectivo se
sitúa el gusto, del que depende la aceptación o el rechazo de nuevas propuestas. De ella se deriva el estilo,
entendido como formas de expresión reconocibles en un momento y lugar determinados. Cabe señalar que
la moda en indumentaria corre paralela generalmente a otras formas de expresión sociales y culturales,
como el arte, la literatura, la música, la peluquería, la decoración, etc.11

La difusión de la moda ha corrido por diversas vías a lo largo del tiempo: en tiempos antiguos, las
sociedades entraban en contacto a través del comercio, alianzas políticas, conflictos militares, delegaciones
diplomáticas y diversos procesos sociales de intercambio cultural; en la Edad Media, el libro manuscrito
ilustrado fue el principal medio difusor; en la Edad Moderna, la aparición de la imprenta y el auge del
grabado permitieron la difusión de nuevos estilos a través de la imagen. Desde el siglo XVIII, Francia
adquirió la hegemonía en moda y personajes como Madame de Pompadour o María Antonieta marcaron las
directrices en moda de su tiempo. Entonces aparecieron las primeras publicaciones sobre moda, que
llegaban a un público más numeroso. En el siglo XIX aparecieron los primeros almacenes, así como los
viajantes de moda, que ofrecían las últimas novedades puerta a puerta. Con la Revolución Industrial, los
nuevos procesos técnicos permitieron un auge de la producción y una distribución cada vez mayor a todos
los ámbitos sociales. A finales de esa centuria aparecieron los primeros modistas y el concepto de «alta
costura», caracterizado por desfiles de temporada para la exhibición de novedades, mediante «modelos» o
«maniquíes» que lucen la ropa ante los clientes. Surgió entonces la dicotomía entre los modelos únicos y la
fabricación en serie, cada una de ellas orientada a un determinado nivel adquisitivo. En el siglo XX la moda
se volvió más simple y funcional, al tiempo que los nuevos adelantos tecnológicos permitieron poner
productos de calidad al alcance de más capas de la sociedad. Los nuevos medios de comunicación de
masas, como el cine y la televisión, ayudaron cada vez más a la internacionalización de la moda, creando
una moda global a nivel mundial.12

Índice
Prehistoria
Edad Antigua
Mesopotamia
Egipto
Grecia
Roma
Íberos
Edad Media
Islam
India
China
Japón
Sudeste asiático
América precolombina
África
Oceanía
Edad Moderna
Siglo XVI
Siglo XVII
Siglo XVIII
Edad Contemporánea
Siglo XIX
Neoclasicismo
Romanticismo
Época victoriana y alta costura
Siglo XX
Belle Époque
Período de entreguerras
Glamour y vanguardismo (1945-1970)
La era del individualismo (1970-2000)
Siglo XXI
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos

Prehistoria
La historia de la indumentaria comienza con la aparición del Homo
sapiens, que en principio se cubrió de pieles de los animales que
cazaba. Durante el Paleolítico el ser humano vivió una época de
glaciación, por lo que el motivo principal de cubrirse era
protegerse del frío. Tras cazar al animal y procurarse su piel, se
encontraba con dos problemas fundamentales: hacerla flexible, ya
que al secarse la piel se endurece; y darle forma, para adaptarla a
los movimientos del cuerpo. El primero se solucionó inicialmente a
través de la masticación o humedeciendo la piel y golpeándola con
un mazo, hasta que se descubrió que aplicando aceite o grasa de
ballena la piel se mantenía suave y flexible. Otra solución
descubierta en esta época fue la aplicación de ácido tánico
procedente de la corteza de algunos árboles, especialmente el roble
y el sauce, que además de flexibilidad proporcionaba
impermeabilidad. El siguiente paso era darle forma, para lo que fue
fundamental el invento de la aguja de coser, un adelanto que
El ser humano prehistórico se cubría
antropólogos e historiadores comparan con la invención de la
con pieles de animales
rueda y el dominio del fuego. Confeccionadas con huesos de reno,
marfil de mamut o colmillos de focas, existen vestigios
arqueológicos de estas agujas desde hace 40 000 años. Las agujas
permitían coser pieles unas con otras y confeccionar prendas con formas adaptadas al cuerpo. Algunas de
estas técnicas aún se emplean, en pueblos como los esquimales.13

En el Mesolítico y Neolítico el clima empezó a templarse y, en algunas zonas tropicales, las pieles se fueron
sustituyendo por materiales más ligeros, basados en fibras animales y vegetales. Una de las primeras
técnicas utilizadas para tratar las fibras fue el afieltrado, surgido en Asia Central, consistente en peinar la
lana o el pelo de animales, humedecerlos y colocarlos en hileras sobre una esterilla que luego se enrolla y se
golpea con un palo, con lo que se unen las hebras y resulta un fieltro flexible y duradero, que se puede
cortar y coser fácilmente. Otro método, intermedio entre el afieltrado y la tejeduría, consistía en cortar tiras
de corteza —sobre todo de higuera o morera— que, una vez remojadas, se colocaban en tres capas —la
central a contraveta— y se golpeaban con un mazo; una vez unidas las hebras se les aplicaba una capa de
aceite. La última técnica y más efectiva fue el tejido, elaborado con fibras animales o vegetales mediante el
entrecuzamiento de trama y urdimbre. Entre las fibras animales la más empleada fue la de oveja en Europa
y Asia, y la llama, la alpaca y la vicuña en América; entre las vegetales destacan el lino, el cáñamo y el
algodón.14

Tras el desarrollo de las diversas técnicas para elaborar prendas fueron surgiendo las diversas tipologías de
indumentaria: la más sencilla parece haber sido una tela enrollada alrededor de la cintura en forma de falda.
El siguiente paso fue probablemente una tela que cubriese los hombros, sujeta con una fíbula. Estas telas
eran drapeadas, es decir, enrolladas en torno al cuerpo sin adaptarlas a la fisonomía del cuerpo, lo que fue el
principal tipo de indumentaria hasta época romana. En cambio, los pueblos nómadas de las estepas
asiáticas, que vivían en climas más fríos, fueron los que desarrollaron las prendas más adaptadas al cuerpo,
con mangas en las prendas superiores y pantalones para cubrir las dos piernas por separado, una prenda que
facilitaba montar a caballo, algo indispensable en estos pueblos que recorrían grandes distancias en sus
cabalgaduras.15

Edad Antigua
La Edad Antigua se inicia con el surgimiento de las primeras
civilizaciones y la aparición de la escritura, que marca el paso de la
Prehistoria a la Historia. Los primeros focos de civilización fueron
Mesopotamia, Egipto y algunas regiones de la India y China. Más
adelante se dio la llamada Antigüedad clásica, formada por las
culturas de Grecia y Roma. Este período de la Historia finalizó con
la caída del Imperio romano de Occidente (476).16

Mesopotamia

En Mesopotamia, la región comprendida entre los ríos Tigris y


Éufrates (Próximo Oriente), surgieron las primeras civilizaciones
basadas económicamente en la agricultura y, socialmente, en la
estratificación y la división de tareas, al tiempo que la aparición de
la escritura permitió el desarrollo cultural. Según los testimonios
más antiguos, en verano el hombre iba prácticamente desnudo, Indumentaria asiria, ilustración de
mientras que en invierno llevaba una falda de vedija, elaborada Costumes of All Nations (1882)
con piel de oveja, y se cubría con un sobretodo de pelleja. Las
mujeres llevaban largos vestidos de lana o pelleja. Los reyes
llevaban una «falda de red», que se ajustaba a las rodillas. Con el paso del tiempo, la industria textil
adquirió un gran auge y fueron surgiendo numerosos tipos de vestidos: con y sin mangas, ceñidos o tirados,
faldas fruncidas, tableadas y de volantes, etc. Se apreciaban mucho los elementos ornamentales, como
cenefas, ribetes y bordados. También portaban numerosos abalorios de materiales preciosos, como oro,
plata, bronce, piedras preciosas, marfil, carey, conchas, vidrio y otros, que se usaban para hacer collares,
pendientes, diademas, brazaletes, pulseras, anillos y otros accesorios. Para el calzado, se usaban sandalias
de cuero o esparto.17

Los sumerios solían vestir con largos mantones de lana, de tipo falda, adornados con franjas de vivos
colores y con pliegues y largos mechones de tela. Los asirios usaban túnicas de lana, cuya largura dependía
de la clase social: hasta las rodillas el pueblo llano, hasta los pies las clases dirigentes. Los persas usaban
prendas de vivo colorido, destacando el púrpura y el amarillo, y adornados con dibujos de colores,
generalmente círculos, estrellas y flores, de color azul, blanco o amarillo.18 Los antiguos persas solían
llevar una túnica sobre la que colocaban una bata de amplias mangas, con dobleces y una faja a modo de
cinturón. Estas batas o levitas se decoraban con motivos guerreros o rosetas azules y blancas. Calzaban
sandalias atadas con correas y llevaban unos gorros de fieltro de forma cilíndrica, de 12 a 15 cm de altura
(excepto el rey, que era de 20 a 25 cm). Otro pueblo iranio, los medos, llevaban una túnica hasta las rodillas
y unos calzones de cuero, así como una capa de paño sujeta al pecho con dos correas; usaban también un
gorro cilíndrico de fieltro.19

Egipto

En Egipto ya se dan vestigios de prendas muy elaboradas, con el


lino como principal materia para confeccionar telas. El vestido era
un privilegio de las clases altas, mientras que el pueblo llano y los
esclavos iban casi desnudos.20 La base de su indumentaria era el
shenti, una pieza de lino que envolvía las caderas, sujeta con un
cinturón. Durante el Imperio Nuevo apareció el kalasiris, una
túnica ceñida al cuerpo, considerada de lujo. Otra prenda era el
sush, un manto utilizado por faraones y nobles. La principal
prenda femenina era la blusa, una túnica larga y ceñida de distinto
color según la posición social: blanca para las campesinas, rojo o
azafrán para rangos más elevados. Los faraones y altos dignatarios
solían cubrir su cabeza con un tocado llamado klaft, un cuadrado
de tela rígido con rayas de dos colores.21 Los faraones llevaban
un tocado llamado pshent, formado por la corona blanca del Alto
Egipto (hedjet) y la corona roja del Bajo Egipto (desheret).
También llevaban el ureus, una figura en forma de cobra erguida Indumentaria egipcia, ilustración de
que simbolizaba la diosa Uadyet, que portaban en la frente.22 Costumes of All Nations (1882)

El tejido se centró en el lino, tanto en el vestido como en tapices y


alfombras. Destacan los vestidos hallados en la tumba de Tutankamón, revestidos de cuentas de cerámica y
plaquetas de oro. Los egipcios también trabajaron el cuero, como se denota en las sandalias de
Tutankamón, de cuero verde con hojas de oro, y en la tienda fúnebre de la reina Isimjeb (dinastía XXI).23

Grecia

Un antecedente de la civilización griega fue la cultura minoica, desarrollada en la isla de Creta. Los
hombres llevaban el torso desnudo y una falda-delantal de lino, lana o cuero, con cinturones de cuero y
metal. Las mujeres también llevaban una falda, que llegaba hasta el suelo, adornada con volantes y
fruncidos, así como un corpiño en el tórax. Los tonos de estas prendas eran de colores vivos,
preferentemente amarillo, rojo y azul. Como adornos llevaban collares, brazaletes y alfileres en el pelo.24

En Grecia se usaba el lino, la lana y el algodón y, más tarde, la seda —proveniente de Oriente—, con
prendas de piezas rectangulares ribeteadas por los cuatro lados, sin costura ni dobladillo, acompañadas de
fíbulas y cinturones. El vestido más antiguo era la exomis, una tela rectangular sujeta al hombro izquierdo,
anudada bajo el brazo derecho y ceñida por un cinturón. Los campesinos llevaban pieles curtidas o vestidos
gruesos de lana, con un gorro de cuero llamado kyné. Las clases más favorecidas portaban vestidos de lino
o lana fina, llamados quitón, cubiertos por un manto denominado himatión.25 El quitón, utilizado desde el
siglo XII a. C. hasta el siglo I a. C., era una túnica sin mangas sujeta a los hombros mediante broches,
utilizada tanto por hombres como por mujeres. Existieron dos variedades: el quitón dórico, de lana, y el
jónico, de lino.26 El quitón surgió en las costas jónicas del Asia
Menor y se extendió por la Grecia continental entre los siglos VII y
VI a. C. Consistía en dos tiras de tela cosidas, sujetadas sobre los
hombros por un broche, una costura, botones o agujas. Era
generalmente de lino blanco, pero podía ser de otras telas, podía
teñirse y podía llevar ribetes o bordados. Se ceñía a la cintura con
un cinturón de dos o tres vueltas.27 El himatión era una capa
rectangular de lana tejida de tres metros de largo por medio de
ancho.28

Las mujeres llevaban una túnica larga


llamada peplo y también usaban
himatión, plegado de otra forma.25 El
peplo era una tela rectangular de lana o
lino de tres metros de largo por dos de
Indumentaria griega, ilustración de ancho; podía ablusarse mediante un
Costumes of All Nations (1882) cinturón, que formaba un pliegue
llamado kolpos, que podía usarse como
bolsillo. Los colores más usados eran el
gris, el verde y el violeta; los colores oscuros se consideraban de luto.29

Los efebos y guerreros jóvenes usaban la clámide, una prenda corta y ligera que
permitía el movimiento, especialmente para cabalgar. Solían usar también un
Quitón
sombrero llamado pétaso, de fieltro, con alas y barboquejo. Otro tipo de
sombrero era el píleo, de forma alta y redonda. Las mujeres no solían llevar
sombrero, aunque en su lugar se colocaban velos o redecillas. Como calzado
usaban sandalias o coturnos, un calzado alto atado con correas. También solían usar adornos como fíbulas,
diademas, brazaletes, pendientes, collares y anillos.27

Por influencia de las esculturas griegas se suele pensar que las telas que vestían los antiguos griegos eran
blancas, pero solían estar teñidas de colores, sobre todo en las clases altas. Los más habituales eran el rojo,
el amarillo y el morado. Por otro lado, los bordes de las telas se decoraban con bordados, generalmente de
flores, animales y la llamada «greca griega».30

En cuanto al peinado, en época arcaica tanto hombres como mujeres llevaban el pelo largo, pero
posteriormente fue costumbre que los niños se lo cortasen al llegar a la pubertad. Entre las mujeres era
costumbre sujetarse el pelo con cintas, así como recogerse el pelo en moños. Hasta el siglo V a. C. la
mayoría de hombres llevaba barba, pero desde entonces fue más corriente el afeitarse.31

Roma

En Roma se usaba igualmente la lana, el lino y la seda, a veces entremezclados. La prenda más antigua era
el subligaculum, un taparrabos alrededor de los riñones. En época republicana surgió la subúcula, una
túnica que podía ser de dos tipos: dalmática, con mangas, o colobium, sin mangas. Encima llevaban una
toga, una capa semielíptica drapeada según la ocupación: estrecha para los filósofos, ceñida para los
guerreros, con una banda púrpura para sacerdotes y magistrados. El vestido femenino se componía de
taparrabos y strophium —antecedente del sujetador—, sobre el que iban dos túnicas, la subúcula, larga
hasta los pies y sin mangas, y el supparum, túnica corta semejante al quitón griego, que podía sustituirse
por la stola, túnica de mangas cortas, o la palla, un paño rectangular sujeto al hombro por fíbulas. Encima
podían llevar un manto llamado pallium que, colocado sobre la cabeza, significaba viudez.32 Los colores
preferidos eran rojo, amarillo y azul.33 En época imperial se llevó también una túnica larga hasta los
tobillos llamada caracalla. También, tras el contacto con tribus
germánicas, empezaron a llevar pantalones (braccae), sobre todo
en el ejército.34

La toga, elaborada generalmente de


lana, podía medir seis metros de largo
por dos de ancho. Se enrollaba en
torno al cuerpo, para lo que hacía
falta una gran habilidad, aunque en
las clases altas era una tarea que
hacían los esclavos. Una variante, la
toga candida, era totalmente de color
blanco y la empleaban los políticos
que se presentaban a algún cargo, de
donde deriva el término
«candidato». 35 En tonos oscuros
(toga pulla) era para el luto. La toga Indumentaria romana, ilustración de
morada y bordada en oro (toga picta) Costumes of All Nations (1882)
era usada por los emperadores.36
Toga romana
Como en Grecia, en Roma las prendas se confeccionaban de paño tejido, lo
que requería mucha mano de obra, por lo que dichas prendas se consideraban
demasiado valiosas para recortarlas o entallarlas: por ello, se llevaban superpuestas al cuerpo, bien
doblándolas o bien plegándolas, frunciéndolas o, en menor medida, cosiéndolas alrededor del cuerpo.
Durante la República, la confección la solían hacer las mujeres o esclavos, en el ámbito doméstico, pero en
época imperial el oficio se profesionalizó y llevar prendas de elaboración propia se consideraba vulgar.37

Las principales piezas de calzado romano eran la sandalia (solea) y el calceus, un zapato cerrado a la altura
del tobillo.38 Para el mal tiempo usaban borceguíes o unas botas cerradas llamadas gallicae.39 Aunque
generalmente no se cubrían la cabeza, a veces llevaban un gorro sin ala llamado pileus y, en ocasiones,
usaban el gorro frigio; también usaban una capucha llamada cuculus, bien como prenda independiente o
unida al manto.33 Los romanos usaban numerosos complementos, como guantes, abanicos, sombrillas y
bastones.38

Los romanos solían llevar el pelo corto y afeitarse. Las mujeres llevaban peinados más complicados, sobre
todo en época imperial, cuando se puso de moda un peinado en forma de cono llamado tutulus. Era
corriente teñirse el pelo de rubio y, en ocasiones, usaban pelucas y postizos. Por otro lado, era corriente
cubrirse la cabeza con un velo. También usaban tiaras, diademas, collares, pendientes, brazaletes y
tobilleras.40

Íberos

En la península ibérica, los íberos lograron un alto grado de especialización en labores textiles, cuya belleza
y calidad fue admirada por Estrabón. Se confeccionaban prendas de lana, lino y esparto, que solían ser
teñidas y adornadas. Polibio reseñó en sus obras la riqueza de los mantos turdetanos, elaborados en lino y
teñidos de púrpura. Los hombres vestían túnica y manto, drapeados al estilo griego. Las mujeres llevaban
dos túnicas superpuestas, así como un manto sobre los hombros, a veces cruzado oblicuamente bajo un
brazo; en ocasiones, también llevaban un velo sobre la cabeza. Estas prendas solían estar adornadas con
flecos o cenefas y se ceñían con cinturones, broches y fíbulas. En el peinado femenino destacan los
complejos tocados que se aprecian en las esculturas denominadas «damas», formados por cofias o
diademas de las que colgaban joyas y abalorios, o bien mitras cónicas sobre las que se colocaba el velo. En
ocasiones, llevaban unos rodetes sobre las orejas, como se aprecia en la Dama de Elche.41

Edad Media

Indumentaria bizantina (c. Indumentaria francesa Indumentaria italiana medieval


300-700) medieval (c. 1200) (c. 1400)
Ilustraciones de Costumes of All Nations (1882)

La Edad Media abarca desde la caída del Imperio romano de Occidente (476) hasta el siglo XV, en el que se
produjeron varios hechos significativos, como la caída de Constantinopla (1453) o el descubrimiento de
América (1492). En general, fue una mala época para la economía y la cultura, con graves carestías para la
población, especialmente las clases bajas. La sociedad medieval se basaba en el feudalismo, un sistema por
el que una clase privilegiada —compuesta de aristocracia, ejército y clero— tenía la supremacía sobre el
resto de la población, sometida a vasallaje.42

El Imperio bizantino heredó en buena medida los usos y costumbres romanos, aunque también se recibió,
por su posición geográfica, una fuerte influencia de Oriente: a Constantinopla llegaban las sedas y los
brocados de Persia, India y China. Unos monjes lograron traer de China gusanos de seda, con lo que se
desarrolló una notable industria sedera, cuyos productos estaban reservados a las clases altas. Se crearon así
unos vestidos y túnicas de lujo y gran vistosidad, con intensos coloridos que denotaban la posición social:
los colores púrpura, violeta y jacinto estaban reservados para la familia imperial, hecho recogido en el
Código de Justiniano. Los tejidos bizantinos llegaron a Europa a través del comercio con Venecia, donde
gozaron de gran éxito. La tipología de las prendas fue evolucionando con el tiempo: de las túnicas de
herencia romana se pasó al uso del pantalón por influencia persa y, en el siglo XII, al uso del caftán, una
túnica de origen persa. Los tejidos más usados eran la seda, el damasco y el brocado, adornados con
dibujos de animales, flores y plantas. También solían llevar múltiples joyas.43

Los pueblos germánicos que acabaron con el Imperio romano de Occidente introdujeron la práctica de
coser la ropa y usaban prendas de lana, generalmente una túnica corta de mangas largas, unos calzones
largos o pantalones —que adoptaron los soldados romanos tras la conquista de la Galia— y un sayo sobre
los hombros.44 Uno de los rasgos más característicos de este período en indumentaria masculina fue la
utilización de prendas bifurcadas para las piernas (pantalones), de las que había dos variantes: las calzas y
los calzones. Las primeras —también llamadas hoses o chausses— llegaban hasta las rodillas, mientras que
los calzones o braies eran hasta los tobillos.45
En la Edad Media el material más utilizado fue la
lana, siendo muy apreciados los paños de Frisia; el
lino fino —llamado cainsil— se usaba para camisas y
calzas. Por lo general, el hombre llevaba dos túnicas:
una fina de hilo a modo de camisa, llamada brial, y
otra de lana más larga, de mangas estrechas y ceñida
con un cinturón de cuero; además, llevaba calzones y
La Filosofía presentando las siete Artes Liberales una capa. La mujer también llevaba dos túnicas, la
a Boecio (c. 1460-1470), del Maestro de Coëtivy, camisia, interior de mangas estrechas, y la estola,
Getty Center, Los Ángeles larga hasta los pies y de mangas anchas; encima
podían llevar una capa, un manto o una clámide y era
común el uso de un velo que cubría la cabeza. En el
Medievo también fue corriente el uso de guantes, de hilo para el verano y de piel para el invierno. Desde el
siglo XII aumentó el uso de la seda, así como del algodón, que tenía su principal centro de producción en
Italia. También empezaron a usarse las pieles preciosas (oso, marta, cibelina), procedentes de Armenia o
Siberia. En el siglo XIII apareció el vellux (terciopelo) y aumentó la elaboración de peletería.44

Eginardo describió en su Vita Karoli Magni la forma de vestir de Carlomagno: «se cubría el cuerpo con una
camisa y unos calzoncillos de lino; encima llevaba un jubón, guarnecido con una franja de seda, y unos
pantalones; también cubría sus piernas con cintas o vendas y calzaba zapatos. En invierno se cubría el torso
y los hombros con una chaqueta de piel de nutria o marta; finalmente llevaba un manto de color azul y una
espada».46

Entre los siglos X y XI se fusionaron las tradiciones bizantina y


germánica: los hombres llevaban camisa o bata corta, otra más
larga y ceñida y chaqueta con faldón plisado, abrochada con
cinturón; encima se colocaba una piel o un jubón de cuero y
llevaban pantalones, cintas o vendas para las piernas, así como
sandalias o zapatos. Las mujeres llevaban una larga túnica con
mangas y escote, generalmente con una segunda pieza similar por
encima y un manto abrochado sobre el pecho.47 En el siglo XI,
mientras que los campesinos seguían usando pantalones, los
hombres de clases altas empezaron a usar calzas, ceñidas a las
piernas con ligas, elaboradas en escarlata o grana, un tipo de lana
fina de color rojo.48

Las cruzadas reactivaron el comercio con Oriente, de donde se


Las muy ricas horas del Duque de
introdujeron numerosos elementos de moda, que también se Berry: Abril (siglo XV), de los
introdujeron a través de la Hispania andalusí; ello se denotó en hermanos Limbourg, Museo Condé,
complementos como los velos usados por las mujeres, que se Chantilly
desarrollaron en forma de toca o griñón.49 También se introdujo el
uso de botones para ajustar el talle, así como el gusto por las
mangas muy largas y ensanchadas en las muñecas.50

En la Plena Edad Media (siglos XII-XIII) hubo un refinamiento de las costumbres y el vestuario buscaba
aportar una mayor elegancia al portador. La mujer fue objeto de veneración por su gracia y belleza, y se
convirtió en modelo de emulación social. Por otro lado, el vestuario tuvo una tendencia cada vez mayor a la
individualización y surgieron los primeros sastres profesionales. Las clases bajas continuaron con las
vestiduras tradicionales: pantalón, blusa o túnica y manto sin mangas. Fue en las clases altas donde se
dieron las principales innovaciones: la nueva moda eran los trajes ceñidos al cuerpo y, cuando la figura no
correspondía al ideal, se añadían lazos y trencillas. Ambos sexos usaban una larga túnica de hilo, abrochada
lateralmente; las mujeres llevaban encima un vestido de mangas con cintas y, por encima, un manto
semicircular anudado al pecho con un cordón o un broche; los hombres llevaban medias y unos pantalones
cortos bajo la túnica, y un manto similar al de la mujer. Era habitual en ambos sexos adornar sus cabellos
con cintas o diademas. También estuvieron de moda los sombreros altos con plumas de pavo real. Los
principales materiales eran el algodón, la seda y la lana, pero también pieles de marta, armiño, ardilla o
foca. Usaban adornos como broches, fíbulas, anillos, brazaletes, agujas, cinturones y plaquitas de oro
troqueladas como prendedores.51

En esta época surgieron los principales gremios del sector de la


moda: sastres, pañeros, merceros, zapateros, calceteros y
sombrereros. Más tarde, cuando la confección empezó a
industrializarse, surgieron nuevas profesiones, como los tintoreros,
bataneros y esquiladores. En el siglo XI se inventó el telar
horizontal, que permitía confeccionar piezas de hasta 30 m de
longitud y 2 de anchura. Ello permitía cortar las telas para darles
forma, con lo que se empezó a entallar las prendas y se abandonó
el sencillo vestido en forma de T (cota) usado hasta entonces
mayoritariamente. El entalle de las prendas también favoreció una
mayor diferenciación por sexos. El material más usado era la lana,
cuyo mayor productor era Inglaterra; el mayor centro productor de
tejidos era Flandes.52

En el siglo XIV se vivió una época de mayor hedonismo, en que se


buscaba disfrutar de la vida, lo que se reflejó en la moda, siempre
de acuerdo con las diferenciaciones sociales: según Johan
Huizinga (El otoño de la Edad Media), «las clases sociales estaban
perfectamente definidas y ordenadas de acuerdo con las diferencias
Retrato de Felipe el Hermoso, por
de sus vestidos, sus pieles y los colores predominantes, sus gorras
Simon Bening. El monarca lleva una
capucha con liripipe
y sombreros. El vestir expresaba también la dignidad de las
autoridades, la alegría y el dolor, las relaciones entre amigos y
amantes». La mayor transformación se dio hacia 1350 en el traje
masculino, que se volvió más llamativo y fue objeto de mayores cambios de moda que el femenino. Se
abandonó la túnica por un traje de dos piezas: un jubón o chaqueta estrecha, abotonada o ceñida a la
cintura, con cuello cerrado o escote abierto, y unas medias con suela como pantalones, sujetas al jubón con
prendedores. Estuvieron de moda los cinturones ricamente decorados, de los que pendían dagas y bolsillos.
Las mujeres llevaban la cota, una túnica larga interior escotada y ceñida al cuerpo, y un vestido exterior sin
mangas y de larga cola (surcot), con aberturas para los brazos muy largas (fenêtres d'enfer, «ventanas del
infierno»); encima llevaban un corpiño corto, de rico paño y bordado en oro. Solían cubrirse la cabeza con
un manto, capucha o cofia.53 En esta época surgió el décolletage (escote), una abertura en la parte superior
del vestido que mostraba el nacimiento del pecho, lo que comportaba ciertas connotaciones eróticas y
denotaba un mayor relajamiento de las costumbres sociales respecto a la moral cristiana que imperaba hasta
entonces. De igual manera, se abandonó el velo, que solo continuaron utilizando monjas y viudas.54

En la segunda mitad del siglo XIV estuvo de moda la hopalanda (houppelande), una capa larga de uso tanto
masculino como femenino, que podía ser sin mangas o con ellas, siendo entonces de forma acampanada o
de saco; solía confeccionarse con telas de distinto color en cada lado del cuerpo (mi-parti).53 Surgida hacia
1360, la hopalanda era una sobrevesta de estructura ancha y abierta por delante, de materiales ricos y muy
decorada. Los hombres la llevaban sobre el jubón y las calzas, hasta el muslo o las pantorrillas, con anchas
mangas que se recogían en los hombros. La mujer la llevaba cerrada por delante, con largo hasta el suelo y,
en ocasiones, con cola; tenía igualmente las mangas anchas y los pliegues se sujetaban bajo el pecho en un
talle alto. Por lo general, las mangas y los dobladillos tenían flecos o festones en colores distintos a los de la
prenda, para contrastar.56 Desde la segunda mitad del siglo XV la hopalanda, conocida más entonces como
gown, pasó a ser usada principalmente por ancianos o bien por doctores y magistrados.57
En esta época tuvieron gran importancia los sombreros y tocados:
hasta 1380 estuvo de moda una capucha con un largo liripipe, que
en ocasiones se enrollaba en la cabeza en forma de turbante; más
tarde se llevó el chaperón, un rollo de tela circular unido a una
gorguera sobre los hombros. Las mujeres llevaban crespina, un
tocado en forma de cofia de redecilla de seda, sustituido en el
siglo XIV por el «tocado nébula», una diadema de lino que
enmarcaba la cabeza, o bien por el «tocado cojín», un rollo
acolchado sobre una redecilla con el pelo en moños sobre las
orejas (templars), que fue sustituido por el «tocado de cuernos»,
una estructura de alambre cubierta por un velo drapeado. Hacia
1450 el tocado ganó altura, en forma de cono puntiagudo o
truncado (hennin).58

Para el calzado, entre los


siglos XIV y XV (entre 1360
y 1410 aproximadamente) La ofrenda del corazón, tapiz de
estuvieron de moda los Arras (c. 1400-1410). En el hombre,
zapatos con puntas el color rojo simbolizaba el poder y,
alargadas, a veces de hasta en la mujer, el azul representaba la
45 cm, conocidos como fidelidad.55
zapatos «a la cracoviana»
(crackowes) o «a la
polonesa» (poulaines).59

Hacia 1485 los jubones se fueron acortando, por lo que surgió la


necesidad de acompañarlos de una bragueta de armar, de forma
triangular, unida a las calzas con el vértice inferior cosido a la
entrepierna y los dos superiores sujetos a las caderas con botones o
con unos lazos denominados «agujetas de bragueta de armar».60
Retrato de Giovanni Arnolfini y su En el siglo XIV se suele establecer el nacimiento de la moda como
esposa (1434), de Jan van Eyck,
tal: a mediados de siglo se dieron los primeros vestigios de un
The National Gallery, Londres.
creciente afán por las novedades, del cambio por el cambio y del
Ambos visten una hopalanda, una
uso de la vestimenta como medio de ensalzamiento personal y
prenda multiusos tanto masculina
social, más allá de su función práctica. En esta época se buscaban
como femenina.
trajes ceñidos al cuerpo y empezó una mayor diferenciación entre
sexos: los hombres buscaron la inspiración en los trajes militares,
con jubón y calzones adaptados al cuerpo que permitían mayor movilidad, mientras que las mujeres
llevaban vestidos largos y ceñidos con amplio escote, que realzaba el pecho. Estos cambios fueron
favorecidos por la nueva prosperidad económica y el auge de la burguesía, así como por la nueva cultura
cortesana y caballeresca, que llevaba pareja un nuevo sentimiento de disfrute de la vida, de búsqueda de la
felicidad.61

El paradigma de la moda elegante en época bajomedieval fue la corte de Carlos el Temerario en Dijon
(Borgoña). Los hombres resaltaron su forma con piezas acolchadas en hombros y pecho, y llevaban altos
sombreros de fieltro de alas anchas con una larga banda de tela. Las mujeres llevaban el vestido externo
alzado de un lado para mostrar el interno, de color diferente, y llevaban escotes de forma triangular (en
cœur), así como diversos tocados, ya fuese en capucha, sombrero o turbante; el más típico fue el hennin,
una especie de cucurucho cubierto con un velo. Durante esa época, las mujeres solían afeitarse las sienes y
recoger el cabello bajo la cofia. También era usual adornar las telas con bordados, joyas, perlas, pieles y
botones de oro.62
En este período se desarrollaron notablemente las vestiduras religiosas, debido al papel protagonista de la
religión en la sociedad. En la Alta Edad Media los trajes religiosos se diferenciaban de los civiles en que
eran más largos y de colores austeros; en cambio, los ropajes litúrgicos eran de materiales finos y colores
brillantes. Con la aparición de las órdenes monásticas, el traje sirvió de elemento diferenciador entre las
distintas órdenes: los benedictinos llevaban un escapulario sobre el hábito, de color negro; los cistercienses
usaban cogulla, una túnica con capucha, de color blanco. Las monjas llevaban dos túnicas, una capa y un
velo.63 En general, los sacerdotes solían llevar una túnica larga de color blanco llamada alba, sobre la que
se colocaban una capa decorada llamada capa pluvial; en actos litúrgicos se ponían la casulla, un manto con
apertura para la cabeza de distintos colores según la liturgia, así como la estola alrededor del cuello. Los
obispos utilizan un sombrero escalonado llamado mitra, así como un bastón llamado báculo. Más adelante
aparecieron la sotana, el roquete y la sobrepelliz.64

Véanse también: Indumentaria bizantina, Indumentaria anglosajona e Indumentaria europea en el siglo


XIII.

Islam
Las artes textiles tuvieron una gran relevancia en el mundo
islámico. Desarrollaron y perfeccionaron numerosas técnicas,
como el damasco, el tiraz, el terciopelo y la muselina.65
Elaboraban vestidos, alfombras, tapices, telas estampadas y otros
tejidos, con decoraciones generalmente geométricas, epigráficas,
medallones con forma de media luna o motivos de origen vegetal o
animal pero llevados casi a la abstracción.66

La industria textil fue a inicios de la


expansión islámica de gran relevancia,
especialmente en sedas y brocados, así
como tejidos con pasamanería (tiraz).
Entre las prendas más usadas por los
pueblos islámicos cabe citar el turbante, de
distinta forma, color y tamaño según las
variedades étnicas y geográficas; el fez, un
gorro alto de forma cilíndrica y color Indumentaria mora y turca (c. 1500),
generalmente rojo; el kefijeh, un pañuelo ilustración de Costumes of All
usado por los beduinos para cubrir la Nations (1882)
cabeza, atado con un cordón negro (okal);
la apa, una casaca con forma de camisa; la
dchalabiya, una bata larga con especificidades regionales; el albornoz, un abrigo
largo con capucha; y el caftán, una túnica hasta las rodillas. También usan
Abaya
pantalones, generalmente bombachos. Entre las mujeres destaca el uso de distintos
tipos de velo, como el hiyab, el chador o el burka, así como un vestido suelto
llamado abaya.67

En la península ibérica, donde se establecieron varios estados islámicos entre los siglos VIII y XV, hubo una
hibridación entre la tradición musulmana y la cultura hispana de herencia romana y visigótica, que se
tradujo en el llamado «traje mozárabe», formado generalmente por camisa, túnica, manto y pantalón.
Existían diversas variedades de túnicas: mutebag, ceñida y sin mangas; mofarrage, abierta o hendida;
adorra, abrochada con botones; y unas exteriores llamadas aljuba o pintella. Las mujeres llevaban una
túnica llamada almexia. También había varios tipos de mantos: mobatana, forrado de piel; barragán, de
lana; alifafe, de varias pieles. Los pantalones eran largos en las clases altas y cortos en las bajas. Había
también variedad en calzado (ballugas, soccos, albarcas, zapatones), caracterizados generalmente por
acabar en punta curvada hacia arriba, a la manera árabe.68

En el Imperio otomano, la expansión territorial y el comercio proporcionaron una gran riqueza, que se
reflejó en el vestir. Destacó la industria de la seda, con un importante centro de producción en Bursa, donde
se confeccionaban brocados y terciopelos para la corte; más tarde destacaron los talleres de Constantinopla,
situados en un patio del palacio de Topkapı. La indumentaria otomana indicaba el rango social: por lo
general eran prendas largas, de hechuras sencillas, que destacaban por sus telas lujosas, dispuestas
generalmente en varias capas para remarcar su vistosidad. Su principal prenda era el caftán, una túnica
abierta larga hasta los tobillos, generalmente de seda, con predominancia de colores rojo, azul y verde. Las
principales variantes de la seda que se utilizaban eran atlas (seda lisa con faz de satén), kemha (brocado de
seda en relieve) y kadife (terciopelo de intensos colores). También se elaboraban caftanes con seraser, unos
brocados de hilos de oro y plata, decorados con llamativos dibujos. La vestimenta otomana se completaba
con el turbante, unas piezas de tela de lino o algodón que se enrollaban en la cabeza alrededor de una gorra
de seda brocada. Esta indumentaria típica continuó casi inalterada hasta el siglo XIX, cuando el sultán
Mahmut II introdujo el estilo occidental de vestir.69

India
En la India se trabajaba la lana y el algodón para vestidos y
tapices, mientras que la seda se importaba de China. También se
hacían bordados, en ocasiones con incrustaciones de hilos de seda,
plata y oro. Los tejidos se solían teñir, con batik o con algodón
grabado por impresión con planchas de madera. En el arte textil se
denota la influencia irania, especialmente saris y chales de
Cachemira con adornos florales.70

Al ser un país de clima cálido, la


vestimenta cumple más una función de
ostentación social que de protección frente Indumentaria mogol, ilustración de
al clima. En tiempos antiguos, los Le costume historique (1888)
hombres se tapaban con un faldellín o
calzón corto, circunstancia que
compensaban con una gran multiplicidad de adornos corporales. La profesión fue
en ocasiones un medio de distinción en la indumentaria, con prendas adaptadas a
cada uso. Igual ocurría con la religión: los ascetas y brahmanes se cubrían con
pieles y hojas; los jainistas se dividían entre «vestidos de aire» (digambara), es
decir, desnudos, y «vestidos de blanco» (svetambara); los budistas vestían al
principio con harapos, aunque luego adoptaron un hábito de color pardo-
amarillento, compuesto de tres piezas: una falda, un chal y una capa. Tanto
hombres como mujeres llevaban falda como única prenda en la mayoría de las
ocasiones, sujetada con un cinturón o una faja; generalmente era blanca, a veces
con listas longitudinales o dibujos de adorno. En ocasiones, las mujeres llevaban
El sari es el vestido una pañoleta sobre el pecho o una sobretúnica. También podían cubrirse la cabeza
típico indio con un velo o pañuelo y los hombres con un turbante, o bien llevaban distintos
tipos de tocados y adornos para el pelo. Lo austero del vestido se suplía con
múltiples adornos, tanto en hombres como mujeres, como collares, aretes,
diademas, charreteras de oro y perlas, ceñidores de muslo, aros de oro para antebrazos y pantorrillas, etc.71
Durante el período mogol convivieron la cultura tradicional hindú y la musulmana, a la que pertenecían los
nuevos gobernantes. En general, los hindúes preferían las prendas envueltas o drapeadas, como el sari y el
dhoti, mientras que los musulmanes solían llevar prendas cosidas o entalladas, como abrigos, chaquetas,
camisas (kurta, kamiz) y pantalones (paijama, shalwar). El primer emperador mogol, Babur, descendiente
del conquistador mongol Tamerlán, aún vestía al estilo de Asia central, con túnica, abrigo y turbante. Su
hijo, Humayun, inventó el turbante de plumas taj-i'Izzat («corona de gloria»). Con el hijo de este, Akbar, se
inició la indumentaria más típicamente mogola: el paijama, un tipo de pantalón ceñido, y la jama, una
túnica entallada abrochada en un costado del cuerpo, así como el turbante tipo rajput. Preocupado por la
vestimenta, inventó diversas prendas, como el chakdar jama, una túnica abierta por el lado, o la costumbre
de llevar dos chales de cachemir juntos, de varios colores. Estableció la norma por la que los musulmanes
debían abrocharse la jama a la derecha y los hindúes a la izquierda. Las mujeres musulmanas llevaban una
vestimenta similar a la masculina, incluso en el uso de pantalones, aunque con un velo en la cabeza. En
cambio, las mujeres rajput llevaban faldas fruncidas (ghaghra), corpiños (choli) y un velo grande de forma
rectangular (odhni).72

China
En China surgió una de las civilizaciones más antiguas del mundo.
En el arte textil destaca la seda, descubierta allá en el milenio
III a. C., cuya invención se atribuye a Lei-Tsu, concubina del
emperador Huang-Ti. La sedería floreció especialmente desde la
dinastía Han, período en el que comenzó a exportarse a través de
la ruta de la seda. Ya en aquel entonces había diversas técnicas,
como el damasco, el muaré, el piqué, la gasa, el tapiz y el bordado.
La decoración solía ser de losanges, celosías, motivos animales y
vegetales, dragones y otros animales míticos, con policromía de
ricos colores.73

La indumentaria más antigua consistía en una camisa larga, una


falda larga y ancha y una chaqueta de mangas largas. Hacia finales
de la dinastía Zhou se adoptaron los pantalones, por influencia de
las tribus de las estepas de Asia Central. Durante la dinastía Han Indumentaria china, ilustración de
los vestidos tenían la misma tipología, aunque eran más suntuosos, Geschichte des Kostüms (1905)
adornados con oro, plata y jade. Las mujeres se cubrían con estolas
y se maquillaban profusamente: se empolvaban de blanco cara,
cuello y hombros, se afeitaban las cejas para dibujarlas artificialmente y se aplicaban lunares y coloretes en
las mejillas.74

Durante la dinastía Tang los vestidos de mujer recibieron la influencia del kimono japonés, con amplios
escotes y anchas mangas de las que pendían incensarios. Llevaban anchas bufandas y el pelo se recogía en
moños, decorados con peinetas, horquillas y diademas. Los hombres llevaban una pequeña chaqueta, un
abrigo de manga larga, cinturón de seda y pantalones anchos,74 y llevaban el pelo largo y recogido
también en un moño, aunque tapado con un pañuelo negro o un tocado rígido de tejido duro o tiras de
ratán.75 En esta época la industria sedera estaba muy avanzada: algunos restos arqueológicos de principios
del siglo VII revelan que los telares de seda podían realizar tramas de hasta 3680 hilos en un solo dibujo. En
el siglo X, en la entonces capital, Chang'an (actual Xi'an), había diez fábricas de tejido, cuatro de hilado,
seis de teñido y cinco dedicadas a la confección de lazos y cordones. 76 Los funcionarios llevaban vestidos
de colores según el rango: de abajo arriba en la jerarquía, azul, verde, rojo y púrpura. Los emperadores no
portaban un atuendo especial, sino que vestían ropas normales, aunque de excelente calidad.75
En las dinastías Song,
Yuan y Ming destacó
especialmente la seda. Los
Song desarrollaron nuevas
técnicas de elaboración de
prendas de seda, como las
sedas brochadas o los
brocados llamados kin o
che-ch'eng, así como los
Mujeres con el tradicional vestido tejidos k'o-se de seda de
tsa-chü chui-shao («vestido con Damas con flores en el pelo, de
colores.78 Los Yuan, de
dobladillo de cola de golondrina y Chou Fang (finales del siglo VIII ).
origen mongol,
cintas voladoras»), período temprano Llevan vestidos «palabra de honor»
elaboraban unos brocados sujetos con una faja, un sobreveste
de Wei del Norte (siglo V)
de seda con oro y plata de gasa fina y unos mantos largos
decorados con flores que de seda.77
fueron elogiados por
Marco Polo. Numerosas de estas prendas fueron enviadas a
Europa como regalos, donde fueron muy apreciadas; muchas de ellas se emplearon en vestiduras
sacerdotales.79 En época Ming destacaron los tejidos de intenso colorido, elaborados en técnica k'o-se,
muchos de los cuales se exportaron a Occidente.80

Durante la dinastía Qing, de origen manchú, los nuevos gobernantes obligaron a la población a vestir a la
manera de Manchuria, incluida la obligación de afeitarse la frente. Los emperadores vestían unos lujosos
vestidos de ceremonias, decorados con los doce símbolos de la tradición imperial, junto con sombrero,
cuello, cinturón y botas. Los vestidos eran de color azul por el cielo, amarillo por la tierra, rojo por el sol o
blanco por la luna, según la ceremonia. Como prenda informal solían llevar los denominados «vestidos de
dragones», decorados con dibujos de esos animales mitológicos. El vestido de la emperatriz era similar,
pero solía tener más capas y llevaba una falda debajo y una túnica sin mangas.81 Los funcionarios y
cortesanos vestían según su jerarquía, que se denotaba en una insignia (buzi) fijada en su vestido (bufu);
existían nueve rangos civiles y nueve militares. También eran característicos de los cortesanos los collares
(chaozhu) y los sombreros cónicos de bambú o ratán (liangmao).82 En esa época estuvo de moda entre los
hombres afeitarse la parte frontal de la cabeza y llevar una larga trenza; también las mujeres se afeitaban la
frente y estuvieron de moda las uñas muy largas.74

A finales de la dinastía Qing, el estricto código de vestir se relajó un poco, especialmente durante el reinado
de la emperatriz Cixí, que solía vestir de forma informal, según su gusto personal. En este período se dio la
paradoja de que las mujeres de etnia han —el 90 % de la población— que no formaban parte de la élite
podían llevar prendas no manchúes, por lo que las esposas e hijas de ricos mercaderes podían llegar a vestir
más lujosamente que las damas de la Ciudad Prohibida. Los hombres ricos también llevaban prendas
ostentosas, como abrigos de piel, anillos de jadeíta o gorros con forma de medio melón, bordados con hilos
de colores y decorados con perlas y coral, rematados con cordones de seda roja con borlas. En 1911, con el
fin de la era imperial, el nuevo gobierno promovió la indumentaria de estilo occidental para los altos
funcionarios.83 Surgió el traje zhongshan, de inspiración occidental, compuesto por chaqueta y pantalones,
que tuvo su contrapunto femenino con el qipao, un vestido largo que se llevaba sin pantalones —una
prenda usada hasta entonces por las mujeres ya que sus vestidos tradicionales tenían aberturas a los lados
—.84
Retrato Retrato de la Túnica El barón La Mujer
del emperatriz imperial de Ronglu emperatriz con
Emper Xiaoxianchu la dinastía Jung-Lu, Cixí qipao
ador n, por Qing por
Kangxi Giuseppe George S.
Castiglione Stuart
(1736)

Japón
En Japón destacó también el trabajo de la seda. Aunque se introdujo
procedente de Corea hacia el año 200, parece ser que hacia el siglo XI se
perdió la técnica y no se recuperó hasta el siglo XVI, importándose entre
mientras sedas chinas. El principal centro productor se estableció en
Nishijin, un suburbio de Kioto.85

El vestido tradicional japonés se


caracteriza por sus amplias hechuras y
su ausencia de botonaduras, ya que se
ajusta al cuerpo mediante cinturones y
fajas. El material más usado era el paño
de cáñamo, así como la fibra de ramio
o de corteza de árbol, hasta que más
tarde se introdujo la seda desde el
continente. En tiempos antiguos, los
hombres vestían una casaca (kinu) y un Kimono Furisode
pantalón (hakama) ceñido con ligas
bajo las rodillas, además de un cinturón
de paño (obi); la mujer llevaba, además del kinu, una falda larga (mo) y
Retrato de Murasaki Shikibu una estola (hire). Como zapatos (katsu) llevaban unas plantillas de cuero
con jūnihitoe (siglo X) o fibra tejida. Solían llevar adornos (magatama) de jade, jaspe o ágata.
En el siglo VII, con la introducción de la seda, se adoptaron las formas de
los vestidos chinos, que se regularizaron con el código Taihō (701) en el
«vestido reglamentario» japonés. Los vestidos de diferenciaron entre trajes ceremoniales, cortesanos y
uniformes, distinguidos según clases sociales por los colores: los colores fuertes y oscuros estaban
reservados a las clases altas. Las mujeres empezaron a llevar varias faldas superpuestas, con un cinturón de
tela bajo el pecho, y llevaban un sobretodo (osode) de amplias mangas. En el período Heian, las mujeres
llevaban vestidos de seda y brocado de varias capas (jūnihitoe), de múltiples colores. La moda masculina
también fue más recargada, con un manto (ho) bajo el que se llevaba un traje (sokutai) de amplias mangas y
cola (kyo). También había unos trajes más sencillos (ikan), que consistían en un calzón (sashinuki), que
podía llevarse como vestido doméstico (noshi) o para la caza (karaginu). Llevaban también varios tipos de
gorra: una de paño (kanmuri) para las ceremonias y una de papel endurecido con laca (eboshi) para el
ámbito doméstico.86
Durante la Edad Media, en la que ganó
preeminencia la clase guerrera, se impuso una
moda más sencilla: los hombres llevaban un
traje (hitatare) de chaqueta corta y pantalón
largo. Los samuráis usaban en actos oficiales
un traje de dos piezas (suo) elaborado de
batista, inspirado en las armaduras de
guerrero. Surgió también el sobretodo
ceremonial (kamishimo), de dos piezas, con
hombros volantes y sin mangas. Como
calzado se usaban sandalias de esparto (zōri) y Cortesanas paseando bajo los cerezos delante de la casa
calcetines (tabi), o bien unos zuecos altos de té Daikokuya (c. 1789), de Kitagawa Utamaro, Museo
llamados geta. Los vestidos femeninos eran Brooklyn, Nueva York
más sencillos, de seda o batista (kosode), con
una casaca (aigi) y un sobretodo (uchikake).
Las clases bajas y la incipiente burguesía llevaban un taparrabo, una camisa, pantalones hasta la rodilla y
una casaca. En esta época se afianzó un vestido-casaca largo, de amplias mangas, cruzado a la derecha y
atado con un cinturón o faja (obi), usado tanto por el hombre como por la mujer: el kimono, elaborado
generalmente en seda, de intenso colorido y decorado con dibujos o cenefas, cuyo diseño y color
denotaban la edad y clase social del portador.87 Para trabajos físicos usaban unos leotardos llamados
kyahan. También usaban unos sombreros de bambú llamados ajirogasa. 88

En el período Edo, la prosperidad económica


propició el auge de la industria textil y la
introducción de modas cada vez más fugaces.
La irrupción de una nueva clase burguesa de
artesanos y comerciantes, que querían mostrar
su prosperidad en una lujosa indumentaria,
conllevó la promulgación de leyes suntuarias
que restringían el uso de telas lujosas, colores
vistosos y ciertas técnicas de confección a las
clases nobles. Sin embargo, estas leyes fueron
soslayadas empleando telas y colores
restringidos en la ropa interior y en los forros
Coronación de los emperadores Hirohito y Nagako (1926). de la ropa, lo que propició una particular
El emperador lleva un sokutai con el tocado kanmuri. La estética de la indumentaria japonesa. En esta
emperatriz lleva un jūnihitoe época surgió la técnica de teñido yūzen, que
permitía teñir telas de múltiples colores
mediante plantillas y pasta de arroz, lo que
originó una nueva serie de kimonos de gran colorido y vistosidad.89

Durante la era Meiji, Japón se abrió a Occidente tras varios siglos de aislamiento, lo que inició una etapa de
modernización de la sociedad japonesa que incluía la vestimenta. Muchos japoneses adoptaron las formas
de vestir europeas, si bien la indumentaria tradicional continuó vigente, especialmente en el ámbito
doméstico. En 1872, el gobierno estableció la obligación de usar traje europeo para los funcionarios; de la
administración pasó al mundo de los negocios y a otros ámbitos de la sociedad. Sin embargo, para las
mujeres fue más difícil adaptarse a la indumentaria europea, en un momento donde predominaba el polisón,
una prenda poco práctica. Por otro lado, el naciente nacionalismo derivado de las guerras con China (1894)
y Rusia (1904) influyó en un cierto retorno a la tradición, con lo que las mujeres siguieron usando
predominantemente el kimono.90
Hay que citar también en Japón el abanico, donde ya en el siglo XII se decoraban con pinturas o poemas.
Durante el período Heian se decoraban con textos de los sūtras budistas y con escenas de género.91
Posteriormente, el abanico pasó a China y, en el siglo XVI, a España y Portugal, desde donde pasó a toda
Europa.92

Véase también: Evolución de la moda en Japón

Sudeste asiático
En el Sudeste asiático, la indumentaria estaba adaptada al clima tropical y a
las duras condiciones del trabajo a la intemperie, ya que la mayoría de la
población se dedicaba a la agricultura y la pesca. Así, los hombres llevaban
apenas un calzón corto, así como un amplio sombrero para protegerse del
sol, mientras que las mujeres usaban una falda ceñida a la cintura y caderas,
el sarong, así como el slendang, un chal que se echaba sobre los hombros.
Esta región destaca por sus técnicas de estampado, como el batik, originario
de Java, por la que se traslada un dibujo a una tela de algodón con un lápiz
de madera impregnado con cera fundida, el cual aparece retirando la cera
tras teñir el paño; o el ikat, por el que se crean dibujos cubriendo la parte
elegida con hilos delgados, con lo queda preservada de los efectos del tinte, Bailarina jemer vestida
tras lo que se retiran los hilos.93 con un sampot

En el Imperio jemer (Camboya), que tuvo su apogeo entre los siglos VIII-XII,
destacó la tipología del sampot, un tipo de vestido realizado en ikat de aspecto suntuoso.94 En Birmania, la
indumentaria estaba estratificada por clases sociales. La prenda básica para hombres era el paso, una tela de
algodón de 4 x 1,5 m que se enrollaba alrededor de la cintura, que se complementaba con una chaqueta
llamada eingyi. Las mujeres usaban una falda tipo sarong llamada htamein y una chaqueta eingyi como la
de los hombres.95 En Laos y Tailandia, la indumentaria se basaba en tejidos sin confeccionar envueltos
alrededor del cuerpo y prendidos con nudos, pliegues, botones o cinturones. En Laos la prenda básica era
el phasin, una tela envuelta en torno a las caderas que constaba de cintura, sección intermedia y dobladillo.
En Tailandia era típica una falda larga rectangular llamada chongkraben.96

América precolombina
Entre los aztecas, el vestido denotaba la clase social: en las clases bajas, los hombres llevaban una braga
(maxtlatl), un manto para el frío y unas sandalias de cuero o agave, mientras que las mujeres llevaban una
falda y una camisa hasta las rodillas y sin mangas (huipilli), de algodón o fibra de agave; las clases altas
llevaban vestidos de formas semejantes pero de telas más finas o con bordados, entre las que destacaban
unos mantos (tilmatli) decorados con los tributos del clan, así como túnicas de mosaicos de plumas y
tocados igualmente de plumas. Se usaban diversos adornos personales, como pendientes, ajorcas,
brazaletes, collares, orejeras y adornos para la nariz o el labio (bezotes), elaborados de oro, jade, turquesa o
piedras preciosas. También eran habituales las pinturas corporales y practicaban mutilaciones como la
deformación craneana y la mutilación dentaria.97

En Perú surgió una notable industria textil, quizá la primera del mundo —hay vestigios del siglo VII a. C.—,
hilada con telar con hilos de casi doscientos colores distintos.98 Los incas desarrollaron notablemente las
técnicas de hilado y tejido, pero no así la confección de prendas, por lo que solían vestirse con las telas tal
cual salían de los telares, a lo sumo con unas costuras o unos alfileres. Como materiales, en la costa se
usaba algodón y, en la altiplanicie, lana. Los hombres llevaban una braga con un cinturón y una túnica
(poncho) de tela rectangular con aberturas para la cabeza y los brazos; como calzado, unas sandalias de piel
con cordones de lana y, ocasionalmente, bandas bajo las rodillas. Las mujeres llevaban una túnica
rectangular hasta los tobillos, sujeta
con un cinturón, y una capa sobre
los hombros, que se sujetaba en el
pecho con un alfiler de metal (tupu);
se cubrían la cabeza con un
pañuelo. Como adornos, las
mujeres llevaban, además del tupu,
collares de cuentas, huesos o
conchas y, los hombres, varillas de
oro en los lóbulos de las orejas;
también podían llevar diademas o
collares de plumas, brazaletes,
máscaras de oro y collares de
dientes de enemigos muertos.
También llevaban pinturas
Retrato de Moctezuma
corporales, sobre todo de achiote
Xocoyotzin con un rojo. Algunos pueblos practicaban Indumentaria azteca, ilustración de
maxtlatl y un tilmatli la deformación craneana, sobre todo Costumes of All Nations (1882)
los aimaras.99

En Estados Unidos, hay vestigios arqueológicos de tejidos de hace 10 000 años en la zona sudoeste del
país, entre ellos un tipo de sandalias de yuca tejidas con entrelazado abierto o con faz de urdimbre. Datados
entre el 500 a. C. y el 500 d. C. se han encontrado fajas trenzadas de pelo humano o de animales como el
perro y el conejo, así como vestidos, delantales y bolsos de yuca. También se han encontrado mantas de
materiales entremezclados, como piel de conejo, plumas de pavo y pieles de pájaros. Entre 500 y 750 las
prendas se volvieron más complejas en su confección y empezaron a incorporar cierta ornamentación,
como sandalias de yuca con dibujos geométricos de intensos colores. Entre 700 y 1000 se introdujo el
cultivo del algodón, procedente de Mesoamérica, con el que se elaboraban prendas de ceremonia. Desde el
siglo XI se elaboraban prendas con telar, principalmente mantas, faldas y taparrabos, en tejido simple o
sarga, así como prendas sin telar, trenzadas o entrelazadas, sobre todo fajas y camisas. La faz de urdimbre
se usaba para cinturones y bandas. Los motivos decorados se hacían con una variación del tapiz, llamada
tapiz-sarga. Entre 1100 y 1650 las principales prendas eran taparrabos, faldas y camisas para hombres, y
vestido-sábana para mujeres, así como mallas y sandalias en ambos sexos. Las decoraciones eran con tapiz-
sarga, pintura o tie-dye (teñido con amarras), generalmente motivos religiosos.100

Véase también: Indumentaria del pueblo mexica

África
La indumentaria en el continente africano viene definida por una gran diversidad de formas derivadas de las
múltiples etnias y culturas que pueblan su territorio. Por su relevancia, cabe mencionar en África occidental
el paño kente, producido entre los siglos XVIII y XIX en Ghana y Togo por el pueblo ashanti. Hilado y tejido
por hombres, estaba formado por tiras estrechas de tela de corteza o algodón cosidas una junto a otra, con
distintos diseños de color y composición. Los testimonios que se conservan, escritos y visuales, confirman
que las diversas composiciones de los kente eran objeto de cambios y evoluciones, lo que atestigua un
componente de moda en su consumo. El kente era usado por hombres y mujeres, si bien los primeros
usaban una única tela colocada alrededor del cuerpo y colgada sobre el hombro izquierdo, mientras que las
mujeres empleaban dos telas, una alrededor del torso y otra en las caderas.101

Otro exponente fue la tela estampada, de la que existen diversas variedades, como real dutch wax,
superwax y wax blocks. Hay dos modalidades: el estampado con cera a doble cara o el fancy print, en una
sola cara. Los estampados se introdujeron en el siglo XIX cuando comerciantes europeos buscaban formas
más baratas de producir el
batik indonesio. Enseguida se
popularizaron por toda África
central, especialmente entre las
élites sociales.102

Tras la independización de las


colonias africanas de sus
metrópolis europeas en los
Indumentaria africana, ilustración de años 1950 y 1960 empezó a
Geschichte des Kostüms (1905) despuntar la moda afrocéntrica,
que aunó la técnica sartorial
europea con los tejidos y
estampados tradicionales de África. Se revitalizaron tejidos como el kente de
Ghana, el kanga de Kenia y el ase oke de Nigeria, a los que se les aplicaron
nuevos diseños y colores. La diseñadora Shade Thomas-Fahm fue la creadora
del prêt-à-porter africano en sus boutiques de Lagos (Nigeria), donde vendía
versiones modernas de prendas tradicionales como el buba (un top), el iro (una
Tejido kente
falda envolvente) y el ipele (un chal). El modisto maliense Chris Seydou, que
trabajó un tiempo en París, adaptó el tejido bògòlanfini a prendas de corte
europeo. En el Congo surgió en los años 1920 un grupo de dandis llamados
sapeurs, agrupados en torno a la SAPE (Société des Ambianceurs et Personnes Élégantes, «Sociedad de
Personas Elegantes y de Buen Gusto»), que destacaron por un gusto refinado y el uso de complementos
extravagantes, como monóculos, pajaritas y bastones. La princesa ugandesa Elizabeth of Toro fue la
primera modelo africana de renombre internacional, gracias a su aparición en la portada de Harper's
Bazaar en 1969; siguió su estela la somalí Iman, que se casó con el cantante inglés David Bowie. La moda
africana llegó a influir en la europea en los años 1960, como en Yves Saint Laurent, creador del traje de
safari, así como de prendas con estampados africanos y versiones europeas de túnicas, chilabas, caftanes y
turbantes.103

Oceanía
En diversas de las islas y archipiélagos que jalonan el Océano Pacífico, como Polinesia, Melanesia o Nueva
Guinea, las prendas textiles se elaboraban principalmente con un tejido de corteza vegetal llamado tapa,
que podía ser fino y maleable o bien duro y basto, según el grosor o la calidad de la madera. Con este
material se confeccionaban distintas prendas, que cubrían por lo general la zona del vientre, dejando el resto
del cuerpo desnudo, en consonancia con el clima cálido de esas latitudes. También usaban otros materiales
como plumas, conchas o huesos, principalmente para adornos.104

Edad Moderna
La Edad Moderna supuso cambios radicales a nivel político, económico, social y cultural: la consolidación
de los estados centralizados supuso la instauración del absolutismo; los nuevos descubrimientos geográficos
—especialmente el continente americano— abrieron una época de expansión territorial y comercial, y
supusieron el inicio del colonialismo; la invención de la imprenta conllevó una mayor difusión de la cultura,
que se abrió a todo tipo de público; la religión perdió la preponderancia que tenía en la época medieval, a lo
que coadyuvó el surgimiento del protestantismo; a la vez, el humanismo surgió como nueva tendencia
cultural, dando paso a una concepción más científica del hombre y del universo.105

Siglo XVI
En el Renacimiento se introdujeron nuevos géneros y la costura
adquirió un alto grado de profesionalización. En la Italia
renacentista aparecieron los trajes más ricos y espectaculares de la
Historia, de vivos colores y formas imaginativas y originales, que
otorgaban gran relevancia a las mangas, a los pliegues y a las
caídas de tela de forma vertical, con finos bordados y rica
pasamanería.106

El humanismo comportó un
nuevo ideal del ser humano y la
naturaleza, que se reflejó en una
nueva forma de vestir, con trajes
más acotados al cuerpo, más
cómodos y manejables. Ello se
denotó por primera vez en
Florencia a finales del siglo XV,
donde surgió la primera Indumentaria inglesa del siglo XVI
innovación de relevancia: las
mujeres dejaron de llevar
vestidos largos, que se sustituyeron por dos piezas, falda y corpiño, que
podían ser independientes una de otra en cuanto a material y color. El
Lucrezia Panciatichi (1540),
de Bronzino, Galería Uffizi,
corpiño solía ser estrecho y escotado, y la falda fruncida; este conjunto se
Florencia complementaba con sombreros, guantes, redes para el pelo, abanicos y
joyas. Los hombres llevaban el jubón más corto, de cuello alto,
pantalones anchos y fruncidos, además de un gabán guarnecido de piel y
abierto por delante. En el centro de Europa se pusieron de moda los trajes acuchillados, con aberturas en las
articulaciones para permitir los movimientos, en un conjunto de pantalones abombados y jubón con
faldones hasta las rodillas, generalmente abierto en su parte delantera para mostrar la camisa, que solía ser
fruncida o bordada en oro. Este traje fue típico de los lansquenetes (mercenarios alemanes), que lo
difundieron por toda Europa.107

Hacia 1570 los jubones se volvieron más acolchados, con rellenos de harapos de algodón, crin de caballo y
borra, mientras que los calzones se llevaron más abombados, como los gregüescos de origen español, que
estaban acolchados hasta mitad del muslo.108 En este siglo la bragueta de armar (coldpiece) pasó de ser
una tela de forma triangular a una vistosa bolsa acolchada que exageraba el tamaño de los genitales, como
signo de virilidad. En ocasiones estaba ornada con piedras preciosas; también se usaba como monedero.
Desapareció a finales de siglo.109

En el atuendo femenino apareció el corsé, que ceñía la cintura, así como un tipo de enaguas con aros
llamado verdugado, del que existían varios tipos: el español estaba formado por unas enaguas armadas con
ballenas, que se acampanaba hacia abajo; el francés o «de rueda» tenía forma de rueda en la cintura, desde
donde caía verticalmente hacia abajo; el italiano se levantaba por detrás con un cojín.110

En España, la llegada de los Austrias comportó una nueva moda de origen germánico, que se denotó sobre
todo en los trajes acuchillados. Sin embargo, el ortodoxo reinado de Felipe II impuso una moda más rígida
y severa, de colores oscuros y trazados sobrios. Por contra, las clases altas compensaban la sobriedad del
traje con una gran riqueza en complementos y accesorios. Los hombres llevaban un jubón apodado
«vientre de pato», por ser abombado y terminado en vértice; era acolchado, ceñido y abotonado en el
centro, rígido mediante ballenas y con hombros resaltados con rodetes de guata. Encima llevaban la ropilla,
una vestidura corta y estrecha, de cuello alto. Los pantalones eran abombados y llegaban hasta la rodilla, y
llevaban calzas de punto o malla de seda. Los sombreros eran de seda, de alas anchas. En esta época estuvo
de moda un tipo de alzacuellos llamado golilla. Las mujeres llevaban un corpiño de cintura estrecha y dos
faldas, interior y exterior, de forma cónica gracias
al verdugado. También llevaban golillas y
hombros con rodetes de guata, así como capas,
chales, guantes y abanicos.111 Otra prenda de
moda fue el herreruelo, una capa de origen árabe
adornada de piel o terciopelo.112 En El
cortesano, Baldassare Castiglione dejó constancia
del influjo de la moda española en toda Europa,
señalando que el negro, el color por antonomasia
de la monarquía hispánica, era el más atractivo y
el «paradigma de la moda del momento».112 En
1589 se publicó el primer libro dedicado a la
costura, el Libro de Geometría, Pratica y Traça,
de Juan de Alcega.111

En esta centuria adquirieron gran relevancia los


Don Juan de Austria con Retrato de Fernando II
adornos para el cuello, como la gorguera, un tipo
calzones gregüescos (c. de Austria (1548), de
de pañuelo fino que cubría el escote y el cuello, de
1580), de Juan Pantoja Jacob Seisenegger,
de la Cruz, Monasterio
color blanco transparente.112 Hacia 1550, las
Kunsthistorisches
del Escorial gorgueras empezaron a atarse con cordones de
Museum, Viena. Lleva
borlas, cuyos volantes y fruncidos dieron lugar a
jubón y calzones
la lechuguilla, elaborada generalmente con acuchillados; nótese la
reticella, un encaje de lino de origen veneciano,108 de color blanco, lo que prominente bragueta de
servía de contraste al negro habitual del traje; era usado tanto por hombres armar
como mujeres.112 Estos cuellos se mantenían rígidos gracias al almidón,
descubierto en 1560.113

El calzado estuvo dominado por zapatos y botas. Los primeros solían ser de piel, seda o terciopelo, con
suela de piel o corcho. Tenían forma redondeada y solían ser planos; tan solo a finales de siglo empezó a
surgir tímidamente un tipo de tacón. Las botas, que hasta entonces se usaban para montar a caballo,
empezaron a usarse de forma cotidiana. Por lo general llegaban hasta el muslo y solían tener la parte
superior dada la vuelta.114

Para el pelo, en esta época surgió el «garvín», una cofia de fina red para recoger el cabello, que podía estar
confeccionada, entre mujeres ricas, con seda, oro y perlas incrustadas.115 El sombrero típico de la época
fue una gorra de terciopelo oscuro, decorada con encaje de hilos de oro y plata, herretes y plumas de
colores. Más adelante se llevó el copotain, un sombrero de copa alta y cónica, elaborado con piel de castor,
cuero o lana afelpada.109

En esta época se extendió el uso del abanico, un complemento importado de Oriente. Solía realizarse con
madera de sándalo, marfil, nácar o carey, y las varillas con plumas, pieles, papel, seda y encaje. Por lo
general, se decoraban con escenas bíblicas o mitológicas, o bien con flores, pájaros o animales.116
También se generalizaron las sombrillas y parasoles, unos complementos a la vez funcionales —para
protegerse del sol o la lluvia— y de moda. Se solían realizar con tejidos finos, a veces con encajes, con
mangos de madera, marfil u otros materiales.117
La velada Retrato de Elizabeth Enrique VIII Leonor de Alejandro
(1514- Charles de Seymour, de Inglaterra, Toledo con Farnesio,
1516), de Solier, señor retrato de por Hans su hijo Juan atribuido a
Rafael de Morette, Hans Holbein el de Médici, Sofonisba
Sanzio, por Hans Holbein el Joven (c. de Bronzino Anguissola
Palacio Holbein el Joven (c. 1540), (1545), (c. 1560),
Pitti, Joven 1540), Galería Galería Galería
Florencia (1535), Museo de Nacional de Uffizi, Nacional
Gemäldegal Arte de Arte Antiguo, Florencia de Irlanda,
erie Alte Toledo, Roma Dublín
Meister, Toledo
Dresde (Ohio)

Retrato Isabel I de
de La Inglaterra,
infanta por William
Isabel Segar (c.
Clara 1585),
Eugenia Hatfield
y House
Magdale
na Ruiz,
de
Alonso
Sánchez
Coello (c.
1585),
Museo
del
Prado,
Madrid

Siglo XVII
En el siglo XVII predominaron las formas sobrias, austeras, por
influencia religiosa. El material más utilizado fue el paño, así como
la seda solo al alcance de las clases elevadas. El jubón se
transformó en chaqueta, con el cuello de volantes de encaje
almidonados, y el calzón se alargó y quedó por debajo de unas
altas botas. Apareció la casaca, una larga chaqueta ajustada con
forma acampanada en su parte inferior. Hacia 1660 surgió el
rhingrave, un faldellín de seda que se colocaba sobre el calzón,
que se extendió por toda Europa a excepción de Italia y España.
En los vestidos femeninos se pusieron de moda los amplios
escotes, se redujeron los verdugados y las faldas presentaban
mayores vuelos y drapeados.118

En esta centuria destacó el esplendor de la corte de Versalles,


durante el largo reinado de Luis XIV. Francia marcó las tendencias
de moda, que fueron imitadas en toda Europa. Los sastres
franceses (couturiers) gozaron de gran prestigio y lo último en Indumentaria francesa del siglo XVII
moda (dernier cri) se propagaba con rapidez por el continente:
cada mes llegaban a Londres dos maniquíes con los últimos
modelos de la Rue Saint-Honoré, llamados «Pandora mayor y menor», por la primera mujer en la mitología
griega. Surgieron así los primeros modelos de uso internacional, alejados ya de las tradiciones nacionales.
Destacó especialmente la moda femenina, a la que se aplicaron todos los derroches en telas y adornos,
buscando siempre la pompa y la suntuosidad. Para ello se estrechó el talle a través del corsé y se
almidonaron las diferentes partes del vestido. Para compensar la compresión del talle, se llevaban amplios
escotes y mangas cortas. La falda era acampanada y se adornaba con cintas, volantes, encajes y bordados,
para lo que se empleaban damascos rojos y negros, y brocados de oro y plata. El traje masculino consistía
en una casaca larga (justacorps), un jubón abierto con una camisa de randas, calzas con puños de encaje en
las pantorrillas, medias y zapatos de hebillas, así como sombreros con plumas. Hacia 1680, las casacas
llegaban hasta la rodilla y llevaban chalecos de brocado, calzas cortas y medias.119

El reinado de Luis XIV supuso una época de gran esplendor y


fastuosidad en la vestimenta: para las celebraciones de la corte, las
mujeres debían llevar un vestido de ceremonia (grand habit),
compuesto por un bustier (grand corps o corps de robe), una falda
(jupe) y una cola (bas de robe o queue). El corpiño era de ballenas,
escotado y de pecho aplastado, con mangas caídas y abullonadas,
con adornos de encajes y ribetes. Para dar forma a la falda se usaba
un verdugado de varillas de metal o aros de ballena o sauce, así
como paño almidonado para el acolchado. En el peinado, la
duquesa de Fontanges inició una moda de complejas
construcciones basadas en un soporte de alambre llamado
commode sobre el que se enrollaba el pelo, adornado con lazos de
cinta, llamado fontange.120 Los hombres empezaron a llevar unas
pelucas largas y rizadas (perruque à crinière).121

En esta centuria se inició el mercado de la moda tal como se


entiende actualmente, con la aparición de las primeras revistas de
Luis XIV en traje real, de Hyacinthe moda (Le Mercure Galant, 1672), los primeros comerciantes de
Rigaud (1701), Museo del Louvre, moda (marchandes de mode) y las primeras boutiques que ponían
París a la venta los artículos en función de los estilos y las temporadas,
lo que se produjo por primera vez en París en los años 1670. En
ello influyó el patrocinio estatal de la moda textil promovido por el
ministro de Economía de Luis XIV, Jean-Baptiste Colbert. Hijo de un mercero, Colbert era consciente del
poder seductor de productos de lujo como la seda, el encaje y el tapiz, cuyas industrias impulsó. Los
modistas consiguieron el estatus de gremio en 1675.122

En contraste, en los Países Bajos surgió entre la burguesía una moda más
austera, que se expandió por el norte de Europa, especialmente en ámbitos
protestantes. Los hombres llevaban un jubón holgado y pantalones
bombachos, y sustituyeron la gorguera por un cuello de encaje superpuesto;
llevaban además capa, sombreros de ala ancha, zapatos o botas tulipán,
guantes y espada. Hacia mediados de siglo se denotó la influencia francesa,
aunque reinterpretada de forma más sobria: se sustituyó el jubón por una
levita con faldones y el pantalón se hizo más ancho y adornado con lazos,
cintas y encajes. El vestido femenino se basó por un tiempo en los corpiños en
pico, que fueron sustituidos por los levitones o por el vlieger, un abrigo largo,
sin talle, abierto por delante, con cuello en abanico. En la cabeza llevaban una
cofia, en forma de diadema o en alas.123

España perdió en esta centuria la influencia que ejerció durante los reinados
de Carlos I y Felipe II el siglo anterior, si bien a nivel interno continuó con la Isabel de Velasco,
misma tipología de prendas, ajena a la nueva influencia francesa que se hacía detalle de Las Meninas
sentir en el continente. Durante el reinado de Felipe III lo más significativo de Diego Velázquez
fue el aumento de tamaño de los cuellos o lechuguillas, así como una mayor (1656), Museo del Prado,
riqueza en joyas y tejidos, que dejaba atrás la austeridad de los primeros Madrid. Lleva un vestido
Austrias. Sin embargo, Felipe IV impulsó un retorno a la sobriedad, que verdugado tipo rueda,
estipuló en sus Capítulos de Reformación, publicados en 1623, donde, entre con un corpiño con
otras medidas, prohibía los cuellos tipo gorguera, sustituidos por la «valona», volante circular sobre la
un cuello de lienzo apoyado sobre una armadura de cartón llamada «golilla». falda y mangas
El traje masculino habitual era jubón, ropilla, calzones y herreruelo. En abullonadas
cambio, el traje femenino se complicó, especialmente las faldas, que
adquirieron un gran volumen gracias a la adición de un armazón de alambre
llamado guardainfantes. Los mantos se hicieron más ligeros, elaborados de encaje, y dieron lugar a la
mantilla.124

En Inglaterra, Carlos I propició en su corte un estilo más austero,


de colores sombríos, con preferencia por el negro. Se abandonaron
los cuellos de lechuguilla, así como los adornos excesivos en jubón
y calzones, aunque las telas eran suntuosas, con encajes y
almidonados de lino blanco que servían de contrapunto al negro,
así como unos lazos en forma de roseta en ciertas partes de las
prendas. También se colocaban florituras en botas, capas y
sombreros; estos últimos se adornaban con plumas y se llevaban
ladeados. En vestuario femenino, se abandonó también el
verdugado y se llevaban corpiños cubiertos con un plastrón y
vestidos abiertos por delante y recogidos para mostrar la falda
interior. Los cuellos eran de batista, ribeteados de encaje. Llevaban
guantes largos de seda o cabritilla, así como capas con capucha o
Felipe III de España luciendo una cofias de batista. Estuvieron de moda los peinados con moño y
gran lechuguilla, lienzo atribuido a tirabuzones laterales. Durante el conflicto parlamentario propiciado
Andrés López Polanco (c. 1617) por Oliver Cromwell, los puritanos favorecieron un estilo más
severo, de influencia neerlandesa, con sustitución de la seda por la
lana y de los cuellos de encaje por otros más sencillos de lino.125
Durante la Restauración, Carlos II introdujo un cambio radical al descartar el jubón y optar por el chaleco,
una prenda que sería el origen del traje masculino; se abrochaba con botones en la parte central delantera y
se llevaba con un abrigo hasta las rodillas.126

En esta época estuvieron de moda los manguitos de piel para las manos, acolchados y de forma tubular, que
llevaban tanto hombres como mujeres. Solían tener pequeños bolsillos para dinero, pañuelos u otros
objetos. Otro nuevo elemento de moda fueron las máscaras, que servían tanto para mantener el anonimato
como para proteger el rostro de los elementos. Se elaboraban de seda o terciopelo. Las máscaras
propiamente dichas protegían todo el rostro, con aberturas para ojos y boca, mientras que los antifaces
cubrían la parte superior, hasta la nariz, dejando la boca libre. Las damas las usaban sobre todo para ir al
teatro sin ser reconocidas, ya que en aquella época estaba mal visto que las damas de la alta sociedad
acudiesen a representaciones teatrales. Posteriormente empezaron a celebrarse bailes de máscaras, donde
surgió la modalidad de que la máscara se sujetase con un palito sin colocarla directamente sobre el
rostro.127

En este siglo apareció la corbata (cravatte), introducida por mercenarios croatas —de ahí el nombre— al
servicio de Francia en la Guerra de los Treinta Años. Consistía inicialmente en una banda de lino que se
enrollaba al cuello, aunque más adelante se fue adornando con tiras de encaje y muselina que se anudaban
en múltiples variantes.128

En el calzado, en esta centuria se llevaban zapatos de cuero de color negro o marrón, con diversos motivos
ornamentales: hacia 1630 se decoraban con unas grandes escarapelas; hacia 1670, se ataban con grandes
lazos, que sobresalían por los laterales del zapato; y, hacia 1690, se usaban unas lengüetas altas, dobladas
sobre sí mismas. También se usaban botas, generalmente de caña ancha, que proporcionaba forma de cesta
en su parte superior.129
Doña Ana Autorretrato Magdalena La reina María de Retrato de
de Velasco con su de Baviera, Isabel de Médici, Doña Inés
y Girón, de esposa de Peter Borbón (c. reina de de Zúñiga y
Juan Isabel Brant Candid (c. 1620), Francia Velasco (c.
Pantoja de (1610), de 1613), anónimo, (1655), de 1660), de
la Cruz Peter Paul Coleccione Museo del Charles y Juan
(1603), Rubens, s de Prado, Henri Carreño de
colección Pinacoteca Pinturas Madrid Beaubrun, Miranda,
Alicia Antigua de del Estado Museo del Museo
Koplowitz Múnich de Baviera, Prado, Lázaro
Múnich Madrid Galdiano,
Madrid

Retrato de La infanta Los


María doña electores
Teresa de Margarita del
Austria y su de Austria, Palatinado
hijo en traje de Juan bailando
polaco Bautista en traje
(1664), de Martínez español,
Charles del Mazo por Jan
Beaubrun, (c. 1665), Frans van
Museo del Museo del Douven
Prado, Prado, (1695),
Madrid Madrid Palacio
Pitti,
Florencia

Siglo XVIII

Durante esta centuria, París siguió dictando los cánones de la moda, aunque, debido a lo costoso de sus
productos, en otros países de Europa surgieron diversos revivals de modas del pasado, mientras que entre
los hombres aumentó la costumbre de vestir uniforme militar en la corte. En la mujer volvió un tipo de
verdugado llamado miriñaque (panier en francés), con un armazón de cinco aros, sobre el que iban unas
enaguas con volantes y fruncidos. El vestido incluía el corpiño, que en esta época se llevaba con cintura de
avispa, y la falda, abierta por delante. Se llevaban amplios escotes
y mangas cortas con cintas, encajes, volantes y encañonados.
Hacia mediados de siglo, los miriñaques llegaron a su máxima
amplitud, de tal forma que dificultaban los movimientos; surgieron
entonces las considérations, unas almohadillas para las caderas. En
vestidos de gala, se añadía un négligé,nota 1 que caía en pliegues
sobre el miriñaque. La tela preferida era la seda, así como brocados
y damascos, con colores vistosos y dibujos de flores, a los que se
añadían numerosos adornos, como cintas, volantes, galones,
encajes y puntillas de plata, joyas y perlas. Los hombres llevaban
levita larga de seda o terciopelo, almilla sin mangas, pantalón corto
y ceñido, medias blancas y zapatos de hebillas, con profusión de
chorreras y encajes. En este período hubo gran profusión de
complementos: además de los habituales, fueron corrientes los
relojes, las tabaqueras, las bomboneras, los neceseres y los frascos
de perfume.131
Moda femenina de la segunda mitad
En esta época se llevaban
del siglo XVIII , ilustración de
vestidos más cómodos e Costumes of All Nations (1882)
informales, llegando en
ocasiones a inspirarse en
la ropa interior para confeccionar prendas exteriores, como el
vestido volante (robe volante o robe Watteau),nota 2 que se ataba
por delante y mostraba la camisa interior, mientras que por detrás
llevaba una semicapa de hombros a pies de la misma tela que el
vestido, generalmente con pliegues a la caja. También se puso de
moda el redingote (de riding coat, «chaqueta de montar»), un
vestido-abrigo que se llevaba para actividades al aire libre, como
montar a caballo.133

Las dos principales tipologías de la época fueron el vestido a la


francesa (robe à la française) y el vestido a la inglesa (robe à
En la modista (1746), de François l'anglaise). El primero tenía forma plana por delante y por detrás,
Boucher, Colección Wallace, pero era ancho de caderas, gracias a un miriñaque redondeado o a
Londres
un tipo de enaguas rígidas llamadas «jansenistas», que daban
forma de campana a la falda. Incluía un corsé con ballenas y una
pieza para el estómago (pièce d'estomac), que proporcionaban una
forma del tronco como cono invertido. Las mangas eran hasta el codo, estilo pagoda, ensanchadas en los
puños con engageantes, unos volantes de encaje o muselina. El vestido a la inglesa era más informal y
proporcionaba mayor movilidad. La falda se remangaba en la cadera, con cintura en forma de V y espalda
larga y plana, sin miriñaque, con mangas rectas y ceñidas.134

En España, la llegada de los Borbones favoreció la adopción de la moda francesa en la corte, si bien
muchos nobles se resistieron al cambio; a los que adoptaron los usos franceses se les llamaba «petimetres»
o «currutacos». En ropa femenina, el panier francés fue llamado «tontillo», un armazón de hierro y madera
que sucedió al verdugado y al guardainfantes.135 En contraste, las clases populares —y, en ocasiones, las
aristocráticas— se apegaron a los trajes regionales españoles y surgió el fenómeno del majismo, que retrató
magistralmente el pintor Francisco de Goya. Fue un intento de crear una moda nacional alejada de los
dictámenes de la moda francesa. En el hombre («castizo» o Manolo) consistía en chaqueta, chaleco corto,
calzón, capa y tricornio o montera, mientras que en la mujer (la «maja») se llevaba un jubón de raso y una
basquiña con enaguas, adornada con azabaches y red de madroños, complementada con toquilla, chal o
mantón, y peineta para el cabello.136 El apego del pueblo a sus prendas tradicionales provocó en 1766 el
motín de Esquilache, ante el intento de
Carlos III de recortar las capas y reducir el
tamaño de los sombreros castizos.137

En Inglaterra, en la segunda mitad del siglo


comenzó a evolucionar la moda masculina,
en la que empezaron a adquirir supremacía
los sastres ingleses, quienes daban más
importancia al corte de la prenda,
trabajando el paño de lana para moldear la
figura, que a los ornamentos o las telas
ostentosas. Aquí, la alta sociedad tenía
predilección por la vida campestre, por lo
que buscaban una indumentaria que fuese
cómoda para el campo a la vez que Robe à la française Robe a l'anglaise
elegante. Por ello, se confeccionaban
prendas con lana y estambre, con un
prototipo de «traje de campo» formado por abrigo, chaleco, calzas de montar, botas y sombrero de copa alta
y ala estrecha. Llevaban pantaloons, un cruce entre las calzas y los pantalones, que era más cómodo para
montar a caballo. Así, los hombres empezaron a llevar trajes que resaltaban la figura, con una silueta de
hombros anchos, torso delgado y piernas largas, inspirada en la estatuaria griega.138

En Escocia surgió un movimiento de revitalización de la indumentaria


tradicional escocesa, favorecido por la literatura romántica y por la
oposición a las leyes británicas que intentaron prohibir esta indumentaria
por el apoyo de la población a los Estuardo frente a la nueva dinastía de
Hannover. Según la tradición, los antiguos escoceses llevaban una falda
llamada kilt, elaborada con tartán, un paño de lana de cuadros de colores,
cuyos dibujos hacían referencia a los distintos clanes escoceses. Esta
falda se complementaba con el plaid, un manto igualmente de tartán que
se abrochaba sobre un hombro. El conjunto solía complementarse con
una escarcela y una gorra balmoral. Desde entonces, el uso se extendió
entre la sociedad, especialmente para ceremonias civiles y festividades, e
incluso se incorporó como uniforme a los militares escoceses.139

En el rococó, desarrollado en la parte central del siglo, la moda se volvió


más exuberante, encaminada sobre todo a resaltar la elegancia. Los
principales modelos fueron el vestido a la francesa para la corte y el
Jefe de clan escocés, de vestido sack-back y el Mantua para el ámbito doméstico e informal,nota 3
Eugène Devéria mientras que en vestuario masculino continuó el uso de casaca, chaleco
entallado y calzas. Sin embargo, en esta etapa adquirieron preeminencia
los adornos y accesorios, especialmente encajes y bordados, así como
abanicos, flores, plumas y perlas. Las prendas se decoraban con profusión de lazos y volantes, con adornos
sobre todo en los bordes de los vestidos (à la platitude) y alrededor de las caderas (en pouf). Se llevaban las
sedas y las telas de chintz bordadas y estampadas, con predominio del diseño cartouche, una concha en la
que se insertaba otro dibujo, natural o arquitectónico. Los zapatos de mujer se decoraban también con
ribetes, con hebillas de plata cubiertas en ocasiones de joyas; se llevaba un tipo de tacón curvo llamado
Luis XV. Los zapatos de hombre también tenían algo de tacón y estaban profusamente decorados. Por otro
lado, durante el reinado de Luis XV estuvieron de moda los colores pastel, así como un cierto gusto por la
asimetría. Estuvieron de moda los motivos orientales, que propiciaron la moda de la chinoiserie. En la fase
final de esta etapa surgió el vestido a la polonesa (robe à la polonaise), un vestido tipo Mantua abierto por
delante, sobre una falda ancha sin miriñaque, con pliegues en la parte posterior de la cintura; la falda
exterior se remangaba en tres secciones sujetas a las caderas con
botones y cordones de seda. Para el frío se usaban chaquetas
Brunswick, de tres cuartos con capucha. Hacia 1780 se puso de
moda entre las mujeres unos sombreros planos de paja de aire
pastoril, adornados con lazos, flores y plumas. En el peinado, la
reina María Antonieta puso de moda el peinado à la reine, cardado
hacia atrás y con tirabuzones, adornado con lazos y plumas de
avestruz.141

Hacia 1770, la moda rococó fue perdiendo empuje: el miriñaque se


volvió más corto y se puso de moda la lévite, un négligé largo y
holgado, que servía tanto para el hogar como para la calle y para
viaje. Se llevaba un jubón con media manga y una falda fruncida,
en colores diferentes. Para tapar el escote se usaba el fichu, un
pañuelo de seda o batista cuyos extremos se ataban a la espalda.
Los peinados adquirieron altura y se usaban cofias o sombreros
anchos. En la década de 1780 fue la moda inglesa la que empezó a Madame de Pompadour (1756), de
triunfar en el continente, una moda cómoda y sencilla de origen François Boucher, Pinacoteca
rural: los hombres llevaban un frac cortado en ángulo recto y Antigua de Múnich
abrochado, con un chaleco corto y pantalones que se introducían
en unas altas botas. Como telas se usaban paños o gamuza, de
color pardo o azul para el frac y gris o amarillo para el pantalón. La cabeza se cubría con un sombrero
redondo de fieltro, ya sin peluca. Las mujeres llevaban vestidos más sencillos, sin corsé ni miriñaque, con
faldas fruncidas y enaguas interiores, y una blusa llamada caraco, con mangas, solapas y un escote ancho,
generalmente tapado por el fichu. Las telas eran de indiana o algodón. Llevaban grandes sombreros con
cintas o plumas.142

En el abandono de la artificiosidad del rococó en aras de un mayor


naturalismo, en que se valoraba la comodidad y la sencillez antes
que la estética, influyó la filosofía de Jean-Jacques Rousseau, así
como los nuevos valores democráticos que se desarrollaron con la
independencia de los Estados Unidos. Aliada de los rebeldes, en
Francia se vivió una oleada de simpatía por la causa
estadounidense, que influyó en la moda, como en el uso de
vestidos de algodón en tono «gris americano» o en el peinado
llamado à la philadelphie.143

Entre 1770 y 1780 surgió en moda masculina un tipo de personaje


exageradamente procupado por la elegancia, un prototipo de lo
que sería el dandi que vino en llamarse macaroni. Se dio sobre
todo en Inglaterra, asociado a la costumbre del grand tour, el viaje
que todo caballero de alta sociedad realizaba por Europa para
completar su formación. Llevaban trajes ostentosos, con exceso de
detalles, ornamentos y accesorios, así como pelucas
Welladay! Is this my son Tom!, extravagantes.144
grabado satírico que representa a un
macaroni (1774) En esta centuria, las mujeres usaban todo tipo de tocados y
sombreros, como turbantes, gorros, bonetes, sombreros de paja,
tocas, redes y capuchas.145 Entre los hombres estuvieron de moda
los bicornios y tricornios.146 En el peinado, estuvieron de moda las pelucas largas y rizadas, generalmente
empolvadas de blanco con harina de arroz. En las primeras décadas del siglo se llevó la peluca in-folio,
compuesta de una masa de rizos que caía hasta los hombros o, en ocasiones, más largas. Más adelante
surgió una versión simplificada, la «peluca de campaña», más cómoda de
llevar, formada por tres mechones, dos laterales y uno posterior, que se
ataban con un lazo. Otra más simple aún fue la «peluca Ramillies», con
el pelo echado hacia atrás y atado en una coleta con un lazo. Las pelucas
eran de cabello humano o de cabra, de crin de caballo o de fibras
vegetales.147 Por otro lado, en ocasiones las cintas de las pelucas se
ataban en torno al cuello en forma de lazo, lo que dio origen a la corbata
de lazo o pajarita.148

En esta época alcanzó fama una de las primeras modistas de renombre,


Rose Bertin, que contaba entre su selecta clientela con la reina María
Antonieta, quien la consideraba su «ministra de la moda». Adaptaba sus
creaciones a los gustos y necesidades de sus clientes, siempre atenta a los
María Antonieta vistiendo la
vaivenes del gusto de la época, y dio importancia a los accesorios, que
polémica robe chemise
cada vez tenían más demanda, como pañuelos, mantones, plumas, flores diseñada por Rose Bertin,
artificiales y otros. Bertin diseñó el vestido camisa (robe chemise) con el retrato de Marie-Louise-
que posó la reina para un cuadro de Marie-Louise-Élisabeth Vigée- Élisabeth Vigée-Lebrun (1783)
Lebrun (1783), una batista de muselina casi transparente que, pese al
escándalo inicial, fue enseguida imitado por todas las damas de la
corte.149

También aparecieron las primeras publicaciones sobre moda, encargadas de difundir las últimas novedades
por toda Europa, como la francesa Le Journal des Dames et de la Mode, editada por Pierre la Mésange
desde 1797, y la inglesa The Gallery of Fashion, surgida en 1794 por iniciativa de Nicolaus von
Heideloff.150 Se inició así también la moda en los colores, en los tonos preferidos en cada momento, con
preferencia por los colores rebuscados y de fantasía, como por ejemplo, a principios del siglo XVIII, «llama
del Vesubio», «humo de Londres», «español enfermo», «ratón huidizo», etc.151

En este siglo se produjeron numerosos adelantos en el terreno industrial: en 1733, John Kay patentó la
lanzadera volante; en 1764, James Hargreaves inventó la hiladora Jenny, que patentó en 1770; en 1769,
Richard Arkwright patentó su hiladora hidráulica, que mecanizó el hilado del algodón. Estos avances en
industria textil propiciaron la llamada Revolución Industrial en el siglo XIX.152
Carlos de Dama Anastasia Felipe de La familia del duque de
Borbón, francesa Trubetskaya, Borbón y Penthièvre, de Jean-
duque de vestida a la de Aleksandr Farnesio, Baptiste Charpentier el
Parma, de turca, de Roslin de Laurent Viejo (1768), Palacio
Giovanni Jean- (1757), Pécheux de Versalles
Maria delle Étienne National (1765),
Piane Liotard Gallery of Galería
(1732), (1750), Victoria, Nacional
Palacio Museo de Melbourne de Parma
Real de La arte Nelson-
Granja de Atkins,
San Kansas City
Ildefonso (Misuri)

La pequeña Ilustración Tocado El Sr. y la


reina, de Lié de una denomina Sra.
Louis Périn joven do William
(1770), dama en Coiffure à Hallett (El
Museo de la revista l'indépend paseo
Bellas Artes Galerie ance ou matutino),
de Reims des Le de Thomas
Modes triomphe Gainsborou
(1778) de la gh (1785),
liberté National
(1778) Gallery de
Londres

Edad Contemporánea
Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX se sentaron las bases de la sociedad contemporánea,
marcada en el terreno político por el fin del absolutismo y la instauración de gobiernos democráticos —
impulso iniciado con la Revolución francesa— y, en lo económico, por la Revolución Industrial y el
afianzamiento del capitalismo, que tendría respuesta en el marxismo y la lucha de clases.153
Siglo XIX

En el siglo XIX, el auge de la


burguesía propició la llegada de
nuevos roles en la moda, con
una mayor acentuación de las
diferencias entre sexos: la
vestimenta masculina se volvió
más austera, con trajes
entallados, sin adornos, con
preferencia por tonos oscuros;
para la mujer, excepto en el
período neoclásico, se impuso el
uso del corsé y de pesadas faldas
con enaguas o crinolina, lo que
dificultaba sus movimientos, un
Retrato de Juliette Récamier símbolo de su escasa libertad a
sentada (1802), por François nivel social.154 Indumentaria del siglo XIX, ilustración
Gérard, Museo Carnavalet,
de Costumes of All Nations (1882)
París En este siglo se afianzó la figura
del modista como creador de
tendencias, así como la modelo para el pase de ropas. En la segunda
mitad del siglo apareció el concepto de alta costura (haute couture), iniciado por Charles Frederick Worth.
Por otro lado, la práctica del deporte llevó a la confección de prendas diseñadas específicamente para estas
actividades: traje de baño, chándal y otros.155

En la era de la Revolución Industrial, la industria textil avanzó a pasos agigantados: la tecnología del vapor
permitió la creación del telar mecánico para tejidos simples, que propició la confección de telas como el
tafetán.156 En 1846, Elias Howe patentó la primera máquina de coser de cadeneta, mejorada en 1851 por
Isaac Merritt Singer. En 1856, William Perkin introdujo los tintes de anilina, que ofrecieron una mayor
variedad de colores. Por otro lado, en la década de los 1850, William y Ellen Curtis Demorest establecieron
la técnica de los patrones de papel para la confección,157 que empezaron a ser comercializados en 1863
por Ebenezer Butterick. Revistas como la estadounidense Godey's Lady's Book vendían patrones y láminas
de moda para ser confeccionadas en casa.156 Los métodos mecanizados y la producción en serie
permitieron la adquisición de prendas de moda a un mayor porcentaje de población, lo que fomentó el
consumo y propició la costumbre de salir de compras como una actividad de ocio.156 Por otro lado, el
auge de la industria textil comportó un aumento de los productos y por tanto una democratización de los
precios, lo que impulsó la venta al por menor y la ampliación del mercado de consumo.158

En esta centuria, los accesorios fueron evolucionando de simples artículos utilitarios a objetos de diseño que
complementaban el vestido. Uno de los principales fue el bolso: si durante la Edad Moderna se llevaban
unos zurrones para llevar algunas pocas pertenencias, sin diferenciación por sexos, en el siglo XIX
aparecieron unos bolsos de pequeñas dimensiones en forma de redecilla, cerrados con una cinta. A
mediados de siglo aparecieron los primeros bolsos similares a los actuales, ideados inicialmente dentro de
un conjunto de maletas de viaje. El principal artífice de la expansión y prestigio de estos productos fue
Louis Vuitton, que inauguró su primera tienda en París en 1854. Otra prestigiosa marca fue la creada por
Thierry Hermès, un fabricante de guarniciones para caballo y sillas de montar que se pasó a la confección
de bolsos y accesorios de cuero. Su principal creación fue un bolso con forma de trapecio —conocido hoy
día como bolso Kelly—, lanzado en 1892.159
También en esta época se fueron incrementando las publicaciones dedicadas a la moda, como la revista
Harper's Bazaar, aparecida en 1867; Vogue, iniciada en 1883; o Vanity Fair, lanzada en 1913.160 En
1834 aparecieron en París los primeros almacenes dedicados a la confección: La Belle Jardinière.155 En
1849, Charles Henry Harrod abrió en Londres los almacenes Harrods, el primer gran establecimiento
comercial dedicado a la moda. En 1852 abrió en París los almacenes Le Bon Marché y, ese mismo año,
Lord & Taylor en Nueva York.157

Neoclasicismo

La Revolución francesa supuso un cambio radical en la moda, al igual


que en todos los aspectos de la sociedad. La indumentaria se volvió más
austera, con influencia de la sobria moda inglesa, mientras que en
vestimenta femenina surgió la «moda griega», una serie de vestidos
inspirados en la Antigua Grecia, aunque reinterpretados de forma
moderna. Durante el Directorio surgió una nueva moda femenina, con
falda y corpiño de una sola pieza, en un vestido de alta cintura sin
mangas y con un gran escote (decolleté), con un viso o una prenda de
punto del color de la piel. Se usaban telas finas, como muselina, batista o
percal, mientras que en el calzado estuvieron de moda las sandalias, por
lo que fue una moda poco práctica que llegó a provocar casos de
tuberculosis. El cabello también se llevaba corto, à la Titus.142 En moda
masculina se pusieron de moda los pantalones largos (sans-culottes), así Retrato de madame de
como un tipo de casaca llamada carmagnole. Entre los revolucionarios se Verninac, de Jacques-Louis
pusieron de moda el gorro frigio, la escarapela tricolor y los zuecos.136 David (1799), Museo del
Louvre, París
La revolución favoreció un
curioso fenómeno entre los
detractores del proceso modernizador en Francia, nostálgicos de un
pasado perdido que rememoraban con añoranza. Surgieron así
unos tipos denominados incroyables y merveilleuses (para hombre
y mujer, respectivamente), caracterizados por una forma de vestir
ampulosa y extravagante. Su referente era el vizconde de Barras,
miembro del Directorio y destacado por su afectación en el vestir.
Su vestuario se inspiraba en la indumentaria aristocrática
prerrevolucionaria, incluidas las pelucas empolvadas, así como
L'embarras des queues, grabado de diversos objetos de afectación, como los impertinentes, unas gafas
Le Bon Genre, n.º 2 (1801). En la con mango. Algunos llevaban el pelo corto por detrás (à la
imagen, ejemplos de incroyables y
victime), en imitación de los guillotinados durante el Terror
merveilleuses
revolucionario. Las mujeres en cambio adoptaron el vestido camisa
de moda, aunque con colas más largas.161

Durante el Imperio napoleónico, la moda siguió la misma inspiración, pero con telas más recias contra el
frío y un mayor lujo y suntuosidad. Las faldas eran más cortas, con los pies a la vista, y llevaban una
chaquetilla en torno a la cintura. Los hombres usaban frac, un chaleco (gilet) con una bufanda anudada al
cuello y pantalón largo; en 1805 se introdujo una casaca corta sin faldones. El nuevo sombrero de moda
entre los hombres era el de copa, que estuvo de moda casi todo el siglo XIX.142

En paralelo al movimiento cultural del Neoclasicismo, la indumentaria se inspiró en modelos clásicos


grecorromanos. En moda femenina se llevó el vestido camisa (o vestido Imperio), unos vestidos rectos de
muselina o algodón blancos que ya habían sido popularizados por la reina María Antonieta en Versalles. Se
llevaban con la cintura alta y con el cuello redondo o cruzado, así como lazos o bordados de punto griego
bajo el busto. Los vestidos de día tenían las mangas largas, mientras que los
de noche las tenían cortas y se complementaban con guantes largos, también
blancos. Para abrigarse se usaban mantones de cachemira o boleros con
cierres de pasamanería.nota 4 También fue popular la chaqueta Spencer,
inicialmente masculina pero adoptada luego por las mujeres.163 nota 5

En el calzado, se llevaban sandalias tipo gladiador o souliers, unos zapatos


salón de punta redonda y tacón bajo. Como estos vestidos no permitían
bolsillos, empezaron a llevarse un tipo de bolsos pequeños con cordones,
llamados ridículos, balantines o indispensables, unos precursores del bolso
moderno. Los peinados eran de inspiración griega, con un moño alto y
pequeños rizos sobre la frente, complementados con tiaras de piedras
preciosas.166
Ejemplo de chaqueta
Las campañas napoleónicas difundieron la moda francesa por toda Europa, Spencer y vestido camisa,
con diversas peculiaridades, como la moda egipcia, que se difundió tras la Francia (c. 1815)
campaña en Egipto de Napoleón. De igual manera, la Guerra de
Independencia española difundió la moda castiza en el resto del continente,
como el uso de la capa española, la mantilla, la peineta y el abanico.167

El modista más relevante de la era napoleónica fue Louis Hippolyte Leroy, que fue el principal proveedor
de la emperatriz Josefina. Popularizó el color rosa, incorporó al vestido Imperio un escote balcón e inventó
las mangas abombadas.150

Romanticismo

Tras la derrota de Napoleón y la restauración de la monarquía en Francia,


Europa vivió un nuevo período en el que predominó el conservadurismo,
lo que se reflejó en la moda, que puso sus ojos en la indumentaria de
períodos históricos como el gótico, el Renacimiento, el rococó y la
Restauración inglesa.168 Se acentuó la diferencia entre sexos, con una
ropa masculina de inspiración militar y una indumentaria femenina que
evocaba su fragilidad. La moda masculina fue en la primera mitad de
siglo bastante uniforme: frac, chaqueta, pantalones bombachos, botines y
sombrero de copa, además de bastón y guantes. Las prendas eran
generalmente de tonos vivos, lo cual cambió en la segunda mitad con
tonos más oscuros.169

En el ámbito femenino, hacia 1820 las faldas se hicieron más largas y


amplias, con telas vistosas y costuras invisibles. El vestido ceñía el busto Retrato de la archiduquesa
y el talle, y el cuello y las mangas eran abombados. 169 Las faldas tenían Sofía de Baviera (1830), por
forma de campana, con un ligero acortamiento a la altura del tobillo, lo Joseph Karl Stieler
que permitía ver las medias, decoradas con vistosos motivos
ornamentales, así como los zapatos, de seda bordada y adornados con
lazos o rosetas. Los vestidos eran también muy adornados, así como los sombreros, que llevaban lazos,
plumas y flores.168 Surgió la línea A, con una hechura de forma acampanada, de cintura estrecha y vientre
ancho. Para dar forma de campana, se llevaban varias enaguas bajo la falda y se acolchaban con un
pequeño polisón en su parte posterior. Para el talle de cintura se usaba de nuevo el corsé, con ballenas de
madera o marfil en la parte delantera y encaje en la trasera. Hacia 1840 se fue estrechando aún más la
cintura con refuerzo de ballenas. Los corpiños se cosían a la falda creando un vestido de una pieza, que se
abrochaba por detrás. Los materiales más usados eran la seda, la organza y el tartán. Los escotes eran en
pico o en barco,nota 6 con hombros al aire y mangas cortas para la
noche y largas para el día. Las mangas eran voluminosas, tipo
gigot d'agneau («pierna de cordero», también llamada «manga
jamón»), a veces acuchilladas. Los hombros se tapaban en
ocasiones con encajes o cuellos de lino, llamados esclavinas o
cuellos capa. También se cubrían con mantones de encaje o
cachemira, o sobretodos como mantos, mantelets, paletones o
capas Tudor. Como accesorios se usaban manguitos, guantes,
cinturones con hebillas, bolsos «ridículos», abanicos, parasoles y
sombreros poke, de ala alta y atados a la barbilla. En el cabello
estuvo de moda el peinado à la chinoise, con moños altos con
rizos por los lados.171 También llevaban gran profusión de joyas,
como broches, brazaletes, guardapelos, camafeos y cadenas de oro
con pequeños frascos de perfume.172 Por influencia de la
Las nuevas modas para mayo de literatura romántica, estaba de moda el aspecto melancólico, lo que
1829, vestidos de mañana y noche, se tradujo en una tez pálida y un cierto aspecto enfermizo y
ilustración de World of Fashion delicado en la mujer, y misterioso y taciturno en el hombre.168
(1829)
En esta época surgió el
fenómeno del dandismo, en el
que el culto a la belleza se llevaba al propio cuerpo: los dandis vestían
ropa elegante, se preocupaban de forma excesiva de su imagen personal,
les interesaba la moda y procuraban estar a la última en las novedades del
vestir; les gustaban los complementos, tales como sombreros, guantes y
bastones. Por lo general, eran personajes urbanos, de origen burgués —
aunque en ocasiones renunciasen a esta distinción—, a menudo con
profesiones liberales y aficionados a las novedades tecnológicas. En
cuanto a carácter, solían ser altaneros y polémicos, y gustaban de ser
admirados y hasta ser considerados como celebridades.173

El prototipo del dandi fue George


Brummell, más conocido como Beau
(«bello») Brummell, que influyó con
su forma de vestir en la moda Beau Brummell
masculina de principios del siglo XIX.
Era amigo del príncipe de Gales —
futuro Jorge IV—, quien le nombró «Ministro Presidente del Buen
Gusto». Entre cosas, propició el abandono del calzón hasta la rodilla por
el pantalón largo, así como el uso del frac y la corbata. Vestía siempre de
forma impecable, con trajes de un corte excelente y corbatas
diligentemente anudadas.174 Brummell fue el primero en almidonar el
pañuelo del cuello, de los que usaba dos versiones: una corbata doblada
que daba la vuelta al cuello y se anudaba por delante o una tela
almidonada llamada stock que se abrochaba por detrás. También
popularizó los cuellos de camisa altos, con unos extremos llamados
Traje de maja (1858), Museo winkers que podían llegar hasta los ojos. También fue pionero en el
del Traje (Madrid) cuidado extremo de la higiene personal, al bañarse, afeitarse y lavarse los
dientes todos los días. Otro factor que puso de moda fue el peinado à la
Brutus, rizado y adelantado en mechones sobre la frente.175
En esta época estuvo de boga en Europa la moda inspirada en España, en los trajes castizos, de majas y
toreros, especialmente las capas españolas para hombres y las mantillas, peinetas y abanicos para mujeres.
Lo español resultaba pintoresco, como se aprecia en la literatura de Byron, Gautier o Victor Hugo, y se
llegó incluso a resucitar vestigios de la moda española del siglo XVI como la lechuguilla, si bien una variante
más modesta. También fue por influjo español que las faldas se cubriesen de encajes y volantes, sobre todo
en la tercera década del siglo. Esta tendencia se dio también en el peinado, con unos peinados «a la
española» inspirados en las majas.176

En Latinoamérica, los procesos independentistas fomentaron la formación de nuevas identidades culturales,


que incluían la vestimenta como signo de identidad nacional. En Argentina, los gauchos desarrollaron un
tipo de vestimenta práctico pensado para montar a caballo, compuesto por unos pantalones holgados
(bombachas) y una manta (chiripá) que se colocaba entre las piernas, atada a la cintura. En 1837 se fundó
en Buenos Aires la revista La Moda, inspirada en la francesa La Mode. Una prenda típica de toda
Sudamérica —de origen andino— es el poncho, un tipo de abrigo formado por una tela rectangular con un
agujero en el centro para la cabeza. En Perú surgió el tipo femenino de la tapada limeña, que llevaban una
saya, un tipo de falda de seda grande y larga, y un manto que les cubría la cabeza dejando tan solo un ojo a
la vista. En México, se puso de moda entre las mujeres el vestido de china poblana, inspirado en el sari
indio, compuesto por una camisa blanca, una falda llamada castor, trabajada con lentejuelas y camarones
que formaban dibujos geométricos y florales, unos porabajos blancos, una banda para la cintura y un
rebozo, una prenda parecida al chal. En este país surgió el tipo del charro, como se denominaba a los jinetes
de los estados del centro-oeste, vestidos con un traje generalmente negro decorado con bordados y costuras
en hilos de oro y plata, o bien unas aplicaciones de ante denominadas grecas, compuesto por una chaqueta
tipo bolero, un moño de tela al cuello, pantalón decorado con botones de alpaca, oro o plata, botas y
sombrero de charro, de copa alta y ala ancha; también puede llevar un mantón (sarape) al hombro.177

Gaucho Charro Poblanas Tapada


limeña

Época victoriana y alta costura

Desde mediados de siglo se apreció un cambio en las tendencias artísticas. La aparición del estilo neogótico
en las artes influyó en un retorno a formas medievales en el vestido: hombros caídos, mangas largas y
ceñidas —tipo pagoda—, uso de telas pesadas. El cuerpo del vestido acababa en punta, unido a la falda por
un fruncido, con pliegues alternos. La amplitud de la falda se conseguía con enaguas armadas con crin,
hasta que en 1856 surgió la crinolina, una nueva versión del miriñaque, formada por aros de acero forrados
de tela, sujetos a la cintura con cintas. La falda era acampanada, decorada con volantes, guirnaldas, plisados
y festones; entre los adornos más populares se encontraba el motivo de clave griega. A medida que la
crinolina aumentaba —llegó a su máxima amplitud hacia 1859—, se añadían a la falda godetsnota 7 para
ganar anchura en la parte inferior y que quedase ajustada a la cintura, lo que dio lugar a la llamada «línea
princesa».157 El uso de crinolina no permitía llevar abrigos, por lo que se complementaban con chales o
capas.179 Durante el Segundo Imperio, Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, introdujo la moda de
la superposición de faldas, sostenidas por aros de hierro, con volantes y pliegues en cuello y mangas.169
Hacia 1870, las faldas se
llevaron aplanadas por
delante y abultadas por
detrás, para lo que se
sustituyó el miriñaque por el
polisón, que se sujetaba con
un cojín encima de la
enagua. Estas faldas
creaban amplios pliegues y
drapeados, que junto a la
decoración de borlas y
flecos recordaban a las
cortinas domésticas, por lo La emperatriz Eugenia con sus damas de honor,
de Franz Xaver Winterhalter (1855), Musée du
que fue denominada «moda
Second Empire, Compiègne
tapicera».179 La cintura se
estrechó aún más, con un
corpiño en forma de V.180
En los años 1880, el polisón se ensanchó, para lo que se utilizaba un armazón de
alambre flexible; a mediados de esa década volvió a la versión anterior, con el
uso del cojín. En la última década el polisón desapareció y se llevaron faldas de
línea fina elaboradas en seda o crepé de China. Las blusas y las enaguas eran de
encaje, elaboradas con profusión de adornos.179

En la época victoriana era frecuente entre las mujeres


cambiarse de vestido varias veces al día: por la mañana
llevaban un vestido informal llamado peignoir, mientras
que en el ámbito doméstico otro apodado pelisse robe;
por la tarde, un redingote para salir a pasear o un vestido
acampanado para recepciones; por la noche, vestidos
más vistosos y escotados. Los escotes solían ser con
forma de corazón y, en ocasiones, se usaba un cuello
capa, un volante de encaje que cubría hombros y pecho.
Los vestidos de día solían ser de lana, tarlatana u
organdí, mientras que los nocturnos eran de seda,
terciopelo, tafetán o moiré. También estuvieron de moda
el tartán y el plaid, gracias al amor por Escocia que
profesaba la reina Victoria. Sobre los vestidos se
Secuencia de llevaban mantos o mantones y se usaba un tipo de
colocación de una sombrero llamado coal-scuttle, en forma de cubo. Los Amelia Bloomer
crinolina (c. 1860) peinados solían ser con raya en medio y moño con con su propuesta
trenzas o tirabuzones laterales.181 de «vestido
racional»
Durante esta época surgió la costumbre de que las novias vistiesen de blanco, que
se convirtió en un rito social. Si bien desde la Edad Media existía esta opción, no
estaba del todo estipulada, ya que existían otras opciones. Sin embargo, la elección de la reina Victoria del
color blanco para su vestido de novia sentó tradición y, desde entonces, fue el color mayoritariamente
elegido para los esponsales.182

La aparatosidad de las prendas femeninas de la época fue criticada por algunas activistas pioneras del
feminismo, como Amelia Bloomer, que intentó racionalizar el traje femenino de mediados del siglo XIX con
un conjunto de corpiño, falda hasta la rodilla y pantalones hasta los tobillos.183 Aunque popularizado por
Bloomer, el diseño del traje fue obra de Elizabeth Smith Miller. Sin embargo, su propuesta no fue bien
recibida y fue objeto de burla y alboroto, aunque entrado el siglo XX su diseño de falda-pantalón fue
adoptado para montar en bicicleta.184

A finales de siglo la moda cambió nuevamente: se llevaban vestidos de sisa alta y mangas ceñidas que
alargaban el torso; las mangas tenían la copa fruncida para formar picos altos, que hacia 1894 se acolcharon
enormemente. Por otro lado, surgió el «traje sastre», formado por dos piezas, pensado inicialmente para la
práctica deportiva, por lo que en principio se realizaba en tweed impermeable, aunque posteriormente se
empezó a elaborar en otros materiales. Estos trajes permitían mayor movilidad de movimientos y fueron
adoptados por el creciente movimiento sufragista como reivindicación de una mayor libertad para la
mujer.185

En moda masculina, en la segunda mitad de siglo el frac pasó a


usarse por la tarde-noche, mientras que de día se usaba el
redingote. Apareció la «americana», usada sobre todo inicialmente
por la juventud.186 También surgieron nuevos tipos de abrigos,
como el chesterfield, un abrigo hasta las rodillas, rematado con un
galón y puños y cuello de seda. Otra variedad de abrigo era el
gladstone, un abrigo corto cruzado con capa sobre los hombros.
Existían también varios tipos de capas, como el inverness, el ulster
y el albert.187 En el Reino Unido aparecieron los blazers, un tipo
de chaqueta de origen marino. Entre los sombreros, predominaban
los de tipo hongo, la chistera y el canotier.188 nota 8 Indumentaria masculina del siglo XIX:
de izquierda a derecha, levita, frac y
En esta época, la sastrería inglesa alcanzó el predominio en la
chaqué. Ilustración de la revista The
moda masculina. La mayoría de sastres de renombre se encontraba
Tailor and Cutter: A Trade Journal
en torno a la calle Savile Row, en el centro de Londres. Uno de los and Index of Fashion
sastres más famosos fue Henry Poole, que fue nombrado en 1858
sastre de Napoleón III. Gracias a los nuevos paños industriales y la
aplicación de vapor con la plancha podían aplicar a sus prendas unas formas plenamente adaptadas a la
fisonomía del cliente, medidas escrupulosamente con cinta métrica. La nueva prenda masculina fue la
levita, adaptada de los uniformes de época napoleónica. Podía ser recta o cruzada, generalmente con un
largo hasta las rodillas. Se llevaba con camisa y chaleco, y con pantalones de la misma tela u otra diferente
para contrastar. Desde 1840, se usaba una bragueta con un botón en el centro, a diferencia de los anteriores
pantaloons con abertura solapada.191 Paradójicamente, la influencia inglesa en la moda masculina,
dominada por la sobriedad y la discreción, en la que se impuso una línea que devendría en clasicismo,
comportó que desde el siglo XIX el protagonismo de la moda en cuanto a novedades y evolución continuada
—así como cierta veleidad siempre pareja al concepto de moda— pasase a la moda femenina, de tal forma
que se llegase a considerar la moda «el arte de lo femenino».174

Desde 1850 se afianzó el «traje de calle» de tres piezas, popularizado por el príncipe de Gales, Eduardo —
futuro Eduardo VII—. Hasta entonces, era corriente cambiarse cuatro veces al día: un traje de mañana, otro
para cazar y montar a caballo, otro para la tarde y otro de etiqueta para la noche. Eduardo recomendó a sus
amistades usar un solo traje de día —el tweed de caza— y el de etiqueta para la noche. Con el traje de calle
empezó a llevarse la corbata moderna, en lugar de la anterior de múltiples lazos. Eduardo también
popularizó la chaqueta Norfolk —una chaqueta recta de caza, con dos pliegues de tabla verticales delante y
uno detrás— y el sombrero Homburg —con una corona en canalón y ala estrecha y ondulada—, así como
las rayas del pantalón a los lados en lugar de en el centro. En 1860, Eduardo pidió al sastre Poole un nuevo
tipo de traje de etiqueta para reuniones informales, con una chaqueta más corta que otorgase mayor
movilidad; nació así el esmoquin, llamado tuxedo en Estados Unidos.192 Era inicialmente un tipo de
chaqueta para veladas en que se fumaba tabaco (de ahí el nombre inglés de smoking jacket), que
posteriormente quedó como un conjunto de chaqueta, camisa, pantalones, pajarita, chaleco y fajín, usado
como traje de noche o para eventos especiales.193 Debido al creciente interés
por la moda masculina, en 1866 empezó a publicarse la revista The Tailor and
Cutter: A Trade Journal and Index of Fashion.194

A mediados de siglo, en relación al movimiento


artístico del prerrafaelismo, surgió una nueva
corriente que propugnaba una línea de vestidos
más sencilla para la mujer, sin las ataduras de los
corsés y las crinolinas. Esta nueva indumentaria,
denominada «artística», se inspiró
preferentemente en la Edad Media y se concretó
en unos vestidos largos y sueltos, con fruncidos
Retrato del conde Robert naturales, con un corpiño entallado pero sin
de Montesquiou, de corsé y cintura alta, en paralelo a unos peinados
Giovanni Boldini (1897), de melenas largas y sueltas. Esta indumentaria se
Museo de Orsay, París
llevó en círculos cerrados en ambientes literarios
y artísticos, sobre todo entre 1860 y 1870. Retrato de Oscar Wilde
Luego pasó de moda, hasta que hacia 1880 fue en «ropa de esteta»
reinterpretada por el movimiento Arts & Crafts en una nueva línea apodada
«estética», que corrió paralela al movimiento cultural conocido como
esteticismo, vinculado a su vez al simbolismo artístico. Su principal teórico fue William Morris, quien
defendía un método de confección artesanal frente a la nueva industria textil y propugnaba el uso de telas
tejidas con telares manuales. También defendía la sencillez decorativa, reducida a bordados manuales de
motivos populares, entre los que estuvieron de moda los girasoles, las azucenas y las plumas de pavo real.
Los colores en boga eran los neutros, como crema, oro, mostaza, verde salvia y tonos apagados de rojo y
azul; estuvo especialmente de moda la combinación verde-amarillo, conocida como greenery yallery. Este
movimiento denotó igualmente la influencia oriental, lo que se tradujo en el uso de kimonos o vestidos
derivados de esta prenda japonesa. El escritor Oscar Wilde realizó una serie de conferencias en 1882
vestido con un traje de esteta, compuesto por un esmoquin morado forrado con satén de color lavanda,
calzones de satén y medias negras, así como pañuelos largos en lugar de corbatas y sombreros wide-awake
de ala ancha.195

En la segunda mitad del siglo nació la alta costura, cuyo concepto se atribuye
al diseñador inglés Charles Frederick Worth. Instalado en París en 1845,
trabajó en varias tiendas de ropa y telas, hasta que en 1858 abrió su propia
empresa en la calle de la Paix. Hábil propagandista, consiguió relacionar la
moda con la idea de arte y al modista con el rol de artista, al tiempo que su
habilidad para los negocios le llevó a ampliar su taller hasta alcanzar los 1200
empleados en 1871. Por otro lado, en 1860 fue nombrado modista de la
emperatriz Eugenia de Montijo. Pronto se convirtió en el modista de la clase
alta europea e incluso trasladó su talento a los Estados Unidos, donde vistió
igualmente a las mujeres adineradas, como Consuelo Vanderbilt y Caroline
Astor. Inició su andadura con los vestidos de crinolina y, hacia 1870,
La princesa Paulina de introdujo la «línea princesa», llamada así por una de sus clientas, la princesa
Metternich, en cuyo Metternich. Fue pionero también en el uso de faldas y corpiños
honor se bautizó el intercambiables. Worth fue de los primeros en firmar sus prendas con
vestido «línea princesa», etiquetas con su nombre y convirtió su tienda en una pasarela donde las
cuadro de Franz Xaver maniquíes exponían los vestidos ante las clientas. En 1868 fomentó la
Winterhalter (1860) creación de la Cámara Sindical de la Confección y la Costura para Damas y
Señoritas, que en 1910 fue renombrada como Cámara Sindical de la Alta
Costura Parisina.196
En este período surgieron los vaqueros (también llamados «tejanos» o jeans en inglés), unos pantalones de
tejido fuerte (algodón o denim) pensados inicialmente para el trabajo. Aunque de origen europeo —los
solían usar los estibadores en Francia e Italia—, se popularizaron en el oeste norteamericano, gracias a la
labor del comerciante Levi Strauss.197 Otra prenda que surgió en esta época fue el impermeable (también
llamado mackintosh), que evolucionó paulatinamente desde un tejido de lana impermeable patentado en
1823 por Charles Mackintosh, al que añadió goma vulcanizada en 1829 Charles Goodyear, hasta el gabán
impermeable inodoro —las versiones anteriores olían mucho a goma— registrado en 1851 por Joseph
Mandlesburg.198

A finales de siglo se pusieron de moda los jerséis (o suéter, del inglés sweater), un género de punto
originario de la isla de Jersey —de ahí su nombre—, usado inicialmente para atuendos deportivos.
Popularizó esta prenda la actriz Lillie Langtry, amante del príncipe de Gales —futuro Eduardo VII—,
originaria de esa isla. En el siglo XX se elaboraban ya estas prendas con lana, algodón, nailon, rayón y fibras
sintéticas.199

En la segunda mitad del siglo empezó a extenderse el uso del cinturón, un complemento de origen militar
—servía para llevar armas— que se extendió a las prendas de ropa para ceñir el talle. Al principio se
realizaba con el mismo tejido que el vestido o falda, aunque posteriormente se confeccionaron de cuero,
piel, plástico, metal y otros materiales. Con el estilo Art Nouveau se incorporó una hebilla de corte
ornamental.200

En el calzado, desde 1870 se inició el uso de zapatillas para el deporte y la playa, elaboradas de materiales
ligeros (lona, piel) y dotadas de suela de goma.nota 9

En Hispanoamérica, en la segunda mitad de siglo comenzó a llegar con mayor facilidad la moda europea.
Tal es el caso de México, donde el emperador Maximiliano y su esposa Carlota introdujeron la moda
europea de aquellos años. También empezaron a distribuirse numerosas revistas de moda del continente
europeo. En 1891 abrió El Palacio de Hierro en Ciudad de México, un establecimiento que ofrecía las
principales novedades en moda.201 En Argentina, se establecieron en la segunda mitad de siglo numerosos
sastres y modistos españoles y franceses, al tiempo que fueron llegando los nuevos adelantos tecnológicos
surgidos en Inglaterra con la Revolución Industrial. Entre mediados de siglo y comienzos del siglo XX
surgieron diversas tendencias adaptadas de estilos anteriores europeos, como el directorio, el burgués y el
neorrococó.202
Ilustración Isabel de Ilustración de Ilustración Demasiado
de Le Baviera, Harper's Bazaar de The temprano, de James
Journal de Franz (1868) Englishwo Tissot (1873),
des dames Xaver man's Guildhall Art Gallery,
et des Winterha Domestic Londres
demoiselle lter Magazine
s (1863) (1864), (1869)
Palacio
Imperial
de
Hofburg,
Viena

Dos Vestido Alice Vestido Le conseiller Eduardo


mujeres en con Claypoole de novia des familles VII del
vestido de polisón Vanderbilt (1885) (1888) Reino
diario, (años con disfraz Unido
acuarela de 1880) de «Luz (1894)
Jules David Eléctrica»
(1875) diseñado
por Worth
(1883)

Siglo XX

El siglo XX fue el de la moda por antonomasia, la era de los diseñadores, en la que la alta costura llegó a su
cénit al tiempo que la moda se hacía más asequible a todos los estamentos sociales. La moda se globalizó y
dejó de ser una seña de identidad nacional, al menos en los países occidentales, donde la rapidez de las
comunicaciones ayudó a la difusión de los nuevos diseños por todo el mundo. El modista o diseñador
adquirió un nuevo estatus de prestigio, de artista creador del que se valoraba más su ingenio e inventiva que
su conocimiento del oficio, gracias especialmente a la labor de Charles Worth, el padre de la alta costura,
que fue el primero en firmar sus diseños como si fuesen obras de arte.203
En esta centuria la moda masculina continuó
siendo de ascendencia inglesa, mientras que la
femenina estuvo marcada por la costura
francesa. En general, la indumentaria se fue
simplificando y cobró mayor relevancia el
carácter práctico y utilitario de las prendas, así
como su aspecto deportivo y urbano. En moda
femenina, las faldas se acortaron y apareció la
minifalda; también empezaron a usar pantalones
como los hombres y surgió la moda «unisex».
Hacia mediados de siglo los dictámenes de la
moda pasaron a Estados Unidos, que impuso un
Vestido de Paul Poiret
tipo de moda juvenil, práctica y deportiva,
de 1912, ilustración de
ejemplificada en el blue-jean o pantalón
La actriz Rosa Bruck
Paul Iribe publicada en vaquero.204 En los años 1960 apareció la moda
con un vestido de
Gazette du Bon Ton hippy, de signo anticonvencional y antitecnicista, Jacques Doucet,
con un retorno a la tradición y a las prendas fotografía de Paul Nadar
naturales. En los últimos años cobró un gran (1901)
auge el prêt-à-porter, el diseño de moda a precios económicos y al alcance de
cualquier estamento social, por su producción en serie. En las últimas décadas
también proliferaron los movimientos alternativos, la moda de las llamadas tribus urbanas, que buscaban
diferenciarse del resto de la población sobre la base de unos gustos comunes en música, ropa y elementos
estéticos alternativos.205

El mercado de la moda vivió cambios sustanciales, gracias especialmente al incremento de la producción


textil y la democratización de los precios. Surgió el sistema de presentación de colecciones gracias a las
pasarelas, entre las que destacaron las de París, Londres, Nueva York, Roma y Milán. Los medios de
comunicación de masas difundieron la moda de forma más rápida y con alcance universal. Así, cobraron un
gran auge las revistas de moda, cuyos editores ganaron gran relevancia a la hora de imponer criterios de
moda, entre cuyos nombres cabría citar a Condé Nast, Carmel Snow, Diana Vreeland y Edna Woolman
Chase. De igual manera, la fotografía ayudó a difundir las modas y crear tendencia, gracias a la labor de
fotógrafos como Edward Steichen, Horst P. Horst, Richard Avedon, Irving Penn, David Bailey, Helmut
Newton, Mario Testino y otros.206

En este siglo aumentó considerablemente la consideración otorgada a los accesorios y la mayoría de


grandes casas de alta costura incluyeron estos productos en sus diseños de marca, especialmente zapatos y
bolsos. Coco Chanel llegó a decir que «el accesorio es lo que hace o deshace a la mujer».207

Por otro lado, en esta centuria aparecieron nuevas fibras de origen sintético o artificial, como el rayón
(1912),208 el nailon (1938),209 el poliéster (1941),210 o la fibra acrílica (1947).211 Otra innovación fue
el cierre por cremallera, un sistema de dientes mecánicos que se superponen patentado en 1913 por Gideon
Sundbäck.212

Belle Époque

La transición entre los siglos XIX y XX fue conocida como Belle Époque o, en Reino Unido, como «época
eduardiana», que coincidió en arte con el estilo Art Nouveau, caracterizado por un decorativismo
exagerado. Esta época se significó por el lujo y la ostentación, por el hedonismo y la despreocupación, en
lo que fue el canto del cisne de la alta sociedad. A principios de siglo, se llevó en moda femenina la silueta
en forma de S, con el cuerpo rígido, el busto hacia delante y las caderas hacia atrás.213 La silueta de la
mujer era alargada, de tronco ceñido, para lo que se usaba el «corsé saludable» o swan bill, un corsé
abdominal con forma de S que ceñía sin constreñir el estómago, ideado por
Inès Gaches-Sarraute. Comenzaba por debajo del busto, al que otorgaba la
forma llamada «pecho de paloma», y desplazaba las caderas hacia atrás,
acentuando las nalgas, lo que a la larga provocaba problemas
musculoesqueléticos. Por ello, en los primeros años del siglo el corsé fue
desplazado por el uso de sujetadores y enaguas. Aun así, hacia 1908, el
surgimiento de las faldas tubo (hobble skirt), unas faldas rectas y estrechas
inspiradas en el estilo Imperio, conllevó el uso de corsés tipo faja, lo que
redujo de nuevo la movilidad de la mujer.214 La falda era acampanada,
ajustada en las caderas y con una pequeña cola. Las mangas, ahuecadas,
fueron apodadas «mangas jamón». Los vestidos se complementaban con
múltiples adornos, como encajes, cintas y lazos, boas y plumas de avestruz.
Entre los tejidos predominaron el lino, la lana, la muselina, el tul y el chiffon, Placa de moda francesa
con preferencia por los tonos pastel, especialmente azul, malva y rosa. Los publicada en 1905,
zapatos eran puntiagudos y con tacones barrocos. Entre los complementos, impresa por Draeger
destacaban las medias de seda, guantes, sombrillas y abanicos. Entre las joyas, Frères
predominaban las perlas.213

A mediados de la primera década ya se fueron introduciendo cambios: en


1906, Paul Poiret eliminó el corsé de la vestimenta femenina, con vestidos
más funcionales que permitían mayor movilidad. Fue el introductor de una
novedad comercial: el escaparatismo, la exhibición de modelos en los
escaparates de las tiendas.215 También fomentó el uso de la fotografía para
difundir sus creaciones, que poco a poco fue sustituyendo a las ilustraciones.
Por otro lado, fue el primero en elaborar su propio perfume, Rosine, que
comercializó junto con sus prendas. A partir de ahí toda casa de alta costura se
vio impelida a lanzar sus propias líneas de perfumes y cosméticos.216

En la década de 1910 la moda recibió una fuerte


influencia de Oriente, gracias sobre todo a los
Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev y a su
principal diseñador de vestuario, Léon Bakst.
La actriz Isabel Jay en
Este artista combinaba decorados y vestuario en
El rey de Cadonia
(1909), foto de Foulsham
un todo integrado, con diseños dinámicos y
& Banfield
exuberantes que destacaban por sus atrevidos
estampados de inspiración preferentemente
oriental, aunque también bebía de otras fuentes,
como la Grecia clásica, África y el folklore ruso. El orientalismo también
inspiró a otros diseñadores, como Paul Poiret, revitalizador del estilo Imperio
—llamado entonces Neoimperio— y creador del «estilo sultana», del que fue
punta de lanza sus jupes-coulottes («pantalones harén»), su «túnica pantalla»
y el uso del turbante; o el español Mariano Fortuny, que adaptó el caftán a la Vestido Dione diseñado
moda europea y creó el vestido Delphos, de inspiración griega.217 por Léon Bakst y
producido por Jeanne
En la antesala de la Primera Guerra Mundial se generalizaron los «trajes Paquin (1913)
sastre», formados por falda, blusa y chaqueta. Se valoraba cada vez más la
funcionalidad, el uso de una vestimenta que, sin renunciar a la elegancia,
fuese práctica. El traje sastre representó la irrupción de un tipo de mujer más moderna, abocada cada vez
más a actividades de ocio y deporte, así como progresivamente al mundo laboral. La falda del traje sastre
era más corta, hasta el tobillo, lo que otorgaba mayor movilidad. El material más usado para este conjunto
era la sarga para el invierno y el lino para el verano, materiales más ligeros que resultaban igualmente más
cómodos.218 Estuvo de moda entonces el escote con forma de V, en vez de los altos cuellos que se
llevaban hasta entonces, así como el uso de una túnica hasta la rodilla superpuesta a la falda, que llegaba
hasta el tobillo.219

En aras de esta mayor funcionalidad, en los primeros años 1910 se abandonó


el corsé con forma de S, sustituido por otro más corto que se compaginaba
con las «combinaciones», unos conjuntos de camisola y calzones
confeccionados de punto. Como alternativa a las medias negras surgieron las
de color piel, que daban la sensación de llevar las piernas desnudas. Por otro
lado, en 1913 Mary Phelps Jacobnota 10 inventó el sujetador sin ballenas.220

Además de Paul Poiret, en estos años destacaron modistas como Jacques


Doucet, Lucy Duff-Gordon y Jeanne Paquin. Doucet se inició en la
sombrerería hasta que se pasó al mundo de la moda, encaminando su negocio
más a la clase media que a la aristocracia. Además de modisto era artista y
mecenas y, en sus diseños, se inspiró en buena medida en la pintura
impresionista, con preferencia por colores pastel y el uso de telas diáfanas.
Diseño de moda de 1909 Para sus vestidos de noche seguía preferentemente la línea Imperio, con
añadidos de encajes y fajines de cinta. Entre sus clientas se encontraban Sarah
Bernhardt, Liane de Pougy y la Bella Otero.221

Lucy Duff-Gordon fue la principal modista británica de la época. En 1894


abrió su firma, Maison Lucile, en Londres, de la que tuvo sucursales en París,
Chicago y Nueva York. Hábil para el marketing, sabía vislumbrar las
necesidades de sus clientas, a las que atendía en todos los aspectos, desde los
vestidos hasta los complementos, perfumes y cosméticos. También tenía una
línea de lencería de tono romántico. Solía decir que «vestía el alma y no tan
solo el armazón físico». Se le atribuye la invención de los desfiles de moda, a
los que acudían desde personas de la nobleza hasta celebridades como Mata-
Hari, Mary Pickford o Lillie Langtry, la amante de Eduardo VII. Fue también
diseñadora de teatro para producciones del West End londinense y del
Broadway neoyorquino. Igualmente, escribía columnas sobre moda en Good Ilustración de George
Housekeeping y Harper's Bazaar.222 Barbier para Gazette du
Bon Ton (1914)
Jeanne Paquin abrió su boutique en la
parisina calle de la Paix en 1891. Se
la considera la artífice del negocio de alta costura moderna, ya que
supo promocionar como nadie sus creaciones: entre otros métodos
de difusión, enviaba modelos vestidas con sus diseños a la ópera,
las carreras u otros eventos sociales, a fin de que fuesen admiradas
y llamasen la atención de posibles clientas. Como otros
diseñadores de su tiempo, se inspiró en la moda del siglo XVIII y
combinó la seda con pieles y encajes. Amplió su negocio con
sucursales en Londres, Nueva York, Madrid y Buenos Aires. Fue
Fotografía de Adolf de Meyer, uno de
la primera mujer modista en recibir la Legión de Honor.223
los primeros fotógrafos de moda de
renombre
En esta época comenzó a despuntar la moda estadounidense, que
empezó a buscar arquetipos propios alejados de las directrices
europeas. Un ejemplo producido en las décadas de transición con
el siglo XX fue la llamada «chica Gibson» (Gibson girl), llamada así por la serie de ilustraciones que realizó
Charles Dana Gibson para la revista Life, que representaba a una mujer joven, moderna, independiente,
segura, de gustos sencillos, pero que no renuncia a su femineidad; una mujer activa, que practica deportes y
actividades al aire libre, como ciclismo, equitación, tenis, croquet y natación,
para lo que necesita una vestimenta práctica y cómoda. La nueva afición por
el deporte conllevó la aparición de nuevas prendas más cómodas, como la
falda-pantalónnota 11 o las camisas shirtwaist,nota 12 así como unos zapatos
más sencillos y resistentes, como el zapato de tacón bajo Luis XVI o el tacón
cubano.226

En esta época se asoció cada vez más el ir de compras al ocio, a una actividad
lúdica y agradable. El comerciante Harry Gordon Selfridge fue pionero en sus
almacenes —primero en Chicago y luego en Londres— en organizar desfiles
amenizados con música, así como en incorporar a sus locales aseos y
restaurantes para prolongar la estancia de los clientes.220
Camille Clifford, prototipo
Cabe señalar también el auge a principios de siglo de la ilustración de moda de la Gibson girl
para revistas, que destacó por una mayor artisticidad, frente a las anteriores
composiciones rígidas y estereotipadas que se realizaban hasta entonces. En
1908, Paul Poiret encargó al artista Paul Iribe un álbum de sus diseños, titulado Les Robes de Paul Poiret,
donde presentó unas imágenes sencillas pero fluidas y dinámicas, de colores vivos, que supusieron el punto
de partida de una nueva forma de entender la ilustración de modas. En 1912 apareció la revista Gazette du
Bon Ton, donde participaron numerosos artistas del momento, con imágenes modernas y atrevidas que
marcaron la pauta del nuevo arte de la moda. Al año siguiente Condé Nast lanzó la revista Vanity Fair, que
combinaba moda, cultura, política y otros aspectos de la sociedad. En 1920 surgió la versión francesa de
Vogue, que apostó decididamente por el arte de vanguardia, con la colaboración de artistas como Georges
Lepape y Eduardo García Benito. Mientras, la revista Harper's Bazaar, adquirida en 1912 por el magnate
William Randolph Hearst, apostó más por la fotografía, contando por ejemplo con la notable labor de Adolf
de Meyer, uno de los primeros fotógrafos de moda de renombre.227

Período de entreguerras

Durante la Primera Guerra Mundial la confección sufrió


restricciones, debido a la escasez de material y a las carencias
motivadas por la conflagración. La mayoría de casas de alta
costura cerraron. Las mujeres optaron mayoritariamente por los
trajes sastre y un estilo austero de inspiración militar. Sin embargo,
tras el conflicto surgió la voluntad de dejar atrás los años de
privaciones y volver a disfrutar de la vida, retomando en cierta
medida los años festivos de la Belle Époque. Por otra parte, la
mayor libertad de la que habían gozado las mujeres durante la
guerra quiso ser perpetuada tras el fin de la contienda, ya que no
quisieron renunciar a los adelantos conseguidos: la femme ornée
de los años anteriores a la guerra se convirtió en la femme liberée.
Así, en los años 1920 se impuso una estética andrógina de formas
planas y rectilíneas, con vestidos cortos de cortes rectos, con cierta
inspiración en el cubismo y el art déco, los estilos artísticos del
momento.228
Algunos de los primeros diseños de
Coco Chanel, publicados en 1917 por
El nombre de referencia en la moda del momento fue Gabrielle
Les Elegances parisiennes
Chanel, más conocida como Coco Chanel. Esta modista supo
vislumbrar los cauces por los que se movía la moda de su época,
los nuevos anhelos e ideales de la mujer de su tiempo, y reflejarlos
en nuevos diseños que aunaban comodidad y practicidad con estética y elegancia. Su principal lema fue «la
libertad de movimientos al poder», para lo que diseñó una línea funcional que sin embargo no perdía su
femineidad. Otra de sus señas fue la utilización del punto para la confección de vestidos y prendas de vestir,
hasta entonces reservada a la ropa interior. Uno de sus diseños más representativos fue la traducción del
traje masculino a la mujer, compuesto por una chaqueta sin cuello, ribeteada y con bolsillos plastrón, un
jersey y una falda con bolsillos en los costados. Otra fue el pantalón femenino, que adaptó a numerosos
modelos, incluso en versiones deportivas o en pijama. De 1922 data su petite robe noir («vestidito negro»),
un vestido de cóctel de color negro en crepé de China que, en distintas combinaciones según los accesorios,
servía para distintas horas del día.229 Chanel también popularizó el uso de bisutería, especialmente los
collares de falsas perlas en varias vueltas, que fueron uno de sus sellos distintivos. Igualmente, incursionó
en el terreno de la perfumería: en 1921 lanzó su Chanel n.º 5, uno de los perfumes de más éxito de la
historia; fue el primer perfume con el nombre de su diseñador.230

Otros modistas del momento fueron Jean Patou y Jeanne Lanvin. El


primero creó una línea de estilo deportivo, no exento de lujo. Introdujo el
concepto del «desvestido público», unos vestidos sin mangas con las
piernas descubiertas, utilizados sobre todo para la práctica del tenis. En
1928 lanzó Huile de Chaldée, el primer aceite bronceador.231 Patou,
bajo el monograma JP, fue el primero en potenciar las posibilidades de
una marca como reclamo para los clientes.232 Lanvin se inició en la
sombrerería, hasta abrir su casa de costura en París. Inspirada en el
siglo XVIII, fue famosa por sus adornos y bordados, con preferencia por
una variedad del color azul marino que fue llamado «azul Lanvin». En
1927 lanzó el perfume Arpège.233

A mediados de los años 1920 las faldas empezaron a acortarse y, hacia


1927, llegaron a su mínima longitud para la época, justo por encima de
las rodillas.234 Fueron los años en que surgió la moda del pelo corto
(bob cut), con un arquetipo de mujer liberada y cercana al rol masculino,
El juicio de Paris, de George
denominada flapper en inglés o garçonne en francés. nota 13 Para la
Barbier (1923)
noche, en plena era del jazz, el tango y el charlestón, se pusieron de
moda los vestidos con flecos y lentejuelas. Los hombres abandonaron la
levita por la americana y se pusieron de moda los jerséis con dibujos. En
el peinado, se llevó el pelo planchado, al estilo de Rodolfo Valentino.235

A finales de los años 1920 las faldas volvieron a alargarse, con vestidos con cintura y hombros anchos.
Surgió una nueva versión del traje sastre, el «sastre deportivo», dirigido a las mujeres que trabajaban. Sin
embargo, la masculinización de la mujer no acababa del todo de estar bien vista: en 1931, el alcalde de
París invitó a la actriz Marlene Dietrich a dejar la ciudad por ir vestida de hombre. En los años 1930 triunfó
el esmoquin entre los hombres, mientras que entre las mujeres se llevaron los vestidos de noche con largos
escotes en la espalda. También estuvieron de moda la americana cruzada, la trinchera y los pantalones
anchos, así como, entre los accesorios, los pañuelos de seda de Hermès y los bolsos «estilo sobre».236

En estos años el estilo dominante fue el art déco, que se afianzó en la Exposición Internacional de Artes
Decorativas e Industrias Modernas de 1925, celebrada en París. La principal premisa de este estilo fue la
modernidad, la asunción de un nuevo estilo de vida que llevaría aparejado una nueva imagen para el
hombre y la mujer. Fue un estilo eminentemente decorativo, con influencia del arte africano, la xilografía
japonesa y el antiguo Egipto, que produjo unos diseños basados en formas geométricas, zigzags, espirales,
formas escalonadas y trapezoidales. La emancipación de la mujer comportó una nueva silueta más libre y
práctica, con libertad de movimiento, para lo que se afianzó el vestido camisero, un vestido recto y suelto,
con una caída natural de la cintura a la cadera, altura hasta las rodillas y cuellos redondos o de pico,
realizados en punto o rayón. Los complementos para estos vestidos solían ser sombreros cloché y zapatos
Mary Jane, unos zapatos cerrados de piel negra con tacón Luis XV. Para la noche, los vestidos eran más
largos, de inspiración clásica, con rosetas en las caderas y colas y polisones en los bajos, con escotes
pronunciados, tanto delante como sobre todo detrás, donde el escote solía
llegar hasta la cintura, mostrando la espalda; se solía combinar con una cinta
para el pelo adornada con plumas o rosetas, así como estolas o boas de
plumas para el cuello y numerosos objetos de bisutería. Otra tipología fue la
robe de style, un vestido de cuerpo tubular y falda de campana, que se llevaba
como traje elegante para el día o informal por la noche. En cuanto a ropa
interior, en estos años se llevaba un conjunto de camisola y bragas
denominado camiknickers. En la vertiente masculina, el traje con americana
recta solía ser el más habitual, mientras que de noche seguía llevándose el
esmoquin, pero con faja en vez de chaleco. En cuanto a ropa informal,
estuvieron de moda el canotier, los blazers y los pantalones Oxford, unos
pantalones de franela de pata muy ancha.237

En este período la moda sufrió una fuerte influencia


del arte de vanguardia. Uno de los contactos más
estrechos entre arte y moda fue con el
constructivismo ruso: la Revolución rusa propició la
intervención estatal en el terreno de la cultura, con
la vista puesta en la objetividad y la utilidad. La
moda constructivista buscó una línea de prendas Prototipo femenino de
sencillas y utilitarias, con una estrecha relación entre los años 1920: vestido
diseño y tecnología. Se crearon diversos institutos camisero y peinado bob,
ilustración de la revista
de diseño, como el INKhUK (Instituto de Cultura
Art, Goût, Beauté (1926)
Artística). Varios artistas constructivistas diseñaron
indumentaria, como Vladímir Tatlin, Liubov
Popova y Varvara Stepánova. Crearon diseños de
inspiración suprematista y cubofuturista, basados en formas geométricas básicas,
que fueron trasladados a la industria de estampación textil, cuya primera fábrica
fue creada en Moscú en 1923. Popova y Stepánova también escribieron artículos
Vestido diseñado por de moda en la revista LEF.238
Liubov Popova (1923-
1924) Otro de los estilos que influyó en la moda fue el surrealismo, un movimiento
basado en el afloramiento del subconsciente, en el mundo de los sueños, de la
fantasía, la irrealidad. Su vinculación a la moda se produjo sobre todo de la mano
de Elsa Schiaparelli, una modista italiana afincada en París, muy relacionada con el mundo del arte: para
ella, el diseño de moda era una actividad artística. Se hizo famosa por sus prendas de punto con
trampantojos, unos dibujos incorporados a la tela que parecían objetos externos, ya fuesen textiles, como
lazos, cinturones, bufandas o pajaritas, como de diversa índole, como tatuajes o esqueletos. Colaboró en
varias ocasiones con Salvador Dalí, que diseñó algunos dibujos para sus prendas, como un vestido de
organza de seda con una langosta y ramos de perejil dibujados (1937). Schiaparelli también diseñó bolsos
con formas de objetos diversos, como pianos y teléfonos. También diseñó el mad-cap, un sombrero de
punto que podía adquirir diversas formas, y tuvo una línea de ropa deportiva. Creó también bisutería y
perfumería, como su icónico Shocking, característico por su color rosa fucsia y su botella inspirada en la
silueta de Mae West.239

El diseño de vanguardia fue cultivado también por Sonia Delaunay, cercana como su marido Robert al arte
abstracto y al orfismo, una variante del cubismo. Fue creadora del «vestido simultáneo» y de diversos
diseños de todo tipo de objetos y complementos, a los que aplicó los principios de la abstracción. Serguéi
Diáguilev le encargó el vestuario para su ballet Cléopâtre.240
En los años 1930 la silueta femenina cambió de nuevo drásticamente. Se
pasó de la forma tubular del vestido camisero a prendas más curvilíneas,
gracias a los experimentos en corte y estructura de la diseñadora
Madeleine Vionnet. En lugar de trabajar con patrones, Vionnet realizaba
sus diseños sobre maniquíes articulados, sobre los que drapeaba la tela y
la sujetaba con alfileres antes de cortarla dándole forma. Se la considera
la inventora del corte al bies (en diagonal), con cuya técnica realizaba
prendas entalladas pero fluidas. Se inspiró en prendas de la antigüedad
clásica, como el quitón griego, así como de la indumentaria oriental,
especialmente el kimono japonés.241

A finales de los años 1930 se produjo un revival de la moda de época


victoriana, que vino en denominarse «estilo neovictoriano». Debido a la
crisis económica iniciada con el crack de 1929, hubo una reacción
La actriz Norma Talmadge,
inversa hacia el escapismo, la huida de la realidad, que se tradujo en una
prototipo del estilo flapper
preferencia por la fantasía que derivó en la nostalgia por el pasado y en
las tendencias románticas. Se resucitó el talle estrecho y las faldas
amplias y voluminosas, que recordaban la hechura del pionero de la alta
costura, Charles Worth. A ello coadyuvó el cine de Hollywood, con películas como Little Women (1933) y
Lo que el viento se llevó (1939). Otra influencia provino del guardarropa diseñado por Norman Hartnell
para la visita de la reina Isabel del Reino Unido a París en 1938, inspirado en los cuadros románticos de
Franz Xaver Winterhalter.242

Los 1930 fueron los años dorados del cine de Hollywood, que se
convirtió en un gran escaparate para la moda, gracias al glamour de
actrices como Mae West, Carole Lombard, Joan Crawford, Claudette
Colbert y Jean Harlow. Las productoras de cine tenían sus propios
diseñadores de moda, que crearon tendencia con sus diseños, entre los
que destacaron Adrian y Travis Banton; en ocasiones contrataron a
famosas modistas europeas, como Coco Chanel y Elsa Schiaparelli.243
El influjo del glamour hollywoodiense se trasladó a otros terrenos, como
el de la cosmética, sobre todo gracias a la labor de Max Factor.244 En
esa época, surgieron en Estados Unidos las prendas de moda de
confección, unas prendas estandarizadas que, frente a las hechas a
medida, permitían abaratar los costes, un concepto lanzado en 1928 por
Hattie Carnegie. Estas prendas podían pedirse por correo o teléfono, lo
Jean Harlow con un vestido que permitió el alcance de la moda a un público mayor. Siguieron su
de noche y boa de marabú estela diseñadoras como Bonnie Cashin y Claire McCardell. Esta última
diseñado por Adrian, en una trasladó la funcionalidad de la ropa deportiva a la alta costura. Creó el
foto promocional de Cena a vestido popover, pensado para la mujer de clase media, que se ponía
las ocho (1933) y publicada sobre la ropa para protegerla mientras se realizaban tareas domésticas.
como portada de la revista También nació el concepto de piezas de guardarropa intercambiables,
Time en 1935 piezas separadas que permitían numerosas combinaciones entre ellas.245
Estos años también vieron el surgimiento de la moda afroamericana, con
una primera seña de identidad: el traje zoot, un traje holgado pero
estrecho en la cintura y los bajos. Aparecieron las primeras modistas de raza negra, como Anne Cole Lowe
y Zelda Wynn Valdes.246

En estas décadas la ropa deportiva evidenció un notable auge, especialmente en actividades como la
natación, el tenis, la hípica, el golf y el esquí, para las que se desarrollaron prendas específicas. Numerosos
modistos diseñaron este tipo de prendas, como Jean Patou, que ideó un vestido sin mangas con falda
plisada hasta la rodilla para la tenista Suzanne Langlen. Otro tenista, René Lacoste, popularizó el polo, una
camisa de piqué de algodón de manga corta y cuello plano, que comercializó con su famoso emblema del
cocodrilo en la pechera. El duque de Windsor popularizó los jerséis policromados (o jerséis jazz) para la
práctica del golf. Para las actividades acuáticas, Elsa Schiaparelli diseñó unos bañadores de punto ceñidos
al cuerpo, decorados con rayas verticales u horizontales. También surgieron los pijamas de playa, como los
creados por Coco Chanel con pantalones de campana inspirados en los de los marineros. En 1925, la
incorporación del látex permitió confeccionar bañadores más elásticos y adaptados al cuerpo.247

En este período surgieron las bermudas, unos pantalones hasta la rodilla llamados así por las islas
homónimas, un lugar frecuente de veraneo durante los años 1930 y 1940, en el que estaba prohibido que
las mujeres llevasen las piernas descubiertas. Desde entonces fue una prenda habitual para los períodos de
calor, usada por ambos sexos.248

Glamour y vanguardismo (1945-1970)

En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial la moda fue


preferentemente utilitaria, debido a la escasez de recursos. En
Reino Unido, la Cámara de Comercio promovió el Plan de
Utilidad (Utility Scheme) —vigente hasta 1952—, que regulaba
todos los aspectos de la producción textil, desde el diseño y la
fabricación hasta los precios y la cantidad de ropa disponible para
el público. Se instauró una línea austera, práctica y simple, de
cortes sencillos, chaquetas cuadradas y faldas rectas o tableadas,
con hombros anchos y cinturas estrechas. En indumentaria
masculina, se prescindía de prendas y detalles superfluos, como
chalecos, tirantes, solapas y bajos vueltos en los pantalones. Otra
recomendación de la época era el remiendo y el reciclaje de
prendas antiguas. Algunos diseñadores británicos de alta costura se
enmarcaron en esta línea, como Norman Hartnell, Hardy Amies y
Digby Morton.249
Vestido de noche diseñado por
La nueva contienda trastocó otra vez la industria de la moda, pero Christian Dior
tras su finalización hubo un interés general por impulsar de nuevo
el sector. En 1945 se organizó en el Museo de Artes Decorativas
de París una exposición titulada El teatro de la moda, que fue financiada por los principales modistas de la
época. Dos años después, surgió uno de los grandes hitos de la historia de la moda: el New Look de
Christian Dior.nota 14 En contraposición a la moda de entreguerras, diseñó una línea romántica, basada en
una figura de cintura de avispa y pecho redondeado, con chaquetas entalladas y faldas amplias con cancán
o enaguas almidonadas, zapatos con tacones de aguja y sombreros con velos en la cara. También inauguró
una nueva forma de presentar las colecciones, con pases rápidos y más espectaculares, en los que se
presentaban las prendas con nombres más imaginativos. A sus pasarelas solían acudir celebridades como
Grace Kelly, Lauren Bacall, la princesa Soraya o la duquesa de Windsor.251

La vertiente masculina del New Look fue el llamado «estilo neoeduardiano», que buscaba recuperar la
elegancia de los trajes de la Belle Époque. El impulso para esta moda surgió de Savile Row, el centro
sartorial de Londres, donde se inició una línea de chaquetas largas y ajustadas, pantalones igualmente
ajustados, abrigos de cuellos altos y forrados de terciopelo, sombreros tipo bombín, corbatas de Charvet,
guantes de cuero y bastones con empuñadura de plata. A mediados de los años 1950 este estilo fue
adoptado por los jóvenes rebeldes llamados Teddy boys.252

En 1947, el modisto francés Jacques Heim y el ingeniero suizo Louis Réard inventaron el bikini, llamado
así por unas pruebas nucleares que se estaban realizando en el atolón Bikini, en el Océano Pacífico. Era un
traje de baño compuesto por un sujetador y una braguita ceñidos, que pese a causar un escándalo inicial
enseguida se popularizó, sobre todo gracias a celebridades como
Brigitte Bardot.253

En los años 1950 se


llevaron las líneas suaves
y ondulantes, así como
nuevas prendas que
destacaban por su
funcionalidad, como los
vestidos camiseros, las
faldas plisadas y los twin-
set, unos conjuntos de
chaqueta cárdigan y jersey
a ras de cuello. Entre los
modistas del momento
Vestido blanco de Marilyn Monroe destacaron Jacques Fath,
(1955) Hubert de Givenchy y
Pierre Balmain, así como
el español Cristóbal
Balenciaga, que fue un referente hasta su retirada en 1968, con Vestido de cóctel de tafetán negro
treinta años de trayectoria en que probó todos los estilos, donde diseñado por Cristóbal Balenciaga
demostró su intuición y afán de innovación, así como gusto por los (1951)
golpes de efecto.254 Considerado el mejor modisto de la
historia,255 Balenciaga inició su carrera en San Sebastián
adaptando la moda francesa al gusto español, hasta que en 1937, a causa de la Guerra Civil, se instaló en
París, donde gozó de gran éxito, especialmente en los años 1950, cuando presentó sus famosas túnicas, sus
sastres libres, sus trajes saco y sus vestidos de noche con forma de calabaza. En los 1960 lanzó sus
impermeables de plástico y sus vestidos con talle estilo Imperio. Vistió a muchas celebridades, como
Marlene Dietrich, Greta Garbo, Grace Kelly, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jackie Kennedy o Fabiola de
Bélgica, para la que diseñó el traje de novia. En honor a su obra tiene dedicado el Museo Balenciaga de
Guetaria, el primero dedicado únicamente a un modista.256

Pierre Balmain abrió su casa de alta costura en 1945. Creó una línea sencilla y elegante, de la que
destacaron sus conjuntos de vestido y chaqueta y sus vestidos de noche drapeados y plisados, con
llamativos estampados y bordados de calidad, que fueron llevados por estrellas del cine como Ava Gardner
y Katharine Hepburn. Jacques Fath destacó tanto por sus diseños como por su visión para los negocios, ya
que cerró varios contratos con grandes almacenes estadounidenses. Tenía un estilo glamuroso, con prendas
que seguían las líneas del cuerpo.257 Hubert de Givenchy, que abrió su casa en 1952, desarrolló un estilo
purista exento de ornamentos superfluos, que se plasmó en su chemise o vestido saco.258

En estos años comenzó uno de los fenómenos sociales más distintivos de la segunda mitad de siglo: la
diferenciación de los jóvenes respecto a sus padres. La juventud buscaba una imagen propia y distintiva, un
estilo que les correspondiese solo a ellos. El primer exponente fue el estilo preppy: inspirados en los
uniformes de escuelas preparatorias —de ahí el término preppy— de los Estados Unidos, estos jóvenes
llevaban blazers sin hombreras, camisas abotonadas de tela Oxford, chalecos de tartán, corbatas rep y
pantalones de franela o pana ancha acanalada, así como mocasines o zapatos de piel negra o marrón. En un
ámbito más informal, llevaban jerséis de críquet de punto trenzado, camisas polo de algodón y zapatos
náuticos Top-Sider. En su vertiente femenina surgió el estilo bobbysoxer, caracterizado por el uso de jerséis
o cardiganes con blusas de cuello Peter Pan,nota 15 faldas escocesas por la rodilla y mocasines penny. Una
vertiente de estos estilos universitarios fue el estilo Ivy League, en el que destacaban los jerséis Letterman,
que se caracterizaban por llevar una letra bordada, que se complementaban con camisas de cuadros,
pantalones chinos y chaquetas Harrington.259
Otro movimiento de la juventud rebelde fue el beatnik, vinculado a
la filosofía existencialista y al rechazo del materialismo y, por
tanto, de la moda, aunque paradójicamente propició un nuevo
estilo de vestir basado en jerséis grandes, pantalones pitillo,
suéteres de cuello vuelto y trenkas.nota 16 En Francia, este estilo
fue denominado Rive Gauche y tuvo su musa en Juliette
Gréco.261

También en estos años empezaron a popularizarse entre la


juventud los pantalones vaqueros, que se asociaron a la nueva
música rock'n'roll —con la estrella Elvis Presley— y a una imagen
de rebeldía juvenil, gracias a películas como The Wild One (1953),
protagonizada por Marlon Brando, y Rebelde sin causa (1955),
con James Dean. En Salvaje, Brando popularizó también la
cazadora de cuero de motorista, concretamente una Schott
Traje rosa de Jacqueline Kennedy Perfecto, que no ha dejado de venderse desde entonces.262
(1963)
En Estados Unidos surgió en esta época el estilo «escote de
corazón», lanzado en 1950 por Helen Rose. Influida por el New
Look de Dior, se pusieron de moda unos vestidos con corpiño en forma de corazón, talle recortado y falda
ondulante. Este estilo fue popularizado por Hollywood, especialmente estrellas como Elizabeth Taylor y
Grace Kelly. Este tipo de vestido se asoció con la elegancia y la sofisticación, y se convirtió en el
arquetípico de las fiestas de graduación de las adolescentes estadounidenses, así como uno de los favoritos
para vestidos nupciales. Se solía combinar con el bolso Kelly de Hermès, llamado así por Grace Kelly, que
apareció con él en una portada de la revista Life.263 Por otro lado, el cine de Hollywood explotó en esta
época una imagen de mujer con silueta de reloj de arena, en la que destacaba el busto, gracias a la aparición
en 1949 del sujetador de cono, así como la utilización de la faja para el talle; sus mejores exponentes fueron
Lana Turner, Jayne Mansfield y Marilyn Monroe.264

Los años 1960 vieron el auge del prêt-à-porter, la introducción de


las fibras artificiales y un mayor afán por dirigirse cada vez más a
un público más joven, así como una inspiración cada vez mayor en
el arte de vanguardia. La moda se relacionó cada vez más con la
cultura del momento, la música, la literatura, las artes visuales: fue
la moda pop, que traslucía un sentimiento renovador, basado en la
cultura popular, con exaltación de la juventud como valor positivo
universal y una mayor preocupación por la creación de una moda
de alcance masivo, dirigida a todos los públicos y a cualquier
poder adquisitivo. Los modistas del momento fueron André
Courrèges, Yves Saint Laurent y Pierre Cardin. El primero fue el
artífice de la «moda futurista», basada en los nuevos materiales,
como sus paillettes sintéticas, sus monos de charol, sus medias Colección de otoño de 1965 de Yves
plateadas y sus trajes de rayas. Discípulo de Balenciaga, fue Saint Laurent, inspirada en la obra de
considerado un revolucionario de la moda y comparado al Piet Mondrian
arquitecto Le Corbusier por sus formas. Saint Laurent alternó la
alta costura con el prêt-à-porter. Entre sus innovaciones se
encuentran el esmoquin femenino y sus vestidos inspirados en grandes genios de la pintura, como la línea
de estilo neoplasticista inspirada en Piet Mondrian. Cardin fue el artífice de la revalorización de la moda
masculina, tanto en alta costura como en prêt-à-porter, con prendas de estilo sport pensadas para el ocio y
el deporte, que convivían con la línea clásica de traje y corbata.265 Fue el primero en lanzar una línea de
prêt-à-porter de lujo para unos grandes almacenes, los Printemps.266 En Italia, Walter Albini adaptó el
prêt-à-porter a la industria italiana y fue el pionero de los acuerdos entre diseñadores y firmas comerciales
bajo la fórmula «Walter Albini para [...]». Influido por el art déco, el zodíaco y el ballet puso un
contrapunto glamuroso a la corriente contracultural de la década.267

En esta década, caracterizada por la carrera espacial, surgió la moda


futurista, que se basó en el uso de fibras sintéticas. Diseñadores como
André Courrèges, Pierre Cardin y Paco Rabanne lanzaron una serie de
prendas y complementos confeccionados con estos nuevos materiales,
aunados a la utilización de piezas metálicas. Courrèges lanzó en 1964 su
colección Moon Girl, formada por minivestidos de telas densamente
tejidas, así como pantalones y túnicas, gorros parecidos a cascos de
astronauta, botas acolchadas o calzado plano de charol. Cardin fue
pionero de la ropa unisex con su colección Space Age, que incluía
vestidos tubulares, tabardos y monos de punto. En sus siguientes
colecciones incluyó minipichis, túnicas de colores brillantes y botas de
PVC. También creó unas chaquetas en las que combinaba telas con metal
y vinilo, con cuadros estilo op art. Rabanne también experimentó con
nuevos materiales, como su vestido de placas de Rhodoid (plástico de
acetato de celulosa) de 1966, elaborado con cortadores de metal, alicates
Vestido metálico diseñado por
y soplete. Otros materiales con los que trabajó fueron la fibra de vidrio, el
Paco Rabanne a finales de
cuero fluorescente, el papel, el metal martillado y el aluminio. Pionero en
los años 1960
el reciclaje de materiales, fue considerado un iconoclasta de la moda.
Continuó la estela de estos tres diseñadores el estadounidense Rudi
Gernreich, que trabajó también con el vinilo y el plástico; en 1962 lanzó
el monokini, un bañador sin la parte de arriba.268

Por entonces surgió en Estados Unidos un estilo más sencillo


promovido por figuras como la actriz Audrey Hepburn o la
primera dama Jacqueline Bouvier Kennedy. Hepburn, famosa por
películas como Breakfast at Tiffany's (1961), popularizó la chemise
o vestido saco diseñado por Givenchy. Jackie Kennedy también
usó los diseños de Givenchy y promovió una silueta estilizada, con
vestidos sin mangas, escote barco, chaquetas recortadas, guantes
blancos, zapatos pump Pilgrim de tacón bajo y sombrero pastillero,
así como bolsos Chanel 2.55 y Gucci con asa de bambú, que fue
rebautizado Jackie en su honor.269 Paralelamente, surgió la moda
Jóvenes con minifalda (Estados
hippy, un movimiento cultural protagonizado por la juventud
Unidos, 1973)
estadounidense de naturaleza rebelde e inconformista, pacifista y
ecologista, y con afán renovador de la sociedad de su tiempo,
caracterizado por un aspecto descuidado, con pelo largo y prendas
sencillas y cómodas, de materiales naturales. Los chicos vestían camisas o túnicas indias de algodón, y
zamarras de piel de cordero de origen afgano; las chicas llevaban largas faldas de flores estampadas y
chalecos de cuero o ganchillo, con profusión de collares y abalorios.270 Los hippies valoraban las fibras
naturales y los trabajos artesanales, así como los estilos étnicos. Algunos diseñadores de alta costura se
adentraron en la moda hippy, como Emilio Pucci, Zandra Rhodes, Bill Gibb y Ossie Clark.271 La moda
hippy desapareció en los años 1970, pero sus formas siguen inspirando a numerosos diseñadores,
principalmente en cuanto a faldas fluidas de gasa, chalecos de cuero, superposición de prendas y mezclas
de tejidos y estampados.270

En estos años empezó a despuntar la moda inglesa, con un tono más vanguardista que la francesa, como los
estampados geométricos inspirados en el op art o las prendas que imitaban los trajes de los astronautas. Una
innovación fue la minifalda, ideada por Mary Quant, quien también introdujo el uso de leotardos en el
vestir diario, una prenda usada hasta entonces para el deporte.272
El Reino Unido siempre había destacado en moda masculina,
juvenil y deportiva, pero desde los años 1960 inició un auge en
alta costura de diseño moderno y vanguardista. La moda inglesa
gozó de amplia difusión gracias a fenómenos musicales como los
Beatles y los Rolling Stones, que difundieron la moda pop.273 En
el Londres de los 1960 se popularizaron las boutiques para la venta
de ropa, hasta entonces centralizada especialmente en los grandes
almacenes, enfocadas sobre todo a un público juvenil.274 El
modisto John Stephen fue el principal proveedor de ropa para la
corriente de los mods, caracterizada por el uso de parkas militares,
trajes de corte italiano, camisas de cuello grande, corbatas anchas
tipo kipper y botas Chelsea. También estuvo de moda esos años el
Vestido de Pedro Rodríguez (1954) uso de uniformes militares y las chaquetas con la bandera británica
(la Union Jack). Por otro lado, Tommy Nutter modernizó el traje
tradicional y lo adaptó a la nueva cultura urbana.275

También empezó a sobresalir la moda estadounidense, basada en una potente industria que ya desde finales
del siglo XIX se había ido abriendo camino en el sector de forma segura. Sobre la base de la costura
entendida como un producto comercial, en este país surgió el concepto de ready to wear («listo para usar»),
un antecedente del prêt-à-porter. En los años 1940, Claire McCardell creó el sello del american look, con
un estilo natural y autóctono de tono deportivo que dio origen al concepto de lo «casual». El despunte
definitivo se dio en los años 1960 y 1970 con Roy Halston Frowick, que destacó por sus prendas de punto,
sus abrigos y chaquetas de formas cuadradas, sus elegantes sombreros y sus jerséis cuello de cisne. Ralph
Lauren destacó en los 1960 con su life style, una línea de inspiración inglesa pero más refinada, mientras
que en los 1990 triunfó con su sello american dream, aunando confort y elegancia, como en sus famosos
polos. Fue el diseñador del vestuario de películas como El gran Gatsby (1974) y Annie Hall (1978), que
tuvieron gran influencia en la moda. Cabe señalar como plataforma de difusión de la moda estadounidense
la New York Fashion Week, la primera semana de la moda celebrada en el mundo, creada en 1943.276

En España, además de la gran figura de Balenciaga, destacaron en los años


1950 y 1960 tres figuras que sentaron los cimientos de la alta costura
española: Pedro Rodríguez, Manuel Pertegaz y Elio Berhanyer. El primero
desarrolló un estilo depurado y de ricos materiales, que gozó de gran éxito en
Estados Unidos, Japón y Filipinas. Introdujo en España el New Look de
Christian Dior. Pertegaz cimentó su fama en España, sin necesidad de acudir
nunca a París, aunque triunfó en otros países, sobre todo Estados Unidos. En
su línea para mujer supo aunar femineidad y modernidad, con una gran
relevancia otorgada a los accesorios. Berhanyer tenía un cierto aire
arquitectónico, al igual que Courrèges, con sellos personales como sus
contrastes bicolor, sus chaquetas cortas, sus adornos de flores y sus cinturones
anchos.277
Chaqueta de Fridl Loos,
También en Hispanoamérica se desarrolló notablemente el diseño local, cada
pionera de la moda
vez más cercano a las tendencias de vanguardia. En México, surgieron
argentina
ilustradores como Miguel Covarrubias, que trabajó para Vanity Fair, o
Ernesto García Cabral, que ilustró magistralmente la moda de su tiempo. El
inglés Henri de Châtillon trajo la moda europea de la época a México y
supuso el punto de arranque de la alta costura local. El arranque del cine mexicano también aportó grandes
iconos de la moda, como María Félix, y sentó las bases para un grupo de diseñadores como Armando
Valdés Peza, Pedro Loredo, Ramón Valdiosera y Manuel Méndez. Valdiosera fue el primero en presentar
una colección en Nueva York en 1947 y puso de moda el color bugambilia o «rosa mexicano». Entre las
figuras más contemporáneas destaca Macario Jiménez.278 En Argentina, a comienzos de siglo la alta
costura se importaba de Europa, en establecimientos como Casa Henriette, que pusieron al alcance de la
población las principales novedades de la época. Revistas como El Hogar, Rosalinda o Para Ti también se
hicieron eco de las principales novedades.279 En los años 1940, Eva Perón fue un icono de la moda
argentina e introdujo en el país el New Look de Dior. Poco a poco fueron surgiendo diseñadores de talento,
como Dalila Puzzovio, Mary Tapia, Fridl Loos y Medora Manero, quienes renovaron la moda argentina y
la acercaron a la primera línea internacional.280

La era del individualismo (1970-2000)

Las últimas décadas del siglo vieron una preferencia cada vez mayor por
la individualización de la moda, iniciada en los años 1970, que Tom
Wolfe definió como «la década del yo».270 Se buscaba un estilo
personal alejado de los dictados de los grandes modistas, en el que se
valoraba la imaginación y la novedad. La depresión económica derivada
de la crisis del petróleo llevó a la moda a una búsqueda de prendas más
baratas y funcionales. Por el día se llevaban prendas convencionales, de
colores neutros, pero por la noche se desbordaba la fantasía, con colores
estridentes y combinaciones extravagantes.281

Los años 1970 se iniciaron con un cierto retorno a líneas más sencillas
inspiradas en el pasado, como reacción a los estilos efímeros y eclécticos
de la década anterior, lo que vino en denominarse «romanticismo
nostálgico». Inspirado en las épocas victoriana y eduardiana, se tradujo Izquierda: vestido de Roy
Halston Frowick (1976).
en vestidos de algodón estampado y batas fruncidas de diseños florales.
Derecha: vestido de Yves
Una de sus máximos exponentes fue Laura Ashley, diseñadora de
Saint Laurent (1971)
vestidos de algodón de un blanco puro o de motivos florales, con mangas
ajamonadas, escotes modestos, talles altos, faldas largas y elementos
ornamentales de encajes y volantes. En Estados Unidos, Ralph Lauren
lanzó una colección en esta línea inspirada en la moda de los colonos del oeste norteamericano, que fue
bautizada como estilo «casa de la pradera».282

Estos años vieron un repunte de las prendas de punto, que se introdujeron en los circuitos de prêt-à-porter,
no ya solo en los tradicionales jerséis, guantes y bufandas, sino en conjuntos completos de vestidos y
complementos de punto. Una de las artífices de la nueva distinción de este género fue Sonia Rykiel,
caracterizada por sus prendas de rayas sobre fondo negro, con sisas elevadas y mangas estrechas; también
introdujo el uso de textos en las prendas de punto. Por otra parte, la empresa italiana Missoni introdujo los
estampados en los géneros de punto.283 También en esta década surgió el concepto one stop, las prendas
intercambiables de una sola firma, con las que se podía confeccionar un fondo de armario acudiendo a una
única boutique, un concepto valorado por la moderna mujer trabajadora. Surgido en Estados Unidos, esta
variedad de compras tuvo exponentes como Roy Halston Frowick y Calvin Klein. También en esa línea
práctica, en 1973 Diane von Fürstenberg lanzó su «vestido envolvente», válido tanto para día —con un
blazer— o la noche —con joyas y zapatos de tacones—.284

En la década de 1970 se dieron los estilos glam y disco. El primero se dio sobre todo en Reino Unido,
protagonizado por cantantes como Elton John, David Bowie o Marc Bolan. Era un estilo extravagante y
andrógino, con gusto por las lentejuelas, los leotardos ajustados, los monos estampados y las botas de
plataforma, así como cortes de pelo tipo mullet y abundante uso de pintura corporal. El disco se dio en
Estados Unidos, popularizado por películas como Saturday Night Fever (1977), protagonizada por John
Travolta. Se llevaba la ropa ceñida, como los pantalones de elastano, las
blusas de tubo con lentejuelas y los tops de lúrexnota 17 con cuello
halter.nota 18 Ambos eran estilos que preconizaban la libertad sexual,
una causa que perdió fuelle con la aparición del sida en 1981.287

A estos estilos sucedió el punk, aparecido en Londres en 1976, un


movimiento rebelde e inconformista que defendía la imagen
autogestionada, la búsqueda de la propia personalidad a través de la
indumentaria y el aspecto corporal.288 Vinculado a la música del mismo
nombre, fue un estilo rupturista, transgresor, rebelde, con una estética que
más que una moda era una «antimoda», basada en las prendas de cuero
muy ajustadas, con preferencia por el color negro, y con mayor
vistosidad en los peinados, en los que predominaron las crestas de vivos
Traje diseñado por Kansai colores.281 Tuvo su epicentro en la boutique Sex (posteriormente
Yamamoto para la gira Ziggy Seditionaries), en King's Road (Londres), propiedad de Vivienne
Stardust de David Bowie Westwood y Malcolm McLaren, donde se vendían prendas de
(1972) inspiración fetichista. Promocionada por grupos musicales como Sex
Pistols, este estilo caló en un sector de población juvenil descontento con
la sociedad de su tiempo, para el que la imagen rompedora que llevaban
era una forma de diferenciarse y de protestar frente a los valores burgueses, a través de prendas como los
pantalones bondage, las camisas Anarchy, las camisetas destroy y los «jerséis del verdugo», que a menudo
incluían imágenes provocativas, desde esvásticas y pornografía hasta retratos de Karl Marx. Otra
inspiración para estas prendas fue la ropa militar y la del mundo motero, así como el tartán, en colores
estridentes como el rosa fluorescente, el azul eléctrico y el amarillo dayglo, junto al rojo, blanco y
negro.289

Entre los años 1970 y 1980 la moda masculina denotó una fuerte
influencia de la ropa deportiva, aunada a una amalgama de influjos que
iba desde la ropa clásica hasta el estilo pop, todo lo cual devino en un
estilo apodado «casualismo». El look casual se basaba en el uso de
marcas prestigiosas de ropa y una gran atención a los detalles, si bien con
una gran heterogeneidad en la elección de prendas y un cierto
componente elitista. Algunas de las prendas predilectas eran los tejanos
Lois, las zapatillas Adidas o la ropa deportiva de Lacoste, Fila o Ellesse.
Fueron iconos de este estilo el tenista Björn Borg, el golfista Arnold
Palmer y el cantante David Bowie.290

En estos años compenzó a despuntar la moda italiana con nombres como


Valentino, Giorgio Armani y Gianfranco Ferré. El auge de la costura
italiana se inició en los años 1950 gracias a una apuesta decidida de la Colección de vestidos negros
industria local, que había empezado a destacar especialmente por su diseñados por Valentino
artesanía del cuero, que produjo zapatos y accesorios de gran calidad,
con marcas como Gucci, Fendi y Ferragamo. En los años 1960 destacó
también por sus prendas de punto, gracias sobre todo a Emilio Pucci. El boom de la alta costura italiana se
dio en los 1970 con Valentino y Armani. El primero destacó por vestir a las mujeres más elegantes del
mundo, una fama que se inició con el vestido de novia que diseñó para Jacqueline Kennedy en su boda con
Aristóteles Onassis (1968). Armani basó su carrera en el lema «poner la moda al servicio del público y no
el público al servicio de la moda». Buscaba la elegancia dentro de la sencillez, sin renunciar a la
practicidad. Tanto en su línea masculina como femenina predominaba la comodidad, como en su «sastre
flexible», que fue un éxito mundial.291 Gianfranco Ferré destacó por sus líneas de prêt-à-porter de formas
definidas y colores brillantes, con un diseño intelectual que denotaba una gran preocupación por el
detalle.292
Los años 1980 fueron una época de contrastes, con la convivencia de
estilos inconformistas como el punk con los nuevos movimientos
clasicistas, como el de los yuppies.293 nota 19 En esta década la alta
costura vivió una cierta regeneración, gracias al trabajo de diseñadores
como Emanuel Ungaro, Karl Lagerfeld y Christian Lacroix. El primero
lanzó una colección de vestidos de noche con faldas acanaladas y
drapeados diagonales, estampados con atrevidos colores, como fucsia,
turquesa, lila, escarlata, púrpura, verde botella y amarillo canario.
Lagerfeld, director artístico de Chanel, revitalizó la tradicional firma
francesa con un estilo moderno, dirigido a un público más joven.
Versionó numerosos productos típicos de Chanel, como su traje de dos
piezas o su «vestidito negro», que modernizó en una versión de vinilo y
punto liso de poliéster. Al tiempo, incorporó nuevos productos, como las
chaquetas motorista, los tops, las mallas de rejilla, los pantalones de PVC
y los shorts de tweed. En 1987 fundó su casa de costura Christian
Vestido de Karl Lagerfeld
Lacroix, creador de la falda pouf o falda de globo, así como faldas estilo
miriñaque y vestidos bustier que pusieron de moda de nuevo la silueta de
reloj de arena.294 Lacroix fue creador de un estilo barroco y fantástico,
con inspiración española, como sus creaciones basadas en los trajes de torero, en el tocado de la Dama de
Elche o en los mantos de las vírgenes de las procesiones sevillanas.295 El italiano Franco Moschino,
apodado el «chico malo de la moda», parodió en sus colecciones el mundo de la alta costura con un estilo
irreverente, basado en prendas básicas resueltas con ingenio e imaginación.296 Otro enfant terrible fue
Jean-Paul Gaultier, uno de los pioneros de la utilización de la ropa interior como ropa de calle, como su
famoso corsé cónico diseñado para la cantante Madonna. También diseñó corsés y faldas para hombre.294
En 1987 se fusionaron Moët Hennessy y Louis Vuitton en la firma LVMH, el mayor emporio del mundo
de moda de lujo.297

Tras los excesos de la moda punk surgió el movimiento new


romantic, que se inspiró en estilos del pasado, como la
Revolución francesa o los piratas del Caribe, con un toque
kitsch que fomentó una imagen algo pastiche. La
indumentaria de este movimiento, conocida también como
«diseño radical», fue promovida por cantantes y grupos
musicales como Boy George, Duran Duran y Spandau Ballet,
así como David Bowie, que se sumó al nuevo movimiento
tras su paso por el glam. Una de sus primeros exponentes fue
Vivienne Westwood, que abandonó el punk en 1981 con su
línea Pirate, a la que siguieron diseñadores ya establecidos
Vestido de novia de Jean-Paul Gaultier
como Jean-Paul Gaultier e Issey Miyake. Se incorporó
posteriormente John Galliano, que en 1984 lanzó su primera
colección en este estilo, Les Incroyables, inspirada en la
Revolución francesa. Por otro lado, Katherine Hamnett introdujo en 1979 el uso de pantalones vaqueros
rotos, una tendencia que aún perdura. También destacó por el uso de tachones, pespuntes y cremalleras
vistas, así como por sus camisetas con eslóganes.298

En los 1980 surgió una nueva imagen para la mujer trabajadora, una mujer de éxito que entraba en las
directivas de las grandes empresas, basada en un prototipo de amazona glamurosa que emanaba tanto poder
como cierta sexualidad implícita, lo que se plasmaba en vestidos de holgadas hombreras, peplo ensanchado
en las caderas, minifalda, medias opacas negras y tacones de aguja, así como complementos como los
pañuelos de Hermès y la bandolera dorada de Karl Lagerfeld. Representaron esta línea diseñadores como
Donna Karan y Giorgio Armani. En su vertiente masculina, se denominó yuppies a los hombres de éxito,
jóvenes ejecutivos que vestían trajes de Paul Smith y Hugo Boss, junto a complementos como mocasines
de Gucci, relojes Rolex y agendas Filofax. Esta década fue exitosa para
los diseñadores, que se encontraron con una etapa de despegue
económico promovida por los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret
Thatcher. Los diseñadores se codeaban con la alta sociedad y se inició la
costumbre de que regalasen sus vestidos a celebridades para que las
luciesen en eventos sociales, lo que les proporcionaba una publicidad
encubierta. La primera dama Nancy Reagan fue una gran promotora de
la moda, especialmente de Adolfo, James Galanos, Bill Blass y Arnold
Scaasi.299

En Estados Unidos surgieron varias figuras de relevancia: Calvin Klein


desarrolló un estilo sencillo y funcional, con la pretensión de crear
prendas a la vez cómodas y sofisticadas, de «reducir las cosas a su
Vestido de John Galliano para
máxima pureza». Fue el primer diseñador de alta costura que incluyó en
Christian Dior
su firma unos pantalones vaqueros. También destacó por sus campañas
publicitarias, de tono algo provocativo. Donna Karan aunó confort y
elegancia, con fusión de elementos masculinos y femeninos, con un estilo
cosmopolita. Marc Jacobs alcanzó renombre como creador de la moda grunge, inspirada en la música rock.
Óscar de la Renta desarrolló un sello más europeo, caracterizado por su exquisita elegancia, y destacó igual
como diseñador que como hombre de negocios. Carolina Herrera aunó practicidad y sofisticación, con una
línea de prendas elegantes de materiales lujosos.276

En España, en los años 1980 el sector de la alta costura empezó a


despuntar después de unos años en crisis, gracias a nombres como
Adolfo Domínguez, Antonio Miró y Francis Montesinos. En 1985
nacieron las pasarelas Cibeles de Madrid y Gaudí de Barcelona, que
sirvieron de escaparate para la proyección internacional de la moda
española. Desde entonces destacaron nombres como Roberto Verino,
Jesús del Pozo, Modesto Lomba, Ángel Schlesser, Victorio & Lucchino,
etc. Los elementos más valorados de la moda española a nivel
internacional son el calzado y la piel, así como la moda nupcial.300 Cabe
citar a Manolo Blahnik en el terreno del calzado, cuya marca ha
conseguido fama internacional gracias a una mezcla de imaginación y
buen hacer artesanal.301

También en los años 1980 empezó a Zapato diseñado por Manolo


despuntar la moda japonesa, gracias a Blahnik
nombres como Yōji Yamamoto y Rei
Kawakubo. En 1982, estos dos
diseñadores presentaron una colección prêt-à-porter en París con diseños
de aspecto pobre y desaliñado, un estilo que fue bautizado como boro
look («imagen de mendigo»), reflejo de un concepto japonés de la
belleza de carácter subjetivo, en que hasta lo más pobre puede ser
evocador de belleza. Esta colección causó un gran impacto, por ser la
primera vez que se exponía una línea de diseño no occidental que sin
embargo era susceptible de tener un alcance universal. La trayectoria de
Yamamoto se ha basado en sus prendas de aspecto inacabado, así como
en la utilización de materiales heterogéneos, como el fieltro o el
Vestido Flying Saucer de
neopreno, además de su preferencia por el color negro, por la que fue
Issey Miyake (1994)
apodado «el poeta del negro». Kawakubo fundó la empresa Comme des
Garçons, que diseñaba ropa, perfumes y muebles. Otro exponente de la
moda nipona fue Kenzō Takada, establecido en París, que destacó por su
uso del color y los estampados, con gusto por los elementos folclóricos. Adaptó los kimonos japoneses al
mundo occidental y fue el creador de los pantalones de pata de elefante, los pulls cortos y los zapatos con
plataforma. Otro referente fue Issey Miyake, también instalado en París, un diseñador original de estilo
ecléctico e innovador, creador del twist de fibra sintética inarrugable.302 Estos creadores fueron pioneros
en una visión posmoderna de la moda, en la que se diluían los límites entre Occidente y Oriente, entre lo
moderno y lo antimoderno, la moda y la antimoda.303

En estos años varios diseñadores explotaron la sexualidad femenina con un estilo glamuroso y algo retro,
como Thierry Mugler, Claude Montana y Antony Price, que se inspiraron en estereotipos de mujeres
fuertes y dominadoras, como las valquirias, las mujeres-soldado y las dominatrix del bondage y el
sadomaso. Montana empleó con profusión el cuero y puso de moda las hombreras anchas, así como el uso
de charreteras, cadenas, hebillas, tachuelas y cremalleras de inspiración sadomasoquista. Mugler también se
inspiró en el fetichismo y empleó el cuero en conjuntos de alta costura, con siluetas que recordaban las
superheroínas del cómic. Price promovió la imagen retrochic, perceptible en el vestuario del grupo Roxy
Music que creó para varios de sus álbumes. Por otro lado, el diseñador Azzedine Alaïa lanzó su línea «ropa
segunda piel», unas prendas que se ajustaban al cuerpo marcando claramente las formas femeninas,
realizadas en elastano. Igualmente, Hervé Léger creó un vestido tipo vendaje, con bandas elásticas que
moldeaban la figura. Fueron los años de difusión del fitness, una actividad deportiva que puso de moda las
prendas de licra que se ajustaban al cuerpo. Calvin Klein se sumó a esta moda de ropa ceñida y la adaptó a
los pantalones vaqueros, cuya campaña publicitaria de 1980 protagonizada por la actriz Brooke Shields
tuvo un enorme éxito.304

Entre los años 1980 y 1990 se desarrolló la cultura hip-hop, que como otros fenómenos musicales tuvo su
traslación al mundo de la moda, en una nueva línea que fue denominada «estilo urbano». Fue un
movimiento de origen afroamericano, circunscrito a sectores marginados socialmente, por lo que
rechazaban la alta costura y las grandes firmas. En su lugar, optaron por la ropa deportiva, chándales y
zapatillas Adidas o Nike, junto con sombreros Kangol. Esta cultura influyó en los llamados b-boys —
bailarines de breakdance—, así como a los artistas callejeros del grafiti, que se caracterizaron por el uso de
pantalones y camisetas holgados. Con el tiempo y el éxito, numerosos artistas hip-hop cobraron un
creciente gusto por la extravagancia —abrigos de piel, zapatos de piel de cocodrilo— y el uso de
abundantes joyas —conocido como bling-bling—, sobre todo cadenas de oro y diamantes. El peinado
típico de esta cultura urbana fue el high-top fade, con los costados afeitados y el resto en punta.305

En los años 1990 predominó la diversificación, con mayor inspiración en la naturaleza, como en la
corriente new age. Surgió el fenómeno de las top-models, modelos de pasarela que alcanzaron una gran
celebridad, como las estrellas de cine, entre las que destacaron Claudia Schiffer, Naomi Campbell o Cindy
Crawford. En general, la moda fue de corte más realista, como la tendencia llamada destroyer, representada
por Martin Margiela y Ann Demeulemeester, creadores de la imagen de los denominados «nuevos
pobres».306 Estos años vieron el retorno del glamour, más sensual y sofisticado, protagonizado por una
serie de diseñadores italianos como Gianni Versace, Roberto Cavalli y Dolce & Gabbana (tándem formado
por Domenico Dolce y Stefano Gabbana). Versace desarrolló un estilo de cierto glamour decadente, con
vestidos voluptuosos de intenso cromatismo y ampulosa decoración de bordados, aplicaciones y abalorios,
con gusto por los estampados y el uso de imágenes de iconos como James Dean y Marilyn Monroe, que
denotaban la influencia de Andy Warhol. Sus colecciones desbordaban sexualidad, con inspiración en el
mundo fetichista, especialmente en el uso de cuero negro, que trabajó como «segunda piel». También se
inspiró en la cultura motera y en el punk, así como en el arte barroco, y denotó una preferencia especial por
el color dorado. Dolce & Gabbana lanzaron su primera colección en 1985, con una línea austera pero
sugerente inspirada en el cine neorrealista de los años 1950. Otra de sus inspiraciones fue la lencería, cuyas
formas y ornatos adaptaron a sus vestidos, ceñidos y de amplios escotes, que acompañaban con
complementos inspirados en la iconografía religiosa, una combinación atrevida e irreverente que fue uno de
sus sellos distintivos. La sensualidad de su estilo se vio reforzada por sus campañas publicitarias realizadas
por la fotógrafa Ellen von Unwerth, así como por su colaboración con la
cantante Madonna. Cavalli mostró una especial predilección por los
estampados animales, sobre todo de cebra, tigre, leopardo y
guepardo.307

En el Reino Unido surgió una nueva


generación de jóvenes talentos del St.
Martin's College Arts of Design de
Londres, como Alexander McQueen,
Stella McCartney y John Galliano.
McQueen desarrolló un estilo inspirado
en el arte y el cine, con referencias a
otras culturas y un aire fantástico e
irreal. Destacó también por sus pases,
que convertía en auténticas
performances. Fue su sucesora en la
firma Sarah Burton, famosa por diseñar
el vestido de novia de Kate Middleton.
Vestido de noche de Gianni
McCartney, hija del cantante de los
Versace
Beatles Paul McCartney, destacó por
La top-model Naomi Campbell su gusto exquisito y refinado, así como
desfilando en una pasarela por su respeto al medio ambiente, ya
que en su obra nunca utilizó pieles naturales.308 Galliano, desde su
debut en la línea new romantic, desarrolló un estilo sensual, con gusto
por la teatralidad. En 1996 fichó por Dior, de donde fue despedido en 2011 por unas declaraciones
racistas.309

En estos años surgió la moda minimalista, que fue adoptada por grandes marcas como Gucci, Prada y
LVMH. Se llevaban prendas de corte sencillo y escasa ornamentación, con preferencia por el color blanco.
Algunos de los diseñadores que destacaron en este estilo fueron Calvin Klein, Tom Ford, Marc Jacobs,
Miuccia Prada, Jil Sander y Helmut Lang. Otra tendencia fue la llamada «antimoda», un estilo subversivo
inspirado en las culturas grunge y pospunk que rechazaba el glamour en aras de una imagen alternativa,
encarnada en la modelo británica Kate Moss, de complexión escuálida frente a las exuberantes top-models
que triunfaban por entonces. El grunge defendía la ropa de segunda mano, prendas rasgadas y descoloridas
y un cierto aire retro. Surgió la figura del straight-up, la persona real que lleva ropa real, que crea su propia
imagen. Con el tiempo, el grunge se incorporó al circuito comercial y fue adoptado por diseñadores de
renombre como Calvin Klein, Marc Jacobs y Anna Sui.310

Otra vertiente surgida a finales de siglo fue la moda deconstruccionista, derivada de la filosofía homónima
desarrollada por Jacques Derrida. En el campo de la moda, se centró en el concepto de elaboración de la
prenda, que fue revisada para encontrar sus elementos básicos y definidores. Se buscaba una nueva forma
de concebir las prendas que permitiese su comercialización sin tener un sello de «acabado», mostrando de
forma abierta los elementos técnicos que generalmente permanecen ocultos, como las puntadas de remate,
las pinzas, los forros y otros detalles que otorgaban una sensación de estar en proceso de confección. Otros
aspectos eran la pérdida de las formas o el uso de materiales deteriorados o reciclados, que daban la
sensación de ser prendas reparadas. También se incidió en la estética a través de la ruptura con los cánones
tradicionales, como en el diseño de camisas con dos cuellos o con botones de distintos tamaños o
dispuestos de forma irregular. Algunos de los diseñadores que experimentaron en este terreno fueron Issey
Miyake, Rei Kawakubo, Alexander McQueen, Ann Demeulemeester, Martin Margiela y Hussein
Chalayan.311
Otra tendencia surgida estos años fue la del posmodernismo, que frente al
proyecto moderno de una cultura vanguardista e innovadora volvía la
vista atrás hacia los valores del pasado, unido a un cierto eclecticismo
estilístico y la hibridación cultural. La moda posmoderna es plural,
fragmentaria, heterogénea, intertextual, de tal forma que sería más
apropiado hablar de «modas» que de moda. En esta tendencia todo vale,
las prendas pueden ser anchas o estrechas, largas o cortas, se acepta
cualquier material, cualquier color. Es una moda democrática, sin
jerarquías, que busca su inspiración tanto en la calle como en los talleres
de los modistas, tanto en la cultura occidental como en las de otros
continentes, aceptando de buen grado la era de la globalización. Se
potencia el «bricolaje», la reutilización de elementos, estilos y símbolos,
lo que se traduce a menudo en un cierto «pastiche», que sin embargo es
aceptado de buen grado. Algunos diseñadores destacados en esta
tendencia fueron Karl Lagerfeld, Franco Moschino y John Galliano.312
Black lolita japonesa
En la transición de siglo surgió también un mayor interés por la moda
ética y sostenible, con preocupación por el medio ambiente y el impacto
que un rápido consumo de prendas puede causar en el ecosistema. Así, creció el empleo de materiales
ecológicos y reciclados, y numerosas empresas empezaron a instaurar sistemas de producción basados en el
desarrollo sostenible. También se empezó a valorar las condiciones laborales del personal encargado de la
producción de prendas de moda, muchas veces en fábricas del tercer mundo que desarrollan su labor en
condiciones pésimas. Igualmente, en estas últimas décadas se revalorizó la artesanía, los talleres de
producción manual, si bien modernizados con el uso de nuevas tecnologías, como el diseño por ordenador
o el corte por láser. Algunas de las firmas y diseñadores que despuntaron en este nuevo concepto más
artesanal fueron Rodarte, Christopher Kane, Olivier Rousteing y Mary Katrantzou.313

En Japón, surgió a principios de los años 1990 una nueva cultura urbana centrada en un sector de
población juvenil y preferentemente femenino, que buscaba una nueva imagen alejada de los cánones
tradicionales. Partiendo de unas premisas básicas de renovación y búsqueda de la identidad propia,
surgieron diversas subculturas con elementos definitorios propios y diversos: la tendencia kogyaru se
basaba en una estética derivada de las estudiantes de instituto, centrada en uniformes escolares, con el uso
de faldas cortas de cuadros, pichis y blusas de cuello Peter Pan; la vertiente ganguro («rostro negro») se
inspiró en la imagen de las jóvenes californianas de pelo rubio o pelirrojo y piel bronceada, con uso de
faldas cortas de colores brillantes y zapatos de plataforma; los otaku desarrollaron una estética derivada del
anime y manga; la corriente lolita defendía una imagen más recatada e ingenua, con influencia de la moda
victoriana, y se dividió en varias ramas, como sweet lolita, classic lolita, punk lolita o gothic lolita.314

Véase también: Moda en la década de 1980

Siglo XXI

En el nuevo milenio la moda siguió por las mismas sendas iniciadas a finales del siglo XX, con tendencia a
la atomización y el individualismo, y la convivencia de corrientes a menudo confrontadas. Como otros
factores culturales, la moda se vio inmersa en los fenómenos de la globalización y la multiculturalidad. Un
nuevo fenómeno sería el gusto cada vez mayor por el revival (también llamado vintage o «moda retro»),
por la recuperación y actualización de estilos del pasado, un fenómeno parejo a la corriente cultural de la
posmodernidad.315 En esta nueva centuria se fueron fusionando conceptos antitéticos como creatividad y
negocio, y surgieron cada vez más marcas que ofrecían productos de diseño a un precio asequible; un claro
ejemplo es la marca española Zara, creada por Amancio Ortega.316 En esta etapa la libertad creativa fue
total debido a la multiplicidad de tendencias, ya que predominó el concepto del «todo vale»: faldas largas y
cortas, prendas anchas y ceñidas, tonos oscuros y alegres, todo se lleva al mismo
tiempo y cualquier producto tiene su público. Ya no son los diseñadores los que
crean las tendencias, sino que es el público el que elige lo que le apetece en todo
momento.317

En esta época, la alta costura cobró un nuevo auge gracias a la incorporación a


grandes firmas de jóvenes diseñadores dispuestos a renovar las líneas
tradicionales de estas marcas sin perder del todo el bagaje que atesoraban a lo
largo de su trayectoria. Un punto de inflexión en ese sentido fue el fichaje de
John Galliano por Dior en 1996, al que siguieron Alber Elbaz en Lanvin,
Christophe Decarnin en Balmain, Sarah Burton en Alexander McQueen,
Pierpaolo Piccioli y Maria Grazia Chiuri en Valentino, Stefano Pilati en Yves
Saint Laurent, etc.318 De igual manera, se produjo una revalorización del prêt-à-
porter, del que surgió una variedad de lujo a medio camino entre la prenda
comercial y la alta costura, en ocasiones denominada «semialta costura». En este
terreno incursionaron marcas como Burberry, Chloé o Céline, o diseñadores
como Stella McCartney, Isabel Marant, Victoria Beckham o Phoebe Philo. Por
otro lado, surgió el concepto de masstige —de mass production (producción en
masa) y prestige (prestigio)—, productos considerados de lujo pero a precios
asequibles, una línea desarrollada por diseñadores como Alexander Wang, Tory
Vestido verde
Burch, Philip Lim, Thakoon Panichgul y Olivier Theyskens.319
diseñado por
Pese a todo, la influencia de los grandes diseñadores Donatella Versace
para Jennifer Lopez
entró en cierto declive, un hecho que se puso de
(2000)
manifiesto con el despido de John Galliano de la firma
Dior en 2011 por unas declaraciones segregacionistas;
algunos analistas vieron en ello el fin de la era dorada
del modista. En esa línea, en los primeros años del nuevo siglo se vio una
tendencia creciente al empleo cada vez más de equipos y diseñadores anónimos
por las grandes marcas. Así, en el siguiente pase de Dior —ya sin Galliano—
surgieron a la pasarela cuarenta costureros con batas blancas de trabajo, en vez
del clásico paseo del modista estrella.320

Las principales innovaciones se produjeron más en el terreno de los tejidos que


del diseño, con mezclas cada vez más originales y una tendencia cada vez mayor
Durante la pandemia al reciclaje. Se introdujo un nuevo concepto, el del «diseño inteligente», basado
por COVID-19 de en prendas elaboradas en relación al cuerpo y a parámetros estéticos, así como a
2020-2021 las la incorporación de elementos funcionales como conexiones eléctricas o
mascarillas faciales informáticas, o bien aparatos médicos como medidores de tensión arterial. Por
llegaron a convertirse otro lado, se buscaron nuevas fórmulas para el lanzamiento de las nuevas
en un complemento colecciones, superando el concepto ideado por Worth de las temporadas
habitual en todo el
primavera-verano y otoño-invierno. Un último fenómeno fue el del streetstyle, la
mundo y fueron
inspiración buscada en la calle, donde los fotógrafos encuentran modelos
objeto de diseños
improvisados que saltan a las revistas o blogs de moda con tendencias basadas en
personalizados a
gusto del consumidor el gusto individual.321 De igual forma, el tiempo de las top-models pasó y, en el
nuevo milenio, la tendencia en las pasarelas fue la utilización de modelos
anónimos, de aspecto aniñado y cada vez más estilizado, así como el auge de las
llamadas it girls, figuras individuales que buscan su propio look y que pueden influir en la moda gracias
especialmente a las redes sociales, como Olivia Palermo y Lou Doillon.322
La moda a principios del siglo XXI sufrió numerosos cambios relacionados con el uso de nuevas
tecnologías, tanto en el diseño como en los métodos de producción y comercialización. La moda se volvió
un fenómeno global, que llegaba a un porcentaje de población cada vez mayor.323 En la nueva era digital
aumentó considerablemente el comercio electrónico, las compras efectuadas a través de internet. Algunos
de los principales problemas surgidos con el comercio electrónico se han ido subsanando con el tiempo,
como la seguridad en la preservación de datos personales o el acierto con las medidas personales a la hora
de adquirir prendas, gracias a escáneres corporales. Este tipo de comercio permite una publicidad más
directa y una mayor personalización de los gustos de los clientes, ya que los datos son más fácilmente
cuantificables. También es posible ya la elaboración de productos diseñados por el cliente en línea,
partiendo de unos parámetros básicos y escogiendo el color, el material o los dibujos preferidos por el
usuario. Una empresa que ofrece, por ejemplo, el diseño de su calzado es Nike, gracias a su plataforma
NikeiD.324

En estos años surgió el concepto de moda pronta (fast fashion), por el que las líneas de moda pasan con
rapidez de la pasarela a la tienda; al tiempo, su consumo es igualmente rápido, por lo que las temporadas se
van sucediendo de forma continua, sin que se establezca una tendencia dominante en un cierto período de
tiempo. Esta línea comercial se ha visto impulsada por cadenas de moda como H&M, Zara, C&A,
Massimo Dutti, Primark, Topshop y Mango. Esta tendencia ha sido criticada por su falta de sostenibilidad
medioambiental.325

Véase también: Moda en los años 2010

Véase también
Diseño de moda Código de vestimenta
Industria textil Semana de la moda
Artes textiles Historia del bikini
Arte efímero Historia del sostén
Costura Historia del corsé
Ropa Indumentaria femenina en España
Traje Historia de las artes decorativas
Vestido (indumentaria) Anexo:Cronología de las tecnologías del
Disfraz vestido y textiles

Notas
1. El négligé o deshabillé era una prenda nocturna femenina, que se ponía sobre el
camisón.130
2. Llamado así por el pintor Jean-Antoine Watteau, que lo popularizó en sus cuadros.132
3. Se denominaba Mantua a un tipo de vestido holgado, de una pieza, con corpiño sin corsé y
falda de cola.140
4. El bolero es una chaqueta corta —hasta la altura de los senos— y mangas largas, inspirada
en el traje de torero.162
5. La chaqueta Spencer masculina era hasta la cintura, pero en versión femenina llegaba por
debajo del busto, bien como prenda externa o como pieza intermedia entre el vestido y un
abrigo. A finales del siglo XIX quedó como una chaqueta corta sin mangas, que se llevaba
bajo otra chaqueta o abrigo.164 El nombre proviene de George Spencer, II conde Spencer
(1758-1834), del que se cuenta que adaptó su frac después de que se le quemasen los
faldones.165
6. El escote barco tiene forma elíptica, como el casco de un barco.170
7. Piezas de tela de forma triangular que se añadían a las costuras para dar volumen y una
cierta forma acampanada.178
8. El hongo o bombín era de copa redondeada y ala abarquillada.189 La chistera era un
sombrero de copa alta y ala amplia. El canotier era un sombrero de paja de ala estrecha y
copa recta adornada con una cinta.190
9. En España, fueron llamadas wambas (o bambas) porque la primera marca que surgió se
fabricaba en Wamba (Valladolid).132
10. También conocida como Caresse Crosby.
11. Que como se ha visto había sido popularizada por la sufragista estadounidense Amelia
Bloomer, de tal forma que la falda-pantalón fue conocida también como bloomer, también
calificada como bombachas no del todo correctamente. Consistía en una falda hasta la
rodilla y unos pantalones holgados que se recogían en los tobillos con volantes de encaje,
inspirados en los antiguos pantaloons o pantalones de estilo turco.224
12. Era una camisa inspirada en la de hombre, con cuello y botonadura central, con mangas
jamón terminadas en puño doble. Se llevaban con falda y una chaqueta entallada, aunque
en la práctica deportiva se podía prescindir de la chaqueta.225
13. Por influencia de la novela La Garçonne de Victor Margueritte, en la que retrataba a la
nueva mujer de la época.235
14. El nombre de la colección era Corolle («corola», por estar inspirado en los pétalos de flor),
pero fue rebautizado como New Look por Carmel Snow, directora de la revista Harper's
Bazaar.250
15. Un tipo de cuello plano, vuelto y redondeado.178
16. La trenka es un abrigo tres cuartos de lana con botones de madera en forma de huso, con o
sin capucha. Su origen se encuentra en la Marina británica, desde donde pasó al ámbito
civil.260
17. El lúrex es una fibra sintética de hilo de aluminio con una lámina transparente de
plástico.285
18. El cuello halter une la prenda al cuello mediante tiras, dejando los hombros y brazos al
descubierto.286
19. Acrónimo de young urban professional, «joven profesional urbano».

Referencias
8. Borrás Gualis, Esteban 16. Diccionario de Historia,
1. Fogg, 2016, p. 8. Lorente y Álvaro Zamora, p. 17.
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p. 194. 10. Souriau, 1998, pp. 1060- pp. 196-197.
5. «Moda» (https://dle.rae.es/ 1061. 19. Historia de la cultura
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Consultado el 17 de pp. 219-222. 20. Laver, 2005, p. 18.
diciembre de 2020. 12. Fernández Arenas, 1988, 21. Fernández Arenas, 1988,
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28. Figueras, 2012, pp. 20-21. 65. Borrás Gualis, Esteban 99. Historia de la cultura
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30. Laver, 2005, pp. 28-32. 2010, pp. 367-368. 100. Fogg, 2016, p. 22-23.
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