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Editado - DSI - U1 - El Hombre y La Sociedad
Editado - DSI - U1 - El Hombre y La Sociedad
Social de la Iglesia
Dr. Mariano Gustavo Morelli
Índice
Presentación .......................................................................................................................................... 3
Objetivos ............................................................................................................................................ 3
Temario .............................................................................................................................................. 3
Mapa conceptual ................................................................................................................................ 4
La persona: dimensiones....................................................................................................................... 5
La natural socialidad del hombre: significación y consecuencias ...................................................... 6
Las teorías del “contrato social” ......................................................................................................... 7
El grupo social.................................................................................................................................... 9
Tipos de grupos sociales.................................................................................................................. 10
Según su relación con el bien del hombre....................................................................................................11
Según la disposición de los medios necesarios para alcanzar sus fines.....................................................11
Según los elementos que toman en cuenta para la unión de personas ......................................................12
Elementos ........................................................................................................................................ 12
Bien común y bien particular ............................................................................................................ 14
Los principios de solidaridad y subsidiariedad ................................................................................. 16
Subsidiariedad y solidaridad en la realidad actual ........................................................................... 18
Unidad y pluralidad........................................................................................................................... 19
La familia: su dimensión natural y sus enemigos............................................................................. 20
Los grupos sociales infrapolíticos .................................................................................................... 24
El problema del pluralismo ............................................................................................................... 25
Síntesis ................................................................................................................................................ 28
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Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – El hombre y la sociedad 3
Presentación
Si queremos comprender el orden social, ¿por dónde comenzaremos? Podría-
mos iniciar el texto con una serie de afirmaciones o tesis presentadas dogmáticamen-
te, pero con ello poco habríamos avanzado. Tratamos de “comprender” la sociedad.
¿Dónde comenzar entonces?
Objetivos
Comprender a la sociedad como una exigencia de la perfección humana.
Temario
La persona: dimensiones.
El grupo social.
Elementos.
Unidad y pluralidad.
Mapa conceptual
BIEN COMÚN
“Contrato so-
cial”
≠
PERSONA Naturaleza social GRUPOS SOCIA-
HUMANA LES
SOLIDARIDAD Y FAMILIA
SUBSIDIARIEDAD
OTROS GRUPOS
UNIDAD Y
INFRAPOLÍTICOS
PLURALIDAD
COMUNIDAD POLÍ-
TICA
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La persona: dimensiones
Todos tenemos experiencia de lo que es un ser humano. Somos conscientes de
sus increíbles capacidades. Un ser capaz de comprender los misterios de la física
atómica, de conquistar el espacio, de organizarse en estructuras políticas de una com-
plejidad impresionante. Un ser capaz de soñar grandes proyectos, de edificar intrinca-
dos sistemas económicos. Capaz de grandes actos de amor y de grandeza, y al mis-
mo tiempo acechado por el egoísmo y el vicio.
Entre los atributos humanos encontramos dos que lo distinguen claramente del re-
sto de los seres vivos:
la penetración de su inteligencia y
la voluntad humana no está sujeta a las leyes necesarias del mundo material:
es capaz de elegir sin encontrarse determinada interior ni exteriormente. Es
decir, es libre.
Ahora bien, si el conocimiento humano no está limitado por lo que puede percibir
del mundo material, ni su voluntad determinada por las leyes del mundo material, ello
implica que debe haber algo más que su cuerpo material.
Esta condición del hombre, en parte espiritual, lo habilita para conocer y obrar de
formas incomparablemente más excelentes que lo que cabe decir de otras criaturas
del planeta. Por eso también, como diremos más adelante, su valor o dignidad no
puede ser comparada con la de éstos.
Morelli
07 – Doctrina Social de la Iglesia – El hombre y la sociedad 6
Pero nuestro análisis no termina aquí. El hombre está enriquecido con facultades
muy nobles, pero no viene al mundo ya pleno. Se plenifica a lo largo de su vida, enri-
queciendo su persona con la consecución de bienes como el conocimiento, los hábi-
tos rectos, la experiencia estética, la vida y todo lo que contribuye a su conservación,
la aspiración a la trascendencia e incluso el juego:
Haciéndolo, eleva esa dignidad esencial que tiene como ser humano,
haciéndose merecedor de ella.
1
Corresponde en justicia mi reconocimiento al Dr. Héctor H. Hernández, de cuyo magisterio dedicado e
inteligente he podido aprender las tesis fundamentales de este título.
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Y dado que el hombre descubre de manera inmediata que debe hacer el bien
y evitar el mal, descubre también que debe buscar la vida social. Y como
parte de su enriquecimiento integral, está moralmente obligado a vivir en
sociedad y a contribuir al bien de la sociedad (Hernández 1998).
Por ejemplo, el alumno, sin la vida social no podría ser alumno pues carecería de
maestro -indigencia-; pero también el que ha aprendido y es maestro requiere de la
vida social, pues de otro modo no podría realizarse como tal, pues, ¿a quién enseña-
ría? -plenitud-.
Otro ejemplo: muestran la naturaleza social del ser humano la ausencia de instintos
innatos para la supervivencia aislada -indigencia-, o la presencia de facultades que lo
orientan a sus semejantes como el lenguaje o la intuición del valor de la amistad –
plenitud-.
Lógicamente, la natural socialidad del hombre no implica que todos los hombres de
hecho vivan en sociedad ni contribuyan a su bien. La voluntad de las personas es libre
y no está forzada por ningún bien concreto. Pero resulta indudable que la persona que
rechaza la vida social y la búsqueda de su bien común, será víctima del empobreci-
miento humano que sigue a quien reniega de su plenificación integral.
En cambio, conciben que la vida social, las características de la sociedad y los fines
que debe perseguir son puro fruto de la voluntad humana: el hombre se asocia sólo
porque quiere y cómo quiere; la sociedad, su constitución y sus fines son el puro pro-
ducto de su voluntad. ¿Y para qué quiere unirse en sociedad? No para alcanzar su
plenitud en común, sino para conseguir la protección de su propiedad, su libertad y su
vida. Usa o se sirve de la sociedad para su conveniencia particular.
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Al unirse en grupos y buscar fines comunes, sea por acuerdo, por tradición o por
imposición (como en el caso de los niños), las personas siguen determinadas exigen-
cias de su propia plenificación, exigencias que hacen necesaria la vida social, y no
cualquier vida social, sino una vida social capaz de buscar en común esos fines a los
que el hombre está llamado y que no puede alcanzar solo. Puede haber acuerdo, pero
ese acuerdo solo no puede explicar la vida social ni las obligaciones relacionadas con
ésta.
Por eso, la teoría del contrato social, que concibe que son los acuerdos o el con-
sentimiento de los hombres y no su exigencia para la plenificación humana que legiti-
man la sociedad:
El grupo social
Al seguir la tendencia que lo inclina a vincularse con sus semejantes, los hombres
forman grupos sociales.
Tomás de Aquino definía la sociedad como la unión de varios para realizar algo
uno en común. 2
La sociedad es ese vínculo que se establece entre diversos sujetos que pese a
ser diversos se unen en una empresa común buscando un fin común.
Si Ud. se detiene a
Ello nos permite pensar que el ser humano no se une a “la” sociedad, sino a múlti- reflexionar un momen-
ples sociedades o grupos sociales. to descubrirá que está
integrado en numero-
Imaginemos uno de estos grupos. Por ejemplo, una escuela. Es un claro grupo so- sos grupos sociales:
cial: una familia, una em-
presa, un barrio, una
ciudad, una provincia,
¿Y ello qué significa? Alguien podría decir que son un conjunto de personas. Y un país, diversas aso-
es cierto, pero incompleto. Podemos ir a un parque o a una plaza, y también encontra- ciaciones o agrupacio-
remos un conjunto de personas, pero nada parecido a lo que vemos en una escuela. nes con fines deporti-
vos, culturales, socia-
les, económicos, de
¿Qué diferencias existen? Alguien podría decir que en la plaza las personas que amistad; que persiguen
están allí no se conocen... Pero ocurre que tampoco todos los que integran una es- fines muy valiosos y
cuela grande, con varios turnos, se conocen siempre... Otro podría pensar que la dife- que no podría alcanzar
rencia está en que en la plaza cada uno hace algo distinto (algunos leen, otros toman suficientemente en
soledad.
sol, otros juegan, otros duermen, otros venden cosas...). Pero tampoco nos satisface
el planteo. Puede ocurrir que en una plaza, a determinada hora, encontremos a gran
parte de las personas haciendo lo mismo -bronceándose, por ejemplo-. Por otro lado,
tampoco en la escuela todos están haciendo lo mismo: algunos leen, otros juegan,
otros venden cosas, y a veces no faltan quienes duermen o toman sol.
¿Qué es lo que hace tan diferente entonces a la escuela de estos otros “conjuntos”
de hombres? En la escuela, muchas personas, pese a no conocerse y a realizar tareas
distintas, buscan organizada y coordinadamente un fin común, que es el desarrollo
del proceso de enseñanza-aprendizaje, proceso que enriquece, plenifica, de diversa
manera tanto a los alumnos, como a los docentes, los directivos, y el personal no do-
cente.
Por un lado, una unidad práctica real que proviene del hecho de que hacen algo
en común:
Unidad práctica porque lo que los une es un obrar en pos del fin común.
2
"Adunatio hominem ad aliquid unum communiter agendum", en Contra Impugnantes Dei cultum et religi-
onem, Cap. III.
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Por otro lado, esa unidad práctica real reclama cierta organización, aunque sea
elemental, reflejada en algunas normas, aunque sean verbales o costumbres. La or-
ganización y las normas serán más manifiestas si el grupo tiene cierta estabilidad,
perdura en el tiempo. Están presentes también determinados objetivos sociales, que
encarnan determinados valores o bienes sociales, considerados valiosos por el gru-
po.
Estos razonamientos nos permiten encontrar la diferencia que existe entre un gru-
po social, un mero agregado social y una “masa”.
Los miembros de la
masa no hacen algo
común en común, sino
que se les hace hacer
Grupo social Agregado Social Masa algo que sólo tiene en
común, con lo que
hacen los otros, el
Designa al conjunto de Describe a un conjunto de Es un conjunto de per- responder a la influen-
personas que buscan algo personas que tienen en sonas indiferencia- cia de un tercero
en común. común una proximidad das, que están organi-
física, geográfica. zadas desde afuera y
Por ejemplo: los miembros son movidas también
de una familia. Por ejemplo: los huéspe- desde afuera de acuer-
des de un hotel. do con los deseos de
quien las manipula.
Algunos son necesarios, sin los cuáles el hombre difícilmente pueda alcanzar
su plenitud. Contamos entre ellos a la familia, a la comunidad política, y en
el orden sobrenatural a la Iglesia. Como resultan necesarios teniendo en
cuenta los bienes que el hombre busca en virtud de su naturaleza, podemos
llamar a los primeros grupos naturales.
Pero no faltan grupos perjudiciales, que buscan bienes parciales que, sin
embargo, se vuelven contra el bien integral del ser humano. Pensemos, por
ejemplo, en una banda delictiva, en la Federación Internacional Paternidad
Planificada (I.P.P.F., dedicada a promover el aborto), en el Fondo Monetario
Internacional –tal como de hecho opera-, en la organización racista llamada
Ku Klux Klan, o la terrorista conocida como Al Qaeda. Son grupos sociales,
pero los fines que persiguen degradan al ser humano. Por eso podemos de-
signarlos también como grupos sociales antinaturales.
Si bien los grupos necesarios y los contingentes son naturales en el sentido de co-
rresponderse con las exigencias del bien del hombre, los primeros son naturales en
sentido más profundo, pues son indispensables para ese bien.
Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu
apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas son que se contraiga un mús-
culo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pue-
blos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con
su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejer-
cita. Los dirigentes de la Revolución tienen hijos que en sus primeros balbuceos, no
aprenden a nombrar al padre; mujeres que deben ser parte del sacrificio general de su
vida para llevar la Revolución a su destino; el marco de los amigos responde estricta-
mente al marco de los compañeros de Revolución. No hay vida fuera de ella.
Los lazos naturales pretenden ser reemplazados por los “lazos revolucionarios”.
Por su parte, los grupos no territoriales agrupan a sujetos sin importar el lu-
gar donde se encuentran, y generalmente persiguen alguno o algunos fines
específicos. Por ejemplo, una escuela reúne a docentes y alumnos con di-
versos domicilios –algunos incluso viajan para ir a dar o recibir clases-.
Elementos
¿Cómo están constituidos los grupos sociales? A partir de Aristóteles se ha hecho
común intentar comprender los objetos penetrando en sus razones de ser, sus “cau-
sas” (Cf Soaje Ramos 1969).
Causa final, aquello para lo cual algo existe, nos remite en el caso del grupo
social al fin común, un bien, algo capaz de perfeccionar a los sujetos, pero
no exclusivo de alguno de ellos sino capaz de enriquecerlos a todos.
Como dijimos, las personas y sus conductas son la causa material del grupo so-
cial, aquello de lo cual la sociedad está compuesta. Ello implica, obviamente, que las
personas son parte de la sociedad. Pero no son parte de la sociedad como el oxígeno
es parte del agua, el cuerpo parte del ser humano o los riñones parte del cuerpo
humano. El oxígeno, al integrarse con el hidrógeno para formar el agua, desaparece
como tal, y pasa a formar una sustancia de la que es únicamente una porción. El cuer-
po desaparece (se descompone) cuando se lo separa del espíritu, y los riñones dejan
de funcionar si se los separa del cuerpo. El hombre y el agua son todos sustanciales,
entes que existen en sí; en cambio, el hidrógeno, los órganos, el cuerpo que los com-
ponen, no existen en sí mismos sino en el agua o en el hombre: su existencia y valor
está dado por su pertenencia al todo sustancial que integran.
Para comprender la naturaleza del grupo social es útil recurrir a los conceptos aris-
totélicos de sustancia y accidente.
Por ejemplo, un
Sustancia es el ente, aquello que es en sí.
animal es una sustan-
cia. En cambio, el color
Accidente es algo del ente, aquello que es en otro, en la sustancia. es un accidente.
También es posible el error contrario: olvidar que el grupo es algo real integrado
por las diversas personas. El individualismo liberal suele referir a la sociedad como
algo que no existe, una ficción: lo único que existirían son los individuos y sus inter-
eses. Pero podemos ver con claridad que once deportistas que coinciden accidental-
mente en un lugar no equivalen a un equipo de fútbol: en ambos casos tenemos once
jugadores, pero en un caso hay realmente un equipo y en el otro no.
que la expresión significa es que el fin del estado debe ser el bien común de las per-
sonas que lo integran, y no algo ajeno a su enriquecimiento y plenificación integral.
Dijimos que el hombre forma e integra numerosos grupos sociales con fines diver-
sos. No busca lo mismo la familia, la escuela, el municipio, la empresa, el gremio, el
estado nacional, la Iglesia, el grupo musical. Pero todos estos fines participan de algu-
nas características: son bienes humanos, y son comunes.
Es bueno para el
hombre el alimento, la
vivienda, el vestido, el
Son bienes, en el sentido de que constituyen entes capaces de plenificar o enri- conocimiento, el desa-
quecer, en algún sentido, al ser humano; capaces de satisfacer alguna de sus rrollo de hábitos rectos,
necesidades. el juego, el cultivo de la
experiencia estética y
religiosa, o simplemen-
Además, son bienes comunes, es decir, capaces de enriquecer y plenificar a mu- te de la amistad.
chos. Son diversos los sujetos que pueden “beneficiarse” participando de estos bienes.
Ello los hace comunes, y permite que puedan ser buscados en común unidos en gru-
pos sociales.
Por eso, no puede hablarse de una oposición entre el bien común y el bien de la
persona (exclusivo, particular): el bien común es un bien de la persona, pero no de
una sola persona sino de todas ellas.
Por ejemplo, tener que guardar silencio durante una clase sin poder jugar en ese
momento como uno desea no implica sacrificar el bien particular para alcanzar el bien
común, porque ninguna persona se plenifica si, además de comportarse de manera
egoísta, conspira contra el bien de este grupo, la clase, al que se ha unido para poder
aprender.
Por eso existe una manera legítima de buscar el bien común, como lo hace quien
participa de él como algo que es su bien pero no su bien exclusivo. Pero existe tam-
bién una manera ilegítima, como lo hace el egoísta, que sólo busca su conveniencia y
utiliza el bien común como un medio del que se vale sólo en la medida en que sirve a
su interés.
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De todos modos, podemos ver que el bien común debe prevalecer sobre el mismo
bien particular. Por ejemplo, que
todos podamos comer
Por esta razón, en las decisiones de la comunidad, es mejor que el poder
comer yo solo…
el bien común tiene primacía en relación con el bien particular respectivo.
Cada grupo social tiene un bien común que busca, bien que puede ser más o
menos complejo según el caso.
Por ejemplo: ¿cuál es el bien común que busca la universidad? Es más o menos
simple: el cultivo de la ciencia y el conocimiento en el más alto de sus niveles.
Otro ejemplo: ¿Cuál es el bien común que busca la familia? Aquí la cosa es más
compleja, porque su fin incluye alcanzar una suficiencia de bienes materiales e inmate-
riales; de recursos primarios como el alimento, la vivienda o el vestido disponible para
todos, de un clima de tranquilidad y amor que brinde contención afectiva, procreación,
educación fundamental, despliegue del impulso sexual, la ayuda mutua y el despliegue
de la solidaridad, entre otros elementos.
Todos los miembros del grupo se realizan buscando ese fin, por eso, es común,
aunque no todos participan de él, del mismo modo o en la misma medida. Es diferen-
te cómo se realiza y plenifica un padre, en una familia, que como lo hace uno de los
hijos.
Ahora bien, ¿cualquier fin que busque el grupo será un bien común? Por supuesto
que no. No faltan veces en las que el grupo es manipulado en pos de algo que no
constituye a su bien común, sino el interés exclusivo de algunos de sus miembros o
incluso de alguien ajeno al mismo.
También es posible que el grupo se forme para buscar alguna forma de bien, co-
mo el dinero, pero contraviniendo el auténtico bien integral del ser humano. Por algo
existe el delito de “asociación ilícita”, cuando varios se unen buscando la ventaja que
puedan obtener cometiendo delitos.
3
Cfr. Kissinger (1974). En su informe, muestra cómo el crecimiento de la población en los países subdes-
arrollados contradice el interés geopolítico y económico de las grandes potencias, y por ello éstas deben
comprometerse en la difusión del aborto, la anticoncepción, y otras estrategias para reducir su población.
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se postula y persigue como bien común algo que siendo beneficioso en cierto
sentido perjudica el enriquecimiento integral de la persona.
la corrupción,
la evasión de impuestos,
Y la respuesta será obvia: porque la familia no alcanza para obtener todos los bie-
nes capaces de llevar al hombre a su plenitud, sino que necesita que las familias se
reúnan en poblados. La reunión de familias en un poblado permite cierta especializa-
ción de funciones, y mejorar la calidad de vida a través del intercambio de productos
y servicios. Algunos se dedicarán a la enseñanza escolar, otros a la producción de
alimentos, otros a diversos oficios. Y formarán grupos como las comunidades escola-
res, los gremios, los talleres, las empresas. Y cuando el poblado no alcance para satis-
facer el ansia de perfección del ser humano, las personas formarán grupos todavía
superiores, como las universidades, o la comunidad estatal, capaz de integrar, coor-
dinar, colaborar y potenciar la actividad de los diversos grupos que la componen, y
asegurar también un nivel mayor de protección frente a amenazas exteriores, de de-
fensa, seguridad, justicia.
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Vemos así cómo los grupos superiores se originan en la dificultad que tienen los
grupos más pequeños para, con sus propios medios, alcanzar los bienes a los que el
hombre aspira.
Contiene en su interior diversos grupos sociales, menores a él, que dieron lugar a
un fenómeno asociativo mayor porque ellos no podían garantizar al hombre muchos
de sus bienes comunes. La escuela, por
ejemplo, no debe re-
emplazar, absorber o
Por un lado, resulta razonable que estos grupos mayores no intenten destruir, re- asfixiar a la familia; ni
emplazar o absorber a los grupos menores que contiene y a sus funciones específicas, el estado a la empresa
sino protegerlos en la obtención de sus fines propios, liderarlos, ordenarlos y coor- o al gremio; ni el esta-
dinarlos con los demás grupos, cooperar cuando requieran ayuda, y sólo ocuparse do nacional a los di-
versos municipios.
directamente de las actividades que éstos no puedan o no deban asumir.
Todos los grupos sociales se integran en un grupo mayor, y sus fines comunes
parciales en fines comunes más integrales. De allí que cada persona o cada grupo
inferior debe buscar su fin en coordinación con los otros de modo que contribuya y no
obstaculice la obtención de los fines comunes mayores que busca junto con los otros
grupos. Así la comunidad política exige a la familia, por ejemplo, que brinde educación
general básica o que envíe a los niños a la escuela para recibirla, pues se la considera
necesaria para la convivencia social.
Este principio por el cual los individuos y los grupos se conducen buscando
también el bien común que integran junto con otros grupos es conocido como
principio de solidaridad.
Por otra parte, el principio de solidaridad garantiza que los grupos inferiores
contribuyan al fin común de la comunidad mayor que integran.
las decisiones las toman quienes están más próximos a las necesidades y
pueden satisfacerlas de la mejor manera.
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Se coordinan las tareas de los integrantes del grupo de acuerdo con las di-
rectivas de las autoridades comunes para buscar de modo eficiente el fin
que los agrupa;
se evita que la búsqueda del fin específico de cada uno conspire contra el fin
común de todos ellos.
4
Art. 3 b del Tratado de Roma de 1957, agregado por el Tratado de Maastricht de 1992. De todos modos,
se ha cuestionado la aplicación muy limitada que se hace de este principio en la práctica, desnaturalizán-
dolo (Cfr. Ulíbarri 1997: 871ss).
5
Art. 33 del Código Civil. Este artículo ha permitido a la justicia ratificar el rechazo del otorgamiento de
personería jurídica a asociaciones como la Comunidad Homosexual Argentina (Corte Suprema de Justicia
de la Nación, 22/11/91), la Asociación Argentina de Swingers (Cámara Nacional Civil, Sala A, 17/3/03), y
la Asociación Lucha por la Identidad Travesti – Transexual (Cámara Nacional Civil, Sala K, 19/4/04). Este
último fallo, sin embargo, fue revocado en el año 2007 por una Corte Suprema de Justicia de la Nación
con una nueva integración, poco respetuosa de la vida y la familia.
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Sin embargo, es cierto también que en nuestros días muchas veces estos principios
no son reconocidos ni aplicados. A veces, los grupos infrapolíticos no tienen partici-
pación alguna en las decisiones. Pensemos que en Argentina ni siquiera disponen de
un canal de participación como ocurre en otros países, que cuentan con Consejos
Económico-Sociales de carácter consultivo. No está difundida la participación de las
familias en las escuelas públicas como en otros estados, en los que los consejos esco-
lares pueden incluso resolver el reemplazo del director de una escuela. Esta falta de
un canal de participación los lleva a tener que realizar presiones de manera irregular y
desinstitucionalizada.
Otras veces, los grupos mayores pretenden reemplazar o asfixiar a los grupos in-
feriores. Se reclama a la escuela que enseñe cosas que los niños deberían haber
aprendido en la familia. Los municipios son reducidos a oficinas administrativas porque
sus fines comunes se asignan como funciones a los estados provinciales y nacionales.
Los organismos internacionales invaden los asuntos internos de los estados negándo-
les toda capacidad de ser gestoras de sus fines comunes.
Unidad y pluralidad
Lo que hemos visto en el punto anterior sobre la subsidiariedad y la solidaridad nos
permite reconocer que en la sociedad existe una doble y simultánea exigencia de
unidad y de pluralidad.
Debe haber unidad porque los miembros del grupo buscan un fin común, y su
consecución exige un trabajo coordinado, cierta coincidencia en cuanto al fin y en
cuanto a los medios que van a utilizarse para gestarlo. En un equipo de fútbol debe
haber unidad en cuanto al objetivo -meter el gol en el arco contrario-, y en cuanto a la
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estrategia de juego y la posición y función que cada uno va a cumplir. En orden a ase-
gurar esta unidad es especialmente relevante el papel del gobierno, lugar que en el
equipo de fútbol desempeña el director técnico fuera de la chancha, y el capitán del
equipo o el líder natural dentro de ella.
Pero no todas las personas ni todos los grupos son totalmente iguales. Justamente,
se complementan a partir del aporte específico que hace cada uno. El grupo se em-
pobrecería muchísimo si se impide a cada uno de sus integrantes entregar sus cuali-
dades personales al servicio del conjunto. Por eso la unidad no debe ser uniformidad o
igualación absoluta. Más allá de una unidad fundamental en cuanto al fin y a ciertos
criterios comunes para alcanzarlo, la pluralidad en cuanto a las diversas maneras de
contribuir a ese fin es indispensable. Si el director técnico pretendiera que un defensor
juegue exactamente igual que un delantero, lo que conseguirá es desaprovechar las
condiciones de cada jugador y perjudicar al equipo.
Así, por ejemplo, resulta difícil que empresarios y empleados comprendan que no
son clases antagónicas que deben aprovecharse unos de otros, que el éxito de uno no
excluye sino que presupone el mejoramiento del otro.
Por eso, teniendo en cuenta la clasificación de los grupos que hicimos más arriba,
podemos decir que la familia es una sociedad natural y necesaria. No podría dejar
de existir sin que su desaparición signifique un necesario empobrecimiento humano.
¿Cuáles son los fines que busca la familia y los bienes que satisface?
Pero también podemos advertir que hay otras formas de organizar la familia que
no son aptas para la consecución de sus fines. La contención afectiva mutua y la
educación de los hijos requieren de la estabilidad de la familia. La formación sana de
la identidad personal y sexual exige la presencia de ambos progenitores, padre y
madre. El respeto por la persona exige el resguardo de la igualdad esencial y la
complementación entre el varón y la mujer.
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Por eso, si bien pueden existir diversas formas de familia que sin embargo, respe-
tan su necesidad natural, también pueden organizarse “familias” incapaces de realizar
plenamente sus fines, y que por ello pueden considerarse incompletas o incluso anti-
naturales.
¿Quién puede dudar que ésta sea la manera de constitución familiar más apta pa-
ra el crecimiento y el perfeccionamiento humano integral?
nes han convivido tienen tres veces más probabilidades de fracasar que los
que no han tenido convivencia pre-matrimonial 6. ¿Por qué? Porque para es-
tos últimos el matrimonio es algo importante, especial, para el que cada uno
debe prepararse bien y por el que vale la pena hacer sacrificios para con-
servarlo firme.
6
“La agencia de noticias AP ha hecho públicos los resultados de un estudio realizado por la Universidad
de Rutgers en Estados Unidos, según los cuales, las parejas que viven juntas antes del matrimonio tienen
un porcentaje más alto de divorcios” (cable de la Agencia Zenit, 7/2/99). “Según los analistas, las corrien-
tes sociológicas modernas presentan a la convivencia, como una "opción de preparación eficaz" al matri-
monio y argumentan que, a diferencia del noviazgo tradicional, "permite un conocimiento mutuo más pro-
fundo" y, por lo tanto, más firmeza y decisión para los que finalmente deciden contraer matrimonio. Sin
embargo, lo resultados desmienten estas hipótesis, confirmando matemáticamente que las "uniones de
hecho" caen en el fracaso con más frecuencia que los matrimonios sin prueba previa y que aquéllos que
deciden casarse luego del concubinato, son más propensos a divorciarse que los que no convivieron
antes, por su renuente actitud al compromiso” (Noticia de la Agencia ACI, 25/9/99).
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En los países en los que estos fenómenos han crecido, el matrimonio se ha desva-
lorizado. Por eso, la gente se casa menos, los que se casan se divorcian más, se tie-
nen menos hijos o se los tiene fuera del matrimonio, y en última instancia la familia y la
felicidad humana se resienten. En última instancia, su proliferación demuestra una
falta muy grande de amor en las sociedades occidentales contemporáneas. La Ar-
gentina no ha sido ajena a este proceso, sobre todo desde la promulgación de la ley
de divorcio en 1987.
Aunque los concu-
Es verdad que a veces ciertas formas imperfectas o antinaturales de familia produ- binatos, las uniones
cen algunos beneficios o consiguen determinados bienes humanos. Pero son incapa- homosexuales, los
ces de obtenerlos de manera plena e integral. Ello lleva a la lógica conclusión de que intercambios de pare-
jas o la procreación
si no siempre es posible evitar o eliminar estos fenómenos, siempre es necesario que irresponsable se reali-
la comunidad los desaliente, en particular los más graves, y que nunca los pro- cen de hecho y puedan
mueva, los favorezca o los proteja. ser tolerados, constitu-
ye un error social
grave que la autoridad
Los grupos sociales infrapolíticos las proteja o conciba
como un derecho.
La familia no es el único grupo social. Como ya hemos indicado, la natural sociali-
dad del hombre lo lleva a unirse en muchos grupos sociales en busca de diversos bie-
nes comunes. Vamos a repetir aquí algo de lo dicho con ocasión de su clasificación.
Algunos grupos son capaces de alcanzar los diversos bienes comunes que busca el
ser humano de manera razonablemente suficiente, completa e integral. Por eso se
dice que tales grupos sociales son “perfectos” o “autárquicos”, y el bien común que
buscan se designa como bien común político. La familia, el gremio, la escuela, el ba-
rrio, por ejemplo, buscan fines comunes importantes pero incompletos. Ninguno es
suficiente para satisfacer las complejas y variadas necesidades humanas.
Existen sólo dos sociedades perfectas o autárquicas, que poseen los medios
necesarios para alcanzar la plenificación humana integral:
El resto de los grupos sociales son conocidos como “infra-políticos”, porque bus-
can algunos aspectos parciales del bien humano integral, y muchas veces carecen
incluso de algunos de los medios necesarios para alcanzarlos.
Algunos grupos sociales tienen base territorial. Sus miembros buscan fines comu-
nes viviendo en determinado marco territorial. Los más básicos o inferiores son la fa-
milia, el barrio, el municipio, la provincia, la región.
Otros grupos sociales no son territoriales, agrupan a personas que viven en luga-
res diversos. Algunas tienen finalidades -bienes comunes- principalmente económi-
cos, como la empresa o el sindicato, otros educativos -la escuela, la universidad, la
biblioteca pública-, otros sociales -el club-, culturales -la asociación folklórica, la co-
lectividad extranjera, la fundación artística-, etc.
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – El hombre y la sociedad 25
La destrucción de los grupos intermedios ha sido llevada adelante por los regí-
menes liberales y por los totalitarios:
Ninguno de los dos
entendieron que los
Los regímenes liberales entendieron que los grupos eran enemigos de la li- grupos intermedios son
bertad porque implicaban limitaciones al ser humano. La revolución francesa fruto de la naturaleza
fue la responsable de la destrucción de los numerosos grupos intermedios - social del ser humano
corporaciones, gremios, asociaciones- que se habían gestado desde la edad y deben ser protegidos
media. Las leyes francesas de Le Chapelier del 14/17 de agosto de 1791 es- por el estado, no des-
truidos ni dominados
tablecieron que “los ciudadanos de un mismo estado social o profesión, los por éste
obreros y compañeros de un arte cualquiera, no podrán cuando se reúnan,
designar presidente, secretario o síndico, llevar registros, tomar resoluciones
y sancionar reglamentaciones acerca de sus pretendidos intereses comu-
nes”.
Por ejemplo, es bueno que en un equipo de fútbol algunos prefieran un juego basa-
do en la fuerza y otros en la velocidad, unos en la gambeta y otros en el juego aéreo.
Pero todos coordinados para alcanzar el gol. Es malo si en el equipo algunos evitan
deliberadamente meter los goles... De la misma manera, es bueno que existan empre-
sas diversas con sus propios estilos de conducción y características, siempre que to-
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – El hombre y la sociedad 26
das comprendan que trabajan para el bien común. Si algunas, en cambio, están dis-
puestas a sobreponer su interés económico al bienestar general, tal pluralismo es ma-
lo.
Otro ejemplo: Es bueno que cada docente tenga su estilo de enseñanza, y los
alumnos puedan alternar unos y otros. Pero es negativa la pluralidad por la cual algu-
nos docentes enseñan y otros no, o algunos enseñan errores graves. Porque la finali-
dad común de la escuela es el proceso enseñanza-aprendizaje.
Un último ejemplo: De la misma manera, es bueno que cada familia tenga sus tradi-
ciones y sus costumbres propias, que pueden cambiar según las regiones del país;
pero es malo si tales costumbres o tradiciones olvidan el fin común que deben buscar,
como el caso de los diversos enemigos de la familia que hemos mencionado.
Por eso es necesario tener sentido crítico cuando se alega que algo es malo por-
que no es pluralista. Habría que determinar si la pluralidad que se evita es una plurali-
dad buena o mala. Y el criterio principal para distinguirla es el del bien común, el
bien que el hombre debe buscar junto con sus semejantes.
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – El hombre y la sociedad 27
Sostienen que cada persona es libre y puede elegir lo que quiera mientras
no lesione a otros. ¿Cómo vamos a alcanzar el bien común si cada uno eli-
ge como quiere?
Síntesis
El hombre está enriquecido con facultades muy nobles que debe plenificar
con la consecución de bienes como el conocimiento, los hábitos rectos, la
experiencia estética, la conservación de la vida, la religión y el juego.
No debe confundirse el grupo social con un mero agregado social o una ma-
sa.
El bien común es aquel capaz de plenificar a muchos como su fin. En tal ca-
rácter, es superior al bien particular, pero no se opone al verdadero bien par-
ticular.
La familia tiene una dimensión natural y una dimensión cultural. Cada cultura
desarrolla una forma de familia, pero no todas ellas son aptas para alcanzar
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – El hombre y la sociedad 29
Textos de apoyo
Toda ciudad se ofrece a nuestros ojos como una comunidad, y toda comunidad se
constituye a su vez en vista de algún bien (ya que todos hacen cuanto hacen en vista
de lo que estiman ser un bien)... La mejor manera de ver las cosas en esta materia al
igual que en otras es verlas en su desarrollo natural y desde su principio. En primer
lugar, pues, la necesidad ha hecho aparearse a quienes no puede existir el uno sin el
otro, como son el varón y la mujer en orden a la generación... De estas asociaciones
surgieron los primeros hogares, por lo cual Hesíodo estuvo en lo justo al describir: ‘lo
primero de todo es la casa y la mujer y el buey labrador’... La familia es así la comuni-
dad establecida por la naturaleza para la convivencia de todos los días... La primera
comunidad a su vez, que resulta de muchas familias, y cuyo fin es servir a la satisfac-
ción de necesidades que no son meramente las de cada día, es el municipio. Con mu-
cha razón se podría llamar al municipio, si se atiende a su naturaleza, una colonia de
la familia, constituido como está –a dicho de algunos-, por quienes han mamado la
misma leche, por sus hijos y por los hijos de sus hijos. La asociación última de muchos
municipios es la ciudad. Es la comunidad que ha llegado al extremo de bastarse en
todo virtualmente a sí misma, y que si ha nacido de la necesidad de vivir, subsistir por-
que puede proveer a una vida plena. De ahí que la ciudad exista por naturaleza, no de
otro modo que las primeras comunidades, puesto que es ella el fin de las demás... De
lo anterior resulta manifiesto que la ciudad es una de las cosas que existen por natura-
leza, y que el hombre es por naturaleza un animal social, y resulta también que quien
por naturaleza y no por causa de fortuna carece de sociedad, está por debajo o por
encima de lo que es el hombre. Es como aquél a quien Homero reprocha ser sin clan,
sin ley, sin hogar (Aristóteles, La política, Cap. I.)
Todo hombre tiene naturalmente impresa la luz de la razón, por la cual dirige sus
actos al fin. Y si al hombre conviniese vivir solo, como a otros muchos animales, no
necesitaría de nadie para dirigirse a su fin; cada uno sería rey de sí mismo bajo el
mandato supremo de Dios, en cuanto que se dirigiría en sus actos por la luz de la ra-
zón dada por Dios. Pero es natural al hombre ser animal social y político, que vive en
sociedad mucho más que todos los demás animales, como lo exigen sus necesidades
naturales. En efecto, a los demás animales la naturaleza los proveyó de alimento, los
vistió de pelos y los dotó de defensas, como los dientes, los cuernos y las uñas, o, al
menos, les dio velocidad para la huida. El hombre, por el contrario, viene de la natura-
leza desprovisto de todo eso. Pero en lugar de ello le ha sido dada la razón, mediante
la cual y valiéndose de las manos puede proporcionarse todas esas cosas; si bien pa-
ra ello no se basta uno solo, porque así no podría llevar una vida con suficiencia de
medios. Es, por tanto, natural al hombre vivir en sociedad con muchos... El hombre no
tiene conocimiento natural de las cosas que son necesarias para su vida más que en
común... Es necesario que el hombre viva en sociedad para que uno sea ayudado por
otro, y sean diversos los que se ocupen de las diversas invenciones; por ejemplo, uno
de la medicina, otro se ocupe de esto, y otro de aquello. Esto mismo se echa de ver
claramente por el fenómeno de la palabra, que es propia del hombre, por medio de la
cual cada hombre puede comunicar totalmente su pensamiento a los demás (Tomás
de Aquino, Del Régimen de los Príncipes, nros. 4 y 5)
La natural sociabilidad del hombre hace descubrir también que el origen de la so-
ciedad no se halla en un « contrato » o « pacto » convencional, sino en la misma natu-
raleza humana. De ella deriva la posibilidad de realizar libremente diversos pactos de
asociación. No puede olvidarse que las ideologías del contrato social se sustentan
sobre una antropología falsa; consecuentemente, sus resultados no pueden ser —de
hecho no lo han sido— ventajosos para la sociedad y las personas. El Magisterio ha
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07 – Doctrina Social de la Iglesia – El hombre y la sociedad 31
tachado tales opiniones como abiertamente absurdas y sumamente funestas (Cf. León
XIII, Carta encíclica Libertas praestantissimum: Acta Leonis XIII, 8 (1889): 226-227 en
Pontificio Consejo Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nota
297).
La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para ella algo sobre-
añadido sino una exigencia de su naturaleza. Por el intercambio con otros, la recipro-
cidad de servicios y el diálogo con sus hermanos, el hombre desarrolla sus capacida-
des; así responde a su vocación (cf GS 25,1). Una sociedad es un conjunto de perso-
nas ligadas de manera orgánica por un principio de unidad que supera a cada una de
ellas. Asamblea a la vez visible y espiritual, una sociedad perdura en el tiempo: recoge
el pasado y prepara el porvenir. Mediante ella, cada hombre es constituido "heredero",
recibe "talentos" que enriquecen su identidad y a los que debe hacer fructificar (cf. Lc.
19,13.15). En verdad, se debe afirmar que cada uno tiene deberes para con las comu-
nidades de que forma parte y está obligado a respetar a las autoridades encargadas
del bien común de las mismas. Cada comunidad se define por su fin y obedece en
consecuencia a reglas específicas pero "el principio, el sujeto y el fin de todas las insti-
tuciones sociales es y debe ser la persona humana" (GS 25,1). Ciertas sociedades,
como la familia y la ciudad, corresponden más inmediatamente a la naturaleza del
hombre. Le son necesarias. Con el fin de favorecer la participación del mayor número
de personas en la vida social, es preciso impulsar alentar la creación de asociaciones
e instituciones de libre iniciativa "para fines económicos, sociales, culturales, recreati-
vos, deportivos, profesionales y políticos, tanto dentro de cada una de las naciones
como en el plano mundial" (MM 60). Esta "socialización" expresa igualmente la ten-
dencia natural que impulsa a los seres humanos a asociarse con el fin de alcanzar
objetivos que exceden las capacidades individuales. Desarrolla las cualidades de la
persona, en particular, su sentido de iniciativa y de responsabilidad. Ayuda a garanti-
zar sus derechos (cf GS 25,2; CA 12). La socialización presenta también peligros. Una
intervención demasiado fuerte del Estado puede amenazar la libertad y la iniciativa
personales. La doctrina de la Iglesia ha elaborado el principio llamado de subsidiari-
dad. Según éste, "una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida
interna de un grupo social de orden inferior, privándola de sus competencias, sino que
más bien debe sostenerla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acción con
la de los demás componentes sociales, con miras al bien común" (CA 48; Pío XI, enc.
"Quadragesimo anno" en CATIC 1879 a 1883).
La familia está fundada sobre el matrimonio, esa unión íntima de vida, complemento
entre un hombre y una mujer, que está constituida por el vínculo indisoluble del matri-
monio, libremente contraído, públicamente afirmado, y que está abierta a la transmi-
sión de la vida. El matrimonio es la institución natural a la que está exclusivamente
confiada la misión de transmitir la vida. La familia, sociedad natural, existe antes que el
Estado o cualquier otra comunidad, y posee unos derechos propios que son inaliena-
bles. La familia constituye, más que una unidad jurídica, social y económica, una co-
munidad de amor y de solidaridad, insustituible para la enseñanza y transmisión de los
valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, esenciales para el desarro-
llo y bienestar de sus propios miembros y de la sociedad. La familia es el lugar donde
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Equipo editorial
Corrección de estilo: Mg. María Clara Lucifora y Lic. María Verónica Riedel