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Cambios fisiológicos.

Las adaptaciones anatómicas, fisiológicas y bioquímicas al embarazo son


profundas. Muchos de estos notables cambios comienzan poco después de la
fecundación y continúan durante toda la gestación; la mayor parte ocurre como
respuesta a estímulos fisiológicos provenientes del feto y la placenta. Resulta igual
de sorprendente que la mujer que estuvo embarazada regresa casi por completo a
su estado previo al embarazo luego del parto y la lactancia.
Aparato reproductor.
En la mujer no embarazada, el útero es una estructura casi sólida que pesa
alrededor de 70 g y tiene una cavidad de 10 ml o menos. Durante el embarazo, el
útero se transforma en un órgano muscular de paredes relativamente delgadas,
con capacidad suficiente para acomodar el feto, la placenta y el líquido amniótico.
El volumen total promedio del contenido al término de la gestación es de alrededor
de 5 L, aunque puede ser de 20 L o más. Para el final del embarazo, el útero ya
alcanzó una capacidad que es 500 a 1 000 veces mayor que en su estado no
gestante. El aumento correspondiente en el peso uterino es tal que, para el
término, el órgano pesa cerca de 1 100 g.
Tamaño forma y posición del utero
Durante las primeras semanas, el útero mantiene su forma de pera original, pero
conforme avanza el embarazo, el cuerpo y el fondo adoptan una forma más
globosa que es casi esférica hacia las 12 semanas.
Para el final de las 12 semanas, el útero ha crecido tanto que rebasa la pelvis. A
medida que continúa el crecimiento uterino, hace contacto con la pared abdominal
anterior, desplaza a los intestinos a los lados y hacia arriba, y continúa su
ascenso, para llegar al final casi al hígado.
Cuello uterino
Desde apenas un mes después de la concepción, el cuello uterino empieza a
presentar ablandamiento y cianosis pronunciados. Estos cambios se deben al
aumento en la vascularidad y edema de todo el cuello uterino, junto con hipertrofia
e hiperplasia de las glándulas cervicales
Ovarios.
La ovulación cesa durante el embarazo y se suspende la maduración de folículos
nuevos. Por lo general, existe un solo cuerpo amarillo en las embarazadas. Éste
funciona al máximo durante las seis o siete semanas después del embarazo,
cuatro o cinco semanas luego de la ovulación, y después contribuye relativamente
poco a la producción de progesterona.
Pared abdominal
A partir de la etapa intermedia del embarazo, a menudo se desarrollan estrías
rojizas, un poco deprimidas en la piel abdominal, a veces también en la piel de las
mamas y los muslos.

Hiperpigmentación
Ésta surge hasta en 90% de las mujeres. Casi siempre es más acentuada en
aquellas con piel más oscura
Se pigmenta de manera especial la línea media de la piel abdominal, la línea alba,
y adopta un color pardo negruzco que entonces se denomina línea morena. A
veces aparecen parches pardos irregulares de tamaño variable en la cara y el
cuello, lo que se llama cloasma o melasma del embarazo, también conocida como
máscara del embarazo. La pigmentación de las areolas y la piel genital se
intensifica también. Estos cambios pigmentarios casi siempre desaparecen o al
menos remiten en forma considerable después del parto. Los anticonceptivos
orales pueden causar pigmentación similar.
MAMAS
En las primeras semanas del embarazo, las mujeres a menudo experimentan
sensibilidad y parestesias mamarias. Después del segundo mes, las mamas
aumentan de tamaño y aparecen venas delicadas visibles justo debajo de la piel.
Los pezones se vuelven mucho más grandes, más pigmentados y eréctiles.
Después de los primeros meses, a menudo es posible exprimir un líquido espeso
amarillento (calostro) por los pezones con un masaje suave. Durante los mismos
meses, las areolas se vuelven más anchas y pigmentadas. Dispersas en las
areolas existen elevaciones pequeñas, las glándulas de Montgomery, que son
glándulas sebáceas hipertróficas.
Si el tamaño mamario aumenta de manera considerable, pueden formarse estrías
similares a las del abdomen. En ocasiones excepcionales, el crecimiento mamario
es tan exagerado (conocido como gigantomastia), que requiere intervención
quirúrgica
el tamaño mamario previo al embarazo no guarda relación con el volumen de
leche producida
Aumento de peso
La mayor parte del aumento de peso normal durante el embarazo es atribuible al
útero y su contenido, las mamas y al aumento del volumen de sangre y líquido
extracelular extravascular. Una fracción más pequeña del aumento de peso se
debe a alteraciones metabólicas que producen un aumento de agua celular y al
depósito de grasa y proteínas nuevas, las llamadas reservas maternas.
Al término, el contenido de agua del feto, la placenta y el líquido amniótico se
aproxima a 3.5 L. Se acumulan 3 L más por el incremento del volumen sanguíneo
de la madre y el tamaño del útero y las mamas. Por lo tanto, la cantidad mínima de
agua adicional que acumula la mujer promedio durante el embarazo normal es de
6.5 L.
Los productos de la concepción, el útero y la sangre materna son relativamente
ricos en proteína, más que en carbohidratos y grasa. Al término del embarazo, el
feto y la placenta juntos pesan cerca de 4 kg y contienen alrededor de 500 g de
proteína, o casi la mitad del aumento total del embarazo

APARATO CARDIOVASCULAR
Durante el embarazo y el puerperio, el corazón y la circulación sufren
adaptaciones fisiológicas notables. Los cambios en la función cardiaca se vuelven
evidentes durante las primeras ocho semanas de gestación
La frecuencia del pulso en reposo aumenta unos 10 latidos por minuto durante el
embarazo. Entre las 10 y 20 semanas comienza la expansión del volumen
plasmático y la precarga se incrementa
Corazón
Conforme el diafragma se eleva en forma progresiva, el corazón se desplaza hacia
la izquierda y arriba, además gira un poco sobre su eje longitudinal.
APARATO RESPIRATORIO
El diafragma se eleva cerca de 4 cm durante el embarazo. El ángulo subcostal se
amplía en forma apreciable a medida que el diámetro transversal de la caja
torácica aumenta alrededor de 2 cm.
APARATO DIGESTIVO
Conforme avanza el embarazo, el estómago e intestino se desplazan por el útero
en crecimiento.
Salud general
A menudo se siente fatiga, sobre todo en las primeras 12 semanas y, de nuevo, al
final del embarazo. Puede ser necesario descansar más de lo habitual.
Aparato reproductor
A las 12 semanas de embarazo, el útero agrandado puede causar un leve
abultamiento en el abdomen. El útero continúa agrandándose durante todo el
embarazo. A las 20 semanas alcanza la altura del ombligo y, hacia las 36
semanas, el borde inferior de la caja torácica.
La cantidad de secreción vaginal normal, que es clara o blanquecina, suele
aumentar, lo que es totalmente normal. Sin embargo, si la secreción tiene un color
o un olor fuera de lo habitual o está acompañada de prurito y escozor vaginales,
se debe acudir al médico. Estos síntomas pueden indicar una infección vaginal.
La tricomoniasis (una infección por protozoos) y la candidiasis (una infección por
levaduras) son infecciones vaginales frecuentes durante el embarazo que pueden
tratarse.
Mamas
Las mamas suelen agrandarse porque las hormonas (sobre todo, estrógenos)
están preparándolas para producir leche. Cada vez hay más glándulas
productoras de leche, que se preparan para esta función. Las mamas pueden
notarse tensas y sensibles al tacto. Puede ser beneficioso usar un sujetador que
se ajuste de forma adecuada y brinde el soporte necesario.
Durante las últimas semanas de embarazo, puede que las mamas produzcan una
fina secreción, amarillenta o lechosa, denominada calostro. El calostro también
aparece durante los primeros días tras el parto, antes de la leche. Este líquido,
que contiene gran cantidad de minerales y anticuerpos, es el primer alimento del
bebé.
Corazón y flujo sanguíneo
Durante el embarazo, el corazón de la mujer trabaja más porque, a medida que el
feto crece, debe bombear más sangre al útero. Al final del embarazo, el útero
recibe una quinta parte de todo el riego sanguíneo de la madre. Durante el
embarazo, la cantidad de sangre que bombea el corazón (gasto cardíaco)
aumenta entre un 30% y un 50%. A medida que esto ocurre, la frecuencia
cardíaca en reposo pasa de 70 latidos por minuto antes del embarazo a 80 o 90
latidos por minuto. Al realizar un esfuerzo, el gasto y la frecuencia cardíacas
aumentan más cuando una mujer está embarazada que cuando no lo está.
Alrededor de las 30 semanas de embarazo, el gasto cardíaco disminuye
ligeramente. Durante el parto, el gasto cardíaco aumenta en un 30% adicional.
Pero después del parto disminuye primero con rapidez y, después, más
lentamente. Vuelve al valor previo al embarazo unas 6 semanas después del
parto.
Dado que el corazón debe trabajar más, pueden aparecer ciertos soplos e
irregularidades en la frecuencia cardíaca. En ocasiones, una mujer embarazada
puede sentir estas irregularidades. Tales cambios son normales durante el
embarazo. Sin embargo, otros ruidos y ritmos cardíacos anómalos (por ejemplo,
soplos diastólicos y un latido cardíaco rápido e irregular), que padecen con más
frecuencia las mujeres embarazadas, pueden requerir tratamiento.
Por lo general, la presión arterial disminuye durante el segundo trimestre, pero
vuelve al valor previo al embarazo en el tercer trimestre.
El volumen de sangre aumenta casi en un 50% durante el embarazo. La cantidad
de líquido presente en la sangre aumenta más que el número de glóbulos rojos
(que son las células encargadas de transportar el oxígeno). Por lo tanto, incluso
aunque haya más glóbulos rojos, los análisis de sangre indican una anemia leve
que se considera normal. Por motivos desconocidos, el número de glóbulos
blancos (leucocitos), que son las células que combaten las infecciones, aumenta
ligeramente durante el embarazo y de forma notoria durante el parto y los primeros
días siguientes al parto.
El volumen de sangre de la mujer aumenta casi en un 50% durante el embarazo.
El crecimiento del útero afecta al retorno de la sangre desde las piernas y desde la
región pélvica al corazón. Como resultado, suele haber hinchazón (edema), sobre
todo en las piernas. Pueden aparecer varices en las piernas y en la zona que
rodea el orificio vaginal (vulva), lo que a veces causa molestias. Resulta más
cómodo llevar ropa suelta alrededor de la cintura y de las piernas, que además no
impide el flujo de la sangre. Algunas medidas no solo alivian las molestias, sino
que también pueden reducir la hinchazón de las piernas y ayudar a que las varices
desaparezcan con más facilidad tras el parto:
Usar medias elásticas compresivas
Reposar a menudo con las piernas elevadas
Acostarse sobre el lado izquierdo
Vías urinarias
Al igual que el corazón, los riñones trabajan más durante el embarazo. Se
encargan de filtrar el mayor volumen de sangre. El volumen de sangre filtrado por
los riñones alcanza su valor máximo entre las 16 y las 24 semanas y permanece
en este valor hasta justo antes del parto. Entonces, la presión que ejerce el útero
agrandado puede disminuir ligeramente el aporte de sangre a los riñones.
En condiciones normales, la actividad de los riñones aumenta al acostarse y
disminuye al ponerse de pie. Esta diferencia se acentúa durante el embarazo, lo
que justifica en parte que la mujer embarazada sienta la necesidad de orinar con
más frecuencia al intentar dormir. Al final del embarazo, acostarse de lado, sobre
todo en el lado izquierdo, aumenta la actividad del riñón en comparación con la
posición de estar acostada sobre la espalda. Acostarse sobre el lado izquierdo
alivia la presión que el útero agrandado ejerce sobre la vena principal que
transporta la sangre desde las piernas. Como resultado, el flujo sanguíneo mejora
y la actividad renal aumenta.
El útero presiona la vejiga y reduce su tamaño, de forma que esta se llena de orina
más rápidamente de lo habitual. Por este motivo, la mujer embarazada necesita
orinar con mayor frecuencia y de forma más imperiosa.
Aparato respiratorio
El elevado nivel de progesterona, una hormona que se produce de forma continua
durante el embarazo, envía señales al cerebro para que disminuya la
concentración de dióxido de carbono en la sangre. Como resultado, la mujer
embarazada respira con algo más de rapidez y profundidad, con el fin de exhalar
más dióxido de carbono y en consecuencia mantenerlo a niveles bajos. También
es posible que respire más rápidamente porque el útero se va agrandando y limita
la expansión pulmonar al inspirar. El diámetro torácico de la mujer aumenta
ligeramente.
Casi todas las mujeres embarazadas tienen sensación de ahogo cuando realizan
algún esfuerzo, en especial hacia el final del embarazo. En situaciones que
requieren esfuerzo, la frecuencia respiratoria aumenta más cuando una mujer está
embarazada que cuando no lo está.
Como se bombea mayor cantidad de sangre, el revestimiento de las vías
respiratorias recibe más sangre y se inflama levemente, lo que da lugar a cierto
grado de estrechamiento de las vías. Como resultado, la nariz se siente
congestionada en algunas ocasiones y las trompas de Eustaquio (que conectan el
oído medio con la parte posterior de la nariz) se obstruyen. Estos efectos pueden
cambiar sutilmente el tono y la calidad de la voz de la mujer.
Tubo digestivo
Son frecuentes las náuseas y los vómitos, en especial por las mañanas (las
llamadas náuseas del embarazo). Se deben a las altas concentraciones
de estrógenos y de gonadotropina coriónica humana, dos hormonas que ayudan a
mantener la gestación.
Las náuseas y los vómitos se pueden aliviar mediante cambios en la alimentación
o en las pautas alimentarias, por ejemplo:
Beber y comer porciones pequeñas con frecuencia
Comer antes de tener hambre
Consumir alimentos blandos (como caldo, consomé, arroz y pasta)
Comer galletas saladas y tomar una bebida carbonatada
Tener siempre galletas saladas junto a la cama y comer una o dos antes de
levantarse para aliviar las molestias matinales
En la actualidad no existe ningún fármaco especialmente diseñado para aliviar las
náuseas del embarazo. A veces, las náuseas y los vómitos son tan intensos o
persistentes que aparece deshidratación, pérdida de peso u otros problemas, un
trastorno llamado hiperémesis gravídica. Las mujeres que presentan este trastorno
pueden necesitar la administración de un tratamiento farmacológico que alivie las
náuseas (fármacos antieméticos) o bien una hospitalización temporal para recibir
líquidos intravenosos.
Con frecuencia se siente ardor de estómago y necesidad de eructar, posiblemente
porque los alimentos permanecen en el estómago más tiempo y porque el esfínter
(un músculo con forma de anillo situado en el extremo inferior del esófago) tiende
a relajarse, lo que permite el reflujo del contenido del estómago al esófago. Varias
medidas pueden ayudar a aliviar el ardor de estómago:
Ingerir menos cantidad en las comidas
Evitar acostarse o flexionar el cuerpo durante unas horas después de comer
Evitar la cafeína, el tabaco, el alcohol y la aspirina (ácido acetilsalicílico) y
fármacos similares (salicilatos)
Tomar antiácidos líquidos, pero no los que contengan bicarbonato sódico porque
tienen demasiada sal (sodio)
El ardor durante la noche puede aliviarse de la siguiente manera:
Comer varias horas antes de acostarse
Elevar la cabecera de la cama o utilizar almohadas que mantengan elevados la
cabeza y los hombros
El estómago produce menos ácido durante el embarazo. Por lo tanto, no es
habitual que aparezcan úlceras durante el mismo y, en muchos casos, las que ya
existen empiezan a cicatrizar.
A medida que avanza el embarazo, la presión que el útero ejerce en el recto y en
la parte inferior del intestino puede causar estreñimiento. El estreñimiento puede
agravarse porque la alta concentración de progesterona durante el embarazo
ralentiza las contracciones musculares intestinales que desplazan los alimentos.
Comer alimentos con gran contenido de fibra, beber abundante líquido y practicar
ejercicio de forma periódica ayudan a prevenirlo.
Las hemorroides, un problema frecuente, pueden deberse a la presión que ejerce
el útero agrandado o al estreñimiento. Para aliviar el dolor que producen, se
administran laxantes emolientes, geles anestésicos o baños calientes.
A veces aparece pica, un antojo por consumir alimentos poco habituales o
sustancias no comestibles (como el almidón o la arcilla).
En ocasiones, en especial cuando se sufren naúseas del embarazo, también hay
un exceso de saliva. Este síntoma, aunque inocuo, puede producir inquietud.
Piel
La cloasma (paño del embarazo) es un pigmento de color marrón, similar a una
mancha, que aparece en la piel de la frente y de las mejillas. Puede que la piel que
rodea los pezones (areola) también se oscurezca. A menudo, aparece una línea
oscura en la mitad del abdomen. Estos cambios pueden deberse a que la placenta
genera una hormona que estimula a los melanocitos, células que pigmentan la piel
de color marrón oscuro (melanina).
A veces aparecen estrías de color rosado en el abdomen. Es probable que este
cambio sea consecuencia del rápido crecimiento del útero y de la mayor
concentración de hormonas suprarrenales.
Melasma
También se pueden formar pequeños vasos sanguíneos de color rojo en la piel, en
forma de arañas vasculares, habitualmente por encima de la cintura. Estas
formaciones se denominan arañas vasculares. Pueden aparecer capilares de
paredes delgadas, dilatados, sobre todo en la parte inferior de las piernas.
Angiomas aracniformes (arañas vasculares)

Pápulas y placas urticariales del embarazo

Penfigoide o herpes gestacional


Algunas erupciones cutáneas que provocan prurito intenso se producen solo
durante el embarazo:
Las pápulas y placas urticariales pruriginosas del embarazo (urticaria del
embarazo) aparecen normalmente durante las últimas 2 a 3 semanas de
embarazo, pero pueden aparecer en cualquier momento después de la semana
24. Se desconoce su causa.
El penfigoide (herpes) gestacional puede aparecer en cualquier momento después
de la semana 12 de embarazo o inmediatamente después del parto. Se cree que
está causado por anticuerpos anómalos que atacan los propios tejidos del
organismo, una reacción autoinmunitaria.
Hormonas
El embarazo modifica el funcionamiento de casi todas las hormonas del
organismo, sobre todo debido al efecto que causan las hormonas producidas por
la placenta. La placenta produce una hormona que estimula a la glándula tiroidea
para que su actividad sea más pronunciada y genere más cantidad de hormonas
tiroideas. Cuando la actividad de la glándula tiroidea aumenta, el corazón late más
rápido, lo que provoca que la mujer sea más consciente de los latidos de su
corazón (palpitaciones). Puede que la transpiración aumente, que aparezcan
cambios repentinos de humor y que la glándula tiroidea se agrande. Sin embargo,
el hipertiroidismo, trastorno en el que la glándula tiroidea funciona de forma
inadecuada y es hiperactiva, se observa en menos del 0,1% de los embarazos.
La concentración de estrógenos y de progesterona aumenta desde el comienzo
del embarazo porque la gonadotropina coriónica humana, la principal hormona
producida por la placenta, estimula a los ovarios para que segreguen
continuamente dichas hormonas. Después de 9 o 10 semanas de embarazo, la
placenta produce grandes cantidades de estrógenos y de progesterona.
Los estrógenos y la progesterona que ayudan a mantener la gestación.
La placenta estimula a las glándulas suprarrenales para que produzcan más
aldosterona y cortisol (que contribuyen a regular la cantidad de líquido que los
riñones excretan). Como resultado, se retienen más líquidos.
Durante el embarazo, los cambios hormonales influyen en la forma en que el
organismo procesa el azúcar. Al comienzo del embarazo, la concentración de
azúcar (glucosa) en sangre puede descender ligeramente. Pero en la última mitad
del embarazo, la concentración puede aumentar. Se necesita una cantidad mayor
de insulina (una hormona que regula la concentración de azúcar en sangre)
durante el embarazo. Por ello, la diabetes, si existe, puede empeorar en el
embarazo; de no existir, también puede comenzar en este periodo. Este trastorno
se denomina diabetes gestacional.
Articulaciones y músculos
Las articulaciones y los ligamentos (cordones fibrosos y cartílagos que conectan
los huesos) de la pelvis de la mujer se aflojan y se vuelven más flexibles. Este
cambio permite ganar espacio para que el útero pueda aumentar de tamaño y
prepara a la mujer para el parto. Como consecuencia, la postura de la madre sufre
un ligero cambio.
Es muy frecuente que aparezcan dolores de espalda de diferente intensidad
porque la columna vertebral se curva más para equilibrar el peso del útero
agrandado. Evitar levantar pesos, doblar las rodillas (en lugar de la cintura) para
recoger algo del suelo y mantener una buena postura son hábitos que pueden
ayudar. Para reducir la tensión sobre la espalda, se recomienda utilizar calzado
plano (sin tacón) o una faja ligera de maternidad.

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