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Lección 1
COSMOVISIÓN
Contenido
I. Qué es una cosmovisión
II. Cómo se forma una cosmovisión
III. Características de una cosmovisión
IV. La cosmovisión y la cultura
V. Preguntas que toda cosmovisión debe responder
VI. Importancia del estudios de la cosmovisión
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En su Epístola a los Romanos, el apóstol Pablo escribe:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable
y perfecta”. Romanos 12:1, 2
Este texto da inicio a una nueva sección en la carta de Pablo a los Romanos.
Ha finalizado la exposición doctrinal y ahora va a dar inicio a las
recomendaciones prácticas donde comienza diciendo que el eficiente
servicio a Dios involucra una rendición de la totalidad del ser a la voluntad
de Dios, y el epicentro de esa transformación radica en una renovación de
la mente del individuo.
El término griego metanoia, que las versiones españolas traducen como
arrepentimiento, significa literalmente ‘cambio de mente’. Así que hacerse
cristiano implica en primer lugar cambiar en la forma de pensar. Al hablar
del gran mandamiento, Jesús enfatiza la importancia de la mente (Donner,
2014, p. 14).
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Marcos 12:30
Para los escritores bíblicos, hay una directa relación entre el cuerpo y la
mente, no existe algo como un divorcio entre la mente y el cuerpo, el
espíritu y lo físico. El hombre es una unidad compuesta y debe rendir cada
parte de su ser a Dios (Ramsay, 2005).
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Por lo tanto, desaprender viejos y nocivos conceptos para aprender a
pensar de forma bíblica y según los altos valores de la vocación cristiana es
sumamente imperativo en las páginas bíblicas. Es imposible vivir para Dios
si no renovamos nuestros principios intelectuales y reformamos nuestras
perspectivas acerca de la vida entera. A esto, en términos modernos, se
denomina renovación de la cosmovisión.
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[mismos]. Una cosmovisión es el lente a través del cual vemos
nuestro mundo [...] Los ateos, evolucionistas, humanistas, politeístas,
o los cristianos teístas ven y explican el mundo a través de sus lentes.
Un evolucionista mira a la galaxia y ve el “big bang”. Un cristiano ve
el producto de la mano creativa de Dios. (2007, pp. 51-52).
Lammé (2012, pp. 11-12) resume diciendo:
Abraham Kuyper, el famoso teólogo y político holandés, identificó el
conflicto de su época como “una confrontación de principios contra
principios” y hoy día nada ha cambiado. El modernismo actual, el
postmodernismo, el paganismo, el movimiento medioambientalista y el
sinfín de otras ideologías religiosas que asedian por todos lados a la Iglesia
cristiana, se dirigen por ciertos principios básicos que están en
contraposición, y de hecho son totalmente incompatibles, con los nuestros.
Si esto es cierto, nos precisa identificar la naturaleza de estos principios.
Nuestra cosmovisión consta de los principios de la vida más básicos con los
cuales se edifica la casa de todas las otras creencias e ideologías que
tenemos.
De acuerdo con todos los conceptos antes visto podemos decir que
cosmovisión es el conjunto de ideologías (sean estas verdaderas o falsas,
conscientes o inconscientes, consistentes o inconsistentes) que guían las
decisiones de un individuo al interpretar el mundo que lo rodea. De manera
que todo lo que una persona hace (pensar, vestir, comer, creer, etc.) lo hace
basado en la cosmovisión que tiene.
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Los padres. La cercanía a sus hijos en los años formativos de sus vidas, su
congruencia en el testimonio práctico del Evangelio o sus inconsecuencias
por malos testimonios, el modelo de autoridad que ejercen y sus formas de
abordar los afanes del día a día dan forma a la cosmovisión que sus hijos
van adoptando. Esto ocurre con padres de filosofía cristiana y no cristiana.
Los amigos y compañeros. Ellos, en la gran mayoría de casos, pueden no
saber nada de la vida de manera racional y responsable, y estar opinando
desde la base única de sus emociones y sentimientos. Pueden tales aportes
ser vanos, vacíos e irresponsables, pero influyen enormemente en la etapa
formativa de las personas.
La religión. El elemento religioso es por demás importante en este listado.
Basta con ver a los niños que crecen con la influencia directa de las doctrinas
contenidas en el Corán, enseñanzas animistas o educación cristiana para
darnos cuenta de que la religión tiene un impacto poderoso predisponiendo
al bien o al mal.
Los medios de comunicación y las redes sociales. Quizá la radio, la
televisión y el internet sean los instrumentos responsables de la formación
de la cosmovisión del ser humano en el siglo pasado y en el presente. Las
horas frente al televisor, la computadora, viendo u oyendo programación
que va desde lo moral y científico hasta lo bárbaro, inmoral, místico y
subjetivo ha moldeado masivamente la forma de pensar y los criterios para
abordar la vida en sí misma del hombre moderno. A través de estos medios
se van asimilando cosmovisiones globales, que trascienden la formación del
medio en el que se vive.
La educación. Las horas y los años que transcurren en las aulas de
aprendizaje no solo nutren de conocimientos en las distintas áreas del
saber, sino también de formas de pensamiento. Hace años atrás el auge de
las ideologías de izquierda y guerrillas en países del centro y sur de América
tuvieron en las casas de estudios superiores un emporio de captación y
adoctrinamiento comunista. Ha sido en las aulas universitarias del mundo
que han surgido las más grandes revoluciones ideológicas y esto tiene
directa relación con la formación de la cosmovisión de sociedades y
generaciones.
Podríamos seguir citando otros elementos como la economía, las
tradiciones propias de cada cultura, las coyunturas políticas y demás, pero
ya lo anterior nos da una idea general de lo que necesitamos estar
conscientes para entender mejor nuestro tema.
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III. CARACTERÍSTICAS DE UNA COSMOVISIÓN
Los siguientes puntos pueden darnos una idea general sobre ella:
a) La cosmovisión se absorbe antes que la persona tenga la capacidad de
analizarla y evaluarla. Por ejemplo, en una cultura con cosmovisión
animista, si un bebé se está acercando a un pedazo de pan que está en el
suelo, la mamá le dice: “No te comas ese pan porque tiene espíritus malos
y te van a hacer que te enfermes”. No obstante, en un hogar de personas
con cosmovisión científica, la mamá le dice al niño: “No te pongas ese
pedazo de pan en la boca porque tiene microbios y te vas a enfermar”. En
ambos casos los niños aceptan la explicación de su madre sin cuestionarla
porque no tienen la capacidad de hacerlo a esa edad temprana. Las
suposiciones de la cosmovisión no se razonan, se asumen. Esa es una de las
razones por las cuales hay tanta diversidad en las cosmovisiones que
existen en el mundo (Sánchez, 2010, p. 84).
b) Aunque todos poseen algún tipo de cosmovisión, no todos son
conscientes de poseer una, ni capaces de identificarla o explicarla. A
donde quiera que vayamos nos encontraremos con esta realidad. Existen
individuos y comunidades enteras que no saben articular ni explicar las
razones por las que creen lo que creen y hacen lo que hacen y sin embargo
viven bajo tales reglas, creencias, costumbres y prácticas. La mayoría nunca
ha oído hablar sobre la cosmovisión y con todo, tienen una (Sire, 2005).
c) La cosmovisión se forma a lo largo de toda una vida. El ser humano es
una criatura que sufre constantes cambios intelectuales, mejorando o
empeorando, y es realmente extraño que alguien sea ajeno a tal realidad.
Las razones que lo llevan a experimentar tales cambios pueden ser
determinadas por diferentes circunstancias a lo largo de toda su vida.
d) Raramente dos personas tendrán cosmovisiones similares. Puesto que
cada persona es el resultado de experiencias y situaciones muy particulares,
puede tener cierta semejanza con alguien más, pero resulta imposible
compartir la misma clase de cosmovisión en grado absoluto.
e) Las cosmovisiones suelen estar en la gran mayoría de casos estrechadas
con las emociones de las personas. Esto hace que a muchos les resulte muy
difícil abandonar ciertas costumbres y creencias. El lazo emocional a las
creencias, por más absurdas que estas sean, es uno de los más difíciles de
romper aun cuando el evangelio es predicado.
f) La cosmovisión es un compromiso espiritual. Respecto a esto, el Dr. Sire
opina que “toda cosmovisión, más que solo una cuestión mental, se
internaliza en la parte más profunda del ser humano, esto es el alma [...] y
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es ante todo un compromiso y orientación espiritual”. Asimismo, afirma
que “en términos bíblicos, el corazón es el elemento definitorio central de
la persona” (2005, p. 24). Así pues, la cosmovisión se sitúa en el yo, en el
cuarto central de operaciones de cada ser humano. De allí, del corazón,
proceden todos los pensamientos y acciones de la persona.
g) Toda cosmovisión afecta directamente la vida y existencia de las
personas. Al ser el resultado de nuestros pensamientos y acciones,
encontraremos que las ideas tienen consecuencias. La cosmovisión es
realmente importante al momento de determinar el éxito o fracaso de las
personas y sociedades. La cosmovisión de Adolfo Hitler, Alejandro Magno,
Carlos Marx, Mahoma, San Pablo, para citar algunos ejemplos, afectaron el
mundo de entonces y en algunos casos ha trascendido generaciones con
consecuencias a gran escala.
h) Toda cosmovisión es un metarrelato (se trata de un relato dedicado a
la construcción de otro relato). Toda cosmovisión debe verse como una
metanarrativa o en otras palabras pequeñas historias que se desarrollan
dentro de una gran historia. Es una narración grande de los asuntos más
importantes de la vida: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Qué sucede
después de la muerte?, entre otras. Tal metanarrativa debe procurar
explicar la vida, la existencia del cosmos, la existencia del bien y el mal, el
propósito y destino final hacia donde se dirige todo lo existente en forma
lógica y racional.
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Para explicar mejor este punto, Brian Walsh y Richard Middleton (s.f), en su
libro La visión transformadora, citan la diferencia de crianzas entre un bebé
criado en Japón y otro en Canadá. Aunque la posición económica de sus
familias es muy similar, cada una de ellas tiene culturas y cosmovisiones
diferentes. Veamos:
La familia japonesa es una familia extensa; el hijo mayor es el encargado
de acoger a sus padres hasta la vejez. Los bebés son cargados por la mamá
la mayor parte del tiempo. El consejo de los abuelos es autoritativo y debe
ser obedecido. La sabiduría de la abuela es de gran importancia en la crianza
de los niños. Las suegras ejercen un rol dominante sobre sus nueras. El agua
de baño del bebé tiene limones que flotan en el agua para protegerlo de
fuerzas del mal. Los niños comparten juguetes artesanalmente elaborados
y ninguno es absoluto poseedor de alguno de ellos.
Ahora veamos a la familia canadiense. Cada niño tiene sus juguetes y se le
enseña a respetar la propiedad del otro (juguetes). Ante cualquier incidente
doloroso, se insta a los niños a asumirlo con mucha valentía. La acción de
dar gracias por los alimentos no es hecha por el papá sino por uno de los
niños. La parte del baño del bebé merece mucha atención pues es casi un
ejercicio quirúrgico debido a elementos desinfectantes usados. Los oídos y
demás orificios son examinados con gran solicitud. Los padres dejan a sus
bebes solos en el lavatorio sin preocuparse demasiado, además los
destetan a temprana edad y a la hora de dormir se le da una mamila y se le
pone en la cuna, se apaga la luz, la puerta se cierra y no hay canciones de
cuna.
El paralelismo comparativo demuestra con elocuencia las diferencias que
existen entre ambas culturas y que están determinadas precisamente por
sus cosmovisiones. Pero tales diferencias no quedan reducidas a las formas
como ellos las expresan, sino que tiene resultados, los que se evidencian en
la formación del carácter de sus hijos. En este caso, los niños japoneses
crecen con un sentido de obediencia, sumisión y dependencia al
patriarcado familiar, mientras que los canadienses desarrollan un carácter
autosuficiente, de autoconfianza e independencia.
Por supuesto, no toda familia japonesa o canadiense vive exactamente bajo
estos lineamientos, pero son estos dos patrones los dominantes y que
caracterizan a dichas culturas.
Otro ejemplo de la diferencia de las cosmovisiones culturales, según Walsh
y Middleton (s.f, pp. 22-24), se puede ver en la clase de respuestas que
darían un japonés, un americano y un indio dene, a cuatro preguntas
básicas:
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¿Quién soy? (¿Cuál es la naturaleza, la tarea, y el propósito de los seres
humanos?).
¿Dónde estoy? (¿Cuál es la naturaleza del mundo y del universo en el que
vivo?).
¿Qué está mal? (¿Cuál es el problema u obstáculo básicos que me impide
lograr mi realización? En otras palabras, ¿cómo entiendo el mal?).
¿Cuál es el remedio? (¿Cómo es posible franquear este obstáculo para mi
realización? En otras palabras, ¿cómo encuentro salvación?).
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V. PREGUNTAS QUE TODA COSMOVISIÓN DEBE RESPONDER
Toda cosmovisión puede, de un modo u otro, responder a algunas
preguntas esenciales. Las siguientes son formuladas por Sire (2005, p. 26):
a) ¿Cuál es la primera realidad? ¿Existe Dios? Y si existe, ¿cómo es? Esta
respuesta es la más fundamental, de ella dependerá que podamos dar
respuestas coherentes a todas las demás preguntas. Algunos dirán que
existe un solo Dios, otros que son muchos dioses, y habrá cosmovisiones
que crean que el cosmos material es el equivalente a Dios, y otros
simplemente negarán su existencia.
b) ¿Cuál es la naturaleza de este mundo? ¿Es creado o es eterno? ¿Es solo
materia o también es espíritu? ¿Existe un orden o caos reinante? ¿Cuál es
nuestra relación con él? Aquí nuestras respuestas muestran si
consideramos el mundo como creado o autoexistente y el rol que, como sus
habitantes, asumimos en su cuidado o devastación.
c) ¿Qué es el ser humano? (Pregunta de identificación). Alguno podría decir
que es “una máquina extremadamente compleja”, otro diría que es “un
dios enfermo, en reposo o evolución”, “alguien hecho a imagen y semejanza
de Dios”, o incluso “un simple simio evolucionado”.
d) ¿Qué le pasa a un hombre cuando muere? (Pregunta de destino).
Algunos responderían: extinción personal, transformación a un estado
superior, reencarnación, o traslado a una sombría existencia quien sabe a
dónde.
e) ¿Por qué es posible tener conocimiento? Entre las probables respuestas
habrá quienes digan que es consecuencia de haber sido creados a imagen y
semejanza de Dios, y por ende, con la capacidad de conocer. Otros dirán
que la conciencia y aun la racionalidad se han desarrollado como parte de
las experiencias del proceso de evolución.
f) ¿Cómo sabemos lo que está bien y lo que está mal? (Esta es la pregunta
de moralidad). Algunos plantearán que fuimos dotados con tal ley moral
por nuestro creador cuyo carácter es justo, santo y bueno, de modo que lo
malo viene por elección del mismo hombre. Otros dirán que lo bueno o
malo es relativo, cultural, situacional; y otros aun negarán la existencia del
bien y el mal.
g) ¿Cuál es el sentido de la historia humana? Ante esta pregunta podríamos
encontrar a quienes dicen que el sentido de la vida es descubrir los
propósitos de Dios o los dioses; hacer un paraíso en la tierra; buscar la
purificación del alma para aspirar un estado posterior más elevado; que no
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existe ningún propósito y que la vida misma se reduce a la miserable
experiencia de nacer, crecer, reproducirse y morir.
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aun así, “difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese
sacrificio”. Los obreros del Señor en las misiones deben estar conscientes
de que los oyentes por lo general interpretan el mensaje a través del filtro
de su propia cosmovisión. Por lo tanto, la comprensión de la cosmovisión
es esencial para la comunicación del Evangelio.
5. Cada individuo es el resultado de su cosmovisión. Respecto a ello, Lammé
(2012) afirma que cada cosmovisión tiene implicaciones prácticas para la
vida moral, familiar, cívica, estética, política, científica, etc. No hay ninguna
parte de la vida que la cosmovisión no alcance con su interpretación de la
realidad y con normas correspondientes para la vida. Puede ser que la gente
no se dé cuenta de las presuposiciones que determinan su cosmovisión, y
por ende, sus decisiones, actitudes y acciones. Debido a ello, actúan según
un principio de vida inconsciente. La cosmovisión constituye el punto de
referencia final para el pensar, la voluntad, el actuar, el amar y el odiar del
hombre, para su cultura lo mismo que para su culto. Por lo tanto, nuestra
cosmovisión no es un asunto neutral ni de poca importancia.
Los retos señalados y el desafío de buscar una vida cristiana con cambios
profundos nos invitan a renovar nuestro entendimiento, porque solo una
mente moldeada por la Palabra de Dios y la obra del Espíritu nos llevará a
vivir vidas realmente transformadas.
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