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Cátedra de Anatomía Articulación Témporo Mandibular

Articulación Témporo – Mandibular (A. T. M.):


El área en la que se produce la conexión entre el cráneo y la
mandíbula se denomina articulación témporomandibular (o
articulación cráneo mandibular) (1). Esta unión se realiza
mediante una doble articulación derecha e izquierda, las que
a través de la acción impuesta por los músculos motores de
la mandíbula, permiten realizar variados y complejos
movimientos, aplicados tanto a la función masticatoria como a
la fonación, deglución, succión y respiración (2).
Según su estructura, podemos clasificar a la A. T. M., como
dentro de las articulaciones sinoviales o diartrosis, es decir,
aquellas de movimiento libre. A su vez se puede subclasificar
como una articulación bicondílea simple en las que dos
eminencias articulares elipsoidales (el cóndilo mandibular y el
tubérculo articular o cóndilo temporal) deslizan una sobre la
otra, en este caso separadas por un disco interarticular.
Desde el punto de vista de su movilidad, esta articulación
permite movimientos de rotación “en bisagra” en un plano y
puede considerarse por lo tanto, una articulación ginglimoide.
Sin embargo, al mismo tiempo, también permite movimientos
de deslizamiento, lo cual la clasifica como una articulación
artrodial. De esta manera, se la ha considerado técnicamente
una articulación ginglimoartrodial. Si tenemos en cuenta la
cantidad de ejes de movimiento que permite la articulación, a
pesar de encontrarse dentro de las articulaciones condíleas,
debemos considerarla multiaxil (ver más adelante) (3).
Sin embargo, la ATM es una de las articulaciones más
complejas del organismo, debido en parte a tres
particularidades:
En primer lugar, la vinculación rígida de ambas articulaciones
entre sí con un único hueso (la mandíbula) que constituye su
superficie articular inferior, y que cruza la línea media del
cuerpo, de manera que cualquier movimiento que se
produzca de un lado, tendrá inevitablemente una correlación
con el lado contralateral. Es por esto que se dice que esta
articulación es bilateral.
En segundo lugar la presencia del disco interarticular
completo (para no utilizar el término “menisco” que no
corresponde funcional ni morfológicamente a las
características de esta estructura), que separa dos
compartimientos articulares (supra-discal e infra-discal) de
cada lado. Hay autores incluso que describen, por este
motivo, dos articulaciones de cada lado (cuatro en total): una
por encima del disco o “témporo-discal” y otra por debajo o
“disco- mandibular” (4). Esto es debido a los distintos
movimientos fisiológicos que se pueden verificar en ambos
compartimientos y que también definen su patología. En el
primero de ellos dos se verifican movimientos de
deslizamiento o translación, mientras que en la articulación
disco-mandibular, ocurren movimientos de rotación. Será la
adaptación del disco, la que compense las incongruencias
entre las configuraciones articulares superior e inferior.
Otra característica única de esta articulación está dada por la
presencia de las piezas dentarias en ambas arcadas (superior
e inferior). De esta manera, la A. T. M. se relaciona
directamente con la forma, alineación y desplazamiento del
“engranaje oclusal de estas duras y recias unidades”, que al
masticar ejercen una influencia extraordinaria sobre las
posiciones y movimientos de los sectores incluidos en el seno
de esta articulación (5). Serán obviamente las superficies
oclusales de las piezas dentarias, las encargadas de producir
un “freno” a los movimientos articulares, como ocurre por
ejemplo en el movimiento de elevación mandibular, donde en
el caso de sujetos desdentados, el cierre mandibular se
realiza de una manera anómala hasta alturas potencialmente
deletéreas. Se verifica con la práctica, que cualquier
alteración morfológica de la A. T. M. (producida por
traumatismos o lesiones patológicas) repercute en la
articulación dentaria y viceversa. Por estas razones
expuestas es que se suele considerar a la articulación
cráneo- mandibular, como una unidad anatómico funcional
denominada articulación témporomandíbulodentaria (6).
En el desarrollo de los presentes temas, se comenzará por
una descripción de ambas superficies articulares óseas
(temporal y mandibular) y el revestimiento articular, para
seguir luego con el análisis del disco interarticular, la cápsula
y los medios ligamentosos de unión entre dichas superficies,
las cavidades que quedan delimitadas, y las sinoviales que
las tapizan. Finalmente se hará un repaso de la fisiología de
los movimientos articulares. Con respecto a la vascularización
e inervación, serán tratados oportunamente en las unidades
temáticas correspondientes.

Superficie articular superior o temporal.


Corresponde a la fosa mandibular (también llamada cavidad
glenoidea) de la cara inferior de la porción horizontal de la
escama del temporal y a la raíz transversa de la apófisis
cigomática (tubérculo articular o cóndilo temporal).
La fosa mandibular (Figura 1) está situada por delante del
conducto auditivo externo, por dentro de la raíz longitudinal
de la apófisis cigomática, por fuera de la espina del
esfenoides y por detrás del tubérculo articular del temporal.
Es una depresión elipsoide, ancha y oblonga. Su eje mayor
está orientado hacia atrás y adentro, y está dividida en dos
zonas desiguales por la fisura tímpanoescamosa (una porción
anterior (más pequeña) que participa activamente en la
articulación en continuidad con la vertiente posterior del
tubérculo articular del temporal; una porción posterior o no
articular (más grande) que se confunde con la pared anterior
del conducto auditivo externo (Figura 1). Esta última porción
es extraarticular y solamente guarda relaciones con el tejido
retroarticular y la “zona bilaminar del disco” (ver más
adelante).

Figura 1: Vista lateral del temporal con: 1- Apófisis estiloides, 2- Fosa


mandibular (porción anterior articular), 3- Fisura tímpanoescamosa (con su
división en petrotimpánica y petroescamosa), 4- Fosa mandibular (porción
posterior no-articular correspondiente al hueso timpánico), 5- Conducto
auditivo externo, 6- Apófisis mastoides, 7- Apófisis cigomática, 8- Escama
del temporal (porción vertical), 9- Raíz longitudinal de la apófisis cigomática,
10- Raíz transversa de la apófisis cigomática (cóndilo del temporal o
tubérculo articular), 11- Superficie plana subtemporal, y 12- tubérculo
cigomático anterior.

La profundidad de la fosa mandibular mantiene una relación


directa de dependencia con lo que ocurra a nivel dentario,
con la erupción de las piezas y la pérdida de las mismas. Se
ha postulado que en individuos de gran altura cuspídea y
entrecruzamiento anterior (“over – bite”), la profundidad es
muy marcada; medida que disminuye notoriamente en
pacientes que han perdido sus piezas dentarias.
Es pertinente en este momento apuntar que el espesor del
hueso temporal a la altura de la fosa mandibular es muy
delgado y separa a dicha cavidad de la fosa craneal media (o
piso medio de base de cráneo - Figura 3). Esto explica la
ocurrencia (aunque poco frecuente) de la proyección del
cóndilo mandibular hacia dentro de la cavidad craneana en
algunos traumatismos mandibulares violentos (7).

Figura 2: Vista inferior de la superficie articular del Temporal con 1- Cóndilo del
temporal, 2- Raíz longitudinal de la apófisis cigomática, 3- Fisura
tímpanoescamosa, y 4- Fosa mandibular

El tubérculo articular o cóndilo del temporal (Figura 2) es


una eminencia aproximadamente transversal, un poco oblicua
hacia adentro y hacia atrás. En un corte para - sagital es
marcadamente convexa de adelante hacia atrás, mientras
que en un corte frontal (Figura 3), se visualiza una imagen
ligeramente cóncava hacia abajo y hacia afuera (8). Se
continúa hacia atrás con la porción articular de la cavidad
glenoidea (Figura 4).
Figura 3: Corte frontal de La ATM que pasa por la vertiente posterior del
cóndilo del temporal con: 1- Raíz longitudinal de la apófisis cigomática, 2-
Fosa temporal, 3- Cóndilo temporal, 4- Concavidad del tubérculo articular
temporal que mira hacia abajo y afuera (nótese el plano inclinado que
corresponde a la inclinación del cóndilo temporal), y 5- Fosa craneal media
(o piso medio de base de cráneo)

Figura 4: Vista lateral de las superficies articulares de la ATM con: 1- Plano


de deslizamiento determinado por ambas superficies articulares (nótese el
ángulo formado entre esta línea y la horizontal que coincide con la
inclinación de la vertiente posterior con el plano horizontal), 2- Plano
horizontal que pasa por la cresta obtusa que une ambas vertientes del
cóndilo mandibular (extremo superior de la apófisis condilar mandibular), 3-
- Plano horizontal que pasa por el lomo articular temporal, 4- Cóndilo
mandibular, 5- Cóndilo del temporal, 6- Conducto auditivo externo, 7-
Extremo externo de la fisura tímpanoescamosa, 8- Fosa mandibular (porción
anterior articular).

En el cóndilo del temporal se distinguen morfológicamente


dos vertientes: una anterior, que determina una pendiente
hacia arriba y adelante y se continúa con la superficie plana
subtemporal; y otra posterior, que asciende hacia atrás y que
participa más activamente en la función articular normal.
Ambas vertientes están unidas por una superficie que
constituye la porción más prominente del tubérculo llamada
“lomo articular”. Su altura estaría en relación directa con las
piezas dentarias, de igual manera que ocurre con la cavidad
glenoidea. Este tubérculo articular se encuentra apenas
marcado en el recién nacido, y su desarrollo en tamaño es
principalmente postnatal, aparentemente

en relación con la función articular y la erupción de las piezas


dentarias primarias y permanentes. La pérdida de piezas
dentarias provocaría un proceso inverso con reabsorción del
cóndilo y concomitantemente, disminución de la profundidad
de la fosa mandibular.

Superficie articular mandibular.


Constituye la porción móvil de la articulación y está
representada a cada lado por la apófisis condilar o cóndilo de
la mandíbula. Los cóndilos de la mandíbula son dos
eminencias elipsoides, convexas en todo sentido, con un eje
mayor orientado hacia adentro y atrás, de manera que si lo
proyectamos se unen en la porción anterior del foramen
magnum formando un ángulo anterior de entre 150o y 160o
(Figura 5). Sobresalen marcadamente por dentro de la rama
ascendente de la mandíbula; y están unidos a la misma por
un estrechamiento alargado conocido con el nombre de
“cuello del cóndilo”. En la cara anterior de éste, en su mitad
medial, se encuentra una depresión en la que se inserta el
fascículo inferior del músculo pterigoideo lateral, por lo que se
la denomina fosa pterigoidea o fosa del cuello del cóndilo.

Figura 5: Vista superior de la mandíbula con: 1- Apófisis condilar


mandibular, 2 y 3- prolongación virtual de los ejes mayores de ambos
cóndilos que pasan por la parte anterior de 4- foramen magnum del occipital.

Tanto la apófisis condilar, como su cuello se encuentran


marcadamente inclinados hacia adentro, de tal modo que los
dos tercios mediales del cóndilo quedan por dentro del plano
sagital que pasa por la rama mandibular (Figura 6).
Figura 6: Vista anterior de la mandíbula con: 1- Plano parasagital que pasa
por la rama ascendente mandibular y que divide al cóndilo en un tercio
externo y dos tercios internos, 2- Apófisis condilar mandibular, y 3- Fosa del
cuello del cóndilo o pterigoidea.

Cada cóndilo presenta dos polos (uno interno y otro externo)


que corresponden a ambos extremos de su eje mayor.
Además se describen en la superficie condilar, dos vertientes
unidas por una cresta obtusa transversal y poco marcada. La
vertiente anterior es convexa, inclinada hacia delante y abajo
y en la cual es posible visualizar ocasionalmente dos facetas,
una orientada hacia medial y la otra hacia lateral (Figura 7).
La vertiente posterior, más aplanada, desciende casi
verticalmente hacia atrás, hasta continuarse con el borde
posterior de la rama montante de la mandíbula.
De estas porciones óseas, sólo la vertiente anterior, la
extremidad superior de la vertiente posterior, y la cresta que
las une, desarrollan un rol activo en la función de la
articulación.

Figura 7: Superficie articular mandibular (A- Corte parasagital del cóndilo


mandibular y B- Vista superior de la mandíbula) con: 1-Vertiente posterior
del cóndilo mandibular, 2-Vertiente anterosuperior del cóndilo mandibular, 3-
Cresta del cóndilo, 4- Cóndilo mandibular, 5- Faceta anterolateral de la
vertiente anterior del cóndilo mandibular, y 6- Faceta anteromedial de la
vertiente anterior del cóndilo mandibular.

Revestimiento de las superficies articulares:

Ambas superficies articulares (temporal y mandibular) tienen


un revestimiento de tejido fibroso denso, en lugar de
cartílago hialino como en la mayoría de las articulaciones
móviles, que está adaptado para resistir fuerzas de fricción y
compresión (en menor medida). Dicho revestimiento no se
presenta con un espesor uniforme, ya será de mayor espesor
en aquellas zonas de las superficies articulares que deban
sufrir mayor trabajo (Figura 8). Por lo antedicho, el espesor es
mayor en la vertiente posterior y lomo articular de la superficie
articular temporal, disminuyendo progresivamente hacia
adelante y atrás hasta confundirse insensiblemente con el
periostio de la fosa mandibular y de la superficie plana
subtemporal. En la superficie articular mandibular, el mayor
espesor de este tejido fibroso denso se encuentra en el
segmento medio de la vertiente anterior de la apófisis
condilar, disminuyendo de a poco hasta desaparecer, luego
de cubrir la cresta y la porción más superior de la vertiente
posterior, confundiéndose con el periostio que tapiza la
misma.

Figura 8: Corte parasagital de la ATM con: 1- Tejido fibroso de revestimiento


mandibular, 2- Tejido fibroso de revestimiento en superficie articular
temporal, 3- Vertiente posterior del cóndilo temporal, 4- Cóndilo mandibular,
5- Lomo articular temporal, 6- Fondo de fosa mandibular.

Los haces fibrosos no presentan una disposición anárquica,


sino que se encuentran organizados de manera adaptativa a
fin de poder resistir de la mejor manera el tipo de fuerzas que
se les vaya a aplicar. De esta manera, las fibras más
superficiales, más expuestas a fricción y fuerzas de
deslizamiento, se disponen en forma paralela a la superficie;
por el contrario, las fibras más profundas, que deben
encargarse de amortiguar fuerzas de compresión, se
disponen en forma perpendicular a la superficie (Figura 9).
Figura 9: Corte transversal del tejido de revestimiento articular con: 1-
Revestimiento tejido de fibroso denso, 2- Hueso cortical (cóndilo
mandibular), 3- Hueso esponjoso (cóndilo mandibular), 4- Fibras
superficiales paralelas a la superficie articular, y 5- Fibras profundas
perpendiculares a la superficie articular.

Desde el punto de vista anatómico, la fosa mandibular


presenta una forma cóncava y el tubérculo articular del
temporal una forma convexa que por tanto no será
congruente con la superficie convexa que constituye el
cóndilo mandibular, lo que torna imprescindible la presencia
de un elemento adaptador de ambas superficies de forma
bicóncava como es el disco articular.

Disco Interarticular
Ambas superficies articulares son convexas y por lo tanto no
adaptan entre sí (son discordantes), por lo tanto es razonable
pensar que entre ambas superficies debe interponerse una
almohadilla de cierta elasticidad (Figura 10), el llamado
“menisco” o (utilizando un término más apropiado) disco
articular, capaz de hacer concordar dichas superficies y
separando a la ATM en una mitad superior y otra inferior.
Figura 10: Porción anterior del disco interarticular con: 1- Vista inferior, 2-
Vista lateral, 3- Banda posterior, 4- Banda intermedia, 5- Banda anterior

El disco es una pequeña placa de forma ovoide con un polo


más estrecho colocado hacia adelante (Figura 12), y con un
eje mayor dirigido hacia atrás y adentro (al igual que el resto
de las superficies articulares ya descriptas), formado, en su
parte anterior, por tejido fibroso avascular (no posee arterias
ni venas propias) y no inervado (no posee sensibilidad). Este
menisco separa a la articulación, como ya se dijo, en dos
cavidades articulares relativamente independientes.
En su aspecto descriptivo, el menisco puede ser comparado a
una lente bicóncava con dos caras: una superior y otra
inferior (ver Figura 10).

Figura 11: Corte parasagital de la A.T.M. con: 1- Banda posterior de la zona


anterior, 2- Banda intermedia, 3- Banda anterior, 4- Lámina superior o
ascendente de la zona posterior o bilaminar, 5- Lámina inferior o
descendente, 6- Cóndilo mandibular, 7- Tubérculo articular o cóndilo del
temporal.
La cara superior forma parte de la articulación témporo –
discal; en un corte parasagital es cóncava en su parte anterior
(correspondiente al cóndilo temporal) y convexa en su porción
posterior (que se enfrenta a la cavidad glenoidea), mientras
que transversalmente es siempre convexa (oponiéndose a la
concavidad reinante en ese sentido en la superficie articular
temporal).
La cara inferior es cóncava por donde se la mire (en
oposición a la convexidad del cóndilo mandibular) y forma la
articulación cóndilo – discal.
El disco no presenta un espesor uniforme en toda su
extensión, siendo su porción central más delgada que sus
márgenes periféricos (Figura 12).
Histológicamente, está formado por tejido fibroso denso (al
igual que el tejido de revestimiento de las superficies
articulares), con alguna cantidad de fibras elásticas (sobre
todo en su parte anterior y en la zona bilaminar como se verá
más adelante), y si bien puede contener algunos condrocitos,
no se lo considera un fibrocartílago. La aparición de células
condroides con la edad y con determinadas alteraciones
articulares representa una alteración, ya sea por
envejecimiento o patológica, de la estructura.
Figura 12: Vista superior del disco interarticular con: 1- Inserción
anterosuperior del disco (con las inserciones del haz superior del músculo
pterigoideo lateral), 2- Banda anterior de la zona anterior, 3- Banda media, 4-
Banda posterior, y 5- Lámina superior de la zona bilaminar.

De acuerdo a su estructura y función se pueden describir en


el disco interarticular, dos partes bien diferenciadas: una
anterior y otra posterior.

Zona anterior:
La zona anterior se extiende fundamentalmente en sentido
transversal y es la encargada de recibir el mayor trabajo de
fricción y compresión, con tres bandas bien diferenciadas
(anterior, media y posterior). La banda anterior es

moderadamente gruesa pero angosta en sentido transversal y


antero – posterior. La banda intermedia es la más delgada
en sentido vertical y menos extendida de adelante hacia atrás
(Figura 11); y es la zona donde el tejido fibroso se presenta
menos denso, y en donde el disco interarticular va a poder
flexionarse para adaptarse a determinados movimientos y
excursiones. La banda posterior es la más gruesa y ancha
en todo sentido y va a ser la que quede interpuesta entre
ambas porciones óseas articulares en el momento de mayor
carga funcional, y donde el tejido fibroso alcanza mayor
densidad y grosor (Figura 12).

Zona posterior o bilaminar:


La zona posterior es llamada también por algunos autores
“tejido retrodiscal”. Es estructuralmente mucho menos
resistente, presentando para su descripción, dos láminas (por
lo que recibe el nombre de “zona bilaminar”): una superior y
otra inferior.

La lámina superior o ascendente (o lámina retrodiscal


superior) se va a insertar junto con la cápsula articular en la
fisura de tímpanoescamosa. Presenta en su constitución,
gran cantidad de fibras elásticas, que constituyen la única
posibilidad de que el disco interarticular vuelva hacia atrás
una vez que ha sido traccionado hacia delante junto con el
cóndilo mandibular por el músculo pterigoideo lateral (ver más
adelante), ya que no existe músculo alguno en esta zona que
cumpla dicha función.
La lámina inferior o descendente (o lámina retrodiscal
inferior) se inserta junto con la cápsula en la zona triangular
que está situada en la parte inferior de la apófisis condilar
cerca de su cuello. Presenta, a diferencia del resto de los
constituyentes del disco, una estructura compuesta por tejido
fibroso laxo, con fibras colágenas no-elásticas y con una rica
inervación (y por lo tanto una exquisita sensibilidad) que sirve
para coordinar en forma refleja la función muscular y que es
responsable del dolor percibido en determinadas disfunciones
articulares. La presencia de órganos tendinosos de Golgi y
receptores encapsulados asociados a dichas terminaciones
nerviosas propioceptivas ayudan por vía refleja (junto con los
músculos motores mandibulares) a mantener la posición
normal de las estructuras articulares y a prevenir su lesión por
estiramiento, A su vez, para asegurar una adecuada nutrición
y protección de tales terminaciones nerviosas, la lámina
descendente cuenta con un rico aporte sanguíneo puesto en
evidencia por la presencia de cantidad de arterias y lagunas
vasculares venosas, que dan a la zona un aspecto de tejido
“pseudocavernoso”. Dichas formaciones venosas, de forma
irregular, están formadas en su mayoría por un revestimiento
endotelial simple y se encuentran entremezcladas con
arteriolas que describen complicadas asas vasculares de
forma glomerular. Este sistema de lagunas vasculares sirve
de “amortiguación” ante las cambiantes condiciones de
estiramiento, fruto de los distintos movimientos de la ATM.
Durante las excursiones anteriores del disco (y del cóndilo
mandibular al cual acompaña), esta zona recibe una mayor
afluencia de sangre por la dilatación y estiramiento de toda la
zona bilaminar. Al volver el disco a su lugar “de reposo”,
ocurre un mecanismo inverso en el que la zona bilaminar se
vacía de la sangre acumulada al recobrar su tamaño original.
La mencionada dinámica de esta lámina inferior constituye el
llamado “mecanismo de protección hemodinámica”, por el
que el alternativo llenado y vaciamiento de las lagunas
vasculares protegen de la compresión a las numerosas
terminaciones nerviosas presentes entre el cóndilo
mandibular y la parte posterior de la fosa mandibular.
Inserciones del disco interarticular:
Las inserciones del disco articular se confunden con las de la
cápsula articular en las zonas en que ésta existe y ambos,
podemos decir, están firmemente insertados tanto en el polo
interno como externo de la apófisis condilar mandibular. Estas
inserciones del disco en dichos polos condilares constituyen
los llamados ligamentos colaterales o discales y están
formados por fibras de tejido conjuntivo colágeno, y por lo
tanto no distensibles (Figura 13). Actúan limitando el
alejamiento del disco respecto al cóndilo. En otras palabras,
permiten el movimiento pasivo del disco junto al cóndilo
cuando éste se desliza hacia adelante o atrás, pero
permitiendo una rotación del disco sobre la superficie articular
del cóndilo.

Figura 13: Corte frontal de La ATM con: 1- Cóndilo mandibular, 2- Cuello Del
cóndilo, 3- Raíz longitudinal de la apófisis cigomática, 4- Ligamento
témporomandibular, 5- Ligamento colateral medial, 6- Superficie articular
temporal, 7- Disco articular.

De esta manera, el disco queda vinculado firmemente al


cóndilo de manera que lo acompaña en cada unos de sus
movimientos, dejando solamente entre ambos, movimientos
de rotación entre ambas estructuras.
También junto a la cápsula, la zona bilaminar del disco se
inserta por detrás en el labio anterior de la fisura
tímpanoescamosa, mientras que la lámina descendente lo
hace en la vertiente posterior y cuello del cóndilo mandibular.
Por delante, las inserciones del disco están conformadas por
una lámina ascendente que desborda por delante el cóndilo
del temporal, insertándose en el margen anterior del tubérculo
articular; y una lámina descendente que se inserta
inmediatamente por delante de la zona articular inferior.
Otra inserción de importancia en el disco es aquella
efectuada por el haz superior del músculo pterigoideo lateral
en la mitad medial de su borde anterior, entre las láminas de
inserción anterosuperior y anteroinferior recién descritas
(Figura 14). Dicho músculo tendrá gran importancia en la
vuelta del disco a su posición “de reposo” luego de sus
distintas excursiones junto con el cóndilo. Su contracción
moderará el movimiento del disco en coordinación con la
lámina ascendente de la zona posterior, permitiendo que
dicho regreso se efectúe en forma suave y controlada.

Figura 14: Corte parasagital de La ATM con: 1- inserción anterosuperior Del


disco articular, 2- Inserción ánteroinferior del disco, 3- Haz “discal” del
músculo pterigoideo lateral, 4- Lámina superior o ascendente de la zona
posterior o bilaminar, 5- Lámina inferior o descendente, 6- Inserción del
pterigoideo lateral en el cuello del cóndilo, 7- Disco articular.
Medios de unión de la articulación témporomandibular:
La articulación mantiene sus relaciones anatómicas gracias a
un sistema de ligamentos que actúa limitando activa o
pasivamente los movimientos extremos que pudieran dañarla,
y brindando información refleja que permite la coordinación
de los distintos cambios de posición articular.
El sistema ligamentoso de la ATM puede dividirse en
ligamentos pasivos y activos.
Los ligamentos activos están representados por los músculos
motores de la mandíbula (ver capítulo correspondiente) que
actúan contrayéndose como respuesta a señales reflejas
enviadas por los receptores específicos ubicados en todo el
sistema ligamentoso, oponiéndose a movimientos articulares
potencialmente deletéreos.
Los ligamentos pasivos se pueden dividir a su vez en
intrínsecos y extrínsecos. Los primeros están representados
por la cápsula y sus ligamentos de refuerzo, mientras que los
últimos son los también llamados accesorios o “a distancia”,
ya que no están en contacto directo con las estructuras
articulares.
Cápsula articular:
La cápsula articular, cápsula fibrosa o ligamento capsular, es
una delgada membrana fibrosa en forma de cono o embudo,
incompleto hacia adelante, con una abertura ancha
representada por sus inserciones superiores y una menor
ubicada hacia abajo (Figura 15). Contornea parcialmente a la
articulación témporomandibular, y está formada por haces
verticales y oblicuos de fibras laxas (Figura 16).
Figura 15: Visión lateral de la cápsula articular (esquemática) con: 1-
Abertura anterior de la cápsula cerrada en la articulación por las inserciones
anteriores del disco permitiendo la inserción del músculo pterigoideo lateral,
2- Inserción temporal de la cápsula, y 3- Inserción inferior.

El disco, confunde su estructura con la de la cápsula articular


a la cual está íntimamente unida, de manera que juntos se
insertan por detrás, por dentro y por fuera (zona bilaminar del
disco, ligamentos discales lateral y medial) de las superficies
articulares (Figura 13). Es así como la cápsula se inserta
entonces en el labio anterior de la fisura tímpanoescamosa,
en la espina del esfenoides y zonas adyacentes de la base
del cráneo, y en la raíz longitudinal de la apófisis cigomática.
Inferiormente, la cápsula se inserta debajo del polo medial de
la apófisis condilar mandibular, desde donde la inserción
inferior dibuja una línea descendente, pasando por la cara
posterior del cuello condilar por debajo de la superficie
triangular de la vertiente posterior, subiendo luego
lateralmente y llegando hasta el polo condilar lateral y la zona
adyacente al mismo.
Figura 16: Vista lateral de la ATM con: 1- Cóndilo mandibular, 2- Raíz
longitudinal del cigoma, 3- Cápsula articular.

Hacia delante, sin embargo, mientras el disco interarticular


presenta firmes inserciones hacia arriba y abajo, la cápsula
está ausente, de manera que en una disección anatómica, no
se detectan fibras que vayan en forma directa desde la
superficie articular temporal hasta el cóndilo mandibular
(Figura 14). Serán las inserciones del disco las que cierren
hacia adelante los compartimientos articulares impidiendo el
escape de líquido sinovial (ver más adelante). De esta
manera, la ausencia de cápsula en el sector anterior de la
ATM permite que el “haz discal” del músculo pterigoideo
lateral se inserte directamente en el borde anterior del disco.
La notable laxitud de la cápsula (sobre todo en su parte
superior o compartimiento supradiscal) permite, sin
lesionarse, una marcada amplitud de movimientos anteriores
del cóndilo, teniendo como únicos limitantes a los músculos
motores de la mandíbula (ligamentos activos) y a los
ligamentos pasivos.
Ligamentos de refuerzo capsular:
Los ligamentos intrínsecos o de refuerzo capsular se
encuentran a los lados de la articulación, constituyendo
verdaderos espesamientos de la cápsula articular. Se
describen habitualmente un ligamento colateral externo o
lateral y otro interno o medial (Figura 13).

Figura 17: Vista lateral de la ATM con: 1- Cóndilo mandibular, 2- Tubérculo


cigomático anterior, 3- Disco interarticular, 4- Parte profunda u horizontal del
ligamento témporomandibular, 5- Parte superficial u oblicua del ligamento
témporomandibular, y 6- Raíz longitudinal del cigoma.

El ligamento externo, también conocido como


témporomandibular, es el más fuerte de estos dos
refuerzos. Se describen en él, dos partes: una superficial o
porción oblicua externa, y otra profunda y horizontal (Figura
17). La primera, en forma “de abanico” se extiende en forma
convergente desde la superficie externa del tubérculo
cigomático anterior y la zona adyacente de la apófisis
cigomática, hasta el polo externo del cóndilo mandibular y la
superficie vecina de la cara lateral y posterior del cuello
condilar. La segunda, se extiende desde el tubérculo
cigomático anterior confundiéndose con la porción más
externa de la inserción anterosuperior del disco en la
superficie escamosa del temporal y desde allí se dirige en
forma horizontal hacia atrás formando un cordón estrecho
que se inserta en el polo externo condilar y la parte posterior
del disco articular.
El ligamento capsular medial está mucho menos desarrollado
que el externo y presenta una dirección ánteroposterior desde
el extremo medial del cóndilo del temporal hasta el polo
interno del cóndilo mandibular.
Esta diferencia de desarrollo entre ambos ligamentos
probablemente tenga su explicación en la vinculación de
ambas articulaciones (izquierda y derecha) por un único
hueso mandibular que limita sus movimientos laterales por
ambos ligamentos externos (derecho e izquierdo)
Ligamentos accesorios, Extrínsecos o a distancia:
Los ligamentos extrínsecos o a distancia, constituyen
bandas fibrosas que se extienden desde la base del cráneo
hasta la mandíbula sin entrar en contacto con la cápsula
articular (Figura 18).

Figura 18: Vista medial de corte parasagital de cara y cráneo a la altura de


cara medial de rama mandibular con: 1- Lámina medial de la apófisis
pterigoides, 2- Lámina lateral, 3- Rafe o ligamento pterigomandibular, 4-
Escotadura mandibular, 5- Ligamento esfenomandibular, 6- Ligamento
estilomandibular, 7- Apófisis estiloides, y 8- Cresta Temporal.

En primer lugar se puede mencionar al ligamento


esfenomandibular, que va desde la espina del esfenoides
hasta la cara medial de la rama ascendente de la mandibular,
insertándose en la língula mandibular (también llamada
espina de Spix). Se supone que es un vestigio del cartílago
de Meckel que participa en el desarrollo embriológico
mandibular, y es parte de la llamada aponeurosis o fascia
interpterigoidea.
El segundo en importancia es el ligamento estilomandibular,
que se extiende entre el borde lateral de la apófisis estiloides
cerca de su vértice y el borde posterior de la rama
ascendente de la mandíbula cerca de su ángulo y ayudaría a
limitar especialmente los movimientos protrusivos.
Por último, algunos autores (8) incluyen, dentro de estos
ligamentos accesorios de la ATM al rafe o ligamento
ptérigomandibular que se inserta medial y superiormente en
el vértice y borde inferior del gancho de la lámina medial de la
apófisis pterigoides. Desde allí se ensancha progresivamente
hasta terminar en el vértice del trígono retromolar en la
mandíbula. Este ligamento se considera un intermediario
tendinoso entre el músculo buccinador y el constrictor
superior de la faringe y puede ser advertido en el examen
endobucal como un pliegue oblicuo de arriba abajo y de
dentro a afuera, medialmente al borde anterior de la rama,
visible al tensarse cuando la mandíbula se encuentra en
apertura máxima.
Todos estos ligamentos (extrínsecos e intrínsecos) cumplen
relativamente la misma función, que consiste en limitar los
movimientos articulares de manera que no se produzcan
lesiones por compresión o estiramiento. Dicha función va a
ser llevada a cabo por un mecanismo directo, es decir que al
estirarse constituyen un límite físico a la progresión del
movimiento; y por un mecanismo indirecto, en el cual, ante un
estiramiento, los receptores propioceptivos actúan como
verdaderos “sensores” presentes entre sus fibras emitiendo
una señal al sistema nervioso central de manera que éste
detenga por vía refleja el movimiento que se está llevando a
cabo activando los músculos motores mandibulares, que se
opondrán al eventual movimiento deletéreo.
Sinoviales:
Las cavidades articulares que quedan delimitadas por la
cápsula y las inserciones del disco interarticular, son
tapizadas en casi toda su superficie por una capa de tejido
especializado conocido con el nombre de “membrana
sinovial”. Se trata de una capa delgada de tejido conectivo
areolar muy vascularizado con un revestimiento interno
formado por células similares a las endoteliales denominadas
sinoviocitos. Éstas células tapizan interiormente a la cápsula
y a las superficies de la articulación que no intervienen
directamente en el trabajo articular. Su superficie interior es
de aspecto brillante irregular por la presencia de franjas o
vellosidades que se proyectan hacia la luz de la articulación.
Paralelamente, la membrana sinovial, el tejido de mayor
irrigación de la articulación es la responsable de las
eventuales hemartrosis, hemorragias intraarticulares que se
producen generalmente a consecuencia de traumatismos
mandibulares.
Su función primaria será la de secretar líquido sinovial o
sinovia, que por sus características de viscosidad provee
lubricación a la articulación, de fundamental importancia a la
hora de limitar el daño producido por fricción entre las
superficies articulares. El líquido sinovial no es producido en
forma de secreción como si de una glándula se tratase, sino
que en realidad es un ultrafiltrado del plasma sanguíneo con
el agregado de ácido hialurónico, un mucopolisacárido de alto
peso molecular que es el que le provee de viscosidad a la
sinovia, disminuyendo el rozamiento de las superficies
articulares. Asimismo, será este líquido sinovial, el principal
encargado de la nutrición de los tejidos avasculares de la
articulación, como son el disco interarticular y el tejido de
revestimiento fibroso de las superficies articulares.
A causa de que la cápsula articular se inserta, como es regla
para las diartrosis, a cierta distancia de las superficies óseas
articulares, se forman como consecuencia de ello recesos o
prolongaciones, los cuales están destinados a favorecer el
desplazamiento de la mandíbula con entera libertad. La
membrana sinovial que tapiza interiormente estos
compartimientos, al recorrer estas prolongaciones capsulares,
configura los llamados fondos de saco sinoviales, los cuales
se identifican por su ubicación agrupados en los dos
compartimientos como se expone a continuación.
Compartimiento supradiscal o témporo-discal:
Ubicado superiormente al disco interarticular, es de mayor
volumen que el inferior (cerca de 1,2 ml de capacidad) (9),
pudiendo distinguirse en él, tres prolongaciones en forma de
fondo de saco:
1. Fondo de saco pósterosuperior
2. Fondo de saco anterosuperior
3. Fondo de saco ínferointerno El primero de ellos es el más
importante y voluminoso. En las
excursiones anteriores del disco, éste sector se ve
traccionado hacia adelante estirando el tejido laxo y elástico
de la lámina retrodiscal superior, la cual forma “el piso” del
espacio en esta zona. De esta manera, los vasos sanguíneos
se ven comprimidos, forzando la entrada de líquido sinovial al
compartimiento, y fluyendo, éste, desde y hacia el fondo de
saco anterosuperior de menor volumen o capacidad. Aquí,
por delante y arriba del disco articular, la membrana sinovial
se encuentra unida al periostio de la superficie plana
subtemporal, y se refleja sobre la inserción anterosuperior del
disco, relacionándose al descansar sobre ella con el haz
superior del músculo pterigoideo lateral que se inserta en el
borde anterior del disco como ya fuera expuesto.

Fig.19

Figura 19: Corte frontal de ATM con: 1- Cóndilo mandibular, 2-


Compartimiento supradiscal, 3- disco articular, 4- Ligamento colateral lateral
de refuerzo capsular (o ligamento témporomandibular), y 5- Fondo de saco
ínferointerno limitado por el ligamento colateral medial.

Fig.20

Figura 20: Corte parasagital de la ATM con: 1- Inserción anterosuperior del


disco, 2- Fondo de saco sinovial ánteroinferior (compartimiento infradiscal),
3- Fondo de saco anterosuperior (compartimiento supradiscal), 4- Fondo de
saco posterosuperior (compartimiento supradiscal), 5- Fondo de saco
pósteroinferior (compartimiento infradiscal), 6- Inserción ánteroinferior del
disco y, por debajo de ella, inserción del haz principal del músculo
pterigoideo lateral, y 7- Disco articular.

En la parte inferior del compartimiento, la cápsula genera un


fondo de saco continuo alrededor del disco, pero que en su
extremidad interna posee mayor volumen por la curvatura que
presenta el disco hacia abajo a fin de insertarse en el polo
condíleo interno. De esta manera, este tercer fondo de saco
ínferointerno llega en sentido vertical hasta el nivel de dicho
polo.

Compartimiento infradiscal o disco-mandibular:


Es de menor volumen que el anterior (cerca de 0,9 ml de
capacidad), ya que las inserciones capsulares en el cuello del
cóndilo mandibular rodean una superficie de menor extensión
que en el temporal.
Se distinguen en este sector dos reservorios de líquido
sinovial: 1. Fondo de saco ánteroinferior 2. Fondo de saco
pósteroinferior
En el primero de ellos, puede encontrarse que la sinovial
tapiza la cápsula desde el margen anterior de la superficie
articular mandibular, reflejándose sobre la inserción
ánteroinferior del disco que está en relación con las
inserciones móviles del músculo pterigoideo lateral.
El segundo fondo de saco, de menor capacidad, se extiende
desde la inserción capsular en la cara posterior del cuello
condilar tapizando la cara inferior de la lámina retrodiscal
inferior.
Teniendo en cuenta que en este compartimiento, el fondo de
saco de mayor volumen sea el anterior, y que en el
compartimiento supradiscal sea el posterior, puede
funcionalmente relacionarse a la alternada situación de
compresión y tracción a la que está sometida la membrana
sinovial en las excursiones anteriores del disco interarticular,
lo que favorecería el filtrado del líquido sinovial y su
desplazamiento hacia las cavidades articulares así como su
flujo alternado y su reabsorción posterior.

Movimientos Articulares:
La fisiología de la movilidad articular se puede inferir con
relativa simpleza si se conocen en detalle los elementos
anatómicos que intervienen en ella. Por lo tanto, será
necesario a esta altura, adelantar brevemente en pocas
palabras las posibilidades musculares que ofrece el Sistema
Estomatognático para los movimientos de la articulación
témporo mandibular. Por tal motivo remitimos al cursante al
estudio de los temas de miología para adquirir un
conocimiento más acabado de la función muscular en su
relación con la Articulación.
De todas maneras será pertinente en este momento, analizar
que existen diferentes movimientos que la articulación es
capaz de desarrollar y que podremos monitorear a nivel de
las piezas incisivas inferiores (punto interincisivo inferior).
En primer lugar, se considerará el movimiento de apertura y
cierre mandibular. En la dinámica de descenso mandibular,
será tarea de los músculos suprahioideos depresores de la
mandíbula (en este caso el geniohioideo y el vientre anterior
del digástrico), el comenzar a desarrollar una primera etapa
de rotación pura en el ámbito del compartimiento infradiscal.
De esta manera, el punto interincisivo describirá un segmento
de círculo, visto esto en una vista lateral. Una vez que se
tense el ligamento témporomandibular, la mandíbula deberá
comenzar a trasladarse (compartimiento supradiscal) hacia
delante y abajo para poder seguir abriendo la boca, haciendo
que el complejo cóndilo – disco recorra de atrás a delante y
de arriba hacia abajo la superficie articular temporal. Esto
ocurre por la contracción del haz inferior o principal del
músculo pterigoideo lateral, que insertándose en la fosita del
cuello del cóndilo, tracciona de éste hacia adelante. Es así
como el descenso mandibular se encuentra ahora en una
segunda fase de “rototranslación”, en la que obviamente, el
hueso seguirá rotando al mismo tiempo que se traslada hacia
adelante y abajo, y por lo tanto ocurrirá en ambos
compartimientos. Esto tendrá dos repercusiones: en primer
lugar, se evitará de esta manera, que la rama ascendente de
la mandíbula (especialmente su ángulo), siga una trayectoria
hacia atrás, que podría terminar por comprimir los tejidos allí
situados. En segundo lugar, el punto interincisivo describirá
ahora un segundo segmento de círculo, con un eje de
rotación distinto, ya que el cóndilo mandibular (“eje de bisagra
de la articulación) se ha desplazado hacia adelante y abajo.
El movimiento de ascenso o cierre mandibular será
simplemente el camino inverso entre la apertura máxima de la
mandíbula y la posición de mayor contacto dentario; y estará
a cargo de los músculos elevadores (masetero, pterigoideo
medial, y temporal). El disco interarticular, dependerá para
retornar a su posición de reposo posterior, de la elasticidad
de la lámina superior de la zona bilaminar. Sin embargo, es la
acción del haz superior o accesorio del músculo pterigoideo
lateral, el que ahora se activa frenando la vuelta brusca del
disco hacia su posición de reposo en la articulación y
ayudando a mantener la relación anatómica normal entre
disco y cóndilo.
En segundo lugar se puede mencionar el movimiento de
protrusión o propulsión en el que intervienen
fundamentalmente los haces inferiores de los músculos
pterigoideos laterales, que tirarán del cóndilo y el disco hacia
delante de manera de llevar el punto interincisivo también
hacia delante. Esa trayectoria describirá ciertas sinuosidades,
fruto de la inclinación de la superficie articular temporal y,
fundamentalmente, del engranaje existente entre las piezas
dentarias, que deberá ser salvado para lograr con efectividad
el movimiento.

El movimiento inverso dependerá tanto de las fibras


horizontales del músculo temporal (ver más adelante) como
de la elasticidad de la zona posterior del disco. Aquí,
nuevamente es el haz superior del músculo pterigoideo
lateral, el encargado de controlar el regreso del disco a la
fosa mandibular.
Estos movimientos de propulsión tendrán lugar casi con
exclusividad, en el compartimiento supradiscal.
Finalmente, se describirá el movimiento de lateralidad para
el que deberemos recurrir a una vista superior de las
articulaciones y del punto interincisivo.
Así, si se considera un movimiento de lateralidad derecho (en
el que el punto interincisivo se dirige hacia la derecha), se
observará que el cóndilo izquierdo se desplaza hacia delante,
abajo y un poco hacia adentro (llamado también “cóndilo de
no – trabajo”), por acción del haz inferior del pterigoideo
lateral, describiendo un segmento de círculo que tiene como
eje el cóndilo derecho (cóndilo de trabajo). A su vez, este
cóndilo derecho no se ha desplazado (salvo ligeramente
hacia afuera en el llamado “movimiento de Bennett” junto con
todo el hueso mandibular), sino que simplemente ha girado
sobre su propio eje vertical (10).
En una vista lateral se puede observar, como el cóndilo
derecho permanece inmóvil mientras que el cóndilo izquierdo
se desplaza hacia delante y hacia abajo, para poder seguir,
así, la ruta que le impone la inclinación de la superficie
articular del temporal.
Como es de esperarse, en un movimiento de lateralidad
izquierda, será el cóndilo derecho el que se desplace hacia
abajo, adelante y adentro (cóndilo de no – trabajo), mientras
que el cóndilo izquierdo (cóndilo de trabajo) simplemente
girará sobre su eje vertical sin experimentar casi
desplazamiento alguno.
Todos los movimientos de desplazamiento del cóndilo de no –
trabajo (llamado también cóndilo de balance), tendrán lugar
en el compartimiento supradiscal (articulación disco –
temporal), acompañado siempre por el disco interarticular,
debido a las firmes ataduras que los ligan entre sí en ambos
polos condilares.
Bibliografía:
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Madrid : Mosby- Doyma Libros, S.A., 1995.
2. Montani, J.C. Apuntes de Clases dictadas sobre Anatomía
de la Articulación Témporo Mandibular. Rosario : s.n., 1989.
3. Alves, N. and Cándido, P.L. Anatomía aplicada a la
odontología. San Pablo : Livraria Santos Editora, 2009.
4. Bermejo Fenoll, A. Medicina Bucal Vol.II. Madrid :
Síntesis, S.A., 1998.
5. Alonso, A. A., Albertini, J. S. and Bechelli, A. H.
Oclusión y Diagnóstico en Rehabilitación Oral. Buenos Aires :
Editorial Médica Panamericana, 1999.
6. Figún, M. E. and Garino, R. R. Anatomía Odontológica.
Buenos Aires : El Ateneo Editorial, 2008.
7. Ochs, M.W. and Tucker, M.R. Tratamiento de las fracturas
faciales. [book auth.] J.R. Hupp, E. Ellis and M.R. Tucker.
Cirugía Oral y maxilofacial contemporánea. Barcelona :
Elsevier, 2010.
8. Rouviere, H., Delmas, A. and Delmás, V. Anatomía
Humana. Topográfica, Descriptiva y Funcional 11va. Edición.
Tomo 1. Barcelona : Masson S.A., 2005.
9. Norton, N.S. Netter. Anatomía de cabeza y cuello para
odontólogos. Barcelona : Elsevier Doyma, S. L., 2007.
10. Donat, J.A., Forcén, A. and Ruiz, M.T. Estudio
comparativo de los diferentes métodos de determinación del
ángulo de Bennett. 2, 1997, Rev Eur Odonto-Estomatol, pp.
101-106.
11. Tillman, B. Anatomía para Odontólogos. Madrid :
Marbán Libros, 1998.
12. Lippert, H. Anatomía con orientación clínica para los
estudiantes. Madrid : Marbán Libros, 1999.
13. Bouchet, A. and Cuilleret, J. Anatomía descriptiva,
topográfica y funcional. Buenos Aires : Editorial Médica
Panamericana, 1978.
 

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