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∙ SENTENCIA 15238-31-03-001-2000-00130-01 DE 14 DE MAYO DE 2007

∙ CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


∙ CONTENIDO:ACTOS JURÍDICOS RESPECTO DE BIENES INMUEBLES. ES
NECESARIO EL CUMPLIMIENTO DE LA FORMALIDAD DE LA
ESCRITURA PÚBLICA PERTINENTE, POR CONSIGUIENTE, LA
EVENTUAL ANULACIÓN DE ESE INSTRUMENTO TRAERÍA CONSIGO,
A LA PAR, LA AFECTACIÓN DEL NEGOCIO INCORPORADO EN EL
MISMO, PUES NO ES POSIBLE QUE ESTE SUBSISTA MIENTRAS EL
INSTRUMENTO FENECE.
∙ TEMAS ESPECÍFICOS:REGISTRO DE INSTRUMENTOS PÚBLICOS,
NULIDAD DE LA ESCRITURA PÚBLICA, ELEMENTOS DEL REGISTRO
DE BIEN INMUEBLE, ACTO JURÍDICO, ACTO JURÍDICO NULO
∙ SALA:CIVIL
∙ SALA:CIVIL
∙ PONENTE:MUNAR CADENA, PEDRO OCTAVIO
∙ REVISTA JURISPRUDENCIA Y DOCTRINA N°:EXCLUSIVO PARA
DATALEGIS !

Sentencia 15238-31-03-001-2000-00130-01 de mayo 14 de 2007

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Ref.: Expediente 15238-31-03-001-2000-00130-01

Magistrado Ponente:

Dr. Pedro Octavio Munar Cadena


Bogotá, D.C., catorce de mayo de dos mil siete.

EXTRACTOS: «Se considera:


1. Como es sabido, la actividad judicial comporta, necesariamente, acometer diversos
actos de manera simultánea, los cuales, en todo caso, en lo medular, se enfilan al acto de
juzgamiento, y en desarrollo de ese compromiso, el funcionario debe abordar el asunto
puesto a su consideración, en procura, cuando a ello hay lugar, de subsumir la cuestión
fáctica del litigio en la descripción hipotética y abstracta que prohija la norma respectiva;
empero, para lograr tal propósito ha de comenzar por adquirir tal convicción respecto del
querer del gestor de la demanda que no albergue duda alguna al respecto. En otras
palabras, ante cualquier inquietud que le sobrevenga frente al verdadero contenido de la
pretensión del accionante, hácese inevitable acudir a la interpretación del escrito
demandatorio.

2. En esa dinámica, actividad que efectivamente cumplió el fallador de segundo grado,


llegó este a adoptar la providencia objeto de ataque cuyo contenido si bien trasluce
alguna ambigüedad, sí involucra y exterioriza argumentaciones relacionadas con el punto
generador de la inconformidad, las que ab initio descartan cualquier reproche. En efecto,
la revisión de la sentencia acusada permite concluir que el sentenciador ad quem, en su
decisión, sí entendió y puso al descubierto la aspiración que ahora exteriorizan los
recurrentes, esto es, la anulación del documento escriturario amén de haberse
pronunciado explícitamente respecto de ella.

El anterior aserto no soporta fisura alguna, habida cuenta que basta con reparar en el texto
del fallo acusado para encontrar cómo este aseveró que:

“La parte actora demanda la nulidad absoluta y en


subsidio la resolución del contrato de compraventa
celebrado mediante escritura pública Nº 624 de 17 de
julio de 1991. Lo primero, con base en que no se
identificó plenamente el bien inmueble objeto del
contrato, ya que se transcribieron los linderos de un
inmueble ubicado en el municipio de Paipa, lo que de
paso originó que la escritura pública estuviera viciada
por defectos no susceptibles de corrección, en
consecuencia falta uno de los requisitos que la ley exige
para el valor del mismo acto, por lo tanto no se ha
transferido el dominio” (fl. 54, cdno. 4).

“…el recurrente pretende sea anulado el contrato de


compraventa, por un defecto de la escritura pública,
empero, el error advertido no tiene la entidad suficiente
para cimentar en él motivo alguno de nulidad ni de la
escritura y menos del contrato contenido en ella. No
puede confundirse, como lo hace en algunos apartes el
profesional del derecho demandante, la nulidad de la
escritura con la nulidad de contrato de venta” (destaca
la Corte). Más adelante, el mismo tribunal dijo:

“El error en la trascripción de algunos linderos (puede


observarse claramente según experticio (sic) técnico que
obra en los fls. 91 a 93, cdno. 5) del inmueble objeto del
contrato de compraventa, mencionado en párrafos
anteriores, no es razón para afirmar que no existe
escritura pública o que esta nació viciada de nulidad
absoluta y mucho menos que ello invalida el contrato de
venta allí contenido, por cuanto es posible corregir
dicho defecto conforme lo indican los artículos 103 del
Decreto 960 de 1970 y 49 del Decreto 2148 de 1983. ...en
el instrumento público 624 de 17 de junio de 1991, se
consignaron los datos y circunstancias necesarios para
determinar el bien objeto del negocio jurídico, toda vez
que en dicho documento se anotó que el inmueble
estaba ubicado en la ciudad de Duitama, que era el local
Nº 101 del Edificio Caja Popular Cooperativa, se
determinaron algunos linderos correctamente y se
indicaron los títulos antecedentes” (las negrillas son de
la Sala).
Igualmente acotó el fallador de segundo grado, en procura de justificar su decisión, que
los linderos y demás defectos enunciados respecto del inmueble objeto de la venta, fueron
reproducidos de la escritura Nº 932 de 18 de abril de 1991, título que recogió la venta de
la Caja Popular Cooperativa a los aquí demandantes, luego no fueron una novedad en la
escritura 624 de 17 de junio 1991; además, que en este último documento escriturario
hubo remisión a la escritura 1349 de 1º de septiembre 1980, mediante la cual se sometió a
régimen de propiedad horizontal el edificio del cual hace parte el local transferido,
motivo por el cual, según esa corporación, el error en el que se incurrió fue de mera
transcripción, más no un vicio de nulidad, lo que viabiliza su corrección mediante otra
escritura y no el aniquilamiento en términos como lo pretende el recurrente.
Aparece, de lo precedentemente reseñado, que el fallo recurrido sí entendió la
problemática y decidió a partir de ella en la forma que allí quedó descrita, determinación
que el acusador desdeñó, habida cuenta que no enfiló reproche alguno a las conclusiones
que asentó el tribunal, cuando esgrimió las razones por las cuales consideraba viable una
corrección del instrumento público y desechable la pretensión anulatoria. Obsérvese que
el fallador claramente afirmó, a propósito de corroborar su conclusión en cuanto que era
un error que no anulaba el instrumento público, que la información incluida en la
escritura Nº 624 de 17 de junio de 1991, relacionada con la ubicación del predio,
(Duitama), el número del local (101), que el mismo hacía parte del edificio de la Caja
Popular Cooperativa, con los linderos señalados, que algunos resultaron coincidentes con
los reales, y que se indicaron los títulos antecedentes, eran “datos y circunstancias
suficientes para determinar el bien objeto del negocio jurídico”, conclusión que se
mantiene incólume, pues no fue objeto directo de reproche. Agrégase, a lo anterior, como
igualmente lo resaltó el tribunal (fl. 56), que en la escritura 1349 de 1º de septiembre de
1980, documento al que remitieron las partes contratantes y que consideraron
incorporado en aquella escritura (624), aparecen los linderos del local 101 correctamente
descritos, conclusión a la que se debe agregar, pues así lo estableció la Sala, la indicación
en la mencionada escritura 624, por parte de los negociantes, de la nomenclatura del
local, la que resultó acertada (carrera 15 Nº 14-75 de Duitama).

No llama a dudas que la cuestión que debió refutar el casacionista no era que el fallador
hubiese incidido en error de hecho al interpretar la demanda, pues mírese que uno y otro,
juzgador y recurrente, convergen en el mismo punto, coincidiendo en cuanto al problema,
o sea, la existencia de errores en la escritura pública, solo que para aquel, al abordar la
relevancia de los mismos, concretamente, si conducían a anular formalmente dicho
instrumento discrepa abiertamente del censor en cuanto que a diferencia de este, no
considera que la vicie de nulidad. Bajo esta perspectiva, las discrepancias se trasladan a
otro contexto, pues evidencian no una equivocada interpretación del libelo, de contera la
inexistencia del error de hecho denunciado, sino una disparidad de criterios en torno a la
consecuencia de los yerros denunciados por los actores.

Ahora, no puede perderse de vista que por disposición legal (C.C., art. 1857), en
tratándose de actos jurídicos respecto de bienes inmuebles, específicamente una
compraventa, de suyo aparece inevitable el cumplimiento de la formalidad (ad
solemnitatem) allí establecida, esto es la escritura pública pertinente, por consiguiente, la
eventual anulación de ese instrumento traería consigo, a la par, la afectación del negocio
incorporado en el mismo, pues no es posible que este subsista mientras el instrumento
fenece, de ahí que encuentre razonable la Sala que el tribunal hubiere referido en su fallo
aspectos relacionados con eventual invalidez del acto formalizado mediante la escritura
reprochada.

3. Por otra parte, en alusión a los errores de derecho denunciados, los que, según el
casacionista, se adoptaron por la falta de valoración conjunta de las pruebas adosadas al
expediente, ha de precisarse, reiterativamente, que en el fallo acusado el sentenciador de
segundo grado arribó a una conclusión que hoy se torna irrefutable, cual fue la de que
efectivamente se habían transcrito linderos diferentes a los reales, coincidiendo con el
reproche del recurrente, aunque, iterase, visualizando una consecuencia diversa.

Y precisamente ahí aparece el desenfoque de la acusación, pues los demandantes


debieron perfilar una acusación frontal y abiertamente enderezada a demostrar que esos
yerros de la escritura, de la que uno y otro son conscientes, sí aparejaban su nulidad,
empresa que lo comprometía a infirmar las razones asentadas por el sentenciador y
conforme a las cuales las anotadas incorrecciones no desembocaban en el vicio por el que
aquí aboga la censura; en otras palabras, debió dirigirse el ataque a demostrar por qué no
era susceptible salvar tales errores, imponiéndose, por el contrario, la anulación de la
escritura.

Y la realidad expuesta emerge, precisamente, a partir de la valoración hecha por el juez


ad quem, de manera conjunta, de las pruebas que, según el actor, no fueron sopesadas,
tales como la documental referida a las escrituras 624 de 17 de junio de 1991, 932 de
abril 18 de 1991 y 1349 de 1º de septiembre de 1980 y el contrato de arrendamiento, así
mismo la pericial, todos agregados al expediente. Además, los razonamientos expuestos y
objeto de reseña precedentemente, permiten conocer las razones por las cuales el fallador
entendía, de manera diferente a los actores, la solución de la problemática acaecida,
entendimiento que lo conducía a viabilizar la corrección prevista en los artículos 103 del
Decreto 960 de 1970 y 49 del Decreto 2148 de 1983, explicaciones o argumentos que no
fueron desvirtuados por el recurrente, habida cuenta que no indicó las razones por las
cuales consideraba errado el camino escogido por el tribunal.

Decisión

En armonía con lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, NO


CASA la sentencia proferida por la Sala Civil Familia del Tribunal Superior de Santa
Rosa De Viterbo —Sala única— de 20 de enero de 2005 dentro del proceso
ORDINARIO de Luis Humberto Lizarazo Ricaurte, Martha Yolanda Lizarazo Ricaurte y
María Herminia Ricaurte Agudelo contra Rafael María Niño Becerra y Aura Elisa
Becerra de Niño.

Costas en el recurso extraordinario a cargo del impugnante.

Cópiese, notifíquese y devuélvase.

Magistrados:Ruth Marina Díaz Rueda—Manuel Isidro Ardila Velásquez—Jaime Alberto


Arrubla Paucar—Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo—Pedro Octavio Munar
Cadena—Cesar Julio Valencia Copete—Edgardo Villamil Portilla».

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