Está en la página 1de 28

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Magistrado ponente FRANKLIN ARRIECHE G.

En el juicio que por cumplimiento de contrato de pre-venta

de un bien inmueble siguen CARLOS LUIS LUGO BORGES y

MARISAMIL COROMOTO ITANARE LUGO; representados por los

abogados Jorge Quijada, Fernando Salazar y Rachid Martínez, y

ante esta Sala por los abogados Juan Vicente Ardila, Gustavo

Perdomo Arzola y Rachid Martínez, contra CORPORACIÓN

DIALVAR C.A., representada judicialmente por los abogados Juan

Vicente Cabrera Toro, Elena Gibbs Blanco y Marisela Soto Carvajal;

el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y

de Menores de la Circunscripción Judicial del estado Anzoátegui,

dictó sentencia en fecha 3 de noviembre de 2000, mediante la cual

declaró sin lugar la apelación interpuesta por la parte demandada,


con lugar la demanda y sin lugar la reconvención, resultando en

consecuencia confirmada la sentencia apelada.

Contra el referido fallo de la alzada la representación

judicial de la parte demandada-reconviniente anunció recurso de

casación, el cual, una vez admitido, fue oportunamente formalizado.

Hubo impugnación.

 
Cumplidos los trámites de ley, se declaró concluida la

sustanciación del recurso y siendo la oportunidad para decidirlo, se

pasa a hacerlo bajo la ponencia del Magistrado que con tal carácter

suscribe el fallo, en los términos siguientes:

RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY

 
De conformidad con el ordinal 2º del artículo 313 del Código

de Procedimiento Civil, se denuncia la infracción por falsa

aplicación, del artículo 1.167 del Código Civil.

 
En sustento de la pretendida infracción, alega el formalizante

que el Juez de alzada estableció el hecho de la existencia de una

condición para poner fin al contrato cuyo cumplimiento se demandó,


y no obstante aplicó para resolver la controversia el artículo 1.167

del Código Civil, norma que no contempla como supuesto de hecho,

la situación fáctica previamente señalada.

Señala, que las partes en la cláusula cuarta del anexo del

contrato regularon previamente los efectos del eventual

incumplimiento de alguna de ellas, y establecieron que en ese

supuesto sólo operaría el resarcimiento allí estipulado,

independientemente de cualquier circunstancia que pudiere

acontecer, en cuyo caso los compradores no podrían obtener la

propiedad del inmueble objeto de la negociación.

En criterio del formalizante, la existencia de tal cláusula

reguladora de la responsabilidad civil contractual surge del acuerdo

pleno de voluntades y no altera el orden público, porque se dirige a

regular la actividad privada, por lo que sostiene que el presente

caso debió ser decidido aplicando los artículos 1.159 y 1.276 del

Código Civil, y no a través del 1.167 eiusdem, que únicamente sería

aplicable a los contratos en los cuales las partes no han regulado

previamente la responsabilidad en caso de incumplimiento.

Para decidir la Sala observa:


A fin de constatar lo afirmado por el formalizante, la Sala

considera necesario transcribir la parte pertinente de la sentencia

recurrida:

“...Ahora bien, existiendo, como existe, un contrato


celebrado entre las partes, se hace necesario determinar el
verdadero sentido y alcance de la negociación, con el fin de
llegar a una conclusión definitiva en este juicio. Ambas
partes, demandante-reconvenida y demandada-
reconviniente, coincidieron en definir la negociación
celebrada entre ellas, como una pre-venta, la cual
entendida en el sentido estricto del término, implica un
contrato que precede a una venta definitiva, mediante la
cual se establecen las condiciones que regulan la
negociación, y que, cumplidas en la forma pactada
conducen a la terminación de la negociación, con el
otorgamiento de la escritura definitiva y la entrega del
inmueble pre-vendido. En el caso bajo análisis, se observa
que en dicha pre-venta entre las partes hubo acuerdo de
voluntades en el objeto de la venta, en el precio y
finalmente en la oportunidad de la tradición o entrega de lo
vendido. Ahora bien, los contratantes establecieron en la
cláusula cuarta del anexo la modificación de la cláusula
quinta del pre-contrato, una condición para poner fin al
contrato, la cual señala lo siguiente.
 
Así mismo queda entendido y convenido entre las partes
que si LOS COMPRADORES no compraren por causa
imputable a ellos LA PROPIETARIA hace suya la suma
dada en arras a la cual se contrae la Cláusula Cuarta del
contrato original de fecha 30-06-1.993, pero si LOS (sic)
PROPIETARIA no vende por causa imputable a ella,
reembolsará a LOS COMPRADORES íntegramente la
suma de dinero que le haya sido entregada para el
momento del incumplimiento, más el veinte por ciento
(20%) de interés anual devengado por ésta, y que implica
no poder obtener LOS COMPRADORES la propiedad del
inmueble objeto de la presente negociación
Al interpretar este Sentenciador el sentido y alcance de la
condición resolutoria transcrita observa que el
incumplimiento de alguna de las partes produce a favor de
la otra el derecho de pedir, bien la resolución o el
cumplimiento del contrato, con fundamento a lo establecido
en el artículo 1.167 del Código Civil. Se trata de una causa
legítima, de una causa justa que no debe ser invocada por
la parte que incumple su obligación, sino que debe ser
alegada o invocada por la parte afectada, ya que admitir lo
contrario sería un verdadero contrasentido, y ello permitiría
accionar a quien no es titular de la acción, lo que no debe
ser admitido, y así se decide.
 
Ahora bien, en el caso de autos, es importante determinar
si la causa del incumplimiento alegado es suficiente o no
para dar por terminado el contrato, es decir, si la causa es
justa o legítima. El Tribunal observa que la parte
demandada-reconviniente invocó como causa para resolver
el contrato, unilateralmente, la excesiva onerosidad, lo que
no guarda relación con el contexto de la escritura, pues tal
como se demostró, en el primer contrato de pre-venta se
fijó un precio inicial de la negociación, y luego, en el anexo,
ante el incremento de los materiales de construcción y la
mano de obra, se produjo un reajuste del precio, para el
cual se tomó en cuenta los índices inflacionarios que
sobrevendrían, con el fin de estimar un precio adaptado a
los precios del mercado para la fecha de la terminación de
la obra, lo que hace improcedente el argumento de la
excesiva onerosidad. De la misma manera el principio de la
excesiva onerosidad ha sido acogida por la Jurisprudencia
y Doctrina Administrativa, no así por la Civilista, en virtud
de que la misma atenta contra la integridad y firmeza de los
contratos. Considera este sentenciador que las partes de
haberlo convenido debieron expresarlo en el contrato,
como causa de resolución del mismo, el referido principio y
al no disponerlo así, no puede a estas alturas pretenderse
una modificación no deseada por las partes. De la misma
manera ha quedado demostrado por la parte demandante-
reconvenida que pagó el precio de la venta convenida
conforme a los recibos consignados a los que se le atribuye
todo su valor probatorio, razón por lo que se debe admitir
que no puede ser colocado en peor situación jurídica quien
ha cumplido estrictamente con la contratación. La parte
demandada reconviniente no demostró bajo ninguna forma
de derecho sus defensas y argumentos empleados para
combatir la acción propuesta, así como la reconvención
planteada...”.
 
 

De la trascripción antes realizada, la Sala observa que el Juez

de alzada consideró que no obstante existir en el contrato una

“condición resolutoria” que permite la terminación del mismo por

incumplimiento imputable a cualquiera de las partes, el

incumplimiento capaz de resolver el contrato debe estar fundado en

una “causa legítima o justa”, que no puede ser invocada por la parte

que dio lugar al incumplimiento, y en virtud de ello aplicó para

resolver la controversia el artículo 1.167 del Código Civil

denunciado como infringido, pues consideró que la causa del

incumplimiento alegada por la demandada-reconviniente como

fundamento de su pretensión de resolución, no era una “causa

justa”, y en consecuencia, la parte actora estaba facultada para

solicitar el cumplimiento o la resolución del contrato

Sobre el particular, la Sala observa que el Juez de alzada

cometió un error al calificar como “condición resolutoria” a la

referida cláusula, pues lo realmente convenido por las partes fue

una cláusula penal, entendida como la estipulación mediante la cual


las partes disponen que en caso de inejecución culposa de la

obligación o de retardo en la ejecución, el deudor se compromete a

cumplir una determinada prestación de dar o de hacer.

A este respecto, nuestro Código Civil en su artículo 1.257

establece lo siguiente: ‘Hay obligación con cláusula penal cuando el

deudor, para asegurar el cumplimiento de la obligación, se

compromete a dar o hacer alguna cosa para el caso de inejecución

o retardo’.

Por su parte, el artículo 1.258 eiusdem define la cláusula

penal de la siguiente forma:

 
 
“La cláusula penal es la compensación de los daños y
perjuicios causados por la inejecución de la obligación
principal.
 
El acreedor no puede reclamar a un mismo tiempo la cosa
principal y la pena, sino la hubiere estipulado por el simple
retardo”.
 

 
De los artículos precedentes se desprende que la cláusula

penal debe considerarse como una simple indemnización sustitutiva

de los daños y perjuicios causados por el incumplimiento o por el

retardo en el cumplimiento de alguna obligación, destinada a


resarcir al acreedor por el incumplimiento definitivo, y sea total o

parcial, y por tanto, no puede pedirse su ejecución junto con el

cumplimiento de la obligación principal, a menos que se hubiese

estipulado por el simple retardo.

Tal indemnización sustitutiva es susceptible de ser

garantizada mediante la entrega de una cosa por una de las partes

a la otra, que se denomina “arras”, y que a falta de estipulación en

contrario, da derecho al contratante a quien no se le ha cumplido la

obligación, de retener su importe, o de exigir el doble de su valor,

según el caso, a menos que prefiera pedir la ejecución del contrato.

Así lo dispone el artículo 1.263 del Código Civil:

 
 
“A falta de estipulación contraria, lo que se da en arras al
tiempo de la celebración del contrato o con anterioridad a
este acto, se considera como garantía de los daños y
perjuicios para el caso de contravención.
 
Si la parte que no ha incurrido en culpa no prefiere exigir el
cumplimiento de la convención, puede retener las arras
que haya recibido o exigir el doble de las que haya dado”.
Lo anterior permite afirmar, siguiendo el criterio sostenido por

José Luis Aguilar Gorrondona, (Derecho Civil IV – Contratos y

Garantías”, 10° Edición, 1996, UCAB; pág. 159), que en el derecho

positivo venezolano la parte que no ha incurrido en culpa puede

elegir entre exigir el cumplimiento de la obligación principal, o


retener las arras que haya recibido o exigir el doble de las que haya

dado, lo que también permite sostener, a diferencia de lo que ocurre

en otros sistemas de derecho, que en Venezuela una venta con

arras no puede considerarse una venta condicional.

No obstante el error de calificación cometido por el Juez de

alzada, la Sala observa que no tiene razón el formalizante cuando

afirma que el artículo 1.167 no contempla la situación fáctica

establecida en la sentencia, pues en la misma el Juez señaló la

existencia de un contrato de pre-venta celebrado entre las partes,

en el cual quien lo incumplió fue la demandada, estando

perfectamente facultados los actores, a su elección, para solicitar el

cumplimiento del contrato, situación fáctica que forma parte del

supuesto de hecho de la referida norma.

En efecto, el artículo 1.167 del Código Civil establece

expresamente que “...en el contrato bilateral, si una de las partes

no ejecuta su obligación, la otra puede a su elección reclamar

judicialmente la ejecución del contrato o la resolución del mismo,

con los daños y perjuicios en ambos casos si hubiere lugar a ello...”.

 
En consecuencia, la Sala considera que el referido error no

fue determinante del dispositivo del fallo recurrido, toda vez que el

artículo 1.167 del Código Civil contempla la posibilidad de intentar la

pretensión de cumplimiento de contrato, que es precisamente lo

planteado en el juicio.

En segundo lugar, observa la Sala que tampoco tiene

razón el formalizante cuando afirma que por haber establecido el

Juez de alzada la existencia en el contrato de una cláusula

reguladora de la responsabilidad civil contractual en caso de

incumplimiento, no podía ser aplicado el artículo 1.167 del Código

Civil, por cuanto el mismo sólo es aplicable para los contratos en los

cuales las partes no han regulado contractualmente dicha

responsabilidad, pues como ya se señaló, no obstante la existencia

de la mencionada cláusula penal, la parte que no dio lugar al

incumplimiento puede perfectamente exigir a su libre elección, el

cumplimiento del contrato o su resolución, con los daños y

perjuicios si hubiere lugar a ello, u optar por ejecutar la cláusula

penal, no pudiendo en este supuesto ser solicitada su ejecución

junto con el cumplimiento de la obligación principal, según ya se

señaló.

 
Por tales motivos, se declara improcedente la denuncia de

infracción del artículo 1.167 del Código Civil. Así se establece.

 
 
II
 

De conformidad con el ordinal 2º del artículo 313 del Código

de Procedimiento Civil, en concordancia con el 320 eiusdem, se

denuncia la infracción de los artículos 12 y 507 del mismo Código, y

1.167 del Código Civil, los dos primeros por falta de aplicación y el

último por falsa aplicación, por ser el dispositivo del fallo

consecuencia de una suposición falsa, al haberse atribuido a

instrumentos o actas del expediente menciones que no contiene.

Para fundamentar su denuncia, el formalizante señala que el

Juez de alzada atribuyó falsamente a la cláusula cuarta del anexo

del contrato de pre-venta, cuyo cumplimiento se demandó,

contentiva de una condición resolutoria, la mención de que el

incumplimiento de alguna de las partes produce a favor de la otra el

derecho de pedir, bien la resolución o el cumplimiento, cuando lo

cierto es que tal mención no consta del texto de dicha cláusula.

 
Aduce, que como consecuencia de tal suposición falsa, el

Juez Superior infringió por falta de aplicación el artículo 12 del

Código de Procedimiento Civil, que establece el deber de los jueces

de atenerse en la interpretación de contratos que presenten

oscuridad, ambigüedad o deficiencia, al propósito e intención de las

partes, así como también el artículo 507 del mismo Código, el cual

señala que a menos, que exista regla legal expresa para valorar el

mérito de la prueba, el Juez debe apreciarla según las reglas de la

sana crítica. A su juicio, este error del Juez fue determinante del

dispositivo del fallo, pues de no haberse cometido, no hubiese

declarado que el demandante tenía derecho de exigir el

cumplimiento del contrato, ni considerado improcedente la

reconvención, aplicando falsamente el artículo 1.167 del Código

Civil.

La Sala para decidir observa:

A fin de constatar lo afirmado por el formalizante, la Sala

considera necesario transcribir la parte pertinente de la sentencia

recurrida:

 
“...Ahora bien, los contratantes establecieron en la cláusula
cuarta del anexo la modificación de la cláusula quinta del
pre-contrato, una condición para poner fin al contrato, la
cual señala lo siguiente.
 
‘Así mismo queda entendido y convenido entre las partes
que si LOS COMPRADORES no compraren por causa
imputable a ellos LA PROPIETARIA hace suya la suma
dada en arras a la cual se contrae la Cláusula Cuarta del
contrato original de fecha 30-06-1.993, pero si LOS (sic)
PROPIETARIA no vende por causa imputable a ella,
reembolsará a LOS COMPRADORES íntegramente la
suma de dinero que le haya sido entregada para el
momento del incumplimiento, más el veinte por ciento
(20%) de interés anual devengado por ésta, y que implica
no poder obtener LOS COMPRADORES la propiedad del
inmueble objeto de la presente negociación’.
 
Al interpretar este Sentenciador el sentido y alcance de la
condición resolutoria transcrita observa que el
incumplimiento de alguna de las partes produce a favor de
la otra el derecho de pedir, bien la resolución o el
cumplimiento del contrato, con fundamento a lo establecido
en el artículo 1.167 del Código Civil. Se trata de una causa
legítima, de una causa justa que no debe ser invocada por
la parte que incumple su obligación, sino que debe ser
alegada o invocada por la parte afectada, ya que admitir lo
contrario sería un verdadero contrasentido, y ello permitiría
accionar a quien no es titular de la acción, lo que no debe
ser admitido, y así se decide...”.
 
 
De la anterior trascripción se evidencia que el Juez de alzada

estableció la existencia de un contrato de pre-venta, en cuya

cláusula cuarta de su anexo modificatorio las partes acordaron una

condición resolutoria, y luego concluyó que ellas tienen el derecho

de elegir entre solicitar la resolución o el cumplimiento del contrato,


de conformidad con lo establecido en el artículo 1.167 del Código

Civil, pues para pedir la resolución convenida, el incumplimiento

tiene que estar fundado en una “causa justa o legítima”, la cual no

puede ser invocada por la parte que incumplió su obligación.

Sobre el particular, ha sido criterio reiterado de esta Sala

de Casación Civil, que la suposición falsa tiene que referirse

forzosamente a un hecho positivo y concreto que el juez establece

falsa o inexactamente en su sentencia a causa de un error de

percepción, bien porque atribuyó a actas o instrumentos del

expediente menciones que no contiene, o porque dio por

demostrado un hecho con pruebas que no aparecen en los autos, o

porque la inexactitud resulta de actas o instrumentos del expediente

mismo.

Ahora bien, como el mencionado vicio sólo puede

cometerse en relación con un hecho establecido en el fallo, quedan

fuera del concepto de suposición falsa las conclusiones del Juez

con respecto a las consecuencias jurídicas del hecho, porque en tal

hipótesis se trataría de una conclusión de orden intelectual que

aunque errónea, no configura lo que la ley y la doctrina entienden

por suposición falsa. (Véase entre otras, sentencia N° 357 de fecha


8 de agosto de 1995, caso: Manuel Da Freitas Catanho c/

Francesco D’ Agostino Mascia y otro).

Si bien es cierto que la Sala ha admitido de manera

reiterada que constituye suposición falsa la desnaturalización de

una mención contenida en el contrato, que conduciría a que la

cláusula establecida en el mismo produzca los efectos de una

estipulación no celebrada, la Sala observa que esto no fue lo

denunciado en el caso concreto, sino que el Juez de alzada

cometió una suposición falsa porque atribuyó a la cláusula cuarta la

mención de que ante el incumplimiento de alguna de las partes, la

otra puede solicitar el cumplimiento o la resolución del contrato,

mención que no consta en el texto de la misma.

En efecto, el Juez de alzada luego de interpretar que la

cláusula cuarta del contrato contenía una condición resolutoria,

concluyó que para pedir la resolución allí convenida, el

incumplimiento debe estar fundado en una “causa justa o legítima”,

que no puede ser invocada por la parte que incumplió y, por tanto,

el demandante tenía perfecto derecho elegir entre solicitar el

cumplimiento o la resolución del contrato, de conformidad con el

artículo 1.167 del Código Civil; pronunciamiento que en criterio de


esta Sala constituye la conclusión del Juez sobre las consecuencias

jurídicas del hecho establecido, la cual, aunque pudiera ser errónea,

no configura lo que la ley y la doctrina entienden por suposición

falsa.

En otras palabras, el pronunciamiento del Juez Superior

relativo al derecho del demandante de elegir entre pedir el

cumplimiento o la resolución del contrato, no constituye una

mención atribuida a la cláusula cuarta del anexo del contrato de pre-

venta, como afirma el formalizante, sino la conclusión de derecho a

la cual arribó dicho juez, luego de analizar la referida cláusula, por

lo que mal podría haber cometido la suposición falsa denunciada.

En consecuencia, se desestima la denuncia de infracción

de los artículos 12 y 507 del Código de Procedimiento Civil y 1.167

del Código Civil, por inadecuada fundamentación. Así se establece.

III

 
De conformidad con el ordinal 2º del artículo 313 del Código

de Procedimiento Civil en concordancia con el 320 eiusdem, se

denuncia la infracción por falta de aplicación de los artículos 12 y


507 del mismo Código, por ser el dispositivo del fallo consecuencia

de una suposición falsa cometida por el Juez de alzada, que

atribuyó a instrumentos o actas del expediente menciones que no

contiene.

Por vía de fundamentación, señala el formalizante lo

siguiente:

“...El hecho falsamente establecido fue que en el contrato


de pre-venta anexo, ante el incremento de los materiales
de construcción y la mano de obra, se produjo un reajuste
del precio, para el cual se tomó en cuenta los índices
inflacionarios que sobrevendrían, con el fin de estimar un
precio adaptado a los precios del mercado para la
terminación de la obra.
 
En efecto, el anexo analizado en su encabezamiento aclara
que el mismo se realizaría porque ‘(...) de mutuo acuerdo
entre las partes se han realizado ampliaciones y
modificaciones al inmueble objeto del contrato de pre-venta
suscrito entre las mismas partes en fecha 30-06-1.993 y
debido a las especiales condiciones coyunturales de la
economía venezolana...’.
 
Al violar el valor probatorio del texto transcrito en el anexo
del contrato de pre-venta valorado (sic), infringió por falta
de aplicación el artículo 12 del Código de Procedimiento
Civil, que establece en su primer aparte que ‘(...) el Juez
debe atenerse a lo alegado y probado en autos, sin poder
sacar elementos de convicción fuera de éstos, ni suplir
excepciones ni argumentos de hecho no alegados ni
probados (...) En la interpretación de los contratos o actos
que presenten oscuridad, ambigüedad o deficiencia, los
jueces se atendrán al propósito y a la intención de las
partes o de los otorgantes, teniendo en mira las exigencias
de la ley, de la verdad y de la buena fé’.
 
La regla legal transcrita debe entenderse en concordancia
con el artículo 507 eiusdem, que ordena: ‘A menos que
exista una regla legal expresa para valorar el mérito de la
prueba, el Juez deberá apreciarlas según las reglas de la
sana crítica’.
 
El juez al no examinar el verdadero sentido y alcance de la
voluntad de las partes al suscribir el anexo del contrato de
pre-venta originario, infringió su valor probatorio, el cual
debió establecer con fundamento en las mencionadas
reglas de interpretación y valoración de pruebas,
respectivamente.
La infracción determinó el dispositivo del fallo pues al haber
incluido en dicho anexo menciones que no contiene,
declaró improcedente el argumento de excesiva onerosidad
como causa justa y legítima de no cumplimiento del
contrato invocada por mi representada, ignorando la
validez de la cláusula convencional reguladora del
incumplimiento que fuere acordada por las partes en el
momento de la contratación. De no haberse cometido la
infracción denunciada, el Juez de Alzada no habría
declarado con lugar la acción por cumplimiento de contrato
intentada por la demandante reconviniente y declarado sin
lugar la apelación...”.
 

 
Para decidir, la Sala observa:

El formalizante confunde el supuesto de infracción de

norma jurídica expresa que regula la valoración de los hechos o de

las pruebas, con la suposición falsa; hipótesis distintas y autónomas

por las cuales la Sala puede, excepcionalmente, extenderse al

examen del fondo de la controversia y al establecimiento y


apreciación de los hechos que hayan efectuado los tribunales de

instancia.

En efecto, el formalizante denuncia que el Juez de alzada

cometió una suposición falsa, porque atribuyó al anexo del contrato

cuyo incumplimiento se demandó menciones que no contiene, pero

sin indicar cuáles fueron esas menciones falsamente atribuidas al

documento.

Además, denuncia como infringidos los artículos 12 y 507

del Código de Procedimiento Civil, sin denunciar la norma en que

fue subsumido el hecho supuesto, que no tiene soporte probatorio.

El primero de los artículos denunciados como infringidos, constituye

una norma general, que comprende diversos postulados, y el

segundo, constituye una regla de valoración de las pruebas, pues si

bien no establece una determinada tarifa probatoria, indica al Juez

como debe proceder para valorarlas a falta de regla legal expresa.

Al respecto, la Sala reitera que la suposición falsa en sus tres

modos, constituyen un motivo autónomo y distinto, comprendido en

el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, cuya denuncia no

exige el alegato de infracción de una regla de establecimiento o


valoración de los hechos o de las pruebas, sino de los preceptos

jurídicos en los cuales fue subsumido el hecho que no tiene soporte

probatorio, pues como consecuencia de que el mismo resulta falso

o inexacto, no existe correspondencia lógica con los hechos en

abstracto previstos en la norma aplicada. (Véase entre otras,

sentencia de fecha 14 de agosto de 1998, caso: José Rafael

Bohórquez c/ Neptalí de Jesús Fuentes y otro).

El anterior precedente jurisprudencial pone de manifiesto la

falta de técnica cometida por el formalizante, pues ha debido

encauzar la denuncia en el error de derecho al juzgar el hecho

cometido por el juez de alzada; deficiencia que no puede ser suplida

por la Sala, y por ello la denuncia de infracción de los artículos 12 y

507 del Código de Procedimiento Civil debe ser desestimada, por

inadecuada fundamentación. Así se establece.

IV

De conformidad con el ordinal 2º del artículo 313 del Código

de Procedimiento Civil, se denuncia la infracción por falta de

aplicación, de los artículos 12, 506 y 509 del mismo Código, porque
el Juez de alzada no valoró un hecho notorio alegado por la

demandada, cometiendo el vicio de silencio de pruebas.

Por vía de fundamentación señala el formalizante lo siguiente:

“...Mi representada alegó en su escrito de contestación a la


demanda como prueba de la imposibilidad de vender el
inmueble objeto del contrato de pre-venta celebrado con la
demandante reconvenida el hecho notorio de la existencia
de la aguda crisis económica y financiera en el país, que ha
causado y sigue causando estragos en la economía
venezolana que se ha producido desde 1.992, la cual se
encuentra en los folios 59 vto., 60, y el Juez de Alzada no
se pronunció en cuanto al mérito probatorio de dicha
prueba, silenciándola totalmente.
 
En efecto establece el artículo 509 del Código de
Procedimiento Civil:
 
‘Los jueces deben analizar y juzgar todas cuantas pruebas
se hayan producido, aún aquellas que a su juicio no fueran
idóneas para ofrecer algún elemento de convicción,
expresándose siempre cuál sea el criterio del juez respecto
de ellas’.
 
El sentenciador ha infringido la disposición transcrita, al no
analizar la prueba en cuestión, con lo cual no se atuvo a lo
probado en autos, en violación del artículo 12 eiusdem.
 
El error cometido por la Alzada constituye silencio de
prueba, puesto que la sentencia no se puede considerar
fundada en los hechos que constan del expediente, sino se
analizan todas las pruebas, por lo cual al no analizar la
prueba, la recurrida violó el artículo 506 del Código de
Procedimiento Civil que indica al sentenciador a expresar
en el fallo la valoración de hecho notorio alegado como
prueba, pues los mismos por ser notorios el legislador los
exime de prueba.
 
Dicho error impidió al fallo alcanzar su fin de una resolución
de la controversia con suficientes garantías para las partes,
pues con dicha prueba se demostraba la actual y evidente
imposibilidad de estimar con antelación y con el transcurso
del tiempo un precio estimado para los precios del mercado
en relación con los insumos de la rama de la construcción;
pues los precios aumentaban día a día, el cual hecho
resultó ser determinante en la conducta exenta de dolo de
mi representada al serle imposible vender el inmueble
objeto del precontrato a la demandada reconvenida...”
 
 

La Sala para decidir observa:

 
El formalizante denuncia como infringidos por falta de

aplicación, los artículos 12, 506 y 509 del Código de Procedimiento

Civil, pues a su juicio, el Juez de alzada cometió el vicio de silencio

de pruebas, al no valorar un hecho notorio, violando el deber de

analizar la totalidad de las pruebas para establecer los hechos.

Desde la época de los romanos se ha venido aceptando

que el hecho notorio no requiere pruebas; de ahí las máximas

latinas “si factum est notorium, non eget testium

depositionibus declari”; “notoria no egent probatione”. El

artículo 506 del Código de Procedimiento Civil consagra el

viejo principio romano, al señalar: “Los hechos notorios no

son objeto de pruebas”.


Así, el hecho notorio es aquel cuyo conocimiento forma

parte de la cultura normal y propia de un determinado grupo

social, y por tanto, el juez que tiene conocimiento de él debe

utilizarlo como parte del material de los hechos del juicio, sin

que exista necesidad de que las partes lo aleguen y menos que

lo demuestren.

Ahora bien, el hecho notorio no es una prueba, sino un

hecho que debe ser incorporado por el juez al cuadro fáctico,

sin exigir su demostración en juicio.

 
 
Por ello, si se califica erróneamente o se desconoce su

notoriedad, a pesar de haber sido alegado, no se viola el

principio de exhaustividad probatoria, ni se comete el vicio de

silencio de pruebas, sino que se infringe una norma de

establecimiento de los hechos, distinta del artículo 509 del

Código de Procedimiento Civil: la prevista en el 506 eiusdem,

que establece que los hechos notorios están exentos de

prueba, del cual, en modo alguno puede derivarse una

obligación para los jueces de valorar, como ocurre con las

pruebas, el hecho notorio alegado, y de expresar tal valoración

en la sentencia como pretende el formalizante, pues del


referido artículo simplemente se infiere la obligación de

eximirlo de prueba e incorporarlo al cuadro fáctico, una vez

constatada su notoriedad.

El deber del juez de señalar en su sentencia las razones

por las cuales considera que un determinado hecho es o no

notorio, se desprende de la obligación contenida en el artículo

243 ordinal 4º del Código de Procedimiento Civil, según el cual

toda sentencia debe contener los motivos de hecho y de

derecho de la decisión, y su omisión acarrea la nulidad del

fallo, por contener el vicio de inmotivación, de conformidad

con el artículo 244 eiusdem; denuncia que sólo podría ser

analizada por la Sala en el marco de un recurso por defecto de

actividad.

 
En cambio, si lo que se alega es que un determinado

hecho está exento de prueba por ser notorio, y el tribunal no

resuelve tal alegato, el vicio de forma cometido por el juzgador

es el de incongruencia negativa, por incumplimiento del deber

establecido en el ordinal 5º del artículo 243 del Código de

Procedimiento Civil, de dictar decisión expresa positiva y

precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las

excepciones o defensas opuestas.


 
En el caso concreto, la Sala observa que el formalizante

denuncia que el Juez de alzada cometió el vicio de silencio de

pruebas, por cuanto no valoró un hecho notorio alegado en la

contestación de la demanda, lo cual, a su juicio, es violatorio del

principio de exhaustividad probatoria, en acatamiento del cual el

Juez está obligado a analizar para establecer los hechos, la

totalidad de las pruebas producidas.

 
Sobre el particular, la Sala observa que el Juez de alzada

no cometió el vicio de silencio de pruebas denunciado, pues tal y

como se indicó anteriormente, el hecho notorio no constituye una

prueba, sino precisamente un hecho que en razón de su notoriedad,

la parte que lo alega está exenta de cumplir con la carga de su

demostración, por lo que mal puede argüirse que el Juez de alzada

infringió los artículos denunciados como infringidos, porque no

analizó como prueba un hecho notorio.

 
Por estos motivos, se desestima la denuncia de infracción de

los artículos 12, 506 y 509 del Código de Procedimiento Civil, por

inadecuada fundamentación. Así se establece.

 
DECISIÓN
 

En fuerza de las razones expuestas, este Tribunal

Supremo de Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando

justicia en nombre de la República de Bolivariana de Venezuela y

por autoridad de la Ley, declara SIN LUGAR el recurso de casación

anunciado y formalizado por el apoderado judicial de la parte

demandada, contra la sentencia definitiva dictada en fecha 03 de

noviembre de 2000, por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil,

Tránsito Trabajo y Menores de la Circunscripción Judicial del estado

Anzoátegui, con sede en Barcelona.

 
Por haber resultado infructuoso el recurso formalizado, se

condena al recurrente al pago de las costas derivadas de su

interposición.

 
Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado

Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario, del

Tránsito y del Trabajo de la Circunscripción Judicial del estado

Anzoátegui. Particípese de esta remisión al Juzgado Superior de

origen, de conformidad con el artículo 326 del Código de

Procedimiento Civil.

 
 
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la

Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en

Caracas, a los siete (07) días del mes de noviembre de dos mil

tres. Años: 193º de la Independencia y 144º de la Federación.

 
 
El Presidente de la Sala y Ponente,
 
 
 
__________________________________
FRANKLIN ARRIECHE G.
 
 
El Vicepresidente,
 
 
_____________________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
 
Magistrado,
 
 
 
______________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
 
 
La Secretaria,
 
 
 
_____________________________
ADRIANA PADILLA ALFONZO
 

Exp. Nº 2001-000646

 
 
 
 
 
 
 

También podría gustarte