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Gambrill y Richey (1985) sugieren una serie de reglas básicas para la iniciación de
conversaciones:
Ser positivo,
Ser directo,
Cultivar una perspectiva doble,
Anticipar una reacción positiva,
Sacar provecho del humor,
Utilizar frases iniciales cortas,
Preguntarse a uno mismo cómo respondería,
Hacer preguntas con final abierto,
Sacar provecho de la libre información,
Acercarse a la gente que parece libre para empezar una conversación,
Insistir,
Acercarse a la gente que parece amigable,
Cultivar la curiosidad,
Seleccionar objetivos alcanzables,
Sacar provecho del estilo propio,
Sonreír y mirar a la gente,
No intimidar,
Recompensarse los esfuerzos.
También hay que tener en cuenta que ser rechazado no es el fin del
mundo. El comentario puede haber sido apropiado y aun así recibir una
respuesta mínima o negativa. Es posible que la otra persona esté de mal
humor y rechazaría de todas formas cualquier acercamiento. O bien interpretó
mal los comentarios . O cualquier otra razón, incluida la de que no quiera
responder a una aproximación de otra persona. Lógicamente no podemos caer
bien a todo el mundo.
Otras veces será conveniente cambiar el contenido o los temas específicos de la
conversación. El hacer esto proporcionará un aire refrescante a cualquier conversación,
incluso entre viejos amigos. Algunas áreas para hablar pueden ser las siguientes:
3. Mantenimiento de conversaciones
Además de las ideas propuestas para iniciar conversaciones que pueden ayudar a
mantenerlas, hay una serie de procedimientos que nos ayudan a que las
conversaciones se desarrollen de una forma más fluida. Estos procedimientos son
los siguientes:
A. Preguntas con final cerrado/abierto. Con el fin de obtener información sobre la
otra persona, es necesario hacer preguntas. Las preguntas con final cerrado son aquellas
en las que el que responde no tiene otra elección en su respuesta que la ofrecida por
el que pregunta. Las preguntas que empiezan por «dónde», «cuándo» y «quién» son
normalmente cerradas. También son cerradas las preguntas que se pueden contestar
adecuadamente por «sí» o «no», las que piden al sujeto que seleccione entre dos o más
alternativas, o las que le piden que identifique algo. Las preguntas con final abierto son
aquellas que pueden contestarse de diversas maneras, dejando la respuesta abierta al que
responde. Este tipo de preguntas son de carácter amplio y requieren más de una o dos
palabras y tienen la ventaja de permitir dirigir una conversación hacia el nivel de
comunicación que se desee. Las preguntas que empiezan con «qué», «cómo» y «por
qué» son normalmente abiertas.
B. Libre información. La libre información se refiere a la información que no fue
requerida específicamente por la pregunta. Sea o no de forma consciente, la gente
comparte aquella parte de sí misma de la que quiere hablar. En este sentido, la libre
información es a menudo una especie de invitación para hablar sobre aquello que la
persona que la ofrece piensa que es apropiado. Por consiguiente, cuando se presenta la
situación adecuada se puede ayudar a mantener la conversación proporcionando
suficientes cantidades de libre información (para la otra persona) sobre uno mismo,
especialmente sobre nuestros sentimientos y actitudes, si nos interesa profundizar en la
amistad y en la intimidad con la otra persona.
C. Autorrevelación. Se refiere «al acto de compartir verbal o no verbalmente con otra
persona aspectos de lo que te convierte en una persona, aspectos que el otro individuo
no conocerá o comprenderá sin tu ayuda».
La autorrevelación ha de administrase con cuidado y que la persona no cuente de sí
misma lo suficiente para que los demás sepan con quien están tratando. En los primeros
intercambios con otra persona, la convención cultural es hablar sobre aspectos
superficiales y temas poco comprometidos. Poco a poco habrá una mayor
autorrevelación de sentimientos y de cuestiones más íntimas.
La autorrevelación debería ser simétrica, al mismo ritmo, si se quiere construir una
relación equitativa y de reciprocidad.
La autorrevelación puede (y suele) ser el principal medio por el que las relaciones de
contacto superficial pueden transformarse en reciprocidad. La autorrevelación juega un
papel primordial en ayudar a conseguir que se implique en la relación.
Hay cuatro niveles de profundización creciente a través de los cuales pasa generalmente
la comunicación: clichés, hechos, opiniones y sentimientos.
a. Clichés. Cuando una persona se encuentra con otra, las dos casi siempre
empezarán a intercambiarse clichés (frases hechas). Estos rituales de
apertura no están diseñados para intercambiar información, sirven a
veces para reconocer simplemente la presencia de la otra persona y a veces
para poner en claro que cada parte es receptiva a abrir los canales de
comunicación a intercambios más sustanciales.
b. Hechos. Después, intercambiar hechos. En las relaciones nuevas, éstos serán
frecuentemente hechos sencillos de la vida; en las relaciones ya existentes,
serán básicamente acontecimientos recientes: «Estoy estudiando en la
Facultad de Derecho», «Mi madre ha venido a verme y hemos salido de
compras». Los primeros intercambios de hechos sirven a la función de intentar
enterarnos si hay cosas que compartir (en cantidad y en forma) antes de
establecer una relación que nos merezca la pena.
c. Opiniones. Las opiniones proporcionan a los demás un punto de vista más
personal sobre nosotros y sobre cómo vemos las cosas. Facilita la cercanía y la
unión. La expresión de opiniones facilita a los demás temas y pistas en qué
basar sus preguntas y comentarios, por lo que facilita la continuidad de la
conversación.
d. Sentimientos. Los sentimientos se diferencian de los hechos y las opiniones en
que van más allá de describir lo que sucedió y cómo vimos lo que sucedió, y
trasmitimos nuestra reacción emocional ante lo que sucedió. Por esta razón, la
expresión de sentimientos dará la visión más cercana a lo que realmente
somos. Revelar hechos y opiniones es importante, pero si no revelas tus
sentimientos, la gente empezará probablemente a considerarte frío y
superficial y poco interesado en intimar con ellos. También si reprimes las
emociones en tu interior, es mucho más probable que desarrolles una amplia
variedad de trastornos físicos y emocionales.
1. Nos permite tomar nuestras propias decisiones y dirigir nuestra vida en esa
situación;
2. Nos ayuda a evitar el desarrollo de circunstancias en las que sentiríamos que se
aprovechan de nosotros o que nos manipulan para hacer algo que no queremos hacer;
3. Nos ayuda a no implicarnos en situaciones en las que sentiríamos más tarde
habernos implicado
Antes de rechazar una petición hay que estar seguros de que entendemos perfectamente
lo que nos piden. En caso contrario, debemos pedir que nos la clarifiquen hasta que la
entendamos.
Los rechazos apropiados deben de acompañarse por razones y nunca por excusas.
Puesto que esta discriminación es difícil, en el EHS los pacientes se entrenan
inicialmente para que practiquen rechazos sin excusas o razones. Después, se les
enseña la distinción entre razones y excusas, puesto que el entender esto es básico para
actuar de forma socialmente habilidosa. Una razón es un hecho que, si cambiase,
cambiaría la respuesta.
Algunas recomendaciones para rechazar peticiones son:
Decir simplemente «no». Se puede dar una razón, pero no existe una
obligación de hacerlo;
Pedir tiempo, si es necesario, para pensar sobre la petición;
Pedir más información/clarificación;
Cargar con la responsabilidad de las propias decisiones; y
Si uno es presionado, se puede repetir el «no», pero no existe la obligación de
dar una razón o justificar la respuesta.
Frases como: «No quiero hacerlo, así que te agradecería que no me lo volvieses a pedir.
Mi respuesta seguirá siendo la misma» pueden emplearse cuando sintamos que nos
están presionando.
Una vez que hemos dado una respuesta clara, peticiones posteriores por parte de la otra
persona serán probablemente molestas e inapropiadas y pueden ignorarse. También se
pueden utilizar procedimientos como el «disco rayado», el «banco de niebla», etc.
(procedimientos defensivos).
Formas de decir NO. No olvidemos que el lenguaje no verbal es más determinante que
lo que se dice:
Ser directo: No. No, gracias. Para nada. No quiero. No puedo. Hoy no. Lo siento,
pero no. No, ¡de ninguna manera! No me llama la atención. Para mí no, gracias. No
me apetece.
Otras indirectas:
Dar una excusa [Presentar cualquier excusa para marcharse].
Sugerir hacer otra cosa [Presentar una alternativa divertida y segura].
Dar un giro [Dar la razón, pero cambiar el significado para resaltar nuestro
punto de vista].
Emplear el sentido del humor [Puedes ser gracioso, pero sin insultar a los
demás].
7. Afrontar críticas
No importa lo buenas que sean nuestras relaciones, seremos criticados de vez en
cuando.
Normalmente, la gente responderá de forma defensiva, como pueden ser las
siguientes conductas (Garner, 1981):
a. Se puede intentar evitar la crítica ignorándola, negándonos a discutirla,
cambiando de tema o marchándonos. Esta actuación dejaría el problema sin
resolver;
b. Podemos negarla directamente. El resultado puede ser el mismo que en el caso
anterior;
c. Podemos intentar disculpar nuestra conducta, explicándola con detalle y
rebajando su importancia. Aquí no prestamos atención a los sentimientos o
razones de nuestro crítico, pudiendo acumularse esos sentimientos en él hasta
llegar a estallar;
d. Podemos responder a la crítica con otra crítica, es decir, devolviéndola. El
devolver la crítica, aunque sirve para expresar nuestros sentimientos, suele
causar un daño importante a las relaciones. Casi nunca promueve la
consideración de los problemas reales ni favorece el compromiso. Favorece los
argumentos acalorados y hace que la gente se pierda el respeto mutuamente.
La conducta más adecuada consiste en dejar que la crítica siga su curso sin añadir
información o «gasolina» al sistema. Después de que la crítica ha finalizado, tenemos
que expresar lo que deseemos. No debemos defendernos si, de hecho, estamos
equivocados. Si pensamos que tenemos razón, la defensa tiene que empezar una vez que
haya finalizado la crítica.
Cómo afrontar la crítica de una forma constructiva (Garner, 1981):
1. Pedir detalles. Con el fin de enterarnos exactamente de cuáles son las
objeciones de la otra persona, convendría pedir detalles. Si queremos ser muy
específicos, podemos considerar la posibilidad de plantear preguntas «estilo
reportero»: qué, quién, cuándo, cómo, dónde y por qué, sobre la situación
planteada por la otra persona.
2. Estar de acuerdo con la crítica. Según Garner, hay dos clases de «expresiones
de acuerdo», pudiendo emplear una u otra mientras mantenemos al mismo
tiempo nuestra posición:
a) Estar de acuerdo con la verdad. Frecuentemente, parte de lo que nos expresan
nuestros críticos es cierto y lo más correcto sería estar de acuerdo con la verdad.
Podemos cambiar la respuesta a la crítica, pero debemos empezar por estar de
acuerdo con la verdad y expresar luego lo que pensamos hacer de manera
diferente, algo que normalmente restaurará la armonía. Pero incluso aunque no
queramos cambiar, queda admitir que nuestra conducta puede ser un problema
para la otra persona. La crítica vendrá formulada frecuentemente en términos
generales, empleando palabras como «siempre», «nunca», «todos»,
«ninguno», etc. para describir nuestra conducta («Siempre te sale mal la
comida») o bien nos estarán etiquetando, dirigiendo la crítica a nosotros,
como personas , y no a la conducta que les molesta («Eres un inútil, un
egoísta, etc.»). Cuando nos enfrentamos con estas críticas tan amplias,
podemos estar de acuerdo con la parte que sea verdad y no estar de
acuerdo con el resto.
b) Estar de acuerdo con el derecho del crítico a una opinión. El hacer esto nos
ayudará a pensar en puntos de vista diferentes, mientras que al mismo tiempo
nos ayudará a mantener nuestra propia opinión. Cuando estamos totalmente en
desacuerdo con la crítica, podemos expresar ese desacuerdo.
9. Procedimientos de ataque
La inversión. La inversión se emplea cuando el sujeto pide algo y parece obvio
que la petición será rechazada; sin embargo, la otra persona no ha dicho todavía
«no», sino que está dando toda una serie de razones por las que la petición será
probablemente rechazada. El sujeto pide simplemente que se le diga «sí» o
«no». De esta forma, es más probable que la próxima vez obtenga un «sí», ya
que la gente parece recordar mejor sus contestaciones negativas directas que las
indirectas y en sus intentos de ser justo con los demás, equilibrará las
contestaciones.
La repetición. Este procedimiento se emplea cuando el sujeto piensa que la otra
persona no está escuchando o entendiendo lo que él está diciendo. La utilización
de este procedimiento implica que el sujeto pida a la otra persona que repita lo
que él estaba diciendo. Esto requiere tacto, por lo que se emplean frases como
«¿Qué piensas de lo que estoy diciendo?», «¿Entiendes mi posición?», etc.
Aserción negativa de ataque. Si tememos que una petición o un rechazo pueda
molestar a la otra persona, podemos emplear la aserción negativa de ataque para
minimizar el malestar potencial. Así, revelamos nuestro temor sobre la
reacción de la otra persona antes de la petición o el rechazo. Por ejemplo, en una
situación de rechazo en la que no queremos prestar el coche a un/a amigo/a,
podemos decir: «No quiero que pienses que no te aprecio y que no soy tu amigo;
sin embargo, no presto el coche a nadie y espero que lo comprendas».
El reforzamiento en forma de sandwich. Este procedimiento implica presentar
una expresión positiva antes y después de una expresión negativa. Esto se hace
para suavizar la expresión negativa y para aumentar la probabilidad de que el
receptor escuche claramente el mensaje negativo con una molestia mínima.
10. Opiniones personales
Tenemos el derecho de expresar nuestras opiniones personales de forma adecuada, sin
forzar a las demás personas a que acepten nuestras opiniones o, incluso, a que las
escuchen. Esta habilidad se encuentra presente en muchas de las otras que se han visto
hasta ahora.
La expresión de opiniones personales se refiere a la expresión voluntaria de las
preferencias personales, al tomar una posición ante un tema o al ser capaz de expresar
una opinión que está en desacuerdo, o en potencial desacuerdo, con la de otra
persona. Debemos de tener claro que somos libres de expresar o no nuestras opiniones
en una situación determinada y que lo importante es que seamos capaces de hacerlo
cuando así lo queramos.
Es posible que las personas que escuchan nuestras opiniones, les disgusten, incluso
puedan castigarnos de algún modo. Esto es algo que debemos tener en cuenta a la hora
de decidir si expresamos o no nuestra opinión. Aunque esto puede suceder en alguna
ocasión, suele ser poco frecuente y la expresión de opiniones de forma adecuada
constituye una importante habilidad social.