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Juan Sebastián Hincapié

Curso: El arte de vivir, estética de la existencia Profesor: François Gagin

¿Qué es la sabiduría?

"La única libertad es la sabiduría" dijo Séneca, a quien le interesaba más la filosofía como forma de
vida, Bios, que como una mera especulación teórica. Ya sea el estoicismo o el neoplatonismo,
vemos que la sabiduría, este concepto tan elevado, venerado y casi tornado mítico, se refiere a
una calara capacidad de actuar sabiamente, es decir, la sabiduría responde a un género o estilo de
vida, más que a un cúmulo de conocimientos estáticos. Es claro esto cuando vemos los modelos de
sabiduría de la antigüedad, en todos ellos, la doctrina va acompañada de los gestos que la
encarnan en un sujeto concreto, paradigmático y sobresaliente: Sócrates, Antistenes, Platón,
Seneca y Pitágoras.

Hablar de sabiduría es hablar de la vida sabia, o vida virtuosa, se trata sin dudas de una excelencia
de los actos en la vida diaria y a través de una vida entera. Se da una coherencia del modo de vida
con una doctrina.

La sabiduría implica una totalidad del conocimiento. De un conjunto vivo de técnicas y


conocimientos específicos por un lado del cosmos y por otro del ser humano.

La sabiduría se encuentra ligada de muchas formas con cierta noción de superioridad o de estado
de pureza, en todo caso, de un estado superior de consciencia. Ser consciente de sí mismo, o el
cuidado de sí como lo diría Sócrates citando la máxima del oráculo de Delfos, implica no solo una
preocupación por el resultado de las acciones sino por su calidad, es decir, por las motivaciones, el
mundo interior de quien actúa en el mundo.

Los tratados sobre conocimientos naturales y físicos de los estoicos son un buen ejemplo de la
preocupación de una doctrina que aspira a ser sabiduría, es decir un conocimiento universal y
total, del cosmos, lo que llevaría a una descripción final del ser humano dentro de ese cosmos.

La filosofía en sus comienzos en la antigüedad se propuso intentar llevar al hombre a una


excelencia moral, sin embargo, tal excelencia también supone unos saberes variados, que
podríamos pensar como conocimientos de la psique humana, como microcosmos y un
conocimiento del mundo, o macro cósmico.

Podríamos hablar de dos movimientos evidentes de la sabiduría, uno que se mueve en el ámbito
del estilo de vida y uno contemplativo, que requiere indagar o reflexionar sobre el mundo, la
existencia entendida como un todo. Estas dos facetas de la sabiduría podrían entenderse como
dos caras de la misma moneda, pues en el ámbito de las escuelas filosóficas antiguas, ser sabio es
una introspección y un cuidado de sí mismo, y un reconocimiento de las fuerzas que rigen el
mundo.

La filosofía o amor a la sabiduría, no amor al conocimiento, ya desde el comienzo se define como


deseo de algo que aún no se posee y que se mantiene como promesa para al discípulo de las
escuelas filosóficas. Eso que se desea como hemos sugerido no es un objeto inerte sino un estado
del individuo.

Las duras pruebas a las que eran sometidos los aspirantes a la escuela pitagórica, su difícil estilo de
vida ascético demuestran hasta qué punto un ser humano debe sacrificarse por la posibilidad de
un mejoramiento moral y también por superar la ignorancia, respondiendo a las preguntas que no
dejan descansar a la mente, preguntas por el origen, la esencia de las cosas, son ineludibles en el
camino del perfeccionamiento humano.

Lo absoluto en tratados antiguos como el Timeo, reflejan la tendencia a una verdad universal y
absoluta sobre el cosmos, se pretende penetrar su apariencia y llegar a una totalidad ontológica,
esto lleva a una teleología del universo y a su vez a un saber humano igualmente absoluto.

La sabiduría se resiste a ser diseccionada por nuestra meticulosa mente moderna, que busca
separar más que ver la unidad de las nociones de sabiduría antiguas.

La sabiduría en el marco de la filosofía antigua tiene los pies en la tierra y también pone sus ojos
en el cielo, en cuanto que busca una excelencia de los gestos y los actos y también busca una
respuesta absoluta del mundo, en donde esa vida excelente tiene un sentido exaltado y necesario.

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