La política es un escenario en el que se juegan los “diálogos” y las acciones de los
“actores” involucrados. No es casualidad que gran parte del lenguaje que utilizamos para referirnos a ella provenga de metáforas sobre el teatro, evidencia de la importancia de entregar al “público” el mejor lado de los políticos. EL ERROR HUMANO COMO RECURSO POLÍTICO. ¿Por qué es tan importante la imagen para un político? Desde la antigüedad sabemos que la humanidad debe enfrentar ciertas circunstancias como especie, que surgen de nuestra convivencia. Somos seres complejos, estamos formados por un sinfín de circunstancias que nos hacen ser lo que somos, desde nuestra crianza, nuestro contexto social y por su puesto nuestra condición biológica. La mortalidad y vulnerabilidad que nos constituye, también nos sujeta al error y el equívoco, por lo que vivimos sumergidos en las apariencias y en las percepciones. No vivimos nuestro día a día con una actitud crítica permanente, ni examinamos todo lo que se nos coloca enfrente con el método científico, así como tampoco pasamos mucho tiempo pensando cuestiones filosóficas profundas. Somos la mayor parte de nuestro tiempo animales con hábitos y rutinas sujetos a los estímulos de nuestro entorno. Lo que no significa que seamos incrédulos, o de plano estúpidos, sino que más bien la más de las veces nos ganan nuestros impulsos y creencias sobre lo que suponemos que sucede. Nuestro cerebro trabaja con la información que está a la mano, con los recursos que tenemos al momento. Con lo que nuestros ojos ven, con lo que podemos recordar y con lo que podemos descubrir razonando. Y esta limitación no solo condiciona la forma en la que nos relacionamos con el mundo, sino que también define la forma en la que nos relacionamos con las demás personas. Los individuos aparecen en el mundo no tal cuál son sino más bien tal cual se hacen conocer, es decir, como se aparecen frente a los demás. Si una persona se define como trabajador, como empresario, como militar, como intelectual, como político, como sindicalista, etc., todo eso forma parte del personaje que cada uno crea para que los demás lo conozcan. Lo que hacemos “público”, es lo que nos define frente a los otros. Simplemente no podemos relacionarnos con los demás si no compartimos (comunicamos) algo de nosotros con ellos a través de nuestras palabras (diálogos) o nuestras acciones (actuación). Solo a través de el medio de la imagen podemos construir la unión o ganar las luchas que llevamos a cabo. Un recurso más del que disponemos para hacer política. LA CIENCIA Y EL ARTE DE LA IMAGEN. No somos nosotros en nuestra compleja y particular realidad lo que llega a los demás sino más bien la imagen que transmitimos en nuestras palabras y acciones. Lo público es público precisamente porque se comparte con los demás. De hecho, hasta cierto punto se puede considerar a la política como el arte de la imagen, la ciencia de hacer público un determinado proyecto para que los demás lo compartan. En el anterior subtitulo planteamos las bases conceptuales que no solo explican la importancia de la imagen como recurso político, sino también los elementos que debemos conocer para dominar esta actividad. La cultura (hábitos, costumbres y crianza), el contexto social, la biología (sentidos y estímulos), sesgos, información, memoria e imaginación. Todo un universo de conocimientos, que al igual que una gran obra, requiere de todo un equipo de especialistas y consultores políticos capaces de producir y diseñar una gran puesta en escena frente a la audiencia objetivo. Se necesita personal experto en marketing político para crear la narrativa mediática del candidato, dándole sentido a su carrera (storytelling) y haciendo que su lucha sea familiar para sus electores. Instructores de oratoria y debate que capaciten al candidato en un mínimo de presencia y habla, ayudándolo a afinar detalles para los experimentados. También un equipo de medición que se apoye en encuestas para dar seguimiento al trabajo realizado. Todo un esfuerzo guiado por la trayectoria política del partido y del candidato, así como el tiempo y los recursos invertidos en profesionales, aparición en medios de comunicación, merchandising (libros, camisas, gorras, etc.), redes sociales, giras por el territorio nacional e internacional (dependiendo de la naturaleza de la elección). Y por supuesto las metas establecidas por los clientes, tanto o más puede favorecer al candidato una imagen radical o moderada, según el contexto y los objetivos buscados. Estos son los parámetros básicos que se siguen en la construcción de la imagen de un candidato.