El desarrollo de un sistema democrático en Venezuela ha sido neutralizado de
forma sistematica por el ejercicio autoritario del poder y la promoción de prácticas autoritarias en todos los ámbitos de la sociedad venezolana. Este proceso degenerativo de la Democracia ha sido un interés fijo de la administración chavista, comprobable a la luz de la persecución y detención forzada de defensores de Derechos Humanos y actores de la vida pública, seguimiento y acoso a la actividad de las ONG, la ilegalización de numerosos partidos políticos, el régimen de inhabilitaciones políticas, el patrón de asimetrías y ventajismo en escenarios electorales y, finalmente, el reemplazo progresivo de los mecanismos competitivos y meritocráticos de ingreso a la función pública por un esquema de lealtades. Dicho patrón de prácticas autoritarias sobre el sistema político ha propiciado una brecha generacional, entre los jóvenes y la idea de organización democrática en Venezuela, puesto que la experiencia directa de elementos característicos de una democracia moderna como el Estado de Derecho, las elecciones libres, la separación de poderes, la existencia de una opinión pública y el respeto a los grupos de interés y grupos de presión, es cada vez más difusa para la ciudadanía en general, y entre los jóvenes en particular, con o sin poder en instancias públicas. Según la Encuesta Nacional sobre Juventud 2021 (ENJUVE 2021) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) el 49,6% de los jóvenes en Venezuela, cree que un régimen político autoritario puede ser preferible a una Democracia u opina que da lo mismo una Democracia que una Dictadura, lo que representa un aumento de casi 20 puntos por encima del 32% medido en el año 2013, cuando se efectuó la primera encuesta. En suma, gracias al historial de más de 20 años de exposición a practicas autoritarias en el espacio público y diversas esferas intervenidas por el Estado venezolano, además de una brecha generacional que ha sido profundizada por el fenómeno migratorio, se evidencia en la juventud venezolana que permanece en el país, una tendencia hacia la incorporación, por exposición e imitación exclusiva, de preferencias y prácticas autoritarias como referencias de mayor peso en su cultura pública actual, desconectada de referentes prácticos de carácter democrático en el día a día. Por lo tanto, se presenta la necesidad de contrarrestar el crecimiento de la brecha cultural que, por vía de la distancia generacional, el autoritarismo ha provocado entre la vida pública y la idea de organización democrática en Venezuela ¿Cómo? A través de la formulación, manifestación y difusión de prácticas democráticas que sirvan de contrapeso a los patrones autocráticos de autoridad que están referenciando los jóvenes. JUSTIFICACIÓN. Este proyecto parte de una tesis sostenida a lo largo de la historia del pensamiento político y que en la contemporaneidad encuentra antecedentes en los trabajos sobre Cultura Política de Gabriel Almond y Sidney Verba, así como en la teoría de la congruencia de patrones de autoridad de Harry Eckstein. Referentes obligatorios de la politología del SXX en temas de Cultura Política, Ciudadanía, Democratización, Estabilidad y Desempeño democrático. A saber, la tesis de las bondades del gobierno mixto para la convivencia en sociedad (ciudadanía). Dicha tesis se puede resumir en las siguientes líneas: las sociedades son un conjunto diverso de unidades que se “gobiernan privadamente” siguiendo determinados patrones de autoridad psicosocialmente condicionados, que coexisten con un sistema político o “gobierno público” con el que sus patrones de autoridad entran en grados de conflicto o apuntalamiento (apoyo-cooperación), dependiendo de la congruencia entre ellos, haciendo del gobierno en cuestión una entidad estable o inestable, eficiente o deficiente (desempeño). Estos patrones de autoridad son el conjunto de prácticas establecidas (cultura política o cultura organizacional) por medio de las cuales se definen las relaciones de subordinación y supraordenación de cada unidad social. Es decir, la institución y conservación de jerarquías (formales e informales). Y que determinan la forma en la que se precisan las metas de la unidad social, se seleccionan métodos aceptables para conseguir dichas metas, se especifican conductas apropiadas, se asignan papeles a los miembros, etc., y que se forman por medio del proceso de socialización de cada unidad en la que se participa. Es decir, aquellas prácticas que terminan definiendo la selección y ejecución de la agenda de dicha unidad. En función de lo planteado se reconocen dos postulados culturalistas fundamentales para entender el problema: 1. El comportamiento humano expresa actitudes formadas durante el proceso de socialización política del individuo (aprendizaje acumulativo y formación de facultades cognitivas, afectivas y evaluativas empleadas para apreciar los elementos del sistema político). 2. El comportamiento de las personas no puede ser adecuadamente deducido solo atendiendo a su situación o su lugar en la estructura social, ya que entre los estimulos y las respuestas actuan una serie de actitudes que definen una orientación frente al objeto percibido en cuestión (el modelo psicológico cognitivo conductual: estímulo - orientaciones - respuesta) De manera tal que la formación de determinados patrones de autoridad o jerarquías manifiesta o expresa un particular conjunto de actitudes que los miembros de una unidad social han internalizado en la práctica, y que guían su conducta en un esquema de orientaciones actitudinales definido por costumbres, experiencias e imitación. El enfoque de la Cultura Política y la teoría de la congruencia nos obliga a centrar nuestra atención en los aspectos prácticos y formativos del civismo, que son los factores que permiten que los patrones democráticos de autoridad sean ampliamente compartidos en una sociedad. A este respecto es de sumo interés hacer referencia a una curiosa anécdota acerca del nacimiento de la teoría de la congruencia de Harry Eckstein. Dicho autor habría encontrado inspiración para desarrollar su teoría en una conversación que sostuvo con un estudiante doctoral en 1961, quien estaba estudiando el partido socialista radical francés y según el cual ésta organización política reproducía la misma estructura de organización anárquica que se veía en el país entero. ¿No es ésta una intuición social muy similar a la que experimentamos los venezolanos cuando decimos "la universidad (u otra organización) es el reflejo del país"? De esta forma, encontramos en la teoria de la congruencia de los patrones de autoridad un gran valor cognitivo para entender nuestra realidad. PROPUESTA. En función de lo plateado problematizamos la creciente difusión de patrones autocráticos de autoridad entre los jóvenes venezolanos, en sus dimensiones cognitivas, afectivas y evaluativas, que se evidencia en el estudio de las encuestas ENJUVE de la UCAB. Frente a lo cual planteamos la formulación, manifestación y promocion de patrones democráticos de autoridad como medidas para contrarrestar esta expansión de la cultura autoritaria en la juventud venezolana. Seguimos la línea de los autores comentados y ponemos la atención en el aspecto práctico de los procesos de socialización política. Así, recuperamos la antigua tradición ética del pensamiento filosófico clásico según la cual, las virtudes no son suceptibles de enseñanza meramente teórica sino que más bien se desarrollan a través de ejercicios prácticos. Partiendo de estas bases, proponemos la creación de una unidad de formación sociopolítica que tenga por objeto el desarrollo de investigación experimental y formación ciudadana en el campo de las prácticas de "gobierno privado" y "gobierno público", que supere el mero ejercicio teórico e involucre a los participantes en experiencias democráticas simuladas como método de enseñanza ética.
Los ejercicios prácticos tenderán a problemas de la vida pública: problemas
relacionados a la toma de decisiones, al debate público, a los límites y alcances de la legislación, a la seguridad ciudadana, a las elecciones, a las negociaciones, a la incidencia pública, a la contraloría, ejercicios de transparencia y organización local, etc. El objeto es sumergir a los jóvenes en situaciones factibles en las que tendrían que aplicar prácticas de organización democrática a problemas cotidianos de la vida en zonas populares, conjuntos residenciales, consejos comunales, parroquias, municipios enteros, grupos estudiantiles, ONG, emprendimientos y negocios, actividades culturales, y demas formas sociales de agrupación en las que los jóvenes participen.
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