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Sección: Clásícos

Nicolás Maquiavelo:
Discursos sobre la primera década
de Tito Livio

Introducción y notas de
Ana Martínez Arancón

El Libro de Bolsillo
Alianza Editorial
Madrid

®
Titulo ori,,iinl· D1·..0 • ¡ .
' . • '' ru wpr,1 a prm:a Jer,: ,¡¡ 1'i•o [! .·
1 .r~t1uctor:" An:1 ''!artíne..~ Arancón • .1.10
Introducción

I.. Pocos días antes de morir, Maquiavelo tuvo un


sueño, que comentó con sus amigos. En él, se tropezaba
con una turba descompuesta de harapientos mendigos,
y cuando preguntó quiénes eran, una voz le respondió
que eran los bienaventurados del paraíso, porque estaba
escrito que los pobres heredarían el reino de los cielos.
Siguió andando y se encontró con un grupo de caballeros
afables, corteses y bien vestidos, que discutían animada-
mente de cuestiones políticas. Entre ellos, pudo reconocer
a algunos célebres sabios de la antigüedad, como Platón y
Tácito. Entonces, la voz misteriosa le comunicó que aque-
llos eran los condenados en el infierno, pues está-escrito
que la sabiduría del mundo es enemiga de Dios. Al des-
©íc" ~el•. la craEdu!~ció_n, fa introducción y las notas: Arui Martfnc;: Arnncón pertar y contar el sueño a sus íntimos, Maquiavelo con-
"'-' /\ 111nza ·e 11or1n[, S. A , Madrid 1987
Calle Milán, JB, 28043 Madrid· teléf 200 00 4.5 fesó que prefería estar con los segundos_
ISDN: 84-206-0291-4 '
Dcpó~ho legal: M. 37.575-1987 Esta anécdota no sólo revela el delicioso sentido del
Pupe! fabricado por Snl:tcc, S. A humor de Maquiavelo, del que hada gala hasta dormido,
Compuesto en Fcm:indci Ciudad, S. L
Ipn~prcsdo .cn Lay!!l Los Llnnos, nave 6. Humanes (Madrid) como vemos, y nos remite a la leyenda del «auctor darn-
rtnic m 5pam
natus», del polític~-Anticristo tan vituperado en los trata-
dos contrarreformistas, sino que, de algún modo, es un 2
7
22 Niccolo Mnchiuvelli a Znnobí Buondehnonti
Bibliogr:1ffo y Cosiino RucdlaL Salud
Doni, U.. Niccolo 1Ha 1 · ,.,¡¡- ¡ ¡
!v[il:ín, 1979. · · · e .>rat.1; t. ª t:iiomeuofogía del potc·re.
EsPüSITO, R 1 a ¡ t ·, · · , 1 ·
les, 1980 ' . io I rea ' .a s!orw: Macbiavdli e Vico. Nápo·
GARIN E L'•¡•¡•··ir"s· . ¡· Bari, 1952.
' ' ' ' ~ llllo rta Jano
1
•' . '

. Girnr::R1
.. ' F ' 1lfrc''1l1t• •lt·
• ,, ,, I Mu · ¡ G · · ¡·tm.· Polilics tJrd IJ' I
wccran
111 st.'\teenth a11tw'Y Florence. Princeton 1973 ' is ory ...
HELLEr 1\ PI l . ' .
M t, ' - 'Jombn• del Rlwacimiento Bnrcclona 1980
l ANSFIEl..D, H. C., Maquiavelo 1' lo . . . I ' .
!!1od,•m11 México, 1983 . s prwc1p10s 'e 1(1 po11tica
Es;t~;~o~~:~~~~' I~I97 ~:ontribución al estudio de Afoquiave!o en

Bar~~~~' ~BONiccolb Afochiavelii. 5torfo del suo Pt'11sif:ro politico


SKINNER, Q., .Maquiavelo, Alianza, Mndrid, 1984
VILLARI, p' Maquiavelo, su vida y su tiempo Barcelona, 1973.

Os mando un presente que, si bien no se corresponde


·-:
t con las obligaciones que tengo con vosotros; es, sin duda,
lo mejor que puede enviaros NiccolO MachiavellL Porque
en él he manifestado todo cuanto sé y cuanto me han
enseñado una larga práctica y la continua lección de las
cosas del mundo. Y no pudiendo, ni vosotros ni nadie,
esperar más de mí, tampoco os podéis quejar si no os
doy más. Fácilmente os podréis compadecer de la pobreza
de mi ingenio al ver qué pobres son mis relatos, y de las
falacias de mi juicio cuando, en muchos luga1·es, me en~
gañe en mis razonamientos, Siendo así, no sé quién de
nosotros debe estar menos agradecido: si yo a vosotros,
que me habéis obligado a escribir lo que por mí mismo
no hubiera escrito, o vosotros a mí, que, escribiéndolo, no
os he complacido" Tomad, pues, esta obra como se toman
siempre los dones de los amigos, donde se considera siem-
·~
:~: pre más la intención del que manda una cosa que la cali-
·i
.·;
dad de la cosa mandada . Y creed que en este asunto sólo
tengo un consuelo: pensar que, por mucho que me haya
engañado en diversos lugares, el único acierto ha sido
2.3
24 .Maqubvclo Libro primero

elegiros a vosotros, con preferencia n cualquier otro, para


dedicaros estos Discursos míos: pues haci¿ndolo, por un
lado me pmece que demuestro mi grn1:itud por roclos los
beneficios que he recibido de vosotros, Y: por orro. pienso
que me apano del uso común de los que escriben, los
cuales suden dedicar sus obras a algún príncipe Yi lleva- -
dos por la ambición y la nvaricia, alaban en él todas las
virtudes, cuando deberínn vitupernrlo por sus folrns. Así
que yo, parn no caer en este error, he escogido no a Ios
que son príncipes, sino a los que por sus buenas cualida-
des merecerían serlo; no a los que podrían llenarme ele
empleos, honores y riquezas, sino a los que, no pudiendo,
quisiernn bucerlo. Porque los hombres si quieren juzgar
correctamente, deben estimar a los que son liberales, y no
u los que pueden serlo, e igualmente a los que saben,
no a los que, sin saber, pueden gobernar un reino Ade-
más, los escdtmes alaban más u I. Iierón ele Sirncusa cuan-
do era un particular, que a Perseo ele Macedonia cuando
era rey, por·que a Hierón, pmn ser príncipe, no le faltaba
más que el principado, mientras que el otro no tenía nada
de rey, excepto eI reino 1 Goz,1d, pues, del bien o el mal Proemio
qlle vosotros mismos habéis querido, y si queréis perma- Aunque por In naturaleza envidiosa de los ho~nbr~s la
necer en ese error de que os agraden mis opiniones, pro-
rare'l de buscar nuevos métodos y recursos l'.aya st~o stem ..
seguiré con el resto de fo historia, segt.'m os he prometido.
're' tan peligrosa como buscar aguas y tierras ~gnotas,
VAlETE
~orque todos esdn trnís dispuestos a denostar q~11:: a loar
Ías acciones ajenas, sin embargo, lleva:1o d~ es,e ceseo :ue
siempre ha existido en mí de obrar sm ~mgun temo~ e~
: ;~

a uellos asuntos que me parecen be~efic1osos para to l1~


n{e he decidido a entrar por un cammo ~ue, e}:º f~~a·1s
sido aún recorrido por na~lie, me costara mu~t. ll~s
dificultades pero también la recompensa e adque n
Y ' ' b . l fin a que se en ereza
ue consideren e111gnamente e '
q . b . y i la pobreza del inoenio, la escasa expe-
I Mnquhwclo se refiere a Hicrón II (272-216 a. C), elevado al n;1s t;·a ªlºf~s a:untos actu~les y l:S débiles noticias ele
puesto de rirano por el ejército de Siracusn, y cuyas excelentes dotes nencia .en h' 1 ue este intento mío sea defectuoso
y buen gobícrno merecieron !os elogios de Polibio, y n Perseo,
último rey de Macedonia, vencido por los romanos en el 168 a. G :~cleªº1:i~~~1~1s;ilid~~~: ¡·aC menos que?a abierto eelnctaons1i'~~Jlill?:{~'I
me3ores argum ·
y tratado con desdén por los historiadores, particularmente por J
que all1uien mas ,
va toso, con . , J
¡ no'
Plutarco pueda ::::>llevar a buen término este bosque10 m10 que,
5 l¡
25
Discursos sobre la primera décad:1 de I'ito Uvio
26 .M:!quiavclo
gando la imitación no ya difícil, sino imposible, como si
me
. . propo
.
miurrns. ·
rc1ona u1nb~inzas ' t'll , aciirrearme
' npoco debena el cielo, el sol, los elementos, los hombres, bubienrn va-
riado sus movimientos, su orden y sus potencias desde
l .
guedad, v cómo n1t1cl1 ua~to 1onor se mbuta a la anti"
.. Considerando adenHÍs e _, los tiempos nntiguos. Queriendo, pues, alejar a los hom-
. e .
mom ros ·e¡· emplos)
' as vc:ces (!JO I· no lrn bl ur de otros
f. -- bres de este error, he juzgado necesario escribir sobre
'd ·
a s1 o adquirido a alto rngmemo
un J.. •
de • una estatua antigua todos los libros de Tito Livio que se han podido sustraer
rar la casa y hace1~lo· cop!i~:c~~tfra tenerlo consigo, hon-
h a la injuria del tiempo, para manifestar lo que me parece
aquel arte v cómo éstos I f os que se complacen en necesario, según mi conocimiento de las cosas antiguas
~ · '' se es uerzan lueoo · y modernas, para la mejor inteligencia de ellos, de modo
dUSLrla, en representarlo e d l !:> ' con gran m-
orra parte que las V<llero~í;1?n1ªs sus.º Jras, y viendo por que quienes lean esas aclaraciones mías puedan más fácil-
h1' stona
..
nos muesr'"l lle11·1ro
as acciones que
b 1 , como a
1 rnente extraer aquella _µtilidad por 1a que debe buscarse
·b¡1cas
· · u •
antiguas los reves ~ ' n ·1 ca o e
'. ·
n. os rernos y repú" el conocimiento de la hi.storia Y nunque esta empresa sea
do;es y demás hombr~s ~u~i;~tb~.es, crudadanos, ~egisla­ difícil, sin embargo, con la ayuda de los que me han wi-
mas a menudo admiradas ~ ~¡aron por su patna, son mado a tomar esta carga sobre mis hombros espero lle-
que cada uno huve d '1 que ,1m1.ta~as, hasrn el punto de
- e os mas s1omficante b . .
varla de tal manera que a los otros les quede breve camino
que que de ningún siono d 1 , º· ' . s rra a1os, sm para conducirla a su destino.
por menos que maravfnarm~ /d'Tugua. virtud, no puedo
mayor motivo cuando veo ue o erme J~intamente. y con
tr·e ciudadanos, o en las enf~n ed das disputas civi!es en-
ª los remedios que los a t' n~ ? es: se recurre siempre 1. Cuáles baJ'ªtJ sido siempre los principios ele cualquier
ordenaron; porque las l~ ~etgu?\JUZgaron convenientes y ciudad y cuál fue el de Roma.
sentencias dadas por los >a;ticn I es. n~ son otra cosa que
les, recogidas en códigos • g~os JU~1sconsu1tos, lns cua- Los que leen cuál fue el origen de la ciudad de Roma,
. l , ensenan a 1uzgar· .
r1sconsu tos actuales 1Ni' t l .' a nuestros JU~ qué legisladores y qué ordenamiento tuvo, no se mara-
· l '
smo as experiencias hecha
ampoco a med ·
I . ictna es otra cosa villan de que tanta virtud se mantuviese por muchos siglos
bre las que funda~. los ac•t s )ºr os ~n.tl?uos médicos, so-
cuando se trnta de ord;na~ª1 es .su~ Jt~1c1os. Sin embargo,
en tal ciudad ni tampoco de que, más tarde, el imperio
1

estado, gobernar el rein ' ~ re~ubhca, ~I;= :nanrener el


se añadiese a tal república. Y hablando en primer lugar
~ cab? la guerra, juzgarº'a }1;!ªm~bd. el. e1erc1to y llevar de su nacimiento, digo que todas las ciudades son edifi-
imperio, no se encuentra rínci J su. .lto~ ~ acrecentar el
cadas, o por los hombres nativos del lugar en que se eri-
a los ejemplos de 1 l? l e m republica que recurra gen, o por extranjeros. Sucede lo primero cuando los habi-
., os antiguos Esto JJ! el . • tantes, dispersos en muchos sitios pequeños 1 no se sienten
mon, no tanto de la d bT l d - oce e, en m1 op1-
'i
mundo la presente r~liof, l ic a d que ha conducido al
ambición han causado º on, o e mal que el ocio y la
seguros, no pudiendo cada grupo, por su situación y por
su tamaño, resistir por sí mismo al ímpetu de los asaltan·
cristianas, como d: no ~n mucbd ~rovindas y ciudades
la historia, y de no extra:~e~lvk ero con~cimie?to de
ª
tes, y así, cuando viene un enemigo y deben unirse para
su defensa, o no llegan a tiempo o, si lo hacen, deben
abandonar muchos de sus reductos, que se convierten en
del sabor que enderrn De 'dond erla, su sentido, ni gozar
res se com¡)lacen "l es 1 e nace que muchos lecto- rápida presa para el enemigo, de modo que 1 para huir
" cuc 1ar aquell'1 · d d d estos peligros 1 por propia iniciativa o convencidos por
que contiene si
i
d ª
. , < vane
n pensar e nrngun modo imitarlos, juz"
e sucesos
5
._}
28
Maquiavdo Discursos sobri:.: la primer;! década d1.: ·¡ iw Livio

alguno que tenga entre elI . ' ., ,.


para habitar 'unto. os ma) or ~utorldnd, se reunen pios, no podía hacer otros progresos que los que la cor-
Ja vida sea 1dás e ,s en¡, un J1.ugar elegido Yº.~ ellos, donde
, e1e 1 pnnc1pe
resrn ' . quertn , conced·ene' l·
De est f
n orma nacreron
ª
om~c .i Y defensa mas tacil
¡
Lns ciudades son fundadas por hombres libres cuando
Venecia La . . b . ' entre mue 1as otras, Atenas y algt'm pueblo, bajo la dirección ele un príncipe o por pro-
cada pr~mern, a10 ~I mando de Teseo, fue edifi- pia iniciativa, es obligado por las epidemias~ por el hambre
por los dispersos babm:intes por razones similares. o por la guerra a abandonar el país natal y buscar un
en c¡anto a_ l~ otra, habiéndose asentado muchos pu;blo~ nuevo asentamiento Tales hombres, o habitan en las ciu-
en a gunas islillas, en el extremo del rnar Ad . , . dades que encuentran en los países que conquistan, como
eI fi d h · d I ' nauco, con
!1 e utr e as guerras que surgían continuamente en hizo Moisés, o las edifican de nuevo, como bizo Eneas.
Italia, po~ la llegada de nuevos bárbaros tras el declive Aquí e.s donde se conoce la virtud de los fundadores y
de! Imp~no,, Ro~ªº?• comenzaron entre ellos, sin ue les la fortuna de la ciuclnd fundada, que sení más o menos
f mase nmfun pnnc1pe en particular, a vivir bajo a~uellas maravillosa segt.'m hayan sido más o menos virtuosos sus
leyes qule es pda~;cieron más adecuadas para manteners~ principios la virtud se conoce por dos señales: la elec-
o que es suce JO con toda felicidad . I I > ción del lugar y la ordenación de las leyes 2 • Ya que los
d ·1· 1 d
ga a tranqm zc a que les proporcionaba el 1
• ' gracrns a a pro on-
hombres obran p_or necesidad o por libre elección, y ve-
tenía más salid 1 • ' ugar, que no
. f b a qt_ie e mar, careciendo aquellos pueblos mos que hay mayor virtud allí donde la libertad de elec-
qrnd m esta an Italrn de naves con que poder atacarlo d ción es menor, se ha considerado si sería mejor elegir para
}º ~ qclue, de tan modestos principios, pudieron lleg;r ~ la edificación de las ciudades lugares estériles, para que
a gran eza en que se encuentran ahora. así los hombres, obligados a ingeniárselas, con menos lu-
Ef el s_egundo c?so, cuando las ciudades son edificadas gar para el ocio, viviesen más unidos, teniendo, por la
por d oraJteros, o bien nacen de hombres libres o que de- pobreza del lugar, menos motivos de discordia, como su-
~e~~bl~ca eoot:s,ucom~ s~n las colonias, fundadas por una cedió en Ragusa y en muchas otras ciudades edificadas en
semejantes sitios; elección que serfa sin duda la más sabia
h b. p n prmc1pe para descargar sus tierras de
y útil si los hombres estuviesen satisfechos de vivir por
ta~~t::tes, o para. defender algún país recién conquis-
' el que qmere mantenerse con seguridad . si mismos y no anduvieran buscando sojuzgar a otros. Por
grabl costo, como las numerosas ciudades que ;di.6~ó s~I tanto, ya que los hombres no pueden garantizar su segu-
pue o roi;na~o por todo su imperio, o bien son fundadas
ridad riiás que con el poder, es necesario huir de esa este-
rilidad de la tierra y asenta1·se en lugares muy fértiles,
P?r un prmc1pe n~ para vivir en ellas, sino para su ro-
prn glc:r1a, como hizo Alejandro con AleJ·a d ,. y p donde, pudiendo ensancharse, gracias a.l ubérrimo terreno,
estas cmd d J'b n rw. · como puedan también defenderse de los asaltantes, y someter
acles no son l res por sus orígenes, raras veces a cualquiera que se oponga a su grandeza, En cuanto al
I1acen gran es progresos r d
. . 1 11 • Y se pue en enumerar entre fas
P rmc1pa es e e remo
fue la fund . ,. d Fa que. pertenecen . Semejante a ésta
los sold d ac1don s·e1 ~Iorencrn, pues, ya fuera edificada por 1 En la Historia dt' Florencia, Mnquinvelo aúnn !ns dos hipóte-
sis: primero, los habitantes de lns montnñas de Fiésole empezaron
- d p· a ,os 1 e 1 a ' ya, po1· 1os l1a b'Itantes ele 1as monta
nas e ·1eso e que c e ¡ l l · a establecer sus mercados en In llanuro y, poco n poco, comenza-
en el mund 0 b' . ' onrn:ic os por- a arga paz que nació ron a vivir nllí luego, soldados de Siln fijnron su morada, ni acabar
bl aro el mandato de Octaviano se decidieron In guerra civil, en el naciente núcleo urbano, engrandeciéndolo y
a esta ecerse en la llanura sobte el Arn~ lo e' t dotándolo de servicios
que se fundó ba'o el · .· ' ier? es l Es sabido que Maqui:tvelo utiliza el término ~<Virtudi;. (virt:U}
J imperio romano, y, en sus prmci- en el sentido de aptitud política y virtudes cívicas.
30 M<1quiuvdo
Discursos sobre b primera década de Tito Livio
:n
~do gue p~<liern .traer consigo fo abundancia del Iugar 1
se deben ordenar h1s cosas de modo que fos leyes impon- ~1 vivir de buen grado por la riqueza de la tierra Y por
• • •

gan esa necesidad que el sitio no impone, imitando 11 la comodidad del mar y del Nilo, Y quien según esto,
a~uellos q_ue. fueron sabios y vivieron en lugares amení-·: considere la fundación de, Roma, si toma ~ Eneas p~r. su
~rm?s. Y femles, apto~ para producir hombres ociosos e .. padre fundador, la pendra. entre, aquellas cmdades ~d1f1ca­
mhab~es parn tod? virtuoso ejercicio, que, para obviar: das por los fornsteros, y s1 a Rot?ulo, entre las ~di?cadas
los d~no~ que ~odrrn causar la amenidad del país mediante:·· por los nativos, pero, en cualquier caso, l.a vera. siempre
el ocro, impusieron la obligación de ejercitarse a los que·· con un origen libre, sin depender de nadie, Y verá tam-
habían de ser sol?a<los, de modo que, por tales órdenes,:. bién> como se dirá más adelante> a cuántas obligaciones
l,legaron -~ ser me~ores so1dado,s. que los de aquellos luga· .~ la redujeron las leye~ .dadas por Rómulo, Numa .Y otros,
res n.atm,1lmente asperos y estenles Entre éstos se cuenta de modo que la fernhdad del terreno, la comod1da? del
e~ i:erno de los egipcios, en el cual, aunque el país es ame-·, mar, las continuas victorias y la grandeza del imperio no
ms1mo, pudo. tanto aquella necesidad otdenada por las .. la pudieron, durante muc~os siglos, cc:rro~per, Y la ma?·
le~es, que n~creron .hombres excelentísimos, y, si sus nom- tuvieron llena ~e tanta v1r~u~, como 1amas ha ostentado
~;es no h;ib1eran srd.o arreba;ados por la antigüedad, ve-·· ninguna otra ciudad o repubhca;
namos como merecieron mas alabanzas que Alejandro Dad~ 9ue los h~chos que ~b.r<:, ~ que ;o~ alabad~s por
Magno Y mud:os otro? de los que permanece fresco el Tito Ltv10, sucedieron .Por m1ctatlva p~bhca o privada,
recuerdo Y gu1en bub1era observado el reino del Sultán dentro o fuera de la cmdad, comenzare a comentar las
Y el orden de los mamelucos y de su ejército, antes d~ ·: cosas oc~1rridas. dentro y por conse!o pú~!ico, _qu~ son
q~e fuera desbaratado por el Gran Turco Salí J hubiera'' las que Juzgo dignas de mayor cons1derac1on 1 anad1endo
VfSto cuánto se ejercitaban los soldados, y hubi~ra cono·:: todo lo que se derivó de ellas, y con estos discursos con-
c1do er; la práctic.a ~uánto temían el ocio a que podía ; cluiré este primer libro o primera parte.
conducirles la benigmdad del país, si no lo hubieran evi- .
tado con leyes severísimas. -
Afirmo, pues, que es más prudente elección estable- ·· De cuántas clases son las repríblicas y de qué cltlse
cerse en lugares fértiles, siempre que esa fertilidad se :: 2.
fue la repiíblica romanct
r~duzca a l?s debidos límites mediante las leyes. Así, que-
~:endo ~e¡andr~ Magno. edificar una dudad para su glo- Quiero dejar a un lado el razonamiento sobre las ciu-
na, lleg? el arquitecto Dmócrates y le mostró cómo podía dades que han estado, en sus orígenes, sometidas a otro,
construirse sob~e el monte Athos, lugar que, además de •.• y hablaré de las que han tenido un origen alejado de toda
s~r fuerte, pod1a labrarse de tal modo que se diese a la : servidumbre externa, aunque a continuación se hayan go-
cmdad .forma humana, lo que sería algo maravilloso y :: bernado, por su propio arbitrio, como república o como
raro, ?1g~~ ;le su gran.deza Y preguntándole Alejandro principado, que tienen, como distintos principios, diver-
de que v1vu;an los habitantes, respondió que no lo había sas leyes y ordenamientos. Pues algunas, al principio de
pensado, ~s1 ,que ~l re~ se rió y, dejando tranquilo el : su existencia o después de poco tiempo, recibieron leyes ..
monte, edifico Ale1andna 1 donde las gentes se quedarían < de uno solo y de una sola vez, como las que dioJ)curgo
a los espartanos, y otras las adquirieron poco a poco, y
~ ~c~im I, ca~ezn del imperio otomnno, que conquistó Egipto n la mayoría de las veces según las circunstancias, como
pnoc1p1os del siglo XVI pasó en Roma. Y desde luego podemos llamar feliz a
1--
·•¡
~~~ Discursos sobre h: primera década d:: 'Tiw Livio
)-.. !\hlqui;nc:h.' ::~
=~-

aquella república en la que hnvn s1..n·f'ido un hombre tan :)::Jf gunos han escrito, refiriéndose al gobierno, que puede ser
prudente que le haya dado léves 01~lenaéla-s._ de- úil n1á- '.f; de tres clases:. monárquico, aristocrático y popular, y que
nera que, sin necesidad de corr~girbs, pueda vivii- segura ·:.~ lo s que orga mzan un<.1 ciudad deben inclinarse a una de
bajo ellas Y así vemos que Esparrn las observó durante J e.11 asi según 1es parezca oportuno. Otros 1 más sabios en
más de ochocientos años sin corromperlas y sin ningún ·:~ opinión de muchos, opinan que las clases de aobierno son
tumulto peligroso; y, por el contrario, alcanza el mayor '.~ .. ~~is, de las cuales tres son pésimas y las otra; tres buenas
grado de infelicidad aquella ciudad que, no habiéndose •·~ en sí mismas, aunque se corrompén tan fácilmente que
trazado según un ordenamiento jurídico prudente, se ve ] llega,n a resultar perniciosas lns buenas son las que enu-
forzada a reorganizarse a sí misma Y entre éstas, es más :~ merabamos antes, las malas, otras tres que dependen de
infeliz la que está más apartada del orden adecuado v :t ellas y les son tan semejantes y cercanas, que es fácil
estara, mas
, aparrncla la que tenga unas leyes completa- ' J .¡ pasar de una a otra: porque el principado fácilmente se
mente fuera del camino recto que pudiera conducirla n. I _vuelve tiránico, la aristocracia con facilidad evoluciona en
su perfecto y verdadero fin Porque cuando están en ese .f oligarquía, y el gobierno popular se convierte en licen-
;~ doso sin dificultad. De modo que si el organizador de una
grado, es casi imposible que por cualquier imprevisto se
recompongan, mientras que aquellas que, si no tienen el "~ república ordena la ciudad según uno de los regímenes
orden perfecto, han tomado un principio bueno v apto buenos, lo hace pura poco tiempo, porque, irremediable-
para volverse mejor, pueden, por la concurrencia' ele las ·~ !1;1ente, degenerad en su contrario, por la semejanza que
círcunstnncias, lleg<1r a ser petfectas. Pero ele todos mo- J tienen, en este asunto, la virtud y el vicio
Estas distintas clases de gobierno aparecieron entre los
dos, es seguro que nunca se reordenanín sin peligro, por- \i hombres por azar, porque, en el principio del mundo
que la mayoría de los hombres no se inclinn a unas leyes ·
nuevas que supongan un nuevo estado de cosas en la ciu- ':{ si~ndo pocos l~s habitantes, vivieron por algún tiemp~
dad, a no ser por una necesidad manifiesta que le obligue ·¡ dispers~s, semejantes a las fiems; luego, nl multiplicarse,
a hacerlo, y como tal necesidad no puede llegar sin peli- ¡ se reunieron, y, para poderse defender mejor, comenzaron
a. ~uscar en~re ellos al más fuerte y de mayor coraje, le
gro, es fácil que la república se destruya antes de llegat i.
a un orden perfecto. De esto da fe la repliblica de Flo- :~ htc1eron su 1efe y le prestaron obediencia Aquí tuvo su
renda, que fue ordenada el año dos, con el motivo de los i origen :I cono~imiento de l?s. cosas honestas y buenas y
de su. d1ferenc~a ~e las permc1osas y malas; pues, viendo
sucesos de Arezzo, y desordenada en el doce por los inci- ~
dentes de Prato '1• "
que s1 uno per1ud1caba a su benefactor nadan en los hom-
Tratando ahora de esclarecer cuáles fueron los orclena- bres el odio y la compasión denostando al ingrato y hon-
rr;ientos ju~ídicos de la ciudad de Roma, y mediante qué rad~ al q~e. le habí~ fovor~c.id~, y pensando cada uno que
circunstancias la llevaron a su perfección, recordaré que .al- ¡
p~d;ta rectbir la~ mismas rn¡urias, para huir de tales per-
Jmc1os se sometieron a hacer leyes y ordenar castigos parn
quíen les contraviniese, lo que trajo consigo el conoci-
4 .~n 1502, sucesivas revueltns en Areno y otrns locnlidndes
miento de l_a justicia 5 Como consecuencia d~ ello, cuando
empujaron n los flore11tinos a emprender unn reformn constítucio- tenían que elegir a un príncipe ya no iban directamente al
nn.1, mediante fo. cual el partido populnr, que contaba con Ja sim-
patía y l~ c~lnb?rnció!l d~ i\foquiavelo, nfom2uba su poder npoyán-
d<:se en ,1?stttuc1ones inspiradas en el modelo veneciano. Ln facción
• 5 Todo este párrafo r7fleja el profundo conocimiento de los d:í-
nnstoc,:aticn se agrupó en torno n los Medid que, con apoyo papal
Y espnn?l, tomaron y saquearon Prn~o en 1512, provocaron 1n caída
stcos por parte de Maqmave!o, y sus frecuentes lecturns de Polibio
del gobierno popular y entraron trJUnfo.lmente en Florencia, y Lucrecio, cuya influencia es manHiestn
34 ''·iaquia\'t: ¡º·'··" sobre la primr;:rn <l~ca J a e1e Tito Livio
1
' •
o·.¡se tir~os
- · ·
de mejores dotes físicas, sino al que fuese más prudente·¡ l d oct'tcia ordenándola de maner~ que ni los l~ode­
y más justo Pero como luego se comenzó a proclamar a.t. n ~. er:1 n' prlncipc 'Jttdiesen tener mngun~t aut.ori.dad.
los príncipes por sucesión y no por elección, pronto co.":f: ~{5~~;:~ l~odos los g~biernos al principio uene:1 ct~~-r~
menzaron los herederos a desmerecer de sus antepasados,,I . . este aobierno popular se mantuvo algun. ner~1,
y, dejando de lado las acciones virtuosas, pensaban que.f prestig:o, mt~cho sobre todo después que s: ~xtmguto
los príncipes no tenía que hacer otra cosa más que supe-:~ f°' 0
per~aclón que ¡~ había organizado, pues rapi<lameiu,e
rar a los demás en suntuosidad y lascivia y en cualquier\~ U. ge_netdió el desenfreno, sin respetar a los hombres pu-
clase de disipación, de modo que, comenzando el príncipe\.! s¡; . exten.i .pr·ivados de modo que, viviendo cada uno su
, 'd a~,;., b.11cos .n hadan cada
ª
a ser o d .rn do, y a tener m1e. do por ese o d"10, paso, rap1 ' día mt'l .m¡urias,
. . 11as t a el. punto que, '
mente del temor a la ofensa y así nació la tiranía. Y de·¡ ªbf'
,slos por la necesidad, o por sugerencta de 1gun ª
aquí surgió el germen de su ruina, las conspiraciones Y.i 0 igbi~ bien intencionado, 0 para huir de tal, clesor~en,
conjuras contra los príncipes, no fraguadas por los tími- J hom ¡ció
de nuevo al principado, y desde ahi de grado
dos y los débiles, sino por aquellos que aventajaban a los i se v~ vdo se volvió de nuevo al desorden, de la manera Y
demas' en generos1·¿ad , gran deza de animo,
' · ·
r1gueza y no- , en gra ,
las razones antedichas, , .
bl~za! los cuales n~ podían soportar _la ~eshonesta vid~ del ; Pºy
éste• es el círculo en que giran todas las rep~bhcas, se
prmc1pe. La multitud, entonces, s1gu1endo la autoridad.~ . h. . en 0 sean gobernadas; pero rar~s yeces retor~ai; ª
de los poderosos, se levantó en armas contra el príncipe, ': rº
!e~n as formas políticas, porque casi ninguna repub~ca
y, cuando éste fue anojado del trono, obedeció, como a·~ as ¡is~:ner una vida tan larga como para pasar ~uc ~s
sus liberadores, a los jefes de la conjura_ Estos, gue rece- '- puec e ta serie de mutaciones y permanece~ en pie M~s
laban hasta del nombre de un jefe único, constituyeron J b~ces es le acaecer que en uno de esos camb10s, una_n¿.u·
entre ellos un gobierno, y al principio, temiendo la pa· '~ l~n sf~ Ita de
prudedcía y de fuerza, se vuelva su~ ita
sacia tiranía, se gobernaban según las leyes pr-omulgadas ,! ~ icai estado próximo mejor organizado, .Pero s.1 ~o

por ellos, posponiendo todo interés propio a la utilidad :, e ª¿~un esto un pnis podría dar vueltas por tiempo mcte·
, b b b ¿·¡· . . suce 1era , d b.
comi;n,. y conserv~ an y go erna an con suma. .L iger:sia ,¡ f .do en la rueda de las formas e go 1erno ,
lo publico y lo privado. Pasando luego la admm1strac10n ~ mA _
d además que todas esas formas son pesufer¡s,
a sus hijos, éstos, que no conocían los cambios de la forw '. ni ºb~lenas tÍenen una vida muy breve, Y. las ma as
tuna, que no habían probado la desgracia y no se sentían :; pues das or sí' perversas,. De modo que, conociendo este
satisfechos con la igualdad cívica, se dieron a la avaricia, :¡ ~¡°( e plos legisladores prudentes huyen d~ cada de unb.
y a la ambición, considerando a todas las mujeres como e ectf' ·mas en estado puro, eligiendo un tipo de go ie;-
suyas, y haciendo así que lo que había sido el gobierno estas or r:rticipe de todas juzgándolo más firme Y mas
de los mejores se convirtiese en el gobierno de unos po- no Gle
P• es así cada pode~ controla a los otro.s, Y en ?na
cos, que sin respeto alguno a la civilidad, se hicieron tan es~a e, J?Udad se mezclan el principado, la aristocracia Y
.
o d1osos como e1 tirano,
. y l a mu1mu
. d, harta de su go b"1er- misma
l b.1 cm0 oplllar.
no, se convirtió en dócil instrumento de cualquiera que e ~o t ~Tos p ue merecieron más alabanzas por haber dado
quisiera dañar de alguna manera a los oligarcas, y pronto cons~i;ucionis de este tipo mixto se encuentra J::icurgo,
se levantó alguno que, con ayuda de las masas, los ex- d ó sus leyes de Esparta de manera que, dando s~
pulsó. Y como aún estaba fresca la memoria del príncipe que orden oder al rey a los nobles y al pueblo, construyo
y de los perjuicios que había causado, deshecha la oligar- parte t d~ que duró
~ás de ochocientos años, con suma
qufa y sin querer volver al principado, Ja gente se inclinó ~~r~! ~ara él y quietud para su ciudad. Sucede lo coq
.36 .MuquiavelÓ-1,,,; Discursos sobre In primcrn déc:1da de Tito Livio 37

rrario con Solón, el que dio leyes a Arenas, pues organí-t el pueblo se sublevó contrn ella~ de manera que, p~rn n_o
zándolo todo según gobierno exclusivamente popular, lo:lli perderlo todo, se vio obligada a conceder su parte <H pu~­
construyó ele vida tan breve que antes de morir vio cómo.~~ blo, aunque el senado y los cónsules conserva:o.n, In sub,-
nacía la lirunia de Pisístrato, y aunque cuarenta años rnásJJ ciente autoridad como para tmmtenei: su pos1c1on en 1.1
tarde foeron expulsados sus herederos y volvió a Atenas·1
rep U'bl1"ca• . Y 'así fueron creados .los tribunos
bl
ele la plebe,
I ,
a la libertad, al volver a tomar un gobierno popular segúnJ~
des Pués de lo cual fue mucho más esta e ac¡ue estacto,
el modelo de Salón, no lo mantuvo más que cien años;:!: participando ele las tres formas de go b'1~rno. \i r brn, f,ª\·~- .
pese a que, para sostenerlo, se tomaron muchas medidasjj rabie le fue la fortuna, que aunque paso de Ja monar~u.1~
para reprimir fo insolencia de los grandes y el desorden,j¡i v la aristocracia a] poder popular, en la forma Y P,m Id~
de las masas que no habían sido previstas por Salón; asf~l causas descritas más arriba, no por eso se arrebato t? .l
que, sólo por no haber incorporado a su gobierno el poder-i~ Ja autoridad a la corona pani darla a los nobles, IH se
del principado y d de la nobleza, vivió Atenas muy breve\~ anuló enteramente la autoridt1.d de los nobles para da:Ia
tiempo en comparación con EspartiL J
al pueblo, sino que, permaneciendo mezcladas, co!l;pus1.e·
Pew volvamos a Roma, la cual, aunque no tuvo un'.§ ron una república perfecta, llegando a esa perfeccron grn·
Licurgo que la organizase, en sus orígenes, de manera que::: das a la desunión entre la plebe y el ~enado,. co~o se
pudiern vivir libre mucho tiempo, fueron tantos los suce-j demostrará ampliamente en dos: los capitulas stgu1entes.
sos que la sacudieron, por la desunión existente entre fo '~
plebe y el senado, que lo que no había hecho un legislador '~
lo hizo el acaecer. De modo que, si Roma no fue fovore- '~ Oué acontecimientos provocaron la creación de. los
cida con la mayor fortuna, sí fue afortunada de la otra'~ 3. uibtmos ele la plebe en Roma ;1 cómo se perfeccionó
forma que decíamos más arriba, ya que, aunque su pri- ~~
mera ordenación fue defectuosa, no fo desvió del recto J
la re ptíblica
camino que podía conducida a fo perfección. Pues Rómulo ·1 Como demuestran todos los que han meditado s?bre .la
y los otros reyes hicieron muchas y buenas leyes, que per- :i vida política y los ejemplos de que est::Í I~ena la historia,
mitían aún una vida libre, pero como su finalidad era fun- :~ es necesario que quien dispone una república y ordena sus
dar un reino y no una rept'iblica, cuando la dudad se liberó :~ leyes presuponga que todos los ho?"1bres .son malos, Y que
de la monm-guía le faltaban muchas cosas que era nece- ' pondrán en práctica sus perversa~ ideas siempre que se les
sario regular en defensa ele Ja libertad y que no habían 1 presente la ocasión de hacerlo ltbrerne~te; y aunque nl-
sido previstas por fos leyes. Y ttsí, aunque los reyes per- ·l guna maldad permanezca ocu.Ita por un tiempo, por pr~ve·
dieron el poder por razones y motivos similares a los que ' nir de alguna causa escon~1da 9ue, por no tener expe-
hemos expuesto, los mismos que les habfan depuesto crea- riencia anterior, no se perc1be, siempre In pone al descu·
ron inmediatamente dos cónsules que ocupasen el lugar bierto el tiempo, al que llaman padre de t?,da verdad.
correspondiente al rey, desterrando de Roma el nombre, Parecía haber en Roma, tras la expuls10n de los Tar-
6
y no la potestad regia; de este modo, existiendo en aquella quinas, una grandísima unión entre la plebe y el senado ,
república los cónsules y el senado, venía a set· una mezcla
de sólo dos de los tres gobiernos citados: monarquía y i 6 En efecto Tito Livio habla del acuerdo perfecto ent;e 1n plcb.e
aristocrncia. Sólo le quedaba dar su parte al gobierno po- y la y
nobleza de la comuni~ad de intereses que les u~1a, Y. ;nam-
fiest::i que las primeras medidas del senado, tras la expuls10~ de
pular, y entonces, habiéndose vuelto insolente la nobleza los reyes, contribuyeron grandemente ~<a mantener ,la concordta en)
romana, por las causas que comentaremos más adelante, , el Estado y a unir al pueblo con los senadores» (Libro II, cap. 1 •

lO
Discursos sobn: lu primeia décacb de Tito Livio
38 11-faquím do
los tribunos, contradiciendo la opinión de muchos que
com? si los nobles hubiesen depuesto su soberbia y se afirman que Ronrn ern una república alborotadora y tan
lm!:nesen vt:elro ele espíritu popular, tolernbles para cual- llena de confusión que, si la buena suerte y la virtud
q;uera, por rnfimo que fuese. Esta impresión engañosa na- militar no hLJbiernn superado sus defectos, hubiera sido
crn de causas que permanecieron ocultas mientras vivieron inferior a cualquier otra república. No puedo negar que la
los Tarquin_os, pues la nobleza, temiendo a éstos, por un fortuna y la milicia fueran causas del imperio romano, pero
lado, y ren.1end~ miedo, por otra parte, de que la plebe creo que no se dan cuenta de que, donde existe un buen
no se le umese s1 era maltratada, se porrnba humanamente ejército, suele haber una buena organización, y así, rnras
con. ;Ha, pero apenas murieron los Tarquinas y se desva- veces falta la buena fortuna Pero vayamos a las particu-
necto el temor de los nobles, comenzaron a escupir contra laridades de aquella ciudad Creo que los que condenan
fo plebe, el veneno que habían escondido en su pecho, y los tumultos entre los nobles y la plebe atacan lo que fue<
la ofendtan de todas las maneras posibles 7 • Esto da fe de Ja cau'sa principal de la libertad de Roma, se fijan más en
lo que comentaba anteriormente, cuando afirmaba que los ¡ los ruidos y gritos que nacían de esos tumultos que en los
hombres s?lo obran bien por necesidad, pero donde se e·:;

:'l buenos efectos que produjeron, y consideran que en toda


puede elegir y hav libertad de acción se llena todo imne-
<l iahtamente, de cÓnfusíón y desorden. Por eso se dlce que ;'¡
república hay dos espíritus contrapuestos: el de los gran-
des y el del pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro
e 1 ambre y la pobreza hacen ingeniosos a los hombres y.·~
las leyes los hacen buenos Y cuando una cosa marcha J
de la libertad nacen de la desunión entre ambos, como se
puede ver fácilmente por lo ocurrido en Roma, pues de
bien por sí misma no es necesaria la ley, pero en cuanto
desaparece esa buena costumbre, la ley se hace necesaria
j los Tarquinas a los Gracos transcurrieron más de trescien·
con urge,ncía. Por eso, en cuanto faltaron los Tarquinas, ;'~
tos años, y, en ese tiempo, las disensiones de Roma raras
que poman freno a la nobleza con el temor, fue preciso veces comportaron el exilio, y menos aún la pena capital.
buscar un nuevo orden que hiciese el mismo efecto que "' Por tanto, no podemos juzgar nocivos esos tumultos, ni
los Tarquinas cuando vivían. Y así, tras mucha confusión ;. considerar dividida una república que, en tanto tiempo,
a.I~~rotos y peligros que surgieron entre la pleb·e-y la no:
" no mandó al exilio, como consecuencia de sus luchas inter-
: nas, más que a ocho o diez ciudadanos, ejecutó a poquí-
bleza •. se llegó a la creación de los tribunos, para salva-
) simos y ni siquiera multó a muchos. No se puede llamar,
guardia de la plebe, y fueron instituidos con tanta preemi-
nencia y reputación que pudieran actuar de intermediarios en modo alguno, desordenada una república donde exis-
entre la plebe y el senado y frenar la insolencia de los tieron tantos ejemplos de virtud, porque l()s buenos ejem-
nobles. plos nacen de la buena educación, la buena educación de
las buenas leyes, y las buenas leyes de esas diferencias in-
ternas que muchos, descondderadamente, condenan, pues
4. Que la desunión entre la plebe )r el senado romano quien estudie el buen fin que tuvieron encontrará que no
hizo libre y poderosa a aquella 1'eptíblica. engendraron exilios ni violencias en perjuicio del bien
común, sino leyes y órdenes en beneficio de la libertad
No quiero pasar por alto los tumultos que hubo en pública . Y si alguno dice que los medios fueron extraer-
Roma desde la muerte de Tarquina hasta la creación de
pueblo, la plebe, que hnbíu sido tratada con miramientos, comenzó
7Tito Livio escribe que, nada más conocerse In noticia de fo n ser «objeto de la opresión de los grandes)~ (Libro II, cap. 21).
muerte de Tarquina, noticia que alegró por igunl nl senado y al
11
Maquiavt.:ln f)iscursos sobre: l:t primera d~cada cit.: Tito Uvio

dinarios y casi feroces, pues se ve a[ pueblo unido gritar 5 ¿Dóndi: se resguardará más segtmw;entc la libertad,
contra el senado, a! senado conrrn el pueblo, correr rnmul-· en ti pm:·b!o o c:JJ!re los grandes, y quiénes tienen
tuosamente por las calles, saquear las tiendas, marcharse mayores motivos para c1111.wr tumultos, o quiénes quie-
toda fo plebe de Romaª, cosas estas que espantan, más. ren co11q11istar y quiénes mantener?
que otra cosa, al que l1is lee, le respondo que toda ciudad
debe arbitrar vías por donde el pueblo pueda desfogar su Los que organizan prudentemente una república, consi-
ambición, sobre todo las ciudades que quieran valerse del deran, entre las cosas más importantes, la institución de
pueblo en los asuntos importantes; de éstas era la ciudad una garantía de la libertad, y según sen más o menos
ele Roma, que lo hacfa de esta manern: cuando el pueblo acertada, durani mtís o menos el vivir libre. Y como en
quería que se promulgase alguna ley, o protestaba en la todas las repúblicas hay magnates y pueblo, existen duda.s
forma que hemos descrito o se negaba a enrolarse para acerca de en qué manos estaría mejor colocada e::;a vigt~
ir a la guer.ra, de modo que era preciso aplacarlo satisfa- landa. Los laceJemonios y, en nuestros días, los venecia-
ciendo, al menos en parte, sus peticiones Además, los nos, la ponen en manos de los nobles; en cambio los ro-
deseos de los pueblos libres raras veces son dañosos a la manos la confiaron a 1u plebe.
libertad, porque nacen, o de sentirse oprimidos¡ o de sos- Es necesario, pues, analizar cuál de estas rept.'tblicas hizo
pechar que puedan llegar a estarlo Y si estas opiniones mejor elección. Y en cuanto n los motivos, unas y otras
fueran falsas queda el recurso de las palabras, encomen- los tienen razonables, pero si vemos sólo los resultados,
dando a algún hombre honrndo que, hablándoles, les de- nos inclinaríamos por los nobles, potque la libertad de
muestre que se engañan, pues los pueblos, como dice
Esparta y de Venecia tuvo una vida más larga qu:e la
Tulío, aunque sean ignorantes, son capaces de reconocer
de Roma. En cuanto a las razones, colocándome, en pri-
mer lugar, del lado de los romanos, creo que se debe
la verdad, y ceden fácilmente cuando la oyen de labios de poner como guardianes de una cosa a los que tienen me-
un hombre digno de crédito 9 , nos deseo de usurparla. Y, sin duda, observando los pro-
Pm eso se debe criticar con mayor moderación el go- pósitos de los nobles y de los plebeyos, veremos en aqué-
bierno romano, considerando que tantos buenos efectos llos. un gran deseo de dominar, y en éstos tan sólo e1 deseo
no se derivaron sino de óptimas causas. Y si lo_s de no ser dominados, y por consiguiente mayor voluntad
fueron causa de la creación de los tribunos merecen suma de vivir libres, teniendo menos poder que los grandes para
alabanza, pues además de dar su parte al pueblo en la usurpar In libertad. De modo que, si ponemos al pueblo
administración, se constituyeron en guardianes de la liber- como guardián de la libertad, nos veremos razonablementt
tad romana, corno se demostrará en el siguiente capítulo. libres de cuidados, pues, no pudiéndola tomar, no permi-
tirá que otro la tome Por otro lado, los que defienden el
B Se refiere particularmente a los desórdenes que culminaron con orden espartano y véneto dicen que los que ponen la vigi-
el atrincheramiento de la plebe fuera de la ciudad, en el monte
Sacro, el año 494 a. C (véase Tito Livio, Libro II, caps 27 a 33 ), lancia en manos de los poderosos hacen dos cosas buenas:
9 No localizo el lugar en que Cicerón hace esa afirmación con~ la una, satisfacer más la ambición de los nobles, que te-
creta, pero esa confianza en el poder de la verdad parn imponerse niendo más participación en la república 1 por tener en sus
por sí misma, en su capacidad de convicción (que se acentúa aún manos ese bastón de mando, tienen más razones para con-
más si quien la pone de manifiesto es de fiar, pero que no depende
exclusivamente de ello) es camcterística del sentido romano de In -- tentarse; la otra, que quitan un cargo de autoridad de los
elocuencia, fuertemente teñido de ética y recuperado con entu~ ánimos inquietos de la plebe, que son causa de infinitas
siasmo por los retóricos renacentistas . disensiones y escándalos en una república y que pueden
lZ.
,.,
•.¡)
Discuxsos sobre fo primera décnciu de Tite Livio
42
gar ciertas conjurns que se fraguaban en Capun contra
reducir a la nobleza a una desesperación que tendría efec- Roma í 1> el pueblo les dio~ rnmbién autoridad para perse-
tos muy 1.1ocivos. Y ponen como ejemplo a la propia
1 .. • .• ' •

guir a 1os que, en la prop1~ Roma, por am~Jtc10~ y l1ac1en·


que por haber puesto esrn autoridad en manos de los tri- do uso de medios excepcionales, se las mgemasen para
bunos de la plebe, no les bastó con tener un cónsul ple- alcanzar el consulado y otros honores. La nobleza juzgaba
beyo, sino que pretendieron que lo fueran los dos; luego que tal autoridad l~ había sid~ otorgada .ªl dictador ile-
quisieron que fueran partidarios suyos el censor, el pretor galmente, y se dedicó a esparcir p~r la ciudad el rumor
y todas las otras dignidades del gobierno de la ciudad 10 , y de que no eran los nobles los que buscaba~ los honores
no bastándoles esto, llevados por el mismo furor, comen- por ambición y de forma desacostumbrada, srno los plebe-
zaron, con el tiempo, a adorar a los hombres que consi- yos, que, como desconfiaban de su sangre y su virtud, bus-
deraban aptos para denotar a la nobleza, de donde nació caban caminos extraordinarios para acceder a aquellos gra-
d poder de Mario y la ruina de Roma. Y ciertamente, con- dos acusando particularmente de ello al dictador. Y wn
siderando bien lo uno y lo otro, podríamos dudar al elegir
poderosa fue aquella acusació,n que Menenio 1• de~pués .de
un guardián para la libertad, sin saber qué tipo de hombre
un discurso en el que se dolia de la calumma d1funchda
es más perjudicial para la república, el que desea mante-
por los nobles, depuso la dictadura y se sometió al _iuici?
ner el honor ya adquirido o el que quiere adquirir el que
no tiene. del pueblo, y, vista su causa, fue absuelto, lo que dio on-
Por fin, quien analice todo sutilmente acabará por llegar gen a disputas sobre quién es má.s ambicioso, ,e! que quiere
a esta conclusión: podemos hablar de una república que mantener o el que quiere conquistar, pues foctlmente am-
quiera construir un imperio, como Roma, o de otra a 1a bos apetitos pueden ser causa de grandísimos tumultos
que le baste con conservarse en su estado. En el primer Estos, sin embargo, son causados la mayoría de las veces
caso es preciso imitar lo que hizo Roma, y en el segundo por los que poseen, pues el miedo de perder genera e?
se puede copiar a Venecia y Esparta, por los motivos y ellos las mismas ansias que agitan a los que desean adqui-
del modo que se verá en el próximo capítulo. rir, porque a los hombres no les parece que poseen con
Y volviendo a la cuestión de qué hombres son más per- seguridad lo que tienen si no ad9uieren alg?, más. A esto
judiciales para la república, si los que quieren adquirir se añade que, teniendo mucho, uenen tamb1en mayor po-
o los que temen perder lo adquirido, digo que, cuando der y operatividad para organizar alteraciones. Más aún:
se nombró dictador a Marco Menenio, y jefe de los caba- sus maneras descorteses y soberbias encienden en el pecho
lleros a Marco Fulvio (los dos eran plebeyos) para investi- de los desposeídos la ambición de poseer, o para. vengarse
de ellos despojándolos, o para acceder a esas nquezas Y
10. C~mo cuenta Livio en su libro sexto, los tribunos de la plebe honores que ven mal empleados en los otros.
cons1gu1eron que sé-\1otara una ley por lo. cual, obligatoriamente,
t,ino de los dos cónsules dcbfo ser plebeyo. Esto sucedió en 367
antes de Cristo, y el primer cónsul plebeyo fue Sestio Dice Livío 11 Lo cuenta Livio en el libro IX El peligro er:t grande, pues
que los patricios, al principio, no quisieron aceptar al nuevo cón· Roma, en plena guerra contr~ los samnitas, d~bfo hacer frente a la
sul y que «el pueblo estuvo a punto de retirarse, después de haber defección de varios de sus aliados, y a la con¡ura fraguada por los
hecho espantosas amenazas de guerra civil» En el siglo II a_ C. se aristócratas de Capui:L Esta fue rápidamente desarticul:lda por el
eligieron alguna vez dos cónsules plebeyos, pero de forma excep- nuevo dictador y sus dos jefes se suicidaron. Sucedió en el año 314
cionaL El cuestor y el pretor limitaban el poder de los cónsules. notes de Crist~ Livio prosigue contándonos las intrigas de la no·
Al principio, sólo podfan ser elegidos entre los patricios, pero más bleza e incluyendo un bello discurso exculpatorio de} ~~c,tador,
tarde comenzaron los plebeyos a optar a estos cargos. La ley Hor- acusado injustamente, en el momento de presel,lt:1r la d1m1s1on
tensia, del 287 a . C., confirmaba su derecho a tnl elección. 13
ivbqubvclo Discursos sobre la primern década de I ito Livio

6 Si en Rowa se podí,1 instituir 1m gobierno que t1CtJbt1se acceso estaba cerrado, por lo que no tenfan causa ni foci-
rápiclamente con lc1 enemistad entre el pueblo y el liclad para levanrarse. No tenían causa, porque n0 se les
senado. había despojado de nada, y no tenían facilidad porque
los gobernantes mantenían firmes las riendas y no dejaban
Hemos trnrnclo ya de las consecuencias que tuvieron las ningún resquicio por donde se les pudiera arrebatar auto-
controversias entre el pueblo y el senado. Pero como éstas ridad Además, los que fueron luego a establecerse en Ve-
siguieron hasta la época de los Grncos, en que fueron necia no fueron muchos, y 1 por su número, no hubo gran
causa de In ruinn de la liberrnd, podría ~ilguien desear que
desproporción entre gobernantes y gobernados, pues los
Roma hubiera obtenido aquellos grandes efectos sin que
patricios eran tanto o más numerosos que ellos De modo
hubieran existido tales enemistades. Por eso me parece
que por estas razones pudo Venecia organizar su estado
algo digno de consideración ver si en Roma se hubiera
podido organizar un estado que evitase las citadas contro- y mantenerlo unido.
versias. Y parn examinar esto, es preciso recurrir a las Esparta, como ya he dicho, estaba gobernada por un
repúblicas que, sin tantas enemistades y tumultos, han rey y un pequeño senado" Pudo mantenerse así durante
permanecido libres por mucho tiempo, y ver qué forma mucho tiempo porque, teniendo pocos habitantes y ha-
de gobierno tienen y si se hubiera podido introducir en biendo cerrado el camino para que viniesen u establecerse
Roma. Los ejemplos, ya citados por mí, son Esparta entre allí, y teniendo mucho respeto a las leyes de Licurgo {que
los antiguos y Venecia entre los modernos Esparta insti- si eran observadas escrupulosamente, impedían toda causa
tuyó un rey con un pequeño senado que la gobernase., de tumultos) pudieron vivir unidos largo tiempo. Porque
Venecia no ha dividido el gobierno verbalmente, sino que Licurgo, con sus leyes, estableció mucha igualdad en esen-
todos los que pueden encargarse de la administración se cia y poca en la categoría; pues todos eran igualmente po-
unen bajo el apelativo de patricios, lo que es producto del bres, y los plebeyos carecían de ambición 1 ya que los car-
azar más gue de la prudencia de sus legisladores, pues, gos públicos se repartían entre muy pocos ciudadanos y
habiéndose refugiado, por las causas que dijimos arriba, se mantenían alejados de la plebe, y tampoco la nobleza,
muchos habitantes en Ias lagunas donde ahora está In ciu- con sus malos tratos, despertaba los deseos de obtener
dad, como su número habfa crecido tanto que necesitaban el acceso a ellos. Esto se debía a los reyes espartanos que,
unas leyes si querían vivir juntos, convinieron en una for- colocados en aquel principado en medio de la nobleza, no
ma de gobierno, y juntándose a menudo en consejo para tenían otro remedio, para mantener su dignidad, que de-
deliberar sobre los asuntos de la ciudad, cuando les pare- fender a la plebe de toda injuria; de modo que la plebe
ció que eran suficientes para constituir un orden político, ni temía ni deseaba el poder, y no teniendo poder ni
cerraron el acceso al gobierno a todos los que se incorpo~ miedo, no había lugar para que surgiese alguna rivalidad
raron posteriormente a la comunidad, y, con el tiempo, con la nobleza ni causa para los tumultos, de modo que
llegó a haber muchos habitantes fuera del gobierno y, por pudieron vivir unidos mucho tiempo. Pero esta unión tuvo
dar honra a los que gobernaban, los llamaron patricios, y dos causas principales: una, que los habitantes de Esparta
a los otros, populares. Este tipo de gobierno puede nacer eran pocos, de modo que podían ser gobernados por po-
y mantenerse sin tumulto, porque, cuando nació, todos los cos; la otra, que, no aceptando forasteros en su república,
que vivían en Venecia formaban parte del gobierno, de no tenían ocasión de corromperse ni de crecer hasta el
modo que ninguno podía lamentarse, y los que vinieron punto de que la ciudad resultase ingobernable por sus
después a vivir allí, encontraron un estado firme y cuyo
institucionesº 1~
Discursos sobre 1n primt:rn d~cudn dt: Tiw Livío 47
:_:~~

Volviendo sobre todo lo dicho, vemos cómo Jos legis- i[¡ Venecia, pero, como la ampliación es el veneno de ~·epú­
ladores de Roma, si querínn que esrn ciudad esruviese :~; blicas semejantes, deberá, de todas las maneras posibles,
tranquila, corno las citadas rept:iblirns, hubiesen debido o !~ impedir cualquier co~qu.ista, p~1es las ~enquistas, c.uando
no recurrir a la plebe en caso de guerra, como los vene.;'.ffi se apoyan en una repubhca debd, constituy_en su ru~na se-
danos, o no permitir la afluencia de extranjeros, como los ;M gura Así sucedió en Esparta y en ~enecrn: l~ pnm~r~,
espartanos Como hicieron ambas cosas, lo que propor-] habiendo sometido a casi toda Grecia, mostro su debil
donó a la plebe fuerza y aumento, permitieron gu~ nade-] fundamento al primer ligero incidente, pues, tras la rebe-
sen infinitas ocasiones de alternr e1 orden público. Pero::~; lión de Tebas, llevada a cabo por Pelópidas, se rebelaron
si el esrndo romano hubiera sido más tranquilo, habría·;:~: las otras ciudades y se arruinó completamente aquella re-
tenido el inconveniente de ser también más débil, porque]! pública 12 ; de igua.l manera, Ven~cia, habiendo ocupad~
habría cerrado el camino para poder llegar a aquella gran-j gran parte de Italia, en la rnayorrn de los caso~ no por
deza que alcanzó, de modo que, quitando de Roma la j las armas, sino con dinero y astucia, cuando quISo poner
causa de los tumultos, se guitaba también la de su engran- J a prueba sus fuerzas lo perdió to~o en un so!o 13
?ía
. Estoy
decimiento. Y en todas las cosas humanas sucede, sí bien'-\~ convencido de que, para construir una repubhca muy du-
se mira, que no se puede quitar un inconveniente sin queJ radera, el método es ordenarla interiormente como ~sparta
inmediatamente surja otro. Por tanto, si quieres un pueblo<:~
0 como Venecia, colocarla en un lugar fuerte y bien de-
numeroso y armado para poder construir un gran imperio, .j fendido, de modo que nadie piense que se la puede tomar
será de tal calidad que luego no lo podrás manejar a tu ] fácilmente, y, por otro lado, no hacerla tan grande que
antojo, y si lo mantienes pequeño y desarmado para poder ;~ pnrezca formidable a sus vecinos, y así podrá gozarse en
manejarlo, si conquistas algún territorio no lo podrás man-)~ su estado por mucho tiempo. Pues por dos razones se
tener, o se volverá de ánimo tan vil que serás presa de :]~ hace la guerra a una república: para convertirse en su
cualquiera que te asalte. Y por eso en este asunto se debe ] señor o por miedo de que ella te invada. Estas dos razones
considerar dónde hay menos inconvenientes y obrar en j se evitan de la manera indicada, pues siendo casi inexpug-
consecuencia, porque algo totalmente ventajoso, sin nin-j nable como la presupongo, y organizando bien su defensa,
gún recelo, no se encuentra jamás. Podía pues Roma, a ;Jraras ~eces o nunca podrá alguien proponerse conqui~tarl~.·
semejanza de Esparta, instituir un príncipe vitalicio y un ~:¡¡ Si ella se mantiene en sus límites y se ve por experiencia
pequeño senado, pero entonces, lo mismo que Esparta, no ~f; que carece de ambición na~ie la hará la guerra P?r. miedo,
podría aumentar el número de sus ciudadanos para formar :.rn sobre todo si las constituc1ones o leyes le proh1b1esen la
un gran imperio, o de otro modo el rey vitalicio y el redu- Jampliación Y no me cabe duda de que, si se pudi~ra ma~­
ciclo número de senadores le servida de bien poco para '.%. tener este equilibrio, se encontraría la verdadera vida poh-
mantener la unidad. f
De manera que .si alguno quiere organizar de nuevo ;: 12 Se refiere Maquiavclo a la breve hegemonía espartana tras ln
una repúbliq., debe considerar si desea que ªl!l:PHe, corno :; guerra del Peloponcso, y a la derrota que su~rió el ejército lacede-
Roma, ~u dominio y su poder, o si va a mantenerla den- •-~ monio note los tebanos, mandados por Epfun.mondas, en 371 a C.,
en Leuctra. ··
tro de estrechos límites. En el primer caso es necesario :~ 13 Alude Maquiavdo a la batalla de Agnadello, en fo que los
ordenarla como Roma, dando lugar a tumultos y clisen- " venecianos fueron derrotados por los ejércitos combinados de Fran·
sienes, pues sin gran número de hombres armados no j da, España, el Imperio y el Papa en 1509, viéndose obliga.dos a
podrá crecer una república, y si crece) no podrá mante- j abandonar las posesiones en tierra firme que habían convcmdo In
ciudad en una gran potencia en tierra -y no sólo en mar- y que
nerse . En el segundo caso, puede imitar a Espnrta o a ~~- habínn ido acumulándose durante cien nños.. 15
48 Maquiavelo Discursos sobre la primera <léc¡\da de Tiw Lívío ~ ..·
lt')

tica y la auténtica quietud de una ciudad. Pero como las sejo si atentasen en algo contra fo liberrnd pública. Esrn
cosas de los hombres están siempre en movimiento y no determinación produce dos efectos utilísimos pnrn la repü-
pueden permanecer estables, es preciso subir o bajar, y blica. El primero, que los ciudadanos, por miedo de la
In necesidad nos lleva a muchas cosas que no hubiéramos · acusación, no intentan nada contrn el esrndo y si lo hacen,
alcanzado por la razón, de modo que, si una república son rápidamente perseguidos sin consideración La otra,
está organizada de forma apta para mantenerse, pero sin que se ofrece un camino para desfogar los humores que,
ampliación, y la necesidad la obliga a extenderse, en se- de un modo u otro, crecen en las repúblicas contra rnl
guida temblarán sus cimientos y In harán desplomarse en o cual ciudadano, y que, si no está previsto un camino
ruinas. Y además, si el cielo le fuese tan benigno que la para que se desfoguen, lo hacen por vfas extraordinarias
librase de la guerra, esto haría nacer el ocio, que la vol- que pueden arruinar la república encera Y por este nada
vería afeminada o dividida, cosas que, juntas o por sepa- hace tan estable y firme una república como ordenar en
rado. serían causa de su ruina Por tanto, como no se ella la manera en que estas alteraciones de humores que
puede, en mi opinión, mantener el equilibrio ni quedar la agitan tengan una salida prevista por la ley Lo que se ~
indefinidamente en el justo medio, es preciso, al establecer puede demostrar con muchos ejemplos, y en particular
fo república, tomar el partido más honorable, y organizarla con lo que cuenta Tito Livio sobre Coriolano, donde dice
de modo que, cuando la necesidad la obligue a engrande- que, estando irritada la nobleza romana contra In plebe,
cerse, pueda hacerlo, y sea capaz de conservar lo gue con- porque le parecía que ésta habfa adquirido demasiada auto-
quista Y para volver al primer razonamiento, creo que ridad con la cread6n de los tribunos que la defendían, y
es necesario seguir e1 modelo romano, y no el de las otras estando además Roma con gran penuria de vituallas, por
repúblicas, pues no me parece posible encontrar un ca- lo que el senado había enviado a por grano a Sicilia, Co-
mino intermedio entre ambas posibilidades 1 y hay, pues, riolano, enemigo del partido popular, manifestó que había
que tolerar aquellas enemistades entre el pueblo y el sena- llegado la hora de poder castigar a la plebe y arrebatarle
do, considerándolas como un inconveniente necesario para el poder que se había tomado en detrimento de la no-
alcanzar la grandeza romana. Porque además de las razo- bleza, manteniéndola hambrienta y no distribuyéndole el
nes antes expuestas, donde se demostraba que la autoridad _ trigo. Este dictamen llegó a oídos del pueblo, que s.e in-
tribunicia fue necesaria para resguardar la libertad, se dignó contra Coriolano de tal manera que le hubieran
puede considerar fácilmente el bien que hizo en la repú- matado tumultuosamente a la salida del senado si los tri-
blica la capacidad de acusar, que estaba, entre otras mu- bunos no le hubieran citado a comparecer para defender
chas, encomendada a los tribunos, como veremos en el su causa 14 Este incidente ilustra lo que decía antes sobre
capítulo siguiente.
14 Tito lívio expone el caso en el libro segundo Según él, las
opiniones de Coriolano no s6lo disqt;srnban a la. plebe hasta.;!
punto de ponerla al borde de In rebehon armada, stno que rnmbien
7 Qué necesario es, en una repríblica, el poder de acu- le parecfo.n demasiado violentas nl senado Coriolano (que habfo
sar, para mantener la libertad. ganado este sobrenombre por sus glorias militares) se negó n com-
parecer en el juicio, fue condenado y, saliendo de Roma, se esta-
A los que han sido colocados como guardianes de la bleció con los volscos, enemigos de Roma, poniendo n su servicio
libertad en una ciudad, no se les puede dar una autoridad su experiencia militar Los resultados fueron tan fovorubles pnrn
los volscos que Roma se apresuró a enviar legados a Coriolano,
más útil y necesaria que la de poder acusar a los ciuda- que se mostró inflexible. Al fin, su madre y su esposa, presentán-
danos ante el pueblo o ante cualquier magistrado o con- dose suplicantes ante él, consiguieron hacerle deponer su actitud.
lr6
50 Maquiavcl~'.-fª; Discursos sobre la pl'imera .dec~da de Tito Livio
::~i¡?;..

lo útil Y necesado que es en las repúblicns que las leyes.iMJ re. recurrieron también a medios excepcionalest de modo
pr~vean ~n~ manera de desfogar las iras qL1e concibe Ii..,i!~~ que se acabó por llegar n las armas 15 • Y si hubiera sido
umversahdad

contra un ciudadano , porque CU'tndo '
;;;~~
n º····•"· posible o~onérsele 1:or procedimient?s Ptevistos por la le~~
ex1sten ~sto~ procedimientos normales se recurre a los\iit se le hubiera despo¡ado de su autondad con dano pum el
e~traordman?s, y sin duda éstos tienen peores consecuen-;ti~ solo, mientras que al recurrir a medios extraordinarios no
crns que aquellos. ::~. se le perjudicó sólo a él 1 sino a muchos otros nobles ciu-
Porque si un ciudadano es perseguido por procedimien-·Jlii dadanos. Podríamos añadir aún, para sostener dicha con-
tos !eg~les, aunque se le caus~ u~ perjuicio, se sigue poco)i~ clusión, los incidentes acaecidos en Florencia en romo a
~ nmgu~ .9.es?._rdefn en la r.epudbl1ca.' pues todo se ejecuta_'_!}_'._[.~ Pietro Sodedni. que sucedieron únicament€ por no haber
n recurnr m a uer~as priva .as m a fuerzas extranjeras, ,¡;:: en aquella república ningún procedimiento de acusación
que son las _qu.e arruinan 1as libertades, sino con órdenesA~ contra las ambiciones de los ciudadanos poderosos Pues
Y fuerza? publicas, que tienen sus límites precisos y que \~l acusar a un poderoso ante ocho jueces no basta: es pre-
n,o tr~sc1e~den. a nada g~e. pueda arruinar la república, ·_n; ciso que los jueces sean bastantes, pues los pocos siempre
Y ~ar,1 corroborar esta opm1or: con los ejemplos, entre los}!;~ obran a gusto de los pocos 16 De modo que, si hubiera
a~t1guos me ,has.ta este de Conolano, y que cada uno con-·:;~ -exiStído una regulación al respecto, o los ciudadanos lo
s1de,re por s1 mismo cuánto mal le hubiera acaecido a la N~ hubiesen acusado por haber obrado mal, y de este modo,
republica romana si él hubiera muerto violentamente a \W sin hacer venir al ejército español, se hubieran calmado
m~nos de la mu.Ititud, pues esto supondría una ofensa \Ji los ánimos, o, no habiendo obrado mal, nadie se hubiera
privada a un particular, lo que engendra miedo, y el miedo-·/:~ empeñado en enfrentarse a él por miedo de que la acusa-
lleva a preparar~e. para la defensa, y estos preparativos· 'NU ción se volviese en contra suya, y así, de cualquier ma-
provocan la a¡¡mnc10n de partidarios, y de los partidarios ,;~ nera, hubiera cesado aquella inquietud que fue causa del
nace~ las focc1ones en las ciudades, y de las facciones la \i!i! desorden.
I_a ~urna del. estado Pero como el asunto lo manejó quien ::\~ Hasta el punto de que se puede establecer esta conclu-
tema autondad para ello, se pudieron evitar todos los 'X~ sión: siempre sucede que cuando una parte de los ciuda-
m~les que podían haber acontecido si se hubiera resuelto '~ danos recurre a la ayuda de fuerzas extranjeras, la causa
privadamente.. A!
Nosotros mismos hemos visto, en nuestro tiempo, cuán- ~'I 15 Se refiere Maquiavclo n los graves incidentes que acaecieron
tos desórdenes ha provocado, en la república ele Florencia "ii en la primnvern de· 1498 V nlori, antiguo partidario de los Medici
e! ciº poder desf~gar la multitud su indignación contrn u~ é~f se convirtió a la causa de Savonarola, llegando a ser el jefe de este
ctu ad:no por vrns l~gales, ~ºr:1º sucedió en la época en ;;¡¡ partido Fue gonfolonicro en 1497 Luego, los partidarios de los
q.ue Francesco Valor1 era pract1camente el príncipe de la
c~udad, pues muchos pensaban que era un hombre ambi- .:·~
J Medici lograron colocar un gonfaloniero de su partido, pero
Valori le ncusó de traición y presionó parn que fuera condenado
n muerte Luego, Valori se puso a fa cabeza de la ciudad con po-
cio~o, q.ue con su audacia y temeridad quería colocarse !ji deres extraordinarios, y su gobierno fue derribado por los desór-
denes n que alude Maquiuvelo, en el transcurso de los cuales en-
por, en_c1ma ~e las .leyes, pero como no había en aquella ·' contró In muerte el propio Valori. Tras esto, el partido de Savo-
depubhca r:ias cammo. para oponérsele que la formación ] n.arola perdió toda influencia.
e un pa:trdo contrario al suyo, sin temor al empleo de ':, 16 Alude n la dimisión de Pietro Soderini y a la caída de la
proc.edu:11entos excepcionales comenzó el uno a buscar · república florentina en 15 L2, episodio que Maquiuvelo lamentaba< ·
partidar,1os q~e 1? de.fen~iesen, y, por otra parte, los que •:i profundamente y al que ya hu hecho referencia anteriormente (en
el capítulo IL Ver también lu nota en la que se resume el inci·
se opornan a el, sm rungun recurso legal para hacerle fren- ] dente). ('?-
:il
52 Discursos sobre la primera década de Tito Livio

es un mal ordenamiento jurídico, que no incluye la ello sentir mengua en su categoría o reputnción, sin em-
nera ele poder canalizar los humores nocivos que se bargo, Manlio Capítolino no podía soportar gue se ie atri-
ducen en los hombres sin recurrir a procedímientos excep- buyese tanto honor y tanta gloria, pues pensaba que, en
cionales; y esto se evi tarfa completamente estableciendo ¡0 que respecta a la salvación de Roma, él, que había sal-
una acusación püblica ante numerosos jueces y dándole vndo el Capitolio, merecía tanto como Camilo, y en las
gran importancia. Estos procedimientos estuviewn otras hazañas guerreras tampoco le era inferior. De modo
bien regulados en Roma que, con tanta disensión entre la que, roído por la envidia, no pudiendo descansar por la
plebe y el senado, .!:l.IJOC~ ~¡-el senado ni la plebe ni ninglín gloria del otro, y viendo que no podía introducir la dis-
ciudadano particular planeó valerse de fuerzas extranjeras, cordia entre los senadores, se volvió a la plebe, sembrando
pues teniendo el remedio en casa no era necesario bus- en elfo ideas siniestras. Decía, entre otras cosas, que el
cado fuera Y aunque los ejemplos citados son suficientes tesoro que había reunido entre todos para entregarlo n los
para probarlo, aún añadiré otro más, contado por Tito galos, y que luego no se les entregó, había sido usurpado
Livío en su historia: refiere, en efecto, que habiendo suce-. por ciudadanos particulares, y que, si se recuperase, podía
dido en Chiusi, entonces ciudad muy importante ele la emplearse en asuntos de utilidad pública, aligerando a la
Toscana, la violación de una hermana de Arunte por un plebe de los impuestos o de las deudas privadas Estas
lucumón 17 y no pudiendo Arunte vengarse por la elevada palabras tuvieron bastante eco en la plebe, de modo que
posición del violador, fue al encuentro de los galos 1 que comenzaron a extenderse rumores y a organizarse, con
reinaban entonce5 en lo que hoy es Lombardfo, y los ani- este motivo, repetidos alborotos en la ciudad, lo que dis-
mó para que tomasen las armas contra Chiusi, indicándo- gustó al senado, que juzgando peligrosa la situación, nom·
selo para, por mediación suya, vengarse de la injuria reci- bró un dictador para que tomase cartas en el asunto y
bida; y si Arunte se hubiera podido vengar según las frenase los ímpetus de Manlio 18 . De lo que resultó que
normas de su ciudad, no hubiera ido a buscar los ejércitos el dictador le hizo comparecer a juicio inmediatamente> y
bárbaros, Pero así como estas acusaciones públicas son se encontrnron en público, frente a frente, el dictador en
muy útiles en una república, son, en cambio, inútiles y medio de los nobles y Manlio rodeado por la plebe. Se le
dañinas las .calumnias, corno demostraremos en el capítulo•· preguntó a Manlio qué sabía del paradero de ese tesoro
siguiente. del que tanto hablaba, pues el senado estaba tan deseoso
de oírlo como la plebe, a lo que Mnnlio no respondía nada
concreto, sino que, con evasivas, decía que no era nece-
sario repetir lo que sabía todo el mundo, de modo que
8 Las ac11sacio11es son muy útiles a la repríblica 1 pero las el dictador le hizo encarcelar.
caltmmitJs le son perniciosas.
18 Livio cuentn el caso al principio del libro sexto Et dictador,
Aunque la virtud de Furio Camilo, gracias al cual se elegido en 386 a C., fue Aulo Cornelio Coso El personaje de
vio libre Roma de la opresión de los galos, se ganó el Camilo, que con un ejército de ancianos y adolescences, desani·
reconocimiento de todos los ciudadanos romanos, sin por mados y poco operativos, consiguió con su astucia, inteligencia y
valor derrotar a tres ejércitos fuertes y con la morul muy alta,
- resulta particulnrmentc simp;ítico En cuanto nl tesoro, al que se
17 Tito Livio lo cuenta en el libro quinto El lucumón cr¡¡ el añadió el precio de ln vcnt:i de los prisioneros enemigos, se devol-
s!lpte~o magistrado de una dudad etrusca. Livio dice que había vió y, con el sobrante, se labraron tres copns de oro que se ofre-
s1do vmlada la esposa, y no la hermana, de Arunte. ... cieron u Juno en nombre de Camilo. ¡¿:>
54
Discursos sobre fa primera décnda de Tiw Uvio
Se pone de manifiesto en este ejemplo cuán detestabl.
resulta la calumnia, tanto en las ciudades libres como e: babfa llevndo a buen término una empresa por haber sido
cualquier tipo de régimen político, y cómo, para arnjatlri corrompido, Y de aquél que por su ambición babia cau-
se deben emplear cuantos medios se tenoan a mano si sado tales o cuales perjuicios De esto nacían odíos por
excepción . No puede haber mejor métodoº parn cerrarÍe e todas partes, lo que dnba lugar a la división La división
paso gue :mplear la acusación pública, porque tanto com · engendraba focciones, Y las facciones llevaban a la ruina
las acusaciones favorecen a la república la perjudican 1 · del estado Si hubiera existido en Florencia un procedi-
calumnias, y unas y otras se diferencian en esto: que las · miento para acusar a los ciudadanos y castigar a los calum-
lumnias no tienen necesid~KI de testigos ni de otras pru¿ . niadores, se habría evitado la mavoría de los alborotos
bas, d~ modo que cualgu1ern puede ser calumniado pOr)i que han tenido lugar en ello. Porq~e aquellos ciudadanos
cualqu1era.' pero no p~1ede, en cambio, ser ucusado, porqu~ ya hubieran sido condenados,· ya absueltos, no habríai~
las acL~sac10nes ~eces1tan el apoyo de pruebas verdadetai.~ podido perjudicar a la ciudad, y habrían sido acusados con
y de circunstancias que demuestren lo fundado de Ja acüi! menos frecuencia que fueron cnlumniados, no siendo tan
sación. Los hombres son acusados ante los magistrado( fácil, como dije antes, acusar a alguien como calumniarte.
ante el pueblo, ante el consejo; son calumniados por la Y entre otros medíos de que se valen algunos ciudadanos
plazas y los soportales Se emplea más la calumnia don para engrandecerse, se encuentran las calumnias de este
s~ usa me~os la acusación o en las ciudades que no tipo, pues, dirigiéndolas contra ciudadanos poderosos que
tienen p:ev!sta en sus ordenanzas. Por eso, el que mgani se oponen a sus designios, favorecen la realización de
una repubhca ~eb.e establecer cauces legales para que 5 éstos, pues, poniéndose de la parte del pueblo y conven-
pueda acusar pubhcamente a cualquier ciudadano sin niri déndolo de la mala opinión que le merecen aquellos ciu-
gún miedo, sin ninguna consideración, y hech~ esto ' dad•mos, se lo hacen amigo. Y aunque se podrían aducir
observado escrupulosamente, debe castigar duramente muchos ejemplos, me contentaré con uno solo Estaba el
los calumniadores, los cuales no pueden quejarse si 50 ejército florentino en el campo de Luca, mandado por el
castigados, habiendo lugares abiertos donde podían hace señor Giovanni Guicdardini, a quien se le había enco-
ofr los cargos que iban difundiendo calumniosamente po mendado, .Qt~iso, su poco acierto o su mala fortuna, que
los pórticos. Y cuando este asunto no está debidament no se constgmese la conquista de aquella ciudad. Sea como
regulad.o, ~e ~iguen siempre grandes desórdenes, pues la' fuere, sin embargo, fue culpado el señor Giovanni, del
calumm~s u-ritan a los ciudadanos y no castigan, y los irri. que se afirmaba que había sido corrompido por los de
tados piensan en vengarse, odiando, y no temiendo, los 19
Luca , Y esta calumnia, favorecida por sus enemigos, casi
cargos que se les hacen. •· le llevó a In mayor desesperación. Y aunque para justi·
Esta cuestión, como di~o, estaba bien regulada por fa,Y~,
2
ficarse se pusiera en las manos del capitán del pueblo º,
ley en Roma, y ha estado siempre mal organizada en nues·P~J no se podía justificar plenamente, por no haber en esa
tra ciud~d de Florencia. Y lo mismo gue en Roma esd'.ii¡\ república un procedimiento para ello . Con lo que fue cre-
orden h1zo mucho bien, en Florencia este desorden ha;f;I ciendo el enojo entre los amigos del señor Giovanni 1 que
causado mucho mal. Y quien lea la historia de esta du~!i~; emn la mayor parte de los nobles, y entre ellos algunos
dad, verá cuántas calumnias se han levantado en todas~i~ - 19
----
las épocas a to~os los ciudadanos que han tomado parte:~j· Los hechos sucedieron en 1430 Luca recibió frecuentes y
en los asuntos Importantes del gobierno De uno decíaiiYM ~~:~~i ayudas del duque de Milán, a la sazón Filippo Maria
que había robado los dineros públicos, de otro, que ndi~W, 20 ~rn un funcionario público que tenía a su cargo juzgar lns
\~!.. ncusactones. [ C\

:J?~}~f(:···
56 1\foquinvdo. Discursos sobre la primcrn d~cachl de Tito Lívio 57

que deseaban novedades en Florencia, y la cuestión fue por deseo de poder, ofender a cualquiera que se oponga
creciendo de tal modo, por estas y otn;s rnzones pareci- n sus órdenes Esta opinión parecería verdndern si no unn-
das, que acarreó fo ruina de aquella repúblict1 '!l. Iizásemos los proP.ósitos que lo indujeron a cometer ho-
Manlio Capitolino era un calumninclor, y no un acusa- micidio.
dor, y los romanos mostraron en este caso de forma fchaM Debe tomarse como regla general que pocas veces, o
ciente cómo deben ser cnstigados los calumniadores. Pues nunca 1 sucede que una república o reino esté bien orde-
es preciso convertirlos en acusadores, y si fo acusación nada desde el principio, o reordenada de nuevo fuera de
resulta verdadera, premiarlos o, al menos, no castigarlos, los usos antiguos, si no ha siclo ot-denada por una sola
pero si resulta falsa, hay que castigarlos, como hicieron .P..i:!.~o..na. De modo que es necesario que sea uno solo
con Manlio, aquél de cuyos métodos e inteligencia dependa la orga-
nización de la ciudad. Por eso, un organizador prudente,
que vela por el bien común sin pensar en sí mismo, que
no se preocupe de sus herederos sino de la patria común,
9 Q11e es preciso que sea 11110 solo el que organice de · debe ingeniárselas para ser el único que detenta lu auto-
mtevo 11/Ul repdbtica o el que !et reforme tot(llmeute, ridad, y jamás el que entienda ele estas cosas le repro-
sin tener en wenüi los usos antiguos ~hará cualquier acción que emprenda, por extraordinaria
que sea, para organizar un reino o constituir una repú-
Alguien podrá pensar gue me he adentrado mucho en blica. Sucede que, aunque le acusan los hechos, le excusan
la historia de Roma sin hacer todavía ninguna mención los resultados, y cuando éstos sean buenos, como en el
de los organizadores ele aquella república, ni de las reglas caso de Rómulo, siempre le excusarán, porque se debe
concernientes a la religión o a la milicia . Y por eso, no reprender al que es violento para estropear, no al que lo
queriendo tener en suspenso por m~ís tiempo a los que es-para componer_ Si es prudente y virtuoso, también evi-
quieran saber algo de estos asuntos, comenzaré diciendo -tad dejar en herencia a otro la autoridad que ha canse~
que tal vez muchos consideren un mal ejemplo que el ins- guido, pues, corno los hombres son más inclinados al mal
taurador de un orden civil, como fue Rómulo, hubiese que al bien, podría su sucesor usar ambiciosamente aque-
antes matado~ a su hermano y consentido;··riú1s tarde, b llo que él ha empleado virtuosamente. Además, si uno es
muerte ele Tito Tado, sabino, elegido como compañero apto para organizar, no durará mucho la casa organizada si
suyo en el trono 22 , juzgando que los ciudadanos poddan, se la coloca sobre las espaldas de uno solo, y sí lo hará
autorizados con el ejemplo del príncipe, por ambición o si reposa sobre los hombros de muchos y son muchos los
que se preocupan de mantenerla. Porque del mismo modo
21 En el 1433, el partido aristocrático, nl mnncto de Rinaldo que no conviene que sean muchos los encargados de or-
Albizzi, dio un golpe de estado, pero no mantuvo el poder por ganizar una cosa, porque las diversas opiniones impedi-
mucho tiempo.
rían esclarecer lo que sería bueno para ella, una vez que
22 Lívio lo cuenta en el libro primero. En cuanto al fratricidio,
da dos versiones: según unn, Rómulo mató a Remo en el curso esto se ha establecido no será fácil que se aparten de ahL
de una disputa sobre la interpretación de unos augurios; según fa Y que Rómulo sea de los que merecen excusa por la
otra, le mató porque, tras haber jurado que moriría todo el que muerte de su hermano y de su compañero, y que lo hizo
saltase los muros de Roma, el hermano, por juego o por desafío, por el bien común y no por ambición, lo demuestra el
los saltó En cuanto a Tncio, murió en Lnvinia en el transcurso de
unos tumultos, pero Rómulo no vengó su muerte ni pareció sen- hecho de que en seguida estableció un senado que le acon~
tirla mucho se jase y de acuerdo con el cual tomaría las decisiones. Y si
zo
58 )\faquinvek/)J1;· . 'Discursos sobre ia primera década de:: Tito Livío
exami~amos con cuidado ia l1Llt:oridad gue Rómulo reservó./l;ti pinda para hacer resurgir Esparta, dando a Cleómenes una
parn sr, vemos que se limírnba exclusivamente n mandar{iJI
repurn7ión simili!r a Licurgo, si no hubiera siclo por la
el ejérci~o en caso de guerra y a convocar al senado Lo.!WJ:i¡·
potencia de los macedonios y b debilidad de las demás
q.~e se vio después, cuando Roma quedó libre por fa expul-J~,l~
potencias gdegas_ Pues después de esa restauración fue
s1on ~e los Tarquinas, pues los romanos no hicieron nin-:;~!f~
guna m~ovación en e~ or.d~n ant!guo, sino s?lamente que·g¡I
orneado por los macedonios, y encontrándose inferior en
rccu:sos, y, 1:º teniendo a qui~n recurrir, fue vencido, y
en lugar de un rey vitalicio pus1er~:m dos consules anUíJ,:..~Wl~
aquel propos1to su~io) aunque Justo y laudable, quedó im-
les, lo que prueba que el orden antiguo de aquella dudad/}~
era más adecuad~ ~a~a un régimen civil y libre que para·l~
perfecto.
uno absoluto y mamco_ ·ffI
Teniendo en cuenrn, pues, todas estas cosas ' concluvo.
que para organizar una república es imprescindible estar
s.e podr~ªº citar nu:nerosos ejemplos de lo dicho, como Ali s_~.!9..~D ~.l poder, y que Rómulo merece excusa, y no repro-
Jvio1,se~, Licurgo, Solon y otros fundadores de reinos y)J_J~
ches, por la muerte de Remo y de Tito Tacio.
repubhcas, los cuales pudieron, atribuyéndose tal autori~·:wj~
?ac~, redactar leyes adecuadas al bien común, pero fo de- ::¡;~
Jare de l~do como cosa ya sabida. Solamente aduciré uno,.;![~
no tan cel~bre, pero digno de _consideración por parte de rn1
10 Qué l~udables ~º'~ los fundadores de una repdblica o
los que quieran ser buenos leg1sludores; es éste: Agis, rey/itl
tm remo, y que vituperables, en cambio, los tiranos
de ~sp.arta, 9ueria encerrar de nuevo a los espartanos en:\,f~
los lumtes fi1ados por l.as leyes de Licurgo, pu~s le pareda.·.@.~.

1
Entre todos los hombres dignos de elogio, los que más
que,. por haberse desviado algo de ellas, la clUdad había'.'/';~
alabanzas merecen son los que han sido cabezas y funda-
perf1do bastante de la antigua vi.rtud y, en consecuencia, :~\U
dores de las religiones. Inmediatamente después, los que
de ... uerza y de poder; apenas habia comenzado esta labor, \ti~
han fundado repúblicas o reinos . Después de éstos, son
fue ~uerto por los éforos espartanos, como si hubiera 'f~i celebrados los que, puestos a la cabeza de los ejércitos,
quendo convertirse en tirano.. Pero sucediéndole en el ~w~
han ampliado sus dominios o los de la patria. A éstos se
tei~10 Cle,ómenes, en quien los recuerdos y los escritos de;:;·~ añaden los hombres de letras, y como éstos son de más
Ag1s !1~btan hecho nacer el mismo deseo, considerando el;:i!:i clases, se alaba a cada uno según su categoría. A cualquier
proposrto y las razones que le movían a ello, éste se dio 'Hl~,
otro hombre, y su número es infinito 1 le toca alguna parte
c~enta de qu~ 1:º podía ha~erle este ~eneficio a la patria :i,]I de loor, que se le atribuye gracias al a1·te u oficio que
si n9 .~rn el umco que tuviese autoridad, pues, dada la fft1
ejerce. Son, por el contrario, infames y detestables los
amb1c1on d~ los hombres, juzgaba que no le iba a ser posi~ ',llf hombres que destruyen las religiones, que disipan los rei-
ble hacer bien a muchos contra la voluntad de unos po- ./Ji nos y las repúblicas, enemigos de la virtud, de las letras
cos;. de mo~o que, cuando se le presentó una ocasión con- }))~
y de toda otra arte que acarree utilidad y honor para el
vem.ente, hizo matar a todos los éforos y a cualquiera que %~
género humano, como son los impíos , los violentos ) los
pudiese oponerse a sus designios, y luego restauró com- !1i~ . 1
ignorantes, os ineptos, los ociosos y los viles. Y no habrá
pletamente las leyes de Licurgo 23 • Esta decisión era apro- fil.J
nunca nadie tan loco o tan sabio, tan triste o tan bueno,
_ 23 • Agi~fue asesinado en 240 n. C. por los éforos, que eran los f)re
t~nc1ona~10s ele:tos encarga~os de con,trolar In política interior_ J~
E_n los cuatro anos de su remado trato de reformar Esoarta me- .\~~ hijo de su colegn, se casó con ln víudn de Agis Rey desde el
diante una aplicación estricta de i'as leyes de licurgo C"!eómenes, ·;;f[, año 23 7,. fue vencido quince años más tarde por Antígeno, rey de
Mncedonrn. Z!f.
:}~'~
60
, . Atf.:'
l'vrnqu1nvc-k{'c·i: Discursos sobre la primera década dt: Tito Livio 61
·:}fi
que si se le da a elegir entre las cualidades del hombre no{1~ cuántas alabanzas celebran a Bruto~ pues no pudiendo cri-
a~abe las dignas ele alabanza y reproche las reprochables/Mi:¡{ . u ague'1 por su pooer,
m:ar
1
ce1e bran a su enem1no.
'
S~n embargo, luego, casi todos, engañados por un folsc/J,i;~ Considere ahora el que ha llegado a ser prínclpe cminrn
bien y .una falsa gloria, se dejan arrastrar, volunrnriamente:f))~i tdabanza merecieron, después que Roma se convirtió en
o por 1gnoran.cia, a lo que merece más reproches que ala~yif.I; imperio, los emperadores que vivieron sujetos a las lt::yes
banzas, Y, p~d1endo fun~ar, con perp~tuo honor para ellos-/,W.~ y como buenos príncipes, y no los que hicieron lo con-
una republica o un remo, se convierten en uranos, no<:~¡ trario; y verá cómo Tito, Nerva, Trajano, Adriano, Anto-
percatándose, al tomar este partido, de cuánta oloria ho.)!i~ nino y Marco no necesitaban soldados pretorianos ni mul-
nor, segurjdad~ quie.tud ? sati~focción del alm; deja~ de)l;~ titud de legiones para su defensa personal, porque sus
lad.o, y cuanta mfamrn, v1tupeno, reprnches, peligros e in~/;~ costumbres, la benevolencia del pueblo y el amor del se-
quietud ecban sobre sí. :y~ nado los defendían. Verá también que a Cnlígula, Nerón,
Y es imposible gue los que viven privadamente en una•.:,;~ Vitelio y tantos otros emperadores asesinados no les bas-
república o los gue por fortuna o por virtud han llegado ·j:~ taron los ejércitos orientales y occidentales pura salvarse
~ ser prín~ipes, si leye~en la historia ~ hicieran acop_io de)'~ de aquellos enemigos que se habian ganado por sus cos-
la me!11?na de los a_n ttguos, no prefinesen, los part1cula- y~ tumbres y su mala vida. Y si se reflexionase profunda-
res, vi_v1r. en su patna como Escipión 'Y no como César, y.:);~ mente sobre la historia de todos éstos, sería suficiente en-
los prmctpes parecerse a Agesilao, Timoleón , Dión ) y no ....)~., sefümza para cualquier príncipe mostrarle el camino de la
a Na bis, Falaris o Dionisia 2•1: verán que éstos son vitu~·fü~ gloria o el vituperio, de la seguridad o el temor. Pues de
perados por todos, y aquéllos alabados hasta el exceso.di~ veintiséis emperadores que hay de César a Maximino, die-
Verán además que Timoleón y los otros no tuvieron en@!~) Ciséis fuernn asesinados y diez murieron de muerte natu-
su patria men?s autoridad que Dionisia o Falaris 1 y tuvie~);tJi1 ral, y si entre los asesinados se encuentra tal vez alguno
ron, en cambro, más seguridad.. .irn bueno, como Galba o Pertinax, murió por la corrupción
Y que nadie se engañe por la gloria de César al ver ;"i~j que su antecesor había dejado en los soldados, y si entre
cómo lo celebran los escritores, porque los que le' alaban >;.~ los que murieron en su cama hay alguno depravado, como
están. corrom~idos ~)Ot su fortuna y despavoridos por J~. &~ Severo, debe este fin a su grandísima fortuna y habilidad,
magmtu~ ?el impeno, que, amparándose. bajo su nombre, .;1~
dos cosas que acompafi:m a pocos hombres 25 , Verá, ade-
no permltia que los autores hablasen libremente de éL'·(~ más, leyendo la historia de todos ellos, c6mo se puede
Pero el que quiera saber lo que decían los escritores libres, J~ organizar bien un reino, pues todos los emperadores que
g~e lea lo que dijeron de Ca:ilina, y César es todavía más j;! sucedieron a su predecesor por herencia, excepto Tito,
vituperable, pues merece mas reproches el que hace un W fueron malos, y los que lo hicieron por adopción fueron
mal que el que ha querido hacerlo. Y len también con }~
25 Los emperadores son: César (asesinndo), Augusto. Tiberio
X!1 Calíguln (asesinado), Claudia {asesinado), Nerón (:tsesinaclo) Gnlb~
24 Escipión! pese a ;us triunfos m_ilitnres, entre los que destaca \<·JI (ascsí.n?do), Ot6~ (asesinado), Vitclio (asesinado), Vcspasian~, Tito,
el h.aber ven;1do u An_1bul, permaneció leal n la República, al con- \~ Dom1c1nno {nscsm:ido), Nervn, Trajano, Adrinno, Antonino Pío,
trnr1? que Ce~ª! Agesilao d~ Esparta, Timoleón de Corinto y Dión S~
Mnrco Aurelio, Commodo (asesinado), Pertina:-.: (asesinado) Ju·
de S1racusa v1~1eron en el siglo IV a. C. y fueron gobernantes mo- ·\~ liano (asesinado), Septimio Severo, Carncnllu (asesinado), Ma~rino
dcrados y bcncficos. En cambio, los otros tres fueron tiranos: Nabis ·jf (asesinado), Hcliog:íbalo (asesinado), Alejandro Severo (asesinado)
y Ivfoximino {asesinado) Ocupnn un período que va desde el úl-
de Esparta, en. los últimos añ?s del siglo m n C.¡ Fnlnris, de Agri· \t~
gen to, en el s~gl~ y1 u. C.,. siendo particulnrmcme célebre por su ' timo tercio del siglo r n C. hasta la primera mitad del siglo rn de
crueldad; y D1on1Slo, de Suacusn, en el siglo zv u. C.. ·. ! nuestra era. 'Z Z
. 1
62 Maquiuvdo.c)!i-!f{. Discursos sobri.: ln pri.rnern década de Tito Livio 63

todos buenos, como los cinco que van ele Nerva a Marco.'}RI/ mundo, debería desear ser dueño de una ciudad conom-
Aurelio: y cayendo luego el imperio en manos de los Wl. píJ.a, no parn echarla a perder completamente, como Cé-
herederos ele éste, volvió a arruinarse <~&: ·-snr, sino para reorganizarla, como Rómulo, Y en verdad
Póngase ante los ojos de un príncipe el período que va \ml' los ~ielo~ no pueden dar a los hombres mayor ocasión de
de Nerva a Marco Aurclio, confromándolo con el anterior §/i. gloria, m los hombres la pueden desear mayor Y si, al
y el posterior, y luego, que elija en cuál quisiera haber\,)J- querer ordenar debidamente una ciudad, hubiera necesi-
nacido o qué súbditos quisiera ,tener a su, ca7·go. Pues bajo'.«.f1'1-" dad de renunciar al principado, merecería alguna excusa
unos buenos gobernantes vern a un pnnc1pe seguro en:}!: el que, para no perder aquella categoría, la dejase -desor-
medí~ de. s~1s segu;os ciudadanos, y el mun~o lieno de p~z __::!_if dem1~a, pero el que puede conservar el trono y ordenarla,
y de iusucia; vera al senado ~on su auto~·1dad, al mag1s-·;:?~ no tiene .excusa alguna para no hacerlo. En suma, pode-
tracio con sus honores, a los cmdadanos ricos gozando de\ji~ mos considerar que aquellos a los que el cielo da tal oca-
sus riquezas, la nobleza y la virtud exaltadus; verá toda'.))~ sión ven abrirse ante sf dos caminos: uno que les hará
quietud y todo bien, y en cambio, desterrado todo rencor;·\i#J vi vil' segur~s y,. tras la rn~erte, volverse gloriosos, y otro
toda licencia, corrupción y ambición. Verá los tiempos>:;;~ que les hara v1v1r en continuas angustias y los dejará, des-
dorados en que cada cual podía sustentar y defender laj'.~~j pués de la muerte, en sempiterna infamia.
opinión que quisiera Verá, en fin, el mundo triunfante: "fifi
lleno de reverenda y de gloría el príncipe, de amor y ·;~:l~
scgu:·idad el pueblo. Que analice después minudosamenté!rni
los uempos de los otr~s emperadores, los ~n~ontral.'á atro- ::Mil 11. De la religión ele los romanos
ces por las guerras, discordes por las sed1c1ones, crueles '!j\~'
en la guerra y en la paz: tantos príncipes muertos por hii!ii Au~que Roma fue fundada por Rómulo, y se reconoce
espada, tanta guerra, civil o internacional, Italia afligida-_!;f§ por h11a suya en el nacimiento y la educación, sin embar-
y llena de infortunios nunca vistos, arruinadas y saquea- <t:~ go, juzgando los cielos que los ordenamientos de Rómulo
das sus ciudades. Verá a Roma incendiada, el CapitoHo·:·gB no bastaban para tanto imperio, inspiraron al senado ro-
destruido por sus ciudadanos, los antiguos templos aban.:füt~ mano para que eligiese a Numa Pampilio como sucesor
donados, las ceremonias corrompidas, la ciudad llena de,:;m~ de Rómulo, de modo que las cosas que éste dejó de lado
adulterios; verá el mar repleto de exilados, las rocas em~:,:HfifJ. fueron re1g~ladas por ~urna. El cu.al, encontrando un pue-
papadas de sangre. Verá suceder en Roma innumerablesHfü~ blo feroclSlmo, y queriendo reducirlo a la obediencia civil
crueldades, y la n~bleza, las. riquezas, los antiguos honores·.;.·.J":I~·.' con artes pacíficas, recurrió a la religión como elemento
y, sobre todo, la virtud considerada como un grave pecado.;\;,:: imprescindible para mantener la vida civil, y la constituyó
Verá premiar a los calumniadores, corromper a los sier- :;~H de modo que, por muchos siglos, en ninguna parte había
vos en contra de su señor, a los libertos contra su patrón,%\~ tanto temor de Dios como en aquella república 1 lo que
y a los que carecen de enemigos ultrajados por sus amigos. ji~ facilitó cualquier empresa que el senado o los grandes
Y c?,nocerá entonces ::Je forma concluyente cuánto le deben::@e hombres de Roma planearon llevar a cabo. Y examinando
a Cesar, Roma, Italia y el mundo entero ;';'g1 infinitas acciones, del pueblo romano en su conjunto o de
Y, sin duda, si ha nacido de hombre, se apartará de)f~ much?s de los romanos individualmente, se ve cómo aque-
toda imitación de los tiempos desdichados y sentirá que :!ii~! ll_os cmdada~os ten;ían m~s romper un juramento que la
se enciende en él un in.mensa d~se.o de copiar a los b~enos._;g¡¡ ley, como quien estima mas el poder de Dios que el de los
Y verdaderamente, s1 un pnnc1pe busca la gloria del·¡'!i: hombres, como se pone de manifiesto por los ejemplos de
_;~~: 23
->J;:•·
64 Mnquinvdo iT ··Discursos sobre ia primt::rn d~c:1dn de Tim Livio 65

Escipión y de _Mnnlío ,T~r~L~:t~o: porque después d~ la. '-1 ducir las armas, pero donde existen las armas y no ia rdi-
derrota que Ambul habrn mtlrg1do a los romanos en Can-..:.:t 'nión, con dificultad se puede introducir ésta. Y vemos oue
nas, muchos. c;iudadanos se_ había~ reunido y: clesesperando'};;lf'; ~ Rómulo, para organizar el senado e instituir otros ór~le­
de 1.a salvac10? de la pa.t~1~~, habrnn c?nven1d? abandon~r-~_•_':~'.~__,_'; nes civiles o militares, no le hizo folrn recurrir a la muo-
Italrn y refugiarse en Stcilrn, y enterandose cte esto Esc1~=<:'l rielad de Dios, de la que 1 en cambio, necesitó Numa, que
pión, les fue a buscar y con la espada desnuda en la mano;;iff2~' simulaba tener familiaridad con una ninfo que le aconse-
les obligó a jurar que no abandonarían la patria lucio:'(il jüba todo lo que luego aconsejaba él al pueblo, y todo
Manlio, padre de Tito Manlio, que luego fue Hamado Tor~Yá1: esto lo hacía porque quería crear instituciones nuevas y
cuato, había sido acusado por Marco P?mpon.io.' .tri~u.no/·"({: desusadas en aquella ciudad y remfa que su autoridad sola
de la plebe, y antes de que llegase el dia del 1mc10 1 Tito/;\ no bastase 27
fue a buscar a Marco, y amenazándole con matarle si no<i~· ·• Y verdaderamente, nunca hubo un legis.lador que diese
juraba retirar la acusación contra su padre, le obligó a:_/( leyes extraordinarias a un pueblo y no recurriese a Dios,
prestar juramento, y él, por respeto a lo que había jurado;/)) porque qe otro modo no serían aceptadas; porque son
retiró la acusación 25 Y así, aquellos ciudadanos, a los){;; muchas las cosas buenas que, conocidas por un hombre
que el amor de la patria y sus leyes no retenían en Italia;)); prudente, no tienen ventajas tan evidentes como pata con-
fueron retenidos por un juramento que se les obligó a-Un vencer a los demás por sí mismas. Por eso los hombres
prestar, y aquel tribuno olvidó el odio que le inspiraba:./: sabios, queriendo soslayar esta difi.cult.1d, recurren a Dios
el padre, la injuria que le había hecho el hijo, y su propio·.:·E; ¡\sí lo hizo licurgo, así Solón, así muchos otros que han
honor, para obedecer al juramento prestado: lo que noXr tenido el mismo propósito que ellos. Maravillándose, pues,
tenía otra causa que la religión que Numa había introdu:'(ff'J el pueblo romano de la bondad y prudencia de Numa,
ciclo en la dudad. Ar cedía ante todas sus argumentaciones . Bien es verdad que
Y puede verse, analizando atentamente la historia ro~\i/ aquellos tiempos, llenos de religión, y aquellos hombres
mana, qué útil resultó la religión para mandar los ejérc,is:;i¡i, ,. con los que trataba, rústicos y groseros, le facilitaron mu-
tas, para confortar a la plebe, mantener en su estado a'.{ • cho la consecución de sus proyectos, pudiendo imprimir
los hombres buenos y avergonzar a los malos. Hasta eh\;\ en ellos las nuevas formas. Y, sin duda, quien desee en
punto de que si se disputase acerca de a qué príndpe;f!(! nuestros tiempos constituir una república, lo hará más
debía sentirse Roma más agradecida, Rómulo o Numa;~;:fa . fácilmente con esos montañeses que no tienen experiencia
creo de buen grado que Numa obtendría el primer puesto1}li'. de vida civil que con los habituados a vivir en ciudades,
porque donde hay religión, fácilmente se pueden íntro~Sm: donde la vida civil está corrompida, y un escultor sacará
· "??' más fácilmente una bella estatua de un mármol no tra-
26 Livio cuenta estos episodios en el libro XXII y en el VII/%: bajado que de uno mal esbozado por otro.
respectivnmente. El motivo de la acusación concrn Mnnlio era su'.6 Teniendo en cuenta todo esto, concluyo que la religión
severidad Y arrogancia, que le habían llevado ª castigar duramente-.\ introducida por Numa se cuenta entre las prim.eras cau-
a su hijo, desterrándole y llenándolo de oprobio sin que el mu<D
chacho hubiera cometido otro delito que ser torpe y poco do<?
cuente. El comportamiento implncable y poco paternal de :Lvfonlio.}\ 27 Lo cuenta Livio en el libro I, donde dice que Numn, que-
indignó a todos los romanos, menos a la presunta víctíma, pues:'.,:i ': riendo dulcificar las costumbres y disipar la ignorancia de los
fue este hijo maltratado el que tomó la defensa de su padre ~?r:\, · romanos, pensó en darles una religión, pero que le pnreda difícil
medios, como vemos, bastante poco ortodoxos Pero, pese a lo dlF:/: ~ conseguirlo sin recurrir a lo sobrennmral, por lo que «fingió tener
cutible de su acción, Roma quedó conmovida ante este rasgo de%= \ entrevisrns con la diosa Egeria», a In que ntribuín la iniciativa de
amor filial. ' todas sus innovaciones. ··· · ··· 2l¡
66 lvfaquiaveiJ~~\ /. Discursos sobre la primera década de Tito Livio
::~F~rf~;(·:
sas de la felicidad de aquella ciudad, porque ella prndül/''''.. ro juzgar si era verdad o no, porque de un ~10mbre de
jo buenas costumbres~ las buenas costumbres engendrare: su ralb se debe hablar con respeto, pero puedo asegurar
buena fortuna, y de la buena fortuna nació el feliz éxit ~ue fueron infinitos los que l.o crcyer~n, sin haber vis.to
de sus empresas Y del mísmo modo que b observanci nada extraordinario que pud1ern conhrmar su Ct'ecncia
del culto divino es causa de la grandeza de las república Porque su vida, su doctrina y el tema de s.us sermones
así el desprecio es causa de su ruina Porque, donde fal. bastaban para que se le prestase fe Que nache desespere,
el temor de Dios, es preciso que el reino se arruine o gu . pues, de conseguir lo que ha .~ido consegui~!o por otr:)s,
sea sostenido por el temor a un príncipe que supla la folt! ,,,, . porque los bomb:es, como d!Je .en el prologo, nacen,
de religión Y como los príncipes son de corta vida, el$.iH: viven y mueren siempre de 1a misma manera
reino acabará en seguida e1: cuanto le falte su foerz~ .. DG)\.~:\Í
lo que se deduce que los remos que dependen ~e la vn tt1sfo;\~\:
de uno solo son poco durucleros, porque la virtud acab<ti!~il
cuando acaba su vida, y rnras. veces acaece q:1e se renuev~:::;tol 12. Lo importtmte que es te11er en cuenta la reli_gió11, y
en su sucesor, como dice sabrnmeme Dante. :,i~!\:t1 cómo Italit1, por haber deswiclado esto por culpa
·.=y~ ele la Iglesia ro1J1a1w 1 está (JJ'ruÍllacltt.
f~ª/~;,~¡~;,~,~sp~'.~b~:t::1:eyr;~~;ad;;~;as · j[J/Í Los príncipes o los estados que quieran mantenerse in-
quiw la da parn que se confíese por suya
1
28
\!t'j corrnptos deben sobre todo mantener incorruptas las cel·e-
xd. monias de su religión, y tener a ésta siempre en gran
No es, pues, la salvación de un reino o de una repúblic~ljJI': veneración, pues no hay mayor indicio de la ruina de una
t~ner t:n príncipe que gobi~me prudentemente mientra~·~i:.;' provincia que ver que en ella se desprecia el culto divino.
viva, smo uno que lo organ1ce todo de manera que, aun/;§¡··• Esto es fúdl de entender si nos fijamos en las bases sobre
después de muerto, se mantenga. Y aunque sea más fác~'.)i~iJ' las que se asienta la religión en que ha sido criado el hom-
persuadir de una opinión o un orden nuevo a los hom~+fr~ l)re,-porque todas las religiones tienen su fundamento en
bres rüstícos, no es, sin embargo, imposible convence(;!}~~ alcrún aspecto principal. La vida ele la religión gentil se
también a los hombres civilizados v que se supone qmfti~, as~ntabn en las respuestas de los oráculos y en los cole-
no son toscos Al pueblo de Flore~cia nadie le I1amaría?[~1/. oios de adivinos y arúspices: todas las otras ceremonias,
ignorante ni rudo, y sin embargo fray G!rolamo Savo~a~%~H· ~acriíidos y ritos dependían de esto, pues ellos creían
rola 29 lo persundió de que hablaba con Dios_ Yo no qme~;c:\\)f: instintivamente que un dios que pudiera predecir el bien

Maquiaveloi_~·fi
lll En La divil1t1 comedia, Purgatorio, VII, 121-123_
cita de memoria, cor: ligeras varia~tes sobre ~l .texto de _Dante ·I~;f
y el mal futuros los podría, del mismo modo, conceder
Aquí tenían su origen los temp~os, los sacrificios, las ~ú­
'19 Savonarola (l•b2·1498), el celebre dommico enemigo de los:>;fi
plicas y cualquier otrn ceremonrn parn venerar a lo~ ~10-
Medid y del Papa Borgia, :ítbítro de ia república ílorcntin?, que-s;:;~ ses, y por eso el onkulo de Delos, el templo de Jupiter
mado vivo con honores de mártir, en la Plaza de fa Scñorrn, tras·,\i:ir Amón v otros célebres oráculos llenaban el mundo de
la derroca 'de sus partidarios, debió tener una personalidad :m~:%!~?.' admirnéión y devoción. Como éstos comenzaron luego a
lladorn, donde se mezclaban fo. seducción y el terror, pues, aclernnS\)!i·
de su influjo sobre las masas, impresionó vivam~ntc a mucha~ de)}~ hablar a gusto de los poderosos, y su falsedad fue clescu-
lns cabezas mt1s lúcidas de su brillante tiempo Filósofos y artistas.;:ur
c~lebres sínt_icron su ínflucn;ia, que cambió de algú~n mo,do sus3~~i'. grnn hombre, pero nunca fue su partidario ni comulgó con sus
v1d,1s_ Maqmavelo habla de el con respeto y reconoce en el a unfüt.~: · ideas. 25
:.:'. ~=:·: ..
68 Maguiavdo s~~i:¡;f Discursos sobre ht primera década dt: Tito Livío 69

bierta por el pueblo, los hombres se volvieron incrédulos.:)((!¡ Y quien considere sus fundamentos y vea qué distintos
y apropiados para destruir cualquier orden bueno. Los<i;:J de dios son los usos presemes, juzgará sin eluda que ;;e
que estén a la cabeza de una repúblicn o un reino deben, ·/H acercan la ruina o d castigo divino.
pue:, :n~rntener las bases ,de st.i ;·eligíón, y becho esto, les :sn Y como muchos opinan que el bienestar de las ciuda-
sera focd mantener al pms relig10so, y por rnnro bueno Y.>?~ des italianas nace de la Iglesia Romana, qlliero contrade-
unido. Y deben favorecer v acrecentar todas las cosas.)<~ cirles con algunas. :a~o.nes. sobre todo ~on dos muy po-
que sean beneficiosas pura eÜa, aunque las juzguen falsas/-.·/.J derosas que, a rn1 ¡mc10, no se contrad1cen entre sí La
y precisamente pondrán más cuidado en hacerlo cunnto.:'.Hii primera es que pot los malos ejemplos de aquella corte
más prudent,es y vers?dos en las ciencias de la n.aturaleza:_i? ha perdido Italia toda devoción v toda relin[ón lo que
sean Pues este ha sido el proceder de los sabios, y de.:.·, tiene infinitos inconvenientes y p1:ovoca muchos desórde-
aquí nació fo autoridad ele los milagros que se celebran :-'~)f nes; porque así como donde hay religión se presupone
en las religiones, aunque sean falsost pues los prudentes .. H todo bien, donde ella falta sucede lo contrario Los italia-
los magnifican, vengan de donde vengan, y con su autO·· ::DI nos tenemos, pues, con la Iglesia y con lós curas esta pri-
rielad Jos hacen dignos de crédito para cualquiera De es- :_·~( mera deuda: habemos vuelto irreligiosos y malvados; pero
tos milagros hubo bastantes en Roma, entre los cuales se :·'. tenemos todavia una mayor, que es la segunda _causa de
cue?ta, por ejemplo, que saqueando los soldados romanos :{.~ AlJC:!~ga ruina: que In Iglesia ha tenido siempt:e dividido
la cmdad de Veyas 30 , algunos ele ellos entrnron en el tem· <l nuestro país . Y realmente un país no puede estar unido
plo de Juno, y acercándose a su imagen, y diciéndole: <if
y feliz si no se somete todo él n la obediencia de una
«¿Quieres venir a Roma?», algunos vieron que asentfa~;~fü'i república o un príncipe, como ha sucedido en f'rancia y
con la cabeza, y otros que decía que sí. Porque estando_:}}¡: en España . Y la <::e.U~"~' de que Italia no haya llegado a la
aquellos hombres llenos de religión (lo que demuestra:}]¡¡ ·:misma situación) y de que no haya en ella una república
Tito Livio, porque al entrar en el templo lo hicieron sin;)jj' o príncipe que la gobierne, es solamente la_ Iglesia . Pues
tumulto, devotos y llenos de ~everencia) les parecía o~r::'i·/ij residiendo aquí y teniendo dominio temporal, ~no ha sido
a9uella respu~sta que presupoman para su pre~unta, opt~ \,)~ tan fuerte ni de tanta virtud como para hacerse con el
ni6n y crectuhdad que fue enteramente favorecida y acre-:::"/ ·dominio absoluto de Italia y convertirse en su príncipe,
centada por Camilo y por los otros hombres importantes,fü\; p~ro tampoco ha sido tan débil que no haya podido 1 por
de la ciudad. Y si los príncipes de las repúblicas cristiana~:/\~'• miedo a perder su poder temporal, llamar a un poderoso
hubiesen mantenido esta religión tal como fue constituida::G( ··que la defienda contra cualquiera que en Italia se vuelva
por su fundador, estarían los estados y repúblicas cris~~:\)j~ demasiado potente, como se vio antiguamente en bastan-
tianas más unidos y felices que lo están. Y no puede haber//;: tes casos, como cuando por mediación de Carlomagno, ex-
m,ayor prueba de la deca~enci~ de ;s.ta religiór: qu7 ver¡;;c)¡ pulsó a los longobardos que casi se habían convertido en
como los pueblos que estan mas prox1mos a la 1gl.e~1a de:.%1 reyes de toda Italia 31 • Y en nuestros tiempos, destruyó 1á
Roma, cabeza de nuestra fe) son los menos rehg1osos .. :4 potencia de los venecianos con ayuda de Francia, y luego
e,¡ fil
expulsó a los .franceses con ayuda de los suizos 31 No
Jo Lo cuenta livio en el libro V. Los hechos sucedieron en),~~
395 a C Por lo visto, el dictador, F_urio Camilo, había ofre~ido;J\\~ 31 El nño 774, los longobnrdos dominabnn ln mayor pnrte del
n Juno, patrona de Veyns, un magnifico templo en Roma s1 le:;gt norte de Itnlia cuando los papas solicitaron la ayuda de los fran-
permití~ .coronar con éxito. el. ns:di?, de rn?do .que In pregi:~rn;;(;;~ cos, al ver amenazadas las posesiones de la Iglesia
no la h1c1eron saqu~ndores mdtscnmmados, smo ¡6venes escog1aos:p¡;~ 32 Se refiere, en particular, n !ns nctividades del Pnpa Julio II,
y respetuosos, vesudos de blanco. ·? ~i que fue el promotor de In liga de Cambray, que aplastó u los
26
.. ·_-:..
70 i\Iaquiavdoi:J,·;:'f ···Discursos sobre la prirrn:ra dt:icadn de Tito Livio i'l

hnbiendo sido, pues, ln Iglesia tan poderosa como pa1·a;:;f'~J' otro remedio para aplacar a las divinidades que reducir
ocupar Italia, y no habiendo permitido que otro ia ocup~rFT. la elección de los tribunos a la clase patricia, por lo que
ha sido causa de que ésta no haya podido reunirse bajoTfü\f los plebeyos, profundamente turbados por escrúpulos re-
un, ú~1ico jefe~ sino que estd repartida e?tre ~1,umerosó~. ·,·:.,:·(.,~.f
li<•iosos,
º . eligieron
~
nuevos tribunos, todos nobles 33 Vere-
pn11c1pes y senores, de lo que nace tanta ctesurnon y cleb1<:!)f mos nhora 1 en el asedio de la ciudad de Veyas, cómo los
lidad, que la han conducido a ser una presa no sólo pura'~iF!! capitanes de los ejércitos se servínn de la religión para
los pod.eros.o.s bárbar~s, ~ino para cua~quiern que la asalt~·;·:··•.i:.·:lJ
tenerlos dispuestos para sus empi·esas: habiendo crecido
Y eso nosotros, los italianos, se lo c1ebemos n la Igles¡¡f'\'j aquel año el lago Albano de forma admirable, y estando
tan sóló.: Y Cjúie[1 quiera por experiencia propht ver mfri{¡\·f los soldados romanos cansados por el largo asedio, que-
clara la verdad, que s~a. rnn p~deroso que pueda mandnrV!ir riendo volverse a Roma, los romanos inventaron que Apo-
a la corte romana a vrvrr a Suiza, con tocio el poder que·::~ lo y otros odculos habían dicho que se tomaría fo ciudad
tiene en I nrlia, y aunque los suizos son un pueblo que~f'.J el año que se desbordase el lago Albano, lo que hizo que
vive,. ~01: lo que, respecta a la religión y a la. organizadón_\:.1"!_•
los soldados soportasen el aburrimiento del sitio, sosteni-
del e¡erc1to 1 segun las costumbres de los anuguos, clentro·.J dos por esa esperanza de que conquistarían el lugar, y
de muy poco tiempo habría más desórdenes en aquelhú%1": esrnban contentos de seguir en la empresa, de modo que
provincia, gracias a l~1s malas costuml~res ~e aquella corte1 ,.f
Camilo, hecho dictador, conquistó la ciudad, que llevaba
que los que han tenido en toda su h1stona. ·+.'
diez años asesiada. Y así, la religión bien empleada sirvió
:\'f para la conquista de la ciudad y para la restitución del
tribunado a la nobleza, cosas que sin emplear este medio
difícilmente hubieran llegado a buen término 34 •
13- Cómo los romanos se sirvieron de fo religión para).( No quiero dejar de añadir otro ejemplo. Habían sur-
»l'organi::=ar lc1 ciudad, llevar a buen término su.s:;W · gido varios disturbios por causa del tribuno Terentilo,
empresas y atajc1r los tumultos ·/:)i que quería proponer una ley por las razones que luego se
ejempl~ji:\f:.J
dirán, y entre los primeros recursos que usó la nobleza
No me parece fuera de propósito aducir algún para poner remedio a la situación estuvo la religión, de
en que se ponga de manifiesto cómo los romanos se sir+m? In que se sirvieron de dos maneras En primer lugar, hicie-
vieron de la religión para reorganizar la ciudad y para{6 ron consultar los libros sibilinos, que respondieron que
llevar a buen término sus empresas, y aunque no apare~'rfü la ciudud corría peligro aquel afio de perder la libertad
cen muchos en Tito Livio, me contentaré con ellos. Ha~Si a causa de la sedición civil, y esto, aunque fue denunciado
hiendo creado. el pueblo romano los tribunos de potest~~.··._%.f_ por los tribunos, no por eso dejó de inspirar temor en
consular, y siendo plebeyos todos menos uno, suced10::;if el pecho de la plebe, enfriando su entusiasmo En segundo
que aquel año hubo peste y hambre, y se pudieron veri.A;:i lugar, habiendo un tal Apio Erclonio, con una multitud
además, algunos prodigios, de modo que los nobles apro·%~ de bandidos y esclavos, en número de cuatro mil hom-
vecharon esta ocasión contra la elección de los tribunos;/~!
diciendo que los dioses estaban airados porque Romifrnl, 33 Los hechos sucedieron en 409 a. C, y los cuenta Livio en
había usado mal la majestad de su imperio, y que no habfa.:f.i':if el libro V Los tribunos de potestad consular eran tribunos mili·
··.;:::~: tnres con plenos poderes, equiparables en estos asuntos a los cón-

santn,·!.')~:
sules, y hnbían siclo instituido~ dncucnt¡1 años antes
venecianos en el 1509, e inspiró, a continuación, b. Liga 3·1 El episodio lo cuenta lkío a continuación del anterior, en
contra Francia, a la que obligó a abandonar Italia en el 1512 @l: el libro V
~:i_i,I~:
·:§iil'
. ··.~--

72 Maquíavclo!};Ii'~¡ Discursos sobre Ít> primera década ele Tito livio ,_,
''

bres, ocupado de noche el Capitolio, de modo que era/!Mf: discutiese la ley terentila, y comprometiéndose los cónsu-
creíble que si los ecJu?s y volscos, enemigos perp~tuos ,cl.eqi@'{ les. por su parte~ a no mandar durante un afio a la plebe
nombre romano, v1111es~n a Roma, la ex¡?ugnarian fac1k}i,~f: a In guerra en el extranjero. Y así la religión permitió
meme, y no cesando, sm. embargo, los mbunos, de pto-(/1·· que el senado venciera dificultades que, de otro modo, le
poner pertinazmente ~n ley terentilu, aduciendo q~~ aqueF;~)f hubieran resultado insuperables.
insulto a Roma era s1mulado y no verdadero, salio fuera·D;
del senado Publio Ruberio, ciudadano grave y autorizado,:.li'~f
que con palabras medio amorosas medio amenazadorns3;'!ll
mostrnndo los peligros de la ciudad y lo intempestivo de}@¡ 14. Los romanos interpretc1bm1 los auspicios segtfo la
las demandas, cons_iguió que la plebe jurase no contrav~nfr:?.:'~\~ necesidad, )1 mostraban observar ltz religión por pm-
la voluntad del consul, de modo que la plebe, obed1en••u:J dencitt cuando 110 la observaban por obligación, )' si
te, recuperó por In fuerza el Capitolio 35 • Pero habiendotM':J alguno la despreciaba, era castigado.
muerto en el asalto, el cón~u1 Pu~lio. Valerio, inmediata~ •'. ff;1•
mente fue hecho consul Tito Qumc10, el cual, para no:).· No sólo los augurios, como dijimos arriba, eran el fun-
dejar reposar a la plebe ni darle espacio para pensar en/N¡. damento de la antigua religión de los gentiles, sino que
la ley T~rentila, la envió fuer~ d~ Roma, contra los vols":··!i~ además eran causa del bienestar de la república romana
cos, d1c1endo gue como habia Jurado no abandonar al\;~ Por eso los romanos les prestaban más atención que a
c~nsul esta?~~ obligada a segu~rlei a lo gue se ~ponían los@t~ cualquier otra ceremonia religiosa, y usaban de ellos en
tnb~nos, d1c1endo que ª'!uel Juramento se .!1abia. i:resrndo··.·.··.;;.¡:.:;\¡·..•· los comicios consulares, al iniciar una empresa, al mandar
al consul muerto, y no a eL Sm embargo, 1 tto L1v10 cuen~§.;t fuera los ejércitos, al comenzar una batalla, y en todo
ta que la plebe, por temor religioso, prefirió obedecer aL}f].: acto importante, civil o militar, y nunca hubieran podido
cónsul gue seguir a los tribunos, añadiendo estas palabras{![' emprender una expedición sin antes persuadir a los sol-
en favor de la antigua. reli~ión: «Nondum haec, q~ae nun~,•rni dados de que los auspicios les prometían la victoria Entre
tenet saeculum, negltgent1a deum venernt, nec mterpre~>i~ otros adivinos, había en los ejércitos una clase de augu-
tanda sibi quissiue iusiuran.dum et leges aptas fociebat» 36 ;;~¡:j r~~ llamados pullarii 37 , y cada vez que se disponían .a
Y por eso, temiendo los tnbunos perder entonces toda suy.;;l entablar combate contra el enemigo, querían que los pulla-
dignidad, se pusieron de acuerdo con el c6nsul para prestJIC ríi hiciesen sus auspicios, y si los pollos picoteaban, com-
tarle obediencia, concediendo que durante un año no se:·~t\ :• batían con buenos augurios, y si no, se abstenían de la
····:.:.:· refriega. No obstante, cuando la razón les mostraba que
35 Los hechos son narrados por Uvio en su libro III. Terentilci{;[ debía hacerse una cosa, aunque los auspicios fueran ad-
qucriu disminuir Ju autoridad de los cónsules, cuyas acciones cle~X¡( versos, la hadan; pero dándole la vuelta con tantos tér-
seaba ver controladas por un grupo de cinco ciudadanos Los libro(iiJ minos y modos, que no pareciese que se hacía despre-
sibilinos contenían lus profecías de las sibilas Databan de ln épacri//, ! ciando la religión.
de Tarquina Prisco y se conservaban en el templo de Júpitetyf¡
Capitalino. No sabemos nada de Publio Ruberio, pues, según Livio¡<(~ Este fue el modo de proceder del cónsul Papirio, en
el encargado de convencer al pueblo fue el propio cónsul, Publkf:~¡:···. una importantísima batalla gue tuvo contra los samni-
tas 38 , pues pareciéndole que alcanzaría en la refriega una
V~l~r~'.No había lleg11do entonces bnegligencia hncfa los dioses qu~tU
existe en el prese.me siglo, ni andnbti cada c;u~l in~erpretnndo e~. X'll';, 37 Adivinaban por la forma en que comían los pollos sagrados.
su provecho los 1urnmentos y las leyes » L1v10, hbro III, cap1~.~jt ¡: :is El caso lo refiere Livio en el libro X Los hechos sucedieron
~ow. Jl en los últimos años del siglo m a. C., y aquella importantístma
::·:· :~
46'
··.:·~ ...~

74 Mnqui:wc:IJ;f~!.~:r ·Discursos sobre In primera dt:cada de Tito Livio 75

victoria segura, y queriendo por eso enrabiar combatc¡l\irn~( cido y el otro resultó vencedor, sino porgue el uno obró
mandó a los pullarii que hiciesen sus auspicios, pero los·;m;~l;. contra los auspicios de forma prudente, y el otro teme-
pollus no comieron, y viendo el jdc de los pullurii hrtMF rnriamente Pues este método ac!ivinmorio no tenía otro
bue1:a di.sposición .d~l ejé1·cito para combatir, y la fe enf,;'füJ! fin que hacer que los soldados confiasen en la victoria, y
la v1ctona del cap1rnn y de todos los soldados, para no~j\~:} de esta confianza casi siempre nace la victoria. Este recur-
quitar al ejército fo ocasión de una obra gloriosa, le dijo\%f -só no fue usado rnn sólo por los romanos, sino también
al cónsul que los .auspicios habían sido favorables Así que;J~ifüf pcfr otros pueblos extranjeros, de lo que clnré un ejemplo
Papi.t:io puso en orden sus escuadras; pero varios pull~riq~;i,~
39
en el siguiente capítulo •
le d11eron a algunos soldados que los pollos no habrnn:~<J
comi~lo, y ellos se !o, dijeron •: Espurio _Papiri~, sobrindj;;l
del Sº~sul, Y. comumcandoselo este a su uo, el consul con·;;r~ 15 Los sam11itc1s recurrieron (l la religión como exttemo
testo rnmedrntamente que se preocupasen ellos de hacer+'\~ remedio de rns aflicciones.
bien su oficio, que en cuanto a él y al ejército los auspi~.;HtJ
cios habían sido buenos, y si el adivino había dicho una.i:)~ Los samnitas, habiendo sufrido varias denotas ante los
mentira, la volverían en perjuicio suyo; y para que el resul~',iff~~ romanos, después de haber sido destruidos en Toscana,
tado correspondiese con el pronóstico, mandó a los legado~W'.'.! muertos sus ejércitos y sus capitanes, y vencidos también
que pusieran a los pullarii en primera linea de combate_;Dfü(. sus compañeros, los etruscos, galos y umbros, <mee suis
En consecuencia, yendo contrn el enemigo, y habiendo}\%~ nec externis viribus iam stare poterant, tamen bello non
sacado un dardo uno de los soldados romanos, mató acd~.\U!\ abstinebanti adeo ne infelidter quidem defensae liberta-
dentalmente al jefe de los pullarii, y oyendo esto, dijo eli,$C, tis taedebat, et vinci quam non tentare victoriam rnale-
cónsul que todo estaba sucediendo bien y con el benei;fü~:l: bant» 40 .. Por lo que decidieron probar por última vez, y,
plácito de los ~ioses, porgue el ejército, gradas a In muerte!w:O'. sabiendo que si querían vencer era necesario insuflar obs-
de aq.uel mentiros.o, se ha~ía purgado ~e t~da ~ulpa. y d~i#~ tinación en el ánimo de los soldados, y para lograrlo no
toda 1rn que los dioses tuvieran conu:a el Y as1, sa~1e~d().:i(;j~ existía mejor medio que la religión, pensaron repetir un
acon~ocbr p:·udentemente l?s augun~s, a. SUS d.estgnIOS\i@,f' antiguo sacrificio suyo, por mediación de su sacerdote,
tomo el partido de luchar 1 sm que el e¡erc1to pudiera penjfi!ti Ovio Pado 41 , Ordenaron la ceremonia de este modo:
sar en. a~s~~uto que el cónsul había descuidado las regfafqm:.'Í'·
J9 Ln narración de livio no ha llegado a nuestros díns, pues
de la relig1on_ . . . .. . \i\¡jJ debía figurar en los libros perdidos de sus obras . .r.. faquiavelo hn
1

Lo contrario hizo Apio Pulcro en S1c1ha, en la prtmerau}1• debido leerlo en Cicerón, que lo menciona en su De natrmi de-
gue.rr~ púnica, ,pues queriendo .b~tirse con el ejé.1:cito car-!~füi ortmJ_ Los hechos sucedieron en 249 a. C.
tagmes, mando hacer los ausp1c1os a los pullarn, y con~:<·. 40 .:1No podían ya resistir, ni con sus propias fue1-,ms ni con las
d~dole é?tos .que los pollos no hu~fan con:ido, dijo: «Pues·~~}·f se cansaban pero
extranjeras, sin embargo no ponían fin a la guerra, pues no
de defender la libertad, aunque sin fortuna, y prefe-
veamos s1 qmeren beber», y los hizo arrop1r al mar. Y co~i~füJ. rían ser vencidos nntes que no intentar lo. víctorin » En el libro X
menzando la batalla, .fue derrotado, i:c:r lo c~al ~ue con-f/')i!w de Tito Livio, cnpítulo 31
denado en Roma, mientras que Papmo babia sido col~y/f.( 41 Los samnitas y los otros aliados, etruscos, galos y umbros,
mado de honores: y esto no tanto pmque uno fue ven:.:e$i!Í{ fueron aplastados en la bataU:1 de Sentina, d año 295 a C En
cuanto al sacrificio, Ovio Pacio, sacerdote muy anciano, según

~quilonia, ven~~1·j1
Livio, dijo haber encontrado el ritual en un antiguo lienzo, asegu·
b.atulla ern la de en la que, en efecto, los romanos randa que, mediante estas ceremonias, los antepasados habían arre·
>.:// : ... hatada Capun a los etruscos 2 C.(
cteron a los samnrtas.
· ·=· ~;'.~f~.: ~r .
76 ivlaquiavd~i;/fff;: Discursos sobre la primera década de Tito Livío 77

y
hecho el sacrificio solemne, habiendo hecho jurar, enrre/=lmíi esperanza de recuperar el antiguo valor. Lo que testifica
las víctimas muert;1s y los altares ener.::ndiclos, n todos los:.f!mf: plenamente cuánta confianza se logra mediante la religión
capitanes que no abandonarían fo luchn, ~uernn Ilamando_.;N~f bien empleada. Y aunque esta anécdota puede parecer más
a todos los soldados uno a uno v en mecho de los altares ·:·/J adecuada para el libro en que tratemos de las cosas extran-
rodeados por sus jefes, con la ~spada desnuda en la mano:\@J jeras, sin embargo, viniendo a cuento de una de las insti-
primero les hacían jurnr que no dirían a nadie lo que vie~.)):~i! tuciones más importantes de Roma, me ha parecido bien
s~n u oyesen allí, y luego,, con maldiciones te.rribles y.i,iff~ contarla aquí, para no dividir esta materia y no volver a
formulas espantosas, les hacrnn prometer a los dioses que\/{! tratarla más.
estarían prestos a a.c~dir. do~de los comandantes les man- ·'\.]
ciasen, que no rehuman ¡amas el combate, y que matarían/iJ
a cualquiera que viesen huyendo, y que si este jurament? s_·;:j
no era respetado, que cayese sobre las cabezas de su fam1• ';;:¡ 16. Un pueblo acostumbrado a vivir btzjo tm príncipe,
lía y su estirpe Y sí alguno, espantado, rehusaba prestar./i=b si por casualidad llega a ser libre> difícilmente man-
el juramento, allí mismo era muerto por los cen~uriones,)°{I tiene la libertad_
de modo que los que llegaban despues, despavondos por·fi
1u ferocidad del espectáculo, juraron todos Y para hacer <V~ Lo difícil que le resulta a un pueblo acostumbrado a
esta asamblea aún im1s magnífica, siendo cuarenta míL!\ vivir bajo un príncipe conservar luego la libertad, sí por
hombres, la mitad se vistieron de paños blancos, con eres·;:;;¡: alguna circunstancia la conquista, como la conquistó Roma
tas y penachos sob1·e las celadas, y así dispuestos se diri_.:)} después de la expulsión de l9s Tarquinas, lo demuestran
gíeron a Aguilonia. Contra ellos venía Papirio, que para}0i\ in.finitos ejemplos que se leen en las memorias de los
~mimar a sus soldados dijo: «Non enirn cristas vulnera:;)ff tiempos antiguos. Y tal dificultad es razonable, porque
facere, et picta atgue aurata scuta transire romanum pi·'-~:f aquel pueblo es como un animal que, aunque de naturaleza
lum» 41 Y para debilitar el respeto que sus soldados sen.:fo feroz y silvestre, se ha alimentado siempre en prisión y
tían hacia el enemigo, a causa del juramento prestado, dijo,)! servidumbre, y que dejado luego a su suerte, libre en el
que éste les daría miedo, y no fortaleza, pues le hada:::} campo, no estando acostumbrado a procurarse el alimento
teme1:, al mismo t~empo, a los ciudadanos, los ~ioses y los:_:_::_¡J1• ni sabiendo los lugares en que puede refugiarse, se con-
enemigos. Y trabandose el combate, los samnitas fueron-/,:: yierte en presa fácil para el primero que quiera ponerle
det-rotados, porque la virtud romana, y el miedo acumu-T/:: de nuevo las cadenas,
lado en los anteriores fracasos, supe1·ó la obstinación que·:i/'('. Lo mismo le sucede a un pueblo que, acostumbrado a
pudieran haber concebido gradas a la religión y al jura- :".·Y vivir bajo el gobierno de otros, no sabiendo deliberar so-
mento. Sin embargo, vemos que no pudieron encontrar)iji bre las defensas o las ofensas públicas, no conociendo a
otro refugio ni intentar otro remedio para alcanzar alguna :,ji los príncipes ni siendo conocido por ellos, vuelve a caer
pronto bajo un yugo, que la mayoría de las veces resulta
• 4'2 «Los penachos no producen heridas, y In lanzo. romana atra-··/~ set más pesado que el que poco antes se había quitado
v1esn los escudos pintados y dorados >> Tito Lívio lo cuenta en el')!~ del cuello, y encuentra estas dificultades aunque su natu~
libro X, capítulo 39 Esta batalla de Aguilonia, en la que ven- }(J~ raleza no se haya corrompido. Porque un pueblo donde
cicron los romanos, es In misma que Maquinvelo ha citado antes <H por todas partes ha penetrado la corrupción no puede vivir
hablando de In prudencin usada por Papirio al manipular el n~1gur~o-. :§f
de l?s pollos sagrado.~ y de la muerte supuestmnente exprntorrn.:_:_;h;
del Jefe de los pullnru. "''
._ . libre, no ya un breve espacio de tiempo, sino ni un miM
nuto siquiera, como veremos más adelante. Y por eso
;;~~ii.~.1 JO
78 Maquíavdo Discursos sobre la primern década de Tito Livio 79

estos tnzonamienws se refieren a pucbios en los que la· en escbvi tud Y el que se hace cargo del gobierno de una
corrupción no se ha dcsnrrollaclo todavía, '\' donde se en- multitud, en régimen de libertad o de principado, : no
cuentra más de k1 bueno que de lo mal~.· toma medidas para asegurar su gobierno frente a los ene-
Se añade a bs anteriores otrn dificultad: el estado que migos del orden nuevo, constituiní un esrndo de muy corta
se conviene en libre ve surgir a su alrededor enemigos, vida. Ciertamente, me parecen desdichados los príncipes
y no amigos Se volverán sus enemigos todos Jos que se. que, para asegurar su estado, tienen que tomar medidas
aproveclrnbnn del estado rídnico, alimenufodose de las· excepcionales, teniendo a la multitud por enemiga, por·
riquezas del príncipe, y que ahora, al verse sin medios que el que tiene como enemigos a unos pocos, puede ase·
para sustentarse, no pueden sentirse satisfechos, y se ven · gurarse bkilmente y sin mucho escándalo, pero quien
forzados a intentar, cada uno por su parte, rrner de tiene por enemiga a la colectividad, no puede asegurarse,
la tiranía, para rerormu· a su antiguo estado" No atrae, v cuanta más crueldad usa, tanto más débil se vuelve su
como decía, amigos, porque el vivir libre ofrece honores principado. De modo que el mayor remedio, en este caso,
y premios por algunas honestas y determinadas causas, y es tratar de ganar la amistad del pueblo
foern. de esto no premia ni honra a nadie Y cuando uno Y aunque este discurso difiera del anterior, tratando
tiene honores y ventajas que está seguro de haber mere-
aquí de un príncipe y allí de una república, sin embargo,
cido, no siente grntimd hacia los que lo han recompen-
parn no volver sobre esta materia, lo clesarrollaté breve·
sado Además, esa utilidnd común que se deriva de la
mente Si un príncípe quiere ganarse a un pueblo que le
vicia en libertad no es apreciada por nadie mientras se ·
posee, y nadie agradecerá, por tanto, poder gozar de sus es hostil, y me refiero a los príncipes que se han vuelto
bienes sin temor, no dudar del honor de la esposa o de tiranos de su patria, primero debe analizar lo que el pue-
los hijos, o no tener miedo por sí mismo, pues nadie blo desea, y encontrará siempre que anhela dos cosas: una,
se siente agradecido a otro por el mero hecho de que no · vengarse de aquellos que tienen la culpa de su servich.1111-
le ofenda. bre, y la otra, recuperar su libertad. El primer deseo pue-
Por esto, como dije antes, le sucede al estado libre que de satisfacerlo el príncipe completamente, el segundo, en
ve surgir nuevos enemigos y no nuevos amigos. Y si se parte. En cuanto al primero, he aquí un ejemplo. Estando
quiere poner remedio a estos. inconvenientes y a los desór- en el exilio Clearco, tirano de Heracle.a ·14 , nacieron algu-
denes que suelen traer consigo, no hay recurso más pode- nas controversias entre el pueblo y los aristócratas de
roso, válido y seguro, ni más necesario, que matar a los Heraclea, y viendo la nobleza la inferioridad de sus fuer-
hijos de Bruto ·13 , los cuales, como demuestra la historia, zas, decidió favorecet" n Clearco, y conjurándose con él,
no fueron inducidos por otros para conspirar: junto con lo trajeron a Hernclea contra la voluntad popular, y qui-
otros jóvenes romanos, contra la patda, sino que lo hicie- ·. taron la libertad al pueblo. De modo que, encontrándose
ron porque no se podían conducir de manera desenfre- Clearco entre la insolencia de los nobles, a los que no
nada bajo los cónsules como lo hicieron bajo el rey, de podía, por ningún medio, ni contentar ni corregir, y la
modo que la libertad del pueblo se convertía, para ellos,. rabia del pueblo, que no podía soportar haber perdido
la libertad, decidió librarse de la molestia de los nobles y
ganarse al pueblo con un solo acto, y cuando encontró fa
43 Lo cuenta Livio ni principio del libro II Los hijos del liber-
tador y primer cónsul romano, Lucio Junio Bruto, conspiraron pnm
devolver el trono a Tarquino y fueron ajusticiados por orden de 44 Reclamado dd exilio, reinó diez años, hasta su asesinato en
su propio pudre. 353 a. G
:;:~~~~ªu~"e'~~[.~~\i~1d~1e~1feb1~z~ ~~d~:1~0~a~;~;:;:~;; ~i'!}/il
Discursos sobn: la primera década dt:: Tito Livio 81

17 Un ¡mehlo corrompido que ha fzlccwzado !tJ libertac/ 1


!lltl)' difícilmente se 11w.11trndrá libre
fizo los deseos de venganza del pueblo. Pero por lo que
respecta al otro deseo popular de recupernr la libertad .· :¡ Creo que era forzoso gue los reyes se extinguiesen en
no pudiendo el príncipe satisfocerlo, debe analizar 1)or qué· !.:.·'] Roma o que Roma, en muy breve tiempo, se volviera
razones quieren ser libres, y encontrará que una pequeña '.\:,J débil y sin ning{m valor: pues considerando a qué corrup-
parte quiere ser libre para mandar, pero todos los demás, ')\J ción habían llegado aquellos reyes, hubieran seguido así
que son infinitos, desean la libertad parn vivir seguros.···s)! sus dos o tres sucesores, y aquella corrupción que estaba
Po1:gue en .todas lns, repúblicas, de :ualguier 1!1odo que · ).·~ .:é1
1
en ellos hubiera comenzado a extenderse por los miem-
esten organizadas, solo cuarenta o crncuenta cmdadanos . <.: bros, y una vez corrupto todo el cuerpo hubiera sido ya
ocupan los puestos de mando, y el ~r~ncipe puede estar .... n imposible reformarlo Pero habiendo perdido la cabeza
seguro respecto de estos pocos, o qurtandolos ele en me- · /:j cuando el busto todavía estaba sano 1 pudo Roma redu-
dio,. o dándoles honores ;n cantida~ ?~ficiente para que ::=(ij cirse fácilmente <1 una vida libre y ordenada. Y debe to-
se sientan contentos, segun su cond1c1on. Y los otros, a :) 1 marse como un presupuesto certísimo que unu ciudad
l?s que le.s basta con vivir seguro.s, se satisfacen con foci- : :.Fj corrompida que viva bajo un príncipe no podrá llegar a
hdad haciendo leyes y ordenamientos en los que, a la .:.:- ser libre aunque ese príncipe desaparezca con toda su es-
vez que se. afirma, el. poder, se garantice In seguridad de :~.} tirpe, por lo que conviene que un pdncipe suceda a otro,
todos. Y s1 un pnnc1pe hace esto y el pueblo ve que no :-::=·! pues no descansará hasta crear un nuevo señor, a na ser
rompe la ley por ninguna circunstancia, comenzará pronto :-, que la bondad de alguno, junto con su virtud, consigan
a vivir seguro y contento. El ejemplo de esto es el reino ,.,,- mantenerla en libertad, una libertad que, sin embarga,
de Francia, que vive seguro gracias a que sus reyes están << durará.tanto como la vida de aquél, como sucedió en Sira-
obligados a cumplir gran número de leyes, en las cuales '.' cusa con Dión, y con Timoleón 45 , cuya virtud, en distintas
épocas, mantuvo libre aquella ciudad que, en cuanto mu-
se comprende la seguridad de todos sus vasallos_ Y quien
rieron, volvió a la antigua tiranía Pero no se puede ver
organizó aquel estado quiso que los reyes pudieran dispo- ... ,
mejor ejemplo de esta que la propia Ro[_Il~, la cual, muer-
ner a su manera de los ejércitos y del.dinero, pero que en ,'·:·:.:fl tos los Tarquinas, pudo rápidamente alcanzar y mantener
todo lo demás no pudiesen actuar de otra forma que como
·:··.·,,'··.·.:····:··=.'·,·'.·.·.·
,•
... ...
·..

la libertad, pero muerto César, muerto Cayo Calígula,


ordenan las leyes. Por tanto, el príncipe o la república ···¡ muerto Nerón, extinta toda la estirpe de los Césares, ya
que no se asegufa al principio de su institución, conviene -Y:: no pudo, no mantener, sino ni siquiera comenzar la liber-
que lo hagi la ·¡;;iimera ocasión, como hicieron los ro~ ;)v¡'
en tad. Y tal diversidad de acaeceres en una misma ciudad no
manos. Quien la deja pasar 1 se arrepentirá más tarde de ,, ,,

c~!~r Je~hu e~lo ;~:i~~~í~ún


0 45 Dión, a quien Plutnrco comparn con Bruto y colma de nla-
no no estaba corrompido {(j banzns, liberó a Sirncusa de la tiranía de Dionisio II, tras haber
cuando recuperó la libertad pudo mantenerla muertos lo~ Yrl intentado, infructuosamente, modelar el c:mícter del joven rey me-
hijos de Bruto y expulsados los Tarquinas, ~on todos los
diante las enseñanzas de Platón, cuyo viaje a Sicilia se encargó
4 de organizar. Algunos años después de su muerte, Siracusn, que
procedimientos y órdenes que ya hemos visto. Pero si este .·' · estaba de nuevo en manos de los tiranos, se vio gruvememe ame-
pueblo hubiera estado corrompido, ni en Roma ni en nin- nazada por los cartagineses, y pidió auxilio u Corinto Los corin-
guna otra parte se encontraría medio bastante para man- tios enviaron soldados al mando de Tirnoleón, que liberó Sirnrnsa,
no sólo de los cartagineses, sino tnmbién de los tiranos_ Plutarco
tenerla, como demostraremos en el siguiente capítulo, lo alaba sin reservas. 32
1\bquíavi::k~. J)iscLfrsos .sQbn:: la primera décudn dt.: Tiw Livio

nace de otra causa más que de no haberse corrompido · \.T


se puec1e }[ egar a esta conclus1on:
i
' • , cu anclo
r \ •
a nrntena
todnvía el pueblo romano en la época de los Tarquinos no csrií corrompidn, las revue!rns v otras al[ernciones no
y estarlo en grado sumo en los últimos tiempos. Pues aL perjudican; cuando lo está, las leyes bien ordenadas no
comienzo, pnrn mantenerlo firme y dispuesto ;1 poner en· benefician. a no ser que ias pt'onrneva alguno que cuente
fuga al rey 1 bastó con hacerle jurar que no consentiría .. con la fuerza suficiente para hacerlas observar hasrn "¡ue
nunca que alguien reinase en Roma, y en íos otros tiem~ se regenere la m:iteria, lo que no sé sí ha sucedido o si es
pos no bastó la autoridad y severidad de Bruto con tocias posible que suceda, porque vemos. como decíamos antes,
las legiones orientales para disponerlo a mantener aquella. que una ciudad en decadencia por corrupción de su ma-
libertad que él, a semejanza del primer Bruto, le había teria, si vuelve a levantarse es por la vírtud de un hom-
devuelto. Y la causa de ello fue la corrupción que el par-· bre vivo, y no por la virtud del universal que sóstenga
tido de lvforio había introducido en el pueblo, y César, Ins buenas leyes~ y tan pronto como él muere, se vuelve
haciéndose jefe ele esa facción, consiguió ganarse a la a los malos hábitos pasados, como sucedió en Tebas, que
multitud, que no se ciaba cuenta del yugo que ella misma gracias a la virtud de Epamínondas 48 , mientras él vivió
se ponía en el cuello ·16 pudo ser república e imperio, pero cuando murió volvíó
Y aunque este ejemplo de Roma era preferible a cual~ a su habitual desorden. La causa es que no puede haber
quier otro, quisiera añadir a este propósito algún otro un hombre de vida lo suficientemente larga como para
de nuestra propia época Y así, afirmo que ningún acon- acostumbrar bien una ciudad por mucho tiempo mal acos-
tecimiento, por grave o víoiento que sea, podní ya con- tumbrada. Y si bay uno de larguísima vida, o dos segui-
vertir en pueblos libres a i\ililán o a Nápoles, pues todos · dos, no lograrán disponerla de modo que cuando falten
sus miembros están corruptos. Y así se vio, tras la muerte no caiga, como hemos dicho, en la ruina, si no h hacen
de Filipo Visconti, que queriendo Milán volver a la liber.- renacer a costa de muchos peligros y mucha sangre Pues
tad, no pudo ni supo mantenerla 47 Por eso fue muy · la corrupción y la falta de aptitud para la vida libre nacen
afortunada Roma, ya que sus reyes se corrompieron pron- de la desigualdad que existe en la ciudad, y para estable-
to y fueron expulsados antes ele gue su corrupción se con-· cer la igualdad es preciso recurrir a muchas medidas ex-
tagiase a las vísceras de aquella dudad. Y como ésta per- ·· cepcionales, que pocos snben o quieren usar, como más
manecia libre de corrupción, los numerosos tumultos que· adelante se \1ení con detalle.
acaecieron en ella, encaminados a buen fin, no perjudica-
ron a la república, sino que la favorecieron.

18. De qué modo, en las ciudades corrompidas, se pue-


46 Mario, prestigioso general, fue cónsul tres años seguidos, del·
104 ni 102 a. C., y se ganó las simpatías de las clases populares . de mantener tm estado libre, si existe, o establecerlo,
al conceder ticmts :t los veteranos del ejército aunque pertenecic· si 110 existe.
rnn a los prolctarii, hasrn entonces excluidos de la p!'Opied:icl de
la tierra El senado no vio con buenos ojos esta medida, lo que le Me parece que no queda fuera de propósito ni dis-
hizo perder prestigio nntc el pueblo y fue causa de disturbios
callejeros. César era pariente de I\forio y se aprovechó de ello · conforme con el <'.Interior discurso considerar si en una
para apoyarse en d partido popular y facilitar así el logro de sus . ciudad corrupta se puede conservar un gobierno libre ya
ambiciones políticas.
47 El intento duró tres años, de 1447 a 1450, año en que Fran· 48 Eparninondas, junto con Pclópidas, forió ln hegemonía de
ccsco Sforza, casado con una hija natural de Visconti, se prodnmó Tcbas del 378 al 362 a. C. y libró n Grecia de la opresión es-
duque. partnnn
33
84 Muquiuveio ··• Discursos sobre Ja primera década de Tito Lido 85

existente o, en el caso de que no existiera, establecerlo. samen te en dos as un tos de ca pi rnl i mporrnnda: la crea-
Respecto a eslo, diré que es tnuy difícil hacer rnnto lo .· ción de .los magistrados y la de las leyes. El pueblo ro-
uno como lo otro, aunque es casi imposible dar reglas, mano no otorgaba el consulado ni los otros altos cargos
pues sería necesario proceder según el grado de corrup- de la ciudad r~t'Ís que n los que io peclfon. Esto fue bu;no
ción; u pesar de todo, como es bueno razonar acerca de al principio, porque no lo pedían sino aquellos ciudadanos
todas las cosas, no voy a dejar ésta de lado Partiré del que se juzgaban dignos de ello, y obtener la repulsa era
supuesto de una ciudad corruptísimn, donde se incremen: ignominioso: así, para ser considerados dignos, todos obra-
ten al trníximo las dificultades, porque no hay leyes m ban bien Luego este procedimiento se volvió perniciosí-
órdenes que basten para frenar una universal corrupción ...• simo, una vez corrupta la ciudad, porque solicitaban las
Pues así como las buenas costumbres, para conservarse, magistraturas no los que tenían más virtud, sino los que
tienen necesidad de las leyes, del mismo modo las leyes,, · ostentaban mayor poder, y los que no eran poderosos,
para ser observadas, necesitan buenas· costumbres. Ade- aunque fueran virtuosos, se abstenían de demandarlas por
más de esto, los ordenamientos y las leyes hechos en una miedo A estos inconvenientes no se llegó ele golpe, sino
república en sus principios, cuando los hombres eran ·· paso a paso, como sucede habitualmente Pues después
buenos, ya no resultan adecuados más tarde, cuan?o se de que los romanos conquistaron Africa y Asia y reduje-
han vuelto malos Y si las leyes cambian en una ciudad ron casi toda Grecia a su obediencia, estaban seguros de
según los acontecimientos, los ordenamientos no cambian.
su libertad y no creían que existiese ningl'in enemigo ca-
nunca, o raras veces, de donde resulta que las i;uevas
paz de atemorizarlos Esta seguridad y la debilidad de los
leyes no bastan, porque las estropean los ordenamientos, ·
enemigos hizo que el pueblo romano, a la hora de otorgar
que han permanecido inmutables. Y para dar a ent~nder"
mejor este problema, diré que en Roma el ordenam1ento · el consulado, no se fijase ya en la virtud, sino en el favor,
prefiriendo a los que mejor sabian entretener a los hom-
regulaba el modo de regir el estado, mientras que las
leyes y los magistrados regulaban la vida de los ciudada- bres, no a los que mejor sabían vencer a los enemigos;
nos. El ordenamiento del estado era la autoridad del pue- · después, se lo dieron no al más popular, sino al más po-
blo, del senado, de los tribunos, de los c6nsules, el modo deroso, de modo que los buenos) por defecto del orde-
de proponer y crear magistrados y el modo de hacer las· namiento, quedaron completamente excluidos Podía un
leyes. Estas cosas cambiaron poco o nada con los acon~ tribuno o cualquier otro ciudadano proponer una ley al
tedmientos En cambio, si cambiaron las leyes que regu.;. pueblo, sobre la cual todo ciudadano podía hablar en fa-
laban la vida de los ciudadanos, como la ley del adulte- vor o en contra, antes de que se tomase una decisión sobre
rio, la suntuaria, la que se oponía a la ambición y muchas: ella Este procedimiento era bueno mientras fueron bue-
otras, según los ciudadanos se iban volviendo cada vez. nos los ciudadanos, pues siempre es beneficioso que todo
más corruptos. Pero permaneciendo estables los ordena-: el que piense que una cosa va a redundar en beneficio
mientos del esrn.do, que con aquella corrupción ya no eran• público, tras haberlo oído todo, pueda escoger lo mejor.
apropiados, las leyes renovadas no. basta~an pai;a mant~- .. Pero cuando los ciudadanos se volvieron malos, este pro-
ner buenos a los hombres; y hub1eran sido mas benefi~ cedimiento resultó pésimo, porque sólo los poderosos pro-
ciosas si, con la innovación de las leyes, se hubieran modi- ponían leyes, n.o para la común libertad, sino para acre-
ficado también los ordenamientos. centar su propio poder, y nadie podía hablar en contra
Y hasta qué punto es cierto que tales ordenamientos no por miedo a ellos, de modo que el pueblo resultaba o
eran convenientes para la dudad corrompida, se ve expre- engañado, o forzado a decidir su ruina,
('l-
86 MaqL1iavelci Discursos sobre hi primera d~cada ck: I ito Liv!o o/

~rn ne~esario, por tanto. si se quería que Roma se man. h11cia b monarquía que hacia el esrndo popular, para que
tuviese litire pese a la corrupción, que •lSÍ como en el .. los hombres cuya insolcncfa no pucd:.1 ser corregida por l:is
t~n~1scurso ele su vida se habían hecho nuevas leves, se,· leyes sean frenados de algún modo por una potestad cnsi
h~c1esen nm~vos ordenamientos: porque se deben i~stituir · regia. Y quererlos corregir por otro camino sería empresa
diferentes órdenes y modos de vida para un sujeto malo . muy ardua o del todo imposible; como díje anteriormen-
que para uno bueno, ya que no pueden tener 1a misma . te '19 , Cleómenes, para estar solo en el poder, mató a los
forma dos materias en todo contrarias En cuanto a si éforos, y Rómulo, por b misma nizón, mató a su her-
estos m:denamientos se deben renovar todos de golpe, al · mano y al sabino Tito Tacio, y luego ambos usaron bien
descubnr que ya no son adecunclos, o poco a poco, antes .. su autoridad; sin embargo debemos advertir que los dos
de que nacli: .se pe~cate del problema, digo que ambas reinaban sobre pueblos aún no atacados por la corrupción
cosas son casi 1mpos1bles Pues si se quieren renovar poco de la que hemos tratado en este capítulo, y así pudieron
a poco, conviene gue la renovación la efectúe un hombre querer y, queriendo) perfeccionar sus designios
pr~1clente .c1ue vea los inconvenientes desde lejos y en sü ·
origen mismo, y hombres de ese calibre, es muy fácil
que no surja ninguno en una ciudad, y cuando surge por 19 Después de t111 príncipe excelente se puede 1111.mte-
fin, no puede persuadir a los otros ele lo que percibe, 11er uno débil, pero después de mio débil, 11iugú11
pues los hombres, acostumbrados a vivir de una manera reiJJo puede sostenerse si el rncesor es también débil
se resist~n a cm~1biar, y sobre todo no viendo el mal pre~
sente, smo habiendo de sedes mostrado por conjetura.
Considerando la virtud y el modo de pt'oceder ele Ró-
En cuanto a renovar los ordenamientos de golpe, cuando. mulo, Numa y Tulo, los tres primeros reyes romanos>
todos. c;onocen que no son buenos, afirmo que esa falta vemos que Roma tuvo muchísima suerte, teniendo un
ele unLtdad, que se conoce fácilmente es difícil de corre:. primer rey ferodsimo y belicoso, otro quieto y religioso
g~r, porgue pa:a hacerlo no basta con recurrir a los proce-
1

y el tercero similar en ferocidad a Rómulo y más amante


d.11mentos hab~tuales, que ya son malos, sino que es pre- de la guerra que de la paz 50 Porque en Roma era nece-
ciso usar med10s .extraordinarios, como la violencia y las sario que, en sus orígenes, surgiese un ordenador del vivir
a:·1rn1s, y convertirse, antes que nada, en príncipe de la civil, pero después era muy necesario que los otros reyes
cmdad, para poder disponerlo todo a su modo, Y como
volvieran a tener la virtud de Rómulo, pues de otro modo
el reconducir una ciudad a una verdadera vida política la ciudad se hubiera vuelto afeminada y prenda de sus
pr~supone un hom~re bueno, y volverse, por la violencia,
vecinos. Donde se pone de manifiesto que un sucesor sin
pn~~1pe de una cmdad presupone uno malo, sucederá
tanta virtud como el primero puede mantener el estado,
ra:1s1?rns veces que un ~ombre bueno quiern llegar a ser apoyado en la virtud del anterior y goz;mdo el fruto de
pnnc1pe por malos cammos, aunque su fin sen bueno 1 o
sus fatigas, pero si su vida es muy larga o después de él
qu~ un hombr~ malo que se ha convertido en príncipe
no surge otro que vuelva a tener la virtud del primero,
qu1e.rn obrar bien, y. le quepa en ]a cabeza emplear para
el bten aquella autondad que ha conquistado con el mal. 49En el capítulo 9
De todo lo dicho se deduce la dificultad o imposibilidad 50Livio sostiene la misma opinión al hablar de los primeros
q~e existe en una ciudad corrupta para mantener una repú- reyes de Rama, en el capítulo 21 del librn I. En efecto, dice que
Rómulo y Numa engrandecieron la ciudad, ((Lmo por la guerra
blica o crearla de nuevo, y si> a pesar ele todo, la hubiese y otro por la paz)), y califica al sucesor de Numa, Tulo, de «más
de crear o mantener, sería necesado que se inclinase más belicoso aún que Rómulm» :JS
88 rvfoquinvdo Discursos sobre in primc:ra década de líto Uvio

es inevitabie la ruina del reino_ Por el contrario. si dos sucedió lulo, que por su fiereza sobrepasó la repurnc1on
consecutivos son muy capaces, se ve a menudo que Iogrnn de Rómulo, y después vino Aneo, que esrnba dotado por
empresas grandísimas y su fama sube hasta el cielo. l:i natu~alezn de modo que podía usar 1n paz y soportar b
Davíd fue sin duela un hombre excelentísimo por las guerra :> 3 Y primero quiso mmar la vfa de ia pnz, pero
armas, la sabiduría y el buen juicio, y fue tanta su virtud pronto se dio cuenta de que los vecinos, juzgándole afe-
que, tras vencer v batir a todos sus vecinos, dejó a Salo~ minado, lo tenían en poco 1 de modo que pensó que, si que-
món, su hijo, un. reino pacífico, de modo que éste pudo··· ría mantener Romn, ern necesario inclinarse n la guerra,
conservado con las artes de la paz y no con !a guerra, y seguir el camino de Rómulo, no el ele Numn.
gozando felizmente la virtud de su padre Pero ya no pudo Tomen ejemplo ele esto todos los príncipes que estén
dejarlo a Roboam, su hijo, que, no teniendo la virtud de al frente de un estado: el que se parezca a Numa, lo con-
su nbuelo ni In buena fortuna de su padre, acabó here~ servará o no, según los tiempos o In fortuna que le hayan
dando trabajosamente In sexta parte del reino 51 • Bayaceto, cocado, pero el que se asemeje a Rómulo, y esté como él
sultán de los turcos, que era m~is amante de la paz que provisto de prudencia y de armas, lo conservará en cuai-
de la guerra, pudo gozm· las fatigas de Mehmet, su padre, quier cirrnnstancia, si no le es arrebatado por alguna obs-
el cual, habiendo derrotado, como Dnvid, n sus vecinos, tinada y excesiva fuerza Y se puede creer sin temor a
le dejó un reino estable, que se podía conservar fácilmente equivocatse que si a Roma le hubiese caído en suerte como
con artes pacíficas. Pero si su hijo Selím, actual señor, tercer rey un hombre que no supiera devolverle su repu-
hubiera sido semejante a su padre y no n su abuelo, el tación con las armas, no hubiera podido ya endereziu-se,
reino se hubiera arruinado; muy al contrario, parece que o lo hubiern hecho con gran dificultad, y no bubiem obte-
éste quiere superar la gloria de su abuelo 5::i., Quiero decir, nido tan buenos resultados. Y así, mientras vivió bajo
pues, con estos ejemplos, que tras un príncipe excelente los reyes corrió peligro de arruinarse por culpa de un rey
se puede mantener uno débil, peto después de uno débil, débil o malvado.
ning1fo reino se puede mantener con otro que sea también
débil, si no sucede como en Francia, n la que sostienen
sus antiguas instituciones, y son débiles aquellos pdncipes
que no esttín dispuestos a la guerra 20. Dos príncipes virtuosos consecutivos obtienen extrt1-
Concluyo, pues, con este resumen: la virtud ele Rómulo ordi11m-ios resultados, y como las rep1íblicc1s bien or-
fue tanta que pudo dar lugar a que Numa Pompilio rigiera ganb:.adas tienen, 11ecesariame11te, sucesores vittt10-
muchos años Roma con las artes de la paz, pero luego sos1 sus logros :v aumentos son grandes

51 Como leemos en el primer libro de Jos Reyes, Robonm con· Después de que Roma hubo expulsado a los reyes, que-
servó sólo lns tribus de Judá y Benjamín Las otras formaron un dó libre de los peligros que, como dije antes, la amenaza-
reino iridependlente, bajo el mundo de Jeroboam ban, por la posible sucesión de un rey débil o malo. Pues
52 Mehmet II el Conquisrndor, el sultán que se npodcró de In
desenda Constnntinopln, reino de 1451 a 1481. Su hijo Bayezid II el poder supremo recayó en Jos cónsules, los cuales no
no renliz6 notables hazañas militares, pero fue un h:íbil organizador llegaban al poder por herencia, engafios o ambición vio-
y consolidó las conquistns de su padre. Reinó bastn 1512_ Su hijo
y sucesor Sclim I reinó sólo ocho años, pero en tnn corto espacio 53 Livio (I, 32) dice de él que «unía el carácter de Numa ni
conquistó el Kurdistán y asumió el título de Califa tras aducñurse de Rómulm:-, y mtis adelante le dogiu diciendo: «Aneo reinó vein·
del imperio mameluco en Sirin y Egipto, aprovechando que los ticuntro años, siendo rnn grande como sus predecesores, tumo en
mamelucos le habían pedido ayuda en su lucha contra Portugal. la paz como en la guerrm> (I, 35). 3¡GP
90 Maquíavt.:io Discursos sobre la primera década de Tiw Livio

lenta, sino por libre vorncion, y eran siempre hombres que su propio pueblo 5•1, y aunque por haber csrado su
excelenr.ísimos; así Homa, gozándose en la vinucl y la for- país más de treinta aifos sin gucrrns no tenía ni soldados
tuna de éstos, pudo paulatinamente lleg~lr a In mayal' .. ni capitanes que hubieran entrado antes en campaifa. no
grandeza, en un período de tiempo más o menos igual dudó en invadir con ellos un reino Heno de capitanes y
que el que había estado sometida a los reyes Pues vemos de buenos ejércitos que habían estado consrnnccmenre en
que si se suceden dos príncipes virtuosos, es suficiente para itrmas en las guerras de Iwlia Y todo esto porque aquc!
conquistar el mundo, como sucedió con Filipo de Mace-
! • l. , .
rev es un 1iom 1)re prucienre y su remo esrn )ten organ1:rn-
donia y Alejandro Magno . Y esto se dan1 con mayor mo- d~. de modo que en ios períodos de pnz no se interrumpe
tivo en una república, pues tiene medios parn elegir, no fo preparación pnrn la guerra
ya dos, sino infinitos jefes virtuosísimos que se sucedan Los tebanos Pdópidas y Epamínondns, después de libe-
unos n otros, y así una república bien organizada tendrá rar Tebas, sadndola de la servidumbre del imperio cspar-
siempre virtuosa sucesión . ' 1 ncosrnm lJracla
rnno, se encontrarnn en una c1uc1ac ' a ser
sierva v entre unos hombres afeminados. pero rnnrn fue
su vin~1d que no dudaron en someterlos n la disciplina
milirnr, v marchar con ellos, en campo abierto, al encuen-
2L C11á11tos reproches merece el príncipe o la re¡Jtíbliccl tro de lÓs ejércitos espartanos, a los que vencieron. y el
que carece de e¡ército propio. que escribe sobre esto 55 dice gue estos dos demostraron
en poco tiempo que no sólo en lacedemonia nacían los
Los príncipes o rep{1blicas modernas que carezcan de hombres ele guerra, sino en cualquier lugar donde hubie-
sus propios soldados parn la defensa y el ataque deberían ra hombres, si se encontrara quien supiese dirigirlos n b
avergonzarse de sí mismos, y pensar, con el ejemplo de milicia, como dirigió Tulo a los romanos. Y Virgilio no
Tulo, que esta falta no es por escasez de bombres aptos puede cxpresnr m~jor esta opinión, ni con palabras mils
para la milicia, sino por culpa suya, pues no han sabido justas, cuando dice:
hacer soldados a sus hombres Pues cuando Tulo heredó
el reino, como Roma había estado en paz dmante cua- ... Desidesque movebit
renta años, no encontró ningún hombre que hubiese es- Tullus Ín atma viros 56
tado alguna vez en In guerra, y sin embargo, habiendo
decidido hacer la guerra, no pensó valerse para ello de 54 Se reAerc a la invasión de Frnncia por Enrique VITT de Tngla-
los samnitas, de los toscanos o de otros cualesquiera que tcrrn, e::n d verano de 1513. vcncit.:ndo a los franceses, aunque sin
importantes repercusiones políticas
estuviesen acostumbrados a bs armas, sino que decidió, 55 Pclópidas y Epaminondns libraron :1 Teb:is, y Grecia entera,
como hombre verdadernmente prudente, hacer uso de los del dominio espartano que surgió trns la guerra de! Pdoponcso,
suyos. Y fue tantn su virtud que bajo su gobierno se con~ v fueron los artífices de la hegemonía tebana en el segundo tercio
virtieron en seguida en excelentes soldados. Y es una ver- éld siglo 1v a C El escritor al que se refiere i\faquiavdo es Plu·
tarco, ~que en su vida de Pdópidas, afirma que la primera victoria
dad indudable donde las haya que si en algún lugnl' los tebana sobre Espart:i demostró a los griegos que los cspartonos
hombres no son soldados, se debe culpar de ello al prin~ no eran invencibles, y que no cm Luceclcmonia la «que producía
cipe, y no a la influencia del sitio o de la naturaleza. hombres valientes v guerreros», sino que éstos se producen en
De lo que tenemos un ejemplo bien reciente, pues todos todas partes cuandÓ los varones <chuycn más de la represión que
de los riesgosi:·. . .
sabemos que cuando hace poco el rey de Inglaterra inva- 56 «lulo moved a la guerra a los hombres ociosos.>:. En el
dió el reino de Francia, no tomó para ello otros soldados libro VI de fa Eneida .. Maquíavdo cita de memoria o usa una
s-;-
92 1\laqui:n·elo Discursos sobre lu primera <lécndn de 'I ito livio 9j

22 Lo que se ha de notar en el caso de los tres [-lora~ Que 110 se debe poner en peligro todo sin tlrries.~ar
C l;o~·' 1·01·' ~1·os
1~.(,: ¡, i,. ,lo~
. . l t1·
. 1"s C·11·;·1c;o1·
..; ~¡ ... r¿,,.-t11·os
;t. • .. ,,. •• ; ' ' todas iris íner:ws, por lo que a menudo c!!i perj11díciai
gmzrdar los pasos :V des/i!tlderos.
lulo, rey de Roma, y Metio, rey de Alba, convinieron
en que fuese señor del otro el pueblo al que pertenecie- Nunca se ha juzgado una decisión acertada poner en
ran los tres vencedores entre los citados. Murieron todos peligro toda la fortuna y no todos los recursos Esto se
los Curiacios albanos, quedó vivo uno de los Horacios hace de muchas maneras. Una, haciendo como Tulo y
romanos, y por eso quedó Metio, el rey albano, con todo Metio, cuando con.fiaron toda la suerte de su patria, y tan-
su pueblo, sujeto a los romanos Y volviendo el Horado tos hombres virtuosos como había en los dos ejércitos, u la
vencedor n Roma, como encontró a una hermana suya, virtud y la fortuna de tres de sus ciudadanos, que repre-
que estaba casada con uno de los tres C.uriacios muenos, sentaban una mínima parte de las fuerzas con que am-
llorando fo muerte de su marido, b mató, por lo que fue bos contaban. No se daban cuenta de que, al tomar este
llevado n juicio, y trns muchas disputas, fue liberndo, más partido, todas las fatigas de sus antecesores para ordenar
por los ruegos de su padre gue por sus méritos 57 .. De todo la república y hacerla vivir libre por mucho tiempo, y
este episodio son dignas de notarse tres cosas; la unn, que para hacer a sus ciudadanos defensores de la libertad, ve-
no se debe arriesgar la totalidad con parte de las fuerzas, nían a ser casi inútiles 1 estando en manos de tan pocos
la otra, que en una ciudad bien organizada las culpas no el perderla. Y aquel.los reyes no pudieron considerar peor
se perdonan en gr-ada a los méritos, la tercera, c¡ue no es las cosas"
sabia una decisión de cuyo cumplimiento se pueda o deba Se suele caer en este error, sobre todo aquellos que,
dudar Pues a una dudad le resulta tan duro estar some- cuando viene el enemigo, se esfuerzan por conservar los
tida, que no es creíble que aquellos reyes y aquellos pue- lugares difíciles y guardar los pasos; esta decisión será casi
blos estuvieran conformes ele verse en servidumbre por siempre perjudicial, a menos que se puedan colocar cómo- ·
causa de tres de sus ciudadanos, como vemos que sucedió damente todas las tropas en dicho lugar difícil: en este
con el propio Medo, que, aunque tras In victoria de los caso, se puede adoptar esa estrategia; pero siendo el lugar
romanos se confesó vencido y prometió obediencia a áspero, y no pudiendo tener allí todo el ejército, esa ma-
Tulo, sin embargo, en la primera expedición que acorda- niobra será desaconsejable. Me inclina a juzgarlo así el
ron contra los veios, vemos cómo trató de engañarle> cián- ejemplo de los que, siendo asaltados por un enemigo po-
dose cuenta demasiado tarde de la temeridad de su deci~ deroso, y estando su país circundado de montes y lugares
sión. Y como de esto ya se ha hablado bastante, pasare- escarpados, no intentan combatir al enemigo en sus des-
mos a comentar las otras cosas dignas de tomarse en filaderos y montes, sino que van a su encuentro allí donde
cuenta en los dos capítulos siguientes 58 esté, o, si no quieren hacerlo, lo esperan dentro de sus
montañas, pero en lugares benignos, y no escarpados La
edición de Virgilio con unn crrnrn, pues él dice «residesque)>, no
(<clesidesque». causa es la que alegaba antes 1 porque no pudiendo llevat
57 Livio, libro I, capítulos 23 o 26 El podre debió pngnr una muchos hombres para la defensa de los lugares difíciles,
multa para líbernr al hijo, y le castigó, adem:ís, sometiéndole a un
rito expiatorio . de Tulo y, en el último momento, retiró sus tropas y dejó solos
58 Era Metio el responsable de su derrota, pues había s[do él a los romanos. Pese n todo, y sobreponiéndose nl miedo, Tulo ven-
quien p.ropuso n los romanos el trato Sin embargo, lógicamente; ció, y Metio tuvo lu sangre fría de felicitarle El romano lo hizo
no quedó satisfecho con los resultados, :is[ que intrigó para que los descuartizar :illí mismo y destruyó su dudad Cfr Livío, libro I,
veios provocasen 1n guerra con Roma, fue n In batalla como aliado capítulos 27 a 29 35
94 Discursos sobre ln p!'Ímern décnda de Tiro Lívio

porque no podrían vivir allí mucho tiempo y porque son:. era que los suizos le aplastarían al ntrnvesar sus montañas
lugares estrechos, donde cilben pocos, no es posible Pero, como demostró luego la experiencia, era un temor
nr.
• 1 J' .
ai t tl un enemigo numeroso y
11 eno oe
1
empu¡e;

acle. sin fundamento, pues d rey, dejando de lado dos o tres
mas, el enemigo puede venir con gran cantidad de tropas¡ lugares guardados por aquéllos, fue por caminos poco co-
pues su intención es pasar, y no quedarse allí, mien nocidos, y estaba en Italia venciéndolos antes de que le
que los que esperan e.s imposible que sean muchos, te" hubieran siquiera presentido. Ellos, derrotados, se retira-
nicndo que estar alojados por 1rnís tiempo, sin saber CU<Ín· ron a Mihfo, y rodas los pueblos de Lombardía se adhi-
do querd pasar el enemigo, en lugares, corno decía, rieron a la causa ele los franceses, siendo culpnbles de esrn
chos y estériles. A esto se añade que, si pierdes aquel paso acritud los que opinaron que se debía contener a los fran-
que babíns pt·evisto conservar, y en el cual tu pueblo y ceses en las montañas 60 _
ejército confiaban, el pueblo y el resto de tl.ls tropas sen- .
tinfo tanto terror que te encontrarás derrotado sin poder .
probm· su valor, y así lo habrás perdido todo con parte.
ele tus fuerzas · 24. Las repríblict1s bien organizmlas instit11ye11 premios
Todos saben con cuánrns dificultades cruzó Aníbal los y castigos parc1 stts c.itu!tulcmos, sin que unos com-
Alpes que separan Lombai-dfa de Francia, y con pensen ti los otros.
dificultades atravesó los montes que dividen Lombardín
y Toscana; sin embargo, los romanos le esperaron primero: Enormes ernn los méritos de Horacio, habiendo, con
en el Tesina, y después en la llanura de Arezzo, prefi;. su valor, vencido a los Curíacios; su culpn ern atroz ha-
i:iendo que su ejército fuese aniquih1do por el enemigo biendo matado a su hem1ana; sin embargo, tal homi~iclio
en un lugar donde tenía posibilidades de vencer, antes: disgustó tanto a los romanos que le llevaron a juicio, con
que conducirlo a fas montañas para ser destruido por la. amenaza de pena capital, a pesar de que sus méritos eran
misma aspereza del lugar 59 tan grandes y tan recientes. Esto, si se considera super-
Y quien lea juiciosamente la historia, encontrará aue ficialmente, parece un ejemplo de la ingratitud popular,
poquísimos buenos capitanes han intentndo ouardar pa~os pero cuando se examina más y con mejor criterio, consi-
. 1 o
seme1antes, por as razones expuestas antes, y porque derando cuál debe ser la organización de la república, el
se pueden cerrar todos los pasos, siendo los montes luga~ pueblo parece más digno de reproche por haberle absuelto
res campestres, que no solamente tienen los caminos acos- · que por haberle querido condenar. Y la razón es que nin-
tumbrados y frecuentados, sino muchos otros, que, aunque·. guna república bien ordenada cancela nunca los deméritos
no sean conocidos de los extranjeros, si lo son de los pai- de sus ciudadanos en gracia a sus méritos, sino que, ha-
sanos, con cuya ayuda siempre podrás ser conducido a biendo establecido premios parn las buenas acciones v
cualquiet lugar contra la voluntad de tu oponente, ele lo . castigos para las malas, y premiando a quien ha obrad~
que podemos recordar un ejemplo muy reciente, de 1515; bien, si ese mismo, más tarde, obra mal, le castiga sin
Cuando Francisco, rey de Francia, proyectaba pasar a Ita·.
lía para recuperar el estado de Lombai-día, el mayot argu-. 60 Francisco I, npenns coronndo, invadió Itnlin nl mando de

mento que le oponían los que eran contrarios a su empresa. 35 000 hombres para reivindicar sus derechos al ducado de Mílfo
La victoria de Marignnno le permitió dominar el milancs:tdo e
influir en la política de otrns ciudades italianas Est:1 situación se
59 Se refiere Maquiavdo :1 !ns dos batallas perdidas por el prol ongVó hnsta su derrota, en J?.?v_fa, en 1525, ante las tropns de
Car 1os _
cito romano ante Aníbnl, en Tesina y en Trebbia, en 218 n. C.
.Je¡
-~·~·

/;:;i:.
96 Discursos sobre la primern década de Tito Livio ~)j

tener en cuenta para nndn sus buenas obras. Y cL:and? se .. ·m;;W'. urrnerse al pueblo, sin consideración alguna por sus ante-
observan rigmosamente estas reglas, un:1 dudad v1ve lib1'~~:<':./ .· riores méritos fue precipirndo desde aquel mismo capi-
por mucho tiempo; en caso contrario, se arruinará P.romo. ,:-,.>: tolio que un día habfa salvado tan gloriosnmente 62 .
Porque si un ciudadano que ha hecho algo egregro por··:/: ..
la ciudad añade, a la reputación que esto le ha ac~lrreado; ::.:;': 1.•
la audacia y la confianza de poder hacer cualquier cosa· . · 25. QtJie11 quiera refomu1r unas instituciones antiwachrs
mala impunemente, se volverá pronto tan insolente que· · en ttml ciudad libre, conserve o! menos la sombra de
se díSoh;erá toda forma de vida civil. ·: las costumbres a11tigt1t1s.
Es muy n~cesario, si se quiere .r:i;1ntener .el c.astig<? pantx·WN
las malas acc10nes, conservar tamb1en los p1em10s para las· ;'•' Cualquiera que desee o necesite reformar el modo de
buenas. como vemos que sucedía en Roma Y aunque una. ·:·:· · gobierno de una ciudad, si quiere que el cambio sea acep-
repúbli.ca sea pobre y pueda dar poco, nunca debe ahorrar~ ,:: E tado y mantenido con satisfacción general, precisa con-
se ese poco, porque un pequeño regalo> otorgado com.~)Ü' f servar al menos la sombra de los usos antiguos, de modo
recompensa a un bien, incluso a un bien muy grande, sera \'{ l. que al pueblo no le parezca que ha cambiad? el orden
siempre estimado por quien lo recibe co.mo alg~ ho~ora- );{ político, aunque de hecho los nuevos ordenamientos sean
ble y de gran importancia. Es bien conocida la h1sror1a de·:/ totalmente distintos de los pasados, porque la mayoría
Horado Codes y de Mucio Scevola, y cómo el uno retuvo; :::?::;, de los hombres se sienten tan satisfechos con lo que pa-
a los enemigos en un puente mientras los suyos lo corta· :y'/;j rece corno con lo que es, y muchas veces se mueve~ más
ban, v el otro se quemó la mano que había fracasado en/,!(!{@ por las cosas aparentes que por las que realmente existen.
la te~tativa ele matar a Porsena, el rey de los toscanos~:'.YHMrnl . Por este motivo los romanos, conociendo esta necesidad,
A éstos, por unas acciones tan sublimes, el estado los \'{i(?:; · al principio de su vida libre, y habiendo creado dos cón-
recompensó con dos fanegas de tierra.ª cada .un~ 61 Tam..: '/ \·~J sules en vez de un rey, no quisieron que éstos tuvieran
bién es conocida la historia de Manho Capitolmo. Este, . :'Y J más de doce lictores, para no sobrepasar el número de los
por haber salvado el Capitolio de los franceses que !º que servían al rey 63 Además de esto, como en Roma se
estaban asediando, recibió como recompensa una pequena. :y• hacía un sacrificio anual, que no podía ser hecho sino por
medida de harina de cada uno de los hombres que h~;. .;\'.it el rey en persona, quedendo los romanos que el pueblo
bían estado encerrados con él durante el asedio, Premm·.\:~t no echase de menos ningún antiguo rito por la falta de
que, en las circunstancias por las que atravesaba ~ntonces/"·~
Roma, era bastante considerable; pero cuando mas tarde, ;:f@ 62 Lo podemos leer en Livio, nl final del libro V y nl principio
movido Manlio por la envidia o por su naturale~a per; }j!: del VI. La hazaña de Manlio tuvo lugar en la guerra contra los
invasores galos, en 390 n C Maquiavelo ya ha puesro como ejem-
versa, quiso promover la sedición en Roma e mtento· \)';{ plo a este personaje, contándonos su desdichado final, en el cnpí-
Lo cuenta Livio en el libro. II, capítulos 10. ,a
61 P·Durante ln :·.!':'.f
guerra contra los etruscos, Horuc10 ~ocles defend10 e, J<Uente sobre;:-.;: ¡:.
¡; tulo 8.
63 Livio nl principio del libro II, comenta lo que cambiaba y
lo que se ~onservaba en la nueva situación política Los cónsules
el Tíber, n Ius pi:er.tns de Roma, T?!~~tras sus compatriotas lo des~ /'i; k conservaban la potestad real, pero perdían el nombre y In durndón
trufan, y tras resistir, solo, a un ejercito, se puso a salvo nadando,·;)~: ¡:. .. vitalicia y además eran elegidos, en vez de heredar el cargo. Con-
con todas sus armas y bajo una nube de flechas_ Unos días des- ::; '( servara~ también todas las nntiguns insignias del poder, como los
pués, Scevola fue de noche ni campamento. etrusco, pensando matar }; t lictores, por ejemplo, que acompañaban por turno n ~ad~ uno de
nJ. rey, pero se equivocó y mató al secretario real Capturado Y ame- . <' l los cónsules. También el senado conservo alguna apariencia de los
nn.zado con la tortura, quem6 su mano en un brasero para demos- ·· · "
trnr su desprecio al dolor. .';if't. F· antiguos usos, y se tuvo especial esmero en no descuidar ninguna
ceremonia religiosa, ~O
Discursos sobre la prirm:rn década de Tito Livio

cando, adetrn1s, nuevas ciudades y destruyendo las edífirn-


rey, instituyeron un oficinnte de ese sacrificio y lo llnm.-i-
ron Rey Sacrificial> sometiéndolo al sumo sacerdote, de .
das, cambiando a .los habírnntes de un lugar a oLro, v tn
modo que ei pueblo, con esta solución, no se vio privado·· r~su~11en, no dejando ninguna cosa intacta en ~~quelin- pro-
de aquel sacrificio, y se evitó el riesgo de que, al foltarle, vincia, de modo que no haya cargo, ni orden) ni estado, ni
desearn el retorno del rey Y esta regla debe observal'se. riqllezn cuyo poseedor no la reconozca como proveniente
por todos los que quieran cancelar el antiguo modo de del príncipe, Y ciue to~ne como ejemplo a Filipo de Mace-
vida ele una ciudad y acostumbrarla a un vivir nuevo y doma, el pactre de Ale¡:111clro> que, obrando de es[e modo.
libre: porque como las novedades alteran las mentes de pasó de ser L~n p~que.ño rey a convert~rse en el príncip~
de toda Grecia . Y quien escribe de él ttS dice que llevaba
los hombres, te ias debes arreglar para que, en esa altera- ··••
ción, mantengan tanto de lo antiguo como sea posible, y · a los hombres de una provincia a otra como los p<1swres
si los magistrados cambian de m'unero, de autoridad y de llevan su ganado Estos son procedimientos muv crueles.
duración de su cargo, que al menos conserven el nombre. y enemigos de toda vida no solamente cristi:ma: sino hu~
Y esto, como he dicho, lo debe tener en cuenta todo el . ':· mana, y cualquier hombre debe evitar emplearlos, que~
que quiera organizar la vida políticn, sea por el camino •·.··. riendo antes vivir coro.o un particular que como un rey, si
de la república o de la monarquía; pero el que quiera es a costa ~e ~m:rn ruma para los hombres; sin embargo,
adquirir una potestad absolurn, como la que los autores · ·•• ; el que al prmc1p10 no ha querido tomar el buen camino, si
llaman tiranía, ése debe renovarlo todo, como se dirá en ·_-=; quiere mantenerse conviene que utilice estos males. Pero
los hombres escogen, la mayoría de las veces, el camino
el próximo capitulo.
del medio, que es sumamente perjudicial, pues no saben
ser ni del todo buenos ni del todo malos, como veremos
en el próximo capítulo .
26.. Un príncipe n11evo e11 11m1 ciudad o provincia con- .
1

quistada por él, debe org@izarlo todo ele forma ab- ...
solutamcnte 1111eva. 27. Rarísimc1s veces son los hombres completamente
buenos o completamente malos.
Cuando alguien llega a ser príncipe de una ciudad o de
un estado, sobre todo si sus cimientos son débiles v no se·. . El Papa Julio II, yendo en 1505 a Bolonia para despo-
inclina a la vida civil, ni por el camino de la mo~arquía 1ar de ~1quel est~do. a la casa de los Bentivogli, que había
ni por el de la república, el mejor medio que podrá em- detentado el prmc1pado de aquella ciudad durante cien
plear para mantener su principado es que, siendo él un años, qu~ría también expulsar a Giovampagolo Baglioni
príncipe nuevo, lo organice todo de nuevo en aquel esta~ ·· de Perugia, de la que era tirano, pues se había puesto en
do, por ejemplo, instituyendo en la ciudad nuevas formas contra ~e todos los tiranos que ocupaban las tierras de la
de gobierno con nuevos nombres y autoridades con nue· iglesia 60 Y habiendo tomado Perngia con este ánimo y
vos hombres, haciendo a los ricos pobres y a los pobres.
ricos, como hizo David cuando llegó a ser rey «qui esu- · 65 ¿J ustino?
rientes implevit bonis, et divites dimisit inanes» M; edifi- 66 L~ cxpcdició!"l fue victoriosa Julio II recuperó y consolidó
l:ts ant1g1..1as poscsi<:nes de la Iglesia y a~n añadió algunas, apro-
6.1 «A los hambrientos llenó de bienes, y a los ricos despidió· v~chundo l.ns ~ongmst::ts hechas por su antiguo enemigo Césur Bor-
vacíos>; Lucas, I, 53 Son palabrns de María, entonando d Magni- grn Y contmuandolas con sus propias campnfü1s_ A su muene los
ficat, y se refieren u Dios, no a David.. estados pontificios quedaron bien defendidos y administrado;.
~{
1\ lnquia vdo Discursos sobre ia primern décnda de Tito Lívio iOl
100

esa determinación, no esperó a entrar en la ciudad con su da1..fanos; peto enconrr:.mí menos ejemplos de ello en Roma
ejército como snivagunrdn, sino que lo hizo desarmado, que en Arenns o en cualquier orrn república Y buscando
nuncme dentro estaba Giovnmpagolo con bastante gente. In causa el~ esto, y refiriéndome a Roma y Atenas, pienso
eme 'había reunido para su defensa personaL Así, llevado que sucedrn porque los romanos tenían menos motivos
~l Papa de aquel ímpetu con el que bacía tocias las cosas, para sospech.ir de sus ciudadanos que Jos arenienses, Por-
se puso en manos del enemigo acompañado sólo por su que Roma, considerando el período que vn desde la expul-
guardia, y lo llevó consigo, dejando e'.1 la duda~! .un goberw sión de los reyes hasta Sila y Mario, nunca fue privada de
nadar que rindiese cuenrns a In Iglesia . Fue crmcada,. por la libertad por alguno de sus ciudadanos, de modo que no
los hombres prudentes que estaban con él, la te:nend,:d tenía causa importan te par.a sospechar de ellos y, en con-
del Papa y la cobardía de Giovampagolo, y nadie podia secuencia, ofenderlos sin consideración. Sucedió muy ni
comprender por qué éste no había, en un golpe ?e man~, .... contrario en Atenas, pues habiéndole arrebatado la liber-
capturado a Sll enemigo, ganan?o perpetua gloria ~ enrtw tad Pisfstrato, en su época más floticla, y engañándola con
quedéndose con la presa, pues iban con el Papa toaos los apariencia de bondad, cuando al fin volvió a ser libre,
cardenales con sus riquezas y delicias No podían cL'eer acordándose de las injurias recibidas y de la pasada ser-
que se hubiese abstenido por bondad, o porque su conw vidumbre, se convirtió en diligente vengadora, no va de
ciencia le hubiera retenido, porque en el pecho de un los errores, sino de la sombra de los errores de sus éíuda-
hombre facineroso> que tenía a su hetmana por ama~te Y danos 67 De aquí nació el exilio y la muerte de tantos
que había mata.do a sus primos Y. parientes para temar; hombres excelentísimos, de aquí la institución del ostraw
no podía quedar ningún respeto piadoso;. en fin, se Jle~o cismo, y todas las dem~ís violencias que contra sus mejo-
a la conclusión de que la causa había sida que mngurr res hombres cometió la ciudad en diversos tiempos, Y es
hombre sabe ser honorablemente malo o perfectamente· cierto lo que dicen los que escriben acerca de la vida civil,
bueno, v cuando un acto malvndo tiene alguna grandeza ·. queJos pueblos muerden más fieramente cuando han recuw
o encie~ra cierta aenerosidad, no saben llevarlo a cabo,. perado la libertad que cuando la han conservado
Así, Giovampa;olo, al que no le importaba .ser i:ices- Quien reflexione sobre tocio lo dicho, no criticará a
tuoso y parricida públicamente, no supo, o me¡or dicho; Atenas y ensalzará a Roma, sino que culpará tan sólo a fa
no osó, en una ocasión propícia, acometer una empresa. necesidad por la diversidad de circunstancias de lns dos
en la que todos hubieran ~dmirado su e?er~ía y con 1; . ciudades, Pues verá, si considera las cosas con sutileza
'
que hubiese dejado memoria eterna de s1, siendo ;l pri- que si a Roma le hubieran arrebatado la libertad corno
mero que hubiera demostrado a los prelados en que poco a Atenas, no hubiera sido más piadosa para sus ciudadanos
se ha de estimar a quien· vive y reina como ellos,. Y I:a- · de lo que fue ésta. Lo que se puede conjeturar con cer-
dendo algo cuya grandeza hubiera superad~ cualquier m- · teza por lo que ocurrió, tras la expulsión del rey, con
famia, cualquier peligro que de allí se derivase Colatino y Publio Valerio, el primero de los cuales fue

ñ7 Pisístrnto se erigió en tirano de Atenas en 560 a. C y man·


28.. Por qué causa los romanos fttero11 menos ingratos tuvo In tiranía durnnte quince años Luego fue expulsado pero
con sus ciudadanos que los atmienses. volvió diez años más tarde con tropas mercenarias y recuperó el
poder, que conservó hasta su muerte. Le sucedieron sus hijos, uno
de los cuales murió en 514 a. C. a manos de los célebres tiranicidas
Quien lea los sucesos de las repúblicas, encontrad q;1e Harmodio y Aristogitón Cuatro años después, el otro hermano
en todas hubo algún tipo de ingratitud para con los cmw ern expulsado y Atenns recuperaba 1u libertad
42
...

102
iVlaquhwclC1?::'- + ··· Discursos sobre la primera dcicada dt Tito Livío 103

enviado al exilio, aunque hnbíh contribuido a la liberación . pueblo ~ el príncipe aiguna eXCllSa. Y de esrns ingratitu-
de Roma, sin otro motivo que su pJ.rentesco con Tnrqui- ; des motrvadas. i:or tal causa se leen bastantes cj~Ínplos:
no, y d ~cgundo también estuvo a punto de ser exiliado · ' porgu~ el capttan 9ue valerosamente ha conquistado un
sólo porque infundió suspechns intentando edificar su c;.1sa .. unpeno para .su senor, venciendo a los enemigos, llemín-
en el monte Celio 6s De modo que se puede concluir, vi en~ ·· ' dose d.~ glorra Y c~!mando a sus soldados de riquezas.
do lo suspicaz y severa que se mostró Roma con estos. : necesat rnmem~ consigue ranta repurnción entre los wlcla-
dos, que hubiera sido tnn ingrata como Atenas si hubiera · do~, los enemigos y los súbditos del príncipe, que la vic-
sido, corno ella, injuriada por sus ciudadanos en sus pri- .. tonn puede sentarle mal al señor que le ha enviado y
meros tiempos y antes de su prosperidad. Y para dejar· co_mo 1a naturaleza el~ l?s hombres es ambiciosa y suspi-
zanjado este asunto de la ingratitud, añadiré el discurso· . ··; caz Y no sabe poner limtte a la fortuna, es imposible que
del siguiente capítulo_ esa .sosp.echa, nacida repentinamente en el príncipe tras
la v1ctorrn de su e<lpitán, no sea acrecenrnda por éste mis-
mo, .~ºº. sus modales o palabras i_nsolentes De modo que
t;l pnnc1pe ya no puede pensar smo en asegurarse contra
29 ¿Quién es más ingrato, tm pueblo o un príncipe? ··: 1 el, X para ello planea hacerle matar o arrebatarle la repu-
1
taclon que se ha garn~do en el ejército y en el pueblo, y de
A propósito de este tema, me gustaría averiguar quién ·· ·1 t?dos los mod?s posibles convencer de que tlquella victo-
acostumbra a dar mayores ejemplos de ingratitud, si un · na no fue cleb1da a la virtud del c:1pitán, sino a la suerte
pueblo o un príncipe_ Y pata dilucidarlo mejor, afirmaré.· o ª.la cobardía de! enemigo, o a la prudencia de otros
primero que este vicio de la ingratitud nace de b avnridti.H capitanes gue le acompañaban en el hecho .
o de la sospecha Porque cuando un pueblo o un príncipe./ 1 Después de que Vespasiano, que estaba en Judea fue
ha enviado fuera a uno de sus capitanes, en una expedi~ .\ · proclamado emperadm por su ejército, Antoñio p 1:imo
ción importante, si el capitán vence, ganando inmensa · que es~~-b~ ,con oti:o ejército e:1 Iliria, se puso de su p~m~
gloria, el pueblo o el pdncipe están obligados, por su · Y se dmg10 a Irnlw, :ontra Vitelio, que ocupaba el trono
parte, a premiarlo, y si en vez de darle un prem in le des- ·¡ d~ Roma, Y v~ler.os1S1mamente derrotó a dos ejércitos en-
honran y ofenden, movidos de la avaricia, no qu~riendo, ·-•·; v_i::i.dos po:· Vrtelto y ocupó Roma 70 , de modo que Mu-
constreñidos por esta pasión, darle una compensación, co~·;: :'. crnno, envrn~o por Ve~pasiano> se encontró todo conquis-
meten un error que no tiene excusa y se ganan una infa-/:: . tad? Y vencl<la. toda dificultad gracias a la virtud de An-
mia eterna Sin embargo, muchos príncipes lo hacen_ Cor~: . tonio ~l premr? que Antonio recibió fue que rviuciano le
nelio Tácito nos explica el motivo con esta sentencia~: arrebato mn;~<l1.atan;ente el man.do de su ejército y poco
«Prodivius est iniuriae, quam beneficio vicem exsolvere, ·, · · a .roe~ le de¡o sm ninguna au~ondad, de modo que Anto-
quia gratia oneri, ultio in quaestu habetur» 69 .. Pero cuan-:; , ni~ se fue a buscar a Vespasiano, gue estaba todavía en
do no le premian, mejor dicho, cuando le ofenden, movi~·.:_:.. j Asia, _Y obru;o. un recibimiento tal que en breve tiempo,
dos, no por la avaricia, sino por la sospecha, merecen eL(_j r~duc1do al ult1n:o grado y casi desesperado, murió. Y de
eJernp.fos como este están llenas las historias. En nues-
... '

Livio, libro II, capítulos 2 y 7.


68 :¡
tros tiempos, tocio el mundo sabe con cwíntn industria y
«Somos más indinados a vengar injurias que a agradecer
69 1
beneficios, porque la gratitud se considera una carga, y ln venganza¡-: :::
Tuctto en sus I-Izstorzas.
,7~ Los hechos. suc~dieron cl año 59 de nuestra cm y los cue.nt:t
comodidad.» Tácito, Historias, libro IV, 3. ··.:u\::>·~ ' ¡, '
..: .
~ ~ .
'!3
Discurso:; sobre ltt primern décr1da dt= Tito Livio 105
l0'-1 lv1aquíavc:lo
dbamos antes, la menos ingrata, pues se puede decir que
virrud luchó Gom:alcr Fernfodez en el reino de N<lpoles no hay otro ejemplo de su ingratitud que el ele Escipión.
contra los franceses, en nombre del rey de Aragón, F~r:-­ pues Coriolano y Camilo fueron e:dliados por la injuria
nando, conquistando y venciendo aquel reino, y cómo. por que uno y otro habían inferido a la plebe, pero si el uno
premio de sus victorias, sólo obtuvo 9ue Fernando s.a,hese no fue perdonado, porque siempre había manifestado un
ele Aragón v, viniendo a Nápoles, primero le despo¡o del · ·· ánimo hostil respecto de la plebe, el otro, en cambio, no
mando ~de ¿us tropas, luego le quitó las fortalezas y, por. · sólo fue llamado de nuevo, sino que por todo el resto
fin, le llevó consigo a España, donde nl poco tiempo murió de su vida le veneraron como a un príncipe 72 Pero la
sin honra 71 ingratitud cometida con Esdpión nadó de la sospecha que
Es tan natural esta sospecha en los principes gue no los ciudadanos comenzaron a tener de él, y que ninguno
pueden evirntln, y así es imposible que sean agradecidos de los otros había despertado: ésta se originó a causa de
para con los que han hecho graneles conquistas, con sus la grandeza del enemigo que Escipión habia vencido, de la
victorias ' bajo su estandarte Y lo que no puede evitar un··-.-·. · ' reputación que le había dado la victoria en tan larga y
príncipe, no es de extrañar ni cosa admirable que no pue> peligrosa guerra, de la rnpidez de esa victoria y de los
da evitarlo tampoco un pueblo Porque teniendo una ciu- favores que su juventud, su prudencia y otras memorables
dad que vive en libertad dos fines: uno, conquistar nuevos virtudes suyas le conquistaban_ Todos estos factores ernn
territorios, y el otro, mantenerse libre, conviene que no tales que, cosa insólita, los magistrados temían su autori-
cometa equivocaciones, por exceso de amor, en ninguno . dad, lo que disgustaba a los hombres prudentes por ser
de ellos En cuanto a los errores en el conquistar, los di~.·:: .•:: : algo que nunca había sucedido en Roma. Y era tan extra-
remos en su momento. Por lo que respecta a los errare.§~~'·'•;:
1
ordinaria su vida toda que Catón Prisco, considerado un
en la conservación de la libertad, son, entre otros, ofender . santo varón, fue el primero en ponerse contra él; diciendo
a los ciudadanos que debería premiar y sospechar de aque~ · que no se podía considerar libre. una ciudad donde había
llos en quienes debería confiar. Y aunque este modo de un ciudadano al que temían los magistrados 73 . De modo
proceder es causa de grandes males en una república afee- ·· ¡ que si el pueblo de Roma siguió en este caso la opinión
rada por la corrupción, conduciéndola muchas veces n1pk: de Catón, merece la excusa que antes decía que merecen
<lamente a la tiranía, como sucedió en Roma con César,
que arrebató por la fuerza lo que la ingratitud le negaba) 72 Coriolano, vencedor de los volscos, fue expulsndo de Roma
sin embargo, en una república no corrupta es causa de.. en 491 n e porque quería mantener ¡¡} pueblo hambriento para
conseguir la supresíón del tribunado de In plebe Muquía.velo ya
grandes bienes, y la hace vivir libre, porque los hombres; · . ha hecho referencia n él en el capítulo 7 :tvlarco Furia Camilo,
por miedo al castigo, se conservan mejores y menos am· ·• vencedor de los veios en 396 u: C., fue citado n juicio a propósito
biciosos. Es cierto que entre todos los pueblos que fueron·,. ; , del reparto del botín y prefirió desterrarse voluntariamente nntes
cabeza de un imperio, Roma fue, por las razones que apun•:. · que comparecer. Volvió en .390 para liberar a Roma de los inva·
-.~~:.·:. I sores galos. Véase el relato de Livio, libro II, q1pímlos .34-35 y
libro V, capítulos 23 y 44 a 55
71 Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, vend6 a:·· 'l. 73 Esdpión terminó en tres años, del 205 al 202 a. C , con el
los franceses en 1496 y devolvió el reino de l'Júpoles n, In cor_?~ª. i'.'t poderío de Cnrtago, derrotando a Aníbal, tan temido por los roma-
de Aragón. Fernando el Católico se mostró susp1caz con el, le p,id1ó :·';' nos, y n su hermano AsdrúbaL Esto le valió inmensa gloria, y el
cuentus estrechas de sus gastos y por fin, e".' 1507, se pe:sono en :>: sobrenombre de Africano Catón el Viejo, o el Censor, siempre le
Nápoles, organizó personalmente la administ~1do del remo Y re\:;:\:! fue hostil: impidió que le diesen eI gobierno de España y presionó
gresó tt Españn con Gonzalo Este fue tratado con despego hastny/J: contra él y su hermano hasta que logró su retiro a la vida privada.
lt~
su muerte en 1516. ,,, · .¡.
.J)i~\fü\.•. •
106 iví:tquiavdri ·.
Discursos sobre b primera dc.!cacb de Tito Lívio 107
los pueblos y los príncipes que:, po~ sospechas, ~on ingra-
cipe, ganándose la benevolencia de s~ldados y súbditos.
tos. Para finalizar este discurso, dtgo que, dudo que se
haciendo nuevas amístades con los vecmos, ocupando ccln
puede incurrir en esrn tacha de la ingratitud por dos mo-
sus hombres ias fortalezas, corrompiendo a los jefes de
tivos o por avaricia o por sospecha, vernos que los pueblos...... ··
su ejército y asegurándose ele aquellos ~ 1.os que no pu.eda
nunc~1 incurren en ella por avaricia, y por sospecha lo corromper de modo que esté en cond1c1oncs de castigar
hacen en menos ocasiones que los príncipes, teniendo me-
<l su señor 'por la ingratirucl de que le had objeto. No hay
nos causa para recelar, como luego diremos
otros caminos, pero, como elije antes, los hombres. no sa-
ben ser del todo malvados ni del todo buenos. Y stemp.rc
pasa que, inmediatamente después de la victoria, no qmc-
ren dejdr al ejército, no p:1eden. comportarse. humilde-
30. Qué procedimiento debe empt:('.,. 1111 prí~1cipe,. o una
mente, no saben usar medtos violentos que 1mp~ngan
tep1íblica, pata huir de esh t'rcro de la wgrat1tud,. y
respeto e impliquen honorabilidacl, y, en fin, proced1~nclo
qué medio usará el capitán o ciudadano que 110 qme-
de forma ambigua, son oprimidos entre demoras e mde-
rci verse afectado po1' ella.
cisioncs
Por lo que respecta a las repúblicas, si quieren mante-
Un príncipe, si quiere evitar la necesidad de andar sos· •• 1
• 1
nerse libres de b tacha de ingratitud, no se les puede dar
pechando o de ser ingrato, debe ir personalmente en las 1

expediciones militares 1 como hacían al principio los empe~


el mismo remedio que a los príncipes, o sea, que vayan
en las expediciones, en vez ele enviarlas, pues es necesario
radares romanos, como hace en nuestros tiempos el turco,
.. -.. ~ que las encarguen a uno de sus ciudadanos. Conviene, por
y como han hecho y hacen los que son virtuosos. Porque,
rnnto 1 que le dé una solución que la inclina a ser lo menos
si vencen, la gloria y las conquistas serán enteramente
ingrata posible, como ocurrió con la república romana .
suyas v en cambio 1 si no van, siendo la gloria de otro, no
pued~~ aprovechar las conquistas sin despojarle de aquella El remedio nace del modo de gobierno. Porque coope-
rando toda la ciudad, nobles y plebeyos, en la guerra,
gloria que no han sabido ganar por sí mismo, y se, v~el­ 1
siempre surgían en Roma, en todas las épocas, tantos
ven inaratos e injustos, y sin. duda es mayor la perchda
0
hombres virtuosos y adornados de tantas victorias, que el
que la ganancia . Pero cuando, pese a todo, por n.egligen-
pueblo no tenía motivos para dudar de ninguno de ellos,
da o por poca prudencia se quedan en casa, octosos, Y
siendo muchos y controlándose unos a otros Y hasta tal
envían a un capitán, no tengo otro precepto que darles
punto se mantenían íntegros y leales, sin sombra alguna
que el que ellos saben por sí mismos, Pero aconsejo ~l de ambición, sin que el pueblo tuviera la menor causa
capitán en cuestión, estando seguro de que no podra evi-
para ofenderlos PC:r ambicios~os, gu~ cuando alcanzaban ~a
tar los golpes de la ingratitud, que haga un? de .estas. dos dictadura, se consideraba mas glonoso el que la depoma
cosas: que inmediatamente después ~e !ª
v1ct?m1 de;e al m~ís rápidamente. Y así, no pudiendo con tal proceder
ejército y se ponga en manos de su prmc1pe, evttando ~odo
generar sospechas, no daban lugar.ª la ingratitud. De ma-
acto insolente o ambicioso, de modo que éste, despo1a-.!o
nera que una república que no quiera tener mot1vos yara
de toda sospecha, tenga motivos para premiarle o par~ no
ser ingrata, deberá gobernarse como Roma, y ~n cmda-
ofenderle, o, si esto no le parece bien, que tome imui;o-
dano que no quiera sentir los golpes de la ingra~ttud debe
samente la decisión contraria, y ponga ~odas los med~os atenerse al comportamiento observado por los cmdadanos
para convertir la conquista en algo prop10 1 y no del prm-
romanos" ~S
108 Maquíavdo Discursos sobre ln primera décnda de Tito Livio 109

31. Que !os capitanes romm10s no fueron mmcc1 casti- contra los veios, encabezando cada uno una parte del ejér-
gados de forma excepcional por los errores cometi~ cito: Sergio acechando por el Indo por el que podían venir
dosJ y no eran castigados en absoluto ctumdo por m los toscanos, y Virginia por el otro lado Sucedió que,
ignorancia o por sus desafortunadas decisiones hu~ siendo asaltado Sergio por los faliscos y otros pueblos,
bieran causado algzín perjuicio ti lcz rept'iblict1 . prefirió ser derrotado y huir antes que pedir ayudn a Vir-
.. i ginia 75 . Y por su parte Virginia, esperando que se humi-
Los romanos no sólo fueron, como dijimos arriba, me~ Ilase, quiso ver el deshonor de su patria y la pérdida de
nos ingratos que otras repúblicas, sino que además fueron su ejército antes que socorrerlo" Caso verdadernmeme mal-
más piadosos y prudentes que nadie en el castigo de los vado y digno de ser notado, que daría triste impresión de
capitanes de sus ejércitos. Porque si el error se había co- la república romana si ésta no los hubiera condenado Pero
metido con malicia, lo castigaban de forma humana, y si cie1·tamente, así como cualquier otra rept'iblica los hubie-
se había cometido por ignorancia, no lo castigaban, antes ra condenado a muerte, ésta les impuso una multa, Io que
bien lo premiaban y honraban. Este modo de proceder era sucedió no porque sus malas acciones no merecieran un
considetado por ellos como el más correcto, porque pen- castigo mayor, sino porque los romanos querían en este
saban que era de tanta importancia que los que estuviesen caso, por las razones expuestas antes, mantenet sus anti-
al mando de las tropas tuvieran la mente libre y dispues· guas costumbres. En cuanto a los errores por ignorancia,
ta, sin preocupaciones ajenas a las decisiones que habían no hay ejemplo más notable que el de Varrón, por cuya
de tomar, que no querían añadir a una tarea de por sí temeddad fueron derrotndos los romanos en Cannas por
difícil y peligrosa nuevas dificultades y peligros, pensando Aníbal, corriendo peligro la libertad de Roma: sin em-
que, si se les sumaban nuevas preocupaciones, era imposi-
bargo, como su error se debió a la ignorancia y no a la
ble que pudieran obrar valerosamente. Por ejemplo, en-
malicia, no sólo no le castigaron sino que le honraron, y
viaban un ejército a Grecia contra Filipo de Macedonia 74 ,
cuando volvió a Roma salió a su encuentro todo el orden
o a Italia contra Aníbal, o contra los pueblos a quienes
vencieron en primer lugar. El capitán que se ponía al fren- senatorial, que, ya que no podía felicitarle por la denota,
te de esta expedición estaba angustiado por todos los lo hizo por su retorno a la ciudad y por no haber deses-
cuidados propios de aquel menester, que son graves y de perado de la causa romana 76 • Cuando Papirio Cursor que-
suma importancia. Si a tantos desvelos se hubiera aña- ría hacer morir a Fabío, por haber combatido a los samni-
dido el recuerdo de antiguos ejemplos de romanos cruci- tas contraviniendo sus órdenes, entre las razones que el
ficados o muertos de algún otro modo por haber sido padre de Fabio oponía a la obstinación del dictador estaba
derrotados en alguna batalla, hubiese resultado imposible ésta: que el pueblo romano había perdido algunos de sus
que el capitán, entre tantos recelos, tomara una resolución
animosa. Por esto, juzgando que resultaría bastante cas-
1 75 Al parecer, los dos genernles se tenfo bastante mnnfa Los
tigo la ignominia de haber sido derrotado, no le atemo- hechos ocurrieron en 402 a C Al regresnr n Romn, fueron acusn-
rizaban con mayores penas. r
! dos de cobardía y traición y condenados a una multa de diez mil
Veamos un ejemplo de un error que no fue cometido libras de cobre Lo cuenta Livio, libro V, capítulos 8 a 12.
por ignorancia . Estaban Sergio y Virginio en la campaña 76 Varrón ern cónsul Provocó la derrota de Canoas, en 216 a C.,
atacando a Anfbal contra fo opínión de cnsi todo el mundo, inclui-
do su colega en el consulado. Sin embargo, logró reorganizar ln
74 Este Filipo no es el padre de Alejandro Magno, sino otro retirada, sin lo cual el pánico hubiera convertido a los restos del
rey de Macedonia con el que Roma se enfrentó en 200 n. C. ejército romano en fácil presa" ~6
Discursos solm:: la primera decad:t de Tito Livio l !¡
llO M:1qui:welo

cnpitanes, pero que eso era lo que hncía también Papirio vola del sern1do Además de esto, esrnba fresca la memoria
en sus victorias í7. de los reyes, por los que muchos lrnbfan sido injuriados
y vi.lipendiados. Y como raras veces concurren similares
circunstancias, raras veces tendrá t:si.: remedio tan buenas
consecuencias. Por eso, cualquier:.t que esté ~\ 1a rnbezu
32. Una repríblica o un príncipe 110 debe demontrse a la de un estado, sen república o príncipe~ deberá considerar
hora de socorrer 11 los hombres r:u sus necesidades. que algún dfa es probable que debn cnfrt.:nrnrse con un
enemigo, y de qué hornbl'es tencká necesidad en los tiem~
Aunque los romanos supieron con acierto ser liberales pos difíciles 1 y obrar desde el principio rn consecuencia,
con el pueblo cuando sobrevenía alO'ún pelioro ·u así cuan- actuando como lo haría en cualquier circunstancia. Y el
. d', o o 'J que se comporta de otro modo, príncipe o república, pero
do Porsena rnva 10 Roma para reinstaurar a los T arqui-
nos, el senado, dudando si la plebe no preferiría aceptar sobre todo si es un príncipe, y después, cuando lleoa el
al rey que sostener la guerra 78 , se aseguró liberándola de peligro, quiere asegurarse a los hombres con fovore~, se
las gabelas de la sal y de cualquier otro tributo, diciendo engaña, pues no solamente no se los atrae, sino que ace~
q.ue _los pobres c~~tribuían bastante al beneficio público lera su ruina.
''
s1 criaban a sus h1¡os, y gracias a este beneficio el pueblo
se expu_so a soportar· asedio, hambre y guerra, sin embar-
go, nadie, confiando en este ejemplo, infiera para las épo-
cas de peligro el ganar la voluntad del pueblo, pues proba- 33 Cuando crece un inconve11íente en un estado o con·
blemente no tendrá tanto éxito como los romanos. Pues tra un estado, es mejor eludirlo que hacetle frente.
la gente juzgará que esos beneficios no te los debe a ti '
. .
s~no a tus e~em1gos, y temerosa de que, pasada la nece- Creciendo la república romana en reputación, fuerzas e
s~dad, le q?ltes lo que le has otorgado obligado por las '1 im¡JL río, los vecinos, que al principio no habían pensado
c1r~t~nstancrns, no se sentirá ligada a ti por ninguna obli- :.1
wánto daño podía acarrearles aquella nueva rept1blica,
gac1on. Y la razón por la que a los romanos les salió bien comenzaron a darse cuenta de su error, y queriendo reme-
este gesto, fue que el estado era nuevo, y aún poco esta- diar lo que antes no habían atajado, se conjuraron contra
ble, y el pueblo había visto que desde el principio se ha- Roma más de cuarenta pueblos, por lo que los romanos
bían hecho leyes en beneficio suyo, como la de la apela- además de otros remedios que se acostumbran en los 0ora~
ción ante la plebe 79 , de modo que fácilmente se podfo ves peligros, decidieron crear un dictador, o sea, dar poder
convencer de que aquel privilegio no había tenido su ori- a un hombre para decidir sin consultar a nadie y para
gen en la llegada del enemigo, sino en la disposición bené~ • ::. ¡ poner en práctica sus decisiones sin apelación posible .
~orno este re.medio fue entonces útil y permitió que ven-
c1eran los peligros que se cernían sobre ellos, lo utilizaron
77 Fue a principios del siglo IV a e' Fabio era el jefe de la siempre con éxito en todas las ocasiones en que el creci-
caballería! y s"? acción antirreglamentaria le proporcionó una espec-
tacular victoria. Fue perdonado. Véase Livio, 'libro VIII, cnpí- miento del imperio traía consigo algún riesgo contra la
tulos 30 a .35 república .
78 Cfr 1u narración de livio, libro II, capítulo 9 Sobre esto, es de notar, en primer lugar, que cuando
79 Como _informa livio en el libro II, cualquiera podía apelar
un inconveniente que surja en una república o contra ella,
al pueblo SL no estaba conforme con In sentencia dictada por el
magistrado. causado por motivos extrínsecos o intrínsecos, se haya
I¡ t-
112 1vínquiavdo Discursos $Obre Ja ptimern ciecnda ck Tito Livio 11.3

vuelto tan importante que comience a aternoríznr, es un esto es, que intentaran librarse de éi, juzgando gue tal
partido mucho más seguro trnrnr de contemporizar con tl, intemo consríruirfo la ruina mrnl del estado; como, en
que intentar extinguirlo. Porque casi siempre, al tratar efecto. se vio que sucedió tras su muerte, porque, no
de apagarlo se acrecientan sus fuerzas y s~ acelera ~l mal hnciendo ya caso los ciudadanos de su consejo, se hicieron
que podía provenir de él Semejantes ctrcunsrnncrns se fuertes contra Cosimo y le expulsaron de Florencia Lo
producen en la república más a menudo por causas intr~n­ que originó que su partido, resentido por esta injuria, le
secas que extrínsecas, porque muchas veces se permite reclamase poco después convirtiéndole en señor ele la repú-
que un ciudadano acapare más poder del que resulta razo- blica, dignidad a la que no hubiera podido llegar sin
nable o se comienza a corromper una ley que era el fun- aquella manifiesta oposición 80
dame~to de todo el vivir libre, y sí se ha permitido que Lo mismo sucedió en Roma con César, cuya virtud fue
estos errores se prolonguen, resulta más perjudicial querer favorecida por Pompeyo y otros, convirtiéndose luego
atajarlos que dejarlos continuar, Y es tanto más difícil aquel favor en miedo, de lo que da testimonio Cicerón,
conocer estos riesgos en su nacimiento porque a los hom- diciendo que Pompeyo había comenzado a temer a César
bres les parece natural favorecer siempre el principio de demasiado tarde 81 Aquel miedo hizo que pensaran en
las cosas, y se favorecen con más ahínco aquellas que poner remedio a la situación, y ese remedio aceleró la
parecen llevar en sí alguna virtud y son llevadas a cabo ruina de la república.
por jóvenes. Pues si en una república se ve surgir un Digo, por tanto, que ya que es difícil conocer estos
joven noble, con extraordinaria virtud, l~s ?jos de todos males en sus inicios, por lo engañosas que resultan las
·1
los ciudadanos comienzan a volverse hacia el, y todos se cosas al principio, es partido más prudente contempori-
ponen de acuerdo para tributarle honores sin límite, de 'j .?~r, una vez que se conoce el mal, que oponérsele; porque
... !
modo que, si tiene un mínimo de ambición, .acuciado por contempodzandot o bien se extingue por sí mismo, o al
los favores conjuntos de la naturaleza y las circunstancias, :··.¡ menos se difieren sus consecuencias por un tiempo. Y los
.• 1
llegará pronto a tal posición que, cuando los ciudadanos .i príncipes deben abrir bien los ojos cuando quieran anular
se aperciban de su error, tendrán pocos medios paro. corre- .: 1 o enfrentarse a alguna fuerza, para no darle aumento en
girlo, y si utilizan los pocos que tienen, no harán más que vez de detrimento, no sea que, creyendo acelerar una cosa,
acelerar su toma del poder. la dejen de lado, como el que ahoga una planta a fuerza
Se podrían aducir bastantes ejemplos ~e e.llo, pero q;iie- de regarla. Se deben considerar con cuidado las fuerzas
ro limitarme a uno solo, de nuestra propia ciudad. Cos1mo. del mal, y, si te parece que tienes bastante poder para
de Medid gracias al cual la familia de Medid inició su sanarlo, ponerte a ello sin más demora; en otro caso, de-
influendn ~n nuestra ciudad, alcanzó tanta reputación de- jar que siga su curso sin intentar nada en contra. Porque
bido a su prudencia y a la ignorancia de sus conciudada- sucederá, como decíamos antes, lo que ocurrió con los
nos, que comenzó n infundir miedo al estado, de mod? pueblos vecinos de Roma, a los que les hubiera sido más
que los ciudadanos consideraban que ofenderle era peh-
groso, y dejarle estar, peligrosísimo. Viví~ en aquell?s 80 Se refiere a Cosme el Viejo, padre de la pntrin, el abuelo de
tiempos Niccolo de Uzznno, que era considerado varen Lorenzo el Magnífico . Su destierro duró un año, de octubre de 1433
expertísimo en los asuntos políticos, y éste, tras habe.r al mismo mes de 1434. En su Historia de Florencia, Maquinvelo
lo define como un «hombre prudentísimo, de grave y grata pre-
cometido el orimer error, al no darse cuenta de los peli- sencia, todo líberalidnd, todo humanitarismo».
gros que podía acarrear la reputación de s;osimo, no per- 81 En relación con este párrafo, vénse ln curta de Cicerón u su
mitió, mientras estuvo vivo, que se cometiera el segundo, liberto Tirón (Epístolas familiares, libro XVI, carta 11)
114 Mnquiavdo
Discursos sobre la primera <lérndn de Tito Livio 115
provechoso, ya que Roma había lleg<1do a ser .can pode- se crenn v las autoridades gue se dan por procedimientos
rosa, tratar de apbcarb con procedimientos pndficos, man- extrnorcli~1arios, no los que proceden por ln vía ordinaria,
teniéndola en su ser en vez de con la guerra, forzarla a como se comprueba por lo sucedido en Roma durante tan
nuevas instituciones y nuevas defensas Porque aquella largo período de tiempo, en el que nunca ningún dictador
conjura no sirvió más que para hacer a los romanos m¡fo causó a la república m:ís que beneficios.
fuertes y más unidos, y para que pensasen en nuevos Y esto por causas evidentes. Primero, porque para que
recursos mediante los cu2les no tardaron en aumentar su un ciudadano pueda resultar dañoso y hacerse con una
poder. Entre éstos se puede contar la creació.n del c~icta­ autoridad extrnlegal, se necesitan una serie de condiciones
dor, novedad que no sólo permitió superar los peligros que casi nunca se- encuentran en una rep(1blica no conup-
inminentes sino que además evitó numerosos males en los í
ta, pues tal ciudadano ha de ser riquísimo y tener alle-
que la república, sin ese remedio, se hubiera anegado 1
1 gados y partidarios, lo que no poclní suceder allí donde
se cumplan las leyes, y si a pesar de todo los tuviese,
hombres así resultan tan temibles que un voto Hbremente
otorgado no recae nunca sobre ellos. Además, un dictador
34 La autoridad dictatorial fue benéfica) )' 110 dañina) se nombraba para un pedodo fijo, y no a perpetuidad, y
pczttz la república roma1w, y cómo resulta perniciosa
estaba encarcrado
o solamente de solucionar aquel problema
para la vida civil la autoridad que se arrebata tl. los
que había motivado su nombramiento 1 y su autoridad se
ciudadanos) pero no la que ellos otorgan por libre .
extendía a poder decidir por sí mismo los remedios parn
elección.
aquel urgente peligro, a hacer cualquier cosa sin consultar
Algunos escritores acusan a los romanos que pu~ieron v a castigar a cualquiera sin apelación, pero no. podía
los medios para instituir la dictadura en aquella cmdad, hacer nada que fuese en detrimento del estado, como hu-
pensando que, con el tiempo, ésta fue causa de la tiranía biera sido arrebatar su autoridad al senado o al pueblo, o
en Roma alecrando que el primer tirano que surgió en la ¡ anular la antigua constitución de la ciudad y elaborar una
ciudad la' dominó ton este título de dicta dor, pues d'icen.
l nueva. De modo que, considerando a un tiempo la escasa
t:l

que si no hubiera sido por esto, César no hubiera podido ... ¡ duración de su dictadura y los limitados poderes que te~
dar apariencia de legalidad a su tiranía confiriéndole un .. i nía, y que el pueblo romano no estaba corrompido, ern
título público. Los que así piensan, no analizan bien las i imposible que se saliese de los límites impuestos y perju-
cosas, y sostienen una creencia fuera de lo razonab~e. P~es ... 1
dicase a la ciudad) y vemos por experiencia que siempre
no fue el nombre ni el grado de dictador el que hizo sier- le hizo bien.
va a Roma, sino el arrebatar la autoridad a los ciudadanos Y, ciertamente, entre las instituciones romanas ésta es
durante un tiempo muy largo 82 , y si en Roma no hubiera una que merece una consideración detenida y ser contada
existido el título de dictador, hubieran inventado otro, entre las que causaron la grandeza de aquel imperio, por~
•• 1
pues es la fuerza la que conquista fácilmente los nombres, que sin semejante recurso los romanos muy difícilmente
y no al revés. Y vemos que la dictadura, m_ientras fue c~n­ ··•·· _.¡ hubieran podido salir de las situaciones excepcionales. Ya
ferida según las leyes, fue siempre beneficiosa para la ciu- <J
····1 que los ordenamientos habituales en las repúblicas siguen
dad. Pues perjudican a las repúblicas los magistrados que '
procedimientos lentos. Pues ningún consejo, ningún ma-
gistrado puede obrar por sí mismo, sino que es preciso
82 La dictadura legal sólo podía durar seis meses. actuar conjuntamente, y el ponerse de acuerdo lleva su
~q
116 Discursos sobre la primera década de Tito livio 117

tiempo, de modo que resulta un modo de actuar peligra::: /J. mentí capiat» 83 Y para volver a nuestro tema, concluyo
sísimo cuando se rrarn de poner remedio a una cosa qu~·/H que los vecinos de Roma, queriendo oprimida, hicieron
no admite demora. Y por eso las repúblicas deben prever<.~/{: que no solamente se organizase para poderse defender,
en su~ leyes una institución de este tipo, y la república·;:'.:'·,~¡ sino para poder ofenderles con más fuerza~ mejor consejo
veneciana, que, entre las modernas, es excelente, ha reser-·. J y mayor autoridad.
vado a unos pocos ciudadanos autoridad para que, en las'/ti:1
necesidades urgentes, puedan deliberar sin mayor con~:::,:,<¡
sulta Pues cuando a una república le falta un procedí~· \.J
miento así, es preciso que, o se venga abajo siendo fief>:':d 35. Causa de que la creación en Romct del decenvirato
a las leyes, o viole las leyes para no venirse abajo_ Y erC·J remltase nociva patll la libertad de la repdblicc1, a
una república nunca debería suceder nada que obligase a\: j pesar de que fue creado por sufragio ptíblico )' libre.
gobernar con medidas excepcionales, porgue aunque éstas.:· l
resultasen momentáneamente beneficiosas, el ejemplo re-: )j Parece contrario a lo que arriba se ha dicho de que es
sulta.ría nocivo 1 pues si. se instituy~ el. uso de_romper fo."<J la autoridad arrebatada por Iu fuerza, y no la otorgada por
legalidad para bren, ba10 esa apariencia podra romperse":\:,"¡ sufragio la que perjudica a la república, el hecho de la
para mal De modo que no se puede llamar perfecta una: ,;:¡ elección de los diez ciudadanos encargados de hacer las
república que ne haya previsto todo en sus leyes, aperd.;; /l Jeyes en Roma, los cuales con el tiempo se volvieron tira-
biendo un remedio para cada circunstancia y calculando://;¡ nos y la despojaron de la libertad. Aquí se debe considerar
el modo de llevarlo a cabo, Por eso, para concluir, diréU.";.)J la manera de otorgar la autoridad y el tiempo por el que
que las repúblicas que en los peligros urgentes no puede~USl se confiere. Cuando se da autoridad libre por un tiempo
recurrir a un dictador o una autoridad semejante, se irán/<sf l.argo, considerando tiempo largo un año o más 1 será siem-
pre peligrosa, y tendrá buenos o malos efectos según sean
a pique en los momentos difíciles. Y es notable en esta >\:l buenos o malos aquellos a quienes ha sido dada. Y si se
nu~va institu.cíón el procedimiento de elección, que fue. J/ analiza la autoridad que tuvieron los diez y la que tenían
sabiamente dispuesto por los romanos. Pues resultando Ia . o:d los dictadores, se verá que la de los diez era incompara-
creación del dictador algo vergonzosa para los cónsules/:: J blemente mayor. Porque, nombmdo el dictador 1 perma-
que, de jefes de la dudad, habían de pasar a estar sujetos')LJ necían los tribunos, los cónsules y el senado, todos con
a sus órdenes corno los demás ciudadanos, y suponiendo.;\:] su autoridad, de la que el dictador no podía apoderarse;
que esto podía provocar cierto desdén, quisieron que eF/>:'1 pues aunque podía privar a uno del consulado, o expulsar
poder de elegirlo residiese en los cónsules, pensando que;/<l a otro del senado, no podía anular el orden senatorial y
cuando llegase el caso de que Roma debiera recurrir a)<{t hacer nuevas leyes. De modo que el senado, los cónsules
ese poder absoluto, ellos querrían hacerlo por su propia: . :/:.! y los tribunos, al conservar su autoridad, venían a ser su
voluntad, y haciéndolo así, les dolería menos, Pues fas:. :,j salvaguardia para que no se saliese del camino recto. Pero
~eri~as o cualqu!er otro dolor que el ho:nbre se causa a;':'\:l en la creación de los decenviros ocurrió justo lo contrario,
s1 mismo espontanea.mente .Y por su propia voluntad due<//¡.~ porque ellos anularon a los cónsules y a los tribunos, te-
len menos que las que les mfieren los otros~ Aunque des~"/:.J niendo autoridad para hacer leyes o cualquiet· otra cosa
pués, en los últimos tiempos, los romanos acostumbraban: /.J'
a otorgar esa autoridad no al dictador, sino al cónsul, con/~;;¡
83 «Provea el cónsul para que la república no sufra ningún
estas palabras: «Videat consul, ne respublica quid detri~':'%JF
dnño» 50
Discursüs sobre:: 111 primera d~cnd:1 de ·rito Livio
1 iS ¡\laquiaYelo
veios y los etruscos, en la que resultó muerto 1Quinto
como p~rsonificadoncs del pueblo romano. De modo que,
e!1,contrnndose solos, sin cónsules, sin tribunos. sin apda~ F.an10.
r • 11ermano (e
l l consu
' J y que J1n1)la
' swo
· 1 consul
' et' año
anreríor 85 Donde se <lebe destacar qué apropiado era d
c1on al pueblo, y no teniendo, en consecuencia, quien les
ordenamiento de aquelb ciudad p~1rn hacerla grande, y
c?t'.t,rolasc, pt~d1cron al segundo año, movidos por la am- cuúnto se engafian las repúblicas que se aparran de su
~1c1on ele Apio, volverse insolentes 84 _ Y por esto se ha
modelo. Porque aunque los romanos eran muy amantes
de tener en cuenrn que, mando se dice que una autoridad de la gloria. sin embargo no estimaban tarea deshonrosa
ot?rgadn por libre elección no causa perjuicio a la repú- obedecer a los que una vez habían mandado, o servir en
blica, se sui:~ne que el pue?Io no ha de otorgarla más que aquel ejército del cual habían sido jefes, costumbre que
con las debidas circu.nstancrns y a su debido tiempo, pero es contraria a la opinión, orden y comportamiento de los
cuando, por. haber sido engañado o estar obcecado, llega ciudncl:mos ele nuestros días Y en Venecia se da incluso
a otorgarla tmprnc~ememente, corno hizo el pueblo roma- este error: que tm ciudadano que hayn ostentado un cargo
no con los cIecenv1ros, le sucederá siempre como a éste_
1 importante se avergi.ience de accprnr uno de menor rango,
Esta se pueoe demostrar fácilmente consídemndo las cau- y que la ciudad le consienta que pueda rehusarlo Lo cual,
sas ¡~or las cuales los dictadores fueron buenos v los de~ ... '"" 1 • aun en el caso de que resulte honorable en el terreno pri-
cenv1ros fueron_. n:alos, y considerando el modo ae proce- vado, es del tocio inútil en el público . Porque una repú-
der ele las republtcas con forna de bien organizadas a la blica debe tener más esperanzas y confiar más en un ciu-
hora de dar autoridad por largo tiempo, como hadan los dadano que de un puesto alto descienda a :ooobernar en
espartanos con sus reyes y hacen los venecianos con sus otro inferior, que en otro que de un cargo pequeño as-
duces, pu~s vemos que ambos los someten a control para cienda a gobernar en los lugares más elevados. Porque
que no puedan u~ar mal su poder. No influye aquí que .. '
i en este último no podrá confiar rnzonablemente a no ser
la materia no este corrupta, porque una autoridad abso- ':·: i que le rodee de hombres de tanta autoridad v virtud que
i
luta corrompe la materia en un tiempo brevísimo v se puedan, con sus consejos e influencia, moder~r su inexpe-
hace con amigos y partidarios. Y no importa que q~ien
1

riencia Y si en Roma hubiera existido la costumbre que


I~ detenta sea pobre o tenga pocos parientes, porque las hay en Venecia y en otras repúblicas y reinos actuales, de
rtquezas ~ otros. favores le caedn encima rápidamente, modo que quien hubiera sido una vez cónsul no quisiera
como se v10 particularmente en el caso de los diez citados. ya ir en el ejército sino como cónsul, hubieran suraido Q

infinitos inconvenientes para el vivir libre, por los errores


cometidos por hombres inexpertos, y por la mayor facili-
dad para dar rienda suelta a In ambición, no teniendo alre-
36. Los ciudadanoj que ha11 tenido los ma11ores honores dedor hombres por respeto a los cuales se temiern obrar
110 deben desdeñar los pequeiios. · erróneamente, y así se hubieran vuelto más despreocupa-
dos, y todo habría resultado en detrimento público
Hicieron los romanos cónsules a Marco Fabio v Gneo
Manilio, Y vencieron una gloriosísima batalla co~tra los i
.·• i pueblo se subievó conmovido por In desgrndn de Virginia, her-
84 Livio habla de los decenviros en el libro III, capitulas J3
mosa y casta joven a quien su padre apuñaló pura sustraerla a la
... ¡' lascivia de Apio Clnudio
n 5~ Fuero~ creado~ en 451 a C y el m;1s influyente de ellos fue 85 Los hechos succdiernn en 480 n. C. Véase la narración de
Ap10 Claudto Debrnn elabornr nuevas leyes El primer año se Livio, libro II, capítulo 46. Según él, el difllnto había sido cónsui
c?mpo~taron respetuosamente. En el segundo, se volvieron autén- tres uños antes, no el año anterior, corno dice Maquiavelo 5(
ticos tiranos, de modo que les llamaban los diez Tarquines. El
120 Mnquia~·do
Discursos sobre fa primera déc:idn de Tito Livio 121
37 . Qué r:sccínd11los causó en Roma la ley agraria, y cómo
. hctcer mu; ley que tenga efecto retroactivo ·v t)(l)'a nunmente, sea porque se tardó tanto en promulgarla que
contra una antigua costumbre tie la cit1d(1d, orfgimÍrá resulró escandaloso aplicarln con efecto retroactivo, o sea
desórdenes. porque, aunque buena en un principio se corrompió con
el uso, de cualquier manera, el caso es que nuncn se habló
Dice una antigua sentencia que los hombres suelen la- de aquella ley sin que la ciudad se convulsionara grave-
mentarse del mal y hastiarse del bien, y que ambas pasio- mente.
nes producen los mismos efectos. Porque los hombres, Tenia esta ley dos puntos fundamentales En uno de
cuando no combaten por necesidad, lo hacen por ambi- ellos se disponía que níng{m ciudadano podía poseer más
ción, la cual es tan poderosa en los corazones humanos, ele un número determinado de yugadas de tierra: en el
que nunca los abandona, por altos que hayan llegado. La otro, que los campos de los que se despojaba al enemigo
causa es que la naturaleza ha constituido al hombre de debínn ser divididos entre el pueblo romano Suponía,
tal manera que puede desearlo todo, pero no puede con- pues, dos ofensas para los nobles, porque los que poseían
seguirlo todo, de modo que, siendo siempre mayor el de- más bienes de los que permitía la ley (de hecho, la mayor
seo que la capacidad de conseguir, resulta el descontento parte de los nobles) se verían despojados de ellos, v, ade-
de lo que se posee y ia insatisfacción . De aquí se originan más, al repartirse entre la plebe los bienes de los ~nemi­
los cambios de la fortuna, porque deseando, por un lado, gos, se les cerraban a ellos los caminos para incrementar
los hombres tener más, y temiendo, por otro, perder lo sus riquezas. De modo que, constituyendo esta ley una
que tienen, se llega a la enemistad y a la guerra, que cau- ofensa para los poderosos, y pareciendo, en cambio, favo-
sará la ruina de una provincia y la exaltación de otra. He recer el bien general, cada vez que se la mencionaba, como
dicho todo esto porque a la plebe romana no le bastó decíamos, andaba alborotada toda la ciudad, y los nobles
resguardarse de los nobles mediante la creación de los ·' retardaban la promulgación con paciencia e industria, en-
tribunos, a lo que fue obligada por la necesidad, cuando, · .) viando fuera un ejército, o haciendo que al tribuno que
apenas obtenido aquello, comenzó a luchar movida por la la proponía se opusiese otro tribuno, o, cediendo en parte,
ambición, y a querer compartir con los nobles los honores . l enviando una colonia al lugar que había de ser repartido,
como sucedió en Anzio, por cuya causa surgió una vez
y las riquezas, que son las cosas más estimadas por los .:¡
hombres De aquí nadó el malestar que produjo el debate · ¡ más la discusión sobre la ley, que se zanjó enviando allí
de la ley agraria, que acabaría por originar la destrucción · . i una colonia, procedente de Roma, para que se hiciese car-
de la república 86 . Y como las repúblicas bien organizadas ¡ go de aquel territorio Lo que da ocasión a un notable
deben mantener el erario público rico y a los ciudadanos , . : comentario de Tito livio, que dice que con dificultad se
pobres, hay que convenir en que esa ley no resultaba ade- ·· ' pudo hallar en Roma quien se inscribiern en la lista para
cuada para ello, y, de hecho, sea porque al principio se marchar a la citada colonia, hasta tal punto estaba la plebe
hizo de tal modo que resultaba preciso retirarla conti, .· ¡ más dispuesta a desear las cosas de Roma que a poseer
las de Anzio 87 • El fermento de esta ley produjo altera-
86 Livio, libro II, capítulo 41 La primera vez que se oyó hablar
ciones por un tiempo, hasta que, habiendo llevado los
de esta ley fue en 486 a. C., a propuesta del cónsul Spurio Casio, romanos sus armas hasta los confines de Italia e incluso
y el revuelo fue considerable De hecho, a Casio le acusaron de fuera de ésta, pareció que, al fin, cesaban Esto sucedió
alta traición y le condenaron a muerte en cuanto dejó de ser cón- porque, estando los campos conquistados a los enemigos
sul Livio coincide con Maquiavclo al afirmar que ln ley agraria
«jamás se ha traído a colación sin dar lugar a grandes trastornos».
87 Sucedió en 467 a. G. y lo cuenta Livio en el libro III, cap L
5Z
122 Discursos S()brt.: b primera dC:c;1da <lc Tiro Livio ',., -
!..:..)
Maquia\do
.• 1

de Romn nlc¡ad?s de los ojos de la plebe y en Íu!!ates Tal principio y fin tuvo b ley agraria. Y aunque demos-
donde no era hkil cu.lt:ivarlos, despenaban meno~· ios tramos en orro h1gur que las enemístndes entre el scnnc.lo
deseos, Y además los romanos cada vez casthwban menos y el pueblo mant~·vier~n libre a Rorna, porque de allí se
ª.los enemigos de esa manera, y cuando en o~asiones con- originaron leyes en favor ele b libertad, y ahora puede
fiscaban alguna tierra, establecían colonias De modo que, parecer que el fin de esta ley agraria contrndice aquellas
por tales causas, esta ley permaneció como adormecida conclusiones, afirmo que todo esto no me hace cambiar
hasta los tiempos de los Grncos, y apenas ellos fo desper- de opinión: porque es tanta la ambición de los grandes,
taron, dpidnmente arruinó del todo la libertad romana sa; que, si no es abadda por varias vías y procedimientos,
porque ~ntonces i.::11cont1:ó redoblada la potencia de sus pronto conduce a una ciudad a su ruina. Porque la conten-
adversanos, y se cncencltó, por eso, rnnto odio entre la ción de la ley agraria tardó trescientos años en hacer sierva
~lebe y el senado qu~ ~e llegó n las armas y a la snngre, a Rorm1 1 y sin duda ésta hubiera caído mucho antes en b
fuern de to~lo 01:~en ctvt! De modo que, no pudiendo con- servidumbre sí la plebe, con esta ley y con otras deman-
t~o.lar la s1tuac1on .los magistrados públicos, y sin que das, no hubiera frenado siempre la ambición de los no-
ninguna de las facctones esperara que lo hicieran se re- bles Además, esto nos enseña hasta qué punto los hom-
cm-r10 a pr?cedimientos privados y cada parte i;rocuró bres estiman más las riquezas que los honores. Porque In
buscar un Jefe que la defendiese. En este escándalo y nobleza romana siempre cedió sin demasiado escándalo
des.~rden a que había llegado la plebe se forjó ln repu- a las demandas de la plebe en cuestiones de honores, pero
tac1on de I\fario 89 , que foe tal, que lo hicieron cónsu 1 en .. j cuando se trató de los bienes. fue tanta su obstinación al
.~uatro ocasionesl y prolongó tanto el consulado, con pocos defenderlos que la plebe rec~rrió, para dar causa a sus
~mtervalos, que pudo hacerse cónsul por sí mismo tres apetencias, a los procedimientos extraordinarios que veía-
veces. miís No teniendo la nobleza ningún remedio contra mos antes, Los Grncos promovieron aquellos incidentes,
seme1ante peste, resolvió favorecer a Sila v éste nom- y debemos alabar en ellos más la intención que la pru-
brado jefe ele aquella facción, llegó a In gl;eÍTa civil, tras dencia, Porque querer atajar un malestar crecido en la
la cual, después ele mucha sangre y de muchas fluctuacio- república, y para ello hacer una ley con efectos retroac-
n;s de fortuna; conservó la nobleza su supremacía. Resu- tos, es una decisión poco afortunada; y corno razonábamos
ctrnron despues estos humores, en tiempo de César v ampliamente más arriba, no se consigue así 1rn1s que ace-
Porr:peyo, porgue haciéndose César jefe de] partido de lerar el mal a que condudrínn aquellos desórdenes; e.n
cambio, contemporizando, o el mal se retrasa, o se extin-
Mario, Y Pompeyo del de Sila, v lleaando a las manos
venció Cés?:• gue fue el prime1~ tira':10 de Roma, y y~ gue por.sí :nismo con el tiempo, antes de que lleguen sus
nunca volv10 a ser libre esta ciudad. consecuencias .
88
• Tiberio Y Cayo Scmpronio Grnco crnn hermanos v fueron
tribunos de la plebe, en 13.3 Tiberio, diez años más ta;d~ su her-
mano ~mbos fueron nscsin~dos, víctimas del odio de los ricos, 38 Las repúblicas débiles son irresolntas 1' 110 saben
:_amo (~tce Plm:irco en su Vu!tis p11r.dcli1s_ Los enemigos se cnsn-
naron mcl:1so con los. cadnvc::rcs. Su comportamiento valeroso y deliberar, )' cuando toman partido es m~s por nece-
sereno mc1~cc l?s clogms de Plutarco, que considera los disturbios sidad que por lección.
como ~lgo 1.nev1rnb!e- E~ ~fecro, ln crisis era muy profunda, pues
los_ lnttfu,nchos habrnn crecido mucho n costa del pequeño propie- Había en Roma una grnvísima pestilencia, y por eso,
tario ngncola, que estaba en !n miseria.
89 De Mario y César ya hn hablado Maquinvclo en el capítulo 17.. juzgando los volscos y los equos que había llegado la hora
§3
Zvfaquíavdo · Discursos sobre b primera década dt Tito Livio 125

d_e poder oprimir a Roma, levantaron un grandísimo ejér- queriendo volver a Roma por Toscana, envió a Fforencin
cno y usalrnron a los latinos v a los hérnicos 90 ; viendo su a uno de sus hombres pata pedir el paso para sí y parn
pafs arrasado) latinos y hériücos se lo hicieron saber a su ejército 91 Discutiéndose en Florencia cómo había que
Roma, pidiendo ser defendidos por los romanos; pero conducirse en este asunto, nadie aconsejó que se le con-
como. éstos estaban postrados por la enfermedad, les res4 cediese No se siguió aquí el ejemplo romano, porque
pondreron que intentaran defenderse por sí mismos v con estando el duque armadísimo, y los florentinos lo sufí~
sus propias armas, porque ellos no los podían defe-nder. dentemente desarmados como para no poderle impedir
Donde se pone de manifiesto la generosidad y prudencia el paso, era mucho más honorable que pareciera que pa-
de aquel senado, y cómo siempre y en cualquier circuns- saba por voluntad de la ciudad que no a In fuerza, y el
tancia quiso ser el árbiuo de las discusiones de sus alia4 vituperio que resultó de ello hubiera sido en pane menor
dos, y que no se avergonzó nunca de deliberar una cosa si se hubiera conducido de otra manera Pero el peor
que fuese contraria a su modo de vida o a otras decisiones defecto que tienen las repúblicas débiles es que son irre-
tornadas antes, cuando la necesidad se lo ordenaba asL solutas, de modo que todas las decisiones las toman por
Digo esto porque otras veces el mismo senado había fuerza, y si alcanzan algún bien, lo hacen forzados, y no
prohibido a dichos pueblos armarse y defenderse, y, según por su prudencia.
esto, a otro senado menos prudente le hubiera parecido 1 Quiero dar otros dos ejemplos de esto, ocurridos en
que era perder dignidad el concederles tal defensa. Pero ·1 nuestros días y en nuestra ciudad
é.ste siempre juzgó las cosas como se debían juzgar-, y En 1500, después que el rey Luis XII de Francia re-
s1e~pre tuvo por bueno el partido menos malo: porque
1

conquistó Milán 91 , deseoso de rendir Pisa para cobrar


le d1sgutaba no poder defender .a sus súbditos, y también los cincuenta mil ducados que le habían prometido los
que éstos se armasen sin él, por las razones dichas y por
florentinos por- su restitución, envió sus ejércitos a Pisa,
otras que se sobreentienden; sin embargo, sabiendo que
capitaneados por el señor Beaumont, que, aunque francés,
en cualquier caso se armarfan por necesidad, teniendo el
enemigo encima, tomó una decisión honorable, y quiso era hombre en quien los florentinos confiaban bastante.
que lo que habían de hacer de todas formas lo hiciesen Ejército y capitán se dirigieron a Caseína y Pisa, para
c?n su permiso, no fuera que> desobedeciendo por nece- combatir ante sus murallas) y demorándose allí algunos
sidad, se acostumbrasen a desobedecer por elección. Y aun- días para organizar el asalto, se presentaron ante Beau·
que parece que cualquier república debería obrar de modo mont unos oradores pisanos y le ofrecieron entregar la
semejante> sin embargo las repúblicas débiles y mal acon- ciudad al ejército francés con esta condición: que, bajo la
sejadas no saben decidirse ni salir con honor de parecidas fe del rey, les prometiese no entregarla a los florentinos
necesidades .. El duque Valentino había tomado Faenza
Y obligado a Bolonia a plegarse a sus deseos. Después, 91 César Borgin, duque de Valenrinois, tomó Faenza en 1501,
y, aunque el rey de Francia abortó su tentativa de tomar Bolonin,
consiguió de esta ciudad el derecho de paso, un tributo anual en
90
Los latinos y los hérnicos eran formalmente :diados de Roma dinero, soldados y algunas tierras. Atravesó Toscana sin hncer caso
aunque su situación era más bien la de súbditos La peste cayJ de la negación florentina a su solicitud de paso, y humilló u Flo-
sobr~ Roma en ago~to del 463 a. C., y se vio agravada por el haci
4 rencia imponiéndole algunas condiciones.
namtento, pues In ciudad estaba llena de hombres y rebaños de los 92 Luis XII conquistó Milán en 1499, lo perdió en febrero
campos vednos, que se habían refugiado en In ciudad para escapar de 1500 y lo reconquistó dos meses después Los florentinos le
al pillaje de los equos, en guerra con Roma Livio lo cuenta en el pidieron ayuda para reconquistar Pisa, ofreciendo dinero a cambio,
libro III, capítulo 6 .. pero la empresn no se vio coronada por cl éxito. ,G~
126 ., ..
¡ _,
;,·::.

sino pasados cuatro meses. Esta proposic1on fue comple- · 'J 39. En distintos pueblos se dm1 a veces idénticas cir~
tameme rech<1zada por los florentinos, de modo que final- ··· ' cunstancias.
mente tuvieron que luchar contra Pisa. y acabaron retirán- '
dosc vergonzosamente No se rehusó la proposición por · .. ·j Se ve fácilmente, si se consideran las cosas presentes
otra causa que la desconfianza en la palabra del rey, y' • ·1 v bs antiguas, que tocias las ciudades y todos los pueblos
aquellos mismos que por su debilidad política se habían· Í:íenen los mismos deseos y los mismos humores, y así
visto obligados a ponerse en sus manos, desconfiaban en- . ha sido siempre De modo que, a quien examina cliligen-
tonces, y no se daban cuenta que ern mejor gue el rey ·lemente las cosas pasadas, le es fácil prever lrts futuras
les devolviese Pisa, una vez que la hubiese ocupado, y, en cualquier república, y aplicar los remedios empleados
si no b devolvía, descubriese sus intenciones, que no que ... ·; por los antiguos, o, si no en_cuentra ninguno us~cl? yor
se la prometiese sin haberla ocupado, viéndose asf forza- ellos, pensar unos nuevos te111endo en cue~tn In _s1m1litucl
dos a comprar promesas. Por eso, hubieran obrado más de las circunstancias Pero como estas cons1derac1ones son
provechosamente consintiendo a Beaumont que la ocu- olvidadas o mal entendidas por los lectores, o, aunque
pase bajo su palabra, como se vio luego por la experienda · . , entendidas, no son conocidas por los que gobiernan, se
en 1502, cuando, habiéndose rebelado Arezzo, vino en siguen siempre los mismos desórdenes en todas las épocas.
socorrn de los florentinos, enviado por el rey de Francia, ~Habiendo perdido la ciudad de Florencia, después del
el señor Imbault con gente francesa, el cual, al poco tiem~ 94, parte de su imperio, como Pisa y otros territorios, se
po de haber llegado jumo a Arezzo, comenzó a ponel'se vio en la necesidad de hacer la guerra a los que l(ls ocu-
de acuerdo con los aretinos, que, bajo ciertas garantías, paban, y como el ocupante era poderoso 94 , se gastaba
quisieron entregarle el territorio, a semejanza de los pi- mucho en la guerra sin ningún resultado; de los muchos
sanos Tal decisión fue rechazada en Florencia, y viendo .. gastos resultaban grandes impuestos, y de los impuesto~,
1
esto el señor Imbault 93 , y juzgando que los florentinos infinitas quejas del pueblo; y como esta guerra era admi-
no comprendían nada, comenzó a obrar según su propio nistrada ¡)or una mauistraturn de diez ciudadanos que se
acuerdo, sin participación de los comisarios florentinos, de º , I,
llamaban los Diez de la guerra, la gente comenzo a ec rnr-
modo que concluyó el asunto a su manera, y asi entró en .. selo en cara, como si esa fuera In causa de la guerra y de
Arezzo con su gente, dando a entender a los florentinos sus gastos, y empezó a persuadirse de que, anulada esa
que estaban locos y no comprendían las cosas del mundo; macrismuura, se acabaría también la guerra, de modo que,
y que si querían Arezzo, se lo pidiesen al rey, que se lo · ! cm~ndo sus miembros debían ser reelegidos, no se proce-
podría dar mucho más fácilmente teniendo a su gente dió a la renovación de los cargos, y cuando expiró su man-
dentro de la ciudad en vez de fuera En Florencia no se dato sus funciones fueron devueltas a fo Señoría. Esta
paraba de criticar y denostar al mencionado Imbault, y deci~ión fue tan perniciosa que no sólo no terminó la
la murmuración no cesó hasta que se cayó en la cuenta guerra, como la gente creía, sino que además cerró el
de que si Beaumont hubiera siclo semejante a Imbault, camino a los hombres que podían llevarla a cabo con, pru-
se hubiera conseguido Pisa como se consiguió Arezzo. dencia, lo que causó tantos desórdenes que, ademas de
'i1
93 Inmbault de la Batie obró con decisión Desoués de fa en· 9·1 L:is pérdidas fueron consecuencia de la actuación de Car-
tracia de los franceses en Arczzo, esta ciudad fue iñmediatamente .. ! los VIII de Francia El pode.roso ocupante de Pisa no era otro que
devuelta a los florentinos por orden expresa dd rey, la Serenísima, que controló Pisa hasta 1499 sS
128 lvfoqui:tvc:lci Discursos sobre !a primcrn década de 'liw Uvio 129

Pisa, se perdió Arezzo y muchos otros lugares. de modo· 40. La creación del decwvirato en Roma )' lo que hay
que el pueblo tomó conciencia de su erl'or, y como la de 1101t1b!e en ella donde Sl' considera, entre otras
causa del mal era la fiebre y no el médico, se volvió a muchas cosas, cómo se puede, con simifores círcmis-
instituir la magistratura de los Diez. Estos mismos huma. ttwcias, salvar ti oprimir a una re¡uíblictr
res se produjeron en Roma contra el nombre de los eón- · : :¡,
Queriendo reflexionar con det~nimiento sobre los inci-
sules: pues viendo aquel pueblo que una guerra nacía de ..
dentes que se originaron en Roma por la creación del
otra, sin poder descansai· nunca, en vez de pensar que esto···
decenvírato, no me parece excesivo contar primero rodo
provenía de la ambición de los vecinos que la querían ;i
lo que se siguió de esa institución, y luego discurrir sobre
oprimir, lo atribuían a la ambición de los nobles, que no las cosas dignas de notar que allí se dieron, que son mu-
pudiendo castigar a la plebe dentro de Roma, donde es- chas y de gran consideración, tanto para los que quieran
taba defendida por la potestad tribunicia, la querían con- mantener libre una república como para los que deseen
ducir fuera de Roma, al mando ele los cónsules, para so- someterla. Porque en tal narración se verán muchos erro-
meterla donde no tuviese ninguna ayuda 95 . y por eso res cometidos por la plebe y el senado en perjuicio de la
pensaron que era necesario, o quitar los cónsules, o regu- libertad, y muchos errores, cometidos por Apio, el jefe
lar su poder de tal manera que no tuviesen autoridad sobre de los decenviros, en perjuicio de aquella tiranía que in-
el pueblo ni en el interior de la ciudad ni fuera de ella. tentaban implantar en Roma. Después de muchas disputas
El primero que intentó una ley así fue el tribuno Teren- y debates entre el pueblo y la nobleza para establecer nue-
tilo, que proponía que se debían nombrar cinco hombres ·.. vas leyes en Roma, por las cuales se asentara más sólida-
que vigilasen y limitasen el poder de los cónsules. Esto" mente la libertad en aquel estado, acordaron mandar a
Spurio Costumio con otros dos ciudadanos a Atenas 96 ,
alteró los ánimos de la nobleza, que pensaba que la rna~ .. · ·
para que con el ejemplo de las leyes dadas por Salón a
jestad del imperio quedaba absolutamente dañada, de aquella ciudad se pudiesen cimentar las leyes romanas.
modo que a la nobleza no le quedaba ninguna magistra- ; Fueron y volvieron éstos, y se procedió al nombramiento
tura en la república. Fue sin embargo tanta la obstinación . ! de los hombres que habían de examinar y establecer dichas
del tribuno, que hicieron desaparecer el título de cónsul, •· :¡ leyes, y para este cometido nombraron a diez ciudadanos
y se mostraron satisfechos con esta alteración de los arde- ·,¡ durante un año, y entre ellos estaba Apio Claudio, hom-
namientos, prefiriendo nombrar tribunos con potestad con- .. , bre sagaz e inquieto, Y como éstos podían elaborar leyes
sular en vez de cónsules, hasta tal punto odiaban más ···' sin guardar ninguna consideración, despojaron a Roma de
el nombre de éstos que su autoridad. Y así siguieron por ... todos los otros magistrados, en particular de los tribunos
algún tiempo, hasta que conocieron su error y, del mismo v los cónsules, v también suprimieron la apelación al pue·
modo que los florentinos volvieron a nombrar a los Diez, · 1 blo, de modo que su magistratura se convirtió, de hecho,
ellos volvieron a instaurar los cónsules, !
. ¡ 96 Lo cuenta Livio en el libro III, capitules 31 a 59 Se crearon
i
los decenviros en un intento de arbitrar, con leyes nuevas, en las
95 Livio, libro III, capítulos IX y siguientes. Ln propuesta de ·'...
Terentilo tuvo lugar en 462 a C. En 445 se crearon los tribunos i
! disputas entre patricios y plebeyos por el acceso a las mugistra-
turns y por el reparto y control del botín de las numerosas ba-
con poder consular, y hasta el 367 no se sancionó la restauración tallas E! viaje a Atenas tuvo lugar en 454 a. C., en plena hege-
del consulado, con In variante de que uno de los dos cónsules: monía de esta ciudad. Maquinvelo yn ha analizado brevemente la
habin de ser plebeyo. maldud de los decenviros en el cnpftulo 35. _)~
130 Maquiuve;I() Discmsos sobre la primera década de Tito Livío 131

en un principado. Apio concentró en su persona toda la los primeros, con sorpresa y disgusto de todos los nobies;
autoridad de sus compañeros, porque contaba con el favor luego, nombró otros nueve según su conveniencia. Esrn
de la plebe, pues se había hecho tan partidario del pueblo renovación de los cargos por un año más no tardó en
en sus manifestaciones, que parecía haber adoptado una mostrar su error al pueblo y a ia nobleza Porque inme-
nueva naturaleza y un nuevo ingenio, ya que antes se le diatamente «Appio finem fecit ferendae alienae perso-
tenía por un cruel perseguidor de la plebe. nae» 99 , y comenzó a mostrat su innata soberbia, y en
Estos diez se comportaron bastante civilmente, no te- pocos días contagió sus costumbres a sus compañeros.
niendo más que doce lictores, que iban delante de aquel Y para consternación del pueblo y del senado) en vez de
que, por turno, ostentaba la precedencia. Y aunque tenían doce lictores se nombraron ciento veinte.
autaridad absoluta, sin embargo, teniendo que juzgar a Mantuvieron algunos días el terror en equilibrio, pero
un ciudadano romano por homicida, le citaron ante el luego comenzaron a adular al senado y maltrntar a la
pueblo e hicieron que éste le juzgase. Escribieron sus leyes plebe: y si alguien, perjudicado por uno de los diez, se
en diez tablas, y antes de refrendarlas las expusieron en quejaba a otro, era peor tratado en la apelación que en
público, para que todos las pudiesen leer y discutir, para la primera sentencia . De modo que la plebe, visto su error
que así, si se viese en ellas algún defecto, pudiera enmen~ y llena de aflicción, comenzó a poner sus ojos en los no-
darse antes de promulgarlas, En esta ocasión, propagó bles, «et inde libertatis captare auram, unde servitude ti-
Apio por Roma un rumor en el sentido de que a esas diez mendo, in eum statum rempublicam adduxerunt» 100 Y a
tablas debían añadirse otras dos, para que de este modo la nobleza le era grata esta aflicción, «ut ipsi, taedio pra-
resultasen perfectas, y esta opinión dio pie para que el esentium, consules desiderarent» 101 . Llegó el final del
pueblo volviese a nombrar decenviros por un año más, año, y las dos tablas de las leyes estaban hechas, pero no
lo que hizo de buena gana, sea para evitar que volvieran :· 1 publicadas. De aquí tomaron ocasión los diez para conti-
los cónsules, o porque pensaba que, siendo él el juez de nuar en la magistratura, y comenzaron a mantener el po-
las causas, podía pasarse sin tribunos. Una vez que se tomó der con violencia y a reclutar edecanes entre los jóvenes
la decisión de renovarlos, toda la nobleza rivalizó para nobles, a los que regalaban los bienes de los que conde-
solicitar tales honores, y entre los primeros estaba Apio, naban. «Quibus donís iuventus corrumpebatur, et malebat
y mostraba éste tanta humanidad con la plebe al pedirlos, licentiam suam quam omnium libertatem» 102 . Sucedió en-
que comenzó a hacerse sospechoso a sus compañeros: tonces que los sabinos y los volscos movieron guerra con-
«credebant enim baud gratuitam in tanta superbia comi- tra los romanos, y en este temor comenzaron los diez a
tatern fore>) 97 • Y sin decidirse a enfrentársele abiertamen- percatarse de la debilidad de su posición, porque sin el
te, acordaron hacerlo con astucia, y, aunque era el más senado no podían ordenar la guerra, y si reunian al senado
joven de todos, le dieron autoridad para proponer los podían perder el gobierno del estado. Sin embargo, empu-
futuros decenviros al pueblo, creyendo que observaría la
99 «Apio dejó de llevar la máscara » Livio, libro III, capítulo 36.
regla de no proponerse a sí mismo, pues esto era en Roma
100 «Buscando un soplo de libertad allí donde habínn temido la
algo desusado e ignominioso . «lile vero ímpedimentum esclavitud, lo que había conducido la república a aquel estado »
pro occasioné arripuit¡> 98 , y se nombró a sí mismo entre Livio, libro III, capítulo 37.
101 «Para que ellos, por disgusto de lo presente, desearan los
97 «Creían que tnl conducta no podía ser gratuita en alguien · ··· cónsules i> Ibidem. Por eso los nobles, que detestaban a los dcccn·
tnn soberbio » Livio, libro III, capítulo .35. viras y a la plebe, no se apresuraban a socorrer a ésta
98 «El, ciertamente, convirtió el impedimento en ocasión"» 102 «Estas dádivas corrompían a la juventud, que prefería su
Ibidem licencia n lu libertad común.}~ Ibidem.
132 Discursos sob!'e ln primera década de Tito Lívio 133

jados pm 1n necesidad, tomaron este úlrímo partido; y que la haya aplastado, y entonces, percatándose el pueblo
reunidos los senadores, muchos de ellos hablaron contra. de que es esclavo, no tendní dónde volverse en busca de
la soberbia de los diez, sobre rodo Valerio y Horado 103, socorro Este procedimiento han seguido todos los que
y aquí podrían haber perdido totalmente su autoridad si han iniciado tiranías en una república Y si Apio se hu-
no hubiera sido porque el senado, por odio a la plebe, no biera comportado así, habría alcanzado antes la tiranía v
quería ejercer su autoridad, pensando que, si los diez de- no se la habrían arrebatado tan pronto, peL'O hizo todo l;
ponían voluntariamente su magistratura, a lo mejor no se contrario, y no pudo obrar más imprudentemente, pues
volvían a crear los tribunos de la plebe Se decidió, en fin, para alcanzar la tiranía se hizo enemigo de los que se la
la guerra, y salieron dos ejércitos al mando de algunos habían dado y le podían mantener allí, y amigo ele los que
de los diez Apio quedó para gobernar la ciudad, y enton- ni se la habían dado ni le podían sostener en su puesto, y
ces se enamoró de Virginia, y gueriéndola obtener por la así, tras perder a los que habían sido sus amigos, buscó
fuerza, su padre, Virginio, la mató para liberarla, de lo la amistad de los que no podían serlo. Porque aunque los
que se originaron los tumultos en Roma y en los ejérci- nobles desean tiranizar, aquella parte de la nobleza que
tos, los cuales, juntándose con el remanente de la plebe se encuentra fuera de la tirnnín es siempre enemiga del
romana, se fueron al monte Sacro, donde estuvieron hasta tirano, y éste nunca puede ganársela completamente, por-
que los diez depusieron la magistratura y se nombraron ·1
que es grande su mnbíción y su avaricia y el tirano no
tribunos y cónsules, recuperando Roma su antigua libertad. tiene suficientes riguezas y honores para satisfocerla. Y así
Nótese, en primer lugar, en este texto, que el incon- ·¡ Apio, dejando al pueblo y acercándose a la nobleza, co-
!
veniente de haber creado esta tiranía nació de las mismas. metió un evidentísimo error, por las razones antedichas
causas que dan lugar a la mayor parte de las tiranías: el ·1 y porque quien quiere obtener algo por la violencia con-
excesivo deseo de libertad del pueblo y el excesivo deseo · :¡ viene que sea más poderoso que aquel a quien va a vio-
de poder de los nobles. Y cuando no se ponen de acuerdo. ·· lentar.
paI'a hacer una ley en favor de la libertad común, sino .l Por esto, los tiranos que tienen por amigo al universal
q~1e. u na de las· pa;·tes, se ~ clina ba favor ecer ab~lgudno 1 Rsurge . .
1
1E· =:li y por enemigos a los grandes están más seguros, porque
rapte1amente 1a tmmia. pue 1o y 1os no les e orna ::¡ sostienen su violencia sobre una fuerza mayor que los
acordaron crear a los diez, y crearlos con tanta autoridad, ... . =.:·.:.· ..=·.:.·¡ que tienen por enemigo al pueblo y por nmiga a la no-
por el deseo que ambas partes tenían, la una de desterrar. 1 bleza. Porque, contando con este favor, las fuerzas intrín-
el consulado 1 la otra de hacer lo mismo con el tribunado; .;:Y¡· secas serán suficientes para mantenerlo, como le fueron
Una vez creados, juzgando la plebe que Apio se había suficientes a Nabis, tirano de Esparta 1 cuando se le en-
vuelto simpatizante del pueblo y fustigaba a la nobleza, -_:. ¡ frentó toda Grecia y el pueblo romano; pues él, asegurán-
se inclinó a favorecerle. Y cuando un pueblo ha llegado. dose de algunos nobles y teniendo al pueblo de su parte,
a cometer este error de prestigiar a uno para que oprima pudo defenderse, lo que hubiera resultado imposible si lo
a aquellos que el pueblo odia, por sabio que sea el favo- hubiera tenido en contra 10'1• En cambio, si se tienen pocos
recido siempre acabará convirtiéndose en tirano de la ciu- amigos dentro, no basta con las fuerzas intrínsecas, sino
dad. Porgue, con el favor del pueblo, se dedicará a librar- que es preciso buscarlas fuera" Y esto puede hacerse de
se de la nobleza, y no comenzará a oprimir al pueblo hasta tres maneras: una, teniendo escolta de extrnnjeros que te
10:1 Lucio V::iletio Potito y Marco Horado Bnrbnto. Este último- 10.i N::ibís fue tirnno de Esparta n partir del 206 n. C. y se ganó
fue pnrticulnrmente enérgico en su ulocución, y fue él quien defi- . el apoyo del pueblo. En la segunda guerrn macedónicn, resistió
nió a los deccnviros como «los diez Tarquinos». a los ejércitos romnnos y griegos, aunque perdiendo Argos .. .5;J
134 ivlnquiavdo Discursos sobre la primcrn década de Tito Livio l}5

sirva de guardia personal; otra, armando al campesinado demasiado rápidamente de un modo de ser a otro Porque
para que ejerza la función que debía hacer b plebe; la su astucia al engañar a la plebe, simulando ser un hombre
tercera, haciéndote amigo de vecinos poderosos gue te de simpatías populares, esmvo bien empleada, y también
defiendan . Quien haga estas tres cosas y ias haga bien 1 estuvo bien su argucia para gue se volvieran a nombrar
aunque tenga por enemigo al pueblo podrá> en cualquier los diez; incluso estuvo bien aquella audacia ele nombrarse
caso, salvarse Pero Apio no podía ganarse al campesinado, a sí mismo, contra la opinión de la nobleza, e hizo bien
siendo éste una misma cosa con Roma, y lo que podía nombrando compañeros adecuados a sus propósitos, pero
haber hecho no lo supo hacer, arruinándolo todo desde el lo que ya no resultó acertado fue, como digo, cambiar de
principio. En esta creación del decenvírato, el senado y improviso de comportamiento, y, de amigo, mostrarse ene-
el pueblo cometieron errores grandísimos, porque, no obs- migo de la plebe; de humano, soberbio; de fácil, difícil,
tante lo que antes se ha dicho, en el capítulo que se ocupa y hacerlo tan rápidamente que sin ninguna excusa to~os
del dictador> de que son los magistrados que se hacen a hubieron de conocer su ánimo engañoso. Porque qmen
sí mismos, y no los que el pueblo hace, los que son noci- ha aparecido como bueno por un tiempo y quiere, por su
vos para la libertad, sin embargo el pueblo, cuando nom- conveniencia, volverse malo, lo debe hacer con las con-
bra un magistrado, debe hacerlo de modo que éste tenga venientes etapas, y conducirse de tai modo con la ocasión,
algún freno que le impida ser malvado. Y en lugar de po~ que antes de que el cambio de naturaleza le arrebate los
ner una guardia que le mantuviese bueno, los romanos antiguos favores, haya ganado tantos nuevos que no vea
se la quitarnn, convirtiéndole en la única magistratura de disminuida su autoridad. De otro modo 1 encontrándose
Roma y anulando todas las demás, por las desmedidas descubierto y sin amigos, caerá.
ganas que tenía el senado de despedir a los tribunos y la
plebe de librarse de los cónsules, de modo que se cegaron
y acabaron acordando tal desorden Porque los hombres,
como decía el rey Fernando 105 , a menudo se comportan 42 Qué fácilmente se pueden corromper los hombres.
como las pequeñas rapaces, que están tan ansiosas de con-
seguir su presa, incitadas por su naturaleza, que no se
Se muestra, además, en este asunto del decenvírato, qué
percatan de que un pájaro mayor se ha colocado encima ·
fácilmente se corrompen los hombres, y cómo, aunque
de ellas para matarlas En esta narración, pues, se ponen
sean buenos y bien educados, pervierten su naturaleza,
de relieve, como anuncié al principio, los errores del pue-
considerando cómo comenzó a ser partidaria de la tiranía
blo romano en su intento de salvar la libertad, y los erro-
aquella juventud que Apio bahía elegido para su entorno,
res de Apio en su intento de ocupar la tiranía.
y todo por una pequeña utilidad que sacaba de ello; y
cómo Quinto Fabio, uno de los decenviros nombrados en
41. Saltar de la humildad a la soberbia) de la piedtzd a la segunda elección 106 , siendo un hombre óptimo, acica-
la crueldad, sitJ término medio) es cosa imprndente teado por algo de ambición y persuadido por la maligni-
e imítil.
Entre los métodos mal empleados por Apio para man~ 106 Quinto Fnbio Vibulano había sido cónsul tres veces y ern
considerado ciudadano excelente. Livio dice que, sin embargo, pre·
tener la tiranía no fue de los menos importantes el saltar firió pat·ccerse a Apio que nsí mismo, y, una vez pervertido, de-
mostró «menos perscvernncin en el bien que obstinación en d
105 Se refiere n Fernando de Arngón, el rey católico. mal». Livio, libro III, capítulo 41. 5C(
Di~<.:ursDs sobre: la pt'imcrn dcc:1d:i de Tiro Livio l :\ ·:
U6

dad de Apio, cambió sus bncnas cosrumbres en pésimas, y 44 [)m1 multitud sin c11bt"l.ti t:s in!Íti!. 11 cómo 110 se (hbc
. / ' • • 1 . ! 1
. serne1anre n e'l 1 o que, b'1en pensa <l o. 11ara más.
se vo l v10
J •
1
, cW!l'JW:;tl/' pnwcro. y 111ego tli:wa1ul11t ,11 tl!1!orra1w

diligentes n los legisladores de b.s repúblicas o los reinos


a la hora de poner freno f! los apetitos humanos y quitar- Estabn b plebe romana en armas retirada en el monte
les toda espernnza de obrar mal con impunidad Sacro, a causa del incidente de Virginia_ Mandó el senado
l • •
sus emoapiclorcs parn preguntar 1e con que, aumnclac
.. 1¡.rn b'ía
1 nbnndonado n sus capitanes y se había marchado ni monte.
·. 1 Y cm tan respetada la autoricl:id del senado que, no con-
43. Lo.r que combaten por la propici gloria son buenos :¡ tando !:1 plebe con un jefe, nndie se atrevía a responder_
)' fieles soldados. :\
.·¡ Y Tito Livio dice que no les folrnba contestación adecua-
.j da, sino que les folrnb<t quien contestase Lo cual clemues-
Se puede ver además, por lo tratado antes, cuánta dife- 1
1
trn ni más ni menos ln inutilidad de una multitud sin
rencia hay entre un ejército contento y que combate ppr cabeza Este desorden fue conocido por Virginia, y por
su propia gioria, y otro mal dispuesto y que combate mandato suyo se crenrnn veinte tribunos militares que
por la ambición ajena PoL·que donde los ejércitos romanos respondiesen y se pusieran de acuerdo con el senndo
1 Y habiendo solicitado aue les enviasen a Valerio v Hora-
solían siempre salir victoriosos bajo los cónsules, fueron . f '.j

do, a los que comunic~H"ían sus demand~1s, no q~tisieron


siempre derrotados bajo los decenviros. Por este ejemplo
ir si antes los Diez no deponían su magistratura. Y lle-
se puede deducir, en parte, la causa de la inutilidad de gados al monte donde estaba fo plebe, se -Íes dijo, de parte
los soldados mercenarios, que no tienen otro motivo que de ésta, que deseaban que se nombrasen los tribunos de
los mantenga leales sino el escaso estipendio que les das, .J In plebe, que se pudiera apelar ante el pueblo In sentencia
Esto no puede bastar para hacerlos fieles, ni tan amigos ·· ·i de cualquier magistrado, y que les entregasen a los diez,
tuyos que quieran morir por ti.. Porque en aquellos ejér· ·. • i que querían quemarlos vivos. Valerio y Horado Ionron
citos donde no hay una adhesión a aquello por lo que las primeras demandas, pero tildaron la última de impía,
combaten que los convierta en sus partidarios, nunca po- diciendo: «Crndelitatem damnatis, in crudelirntem mi-
drá existir tanta virtud que les permita resistir a un ene- tis» 107 , y les aconsejaron que no hiciesen mención de los
migo un poco valeroso. Y como este amor y este valor diez, y que esperasen a recuperar su autoridad y poder,
no pueden nacer en otros> sino en tus súbditos, es nece~ que después no les fol taría modo de reparar las afrentas.
sario, si se quiere conservar el poder, si se quiere mante- Donde se conoce con toda claridad qué estúpido e impru-
ner una república o un reino, formar el ejército con los dente resulta pedir una cosa y decir antes: «Yo quiero
propios súbditos, como vemos que hicieron todos los que hacer esta maldad con ella», porque no se debe mostrar
han logrado grandes éxitos con las armas_ Tenían los ejér~ la intención, sino tratar de satisfoce1· aquel deseo de cual-
citos romanos, bajo los diez, la misma virtud, pei:o, como quier manern. Porque basta con pedirle a uno el arma, sin
no tenían la misma disposición, no consiguieron los efec.
tos acostumbrados. Pero apenas fue abolida la magistra-
107 ((Condenfa la crueldad y caéis en la crueldad.>~ livio, III, 53
tura de los diez, y comenzarnn a luchar como hombres Creo que Maquinvelo vuelve n citar de mcmorin. En cunnto n los
libres, retornó a ellos el mismo ánimo, y, en consecuen- intermediarios escogidos, hny que l'ecordnr que Valerio y Homcio
cia, sus empresas tuvieron un final feliz, según su antigua fueron los dos senadores que condenaron con palabrns más dur:.ts
costumbre. l:i actuación de los dccenviros. b,,[)
138 Mnquinvelo Discursos sobre la primera décudn de Tito Livio

decirle: «Te quiero matar con ella», pudiendo, cuando asuntos de estado. hubieran dictado los ocho v la Señoría,
tengas el arma en la mano, sarisfocer tu deseo. ley que apoyaron ~lurante mucho tiempo y qu~ obtuvieron
con gran dificultad, sucedió que poco después de la con-
firmación de ésta fueron condenados a muerte por la
Señoría, por motivos de estado, cinco ciudadanos, y que-
45 Bs m; mal e¡em plo no observar una ley, sobre todo l"Íenclo éstos apelar, no se les permitió, y no fue observada
por patte del que la ha hecho, )1 renovar cada día la lev 1o9 Esto le arrebató más reputación a aquel fraile
nuevas injurias en una ciudad es pelig1'osísimo para que ~ingún otro incidente, porque si aquella apelación era
el que la gobierna útil. debía haceda observar, v si era inútil, no debia ha-
berla hecho votar. Y tanto ~ás se puso de relieve este
Conseguido el acuerdo y vuelta Roma a su antigua for- suceso por cuanto e[ fraile, en tantos sermones como hizo
ma, Virginia citó a Apio ante el pueblo para que defen~ después de rota !u ley, nunca acusó ni excusó a quien la
diera su causa.. El compareció acompañado de muchos había roto, porque no podía acusarlo, pues su acción babfo
nobles: Virginia mandó que fuese puesto en prisión. Co- sido conveniente para sus designios, y no podía tampoco
menzó Apio a gritar y a apelar al pueblo. Virginia decía excusarlo. Esto descubrió su ánimo ambicioso y parti-
que no era digno de obtener aquella apelación que él dista, le restó reputación, y suscitó muchas críticas.
mismo había anulado, ni de tener por defensor a aquel - También resulta ofensivo en un estado renovar cada
pueblo que él mismo había ofendido Apio replicaba que día en el ánimo ele los ciudadanos nuevos humores, por
no iban ellos a violar aquel derecho de apelación que ha- las nuevas injurias que se hacen a éste o aquél, como suce-
bían tenido tanto deseo de volver a instituir. No obstante, dió en Roma después del decenvirato. Porque todos los
fue encarcelado, y antes del día del juicio se suicidó, Y aun· decenviros y otros ciudadanos fueron acusados y conde-
que la malvada vida de Apio le hubiese hecho merecedor nados en diversos tiempos, de modo que surgió un miedo
de cualquier suplicio, sin embargo fue cosa poco civil grandísimo en toda la nobleza, que juzgaba que semejantes
violar las leyes, y sobre todo ésa, que acababa de hacerse. condenas no iban a tener fin hasta que toda la nobleza
Porque no creo que exista cosa de peor ejemplo en una hubiera sido destruida. Y esto hubiera originado graves
república que hncer una ley y no observarla, sobre todo dificultades en aquella ciudad si no hubiera sido solucio-
si el que no la observa es quien 1a ha hecho. Habiendo nado por el tribuno Marco Díullio 110 , que ordenó en un
Florencia reordenado el estado, después del 94, con la edicto que durante un año no fuera licito para nadie citar
ayuda de fray Girolamo Savonarola, cuyos escritos mues-· o acusar a un ciudadano romano, lo que devolvió la segu-
tran la doctrina,· la prudencia y la virtud de su ánimo 10s, ridad a la nobleza. Donde se comprueba qué perjudicial
y habiendo hecho los ciudadanos, entre otras constitucio-
nes, una ley protectora de la seguridad, por la que se
109 I-fabínn sido condenados como autores de un complot enca-
podían apelar ante el pueblo aquellas sentencias que, en
minado a conseguir el retomo de los Medid. El principal respon·
sable de la condena fue Francesco Valori, al que Maquiavelo re·
108 1494 fue un mal año para los florentinos, pues por culpa "1 cuerda también en el capítulo 7. Los hechos sucedieron en 1495
de i;:::arlo.s VIII_ de Francia perdieron parte de su influencia en 110 Livio, libro III, capítulo 59 Según él, los patricios estaban
Toscana. Esfo causó una profunda crisis y propició un intento de tnn aterrorizo.dos que la presencia de los tribunos causaba el mis-
renovación de las instituciones. En cuanto a Savonarola, Maquia- mo efecto que antes la de los decenviros Por eso fue particular-
velo ya hn hablado de él en el capítulo 11, empleando el mismo mente acertado que fuese precisamente un tribuno el que, mediante
tono respetuoso pero distante . un discurso, y no por un edicto, adoptase esa medida.
t40 Maquiawio Discursos sobre la primern década cit.! 'Tito Livio l4í

resulta para una república o un príncipe tener suspensos o ser ofendido. Se ve aquí de qué manera, entre otras,
v pavorosos a sus su'b cutos
r~ t
con 1os •
contmuos •
rnst1gos v pueden deshacerse las repúbiicas. y de qué modo los hom-
ofensas y sin duda no puede haber orden más per~ic¡;_ bres saltan de una ambición a otra, y cómo aqueila sen-
so, porque los hombres, cuando sospechan que se les cencia salustíana, puesta en boca de.César, es muy cierta:
avecina un mal, se guardan menos de los pelígros y se «Quod omnia mala exempla bonis initiis arta sunr>.~ 111
vuelven más audaces y con menos miramientos para in- Buscan, como antes he dicho, aquellos ciudadanos que
tentar cosas nuevas. Por eso, es necesario, o no ofender viven en la república llenos de ambiciones, primero, no
a nadie, o hacel· todas las ofensas de un golpe y después - poder ser atacados, no solamente pot· los particulares, sino
asegurar t\ los hombres y darles motivos para que aquie- etiam 112 por los magistrados; buscan, para lograrlo, amis-
ten y serenen su ánimo. tades, y las conquistan por el camino de la apariencia
honrada, o con dádivas, o defendiendo a otros de los po-
derosos, y como esto parece virtuoso, engañan fácilmente
a la gente, y por eso no se previenen remedios contra su
46. Los hombres pasan de una ambición a otra, ;i aun~ ambición. Mientras tanto, ellos, perseverando sin obs-
que al principio tratan de no ser perjudicados, luego táculos, llegan a tal estado que los ciudadanos particulares
perjudican a los demás. les tienen miedo y los magistrados los respetan. Y cuando
han llegado a este grado, si no se ha puesto antes límite
Habiendo recuperado su libertad el pueblo romano, y a su grandeza, resulta ya muy peligroso hacerles frente,
vuelto a su primer estado 1 tanto más CUf!nto que se habían por las razones que expusimos más arriba sobre los peli-
hecho nuevas leyes que confirmaban su poder, parecía ra- gros de enfrentarse a un inconveniente que ha crecido
zonable que Roma se aquietase de una vez. Sin embargo, demasiado en una ciudad, de modo que la cosa se reduce
la experiencia demostró lo contrario, porgue todos los días a tal extremo, que es necesario o intentar derribarlos de
surgían nuevos tumultos y nuevas discordias. Y como Tito su posición, con peligro de una rápida ruina, o, dejándolos
Livio explica la causa de ello con mucha perspicacia, lo estar, entrar en una manifiesta servidumbre, si la muerte
mejor será seguir literalmente sus palabras; dice que el o cualquier otro accidente no proporciona la liberación.
pueblo o la nobleza se ensorbebecían cuando el otro se Porque llegados al punto en que los ciudadanos teman
humillaba, y estando la plebe quieta, manteniéndose en ofenderlos a ellos y a sus amigos, no pasará mucho tiempo
su lugar, comenzaron a injuriarla los jóvenes nobles, y los sin que ellos los sojuzguen y ofendan. Por esto, entre las
tribunos podían hacer bien poco, pues ellos mismos eran instituciones de una república debe existir alguna que vele
violentados. La nobleza, por otra parte, aunque juzgaba por que los ciudadanos no puedan hacer el mal bajo la
que su juventud era demasiado cruel, sin embargo, se con- sombra del bien, y que adquieran una reputación que be-
gratulaba de que, si se había de cometer algún exceso, lo neficie, y no perjudique, a la libertad, como diremos en
hiciesen los suyos, y no la plebe Y así, el deseo de liber- su lugar.
tad hacía que cada cual prevaleciese tanto que perjudicaba
al otra Y los acontecimientos se desarrollan de este modo:
los hombres, deseando no temer, comienzan a hacer temer 111 «Todos los mnlos ejemplos han nacido de buenos principios.»
Lo pone Salustio en boca de César, en el discurso que éste pro-
a los otros, y aquella injuria que quieren ahuyentar de si nuncia ante el senado en La co111·uración de Cati!ina
la dirigen contra el otro, como si fuera necesario ofender 111 Incluso. En latín en el original. (;2
142 lVIaqu iavelo Discursos sobre h: primem década de Tirn Livio l4.'.\

47. Los hombres, aunque se engañen en los asuntos ge- destiarn aequítaternque et altitudinem animi, ubi nunc in
nera!es1 no se engalitw en los particulares. uno inveneris, quae tune populí universi fuit?1;. 115
En confirmación de lo dicho se puede aducir otro nota-
Encontrándose el pueblo romano, como decíamos, mo- ble ejemplo: sucedió en Capua después de que Aníbal
lesto con el título consular, y deseando que pudieran ser derrotara a los romanos en Cannas; esta derrota soliviantó
nombrados cónsules hombres plebeyos, o que se disminu- a toda Italia, y Capua también 116 estaba a punto de al-
yera su autoridad, la nobleza, para no mancillar la autori- zarse por el odio que existía entre el pueblo y el senado;
dad consular accediendo a cualquiera de esos dos deseos, y ocupando entonces la suprema magistratura Pacuvio Ca-
tomó un camino intermedio, y aprobó que se nombrasen lano, éste, dándose cuenta del peligro de levantamiento
cuatro tribunos con potestad consular, que podían ser que existía en aquella ciudad, decidió emplear su autori-
piebeyos o nobles Se contentó con esto la plebe, pare- dad para reconciliar a la plebe con la nobleza, y, con este
ciéndole que así se libraba del consulado y podía poner propósito, hizo que se reuniera el senado y expuso a los
a sus hijos en el lugar más alto. Sucedió aquí un caso senadores el odio que el pueblo había concebido contra
notable, y es que, llegado el día de la elección de esos tri~ ellos y el peligro que corrían de ser asesinados y de que
buenos, y pudiéndose elegir todos plebeyos, el pueblo la ciudad fuera entregada a Aníbal, siendo desastrosa la
romano los eligió a todos nobles 1D. A propósito de lo situación de los romanos. Luego, añadió que, si querían
cual, dice Tito Livío estas palabras: «Quorum comitiorum dejar en sus manos ese asunto, se las arreglaría para que
eventus docuit, alias animas in contentione Hbertatis et se reconciliasen~ pero que quería encerrarlos dentro del
honoris, alios secundum deposita certamina in incorrupto palacio y, dando potestad al pueblo para que los casti-
iudicio esse» 114 , Y examinando de donde procede esto, gase, salvarlos, Cedieron a su opinión los senadores, y él,
creo que su origen es que los hombres en los asuntos habiendo encerrado al senado en el palacio, convocó en
generales se engañan bastante, pero en los particulares no asamblea al pueblo y le dijo que había llegado la hora
tanto. Le parecía, genéricamente, a la plebe romana que en que podía domar la soberbia de la nobleza y vengarse
merecía el consulado> porque ella constituía la mayoría de las injurias recibidas, pues él la tenía encerrada bajo su
en aquella ciudad, llevaba la parte más peligrosa en la custodia; pero que, como estaba seguro de que los ciuda-
guerra y, con la fuerza de sus brazos, mantenía a Roma danos no desearían dejar a la dudad sin gobierno 1 era
libre y la hacía poderosa. Y pareciéndole, como digo, necesario, si habían de matar a los antiguos senadores,
razonable su deseo, quiso obtener esa autoridad a toda nombrar otros nuevos, y por eso, había puesto los nom·
costa. Pero cuando tuvo que juzgar a sus hombres en par- bres de todos los senadores en una bolsa, y comenzaría
ticular, se dio cuenta de la debilidad de éstos, y juzgó que a extraerlos en público, y el pueblo podía condenar a
ninguno de ellos merecía lo que a ella, en su conjunto, le muerte a los que fueran saliendo 1 tan pronto corno les
parecía merecer . De modo que, avergonzándose de ellos, hubieran encontrado sucesor. Y comenzando a extraer un
recurrió a quienes lo merecían. Y Tito Livio, maravillán- nombre, la leerlo se levantó un rumor grandísimo, llamán-
dose y admirando aquella decisión, dice así: «Hanc mo- dolo hombre soberbio, cruel y arrogante, y gritando Pa-

113 Sucecli6 en 445 a C. y lo cuenta livio en el libro IV, capf~ 115 «¿Se encontraría hoy un hombre con la moderación, equi-
tulo 6. dad y grandeza de únirno que mostró entonces un pueblo entero?»
114 «El resulcado de los comicios demostró que es distinto el Ibidem.
ánimo cunndo pelea por el honor y la libertad y cuando, acabada 116 El episodio sucedió en 216 a. G y el nombre completo del
la lucha, juzga serenamente» Livio, IV, cap . 6. magistrado era Pncuvio Calnvio Campana. G;J
Mnquiuvclo Discursos sobre in primera décuda de Tito Lívío i•t5

cuvio que eligieran al sucesor, todos guardaron silencio; y los peligros que se cernían y lo difícil c¡ue era evitarlos
después de un tiempo, se oyó el nombre de un plebeyo, y Y viendo que eran los tiempos, y no los hombres, los que
al punto uno comenzó a silbar, otro tl reír, y tocios a cri- motivaban los desórdenes, pronto cambiaba su ánimo y
. 1o por una cosa o por otra, y c1e1
ucar 1 1
mismo
• 1 roctos
moco, 1
sus hechos, porque el conocimiento de las cosas particu-
los nombres que se sugerían ernn juzgados indignos de lares deshacía el engaño que había concebido cuando con-
la dignidad senatorial De modo que Pacuvio, nprove- sideraba las cosas generalmente. De modo que, los que
clrnndo la ocasión, dijo: «Puesto que juzgáis gue la ciudad le habían oído hnblar antes, cuando era un ciucbdano pri-
no puede estar sin senado, y no os ponéis ele acuerdo para vndo, v le veían después en la suprema magisrnuurn tran-
sustituir a los antiguos senadores, pienso que sería mejor quilo y callado, pensaban que esto provenía, no de un
qlle os reconciliaseis con ellos, pues el miedo que han mejor conocimiento ele los asuntos, sino de que los grnn-
pasado les habrá hecho perder su arrogancia, y la humani- des le habían engañado y corrompido Y habiendo suce-
dad que busdis en otros, la encontraréis en ellos » Y dán- dido esto muchns veces v a muchos hombres, nació de
dole todos In razón, se siguió la l1ni6n de todos, pues se allí un proverbio que dec-ía: éstos tienen un foimo en b
dieron cuentn del error en que estaban al ser obligados plaza y otro en palado. Reflexionando ahora sobi-e todo
a llegar a los casos particulares. Además, el puebfo se lo que aquí hemos dicho, vemos cómo se pueden abrir
engaña, por lo general, al juzgar las cosas y sus circuns- fácilmente los ojos del pueblo, buscando la manern ele
tancias, y cuando las conoce en particular se disipa el que, ya que en las consideraciones generales se engañn,
error descienda a los detalles, como hizo Pacuvio en Capua y
Después de 14 94, habiendo siclo arrojados de la ciudad el senado en Romn Creo además que se puede concluir
de Florencia los jefes de la ciudad 117 , y no existiendo que un hombre prudente no debe rehuir nunca el juicio
ningún gobierno ordenado, sino más bien un desorden popular en las cosas particulares, como la distribución de
que dejaba libres tocias las ambiciones, v vendo las cosas los cargos y las dignidades, porque sólo aquí no se engaña
públicas de mal en peot, muchos homb~es del partido el puebio, y si se equivoca alguna vez, aún se engañarán
popular, viendo la ruina de la ciudad, v no encontrando más veces unos pocos hombres a quienes se encargue de
otra causa, acusaban a la ambición de l~s poderosos, que hacer este reparto Y no me parece superfluo mostrar en
alentaban los desórdenes para poder hacer un gobierno el siguiente capítulo el procedimiento que seguía el senado
a su medida y arrebatar la libertad, y andaban por los para engañar al pueblo en el repnrto de los cargos.
pórticos y las plazas hablando mal de muchos ciudadanos
y amenazándoles, diciendo que, si alguna vez llegaban a
ser elegidos para la Señoría, descubrirían sus engaños y
los castigarian. Ocurl'Ía a veces que alguno de los duda~ 48. Quien qrliera qtte tma magistrt1tura no se otorgue a
danos que hablaban así ascendía a las supremas magistrn~ alguien vil o perverso, qm bt1ga que la solicíte, o al-
turas, y cuando estaba en aquel lugar y consideraba las guieJJ desmesrm1dmmmte 111ttlo y vil, o alguien exlrtl·
cosas más de cerca, veía de dónde nadan los desórdenes ordi11ariamente noble y bueno.

117 En 1494 habla sido expulsado de Florencia Piero de Lorenzo Cuando e1 senado temí:1 que los tribunos con potestad
.. de lvfeclici, sucesor de su pndre en In Señoría, sobre todo porque consular fuesen elegidos entre los plebeyos, tenfo dos pro-
los ciudadanos estaban resentidos por sus cesiones territoriales al
rey Carlos VIII de Francia Siguió unn época particularmente tur- cedimientos para evitarlo: o bien presentaba como can-
bulenta. didatos a los más reputados varones de Roma, o bien, con
6~
146 lvfaquiavdo · Discursos sobre.! la primc.!rn dC::cnda de Tito Livio 14/

medidas oportunas, corrompía a un plebeyo sumamente dictador Mamcrco 119 > que, con nuevos decret08, redujo
innoble y vil para que, mezclándose con los mejores ple- a Jieciocho meses la pei·1rnmencia en el cargo, lo que los
beyos que solicitasen el cargo, lo solicitase también . Por censores, que cuidaban sus prerrogativas" tomn:·o,n tan
este último procedimiento lograba que la plebe se aver. mal que expulsaron a Mamerco del senado, acc1on que
gonzase de darlo; por el primero, que se avergonzase de les fue reprochada por la plebe y por los patricios Y como
negarlo. Lo que, volviendo al prop6sito del discurso pre- la historia no cuenta que Mamerco se pudiern defender,
cedente, demuestra que el pueblo, aunque se engañe en hay que convenir que, o la histeria nos ha llegado incom-
las cosas generales, no se engaña en las partículares. pleta, o el ordenamiento de Ro~rn. no era bueno e1; e~te
punto concreto; porque no esta bien que una repubhca
esté organizada de manera que un ciudadano, por pro-
mulgar una ley conforme al vivir libre, pueda ser casti-
49 Si aquellas ciudades que han tenido u11 princzpto . gado sin apelación Pero volvie~?o al principio de es.te
libre, como Rama, encuentran dificultades para bus~ discurso, diao0
que, por la creac1on de esa nueva magis-
car leyes que las mantengan así, las que han tenido tratura, se p uede considerar que 1 si aquellas ciudades que,
tm principio setvil encuentran casi una imposibi. como Roma 1 han sido libres por sus orígenes y se han
lídad. mantenido así, hallan tantas dificultades parn encontrar
buenas leyes para mantener la libertad, no. hay que e~trn­
Lo difícil que resulta, al ordenar una república, pro- ñarse de que aquellas otras que han nacido con origen
veerla de todas aquellas leyes que la mantengan libre, lo servil tencran, no ya díficultad, sino imposibilidad de orga-
demuestra bastante bien el proceso de la república roma- nizarse d~ un modo que les permita vivir civil y pacífi-
na, en la que a pesar de que se instituyeron muchas leyes, camente~ como vemos que sucede con la ciudad de ~lo­
primero por Rómulo, luego por Numa, Tulo Hostilio y rencia, la cual, por haber estado en sus orígenes sometida
Servio, y, finalmente, por los diez ciudadanos nombt·ados -· al imperio romano, y habiendo vivi~o siempre. bajo ~1
para ese fin, sin embargo, siempre, en la administración dominio de otro, estando por mucho ttempo abatida y sm
de la ciudad, se descubrían nuevas necesidades y era pre- pensar en sí misma, luego, cuando le llegó la ocasión de
ciso crear nuevos ordenamientos, como sucedió con la respirar t comenzó a hacer sus ordenamientos, los cuales,
cread6n de "los censores 118 , que fue una de tantas dispo- mezclados con los antiguos usos, que eran malos, no pu-
siciones que ayudaron a mantener libre a Roma en el dieron ser buenos, y así se ha ido desenvolviendo durante
tiempo en que vivió civilmente. Porque, siendo árbitros doscientos años> en los que, si no me falla la memoria, po
de las costumbres de Roma, fueron causa principal de que ha conocido gobierno por el cual pudiera ser considerada
los romanos tardaran más en corromperse. En el inicio verdaderamente como una república. Y los problemas que
de esta magistratura cometieron un error, estableciendo han surgido siempre en ella, son .los mism.os que se. dan
que su duración sería de cinco años, pero poco tiempo en todas las ciudades que han tenido un ongen seme1ante
después este fallo fue corregido gradas a la prudencia del al suyo. Y aunque muchas veces, por sufragio público y
.. libre: se han otorgado amplios poderes a un reducid? gru-
. po de ciudadanos para que pudieran reformar la cmdad,
118 Ln institución de los censores datn de 443 n. C. y es comen~
tndn por Livio en el libro IV, capítulo 8. Su misión era moderar
las costumbres, mantener In disciplinn y controlar el derecho de 119 Tiberio Emilio Mnmerco, elegido dictador en 433 a. C. Véase
propiedad, l a narración del episodio en Livio, libro IV, capítulo 24.
1 ' 6§
148 i\faquinvdo Discursos sobre i:i primr:.:m dérndn de "lito Li•.'Ío 149

1
sin embargo, ésto:> nunca la han organizado pensando en 50 UJJ consejo o w1magistrado JJO debe detel!er las
la utilidad común, sino en sus propios inrereses, io que ticcione.i tle tma ciudad.
ha producido no un nuevo orden, sino un mayor desorden
en aquella ciudad. Y para poner algún ejemplo concreto, Eran cónsules en Roma Tiro Quincio Cincinato y Gneo
digo que, entre otras cosas que ha de tener en cuenta el . Julio Mento 120 , Ios cuales, como no estaban ele acuerdo,

que desee ordenar una república, está el ver en qué ma- habían bloqueado todas las acciones de aquella república .
nos se ha de poner la autoridud judicial que otorgue dere- Viendo esto, el senado les animaba a nombrar un dicta-
cho de vida o muerte sobre los ciudadanos Esto estaba dor, para qu,e hiciera io que ellos, por sus discordias, de-
bien organizado en Roma, porque aili estaba previsto po· ·¡
jaban de hacer. Pero los cónsu.Ies, que discordaban en
cler apelar al pueblo, y si se daba el caso de que el asunto tocias las cosas, sólo estaban de acuerdo en su deseo ele no
fuera muy importante y el diferir la ejecución mediante nombrar un dictador De modo que al senado no le quedó
la apelación al pueblo pudiera resultar peligroso, quedaba otro remedio que solicitar la ayuda de los tribunos, los
el refugio del dictador, que tenfa poder ejecutivo inme- cuales, con permiso del senado, forzaron a los cónsules
diato, pero a este último recurso no acudían sino por ne- a obedecer. Donde se pone de relieve> en primer lugar, la
cesidad. En cambio, Florencia, como las otras ciudades utilidad del tribunado, que no sólo servía para poner fre-
que también nacieron siervas, tenía puesta esta autoridad no a la ambición de los poderosos cuando recaía sobre la
en manos de extranjeros, y era el enviado del príncipe el !. plebe, sino también cuando creaba conflicto entre ellos
que cumplía tal función, lo que era sumamente pernicioso, 11. mismos Además, ha de notarse aquí gue nunca se debe
1
pues aquel hombre podía ser corrompido fácilmente por 1 ordenar una ciudad de modo que unos pocos puedan to-
los ciudadanos poderosos . Pero después, al cambiar este mar una decisión de las que ordinariamente son necesarias
orden por la mutación del estado, crearon ocho ciudada- para mantener la república. Por ejemplo, si le das poder
nos para que ejercieran el oficio del antigiio-.. eiiviadó; y a un consejo para que efectúe una distribución de honores
así el procedimiento, de malo que era, se convirtió en pé- y gratificaciones, o a un magistrado para gue administre
simo, por lo que decíamos antes de que los pocos siempre un negocio, conviene, o imponerle una obligación para
son partidarios de los pocos y de los poderosos. Esto ha que tenga que cumplirla en cualquier caso, o disponer que~
sido previsto con acíerrn por la república de Venecia,.que si no lo quiere hacer así, otro lo haga en su lugar; de otro
tiene diez ciudadanos que pueden castigar sili" apelación modo, esta medida sería defectuosa y peligrosa, como hu-
a cualquier ciudadano, y, como no serían suficientes para biera sucedido en Roma si a la obstinación de los cónsules
castigar a los poderosos, aun teniendo autoridad para ello, no se hubiera podido oponer la autoridad de los tribunos.
han instituido los Cuarenta, y además han querido que En la república de Venecia, el Consejo Mayor distribuía
el Consejo de Rogados y el Consejo Mayor puedan casti- los honores y beneficios. Sucedía a veces que el conjunto
garlos, de modo que, no faltando el acusador, tampoco de sus miembros, por enfado o por alguna falsa persua-
falta el juez para mantener a raya a los poderosos. sión, dejaba de nombrnr sucesores a los magistrados de
No bay que maravillarse, pues, de que Roma, ordenada la ciudad, o a los que, fuera de ella, administraban su
por sí misma y por tantos hombres prudentes, viera surgir imperio Lo que constituía un desorden grandísimo, por-
cada día nuevas causas para establecer nuevas leyes en
120 Los hechos sucedieron en 431 n C. livio, en el libro IV,
favor del vivir libre, si en las otras ciudades, cuyo prin- capítulo 26, los comenta, añadiendo que la situaci6n era particu-
cipio ha sido de mayor desorden, surgen tantas dificultades larmente delicada porque, unn vez más, atacaban los equos y los
que no pueden nunca ordenarse debidamente. vol seos
150 Ivfoquiavelo Discursos sobl'e la primera década de Tito Lívio l51

que de un golpe las tierras súbditas y la propia ciudad sado en salid tar Y aunque los tribunos se afanaban por
se encontrnbnn sin sus legítimos jueces, y no se podía ob. anular esta concesión, diciendo que era algo que no libe.
tener cosa alguna sin que el conjunto de miembros del raba a la plebe, sino que la gravaba, pues era preciso ct·ear
consejo recibiera satisfacción o se desengañase de sus fol. impuestos para pagar este sueldo, sin embargo, no logra-
sas opiniones Y este inconveniente hubiera llevado a mal ron convencer de ello a la plebe; y el senado aumentó
término a la ciudad sí no hubiera sido corregido por los aún más la aceptación popular por el modo en que <lis·
ciudadanos prudentes, los cuales, en una ocasión conve" tribuyó los impuestos, porgue los mayores y más pesados
niente, hicieron una ley por la cual ninguna magistratura 1 recayeron sobre la nobleza, que fue la primera en pagarlos.
en la ciudad o fuera de ella, podía quedar vacante sino
después de que se hubiera efectuado el cambio y nombra-
do al sucesor_ Y así arrebataron a aquel consejo la posi·
biliclad de poder detener las acciones públicas con peligro 52. Para reprimir la insolencia de alg1ín podetoso que
para la república. surja en la reptíblica, 110 hay medio más efica:z ni
menos escandaloso que ocupar previamente las vías
por las que podría alcanzar el poder.
5L Una repríblica o un príncipe debe aparentar que
hace liberalmente aquello a que le obliga la nece- Vimos en el anterior discurso cuánto crédito alcanzó
sidad. la nobleza con la plebe, por las demostraciones que leía·
mos que hizo en su favor, disponiendo el sueldo y repar-
Los hombres prudentes extraen mérito de las cosas tiendo de aquel modo los tributos, Y si la nobleza hubiera
siempre y en todos sus actos, incluso si han sido constre- mantenido esa actitud, se hubiera evitado toda causa de
ñidos a realizarlos por la necesidad. De esta prudencia tumultos en la ciudad, y los tribunos hubieran perdido
hizo gala el senado romano, cuando deliberó que se paga- el crédito que tenían con la plebe y, en consecuencia, su
se con dinero público a los hombres que estaban en el autoridad Y ciertamente, no es posible en una república,
ejército, cuando lo usual era realizar el servido militar sobre todo en las que están corrompidas, oponerse de una
a las propias expensas 121 Pues viendo el senado que si manera mejor, menos escandalosa y más fácil a la arnbi-
continuaba el anterior estado de cosas no se podía gue- d6n de algún ciudadano, que ocupándole de antemano las
rrear por tiempo muy largo, y no se podían efectuar ase- vías por las que vemos que se encamina a la consecución
dios ni conducir al ejército lejos de Roma, y juzgando que del puesto que ambiciona. Y si se hubiera empleado tal
era preciso hacer estas cosas, decidió que se diera el men- procedimiento contra Cosimo de Medid 122 habría resul-
cionado estipendio, pero lo hizo de modo que parecía que tado para sus adversarios más efectivo que expulsarlo de
lo otorgaba graciosamente, y no forzado por las circuns- Florencia: porque si los ciudadanos que rivalizaban con
tancias . Y fue tan agradecido este presente por la plebe él hubieran tornado el partido de favorecer al pueblo,
de Roma, que revolucionó toda la ciudad con su alegría, habrían conseguido, sin tumulto y sin violencia, despojarle
pensando que había recibido un beneficio muy grande, de las armas que le eran más útiles, Pietro Soderini con"
como nunca hubiera esperado y que nunca hubiera pen-
l:U Se refiere de nuevo Maquiavelo al episodio que comenmba
121 Ln decisión se tomó en 405 a C y, según dice livio (libro en el capítulo 33 sobre la desafortunada actuación de los floren-
IV, cnps. 59 y 60), fue recibida con grandes aclamaciones popu- ... \
tinos, que, queriendo oponerse al poder de Cosúno, aceleraron su
lares, . .·. .
. . !.
! ~. principado .
[52 Discursos sobrt: la prín11:r.1 <lt.'.cnda de Tito Uvío 15-1

sigu10 reputnc1on en Li ciudad de Florencia sólo por este ·


e l hivor ~r
a LV · · so,1o 1ogro
arco Antomo. , Io. r) ue.s
' , acrecentarse
medio de f:ivorecer :! la colcci:ividad 1::·1 • par lo que ésta estando comiderndo Marco Antonio como encmÍt!O del
le otorgó prcst:ígio como :imante de 111 liberrnd de ln ciu- s~naclo, y teniendo consigo un gran ejérciro, fonrn~do t:n
dad. Y verdaclcrnrnentc, a !os ciudadanos que renían envi- , 1 1
buena pnne por ,Jos so1c,ac os que 11a· b'rnn segu1c10
· J a e···~
.esnr,
dia de su !~randeza les bubitrn resulrndo más fácil, 1rn1s Tulio, pant quirnrle esos soldados, persuadió al senado
honesro. y.menos peligroso y daiiino pnrn la república, para que honrase a Ocrnviano y lo mandnse, con los
adelant~rsele en aque!los c:iminos por los que se engrande- cónsules Ircio v Pnnsa, contra i\'1arco Antonio, aleg:mclo
cía que querer enfrcnrársde nunque con su ruina se arrui- que en Cltanto ios soldados que segufon a Marco J\ntonio
nase el resto de la repúbiica . Pues si le hubiernn quitado ovesen el nombre de Ocrnviano, sobrino de César y que
de las man<:is aquellas nrmas que le hncían fu erre (lo que s~ hada llamar Césnr, dejarían a aquél y se pondrían de
podían h:icer Hcilmentc), hubieran podido oponérsele en parte de ésre, y así, habiendo quedado Marco Antonio
todos los consejos y en todns las delibernciones públicas desprovisto ele favor, sería f,1ciJ reducirlo La cosa sucedió
sin sospecha y sin considernción alguna Y si alguno repli- justo al contrario, porque Marco Antonio se ganó n Ocrn-
ca que. si .los ciudadanos que odiaban a Piero erraron al viano, v éste, dejando de lado a Tuiio y al senado, se puso
no precederle en los caminos por los que ganaba su pres- de acu~rdo con éli lo que supuso In total nniquilación del
tigio entre el pueblo, también Piero cometió un error al partido de los optimates Lo que era fácil de conjerurat,
no adelantarse en aqueilos caminos por los que sus adver- pues no se debían creer las pe~suasiones de Tulio, .sino
sarios le :ltemorizabrm. respondo que Pie ro merece excu- tener en cuenta aquel nombre '- 5 que con tanta gloria se
sa. pues hacerlo le resuiraba difícil y además deshonroso, habfa deshecho de sus enemigos, alzfodose con el princi-
ya que el medio emplendo para ofenderle ern favorecer a pado de Ro111a, y no esperar que sus herederos o sus he-
los Medici, con cuvo fovor lo combatían v al .fin lo derri- churas pudieran hacer cosa conforme a la liberrnd repu-
baron No podía, p~res, Piero emprender h.onesrnmente ese blicana.
camino, pues no lograría conservar su buena forna si des-
truía aquella libertad de la que se había constituido en
snlvaguarclin: además, como esos favores no podían hacer-
se de una vez y en secreto, resu1rnban peligrosísimos para 53. El pueblo muchas veces desea stt ruina, engafiaclo
Piero, imes si de algún modo hubiera sido descubierto por una falsa especie de bie11, )' cómo se le co11-
como a~1igo de los .IVIedid, se hubiera vuelto sospechoso m11eve fácilme11te con grcmdes esperm1zas y arríes-
y odioso para el pueblo, y sus enemigos hubieran podido gadas promesas
someterlo con mnyor focilidad que antes.
Deben, pues, los hombres considerar. en tocia decisión, Una vez liberada la ciudad de los veios 126, surgió en el
sus posibles defectos y peligros, y no tomarla si en ella pueblo romano la opinión de que sería algo muy útil para
hay 1rnís peligro que uriliclad, aunque su parecer fuera
conforme n la delibernción Pues obrando de otra manera, nunció contra él las Filípicas y persundió al senado p<1ra que
Octaviano, que era npenns un ndolesccnte, ncompnñnse a los cón-
les suceclení lo que n Tulio 12•1, que, queriendo arrebatar sules Aulo Ircio y Cayo Vibio Pnnsa Los cónsules muricmn en
la batalla de .tv1ódenn {43 a C) y Octnvirtno y Antonio decidieron,
121 Otra dolorida referencia de l\foqufovclo ni período que va con Lépido, formar el segundo triunvirato y hacerse con d poder.
de 1.502 a 1512, que ya ha mencionado en e! capítulo 2 y en el 7 125 El nombre de César
1:!4 Tras la muerte de César, l\forco Antonio fue dcchirndo ene- 126 El año 395 a. C Véase lo narración de Livio, libro V, capi-
migo de la república y obligado a huir Marco Tulio Cicerón pro- tulo 24,
154 M:1quiavdo Discursos sobre la primera dC:cada de Tito Lívío 155

la ciudad de Roma que la mirnd de los romanos fuesen radas a otros ! y que eran d motivo de la guerra y de la
a vivir a Veyas, argumentando que, por ser aquelb ciudad conjura de los príncipes contra ellos), ames de que llegase
rica de campifins, llena de edificios y cercana de Roma, se su nunn.
pocüa enriquecer la mirnd del pueblo ronrnno y no causar Por consiguiente, considerando de qué es ftkil o difícíl
ninguna turbación de b vida civil, dada la cercanfa del persuadir <I un pueblo, se puede hacer esta distinción:
lugar Esto le pareció al senado, y los hombres más sabios o aquello de lo que lo deseas persuadir represenrn a pri-
de Roma compartían esta opinión, una cosa tan inútil mera vista ganancia o pérdida, o parece realmente un acto
como dañosa, de modo que dijeron que preferían morir animoso o viL Y cuando en las cosas que se presentan
antes que consentir tal determinación. Así que, discutién- a los ojos del pueblo se ve ganancia, aunque esconda en
dose el asunto, la plebe se enardeció tanto contra el se- si una pérdida, o cuando el acto parece animoso, aunque
nado que se hubiera llegado a las armas y a la sangre, si suponga la ruina de la república, siempre sed fácil con-
el senado no se hubiera escudado con algunos ciudadanos vencer a la multitud, y del mismo modo, siempre es difí-
ancianos y muy estimadost por respeto a los cuales se cil persuadida para que elija algo gue tenga apariencia
detuvo la plebe que no siguió adelante con su insolencia, de vileza o de pérdida, aunque oculte en su seno salvación
Aquí se han de notar dos cosas. La primera, que el pue- y ganancia. Esto que digo se confirma con infinitos ejem-
blo, engañado por una falsa apariencia de bien, desea mu- plos romanos y extranjeros, modernos y antiguos. Porque
chas veces su propia ruina, y sí alguno en quien el pueblo de aquí nació la mala opinión que tenían en Roma de
tenga confianza no le persuade, demostrándole que eso es Fabio Máximo, el cual no podi::l convencer al pueblo de
un mal y dónde está el auténtico bien, traerá sobre la que era conveniente para la república proceder lentamente
república infinitos peligros y daños. Y cuando la suerte en aquella guerra y sostener el ímpetu de Aníbal sin en-
quiere que el pueblo no confíe en nadie, corno a veces trar en batalla 128 , pues el pueblo juzgaba que era una
ocurre, entonces, engañado por una mala visión de las postura vil, y no veía cuánta utilidad encerraba, ni Fabio
cosas o de los hombres, necesariamente se dirige a su encontraba razones bastantes para demostrárselo. Y tanto
ruina. Y Dante dice a este propósito, en su discurso De se ciegan los pueblos en sus gallardas opiniones, que aun·
J\fonarqufa, que el pueblo muchas veces grita: «¡Viva su que el pueblo romano cometió el error de otorgar autori·
muerte y Muera su vida!» i:n. De esta incredulidad nace dad al jefe de la caballería de Fabio para que entrase en
que, a veces, en las repúblicas no se escoja el mejor par- combate aunque éste no quisiera, lo que estuvo a punto
tido, como arriba dije de los venecianos, cuando, atacados de causar una gran derrota si Fabio, con su prudencia, no
por tantos enemigos, no tomaron la decisión de congra- lo hubiese remediado, no le bastó con esa experiencia, sino
ciarse con alguno de ellos restituyéndole las cosas arreba- que luego hizo cónsul a Varrón, sin otros méritos que
haber prometido por todas las plazas y lugares públicos
127 la cita es, en efecto, de Dante, pero no procede del De
Mo11arquía, sino de El Convite, donde, en el tratado primero, l'.!8 Quinto Fnbio M~ximo, hombre experto y prudente, fue
hablando aceren de ln discreción y la prudencia, dice: ({Del hábito nombrado dictador en 217 a C Su táctica consistía en seguir a
de esta luz de ln discreción carecen principalmente las gentes del Aníbnl para aislarlo e impedir su aprovisiona.miento, pero sín cnw-
pueblo», porque, ocupados en oficios manuales, no desarrollan las blar combate nunca. Esto inquietaba 11 J\níbal e impacientnbn a
luces de su intelecto, que sólo se perfeccionan con el uso ~1Por Roma, así que al año siguiente los cónsules Emilio Paulo y Teren·
esto acaece que muchas veces gritan ¡Viva la Muerte! y ¡Muera ln do Varrón se pusicrnn al frente de las nopas y se enfrentaron con
vida! con sólo que uno comience a decir tal cosa; y éste es un Aníbal en Cannas, donde quedaron aniquiladas las mejores lcgio·
defecto peligrosísimo en su ceguedad»
,.
JI
nes romanas.. 6 e¡
156 Maquiavtlo Discursos sobre ia primern dtcada de Tito Livio

de Roma gue detTotarfa a Aníbal si alguna vez tuviese ximo, amenazó con proponer un plan al pueblo, subiendo
autoridad. para ello. Donde tuvo su orinen
I:>
la barnlla •v la muy bien cuánto le gustan al pueblo semejantes deter-
derrota de Cannas, que estuvo a punto de causal· la ruina minaciones m
de Roma. A este propósito, se podrían aducir ejemplos de nuesrrn
Aún quiero añadir, a este propósito, otro ejemplo ro- propia ciudad, como lo que sucedió cuando el señor Ercole
mano_ Llevaba Aníbnl en Italia ocho o diez años, sem- Bentivogli, comandnnte del ejército florcnrino, junto con
brando toda la provincia de cadáveres romanos, cuando Antonio Gincomini, después de derrotar a Barroiomeo de
llegó al senado Mnrco Centenio Penula 129, hombte de hu- Alviano en San Vincenzo, fue a asediar Pisa 132 , empresa
milde origen (aunque hnbfo alcanzado algün grado en el que fue decidida por el pueblo a base ele las arriesgadas
ejército) y ofreció que, si le ciaban poderes para formar promesas del señor Ercole, aunque muchos ciudadanos
un ejército de voluntarios, en un tiempo brevísimo les sensatos se oponían a ella; sin embargo, no hubo modo
entregaría a Aníbal prisionero o muerto. Al senado le pa- ele evirnrla, dada la voluntad general, estimulada por las
reció temernria esrn solicirnd; sin embargo, temiendo que, gallardas promesas del comandante. Afirmo, pues, que no
si se negasen y se enterase luego el pueblo del suceso, existe camino más fúcil para arruinar una repliblica en
podrían producirse tumultos, envidias y resentim[entos, en la que el pueblo tenga autoridad que embarcada en empre-
contra del orden senatorial, se lo concedieron, prefiriendo sas osadas, porque, si el pueblo tiene algún peso en las
así poner en peligro a los que lo siguieran antes que hacer delibernciones, las aceptad siempre, y guien sostenga Ja
surgir nuevos recelos en el pueblo, sabiendo que seme- opinión contraria no podrá remediado de ninguna ma-
jante partido había de ser aceptado por el pueblo, y sería, nera.. Pero si esto origina la mina de la cillclad, causa
en cambio, muy difícil disuadirle de tomarlo. Fue pues también, y con mayor frecuencia, la ruina personal de los
aqllel hombre, con una multitud desordenada y descom- ciudadanos que se ponen al frente de semejantes empre·
puesta, al encuentro de Aníbal, y casi no le había dado sas, porgue, habiendo el pueblo dado por supuesta la v[c-
tiempo de encontrarlo cuando estaba derrotado y muerto toria, cuando se produce el fracaso no culpa de ello n la
junto con todos sus seguidores. fortuna, ni a la importancia ele quien estaba al mando,
En Grecia, en la ciudad de Atenas, no hubo forma de sino a la maldad e ignorancia de éste, y por eso la mayo-
gue Nicias, hombre grave y sumamente prudente, persua- ría de las veces le mata, o le encarcela, o le destierra, como
diera a aquel pueblo de que no era una decisión acertada sucedió con infinitos capitanes cartagineses y con muchos
ir a conquistar Sicilin 130 , de modo que, tom,1dn aquella atenienses Y no habla en su fovor alguna victorhl con-
decisión contra el parecer de los m~ís sabios, se siguió la seguida anteriormente, porque la presente pérdida 1a anu·
ruina total de Atenas. Escipión, cuando fue nombrado la, como sucedió con nuestro Antonio Giacomini, el cual,
cónsul, deseaba la provincia de Africa, y prometía la ruina no bnbiendo entrado en Pisa, corno el pueblo presuponía
total de Cartago, y como el senado no acababa de estar y él había prometido, cayó en tal desgracin popular, que,
de acuerdo con él, por el parecer contrario ele Fabio Ma- a pesar de sus infinitos méritos anteriores, no sufrió fa
pena capital gracias a la humanidad de los que tenían
129 Al parecer, un centurión celebrado por su astucia. el poder, y no porque el pueblo le defendiese.
IJO Durante la guerra del Peloponeso, los atenienses, inducidos
por Alcibfades, enviaron una c:i:pcdición contra Sicilia que acabó
en un espantoso desastre en 413 n C Nicias, que estuvo nl mando !JI De Escipión yn hn hnblndo 1vfaquiavelo en el capítulo 29 .
de las tropas, no aprobaba la idea, y su disputa con Aldbíadcs 132 En 1505, los ílorencinos vencieron al ejército pisano y, nni-
está bellamente narrada en el libro VI de Tucídides .. maclos por esa victoria, sitiaron Pisn, pero no lograron tomarla.
10
l58 .lvfoqnia velo Discursos sobre.: la primera década de Tito Livio 159

54. Cuánta autoridad fiene 1w hombre grave partl frenar enardecida que la presencia de un hombre que sea digno
a una multitud. de vener,1ción y tenga aspecto ele taL Se ve además, por
volver al texto citado, con cuánta obstinnción se apegnba
Lo segundo que hay que notar en el texto del capítulo la plebe romana a la idea de establecerse en Veyas, juz-
anterior es que nada es tan apropiado para poner freno gándola útil y sin darse cuenta del perjuicio que entra-
a una multitud reunida, como el respeto a un hombre ñaba, y cómo esta originó tumultos que hubieran sido
graye y ele auroridad que les haga frente; no sin causa muy graves si el senado no hubiera detenido su furor
dice Virgilio: gradas a algunos hombres graves y reverenciados.
T111n pietate gravem c1c meritis si /orle virttm quem
co11spexere, siíent arrectisque auribus adstant 133
55 Hasta qué punto se co11ducen los acontecimientos
Poi· tanto, quien est:.í al frente de un ejército o se en- w11 más facilidad en las ciudades que 110 están co-
cuentra en una dudad donde se ha producido un albo~ nompidas, )' que donde existe igualdad no se puede
roto debe comparecer ante In multitud lo más graciosa establecer mi principado, y donde no la hay no se
y honorablemente que pueda, colocando a su alrededor puede establecer una reptíblica_
los signos de la autoridad que ostente para aparecer más
digno de reverencia Hace pocos años estaba Florencia Aunque antes hemos hablado bastante de lo que se
dividida en dos facciones, frnilescos y rabiosos 134 , pues podía esperar o temer de las ciudades corrompidas, sin
así se llamaban, y habiendo llegado a lns armas y siendo embargo no me parece un despropósito comentar un de-
vencidos los frailescos, entre los cuales estaba Pagolan- creto del senado sobre el votot que Camilo había hecho,
tonio Soderini, en aquel tiempo un ciudadano bastante de entregar a Apolo la décima parte del botín capturado
reputado, y yendo 1 en aquellos tumultos, el pueblo en a los veios 135 . Estando ya el botín en mn.nos del pueblo,
armas a su casa para saquearla, su hermano el señor Fran- y no pudiendo evaluarlo, el senado hizo un edicto según
cisco, entonces obispo de Volterra y hoy cardenal, que el cual cada uno debía entregar al tesoro público la dé-
estaba en casa por casualidad, en cuanto sintió el ruido cima parte de lo que le había tocado. Y aunque tal dispo-
y vio a la gente, se puso los ropajes más venerables, y sición nunca se llevó a efecto, habiendo luego el senado
encima la sobrepelliz episcopal, y fue al encuentro de la buscado otra vía para contentar a Apolo con satisfacción,
multitud armada, calmándola con su presencia y sus pala- también 1 de la plebe, sin embargo se ve, por esa decisión,
bras, cosa que fue comentada y celebrada en la ciudad cuánto confiaba ei senado en la bondad de ésta, y cómo
durante muchos días, Concluyo pues que nada hay más pensaba que ninguno iba a dejar de ofrecer aquello que
seguro ni más necesario para poner freno a una multitud se le solicitaba con aquel edicto. Y por otra parte, vemos
que la plebe no pensó defraudar dando menos de lo que
133 <iSi entonces aparece un varón grave por su virtud y méri-
tos, todos callan y le escuchan atentos.» E11eida, libro I, v. 155 debía, sino que iba a entregar lo prescrito en el edicto,
y 156. aunque mostrando su indignación. Este ejemplo, con otros
134 Los frnilcscos eran los partidarios de Savonarola, llamados muchos que aducíamos arriba, muestra cuánta bondad y
también los llorones Los rabiosos eran los que se oponfon al céle-
bre fraile. El episodio que cuenta Maquíavclo sucedió en abril 135 Lo cuenta Livio, libro V, capítulos 21 n 25. Al final, la
de 1498 El ciudadano partidario de Savonarola y su hermano el ofrenda se pagó con dinero público y, como no habfo ~ast:mt:, las
obispo eran hermanos de Pietro Soderíni, que luego seda gonfa- matronas romanas regalaron sus íoyas_ De Marco Fur10 Camilo y
loniero de Florencia. su veneración n los dioses ha hablado Maquiavelo en el capítulo 12.
?-{
160 Maquiave!o Di:>cur·!;os sobre: ia prirrn:ru dC.::c1da d-: '1 ito !. ivío 16!

cu:ínta religíón había en nquel puehlo. >' cuánto bien se pos porque es sumnmente rarn, y de hecho sólo se encuen-
podía esperar de él Y vcrdack:r.uncnrc:, donde no existe tra en aquella provincia Dt>
rnl bondad no se puede esperar n,1da bueno. cmno no se Esto tiene dos causas: en prímer lugar. el no hiiber
puede esperar en las provincias que vemos corrompidas 1enido mucho conrncro con los vecinos, porque ni han
en nuestros tiempos, como Italia sobre todo 1 y rnmbién recibido su visirn ni han ido ellos a visitarlos, estando
Francia y Espafia, a quienes les alcanza parte ele la cornm- satisfechos con sus propios bienes, viviendo y vistien-
ción Y si en aquellas provincias no se ven tantos des6r- do con los alimentos y lanas que el país produce. de modo
denes como los que cada dín nacen en .Irnlin, esw no se que han evitado la causa de los conrnctos y el principio
debe rnnro a la bondad del pueblo, que resulta escasa en de toda corruptela, pues así no han podido contagiarse de
buena pane, sino ni hecho de LJUC tienen 1.in rey que los las costumbres francesas, españolas ni italianas, naciones
mant,iene unidos. no solamente por su virtud, sino por que, juntas, son la corruptela del mundo La otra causa
los ordennmientos de aquellos reinos que aún se mantie~ es que aquellas repúblicas donde se ha mantenido el vivir
nen enteros. En la prnvincia ele Alemania vemos que la político y sin corrupción no soportan que ninguno de sus
bondad y b religión son aún grandes en el pueblo, de ciudadanos se comporte ni viva al modo ele los hidalgos,
modo que muchas repúblicas viven libres v observan sus y asf mantienen entre ellos una equitativn igualdad, y son
leyes de modo que nadie, ni dentro ni fue~·a de sus fron~ sumamente enemigos de los señores y gentilhombres que
terns, apetece someter l as. "Vi para que se ven que, cterto

hay en aquella provincia, y si por casualidad alguno llega
es que alli reina buena parte de In antigua bondad, quiero a sus manos, lo matan, como principio de la corrupción
dar un ejemplo similar a! que coment<íbamos del senado y causa de todo esdndalo Y para adarnr qué quiere decir
y la plebe romana. Acostumbran aquellas repúblicas, cuan- eso de,gentilhoml:>r<:!i diré que se llama así a los que están
do sus necesidades les obligan a gastar alguna cantidad de _gciosos y viven de las rentas de sus posesiones regaiada-
dinero por cuenta pública, a proceder de modo que tocios mente, sin tener ningún cuidado ni del cultivo de la tierra
los magistrados y consejos que tienen autoridad parn ello ni de otras fatigas necesarias para la vida . Estos tales son
impongan a tocios los habitantes de la ciudad un uno o perniciosos en toda república y en toda provincia, pero
un dos por ciento de lo que cada cual obtiene de rédito. más perniciosos aún son los que, además de todo esot
Y tomadn tal disposición según la costumbre del pais, se poseen castillos y tienen súbditos que les obedecen. De
presenta cada cual ante los recaudadores de tales impues.;. estas dos especies ele hombres est~í lleno el reino de Nápo-
tos, y, tras haber jurado que pagará la suma conveniente, les, In tierra de Roma, la Romagna y la Lombardía Aquí
echa en una caja dispuesta a tal efecto aquello que en tiene su origen el que en aquellas provincias no surja
conciencia juzga que le conesponde pagar, y de este pago nunca ninguna república ni ningún modo de vida político,
no hay otro testigo que el propio pagador, De donde se porque tal generación de hombres es absolutamente ene-
puede conjewrar cuánta bondad y cuánta religión existe migo de toda vida civil. Y si se quiere, en una provincÍfi
todavía en aquellos hombres. Y se debe suponeL· que to- organizada de esta manera, introducir una república, será
dos pagan lo debido, porque, si no fuera así, no alcanzaría
b recnudación a la cnntidad que se había previsto para 136 Maquiavelo conocía por propia experiencia la supucsttt bon-
los gastos, evaluada de acuerdo con las anteriores impo- dnd de los nlemnnes, pues había visitado aquel país a finnles
siciones, y. no alcanzando, se pondría de manifiesto el de 1507 Escribió dos breves relaciones sobre las com1mbres de
los germanos, admirando sobre todo su frugalidad y ln senciHez
fraude, y, conocido éste, se buscaría otro procedimiento de su vida, que debía recordarle la severidad de los primeros tiem-
Y esta bondad resulta aún m~ís admirable en estos tiem- pos de la república romana
Discursos sobrt: !u primera dl:cuda dt: Tito Livio 163
162 Maquiavdo
un hombre sobresaliente y raro por su cerebro y nutori-
absolutame~te imposíble. de modo que si se quiere reor-
dad. son muchos los que lo han intentado, pero pocos
denada y algL:no puede hacer ele árbitro del proceso, no
los que lo han sabido llevar a buen término Porque la
~ay o~ro cmmno que convertirla en reino . La causa es
magnitud ele In rnrea desanima a los hombres o les pone
esrn: Clonde la materia está tan corrompida que las leyes
tantos impedimentos que yerran desde el principio
no bastan para frenarla, es preciso ordenar, junto con las
Creo que esta opínión mía de que donde existen !:!en-
leyes •. alguna fuerza mayor, como un poder regio que, con
tilhombres no puede organizarse una república parece ~po­
autor!dad absoluta y extraordinaria, ponga freno a la
nerse a b experiencia de b república veneciana, en la
exce~1va a.mbicíón y co~ruptela de los poderosos Esto se
cual no pueden alcanzar ningún cargo público los que no
puea~ ve!·1ficar con el e¡emplo de Toscana, donde en poco
sean patricios. A esto respondo que rnl ejemplo no su-
espac10. cie t.erreno se ven holgadamente tres repúblicas,
pone ninguna contradicción con lo dicho, porque los gen-
Flor~nc:a, S1em; y Luca, y lns otras ciudades de aquella
tilhombres en aquella república lo son más en el nombre
provmcrn so~ siervas de tan mala gana, que su ánimo y
que en los hechos, pues no tienen grandes posesiones, y
sus ordemunt~ntos demuestran gue mantienen o quisieran
la mayor parte de sus riquezas se funda en las mercaderías
mantent;r s.u li~ert;id ~eso nace c~e que n~ existe en ague- y en los bienes muebles, y además ninguno de ellos posee
ll_a provmc1.a mngun senor ele castillos, y nmguno o poquí-
castillos ni tiene ninguna jurisdicción sobre los hombres.
stmos gentilhombres, sino c1ue existe tanta inualdacl que
El nombre de patricios indica, entre ellos, dignidad y
fácilmente un hombre prudente v que tenoa c~nocimiento
reputación, sin fundarse en ninguna de las cosas que, en las
del antiguo vivir civil podrá in,troducir ~llí la civilidad.
otrns ciudades. caracterizan a los gentilhombres. Y como
Pero su desgracia ha sido tan grande que hasta ]a fecha
las otras repúblicas caracterizan sus estamentos con diver-
no .ha encontrado ningún hombre que haya querido o
sos nombres, así Venecia se divide en patricios y popu-
sabido hacerlo.
lares, y mientras aquéllos pueden alcanzar todos los hono-
De este discurso puede deducirse también esta conclu-
res, los otros quedan absolutamente excluidos, lo que, sin
sión: que el que quiera hacer una república donde existan
embargo, no causa desorden por las razones que expusi-
bastantes g~ntilhombres, no podrá hacer nada si primero mos en otra ocasión 137 Conviene, pues, fundar una repú-
no los despide a todos, y el que quiera fundar un i-eino
blica donde existe o se ha instituido una gran igualdad,
o un prit;cipado donde exista bastante igualdad no podrá
y. en cambio, establecer un principado donde la desigual-
hacerlo s1 no extrae de entre los iguales muchos hombres
dad sea grande, pues de otro modo se hará algo despro·
de ánimo ambicioso ~ inquieto y los convierte en gentil-
porcionado y poco duradero .
homb.res de hecho, s~ ~ºº de nombr:, dándoles castillos y
posesiones y favorec1endoles con bienes v con hombres
para que así, puesto en medio de ellos, se -sirva para man~ 56 Antes de que se produzcan g,randes aco11tecímie11tos
tener su poder, de los que, a su vez, se apoyan en él para en 111rn cimlcid o en una provincia, se suelen ver
sustentar su ambición, mientras que los demás son obli- sig11os que los pronostiquen u hombres que los pro-
gados por la fuei;za a soportar ese juego que} de otro feticen
modo, n~ consentufan . Y existiendo así proporción entre
los que ejercen la fuerza y los que la sufren, quedan quie- Por qué se produce esto, no lo sé, pero se puede com-
tos los hombres cada uno en su lugar. Y como el hacer prnbar con ejemplos antigllos y modernos que no se pro-
una rep~blica de una provincia apta para ser- un reino,
o un remo de una apta para ser república, es tarea para . lJ7 En el capítulo 6. r3
16-t Muquiavdo Discursos sobre la primera ch::rnd<\ de: Tiro Livio Hi5

duce ningún grave ncontec1mtento en una ciudad o en jantes uccident:es, sobrevienen cosas extrnordinarius y nue-
una provincia ..sin que hayH sido anunciado por adivinos, vas en aquellas provincias
revelaciones. prodigios u otros signos celestes Y para no
salir de casa para probarlo, todos saben cómo el padre
Girolamo Savonarola predijo la venida a Italia del rey
Carlos VIII de Frnncia 138 , y cómo, además de esto se 57. La plebe re1midt7 es valiente, disperstz es débil
dijo por toda Toscana que se veían y oían en el aire ejér-
citos que entablaban batalla encima de Arezzo u 9 Todos Muchos romanos, después de que el paso de los galos
saben, ndemás, que ames de 1H muerte ele Lorenzo de dejó arn1sada su patria, se fueron a vivir a Veyas, contn1
.Medici el viejo 140 fue herido el Duomo, en su parte nHís la consritución y las órdenes del senado; el cual, para re-
elevada, por un rayo, con ruina grandísima de aquel edi- mediar este desol·den, mandó, por edictos públicos, que
ficio Y todos saben, además, que poco antes ele que Pietro cada cual, en un plazo fijo y so pena de ciertos castigos,
Soderini. que había sido nombrado gonfoloniero vitalicio volviese a establecerse en Roma Al principio, aquellos
del pueblo florentino, fuera expulsado y privado de su contra los que se dirigían los edictos se mofaron de ellos,
grndo, el propio palacio de la Señoría fue sacudido por pero luego, cuando estnban a punto de expirar los plazos,
un relámpago Podría añadir a éstos muchos ejemplos obedecieron todos Y Livio dice estas palabras: «Ex fero-
más, que dejaré parn evírnr el tedio Contaré solamente cibus universis sínguli metu suo obedientes fuere» 1'12
el que dice Tito Livio que precedió a In llegada de los Y verdaderamente no se puede mostrar la naturnlezn de
galos a Roma, esto es, que un tal Marco Cedido, plebeyo, una multitud mejor de lo que se hace en este texto. Por-
le contó al senado que había oído a medi~1 noche, pasando que la multitud es audaz para- hablar, en muchas ocasio-
por la Vía Nueva, una voz sobrehumana que le ordenaba nes, contra las decisiones de su jefe, y luego, cuando ven
que les contase n los magistrados que los galos se acerca- el castiao de cerca, se apresuran a obedecer Asi que no
ban a Roma 141 . la causa de esto debería ser dilucidada debes t~ner muy en cuenta lo que se diga sobre fa buena
e interpretada por un hombre que tenga noticias de los o mala disposición del pueblo, siempre qu; l~ org_:ini~es
asuntos naturales y sobrenaturales, lo que no es mi caso, todo de forma gue puedas mantenerlo asr, s1 e~ta b1~n
Sin embargo, podría suceder que, estando el aire, como dispuesto, o precaverte para que no te ofenda s1 su dis-
quieren algunos filósofos, lleno de inteligencias, éstas, pre- posición es mala. Esto se entie~de para aquellos p~reblos
viendo las cosas futuras por su virtud natural, y teniendo cuya mala disposición no proviene de haber pe.rd1do la
compasión de los hombres, quizá quiernn así prepararlos libertad o de haber sido privados de un pdncrpe muy
parn 1a defensa y advertirlos con semejantes signos. En amado y que todtwía esté con vicia, pues la mala. disposi·
fin, sea cual sea la causa, es cierto que siempre, trns seme- ción que nace de estas causas es sumamente temible y se
requieren grandes remedios pn~~ ponerle ~re~o; ~a gue
DR De nuevo se refiere Mnquinvclo n Savannrola, y¡¡ citudo en
proviene de otras. causas ~s facil ~e repnm1r, siempre
los capítulos 11 y 45 que no tengan un iefe a quien recurrir. Pues por un I?do,
139 Los ejércitos dibujados en el delo causaron grnn p;ínico y no hay nada que infunda más temor que una mulmud
son recogidos por historiadores tan pragmáticos como Guiccinrclini .
140 Se refiere u Lorenzo el Magnífico, y le llnmn el viejo para
distinguido ele su sobrino En cuanto a Sodcrini, lo dtn t::tmbién 142 «De feroces que eran cuando estaban juntos, se volvieron
en los capítulos 7 y 52. obedientes, por miedo, nl quedarse solos.>~ Livio, libro VI, capÍ·
141 Lo cuenta casi literalmente livio en el libro V, capítulo 32. tulo 4. -¡q
166 i\'!aquíavdo Discursos sobre la primera década de Tito Livio 167

suelta y sin cabeza, pero por otra parte no hay nada más jeron en Siracusa tras !u muerte de Hierónimo, sobrino
débil~ pues aunque esté armada, es focil reducirla, siempre de Hierón, dice: <<haec natura multitudinis est: :rnt humi·
que dispongas de un refugio para esquivar su primer im- liter servir. aut superbe dominatun> 1•16 • Yo no se s1 me
pulso; porc¡ue cuando los ánimos se han enfriado un poco, estov meti~ndo en un campo dmo y tan lleno de dificul-
y cada uno se da cuenta de que tiene que volver a su casa, rncle.s que me obligad a abandonarlo con vergüenza o
todos empiezan a dudar de sí mismos y a pensar en su defenderlo con dificulrnd, al ponet·me de parte de aquella
salvación mediante la huida o la conciliación. Por eso, una a la que todos los escritores acusan. Pero sea como 7ea,
multitud así reunida, si quiere evitar este peligro, debe
sacar imnecliarnmente de sus propias filas un jefe que la .
vo no considero ni consideraré nunca, que sea reprensible
'
defender alguna opinión con la razón, sin querer recurnr
.
guíe, la mantenga unida y piense en su defensa, como hizo a la autoridad o a la fuerza, Por rnnto, afirmo que ese
la plebe romana cuando, después de la muerte de Virginia, defecto que los escritores le echan en cara a la multitud
se fue de Roma 143 y, para salvarse, escogió entre sus es algo de lo que se puede acusar a todos los hombres en
hombres veinte tribunos; y si no se procede así, ocurrirá particular, y sobre todo a ios príncipes, pi:es todos, ~e no
siempre lo que dice Tito Lívio en las palabras citadas: estar controlados por las leyes, cometenan los mismos
que todos juntos son valientes, y cuando luego cada uno errores que la multitud desenfrenada. Y esto se puede
empieza a pensar en el propio peligro, se vuelven cobar- comprobar fácilmente, pues existen y han existido muchos
des y débiles. príncipes, y bien pocos de ellos han sido buenos y sabios
(me refiero a los príncipes que han podido rompet· el freno
que pudiera corregirle.s); no se cuentan entre, ~stos lo.s
reyes que había en Egipto cuando en la remot1s1ma an~1-
58. La multitud es más sabia )' más constante que un güedad aquella provincia se regia por leyes, ni los de Es-
príncipe. parta, ni los que viven hoy en Francia, r.ein? que está
más moderado y sujeto por las leyes que nmgun otro del
Tanto nuestro Tito Livio como todos los demás histo- que tengamos noticia en estos tiempos Los reyes que na·
riadores afirman que nada es más vano e inconstante que cen bajo semejantes constituciones no se deben poner
la multitud Pues ocurre con frecuencia~ en la narración en el número de los que se estudiarán para saber si la
de los hechos humanos, que se ve a la multitud conde- naturaleza de cada hombre por sí mismo es similar a la de
nando a alguno a muerte, y luego ese mismo es llorado la multitud, porque se les deberín comparar con una mul-
v sumamente deseado; como vernos que hizo el pueblo titud tan regulada por las leyes como lo están ellos, y
romano con Manlio Capitalino, pues habiéndole conde- encontraríamos en ella la misma bondad que vemos en
nado a muerte, luego sen tia muchísimo su falta 144 . Y las éstos, y veríamos que esa multitud ni dominaba con so-
palabrns del autor son éstas: «Populum brevi, posteaquam berbia ni servía con humildad, a la manera del pueblo
ab eo periculum nullum erat, desiderium eius tenuit» 145 . romano, que, mientras la república perman~ció in~orrup­
Y en otra ocasión, contando los incidentes que se produ- ta, jamás se humilló servil ni se ensorbebec1ó dommante,
sino que con sus reglamentos y magistrndos se mantuvo
143 Es el incidente comentado por Maquiavclo en el capítulo 44.
144 A Manlio Capitalino ha aludido .Maquiavclo en otras dos
oc:L~iones, en los capítulos 8 y 24.
1'16 «Esta es In naturaleza de In multitud: o sirve humildemente,
145 «lvfoy pronto el pueblo, como ya no podía esperar de él
o domina soberbiamente.» En el libro XXIV la tiranía de HierÓ·
ningún peligro, le echó de menos.)> Livío, libro VI, capítulo 20. nimo fue muy breve y tuvo lugar en 216 a. C..
75
168 Maquiavdo · Disnmos sobre la prirnt:ra déca<lt1 de Tito Livio

lwnorablememc en su smo Y cuando ern necesario le- Concluyo. ¡:mes. conrr.i la común opinión. que dice que
van rnrse conrrn un poderoso, lo hacia, como sucedió con los pueblos. cuando son sobtr;rnos. son Ynriables. muta-
Manlio. con los decenviros v con cuanros otros inrcnraron bk:s e ingratos. afirmando que no se cncuenrran en dios
oprimirla; y cuando era n.ecesarío obedecer a[ dictador estos deF~cws en m:ivor medidn que en los príncipes indi-
y n los cónsules pm la salvnción p1fülica, lo bcía también viduales Y si abun~ acusa a un tiempo a los pueblns y n
Y si el pueblo romano echaba de menos a lvlaniío Cnpi- los príncipes. p~drá tener rnzón, pero se engafümí si ex-
tolino después ele muerto, no hay que extrañarse de ello, culpan los príncipc:s Pues un pueblo que gobierna.y ~¡ue
porque añoraba sus virtudes, que hnbfan sido tales que esré bien organizndo. sed estable, prndente y ngraclec1clo.
su recuerdo despertaba b compasión de todos, y por fuer- igual o mejor que un príncipe al que se considere sabio,
za hubiernn hecho el mismo efecto en un príncipe, porque );-, por otro Indo, un príncipe libre de las maduras de las
es sentencia común de todos los escritores que la virtud leves será más ingrato. variable e impmdente que un pue-
se alaba y se admira aun en los enemigos; y si en medio blo Y b vnriación de componamiento no nace de una
ele rnnrn añoranza hubiera resucitado lvfonlio, el pueblo de diferente nnruraleza, que es común a todos, y si alguien
Roma le hubiera juzgado del mismo modo que cuando, lleva aquí ventaja es el pueblo, sino de tener más o menos
poco después de sacarle de In drcel, le había condenado
respeto a las leyes dentro de las cuales v[ven ambos.
a muerte; y también vemos a príndpes consiclernclos sa·
bios, que han hecho morir a alguna persona y luego la Y quien observe al pueblo romano lo verá permnnecer
han añorado muchísimo, como le ocurrió a Alejandro durante cuatrocientos <lños en su enemistad al título regio
Magno con Cliro y otros amigos, y a Herodes con Ma- \ , '"Il su amor a b nloria v al bienestar de la [):ltria, v verá
'\,,.,, .. ~ "' #

riana i.: 7 . Pern lo que nuestro historiador dice sobre la ;nuchísimos ejemplos en sus acciones c¡ue darán testimo-
naturaleza de la multitud no se aplica a la que está tegt:t-_ nio de todas esas cosas Y si alguno alega la íngrntitud
lada por leyes, como In romana, sino a 1u desenfrenada, de que hizo gala con Escipión, le responderé con los mis·
como la siracusana, la cual comete los mismos errores en mos mgmnenros que expuse antes 143 parn demostrar guc
los que caen los hombres enfurecidos y sin freno, como el pueblo es menos ingrato que los príncipes. Y en cuanto
Alejandro Magno y Herodes en bs ocasiones citadas Por a la prnclencia y la esrnbilidad, afirmo que un pueblo es
eso no se debe culpar más a la naturaleza de la multitud más prudente, más estable y tiene mejor juicio gue un
que a la de los príncipes, porgue ambos se equivocan príncipe. Y no sin razón se compara Ja voz del pueblo a
igualmente cuando pueden equivocarse sin temor. De lo la de Dios, pues vemos c¡ue fo opinión pública consigue
gue existen, además de los mencionados; muchos otros maravillosos aciertos en sus pronósticos, hasta el punto
de que parece tener unn virtud oculta que le previene de
ejemplos en los emperadores romanos y en otros tiranos su mal v de su bien. En cuanto a juzgar lns cosas, muy
y príncipes, en los cuales se encuentra tanta inconstancia pocas v~ces sllcede c¡ue cuando el pueblo escucha a dos
y canta mutabilidad de comportamiento como nunca se orndores que intentan persundirlo de tesis contrarias y
ha visto en ninguna multitud. gue son iaualmente virtuosos no escoja la mejor opinión
v no 1lecru~ a comprender In verdad cuando b oye Y si en
147 Alejandro, cuyas cóleras eran terribles, mató en un ban-
quete, estando ebrio, a su amigo Clito, que le habla salvado la
Ías em1~·esas valerosas o que parecen útiles suele equi-
vida en la batnlb de Grnnico. Luego, su desesperación no tuvo vocarse, como dijimos antes, muchas más veces se equi-
límites. Herodes el Grande mntó, Ctl 29 a e t a lvlariana, su es-
t6
posa, en un ataque de celos, y luego 1u lloró, pues fa :imaba mucho. 148 En los capítulos 29 y 30.

,.
170 l\faqu in velo Discursos sobre hl primera década dt: Tito livio 171

vo~a un p~íncipe cegado por sus pasiones . que son mucho lados por las leyes, porque un príncipe que pueda hacer
mas abunciantes que las del pueblo Ade1m1s, a ln horn de lo que quiera está ioco, y un pueblo guc pueda hacer lo
elegir. magistrndos, el pueblo elige mucho mejor que un que quiera no es sabio Y sí a partir de ahí se rd1exiona
prínctpe, y nunca se persuadirt1 a un pueblo para que sobre un príncipe obligado por las leyes y un pueblo en·
otorgue algún cargo público a un hombre infame v de cadenado por ellas, se ved más virtud en el pueblo que
costumbres corrompidas, de lo que es fácil persuadir 'a un
en el príncipe; y si se reflexiona sobre ambos cw:mdo no
príncipe por diversos medios; y se ve a un pueblo comen-
están sujetos a freno alguno, se encontrarán menos erro-
zar a tomarle horror a una cosa y permanecer en esa opi-
nión muchos siglos después, lo que no puede verse en un res en el pueblo que en el príncipe, y además, sus errores
prír:cire Y de todas estas cosas quiero tener por único serán más pequeños y tendrán mejores remedios. Porque
testigo al pueblo romano el cual, en tantos centenares de a un pueblo licencioso y tumultuario un hombre bueno
afios, en rnn tas elecciones de cónsules y tribunos, apenas puede hablarle y llevurlo ai buen camino, pero a un mal
en cuatro ocasiones tuvo que anepentirse de su elección. príncipe, nadie le puede hablar, y contra él no hay más
Y conservó, como he dicbo, tanto odio al título regio, que recurso que la espada. De lo que se puede conjeturar la
por muy agradecido que estuviese a alguno de sus ciuda- importancia de la enfermedad de uno y otro, pues para
danos, si éste intentaba apropiarse tal nombre, no podía curar la enfermedad del pueblo bastan las palnbrns, y la
esca~ar al debido casrig?. Además, de esto, vemos que del príncipe necesita del hierro, por lo que cualquiera
las cmdacles donde gobierna el pueblo hacen en breve puede comprender que donde se necesita mayor curn es
tiempo extraordinarios progresos, mucho mayores que los porque son mayores los errores . Cuando un pueblo está
de nq~~llas que han vivido siempre bajo un príncipe, como . bien suelto, no se temen las locuras que hace, ni se tiene
sucecho en Roma tras la expulsión de los reyes y en Ate- miedo del mal presente, sino del que puede producirse,
nas después de liberarse de Pisístrato, lo que no puede pues en tanta confusión puede surgir un tirano Pero con
proce:Ier de otra causa sino de que el gobierno del pueblo los malos príncipes sucede lo contrario, que se teme el
es me1or que el de los príncipes. Y no quiero que se opon- mal presente y se ponen las esperanzas en el futuro, per-
ga a esta opini6n mía todo lo que nuestro historiador suadiéndose los hombres de que su perversa vida puede
dice en el texto aludido o en otro cualquiera, porque si hacer surgir la libertad. Así se ve la diferencia entre uno
comparamos t,od?s los desórdenes de los pueblos y todos y otro, que es la que hay entre las cosas que son y las
los de los princ1pe:, ~ocias las glorias de los pueblos y que pueden ser La crueldad de la multitud se ejerce con-
tod~s las ele los prmcrpes, veremos que la bondad y la trn aquellos de los que se teme que se apoderen del bien
glona _de~ pueblo son, con gran diferencia, superiores . Y si común; la de un príncipe se dirige contra el que terne que
los pnnc1pes s~~ernn a los pueblos en el dictar leyes, for- le arrebate su· propio bien Pero las opiniones contrarias
m~u· la vida c1v1l, organizar nuevos estatutos y ordena- al pueblo se producen porque cualquiera puede hablar mal
m1entosl los pueblos en cambio son superiores en man- de él libremente y sin miedo, incluso si es él quien go-
tener las cosas ordenadas, lo que se añade sin duda a la bierna; de los príncipes, en cambio, se habla siempre con
gloria ele los que las ordenaron. ' '
mil temores y miramientos . Y no me parece fuera de pro-
E:n suma, pa;a c~ncluir este asunto, digo que tanta las pósito, en relación con esta materia, tratar en el próximo
gobiernos monarqmcos como los republicanos han durado capítulo sobre qué alianzas son más fiables, las que se
bastante tiempo, y unos y otros han necesitado ser regu· hacen con una república o con un príncipe,
172 Muquiave!o Discursos sobre hi primera década de Tito Livio 17}

59 Qué alianzas o ligas n:.wltcw más fiables, las hechas restituva en su principado, o también que, esrnndo ligado
con 1m,1 rep!Íbfica o lcts hechds co;: m¡ prfocipe. al parcido del príncipe poderoso, no crea enconm1r fe :1i
acuerdos en los enemigos de éste Así se han comportado
Como cada día ocurre que un príncipe con otro o una los principes del reíno de Nápoles que han sido partida-
república con otra anuden alianzas y amistades, y del mis· rios de los franceses . En cuanto a !ns repúblicas, actuó
mo modo se establecen confederaciones y acuerdos entre así Sagunto en España, que afrontó la ruina por seguir fo
una república y un príncipe, me parece oportuno estudiar causa romana, y Florencia, por ser fiel, en 1512, a los
qué lealtad a los acuerdos es más estable y cuál se debe franceses 151 Y teniéndolo todo en cuenta, creo que en
tener en mayor consideración, la de una república o la estos casos en que el peligro es inminenre se encontrará
de un príncipe. Y tras examinarlo todo bien, creo que en más fidelidad en las repúblicas que en los príncipes Por-
muchos casos son semejantes, y en algunos casos existe que si bien las repúblicas tienen el mismo ánimo y la
cierta disconformidad Creo, digo, que los acuerdos hechos misma voluntad que ellos, su movimiento es más lento Y
por fuerza no serán cumplidos ni por un príncipe ni por rnrdarán siempre más que un príncipe en tomar una reso-
una república, y cteo que, si temen perder el estado, am- lución, y por eso tardan más en romper la fe jurada.
bos, para no perdedo, romperán la fe jurada y se mos- Las confederaciones pueden también romperse por con-
trarán ingratos. Aquel Demetrio que tuvo por sobrenom- veniencia. Y aquí las repúblicas se muestran mucho más
bre el expugnador de ciudades 149 hizo infinitos beneficios observantes de los acuerdos que los príncipes" Y se po-
a los atenienses; sucedi6 luego que fue derrotado por sus drían traer muchos ejemplos de cómo una mínima utilidad
enemigos, y, refugiándose en Atenas como ciudad amiga ha hecho romper la fe de un príncipe, y en cambio una
y que debería estarle obligada, no fue recibido por ella, utilidad muy grande no ha logrado romper la fe de una re-
lo que le dolió más que la pérdida de sus gentes y de su pública, como sucedió con la propuesta de Temístocles
ejército. Pompeyo, tras ser derrotado por César en Tesa- a los atenienses, pues les dijo en la asamblea que tenía
lia, buscó refugio en Tolomeo de Egipto, al que un día un plan que resultaría muy útil para la patria, pero que
él había repuesto en el trnno, y fue asesinado por él 150 .. no lo podía decir para no descubrirlo, pues, descubrién-
Ambos casos tuvieron las mismas causas, sin embargo en- dolo, se esfumaba la posibilidad de poner en práctica.
contramos más humanidad y menos injuda en la república Entonces el pueblo de Atenas eligió a Arístides para que
que en el príncipe. Por tanto, cuando hace acto de pre- oyese la propuesta y juzgase según su parecer., y Ten;ís-
sencia el miedo, se encontrar:.i 1 de hecho, la misma falta tocles le mostró que la armada de toda Grecia, reunrda
de fidelidad. Y si se encuentra un príncipe o una repú- bajo su juramento, estaba en un lugar en el cual podía
blica que, para mantener la fe jurada, se exponga a la ser fácilmente capturada o destruida, lo que haría a los
mina, incluso eso puede provenir de la misma causa. En , b'itros ab so1utos de 1a s1tuac1on
atenienses ar . . ' 151~ E· ntonces
cuanto nl pdncipe, puede suceder que sea amigo de un
príncipe poderoso, que si bien entonces no está en dispo- 151 El episodio de Sugunto es bien conocido y sucedió en 218
sición de socorrerle, es de esperai- que, con el tiempo, lo antes de Cristo En cuanto n Florencia, se alió con los franceses y
fue atacada por fuerzas españolas, que vencieron y volvieron n
149 Demetrio Poliorcetes, hijo de uno de los diadocos de Ale- colocar en el poder a los Medid, de modo que 1n fidelidad a In
jandro, que reinó en Macedonia del nño 294 nl 283 n C causa francesa era aquí, más bien, fidelidad n la idea republicana
150 En realidad, Pompeyo le hnbfa devuelto el trono nl padre 152 El episodio sucedió tras ln victoria de Salnmina, y es narrado
de Tolomeo XIII, que fue el que le asesinó pensando nsí congra- por Plutarco y Cicerón. La narración de Plutarco es la que más
ciarse con César. Era el uño 48 n. C.. se parece a In de Maquinvelo. ':f¿f
174 Maquiavclo Discursos sobre ia primcrn dérnda de Tico Livio 175
¡:

Arístides le dijo al pueblo que el plan de Ternístocles era 1 no se les puede causar molestias sin premiarlos, ni se les
muy útil., P.ero también muy ?esi;onesto, y el pueblo negó .
{
puede arrebntar la esperanza de ser premiados sin peligro .
su asent1m1ento Esto no lo 1mb1era hecho Filipo de Ma- j Y por eso, en seguida convino que la plebe concibiera
cedonia, ni otros príncipes que han conseguido más uti-
¡
¡ esperanzas de alcanzar el consulado, y de esta espernnza
lidad y ganancias por romper sus compromisos que con se nutrió algún tiempo sin llegarlo a alcanzar; luego, no
cualquier otro de sus actos En cuanto a romper los pac- bastó con la esperanza y resultó conveniente llevada a
tos por no observarlos, no hablaré de ello., por ser cosa efecto Pues la ciudad que no hace cooperar a la plebe
ordinaria, sino que me refiero a los que se rompen por en ninguna empresa gloriosa, la puede tratar como quiera,
causas extraordinarias, en las que creo, por las razones como en otro lugar se dejó sentado 154 ; en cambio, la que
dichas, que el pueblo comete menos errores que un prín- quiera hacer lo que Roma, no puede permitirse esa distin-
cipe y, por tanto, resulta más digno de confianza que éL ción de linajes. Y dado que sea así, el no hacer tampoco
distingos con la edad ya no resulta discutible, sino nece-
sario: porque si se elige a un joven parn un cargo que
requiera prudencia de viejo es preciso, habiéndolo de
60.. Que el consulado y walquie1· otra magisttatura se elegir la colectividad, que le haya elevado a esa posición
otorgaba en Roma sin tener en cuenta la edad. algún hecho notabilísimo Y si un joven tiene tanta virtud
)
En el sucederse de la historia se ve que la república
.
·¡
1
que se ha dado a conocer por un acto notable, seria muy
perjudicial que la dudad no se pudiera valer de él desde
romana, desde que el consulado estuvo abierto también 1 ese mismo instante, y que hubiese de esperar a que, junto
con él, hubiera envejecido aquel vigor ele ánimo y aquella
a los plebeyos, concedió siempre este cargo a sus ciudada-
nos sin considerar la edad ni el linaje; de hecho, en Roma
i prontitud que tan útiles resultarían para la patria; asi se
nunca se tuvo en cuenta la edad, sino que siempre se valió Roma de Valerio Corvino, de Escipión, de Pompeyo
buscó la virtud, fuera joven o viejo el que la poseyera. y de muchos otros que obtuvieron los honores siendo
Testigo de esto es Valerio Corvino, que fue nombrado jovendsimos.
cónsul a los veintitrés años; y este mismo Valerio 1 hablan-
do a sus soldados, dijo que el consulado era «praemium
virtutis, non sanguinis» 153 • Si esta decisión es buena o
mala, serfa cosa de discutirlo muy largamente. En cuanto
a la sangre, este requisito fue dispensado por necesidad,
y aquella necesidad que se originó en Roma se producirá
también en toda ciudad que obtenga los mismos resulta-
dos que Roma, como ya dije antes, pues a los hombres

153 «Premio de la virtud, no de la sangre )) Livio libro VII


capítulo 32. Valerio se habfo. distinguido en ln cond~nda contr;
los galos, l;ichando en combate singuiar con un galo gigantesco
que atcynonzaba y retaba a los romanos. En tal trance, pidió ayuda 1-9
ª. los dioses, y al punto un cuervo se posó en su casco, permane·
ctendo allí durante toda la pelea. Esto le valió el sobrenombre de
Corvino. Cfr. Livio, libro VII, capítulo 26. 154 En el capítulo 6.

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