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En el plano más profundo se encuentra el nivel del ser o de la consciencia, el cual se

compone de los valores, la identidad de la organización, sus creencias o modelos


mentales sobre aquello que considera correcto y valioso, al igual que los sentimientos
o emociones que influyen en la dinámica y el clima de trabajo.

En el nivel intermedio están el hacer o los comportamientos, donde se hallan las


acciones habituales y esporádicas, las mejores prácticas, procedimientos y
competencias para implementar las tareas. Todos tenemos comportamientos
planificados y automáticos, que tendemos a replicar en base a viejas decisiones sin
verificar si continúan teniendo sentido o aportando el valor para lo cual se generaron.
Justamente algunos están sobre la línea de flotación –lo cual significa que son
observables- y otros no. Por ejemplo: Un informe mensual de ventas o producción
generado en formato Excel tiene datos observables, aunque las acciones intermedias,
items y fórmulas que lo componen se aplican cada mes en forma casi rutinaria.

El nivel superior, del tener o los resultados, es aquello tangible o visible de la gestión.
Siguiendo con el ejemplo anterior, serían los resultados mensuales de ventas,
cantidad de productos entregados o rechazados, etc.

Las empresas suelen solicitarnos coaching para aquello que quieren tener –los
objetivos que quieren conseguir- y trabajamos en todo lo humano, comunicación,
liderazgo y mejores prácticas –el ser y el hacer– porque son la base para cambios con
convicción resultantes en logros sustentables.

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