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Raquel Gurevich
Presentación
La geografía ha sido una de las materias más cuestionadas por sus contenidos para el
abordaje de las enseñanzas dentro de las aulas, pero a su vez también fue la más
postergada: las corrientes pedagógicas poco se ocuparon de ella, y a su vez, su
bibliografía también está poco actualizada. Por otro lado, su validación como ciencia
social aún es muy baja.
Las críticas que se le hacen con respecto a su enseñanza, es la necesidad de tener que
memorizar mucha información, lejos de las inquietudes e intereses de los estudiantes.
Con respecto a los materiales de estudio, muchas veces se sirven de informes de la TV o
de diarios y revistas, para tocar temas de actualidad, por estar desactualizados sus
contenidos. Los manuales, edición tras edición, presentan los mismos datos.
Los contenidos en geografía se desactualizan constantemente, considerándose la
enseñanza como una versión lavada y descolorida de la realidad contemporánea. La
información que circula, muchas veces, se trata de datos congelados como si fueran
postales, recortando trozos del planeta, que no dan cuentan de los procesos de cambios
constantes en la Tierra, sabiendo que las transformaciones en el planeta se están
produciendo a pasos agigantados y de manera acelerada.
La geografía entendida como la ciencia de los lugares, es la propia de la escuela de
fines del siglo XIX y principios del siglo XX, ya que es básicamente cualitativa, cuyo
interés radica en identificar y generalizar sobre aspectos de distintas porciones de la
superficie terrestre. A modo de ejemplo, los estudiantes conocen datos sobre diferentes
ciudades en diferentes partes del mundo, pero no terminan de entender qué es una
ciudad. En estos casos se le da prioridad a las características y las descripciones
detalladas de los elementos, realizando inventarios, y teniendo que memorizarlos. Se
estudian y diferencian distintas ciudades, pero no se las vinculan entre sí, como podría
serlo la dinámica de las principales ciudades latinoamericanas dentro de un contexto
común.
Esta escuela que se describe es la de tradición francesa, que se pretende neutra, y que
además oculta los conflictos, contradicciones, y otras problemáticas. De esta manera, el
mundo es presentado como un espacio armonioso, a modo de folleto turístico, dejando
de lado el rasgo más saliente: la complejidad de las manifestaciones que tienen lugar en
el territorio, los conflictos de intereses, racionalidades y formas de poder puestas en
juego.
¿Cuál es entonces el lugar de la geografía en las escuelas? ¿Por qué y para qué vale la
pena su aprendizaje? Estas respuestas se encuentran a partir del estudio del territorio. Es
importante la delimitación de un nuevo objeto de estudio, y trabajar con los estudiantes
saberes para que puedan intervenir, decidir, para cambiar y criticar. La realidad es
compleja, múltiple y contradictoria, siendo múltiples los objetos de estudios.
La aparición y desarrollo de las distintas teorías deben ser estudiadas junto con sus
contextos históricos para poder comprenderlas totalmente. De esta manera, la historia de
la geografía, da cuenta de las diferentes ideas del mundo que tuvieron lugar en
diferentes momentos, en distintos lugares, como así también la variación de los objetos
de estudio. A pesar de que las ideas del pensamiento geográfico fueron cambiando, aún
persisten algunos rasgos de cada una de las teorías que fueron sucediéndose, y
conviviendo.
La corriente positivista: puede ser ubicada a mediados del siglo XIX y comienzos del
siglo XX, y se la puede presentar como la postura de un determinismo natural, donde
impera lo permanente e inmutable. El objeto de estudio se limita a la superficie terrestre,
aplicando los métodos de las ciencias naturales como vía para darle carácter científico a
las cuestiones sociales, pretendiendo ser objetivo y neutral.
La corriente regionalista, humanista: puede ser ubicada desde mediados del siglo XIX
y comienzos del XX. Lo fundamental de esta corriente es el historicismo, con el cual los
estudios parten de casos particulares para llegar al conocimiento de lo humano. Cada
caso particular es único e irrepetible, como así lo es cada lugar de la superficie terrestre,
y de esta manera se implementa el concepto de “excepcionalismo en geografía”. El
método es la observación, para describir el paisaje y la región, dándole valor a la acción
humana, su capacidad de adaptación, reacción, elección y su forma de actuar en el
territorio. La idea central de esta corriente es el posibilismo.
La nueva geografía o geografía cuantitativa: iniciándose después de la Segunda
Guerra Mundial. Esta corriente retoma las ideas del positivismo, cuyos argumentos se lo
caracterizará como universales y racionales, dando paso a lo que se denomina
neopositivismo, que deja de lado las ideas empardadas con la biología, y las acerca a la
matemática y la física. La geografía cuantitativa se vale de numerosos datos, método
que a su vez se fue considerado ahistórico. Sin embargo, sus investigaciones buscan
alcanzar el carácter de leyes a partir del uso de instrumentos matemáticos y de la lógica.
La geografía crítica: iniciada a partir de 1960, y ubica al hombre y sus problemas
como centro de interés para sus estudios, considerando que lo propio de la geografía es
la naturaleza social. Incorpora la historia como disciplina fundamental para alcanzar sus
objetivos, como mirada global, integradora, lejos de la neutralidad pretendida por la
ciencia. Esta corriente incorpora el concepto de multicausalidad y la multiracionalidad,
dado que no hay una linealidad entre causa y efecto en los fenómenos sociales. El
espacio es concebido como un producto social, y no como una condición. Naturaleza y
sociedad entran en juego, se relativizan, dentro del proceso histórico.
De esta manera, nos encontramos con diferentes corrientes que a lo largo de la historia
se han acercado a la geografía, proponiendo diferentes métodos de investigación, a
partir de distintos objetos de estudio. Sin embargo, dentro del ámbito escolar, la
dicotomía en la enseñanza se ha dado entre naturalismo e historicismo, siendo casi nula
la geografía cuantitativa y la geografía crítica.
Son muchos los cuestionamientos que aparecen sobre esta relación, para pensarlas
separadas, de ser posible, y por otro lado si realmente existe o no esa posibilidad, dadas
las características que le son propias a la naturaleza física, y por otro lado al orden
humano, como lo político, económico, y cultural. A pesar de estas miradas específicas
dentro de esta posible división, el abordaje conjunto de dicha relación permite acercarse
de manera adecuada al conocimiento específico. De esta manera se rechaza la
separación.
La división entre la geografía física y la geografía humana es ficticia, partiendo desde
la idea de que en el mundo no existen espacios que no hayan sido intervenidos por el
hombre, y que puedan ser concebidos como naturales. La idea del estudio por separado
puede constituir un obstáculo para la comprensión de las transformaciones que ocurren
en la realidad, dado que la organización social dinámica provoca las transformaciones.
De esta manera, los elementos de la naturaleza le interesan a la geografía dentro de esta
simbiosis.
El espacio producido
El paisaje transformado
“Es todo aquello que vemos, que nuestra vista alcanza” (Santos, 1988). El paisaje varía
según la perspectiva desde dónde se lo contemple y también a partir de la selección
hecha por el observador. Además, el paisaje cambia constantemente por la intervención
del hombre, se transforma a partir de la aparición o desaparición de elementos, dejando
marcas en los diferentes momentos históricos.
Mundialización y globalización
Reflexión final