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MATERIAL COMPLEMENTARIO

UNIDAD FAMILIA Y
ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO

Familia y Acompañamiento
terapéutico.

 El sistema familiar. Características y complejidades del trabajo dentro del sistema

familiar. Familiares facilitadores. Familiares boicoteadores. Comunicación familiar. Crisis

Vitales.

 Casos clínicos ejemplificando diferentes situaciones familiares frente al mismo

problema.

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Familia y Acompañamiento
terapéutico.

Características y complejidades del trabajo dentro del sistema familiar.


Un sistema familiar es un espacio dinámico, pero
que a su vez tiende a la estabilidad. Aunque a
veces esa estabilidad sea un estado de
desesperación constante. Lo cual suele ser el
modo en que una familia disfuncional sostiene su
estatus quo.
En el trabajo terapéutico el AT tendrá que
aventurarse en ese espacio, ya constituido e
intervenir desde su lugar. Está claro decir que su
presencia en ese espacio no siempre será
bienvenida, aunque desde lo verbal se diga que sí.

Tanto en el trabajo puramente individual como en institucional, el AT tendrá que lidiar a la


larga con la familia a la que pertenece el paciente. En la cual encontrará adhesiones a
tratamiento como así también resistencias.

Para entender el ingreso del AT al mundo del paciente podemos nombras los momentos del
vínculo del AT, descripto por Kuras de Mauer y Resnizky.

Primer momento: Inicio de la Relación


Las actitudes predominantes, al inicio de la relación del paciente con su acompañante, pueden
ser de sospecha y desconfianza o de transferencia masiva, abrupta y prematura.

Cuando el sentimiento predominante es el primero – es decir, el malestar, sospecha y


desconfianza, se evidencia un marcado predominio de ansiedades persecutorias que generan
conductas tendientes a acentuar la distancia y a poner freno a todo lo que pueda propiciar un
proceso de integración y colaboración con el tratamiento.

Cuando predomina la transferencia masiva abrupta se produce una relación con características
casi simbióticas, donde predomina una marcada idealización de la persona acompañante.

Segundo Momento: Mayor aceptación del vínculo


Luego de un tiempo de reconocimiento y mutuo ajuste, la relación acompañante-paciente
comienza a hacerse más accesible para ambos. La empatía y el sentido común del
acompañante se hacen aquí necesarios para desplegar las distintas maniobras terapéuticas
fijadas en la estrategia de abordaje que el equipo establezca.

En esta etapa, las actividades ya pueden planificarse junto con el paciente, siempre que éste
manifieste una actitud de mayor compromiso con el tratamiento. A medida que el AT
desarrolla su tarea, el paciente va comprendiendo los roles que este cumple dentro del equipo.

Tercer momento: Consolidación del Vínculo


Es difícil hacer una división en etapas de la evolución de una relación que es afectiva y, a la
vez, terapéutica. Pero aludiendo a un periodo de consolidación del vínculo nos referimos al
momento del proceso en que el paciente y su a.t. comparten algo más que un contrato de
trabajo con objetivos a cumplir. La frecuencia del vínculo y las características de esta
convivencia gestan relaciones de alto compromiso reciproco. Este hecho suele promover tanto
en el a.t. como en el paciente constantes replanteos respecto del significado de sus roles.

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Cuarto momento: Finalización del Acompañamiento
Podemos distinguir dos modalidades en el cierre de un proceso de acompañamiento. La
primera es aquella que desearíamos de antemano: una separación planificada, gradual,
respetuosa del tiempo del paciente y elaboradora del duelo por la despedida. La otra
modalidad son las separaciones abruptas, en aquellas situaciones donde el paciente es
“arrancado” del tratamiento, sin un espacio ni tiempo siquiera para explicitar las sensaciones
que despertaba en él dicha interrupción.

La familia como sistema


a) Históricamente el modelo de terapia sistémica ha sido el que más
luz ha brindado en los procesos de vinculación entre los miembros
de la familia. Posteriormente otras teorías han hecho su aporte
hasta llegar a hoy a los modelos de constelaciones familiares de
Bert Hellinger.

b) Bert Hellinger
Un sistema es un conjunto de objetos y las relaciones entre ellos
y entre sus atributos, que son las propiedades de los objetos; un
conjunto de elementos interdependientes, cuya relación ordenada
contribuye a un fin determinado.

Las características principales de todo sistema son la interrelación y la dependencia recíproca


que cada elemento tiene con todos los otros componentes que lo conforman. Los sistemas son
todos integrados, destacando así los principios de organización. (Watzlawick, 1967).

Desde esta perspectiva sistémica, la familia es un conjunto organizado e


interdependiente de personas en constante interacción, que se regula por unas reglas y
por funciones dinámicas que existen entre sí y con el exterior.

A partir de esta relación es que para dicho enfoque, las características de la familia son las
características del sistema (conjunto, estructura, personas, interacción) y otras características
propias de los sistemas sociales (abierto, propositivo, complejo); además de las características
específicas del sistema familiar (intergeneracional, larga duración, facilitador del desarrollo
personal y social de sus miembros).

La familia como totalidad que aporta una realidad más allá de la suma de sus miembros al
estilo Gestáltico. Y que se construye mediante un sistema de valores y creencias compartidas
en general, por las experiencias vividas y por los rituales y costumbres que se transmiten de
generación en generación. Es una cultura familiar que da identidad al grupo, fortaleciendo el
sentido de pertenencia de sus miembros, dando respuesta a sus necesidades de filiación y
contribuyendo a la construcción de la propia identidad.

La familia es estructurada porque conlleva una organización de la vida cotidiana que incluye
reglas de interacción que regulan las relaciones entre los familiares (límites, alianzas,
coaliciones) y las relaciones con el exterior (fronteras).

Esas reglas son explícitas e implícitas, condicionan las relaciones familiares, indican quién
pertenece y quién queda excluido del grupo familiar y pueden incidir en cómo la familia hace
frente a los problemas de sus miembros y a su propia problemática como grupo. Esas reglas
suelen ser acordes con los valores y creencias familiares y regulan como se detectan las
necesidades de sus miembros, la comunicación y las conductas de dar y recibir ayuda, que son
de suma importancia para conocer la funcionalidad del sistema.

Al decir que una familia es estructurada se hace referencia a que en la familia hay una
jerarquización de las relaciones entre sus miembros. En ella existen una o unas figuras que

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asumen el liderazgo, que tienen mayor influencia en la elaboración y mantenimiento de las
normas familiares y en las sanciones por no cumplirlas. Ese líder influye también en el modo
de pensar, sentir y comportarse de los restantes miembros de la familia. Por ello, la estructura
familiar es asimétrica. Y ante esto es de suma importancia destacar que las mayores
situaciones conflictivas a nivel familiar se dan cuando comienzan a establecerse alianzas
intergeneracionales que socavan los pilares de la autoridad de la misma.

Jay Haley psicoterapeuta sistémico norteamericano dejo plasmado con un sesgo de ironía
esta situación. …”Al esquizofrénico le resulta obvio lo que los investigadores en ciencias
sociales acaban de descubrir: las verdaderas perturbaciones de la vida humana surgen cuando
se producen alianzas secretas entre generaciones y otras jerarquías de poder”. “El
esquizofrénico es un maestro en crear alianzas entre distintas generaciones”… “La
responsabilidad del esquizofrénico consiste en mantener unida a la familia”… “Puede en
paciente en su enfermedad es el encargado de evitar la separación de sus padres, les facilita
una excusa para permanecer juntos, ofreciéndose como problema en común”.

De modo tal que al AT no le pasará desapercibida en su intervención si existe algún intento


familiar por mantener el Status Quo. Situación que suele ser muy frustrante y desorientadora.
Ya que por una parte tenemos familiares que dicen que harán todo lo posible por propiciar el
desenvolvimiento del paciente pero hacen permanentemente lo opuesto.

Esta puesta en escena familiar no solo se limita a la esquizofrenia, puede darse en cualquier
cuadro donde un familiar pueda ofrecerse como “ayudador” otorgando un rol en el sistema
social de la familia valorado, en donde el ocasional portador de ese estandarte se habitúa a
estar y con el tiempo reniega abandonar.

Helena de la Aldea psicoterapeuta Argentina plantea: El ayudador en realidad mediante su


acción ayuda a calmar el malestar que le produce la incapacidad del otro al cual está vinculado
afectivamente, dándole así al ayudado el poder infinito de la victimización, el ayudador en
realidad se ayuda a sí mismo sofocando su propio malestar, así que la ayuda es para él.

De este modo pone en palabras el extraño vínculo que se establece entre quien padece y el
ayudador. Que si bien en primer momento puede ser útil para sostener y ordenar una
dificultad, si se toma como modo de transitar de forma perenne una patología, logra
obstaculizar todo intento de intervención externa que se intente implementar.

En general un familiar de este estilo pasa por dos situaciones. Cuando desde lo terapéutico se
realiza una intervención, puede reconocer el error de su accionar, entendiendo que su “ayuda”
no “ayuda”, cambia de actitud y desde su nueva posición acompaña sin interferir en desarrollo
de la terapia.

Por otro lado y no poco común también es encontrarnos que ese familiar obtiene un beneficio
significativo con su rol de ayudador. Transformándose en alguien que con distintas estrategias
se las arregla para boicotear todo intento de intervención terapéutica. Ya que el beneficio que
obtiene es superior al que obtendría si su familiar mejora.

A estos familiares se los llama Altruegoistas, ya que se encargan de promocionar su accionar


de ayudadores desinteresados pero ocultan en lo cotidiano un accionar boicoteador.

Algunos autores conoces este cuadro familiar como Síndrome de Munchhausen por poder.
Y consta descripto en el DSM IV como Trastorno facticio por poderes.

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VIDEO T. Facticio por poderes https://www.youtube.com/watch?v=SzXJlXSYm3Y

En si a la familia tenemos que entenderla como un sistema evolutivo y propositivo, está


orientada a metas de protección; educación de los hijos y su integración en la comunidad
como miembros activos.

La familia es autoorganizada porque plantea sus metas y los medios, estrategias, normas,
recursos y procedimientos para lograrlas, siendo partícipe y agente de su propio desarrollo,
sus propios cambios. Esas formas de lograr las metas provienen de su particular y propia
historia familiar y también se van asimilando del entorno. De este modo la autoorganización se
relaciona con la retroalimentación, que es recabar información sobre el proceso de desarrollo
familiar, sobre los niveles de logro de las metas y sobre la eficacia de las reglas y de las
estrategias activadas a tal efecto, hace posible la autoorganización eficaz.

Por otra parte, la autoorganización también se relaciona con la autopoiesis, que es una
resistencia a los cambios que provienen del exterior como hablamos anteriormente, y para los
que la familia desarrolla procesos de asimilación e integración de lo nuevo en la estructura
existente y de rechazo a lo que se considera extraño al sistema.

Cada familia dependiendo de la educación de sus padres y sus sistemas de creencias veremos
puesta de límites variadas hacia los hijos.

Estos límites pueden ser difusos o rígidos. Con una tercera variante que podemos denominar
límites claros, es decir bien definibles pero a la vez modificables. Esta modalidad puede ser la
más sana, ya que la naturaleza evolutiva de la familia hace que los límites se modifiquen de
acuerdo a la adquisición de responsabilidad de los hijos.

La mayoría de las dificultades en el sistema familiar a nivel de estructuración lo vamos a


encontrar cuando los límites sean rígidos o difusos. O como vimos anteriormente, cuando los
pilares que ordenan el sistema familiar sean fisurados por alianzas intergeneracionales.

Tenemos que entender además que la familia tiene un ciclo evolutivo y por consiguiente los
miembros deben sea flexibles a los cambios que se dan en la misma a fin de poder adaptarse a
las nuevas contingencias que se presentan en los hechos sociales, históricos y familiares.
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En general los periodos de la familia son el noviazgo, formación de pareja, llegada del primer
hijo, crianza, llegada de nuevos hijos, etapa de crianza, de escolarización, la familia con hijos
adolescentes, la familia y su adaptación cuando los hijos iniciaban su vida autónoma, etapa del
llamado nido vacío, fallecimiento de uno de los padres, etc.

El desarrollo familiar sigue una misma progresión de complejidad creciente. En ella se


observan períodos de equilibrio y adaptación y períodos de desequilibrio y cambio. Los
primeros se caracterizan por el dominio de las tareas y aptitudes pertinentes a la etapa del
ciclo vital que atraviesa el grupo familiar, mientras los segundos implican el paso a un estadio
nuevo y más complejo, y requieren que se elaboren tareas y aptitudes también nuevas.

La familia y el acompañante terapéutico


Considerar el tema de la familia al hablar de acompañamiento terapéutico es fundamental, ya
que, la mirada tiende a considerar al paciente, no ya como un caso aislado e individualizado
sino también como perteneciente a un determinado contexto: familiar y social.

Es más los psicólogos de la escuela de psicología social de Pichón Riviere, consideran esta
variable en una sintética frase. Toda psicología es necesariamente social.

Más aún, en el intento por explicar ciertas enfermedades o trastornos psíquicos se hace difícil
encuadrarla sólo dentro del plano individual por lo que para comprenderla se contemplan
también los aspectos vinculares en el ámbito familiar.

En este sentido no tenemos que olvidar que en muchas oportunidades el AT será resistido por
ser un factor que altera el estado al que la familia pudo llegar, estabilizándose con un miembro
enfermo. El devenir de lo terapéutico expondrá a la familia a un nuevo cambio que como tal
suele ser resistido.

El AT en estos casos tendrá que usar los recursos de sus reservas ya que suelen poner a
prueba al más experimentado, para tal fin la retroalimentación con el equipo terapéutica será
fundamental para calmar ansiedades y sentirse contenido.

Casos Clínicos
Veremos a continuación 3 casos clínicos en donde la intervención de un familiar produce un
obstáculo en el normal desenvolvimiento de lo terapéutico.

Caso 1
El primer caso un hombre de 50 años, con episodios de taquicardias, sin detectar signos
orgánicos los médicos lo mandan a terapia, al ser solamente ese síntoma el que lo trae, el
trabajo terapéutico fue relativamente fácil. Con ejercicios de relajación, desmitificando el
síntoma desde lo cognitivo y desarrollando alguna actividad recreativa, rápidamente la
taquicardia paso a un segundo plano.

Pero con el correr de los días el paciente refiere a una situación que se repetía en varias
oportunidades. Su esposa cuando lo veía relajado viendo la televisión o entretenido en una
actividad le peguntaba… ¿Cómo estás del corazón hoy? He inmediatamente aparecían las
taquicardias. Yo sé que me quiere y me quiere ver bien, pero lo que hace… me parece que no
me hace bien. Y tengo miedo de que se enoje o se ofenda si le digo que deje de hacerlo.
Porque en definitiva lo hace porque se preocupa por mí. Quiere ayudarme pero creo que no
me ayuda.

En el caso puntual de los síntomas neurovegetativos como lo son las taquicardias, el sudor, la
opresión toráxica, etc. La evocación mental del mismo es una de las variantes como para que

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comiencen a ocurrir. En este caso un familiar sin intención evoca el tema y con ello los
síntomas.

El paciente hace referencia a la frase “me ayuda” reconociendo que sin embargo el accionar de
la esposa empeora la situación.

En este caso la situación de intervención fue sencilla ya que con una sola charla con la esposa
entendió como funciona el mecanismo y como en base a elegir dar una charla de distracción
era más efectivo que hablar del tema que el marido padecía.

Como ejemplo es muy común encontrarlo ya que es fácil a la familia objetivar al paciente
familiar con la patología en el lugar de enfermo.

Caso 2
El segundo ejemplo refiere a una joven quien llamaremos V. de 23 años que concurre a los
grupos de autoayuda sobre ansiedad, derivada por su psiquiatra, que le diagnostica
agorafobia (Miedo a los espacios abiertos), miedo intenso acompañado de palpitaciones,
sudoración, sofocones, miedo a que nadie la ayude si le pasa algo. V. tiene un novio 10 años
mayor que la acompaña rigurosamente al consultorio. En las charlas manifiesta que su mayor
deseo es poder cruzar la avenida y poder tomar una cerveza en los bares del río como lo hacía
antes, hoy solo puede ir acompañada del novio porque le daba mayor “seguridad”.

El proceso terapéutico se desarrollaba bien, ella aprendía los ejercicios de relajación y a


controlar ideas anticipatorias incluso podía ir a la panadería sola sin cruzar la avenida. Cuando
plantea, mirá mi novio esta celoso de vos, me pregunta ¿Que hacen? ¿El psicólogo se te tiró? Y
cada jueves ir a terapia se trasformaba en un drama.

Como no es poco común que ocurra esta situación, como estrategia invito a los dos a la
terapia para evaluar los avances de V. y para que él desmitifique el espacio terapéutico. El
muchacho se muestra cooperador y comprensivo. Pero al retomar la terapia individual inicia
otra vez su embate de escenas de celos.

En un determinado momento V. plantea que evidentemente no es tanto mi figura la que le


produciría celos al novio, sino que yo represento el tratamiento que está cristalizando la
posibilidad de salir sola, sin ayuda y ni más ni menos a tomar una cerveza con sus amigas. Y
sabes que pasa agrega la joven. Siendo agarofóbica soy el ideal de un novio celoso.
Frase que impactante de sobremanera.

Con el correr de los días V. abandona la terapia sin poder cruzar la avenida.
En este caso lo que podemos observar es un interés específico por parte de un familia, en este
caso el novio para que la paciente no salga adelante, con el único fin de calmar sus celos en lo
referente a las salidas de su novia.

Caso 3
Pero el caso impactante del cual llegue a tener un registro en video fue el de un niño de 8
años. Un día a mediados de Mayo recibo un llamado de la psiquiatra que por recomendación de
una Paidopsiquiatra se pone en contacto con el grupo de autoayuda y envían a un niño, M. que
padecía “dolores” compatibles con ataques de pánico. El jovencito internado tenía a su mamá
que trabajaba 8 horas y que vivía con sus padres (abuelos del niño).

M. a raíz de sus dolores había dejado de concurrir a la escuela, en donde sus maestras se
asustaban por sus caídas al piso y sus retorcijones y la directora avaló que dejara de concurrir
a la escuela. Paradójicamente M. no padecía ningún episodio cuando concurría a sus diarias
prácticas de fútbol por la tarde. El esquema familiar respondía a un modelo de una madre sola
atrapada en un trabajo que impedía tener mayor contacto de autoridad con su hijo.
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La madre refiere dos episodios en donde M. tiene ataques, uno en una situación donde fueron
a ver villancicos, motivando el regreso a casa. Y otra en donde sorprende a la abuela
envolviendo una pistola de juguete para navidad, argumentando que el ataque motivó a la
abuela que para calmarlo, le diera la pistola dos días antes de las fiestas.

Al abuelo se lo veía una persona de poco carácter, la abuela con un rol muy enérgico y con
poco deseo de delegar su autoridad y la madre hacia lo que podía, acorde al tiempo que le
brindaba su trabajo.

Un día en el consultorio el niño comienza a decir algo que disparo mi curiosidad en los temas
referidos a Los trastornos de ansiedad y los vínculos familiares. Le pido que lo repita y logro
filmarlo.

M dijo: Mis papas siempre me hacen caso, y mis abuelos también y no lo tienen que
hacer… porque siempre hago lo que quiero con los dolores. Y eso… Y no me tiene que
dar las cosas por ejemplo como paso con la pistola, con los villancico que me quise volver a
casa, y no lo tendrían que hacer.

Con absoluta claridad el niño logra plantear que el accionar de su familia no contribuía a su
bienestar ni a su mejoramiento. Y aun mostrándole el material grabado a la madre ella
pregunto. ¿Pero él no tendrá algo orgánico en la pancita igualmente?

Una serie de casos si bien distintos entre sí, me llamaban la atención ya que se veían
obstaculizados por el accionar del entorno socio afectivo de los pacientes, en donde algún
familiar con intención o no contribuía a sostener los síntomas de la persona que consulta.
La dureza de este caso estaba constituida por una situación familiar compleja en donde la
abuela del niño, encargada de llevarlo a la escuela, era quien se encontraba en una situación
difícil en el plano matrimonial, en donde por encontrarse mal con su marido, utilizaba todos los
recursos disponibles para que el jovencito no fuese a la escuela y se quedara con ella.

Tal es así que el niño refiere que la abuela lo lleva a la escuela, y una vez en la puerta le
pregunta. Pero decime… ¿Seguro que no te duele la pancita? En se ponía las manos en la
panza y decía y un poquito si, bueno… entonces volvamos decía la abuela.
En una intención clara de impedir que el nene ingresara a la escuela para obtener el beneficio
de pasar la mañana con el y no sola con su marido.
Ante los distintos intentos de intervención el boicot de la abuela fue tal que termina ganando la
pulseada y tanto la madre como el niño abandonan la terapia.

Es de destacar que en este caso particular la presencia de un AT a tiempo hubiese volcado la


balanza a favor del niño, ya que se podría haber encargado del acompañamiento a la escuela.
Un caso similar es el de un adolescente que la abuela le insiste que duerma con ella en un
colchón en el piso. Ya que había presentado taquicardias. El joven de 16 años le plantea que
ya se encuentra bien y que ya no hace falta. Ante lo que la abuela dice pero dale… Asi yo me
quedo tranquila. A lo que el joven en terapia comenta. Entonces esto no lo hace por mi, lo
hace por ella!

Poniendo de manifiesto cuando una patología de un familiar puede venir a complementar a la


situación de un familiar que obtiene un beneficio posicionándose como cuidador. Beneficio que
será resistido de abandonar ante la presencia de un agente externo (AT, Psicólogo, Psiquiatra)
que intente modificar ese estatus quo de lo familiar.

Podemos llamar al familiar que se posiciona en ese lugar como Altruegoista, por mostrarse
altruista a la hora de “hacer ver” que es el que más se ocupa del enfermo, pero que oculta un
beneficio personal en ese rol.
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Bibliografía

Periódico Actualidad Psicológica (2006) Octubre. Artículo El acompañamiento terapéutico entre


lo familiar y la problemática de la anorexia, Lic. Sandra B. Sarbia.

El acompañamiento terapéutico desde una perspectiva humanista de las relaciones familiares.


Ana Paula A. Teixeira, Débora Dename.

Enfoques en Terapia Familiar Sistémica (1995) Inmaculada Ochoa de Alda. Ed.Herder,


Barcelona.

Kuras de Mauer, S & Resnizky, S. (1995) Acompañantes terapéuticos y pacientes

Kuras de Mauer, S & Resnizky, S. (2003) Acompañantes terapéuticos. Actualización


psicóticos: manual introductorio a una estrategia clínica. Buenos Aires. Ed. Trieb.

Pulice, G. & Rossi, G. (1994) Acompañamiento terapéutico. Buenos Aires. Ed. Polemos

Real Academia Española. (2001)Diccionario de la lengua española. Madrid. Ed. Arthur.

Rossi, G (2007) Historia del AT. Movimientos sociales y en salud mental en Argentina en los
años 60. Psicomundo. Fundamento Clínico del acompañamiento terapéutico.

Rossi, G. (2007) Acompañamiento Terapéutico. Lo cotidiano, redes y sus interlocutores.


Buenos Aires. Ed. Polemos.

Watzlawick P. Teoría de la comunicación humana. Herder. 1989.

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