Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide
range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and
facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact support@jstor.org.
Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at
https://about.jstor.org/terms
This content is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives
4.0 International License (CC BY-NC-ND 4.0). To view a copy of this license, visit
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/.
CLACSO is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Boaventura de
Sousa Santos
socialmente fascistas, idea que se desarrollará debates principales. En la primera mitad del
a continuación. Hasta qué punto el fascismo se siglo, el debate se centró en torno a la deseabi-
mantiene como régimen social y no pasa a ser lidad de la democracia (Weber, 1919; Schmitt,
fascismo político es una cuestión abierta. De 1926; Kelsen, 1929; Michels, 1949; Schumpeter,
ahí la pregunta: ¿hacia dónde va la democra- 1942).1 Si, por un lado, este debate se resolvió
cia? Veamos con más detalle los caminos teóri- en favor de la deseabilidad de la democracia
cos que nos trajeron hasta aquí. como forma de gobierno, por otro lado, la pro-
Cuando a finales de la década del noventa puesta que se hizo hegemónica al final de las
le preguntaron a Amartya Sen cuál había sido dos guerras mundiales implicó una restricción
el acontecimiento más importante del siglo XX, de las formas de participación y soberanía, en
este respondió sin vacilación: la emergencia favor de un consenso en torno al procedimien-
de la democracia (1999: 3). Con una visión to electoral para la formación de gobiernos
más pesimista del siglo XX, también Immanuel (Schumpeter, 1942). Esa fue la forma hegemó-
Wallerstein se preguntaba a principios de la nica de práctica de la democracia en la segun-
década pasada cómo la democracia había pa- da posguerra, en particular en los países que se
sado de ser una aspiración revolucionaria en el volvieron democráticos tras la segunda ola de
siglo XIX a un eslogan adoptado universalmente democratización.2
pero vacío de contenido en el siglo XX (2001: 1).
Estas dos posiciones, a pesar de ser muy diver-
gentes, convergen en la constatación de que 1 Este debate se inició en el siglo XIX, pues hasta
entonces y por muchos siglos la democracia había sido
la democracia asumió un lugar central en el
considerada consensualmente peligrosa y, por eso, in-
campo político durante el siglo XX. Si seguirá deseada. Su peligro consistía en atribuir el poder de go-
ocupando ese lugar en este siglo o no es un in- bernar a quien estaría en peores condiciones para ha-
terrogante abierto. cerlo: la gran masa de la población, iletrada, ignorante,
El siglo XX fue efectivamente un siglo de y social y políticamente inferior (MacPherson, 1966).
intensa disputa en torno a la cuestión demo- 2 La idea de las olas de democratización se debe a
crática. Esta disputa, desarrollada al final de Samuel Huntington (1991). La primera ola habría ocu-
rrido entre las primeras décadas del siglo XIX y del
cada una de las guerras mundiales y a lo lar-
siglo XX; la segunda ola, entre mediados de la década
go del período de la guerra fría, involucró dos del cuarenta y mediados de la década del sesenta con
Un segundo debate permeó la discusión so- urbanos; y el nivel de ruptura provocado por el
bre la democracia en la segunda posguerra: campesinado a lo largo del proceso de moder-
aquel sobre las condiciones estructurales de nización (Moore, 1966). El objetivo de Moore
la democracia (Moore, 1966; O’Donnell, 1973; era explicar por qué la mayoría de los países
Przeworski, 1985), que fue también un deba- no eran democráticos ni podían pasar a serlo
te sobre la compatibilidad o incompatibilidad salvo que cambiaran las condiciones que pre-
entre la democracia y el capitalismo (Wood, valecían en ellos.
1996).3 Barrington Moore inauguró este debate Este debate sobre los requisitos estructura-
en los años sesenta a través de la presentación les de la democracia se articulaba con el de-
de una tipología que permitía identificar a los bate sobre las virtualidades redistributivas de
países con o sin propensión democrática. Para la democracia. Este último partía del supuesto
Moore, un conjunto de condiciones estructu- de que, en la medida en que ciertos países ga-
rales explicaría el hecho de que relativamente naban la batalla por la democracia, estos pa-
pocos países tuvieran regímenes democráticos saban a gozar de cierta propensión distributiva
al inicio de la segunda mitad del siglo XX: el caracterizada por la llegada de la socialdemo-
papel del Estado en el proceso de moderniza- cracia al poder (Przeworski, 1985). Habría, por
ción y su relación con las clases agrarias; la re- lo tanto, una tensión entre capitalismo y demo-
lación entre los sectores agrarios y los sectores cracia, tensión que, una vez resuelta a favor de
la democracia, pondría límites a la propiedad e
implicaría ganancias distributivas para los sec-
el fin del nazismo y la independencia de las colonias
tores sociales desfavorecidos. Los marxistas,
europeas; y la tercera ola, entre mediados de la década
del setenta y mediados de la década del noventa, con por su parte, entendían que esa solución exigía
las transiciones democráticas en el sur de Europa, en una refundación de la democracia, ya que en
América Latina y en Europa del Este. las sociedades capitalistas no era posible de-
3 Este debate, como casi todos los demás sobre la mocratizar la relación fundamental en la que
democracia, había sido anticipado por Rousseau (1989 se asentaba la producción material: la relación
[1762]), cuando afirmaba en el Contrato Social que solo entre el capital y el trabajo. De ahí que, en el
podría ser democrática la sociedad donde no hubiera
marco de este debate, se discutiesen modelos
nadie tan pobre que tuviera necesidad de venderse ni
nadie tan rico que pudiera comprar a alguien. de democracia alternativos al modelo liberal: la
democracia participativa, la democracia popu- Bienestar y con los recortes de las políticas so-
lar en los países de Europa del Este, la demo- ciales a partir de la década del ochenta, tam-
cracia desarrollista de los países recién llega- bién parecieron refutados los análisis de au-
dos a la independencia. tores como Przeworski acerca de los efectos
distributivos irreversibles de la democracia. Se
Las concepciones hegemónicas reabre, así, la discusión sobre el significado es-
de democracia tructural de la democracia, en particular para
La discusión democrática de la última déca- los llamados países en desarrollo, u hoy llama-
da del siglo XX cambió los términos del deba- dos países del Sur Global.
te democrático de la posguerra. La extensión A medida que el debate sobre el significado
del modelo hegemónico, liberal, hacia el sur estructural de la democracia cambió sus tér-
de Europa aún en los años setenta y posterior- minos, surgió otra cuestión: el problema de la
mente hacia América Latina y Europa del Este forma de la democracia y de su variación. Este
(O’Donnell, Schmitter & Whitehead, 1986) pa- tema recibió su respuesta más influyente en la
reció desactualizar los análisis de Moore y de solución elitista propuesta por Joseph Schum-
Przeworski. Estos análisis parecían obsoletos peter, según la cual el problema de la construc-
con sus discusiones sobre los impedimentos ción democrática en general debería derivarse
estructurales de la democracia, en la medida de los problemas enfrentados en la construc-
en que pasamos a tener varias decenas de paí- ción de la democracia en Europa en el perío-
ses en proceso de democratización, países con do de entreguerras. A partir de esa respuesta
enormes variaciones en el papel del campesi- se funda lo que podríamos llamar la concep-
nado y en sus respectivos procesos de urba- ción hegemónica de la democracia. Los prin-
nización. Amartya Sen es uno de los que cele- cipales elementos de esa concepción serían
bra la pérdida de credibilidad de la idea de las la tan mentada contradicción entre moviliza-
condiciones estructurales cuando afirma que la ción e institucionalización (Huntington, 1969;
cuestión no es si un país dado está preparado Germani, 1971); la valoración positiva de la apa-
para la democracia, sino que cualquier país se tía política (Downs, 1956), una idea muy desta-
prepara a través de la democracia (Sen, 1999: cada por Schumpeter, para quien el ciudadano
4). Por otro lado, con el declive del Estado de común no tenía capacidad o interés político
sino para elegir a los líderes a quienes corres- participación, sobre todo en vista del dramáti-
pondería tomar las decisiones (1942: 269); co aumento del abstencionismo: “para qué par-
la concentración del debate democrático en ticipar si cualquiera sea mi voto, este no cam-
la cuestión de los diseños electorales de las bia nada”; y la de la representación, el hecho de
democracias (Lijphart, 1984); el tratamien- que los ciudadanos se consideren cada vez me-
to del pluralismo como forma de incorpora- nos representados por aquellos que eligieron:
ción partidaria y de disputa entre las élites “después de elegidos, los legisladores no sirven
(Dahl, 1956; 1971) y la solución minimalista a los intereses de quienes los eligieron sobre la
al problema de la participación a través de la base de los programas que presentaron al elec-
discusión de las escalas y de la complejidad torado, sino que sirven su interés personal o el
(Bobbio, 1986; Dahl, 1991). Todos esos elemen- de los grupos sociales o económicos podero-
tos, que podrían ser señalados como constitu- sos”. Las “patologías” eran a fin de cuentas el
yentes de una concepción hegemónica de la resultado esperado por las teorías democráti-
democracia, no pudieron enfrentar adecuada- cas liberales elitistas que dominaron el debate
mente el problema de la calidad de la demo- a lo largo del siglo XX, ya que desalentaban la
cracia que volvió a la superficie con la llamada movilización social en favor de la ampliación y
“tercera ola de democratización”. Cuanto más profundización de los procesos democráticos.
se insistía en la fórmula clásica de la democra-
cia liberal, de baja intensidad, menos se logra- Las concepciones contrahegemónicas
ba explicar la paradoja de que la extensión de de democracia
la democracia había traído consigo una enor- En los márgenes del discurso dominante so-
me degradación de las prácticas democráticas. bre la democracia estuvieron siempre presen-
Por otra parte, la expansión global de la demo- tes, a lo largo del siglo XX, concepciones con-
cracia liberal coincidió con una grave crisis de trahegemónicas de democracia. La diversidad
este sistema político en los países centrales, de estas concepciones es enorme pero, en ge-
que es donde más se había consolidado, lo cual neral, los “parecidos de familia” que existen en-
fue agravado por el movimiento de Mayo del tre ellas son las siguientes: la indeterminación
68. En términos de teoría democrática, la cri- de los resultados en los procesos democráticos
sis se asentaba en una doble patología: la de la es el mejor antídoto contra el totalitarismo;
los límites de la representación política son par- reduce al procedimentalismo, a las igualdades
ticularmente visibles en sociedades socialmente formales ni a los derechos cívicos y políticos,
muy desiguales y culturalmente muy diversas; si pues a través de ellos nunca fue posible exten-
bien la representación resuelve bien los proble- der las potencialidades distributivas tanto sim-
mas de escala, resuelve muy mal el de la rendi- bólicas como materiales de la democracia a las
ción de cuentas y el de las identidades colectivas: clases populares que más podrían beneficiarse
así, para ciertos grupos sociales (por ejemplo, de ellas: de ahí la necesidad de concebir la de-
pueblos indígenas o poblaciones afrodescen- mocracia como una nueva gramática social que
dientes), la inclusión democrática presupone rompa con el autoritarismo, el patrimonialismo,
el cuestionamiento de la identidad que les fue el monolitismo cultural, el no reconocimiento
asignada externamente por un Estado colonial o de la diferencia. Tal gramática social implica
por un Estado autoritario y discriminatorio. Los una enorme inversión en los derechos económi-
límites de la representación solo son superables cos, sociales y culturales.
en la medida en que la democracia representa- Alguna vez he formulado, en términos de
tiva se articula con la democracia participativa; derechos humanos, el meta-derecho que sub-
los movimientos sociales, por la intensidad que yace a una concepción contrahegemónica de
prestan a reivindicaciones específicas, han sido democracia: tenemos el derecho a ser iguales
fundamentales para renovar la agenda política cuando la diferencia nos inferioriza; tenemos
y, de este modo, ampliar significativamente el el derecho a ser diferentes cuando la igual-
campo de lo político,4 por lo que los partidos dad nos descaracteriza.6 En las sociedades
políticos y los movimientos sociales deben en- contemporáneas estructuradas por los tres
contrar formas de articulación respetando sus grandes tipos de dominación moderna, capi-
respectivas autonomías;5 la democracia no se talismo, colonialismo y patriarcado, la demo-
cracia contrahegemónica tiene que tener una
intencionalidad anticapitalista, anticolonia-
4 Ver Álvarez, Dagnino y Escobar, 1998; Jelin y
lista y antipatriarcal.
Herschberg, 1996; Avritzer, 2002.
5 La experiencia del Foro Social Mundial ha dado un
impulso muy específico a la valorización del papel polí-
tico de los movimientos sociales. Ver Santos (2005). 6 Ver Santos, 1997: 30.
ha ido constituyendo en el pasado hegemóni- acabó por colisionar con los principios de la
co de los últimos cinco siglos. interculturalidad y de la plurinacionalidad, y
Entre las experiencias-aprendizajes está, por prevalecer sobre ellos.
obviamente, el vasto experimentalismo demo- Sin embargo, en muchos de los países es-
crático al que ya me referí. Este proyecto ter- tudiados la propia democracia representativa
minó a finales de 2016 en un momento en que sufrió un enorme desgaste. Esto se debió a
era evidente la frustración por las expectati- una conjunción de factores que convergieron
vas elevadas que ese experimentalismo había en la transformación de la democracia liberal
generado. La esperanza de la nación arco iris en una democracia neoliberal, proceso su-
soñada por Nelson Mandela ha sido traiciona- brepticio que tuvo lugar sin ninguna suspen-
da por las continuidades evidentes del antiguo sión o revisión de las constituciones vigentes.
régimen, tanto en el ámbito económico como Esta transformación se produjo a través de
en el cultural —una situación que algunos de dos procesos convergentes. Por un lado, la
los investigadores que participaron en este prevalencia creciente del capitalismo finan-
proyecto llaman neo-apartheid—. La demo- ciero global corroyó la soberanía estatal al
cracia participativa perdió mucho de su im- punto de transformar Estados soberanos en
pulso contrahegemónico inicial, y en muchas presas fáciles de especuladores financieros
situaciones fue instrumentalizada, cooptada, y de sus guardias avanzadas, las agencias de
se dejó burocratizar y no se renovó, ni en tér- calificación crediticia y el Fondo Monetario
minos sociales ni en términos generacionales. Internacional. La concentración de riqueza y
En el peor de los casos, logró tener todos los la degradación de los derechos económicos y
defectos de la democracia representativa y sociales están haciendo que el círculo de la re-
ninguna de sus virtudes. Por su parte, las altas ciprocidad ciudadana se estreche, y cada vez
expectativas suscitadas por los procesos boli- más ciudadanos pasen a vivir dependiendo de
viano y ecuatoriano también han sido parcial- grupos sociales poderosos que tienen derecho
mente frustradas, sobre todo en el Ecuador, de veto sobre sus modos y expectativas de
teniendo en cuenta que el modelo de desarro- vida, sean ellos filántropos, narcotraficantes,
llo económico adoptado, centrado en la ex- latifundistas industriales, empresas de mega-
plotación intensiva de los recursos naturales, proyectos o de minería. Esto es lo que llamo
Avritzer, L. 2002 Democracy and the Public Kelsen, H. 1929 “Essência e Valor da
Space in Latin America (Princeton: Democracia” en A Democracia (San Pablo:
Princeton University Press). Martins Fontes).
Bobbio, N. 1986 O Futuro da Democracia Klug, H. 2000 Constituting Democracy: Law,
(San Pablo: Paz e Terra). Globalism and South Africa’s Political
Dahl, R. A. 1956 A Preface to Democratic Theory Reconstruction (Nueva York; Cambridge:
(Chicago: University of Chicago Press). Cambridge University Press).
Dahl, R. A. 1971 Polyarchy: Participation and Lijphart, A. 1984 Democracies. Patterns of
Opposition (New Haven: Yale University Press). Majoritarian and Consensus Government
Dahl, R. A. 1991 Democracy and its Critics in Twenty-one Countries (New Haven: Yale
(New Haven: Yale University Press). University Press).
Downs, A. 1956 An Economic Theory of MacPherson, C. B.; Canadian Broadcasting
Democracy (Nueva York: Harper). Corporation 1966 The Real World of
Germani, G. 1971 Política y sociedad en Democracy (Nueva York; Oxford: Oxford
una época de transición; de la sociedad University Press).
tradicional a la sociedad de masas Michels, R. 1949 Political Parties (Glencoe:
(Buenos Aires: Paidós). Free Press).
Huntington, S. P.; Harvard University Center Moore, B. 1966 Social Origins of Dictatorship
for International Affairs 1969 Political and Democracy; Lord and Peasant in
order in changing societies (New Haven: the Making of the Modern World (Boston:
Yale University Press). Beacon Press).
Huntington, S. 1991 The Third Wave. O’Donnell, G. A. 1973 Modernization and
Democratization in the Late Twentieth Bureaucratic-authoritarianism. Studies in
Century (Oklahoma: University of South American Politics (Berkeley: Institute of
Oklahoma Press). International Studies, University of California).
Jelin, E.; Hershberg, E. 1996 Constructing O’Donnell, G.; Schmitter, F. C.; Whitehead, L.
democracy: human rights, citizenship, 1986 Transitions from Authoritarian Rule:
and society in Latin America (Boulder: Prospects for Democracy (Baltimore: Johns
Westview Press). Hopkins University Press).
Przeworski, A. 1985 Capitalism and Social Santos, B. de Sousa (org.) 2003 Produzir
Democracy (Cambridge; Nueva York: para viver: os caminhos da produção não
Cambridge University Press). capitalista (Porto: Afrontamento).
Rousseau, J-J. 1989 (1762) O contrato Santos, B. de Sousa; Villegas, M. G. (orgs.)
social (Mem Martins: Publicações 2001 El caleidoscopio de las justicias en
Europa-América). Colombia (Bogotá: Uniandes; Siglo del
Santos, B. de Sousa 1997 “Por uma concepção Hombre).
multicultural de direitos humanos” en Schmitt, C. 1926 The Crisis of Parliamentary
Revista Crítica de Ciências Sociais Democracy (Cambridge: MIT Press).
(Coímbra) Nº 48, pp. 11-32. Schumpeter, J. A. 1942 Capitalism, Socialism,
Santos, B. de Sousa 1998 Reinventar a and Democracy (Nueva York; Londres:
democracia (Lisboa: Gradiva). Harper & Brothers).
Santos, B. de Sousa 2002a Democracia e Sen, A. 1999 “Democracy as a Universal Value”
Participação: O Caso do Orçamento en Journal of Democracy (Washington
Participativo de Porto Alegre (Porto: D.C.) Nº 10, pp. 3-17.
Afrontamento). Wallerstein, I. 2001 “Democracy, Capitalism
Santos, B. de Sousa 2005 Fórum Social and Transformation” en Documenta 11
Mundial: Manual de Uso (Porto: (Viena) 16 de marzo.
Afrontamento). Weber, M 1978 (1919) Economy and Society
Santos, B. de Sousa 2010 Refundación del (Berkeley: University of California Press).
Estado en América Latina. Perspectivas Wood, E. M. 1996 Democracy Against
desde una Epistemología del Sur (Bogotá: Capitalism (Cambridge: Cambridge
Siglo del Hombre). University Press).