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Chapter Title: Concepciones hegemónicas y contrahegemónicas de democracia

Book Title: Boaventura de Sousa Santos


Book Subtitle: Construyendo las Epistemologías del Sur Para un pensamiento alternativo
de alternativas, Volumen II
Published by: CLACSO

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Concepciones hegemónicas
y contrahegemónicas de democracia*

L a historia de la democracia a lo largo del


siglo XX fue en buena parte contada por
aquellos que tenían un interés, no necesaria-
En la primera década de nuestro siglo se
crearon en América Latina las condiciones
políticas para reponer el debate sobre el plu-
mente democrático, en promover un cierto ralismo y la diversidad democrática, y con ello
tipo de democracia, la democracia liberal, e restablecer en la práctica el principio de la de-
invisibilizar o, cuando esto no fuera posible, modiversidad, un concepto fundamental en mi
demonizar otros tipos de democracia. Sin em- trabajo teórico sobre la democracia. Las con-
bargo, hubo períodos, sobre todo a principios diciones fueron, obviamente, las de los gobier-
del siglo XX y en la segunda posguerra, en los nos de izquierda que llegaron al poder en países
que los debates fueron relativamente plurales y como Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador,
la diversidad de las aspiraciones democráticas Bolivia y Uruguay. Lamentablemente, por las
fue vivida intensamente. A partir de finales de urgencias propias del ejercicio del gobierno y
la década del ochenta, el pluralismo y la diver- por los tipos de regímenes políticos en los que
sidad fueron desapareciendo, y el debate —o estas urgencias ocurrían, el debate nunca tuvo
el no-debate— pasó a centrarse en la democra- lugar o bien, cuando lo tuvo, quedó muy por
cia liberal, mientras esta subrepticiamente se debajo de las expectativas. La segunda década
transformaba en algo muy distinto, la democra- del milenio está dominada, tal vez como nunca,
cia neoliberal. por el monopolio de una concepción de demo-
cracia de tan baja intensidad que se confunde
* Extraído de Santos, B. de Sousa 1981-2018 Pneu-
fácilmente con la anti-democracia. Con una
matóforo: escritos políticos (2018). Traducción del por- convicción cada vez más infeliz, vivimos en so-
tugués: Santiago Basso. ciedades que son políticamente democráticas y

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socialmente fascistas, idea que se desarrollará debates principales. En la primera mitad del
a continuación. Hasta qué punto el fascismo se siglo, el debate se centró en torno a la deseabi-
mantiene como régimen social y no pasa a ser lidad de la democracia (Weber, 1919; Schmitt,
fascismo político es una cuestión abierta. De 1926; Kelsen, 1929; Michels, 1949; Schumpeter,
ahí la pregunta: ¿hacia dónde va la democra- 1942).1 Si, por un lado, este debate se resolvió
cia? Veamos con más detalle los caminos teóri- en favor de la deseabilidad de la democracia
cos que nos trajeron hasta aquí. como forma de gobierno, por otro lado, la pro-
Cuando a finales de la década del noventa puesta que se hizo hegemónica al final de las
le preguntaron a Amartya Sen cuál había sido dos guerras mundiales implicó una restricción
el acontecimiento más importante del siglo XX, de las formas de participación y soberanía, en
este respondió sin vacilación: la emergencia favor de un consenso en torno al procedimien-
de la democracia (1999: 3). Con una visión to electoral para la formación de gobiernos
más pesimista del siglo XX, también Immanuel (Schumpeter, 1942). Esa fue la forma hegemó-
Wallerstein se preguntaba a principios de la nica de práctica de la democracia en la segun-
década pasada cómo la democracia había pa- da posguerra, en particular en los países que se
sado de ser una aspiración revolucionaria en el volvieron democráticos tras la segunda ola de
siglo XIX a un eslogan adoptado universalmente democratización.2
pero vacío de contenido en el siglo XX (2001: 1).
Estas dos posiciones, a pesar de ser muy diver-
gentes, convergen en la constatación de que 1 Este debate se inició en el siglo XIX, pues hasta
entonces y por muchos siglos la democracia había sido
la democracia asumió un lugar central en el
considerada consensualmente peligrosa y, por eso, in-
campo político durante el siglo XX. Si seguirá deseada. Su peligro consistía en atribuir el poder de go-
ocupando ese lugar en este siglo o no es un in- bernar a quien estaría en peores condiciones para ha-
terrogante abierto. cerlo: la gran masa de la población, iletrada, ignorante,
El siglo XX fue efectivamente un siglo de y social y políticamente inferior (MacPherson, 1966).
intensa disputa en torno a la cuestión demo- 2 La idea de las olas de democratización se debe a
crática. Esta disputa, desarrollada al final de Samuel Huntington (1991). La primera ola habría ocu-
rrido entre las primeras décadas del siglo XIX y del
cada una de las guerras mundiales y a lo lar-
siglo XX; la segunda ola, entre mediados de la década
go del período de la guerra fría, involucró dos del cuarenta y mediados de la década del sesenta con

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Un segundo debate permeó la discusión so- urbanos; y el nivel de ruptura provocado por el
bre la democracia en la segunda posguerra: campesinado a lo largo del proceso de moder-
aquel sobre las condiciones estructurales de nización (Moore, 1966). El objetivo de Moore
la democracia (Moore, 1966; O’Donnell, 1973; era explicar por qué la mayoría de los países
Przeworski, 1985), que fue también un deba- no eran democráticos ni podían pasar a serlo
te sobre la compatibilidad o incompatibilidad salvo que cambiaran las condiciones que pre-
entre la democracia y el capitalismo (Wood, valecían en ellos.
1996).3 Barrington Moore inauguró este debate Este debate sobre los requisitos estructura-
en los años sesenta a través de la presentación les de la democracia se articulaba con el de-
de una tipología que permitía identificar a los bate sobre las virtualidades redistributivas de
países con o sin propensión democrática. Para la democracia. Este último partía del supuesto
Moore, un conjunto de condiciones estructu- de que, en la medida en que ciertos países ga-
rales explicaría el hecho de que relativamente naban la batalla por la democracia, estos pa-
pocos países tuvieran regímenes democráticos saban a gozar de cierta propensión distributiva
al inicio de la segunda mitad del siglo XX: el caracterizada por la llegada de la socialdemo-
papel del Estado en el proceso de moderniza- cracia al poder (Przeworski, 1985). Habría, por
ción y su relación con las clases agrarias; la re- lo tanto, una tensión entre capitalismo y demo-
lación entre los sectores agrarios y los sectores cracia, tensión que, una vez resuelta a favor de
la democracia, pondría límites a la propiedad e
implicaría ganancias distributivas para los sec-
el fin del nazismo y la independencia de las colonias
tores sociales desfavorecidos. Los marxistas,
europeas; y la tercera ola, entre mediados de la década
del setenta y mediados de la década del noventa, con por su parte, entendían que esa solución exigía
las transiciones democráticas en el sur de Europa, en una refundación de la democracia, ya que en
América Latina y en Europa del Este. las sociedades capitalistas no era posible de-
3 Este debate, como casi todos los demás sobre la mocratizar la relación fundamental en la que
democracia, había sido anticipado por Rousseau (1989 se asentaba la producción material: la relación
[1762]), cuando afirmaba en el Contrato Social que solo entre el capital y el trabajo. De ahí que, en el
podría ser democrática la sociedad donde no hubiera
marco de este debate, se discutiesen modelos
nadie tan pobre que tuviera necesidad de venderse ni
nadie tan rico que pudiera comprar a alguien. de democracia alternativos al modelo liberal: la

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democracia participativa, la democracia popu- Bienestar y con los recortes de las políticas so-
lar en los países de Europa del Este, la demo- ciales a partir de la década del ochenta, tam-
cracia desarrollista de los países recién llega- bién parecieron refutados los análisis de au-
dos a la independencia. tores como Przeworski acerca de los efectos
distributivos irreversibles de la democracia. Se
Las concepciones hegemónicas reabre, así, la discusión sobre el significado es-
de democracia tructural de la democracia, en particular para
La discusión democrática de la última déca- los llamados países en desarrollo, u hoy llama-
da del siglo XX cambió los términos del deba- dos países del Sur Global.
te democrático de la posguerra. La extensión A medida que el debate sobre el significado
del modelo hegemónico, liberal, hacia el sur estructural de la democracia cambió sus tér-
de Europa aún en los años setenta y posterior- minos, surgió otra cuestión: el problema de la
mente hacia América Latina y Europa del Este forma de la democracia y de su variación. Este
(O’Donnell, Schmitter & Whitehead, 1986) pa- tema recibió su respuesta más influyente en la
reció desactualizar los análisis de Moore y de solución elitista propuesta por Joseph Schum-
Przeworski. Estos análisis parecían obsoletos peter, según la cual el problema de la construc-
con sus discusiones sobre los impedimentos ción democrática en general debería derivarse
estructurales de la democracia, en la medida de los problemas enfrentados en la construc-
en que pasamos a tener varias decenas de paí- ción de la democracia en Europa en el perío-
ses en proceso de democratización, países con do de entreguerras. A partir de esa respuesta
enormes variaciones en el papel del campesi- se funda lo que podríamos llamar la concep-
nado y en sus respectivos procesos de urba- ción hegemónica de la democracia. Los prin-
nización. Amartya Sen es uno de los que cele- cipales elementos de esa concepción serían
bra la pérdida de credibilidad de la idea de las la tan mentada contradicción entre moviliza-
condiciones estructurales cuando afirma que la ción e institucionalización (Huntington, 1969;
cuestión no es si un país dado está preparado Germani, 1971); la valoración positiva de la apa-
para la democracia, sino que cualquier país se tía política (Downs, 1956), una idea muy desta-
prepara a través de la democracia (Sen, 1999: cada por Schumpeter, para quien el ciudadano
4). Por otro lado, con el declive del Estado de común no tenía capacidad o interés político

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sino para elegir a los líderes a quienes corres- participación, sobre todo en vista del dramáti-
pondería tomar las decisiones (1942: 269); co aumento del abstencionismo: “para qué par-
la concentración del debate democrático en ticipar si cualquiera sea mi voto, este no cam-
la cuestión de los diseños electorales de las bia nada”; y la de la representación, el hecho de
democracias (Lijphart, 1984); el tratamien- que los ciudadanos se consideren cada vez me-
to del pluralismo como forma de incorpora- nos representados por aquellos que eligieron:
ción partidaria y de disputa entre las élites “después de elegidos, los legisladores no sirven
(Dahl, 1956; 1971) y la solución minimalista a los intereses de quienes los eligieron sobre la
al problema de la participación a través de la base de los programas que presentaron al elec-
discusión de las escalas y de la complejidad torado, sino que sirven su interés personal o el
(Bobbio, 1986; Dahl, 1991). Todos esos elemen- de los grupos sociales o económicos podero-
tos, que podrían ser señalados como constitu- sos”. Las “patologías” eran a fin de cuentas el
yentes de una concepción hegemónica de la resultado esperado por las teorías democráti-
democracia, no pudieron enfrentar adecuada- cas liberales elitistas que dominaron el debate
mente el problema de la calidad de la demo- a lo largo del siglo XX, ya que desalentaban la
cracia que volvió a la superficie con la llamada movilización social en favor de la ampliación y
“tercera ola de democratización”. Cuanto más profundización de los procesos democráticos.
se insistía en la fórmula clásica de la democra-
cia liberal, de baja intensidad, menos se logra- Las concepciones contrahegemónicas
ba explicar la paradoja de que la extensión de de democracia
la democracia había traído consigo una enor- En los márgenes del discurso dominante so-
me degradación de las prácticas democráticas. bre la democracia estuvieron siempre presen-
Por otra parte, la expansión global de la demo- tes, a lo largo del siglo XX, concepciones con-
cracia liberal coincidió con una grave crisis de trahegemónicas de democracia. La diversidad
este sistema político en los países centrales, de estas concepciones es enorme pero, en ge-
que es donde más se había consolidado, lo cual neral, los “parecidos de familia” que existen en-
fue agravado por el movimiento de Mayo del tre ellas son las siguientes: la indeterminación
68. En términos de teoría democrática, la cri- de los resultados en los procesos democráticos
sis se asentaba en una doble patología: la de la es el mejor antídoto contra el totalitarismo;

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los límites de la representación política son par- reduce al procedimentalismo, a las igualdades
ticularmente visibles en sociedades socialmente formales ni a los derechos cívicos y políticos,
muy desiguales y culturalmente muy diversas; si pues a través de ellos nunca fue posible exten-
bien la representación resuelve bien los proble- der las potencialidades distributivas tanto sim-
mas de escala, resuelve muy mal el de la rendi- bólicas como materiales de la democracia a las
ción de cuentas y el de las identidades colectivas: clases populares que más podrían beneficiarse
así, para ciertos grupos sociales (por ejemplo, de ellas: de ahí la necesidad de concebir la de-
pueblos indígenas o poblaciones afrodescen- mocracia como una nueva gramática social que
dientes), la inclusión democrática presupone rompa con el autoritarismo, el patrimonialismo,
el cuestionamiento de la identidad que les fue el monolitismo cultural, el no reconocimiento
asignada externamente por un Estado colonial o de la diferencia. Tal gramática social implica
por un Estado autoritario y discriminatorio. Los una enorme inversión en los derechos económi-
límites de la representación solo son superables cos, sociales y culturales.
en la medida en que la democracia representa- Alguna vez he formulado, en términos de
tiva se articula con la democracia participativa; derechos humanos, el meta-derecho que sub-
los movimientos sociales, por la intensidad que yace a una concepción contrahegemónica de
prestan a reivindicaciones específicas, han sido democracia: tenemos el derecho a ser iguales
fundamentales para renovar la agenda política cuando la diferencia nos inferioriza; tenemos
y, de este modo, ampliar significativamente el el derecho a ser diferentes cuando la igual-
campo de lo político,4 por lo que los partidos dad nos descaracteriza.6 En las sociedades
políticos y los movimientos sociales deben en- contemporáneas estructuradas por los tres
contrar formas de articulación respetando sus grandes tipos de dominación moderna, capi-
respectivas autonomías;5 la democracia no se talismo, colonialismo y patriarcado, la demo-
cracia contrahegemónica tiene que tener una
intencionalidad anticapitalista, anticolonia-
4 Ver Álvarez, Dagnino y Escobar, 1998; Jelin y
lista y antipatriarcal.
Herschberg, 1996; Avritzer, 2002.
5 La experiencia del Foro Social Mundial ha dado un
impulso muy específico a la valorización del papel polí-
tico de los movimientos sociales. Ver Santos (2005). 6 Ver Santos, 1997: 30.

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Las transiciones democráticas de la “ter- de presupuestos participativos, se difundie-


cera ola”, especialmente en el sur de Europa ron por toda América Latina y más reciente-
y América Latina, a pesar de enmarcarse en mente por Europa.7 El segundo fue el fin del
los principios de la democracia liberal tuvie- apartheid en Sudáfrica y la consagración
ron una vocación contrahegemónica que, en constitucional (Constitución de 1996) de una
el caso portugués, se plasmó en la idea de nueva relación entre el principio de igualdad y
un régimen democrático como vía para el el principio del reconocimiento de la diferen-
socialismo consagrado en la Constitución de cia.8 El tercer momento fueron los procesos
1976. En general, los derechos económicos y constituyentes en Bolivia y Ecuador que die-
sociales adquirieron una nueva centralidad, ron origen a las constituciones políticas más
así como los mecanismos de participación, desviadas de la norma eurocéntrica del neo-
aunque muchos de ellos nunca llegaron a ser constitucionalismo de posguerra, la Constitu-
reglamentados —la Constitución brasileña de ción del Ecuador de 2008 y la Constitución de
1988 es un buen ejemplo de ello—. Se inició
así un período de renovación democrática y
también de muchas contradicciones que ven- 7 A principios de la década dirigí un proyecto inter-
nacional llamado “Reinventar a Emancipação Social:
drían a redundar más tarde en amargas frus- Para Novos Manifestos” (“Reinventar la emancipación
traciones. Entre los momentos más lumino- social: hacia nuevos manifiestos”) en el que, entre
sos de este período que se prolongó hasta el otras cosas, analicé las experiencias de democracia
final de la década de los dos mil, destacaré participativa en África del Sur, Brasil, Colombia, India,
Mozambique y Portugal. Ver Santos (2002a) y Santos
tres, muy distintos entre sí, pero igualmente
(2003).
significativos. Todos ellos apuntaron hacia un
8 Ver Klug (2000). De una forma diferente, Colombia,
nuevo experimentalismo democrático en so-
un país atravesado por la violencia y la guerra civil, asu-
ciedades social y culturalmente muy desigua- mió a principios de la década del noventa —en un raro
les y muy heterogéneas. El primero fueron las momento de negociación democrática intensa (Constitu-
experiencias de democracia participativa a ción de 1991)— un importante reconocimiento de la di-
nivel local a partir de la década del noventa, versidad etnocultural del país. Este reconocimiento dio
origen a una jurisprudencia constitucional intercultural
sobre todo en Brasil, pero también en la In-
que serviría de modelo a otros países del continente en
dia. Estas experiencias, sobre todo en forma las décadas siguientes. Ver Santos y Villegas (2001).

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Bolivia de 2009. En ambas constituciones se ¿Dónde estamos y qué hacer?


mezclan universos culturales eurocéntricos e En los últimos cinco años estuve dirigiendo
indígenas; se proponen formas avanzadas de otro proyecto internacional titulado “ALICE
pluralismo económico, social y cultural; se di- - Espelhos estranhos, lições imprevistas: de-
señan regímenes de autonomía territorial y de finindo para a Europa um novo modo de par-
participación sin precedentes en el continen- tilhar as experiências do mundo” (“ALICE
te (el reconocimiento de la plurinacionalidad - Espejos extraños, lecciones imprevistas:
como base material y política del reconoci- definiendo para Europa un nuevo modo de
miento de la interculturalidad); se defienden compartir las experiencias del mundo”).10
concepciones no eurocéntricas de derechos En este proyecto, que incluye a los países es-
humanos (el Art. 71 de la Constitución del tudiados en el proyecto anterior11 y, además
Ecuador consagra los derechos de la natura- de ellos, a Bolivia y Ecuador, procuro iden-
leza); y, finalmente, se atribuye igual dignidad tificar y analizar experiencias económicas,
constitucional a diferentes tipos de democra- sociales y políticas que puedan ampliar y pro-
cia (el Art. 95 de la Constitución del Ecuador fundizar el reconocimiento de la diversidad
reconoce la democracia representativa, parti- del mundo para que de esa forma se constitu-
cipativa y comunitaria).9 yan en aprendizajes globales, es decir, apren-
Estos tres momentos abrieron camino ha- dizajes que una Europa arrogante y colonia-
cia un nuevo experimentalismo democrático lista, que tiene el vicio de enseñar al mundo
que acabó por involucrar a la propia estruc- pero nunca aprender de él, deberá tomar en
tura del Estado. Esto me llevó a considerar cuenta. Son signos de futuros emancipatorios
al Estado como un nuevo movimiento social post-europeos y no de un futuro emancipato-
(Santos, 1998: 59-74) y, en los casos de Bolivia rio eurocéntrico, es decir, de un futuro que se
y Ecuador, a hablar de una auténtica refunda-
ción del Estado moderno.
10 Este proyecto puede ser consultado en <www.ali-
ce.ces.uc.pt>.
11 “Reinventar a Emancipação Social: Para Novos
Manifestos” (“Reinventar la emancipación social: hacia
9 Ver Santos (2010). nuevos manifiestos”), mencionado en la nota 8.

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Concepciones hegemónicas y contrahegemónicas de democracia 523

ha ido constituyendo en el pasado hegemóni- acabó por colisionar con los principios de la
co de los últimos cinco siglos. interculturalidad y de la plurinacionalidad, y
Entre las experiencias-aprendizajes está, por prevalecer sobre ellos.
obviamente, el vasto experimentalismo demo- Sin embargo, en muchos de los países es-
crático al que ya me referí. Este proyecto ter- tudiados la propia democracia representativa
minó a finales de 2016 en un momento en que sufrió un enorme desgaste. Esto se debió a
era evidente la frustración por las expectati- una conjunción de factores que convergieron
vas elevadas que ese experimentalismo había en la transformación de la democracia liberal
generado. La esperanza de la nación arco iris en una democracia neoliberal, proceso su-
soñada por Nelson Mandela ha sido traiciona- brepticio que tuvo lugar sin ninguna suspen-
da por las continuidades evidentes del antiguo sión o revisión de las constituciones vigentes.
régimen, tanto en el ámbito económico como Esta transformación se produjo a través de
en el cultural —una situación que algunos de dos procesos convergentes. Por un lado, la
los investigadores que participaron en este prevalencia creciente del capitalismo finan-
proyecto llaman neo-apartheid—. La demo- ciero global corroyó la soberanía estatal al
cracia participativa perdió mucho de su im- punto de transformar Estados soberanos en
pulso contrahegemónico inicial, y en muchas presas fáciles de especuladores financieros
situaciones fue instrumentalizada, cooptada, y de sus guardias avanzadas, las agencias de
se dejó burocratizar y no se renovó, ni en tér- calificación crediticia y el Fondo Monetario
minos sociales ni en términos generacionales. Internacional. La concentración de riqueza y
En el peor de los casos, logró tener todos los la degradación de los derechos económicos y
defectos de la democracia representativa y sociales están haciendo que el círculo de la re-
ninguna de sus virtudes. Por su parte, las altas ciprocidad ciudadana se estreche, y cada vez
expectativas suscitadas por los procesos boli- más ciudadanos pasen a vivir dependiendo de
viano y ecuatoriano también han sido parcial- grupos sociales poderosos que tienen derecho
mente frustradas, sobre todo en el Ecuador, de veto sobre sus modos y expectativas de
teniendo en cuenta que el modelo de desarro- vida, sean ellos filántropos, narcotraficantes,
llo económico adoptado, centrado en la ex- latifundistas industriales, empresas de mega-
plotación intensiva de los recursos naturales, proyectos o de minería. Esto es lo que llamo

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fascismo social, un régimen social que es la acuerdo de convivencia ciudadana desapare-


faceta alternativa de las democracias de baja ce para dar lugar a la democracia instrumen-
intensidad. tal, una democracia tolerada mientras sirva a
Por otro lado, mientras que la democracia quien tiene el poder económico y social para
liberal reconoce la existencia de dos merca- ponerla al servicio de sus intereses.
dos, la democracia neoliberal solo reconoce Vivimos, pues, una coyuntura peligrosa en la
uno. Para la democracia liberal, hay dos mer- que, en los últimos cien años, fueron desapa-
cados de valores: el mercado político de la reciendo o siendo desvirtuados uno a uno los
pluralidad de ideas y convicciones políticas diversos imaginarios de emancipación social
en el que los valores no tienen precio, preci- que las clases populares fueron generando con
samente porque son convicciones ideológicas sus luchas contra la dominación capitalista, co-
de las que se alimenta la vida democrática; y el lonialista y patriarcal. El imaginario de la revo-
mercado económico, que es el mercado de los lución socialista fue dando lugar al imaginario
valores que tienen precio, el cual es precisa- de la socialdemocracia, y este al imaginario de
mente determinado por el mercado de bienes la democracia sin adjetivos, apenas con el com-
y servicios. Estos dos mercados deben mante- plemento de los derechos humanos.
nerse totalmente separados para que la demo- Esto nos lleva a pensar que es necesario
cracia liberal pueda funcionar de acuerdo con el coraje de evaluar con exigencia crítica los
sus principios. Por el contrario, la democracia procesos y los conocimientos que nos han
neoliberal da total primacía al mercado de los traído hasta aquí, y de afrontar con serenidad
valores económicos y, por eso, el mercado de la posibilidad de tener que empezar todo de
los valores políticos tiene que funcionar como nuevo. Este trabajo pretende ser una modesta
si fuera un mercado de activos económicos. contribución para ello.
Es decir, incluso en el dominio de las ideolo-
gías y de las convicciones políticas, todo se Bibliografía
compra y todo se vende. De ahí la corrupción Alvarez, S.; Dagnino, E; Escobar, A. 1998
endémica del sistema político, una corrup- Cultures of Politics, Politics of Cultures:
ción no solo funcional sino también necesa- Re-visioning Latin American Social
ria. La democracia en tanto gramática social y Movements (Boulder: Westview Press).

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Concepciones hegemónicas y contrahegemónicas de democracia 525

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526 Boaventura de Sousa Santos

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