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UNIVERSIDAD DEL VALLE

FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL Y DESARROLLO HUMANO

PROGRAMA DE TRABAJO SOCIAL

LECTURA PARA EL CURSO DE PROBLEMÁTICA Y POLITICA SOCIAL COLOMBIANA

DEMOCRACIA, ESTADO SOCIAL DE DERECHO Y DERECHOS HUMANOS

PROFESOR: Adolfo A Alvarez 1


Introducción
Nuestro propósito con esta conferencia es hacer una introducción al debate sobre la
democracia, sus alcances y límites, sin pretender agotar el asunto y partiendo del supuesto
no de que en Colombia vivamos en una democracia en el sentido más amplio e integral del
concepto, sino más bien que en buena parte es una promesa parcialmente realizada,
instalada como horizonte del debate y la evaluación del proyecto planteado en el texto
Constitucional de 1991. Simultáneamente nos plantea un terreno de posibilidades para la
acción y la transformación social, cuyo alcance en gran medida no está predeterminado
sino que depende de procesos y dinámicas diversas que incluyen entre otros asuntos el
campo del pensamiento, la cultura política y la participación y movilización política en
ámbitos diversos, como el tema territorial, los derechos humanos y el contexto
institucional de las políticas públicas, es decir en el que estas son planteadas.
LA FAMA Y EL DESGASTE DEL IDEAL DEMOCRATICO

En primer lugar debe recordarse que si bien la democracia – como idea y proyecto
0rganizador de la vida política y social – tuvo inicio en Grecia hace un 2,500 años, retornó
hace unos 200 años y sólo con cierta fuerza y relativo arraigo en los últimos 100 años, a
escala mundial. En este sentido parece retadora e insinuante la afirmación de Norberto
Bobbio2, a finales de los años 80 del siglo XX : “en la lucha de 200 años entre capitalismo y
socialismo triunfó la democracia”. Habría que agregar que la derrota del nazismo y
el fascismo en la segunda guerra mundial (1939-1945), abrió y expandió la centralidad
de la democracia, como paradigma de organización política, expresado en el hecho que
desde todas las orillas ideológicas (liberales, socialistas, comunistas y democristianos)
se disputaron siempre el terreno de cuál era el proyecto que representaba la “verdadera o

1
Profesor Titular de la Universidad del Valle, Economista, Especialista en Derecho del Trabajo y la seguridad
social de la Universidad de Bologna y Experto en Gestión de paz y conflictos de la Universidad de Granada.
2
Filósofo político Italiano (1909-2004 ) autor de diversas obras: Liberalismo y Democracia, El Futuro de la
Democracia, El problema de la guerra y la vías de la paz, entre muchas otras.
1
plena” democracia. Ese abanico va de las democracias liberales, a los regímenes
promovidos desde mediados del sigo XX, por la socialdemocracia en varios países de
Europa occidental, hasta las denominadas “democracias populares”, como se
autoproclamaban los regímenes conformados en la Europa oriental, bajo la égida de la
desaparecida Unión Soviética.
Esto nos indica el carácter ampliamente prescriptivo o valorativo del concepto y de otra
parte que en esencia tanto el “ideal” mismo como los desarrollos efectivos – “la realidad”-
de la democracia han estado ampliamente vinculados a las luchas políticas y a contextos
históricos concretos. En este sentido su ampliación o incluso su “crisis” en el presente debe
leerse a partir de esos contextos y de las propias transformaciones no sólo políticas sino
económicas, sociales y culturales. Es indudable que “el ideal democrático”, ha sido fuente
de profundas transformaciones en los últimos 70 u 80 años a escala global y en manera
diferenciada por continentes y países3.
El mismo Bobbio en una obra ya clásica (El futuro de la democracia, -1992- FCE), en la que
contrasta ideales y realidad, advierte sobre los riesgos y las amenazas, relacionados con
asuntos que han cobrado fuerza en el siglo XXI: sociedad compleja y pluralista,
reivindicación de intereses de grupo, persistencia de las oligarquías y de poderes invisibles,
el ciudadano no educado, el gobierno de los técnicos, la burocracia, entre otros. Se trata de
un duro contraste entre ideales y realidades, presentes en todo el mundo y que adquiere
formas y alcances específicos según las tradiciones y culturas políticas de los países y
regiones. Que por ejemplo en los últimos años ha llevado no sólo al desgaste de los
“regímenes democráticos”, sino al retorno de proyectos autoritarios muchas veces
apoyados por amplios sectores “ciudadanos” y en parte de las instituciones y reglas
democráticas.

DEMOCRACIA DE LOS ANTIGUOS Y DE LOS MODERNOS


Norberto Bobbio habla de “democracia de los antiguos” y “democracia de los modernos”
(parodiando a Benjamín Constan al referirse al tema de la libertad); la “democracia de los antiguos”
emerge en la antigua Grecia, entre los siglos - VI y V a.c. -, en el contexto de la “polis” o de la “ciudad
estado”-. En efecto su expresión era la “asamblea” que reunía entre 5000 y 6000 ciudadanos, los
hombres libres y adultos, que excluía a mujeres, esclavos y extranjeros. En ese espacio bajo la forma
de “democracia directa” discutían y decidían los asuntos de interés público y de la vida de la “polis”.
El vehículo principal era la reunión, la participación directa en el debate y las decisiones. Esta forma
parece sobrevivió unos doscientos años, pero enfrentó problemas que hasta hoy se debaten sobre
los límites de la democracia asamblearia y de “mayorías” (que puede terminar siendo dominada
por demagogos, llevando a formas totalitarias de poder y arrasando con las minorías y el disenso).
3
Samuel Huntington, politólogo Norte Americano, en una obra clásica ( La tercera ola, 1991) en el
contexto de la caída del muro de Berlín en 1989, planteó la idea de la tercera ola de expansión de la
democracia a nivel mundial, que a finales del siglo, abarcaba a 162 de los cerca de 190 países de la ONU.

2
La democracia de los modernos – como régimen político - remite a la ilustración, a la fase
de la revolución industrial y la formación de los estados- nacionales a partir del siglo XVII y
XVIII, en particular de la Revolución Americana -1776- y la Revolución Francesas -1789-, de
la mano del ideario de los “Derechos del Hombre y el Ciudadano”, propios de la filosofía
liberal; que postula la existencia de libertades consustanciales a las personas que deben
ser protegidas por el Estado, en oposición a las formas de esclavitud y sometimiento feudal.
Fase que inicia el fin de los regímenes monárquicos, al menos en Europa, dando origen a
una nueva forma de legitimidad: el reconocimiento del pueblo como “fuente del poder” en
la cual se fundamenta la autoridad y el dominio del Estado.
POLISEMIA Y LAS PERSPECTIVAS SOBRE LA DEMOCRACIA

Al estudiar la profusa y amplia literatura académica sobre la democracia, pero también al


indagar sobre los sentidos que tiene en el imaginario político y cultural, se encuentra la
existencia y a veces el traslape simultáneo entre perspectivas prescriptivas (es decir que
enfatizan el ideal o el deber ser) y perspectivas descriptivas (centradas en la “realidad” y su
distancia respecto de las definiciones ideales).
Para efectos de esta introducción interesa señalar la existencia de al menos dos enfoques
prescriptivos, los que priorizan los procedimientos en los que se erigen los regímenes
democráticos y los que priorizan los fines, al respecto Guy Ermet (1995) señala que:
“se enfrentan dos escuela de pensamiento y dos sensibilidades militantes.
Las primeras conciben la democracia como mero mecanismo de gobierno
desprovisto de miras sociales o históricas, las segundas la interpretan por el
contrario menos como un dispositivo institucional como proyecto de sociedad
destinado a promover la realización tanto personal como colectiva de todos los
ciudadanos”. (Opus. Cit pag. 21)
Pero este mismo autor plantea la existencia de un tercer enfoque: la “democracia como
cultura”, también resaltado por otros autores como Alan Touraine en su texto sobre ¿Qué
es la democracia? ( 2006). Este aspecto en esencia se refiere a los valores, imaginarios y la
praxis, en la vida social, propios o consustanciales al “ideal democrático”. En este sentido
se señalan la aceptación y la praxis de: la libertad, la tolerancia, la No violencia, el respeto
y reconocimiento de la diversidad, el respeto de la persona y su individualidad; también
valores relacionados con la convivencia y la cooperación como la solución pacífica de
conflictos, la solidaridad, la responsabilidad, y un sentido de equidad, entre otros. Esta
perspectiva también se conecta con un debate muy amplio desarrollado por la filosofía
política (por ejemplo Adela Cortina, Victoria Camps y otros autores ) relacionado con la
ética ciudadana.
En cuanto a la perspectiva procedimental se resalta el asunto de las reglas, en tanto deben
asegurar la participación libre y la intervención de los ciudadanos (as) en la conformación

3
de poderes públicos o/y la toma de decisiones; conforme la máxima: “Certeza en las reglas,
e incertidumbre sobre los resultados”, postulado de Claus Offe.
Para cerrar esta introducción sobre el sentido polisémico de la democracia parece
pertinente indicar la relevancia de enfoques pluralistas en su análisis; también la
necesidad de tener claro el nivel o el campo al cual nos referimos: lo macro, lo intermedio,
lo local, lo micro, lo político, lo económico, lo social, lo cultural, en tanto dimensiones o
esferas en las cuales se reclama o visualiza el ideal democrática. Habría que recordar que
este debate – o este proceso - tuvo inicio desde la dimensión política y lo macro y fue
penetrando y extendiéndose no sólo como sustantivo, sino como adjetivo, en el tiempo y
en el espacio de manera desigual y sinuosa, proceso que Samuel Huntington señala como las
“olas de la democracia”. Esto además remite a las formas concretas de “realización del ideal
o los postulados democráticos”, a través de un conjunto de instituciones que vinculan el
origen o las fuentes del poder con sus fines y valores, a través de determinadas formas de
gobierno - o regímenes políticos - y una institucionalidad, determinadas y variadas, según
las tradiciones y culturas políticas. En efecto, esto se puede visualizar en su “vigencia”, en
los diversos continentes: Europa y América del Norte y Latina, y también en Asia, Africa y
Oceanía, con modalidades y formas diversas.3

LA DEMOCRACIA COMO REGIMEN POLITICO

En este sentido es orientador el planteamiento de Norberto Bobbio, respecto de las


dimensiones que configuran a todo régimen político: la legitimidad y la legalidad, la
primera determina la aceptación o el reconocimiento del poder del Estado como válido y
al cual se le debe obediencia. La segunda (legalidad) determina procedimientos y reglas no
sólo de participación, sino que establece los fines y propósitos del poder del Estado, la
responsabilidad de las autoridades y además le colocan límites y reglas relativamente
taxativas, es decir establece la idea de “un poder regulado”.
El principio de legitimidad de la democracia es la “soberanía popular”, en tanto el “poder”
del Estado, y de los gobernantes, emanan del pueblo y de la voluntad popular. Al respecto,
como plantea Sartori (1994), son tres los asuntos en juego:
1. El de la titularidad del poder, en quién reside: en el pueblo, según la máxima: “el
pueblo elije”.
2. El del ejercicio, quien tienen la potestad de mandar y gobernar; en manos de quien
está la potestad de utilizar los recursos e instituciones del Estado, que con excepción
de la democracia directa, es ejercido por “representantes” y “gobernantes” ( que

3
Son diversos los estudios sobre la extensión y las formas que asume “la democracia”, Ver Lijpart, Arendt
(2012). Modelos de Democracia. Ediciones Ciencias Sociales . Ariel.

4
reciben la refrendación para ejercerlo en nombre del pueblo y los/as ciudadanos/as).
3. La finalidad, tiene que ver con los fines y propósitos, o con la pregunta:
¿a quién sirven , o qué intereses y fines persigue ?
Al respecto, Sartori concluye que “la democracia es poder del pueblo, sobre el pueblo y
gobierno del pueblo sobre sí mismo” y agrega “el punto débil de todo el edificio está en las
correas de transmisión del poder.... la elección y la representación son el equipo
instrumental”.
Por lo tanto se enfrentan tensiones en esos tres asuntos indicados por Sartori, que
prescriptivamente deberían entenderse en el sentido que lo enunció Abrahan Lincon:
“poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Pero que en la realidad, va indicando
distancias y quiebres que hacen de las “democracias realmente existentes”, regímenes en
tensión respecto el pleno desarrollo de esos principios.

Según la forma de realización de la legitimidad, emergen “modelos” o “tipos” de


democracia, vinculados específicamente con el ejercicio mismo o el despliegue de la
soberanía popular, como principio fundante. Aparecen entonces diferentes “tipos de
democracia”, para simplificar y en relación con este principio se pueden enunciar tres:
➢ la directa: cuando se toman decisiones asamblearias, esta es posible en organizaciones
y espacios limitados que hagan posible el diálogo y el debate directo – mediado
generalmente por la palabra - ;
➢ la democracia representativa: cuando quienes toman las decisiones, son cuerpos o
instancias elegidas por el pueblo. En este sentido las nociones de poder ejecutivo
(presidente, gobernadores y alcaldes), y Legislativo (el congreso, las asambleas, los
concejos municipales), se refieren a instancias de la democracia representativa. Pero
por otra parte conforme la relación entre esos cuerpos políticos, y diversas tradiciones
institucionales se habla de regímenes presidencialistas, o parlamentarios, en este caso
el poder ejecutivo – en nuestro lenguaje – es elegido por el parlamento.
➢ la democracia participativa, en la que el pueblo es convocado para decidir sobre
temas o asuntos específicos de interés público, por medio de consultas populares,
plebiscito, referéndums.

LAS CONDICIONES BÁSICAS


Por tanto como señalan diversos teóricos un asunto clave en la existencia, la producción y
reproducción del “orden democrático”, en la perspectiva procedimental, son las reglas
respecto a los derechos de participación de los ciudadanos y ciudadanas e igualmente de los
derechos a “representarse”. Aparece con toda su relevancia el tema de las formas de
participación política, el derecho a elegir y ser elegido, las libertades políticas, las garantías,
los espacios y los medios para participar -, se trata de las condiciones institucionales que
5
hacen posible el ejercicio de la soberanía popular y la “competencia política” igualitaria.
En este sentido, se evidencia como asunto clave el de la organización para la participación
política, no como simples individuos, sino también y sobre todo en tanto grupos, sectores
y colectivos sociales que sólo mediante la asociación en torno a ideas, intereses o proyectos
respecto del propio orden social y político pueden expresarse y tener voz en el complejo
escenario de la “competencia política”, especialmente en sociedades complejas y de masas.
Esa ha sido el papel de los partidos y movimientos políticos e incluso recientemente de
movimientos sociales de diversa naturaleza que hacen presencia y actúan en la esfera o
pública respecto de cuestiones de interés común o frente a “problemáticas” y problemas
diversas.
Las formas o los instrumentos de participación transformaron la naturaleza de la
democracia, de su idea inicial, en la cual los individuos decidían directamente y eran los
portadores esenciales del principio de soberanía, en la antigua Grecia, en las ciudades-
estados, de un tamaño parecido a una pequeña población moderna. En efecto en la
modernidad, bajo la modalidad representativa – asumida en gran parte por partidos y
movimientos políticos – se esperaba que se hiciera efectivo el propósito de amplio sectores
del pueblo de “hacer parte” o “tener representación efectiva” en instancias de decisión, para
hacer efectivo el “poder por el pueblo”. Si bien ese principio fundante sigue alimentando el
ideal democrático, en sociedades más complejas tanto por la diversidad como por las
proporciones ( por algo se habla de “sociedades de masas”), está mediado– con sus pro y
contra – por formas de representación, como los partidos y movimientos políticos de
diversa naturaleza. Pero también en no pocos casos liderados por simples “caudillos” o
figuras que han venido copando el espacio de los partidos, que casi en todas partes se han
desgastado, perdido simpatía, adhesión y “militancia” y en su lugar ha resurgido el
“personalismo” y el “caudillismo”, como rasgo de la política.
Algunos de estos temas se vinculan tanto con lo que se denomina “el sistema político”, como
con la cultura política y en últimas con la ciudadanía, como portador y actor central de la
soberanía popular y de los valores democráticos. En este sentido cobra especial relevancia
la “cultura política” ( los valores, no tanto como enunciados, sino como praxis y hábitos ) y,
tienen un papel relevante espacios de formación y socialización política como la educación
y las familias, sus valores y creencias, respecto de la política, el “estado”, “lo público” etc..
También juegan un papel los llamados “medios de comunicación e información”, y las
diversas formad de difusión de las ideas, como espacios de debate y de formación de opinión
sobre los asuntos públicos. Precisamente se asiste a un cambio sustantivo relacionado con
el impacto de la tecnología, en particular de las TICs en las comunicaciones y el papel de
llamadas redes sociales, como expresión y escenario también de las transformaciones no
sólo tecnológicas, sino culturales, con implicaciones para la cultura política y el ejercicio de
la “ciudadanía”.
Un ejemplo de esto es la aplicación de la “inteligencia artificial”, para proyectos de
6
comunicación y orientación no sólo con propósitos de mercado sino de “conducción” de la
opinión pública, o el uso creciente de “fake news” para “combatir” a los contrarios. También
aparece aquí el papel o el alcance de la educación política y cívica de la población, en tanto
contribuye a formar en valores, actitudes y comportamientos de las personas frente a la
democracia, a tener los elementos para el diálogo, el análisis crítico de la información y la
capacidad de argumentar y valorar puntos de vista con base en el respeto y el
reconocimiento del otro/a. Todos temas que merecen atención pero se salen del tema
central de esta conferencia.

En resumen el ejercicio democrático efectivo se caracteriza por la existencia de “reglas


ciertas y resultados inciertos” (Claus Offe), asunto que está determinado tanto por la
institucionalidad – que se espera se caracterice por la certeza y claridad de las reglas–, las
formas y garantías de competencia política en condiciones de igualdad, como por los
niveles de participación de la ciudadanía, su capacidad crítica y de acción, sus intereses,
motivaciones e inclinaciones respecto de la conformación o configuración de las diferentes
instancias de representación, o en otros espacios de decisión sobre diversos asuntos
públicos. Se trata claro está de enunciados prescriptivos, que deben ser evaluados y
verificados en las “democracias realmente existentes”, lo que remite al análisis de la “forma
concreta que asume la democracia o el régimen político en cada país.

DEMOCRACIA Y LEGALIDAD: DEL ESTADO MÍNIMO AL ESTADO SOCIAL DE DERECHO.


Integrando la perspectiva del origen de la democracia con la de los fines, retornamos a
Norberto Bobbio, quien señala como segunda dimensión o eje constitutivo de todo régimen
político, el principio de legalidad, y que respecto de la democracia se realiza mediante:

A) El Estado de derecho, que implica que el estado – y el despliegue de sus funciones-


se sustenta y debe cumplir un conjunto de reglas:
1. Relacionadas con el reconocimiento y la garantía de las libertades y derechos
básicos de los ciudadanos (as): libertades políticas ( opinión, organización, de
expresión, participación y elección política), derechos civiles, y legales ( como el
debido proceso) .
2. En segundo lugar reglas que regulan el ejercicio del poder, por ejemplo
a través de la división y el control del poder del estado (separación, controles y
contrapesos) 4, definiendo límites al ejercicio del poder público, el concepto de

4
En este punto se puede proponer un ejercicio práctico – un taller – primero para mostrar la estructura
institucional en Colombia y segundo para identificar cómo y hasta que punto se verifican estos principios en el
diseño institucional de la Constitución Política e igual en el funcionamiento de las instituciones, en particular a
partir del cambio de la Constitución que aprobó la reelección, ya eliminada pero que generó efectos “hacia
adelante” en la dinámica de los controles y contrapesos.

7
función pública, de responsabilidad de quienes ejercen funciones públicas.
3. Se deben incluir las reglas las que determinan como se renueva y se alternan las
formas de representación y de ejercicio del poder, y los procedimientos. Principios
que implican entre otras unos límites a la denominada regla de las mayorías y que
establece derechos de las minorías a existir, incluso a tener espacios para hacer
control, fiscalización y ejercer contrapesos. En este sentido se resalta que la
democracia implica la defensa del derecho de las minorías a expresarse y existir.
B) El Estado Social, que se conecta con la perspectiva de los fines de la democracia,
es decir la democracia como búsqueda de la equidad y justicia social.
Para muchos – y tal vez, es el sentimiento popular - lo más importante son los fines de la
democracia, es decir a quien sirve o para qué sirve? que en pocas palabras – en la historia
y el desarrollo concreto de la democracia – apunta a la equidad por medio del
reconocimiento y la ampliación de Derechos Económicos, sociales y culturales, instituidos
en declaraciones de derechos humanos ( La Declaración de 1948 y su complementación a
través de diversos pactos y declaraciones internacionales) y nacionales (Constitución
Nacional y Carta de Derechos) uno de cuyos desarrollos e s e l reconocimiento y
protección de la diversidad cultural y étnica, también nuevos derechos: al medio
ambiente y a la paz.
La integración entre las instituciones del Estado de Derecho y las del Estado Social,
conduce a la noción de Estado Social de Derecho, que claramente demanda desarrollos
institucionales, culturales pero igualmente soportes económicos, para sustentar este
proyecto de universalización de derechos y de ciudadanía social. En efecto, el Estado Social
de Derecho implica el desarrollo de mecanismos, planes, programas y políticas públicas que
permiten hacer efectivo los fines y propósitos de la democracia, relacionado con lo que
algunos autores denominan la legitimidad por resultados y logros, especialmente en
términos de equidad, de liberar a las personas de la pobreza extrema y de estados de
necesidad, que se convierten en verdaderos limitantes de la libertad y su pleno ejercicio.
En este sentido la legitimación del Estado y las autoridades, el respeto a quienes ejercen
funciones de gobierno y representación, procede no sólo por su origen – poder delegado -
, sino por las realizaciones y el cumplimiento de promesas o responsabilidades instituidas.
Por ejemplo la eficacia del Estado y las autoridades en garantizar la vida, proteger las
libertades de las personas, el acceso y la efectividad del derecho a la educación, a la salud,
el medio ambiente, la paz etc.

DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS

Sintéticamente se puede afirmar que democracia y derechos humanos son dos realidades o
dimensiones biunívocamente relacionadas, en su historia, en su fundamentación filosófica y
política y en su existencia viva. La democracia en su sentido más integral y moderno exige y
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sólo puede entenderse en condiciones de desarrollo de la cultura y las instituciones de los
derechos humanos de otra parte, estos, en su afirmación, ampliación y efectividad se han
forjado en contextos “democráticos”, en diversos países.
Por tanto, entendemos los derechos humanos en tanto valores, ideales y condiciones,
moral, política y jurídicamente exigibles para el logro del Bienestar, la realización y desarrollo
pleno de las personas. En otras palabras los derechos humanos como conquista jurídica,
política, ética y social representan el reconocimiento de la dignidad humana (Papacchini); su
desarrollo y evolución en los últimos dos siglos expresan la propia expansión, el crecimiento
de la conciencia ética y política respecto de que es la dignidad humana.
Histórica y políticamente la concepción o la comprensión sobre qué son los derechos
humanos ha determinado los límites o el horizonte de la democracia como forma de
gobierno, pero sobre todo en tanto forma de vida, de garantías básicas que la sociedad,
organizada bajo la forma de Estado, ofrece a todos y cada uno de sus ciudadanos.
El reconocimiento de las libertades y derechos individuales, políticos y civiles primero, como
ideales de la Revolución Francesa (Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, de
1789) y luego de los derechos sociales y colectivos concretados primero a nivel de países
singularmente considerados (por ejemplo en la constitución Francesa de 1791, en la Norte
Americana de 1787, en la Constitución Mexicana de 1917 y otras)5 y a escala internacional,
a partir de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y la sucesión de Acuerdos
y pactos que han ido configurando la doctrina e instituciones Internacionales del campo de
los Derechos Humanos. Forjados en un proceso complejo, de luchas, encuentros y
desencuentros, en unos casos a partir de las experiencias de países o grupos de países (con
formas y desarrollos diversos), de discusión e intercambio en foros e instancias
internacionales que igualmente nutrieron esas declaraciones, acuerdos y la cultura de
derechos humanos, como mínimos comunes aceptadas por los países firmantes, en tanto
“comunidad internacional”. En esa construcción intervinieron, diversas corrientes
ideológicas: liberales, socialdemócratas, socialistas, comunistas y democratacristianas, que
participaban desde la legitimidad conferida por liderar y gobernar en el abanico de países
representados en la ONU.
Se han ido configurando además diferentes “generaciones” o tipos de Derechos, que
contribuyeron a ampliar los valores y la cultura de reconocimiento de la dignidad humana y
ampliando la fundamentación de los regímenes democráticos, en aspectos centrales como:
la soberanía popular, el desarrollo del estado de derecho, hasta su forma moderna de Estado-
Social de derecho y más recientemente el enunciado de derechos de nueva generación
propios no sólo de las realidades del siglo XXI, sino de la conciencia ética y política y de la
lucha de los movimientos de defensa y promoción de derechos humanos, concretados en
derechos al medio ambiente, de género y diversidad, al desarrollo y la paz, de la naturaleza,
entre otros.

5
UNAM ( 2016) Las Primeras Constituciones Modernas. Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Estudios
Jurídicos de la UNAM. https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

9
IDEAL, PROYECTO Y REALIDAD: ENTRE JUICIO, BALANCE Y EVALUACION

En este punto parece necesario plantear el debate sobre el contraste, de una parte, entre
la democracia como proyecto o propuesta teórica y política (el ideal prescriptivo) y la
democracia delineada en el marco Constitucional y legal de cada país; y, por otra, entre el
proyecto Constitucional y legal y la democracia realizada a través de las “instituciones en
acción”, es decir políticas, programas públicos y las oportunidades efectivas con las que
cuentan los y las ciudadanas en cada país y momento. Son dos operaciones lógicas
diferentes, la primera es una discusión más teórica, respecto del modelo y el alcance del
orden constitucional y legal definido en un momento y contexto histórico concreto. En este
sentido por ejemplo debe recordarse que la promulgación de la Constitución de 1991, en
Julio de 1991, significó un cambio de modelo de una democracia restringida ( estado de
derecho parcial y estado social marginal)6 al proyecto de una democracia más amplia e
integral, bajo la forma de estado social de derecho y la promesa de profundizar el sentido
de la participación de la forma exclusivamente representativa, ampliándola a formas
participativas.

De otro lado la segunda operación implica un ejercicio evaluativo, de análisis político,


respecto del desarrollo y la efectividad del proyecto constitucional, los principios e
instituciones, definidas en el orden constitucional, contrastados con la vigencia y “realidad
práctica”, expresada en la efectividad y un determinado grado de cumplimiento de los
diversos derechos; por ejemplo la efectividad de políticas y programas públicos enunciados
para hacerlos efectivos e igualmente la gestión efectiva a través de instituciones y su
materialización en las formas de vida concreta de las personas. En realidad esto implica
juzgar no sólo hasta qué punto la institucionalidad hace posible los logros, sino también la
forma en que el sistema político, el modelo económico, los valores y la cultura política
predominantes en el país han hecho posible la realización de derechos y por tanto de los
principios y propósitos enunciados. Se trata de un asunto complejo referido a la realización
y cumplimiento de los derechos humanos, como columna vertebral, del Estado Social de
Derecho propuesto en la Carta Constitucional de 1991, que tiene que ver con varios
aspectos: a) los enunciados constitucionales y jurisprudenciales – sentencias de la Corte
Constitucional, b) los desarrollos legales a través de leyes aprobadas por el Congreso de la

6
‒ Este fue precisamente parte del debate que antecedió y fundamentó desde mediados de los años 0chenta
la necesidad del cambio del orden constitucional, precipitado en el contexto de varios magnicidios (Luis
Carlos Galán del Nuevo Liberalismo en 1987, Bernardo Jaramillo de la Unión Patriótica y Pizarro Leon
Gomez en Abril de 1990), proceso impulsado por el movimiento de la 7ª papeleta, votada masivamente en
las elecciones de 1990. Alvarez A. (2001) El Cambio Constitucional en Colombia y los obstáculos a las
transformaciones del Régimen político; Armas contra la Guerra, Edición Plural, 2001. Ver Video Revolución
sin Piedras.

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República c) las políticas públicas, planes y programas, propuestos por el poder Ejecutivo y
de otra parte con la d) la gestión pública, y, e) el compromiso de los actores directamente
responsables de los mismos. Pero sería incompleto el análisis sino se contemplan o evalúan
las condiciones y factores de contexto (económicos, sociales y culturales) que favorecen el
acceso y cumplimiento o al contrario que operan como limitantes al disfrute y la efectividad
de los derechos. Como ayuda metodológica se propone una matriz de análisis que señala
las dimensiones que podrían considerarse para una evaluación de cada derecho pero igual
de los diversos tipos de derecho, en el cuadro se ejemplifica con el derecho a la educación.

Dimensión del Análisis Objeto y sentido

Definición Determinar la forma y el alcance del derecho: como


Constitucional principio, como derecho fundamental o de que tipo,
cuáles destinatarios o sujetos/as de derecho, cuáles
Artículos 67, 68, 69 y 70
responsables ( protección, garantía, promoción, respeto
(Derecho a la Educación) ).

Desarrollo Legal Determinación de las leyes y otros instrumentos que


regulan el ejercicio, la protección y la garantía del
Ley 115 de 1994
derecho, que define mecanismos, responsables,
Ley 30 de 1992 recursos, instituciones, formas de control y verificación

Ley 715 de 2001 y otras


más,

Políticas, Planes y Instrumentos que transforman cada derecho en


Programas prioridades y objeto de la política al mando, de los
planes y políticas de las instituciones y los diferentes
Planes Decenales de
niveles de gobierno (nacional, regional, local o sectorial
Educación, Plan Nacional
) dentro de períodos determinados. En los que además
de Desarrollo y Planes
se definen presupuestos, programas y acciones para
Territoriales y Políticas y
determinados períodos de tiempo.
programas locales

Responsables y gestión Implica la evaluación de la naturaleza y la forma de las


concreta entidades o instituciones concretas, establecidos para
realizar la gestión; implica evaluar la eficacia, la
Instituciones Educativas
eficiencia, la calidad, la pertinencia y oportunidad con la
oficiales y no oficiales.
cual realizan la atención, la satisfacción, la protección,
Básica, Media y Superior
la promoción o la garantía de determinado derecho;
Diversidad institucional por ejemplo en el caso de la Educación la forma como
operan las Instituciones educativas en todos los niveles,
y el papel de actores claves como maestros y maestras,
su profesionalismo, formación, compromiso y
motivación.

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Otros actores Además del actor institucional o responsable directo,
siempre hay actores de la propias instituciones y de la
Familias, padres y
sociedad civil, y también de las comunidades y las
madres
personas singularmente implicados; con
Empresas y responsabilidades de tipo ético o social o incluso legal,
empleabilidad en el cumplimiento, la no afectación o en la
contribución a la realización de cada derecho.
Iglesias
Incluso en algunos derechos el sujeto/a de derecho es
Medios de información también agente, por ejemplo en el derecho al medio
Maestros/as ambiente o en el derecho a la educación… esto lleva en
muchos casos a plantear el tema si todo derecho
Estudiantes implica responsabilidades o deberes.

Cumplimiento Un tema igualmente complejo se refiere a los criterios y


parámetros con los que se “juzga”, “califica” o “mide”,
Cobertura y calidad
el cumplimiento, la satisfacción de cada derecho.
Indicadores de
Aparece allí la necesidad de definir indicadores
cobertura, de asistencia,
precisos, aceptados, identificados conforme parámetros
de permanencia, logro,
aceptados académica y técnicamente: de acceso,
deserción
cobertura, calidad, entre otros y el establecimiento de
métodos adecuados de medición.

Análisis e interpretación Finalmente el análisis o la evaluación se orienta


precisamente a revisar críticamente las razones,
factores, condiciones y responsables que determinan
los niveles de satisfacción, logro, disfrute etc. de cada
derecho o / al contrario de insatisfacción, deficiencia,
no garantía y en algunos casos de negación o de
violación de determinado derecho. Implica una
discusión sobre los recursos implicados, las formas
organizativas y de gestión.

En el análisis de factores contextuales juega especial


relevancia las condiciones económicas y qué tanto
generan ( o no ) oportunidades7; una economía política
sustentable, pero al mismo tiempo con niveles de
productividad y solidaridad que hacen posible la
sostenibilidad del Estado social de Derecho.

7
En general hay la percepción de que la no satisfacción de derechos está principalmente vinculada con los
recursos y específicamente con la financiación por parte del estado, sin negar su relevancia y condición de
sustento, se trata de una condición, que incluso supone la eficacia o la existencia de una “economía política”
de los derechos y de la democracia, que se conecta con la “efectividad productiva y distributiva del modelo
económico en que se sustentan aquellos.

12
En el caso educativo se trata de una confluencia de
factores: derechos, políticas educativas, los planes
concretos, los recursos y prioridades, la gestión a nivel
territorial – responsable directos del servicio educativo
– y a nivel de cada institución educativa, la formación y
el papel de directivos escolares, de los maestros/as, y
de las comunidades educativas, también las condiciones
socio-económicas y el “capital cultural” de las familias,
el entorno socio-económico y “las señales” y la
conexión entre la “educación” como proceso y la “vida
social”. Esta complejidad de factores puede explicar la
diversidad de logros y resultados que se evidencian, en
términos de cobertura, acceso, permanencia y calidad;
en término no sólo de diferencias, entre tipos de
educación – pública o privada-, por regiones y
territorios y grupos sociales, sino también las
desigualdades.

Fuente: Elaboración propia

El asunto y la pregunta para propósitos de reflexión no sólo conceptual, sino política y


pedagógica, es cómo procedemos cuando valoramos o hacemos un juicio respecto de la
democracia, o del estado social de derecho: hacemos referencia al orden constitucional o
al orden legal? a las políticas y planes? o a la gestión pública efectiva de estas? O a todas
las anteriores? Se trata de dimensiones relacionadas, pero cada una tiene su especificidad.

Lo hacemos como una “evaluación parcial” ( de algún derecho) o una evaluación


“sumativa” de diversos derechos que consideramos fundamentales? Cuáles tomamos o
consideramos? Cuál es la jerarquía que le asignamos a unos y a otros, o a cuál dimensión
de la democracia pretendemos evaluar ( la de procedimientos, la de los fines, el estado de
derecho, el estado social o el conjunto?).

Se trata de un asunto complejo y exigente, entendiendo que hay concatenación,


integralidad, articulación, continuidad y también tensiones entre los derechos ( las
libertades vs. los derechos de equidad, por ejemplo) y esas diferentes dimensiones, pero
de la misma forma podría señalarse que cada uno tiene una especificidad y unas exigencias,
así como cada dimensión, se concatena y entra en tensión con las otras.
En realidad los “juicios” respecto de la efectividad de las institucionalidad o la promesa del
Estado social de derecho, generalmente integran la adecuación al marco teórico, y la
realización práctica de las diferentes dimensiones, de derechos y libertades que se
consideran fundamentales en cada dimensión. Pero además se tiende a juicios categóricos

13
a partir de aspectos que se consideran sustantivos, o son particulares y casuísticos8. En
muchos casos además especialmente desde los llamados medios de comunicación hay
nociones construidas e instaladas, que se vuelven dominantes, y que deforman o
simplifican los problemas y las situaciones, así como la misma comprensión sobre la
“democracia realmente existente”, con nociones construidas y repetidas que se vuelven
“verdades incontrastables” ( sea en el sentido positivo o negativo).

Por ejemplo en cuanto a la verificación del principio de soberanía popular, se requiere


evaluar no sólo la existencia sino la efectividad de los derechos de participación y de
organización, las condiciones de acceso y la garantía para la participación, la
representación, la elección, el derecho al voto, la libertad de opinión, el acceso a medios
efectivos en materia de derechos político.

Asunto que tiene que ver no sólo con principios constitucionales y legales, sino con el
funcionamiento de la institucionalidad responsable por ejemplo en el proceso electoral – la
Registraduría en el caso Colombiano-. Como un punto central el modo como funciona el
“sistema político” ( los partidos, movimientos políticos y grupos de poder), la “real polítik”,
las costumbres políticas y de participación, la incidencia de factores que distorsionan la
efectividad de una participación libre y competitiva ( las formas de financiación y la
incidencia de interés corporativos o de “grupos”); en el caso Colombiano se debe agregar
la incidencia de la violencia política, como un asunto especialmente relevante la cultura
política dominante, las capacidades y disposiciones participativas de los y las ciudadanas.
Otro aspecto importante tiene que ver con el acceso a los medios y la propia orientación
de éstos. Ahora bien, contemplar todos los anteriores factores o condiciones, implica un
esfuerzo de análisis e indagación más o menos sistemático, lo que no siempre es posible
sobre todo porque puede ser más fácil proceder con juicios categóricos para “juzgar las
situaciones”.

LA DEMOCRACIA LOCAL Y LA AUTONOMIA RELATIVA TERRITORIAL

Debe recordarse que la idea de Estado de Derecho en tanto República, se asociaba


directamente con el surgimiento de los Estados- nacionales, que implicaba precisamente la
construcción de Estados más o menos centralizados, con capacidad de gobernar el
conjunto del territorio del país. Este implicaba un sistema de reglas y unas formas de
gobierno de validez, vigencia y aceptación en el conjunto del territorio del país – de allí
la idea de soberanía nacional –, por sus habitantes –en tanto pueblo o nación - con
memoria e identidad/es en torno a un conjunto de elementos como lengua, la historia, la
cultura y diversas tradiciones y como uno de sus elementos el monopolio de la fuerza en

8
A partir de lo anterior recomiendo como ejercicio, intentar la evaluación por tipos de derecho, según la
clasificación que se adopte ( primera generación, segunda, tercera y cuarta generación, fundamentales,
económicos, sociales, culturales, ambientales, etc. O tomar derechos específicos)

14
todo el territorio.
Desde sus albores en el siglo XIX y en el siglo XX, cobró fuerza la idea de la descentralización
del poder, bajo diferentes enunciados y modelos: República Federal, Autonomías
territoriales y la Descentralización política (caso colombiano). En este caso apunta a pasar
de las formas centralizadas de gobierno, al ejercicio del poder considerando la dimensión
territorial, por ejemplo a nivel regional y local, o los territorios indígenas en Colombia
(Artículo 285 C.P). Este desarrollo ha implicado el reconocimiento de la diversidad de
tradiciones y de formas culturales (vinculadas con territorios concretos, la diversidad étnica
y cultural). En el caso Colombiano se vincula con una de las reformas derivadas de los
intentos de acuerdo de paz, de comienzos de los años ochenta entre el Gobierno de
Belisario Betancur y las antiguas FARC y otros grupos. En efecto uno de sus resultados fue
“la apertura política”, que estableció la elección popular de alcaldes y fortaleció la
descentralización (1982/1984); luego profundizada por la Constitución de 19919.

Desde otra perspectiva puede entenderse como forma de desarrollo del principio de la
Soberanía popular y del Estado social de derecho, expresada en la descentralización del
poder o de los espacios de decisión y la construcción de políticas, planes y programas,
desde y directamente generadas desde y con los territorios y las comunidades.

Esta perspectiva, que pudiéramos enunciar como “democracia local”, fue ampliada por la
Constitución de 1991, con la promesa de democracia participativa, en tanto redefinió el
ordenamiento territorial y dotó de diversos instrumentos determinando competencias y
funciones específicas a los municipios y departamentos en el desarrollo del estado social
de derecho, en el ámbito local y territorial. En particular con el reconocimiento de este
nivel estatal como productor de políticas y programas públicos, (planes de desarrollo,
planes de ordenamiento territorial entre otros)10 en conexión con las potencialidades de
los territorios pero también de las demandas y expectativas de ciudadanas/os y
comunidades. Se trata de una autonomía relativa, condicionada por una institucionalidad
y una cultura relativamente centralista, que no obstante ha permitido que desde los
territorios se desarrollen proyectos y procesos diversos y de alguna forma el alcance de esa
autonomía tiene que ver con condiciones económicas, políticas y culturales y la iniciativa
de comunidades y ciudadanos/as. También en este caso se puede evidenciar como la
descentralización ha tenido alcances y desarrollos, diferentes, en los diversos territorios y
regiones del país, tanto a nivel de Departamentos o de municipios.

9
La CP del 91 la amplió además incorporando plenamente la idea de diversidad y pluralidad
cultural, como el reconocimiento de los territorios indígenas y afros y los derechos asociado al
género, en congruencia también con el principio de amplias libertades .
10
Al respecto el debate desde hace varios años se refiere a los intentos de recentralización a través de varias
reformas constitucionales, en relación con la asignación y administración de recursos y el cumplimiento de las
competencias. Ver : Ley 60 de 1993, Ley 136 de 1994, Ley 715 de 2001
15
El proyecto de la democracia local se complementó o reforzó con la puesta en marcha de
formas e instancias de participación11 desde el ámbito local y en los diferentes sectores de
la gestión pública. Respecto a este tema igualmente hay diversos trabajos que muestran
un fuerte desbalance entre la oferta participativa y la demanda ( es decir la participación
efectiva)12, que se asocia con el tejido y la cultura participativa de comunidades y
ciudadanos/as y sus formas de organización y expresión, e igualmente con la tendencia a
la cooptación por actores políticos e institucionales.

Ahora bien en clave de balance crítico igualmente se puede analizar la dinámica


institucional de la relación entre centralización y descentralización en Colombia, respecto
de la cual, diversos trabajos indican la tendencia a re-centralizar y a recortar la autonomía
local por parte del poder central, especialmente desde una perspectiva fiscalista – control
del gasto – pero también por desconfianza en las capacidades de los territorios para
desarrollar formas de autogobierno, ante la extensión de problemáticas de corrupción o
por las limitaciones en la propia gestión.13 El segundo aspecto es la evaluación o el balance
sobre la democracia local en sí misma, en tanto ejercicio de la soberanía en los territorios
y en parte de empoderamiento desde las comunidades y ciudadanos/as, como condición
del propio éxito de la descentralización. Aspecto que se relaciona con el punto siguiente.

ESTADO DEMOCRATICO, SOCIEDAD CIVIL, SOCIEDAD P0LITICA Y CIUDADANIA

Volviendo a nuestra idea inicial de los tres enfoques o perspectivas respecto de la


democracia, son diversos los intentos por integrar esas diferentes dimensiones y sobre
todo por explicar su mayor o menor desarrollo, en el tiempo y en el espacio. Podría
afirmarse que la configuración de los regímenes democráticos concretos en cada país
depende de tradiciones y de las fuerzas políticas y culturales que han conducido al
desarrollo y la ampliación del ideal y las formas de democracia realmente vigentes. Proceso
que tiene algunas claves, en primer lugar el de las reglas de participación e incidencia en la
toma de decisiones ( formas directas, representativas o participativas), los mecanismos de
control del poder; en segundo la noción y el alcance de los derechos humanos como un
eje sustantivo de la formación de la democracia, de la institucionalidad y la cultura de cada
sociedad, cuya expansión ha ido de la mano de la ampliación de la propia noción y del
ejercicio de la democracia.

11
Se puede consultar una herramienta que reúne y resume información sobre las Instancias Reglamentarias de
Participación Ciudadana (IRPC) vigentes (https:// www.dnp.gov.co/DNPN/Clic-Participación/).
12
Un balance crítico se encuentra en el trabajo de Velasquez et. Al (2020) Qué ha pasado con la participación
ciudadana en Colombia? 2003-2018. Edición Foro Nacional por Colombia.
13
Ver Rinde (2010): Veinticinco años de la descentralización en Colombia. Edición Konrad Adenauer.

16
En síntesis el ejercicio de evaluación en cuanto a la distancia entre la democracia y el estado-
social como concepto, no puede reducirse sólo a su desarrollo en el marco constitucional y
el grado o nivel de cumplimiento, en las políticas, programas y en la gestión pública concreta;
sino también en la vida económica, social y en la cultura viva del país. Al respecto no puede
pensarse, ni entenderse la existencia de Estado e institucionalidad democráticas, al margen
o haciendo abstracción de la sociedad, en tanto la realización de sus reglas, propósitos y
cultura requiere y supone agentes y actores concretos de su vigencia y vivencia.
Por eso son fundamentales los acuerdos y valores básicos - o de mínimos – que diferentes
fuerzas políticas y la sociedad asumen como ideal y praxis de la democracia, entonces el
asunto no es simplemente del “estado”, sino también de la “sociedad”: un estado
democrático propicia y al mismo tiempo supone y requiere personas, sujetos/as y sociedad
democrática. No puede existir un lado sin el otro y los déficits en uno se expresan en el otro.

SOBRE LOS ACTORES, LA SOCIEDAD POLITICA Y LA SOCIEDAD CIVIL


Precisamente esto nos conduce al tema de la naturaleza de los actores si son simplemente
los individuos o si se trata de actores colectivos, desde mi perspectiva deben considerarse a
ambos tipos de actores, pero entendiendo los alcances y las limitaciones de unos y otros.
Los actores colectivos por excelencia, tienen que ver con la asociación y la organización de
las personas y grupos para la acción política, estos han sido en primer lugar los partidos y los
movimientos políticos, pero así mismo se reconoce el papel de las organizaciones y
especialmente los movimientos sociales, que se expresan y actúan en la esfera pública y
tienen incidencia no sólo en las dinámicas sociales y políticas generales, sino en las políticas
públicas.
Algunos estudiosos de las ciencias sociales, hacen referencia a la existencia de esferas
diferentes, pero con múltiples conexiones y relaciones, de una parte una esfera que
conformada con los actores políticos, que se podría denominar “sistema político” o
también “la sociedad política”, dentro de la cual por ejemplo pueden incluirse la
denominada “clase política”, los miembros de los partidos y movimientos políticos que
representan a diferentes sectores o grupos de ciudadanos/as y que se mueven
particularmente en las instancias de gobierno y representación de los estados. Las lógicas,
formas de constitución y de expresión de estos actores hacen parte de todo un campo de
estudio de las ciencias políticas y se refiere al mundo y al campo de la política.
La segunda esfera denominada la “sociedad civil”, concepto enunciado desde la filosofía
política, hace referencia a la expresión de los ciudadanos y ciudadanas como sujetos con
una autonomía relativa, respecto precisamente del Estado, pero también de la sociedad
política; además implica su presencia a través de formas asociativas muy diversas: gremios,
grupos culturales, religiosos, científicos y otros que expresan la diversidad de intereses de

17
las personas pero también su vitalidad como grupos o colectivos sociales.
Respecto de la democracia, el debate, la reflexión, el clima ético e intelectual, las luchas y
demandas desde la sociedad civil y la sociedad política (partidos y movimientos políticos y
movimientos sociales), han sido fundamentales en la modelación y determinación no sólo
del ideal sino de la praxis de la democracia. Ahora bien, parte de las transformaciones de
la llamada postmodernidad, se expresa no sólo e n la creciente y dominante
individualización, que en el terreno político lleva a que las formas de representación hayan
pasado de las figuras asociativas que implicaban formas de construcción colectiva –partidos
y movimientos – a la delegación completa en figuras con gran poder mediático; así como a
una pluralidad de “formas de representación”, vinculadas por ejemplo más a aspectos
identitarios, que no niega pero que parece poner en tensión la búsqueda de “asuntos de
interés común”.
Termino esta conferencia, señalando que este tema de la democracia y los asuntos
enunciados atrás se vinculan en forma directa con el campo de las políticas públicas, en
tanto por una parte a través de las políticas y programas públicos, se expresan – o se
pretende que se concreten - los principios, los valores y también muchas de las promesas
del ideal democrático, y por otra, porque el surgimiento, la formación y desarrollo de las
políticas públicas se fundamentan en el contexto y la institucionalidad democráticas y
especialmente en la dinámica que le imprimen sus actores políticos y sociales, y los valores
dominantes en cada momento. Pero no sólo en tanto enunciado de objetivos y
lineamientos, sino traducidos en programas, gestión y desarrollos concretos.
Adolfo A Alvarez R
Santiago de Cali Septiembre de
2023

BIBLIOGRAFIA BASICA

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