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Riesgos y los beneficios de la inteligencia artificial

I .Los relatos humanos

Es propio de Harari, leer la historia humana a través de los mitos o relatos que han impulsado nuestro
desarrollo desde etapas primitivas, ya lo vemos desde su obra “de animales a dioses”, y ahora en su
interpretación del joven siglo 21. Harari, parte por recordar como el umbral de este siglo estuvo precedido
por tres relatos dominantes como expresión de diferentes formas de ver el mundo, el caótico siglo XX se
resume para el historiador según la pugna entre el facismo, el comunismo, y el liberalismo; el mundo fue
entonces el telón de fondo sobre el que se imprimieron con violencia las luchas derivadas de esta dialéctica
de la historia. La humanidad con un alto costo, tuvo que defender sus sueños de libertad frente a la amenaza
del facismo, enemigo que logro reunir los esfuerzos de las naciones herederas de la tradición política “desde
finales de la década de 1940 hasta finales de la de 1980 el mundo se convirtió en un campo de batalla entre
solo dos relatos: el comunista y el liberal”

Pero este sería un primer Round, el mundo liberal vio surgir otra amenaza, el comunismo, con el triunfo
de la revolución Cubana en 1959, se erigía a sí mismo como la promesa de superación de las contradicciones
propias del mundo liberal: la reducción de la desigualdad, un gobierno proletario, la eliminación la pobreza
acogiendo un sistema económico diferente cuyo acento no está marcado en las dinámicas del consumo y la
producción, y claro esta, el comunismo prometía también devolver la humanidad a la tierra edénica, a un
mundo de felicidad sin trabajo. Este proposito, solo era posible si la humanidad estaba dispuesta a sacrificar
su libertad, se trata de una ecuación simple: >Libertad = >Mayor desigualdad, >Igualdad = <libertad. Era
esta una conceción que no podía hacerse, en el poder del la libertad reside el discurso liberal, y es por ello,
que: “desde finales de la década de 1940 hasta finales de la de 1980 el mundo se convirtió en un campo de
batalla entre solo dos relatos: el comunista y el liberal”, dice Harari.

No fue una lucha fácil, la llamada “Guerra fría” que enfrento en diversos ámbitos de la vida humana el
relato comunista con el relato liberal, se prolongó durante casi cuarenta años hasta el fracaso estrepitoso del
comunismo con la disolución de la Unión Soviética, finalmente el supermercado se mostraría más fuerte que
el gulag, afirma Harari. No hay lugar dudas, este largo período de confrontación permitió que el relato
liberal se afianzará en el mundo occidental, ejerciendo una profunda influencia en la mentalidad de un
sujeto político que concibe el mundo, la educación, los derechos, el trabajo, y tanto los proyectos de vida
privados como públicos, íntimamente ligados a los principios de la economía liberal. Harari al respecto,
caracteriza el éxito del relato liberal de la siguiente manera:

“El relato liberal celebra el valor y el poder de la libertad. Afirma que durante miles de años la
humanidad vivió bajo regímenes opresores que otorgaban al pueblo pocos derechos políticos,
pocas oportunidades económicas o pocas libertades personales, y que restringían sobremanera
los movimientos de individuos, ideas y bienes. Pero el pueblo luchó por su libertad, y paso a
paso esta fue ganando terreno. Regímenes democráticos reemplazaron a dictaduras brutales. La
libre empresa superó las restricciones económicas, las personas aprendieron a pensar por sí
mismas y a seguir su corazón, en lugar de obedecer ciegamente a sacerdotes intolerantes a y a
tradiciones rígidas. Carreteras abiertas, puentes resistentes y aeropuertos atestados sustituyeron
muros, fosos y vallas de alambre de espino.” (Harari. P. 25)

¿Cómo no iba a triunfar el relato liberal? Mientras el mundo liberal estaba en la cresta de la ola,
impulsado por las ideas de competitividad, bienestar, progreso, propiedad privada y derechos individuales,
los países que se empeñaban en el modelo comunista se veían sumidos en el profundo abismo de la pobreza,
el subdesarrollo, la represión económica, civil y política. Harari, considera también que el éxito del
liberalismo se debe a su profunda flexibilidad, a su capacidad de adaptar sus principios a las políticas
necesarias según las circunstancias, al punto que: “Triunfó sobre el imperialismo, el fascismo y el

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comunismo al adoptar algunas de las mejores ideas y prácticas de estos. En particular, el relato liberal
aprendió del comunismo a ampliar el círculo de la empatía y a valorar la igualdad junto con la libertad.”
(Harari. P. 66) Pese a este triunfo, tanto histórico, como de apropiación de la mentalidad humana, en el
relato liberal subyace una terrible paradoja, que parece le mueve a autodevorarse. La humanidad, al elegir
sus paradigmas existenciales y políticos a lo largo de la guerra fría, eligió la satisfacción ilimitada de sus
propios deseos como principio de establecimiento de todo orden social, de modo que el individualismo, el
deseo de bienestar, y la dinámica del progreso intervenido por la técnica se sitúan ahora en un contexto
histórico donde las tecnologías de la información y las biotecnologías, hacen que la satisfacción del
principio de placer se convierta, si no en una amenaza para la humanidad misma, al menos en razón de una
profunda decepción, afirma Harari.

El relato liberal, llamado a dirigir los destinos de la vida humana educó a varias generaciones en la
convicción de sus promesas, sin embargo y en primera instancia, dado las dificultades culturales y
económicas que ha supuesto la globalización, aunado con la primera crisis financiera de este siglo, desde
2008 la humanidad parece soportar un profundo desencanto al ver que al relato liberal no es inherente la
estabilidad, que sus promesas están lejos de cumplirse, incluso aún las de libertad en algunos países del
mundo, razón por la que a nivel global, por ejemplo fenómenos sociales como el de los indignados
estuvieron en auge. No siendo suficiente, el año 2016 trajo consigo dos eventos que impactaron
contundentemente el nuevo orden mundial, el triunfo del Brexit en Gran Bretaña y el triunfo de Donald
Trump en los Estados Unidos han profundizado la decepción en los estados liberales de occidente al punto
que muchas personas dice Harari, “Han terminado por considerar que la visión liberal es o bien indeseable
o bien inalcanzable”, tanto que parecen estar de vuelta los viejos deseos de un mundo jerarquizado,
separado por construcciones artificiales o naturales como la raza, el género y los nacionalismos, mientras en
otras partes del mundo se ha girado la vista hacia formas de pensamiento originario, como medio para la
revalorización de un mundo cada vez más caótico y convencido de que el relato liberal garantiza la plenitud
de sus promesas solamente a una minúscula élite global.

A pesar de la decepción y del desencanto, del caos, de las dificultades y de la complejidad de la época, el
pensamiento filosófico y la política tienen en este contexto un terreno muy fértil para la acción, tal vez como
en ningún otro tiempo, y de hecho, la política empieza a parecer interesante aún para los más desentendidos.
La aparición de conceptos como biotecnología, infotecnología, inteligencia artificial y psicopolitica, 1
suponen la constitución de unos nuevos paradigmas que nos alejan de la definición clásica de hombre
entendido como Zoon Politikon (animal político), hacia otro estadio en el que la revolución tecnológica,
revolucionará también la mente y el cuerpo humano alejándonos poco a poco de nuestra dimensión animal
como preludio de la transformación de nuestras formas políticas. Nuestras ideas y nuestra relación con el
trabajo, las finanzas, los procesos democráticos, nuestro modelo de familia y nuestros modelos de
interacción social vienen siendo transformados. Como hemos dicho, la humanidad necesita de relatos para
explicar y sostener el mundo en el que habita, no obstante, a pesar de que la disrupción tecnológica en la que
estamos inmersos es hija del relato liberal, este parece verse sobrepasado por su propia creación, Harari lo
esboza de la siguiente manera: “Durante la era industrial, el sistema político liberal se moldeó para
gestionar un mundo de motores de vapor, refinerías de petróleo y televisores. Le cuesta tratar con las
revoluciones en curso en la tecnología de la información y la biotecnología.” (Harari. P. 28) En adelante
examinaremos las razones de esta dificultad.

II. Inteligencia Artificial, infotecnología y biotecnologías

Pocas personas en el mundo son conscientes, de que en la última década los procesos democráticos
fueron influenciados por herramientas que inclinaron la balanza por uno u otro candidato, como lo fueron
los casos de triunfo de Barack Obama y Donald Trump en en los Estados Unidos. El éxito del primero
consistió en una brillante explotación de las redes sociales como plataforma de propaganda política, el
sencillo lema “Yes We can”, hizo eco más allá de las fronteras del país del norte con tal éxito mediático que
dicha elección supuso la derrota del enconado paradigma racial norteamericano, justo antes de restablecerlo
1
Concepto acuñado por el filósofo Byun Chul Han
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de manera tan rápida y enigmática, tal vez liquida diría Bauman, que la elección de Trump se anunciaba con
el nombre de una serie de televisión, Orange is the new black. Una vez más, la explicación del éxito de tan
improbable candidatura fueron las infotecnologias, y la inteligencia artificial.

La primera estuvo presente en la lectura de los flujos de información en redes sociales, internet, así como
la obtenida de las dinámicas de consumo, logrando así interpretar los factores que generaban reacciones de
descontento social en dichas herramientas. Tal lectura de la realidad Psicopolítica, apelando al concepto de
Byun Chul Han, le permitió a la gerencia y los asesores de campaña de Donald Trump, modelar su discurso
con base en esos parámetros de descontento, de frustración frente a promesas incumplidas por Obama, o
bien de satisfacción ideológica frente a la capa mas conservadora de la sociedad norteamericana. Por otro
lado, la segunda herramienta, la inteligencia artificial, fue determinante en el espionaje y obtención
fraudulenta de información que terminó afectando la candidatura oponente. A futuro, si no logramos
comprender y regular dichas herramientas a través del consenso político, estas tecnologías podrían ser
utilizadas con fines políticos tan sórdidos como el que describe Chul Han en su obra “Psicolopolitica”. “A
partir del Big Data es posible construir no solo el psicoprograma individual, sino también el
psicoprograma colectivo, quizás incluso el psicoprograma de lo inconsciente. De este modo sería posible
iluminar y explotar a la psique hasta el inconsciente.” (Chul Han. P. 35)

Un segundo aspecto de la vida política humana donde la IA ya ha incursionado, es en el ámbito de la


economía y las finanzas. Las mayorías ciudadanas viven sin entender cómo funciona la economía, que leyes
la rigen, ni cuáles son las variables que llegan a afectar los movimientos económicos, pese a esto, nuestro
estilo de vida, nuestros proyectos, nuestra cultura, la comprensión de nuestros derechos, en fin, nuestros
modelos de estado han sido caracterizados por un modelo económico que incluso ha rebasado los pesos y
contrapesos del orden político llegando a ejercer la práctica del poder real tras el telón de la democracia.
Frente a lo anterior, Harari, recuerda como el panorama humano puede complejizarse aún más desde lo
económico. La aparición de las criptomonedas, el mercado virtual, inteligencias artificiales que interpretan
las dinámicas macro y micro económicas, hacen ver que estamos muy cerca a que las políticas económicas
de una nación sean decididas por un algoritmo capaz de reconocer las variables mencionadas. “¿Puede el
lector imaginar un gobierno que espere sumiso a que un algoritmo apruebe sus presupuestos o su nueva
reforma tributaria?”, o bien, “¿Conseguirá el sistema político lidiar con la crisis antes de quedarse sin
dinero?”, pregunta Harari, señalando la verdad ineludible de que el orden político empieza a depender de un
orden virtual, lejos de saber si la corrección y adaptación de nuestras instituciones políticas, de nuestras
creencias y costumbres puedan responder a estos cambios. Veremos de qué manera la conocida flexibilidad
del discurso liberal le permitirá afrontar esta etapa, se trata de una adaptación difícil pues no hay posibilidad
de predecir las consecuencias de la biotecnología y la infotecnologia en los sistemas financieros.

Un aspecto desconcertante de las nuevas tecnologías tiene que ver con su capacidad para influir en el
mundo interno de los seres humanos, nuestra dificultad para corresponder con la famosa prescripción del
oráculo de Delfos como fórmula para una vida buena, parece que será anulada por las biotecnologías y las
intervenciones genéticas, las cuales prometen hoy el control de nuestro mundo interior permitiéndonos
proyectar y producir vida, dice Harari. Basta con recordar la situación actual de los avances en intervención
genética vistos con Savulescu para entender que estas nuevas tecnologías transformaran de manera rotunda
nuestra mente y nuestro cuerpo. El avance tecnológico, que parece ir de la mano con la necesidad humana de
realizarse como pleno dominador de la naturaleza, ha derivado en la aparición de nuevos campos y
aplicaciones científicas con consecuencias insospechadas, al punto que, parece estar cuestionada la esencia
misma de lo humano. La aparición de la biología sintética y el avance de la ingeniería genética abren
numerosas preguntas jurídicas, políticas y éticas acerca de un mundo donde el enfoque antropocéntrico y
todas sus construcciones se ve superado, y para el que resulta urgente pensar unos nuevos fundamentos y
límites ético-normativos que nos permitan afrontar las insospechadas consecuencias de estas
transformaciones, pues recuerda Harari, “Los humanos siempre han sido mucho más duchos en inventar
herramientas que en usarlas sabiamente” (Harari. P. 31), afirmando además que, “estas transformaciones
podrían alterar nuestro sistema mental hasta tal extremo que también este podría descomponerse.”

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Frente a este escenario, surge la pregunta por la relevancia y vigencia del discurso liberal en un mundo
que no está lejos de ser habitado por ciborgs, inteligencias artificiales, algoritmos conectados en red y
humanos intervenidos genéticamente. El viejo credo liberal ha sostenido la idea de libertad como principio
fundamental de nuestras instituciones y prácticas políticas llevándonos a realizar nuestros modos de vida de
acuerdo a unos parámetros de bienestar. No obstante, frente al panorama planteado, el discurso liberal
parece tornarse irrelevante y a la vez obligándonos a ver la política con otros ojos como le ocurre a Danny,
personaje de la serie Years and years, quien según la cita de apertura de este texto manifiesta su
extrañamiento e interés en las amenazas que se ciernen sobre el mundo al preguntar ¿Recuerdas cuando la
política nos parecía aburrida? Para el ciudadano de a pie resultará vital interesarse y participar activamente
en las dinámicas políticas, la acostumbrada indiferencia en estos temas habrá de verse vencida al saber “que
los algoritmos les quitaran el trabajo”, puesto que los desarrollos en inteligencia artificial traen consigo la
automatización de casi todas las formas laborales conocidas, principalmente las del pensamiento.
Avizoramos un futuro donde profesiones como la de abogado, médico, contador, profesor, y entre muchas
otras, serán reemplazadas por sistemas de inteligencia artificial capaces de analizar y procesar millones de
datos en milisegundos con un grado de fiabilidad y certeza para la toma de desiciones mayor que la
capacidad del cerebro humano en la ejecución de estas tareas.

III. El panorama político frente a las nuevas tecnologías

¿Pueden los parlamentos y los partidos tomar las riendas?

Harari, indaga sobre la oportunidad que tiene el relato liberal y sus prácticas políticas en el propósito de
contener la amenaza que suponen las nuevas tecnologías para la vida laboral de las personas. “Quizá en el
siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra una élite económica que explota a la gente, sino
contra una élite económica que ya no la necesita”, afirma el historiador con la intención de introducir el
problema que motivara las luchas políticas en este nuevo siglo, la irrelevancia. Venimos atestiguando como
los procesos de automatización se implementan de forma acelerada, reemplazando cada vez a un número
mayor de personas en el desarrollo de ciertos trabajos que ahora son suplidos por maquinas, con mayor
efectividad, sin cansancio, obviando obligaciones prestacionales, con costos de mantenimiento mínimo que
representan finalmente una mayor utilidad, y claro está, sin sindicatos.

La tendencia a la reemplazabilidad humana por máquinas, supone el crecimiento desbordado de los


índices de desempleo amenazando con sumir las sociedades contemporáneas en crisis de sostenibilidad
nunca antes vista. No debemos perder de vista, que el relato liberal ha hecho del derecho al trabajo y a la
vida digna propia de este una de las reivindicaciones clásicas de la concepción liberal de la libertad, y a
pesar de que hoy no podemos imaginar la idea de un mundo libre sin garantías suficientes de trabajo,
debemos empezar a considerar que seremos irrelevantes, y que surgirá una: “enorme clase inútil, que lleve a
revueltas sociales y políticas que ninguna ideología existente sabrá cómo manejar. Todos los debates sobre
tecnología e ideología pueden parecer muy abstractos y lejanos, pero la perspectiva muy real del
desempleo masivo (o del desempleo personal) no deja indiferente a nadie.” (Harari. P. 51)

Byun Chul han, en su texto “Psicopolitica”, ilustra de manera vehemente la amenaza que reviste para la
idea de libertad, el conjunto de transformaciones propias de la intervención de nuevas tecnologías. Además,
enfatizando en que el orden democrático y las instituciones políticas liberales no serán capaces de contener
ni de corregir los factores de riesgo en las nuevas tecnologías. El orden democrático visto desde la
perspectiva de Chul Han, por el contrario, está diseñado para perpetuar las estructuras de dominación tras el
velo frágil que supone la libertad, para el pensador Alemán las nuevas tecnologías han logrado perfeccionar
sus herramientas con un grado de estilización tal, que hoy deseamos ser oprimidos, que encontramos
realizado el principio de placer en la auto-explotación, encontrándonos en una jaula virtual que ya no
reprime el cuerpo sino la mente, para Chul Han, la humanidad llego a encontrar cierta forma de felicidad en
el paso de la disciplinarización del cuerpo a la de la mente, de “una ingeniería de estructuras a una
ingeniería del yo”, en tanto que: “A partir del Big Data es posible construir no solo el psicoprograma

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individual, sino también el psicoprograma colectivo, quizás incluso el psicoprograma de lo inconsciente.
De este modo sería posible iluminar y explotar a la psique hasta el inconsciente.” (Han. P. 27)

La amenaza del trabajo significa una amenaza para la idea de seguridad social sobre la que se sostiene el
relato liberal, y con esta, la idea de libertad parece disolverse por cuenta de las nuevas tecnologías y de las
psicotécnicas que surgen como nuevas formas de opresión. Los partidos políticos, las ideologías y los
parlamentos parecen ser superados por su propia creación , máxime porque en este nuevo mundo la política
y las dinámicas sociales parecen estar en manos de los cientificos y de los ingenieros, por ello, pregunta
Harari ¿Acaso alguien voto por el desarrollo y la implementación de internet?, o acaso, ¿Alguien ha
participado en las desiciones sobre los procesos de automatización que a nivel global están relegando al
hombre al lugar de la irrelevancia?

IV. El trabajo
“Cuando te hagas mayor puede que no tengas un empleo”

Pese a las dificultades y los riesgos señalados, Harari advierte que debemos rehusarnos a sumirnos en el
pánico, debiendo asumir una mirada de perplejidad que nos ayude a reconstruir el relato del mundo haciendo
síntesís de nuestras experiencias y aprendizajes históricos, entre tejidas con los cambios que devienen con
las nuevas tecnologías en procura de preservar y adaptar los principios esenciales del discurso liberal al
nuevo espacio político tras humano. Harari, en este sentido, se aboca al análisis del principio fundante del
mundo liberal al abordar las perspectivas futuras del trabajo como condición material de garantía de la
libertad frente a tecnologías como la inteligencia artificial que han empezado a desplazar el cuerpo como
instancia de objetivación laboral. Este desplazamiento del cuerpo como lugar originario del trabajo surge en
cuánto: “El neoliberalismo como una nueva forma de evolución, incluso como una forma de mutación del
capitalismo, no se ocupa primeramente de lo «biológico, somático, corporal» 2, optando ahora por nociones
como el neuro-enhancement, como medio para la ocupación de la mente, de modo que el trabajo dentro de
esta nueva lógica neoliberal se concibe según Byun Chul Han, asi: “Para incrementar la productividad, no
se superan resistencias corporales, sino que se optimizan procesos psíquicos y mentales. El
disciplinamiento corporal cede ante la optimización mental.” (P. 32)
Harari, especula sobre la situación del mercado laboral para el año 2050, y supone que los niveles de
automatización de los procesos laborales habrán llevado a millones de personas a ser innecesarias desde el
punto de vista económico, o bien, que según tal escenario tendrán que aparecer nuevas formas de ocupación.
El historiador señala, que este temor por la perdida de empleo derivada de procesos de tecnificación no es
nueva, recordando que esta forma de paranoia se remonta a los albores de la revolución industrial, cuando la
sociedades frente a la aparición de la maquina como medio más eficiente de producción temían el
advenimiento de una situación de desocupación masiva, sin embargo, la historia demuestra que con cada
maquina surgió al menos un nuevo empleo asociado a la operación de la misma. Pese a este juicio de
contexto, Harari advierte, que esta cuarta revolución por sus características, puede tener resultados no
deseados acerca de la garantía humana del empleo, en tanto que herramienta para la garantía de bienestar, y
como medio de dignificación de la vida si se piensa el trabajo como un derecho.

La especulación de Harari se sustenta con argumento antropológico, según el que las capacidades
humanas estarían limitadas exclusivamente a los ámbitos de los físico y lo cognitivo. Explica el historiador,
que en el pasado las maquinas amenazaban los empleos humanos relativos al ejercicio de la fuerza como
capacidad productiva, al mostrarse más eficientes y productivas que los hombres en este tipo de tareas, sin
embargo, en este punto el hombre se consideraba a salvo, privilegiado, convencido y seguro de que si bien
podía ser sustituido por las maquinas en los trabajos de fuerza, jamás podría serlo en las labores cognitivas.
No obstante, la actualidad del desarrollo tecnológico sugiere que esta supuesta situación privilegiada del
hombre se empieza a desvanecer. El desarrollo de la inteligencia artificial ha facilitado la creación de
maquinas no solo con capacidades cognitivas complejas, sino también capaces de interactuar y de
comprender las emociones humanas, haciendo que cada vez sea más borroso el límite que distingue entre

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Byun Chul Han, “Psicopolitica”, Ed. Herder, Barcelona 2014.
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humanos y maquinas, cerrándose cada vez más la brecha entre las creaciones de carbono y las de silicio
como las llamaría Daniel Dennett.

El éxito de la inteligencia artificial como herramienta para el diseño de máquinas con capacidades
cognitivas complejas, ha sido resultado de las investigaciones en neurociencia, actividad que ha permitido
descifrar los procesos cognitivos y emocionales humanos tanto a nivel químico como fisiológico, corriendo
el velo del misterio permitiendo ver que en nuestra “conciencia” no reside ninguna cosa misteriosa o
mágica, y que al contrario de poseer un “Libre albedrío”, conductualmente seguimos una lógica similar a la
que cumple una máquina de acuerdo con el programa que haya sido instalado.
Al repescarlo, Harari explica que: “Se ha descubierto que todas las elecciones que hacemos, escoger desde
la comida hasta la pareja, son resultado no de algún misterioso libre albedrío, sino del trabajo de miles de
millones de neuronas que calculan probabilidades en una fracción de segundo. La tan cacareada «intuición
humana» es en realidad «reconocimiento de patrones” (Harari. P. 54). En contraste con la anterior
explicación sobre los procesos bioquímicos que se llevan a cabo a nivel neuronal, encontramos que esta
similitud entre hombres y maquinas, se ve reflejada en una interesante definición que ofrece Daniel Dennett
acerca de la conciencia humana, quien desmitificando el “misterio” de la conciencia y explicándolo com
pura actividad cerebral, define al hombre como “hecho de robots hechos de robots hechos de robots, y así
sucesivamente, hasta llegar al nivel de las neuronas, donde las proteínas motoras y otros nanorrobots
avanzan arduamente para hacer que todo el sistema funcione” (Dennett, 2013, pg. 202).

Lo anterior, sumado al hecho de que dentro del nuevo lenguaje científico se han establecido categorías
como la de algoritmos bioquímicos, la equiparación de los humanos con las maquinas, ha llevado a
considerar que según tal operación algorìtmica los seres humanos están sujetos a la apropiación de la
experiencia y del conocimiento según la dinámica de ensayo-error, condición que nos pone en desventaja
frente a entidades artificiales cuya programación algorítmica tiende a la eficiencia y a la perfección en la
ejecución de las tareas para las que ha sido diseñada la maquina, de manera que “la inteligencia artificial
puede superar a los humanos incluso en tareas que en teoría exigen «intuición»”. La intuición ha sido
históricamente una categoría revestida de misterio, vedada a la observación científica y a la explicación
racional, pese a ello, Harari valiéndose de una analogía entre la operación de los algoritmos artificiales y los
algoritmos bioquímicos, ilustra como la IA se muestra superior al competir con redes neuronales por las
vacantes laborales en las ofertas de empleo de un futuro próximo.

Harari, toma como ejemplo algunas profesiones para mostrar de que manera el agente humano puede ser
reemplazado en la ejecución de las mismas. Afirma el historiador que una IA puede ser mejor que muchas
personas en terminos de idoneidad y eficiencia para un cargo, si pensamos en un abogado, un conductor,
actividades sobre las que una persona se preguntaría ¿Está ese chico a punto de saltar a la carretera, hay
riesgo de atropellarlo? ¿Acaso ese hombre del traje intenta quitarme el dinero y desaparecer? ¿Actuará ese
abogado según las amenazas que profiere, o solo va de farol?. Frente a estas preguntas, se pondrían en
acción millones de redes neuronales que gracias a las sustancias químicas que operan como
neurotransmisores, poniendo en alerta la relaciones sinapticas en las que revise la experiencia y el
aprendizaje como antesala a la ejecución de acciones -a modo de ordenes-, que debe ejecutar el cuerpo
según la evaluación de la variables, de la información y de las condiciones que determinarían cierta acción.

Con una maquina no sucede nada diferente, no hay razón para que los ordenadores no puedan descifrar
los algoritmos bioquímicos en los que se basa la acción humana, ni mucho menos que la percepción de estas
creaciones pueda darse según sofisticados sensores que permitan recoger la información del medio ambiente
en el que interactúa, procediendo a realizar una evaluación que asocie los datos recibidos con la estructura
algorítmica (artificial, copia de una bioquímica) propia del programa para el que se diseño. Afirma Harari:
“Por el contrario, y aunque no lo sepan, el cerebro de cada uno de ellos reconoce patrones bioquímicos al
analizar expresiones faciales, tonos de voz, gestos de las manos e incluso olores corporales. Una IA
equipada con los sensores adecuados podría hacer todo eso de manera mucho más precisa y fiable que un
humano.” (Harari. P. 54)

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El documental de Deutsche Welle titulado “Los robots se hacen cargo”, muestra algunos ejemplos
actuales de sustitución de mano de obra humana por cuenta de tecnologías de IA. Dicho documental
presenta tres aspectos interesantes sobre este debate. El primero tiene que ver con la vigencia y relevancia
que ha alcanzado esta problemática dentro de la comunidad Europa, al punto que el parlamento europeo ha
establecidas mesas de trabajo interdisciplinar donde científicos, junto con abogados, filósofos y políticos
discuten de manera permanente al interior de estos comités las implicaciones y alcances éticos que permitan
orientar la actividad legislativa al interior de la UE, escenario que hace evidente la inminencia de una
transformación global por la intervención de las nuevas tecnologías Una de las conclusiones que presenta el
documental se muestra interesante al sostener que el trabajo humano esta y debe verse garantizado por una
razón elemental de economía, la oferta tiene una relación directa con la demanda, de modo que, permitir un
escenario de desempleo masivo conduciría a la debacle de los sistemas económicos considerando que los
trabajadores representan un renglón fundamental en los índices de consumo. Las empresas no tendrían
sentido si no hay consumidores que adquieran sus productos.

Un segundo aspecto interesante que presenta el documental, tiene que ver la diferencia de percepciones
acerca de la IA entre los países de occidente y los de oriente. Mientras que el mundo occidental de
raigambre liberal teme las consecuencias sociales y políticas por cuenta de estas tecnologías, la opinión
mayoritaria en países como Japón adhiere a la implementación de la IA incluso como fuente de las
desiciones de estado, pues consideran que en cuanto que una inteligencia artificial no padece las
ambivalencias propias de las pasiones y los apetitos y sumado esto a la enorme capacidad de manejo y
procesamiento de datos, las desiciones que tome esta tecnología se darán con apego estricto a la regla de la
prevalencia del interés general sobre el interés individual. Por otro lado, dentro de este mismo contexto, el
documental permite apreciar el renovado valor que tiene la filosofía como instancia de reflexión en el
mundo contemporáneo, actividad que cumple un rol fundamental tanto en la actividad positiva del
legislado, como en la construcción de las reglas de interpretación de los casos difíciles a partir del
razonamiento ético. Por ejemplo, en el documental puede verse la menta como el filósofo implicado en el
comité sostiene con contra de los representantes de la industria tecnológica un argumentación en contra de
que las IA tengan la capacidad de uso autónomo de armas en contra de objetivo humanos, al final, el comité
en votación se adhiere a las razones éticas presentadas por el filósofo en contra de dicha proposición.

El documental presenta también algunos casos específicos de IA, que suponen un desplazamiento radical
del ser humano como eje de la interacción social. Se presenta una IA encapsulada, se trata de una maquina
capaz de satisfacer las necesidades emocionales y psicológicas del hombre, con un grado sumo de
perfección tanto en la “intución” de los estados anímicos humanos, como en su capacidad para responder
con formas complejas de lenguaje ante los estímulos del propietario de la misma. Cabe anotar, que este
ciudadano Japonés que es presentado en el documental convive con dicha IA, según un vínculo de
matrimonio, siendo esta una práctica normalizada en Japón en tanto que existe una industria dedicada a la
comercialización de parejas sentimentales construidas con IA. El documental muestra además, que en Japón
ya se paso de una lógica del honor basada en la obligacion moral de las empresas a garantizar un trabajo de
por vida, a una lógica en donde los individuos se enfrentan a la necesidad de lograr una función social
honorable, dado el abrumador crecimiento de los sistemas de automatización, que van desde máquinas que
sirven cervezas, hasta inteligencias artificiales capaces de ejecutar labores de docente. En países como
Japón, lo que para nosotros aún pareciera una realidad propia de una película Sci-Fi, para ellos representa la
angustiante actualidad de la irrelevancia, y no es para menos, el gobierno nipón como política de estado
implemento un programa de fomento de la automatización, puesto que se considera a las maquinas la nueva
fuerza productiva. El nombre de esta política de estado es “La revolucion de los Robots”.

Harari, acerca de este panorama laboral, reconstruye la estructura que sostiene el paradigma de la
automatización, el cual se basa según el historiador en la ventaja de la IA sobre el humano respecto de la
capacidad para la conectividad y para la integración, dicho de otro modo, las maquinas análogamente con la
ejecución de sus tareas se están actualizando, aprenden a ser mas eficientes al desempeñar su trabajo al estar
integradas en redes de máquinas o robots que comparten información que retroalimenta y mejora sus
algoritmos. Harari plantea lo anterior asi:

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“Puesto que los humanos somos individuos, es difícil conectarnos entre nosotros para garantizar que
todos nos mantengamos actualizados. En cambio, los ordenadores no son individuos, y resulta fácil
integrarlos en una única red flexible. De ahí que a lo que nos enfrentamos no sea a la sustitución de
millones de trabajadores humanos individuales por millones de robots y ordenadores individuales.
Más bien es probable que los individuos humanos seamos sustituidos por una red integrada.” (Harari.
P. 54).

Mozart y la Maquina

A manera de interludio, Harari, antes de continuar con su análisis sobre la expectativa del trabajo y la
fuerza productiva humana en un mundo intervenido por IA, a modo de interludio, y tal vez queriendo
resaltar las implicaciones de las nuevas tecnologías en la vida humana, desde un ámbito que se considera
exclusivamente propio del hombre, continua con su desmitificación de nuestra especie como poseedora de
competencias especiales, esta vez desnudando nuestra debilidades en el terreno de las artes. Desde la
antigüedad ha sido usual asociar la fuente de la creación artística con experiencias metafísicas, en un tiempo
por ejemplo, se concebía al poeta como poseído por una divina locura o al pintor como poseedor de un
conocimiento misterioso que era incapaz de explicar, posteriormente la creación artística estuvo asociada
con una suerte de experiencia religiosa en la que la creación era el resultado de una revelación de orden
divino. Ya en el renacimiento, la humanidad funda la comprensión de lo estético a partir de un lenguaje
artístico matematizado, en el que se retoman los paradigmas antiguos de la medida y la proporción como
reglas de expresión armónica. En el renacimiento, el artista ha desocultado la clave de la proporción aurea
como paradigma de la belleza, condición formal que posteriormente el arte romántico tomará como molde
para vaciar el instinto, el sentimiento y el aspecto violento de la naturaleza llegando a concebir la forma
estética de lo sublime.

Hasta el romanticismo, el arte parece una actividad humana que implica un aspecto esotérico, como un
espacio de contacto entre lo humano y un “algo” divino, o por lo menos no totalmente comprendido que
caausaba admiración o extrañamiento. Ya con la modernidad, la escisión entre arte y religión llamada por
Hegel “la muerte del arte”, o entendida por Adorno como perdida de sustantividad, ha situado la actividad
estética en una categoría en la que: “Tendemos a pensar que los artistas canalizan fuerzas psicológicas
internas, y que el objetivo general del arte es conectarnos con nuestras emociones o inspirar en nosotros
algún sentimiento nuevo” (Harari. P. 62). Esta aproximación presentada por Harari, puede decirse que
reduce la finalidad del arte a una manifestación del sentimiento que implica un descubrimiento de sí, donde
se logra una conexión entre las capas superficiales de la conciencia y elementos que residen en el
inconsciente. Argumenta Harari, “Al fin y al cabo, las emociones no son un fenómeno místico: son el
resultado de un proceso bioquímico”, y visto antes que lo bioquímico equivale a un algoritmo susceptible de
una copia artificial, resulta entendible que la maquinas pueden apropiarse y reemplazar al hombre en las
actividades artísticas.

La capacidad de una inteligencia artificial en la consecución del arte, pone en cuestión la capacidad de
nuestra propia especie. Mientras que la humanidad ha tenido que esperar entre décadas o siglos por la
eclosión de uno que otro genio capaz de reivindicar lo humano en una creación artística; toda maquina
dotada de IA con una programación algorítmica será capaz de producir obras de arte mucho mejores que las
humanas. Sostiene Harari a la luz de los avances en neurociencias e inteligencia artificial, que a la larga, los
algoritmos quizá aprendan a componer canciones enteras valiéndose de las emociones humanas como si
estas fueran el teclado de un piano, en este caso una inteligencia artificial estará capacitada para utilizar
nuestros datos llegando incluso a producir melodías personalizadas que solo nosotros apreciaríamos. Si en la
actualidad hemos visto que herramientas como las redes sociales dotadas con IA débil, SN capaces de
interactuar con nosotros con base en nuestros gustos, preferencias, criterios de elección e incluso con
nuestros estados de ánimo, no resulta difícil imaginar un escenario como el que supone Harari, además:

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“De todas las formas de arte, la música probablemente sea la más susceptible al análisis de
macrodatos, porque tanto las entradas como las salidas se prestan a una caracterización
matemática precisa. Las entradas son los patrones matemáticos de las ondas sonoras, y las
salidas, los patrones electroquímicos de las tormentas neurales. En pocas décadas, un
algoritmo que analice millones de experiencias musicales podría aprender a predecir de qué
manera determinadas entradas producen determinadas salidas” (Harari. P. 67)

El historiador Israelí, cierra este acapité dedicado al examém del arte, como exploración de otra faceta en
la que el hombre considerado como fuerza de producción, o de creación, será reemplazado por maquinas que
harán lo mismo y mejor concluyendo que: “Si el arte trata en verdad de inspirar (o manipular) las
emociones humanas, pocos músicos humanos, o ninguno, tendrían la posibilidad de competir con un
algoritmo de este tipo, porque no serían capaces de igualarlo a la hora de comprender el principal
instrumento con el que están operando: el sistema bioquímico humano.” (Harari. P. 68) En torno a este
panorama, Harari parece dar vida al relato liberal al preguntarse si lo anterior conducirá a la aparición de
formas de arte expresión y jamás antes visto, respondiendo que ello dependerá del cliente, del consumidor,
cosa que parece que será lo único que no pueden hacer las maquinas, puesto que no lo necesitan, ir de
compras.

Nuevos empleos, de la explotación a la irrelevancia

En la parte final del capítulo Harari, retoma el análisis del trabajo como vieja promesa del relato liberal
en un mundo mediado por inteligencias artificiales. Lo hace resaltando lo que parece ser una desequilibrada
apuesta por escasos beneficios y numerosos riesgos y dificultades en términos de ocupación. Harari,
empieza por contar cómo es posible que en algunos casos como el de los servicios sanitarios, médicos y de
enfermería, la mano de obra humana continúe siendo relevante, mientras que parece que la mayoría de
actividades laborales serán ocupadas principalmente por maquinas, y en un segundo renglón por entidades
“centauro”, que implican una simbiosis colaborativa entre entre humano e inteligencia artificial. Harari,
ilustra las ambivalencias propias de este proceso que ya esta en curso, contando como en los Estados Unidos
el auge de maquinas de uso militar autónomo (drones), ha provocado tasas altas de desempleo para el caso
de pilotos por ejemplo, pero este indice se ha visto compensado con oferta de empleo para Anel casos de
operarios y de mantenimiento. Asume Harari, que las posibilidades humanas de ocupación dependen de su
grado de cualificación y de pericia. Es fácil pensar por ejemplo, que un piloto militar ceda su lugar a una IA,
pero que este por su capacitación y pericia pase a ocupar el lugar del operario o mecánico de la maquina,
mientras que resulta difícil (como sucede en lo EE.UU), que las vacantes para pilotos de dron, sean
ocupadas por operarios de caja de Walmart. Según este ejemplo, que puede extenderse a diversos ámbitos de
la actividad laboral humana, puede verse que a futuro enfrentaremos una situación que mezclará lo peor de
ambos mundos dice Harari, refiriéndose a que existirán niveles desproporcionados de ocupación junto con
una imperante necesidad de mano de obra cualificada para la operación de IA, lo que conducirá
indefectiblemente a la aparición de una nueva clase social, la de los inútiles o irrelevantes. La razón la
veremos a continuación.

Harari, examinando la relación hombre-IA en el campo del ajedrez, muestras algunas pistas relevantes
para discernir el futuro humano en terminos de capacidades y adaptación a un nuevo mundo laboral. El
historiador evalúa una primera posibilidad sobre este panorama para el año 2050, sosteniendo que una
primera instancia de relación humano-IA, es la de competencia, como lo fue el caso de Garri Kasparov y el
programa Deep Blue, enfrentamiento que dejo el hombre frente a la maquina en una situación de derrota.
Una segunda instancia de competencia situó al hombre respecto de la maquina como una agente de
colaboració, y así vimos como en una segunda instancia relaciónal, el hombre respecto de la maquina como
una agente en colaboración y beneficio, puesto que “gracias a IA entrenadoras, los maestros de ajedrez
humanos se hicieron mejores que nunca, y, al menos durante un tiempo, equipos de humanos-IA conocidos
como «centauros» ganaron tanto a humanos como a ordenadores al ajedrez” (Harari. P. 70). Sin embargo
esta relación no sería duradera. La capacidad y disposición evolutiva y adaptativa de la IA, implica que de
manera muy pronta el hombre se vea sobrepasado. En los últimos años, los ordenadores son tan buenos

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jugadores de ajedrez que sus colaboradores humanos han perdido su valor, y pronto podrían ser de todo
punto irrelevantes, así lo evidencia Harari, continuando con el desarrollo de la relación hombre-maquina
según el siguiente caso:

“El 7 de diciembre de 2017 se alcanzó un hito crítico no cuando un ordenador ganó a un


humano al ajedrez (esto ya no es noticia), sino cuando el programa AlphaZero de Google
derrotó al programa Stockfish 8. Stockfish 8 fue el campeón mundial de ajedrez en 2016,
tenía acceso a siglos de experiencia humana acumulada en ajedrez, así como a décadas de
experiencia de ordenador. Podía calcular 70 millones de posiciones en el tablero por
segundo. En cambio, AlphaZero solo realizaba 80.000 de tales cálculos por segundo, y sus
creadores humanos nunca le enseñaron ninguna estrategia ajedrecística, ni siquiera
aperturas estándar.” (Harari. P. 79).

Lo facinante en el triunfo de AlphaZero, radica en el hecho de que esa inteligencia artificial aprendió por si
sola, haciendo evidente la desventaja humana en la realización de tareas cognitivas frente a la IA, tecnología
que según esta superioridad nos permite vislumbrar quien será el héroe del futuro. Con el advenimiento de
este mundo tecno céntrico, quedan abiertas todas las preguntas sobre el espacio propio de lo humano, y
sobre su esencia, esto como exploración sobre las posibilidades de supervivencia de la propia especie,
posibilidad que se muestra solo si asumimos que sobreviviremos gracias a nuestras propias creaciones.
Resulta inevitable concluir de esta manera, cuando pensamos, por ejemplo que, Alpha Zero necesito tan solo
de cuatro horas para lograr aprender todo lo que el ser humano ha aprendido sobre ajedrez a lo largo de
siglos de historia. Situado desde esta perspectiva sobre el trabajo Harari concluye lo siguiente:

“En consecuencia, crear nuevos empleos y volver a formar a personas para que los ocupen no
será el único esfuerzo. La revolución de IA no será un único punto de inflexión crucial
después del cual el mercado laboral alcanzará un nuevo equilibrio. Más bien será una cascada
de disrupciones cada vez mayores. Hoy ya son pocos los empleados que esperan ocupar el
mismo empleo toda la vida. En 2050, no solo la idea de «un trabajo para toda la vida», sino
también la idea misma de «una profesión para toda la vida» podrían parecer antediluviana”
(Harari P. 84)

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