Está en la página 1de 5

Grado 2012-2013

Historia Medieval de España I (Siglos VIII-XIII)

TEMARIO Y MATERIALES DIDÁCTICOS

TEMA II: LA CONQUISTA ISLÁMICA DE LA PENÍNSULA Y LA CREACIÓN DE


AL-ANDALUS (711-756).

1. La situación peninsular al producirse la invasión: el triunfo nobiliario y la


atomización del reino visigodo (680-711).
2. Los factores de la conquista islámica.
3. La penetración y el control militar de la Península: campañas de Tariq, Musa,
Abd al-Aziz ben Musa y sus sucesores inmediatos.
4. Los problemas del asentamiento de los conquistadores.
5. La crisis de mediados del siglo VIII.
6. La nueva estructura social de al-Andalus.

MANUAL BÁSICO

Vid. ÁLVAREZ PALENZUELA, Vicente Ángel (coord.). Historia de España de la


Edad Media (en adelante se citará como Manual). Barcelona: Ed. Ariel, 2011, pp. 59-
77.
Bibliografía

CHALMETA, P. Invasión e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de al-


Andalus. Jaén: Universidad de Jaén, 2003.
CHEJNE, A. G. Historia de la España musulmana. Madrid: Ed. Cátedra, 1980.
GUICHARD, P. De la expansión árabe a la Reconquista. Esplendor y fragilidad de al-
Andalus. [Granada]: Fundación El Legado Andalusí, 2002.
LEVÍ-PROVENCAL, E. España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba
(711-1031), Historia de España Menéndez Pidal, t. 4. Madrid: Espasa-Calpe, 1950.
MANZANO MORENO, E. Conquistadores, emires y califas: los Omeyas y la formación
de al-Andalus. Barcelona: Crítica, [2006].

MATERIAL DIDÁCTICO

Textos para comentario


Texto núm. 1: Fragmento del Ajbar Machmua.
Al saber el rey de España la nueva de la correría de Tariq, consideró el
asunto como cosa grave. Estaba ausente de la Corte, combatiendo a
Pamplona, y desde allí se dirigió hacia el mediodía, cuando ya Tariq había
entrado, habiendo reunido contra éste un ejército de cien mil hombres o cosa
semejante, según se cuenta. Apenas llegó esta noticia a Tariq, escribió a Musa
pidiéndole más tropas y dándole parte de que se había hecho dueño de
Algeciras y del Lago, pero que el rey de España venía contra él con un ejército
que no podía contrarrestar. Musa, que desde la partida de Tariq había
mandado construir barcos y tenía ya muchos, le mandó contra ellos cinco mil
hombres, de suerte que el ejército acaudillado por Tariq llegó a doce mil. Había
ya cautivado muchos e importantes personajes, y con ellos estaba Julián,
acompañado de bastante gente del país, la cual les indicaba los puntos
indefensos y servía para el espionaje.
Acercóse con la flor de la nobleza española y los hijos de sus reyes,
quienes, al ver el número y disposición de los muslimes, tuvieron una
conferencia y dijéronse los unos a los otros: "Este hijo de la mala mujer se ha
hecho dueño de nuestro reino sin ser de estirpe real, antes bien, uno de
nuestros inferiores: aquella gente no pretende establecerse en nuestro país; lo
único que desea es ganar botín: conseguido esto se marcharán y nos dejarán.
Emprendamos la fuga en el momento de la pelea, y el hijo de la mala mujer
será derrotado". En esto quedaron convenidos. Había dado Rodrigo el mando
del ala derecha de su ejército a Sisberto, y el de la izquierda a Abba, hijos
ambos de su antecesor Gaitixa, y cabezas de la conspiración indicada.
Aproximóse, pues, con un ejército de cerca de 100.000 combatientes, y tenía
este número (y no otro mayor) porque había habido en España un hambre, que
principió en el 88, y continuó todo este año y los del 89 y 90, y una peste
durante la cual murieron la mitad o más de los habitantes. Vino después el año
91 [9 noviembre 709 a 28 octubre 710], que fue en España año que por su
abundancia recompensó los males pasados, y en el cual se efectuó la invasión
de Tariq.
Encontráronse Rodrigo y Tariq, que había permanecido en Algeciras, en
un lugar llamado el Lago, y pelearon encarnizadamente; mas las alas derecha
e izquierda, al mando de Sisberto y Abba, hijos de Gaitixa, dieron a huir, y
aunque el centro resistió algún tanto, al cabo Rodrigo fue también derrotado, y
los muslimes hicieron una gran matanza en los enemigos.
Rodrigo desapareció, sin que se supiese lo que le había acontecido,
pues los musulmanes encontraron solamente su caballo blanco, con su silla de
oro, guarnecida de rubíes y esmeraldas, y un manto tejido de oro y bordado de
perlas y rubíes. El caballo había caído en un lodazal, y el cristiano que había
caído con él, al sacar el pie, se había dejado un botín en el lodo. Sólo Dios
sabe lo que le pasó, pues no se tuvo noticias de él ni se le encontró vivo ni
muerto.

Del Ajbar Machmua, trad. Lafuente Alcántara, en SÁNCHEZ-ALBORNOZ, C.


La España Musulmana, 2 vols. Madrid: Espasa-Calpe, 1973, vol. I, pp. 48-49.
Texto núm. 2: Pacto de Teodomiro y Abd al-Aziz ibn Muza Ibn Nusair.
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Edicto de Abd al-
Aziz ibn Musa ibn Nusair a Tudmir ibn Abdush [Teodomiro, hijo de los godos].
Este último obtiene la paz y recibe la promesa, bajo la garantía de Dios y su
Profeta, de que su situación y la de su pueblo no se alterará; de que sus
súbditos no serán muertos, ni hechos prisioneros, ni separados de sus esposas
e hijos; de que no se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus
iglesias no serán quemadas ni desposeídas de los objetos de culto que hay en
ellas; todo ello mientras satisfaga las obligaciones que le imponemos. Se le
concede la paz con la entrega de las siguientes ciudades: Orihuela, Baltana,
Alicante, Mula, Villena, Lorca y Ello. Además, no debe dar asilo a nadie que
huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que huya de
nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra
amnistía; ni ocultar ninguna información sobre nuestros enemigos que puede
llegar a su conocimiento. Él y sus súbditos pagarán un tributo anual, cada
persona, de un dinar en metálico, cuatro medidas de trigo, cebada, zumo de
uva y vinagre, dos de miel y dos de aceite de oliva; para los sirvientes, sólo una
medida. Dado en el mes de Rayab, año 94 de la Hégira (713 d.C.). Como
testigos, ‘Uzmán ibn Abi ‘Abda, Habib ibn Abi ‘Ubaida, Idrís ibn Maisara y Abul
Qasim al-Mazáli.
Ibn Idari, Kitab al-bayan al-mugrib fi ajbar muluk al-Andalus wa-l-Magrib, ed. y
trad. F. Maíllo Salgado. La caída del califato de Córdoba y los reyes de taifas.
Salamanca: Universidad, Estudios Árabes e Islámicos, 1993.

Texto núm. 3: Comienzan las guerras civiles entre los conquistadores:


bereberes, baladíes y sirios.
Aconteció, en tanto, que los berberiscos españoles, al saber el triunfo
que los de África habían alcanzado contra los árabes y demás súbditos del
califa, se sublevaron en las comarcas de España, y mataron o ahuyentaron a
los árabes de Galicia, Astorga y demás ciudades situadas allende las
gargantas de la sierra (de Guadarrama), sin que Ben Qatan tuviese la menor
sospecha de lo que sucedía hasta que se le presentaron los fugitivos. Todos
los árabes de los extremos del norte de la Península fueron impelidos hacia al
centro, a excepción de los que habitaban en Zaragoza y sus distritos, porque
eran allí más numerosos que los berberiscos, y no podían éstos acometerles.
Derrotaron a los cuerpos del ejército que Abd al-Malik mandó contra ellos, y
mataron a los árabes en varias comarcas, visto lo cual, temiendo que le
sucediese lo que había acontecido a los de Tánger, y con noticia de los
aprestos que hacían contra él, no halló el valí medio mejor que solicitar la
ayuda de los siriacos. Envióles barcos en que se trasladasen a España por
pelotones, les remitió víveres y mantenimientos, y púsoles por condición que le
entregasen diez personajes de los más importantes de cada división, para
tenerlos como rehenes en una isla, y que, terminada la guerra, los transportaría
de nuevo a Ifriqiya. Convinieron en ello y aceptaron el pacto, exigiendo a su vez
que se les trasladase después a Ifriqiya todos juntos, y no separadamente, y
que se les llevase a punto donde no fuesen inquietados por los berberiscos.
Venía con los siriacos Abd al-Rahman ben Habib, cuyo padre había muerto en
Nasdora.
En el año 123 fue cuando Abd al-Malik los trajo a España, y recibidos los
rehenes, los depositó en la isla de Umm Hakim, en el mar. Estaban los siriacos
en el último estado de miseria y desnudez, sin más abrigo que sus corazas. Al
llegar a Algeciras encontraron pieles adobadas en abundancia, de las cuales se
hicieron madraás, y después en Córdoba, Ben Qatan vistió a los caudillos
principales, y les repartió dádivas: no siendo esto bastante, los árabes de
España, tan opulentos como reyes, los recibieron, vistiendo cada cual a los
más principales de su tribu, y haciéndoles tantas larguezas, que quedaron
equipados y hartos.
Congregados los berberiscos de Galicia, Astorga, Mérida, Coria y
Talavera, eligieron por jefe a Ben..., y con un ejército innumerable pasaron el
río Tajo, en busca de Abd al-Malik ben Qatan, el cual mandó contra ellos a sus
dos hijos, Qatan y Umayya, con los siriacos compañeros de Balch y los
baladíes de España. Cuando supieron los berberiscos que este ejército se
hallaba próximo, rasuráronse la cabeza, a imitación de Maysara, a fin de no
ocultar la causa que defendían y de no confundirse (con los contrarios) en la
batalla. Así se acercaron a la ciudad de Toledo. Qatan y Umayya, con sus
tropas respectivas, vinieron a su encuentro, y trabóse una recia pelea en tierras
de Toledo, sobre el Guazalate. Los siriacos acometieron con furia y batallaron
como quien busca la muerte, hasta que Dios les concedió que los berberiscos
volviesen la espalda, e hicieron en ellos tan gran matanza, que casi los
exterminaron, sin que escapasen (con vida) más que aquéllos a quienes no
pudieron dar alcance. Los siriacos cabalgaron en los caballos y vistieron las
armas (de los vencidos), dividiéndose después en varios destacamentos, que
fueron matando berberiscos por toda España, hasta extinguir completamente el
fuego de la rebelión. Concluido esto, volvieron a Córdoba, y Abd al-Malik les
dijo: «Salid. –Prontos estamos, contestaron, si nos llevas a Ifriqiya. –No tengo,
dijo, barcos suficientes para transportaros juntos, porque ahora poseéis
esclavos, caballos y equipajes; salid para Ifriqiya en pelotones separados. –No
saldremos, replicaron, sino todos reunidos. –Marchad a Ceuta. –¿Así quieres
exponernos, exclamaron, a las iras de los berberiscos de Tánger? Más nos
valiera que nos arrojaras a los abismos del mar». Y viendo lo que pretendía
hacer con ellos, subleváronse contra Abd al-Malik, le expulsaron del alcázar,
aposentaron en él a su jefe Balch, y le proclamaron. Ben Qatan pasó a habitar
su casa, que era la llamada de Abu Ayyub, y sus dos hijos huyeron, el uno a
Mérida, y a Zaragoza el otro, donde permanecieron algunos días concertando
su plan, siguiéndose una gran perturbación en España.
Del Ajbar Machmua, trad. Lafuente Alcántara, en SÁNCHEZ-
ALBORNOZ, C. La España musulmana, Op.cit., vol. I, pp. 85-89.

Cartografía

Como Introducción, vid. MONSALVO ANTÓN, José María. Atlas Histórico de la


España Medieval. Madrid: Síntesis, 2010 (en los siguientes temas será citado como
Atlas), pp. 24-25.
Vid. el mapa: “Posibles rutas principales de la entrada y expansión islámica de la
Península Ibérica”, Atlas, p. 24.
Imágenes

- Soldados musulmanes en el manuscrito de lasºMaqamat al-Hariri, de 1237, de la


Escuela de Bagdad, en la Biblioteca Nacional de París (Conquista de al-Andalus por
guerreros árabes).
- El moro Muza en una miniatura del manuscrito Semblanza de Reyes de la Biblioteca
Nacional de Madrid.

Películas

- DVD. “La invasión islámica”, en Memoria de España de RTVE.

También podría gustarte