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HISTORIA UNIVERSAL

Fray Mario José Petit de Murat O.P.


El lego amanuense de este cuadernillo, siendo joven recibió un inmerecido tesoro que
consistia en un puñado de hojas a maquina con charlas de Fray Mario Petit de Murat, que
guardó durante mas de 20 años, y con vergüenza lo dice, sin ni siquiera leerlos.
No sabe si pertenecen a trabajos aun mayores, ni siquiera los títulos conoce pero quedo
deslumbrado por la Palabra de este Varón de Dios a quien admira entrañablemente.
Ha decidido editar clandestinamente estas breves obritas para compartir con unos pocos
amigos íntimos que sabrán gustar en sus corazones de las enseñanzas del Padre.
Seguramente, llegara el día en que todos los seguidores de Fray Mario Petit de Murat
trabajaremos juntos para editar toda su obra.
El Padre nos guiará.
EAC I

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LA HISTORIA Y EL HOMBRE

Buscando en la realidad el lugar del Arte, lo hemos visto fluir del seno del hombre;
su naturaleza intelectual sensible le exige convertir la materia en signo, elevarla por
la impresión en ellas de sus fuerzas espirituales.

No hay que ir más allá para encontrar el hecho que origina la historia del Arte,
precisamente, el nexo de su producción concreta con su causa, el hombre. La
estrecha dependencia que existe entre la calidad de la obra de arte y el vivir
humano que la produzca, discursivo y extremadamente fluctuante, es lo que imprime
historicidad al Arte.

Por lo tanto, con lo andado, el camino desemboca en una segunda cuestión: No


necesitando otear más la realidad para hallar el hecho que motiva nuestra ciencia,
debemos ocuparnos ahora de ella misma, de su ser de ciencia, para conocer, por una
parte su objeto, términos y métodos y evitar, por otra, las configuraciones
anotadas en la advertencia preliminar.

La entrada en cuestión exige que nos ocupemos con brevedad de la Historia humana
en sí misma, pues estrictamente hablando es ella la cumple con propiedad la
definición de la Historia.

En otros casos el concepto se aplica en un sentido menos riguroso. En el de Arte


vale como genero. Por eso se la estudiará mejor allá donde muestra con mayor
pureza lo que ella es. Más tarde pasaremos a puntualizar lo que el Arte excluye o
transforma al añadirle la especie y convertirla en género.

PROPIEDADES DE LA HISTORIA HUMANA

Etimología: El término Historia – según J.B.Weis - proviene del griego, del vocablo
“HISTOR”. Significa: testigo fiel; narrador veraz de algo que ha visto.

Definición real: La historia es aquella ciencia imperfecta que narra ordenadamente


la vida externa de un hombre, una sociedad o la Humanidad entera.

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Es ciencia imperfecta: Rara vez nota el hombre un hecho de imponderable
consecuencia y asombro: El vivir humano abruma a la inteligencia humana. No llama la
atención que Dios y el Universo la excedan, más que la vida de individuos y pueblos,
de lo cuál ella tendría que ser la autora, la lleve a la zaga, desconcertada, constituye
el mayor síntoma de su estado de debilidad. En rigor de lógica, a la razón le tocaría
producir la actividad humana, no inquirirla. Mas acaece lo contrario, mostrando con
ello que esa materia cuya forma depende de su imperio, se le ha escapado de entre
las manos. La vida corre adelante, sin norma deliberada, derramada en ensayos y
aventuras; la razón, olvidada de sus fueros, la sigue como espectadora, pasiva y
perpleja. La Historia se halla en gran desventaja ante su objeto; este la abruma.

Es ciencia imperfecta: No existe ciencia que sufra mayor detrimento ante su objeto
que la Historia. Se puede decir que, de antemano, la abruma y está en desventaja
ante él.

Se enfrenta con lo mas complejo y descompaginado del Universo: El vivir humano,


“materia varia e informe“, cuyo estado actual consiste en una libertad derramada en
exceso, sin norma previsible alguna; y la historicidad del movimiento humano se
mide, precisamente, en razón directa de su previa determinación.

Una vida humana, social o colectiva, apasiona a la Historia, en medida que se eleva
como una aventura, solemne por la pujanza de su intención e ignota por sus
resultados. Nadie puede penetrar los hondos abismos del alma humana en el
momento en que se fraguan allí los sucesos del hombre, ni nadie puede desenredar
la trabazón de influencias, circuntancias, antecedentes que pesan sobre un
acontecimiento.

La incongruencia y conflicto de las pasiones desatadas con la razón, es lo común del


drama humano, sin que falte a éste, por eso, gloriosos apogeos de culturas netas,
logrados por la pujanza ordenadora de vigorosos momentos de inteligencia individual
o colectiva.

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La utopía racionalista del progreso reduce la Historia, con un plan muy simplista, a
ese último caso: no consistiría en otra cosa que en único movimiento difuso de la
razón creciendo y transformando una originaria y universal barbarie de los pueblos
e irracionalidad de la naturaleza.

Claro está, que los autores de esa teoría, colocaron en dicho ascenso una explanada
importantísima, la de sus propias existencias, y la grabaron con un nombre: “Siglo de
las luces”. Más tal concepción ha resultado extraña a la realidad hasta el punto de
no haber servido más que para extremar en nuestros días la desproporción que
padece el hombre con respecto de su propia vida. Le ha quitado por completo
inteligencia de ella, de manera que hoy, con una dialéctica inflexible, se le cae
encima, caótica. Al cabo de ese proceso histórico preñado de ilusiones, el hombre se
halla en tan grande ignorancia de su naturaleza y estado que la sorpresa más
desgarradora se la proporciona lo que ha salido de entre sus propias manos y
entrañas.

No es menos simple y deficiente la concepción materialista de la Historia. Ordena


todas sus luces y conflictos alrededor del factor económico. Esta teoría esta
clamando por un psiquiatra, pues el criterio burgués despunta aquí, como categoría
suprema en la mentalidad de lo que dicen abominar del mundo burgués. En una
palabra, un siglo de comerciantes e industriales, estrecho y animal, no podía
concebir la Historia más que dentro de un círculo estrecho y animal. (1)

La verdad, es que la Historia rechaza dichas doctrinas como moldes insuficientes


donde no puede caber un inmenso caudal, es querer convertir un océano en un río.
Su constitutivo consiste en la complejidad y la mutación; mejor dicho, en la
mutación compleja.

(1) Podrían citarse otras concepciones de la Historia La Hegeliana, La Hegeliana


Cristiana de Berdiaev, La Sionista pero no son del caso.

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HISTORIA UNIVERSAL

Capitulo I DEFINICIONES GENERALES.

1° CULTURA: Es la labor e la inteligencia ayudando a una cosa a alcanzar su


perfección en la línea de su naturaleza.

2° CIVILIZACION: deriva del latín “civitas” (ciudad). Civilización es el conjunto de


obras, instituciones y actividades genuinamente humanas cuyo principio esta en el
hombre de tal manera que de no existir éste no existirían aquellas.

3° BARBARIE: Es el estado de un pueblo cayendo en una primera cultura conserva, a


pesar de eso, sus facultades sanas y aptas para un nuevo desarrollo cultural.
Ejemplos: los helenos, los francos, los ítalos, los quechuas, etc.

4° SALVAJISMO: Es el estado de degeneración colectiva; cundo extravíos sociales


llegan a afectar gravemente el nivel mental de un pueblo. Se caracterizan por
groseras aberraciones contra la ley natural, así llegan por ejemplo a comer carne
humana, a sacrificar sus hijos a los ídolos, a convertir a la mujer en la peor bestia
del trabajo, a abandonar a los ancianos y los enfermos en el camino como un
estorbo. Ejemplos: los negros del plato, los indios pampas, los caníbales.

5° RELACION ENTRE CULTURA Y CIVILIZACION: Lo normal sería que la


civilización tendiera a la cultura. Que todas las actividades y obras del hombre se
ordenaran a alcanzar su propia perfección.

CULTURA CIVILIZACIÓN

Posesión de los bienes que nos hacen Religión Sabiduría Ciencias


hombres plenos o completos (Artes Liberales Industrias )
Bienes del cuerpo
( Salud , desarrollo del cuerpo)
6° CIVILIZACIONES NO CULTAS

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Cuando una civilización da excesivo desarrollo a una actividad inferior o pervierte
una superior de manera notable (con detrimento de las demás) no puede llamarse
civilización culta, pues hemos visto que la cultura consiste en la adquisición integral
de todos los bienes que hacen perfecto al hombre.

No cultas en el primer caso, es decir que dan excesivos desarrollo a una actividad
inferior. Ejemplo: En la antigüedad los fenicios.

En los tiempos modernos: todas las civilizaciones materialistas nacidas en Europa


alrededor del siglo XVII, cuyo desarrollo continúa en ambas Américas. Comenzó en
Inglaterra, la Revolución Francesa le dio forma doctrinal y de allí se extendió a
todos los países europeos con excepción de España. Los países americanos, por
haber recibido su formación definitiva en esos tiempos tienen una orientación
netamente materialista, esto es, con un gran predominio de industrias y de
comercios en detrimento de las disciplinas superiores.

Segundo caso de civilizaciones no cultas: A este grupo pertenecen todas las


civilizaciones no cultas de los tiempos antiguos incluyendo a los fenicios que
presentaron dos aspectos, es decir, desarrollo excesivo del comercio e industrias y
perversión religiosa. Ejemplo: las civilizaciones cananeas, Babilonia, Cartago.

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Capitulo II PREHISTORIA

1° Es necesario aclarar el concepto de Prehistoria; para ello debemos comenzar por


hablar de Historia. La Historia es el conocimiento que tenemos de la vida de los
pueblos y toda ella se funda en los vestigios (documentos) que en esas vidas hayan
dejado en el campo sensible (piedras, barros, papiros, pergaminos, etc.).

Por lo consiguiente, si una grande civilización antigua no ha dejado vestigios


perdurables en el campo sensible, la historia no la puede conocer.

Otro caso: Si una civilización ha dejado documentos pero se encuentran sepultados


de tal manera que se ha perdido por completo la pista de ellos, esa civilización
tampoco sería conocida por la Historia.

Un pueblo muy culto, nómade o radicado en tierras húmedas, cultor como los
primeros semitas, de la música, la literatura y la astronomía: otro que labre la
madera o el adobe, no el metal y la piedra, es indudable que no pueden dejar
vestigios sensibles.

Si los egipcios no hubieran pasado del palacio de caña de bambú y de las tumbas de
adobe, de los templos de caña y hoja de palmera, no conoceríamos una cantidad de
detalles de su admirable civilización, los cuales han llegado hasta nosotros gracias a
los jeroglíficos grabados en piedra, bien conservados por el clima seco.

No nos queda ningún resto de los templos de madera de los griegos.

2° Para formarnos de una idea justa de los límites de la Historia y de la extensión


de la Humanidad y sus civilizaciones, debemos aclarar otro punto.

Es falso que el grado de inteligencia de un pueblo se manifiesta en el mayor o menor


desarrollo de las técnicas materiales (técnicas artísticas o industriales). La primera
y más elevada manifestación de la inteligencia es la especulación y en el orden
practico la rectitud moral. Es indudable que se necesitan principios
incomparablemente superiores para reglar la vida de un hombre, a los exigidos para

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la construcción de una maquina. El desarrollo de una técnica lleva a una marcha muy
distinta a los altibajos de la vida de la inteligencia.

Una verdad se puede alcanzar repentinamente, en cambio, la fabricación perfecta


de un cuchillo exige siempre un perfeccionamiento.

El primer paso en la construcción de una obra material, siempre será rudimentaria


así lo haga un genio. Ejemplo: Un talento del siglo XII, ha tenido mucha menos
habilidad manual que un vulgar dibujante de comercio de nuestros días. El que hizo
el primer aeroplano (un verdadero juguete imperfecto) tenía mucho más talento que
el ingeniero que ha proyectado un cuatrimotor.

En una palabra, puede haber mucho talento y poca técnica y pude darse mucha
técnica y poco talento.

3° Procede de la misma arqueología. Hasta hace 50 años la arqueología no había


descubierto más que dos civilizaciones (Caldea y Asiria). Las últimas excavaciones
han revocado hasta seis: sumerios, acadios, caldeos, mittanos, mat-tamtín.

Conclusión:

La vida civilizada de la humanidad no continua donde comienza la Historia sino que la


Historia comienza donde comienzan los documentos. Por consiguiente, pueden haber
existido grandes civilizaciones en la Prehistoria.

Es una concepción muy simplista de la Historia el concebir una humanidad salvaje en


sus comienzos, que alguna ramas de ella se levantaron de allí hacia la barbarie, y de
la barbarie a la civilización.

La vida de la humanidad es sumamente compleja.

El primer hombre no fue un descendiente del mono, sino un ser humano en plenitud
de perfecciones. Este uso mal de su libertad, Rompió con el primer principio (el
creador) y al romper con el se rompió su naturaleza. Así, por generación, dio origen

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a una humanidad sin unidad. Unos pueblos se orientaron hacia el vicio: cayeron en
deriva de múltiples degradaciones colectivas (civilizaciones no cultas;
salvajes).Otros, lo menos, con gran esfuerzo, aspiraron a la reconquista de la
perfección perdida. (Patriarcas y sus tribus)

La marcha de la humanidad se resuelve en una dramática dualidad contradictoria.

Esta explicación, la más profunda que puede darse en la Historia, se desprende de


la Biblia, único documento autentico que guarda memoria de los primeros tiempos de
la humanidad y del terrible drama con que se inició la vida del hombre: el pecado
original.

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Capitulo III GRANDES EDADES DE LA PREHISTORIA

Edad Paleolítica: (del griego “palaios”: antigua; “lithos”: piedra)

Es el período en que un pueblo culto o civilizado comienza a dejar vestigios de su


vida en las piedras. La piedra es el primer material usado por los pueblos usados en
sus industrias. Este período incluye también el barro crudo o cocido. La edad
paleolítica como todas las otras es muy irregularen el campo de la humanidad en su
conjunto. La Edad paleolítica egipcia se remonta al 8000 A. C. y mas aún; en cambio
la de los egeos la colocan en el 6000 A. C.

Edad Neolítica: (neo: nuevo, lithos: piedra)

Sigue a la anterior y constituye su perfeccionamiento. Es cuando un pueblo


progresando en el dominio de la piedra logra pulirla, produciendo utensillos
perfectos. Son admirables los jarrones ejecutados por los egipcios en piedra muy
dura y pulida. El uso del silex es común a estas dos edades por ser la piedra más
fácil de trabajar. La naturaleza la ofrece en forma laminada y con ella la ejecutaron
la mayor parte de las hachas, cuchillos, siluetas de hombre y animales
pertenecientes a esos dos períodos.

Edad Eneolítica (“aeneus”: cobre, lithos: piedra)

Es la época con que un pueblo sin dejar de usar la piedra descubre los metales y
empieza a usarlos en sus industrias; el cobre, el mas maleable, es el primer metal
trabajado por el hombre.

Edad de Bronce:

Es cuando se da un franco predominio a este metal compuesto en el uso de las


industrias de un pueblo.
Desde ahora en adelante se toma como referencia a la clasificación de las edades al
metal empleado en la fabricación de armas.

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En esta edad ya encontramos a civilizaciones muy completas. El conjunto de las que
florecieron en el Mar Egeo se encuentran totalmente incluidas en este período.

Edad de Hierro:

Su comienzo se debe a la aplicación del hierro sobre todo en la construcción de las


armas. Los dorios fueron los primeros en emplearlo, en el año 1100 A. C.

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Capitulo IV GRANDES FOCOS CULTURALES DE LA HUMANIDAD

Existen dos grandes cuencas culturales en el mundo, una en la India y otra en el


Mediterráneo. Por los caracteres generales de las civilizaciones se puede dividir al
mundo por el meridiano 60 de Greenwich este, hasta el 140 oeste. Las civilizaciones
de influencia India son llamadas orientales y las que germinan alrededor del
Mediterráneo son llamadas occidentales.

Características de las Civilizaciones Orientales:

La característica primordial de esta civilización es el predominio de la imaginación


sobre la inteligencia. Para la mayoría de los orientales el mundo es un sueño irreal y
la imaginación es el mundo real
Consecuencias: 1.- Panteísmo; 2.- Civilizaciones inmóviles; 3.- Predominio casi
absoluto de la tradición como norma científica y artística; 4.- Artes quiméricas.

Características de las Civilizaciones Occidentales:

Predominio de la inteligencia sobre la imaginación. Para el hombre occidental existen


dos realidades bien distintas; por una parte él y por otra un mundo trascendental
que lo envuelve, en un primer momento extraño al hombre; pero éste posee en si
facultades activas y receptivas de las cualidades y esencias de ese mundo y por lo
tanto tiene su naturaleza una tendencia a llenarse con dichas esencias y cualidades;
a entrar en connubio con el universo.
Consecuencias: 1.- Trascendentalidad del ser supremo (Dios); 2.- Civilizaciones
intensamente dinámicas; la fuerza motriz de ellas es, esencialmente, un impulso de
conquista; 3.- Objetividad como criterio científico y el orden como criterio
artistico.

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Capitulo V EDAD ANTIGUA

I.- Los conceptos de cultura y civilización andan muy mezclados en la civilización


moderna, formando oscura e indiferenciada urdimbre y, más de una vez,
arbitraria. Sin embargo; porque tanto la una como la otra afectan decisivamente
a la vida del hombre, no se puede permanecer indiferente. Es necesario saber,
al fin, si como dicen muchos, cultura y civilización se identifican o como lo
afirman otros se distinguen en la realidad de las cosas. En el último caso, habrá
que discernir cuáles y cómo son sus relaciones.

La cultura y la civilización según las mentalidades típicas de occidente.

La antigüedad arroja solo datos remotos. El contenido de la cultura se daba


para el antiguo en un término nítido: Perfección, perfecto – el cual procede de
un verbo – perficere: muy hecho, muy terminado que supone un hacer en el
hombre – facere – y un hacerlo y hacerse intensivamente – le prefijo “per” tiene
valor superlativo – Es lo mismo que si se dijera “hechísimo”, “acabadísimo”.

Para un egipcio, un hebreo, un caldeo, un griego o un romano el hombre no nacía


hecho. Tenía que terminar en algo, completarse, colmarse en otra cosa que no
era él mismo; en una palabra, debía hacerse muy acabadamente, perfeccionarse.
La finalidad de ese dinamismo cambia según las mentalidades: para el egipcio es
la rectitud moral; para el hebreo, el Mesías; para el caldeo, el imperio; para el
griego, la sabiduría; para el romano, la urbe como coadunante de los pueblos.
Pero todos ellos piensan el nacimiento como una iniciación. La naturaleza humana
individual, esta allí, mas existe como un poder existir completamente. Para ello
tiene que moverse hacia un bien real fuera de el, trascendente, que lo
planificará. Solo así la medida de su naturaleza humana se habrá cumplido en una
existencia humana realizada y actual.

II.- La libertad y el destino dentro de ese hacerse del hombre, significan una
actitud definida de esfuerzo frente a la realidad, muy distinta de la libertad
nominalista y vacua de nuestro tiempo. Aquel, su destino, era el dinamismo de
una criatura que tenía que crecer en un bien mayor al hombre, mediante

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determinaciones propias y libres. La libertad era la responsabilidad de ajustar
por si mismo y adecuadamente su comportamiento a la naturaleza humana y al
fin de la misma, con la resultante de crear un mundo, situaciones y adquisiciones
que significaran un ser más hombre. Un muchacho de nuestros días quiere ser
poeta, político o médico y le basta; un antiguo puede ser eso y mucho más –
Imhotep fue matemático, médico, arquitcto, escultor y Gran Visir de Zozer 1° –
pero siempre para ser mas hombre.

III. – El hombre no puede obtener solo su propia perfección. El complejo de


bienes indispensables para remediar y saciar su naturaleza es inmenso y exiguas
las aptitudes y el tiempo que dispone para desarrollar los hábitos que lo
connaturalizan con dichos bienes. Un mismo individuo no puede desarrollar toda
la sabiduría, virtudes y oficios necesarios para ser perfecto. En la antigüedad la
ciudad era la dilatación del hombre. Se levantaba proporcionada y orgánica como
una culminación de esfuerzos, que daba a cada individuo ese más aptitudinal que
faltaba.

Es evidente que Atenas (otro tanto podríamos decir Tebas, Cnosos o Jerusalem)
ante todo el filósofo, el sabio, por este también el escultor, el alfarero el
médico, el pastor, el panadero estaban nutridos de sabiduría. Además, gracias
al panadero, el sabio, el médico, el alfarero, no solo comían pan sino que también
sabían amasar y así sucesivamente. Todo ello en compenetración como al
respirar y la circulación de un solo cuerpo.

Se debe afirmar en la ciudad antigua, su intima y mutua animación de oficios, su


desarrollo de organismo total humano si se la quiere entender como instrumento
óptimo de la perfección del hombre, frente a la deshumanizada ciudad moderna.

El desarrollo de los oficios se plasmaba en talleres y algunas, muy pocas,


instituciones, en ciudad; y el jefe o príncipe era órgano de unidad y dirección.

IV.- La ciudad no era distinta al agro. Brotaba de la tierra como su exaltación y


su coronamiento racional. No hay un deslinde neto que la separe u oponga., ni se
daba en aquellos tiempos: gente del campo menos culta y gente de la ciudad, más

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culta. Es evidente que el ganado, el trigo, la oliva se producen sobre todo en el
campo, pero la familia urbana no dejaba de tener su puñado de ovejas, sus coles
y lechugas, sus pequeñas industrias y artes familiares. También es verdad que
los hombres versados en artes y sabiduría se establecían principalmente en la
ciudad; mas los sacerdotes – sabios de Egipto vivían separados de las
metrópolis, en templos – poblaciones como Heliopolis, Abussir, Karnak y Luksor.
Tell-el-Amarna, el gran taller de escultura de los tiempos de Amenofis IV
(Atpenaton), se levantaba en el desierto.

Si pasamos a Grecia vemos que Hesiodo recibe la misión del canto glorificante
en los apacibles y recogidos prados de Eubea, mientras cuidaba sus ovejas. Una
pequeña aldea, Gerámico, abastecía a Atenas y a toda la cuenca del
Mediterráneo, producía las mas hermosas figulinas. Sicione, ciudad de ninguna
significación de la Acaya y la pequeña isla Egina, tuvieron talleres de escultura
que aportaron frente a Argos y Atenas, maestros notables como Canacos y
Onatas.
Así una de las de las características muy encomiables de aquellos tiempos esta
en que la ciudad es humana y para el hombre, de manera que los dos elementos
genéricos de toda cultura - agro, ciudad – formaban una sola y única sociedad.
No se puede concebir a la ciudad más que como una condensación de la tierra
circunvecina y esta como una extensión de aquella.

De esta manera el hombre – persona era más desarrollado que el hombre –


individuo, gracias al despliegue social de concretas posibilidades entrañadas en
el desposorio de del hombre con la tierra bajo la luz de algún bien
trascendental.

Otra observación necesaria, como conclusión, es hacer notar las justas


relaciones que se dan en el antiguo entre cultura y civilización. La cultura es
para ellos más extensa que la civilización y ésta, el órgano de aquella, no
necesaria sino conveniente. Los semitas nómades, que moraban en tiendas,
sustentaban una gran cultura cuando aún no edificaban ciudades.

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V. – El dinamismo del antiguo presenta, sin embargo un error. Unicamente el
hebreo guarda la recta dilatación del último fin del hombre: El Dios único y vivo,
principio y fin, alfa y omega de toda cosa.

Los otros pueblos conservan la salud en lo que se refiere al principio y ejecución


del movimiento cultural; en cambio yerran con respecto al último fin o bien sumo
pues queda este a merced de la opinión y tradiciones de los hombres. Una
primacía de pasiones, de influencias telúricas, étnicas y culturales
diversificaron las convicciones fundamentales acerca del origen y destino del
hombre en multitud de mitos, los cuales a su vez, derivaron hacia el orden
práctico, en diversidad de concepciones del bien común, objeto de la cultura:
para el asirio consistió en la afirmación despótica de Asiria sobre los demás
pueblos; para el fenicio, en el comercio; para el cretense, en la vida fácil, el
juego y el placer; para el romano en el Imperio.

Resumen:

Encontramos en el Antiguo, una actitud cultural exacta de parte del hombre, no


del fin. Su vida había de ser un esfuerzo hacia la perfección. La adquisición de
esta, estaba regida por una libertad – responsabilidad que se ordenaba hacia un
bien trascendental al hombre. Su civilización consistía, de manera bien precisa,
en la ciudad, la cual era el órgano magistral y rectriz de la perfección.

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Capitulo VI EDAD MEDIA

I.- Esta era corre desde la caída de Roma en manos de Odoacro hasta el
Renacimiento. Total, un milenio o mejor dicho, el milenio de cautividad de Satanás y
liberación del hombre que consigna San Juan Evangelista en su Apocalipsis. Si no se
opina así es porque no se sabe hasta que punto son grandes las decisiones sociales
del hombre sobre las decisiones individuales. Y es verdad que el hombre como
sociedad se entrego a Cristo durante ese milenio.

La Edad media no tiene nada de edad media, esto es, de mediatez o era intermedia,
sino de apogeo y culminación. Los liberales y masones no se preocupen: no se dará
más a la tierra aquella asunción por el Hijo de Dios de la temporalidad del hombre,
del orden terreno total. Unicamente la conversión de Israel producirá un esplendor
temporal y final de la Iglesia (“Benjamín, lobo rapaz, por la mañana comes la presa y
repartes el botín en el crepúsculo.” Gen XLIX-27), extraño por su fuerza como todo
lo israelita, pero también fugas y menos universal. La súper estructura artificial y
antihumana de los pueblos, que se llama nación, esta excesivamente desarrollada
sobre cada uno de ellos, de manera que ya es imposible la unidad de los mismos por
la fe, como lo fue en la Edad Media cuando éstos, los pueblos eran pujantes en vida
humana, capaces de vibrar desde la cabeza hasta los pies, es decir, desde el rey
hasta el ultimo vasallo, en la Aurora de las Bienaventuranzas.

II El planteo de la cultura durante la Edad Media es idéntico al que encontramos en


la Antigüedad. El hecho de existir y su criatura racional libre, significaba para
aquella mentalidad el compromiso de alcanzar la perfección del hombre y la tierra a
él encomendada.

Debemos insistiré en esta idea con el fin de ir marcando desde ya, una y otra vez,
las radicales diferencias que entre el antiguo y moderno frente a la cultura y la
civilización: La libertad, no consistía para esos hombres – tal como se la concibe en
nuestros días – en la triste prerrogativa de ser amorfo y obrar cualquier cosa; sino
en la responsabilidad de alcanzar el plus humano que no se posee por nacimiento.

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III.- Pero hay también, además de esa identidad, una inmensa diferencia entre el
movimiento del antiguo y el medieval. La aptitud del primero para con la verdadera
perfección se mueve, como ya queda dicho, hacia un bien hipotético. Su intensa
búsqueda resulta un tanteo tras un fin incierto en medio de penumbras. El medieval
está, en cambio, plantado ante la deslumbrante donación del Bien Sumo y
verdadero; del que fue, es y será, entregado a los hombres. A él le cae en suerte
vivir el suceso insólito de la Historia Humana: la primera expansión de la
Encarnación del Hijo de Dios y del Hijo del Hombre en la tierra.

Porque accedieron, se injerto en ellos la Fuerza de la Historia; el Fin y la explicación


de toda cosa. Y en la medida que asintieron, manifestaron el poder regenerante de
la Gracia; la suavidad y firmeza con que el Espíritu de Jesús es capaz de henchir y
ensalzar todo lo humano: El arte clásico se sublimo en el arte Gótico; la Filosofía
proporcionó su instrumentación científica a la Teología y se coronó con las
iluminaciones finales de la Revelación ; el ius romano se perfeccionó en la equidad
paternal del derecho canónico; toda autoridad fue invadida por un sentido de
paternidad y todo subordinado tuvo, entonces, algún toque filial. Los gremios
organizados en corporaciones tenían parte del gobierno del municipio y el rey
administraba justicia debajo de una encina. El marqués cultivaba su campo y la
marquesa cocinaba para que el picapedrero pudiera labrar la piedra de sillería
destinada a formar los muros de la Catedral; los campesinos cantaban salmos
mientras araban el campo y el escultor aprendía del teólogo el número armónico de
su estatua. Claro está que nada de esto se puede entender, por la sencilla razón que
la nobleza de entonces fue cuidadosamente calumniada por los burgueses masones
de hoy.

Si aceptamos que el arte es la revelación inevitable del estado de un pueblo, nos


tiene que asombrar el que sólo la Edad Medía necesito hinchar su edificio tipo: la
Catedral. La arquitectura espacial, es decir, el edificio envolviendo un interior, el
exigido y conmensurado por la presencia real de una multitud unida por la caridad,
se da por primera vez en la Edad Media.

Antes, toda arquitectura, incluyendo la de Oriente, ha sido sobre todo escultórica,


esto es, ha habido en ella una franca primacía del exterior, del volumen, sobre todo

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el interior del edificio. Por lo tanto la Catedral, gallina que ahueca sus alas para
amparar a sus polluelos, se levanta como el símbolo inconfundible de la unión de lo
sobrenatural y lo terreno. Ella, acogiendo en su simple estructura unificante. El
desenvolvimiento de una ornametación donde todo animal, planta, hombre y oficio
encuentra su lugar, canta el orden que se mueve a sus pies bajo el amparo de su
sombra; en verdad, el Cordero ha recapitulado toda cosa en sí, la ha redimido y
clarificado en su Sangre; pero la restauración visible de todo el Orden – alma,
cuerpo, hombre, sociedad sobrenatural, sociedad temporal – se ha dado una sola vez
bajo la tierra y no se repetira jamas (quizás en el final de los tiempos , con la
conversión de los Judíos, pero por poco tiempo y sin tal universalidad)

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Capitulo VII EL RENACIMIENTO

Se ha querido darle el carácter de una de tantas Eras o acontecimientos de la


Historia, cuando en realidad es un suceso del espíritu. Hechos como la ruina de
Nínive o la batalla de Waterloo son históricos porque están evidentemente
motivados por causas históricas. En cambio, no podemos enumerar entre ellos a uno
muy excepcional, el cual se debe a una acumulación enorme de causas espirituales,
todas ellas anticristianas.

Entendamos bien: las causas cristianas se encuentran en los mismos cristianos


vueltos contra el Cristianismo. El Islam, por ejemplo no puede considerarse una
fuerza de esa índole, el no pasa de ser una concurrencia histórica con aptitud para
lesionar nada más que la realidad externa y temporal – es decir-, histórica – de la
Cristiandad. Otro tanto acaece en el orden de las ideas, entre la mentalidad griega
y la cristiana. Nunca la una podría destruir a la otra, porque pertenecen a géneros
distintos que no se rozan ni se contradicen. No hay antagonismo posible. El mundo
cristiano se desenvuelve en la intimidad ardiente de una causa que los griegos
vislumbraron, admiraron y amaron desde lejos.

En cambio, el cristiano, tiene poder para destruir a la Cristiandad, como únicamente


el Apóstol de Cristo, Judas, pudo ser apostata de Cristo. La causa del cristianismo –
la gracia divina, fuerza real de Dios en el hombre – es de tal género que ninguno de
la tierra o del cielo se le aproxima; no hay potestad humana o angélica que la pueda
impedir. Sólo el cristiano que la ha aceptado y la posee, puede traicionarla, renegar
de ella en sus asentimientos y obras, impedir su acción y de esta manera, herir al
Cristianismo, no ya en su realidad externa como el Islam o Gens Giskan, sino en su
energía esencial misma.

El renacimiento consiste en la ruptura de la Europa cristiana con Cristo y su Iglesia.


Así, su actitud está en la línea del Hecho único – la Encarnación del Verbo – que se
había expandido en Europa asumiendo íntegramente al hombre todo; por lo tanto
vale en sentido negativo y destructivo tanto como aquél valió en sentido positivo y
de regeneración y transfiguración.

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II. - Que Michelet y el siglo XIX le hayan llamado renacimiento de lo griego y lo
romano se debe a una de dos razones: o bien a que la hipocresía es una de las notas
mas peculiares de los tiempos modernos; o bien, a que la burguesía desprovista de
sabiduría, desde que se apoderó del destino de los pueblos, nombra las cosas no
tanto por lo que son, sino por lo que ellos en sus ilusiones utópicas, quisieron que
fueran.

Tanto los teorizantes como los forjadores directos de la nueva Era dejaron de
comprender a Europa y la violentaron en sus raíces en el instante mismo en que la
concibieron como un sustractum griego cubierto y, quizás, ahogado, por una
excrescencia cristiana postiza.

Se les clausuro de inmediato el sentido de Europa cuando incorporaron el


cristianismo al acaecer histórico y lo consideraron uno de tantos hechos notables,
del mismo valor para los pueblos que las guerras médicas, la adopción de los romanos
del culto de Palas Ateneas o la aparición de Mahoma. (Then Been – Spengler)

III. – Si el Cristianismo fue solo un hecho histórico, otro hecho de la misma índole
podría eliminarlo de la Historia humana. La Gracia, que es el elemento nuevo y real
introducido por el Cristianismo en Europa, no es uno de los tantos ingredientes
aportados por las tribus, las costumbres o las ideas. Es el elemento esencial,
regenerante e insólito, el cual se alojó en zonas fundamentales del hombre,
intangibles para este. Desde allí actúa conjuntamente con las energías anímicas
como un primer principio de todo lo humano. Su acción no es añadir a las tareas del
hombre otras tareas, sino sublimar las verdaderamente humanas en lo divino, y a
Dios en lo humano. De esta manera el Cristianismo pertenece ante todo al ser de
Europa, no solo a su historia. Cristo actuó donde sus enemigos no pueden actuar: en
la esencia del europeo. Los que lo combaten lo hacen dónde el hombre lo puede
hacer, esto es, en las ideas y las instituciones. Comparando ambos términos se
revela la enorme extorsión que padece el europeo: le imponen caminos y finalidades
contrarios a su ser.

IV.- Que el Renacimiento, no comience en un hecho de fecha definida prueba que no


es un acontecimiento histórico. Se debe a la lenta acumulación de apostasías del

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Medioevo. Estas, al producirse se muestran dispersas y aparentemente
intrascendentales; sin embargo no dejaron de sedimentar consecuencias sociales e
históricas, las cuales, cuajan al fin con la apostasía que se llama para llamarla de
alguna manera, Renacimiento. El Renacimiento es, en definitiva, la apostasía
específica del cristiano, y del cristianismo europeo, que al romper con Cristo y su
Iglesia, rompe necesariamente con una Europa organizada en todos sus cuadros por
el europeo entregado a Cristo. En una palabra es la apostasía del europeo cristiano
contra Europa donde se ha realizado la expansión de la Encarnación de Cristo en
todos los valores humanos.

V,- La mentalidad del Renacimiento, afectó profundamente las relaciones entre el


hombre y la cultura; el hombre y la civilización. Hasta la Edad Media inclusive, la
grandeza del hombre, se considera ante todo potencial. La magnitud racional de su
naturaleza, le plantea la posibilidad de hacerse universo; puede dilatarse en otros
seres, por la posesión esencial de de ellas, en sus últimas causas.

El Cristianismo añade la valiosa noticia de que si la naturaleza humana no alcanza con


facilidad el orden del universo y en cambio se anega, en los bienes animales, es
porque está quebrada por el pecado; que para remediar las fuentes de su
frustración ha de entregarse a las tareas regenerantes y transfigurantes del
Cristo.

Luego según la mentalidad griega, - condensación de la de los antiguos – coronada


por la apertura final de la mentalidad cristiana, tenemos que el hombre mismo es
sujeto de tres ingentes etapas de cultura:

La primera: Recuperar su unidad humana en la labor regenerante del


Redentor, que ha venido a la carne con alma vivificante de toda carne. La
labor salvífica no para en devolver esta naturaleza rota; la transforma para
que se restablezca su depender de Dios en diapasón divina, no humana.

Segundo: La labor de Cristo da el germen de la regeneración, el cuál


consiste en el influjo divino y físico de la gracia. Su desarrollo exige la tarea
del hombre, quién debe usar el libre albedrío para remover óbices y

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desarrollar hábitos que determinen rectamente las energías de su propia
alma hacia los múltiples objetos con respecto de los cuales la naturaleza
humana esta obligada a relacionarse de sed potencial. Primero con Dios, que
lo sacia inexhaustivamente en la sed infinita y esencial de su apetito natural;
secundariamente en relación con todos los otros objetos monásticos,
domésticos, sociales, sensibles y cósmicos que integran su complejo vivir.

Tercero: El hombre así colmado en su amor de concupiscencia no queda


centrado, como animal en una propia sociedad individual, sin respuesta.

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Capitulo VIII EL RENACIMIENTO

Tal fue la embriaguez que tal enunciado produjo en los grandes Esclavos
despertando, según Miguel Ángel, del sueño del medioevo, que no notaron que la
liberación consistía, es verdad, en romper toda relación y sometimiento
trascendental pero también e instantáneamente el hombre se plegaba hacia un
reducto del universo pués él mismo, por voluntad deliberada, instauraba para el
como única realidad nada mas que los existentes que caben en el marco sensible.

Tampoco entendieron que la relación de dependencia nunca cesa. Ser naturaleza


potencial – como lo es el hombre por esencia, antes de toda consulta a su voluntad
libre – significa tener capacidad para poseer bienes que no se tienen, completivos,
los cuales cuando se alcanzan perfeccionan la medida entitativa del hombre.

Ser – potencial es idéntico a ser – indigencia: originariamente se dispone solo de la


aptitud para poseer lo que no se posee, necesario a la naturaleza, ya que la
terminación especifica de la misma lo exige con el fin de llegar a ser acto, colmada y
perfectamente, lo que en un comienzo era solo poder ser.

Por otra parte, el apetito específico a que nos referimos es inmutable e incoercible
y así como el libre albedrío no puede mudar la esencia humana, tampoco lo puede
mudar. La exigencia oscura e intensa de ese apetito marca una indigencia infinita.
Siendo racional no apetece otra cosa que la plenitud del ser transcendente y la
rebeldía lo priva de él, lo exacerba hasta el punto de poner zozobras, angustias,
insaciedad, desacuerdo, escisiones, neurosis en los finales de las empresas que
pretende edificar el hombre en los términos del hombre.

Además, al romper sus ataduras necesarias con el Ser primero, el hombre , por lo
que anteriormente se ha dicho, no queda en sí, sino que, quebrándose su estructura
de creatura racional, se derrama siempre bajo la presión de aquél apetito
fundamental y se doblega en mil codicias y cosas breves e inferiores.

En consecuencia, lo único que el hombre logra cuando quiere ser terminativo en si,
es un enorme descalabro entre la intención y la realidad toda, incluyendo su

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naturaleza. Se enfatua en teorías cuya característica constante es proyectarse en
un fututo que nunca llega mientras el verdadero presente, esto es, la abundancia
óntica de los días y las cosas, lo rechaza.

Los renacentistas plantearon un nuevo concepto del ser cuyo acento propio mas
visible es la virulencia que manifiesta desde un comienzo. No hay ni puede haber en
toda la Historia del occidente, acontecimiento más intenso: desde allí en adelante
se producen fracturas y se formulan, en la praxis, cuestiones metafísicas y
teológicas como nunca acaeció en Occidente ni en las otras culturas de la
humanidad.

Debemos destacar que, desde entonces hasta nuestros días, las cuestiones más
transcendentales se plantean siempre con aptitudes pasionales apoyadas, apenas, en
teorías precipitadas y esquemáticas: El Renacimiento no es suscitado por un filósofo
propiamente; los humanistas fueron eruditos y panfletistas. Es fuerte el contraste
que presenta con la gestación de otras culturas; el cristianismo; por ejemplo, es una
doctrina que luego de ser aceptada pasa a la praxis como el fermento que leuda
toda la masa; el mismo sello tiene en la historia, la inserción de Confucio, Siddartha
Gautama o Gandi; en cambio, Jordano Bruno es el personaje tipo del Renacimiento.

Por consiguiente, el noble legado de Grecia al occidente, es decir, las ciencias


especulativas encabezadas por la Metafísica y ordenadas a la posesión de la verdad,
se enrarece cediendo lugar a las ciencias fácticas, útiles al hombre para hacer un
mundo a su imagen y semejanza.

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Amicales

Simones
Ediciones

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