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TEOLOGÍA I

Testigo de la Verdad: El mensaje de Jesús


La obra de la redención se realiza mediante las palabras y las obras de Jesucristo. La coherencia entre las
palabras y las obras es una clave fundamental para conocer el misterio de Cristo. Su mensaje llega a
nosotros a través de la Sabiduría de sus palabras en los evangelios y las obras que confirman estas
palabras y al mismo tiempo suscitan la fe en Dios.

1. Pasó haciendo el bien: Los milagros de Jesús

Entre las obras de Jesucristo destacan los milagros. El tema central de los milagros es la fe. En la mayoría
de las situaciones narradas en los evangelios, el milagro no es lo que suscita la fe, es decir, Jesús no hace
milagros para que le crean sino que hace milagros porque le creen. La fe precede al milagro. Un buen
ejemplo de esta relación causa efecto entre fe y milagros es cuando el Señor visita su propia tierra y por
la falta de fe de sus compatriotas no pudo hacer muchos milagros. Pero también hay milagros que
refuerzan o son enseñanzas en sí mismas porque expresan grandes verdades teológicas como es el caso
de la revivificación de Lázaro que es hecho explícitamente para que los testigos crean que Jesucristo es la
Vida.

Más allá de la suspensión prodigiosa de las leyes de la naturaleza en los hechos concretos narrados como
milagros la clave de interpretación es la gracia. El milagro es en sí mismo una gracia, algo que no se puede
comprar, vender ni obtener con el propio esfuerzo, sólo se puede pedir. De hecho, el asentimiento de la
voluntad es indispensable para recibir la gracia.

Esto no quiere decir que los milagros sean “mero símbolo” de la gracia, si así fuera tendríamos que
considerar el relato evangélico no como algo histórico sino como algo mítico con lo que volveríamos a la
problemática de la historicidad de los relatos evangélicos y del mismo Jesucristo.

2. La Resurrección

La Resurrección es fundamentalmente la victoria del amor sobre la muerte. Joseph Ratzinger en


“Introducción al cristianismo” explica esta verdad cristiana partiendo de la realidad del amor humano. A
lo largo de la historia de la humanidad los seres humanos experimentamos en el amor la necesidad de
perpetuarnos, de no morir. En toda promesa de amor se le dice a la persona amada “tú no morirás”.
Ahora bien, este deseo tan humano de no morir se intentaba, y hasta ahora se intenta, satisfacer
mediante la descendencia, las personas queremos sobrevivir en los hijos. Otro camino es la búsqueda de
fama o celebridad para ser recordado por grandes obras. Como es evidente ninguna de estas formas
puede ser tenida en cuenta como superación de la muerte de otra forma que no sea la alegórica. Cuando
decimos prometemos amor eterno sabemos que no es posible porque somos mortales por mucho que
amemos; cuando decimos de alguien que es inmortal porque se le recuerda a través de los tiempos
sabemos bien que hablamos de manera figurada, no real. Sabemos que esa persona concreta ha muerto,
ya no está, sólo queda su recuerdo. Pues bien, la Resurrección de Jesucristo es la verdad de fe que nos
pone ante la superación real de la muerte por el Amor que Él nos da.

Fuente: Rodríguez M. (2019) Apuntes de Teología. Ed. n/a. Arequipa, Perú.


TEOLOGÍA

LA RESURRECCIÓN DESDE LA FÍSICA CUÁNTICA


Deseo presentarles algo que probablemente no es común: hablar del cuerpo, de la materia, en la vida
eterna.

EL HOMBRE ES CUERPO Y ALMA


Tenemos que hablar del cuerpo en la vida eterna con los datos que nos da la física. Porque si no en-
tendemos adecuadamente el significado de las palabras podemos tener la impresión de que lo que
nos dice la fe se opone a lo que nos dice la física, o que esta idea de cuerpo, de vida eterna, de resu-
rrección, es algo muy vago que no se puede expresar en términos concretos. Creo que no es así.

Me parece que toda discusión de lo que es el hombre tiene que tener en cuenta que el hombre es
cuerpo y alma. Nadie duda de que somos cuerpo. Me parece que tampoco hay posibilidad lógica de
dudar que tenemos una realidad superior al cuerpo, que es el espíritu. Si no se dan las dos cosas no
hay persona humana. Por tanto, si hemos de hablar de una vida eterna de la persona humana tenemos
que entender cómo vamos a seguir siendo lo que somos: una realidad material, cuerpo, con una reali-
dad espiritual, alma, de tal manera que se dan las funciones propias de ambos, pues esas funciones
determinan lo que es la actividad humana.

La vida eterna se nos promete en la fe con el ejemplo de la vida de Cristo resucitado. Es el único caso
en que hay una descripción de lo que será la vida de cada uno de nosotros después de la muerte. Por
tanto, tenemos que prestar atención al relato evangélico para saber cómo es ese nuevo modo de exis-
tir que llamamos la resurrección.

La fe nos dice que solamente Cristo y María existen de esa forma. Hace cincuenta años se definió el
dogma de la Asunción, en que la Iglesia presentó como verdad revelada en la fe que María está ya
gozando de esa nueva vida eterna, la vida eterna que Cristo mostró a sus discípulos después de su
muerte.

Entre gente incluso piadosa, con formación teológica católica, en años recientes ha habido una ten-
dencia a jugar con el concepto de resurrección, de tal manera que prácticamente se niega. Recuerdo la
sorpresa que tuve cuando, una vez que tuve que hablar de este tema en Estados Unidos, en Washing-
ton, me referí a la Enciclopedia Católica de Estados Unidos. Busqué la palabra resurrección y encontré
esta definición absurda. Decía: Resurrección. Vuelta a la vida con o sin el cuerpo.

Y yo digo: si es una vuelta a la vida, será una vuelta de algo que ha muerto. Entonces, ¿cómo puede
decir que ha vuelto a la vida sin el cuerpo? ¿Es que ha muerto el alma? No tiene sentido común alguno
ni tiene lógica filosófica ni teológica. Hasta tal punto llegan la confusión de lenguaje e ideas. Sobre
todo a partir de la teología protestante, que se basa, últimamente, en la negación de todo lo que no se
entiende. Una teología, como la de Bultmann, por ejemplo, en la que se niegan los milagros. Como no
se entienden, hay que negarlos. Tampoco se entiende la vuelta a la vida después de la muerte, por
tanto, se dice que todos los relatos evangélicos son una manera de hablar poética, simbólica. Lo único
que significan es que los apóstoles tenían la persuasión de que, de alguna manera, Cristo estaba con
ellos. Esto es vaciar completamente de sentido el dogma de la resurrección. Y, como dice San Pablo, si
Cristo no resucitó de los muertos, vana y vacía es nuestra fe y nosotros somos los más miserables de los
hombres.

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LA RESURRECCIÓN ES UN HECHO HISTÓRICO


De esta manera, tenemos que darnos cuenta de que nuestra fe se basa en testimonios de hechos his-
tóricos. El cardenal Ratzinger, hace unos años, hablando en Madrid sobre la encíclica del Papa Juan
Pablo II, El esplendor de la Verdad, se refirió explícitamente a la enseñanza acerca de la resurrección. Y
dijo ―tiene cierta gracia porque él es alemán―: El hablar de la resurrección como una vivencia de los
apóstoles y no como un hecho histórico es caer en el pensamiento alemán, en que se pierde la objeti-
vidad de los hechos para hablar solamente de cuestiones psicológicas. Esto no es nuestra fe. Nuestra
fe se basa en hechos históricos.

A este respecto quiero hacer notar lo que significa hecho histórico. De la resurrección se dice: no, no
es un hecho histórico, porque nadie la presenció. Por tanto, no se puede decir que es un hecho históri-
co. Y yo digo, ¿alguno de ustedes ha presenciado el hecho de que yo nací? ¡No! ¿Dudan ustedes de
que es un hecho histórico que yo nací? ¡No! Porque se ven las consecuencias. De modo que si yo veo
un cadáver en el suelo, aunque no haya visto el momento de la muerte, tengo derecho a decir: este
hombre ha muerto. Y si lo veo vivo más tarde tengo derecho a decir: este señor ha resucitado, aunque
no haya visto el momento de la resurrección. Lo contrario es absurdo, es jugar con palabras. Y algunos
de estos teólogos, incluso católicos, dicen: no, la resurrección es un hecho metahistórico. ¿Qué quiere
decir metahistórico? Si quiere decir que, siendo un hecho histórico, tiene consecuencias más allá de la
historia, no tendría objeción alguna. Pero en este caso no es así, contraponen metahistórico a histórico
para decir que no es un hecho histórico. Esto es absurdo.

Pensemos primero en la realidad básica de que la fe se basa en hechos históricos. En el evangelio,


los hechos de los apóstoles, y las cartas de San Pablo leemos que lo que vimos, y oímos, y tocamos con
nuestras manos, esto es lo que anunciamos, para que ustedes también crean. Dice: nosotros, que vimos
a Cristo después de su resurrección, que lo tocamos y comimos con él, somos testigos de esto.

En todo hecho histórico, el testimonio de testigos fiables es la única manera de tener certeza. Ustedes
no pueden saber qué ocurrió hace cien años si no es por el testimonio de quienes estaban presentes y
han escrito o transmitido de palabra lo que entonces sucedió, y de esta manera se establece la verdad
de hechos históricos. Pues bien, tenemos testigos, los apóstoles, que son capaces de testificar lo que
vieron y tocaron, y que fueron tan sinceros en su testimonio que dieron su vida por él. De modo que el
hecho de la fe tiene que basarse en pruebas históricas. Estoy insistiendo en esto porque aún entre
gente muy piadosa hay la impresión de que la fe se tiene sin pruebas, porque sí. No, no puede ser así.
Dios nos ha hecho racionales y creer sin pruebas es irracional, es absurdo. Si uno cree algo sin pruebas,
está actuando irracionalmente. Tenemos que tener pruebas, y estas pruebas de carácter histórico se
ven precisamente en los testigos fiables que dieron testimonio incluso a costa de su vida.

Hemos, pues, establecido que el hecho de la resurrección tiene que ser un hecho histórico, si no, nues-
tra fe sería vacía.

EL HOMBRE ES CUERPO Y ALMA


Vamos a establecer ahora en qué consiste la realidad del hombre y, por tanto, qué puede significar el
hecho de la resurrección.

Primeramente, hablamos de una resurrección que transforma el modo de existir del hombre. No se
trata de una mera extensión del tiempo de vida. Cuando Cristo resucitó a Lázaro, le añadió años de

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vida, pero Lázaro murió, igual que todos, años más tarde. Cuando Cristo resucitó al hijo de la viuda de
Naín, lo mismo. No se trata de este tipo de resurrección del que estamos hablando, aunque es verdad
que se usa la misma palabra, y que se use la misma palabra debe indicarnos algo. Porque si Cristo
hubiese resucitado al hijo de la viuda de Naín sin cuerpo no le hubiese hecho ninguna gracia a la ma-
má. Nadie podría decir que había resucitado al niño. De modo que, si en el caso de una resurrección
temporal, tiene que ser la totalidad de la persona humana la que se encuentra viva, también lo es en la
resurrección al fin de los tiempos y en la resurrección de Cristo.

En el hombre se da naturalmente una estructura material orgánica, parecida a la de los demás seres
vivientes de la tierra, los animales. Utilizamos los mismos compuestos químicos, tenemos las mismas
funciones, el mismo metabolismo… Todo esto indica que somos parte de una cadena de seres vi-
vientes que se ha desarrollado en la Tierra utilizando las fuerzas de la materia para producir lo que
llamamos actividad vital. Actividad que es el crecimiento, la nutrición, poder reproducirse, etc.

Esto ocurre en el hombre sin lugar a dudas, pero no es esto todo lo que hay en el hombre. Tenemos
también una actividad que no se encuentra en los animales: la actividad de pensamiento y la actividad
libre. ¿En qué se nota esta actividad? En que buscamos con un interés que ningún animal tiene lo in-
tangible, la verdad, la belleza y el bien. Esto es lo propio de la actividad humana. Queremos conocer,
incluso lo abstracto. De modo que aún la ciencia que trata de la materia tiene que pasar a un nivel de
abstracción en que lo que se estudia ya no entra por los sentidos.

Cuando yo estudio el concepto de átomo, en física, sé perfectamente lo que quiere decir esa palabra y
lo que estoy estudiando, pero no he visto un átomo ni lo veré jamás. Cuando yo estudio en filosofía el
concepto de deber, tampoco puedo decir que es algo que me entra por los sentidos. Es algo de orden
no material, abstracto. Y, sin embargo, por el concepto de deber una persona puede dar la vida. Se va
incluso contra los instintos más básicos por algo que no puede ser de orden material, que no puede
notarse ni percibirse por los sentidos. El concepto de patria es abstracto. El concepto mismo de Dios
no me entra por los sentidos y, sin embargo, ¡ya lo creo que tiene importancia y significado! De modo
que hay una actividad en la persona humana que da importancia enorme a lo que no tiene cualidad
material alguna. Lo mismo podemos decir de la búsqueda de belleza, por ejemplo, la belleza literaria.
¿Qué sentido tiene para un físico un libro de poesía? Desde la física, un libro es un montón de hojas de
papel, de celulosa, con unas cuantas manchas oscuras aquí y allá. Nada más. Y sin embargo, hay allí un
significado que no dan las leyes físicas, un significado que depende de una construcción totalmente
teórica: estas manchas van a significar sonidos, palabras, ideas. Leyéndolo, el libro de poesía puede
darme una sensación de belleza, de satisfacción y de alegría que no puede explicarse por ninguna ley
física. Todo esto quiere decir, pues, que esta nueva actividad humana no se basa en las propiedades
de la materia. A mí una poesía me puede hacer el mismo efecto esté escrita en papel, en pergamino,
en bronce o en piedra. Es el significado el que tiene importancia, y el significado no es una propiedad
física ni se puede describir por ningún experimento físico.

¿Qué es lo que yo conozco más ciertamente? Que estoy conociendo, la frase famosa de Descartes:
pienso, luego existo. Puedo dudar de muchas cosas, pero no puedo dudar de que estoy dudando. Esto
me da la certeza de una actividad que excede el nivel de la materia.

También se dice que en el hombre la materia se hace consciente de sí misma. Tiene un sentido acep-
table, pero también equívoco. ¿Son ustedes conscientes de lo que están haciendo las células de su
cerebro? ¡No! ¿Son conscientes de lo que están haciendo los diversos órganos del cuerpo? ¡No! ¿En-
tonces, es consciente la materia de sí misma? No. De lo que soy más consciente es de que soy cons-
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ciente, de que estoy pensando y, por tanto, de una actividad que no es la actividad de la materia.
Cuando decido hacer algo o no hacerlo, estoy cierto de que esta actividad está bajo mi control: puedo
decidir hacerlo o no, y por eso mismo me siento responsable. Toda la sociedad humana se vendría
abajo si negase esta libertad, porque quien niega la libertad del hombre lo reduce a una especie de
máquina, que hace las cosas automáticamente, o bien tiene que decir que todo aquello que nos pare-
ce que hacemos libremente es un sueño, una ilusión. En ambos casos se viene abajo la sociedad, por-
que si no hay libertad no puede haber responsabilidad, y si no hay responsabilidad nadie puede ser
obligado ni se le puede pedir que haga una cosa u otra. Entonces, no habría la posibilidad de decir
que algo es un crimen, ni habría responsabilidad ante el estado, ni ante la familia ni ante otros.

Establezcamos bien claramente que en el hombre hay dos niveles de actividad de dos órdenes to-
talmente distintos. A estos dos niveles deben corresponder dos principios de actividad: un principio
material y un principio no material, que no tiene propiedad alguna de la materia. El pensamiento no
tiene peso, ni carga eléctrica, ni densidad, ni ninguna de las propiedades que un físico puede estudiar.
Y lo mismo se puede decir de un acto de la voluntad.

Sin embargo, una vez establecido esto, debemos decir con igual fuerza que el hombre no es dos reali-
dades yuxtapuestas, como pegadas artificialmente. Lo que hace el cuerpo afecta las actividades espiri-
tuales y lo que hace el espíritu afecta también al cuerpo. Cuando ustedes tienen un dolor de cabeza no
pueden pensar bien; cuando tienen una preocupación pueden terminar con una úlcera de estómago.
El cuerpo influye en el espíritu y el espíritu influye también en el cuerpo. Esto, filosóficamente, se ex-
presa diciendo que el hombre es un único ser, compuesto de dos realidades que se intercompene-
tran de tal manera que cuando yo digo yo puedo poner a continuación un hecho material o un hecho
espiritual y el sujeto es el mismo: puedo decir yo pienso, yo quiero; yo tengo hambre, yo camino. El yo
es el mismo.

Esto también nos hace pensar en la realidad de la encarnación. Cristo, diciendo yo muero, yo existo
antes que Abraham, yo resucitaré al tercer día, está hablando en un nivel simultáneo de Dios y de
hombre. El sujeto es uno, y porque es Dios, por eso su muerte tiene valor redentor, pero porque es
hombre puede morir, que como Dios no podía. En la fe tenemos la base de nuestra redención, que es
la unidad de dos naturalezas distintas, cada una de las cuales tiene operaciones propias: la naturale-
za divina y la humana. Y porque se da esa unidad se puede dar esa redención. De una manera muy
inferior, pero semejante, en el hombre se dan dos realidades, dos principios de actividad, que es lo
que significa naturaleza: de la actividad material, el cuerpo, de la actividad no material, el espíritu.
Pero es una única realidad personal. La persona humana tiene que tener ambas realidades. Esto es
importante en contraposición a ideas de reduccionismo materialista o espiritualista o ideas de tipo
oriental que están bastante de moda en que se viene a decir que el ideal del asceta es liberarse del
cuerpo, porque el cuerpo se considera un peso para el espíritu, algo que impide el desarrollo de la
persona. Esto es falso. El cuerpo es necesario para que haya una persona humana.

¿QUÉ ES LA MATERIA?
Una vez que hemos establecido que el hombre solamente es persona total con cuerpo y alma pode-
mos preguntarnos qué es el cuerpo. Y aquí es donde entran en juego datos e ideas de la ciencia mo-
derna que nos pueden ayudar a evitar malentendidos.

Primeramente, el cuerpo, como palabra que se puede usar en el lenguaje normal pero también en el
científico, siempre es una estructura material. No tiene sentido físico ni filosófico hablar de un cuerpo
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inmaterial. Es una contradicción verbal. El cuerpo es una estructura material necesariamente. Decir que
resucitamos con un cuerpo no material es absurdo, es como un círculo cuadrado, no puede ser. O no
hay cuerpo, o si hay cuerpo tiene que ser una estructura material.

¿Y qué me dice la física que es la materia?

Primero, tengamos en cuenta que la física solamente define a las cosas que estudia por sus operacio-
nes. No sabemos qué es algo directamente. Solo podemos saber lo que hace, y por lo que hace lo
definimos. ¿Qué es un protón? El físico dirá que es algo que tiene esta manera de actuar, esta masa,
esta carga eléctrica. ¿Y qué es el electrón? Algo que tiene estas otras propiedades. Pues bien, de esta
manera se puede decir que la materia, el cuerpo animado o inanimado ―también utilizamos la pala-
bra cuerpo para designar una piedra y decimos que los cuerpos se atraen y hablamos de los astros y la
gravitación―, el cuerpo es algo que tiene actividad por medio de cuatro fuerzas, que llamamos cua-
tro interacciones: la gravitatoria, la electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil. Nada más. Puede
parecer sorprendente que todo cuanto ocurre en el universo tenga que ocurrir por alguna de estas
cuatro interacciones o sus combinaciones. Y sabemos lo que hace cada una de estas fuerzas.

La fuerza gravitatoria, por ejemplo, lleva a una concentración de masa. Las masas actúan como si se
atrajesen. Esta fuerza es universal, afecta a toda la materia y nadie jamás tiene posibilidad de sustraer-
se a ella, ni puede haber aislantes ni tiene límites. Aunque se dice a veces que los astronautas están
fuera de la atracción gravitatoria de la Tierra eso es mentira; si estuvieran fuera de la atracción gravita-
toria no estarían en órbita alrededor de la Tierra. La gravedad causa esta atracción que lleva a los
cuerpos a unirse en masas cada vez de mayor tamaño si no hay otra fuerza que lo impida. Si el univer-
so tuviese cuerpos sin movimiento, si fuese creado en un momento con todos los cuerpos en su sitio,
sin moverse, inmediatamente todos caerían hacia un centro para formar una masa única.

La segunda fuerza es la fuerza electromagnética. Como la gravedad, tiene un alcance ilimitado. Pero
contrariamente a lo que ocurre en el caso de la gravedad, no afecta a toda la materia. Solo afecta a la
materia que tiene una propiedad nueva que llamamos carga eléctrica. Y esa carga eléctrica puede ocu-
rrir en dos variantes: causando atracciones o repulsiones. Mientras que la gravedad solo causa atrac-
ción, en la fuerza electromagnética se da también la repulsión. [Dos cargas de signo diferente se
atraen; del mismo signo se repelen.] Como la materia, en gran escala, tiene igual número de cargas
positivas y negativas, no noto la atracción y la repulsión de otro cuerpo cuando paso cerca de él. Pero
es una fuerza enorme, intensísima. De tal manera que si yo tuviese dos granos de arena, uno sobre la
mesa, otro en el techo, y lograse quitarles a ambos las cargas negativas, ambos tendrían carga positiva.
Como las cargas de igual signo se repelen, para evitar que el grano de arena del techo saliese despe-
dido al espacio, tendría que colgar de él tres millones de toneladas, tan enorme es la fuerza electro-
magnética.

Esta fuerza electromagnética es la que da cohesión a la materia. Una piedra es un conjunto de partícu-
las con carga eléctrica unidas por esa atracción fortísima. Es la que produce también toda la química.
Las moléculas son resultado de atracciones entre átomos que ocurren por la carga eléctrica de sus
electrones. Y como la química es la base de la biología, eso quiere decir que mi cuerpo es un conjunto
de partículas con carga eléctrica unidas en moléculas que forman compuestos cada vez más complejos.
Sin la fuerza electromagnética no podría haber vida, porque la vida exige una estructura muy comple-
ja. Por ejemplo, la molécula de ADN tiene más de diez mil millones de átomos, que tienen que estar
unidos en una cohesión muy firme para que una generación tras otra se mantenga esa molécula don-
de está codificada la herencia, las instrucciones, las propiedades para el nuevo organismo.
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Esto quiere decir que cuando yo observo un cuerpo que me parece sólido, por ejemplo, un trozo de
metal, y lo toco, y digo: esto es sólido, esto es duro, a nivel atómico no es verdad. Esto es una colec-
ción de partículas separadas entre sí por distancias que, a escala microscópica son tan grandes como
las que hay entre los planetas. Y estas partículas, moviéndose a velocidades increíbles, están dando
esta estructura que no es dura ni sólida, sino que es casi todo vacío. Y me da la impresión de dureza
porque cuando quiero poner mi dedo a través de ella aparecen estas fuerzas de repulsión de tipo eléc-
trico que no permiten que mi dedo penetre. Pero no hay nada sólido. La materia, incluso la materia de
mi cuerpo, es una nube de partículas en movimiento rapidísimo. Si pudiese eliminar los espacios va-
cíos entre ellas, toda la materia de mi cuerpo no se vería con ningún microscopio. Esto es extraño,
¿verdad? Cuesta trabajo creer que es así pero ningún físico lo duda; tenemos pruebas de que es así.

Por tanto, pensemos ya en alguna de las propiedades que atribuimos espontáneamente a la materia.
Decimos que la materia tiene que ser impenetrable, donde hay un cuerpo no se puede meter otro.
Eso no es verdad, lo único que hace falta es una presión suficiente.

En astronomía hablamos de una estrella, como el sol, que termina su evolución; entonces una masa
como la del sol, trescientas treinta y tres mil veces la masa de la Tierra, queda reducida a una esfera de
un tamaño de la Tierra y tiene una densidad tal que si yo trajese aquí un centímetro cúbico del centro
de ese cadáver de estrella pesaría cincuenta toneladas. Y todavía hay mucho hueco en ella. Y si una
estrella termina con más masa que eso, más de una vez y media la masa del sol, aproximadamente,
toda esa masa, equivalente a medio millón de tierras, quedaría en una esfera que cabría dentro de los
límites de la ciudad de Lima ―tendría un radio de 10 a 20 km―. Un trozo del tamaño de un centíme-
tro cúbico de esa estrella, traído a la Tierra, pesaría más de mil millones de toneladas. Y esto no es el
límite de la densidad, todavía. Porque hay una situación prevista por la física y confirmada por datos
experimentales que dice que si ese cadáver de estrella tiene más de tres veces la masa del sol, un mi-
llón de veces la masa de la Tierra, entonces se contrae sin límite y se forma lo que llamamos un aguje-
ro negro, donde la materia puede ir hacia radio cero. De modo que no es verdad que la materia es
impenetrable: se puede comprimir sin límite. Esto es lo que me dice la física.

¿Qué más me dice la física que me hace dudar de todo lo que me dice el sentido común? El sentido
común me dice que un cuerpo tiene que estar en un sitio y no puede estar en dos al mismo tiempo.
La física me dice que no es verdad. Las partículas elementales, por ejemplo los electrones, y otras ma-
yores, pueden utilizarse en el laboratorio ―y se usa este experimento con frecuencia― para lanzar un
chorro de partículas a través de una rendija. Ustedes piensan, lógicamente, que si cada una de estas
partículas va por la rendija, habrá un punto en una pantalla, al otro lado, donde caen esas partículas, y
fuera de ahí no caen. Y si ponen dos rendijas, pensarán que cada partícula va por una, o va por otra, o
no pasa. Por tanto, esperan que haya dos zonas en la pantalla donde aparecerán estas partículas y
fuera de ahí no. Pues no ocurre así. De alguna manera cada partícula se las arregla para pasar por am-
bas rendijas al mismo tiempo. De modo que seguir la partícula por una rendija sola es imposible, y
aparecen en la pantalla en diversos lugares, no enfrente de la rendija, sino en otros sitios. Esto nos
indica que no son bolitas duras, como proyectiles, sino que se comportan como una onda, que pasa a
través de varias rendijas simultáneamente y determina dónde aparece el impacto en la pantalla. Esta es
la base de uno de los puntales de la física moderna, la mecánica ondulatoria o mecánica cuántica. Las
partículas elementales no son pequeños perdigones duros, sino que de alguna manera se comportan
también como ondas y pueden estar en varios sitios a un tiempo.

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Más extraño todavía. Ustedes pensarán que un objeto, para ir de un sitio a otro, tiene que ir por todos
los espacios intermedios. No es así. Una partícula elemental puede pasar de un lado de este obstáculo
al otro sin pasar por el medio. Y esto se utiliza constantemente en electrónica. Hay componentes de
aparatos electrónicos, sean casetes, computadoras u otros, que se llaman diodos de túnel. Estos dio-
dos de túnel se basan en que los electrones van de un sitio a otro sin pasar por el medio. Incluso se ha
hecho recientemente un experimento que verdaderamente desafía el sentido común. Dos átomos de
luz, dos fotones, se emiten simultáneamente, desde la misma fuente. A uno se le pone enfrente una
barrera opaca, el otro va libremente. Llegan a una pantalla: el que se topó con la barrera opaca llega
también a la pantalla, pero no la cruza, sino que va sin atravesar la barrera. Y eso se prueba porque ese
fotón llega antes que el otro, ha saltado un espacio, no ha pasado por él. Por eso, moviéndose los dos
a la misma velocidad, el que tiene la barrera enfrente llega antes que el otro. No ha recorrido ese es-
pacio intermedio.

Todo esto parece ciencia ficción, pero está ocurriendo en nuestros laboratorios constantemente. En-
tonces, la materia no tiene por qué estar en un solo sitio, ni tiene por qué ir de un sitio a otro pasando
por el medio. Incluso, en el caso de un agujero negro, la física me dice que allí la materia está fuera del
espacio y del tiempo accesible a un experimento físico. Nadie puede jamás saber cómo es el interior
de un agujero negro ni qué hay allí.

Entonces, ¿qué es la materia? La respuesta más honrada es decir: no lo sabemos. Pero es, en términos
físicos, algo que tiene la capacidad de actuar por alguna de esas cuatro fuerzas, la gravitatoria, la elec-
tromagnética y dos fuerzas que actúan solamente dentro del núcleo atómico, la fuerza nuclear fuerte y
la fuerza nuclear débil. La materia solo se puede definir por su actividad mediante esas cuatro fuerzas.
Todo lo demás que nos parece obvio ―que la materia tiene que ser dura, impenetrable, localizada en
un sitio, moviéndose poco a poco―, todo eso no es necesario para que haya materia. En física inculso
tenemos la descripción de partículas elementales que no tienen carga eléctrica, ni masa ni tamaño. Y
son partículas reales, ya lo creo que sí. Aunque hoy día se duda un poco que sea totalmente cero la
masa del neutrino, si tiene alguna todavía no se la hemos encontrado. Tengo un cierto cariño de fami-
lia al neutrino, porque hice mi tesis doctoral con uno de sus descubridores.

Mientras estamos aquí sentados, tranquilamente, nos están atravesando miles de neutrinos que vienen
del sol. Me dirán: pero si es de noche. Da igual, vienen a través de la Tierra como si no estuviese ahí.
Son partículas que atraviesan toda la Tierra sin enterarse ni de que está allí. Y son partículas reales, no
es ningún cuento ficticio. Podría tener una pared de plomo sólido como de aquí a una estrella y el
neutrino la atravesaría sin dificultad. De modo que, ¿qué es la materia?

Para acabar de confundir nuestra idea de materia tal vez la ecuación más sorprendente de todas en la
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física moderna es la famosa ecuación de Einstein: E= m · c . Que significa: la energía es igual a una
masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. ¿Qué quiere decir en la práctica esta ecua-
ción? Que de pura energía se sintetizan partículas, y viceversa. ¿Qué clase de energía es esa que puede
convertirse en partículas? Cualquiera.

Imagínense que con una raqueta de tenis diese un golpe muy fuerte a la pelota y que de la energía del
golpe se sintetizase una docena de pelotas, de modo que en lugar de rebotar una rebotan trece. Les
parecerá imposible, ¿cómo se van a sintetizar pelotas a base de un golpe? Esto ocurre, constantemen-
te. Llegan del espacio partículas elementales con enorme energía que chocan con los átomos de la alta
atmósfera y de la energía del impacto se sintetizan miles de partículas que llegan a la Tierra, y se reco-
gen en un área de varios quilómetros cuadrados.
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Entonces, ¿qué diferencia hay entre energía y partículas? Porque la gente dice: una cosa es la materia y
otra la energía. Pues no es así. Materia y energía no son dos realidades distintas, todo es materia. Son
dos formas distintas de materia: partículas y energía, y son intercambiables completamente.

Entonces, ¿qué es la materia? Si tenemos una manera de hablar, en física, que no es demostrable pero
que abraza todas estas ideas, terminamos sugiriendo, no enseñando como cierto, pero sugiriendo, que
hay una realidad básica que es lo que llamamos el vacío físico. Esto es la realidad más básica. Si ese
vacío físico tiene una distorsión extraña, muy concentrada, lo percibo como una partícula. Y si esa dis-
torsión es más diluida, lo percibo como energía. Pero, últimamente, lo único que puedo decir de la
materia en todas sus formas es que se ve afectada por alguna de esas cuatro fuerzas. La gravedad, por
lo menos, afecta a todo: al vacío físico, a las partículas y a la energía. Un rayo de luz se cae, lo mismo
que una pelota que lanzo. Lo que pasa es que como el rayo de luz se mueve a trescientos mil km por
segundo, no noto que se cae en las distancias que yo puedo medir. Pero en observaciones astronómi-
cas sí se nota que la luz cae y sigue una trayectoria que no es la línea recta, sino como la de todo
cuerpo que se cae: una curva. Lo único, pues, que me queda de la materia es la definición de su capa-
cidad de actividad; quizás no está haciendo nada, pero tiene la capacidad, y esta es la que define a la
materia.

¿QUÉ ES MI CUERPO?
A partir de aquí tengo que repensar lo que es mi cuerpo.

Podría decir al menos: bien, no sé lo que es un electrón, no sé lo que es un protón o un neutrón, pero
sé que los tengo, sé que peso tanto y mis órganos tienen tales dimensiones, y eso me basta. Pues bien,
yo quiero conservar todos estos cuando tenga mi cuerpo en la resurrección.

Ah, piensa un momento. ¿Tienes hoy los mismos átomos hoy que ayer? No. Estamos en constante
cambio de metabolismo. Todos los días perdemos una cantidad importante de átomos e incluso de
células. Pero eso no impide que yo diga: soy el mismo que ayer. Y soy el mismo que hace muchos
años era un bebé. Y soy el mismo que ha cambiado en todo lo que es la estructura corporal a lo largo
de mi vida. Pero sigo diciendo: es mi cuerpo, es el mismo. Obviamente, cuando digo mi cuerpo no
quiero decir un conjunto concreto de átomos, porque no puedo mantener ese conjunto de átomos de
un día para otro, y mucho menos de un año para otro.

Entonces, cuando hable de la resurrección, ¿de qué hablo cuando digo que he de resucitar con mi
cuerpo? ¿Del cuerpo que tenía en el momento de la muerte, probablemente en malas condiciones y
bastante estropeado? ¡No! El que se muere de bebé, ¿va a tener por toda la eternidad ese cuerpo de
bebé? No. ¿Cuál es mi cuerpo, entonces?

Todo esto me dice que el considerar el cuerpo como un conjunto concreto de átomos no es correcto.
Piensen ustedes también en lo que se hace hoy en medicina. Si tengo un órgano estropeado me pue-
den poner otro por trasplante. ¿De quién es ese órgano? ¿Del donante o mío? Y si me ponen una pró-
tesis artificial en la cadera, ahora tengo un trozo de metal donde antes tenía hueso. Ese metal, ¿es
parte de mi cuerpo? Si me ponen un corazón artificial, ¿dónde está mi cuerpo?

Tenemos que pensar en todo esto para entender lo que significa la resurrección con mi cuerpo hu-
mano. Piensen en otro dato de la biología. Imagínense que sufro unas quemaduras fuertes. Una de las
maneras de restaurar la piel destruida es tomar muestras de la piel sana, cultivarlas en laboratorio y

8
TEOLOGÍA

luego volver a injertármelas. Ese trozo de piel que se extrae es un conjunto de células, unos animalitos
independientes, que viven y crecen y se multiplican en el laboratorio sin saber nada de mí. Cuando
están en el laboratorio, no son mi cuerpo. Pero luego me lo ponen y vuelve a ser mi cuerpo, o comien-
zan a ser mi cuerpo. De tal manera que no solamente los átomos no pueden identificarse con mi cuer-
po, ni siquiera las células ni los órganos pueden identificarse como necesarios para que sean mi cuer-
po.

Volviendo a hablar desde la física, una de las razones para dudar de lo que yo llamaría nuestro sentido
común es que se me dice que un electrón no puede distinguirse de otro. Si yo tengo un choque de
electrones y quiero hacer los cálculos insistiendo en que este electrón es el mismo después del choque,
mis cálculos no están de acuerdo con lo que se observa. Los electrones, y en general las partículas
elementales, no tienen individualidad propia. Por tanto, no tiene sentido decir que yo quiero tener
estos electrones y estos protones que son mi cuerpo. No, no tienen individualidad propia.

Después de todo esto uno no sabe qué decir sobre lo que significa hablar de mi cuerpo. Pero yo diría
que significa que es el conjunto material que está adaptado al espíritu y bajo el control del espíritu, de
tal manera que en el cambio diario y año tras año del metabolismo de mis órganos siempre puedo
decir que el espíritu es el que da cohesión a toda esta estructura material y, controlándola, la hace
ser mi cuerpo.

EL CUERPO RESUCITADO
Ahora bien, hablemos de lo que nos dicen los evangelios de Cristo resucitado. Solamente en el caso
de Cristo tenemos una descripción de lo que hace un cuerpo resucitado. ¿Qué nos dice el evangelio?

Primeramente entra en el cenáculo donde están los apóstoles sin abrir la puerta: aparece en medio de
ellos. ¿Por dónde ha entrado? La respuesta, naturalmente, es que no ha entrado por ningún sitio.
¿Cómo puede hacerse presente si antes no estaba dentro y no ha entrado? La respuesta se puede
decir por la física: se puede ir de un sitio a otro sin pasar por el medio. ¿Y dónde estaba antes? La res-
puesta también puede venir por la física: no tenía que estar en ningún sitio. Porque la materia puede
existir sin estar en ningún sitio. Así es, como en el caso del agujero negro. Precisamente este es uno de
los modos de hablar de la resurrección: el cuerpo deja de estar sujeto a los límites de espacio. Y
porque deja de estar sujeto a estos límites no hay que buscarlo con ningún tipo de mapa para ver
dónde está cuando no quiere hacerse presente. No tiene que estar en ningún sitio y se hace presente
directamente donde quiere, sin pasar por ningún camino intermedio. Y cuando Cristo desaparece del
cenáculo, tampoco pide que le abran la puerta. Desaparece sin más para estar fuera del espacio. No
sabemos explicarnos ni imaginar qué es existir fuera del espacio, pero la física me da pie para pensar
que esto es una realidad que se da también en el mundo de las partículas.

Pero cuando Cristo se hace presente, tiene su cuerpo, ya lo creo que sí. Se le toca, puede comer y co-
me, porque es un cuerpo real y tiene la capacidad de hacer lo que se hace por medio de esas cuatro
fuerzas que definen a la materia. Lo que el evangelio nos dice es que Cristo mismo, dirigiéndose a los
apóstoles, les dice: ved que tengo carne y huesos, no soy ningún fantasma. Dice que le toquen. Y
cuando todavía no se atreven a creerlo del todo les pide que le den de comer, y con ellos come un
trozo de pescado. De modo que es un cuerpo verdadero, sí, con todas las posibilidades de actuar de
un cuerpo humano. Luego desaparece y aparece a los discípulos de Emaús y no le reconocen. ¿Por
qué? Porque, una vez más, no está sujeto a ninguna ley física que obliga a que tus átomos estén en
una distribución determinada. Por tanto, puede tener el aspecto que quiera. No es necesariamente el
9
TEOLOGÍA

cuerpo de Cristo el que tiene que tener tales dimensiones en cada uno de sus rasgos. Puede tener su
propio cuerpo pero puede controlar completamente cómo se muestra, a quién se muestra y en qué
forma se muestra.

Si quieren que se lo diga de manera analógica y breve. Cuando nosotros vivimos en nuestra vida mor-
tal y normal, ¿cómo actúa nuestro espíritu? No actúa con la libertad propia de un espíritu, porque un
espíritu no está sujeto a leyes físicas, ni a espacio ni a límites de movimiento ni de tiempo. Dios o un
ángel, como espíritus puros, no están sujetos a este cambio espacio temporal propio de la materia. Sin
embargo, nuestro espíritu se ve obligado a actuar casi como materia en el sentido de que yo estoy
aquí y por mucho que lo piense mi espíritu no va a estar en Miami, está aquí. Y por mucho que me
esfuerce, no puedo actuar sino en un tiempo en el que me cuesta trabajo, esfuerzo y tiempo aprender
algo, hacer un raciocinio filosófico o simplemente utilizar la capacidad de razonar en la vida diaria, de
absorber la belleza de una poesía, de aprender una ley física… Todo esto me lleva tiempo. Por tanto,
mi espíritu está limitado por su unión a la materia y actúa casi a modo de materia, constreñido
por los límites de espacio y tiempo.

Esto, que es la realidad de nuestra vida, se cambia del revés después de la resurrección. Entonces es el
espíritu el que manda y hace que la materia exista a modo de espíritu, libre de esas ataduras, de
esos límites de espacio y tiempo. Esto es el único significado lógico que tiene la frase de San Pablo: se
siembra un cuerpo material, resucita un cuerpo espiritual. Cuerpo es el sustantivo, el nombre, por tan-
to, es estructura material. Pero actúa ya a modo de espíritu. Y porque actúa a modo de espíritu este
puede determinar que se haga o no visible en una forma o en otra, en un sitio o en otro, en un mo-
mento o en otro. El cuerpo está totalmente subordinado al espíritu. Y como estará fuera del tiempo,
no hay desgaste, no hay metabolismo, no hay ningún tipo de necesidad de renovar estructuras ni de
conseguir energía con alimentos. Cristo lo dijo a los saduceos, hablando del matrimonio: en este mun-
do es necesario el matrimonio para perpetuar la raza humana, pero después de la resurrección no,
porque no hay desgaste ni hay muerte.

Tenemos así un modo de existir que no podemos imaginar, porque toda nuestra imaginación se basa
en los sentidos, y los sentidos se basan en datos de espacio y tiempo. Y hablamos ahora de una exis-
tencia fuera del espacio y del tiempo, porque existir en la eternidad no es existir en un tiempo muy
largo. Dios no existe en el tiempo. Existe de otra manera. Y esta es la existencia que se nos promete en
la resurrección a toda la realidad humana, no solo al espíritu, sino también al cuerpo.

De esta manera, se puede entender un poco lo que significa la resurrección. No es un volver a la vida
con las limitaciones y las propiedades de la materia sujeta a espacio y tiempo, sino que es comenzar a
vivir con el modo de vida propio del espíritu, con una libertad total de toda ley física, de todo
desgaste, de todo cambio. Y así, cuando decimos que estamos llamados a una resurrección, con el
mismo cuerpo que tenemos, esto no depende de que se guarden uno a uno todos los átomos en una
tumba. Da lo mismo que el cuerpo se haya destruido en la tumba, o porque haya un incendio o por-
que lo incineran. Da igual, todo eso no tiene importancia, porque lo que resucita es una estructura
hecha a medida de mi espíritu a partir de ese sustrato imposible de imaginar que hemos llamado el
vacío físico, cuyas deformaciones llamamos partículas que no se pueden distinguir una de otra y que
tampoco se pueden distinguir de eso que llamamos energía. Todo eso permite a la omnipotencia de
Dios, que naturalmente creó todo de la nada, que pueda hacer sin dificultad alguna que lo que ha
creado y se modifica vuelva a ser mi cuerpo.

10
TEOLOGÍA

Todo esto también lo debemos tener en cuenta cuando hablamos de otra verdad de la fe, que es la
eucaristía. Cristo preparó para el anuncio de la eucaristía una serie de milagros que demostraban su
control completo sobre la realidad física. El primer milagro que hizo fue convertir el agua en vino. El
milagro de la multiplicación de los panes hizo que cinco panes se hiciesen presentes en miles de panes
para miles de personas. Él puede hacer todo eso y prometió hacerlo con su propio cuerpo. Por eso
podemos decir que todo el cuerpo de Cristo está en cada partícula de la sagrada forma. Así es. Y no
hay ningún absurdo físico en decir que una realidad está en muchos sitios. Ese cuerpo de Cristo se
hace presente en miles de lugares simultáneamente y no hay una contradicción con la física, tampoco.
Está fuera del espacio y del tiempo, no le afecta lo que ocurre a su alrededor ni lo que se le hace. De
modo que, al recibirlo en la comunión, su cuerpo no se rompe ni se deshace, sino que sigue estando
presente a pesar de que se fraccione la sagrada hostia. No podemos concebir ni imaginar esta manera
de utilizar las propiedades de la materia, pero tampoco se puede decir que sea incompatible con la
idea de materia, y esto es lo que quiero que les quede claro.

No les explico cómo es la resurrección, porque no lo sé ni lo sabe nadie. No les explico cómo es la
eucaristía, porque no lo puedo entender, ni ustedes tampoco. Lo que quiero subrayar es que lo que
dice la fe en esos casos no es incompatible con las propiedades de la materia que me da la física, sino
que Dios utiliza las propiedades de la materia de una manera maravillosa para conseguir algo
que no podríamos jamás soñar: para conseguir una vida eterna, sin desgaste, una vida a modo de
espíritu aún para la materia.

El cuerpo de Cristo, glorificado, resucitado, está en el mismo trono de Dios, adorado por ángeles. Co-
mo decía en otra conferencia, adoramos a la materia cuando adoramos al cuerpo de Cristo, porque
es materia. Y es materia que se ha formado por evolución de estrellas. Es materia que ha formado par-
te del universo en su evolución de millones de años. Esta materia ya está rescatada para siempre de la
destrucción: es la materia gloriosa que ya no sufre el desgaste ni los cambios propios del mundo físico
natural.

Todo aquello que es el hombre, por tanto, está llamado a ser glorificado. Está llamado a ser transfor-
mado en un nuevo modo de vida que se puede simplemente describir diciendo que es el modo de
vida propio de Dios: existir en una eternidad donde ya no hay envejecimiento, ni desgaste, ni cambio
que nos destruya. La muerte ya no tiene lugar, porque la muerte es precisamente el resultado de un
desgaste, de un desajuste de nuestros órganos materiales. No habrá desgaste ni cambio en el cuerpo
resucitado.

Para terminar, les contaré algo muy bonito. Hace unos años leía un periódico en Estados Unidos don-
de había viñetas de diversos autores. En una de esas viñetas aparecía una niña de cinco o seis años
rezando sus oraciones antes de acostarse, con el papá al lado. Y la niña dice: Papá, ¿en el cielo se le
puede dar un abrazo a Dios? Pues bien, podemos decir que sí. Tendremos cuerpo. Tendremos la posi-
bilidad de dar un abrazo a Cristo, sí, porque el cuerpo es redimido por Cristo lo mismo que es redimi-
do el espíritu. Se salva la materia de esa futilidad que, si uno mira solamente los datos de la física, es el
futuro del universo.

Porque la física me dice, sin lugar a dudas, que la evolución del universo lleva a destruir todas las es-
tructuras materiales, todas. Primero, a que se apaguen todas las estrellas. Luego, que esos cuerpos
oscuros y fríos terminen desintegrándose. El estado final que la física puede predecir es un vacío oscu-
ro y frío donde en el volumen en que ahora hay tal vez cien mil millones de estrellas entonces sola-

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TEOLOGÍA

mente habrá un electrón. Entonces uno puede preguntarse, ¿para qué fue todo? Parece que el univer-
so haya sido en vano, si esto es todo lo que queda al final. ¿Para qué el universo?

La respuesta, positiva, hermosa, nos la da el dogma de la resurrección. La material del universo se res-
cata de la futilidad y de la destrucción en el cuerpo glorificado. El cuerpo de Cristo y el cuerpo de Ma-
ría ya viven en esa vida eterna, y nosotros estamos también llamados a ella.

¿Cómo va a ser esa vida? Termino con la frase de san Pablo: Ni ojo vio, ni oído oyó, ni le cabe a na-
die en la cabeza lo que Dios tiene guardado para los suyos (1 Cor 2, 9). Me parece que esto tiene
que abrirnos un panorama de esperanza mucho más hermoso que todo lo que nos puedan decir sim-
plemente los datos físicos.

P. Manuel Carreira, SJ

Fuente:

http://www.ivoox.com/resurreccion-desde-fe-fisica-audios-mp3_rf_363615_1.html

12
“La palabra de Jesús es sublime, única y
trascendente. Pero ¿Qué garantías da? ¿Qué
ha hecho Jesús que le autorice a hablar así?”
Porque eran un complemento de
su predicación
(Mt 4, 23)

Para la realización de sus milagros


Por sus milagros espera
exige primero la fe en Él.
la conversión de la
(Mc 5,34)
gente.

Los realiza a nombre Hizo sus milagros con


propio y en contexto sencillez y autoridad.
religioso. (Jn 6,15)
Jesús apela a sus milagros Los milagros son un signo por
como credenciales de su el que Dios interpela al hombre
misión divina de cara a su conversión.
(Jn 2,18; 6,30; 15,24) (Mc 2,1-12)

¿Qué es un milagro?

Es un prodigio que, aconteciendo en la naturaleza en insertado en un


contexto religioso, está divinamente sustraído a las leyes de la
naturaleza y es dirigido por Dios al hombre como un signo de un orden de
gracia .
¿Qué dice la ciencia? La naturaleza hace lo que hace porque las
cosas son así.

La naturaleza no obedece órdenes.

Base de su metodología
Un experimento no depende de la actitud
mental de su autor.

La realidad material externa al ser humano no


le obedece.
“Si la libertad humana puede ir más allá de lo que
dan en sí las leyes de la naturaleza, con cuanta
más razón Dios”.
Un milagro ocurre cuando la naturaleza obedece órdenes.
¿Qué dice la Teología?
Solo puede ser Dios el que le da órdenes a la naturaleza.

¿Qué es?
Un milagro es algo que ocurre en contra de la base en la
que se funda la ciencia.

Un milagro prueba que Dios esta respaldando una


enseñanza o a una persona. (Jn 15,24 – Jn 10,38)

El milagro es necesario para realizar una misión con


autoridad divina.

Si Cristo no hubiese hecho milagros, nadie hubiese creído


en Él.
“Si Cristo no ha resucitado, vana es, por tanto,
nuestra predicación, vana nuestra fe”
(1Cor 15,14)
Es el milagro por antonomasia, el
signo por excelencia.
Solo puede ser conocida por el No es una vuelta a la historia
testimonio apostólico. No hay intramundana como en el caso
otra fuente. de Lázaro.

¿Qué es la resurrección de Jesús?

Es la anticipación, en su cuerpo, de la
escatología final del estado glorioso que
tendrán los cuerpos al final de la historia.
El testimonio apostólico del sepulcro vacío
En el relato del hallazgo del sepulcro vacío que aparece en los
evangelios sinópticos, la prioridad la lleva San Marcos de quien
depende Mateo y Lucas. Veamos las siguientes perícopas.

1Cor 15,3-5

Mc 16, 1-8 Mt 28, 1-8

Lc 24, 1-12 Hch 2,30-31


El testimonio apostólico de las apariciones
¿Qué dicen los evangelios sobre las apariciones?

Aparición de las mujeres Mt 28, 8-10

Aparición a Pedro Lc 24,34

Aparición a los de Emaús Lc 24,13-25

Aparición a los once Mt 28, 16 -20


Ott, L. (1986) Manual de teología Dogmática. Ed. Herder, Barcelona.

B. Forte, Jesús de Nazaret, historia de Dios, Dios de la historia,


San Pablo, Madrid 1989

L. F. Ladaria Ferrer, El Dios vivo y verdadero. El misterio de la Trinidad.


Salamanca 1998

J.A. Sayés, (2013) Comprender la trinidad, Ed. San Pablo, Madrid.

Mg. Christian Hyrum Siza Montoya


JESUCRISTO:

LA SALVACION Y LA
RECONCILIACION
CRISTIANAS
La soteriología es el estudio de la salvación.
La palabra proviene de dos términos griegos:
soter, que significa "salvador", y logos, que significa
"palabra", "razón" o "principio".
Muchas religiones dan énfasis a la salvación de una forma u otra
y por tanto, tienen sus propias soteriologías.

Algunas se interesan principalmente de las relaciones o la unidad


con los dioses; otras enfatizan más la búsqueda del conocimiento
o la virtud.
Las soteriologías también difieren en el tipo de salvación que
prometen. Sin embargo, el término se usa principalmente en
los estudios teológicos cristianos.

La soteriología es la rama de la teología doctrinal cristiana


que trata sobre la salvación a través de Jesucristo.
• La soteriología del Islam se
enfoca sobre cómo los
humanos pueden arrepentirse
y expiar sus pecados para no
caer en la perdición.
• La salvación después de la
muerte viene del
reconocimiento de Dios y la
aceptación del individuo según
sea su virtud, obediencia y/o
buenas obras realizadas en la
vida terrenal.
• La soteriología budista se centra en lograr la liberación del sufrimiento.
• El budismo Mahayana, practicado en China, Tíbet y Japón, tiene
elementos de confianza en un salvador, buscando ayuda o asistencia de
los Budas y Bodhisattvas, para conseguir así la liberación (nirvana) y la
iluminación (bodhi).
• El budismo Theravada, con más prevalencia en Tailandia, Sri Lanka y
otras partes del Sudeste de Asia, tiene una soteriología más parecida a la
filosofía hindú.
• Un monje o practicante de budismo Theravada meditará y se hará más
asceta en un intento de escapar a los sufrimientos inherentes a la rueda
del dharma. Para ellos, "moksha" significa liberación o, en otras palabras,
una eliminación mental de las ataduras, la aversión y la ignorancia hasta
lograr el Nirvana, para así evitar un nuevo renacimiento.
El Nirvana, en este sentido, no es el Cielo, sino el cese del sufrimiento. Es,
por tanto, una interpretación de la salvación muy diferente de la cristiana.
Las filosofías helénicas también contemplan una forma de salvación.
• El epicureísmo se interesa principalmente de la templanza y la vida
simple como un medio para la ausencia de dolor o "libertad de
ansiedad" ,mientras que el estoicismo se basa en cultivar las virtudes
como la valentía y la separación para mejorar el bienestar espiritual. En
el neoplatonismo de Lamblichus la salvación se lleva a cabo a través del
proceso de henosis.
• Según las enseñanzas de Confucio, una persona no puede salvarse a sí
misma. Aunque sus buenas obras crean buen karma y méritos (llamado
"boon"), la persona no puede usarla para sí misma sino que ayuda a sus
ancestros que están esperando en el mundo espiritual y necesitan ayuda
de la generación más joven. De esta forma, los hijos ayudan a la
salvación de los padres.
• La soteriología cristiana se
enfoca tradicionalmente en
cómo el Dios trinitario pone
fin a su separación con los
hombres, debida al pecado.
• a través de la
reconciliación, Los cristianos
reciben el perdón de los
pecados, la vida y la
salvación lograda a través
del sufrimiento y muerte de
Jesucristo. Esta "gracia en
Cristo" se recibe a través de

Cristianismo la fe en él, que se produce


mediante la Palabra de Dios.
TERMINOS
SOTERIOLOGICOS

• SALVACION
• REDENCION
• LIBERACION
a) La salvación se opone a un mal que compromete la totalidad de la
persona: la muerte, el dolor, la culpa, el no saber de sí ni de la
realidad, la infelicidad, el ser mísero como persona, la vida vacía o sin
sentido, el desamparo, la soledad, la carencia de amor, el ser nadie
por falta de comunidad (familia, patria) donde se comparte y
reconoce una identidad.
El inicio de la salvación es el paso de la nada al ser, de modo que,
para el cristiano, la creación es el comienzo de la historia de la
salvación personal y colectiva. Esa historia de salvación pasa por el
cumplimiento de una promesa de vida mejor en una tierra que,
en una lectura cristiana, simboliza además otros bienes
ultraterrenos y definitivos.
• Además de oponerse a algo negativo o carencia, la salvación tiene una
meta: una plenitud de ser, beatificante por la unión con el pleno ser que
es Dios y, en él, con las demás personas en comunión con él y con el
cosmos (cf DGC 101).
• Para el cristiano, la salvación se relaciona no sólo con una iluminación
para vivir sabiamente en el mundo, como ocurre en las religiones
orientales clásicas, sino también con la escatología, con el goce, iniciado
en este mundo, del reino de Dios revelado plenamente por Jesucristo
resucitado.
• Se le opone la perdición o infierno: la dolorosa exclusión definitiva
respecto de la unión gozosa y eterna con Dios y con sus amados. Interesa
también el camino para obtener la salvación, que es seguir a Jesucristo
acogiendo una invitación y gracia de Dios a la que se responde por el
agradecido amor a Dios y al prójimo.
• b) La Redención se siente como el ser agraciado por EL REDENTOR
que gratuitamente toma a su cargo el peso de la culpa dejándolo
libre de ella, y como el goce de un rescate que suprime una prisión o
una esclavitud con su peso de dependencia y limitación.
• En lenguaje cristiano, la redención Consiste en el don de la
justificación por el perdón, que hace pasar del estado de pecado al
de comunión con Dios o santidad.
• c) La liberación alude a un cambio desde la opresión y esclavitud individual
o colectiva, hacia una situación opuesta. Ser liberado es, en la Biblia, sanar
de una enfermedad, a veces cargada de simbolismo, como la ceguera, la
parálisis o la lepra; también lo es salir de la pobreza, superar la ignorancia,
dejar la prisión, retornar del exilio y emanciparse de un poder individual o
colectivo humillante y de la esclavitud del pecado.
• El paso de las tinieblas a la luz, de la lepra o de la posesión diabólica a la
sanación, de la indigencia a la riqueza suficiente para una vida digna, de la
esclavitud bajo diferentes tipos de tiranía a la libertad, de la insignificancia
personal o colectiva a la condición de hijo de Dios o de pueblo de Dios, son
cambios existenciales que en la Biblia tienen importancia en sí mismos,
además de anunciar una liberación radical de la solidaridad en el pecado de
la humanidad y del pecado personal (cf DGC 103)
LA GRACIA
• Gracia es el don o auxilio gratuito y sobrenatural de Dios por el que,
respondiendo a su llamada, El nos prepara para ser adoptados como
hijos en su Hijo por el Bautismo, nos hace participar de su misma
naturaleza y nos constituye en herederos de la vida eterna.
• De manera sencilla, podemos decir que la gracia es la acción de Dios
acercándonos a El para que seamos sus Hijos.
 
Jesucristo  Verdadero  Dios  y  verdadero  hombre*  
El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios
no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el
resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo
verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es
verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad
de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban.
Las primeras herejías negaron menos la divinidad de Jesucristo que su
humanidad verdadera (docetismo gnóstico). Desde la época apostólica la fe cristiana
insistió en la verdadera encarnación del Hijo de Dios, "venido en la carne" (cf. 1 Jn 4,
2-3; 2 Jn 7). Pero desde el siglo III, la Iglesia tuvo que afirmar frente a Pablo de
Samosata, en un Concilio reunido en Antioquía, que Jesucristo es Hijo de Dios por
naturaleza y no por adopción. El primer Concilio Ecuménico de Nicea, en el año 325,
confesó en su Credo que el Hijo de Dios es «engendrado, no creado, "de la misma
substancia" [en griego homousion] que el Padre» y condenó a Arrio que afirmaba que
"el Hijo de Dios salió de la nada" (Concilio de Nicea I: DS 130) y que sería "de una
substancia distinta de la del Padre" (Ibíd., 126).
La herejía nestoriana veía en Cristo una persona humana junto a la persona
divina del Hijo de Dios. Frente a ella san Cirilo de Alejandría y el tercer Concilio
Ecuménico reunido en Efeso, en el año 431, confesaron que "el Verbo, al unirse en su
persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre" (Concilio de
Efeso: DS, 250). La humanidad de Cristo no tiene más sujeto que la persona divina
del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepción. Por eso el
concilio de Efeso proclamó en el año 431 que María llegó a ser con toda verdad Madre
de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno: "Madre de Dios,
no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es
de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional [...] unido a la
persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo nació según la carne" (DS 251).
Los monofisitas afirmaban que la naturaleza humana había dejado de existir
como tal en Cristo al ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios. Enfrentado a
esta herejía, el cuarto Concilio Ecuménico, en Calcedonia, confesó en el año 451:
«Siguiendo, pues, a los Santos Padres, enseñamos unánimemente que hay que
confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad,
y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre
compuesto de alma racional y cuerpo; consubstancial con el Padre según la divinidad,
y consubstancial con nosotros según la humanidad, "en todo semejante a nosotros,
excepto en el pecado" (Hb 4, 15); nacido del Padre antes de todos los siglos según la
divinidad; y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de la
Virgen María, la Madre de Dios, según la humanidad.
Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos
naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de
naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo

                                                                                                           
*
 Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 464-478.
las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una
sola persona» (Concilio de Calcedonia; DS, 301-302).
Después del Concilio de Calcedonia, algunos concibieron la naturaleza humana
de Cristo como una especie de sujeto personal. Contra éstos, el quinto Concilio
Ecuménico, en Constantinopla, el año 553 confesó a propósito de Cristo: "No hay más
que una sola hipóstasis [o persona] [...] que es nuestro Señor Jesucristo, uno de la
Trinidad" (Concilio de Constantinopla II: DS, 424). Por tanto, todo en la humanidad
de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto (cf. ya
Concilio de Éfeso: DS, 255), no solamente los milagros sino también los sufrimientos
(cf. Concilio de Constantinopla II: DS, 424) y la misma muerte: "El que ha sido
crucificado en la carne, nuestro Señor Jesucristo, es verdadero Dios, Señor de la
gloria y uno de la Santísima Trinidad" (ibíd., 432).
La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero
Hombre. Él es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro
hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor:

Cómo es hombre el Hijo de Dios


Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación "la naturaleza humana ha
sido asumida, no absorbida" (GS 22, 2), la Iglesia ha llegado a confesar con el correr
de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y
de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que
recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente
a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella
proviene de "uno de la Trinidad". El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su
propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo,
Cristo expresa humanamente las costumbres divinas de la Trinidad (cf. Jn 14, 9-10):
«El Hijo de Dios [...] trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de
hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la
Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a
nosotros, excepto en el pecado» (GS 22, 2).

El alma y el conocimiento humano de Cristo


Apolinar de Laodicea afirmaba que en Cristo el Verbo había sustituido al alma o
al espíritu. Contra este error la Iglesia confesó que el Hijo eterno asumió también un
alma racional humana (cf. Dámaso I, Carta a los Obispos Orientales: DS, 149).
Este alma humana que el Hijo de Dios asumió está dotada de un verdadero
conocimiento humano. Como tal, éste no podía ser de por sí ilimitado: se desenvolvía
en las condiciones históricas de su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el
Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar "en sabiduría, en estatura y en
gracia" (Lc 2, 52) e igualmente adquirir aquello que en la condición humana se
adquiere de manera experimental (cf. Mc 6, 38; 8, 27; Jn 11, 34; etc.). Eso
correspondía a la realidad de su anonadamiento voluntario en "la condición de
esclavo" (Flp 2, 7).
Pero, al mismo tiempo, este conocimiento verdaderamente humano del Hijo de
Dios expresaba la vida divina de su persona (cf. san Gregorio Magno, carta Sicut
aqua: DS, 475). "El Hijo de Dios conocía todas las cosas; y esto por sí mismo, que se
había revestido de la condición humana; no por su naturaleza, sino en cuanto estaba
unida al Verbo [...]. La naturaleza humana, en cuanto estaba unida al Verbo, conocida
todas las cosas, incluso las divinas, y manifestaba en sí todo lo que conviene a Dios"
(san Máximo el Confesor, Quaestiones et dubia, 66: PG 90, 840). Esto sucede ante
todo en lo que se refiere al conocimiento íntimo e inmediato que el Hijo de Dios

  2  
hecho hombre tiene de su Padre (cf. Mc 14, 36; Mt 11, 27; Jn 1, 18; 8, 55; etc.). El Hijo,
en su conocimiento humano, mostraba también la penetración divina que tenía de los
pensamientos secretos del corazón de los hombres (cf Mc 2, 8; Jn 2, 25; 6, 61; etc.).
Debido a su unión con la Sabiduría divina en la persona del Verbo encarnado, el
conocimiento humano de Cristo gozaba en plenitud de la ciencia de los designios
eternos que había venido a revelar (cf. Mc 8,31; 9,31; 10, 33-34; 14,18-20. 26-30). Lo
que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13,32), declara en otro lugar no tener
misión de revelarlo (cf. Hch 1, 7).

La voluntad humana de Cristo


De manera paralela, la Iglesia confesó en el sexto Concilio Ecuménico que Cristo
posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas,
sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha
querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu
Santo para nuestra salvación (cf. Concilio de Constantinopla III, año 681: DS, 556-
559). La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle
resistencia ni oposición, sino todo lo contrario, estando subordinada a esta voluntad
omnipotente" (ibíd., 556).

El verdadero cuerpo de Cristo


Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de
Cristo era limitado (cf. Concilio de Letrán, año 649: DS, 504). Por eso se puede
"pintar" la faz humana de Jesús (Ga 3,2). En el séptimo Concilio ecuménico, la Iglesia
reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas (Concilio de Nicea
II, año 787: DS, 600-603).
Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jesús, Dios
"que era invisible en su naturaleza se hace visible" (Misal Romano, Prefacio de
Navidad). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan
la persona divina del Hijo de Dios. Él ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo
humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser
venerados porque el creyente que venera su imagen, "venera a la persona
representada en ella" (Concilio de Nicea II: DS, 601).

El Corazón del Verbo encarnado


Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a
cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios
me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un
corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por
nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el
principal indicador y símbolo [...] de aquel amor con que el divino Redentor ama
continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pio XII)

Cristo, el Hombre nuevo †


En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo
encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es
decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del
misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre
y le descubre la sublimidad de su vocación. Nada extraño, pues, que todas las
verdades hasta aquí expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona.
                                                                                                           

 Concilio Vaticano II, Constitución Apostólica Gaudium et Spes.  

  3  
El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que
ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer
pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también
en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en
cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia
de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la
Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a
nosotros, excepto en el pecado.
Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En
El Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y
del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de
Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2,20). Padeciendo por nosotros, nos
dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo seguimiento la
vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.
El hombre cristiano, conformado con la imagen del Hijo, que es el Primogénito
entre muchos hermanos, recibe las primicias del Espíritu (Rom 8,23), las cuales le
capacitan para cumplir la ley nueva del amor. Por medio de este Espíritu, que es
prenda de la herencia (Eph 1,14), se restaura internamente todo el hombre hasta que
llegue la redención del cuerpo (Rom 8,23). Si el Espíritu de Aquel que resucitó a
Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre
los muertos dará también vida a vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espíritu
que habita en vosotros (Rom 8,11). Urgen al cristiano la necesidad y el deber de
luchar, con muchas tribulaciones, contra el demonio, e incluso de padecer la muerte.
Pero, asociado al misterio pascual, configurado con la muerte de Cristo, llegará,
corroborado por la esperanza, a la resurrección.
Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de
buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por
todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina.
En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de
que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual.
Este es el gran misterio del hombre que la Revelación cristiana esclarece a los fieles.
Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del
Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad. Cristo resucitó; con su muerte
destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el
Espíritu: Abba!,¡Padre!

  4  
TEOLOGÍA I

La ontología de Jesús

Arequipa, 2020
Nos referimos con ontología de
Jesús a su realidad de persona
divina que ha asumido la
naturaleza humana. Por tanto, en
Cristo hay una única persona
divina con una doble condición
divina y humana.
¿Qué es la unión hipostática?
¿Cómo asumió Jesucristo, Dios el Hijo, forma humana mientras aún permanecía plenamente como Dios? La
frase "unión hipostática" se usa para describir este milagro. Como vemos en Juan, capítulo 1, Jesucristo
siempre ha sido Dios y, al mismo tiempo, siempre ha estado con Dios. Juan 8:58 y 10:30 reafirma esta verdad.
Sin embargo, cuando Jesucristo vino a la tierra, se convirtió en un ser humano (Juan 1:14). Jesús es una
persona, completamente Dios y completamente hombre. Esto es lo que se llama la unión hipostática.

Jesús tiene dos naturalezas, una humana y una divina, que no se pueden separar. Por todo el tiempo, Él será el
"Dios-hombre", completamente humano y completamente Dios, dos naturalezas distintas contenidas en un
solo Ser. La naturaleza divina de Jesús no está disminuida por su naturaleza humana, y su naturaleza humana
no pierde identidad debido a su naturaleza divina. Él tiene una personalidad, pero esa personalidad contiene
dos naturalezas. Algunas veces, Jesús actuó dentro de los límites de su naturaleza humana (Juan 4: 6, 19:28),
pero otras veces expresó el poder de su naturaleza divina (Juan 11:43; Mateo 14: 18-21).

Las dos naturalezas de Jesús no están mezcladas juntas, ni están combinadas en una nueva naturaleza Dios-
hombre. Están unidas en la única persona de Jesús. No se opone una a la otra, sino que actúan en perfecta
armonía. Esto es llamado La Unión Hipostática.
Cuando hablamos de "naturaleza", NO nos referimos al conjunto de las cosas que existen en el mundo o que se
producen o modifican sin intervención del ser humano, al principio creador y organizador de todo lo que existe, es
decir, la naturaleza de la creación.

Al hablar de naturaleza, nos referimos a la esencia o característica propia del ser, (en este caso, Cristo) y que están
relacionados con su manera de pensar, de sentir, de actuar, a la personalidad o carácter que lo hacen ser lo que es.
Por ejemplo, el ser humano es un animal racional, nuestro organismo biológico o cuerpo, es similar a los animales,
pero lo que nos hace únicos y diferentes a los animales, es la capacidad de razonar, luego entonces, el ser humano es
un ser racional, pensante, esa es parte de nuestra naturaleza, la naturaleza humana, lo que nos es propio y
caracteriza.

Comenzaremos diciendo que Jesucristo NO es mitad Dios y mitad hombre. Jesús es Dios en carne humana. Él es
completamente divino y completamente humano. Esto quiere decir que Jesús tiene dos naturalezas: divina y
humana.

Esto significa que en la misma persona de Jesús existen una naturaleza humana y una naturaleza divina. La naturaleza
divina no fue cambiada. No fue alterada. La naturaleza humana de Jesús no fue anulada por su naturaleza divina, ni la
naturaleza divina fue absorbida por su naturaleza humana. "Él no es meramente un hombre quien tenía a Dios
adentro, ni un hombre quien manifestaba el principio de Dios”. Él es Dios, la Segunda persona de la Trinidad.

Persona significa sujeto y naturaleza es el modo de obrar esencial. Por ende, en Jesús hay un único sujeto (persona
divina) que une y gestiona las dos naturalezas.
NATURALEZA NATURALEZA
DIVINA HUMANA

(FUENTE: Cfr. Sayés, J. A.: Teología Moral Fundamental, EDICEP, Valencia, España, 2003, p. 181).
¿CÓMO ES LA HUMANIDAD EL HIJO DE DIOS?

Cristo ha asumido la naturaleza humana, por ende posee


alma humana con sus operaciones de inteligencia y
voluntad, posee también cuerpo humano.
La naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a
la persona divina del Hijo que la ha asumido.
EL ALMA Y EL CONOCIMIENTO HUMANO DE CRISTO

El alma humana que el Hijo asumió está dotada de un


verdadero conocimiento humano, por tanto está limitado y
sometido a la adquisición de aprendizajes a través de la
experiencia.
El conocimiento humano de Cristo conocía todas las cosas,
incluso las divinas, pero manifestaba sólo aquellas que
convenía a nuestra salvación.
VOLUNTAD HUMANA DE CRISTO

Cristo posee dos voluntades y obra a modo divino y a modo


humano.
La voluntad humana de Cristo sigue a su voluntad divina sin
hacerle resistencia u oposición, es decir, está subordinada a
la voluntad omnipotente.
EL VERDADERO CUERPO DE CRISTO

Al asumir plenamente la naturaleza humana, Cristo posee


un verdadero cuerpo humano con limitaciones naturales.
CORAZÓN DEL VERBO ENCARNADO

Cristo nos ha amado a todos con un corazón humano, de


ahí que el corazón de Jesús es considerado como el
principal indicador y símbolo de aquel amor con que el
divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a
todos los hombres.
CRISTO, EL HOMBRE NUEVO

Cristo que es imagen de Dios invisible, también es el


hombre perfecto que ha devuelto a la descendencia de
Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado.
En Cristo la naturaleza humana asumida ha sido elevada
también en nosotros a dignidad sin igual. En Él Dios nos
reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la
esclavitud del diablo y del pecado.
Teología I

EL CREDO
EL CREDO
 Es una profesion de FE

 Es un resumen de la VERDADES de Fe de los Catolicos

 Es nuestra CONVICCION

 Es la Oracion en Latin: CREDO = YO CREO

 Dos versiones:
1) El Credo de los Apostoles
2) Es Credo Niceno- (Rezamos en Misa)
Concilios Ecumenicos (325 y 381)
 Los primeros Cristianos se reunian en secreto
porque eran perseguidos por porfesar su FE.

 Se reunian en cuevas, casas de


cristianos, Subterraneos, Sotanos,
Aticos....

 Acudían a la enseñanza de los apóstoles, a la


comunión, a la fracción del pan, a las oraciones y
alabanzas.

 Leian y meditaban las cartas y escritos de los apostoles

 vivían unidos y tenían todo en común; vendían


sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos,
según la necesidad de cada uno.

 Su profesion de Fe era el Credo de los Apóstoles

 Y por esta profesion de Fe estaban dispuestos a dar su


Vida
Siempre firmes en la Fe
 Quienes deseaban ser Cristianos, las comunidades los introducian
a períodos de discernimiento o aprendizaje: CATECUMENADO
 Al inicio participaban en las reuniones de la comunidad cristiana,
 con un miembro cristiano, que se convertía en una especie de padrino.

 El bautismo de adultos era el más común, en los primeros siglosdel


cristianismo,

 Implicaba una conversión del paganismo o de otras filosofías que


circulaban en el Imperio romano

 Vivían de acuerdo con las enseñanzas de Jesús de Nazaret y el


ejemplo que Él dio con Su vida.
 Incorporaban Sus sencillas enseñanzas a su forma de pensar y vivir

 El Credo era identificación de los que andaban en el Camino (asi se le


llamaba al cristianismo al principio),
 El Credo era como un sumario de la enseñanza doctrinal de la
iglesia.
 El catecumenado era una proceso conversion, para
poder admitir en la comunidad cristiana,
 a creyentes instruidos, firmes, y capaces de No abandonar
su fe

 Eran 3 años de preparación antes de recibir el


bautismo.

 La 1ra “profesion de FE” se hacia en el Bautismo

 Puesto que el Bautismo es dado en en nombre del


Padre, del Hijo, y del Espiritu Santo…
 Las verdades de Fe, profesadas en el Bautismo
 son articuladas en referencia a las 3 personas de la Santisima
Trinidad.

 Recitar con Fe, el Credo, es entrar en comunión con Dios


Padre, Hijo y Espíritu Santo.
 y también entrar en comunión con toda la Iglesia que nos
transmite la Fe.
EL CREDO
 Las verdades de nuestra fe católica se encuentran
en “la oración del Credo.”

 El Credo es lo que creemos los católicos. Es el


Simbolo que nos identifica.

 Si alguien de otra religión nos pregunta ¿qué es lo


que creen los católicos?

 podemos contestarle con lo que rezamos en el


Credo.

 Es como un resumen de nuestra religión.


Esta Dividido en tres partes:

1. Primera Persona Divina (El Padre) y de su


obra la creacion.

2. Segunda Persona Divina (El Hijo) y Misterio


de la redencion.

3. Tercera Persona Divina (El Espiritu Santo)


fuente y principio de nuestra santificacion.

Estas 3 partes contienen 12 artículos que abarcan


las principales verdades en las que creemos los
católicos
Cada Verdad en el Credo se la llama Articulo:

1. Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la Tierra.

2. Jesucristo, Hijo único de Dios, es Dios de Dios

3. Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen.

4. Jesús fue crucificado, muerto y sepultado.

5. Jesús descendió a los infiernos y al tercer día resucitó.

6. 6. Jesús subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre.

7. Jesús vendrá a juzgar a vivos muertos.

8. El Espíritu Santo es Señor y dador de vida , de la naturaleza Trinitaria

9. La Iglesia una, santa, católica y apostólica y la comunión de los santos.

10. El perdón de los pecados.

11. La resurreción de los muertos.

12. La vida eterna.


 Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó su fe en
formulas breves y normativas para todos,

 Recogio lo esencial de la fe en resúmenes, para destinarlos


sobre todo a los candidatos al bautismo.

 Esta síntesis de fe, se ha tomado de las Escritura, como


integridad y única enseñanza de la fe.

 Se llama "profesión de fe," y también “Credo”, por su 1ra.


palabra: "Creo"

 Entre los símbolos de la fe, 2 ocupan un lugar muy particular


en la Iglesia:
1) “El símbolo de los Apóstoles” y
2) “El Símbolo de Nicea-Constantinopla.”
1) El Credo de los Apóstoles o Símbolo de los Apóstoles, es el corto, es
llamado de Los Apóstoles por que es considerado el resumen fiel de la fe
de los apóstoles.
 Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia Romana.
 Su autoridadproviene del hecho de que es el símbolo que guarda la
Iglesia Romana,
 La sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó a
la doctrina común.

2) El Credo de Nicea-Constantinopla, es más largo por ser mas explícito y lo


rezamos todos los domingos en la Misa.
 Debe su autoridad al hecho de que es fruto de los 2 primeros Concilios
ecuménicos,
 El Concilio de Nicea año 325
 y el Concilio de Constantinopla año 381. (Sigue siendo hoy el símbolo común de
todas las Iglesias de Oriente y Occidente.)
 El CREDO fue no solo para confirmar a los creyentes el evangelio
que habían recibido,
 sino también para advertirles de un peligro que existía en las
iglesias de ese tiempo.

 El peligro que amenazaba a los creyentes, era una falsa enseñanza


bastante peligrosa.
 Esa enseñanza se le conoce con el nombre de Gnosticismo.
 El nombre de“gnóstico” viene de lapalabra griega “gnosis”que significa
conocimiento

 El Gnosticismo todavía no ha muerto, pues aún existe en formas


distintas y variadas en la actualidad.

 Existen algunos grupos ajenos a la iglesia, que todavía se adhieren


a enseñanzas similares o mismos principios gnósticos,

 Como las enseñanzas de la Nueva Era y la Ciencia


Cristiana, Scientologia, etc.
 El gnosticismo de los primeros siglos usaba un lenguaje y
terminología cristiana

 como si fuera parte de las doctrinas bíblicas y eso era


precisamente lo que lo hacía ser tan peligroso.

 Algunos tenían las mismas Sagradas Escrituras que la


Iglesia, pero las interpretaban en sentido contrario.

 Los gnósticos usaban términos y otras frases similares al


cristiamismo de la epoca; E incluso usaban hasta Evangelios (los
evangelios Apocrifos)

 Todas estas frases y evangelios los usaban para convencer a las


personas, de que ellos realmente conocían a Dios.
 Algunos de los Evangelios apócrifos surgieron en comunidades gnósticas
(por ejemplo, el evangelio de Tomás, Magdalena)

 los autores de los evangelios apócrifos usaban, la autoría del escritode


algún “personaje distinguido” de la comunidadcristiana.
 (Como Pedro, Felipe, Santiago, María Magdalena, Tomás, etc.),
 buscando un respaldo en ese nombre.

 Sus enseñanzas, son de tipo esotérico, y casi no tienen relación con las del
Jesús terreno.
 Según ellos contenen enseñanzas ocultas de Jesús
 y discursos atribuidos a Jesús, que estaban reservados a los
iniciados.

 Las Iglesias cristianas históricas los consideraron materiales no inspirados


por Dios.

 Hoy son de utilidad, unicamente en el sentido, que podemos saber


 de como pensaban, que creian, y que doctrinas seguian las personas de ese tiempo
 la mentalidad, y la vision de esa epoca.
 Evangelios apócrifos son escritos surgidos en los primeros siglos del
cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret

 Se presentan con nombres o características que los hacen aparecer


como si fueran libros canónicos. (enseñanzas Biblicas y apostolicas)

 No fueron incluidos en el canon de la Iglesia católica (La Biblia)


 ni tampoco en otras Iglesias cristianas históricas (Iglesia
ortodoxa, Comunión anglicana e Iglesias protestantes).
 Entre estos escritos se encuentran
 los Manuscritos de Nag Hammadi,
 Protoevangelio de Santiago",
 Apócrifo de Santiago,
 "Evangelio de Pedro“
 Evangelio de Judas,
 "Evangelio de María,” etc.

 Son libros que las Iglesias cristianas de los primeros siglos,no


reconocieron como parte de la Sagrada Escritura,
1) La negación de la encarnación de
Jesucristo.
 Negaban la humanidad de Jesucristo.

 Negaban que Jesucristo hubiera sido un


hombre real de carne y hueso;

 A pesar que los apóstoles había visto


personalmente a Jesucristo.
2) Otra enseñanzas gnósticas era su desprecio
por la ética cristiana.

 Ellos creían que no necesitaban vivir una vida


de santidad y obediencia,

 sino que podían vivir de la manera que ellos


quisieran.

 Para ellos, el pecado no les traía ninguna


consecuencia a sus vidas

 porque enseñaban que su espíritu seguía


siendo puro, sin importar lo que hicieran con
sus cuerpos.
3) Las enseñanzas gnósticas destruían la comunión en las iglesias.

 Creían que ya habían logrado la liberación de su espíritu y


formaban parte de un grupo muy selecto, supuestamente se
encontraban fuera del alcance del pecado.

 Creían que habían alcansado un grado de perfeccion•


espiritual y eso los hacía sentirse superiores
 y menospreciaban a los demás que no seguian sus ensenanzas.

 Esa forma de pensar traía como resultado la arrogancia, el


orgullo y la separación de los demás creyentes.

 Tal actitud solo causaba divisiones en la Iglesia, y traía como


consecuencia la pérdida de comunión con otros creyentes.
 Desde el principio de la historia de la Iglesia
primitiva y de los primeros cristianos,

 se ven los intentos de la mentalidad gnóstica por


desterrar al cristianismo o corromperlo desde
adentro.

 Desafortunadamente las personas con poco o


“nada” de formacion en su Fe,

 y con poco o nada de conocimiento en Historia,


 Inocentemente creen, que los Evangelios Apocrifos, son
enseñanzas de los Apostoles ,

 Inocentemente creen , que La Iglesia no los incluyo en la


Biblia por que muestran la supuesta verda, oculta de Jesus

 Y ademas creen, que La Iglesia querian esconderlos del


mundo…
 El evangelio que los apóstoles predicaron era
completamente opuesto a las enseñanzas,
que los gnósticos, estaban esparciendo por las
iglesias,
 Estaban creando una terrible amenaza al verdadero
Evangelio de Jesus.

 El gnosticismo era una enseñanza totalmente en


contra de las enseñanzas de las Escrituras.

 Debido a lo peligroso de las enseñanzas gnósticas,


 La Iglesia se vio en la necesidad de manifestar
Nuestra profesion de FE: “EL CREDO”

 El Resumen de nuestras creencias catolicas basicas.


 Es la base de nuestra FE; es nuestra conviccion.
 Por esta razon, “El Credo de los Apostoles” se realizo, para refutar las
herijias que comenzaban a surgir en los siglos primeros del Cristianismo

 Esta herejias atentaban contra de la sana doctrina trasmitida por los


Apostoles

 Los Padres Apostolicos hicieron el esfuerzo de dejar como legado Una


regla de fe clara,

 que perdurara y sirviera como patron para la integridad de las


declaracines de FE.

 El Credo se origino basado firmente en Las Escrituras, como enseñanza y


predicacion de los Apostoles.

 El credo corrobora y se fundamenta en las Escrituras.


 Conforme fue avanzando el Cristianismo, surgian nuevas
doctrinas y personalidades, que seguian en contra de Las
enseñanzas apostolicas en la Iglesia Catolica,
 Influenciados por enseñanzas dudosas, querian vivir la Fe a
sus propios pensamientos y antojos.

 En el Concilio de Nicea, una ciudad al norte de Turkia, (con su


cede en Roma)

 Se convoco el Concilio de Nicea, para aclarar las herejias que


dudaban de la Divinidad de Jesus:
 Creo en un Solo Señor Jesucristo Hijo Unico de Dios, Dios
Verdadero de Dios Verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre.

 Defiende que Jesús tenía una doble naturaleza, humana y


divina, y que por tanto Cristo era verdadero Dios y verdadero
Hombre.
 Esto para asegurar que Jesus era Verdadero Dios.
 El Concilio de Constantinopla se celebró en 381 d.c. Es Considerado el II
Concilio Ecuménico por las Iglesias Católica y Ortodoxa.
 había surgido otra nueva doctrina que, aunque afirmaba la divinidad de
Jesucristo, se la negaba al Espíritu Santo
 El Concilio de Constantinopla Se convoco para solucionar las
controversias doctrinales que amenazaban la unidad de la Iglesia, otra
vez.
 Concilio de Constantinopla reafirma el Credo niceno e introduce en el
mismo, la consustancialidad del Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo:

 El concilio acordó colocar al Espíritu Santo en el mismo nivel de Dios y


de Cristo
“Creo en el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo y con el
Padre y el Hijo recibe una misma adoracion y gloria…”

 Asi se afirma la divinidad tanto del Hijo (contra ensenanzas de los


arrianos)
 como del Espíritu Santo (contra ensenanzas de los pneumatómacos),

 el Credo Niceno paso a denominarse Credo niceno-constantinopolitano


 Creo en Dios, PadreTodopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
 Creo en Jesucristo su único Hijo NuestroSeñor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
 Nació de Santa MaríaVirgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre,
todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos.
 Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesiacatólica
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurección de la carne y la vida eterna.Amén
 "Creo en un solo Dios,  Creo en el Espíritu Santo,
Padre todopoderoso, Señor y dador de vida,
Creador del cielo y de la tierra, que procede del Padre y del Hijo,
de todo lo visible y lo invisible. que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
 Creo en un solo Señor,Jesucristo, y que habló por los profetas.
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:  Creo en la Iglesia,
Dios de Dios, Luz de Luz, que es una, santa, católica y apostólica.
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del  Confieso que hay un solo bautismo
Padre, para el perdón de los pecados.
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres, y por nuestra  Espero la resurrección de los muertos
salvación y la vida del mundo futuro.
bajó del cielo, Amén.
 y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
“CREO EN DIOS, PADRE TODO PODEROSO,CREADOR
DEL CIELOY LA TIERRA DE TODO LO VISIBLEY LO
INVISIBLE”

 Creemos en Dios Padre el Creador del Universo


 Y el ser humano es Su maxima creacion de Amor; toda
persona ha sido creada a imagen y semejanza de Dios
 Dios nos creo para ser felices en el universo para estar
en comunion con el y los demas (Genesis 1)

 “Creo en Dios Creador”

 Creemos en nuestro destino eterno y la dignidad


sagrada de cada ser humano
 Creemos que la vida tiene sentido.
 No somos desperdicios del universo
 Dios se nos revela
 En el mundo visible (en la creacion y sus
criaturas)
 En Jesuscristo
 En las Escrituras
 En la “Viva Tradicion de Fe” de la Iglesia

 Dios se nos revela como


Padre, Hijo, Spiritu Santo

 El misterio de La SantisimaTrinidad:
3 Divinas Personas en Un Dios
“CREO EN UN SOLOSEÑOR
JESUCRISTO, HIJO UNICO DE DIOS, NACIDO
DEL PADRE ANTES DE TODOS LOS
SIGLOS, DIOS DE DIOS, LUZ DE LUZ,DIOS
VERDADERO DE DIOS
VERDADERO, ENGENDRADO NOCREADO
DE LA MISMA NATURALEZA DEL PADRE ”
 Creemos que Jesus es el Hijo de Dios, la
Segunda Persona de laTrinidad,
 Creemos que se hizo uno como nosotros
para liberarnos del pecado y traernos la total
revelacion de Dios
 Titulo de “Señor” “de la misma naturaleza del
Padre.” creemos en su divinidad.
 ….QUE POR NOSOTROS LOS HOMBRES Y NUESTRA
SALVACION BAJO DEL CIELO
 Jesus: en Hebreo “Dios Salva”
 Esto expresa su identida y su mision

 Cristo: del Griego Mesias


 Quiere decir Ungido
 En Israel eran ungidos los consagrados a una mision: Reyes,
Sacerdotes, Profetas

 Jesuscristo es el Mesias, el Ungido , El Salvador del


mundo.
 Por Adan entro la perdicion y por Jesus entro la
Salvacion
 Jesus Instituye los Sacramentos para devolvernos la
Gracia perdida
 Atravez de la participacion y vivencia de los
Sacramentos participamos de la Gracia
“ Y FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL
ESPIRITU SANTOY NACIO DE MARIAVIRGEN
Y SE HIZO HOMBRE.”
 Jesus posee dos naturalezas
1. Una divina
2. Otra Humana

 ENCARNACION significa la union de la


humanidad y la divinidad de Jesucristo.
 Viene de la Palabra que significa “volverse
carne”
 Jesucristo es veraderamente humano y divino
 Es verdadero Dios y verdadero Hombre.
“El Misterio de la Encarnacion del Hijo de Dios”
“ Y FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPIRITU SANTOY NACIO DE MARIA
VIRGENY SE HIZO HOMBRE.”
 Maria es la madre de nuestro Senor y
Salvador Jesucristo
 Eva dijo “No” al Plan de salvacion de Dios;
 Maria le dice “Si” al Plan de Salvacion de
Dios. Maria es la Nueva Eva
 En algunas fiestas recordamos que ella
forma parte del plan de salvacion de Dios

 La InmaculadaConcepcion
 LaAnunciacion
 LaAsuncion
 La Guadalupana, etc.
“Y POR NUESTRA CAUSA PADECIO BAJO EL PODER DE
PONCIO PILATO FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y
SEPULTADO”
 La redencion de Cristo consiste en que “Da su vida como rescatede
muchos”

 Jesus se ofrecio libremente por nuestra salvacion


 Nos libero del pecado y nos dio nueva vida por medio de su
muertey resurreccion
 En Jesus reibimos la GRACIA y compartimos la vida de Dios
travez de la vivencia de los sacramentos que el instituyo.

 Este es mi cuerpo que sera entregado por vosotros.


 Esta es mi sangre que sera derramada por ustedes
 Misterio Pascual es la Pasion, muerte y ascension de Jesus
 Ahora esperamos su Parusia (2da venida)
 “CREO EN EL ESPIRITU SANTO SEÑOR DE VIDA, QUE PROCEDE
DEL PADRE Y DEL HIJO, y CON EL PADRE Y EL HIJO RECIBE UNA
MISMAADORACIONY GLORIA..”
 El Espiritu Santo es la 3ra Persona de la Santisima Trinidad;El
es Señor y dador deVida
 Mediante El, la fe en Cristo es posible y se sostiene la esperanza.
 Santifica a la Iglesia en la ausencia de Cristo.
 Edifica la Iglesia por que derrama amor en el corazon.

 Mora en los fieles, los guia e ilumina,

 Es conocido como el Paraclito , Consolador, o Defesor.


 La noche antes de morir, Jesus prometio que enviaria al
consolador

 El Espiritu Santo se manifiesto a los apostoles en Pentecostes,


 50 dias despues de la Pascua de Resurreccion.
1. El Espiritu Santo sostiene toda forma deVida
2. Inspira las Escrituras
3. Nos revela a Dios
4. Nos pone en contacto con el Padre y Jesucristo atraves de
la Liturgia
5. Intersede por nosotros en laOracion
6. Costruye la Iglesia atraves de carismas, dones, y
ministerios.
7. Se hace presente en todos los Sacramentos
8. Nos muestra los ejemplos de la Santidad de Dios en la vida
de los Santos y Martires.
9. En el se resguarda y deposita la FE.
10.Guia y proteje la Iglesia atraves de los siglos.
11.Guia a la Iglesia hacia laVERDAD.
Los dones o regalos mas populares, del Espiritu Santo son
Siete:
Muchos de estos Dones son derramados especialmente en
la confirmacion.
1. Sabiduria
2. Inteligencia
3. Consejo
4. Fortaleza
5. Ciencia
6. Piedad (amor)
7. Temor a Dios
CREO EN LA IGLESIA

 CREO EN LA IGLESIA,QUE ES UNA SANTA,


CATOLICAY APOSTOLICA
 La Iglesia Catolica es la comunidad de los
que profesan creer en Jesucristo como hijo
de Dios.
 Publicamente confirman su creencia por
medio del Bautismo,

 Celebran la Eucaristia, y demas sacramentos

 aceptan las enseñanzas de Cristo, pasadas a los


apostoles, y sus sucesores: El Papa y los obispos.

 Llevan la vida y mision sacramental bajo el


liderazgo del Papa y los ordenados en sucesion
apostolica.
 CREO EN LA IGLESIA,QUE ES UNA SANTA, CATOLICAY
APOSTOLICA
 ES UNA
 Tiene un solo Señor, confiesa una sola Fe, nace de un solo
Bautismo, forma un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espiritu
Santo.

 ES SANTA
 Cristo es Santo de los Santos.
 Nos llama a la Santidad
 Produce frutos de santidad atravez de los sacramentos.
 El Espiritu la Santifica

 ES CATOLICA= es universal
 Es enviada a todos los pueblos
 Abarca todo los tiempos

 ESAPOSTOLICA
 Edificada en los 12 apostoles
 Cristo la gobierna por Pedro, los apostoles y sus sucesores.
 Somos iniciados en la Iglesia por medio de los
sacramentos de iniciacion:
 Bautismo,
 Confirmacion
 Comunion
Pero tiene que haber conversion del corazon

 Los Sacramentos fueron instituidos por Jesucristo


para la Iglesia
 Por medio de ellos compartimos la GRACIA de Dios
 La Gracia Santificante: Es la participacion en la vida
de Dios, que nos lleva a una intima y permanente
relacion con la SantisimaTrinidad.
 La recibimos por 1ra vez durante el Bautismo,
 El cual nos libera del pecado original,
 y nos da participacion en la vida de Dios
 Y nos inicia como miembros del cuerpo de Cristo: la Iglesia
“CONFIESO QUE HAY UN SOLO BAUTISMO PARA ELPERDON
DE LOS PECADOS”
 El Bautismo es principal sacramento para el perdon de los
pecados, y la Iniciacion de la Persona en la Iglesia
 Tambien logra la union con Cristo, porque lleva a la persona
a la iglesia, la cual es Cuerpo deCristo.
 Al recibir el Bautismo los adultos, hacen su 1ra profesion de
FE (EL CREDO)
 Bautismo: da testimonio de Fe en la obra de reconciliacion
 Nos llama a ser testigos de Cristo por medio de la palabra y
la accion.
 Debemos estar presentes en el mundo ayudando a cumplir su
mision y a traer a todo el mundo a Dios
 “CREO EN LA RESURRECCION DE LOS MUERTOS”
 Jesus no solo sufrio y murio, Tambien vencio la
muerte. “RESUCITO!!”
 La resurreccion muestra que Jesus es Dios
 Jesus tiene el poder sobre la muerte.
 Jesus nos enseño que hay vida despues de la muerte.
 Jesus conquisto la muerte para darnos una razon para
tener esperanza.
 Para nosotros representa la esperanza, que lo que
Jesus prometio: vendra y se cumplira.
 Muestra que Jesus dice la verdad: El tiene el poder de
unir al hombre con Dios una vez mas.
 Esperamos Su Parusia: 2da Venida deJesus
 Despues de nuestra muerte, resucitaremos y viviremos
para siempre con Dios
 y con aquellos que murieron en la FE (amigos y familiares
queridos)

 Esa es nuestra FE (El CREDO: Nuestra profesion de FE)

 Esa es la esperanza que nos ayuda el tratar de


esforzarnos para ser Santos.

 Es razon por la que tratamos de levantarnos una y otra


vez cada vez que pecamos

 y por que amamos a Dios con todo nuestro ser y


queremos estar con El.
“..Y ESPERO LA VIDA DEL MUNDOFUTURO,
AMEN”
Dios nos creo para el cielo: El cielo es nuestra
verdadero hogar
Dios quiere la Santidad para cada uno de
nosotros.
En el cielo veremos a Dios y seremos como El:
“Santos!”
Jesus nos ama demasiado y fue al cielo a
preparanos un lugar.
El CREDO nos dice que su Reino no tendra fin
En el cielo esta la perfecta felicidad y la pefeccion
que nunca termina (la satisfaccion para
siempre)
 En otros paises, los Cristianos se
esconden para leer las Escrituras y
celebrar la Eucaristia…
 Son perseguidos por su Profesion de
FE.
 Algunos paises como: Paises del
Medio Oriente, Africa,China, etc.
 Estan dando su vida por La Profesion
de FE.
 Algunos son quemados, otros
decapitados, y linchados.
 La evidencia del verdadero catolico, no es tanto lo que
dice, sino lo que hace.

 No es tanto lo que habla, sino como vive.


 ¿Cómo vivimos? ¿Cuál es nuestro estilo de vida?
 ¿Vivimos como vive el mundo? O ¿Puede el mundo decir que somos
diferentes?
 ¿Cómo vivimos nuestra vida cristiana?

 El Credo no es algo sin importancia, es algo que llega hasta el


mismo corazón del catolico auténtico.

 Por eso la Iglesia nos exhorta que seamos consistentes con lo


que decimos que creemos.

 Si cremos en Jesucristo, entonces debemos vivir como hijos


de La luz y la verdad.
 El CREDO es signo del verdadero cristiano, pero cuidado!

 Podemos tener la doctrina correcta, pero si no esta acompañada del buen


ejemplo, tal doctrina solo será arida.

 No es solo saber la Doctrina, sino también participar en ella y prácticarla:


debemos dar buenos ejemplos a las nuevas generaciones y amarnos los unos a
los otros.

 Si no nos esforzamos por la santidad y no tenemos amor en nuestra vida, no


importa lo que creamos, no podemos agradar a Dios.

 El verdadero Cristiano defiendie la doctrina, pero tambien se esfuerza por una


vida ejemplar y demuestra un verdadero amor por las personas,

 Cuando damos buenos ejemplos y mostramos amor, demostramos que nuestra


conversión es genuina y que lo que CREEMOS es algo real y verdadero.

 Que nuestra Profesion de FE, no es algo ficticio o simulado.


 El verdadero catolico debe tener un conocimiento de la verdad.

 El verdadero creyente debe sentir un deseo por obedecer la verdad. No basta


solo con conocer la verdad y tenerla en la mente, de lo contrario, el
conocimiento no servirá de nada.

 Si No se practicar la Palabra de Dios en nuestra vida cotidiana, de muy poco


nos servirá nuestra profesion de Fe.

 Debemos sentir un verdadero deseo por mostrar amor no solo hacia nuestros
hermanos en la fe, sino también hacia aquellos que aún no conocen a
Jesucristo.

 El apóstol Santiago dice que todo aquel que tiene fe, debe mostrar su fe por sus
obras.

 Nuestra vida es una vida de aprendizaje a lo largo del camino, pero debe ser
también una vida caracterizada por la práctica de todo lo que aprendemos.

 No solo conocer la verdad, sino también practicar esa verdad.


 Si nos fijamos bien en todo lo que creemos nos vamos a dar cuenta
de lo importante que es Dios

 y de como nos amó tanto que nos entregó a su Hijo Jesús para
salvarnos.
 Se quedó con nosotros en la Iglesia, nos perdona y nos promete
volver a venir (La Parusia)

 Todo lo que creemos lo debemos de vivir.


 Debemos demostrar con nuestras obras que creemos en Dios.
 Se debe notar la diferencia entre un niño que no tiene fe y un niño
que sí tiene fe.

 La vida se vive diferente.


 Si yo creo que tengo un Padre Todopoderoso que vela por mí, mis
acciones deberán demostrar esa seguridad y confianza.
 Si yo creo en la Iglesia, la voy a ayudar.

 El Credo es una forma de profesar nuestra Fe.


YO CREO
TEOLOGIA I

SOTERIOLOGIA
________________________________________________________________________________

Es el sector de la teología dogmática cristiana que estudia la realidad de la salvación


(latín salus, griego sotería) del hombre y del mundo en Jesucristo.

En las voces redención, salvación, satisfacción, se han considerado los contenidos


bíblicos y teológicos de la salvación. Aquí prestaremos atención a los modelos que
la reflexión teológica cristiana ha ido utilizando especialmente a lo largo de los
siglos para captar y explicar la función salvífica de Jesucristo.

Por “modelos" se entienden aquí las formas de experiencia cristiana elevadas a


esquemas conceptuales por la reflexión teológica para expresar la función salvífica
de Cristo en diálogo crítico (o sea, en coherencia y diferencia/distancia crítica) con
las experiencias y coordinadas conceptuales de un determinado contexto cultural.

La realidad salvífica cristiana es una y única: Jesucristo en la totalidad de su


acontecimiento mistérico. Sin embargo, los modos y las formas de experimentarla
y de representarla a nivel conceptual reflejo y orgánico son distintos según los
individuos, los grupos, los contextos culturales en los que Jesucristo es acogido,
vivido, hecho objeto de elaboración conceptual. Esto permite decir que hay una
sola soteriología cristiana, pero elaborada de muchas maneras en el nivel
intelectual orgánico por la reflexión teológica.

Ya el Nuevo Testamento ofrece una multiplicidad de "modelos" con los que la


comunidad cristiana de los orígenes vivió y expresó sus relaciones con Cristo
salvador: Jesús Profeta, Maestro, Señor, Nuevo Adán, Sacerdote, Pastor, Palabra
de Dios. etc. La Tradición cristiana, partiendo de estos modelos, en su empeño de
inculturación, unas veces los repitió, dándoles un colorido o un acento cultural
determinado, y otras veces elaboró otros nuevos, por ejemplo: Jesús Pantokrátor,
Divinizador, Satisfactor, Liberador.

No han faltado teólogos que han intentado reagrupar la multiplicidad de los


«modelos" soteriológicos bajo categorías dominantes, o bien a partir de las
orientaciones epocales de la actualización de la salvación cristiana a lo largo de la
historia. Se trata de intentos de síntesis y de esquematización que recogen la
verdad, pero que no siempre están exentos del peligro de simplificar las cosas.

En el Nuevo Testamento, por ejemplo, se dan tres aproximaciones fundamentales


a la realidad salvífica de Cristo con tres categorías dominantes que corresponden:

a) A la vida histórica de Jesús como camino de salvación, donde la


categoría dominante es la del Pastor que libera (prevalece en los
sinópticos).
TEOLOGIA I

b) A la cruz/resurrección, donde domina la categoría del sacerdote que


intercede y obtiene la misericordia y la reconciliación (prevalece en
Pablo en la Carta a los Hebreos.
c) A la encarnación, con la categoría dominante del profeta que revela
y enseña (prevalece en el cuarto evangelio).

Todas estas aproximaciones trazan perspectivas globales que no están


necesariamente cerradas en sí mismas, sino abiertas a un enriquecimiento mutuo.
Una mirada atenta a la historia de la experiencia y del anuncio cristiano ha llevado
a algunos teólogos a captar y a resaltar las perspectivas de aproximación a Cristo
salvador, características (es decir, dominantes, pero no exclusivas) de una época
determinada: la ontológico-mística, dedicada a valorar el alcance salvífico-
divinizador de la encarnación/resurrección de Cristo (prevalente en la reflexión de
los Padres, sobre todo de los Padres griegos, pero muy viva también en algunos
Padres latinos como Ambrosio, Agustín y León Magno); la jurídica, sensible a la
valoración de la dimensión reconciliadora y redentora del acontecimiento
Jesucristo (Anselmo, los escolásticos, Lutero); la ética, dirigida a valorar el alcance
profético-liberador de la palabra y de la praxis de Jesús (teología política, de la
liberación). El teólogo protestante G. Aulén ha señalado tres imágenes de Cristo
típicas de estas perspectivas: el Cristo vencedor, el Cristo víctima, el Cristo modelo
de vida. Se trata de esquematizaciones que, si no se las fuerza, ayudan a
comprender las líneas dominantes de la experiencia y de la reflexión teológica,
que tienen por objeto al Cristo salvador.

En nuestra época prevalece sin duda la tercera. La orientación moderna de la


cultura orienta al hombre hacia la historia como campo de interés y de acción de
la libertad, de la praxis humana. La historia es el terreno en el que el hombre está
llamado a crear un reino de libertad donde se sienta realizado, saciado y en este
sentido salvado. En este contexto la teología cristiana se ve estimulada a
reflexionar sobre la libertad y sobre el proceso de liberación humana a la luz del
anuncio de Jesús salvador, a señalar las posibilidades y los límites del empeño de
la libertad humana y a elaborar un proyecto de hombre, en el que esté presente
Cristo, no sólo como punto de referencia, sino también como condición de un
proceso de liberación y de humanización auténticas. Es la tarea que en los últimos
años han asumido varios teólogos de Europa y de América Latina: releer el dato
tradicional del anuncio cristiano de la salvación en el horizonte del proceso de
emancipación del hombre mediante su libertad, alma del mundo moderno
occidental o «hemisferio Norte» (teología progresista europea) y del proceso de
liberación del hombre a través de la inversión de las estructuras económicas,
sociales, políticas y culturales que mantienen bajo control y que explotan a la
mayor parte de la población mundial (hemisferio Sur).
TEOLOGIA I

Esta valoración contemporánea de la función salvífica de Jesús, concretamente de


los impulsos que brotan de su praxis histórica, sería insuficiente si no incluyese o
integrase también -obviamente en el relativo horizonte epocal de comprensión de
la realidad- las dimensiones ontológico-mística y jurídica de la salvación cristiana,
que tuvo ante los ojos la reflexión patrística y la medieval, para que le ayuden a
abrir y a tener presentes las dimensiones estructurales e históricas de la libertad
humana, tantas veces olvidadas e incluso negadas por el horizonte cultural
moderno y contemporáneo. Para este fin la teología de la salvación (soteriología)
contemporánea está llamada a incluir, en su reflexión sobre la liberación y la
salvación que trae Jesús al hombre, las realidades de la encarnación y de la
cruz/resurrección. Efectivamente, a su luz podrá aparecer con mayor claridad,
profundidad y radicalidad su aportación específica a la salvación verdadera del
hombre y de la historia, obra de su libertad.

G. Iammarrone

Bibl.: G. M. Salvati, Salvación, en DTDC, 1274-1292; K, Rahner, Soteriología, en SM,


VI, 461-468; E, Schillebeeckx, Cristo y los cristianos. Gracia y liberación,
Cristiandad, Madrid 1983; O,- González de Cardedal, Cristo redentor, esbozo de
una soteriología crítica, en Semanas de estudios trinitarios XVIII. Cristo, redentor
del hombre, Secretariado Trinitario, Salamanca 1986, 85-166; B, Sesboúé,
Jesucristo, el único mediador, 2 vols" Secretariado Trinita'-io, Salamanca 1990-
1993.

SÍMBOLO DE LA FE
TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

Desde la primera mitad del siglo lv se conocen textos


concisos, aunque completos, utilizados para proclamar
formalmente la propia adhesión a la fe de la Iglesia. En
su apelación al papa Julio I, en el 340 d. C., Marcelo de
Ancira exponía su fe citando el texto conocido como el
antiguo credo romano (vetus Romanum: DS 11). En el
concilio de Nicea, Eusebio de Cesarea intentó disipar las
sospechas sobre su ortodoxia explicando la confesión
de fe que le transmitieron durante su propia instrucción
catequética, que él afirmaba haber creído y enseñado,
como presbítero y obispo, hasta el presente día (en
griego, Athanasius Werke, vol. 3/2, ed. H.G. OPITZ, p.
29; en latín, PG 20,1538).
TEOLOGIA I

El desarrollo primitivo. Las fórmulas confesionales fijas,


conocidas desde la época de la controversia arriana,
tienen hondas raíces en los tiempos de los orígenes
cristianos. Un modo inicial de profesar la fe en Cristo
era declarar "Jesús es el Señor" (1Cor 12,3) o
"confesar con tu boca que Jesús es el Señor y creer en
tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos"
(Rom 10,9; ef Flp 2,10; He 2,36). En otras Iglesias de
la época del NT, la confesión central fue que Jesús era
de modo único "Hijo de Dios" (IJn 4,15; Mi 16,16).

A finales del siglo i, como se refleja en el evangelio de


Mateo, el bautismo de un nuevo discípulo era una
consagración solemne "en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo" (28,19). Un siglo más tarde, en el
norte de Africa, como menciona Tertuliano de vez en
cuando, el que o la que iba a ser bautizada, primero
renunciaba a Satanás y después profesaba su adhesión
a la fe cristiana en respuesta a una serie de tres
preguntas estereotipadas sobre la creencia en Dios
como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Hacia el 215 d.C., Hipólito describía el rito bautismal de


la Iglesia de Roma, relatando el texto fijo del rito. Ya
en el agua, antes de la inmersión, el ministro hacía
estas preguntas: "¿Crees en Dios, Padre todopoderoso?
¿Crees en Jesucristo, Hijo de Dios, que nació por obra
del Espíritu Santo de María virgen, fue crucificado bajo
Poncio Pilato, y murió y fue sepultado, y al tercer día
resucitó vivo de entre los muertos, subió a los cielos,
está sentado a la derecha del Padre y ha de venir a
juzgar a los vivos y a los muertos? ¿Crees en el Espíritu
Santo, en la santa Iglesia, en la resurrección de la
carne?" (Traditio apostolica, 21: SC 11 bis, 80-93; el
credo, sólo en DS 10). Así, una profesión
verdaderamente primitiva de la fe de la Iglesia tenía
estructura interrogativa o dialógica. La fe consistía en
responder "creo" a las preguntas sobre Dios y su
economía de salvación, formuladas por un ministro de
TEOLOGIA I

la Iglesia en el momento central del acto litúrgico del


bautismo e incorporación a la comunidad.

Las fórmulas declarativas del siglo iv, como la del vetus


Romanum y el credo de Cesarea, tenían su
principal Sitz im Leben en el catecumenado. Mientras la
estructura pregunta/ respuesta seguía siendo central
en el acto mismo del bautismo, la entrega del credo de
la Iglesia (traditio syn:boli) a los catecúmenos marcaba
un paso hacia un estadio avanzado de preparación para
el bautismo. Se les recitaba la fórmula utilizada en la
Iglesia a la que iban a entrar, se les exigía aprenderla
de memoria y recibir instrucción, normalmente por
parte del obispo, sobre el significado de cada parte del,
texto. El ejemplo mejor conocído de esta instrucción se
halla en los Sermones catequéticos (PG 33) de san
Cirilo de Jerusalén.

Poco antes de ser bautizados, los candidatos señalaban


el fin de su instrucción prebautismal con el rito de
la redditio symboli. San Agustín incluye en
sus Confesiones un relato de cómo se hacía esto en
Roma en torno al 355 d.C., cuando el distinguido
erudito Mario Victorino entró en la Iglesia. "En Roma,
aquellos que están a punto de entrar en tu gracia
hacen, de ordinario, su profesión con una fórmula
establecida que aprenden de memoria y recitan desde
una plataforma elevada, a la vista de los fieles". Los
sacerdotes podían ofrecer la opción de una profesión
privada. "Pero Victorino prefirió proclamar su salvación
a plena vista de los fieles reunidos... Cuando subió a la
plataforma para hacer su profesión, todos los que le
conocían susurraron llenos de gozo su nombre al oído
de sus vecinos... Él hizo su proclamación de la
verdadera fe con extraordinaria franqueza, y todos le
habrían cogido con alegría entre sus brazos y le habrían
estrechado contra sus corazones" (Conf. VIII, 2,5).

Estos credos declarativos desarrollan los credos


interrogativos del rito del bautismo, según la / "regla
TEOLOGIA I

de la fe" de las diferentes iglesias locales, con el fin de


ofrecer expresión sumaria a la fe en la que los
candidatos están siendo iniciados. Se conoce una serie
completa de credos occidentales de los siglos tv al v1
(DS 13-26), que difieren algo del vetus Romanum, y de
los que salió el textus receptus del "Credo de los
apóstoles" de la Iglesia occidental (DS 30). Estos textos
no pretendían exponer la regla de fe completa, sino
más bien formular el corazón evangélico de la
revelación de Dios de sí mismo y de su obra de
salvación en Cristo.

Pero el concilio de Nicea en el año 325 d.C. inició un


nuevo movimiento al promulgar un credo declarativo
para toda la Iglesia, que pretendía expresar una parte
de la regla de fe común en términos que excluyen un
error específico (cf / Dogma). El credo no era tanto
para uso de los creyentes individuales, como expresión
de su fe personal, cuanto para exponer una norma
común de ortodoxia por la que los obispos legítimos
pudieran ser reconocidos, y otros obispos pudieran
mantener el lazo de comunión eclesial con ellos.

El credo niceno (DS 125) excluye ciertas tesis


promovidas por Arrio de Alejandría, especialmente al
afirmar de modo específico que el Hijo de Dios es
engendrado del ser o sustancia (ousia) del Padre y es
"consustancial (homooúsios) con el Padre". La intención
aquí no era imponer a la Iglesia una metafísica, sino
más bien contrarrestrar las formas muy concretas en
que Arrio había hablado de la monarquía divina y del
origen del Hijo como "el comienzo de sus obras"
(Prov 8,22). Arrio interpretaba el NT desde el punto de
vista de textos como Jn 14,28: "El Padre es mayor que
yo". La definición nicena declara, por encima de todo,
que es Dios mismo quien se revela en Jesús de
Nazaret. El significado de ousía y homooúsios no fue
elaborado por los obispos en concilio. La intención de
su acción queda especialmente clara por la adición al
TEOLOGIA I

credo que promulgaron de una breve lista de


formulaciones arrianas que niegan la divinidad del Hijo,
por ejemplo: "Hubo un tiempo en que no existía", que
están ahora prohibidas bajo pena de excomunión
(DS 126).

El credo niceno sirvió de modelo para todas las


declaraciones dogmáticas futuras, al ser una medida
reguladora que concierne al lenguaje de instrucción en
la Iglesia y una guía a aplicar en la interpretación de la
Escritura. Un lugar de privilegio le sería dado, por
ejemplo, a un texto como Jn 10,30: "Yo y el Padre
somos una sola cosa". El credo niceno excluye una
regla errónea de fe y principio de interpretación,
establece un criterio de comunión entre obispos e
Iglesias y transmite el texto que las Iglesias finalmente
aceptaron y convirtieron en el punto de partida de
posteriores precisiones dogmáticas de la fe que habían
recibido.

Significado teológico. Después de Nicea, el credo de la


Iglesia asumió claramente una nueva función al
convertirse en expresión señalada de ortodoxia y en
condición de communio entre las Iglesias. Sería
empobrecerlo, sin embargo, perder de vista el papel
primordial del credo para expresar la adhesión del
creyente a Cristo como Hijo de Dios, resucitado y
Señor. La estructura trinitaria de los credos
bautismales más antiguos deja claro que estos textos
encajan en la acción por la que un individuo (él o ella)
confía su vida a los designios salvadores del Dios trino.
El credo es un elemento en la expresión litúrgica y
eclesial de conversión. El contexto, es decir, la
iniciación en la comunidad de fe, muestra claramente
que el credo pertenece a un rito de paso del pecado y
la alienación a la "familia de Dios" (Ef 2,19), como una
persona que deja "la idolatría para servir al Dios vivo y
verdadero, con la esperanza de que su Hijo Jesús, al
TEOLOGIA I

que él resucitó de entre los muertos, vuelva del cielo y


nos libre del desastre inminente" (1Tes 1,9s).

A la antigua práctica de la traditio/redditio symboli se le


ha dado renovada importancia en el Ritual de iniciación
cristiana de adultos de la Iglesia católica. Esta
colocación del credo pone de manifiesto un segundo
elemento esencial de su significado. Porque el credo no
es una invención propia del candidato, sino más bien
una preciosa parte de lo que la Iglesia tiene y transmite
fielmente como administradora (cf / Depósito de la fe).
El credo deriva, en última instancia, del ministerio de
predicación y enseñanza de los apóstoles de Cristo y es
profesado bajo la dirección de aquellos que han
accedido a la responsabilidad de enseñar, guardar y
explicar la palabra transmitida (DV 10). Pero el sujeto
fundamental de la declaración cristiana "yo creo en
Dios..." es la persona colectiva de la misma Iglesia. El
"yo" del credo es la comunidad de aquellos que están
unidos en una fe común, una comunidad de testigos y
creyentes que comparten la vida entre sí y con Dios (cf
lJn 1 1-3). El diálogo del credo bautismal es, primero,
la oferta de la fe de la Iglesia a un nuevo miembro;
segundo, la voluntaria apropiación del nuevo miembro
de su participación en esa fe. Y en la fe, donde la
revelación alcanza su pretendido término, el creyente
tiene nueva vida y acceso al Padre a través del Espíritu
Santo.

Una última penetración en el sentido del credo ha sido


articulada por santo Tomás de Aquino. Concerniente a
la multiplicidad de distintos "artículos" de contenido
doctrinal, Tomás sostiene que todos los diversos
artículos deberían verse como implícitamente
contenidos en los dogmas primordiales de que Dios
existe y tiene un cuidado providente por nuestra
salvación. El credo da nueva articulación al ser de Dios,
que conoceremos como nuestra bienaventuranza
fundamental, y a su dispensación de medios históricos
TEOLOGIA I

para alcanzar esa bienaventuranza. El número de


artículos crece, pero esto acontece para explicitar lo
que está presente en la convicción de fe más
fundamental (S.Th. II-II, 1-7). El objeto último de la fe
no es la multitud de artículos que confesamos. Los
necesitamos a causa de nuestro modo histórico de
conocer, siempre parcial; pero aquello a lo que nos
conduce Dios por la fe es sencillamente hacia sí mismo
como prima Veritas (De veritate, 14,8 ad 5 y ad 12).

Desde el punto de vista de la propia fe, Tomás enuncia


un principio para ser aplicado tanto a cada artículo de
fe como al credo en su conjunto: "Actus autem
credentis non terminatur ad enuntiabilem sed ad rem"
(S. Th. II-II, 1-2, ad 2). La fe es un movimiento del
espíritu humano agraciado que no alcanza su término
en el artículo del credo que profesa, sino en la realidad
en él revelada. Un artículo del credo formula una
verdad de revelación divina pero el artículo no
constituye el objeto último del movimiento dinámico de
la fe. "Articulus est perceptio divinae veritatis tendens
in ipsam" (II-II, 1-6). La aceptación y profesión de un
artículo del credo es, así, sólo un momento de un
movimiento que trasciende al propio artículo. La fe
lleva a la persona a la unión con Dios, la prima
Peritas, que también ahora, revelándose a sí misma,
irradia la luz de su presencia en los corazones
humanos.

BIBL.: DE HALLEUx A., La réception du Symbole


oecuménique de Nicée et Chalcédoine, en "EThL" 61
(1985) 5-47; DE LUEAC H., La fe
cristiana, Secretariado Ttinitario, 19882; KELLY J.N.D.,
Primitivos credos cristianos, Secretariado Trinitario,
1980; LANCZKOWSKI G. y
otros, Glaubensbekenntnis(se), en "TRE" 13 (1984)
384-446; MARTHALER B., The Creed, Mystic, Conn.,
1987; NADEAU M.-T., Fbi de 1 Eglise. Evolution et sens
d une formule (Theologie historique 78), París 1988;
TEOLOGIA I

RATZINGER J., Teología de los principios


teológicos, Herder, Barcelona 1986; SABUGAL S.,
Credo. La fe de la Iglesia, Zarnora 1986; VOKES F. E. y
otros, Aposta lisches Glaubensbekenntnis, en "TRE" 3
(1978) 528571.

J. Wicks

EL CREDO
http://www.cmfapostolado.org/recursos/areasapostol/laicos/html/mostoles/CREDO.htm

Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del


cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor;

Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació
de Santa María Virgen;

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto


y sepultado;

Descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los


muertos;

Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre;

Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo;

La Santa Iglesia Católica;

La comunión de los Santos;

El perdón de los pecados;

La resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.


TEOLOGIA I

INTRODUCCIÓN

1.- ¿Cuántos credos?

Desde el primer momento, los cristianos expresaron su fe en


fórmulas muy concisas. Decían, por ejemplo: "Jesús es el
Cristo". Querían confesar así su fe. Otra confesión de fe decía:
"Jesús es el Señor", expresando que no podían aceptar los
dioses adorados por otros pueblos. Por esa confesión de fe
murieron muchos cristianos en las persecuciones de los
primeros siglos.

Más tarde, los cristianos siguieron expresando su fe en


fórmulas breves, pero ya con más detalle. Encontramos la
profesión de fe que hacían los candidatos al bautismo
respondiendo con "creo" a las tres preguntas que se le
formulaban: )Crees en Dios, Padre Todopoderoso? )Crees en
Jesucristo, nuestro Salvador? )Crees en el Espíritu Santo y en
todo lo que es obra suya?

Posteriormente aparecerán los dos Credos que con mayor


frecuencia usamos en la liturgia y la catequesis de la Iglesia
(incluso en otras Iglesias cristianas). El primero de ellos, quizá
el más conocido hoy día, es de origen griego. Ese Credo sirvió
de base para expresar la fe en los Concilios de Nicea (325) y
Constantinopla (381). Entonces recibió añadiduras que
recogían los puntos de la fe discutidos en esos concilios. Se
llama por eso el Credo Niceno-Constantinopolitano y es el que
usualmente se recita en la misa después de la homilía.

El otro es de origen romano, más breve que el anterior, y se


suele llamar Credo de los Apóstoles (siglo IV-V). En este
tiempo nace la leyenda, sobre la que escriben varios padres de
la Iglesia, que dice que los apóstoles, antes de separarse para
evangelizar a todo el mundo, redactaron el "breviario de la fe"
como "pauta de su predicación", proclamando cada uno un
artículo, dando lugar a los doce artículos en los que se divide el
Credo. Esta leyenda responde a una verdad, pues el Credo
apostólico representa el auténtico eco de la fe de la Iglesia
primitiva que, por su parte, es fiel reflejo del NT. Este Credo es
menos especulativo que el anterior y más simple.
TEOLOGIA I

Ninguno de los dos Credos menciona todo lo que creemos


(Ninguno habla de la Eucaristía, ni del mandamiento principal).
Estrictamente hablando, los credos no son resúmenes de la fe.
Las confesiones de fe se originaron de un núcleo primitivo que
expresaba el punto central del Evangelio (1Cor 15,35). A este
núcleo se le fueron añadiendo afirmaciones que clarificaban
puntos discutidos o proponían definiciones que expresaban
rectamente algún aspecto de la fe que había sido tergiversado.
Por eso en el Credo faltan elementos importantes de la fe
Bporque nunca fueron puestos en dudaB y se encuentran otros
que quizá consideremos menos importantes.

2.- La Iglesia se edifica sobre la fe apostólica

En el Credo resuena la palabra viva de la Escritura, que a su


vez es testimonio de la Tradición viva de la Iglesia.

Los credos, como símbolos de la fe cristiana, son documentos


de la Iglesia, anteriores incluso al mismo Nuevo Testamento.
En sus breves fórmulas, procedentes de contextos litúrgicos,
catequéticos o misionales, recogen la síntesis de la fe. Son,
pues, expresión de la vida de la comunidad, antes incluso de la
formulación escrita de sus artículos.

La salvación, que Dios Padre ofrece en la Iglesia a los hombres


por su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo, es el misterio
primordial que, como hilo conductor, unifica la profesión de fe
de los cristianos de todos los tiempos y lugares.

La Iglesia no puede atestiguar y confesar una fe distinta de la


que le ha sido transmitida de una vez para siempre. En la
tradición de la fe de los Apóstoles, fundamento de la vida
cristiana, nada se puede cambiar (Jds 3,5.20; 1Cor 11,2; 2Tes
2,15; 1Tim 6,20). Así la Iglesia se mantiene "edificada sobre el
cimiento de los Apóstoles y profetas, siendo la piedra angular
Cristo mismo" (Ef 2,20).

Los apóstoles son los primeros testigos del Evangelio; lo


recibieron directamente de Cristo y fueron enviados por El a
todo el mundo. Por eso, la Iglesia se edifica sobre el
fundamento de la fe apostólica.
TEOLOGIA I

Ante la confusión de tantas ideologías y teologías, es preciso


volver a las fuentes de la fe, donde la verdad nace limpia, como
fundamento de la identidad del cristiano en el mundo y origen
perenne de la comunidad eclesial. Volver a los fundamentos de
nuestra fe, al Símbolo apostólico, dejándolo resonar en nuestro
interior, iluminará nuestra vida; interiorizándolo, haciéndolo
nuestro, hará que nosotros y a través de nosotros siga
hablando y salvando a nuestra generación y pase a la siguiente
generación.

3.- El Credo: Símbolo de la fe de la Iglesia

El Credo, como Símbolo de la fe, permite al cristiano sentirse


miembro de la comunidad creyente. Símbolo es lo que une y
crea la comunión; es justo lo contrario de diablo que es el que
separa y rompe la comunión.

El Credo es la confesión singular de la fe eclesial en el misterio


de Dios Padre, revelado por Jesucristo, y testimoniada al
creyente por el Espíritu Santo en la Iglesia. El Credo es
confesado en primera persona del singular ("Creo"). Pero esta
primera persona del singular presupone una comunidad. El
cristiano, en su profesión de fe, no confiesa su propia fe o sus
ideas, sino la fe de la Iglesia: fe que ha recibido de la
comunidad que se la transmitió, fe que le une a la comunidad y
que profesa ante y con la comunidad eclesial. Lo personal y lo
comunitario quedan inseparablemente vinculados.

Cada cristiano recita en singular el Credo incluso dentro de la


asamblea litúrgica; pues ninguna acción es tan personal como
ésta. Pero el creyente lo recita en la Iglesia y a través de ella;
su fe participa de la fe de la Iglesia.

La fe, al no ser fruto de mis pensamientos, no es algo de lo que


dispongo y cambio a mi gusto. La fidelidad a lo recibido y a la
Iglesia, que lo transmite, es esencial a la fe. El cristiano, por
tanto, no puede profesar el Credo si no se reconoce unido a
todos los que con él confiesan la fe de la Iglesia. Esto significa
que no se puede creer sin amar.

4.- Fe y conversión
TEOLOGIA I

Las fórmulas del Credo son un resumen de las principales


verdades de la fe de la Iglesia. Pero no se trata de un
conocimiento abstracto, sino de la experiencia del misterio de
Dios revelado en Cristo y comunicado por el Espíritu Santo en
la Iglesia. En el acto de fe, el creyente no se adhiere con su
inteligencia a una fórmula conceptual, sino que se adhiere con
toda su persona a la realidad misma de lo creído. Se trata de
entrar en ese "yo" del Credo y transformar el yo esquemático
de la fórmula en el yo personal de carne y hueso. La confesión
de fe es ante todo expresión de la confianza en Dios y de la
relación de vida entre el cristiano y Dios; al mismo tiempo, es
un cántico de alabanza en que se ensalzan los actos
poderosos de Dios.

Ser creyente en el libro de los Hechos (2,44; 4,32; 5,14) es


sinónimo de cristiano. Aunque suponga la aceptación de las
verdades creídas, ser creyente es mucho más que eso;
significa aceptar una forma de vida, o mejor, entrar en una
nueva forma de ser. Por eso la fe supone la conversión, un
nuevo nacimiento. La fe es, pues, principio de vida. No se cree
con la mente o con el corazón, se cree con todo el ser.

Israel expresó su fe en Credos históricos (Dt 6,20-24; 26,5-9;


Jos 24,2-13) y sálmicos (Sal 78; 105;136...), confesando ante
todos los pueblos al Dios que ha creado el cielo y la tierra, libró
a su pueblo de Egipto y lo condujo a la tierra prometida. De
entre ellos sobresale el Shemá. Su Credo no es ideológico,
sino histórico; sus artículos de fe están formados por la cadena
de actos salvíficos desde Abrahán hasta el don de la Tierra. El
reconocimiento de Dios supone entrar en alianza con El. No
cabe una confesión de fe sin implicar en ella la propia
existencia.

Jesús, fiel israelita, proclamó esa misma confesión de fe en el


único Dios (Mc 12,28-29; Mt 6,24; Jn 17,3), pero revelándonos
que es el Padre (Mt 11,25). La fe cristiana está íntimamente
ligada a la fe de Israel; las confesiones de fe del NT hunden
sus raíces en los Credos del AT.

La fe presta al hombre unos ojos nuevos. La iluminación de la


fe permite a la mirada del creyente ver símbolos donde el
hombre natural sólo ve fenómenos; para el creyente las cosas
TEOLOGIA I

creadas reflejan la realidad invisible de Dios Creador y la


historia se hace resplandor de su presencia salvadora.

5.- El Credo está vinculado al bautismo

Por su origen y por su uso, el Credo está estrechamente


vinculado con la liturgia. Concretamente, con la celebración del
bautismo. Los catecúmenos, en formas diversas, hacían la
profesión de fe al recibir el bautismo. Estas fórmulas de fe
bautismales tenían una estructura trinitaria, siendo fieles a las
palabras del Resucitado: "Id y haced discípulos de todos los
pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo" (Mt 28,19).

Por ello al bautizando se le hacían tres preguntas a las que el


catecúmeno contestaba diciendo "credo" y se le sumergía en el
agua, por tres veces. La triple pregunta/respuesta, se opone a
la triple renuncia que le precede ("renuncio a Satanás, a su
servicio, a sus obras"). La profesión de fe es, pues, la
expresión de la conversión, del cambio de ser esclavo del mal
a la libertad de hijo de Dios.

La confesión de fe culmina en el martirio, el testimonio


supremo de la fe. El martirio "es un don concedido a pocos, sin
embargo todos deben estar dispuestos a confesar a Cristo
delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz,
en medio de las persecuciones, que nunca faltan a la Iglesia"
(LG n1 42).

El bautismo, al unir al neófito con Cristo, le vincula igualmente


con la comunidad de creyentes. El Credo, como Símbolo, es el
signo de esta comunión.

6.- La fe viene de la escucha

La fe no es nunca una cavilación en la que el yo llega al


convencimiento racional de una verdad. Es más bien el
resultado de un diálogo, expresión de la escucha, de la
recepción y de la respuesta a la palabra oída (Rm 10,17). La
fe, al contrario de la idea, entra en el hombre desde fuera;
desde fuera me es anunciada, me interpela, me implica y exige
una respuesta. El Credo era transmitido al catecúmeno por la
TEOLOGIA I

comunidad cristiana. La profesión de fe nace claramente desde


el interior del ser de la Iglesia. Es la respuesta de la fe a la
predicación aceptada.

7.- La fe se predica

Si un hombre llega a la fe mediante la predicación del


Evangelio, esta fe no puede quedarse encerrada en el corazón
(Jn 12,42ss), sino que se debe manifestar en una confesión
pública ante Dios, ante la comunidad y ante los hombres (1Tim
6,12-14). El creyente no puede olvidar la memoria de Jesús ni
callar su fe en Dios. El recuerdo agradecido en el amor se
manifiesta en testimonio para el mundo, en esperanza viva de
salvación para todos los hombres. "(Ay de mí si no anunciara el
Evangelio!" (1Cor 9,16), grita Pablo.

No basta, pues, creer; es necesario confesar la fe. No basta la


fe interior del corazón; es necesaria la confesión pública con la
boca. El creyente se hace confesor de la fe: "(Creemos, por
eso hablamos!" (2Cor 4,13).

Algunos cristianos intentan hoy día expresar su fe de manera


nueva y en un lenguaje nuevo; es importante y está justificado.
Sin embargo, no es sencillo expresar en palabras nuevas el
viejo Credo, sin alterar su sentido. Pero no basta tampoco
conservar simplemente las palabras, sin tener en cuenta los
cambios que haya podio tener la significación de determinados
conceptos. Por eso está bien crear fórmulas nuevas, pero
refiriéndose siempre y volviendo al texto antiguo. De esta
manera se expresa también la conexión con la fe de los
cristianos de todos los siglos. Está bien claro: los cristianos de
hoy no están solos en su fe: creen en comunión con toda la
Iglesia, y se hayan unidos en la fe con los cristianos de todos
los tiempos.
TEOLOGIA I

8.- Catequesis sobre el Credo

Hoy, para conservar la fe, es preciso una fe adulta, "cristianos


firmes en lo esencial y humildemente felices en su fe". En
nuestro mundo secularizado, pluralista y técnico el ateísmo es
una de los fenómenos más graves. El mismo Concilio Vaticano
II entiende que el origen del ateísmo puede darse también por
causa de los mismos creyentes, por el descuido de la
formación religiosa, por la exposición inadecuada de la
doctrina, o por los defectos de su vida religiosa, moral y social.

Por ello, conocer la fe que profesamos y vivir en conformidad


con la fe profesada es la respuesta necesaria para una nueva
evangelización de nuestro mundo. La catequesis ha sido
considerada siempre por la Iglesia como una de sus tareas
más importantes. Y hoy, como repite constantemente Juan
Pablo II, es necesaria una "catequesis permanente" de los
adultos, pues han de "ser reiniciados a una fe adulta quienes,
por diversas circunstancias, fueron insuficientemente o nunca
educados en la fe".

I. CREO EN DIOS PADRE TODOPODEROSO

1.- Creo en Dios

En la conversación cotidiana, "yo creo" significa: "sospecho,


pero no sé exactamente". "Te creo" quiere decir ya más:
"Confío en ti", "acepto como verdadero lo que dices". Pero si
alguien dice: "creo en ti", entonces expresa: "confío en ti de
tal manera, que me va en ello toda mi vida". Esta idea se
acerca ya mucho a la de creer en Dios.

Sin embargo, no es natural que las personas crean en Dios. Lo


natural es que se hagan preguntas: se preguntan, sobre todo,
TEOLOGIA I

acerca del sentido de la vida, acerca de dónde viene el mundo


y a dónde va a parar. Y de este modo hay personas que se
preguntan acerca de Dios, y en Dios hallan la respuesta a sus
preguntas.

Es importante que nos preguntemos )qué es lo particular, lo


específico y propio, cuando uno se hace cristiano y
afirma: "creo"? )En qué se diferencia la fe de los cristianos de
la fe de otras personas?

a) Las personas preguntan

El hombre es el ser vivo que hace preguntas. No puede menos


de hacérselas, aunque a veces resulte desagradable. Con la
ayuda de las ciencias se pueden resolver muchas preguntas y
enigmas. Y así se ha logrado el progreso técnico y humano en
nuestra sociedad. Pero hay preguntas que no encuentran
respuesta definitiva en las ciencias: )Qué sentido tiene nuestra
vida? )De dónde procede el mundo? Etc. Muchas personas, en
tal situación, se vuelven a las religiones y presentan ante Dios
sus preguntas fundamentales. Y en la fe esperan obtener
respuesta

b) En todos los pueblos hay personas que buscan a Dios

En todos los pueblos, por muy diferentes que sean sus


culturas, hay personas que invocan a Dios. Junto a muchas
pequeñas religiones tribales, hay cinco grandes religiones
(religiones universales) que cuentan con numerosos adeptos
diseminados por toda la tierra: cristianismo, judaísmo, islam,
hinduismo y budismo.

Estas religiones no dejan de tener relaciones entre sí. Mucho


de lo que creen los judíos y los cristianos se halla también en
las demás religiones. Los cristianos vemos en ello un indicio de
que Dios se revela de diferente manera. Todas las religiones
universales tienen un elemento común: quieren mostrar
caminos para la redención y orientar la vida.

También las religiones tribales y las étnicas (religiones de


pueblos determinados) dan testimonio de las preguntas y de la
búsqueda de los hombres. El Concilio Vaticano II dice de
TEOLOGIA I

ellas: "Dios no está lejos tampoco de los que, entre sombras e


imágenes, buscan al Dios desconocido". Esto no niega la
afirmación cristiana de que la Verdad y la Vida plenas se nos
han dado en Jesucristo.

Judaísmo: Comunidad étnica y comunidad de


religión; herederos del pueblo de Israel. Base: "Las
Sagradas Escrituras de Israel" (el Antiguo
Testamento para los cristianos). La denominación
de "judío" se deriva del nombre de la tribu de Judá.

Islam: Religión fundada por Mahoma en el siglo


VII. Mahoma predicó el monoteísmo, en contra de
las religiones tribales de Arabia; es una religión que
tiene cierta afinidad con el judaísmo y el
cristianismo. Actualmente se halla difundida entre
los pueblos de África, del Oriente Anterior y del
Oriente Medio, y en Asia central, meridional y del
sudeste; hay también grandes comunidades
musulmanas en las ciudades industriales del
Occidente europeo. El Corán es el libro sagrado
del Islam. Es una colección de poemas parecidos a
salmos, de oraciones y de preceptos. Se haya
dividido en 114 suras o capítulos. Según la fe
musulmana, el Corán procede directamente de
Dios y fue copiado por Mahoma, el profeta de Dios.

Hinduismo: Religión que se encuentra difundida


principalmente en la India y Pakistán; no fue
fundada por nadie en particular, y se presenta
como un conglomerado de distintas ideas
religiosas. Los hindúes no están unidos por un
credo religioso común, sino por pertenecer a una
cultura común integrada por diferentes castas (=
grupos).

Budismo: Religión nacida de las enseñanzas de


Buda (= el iluminado, siglo VI a. C.); actualmente
está difundido sobre todo en Sri Lanka (la antigua
Ceilán), Tailandia, Vietnam y Japón.
Recientemente, ideas y formas de vida del
budismo encuentran adeptos en Europa y América.
TEOLOGIA I

c) Dios se revela

Los cristianos -y también los judíos- tenemos en la fe la


certidumbre de que Dios no guarda silencio, Dios está ahí para
los hombres, Dios habla, se manifiesta, se revela. La alegría de
saber que esto es así es una alegría que no cesa jamás en la
comunidad de los creyentes. Y cuentan de unas generaciones
a otras las experiencias que los padres de la fe tuvieron en su
trato con Dios.

Cuando refieren estas historias, no lo hacen para glorificar el


pasado, sino para transmitir de padres a hijos cómo se ha
manifestado Dios en la vida de los hombres, cómo éstos
sintieron que Dios los guiaba, cómo un grupo de personas,
movidas por estas experiencias, formaron una comunidad de
creyentes; cómo llegaron, en la fe, a la certidumbre de que
Dios se había manifestado en la historia de su pueblo.

Cuando Dios se manifiesta y se revela en la historia, entonces


Dios actúa con los hombres en el acontecer de la historia
humana, y habla a los hombres con palabras humanas. Las
palabras humanas transmiten la palabra de Dios: palabra de
Dios en palabra de hombres; así es como la fe la contempla.
Dios desarrolla su historia de salvación en la historia de los
hombres.

Los cristianos creemos que esta historia ha alcanzado su punto


culminante en Jesucristo. El es la "Palabra" definitiva e
insuperable de Dios; en él llegan los hombres a contemplar la
gloria de Dios (Jn 1,14). Pero creemos también que todavía
continúa la historia de Dios con los hombres; que Dios sigue
haciendo historia con los hombres, y que se sigue
manifestando en acontecimientos que, aparentemente, son
vulgares y cotidianos. Porque creemos que Jesucristo es la
Palabra definitiva de Dios, los cristianos nos guiamos por ella,
buscamos en ella la orientación que interprete y permita
comprender nuestra propia historia.

Revelación: La Biblia cuenta de muchas maneras


cómo Dios habla y actúa, se da a conocer, llama a
los hombres y los conduce, y manifiesta su
voluntad; y cómo los hombres tienen noticia de él,
TEOLOGIA I

quieren y no quieren oírle, y le responden. A todo


esto la Iglesia lo llama "revelación": Dios "habla" a
los hombres (en la creación, por medio de sucesos
y experiencias; por medio de personas con
vocación divina y, sobre todo, por medio de
Jesucristo). La Iglesia ha recibido el encargo de
conservar, transmitir e interpretar lo que Dios ha
revelado. La Iglesia enseña que la revelación ha
concluido, es decir, que Dios ha revelado todo lo
que es necesario para la salvación del hombre.

Biblia: (del griego "biblia"= los libros): Colección de


los escritos reconocidos por las iglesias cristianas
como revelados. Se denomina también Sagrada
Escritura. Partes principales: el Antiguo y el Nuevo
Testamento. "Testamento" es la traducción latina
del término griego "alianza". El AT se compuso
durante un período de más de 1.000 años; el NT se
compuso durante 60 años, aproximadamente.

Como cualquier otro libro, la Biblia necesita


también interpretación y comentario. Para ello
existe una ciencia particular: la exégesis. Ahora
bien, como la Biblia es el libro de la Iglesia y la
Iglesia tiene conciencia de estar guiada por el
Espíritu Santo, reclama para sí el derecho y deber
de dar interpretaciones fidedignas.

d) Creo

No siempre nos paramos a pensar en qué estriba


la confianza que da base y seguridad a la vida. Pero es
importante tener ideas claras sobre esa confianza. Porque el
que confía en algo sin fundamento, está perdido.

Cuando un cristiano dice: me confío a Dios, tengo confianza en


él, entonces expresa lo que es su fe. Quien dice "(creo!", está
convencido de que: (Dios está aquí! (Dios me conoce, me ama,
no me olvida!

Pero, creer no es sólo una confianza indefinida en Dios, sino


que la fe tiene también un contenido. El que cree, sabe lo que
TEOLOGIA I

cree. Porque la confianza del cristiano se basa en lo que Dios


ha hecho en Jesús y por medio de Jesús. Por eso la fe
cristiana se puede también enunciar en proposiciones bien
definidas que expresen su contenido: en el credo. Finalmente,
"creo" significa que estoy dispuesto a contestar con mi vida a
Dios, es decir, a orientar mi vida hacia Dios. Un creyente
testifica con toda su vida qué es lo que cree, qué es lo que
significa Dios para él.

El creyente vive y trabaja junto a personas que tienen en poco


su fe, junto a personas que, incluso, no creen... Esto le obliga a
reflexionar sobre lo que cree y por qué lo cree. Y se da cuenta
íntimamente que creer es un don gratuito. Esto le ayudará a
preocuparse siempre de su fe, porque la fe no se "adquiere" de
una vez para siempre.

Superstición: Falsa fe; actitud que se guía por lo


que es caduco y no tiene consistencia, y que no
obstante espera de ello su salvación. Se atribuyen
poderes mágicos a horóscopos, adivinaciones,
amuletos y naipes...

Magia: Atribuir fuerzas ocultas a palabras,


acciones o cosas y querer valerse de ellas para
ejercer poder sobre Dios o sobre los hombres.

Dogma: Descripción del contenido de la fe;


encuentra su expresión en las fórmulas en que la
Iglesia confiesa su fe o en las definiciones dadas
por ella con el fin de explicar con autoridad dogmas
controvertidos.

e) )Creer o saber?

Se piensa a veces que la fe se opone al saber. Y entonces se


restringe el saber a lo que el hombre averigua gracias al
esfuerzo de su entendimiento, por la investigación... Hay que
reconocer que todos los conocimientos alcanzados por la
ciencia y la técnica son muy importantes para la humanidad.
Pero hay que decir también que, por este camino no se
obtienen respuestas a las preguntas importantes.
TEOLOGIA I

Creer en el sentido cristiano significa, sobre todo, dar fe a


Jesucristo y a su mensaje, y dar fe a lo que los testigos de
Jesús transmitieron.

En el saber que así se adquiere, no queda descartado el


entendimiento. Hay razones que apoyan la fe: razones que se
pueden exponer y ponderar debidamente. Pero la fe, en sí
misma, es un riesgo. Sólo quien se arriesgue comprobará:
(Esto concuerda!

Creer no es un sucedáneo del saber, y el saber no hace que la


fe sea superflua. Constituyen dos maneras diferentes y
complementarias de entender la realidad. El saber y el creer se
necesitan el uno al otro. El saber sin el creer corre el riesgo de
caer en el absurdo y de hacerse inhumano; el creer sin el saber
se hace irracional y desmesurado.

Por eso, el creer racionalmente exige que reflexionemos sobre


lo que creemos y que captemos más y más lo que la fe
significa para la vida. Por eso la Teología, la ciencia acerca de
la fe. Todos los cristianos deben ejercitar su entendimiento en
lo que respecta a su fe. "Estad siempre prontos para dar razón
de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere" (1 Pe 3,15).
El fundamento de este saber es la confianza en Dios que se ha
revelado en Jesucristo.

2.- Padre todopoderoso

Los hombres han reflexionado desde siempre acerca del origen


del mundo. Se han imaginado un arquitecto, un "primer motor";
han hablado de una "ley suprema", de un "origen" eterno.

Pero ese Ser supremo, que constituye la razón de este orden


maravilloso, )qué relación tiene con el hombre? )Es amigo o
enemigo del hombre? )Se interesa por él? Para la Biblia el "Ser
supremo" es para el hombre un "Tu"; es alguien que ama al
hombre, alguien que puede y quiere ser amado.
TEOLOGIA I

Pero, )cómo puede compaginarse esto con la afirmación de la


omnipotencia de Dios? )Cómo podrá un omnipotente dialogar
de tú a tú con los hombres, que son tan débiles?

a) El poder de Dios y su fidelidad

"Todopoderoso" ("omnipotente") es un término difícil de


entender y extraño para el hombre. A quien es consciente de
sus propios límites y conoce bien su propia impotencia, no le
gusta tener a su lado a alguien que pueda realizar todo lo que
quiera.

El cristiano cree, sin embargo, que el poder y la grandeza de


Dios no tiene límites. Ahora bien, la omnipotencia de Dios
difiere mucho del poder que algunos hombres ambicionan para
sí. El poder de Dios no es opresor. El poder de Dios se
manifiesta cuando ayuda "con mano fuerte" a su pueblo. Pero
se manifiesta también en la impotencia, cuando Dios acepta
sobre sí las limitaciones del mundo y de los hombres.

La Biblia tiene un término para describir este cariño con que


Dios se vuelve hacia los hombres: habla de la alianza que Dios
establece con los hombres. Alianza no significa aquí pacto
entre iguales, sino que el que es mayor condesciende, refrena
su poder y se sitúa en el mismo plano que el que es menor: de
igual a igual. Eso es la alianza.

Por consiguiente, los cristianos confesamos nuestra fe en un


Dios que es origen y Padre de todo, que tiene todo el poder,
pero que -con su fidelidad- emplea ese poder a favor del
hombre.

Omnipotencia de Dios: La Biblia habla de la


actuación poderosa de Dios, que se expresa en la
historia y en la actividad divina de la creación. El
poder de Dios se manifiesta en su fidelidad y en la
ayuda que presta a su pueblo.
TEOLOGIA I

Fidelidad de Dios: Quien es fiel, cumple su


promesa. En él se puede confiar. No podemos
separar la fe en la fidelidad de Dios de la fe en el
poder de Dios: el Dios poderoso ayuda a los suyos;
éstos pueden confiar en él porque su poder no
tiene nada de arbitrariedad.

Providencia: Así se llama la relación permanente


que Dios mantiene con el mundo creado por él.
Podemos confiarnos a Dios; él es quien fija el
comienzo y el fin, incluso de los seres que son
libres. Él nos cuida...

Omnisciencia: La sabiduría de Dios supera


infinitamente todo lo que los hombres pueden
prever o disponer de antemano con sus
conocimientos limitados.

b) El Dios grande

Toda idea teológica es muy imperfecta en relación con la


grandeza y la gloria de Dios.

La Biblia refiere la historia de Job, que aplastado por la


desgracia, lucha con Dios y quiere obligarle a que dé
contestación a su pregunta: )Por qué tengo que sufrir todo
esto? Y cuando Dios se le manifiesta en medio de la
tempestad, Job dice: "Te conocía sólo de oídas, ahora te han
visto mis ojos; por eso me retracto y me arrepiento echándome
polvo y ceniza" (Job 42,5-6). Las acusaciones de Job
enmudecen ante la majestad y el misterio de Dios.

La grandeza y el misterio de Dios superan nuestra


comprensión. Los creyentes tenemos la confianza de que Dios,
al fin de los días, se dará a conocer tal como es, y la creación
redimida aclamará a su Dios en adoración, admiración y acción
de gracias.

Adoración: Se denomina "adoración" a la


reverencia que a Dios solo corresponde. (A los
santos se los venera).
TEOLOGIA I

Eternidad de Dios: Eterno significa más que lo de


"no tener principio ni fin". Cuando la Iglesia quiere
decirnos que Dios está por encima de todo tiempo
y de toda medida del tiempo, que Dios es mayor
que todo lo que está limitado por el tiempo, y que
en él se halla por tanto la plenitud, nos habla de la
eternidad de Dios.

Inmutabilidad de Dios: Dios permanece fiel a sí


mismo y a los hombres creados por él. Dios no es
inconstante ni mudable.

3.- Creador del cielo y de la tierra

Sabemos que el mundo no se creó en seis días sino que ha


pasado por una larga evolución. Pero eso no nos impide
confesar con fe: Dios es el Creador del universo. Él lo sustenta
y lo afirma. Para los cristianos tiene particular importancia la
afirmación de que el hombre es criatura de Dios y depende de
él, pero es al mismo tiempo su imagen.

El Creador se da a conocer en su mundo, aunque a menudo


las huellas divinas están ocultas. Dios no se muestra como
algo que se pone sobre al mesa. Dios es enteramente diferente
del mundo y de los hombres.

También para el creyente sigue teniendo el mundo muchos


enigmas. Porque con frecuencia no triunfa el bien, sino el mal:
)No es Dios quien lo crea y lo sustenta?

a) El mundo procede de Dios

Hoy las ciencias pueden decirnos muchas cosas sobre la


aparición y la edad de la tierra, sobre el universo y sus
enigmas. La Escritura nos enseña pocas cosas sobre todo
esto. Lo que interesa a la fe es, desde la Biblia, preguntar y
responder quién es el Dios de nuestro mundo, el Dios a quien
debemos nuestra vida, el Dios para quien vivimos y hacia quien
vamos.
TEOLOGIA I

Creemos que el mundo no ha surgido por una casualidad


ciega, sino que, detrás de lo que observamos e investigamos,
se halla una sabiduría y un amor, al que podemos dirigirnos
llamándole "Tu". Y con ello, la fe no se pone en contradicción
con las afirmaciones de las ciencias naturales. Las ciencias
investigan el universo, pero sin contemplarlo como creación.

Las historias bíblicas de los orígenes (Gn 1,12) no son


informes de personas que hubieran investigado los comienzos
del mundo. La gente de entonces no conocía, como
conocemos actualmente, los procesos de la evolución. Pero se
preguntaba, exactamente igual que nosotros, por el sentido de
las calamidades y el mal del mundo; buscaban sentido a su
existencia; buscaban testimoniar las razones de su fe en la
alianza de Yahvé con su pueblo...

Cuando un cristiano dice: "Creo en Dios Creador", está


diciendo: creo que todo lo que hay en nuestro mundo -por
confuso y enredado que parezca- está sustentado por la
sabiduría y el amor de Dios. Dios creó de la nada el mundo y lo
sustenta en sus manos; por eso, el mundo no se precipita de
nuevo en la nada. Dios Creador no puso sólo el comienzo, sino
que gobierna el mundo totalmente y lo conduce hacia su fin.
Puedo y quiero confiar en Dios.

b) Dios es Señor sobre poderes y dominaciones

)Cómo puede creerse que Dios es Creador bueno, si el poder


del mal es tan inquietantemente grande?

Algunos pueblos han respondido a esta pregunta suponiendo


que hay dos dioses igualmente poderosos: un dios bueno y un
Dios malo.

Israel, instruido por sus experiencias con el Dios vivo, dio la


siguiente respuesta: el mal es poderoso; pero aun lo poderes
malignos no son más que criaturas. Se les llamó diablo,
Satanás, demonios. Las personas piadosas de Israel hallaron
también explicación para la existencia de esos seres: son
ángeles caídos que están en rebeldía contra Dios y perturban
el orden del mundo.
TEOLOGIA I

A pesar de todo, la fe tiene firme confianza en que, al final de


los tiempos, quedará bien patente que Dios es el único Señor
(Ap 20,7-14). Hoy sigue siendo un misterio, incluso para el
creyente, por qué Dios permite que el mal conserve todavía
poder.

La sagrada Escritura conoce también poderes buenos; los


llama ángeles. La Escritura habla en mucho lugares de cómo
Dios se preocupa de los hombres: Dios envía a sus
mensajeros para protegerlos (Sal 91,11).

La Biblia no habla nunca de poderes malignos sin hablar al


mismo tiempo de la grandeza de Dios. El creyente sabe que
tiene que sostener una lucha contra lo que le acosa por todas
partes; tampoco para él resulta fácil dominar la vida. Pero el
creyente pone su confianza en Dios pues sabe que no Dios no
lo abandonará nunca.

Ángeles: (del griego "ángelos" = mensajero): Los


mensajeros de Dios tienen en la Biblia diversas
funciones: son enviados para transmitir mensajes divinos
y para proteger a los hombres.

Querubines: (probablemente, del acádico karabu = orar,


bendecir): Forman parte, junto con los serafines, de la
corte celestial; en el arca de la alianza estaban
representados como seres alados que señalaban la
presencia de Dios (Heb 9,5).

Serafines: (del hebreo = arder): Así se denomina en la


visión de Isaías (Is 6,1-13) a los seres celestiales que
circundan el trono de Dios.

Diablo: (del griego "diábolos" = el que origina confusión,


el que separa):nombre bíblico del maligno, de la criatura
que se alza contra Dios y que origina el mal, del "Príncipe
de este mundo" (Jn 14,30), cuyo poderío fue
quebrantado por Cristo, aunque todavía se deja sentir
(Heb 2,14).

Satanás: En algunos lugares de la Biblia se llama


Satanás (del hebreo = "adversario") al Maligno; también
TEOLOGIA I

se le llama Lucifer (= el lucero de la mañana caído del


cielo, según Is 14,12) o Belcebú (Baal-Zebub), según 2
Re 1,2 nombre de la estatua de un ídolo.

c) El hombre como criatura de Dios

Si se compara la edad del mundo con las 24 horas de un día,


entonces la edad de la humanidad comprende sólo unos pocos
segundos. )Toda la formación del mundo tiene como meta al
hombre?

La Biblia afirma que el hombre es la criatura predilecta de Dios,


la corona de la creación. Es verdad que el hombre fue formado
"de arcilla de la tierra" ("Adán" significa "hombre formado de la
tierra"); pero al mismo tiempo el hombre es imagen y
semejanza de Dios. Con esto la Biblia afirma que Dios quiere
que el hombre participe de sus propias obras. Como imagen de
Dios, el hombre ha de comportarse creadoramente (Gn 1,27).

Dios creó a los hombres, y los creó por amor, y los destinó a
que respondieran a su amor y viviesen en comunión con él.
Cuando un varón y una mujer engendran , en el amor, nueva
vida, entonces en esa actividad creadora se manifiesta
particularmente que el ser humano es imagen y semejanza de
Dios. El hombre debe investigar el mundo; debe dominarlo y
configurarlo de tal modo que todos los hombres puedan vivir en
él una vida humana digna. Y no debe dejar que le dominen las
cosas de este mundo; ni destruir el orden y la belleza de la
creación. El hombre está llamado a ser el guardián y protector
de la creación. Esta es su responsabilidad.

Alma: El término tiene gran amplitud de significados;


bíblicamente: el "aliento de vida" que Dios sopló sobre el
hombre. Hoy día, suele denominarse el alma el "yo" - el
"sí-mismo". La distinción entre alma y cuerpo quiere decir
que el hombre es más que sólo cuerpo, más que sólo
materia. Por eso, la tradición doctrinal de la Iglesia sigue
hablando firmemente de que el hombre tiene un alma
inmortal, creada directamente por Dios. Sin el concepto
cristiano de "alma espiritual", es difícil explicar el ser del
hombre como persona. No obstante, la distinción entre
alma y cuerpo no debe menoscabar la unidad/totalidad
TEOLOGIA I

del hombre. A la esencia del hombre pertenece también


su corporeidad.

4.- Jesús revela al Padre

Nuestra fe en Dios es la de un discípulo de Jesucristo. Con la


fe de la Iglesia creemos en Dios tal y como se nos ha revelado
en la vida, hechos y palabras de Jesucristo. Jesús, con toda su
vida, con su muerte y resurrección y con el envío del Espíritu
Santo, nos ha hecho próximos al Dios inefable y escondido. El
nos ha hecho transparente su intimidad y nos ha hecho ver su
gloria y su misericordia.

El Dios, que en la vida y en el hacer de Jesús se nos ha


comunicado, es el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el
Dios de Moisés y de los profetas, el Dios de la Alianza.

En Jesús se nos ha revelado Dios. Sin Jesús no podemos


conocer a Dios a quien no vemos. En Jesús descubrimos el
rostro de Dios desfigurado por los hombres. Más que lo que
nos dice, es toda su persona la que nos habla, nos revela a
Dios.

Jesús nos revela a un Dios para quien el sentido profundo de la


existencia, es lo esencial de la vida humana; un Dios que sabe
perdonar porque ama por encima de todo, y su amor es
gratuito; que no aparta de su amor a ninguno, prefiere a los
pobres y busca a los pecadores; que quiere salvar a todos los
hombres y llevarlos al conocimiento de la verdad; un Dios cuyo
poder no se complace en la dominación y la opresión, sino en
el amor y la entrega; un Dios amigo del hombre, que toma
partido por el hombre...; que muestra su justicia amando a los
más débiles, recuperando su dignidad...

Cuando Jesús está en oración, brilla a plena luz su convicción


de ser el amado de Dios. Un amor que le hace capaz de amar
a todo hombre y de luchar con todas las fuerzas por la vida de
los hombres. Y así revela a un Dios que espera de sus hijos
que asuman sus responsabilidades de hombres, sin exiliarse
de este mundo y de esta historia.
TEOLOGIA I

Cuando Jesús muere en la cruz, tras un proceso injusto, hace


aparecer hasta qué punto ama Dios a los hombres. El Dios de
los cristianos es el Dios que se ha revelado en la cruz de
Jesucristo. (Inaudito! (Escándalo y locura! No hace falta más
que pensemos un momento lo que significa la cruz como
patíbulo... "Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo"
(Jn 3,16). Dios aparece como un amor impotente -no por eso
menos exigente- que se entrega.

El Dios de Jesús es el Dios desconcertante, del "fracaso" y con


los fracasados. Es el que despojándose de su rango se hace
esclavo, uno de tantos, criatura frágil. Es el Dios que sale de sí
mismo: el Dios "enajenado" por los hombres, volcado hacia los
hombres...

Es ese Dios que se hace próximo y que nos hace próximos con
su infinita cercanía. Es, en definitiva, el Dios que es Padre.
Padre de Jesús y Padre nuestro que nos hace a todos los
hombres hermanos. Jesús nos ha asociado a su condición
filial, dándonos la gracia de poder llamar a Dios "Abbá, Padre".

Jesús nos ha revelado, desde su propia condición de Hijo


único, el corazón de Dios como Padre. Así nos ha abierto la
esperanza para todos los hombres, especialmente para los
marginados... Aquí está el centro de nuestra fe y el núcleo del
mensaje evangélico. La novedad expresada con el "creo en
Dios Padre" es tal que constituye un abismo sin fondo que la
razón y el corazón creyente nunca terminan de sondear.

II. CREO EN JESUCRISTO

El cuerpo central de nuestra fe, de nuestro credo, es la


aceptación del enviado por el Padre, Jesucristo nuestro Señor.

No se trata de saber poco o mucho de Jesucristo -que es el


misterio insondable-. Se trata de asomarnos a la hondura de lo
que significa decir "creo en Jesucristo".
TEOLOGIA I

Jesucristo es siempre una pregunta que interpela hasta lo más


profundo de la persona: ")Quién es éste?", se preguntaban los
discípulos y la gente al ver sus obras y escuchar sus palabras.
Y es que Dios, en un hombre como nosotros, Jesús de
Nazaret, ocultaba/revelaba un misterioso designio de amor.

Aquí está la gran dificultad que algunos encuentran: no son


pocos los que sólo ven al hombre (Jesús = un gran hombre), o
sólo ven a Dios (no se toman en serio la encarnación).
Nosotros, en el Credo, afirmamos que Jesucristo es el Hijo de
Dios. Y afirmamos todo lo que Dios ha hecho en el Hijo y por el
Hijo.

Siguiendo el Credo apostólico, nos abrimos a la realidad más


elemental que está detrás de cada una de las afirmaciones que
se hacen sobre Jesucristo.

1.- Creo en Jesucristo

a) )Quién es este hombre?

No todos los que conocen a Jesús creen en Jesucristo.

A Jesús le conoció mucha gente. Todos pudieron oír sus


enseñanzas y ver sus signos. Y todos quedaban admirados
porque enseñaba con autoridad y hacía cosas extraordinarias.
Pero la admiración llevaba a unos y a otros a conclusiones bien
distintas: para unos, Jesús era un peligro; para otros, bien
pudiera ser el Mesías; algunos le llamaban "hijo de Belcebú",
para otros era un profeta. Había también quien lo dejaba todo y
le seguía.

)Quién es este Jesús que provoca tales comportamientos?


Esta es la pregunta que se hacían sus contemporáneos al verle
actuar... Y esta es la pregunta que nos seguimos haciendo hoy.
Aun a pesar de los defectos de los cristianos, muchos hombres
y mujeres de hoy se sienten atraídos por Jesús. Les atrae su
búsqueda incansable de justicia y fraternidad, les atrae la
libertad con que vivía, la exigencia del camino que proponía a
sus discípulos y, al mismo tiempo, la comprensión con que
TEOLOGIA I

acogía a los pecadores, su absoluta confianza en Dios..., les


atrae su inocencia y, sin embargo, su muerte en cruz.

Para muchos, Jesús es un sueño imposible, un ideal


demasiado hermoso para ser realizable... El ideal de Jesús ha
inspirado a escritores y cineastas; ha impulsado movimientos
juveniles; ha justificado incluso acciones violentas, ... Lo de
Jesús es un misterio, y, de una manera u otra, siempre resurge
la pregunta: )Quién es éste?

Algunos han creído encontrar una solución fácil: Jesús nunca


existió. Para ellos, Jesús no es más que un gran mito
inventado por la primera comunidad. Pero esto ya no se puede
seguir afirmando hoy día.

La historia confirma con toda certeza la existencia de Jesús de


Nazaret. Pero, por el camino de los documentos de la historia
bien poco podemos saber de Jesús: que nació 6 ó 7 años
antes de lo que se pensaba (un tal Dionisio el Exiguo se
equivocó al echar las cuentas de los años en el siglo VI), y que
fue ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio
Pilato, según dice en sus Anales el historiador Tácito. Nada
sobre su vida o su obra, fuera de que, según el mismo Tácito,
dio origen a una "execrable superstición".

b) Jesús es el Cristo

Esta es la respuesta de la fe. La respuesta de quienes, por


obra y gracia del Espíritu Santo, hemos tenido acceso a la
Resurrección de Jesús.

Sus discípulos le habían seguido, le habían escuchado, habían


visto sus obras, habían dudado, se habían escandalizado ante
su muerte en cruz y se habían dispersado... Pero, (le 'vieron'
vivo! Y comprendieron que Jesús, su maestro, era el Cristo, el
Ungido, el Mesías de Dios.

A lo largo de la historia de Israel, otros hombres -sacerdotes,


reyes, profetas- habían sido ungidos con aceite perfumado y se
habían consagrado así a la misión que Dios les había confiado.
Ahora los discípulos, desde la luz de la Resurrección, miran de
un modo nuevo toda la vida de Jesús y descubren que Jesús
TEOLOGIA I

había sido ungido con el Espíritu Santo. El Bautismo en el


Jordán fue la señal. Jesús vivió absolutamente consagrado a la
misión que el Padre le confió: anunciar a los pobres la Buena
Noticia, dar la vista a los ciegos, la libertad a los presos, la vida
a todos los hombres. Jesús vivió identificado con la voluntad
del Padre: a esa voluntad entrega toda su vida.

Por la luz en la Resurrección, a los discípulos se les ilumina el


misterio de Jesús. Lo que antes apenas era una leve
sospecha, ahora es luz de mediodía: se les abrieron los ojos y
ardió en su corazón aquella pasión por la libertad y la
fraternidad, aquella pasión por la vida que Jesús les había ido
contagiando. Y se pusieron a anunciarlo. Y no anunciaban la
buena noticia de Jesús, sino a Jesús como Buena Noticia de
Dios: "El mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo
ha constituido Señor y Mesías" (Hch 2, 36).

c) Nosotros somos cristianos

Cuando Pedro terminó su discurso la mañana de Pentecostés,


preguntaron sus oyentes: ")Qué tenemos que hacer?" Y Pedro
contestó: "Convertíos y bautizaos en el nombre de Jesucristo
para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el Espíritu
Santo" (Hch 2,38).

Somos cristianos porque, por la gracia de Dios, hemos recibido


el Espíritu Santo, nos hemos convertido y confesamos que
Jesús es el Cristo y que Él y sólo Él es nuestro Salvador con su
Vida, Muerte y Resurrección.

Estábamos sentados al borde del camino o repasando las


redes y Él nos llamó y nos mandó seguirle. Estábamos ciegos
y Él hizo barro con saliva -como cuando el primer hombre-, nos
untó los ojos -nos ungió- y nos mandó lavarnos: nos recreó y
por Él somos hombres nuevos, la luz del mundo. Él, que es el
Hijo, se hizo uno de nosotros, y quedamos emparentados con
Dios: también nosotros somos hijos.

Somos cristianos y, por Jesucristo, no nos conformamos con


cualquier libertad, sino con aquella que nos va haciendo
hermanos -servidores- de todos los hombres y señores de
todas las cosas. Reconocemos que la fuerza del amor nos
TEOLOGIA I

viene de Jesucristo. Con Él queremos continuar la misión de


solidaridad con los pobres. En Jesucristo reconocemos el único
acceso a Dios Padre.

Somos cristianos porque creemos/seguimos a Jesucristo.

2.- Su único Hijo, nuestro Señor

a) El Hijo

Hoy tenemos una mejor información acerca de Jesús, su


entorno histórico, su personalidad, doctrina, circunstancias de
su muerte...

Pero hay algo en Jesús que no todos pueden ver: que Jesús es
el Hijo único de Dios, el que anuncia y realiza el Reino de Dios
en el mundo, el que llama de un nuevo modo a Dios: Abbá; y
que, por tanto, es también nuestro único Señor.

Quizá, tanto repetirlo, esto nos parezca lo más natural, y se


nos escape la profundidad y el sentido, lo vital de esta
afirmación en la vida del creyente.

Que Jesús es el Hijo de Dios no fue evidente para sus


contemporáneos, entre los que hemos de contar a sus amigos.
(Ni siquiera para Jesús). Sólo después de la resurrección y la
venida del Espíritu Santo llegaron a esta afirmación de fe.
Pero, sus amigos algo fueron barruntando mientras conocían a
Jesús y vivían con él: les llamaba poderosamente la atención la
familiaridad con que Jesús hablaba de Dios y, sobre todo,
hablaba con Él. Nadie se hubiera atrevido a tanto.

b) El Hijo único de Dios

Al oír anunciar a Jesús el Reino de Dios, más de uno


recordaría, aunque no lo comprendiera muy bien, lo que el
Salmo decía del Rey: que, ungido por Dios, recibiría en
herencia las naciones: "Tú eres mi hijo, yo te he engendrado
hoy" (Sal 2,7).

La resurrección, como hemos dicho, clarificó las cosas: por su


resurrección de la muerte, Jesús fue constituido Hijo de Dios
TEOLOGIA I

con pleno poder (Cf. Rom 1,4). Fue la señal de que Jesús era
desde siempre el Enviado de Dios para establecer su Reinado
en el mundo. Cuando Jesús se hizo bautizar en el Jordán, ya
era "el Hijo amado de Dios, el predilecto" (Mc 1,11). Y cuando
el ángel anunció a María el nacimiento de Jesús, ya le llamó
"Hijos de Dios" (Lc 1,35).

La fe cristiana enseguida precisa más: Jesús no es un portador


del Reino de Dios y, por su función mesiánica, un "hijo de
Dios". Jesús es el único Hijo, el único que ha sido investido
del poder de Dios, el único realizador de su Reinado,
el único camino, toda y la única verdad que Dios nos
comunica, el único cauce por el que Dios nos da la vida.

No podemos pensar en Dios sin Jesucristo. No podemos llegar


a Dios sin Jesucristo. Por Jesucristo, Dios tiene rostro humano.
Sin Jesucristo, Dios se queda sin rostro. En Jesús Dios se nos
revela. Este hombre, Jesús, aunque él mismo no sea eterno,
aunque haya entrado a tomar parte de la historia en un
momento determinado, participa desde siempre como Hijo en
la eternidad de Dios.

Este es el "secreto" de Jesús que los discípulos habían


vislumbrado, pero que sólo se les desveló con la luz de la
Pascua: Jesús es el Hijo, por el cual nos ha hablado Dios, a
quien Dios ha nombrado heredero de todo, y por medio del
cual ha ido realizando las edades del mundo; Jesús es el
reflejo de la gloria de Dios e impronta de su ser (Hb 1,2-3);
Jesús es la Palabra de la vida que existía desde el principio,
que estaba con el Padre, y que se ha hecho visible y palpable
(1 Jn 1,1-2).

c) Nuestro Señor

Decir que Jesús es "Señor", es lo mismo que decir que Jesús


es Dios. Y decir que Jesús es "nuestro Señor" es decir que no
reconocemos otro señorío sobre nosotros fuera del suyo que
es el que nos salva.

)Cómo decir "Jesús es el Señor" sin ponernos a su servicio?


)Cómo no recordar cada día que servirle es reinar?
TEOLOGIA I

3.- Nació de Santa María Virgen

a) Dios y hombre

Muy pronto incluye la Iglesia en su credo esta afirmación: "Fue


concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de
Santa María, Virgen".

Pero antes que apareciera en los credos, el nacimiento virginal


de Jesús estaba ya en los evangelios. Desde que el Señor,
Resucitado, se dio a conocer a los discípulos, tomó cuerpo en
ellos el convencimiento de que Jesús era el Hijo eterno de
Dios. No mitad hombre y mitad Dios, sino Dios y hombre
verdadero. Y eso lo fueron expresando de diferentes maneras.

b) Los "evangelios de la infancia"

Una de las maneras de que se sirvió la comunidad cristiana


para expresar su fe en la divinidad de Jesús fueron los
llamados "evangelios de la infancia" (Mt 1,1-2,23 y Lc 1,5-3,52).

Puesto que Jesús es Dios y procede de Dios, su concepción y


su nacimiento son obra de Dios (Lc 1,35; Mt 1,20).

El Evangelio de Mateo ve en esto el cumplimiento de una vieja


profecía: Dios da a Acaz una señal para que se fíe de Él -ocho
siglos antes- (Is 7,14). Lo que no pudo imaginar Isaías es que
la "salvación de Judá" terminaría siendo una "nueva creación",
un nuevo comienzo para todos los hombres; tampoco pudo
imaginar que el Emmanuel sería el mismo Dios hecho hombre,
ni que la Virgen Madre concebiría a su hijo sin que interviniera
en ello varón.

Esta es la fe de los evangelios y de las comunidades que


acogen y difunden el evangelio. Jesús no sólo es un profeta, ni
el mayor de los profetas, sino la misma Palabra de Dios hecha
carne, la Palabra que desde el principio era Dios. En Jesús se
cumple de modo inimaginable la profecía del Dios-con-
TEOLOGIA I

nosotros; Jesús, que salvará al pueblo de sus pecados, no


procede de lo que es propio de la humanidad misma, sino del
Espíritu de Dios; es puro don hecho a los hombres para
nuestra salvación.

c) El Antiguo Testamento

En el AT se cuenta el nacimiento de varios personajes (Isaac,


Samuel, Sansón...), que habían de ser salvadores para Israel,
de madres estériles. Así se significa que la salvación no le
viene al pueblo de sus propias fuerzas, sino del poder de Dios
que se le regala.

Cuando en la plenitud de los tiempos Dios va a salvar


definitivamente a su Pueblo, el nacimiento del Salvador será
también obra de la gracia de Dios en una virgen.

d) Los mitos

Estaba muy extendido el mito (Grecia y Egipto) del nacimiento


milagroso de un niño salvador, engendrado por un Dios. Por
eso, algunos estudiosos de la Biblia han creído reconocer en
los relatos de esos nacimientos, y también en el nacimiento de
Jesús, las características de relatos mitológicos.

Pero, una cosa es que los "evangelios de la infancia" recuerden


los mitos griegos y egipcios, y otra que se inspiren en ellos. Se
inspiran en el AT. A diferencia de los mitos, los Evangelios no
dicen que Dios sea algo así como el "padre biológico" de
Jesús. Si Jesús es confesado en los evangelios como Hijo de
Dios, no es porque no tiene padre humano. Ratzinger escribía
hace ya tiempo: "La filiación divina de Jesús no sufriría
menoscabo alguno si hubiese nacido de un matrimonio normal,
porque la filiación divina de la que la Iglesia habla no es un
hecho biológico, sino ontológico". No es que, al nacer Jesús,
nazca un Dios-hijo, sino que el que es Hijo eterno de Dios nace
como hombre.

e) Nuestra fe

Confesar que Jesús fue concebido por obra y gracia del


Espíritu Santo y nacido de Santa María Virgen, es creer en el
TEOLOGIA I

poder que ha desplegado Dios para salvarnos. El nacimiento


virginal de Jesús es un signo viviente de que Dios nos renueva
a los hombres desde la raíz y hace nuevas todas las cosas.

María cree, acoge, alaba y da gracias: reconoce el milagro...


Cuando en la Iglesia rezamos el Credo, cantamos con María la
misericordia de Dios que nos lleva de generación en
generación.

"El poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es


santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación".

4.- Padeció bajo el poder de Poncio Pilato

a) Bajo Poncio Pilato

)Por qué ha de aparecer el nombre del procurador romano en


una formulación de fe tan escueta? Pilato recuerda a los
cristianos que el Glorificado había predicado y realizado las
obras de Dios en un lugar y un tiempo determinados -contra la
tentación de espiritualizar y "celestizar" al Señor-.

b) Los padecimientos

El Credo no dice nada de la vida y de la obra de Jesús. Su


muerte y resurrección son la clave decisiva para poder hacerse
cargo de quién es Jesús y qué significa su obra. Su muerte es
la "explicación" de su vida.
TEOLOGIA I

Toda la actuación de Jesús estuvo polarizada por el Reino y el


amor al/del Padre: desde ahí podemos y debemos entender su
solidaridad con los pobres y excluidos, su perdón, su crítica de
la Ley, etc.

Esta forma de vivir y hablar hizo que naciera entorno a él la


desconfianza, el escándalo y la hostilidad..., le fue creando
adversarios entre los poderosos... Jesús se daba cuenta de
cómo le juzgaban y de que podía tener un final violento. Pero
no se echó atrás en su Misión. Por eso lo mataron. Y Jesús
aceptó activamente: "Esto es mi cuerpo entregado por
vosotros".

c) La misericordia de Dios

"Mirad al hombre", dice Pilato. Y, aunque no puede darse


cuenta del alcance de lo que dice, de hecho Pilato está
proclamando quién es Jesús. Y quien mira, ve efectivamente al
hombre que alcanza su plenitud humana, su perfección, su
colmo, entregando su vida. Quien mira puede ver al Rey que
reina haciéndose el último, sirviendo hasta el extremo.

(Bendito sea Dios que nos concede ser discípulos de este


hombre, beneficiarios de este Reino! Si creer en Jesús nos
lleva a padecer bajo los poderes de este mundo, sabemos que
Él ha vencido al mundo.

5.- Fue crucificado, muerto y sepultado

a) Los hechos y la interpretación

Algunos creyeron que el Hijo de Dios no podía haber muerto


verdaderamente, como morimos los hombres. Tenía que haber
sido una muerte fingida. Por eso el Credo, aunque escueto,
insiste tanto en los hechos: fue crucificado, muerto y sepultado.

No se dice nada del significado de esta muerte para los


discípulos. Y es que desde el principio estuvo bien claro: murió
para salvarnos del pecado; en la muerte de Jesús se nos
manifiesta el amor de Dios.
TEOLOGIA I

No fue fácil para los discípulos: ellos se creían discípulos del


Mesías (tal como se entendía entonces), y se encontraron, de
pronto, siendo seguidores de un delincuente ejecutado.

La muerte de Jesús no tiene sentido de satisfacción: aplacar


con su muerte la ira de un Dios ofendido. Significa más bien
que Dios ha tomado la iniciativa de reconciliar al hombre
consigo (2 Cor 5,19).

Y ese gesto reconciliador de Dios no se reduce, por cierto, a la


muerte de su Hijo. Desde siempre había estado Dios
acercándose a los hombres de muchas maneras y, por fin, se
acercó en su Hijo, que se hizo hombre como nosotros y vivió
desviviéndose, entregando su vida por nosotros hasta el
extremo de la muerte, que es el extremo del amor.

El amor de Jesús hacia nosotros que le llevó a la cruz, está


alimentado por el amor con que Él se siente amado por el
Padre. El sacrificio de Cristo consiste en acoger el amor del
Padre y corresponderle. El sacrificio de Cristo es, pues, en
primer lugar, acción de gracias.

El verdadero culto, escribe San Pablo a los Romanos (12,1-2),


consiste en presentar nuestros cuerpos como hostia viva,
santa, agradable a Dios, no ajustándonos a este mundo, sino
buscando lo que es voluntad de Dios, lo que le agrada.

El Concilio Vaticano II lo concreta para los laicos:

"Todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas,


la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el
descanso del alma y del cuerpo, si son hechos en el
Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida, si se
sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios
espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo, que en la
celebración de la Eucaristía se ofrecen
piadosísimamente al Padre junto con la oblación del
cuerpo del Señor" (LG, 34).

Que el Espíritu Santo nos transforme en ofrenda permanente.

6.- Resucitó al tercer día


TEOLOGIA I

a) )Un hecho histórico?

Ningún historiador puede decirnos cómo ocurrió la resurrección


de Jesús: nadie fue testigo de este acontecimiento. No se trata
de un hecho histórico como los demás. La Resurrección es un
misterio, y el misterio -acción de Dios en favor del hombre-
siempre ocurre "de noche".

Todo lo que el historiador puede encontrar son los relatos de


los primeros discípulos que ven a Jesús resucitado: son
testigos... Esto es justamente lo que encontramos en los
relatos del NT. Los Evangelios no nos ofrecen la crónica de los
hechos (incluso los relatos se contradicen en cosas puntuales),
sino el testimonio de quienes "vieron" al Resucitado. Y lo hacen
de diversas maneras: sepulcro vacío, apariciones, comidas...

Tenemos que decir, no obstante, que la resurrección no es un


hecho imaginado (ocurrido sólo en el deseo y la ilusión de los
discípulos), sino un hecho real: deja sus huellas en la historia:
sus apariciones transformaban a quienes se encontraban con
Él, el sepulcro estaba vacío, etc.

b) Cosa de Dios

Los discípulos en seguida se dieron cuenta de que aquello


había sido cosa de Dios. Lo expresaban, entre otras maneras,
diciendo que Jesús resucitó "al tercer día, según las
escrituras". No hay por qué excluir que el "tercer día" fuera
cuando el Resucitado se apareció por primera vez. Pero el
"tercer día" es, sobre todo, una "fecha teológica": el día de la
actuación de Dios. Nos están diciendo que la Resurrección es
cosa de Dios.

Ver 2 Re ,20,5; Os 6,1-2; Jonás 2,1-11.

c) La vida resucitada

Cuando decimos que Jesús resucitó, sabemos que su vida


gloriosa es algo totalmente nuevo, de lo que no tenemos
ninguna experiencia. Sin embargo, no resistimos la tentación
de imaginárnoslo.
TEOLOGIA I

No se trata de una reanimación de un cadáver. Jesús ha sido


transformado, vive con una vida totalmente distinta. Y, como no
tienen palabras para describir lo que ellos han visto que le ha
pasado a Jesús, lo dicen con una metáfora: "Ha sido resucitado
de entre los muertos". (Totalmente poseído por el Espíritu de
Dios que da la vida!

Ahora descubren (al recordar sus obras, su predicación, sus


conflictos, su muerte) que Jesús no ha fracasado: (Dios ha
estado siempre con Él y ahora le ha dado la razón! (El amor de
Dios es más fuerte que la injusticia de los hombres y que la
muerte!

7.- Subió a los cielos

a) La ascensión

Sólo Lucas "cuenta", en el Evangelio y en el libro de los


Hechos, la Ascensión del Señor. Los demás expresan de otra
forma este hecho. El Credo, al confesar la exaltación o
glorificación de Jesucristo, recoge la expresión de San Lucas.
"Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre
todopoderoso".

Pero la gloria de Jesucristo no se parece a un viaje espacial.


"Sentado a la derecha de Dios Padre" no significa que esté
descansando como un jubilado después del trabajo de la vida.

La Resurrección es un acontecimiento tan rico en matices y


significados que la fe de los discípulos nos los presenta uno a
uno para mejor asimilarlos: Pascua, Ascensión, Pentecostés.

Entendieron que Dios responde a Jesús -al amor y confianza


que Jesús había tenido en Dios, (hasta el extremo de entregar
su vida!- levantándolo de entre los muertos y dándole una vida
nueva. De esta forma confirma la obra de Jesús y desautoriza
a los poderes que le condenaron. (Esto es Pascua: Muerte y
Resurrección).

Entendieron que con la Resurrección Dios constituye a Jesús


Señor y Mesías, Salvador. Y, recordando el Salmo 110, decían
que lo había exaltado sentándolo a su derecha.
TEOLOGIA I

* La nube es un signo de Dios, en el que Dios


revela -y esconde- su Misterio.

* Si fue una nube lo que quitó a Jesús de la vista


de sus discípulos, eso significa que Jesús ha
recibido la gloria propia de Dios y que se encuentra
junto al Padre. (Esto es Ascensión).

Entendieron también que Jesús, glorificado, recibió del Padre


el espíritu Santo que estaba prometido, y que él lo había
derramado sobre los suyos (Esto es Pentecostés).

Al decir los cristianos en el Credo "subió a los cielos", estamos


diciendo que Jesús, exaltado como Mesías a la derecha del
Padre, está presente ahora en la Iglesia del mismo modo que
estuvo presente para los discípulos durante su vida terrena.
Ahora está presente Jesús en medio de sus discípulos según
el modo de estar presente Dios: a través de su Espíritu, dando
vida. Y esto es así porque Jesús ha alcanzado su plenitud.

b) Nuestra salvación

Con todo lo dicho, no sólo nos referimos a lo que le ocurrió a


Jesús. Confesamos al mismo tiempo lo que, gracias a Jesús -
por, en y con Él-, ha venido a ser nuestro destino. Porque
Jesús subió al cielo como primicia de toda la humanidad. Una
vez glorificado, Jesús puede ya darnos su Espíritu que nos
hace capaces de abrirnos al amor de Dios, nos hace hijos
confiados, nos pone en comunión con Dios = (Ese es nuestro
cielo!

8.- Desde allí ha de venir a juzgar

a) El último día

)El día del juicio está lejísimos? Dejar las cosas para ese día,
significa, en el lenguaje popular, no hacerlas nunca.

)El día del juicio será terrible? )Día de la ira? )Cristo Juez?

El contenido de este artículo del Credo es mucho más actual y


más rico que todo esto. En él confesamos los creyentes la
TEOLOGIA I

culminación de la obra que Jesucristo está realizando a favor


nuestro, a favor de nuestra salvación. Jesucristo está
ejerciendo su Reinado sobre el mundo, está conduciendo a
toda la humanidad al Reino de Dios, está realizando, de un
modo misterioso pero cierto, el designio salvador de Dios.

Al final del tiempo, el último día, nuestra salvación realizada por


Jesucristo habrá alcanzado su plenitud.

b) Ahora: el trigo y la cizaña

Cada uno de nosotros experimentamos a diario dentro de


nosotros la contradicción: queremos el bien, pero hacemos el
mal. Hasta llegamos a creer que el mal es lo mejor.

Pero la última palabra no la tiene el mal, la tiene Jesucristo. Y,


como Juez, pondrá las cosas en su sitio. Pero no juzgará
según una ley externa, juzgará según su Evangelio, según la
justicia de Dios.

Mientras, lo nuestro es la vigilancia (que es tarea, gozo y


confianza; no angustia y miedo).

c) El lenguaje

El lenguaje (apocalíptico: imágenes tremendas...) puede


resultarnos extraño, pero lo que se dice con ese lenguaje es
que Dios ese día nos salva.

Con ese lenguaje se describe la batalla en la que el Mal es


vencido. Por eso la primera comunidad cristiana suspiraba por
la llegada de ese día: "Ven, Señor Jesús, no tardes". Precioso
y pleno grito de esperanza.

Lo extraño es que durante muchos siglos el temor ante la


venida de Cristo haya superado a la esperanza. )Anhelamos la
venida de Cristo -como proclamamos en la Eucaristía-, que
manifestará y llevará a su colmo la salvación que ya
disfrutamos?

Cristo: Traducción griega del término hebreo Mesías; en


español "el Ungido". En el AT se ungía a los reyes y
TEOLOGIA I

sacerdotes como signo de que actuaban cumpliendo una


misión especial de Dios. De un futuro profeta se dice (Is
61,1) que está ungido (no sólo con aceite) sino con el
Espíritu de Yahvé (véase Lc 4,18).

Kyrios: (En griego = Señor). Invocar a Cristo como


Kyrios tenía en las primeras comunidades una
significación especial y los judíos que hablaban griego la
escuchaban como una provocación: porque en la
traducción griega del AT (la llamada "versión de los
Setenta") el nombre hebreo de Dios, Yahvé, difícil de
expresar en otro idioma, era traducido por Kyrios.

Segunda venida de Cristo (o también: manifestación


definitiva de Cristo; en griego = parusía): La expectación
de la parusía como acontecimiento inminente queda
reflejada en las Cartas a los Tesalonicenses; vemos que
Mc 13,32 ("El día y la hora nadie lo sabe") y Mt 25, 1-13
(parábola de las diez vírgenes) atestiguan que la primera
generación cristiana tuvo que hacerse a la idea de que
había que prepararse para la espera durante tiempo. La
pregunta acerca del futuro despierta en la gente mucho
miedo; el creyente es capaz de superar ese miedo. Está
convencido: Suceda lo que suceda, al fin vendrá Él,
Cristo, y consumará lo que ha comenzado.

III. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

Desde muy antiguo el pueblo elegido por Dios escuchó, por


boca de los profetas, el designio de Dios de derramar su
Espíritu en los últimos tiempos.

La espera en la promesa incluía estas realidades:

* Renovación de los corazones de los hombres,


infundiéndoles la ley de Dios.
TEOLOGIA I

* Unión y reconciliación de los pueblos dispersos y


enfrentados.

* Vitalidad de los huesos desecados,


transformación de la naturaleza en morada del
hombre feliz.

En los últimos tiempos, el Espíritu Santo recrearía para


siempre el hombre y el mundo.

El NT. presenta el momento de la Resurrección como el


momento de la máxima efusión del Espíritu Santo.

Entrar en el misterio cristiano es descubrir un Dios que es trino:


Padre, Hijo y Espíritu. Crecer en el misterio cristiano es dejarse
impulsar por el Espíritu para llamar a Dios "Abba" y para
recordar los hechos y las palabras de Jesús. Dar vida al
misterio cristiano en las nuevas situaciones que la Iglesia
atraviesa a lo largo del tiempo, sin caer en infidelidad al Señor
Jesús, es dejarse poseer y conducir por la fuerza del Espíritu
derramado en Pentecostés.

1.- Conocido por experiencia

Por desgracia, la educación cristiana recibida por muchos no


ha logrado -si es que lo ha pretendido- familiarizarnos con el
Espíritu Santo y con la acción -tantas veces ignorada- que en
todo caso va realizando en nosotros, en la Iglesia, en el
mundo.

Y, sin embargo, a todos nos preguntan en serio por nuestra fe


en el Espíritu Santo cuando, en la Noche de Pascua,
renovamos nuestros compromisos bautismales.

Las dificultades que muchos cristianos encuentran para la fe y


la relación con el Espíritu, muchos las achacan a que el
Espíritu Santo les ha sido presentado de un modo abstracto
(como si fuera materia reservada para teólogos); y también se
debe a que las imágenes que emplea la Biblia para referirse al
Espíritu de Dios, no ayudan a descubrir una relación personal.
TEOLOGIA I

()Cómo relacionarse con el viento o con el fuego como una


persona?).

Pero el cristiano puede y debe vivir la experiencia del Espíritu:


es el Espíritu quien clama en él Abba-Padre, quien le hace
sentirse hijo, quien le reconcilia, quien le hace experimentar la
libertad, ...

Si no nos familiarizamos con el Espíritu Santo, si no


reconocemos su acción, la última parte del Credo se nos
convierte en un índice de temas: la Iglesia se nos quedará
reducida a una organización folclórica, la comunión de los
santos será una teoría inútil, el perdón de los pecados un
objetivo inalcanzable, el compromiso cristiano una rivalidad
política y la vida eterna un mito.

Necesitamos creer en el Espíritu para dejar de buscar el


salvarnos del mundo y trabajar en la salvación de este mundo
que es el nuestro.

2.- Abiertos al Espíritu

Los discípulos conocían lo que dicen las Escrituras sobre el


Espíritu de Dios. El es, ante todo, la fuente y el origen de toda
vida. Los discípulos alababan a este Espíritu vivificador cuando
rezaban algunos Salmos (Sal 103,29). Sabían que el Espíritu
del Señor se posaría sobre el Rey-Mesías para hacer justicia a
los pobres (Is 11,3), cuya vida, por la opresión que sufren, no
es vida.

Dios, que sólo quiere la vida, le había prometido a Israel un


Espíritu nuevo (Ez 11,19 y 36,26), que es como decir una vida
nueva, en fidelidad y comunión con Dios para siempre.

Los discípulos, como todos los israelitas piadosos, esperaban,


pues, para los últimos tiempos una vida más intensa y más
humana, fruto del Espíritu que Dios había prometido.

3.- Conocedores del Espíritu

Cuando, después de que Jesús fue muerto y sepultado, se les


apareció vivo, comprendieron -bajo el influjo del mismo Espíritu
TEOLOGIA I

Santo- que ya habían llegado los últimos tiempos que


esperaban: el Espíritu vivificador prometido por Dios había sido
efectivamente derramado sobre Jesús desde su concepción
virginal, le había impulsado y sostenido en su actividad
evangelizadora y le había resucitado.

Pero no sólo eso. A ellos mismos el Señor les comunica el


Espíritu que les hacía revivir. Cuando el Resucitado se
presenta a sus discípulos -así lo cuenta el cuarto evangelio- les
da la paz, exhala su aliento sobre ellos -como cuando Dios
creó al hombre- y les dice: "Recibid el Espíritu Santo" (Jn
20,22). Los discípulos se ven recreados, hechos hombres
nuevos, como "nacidos del Espíritu Santo": el temor se
convierte en coraje y alegría, el encerramiento en envío.

La tarea a la que son enviados los discípulos consiste


precisamente en colaborar en la acción vivificante de Dios, que
había llegado al colmo en Jesús. El libro de los Hechos cuenta
cómo, después de recibir ellos el Espíritu Santo, empezaron a
predicar a Jesús como Señor y Mesías (Hch 2,47).

4.- Vivificados por el Espíritu

"Salvarse" significa vivir con la fuerza y el aliento del Espíritu de


Dios, que el Resucitado envía a quienes creen en él. El grupo
de los creyentes vivían como salvados. Su vida es una muestra
de lo que las personas podemos dar de sí cuando nos dejamos
animar por el Espíritu Santo y vivimos la vida de Dios.

El rasgo más característico de los hombres nuevos es la


fraternidad. Los que viven por el Espíritu no sólo piensan y
sienten lo mismo, sino que esa unidad de corazón se expresa
también externamente: poseen todo en común de modo que
ninguno pasa necesidad.

5.- La vida continúa

Creer en el Espíritu Santo es creer en el Espíritu que resucitó a


Jesús, por supuesto. Pero no sólo es eso, que sería quedar
encerrados en el pasado. Ahora sigue siendo Pentecostés. El
Espíritu sigue siendo derramado sobre todo hombre. El Espíritu
sigue vivificando a la Iglesia...
TEOLOGIA I

Por el Espíritu vivimos ya como hombres nuevos -en la medida


que le dejamos actuar-, para ello debemos buscarlo,
reconocerlo y cooperar con él donde él alienta...

De la fe en el Espíritu Santo depende que nos tomemos en


serio el presente y nos atrevamos a abrirnos al futuro.

IV. CREO EN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS


Y EN LA VIDA ETERNA

1.- )Tiene futuro esta vida nuestra?

Por lo visto, hay gente que no se lo cree. Incluso gente que


dice que es católica. Uno de cada diez "católicos practicantes"
no cree en la resurrección de los muertos, y tres dudan y no
saben. Lo que importa, dicen, es lo que me pasa o me puede
pasar en esta vida. Como si creer en la resurrección de los
muertos fuera una evasión.

Cuando nos sentimos queridos y capaces de querer a los


demás, se acrecientan en nosotros las ganas de vivir. Cuando
vemos que la acción solidaria de unos vecinos consigue
mejorar las condiciones de vida de un barrio, aumenta nuestra
fe de que la historia va adelante.

Pero a veces nos pasa todo lo contrario: ni amamos ni nos


aman. Se diría que la muerte está venciendo a la vida en
nosotros; nos vemos condenados a la autodestrucción.

Pues bien, afirmar la fe en la resurrección de los muertos y en


la vida eterna no es sólo creer en la otra vida, significa también
creer que esta vida nuestra, gracias a Dios, se impondrá sobre
la muerte.

El optimismo cristiano, nuestra esperanza, tiene su fundamento


en lo que hemos visto hacer a Dios. Cuando nosotros
queremos de verdad a alguien, deseamos que viva para
siempre. A Dios, se podría decir, le ocurre lo mismo. Dios nos
TEOLOGIA I

quiere de verdad y desea que vivamos eternamente. Nosotros


no podemos hacerlo, pero Dios sí puede y lo ha hecho: a
Jesús, su hijo amado, su predilecto, lo resucitó de entre los
muertos. Eso mismo hará con todo aquellos a los que, por su
hijo Jesús, considera también hijos suyos queridos.

Entonces esta vida nuestra -y no la otra- y todo lo que ahora


nos empuja a vivir, alcanzará su plenitud y será transfigurado.
El gozo que nos hace experimentar el amor mutuo, signo del
cariño de Dios, es sólo un anticipo del gozo que
experimentaremos al sentirnos amados por Dios, íntimamente
unidos a Él. La solidaridad con que ahora nos oponemos al
egoísmo que nos mata, es sólo un avance de lo que será la
unidad de todo el género humano en la vida eterna.

La resurrección de los muertos y la vida eterna es la


culminación de la obra del amor de Dios en nosotros. Por amor
nos ha llamado a la vida y la ha estado animando
continuamente. No puede el Dios de vivos dejarse vencer en el
último momento.

2.- No escapar hacia adelante

Vivimos pendientes de las promesas de Dios. Y el "conocer"


desde ahora el desenlace feliz de la historia no nos resta
interés por los acontecimientos presentes. Al contrario, nos lo
acrecienta.

La esperanza en Dios, que ha resucitado a Jesús y también a


nosotros nos dará la vida eterna, no es ninguna distracción ni
un consuelo para hacernos más llevaderos los sufrimientos
presentes.

Es un estímulo: nuestro trabajo a favor de la vida, nuestra


acción para hacer avanzar la historia son algo serio y
consistente. Son semilla de cuyo crecimiento se encarga Dios.
El esfuerzo, el dolor, la cruz, se hacen indispensables. Para
que haya resurrección es necesario entregar la vida. De quien
confesamos la resurrección es de Cristo crucificado.

Compartiendo la muerte -la entrega- de Jesucristo, se nos dará


el compartir también con Él la gloria de la resurrección.
TEOLOGIA I

3.- La preocupación por los detalles

Desde siempre ha querido la curiosidad imaginar cómo sería la


vida de los salvados en el cielo. En realidad, sobre eso no
sabemos apenas nada. Pero, )no podemos decir al mismo
tiempo que "sabemos" mucho?

La expresión "compartir la gloria de la resurrección" indica, sin


duda, una transformación de nuestro ser, que afecta también a
nuestra corporeidad.

San Pablo dice a los Corintios, ayudándose de algunas


comparaciones, que resucitaremos nosotros mismos, pero
transformados -también nuestro cuerpo- (1 Cor 15,42-45). Es
decir, un cuerpo totalmente animado y poseído por el Espíritu
y, por tanto, incorruptible, glorioso y fuerte. Como corresponde
a quienes "unidos con Jesucristo, el resucitado, serán para
siempre semejantes a Él, porque verán a Dios tal y como Él es"
(Catecismo "Esta es nuestra fe", p. 212).

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