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152 EL PENSAMIENTO SOCIAL CRISTIANO Y MEDIEVAL

habitada, era una idea pura. La de san Agustín, por otra parte,
palpitaba con el intenso amor de Dios y con las ánimas de los
elegidos: era una comunidad de hombres auténticos. La crea-
ción de esa comunidad había sido el gran fin del movimiento
histórico. La historia era el resultado de una liza hercúlea entre
las dos ciudades, una lucha cuyas características principales son
de orden trágico.
Contemplar las luchas y los afanes de los verdaderos cristia-
CAPÍTULO III
nos, organizados en la Iglesia, era contemplar el gran combate
entre la ciudad de Dios y la de Satán. La Iglesia es el agente
o brazo de la divinidad en el gran teatro del mundo. Sobre él se EL M E D I O E V O
extiende, solemne y mayestático, el gran plan de Dios para que
se salven los humildes y los que Je obedecen. Ahora bien ¿qué
§ 1. PROBLEMAS DE DEFINICIÓN. ORÍGENES DE LA ÉPOCA MEDIEVAL.—
decir de quienes vivieron antes de Cristo? San Agustín conside-
Desde el Renacimiento suele designarse con el nombre de Edad
raba que los sistemas sociales anteriores a la venida del Mesías
Media el prolongado período de tiempo que va desde la liquida-
eran imperfectos porque en ellos no se conocía la Buena Nueva.
ción final del Imperio Romano hasta la caída de Constantinopla
Sin embargo, Dios mantuvo su mensaje sobre la tierra encarnado
en poder del Turco (1453), o bien del descubrimiento de América
en el pueblo de Israel y sus profetas. La historia de los reinos
por los castellanos (1498). Estas fechas no sólo son perfectamente
y los imperios anteriores a Cristo está ordenada por la Provi-
arbitrarias sino que el concepto mismo de Edad Media no es
dencia Divina. No es que Dios ponga y quite reyes; ello depende
muy sólido; dentro de ella caben varias épocas, que tampoco
más bien de las iniciativas humanas. Mas Dios establece, por así
pueden ser encuadradas por la división tradicional en Alta y
decirlo, las líneas generales de la historia. Tanto el bienestar social
Baja Edad Media. A nosotros estos problemas nos afectan rela-
como las desgracias que se ceban en los pueblos en ciertos mo-
tivamente poco, pero hay que consignar que existen. De la lec-
mentos, son, para san Agustín, muestra del plan divino de la
tura de las páginas que siguen se deducirá que hubo una larga
historia. El hombre puede creer que un cataclismo tal como el
edad de varios siglos que, a pesar de sus muchas diferencias,
saqueo de Roma, que dio origen al libro de san Agustín, es un
poseyó un cierto tono común, que se desprende de la estructura
infortunio carente de sentido. En ese caso su equivocación es
social predominante —llamada feudal en muchos casos—, del
grande. La Providencia ordena también estos eventos capitales y
sistema de creencias —indiscutiblemente cristiano— del reparto
los utiliza para purificar y santificar a los pecadores. Hay que
del poder supremo —entre el Emperador y el Papa—, y de otros
aceptar la historia como una oportunidad de salvación. Hay que
rasgos no menos sobresalientes.
asirse a lo eterno y desechar lo efímero. En el fondo, la filosofía
agustiniana de la historia es una moral. La infiltración constante de tribus germánicas en el interior
del Imperio Romano ya desde el siglo n i , pero abiertamente a lo
Además, esta filosofía implica también un desentenderse de largo del iv prepara su desmoronamiento definitivo, cuya fecha
los destinos del Imperio Romano. A pesar de las invasiones bár- suele fijarse en 475 con la deposición del emperador Rómulo
baras, cada vez más graves, muchos creían en la eternidad del Augústulo por Odoacro. Pero, de hecho, para esa época toda la
Imperio. No así san Agustín. Todas las cosas humanas, hasta la zona occidental del Imperio estaba en manos b á r b a r a s . Las llama-
más sólida de las organizaciones políticas que han visto los hom- das invasiones no fueron sólo de guerreros sino de pueblos ente-
bres, tocarían su fin. Con ello san Agustín justificaba la ros, que trajeron con ellos su derecho y sus concepciones de la
separación entre Iglesia y Estado, y la existencia, en reali- vida, del poder y de la religión. De su mezcla con el mundo roma-
dad, de dos organizaciones supremas dentro de cada sociedad. Ya nizado habían de salir nuevas organizaciones sociales, que comen-
veremos las múltiples consecuencias, tanto teóricas como prácti- zaron a tomar cuerpo hacia finales de la Época Oscura. La Época
cas, de esta teoría." o Siglos Oscuros es el período que va del siglo iv o v al vil u v m ;
es una época de atraso y confusión, en que la contienda cons-
tante y el azar de las circunstancias impiden el sosiego que toda
obra cultural requiere. Se llama así a este período tanto por el
carácter poco brillante de sus instituciones sociales como por la
ignorancia en que estamos con respecto a los eventos en él acae-
cidos.
II. Para las dos secciones precedentes, San Agustín, Civitas Dei, passim. Tam- Los reinos o estados más importantes del período son el visi-
bién V. Beonio-Brocchieri, La política del cristianesimo, Milán, 1951, pp. 1-87.
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godo y el franco, que ocupaban, respectiva y aproximadamente, acto de la coronación del rey franco Carlos el Grande, o Carlo-
lo que son hoy España y Francia. Los visigodos, después de esta- magnó, como Emperador, por el papa León III (800). A pesar de
blecerse definitivamente en la Península Ibérica y de convertirse estos esfuerzos por restaurar las viejas tradiciones romanas, la
oficialmente al catolicismo (589) lograron fundirse con la pobla- situación había cambiado mucho, y la llamada restauración caro-
ción hispanorromana y organizar un Estado firme, con la capital lingia no lo fue más que de nombre. Carlomagno se esforzó por
en Toledo. En esta ciudad se reunían periódicamente los Concilios, consolidar la administración de la dinastía anterior a la suya,
que aunaban a obispos, nobles, reyes y abades en una especie de distribuyendo cargos a los comités o condes en el gobierno de las
Cortes en embrión, las cuales dictaminaban la política y la doc- provincias. Con ello fue cristalizando un sistema de poder que ha
trina religiosa a seguir. La gran cultura de la España romana, en venido a llamarse feudalismo y que pronto veremos en qué con-
combinación con el hecho de ser los visigodos más refinados que sistía. Después de esta época, el Imperio sufrió las durísimas
otros pueblos bárbaros, crearon ciertas condiciones favorables incursiones normandas que, en el norte, destruyeron los postre-
para el desarrollo de una filosofía en la Península Ibérica. Entre ros vestigios del pasado romano. 3
los Padres de la Iglesia ya había descollado el hispano Pablo Entretanto, en Roma, el Papa se había constituido en monarca
Orosio con su obra polémica Historial adversus paganos; era Oro- temporal; para hallar una justificación ideológica se apoyó en un
sio hombre consciente de la romania cultural, ya que no política, documento enteramente falso, la llamada Donación de Constan-
y de la pervivencia de la Iglesia a través de los descalabros que tino. En este documento el Papa recibía del emperador un
iban sucediéndose mientras escribía su obra (417-418).1 Pero Orosio número muy considerable de prerrogativas de orden temporal.
no era aún un medieval; sí en cambio parece ya serlo san Isidro de La coronación de Carlomagno por el Papa no solventaba el con-
Sevilla (570-636), y precisamente por ello sus Etimologías y Senten- flicto entre ambos soberanos que se había de extender durante
cias atrajeron grandemente a su posteridad. Su importancia dentro siglos. De momento, ya en aquella época, la cuestión promovió un
de la historia del pensamiento social estriba en haber sabido man- cierto grado de actividad teórica. Destaquemos la de Hincmar,
tener y transmitir una serie de tradiciones clásicas (Cicerón y arzobispo de Reims (lo fue de 835 a 882). Escribió un tratado,
Lucrecio) acerca del origen de la sociedad y del funcionamiento De ordine palatii, mediante el cual intentó establecer la concep-
del estado. En épocas como la que él vivió, el saber enciclopé- ción que del estado temporal tenía la Iglesia. La Iglesia reconoce
dico, si bien no original, cumple funciones vitales. Las posibilida- al rey, pero Dios es el rey de todos los reyes, según se desprende
des culturales del reino visigodo viniéronse abajo cuando, en 711, de la Biblia, donde tantas veces aparece Jehová como soberano.
las mesnadas arábigas invadieron la Península. No fue ello tan Por otra parte, según Hincmar, la jerarquía eclesiástica debe caer
sólo el fin de esa monarquía y el cambio radical de aspecto de fuera del poder real, pues viene directamente del divino. De esta
los pueblos hispanos, sino que además la cosa afectó a Europa. forma el sabio arzobispo intentaba mantener la autonomía com-
La invasión islámica colocó a toda Europa en una situación dife- pleta de ,1a Iglesia frente al poderoso estado germánico de los
rente. El Mediterráneo dejó de ser el centro de su civilización; el carolingios. Hincmar consiguió, en 869, que el rey hiciera una
comercio marítimo sufrió un colapso completo, y Europa pasó professio de respeto a las órdenes sagradas.
a ser una zona de vida estrictamente agrícola. Durante u n tiempo
Hincmar de Reims es un exponente de los múltiples esfuerzos
los musulmanes no sembraron más que destrucción, no sólo en
realizados por los medievales por plasmar en la realidad su creen-
España, sino a lo largo de todas las antes prósperas riberas medi-
cia profunda de que, como dice el profesor García Pelayo,
terráneas. Estos coadyuvaron a los atrasos económicos que se
produjeron en la época carolingia. 2 el orden político había de ser un intento de realización del reino de
La época carolingia fue la más brillante del reino franco, que Dios en la tierra, a fin de restaurar el orden originario de las cosas que-
tuvo mejor fortuna que el visigótico. El pueblo franco, de origen brantado por el pecado. Esta creencia dio origen en un conjunto de
germánico, gobernado por la dinastía merovingia, se estableció ideas, de normas y de instituciones constitutivo de una realidad en la
definitivamente en el norte de Francia y al este de Alemania des- que no se hallaban nítidamente diferenciados los aspectos rigurosamen-
te políticos de los estrictamente religiosos. Tal indiferenciación no
pués de derrotar al último gobernador romano de la Galia, radicaba solamente en el condicionamiento de las concepciones políticas
en 486, bajo el mando de Clodoveo. Como quiera que éste se con- por las religiosas, sino también en el hecho de que en la visión religiosa
virtiera al Cristianismo, sin haber pasado por el sospechoso tenían considerable papel las imágenes y representaciones políticas. Se
arrianismo de los visigodos, su dinastía empezó a gozar de las daban, pues, conjuntamente, la tendencia hacia la sacralización de la
abiertas simpatías de la Iglesia; éstas se vieron plasmadas en el política y la tendencia hacia la politización de la imagen religiosa, o,
dicho de otro modo, había reciprocidad en cuanto a las formas simbó-
1. Antonio Truyol, Historia de la filosofía del derecho. Madrid, 1954, p . 203. licas utilizadas para esclarecer las respectivas realidades... Tal reci-
2. Henri Pirenne, Histoire économique et sociale du Moyen-Age. París, 1933; procidad e intercambio de símbolos se justificaba en razón de la unidad
trad. castellana de Salvador Echavarría y Martí Soler, Historia económica y social
de la Edad Media. Méjico, 1963, pp. 9-12. 3. libia, p . 12.
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substancial entre el orden natural y el sobrenatural, siendo éste consi- partes. Más tarde, los más débiles pactaron de tal modo que se
derado como la perfección de una realidad que en aquél sólo se halla obligaban no sólo a sí mismos sino a su descendencia. De esta
incoada o reproducida con mejor o peor fortuna.4
manera, cada señor llegó a encontrarse con un grupo humano que,
hereditariamente, le era vasallo. Éstos eran sus hombres, una
§ 2. E L FEUDALISMO. — Montesquieu fue el primero, en el palabra que, como señala Marc Bloch aparece constantemente en
siglo XVIII, que utilizó la palabra feudalismo para designar con los textos medievales. 7 Cada cual poseía a sus «hombres» por
ella a un sistema social. El término feudo, en cambio, es de ori- encima, o por debajo de él, y a ellos se debía de una u otra
gen perfectamente medieval. Hoy en día nos referimos con la manera. Las relaciones eran de hombre a hombre, no territoria-
palabra feudalismo no sólo a la estructura social preponderante les, aunque una relación personal pudiera representar u n insepa-
en la Edad Media sino a cualquier otra que reúna condiciones rable ligamen a un terreno. «Así comenzó a edificarse un vasto
similares, como es el caso notorio del Japón. sistema de relaciones personales, cuyos hilos entrecruzados
Surge el feudalismo cuando un pueblo o grupo social armado corrían de un piso a otro del edificio social.»" Estas relaciones,
ocupa un país de civilización agrícola y no muy desarrollada. Si para que dieran un resultado tuvieron que ritualizarse, y el resul-
los dominadores son pocos y su técnica y cultura menguadas, tado fue el «homenaje» que proviene, precisamente de la idea de
tienen que distribuirse sobre la faz del país y establecer rela- ser hombre de alguien. De la ceremonia del homenaje sólo posee-
ciones personales de dependencia con el pueblo, de modo que una mos datos a partir del siglo xi —el primero de Europa, en Bar-
centralización estricta del poder es difícil. Se crea así una casta celona, 1020—. El homenaje consta de dos ceremonias, la immixtio
de señores, con dominio personal, indirectamente referido al manuum, en la que el vasallo pone sus manos dentro de las de su
poder central —el monarca— y otra de vasallos. 5 En Europa el señor, y luego una declaración de entrega y otra de recepción.
feudalismo pasó por un largo período de gestación, y alcanzó sus Todo ello tiene, naturalmente, carácter sacramental: sólo de ese
formas más definidas tan sólo durante los siglos x a XIII. Es modo puede establecerse firmemente la lealtad.
imposible establecer límites; durante los últimos tiempos de Bajo El homenaje tiene un sentido sobre todo cuando los hombres
Imperio Romano hay ya un principio de organización feudal, y, libres se constituyen en vasallos. Los siervos de las capas más
por otra parte, la misma Revolución Francesa tuvo que acabar míseras escapaban a estos ceremoniales por ser considerados
con algunas instituciones que provenían de esta época. Aún hoy tan bajos que no poseían la capacidad de ofrecer nada en cambio
pervive, en forma absolutamente residual, una nobleza cuyos orí- durante el pacto de homenaje. Virtualmente, sin embargo, entra-
genes supuestos serían los feudales, y algunos latifundios creados ban dentro de la relación feudal de dependencia. Su vida, ligada
en aquellos remotos tiempos. Nosotros no nos ocuparemos del a la explotación de la tierra, quedaba enmarcada en la unidad
período de gestación del feudalismo, aunque sí, en capítulos futu- política más importante del período medieval, el feudo. Éste era
ros, de su liquidación. Concretémonos en lo que se ha llamado un territorio de tamaño tan variable como imaginarse pueda, a la
feudalismo clásico, y expliquemos sus instituciones principales. cabeza del cual había un señor. Ahora bien, este señor podía ser
Dejemos constancia, empero, de que ni siquiera en este caso a su vez vasallo de otro, y así sucesivamente. Toda la Europa occi-
puede decirse que el feudalismo fuera un sistema que abrazara dental se constituyó en una maraña de feudos en los cuales podía
a toda Europa, ni tampoco en forma homogénea. Por ejemplo, darse el caso de que un rey fuera vasallo de otro en determinados
como afirma Sánchez Albornoz, sabemos que —con excepción del territorios, o que lo fuera del Papa. A medida que pasa el tiempo,
estado feudal catalán— los pueblos de la Península Ibérica no estas relaciones se van haciendo hereditarias.
conocieron un feudalismo en el sentido estricto. 6
Dentro de este marco institucional la guerra moldeaba y daba
La base del feudalismo es una relación de dependencia perso- un sello a la mentalidad de los hombres. Los feudos no podían
nal que se llama vasallaje. En los albores de la era feudal el vasa- vivir más que en conflicto constante entre sí. Europa vivió una
llaje surgió espontáneamente como un contrato entre el guerrero nueva época heroica y, por consiguiente, volvieron a surgir las
que podía proteger al campesino débil a cambio de que éste le epopeyas que habían desaparecido desde los lejanos tiempos de
prestara servicio económico. Dada la inseguridad de las circuns- Homero. Rolando, Ruy Díaz de Vivar, Fernán González fueron
tancias, este contrato se celebraba con solemnidad y establecía los héroes sobre los que el pueblo fue construyendo sus leyen-
un vínculo de dependencia que duraba mientras vivieían ambas das y el espejo sobre el cual el noble, cuyo único camino era la
espada, podía mirarse. Andando el tiempo, el torneo y la vida de
4. Manuel García-Pelayo, El reino de Dios, arquetipo político. Madrid, 1959, p . 1. corte comenzaron a sustituir, respectivamente, a la lucha abierta
5. Cf. K. D. Bracher y otros, Staat und Politik (1." ed., 1957). Francfort
del Main, 1962, «Feudalismus», pp. 67 y 68. 7. Marc Bloch, La société féodale, vol. I, «La formation des liens de dépen-
6. Luis G. de Valdeavellano, «Las instituciones feudales en ^ España» en dance». París, 1939; trad. castellana de Eduard Ripoll, La sociedad feudal. Méjico,
F. L. Ganshof (Qu'est-ce que la féodalité?) El feudalismo, trad. cast. de Feliu 1958, vol. I, p. 171.
Formosa. Ariel, Barcelona, 1963, p. 231. 8. Tbid., p . 170.
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y a la vida sórdida del castillo. Pero durante un largo período de existencia»." Esta realidad, como afirmaba Jaume Vicens,
la proeza y la hazaña parecían ser la única posibilidad vital de estaba basada en la idea del pacto, que en Cataluña llegó casi
caballeros y señores feudales. Si se salvó la cultura teórica y cien- a ser una ideología; el sentido profundo de la sociedad medieval
tífica en cierto modo, se debió al éxito que tuvo la introducción de ese país —y en menor medida, el de otras europeas de la
en Europa, desde el Oriente, del monasticismo. La frase hecha de época—
que los conventos medievales «irradiaban cultura» es parcialmente
falsa; en realidad, en muchos casos fue al revés, el saber se re- estriba en el pactismo, o sea, la concepción de que el pacto y la sobe-
fugió en ellos, y desapareció por largo tiempo de entre los demás ranía ha de regular toda la ordenación humana y política de la colec-
hombres. tividad. Este hecho tiene una insoslayable ascendencia feudal; del feu-
dalismo genuino que unía personas a personas, no éstas a la tierra...
Cuando dos personas se unían para ofrecerse, respectivamente, protec-
§ 3. Los «USATGES» Y LA CARTA MAGNA. — Desde la perturbación ción y servicio, o bien tierras y cultivo, cada una quería saber hasta
definitiva de la polis democrática desaparece la libertad política. qué punto llegaba su protección o su retribución. Al principio sólo era
En el mundo romano del Imperio sus ventajas son sustituidas menester la palabra intercambiada, la ceremonia mágica que a tales
por las de una eficiente administración. Después, también éstas actos acompañaba. Luego intervinieron los notarios con su tintero y
desaparecen. Si bien es cierto que la clase social que reinstauró pluma. Personajes importantes, estos notarios, parte viva de Cataluña
la libertad política dentro de la ley fue la burguesía, en un es- durante siglos y siglos. No podrían ser entendidos sin el espíritu pac-
fuerzo constante, que va desde el Renacimiento hasta la Revolu- tista del país.
ción Francesa, lo es también que ya en la Alta Edad Media halla- En esencia, pacto es fidelidad. Del señor hacia el vasallo, para que no
mos sus primeras simientes. Son simientes nada más, pero hay transgreda ni el espíritu ni la letra de sus derechos; fidelidad del vasallo
hacia su señor, comprometiéndose a honrar sus obligaciones. Pero...
que constatarlas. Tomemos los dos ejemplos más importantes, sólo pueden ser fieles —es decir, dar y prestar testimonio de fidelidad—
los Usatges del pueblo catalán y la Carta Magna del inglés. los hombres francos, los hombres libres. Franquicia y libertad, he aquí
Ramón Berenguer I, llamado el Viejo (1035-1076) y su esposa las raíces del pactismo catalán.12
Almodís, después de un concilio en Gerona, promulgó en Barce-
lona, en 1068, el código de los Usatges que había redactado una Siglo y medio después de los Usatges aparece un documento
junta de nobles y jueces. Fueron estos últimos los que tuvieron de similar importancia. Se trata de la Magna charta, que la no-
la última palabra en su redacción. El autor de todo el proyecto bleza inglesa obligó a firmar a Juan sin Tierra, que estaba resul-
créese que es Pone Bofill Marc, canónigo de Barcelona. Este docu- tando muy mal gobernante. Desde cierto punto de vista, la Carta
mento fija por escrito las normas feudales, así como las obliga- Magna, al no contribuir al reforzamiento del poder real, aumenta
ciones vasalláticas. Pero su intención estribaba en sustituir con él la anarquía feudal; pero a la larga, se trata de una base jurídica
el Fuero Juzgo, que regía para todos los cristianos de la penín- para el ejercicio de la libertad y de las garantías personales.
sula, y dar a Cataluña algo así como una constitución.' Desde Según ella el rey no podía inmiscuirse en los derechos de la Igle-
el punto de vista de la libertad, los Usatges son relevantes por- sia, ni aumentar los tributos que no fueran prescritos por las
que consignan los derechos y las obligaciones del príncipe, mien- leyes feudales y que podían imponerse a los señores, ni conse-
tras que aclaran el alcance de la potestad judicial y de la legis- guir ayuda militar sin la reunión del Gran Consejo; era este últi-
lativa; en otras palabras, los Usatges son el primer monumento mo el origen del Parlamento británico de hoy. Sin embargo, la
jurídico europeo que establece limitaciones, da garantías y com- contribución más importante de la Carta Magna al progreso de
bate la arbitrariedad del gobernante. 10 No hay que exagerar, como la libertad fue las cortapisas que puso su artículo 39 a las deten-
han hecho algunos románticos, el valor de los Usatges como texto ciones ilegales; dice así el texto famoso:
garantizador de la libertad política; los Usatges son, primordial-
mente, un documento feudal. Sin embargo, podemos ver en ellos, Ningún hombre libre será prendido o hecho prisionero o desposeído
en pleno siglo xi, cómo las relaciones de dependencia personal o proscrito, o de cualquier modo destruido, ni se le llevará a prisión,
inspiradas en el derecho germánico y consagradas por el feuda- excepto 13tras un juicio legal de sus iguales, y de acuerdo con las leyes
lismo, en cuanto que se establecen como orden jurídico, comien- del país.
zan a producir un sistema de legalidad. Por otra parte, los Usat-
ges, como su nombre indica, pueden ser considerados como «la Estas palabras, evidentemente mucho más maduras y explí-
carta descriptiva de las costumbres catalanas primigenias» que citas que las de los viejos Usatges llegaron a ser la piedra de
«definieron una realidad que ya contaba, por lo menos, un siglo
11. Jaume Vicens i Vives, Noticia de Catalunya. Barcelona (1. a ed., 1954),
9. Antonio Ramos-Oliveira, Historia de España. Méjico, 1950, vol. I, 436-440. 1962, p. 21.
10. F. Valls Taberner, Estudis d'história jurídica de Catalunya. Barcelona, 12. Ibid., p p . 109-110.
1929, p . 60. 13. Max Savelle, op. cit., p . 52.
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toque de la constitución política inglesa. En un principio, los agustinianas al terreno de la práctica y asentar su poderío sobre
«hombres libres» eran pocos, tan sólo los señores, pero la desa- su superioridad religiosa. A esta doctrina se le llama, y con razón,
parición de los siervos, siglos más tarde, puso las bases para una el «agustinismo político». Su origen concreto hay que encontrarlo
interpretación harto distinta de la que le dieron sus fundadores en Gelasio I, Papa que reinó de 492 a 496, y su elaboración más
medievales, a saber, la interpretación liberal de los derechos civi- refinada en Gregorio el Grande, que afirmaba que el poder le
les y políticos. había sido concedido a él desde los cielos, y que el que los reyes
poseían no tenía otro sentido que el del mantenimiento de la
§ 4. IMPERIO E IGLESIA. — Quienquiera que eche un vistazo al moralidad y la defensa de la religión. El agustinismo político pro-
mapa político de Europa en cualquier momento de la Edad Media clama que el Papa ha de poseer las dos espadas, la espiritual y
vendrá a creer que fue aquél el momento de la máxima fragmen- la temporal. Como decía san Bernardo Petri uterque est.u
tación posible. No sólo el continente, sino cada uno de los múl- Aunque en el terreno de la política y la guerra los partida-
tiples reinos se hallaba subdividido en innúmeros señoríos. Sin rios del emperador pudieran sacar —a menudo, mas no siem-
embargo, el Medioevo es una época de relativa homogeneidad pre— ventajas considerables, en el de la lucha doctrinal, llevaban
política. Teóricamente, toda la Cristiandad occidental se halla casi siempre las de perder. Ello se debe a que, durante el Me-
ordenada según una serie de principios políticos. Existe un Em- dioevo, ambos contendientes se movían dentro del mismo terreno
perador, cabeza de toda la sociedad, y un Papa, jefe también, de creencias," y, naturalmente, los apologistas del poder impe-
pero moral y religioso, de los hombres. Existe una ideología rial tenían que aceptar de buen principio algunos de los argu-
-omún, una idéntica escala de valores, una religión única: tal mentos que más les perjudicaban. Además, la reforma de san
sociedad debería estar perfectamente integrada. Gregorio había sido una labor tan de peso que había establecido,
No fue así, en contraste con la imagen idealista y reaccionaría para el resto ya de la Edad Media, la supremacía doctrinal de
de la Edad Media. Las tensiones entre Papado e Imperio se tra- la Iglesia. La reforma había consistido en una lucha interna con-
dujeron en luchas inacabables, las herejías fueron cosa común, tra la corrupción que imperaba entre las filas de los eclesiásticos.
la ideología caballeresca y cortesana sólo podía ser mantenida Gregorio VII el Santo (540-604), fue un papa que consiguió conse-
a través de la brutalidad institucionalizada contra los campesi- cuencias políticas por pura añadidura; lo que él quería era una
nos humildes. Lo cierto es que el Medioevo es una época que fluye reforma moral de raíz y se encontró que, al lograrlo en grado con-
entre la disgregación de sus estructuras y el rígido mantenimien- siderable, la Iglesia cobraba una autoridad inusitada en el terreno
to de sus ideales. Hay momentos, lugares, circunstancias, en que temporal. Esto ocurría a fines del siglo ix. Sin embargo, sus ideas
la visión teórica del mundo medieval —la que he llamado idea- incrementaron la separación entre Papado e Imperio, pues no en
lista— parece materializarse; hay otros en que se ve que sólo vano afirmaba, con su lógica aguda, que los «sacerdotes eran
encubre realidades de muy diferente cariz. superiores a los reyes».16
Por eso la historia de las relaciones entre el Papado y el La fuerza de la Iglesia, empero, no radicaba tanto en sus habi-
Imperio debe de entenderse con estas ideas in mente; sólo así lidades dialécticas como en su autoridad moral. Poco a poco, la
comprenderemos cómo estas instituciones eran entre sí tan mu- Iglesia consiguió dulcificar algo la barbarie feudal. En primer lu-
tuamente excluyentes como necesarias la una a la otra. El ori- gar, la moral caballeresca se inspira en la cristiana. El caballero
gen del conflicto no estriba tan sólo en las ambiciones excesivas; tiende a prestar servicios a la sociedad, a enmendar entuertos,
por ejemplo, que el Romano Pontífice quisiera gobernar los des- como expresa la frase conocida. La ética del caballero llega a en-
tinos políticos de los hombres y el Emperador los religiosos. Es- cuadrarse dentro de toda una concepción religiosa de la vida. Los
triba en que es considerablemente arduo trazar líneas que sepa- caballeros se organizan en órdenes paralelas a las religiosas, con
ren las zonas de competencia de ambos poderes si, por una parte, sus ritos sagrados, y sus damas sufren una idealización que, no
el Emperador reconoce la divinidad de la institución papal y por por casualidad, coincide con la aparición creciente del culto a la
otro, ésta refrenda la imperial. Europa vivió una dualidad cons- Virgen María. En segundo lugar, la Iglesia sabe regular los con-
tante absolutamente desconocida, por ejemplo, del Islam, donde flictos estableciendo períodos forzosos de paz, las treguas de
la jerarquía política y la religiosa estaban fundidas en una. Dios, que prohibían luchar en ciertos días de la semana y épocas
Este dualismo, y sus tensiones subsiguientes, era ya antiguo, del año, so pena de excomunión. Y en tercero, la Iglesia canaliza
y aparece en cuanto que los cristianos se negaron a aceptar la las ansias bélicas y hasta las presiones demográficas y económi-
autoridad religiosa del Emperador romano. Como vimos, san
Agustín lo instaura explícitamente en el terreno de la filosofía 14. Citado por Enrique G. Arboleya, Historia de la estructura y del pensa-
social, al hablarnos de las dos ciudades, la de Dios y la de los miento social. Madrid, 1957, vol. I, «Hasta finales del siglo xvm», pp. 76-77.
15. H. X. Arquillere, Saint Grégoire Vil. Essai sur sa conception du pouvoir
hombres. La Iglesia, con poderes dialécticos superiores —si bien pontifical. Vrin, 1934.
no los de las armas, al principio— intentó generalizar las ideas 16. San Gregorio, Carta a Hermann, obispo de Metz.
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cas de los diversos pueblos en la guerra santa, proclamada con- espíritu. El esclavo tenía, pues, mala suerte, pero obedeciendo y
tra los infieles, y que se plasmó en la tan soberbia como sórdida sirviendo con paciencia, alcanzaría el cielo. La teoría social me-
aventura de las sucesivas Cruzadas. dieval es que a cada uno le ha tocado una función que jugar
Estas últimas no lograron distraer al emperador —que lo era en este mundo, y que hay que cumplirla con humildad y espí-
de hecho sólo en los territorios del Sacro Imperio Romano Ger- ritu de servicio, desde el rey hasta el humilde pechero. De este
mánico— del conflicto. La Lucha de las Investiduras había co- modo se justificaba plenamente el sistema económico imperante.
menzado mucho antes, cuando el emperador alemán consiguió Hay que añadir, además, que la esclavitud era considerada como
arrebatar la elección de papa del monopolio de algunos clanes una de las consecuencias del pecado original, con lo cual aumen-
familiares residentes en Roma. La reforma gregoriana siguió de- taba el fatalismo con que era aceptada por todos los grupos y
jando el problema en forma indecisa. De modo que la lucha se clases sociales.
reprodujo: güelfos —partidarios del papa— y gibelinos —del em- El otro gran factor económico eran los latifundios. Éstos
perador— se enzarzaron en disputas y combates sin fin. Ya vere- eran ya corrientes en el Bajo Imperio, pero la conquista bárbara
mos el reflejo que tuvieron en la teoría política de la Edad Media. y los repartos entre los conquistadores los afianzaron. Si la escla-
Antes de ello, de todos modos, convendrá que paremos mientes vitud en su forma medieval fue desapareciendo lentamente de
en otra de las características de base de esta época de la histo- la faz de Europa, los latifundios permanecieron durante muchí-
ria occidental: sus instituciones y su ética económicas. simo tiempo, y fueron una piedra de toque en gran parte de la
actividad revolucionaria posterior al siglo xvin. España, por ejem-
§ 5. IDEAS ECONÓMICAS MEDIEVALES. — Las ideas económicas me- plo, posee notables restos aún de estos repartos de tierras. Pi-
dievales son las de un mundo esencialmente agrícola. La des- renne calcula que el promedio de la extensión de los latifundios
trucción del comercio terrestre, y luego del marítimo, entrañó un era de unos 300 mansi, que vienen a ser 4.000 hectáreas," que n o
apego considerable a la tierra como única fuente de riqueza. tenían que estar concentrados. Los terrenos podían —y solían—
Sólo los bienes inmuebles contaron a partir de cierto momento. estar dispersos, con lo que se creaba una intrincada red sólo com-
La inseguridad de las condiciones hizo que todo lo que no estu- parable en complejidad a la de las relaciones feudales y vasa-
viera asentado en la tierra fuera perdiendo valor: res mobilis, lláticas.
res vilis, rezaba el adagio latino. Sin embargo, a medida que avan- La desigualdad económica y de rango social que imperaba en
zan los tiempos se reconstruye el comercio, en especial el naval, toda la estructura de la sociedad feudal se traduce en la creen-
y crecen las ciudades, los mercados y hasta la industria. Pero cia de que a cada persona le corresponde, en justicia, un modo
la inmensa mayoría de la población siguió siempre ligada al diferente de retribución y beneficios. Esta conformidad o, me-
campo, y por muy importante que fuera la burguesía en la Baja jor dicho, resignación con la suerte que a cada uno le ha tocado
Edad Media, la doctrina económica iba estrechamente ligada a en virtud de su nacimiento es una de las causas de la repug-
las circunstancias de un entendimiento feudal de la vida y de nancia con que el hombre medieval miraba el afán de lucro. Pocos
unas fuentes de producción fundamentalmente agrícolas. Ello se temas son tratados con mayor desdén y en forma más unánime
hacía extensivo a los gremios mismos de burgos, villas y ciuda- que el de la cupiditas lucri. Santo Tomás de Aquino lo considera
des cuya hostilidad al librecomercio y su apego a las prácticas simplemente como uno de los más viles pecados, y con ello no
económicas monopolistas perduraron por mucho tiempo. hace sino expresar una actitud general.'" La ganancia en sí no es
La agricultura medieval se basaba en dos cosas: la existencia mala, pero el negocio, cuyo límite no existe (in infinitum tendit),
de la esclavitud y la de los latifundios. Con respecto de la pri- es algo desmesurado y desordenado por naturaleza. La ganancia
mera hay que hacer salvedades importantes. Los «siervos de la procedente del mero afán de lucro puede tener por base un tra-
gleba» no eran considerados esclavos en el sentido romano de bajo, el cual no es intrínsecamente malo, pero es, en este caso,
la palabra. Tampoco había mercados de esclavos como en la Anti- una actividad descarriada. Según santo Tomás el trabajo es sólo
güedad, quizá porque tampoco había comercio. Sin embargo, los un servicio al prójimo y —dentro de muy claros límites— para
siervos medievales estaban atados al terreno en que vivían y de- el propio bienestar. Lo importante es el bien común. Pero de esto
bían trabajar varios días de la semana para su señor, de quien hablaremos en su lugar.
recibían una protección a veces hipotética, y al que estaban some- Otras ideas importantes de la época, expresadas también por
tidos en términos absolutos, ya que su propio amo era el que el Doctor Angélico, son las del precio justo y el salario justo
administraba justicia. La teoría moral no se oponía a estas prác- (iustum pretium y iustum salarium), y han dado origen a espe-
ticas. Los Padres de la Iglesia occidental no habían negado la culaciones posteriores, sobre todo en tiempos recientes. Mas hay
esclavitud. Algunos, como san Ambrosio, la habían justificado que consignar que padecen —en su forma medieval— de un
sin ambages; otros, como san Agustín, habían distinguido que es-
17. Pirenne, op. cit., p. 49.
clavo lo es sólo del cuerpo, y que el amo no puede dominar su 18. Santo Tomás, Summa Theologica, p. 78.
164 EL PENSAMIENTO SOCIAL CRISTIANO Y MEDIEVAL

grado considerable de ambigüedad. Estas ideas reflejan una acti-


tud caritativa frente a la explotación del humilde, pero no con-
cretan los criterios mediante los cuales pueda llegarse a saber,
en cada caso, cuál es ei salario justo, o el precio justo de una
mercancía. No son un criterio objetivo, sino un criterio moral
subjetivo y vago.
La actitud de desdén frente al lucro entrañaba una desaten-
ción considerable —y en muchos casos, total— hacia las cues-
tiones de la moneda, el crédito, etc. Tales ideas provenían tanto CAPÍTULO IV
del desapego de la doctrina cristiana por estos aspectos de la
vida económica (recuérdense las palabras de san Mateo acerca EL ESCOLASTICISMO
de la suerte que espera a los ricos), como por una creencia muy
generalizada de que la actividad comercial en sí no era produc-
tiva. Sólo la tierra producía. Por lo tanto el «sucio lucro» pro- § 1. LA VIDA MONÁSTICA. — La vida monástica es una institu-
venía de una ganancia indebida, en otras palabras, de un robo. ción oriental en sus orígenes. El Cristianismo —oriental también
Los judíos, separados como estaban de los demás a causa de sus en su nacimiento— no estaba reñido con ella. Como vimos, los
creencias, fueron los que tradicionalmente se dedicaron al comer- esenios practicaban unas disciplinas y vivían en unas comuni-
cio y al préstamo. Aunque no hay nada inherente a los hebreos dades que se parecen en mucho a las monacales. Pasada la pri-
con respecto al dinero, los cristianos llegaron a asociarlos a él en mera época de predicación y apostolado —y aun cuando grandes
sus mentes con constancia; en puridad, fue la misma sociedad cris- zonas rurales quedaban por completo ajenas a la doctrina cris-
tiana la que les relegó a esta actividad. Sin embargo, la cupiditas tiana— comenzó a extenderse el monaquismo. La orden más anti-
lucri había de apoderarse de grandes sectores de esa misma socie- gua de la Cristiandad es la de san Benito, establecida según la
dad. Durante la Edad Media no era otro el motivo que empujaba Regla de dicho santo. 1 Los monasterios benedictinos se asenta-
a venecianos, catalanes, genoveses por todas las sendas medite- ban en medio del campo, y eran presididos por un abad, cuyos
rráneas- pero no conviene tratar de ello cuando la verdadera poderes eran casi ilimitados, tanto frente a los monjes como
eclosión de esta nueva concepción de la actividad económica frente al obispo local. Los benedictinos se dedicaban a la salva-
—por mucho que ya comenzara en la Edad Media— pertenece ción de sus almas mediante el ejercicio de los tres votos que
a una época y a un espíritu que ya no son medievales." hacían al entrar, pobreza, obediencia y conversio morum. Esta
Finalmente, una de las aportaciones más duraderas de la cul- venerable orden nunca ha tenido una organización centralizada;
tura económica medieval es la concepción corporativa de la divi- cada monasterio poseía — y posee— un alto grado de autonomía.
sión del trabajo. Los gremios (guilds, hansas) son asociaciones San Benito ignoraba los avatares que seguiría su orden. Por
cerradas de mercaderes y artesanos, de organización interna je- un lado, los monasterios fueron adquiriendo riquezas y poder,
rárquica, que monopolizan ramas de la actividad económica. con lo que, en muchísimos casos, se vino abajo el ideal monás-
Estos «cuerpos de arte y oficios», constituidos a partir del siglo x n tico. Esto hizo que, a principios ya del siglo x, se hicieran refor-
en las ciudades, se inclinan rápidamente hacia una economía mas drásticas. La llamada reforma de Cluny intentó volver a
monopolística al margen de lo que después sería llamado mer- poner en vigor la regla de san Benito. Andando el tiempo se pro-
cado libre. Constituyen así corporaciones —la palabra corpora- dujo un proceso semejante en el seno de los monasterios clunia-
ción no es de la época, sino del siglo XVTII— que propugnan una cienses, y vino otra reforma, la del Císter, en el siglo x n , por san
división rígida, ordenadamente jerárquica de la vida social, basa- Bernardo de Claraval. Otra importante fue la de san Francisco de
da en la complementariedad mutua entre los diversos gremios, Asís (1182-1226), fundador de la orden que lleva su nombre, y cuyo
y entre éstos y la nobleza, la Iglesia y el soberano. Internamente, nombre oficial es de los Frailes Menores. San Francisco fue un
sin embargo, la solidaridad mutua y la igualdad entre maestros practicante del evangelio, y en ello reside la suprema atracción
—o entre aprendices— solían prevalecer. La corriente de pen- que ejerce su personalidad en el seno del Medioevo. A la con-
samiento llamada «corporatismo» —dentro del conservadurismo cepción evangélica de la pobreza y de la humildad que queda
católico moderno, debe mucho a una idealización ideológica de expresada en los escritos de san Mateo, san Francisco añadió un
esta situación medieval.20 gran amor por la naturaleza y por toda criatura viva. Con ello
se inicia en Europa una tendencia filosófica muy interesante de
19. El nacimiento medieval de la burguesía se trata más adelante en Libro I I I ,
cap. I. Para una introducción a la cultura medieval y su sociedad,, cf. L. Suárez
Fernández, Historia social y económica de la Edad Media Europea, Madrid, 1969. 1. Precedida, no obstante, por ciertos grupos cenobitas en Egipto y por san
20. A. Piettre, Histoire de la Pensée Economique, París, 1966, p p . 35-37. Columba y sus monjes irlandeses en Occidente.

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