El nacimiento del retrato monetario

en Occidente: la familia Bárquida

M.ª Paz García-Bellido

Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid

En la pág. anterior:
Trishekel con representación de Ánibal.
Instituto de Valencia de Don Juan.
Foto: Mario Torquemada / MAR
I ntroducción
Alejandro había mantenido importantes coqueteos con muchas de las concepciones reli-
giosas y políticas de los territorios anexionados, sobre todo en cuanto atañe a la monar-
quía. Una nueva actitud militar y política por la que el general se convertía en monarca
había calado entre los dominadores desde los primeros contactos con los gobiernos orien-
tales, fácil proceso mental puesto que en realidad Alejandro había sido príncipe y rey
de la monarquía de Macedonia, pero existían ahora nuevos matices que el conquistador
permite que se infiltren en la concepción de trato y de relaciones sociales y políticas entre
su ejército y sus nuevos súbditos. Sus sucesores, los diadocos, se encargarán de que estas
nuevas concepciones socio-políticas se acepten y se impongan incluso en las formas de
vida de los antiguos habitantes de las democracias clásicas.
Los monarcas orientales habían disfrutado de un carácter divino, cuyos límites no
sabemos precisar bien, divinidad que constituía el alma del protagonismo real desempe-
ñado en la vida de sus súbditos, mucho más tangible y de efectos más prolongados que el
de los dirigentes occidentales, cónsules, sufetes o simplemente magistrados, cuyo poder
se mantenía vigente periodos de tiempos muy breves y que habían sido elegidos tan sólo
por el demos y no por la divinidad. La concepción de esta forma de monarquía helenística
penetra en los pueblos de las márgenes del Mediterráneo y es posiblemente la faceta cul-
tural que más va a corroborar el cambio de mentalidad del mundo clásico al helenístico
en toda la koiné del Mare nostrum.
Sin embargo, en el Mediterráneo occidental la expansión de esta nueva concepción
política se verá frenada durante dos siglos por los gobiernos de Roma y Cartago que logra-
rán defender sus democracias de estos regímenes personalistas a pesar de los importantes
pero infructuosos intentos por parte de individuos y de aristocracias que acaban abortan-
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Mª Paz García-Bellido EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA

do, aunque sin duda vayan abriendo camino. Tras doscientos años de lucha ideológica, Esta mutua dependencia entre las
Roma termina claudicando y se sumergirá voluntariamente en el sistema monárquico dos esferas ha de exteriorizarse, y los
helenístico. Cartago para entonces había sido ya destruida y vamos a presenciar cómo la monarcas deben de hacerla pública y
familia Barca había intentado incorporarse a la ideología política de los diadocos, preci- propagarla; para ello los epígrafes mo-
pitando quizás el final del gran imperio cartaginés1. numentales y las monedas iban a ju-
Sin embargo hemos de recordar que este tipo de monarquías en pequeño módulo eran gar un papel esencial en la alfabetiza-
regímenes frecuentes entre muchos de los pueblos de los bordes del mundo clásico, y te- ción y monetización, dos procesos que
nemos constancia de su existencia, por ejemplo, entre íberos y turdetanos2. Estos pueblos los propios gobiernos se encargan de
adoptaron sin trauma la presencia de “monarcas” ajenos que se encuadraban perfecta- fomentar y promover en todo el Medi-
mente dentro de sus estructuras política y social. Las fuentes nos describen repetidas terráneo. La moneda es un soporte epi-
veces las escenas de aclamación de generales extranjeros como reyes de sus pueblos, im- gráfico de enorme difusión, donde los
buidos incluso de cierta sacralidad que no somos capaces de precisar o calificar. Durante monarcas atestiguan sus cualidades
la Segunda Guerra Púnica, Asdrúbal, Aníbal y Escipión son citados como personajes a a través de epiklesis que dan a cono-
quienes los íberos y turdetanos les ofrecen basileía, devotio y proskýnesis. cer a sus súbditos, elegidas de acuerdo
ESTATERA DE PTOLOMEO I
Efectivamente, muerto Alejandro, y como homenaje al conquistador, los diadocos re- con la nueva filosofía real en la que el AMERICAN NUMISMATIC SOCIETY, NUEVA YORK

produjeron este mismo modelo oriental de relación entre súbdito y monarca en el que la
exteriorización pública de este diálogo político y sentimental entre las dos esferas sociales
jugaba un trascendente papel. Ello implicaba, como queda claro en la aclamación a De-
metrios cuando éste llega a Atenas, que el rey se convertía en una divinidad cercana, ase-
quible, a quien los súbditos podían suplicar, solicitar favores, reclamar beneficios, porque
sabían que del monarca es de quien los reciben pero también que son ellos, los súbditos,
quienes lo sustentan:
“pues la oportunidad nos trae juntos a Demeter y a Demetrio… otros dioses están muy lejos, o
no tienen orejas o no existen o no nos prestan ninguna atención, pero a ti te vemos presente, no
de madera ni de piedra, sino real, eres el único dios verdadero” (Hermocles de Cízico, Himno a
Demetrio Poliorcetes, 3, 15-19).
1 Tratados sobre el helenismo han sido especialmente abundantes a partir de los años 60 y la escuela francesa ha tenido un
importante protagonismo: Will, 1966; Petit, 1968; Ferrary, 1988; Cabanes, 1995; Droysen, 1952-3; Will, Mosé y Goukowsky,
1975; Crouzet, 2003; Baslez, 2004; especialmente interesante para nuestro tema es Smith, 1988.
2 Cf. un importante planteamiento general en Bendala, 2006: 187-206.
monarca ha de representar su Bondad,
básicamente en tres esferas: la Cívica que implica justicia, generosidad y benevolencia;
la Divina que conlleva la relación con los dioses y con alguno de ellos en especial, quien se
convierte en protector de la dinastía, y, desde luego, como siempre, la Militar. Las epikleseis
–euergétes, sotér, theós, nikátor, philádelphos, díkaios– se suman a los títulos reales. Estas
largas titulaturas están protagonizadas por los nombres de los monarcas, casi siempre
repetitivos, fijos, que exterioricen bien la perduración de una dinastía –Ptolomeo, Seleuco,
Eumenes, Antigono…– y, desde luego, la categoría –basileús– que ya había establecido
Alejandro, basileús Aléxandros. Junto a esta epigrafía debe cuidarse la imagen figurada de
los monarcas. Por ello imagen y titulaturas cobran el poder de una manifestación pública
y externa y son testimonio ambas de la filosofía política, religiosa y militar de quien las
selecciona, pero también de quienes las aceptan al asimilarlas y convertirlas en modelo
hasta crear con ellas una iconografía específica. Es el caso de las cabezas diademadas.
Cuando ellas se repiten no se trata de una copia, como decimos los numísmatas, sino de
la creación o utilización de una iconografía.
Los diadocos efectivamente van creando una iconografía del monarca que será tras-
mitida a Occidente, uniendo a esos epítetos epigráficos que hemos mencionado la imagen

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Mª Paz García-Bellido
diademada de origen persa, que designa al basileús (ver fig. en pág. anterior). Se trata
de una simple cinta blanca que ceñía la cabeza del dinasta, diadema tocada sólo por el
monarca y, por lo tanto, mucho más valiosa que la de laurel, apta para cualquier vence-
dor, e incluso que la corona de roble, donada a los servidores de la patria que hubieran
hecho por ella o por sus ciudadanos algún acto digno de recompensa3. Estas tres coronas,
dependiendo de las circunstancias que los monarcas quieran resaltar, son las que encon-
traremos adornando las efigies de los reyes. A ellas hemos de añadir la corona radiada
cuya primera representación en moneda ocurre en Persia, en los oros de Darío –los céle-
bres dareicos– en los que la figura real arrodillada en el momento de tensar el arco, lleva
manto y corona radiada. La imagen no es un retrato sino posiblemente una representa-
ción abstracta de la realeza pues no sabemos cómo se forja la iconografía del rey arquero,
si primero se buscó la representación de Darío y la imagen se convirtió en símbolo de la
realeza, o el proceso fue a la inversa. Es muy frecuente que una imagen cobre un valor
representativo que en origen no había poseído. En todo caso la corona radiada, con posible
carácter divino desde sus orígenes, es transmitida a occidente para tocar las cabezas de
emperadores divinizados. Su primera utilización ocurre en tiempos de Tiberio al efigiar a
Augusto ya divinizado.
En los reinos helenísticos estas imágenes nacieron tras la muerte de Alejandro y
abrieron un lenguaje propagandístico y personalista que la moneda griega no había teni-
do, ceñida siempre a un simbolismo religioso que unía íntimamente a la ciudadanía con
sus divinidades. Los contenidos políticos de los diadocos son a veces descritos en complejos
programas iconográficos en los que las emisiones y los diferentes valores se complemen-
tan, como ocurre con los programas escultóricos cuya narración discurre en diferentes
lastras o grupos (García-Bellido, 1993: 240 s). La moneda a veces utiliza el mismo discurso
narrativo complementario, como veremos en las acuñaciones de los Barca.
Estas características iconográficas helenísticas tardarán en ser aceptadas por las dos
grandes potencias occidentales, muy clásicas en sus contenidos ideológicos y muy arcai-
zantes en su formulación: Roma y Cartago. Habrán de discurrir más de cien años para
3 Por ello es totalmente inadecuado el decorar el monumento de un vencido o de un fallecido en acto de servicio con coronas
de laurel. La corona de roble era mucho más valorada que la de laurel. En las tumbas reales macedónicas son coronas de
hojas de roble lo que encontramos y a Augusto en el 27 a.C. se le concede la corona civica que es de laurel.
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EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
que estas novedades helenísticas sean adoptadas por la moneda bárquida, y a la romana
no le llegará su turno sino doscientos años más tarde, a partir de Augusto, cuando penetre
en Roma la personalización de la política, de las imágenes y la plasmación ideológica de
muchos de los conceptos políticos orientales.
Efectivamente, uno de los programas iconográficos más nuevos, más extraños al mun-
do occidental mediterráneo fue el asociado a las dinastías monárquicas que se venía ya
formando desde el mundo de los diadocos. Allí se creó el concepto de dinastía occidental,
incidiendo siempre en la repetición de un mismo nombre, Ptolomeos… lo que les confiere
legitimidad. De igual forma los retratos, cuyos rasgos físicos deben de ser similares dentro
de la familia, legitiman en la monarquía el valor hereditario. Tito Livio (21,4,2) describirá
la aceptación de Aníbal por el ejército cartaginés a causa del parecido físico familiar:
“…los soldados veteranos tenían la impresión de que se les había devuelto el Amílcar joven
veían la misma energía en sus rasgos, la misma fuerza en su mirada, la misma expresión en su
semblante, idéntica fisonomía”4.
También se hace esencial la explícita plasmación del amparo de ciertas divinidades
“confabuladas” con determinadas dinastías que confiere a los reyes un poder sobrehuma-
no y una segura protección expresada en los retratos con la mirada hacia lo alto de los mo-
narcas o de los héroes (ver fig. en pág. 179). Los súbditos se consideran amparados por los
dioses de sus reyes. Pero junto a estos parámetros familiares, políticos y divinos, siguen
exigiéndoseles las capacidades propias de un gobernante heredero de Alejandro, las apti-
tudes militares. La capacidad de dominio, de defensa y el arrojo en la conquista de nuevos
territorios son valores que Alejandro había priorizado sobre todos los otros y, por ello, esa
actitud y esta aptitud son trascendentes en el mundo de los diadocos y se plasman en la
frecuente epiklesis de nikátor que acompaña el nombre del monarca. Teócrito (Idilio 17,
70-115) describe en el elogio de Ptolomeo la amplitud del reino heredado de su padre y
enfatiza el deber del nuevo monarca de conservarlo y ampliarlo territorialmente5. Esta
actitud conlleva, y podríamos decir que tiene por objetivo, la creación de una complejidad
étnica dentro de un mismo territorio político, complejidad que es alabada por los teóricos
4 Trad. J.A. Villar Vidal 1991
5 Teócrito, Idilio 17, García Teijeiro y Molinos, 1986:; Cabanes, 1995: 44 s.
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helenísticos y así es recogida en las representaciones de armas de los monumentos y de
las monedas, armas étnicas, armas identificativas de los muchos pueblos con los que se
ha luchado y sobre todo a los que se ha conquistado. Sin embargo, en el caso de pueblos
con historia, estos nuevos territorios adquiridos deben de mantener su personalidad, sus
tradiciones locales. La heterogeneidad étnica cobra importancia en la valoración de las
conquistas y de los imperios, de ahí el interés de los historiadores por enumerar pueblos
diferentes en la participación de las batallas, un modelo que llega a tiempos de Augusto
con el interés por marcar los pueblos, los éthne incorporados, identificándolos siempre con
sus símbolos, sus aparejos propios. Teócrito sigue subrayando como modelo de poderío en
el elogio de Ptolomeo los mil países y los mil éthne que el reino posee.
De hecho, en lo posible, y cuando los territorios conquistados sean viejas naciones, los
monarcas deben legitimar su conquista. El método más adecuado es el matrimonio con
princesas locales que den origen a una dinastía mixta. El ejemplo primero es el del propio
Alejandro que casa con Roxana de Bactria (Hyp., Epit. 21) y luego Seleuco con Apama,
princesa persa (Io. Mal., Chron. 8, 198) que le da un hijo llamado Antíoco, quien es aso-
ciado al gobierno de Seleuco antes de dejarle el imperio, al igual que Ptomoleo I hace con
Ptolomeo II. Es ésta otra costumbre dinástica que afianza las líneas monárquicas pues
muestra cómo, a la legitimidad que confiere la herencia, hay que sumarle la educación y la
experiencia en la juventud. Por ello la incorporación temprana a los asuntos de gobierno
se convierte en escalón imprescindible que ha de subirse antes de llegar al poder.
En cuanto a los Barca se refiere, veremos cómo Asdrúbal y Aníbal casan con prin-
cesas de Iberia, Amílcar y Aníbal se efigian bajo la protección de la divinidad familiar
–Melkart–, se ciñen la corona de laurel como vencedores y conquistadores territoriales y
Asdrúbal el Bello se ciñe la tainía como dinasta. Y de nuevo, Asdrúbal el Bello más Aníbal,
Asdrúbal y Magón Barca son incorporados al gobierno de Amílcar y son sucesores de él.
Los Barca están siguiendo todos los preceptos que requiere la constitución de una monar-
quía helenística. Recordemos la extrañeza y comentarios de los autores griegos cuando
Aníbal, a la muerte de Asdrúbal, es aclamado por el propio ejército como general de las
fuerzas de Iberia y de Libia (Liv. 21, 3, 1). Es un acto familiar, patrimonial, al que Livio le
dedica un largo comentario pues tanto para Roma como para Cartago el comportamiento
de la familia Barca era anómalo y de acuerdo con las palabras de Hannon (Liv. 21, 3, 5):
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EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
“debe mantenerse a ese joven (Aníbal) en casa, sometido a las leyes, a las autoridades, que se le
debe de enseñar a vivir con los mismos derechos que los demás…” y ¿es que los senadores desean
llegar “… a ser esclavos del hijo de un rey (Amílcar) a cuyo yerno (Asdrúbal) se le han dejado
nuestros ejércitos como en herencia.
Tanto en las palabras del propio Livio como en la imagen que el autor romano dibuja
del senado cartaginés, la situación aparece como escandalosa por lo que de patrimonial
y hereditario tiene ahora el poder. Son circunstancias que ni en Cartago ni en Roma se
habían producido antes y tendrían que pasar doscientos años más para que Augusto pre-
sentase a sus nietos Lucio y Cneo primero y, una vez muertos éstos, a su hijastro Tiberio,
como los sucesores del Imperio, legalizando entonces una ideología de monarquía heredi-
taria que había sido ajena y muy criticada en la Roma republicana.
Los Barca en Iberia
He querido hacer esta pequeña introducción para poder calibrar mejor el cambio mental
que para los finales del s. III a.C. supuso la presencia de la familia Barca en Iberia, como
corte que crea unos parámetros religiosos y políticos nuevos que van a desarrollar aquí
durante tres décadas, forjando una dinastía que por razones bien conocidas no fraguó
pero que tenía todos los elementos estructurales adecuados para haber levantado un
reino dependiente o independiente de Cartago. Si Asdrúbal el Bello hubiera vencido en
Iberia, el territorio podría haberse convertido en un auténtico reino helenístico y, aun-
que no fue así, la vivencia de esta ideología en las altas esferas sociales ibéricas ayudó a
trasformar la mentalidad de las regiones oriental y meridional de la Península, y supuso
culturalmente un cambio trascendente en la helenización del territorio implicado, entre
otras cosas porque en gran parte de Iberia existía ya una relación sagrada entre jefe y
súbdito que asumió sin trauma la dependencia de los nuevos estrategos que llegaban con
el dominio extranjero, como ha visto Bendala (2007: 187-206). Sin embargo el cambio
ideológico introducido por los Barca no ocurre ni desde el comienzo de su presencia, ni
al mismo ritmo en todo el territorio peninsular. El giro político, el anhelo de los Barca
de gobernar de manera “diferente” a Cartago y las medidas para hacer de Iberia algo
similar a un reino helenístico propio se produce sólo en el gobierno de Asdrúbal el Bello
y no durante la jefatura de Amílcar o del propio Aníbal, idea que matizan las fuentes
literarias y parecen mostrar muy bien las monedas. Con ello no digo nada nuevo pues ya
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Mª Paz García-Bellido
SHEKEL HISPANO-CARTAGINÉS. GADES (?)
COLECCIÓN COLLANTES
Polibio, Appiano y Livio habían señalado las querencias autócratas del yerno de Amílcar,
su afán por protagonizar los actos de trascendencia política incluso en aquellas decisiones
en las que hubiera sido preceptivo que el gobierno de Cartago llevase la batuta. El mejor
ejemplo es el importante pacto que el propio Asdrúbal firma directamente con los roma-
nos en el 226 a.C. para marcar un límite territorial de expansión en Iberia, frontera que
establecen en el Ebro (Pol. 2, 13, 7). Otro de los actos trascendentes que dejó impacto en
la historiografía fue la creación y embellecimiento de la nueva capital, Cartagonova, “que
debía dominar Iberia como Cartago lo hace sobre Libia” (Pol. 2,13,1) erigiendo un palacio
para su propia persona que sabemos situado en El Molinete. Téngase en cuenta la equi-
valencia que se establece en el texto entre Cartago y Cartagonova, entre Libia e Iberia.
La moneda Cartaginesa en Iberia
La moneda cartaginesa había sido siempre una moneda griega y, como ella, de tema re-
ligioso y de iconografía helénica. No distinguimos a Melkart de Herakles, ni a Tanit de
Demeter, ni a Baal Hammon de Zeus y nunca tropezamos con personificaciones en sus
caras, ni de efigie, ni de referencias a sus logros militares.
Es este modelo religioso el que Amílcar trae cuando desembarca en Gades como stra-
tegós autokrátor de Libia y de Iberia en el 237 (Dio. Sic. 25, 10, 1; Ap. Iber. 5). Es seguro
que el general acuña nada más llegar a la Península y posiblemente allí mismo inicia una
emisión en plata con los tipos y arte similares a los modelos de Cartago (ver fig. en esta
pág.), hasta el punto de que sólo por la procedencia hispana de las piezas podemos decir
que son ibéricas (CNH 63, 2; 71, 80; DCYP 1ª, 2; 7ª, 25).
Amílcar cambia pronto de ceca pero mantiene la iconografía greco-cartaginesa. Se trata
de nuevo de la divinidad femenina coronada de espigas y caballo saltando con estrella en
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EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
alto (CNH 71, 80 DCYP 7ª, 25). No sabemos dónde se acuña esta emisión pero probablemente
se llevó a cabo en Ákra Leuké, la capital fundada por Amílcar en Iberia tras su primera
estancia en Gades. Como he defendido en otros lugares, creo que la ciudad pudo encon-
trarse en la baja Andalucía, posiblemente en Carmona, ciudad donde se acuñarían las
series más copiosas de moneda hispano-cartaginesa con cabeza femenina en anverso en
las platas, y diosa galeada en los bronces (García-Bellido, 2010a: 201-218; ead., 2011-2012;
García-Bellido, Bellón y Montero, e.p.). Conviene resaltar el hecho de que en los años de
gobierno de Amílcar no se acuñó moneda que saliera de los estrictos límites iconográficos
del resto de las acuñaciones de Cartago, pero en los años sucesivos, los de su yerno Asdrú-
bal, se produce una brutal ruptura en los códigos de la imaginería monetaria de los Barca
que han de explicarse históricamente.
Muerto Amílcar, Asdrúbal es nombrado por el senado cartaginés strategós autokrátor
de Libia y de Iberia (App. 6, 2; Liv. 21, 3) al igual que lo había sido Amílcar. Reiteran las
fuentes literarias que Asdrúbal el Bello extendió su poder por toda la Península recurrien-
do a la prudencia más que a la fuerza y estrechando los lazos de amistad con los régulos
locales. Esto le permitió acrecer el tamaño de su tropa con nuevos mercenarios y aliados
hasta formar un gran ejército (Liv. 21, 2, 5-6; App. 6, 2). El hito más trascendente en su
historia es la fundación de una nueva capital, ésta vez en la costa –Cartagonova–, con el
objetivo sin duda de crear allí la base naval de la escuadra cartaginesa de cara a un en-
frentamiento con Roma pero, sobre todo, de la ampliación del imperio marítimo cartaginés
en la nueva zona occidental del Mediterráneo. La ciudad se convertía así en la segunda
base naval del imperio de Cartago. La nueva capital “debía dominar Iberia como Cartago
lo hace sobre Libia” (Pol. 2, 13, 1). La embelleció y en una de las colinas “se edificaron mag-
níficos palacios reales, construidos, según se dice, por Asdrúbal, quien aspiraba a un poder
monárquico” (Pol. 10, 10, 9)6. Este afán de protagonismo es juzgado por Fabius Pictor como
la causa real de la segunda guerra púnica: “Asdrúbal, tras adquirir un gran dominio en
los territorios de Hispania se presentó en África, donde intentó derogar las leyes vigentes
y convertir en monarquía la constitución”7. Además, y dentro de la política matrimonial
6 Traducción de M. Balasch.
7 Polibio (3, 8, 2) trascribe la opinión de Fabio Pictor para criticarla por lo banal de la interpretación y adjudica la causa de
la guerra al odio de Amílcar y Aníbal a los romanos. Trad. M. Balasch.
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Mª Paz García-Bellido
de las monarquías helenísticas, Asdrúbal se casó con la hija de un rey íbero (D. S. 25, 12).
El mismo objetivo debió de perseguir el matrimonio de Aníbal (Liv. 24, 41, 7) que muy
probablemente se llevó a cabo bajo los auspicios del propio Asdrúbal, pues cuando éste se
hace cargo de Iberia en el 229, Aníbal contaba tan sólo unos 18 años (Richardson, 2000, 6
(23): 112). En el caso de Aníbal sabemos por Silio Itálico (3, 88, 106) que se casa con Imilce,
nombre púnico que podría significar “princesa” (Koch, 1976: 191-9; García-Bellido, 1982:
35), de Cástulo, urbs Hispaniae valida ac nobilis et adeo coniucta societate Poeneis ut uxor
inde Hannibali esset (Liv. 24, 41, 7).
Las elucubraciones sobre la inclinación de Asdrúbal por detentar un gobierno de tipo
monárquico en Iberia son, según vemos, tan viejas como los comentarios de sus contem-
poráneos, trasmitidos a escritores posteriores quienes no hacen sino reforzar la impresión
de un gobierno que, al decir de Diodoro (25, 12), condujo a que fueran los propios íberos –y
esto es lo importante– quienes le nombraran strategós autokrátor. No se trata del nuevo
nombramiento de Cartago como había ocurrido con Amílcar, sino de una aclamación de los
íberos, quienes le conceden poderes ilimitados. Como advierte Huss éste es el mismo título
que se utiliza para reyes helenísticos como Ptolomeo III, Filipo V y muestra la posición
preponderante de Asdrúbal entre los pueblos de Iberia pero también, sin duda, su relación
cada vez más distanciada con Cartago (Huss, 1985: 275, n. 55).
Se ha planteado muchas veces la posibilidad de que, dado el carácter religioso militar
que las fuentes adjudican a los íberos y la existencia entre ellos de una devotio al jefe,
Asdrúbal hubiera sido elevado al título de basileús, al igual que se le ofreció a Escipión
tras la toma de Cartagonova, un título que el romano rechazó, pero que posiblemente As-
drúbal habría aceptado, predispuesto ideológicamente a una relación divinizada respecto
a sus súbditos; además la ideología helenística y, sobre todo, su fuerte posición política
en Iberia dibujan un marco idóneo para que Cartago asumiese una tal preponderancia
de Asdrúbal, dados los enormes beneficios económicos y comerciales que la ciudad esta-
ba obteniendo del gobierno de los Barca en Iberia (App. Iber, 5,17). Consideradas estas
premisas históricas, las preguntas han sido y siguen siendo hoy, si a pesar de la falta de
leyendas que identifiquen estas imágenes en la moneda hispano-cartaginesa que vamos
a comentar, podemos interpretarlas como retratos, y si sus contemporáneos reconocieron
en ellas las efigies de la dinastía.
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EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
En la actualidad se ha discutido mucho sobre estas monedas que por su espléndida ca-
lidad habían sido recogidas y consideradas como retratos desde los primeros trabajos
numismáticos, pero atribuidos a realezas africanas por la iconografía del elefante y el ca-
ballo parado con palmera. Como africanas las podemos encontrar todavía en los trabajos
de Müller 1860 y de Mazard 1955, aun cuando ya J. Zobel en 1863 las había adjudicado
a Iberia y a la familia Barca. A. Beltrán y E. Robinson propusieron que se tratase de re-
tratos de Amílcar, Asdrúbal y Aníbal, añadiendo Robinson el de Escipión el Africano para
las cabezas de una de las últimas emisiones hispano-cartaginesas. Esta verosímil inter-
pretación, que se acopla bien a las circunstancias histórico–políticas y económicas de la
Iberia de los Barca, ha sido defendida sobre todo por historiadores como H. H. Scullard,
G. Richter, E. Acquaro, J. Mª Blázquez y M. Bendala8, pero desmentida con vehemencia
por numísmatas como J. Mª de Navascués y L. Villaronga. Es posible que la identificación
que ya he planteado en otro lugar de ver los retratos de Asdrúbal y Magón Barca en las
dos últimas emisiones hispano-cartaginesas pueda reforzar la vieja interpretación de
Beltrán y Robinson (García-Bellido, 2012: passim). Sin embargo el estudio iconográfico
de las propias monedas y la coetaneidad de sus hallazgos señalan que no estamos ante
retratos aislados y elaborados en distintas circunstancias y por los sucesivos gobiernos,
como Beltrán y Robinson propusieron, sino programados en un solo reinado para mostrar
el poder de la dinastía Barca y legalizarla en Iberia.
El programa iconográfico de los retratos bárquidas: Asdrúbal
Toda la historiografía antigua señala a Asdrúbal como el verdadero creador de la concep-
ción monárquica y dinástica de la familia Barca y las monedas no vienen sino a corro-
borarlo. Parece haber sido él quien inicia las grandes series monetarias hispano-carta-
ginesas, aquellas emisiones diferentes por los grandes valores de trishekel, dishekels y
shekels y por su iconografía que rompe totalmente con la tradición religiosa de la moneda
hispano-cartaginesa. Todas estas monedas (ver figs. en pág. 188) constituyen, a mi juicio,
varias emisiones concebidas para completar un programa iconográfico que responde a
los intereses de Asdrúbal por realzar el poder de la dinastía de los Barca, según su pro-
8 La bibliografía es abundante desde 1946. Cf. por último Bendala, 2009: 25-28 con un planteamiento politico-iconográfico
que recoge las opiniones anteriores.
187
Mª Paz García-Bellido
pio concepto monárquico inspirado y arropado por el hábito helenístico que hemos visto
vigente desde los diadocos. Las primeras monedas parecen ser las del propio Asdrúbal,
dinasta vivo como muestra la tainía que se ciñe. Debieron salir de la ceca de Akrá Leuké
(Carmona?), como veremos, y después se emitirían las de Amílcar y Aníbal en la nueva
DISHEKEL HISPANO-CARTAGINÉS. RETRATO DE AMÍLCAR. CARTHAGONOVA (?).
HALLADO EN BAEZA. MUSEO DE JAÉN. Foto: Miguel Ángel Blanco de la Rubia
DISHEKEL HISPANO-CARTAGINÉS, RETRATO DE ANÍBAL.
CARTHAGONOVA (?) INSTITUTO DE VALENCIA DE DON JUAN. Foto: Mario Torquemada / MAR
TRISHEKEL HISPANO-CARTAGINÉS. RETRATO DE ASDRÚBAL.
CARTHAGONOVA O ÁKRA LEUKÉ (?) INSTITUTO DE VALENCIA DE DON JUAN. Foto: Mario Torquemada / MAR
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EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
capital de Iberia, Cartagonova9. Las fechas para el inicio de estas emisiones habría que
circunscribirlas al periodo que corre entre el 229, año en el que Asdrúbal es nombrado
strategós autokrátor y el 221 a.C. en que el general es asesinado, aun cuando todos los va-
lores siguieran sin duda acuñándose durante mucho tiempo, incluso copiándose en cecas
indígenas (Villaronga, 1973. 125).
Asdrúbal, el artífice del programa, lo concibe como la galería de retratos de la dinas-
tía, adjudicando a cada miembro las aptitudes reales que la historia greco-romana nos ha
trasmitido, pero a todo ello le suma la gran carga ideológica de un monarquía hereditaria
que se manifiesta en la buscada similitud de las fisonomías de Amílcar y Aníbal, en las
mismas aptitudes militares de padre e hijo señaladas por ambas coronas de laurel, el mis-
mo símbolo del elefante para ambos, pero también en el afán de que conste la asociación al
poder en los altos puestos militares de los miembros jóvenes de la familia dando imagen
a las palabras de Hannón en boca de Livio (21, 3, 5):
“el hijo de un rey (Amílcar) a cuyo yerno (Asdrúbal) se le han dejado nuestros ejércitos en he-
rencia”.
Respecto a la importancia del parecido físico de padres e hijos que legitima la heren-
cia, incluso frente a sus tropas, las palabras de Tito Livio (21, 4, 2) que hemos recogido
más arriba son el mejor testimonio.
Asdrúbal
Es importante señalar que Asdrúbal, strategós autokrátor (Diod. 25, 12), se hace repre-
sentar a él mismo, no como general, sino como dinasta vivo (ver fig. inferior en pág. ante-
rior), con los ojos hacia el cielo para mostrar el dialogo directo con la divinidad, artificio
común en el mundo helenístico según Smith. Además aparece tocado con diadema, esta
tainía blanca con ínfulas colgando procede del modelo alejandrino, cuyo uso se introdu-
ce en occidente de nuevo con los diadocos. La diadema conllevaba la representación del
poder “civil”, si es que para entonces podemos usar este término separándolo del militar,
9 El análisis de isótopos realizado a un cuarto de shekel de Aníbal muestra que la plata proviene del SE hispánico (Gar-
cía-Bellido, Bellón y Montero, 2013, e.p).
189
Mª Paz García-Bellido
y designaba el carácter de dinasta10. Por ello, la elección de esta diadema para el retrato
de Asdrúbal tiene claramente un significado de diferencia y de contraste con las coronas
de Amílcar y Aníbal que comentaremos más abajo, y deja muy claro cuáles han sido y son
ahora las atribuciones de cada uno de los miembros de la dinastía. Más aún, en el retrato
de Asdrúbal se han marcado unas facciones distintas, alteridad que se recalca con el di-
ferente corte de cuello y con la dirección elevada de la mirada del dinasta vivo. El arte es
más plano y los hallazgos se concentran en Andalucía, por lo que es posible que la ceca y el
artista hayan sido distintos, lo que no afecta en manera alguna la interpretación unitaria
de toda la partida11. Conviene recalcar que además es la única serie de toda esta emisión
que acuña oro, según sabemos por el unicum que se halla en San Petersburgo, otro signo
más del halo de poder del que quiso rodearse Asdrúbal en la emisión. Es probable que
Roma desmonetizara todas estas piezas tras la conquista puesto que el oro no estaba in-
cluido en su sistema monetario. Son las monedas de Asdrúbal y no otras las que van a ser
copiadas por los indígenas, quienes le habían otorgado, según nos cuenta Diodoro (25,12),
el título de strategós autokrátor sin que sepamos exactamente cuáles son las cecas . Éste 12
es un nuevo testimonio para suponer que los íberos veían en esos dishekels la imagen de
su nuevo jefe pues Asdrúbal, con su política de acercamiento e integración, habiéndose
casado con una mujer de entre ellos, propició un ambiente de paz, de poder y de seguridad
de mercado que animó a los indígenas a integrase en ese circuito monetario. Como veremos
más abajo, son estas monedas las imitadas también por Sagunto en unos divisores de plata
de su primera serie.
El reverso no hace sino incidir en el contraste que para el anverso hemos comenta-
do. La política de Asdrúbal está representada por la proa de un barco militar, llena de
escudos, en clara alusión a un poder militar marítimo, no sabemos si ya construido o en
proyecto puesto que ignoramos la fecha exacta de la acuñación. La imagen de una proa de
navío de guerra había sido ya utilizada en el mundo oriental en las monedas de Demetrius
10 Smith 1986, 34-38: hay consenso en suponer que se trata de un préstamo aqueménida que Alejandro toma y usa tras la
conquista como legítimo rey del imperio persa; contra Smith, 35 s.
11 Un análisis de isótopos del plomo podría identificar, si no la ceca, sí la zona de acuñación. Ya he defendido que la acti-
vidad de una gran ceca hispano-cartaginesa en Carmo (Ákra Leuké?) es muy probable (García-Bellido, 2010a: passim;
García-Bellido, Bellón y Montero, 2013, e.p.).
12 Clase II, tipo III: grupo de monedas “toscas y forradas, que copian las anteriores, y pueden ser obra de los indígenas”,
Villaronga, 1973: 144
190
EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
Poliorcetes que conmemoran la victoria naval en Chipre sobre Ptolomeo en el 306 a.C.
(Kraay y Himmer, nº 574) y por ello la proa está siendo coronada por una Níke, imagen
que falta sin embargo en los muy conocidos bronces romanos (RRC, 35), cuya acuñación
se inicia esos mismos años (c. 225 a.C.). Es probable que las proas de los ases romanos
constituyan una réplica a las proas de las platas de Asdrúbal puesto que éstas son ante-
riores a aquéllos. Lo que se ha creado ahora es una iconografía con una iconología muy
precisa: los rostra eran las proas de nave erigidas en el foro de Roma en conmemoración
de las victorias navales y lugar desde el que los oradores se dirigían al pueblo. Las proas
eran los símbolos de las victorias navales y de los poderíos marítimos. Por ello, la proa
había sido elemento esencial, junto al timón, que acompañaba a las Tychai de los grandes
ciudades costeras, para definirlas y para incidir en la protección que la divinidad ejercía
sobre el núcleo urbano, su puerto, su escuadra y sus costas. La representación de proa en
las monedas de Asdrúbal tenía así un sentido polivalente, pero el mensaje más claro era
la alusión a la gran armada que Asdrúbal tenía en proyecto o estaba construyendo ya en
Cartagonova, y quienes eligieron la imagen de la proa para los ases romanos conocían sin
duda las monedas de Asdrúbal, emitidas en los primeros años de su gobierno.
Estas monedas, con la efigie diademada de Asdrúbal y la proa de nave, alimentaron
sin duda la opinión que se tenía en Occidente del yerno de Amílcar: “quien aspiraba a un
poder monárquico” (Pol. 10, 10, 8) y es en la exteriorización de estos signos donde podemos
percibir los avances políticos que Asdrúbal había conseguido ya en su gobierno en Iberia.
Amílcar y Aníbal
La concepción de Asdrúbal consistía además en efigiar a Amílcar heroizado o diviniza-
do –matiz éste difícil de precisar– como padre de la dinastía, con el respaldo del amparo
explícito que Melkart-Herakles ejercía sobre los Barca (ver fig. superior en pág. 188)13.
Además, la barba indica claramente que el retrato es póstumo o del miembro con mayor
dignidad de la familia pues los reyes helenísticos vivos gustan de presentarse siempre
jóvenes, modelo que de nuevo viene de la historia de Alejandro, quien había hecho todas
13 Son varios los datos que han conducido a esta interpretación, uno de los más importantes es el juramento de Filipo y
Aníbal (Pol. VII, 9) ante los dioses griegos y cartagineses, en el que Aníbal tan solo menciona por su nombre a Herakles
(Huss, 1986: 228-236).
191
Mª Paz García-Bellido
DECADRACMA DE ALEJANDRO Y PORUS EN LA BATALLA DE BABILONIA (?)
EN JENKINS, 1972: NOS. 504-505
sus grandes proezas antes de los 30 años (Smith, 1986: 46-47). Amílcar no lleva diadema
de gobernante, que, como hemos visto, sí muestra el retrato de Asdrúbal, sino una corona
de laurel alusiva a los triunfos militares.
Casi la misma descripción podemos hacer de las efigies que se tienen como retratos
de su hijo Aníbal (ver fig. central en pág. 188), excepto que aquí el general es imberbe
según corresponde a un miembro joven y en un estatus de dignidad inferior al barbado
con quien se quiere marcar la alteridad. Presenciamos pues que los códigos iconográficos
contemplados para la serie son muy claros: Amílcar y Aníbal deben aparecer como padre
e hijo de la dinastía que se prevé hereditaria. Las características elegidas son, en primer
lugar, el enorme parecido físico que muestran las imágenes; el amparo recibido de una
misma divinidad, la de Melkart/Herakles, la capacidad y el valor militar de los retratados,
significado por ambas coronas de laurel, y el contraste entre figura barbada e imberbe14
(Smith, 1986: 34-38, 46-47).
Los reversos de estas piezas son igualmente explícitos y “narrativos”. En ellos se ha elegi-
do el mismo emblema del elefante para padre e hijo, el que ya había caracterizado las tro-
pas de Amílcar en Sicilia y de nuevo ahora se hacía para Iberia. En el reverso de Amílcar
el elefante se ilustra con guía, no como una abstracción de África o de Cartago sino como
una descripción del general. Supongo que el guía pretende evocar al propio Amílcar en
14 El simbolismo de los retratos barbados o imberbes ha sido aplicado también para artistas y literatos por Schmid, 2007:
106, recogiendo textos literarios alusivos al tema.
192
EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
desfile de parada, cuya llegada a Iberia con una tropa de estos impresionantes animales,
sus traslados para hibernar y su utilización en las batallas debieron de llegar a simbolizar
su figura y el poder cartaginés. Los animales montados por sus dueños narran siempre
una historia. Recordemos por ejemplo la decadracma de Alejandro a caballo atacando con
lanza a Poros que marcha sobre elefante, donde los dos personajes ilustrados son reales y
conocemos la veracidad del hecho en la batalla de Hydaspes (ver fig. en pág. anterior). La
moneda fue posiblemente emitida en Babilonia15.
Los retratos de los tres hermanos Barca: Aníbal, Asdrúbal y Magón
Una nueva etapa histórica se abre con la muerte prematura de Asdrúbal el Bello en el 221
y con la partida de Aníbal hacia Italia en el 219 a.C., sucesos ambos que supusieron cam-
bios transcendentales en la estrategia militar en Iberia y por tanto en la política monetaria
que, como hemos visto, había abierto en la última década una gran brecha en la tradición
religiosa de la moneda cartaginesa16. Los personalismos y las imágenes individuales ha-
bían irrumpido sólo en el territorio de Iberia, porque las otras eparchías del mundo car-
taginés seguían con una imaginería exclusivamente religiosa. Con Aníbal en el poder se
va a dar un paso hacia atrás limando muchas de las manifestaciones monárquicas que su
cuñado había exteriorizado (Gónzalez Wagner, 2011: 266-272). Por ejemplo, no volverá a
ilustrarse una imagen de dinasta con tainía aunque el símbolo haya dejado profundo poso
en la iconografía monetaria de “monarquías” íberas y mauritanas, como veremos.
Aníbal, al partir a Italia, pensando que Hispania no debía de quedar desguarnecida,
nombra a su hermano Asdrúbal general de un importante ejército en Iberia, con mando
sobre una escuadra de 57 navíos, 750 jinetes africanos, 1800 númidas y 2600 infantes,
mas 21 elefantes, cifras que hemos de considerar verídicas como relata Polibio pues esta-
ban escritas en una inscripción en el cabo Lacinio (Pol. 3, 14-16; Liv. 21, 22, 2). Comproba-
mos que el nombramiento de Asdrúbal Barca lo ejecuta de nuevo el propio Aníbal, dentro
de una política familiar que legitima derechos hereditarios en la que el senado cartaginés
no ha tenido arte ni parte.
15 Acuñada posiblemente en Babilonia, Jenkins: 217 figs. 504-5.
16 A estas series excepcionales hemos de sumar las emisiones en bronce y también en plata con valores no superiores al
shekel e iconografía tradicional que siguen acuñándose en Iberia, de las que no trato aquí.
193
Mª Paz García-Bellido EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA

A su hermano pequeño, Magón, se lo lleva consigo a Italia donde le vemos participar en la

toma de Placencia y, en el 216 a.C., en la batalla de Cannas (Pol. 3, 114, 7). Tras estos éxi-
tos contra los romanos, Magón viaja a Cartago para poder describir en persona la buena
coyuntura ante el senado y recabar así más ayuda humana y económica que pudiera ser
A
transportada a Italia e Iberia (Liv. 23, 11, 7). Efectivamente, Magón es enviado a Iberia
con refuerzos en el 215 para consolidar la campaña de su hermano Asdrúbal (Pol. 10, 7,
4; Liv. 21, 60, 5), quien decide dividir la tropa en tres ejércitos: Magón actuará entre los
conios, Asdrúbal entre los carpetanos y el otro Asdrúbal (Giscón) entre los lusitanos. Es-
tos refuerzos hacen que las cuestiones en Iberia vayan muy bien y que en el año 211 se
llegue al cénit de las victorias de los Barca contra los primeros Escipiones en Hispania.
B
Magón ocasiona la derrota de un ejército romano que conlleva la muerte de Publio Cor-
nelio Escipión, y su hermano Cneo fallece días más tarde en un nuevo descalabro militar
provocado por los púnicos.
Creo que es a estos años a los que debemos de adjudicar la emisión más abundante y
con valores más variados de toda la plata cartaginesa, pero también más pobre de arte y
valores que las anteriores. Veamos dónde y cómo podemos encuadrarla.
C

SHEKELS Y HEMISHEKELS CON LOS RETRATOS DE LOS HIJOS DE AMÍLCAR

Aníbal
Tras los grandes valores de los retratos emitidos por Asdrúbal, en tiempos de Aníbal se
acuña otra gran serie en la que se mantiene su mismo retrato anterior pero con cambios
evidentes en los emblemas figurativos, variaciones que traslucen bien la voluntad del ge-
neral de dejar patente su distinta ideología política respecto a su cuñado muerto. El nuevo
retrato de Aníbal presenta idéntica fisonomía al anterior pero ahora sin clava hercúlea
ni corona de laurel (ver fig. A en pág. siguiente). El general lleva la cabeza desnuda y no
le acompaña atributo alguno, evitando así las titulaturas y los epítetos que siempre se
desprenden de los símbolos anexos a las efigies. Tampoco hay reversos personalizados, se
ha vuelto al emblema más sagrado en Cartago, menos individual, al caballo con palmera
detrás. Los cambios parecen coherentes si el objetivo que se pretende es distanciarse ma-
nifiestamente de la ideología individualista de Asdrúbal y dejar clara la adscripción de
Aníbal al gobierno de Cartago y su voluntaria dependencia de él. Es cierto, sin embargo,
que se mantiene el retrato del propio Aníbal, personalismo al que también se hubiera
BARCA, IBERIA: A) ANÍBAL; B) ASDRÚBAL; C) MAGÓN
INSTITUTO DE VALENCIA DE DON JUAN. Foto: Mario Torquemada / MAR
podido renunciar. Los cuños de estos nuevos retratos de Aníbal han debido de salir del
mismo taller que los viejos encargados por Asdrúbal (ver fig. inferior en pág. 188) puesto
que son muy similares: relieve alto, correcta factura e idénticas facciones y similar corte
de cuello. Es probable pues que estas series se hayan acuñado todavía en Cartagonova,
tras la muerte de Asdrúbal, durante la estancia de Aníbal en Iberia e incluso cuando ya
se encuentra en Italia. La fecha del 209 a.C. en que Escipión conquista Cartagena podría
marcar un ante quem, pero no hemos de olvidar que en muchos casos los cuños se labraban
en parejas dobles y triples y se utilizaban en diferentes cecas. Por ello, tras la pérdida de
Cartagonova pudieron seguir activos en otros centros vitales de la política bárquida. De
hecho es ésta una emisión que seguimos encontrando en buen estado en los tesoros de fi-
nales de la guerra como Mogente, Montemolín, Granada, Écija, Cádiz, incluso en Baecula.

194 195
Mª Paz García-Bellido
Asdrúbal y Magón
A esta serie del retrato de Aníbal con cabeza desnuda parecen haberse sumado otras dos
emisiones que, a mi juicio, ilustran los retratos de sus hermanos Asdrúbal y Magón, ge-
nerales en Iberia mientras Aníbal está en Italia. El conjunto, quizás no coetáneo, habría
surgido de manera natural con la voluntad de mostrar a los tres miembros del mismo
linaje Barca con mando militar bajo poder cartaginés. Los tres retratos presentan claras
diferencias fisonómicas.
Aníbal mantiene el cariz de general helenístico con el que había sido retratado por
primera vez (ver fig. central en pág. 188) y hace gala de la descripción de Livio (21, 4, 2)
que hemos traducido más arriba. Asdrúbal (ver fig. B en pág. anterior) presenta una cabe-
za más redondeada de facciones más suaves y menos enérgicas, cuello más corto y cabello
más liso y pegado al cráneo sin formar patillas que, sin embargo, caracterizan las mone-
das de Aníbal desde las primeras emisiones. Magón (ver fig. C en pág. anterior) es clara-
mente el más joven, con cabeza similar a la de Asdrúbal pero con pelo rizoso, escarolado,
cuello corto y sin patillas. Con la similitud y alteridad de las tres cabezas se pretende,
según creo, presentar a la nueva dinastía Barca que lucha por Cartago, en Italia e Iberia.
Para todos ellos se ha elegido un mismo reverso emblemático de caballo con palmera.
La interpretación de la imagen (ver fig. B en pág. anterior) como retrato no es nueva
pues ya había sido calificada por Robinson como la representación de la efigie de P. Escipión
Africano, acuñación que se habría hecho en Cartagena tras la toma de la ciudad por el roma-
no y con los mismos flanes ya preparados para acuñar los shekels cartagineses (Robinson,
1956: 42 s). La interpretación no ha sido aceptada, primero y capital porque estas monedas
las encontramos en hallazgos anteriores a la caída de Cartagonova como en La Palma y,
segundo, por lo escandaloso que habría resultado en Roma una tal emisión. Caballo parado
con palmera era reconocido en el Mediterráneo como el emblema del imperio cartaginés y
por tanto muy poco adecuado para verse representado junto al general romano en un objeto
sacro, como lo era la moneda para Roma. Respecto al retrato de Escipión en los anversos, la
razón para no aceptar tal interpretación es del mismo cariz ya que la efigie de una persona
viva en moneda era inaceptable por entonces en la política religiosa de la Roma republicana
y posiblemente por el mismo Escipión quien, después de la batalla de Baecula, rehusaría el
tratamiento que le ofrecen los íberos en Cartagonova de basiléus (Pol. 10, 40, 3). Escipión
196
EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
no sólo rechaza el título sino que les ruega que le llamen strategós17 (Bendala, 2006: 193).
A todas estas monedas-retratos les falta la identificación escrita. Sabemos que Cartago
fue muy reacia a los epígrafes monetarios, aunque se tratara de un simple topónimo o
teónimo para identificar la ceca o la divinidad. En la mayoría de las emisiones se ha du-
Recordemos que en la historia de la temprana re-
pública romana sólo en un caso la moneda ha plas-
mado la efigie de un general y ello ocurrió en la
propia Grecia y en una emisión griega de oro. Titus
Quinctius Flaminius venció a Filipo V de Mace-
donia en la batalla de Cynoscefalos en 197 a.C., y
en la celebración de los juegos de Nemea declaró
la libertad del pueblo griego respecto a Macedonia.
En conmemoración, los griegos, muy habituados ya
a los retratos monetales, acuñaron una estatera de
oro con Níke en reverso coronando el nombre de T.
Quinti y en el anverso, el retrato del magistrado
romano, con cabeza desnuda y sin atributos y con
un realismo más propio de Roma que de Grecia. Sin
B C
embargo, compruébese que la iconografía
no es de monarca. Desconocemos cuál fue A) ESTATERA DE TITUS QUINTUS FLAMINIUS, C. 197 A.C.
la reacción en Roma o el impacto entre la BRITISH MUSEUM; B) CABEZA DE POMPEIUS MAGNUS,
clase senatorial, pero el hecho es único en 46 A.C. Fuente: www.tesorillo.com Y
la historia de la República. C) CAESAR DICTADOR PERPETUO, 45 A.C.
Fuente: www2.cnr.edu
El siguiente retrato fue el de Pompeyo Magno, estampado por sus hijos en unos denarios
acuñados en Hispania en el 46-45 a.C., incluyendo en la emisión unos ases de Jano bifronte
en los que la cabeza de Zeus había sido substituida por la de Pompeyo. Evidentemente la
moral religiosa de la vieja República empezaba a resquebrajarse (RRC 470 y 478). Sólo un
año más tarde César colocó su retrato en las monedas con la leyenda Caesar dictador quarto
y en emisión posterior de ese mismo año la leyenda junto al retrato decía Caesar dictador
(in) perpetuo (RRC el 480 2a Y 7b) con una magistratura escandalosa que le colocaba fuera de
la legalidad constitucional. Sin embargo, las imágenes habían dejado huella y tanto Marco
Antonio (desde el 43) como el propio Octavio (desde el 38 a.C.) estamparán sus retratos con
sus nombres en la moneda republicana, antes de que en el 27 a.C. se inaugure el retrato
imperial en las monedas de Augusto, retrato del que vivirá la posteridad hasta nuestro días.
17 No sabemos cuál sería el término latino, pero se ha señalado que el utilizado por Escipión en su conversación con los
íberos habría sido el de imperator, si es que hablaba con ellos en latín. Si fuese éste el caso sería la primera constatación
en la historia romana (cf. Balasch, 1981, n. 152).
197
Mª Paz García-Bellido EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA

dado de la provincia donde se acuñaron sus monedas precisamente por lo homogéneo de

su iconografía y la carencia de un epígrafe; sólo las procedencias y los estilos artísticos
nos han permitido afinar algo en estas cuestiones. Recordemos que hasta finales del siglo
XIX estas monedas hispano-cartaginesas que hoy hemos tratado aquí eran atribuidas por
Müller a monarcas de distintos reinos de África, al igual que por Mazard todavía en 1955,
en su Corpus Nummorum Nummidiae Mauretaniaeque.
Los cartagineses habían dispuesto epígrafes en las monedas sólo cuando se trataba de
ciudades independientes de Cartago en las provincias de su dominio. Nos podemos referir
a Panormo, Motia, Erice, incluso un qrthdst, referido sin duda a “ciudad nueva”, pero que
no se puede identificar con la Cartago de África y sí con algún emporio de ese mismo nom-
bre en las islas de Italia, posiblemente Tarros (Manfredi, 1995: 37-56, 63); de igual manera
todas las ciudades hispano-púnicas como Tagilit, Ituci, etc., escribieron desde siempre su
topónimo en las monedas, a no ser Baria (García-Bellido, 2000: 135). Podríamos hoy decir
que las emisiones de Cartago no llevaron más leyenda que las de mhnt y sus variantes,
cuya más firme lectura se afirma hoy que es la de “el ejército”, “el campamento” (Manfredi,
AG. DRACMAS ARSE/ SAGUNTO. PRIMERA MITAD S. II A.C.
1995: 49-50). Es posible que esta frecuente designación referida al ejército haya dejado en EN RIPOLLÉS Y LLORENS, 2002: 94
Iberia el topónimo Carmona para la que he defendido una etimología qrt- mhnt, con un
significado de “ciudad del ejército”, “capital de la eparchía” (García-Bellido, 2012: passim).
La ausencia de epígrafes ha sido naturalmente el mayor inconveniente para la iden- El impacto de estas imágenes en el mundo ibérico, númida y mauritano
tificación de las efigies monetarias. Esto contrasta nítidamente con la profusión de ellos Es indudable que las imágenes de Asdrúbal el Bello por un lado, y las de Aníbal, Asdrúbal
en la moneda helenística, donde la leyenda constituye siempre un elemento identificador y Magón Barca por otro van a difundir en Iberia el nuevo código de lenguaje entre las pe-
de la imagen del monarca. Desde Alejandro que se llamó, siguiendo la titulatura persa, queñas monarquías y tiranos, etyránneuse como Heródoto (I, 63) llama a Argantonio. Esta
basileús Aléxandros, los diadocos y los otros monarcas habían utilizado en las monedas iconografía dinástica era sin duda conocida en Occidente a través de las monedas hele-
este título para identificarse, además de los epítetos que hemos comentado más arriba18. nísticas llegadas a Iberia, de las que tenemos testimonios en algunos de nuestros tesoros,
Asdrúbal, quien podía haber completado la imagen con la leyenda, no lo hizo, ni para especialmente de Hierón II de Siracusa (265-215) de cuyos ejemplares han aparecido en
marcar la ceca, ni para los personajes efigiados. Hispania varios y cuyas ilustraciones fueron copiadas en Cese/Tarraco en las primeras
emisiones ibéricas y sirvieron de modelo especialmente para la imagen del jinete ibéri-
co. De manera que las acuñaciones de los Barca no debieron de resultar escandalosas a
los ojos de los íberos y turdetanos, pero la cercanía que producían ahora estas monedas
acuñadas y circulando en masa en y por la propia Iberia, despertó sin duda entre las
élites un deseo de emulación y de copia para representar la misma condición política de
18 Goukowsky, “basileús Aléxandros” en Will, Mossé y Goukowsky, 1975: 323-333. Para epítetos monetarios cf. Kallatay y
Lorber, 2011. reyes, tiranos, o como queramos denominarlos. La cabeza de Asdrúbal con tainía se copia

198 199
Mª Paz García-Bellido
entre “indígenas”. Creo que es en ellas en las que se inspiran las primeras emisiones de
Iberia –Sagunto, Cese, Cástulo– y también en Numidia y Mauritania, donde nace ahora
el retrato monárquico con Syfax, Vermina y Massinissa.
En muchas de las ricas ciudades de Iberia el ansia de poseer una historia mítica propia
había penetrado por los contactos con el Mediterráneo mucho antes de que llegasen los
Barca. Es seguro, como ha defendido Olmos, que estas gentes buscaban ya la historia de
su pasado y recreaban en imágenes simbólicas sus mitos de fundación (Olmos, 1995: 47s.;
García-Bellido, 1998: 118s.). Pero una imaginería para los héroes fundadores, que sepamos,
no se consolida en la memoria histórica, sino con la creación de la moneda, incluso antes de
su recogida en escritos literarios (García-Bellido, ibm). Las efigies diademadas con tainía
de las monedas de Arse y de Cástulo, como ya apuntó Olmos, deben de referirse a héroes
fundadores o incluso dinastas locales. Para Sagunto, a la que las fuentes describen como
democracia (Pol. 10, 34 s; Liv. 21, 12, 7) hemos de preferir para sus imágenes monetales
una interpretación mítica, una referencia a sus héroes fundadores y no una representación
de los magistrados coetáneos. Una de las efigies viste manto y diadema, detalles alusivos a
un dinasta. Sin embargo, la emisión compañera representa a un Herakles con cabeza des-
nuda y clava (ver fig. en pág. anterior), con idéntica iconografía que las monedas de Aníbal
de la segunda etapa19, y ajenas a la imagen alejandrina del Herakles con leonté que tanta
difusión había tenido en las acuñaciones del Mediterráneo, incluida la ciudad de Gades.
Tendríamos pues en Sagunto dos planos simbólicos de diferentes iconografías referidas
AG. DIVISOR DE ARSE. PRIMERA MITAD S. II A.C.
(RIPOLLÉS Y LLORENS, 2002: 95).
Foto: P.P. Ripollès.
19 Influencia ya defendida por Navascués, 1962: passim.
200
EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA
AE. UNIDAD DE CÁSTULO. FINALES DEL S. III A.C. (GARCÍA-BELLIDO, 1982: Nº1).
MUSEO CASA DE LA MONEDA, MADRID. Foto: Jorge Martín Burguillo / MCM
al héroe y al dios fundador, y digo planos porque ambas iconografías varían y añaden o
restringen símbolos como cetros, caduceos o estrellas, que indudablemente tienen una
iconología que aquí sería largo de abordar.
Como un argumento complementario a este discurso sobre las influencias de las imá-
genes bárquidas en la imaginería de Sagunto quiero presentar la emisión de bronce con
cabeza vestida con manto y proa de nave en reverso (ver fig. en pág. anterior) (CNH 305,
8ª; Ripollés y Llorens, 2002, Iª: nos. 79-80). Tanto la efigie con mirada elevada del anver-
so, como la proa de nave en reverso, son una imitación de las platas de Asdrúbal (ver fig.
inferior en pág. 188), emisión que había servido ya de modelo para acuñaciones de ciertas
poblaciones indígenas. Ripollés fecha la emisión en el período I (350?-195 a.C.) sin poder
precisar más la cronología. Debemos descartar, a mi juicio, el que la emisión de Sagunto
sea una copia de la proa de la moneda romana que en estos momentos no está jugando
ningún papel en la iconografía saguntina y sí una imitación de las platas de Asdrúbal
puesto que es la moneda completa, tanto anverso como reverso, la que juega el papel de
modelo iconográfico. La influencia de las imágenes bárquidas ha dejado pues tres im-
prontas en la iconografía saguntina y, sin embargo, en esta primera etapa no podemos
encontrar huellas del impacto romano.
Si nos referimos ahora a la rica ciudad de Cástulo podremos ahorrar muchos co-
mentarios ya hechos para Sagunto. El etyranneuse, padre de la “princesa” Imilce casada
con Aníbal (Sil. Ital. Punica 3, 88, 106; Liv. 24, 41, 7), debió de sentirse empujado por las
bellas efigies de sus aliados los Barca, para imitar la iconografía monárquica. Las prime-
ras emisiones de la ciudad acuñadas en el período de amistad con los Barca, muestran
201
Mª Paz García-Bellido EL NACIMIENTO DEL RETRATO MONETARIO EN OCCIDENTE: LA FAMILIA BÁRQUIDA

Un ambiente similar presenciamos en los reinos, éstos sí reinos, de Numidia y Mauritania de Hierón II jugaron un importante papel pero sus relaciones con el ámbito cultural de Iberia
donde es precisamente en estas fechas cuando aparecen los primeros retratos de dinastas fueron más cercanas y más intensas, como sabemos por ejemplo para las personas de Syfax
con los nombres escritos en púnico de Syfax, de su hijo Vermina (213-200 a.C.) y también de y Massinissa con quienes los Barca hicieron pactos de alianza y lucharon junto a ellos en la
Massinissa (203-148 a.C.). Aunque no se haga explícito en las monedas todas ellas parecen propia Iberia, pero a quienes también se enfrentaron; allí hubieron de conocer los grandes
haber sido emitidas en Cirta y Siga, las dos capitales sucesivas o ciudades más importantes valores emitidos con las excepcionales imágenes de los Barca, impactantes en estos dinastas
del reino numida-mauritano. Se recurre a las imágenes tópicas para describir al monarca del Norte de África como ha comentado recientemente Alexandropoulos (Alexandropoulos,
(ver fig. A), tainía dinástica y las características étnicas y culturales propias: cabezas con 2000: 143, 145). También en Numidia se crea ahora el retrato monárquico que se continuará
barba puntiaguda y jinete con lanza galopando, sin duda una representación del propio rey un siglo más tarde en las emisiones de Juba (60?-46 a.C.), quien se llamará entonces en latín
en batalla puesto que las fechas (213-200 a.C.) coinciden con su intervención en la segunda rex Iuba (ver fig. C)
guerra púnica. Que sea el propio rey el representado en reverso parece seguro puesto que es
debajo de esa imagen donde se escribe su nombre spq hmmlkt. Representaciones narrativas La retratística monárquica se hizo pues habitual en el occidente en estas fechas convulsas en
similares hemos señalado ya para la imagen de Alejandro a caballo (ver fig. en pág. [fig.6]), y las que la moneda circulaba más y los estrategos debían mostrarse públicamente a sus súbi-
Porus sobre elefante en la batalla de Hydaspes (326 a.C.) o la de Amílcar en desfile de parada tos, una presencia mucho más necesaria que en tiempos de paz. Quiero sugerir con todo ello
sobre elefante (ver fig. superior en pág. 188). De alrededor del 200 a.C. tenemos el retrato de que las imágenes de la familia Barca no debieron suponer ninguna ruptura, ningún escándalo
su hijo asociado al trono, Vermina, con una iconografía plenamente helenística. en el mundo mediterráneo, aunque posiblemente sí en el senado cartaginés, puesto que sir-
vieron de modelo para muchas otras emisiones contemporáneas o ligeramente posteriores en
De estas mismas fechas y posteriores son las que los conceptos que trasmitían se repitieron sin trauma.
los retratos monetarios de Massinissa
(204-148 a.C.) acuñados igualmente en
Siga y Cirta (ver fig. B), en los que se repite
la imaginería dinástica pero para reversos
se elige caballo con cetro o elefante y leyen-
da msnsn hmmlkt. En los tres casos las le-
yendas corren en escritura púnica spq hm- A
la maestría artística de los abridores de cuño (ver fig.
mlkt, wrmnd hmmlkt o msnsn hmmlkt con en pág. anterior ). Tanto la cabeza diademada con
los nombres personales de Syfax, Verminad
la mirada al alto como la esfinge marchando son
o Massinissa. El título hmmlkt ha sido es-
tudiado desde el s. XIX y se interpreta hoy muestras de un gusto oriental y de un arte re-
como “reino”, “realeza” y será traducido al finado e influido por la corte de los Barca y por
latín por Iuba como rex (ver fig. C) (Müller,
1860-1874 (1972): 9-11; Alexandropoulos, el orientalismo de la Cartago del s. III a.C. Son
2000: 395 s.). Es éste un paralelo impor- muestras del peso iconográfico que las monedas
tante que viene efectivamente a sustentar B
las viejas propuestas de ver en las monedas de Asdrúbal tuvieron sobre el “reino” de Cástulo. A
bárquidas retratos “reales”. ello hemos de añadir que la leyenda en ibérico me-
Estas imágenes númidas se han visto jus- ridional corre de derecha a izquierda como lo hace el
tificadas por el contacto político de este rei-
púnico (García-Bellido, 1982: 34 s., 142).El arte y uso del
no con el mundo de Iberia en estas fechas, ESCUDO MACEDÓNICO DE SU HIJO PERSEO.
además de con el siracusano. Es difícil en el retrato en esas fechas, como hemos visto, parece haber 220-179 A.C. EN JENKINS, 1972: Nº
caso de Numidia y Mauritania precisar de C
sido frecuente y habitual en las esferas políticas, prin-
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dónde vino la influencia de la retratística RETRATOS NÚMIDAS Y MAURITANOS:
real aplicada a las monedas. Sin duda el A) AE. SYFAX. Fuente: www.livius.org; B) AE MAS- cipalmente en las monedas, pero también en otros obje-
SINISSA Y C) AG. IUBA. Fuente:www.cngcoins.com
mundo ptolemaico, seleucida o siracusano tos suntuarios y públicos. Como ejemplo de este aserto
AG. TETRADRACMA DE FILIPO V CON EL RETRATO EN

202 203
Mª Paz García-Bellido
quiero traer a colación el escudo de plata de 137 libras de peso, con el retrato de Asdrúbal BIBLIOGRAFÍA
Barca en el umbo, que tanta importancia tuvo en la historiografía romana puesto que
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su captura supuso la recuperación moral de la tropa romana en un momento de total
de l’Afrique antique (400 av.J.-Ch.–40 ap.), Tou-
abatimiento por carecer de general el ejército de Iberia. Fue arrebatado del campamento louse.
cartaginés en el 210 a.C. por Lucio Marcio (Liv. 25, 39, 13-14 y 17-18) y llevado como trofeo BALASCH, M. (1981): Traducción y notas a Po-
al Capitolio donde se mantuvo expuesto muchos años hasta que pereció en un incendio. libio, Historias, libros V-XV, Biblioteca clásica
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en su propio escudo, al igual que tantos reyes y príncipes helenísticos de los que tenemos
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constancia por las monedas. Este es el caso de Antígono o Perseo (ver fig. en pág. anterior).
Ch.B. Rüger (Hrgs.) Die Numider, Colonia/
El retrato constituía pues un hábito político con valor apotropaico en las monarquías de la Bonn: 187-208.
época, de la misma manera que en época clásica las divinidades habían jugado este mismo BASLEZ, M.F. (dir.) (2004): L’Orient Hellénis-
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