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Introducción

Origen de la biomasa
Como posteriormente se desarrollará más en profundidad, el término “biomasa” hace referencia a la
materia orgánica que se forma en los organismos vegetales a través de un proceso denominado
“fotosíntesis”, así como a toda la materia que se origina como consecuencia de la transformación de
aquella, y a la que se produce de manera artificial por parte de los humanos.

Gracias a la fotosíntesis (que se desarrolla en unos orgánulos denominados “cloroplastos” presentes


en el interior de las células vegetales de las partes verdes), las plantas emplean dióxido de carbono
(CO2) y agua (H2O) que lo transforman en compuestos orgánicos (que se emplean para la obtención de
energía) y en oxígeno (que se libera a la atmósfera), necesitando energía para llevar a cabo este
proceso que procede de la radiación solar, y que posteriormente se transforma en energía química
siguiendo una reacción básica del tipo:
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El rendimiento fotosintético es bajo, ya que de toda la radiación que procede del Sol, solo se
aprovecha una mínima parte (la comprendida entre 400 y 700 nanómetros de longitud de onda) y,
además, parte de la radiación que incide sobre las plantas no es absorbida ya que se refleja
(aproximadamente el 30%). Unido esto, el rendimiento de la reacción anterior está cercano al 30% y,
en las especies vegetales, se llevan a cabo otra serie de reacciones químicas, por lo que el rendimiento
total de obtención de biomasa a partir de la energía solar se encuentra por debajo del 2%.

A pesar de un valor tan bajo de rendimiento, debido al elevado número de especies vegetales que
habitan en la Tierra, tanto en el medio terrestre como en el acuático, según estudios realizados, hay
una producción anual de biomasa vegetal cercana a 1,7 x 1011 toneladas, con una energía aproximada
de 3 x 1021 j (julios) equivalentes a algo más de 68.000 millones de toneladas equivalentes de petróleo,
y muy superior a la cantidad de energía demandada por la humanidad.

Durante muchos siglos, la biomasa ha sido una fuente de energía muy importante en el desarrollo y
mantenimiento de las distintas civilizaciones que han habitado el planeta Tierra, manteniendo su
importancia energética en países en vías de desarrollo y pasando a ocupar una posición no tan
destacada en países industrializados.

IV. Conceptos
La biomasa se puede definir de varias maneras dependiendo del origen de la fuente consultada.

Se entiende por “biomasa” toda materia prima biodegradable de origen vegetal, animal y/o
antropogénico, empleada en la obtención de energía eléctrica, térmica y/o mecánica.

También puede ser definida como toda materia orgánica que ha tenido como precedente un proceso
biológico, pudiendo ser aquella de origen vegetal (si el precedente es la fotosíntesis) y/o animal (si es
el metabolismo heterótrofo su origen).

Se define la “biomasa” como la fracción biodegradable de los productos, desechos y residuos


procedentes de la agricultura (incluidas las sustancias de origen vegetal y de origen animal), de la
silvicultura y de las industrias conexas, así como la fracción biodegradable de los residuos industriales
y municipales.

También se define a la “biomasa” como todo material de origen biológico, excluyendo aquellos que
han sido englobados en formaciones geológicas sufriendo un proceso de mineralización.

En cualquiera de estas definiciones se incluirían los biocarburantes (bioetanol y biodiesel), el biogás


y la valorización energética de los RSU (Residuos Sólidos Urbanos), aunque a todos ellos se les podría
encuadrar en un grupo de forma individualizada por su importancia.

Por lo que se refiere al concepto de “biocarburante”, se define como el combustible líquido o


gaseoso para transporte producido a partir de la biomasa. Dentro de este grupo se incluyen los
siguientes biocarburantes
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Bioetanol
etanol producido para uso como biocarburante, a partir de la biomasa o de la fracción
biodegradable de los residuos.

Biodiesel
éter metílico producido a partir de un aceite vegetal o animal de calidad similar al gasóleo, para su
uso como biocarburante.

Biogás
combustible gaseoso producido a partir de la biomasa y de la fracción biodegradable de los
residuos, y que puede ser purificado hasta alcanzar una calidad similar a la del gas natural, para
uso como biocarburante o gas de madera.

Biometanol
metanol producido para uso como biocarburante a partir de la biomasa.

Biodimetiléter
dimetiléter producido para uso como biocarburante, a partir de la biomasa.

BioETBE (etil ter-butil éter)


ETBE producido a partir del bioetanol. La fracción volumétrica de bioETBE que se computa
como biocarburantes es del 47%.

BioMTBE (metil ter-butil éter)


combustible producido a partir del biometanol. La fracción volumétrica de bioMTBE que se
computa como biocarburante es del 36%.

Biocarburantes sintéticos
hidrocarburos sintéticos o sus mezclas, producidos a partir de la biomasa.

Biohidrógeno
hidrógeno producido a partir de la biomasa o de la fracción biodegradable de los residuos para su
uso como biocarburante.

Aceite vegetal puro


aceite obtenido a partir de plantas oleaginosas mediante presión, extracción o procedimientos
comparables, crudo o refinado, pero sin modificación química, cuando su uso sea compatible con
el tipo de motor y las exigencias correspondientes en materia de emisiones.
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V. Clasificación de la biomasa
La clasificación que se puede realizar de la biomasa varía dependiendo del punto de vista desde el
cual se realice. Si se tiene en cuenta el origen biológico de la misma, podría ser:

Biomasa primaria

Toda la materia orgánica formada en la naturaleza por los seres fotosintéticos.

Aquí se incluirían los residuos agrícolas (pajas, restos de poda, etc.), los residuos forestales
(restos de podas, entresacas, etc.), los residuos de industrias agroalimentarias y/o forestales
(cáscaras de almendras, serrines, etc.), así como los cultivos energéticos, tanto herbáceos como
leñosos, susceptibles de ser cultivados en tierras de retirada de la PAC (Política Agraria
Comunitaria).

Biomasa secundaria

Es la producida por los seres heterótrofos que utilizan la biomasa primaria como fuente de
alimentación.

Los materiales que quedan incluidos en este grupo son residuos biodegradables del tipo efluentes
ganaderos.
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Biomasa terciaria

Es la generada por los seres que utilizan la biomasa primaria y secundaria para generar sus
propias funciones vitales.

En este grupo se incluyen materiales también biodegradables correspondientes a lodos de EDAR


(Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales) o RSU.

En función de la composición química de la biomasa (formada principalmente por hidratos de


carbono, lípidos, proteínas y minerales), puede ser clasificada teniendo en cuenta la fracción
predominante. Así, en función del tipo de hidrato de carbono que contiene la biomasa, esta podría ser:

Lignocelulósica

Aquella en la que predominan compuestos como celulosa, hemicelulosa y lignina.

Ejemplos de este tipo son la madera de especies forestales, la paja de los cereales o la corteza del
tallo del cultivo de cardo.

Amilácea

Aquella en la que el compuesto principal son los hidratos de carbono en forma de polisacáridos
de reserva, como almidón o inulina.

Ejemplos característicos de este tipo de biomasa son los granos de los cereales.

Azucarada

Aquella en la que el compuesto hidrocarbonado básico es un monosacárido (glucosa o fructosa) o


un disacárido (sacarosa).

La remolacha, la caña de azúcar o el sorgo azucarero son ejemplos de este tipo de biomasa.

Dependiendo del destino final de la biomasa, esta puede clasificarse de la siguiente manera:

Alcoholígena

Aquella cuyo compuesto final es el etanol o sus derivados, utilizados en sustitución total o parcial
de las gasolinas de automoción o para producción de aditivos como el ETBE.

Ejemplos de este tipo son la madera forestal, la paja y los granos de los cereales, la remolacha, etc.
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Oleaginosa

Aquella cuyo compuesto final es un aceite generalmente en forma de éster para sustituir al
gasóleo de automoción.

Cultivos como el girasol, la colza, el cardo, la soja… son ejemplos de biomasa de este tipo.

Lignocelulósica

La que se destina para la obtención de energía eléctrica y/o térmica.

Como ejemplos destacan los residuos forestales, los residuos agrícolas y el cultivo de cardo.

Si lo que se tiene en cuenta es el contenido de humedad del producto, la biomasa también puede ser:

Seca

Cuando tiene en torno a un 10% de humedad.

Húmeda

Con mayor contenido en humedad del 10%.

VI. Ventajas e inconvenientes de la biomasa


La utilización de la biomasa para fines energéticos (englobando aquella destinada a la obtención de
biocarburantes o biogás, o la propia fracción orgánica de los propios RSU) presenta una serie de
ventajas desde distintos puntos de vista, que son las que a continuación se comentan.

6.1. Socioeconómicas
Facilitar la continuidad de la actividad del sector agrícola con cultivos energéticos, evitando así el
abandono de superficies agrarias y del núcleo rural, y mantener la actividad industrial en sectores
relacionados con la producción agrícola (de fertilizantes, fitosanitarios, maquinaria, etc.), así como la
creación de puestos de trabajo de forma directa e indirecta.

Según la actual PAC, hay que dejar sin cultivar por imperativo legal un porcentaje de la explotación
de cada agricultor, fundamentalmente para motivar la mitigación de los famosos excedentes
alimentarios, muy comunes en determinados productos alimenticios que llevan asociados bajos precios
en la venta de los mismos por exceso de oferta.
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En estas tierras, es posible el cultivo de especies que tengan otro destino distinto al alimentario,
como las especies energéticas, por lo que es necesario aportar inputs de cultivo como los abonos
químicos y/u orgánicos, fitosanitarios…, en terrenos anteriormente no aprovechados. Por este motivo,
realizando dicho aprovechamiento de forma generalizada, se favorece el desarrollo industrial asociado
y la creación de puestos de trabajo, tan importante esto último para tener población fijada en el medio
rural y evitar así el despoblamiento, por lo que en determinadas zonas donde el paro agrario es
importante y la gente se encuentra cobrando el desempleo, dejarían de percibirlo por ofrecerles un
puesto de trabajo, provocando otro efecto directo, el aumento en la recaudación de impuestos por parte
del Estado vía IRPF (Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas).

Canalización de los excedentes agrícolas alimentarios


En aquellos lugares y momentos en los cuales haya excedentes en la producción de cultivos
tradicionales y que, para evitar una importante caída en los precios de venta de los mismos, se
puede destinar una parte de sus producciones al mercado energético.

Resolución de parte de los problemas energéticos en determinadas épocas del año


En dos momentos puntuales del año, en invierno con la llegada de las bajas temperaturas y en
verano con la llegada de las altas temperaturas, se tienen importantes puntas en el consumo de
energía eléctrica, motivadas por la necesidad de conectar las calefacciones y los aires
acondicionados a máxima potencia, respectivamente, para satisfacer las temperaturas de confort
en ambos casos. Para ello, es necesario tener disponibles centrales de producción de energía
eléctrica alimentadas con combustibles tradicionales contaminantes para que suministren dichos
picos de potencia, independientemente el precio al que se encuentre en el mercado internacional
dicho combustible.

Ahorro económico en determinadas industrias por cuestión energética al implantar


sistemas energéticos con biomasas
En aquellas industrias en las que sea necesario importantes cantidades de energía eléctrica y/o
térmica en su proceso productivo, es posible la instalación de centrales de cogeneración (que
abastecen de energía eléctrica y/o térmica), centrales de producción de energía eléctrica, o
pequeñas instalaciones de producción de energía térmica, en función de si lo que demandan las
industrias es energía eléctrica, energía térmica o ambas.

Para llevar a cabo un tipo de instalación u otra, hay que realizar previamente una auditoría
energética donde se identifiquen claramente las necesidades de cada uno de los tipos de energía. En
cualquier caso, emplear biomasa generaría unos ahorros económicos importantes por la no utilización
de fuentes de energía primaria tradicionales.

Mitigación, en parte, del problema de los RSU y los lodos de depuradora de ser almacenados
directamente en vertederos.

Ambos tipos de biomasas tienen la particularidad de ser generados por la gestión de los residuos
consecuencia de la actividad humana y por el tratamiento que es necesario realizar a las aguas una vez
que estas son utilizadas, todo ello para evitar problemas graves desde el punto de vista
medioambiental. Tanto los RSU como los lodos de depuradora, si no se valorizan energéticamente,
son depositados en vertederos controlados, con el importante inconveniente que tienen de saturación
con el paso del tiempo y de la necesidad de buscar emplazamientos nuevos para continuar con el
proceso. Esto es grave en aquellos lugares donde la disponibilidad de terreno sea difícil por la presión
urbanística o en zonas insulares.
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6.2. Estratégicas y de balanza de pagos


Sustitución parcial de los combustibles traídos de fuera por biomasa autóctona y así reducir el grado
de dependencia energética del exterior.

Reducir la necesidad de disponer de abundantes reservas estratégicas para un


futuro concentradas en lugares muy concretos
La sociedad actual necesita importantes cantidades de energía para poder realizar todas y cada una
de las labores cotidianas. Para ello, y ante la escasez de utilización de fuentes autóctonas de
energía, es preciso acumular grandes cantidades de petróleo y de gas natural en lugares habilitados
al efecto en forma de reservas para situaciones extremas de escasez de suministro. Es por dicha
razón por la que, si se emplearan adecuadamente los recursos biomásicos autóctonos, estas
reservas se verían disminuidas ostensiblemente y, por tanto, el coste económico de
almacenamiento y de transporte que se deriva, ya que estos lugares de almacenamiento están
ubicados en puntos muy concretos y no repartidos por toda la geografía.

Aumento de la diversificación energética


En la actualidad, el mix energético no es nada amplio y es aconsejable tener todas las fuentes
de energía posible activas, de tal manera que no haya esa fuerte dependencia comentada, así
como posibilitar una fácil sustitución de una por otra en casos de necesidad.

6.3. Medioambientales
Reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) producidos en la combustión de combustibles
fósiles. De todos los GEI (CO2, óxido nitroso N2O, metano CH4, hidrofluorocarbonos HFC,
perfluorocarbono PFC y hexafluoruro de azufre SF6), el que se produce en mayor cantidad es el primero
de ellos y, por tanto, el que se pretende disminuir en todo momento, generado como resultado de la
reacción química producida entre los combustibles que tienen carbono e hidrógeno en su constitución
y el oxígeno del aire.
La biomasa con origen vegetal tiene la particularidad que todo el carbono del CO 2 generado es el
que
previamente se ha tenido que sintetizar por parte de los vegetales en el proceso denominado
“fotosíntesis”, por lo que a priori se podría decir que el balance es neutro. Pero hay que considerar
también a la parte que queda debajo de la superficie del suelo, que igualmente está formada por
hidratos de carbono y que no se emplea con fines energéticos, por lo que se almacena más CO 2 de lo
que
posteriormente se emite tras su aprovechamiento. Por dicha razón, a la biomasa vegetal y más
concretamente a los cultivos energéticos, se les podría considerar como verdaderos sumideros de CO2,
contribuyendo al descenso de los niveles de dicho gas en la atmósfera.
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Reducción del CH4 emitido a la atmósfera en los vertederos de RSU o en las EDAR como
consecuencia de la degradación de la materia orgánica. En aquellos lugares donde haya materia
orgánica y en condiciones de anaerobiosis, es decir, de ausencia de oxígeno, se produce un proceso
denominado “digestión anaerobia”, proceso a partir del cual el producto resultante recibe el nombre de
“biogás”, cuyo componente mayoritario es el CH4. Tiene la particularidad que se produce en mucha
menor cantidad a la
atmósfera que el CO2 pero su efecto de permanencia en ella es superior a ese, por lo que, si no se va a
aprovechar energéticamente, es recomendable su quemado en antorchas antes que su emisión
libremente a la atmósfera.

Por este motivo, en determinados vertederos o plantas de tratamiento de residuos donde hay
instalaciones de aprovechamiento de dicho biogás o en las propias EDAR, se tienen antorchas de
seguridad, para que, en el caso de avería en los equipos de aprovechamiento energético, no se
produzca una paralización en el proceso de generación de dicho biogás, si el lugar de almacenamiento
del mismo se encuentra lleno. De esa manera, el proceso siempre está funcionando a velocidad
uniforme y el medioambiente no se siente, en gran medida, dañado.

Eliminación de las masas forestales de una cierta cantidad de biomasa que aumentaría el riesgo de
incendios en todas aquellas zonas con suficiente nivel de materia orgánica en los suelos o para evitar
la propagación de plagas y/o enfermedades de aquellas.

Es de sobra conocido el problema de incendios que existe en muchas zonas, año tras año, sobre todo
en época estival, debido a la existencia de malezas en los montes, consecuencia de una inexistente
limpieza de los mismos. Si existieran programas adecuados de limpieza de las masas forestales durante
el otoño y el invierno, programadas por las Consejerías de Medio Ambiente de las Comunidades
Autónomas con recursos económicos de estas, muchos de los incendios que se producen al final de la
primavera o en el verano se controlarían más rápidamente e incluso no avanzarían de la forma en la
que lo hacen, ya que no encontrarían combustible.

Hay que tener en cuenta que el coste económico de limpieza de las zonas forestales sería muy
inferior al que se destina a los programas de prevención del fuego (medios materiales y humanos
principalmente), con el valor añadido de la no destrucción de recursos ambientales, que muchas veces
tardan décadas en regenerarse nuevamente a su estado inicial. En el caso que se produzca dicha
limpieza del monte, es recomendable que la materia orgánica que se obtiene se incorpore al suelo
picándola previamente, si el nivel de esa está por debajo del 1,5%, ya que los nutrientes que necesita la
masa para crecer y desarrollarse proceden de la descomposición de la misma. Solo en el caso que se
tengan niveles adecuados de materia orgánica en el suelo o bien la biomasa retirada se encuentre
afectada por alguna plaga y/o enfermedad, se puede destinar con fines energéticos.

Utilización de bajos inputs en los cultivos energéticos, por lo que la agricultura resultante produciría
un menor impacto ambiental que la tradicional. Los cultivos energéticos tienen la característica más
destacada de ser más rústicos que los tradicionales, por lo que las necesidades de cultivo son menores.
Esto posibilita que se empleen menores inputs de cultivo (fertilizantes, fitosanitarios, maquinaria, etc.),
por lo que los problemas ambientales derivados se mitigarían ostensiblemente (menor contaminación
de aguas subterráneas por excesivas dosis de fertilizantes químicos u orgánicos e incluso de
fitosanitarios, menores emisiones de CO2 por utilización de maquinaria, etc.).

Además, asociado a ese menor impacto ambiental también está la reducción en la necesidad de
disponer de recursos económicos para hacer frente a dichos cultivos.
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Protección del suelo con cultivos perennes como el cardo, eliminando las pérdidas de suelo que se
producirían debido al viento y a la escorrentía del agua, sobre todo en aquellas superficies que se dejan
sin cultivar debido a la PAC. En todas las superficies en las que no haya vegetación, del tipo que sea,
el suelo se encuentra dispuesto a los efectos de la erosión hídrica y/o eólica. Las consecuencias
resultantes son la pérdida de suelo fértil, que es el que precisamente utiliza la mayor parte de los
vegetales para extraer los nutrientes, provocando asimismo una desestructuración del mismo y, por
tanto, empeorando las características de aquel para su uso con fines agrarios.

Hay que extremar los cuidados que se realizan sobre el suelo y considerarlo como un agente vivo,
por residir en él fauna vital, como microorganismos descomponedores de la materia vegetal, lombrices
..., para facilitar así la absorción del agua de lluvia y su permanencia en el mismo para las épocas del
año en las que haya escasez de lluvia y sea necesario su aprovechamiento por parte de la planta, sobre
todo muy apreciado por todos aquellos cultivos que se desarrollan en condiciones de secano.

Nuevos hábitats para especies cinegéticas (perdiz, paloma, etc.) en zonas de cultivo. El aumento de
la superficie cultivada y, por tanto, la disminución de las superficies de retirada, genera la creación de
hábitats de cultivo para especies con aprovechamiento cinegético y, por tanto, la ampliación de sus
lugares de vida. Muchas veces, por la propia presión urbanística o por el uso de la maquinaria, estas
especies han tenido que emigrar de dichos lugares y van a colonizar nuevamente otros más tranquilos.

La existencia de estas especies es beneficioso tanto para el medio ambiente como para los
agricultores, ya que hay programas europeos agrarios que priman económicamente a todos aquellos
agricultores que realicen prácticas agrarias sostenibles que protejan a dichos animales. Además, la
existencia de dicha fauna cinegética puede generar también ingresos al agricultor por la caza de las
mismas.

Aumento de microorganismos descomponedores de la materia orgánica del suelo. La existencia de


material vegetal sobre la superficie del suelo favorece en mayor o menor medida el desarrollo de la
fauna edáfica, que es la encargada de mineralizar dicha materia orgánica y su posterior
aprovechamiento por parte de las plantas cultivadas. En función de la agresividad de las prácticas
culturales que se realicen (laboreo tradicional frente a la siembra directa o el mínimo laboreo), la
proliferación de dicha fauna será mayor o menor y, por tanto, la existencia de microorganismos se
tendrá en mayor o menor medida respectivamente.

Disminución de la contaminación de nitratos del suelo, consecuencia de la fertilización excesiva en


muchas ocasiones, debido al potente sistema radicular de los cultivos energéticos. El elemento más
importante en la fertilización de los cultivos es el nitrógeno, ya que generalmente el fósforo y el
potasio, que también se suelen aportar con las dosis de abonado a los cultivos, se encuentran en el
suelo, así como el resto de los elementos que necesitan las plantas en menores cantidades. El nitrógeno
se aporta bien en forma de abonos químicos o de abonos orgánicos (estiércoles) y tiene la
particularidad de lixiviarse con rapidez en cuanto llueve, sobre todo si se encuentra en forma de nitrato
- +
(NO3 ) en lugar de amoniacal (NH4 ). Si se percola a zonas profundas del perfil del suelo a donde la
mayor parte de las raíces de los cultivos no son capaces de llegar, se tiene una importante cantidad de
abono que el cultivo no aprovecha.
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Los cultivos energéticos, al tener la particularidad de poseer importantes sistemas radiculares, buena
parte de sus raíces finas llegan hasta estas zonas aprovechando dichos nutrientes, por lo que son
capaces de desarrollarse sin necesidad de grandes aportes en fertilizantes, solo con lo que sus
predecesores no han sabido aprovechar. A la vista de esto, por tanto, permiten la disminución de la
contaminación del suelo.

Salida alternativa a los residuos ganaderos (estiércoles, lisieres, etc.) generados en las explotaciones
ganaderas de muchas zonas. Cada vez más, la cabaña ganadera ha pasado de criarse en régimen
extensivo o semiextensivo a intensivo, de tal forma que, en el menor tiempo posible, el animal engorde
todo lo posible para que así el ganadero maximice beneficios.

En régimen extensivo (caso de los cerdos ibéricos en las dehesas, el ovino o el vacuno pastando al
aire libre), al realizar ejercicio, el animal gasta energía en moverse y no en formar músculo, mientras
que en intensivo, al no moverse el animal, toda la energía que ingiere la emplea en la formación de
músculo. Es por dicha razón por la que los animales tardan menos tiempo en llegar a un estado
comercial en régimen intensivo.

Hay que tener en cuenta que también se emplean más factores de producción (antibióticos para
evitar la proliferación de enfermedades, alimentación en forma de concentrados, mayores necesidades
de mano de obra, uniformidad en las condiciones térmicas, etc.), generándose también mayor número
de deyecciones sólidas y líquidas que se concentran en un determinado lugar, a diferencia de los
animales que están en extensivo, cuyas deyecciones se reparten por toda la finca. Para el caso de la
cabaña de porcino, en determinadas zonas de Comunidades Autónomas, como la de Cataluña, Castilla
y León y Aragón, el problema de la gestión de dichos residuos es acuciante, ya que muchas veces se
sobrepasa la cantidad de nitrógeno recomendada por hectárea y año, además de esparcirse en parcelas
donde no hay cultivos que los aprovechen, con lo que eso conlleva de contaminación de acuíferos por
el nitrógeno que tiene esos residuos.

Por este motivo, una correcta gestión es interesante, no solo para aportar a cada parcela la cantidad
de residuo adecuada a las condiciones de la misma, sino también para plantear instalaciones de
obtención de energía mediante sistemas de digestión anaerobia, bien de forma individual en cada
explotación o de forma comunitaria en aquellas zonas de alta concentración de naves de porcino.

Eliminación de riesgos presentes en la utilización de combustibles convencionales, derivados de una


mala manipulación o de posibles escapes, al sustituirlos por biocombustibles líquidos. Al depender en
la medida actual de combustibles convencionales derivados del petróleo, la necesidad de transporte de
estos por todo el territorio es obligatoria, por lo que las posibilidades de que haya accidentes de todo
tipo, tanto en carretera como en el mar, son altas.

Además, la historia de estos accidentes demuestra que las consecuencias medioambientales de los
mismos son desastrosas, con repercusiones sobre toda la cadena trófica durante largos decenios,
fundamentalmente en aquellos casos de hundimiento en el mar de petroleros, provocando mareas
negras. Si buena parte de dichos combustibles fueran sustituidos por biocarburantes con origen
vegetal, la necesidad de transporte de dicha materia prima se produciría en menor medida y, por tanto,
los riesgos derivados ya que, aunque se realice transporte por carretera o por vía marítima, al tener
origen vegetal, la contaminación sería prácticamente nula.
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Eliminación de los lixiviados contaminantes producidos en los vertederos. Si se realiza una correcta
gestión de los RSU, su deposición en vertederos incontrolados se reduciría prácticamente en su
totalidad, por lo que la contaminación de los lixiviados generados sería nula, ya que aunque se
depositaran en vertederos, estos serían controlados y todos los líquidos que se generaran consecuencia
de los procesos que se producen en ausencia de oxígeno, serían canalizados, recogidos y tratados
convenientemente, para no tener así daño medioambiental por contaminación de los mismos.

Pero no todo lo que ofrece la biomasa son ventajas, también hay inconvenientes como los que se
comentan a continuación.

Desconocimiento de los cultivos energéticos por parte del agricultor. Muchos de los cultivos que
actualmente no se desarrollan en las explotaciones agrarias se desconocen por parte de los agricultores,
por lo que es necesario que los técnicos de las cooperativas agrarias, de las organizaciones agrarias y
de las Administraciones Públicas, tengan también formación en el sector de los cultivos energéticos y
puedan asesorar conveniente a los agricultores para que pongan en práctica dichos conocimientos
adquiridos y comiencen a cultivar especies con fines energéticos.

Inestabilidad e inseguridad de suministro: en ocasiones, a pesar de existir recurso biomásico en una


determinada zona, y se pueda ubicar una industria de aprovechamiento de esa biomasa, es difícil
establecer para los promotores contratos a muy largo plazo para tener asegurado el suministro de la
misma, ya que generalmente los productores no quieren estar sujetos a unas condiciones y a unos
precios que pueden variar de un año a otro de manera sustancial y ventajosa para ellos, como
consecuencia de destinar la biomasa a otros usos, poniéndose en peligro la viabilidad de la industria.
Es el caso típico de los residuos agrícolas herbáceos que pueden destinarse al mercado energético o al
mercado ganadero para emplearse como alimento o como cama de ganado.

Falta de formación de técnicos en el sector de la biomasa. Unido a lo comentado en el inconveniente


anterior, además de necesitar formación en cultivos energéticos por parte de los técnicos agronómicos,
también es necesario tener formación en biomasa en general, para que todos los recursos que puede
tener un destino energético sean valorizados de forma conveniente, incluso siendo los promotores de
los mismos los propios generadores de aquellas, y obteniendo en todo momento los productos más
interesantes desde el punto de vista económico.

Necesidad de un tamaño de superficie de cultivo energético mínimo para que la central


transformadora sea rentable. Para el caso de una planta de producción de energía eléctrica con residuos
agrícolas herbáceos (paja de cereal) y/o con biomasa de cultivos energéticos (como por ejemplo el
cardo), es necesario conocer la superficie de cultivo que se dispone realmente, así como las cantidades
que se generan de cada una de esas biomasas, para así poder determinar sobre esa base el tamaño
óptimo de la industria y la potencia de producción de energía eléctrica, ya que independientemente de
que exista materia prima susceptible de uso, puede ocurrir que los costes fijos más los variables no
aconsejen el ejecutar dicho proyecto.

Un ejemplo similar se tiene para el caso de una industria de obtención de biocarburantes (bioetanol
por ejemplo) que, si se desarrolla sobre la base de producción de grano de cebada en un entorno
determinado, hay que conocer aproximadamente la cantidad óptima de hectáreas cultivadas de cebada
y su rendimiento, para así fijar la capacidad económicamente rentable de la industria transformadora.
Si esto no se realiza correctamente y se ejecutan los proyectos sin realizar esos importantes análisis de
sensibilidad, el fracaso de los mismos estaría prácticamente asegurado.
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En definitiva, con todo tipo de proyectos, hay que analizar convenientemente la cantidad de materia
prima disponible y, a partir de ahí, determinar la capacidad y/o potencia de la instalación energética.

Impacto ambiental negativo sobre el paisaje de las centrales, pero que es fácilmente enmascarable y
disminuible con un adecuado diseño de las instalaciones. Para el caso tanto de las plantas de
producción de energía eléctrica o de biocarburantes con biomasa de origen agrícola, como de las
plantas de tratamiento de RSU o de residuos ganaderos, que se localizan en zonas rurales, en muchos
casos, próximas a las ciudades. Por dicha razón, la ejecución de las mismas genera indudablemente un
impacto paisajístico importante, que se acentúa si en las proximidades a ellas no hay industrias.

Este impacto se reduce fácilmente si la construcción de las mismas se realiza siguiendo unas pautas,
como la utilización de materiales que tengan colores adecuados al entorno, la colocación de árboles y
vegetación a lo largo del perímetro de la central, etc.

Impacto ambiental causado por el tendido de la línea eléctrica hasta el punto de conexión con la red
en centrales de producción de energía eléctrica. En el caso que se construyan industrias de producción
de energía eléctrica e incluso de industrias de producción de biocarburantes, independientemente del
tipo de biomasa empleada, es necesario el tendido eléctrico de líneas aéreas de alta tensión para poder
evacuar la energía eléctrica producida y/o demandada, según el caso, respectivamente.

Este es el motivo por el que todo tendido nuevo genera indudablemente un impacto negativo sobre
el paisaje y sobre la fauna, sobre todo para las aves que habitan en la zona por los peligros de
colisiones y electrocuciones, independientemente de que se ponga todo el énfasis posible en el tema.
Esto es particularmente importante si el tendido eléctrico puede afectar a una determinada especie que
se encuentra en peligro de extinción.

Trasiego de camiones con biomasa cerca de los núcleos urbanos donde esté instalada la central
eléctrica o la industria transformadora. Tal y como se ha comentado, este tipo de industrias energéticas
se suelen ubicar cerca de núcleos rurales, por lo que, para el proceso productivo, al ser necesarias
grandes cantidades de biomasas, es necesario un importante número de camiones diarios que la lleven
desde el lugar de origen hasta la industria. Esto genera unos inconvenientes, sobre todo por ruido,
sobre la población de los municipios circundantes a la industria pero a veces se prefiere antes que no
tener el empleo y por el beneficio económico que eso conlleva.

Fuertes inversiones económicas a realizar en cada proyecto. Las instalaciones de biomasa con fines
energéticos van asociadas generalmente a grandes inversiones económicas, sobre todo en aquellas
instalaciones industriales donde se esperan importantes beneficios económicos. Es por dicho motivo
por lo que en esos proyectos hay varios socios, que suelen ser empresas del sector, cooperativas
agrarias… con capacidad financiera suficiente, por lo que si a título particular un agricultor desea
acometer un proyecto con biomasa para ganar dinero, tiene que hacerlo de manera asociada con otras
personas y/o empresas.
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Si lo que ocurre es que tiene que mitigar un problema porque genera residuos que tiene que
gestionar convenientemente para evitar posibles sanciones (caso de los residuos ganaderos, por
ejemplo), puede acometer un proyecto de obtención de energía a partir de ellos, generando un
beneficio económico aunque sea reducido por la venta de la energía eléctrica producida, aunque la
finalidad no sea esa y sí la estrictamente medioambiental.

Reducido margen de maniobrabilidad debido al escaso margen económico entre los costes de
producción y el beneficio económico por la venta de la energía producida. Hay que tener en cuenta que
los proyectos de obtención de energía eléctrica, independientemente del tipo de biomasa empleada,
están condicionados por el precio del kilovatio vendido. En lo que se refiere a la biomasa en general,
dicho valor es pequeño y además es generalmente la única fuente de ingreso que se tiene, por lo que, si
a eso se le restan los costes fijos y variables (principalmente por el precio de la materia prima), en
ocasiones hace que los proyectos no tengan una rentabilidad interesante para los inversores.

Es por este motivo por el que las economías de escala son muy importantes, es decir, estudiar
mediante un análisis de sensibilidad el dimensionamiento óptimo de los proyectos para que dicho
margen sea el mayor posible y, por tanto, haya una rentabilidad interesante (viabilidad económica-
financiera), ya que esta se produce únicamente a partir de cierta escala.

Limitaciones presupuestarias por parte de la Administración para la puesta en marcha de este tipo de
energía. Todos los sectores que se inician y que parten prácticamente desde cero deben ser
incentivados en muchas ocasiones por parte de la Administración Pública para demostrar los
beneficios que generan, y una vez que esto esté consolidado, ir reduciendo paulatinamente los apoyos
por parte de aquella para dejarlo libremente al mercado. Al ser el sector de la biomasa con fines
energéticos un sector complicado por las particularidades intrínsecas de dicho recurso energético,
debería ser incentivado en mayor medida que actualmente, y una vez que sea un verdadero atractivo
para las empresas y que estas inviertan en I+D+i, ir reduciendo paulatinamente dichos apoyos.

Además, hay que tener en cuenta que la biomasa forma parte y/o se deriva de un sector tan
protegido desde todas las instituciones como es el agrario, por lo que los apoyos pueden ser tanto
directos como indirectos a las industrias que se deriven.

Necesidad de una eliminación de los impuestos de hidrocarburos para los biocombustibles líquidos
para fomentar así su uso. Actualmente, todas las plantas de obtención de biocarburantes líquidos
(ETBE o biodiésel) existentes están recibiendo por parte de la Administración competente una
autorización de exención del impuesto de hidrocarburos a todos aquellos compuestos líquidos que se
obtienen de materias primas vegetales ya que, si se gravara exactamente igual que con el del petróleo,
no sería competitiva su obtención, pues los costes de materia prima y fabricación son muy superiores a
los que se obtienen con el petróleo.

VII. Fuentes de biomasa


Las fuentes de biomasa que se pueden considerar de forma general y brevemente son las siguientes:
Introducción

Biomasa natural
Se produce espontáneamente en la naturaleza y actualmente es la principal base energética de los
países que se encuentran en vías de desarrollo, por lo que se deberían establecer programas de
gestión de aprovechamiento energético adecuado, porque se pueden originar degradaciones de los
ecosistemas con las consecuencias tan negativas como la deforestación y la erosión de grandes
superficies de terreno que lleva eso asociado, afectando negativamente sobre el cambio climático
ya que desaparecería mucha vegetación de dichas superficies que actúan como verdaderos
sumideros de CO2.

Biomasa residual
Generada en explotaciones agrarias y/o en industrias agroalimentarias. Aquí también se incluyen
los residuos generados como consecuencia de la actividad humana en los núcleos de población.
Los residuos, de forma general, se definen como todas aquellas materias primas que se generan en
las actividades de producción, transformación y consumo, y que no han alcanzado valor
económico en el contexto donde se generan. Desde un punto de vista medioambiental, en algunas
ocasiones provocan graves problemas de contaminación derivados de su mala gestión, por lo que
si se actúa correctamente, pueden ser aprovechados energéticamente con las consiguientes
revalorizaciones económicas.

Una breve clasificación de los mismos sería la siguiente:

Residuos agrícolas herbáceos


todos aquellos restos que los cultivos herbáceos producen en su desarrollo, constituidos por los
restos de cosechas de cereales de invierno y de primavera, de cultivos oleaginosos como el girasol
y la colza y de cultivos para la fibra, como el algodón.

Residuos agrícolas leñosos


todos aquellos restos de los cultivos leñosos producidos en la poda. Tienen carácter estacional,
al igual que los residuos agrícolas herbáceos, y están constituidos por cultivos como los
frutales de pepita, los frutales de hueso, los cítricos, los frutales de frutos secos, el olivo y la
vid.

Residuos ganaderos
aquellos que se generan tanto en las explotaciones intensivas como extensivas. Generalmente
presentan más problema los producidos en las explotaciones intensivas de porcino y vacuno,
aunque al presentarse de forma localizada y concentrada, deberían ser más fácilmente eliminados
y aprovechados. En algunas ocasiones, al tener reducida capacidad de autodepuración el medio
receptor, no se puede absorber toda la producción y se tiene, por tanto, una repercusión e
incidencia negativa en el medio físico, deteriorándolo y ocasionando graves problemas
ecológicos.

Residuos forestales
todos los materiales lignocelulósicos procedentes de los tratamientos selvícolas realizados para
evitar incendios forestales, y de las cortas de pies maderables en montes y en matorrales. Su
correcta evaluación procedería de análisis y proyectos muy detallados de la biomasa existente en
cada zona.
Introducción

Residuos de industrias agroalimentarias


todas aquellas materias primas producidas en la transformación de productos agrícolas. La mayoría
de los residuos clasificados en este grupo son empleados en alimentación animal aunque hay algún
otro que tiene importancia energética, y de forma global se caracterizan por tener altos contenidos
en humedad.

Residuos de industrias forestales


la biomasa generada en este tipo de industrias puede ser de una primera transformación de la
madera (aserraderos, fábricas de tableros, fábricas de pasta y papel, etc.) y de una segunda
(carpintería, fábrica de muebles, etc.), siempre y cuando los residuos generados no posean
sustancias químicas ya que podrían causar contaminaciones atmosféricas. La cantidad de residuo
generado en este tipo de industrias habría que evaluarlo en cada caso particular para precisar la
cantidad lo más aproximadamente posible.

Aguas residuales
producidas como consecuencia de la actividad humana en los núcleos de población (aguas
residuales urbanas) y de la actividad industrial (aguas residuales industriales).

RSU
comprenden un grupo de productos derivados de la limpieza particular de viviendas, comercios y
oficinas, así como los procedentes de la limpieza de las vías públicas, animales domésticos
muertos, muebles y enseres, escombros de obras menores de construcción y reparación
domiciliaria. Por tanto, los RSU son un grupo heterogéneo de productos, cuya producción depende
de factores como el nivel de vida de la población, la época del año, el modo de vida de los
habitantes, el día de la semana, etc. Como biomasa se entiende la fracción orgánica de los RSU.
Excedentes agrícolas
aquellos productos obtenidos como consecuencia de un exceso de oferta en el mercado
alimentario al que van dirigidos. La mayoría de los cultivos tradicionales de secano tienen este
estado, como los cereales de secano como ejemplo más destacado. La situación de la utilización
de los excedentes agrícolas debe ser para remediar dicho problema pero intentando que eso no se
prolongue en el tiempo porque sería insostenible. Solo en el caso de que los carburantes tuvieran
un precio excesivamente elevado, la situación se podría mantener por tener rentabilidad
económica.

Cultivos energéticos
aquellas especies que o bien son las tradicionales desarrolladas para un destino distinto al
alimentario (caso de la cebada, trigo maíz, remolacha, colza, girasol, etc.) o bien son especies
nuevas cuyo potencial o único destino es el energético (pataca, colza etíope, cardo, etc.).
Especies leñosas como el chopo tienen posibilidad en determinadas zonas con suficiente
humedad o agua disponible. Se trata de cultivos que pueden ser tanto acuáticos como terrestres.

VIII. Características de la biomasa


Introducción

8.1. Propiedades físicas

Poder calorífico

Por lo que se refiere a las propiedades físicas, la más importante es la relativa al concepto de poder
calorífico. Hay que decir que hay varias normas UNE que lo definen, como en la UNE 100 000 de
diciembre de 1995, titulada “Climatización. Terminología”, la cual define el poder calorífico como
la cantidad de calor liberado por la combustión de la unidad de volumen o de masa de un
combustible a una presión atmosférica normal y constante de 101.325 pascales y a una temperatura
de 25 ºC si el combustible es sólido y de 15 ºC si es gaseoso, tras ser conducidos los productos de la
combustión a su estado final de oxidación en las condiciones iniciales de referencia. Se diferencian
dos tipos:
Poder Calorífico Superior (PCS)
cuando el agua generada en la combustión está condensada y, por tanto, incluye el calor latente.

Poder Calorífico Inferior (PCI)


cuando el agua generada en la combustión está en forma de vapor de agua y, por tanto, no
incluye el calor latente.

Pero hay otros conceptos que también hay que tener en cuenta a la hora de caracterizar la
biomasa. La norma UNE 9-001-87, titulada “Calderas. Términos y definiciones”, define al poder
calorífico como el número de unidades de calor que se liberan por la unidad de medida (de masa
para el caso de los líquidos o sólidos, y de volumen para el caso de los gaseosos) de un
combustible, quemado en un calorímetro en condiciones definidas inicialmente. Para el caso de los
combustibles líquidos o sólidos, la unidad de medida suele ser el kilogramo y su expresión se
realiza en kilocalorías/kilogramo (Kcal/kg) mientras que, para el caso de los combustibles gaseosos,
la unidad de medida es el metro
cúbico (m3) y su expresión es en Kcal/m 3 de gas en condiciones normales (0 ºC y 1 atmósfera de
presión).

Al igual que se define el PCS, el PCI se expresa como la cantidad de calor que se obtiene al restar
del PCS el calor latente del agua formada en la combustión. Pero, en esta última norma comentada,
además se definen otras expresiones como el “Poder Calorífico según se Quema” (PCQ) (cantidad
de calor correspondiente al peso del combustible seco contenido en 1 kg de producto combustible,
expresado en PCI en las condiciones en que se introduce en el hogar de combustión) y el “Poder
Calorífico Útil” (PCU) (cantidad de calor que resulta al restar del PCI el calor necesario para
evaporar, en la combustión, la humedad del combustible según se quema).
Introducción

Asimismo, la norma UNE 9-205-87 “Calderas. Cálculos relativos a la combustión” también


establece las definiciones anteriores de poderes caloríficos. Además, en ella se determina la relación
entre ellas y la metodología de cálculo, independientemente que el combustible se encuentre en
estado sólido, líquido o gaseoso. Así, para el caso de combustibles líquidos o sólidos en base seca,
una vez que se encuentren perfectamente caracterizados, y al ser únicamente combustibles los
elementos carbono (C), hidrógeno (H) y azufre (S), el PCS se puede determinar aplicando la
siguiente expresión:

PCS = 8.000 x (C) + 34.160 x (H) + 2.500 x (S) Kcal/kg

Si al valor determinado se le resta el calor latente del agua formada en la combustión del
hidrógeno del combustible, se calcula el PCI. La siguiente expresión se obtiene tras tomar como
base que 1 Kg de hidrógeno genera 9 Kg de agua y considerando también el valor de 600 Kcal/Kg
para el calor latente de condensación del vapor de agua:

PCI = PCS – (9 x 600) x (H) = PCS – 5.400 x (H) Kcal/kg

Si el combustible tiene un determinado porcentaje de humedad en tanto por uno (w), la cantidad
de combustible será (1–w) en Kg/kg de producto combustible, determinándose el PCQ y el PCU de
la siguiente manera:

PCQ = PCI x (1–w) Kcal/kg de producto combustible

PCU = PCQ – 600 x w Kcal/kg de producto combustible

Debido a que las biomasas tienen contenidos en humedad diferentes en función de múltiples
variables, se toman como valores característicos de una biomasa el PCS y el PCI en base seca, es
decir, sin contenido en humedad.

Por lo que se refiere a los combustibles sólidos derivados de la biomasa, también conocidos como
biocombustibles sólidos, al ser la fuente de energía renovable más importante a nivel mundial según
se establece por parte de la Agencia Mundial de la Energía en términos de energía primaria, y al ser
considerados por muchos países como verdadera fuente de energía tanto para su aplicación térmica
como eléctrica, caso por ejemplo de la UE que ya los consideraba en el Libro Blanco de las
Energías Renovables publicado en 1998, era necesario el desarrollo de normas específicas que
caracterizaran uniformemente a dichas biomasas sólidos.

Lo comentado es muy importante ya que, en función del valor que tengan algunas de estas
variables, el precio de la biomasa será uno u otro. Además, es preciso establecer a priori todas las
características posibles de las biomasas sólidas que se van a emplear porque de esa manera se
realiza el diseño adecuado de todos los elementos imprescindibles para dicho aprovechamiento
energético.

Ante este panorama, en 1999 y en el ámbito europeo, la Comisión Europea ordenó al Comité
Europeo de Normalización (CEN) que elaborara normas de ámbito europeo para que se pudieran
caracterizar los biocombustibles sólidos. Un año más tarde, se creó el Comité Técnico de
Normalización CEN/TC 335 “Biocombustibles sólidos” y, en 2003, el CEN/TC 343 para la
normalización de los combustibles sólidos recuperados, que incluyen los biocombustibles sólidos
contaminados con compuestos orgánicos o metales pesados.
Introducción

Temperatura de inflamación

Es la temperatura más baja a la cual se inflama el combustible al ponerlo en contacto con una
llama, de tal forma que es imposible mantener la combustión cuando esta se retira. Dicho de otro
modo, es la temperatura más baja a la cual, bajo unas determinadas condiciones, el combustible
produce tal cantidad de vapor como para generar destellos cuando se le acerca una llama.

Temperatura de ignición

Es la temperatura a partir de la cual la llama originada es duradera y persistente, tal y como se


define en la UNE 9- 017-85. Por el contrario, en la UNE 9-001-87 se establece un sinónimo del
concepto anterior y es el de la “temperatura de encendido”, que es aquella para la que el
combustible puede arder, una vez encendido, de manera continuada. A la vista de las definiciones
anteriores, la temperatura de ignición es siempre superior a la temperatura de inflamación.

Humedad

Es el agua que se encuentra en todo combustible. Para el caso de la biomasa es aquella que puede
encontrarse de manera libre o superficial (eliminándose mediante un secado que la evapora) o bien
subsuperficial, que es aquella agua que se encuentra formando parte de la composición de la
biomasa y que para su eliminación es necesaria la degradación de la materia orgánica de la misma.
Un combustible se considera que tiene un alto o bajo contenido en humedad por el agua superficial.
Su contenido se expresa en porcentaje sobre el total en peso del combustible.

Si la definición se ciñe a lo reflejado en la UNE 9- 017-85, “humedad” es la suma de la cantidad


de agua que se evapora mediante un secado al aire libre (conocido como “humedad superficial”) y
de la cantidad de agua que permanece en la biomasa después de dicho secado (conocido como
“humedad inherente”). Según la UNE 9-001-87, “humedad” es la cantidad de agua que contiene una
sustancia en estado sólido, líquido o gaseoso, expresado siempre como porcentaje en peso.

8.2. Análisis del combustible


Introducción

Materia volátil
Es toda aquella materia que se desprende de un combustible al calentarlo durante un periodo de
siete minutos a una temperatura uniforme de 925 ºC y en condiciones de ausencia de oxígeno,
según la UNE 9-017-85. Si lo que se tiene en cuenta ahora es la UNE 9-001-87, “materia volátil”
son todos aquellos productos gaseosos que se desprenden o que pueden hacerlo de un combustible
en estado sólido o líquido. Dicho de otro modo, son todas aquellas combinaciones de carbono,
hidrógeno y otros gases. Su contenido se expresa en porcentaje sobre el total en peso del
combustible en base seca.

Hay que decir que existen fórmulas que determinan el contenido de volátiles en un combustible,
como la que permite su determinación a partir del análisis elemental:

% MV = (10,61 x%H) – (1,24 x%C) + 84,15

Cenizas
La UNE 9-017-85 las define como el resultado de la combustión completa de un combustible, una
vez que se descuentan las materias extrañas que puedan acompañarlo. También se puede definir
como lo expresa la UNE 9-001- 87, que es toda aquella materia inorgánica e incombustible que se
encuentra en un combustible parcial o totalmente incinerado, de tamaño superior a 100 micras de
diámetro y que puede ir arrastrada por los humos de la combustión. Se trata de elementos que
disminuyen el poder calorífico de un combustible, y su contenido se expresa en porcentaje sobre el
total en peso del combustible pero en base seca.

Materias extrañas
Aquellos compuestos no combustibles que puede incorporar un combustible y que varían
dependiendo del origen de los mismos, tal y como se recoge en la UNE 9-017-85. Se
expresan también en tanto por ciento en peso.

Carbono fijo
Por lo que respecta a la UNE 9-017- 85, en ella se define como el residuo en estado sólido que
resulta de la determinación de los volátiles, eliminadas ya las cenizas y las materias extrañas que
se encuentren en el combustible. En la UNE 9-001-87, se define también como aquel residuo
carbonoso (sin contar la ceniza) que se obtiene tras la extracción de los volátiles. Se expresa en
tanto por ciento en peso y la expresión que lo determina es la siguiente:

Cfijo = 100 – Humedad – Volátiles – Cenizas – Materias extrañas

Análisis químico
También conocido como “análisis elemental”, es aquel que se realiza para cuantificar el porcentaje
en peso de los elementos químicos que constituyen los combustibles sólidos, líquidos y gaseosos y
las cenizas lo componen. Se expresan en base seca o libre de cenizas y humedad. Generalmente, las
fracciones que son determinadas son las relativas al carbono, el hidrógeno, el oxígeno (O), el
azufre (S), el nitrógeno (N), el cloro (Cl) y el fósforo (P), así como otros elementos químicos y
cenizas.

8.3. Análisis de las cenizas


Introducción

Propiedades físicas. Para las cenizas, interesaría que se facilitaran las temperaturas que a
continuación se van a definir, tanto en ambiente de atmósfera reductora como oxidante, colocando a
las cenizas en forma de pirámide de base triangular:

Temperatura de deformación inicial


temperatura a la que se redondea el vértice de la muestra.

Temperatura de reblandecimiento
temperatura a la cual la muestra de cenizas adquiere forma esférica, con igual altura que base.

Temperatura de fusión
temperatura a partir de la cual se funden las cenizas tomando una forma casi plana.

La temperatura de fusión de las cenizas es importante ya que es la que determina la capacidad de


aglomeración de las mismas, pudiéndose originar varios fenómenos:

Clinkering
si se produce en la parrilla. Si tiene forma de “torta” el nombre que recibe es el de “matting”.

Slagging
es la acumulación de las cenizas en las partes sometidas a la radiación.

Fouling
es la acumulación de las cenizas en las partes sometidas a convección.

Análisis químico

Se determina el porcentaje en peso de los compuestos químicos que forman parte de las cenizas.
Estos son los siguientes: Na2O, K2O, Fe2O3, Al2O3, SiO2, TiO2, CaO, SO3, MgO, P2O5, MnO.

De los compuestos anteriores, algunos dan un carácter ácido a las cenizas si se encuentran en
mayoría (SiO2, Al2O3, TiO2), otros dan un carácter básico (Fe2O3, CaO, MgO, Na2O, K2O,
P2O5, SO3), pudiéndose a partir de eso determinar el porcentaje de cenizas básicas, ácidas y la
relación básico/ácido, respectivamente, tal y como se establece a continuación:
Introducción

De manera general, cuando se trabaja con análisis de biomasas, se suele decir que se hacen dos
tipos de análisis: elemental (se determina el contenido en C, H, N, O y S) e inmediato (se calculan
los porcentajes de cenizas, humedad, volátiles y carbono fijo), por lo que vale todo lo comentado.

En ocasiones, es interesante determinar otros parámetros como los que se comentan a


continuación, únicamente para los combustibles sólidos, con independencia de la forma que tengan
estos:

Análisis granulométrico
aquel que se emplea para determinar la distribución de tamaños de las partículas del combustible.
Es importante su determinación para caracterizar el sistema de distribución de aquel.

Índice de molienda
determina la facilidad que tiene un combustible para ser o no pulverizado. Su obtención es
importante para determinar la capacidad y las características del molino.

Índice de ensuciamiento
se determina a partir del análisis de las cenizas del combustible y es un buen indicador para
establecer si el combustible provoca problemas de ensuciamiento durante la combustión.

Análisis de metales pesados


importante para predecir posibles problemas de los sistemas de filtrado de cenizas volantes.

Índice de abrasibidad
determina si es posible la existencia de problemas de erosión en las superficies de intercambio de
los equipos de combustión y, por tanto, está relacionado con el contenido en sílice que tenga la
biomasa.

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