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TRANSFORMACIÓN DE

IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA


VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA
CONSTRUCCIÓN DE PAZ

Cindy Johana Rodríguez Vaca

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas,
Departamento de Trabajo Social
Bogotá, Colombia
2018
TRANSFORMACIÓN DE
IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA
VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA
LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ

Cindy Johana Rodríguez Vaca

Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar al título de:
Especialista en Acción sin Daño y Construcción de Paz

Directora:
Doctora Claudia Patricia Sierra Pardo

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas,
Departamento de Trabajo Social
Bogotá, Colombia
2018
IV Resumen y Abstract

Resumen
El presente documento surge a partir de la imperante necesidad de construir paz en la
sociedad colombiana, reconociendo el diálogo y la transformación de los espacios
relacionales a la violencia como aspectos esenciales. A lo largo del documento la autora
expone y relaciona los conceptos claves de su análisis, donde resalta la relación entre
la violencia y las mujeres. Desde ahí propone las posibles estrategias a desplegar para
la transformación de imaginarios sociales sobre violencia como apuesta para la
construcción de la paz positiva.

Palabras clave: imaginario social, imaginación moral, espacio relacional, paz positiva,
violencia cultural, violencia estructural, violencia directa, opresión.

Abstract

The present document arises from the commanding need to construct peace in the
colombian society, recognizing the dialog and the transformation of the relational spaces
of violence as essential aspects. Along the document, the authoress exposes and relates
the key concepts of her analysis and highlights the relation between the violence and the
women. From there, strategies are proposed to be opening for the possible transformation
of imaginary social on violence as bet for the construction of the positive peace.

Keywords: imaginary social, moral imagination relational space, positive peace, cultural
violence, structural violence, direct violence.
Contenido V

Contenido
Pág.

Resumen .........................................................................................................................IV

Introducción. ................................................................................................................... 1

1. Construcción de paz, una apuesta conceptual y práctica. ................................... 5


1.1 Género y construcción de paz ......................................................................... 8

2. La violencia desde los imaginarios sociales. ...................................................... 11


2.1 El imaginario social........................................................................................ 11
2.2 La violencia ................................................................................................... 16
2.3 La mujer en los imaginarios sociales sobre la violencia ................................. 22
2.4 Hacia la transformación de imaginarios sociales sobre la violencia ............... 25

3. Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé,


Bogotá D.C. ................................................................................................................... 30
3.1 Percepciones y sentires de mujeres sobre la violencia y la paz ..................... 32
3.2 Percepciones y sentires de profesionales sobre la violencia y la paz ............ 37

4. Conclusiones. ........................................................................................................ 41

Bibliografía .................................................................................................................... 45
Contenido VI
Introducción.
La paz, una palabra, una idea, un imaginario que despierta las más profundas emociones,
deseos y anhelos. Sin embargo, hablar de paz actualmente en Colombia, es remitirse a lo
desconocido e imposible. Y es que no es fácil hablar de paz en un país que lleva a cuestas
una violencia sociopolítica, asociada a la desigualdad, la pobreza, la inequidad y la
exclusión en la sociedad. No es fácil hablar de paz cuando se legitimó la lucha armada
como vía para erradicar las prácticas históricas de exclusión e inequidad, instaurando la
violencia como algo natural y cotidiano en nuestras vidas. Tampoco es fácil hablar de paz,
en donde la cultura de la violencia se ha instituido como determinante del espacio
relacional.

Todo esto ha llevado a que, en lugar de fortalecerse la paz en el seno de la sociedad, se


haya generado una aguda polarización social que se fundamenta muchas veces desde los
imaginarios sociales construidos sobre la violencia, la paz, el conflicto y la justicia y a su
vez, de los múltiples impactos diferenciales por territorio y sector poblacional generados
por la violencia sociopolítica del país.

A este panorama, hoy se suma un acuerdo de paz entre el gobierno nacional y uno de los
actores del conflicto armado. Dicho acuerdo, propone romper o limitar con el espacio
relacional de la violencia directa, por lo menos, la relacionada con la lucha armada, lo que
produce profunda esperanza y desesperanza al mismo tiempo, ligado a los sentires y las
percepciones de cada persona y colectivo, constituyentes de la sociedad colombiana.

Por consiguiente, nos enfrentamos a un escenario complejo para la construcción de la paz,


ya que la presencia de estos imaginarios, prejuicios, sentires y percepciones se han
utilizado para consolidar posturas e intereses ideológicos, económicos, políticos, sociales
y personales, que configuran la conducta y por ende la vida social, alejando a gran parte
2 Introducción

de la población de la idea inicial de construir una paz estable y duradera que beneficiara a
toda la sociedad.

En este sentido, la construcción de paz requiere de voluntades políticas, individuales y


sociales, no obstante, muchas veces estas voluntades han estado mediadas por
imaginarios sociales, generalmente introyectados por un orden social existente que se
niega a dejar de existir o de transformarse en función de la sociedad en general,
obstaculizando, por ende, la construcción de una paz positiva sostenible en el tiempo.

Por tal razón, el presente trabajo se centra en el reconocimiento y análisis de los


imaginarios sociales sobre la violencia y su transformación. De ahí que, se examina el
enfoque de construcción de paz, dándole paso al imaginario social como determinante de
comportamientos en la sociedad. Asimismo, el documento analiza las interpretaciones de
la violencia haciendo énfasis en la violencia sobre las mujeres y el papel de las mismas
como constructoras de paz. Finalmente se espera reconocer imaginarios sociales sobre la
paz y la violencia en mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santa Fe de
la ciudad de Bogotá, como mecanismo para contrastar la teoría con la práctica.

De este modo, el papel de las mujeres en la eliminación de la violencia y la construcción


de paz adquiere relevancia, más aún cuando lo que se busca de alguna manera, es ampliar
la participación de sociedad en la construcción de paz, generando ruptura, con
planteamientos que centran la construcción de paz exclusivamente en víctimas del
conflicto armado, alejando a las poblaciones que históricamente han sido excluidas y
víctimas de violencias estructurales visibles en la cotidianidad.

Lo anterior adquiere importancia, puesto que durante mi formación y experiencia


profesional he evidenciado que el análisis y contribuciones académicas a las problemáticas
y afectaciones sociales se encuentran fragmentadas como si cada una de ellas fuera una
esfera particular en contextos, afectaciones y actores. Con mi perspectiva, no anulo que
cada colectivo poblacional tiene sus características particulares, por el contrario, considero
que para transformar realidades se requiere análisis profundos sobre estos, posibilitando
generar alternativas que afronten las causas de los conflictos y violencias. Mucho más
cuando desde la especialización de Acción sin daño y Construcción de Paz, se profundizó
Introducción 3

en que la construcción de paz posibilita comprender la paz como el proceso que enfrenta
las causas estructurales o profundas de los conflictos de la sociedad en general y de
espacios particulares a partir de mecanismos sociales y políticos que permitan enfrentarlos
y transformarlos sin violencia.

Para tal finalidad, nos situaremos en la investigación cualitativa utilizando la modalidad de


estudio de caso, puesto que nos permite desarrollar un conocimiento desde lo particular.
Esta perspectiva nos permite enfocar en categorías pre establecidas que tienen como
objetivo evidenciar cómo los sujetos construyen su realidad desde una situación particular.

Con el fin de alcanzar la transformación de imaginarios sobre la violencia, como apuesta


para construir paz, tomaremos como estudio de caso a una población en situación de
vulnerabilidad, como lo son las mujeres adscritas a programas del Hogar AmaneSer de la
localidad de los Mártires, barrio Santa Fe. Para ello, se realizó revisión bibliográfica de
categorías como: imaginarios sociales, violencia, opresión y construcción de paz. Así
mismo, se desarrollaron entrevistas semiestructuradas a mujeres del programa y se
realizaron grupos de discusión con el equipo de profesionales del proyecto “prostitución y
conflicto” suscrito entre la Asociación Cristiana de Jóvenes y la Unión Europea. Dichas
propuestas metodológicas, tienen como finalidad reconocer las percepciones, sentires y
posiciones entorno a la violencia y la paz.

Con el fin de cumplir con el objetivo propuesto, el documento se conformará de tres


apartados. El primero de ellos abordará y profundizará la construcción de paz y su relación
con la transformación de imaginarios de la violencia y la generación de cambios sociales.
El segundo apartado analiza los imaginarios sociales y la violencia y busca comprender
hasta qué punto se convierte en un elemento interiorizado en el espacio relacional. Por
último, expondrá las percepciones, opiniones sobre violencia y paz de mujeres en situación
de vulnerabilidad social del barrio Santa Fe, con el fin de realizar un análisis desde el
imaginario social. Logrando así, evidenciar la necesidad de abordar los imaginarios
sociales como una apuesta teórica y práctica que posibilite la construcción de paz.
1. Construcción de paz, una apuesta
conceptual y práctica.
El concepto de construcción de paz es
relativamente nuevo, aunque representa un ideal
antiguo: ¿cómo acabar con la violencia y construir
sociedades pacíficas, prósperas y
sólidas? (Neufeldt. 2002, citado por Zapata,
2013)

El ideal de construir la paz en la sociedad y acabar con la violencia en la misma, puede


resultar una simple tarea, si se fundamenta que la paz se logra a través de la imposición
de ideas, la instauración del pensamiento único, el anular a contradictores, o en el caso de
sociedades como la colombiana, habrá personas que plantean que la única posibilidad
para alcanzar la paz es a través del silenciamiento de los fusiles de los grupos alzados en
armas, a través de negociaciones o de la fuerza de la violencia “legítima” del estado. En
palabras de Galtung (2003), lo anterior instaura una paz negativa cuyo propósito es
eliminar la dinámica de guerra y violencia directa, sin cuestionar el orden social establecido,
muchas veces generador de violencias.

Sin embargo, construir paz va más allá de lo expresado anteriormente. No lograremos una
sociedad pacífica, próspera y sólida, sólo con una paz impuesta que no tiene en cuenta al
conjunto de la sociedad, desde el político más influyente hasta la persona del “común”
deben jugar un papel primordial en su construcción. Ahora bien, ¿qué implica abordar la
construcción de paz? ¿Cuál es su propósito? ¿Por qué se caracteriza? y ¿cómo se
constituye la paz como imaginario social en conjunto de la sociedad? Es ahí donde la
construcción de paz como enfoque, adquiere un papel protagónico en la medida que aporta
a la respuesta de estos interrogantes.
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
6

Según Galtung (2003), la paz positiva se orienta a eliminar progresivamente la violencia


que proviene de estructuras sociales, políticas y económicas generadoras de las
desigualdades e inequidades sociales, es decir, la violencia estructural. De igual forma,
pretende eliminar las manifestaciones de la violencia directa y suprimir la estructura
simbólica que legitima la violencia estructural y directa, dicho de otra manera, violencia
cultural. “En este caso, paz no equivaldría únicamente a ausencia de conflicto o guerra
sino a la ausencia de violencia en todas sus formas”. (García, 2011, p.10)

Por consiguiente, la construcción de paz positiva es un proceso espacial y temporal cuya


finalidad es provocar un cambio que infiera en los espacios relaciones y a su vez en lo
estructural y cultural de la sociedad. De ahí que, “la construcción de paz es un
emprendimiento político que busca proteger la vida y promover condiciones dignas en
contextos de alta conflictividad y violencia a través de lograr mecanismos sociales y
políticos que permitan enfrentar y transformar los conflictos y la violencia” (Paladini, 2011,
p.24).

En efecto, la construcción de paz implica generar cambios a corto, mediano y largo plazo,
que pasa por garantizar la seguridad a través de enfrentar los problemas inmediatos y
urgentes, fortalecer las capacidades locales para la construcción de paz, hasta promover
reformas en lo político, económico, social, cultural, con el fin de lograr transformar causas
de la violencia estructural.

En este sentido, Paladini (2011) argumenta que “la construcción de paz demanda la
interrelación entre los esfuerzos político institucionales que centran en crear las
condiciones de seguridad y orden público que permitan poco a poco, iniciar procesos de
reforma y transición política hacia sistemas de gobierno estables y hacia cierto desarrollo
económico y niveles de integración en el contexto internacional (...) y los esfuerzos desde
las comunidades y los territorios con visiones y procesos transformadores en lo político, lo
económico, lo cultural, lo social y lo ambiental”(p.18). Es así que, la construcción de paz
es un cúmulo de esfuerzos institucionales, territoriales y comunitarios que demandan de
cada parte un compromiso perdurable en el tiempo.
Construcción de paz, una apuesta conceptual y práctica. 7

Paladini (2011) afirma que la construcción de paz exige un proceso de transformación en


el contexto, las estructuras, actores y los temas. En el contexto, puesto que se requiere de
cambios y ajustes en el sistema económico, político y social a nivel local, regional, nacional
e internacional. En las estructuras, dado que el sostenimiento de conflictos y violencias se
sitúa en la desigualdad y en prácticas de exclusión y marginalización provocadas por
estructuras económicas, culturales, sociales y políticas. En los actores, en la medida que
se fortalecen las capacidades locales para la paz alejándose de la reproducción de la
violencia. Y, por último, se requiere la transformación de los temas, cuyo fin es afrontar la
polarización a través de abrir espacios de discusión y diálogo, así́ como alternativas para
la conflictividad.

Por otro lado, Lederach (2008) sostiene que “trabajar por la paz, es aceptar la complejidad”,
puesto que se enfrenta a la multiplicidad, interdependencia y simultaneidad de actores,
acciones e iniciativas, aunado a la necesidad de pensar en los nudos, el entramado, las
conexiones y las intersecciones de las relaciones, lo que nos conlleva a reconocer las
pautas y dinámicas que generan y sostienen dicha complejidad.

De ahí que, la construcción de paz requiere emprender múltiples procesos de cambio


social a través de plataformas de relacionamiento transversal a los niveles y poblaciones
afectadas por el conflicto y la violencia que posibilite el proceso de reconstrucción de
relaciones por medio de tejido social y redes. Al respecto Lederach (2008) nos habla del
tejido de redes relacionales, como un proceso continuo y dinámico, igualmente, nos hace
referencia de cómo las redes se pueden ver como un proceso resiliente. Es innovador, en
el sentido de que se inventan y reinventan constantemente según el contexto y el tipo de
relaciones sociales que se dan en el contexto específico. Es flexible, ya que no se basa en
un proceso rígido y estático, sino que, por el contrario, su esencia es la dinamicidad ante
los retos. Todo esto como muestra de su capacidad de adaptarse a las condiciones
cambiantes.

Con base en Lederach (2008), la construcción de paz se fundamenta en la imaginación


moral, es decir, en los actos creativos que conduzcan a cambios sociales y a la
transformación de realidades. Estos actos creativos, se basan en dos capacidades
principales: la primera, la capacidad de imaginar una relación lejos de los patrones de
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
8

violencia, aún si la violencia se encuentra presente. La segunda, la capacidad de


comprender que el bienestar propio conlleva al bienestar del otro, de la comunidad.

En conclusión, el enfoque de construcción de paz nos remite a asumir el compromiso de


promover la imaginación moral por medio de la cooperación y el diálogo, posibilitando
cuestionar prácticas e imaginarios sobre la violencia. En la medida, que permita a las
personas y comunidades reconocerse, experimentar, prever, conformar, significar e
imaginar en una red de relaciones donde se genere ruptura con el espacio relacional de la
violencia y fomente la creencia del cambio deseado.

1.1 Género y construcción de paz

Lederach (2008) alude a construir espacios de dignidad relacional y compromiso


respetuoso, de modo que nos sitúa a reconocer las prácticas históricas excluyentes
socioeconómicas y políticas, como: el patriarcado, la homofobia, la xenofobia, entre otros.
Por tal razón, desde el enfoque de construcción de paz, construir espacios de dignidad
relacional puede significar la generación de inclusión a los grupos que históricamente han
sido afectados por las desigualdades sociales. Esto implica reconocer “las necesidades,
las visiones y las posibilidades de estos actores, ya sean grupos étnicos culturales
diferenciados, grupos sociales y/o grupos etáreos.” (Paladini, 2011, p.45)

Entre dichos grupos que han sufrido la desigualdad social, el enfoque de construcción de
paz evidencia cómo las mujeres se han visto afectadas en las dinámicas de guerra y
violencia sociopolítica, de igual forma evidencia cómo han sido excluidas de las
oportunidades y condiciones para un buen vivir, tal como los espacios políticos de la paz.

Por tal razón, la construcción de paz retoma el enfoque diferencial, en la medida que
posibilita entender la forma de análisis y de actuación social y política que, por una
parte, identifica y reconoce las diferencias de género, etnia y edad, entre otras
categorías; y por otra, sus implicaciones en términos de poder, de condiciones de vida
y de formas de ver el mundo. A partir del reconocimiento de las diferencias y sus
implicaciones, el enfoque diferencial busca la transformación o supresión de las
inequidades y de sus expresiones de subordinación, discriminación y exclusión social,
Construcción de paz, una apuesta conceptual y práctica. 9

política y económica. Busca la reivindicación y legitimación de las diferencias, desde la


perspectiva de los derechos humanos. (Montalegre & Urrego, 2011, p.12)

Por otro lado, constantemente la relación entre mujeres y paz se ha encontrado asociada
a “características fenotípicas por el hecho de ser mujer”, es decir, que, por ser capaces de
dar vida, son más dispuestas a la empatía, cuidado, paciencia, son más pacíficas. Dicho
de otra manera, las relaciones y escenarios -como la paz- donde se desenvuelven las
mujeres están cargados de estereotipos de género que normativiza y legitiman dicotomías
como: mujer pacífica/hombre violento (Magallón, 2006), en el cual se convierte en
contradicción ser mujer y perpetuadora de violencia y así legitimar exclusiones sociales a
quienes no entran en esos parámetros. Por tal motivo, es necesario reconocer y
transformar esos imaginarios sobre las mujeres que ejercen desigualdades y exclusiones
sociales sobre ellas, con el fin de construir espacios de dignidad.
2. La violencia desde los imaginarios
sociales.
La construcción de paz no es un asunto exclusivo de profesionales, técnicos, víctimas de
violencia sociopolítica y actores armados, por el contrario, la construcción de paz positiva
en la sociedad requiere de la participación del conjunto de individuos que la componen,
independientemente de su raza, género, credo, condición socioeconómica y posición
política. Así mismo, requiere de la mayor creatividad e imaginación, refiriéndonos a la
capacidad que debemos tener todas y todos, para formar unas relaciones alejadas de los
patrones de violencia existente en la sociedad, creando nuevos imaginarios y combatiendo
los que no han permitido el avance a sociedades más justas, equitativas e igualitarias.

De ahí que, la construcción de paz requiere definitivamente, abordar los imaginarios


sociales existentes en la sociedad y su relación con la misma. Dado que es a partir de
estos que los espacios relacionales se desenvuelven, así como, es en dichos espacios
donde se crean y recrean los imaginarios sociales producto de la interrelación de los
individuos. En el caso específico del presente análisis, nos detendremos en los imaginarios
sociales sobre la violencia, su relación con la opresión, las mujeres y la paz.

2.1 El imaginario social


Anteriormente, hablamos de cómo el enfoque de construcción de paz nos remite a asumir
el compromiso de promover la imaginación moral por medio de la cooperación y el diálogo,
posibilitando cuestionar prácticas e imaginarios sobre la violencia. De igual forma,
hablamos de cómo la imaginación moral permite a través de plataformas relacionales de
cambio social, la eliminación de la violencia que vivimos y la posibilidad de construir
espacios relacionales con ausencia de violencia. Pero, ¿qué son los imaginarios sociales?
y ¿qué son los espacios relacionales y las plataformas relacionales de cambio social?
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
12

Al hablar de plataformas relacionales de cambio social, es claro que lo relacional se refiere


a los espacios donde el ser humano interactúa como ser social, donde se relaciona con
los otros, como individuo perteneciente a un conjunto o colectivo. Al respecto no cabe duda
de que el ser humano se debe a la sociedad y siempre está en función de ella, de igual
forma es claro que existen diferentes sociedades que por más que se parezcan o se crea
semejantes no lo son y que por el contrario existen diferencias abruptas entre una y otra.

Es así, que por más que se trate de hablar de sociedades homogéneas a nivel mundial y
de un mundo globalizado, entre otros conceptos homogeneizantes, debemos decir que la
heterogeneidad es tal, que a pesar de que exista un orden mundial dominante adscrito a
un modelo económico predominante, las sociedades revelan sus diferencias
constantemente y nos muestran un mundo de variedad de pensamientos, ideas, prácticas,
valores, mitos, héroes, leyendas etc.

En este orden de ideas, cada sociedad genera algo que la instituye en un proceso histórico,
le da identidad a sí misma y al conjunto de individuos que la componen, que le permite
unirse y cohesionarse, generando consigo un orden social que lleva a que los individuos
se supediten a los intereses de una clase social dominante por medio del imaginario social
y sus instituciones.

El imaginario social en esta interpretación implica dos dimensiones: la primera, el


imaginario instituyente, entendido como “la obra de un ente colectivo humano que crea
significaciones nuevas que subvierten las formas históricas existentes” (Poirier 2006,
62). La segunda, imaginario instituido, es un “conjunto de instituciones que encarnan
esas significaciones y les confieren realidad sean ellas materiales o inmateriales” (63).
La noción de institución en Castoriadis tiene un sentido amplio que incluye normas,
valores, lenguaje, herramientas, procedimientos y métodos tanto para afrontar las
situaciones de la existencia y orientar la acción, como para construir al individuo mismo
(citado por Poirier 2006, 63). (Sierra, 2015)

En este sentido, elementos como: el estado, la religión, la propiedad privada, la sexualidad


y la empresa, la familia, entre otras, se convierten en instituciones creadas y consolidadas
dentro del imaginario general de la sociedad, instituciones que se consolidan y se
fortalecen a través del orden social establecido.
La violencia desde los imaginarios sociales. 13

Por otro lado, al hablar de imaginario social, debemos decir que es una construcción que
siempre está sujeta al colectivo, sin desconocer el papel de la imaginación1 del ser humano
singular, es decir, del individuo. Esta idea se refuerza, si consideramos a la sociedad como
un conjunto de seres humanos con características de independencia e interdependencia,
dejando atrás la falsa contradicción de individuo y sociedad, acaso es posible ver un ser
humano aislado de la sociedad o una sociedad sin individuos, la respuesta es, ¡no!

En palabras de Agudelo (2011), se plantea que el imaginario social no se puede construir


solo de la imaginación de un individuo, necesita de las narraciones y construcciones
colectivas que le dan sentido e identidad a un imaginario social. En esta medida, el
planteamiento de Imaginario2 se convierte en transversal en el análisis de la transformación
de espacios relacionales, mucho más cuando se afirma que: todo lo que es la sociedad se
construye a través del poder de creación de los seres humanos, tanto colectiva como
individualmente, que con el transcurrir del tiempo se convierten en elementos reales y
aceptados por los mismos.

En palabras de Castoriadis (2001), espíritus, dioses, dios, polis, ciudadano, nación, estado,
partido, mercancía, dinero, capital, tasas de intereses, tabú, virtud, pecado, son
construcciones y narraciones colectivas que le dan sentido a la existencia misma de ser
social. Por lo tanto, podríamos decir que el imaginario social se convierte como lo planteó
Girola al citar a Taylor en la forma en que el ser humano imagina su existencia social:

Taylor sostiene que un imaginario social es la forma en que la gente imagina su


existencia social, como convive con los demás, las expectativas que definen lo que
considera normal, y las nociones e imágenes normativas profundas e implícitas que
subyacen a estas expectativas (…) es necesario señalar que un imaginario social se
conforma no por elementos explícitos y teóricamente construido, sino por leyendas,

1
Por lo tanto, resulta natural llamar a esa facultad de innovación radical, de creación y de formación, imaginario
e imaginación. (Castoriadis, 2001, p.94)
2
Imaginario porque la historia de la humanidad es la historia del imaginario humano, y de sus obras. Historia
y obras del imaginario radical, que aparece apenas existe una colectividad humana: imaginario social
instituyente que crea la institución en general y las instituciones particulares de la sociedad considerada,
imaginario radical del ser humano singular. (Castoriadis, 2001, p.93)
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
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mitos, historias, estereotipos, prejuicios, tradiciones y apreciaciones diversas, que si


bien en ciertos casos pueden expresarse verbalmente, otras veces aparecen como
supuestos e imágenes subyacentes a la interacción (Girola, 2008, p.24)

Por consiguiente, el concepto de imaginario social, es un elemento no estático que está en


constante evolución y construcción donde interviene la sociedad y el individuo,
posibilitando la transformación y el poder agenciar el cambio social a partir de la
configuración del imaginario radical, “como elemento instituyente de la dinámica de la
sociedad, el imaginario social concretiza la capacidad de simbolización, continua e
inevitable, propia del ser humano; en otras palabras, la posibilidad de creación constante
e indeterminada de figuras, formas e imágenes” (Sierra, 2015, p.119).

El imaginario radical, se refiere al imaginario que crea nuevos paradigmas de pensamiento


en ocasiones alejados del orden existente, es aquí donde Castoriadis afirma que el
imaginario social, utiliza estos paradigmas y los hace suyos, los supedita y los hace
funcionales a su orden social y a su gran institución constituida. “es necesario, pues, que
esta imaginación radical de los seres humanos sea dominada, canalizada, regulada y
convertida en apta para la vida en sociedad y también para lo que llamamos realidad. Eso
se lleva mediante su socialización, en el curso de la cual absorben la institución de la
sociedad y sus significaciones, las interiorizan, aprenden el lenguaje, la categorización de
las cosas, lo que es justo e injusto, lo que se puede hacer y lo que no se debe hacer, lo
que hay que adorar y lo que hay que odiar” (Castoriadis, 2001, p.97).

Es así, que la institución imaginaria de la sociedad genera una opresión y subordinación


de los individuos, en la mayoría de los casos invisibilizada; el imaginario social, crea
individuos, los subordina, los alinea y los obliga -así no se den cuenta- a reproducirlo. “De
conformidad con sus normas, la institución produce individuos, quienes, por construcción,
son no solamente capaces de reproducir la institución, sino que están obligados a
reproducirla. La “ley” produce los “elementos” de manera tal que el funcionamiento de estos
incorpora, reproduce y perpetúa la “ley”.” (Castoriadis, 1986, p.68)

De acuerdo con Castoriadis (2001) el imaginario social, crea una sociedad heterónoma
que por más que esté conformada por individuos “autónomos” que tienen pensamientos
La violencia desde los imaginarios sociales. 15

y comportamientos propios, todos están sujetos al criterio social que establece la


institucionalidad. “He definido la heteronimia como el hecho de pensar y actuar como lo
exige la institución y el medio social (abiertamente o de un modo subterráneo).”
(Castoriadis, 2001, p.108) En otras palabras, el imaginario social instituido, crea un orden
social que no impone comportamientos, pero si conduce acciones hacía unos objetivos
claros.

Es por esto que debemos afirmar que la única forma en que el imaginario social, se
consolide como idea central de una sociedad es por medio de la ausencia de la
confrontación de ideas y cuestionamientos a la misma, solo cuando se logra alejar de los
individuos la razón y predomina las emociones, se impone en las conciencias y en el
inconsciente de los individuos el imaginario social. En este sentido, el cambio y la
transformación del imaginario social sólo es posible si triunfa la razón sobre el mito y lo
irreal.

Es por ello que los mitos se usan y se los hacer respetar, “vivir en el mito es vivir sin
rebelarse”, aceptar la ley de los ancestros. (Enríquez, 1992) …el mito toma la apariencia
de logos y se inserta así en la trama de nuestra cotidianidad respondiendo a la
necesidad de sostén y reforzando la cohesión grupal (...)De este modo la institución
tiene la opción de conformar un imaginario ilusorio en el sentido de responder a los
deseos, fantasmas y demandas de sus miembros, quienes se ven amenazados por los
que tienden a impedir su misión, expresándose como institución protectora y poderosa
y ocupando la totalidad del espacio Psíquico de los actores que la conforman. (Arias y
Gómez, 2008, p.78)

En principio, el imaginario social nace del imaginario colectivo e individual3 (primando lo


colectivo sobre lo individual, pero no excluyéndolo), sin embargo, no indica que el
imaginario social sea creado por consenso total en la sociedad, muchas de las instituciones

3
hay que mencionar además, que se trata de imaginario porque viene de la imaginación del hombre, de su
creación individual y colectiva que es la que le da forma a la sociedad, “Llamo imaginarias a estas
significaciones porque no corresponden a elementos “racionales” o “reales” y no quedan agotadas por
referencia a dichos elementos, sino que están dadas por creación y las llamo sociales porque sólo existen
estando instituidas y siendo objeto de participación de un ente colectivo impersonal y anónimo”. (Castoriadis,
1986, p 68)
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
16

imaginarias sociales son impuestas o introyectadas, para lograr un dominio y control por
una clase social “selecta” que se consolida cada vez más con el imaginario instituido.

Lo anterior, lo podemos analizar desde la estrecha relación que mantiene el imaginario


social con la ideología, como concepto, mucho más si retomamos el análisis marxista que
expresa que la ideología es la manifestación que suma la posición de clase del individuo y
la teoría que sustenta esta posición, generando una manera particular de ver el mundo.
Por lo tanto, el imaginario social plasma una construcción colectiva, pero es la posición de
clase lo fundamental a la hora de su construcción y mantenimiento.

Sin embargo, lo anterior no significa que el cambio social y la transformación de los


imaginarios sociales no se pueden lograr. Por el contrario, si los que proyectamos el
imaginario radical entendemos la anterior situación y se la hacemos entender a los demás,
se podrá transformar la realidad, empoderando a los sujetos, llevándolos a comprender lo
que debe ser su accionar no como individuos solitarios y aislados, sino como sujetos
sociales que se relacionan y se articulan con sus pares en un contexto determinado,
haciéndoles entender que solo a través de su organización social colectiva y del imaginario
radical que critica, cuestiona, imagina, es que se crea lo nuevo y se transforma lo caduco.

2.2 La violencia

Llegamos ahora, a lo que constituye un elemento fundamental de nuestra propuesta, la


violencia como elemento real, visible, directo, pero también como determinante de nuevos
imaginarios sociales, como factor determinante para la no existencia de la paz. Antes de
iniciar debe ser claro que no pretendo confundir la violencia con situaciones irreales que
sólo parten del imaginario de los individuos, por el contrario, lo que quiero mostrar es cómo
la violencia, contiene en sí misma una dualidad que la lleva a convertirse por un lado en
una herramienta de opresión, dominación y control, pero al mismo tiempo en reproductor
de nuevos imaginarios sociales que se crean y recrean permanentemente según el
contexto donde se desenvuelve la violencia.
La violencia desde los imaginarios sociales. 17

Partiendo de comprender la violencia, como un proceso histórico que ha sufrido cambios


constantes a través de la historia de la humanidad, debemos entender que esta se ha
creado y recreado en cuanto al significado (interpretación) mas no en la conceptualización.
Por tal razón, vemos como han existido diversas maneras de significarla, en algunos
contextos históricos y sociales se le dio una interpretación y connotación positiva
asociándola a la vida cotidiana y a las vivencias de las personas. Caso opuesto sucede
hoy día en la modernidad, asignándole una interpretación y connotación negativa a la
violencia, principalmente a la ejercida contra el orden social existente. A modo de ejemplo,
en la actualidad cuando se habla de prácticas de violencia por parte de las fuerzas militares
o policiales del estado, se reconoce como uso legítimo de la fuerza, mientras prácticas
ejercidas por manifestantes ante una situación de protesta, se aplica el nombre de
violencia, convirtiendo así, la violencia en un acto de fuerza ilegal e “ilegítima” adquiriendo
la violencia un carácter político e ideológico, supeditado a un orden social.

Por consiguiente, podríamos afirmar que la violencia se crea, se caracteriza y se afianza


culturalmente en los disímiles espacios relacionales de la sociedad. De tal forma que, “la
violencia es vivida, significada y comprendida a través de diferentes contextos explicativos
y comprensivos” (Hernández, 2002, p.61). Así mismo la violencia, no se puede tomar solo
como acciones o interpretaciones, “la violencia es una forma de vivir humano, y todo vivir
humano es un fenómeno relacional, donde el ser humano no es solo una mera corporalidad
ni un modo de vivir, sino una dinámica que involucra cierta corporalidad y cierto modo de
vivir donde ambos se modulan mutuamente” (Maturana 1997, citado por Hernández, 2002,
p.62).

De ahí que, parafraseando a Hernández (2002) cuando se asume que la violencia se crea
en la relación humana, podemos decir que cobra realidad y se reproduce la
intersubjetividad social, en otras palabras, se asegura que la violencia es producto de
consensos sociales intersubjetivos plasmados en acciones llevadas a cabo en el espacio
relacional.

A su vez, si retomamos la definición de opresión de Young, deberíamos decir que la


opresión es una manifestación del imaginario social instituido, que controla y domina a una
sociedad en su conjunto y a unos grupos poblacionales específicos, que manifiesta una
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
18

violencia permanente, en ocasiones perceptible, pero en la mayoría de los casos


imperceptible ante la sociedad. Young (2000) afirma:

La opresión consiste en procesos institucionales sistemáticos que impiden a alguna


gente aprender y usar habilidades satisfactorias y expansivas en medios socialmente
reconocidos, o procesos sociales institucionalizados que anulan la capacidad de las
personas para interactuar y comunicarse con otras o para expresar sus sentimientos y
perspectiva sobre la vida social en contextos donde otras personas puedan escucharlas
(p68) En este sentido estructural amplio, la opresión se refiere a las grandes y
profundas injusticias que sufren algunos grupos como consecuencia de presupuestos y
reacciones a menudo inconscientes de gente que en las interacciones corrientes tienen
buenas intenciones y como consecuencia también de los estereotipos difundidos por
los medios de comunicación, de los estereotipos culturales y de los aspectos
estructurales de las jerarquías burocráticas y los mecanismos del mercado; en síntesis
como consecuencia de los procesos normales de la vida cotidiana. (p.76)

La opresión no como sinónimo de violencia, pero sí como determinante de su


manifestación en muchas de sus expresiones, sobre todo en la violencia estructural,
marca un factor esencial a la hora de leerla y analizarla, ya Freire en la década de los
setenta del siglo pasado, había mostrado la relación estrecha entre la violencia y la
opresión, mostrando cómo siempre al haber opresión esta se manifiesta con violencia, al
respecto Freire (1969) expresaba:

Una vez establecida la relación opresora, está instaurada la violencia. De ahí que ésta,
en la historia, jamás haya sido iniciada por los oprimidos. ¿Cómo podrían los oprimidos
iniciar la violencia, si ellos son el resultado de una violencia? ¿Cómo podrían ser los
promotores de algo que al instaurarse objetivamente los constituye?... No existirían
oprimidos si no existiera una relación de violencia que los conforme como violentados,
en una situación objetiva de opresión. Son los que oprimen, quienes instauran la
violencia; aquellos que explotan, los que no reconocen en los otros y no los oprimidos,
los explotados, los que no son reconocidos como otro por quienes los
oprimen…quienes instauran el terror no son los débiles, no son aquellos que a él se
encuentran sometidos sino los violentos, quienes, con su poder, crean la situación
concreta en la que se generan los “abandonados de la vida”, los desharrapados del
mundo. (p.36)
La violencia desde los imaginarios sociales. 19

Ahora bien, no es suficiente el planteamiento que relaciona la opresión con la violencia,


se hace necesario para el análisis y la futura transformación de espacios relacionales,
profundizar en la violencia y su entramado en la sociedad desde una mirada más clara y
explícita.

En este sentido, el planteamiento central de Galtung toma como categoría fundamental


los diferentes tipos de violencia, dándole preponderancia a la violencia estructural que es
invisible y generadora de desigualdad e inequidad, siendo en últimas la que permite la
manifestación de otros tipos de violencia. Igualmente, se expresa como la violencia
estructural se instituye en un imaginario social impuesto por medio del adoctrinamiento, el
adormecimiento del pueblo, la alineación y la desintegración del tejido social que en
últimas hacen parte de lo que Galtung denomina violencia cultural.

El adoctrinamiento, mediante la implantación de élites creadoras de opinión dentro de


la parte más débil, por así decirlo, en combinación con el ostracismo, esto es,
manipulando la percepción de la ciudadanía con una visión muy parcial y sesgada de
lo que sucede, adormeciendo el sentimiento del reconocimiento personal y el sentido
de la dignidad personal y social, evitando la formación de conciencia de clase. Y la
alienación, esto es, la utilización de factores externos, sociales, económicos o
culturales para desmotivar, limitar o condicionar la libertad personal y colectiva de la
sociedad que, combinada con la desintegración del tejido social, evitando la cohesión
de sus componentes, lo que evitaría su posible movilización. Sin duda, estos cuatro
elementos deben ser estudiados de forma integrada desde la categoría de represión
estructural. En resumen, la explotación y la represión son violencias que van de la
mano por más que no sean términos idénticos. (Galtung, 1990, p.153)

Podríamos, hacer una relación lógica con lo planteado por Castoriadis, cuando se habla
de adoctrinamiento, el adormecimiento del pueblo y de alineación, estos aspectos están
ligados al control y dominio generados por el orden social para mantener el imaginario
social, funcional a una élite que ostenta el poder. Podríamos aseverar que la violencia
estructural y cultural se constituyen como un elemento fundamental del imaginario social,
invisibles pero que se expresan en la cotidianidad de las sociedades.
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
20

Del mismo modo, cuando Galtung, habla de “la cultura que predica, enseña, advierte,
incita, y hasta embota nuestras mentes para hacernos ver la explotación y/o la represión
como algo normal y natural, o posibilita la alienación para vivir aparentando que no se
sienten sus consecuencias” (Galtung, 1990, p.155). Deja ver que la violencia cultural es
la manera con la cual el orden social permite el sostenimiento de la violencia estructural y
por ende de múltiples violencias que van ligadas entre sí. “Por violencia cultural nos
referimos a aquellos aspectos de la cultura, la esfera simbólica de nuestra existencia -
materializado en la religión y la ideología, en el lenguaje y el arte, en la ciencia empírica y
la ciencia formal (la lógica, las matemáticas) - que puede ser utilizada para justificar o
legitimar la violencia directa o la violencia estructural” (Galtung, 1990, p.149).

El otro concepto clave para el análisis de contexto, expresa que la violencia no es un


elemento determinado por la naturaleza del hombre o por su biología, sino que por el
contrario, la violencia es un componente social y construido en espacios de relación social
de los seres humanos. En palabras de Maturana (1997):

ya que es en el espacio relacional donde ésta emerge, se particulariza, se


asienta culturalmente y se nos hace evidente en sus consecuencias. Cuando
se habla de espacio relacional nos estamos refiriendo al conformado por las
interacciones, las interferencias y la actividad fenoménica (praxis) de cuatro los
sistémicos complementarios concurrentes y antagónicos: el sistema genético,
el cerebro (epicentro fenotípico), el sistema sociocultural (sistema fenoménico
generador) y el ecosistema. Por lo tanto, es en este espacio donde se puede
comprender la dinámica de la violencia, al poder captar como sus propios
efectos pasan a consolidarse cultural y estructuralmente, repotenciando los
circuitos de violencia. Y es asimismo a partir de la comprensión de este
entrelazamiento que podemos creativamente establecer propuestas para su
desactivación. (Hernández, 2002, p.62)

Parafraseando a Maturana la violencia surge de los espacios de relaciones sociales donde


se manifiestan expresiones de poder, discriminación, desigualdad y exclusión, donde en
la mayoría de los casos no se le da una calificación negativa a su expresión y no se genera
rechazo alguno. Luego, si en estos espacios relacionales las acciones violentas no se
La violencia desde los imaginarios sociales. 21

perciben como negativas y por el contrario se perciben como naturales y son aceptadas,
se crea una condición cultural favorable a la violencia, beneficiando con esto, expresiones
de violencia directa y de violencia estructural que mantienen y reproducen relaciones de
poder fortaleciendo la exclusión, la desigualdad y la inequidad.

En ese sentido e interpretando a Maturana, Hernández dilucida que la violencia es un modo


de convivir, un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de conversaciones
(“hablas”), que hace posible y conserva el emocionar que lo constituye, y en la que las
conductas violentas se viven como naturales. (Hernández, 2002). Así mismo, si la violencia
se naturaliza en los espacios relacionales, esta se multiplica como manifestación de micro
poderes, generando lo que se denomina como el círculo de la violencia, claramente se
observa cómo la violencia genera más violencia.

De igual forma, si retomamos lo expresado por Freire de que una vez establecida la
relación opresora, está instaurada la violencia, podríamos concluir que al establecerse la
violencia en los espacios relacionales se manifiesta opresión de micro poderes, donde el
individuo que fue oprimido cumple el deseo involuntario de convertirse en opresor de
alguien más, emulando a su opresor u opresores.

En este caso, el “hombre nuevo” para los oprimidos no es el hombre que debe nacer
con la superación de la contradicción, con la transformación de la antigua situación,
concretamente opresora, que cede su lugar a una nueva, la de la liberación. Para ellos,
el hombre nuevo es ellos mismos, transformándose en opresores de otros, su visión del
hombre nuevo es una visión individualista. Su adherencia al opresor no les posibilita la
conciencia de sí como personas, ni su conciencia como clase oprimida. (Freire, 1969,
p.27)

Es así, como la violencia se reproduce en la sociedad, no se puede hablar de que solo


surge de un solo vértice del triángulo de la violencia, existe una relación intrínseca entre la
violencia visible y la invisible -la directa, la estructural, y la cultural-. No obstante, si
analizamos detenidamente la violencia como concepto socio histórico podemos observar
cómo su desarrollo y la generación de ciclos siempre están en función del imaginario social
que desarrolla un orden a través de imaginarios creados a partir de hechos irreales pero
que con la praxis se convierten en verdades, como por ejemplo la naturalización de la
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
22

violencia y el impedimento para eliminarlas, dado que para este imaginario el ser humano
es un ser violento por naturaleza (biológico).

2.3 La mujer en los imaginarios sociales sobre la


violencia

Aunque se ha venido generando un despliegue normativo y de penalización en torno a la


violencia contra las mujeres, aún persiste la discriminación, la desigualdad, los roles
asignados, el calificativo de seres inferiores, entre otros, lo que obstaculiza su espacio de
actuación e interacción para las opciones de realización personal. Dicho de otra manera, la
opresión aún se encarna en los cuerpos de las mujeres, es decir, la opresión se hace
manifiesta a través de la violencia visible e invisible en lo económico, político, social y
cultural, de ahí que, la violencia se constituye como una estrategia fundamental para la
reproducción y sostenimiento de desigualdades de género. Conviene subrayar que, en las
prácticas de violencia,

Más allá de elecciones personales, se inscriben en redes sociales en las que se


generan, transitan o dinamizan, que -generalmente por fuera de las percepciones de
sus actores- son constituyentes de sus vínculos, contratos y enlaces subjetivos. Es en
este sentido que puede afirmarse que la violencia es constitutiva de las relaciones entre
los géneros. (Fernández, 1989, p.6)

Es así que, hace parte de un convivir, de una manera de sentir, pensar y obrar que se
encuentra naturalizado. Concebir la violencia como algo “natural”, aunado a la legitimidad
del calificativo inferior de las mujeres por el hecho de “ser mujer”, nos conlleva a una
naturalización e invisibilización de los hechos de violencia contra las mujeres, además, de
asumirlos como problemas privados donde la responsabilidad por el acto de violencia recae
sobre la persona afectada, lo que obstaculiza e imposibilita acceder a la justicia.

Lo dicho anteriormente, nos conduce a comprender que las desigualdades sociales hacen
parte de los imaginarios construidos, consolidados y legitimados social y culturalmente,
argumentando las diferencias naturales. Dicho de otro modo, las diferencias naturales “son
La violencia desde los imaginarios sociales. 23

construcciones imaginarias, como idea, como significantes que contienen una intención
política para justificar desigualdades sociales, política y culturales” (Curiel, 2012, p.12).
Asimismo, son constituyentes de la violencia en la medida que restringen las oportunidades
para un desarrollo personal/colectivo, priva de derechos fundamentales y civiles a ciertos
grupos, contribuyendo así a la exclusión y marginalización del mismo.

Como lo hace notar Stolke (2000) dichas diferencias son dotadas de significado social que
sostiene y respalda las relaciones desiguales de poder a través de la “naturalización” de la
posición/condición social asociándola a cuestiones de descendencia y de origen, y no al
producto de construcciones histórico-sociales, lo que conlleva a legitimar “el ejercicio de
un biopoder, que genera segregación y jerarquización social, relaciones de dominación y
efectos de hegemonía” (Foucault, 1991 citado por Viveros, 2008, p.3)

Aunado, Scott (1998) nos muestra como “estas relaciones de poder se expresan en
símbolos culturales que evocan representaciones, en esquemas normativos que
interpretan significados de los símbolos, los cuales se expresan en doctrinas religiosas,
educativas, científicas, legales y políticas, y también define identidad en términos
subjetivos” (Curiel, 2012, p.9).

Sin embargo, surge el interrogante del por qué la tendencia de “naturalizar” la desigualdad
social, se sustenta a través de diferencias “sexuales” y “raciales”. A juicio de Stolke (2000):

Diferencias de sexo no menos que diferencias de raza son construidas ideológicamente


como "hechos" biológicos significativos en la sociedad de clases, naturalizando y
reproduciendo así́ las desigualdades de clase. Es decir, se construyen y legitiman las
desigualdades sociales y de género atribuyéndolas a los supuestos "hechos biológicos"
de las diferencias de raza y sexo. El rasgo decisivo de la sociedad de clases a este
respecto es la tendencia general a naturalizar la desigualdad social. Esta naturalización
de la desigualdad social, en efecto, constituye un procedimiento ideológico crucial para
superar las contradicciones que le son inherentes a la sociedad de clases, que se torna
especialmente manifiesta en épocas de polarización y conflictos políticos y que de este
modo son neutralizados al atribuirle la "culpa" de su inferioridad a las propias víctimas.
(p.42)
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
24

La autora posibilita evidenciar cómo el sistema de acumulación capitalista produce la


segregación y exclusión por sexo y raza en los diferentes ámbitos del desarrollo de la vida,
el económico, político y social. Profundizando en las mujeres, se denota la asignación
inferior en la división del trabajo, relegando a empleos fundamentados en espacios
domésticos, subordinados y de cuidado. Por otro lado, en el ámbito de la política, la
participación de las mujeres es renombrada socioculturalmente como ilegítima e inferior,
justificado en su “papel innato” al cuidado.

Todavía cabe señalar, que en un sistema capitalista y neoliberal se acentúa la


individualización y competencia, es por esto que dichas desigualdades sociales y prácticas
de exclusión se invisibilizan al imponer el esfuerzo y logro personal como determinantes
para la condición social, así como, la sumisión adquiere un carácter de predisposición.
Como lo expresa Stolke (2000) “la ilusión liberal de que la superación socioeconómica
depende tan solo de la buena voluntad y del esfuerzo individual constituye una trampa
ideológica que oculta las verdaderas causas de la desigualdad y dominación.” (p.50)

No obstante, desde espacios cotidianos se han forjado formas de resistencia asociados a


imaginarios radicales, que han posibilitado consolidar progresivamente prácticas sociales
transformadoras, así como, importantes fisuras en las desigualdades sociales, siguiendo
a Fernández (1989):

En este sentido, puede afirmarse que las formas de la subordinación han ido
cambiando, pero sin que se suprimiera la desigualdad ni las formas visibles e invisibles
de sus violentamientos; las características que ésta adopta en determinado momento
histórico son resultado de una compleja ecuación política conformada, tanto, por las
estrategias de las instancias hegemónicas y sus “necesidades” normativas como por
las modalidades de ofensiva y resistencia de las mujeres, incluyendo aquí desde sus
movimientos políticos organizados hasta las causas más privadas y personales de
autoafirmación (p.11).

Por otro lado, tanto en la violencia como en la paz, los estereotipos de género se constituyen
en un determinante en el ordenamiento social, donde la mujer por sus “atributos naturales”
es más predispuesta al cuidado de las personas, a la expresión de los sentimientos y
afectos, y por ende a opciones más pacíficas. Mientras tanto, el hombre por sus “atributos
La violencia desde los imaginarios sociales. 25

naturales” es más predispuesto a los trabajos en el ámbito público, en la producción, en la


razón y las leyes y una identificación con la noción de poder que le empuja al ejercicio de
la dominación y la violencia. (Wilches, 2010)

Cabe profundizar en los imaginarios sociales sobre las mujeres en escenarios de paz y sus
consecuencias. El primero de ellos es cargar sobre las mujeres, su esencia pacífica, esto
sitúa a las mujeres en una posición sumisa en la estructura de dominación, además de
despolitizarlas. El segundo, su inherente relación con la maternidad las hace defensoras
de la paz y promotoras de diálogos, esta posición no solo excluye a las mujeres que no son
madres, sino que corre el riesgo de persistir en los roles de género con las relaciones de
poder (donde ser madre y combatiente, es una contradicción en los términos). Por último,
las mujeres al ser excluidas de ámbitos de poder y toma de decisiones, no cuentan con una
capacidad ni trayectoria, lo cual legitima su exclusión política.

En definitiva, si aún persisten las desigualdades y las prácticas violentas, el logro de un


acuerdo de paz no garantiza mejores condiciones para las mujeres. Sin embargo, la
oportunidad de construir paz, de marca el inicio de erradicar prácticas excluyentes históricas
sobre las mujeres, así como, de construir espacios de igualdad y justicia social.

2.4 Hacia la transformación de imaginarios sociales


sobre la violencia

Ya hemos visto a lo largo del trabajo como la violencia, además de ser una herramienta de
dominio, control y opresión utilizada por los que ostentan el poder, se convierte en un
elemento que genera imaginarios sociales sobre ella misma y sobre los mismos espacios
relacionales donde se desarrolla. De igual forma, se ha podido observar cómo la violencia
sin importar de donde venga aporta al ciclo de violencia, reproduciéndose en la sociedad.

Por otro lado, además de que la violencia se desarrolla en torno a un ciclo, producto tanto
de la violencia cultural, como de la cultura de la violencia, se puede observar como existe
paralelo a esto, lo que he denominado como: el ciclo vital de la violencia. Me refiero, al
ciclo de vida que le permite a la violencia perdurar en el tiempo y en las sociedades; la
violencia nace, crece, se reproduce y no muere, por el contrario, se recrea y reinventa a sí
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
26

misma, a partir de los imaginarios sociales que ella misma ayuda a crear en el diario vivir
del ser humano, siendo el imaginario social y los espacios relacionales los componentes
centrales para su perdurabilidad.

Lo anterior nos invita a pensarnos y tratar de responder las siguientes interrogantes.


¿Cómo lograr pasar de los ciclos que destruyen, a los ciclos que construyen? ¿Cómo pasar
del odio destructivo, al amor constructivo? ¿Cómo lograr un cambio social constructivo con
ciclos de dignidad relacional y compromiso respetuoso? Podríamos decir que la respuesta
a estas incógnitas se encuentra en lo enfatizado por Lederach (2008) al plantear que “la
construcción de paz es el impulso de plataformas relacionales de cambio social entre los
actores en red o constructores de paz”. Es aquí donde se encuentra el quid del asunto, el
alma de la construcción de paz.

El cambio social auténtico requiere de construcción de plataformas capaces de generar un


compromiso de las personas y de la comunidad y en una permanente evolución, que
permita reinventarse cuando el contexto y la realidad así lo requieran. Igualmente se debe
reconocer que no solo es un proceso de cambio social, sino que es la suma de múltiples
procesos. (Lederach, 2008)

Al respecto, la construcción de plataformas, como pieza fundamental de la construcción


del cambio social, requiere la participación de la mayor cantidad de personas de la
comunidad, sobre todo de aquellas que han estado en polos opuestos por sus posturas.
Aunado, se debe entender que las plataformas pueden lograr cambios que respondan a
demandas específicas de la comunidad, que pueden ser efímeras pero que son
importantes en el allanamiento de un camino hacia un verdadero cambio social.

Por otra parte, la imaginación moral de la que habla Lederach promueve los cambios
sociales a través de espacios relacionales constructivos de dignidad y elimina los espacios
relacionales de violencia. Ello implica, que las personas comprendan la necesidad de
superar los estigmas y prejuicios arraigados en la sociedad sobre el papel que juegan los
sujetos en la misma, pasando de un papel pasivo y sumiso a un papel activo y empoderado
en la transformación. Así mismo, conlleva a que las personas modifiquen la percepción del
La violencia desde los imaginarios sociales. 27

otro, del que piensa diferente, de mi contradictor e incluso de con quien se pudo llegar a
hechos de violencia,

Desplazar las relaciones definidas por el temor, recriminación mutua y la violencia hacia
las caracterizadas por el amor, el respeto mutuo y el compromiso proactivo. El cambio
social constructivo persigue cambiar el flujo de la interacción humana en el conflicto
social de ciclos de violencia relacional destructiva a ciclos de dignidad relacional y
compromiso respetuoso. (Lederach, 2008, p.75).

Transformar los espacios relacionales de violencia, nos invita a pensar no solo en la


violencia y su estructura, sino a pensarnos como seres humanos que nos relacionamos
con otros, en sociedades que no son estáticas y evolucionan constantemente. Por otro
lado, es una invitación a pensar la violencia como un entretejido de planteamientos,
acciones y hechos que tienen relación entre sí y que tienen un objetivo final dentro de la
sociedad. En este sentido, no podemos hablar de transformar los espacios relacionales de
violencia sin detenernos a analizar cómo los ciclos de violencia se alimentan y
retroalimentan dando al traste con cualquier intento de acabar con esto y con cualquier
intento de construir una sociedad en paz.

Es así, que deconstruir los espacios relacionales de violencia que vivimos en la


cotidianidad y construir espacios relacionales con ausencia de violencia, apostando con
esto a la construcción de la paz en la sociedad colombiana, pasa por tratar de analizar con
las personas que viven la violencia cotidiana su significado y representaciones. Pasa por
explicar a las personas, como estos espacios tienen una relación intrínseca con
imaginarios sociales instituidos como la religión, la propiedad privada, el capitalismo, la
familia etc., pero también con imaginarios sociales introyectados sobre la violencia. Y sin
lugar a equivocarnos deconstruir estos espacios pasa por la transformación de imaginarios
de violencia arraigados en las mujeres y hombres que habitamos, construimos e
imaginamos la sociedad colombiana.

No obstante, la tarea no se plantea como sencilla, mucho más cuando hemos dicho que la
violencia se ha instaurado en la sociedad y ha venido ganando cada vez más un significado
de algo natural e inherente al ser humano. Se tendrá que tomar en cuenta que “la violencia
es un modo de convivir, un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
28

conversaciones que hace posible y conserva el emocionar que la constituye y en las que
las conductas violentas se viven como algo natural que no se ve” (Maturana,1997, p.81).

En este sentido “Para que los miembros de una cultura reflexionen sobre sus conductas
violentas se requiere que haya un conflicto en el emocionar, que genere conductas
contradictorias lo suficientemente intensas para que estos suelten su natural certidumbre
sobre lo natural de sus acciones” (Maturana, 1997, p.81). De igual forma transformar los
imaginarios sociales establecidos, requiere como lo decía Castoriadis pasar del mito, del
anhelo, del deseo al logos, es decir, a la razón, lo cual no significa no utilizar la emoción
como medio para llegar a la razón. Dicho de otra manera, no solo se transforma como lo
expresa Maturana, a través de la emoción, ni como lo expresa Castoriadis, solo a través
de la razón, sino a través de la relación entre razón-emoción-razón para producir así la
transformación.

Por otro lado, Paulo Freire, en sus análisis sobre la opresión, ya nos mostraba cómo la
violencia tenía una relación estrecha con la opresión de los hombres en las sociedades.
En este sentido la tesis central de Freire se convierte en relevante para romper el ciclo de
violencia y la cultura de violencia. Emulando la tesis de Freire, se hace necesario hacerle
entender al pueblo en su conjunto que existe una opresión de un orden social que utiliza
la violencia estructural, cultural y otros tipos de violencia como formas de control y contra
los cuales hay que luchar para eliminarlos de la sociedad.

Lo que Freire de manera general propone es llevar a los individuos a ser una masa crítica
para su acción y futura transformación.

“Explicar a las masas su propia acción” es aclarar e iluminar la acción, por un lado, en
lo que se refiere a su relación con los datos objetivos que le provocan y, por otro, en lo
que dice respecto a las finalidades de la propia…Cuanto más descubren las masas
populares, la realidad objetiva y desafiadora sobre la cual debe incidir su acción
transformadora, tanto más se “insertan” en ella críticamente. (Freire, 1969, p.34)

Es así que, querer transformar los imaginarios sobre la violencia, sólo es posible si el
individuo que la utiliza y el cual también es violentado por la estructura dominante, ve la
La violencia desde los imaginarios sociales. 29

violencia como un elemento de opresión, dominio y control de un orden social existente,


en palabras de Freire (1969):

Representa que los individuos y colectivos comprendan que La pedagogía del oprimido,
no puede ser elaborada por los opresores, es un instrumento para este descubrimiento
crítico: el de los oprimidos por sí mismos y el de los opresores por los oprimidos, como
manifestación de la deshumanización. (p.26)

Lo anterior, representa claramente que, si la opresión y la violencia son creados por una
clase dominante opresora, no es lógico ni consecuente que esperemos a que ella
transforme los imaginarios, ni las situaciones reales producto de los mismos. Tampoco es
lógico que esta clase que instaura un orden social, bajo el imaginario social, nos diga a los
violentados, a los oprimidos, que es la violencia y como se debe superar, ya que de
antemano estaremos eliminando la violencia que le perjudica a ellos y replicaremos toda
violencia que sea funcional para su sistema.

A manera de conclusión, podemos decir que, en la transformación de los imaginarios sobre


la violencia y la posibilidad de instaurar espacios relacionales con ausencia de violencia,
juega un papel determinante, la creatividad y el poder de la imaginación por medio del
imaginario radical de individuos que hacen parte de espacios relacionales. Este imaginario
radical crítica al imaginario social dominante y controlador manifestando lo nuevo y la
creación y recreación de nuevos imaginarios sociales.

No obstante, la única forma en que esto sea posible, es haciendo que los individuos por
medio de la educación transformadora pasen de la pasividad y sumisión a un papel activo
y empoderado en la transformación. Para llegar a esto, requerimos que la razón utilizando
la emoción, como camino emancipador llegue a la razón colectiva y transforme los
imaginarios que generan la violencia.

Por último, quizás lo más importante, este proceso no necesita de mesías salvadores que
pretendan salvar al pueblo de su cruel destino, requerimos de personas comprometidas
que lleven a las mujeres y hombres hacia la transformación de su propia realidad, donde
ellos se conviertan en autores de su propia existencia. Se requiere un trabajo de
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
30

concienciación de los individuos, sobre su realidad, sobre la opresión que sufren, sobre la
violencia de la que son víctimas, sobre la verdad de que es a través de entender la violencia
y no de ejercerla que se puede transformar su espacio relacional, aportando con esto a la
construcción de paz positiva.

3. Caso: mujeres en situación de


vulnerabilidad social en el barrio Santafé,
Bogotá D.C.
El barrio Santa Fe de la localidad de los Mártires, se encuentra ubicado en el centro de la
ciudad de Bogotá D.C. cuenta con una ubicación estratégica al encontrarse rodeado por
proyectos de renovación urbana adscritos a los planes de desarrollo de la ciudad, sin
embargo, en el barrio Santa Fe en los últimos años, se han agudizado las condiciones de
seguridad y calidad de vida de sus habitantes, al concentrarse problemáticas sociales,
generando una alta vulnerabilidad social de sus habitantes. Asimismo, hay que mencionar
que al ser reconocido el barrio como zona legalizada para servicios de alto impacto
(servicios de diversión y esparcimiento) a través del decreto 187 de 2002, evidenciamos
cómo la institucionalidad y las organizaciones sociales visibilizan el poder que adquieren
quienes administran actividades económicas como: la prostitución y la venta de sustancias
psicoactivas. Limitándose a brindar respuesta inmediata a problemas de la cotidianidad
de las personas y no a disminuir desigualdades e inequidades presentes en el barrio.

En este mismo sentido, dado que el barrio es considerado zona legal para servicios de alto
impacto dentro de la ciudad, confluyen poblaciones de diversos sectores de la ciudad,
quienes acceden a dichos servicios, trabajan o transcurren en la zona. En este sentido, es
importante mencionar que dichos servicios contemplan servicios sexuales, ejercidos
principalmente por mujeres que trabajan en el barrio, pero residen en diferentes sectores
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 31
Bogotá D.C.

de Bogotá. No obstante, se ven inmersas en las dinámicas socioeconómicas del sector y


en la red institucional y organizacional. Asimismo, dado las dinámicas socioculturales, se
observa cómo las mujeres, están más expuestas a situaciones de inequidad y a diversos
tipos de violencia.

Según el diagnóstico local las “condiciones de las mujeres y su situación en materia de


derechos” (Secretaría Distrital de la Mujer; 2016), evidencia que las violencias ejercidas
contra las mujeres en la localidad representan mayor porcentaje en las violencias ejercidas
en el distrito en materia de: feminicidio, violencia en la pareja y violencia sexual. Asimismo,
demuestra las dificultades que presentan las mujeres al acceso de educación, salud,
empleo formal, vivienda, ubicándose en una mayor situación de vulnerabilidad.

Según lo expuesto con anterioridad, el imaginario social se puede convertir en el ente


transformador de la realidad y del orden social existente, tomando un carácter crítico y
deconstructivo frente a los imaginarios sociales que establecen este orden dominante y
que han sido construidos cotidianamente desde lo sociocultural. Por tal razón cuando
hablamos de construir espacios relacionales de no violencia y su relación con los
imaginarios sociales, estamos hablando de la posibilidad de cambiar el imaginario social
sobre la violencia, la paz y el conflicto en el entorno del barrio Santa Fe, con mujeres en
situación de vulnerabilidad social, imaginarios que se enmarcan desde una construcción
individual y colectiva y que naturalizan las violencias directas e invisibilizan la violencia
estructural y que reproducen prácticas de exclusión históricas.

En este contexto, la organización YMCA-ACJ4 Asociación Cristiana de Jóvenes, cuenta


con una sede en el barrio Santa fe -Bogotá́ - donde desde el año 2006 viene realizando
procesos con adolescentes y jóvenes que se han visto involucrados en la Explotación
Sexual Comercial y la prostitución; pero, particularmente, entre 2014 y 2017 la
organización desarrolló acciones en las localidades de Los Mártires y Santa Fe, atendiendo
136 mujeres vinculadas a la prostitución, en ejercicios de garantía de derechos y apoyo en

4
Información extraída de documento institucional: estudio de necesidades población vinculada a prostitución
en la localidad de Mártires y Santa Fe, con relación a las dinámicas del conflicto.
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
32

la salida de dicha situación. Tiene como objetivo contribuir en la reducción de violencias,


vulneración de derechos e inequidad en escenarios de prostitución en Bogotá́ , Colombia,
a partir de la prevención y atención de prácticas de explotación sexual comercial de niños,
niñas, adolescentes y población en prostitución de las localidades de Mártires y Santa Fe.

De este modo, se ha podido evidenciar que, la población se reconoce en situación de


vulnerabilidad con relación al acceso de oportunidades educativas, sociales y económicas,
las cuales se relacionan con la presencia de acciones de violencia, las condiciones de
inequidad estructural a nivel cultural y la inobservancia de sus derechos.

3.1 Percepciones y sentires de mujeres sobre la


violencia y la paz

A partir de las herramientas utilizadas, con las mujeres y profesionales del Hogar
AmaneSer- YMCA, se ha evidenciado, la existencia de una variedad de imaginarios
sociales sobre la violencia que mantienen una relación estrecha con los espacios
relacionales a un nivel multiescalar de las personas entrevistadas. Es así que, en la
totalidad de los casos inicialmente las mujeres entrevistadas, relacionan la violencia con
aspectos centrales de su vida y cotidianidad, la familia, los hijos, el trabajo etc. Paso
seguido relacionan la violencia con una escala macro relacionando, la violencia con
aspectos más generales de la sociedad, como lo son las violencias del conflicto armado o
lo relacionado con las leyes y la corrupción.

Las mujeres identifican la violencia física, sexual, psicológica y verbal, como, expresiones
de violencia cotidiana. Es aquí, donde por ejemplo Victoria5 -mujer de 19 años, que ejerce
la prostitución desde los 13, madre de una niña y cuya orientación sexual es lesbiana-,
expresa que; la violencia es ultrajar los derechos de las personas. Describe como existen
diferentes tipos de violencia: “la violencia psicológica, emocional, física, sexual y verbal” y

5
Los nombres de las mujeres han sido cambiados según el acuerdo de confidencialidad, pactado con ellas.
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 33
Bogotá D.C.

entre ellas resalta la violencia psicológica expresando que tiene como propósito, denigrar
y humillar a la mujer por su trabajo o por sus orientaciones sexuales,

Me he sentido violentada por mi orientación sexual, me han humillado, me han


rechazado mucho, me han ultrajado, me han rechazado en trabajos, en empresas. La
humillación es una violencia psicológica, porque lo están rebajando literalmente, le
están violando el derecho a ser libre. (Entrevista realizada a Victoria, mayo de 2018)

Lo dicho anteriormente, nos posibilita evidenciar la relación entre violencia y opresión de la


que habla Freire y Young, en este caso la opresión se manifiesta en la discriminación por
la orientación sexual de una persona, obstaculizando su espacio de actuación e interacción.
El ser lesbiana, confronta la heteronormatividad, lo que justifica la segregación y exclusión
en los diversos ámbitos de vida, produciendo y sosteniendo desigualdades de género. En
esta medida la heteronormatividad se instituye como imaginario social que despliega por
medio del orden social una violencia tanto estructural, como directa y cultural sobre las
personas que se atreven a confrontarlo desde la teoría y desde su práctica.

No obstante, las mujeres pese a que centran la violencia desde lo visible, también
reconocen elementos de violencia estructural, es claro que ellas no relacionan estos
elementos como fundamentales, pero al relacionar la violencia con la desigualdad e
inequidad, dejan percibir que la violencia es una construcción del imaginario social, que
afecta la cotidianidad y la vida misma de las personas. En este sentido Victoria dice “lo que
hace que uno ejerza la violencia, lo que lo lleva a hacerlo es la sociedad, el pensamiento
que tiene la sociedad sobre lo que es bonito y lo que es correcto.” Esta afirmación nos
permite distinguir lo que Castoriadis describe como el imaginario social instituido, el cual
regula y normativiza brindando un calificativo de lo que es bueno y malo, lo que hay que
rechazar y lo que hay que aceptar.

En palabras de Lucía, -mujer de 40 años, madre de cuatro hijos, de ascendencia


campesina, quien es víctima de desplazamiento- existen múltiples violencias, “física,
verbal, psicológica, contra los niños, la del país”. Igualmente, plantea que:
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
34

El gobierno no apoya algunas leyes que pueden servir al pueblo, porque a los políticos
del gobierno no les entra plata con estas leyes, a manera de ejemplo, la ley de legalizar
la droga, expresa como esto generaría que los campesinos se beneficiarán y no
tuvieran que realizar una actividad ilegal, pero es el gobierno el que no quiere, porque
a partir de este negocio entra dinero al gobierno y a políticos que se benefician de la
ilegalidad. (entrevista realizada a Victoria mayo 2018)

La mayoría de las mujeres, consideran a la violencia como un atributo natural de todo ser
humano, asociándolo a características particulares del mismo y generando la falsa idea de
su imposibilidad de eliminación. Es así que, Victoria afirma que “la violencia no se puede
eliminar, porque el ser humano es egoísta, posesivo, manipulador”. Por lo cual asumir la
violencia como natural nos conlleva a invisibilizar los hechos de violencia o a situarlos en
el ámbito privado e íntimo, donde el responsable es el sujeto.

Por otra parte, algunas de las mujeres, dejan ver la imposibilidad de acabar con la violencia
no por cuestiones de naturalización, sino por intereses particulares asociados a la
necesidad de mantener la violencia estructural y por ende otras violencias funcionales a
ella. Al respecto, Lucía expresa que la violencia no se puede acabar del todo porque no
hay un interés del gobierno, habla de cómo “en muchos países la educación superior es
gratis, acá el ICETEX es un robo, si hubiera más educación para los niños de estratos
bajos no habría violencia”. Aquí, se manifiesta el ciclo de violencia a partir del vértice de la
violencia estructural y las desigualdades generadas por este, conllevando a comprender
la violencia como opción de vida.

A su vez, Victoria nos muestra cómo se puede transformar la violencia, cambiando el


pensamiento de la gente, partiendo de reconocer que las personas son diferentes, y que
por ello no deben ser excluidas. Sin embargo, nos dice que en Colombia no es fácil cambiar
el pensamiento de la gente, porque en “Colombia hay un régimen, un gobierno que nunca
lo va a permitir dado los intereses particulares”. Esta aseveración, evidencia lo expresado
por Freire, cuando manifiesta que la opresión y en este caso particular la violencia, no se
puede superar esperando que los opresores y generadores de la violencia nos ayuden a
superarla, la liberación de la violencia es un parto doloroso, que implica que las personas
asuman su propia transformación a pesar de la oposición que los opresores generan sobre
ellas.
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 35
Bogotá D.C.

Deseo subrayar que, las mujeres entrevistadas expresan la violencia desde su sentir,
desde su relación con esta, una relación enmarcada en una sociedad desigual, inequitativa
y segregadora que las ha situado en la vulnerabilidad desde lo más íntimo, logrando así
fortalecer el ciclo de violencia que se vive en la sociedad. Es así que, mujeres como
Fernanda, -de 29 años de edad, quien ejerció la prostitución-, relata su experiencia con la
violencia, de una manera cruda que nos deja perplejos ante nuestra función como
constructores de paz.

En el Santa Fe los que más ejercen la violencia son los hombres. Uno siente que hay
una violencia porque lo vulnera a uno, hay un daño para uno. Sufrí violencia física y
sexual a los 8 años, al inicio no me creyeron, me creyeron cuando ya era grande y ya
para que, mi primera pareja me pego; cuando empecé a ejercer (en la prostitución) me
agredieron...Pero también ejercí violencia, cobrando impuestos a otras mujeres que
ejercen la prostitución en la calle, al inicio no pensé que fuera violencia, pero ahora me
doy cuenta que, si es violencia, pues uno las chuzaba o le ponía la pistola en la cabeza.
porque uno las agrede, las maltrata, las amenaza y ellas al sentirse asustadas pues
ellas pagan...cuando yo sufrí violencia, me sentía mal, cuando yo la ejercí me sentía
bien, porque me sentía con poder, me sentía como que nadie podía hacerme nada,
entonces ya no me daba miedo la gente (Entrevista realizada Fernanda, mayo 2018)

Todavía cabe señalar, que expresiones como la de Verónica, -mujer de 30 años, madre
de una niña de 3 años, quien ejerció la prostitución- al relatar su experiencia con la
violencia, reafirma que la violencia tiene un asidero fuerte en la sociedad que puede llevar
a que se convierta en un círculo vicioso, generador de violencia, “yo soy víctima de
violencia intrafamiliar, me pegaron, me quemaron, me secuestraron por tres días, me
chuzaron(...) Yo he ejercido violencia, pero fue en defensa propia, me iban a agredir y yo
no me deje, no me vuelvo a dejar agredir.” (Entrevista realizada Verónica, mayo 2018).

Lo anterior, refleja como la violencia es vivida, significada y comprendida desde las


relaciones en un contexto determinado, donde las mujeres a través de sus percepciones
le dan un carácter cotidiano a la violencia que no adquiere una connotación negativa, sino
por el contrario se ve como algo natural y aceptado, generando una condición favorable a
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
36

la violencia y a las relaciones de poder expresadas en su espacio relacional, logrando así


fortalecer y mantener la exclusión, la desigualdad y la inequidad.

De este modo, se manifiesta la estrecha relación entre violencia y opresión, donde para
las mujeres del barrio Santa Fe como grupo poblacional con unas características
particulares, existe y se manifiesta una situación de violencia estructural que las oprime y
las sitúa en una situación de desigualdad e inequidad. No obstante, ante esta situación las
mujeres reproducen el mismo esquema con sus pares, convirtiéndose en generadoras de
violencia y opresión sobre otras mujeres en su misma situación. Lo que nos sitúa, en la
necesidad imperante de empoderar a las mujeres frente a su situación de violencia y su
necesidad de trasformación, con el fin de eliminar la violencia de los espacios relacionales.

En lo referente a la paz, para las mujeres entrevistadas, es claro que existe una relación
entre la violencia y la paz, sin embargo, hay un sentimiento generalizado que en Colombia
no hay paz y que los acuerdos de paz realizados con las FARC-EP son situaciones que se
realizaron más por política, corrupción o por narcotráfico que, por la paz, “no hay paz en
Colombia, el acuerdo de paz con las FARC es una máscara, para sacarle más plata al
pueblo. No hay paz porque se sigue secuestrando, matando, minas quiebra pata. La paz
es que las personas toleren todo, la diversidad sexual, la diferencia” (Entrevista realizada
a Lucía, mayo 2018)

Estas expresiones dejan ver un imaginario introyectado alrededor de los acuerdos de paz
por los medios de comunicación y enmarcados en la coyuntura actual de las elecciones
presidenciales, elementos como corrupción, narcotráfico, reclutamiento, etc. dejan ver una
fuerte influencia en la construcción de imaginarios, adquiriendo mayor significancia, al
situarse en un contexto de desigualdad, exclusión y violencia, vivido por las mujeres.

Por otro lado, existen expresiones que generan una esperanza en la apuesta de construir
paz a través de la transformación de imaginarios:

La paz es algo que en estos momentos no estamos viviendo, la paz es estar en paz con
uno mismo, con el resto de la gente, que uno no violente ni se sienta violentado, la paz
es lo contrario de la violencia. Si no hay violencia no hay paz, tu para tener paz tienes
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 37
Bogotá D.C.

que dejar de ser violentado, para dejar de ser violentado tuviste que ser violentado (...)
la paz se construye desde abajo, pongamos por ejemplo al Santa Fe, el presidente dice
que hay paz, pero él no ha venido acá a ver como se matan, como torturan a las
mujeres, las violan, como niños pequeños están trabajando, como niñas menores de
edad se están prostituyendo, desde ahí se empieza la paz, desde lo más pequeño,
porque si tu empiezas por lo grande y dejas lo pequeño, eso se va ir cubriendo y ahí se
vuelve a empeorar (Entrevista realizada a Victoria, mayo de 2018).

Esta afirmación, nos sitúa en un contexto complejo frente a la construcción de la paz, sin
embargo, al igual que otras afirmaciones realizadas por las mujeres, también nos sitúa en
un campo de infinitas posibilidades de transformación, nos deja ver que aunque el contexto
de violencia que viven permanentemente las mujeres del Santa Fe y los imaginarios
creados por la cultura, generan un pesimismo frente a la paz, existe en el fondo de cada
una de ellas el ideal de lograr en algún momento la paz en Colombia.

Así mismo, las mujeres, con sus vivencias y experiencias, nos enseñan que la paz no solo
es el silenciamiento de los fusiles, sino la eliminación de todas las formas de violencia en
la sociedad. Nos convoca y a su vez abre el camino para la transformación a través de las
plataformas de cambio social, siendo creativos, dinámicos y propositivos ante las
dificultades que una sociedad violenta como la nuestra nos plantea.

3.2 Percepciones y sentires de profesionales sobre la


violencia y la paz

En cuanto a los grupos de discusión desarrollados con profesionales que laboran en el


Hogar AmaneSer de la Asociación Cristiana de Jóvenes, posibilitó exponer las
concepciones y los significados de la violencia. Partiendo de definir la violencia, como un
acto o intención de producir daño, principalmente, asociados al daño físico y psicológico
que se puede generar hacia el otro. En el grupo se identifica principalmente la violencia
visible, trasladando la responsabilidad principalmente en los sujetos inmersos en las
prácticas violentas (víctima-victimario).
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
38

A su vez, hay quienes mencionan que la violencia es innata del ser humano y en general
de todo ser vivo, fundamental para la supervivencia. Nuevamente, observamos la
naturalización de la violencia, que, desde un análisis teórico, puede conllevar a invisibilizar
la violencia desde sus diversas formas de manifestación hasta los ámbitos donde se
reproduce, así como, recrear la violencia desde un ejercicio profesional.

No obstante, hay quienes mencionan que la violencia es aprendida, es producto de una


construcción sociocultural a través de las relaciones de poder, en esta medida, reconocen
diversos ámbitos de violencia: económico, social, político, cultural. Podríamos decir que se
acercan a la concepción de violencia de Galtung, puesto que se reconoce la violencia
directa mucho más visible, así como, la violencia estructural y cultural menos visibles. Sin
embargo, resaltan que convivir constantemente en la violencia nos conduce a naturalizarla.

Por otro lado, hay quienes sitúan las causas de la violencia, directamente al ámbito
sociocultural, a las falencias en el marco normativo y jurídico, al ejercicio de poder, a la
naturalización de la violencia y a la falta de voluntad para cambiarla. Al igual que en las
mujeres, persiste limitar la violencia a lo visible e individual, invisibilizando la violencia
proveniente de las estructuras sociales.

Así mismo, en el grupo de discusión se pudo observar que los actores pueden ser directos
e indirectos. Directos, quienes ejercen la violencia e indirectos quienes validan la misma a
través de creencias y prejuicios. Acerca de los actores de violencia, sitúan al individuo
como un sujeto que puede ejercer violencia sobre él mismo y sobre los otros.

Finalmente, esta herramienta metodológica nos permitió revelar la pertinencia de abordar


la violencia desde las percepciones y sentires, para que, a través del diálogo, de la
examinación de argumentos y razones que involucren el emocional, apostarle a la
eliminación de espacios relacionales de violencia y así construir espacios de igualdad y
justicia.
4. Conclusiones.
Se ha realizado una disertación teórica, frente a elementos fundamentales que se deben
tener en cuenta para la construcción de la paz en la sociedad, se analizaron y relacionaron
elementos como el enfoque de construcción de paz, el imaginario social, la violencia y el
papel de las mujeres y la relación entre estos componentes.

Frente a la construcción de paz, nos centramos en mostrar la importancia de la promoción


de la imaginación moral, como elemento fundamental del enfoque, la construcción de
plataformas relacionales de cambio social y la participación de la mujer como fermento
necesario para este proceso.

En lo referente al imaginario social, se analizó y dilucido, la construcción de la sociedad a


través de los imaginarios sociales, el imaginario instituyente y el instituido. Al igual se
visualizó que el orden social crea, normativiza y regula la sociedad, generando identidad y
cohesión, pero a su vez dominio, control y legitimación sobre la sociedad. Así mismo, se
trazó la posibilidad de la transformación y el cambio social, inmerso a través del imaginario
radical: la crítica y lo nuevo.

En el análisis de la violencia, se recalcó en entenderla como un proceso socio histórico del


ser humano, aunado a la necesidad de entenderla como una herramienta de dominación,
pero a la vez, como un elemento creador de nuevos imaginarios y de nuevas
interpretaciones. De igual forma, se recalcó en la importancia de entenderla a partir de los
tipos de violencia existente y su estrecha relación, estructural, cultural y directa. Por otro
lado, se mostró la afectación y el papel de las mujeres en medio del ejercicio de la violencia
en la sociedad, resaltando el papel que cumplen ellas a la hora de superarla.
42 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ

A su vez, el documento dio cuenta de las diferentes estrategias y abordajes que se deben
tener en cuenta en la eliminación de la violencia como apuesta para la construcción de
paz. En primera medida, la propuesta se centra en el conjunto de la sociedad que ha sufrido
la violencia estructural y no en la institucionalidad del estado que es su generadora. En
segundo lugar, resalta la necesidad de concienciar a los individuos, para lograr su
empoderamiento, frente a la violencia y su transformación. Tercero, ubica el papel del
individuo sin alejarlo de su contexto social, es decir, empodera al individuo, pero le hace
entender que solo en colectivo es posible la transformación de imaginarios sobre la
violencia y su futura eliminación. Cuarto, muestra el papel protagónico de la creación y de
la imaginación colectiva. Quinto y último, la propuesta propone la fusión de la emoción y la
razón como elementos de transformación, no puede haber transformación sólo desde la
emocionalidad, pero tampoco puede haber transformación sólo desde la razón.

Finalmente, es fundamental en la construcción de paz, la transformación de los imaginarios


sociales sobre la violencia, como forma de erradicar con el ciclo vital de la
misma. Refiriendo al ciclo de vida que le permite a la violencia perdurar en el tiempo y en
las sociedades, la violencia nace, crece, se reproduce, y no muere, por el contrario, se
recrea y reinventa a sí misma, a partir de los imaginarios sociales que ella misma ayuda a
crear en el diario vivir del ser humano.
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