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Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar al título de:
Especialista en Acción sin Daño y Construcción de Paz
Directora:
Doctora Claudia Patricia Sierra Pardo
Resumen
El presente documento surge a partir de la imperante necesidad de construir paz en la
sociedad colombiana, reconociendo el diálogo y la transformación de los espacios
relacionales a la violencia como aspectos esenciales. A lo largo del documento la autora
expone y relaciona los conceptos claves de su análisis, donde resalta la relación entre
la violencia y las mujeres. Desde ahí propone las posibles estrategias a desplegar para
la transformación de imaginarios sociales sobre violencia como apuesta para la
construcción de la paz positiva.
Palabras clave: imaginario social, imaginación moral, espacio relacional, paz positiva,
violencia cultural, violencia estructural, violencia directa, opresión.
Abstract
The present document arises from the commanding need to construct peace in the
colombian society, recognizing the dialog and the transformation of the relational spaces
of violence as essential aspects. Along the document, the authoress exposes and relates
the key concepts of her analysis and highlights the relation between the violence and the
women. From there, strategies are proposed to be opening for the possible transformation
of imaginary social on violence as bet for the construction of the positive peace.
Keywords: imaginary social, moral imagination relational space, positive peace, cultural
violence, structural violence, direct violence.
Contenido V
Contenido
Pág.
Resumen .........................................................................................................................IV
Introducción. ................................................................................................................... 1
4. Conclusiones. ........................................................................................................ 41
Bibliografía .................................................................................................................... 45
Contenido VI
Introducción.
La paz, una palabra, una idea, un imaginario que despierta las más profundas emociones,
deseos y anhelos. Sin embargo, hablar de paz actualmente en Colombia, es remitirse a lo
desconocido e imposible. Y es que no es fácil hablar de paz en un país que lleva a cuestas
una violencia sociopolítica, asociada a la desigualdad, la pobreza, la inequidad y la
exclusión en la sociedad. No es fácil hablar de paz cuando se legitimó la lucha armada
como vía para erradicar las prácticas históricas de exclusión e inequidad, instaurando la
violencia como algo natural y cotidiano en nuestras vidas. Tampoco es fácil hablar de paz,
en donde la cultura de la violencia se ha instituido como determinante del espacio
relacional.
A este panorama, hoy se suma un acuerdo de paz entre el gobierno nacional y uno de los
actores del conflicto armado. Dicho acuerdo, propone romper o limitar con el espacio
relacional de la violencia directa, por lo menos, la relacionada con la lucha armada, lo que
produce profunda esperanza y desesperanza al mismo tiempo, ligado a los sentires y las
percepciones de cada persona y colectivo, constituyentes de la sociedad colombiana.
de la población de la idea inicial de construir una paz estable y duradera que beneficiara a
toda la sociedad.
en que la construcción de paz posibilita comprender la paz como el proceso que enfrenta
las causas estructurales o profundas de los conflictos de la sociedad en general y de
espacios particulares a partir de mecanismos sociales y políticos que permitan enfrentarlos
y transformarlos sin violencia.
Sin embargo, construir paz va más allá de lo expresado anteriormente. No lograremos una
sociedad pacífica, próspera y sólida, sólo con una paz impuesta que no tiene en cuenta al
conjunto de la sociedad, desde el político más influyente hasta la persona del “común”
deben jugar un papel primordial en su construcción. Ahora bien, ¿qué implica abordar la
construcción de paz? ¿Cuál es su propósito? ¿Por qué se caracteriza? y ¿cómo se
constituye la paz como imaginario social en conjunto de la sociedad? Es ahí donde la
construcción de paz como enfoque, adquiere un papel protagónico en la medida que aporta
a la respuesta de estos interrogantes.
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
6
En efecto, la construcción de paz implica generar cambios a corto, mediano y largo plazo,
que pasa por garantizar la seguridad a través de enfrentar los problemas inmediatos y
urgentes, fortalecer las capacidades locales para la construcción de paz, hasta promover
reformas en lo político, económico, social, cultural, con el fin de lograr transformar causas
de la violencia estructural.
En este sentido, Paladini (2011) argumenta que “la construcción de paz demanda la
interrelación entre los esfuerzos político institucionales que centran en crear las
condiciones de seguridad y orden público que permitan poco a poco, iniciar procesos de
reforma y transición política hacia sistemas de gobierno estables y hacia cierto desarrollo
económico y niveles de integración en el contexto internacional (...) y los esfuerzos desde
las comunidades y los territorios con visiones y procesos transformadores en lo político, lo
económico, lo cultural, lo social y lo ambiental”(p.18). Es así que, la construcción de paz
es un cúmulo de esfuerzos institucionales, territoriales y comunitarios que demandan de
cada parte un compromiso perdurable en el tiempo.
Construcción de paz, una apuesta conceptual y práctica. 7
Por otro lado, Lederach (2008) sostiene que “trabajar por la paz, es aceptar la complejidad”,
puesto que se enfrenta a la multiplicidad, interdependencia y simultaneidad de actores,
acciones e iniciativas, aunado a la necesidad de pensar en los nudos, el entramado, las
conexiones y las intersecciones de las relaciones, lo que nos conlleva a reconocer las
pautas y dinámicas que generan y sostienen dicha complejidad.
Entre dichos grupos que han sufrido la desigualdad social, el enfoque de construcción de
paz evidencia cómo las mujeres se han visto afectadas en las dinámicas de guerra y
violencia sociopolítica, de igual forma evidencia cómo han sido excluidas de las
oportunidades y condiciones para un buen vivir, tal como los espacios políticos de la paz.
Por tal razón, la construcción de paz retoma el enfoque diferencial, en la medida que
posibilita entender la forma de análisis y de actuación social y política que, por una
parte, identifica y reconoce las diferencias de género, etnia y edad, entre otras
categorías; y por otra, sus implicaciones en términos de poder, de condiciones de vida
y de formas de ver el mundo. A partir del reconocimiento de las diferencias y sus
implicaciones, el enfoque diferencial busca la transformación o supresión de las
inequidades y de sus expresiones de subordinación, discriminación y exclusión social,
Construcción de paz, una apuesta conceptual y práctica. 9
Por otro lado, constantemente la relación entre mujeres y paz se ha encontrado asociada
a “características fenotípicas por el hecho de ser mujer”, es decir, que, por ser capaces de
dar vida, son más dispuestas a la empatía, cuidado, paciencia, son más pacíficas. Dicho
de otra manera, las relaciones y escenarios -como la paz- donde se desenvuelven las
mujeres están cargados de estereotipos de género que normativiza y legitiman dicotomías
como: mujer pacífica/hombre violento (Magallón, 2006), en el cual se convierte en
contradicción ser mujer y perpetuadora de violencia y así legitimar exclusiones sociales a
quienes no entran en esos parámetros. Por tal motivo, es necesario reconocer y
transformar esos imaginarios sobre las mujeres que ejercen desigualdades y exclusiones
sociales sobre ellas, con el fin de construir espacios de dignidad.
2. La violencia desde los imaginarios
sociales.
La construcción de paz no es un asunto exclusivo de profesionales, técnicos, víctimas de
violencia sociopolítica y actores armados, por el contrario, la construcción de paz positiva
en la sociedad requiere de la participación del conjunto de individuos que la componen,
independientemente de su raza, género, credo, condición socioeconómica y posición
política. Así mismo, requiere de la mayor creatividad e imaginación, refiriéndonos a la
capacidad que debemos tener todas y todos, para formar unas relaciones alejadas de los
patrones de violencia existente en la sociedad, creando nuevos imaginarios y combatiendo
los que no han permitido el avance a sociedades más justas, equitativas e igualitarias.
Es así, que por más que se trate de hablar de sociedades homogéneas a nivel mundial y
de un mundo globalizado, entre otros conceptos homogeneizantes, debemos decir que la
heterogeneidad es tal, que a pesar de que exista un orden mundial dominante adscrito a
un modelo económico predominante, las sociedades revelan sus diferencias
constantemente y nos muestran un mundo de variedad de pensamientos, ideas, prácticas,
valores, mitos, héroes, leyendas etc.
En este orden de ideas, cada sociedad genera algo que la instituye en un proceso histórico,
le da identidad a sí misma y al conjunto de individuos que la componen, que le permite
unirse y cohesionarse, generando consigo un orden social que lleva a que los individuos
se supediten a los intereses de una clase social dominante por medio del imaginario social
y sus instituciones.
Por otro lado, al hablar de imaginario social, debemos decir que es una construcción que
siempre está sujeta al colectivo, sin desconocer el papel de la imaginación1 del ser humano
singular, es decir, del individuo. Esta idea se refuerza, si consideramos a la sociedad como
un conjunto de seres humanos con características de independencia e interdependencia,
dejando atrás la falsa contradicción de individuo y sociedad, acaso es posible ver un ser
humano aislado de la sociedad o una sociedad sin individuos, la respuesta es, ¡no!
En palabras de Castoriadis (2001), espíritus, dioses, dios, polis, ciudadano, nación, estado,
partido, mercancía, dinero, capital, tasas de intereses, tabú, virtud, pecado, son
construcciones y narraciones colectivas que le dan sentido a la existencia misma de ser
social. Por lo tanto, podríamos decir que el imaginario social se convierte como lo planteó
Girola al citar a Taylor en la forma en que el ser humano imagina su existencia social:
1
Por lo tanto, resulta natural llamar a esa facultad de innovación radical, de creación y de formación, imaginario
e imaginación. (Castoriadis, 2001, p.94)
2
Imaginario porque la historia de la humanidad es la historia del imaginario humano, y de sus obras. Historia
y obras del imaginario radical, que aparece apenas existe una colectividad humana: imaginario social
instituyente que crea la institución en general y las instituciones particulares de la sociedad considerada,
imaginario radical del ser humano singular. (Castoriadis, 2001, p.93)
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
14
De acuerdo con Castoriadis (2001) el imaginario social, crea una sociedad heterónoma
que por más que esté conformada por individuos “autónomos” que tienen pensamientos
La violencia desde los imaginarios sociales. 15
Es por esto que debemos afirmar que la única forma en que el imaginario social, se
consolide como idea central de una sociedad es por medio de la ausencia de la
confrontación de ideas y cuestionamientos a la misma, solo cuando se logra alejar de los
individuos la razón y predomina las emociones, se impone en las conciencias y en el
inconsciente de los individuos el imaginario social. En este sentido, el cambio y la
transformación del imaginario social sólo es posible si triunfa la razón sobre el mito y lo
irreal.
Es por ello que los mitos se usan y se los hacer respetar, “vivir en el mito es vivir sin
rebelarse”, aceptar la ley de los ancestros. (Enríquez, 1992) …el mito toma la apariencia
de logos y se inserta así en la trama de nuestra cotidianidad respondiendo a la
necesidad de sostén y reforzando la cohesión grupal (...)De este modo la institución
tiene la opción de conformar un imaginario ilusorio en el sentido de responder a los
deseos, fantasmas y demandas de sus miembros, quienes se ven amenazados por los
que tienden a impedir su misión, expresándose como institución protectora y poderosa
y ocupando la totalidad del espacio Psíquico de los actores que la conforman. (Arias y
Gómez, 2008, p.78)
3
hay que mencionar además, que se trata de imaginario porque viene de la imaginación del hombre, de su
creación individual y colectiva que es la que le da forma a la sociedad, “Llamo imaginarias a estas
significaciones porque no corresponden a elementos “racionales” o “reales” y no quedan agotadas por
referencia a dichos elementos, sino que están dadas por creación y las llamo sociales porque sólo existen
estando instituidas y siendo objeto de participación de un ente colectivo impersonal y anónimo”. (Castoriadis,
1986, p 68)
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
16
imaginarias sociales son impuestas o introyectadas, para lograr un dominio y control por
una clase social “selecta” que se consolida cada vez más con el imaginario instituido.
2.2 La violencia
De ahí que, parafraseando a Hernández (2002) cuando se asume que la violencia se crea
en la relación humana, podemos decir que cobra realidad y se reproduce la
intersubjetividad social, en otras palabras, se asegura que la violencia es producto de
consensos sociales intersubjetivos plasmados en acciones llevadas a cabo en el espacio
relacional.
Una vez establecida la relación opresora, está instaurada la violencia. De ahí que ésta,
en la historia, jamás haya sido iniciada por los oprimidos. ¿Cómo podrían los oprimidos
iniciar la violencia, si ellos son el resultado de una violencia? ¿Cómo podrían ser los
promotores de algo que al instaurarse objetivamente los constituye?... No existirían
oprimidos si no existiera una relación de violencia que los conforme como violentados,
en una situación objetiva de opresión. Son los que oprimen, quienes instauran la
violencia; aquellos que explotan, los que no reconocen en los otros y no los oprimidos,
los explotados, los que no son reconocidos como otro por quienes los
oprimen…quienes instauran el terror no son los débiles, no son aquellos que a él se
encuentran sometidos sino los violentos, quienes, con su poder, crean la situación
concreta en la que se generan los “abandonados de la vida”, los desharrapados del
mundo. (p.36)
La violencia desde los imaginarios sociales. 19
Podríamos, hacer una relación lógica con lo planteado por Castoriadis, cuando se habla
de adoctrinamiento, el adormecimiento del pueblo y de alineación, estos aspectos están
ligados al control y dominio generados por el orden social para mantener el imaginario
social, funcional a una élite que ostenta el poder. Podríamos aseverar que la violencia
estructural y cultural se constituyen como un elemento fundamental del imaginario social,
invisibles pero que se expresan en la cotidianidad de las sociedades.
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
20
Del mismo modo, cuando Galtung, habla de “la cultura que predica, enseña, advierte,
incita, y hasta embota nuestras mentes para hacernos ver la explotación y/o la represión
como algo normal y natural, o posibilita la alienación para vivir aparentando que no se
sienten sus consecuencias” (Galtung, 1990, p.155). Deja ver que la violencia cultural es
la manera con la cual el orden social permite el sostenimiento de la violencia estructural y
por ende de múltiples violencias que van ligadas entre sí. “Por violencia cultural nos
referimos a aquellos aspectos de la cultura, la esfera simbólica de nuestra existencia -
materializado en la religión y la ideología, en el lenguaje y el arte, en la ciencia empírica y
la ciencia formal (la lógica, las matemáticas) - que puede ser utilizada para justificar o
legitimar la violencia directa o la violencia estructural” (Galtung, 1990, p.149).
perciben como negativas y por el contrario se perciben como naturales y son aceptadas,
se crea una condición cultural favorable a la violencia, beneficiando con esto, expresiones
de violencia directa y de violencia estructural que mantienen y reproducen relaciones de
poder fortaleciendo la exclusión, la desigualdad y la inequidad.
De igual forma, si retomamos lo expresado por Freire de que una vez establecida la
relación opresora, está instaurada la violencia, podríamos concluir que al establecerse la
violencia en los espacios relacionales se manifiesta opresión de micro poderes, donde el
individuo que fue oprimido cumple el deseo involuntario de convertirse en opresor de
alguien más, emulando a su opresor u opresores.
En este caso, el “hombre nuevo” para los oprimidos no es el hombre que debe nacer
con la superación de la contradicción, con la transformación de la antigua situación,
concretamente opresora, que cede su lugar a una nueva, la de la liberación. Para ellos,
el hombre nuevo es ellos mismos, transformándose en opresores de otros, su visión del
hombre nuevo es una visión individualista. Su adherencia al opresor no les posibilita la
conciencia de sí como personas, ni su conciencia como clase oprimida. (Freire, 1969,
p.27)
violencia y el impedimento para eliminarlas, dado que para este imaginario el ser humano
es un ser violento por naturaleza (biológico).
Es así que, hace parte de un convivir, de una manera de sentir, pensar y obrar que se
encuentra naturalizado. Concebir la violencia como algo “natural”, aunado a la legitimidad
del calificativo inferior de las mujeres por el hecho de “ser mujer”, nos conlleva a una
naturalización e invisibilización de los hechos de violencia contra las mujeres, además, de
asumirlos como problemas privados donde la responsabilidad por el acto de violencia recae
sobre la persona afectada, lo que obstaculiza e imposibilita acceder a la justicia.
Lo dicho anteriormente, nos conduce a comprender que las desigualdades sociales hacen
parte de los imaginarios construidos, consolidados y legitimados social y culturalmente,
argumentando las diferencias naturales. Dicho de otro modo, las diferencias naturales “son
La violencia desde los imaginarios sociales. 23
construcciones imaginarias, como idea, como significantes que contienen una intención
política para justificar desigualdades sociales, política y culturales” (Curiel, 2012, p.12).
Asimismo, son constituyentes de la violencia en la medida que restringen las oportunidades
para un desarrollo personal/colectivo, priva de derechos fundamentales y civiles a ciertos
grupos, contribuyendo así a la exclusión y marginalización del mismo.
Como lo hace notar Stolke (2000) dichas diferencias son dotadas de significado social que
sostiene y respalda las relaciones desiguales de poder a través de la “naturalización” de la
posición/condición social asociándola a cuestiones de descendencia y de origen, y no al
producto de construcciones histórico-sociales, lo que conlleva a legitimar “el ejercicio de
un biopoder, que genera segregación y jerarquización social, relaciones de dominación y
efectos de hegemonía” (Foucault, 1991 citado por Viveros, 2008, p.3)
Aunado, Scott (1998) nos muestra como “estas relaciones de poder se expresan en
símbolos culturales que evocan representaciones, en esquemas normativos que
interpretan significados de los símbolos, los cuales se expresan en doctrinas religiosas,
educativas, científicas, legales y políticas, y también define identidad en términos
subjetivos” (Curiel, 2012, p.9).
Sin embargo, surge el interrogante del por qué la tendencia de “naturalizar” la desigualdad
social, se sustenta a través de diferencias “sexuales” y “raciales”. A juicio de Stolke (2000):
En este sentido, puede afirmarse que las formas de la subordinación han ido
cambiando, pero sin que se suprimiera la desigualdad ni las formas visibles e invisibles
de sus violentamientos; las características que ésta adopta en determinado momento
histórico son resultado de una compleja ecuación política conformada, tanto, por las
estrategias de las instancias hegemónicas y sus “necesidades” normativas como por
las modalidades de ofensiva y resistencia de las mujeres, incluyendo aquí desde sus
movimientos políticos organizados hasta las causas más privadas y personales de
autoafirmación (p.11).
Por otro lado, tanto en la violencia como en la paz, los estereotipos de género se constituyen
en un determinante en el ordenamiento social, donde la mujer por sus “atributos naturales”
es más predispuesta al cuidado de las personas, a la expresión de los sentimientos y
afectos, y por ende a opciones más pacíficas. Mientras tanto, el hombre por sus “atributos
La violencia desde los imaginarios sociales. 25
Cabe profundizar en los imaginarios sociales sobre las mujeres en escenarios de paz y sus
consecuencias. El primero de ellos es cargar sobre las mujeres, su esencia pacífica, esto
sitúa a las mujeres en una posición sumisa en la estructura de dominación, además de
despolitizarlas. El segundo, su inherente relación con la maternidad las hace defensoras
de la paz y promotoras de diálogos, esta posición no solo excluye a las mujeres que no son
madres, sino que corre el riesgo de persistir en los roles de género con las relaciones de
poder (donde ser madre y combatiente, es una contradicción en los términos). Por último,
las mujeres al ser excluidas de ámbitos de poder y toma de decisiones, no cuentan con una
capacidad ni trayectoria, lo cual legitima su exclusión política.
Ya hemos visto a lo largo del trabajo como la violencia, además de ser una herramienta de
dominio, control y opresión utilizada por los que ostentan el poder, se convierte en un
elemento que genera imaginarios sociales sobre ella misma y sobre los mismos espacios
relacionales donde se desarrolla. De igual forma, se ha podido observar cómo la violencia
sin importar de donde venga aporta al ciclo de violencia, reproduciéndose en la sociedad.
Por otro lado, además de que la violencia se desarrolla en torno a un ciclo, producto tanto
de la violencia cultural, como de la cultura de la violencia, se puede observar como existe
paralelo a esto, lo que he denominado como: el ciclo vital de la violencia. Me refiero, al
ciclo de vida que le permite a la violencia perdurar en el tiempo y en las sociedades; la
violencia nace, crece, se reproduce y no muere, por el contrario, se recrea y reinventa a sí
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
26
misma, a partir de los imaginarios sociales que ella misma ayuda a crear en el diario vivir
del ser humano, siendo el imaginario social y los espacios relacionales los componentes
centrales para su perdurabilidad.
Por otra parte, la imaginación moral de la que habla Lederach promueve los cambios
sociales a través de espacios relacionales constructivos de dignidad y elimina los espacios
relacionales de violencia. Ello implica, que las personas comprendan la necesidad de
superar los estigmas y prejuicios arraigados en la sociedad sobre el papel que juegan los
sujetos en la misma, pasando de un papel pasivo y sumiso a un papel activo y empoderado
en la transformación. Así mismo, conlleva a que las personas modifiquen la percepción del
La violencia desde los imaginarios sociales. 27
otro, del que piensa diferente, de mi contradictor e incluso de con quien se pudo llegar a
hechos de violencia,
Desplazar las relaciones definidas por el temor, recriminación mutua y la violencia hacia
las caracterizadas por el amor, el respeto mutuo y el compromiso proactivo. El cambio
social constructivo persigue cambiar el flujo de la interacción humana en el conflicto
social de ciclos de violencia relacional destructiva a ciclos de dignidad relacional y
compromiso respetuoso. (Lederach, 2008, p.75).
No obstante, la tarea no se plantea como sencilla, mucho más cuando hemos dicho que la
violencia se ha instaurado en la sociedad y ha venido ganando cada vez más un significado
de algo natural e inherente al ser humano. Se tendrá que tomar en cuenta que “la violencia
es un modo de convivir, un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
28
conversaciones que hace posible y conserva el emocionar que la constituye y en las que
las conductas violentas se viven como algo natural que no se ve” (Maturana,1997, p.81).
En este sentido “Para que los miembros de una cultura reflexionen sobre sus conductas
violentas se requiere que haya un conflicto en el emocionar, que genere conductas
contradictorias lo suficientemente intensas para que estos suelten su natural certidumbre
sobre lo natural de sus acciones” (Maturana, 1997, p.81). De igual forma transformar los
imaginarios sociales establecidos, requiere como lo decía Castoriadis pasar del mito, del
anhelo, del deseo al logos, es decir, a la razón, lo cual no significa no utilizar la emoción
como medio para llegar a la razón. Dicho de otra manera, no solo se transforma como lo
expresa Maturana, a través de la emoción, ni como lo expresa Castoriadis, solo a través
de la razón, sino a través de la relación entre razón-emoción-razón para producir así la
transformación.
Por otro lado, Paulo Freire, en sus análisis sobre la opresión, ya nos mostraba cómo la
violencia tenía una relación estrecha con la opresión de los hombres en las sociedades.
En este sentido la tesis central de Freire se convierte en relevante para romper el ciclo de
violencia y la cultura de violencia. Emulando la tesis de Freire, se hace necesario hacerle
entender al pueblo en su conjunto que existe una opresión de un orden social que utiliza
la violencia estructural, cultural y otros tipos de violencia como formas de control y contra
los cuales hay que luchar para eliminarlos de la sociedad.
Lo que Freire de manera general propone es llevar a los individuos a ser una masa crítica
para su acción y futura transformación.
“Explicar a las masas su propia acción” es aclarar e iluminar la acción, por un lado, en
lo que se refiere a su relación con los datos objetivos que le provocan y, por otro, en lo
que dice respecto a las finalidades de la propia…Cuanto más descubren las masas
populares, la realidad objetiva y desafiadora sobre la cual debe incidir su acción
transformadora, tanto más se “insertan” en ella críticamente. (Freire, 1969, p.34)
Es así que, querer transformar los imaginarios sobre la violencia, sólo es posible si el
individuo que la utiliza y el cual también es violentado por la estructura dominante, ve la
La violencia desde los imaginarios sociales. 29
Representa que los individuos y colectivos comprendan que La pedagogía del oprimido,
no puede ser elaborada por los opresores, es un instrumento para este descubrimiento
crítico: el de los oprimidos por sí mismos y el de los opresores por los oprimidos, como
manifestación de la deshumanización. (p.26)
Lo anterior, representa claramente que, si la opresión y la violencia son creados por una
clase dominante opresora, no es lógico ni consecuente que esperemos a que ella
transforme los imaginarios, ni las situaciones reales producto de los mismos. Tampoco es
lógico que esta clase que instaura un orden social, bajo el imaginario social, nos diga a los
violentados, a los oprimidos, que es la violencia y como se debe superar, ya que de
antemano estaremos eliminando la violencia que le perjudica a ellos y replicaremos toda
violencia que sea funcional para su sistema.
No obstante, la única forma en que esto sea posible, es haciendo que los individuos por
medio de la educación transformadora pasen de la pasividad y sumisión a un papel activo
y empoderado en la transformación. Para llegar a esto, requerimos que la razón utilizando
la emoción, como camino emancipador llegue a la razón colectiva y transforme los
imaginarios que generan la violencia.
Por último, quizás lo más importante, este proceso no necesita de mesías salvadores que
pretendan salvar al pueblo de su cruel destino, requerimos de personas comprometidas
que lleven a las mujeres y hombres hacia la transformación de su propia realidad, donde
ellos se conviertan en autores de su propia existencia. Se requiere un trabajo de
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
30
concienciación de los individuos, sobre su realidad, sobre la opresión que sufren, sobre la
violencia de la que son víctimas, sobre la verdad de que es a través de entender la violencia
y no de ejercerla que se puede transformar su espacio relacional, aportando con esto a la
construcción de paz positiva.
En este mismo sentido, dado que el barrio es considerado zona legal para servicios de alto
impacto dentro de la ciudad, confluyen poblaciones de diversos sectores de la ciudad,
quienes acceden a dichos servicios, trabajan o transcurren en la zona. En este sentido, es
importante mencionar que dichos servicios contemplan servicios sexuales, ejercidos
principalmente por mujeres que trabajan en el barrio, pero residen en diferentes sectores
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 31
Bogotá D.C.
4
Información extraída de documento institucional: estudio de necesidades población vinculada a prostitución
en la localidad de Mártires y Santa Fe, con relación a las dinámicas del conflicto.
TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ
32
A partir de las herramientas utilizadas, con las mujeres y profesionales del Hogar
AmaneSer- YMCA, se ha evidenciado, la existencia de una variedad de imaginarios
sociales sobre la violencia que mantienen una relación estrecha con los espacios
relacionales a un nivel multiescalar de las personas entrevistadas. Es así que, en la
totalidad de los casos inicialmente las mujeres entrevistadas, relacionan la violencia con
aspectos centrales de su vida y cotidianidad, la familia, los hijos, el trabajo etc. Paso
seguido relacionan la violencia con una escala macro relacionando, la violencia con
aspectos más generales de la sociedad, como lo son las violencias del conflicto armado o
lo relacionado con las leyes y la corrupción.
Las mujeres identifican la violencia física, sexual, psicológica y verbal, como, expresiones
de violencia cotidiana. Es aquí, donde por ejemplo Victoria5 -mujer de 19 años, que ejerce
la prostitución desde los 13, madre de una niña y cuya orientación sexual es lesbiana-,
expresa que; la violencia es ultrajar los derechos de las personas. Describe como existen
diferentes tipos de violencia: “la violencia psicológica, emocional, física, sexual y verbal” y
5
Los nombres de las mujeres han sido cambiados según el acuerdo de confidencialidad, pactado con ellas.
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 33
Bogotá D.C.
entre ellas resalta la violencia psicológica expresando que tiene como propósito, denigrar
y humillar a la mujer por su trabajo o por sus orientaciones sexuales,
No obstante, las mujeres pese a que centran la violencia desde lo visible, también
reconocen elementos de violencia estructural, es claro que ellas no relacionan estos
elementos como fundamentales, pero al relacionar la violencia con la desigualdad e
inequidad, dejan percibir que la violencia es una construcción del imaginario social, que
afecta la cotidianidad y la vida misma de las personas. En este sentido Victoria dice “lo que
hace que uno ejerza la violencia, lo que lo lleva a hacerlo es la sociedad, el pensamiento
que tiene la sociedad sobre lo que es bonito y lo que es correcto.” Esta afirmación nos
permite distinguir lo que Castoriadis describe como el imaginario social instituido, el cual
regula y normativiza brindando un calificativo de lo que es bueno y malo, lo que hay que
rechazar y lo que hay que aceptar.
El gobierno no apoya algunas leyes que pueden servir al pueblo, porque a los políticos
del gobierno no les entra plata con estas leyes, a manera de ejemplo, la ley de legalizar
la droga, expresa como esto generaría que los campesinos se beneficiarán y no
tuvieran que realizar una actividad ilegal, pero es el gobierno el que no quiere, porque
a partir de este negocio entra dinero al gobierno y a políticos que se benefician de la
ilegalidad. (entrevista realizada a Victoria mayo 2018)
La mayoría de las mujeres, consideran a la violencia como un atributo natural de todo ser
humano, asociándolo a características particulares del mismo y generando la falsa idea de
su imposibilidad de eliminación. Es así que, Victoria afirma que “la violencia no se puede
eliminar, porque el ser humano es egoísta, posesivo, manipulador”. Por lo cual asumir la
violencia como natural nos conlleva a invisibilizar los hechos de violencia o a situarlos en
el ámbito privado e íntimo, donde el responsable es el sujeto.
Por otra parte, algunas de las mujeres, dejan ver la imposibilidad de acabar con la violencia
no por cuestiones de naturalización, sino por intereses particulares asociados a la
necesidad de mantener la violencia estructural y por ende otras violencias funcionales a
ella. Al respecto, Lucía expresa que la violencia no se puede acabar del todo porque no
hay un interés del gobierno, habla de cómo “en muchos países la educación superior es
gratis, acá el ICETEX es un robo, si hubiera más educación para los niños de estratos
bajos no habría violencia”. Aquí, se manifiesta el ciclo de violencia a partir del vértice de la
violencia estructural y las desigualdades generadas por este, conllevando a comprender
la violencia como opción de vida.
Deseo subrayar que, las mujeres entrevistadas expresan la violencia desde su sentir,
desde su relación con esta, una relación enmarcada en una sociedad desigual, inequitativa
y segregadora que las ha situado en la vulnerabilidad desde lo más íntimo, logrando así
fortalecer el ciclo de violencia que se vive en la sociedad. Es así que, mujeres como
Fernanda, -de 29 años de edad, quien ejerció la prostitución-, relata su experiencia con la
violencia, de una manera cruda que nos deja perplejos ante nuestra función como
constructores de paz.
En el Santa Fe los que más ejercen la violencia son los hombres. Uno siente que hay
una violencia porque lo vulnera a uno, hay un daño para uno. Sufrí violencia física y
sexual a los 8 años, al inicio no me creyeron, me creyeron cuando ya era grande y ya
para que, mi primera pareja me pego; cuando empecé a ejercer (en la prostitución) me
agredieron...Pero también ejercí violencia, cobrando impuestos a otras mujeres que
ejercen la prostitución en la calle, al inicio no pensé que fuera violencia, pero ahora me
doy cuenta que, si es violencia, pues uno las chuzaba o le ponía la pistola en la cabeza.
porque uno las agrede, las maltrata, las amenaza y ellas al sentirse asustadas pues
ellas pagan...cuando yo sufrí violencia, me sentía mal, cuando yo la ejercí me sentía
bien, porque me sentía con poder, me sentía como que nadie podía hacerme nada,
entonces ya no me daba miedo la gente (Entrevista realizada Fernanda, mayo 2018)
Todavía cabe señalar, que expresiones como la de Verónica, -mujer de 30 años, madre
de una niña de 3 años, quien ejerció la prostitución- al relatar su experiencia con la
violencia, reafirma que la violencia tiene un asidero fuerte en la sociedad que puede llevar
a que se convierta en un círculo vicioso, generador de violencia, “yo soy víctima de
violencia intrafamiliar, me pegaron, me quemaron, me secuestraron por tres días, me
chuzaron(...) Yo he ejercido violencia, pero fue en defensa propia, me iban a agredir y yo
no me deje, no me vuelvo a dejar agredir.” (Entrevista realizada Verónica, mayo 2018).
De este modo, se manifiesta la estrecha relación entre violencia y opresión, donde para
las mujeres del barrio Santa Fe como grupo poblacional con unas características
particulares, existe y se manifiesta una situación de violencia estructural que las oprime y
las sitúa en una situación de desigualdad e inequidad. No obstante, ante esta situación las
mujeres reproducen el mismo esquema con sus pares, convirtiéndose en generadoras de
violencia y opresión sobre otras mujeres en su misma situación. Lo que nos sitúa, en la
necesidad imperante de empoderar a las mujeres frente a su situación de violencia y su
necesidad de trasformación, con el fin de eliminar la violencia de los espacios relacionales.
En lo referente a la paz, para las mujeres entrevistadas, es claro que existe una relación
entre la violencia y la paz, sin embargo, hay un sentimiento generalizado que en Colombia
no hay paz y que los acuerdos de paz realizados con las FARC-EP son situaciones que se
realizaron más por política, corrupción o por narcotráfico que, por la paz, “no hay paz en
Colombia, el acuerdo de paz con las FARC es una máscara, para sacarle más plata al
pueblo. No hay paz porque se sigue secuestrando, matando, minas quiebra pata. La paz
es que las personas toleren todo, la diversidad sexual, la diferencia” (Entrevista realizada
a Lucía, mayo 2018)
Estas expresiones dejan ver un imaginario introyectado alrededor de los acuerdos de paz
por los medios de comunicación y enmarcados en la coyuntura actual de las elecciones
presidenciales, elementos como corrupción, narcotráfico, reclutamiento, etc. dejan ver una
fuerte influencia en la construcción de imaginarios, adquiriendo mayor significancia, al
situarse en un contexto de desigualdad, exclusión y violencia, vivido por las mujeres.
Por otro lado, existen expresiones que generan una esperanza en la apuesta de construir
paz a través de la transformación de imaginarios:
La paz es algo que en estos momentos no estamos viviendo, la paz es estar en paz con
uno mismo, con el resto de la gente, que uno no violente ni se sienta violentado, la paz
es lo contrario de la violencia. Si no hay violencia no hay paz, tu para tener paz tienes
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 37
Bogotá D.C.
que dejar de ser violentado, para dejar de ser violentado tuviste que ser violentado (...)
la paz se construye desde abajo, pongamos por ejemplo al Santa Fe, el presidente dice
que hay paz, pero él no ha venido acá a ver como se matan, como torturan a las
mujeres, las violan, como niños pequeños están trabajando, como niñas menores de
edad se están prostituyendo, desde ahí se empieza la paz, desde lo más pequeño,
porque si tu empiezas por lo grande y dejas lo pequeño, eso se va ir cubriendo y ahí se
vuelve a empeorar (Entrevista realizada a Victoria, mayo de 2018).
Esta afirmación, nos sitúa en un contexto complejo frente a la construcción de la paz, sin
embargo, al igual que otras afirmaciones realizadas por las mujeres, también nos sitúa en
un campo de infinitas posibilidades de transformación, nos deja ver que aunque el contexto
de violencia que viven permanentemente las mujeres del Santa Fe y los imaginarios
creados por la cultura, generan un pesimismo frente a la paz, existe en el fondo de cada
una de ellas el ideal de lograr en algún momento la paz en Colombia.
Así mismo, las mujeres, con sus vivencias y experiencias, nos enseñan que la paz no solo
es el silenciamiento de los fusiles, sino la eliminación de todas las formas de violencia en
la sociedad. Nos convoca y a su vez abre el camino para la transformación a través de las
plataformas de cambio social, siendo creativos, dinámicos y propositivos ante las
dificultades que una sociedad violenta como la nuestra nos plantea.
A su vez, hay quienes mencionan que la violencia es innata del ser humano y en general
de todo ser vivo, fundamental para la supervivencia. Nuevamente, observamos la
naturalización de la violencia, que, desde un análisis teórico, puede conllevar a invisibilizar
la violencia desde sus diversas formas de manifestación hasta los ámbitos donde se
reproduce, así como, recrear la violencia desde un ejercicio profesional.
Por otro lado, hay quienes sitúan las causas de la violencia, directamente al ámbito
sociocultural, a las falencias en el marco normativo y jurídico, al ejercicio de poder, a la
naturalización de la violencia y a la falta de voluntad para cambiarla. Al igual que en las
mujeres, persiste limitar la violencia a lo visible e individual, invisibilizando la violencia
proveniente de las estructuras sociales.
Así mismo, en el grupo de discusión se pudo observar que los actores pueden ser directos
e indirectos. Directos, quienes ejercen la violencia e indirectos quienes validan la misma a
través de creencias y prejuicios. Acerca de los actores de violencia, sitúan al individuo
como un sujeto que puede ejercer violencia sobre él mismo y sobre los otros.
A su vez, el documento dio cuenta de las diferentes estrategias y abordajes que se deben
tener en cuenta en la eliminación de la violencia como apuesta para la construcción de
paz. En primera medida, la propuesta se centra en el conjunto de la sociedad que ha sufrido
la violencia estructural y no en la institucionalidad del estado que es su generadora. En
segundo lugar, resalta la necesidad de concienciar a los individuos, para lograr su
empoderamiento, frente a la violencia y su transformación. Tercero, ubica el papel del
individuo sin alejarlo de su contexto social, es decir, empodera al individuo, pero le hace
entender que solo en colectivo es posible la transformación de imaginarios sobre la
violencia y su futura eliminación. Cuarto, muestra el papel protagónico de la creación y de
la imaginación colectiva. Quinto y último, la propuesta propone la fusión de la emoción y la
razón como elementos de transformación, no puede haber transformación sólo desde la
emocionalidad, pero tampoco puede haber transformación sólo desde la razón.
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