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RICHARD H.

POPKIN
Tra d u c c i ó n ele
JUAN JOS!t UTHILLA

LA HISTORIA
DEL ESCEPTICISMO
DESDE ERASMO HASTA
SPINOZA

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MEXICO 118�

11
Primera edic ión en inglés, 1979
Primera edic ión en espaliol, 1983

Con amor a JuuE, JERRY,


MAGGI y SuE
y dedicado a l a memoria
de IMnE LAKATos

The HistonJ of Scepticism from Erasmus to Spinoza


Título original:
© 1 979, R ichard H. Pop k i n
Publicado p o r University of C a l i forn i a Press, Berkeley
I SBN 0-520-03876-2

D. R. © 1 983, FoNDO DE CULTUHA EcoNóMICA


Av. de la Universi dad, 975; 03100 México, D. F.

ISBN 968-16-1247-7

Impreso en México
RECONOCIMIENTOS

EsTE estudio se h a desarrollado d urante los últimos d iez


años, y no sólo represe nta los resultados de los desc ubri ­
m i e n t o s d e l a ut o r. s i n o t a m b i é n l o s resultad o s d e la
ayu d a , el c on sejo y el aliento d e muchas personas e insti­
tuciones; por tanto, gran placer me causa a provechar esta
oportunidad para pode r dar las gracias a quienes en va­
rias formas m e h a n dado tan generosa ayuda.
Ante todo, deseo expresar mi agradecim iento a l Depar­
tamento d e Esta d o d e los Estados Unidos, que me conce­
dió becas Ful bright Researc h para la Universidad de Pa­
rís en 1 952- 1 95 3 , y p a ra la Univers i d a d de Utre c h t en
1 957-1 958, y a la Ameri can Ph ilosophical Society, q u e me
conced i ó becas en 1 956 y 1 958 para e fectuar mis i nvestiga­
ciones en Francia e Italia. Gracias a estas becas, p u d e te­
ner la oportunidad de examinar y estudiar muchos mate­
riales q ue no se h allan en este país [Estados Unidos] y pude
d ispo ner de periodos l ibres d e mis d e beres de enseflanza,
para concentrarme en l a preparación de este estud io .
D e s d e l a primera edición de esta o bra, he rec ibido be­
cas d e l American Council of Learned Soc i eties, la Ale­
x a n d e r K o h ut F o u n d a t ion, la J o h n S i m o n Gugge n h ei m
Foundation , la American Phil osoph ical Society, l a Memo­
rial Foundation for Jewish Culture y la N ational Endow­
ment for the Humanities, que me h a n ayudado a e n san­
char m i s c o n o c i m ientos y mi comprensión del escepti­
cismo moderno.
Estoy sumamente agradecido, asimismo, a l as muchas
bibliotecas d e los Estados Unidos y de Europa q ue me h an
perm i ti d o e mple a r sus instalaciones, especial mente l a
Biblioth eque Nati onale de Pa rís, la B ritish Library, l a B i­
blioteek van d e Un iversiteit van Utrecht, l a B i b l i oteca
Laurenziana d.e Florencia, la Rij ksbiblioteek de La Haya,
la Biblioteca de la Universidad de Amsterdam, el Institut ·
Cath oliq ue, de l a Biblioteca d e Toulo use, la Newberry Li­
bra ry, d e C hi cago, la Un iversity of California, S a n Diego
7
8 RECONOCI M IENTOS RECONOCIMIENTOS 9

Library, la Henry Hunti ngto n Library, la William Andrews Schoute y a Elisabeth La bro u sse. No hay d u d a d e q u e mu­
C lark Library of University of Califo rnia, Los Angeles y la chas de estas personas no están de acuerd o con algunas
Olin Library de la Washington University, St. Louis. d .e las con clusiones a las que he llegado, pero sus d iscu­
Tengo una especial d euda d e gratitud para con el Insti­ S i o nes c o n migo han s i d o i n a pre c i a bles, ayu d á n d ome a
tuto FiJ.osófi c o de la U nivers i d a d de Utrecht y con sus acl arar y d esarrollar m i s ideas. Asi mismo, deseo dar las
miembros, los pro fesores Cornelia De Vogel y Karl Kuy­ gracias a a lgunos de mis ex alumnos y colegas q ue me h a n
p e rs, por su bondad al h ab e r logra do q u e este estudio ayudado, especial mente a los profesores Gra h am Conroy,
a pareciera en la serie d e l Instituto. Estoy feliz d e tener George Arb a ugh, R i c h a rd Watson, Florence Wein berg
este nexo permanente c o n l a Univers i d a d d e Utre c h t, Philip Cummins, Ha rry M. B racken y Th eod ore Wald am :
donde pasé un año tan grato y provechoso en 1 957-1 958, y q u e se h allaban en l a State University of Iowa cuando
espero q ue este estudio constituya una indicación parcial e mpecé a escribir esta o bra .
d e la gratitud que s i ento hacia l a U niversidad d e Utrecht Estoy sum amente agradecido al seii.or J ohn Lowenthal
y sus filósofos. Y a mi esposa, Juli et, q u e me han ayudado enormemente
Ta mbién tengo una gran d euda p ara con la State Uni­ en cuestiones d e formación d el man uscrito. Y d eseo ex­
versity de Iowa, y con el fin ado decano Walter Loechwing presar mi agradecimiento a la seii.ora Mild red Keller y a
del Graduate College, por su generosidad al poner a mi l a seüorita Joan Jones por sus arduos esfuerzos al meca­
d isposición ti empo, materiales y fo ndos para completar nografiar la vers i ón final del manuscrito o riginal. Ta m­
este estud io. bién d eseo dar las gracias a Melanie Miller por mecano­
Debo mi pri mer conocim iento e interés e n el escepti­ grafiar el n uevo materi al para esta e d ición.
cismo y el papel q ue d es empeñó e n la filosofía mod ern a a Tampoco q uiero d ej ar de expresar mi agradeci miento
m i s ma estros, e s pe c i al m e nte a l o s pro fe soí·es J o h n H. al Moden� Scoolman, al Journal of Philosophy y al Archiv fur
Randall y Paul O. Kristeller, d e la Columbia University, y Refonnations geschichte, por s u a uto rización para e mple ar
Charles W. Hendel, de la Yale Un ivers ity. Alentado por el parte del materi a l q ue publiqué en otros estudios.
profesor Paul Weiss, d e Yale, me atreví a esbozar mis opi­ Por últi mo, y de l a mayor impo rtancia, deseo dar l as
niones en una serie de artíc ulos que aparecieron e n l a gracias a m i familia -mi esposa Juliet y mis h ij o s Jeremy,
Review of Metaphysics. V aya m i agradecimiento a los mu­ Margaret y Susan- por su fortal eza y paciencia a través d e
chos sabios q ue pacientemente d i s cutiero n conmigo te­ tod a s las pruebas, tri bulaciones y viajes d e l a utor y s u
mas acerca de la his to ri a del escepticismo, y que me d i e­ manuscrito . Sin s u afecto, bondad y d i sposición a l s acrifi­
ron s u consej o y aliento para esta o bra. Entre otros, d es eo cio, nunca h abría podido completarse este estud io. Sólo
d a r las gracias al finado abate Robert Lenoble, al finado puedo esperar que el estudi o sea d igno de todas las d i fi­
padre Julian-Eymard d ' Angers , al padre Paul Henry, al fi­ cultades que les ha causado.
n a d o profesor Alexandre Koyré , al profesor Herbert Mar­ También d e seo d ar las gracias a l os profesores Donald
cuse, al finado profesor Bernard Rochot, a los profe sores Fra me d e Columb i a Universi ty, John Watkins d e la Uni­
Leonora Cohen Rosenfield, André-Lo uis Leroy, René Pin­ versity of London, y a varios críticos, entre o tros, q ue me
tard , J e a n Orcibal, Hen ri Go uhier y Jean Greni er, al fi­ han llamado l a atención hacia varios aspectos que reque­
n a d o Imre Lakatos, al fin ad o Paul Schrecker, al fin a d o rían revisión.
25 d e junio d e 1963, La .Tolla, California
Giorgio Tonelli, a P a u l O . Kristeller (q ue h izo muchas vá­
l i d as sugestiones sobre el man uscrito de este estudio), a Febrero de 1979, St. Louis Missouri
P a u l D i b o n , J . T a n s , a l a fi n a d a C . L o u i s e T h ij s s e n -

.. \
\
PREFACIO

EL ESCEPTICisMo como visión filosófica, y no como serie d e


dudas concernientes a l as creencias religiosas tra d i c io na­
les, tuvo sus o rígenes en el antiguo pens amiento griego.
En el period o hele nísti co, las d iversas observaciones y ac­
titudes escépti cas d e los primeros pensadores griegos se
desarrollaro n en un conj unto de argumen tos para esta-
blecer si 1 ) n o era posible ningún conocimiento, o 2) si la
¡ -¡
evi dencia era insufi ciente e inadecuada para determinar i
si e ra posible algún conocimiento, y, por tanto, q u e había
q u e s uspender el j uicio sobre todas las cuestione s relati­
va s al c o n o c i mien to. La pri mera de estas o piniones es: ·

l l a m a d a e s c e p t i c i s m o acad é m i co ; l a segu n d a , e s cepti- 1 -


cisma pirro n i a no.


E l e s c e pti c i s m o a c a d é m i c o , l l a m a d o a s í porq u e fu e
form ulado en la Academia Platónica en el siglo m a.C., se
desarrolló a p a rtir de la observación socrática, " Sólo sé
que n o sé nada". Su formulación teórica se atrib uye a Ar­
cesilao, c. 3 1 5-241, a.C., y a Carnéades, c. 2 1 3 - 1 29 a.C., que
e l a boraro n u n a serie d e argu mentos d i rigidos b á s i ca ­
mente contra l as afirm aciones d e conocimiento d e l o s fi­
lósofo s estoicos, para mostra r q u e n o p o d í a conocers e
nad a. Tal como estos argumentos han llegado h asta noso­
tro s , especialmente en los escritos de Cicerón, D i ógenes
Laercio y San Agustín, el o bj etivo de los filósofos escépti­
- c os académicos e ra mostrar, mediante un grupo de argu­
mentos y acertijos d ialécticos, q u e los fi lósofos dogmáti­
cos (es d e cir, los fi lósofos que asegura ban co nocer alguna

1
verd ad acerca de la verdadera naturaleza de las cos as), no

podían conocer con absoluta certidumbre las proposicio­
n es q ue afirmaban conocer. Los académicos fo rmularon t­
una serie d e d i ficultades pa ra mostrar q ue la i n formación
que o btenemos por medio de nuestros sentidos p u e de ser 1
enga ñosa, que n o pod emos estar seguros de q u e nuestro 1
ra zon amiento es fided igno, y que no poseemos criterios ni ¡
11 l
12 P REFACI O
P REFACI O 13
de l a Aca d e m i a a la escuela d e los escépticos pirrónicos,
q � e probabl � I;wnte estuvo asociada con la escuela Metó­
normas ga ranti zadas p a ra determ i n a r cuál de nuestros
j u icios es verdadero o falso.
El pro blema básico e n cuestión es q ue c ualquier pro­ d i c a de Med1cma, en Alej andría.
El movimiento pirrónico atri buye sus comienzos a la le­
posición q ue e q u i valga a asevera r a lgún conoci miento
gend aria figura el e Pi rrón de Elis, c. 360-275 a.C. y a su clis­
cípu ! o T i 1:1 ó n , c . 3 1 5-225 a .C. Las c o s a s q ue ;� c u e n tan
acerca del mundo c ontiene ci ertas afirmaciones que van
más allá de los informes puramente empíricos de lo q ue .
de Pi rran m d 1can q ue no era un teorizante sino en cam-
bio, un ej emplo �ivo del comp � et � d u bi t � ti �o, d e i hom bre l)
nos parece q u e se trata. S i poseyéramos algún conoci­
qu � no se com¡� 10 mete con mngu n .lll (<01
miento, esto sign ificaría para los escépticos q u e conocía­ . .
mos una proposi ción, a severando alguna afirmación no lCIO q u e vaya más
� lla d e lo q ue simplemente indiquen las aparienci as. Sus
empírica, o transempíri ca, de la que está bamos seguros
que no podía ser falsa. S i la proposición pudi era ser fa lsa,
mtereses p arecen h a ber si do bási : ament � éti � o ? y mora- l
les, Y en este c a m p o trato_ d e e vitar la m fe l i c 1 d a d q u e
\•
entonces no merecería el nombre de conocimiento, sino
p u e d e deberse a la aceptación d e teorías de valor, y a j uz-
tan sólo el de opinión, e s decir, que así podría ser. Y como
gar d e acue rdo con ellas. Si tales teorías de valor resulta-
ran � udosas en algú n grado, aceptarlas y apli carl as sólo
l a evidencia de cualquier proposición semej ante esta ría
basada, segú n los escépticos, en i n fo rmación se nsorial o
(v
pod n a cond ucir a la angustia mental.
El pirroni � m � , como fo �· mulación teórica d el escepti- r
en razonamiento, y como estas d o s fuentes h asta ci erto
Cisma, e � atn bu1do a Enes1demo, c. 1 00-40 a.C. Los pirróni­
grado no son dign as d e fe, y como no existe o no s e cono­ .
cen ningún criterio último o garanti zado del verdadero
cos conside ra ban q u e tanto los dogmáticos como los aca­
conocimiento, enton c es s i e mpre q u e d a alguna duda de

]
démicos aseve raban demasiado, un grupo d i c i endo "Algo
que cualquier proposición no empírica o transempírica
puede conocerse", el otro diciendo "Nada p uede cono­
sea absol utamente cierta y por ende constituy a un cono­
cerse". En c a mbio, los p i rrónicos pro p usieron suspender
el j u i cio en t� da s las c uestiones e n q � e pare � iese h a ber 1 J,
cimiento verd adero. Como resulta do, los escépticos aca­
P I . uebas conflictiva s, m el uso l a cuestwn de s i podía s a- /' \
dém icos d ijeron que nada es cierto. La mej or i n fo rmación . . _
que podemos obtener sólo es probable, y d ebe j uzgarse de
acuerdo con las pro ba b i l i d ades. Por c onsigu i e n te , Car­ berse algo o no.
néades desarrolló un tipo d e teoría de l a verificación y un Edificando so bre el ti po de argumentos d es arro l l ados
tipo de probabilismo ún tanto similar a la teoría del "co­ por Arcesilao y por C arné ad es, Enesidemo y sus sucesores

1
nocimiento" científico de los pragmáticos y positivistas de compil aron una serie de "tropos" o modos d e proceder
hoy. para producir suspensión de j u icio so bre vari as cu estio­
nes. En los ún icos textos que se han conservado del mo­
vi mi : nto pirrón ico, los de sexto Empírico, se presentan
El escepticismo de Arcesilao y de Carnéades dominó la
filosofía de la Academia Platónica h asta el siglo r a. C. En
el periodo de los estudios de Cicerón, l a Academia pasó � n g1 upos d e dwz, . .
ocho, cmco y dos tropos, y cada con­
� u �lto ofrece las razones por las q ue se debe suspender el
del escepticismo al eclecti c i smo de Filón de Larissa y An­
tíoco de Ascalón. Los argumentos de los académicos s u b­ >l .lll i C i o acerca d <: tod a preten s i ó �1 �e con oc � m.ien to q u e
. . _
1 {t.
sistieron principalmente por la presentación q u e de ellos pase d e las apa1 wnc 1 as. Los escepticos P l lTom cos trata-
hizo Cicerón en sus A cademica y De Natura Deorum, y por ba �1 d e no c o mpro m e t � rse en n i ngu n a cuestión, ni s i-
.
su refutación en l a o bra d e San Agustín Contra Académi­ qm era la de S I sus p ropiOs argumentos e ran vá lidos. Para
cos, así como e n el sumari o hecho por Diógenes Laercio; ellos, el escepticismo e ra una capacidad o actitud mental
sin embargo, la sede d e l a activid ad escéptica se trasladó de oponer la e videncia, en pro y en contra, acerca de tod a
1
M
1 1
14 PREFACIO
PREFACIO 15 1
1
el enfoque racional a la verdad y el conocimiento religio- !
cuestión sobre lo que no era evidente, de tal manera q ue
se pudiese suspender e l j uicio sobre ella. Este estado
mental conducía entonces al e stado de ataraxia, q uietud o
sos
E l periodo q u e trataré, 1 500- 1 675, ciertamente no es el
ú nico periodo que h a ejerc ido una repercusión escéptica 4
1
imperturbabilidad, en que el escéptico ya n o se preocu­ • 1
sobre el pensamien to moderno. Antes y después d e este ..-\ 1'"1• ,;� ;_
intervalo pueden encontrarse influencias importantes de L
paba ni interesaba por lo que estuviese más allá de las
apariencias. El escepticismo era una cura de la enferme­
los antiguos pensadores escépticos. Pero yo afirmo que el l ¡.o.'·'1
dad llamad a dogmatismo o precipitac i ó n ; pero, a d i fe­ escept! cismo desem pefl a u n papel especial y diferente en 1
ren c i a del escepticismo académico, q ue llegaba a u n a el pen�do que va desde l a Reforma 41 asta la formulac ión j
� conclusión negativa dogmática a partir de s u s d udas el
esceptic istno pirroniano n � hacía tal afirmac ión, limitá n­ d e la filosofía cartesiana;) un papel especial y d i ferente, 1
debido a que l a crisis i ntelectual producida por l a Re-
dose a dec 1_ r que el escept1c1smo
_ es una purga q ue lo e limina forma coincid ió e n el tiempo con el redescubrimiento y
todo , incluso él mismo . Así pues, el pirrónico vive indogmá­ reaplicación de los argumentos de los a ntiguos escépticos J
ticamente, sigu iendo sus inclinaciones naturales, las apa- griegos. En el siglo xvi, con el descubrimiento d e manus- 1
riencias de q ue está consc iente y las leyes y costumbres d e critos de Sexto, hay una reanudación del interés e n el e s- :
su sociedad. sin com prometerse nunc a con n ingú n j u ic io cepti cismo antiguo y en la aplicación d e sus ideas a los j
\�'
1
acerca de ellas.
El :novimiento pirró n ico !1oreció por los alred edores
del ano 200 d.C., fecha a proximada e n que vivió Sexto Em-
problemas de la época.
La selección d e Erasmo como punto de partid a d e este 1
pírico, y tuvo su principal a uge en la comunidad médica estudio no se ha hecho porque haya alguna prueba de que i
q ue rode aba a Alejand ría, como antídoto a las teorías fue el primero e n rei ntro d ucir materiales escé ptic os grie- ·

dogmáticas, positivas o negativas, d e otros grupos médi­ gos sino, antes bien, porq ue un problema planteado e n su r '
cos. Su posición ha llegado h asta nosotros principalmente controversia con Lutero es ejemplo de la c uestió n deci-·
en los escritos de Sexto Empírico, en sus Hipotiposis (Li­ siva de los tiempos, a la cual se aplicaro n los antiguos ar- L
gumentos y teorías e scéptic as.
. �1 hincapié que hacemos en este estudio en la ren ova- T
neamientos del piTT01úsnw), y e n la obra, más extensa, Ad­
venus mathematicos, e n q ue toda clase de disciplinas,
desde la lógica y las m�temáticas hasta la a strología y la cwn de i n teré s y consideración de los textos d e Sexto i
gramática, son sometidas a una devastación escéptica. Empíric o no pretende menospreciar n i pasar por alto l a i
Las dos posiciones escépticas tuvieron, al parecer, muy función colateral d esempeflada por a utores antiguos c omo '
poca influencia e n el. periodo poshelenístico. La opinión D ióg_enes Laercio o C icerón al hacer que las opiniones e s- .
_
ceptlcas clásicas llamaran l a atención de los pensadores �
pirrónica parece haber sido casi d esconocida en el Occi­
dente, hasta s u redescubrimiento en el siglo xvi, y la opi­ de los siglos XVI y XVII. Empero, los escritos d e Sexto pare- j
nión académica al parecer fue principalmente conocida y cen haber d esempeflado u n papel especial y predomi­
_
considerada e n la forma e n q u e la trató San Agustín. An­ n ante para muchos de los filósofos, teólogos y hombres d e
tes del periodo que estudiaremos, h ay ciertas indicacio­ ciencia aquí considerados, y Sexto parece haber sido l a
nes . de � n motzf � scéptico, sobre tod o entre los teólogos fuen te, d irecta o indirecta, de muchos de s u s argumentos,
conc eptos y teorías. Sólo en l as obras de Sexto aparece 1
antlrracion, a les, JUdíos, mahometanos y cri sti anos. Este
movimiento teológico, q ue en Occidente culminó en la una presentación completa de l a posición de los escépti-
cos pirróni cos, con todas sus armas d ialécticas enfocadas
¡
obra de Nicolás de Cusa en el siglo xv, se valió de muchos contra otras tantas teorías filosóficas. N i l as presentado- 1
de los argumentos escépticos para socavar la confianza en
16 PREFACIO PREFACIO 17
nes del escepticismo académico q u e se encue ntran en Ci­ derno. También l le vó el método escéptico de Descartes al
'¡� cerón y e� � an Agustín : n � los re �ú �e � e s de ambos tipos á mbito del pensamiento religioso, con resultados d evas­
de escepticismo, academico y p i rromco, q u e vemos e n tadores. Desde Spinoza, una de las principales funciones
D iógenes Laercio, era n lo bastan te ricos para satisfacer a
=:::::.;r-\ ·r
: q t_�i enes se interesaban e n la crisis escéptica del Renací­
miento y l a Reforma. Por tanto, pens adore s como Mon­
del escepti c i smo h a sido oponerse a l a religión tradicio­
nal.
&-/·· Cuando escribí el prefacio original d e esta obra, hace
.

·.taigne, Mersenne y Gassendi buscaro n e n Sexto . m �teria- q uince aüos, preví que tendría que escribir una serie de
i. les para enfrentarse a los problemas de su propia epoca. estudios d e la historia del curso subsiguiente del escepti­
Y, por consiguiente, se puede d escribir mejor l a crisis cismo epistemológico, incluyendo a los pri ncipal es pen­
como c1·ise pyrrhonienne que como crise academicienne. sadores que d esempeüan una función en este desarrollo,

Para finales d el siglo X VII, el gran escéptico Pien·e Bayle, desde Spinoza, pasando por Hume y Kant, h asta Kierke­
\ re fl e x io n an d o , p u d o ve r la re i n tro d u c c i ó n ele l o s a r­ gaard. Gra n parte d e este material h a sido examinado en
l' í; gu mentos d e Sexto c o m o e l c o m i e n zo d e l a fi l o so fía estudios míos, d e mis estudiantes y de otros. Así pues, no
J ! 1 moderna. La mayoría d e los escritores d el periodo q ue estoy seguro d e que dichos volúmenes sean muy n ecesa­
consideramos emplean el término "escéptico" como eq ui­ rios. Mi propio interé s ha pas ado al estudio d e la h istoria
valente de "pirrónico", y a men udo aceptan la opin ión d e del e sceptici smo re ligioso. Tengo la intención de seguir
Sexto, d e q ue l o s escépticos académico s no era n ve rdade­ este volumen con otro acerca de Isaac La Peyrére y su in­
ros escépticos sino, en realidad, d ogmáticos negativos. (A fluencia, y otro sobre milenarismo, mesianismo y escepti­
este respecto, n otemos q ue el escéptico de fin ales del si­ cismo.
glo X VII, Simon Foucher, se propuso reanimar el escepti­ En e ste estudio, dos términos claves s erán "esce pti­
cismo académico, y trató de d efenderlo de tales c argos.) cismo" y "fi d eísmo", y deseo ofrecer una indicación pre­
El periodo de la historia del escepticismo consi derado liminar sobre cómo deben entenderse estos términos en
en este volumen l lega hasta el escepticismo i rreligioso de el contexto de la obra. Como el término "escepticismo" ha
Spinoza y su ferviente oposición al e scepticismo episte­ sido asociado en los dos últimos siglos con l a increduli­
mológico. Mi razón para limitar de esta manera el estudio dad, especialmente la incredulid ad en l as doctrinas cen­
es q ue yo creo que e l escepticismo desempeüó básica­ trales d e la tradición j ud eo-cristiana, al principio puede
mente una función h asta esta época, y otra después d e parecer extraü o leer que los escépticos de los siglos xvr y
e l l a . El hiperescepti cismo d e Descartes, incluido en su xvn aseguraban, casi unánimemente, que eran sinceros
hipótesis del demonio, inauguró una n ueva fas e de la his­ creyentes en l a rel igión cristi ana. Más adelante veremos
toria del escepticismo, fase que había d e ser desarrollada si lo eran o n o ; pero la aceptación de ciertas creencias no
por Pascal, Bayle, Huet y después Hume y Kierkegaard.
También la refutación d e l escepticismo hecha por Descar­
tes h izo que los escépticos volvieran su ataq ue contra su
¡ contradice en sí misma su supuesto escepticismo, ya que
. !}·{í' escepticismo significa una visión filosófica q ue plantea
'V \íit� }1 dudas acerca de lo a decuado o fidedigno de las pruebas
sistema, y no contra sus enemigos tradicionales. Por con­ fl que puedan ofrecers e para justificar alguna proposición.
siguiente, h ubo que alterar los argumentos escépticos. El escéptico, sea en la tradición pirrónica o en la acadé­
adaptá ndolos al nuevo enemigo, y en la última parte d el mica, desarrolló argumentos para mostrar o sugerir que l a
siglo x vrn, el escepticismo cambió, de antiescolástico y an­ evidencia, razones o p ruebas empleadas como fundamen­
tiplatónico, a anticartesiano. Spinoza ofreció l a que sería tos d e n uestras diversas creencias n o eran enteramente
una de l a s res puestas h abit u a l e s a l escepticismo mo- satisfa ctorias. Luego, los escépticos recomendaron la sus-
18 PREFACI O PREFACI O 19

pensión de j uicio sobre la cuestión d e si estas creenci as bre c om pleta y absoluta de la verdad anterior a la acepta­
era n ciertas; sin embargo, aún se pueden mantener las ción de alguna proposición o proposicion es por fe (es d e­
creencias, pues tod a clase de factores persuasivos no de­ cir, admitir q ue todas l a s proposicione s racionales son
ben tomarse como evidencia adecuada de que la creencia d udosas, h asta c ierto grad o, a ntes de aceptar algo por fe),
era cierta. aun c uando la razón pueda desempeñar alguna función
Por tanto, "escéptico" y "creyente" no son c l asifi cacio­ relativa o probable en l a búsqueda o explicación d e la
nes opuestas. El escéptico está pl anteando dudas a cerca verdad. Me parece que e n estas p osibles versiones de fi­
de los méritos racionales o evidenciales de l as j ustifica­ deísmo hay u n n ú cleo común, a s aber, q u e el conoci­
ciones dadas a una creenci a ; d u da de q ue se hayan des­ miento considerado como información que n o puede ser
c ubierto o p u e d a n d e s c ubri rse ra z o n e s n e c e s a r i a s y falsa a � erca del m undo, es inalcanzable si 9ta aceptar algo
s u fi c ientes para mostrar q ue algun a creenc i a e n par­ por fe, y q ue independie ntemente de la fe�.wpueden plan­
tic ular tenga q ue ser verdad y no pued a ser falsa. Pero el tearse dudas escépticas acei�éa d e tod a supuesta afirma­
escé ptico, como c u a l q u i e r otro , p u e d e a c e ptar varias ción de conocimie nto. Algunos pensadore s, por ej emplo
creencias . B ayle y Kierkegaa rd , han hecho presión sobre el eleme nto
Aquellos a quienes cl asifico como fideístas son perso­ de fe, insistiend o en que no puede h aber ninguna rel ac ión
nas escépticas con respecto a la p osibi li d ad de que alcan­ entre lo que se a cepta por fe y c ualquier evidencia o ra­
cemos el conocimiento por medios racionales, sin que po­ zón q ue pueda d arse de los artículos d e fe. Pierre J urieu,
seamos algunas verdades básicas conocidas por fe (por q u e primero fue c olega de Bayle y l uego su enemigo, re­
ejemplo, verdades no basadas en algun a evidencia racio­ sumió esto al afirmar, Je le crois pm·ce queje veux le croi1·e
n al). Así, por ejemplo, el fideísta puede n ega r o d udar de [Lo creo p orque q u iero creerlo]. No se piden ni se buscan
q ue p uedan ofrecerse razones n ecesarias y s u fi c i entes más razones, y lo q ue se acepta por fe p uede estar en opo­
para establecer la verdad de la proposición "Dios existe", sición a lo que es razonable o hasta demostrabl e. Por otra
y sin embargo, el fideísta puede decir que sólo p uede sa­ parte, pensadores c omo San Agustín y muchos de los agus­
berse q ue la proposic ión es c ierta si poseemos alguna tinianos han insistido en que pueden d arse razones de la
información por medio de l a fe, o si creemos en ciertas co­ fe después de que la hemos aceptado, y de q ue razones que
sas. Muchos de los pensadores a q uienes yo d es eo clasifi­ p ued e n producir l a fe pueden darse antes de la acepta­
car como fideístas sostuvieron q ue, o bien había factores ción de la fe, pero no d emuestran la verd ad de lo que se
pers u asivos, que podían' inducir u n a creencia, pero no cree. Yo clasifico como fideístas a las opin iones agustinia­
pmbar ni establecer la verdad de lo que se cree, o bien que nas y kierkegaard ianas, ya que ambas reconocen que no
después que se ha e ncontra do o aceptado l a propia fe, pueden encontrars e ni establecers e verdades indudables
p ueden encontrarse razon es para expli car o aclarar lo sin. algú n elemento de fe, sea rel igiosa, metafísica o d e
q ue se cree, sin probarlo ni establecerlo. otra índole.
El fi deísmo abarca un grupo de p osibles o p i n iones, El sentido q ue estoy e mpleando c o n•esponde, en mi-
que van desde: 1 ) la d e una fe ciega que n iega a la razón opinión, al de muchos escritores protestantes que clasifi­
toda capacid ad de llegar a la verd ad , o de hacerla verosí­ can a San Agustín, Lutero, Calvino, Pascal y Kierkegaard
mil, y que fundamenta toda certidumbre en una adheren­ como fideístas. Algunos escritores católicos, como mi buen
cia completa e i ncondicional a algunas verdades revela­ am(go el finado p adre Julien-Eymard d ' Angers, creen q ue
das o aceptadas, hasta 2 ) la que da a la fe priori d ad sobre el término "fideísta" debe l imitarse a q uienes niegan a l a
l a razón. Esta última idea n iega a la razón toda certidum- razón todo papel o función e n l a búsqueda de l a verdad,
20 PREFACIO PREFACIO 21

antes y después de l a aceptación de la fe. 1 En este sentido, algún elemento de fe, y no en la evidencia. De ser así, toda
San Agustín y acaso Pascal (y a lgunos inté rpretes d i rían, opinión dogmá tica se vuelve hasta cierto punto fideísta.
q uizá Lutero, Calvin o y hasta Kierkegaa rd ) y a no pod rían Empero, s i esto fue ra demostrable, e ntonces el escéptico
clasifica rse como fi de ístas. estaría seguro de algo, y se volvería do.g mático.
La decisión de cómo definir la palabra "fideísmo" es Las simpatías del autor e stán d el lado de los escépticos
en parte terminológica y en parte doctrinal. La palabra que ha e stu d i a do; pero al mostrar cómo c iertos elementos
puede ser definida, obviamente, de varias maneras, para de su visión conduj e ron al tipo de escepticismo sostenido
que correspond a a d istintos usos. Pero e n la decisión d e por Hume, no es mi intención a bogar por este res ultado
precisar qué significa e l término inte rviene una d istin­ particular d e l desarrollo del nouveau PyTrhonism.e [nuevo
ción básica entre el pensamiento protestante reformado y pirron ismo]. E n realidad, s iento mayor afinidad con q uie­
el del catolicismo romano, ya que éste ha condenado al nes se valiero n de las visiones escéptica y fideísta de los
fideísmo como herej ía, considerándolo como una falla bá­ nouvea.ux Pyrrhoniens con propósitos religiosos, antes que
sica del protestantismo, en tanto q u e los protestantes no seculares, y he tratado d e hacer resaltar esto en otros es­
li berales han afirmado que el fideísmo es un elemento tud ios.
básico del cristianismo fundamental, elemento que surge Por l a difi c ultad d e consegu i r algunas ele las fue ntes
en l as enseñanzas de San Pablo y San Agustín. Aunque el materiales e n este país, y por el tiempo limitado que pude
empleo que yo le doy corresponde más al de los escritores pasar trabaj a ndo en las grandes bibliotecas de Euro �)a, he
protestantes q ue al de los católicos, no i ntento así prej uz­ tenido que depender más de lo q u e yo hu biese q uendo de
gar el asunto en c uestión, ni pasarme a un bando de p re­ trad ucciones (ya fuesen a ntiguas, y de años recientes) y,
ferencia sobre el otro. Al emplear el significado de "fi­ en algunos c asos, he tenido que depen � er de c itas ?� es­
d e ís m o " q ue yo e m p l e o , he segui d o un uso bastan te tudios modern os. q u e no tuve oportumdad de venflcar.
común d e la literatura e n i nglés. Además, c reo yo q ue este Sin embargo, e spero que el lector considere este estudi ?
uso hace resalta r más el elemento escéptico implícito e n como un intento inicial por revel ar el p apel del escepti­
l a visión fideísta, concebida en términos generales. No cismo en el pensamiento moderno, y que otros segu irán
obstante, es obvio que si las clasificaciones "escéptico" y adel ante, corrigiendo los d efectos o deficiencias q ue p ue­
"fid eísta" se definiera n d e otra manera , entonces varias dan encontrar aquí.
figuras a l as que yo clasifico así tendrían que q uedar cla­
sificadas de manera totalmente distinta.
E n este estudio, la a ntítesis d e escepticismo es "dog­
matismo", la opinión de que puede mostrarse una eviden­
cia p ara establecer que al menos una p roposición no em­
píric a no puede ser falsa. Como los escépticos a los que
considera remos aquí, c re o yo que pueden arroj arse dudas
sobre cualesquiera de tales pretensiones d ogmáticas, y
que tales p retensiones se basan, e n última i n stancia, en

' El padre J t\l i en-Eymard d'Angcrs anal i zó algunos d e n uestros d esac uerd os
a este respecto en su crítica d e este estud io, en XVII e Siéc/e, n úms. 58-59 ( 1 963),
pp. 1 05-109.
1,
LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 23

carta al papa León X, trató de most rar q ue, a j uzgarélpor las


norm as de la Igles ia al decid ir tales cuest iones , tenía :'/Ú
I. LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA razón , y cierta s prácticas ecles iástic as y las j ustifi cacio nes �
que de ellas se d aban eran errón eas.
Sin embargo, e n el Colo q uio de Lei pzig d e 1 5 1 9 , y enyDe sus
U NA DE L A s ?ri�cipales vías. por las cuales entraron las opi­ m�a l
escri tos de 1 520, El Man�fiesto a la.No bleza Alern
1! r·
. .
niones esceptJcas de la antJgUedad en el pensamiento rena­ d ec.J-
cautiverio de Babil onia enJa Iglesia, iLu��_ !:_o'dio el paso
c�ntista tardío fue una qu <:rella central d e la Reforma: la
,sivo éll nega r la a utori d ad de la Igles ia en mate ria cono c i-: ' de fe t (
disputa por la n ?�;ma apropiada del conocimiento rel igioso,
o lo que se llamo la regla de fe" . Esta discusión planteó uno !Yrese ntar un crite rio radic alme nte disti nto del rolló ,
• 1 de los probl � m � s clásicos d e los pirrónicos griegos, el pro­ mien to relig ioso . Fue en este perio do cuan d o se desar y)�
.., ,-¡ ble ?'l a del cnterw �e l a verd ad.Con el redescubrimie nto, en
·\\1.1 ele ser sólo un refor mado r más q ue ataca ba los abu�o s ��-<
corru pción ele una buroc racia decad ente, i.i�J�-d.e_.t,IJl9:ntos·
G
el siglo xvi, de escnt ? s .del !:_i rrónicogriego��extoEmpíri co;, over los cimie
los a r� umentos y opmwnes de los escéptico·s -griegOs Jregii­ ( vuelt a intel ectua l q ue h abía cde conm
;
l
·

' 1 ;l\ 11 1 ismos ele la c iviliza ción occí leáta


r�n a formar parte del meollo fil osófico d e las p ugna s reli­ >
J ¡, S u rival en Leipz ig, Jgha nn Eck, nos cuenta con horro r
giOsas que por 9 nt.onc.es estaban 9curriendo. El problema del
de encoJ�trar un C!Ite�w d e verdad, planteado inicialmente q ue Lutero :llegó hasta n gar 1a comp leta _auto ridad han
e
Papa y los conci lio s;·a· affr:rñar q ue Ias doctr in as que
' en las. d �sputas teoJ2gicas, después surgió con relación al
C (H10CI �1 �e n�o natu �·af,:\cond uciendo a la crise pyrrhonienne sido cond enad as por los conci lios pued en ser ciert as, y que
. . del siglo XVII. losc:on_c ilios pÚed en�er rar, pue_ s sólo están comp Luter uesto s por
de comienzos za Alem ana, o fue
Las opinio.nes de Martín Lutero y su lucha con Erasmo hombres} En El ManUiesto a la Noble a únic a
más lejos aún, n egan do que el Papa p udies e ser l
pueden considerarse brevemente como indicación de cómo . Afirm ó, en camb io, que
f�mento_ la Reforma el n uevo problema. No estamos di­ autoridad en cues tione s relig iosas
CI � ndo que el asunto surgió tan sólo en la época del rompi­ ���\¡to do el crist ianis mo sólo tenía un Evan gelio , u n Sacra-
disce r­
�uento de �utero con la Iglesia católica; en cambio, esa 1' 1/ men to, que todo s los crist iano s tiene n "el podeder de fe",2 y q ue
¡ i J n i r y j uzga r lo que es j usto o inj usto en mate ria
ep ? ca c �nstituye un p unto de parti da -arbitrario- para se­ al deter mina r l as opini ones
g �Ir l a mfluencia escéptica e n la forma ción del pensa- la Escri tura es supe rior al Papa
a
­
..>:.:...�. nuen �o m _oderno, época que n o sólo seüala el conflicto entre y accio nes relig iosa apro piad as. En Del cauti verio de Babi
,.

lonia, Lute ro dej ó más en claro aún su básic a nega tiva del
; / ""-l los cntenos del conocimiento religioso de la Iglesia y d e los
' ,:·"'\1 r�f?rmadores, s �no también el tipo de l as difi cultades filo- criterio ecles iástic o de c on ocimi ento rel igioso :
/ sofi cas que hab1a de gen erar el conflicto.
:.

(\\
t' [: . ]vi que las opini ones tomis tas, sean aprob adas por el Papa o
-�
.
· Sólo gradualmente fue 'desarrollándose Lute ro de re- por el conci lio, sigue n siend o opini ones y no se vuelv en artícu­
fo �mador d entro de la estructura id eológica del cat�Iicismo \l r los de fe, aun s i un ángel del cielo d ij era lo contr
ario. Pues lo
' a ,Jef� de la Reforma, que llegó a n egar l a autorid ad de la
Iglesia de Roma. En sus primeras protestas contra las in­
u ulgencias, la a utoridad papal y otros principio s caiólicos,
J/ ' El relato hecho por Eck del Coloq u i o d e L e i pzig de 1 519, t a l como a parece
en ed . por Henry Bettens on, Nueva York y
Documentos de la Iglesia Cristiana ,
Lute �o arguyó en los términos d el criteri o aceptado de l a Londres, 1 947, pp, 271-272.
Iglesia, � ue �as proposiciones rel igiosas s e j uzgan por su El Manifiesto a la Nobleza Alema11a,
" Martín L u tero, tal como aparece citado
en Documentos de la Iglesia Cristiana,
p. 277.
p, 277.
conformidad con la tradición d e l a Iglesia , sus c oncilios y " lbid.,
los decretos papales. En las Noventa y cinco tesis, y en su
22

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a,rr\.·y1 �
24 " L A: CRISIS I NTEL ECTUA � DE LA REFORMA L A CRI SI S I N TELECTUAL DE LA REFORMA 25
- - -
q e se afi rma sin la autoridad de 1 � i � ra üde Iá �eve l ación � � �� �
-

Una vez desafiado u n criterio fundamental, ¿ cómo saber
( \ ¡¡ cuál
\
, lj
' -' . od bligado
emostrada puede sostenerse como opinión, pero nadie está
'•
a creer en ello. 4
- - ·

-
·
. .

. --
-- --·------- · ······- · - --·

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�-
----

. .
. . . . -- ·-
v)¡i bre q u é base d efender o refutar l as afirm aciones de Lutero?
d e las d istintas p osibilidades d ebe ser aceptad a ? ¿ So-
.
Y fi nal mente, Lutero a severó su nuevo criterio en la
forma más d ramá t i c a c u ando se negó a retra c tarse e n
)).{ Adoptar una posición req u iere otra norma, por la cual j uz-
'/ /:gar el punto e n cuestión. Así, el rechazo de Lutero d e las J�
la Dieta de Worms ele 1 52 1: norm a s de la Iglesia, y su a severación d e su nueva n orma
para d eterminar la verdad religiosa, conduj eron a un ejem- ¡
S u Maj estad Imperial y Sus Señorías exigen una respuesta sen­ plo bastante cl aro d e l problema del criterio tal como apa- r'¡ .... u ..
rece e n Sexto Empírico, Bosquejos pirrónicos, II, cap. I V: l"-·'-1> ¡ �-...-
(
..---;
c illa. Hela aq u í, llana y sin ambages. A menos q ue se me con-
), 11. venza d e e rror por el testimonio de la Escritura o bien (ya que
<:¡11 no confío en la autoridad no apoyada del Papa o d e los concilios, Para decidir la disputa que ha surgido ace rca del c riterio, de-
. !1 p ues es claro que a menudo han errado y a menudo han caído en bemos posee r un criterio aceptado por el cual podamos j uzgar
contradicción) por man ifiesto razonamiento se me convenza �\ la disputa; y para poseer un criterio aceptado primero debe
med iante las Escrituras a las que he apelado, y mi conciencia ' U,Y� deci dirse la d i sputa a cerca del criterio. Y cuando la discusión
f}quede ca utiva por la palabra de Dios, no puedo retractarme y queda reducida así a una forma d e razona miento circular, el
descubri miento del criterio se vuelve i mposible, ya que no les
permitimos [a los fi lósofos dogmáticos] adoptar un c riterio por :!

\�/\ ¡ �t};
no me retractaré de nada, pues i r contra nuestra conciencia no 1

/, es seguro para nosotros ni depende de nosotros. Esto es lo que


s uposic ión, m ientras q u e s i se o frecen a j u zgar el c riterio ,
J
sostengo. No puedo hacer o tra cosa. Que Dios me ayude. Amén.''
por otro criterio, los obligamos a regresar ad in.fínitum.fl- . .

---.. -- .
� sentado "'h El p roblem a de j u stificar una norma del conocimi �nt_----.
En esta declaración de libertad cristiana, Lutero dejó
su n uevo criterio d el conocimiento religioso, el de C?.. · ¡ i
1
l que la conciencia está obligada a creer que lo q ue lee en la ��� verdadero no surge . m ientras no se desafíe una norma(Pero
'1 ' Escritura es cierto. A católicos como Eck, esto d ebió de
--
. ci ó ri'i ntelectual, como la q ue esta-
en una... época-'de í;evolu

([
(parecerles totalmente increíble. Durante siglos, a severar mos considerando aquí, el sólo plantear el problema p uede
: que una proposición afirm aba una verdad religiosa signifi­ producir una insolublec1-ise pyTThonienne, al ser explorado��
. caba que había sido autorizada por la tradi ción eclesiás- \ y fun cionar los d iversos gambitos de Sexto Empírico. La /1
�Ji ca, por el Papa y por �os concilios. Afirmar q ue estas nor­ () Caja d e Pandora que Lutero abrió en Leipzig había de tener :/{n
. ·-

l /'mas podian _ ser falsas era como negar las reglas d e la lógica. t las consecuen c i as más trascendent ales no sólo e n teología, �../, :

sino en todo el á mbito intelectual del hombre. ¿_


' El rechazo de los criterios a ceptados eliminaría la única :¡
En defensa d e una n orma fundamenta l, ¿qué puede ofre-
base para poner a prueba l a verdad d e una proposición
( rel i gi osa. Plantear siq uiera l a posibilidad de q u e tales ·.J¡ =-

cerse como prueba ? El valor d e l a prueba depende del


1 normas p ud iesen ser falibles era sustituirlas por otro crite-
. 'j río, por el cual podrían j uzgarse las normas aceptadas y así,
\ de hecho, negar toda la estructura por l a cual se había ; (
1/" criterio, y no viceveTsa. Algunos teólogos, como San Ignacio
de Loyola, trataron d e cerrar la c aja, insistiendo en "que
pode mos ser todos de l a misma opinión y en conform i da d
� t d eterm inado d urante siglos la ortodoxia. '\,. c o n la propia Iglesia; si ella ha definido como negro, algo ��
v r· que a n uestros oj os parece blanco, de manera s i milar, he- r)
L utero, El caut-iverio babilónico de la Iglesia. como a parece citado en Docu­

\
·•

mentos de la Iglesia C1·istiana, p. 280. Bosquejos pirrónicos,


L � tero en la D ie ta de W orms, como a parece c itado en Documentos de la Igle­
. ·'
" Sexto Empírico, traducidos por e l rev. R. G. B u ry
<Cambridge, Mass., y Londres, 1 939), Loeb Classical L ibrary, L i bro II , cap. 1\', sec. •
sw Cnstwua, p. 285. 20, pp. 1 63-165.
J
j
1
\1 1

26 LA CRISIS I NTELECTUAL DE LA REFORMA LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 27

?J OS. � e prom�nci � r q ue es n egro". 7 Sin embargo, esto n o dominar la Contrarreforma fran cesa. Erasmo, que había
.JU�tlfi ca el cnten o, ?H��. sido uno ele los espíritus guías en la exigencia de Reforma,
q ue tan sólo mues tra lo q ue es.
El probl ema p � rsisti o. Para pod er recon ocer la verd entre 1 520 y 1 524 fue más y más apremi ado a atacar abierta­
a­ '
d era fe, se neces itaba un cri teri o. Pero, ¿cómo había de i mente a Lutero. H (Erasmo tenía vari as razones y medios d e

recon ocers e el criter io veTdadero ? Los innov adore s y los eludir el problema, pero aquí sólo consideraremos el resul-
tado final.) En 1 524, finalmente Eras m o publicó u n libro, De ¡ ·1

�}) defen sores de los antigu os s e enfre ntaba n al mism o pro-


bl ? ma_. Por lo general, tratar on de resolv erlo ataca ndo el LibeTo A1·bitrio !1/ATPIBH, atacando las opiniones d e Lutero \íJ
1
ljl c �Iteno d e sus riv�les. Lutero � tacó la autori dad d e la Igle-
,·¡r
·

vjf
· ·

sobre el libre a lbedrío. El antiintelectualism o general de


s.Ia, mostrando la mcon gruen cia de sus opinio nes. Los cató- \ �1 Erasmo y su repugnancia ante l as discusiones teológica s
l i cos .trat � ron de �1?stra r lo po' c o digna d e fe q ue es la propia • 1.1· ��) racionales le llevaro n a proponer u na especie de base es-
{¡ concie ncia, Y la dificu ltad de discern ir el verda dero signifi­ \� j '¡ céptica p ara permanecer dentro d e la Iglesia c atólica. S u
� cad ? d.e la Escnt . .
ura sm la guía de la Igl esia. Ambo s bando s
·

reacción a los filósofos de la Universidad de París, e n sus


!1 advirt ieron d e 1� catástrofe -intel ectual , moral y religio sa- días de estudiante, y su condena e n el Elogio d e l a locura
que sobrev endn a en caso de adopt ar el criter io del otro.
Uno de los argum entos de los cató Ücos duran te
Re [orma. f�e que el criteri o ele Lutero condu ciría a latoda la
.,.... d e aquella búsqueda i ntelectual per se, culminaro n en s u ..._
afirmación, "Los asuntos humanos son tan oscuros y va- '
..
...1 !
anar­ riados que nada puede conocerse claramente. Ésta fue l a J
sa.na conclusión d e l os acadé � icos (los es�é pticos �cadé- . "-, )e
·

. r·!
q �ua �·e ligiO �a. Cada q uien podrí a apela r a su propia con­
/ cienci a, Y afirm ar q ue lo que parec ía verd adero era vercla
V:�· r¡
micos), que eran los menos anscos d e los filosofas":' E ste 1

desprecio del esfuerzo i ntelectual iba a unado a s u de j


, / : cle !·o. No q eclaría ningu na norma
­
,
� efi caz ele verd ad. En los
p n meros anos ele la Refor ma, el ráp i d o desarrollo ele toda
11 clase de cr:encia s nueva s, en tre grupo s tales como los pro-
' fensa d e una p iedad cristiana sencilla, no teológica.
L De Libem A1·bitr-io comienza con el anuncio d e que el t!JJ1
1 // f:� as ele �wick au, los anaba ptista .
s y los antitr initar ios pare­ problema del libre albedrío es uno d e los que contienen \1
, cw onfirm ar esta predi cción . Los más laberintos. Las controversias teológicas no era n del
� reformado res estab
c.ontm uam. ent� ocup ados tratan do ele justif1car su propiano , � •1 gusto d e Erasmo, y declara que preferiría seguir l a a ctitud
tlp� ele cnten o s �bJ. :tivo, ind ivid ual, y al mism o tiemp o . 1 !Ú de los escépticos y suspender todo j uicio, especialmen te
"/-• cuando lo permiten l a a utoridad inviol able d e l a Escritura y
·

aplica ban este c nteno como medid a objeti va por la cual 1


concle n .aba � como h�rejí as los llama dos ele sus enemi gos a los d ecretos de l a Iglesia. Dice que está perfectamen te dis­
la COnCie ncia. pu esto a someterse a los decretos, ya entienda o no tales
En la batal la por establecer c uál criteri o ele era ver­ dec retos, o las razones de éstos. 1 0 La Escritura no es tan
� d acler? , � urgió una a ctitud escép tica entre c iertosfepensa cl ar a como q u iere hacern os creer Lutero, y hay algunos
!\ res, basica mente como defen sa del catoli cismo . Mient ra d o­


pa sajes demasiad o oscuros para que el espíritu h umano
que I?uc�10 � t eólogo s católi cos trataron el e ofrece r la evi-s pu eda penetrar e n ellos. Los teólogos han discutido inter­
d :ncia histon_ ca para j ustific ar la a utori d ad ele la Iglesi a min ablemente sobre esta cuestión. Lutero afirma h aber en­
(sm P. OdQr nunca mostr a1· q tJe}a� cont rado la respuesta , y h aber comprend ido correctam ente
\ . ��rl}la!, fue plant eada por Erasm o_videnc ia h i stóric a fuese la
ele Rotte rclam-ui1a-siig"ifS-' la Escritura. Pero, ¿cómo podemos saber si realmente lo ha
t�9n d� la defen sa escé �t� :a ele la fe, defen sa que había ele,
_ ·· _ . ' Cf. Introd ucción, por Craig R. Thompson a Desiderio Erasmo, lnquisitio De
-- --·-
Fick Yale Studies in Religion, XV, Ne w Haven, 1 950, pp. 1 -49.
' San Ignaci o de Loyol ? , Reglas para pensar con
1

'' Elogio de la Locum, traducida por Leonard Dean, Chicago, 1946, p. 84.
Cnstwna, regla I 3, pp. 364·36la5.Iglesia, aparec e citado en
" Erasmo,
Documentos de la lg/esza '" Erasmo, De Libero Arbit1-i o .llA TPIBH,
Basi lea, 1524, pp. a2-a3.
28 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 29

¡ logrado? Pueden darse otras inte rpretaciones que parecen plata." �� El error central del libro, según Lutero, e ra que 1 ' ' :

� mucho mejores que las de Lutero. Dada l a dificultad d e Era s mo no comprend ía que un cristiano no p uede s er es- ((·
establecer el verdadero significado de la Escritura concer­ céptico. " Un cristiano d ebe[ . . ] estar seguro de lo q u e \
.

n iente al problema del libre albedrío, ¿ por qué no aceptar afirma, pues d e otra manera no es cristiano ." 1a El cristia­
la tradicional solución ofrecida por la Iglesi a? ¿ Para qué nismo req u i_�re_)_� (l_!:!!��l!f!.��� d e _ ciertas verd ades porque
)11
_
_

.--\
iniciar una querella por algo que no podemos conocer con el hombre/�u ��.!.�-�!�_!�;.e � ta completa m.en.te conve�-
r >0J. la men ? r certez � ? 1 1 Par� � rasmo, lo i �n porta!lt� e s u n a pie­ � c ido de s u verCfád. El contemd o del conoci miento reh­
.
- 11� dad c nstlana, simple, basiCa, un espintu c nsti ano. Lo de-
¡· r más, la supe . r estructura de l a creencia esencial, es dema­
gioso, según Lutero, es demasiado importan te para acep­
tarlo bajo palabra. Hemos d e e star absoluta mente seguros
, s iado complej a para q ue el hombre pueda j uzgarl a. Por de su verdad.�-� Por tanto, el cristiani smo es la negativa
·-�);.} tanto, es más fácil permanecer en una actitud escéptica complet a del esceptic ismo. "Anatem a sea el cristia no q u e
y aceptar la antiqu ísima sabid uría de la Iglesia en estas 'f n o e sté seguro d e l o que supuestamentea qc uree, y que n o
cuestiones, q ue tratar de comprender y de j uzgar por uno / comp re n d a esto. ¿ Có mo p u e d e creer e l l o de que
mismo. duda?" 1" Para encontrar l as verdade s, hemos de consul­
Esta actitud escéptica, antes que el argumento escép­ tar la Escritu ra. Desde luego, h ay partes que resultan d i­
tico, surgió de un aborrecimiento a "la comedia d e la gran fíc iles de entend er, y hay -cosas acerc a de Dios q u � n ?
locura". No estaba basada, como lo estuvo para Montaigne, conocemos, y que q uizá no conoce remos; mas esto no _sJgm­
-! en la evidencia de que la razón humana no podí a alcanzar l a fic a que no poda mos encont rar l a verdad e n la Escn_tur� .
' certid umbre e n n ingún terreno. En c ambio, Erasmo parece '\ La verd ad religios a central puede encontr arse e n tenm-
habers e escandalizado por la aparente futilidad d e los i nte­ 0�' nos c laros y eviden tes, y éstos aclara n los ndo puntos m á s
lectuales en su búsq ued a de l a certidumbre . Toda la ma­ 'J oscuros; empero, s i muc ha s cosas �
para alguno s, no es culpa de la
si
Escntu
uen
ra,
s i �
smo
oscura s
de la ce­
,, quinaria de estos espíritus escolásticos había perdido de
1)ij vista el punto esencial: la simple actitud c ristiana. El tonto guera d e aquéllos que no desean conoce r las verd ades re­
1 cristia no estaba mucho mejor que los altos teólogos de Pa­ velada s. El sol no es oscuro sólo porque yo pueda cerrar
,
rís, enredados en un laberinto creado por ellos m ismos. Y
así, si nos q uedábamos siendo tontos cristia nos, l levaría­
! mos una vid a verdaderam�nte cristiana, y podríamos evitar
> los ojos y negarm e a verlo. Las doctri n as por l � s cuales ,.;
Lutero y la Iglesia están e n �E_!lictQ�OI�<:!_�ras, s_I estamo s \/ 'J
J disp uestos a conte mplar y �ce�aband J��
.
ue _-:r_�� Y, a >\"\
_

Onand o la Re-
1 todo el mundo de la teología aceptando l as opiniones reli-
giosas promulgadas por la Iglesia, sin tratar de compre n-
menos que hagam os esto, estare mos
velación cristiana . 1 n

d erlas. . Lutero estaba seguro d e q u e había un cuerpo d e ver­


\_
Este inte nto, hecho a c om i e n zos d e l a R e form a , d e dades religio sas que conoc er, d e que estas verd ades eran
e/¡ "j ustificación" escéptica d e l a regla católica d e l a fe pro­ � d e i mport ancia decisi va para los hombres, y de obliga qu� la re­
vocó una furiosa respuesta d e Lutero, el De Servo Arbitrio, gla de fe d e Lutero -lo que la concie ncia estaba da a
d e 1 525. El libro de Erasmo, declaró Lutero, era una ver­ ('-
güenza y u n escándalo, tanto más cua nto q u e e staba tan ·� De Servo ATbitrio, en las Walce de Lutero, Band XVIII Weimar , 1908,
p. 601 .
Lutero,
bien escrito y con tanta elocuencia. "Es como si llevára­
1" . p. 603.
lbid .
pp. 603-605.
mos b a suras o e x c r e m e n tos e n un vaso de oro o d e " Ibid.,
"' lbid., p. 605.
11 Ibid., p. a5 y SS. 1"Ibid., pp. 606-610.
30 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFOHMA 31

91 verdades.
c reer d espués d e leer l as Escrituras- nos mostraría estas
Depender d el c urso escépti co de Erasmo era
pia concienc ia. Pero este tipo de subj etivismo está ex­
puesto a muchas objecion es. El mundo está lleno d e per­
n-)J contraríamos
arriesgar demasiado; la posibilidad de e rror era excesiva.
Sólo e n el seguro conocimiento de las órdenes d e D ios en-
sonas convencid as d e las cosas más extrañas. El mundo d e
la Reforma tenía, d e sobra , teólogos d e opi niones opues­
la seguridad. Y así, Lutero d ijo a Erasmo tas suscritas cada una por la conciencia de Jos hombres
,� que su enfoque escéptico e n realidad implicaba una falta qu � las afirmaban . A sus oponentes , el n ue �o � riterio del
()\ � total de fe en Dios y que era, e n rigor, una manera d e bur­ conocimie nto religioso les parecía apenas dtstmto del es­
:71 l arse d e Él.17 S i así lo deseaba, Erasmo podría a ferrarse a cepticismo puro, de hacer de tod as y cada una de l as opi­
su escepticismo hasta que D ios lo llama ra . Pero, le adver­ niones religiosas tan sólo las opiniones de los creyentes,
tía Lutero, "el Espíritu S a nto no es escéptico", y no h a sin ningun a certid umbre objetiva. Pese a l a viole i?ta d e- \!
inscrito e n nuestros corazones opiniones inciertas s ino, nuncia de Lutero al escepticism o de Erasmo, llego a ser j'
en cambio, afirmaciones d e l a índol e más cl ara.1H afirmación común d e los contrarreformadores que los re- ; /
Esta disputa entre-.Erasmo y Lut�r_o indica una parte formadores no eran más que escépticos disi mul ados. \ti
". '1 de clií�esltu:d!lrá- bá�iJ�a.cte
- - ma cfe[ITitédo}
tiWopTe _ E rasmo Para aclarar y a poyar l a teoría del conocimie nto reli- ¡,
\ estaba dispu es to a no e
-- reco c r q Ü.éno_podía afirmar con
:../). certidumbre lo que era cierto, pero estaba d ispuesto, per
\\ gioso de los reformado res, el siguiente gran jefe d e la _ re­
vuelta contra la a utori d ad de la Iglesia, Juan Calvmo, l /"
non sequitur, a aceptar la d ec isión de la Iglesia. Esto no intentó en su Institución y en la batalla contra el hereje an- )\>;
demuestra que la Iglesia tuviese l a autoridad e n materia titrinitario Miguel Servet, elaborar con mayor detalle l a \
de fe; antes bien, indica la cautelosa a ctitud de Erasmo. teoría de la nueva a utoridad en materia d e fe. Al princi­
Como era i ncapaz de d istinguir con certeza la verd ad de p io d e la Insti.tuci.ón afirmó Calvino q u e la Igl e s i a no
la mentira, dej aba la responsabilidad a la institución que puede ser j uez d e l a Escritura , ya que la autori ? a� de la
dura nte siglos había estado establecien do tal distinción. Iglesia repos a sobre algunos versíc ulos d e la B1bha. Po!·
Lutero, en cambio, insistía e n l a certidumbre. Había d e­ tanto, la Escritura es el venero básico de l a verd ad reh­
masiado en juego para conformars e con menos. Y ningún giosa .1!1
ser humano podía dar a otra persona la seguridad ade­ Pero, ¿ mediante cuáles cánones reconoce�10s l a fe, �
cuada. Tan sólo la propia convicción íntima podía j ustifi­ cómo determinamos con certidumbre lo que dtce l a Escn­
car la aceptación de c�alquier opin i ón religiosa. Desde tura ? El primer paso es comprender que la Biblia es l a
luego, un oponente podí a preguntar por qué e s verd a d Palabra d e D ios. ¿ Qu é cánones nos autorizan a deci r esto?
aquello q u e n uestras conciencias están obliga d as a creer Calvino reconoció que si tratábamos de p robar e � to �o.r la
por la lectura de las Escrituras. Supongamos que nos en­ razón , sólo d esarrollaríamos una petición de pnnc1p10 o
contramos obligados a creer en cosas conflictivas: ¿ Cuál argumentos retóricos.�0 Lo que se req uiere es una prueba
es la cierta ? Lutero insistía e n que la verd a d se .nos im­ tan completa y persuasiva que no podamos t;>l��tear ya
pone, y en que el verdadero conocimiento religioso no dudas ni preguntas. Y para excluir toda pos1b1hdad d e
contiene ninguna contradicción. duda o de pregunta, e s a evidencia tendría q u� darse v� ! l­

_
·-

·¡.
1
Así, la regla de fe para los reformadores p arece haber
sido l a certidum bre subj etiva, las obligaciones d e la pro-
dez a sí misma. Tal evidencia nos e s dada por tlummacwn
del Espíritu Santo. Tenemos una persuasión interna, que
1' !bid., p, 605.1 '" Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, 2 vols.
,. !bid., p. 605. '" !bid., pp. 36-37.
32 LA CHISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 33
nos ha dado Dios, tan imperiosa q u e se convierte en com­ la Escritura es l a regla de fe y, también se afirmó, la Es­
pleta gara ntía de n u e stro conoci miento rel igioso. Esta critura es la regla de la Escritura .
persuasión i nterna no sólo nos a segura que la Escritura es Para los calvin i stas originales, la evidencia fundame n­
l a Pal a bra de Dios. sino q ue , al leer ate ntamente la Escri­ (i.� h tal de la verdad d e sus opiniones era la d e persuasión . i_n-
t u ra . nos obl iga a c aptar su conte n ido y c reer en él. Hay,
así, una doble il umin ación para los e legidos, siempre q ue
; ��) terna. Pero, ¿cómo puede uno saber que esta persuas.IOn 10
:. 1 intern a es auténtica y no sólo una certidumbre subj etiva, J ,
ha�·a. pri m ero, la regl a de fe, la Escritura, y, luego, l a re­ que fácil mente p u ede ser engañosa ? La i mportancia d e
gla ele la Escritura, a sabe r, los med ios d e d iscernir su tener razón e s tan grande q ue, como sostuvo el discípulo
mensaje y c reer en é l . Esta dobl e iluminación de la regl a de Calvino, Teodoro d e Beza, n ecesitamos una señal se­
el e fe y s u aplicación nos d a la seguridad completa. gura e infalible. Esta señal es la "Plena persuasión (que]
Ta l e s , p o r t a n to , u n a c o n v i c c i ó n q u e n o req u i e re d e ra z o n e s ;
u n c o n o c i m i e nto c o n e l c u a l e s t á d e a c u e rd o l a m ej o r ra zón,
sep a ra a los hijos elegidos de Dios de los rép robos, y es la
riq ueza propia d e los santos".�:! Pero la consecuencia e s
un círculo: el criterio del conocimiento religioso es la per­
l
e n q u e e l e s p íritu verd a d e ra mente re p o s a con mayo r s eguri­ s u a s i ó n i ntern a , l a garantía d e l a autenti c i d ad d e l a j
d a d y c o n s ta n c i a q u e e n n i ng u n a ra z ó n ; tal es, p o r ú l t i m o , un
persuasión interna es que fue causada por. � io.s, y de estoj
s e n t i m i e n to q u e s ó l o p u e d e d a rn o s l a reve l a c i ó n c e l e s ti a l .
quedamos a segurados por nuestra persuas10n u� terna.
H a b l o nad a m e n o s q u e de l o q u e c a d a c reyente e x p e r i m e n t a
La curiosa difi c u ltad de gara nti zar el p ropiO conoci­.
\. � miento rel igioso surgi ó agudameríte e n l a controversi a
d e n t ro de s í m i s m o , a u n q u e m i s p a l a b ra s c a igan p o r d e b aj o

t: ), con Servet. Allí estaba un hombre aparentemente conven-1


de u n a j u s t a e x p l i c a c i ó n d e l a s u n to . � '

La verd a d re l i giosa s ó l o p u e d e s e r reconoc i d a por d· ciclo, por persuasión interna, de que no tení � una base bí- ;
aquéllos a quienes Dios elige. El criterio de si uno ha sido I blica l a doctrina d e la Trinidad, y convencido de que l a
··

elegido es una persuasión i ntern a q u e nos capac ita a doctrina d e l a Trinidad era falsa. Pero Calvino y sus se­
examinar l a Escritura y a reconocer las verdades que hay guidores estaban tan seguros de la verdad de su propia vi-
en ella. Sin la Iluminación Divina no podemos saber con sión religiosa que condenaron a muerte a Servet, por he- j
certidumbre ni siquiera q u é libro es la Escritura, o qué reje . El único defensor d e Servet entre los reforma dos, el
sign i fica; sin embargo, por la grac i a de Dios se puede culto Sebastián Castalión, de Basilea, vio que la manera
aceptar l a regla de fe establecida en la Cm�f'esión de fe de de a rgüir contra la condena era atacar la pretensión d e
las iglesias protestantes de Fmncia. d e 1 559: " Sabemos que
certidumbre de los calvinistas. E n su D e Haereticis, 2� es­
estos l i bros son canónicos, y l a más cierta autoridad de crito poco después de la q uema de Servet, Castalión trató
nuestra fe . no ta nto por consenso comú n y d e la Iglesia de d estruir las bases de la completa seguri d ad de Calvino
cuanto por la persuasión testi monial e i nterior del Espí­
ritu S anto que nos hace discern irla." 22 Para los elegidos, viene de la o bra i nterna del Espírit u Sar. to, que presta testi monio por Y con l a
...
..
Palabra en nuestros corazones¡ ] N a d a debe agregarse en n ingún momento -ni
" /bid., 37. por n uevas revelaciones d e l Espírit u ni por tra d ic iones de los hombres[ . ] La
..
p.
" . . Confession de foi des églises protestan tes de France. 1 559'', en Eug, e t Iglesia d e be apelar finalmente a ella¡ . ] l a regla i n falible de i nterpretación de
E m . Haag. La Fmnce Protest a n t e . To mo X ( París, 1 858). p. 32.Véase tam bién la Documentos de la Iglesia
la Escritura es l a Escrit u ra m isma", aparece c i tado en
. Fa it h . art. 1, q ue declara La autoridad de la Sagrada
.. C1·istian a, 347.
..
p.
Escri tura ! . ] n depen de del test i m o n i o de n i ngún hombre o i gl esia; sino d e­
\\'est 111 i nster Crm /'e ssión o/'
o A Discourse, Ofthe True and Visible Marks ofthe Catholique
...
"' Teodoro de Beza,
pende e n terame n te de Dios (que es la \'e rdad m i s ma), su verdadero autor¡ ] Churehe, 44
Lon d res, 1582, p. (no n umerada).
Toda n uestra persuasión y seguridad de la verdad i n fal i ble y autoridad d ivina " Sebastián Castalión. De Haereticis, Magdeburgo, 1 554.
j�
34 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA LA CRIS I S INTELECTUAL DE LA REFORMA 35

en la verdad de sus c reencias religiosas, sin d estruir al


mismo tiempo la posibilidad d el conocimiento religioso.
El método de Castalión consistió en indicar q ue en re­
ligión hay muchas cosas oscuras en exceso, demasiados
podemos conocer y la manera "razonable" d e juzgar este /t
conocimiento, y l uego a plicó sus modestos cánones a l as t.
controversias d e su tiempo. El De mte dnbitandi es, por
muchas razon es, un libro notable, muy adelantado a su
époc a , ya q ue propone un enfoqu e liberal, científi co y :
:l' ¡
�s ]

1'

pasaj e s de las Escrituras sumamente op acos para q ue


todo el mundo pueda estar absolutamente cierto d e l a caut? loso a los yroblemas i ntelectuales, e.n .contraste con j
verdad. Estas oscuras materias habían sido fuente d e con­ el total dogmatismo d e sus oponentes calvmistas.
troversia durante épocas y, evidentemente, ningun a opi­ No puede decirse q u e la teoría de Castalión sea tan es­
n ión era lo bastante manifiesta para que todo el mundo tu­ céptic a como la de Erasmo, y ciertamente no alcanza el
viera que aceptarla (de otra manera, ¿ por qué h abía d e n ivel de completa dud a de Montaigne. El objetivo del De
conti nuar la controversia, "pues ¿ quién es tan loco q ue arte dnbitandi es indicar lo q ue se debe creer, ya que uno
de los problemas básicos d e l hombre en esta edad de con­
Í\ muera por negar lo que es obvio? ") �5 Sobre la base d e los
desac �� rd os � o ntinuos y la .oscurida ? de las Escrituras,
'\ Castalwn mdico
rl'
_ _ que en realidad nadie e staba tan seguro
troversia es que c ree algunas cosas que son dudosas, y
duda de algunas cosas que no lo son. Para empezar, hay
1 d e la verdad e n cuestiones religiosas que se j ustificara muchos asuntos q u e realmente no son dudosos, cuestiones
L matar a otro por herej ía. que cualquier persona razon a ble a ceptaría. Éstas inclu­
Esta moderada y escéptica actitud y defensa de la di­ yen, para Castalión, l a existencia d e D ios, la bondad de
vergencia de opinion es p rovocó una respuesta maligna y D ios y la a utenticidad de l a Escritura. Ofrece como evi­
violenta. Teodoro ele Beza vio inmediatamente lo que es­ dencia el a rgumento del d esignio y la verosimilitud del
taba en juego, y atacó a C astalión como rean imaclor ele cuadro del mundo q u e muestra la Escritura.� !)
la N ue va Ac ad e m i a y d e l escepticismo de C arné ades, Luego, por otra parte, hay un tiempo para c reer y un l ... ·.

q ue trataba ele sustituir las c ertid umbres necesarias al tie mpo para d udar. El tiempo para d udar, en c uestiones ! '

'1 verd ad e ro c ristiano por p robabilidades e n c uestion es religiosas, llega cuando surgen cosas que son osc uras e
.---- ¡ religiosas . ��� De Beza insistió e n q ue la existencia de con­ inciertas , y éstas son l as materias e n d isputa . "Pues e s
troversias sólo probaba q ue algunas personas se e q uivo­ claro q u e l a gente no disputa acerca d e cosas que son
ao
c aban . Los ve rdad eros c ristianos están persuad idos por la ciertas y probadas, a men os q ue la gente esté loca."
Revelación, por la Palabra el e D ios, q ue es clara para q uie­ Pero no podemos resolver las cuestiones dudosas tan sólo
nes la conocen . La introd ucc ión ele la alwtelepsis ele los exam inando la Escritura, como d icen los calvinistas, ya
escépticos académ icos es enteramente contraria a la fe que hay d isputas sobre cómo interpretar l a Biblia, y la
cristiana . Hay verdades fij ad as por D ios y reveladas a noso­ Escri tura es oscura en muchos puntos. En muchas cues­
tros, y todo el q ue no l as sepa, reconozca y acepte se per­ tiones, dos opiniones contradictorias parecen igualmente
derá . � ; " Sebastián Castalión, De A1te Dubitandi, el texto l atino completo aparece e n
Castalión escribió, pero no publicó, una respuesta en Reale Accade111ia d'Iralia, Studi e Docwnellli. VII. Pe1· la Storia Degli Eretici Italiani
que trataba de mostrar, de manera general, lo poco q u e del Seco/o XVI in Europa, ed. D. Canti mori e E. Feist, Roma 1937, pp. 307-403. El
material analizado en el texto fue tomado de la reciente edición francesa. Se­
Concerning He1·etics, trad. y e d . por Rola nd
, .. Citado d e l a trad ucción a l i nglés, bastián Castalión, De l'art de douter et de croire, d'ig1wrer et de savoi7·, traducido
H. Bainton, N ueva, York, 1935. p. 2 1 8. Por Chas. Baudouin, Gine bra y París, 1953.
"' Teodoro de Beza, De Haereticis a civili Magistratu puniendis libellus, adversis '" Sebastián Castalión, Art de Douter, Livre 1, cap. I-I7, pp. 27-75. Texto l atino,
Ma1tini Belliifarraginem, & Novomm Academicorum sectam (n.p. 1 554), pp. 65-77. pp. 307-45.
" !bid., pp. 65-6 y 75-7. "" !bid., cap. 1 8, p. 77, texto latino. p. 346.
36 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFOHMA 37

p robables, hasta donde podemos cerc iorarnos por los tex­ de ellas; la otra, q u e l as condiciones extern as pueden i m­
tos bíblicos.:1 1 ped i rnos res o lver un problema. La visión d e un hombre
Para evaluar una c uesti ó n e n d i sputa, e s n e c e sario puede se r mala, o puede negarse a mi rar; o s'u ubicación,
buscar un principio por el cual la verd a d resulte tan ma­ o ciertos objetos pueden bloq uear su visión. Ante estas
n i fi e sta, tan bien reconoc i d a por todos, q u e n in g u n a posibilidades, Castalión reconoció que no podemos hacer
fue rza d e l universo, ninguna probabilidad, p u e d a h acer nada acerca de las condiciones n aturales que pueden obs­
posible una alternativa.:1 2 Este principio, afirmó Castalión, tacul izar n uestro j u icio. Si uno tiene mala vista, . . . ¡qué
es la capacidad humana d e buen sentido e inteligencia, el lásti ma! No pued en alterarse l as condiciones extern as. A
instrumento del j uicio del que debemos confi a r. Aq uí la luz d e e stas consideraciones prácticas, sólo podemos
p:-esentó una fe racional fundamental: q u e tenemos pode­ aplicar nuestros i nstrumentos de juicio, nuestros sentidos
res n aturales suficientes para evaluar l as cuestiones. El y n uestra razón, de manera condicionada, siendo "razo­
prcpio Jesucristo, indicó Castalión, resolvía las diferen­ n ables" e n nuestras evaluaciones sobre l a base del sen­
cias valiéndose de sus senti dos y de su razón.aa A los anti­ tido común y la experien cia anterior, y eliminando hasta
rac ionalistas, les ofrec i ó Castalión u n a respuesta muy donde sea posible l as condiciones controla bles, como la
semej ante a uno de los a rgumentos d e Sexto Empíri co: malicia y el od io, capaces de alterar nuestro juicio.:¡�,
Ll ego a h o ra a e s t o s a u to r e s [ p re s u m i b l e m ente c a l v i n i st a s ]
Este escepticismo parcial d e Castalión representa otra
q u e d e s e a n h a c e rn o s creer, c o n l o s oj o s c e rra d o s , c i e rt a s c o ­
faceta d e l problema del conocimiento, planteado por la
s a s q u e están en c o n tra d i c c i ó n c o n l o s s e n ti d o s , y y o l e s p re­
Reforma . Si es necesario descubrir una " regla de fe", una
g u n t a ré, a nte todo, s i l legaro n a estas o p i n i o n e s c o n l o s oj o s norma para d istinguir l a fe verd adera d e la falsa, ¿ cómo se
c e rrados, e s d e c i r, s i n j u i c i o , i nte l igen c i a n i razón, o s i , antes logra esto? Tanto Erasmo cuanto Castalión subrayaron las
bien, contaron c o n la ayuda del j u i c io . S i h a b l a n sin j u i c i o , d i ficultades en c u estión, especialmente para descifrar el
re c h a za re mo s l o q u e d ig a n ; s i , p o r l o c o n t ra r i o , b a s a n s u s mensaje d e la E sc ritura. Pero Castalión, e n l ugar d e e m­
o p i n i o n e s en j u i c i o y razón, e n t o n c e s s e c o n t ra d i ce n c u a n d o plear ios p roblemas escépticos acerca del conoci miento
tratan d e pers u a d i rn o s , m e d i a nte s u j u i c i o , d e q u e re n u n c i e­ rel igioso como excusa o j ustificación para aceptar "la vía d �
m o s a l n u e stro .:14 la a u toridad" d e l a Iglesia, ofreció otras normas, reconoci­
d amente imperfectas: l as capacidades humanas de los sen­
La fe de Castalión en d1U estra capacidad racional para tidos y la razón. Puesto que las limitacion es mismas de su
d e c i d i r l a s c uestiones i b a a u n a d a a u n e s c epti c is mo operación adecuada i mp iden alcanzar cualquier conoc � ­
acerca de nuestro empleo, e n la práctica de esta capac i­ miento religioso completo y seguro, l a búsqueda de l a certi­
d a d . Existen dos tipos d e difi c ultades (que s i se toman dumbre habrá de ser abandonada, a cambio de la búsqueda
demasiado en serio, acabarán por socavar por completo el de la razonabilidad. (Así, resulta comprensible que Casta­
criterio de Castalión): una, que nuestras facultades p ue­ lión influyese principal mente sobre las formas más libera­
d e n ser i ncapaces de funcionar a p rop i a d amente, por a (i
les de protestantismo.)
causa de enfermedad o de n uestro i nvol untario mal uso
"' !bid.,caps. 27-33, pp. 103-24, texto latino, pp. 366-81.
Vol. l, Cambridge, Mass ..
''' !bid., cap. 22, pp. 87-90, texto latino, pp. 354-56. A t UnitG7'ianis m.
"" 'Cf. Earl Morse W i l b u r, 1-Iis o ry of
"" !bid., cap. 23, pp. 90-1, texto l atino, p. 357. 1947, pp. 205-8, Étienne G i ran. é s e C,astellioH el ! Ré.(orme ��lriHiste_, �-Iaarl c m,
S ba ti n a
1913. espec i a l mente los caps. IX-XI; y El!sa beth Fe1 st H irsc h , Caste l l 1 0 s De a rte
"'' !bid., caps. 23 y 24, pp. 90-7, texto l atino, pp. 357-62.
'" !bid., cap. 25, p. 97, texto latino, p. 362. dubitandi and the Pro b l e m of Rel igious Liberty" y J . Lindeboom, "La p l ace de
LA CHISIS INTELECTUAL DE LA HEFORMA 39
38 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFOHMA

En las luchas entre el a ntiguo orden establecido de la manera de estar seguros, y, por tanto, no tienen n ingu­
Iglesia católica y el nuevo orden de los reformadores, éstos n a manera de desc u brir algunas verdades religiosas.f1H
tuvi eron que insistir en l a completa certidumbre de su Por su parte, el bando católico pudo atacar, y atacó a los
causa. Para realizar su revolución eclesiástica, h ubieron de reformadores mostran do lo inj ustificable de sus normas Y l a
sosten er q ue ellos y sólo ellos contaban con los medios manera e n q ue l a s p retensiones de certidumbre de los re­
seguros para d escubrir el conocimiento religioso. El rom­ formadores conducirían a un completo subjetivismo Y es­
pimiento con la autoridad no estaba e n favor d e un tole .. cepticismo acerca de las verdades religiosas. La clase d e
rante i ndividualismo en materia de religión, como aquél al prueba presenta d a por Erasmo y Castalión se convirtió en
q ue habrían conducido las ideas d e Castalión, sino en favor cuña ele apertura: los reformadores aseguran. que la � erdad
de un completo dogmatismo en el conocimiento religioso. se enc uentra en la Escritura, con sólo exammarla sm pre­
Para npuntalar su caso, los reformadores trataron de mos­ juicios; pero el signi ficado d e la Escritura es oscuro, como
trar que la Iglesia de Roma no tenía n i nguna garantía d e sus lo demuestran las controvers i as, no sólo e ntre sus lectores
verd ades religiosas p rofesadas, que la norma de la autori­ católicos y protestantes, sino también l as controversi a s
dad tradicional no llevaba consigo una seguridad de la cer­ dentro d e l prop io c ampo protestante. Por tanto, se necesita
! idumbr� absoluta de la posición d e l a Iglesia, a menos que un j uez que fij e las norma s de la interpretación apropiada.
esta pudiese probar de alguna manera que la autoridad Los reformadores d i ce n q u e la conciencia, la luz interior o
tradicion al era el c riterio de verdad. Pero, ¿ cómo podría algo por el estilo es e l j ue z de la Escritura. Pe ro d istintas
hacer esto? El intento de justificar una norma requiere personas tienen distintas luces interiores. ¿Cómo sabremos
otras normas, que, a su vez, han d e j ustificarse. ¿ Cómo po­ quién dice la verda d ? Los calvinistas insiste n en que esa luz
dría establecerse la infalibilidad d e la Iglesia en cuestio­ interna es segura cuando ha sido envia d a o guiada por el
nes rcli � iosas? ¿Sería infalible la evidencia? Este tipo de Espíritu Santo. Pero, ¿de q u ién es? ¿ Cómo s abremos dife­
ataque fm almente llevó a los jefes p rotestantes a escribir renciar el "engaño" de la a uténtica iluminación? Aquí, l a s
acerca del pirronismo de la Iglesia de Roma , e n que trata­ únicas normas q u e nos ofrecen los reformados p arecen n o
ron de mostrar q ue, utilizando los principios de conocí·· ser otras que s u s opi n iones privadas: Calvino piensa que
miento rel igioso ofrecidos por la Iglesia, n unca podríamos Calvino h a s ido i l u m i n ado. Las opin iones person a l es,
estar seguros a) de que la Iglesia de Roma era l a verda dera no confirmadas n i confirmables, de varios reformadores no
Iglesia, Y b) de lo que e ra verdad en materia de religión.a7 parecen, realme nte, u n a base para la certidumbre en asun­
(Acaso la cumbre de este tipo de raciocinio fue ra el a rgu­ tos religiosos. (La reducti.o ad absurdum de la posición de los
n� ento de que, s.egúr: la posición de la Iglesia, el Papa y reformadores a comienzos d e l s iglo XVII afi rma que e l calvi­
solo el Pap a es mfali ble. Pero, ¿ quién puede decir q uién n ismo no es más que pirron ismo e n materia de religión. )
e.s el Papa? . Para j uzgar, el miem bro d e la Iglesia sólo Mientras cada bando trataba de socavar los fundamentos
tiene sus falibles luces. Así p ues, sólo el Papa puede estar del otro, y cada u no trataba de mostrar que su rival trope­
seguro de quien es Papa; los demás miembros no tienen zaba con una forma i nsolu ble del clásico problema escép­
tico del criterio, c a d a bando, asimismo, hacía afirmaciones
Lond res,
cap. I X .
' " J can L a Place tte, O.f the Incur able Sccpticism o.f the Chu.rch ofRom e,
Casteníon clans l ' h isto i re ele !'esprit", e n Autour d e Micl!el Sr1vet e t d e Sébasticn
I953. 1688. < La fecha q ue aparec e e n l a c u bierta es, erróne amen te,1588),
Castcllwn, ed. B. Beckcr, Haarle n,
Traité de l 'Autorit é des Sens contre l a Transsubstan tiation , Amste rdam , 1700, pp.
n Y Davi d Renau d Bou l l ier, Le
"' Cf. Jean La ·Placette. De Insanabili Romanae Ecc!esiae Scepticísmo Disse11atio
ftde persuadere sibi pont{ cii possint, -5 e, Amste rdam,
qua quod .fí.rma 24 Pyrrhonis me de l'Eglise Romain
Y J ohannes A. Turretin, Pyrrhonismus Ponti.ficus, Leydcn y SS.
demonstratur nihil omnino essc
Amsterdam 1696; 1692. 1757, 91
p.
40 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFO RMA LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 41

de c e rti dum bre absoluta en sus propias opiniones. Los cató­ de la Teligión c1·istiana" . , , Antes de adoptar la "vía de la a uto­
.

licos en contraban la garantía en l a trad ición, los protestan­ rid a d " habríamos de desc u brir si la tradición de la Iglesia
tes e n la iluminación que revelaba l a Palabra de Dios en la es l a a � téntica. Para des c u brir e sto, se necesitaba una a uto­
Escritura. El tolerante semi escepticismo de Castalión fue ri d a d o un j uez. La Igle s i a no podía ser la a utoridad de s u
una solución inaceptable en esta búsq ueda de la certid um­ pro p i a infalibili d a d , pues e l a sunto e n cuestión era s i l a
bre. (Debemos notar una excepción: el teólogo moderado in­ Igl e s i a era l a verd adera a uto rid ad e n c uestiones religiosas.
glés Wi lliam Ch ill ingworth primero cambió el protestantis­ Tod a prueba q ue se ofre c iera de l a situación espec i a l de la
mo por el c atolicismo, por no enco ntrar suficientes normas Iglesia req u e riría u n a norm a o criterio d e q ue esta eviden­
de conoc imiento religioso en el punto d e vista reforma­ c i a e ra c ierta . Y así, ta m b i é n l a vía d e la auto ridad, según se
do, Y l uego, por la misma razón, a bandonó el c atol ic ismo. arguyó, conducía d i rectamente a u n pel igrosísimo pirro­
Terminó en u n protestantismo " menos que seguro", apo­ nismo, pues segú n este criterio no podía estarse re almente
yado tan sólo por su lectura pred i lecta : Sexto Empíri co.) :t!l seguro de cuál era la verd a d e ra fe:'�
El núcleo intelectual de e sta batalla d e la Reforma s e E l rechazo de los re formados a las normas acepta das d e l
hall a ba e n l a búsq ueda d e u n a j ustificación d e la verd a d conocimiento religioso planteó u n a pregunta fundamenta l :
infalible en religión , mediante algún t i p o de criterio evi­ ¿ c ó m o j ustificar l a s bases d e nuestro propio conocimiento ?
d ente, o q u e se diera validez a sí mismo. Cada bando pudo Este p1:oblema dese ncadenaría una cri sis escéptic ? n o � ólo
mostra r q u e el otro n o tení a una " regla d e fe" q ue pud iese e n l a teología sino también, poco después, en las ciencias Y
_ en todos los demás campos del conocimiento humano. Lu­
gara ntizar con absol uta certidumbre sus principios religio­
sos. A lo l a rgo de todo el siglo x vn, al i rse a paga n d o l a lucha tero realmente h a bía abierto u n a caja de Pandora en Le ip­
militar entre c atolicismo y protestantismo, se intens i ficó l a zig en 1519, y se n ecesitaría toda l a fortaleza de los hombres
lucha intelectual, poniendo en claro relieve l a naturaleza más sabios de lo s d o s s iglos siguientes p ara encontrar u n a
del problema epistemológico en c uesti ón. Nicole y Pellison manera d e cerrarl a (o al m e n o s , para q u e l a gente n o n otara
q u e nunca más p o d ría cerrarse). La búsq ueda de l a certi­
\
mostraron una y otra vez q ue l a manera protestante d e exa­
minar el problema era el "camino real d el pirro n i smo". dumbre h abía de dominar la te ología y la filosofía d urante t
los dos siglos s iguientes, y por causa de la terrible a ltern� ­

r
Nunca pod ría uno decidir con absoluta certeza qué l ibro
e ra la Escritura, cómo interpretarlo, q u é h acer con ella, a tiva -ce rt i du mbre o pirronismo total- h ubo q ue constrUir
menos que estuviese dispuesto a s ustituir la infalibilidad varios grandiosos esquemas d e pensamiento para s uperar
d e l a I glesia por la infalibilidad personal . Y esto, a s u vez, la crisis escéptica. El gra d ual fracaso de estos monumenta­ i
plantearía todo un puñado de espinosos pro blemas escépti­ les esfuerzos haría q u e l a búsqueda de la certid umbre con­
cos.·t o duj e se a o tras dos búsq uedas: la búsqueda de la fe -el
En el bando protestante, d i a lécticos como La Pla cette y fi deís mo puro-, y la búsqueda d e l a razonabilidad, o un
Boullier también pudi eron mostrar que el punto d e vist� "esc eptic ismo mitigado".
católico "intToduce un escepticisnw universal en todo el sistema Varios de los moderados, q u izás ha rtos de las luchas

"" . C h i l l i ngworth se anal iza en los capítulos 1 \' y \'11, y a l l í aparecen las refe­ " J e a n L a Placette, O.f the Incurable Scepticism o.f the Church o.f Rome, Londres
rencias. 1 688, verso d e p. A2 en Prefacio.


"' Cf. Pien·e N icole, Les Prétendus Ré.formez convaincus de schisme París 1 684
Y �a u l Pelli �� n-F ntanier, Réjlexions sur les diJ.férends de la ¡·eligion, ' París,' 1 686 .'
.., Jean La Placette ' Traité de la Conscience, Amsterdam, 1695, pp. 366-78, Incu­
rable Scepticism o.f tlle Church o.f Rome; Bou l lier, Le Pyrrhonism: de l'Eglise Ro­
Vease tamb 1 en P 1 erre Bayle, DictionnaiTe Histo1·ique et Critique, a rt. Pell ison, maine, pp. 6 1-3, 68, 88-9, 1 22 y 2 1 3-40 y Bayle, Dictionnaire, art. N 1 cole, Rem. C. Y
Rem. D . art. Pellison, Rem. D .
43
DE LA HEF OR MA
42 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA LA CRI SIS INTELECTU AL

ép tic � d e l J U l � l O , pi.O.P u e sta


. . . por Erasm o, ap ela nd o a
sió n esc 1 " raz o-
intelectuales de los comienzos del pensamiento moderno, . na les . po r a o t ra , la sol uc ión e los
pudieron ver l a dificultad, y sugiriero n una manera de evi­ la f ' l n otl vos rac w oce r q �
� �:
b �. ca sta lió n o fre cid a d esp ués
d e rec on
m res no po día n Ú ega � ���;:;� �� �
ta rla. E n 1665, Joseph Glanvill anunció que "núentras los s
hombTes acaricien sus apTehensiones privadas, y todo teTco p1'e­ �� � r a la cer tid um b �e c
pro � o �1C se � u � e � ll
tra his tor i a int ele ctu al se cn s1s esc ep 1ca � ue ha bía sid
sumidc levante una cátedra infalible en su pmpio ceTebm, no
pod1·á espeTane nada más que eterno tumulto y desorden" . .,a est a S do s sol u c ion es h

ast a la

form . e mo e l ca rac ter pe .
cu .
1 1ar
o

Recomendó, como solución, s u escepti c i smo constructivo. de sen ca de na da po r l a e � cid en te


de es �e de sarrol lo � e e b e e gi n me did a a l ac
En 1 675, Martin Clifford i n d i c ó que "todos los infortunios
his tón co d.e q ue al tl e n: o � esc ép tic a se
!
q u c su r ió l a cri sis
gri e­
Y teo rí s d e
que h a n seguido a la variedad de opiniones d es ata d a d esde los esc ép tic os
red esc ub ne ro n los esc r .1 os
la Refo rma, han procedido e nteramente de estos d o s e rro­
res: el de aunar la Infalibilidad a cualquier cosa q u e consi­ gos, es in?� ort ant.e �!l �h z l � ��� ���; � ;J��
i
1
· · to y el int
a nte el siglo
eré s en
XVI ,y
dere mo s la Verd ad, y l a condenación de todo lo q u e cree mos el esc ep tic ism o p H_r om co · 1 o s red es cu br im ientos de los
que e s un error" , y ofreció una solución un tanto similar a la acl ara r l a ma nera en q u e , con _ ti cos la cri sis pa só de la
sce p
de Gl a nvill. -H ant igu os arg um ent o s d e l os e '
El meollo del problema fue resumido en e l debate entre teo log ía a la filo sof ía.
el p ad re católico Hubert Hayer y el pastor protestante D a­
vid Boullier, en la obra d e este último L e Pyrrhonisme de
l'Eglise Ronwine. Hayer mostró que el protestantismo c on­
duce a una incertidumbre completa en la fe rel igiosa, y por
tanto a l pirronismo total. Boullier d e mostró que la preten­
sión católica de conocim iento infalible nos lleva a d escu­
brir q u e n o existe tal conocimiento, y por tanto a l a total
d u d a y pirronismo. La sol ución, insistió Boullier, se hallaba
en mostrarse razonable a la vez en e ienc ia y e n rel igión, y en
reempl azar la búsqueda de u n a certidumbre absoluta e
infalible por una aceptación, un ta nto tentativa de l a certi­
d umbre personal como no1·ma de verd ad , n orma q u e a un­
q ue puede no ser menos i o ·i d eal, a l menos nos permite en
alguna manera li mita d a resolver las d ificultades. �5
El proble ma de l a norma de conocimiento, que l a Re­
forma colocó en lugar principalísimo , fue resuelto de d o s
maneras d i stintas en el siglo x vi: p o r una parte, la s uspen-

,.
"' Joseph Glanvill, Scir ttwm nihil est ; o1· t h e Authors Defence of t h e Vanity of
Dogmati.:ing: Against t ite Exceptions of t he Learned Tito. Albius in /lis late Sci1·i,
Londres. 1665, 6a. página (no n u merada) del prefacio.
" Martín Cl i fford, A 'l'reatise of Hymane Reusan, Lond res, 1 675, p. 1 4.
" Bo u l l ier, Le Py1Thonisme de l 'Eglise Romaine, y Le P. H u bert H ayer, La Régle
Foi vengée des Calomnies des Protestans: et spécialement de cel.les de M. Boullier
Ministre Calviniste d 'Utrecltt, París, 1761.
EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 45
no se sabe nada; pero, como único escéptico pirrón ico f (
II. EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO griego cuyas obras s e han salva � �· llegó a desen� peflar un 1 .
GRIEGO EN EL S IGLO X VI papel importante en l a formacwn del pe � s a nuento mo- 1 <....:
derno. El a ccidente histórico del redescubrumento _ d e sus ( (
;¡1'
LA INFOR MACió N acerc a del escep ticism o a ,_. obras precisamente e n e � moment? e r: q u � se h a � í a plan- l) )1J
[1 teado el problema e scéptico del entena d i O a las Ideas d e ; \,
ntiguo llegó
nos d e los pens ador es ren acen tistas princ ipalm entea ma­
tres vías: los escri tos de Sexto Emp írico , l a s obra s escé por
cas d e Cicer ón y el relato d e los a ntigu os movi mien tos pti­
cépt icos, que se h alla en las Vidas de los filósofos ilustTes es­
de

N Sexto una prominencia súbita y mayor de la q u e hubiesen
VI tenido nunca o volverían a tener. De este modo Sexto, rareza
recién descubierta, se metamorfoseó en le divin Se:rte que, a �


Dióg enes Laer cio. Para apre ciar por comp leto la repe rcu­ finales del siglo xvn fue consi derado como e l padre d e l a
sión del escep ticismo sobr e el pens amie nto rena filosofía modern a.a M á s a ú n , al término del .siglo xvi Y du­
nece sitar íamos conta r con estud ios de cuán do aparcenti sta, rante el xvn, la repercusión de su pensmmento sobre � l
estas fuent es, dónd e, a quién , y qué reacc iones p rod ujero n.
ecieron problema del criterio estimuló un � bús�ueda de la : ert1 � /
Char les B . Schm itt ha hech o esto con l as Acadendca dumbre que hizo surgir el nuevo ra_cwnalismo a e Rene De_s� tt, . •Ü
p� Cicerón, dá � dono s un cu � dro comp let? de su inf1u e1; cia, de e artes y el "esceptic i smo �o)l1struc!�� · d e Petrus Gassend1 Y � -\'
1 Mari n Mersen ne . r--
� desd e l a baJ a Edad Medi a hasta el fmal del siglo xvi. 1 \
> S � hmitt h a desc ubie rto que el térm il: o la � i no sce ticus, q ue
.
Es posible fechar con gran certeza el com1 � nzo de la
1 infl uencia de Sexto Empírico s � bre el pensamiento r� n a­
_..,.

1 hizo surgi_ r el franc es .


_ sceptzque J?
y el mgle s sceptzc apar ece 1
';t por p rime ra vez en la t rad ucció �1 l atina � e D i�g nes d e centista. Sus escritos fueron casi totalmente desconoci dos
¡1 1 430, y e n dos trad u c c ione . � en la Edad Media y sólo se sabe de unos cu a ntqs lectores ' /
s latin as, no Ident ifi c ables , de sus obras ant � s d e . l a primera p u bl ic ac ión, e n 1 56� . 1 \
d e Sexto , del s iglo ante rior. 2
¡
\ Hasta entonces, sólo se habían encontrado dos manusc � I-
" tos medievales l atinos d e las obras � � Sexto:. m:o e.n P� r.1�, \\J
l
Se nece sitar ía un traba jo tan labo rioso como el efec-
1 tuado por Schm itt para comp letar el cuad ro d e q uién ' / ele f'inales del siglo xm, una traduccwn de la Hzpotzposzs �n-
f Sexto, a Diógenes , y a los escri tores musu lman es y jleyó a
N (extraflamente atri_buidas a Ari � �óteles), Y l a otra,


� Y' una
escé pti cos y antirracio nale s, como Alga zel y Juda h Hale vi.s udío n·ónicas
_ al
Algu nos de los resul tado9 de Schm itt, a los q ue versión mejor de la m 1sma traduccwn, e n Espana,
pués de las prim eras edic ione s de esta obra , será nllegó des­ menos cien aii.os d espués.� E n Italia empezaron a e ntrar 1¡ ,
r� � os aquí en u n esbozo d e las prin cipa les form as de escepo­ 1 ma11uscritos griegos en el siglo x �, y gr�? ualmente fuero �� f...
/11
i ncor
. p­ dise_ minándose por toda Europa:' Por fm, en 1 562, He11 1 1
ticis n;o, espe c1alm ent� . de cómo su form a de pirronismo ! (!
/ 1 a fecto a Euro pa y llego a ser punto centr al en las batal las

f .L �/ i ntele ctual es de fi � ales del siglo XVI. ? menz
>1
" Fue Fran<;ois de La Mothe Le V ayer q u ien le l l amó le divin Sexte. Pie rre
aremos con el
.·" I � � . Rem. B ..
e ecto Ba\'lc , en su artíc ulo. " Pyrrhon" en el Dict ion mre IIISI01'HJHC et. cntlqlle.
¡
d e los es ntos ·

: 1lf-IDWJ mien to rena cent ista. : de Sexto Emp 1nco sobre el pen sa- ·
ase\'eró que l a filosofía m oderna comenzaba con la re mtl·oc uccwn d e Sexto
·

<aun cuand o Bayle fija l a fecha cerca de ocho ai'los d espués d e cuando en reali-
· · .

>, '1
Sexto Emp íril:o fue un escri tor hele nísti co oscu ro y ca- da d ocu rrió).
Y B I-

·

rente de origi nalid ad, de cuya vida y carre ra prác Cf. Bibliothéque Nation ale. París, Ms. Fonds latin
·l 14700,
fols. �3-132;
ti came nte blio teca Nacional, Madrid. Ms. 101 12,
fols. Este ú l.timo �nan � scnto fue des­
1-30.
1 Charles B. Schm itt, Cicem Scepticus, La Haya, I972.
cubi erto por e l profesor P. O. Kristeller, de la Colu m b.la Un � \'ei'Slty en
Para la h istoria de l a m ayor parte de los man uscntos, ve.a � e H� rmann Muts­
'•
1955.
.
.
chm a n n , "Die U berlieferung der Schri flen des Sextus Emp1ncus , R/¡e¡ :usclles
12-I3.
' !bid., pp.
Musewn für Pllilolooie, LXIV, 1909,
pp. 244-83.
También h ay dos m anuscntos re-
44
EL R E S U R G I M I E N TO DEL ESCE PTICISM O G R
IEGO 47
46 EL R E S U R G I M I E N TO D E L E SCEPTICISMO G R I E GO

Estienne, el gran impresor renacentista, publicó una edi­ la Histo ry of Philo sophy de Thom a s Stanl ey, de
655- 1661 [l ] 1<:
'::1 q u e d e s p u é s fu e re i m p re s a tre s v e c e s e n e l s i glo s i -
ción latina de las Hipotiposis, H que fue s egu ida en 1 569 por e n el siglo
'1 gu iente . 1 Ning una otra edici eció
1 ón apar XVII,
una ed ición latina de tod a s las obra s de S exto, pu blicada
or el contrarrefo rmador francés Genti a n Hervet. 7 Esta , ;1 aun c u a n d o S a m u e l S o rbie
':1
re come nzó
franc esa, a lrede dor de 1 630. 1 1 En 171 �, una edic
u n a tra d u cció_n
ión s � ma- · 1
iO de algun os d e � s- J;l
edición consta de la trad ucción hecha por Hervet de Ad­
1 ment e minu ciosa , basa d a en el estud
,

versu.s Ma:thenwticos, y de la de Estienne, de las Hipotiposis. i c i tis, con el \ U(


. . tos man uscritos, fue prep arad a por J. A. Fabr
La ed1c1on de Hervet fu e re publicad a en 1 601 . H Pero el latin as <
¡)
1 " -
texto origi nal y revi sion es de las trad ucci ones
. Al En 1 725, un mate máti co llam ado Clau de Huart escr ibió la
J
texto griego n o fue publicado h asta 1 62 1 , entonces por l os
hermanos Chouet.!' Además, h ay consid e rables pruebas d e
qu e e n 1590 o 1591 a pa re c i ó u n a trad ucc ión inglesa de las '11 prim era trad ucci ón bfran cesa d e las Hipotiposis, q ue
fu e \T
HipotiposiS . 1 11 Otra trad ucción inglesa, d isti nta, aparece en re impre sa en 1 735. 1 a de q ue al­
La pri mera re feren cia h asta hoy cono cida
carta , des- 1 .�
guien leye ra a Sext o Emp íri co a pare ce en una
fo a su ¡ \ �
n accnlistas de trad u c c i ón l a l i11a d e Sexto ; u n o d e l Acll;e1'Sus mathematicos, por

cubie rta por Sch mitt, d e l huma nista Fran cesco Filel
J o l . L a u re n c i o , V a t i c a n o m s . 2990, fol s. 266-381 . ( E l Proi: S c h m itt ha p u bl i c ad o

recien temente u n e s t u d i o d e l m a n u s c r i t o d e L a u rc n c i o.) V é a se s u o bra "An se h a sabid o de
Unstudied FiHecnth Century L a t i n T ra n s l a t i on o f Scxtus E m p i ri c u s by G i ov a n n i amig o Giov an ni Auri s p a , en 1441 . H No
s p i rrón icas ante �
Lorenz �" e n Cult u ral Aspects qf the Italia n Renaissnnce, Essays in Houour of Paul
: ningún emp leo sign ifica tivo de l a s idea
Oskar Kmteller, c d 1 t ado por Cec i l H . Clough, M a n chcster 1 976, pp. 244-261; y el presi ón de las Hipot iposis d e Sexto , como no sea el ele
o t ro d e las 1-lip ? liJ!osis y a l g u n a s p a rtes d e l Adversus mathematicos, por Pctr. de
de l a im
o por el
M o ntagna n a , B 1 b 1 Joteca N a z i o n a l e M a rc i a na ( V e n e c i a), c o d . l a t. 267 r3460), fol s . Gian Fra nces co Pico dell a Mira ndol a. Pertu rbad
� -57. Estoy agra de c i d o a l profe s o r P. O . K r i s t e l l e r p o r d ar m e m u c h a i n fo r m a c i ó n basa do en las
pens amie nto hum anist a del Rena cimi e nto, gos
o s los teólo
I mportante a c e r c a de e s t o s m a n u s c ri to s .
idea s paga nas, y por el h echo de que tod
" S e x t o E m p í r i c o , Sexti Philosophi Pyrrhoniarwn Hypotypwsewn libri IJ/ . . . la­ la a utori dad de
.
tme n unc pl'imum editi, interprete Hem'ico Stephano, París, 1 562. crist iano s de su époc a d e pe n d i e ran de
i
. ' Sexto E m p í r i c o : Adversus Mat11 ematicos . . . graece nunquam. Latine 1 unc
pnmum edztwn, Gentwno Heroeto A tm:lio interprete. Eívsdem Sc:rti Pynhonianm1 d e l a �ec �J a
Remains of Sir Walter Ra/eigh, 1 65 1 . Para una d is c u s i ó n c o m p l e t a
HYPOTYP,oSEWN libri tres . . . interprete Henl'ico Stephano, París y A m b e rcs 1 569. /1 Ecn<)a m.
Y 66-67.
fr a n c , Walte r Raleig
q u e a p a rece en esta o bra. vé ase Pierre Lc
Sir
" E n l a l ista de e d i c i o e s d a d a por J. A . Fabri e i us e n sus Sexti Empirici
Opera, Lc 1pz1g, 1 718 .1' Le1pz1g, 1842, así como en l a lista q ue aparece en el artícu­
. . �
l'oeuvre ct les idées, Quebc c 1 968, espec i a l m e n te pp. 48-49
" La d c c i moseg u n d a p a rte d e The Histo111
of Philos ophy. de T h o m a s. Stan ley,
lo s o �re Sexto E mpíric ? e n la Biogmphie Universe/le, V o l . X LI I , París, 1 825 se y Lon d res. 1 743. contw ne u n a
Londres, 1656-5 9, Londr es, 1 687, Londr es, 1 701
a re1. m prcs1 ó n de la e d i c i ó n <le H c rvet en París e n 1 601. No he l o'c a ­
�c n c 1 o n a u � . .
l l za?o u n eJ. e m p l a r d e e s t a i m p re s i ó n , y t a m po c o a p a rece e n l a B i bl io th e q u e tradu c c i ó n c o m pleta d e l a s Hipotiposis.
ard H. Popki n , " S a m u e l Sorb i c rc ' s Tra n s l a t i o n of Scxtu s E m p l :l­
" Cf. R i ch
" Sex� o Empírico, �<�Tol• 'f.¡;.7TflfJ<Xoil Tá �'"'"!J.'"" Empil'ici Opera quae extant . . .
N at w n a l e n 1 en e l M us c o B r i ti11 1 i c o .
cus ". en Jouma l of the History o.f Ideas, X I V , 1 953, pp. 6 17-62
1 . Charle s B . S c h m 1 � t
Pyn·lzomanun H¡¡potypwsewn libri JI/ . . . Henrico Stephano interprete. Adversus mat­
i n é d i t a , m u c h o m á s co mpl eta . por N I ­
h a encont rado o t r a tra d u c c i ó n , fra ncesa,
, C f. S c h m itt, "An U n k­
hematic?s. l_i bri X, . Gentiano Hemeto A m·elio interprete, gmece nunc primum editi . . . colas el e la Toiso n q u e d a t a de 1 677, apro x i m a d a mente
Esta c d J c J O n fue 1 mprcsa e n 1 62 1 p o r P . y J. C h o uct, y p u b l i c a d a e n vari a s ci u d a ­
Scxtu s E :n p i ricus" . Journ al
nown Scv entcc nth:Cc ntu ry Fre n c h Tra n s l a t i o n of
d es , e n t r e e l l a s París y G i n e bra. of the History of Philosophy, VI, 1 968, pp. 69-76. . . .
11S Fab1'1-
"' Thomas N as h e s e refiere a t a l t ra d u c c i ó n e n
159 1 , y ta nto N as h c como Row­ ""' Sexto E m pírico , Opera, graece et latine . . . notas add1d 1t Jo. Albe71
l an d s c i tan d e e l l a . Cf. The Works qf' Thomas Nashe, Ed i ta d a s por R o n a l d B . M c ­
cius. Lci pzig, 1 718.
Kerrow, Lo n d res, 1 910. Vol. I I I , p p . 254s. y 332, Vol. I V, pp. 428-429. y V o l v, pp. "' b Sexto Empí rico, Les Hipoti poses oH Institu
tions pirron iennes , Amstc rda m ,
1 �� Y 1 22, Y E rn cst A . Strath m a n n , Sir Walter Raleigh, A Study in Elizabethan S/cep­ 1725. Y Londr es, 1 735, e l Dictio naire des Ouvra ges .4nony mes, d e B a rbicr, a t r i b uye
la trad u c c i ón a C l a u d e H u art, d e G i nebra . Para más i n forma ción acerca de esto,
li clsm, N u eva York, 195 1 , pp. 226 y ss. H a s t a a h ora no se ha e n co n tra d o n ingú n e n Jounw l of tlze
m mayor i n fo rm a c i ó n acerca de esta "tra d u c c i ó n p e rd i d a" .
. . Véase Popk i n , " S o r b i é rc's Tra n s l a t i o n of Scxt u s E m p i r i c us",
eJ e m p l a r Edi­
His tory of Ideas, X I V , 1 953, pp. 620-62 1, y "A C u ri o u s Fc a t u re of thc French
.
La " t ra d u c c i ón perdi d a " se ha c o n fu n d i d o fre c u en t e m e n te c o n "Thc Sccp­
ly, XXXV, 1 956, pp. 350-352.
t i o n of Sextus E m p i r i c u s", en Philolog ica/ Quarter
Sexto, L1bro I . Pro b a b l e m e n te no es de R a l c ig h , y sólo a p a re c i ó i mpresa e n The
t l c k e", �e Sir Walter R a l e igh. Esta o br a es una t ra d u c c i ó n de u n fragm e n t o de i c us", pp. 245-246.
" Schm itt, "An Unstud i ed Tra n s l a t i o n of Sextus E m p i r
E L R E S U RG I M I E NTO D E L ESCEPTICISMO G R I EGO 49
48 EL R E S U R GIM IENTO D E L E S C E PTICISMO G R I E GO

Aristóteles, Pico el menor fue atraído, e n e l ú ltimo d ece­ los h ombres tienen e n este "valle de lágrimas": la Revela­
n io del siglo x v, por las ideas d e Savonaro l a y, al parecer, ción cristiana. 1 8
por algunas de las tendencias antiintelectuales d e aq uel El pirroni smo cristiano d e Gian Francesco Pico ti e ne
movi miento. ! ' Así, Gian Francesco d ec i d i ó d e sacredita r un sabor p a rticular, lo q u e explica, e n parte, el hecho d e
toda l a tradición filosófic a d e l a antigüed ad pagana y d u­ q u e n o lograse llegar a un público extenso y receptivo,
l�ante un exilio forzoso, alre d e d o r d e 1 5 1 0, se puso a t raba- como el q ue Montaigne encontró a finales del siglo xv1. S i
.1 ar en su obra Examen Vanitatis Doct1·inae Gentiunt, publi­ l o s h o m bres e ran i n capaces d e comprender algo p o r me­
, dios racionales, o alcanzar con ellos algunas verdades, la
- ' cada en 1520. 1 f>
El li bro comienza con una rev isión d e tod a la fi losofía única fuente de c o n ocimie nto que qued aba, según Pico,
\ antigua. En la segunda parte, pasa d e la exposición h istó­ era l a Revelación por medio de la profecía. 1 9 Y así, no
i ,-- rica al análisis teórico d e l pro blema de la certi dumbre . A
conte nto con abogar u n conocimie nto basado tan sólo e n la
_ fe, como el que nos presenta la Revelación d e Dios i nter­
- .-: parti r d el ca pítulo 20 d e l Libro II, comienza una extensa
k d � scusión d e l pirronismo, basada en las Hipotiposis pi1'-ró­ pretad a por la Iglesia, la idea d e Gian Francesco Pico po­
' rucas, de Sexto Empírico, en q u e resume tod a s sus opi nio- día conducir a graves peligros en mate ria de pensamiento
- n es y añade no poco material anecdótico. El siguiente li­ re ligioso, al h acer á rbitro s d e la verdad a q u ienes h abían
rec i b i d o el don d e profecía.
1
bro trata del materi al del Contm los Matemáticos d e Sexto,
y los tres últi mos son un ataque a Ari stóteles. 1 i A lo largo Aun cuando Strowski afirme q ue el l i bro de Pico della
d e tod a la obra, Pi co empleó los m ate ri ales escépticos d e Mirandola tuvo gra n éxito y que dominó el pensamiento 1'
1 Sexto para demoler toda fi losofía racional y para libe rar a
escéptico d e l siglo xv1,�0 en realidad el l ibro parece h aber

r <.,;•
los ho mbres de la vana aceptación de teorías paganas. La ej e rc i do muy poca influencia, y no llegó a popularizar las
conclusi ón no era que todo d ebía poners e en d uda sino i d e � s d e Se � to Empírico, como lo harí � despué � la "A ? o-
·

antes bien, que el ho mbre d ebía abandonar la fi losofí � logie d e Ra1mond Sebond", de Monta1gne.2 1 V1lley d 1 ce
•,

como fuente d e conocimiento, y a brazar la única guía q u e q u e Agrippa von Netteshe i m , a quien estud i aremos más
adelan te e n este m ismo capítulo, empleó materiales de
"' E l p rofesor Donald W e i n s t e i n h a l l a m a d o m i aten c i ó n h a c i a u n sermón d e
Pico. S i así fue, Agrippa fue uno de los pocos que lo h icie-
S a vo n a ro l a , d e l 11 de d i c ie m bre d e 1 496, en q u e se d i c e q u e e l h o m bre carnal
q ue no tiene i n tereses n i i l u s i ones i n t e l e c t u a l e s (en c o n traste c o n e l h om b re
a n i m a l . q u e cree conocer, pero e1' re a l i d ad no c o n oce), p uede convertirse a l a
' " Véase, p o r e j e m p l o , e l c a p . 20 d e l Libro 11, y e l L i b ro I I I ; c a p . 2 d e l Libro
III se t i t u l a , " Q u i d S c e pt i c i contra d is c i p l i n a s i n u n ivers u m attulerint, s u m pt i s
v i d a e s p i ritual más fá c i l me n t e q ue e l h o m bre a n i m a l . Cf. G i ro l a mo Savo n a ro l a ,
argu m e n t i s e x re q u ae d o c tr i n ae praebeatur, ex d o c ente, ex d i scente, ex m o d o
d o c t r i n a e u b i c o n tra i psos n o n n u l la d i c u n tu r , & a l i q u a d i c u n t u r i n l a u d e m
1,
R o m a . H J55 , Pre d i c a V , pp. 61 -62.
Prediche Sopra Ezechiele. e d i ta d o p o r R o b e rt R i d o l fi ( E d i z i o n e N a z i o n a l e), V o l .
C h r i s t i a n ae d i c i pl i n ae " , Cf. Lou i s l . Bredvol d , T h e Intellectual Milieu of Jolm D 111·
'" El t ítulo c o m pleto de esta o bra e s .J o a n n i s Fra n c i s c i P i c i M i ra n d u l ae Do­
den, U n i v e rs i ty o f M i c h i g a n Pu b l i ca ti on s , Language a n d Literature, V o l . X I I
m i n i , et Concord i ae Comitis, Examen Vanítatis Doct1inae Gen tium, et Ve1itatis
( A n n Arbo1·, 1934), p p . 28-29; a n d E ug e n i o G a r i n , Der Italienische Hwnanismus.
Clmstianae Disciplin ae. Distinctu m n Libms Sex. quomm Tres omnem Philosoplw--
110ll Sec t a m Universim . Relic¡ui ATistoteleam: et A1"istote/eis Armis Parliculatim I m­
Berna, 1 94'1, pp. 159-61 .

p u g n a n t Ubicu n c¡ u e A u tem C h ris t i a n a e t A sseri t 11 T et Celebm t u r Disci p l i-n a , 1 60.


' " Cf. G a r i n , loe. cit., e s p e c i a l mente p .
' " Fortu n a ( Strowski, Mon taigne, Segunda e d i c i ó n , París, 193 1 .
" ' P i e r re V i l ley, Les Sources & L'Evolution des Essais de Montaigne (París,
M i ra n d u l a e . 1520.
1908), Vol. II, p. 1 66. Véase S c h m itt, Pico, cap. \ ' 1 para u n examen deta l l ad o de l a
La o b n1 fue re im presa con algunos r:am bios menores, en la Opera Onmia de
G w n Francesco Pico. Basi lea 1 573 ( a c t u a l mente, el vo l u m e n II, de l a s o bras d e l
i n fl u e n c i a d e P i c o . El rec i e nte artí c u l o d e S c h mitt, " F i l i p p o Fabri and Scepti­
gran Pico).
cism: A Forgotten D e fe n se o f Scotus", e n Storia e cultura al Santo a cura d i An­
" U n estud i o d e t a l l a d o d e l a o b ra G i a n Fra n cesco P i c o aparece e n C h a r l e s
B . scl11mtt, Gwn Fmncesco Pico della Mirando/a ( 1 469-1 533), and his Critique of
. t o n i o Poppi, V i n cen za, 1976, pp. 308-31 2, añade a lg u n a i n formación nueva acerca
. d e l a i n flu e n c i a d e Pico.
Anstotle, La Haya, 1967.
1tl
50 EL HES URGJM JENTO DEL ESCEPTJCJSJ\10 GRJEGO

¡
EL RESURG I J\1 JENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 51
ron . 2 2 En las historias del escepticismo escritas en los si­
Pico d e l l a Mira ndol a,
glos XVJI y xvm, simplemente se menciona a Pico, pero no allí h ay re feren cias a él. El prim er
inclu ye e ntre q u iene s
se le e stud ia en las bibliografías sobre el tema. En la h is­ en su trata do sobr e a strol ogí a , no lo
astro logía .2''
toria del escepticismo de Staudlin, en d o s vo lúmenes, q ue escr i bier on e n ti emp os antig uos sobr e
ecen e n la
abarca de Pirrón a Kant, publicada en 1 794 el a utor de­ Las poca s menc ione s al pirro nism o q ue apar un cono ­
d i ca a Pi co un par d e fra ses, y concluye dici � n d o : " Y toda
can
lite ratu ra de com ienz os d e l s iglo xv1 no indi
rse, en cam bio,
su obra no tiene interés s u fici ente para mere cer aquí ma­ cimi ento de Sext o, s i n o que pare cen basa
antig uo so bre
yor caracterización." 2 a en Diógenes Lac rc i o , o en algú n otro texto 'e- . ,
bre del pi-"l
El profe s o r Sc h m i tt n o c o n v i e n e c o n m igo e n e ste esce pti cism o grie go . La eluc idac ión más céle J
en el Te rcer .
rron ismo en este peri o d o e s l a de Rab cl ais,
'

punto . Está de acuerdo en q u e la obra de Pico no tuvo la ·

repercusión de los escritos d e Montaign e , Bayle o Des � ar­


preg unta a va-
Libr o de GaTgantúa y Pant agru el. Panu rgo -
los inter roga
tes ' pero i � siste en q u e no fue desconocida. Schmitt sigue ríos hom bres cult os s i debe cas arse . Uno d e q u e
. capí tulo
la m fl u en � Ia, a veces tenue, a veces más importante, de la dos es Trui llogá n, el fi lósofo . Desp ués de un
una res­
.,: o bra de Pico, so bre Nizolius, Castellani el tra d uctor de indic a l a d i ficul tad d e obte n er de Trui llogá n
Sexto, Gentian Hervet, varios pensad o re � ital ianos meno­
ce un diálo go
pues ta fran ca, el ca pítu lo trein ta y seis ofre
entre el fi lósofo ·y Pan u rgo. El título del capít ulo es: "Con ­
res, l.os � uto res de los come nta rios de Coimbra , Filippo ctico y pi rró­
Fabn, Pi erre Gassend i , Campanella y Leibniz. Es obvio ti nuac ión de las res p uesta s d e l filóso fo efé
m a rc a a
! q � � Pi co tuvo cierta influencia, pe ro n o fu e d e q u ienes nico Tru il logá n . " D e s p u é s d e q u e Tru il logá n
a de inte­
,� , h i cieron del escepticismo uno de los temas claves d e l a Pan u rgo d uran te u n a s c u anta s pági n as, éste dej
, época. L a posible influencia d e Pico sobre el más célebre rroga rl o. Ento n ces. Garg antú a se levan ta y d ic e :
escéptico Agri ppa von Nette s h e i m será est u d i a da m á s
ade � ante . en este m i s m o capítulo. Pien·e Villey afirmó q u e
i a l mente por
Alaba d o s e a D i o s p o r tod a s l a s c o s a s , pero e s p e c
a tal c u m bre ele re fi n a m e nto, m á s a l l á ele
h a be r llevad o a l mundo
Agnppa em pleó m a te ria l e s d e Pi c o , p e ro investiga c i o­ fi l ósofo s m á s
d o n d e e staba c u a n d o yo lo c o n o c í, e n q ue hoy los
nes recientes han hecho revaluar esta afi rmación. Mon­ \
\ c u l t o s y más prud e n t e s no se averg ü enzan ele e¡ u e se l e s vea e J: tr � r
ta igne al parecer no conoció siquiera la obra de Pic o . 2 ·1 � �� P ? r los porc he s y fro n t i s p i c i o s ele l a s e s c u e l a s el e l a s sectas p i rro­
Nadie más q u e Gian Fran cesco Pico parece h a be r to­ ito se a e l s a n t o no m-
m � d ? n ota de �exto Emp f rico antes d e q u e a pareciera la
/ l¡1 11 l c a . a po rrét i c a. e s c é p t i c a y e fé c t i c a . ¡ Be n d
ucho
bre ele D i o s ! En verd a d p u e d o d e c iros q u e en a d e l a nte s e rá m
e d i c i o_ n de Estienne. Los c ultos h umanistas n o p arecen m á s l'ú c i l e m p re s a atra p a r l e o n e s por e l pescu ezo, c a b a l l o s p or la
bo s p o r l a cola,
h a ber conocido su nombre . Ni aun en el terre n o e n q u e crin . bueye s p o r l o s c ue rn o s . toros p o r e l hocico , l o
tales
Sexto pronto cobrarí a verdad era importancia ' a s a ber e n e h i \'os por l a b a r b a y a v e s e n v u e l o por l o s p i e s q u e atra par a
l a s controversias p o r l o s m é ritos d e l a astrol ogía, ni � un fi ló s o fo s p o r s u s p a l a bras. ¡ Ad i ó s . d ignos. c a ro s y h o n rados a m igos

m ío s ! " ' ;

" ':' i l l ey, op. cít . , p. 1 66 n.l.. muestra q u e resulta sumamente i mprobable que
"' Giova n n i Pico cle l l a M irand ola. Dis¡mt a tiones AdveTsus Astml ogiam Divin a­
Montmgne usara la obra de Pico. I n d ica q u e a mbos a u tores toman de Sexto.
pero �abJtualmente los " préstamos" hechos por Montaigne son más precisos. y
vols.
edi tado por Euge nio Garin. Edizio ne Nazion ale, Floren cia, 1 952, 2
Li.bmry
t l'i ccm .

· ·1
. en Pearl Kibre, The o f
Pico Delia Miran do/a , N ueva York. J 936. el n ú mero 673 y el n ú m ero 1 044 se titu­
tamb1en q u e Montaigne no se vale de n i nguna de las a nécdotas d e Pico, muchas En la lista de los manus critos de Pico presen tada
de las c uales habrían podido atraerle si· las hubiese visto.
lan Tractatus contm m·ithm eticos et contra astmlogos. El n ú m ero 1 044 es atri buido
"' C a rl F ne d 1 1 � 1 S tau dl 1' n , Gesch?chte
. .
und Geist des Skepticísmus ( Le i pzig, a Se xto C l l el í ndice
''· Fra n cois Rab c'!a is, Oell l'res de Fmncu is Rabe/a is. edition critiq ue p u bliée
so us la d i rection de Abe! Le f'ran c. t('Xte et notes par H . Cluzot. P. Dela unay J .
1 794), Vol. I, p. 557.
. •
" C. B. Sch mitt, Pico, cap. VI.
Pla ttard e t .J . Porchcr < París. 1 93l l. Tomo V . p . 269. 1 , 1 12-1 22.
52 EL RESL'RGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

E l re tra to d � l p i rró n i co q ue p re s e n t a Re b e l a i s e s ,
E L HES URG IM IENT O Dr�L ESCE PTIC ISMO

Com o vere mos , l as exte nsas disc usio nes del


cismo a com ienzos del s iglo xvi, con la únic a exce
G H IEGO

esce pti-
pció n de
]
c_omo bien_ pod1a esper rse I enos d e u n filósofo e scép­
� _, l! l a d e Gian Fran cesc o Pico d e l l a Mira ndol a, pare cen
Cice
h aber
rón . '1 1 (
tico q ue de un personaJe com1co. Truillogán no m a rea n i
con�unde a Panurgo med i ante los ga mbitos d i alécticos e stad o basa das e n info rma ción enco ntra d a en
hab Itu � les, como lo harí a el filósofo p irró nico de Moliére, Luc i a no, D ióge nes Laerc io o Gale no. iene s pasa ron por
Prob able men te el más nota ble de q u
� al,�u no, �on Sgana �elle e n _ Le Mariage Forcé, en el siglo escé ptic os e n este peri odo fue aqu ella c u rios a figu ra ,
sigUI � nte. .-. E1� cambiO, el p irrónico de Rabelais alcanza Hen ricu s Corn eliu s Agr ippa von Nett eshe i m ( 1486 - 1 535) .
sus fmes median �e _una serie d e evasiones, incoherencias Era un hom bre inte resa do en muc has cosa s, pero espe ­
Y res puestas esot � r� cas. El retrato no se basa e n materia­ extr aña obr a que
cial men te e n las c ienc ias ocu ltas Y Una

¡
les d e Sexto �mp1nco. Y el comentario d e Gargantúa pa­ escr ibió e n 1 526, D e Ince Ttitu.dine e t van itate scientiarum
decl ama tio invectiva . . . h a hec ho que
rec e , e n realidad, m a l fun d a me ntado. D i rí a se q u e en se le clas ifiq ue com o
aq ue lla :_ �oca no había fil ósofos q ue se considera ran pi- un tem pra no escé ptico. La gran difu sión de esta obr a, sus
r rromcos.
_ _ �os comentadores explican l as observaciones
·

muc has edic ione s en latí n, así como el e n trad ucc ione s ita­
1 d e Gargantua a la luz de las Academica de Cicerón que
lian as, fran cesa s e ingl esa s durante sigl o XVI, ade más l.
por .entonces es � aban s.iendo muy estud {adas, y d e l D e in­ a Agripp a una ! \
. ce1'fztude d e s u i nflu enc ia sob re Mon taig ne . han d ado
et vanztate sczentiarwn, de Agrippa von Nettes-
i n me reci da prom i nen cia e ntre quiepennes des emp ei'la ron un \
heim, que po� entonces generó cierto interés. 2!1 Sin em­ sam i ento escé ptic oj
barg? , 1� termmologí � p arece provenir d e l a presentación pap el en el red esc ubr imi ento del
de P1rron que hace Dwgenes Laercio.:1o e n e l Ren acim iento. ba con tra
El li bro es, en real idad , una exte n sa d i atri todo tipo de
todo tipo de acti vida d i ntel ectu al y cont ra

c
" La versión que da Moliérc de este relato es mu 1 o ·
, es d e-
pin ·�ni smo ya q � e. �u f�ló�o �o escéptico aplica varia� �c ��� ���� �. �����e:\�� arte S u prop ósito , nos dice Agrippa en el prefacio
. ,

. 1
· · · ·
mac1 as d e 1 a tradiC IOn p1rron1Ca a la prcgu t a en cuestwn, de SI ¿debla casarse
Sga n a rcJ l c ? y dcs¡)ués d e mos t .aJ. que esta 1en duda en todas las cuestiones no
·
a los lecto res. come nta dores y enem igos
del
. l h � cien d·� � uc ·"Sólo Schm itt ha i nvesthaigado leída
�;�aa �:��1;0�;cl�a:oa� �1� �: �: =��;i����. �u����c!��:;�.�cln.J.aisiana
. ente
m
e ncon trado que fu e una obra exten sam
De A cad e i a . d e Cieerón. y ica·
co .se queja, Sganare­ y q u e n o prod ujo répl icas muy agud as. a lguna s de las cuale s fuero n publ
llc le indica que un escéptico no pucd � es t aJ . seguro m Siquiera de que Jo han man uscri to. Véas e Cierro Scep t i c u s.
golpeado o de que le duele · U n post crwr comentador de esto ' F��e· >d n_c· 1� .B lcr- d a s y algu n as de las cuale s sólo ex isten en
del li bro de Sc hm itt " Las Acad e·

c
. ' El artícu lo de Ezeq u ie l de Olaso . ele crít iea
l l llg, Cl� s u Commentatio de Pyn·honismo Historico Lci pzig 1 724 p a o qu� cent ista " . en S t u dies in Pililo ·
Inten wtio nal
m i c a de Cice rón y la fi losof ía Rena
la i n O ucnc ia d e
�1so.arfurw debió responder a Sganarclle, "me pal:ecc que �e h�z �ol�:��0' Y poi , nos da a lguno s elato s más acer ca de
.
soplz y V J I ( 1 975), pp. 57-68
e que debo hacerte lo mismo a ti".
. � Hcnn ce
e par�
Busson, en su "Lc Rationalismc d a n s 1 a lltteraturc Cicerón .
"' Acerca d e los i ntere ses y la te mpes tuosa
. de la
.
. carre ra d e Agrip pa. \'!'ase el ar·
.rranc:a1sc
Rcnaissancc". 1533-160 1 ' pa�ls. 1 957 ' pp. 234 3�· puso a Rabcla1s como testigo
ticulo de Ba�·le "Agri ppa" en el 1>
· iquc el Cri t ique: la i ntrod uceió
n
.
importante de que el ����omsmo : .
era una o p l m o n conocida Y bien establecida
i t io uaire Hisror
ppa von Nett eshc im. Die l t
E ite kei 1md

en la Fra n c i a de la ép ele Fritz Mau thnc r a su trad ucció n d e Agri ¡¡sscl zri.(t . Mun ieh. 1 9 13.
pp. \' I­
.f! en 1 1 1 1 d die Vert e i d ig u n

¡¡ ¡
· U ns iclzer/¡ e i t dcr \Vissen�clw 's Thou ght" . e n
'" Cf. n. 26 en Oeuvres de Rabelais T. V · p. 269 ,· n . .1 9. en RabclaJs, Le Tiers p t i c i sm i n Agri ppa
Livre, cd. Jean Plattard· París 1 929 (L� T�xt: J �Franc;;us),
ic and Scc
XLV : y C h a rles G. Naue rt .Jr.. "Mag y Af} l"ippa 's a11d tlw Crisi s o.f
p. 285; Y. Rabelais, The Jcm m a l of t he Histo ry of I deas
. X V I I I . 1957. p p . 1 6 1 -82
UTquhart-Le Motteux T¡ �nslati;n oJÍI o� s o ranc¡s Rabel�zs, editado in. i ntrod ucció n a Olms .
Nock Y C. R. W i lson <Nueva York 1 �; 1 ), ol 11, notas, p. lxxu, n. 7 a cap.
por A. J.
XXXVI
Rena isscmce TJw g t . i Urba / na. I l l i n o i s 1965: R. H.
pa y
Popk
los Ensa yos d e Paol a Za mbc­
"" Cf 0 . . cs L

d e las de Agrip
. .
de os s I ust es, traduc ido por R. D . l·Í i c ks. e d i c i ó n fol orcp rocl u c d a . O p e m
logie huma n iste " . en
Locb ecl :. ¿�����c s Y �:������¡X���1 as� {;;�� �'o� · :1 · .L7�,1 �ro IX, �a p. XI, � P · 474-51 9 . El
me et la Theo
l l i . espe c ialme nte "Co rncil le Agrip pa. l�ras 1969. \'ol. l. pp. 1 1 3·59.
l ti'E t l l lles 1 1 1 1 1/W ilistcs . Tours
e
Dou.:ie J I I I <' E ta[Jl' J utenu ltÍ<JIIil n
escepti c i s mo pirrónico es descrito bJ:�vcm�n� . e POI 1 lUman1sta Gll l l l aume
, COI.I.CSpondcncJa) en. s u 0 b ra De A sse, Pans,
Budé
París , 1972. y " l\fagi c a ncl Hacl i c a l Hef' o rmat ion in Agrip pa of
. 60.· 1sh03.e i m". e
Nette
<con quien Rabelais so St U\0
Joun wl o f . ' TI Warll11Tfl (1 71(/ pp
. IX. 1 976.
XXX
cxxi i . aparentemente basacl o en 0 wgcncs ..
1 54 1 , p . Ie Cow1 a ul d l n st i t u t es.
Lacrcw.
EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 55
5-1 EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTIC ISMO GRIEGO
fos natur ales
nunciar a qui enes se enorgullecen de la cultura y el cono­ h acer perde r su tie mpo a la gente ; los filóso
cimiento h umano y que, por tanto, desprecian las S agra­ por no ponerse de ac uerdo entre sí acerc a de nada; los
das Escrituras, por considerarlas demasiado sencillas y metafísicos , por h abe r produ cido herej ías; los médic os, por
burd a s ; a qu ienes prefieren la escuela d e filosofía a l a matar a sus p acien te s ; y los teólo gos por hilar dema siado
Iglésia de Cristo. a :¡ E fectúa su denuncia presentando u n del gado y olvid ar la Palab ra de Dios.
panorama de l a s artes y l a s ciencias (incluyen d o tales ar­ Lo q u e Agri ppa pedía, en cambio , era q ue el hombre
tes y ciencias como j ugar a los dados, putañear, etc.), y rechaz ara todo conoc imien to, y llega ra a ser un simple cre­
anuncia que todas ellas son inútiles, inmorales o cosas yente en la Revela c i ó n de Dios. " Por tanto, es mej o r y más
parecidas. Prá cticamente n o presenta ningú n argumento; prove choso ser idiota s y no saber n ada, creer por Fe y C a ri­
tan sólo una condenación de los pecados de que son here­ dad y acerca rse así a Dios, q u e sentirse orgull osos y eleva­
deras todas las actividades h u manas. Nos dice q u e el co­ dos por las s utilez as de la cienci a y caer en posesi ón de la
nocimiento fue la causa de l a traged i a de Adán, y que sólo Serpie nte." a n Sobre e sta nota termi na el libro, con una con­
nos ca usará pesares si lo buscamos. denaci ón fi nal de los hombres de cienci a: " ¡ O h , vosotros,
locos y perversos que, rechaz ando los dones d e vuestro Es­
N a d a h a c a u s a d o m á s p e s t e s a l o s h o m b res q u e e l c o n o c i­ píritu , os esforz áis por a prend er aquel las cosas de Filóso fos
m i e n t o : es é s ta la m i s m a p e s t i l e n c i a q u e l l evó a tod a l a h u m a­ Impío s y mae stros d e errores, que de biera is recib ir de Dios
n i d a d a la ru i n a , la q u e a rroj ó tod a I n o c e n c i a y n o s h a d ej a d o y del Espíritu Santo ! " a •
s uj e tos a ta nta s c l a se s d e p e c a d o , y ta m b i é n a l a m u e rt e : q u e h a Este ej emplo de anti intcle ctuali smo funda menta l ista no
exti n g u i d o l a l u z d e l a F e , l a n z a n d o a n u estras A l m a s a l a s resulta un argum e nto muy genuin ament e filosófi c o en pro
c i eg a s t i n i e b l a s ; l a q u e , c o n d e n a n d o l a verd a d , h a c o l o c a do a
del escepticismo h a c i a el conoc i mient o h u mano , ni con­
l o s e rrores en su tro n o . :¡.¡
tiene un serio anális is episte mológ ico. Algun os comen tado­
res han d ud ado de q u e real mente repres entara el punto de
La única fuente gen uina de la Verdad es la Fe anuncia
vista de Agripp a a l a luz de s u interé s en las cienci as ocul­
Agrippa. Las ciencias son simplemente opinion � s d e los
tas. Otros han consid erado De vanita te más bien como un
hom bres, indignas de fe , y q u e en rea lidad nunca llegan a a rra nque de ira que como u n serio intent o d e prese ntar
establecerse.a5 --'
No sati sfecho con estas d e c l araciones, Agrippa pasa en­ dud as acerca de lo q u e puede sabers e. a H Un estudio más
tonces a discutir por turnos cada ciencia y arte, h aciendo
"' /bid . p . 1 83v.
.
profusas acusaciones a la vil l a n ía d e los hombres d e ciencia
Y artistas. Los gramáti co s son cens urados por haber cau­ '' cr. �l au thner. op. ci t .. p. xlvii: y Pierre Vil ley, Les Sou rces & I L'o i H lioH des
' ' /bid . . p. 1 87r.
' É .

sado confusión acerca de la trad ucción adecuada d e la Es­ Essa is d e M on a i g n e Vol. I I , p. 1 76.
t , Mauthne r, op. cit , p. xlvi le llama una "obra
..

de ira" . en tanto q u e lleva el marbete de "una venganza de las ciencias ", en


critura ; los poetas e histori adores son acusados de mentir; Sta u dlin . G escl!ichte 1 m d Geist d e s Skept ici.smus, Vol . 1 , p. 558. Algunos de los co­
los lógicos. criticados por h acerlo todo más osc u ro ,· los ma- �cn tad orcs f'ranC' eses son generosos , y dispuesto s a suponer que la obra sea
temáti cos son fustigados por n o ofrecer ayuda para la salva- l ró ni<·a. "es un planfleto irónico contra la estupid ez". Strowsk i, Montaig ne, pp.
132-33. Villey trata de colocar la obra de Agrippa en el género de la l i teratura
ción ni lograr la cnadratura del círculo; los músicos, por Paradój iea del siglo xn Cf. V i ! ley, op. cit .. I I , pp. 1 73-75. La a firm ación que apa­
rcec en Pan os P. Morphos, The Dialogues o.(Guy de Bmés (Johns Hopkins Studies in
" Hen ricus Cornel i us Agrippa von Nettesheim, Of th c Vanitie a u d Uncertain­ R ?n! ance Li c ra t u res Extra V o l u me XXX), Balti more, 1953, p. 77, de q u e "el pro­
t ,
. POSI\o de Agrippa fue dt>fende r la p osición protesta nte" está sujeta a d u da, ya
qup al pare cer Agrippa sigui ó siendo católico d urante toda su vida, Y ataca a los
! le of l u-res cm d Sciences, angl i fieado por J a mes Sanfo rd, Londres, 1 569, p. Aiv.
" /bid., p. 4r.
•·· l uid.. pp. 4v y 5r. refo rm adores en Van i tie, pp. 20r-v.
56 EL RESURG IM IENTO DEL ESCEPTICISMO GHIEGO EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 57

r� : iente, he � h o por Nauert, ha tratado d e mostra r la rela­


c � on �; Varios de los otro s estud i os de te mas e scépticos de co­
las I d eas de Agri ppa con lo o culto y s u " escepti­ mienzos del s iglo x vr indican el creciente interés en e l e s­
.
cismo . Indica que por s u desco �1 fi anza de nuestras capaci­
dad � s me ntal es h � manas, Agn ppa buscó l a verd ad por
cepticismo académico, deriva d o principalme nte de Cice­
_ esoten _ cos. Según esta interpretación, De vani­ rón , y no del pirroni smo de Sexto Empírico. El interé s e n el
med iOs mas
tate repr� senta una etapa en el desarrol lo del pensamien­
escepticismo a c a d émico, tal como lo presenta Cicerón e n
s u s Academica, parece haberse desarrollado entre l o s i nte­
to de Agnppa : en q u e la fe y la Biblia estaban vol viéndose
elemen t � s n: a s. centrales en su búsq u e d a de la ve rd a d
resados en la teología fideísta. Hubo un buen número de
_ no podía llevarse a c a bo ta n s ó l o con la teólogos q ue, habiendo den unciado l as luces de la razón
que . segun smtw, humana, ins istían en q u e el conocimiento sólo podía alc an­
_
razon y la ciencia .:!!!
A 1: esar ?� t ?do, y au nque la obra de Agri ppa no presenta
zarse por la fe. El c arden a l Adriano di Corneta había d i c h o
. en 1 509 "que s ó l o l a Sagrad a Escritura contiene el verda­
mngun anallsis escéptico d el conoci miento humano, sí re­
� resenta. un � �a � eta d.el res u rgimiento del escepticismo an­
dero conoci miento y q u e l a razón hu mana es incapaz de
tiguo, Y ej erci ? cierta mfluencia, despe rta n d o nuevo interé s
elevarse por sus propios re c u rsos h asta el conocim iento
de las materias d ivinas y de la metafísica". 1 :1 Los pensado­
'! en el pensa �u ento escéptico. Agrippa menciona entre sus

fuentes a Cicerón y a � iógenes Laercio, y acaso se haya


res que compartían esta opinión encontraro n apoyo a mu­
chos de s us argu me ntos en los antiguos escépticos d e la
apoyad o en la obra de Gian France sco Pic o ·1 0 No he e ncon­ últi ma época de l a academia pl atónica.
. trado en su libro ninguna referencia a Sexto Em¡)írico ' aun-
""¡/ q ue S I con t 1ene
Como lo h a mostrado Busson, figura s como Reginaldo
. ' algunas secciones q u e bien parecen basa- Po le, Pie rre Bunel y Arnould d u Ferro n e mplearon algunos
/ das . e n tal fuente . -1 1 En cuanto a s u influencia, la o bra de de los ingre d i e ntes o afirmaciones d e l escepticismo aca­
Agnppa ft� e bien conocida e n el siglo XVI, y fue empleada démico al plantear s u antirrac ionalismo, y como pre l u d i o a
por Mo nta1gne como una d e sus fuentes. 1 2 ·

su llamado fideísta . H Aparecieron varias obras en contra d e


esto s nouveaux academiciens, y s u grupo p a rece haber s i d o lo
�::
l
Véase Nauert, "Magic and Skepticism in Agn ppa", esp. pp. 1 67-82. bastante pod eroso p a ra cre ar la i mpresión d e que el escep­
V ! l l �y, . 1 1 , p. 1 66 Y Strowski,
o p. cit . op. cit . . pp. 1 30 y 1 33 n. I dicen esto Pao la
¡ a poya esta opini ? n en s u "A propositis della 'de va ni tatc scicnt l arium
tici smo académico era una fuerza con la que había q u e

1 11
,
Zamb�IJ
el artJ u m _ d1 Corn ? IJO Agn¡_J pa", � n
. conta r. Pero aparte de la o bra de Teodoro d e Beza con tra e l
Rivista c1·itico di storio dclla .filoso.fio XV. 1 960,
.
pp. 166-80. Sc h m 1 1 t cxa m 1 n a m i.n u c io s a m e nte l a s ¡) r u c b a s cl tl d a s e¡ e q u e
"
·' • nouveaux academ.icien (considera da en e l c apítulo ante rio r),
·
Agn_ 1) 1 Pico.
��
lll b lcsc emp cae o parte de los materiales de Pico. Sch m itt, pp. de la obra de Castalión, y d e l análisis de Gentian Hervet
239_24
u n a com paración del escepti cismo de Agri ppa y de Montaig ne, véase Ernst Cas­
" P� r ejemplo, el cap. 54 sobre fi loso fía moral se parece a algunas de las
Dos Erlcennt.11isproblem in dC1' Philosop hie und Wissenschoft der neueren Zeit,
.
d 1scuswncs de texto sobre la variedad del comportam iento mora l · sin embargo
donde Sexto da el ejemplo de q u e " t a m bién entre los egipcios l �s h o m bres s � Y
sircr.
� asan con sus herm a nas", P. H. 1 . , 1 53 y 1 1 1 , 205, Agrippa a fi rmó "Emongc thc Band I (Berlín 1 922), pp. 1 92-1 94. ! El problem a del conoc i m ie n to en l a filosol'ia
en la ciencia moderna s, FCE. 3a. re i m presión 1979, p . 2 16.]
thcn 1_ a n s 1 t was lecfu l for a man to m a rry his owne sister' ' Vouir1·c 1, · 72 I' ¡)a- Le Rationa lis me
reccn v a r��� CJC �JP 1 os d e e �to. C Y illcy a firma, como u n h echo, De vera p/lilosophia en Henri Busso n,

1
· ' ' · ., ..,, Citado de Corncto ,
que Agri ppa lomó
1 1 · ¡) · 1 76 . ¡ s e, ¡1accn
. drms la littemturc .franc,aise, p. 94n. 2.

d e Scxto, s1n of1 eccr nmgu n ejemplo. C f. Vil lcv op. cit.
: <�<
d il e­
Yanas :JCncwnc s d� :'I· ITOn en Agn ppa, pero n i ng u n a ind ica gran cono c i miento !bid., pp. 94-106. Busson present a a Du Fcrron algo así como u n fi lósofo
. .· . . · •

tante y ecléctic o, y no como u n fi deísta serio. Por razones q ue nunca q u edan en


d e as ucntes PlrronJcas _ op. cit.,
. Nau ert. nota 30, a firma que Agri ppa no cita a
claro, Busson cont i n u a m e n te l l a m a pirron ismo a estas varias opin iones d eriva­
S cxto p orq ue sus o bras a u. n no se habían i m preso
pp. 1 30 Y 1 33 n. I: y Vi Ú ey, 1 1 , pp. 1 76 y 1 78-80.
Véas � Strowi; ki, tivas de los escé pticos académ icos, lo que crea c ierta co nfusión con respecto a
o p. cit., o p. cit.,
Vi ;������� e�� . conv� �cl do de q u c los ��:éstamos de Mont aigne a Agri ppa dcbie­
_
có mo se desarrol laron el conoc i m iento y el interés en el esceptis mo gri ego d u ­
ranl'c el siglo X\'1, y produ c e u n a i mpresión engaí'losa de la fuerza y extensió n d e
ron p co q u e \ el. con la lormacwn del escepticismo de Montaigne. Para
la tradi ción pirrónica a n te rior a M o n ta igne.
58 EL HESURGIMIE NTO DEL ESCEPTICISM O GHIEGO 59 )l
¡
EL HES URG II\1 1ENT O DEL ESCE PTIC
ISI\10 GRIE GO

1'
J
!1
a ce rca de los cal vin ista s , . La segund a parte del li bro presenta la respuest a de S a-
' pre fa cio de su ed ic ' - d Sco mo nue vos aca dem icos en el dole to. Para descubri r l a verd a d hemos d e seguir l a verda­ L
r q u e m ere zcan men n a se��� � · � �to, no hay mu chas otras obras
dera filosofía; esta filosofía no es la de las Escuelas, sino las ¡
1
�1 c a rde n a l J aco po S a dol eto , ob is anti guas ideas de Platón y Aristótele s, q ue estaban siendo í
P o d e- Cat pen tra s, .
am igo de Reg ina ldo Pol e ' esc r'b � 10
.-
una I.es pue sta al esc ept i- revivi das por los humanist as y los paduanos en Italia. Esta 1
cis mo aca dém ico Phaed �� bus p hiloso hiae, verda dera filosofía no tien e las fallas ni la futilidad del ¡,
p ro babl em ente c � m o res ��:a � �� e s u co
z de L au ¡
? pensamiento escolástico sino que, a ntes bien, es la fuente
n e spon d e n cia i
. 1 Pole so bre la cue s t i ón de si pue l e con
con de la verd adera sabid uría y virtud. La piedra angular de f'
' c ocerse algo p or esta filosofía maravil losa es la razón, y por la razón pode­
"! medios racion ,a les ,,; La ob ra com pue sta en 1533. Y pu- ¡
' bl ica d a en 1 538 . " E·· 11 la p n_ mcrfue mos descubrir los u niversales. Semej ante descubrimi ento
sen ta las opi nio nes d e los aca daem par. te· e1 e l l I' bro, Fed ro pre- · _
·

nos llevará del n ivel d e las opi n iones y las dudas al del t
me nte de- C I' ceron, ico s, tom ada s p rin cip al - conocimiento cierto y la felicidad. El objeto propio d e l a
- Y p rop ugn a la te S I. S f'I d eist - a. Seü ala la -
fut il ida d de l a filo sofÍ a nat ura l . D l. OS razón e s la verdad, i ncluso y especialme nte la verdad reli­
tos de la nat ura lez a ' de Inod o que nun ha ocu ltad o los sec re- giosa. Por tanto, l a búsqueda d e la verdad religiosa corres­
1os. Qu ien
.
es cre en ha bera des . ca IJod reJ
et. to
- no s con oce r-
. algo cerc a de la .
ponde también a la verdadera filosofía. Por tanto, e n contra
nat ura lez a se contrad icen e SI il1�1 ubJ �
SI110 S y entre SI en sus pri
de lo que afi rman los fideístas académicos , la razón hu­
cip ios V teo ¡·¡' as So'lo por l a f"l Reve l;c wn · n- mana, debidamente emple ada, sí puede d escubrir el ver­
a Dio s . no por la filosofía . La I oso Ia · pod e mos conoce r
.

· ·
dadero conocimien to, y es capaz de alcanzar h asta e l cono­
des esp era do com o 1� filos ° f'1 nat �� � al.mo ral es un caso tan cimiento supremo, l a verdad religiosa:1H
ser act uar virt uos am en te, no d�i SCll l l.ir � .N � estr a met a deb e La resp ue sta del c arde n a l Sadoleto al esceptic ismo
111 d isp uta r ace rca de acad é m ico constituye más un p anegírico sobre los m éritos
. virtud .Y del. bie n . D e. ma
la
m útil, sól o u n grupo d f"Igu t a s � Silo
se pue de pro bar lo qu s q Uier .
. .
gis mo�
nera sem eja nte ' la d i a l ec
s por Jos
.
- t Ica
' es
cua les
ele la filosofía antigua y la razón humana q ue una res­
puesta al desafío. Su fe abrumadora en l as c apac id ad es
del pen s a m i ento rac ion al no p arece basad a e n n ingú n
surdas . Así pue s . a fi rm a � ed �o, a,sol h asta las cos as mas a h­
_ o pod emos con at� ál�s is gen uino o respuesta a los argumentos de los aca­
verd a d por me dio de. la Reve aci ón oce r la d emi cos . Antes bien, ha tratado de desplazar el centro del
dio d e la filo sofí aY de Dio s, Y no por me- ata que, dej a ndo q ue la batería académ i c a c a iga sobre los
e_s colá stico s, m ientras conserva beatíficame nte su con­
''' Para una C'l'itie a ele esta ·
. s o b l. a� . l'eas e Schm itt. Cice.ro fi anz a ínteg ra e n los podere s rac ionales del hombre , si
'" C f. ibid .. ll · 95 · H·a�. una d Jscu swn
J nteres·a n te. e¡ e esta corre spon clenc ' son de bid a mente e m pleados.
Scep liclls .

1 1.1 Btl ne 1 . p 1· e 1Te , He m . E .


· · .

, . Cl. .Jaeo po Sado


Dicii 01111W Te de B ·tvle . h en el
. .
' · · ' ·
Tan to Bus son como Buckley a firman q ue Sadoleto es­
de/la Sa Jien.-. u !DL' la11d
Elogio . taba atac ando a los p irrón icos · la ocasión de su ataque, e n
leto.
usep pe' •1�o!Ta 11 J· n . N a· poles , 1 950, p. 206. trad y
p lulosop lll. a e /
f ·ue p u blic ada orig i na lme nte en
ecl. Anto n1o Alta m ¡11-a 1· 111 1.0 G 1' · ·
< ib11s . · ·

s � op ini ón, indica q u e el esce p ticismo pirrón ico era cono­


, . 1 aeop
• o S aclol eto. Plwe dms. e n o pew
. l1 e n 1 538.
Ll'o
La obra
. (j l l a e e.rsta 111 o n m ia. Vero na, Ci do en Fran cia en la primera parte del siglo XVI . 50 Pero e n
1 1 1 . Un res ume n · e¡ ue he
·

s c•gtJJ: el o

1 00· 1 0 1 . La obra tam bién es el e s · en part e . nos. es. el·ac1o en Buss on . op. cit .. pp.
1 738 Vol.
·

f-1/· e 11 1¡ de B m é �
· ¡J · 78 · El" 111 a t en. a 1 en PIwuI
· ¡
c· ¡' ta 1Jrel'eme nt , en
" P·d nos J>· 11Iorp hos Dialoc¡ll"S
'" op. cit.,
Las opin iones positivas el e Sacloleto está n resu m i d as e n B usso n, pp.
D Hige nes Lae rcio · 1-h
· · • •
·

' •·' Ull ''l JJJ enc•J on al ¡JJ rron isn , n 1 ·


·

· ·.

1·/IS pare ce prov enir ele 1 01·1 03. donde t a op. cit...
a p. 1 68, pero n inguna
Cie·e rón v el e
P. 78· El rac ional ismo re ligioso ele Sadoleto va más allá de las o p i n iones decla­
mbién se ofreeen \'arias citas. Véase también Morphos,
· C'i m i ento e1 e · . .
. - ·

10 ?
.

J os esu J tos: d e Sext o Emp irico �


I n d 1' cac wn de ;¡ J gti n eono .
la n uev a ed ició n el e su es t LI e · ra .� s dc los usualmen te clasifi

¡ 10. antc•s e1tad a die e. q Uf' .. es . t·<IS Parad oJas


. B usso n en ·
. cados como pacl u anos.
el a el son un resu men ·l c l De 11/CL'T
· , ,1 C f. , Busson . . p. 233; y George T . Buckley, A t lleísm
.
.
·
op. cit . in Englis/1
o 1.rece n mgu na pru eba en apoyo .�C/CI t I. CJ 1 11 111 " . ej e C' . Agri
. en reali- . • tlle Re-
. e
l l l 1((}/1 1(!. . . 1 ppa, pero no a¡ssaHcc. ·
Cll lcag o 1 932, p. 1 1 8.
d e esto .
EL RESURGI MIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO EL RES U RG I MIENTO DEL ESCEPTIC ISMO GRIEGO 61
60

l a o bra de Sadoleto no h ay n a d a q u e apoye esta afirmación, bre l a s realiz acion es de l a razón huma na, s i n o tambi én
q u e m e parece basa d a e n la incapacidad de d istingui r e l sobre l a s verd ades revel adas:
-
pensamiento pirrónico d e l académico. 5 1
1
·Oh Dios o h salvador, miseria, falla vergonzosa e impí a ! Sólo
La o bra de Sadol eto n o parece haber causado mucho
efecto. En 1 556 apareció u n a paráfrasis de ella e n Le Courti­ �on dific �ltad creemos en la Escritura y la Revelación[ . . . ] Tal
es el resultado de frecuentar las ciudades y las multitudes,
san second, 52 de Louis Le Caron. Algunas similitudes s uper­ sei'loras de todos los errores, que nos ensei'ian a pensar de
fi ciales entre e l li bro d e Sadoleto y una subsiguiente consi­ acuerd o con el m é todo de la academia y a no dar nada por
derac i ó n del pensamiento a c a dé m i co por Guy d e Brués (q ue cierto, n i siqu iera l o que nos ensei'la l a Revelación sobre los
pronto exam in are mos), o frecen i n d i c a c iones sugestivas, habitantes del c ielo y el i nfierno.55
pero n o concluyentes de la influencia de Sadoleto . ''a La
dé,
posibilidad de que Montaigne fuese influido por Sadoleto Resu lta d i fícil s a ber a q u ié n estab a criti cando B u
fue examinada cuidadosamente por Villey, qu ien mostró p u e s los a c a d é m i c o s q u e h e mos visto, com ? Fed1 o,
: � xcep­
que n o era pro bable.5•1 tú an e l cono cimie nt o religi oso de su desafio escep tlco.
Un dece nio desp ués se mani festó un inter és más desa­
¡
\ rro l l a do en e l pens amie nto acad émic o � n el círc �
Otro h u m anista contem porá neo d e Sadoleto y q u e pa­
rece h a berse sentido un tanto perturbado por e l fideísmo lo que
basado en e l escepticismo a c ad é mico fue Guillaume Budé. ,./ .
rod eaba a Peter Ra mus. U no d e sus a migo s,
este
Omei
tipo
Talo n,
de e s­
1 escri bió u n exten so y
Le pareció q u e aquello n o sólo estaba arroj ando d ud as so- favor able estud io de
sta, mien tras q u e otro,
cepti ci smo y de s u exten sión fideí . ser u n
'' ' Un caso aún m á s tirado de l o s c a be l l os es el presentado p o r Busson, op. cit.., Guy de Brué s, escri bió un d iá l ogo q u e se prop oma _ �
pp. 233-4, y Bucldey, op. cit.., p. 1 18, como pru e ba d e que el p i rronismo era co­ anal izo
rriente en Fra n c i a en l a p r i m e ra m i tad del siglo X \' t . Dicen q ue el poeta refutac ión d e este p unto d e vista . El prop io Ram us
o
Sai nct-Gelays atacó al pirronismo e n su AdveTtissement SIIT les jugemens d'astmlo­ las d i versa s escu elas escép ticas de Filos ofía, empl eand
gie, D iógen es Y otros . Ra­
de 1 546. Todo lo que Sainct-Gelays d ijo fue que sólo hay un camino recto y
básic amente mate ri ales d e Cicerón,
m uchos equ ivocados, y muchas opiniones distintas se han ofrecido s obre varios cono ­
asuntos. "Esta es la razón de q ue los escépticos d ijeran que todas l as cuestiones mus men cionó a Sext o, pero no h ay i n dicac ión de que
i<
verd ader a adhe ­
ciera sus obra s. Ram us n u n ca mo stró una
re nc i a al escep tic ismo acad é mico , � u.nq � � ·
están en d isputa, y que nada hay tan obvio ni tan convenido por todos que n o
pueda s e r debatido y hecho d udoso p o r razones aparentes, así como Anaxí1goras a su vez, se
se ejerc i ta ba probando. med iante u n a d isputa sofística, q ue la nieve es negra."
encont ró ac u sado d e li OLtveau acade m1cwn . ' '
·
A �a � e- 1 / .
Me! in de Sainct-Gelays. Oe!WTes completes de Melin de Sainct-Gclays, editado por
Prosper Blancemain, París, 1 873, 3 vols. ( B i b l i othcque Elzévirienne), Vol. I I I , p. En 1 584, O mer Talo n publ icó u n a obra i_I� titul ada _ J\
ve1 s10n
nú.ca , q u e e ra básic amen te u n a prese ntac wn de la
248. Esta o bservación no constituye n i ngún ataque, y ni siquiera una prueba de

1
conocimiento de la tradición p irrónica. e l ob­
Le Courtisan second , ou de la t'rai sagesse et des lmwnges de la
" Lou i s Le Caron , ciceroniana d e l esce ptici smo acad émic o. Al p arece r,
pllilsophie. Les Dial.ogues de Loys Le Caron , Pm·isien , los ata ques de Ram us
París, 1 556. Esta obra es jetiv o del libro d e Talo n e ra j ustificar
es 1 1 •
en
descrita en Busson, Les Sources ct le développement du mtionalisme dans la litt.éra­ a Ari stóte les y al arist oteli smo y " l ibera r a los h ombr
ture jimu;aise de la Renaissance ( 1 530- 1 60 1 ), París, 1 922, pp. 4 1 7-8. Acerc a de Le
sofía Y re- \
Cm·on, véase Lucien Pinvert, "Louis le Caron, edit. Charondas ( 1 536- 1 6 1 3)", Re­ obsti n ad o s escla vos d e creen cias fij as e n l a filo ·

duci dos a � na indig


vue de la Renaissance, JI ( 1 902), pp. 1-9, 69-76 y 1 8 1 - 1 88. na servi dum bre ; h acer les comp rend er
''" El tema es discutido en Morphos, op. cit., Le
pp. 78-9. La cita en Busson
Rationalisme dans la lit.témture .fmnc,aise, p. 1 0 1 , n.2, muestra que l a ilustración
Le Rationalismc dans l.a littém tw·cfranc,aise, p. 1 4� , t � mado
común d e comparar a Dios con el rey de Persia también aparece en otras obras. '''' Citado e n Busso n. la opinto n que
de De Tnmsi t11 Hellenismi.
de Bu dé. Busso n, p. 1 43, n. 2, interp reta
" Cf. Pierre V i lley, "Montaigne a-t-it lu le Traité de l 'éducation de Jacques me n te los dos tr­
Sadolet?" en Bulletin du Bibliophi.le et du Bibliotllécaire, 1 909, pp. 265-78. La suges­ Budé está c·o me ntand o como pirron ismo, confun d iendo nueva
tión fue hecha por Joseph Ded ieu, "Montaigne et le Card inal Sadolet", Bulletin pos de teorías escépticas.
de littérature eccl.ésiastique , ser. IV, Vol. 1, 1 909, pp. 8-22. ,, ¡;Citado enibid.
EL RES U HGIM IENTO DEL ESCEPT ICISMO GRIEGO
63
62 EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO G HIEGO

prop io Peter Ramu s se encon tr� � cusad o de ser nouv_


eau
que la verdadera filosofía es l i bre en la apreciación y el ansto ­
acadenúci en. Ramu s y Talon convm ieron en ataca r el
j u icio que da de la s cosas, y no está encadenada a un a había
teli smo como visió n acri stia n a y antic ristia na. Talon
opinión ni a un autor".57
ateos Y
\ llegad o hasta a tilda r a Ari stóte les de "padr e d e los
.Para alcan : ar. este fi n, Talon siguió la historia d e l movi-
1()/�
miento ac � demico, tal c_o mo fue e :x p l i c a do por Cicerón, fanát icos" . 11 ° Como res puest a,
n d
un
,
profe
escrib
sor

que
Contr a
enseñ
novam
aba e n
aca­
desde Platon h asta Arces1lao y Carneades, y sus raíces en el el Colle ge de Franc e, Gal l a
q ue acusa a los dos antiar isto­
pensamiento socrático y presocrático, e ind icó la lógica por denúc am Petá Rmni oratio, HJ en
a po r
la cual los académicos llegaron a la concl usión d e q u e no télico s de tratar de ree mpla zar la filoso fía perip atétic
a Acad emia . Desp ués de defen ­
debía j uzgarse de n inguna c uestión. Los académicos, ase­ el escep ticism o d e l a Nuev
de irreli gión, Galla nd acusó , a s u
veró Talon, de acuerdo con Cicerón, " están tan por encima der a Arist ótele s del cargo
de
de l os demás filósofos como los hombres l ibres están por vez, a Ramu s y a s u amig o de este crime n p o r causa
. s u escept icismo .
encima de los escl avos, los hombres sabios por encima de
los n ec ios, Y los espíritus fi rmes so bre los e spíritus o bstina­ se dedi­
dos"."H Todas las demá s secta s, inclus o la del propi o Epicu ro,
ón, mient ras que la Acad emia
Esta decl aración de las opiniones de los escé pticos aca­ can a sa lvagu ardar algun a religi
r toda c reenc ia, religi osa o no, e n .los
se esfue rza por destr ui
démicos por un hombre que p are ce haber aceptad o s u fi lo­ espírit us de los h o mb res. Ha empr endid o la guerr a de los Tita­
sofía es, en apariencia, la pre senta ción más completa y pura en Dios el que sos­
nes contra los d ioses . ¿Cóm o pued e creer
del escepti ci smo a la Cicerón; sin embargo, Talon añadió la tiene que nada es cierto , el que pasa el tiemp o refut ando las
nueva conclusión, que aparece en casi todos los nouveaux toda fe a sus senti dos, el que arrui n�
ideas de otros , el q u e n iega
Academiciens y nouveaux Pyrrhoniens de los siglos xv1 y xvii, a la autor idad de la razón ? Si n o cree lo que exper iment a y casi
a
sabe r, la d i stin ción entre u n escepticismo respecto a la toca, ¿cóm o pued e tener fe en la exist encia de la Natu ralez
razón y un escepticismo rel igioso. Divina, tan difícil de conceb ir? -.

¿Qué hacer? ¿ Hemos de creer en nada sin un argumento deci­ El obj' etivo d e Ram us y Talon , segú n Gall an d , sólo podía
sivo, hemos de abstenernos de aprobarlo todo sin una razón s er atac ar el Evan gelio despu és de habe r arrui nado toda la
evidente? Por lo contrario, en cuestiones religiosas, una fe se­ � fil osofía.H2
gura y sólida tendrá más peso que todas las demostraciones de Po cos aii.os desp ués otro miem bro del círcu lo ram i sta,
todos los filósofos. Mi di�ertación sólo se aplica a la filosofía Guy de Brué s, escri b i ó una crític a much o más seren a d e los
humana en que es necesario conocer antes de c reer. En cambio, nouveaux acadenúciens, e n Les Dialogues de Guy de Brués,
con respecto a los problemas religiosos, que están más allá del cont1·e les Nouveaux Academiciens, de 1 557. Es proba ble que
entendimiento, primero es n ecesari o creer para después al­ el autor provi niera d e una famil ia de j u ristas de Nime s, Y
canzar el conocimiento. r.n
!bid., 268.
,;,. Citado en p.
Una vez más, el razon amiento escé ptico va a unado a un '" P. Contm Nopam Academicam Petri Rami oratio, Luteti ae, 1 55 1 . (Hay
un volu men de esta o bra en la Newbe rr:v Libra!')'. Chicag o), Busson , Le
Gal la nd '
completo fid eísmo en materia de creencia rel igiosa. Rationa·
Como resultado d e la obra de su am igo Omer Talon, el lis me d(ms /a litt.érature .fi·anc.aise. 269�71.
pp. indica que Galland sostení a la p osi­
(' i ón p aduana. Thoma s Greenw ood, en su "L'éclo sion de sceptic isme pendan t la
Rcn aissance et les prcmie rs apolog istes", Revue de l'Vniversité d'Ottawa, XVII,
:
': Citado en H enri Busson.
Le Rationalisme dans /.a littérature ji·anc.aise. p . 235 1947. 88, p. niega esto, pero no ofrece ninguna prueba convinc ente. .
Le Ration ali.sme dans la li.ttératurefranc.aise, 269-271 .
.
pp. El pasaJe
·• Le Ratio11alisme. p. 236.
C1tado en Busson, '" Cf. Busson ,
!bid . 237.
''" Citado en . p. citad o apare ce en la p. 271.
64 EL RES URGIMIENTO DE L ESCEPTICISMO GRIEGO EL RESURGI M I ENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 65

n a ció entre 1526 y 1 536.na Alre d edor d e 1 555 ayudó a Peter El argumento fi losó fico en pro del escepticismo, pres.<:n­
Ramus, traduciendo algunas c i tas de escritores latinos para tado por Ba ·i f e n el primer d i álogo, se basa en la pretenswn
l a edición francesa d e la Dialectique, y en l o s Dialogues, De ética d e que los hombres q u e se comportan naturalmente se
B rués e mpleó algunos materiales d e Ramus.n·• encuentran mejor e n un m u n d o moralmente ordenado, ya
Los propios Dialognes son pec u liares, ya q ue l os persona­ que las prescripciones morales en real i d a d son opiniones
j es q u e discuten los méritos d el escepti c i smo académico de la fa ntasía, que han intro d uc i do ideas tan antinaturales y
son cuatro personaj es contem poráneos de Brués, con q u ie­ malignas como castigos, propiedad privada, etc.00 Ronsard
n es él estaba con ecta d o : el gra n poeta Pi e n·e de Ronsard, responde a esto insistiendo e n q ue nuestras normas d e va­
·
Jean-Anto ine de Ba rf, Gu illaume Au be rt y Jean Nicot, to- lor están basadas en la razón, y q u e no h ay una bondad
' �� d o s ellos re lacionados con la Pléiade. Ba ·i f y Aubert de­ natural y primitiva. n• Esto es desafiado por Ba'if, quien d ice
fi enden la causa ele los escé pticos, mi entras que Ronsa rcl que las leyes son opinio nes, no basadas en evidencia racio-
y Nicot la refutan . Es d i fícil saber si los Dialogues se re l a­ nal. H H 1
cionan con un medio hi stórico o una d i scusión e fectuada Esto le lleva a un argume nto general co ntl� a las re alJ za- f \
en tre el gru po el e Ronsarcl . 11:; ciones racionales h u manas, basado en matenales ele C1ce- f
Los Dia.logues consiste n en tres di scusiones: la primera rón y Diógenes Laercio. El argumento de Ba'if n o es tanto el
so bre ep istemol ogía y metafísica, l a segun d a sobre ética y l a análisis epistemológ ico de los antiguos escé pticos cuanto
tercera sobre derecho . Los escépticos, Ba'if yAubert, argu­ una e n umeración d e toda una d iversidad de opi niones h u­
yen que las ideas éticas y j uríd icas son simples opiniones; manas so bre todas las cuestio nes posibles. Está dispuesto a
esbozan un rel ativismo ético a cerca de todas l a s consi­ abandonar una idea e s céptica central , q u e los sentidos son
d e raciones de valor. Son re futados, de ma nera no muy ind igno s de confi anza, pero insiste en que, aun si fuesen 1
c o nvincen te, por Ro n s a rd y N i c ot, pero pare c e n total­ precisos los h ombres de ciencia y los filósofos seguirían j' "-
me nte c o m·enc idos y contento s d e q u e el escepti c i s mo d isintie i� clo acerca d e tod o ; por tanto, sus opiniones no son -ycu< ' �
h aya sido re futado. El primer diá logo es e l más filo sófi­ �
objetivas, y n o pasan d e s e r sus .opiniones. S � � recen l istas � -p . ') E '
c o . mie ntras q u e los otros d o s pueden re presentar lo q u e
más pre ocupaba a l autor. así como una interesante perca­
más l istas para mostrar la vanedad y oposicwn ele las opi-
niones sobre tod a clase ele temas.nn Como resultado, Ba'if
J
tac ión el e lo que puede entra ü a r la aplicación del esce pti­ sugiere que l a verd a d sólo puede encontrars e en la Escri-
ci smo a los problemas ele }a ética prácti ca. tura. 70 Ba'if apoya su escepticis mo sobre la base de este
cuadro de cómo disienten los hombres sabios.
" " Para u n a critica ele toda la i n forma c i ó n conocida, ade mas ele algu nas conj e­
t u ras acerca de la biograf'ia ele Guy ele Brués. véase !'an os Paul 1\Jorphos, Tlle
Si el argume nto en pro del escepticismo carece ele la
A
Dia logues of G u ¡¡ de Brués. Critica/ Edition 1rit ll a St udy i11 ReHa iss(I IICC Scepticism fuerza el e la antigu a crítica escéptica el e la razón humana,
¡
a l l (l Rcla t i ¡·isnl. pp. 8-1 9. 1 '

" ' Acerca de Hamus �· de Brués. véase l\lorph os. o¡1. cit . . pp. 1 5 - 1 6. y sec. 88
." 1 1 3-1 J..l. de la edición de :\lorphos de los Dia lt!{IIICS conten ida en esta obra : �·
';,' De Bnu:•s, Dialogues. sec. 5-8.
"' 1 /Jid .. Sl'C. 9- 1 0.
Thomas Gre c mrood . C u y de Bmés. Bil>liot/¡éc¡ u e d 'H u ni (J uisme el Renaissauce. XII. "' 1/Jid . . Sec. ] 1 SS.
1 95 1 , pp . 80 ·\' 1 8 1 - I 84.
'''' Acerca de Brués y la Pléiade, véase Morphos, op. pp. 1 9-25 y 7 1-3. Con­
•P• / lJid .. Diúlogo l . hasta la sec. 97.
cit., '" /bid . . scc. 50 "Todo Jo que Jos hombres han i n\'ent aclo y suponen que sabe1� .
no es mús q ue o p i nión y ensue1i o. sal\'o lo q u e nos ense1i a n las Sagradas Escr.l­
tu ras" . �lorphos insiste en que la opinión de Barl' aquí no es ���� verdadero h­
c l uye Morphos. "e n presencia d e las pruebas d ispon i bl es. conj eturamos q u e
1'
Brués reproduec el marco de l as reu n io nes y d e l a s d iscusiones c e l e bradas por
Ronsarcl y sus am igos y q u iz<i la natura l eza gen eral de sus con\'ersaeiones. antes dei smo . como el de Agrippa, s i no tan sólo una conclusión exped!tl\'a Y tem pora l . ¡
que sus verdad eras posiciones respectivas", p. 7:3. Véase también. Greenwood
"Guy de B <ués". pp. 70-82.
ya que Ba rf' carece de la fe y d e l ardor de Agrippa y de otros ardientes fídeistas.
Cf. Morphos, op . cit., pp. 35 y 77-78. 1* ¡
;:
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�) ¡

¡¡
11 1

i 1
66 EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO EL HESU HGIMIENTO DEL E SCEPTICIS:\10 GHIEGO 67
l a pefensa de la razón resulta aún más endeble. Ronsard escep ticismo es pobre, no puede haber d ud a de que Brués
ind � c a que si � l esceptici smo fuera cierto, los hombres q ue­ estab a trat ando de alcanza r el ortodoxo propósi to de l'es­
danan reducidos a bestias. Pero, por fortuna, los hombres ponder a l esceptic ismo p ara salvagua rdar a la rel igión de
d � sano juicio sí se ponen de acuerdo, porque sus sentidos, los dubi tat ivos. , .
;
bren empleado s, son p recisos. El sentido común y e l razo­ Pero aun si no podemo s d etermin ar las opinion es del
nami_ � nto pued � n descubri r las verdades generale s a partir , autor con a lguna precisió n, los Dialogues de B rués son in­
de l a mformac wn _ sensoria l. Nuestro intelecto es capaz
de teresa ntes porque m uestran l a atención d espertad a por
conocer las esencias reales, aparte de los sentidos me­ las ideas escéptica s y su actualida d en las d i scusione s d e
diante cierta clase de con ciencia de las ideas inn atas : Con mediados d e l siglo xvr. En la obra n o hay una seria capta­
esta combinac ión de ingredien tes toma dos de l as teorías •
ción de la fuerza y n aturaleza d e l escepticis mo griego, po­
�el conoc imiento d e Platón y de Aristótele s, Ronsard de- ·
sihlelllL . ·�0rque, como lo h a sugerido V il ley, Brués no
· ·

fiende la tesis de que es posible el conocimi ento genuino conocw los Irresistib les argumentos de Sexto" sino tan
aun cuando en ciertas cuestione s quizá no podamos pasa1: sólo las presenta cione s menos filosófic as del esceptic ismo
el: tener una buena opin ión. 7 1 Barf a bandona su escepti­ antiguo q u e se e n c ue ntran e n C icerón y e n D i ógenes
CI � mo Y acepta esta teoría, declaman do, " ¡ Oh miserable Pi­ Laercio. L a virtud de la obra q uizá se encuentre e n el he-
rron, que lo ha convertid o todo en opinión e indiferen ­ cho de que "Brués resume e n cierto modo l a inquietud Y l -­

c ! a ! : ' L_os otros dos diálogos siguen una pauta bastante


·� las incertidum bres que estab a n en el aire , y q u e las Aca- J
s11mlar, mtentan do �es � lver, ambos, las opinione s escépti­ dernica de Ciceró n ayudaron a poner en claro". Busson y ;n

cas acerca de las van acwnes de opinión, y tratando de con­ Greenwood consider an los esfuerzos de Brués como parte
vencer a los escéptic os. de un gran cua dro d e los primeros apologist as que lucha­
Brué s, en su epístola dedicatoria al Carde nal de Lorena ban contra todo un complejo d e monstruo s ren acentista s,
Y en su p :·efacio, dijo que su objeto e ra salvar a los j óvenes sal idos del aristoteli smo padua no, del p i rronismo, etc.;
que p � dies � n ser apartad_o s _d e la religi�n por l as dudas ha cen de Brués un aliado de u n continuo movimiento d e l
escep _ tlcas. ,· Como los esceptico s en los Dwlogues ni hace n siglo XVI que luchaba contra todos los tipos d e irrel igión
_
u�1a v1goro� a defensa ni se rinden ante una respuesta con­ " esc éptica".;¡ Más probable es la idea de que su obra re-
vmcente, smo que simpleme nte abandona n sin mucha re­
sistencia resulta difíciL ver cómo la obra pudo cumplir co n
pres enta una exploració n provisiona l d el escepticismo, . T
bro tad a al observar l a rel atividad d e las opiniones huma-i
su pro�)ó.sito declarad o. La mediocri dad d e la respuesta al na s Y l as posibles cons ecuencias de esto sobre la moral ;
escep ticismo ha hecho considera r la posibilid ad de q u e a_p li ca da, tema que b ie n p udo surgir e n las d i scusiones
Bru_es realment e estuviera del l ado escéptico y temeroso d e ac erca del escepticismo académico y l a supuesta Nueva
d ? c¡ �·lo (aunque no h ay ninguna indicació n d e que ser es­ A c ad em ia, en el círc u lo que giraba e n torno d e Ramus Y .
ceptlco en 1557 le hubiese metido en serias d i ficultade s ). r·l

Otros han insistido en que aun cuando su refutació n de l fu ndid ad eo n q ue


Brués define los lemas del esceptic ismo puede indiear q u e en
rc?lid ad estab a defendiendo esta opinión, y no refutándola.
" De Bntés. Dialogues. scc. 131-136. '' l
"L' · Véas ' 268,
e . por CJ· c mplo G rc c nwood "Guv d e Brués ", p. y Grccnwood ,
" /bid . . SCC. 139 y ,!'e ?s ton clu sccpti cismc"
·

SS.
' '
97-98.
/bid. . Epístola y Prefacio, pp. 87-92, en la edición de Morphos.
, pp.
_"' l't
.. crrc V i l lcy , &
Sources L'evolution des Essais de Montaigne, 173 .
Il, p.
_ C �. Mo¡-� hos, op: cit., p. 7 y Busson, Les Sources et le développemen t., p. 423.
.' '

Ot � a d tscuston
_ del li bro de Brués, en Gcorgc Boas, Dominant Themes of Mode1'1l :1011
. " B usson, Les Sources et le développement, 419-423;
� u �ecp ticismc", pp. 95-98.
pp. y Grccnwood, "L' éelo­
(Este artículo h a sido casi todo tomado ele B u s­
Pltllosophy, N ueva York, 1957, pp. 71-74, concluye con la sugestión de q úc la p ró-
on, Sin Ind ica rlo. Busson o m ite esta sección en la edición revisada.)
68 EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO EL RESURGII\I IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 69

de la Pléiade. Brués no parece h aber ten i d o el celo anties­ desarrol l o conj unto, e l a ri stotelismo d e los pensadores
céptico d e su a ctual admira d o r, e l profesor Gre e nwood. 7 H ita l i a n o s estaba m u y lej o s d e l p e n s a m i e n to escéptico,
L a repercusión de la obra d e Brués fue e s c a s a o nula. salvo por s u final c o n clusión fi deísta. Los paduanos eran
Busson ha citado a P. Boaistau, e n Le théatre du monde, de ra c i o n a l istas confirmados, c uyas opiniones e n fil o sofía
1558, como refe rencia al l ibro de B rués contra les nouveaux eran resultado d e a cepta r c i erto marco fi l o sófico y las
academiciens y como fuente. 7!1 Villey ha d emostrado q u e los constru c c iones rac i onales que había d e ntro de él. Por s u
Dialogues fueron una de las fuentes de Montaign e. H o p arte, los e scépticos negaban o dud aban de todo el proce­
Estas di versa s i n d i c a c i o n e s d e interés e n e l esce pti­ d i miento y de las bases de los aristotélicos. E l único punto
cismo antiguo en la primera parte del s iglo xvi son lo q u e d e c o ntacto d e ambos era q u e los artículos de fe n o po­
Villey llamó "pequeños fuegos d e escepticismo q u e arro­ dían ser apoyados por la evidencia racional y había q u e
jan un brillo muy pálido y breve y l uego desaparecen rá­ creer en ellos, no probarl o s . Los pocos análisis d e l escep­
pida mente".HJ Y ninguna de las figuras consid eradas era ticismo anteriores a 1 562 acaso ocurrieran h istórica mente
parti c ul armente competente como pensador; ninguno d e en el contexto de la influencia paduana, pero las ideas
ellos parece h aber descu bierto l a verdadera fue rza del e s­ surgen d e los antiguos estudios sobre el escepticismo. En
eeptic ismo antiguo, posi ble mente porq u e , con l a excep­ lugar de ser l a c u l m i n a c i ó n del aristote l ismo italiano,
ción del joven Pico, sólo conocían l as presentaciones me­ como sugiere Busson, parecen deberse a red escubrimien­
nos fi losóficas, que habían leído e n Ciceró n y e n D i ógenes tos a i slados d e la fi losofía helenística. Quienes escriben
Laercio o, posiblemente, porq u e estaban desconcertados acerc a del escepti c ismo n o parecen h aberse estu d i a d o
por la riqueza misma del desacue rd o q u e s i empre h a exis­ u n o s a otros, ni p a recen interesarse mucho por un serio
tido e ntre los hombres a cerc a de todos l o s temas i ntelec­ análisis fil osófico de los problemas escépticos. Tan sólo
tuales. después de la publicación de las obra s de Sexto empezó e l
Sea como fuere, antes d e la publicación de Sexto Empí- escepticismo c o m o movimiento filosófi co importante, e n
rico, no parece haberse d ado mucha seria co nsideración espec i a l c o m o res u ltado de Michel de Montaigne y d e s u s
fi losófica al e scepti c i s m o . B u s son h a tratado d e h acer d i scípulos.
que las pocas obras q ue tratan d e l esceptic ismo acadé­ Al publicar las Hipotiposis d e Sexto, e n 1 562, Henri Es­
mico parezcan seüales de un vasto movimie nto inte lec­ tie n n e p lante a sus razo n es para traducir esta obra, así
tual brotado de la reper.cusión d e l pensamiento paduano como s u evaluación. La obra va dedicada a Henri Mem­
en Francia.H 2 Sin e mbargo, a un q u e hubo sin d ud a cierto mius, con q u i e n al principio bromea, en tono escéptico,
acerca de lo q u e ha hecho. Pasa luego a explicar cómo
'' Los horrores del esceptic ismo son tema c onstante en "L'éclosion d u scepti-
·
l legó a d e s c ubrir a Sexto, y nos informa q u e el aüo ante­
cisme", d e Greenwood .
'" Busson, le
Les Sources et développement, p. 425. rior había estado m uy e nfermo ; d urante su mal, se d e s a­
"" Villey,op. cit., 1 1 , p. 172. Las controversias de Talon, Galland y Brués son n·o l ló e n é l un gran d i sgusto d e l as belles-lettres. U n d í a ,
examinadas con detalle en Schmitt, Cicero Scepticus, pp . 8 1 - 1 08. p o r casualidad, red escubrió a Sexto en una colección de
op. cit.,
"' Vil ley, I I , p. 1 65.
manuscritos de s u b i blioteca. La l ectura d e la obra l e hizo
'' Esta tesis es afirmada en toda suSources et le développement du Ratio11alisme
y la versión revisada, Le Rationalisme dans la littérature franc,aise. Véase, por re ír, y alivió su e n fermedad (un tanto cuanto, al parecer,
ej emplo, pp. 258 y 438-39, en l a primera, y pp. 233 y 4 1 0- 1 1 , en la última. E n forma c o m o a firm a b a S e xto, p o rq u e e l escepti c i smo e ra u n a !
, .
más extrema, esta es la tesis de Greenwood en "L'éclosion du scepticisme".
Tanto V i l ley co m o Strowski minimizan la i mportancia del pensamiento escép­ purga). Vio c u á n vana era toda cultura, y esto lo curó d e s u
tico premontaigniano. Véase V i l l ey, op. cit., Montaigne,
I I , p. 1 65 y Strowski, pp. antagonismo haci a las c uestiones científicas, permitién­
1 20 y SS. dole tomarlas menos e n serio. Al descubrir la temeri d a d
70 EL HESURGIMlENTO DEL ESCEJYJ'lCISMO GRIEGO 71
EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

d e l d '4matismo, Estienne también descubrió los peligros segú n i n formó , d e s p u é s de h aberlo l e í d o con increí ble
de � q �llos filósofos que trataban de j u zgar de tod o , y es­ pl qcer, pensó que e ra una o bra importantís ima, pu � s . mos­
p � c1ab1ente de las cuestiones teológicas, segú n sus pro­ trab a que n ingú n conoc imien to human o puede resisti r los
� � � s n'.rmas. Los escépticos le pareci e ron superi ores a los argum ento s que se le p u e d a n opone r. La ú n i c a certid um­
filosohs cuyo razonamiento culminaba en opinio n es peli­ bre que tenem os es la Revel ación de Dios. En Sexto se
grosafi .v ateas. encuen tra n mucho s argum entos contra los pagano s Y he­
A la l uz de todo esto, Estienne sugirió en su i ntrod uc­ rej es ele su época, que tratan d e medi r las cosas por la
ción, I>'•i mero, que la o bra podía actuar como cura p ara razón y q u e no e n t i e n d e n p o r q u e no c re e n . En Sexto
los fil ¿·�ofos impíos de la época, haciéndoles despertar a puede enc o ntrarse una res p u esta a d e c u a d a a los nou­
la cort!ura; segundo, que el libro de Sexto podía servir veaux acaderniciens y calvin i stas. El escepti cismo, al con­
como rJ�Jen digesto de filosofía antigu a ; por últi m o , que la trovert ir tod a s las teorí a s h um a n a s , c u ra rá del dogma­ 1
o bra fY,d ía ayudar a los estudiosos i nteresados en cues­ tismo a la gente, le dará h um i l d ad y la preparará a a cep­
tione s h i stóricas y filológicas. tar la doctri n a de Cristo. Hr.
En f: l caso de que alguien objetara d i c iendo q u e pod ía Esta opinió n d el pirron is mo, d e uno ele los j e fes d e l ca­
ser Pf:l ígroso imprimir l a obra de alguien que h a bía d e­ tolicis mo fra ncés, i n d icaría la direcc ión ele una de sus
claradr, l a guerra a la filosofía, Estienne señala q ue Sexto, mayores influe ncias sobre los tres siguie ntes cuarto s d e
al menr,s, no es tan malo como aquellos filósofos que no siglo . S i n e m b a rg o , p o c o d e s p u é s d e l a p u b l i c a c i ó n
son C é'fi;Jces de salvaguard ar sus dogmas mediante argu­ de Sexto . encon tra mos sefl a les d e q ue se le e staba leyen­
mento s d ecentes; como el razonamiento de Sexto es más do por ra zones fi l o só ficas y como mate rial i n form ativo
sutil q iJf_! verd adero, no hay razón para temer consecuen­ acerca de la filosofí a antigua . U no de q u ienes así lo leye­
cias d é1:a strosas, pues la verd a d brillará con más luz por ron fue Giord ano Bruno, q u e analizó el pirron ismo en al­
h aber s í d o atacada por el p i rronismo. H :l gunos de sus diálogos.
En cr,ntrast e con l a pro mulgación un tanto ligera hech a En el d iálogo La Cena de le Ceneri, de 1 584, hay u n a re­
por E stíe nne de lo que después llega ría a llamarse "ese ferencia a los ejettici e pirrorLi q u e profe s a n no ser capaces
mortal veneno pirrónico", 84 Gentian Hervet ofreció razo­ de saber nada. H n En e l diálogo Cabala del Cavallo Pegaseo,
nes sí m i l ares pero más sombrías para su edición de 1 569. de 1585, hay varios comentarios acerca d e los ejettici Y pi­
En su ér>ístola dedicatória a su patrón, el Cardenal de Lo­ rroni . Saulin o, e n e l prim e r d i álog , a segura que esto s
? .
ren a , H(: rvet d ijo q u e h a b í a encontrado un m a n uscrito de Pens a dores y otro s c o mo ellos sostienen q u e el conoci­
Sexto é n l a bibl ioteca del cardenal en una é poca e n q u e m ien to humano es tan sólo una especie d e ignorancia, Y
estaba ;Jgotado p o r sus actividades contrarrefo rm i stas y c o mp ara el escéptico a u n asno, q u e n o q ui ere n i puede
su obra �obre los Pad res d e la Iglesia. Se llevó el manus­ e s co ger ante u n a alternativa. Pasa luego a e logiar el p unto
crito p a ra leerlo en u n viaje, como esparcimiento . Luego, de vista escéptico, a firmando que el m ejor conocimiento
q ue podem o s tener es que n a d a puede s a b erse n i se sabe;
"" Cf. Pr<: l;,r io por Hcnri Estienne a Sexto Empírico, Pyn·lwniarum hypotypw­ de manera semej a nte, q ue n ad i e puede s er más que u n
sewn, ed u:�r,n de 1562, pp. 2-8. E s te prefacio fue tra d ucido al francés en las Oeu­
aes cltozb·"'� de Sexto Empírico, trad. J ean Grenier y Geneviéve Goron ' París, ''· Prefa cio d e Hervet en l a ed ición de 1 569 d e l
Adversus Mathematicos, de
1948, pp. 2l 24. Sexto, pp. a2-a3. Este pre facio será considera do después e n relación con el es­
•·: Frase: llfri l) uida al fi lósofo c a tólico inglés del siglo X VII Thomas White en el ce pticis mo y la Contrarreforma en Francia.
a rticulo Sl>brc "El pirron ismo d e Joseph Glanvil le", en i ' I,
Retrospective Rev ew G iordano Bruno, La de Opere Italiane,
1853, p. l(J(j
.'•
Cena le Ceneri,
Gi ovan ni Gentile, Bari , 1 925-1927, 1, p . 36.
en 3 vols. editada por
EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 73
72 EL RES URGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

asno , ni es más q u e un asno. Esta visl u m b re es atri b u i d a a en d ogmáticos, académicos y escépticos, y explicar q u i é­
los socráticos, los platónicos, los ejettici, los pirroniani y nes eran los escé pticos y lo q u e creían, Lipsio se refirió
otros como ellos. H7 a los escritos de Sexto Empírico."�
En el segundo diá logo, S a u l i n o traza una distinci ón en­ Existe u n a interesante o bra de Pedro de Valencia q u e
tre los -ofettici Y los pi1'·mni, que lu ego desarrol la Sebasto a l parecer fue p o c o conocida e n s u s días, pero q u e fue
en u n a evalu ación del escepticismo. Los e.fettici son e q u i­ leíd a con aten ción en el s igl o xvm. !':' En 1 596, este autor
para d o s a los escépticos a ca d é m i cos, l o s q u e aseveran publicó A cademica, una h i storia tota l mente o bjetiva d e l
qu � nada puede conocerse, mientras que los pirroni ni si­ escepti c i s m o a n t i g u o , q u e trataba d e los movi m ientos
académico y pirró n i co hasta la mitad del periodo helenís­
qmera sa ben o aseguran esto. Lo s piTToni son retratados
como poseedores de un s u p e rior grado d e asnez que los tico.n·r Sexto es, desde luego, una de las principales fuen­
efet�ici. HH En .e_l subsiguiente discurso de O norio, parte de
tes, y Valencia d i c e que casi todo e l mundo poseía esta
obra. !'" La posición pirró n i ca es presentada sólo d e ma­
la m fo rmacwn y l a fra s e ología parecen venir d i recta­
mente de la o bra de Sexto . Hn Así, Bruno parece h a be r es­ nera general, en tanto q u e ofrece mucho más detalles y
tad o e n c � nta cto con los escritos de Sexto, y haber encon­ críti ca de las o p i n i ones d e los pri n c i p a l e s pensadores
trado sus Ideas lo bastante inte resantes para incl uirlas en académicos, Carnéades y Arcesilao. Al fin a l d e la o bra , el
sus e studios de los tipos de teorías y comentarlas. autor expl ica que habría analizado estas c uestiones más
Otro escritor ita l i an o de la é p o c a , Marsi l i o Cagnati, extensamente s i h u b iese d i s p uesto d e l texto griego de
Sexto.
1
d octor en medicina y en filosofía, o frece un breve estud io
d e Sexto Y d e sus obras en s u s Variarum Obsen;ationum. d e Las tra d ucciones latinas, especialmente las de Hervet,
1 587. Dedica u n capítulo n o a la biogra fía de Sexto a su le p a re c i e ro n i n a d e c u a d a s p a ra un e x a m e n s e r i o , y
carrera médica, discute s i Sexto fue sobrino d e Pl ut � rco ' n r no q u i so depender de ellas. !"i Valencia afirmó que s u es­
Y si fue el mismo Sexto a l q u e se refirió Po rfiri o. El inte­ tud io del escepti c i s mo antiguo tendría dos clases de valo­
rés en Sexto p arece ser exclusivamente h istórico no filo­ res, uno filológico, el otro filosófico. Nos ayudaría a com­
sófico. Un similar empl eo d e Sexto como fuente l; istóri c a prender a varios a u to res a ntiguos como Cicerón, Plutarco
a pare e � e � las Manuductionis a d Stoicam Philosophimn, d e y San Agustín. Más importante aún, e l estu d i o nos haría
Justo LipsiO. Aquí, al an alizar la d ivisión de los filósofos
'" Juste Lipse, Manuduc tionis ad Stoicam Philosoph iam Librí Tres (Amberes ,
:: 1 604), Lib. II, disert, I l l y I V, pp. 69-76. Isaac Casaubon también se val ió d e Sexto
Bruno, Cabala del Cava/lo Pegaseo, en Opere Ita/iane·. I I , p p . 266-7, y 270.
para o btener i n formació n fi lológica e histórica , y tuvo su propio manuscr ito
Ib1d., I I , pp. 289-91 . Esta distinción entre los dos grupos no estú de acuerdo griego que h oy se encuentra en l a Ki ng's Library. British Museum, que recibió
con el uso de Sext? Empírico ni de D i ógenes Laercio. Sexto, en P. H. I, Part. 7, Isaac Casaubon 1 559-1614, 2" ed.
equivalentes de "escéptico", "zetéti co", "efécli co", y "pirrónico";
ele su suegro, Henri Estienne, Cf. M ark Pattison.
hac � termmos
_ .
Y D wgenes,
Oxford 1892, pp. 30-1.
"" En el siglo x v r 1 1, l a o b ra de Valencia apareció en la edición Durand de las
- en I part. 16. usa "eféclico" p ara referirse a lo opuesto d e "dogmú­
trco", abarcando tanto a pirrónicos c u a n to a académicos.
'" Bruno, <: abala, II, p. 291 Y l as notas 4 y 6 de Gentile. El pasaje al que nos
Academiques, Les Académiques ou des Moyens de JugeT du Vrai;
de Cicerón, como
hemos r: fendo :; n l a nota 6 es P. ouvrage ¡misé dans les sources; Pie?Te Valence,
par véase por ejemplo, la edición
H. I I I, caps. 27-29, párrafos 252-256, especial­
mente pa rra fo 2u2, q ue aparecen trad uci dos casi li teralme nte.
Académiques,
d e 1 796, de París d e las de Cicerón, donde el l ibro de Valencia
Bi­
"" Mars i l i o Ca�nati. Vero nensis Doctoris Medici et Philosophi. consti tuye las pp. 327-464. El li bro también fue reducido y comentad o en la
Variamm Ob­ bliotlleque Britannique,
� �
X V I I I , oct.-d ic. 174 1 , pp. 60-146.
seroat¡ nu ¡ L1bn Quatuor, Roma 1587, Lib. I II , cap. vr. "De Sexto. quem empiri­ Academi ca sive De Iudicio ergu t>erum, Ex ipsis
'" Petrus Valentía (Valenci a), ·
cum a l r q u r vocant", pp. 203-6.
'
"' Este i rritante pro blema aparece por tod a la literatura acerca de Sexto, ¡n'imisfrontibus, Am beres, 1 596.
.
d.esde el srglo X I' ! hasta el siglo X \' l l l. Cagnati, con razón, distingue a Sexto Empí­
'"' !bid.,
p. 27.
rico de Sexto de Queronea, sobrino de Plutarco.
'"' Ibid.,p. 1 23. La discusión del p irronismo está en las pp. 27-33.
74 EL RESUHGI!\I IENTO DEL ESCEPTICISMO G HIEGO EL HESU HGIMIE NTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 75

percatarnos de que los filósofos griegos no encontraron la S ú n c h cz nació e n 1 552, en Tuy o en Braga, d e padres
verdad. Quienes la buscaran debían d ej a r a los filósofos y judí os co nvertid os al c ristiani smo. De. b � do a los d ist ��bios
volverse hacia Dios, pues Cristo es el único sabio.11 ¡ Por de la é poca, tanto p o l íticos como re hgwsos , l a fam i l i a se
tanto, no a causa de los argume ntos escépticos, sino por el traslad ó a Franc i a , a Burd e o s . El joven Franci sco Sánch ez
e studio de la historia del escepticismo, el lector, presu­ e s t u d i ó en el Col lege d e Guye n ne , luego viaj ó por Italia
m i ble me nte, d e bía desc u brir el m e n saj e fid eísta: q ue la durant e u n tiempo y fin a l mente re c i b i ó sus grados en
verd a d sólo se encuentra por la fe, no por la razón. Montp ellier. Llegó a ser profes or de filosofí a Y d e medi­
En el bando más filosófico aparecieron dos presenta­ cina e n Toulou se, d o n d e tuvo gran éxito y llegó a ser fa-
ciones serias -u na de ellas escrita por Sánc hez- y la otra moso. 1 ""
por Montaigne del p unto de vista escéptico, unos vei nte Su obra Quod n11úl scitu1· fue e scrita e n 1 576 Y public ada
años d espués de la primera i mpresión de Sexto. Antes de en 1581. Este libro d i fiere rad i c a lmente de las o bras a n te­
examinar las opiniones de Montaigne, q u e será n el tema riorme nte c o n sidera d a s en este mismo capítu lo, ya q u e es
del capítulo próximo, d eseo concluir esta revisión del es­ una o b ra fi losó fica por derech o propio ; en ella desarrolla
cepticismo del siglo XVI con un análisis de la obra de Sán­ Súnch ez su escep tic ismo por med io de una crítica inte lec­
c hez. tual del aristot elismo , y no recurriendo a la h i storia de la
El ú n ico escé ptico del siglo X V I , aparte de Montaigne estupi dez h u m a n a y la varie� ad y oposic iói� d � t � orías an­
q ue h a alcanzado cierto reconocimiento como pensador teri ores. Sánch ez e m pieza afirma ndo que m s i q U i era s abe
fue el doctor portugué s Fra n c isco Sánchez (o S a nc hes), si sabe n a d a. 1 01 Luego proced e, paso a paso , a analiz ar el
1 552- 1623, q u ién pro fesó e n To ulouse. Su Q u od nihil sci­ conce pto aristo télico del conoc imien to, para mostr ar por
tur "H ha sido obj eto d e muchos elogios y de dete n i d o s exá­ qué ocurre así.
menes. Sobre su base el gran pirrónico, Pierre Bayle, e n
u n momento de exageración, d ij o q u e S á n c he z era " un puede ser la fuente de l a s observa c iones d e H ume en A Trcatise of Human Na-
! u n� Selby-Big ge ed., p. 1 1 4, Libro I, Part. I I I . sec. IX.
gran p irrónico". HH . . . .
Y Pe­
'"" Para detalles biográfi cos, \'éase el " Prólogo " d e Marce l l n o Menend ez
?
Quod ni/¡il scitu.1·, Que Na _a Se Sabe.
el ma �e­
layo, pp. 7-9 a la traducc ión espaüol a de
''' /bid., pp. 123-124. "Verum enimueró i l l ud interim his admonem ur, Graecos Colección Camino de Santi ago no. 9, Buenos Aires, 1 944. Vease tamb1e n
111 -
h u manumque ingenium omne sapientiam q uaerere sibique & aliis promi ttere, ri al introdu ctorio de Carval h o en su edición de laOpera P/¡i/osop/¡ica, donde
qua m tamen nec i n venire nec praestare unquam posse. Qui igitur vera sapientia ser 1 551. Tambié n present a buena ca ntl­
dica q u e la feeha de nnc i m ie n to puede
ind igere se mecu m sentiet, postulet non a b h u i usmod i ph i l osop h i a ; sed a Deo, clad de informa ción b iográfic a a l extrai1o li bro de John Owen, Tlle Skept1cs oft/¡e
:� 111'
q u i d at o m ni bus uffluenter & non i mpropera!. Quod si quis Lon d res, 1 893, ca p. 1 \', a s í c o m o E m i l i en Senche t : �
'

. videtur sapiens esse Frcnc/1 RcHclissw¡ce. ssm la i


in hoc see tllo, fiat stultus, ut sit sa piens: Abscon d i t enim Deus verum sapientiam 111<'r 1wde ele Fmncisco Scmche:. París, 1 904, pp. 1-XXXIX . La colecc1o n mas ex­ �1
a falsae sap ientiae amatoribus, revelat veró paruulis. !psi soli sapienti per Ie­ tensa de datos acerca de S á nchez se encuent ra en las cajas ele papeles de He�ry
Cícero Scepti­ Caz ac, localiza das en la bibliote ca del I nst itut Catholi que d e Toulou �se. A.l l l
s u m Christum gloria. Amen". Acerca de Valencia, véase Schmitt, se
cus. pp. 74-76. enc uentran muchas claves b i ográfica s. y sugestio nes acerca de l a ev1denc ta es­
'" Francisco Sanches, Quod Nil1il Scitur en Sanches, Opera Philosopllica, edi­ c(•ptica entre Jos nuevos cristian os portugu eses en el Collége de Guyenn e q ue
aea so afectara n t anto a Sánche z como a Montaig ne. Los docu mentos de Cazac
ind ican que muchos profeso res y estud iantes del Collége de Guyenn c er? n nue­
tada por Joaquim De Carvalho, Coim bra, 1 955. En la l i teratura al respecto, el

vos crist i a nos portugu eses. y que allí se conside raban muchas ideas radical es Y
apellido del autor es d ado tanto en la forma port uguesa, Sanches, c ua n to en la
forma española, Sánchez. Al parecer, nació en Portugal de padres j u d íos espa­
iioles que era n conversos. Pasó en Fra nc i a la mayor parte de su vida, donde su escépt icas. . .
nom bre se escri bía Sanchez. Asi mismo. sobre Súnchez, véase Carlos Mellizo, "La Preoccup acwn Pedagog1 ca
"" Bayle, Dictionaire, art. "Sane hez, Fran<;ois". Todo el q u e lea hasta aquí en el de Franc i sco Sanche z", en Cuadel'nos Salman tinos de Filosofía. 11, 1 975, pp.
D ic cionario de Bayle también d e be leer e l siguiente artículo sobre Thomas 217-229.
Sanchez, Jésuite Espagnol, antes d e devolver e l l i bro a Jos estantes. Éste es uno ' "' Sanche s, Q1wd Ni/¡i/ Scitur, ed. de Carva lho, pp. 4-5. U n extenso resume n
de los artículos más sorprendentes d e todo e l Diccionario. E l fi n d e l a Rem., C. con c itas del latín aparece en Strowski, Montaigne. pp. 1 36-44.
EL HES UHGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO G H IEGO 77
76 EL HESUHGIJ\1 IENTO DEL ESCEPTI CISMO G HIEGO

Cada � i � n.c ia comi � nza con d e fi n iciones, pero , ¿ q u é es es un s i logismo que pro d u c e c iencia. Pero este maravi­
una d e fuu c w_ n ? ¿Indica la naturaleza d e un o bjeto? No. lloso méto d o del s i logismo incluye un círculo vicioso, en
Tod a s las definicio nes sólo son nominales. Las d efinicio­ lugar d e e ngendrar a lguna info rmación nueva. Para d e­
nes no son más que nom bres arbi trariamente impuestos a las mostrar q ue Sócrates es m o rtal, argüimos q ue tod o s los
cosas de man era c a pri c h o s a , s i n ninguna rel a c i ó n c on hombres son mo rtales y Sócrates es ho mbre ; sin embargo,
las eosas nom bradas. Los nombres no dejan d e eambi ar, las premisas está n sacadas d e l a conclusión: se necesita el
por lo que euando ereemos estar dieiendo algo aeerea de particular, Sócrates, para tener un concepto del ho mbre y
la natu raleza de las eosas mediante eombinaeiones d e pa­ d e l a m o rta l i d a d . La c o n c l us i ó n e s m á s c l a ra q u e l a
la bras y cl e fi n i eiones, sólo estamos enga i'i ándonos a noso­ prueba. Asi m i smo, el métod o silogísti co es tal que, par­
tros mi smos. Y si los nombres asignados a un o bj eto eomo tien d o d e las premi sas c orre ctas, puede probarse todo. Es
un hombre, eomo "animal raeional", sign i fiean todos lo un medio inúti l y artifi c i a l q ue no tiene nada que ver con
mismo, entonces son superfl uos y no ayudan a expl i car la a d q u i s i c i ó n d e c o no c i m i e nto. 1 11 '1
lo q u e es su o bj eto . Por otra parte, si los nombres signifi­ S ú n c h e z c o n c l uyó q u e l a c i e n c i a no p o d í a ser c e rti­
can algo d i stinto del obj eto, entonces no son los nom bres dum bre a d q u i ri d a por d e fi n i ci ones, ni ta mpoco podía ser
cl el o bj et0. 1 0� Mediante tal análi sis, Sánc hez e l a boró un el e s t u d i o de las c a u s a s , p u e s si e l verd a d e ro c o n o c i ­
profundo nominalismo. m i e n t o c o n s i ste e n c o n o c e r u n a c o s a p o r s u s c a u s a s ,
De considerar las d efi n i c i on es, Sánchez pasa a exami­ n u n c a llegaríamos a conocer nada. L a búsqueda d e sus
nar la noción aristotélica de ciencia. Aristóteles d e fi n e l a causas seguiría a.d infinitwn c onforme estu d i áramos la
cien c i a como "d ispos ición adq uirida mediante demostra­ causa d e la causa y así interminable mente. 1 115
ción". Pero, ¿ q ué sign i fi ca esto ? Esto es explicar lo oscuro En el lugar de lo q u e c o n s i d era ba c o m o fals as nociones
por lo más oscuro. Los particul ares que se tratan d e ex­ ele ciencia, S á n c h e z propuso q ue la verd adera cie ncia e ra
plicar por esta ciencia son más cl aros q u e las ideas abs­ el conocim i ento pe rfecto d e una cosa ( sciENTIA EST HEI PEH­
tractas q ue, sup uestamente, deben aclararlos. El parti cu­ FECTA coGN I T I O) . E s t a n o c i ó n , i n s iste, es perfecta m e n t e
lar Sócrates, se entiende mej or q ue algo llamado "animal clara. El conocimie nto gen uino consiste en l a aprehensión
ra cional". En lugar d e tratar de los verd aderos particula­ inmed iata e in tuitiva ele to das las verdaderas cual i d a des
res, estos llamados hombres d e ciencia d i s c uten y arguyen de un o bjeto. Así pues. la c iencia tratará de particulares,
acerca de un gra n número de nociones abstractas y fic c i o­ cada uno d e los cuales habrá de entenderse por separado.
nes. " ¿ Llamáis ciencia a esto ?", pregunta Sánchez, y l uego Las genera l izaciones están más allá de este n ivel de cer­
responde: "Yo lo llamo ignoran cia." 1 11a tidu mbre c i e ntífi c a , e i ntro d ucen a bstracciones, q u i me­
Luego pasa a atacar. el método de la ciencia ari stoté­ ra s. etc. El c o n o c i m iento c i e ntífi co d e Sánchez consistirá ,
lica, la demostración. Supuestamente, una de mostración en su fo rma perfecta, en la ap re hensión experiencia! d e
cada parti cular e n sí mismo y p o r s í mismo. 1 1 1 n
' "' S a n c h e s. Q u od Nih il Sci t u T. p p . 4-5. Vt>ase t a m b i é n Oll'en. op . c i t . . pp. Pero. ha biéndonos puesto a dudar de q u e algo pueda
630-631 . Strowsld afi rmó q ue su d ist·usión d e los nom bres es la fue n te d e las conocerse por el método ari stotélico, Sánchez analiza en­
ideas. u n tanto extrmi as. d e llle rsenne. �obre e l tema. e n La
Stroll'ski. Mo1 1 t a ig11e. pp. 137-1 38. no. l. En su obra Pascal ct son t c 1 11ps. Vol. 1. París
\'crit é des Sciences. tonces su propia teo ría de l a ciencia y muestra q ue, estríe-
1907, pp. 212-213, no. l. Stroll'ski afirmó que Sú nchez era el escéptko en q u ien
Merse n n e ha bía estado pensando en su obra. Que esto no es cierto se mostraril ' " ' / b i d. . pp. 6-9.
en el anil l i sis ele Mersen n e en u n ca pítulo posteri or. , ,., / bid. . pp. 1 3·1 ·
""' San c h es. Q u od N i h il Sci t llT, pp. 5-6. ""; /bid . . pp. 1 5 - 1 7.
78 EL RESURG IM IENTO DEL ESCEPT ICISMO GRIEGO
EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 79
tamen te h a bland o, los seres huma nos son i n c apace s de
a l c anzar la certid umbre . La cienc ia d e los o bj etos conoc i­ su afirmación de q u e nihil scitur es pl anteada sobre moti­
dos uno por uno no puede lograrse, e n p arte por la n atura­ vos filosóficos, sobre un rec h a zo del a ri stote l i � mo,. Y s obre
leza de los o bj etos y en p a rte por l a n atural eza del hom un análisis e p i stemológico d e cómo son el o bJ eto d e l co­
­ nocimiento y el conocedo r. E n términos generales, l a. c ?_n ­
bre. Tod as las cosas están relac ionad as entre sí, y no se
les pued e conoc er indiv idua lment e. Hay un núme ro ili clusión totalmente n egativa d e Sánche � n o es I � J? OSicwn
tado de cosas , tod a s d i stinta s, d e modo q u e no es posi ble
m i­ del escepti cismo p i rrónico, l a suspens1 ?_ n de J_ �1c1o s obre
conoc erlas a todas . Y, peor a ú n , l a s cosas c a m b i a n , de si algo puede conocerse, sino, en cambio, el mas maduro
modo que n unca se encue ntran en un estad o final o com­ dogmati smo negativo de los académicos. Plantea u n a teo­
ría de la n aturaleza d e l verdadero conocimie.n t? , Y l uego
muestra que no es p o s i ble alca nzar tal conocimiento. �os
pleto para que se les p u e d a conoc er en realid ad. 1 0 7
D e l l a d o huma no, S á n c h e z d e d i c ó m u c h o tiemp o a pre­
senta r las d i ficultades q u e impid en al h o mbre o btene r pirrónicos, con s u m á s rad i cal esc � pt.icismo,. n o p o d 1 an
verd ad e ro c o n o c i m i e nt o . N u e stras i d e a s d e p e n d e n
el aceptar l a teoría positiva d e l conocimiento m l a conclu­
de sión d efin itiva de q u e nihil scitur. 1 1 0
n u estros sentid os, que sólo perc i be n los aspec tos super
fi­ Aunque Quod nihil scitur parece pre sent � r u n a V I SlOn
semej ante a l a que s e ha a tribuido a Arces1 � ao Y a Car­
ciale s de las cosas , los accid entes , y n u n c a las susta ncias
.
Por su forma ción médi c a , S á n chez tamb ién pudo mostr
c u á n poco d igna de confia nza es n uestr a experiencia sen­
ar né a d e s l 1 1 s e g ú n C i c e ró n y D i ógen e s Laerc w , S a_ n c hez
sori a , cómo camb ia al altera rse nuestro estad o de salud , también parece d e b e r algo a Sexto Emp.írico, al q u e no
etc. Las mucha s imper feccio nes y l imitac iones que Dios men cio n a e n su o bra. Carvalho ha s ugendo q u e tanto el
consid eró a propia do poner nos impid en a n uestro s senti­ estilo como algunos d e los argumentos se derivan d e la
dos y a n uestro s otros podere s y fac ultade s alcanz ar nunca traducción de Sexto hecha por Estienne . 1 1 2 Y e n u n estu­
el verda dero conoc imien to. 1 0H dio de Sánchez se llega hasta considerarlo como sucesor d e
La concl u sión de todo e sto, s egún S á n c h ez, es que no es Sexto . 1 1 a

posibl e llegar al único verd a d e ro conoc imien to cientí fico El experimenta l i smo prop ugnado por Sánchez ha s1do
sign ifi cativo . Todo lo q ue el hombr e puede alcanz ar es el cons i derado por algunos como prueba de q u e n o e ra u n
conoc imien to l imitad o e i m perfec to d e algun as cosas q u e verdadero escéptico, sino u n empírico q u e a brí a n uevos
s e p resen tan a su experi e n c i a , p o r m e d i o de o bserv ación y terrenos, allanando el camino a Francis Bacon. Según e � ta
j u icio. Por desgr acia, pocos h ombre s d e cienc ia h a cen uso inte rpretación, S á n chez sólo aplica los argumentos escep-
de la experiencia , y pocos h o mbres s a b e n cómo j u zgar. 1 0!1
Sánch ez es más i ntere sante q ue n ingun o de los demá " " Cf. Joseph Moreau, " Do utE> et Savoir hez Francisco Sanchez, en �o � ugie­
e
s sisch e Forsclw.ngen des Gorresgesell.sc:haft. Erste Rei he, Aufsdtze zur Portugteszschen
escépt icos del siglo XVI, s a l vo Monta igne, ya q u e las ra zo­
l<.ulw
1
rg�schichte, I, Band, 1960, pp. 24-50.
nes de sus d u d as no son ni l a s antiin telect uales, como al­ 11
Es interesante q ue e n u n a c arta de Sánchez al matematlco, c l �v 1 us, q.ue
. . .
gun as de las de Agrip pa, ni la sospe c h a de q u e el conoc i­ trata del -nroblema de encontrar la verdad en la física Y las matemat1cas, . �an­
mient o es i nalcan zable tan sólo porq u e h asta ahora los chez fi rm ara el d oc u me nto "Carneades philosophus". Cf. J . ! �arte, "Francis�o
Sunchez el Esceptico d isfrazado de e arnea d es en d I' scusión epistolar con Chns-
· · · ·

XXI, 1940, pp. 413-451. El texto d e esta carta a p a i.e ce


homb res cultos no se han p u esto de acuer do. Antes bien,
tó bal Clavio", Gregorianum,
en la edición de Carvalho d e Sánchez, pp. 146-153.
SS.
!bid., p p . 17 Opera Plzilosophica,
1
1 1" "' Carvalho i ntroducción a Sanches, pp. LVII-LIX. . .
F 1te-, pp 1 3 72-96. La ultima
'

. SS.
· ·
1 1"
!bid . pp. •23 Senchet, Essm sur la méthode de ranczsco Sanc
·
'

seeción compara e l material de Sexto con e l de Sánchez Y afirma q u e Sanchez


Ll • · • •

.
. .
""' !bid . pp. 47-53.
empl e ó y desarrolló u n a buena parte de aquél.
80 EL RESURGI:\l iENTO D E L ESCEPTICIS!\IO GRIEGO EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 81
ticos con el propósito de oponerse a los d ogmáticos aristo­ ti cismo, de fi nales del siglo xvm Staudlin, n o le impre­
télicos por entonces en boga, así como Descartes d espués s i o n ó S á nchez como p articul armente interes ante. 1 1 H Tal
emplearía el método de l a d ud a. Habiendo d e struido al parece que sólo en los últimos cien años h a llegado a ser
en emigo, pudo desarrollar u n a n ueva concepción del co­ considerado como "uno de los pensadores más agudos y
nocimiento, la ciencia e mp íric a q ue, segú n d i cen estos in­ ava nzados del siglo xv u", 1 1 11 o aun superior a Montaigne
té rpretes, habría aparecido e n sus o bras s ubsigui entes. 1 J .l porqu e , " S á nchez fu e el ú n i c o escéptico q u e al mismo
Sin e m bargo, yo pienso q u e el análisis del conoci miento tiempo fue un pensador positivo", y que, como resultad o,
del propio Sánchez arroj a d udas s obre esta evaluación. A puede presentarse como precursor de Descartes. 1 2 0
d i ferencia de Bacon y d e Descartes, y d e qui en es pensa­ B i e n puede ser q u e la fo rmulación d e l pro blema es­
ron co ntar con un medio d e rechazar el ataque escéptico, cépti c o dado por S á nchez esté más cerca del idioma mo­
Sánchez lo aceptó como d eci sivo y luego, nó para respon­ derno que ninguna de las de sus contemporá neos, incl uso
derle, sino de ac uerdo con él, ofreció su program a posi­ la de Montaigne, y en s u visión de cómo se d es arrolló la
tivo. Este progra ma po sitivo fu e o frecido n o como medio filosofía se le pueda leer como un precursor de Bacon o
de a l c a n zar el verd a d ero c o n o c i m i e n t o , sino como el d e Descartes. En realidad, una reciente tra d ucción al in­
único sustituto que q ue d a ba , porq u e nihil scitu1', de ma­ glés, aún inéd ita, que yo he visto, del Quod Nihil ScituT de
nera un tanto similar a como Mersene, más adelante, h a­ Sánchez, puede leerse casi como un texto de filosofía ana­
bía d e desarrollar su " escepticismo constructivo". 1 1 5 lítica escrito en el siglo xx.
En cu anto a influencia, S á n c hez no parece h a ber go­ En el resurgimiento del escepti cismo gri ego en el siglo
zado d e gra n prestigio en s u época. Más avanzado el siglo XVI, el pensador que más a bsorbió la nueva influenci a de
xvii a pareciero n en A le m a n i a d o s refuta c io n e s . 1 J n Pero Sexto E mpírico y que aplicó este materi al a los problemas
Montaigne pro bablemente no conoció el Quod nihil scituT, intelectu ales de su época fue Michel de Montaigne. S u pi­
n i su a utor conoció los Essais. 1 1 7 Al histori ador d e l escep- rroni smo ayudó a cre ar la cTise pyrrhonienne de comienzos
del s iglo X V I I . En el próximo capítulo mostra remos que, a
" 1 Cf. Owen. op. cit. pp. 640-641 , el
. DictionnaiTe des Sciences philosopiliques,
ed. travé s d e Montaigne, el escepticismo re nace ntista llegó
Ad. Franck, 2'' ed ., París. 1875, art. Sanchez ( Fra nc;ois), pp. 1524-1525; A. Coral­
n i k. "Zur Gesrhichte der Skepsis. l . Franciscus Sanchez". ATchiv ftiT Geschicllte a ser dec isivo para la formación de la fi losofía modern a,
der Philosophic. lo clasifica (a Sónehez) como p i rrónico. Strowski, Montaigne,
pp. contra l a opinión q u e sostiene q ue sólo fue un momento
1 36 y 143-5; y Senchet, op. cit
. pp. 89-146.
. de transición en la h istoria del pens amiento.
" '' Acerca del papel de Sónchez en el d esarrol lo d e l "escept icismo construc­
t i vo", véase Popkin, prefacio a The Problem of CeTtaint¡¡ in English Tlwugltt,
de H.
Van Leeuwen. 1630-80, La Haya, 1963; crítica de Opem Philosophica,
d e Sanchez,
enRenaissancc News. X. 1957, pp'. 206-8: y críticas de las Dissertal ions en forme de
pamdoxe, Isis. LII I de Gasse ndi, 1962, p. 414. Hay u n interesante estu d i o del pa­ negativa. V i l ley aquí, y Strowski en Montaigne, p. 145, indican que es muy posi­
pel del escepticismo, tanto de Ped ro Valenc i a como de Franc isco Sánchez en ble que Sánchez y Monlaigne estuviesen emparentados por el lado de la madre
Marce l i n o Menéndez y Pelayo, Ensayos de CTitica Filos6,{1ca,
Madrid, 1918, Vol. I X de Monta ignr:. (Después d e i nspeccionar los datos en los documentos de Cazac,
de sus Obms Completas, en e l capítulo i n t i tu l ado "De los orígenes d e l Criticismo no concluyo yo que Sánchez y Monta igne fueran pri mos lejanos, ya que entre las
y del Escepticismo y especialmente d e los precu rsores espaJi oles d e Kant", pp. fa m i l i a s Sánchez y López h u bo muchos matrimonios. Ambas fam i lias eran des­
1 19-221 . ta cadas en Espmi a antes del establec i m i ento de la Inquisición y la expulsión de
Quod aliquid scituT,
" '; U l rich Wild, Lei pz ig, 1664; y Daniel llartnack, Sane/tez los j u d íos, y partic i paron en u n a conj u ración para malar a un jefe de la I n q u isi­
Alic¡uid Sciens. Stettin, 1665. Lei b n i z t a m bi é n se inte resó a parentemente por ci ón.)
1 1 ' Las posibles conex iones entre Sónchez y l\1ontaigne son exam i n ad as e n Vi­
Sánchez en esta época. Geschichte des Skepticismus,
" " Sta u d l i n , I I , pp. 53-57.
op. cit., p. 640.
&
" Owen,
"

l ley,Solll'ces Evolution. I I , pp. 166-69, hasta llegar a u n a conclusión bastante "" Coral ni k,op. cit., pp. 193 y 195.
. ,.

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M ICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRIION IENS" 83

caprichosas corrientes rel igiosas y teológicas de su época;


pasó mucho tiempo conversando con figuras como Pierre
III. MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX
B u n e l ; estudió l o s e scritos d e Raymo n d S e bond en s u
PYRRHONIENS" bú s q ueda del entend imiento y l a paz rel igiosa. E l j oven
Mo ntaigne fu e, como su padre , católi co, pero estuvo pro­
MICHEL de Montaigne fue l a figura más importante del re­ fu n d a m e n te i ntere s a d o en l a s d ivers a s c o rrientes d e l
surgimiento d e l escepti c ismo antiguo en el s iglo XVI. No pensami ento de la Reforma y la Contra rrefo rma. A i n s­
sólo fue el m ej o r pensador y escritor de quienes se intere­ tancias d e su padre , tradujo la obra de Sebond sobre teo­
·¡
saron en l as ideas d e los académicos y p irró n i c os , s i n o logía n atural, q ue era mira d a con malos ojos. Po r s us pro­
q u e también fue el q u e s i n t i ó más profu n damente la re- pios intereses l legó a conocer íntima mente a figuras tales ·
/Í percusión de la teoría pirrónica d e l a d ud a compl eta, y s u como el j e fe d e los protestantes, Enri q u e de Nava rra , y el l \
' ; , aplicación a l o s d ebates religiosos d e s u é p o c a . Montaigne gra n contrarreform a d or j esuita Juan Maldonado. E n s u s ¡,
fue s i m ultá neamente un hijo del Renacimiento y de la Re­ viaj e s , Monta igne a m e n u d o se detuvo a convers a r c o n
forma . Fue un h umani sta h asta la médula de los huesos, partid arios d e vari a s religiones, y mostró un ávido interé s
con un va sto interés y preocupación e n las ideas y valores p o r s u s o p iniones y prácticas. 2
Muchas facetas de Montaigne se encuentran en su e n- 1 1
de Grecia y de Roma y s u aplicación a las vidas d e los
hombres del mundo d e la Francia d el siglo XVI, q u e tan sayo más extenso y filosófico, la Apologie de Raimond Se- 6 ·¡1 <
rá pid amente estaba cambiando. Fue sensible, como q uizá bond, ese asom broso producto de su propia personal crise
n inguno de sus conte mporá neos, al sign i fi cad o vital del pyrrhonienne. A u n q u e , como l o h a mostrado Frame, el p i­
redescubrimiento y l a expl o ración d e la "gloria q u e fue rronismo d e Montaigne es, a l mismo tiempo, anterior y
Grecia y la grandeza q u e fue Roma", así como a l descu­ poste rior a este ensayo,:� s irve como foco lógico d e n uestra
brimiento y l a exploración d el N uevo Mun d o. En estos d o s ate n c ión. Vil ley, en su estu d io de las fuentes y del d esa­
_ mundos recién descubiertos perc i bió Montaigne l a relati­ rrollo de los Essais de Montaigne, ha mostra d o q u e u n a
r vi dad de las realizaciones intelectuales , culturales y so­ gran p a rte d e la Apologie fue escrita en 1575-1576, c u a n d o
¡ ciales del hombre, relatividad que h a b í a de socavar todo Mo ntaigne, al estu d i a r los escritos de Sexto Empírico, e s- ,
1 el concepto d e l a naturaleza del h o mb re y su l ugar en el taba experimenta n d o el trauma extremo d e ver d isolverse l
' cosmos moral. todo su m u n d o intelectual e n la duda más completa:' Le- t \
..... mas y frases de Sexto ap arecen en elementos de su estu-
La vida personal de Montaigne fue un microcosmo d e l
macrocosmo religioso d e s u é poca, pues procedía de una dio, de modo que pudo meditar en ellos mie ntras com­
fam i l i a dividida por el c o n fl i cto religioso. S u p a d re era p o n í a s u Apo logie . F u e d u ra nte e s t e p e r i o d o c u a n d o +--­
católico, y s u ma dre e ra una judía recién cristianiza d a . ' adoptó· su lema, ¿Que sais-je?
El p adre de Montaigne fue u n h o m bre interesado en l a s La Apologie se desenvuelve en el inimitable estilo zig-
' Véase Michel de Montaigne, Jollnwl de Voyage, editado por Louis Lau trey, 2"
Montaigne, edición, París, 1 909.
' Donald 111 . Fra me,
' Donald Frame, e n s u rec iente biografía, Nueva York, 1 965, d ice
Montaigne's Discover¡¡ 1\fan. Tlle Humani:ation o.f a Hu-
of
Nueva York, 1 955, caps. 111 y 1 \'.
q ue el 25'/c de sangre j u d ía (la madre de Montaigne era j udía a medi as), pro­ 1/lcm ist.
bablemente fue responsable, en cierta medida, de su profu n d a tolerancia, "su El escepticismo de los pri meros ensayos es tratado en detalle por Craig B.
actitud un tanto apa rtada , típica d e los marranos y n atural en ellos hacia la
ush .
Br Montaig11e and Ba¡¡le, Va1·iations un tl1e Tlleme uf Skepticis m,
religión, fue p rá cticada c o n t i n u a y muy c o n c i e n z u d a m e n te por M o n ta igne; La Haya, 1 966,
c-ap. 1 1 1 .
1 , pp. 2l8 y 365. y 1 1 , pp. 164· 1 65.
s u incansable c u riosidad, principal pero n o excl usi vamente intelectual, el cos­
mopoli tismo natural en un miemhro de una fam i l i a tan extensa", p. 28. SouTces et EPolulioll,
' Villey,
82
! '
. í
1
l
84 MICHEL D E MONTA I G N E Y LOS "NO U VEAUX PYRRIIONJENS" MICHEL DE MONTAIGN E Y LOS "NOUVEAUX PYRRHON I E N S" 85

¡
zaguea nte de Montaigne como una serie d e olea das d e es­ La a firmación in i c ial d el men saj e ficl e í sta es presen­
cepti c i s m o , con p a u s a s o c a s i o n a l es p a ra c o n s i d e rar y tad a de m a nera pecul iar. Con cierta ironía, Monta igne ex­
compendiar los d iversos niveles d e l a d u d a ; pero s u te ma cusa e l ra cionalismo teol ógi co de Sebond d i ci e n d o q u e
predom inante es una defensa de una n u eva forma de fi­ aun c u a n d o él, Montaigne, no es versado e n teología ' a s u
deís m o : el pirronismo catól ico. El ensayo empieza con un parecer l a religión se b a s a tan sólo en la fe q u e n os es
re lato, pro ba bleme nte i m p re c i s o , d e c ó mo Montaigne dada por la Gra c i a de Dios. Sin e m bargo , no h ay n a d a
llegó a leer y a traducir la a u d az o bra d e Sebond , teól ogo m a l o en valerse d e l a ra zón para apoyar l a fe , "pero siem­
del s iglo xv." El padre d e Montaigne h abía recibido un pre con esta reserva : no creer que es d e nosotros d e q u ie­
ejemplar de la Theologia natumlis, de Pierre Bunel, q u ien nes depende la fe , ni que nuestros esfuerzos y argumentos
dijo que le h abía salvado d e l a enfermedad del lutera­ pueden alcanzar un conocim iento tan sobrenatural y d i­
nismo, a ü adió Monta ign e, q u e " fá cilmente pod í a degen e­ vi no".11 Esto lleva a Montaigne a afi rmar con mayor fu erza
ra r en un execrable ateísmo".n Ailos después, el padre d e q ue la verd a dera religión sólo puede estar basad a en la
Monta igne encontró el libro y pidió a s u hij o q ue lo tradu­ fe , y q u e todo fun d a mento h u mano de la religión es d e ma­
j ese al francés. En btoma, Montaigne afirmó q u e el origi­ s i a d o d ébil para soportar el conocimiento d ivino. Esto, a
nal estaba en espaüol, con conclusiones en latín. Así llegó su vez, nos conduce a una d igresión sobre la debil i d ad de
a surgir la tra d ucción de Montaigne. ' l a religión el e nu estros d ías, porque s e basa en factore s i

1
En ade lante , se nos dice, algu nos el e los lectores el e Se- h u m a n os c o m o l a costum bre y la u b i ca c i ó n geográ fi c a .
bond, especialmente las cl a mas, necesitaron ci erta ayud a " � o mos cri stianos por la misma ra zón q u e somos perigor­
para co mprender y aceptar e l mensaje d e l a o bra : que to­ d 1 an os o alemanes." 1 0 Pero si tuviésemos la verdad era luz
dos los artículos de la rel igión cristiana pueden probarse el e l a fe , entonces los medios h u manos, como los argumen­
por l a razón natural. Se h a n p l a n te a d o dos c o nj u ntos tos d e Sebond, podrían sernos útiles. Así, para "defend er"
principales de obj eciones: uno, q ue l a religión cristiana la t0.sis d e Sebond según la cual las verd a d e s de fe pueden
debe bas arse en la fe y no e n l a razón; y el otro, que las demostra rse ra cionalmente, Montaign e e m p i eza por hacer
razones de Sebond n o eran n i muy cl aras ni muy buenas. el e l a pura fe la piedra angular de la religión; l uego con­
El pri mer punto permite a Montaigne d esenvolver s u tema cede a l os esfuerzos ele Sebond una catego ría de segunda
fideísta, y e l segundo, s u escepti c i smo. Primero afirma clase como a uxiliare s , después, pero no antes, de la acep­
"defender" a Sebond exponiendo una teoría del cristia­ ta ción d e Dios.
n i s m o b a s a d a e x c l u s i v a m e n te en l a fe ; d e s p u é s , mos­ Para respond er al segundo cargo . que lo s argum entos
trando, a la manera d e Pirrón, que, como todo razona­ de S c bond son tan endebles que es fá cil superarlos, Mon­
.
miento es defectuoso, no d ebe cens ura rse a Sebond por taigne ofre ce tod a una variedad d e argumentos escépti­
sus errores. H cos.

·'Véase la edición de .Jacob Ze i t l i n d eTite Essays of Miclwl de Monraiune. E l m e d i o q u e e m p l e o p a ra c o ntener e ste· fre n e s í , y q u e me
N ueva York 1935, Vol. II, pp. 481-87, espec ia lmente p. 485, para una d i scusión de p a re c e el m á s a p r o p i a d o , c o n s i ste en a p l a st a r y p i so t e a r l a
este tema. En la Escuela de Me dicina de la U n i vers i dad de To ulousse ocupan a rroga n c i a y e l orgu l l o h u m a n o s ; h a cerles sentir l a i n a n i d a d ,
lugares de honor los retratos de Sanchez y Sebond. Se bond d io cú ted ra en Tou­ l a vanidad y l a n a d a d e l h o m b re ; a rra n c a r l e d e l a s m a n o s l a s
lousse, y proba blemente. como Sanc hez, era un nuevo crist i a no i bero. m i n ú s c u l a s a rm a s d e su ra z ó n ; h a ce rl e i n c l i n a r l a c a b e z a y
" Montaignc. "Apologie de Raimond Sebond", en Les Es.m is de Michel de Mon­
taigne, e d i tados ¡)or Pierre Villey, Tomo I I , Paris, 1 922, p. 147. " 1 /Jid . , p. 150.
; lbid.,pp. 147-8. ' lbid., p. 1 55.
"
' lbid.,pp. 148-9.
86 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHONIEN S" MICHEL D E MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHON IENS" 87

morder el polvo ante l a autoridad y reverencia d e l a majestad conte mplamos tod o el rei n o biológico y examinamos l a s
divina. Tan sólo a esto corresponden el conocimiento y la sa­ v i d a s d e l o s a n i males y d e l h o m bre, y luego las compara­
biduría; sólo esto puede tener cierto amor propio, y de allí mos con las j acta n c i as de los fi lósofo s acerca de las capa­


robamos aq uello de que nos enorgullecemos. 1 1 cidades m entales d e l h o m bre, no podemos dej ar de que­

�.
d ar, abru mados por l a "comedia de l a d emencia superior".
Para e x c u s a r l a d e bi l i d a d d e l r a zo n a m i e nt o d e S e - "L<{ peste del h o mb re es l a opinión del conocimiento . Por
bon d , Montaigne se propuso mostra r q u e el ra zonamiento ello l a ignoranc i a es tan recomendada por nuestra reli­
de nadie era siquiera un poco mej or, y q u e n a d i e puede gión, como cualidad apro p i a d a a l a fe y la o bediencia." 1 :1
alcanzar ninguna certidumbre por medios ra cionales. Hasta este punto, el ata q u e escé ptico d e Montaigne h a
Después d e ofrecer unos cuantos sentimientos antirra- sido poco más q u e e l antiintelectualismo d el Elogio d e la
cionales, tomados de S a n Pablo, Monta igne comienza ya locum, de Erasmo. Ahora se pl antea el argumento en l o s
en serio. El ho mbre piensa q u e él, sin la ayu d a de la Luz térmi nos d e la c o m para c i ó n , bastante desastrosa (para el
Divin a, puede abarcar el cosmos. Pero no es más que u n a lector) de hombres y besti as. (Todo el que lea el testimo­
vana y minúscula criatura, cuyo ego le hace creer q ue él y nio de Montaigne h asta este p unto quedará que brantado,
solo él comprende el m u nd o , que éste fue hecho y gober­ aun c u ando él n o h aya demostrado l a ineficacia de la ra­
nado pa ra su beneficio. S i n embargo, c uando comparamos zón h u m ana.) Después, el desarrol lo más filosófico de s u
al hombre con los animales, vemos que n o t i e n e fac ulta­ escepticismo seg u i rá a u n b reve panegírico de l a ignoran­
d e s m a ravi l l o s a s de q u e a q u é l l o s c a r e z c a n , y q u e s u cia, y a otra defe n s a del c ompleto fideísmo. La sabiduría,
llamada ra cionali d a d n o e s más q ue otra forma d e compor­ dice Montaigne, n unca h a dado n ingún beneficio a n a d i e ,
tamiento a n i mal. Para i l ustrar esto, Monta ign e e s c oge en tanto q u e los n o bles d e la Naturaleza, los recién d e s­
ej emplos d e Sexto Empírico, como el del perro lógico que, cubiertos residentes del Brasil, "pasan la vida en admira­
supuestamente, elaboró un silogismo d i syuntivo. N i a u n la ble simplicidad e ignora n c i a , sin letra s, sin derecho, s i n
religi ón. dice Mo nta igne, es exclusiva m ente posesión h u­ rey, sin religión d e ningu n a especie". H El mensaj e cris­
mana, sino que parece existir entre los elefantes, q u e , se­ ti ano consiste, según Monta igne, en c ultivar una ignoran­
gú n parece, oran. 1 2 cia similar, para creer excl usivamente por l a fe .
L a extensa y desmoralizadora comparación d e l h o m bre
y las besti as fue hecha éon el obj eto d e crear u n a actitud La participación q u e tenemos en el conocimiento de la ver­
escéptica h acia las preten s io nes intelectuales h umanas. dad, sea cual fuere, no h a sido adquirida por n uestros propios
Las glorias del reino animal son contrastadas con l a vani­ poderes. Dios nos h a enseñado ello con bastante claridad, por
dad, estupidez e inmora l i d a d del m u n d o h um a n o . Mon­ los testigos q u e ha escogido entre la gente común, s imple e
taigne dice que las supuestas realizaciones d e nuestra ignorante, para i nstru irnos en sus secretos admirables. Nue s­
tra fe no es adq u isición n uestra, es u n p uro don de la libe ra­
razón nos han ayudado a enco ntrar un m u n d o q u e no es lidad de otro . N o es por n u e stro raciocinio o por nuestro
mejor sin o peor q u e el de los animales. Nuestro s conoci­ entendimiento c o m o hemos reci bido n u e stra religión; es por
mientos no nos impiden ser gobernados por funciones y autoridad y mando externo. La debilidad de nuestro j u ic io
pasiones corporales. Nuestra llamada s a b i d u ría es u n a nos ayuda más e n ello q u e s u fortal eza, y nuestra ceguera,
red Y una pretensión q u e n o logra nad a para n os o tros. S i más que nuestra visión. Por mediación ele nuestra ignoran-

"' !bid., p. 2 14.


14 !bid., p. 218.

:1
1
1
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88 MICHEL DE MONTA IGNE Y LOS "NOUVEAUX PYH HIIO NIENS" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRHHONIENS" 89
c í a , mi1s q ue de n uestro conocimie nto , estamos e nterado s de mano, y tanto más apto, por ello, para aloj a r el conocimiento
ese conocimiento divino. No es de sorprender q u e nuestros d ivino e n sí mismo, aniquilando su j uicio, d ej ando así más
pod e res naturales y te rre nos no puedan concebir ese conoci­ espacio para la fe; ni incrédulo ni levantando alguna d octrina
miento sobrenatural y celestial; n o pongamos nada más q ue c ontra 1 l as observancias comunes; hu milde, o bediente, ense­
obe d iencia y sumisión . P ñable, celoso; e n e migo j u rado de la h e rej í a y, por consi­
gu iente , libre d e las opiniones vanas e i rreligiosas introduci­
En apoyo d e este compl eto fi d eísmo, Montaigne repro­ das por las falsas sectas . Es una tabla rasa p reparada para
duce el texto de las Escrituras q u e llegaría a ser el predi­ recibir del dedo de Dios las formas q u e a Él pluga gra bar
l ecto d e los nouveaux PyT·rhoniens, l a declamación d e S a n en ella . 1 7
Pa blo e n I Corintios, c a pí t u l o r , " Po rq ue e s c rito e s tá :
'Arru i n a ré l a sabid uría d e los sabios, y l a intel i gencia d e A q u e l l o s a n t i g u o s p i 1To n 1 c o s n o s ó l o h a bían d e s c u ­
los i n tel igentes an ularé. ¿ Dó n d e está el s a b i o ? ¿ Dónde el bi erto l a cu mbre d e la s a biduría h u mana, sino también,
escri b a ? ¿ Dónde el d isputador de este m u n d o ? ¿ Por ven­ como Montaigne y s us d iscípulos asegurarí a n para e l siglo
tura no atontó Dios la s a b i d u ría de este m u n d o ? ' Que, siguiente, habían a portado la mej o r d e fensa contra l a Re­
pues e n la sabid uría de Dios n o conoeió el mundo a Dios fo rma. Como el escéptico completo no tenía ideas p ositi­
por e l camino de la sabiduría, tuvo a bien Dios por l a n e­ va s, tampoco podía tener opiniones e rróneas. Y como e l
cedad de la predicación salvar a los creyentes" . pirró n i c o acepta ba l a s leyes y costum bres de s u comuni­
Sobre e s t a n o t a in spirad ora. Montaigne e d i fi c ó su se­ dad, aceptaría e l c atolicismo. Po r último, e l completo es­
gundo grupo de argumentos escépticos, q u e comprenden céptico se hallaba e n el estado ideal p ara recibir l a Reve­
una d escripción y una defensa d e l pirronismo, con una lación, si Dios así lo quería. La un ión de la Cruz de Cristo
expl icación d e su valor p ara l a religió n . El p i rro ni s m o y las d udas de Pirrón formaba la combinación perfecta 1
queda distinguido, primero , d e l dogmatismo n egativo d e l
escepticismo académico: l o s pirrónicos d u d a n y s uspen­
para apuntalar la ideología de l a Co ntra rreforma fran ­
cesa. 1
den el juicio sobre todas l as proposiciones, porque todo Mo n taigne pasa lu ego a contraponer la magn ificencia
está e n d ud a . Se oponen a c u a l q uier a severa c i ó n , y su del pirronismo con l as interminables d isputas y opiniones
oposición. de tener é xito, mu estra la ignora n c i a d e sus irrel igio sas de l o s fi lósofos dogmáticos d e la antigüedad.
adve rsarios; de no tener éxito, muestra su propia ignoran­ En todo campo d e i nvestigación i ntelectu a l , nos dice, l o s
cia. E n este estado d e cdmpl eta d uda, los pirrón icos viven f'ilósofos tienen q u e confesar, a l a postre, su ignora ncia, o
de acu erdo con la naturaleza y la costumbre. 1 n Montaigne su incapacidad de llegar a a lgu n a conclusión defi n i d a y
consi deró esta actitud como l a mej or de las real izaciones defin itiva . Hasta e n lógica, para d oj as como l a del " me nti­
h u m a n as , y al mismo tiempo, como l a más compatible con roso" socavan n uestra confianza. 1 H Peor a ú n , los propios
l a rel igión. pirrónicos se pierd e n e n e l caos de las empresas i ntelec­
tuales h umanas, pues si asevera n , como conclusión de su
No h ay nada en la invención del h ombre q u e tenga tanta ve­ estudio de las o p i n iones, que d ud a n , h a n aseverado algo
rosimi litud y utilidad. Presenta al h o mbre desnudo y vacío, Positivo, que entra en conflicto con sus d u d as. La culpa,
reconociendo su debilidad natura l , dispuesto a rec i b i r de s ugie re Montaigne, está en el carácter d e nuestro i d ioma,
arri ba algún poder externo; despoj ado d e conoci m iento hu- que es afirmativo. Lo que neces itan l o s p irrónicos es un
i
"' /bid., p . 230. ' , /bid. pp. 238-9.
'" /bid., pp. 236-7. .

'" lbid., 239-66.


90 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYR RHONIENS" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHONIENS" 91

lenguaje negativo, en el c u a l expresar s u s d u d a s , sin a fir­ c a rácter inconcluyente [ . . . ) n o desean pro fe sar abiertamen­
marlas. ' !! te la ignorancia y la i m becilidad d e la razón h umana, para no
Cuando contemplamos la triste histori a d e los esfuer­ espantar a los n i ñ o s ; pero nos l o revelan con bastante clari­
zos d e los filósofos e n todos los c ampos d e s u interés ' sólo d ad , bajo la g u i s a de un c o n o c i miento confuso e i nconse­
pode �nos conclu � r, d i ce Montaigne, que "en realidad, la fi­ cuente.24
lo s o fi a no es 1l?a � que poesía sofisticada".211 Todo lo q u e ,,

p1.esentan l o s filosofo s en sus teorías son i n venciones hu­ N u estra única b a s e para entenderno s a nosotros mis-
manas. Nadie descu bre nunca lo que en rea l i d a d sucede mos es la Reve l a c i ón de Dios, "todo lo que vemos sin l a
en 1� � aturaleza. En cambio, se aceptan algunas opini ones
l á m p a ra d e s u gra c i a s ó l o e s vani d a d y l o cura " . 2 5 S i n
d u d a , no somos m e d i d a s d e nosotros mismos, ni de n a d a
t �·ad 1 c10nales como expl icaciones d e acontecimientos va­
más.
r ws, Y se las a � epta como principio de a utorid a d , indiscu­
_ _ Ante esto, los ac adémicos tratan d e sostener que aun
tibles. S 1 al ? u1en pregunta a cerca de los principios mis­
cuando no podamos conocer la verdad acerca de noso tros
I� os, se le d 1 � e que no � e � u.ede di sc utir con la gente q u e
ni de otras cosas, sí podemos a severar q u e algunos j uicios
mega l o s pnmeros p n n c 1 p 1 os. Pero, . i nsiste Montaigne
"no puede haber primeros principios para los hombres �
son más pro b ables q u e otros. Aquí, insiste Montaigne, "la
m � n o � 9 ue l a J:? ivin idad los h aya revelado; todo lo dem á s :
posición d e los p irrónicos es más audaz y a l mismo tiempo
pnnc 1p1o, mediO y fi n no s o n más que sueüos y h u mo".2 ' má s p l a u s i b l e " . 2 6 Si p u di é s e m o s rec o n o c e r siqu i era l a
a p a riencia de la verd ad, o l a mayor pro b a bi l i d ad d e u n
En �ste y �mto, Montaigne está di spuesto a llegar al nú­ j u i c i o s o b re otro , e n t o n c e s p o d rí a m o s l l e ga r a a lg ú n
cleo fi lo� of1co del as unto: la evidencia pirrónica de q u e
acuerdo genera l a c e rc a d e cómo es, o p ro b a blemente es,
todo esta en d u d a . Quienes a firman que l a razón h umana una cosa p a rti c ul a r. Pero con cada c a m b i o d e nosotros
es capaz de c_o nocer y de e ntend er las cosas, tendrán que
mismos cambiamos n uestros j u icios, y siempre h ay d es a­
� ostl�a rnos co �no es eso posible. Si apelan a n uestra expe­ cuerd o con nosotros mismos n o con los demás. Monta igne
nenc1a, tend I�a n que mostrar qué es lo q u e experimenta­
_ apela, al estilo de los tropos de Sexto, a las infinitas va­
mos, Y, tamb1en, que en realidad experi mentamos las co­ riaciones d e j uicio, y a ü a d e su leit-motif fi deísta : "Las co­
sas q u e cre � mos experi mentar.22 Pero estos d ogmáticos n o
_ sas que nos llegan d el cielo son l as ú n i c a s q u e tienen el
pu eden d ec1rnos, po : e) em plo, q u é es el calor, o cu alq u ier
oti.a : �ahd a ? ; en que cons1ste s u verd adera n aturaleza. Y,
_ _ acento y la autori d a d de la persuasión, las únicas q ue tie­
_ vo d e todo, no pueden determinar cuál puede nen el sello de la verd a d ; no las vemos con n uestros ojo s ,
l o mas dec1s � n i l a s rec i b imos p o r n uestros propios medios." 2 7 Nuestros
ser la es � n.cia de nuestra fac ulta d ra cional. Todos los ex­ pro p i os poderes, n o s mu estra Montaigne, cambian con l a s
pertos d i s1e11ten en la m ateri a , acerc a de q u é es y d e
condiciones físicas y emoc ion a les, por lo q u e aquello q u e
dónde está. 2:1
j u zga m os cierto e n u n momento, nos parece falso o d udoso
Med iante esta variedad e inestabilidad de opiniones nos lle­ e n otro. A la luz d e esto, todo lo que podemos h a cer es
va n como de la mano, tá ci ta mente, a esta conclusión de su aceptar el conse rvadurismo p i rrónico, o sea, vivir con l a s
leyes y cost u m bres d e n uestra sociedad.
"' !bid., p p . 266-7.
'" !bid., p. 279. !bid. p p . 291-2.
" !bid., p. 285. . "' !bid., p . 302
,_, .

" !bid. , p . 286.


.

"' !bid., pp. 287-8. '" !bid., p. 314.


" !bid., p. 3 1 6.
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92 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRHHONIENS" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 93
Y puesto que no soy capaz de escoger, acepto l a elección de Pasa luego a un a specto más te órico del argumento pi-
otros y me q uedo en l a posición en que me puso D ios. De otra
manera, no podría d ej a r de rod a r incesantemente. Así, por la
/ rró n i co, l a crítica del conocimi ento sensorial, "el mayor
gracia de Dios me h e ma ntenido intacto, sin agitación ni dis­
cimi ento y prueba d e nuestra ignorancia".'1 2 Todo conoc i-­
turbio de conciencia, en las antiguas creencias d e n u estra re­ mi ento procede de los sentidos que nos d a n nuestra i n ­
ligión, en medio de tantas sectas y divis iones q u e ha produ­ formación m á s segura, c o m o " e l fuego calienta". Pero al
cido nuestro sigloY mismo ti e mpo, h ay ciertas difi cultades fund amentales en
el conocim i ento se nsori a l , que sólo pueden arroj a rn os a
Cuando contemplamos las realizaciones cientí ficas del la d u el a más completa.
ho mbre, v e m o s l a m i s m a d i vers i d a d de o p i n i o n e s , l a Pri mero, pregu nta Montaigne, ¿,tenemos todos los sen­
misma incapacidad de d e scubrir alguna verd a d . L o s a s­ t i d o s re q u e ri d o s p a ra a l c a n z a r e l verd a d e ro c o n o c i ­
trónomos ptolomeicos c re í a n q u e los c ielos gira b a n e n mi e nto ? N o podemos saberlo, y , por l o q u e sabemos, es­
torno de la Tierra, pero Cle antes o Nice tas, y ahora Co­ tamos tan lejos de perc i b i r adecuadamente la naturaleza
pérn ico, afirman que la tierra se mueve . ¿ Cómo podemos como un ci ego de ver los colores. "Hemos formado u n a
saber quién tiene raz ó n ? Y, q u izá d entro de un milen io se verdad medi ante la consulta y concurre n c i a de nuestros
planteará otra teoría q u e ven d rá a derrocar a q uéllas. 2 11 c i n co sentidos; pero qu izá n e cesitemos el acuerdo de ocho
Antes se aceptaron los pri ncipios de Aristóteles, y otras o diez sentidos, y su aportación, para perc i b i rla con certi­
teorías p a re c i e ro n s a t i s fa ct o ri a s . ¿ Po r q u é h e m o s d e du mbre y en su esencia. " '1 :1
aceptar ento nces a Aristóteles como l a última p a labra en Pero a u n si llegá semos a poseer todos los se nti dos n e­
c u estiones c i entífi c a s ? E n m e d i c i n a , P a race l s o a rguye cesarios, h abría u n a enorme d i ficultad, ya que n uestros
que q u ienes antes practi caban l a med i c i n a en rea l i d a d sentidos son engañosos e i nseguros e n su operación. Las
mata ban a l a gente; pero é l puede s e r igualme n te n ocivo. diversas ocurre n c i a s de ilusiones nos d an razón para d es­
Hasta la geometría, c i e n c i a supuesta mente segura, tiene confiar de nuestros senti dos. Los efectos de las cualidades
sus d i fi c u l t a d e s , p u e s p o d e m o s h a c e r d e m o stra c i o n e s sen sorias so bre las pasiones nos indican q u e demasiado
geométricas ( a l parecer, c o m o l as d e Zenón), q u e entran fá ci lmente somos llevados a o p i n i o nes falsas o d udosas
en conflicto con n uestra e x p eriencia.;¡() Reciente me nte, los por l a "fuerza y vivacidad" de las experienc ias sensori a­
descubrimientos efectu a d o s e n el Nuevo Mundo quebran­ les. Además, n ue stra experie n c i a sensorial y nuestra ex­
tan n uestra fe en las leye s q u e se h abían planteado acerca p e ri e n c i a o n íri c a s on ta n p a re c i d as q u e d i fí c i l me nte
del co mportam ie nto humano. p o d e m o s saber c u á l e s c u á l . :11 En segu i d a , Mo n t a i g n e ,
De aquí pas a Montaigne a explayarse sobre el tema d el presenta rá pidame nte el tradicional argu mento pirróni­
d é c i m o tropo d e Sexto, l a s v a ri a c i o n e s d e l c o m p o rta­ co. q u e nuestra experi e n c i a sensori a l difiere de la de los
m i e nto moral, legal y re l i g i o s o . Arm a d o con p r u e b a s a ni males, q u e las experi e n c i as de c a d a persona d i fi e­
acerca d e los salvaj es d e América, los casos d e la l itera­ ren en condiciones d i stintas, que nuestros sentidos d i fieren
tura antigua y las costumbres de la Europa contemporá­ entre sí y con los de otras personas, etc. Así pues, "ya no
nea, Montaigne nos i mprime el men saj e del re lativismo es un mil agro si se nos d i ce que podemos conceder q u e l a
ético.:1 1 n ieve nos parece blanca, pero que n o se nos p uede obligar
,, !bid . pp. 324-5.
.

"' !bid . p. 325. " /bid., p. 349.


"" !bid., pp. 326-7.
.

"" !bid p. 353.


"' !bid pp. 329-49.
.•

.•
" !bid., p. 361.
94 M ICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEA UX PY RRHONIEN S" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 95

a demostrar q u e así es en s u esencia y en verd a d ; y, una búsqueda de una base para el conocimiento. "Puesto q u e
vez q u e brantado este punto de partid a , todo el conoci­ los senti d os no p u e d e n d e c i d i r n u e s tra d i sputa, e stan­
miento del mundo necesariame nte se va por la borda".:! .> do ellos mismos llenos d e incertidum bre, e ntonces tiene
Vemos q ue por medio d e d iversos i nstrumentos pode­ q u e ser l a razón l a que lo h aga. No puede e stablecers e
mos d eformar nuestras experiencias sensoriales. Acaso ningun a razón sin otra razó n : y allí e stamos retroced i e n d o
nuestros sentidos ta mbién h agan esto, y l as c u al i dades h a sta l o infinito." a H
que percibimos estén impuestas a los o bj etos, e n l ugar de Así pues, podemos concluir que nuestras ideas se deri­
estar realmente en ellos. Nuestros d iversos estados de sa­ van de nuestra experiencia s ensorial. Nuestra experien­
lud, s u eii.o, vigilia, etc . , parecen c o n d i c io n ar nuestras ex­ cia se nsorial no nos muestra q ué son los o bj etos, sino tan
periencias, por lo q u e no tenemos manera de saber q u é sólo lo que nos parecen. J uzgar los o bj etos por n uestras
conj u nto corresponde a la verdadera naturaleza d e las co­ i d e a s re s u l t a un p ro c e d i m i e n t o s u m a m e n te d u d o s o .
sas. Nunca podremos saber s i nuestras ideas o impresiones
sensorias corresponden o no a los o bj etos reales. E s como
Ahora bien, como nuestra condición acomoda las cosas a sí tratar de saber s i un retrato de S ócrates tiene un b u e n
misma y las transforma de a c uerdo consigo misma, ya no sa­ parecido s i nunca h e m o s visto a Sócrates.
bemos qué son en realidad las cosas; pues nada nos l lega si
no e s falsificado y adulterado por nuestro s sentidos. Cuando
Estas s u cesivas o l e a d a s de argu menta c i ó n escé pti c a
el compás, la escuadra y l a regla quedan a un lado, todas las con d ucen, finalmente, a l a percatación d e que tratar d e
proporciones obt�nidas mediante ellos, todos los edificios le­ · conocer los seres reales es c o m o tratar d e a s i r e l agua.
vantados por su medida, también resultan necesariamente Tod o lo que podemos hacer en nuestro estado actual es
imperfectos y defectuosos. La i ncertidumbre de nuestros sen­ seguir adelante por este incierto mundo d e a parien c i as , a
tidos hace incierto todo lo q u e produ cen.:16 menos q u e Dios decida iluminarnos y ayudarnos. Sólo por
l a Gra c i a d e Dios y no po;r el esfuerzo humano podemos
La c rítica del conocimiento sensori a l nos c o n d uce al lograr algún contacto con l a Realidad.:w
crescendo de esta sinfo n ía de l a duda, el pro blema del cri­ En el c urso d e todo s estos vagabundeos, atravesando
terio. Si nuestra experiencia senso rial varía tanto, ¿ según tantos niveles y corrientes d e duda, Montaigne logra in­
q ué n o rmas hemos de j uzgar cuáles son las verí d i c a s ? Ne­ trod ucir la mayor parte d e los grandes argumentos epis­
cesitamos alguna base o bjetiva para j u zgar, pero, ¿ cómo te mológi c o s d e los antiguos pirró n i cos, aun c u a n d o d e
determinaremos la o bjetivid a d ? " Para j uzgar las aparien­ manera bastante poco sistemática. Salvo l a crítica de los
cias de lo que recibimos de los o bj etos, n ecesitaríamos un signos y las inferencias, prácticamente toca todos los gam­
instrumento j ud icial; p ara verificar este i nstrumento, ne­ b i to s y a n á l i s i s de S e xto E m p í ri c o . A u n q u e la mayor
cesitamos una demostra c i ó n ; p a ra veri fi c a r la d e m o s­ parte de l a Apologie trata de las loc uras de l a humanidad,
trac i ó n , u n i n strume nto : ya esta m o s e n u n c í rc u l o . " :1 7 de sus desacuerd o s y variaciones, y d e la s uperiorid a d de
Además d e este problema c ircular d e tener q u e j uzgar las b estia s sobre los hombres, la culminac i ó n del ensayo
el in strumento j uzgador por lo q u e j uzga, también h ay e n s u descubrimiento del pozo sin fondo de l a d u d a com­
una d i fic ultad que ge nerará una regresión i nfi nita e n l a pleta. El análisis d e l a experiencia sensorial, base para
tod o conocimiento q u e p o d a m o s tener, n o s co n d u ce a l
"' Ibid., p . 364.,
"" Ibid., pp. 365-66. "" Ibid., p p . 366-7.
" Ibid., p. 366. "" Ibid., p. 367.
96 MICI-IEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHON IENS" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 97
1

pro blema del criterio q ue, a s u vez, nos l l eva a u n círculo ral, con d i fe re ntes n o rmas e i d ea les. ¿Sobre q ué norma
vicioso o a una regresión infi n ita. Hasta t a l p unto q ue , fi­ pod ríamos j u zgar s i l a vis i ó n d e los nobles salvaj e s era
nal mente, nos damos c ue nta d e q u e ningun a d e n uestras mej o r o peor que l a n u estra ? E l mensaj e de q ue los méri­
opiniones tiene alguna certidumbre o base fid e d igna , y tos de tod as las opiniones h umanas son rel ativos a las cul­
q ue n uestro úni co c u rso consiste e n segu i r a los a n tiguos tura s e n que se han pro d u c id o es expres a d o por Mon­
pirrón icos y suspender tod o j u icio. Pero, j unto con este taign e como nuevo tipo de c omprensión escépti c a , que
desenvolvimiento, indirecto pero a la vez enérgico de la ha bría de tener tra scendentales e fectos aun cuatro siglos
crise pyrrhonienne, Montaigne intro d uce constantemente después.
s u tema fideísta: l a d u d a c ompleta a l nivel racion al, j unto La tercera y más importante crisis escéptica prec ipi­
a una religión basada tan sólo en la fe, y d a d a a nosotros tad a por Montaigne fue la crisis del conocimiento cientí­
no por nuestras capacidades sino exclusivame nte por l a fi co. En una época en q ue tod a la visión científica de Aris­
Gracia de Dios:1 0 tóteles estaba siendo ataca d a , l a extensión d e l as crisis
La Apologie trata l as tres fo rmas de l a crisis escé pti ca re ligiosa y human ista a l m u n d o científi co a menazó con
que h a bían de perturbar a los intelectual e s de principios d estru ir las posibil i d ades mismas d e cualqu ier ti po d e
del siglo XVII, h asta extender fin almente l a cri s i s, de la con oc imiento. L a última serie d e dudas de Montaigne, e l
teología a tod o s los demás campos d el esfuerzo h umano. nivel m á s filosófico d e los p i rrónicos, planteó tod a u n a se­
Al principio, Montaigne se extiende hablando de la crisis ri e d e pro blemas ace rca de lo fided igno del c onocimiento
teológi ca, e insiste en el pro b l e m a de la regl a d e fe . Por sensorial, la verd ad d e los primeros principios, la norma
nuestra incapacidad ra cional para descubrir o j ustificar del conocimiento racional, n u estra incapacidad de cono­
una norma de conocimiento religioso, nos o frece e l esce p­ cer a lgo aparte de las aparienci as, y n uestra falta de tod a
ticismo total como " d e fensa" de l a regla de fe cató l i c a . evid e n c i a cierta de l a existen c i a o naturaleza d e l mundo
Como n o podemos s a b e r por m e d i o s rac i o n a l e s c u á l re a l . Estos problemas, seriamente considerados, socava­
norma es l a verdadera, n o s q u e d a mo s , por tanto , e n l a ron la confi an za en la capacidad del hombre para d escu­
d u d a más co mpl eta y aceptamos l a tra d i c i ó n ; e s d e cir, brir alguna ciencia e n e l sentido aristotélico: las verdades
aceptamos la regla d e fe cató l i c a . acerc a del mundo que son c ie rtas.
En segundo lugar, Montaigne e xtiende la crisis h u m a­ Pese a la afirmación de Busson, de q u e el total escepti­
n ista d e l conocimiento, ese ti po de d ud a e ngendrado por cismo de Montaigne n o era nuevo, sino tan sólo una repe­
e l red e s cubrim iento de la gran v a ri e d a d d e p untos d e tición de sus predecesores del s iglo xvi,41 h ay una n ove­
vista de los pensadores a ntiguos. A l a l u z d e esta vasta d a d decisiva en la presentac ión de Montaigne, que la hace
d ivers i d a d de opiniones, ¿cómo podremos saber cuál teo­ rad icalmente distinta y más importante q ue l a d e ningún
ría es verd a dera ? Montaigne h ace más persuasiva esta otro escéptico del s iglo XVI. En contraste con antiintelec­
clase d e escepticismo ilustra do, no sólo citando a los au­ tuales como Erasm o, Montaigne desarrolló sus dudas por
to res a ntiguos, como l o h a b í an hecho escépticos a nterio­ medio de raciocinios. A d i fe rencia de sus predecesores
res, sino ligando los efectos del red escubrimiento d el An­ escépticos q u e presentaban básicamente una serie de in­
tiguo Mundo con e l descubrimiento del N uevo Mundo. Al formes sobre l a vari e d a d de l as opiniones h umanas, Mon­
otro l a d o del Océano Atlántico existía otro un ivers o c ultu- taigne e l aboró su p i rronismo completo mediante u n a se­
c uen c i a d e n iveles d e d u d a , h a sta culminar en algunas
·"' !bid., pp. 367 y 371 . Un examen mucho más detallado del e le me n to pi rró­
I V,
nico de la Apologie aparece en Brush, Montaigne y Bayle, cap. pp. 62-120. .., Busson, Sources et Développement, pp. 434-49.
98 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEA UX PYRRHONIENS"
M ICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHON IENS" 99
d e c i sivas d i ficultades filosófi cas. Las e rra bundas refle­
tod o, h a sta d e los l emas religiosos que simulaba defender,
0 , m á s re c i e n t e m e n t e , c o m o s e ri o d e fe n s o r d e 1 � fe .
xiones de la Apologie tienen un método en su capricho, el
método de aumentar la fie bre de la d u d a , h asta q ue l l egue
(" ¡ Monta igne n o cristiano! ¿ Es posible q u e se h aya d 1c h o
j a más esto ? ") 4 5 No es posible eva � uar aquí las pru e b a s
a d estruir tod o posi ble b a l u a rte de la a ctivi d ad raciona 1 . ·1 2
La revita l i z a c i ón d e l p i rro n i smo d e Sexto E m p í ri co ,
por o bra d e Montaigne, e n u n momento e n q ue e l mundo a portadas por a m b o s b a n d o s , pero S I p u e d e n h � cerse u n a s
cuantas o bservaciones que desarrollaremos mas adelante
intelectual del siglo X V I esta b a d esplomándose, h i zo d el
nouveau Pyrrhonisme d e Montai gne n o ese callej ó n sin sa­ en este estu d i o .
El fideísmo de Montaigne es compati ble con una Y otra
l i d a que han retratado h i stori a d o res como Copleston y
Weber,·':! sino una de las fue rz a s d ecisivas en l a form ación interpretación. Si Mo ntaigne estaba tratando d e. socavar
del pensamiento modern o . A l extender l a s implícitas ten­ e l cri sti anismo o d e defende rl o , pudo h a cer el mismo non
d e n c i a s escépti c a s d e l a cri s i s de la Refo rma, la crisis del sequituT, a saber, porque todo es dud a , y pm: tanto h�mos
humani smo y la c ri s i s c i e n tífi c a h a sta forma r una total d e aceptar el cristi a n ismo tan sólo sob : e la fe. Tal afi rma­
crise pyn·lwnienne, la gen i a l A pologie de Montaigne llegó a ción fu e hecha por Hume y por Voltaire, aparentemente
ser el coup de gTáce d e tod o u n mundo i ntelectu al. Tam­ de m a l a fe y por Pa scal y Kierkega ard , aparentemente d e
bién seria la matriz d e l p e n s a mi ento modern o , ya q u e buena fe . ·H; E l tipo d e pirro n i smo cristi ano a firmado por
cond uj o al i ntento d e refutar el nuevo p i rronismo o d e en­
" Ca m i l l e Aymon ier, " U n Ami de Mont aigne, Le Jésuite M al donat", Rev11e
contrar una manera de s a l i r de él. Así, d u rante los siglos
Historiqlle de B.onleau.r et du Départment de la Giromle. XXVI II, 1935, p. 25. La
XVII y xvm, Monta ign e n o fue conside ra d o como una figura exposición más conocida d e esta i n terpre tación apare :e en la o �ra dc l a b� t �
Maturin Dréano, La Pensée 1'eligieuse de Montwgn � . Pans, I936. Veas � �a�b1e �
de transición, ni como un h o m bre q u e h abía a bandonado _ .
los cam inos reales d e l pens a miento, sino como el funda­ Clémc n t Sclafert, "Montaigne et 1\laldonat", B11llet111 de Lzttémt �l1'� EcclcswstJqu � ,
LII 1 1 95 1 ), pp. 65-93 y I 29-146. Una i nterpretación totalmente d i stlnta de l as o¡� I.­
dor de un importante movimiento intelectual que siguió aparece en Cass1re �, ErkemJ �ms­
_ .
ni oncs de 1\lontaigne en m ateria de religión,
preocupando a los filósofo s e n s u búsqueda d e l a certi­ pmblem. I, pp. 1 89-90. Frame, en su reciente artículo "What N ext 1 11 Monta1 � ne
d umbre . H Studies'!" Frenc/1 Ret>iew. XXXVI , 1963, p. 583, asevera, "Con todo lo que s� c� I ce
_
pudiérnmos estar más avanzados de lo q u e estamos. Creo yo que el d ebate h �
Antes d e dej a r a M onta i gn e, d igamos alguna p al abra acerca del esceptic ismo d e Monta igne y todos los debates acerca de su rellgwn,
s o bre el i rrita n t e p ro b l e m a de s u s i nten c i o n e s . En el terminado -al menos por e l momento- y q u e l a carga de l a s pruebas pesa sobi .
c urso de los sigl o s e n que ha d esempeñado una función aquel los q u e , según la trad i c i ón de Sainte-Beuve-Armaingaud·Gid ? · ple�¡san
que l\1onta igne era un pérfido incréd ulo". Luego, Frame sen_ ? l a las d ificultades
.
tan importante e n l a vida i n telectual del mundo mod erno,
de determi nar cuáles eran las creencias rel igiosas de M ontmgne.
Después de h a ber escrito yo esto. el fi nado Don Cameron Allen rea f 1 r�1° l a
pro ba bleme nte sólo i n fe rior a la d e Erasmo, Montaign e h a .. .

s i d o l eído como completamente escépti co, q u e d ud a b a d e interpretación irrel igiosa de Monta ignc e n s u � �
Dou t's Bo1111Cll ss Sea. :
B� tmwre
1964. cuyo capítulo 1 1 1 se t itula "Three French Athe1sts: Monta1gne. Cha11 on, Bo-
" J u nto con lo q ue se dice aquí, d e be mos conside rar e l reciente d i .,
Elaine Lim bruck, ' " Was l\l onta igne R e a l ly a Pyrrh artículo de ��' C f. D avid H u me,
Dialogues Concerning Natural Religion. edit � d o por N orman
d'Hwnanisme et Renais sance, Bibl otll u
o n i a n '! " , en i i'iJ e · · ·· ·
Kcmp Sm1th. 2" edicwn. Londres y Ed 1m b urgo 1947 p 228 · Vol ta 1re D1ctwmW11'e
e d i tado por J ul ien Benda y Raymond Nav es, 1, ans ·.
· ,
XXXI X, 1 977, pp. 67-80.
" Freder ick Coplest on, A Hist0111 of Philosophy, Ochham to Suárez, Pll i/osopllique. . 1 954, a rt .
): notas
. ._
Westm i n ster, M a ryland 1953, pp. 228-30 ; y A l fred Vol. I I I , Pensées.
"Foi". p p . 202-3. Bla ise Pasc al. Brunshvicg e d .. con mtrod uccwn
de Ch . 1\'l arc Des Granges (París, 1951), n ú m ero 434. pp. 1 83-6; Y Sorcn h.Ierk.e-
N uev a Yor k, 1925 , p. 2 18. Hist01y of Phi/.osophy.
Weber , ·
'
.
tra el uc1' el o .P?.r David
.
·
44 gaard , Pllilosophical Fmgments or A Fmgment o.f Ph1losoph¡¡,
F. S1venson (Princeton, 1946), especial mente c aps. 1 1 1 Y I V e "Interlu d � o Vease
Véase, por ejempl o, el análisi s de Monta igne,
Skepticismus, Geschichte des
en Sttiud l i n ,
Vol . JI: o la eva l u ación de Monta igne en J. H. S. ·

Abrég�e de la Philosophie, Histoire


Form ey, ta mbién R. H. Popkin, " H u me and Ki erkegaard", en Jounwl o.f R llgwn, �. XXXI,
:
Amste
Sce ptlq ues mod erns ", pp. 243- rda m, 1 760, e n su capítu lo sobre "De l a Secte des C/mstwn. Scholar
1 951 , pp. 274-8i; y "Th eologica l and Rel igíous Scepticism", en
248.
XXX IX, I956, pp. 1 50-8. . . .
100 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHON IENS" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 101

Montaigne y sus discípulos fue tomado por algunos d iri­ sos e n los aii.os q u e sigui e ro n a su publicación inicial, �:r y
gentes de la Iglesia como l a mej or de las teologías, y p or median te las presentaciones más d i dácticas de los d i sc í­
otro s como abierto ateísmo:1 7 p u l o s d e M o n t a i g n e , e l p a d re Pi e rre C h a rro n y J e a n ­
Cre o yo q u e todo l o q u e podemos h acer, a l evaluar l a Pi erre C a m u s, o b i sp o d e B e l l ay.
sinceridad d e l o s supuestos fideístas, es h acer u n a conj e­ Pierre C h a rron es u n a figura olvi d a d a d e l des arro l l o
tura p roba ble, basada en su carácte r y sus actividade�. d e l a fi l o s o fí a m o de rn a ; o lv i d a d a p o rq u e n i su p e n s a ­
Los estudiosos actuales q u e consideran fra udulento el pi­ mi ento n i su e s t i l o se a l z a ron a las a lturas d e su mentor
rronismo cristiano d e los libe1tins del siglo XVII, en tanto Montaigne, y por su rep utación de libe1tinism. Pero en s �
que a ceptan como auténtic o el de Montaigne, se enfrenta época, y en e l m e d i o siglo q u e siguió a su m uerte, Charron
a un problema difícil. Las opiniones de todos ellos son gozó de u n a i n fl u e n c i a al menos tan gra n d e como la de s u
idénticas. Las personalidades, h a sta donde podemos son­ maestro, a l fomentar e l ro mpimiento con l a tradición, y a l
dearlas hoy, parecen susceptibles d e una i n terpretación a fo rmar l a i d eol ogía tanto d e l libe1tinage érudit cuanto de l a
la vez religiosa y no religiosa. Mi pro p i a opinión e s que Contra rre fo rm a francesa. Como era teólogo profesional,
Montaigne, si acaso, era moderad amente religioso. Su ac­ C h a rron pudo c o n e ctar más sistemática mente el escepti­
titud parece, antes b i e n , de i n d i ferenc i a o ac eptac i ó n ci smo de Montaigne con l a s principales corrientes anti­
pasiva, sin ninguna seria e xperiencia o co mpro m i so re­ rracionales del pensamiento cristi ano, aportando así un
l ig i o s o . Se o p o n í a a l fan a t i s m o , esp e c i a lmente al q u e pirronismo cristi a n o más rad i c a l , que u n í a las d u d as d e
habían mostrado l o s refo rmad ores franceses; pero, a l mis­ Pirrón c o n l a teología negativa de los místi c o s. Asimismo,
mo tie mpo, parece claro q u e no tuvo las c u a l i d a de s espiri­ como C h a rron e ra u n culto d octor, pudo prese ntar e l caso
t u a l e s que c aracteri zaron a tan gra n d e s co ntra rre fo r­ d e l nuevo pirro n i s m o de tal manera q u e fue e studi a d o por
m a d o re s fra n c e s e s c o m o S a n Fra n c i s c o d e S a l e s , e l quienes h a bían sido preparados e n l as escuelas y no en el
Card enal d e Bérulle o San V icente de Paul. ·I H método m á s errático y, para su época más e sotérico, del
Sean c u a l es fueren l as c on v i c c i o nes person ales q u e Sócrates francés.
Montaigne h aya teni d o o n o , sus escritos habían de de­ ¿ Q uién fue Pierre Ch arro n ? Nació en París en 1541, de
sempeii.ar un papel enorme en e l mundo i ntelectual del una fa m i l i a d e v e in ti c i n c o hijos. De a lgú n modo, logró
siglo xvn. La repercusión d e l p i rronismo d e Montaigne se asi sti r a la Sorbo n a , d onde estud i ó griego , l atín y filosofí a .
manifestó, a la vez, d i re c tamente por m e d io de la i nflu en­ Después, fue a Orl e a n s y a Bourges p ara e stu d i a r derecho,
c i a de los Essais, que fueron s u m a mente leídos y rei mpre- Y rec i b i ó e l gra d o de d octor. Eje rció e l derecho en París
d urante u n o s c u a ntos a ii. o s , al parecer sin é xito, pues no
" Cf. c aps. 1 \ ' y \'l. te n í a conexiones en l a corte. Se volvi ó entonces a l a teo­
'' Recientes investigaciones me l levan a creer que no será posible eval uar logí a, y l legó a gozar de gran renombre como predicador y
las verdaderas creencias rel igiosas d e Monta igne y de Sanchez hasta que se co­
nozca mucho más acerca de las opiniones y prácticas rel igiosas de lasi'am i l ias teólogo. La re ina Margarita l o escogió p ara ser su pTedica­
n u e v a s c r i st i a n as refugi a d a s de B u rd eos y Toulousse. ¿ Eran estas fa m i ­ teuT oTdinaiTe, y Enrique I V, desde a ntes d e su conversión
l i as cri pto-judías, a uténticas cristia n as, nominales cristianas, o q u é ? Como Mon­
taigne y Sa nchez crecieron y viviero n entre los nuevos cristianos esparioles Y
al c atol i c i s mo, a menudo a c u d í a a escuchar sus sermones.
portugueses en el sur de Francia, sus creencias "auténticas" probablemente se
relacionaban con las d e q u i e nes los rodeaba n. Algunos de los d atos q u e he en­ '" Para un estudio det a l l a do de la repercusión de Montaigne, véase AJan M.
The Fortunes uf Montaigne: A Hist 01y of t11e Essays in France, 1 580-1669,
contrado parecen ind icar que el cripto-j u daísmo estab a m uy d i fund ido en el sur Boas e ,
de Francia en el siglo x v 1 , especial. mente en Burdeos, y que casi todas las fami­ Londres , 1935. y para el periodo q u e siguió i nmed iatamente a la publicación d e
lias cristianas n uevas eran sospechosas de j u d a izar en secreto. losEssais. Montaigne deuant la postérité,
Picne V i l l ey, París, 1 935.

1 1
1 02 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHONIENS" MICHEL DE MONTAIGNE Y LO S "NOUVEAUX PYRRHONIEN S" 1 03

Dura nte su carrera, Charron fue thélogal de Bazas, Acqs, ningún d o cumento q ue se h aya conservado, y los a migos
Leictoure, Agen, Cahors y Condom, y chanoine y écoldtre de de Montaigne al p a recer n o conocieron a Charron . Ap arte
la igle s i a d e Burd e o s. Pese a s u i n m e n s o é x it o , d eseó del l i b ro q u e Montaigne l e d io , la única otra prueba sól i d a
a band onar los a fanes mundanos y retirarse a u n c l a ustro. es q ue C h a rron d ej ó e n s u testamento u n a cantid ad d e d i ­
Sin e mbargo, a los 48 años, fue rechazado por d o s órdenes, nero a l a h erma n a d e Montaigne y a su esposo.
a causa de s u edad, y se le a consej ó q ueda rse e n e l mundo Reexaminando los d atos, Soman h a llegado a l a con­
secular. En 1 589, no h a biendo sido ad mitido por ningún clusión d e q ue C h a rron fue , en realidad, u n teólogo me­
cla ustro, ocurrió, para bien o para mal, e l acontecimiento d i o c r e , q u e n o o c u p ó n i n g ú n lugar i m p o rt a n t e en e l
más i mportante de l a vid a d e Cha rro n : su n u evo encuen­ m u n d o d e l a s letras. Sólo p u d o obtener l a protección d e
tro con Michel de Montaigne. 50 Durante los tres años que u n o bispo excé ntrico, C l a u d e Do rmy. Y sus li bros sólo co­
¡' le quedaban de vida a Montaigne, Charron estu d ió y con- b ra ro n i mp o rtanc i a después de 1620. Lo s nuevos d atos
!;
:¡ versó con él, adopta n d o como propias las visiones escép- que s algan a luz nos ayu d a rá n a determinar si l a versión
ticas d el Sócrates francés. Montaigne encontró e n e l pre­ oficial es correcta, o si l o e s esa revisión q u e ha pedido
d icador a un ideal hered ero inte l ectual , y le dejó un gran So m a n . ''2
legado mundano y espiritual, además de a d optarlo como Ch arro n empre n d i ó dos vastas o bra s después del de­
su h ij o . Mientras Montaigne vivía, el único presente que ceso d e Mont.a igne. En 1 594, en Burdeos, apareció s u o bra
hizo a Charron fue una obra heréti ca, el catec i smo del ex­ teológi c a , Les Tmis Veritez; era un ataque a los ateos, pa­
tremoso reforma dor l i bera l , Ochino. Después d e l a m uerte ganos, j udíos, mahometanos y, sobre todo, c a lvinistas. El
de Montaigne, Charron revel ó la importan c i a verdade­ gru e s o de l a o b r a e s u n a re s p u e s t a al r e fo rm a d o r
' ¡
: :
ra d e su legad o, mostra n d o e n sus e s c ri t o s la m agní­ Duplessis-Mornay. A l ai1o siguiente, habiendo encontrad o
fic a unión de esceptic ismo y catolicismo." 1 respuesta, Ch arron publicó una edición m uy a umentada.
La principal fuente para l a información biográfica de La otra o bra, q u e es filosófica, La Sagesse, a pareció en
i :
'

Charron y sus relaciones con Montaigne e s e l "Eloge" a 160 1 , y e s un libro que se deriva en gra n m e d i d a d e los
1
'
sus o bras, publicado e n 1 606, después d e s u m uerte, por Essais de Montaign e . Charron murió en 1 603 mientras pre­
!�
Gabrlel Michel de l a Roc h e ma i llet. Reciente m e nte, Al­ paraba u n a vers i ó n revi s a d a y un poco más modera d a de
fred Soman ha planteado serias preguntas acerc a d e la La Sagesse. S us ene migos en m ateria teológi c a y filosófi c a
exactitud de este relato, en gran parte porq ue n o es posi­ emprendieron t o d a una b a t a l l a para i m p e d i r una n ueva
ble verificarlo. Montaigne n unca mencionó a Charron en edición; e mpero, en 1 604 apareció la edición a u mentada,
q u e fue seguida por otras incontables ediciones d u rante
la primera m itad d e l siglo XVII . sa
''" Conoció a Montaigne al parecer en 1586.
'' ' Para i n formación acerca de· Charro n, véase Jean-Baptistc Sabrié, De l u
'H ­
mmlisme au mtionalisme: PierTe Cllm-ron l'lwmme, l'oeuvTe, l'in.fluence,
( 1 541-1603), Las Tmis Veritez fueron planea d as, básicamente, como
París, 1913. El ej emplar de Oc h í no se enc uentra en la Bibli othéq ue Nationale, ataq u e co ntrarrefo rmador a l calvinismo; pero, deseando
Res, D2.5240. El profesor Jean D. Ch arron rec ienteme nte ha negado l a a fi rma­
ción de que las opiniones de Pien·e Charron h u biesen sido tomadas de Mon­ allanar el camino a la escena principal, Charron trató de
taigne, y n a JnsJst ldo en la originalidad del pensamiento de Cllarron. Véase su e l u c idar l a primera verdad, a saber, que Dios existe. Aquí
obra "Did Charron Plagiarize Monta igne? ", en FTencl! Review, XXXIV, 1 961 , pp.
344-51 . A este respecto, véase la respuestn d e l profesor Floyd Gray, " Re f1exions o n
Ch arron's Debt t o Montaigne'', en French Review XXXV, 1 962, pp. 377-82. Sobre la Bibliotlli!que
''' A l fred S o m a n , "Pierre Charron: A Revaluat ion", en d'Hwna-
base de las pruebas prese ntadas, yo a ú n sostengo q u e el escepticismo d e Cha­ 11is me et Renaissance, XXXII, 1970, pp. 57-79.
rron se deriva básicamente de Monta igne, y que tan sólo está presentado en ''" Véase, por ejemplo, el gran n úmero de ediciones enumeradas en el capí­
forma más organizada, opinión que el pro fesor Gray parece compartir. tulo i mpreso de l a Bibliothcque Natíonale; y l a lista no agota los títulos.
1 04 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 1 05

presentó un "Discurso sobre el conocimiento de D i os", e n humanas. Sus concl usiones son inúti l es , ya q u e el ateo n o
q u e unió el fid eísmo d e Monta igne c o n l a tradición d e l o s p u e d e s a b e r de qué está h a b lando.nn
teólogos negativos. Arguyó q u e l a n atura l eza y l a exi sten­ El resto de las Trois Veritez es un típico fol leto contra­
c i a d e D ios eran incognos c i b l es por causa d e "nuestra de­ rrefo rmista en q u e Charron, a su tediosa manera, trata d e
bilid a d y de la grandeza de Dios".5'1 La i n finitud d e Dios mostrar q u e hay q u e creer q u e Dios existe, q u e el cristia­
sobrep asa tod a posi bilidad d e conoc imiento, ya q u e cono­ nismo es la verdadera religión, y que la Iglesia católi c a e s
cer es definir, limitar, y Dios está por encima de tod a li mi­ l a verdadera Iglesia. El a rgumento es básica mente n ega­
tación. Los más gra ndes teól ogos y fil ósofos no s a bían d e tivo, y muestra lo irrazo n a ble de otras opiniones a la l u z
D i o s n i más n i menos q u e e l más humi l de artesano. 5'' Y , de los testimonios h istóricos como milagros y profecías. E l
aun si D ios n o fuera infinito, l a d eb i l i da d d e l h o m bre e s prin cipal ata q u e negativo se d i rige contra los calvinistas,
t a l q u e a u n a s í n o podría conocerlo. En suma, C h a rron arguyendo q ue fue ra d e l a Iglesia no p uede encontrarse
m e n c i o n ó a lgunas d e l a s r a z o n e s h a bi t u a l e s , t o m a d a s ningun a verd a d religiosa, no tiene validez n inguna la lec­
principalmente de l a cambi a nte h i storia d e l a s opiniones tu ra d e las Escrituras, y sólo aceptando l a autorid ad d e l a
h u manas, que arroj a n d u das sobre nuestra capacidad d e Igle s i a puede encontrarse la regla de fe . S e niegan todas
conocer algo natural o sobrenatural, y luego decla ró , " ¡ O h , las alte rn a tivas, de i l uminación inte rna y de Escritura ;
tri ste y mísero q u e es e l h o m bre c o n t o d o s u c o n o c i­ aquélla, porq u e es privada, o scura e incierta; ésta, porque
miento ! ¡Oh, presunción loca y demencial d e creer q ue s e el sentido de la Escritura es indefinido, a menos que lo
conoce a Dios ! " : H> L a única m a nera posible de conocer a interprete l a Iglesia. La Escritura no es más que un con­
Dios es conocerlo negativamente, conocer lo q u e no es.57 j u nto de pala bras cuyo verd a d ero significado sólo puede
Positivamente, "el conocimiento verdadero de Dios e s u n a d e s c u brir un verd a dero j u e z : la Igle s i a . " ' C h a rro n con­
ignorancia completa de Él. E n focar a Dios es estar con s­ cl uye con u n a exhorta c i ón a los cismáticos en que los
c iente de la luz in accesible y ser a bsorb i d o por ella".'' H acusa d e " insoportable orgullo" y "excesiva presunción"
Habiendo unido l a afir-m a ción negativa del teó logo, d e por j uzga r que la tradición religiosa de ta ntos siglos es
q u e Dios e s incognoscible porque es infin ito, con l a afir­ errónea, y q u e otra p uede remplazarl a."2 Al arroj ar d u d a s
i
¡
mación escéptica de que D i o s es i ncognosci ble por la in­ sobre e l cato l i cismo, l o s calvinistas tienen e l desca ro de
capacidad del hombre de conocer nada, Ch arron se valió hacer d e sus propias míseras y flacas capacidades menta­
de este doble fideísmo para a ta c a r a los ateos."n La evi­ les las n ormas de la verd ad religiosa. El calvinismo, segú n
d e n c i a q ue ofrecían de que D i os n o existe se basa e n las Charron, es la forma más peligrosa de dogmatismo, ya q ue
d efin i ciones de Dios, d e l as q u e se sacan conclusiones a b­ trata d e h acer d e l hombre l a medida de los asuntos más
surd a s . Pero esas definiciones simplemente son ej emplos importantes,.e in siste en q u e las varas d e medir humanas
de l a presunción humana, pues miden a Dios con varas deben preferirse a tod as l a s d emás. E l hom bre, sin una
certidumbre aportada por l a Iglesia medi ante s u tradición
Y autori d a d , caerá en la d u d a más completa, porq u e l a
'" P i e rre Charron, Les Trois Verite::. París, 1 595, p. 17.
:. :. /bid . .
pp. 1 9-20.
''" C h a rro n. Les Trois Ve1·it ez, Dern iere edition, París. 1 635. p. 15 en Tolltes les ' propia fl a q ueza d e l hombre, s i n o c uenta c o n otros apo­
Oellvres de Pie1·re Clw rnm . París, 1 635. yos, engendra n aturalmente e l escepti c i smo. Por tanto, a l
,; ; /bid . p. 18.
.

''' Charro n. Trois Veritez. París, ed . de 1595, p. 26.


''" Sexto Empírico aparece entre los a teos, en umerado como "Sextus Empyri­ ''" lbid., pp. 67-70.
c us, granel professeur du Pyrrhonisme", ibid., p. 67 (p. 67 está erróneamente nu­ '" !bid . . Livre Troisieme, esp. pp. 215-49, 280, y 306.
merada como 76). '" /bid., pp. 552-8.
1 06 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" MICHEL D E MONTAIGNE Y LOS ''NOUVEAUX PYRRHONIENS" 1 07

destruir la única base sólida q u e tenemos de la verd a d tanto, no tenemos m anera de saber q u é sensaciones son
rel ig� o � a , l o s calvin � stas h a c e n q u e l a religión se apoye en verídicas, y qué sensaciones no lo son; así, no sabemos
el J_ U I C I O h u m a no, siempre d u doso, y nos dej a n sin l a me­ cómo o bten er información c ierta por medio d e los senti­
nor certidum bre.na dos.11 ''
La teoría subyacente e n este c a to l i c i smo q ue sólo se T a m p o c o nu estras fa c u l ta d e s rac i o n a l e s s o n fi d edig­
basa e n el escepticismo más compl eto q ued a mucho más nas. La m ayor p a rte del a rgumento d e Charron se d i rige
_ _ contra l a teoría a ristoté l i c a del conocimiento, mostrando
exphc1tamente presentada en e l escrito filosófico de Cha­
rron, La Sagesse, y su defensa de é l , Le Petit Tmicté de la q ue si nuestra raz ó n sólo puede basarse e n información
Sagesse. Aquí, el tema prin cipal es q u e e l hombre e s inca­ sensoria, necesari a mente tiene q ue ser tan poco d igna d e
paz de descubrir toda verd a d , salvo por medio d e l a Reve­ fe como s u fuente. Asimismo , h asta los h o mb res s u pues­
l a c i ó n y, en vista de esto, n u estra v i d a m oral si no es tamente racionales d i s i enten en tod o ; en realidad, no h ay
gu i a d a por l a Luz Divina, debe seguir a l a n atur;leza. Este j u icio hecho por e l h ombre al que no pod amos oponernos
tl·� tad o de Charron es poco más q ue la Apologie de Mon­ por " buenas" razones. No tenemos normas n i cánones que
taigne, en forma más o rganizada. Al o rd e na rl a así , Cha­ nos capaciten a d istingui r l a verd a d de l a mentira. Cree­
rron presentó uno de los primeros escri tos fil osófic os en mos princ i p almente por la pasión o por l a fuerza d e la
lenguaj e mod erno. Asimismo, al desarro l l ar una te oría de presión d e la mayoría. Además, los grandes cerebros ra­
l a moral, aparte d e toda considera c i ón religiosa, l a o bra dicales h a n lograd o poco, aparte de j usti fi c ar opiniones
de Charron representa uno de los pasos d e importa n c i a en heréticas o d e d e rrocar ideas a nteriores (como lo han h e­
l � �ep � ración d � la ética y la religión como disciplina filo­ cho Copérn i c o y Paracelso). Por tanto, bien podemos en­
sofl c a mdependi ente. La étic a d e Ch a rron se basó en ele­ frentarnos a l hecho de q ue, con tod a nuestra decantada
mentos estoicos. ra c i o n a l i d a d , s i m p l e m e nte somos bestias, y n i s i qu iera
� l argumento d e La Sagesse comie n z a con l a proposi­ muy i mpresionantes. En lugar de buscar l a verdad, d e b i e ­
cwn ? e que "el verdadero conocimiento y el verd adero
. ramos a ce ptar l a decisión de Montaigne, d e que "no h ay
es tu cl w del hombre es el hombre",H ·I y d e q ue e l e nte ndi­ prim e ros p rincipios p ara los hombres, a menos que l a Di­
mie _ nto del h ombre nos conduce, de m anera b astante sor­ vin i d a d los h aya revel ado: todo lo demás n o es más que
prendente, al conocimiento de Dios. Parte d e este tipo de sueños y h u mo".6 11
a utoconocimiento proviene del examen d e las capacida-· E n e l segu ndo l i bro de La Sagesse, Charron presenta su
d e s humanas, ante todo d e los sentidos, porq u e las Escue­ discouTs de la méthode, los medios p a ra evitar e l e rror Y
l as ensefl a n q ue todo conocimiento nos llega por med i o d e s c u brir l a v e rd a d , s i l as c a p a c i d a d e s m e n t a l e s d e l
el e l o s sentidos._ Entonces, Ch arro n desarro l l a la críti c a el e h o mbre s o n tan d é biles y d ud osas. Debemos examinar to­
M � n ! a i gne a l c o n o ci m i e nt o s e n s o ri a l , m o s t ra n d o q u e d a s l as cuestiones l ibre y desapasiona d am e n te ; mantener
q mza no tengamos todos l o s sentidos necesarios para el todo prej u i c i o y e mo c i ó n a l margen de las d e c i s i o n e s ;
conoc �_ m 1_ e !1to, que h ay ilusiones sensorias, que nuestras cre a r u n a u n ivers a l i d a d d e criterio, y rec hazar t o d a s y
expenencias sensori a s varía n con l as d i stintas condi cio­ c a d a u n a d e l as s o l u c iones que se an dudosas.67 Esta acti-
nes que h ay dentro de nosotros y en el m u n d o extern o . Por
'" /bid., Li bro 1 , c a p . x, pp. 35-9.
"" /bid., Li bro I, caps. X I I I- X L. La c it a aparece en la p. 1 44.
"" /bid. . pp, 554-8.' '" /bid. . Libro l l , caps. pp. 1 0-32. Véase también Sabrié, Humanisme au
1- 1 1 , m­
"·' Pierre Charron , La Sagesse.en Toutes les Oeuvres de Pierre Cl�arron.
1 635, p. l. <Cad a obra de este vol umen tiene p aginació n separad a.)
París, tiona/is me, cap. X I I , esp. pp. 303-319: y R. H. Popkin, "Charron and Descartes: The
Fru its of Systematic Doubt", en Jm.mwl oj' Philosophy, Ll, 1 954, p. 832.
1 08 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHONmNS" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PY RRHONJENS" 1 09

tud escéptica "presta a l a pied a d , l a rel igión y l a opera­ Así, d e acuerdo con C h a rron, el pirronismo nos ofrece
ción d ivina mej o res servicios que todo lo demás",n8 a l en­ la base intelectual d e l fid e ísmo. La percatación de l a in­
señ arnos a quedar vacíos de tod a opinión y a prepara r c a pa c i d a d del h o m bre p a ra conocer a lgo con c e rt e z a
nuestras a l m a s para Dios. S i aplicamos e l método charro­ m e d i ante el s i m p l e uso d e sus fa cultades n os li bera d e
niano de dud a sistemáti c a ha sta h aber l i mpiado nuestro o p i n i on es fa lsas o d u d osas. Luego, a d i fe re ncia d e l cogito
espíritu de tod a s las opiniones d udosas, e ntonces pod¡e­ cartesiano, que es d escub ierto en nuestro propio espíri­
mos presentarnos " b l ancos, desn udos y d ispuestos" ante t u y enemigo de tod a incerti dumbre, el acto de la Gracia
Dios.nu En este punto, l a Revelación puede ser rec i b i d a y aporta la única base del con oci miento seguro. Mie ntras
aceptada exclusivamente por fe. La ventaj a d e esta pre p a­ Dios esté activo, aportando l a verd a d revelada, e l h o mbre
ra c i ó n p irró n i c a e s q u e " u n a c a d é m i c o o un p i rrón i c o estará seguro en su a bsol uta ignoranc i a n atural. Podemos
n u n c a será herej e " . '0 Y c o m o e l efecto d e l m é to d o d e arroj ar a lo l ej o s tod os los a poyos racionales en l a b ús­
d u d a es la supre s i ó n d e todas l a s o p i n iones, e l q u e l o q u e d a de l a certi d u mb re , y agu a rd a r l os del C i e l o . S i
practique no podrá sostene r opiniones e rróneas . L a s úni­ aceptamos, como a l parecer lo hizo Charron, l a i d e a d e
.
cas ideas q u e podrá ten er s erán aquéllas que D ws h aya q u e Dios por medi o d e l a Iglesia católica n o s d a u n a reve­
decidido imponerle. Si alguien s ugiere que, aparte de no l ación conti nua, podremos combatir toda evidencia y tod a
tener ideas heterodoxas, el p irrónico c h arro n ia n o bien norma empleada p ara j ustificar una regla d e fe y nunca
puede no tener ninguna i d ea y terminar siendo un indijfe­ perd e r la fe. ;:¡
rent, en lugar de un cristiano, Charron contesta q u e no se Maryanne C . H o row itz h a re futado mi i n te rpre ta c i ó n
trata de elegir; Dios, s i l e place, nos impondrá la deci­ d el concepto de Cha rron d e l a fuente de l a s a bidurí a . 7·1 H a
sión. 7 1 ins istido e n q u e un cu idadoso a n á l i s i s textua l reve l a q u e
H a biéndose purgado d e todas las o p i n i o nes, e l s a b i o C h a rro n e ra u n n e o e s to i c o . C r e o yo q u e e s t a m o s d e
escéptico vive, aparte d e los mandatos d e D i o s , medi a nte acuerd o e n que C h arron fu e muy ecléctico. Tomó ideas
una momle provisoire, y de a cuerd o con la n aturaleza. ,Esta a b u n d a n t e m e n t e de M o n ta ig n e , p e ro t a m b i é n de Du
moralidad natural nos convierte e n nobles salvaj es, pero Vair y d e otros e stoicos, cl á sicos o contemporáneos s uyos.
n o puede convertirnos en seres humanos perfectos. Es ne­ Muchos de los escritores de esta época, como lo señaló e l
cesaria la Grac i a de Dios p a ra a lc a n z a r la virtud com­ finado Julien Eymard D ' Angers, 7 5 se valieron d e ideas y
pleta ; pero, a falta de esta ayuda, lo mej o r que podemos materiales estoicos. No o bstante, lo que fue consid erado
h a ce r en nuestra ign o ra n c i a es re chazar todo s u p ue sto como e l mensaj e y el significado de Charron fue e l p i rro­
conocimie nto, y seguir a l a naturaleza. Este p rogra m a , nismo cristi ano. (La e videncia de por qué cambió c ie rtos
aunque insuficiente para d a rnos l a salvación, a l me.nos pasaj es no indica q ue estuviera tratando d e alterar sus
nos prepara para l a ayu d a divina. Y, mien tras no re ciba­ opiniones, sino q ue estaba tratando de lograr l a aproba­
mos t a l as istencia, h aremos l o mej or que pod amos mante­ ción de s u l i bro.) 76
niéndonos escépticos y n aturales. 72
''' Cf. Popkin, "Charron and Descartes", pp. 832-5.
n" Charron, L a Sagesse, Li bro l l , cap. 1 1, p. 21. Maryanne Cline Horowitz, " Pierre Charron ' s V iew of the Source of Wis­
u
•·•

n 1 1, Jo111"1zal of t.lle HistonJ of Philosopily,


1
Jbid., Libro I I, cap. p. 22. dom", en IX, 1971, pp. 443-457.
loe. cit.Ú
'" Ibid., "' J u l ien-Eymard d 'Angers, "Le stoicismc en Francc dans la prcmicre moitié
loe. c .: y Charron, Tmicté de Sagesse, París,
" Ibid., 1 635, p. 225. (Esta obra du si cele; les origines 1 575-1616", en Etudes fmnciscaines,
nouv. sér. II, d i c . 1951,
también es conocida como Petit Tra.icté de Sagesse.) pp , 389-410.
" Charron, Petit Traicté, p. 226. ; n A l fred Soman, "Methodology in the H i story of Ideas: The Case of Pierrc
110 MICHEL D E MONTAIGNE Y LOS "NOU VEA UX PYRRHONIEN S" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 111

E l completo pirronismo cristia n o d e Ch arron fue con­ contaba c o n u n a e xtra ñ a a l ianza d e poderosos defenso­
s i de rado, como pronto veremos, como a rma de dos filos. res. 8 0
Muchos dirigentes franceses d e l a Contrarrefo rm a l o con­ Otro temprano d is cípulo de Montaigne fue Jean-Pierre
s i d e raron como una i d e a l base filosófi c a p a ra s u posición Camus (1584-1654), q ue rec i bi ó el d o ctora d o a los d i ecio­
a nte los calvinistas. 77 Otros percibiero n una i n s i d iosa co­ cho a ños, se o rd e n ó sacerd ote pocos años d espués, y fue
rrosión de tod a creencia, n atura l o sobrenatural, e n el ar­ ungido o bi spo d e B ellay a los veinticinco años. Fue e l se­
gumento d e Charron. Un a vez l levado a d ud a r, el escép­ cretario de San Fra ncisco de Sales, y pasó gran p a rte d e
tico seguiría adelante h a sta e l punto en q u e d u d a rí a de s u vida escribiendo novelas pastorales y a tacando a l a s
tod o , incluso de las verd a d e s cristi a n a s , h a sta c onver­ órd enes monásti c a s . S u o bra m á s fil osófi c a , Essay Scepti­
tirse en un libeTtin y, una generación después, e n un spi­ que, fue escrita antes de a brazar l a vida rel igiosa, c uando
nozista. ten í a d i e c i nueve a ños. Aunque después s e sintió i ncó­
Así, los a n ti c h a rro n i a n o s sólo p u d i eron ver su o bra modo record ando s u tono l igero, contení a s u básico p unto
como el "brevi ario de los l i berti nos". ' H El propio Charron de vista fid eísta. Aunque más adelante llegó a conde nar el
bien pudo ser sincero fi deísta, y no "ate o en secreto ". 7!1 Al estilo y la forma l i teraria d e Montaignc, nunca renegó d e
menos, esto parece indicar su larga carrera teológica y su las i d e as d e é ste , y h asta d e fendió a s u mento r contra e l
p i a d oso Discours Chretien. Pero, fuesen cuales fuesen sus cargo d e ateísmo. H l
o p i n io nes person ales, Ch arron h a bría de ten e r una in­ E l Essay fue e sc ri to c u a n d o "estaba yo rec ién s al i d o
flu e n c i a sólo i nferior a la de Montaigne tanto s o bre l a del taller d e Sexto Empí rico" . H� Es u n i ntento, bastante
va ngu a rd i a d e los intelectu a les franceses d e l siglo XVII novedoso, por imponer l a pirrónica suspensión de j ui c i o,
como sobre los teólogos ortodoxos de su época. Q uienes p a r a pre p a ra rn o s a l a verd a dera fe . C o m o h a i n d i c a d o
trataro n d e denunci arl o e n los comienzos d el siglo xvn Pie rre V i l l ey, " e l temor a l rac i o n a l ismo protestante s e
descu brieron que l a memori a del padre Pierre Charron encuentra en l a b a s e del esceptic ismo d e C amus" ; Ha p o r
tanto, a l s o c a v a r l a s prete n s iones r a c i o n a l e s h u m a n a s ,
Charron " . enJournal of lile History of Philosopily,
XII, 1974, pp. 495-501; la répl ica ofre ció u n a d efensa fideísta del catolicismo.
de Maryanne Cline Horowitz, "Complementary Methodologies i n the H istory of E l plante a miento del esceptic ismo por Camus e s único,
Ideas", en el mismo n ú mero, pp. 501-509. Véase también L. Auvray, "Lettres de
Pierre Charron a Gabriel Michel d e la Rochemaillet", en
aunque, como él fue el primero e n reconocerlo, e l c onte­
Revue d'Histoire Litté·
raire de la France, l , 1894. pp. 308-329. nido "no h a sido m á s que u n a condensación de Sexto E m­
" El cardenal du Perron, el obispo Claude Dormy, y S a i nt-Cyran , el jefe jan­ pírico", y e l estil o es una i mita c i ón del d e M0ntaigne. H4 E n
senista, a probaron l a teología d e C harron (aunque a veces con reservas). Esto
será estudiado en el capítulo sigu iente.
'" Así fue considerado por el p a d re Fran<;ois Garasse. S. J., que será estu­ "' Cf. cap. 1 \', y la discusión d e l
a.ffaiTe Garasse en e l cap. VI.
d i ado en el capítulo \'1. Algunas de las críticas de Charron fueron tratad as por The Fortunes Montaigne,
'' Sobre Ca mus, véase c f. Boa se, of pp. 1 1 4-34. (La de­
Henri Bremond, "La Folie 'Sagesse' de Pierre Charron", en Le Con-espondant, fensa de Montaigne contra la acusación de ateísmo es tratad a en la p. 120): Vi­
CCLII, 1 913, pp. 357-64. IJcy,Montaigne devant la posté1'ité, Du
pp. 1 85-234; y J u l ien-Eymard d'Angers,
'" Sobre el problema de evaluar a Charro n, véase mi artículo acerca de él en Stofcisme ch1·étien a l'humanisme chrétien: Les "Diversites" de J. P. Camus
l a última edición de la Enciclopedia Británica;
J ean Charron ha defendido l a 0 609- 1618) ( n . p . 1952). El artícul o d e Bayle acerc a d e C a m u s contiene cierto d i ­
sinceridad y ortodoxia de l a s opiniones d e Pien·e Ch arron en su o bra The Wis­ vertido material anecdótico.
dom of Pien·e Charron, An original and orthodox Code of Morality, University of Les DiveTsitez de Messire
'' J e a n - P i e rre C a m u s , " Essay S c e p t i q u e " , en
North Carolina Studies in the Romance Languages and Literatures, No. 34, Chapell Jean-Pierre Canws, Evesque & SeigneuT de Bellay, Prince de /.'Empire, Tomo IV,
H i l l , 1 96 1 . Y yo he analizado esto con c ierto d etalle en mi crítica de Eugene F. París, 1610, Li bro X V, cap. 1 1 1, p. 187v.
Rice, J r., 1'ile Renaissance Idea o! Wisdom, en Renaissance News, XII, 1959, pp. Montaigne devant la postérité,
"' V i l ley, p. 202.
265-9. "' Camus, "Essay Sceptique", pp. 368r y 1 89r.
1 12 MICHEL DE MONTAIGNE Y LO S "NOUVEAUX PYHRHONIEN S" MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 1 13

lugar d e deambular por los d iversos temas de l a filosofí a verd ades c ientífic a s d e las q u e no dudaría ningún hom bre
pirrónica, como l o h izo Montaigne, o de fun dirlos e. n u n a c u e rd o : q u e el fuego es c a l iente, q ue existe un m u ndo,
b a terí a de argu mentos b á s i c a m en te contra e l a nstote­ q ue dos más dos son c uatro, etcétera. H 6
l ismo como lo h i c iera Charron, C a mus creó una vasta es­ L u ego, C a m us se v u e l v e h a c i a la s í nte s i s , el p i rro­
truct � ra de hegelianas tesis, a ntítesis y s í ntesis. La tesi s nismo, que, supuestamente , resulta de l as dos partes ante­
es e l escepticismo académico: n o p u e d e conocerse n a d a ; ri ores de su Essay. En veinti c inco páginas esboza bre­
l a antítesis es e l dogmatismo: a lgo p u e d e conocerse ; Y l a ve me nte la natura l e z a del escepticismo completo , y los
síntesis e s la " in d i ferencia escéptica", l a p irró n i c a sus- argu mentos básicos sobre los que se a poya : el problema
._
pensión de j uicio. del criteri o, l a incerti d u mbre de nuestro s sentidos y los
La m ayor parte de l a o bra -tresc ientas páginas d e ella­ desac uerdos de los d ogmáticos. Muestra l a visión pirróni­
está d e d icada a esta tesis. Después de un ataque general a ca de vari.as ciencias, y l uego dice que n o está d i spuesto
las bases del conocimiento h umano, especi a lmente a l co­ a re petir todos l o s d et a l l e s de la primera p a rte, s ugi­
nocimiento sensorial, med iante los co noeidos a rgumentos ri e n d o a l q ue esté inte resado q ue lea a Sexto Empírico. H ;
de Sexto y de Montaigne, Camus b o mbardeó las c i u d a d e­ (A l a sazón acababa de aparecer una re impresión d e la
l a s in dividuales d e l dogm atis mo : l a s d iversas c i e n c i a s . edición de 1569.) HH
Tomándolas p o r turnos, C amus trató de mostra r q u e exis­ Por todo e l Essay s u e n a c o n stante m e nte u n a nota fi­
ten d i ficultades teóricas q u e hacen imposible o btener al­ d e ísta, declarando q u e l a fe s i n razones es l a mejor, pues
gún conoci miento cierto, que h ay inso l u b le s pro b le m a s no s e levanta s obre u n funda mento tambalea nte que a lgún
prácticos, y suficientes razones, en c a d a c a s o , para d u d a r nuevo Arq u ímedes p u d i era destruir fác i lmente. Las úni­
de q u e l a c i e n c i a en cuestión tenga a lgún valor. E s t a e x­ cas verdades qué los hombres conocen son a quellas que
tensa revisión c u bre la astronomía, l a física, l a matemá­ D i o s h a q u e r i d o rev e l a r l e s , " to d o e l resto n o es más
tica, la lógica, l a j urisprudencia, l a astro logía, la políti c a , que sueúos, viento, humo, opinión". H!l Debemos suspender
la economía, l a histori a, l a poesía, l a gra m ática y l a mú­ tod o j u icio y aceptar l a revelación con humildad. "La a n­
sica e ntre otras d i sciplinas. U n a vez más, se recurre a tig u a fe" es nuestra ú n i c a base; no puede descarri arnos,
Cop é rn ico p ara mostrar q u e a u n los pri me ro s principios porq ue viene de D i o s. Quienes se niegan a aceptar este
más común mente aceptados son negados p o r algunos. H r, E l fi cl eísmo católico y tratan de desarrol lar una vía raciona l
m ateria l empleado varí a d e s d e a rgume ntos d e Sexto Y h a c i a l a Fe s ó l o pro d u c e n e rrores, h e rej í a s y teorías
anécdotas de Montaigne h a sta d iversas o bservaciones to­ re fo rm ad a s . Ésto s son los frutos de l a van a prete n sión
m a d a s de l as ciencias de la é poca. del h ombre de que su razón puede conduc irlo a l a verdad.
Después de desarro l l ar l as te sis, Camus hace un tibio La solución a l os problemas del hombre es d esarrollar la
intento en cinc uenta páginas, por defender l a a ntíte sis, es pirrónica suspensión d e j uicio, que nos l l eva a Dios por­
dec ir, � ostrar q ue existe e l conocimiento c ientífico. Dice que, reconociendo nuest11a fl aqueza, nos contentamos con
q u e l a anterior batería de objeciones es correcta, p � ro n o creer e n lo que Dios nos dice. H n
.
decisiva. H a c e c ierto esfuerzo por explicar l a teon a d e l
conocimiento de Aristóteles y su a n á l i s i s d e los errores e "; lbid .. pp . 336r-60r.
" lbid., pp. 360r-70v. El comentario sobre Sexto a parece en la p. 368r.
ilusiones sensoriales. El tema general es q u e a u n si l a s " Cf. capítulo 11, p. 1 8, n. 3.
c ie n c i as est á n l l e n a s de a firm a c i o n e s d i scutibles, h ay "' C a m us, "Essay Sceptique", p. 254r. Véanse también pp. 224r-226r. 244v y 278r.
"" lbid.,
pp. 274v, 278r y 335v. Véase también Boase, Tl1e F'oJ"tunes of Moutaigne,
"' Jbid .. pp. 190r-335r. Copérnico se menciona en las pp. 268r Y 31 9v. pp. 126-127.
1 14 M ICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NO UVEA UX PYR RHONIENS"

A u n q u e Camus fue una figura i mp ortante en el s igl o


XVII, y s us o bras fueron frecuente mente i mpresas, n o p a­
rece h a ber ej e rc i d o gran influencia s o b re l a m a rej ada IV. LA INFLUENCIA DEL NUEVO
c reciente d e l p irronismo de la época. Representa l a acep­ PIRRONISMO
tación o rtod oxa del pirronismo cri stiano, pero s u o bra d e­
sempeñó poco o ningún papel e n l a crise pyrrhonienne de A FINALES d e l s iglo XVI y c o m ienzos del XVII, fue notable l a
l a é p o c a : fue ron Montaigne, Charron y Sexto los q u e soca­ i n fl u e n c i a d e l resurgimiento d e l pirronismo antiguo e n
varon la seguridad de los filósofo s , los que s i rviero n de varios campos del q u e hacer i ntelectual.
i nspira c ión y fuente a los e sc épticos y en torno a los c ua­ .
Cha rle s S c h rnitt h a mostrado que e n las cuestiOnes de­
les se entablaro n las batallas contra la amenaza escép­ bati d a s e n Oxford s u rgiero n temas pirronianos.' Un caso
tica. El propio Bayle, siempre en busca de h é roes escépti­ q u e q uizá fuera típico de lo q u e estaba ocurrie ndo a m u­
cos, recordó a Camus por sus ocurrentes re spuestas a los
chos j óvenes intelectuales i ngleses d e comienzos d e l s i­
m o nj e s , no por su p re s e n t a c i ó n del p i rro n i s m o en l a
glo X V I I es e l d e J o se p h Mede ( 1586-1 638). Estuvo e n e l
forma d e la d ialéctica.!! '
Christ ' s Colleg,e, d e Cambridge, d e 1602 a 1610, y allí estu­
E l n uevo pirronismo de Montaigne y s u s d i sc ípulos, e n dió fi lología, h istori a , mate máticas, física, botánica, a n a­
atuendo fid e ísta, tendría enormes repe rcusiones s o b re e l tomía, a strología y h asta egiptología (sign i fi c a ra esto lo
m u n d o i ntelectual, sobre l a teología, sobre las c i e ncias y que significara en a q uella é p o ca). A pesar d e todos e sto s
so bre las seudoc iencias. Veremos ahora las indicaciones conocimientos, "sus lecturas filosóficas lo l levaron a l pi­ _
d e esta influencia, antes d e examinar a los nouveaux PyTr­ rronismo". Mas n o pudo aceptar l a posibilidad de q u e el
honiens en toda su gloria como vanguard i a i ntelectual d e espíritu no pudiese conocer l a realidad y tan sólo tratara
Francia. ideas i l usorias de un mundo externo.2
El j oven Mede se escapó de los l aberintos de un p irro­
nismo total mediante un esfuerzo de voluntad; pnmero,
tratando d e e ncontrar la verd a d e n la física, y luego vol­
viéndose a e stud iar los texto s acerca d e l Milenario en l a
Biblia. M e d e llegó a s e r profesor d e griego e n Cambridge,
y s u o bra maestra, The Key to the Apocalypse, h izo de é l � na
de l a s principales figuras d e l pensamiento milena nsta
h asta bien e n trad o el s iglo X IX. a
E l c a s o d e M e d e , q u e p ro b a b l e m e nte n o e s ú n i c o ,
m u e s tra c ó mo e l p i rro n i s m o i b a triu nfa n d o s o b re l a s
ideas aceptadas a c omienzos d e l siglo x vn. Quizá s u in-

' Charles B. Schm itt, "Philosophy a n d Scie nce in Sixteenth-Century Unive :si­
The cultural Context of Medieval Learnmg
ties: Some Pre l i m i na ry Comments", en
DictionnaiTe,
'" Cf. Bayle, Gescllicllte des Skepticis·
art. "Ca m us", E n Stiiud l i n , edita'd o por J . E. M urdoch y E. D. Sylla, Dordrec ht, 1 975, p. 501 .
mus, a u n cuando Charron es tratado extensanw n tc, Camus no se menciona en el The WoTks of Joseph Mede,
' Joseph Mede, The Autlwr's L�fe,
B. D., Londres, 1 672,
capitulo "Von Monta igne bis La Mothe le V ayer". p . 11.
" Mede,Works. Clavis & Commentationes Apocalypticae, p. Ill.
1 15
LA INFLUENCIA DEL N UE VO PIRRONISMO LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 117
1 16

fluenc ia más signifi cativa fuese sobre las batalla s teológ i­ rece en los escritos d e algun a s d e las figuras importantes
cas de la época , cuanto más útiles resultaro n ser los a r­ de la Contrarreforma e n Francia. Cerca de setenta y cinco
gume ntos y las ideas del escepti cismo griego . El a rsenal años después d e l Concilio d e Trento, parece h aberse efec­
pirrón ico demos tró ser excele nte depósi to de m u n iciones tuado una a l i a n za entre los co ntrarrefo rmadore s y l o s
para aniqui lar a los advers ari os, y tambié n buen a base d e nouveaux pyrrhoniens, a l i a n z a desti n a d a a a n i q u i l a r a l
una teoría fideísta con l a c ual j ustifica r l a posició n d e l o s calvinismo c o m o fuerza i ntelectual e n Francia. E l triunfo
contra rrefo rmadores frances es. de esta entente cordiale se debió, sin d ud a , al hecho d e q ue
El e m p l e o d i a léctico del p i rro n i s m o , viej o y n u e v o , d u rante este p e riod o las o p i niones predo minantes e n l a
q u e d a caracte rizado en el i n forme acerca d e l gran pole­ teología catól i c a d e Francia e r a n básica mente negativas y
mista prote stante inglés W i l l i a m C h i l l i ngwo rth ( 1 602- agusti n i a n a s ; i b a n contra el escolasticismo, el ra ciona­
1644). Chillin gworth se había pasado del p rotesta ntismo al lismo y e l calvi nismo, y n o en favo r d e alguna defensa sis­
catolici smo, y luego al anglica nismo, las d os veces por la temática y coh ere nte d e l a fe.r. Como veremos, esa alianza
fuerza de los argum entos q u e mostra ban que c a d a una de no sólo se basó e n un a cuerdo temporal de los escé pticos y
estas teo logías conduc ía a una incerti d u mbre tota l e n ma­ los católicos ortodoxos en sus i deas, s i n o q u e también fue
teria de rel igión. Aubrey , en su vida del doctor Chilling- una alianza d e a m istades personales y a d m i raciones mu­
worth, nos d ice que, tuas. 7
A med iados d e l sigl o XVII, el movimiento calvinista en
Mi preceptor, W . Browne, me ha dicho q u e el d octor Chi­ Francia c reció m uy rá pida mente, y en pocos aflos el país
llingworth no estudió mucho, pero cuando lo hizo, logró mu­ se vio envuelto e n una guerra c ivil, tanto militar cuanto in­
cho en poco tiempo. Encontró gran deleite en Sexto Empíri co . telectual. Para evitar q ue las ciudades del pensamiento
Solía pasearse por el bosquecillo del colegio, y a l l í se dedi­ francés cayeran e n manos d e los reformadores, hubo q u e
caba a la contemplación, y se encontraba con algún necio u tomar medidas e n é rgicas. Una de estas medidas fue poner
otro, y disputaba y batallaba con él. Así se preparaba de an­
temano. Siempre estaba disputando; lo mismo hacía mi pre­
el pi rro n i s m o a l s e rvicio de l a Igl e s i a . El primer paso
ceptor. Creo que era una enfermedad epidémica del tiempo, dado en esta d i rección fue l a publicación, en 1569, d e l es­
la c ual pienso que ha pasado de moda, como grosera y pueril.4 crito de Sexto Empírico en l atín, por o bra d e uno de los
más destacados católicos fra nceses, Gentia n Hervert, se­
Este empleo del p irro'nismo como arma en l a d isputa cretario del Card e n a l de Lorena. Como ya h emos d i ch o ,
se r e fleja e n los escritos d e C h i ll i ngwort h , c o m o p o r Hervet, e n s u prefa c i o , afirmó audazmente qu e en este te­
ej e mplo en l a pauta d e a rgumentación e mpleada en sus soro de d ud as se encontraba u n a res puesta a los calvin i s­
Discourses. 5 En cualquier época de controversia es fácil tas . Ellos estaban tratando d e teorizar acerca de Dios. Al
imagin ar el uso que pod ía d arse al estilo de debate que
ofrecían Sexto y sus nuevos seguidores. " Cf. 1-J en ri Busson, La Pensée religieuse .franc_aise de Charron Pascal, d París,
1933: esp. caps. 1 \' y v ; Henri Gouh ier, "La Crise de la lfhéologie a u temps d e
El e mpleo del pirro nismo como medio d e destru ir al Descartes", e n Revue de Tlzéologie et de Philosophie, 3 " Ser. I V , 1954, pp. 19-54; y
adversario teológico y como defensa de l a propia fe a pa- critica del a rtículo de Gouh ier, por J u l i en-Eymard Chesnea u en Dix Septieme
Siecle, núm. 28, j ul i o 1955, pp. 295-7.
Á u brey, "Brief Uves ' ', clzie.ny ofContemporaries, set down by Jolm Aubrey, ' E s t e t e m a t a m b i é n se a n a l i z a en R. H. P o p k i n , " S k e p t i c i s m a n d t h e
between the Years' 1 669 y 1 696, editado por Andrew Clark, Oxford, 1898, Vol. I , p.
' John
co unter-Reformation i n France", en A1·chiv für Re.fomwtionsgeschic!zte, LI, 1960,
173. pp. 58-87, y en l a versión a breviada fra ncesa, "Sceplicismc ct Contrc-Réformc en
'' William Chillingwo rth, Additional Discourses of Mr. Chillingworth �ever befare France", Reclzerclles et Débats du centre catholique des intellectuals .franc.ais,
Printed, Londres, 1704. cah icr, núm. 40 octu bre 1962, pp. 151·184.
118 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRON ISMO LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 119

destrui r todas las p retensiones h umanas d e racionalidad El ataq ue comienza c o n el problema d e l criterio, pl an­
por medio del escepticismo, Hervet creía q ue l a s afirma­ t e a d o por l a Refo rma; cómo sabemos cuál es la regla d e
. l a norma por l a c u a l pueda distinguirse l a verd adera fe
fe,
c iones calvinistas también serían d e struidas. En c uanto se
percatara el lector de l a vanidad de los i ntentos h umanos de la falsa fe. Lutero y Calvino habían desafi ado el crite­
por comprender, se h aría claro el m ensaje fideísta de que rio de la Iglesia, la apelación a la trad ición a postólica es­
Dios sólo puede conocerse p o r la fe, no por l a razón. H crita Y �1� e scrita, los escritos de los Pad res de la Igles i a, o
¡ !¡
E l o bj etivo d e c l a ra d o d e Hervet, e m p l e a r e l p irro­ l � s decisiones d e l o s papas y concilios . Pero, ¿ cómo saber
nismo para socavar l a teoría calvinista, y l uego propugnar S I Lutero y Calvino tenían razón? Tod o lo que ofrecen es
el catolicismo sobre una base fideísta, llegaría a ser la su opinión de que, como la Iglesia puede e rrar y yerra en i
mate rias de fe, p o r tanto, l a regla de fe cató l i c a es i n cierta i '
idea explícita o implícita d e muchos d e los principales
enemigos de l a Refo rma e n Francia. Al a d aptar la pauta e indigna de confianza. Pero entonces , como o bservó San
del a rgumento de los escépticos a l as unto en c uestión, los Fra ncisco d e Sales en sus ContToverses, escritas en 1595,
contrarreformadores construyeron "una n ueva m á q u i n a Si l a Iglesia puede errar, ¡oh Calvino, o h Lutero ! , ¿a q u ién
d e guerra" para red ucir a sus advers arios a un " d esalen­ recurriré en mis d i ficultades? A la Escri tura, m e dicen ; pero
tad o escepticismo" en q u e n o p o d ían estar seguros d e ¿ q ué haré , pobre d e m í ? Pues con respecto a la Escritur;
nada. Comenzando con el gran teólogo j e s u ita, Juan Mal­ misma tengo dificultades. No dudo de q u e deba yo adaptar l a
donado, que llegó a enseñar a París a comienzos del d e­ fe a las Escrituras, pues, ¿ qu ién no sabe qué es la palabra d e
cenio de 1560 (Maldonado e ra a m igo d e Montaigne y d e l a verd a d ? Lo q u e m e preocupa e s el entendimiento d e esta
Hervet, y parece haber compartido algunos d e s us i deales Escritura . 1 0
fide ístas),9 se desarrolló u n tipo de dialéctica, e special­
¿ Quién podrá acl arar lo q ue d ice la Escritura? E s aquí
mente por o bra de l os polemistas j esuitas, para socavar al
donde hay una d i sp uta n o sólo entre catól i c o s y refo rma­ : 1
calvi n i smo e n sus p ropias bases, planteando una serie de : 1
d ores, sino también e ntre Lutero, Zwinglio y Calvi no. Si l a i 1
d i fic ultades escépticas. E n todo o e n parte, encontramos 1 '

:1 '1
este estilo d e a rgumentación, en varios e scritores prepa­ Iglesia yerra, ¿por q u é volvernos a u n o y n o a otro para
rados o que profesaban e n los colegios j es uitas, especi al­ encontrar la regla d e fe ? Como planteó el p ro blema San 1 !

mente los de Clermont y de B urdeos; por ej e mplo, e scrito­ Fra ncisco d e Sales, .¡
res como San Francisco de Sales, el Card e n al d u Perron, Pero el absurdo d e absurdos y l a más horrible locura de todas
el Card enal Belarmino y los p adres Gontery y Veron. e s esta : que mientras sostienen que tod a l a Igl esia h a errado
d urante mil años en el entendimiento de la Palabra de Dios
' Genti a n Hervet, prefacio a su edición de Sexto Empírico, Adversus Matl�ema­ Lutero, Zwingli o y Calvino pueden asegura rse e llos mismo �
ticos, pp, a2r-a2v. d e que l a entienden bien; más aún, que cualqu ier simple pá­
" Avmonier, " U n Ami de Montaigne, Le Jésu i te Maldon at", en Rev. Hist. de rroco, que predica l a Palabra de Dios, puede sostener q u e
Bordeaux, XXVIII, 1935, pp. 5-25; y Sclafe rt, "Montaigne e t Maldonat", Bu/l. Litl. t o d a la Iglesia visible ha errado, que Calvino y todos los hom­
Ecclés. LII, 1951, pp. 65-93, y 129-146; acerca de Maldonado y Hervetus, véase b res pueden errar, y atreverse a escoger y entresacar entre
Joannis Maldonati, Opera varia Theologica, Lutetiae, 1677, pp. 2-7 y 1 0-15, donde
a parecen dos cartas de Maldonado a H e rvetus. M a ldonado parece haber estado las interpretaciones de la Escritura la q u e más le plazca, y

:1
preocupado por algunas de las extra ñ as o p i n iones rel igiosas de su a m igo Herve­ estar seguro de ella y mantenerl a como Palabra de Dios; más
tus. Acerca de la carrera de Maldonado, véase .J. M. Pratt, Maldonat et l'Unive¡·.
sité de Pari.s,
París, 1 856. Esta obra i n c l uye e l i n teresante texto d e l discurso
inaugural de Maldonado en París, pp. 556-567, q u e contiene ciertas sugestiones "' S a n Francisco de Sales, Les Controverses i n Oeuvres • Tom o I Annecy 1892
• ' '

de fideísmo. p. 73.
i
120 LA I NFLUENCIA DEL N UEVO PIRRO N I SMO LA I N FLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 121

aún, q u e vosotros, q u e oyendo decir q u e cualquie ra puede fra nceses, q u e desesperadamente trata ban de evitarlo, a "
e rrar en materia d e religión, y a u n toda l a Iglesia, sin tratar él y a s u s ataq ues . 1 2
de buscar otras opiniones entre las mil sectas q ue se jac­ El método d e Vero n , q u e é l atri buyó a San Agustín ,
tan d r! compre n d e r bien l a Pala bra de Dios y pred i c a rl a c o n sistía e n m ostrar, paso a paso, q u e los calvi n i stas n o
bien, �reéis tan tercamente e n un ministro q ue o s pred ica,
tenían n i nguna base para lla mar artículo d e fe a n i ngun a
que no deseáis oír nada d istinto . S i c ualq uiera puede errar
en el e n te ndimie nto de l a Escritura, ¿por qué no vosotros d e s u s opin iones, y q u e u n a aplicación siste mática d e u n a
y vuestro ministro ? Estoy asombrado de q u e no viváis tem­
serie de o bj eciones escépticas a l a regla d e fe de l o s re­
blando y estremeciéndoos. Me asombra q u e podá i s vivi r con fo rmados los lanzaría al más completo y total pirronismo.
tanta segu ridad en la doctrina que seguís, como si [todos] vo­ El meollo d e la red ucción del calvinismo a l escepticismo
sotros no pudiéseis errar, y sin e m bargo sostenéis como cierto total e ra u n ata q u e al e mpleo de procedimientos rac iona­
que todo el mundo ha erra d o y puede errar. " les y evi d encias p a ra j ustificar toda a firmación de alguna
verd a d religio s a . Veron i nsistió en que no estab a afir­
Esta versión inicial de tal estilo de argu mentación pre­ mando q u e nuestra s fac ultades o logros racionales fuesen
tendía mo strar q u e en cuan to l o s refo rm a d os h ubiesen dud osos, sino ta n sólo que no debían servir como funda­
admitido q u e la Iglesia p o d ía errar, negando así la tra d i­ mento o a poyo de l a fe, l a cual se basa " sól o en l a Palabra
cional regla d e fe, podrían ser reducidos a la d e sespera­ de Dios tal como ha sido plantea da por la Iglesia"Y
ción e scéptica. S i el otro r. riterio d e la verdadera fe es la El argumento comienza por preguntar a los calvinistas,
Escritura, entonces, segú n S a n Francisco d e Sales, el Car­ ' ' ¿ Cómo sabéis, caballero s, que los l i b ros del Antigu o y el
denal d u Perron, Pierre C h a rron, e l obispo Camus y otros, Nu evo Testamento son Escrituras Sagra d a s ? " H La cues­
n a d i e puede decir tan sólo por l a Escritura q u é dice o ti ón de l a canonicidad plantea una d i fi cultad pecu l i ar; s i
s igni fica. Todo lo q ue los reforma dos pueden o fre cer s o n los calvinistas sostienen q u e l a Escritura es l a regla de fe,
l a s d u d o s a s opiniones d e Lutero, Calvin o y Zwinglio. entonces, ¿ cómo hemos d e j uzgar qué o bra es Escritura ?
El a rma d i aléctica fue tra n s forma d a e n una perfecta La respuesta de C alvino, q ue esto se logra ante todo por l a
máqu i na de guerra por dos fogosos polem i stas d e la ord e n persuasión íntima del Espíritu Santo, a dmite que algo dis­
j esuita, Jean Gontery y Fra n <;o i s Veron. Este último, cuya tinto de l a Escritura es l a regla de fe ; y, en segundo l ugar,
presentación exa m i n aremos, fue uno de los personaj e s plantea el problema de la a utenticidad de la pers u asión
fa bulosos d e l a Contrarrefo rm a . O riginalmente pro fesor mism a ; es d ecir, cómo d i stinguirla de la locura, del falso
entusiasmo, etc. Hacer esto req ueriría tener un c riterio
de fi losofía y teología en La Flec he (siendo Desc artes allí
estu d i a nte), o btuvo Veron t a l e s tri u n fo s d e b a t i e n d o y " Acerca de la carrera de Veron, véase al abate P. Feret, La Faculté de Tlléo­
looie de Pm·is et ses doct.euTs les plus célébTes, Epoque modeme, Tomo IV, XVII
"Franc;ois Veron", pp. 53-92: y art.
de smoralizando a los prote stantes, q u e fue li berado de 1 1 1,
Siecle, Revue l i t té ra i re , París, 1 906, cap.
sus de beres de maestro y d espués d e los d e su orden, p ara "Veron, Franc;ois", en Catlwlic Eucyclopedia, XV, Nueva York, 1912. pp. 359-360,
q ue fuese el defe nsor ofic ial en las polémicas por la fe, e n Bayle, según Haag y Haag, La France protestante, II, p. 3 19, l lamó a Veron, "el
licencioso polemista q u e socava todo el rei no".
nombre del rey de Francia. S e l e d io licencia para asistir '" Franc;o i s Veron, l\Ietlwdes de TraiteT des ContTOverses de Relioion, París, 1638,
a las re unio nes y los servic io s calvinistas y para d ebatir a Part. I, p. 1 70. (A esta o bra se le l l a m a Oeuvres, ya q u e en rea l i dad es u n a colec­
los re fo rmados, siempre y d oquier bajo l a protección d el eión de obras, para evitar confusión con o tros títulos de Veron. También las
referencias a esta o bra está n en la Parte I. La St. Luis U n i ve rsitv- ha tenido l a
rey. Así, pronto se convirti ó en el azote de los prote stantes bond ad de perm i t i rme e l u s o de s u ejemplar de esta rara obra.)
." Veron, La Victorieuse Metl!ode pour combattTe tous les Ministres: Par la seule
11 !bid., p. 335. B1ble,París, 1621, pp. 45-6.
122 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO LA I N FLUENCIA DEL NUEVO PIRRON ISMO 123

para j uzga r de la veracidad de la persuasión ínti m a . Tanto blancos d e la " má q u i n a d e guerra". Para empezar, tod a
Pierre Charron como San Francisco de S ales ya h abían lectura es incierta y puede s e r errónea, a menos que h aya
señalado la flaq ueza de esta apelación a la p ersuasión in­ una regla infalible para su interpretación. Ir más allá de
tern a. l a s palabras para sacar i n feren cias, como afirmó Veron
q u e lo h a bían h ec h o los calvinistas al d e rivar todos los
Ahora, veamos qué regla tienen ellos para separar los li bros a rtículos d e s u fe , resu lta d e fin itivamente un p rocedi­
canón icos de todos los d e los demás eclesiásticos. "El testi­ miento antiescritural. La p ropia Biblia n o d ice q ue se l a
monio", dicen, "y la pers uasión íntima d e l Espíri tu Santo".
¡Oh, Dios, qué escondrijo , qué n i e bla, qué noche! N o q ueda­ d e b a interpretar d e esta manera, n i tampoco n o s d a n i n­
mos aquí m uy iluminados e n asunto tan grave e i mportante. gu na regl a de l ógica. En ninguna p a rte e ncontramos ga­
Preguntamos cómo podemos conocer los l i bro s canónicos. ra ntías de la afi rmación de que las verd a d e s de la religión
Nos gustaría mucho tener alguna regla para d etec tarlos, y se d eben basarse e n procedi mientos lógicos. 1 7 Los reforma­
nos d ice lo que ocurre e n el i nterio r del alma q u e nadie ve, d o s gritab a n que el razonamiento es una capacidad natu­
nadie conoce, salvo el alma misma y su CreadorY· ral d a d a al h o m b re y, asimismo, que Jesucristo y los Pa­
d res de la Iglesia razonaban lógicamente. 1 H Veron replicó
Para aceptar la persuasión interna· como regla d e Es­ q u e las reglas d e la lógica h abían sido fij adas por un pa­
critura tendríamos q u e esta r seguros de que e ra c a usada ga no, Ari stóteles, y q u e n adie lo h abía n o mbrado j uez d e
por el Espíritu Santo, q ue n o se trata ba tan sólo de un a las verd a d es re ligiosas, aunque p u d i ese s e r árbitro de l a
fantasía. a rgumentación válida. N i Cristo ni los Padres de l a Iglesia
Pero, aun si pudiésemos saber qué li bro es Esc ritura, afi rmaban q u e s u s ideas fue ran ciertas porque se deriva­
¿ cómo podríamos saber lo q ue d ice, y lo q ue, s u puesta­ ran de p rocedimientos lógicos; en cambio, las llamaban
mente, hemos de creer? El texto, como d ij o uno de los úl­ ciertas porque era n l a Palabra de Dios. 1 11 Algun os de los
ti mos us uarios católicos d e l Victorieuse Methode, d e Vero n , refo rmados replicaban atri buyendo las regl as de inferen-
sólo es "pala bras como d e cera, n i seguras n i p oseedoras
de algún Intérprete cierto, sino que son p a ra j ugar c o n " Veron, OelwTcs, pp. 1 92-199. En real i d ad. estas afirmaciones aparecen por
ellas d ivers amente segú n los caprichos d e l inge n i o " . Hi Y todo el texto de Veron, una y otra vez. El mismo t i po de ataque al calvin ismo fue
así, p uesto que los escritos sagrados sólo son pala bras, s i n hecho por el obispo Jean-Pierre Cam us, el montaigniano, en su obra La Demo·
ninguna instrucción para leerlas, n ecesitamos alguna re­ lit ion desfondemens de la doct1-ine protestante. París, 1 639, p. 2. En su obra L'Avoi­
gla para interpretarlas. U n a vez más, hay que a b andonar
sinement des protestans ue1·s l'Eglise Romaine, Pa rís, 1 640, sugi rió q u e si los
reformadores realme nte creyeran en su regla de fe, no estarían escri biendo co­
la calvinista regla d e fe : que la Escritura es l a regla . Y mentarios a l a Escrit u ra, sino q ue simplemente c itarían l a Biblia.
una retirada a la persuasión interna q u e d a abierta a l a s Cuando el padre Gontery estaba m anteniendo correspo ndencia con el padre del
escéptico, o bispo Piene Daniel Huet, tratando de convertirlo al catol i c ismo, se­
mismas obj eciones q u e antes, a s a ber, q u e l a p ersuasión Ji aló que la Escritura "no h a bla para nada de las reglas de la l ógica". por lo que los
misma es inverificable o puede ser i l usori a. re formadores no tenían ma nera de probar los artículos de su fe tan sólo por la
Si los calvin istas, en d e fensa propia, d icen q u e están Escritura C f. Bibl iotheque Nationale Ms. Fonds f'rancais 1 1 909, No. 41.
'' Jean Daillé ,La Foy Fondéesw·/es Saintcs Esc1·itm·es: ContTe les 1WUVcaux Metho·
(2a. ed ición, Ch arcnton, 1 661), pp. 55·65; �· Pau l Fcrry,
leyendo razonablemente la E s critura, y sacando las obvias distes La DemieT désespoiT de
inferencias lógicas d e lo que dice, entonces son fá ciles la tmdition contre /'Esc1·iturc. ou est ampleme11t ¡·e,(uté le livre du P. Fmncois Vcl'on
Iesiute, pm· leguel il p1·e teud cnseigne1· d toutepel'Solme, quoy que 11 011 t'C1'See en Tlwolo­
"' S a n Franeisc,o de Sales, Coutroverses, p. 1 69. Véase t a m bién Charron, Trois m
oie, ll1l bTe,( &.facile oyen de TeietteT la Parole de Dieu. & C01WaÍ11C1'e les Eglises ¡·efonfles
1 1,
Ve1·i te:, 1595 ed., Libro III, cap. pp. 2 1 6-21 . d'erl'euT & d'abus en tous & un clwcun poi11ct de leurdoct1-i11e, Sedan. 1618, pp. 1 19-20 y
"' John Sergeant, Sure-Footing in Christiauity, or Rational Discourses on tlw Rule 185.
uf Faith, Londres, 1 665, p. 68. '" Veron, Oeuvres, pp. 1 69-70.
1 24 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PI RHON ISMO LA I N FLUENCIA DEL NU EVO PIRHONISMO 1 25

c i a a Zenón, no a Ari stóteles; a esto replicó Veron: " ¡ Gran llegue por procedimientos lógicos sean a rtículos d e fe. 6)
o bj eción! Que sea Zenón o algún otro, ¿ re sultará n mej o res Las conclusiones a las q u e l l egaro n los reformado s fue ro n
j ueces de nu estras controvers i a s ? " � () C u ando Pierre du d e sconocidas d e l o s Padres de l a Iglesia. 7 ) Las conclusio­
Moulin, uno de los más d estacados protestantes franceses, nes sólo son probables, en e l mej o r de los casos, y se ha­
contestó en su Elenwnts de la Logique Fmnc.oise que la ló­ llan fun d amentad as e n mala fi losofí a o sofistería. 8) N i s i­
gica no se basa en las opin iones de algunos griegos anti­ q uiera u n a conclusión n ecesariamente cierta to mada d e
guos, "pues h ay una lógic a natural, d e la q u e el hombre la Escritura es artículo d e fe Y' (Porque " nada es artíc ulo
hace uso naturalmente , sin incluir n a d a artificial. Hasta de fe q u e no haya sido revelado por Dios " Y "
los c ampesinos hacen s ilogismos sin pensar e n ellos",� 1 La c l a se de crisis escé ptica q ue Veron estaba trata n d o
Veron exclamó, " ¡ Po bre s upuesta rel igión basada en las d e crea rles a sus a dversarios calvin i stas e ra u n tanto d i s­
regl as de la lógica de Zenón, o en la fuerza d e l razona­ tinta de la de Montaigne y Charro n. Éstos, en su absoluto
mi ento del campesino! "�2 Algo ta n poco digno de créd ito pirronismo, trataron de socavar tod a s las capacidades ra­
como el razonamiento n atural de un campesino d i fíc il­ cionales de la humanidad, arroj ando así d udas, j unto con
mente podría aportar u n a base a bsolutamente cierta para todo lo d emás, sobre las razones q u e d a b a n los protestan-
l a fe. Por último, indicó Veron, la aplicación d e los prin­
cipios de inferencia era a veces deficie nte; es d e ci r, a ve­ "' Veron, Oe11rres. Los ocho moyens9uedan d eelarados con d e ta l l e en l a pri­
lllera parte , se arguye en favor de cada uno. y luego se responde, por t u rnos, a
ces la gente sacaba i n fe rencias erróneas. ¿Cómo podría­ todas las o bjec iones. Un ejemplo fasc i n a dor d e la aplicación del método de V e­ 1
mos estar completamente ciertos, en algún caso dado, de ron y de la frustración que prod ujo e n su oponente calvinista aparece en las
no h aber cometido un error de lógi c a ? 2;¡ (Comprobar el Acles de la Couference teuue a Caen entre Samuel Bochm-t & lean Baillclwchc. 1
razonamiento segú n las leyes d e la lógica conduce al pro­ Ministre de la Paro/e de Die11 en /'E[Jlise Rcfonnée et Fnmc,ois Vcron Prcdicatcur des .1
Contl·o,erses. 2 tomos, Saumur, 1630. (El ejemplar que se eneuentra en la' Bi­
blema que Hume pla nteó en el Treatise_; ¿ Cómo puede uno b l i ot héque Nationale. D. 221 1 7 perteneció al posterior escéptico e atólico f ran­
estar seguro de q ue la comprobación fue precisa?)2"1 eés, Pierre-Daniel Huet, que h abía sido d iscípulo de Bocharts.) Una y otra vez,
El núcleo del argumento de Veron contra e l intento de los protestantes trat an de probar su argumento apelando a la Eseritura, y Veron
no deja de indicar que las a fi rmaciones protestantes no son idénticas a las pa­
llegar a la fe religiosa por el razonamiento basado e n el la bras de l a Eserit ura, sino que son i n ferencias de l a Escritura. q u e l a Escrit u ra
texto d e la Escritura, q ue d ó resumido e n lo que él l lamó no autoriza estas i n ferencias, q u e l a razón puede errar en sus inferencias. etc.
sus ocho Moyens [Medios]: 1) La Escritura no contiene nin­ Después d e tratar una y otra vez de probar su a rgumento, los protestantes fi­
nalmente d ij eron, desesperados: "Y en c uanto al punto, planteado por Veron,
guna d e l as concl usiones a las que se h a llegado por las d e que nuestra razón es fali ble y puede cometer errores en sus conclusiones, se
i n ferencias de los refo rmados. 2) Estas inferencias n unca repl ieó q ue si debíamos dudar de todas las conclusiones que se saean d e la
se s acan en la propia Escritura. 3) Al sacar infe rencias, se Escritura , con motivo d e que la razón es fal i ble, también tendríamos que poner
hace de la razón, no de la Escritura , el j uez de las verd a­ en d ud a todo J o que leímos en ella en términos precisos, ya que también es
posible que nuestros ojos nos engalien. y el m i sm o es el c aso de n u estras orejas,
d e s rel igiosas. 4) N uestra razón puede e rrar. 5) La Esc ri-. y así. no pod ría haber fe al oír la Palabra de Dios. Esto es contrario a lo que el
tura no nos enseña qu,e todas las conclusiones a las q u e se Apóstol d iee e n térm inos claros, q ue " l a fe es por el oír, y e l oír por l a Palabra".
En suma, sería necesario que d u d á ramos de todo, aun d e est ar vivos.
'" /bid . . p. 169. "Que en realidad es la razón la que saca concl usiones de la Palabra de D i os,
'1 Pi erre Du Moulin. Elements de la Logiq11e Fmnc.oise, Ginebra, 1 625, pp. 3-4. pero la razón clarificada por la l u z de la fe, a la cual las concl usiones son mo ­de s
" Veron. Victorie11se Mctllode, p. 67. 11
tmcio11CS espi1·itua/es podemsas como las d escribe el Apóstol en I Cori11tios, cap.
"1
·
Veron, Oeuvres. p. 1 77. 2. vers. 4. Es e l easo q ue todos los artículos de nuestra fe q ue son d i recta mente
David Hume, A TTeatisc of Human Natm·e, editado por Selbi-Bigge, Oxford, neeesarios para la salvación quedan probados por conclusiones q u e son tan c l a­
.1
' 1

1 949, Libro 1 , Parte IV, sec. I, pp. 180-183. Una versión interesante de este pro­ ras que no hay ningún h ombre en sus cinco sentidos q u e no se vea obl igado a
blema, q ue ac a so sea la fuente de H ume, aparece en Pierre Jurieu,Le Vm¡¡ S¡¡steme aceptar est a evidencia, si l a pasión no J o ha arrebatado", Tomo I, pp. 404-405.
de /'Eglise & la veritable Anal¡¡se de la Foy. Dordrecht, 1 686, pp. 277-80. 'H Oeuvres,
Veron, p. 143.
1

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126 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRO N ISMO LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 1 27

tes para su fe. Veron, en c a m bio, tuvo buen cuidado de n o de n uestros conocimientos racionales. Si l a razón a vece s
abogar p o r e l " escepticismo respecto a l a razón" o el " es­ es e ngañosa, ¿ có m o podemos esta r seguro s de no errar
cepticismo respecto a los sentidos". En c a mbio, i n sistió en respecto a las verd ad e s matemáticas y fís icas, h asta en
desarrollar un escepticismo a cerca d e los usos del sentid o verdades tan o bvias como "la nieve es blanca", "el fuego
y d e l a razón en cuestiones rel igiosas y s u d e b i d a aplic a­ q uema", etc.? "Juzgad cuál es la desespe ración de estos
ción e n cualquier caso d a d o . D e esta m an era, trató d e metodistas" [qu ienes aplicaro n los métodos de Veron] q u e
mostrar que, e n cuanto los reformados h ubiesen a bando­ e s t á n tratando d e revivir el escepti c ismo completo . 2 8 Para
n a d o a l j ue z i n falible, no podrían tener u n a fe cierta, por­ impedir q u e los p rotestantes j ustificasen su fe po r la Es­
que n o tenían una defendible regl a de fe. Cada c riterio d e critura , lo destruyen todo, sus propios argumentos, cien­
conocimiento religioso q u e se viesen o bligados a adoptar, cias, conocimientos sensori ales, y envuelven a l a e specie
la Escritura, l a persuasión íntima y la razón, se d emos­ humana "en tin i e blas etern as".2 !' El q ue los sentid o s y l a
traba extremadamente dudosa como regla de fe , pero n o ra zón a veces caigan e n el error no e s b ase p ara no tener­
necesariamente dudosa para o tros fines. Y, la conclusión les la menor confianza y p ara no depender de ellos las
fi nal d e su bombardeo mediante " l a máquina d e guerra", más de l a s veces. La persona que pasa de reconocer que
según Veron, era, " ¡ Oh confusa Babil o n i a ! ¡Oh cuán in­ n uestras fac ulta d e s a veces nos engañan a la completa
cierta es la supuesta rel igión respecto a todos los puntos d u d a de ellos lo mej o r que puede hacer e s i r a ver a un
en controvers i a ! " 2 7 Los calvinistas q ue d a b an aislados d e mé d ico para que le h aga una limpia del c e re bro con el é­
tod a certidumbre d e conoci miento religioso, porque care­ boro.:w Daillé insistió, siguiendo la tradición aristotélica,
cían d e c á nones para determ i n a r el verdad e ro conoci­ e n q ue nuestras fac ultades son fidedignas por naturaleza
miento religioso q u e n o pud iese ser socavado por el tipo y s e d ebe confi a r e n ellas siempre que p revalezcan las
de escepticis mo de Veron. condiciones apropiadas. U n hombre e n bon sens s iempre
Los apremiados calvinistas intentaro n muchos tipos d e puede d e c i r cuándo h a razonado bien. 3 1
contraataq ue. E n general, sólo p u d i eron ver e l ata q u e E n su clásica o bra, Traicté de l'En1-ploy des Saincts Peres
de Veron como u n esc epticismo tanto a nte l o s sentid o s trató d e mostrar D a i 1 lé cuán endeble era l a base d e la fe
c o m o ante l a ra zón, y p o r tanto, pensaro n q u e la solución d e los católicos, y cómo el estilo de a rgumen to veroniano
a l a s d i fi c u l t a d e s p ro p u e s t a s e s t a r í a en d e stru i r e l ten d ría resultados devastadores si se aplicaba a las fuen­
escepticismo. Por ende, 'va rios de los re formados, o bien tes c atólicas, los Padres de la Iglesi a. Del l ado positivo,
trataron de mostrar el co!n pleto y catastrófico pirronismo afirmó Daillé, las ideas de los prote stantes eran a cepta­
q u e resultaría de la aplicación d e l método d e Veron, o de d as tanto por católico s como por reformados. Lo que es­
demostrar que hay un verdad ero conocimiento del mundo, taba en d isputa eran las op iniones a dicionales que los ca­
basado en el empleo de nuestra s fac ultades naturales de tólicos d e rivaban de los Padres. Allí podía d esarrollars e
sentido y razó n. u n tipo d e escepticismo acerca del s ignificado de l o s do­
Uno de los grandes polemistas protestantes, J ean Dai­ c umentos históricos. No podemos estar ciertos de q u e los
llé, sostuvo que al pl ante ar d ud as acerca d e lo confiable escritos d e los Padres realmente sean o bra de ellos, d e
de nuestras fac ultades d e ra ciocinio en s u aplicación a q u e n o h a n sido alterados, de q ue s ignificaran para los
pro blemas específicos, estaba abriéndose un tipo de es­
'" D a i l l é , La Foy Fondée sur les Saintes Escrit.ures, p p . 57-59.
cepticismo que igualmente podría aplicarse a c ualquiera "' lbid., p. 59.
" lbid., p. 1 69. "" Jbid., p . 60.
"' lbid., pp. 63-65.
128 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONI SMO LA I N FLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 129
a utores lo mismo q u e sign ifican para nosotros, q u e los a u­ ta nte de la Escritura, " ¿ n o es esto vers e red ucido a la de­
tores creían o seguían c reye ndo en lo q u e decían, q ue los s e s p e ra c i ó n ? ¡ C ó m o ! ¡ Ta ntos Padres Santos no han p o ­
a utores habían intentado que s u s observa ciones fue ra n seído sentido c o m ú n , así c o m o ninguno d e nuestros p re­
cons i d e radas como verd ad e s nece sarias o sólo c o m o p ro­ d ecesore s ! ¿ Y sólo lo poseerán el m i ni stro y su zapatero?
babilidades, y así suce sivamente. a 2 Pero, dijo Dai llé, é l no ¿ Y estarán segu ros d e e l l o ? , e tc . , ¡y s o b re esta seguridad y
iría hasta los extremos a los q u e había llegad o Veron, Y l o c u ra, s e a rriesgará n a la condenaci ón!" a ¡ En este caso,
no pro baría que nu nca podía estarse seguro de lo que hu­ p a rece el colmo de la p resunción y de la audacia preten­
biese dicho algún p ad re, concilio o papa. "Pero dej o a u n d e r que sólo los p ro testantes en los ú ltimos c ien años han
l a d o todos l o s p e q u e fl o s p u ntos, p o r c o n s i d e ra rlos m á s estado e n bons sens y han interpretado correctamente la
aprop i ados para p i rrónicos y académicos, q u e desean po­ B i blia, e n tanto q u e tod a la tradición católica ha estado
n erlo todo en d uda, que p a ra cristianos que buscan e n la en el e rror. Y así, conti n uó Veron, el mismo tipo de base
sencillez y sinceri d a d de sus c o razones aquello en q u é p a ra d u d a r de l a i nterpretación de las Escrituras no con­
basar su fe. ' ' :1 :1 d u c e a u n a d u d a más general acerca de todo nuestro co­
Veron respo n d i ó acusa n d o a D a i llé de no h a ber c a p­ nocimi ento.
tado el argumento del método, y d e haberse convertid o e n Por entonces se plante a la segu n d a cuestión. El hecho
Daillé, ministTO de ChaTenton, nuevo pinónico e ind�{eTente d e que nuestros raciocinios p uedan ser "evi d entes y cier­
en nwter-ia de Teligión. a .¡ El p roblema de la aplicación de la tos" en algunas c uestion es no s ign ifica q u e lo que parece
ra zón a cuestiones específicas no entrai1a el e scepti c i sm o e v i dente y cierto sea a rtículo d e fe. Daillé, " este ignorante
un iversal q ue D a i l l é prete n d i ó ver, y que D a i l l é " h a com­ co nfunde el no ser m·tículo de fe con ser conocimie nto d u­
batido contra su som bra".:¡:; Las cuestiones que Veron h a­ d o so". a H Muchas cosas, conocimiento c i entífico, evi d encias
bía planteado eran dobles. Ante todo, p uesto q ue los cal­ de la rel igión c ristiana, etc . , no son d udosos de acuerd o
vinistas habían i n s i stid o en q ue la Iglesia erra ba al leer c o n Vero n pero, al mismo tiempo, n o s o n a rtículos de fe,
las Escritu ras, y en que todos los hombres eran fa libles, ni l o serán a menos q ue sean revel ados por D ios.:l!J
entonces, ¿ c ó mo podían estar seguros d e no erra r en sus El con traata q u e d e D a i l l é , cre a n d o u n a m á q u i n a d e
p ro p i a s i nterpreta c i on e s p a rti c u l a res d e la E s c ritura? gue rra" contra l o s Padres d e l a Iglesia fue considerado
Esta índole de problema n o se extiende al razonamiento por Veron como realmente p e ligroso. El tipo de razones
científi co y mate mático, d ij o Veron, porque allí los p rin­ o fre c i d a s p o d í a extend e rse a to d o s los l i bros ' c u ales­
cipios e inferencias " son evidentes y ciertos". a n Pe ro afir­ q u i era q u e fuesen, incluso los d e Daillé. " La s mi smas d u­
mar q u e lo mismo es c i e rto respecto a la lectura protes- d a s podrían plantears e so bre si el l ibro d e Daill é real­
mente es d e él, o sólo supuestamente lo es, s obre s i habló
'1' D a i llé. Tmité de /'Employ des Saincts PeTes. ¡mT le lugeme11t eles di.ffeTeliCis. qui en s u j uventud, etc." ·In Como Vero n se n ega ba a a dmitir
so11t a uio1mi'I1H1J en la Religion. G i ne bra . 1 632. caps. 1-2. S i m i laresSimon.
a rgu mentos
en su
que s u con ocimiento de las p roposiciones religiosas ver­
fueron pl anteados por el gran est ud ioso biblieo. padre Richard d a d eras se basa ra en alguna evidencia, interpretación d e
Histm·ia Critica del Antiguo Testamento. t raducido por Dodwell. Londres. 1 682. •

doc umentos o experiencia, s i n o q u e t a n sólo estaba con­


con respecto a los textos bíblicos.
u D a i l l é . Employ des Sai11ct PeTes. pp. 62-63. .
ten i d o e n l a palabra revel ada de Dios, podía o bservar que
1' Veron. Du Vmy .luge et .lugement des Di.f.Terents qui so11t cwiouni 'IIH1f e11 la Re/1-
gion: mi est respo11d11 au siem· Daillé Ministre de Cilarento11. 1WHt'eau Pyn·/10nien. & ,; //Jid . p. 1 78.
1' 1
.

indi.f.TeTent en Religion. contmiTe d ses Col/egues & (1 so11 pm1y. París. n. d . !Jid . . p. 1 77.
'1'' Veron. Oc1n;res. p. 178. 0' /bid . pp. 1 70, 1 77 y 1 96-197 y 227.
.

'1" !bid . p. 177.


.
'" Veron, Du Vray Juge et Jugement, p. 13.
130 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PIRRO N ISMO LA I N FLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 131

la m a nera de a rgum e n t a r d e D a i l l é " intro d u c i r í a a l a no e s el p unto e n c ue stión, sino tan sólo si un a rtículo d e
secta d e los p i rrónicos, y l a i n d ife rencia e n materia de re­ fe p uede s e r establecido p o r l a razón. Gente como Ferry,
l igión" . 4 1 al glorificar nuestras capacidades racionales, se acerca a
Otro p rotestante se levantó para refutar a Veron, cierto adoptar l o que B ayle llamó l a herej í a sociniana, q ue l a
Paul Ferry, q uien consid eró q u e la solución al b ombard e o razón e s l a regla d e fe.45 Para Veron, l a razón p u e de s e r
de Veron s e hallaba e n l a d e fe n s a d e l a racionalid ad, e n perfectamente s a n a y a d e c u a d a , pero esto n o supera e l
u n a inve rsión c a s i comp leta d e l a posición calvinista i n i­ escepticismo res pecto a s u u s o al establecer los artículos
c ial. Habiendo intentado p ro b a r q ue los a rtículos d e fe d e fe. Ni siq uiera e l razon a miento teológico, que Veron
calvin istas estaban en l a s Escrituras (lo q u e Fe rry en rea­ reconoció como posi blemente "necesario y cierto" hace
lidad desaprobó, en vez de establecer, ya que i n d icó q ue d e sus conclusiones verd ades religiosas, a menos que h a­
los a rtícul o s simplemente s o n i n terpretaciones razon a­ ya n sido también revel a d a s p o r Dios. 46
bles d e l texto);12 Ferry d e fendió el uso d e l a razón p ara El método vero n i a no p re te n d í a d e spoj a r a los refo r­
establecer las verd ades rel igiosas. Afi rm ó que tenemos mados d e todo criterio p a ra asegurar la verd a d d e s u s
una d isposición o capacidad natu ral, nuestras fac ultades convicciones rel igiosas. Para asegurarse d e q u e los pro­
racionales, que constituyen un ra sgo básico d e l a natu ra­ testantes no pudieran j ustifi c a r s u fe por l a Escritura, o su
leza h uman a y que nos capacitan a conoc e r las cosas. Por razonamien to a p artir de l a Escritura, intro d uj o u n tipo
medio de nuestra " experi e n c ia u niversal" podemos saber d e escepticismo parcial, aplicando algunas de las clásicas
que el fuego es caliente y otras verd ad e s naturales; por téc n icas p irrónicas p ara p roducir l a falta d e certidumbre
medio de nuestros " primeros principios" o "verd a d es que completa e n la visión d e los reformados. Co ncluyó l uego ,
han nacido con nosotros" conocemos cierta s verd a d e s ge­ "po bre religión, sin certid u m bre, abandonad a a l a d iscre­
nerales como "el todo es m á s grande q u e la parte" ; y p o r ción d e c ualquier c h a pucero " . -1 7 Medi ante u n hábil uso d e
medio d e l "j uicio" podemos d iscernir las consecuencias ''la .r ueva máquina de guerra", l a fortaleza d e los p rotes­
lógicas de las verd a d e s q u e conoce mos. Todo e sto aporta tantes q u e d ó red ucida, h asta d ej arlos soste niendo un li­
una base indudable de rac i o n al id a d , q u e es conn atural e n bro cuya a utentic i d a d n o podían establecer, y de c uyo sig­
nosotros. Desafiar esta racionalidad nat u ral y fundamen­ n i fi c a do nunca podrían estar segu ro s ; sólo s e les d ej aron
tal es tratar d e destrui r n ue stra h umanidad y convertirn o s las falibles facultades d e l h o m b re para emplearlas en u n a
en bestias. Hasta el p unto e n q ue tenemos estas capacid a­ tarea para la c u a l n o p o d í a n mostrar que p u dieran usar­
des y h abilidades, podemos razonar, partiendo d e lo q u e l a s . Así, creía Veron, h abía mostrad o lo d udoso d e las
conocemos c o n certidum bre, y por tanto, pasar d e l a s ver­ afi rmaciones de los refo rmadores, y q u e su m étodo de es­
dades religiosas a otras verd a d e s .¡;¡ . tablecer l a s verd a d es rel igiosas sólo conduc iría al escep­
Veron apartó esta defe n s a de la racionalidad si mple­ ticismo rel igioso y, q u izás, a l pirron i s mo total.
mente diciendo: " ¿ Quién lo d u d a ? Pero n a d a de esto basta Los protestantes , sin embargo, vi eron q ue e l mismo en­
para establecer un a rtículo de fe, pues n a d a de esto es l a foq u e escéptico p o d ía aplicarse contra su i n ventor, y con
Palabra de Dios, y c reer no es más que sostener algo como los mismos resultados. La "nueva m á q u ina de guerra" pa­
cierto porque Dios lo h a dic ho." '·' La defensa de l a razón rec i ó tener un peculiar mecanismo d e retroc eso q u e c a u-
" !bid., p. 3.
" Fcrry, Dcm1er Desespoir de la Tmdition, pp. 64-68. "' Bayle, Dictionairc, art. "Socin, Fauste", comentari os fin ales.
"' !bid. , pp. 1 46-148. "'' Vcron,Oeuvres, p. 1 97.
" Vcron, Oeuvres, p. 170. ·" Veron, La Victorieuse methode, p. 58.
1 32 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PIRRON I SMO LA I N FL UENC IA DEL N UE\'0 PIRRO NISMO
1 33
saba el extraño efecto de hundir al blanco y al artillero e n Pero l a "má q u i n a de guerra " de Vero n, tan adm
i ra d a
una catástrofe común. S i los refo rmados n o pod ían deter­ e n s u é p o c a por l o s j efe s d e l a Cont ra rrefo rm a n o
s ó l o era,
m i n a r i n fa l i blemente los verd a d e ros a rtículos d e fe a como lo ha a fi rm a d o Bred vold, 50 u n empl eo estra tégic
o
partir del texto de la Escritura por m e d i os ra c i onales, d e l escep ticism o para recog er el reto d e l c alvin ismo
tampo c o podrían los católicos d escu brir algun � verd a ?
. An­
tes bien, c reo yo, fue el resul tado d e otra i nflue ncia
más
religiosa, pues se hallarían c o n frontad os a las mismas d i­ pro funda del e s ce pti cismo a comi enzos del siglo ·
XVII, la
ficultades al tratar d e aseverar el sign i ficado y l a verd a d alian za d e p i rró n i co s y catól icos, en defen sa del c
ri stia­
de l o q ue habían dicho papas, concilios y Pad re s de l a nism o fid eísta . En estos térmi nos. como verem os, los
cató­
Iglesi a . Hasta d o n d e p o d í a n v e r l o s reformados, Veron l i co s q u e d a ban a salvo del bomb ardeo escé ptico de
sus
había desarrollado un escepti c i smo com pleto para ven­ pro p ios c a ñones , ya que no ten ían ningu na posic ión
que
cerlos, pero, por su a rgu mento, h abía quedado tan derro­ d e fende r. S u o p i n i ón se halla ba arra igada e n u n a a fi rm
tado como ellos. ·IH

c i ó n q ue n o e ra racio nal ni fá ctica, s i n o e n una fe acep­
ta d a e i n d i sputa d a en l a tra d ición c atólic a. Viero n, como
Excl u i d las consec uencias de la Escritura, y los papistas no ha bía suger i d o Mald onad o, q u e si d ud a b a n una vez
serán capaces d e i mp ugnar un sólo lema d e los protestantes, de
ni estarán en capacidad de probar el primer Artículo de la fe
esta fe p o r la a cepta ción tradic ional , enton ces ta mbién
romana, a saber, l a pretendida i n fa l i bilidad de s u Iglesia. ellos se vería n a rrastrados a las mism as arena s move dizas
Mientras nos arrancan tales armas de nuestras manos, se de­ en que esta ban tratan do d e hund ir a los reformado s.51 y
sarman ellos mismos a la vez. Y a l esforza rse por perj udicar así, en much os d e los contr a rrefor mad ores franc eses en­
la causa de l as Iglesias reformadas, socavan por completo la contr amos un fid eísmo i mpl ícito que como mej o r pod
ía
suya p ropia; pues si n uestros razonamien to s d � esta í � do I e j ustifi ca rs e era p o r e l fi deísm o expl ícito d e l o s nouveau.x
son i nsigni ficantes contra ellos, los s uyos tamb1en .
- s o n msig­ Pyrrhoniens.
nifi cantes contra nosotros, y por este mismo arte se esfuerzan Come nzand o en el s iglo X V I con Herv et y Mald onad
por q u itar el filo a nuestras espadas y tienen que a rroj ar las o,
encon tra mos mucha s i n d i cacion es d e q u e las princi pales
suyas propias:!!' figura s c atólic as france sas suscri bían un tipo d e fid e ísmo
cuyo desarr ollo y expre sión teóric a apare cieron en los e s­
Ambos bandos pud iero n pla ntear perplej idades escép­ cri to s d e Mo nta igne y d e s u s segu i d o res. Herve t, como
ticas so bre cómo podía el otro conocer y estar seguro de
hemos visto, en el prefac io a s u traduc ción a Sexto Empí­
que sus opiniones eran Ciertas. Una vez que Ve:on plan­ ric o , h abía in sistido en el carácter n o racion al de la fe , y
teó su escepticismo respecto a l e mpleo d e l a razon e n m � ­
en l a neces i d ad d e creer, antes de sa ber. El escept icismo
teri a rel igiosa, ninguno de los dos bandos pudo y a a d u c i r
ayu d aría a l cristia n ismo d estruy endo al filósofo d ogmá­
una evidencia satisfactoria e n defensa de su pro p i_ a c a u s a .
ti co, de modo que sólo qued aría la fe como vía a l a verdad
En cambio ' ambos pudieron concentrar sus esfuerzos . en rel igiosa . 52 Y la amista d d e Maldo nado con Monta igne pa­
aumentar las d i ficultades escépticas de sus adversariOs. rece basad a , al menos e n parte, en una simili tud de opi­
' ' Cf. Gottfried W i l helm Lei bniz, Essais d .; Theodicée s u r la bon �é d e Dieu, la n i o n e s . El meollo d e la teolog ía de Mald o n a d o p arece
.
liberté de l'homme et /'Origine du Mal, Amsterd a m , 1 710, p. 74, parralo 62. haber sido libera r la creenc ia religio sa de todos los argu-
&
'" Robert Ferguson, The In terest of Reason in Religion, wit h tlle I mpo1·t Use of
& Belwvers (Lon­ ''" Bredvo id, I nt ellectu a l Milieu of Dryden , p. 76 y ss.
dres. 1675), p. 190-' Véase t a m b ién Joseph Glanvill. AOfOY <H'I J � :, E J A : o, A Seaso­
Scripture-Metaplwrs, a n d the Natw·e qf' the Union betwixt Christ
'' ' John Maldon atus, A Commen tanJ on the Ho/y Gospels. t ra d . por
G. J. D avie .
n able Recommendation and Defence (Jf Reason, I n the AjJairs of Rel!gwn. agamst Londre s, 1888, esp. Vol. I , pp. XIX-XX , y Vol. I I . pp. 1 09-1 10.
I nfidelity, Scepticism, and Fanaticism of all satis, Londres, 1670, pp. 32-33. ''' H e rvet, prefaci o a Sexto Empíric o, Adversus Mathem aticos.
ONIS MO LA I N FL UENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 135
I 34 LA INFL UEN CIA DEL N U I•; VO PIRR
p resu n c i o � e s d e l � o.mbre Cuando el Rey e x p resó su placer y elogió a Du Perron
m e ntos d i aléc tico s, n ega r l a s
l as c ues tiOnes reh gwsas . és � e d ij o , "sire, h oy he p ro bado por razones poderosas ;
rac i.on al que trat aba de j uzg ar
fe , tal com o a par ece en l a evi ? e ntes q u e h ay u n Dios. Mañana, s i place a Vuestra
La bas e del cris tian ism o es la Ma.1 estad concederme otra a u diencia, le probaré p o r ra­
ía b asta rno s con resp onde r,
E scri tura y l a trad ició n. " D e b zones p o d e rosas y evidentes q u e no h ay ningún Dios". El
rist i a n � s, no filó sofos . La Pa­
e n una pala bra , q u e som os c Rey, .q �� al pare c e r n o e ra cristiano fid eísta, se i rritó, y
; y m ient ras ten gam os esto
l abra de Dio s es nue stro l e m a s icta dos de la sim ple desp1d10 a s u h u é s p e d.'•6
J o d
en cl aro , poc o insi stir emo s en Hasta en el c a s o d e l más espiritual de los contrarre­
raz ón n atur al." 5a form � d ores franceses, S a n Francisco d e Sales, h ay algu­
form ado res no ofre cen
Muc hos de los dem ás con tra rrs nos signos, aun c u a n d o tenues, de ten d en ci as fideístas.
ro una fe fide ísta parece
� unque San �ra n c i sco condenó a "aquellos d e nuestros
d e fensa raci ona l a su pos ició n ; pe
lós ofo s a los q u e adm iran. El
s uge rid a por los teól ogo s y fi ti e mp o s q u e p r o fe s a n p o n e rl o todo e n d ud a ", escogió
.ú s gra nde de los con tr� ­
Carden al du Perron , quiz á s el mism o con vers o a l c atol i­ como s u secreta rio al p i rrónico cristiano Jean-Pierre Ca­
rreform ado res fran cese s,5· é 1 l m
tiem po, e n s � s escritos mus, Y d e d i c ó cierto tiempo a la gu ía espiritual de la he­
re ? e ra de Mo ntaigne, la s e ü o rita de Gourn ay.5 7 E n los
ci smo , prá ctic ame nte no pcrd ió
a s de su cau sa, smo que se
p olém icos , pres enta ndo pru eb . _
r 1 � I ade c l:l ado de l a teo­ pnmero � escntos de S a n Fra nc isco, Les Controverses, c itó
ded icó prin cipa lme nte a señ ala ?
so. Sm emb argo , el a Montmgne como u n a de l as muy escasas a utori d a des
ient o re hgw
ría calv inis ta del con ocim eontempo:á � �as e n c uestion es religiosas. El li bro, en ge­
ptiv a d e Mon taigne , la
c arden al era ami go de la h ij a ado neral, defl mtlvamente no es fi d e ísta. Pero en defensa de
a d m irad or de los escritos fi­
señor ita de Gou rnay , y gran l o s m ilagros c ita u n pasaj e , posi blemente i rónico ' d e los
t aign e, Pi erre C h a rron . ''5
Essais, "para p ro bar l a fe por los milagros". s H
deíst as del hijo ado ptiv o d e Mon
on nos i n d i ca s u eva lua­
Cierto rela to acerca d e Du Pcr r Hay muchas otras ind icaciones de los n ex os entre los
uma na e n c ues tiones re­
ción d e los mé rito s de la razó n h
a � o a cen ar por Enr i­ contra rrefo rmadores y el nouveau Pyrrhonisme. Al pare­
ligi osas . En u n a ocas ión fue i nvit
q u e III y, a la mes a, pron u n c i ó u n
d i sc �rso e � co ntra .d e l cer, � un p a ra sorpresa de Montaigne, el Vati c an o sólo ex­
l a exis ten ci a d e D w s . preso una tenue desaprobación de las opiniones expresa­
ateí smo , ofre c i e n d o pru eba s d e das e n los Essais, y le invitó a d e d i c a rse a escribir en
J l o/!1
cl e fens.a de l a Iglesia.-··H La mayoría de los d iscípulos d e
A CommentanJ on tlw G ospels,Vol. J I , pp. 420-4 21. E n s u
� � ntaigi� e a comienzos d e l siglo xvii rec ibieron protec­
''" Mald onatu s,
d �uhr a yó I � nec sida � � e l a fe para o b­
discu rso inaug ural e n París , Mald nado sJgm _ f. canc l: d e f1loso fo s como Pla­ cw n Y ahe nt.o de los cardenales Richelieu y Mazarino.(HI El
tener una comp rensi ón de la teolo gía, y In rn Y la Igles ia a l resol ver l a s c ues­
in l �
_
pp. 179-1 85, 558-560 Y
tón y A ristót eles comp arado s con l a Escl"i tu obispo de Boulogne, Claude Do rmy, fue gran admirad o r
t i ones teoló gicas . Cf. Pral.Mo.ldonat ct l'Ulli l't"I"Si té de Parfs , de Ch arron, y le ayud ó a obtener una a prob a ción para La
''' En la vida de Du Perro n, que apare ct' l"(>lllO
566. prefa ci o a Les diverses Oeuvres
Parí� . l ti22. se infor ma que el papa d ijo e
n ''" Pierre de I 'Estoile, Mémoires-Jotmwux, 12 vols., Tome Deux icme. Joumal de
de l'illustrissime Cardinal Du Perron, s n·
He_1: r1 III, ! 581-1_586, París, 1 888, entrada de noviembre de 1583, pp. 140-141.
.. . San 1• ranc 1sco de Sales, Carta a M . Celse-Bénigne d e Chantal. 8 Décembre
D ios que in i ni carde nal D u Perro n, porq ue é l
u n a ocasi ón, '"Rog uemo s a p

n o s conve ncerá de Jo q u e quiera ", p. 22. a nl, menc iona la a d mira ción de D u
1610, en Oetw1·es, Tomo XIV (Lettres, Tome I V), Annecy, 1906, p . 377 Boase, For­
:.:. Jean D uverg ier du Hauranne (Sain t·C'�T etez Capitales contenues en la tu �ws o.f Montai�ne, p. 61; y Chiff, La Filie d'Alliance de Montaigne, pp. 29-30.
La Somme des Fautes•·s ,·r Fauss
Perro n a Charr on en
Garas la dt•
Comp agnie de Jesus, París , 1626, :·: San F�anc1sco de Sales, Controve1·ses, p. 328, y "Notes préparatoires", p. 17.
Somme Theologique du Pere Franc,ois ·· ·
dt' Du Perr� n con Mlle. de G ? u rnay,
Monta 1gne, Joumal de Voyage, pp. 250-252 y 274.
II, p. 324. Acerc a de las relac iones
Tomo
La Filie d'Aliance de MolltCIIfJ1le, Mane de Gou111ay, Par1s , 1910. . "" Por ejemplo, Gabriel Naudé y Franc,oi s de La Mothe Le V ayer eran prote­
véase Mario Sch iff, gidos de Richelieu y Mazarino.
p. 37.
1 36 LA INFLlTENCIA DEL N UEVO PIRRON ISMO LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONI SMO 137

Sagesse. El o bi spo tenía tales inclinaciones fid eístas q u e C h a rron , Camus y Sexto E mpírico aportó al mismo tiempo
desaprobó l o s pocos e s fu e rzos d e Charron p o r mod erar s u un méto d o para c ombati r al calvinismo (y también, como
pirronismo cri stia n o ante l a oposición q ue encontró e n l a vieron l o s reformados, un método igualmente bueno para
Sorbo n :;� . 6 1 El confesor d e l rey, e l j esuita Nicolas Caussin, combatir a l catol icismo), y una razón para el empl eo d e l
impri m i 1 una a dapta c i ó n d el nú cleo d el escepticismo fi­ método. L o s acertijos escépticos ayudaban a destruir a l
deísta d e Charron e n su o bra La Cour Sainte. 1;2 El carde n al a dvers a ri o, en tanto q u e el fideísmo impedía la pro p i a
Bérulle, en s u crítica d e l conocimiento racional, ofrec ió d estru c c i ó n . L a teorí a escéptica d e l conoci miento rel i­
una opinión n otableme nte p a re c i d a a l a d e Charro n.t;a E n gi oso prop uesta por Montaigne y sus d iscípulos aportó u n
e l d e cenio de 1620, c u a n d o Charron fue acusado d e ser marco teórico e n q u e l a "máquina de guerra" podía a c ­
" ateo e n secreto" , t ; � fue d e fe n d i d o prim e ro por el padre t u a r s i n d i sparar al m ismo tiemp o contra el a rtillero ,
Ogier,fi5 y l uego por el gran te ólogo j anseni sta S a i n t-Cyran m a rco e n que u n total escepticismo e n e l plano racional
(J e a n D uvergier du Ha uranne). Éste, q u ien a firmó que el se convertía en preparación para l a revel ación de la ver­
Card enal du Perro n le h a b í a recomendado la teologí a de
1
d a de ra fe.
Charro n , insistió e n q ue , e n general, no era más que buen C o m o e l t i p o d e méto d o escéptico e m p l e a d o por l o s � 1
agusti nismo, y q u e el pirro n ismo cristiano d e Charron e s­ contra rrefo rmad ores podía aplicarse a c u a l q u ier teoría
ta ba en armonía con lo m ejor d e l pensamiento rel igioso, del conoci miento rel igioso, la seguridad y la salva c i ó n
así como con l a s Escritura s . fi 6 consistían en no tener ningun a teorí a . Pod ía n defender s u
Estas indi c aciones de a p ro ba c i ó n d e l nouveaux Pyrrho- c atolicismo tan s ó l o por la fe, en tanto que d emolían a sus
nisme y de los nouveaux Pyrrhoniens por muchos que los e n e m igos e n red á n d o l o s e n d i fi cu l t a d e s e s c é p ti c a s . Al
espíritus más d estacados d e l a Con tra rrefo rma e n Fra n c i a aliarse con los nouveaux Pyrrhoniens, los contrarre fo rma­ d
1
ilustran, a mi entender, l a i n flu encia b á s i c a d e l resurgi­ d o res podían re c i b i r m u n i ciones de los e s cépticos, a s í
miento del escepticismo griego e n la época. El o bjetivo c o m o u n a "justificación" fid eísta para su propia causa. Ya
del p i rronismo cristian o d e hombres como Montaigne y pod ían gritar los calvinistas q u e tanto protestantes como q
Charron acaso fuera "au mentar la dista n c i a entre la razón catól icos serían víctimas d e una catástrofe comú n , pues 11
y la revelación" y "construir una mora l i d a d n o ra cional, unos y otros tenían q u e basar s us i deas en documentos,
sino racionalista, e n q u e la religión sólo ocupe un lugar il
decl aracio nes y razonamientos acerca de ellos. Pero, a l
secund ario" .f1 7 No o bstal'l¡te , e l escepticismo d e Montaign e , parecer, l o s catól icos pusiero n oídos sordos a estos gritos, ' 1
sin preocuparse, creo yo, porque habían aceptado la afir­
•H Cf. L . Auvray, "Lettres d e Pierre Charron a Gabriel M ic hel d e l a Rochc mai­
m a c i ó n d e los p i rrón i c o s cristi anos, de tt u e el escepti­
Reme d'Histoire Littémire de la Fmnce,
l let", en I, 1894, esp. pp. 323-327.
cismo es el camino h a c i a Dios. Los esfuerzos del hombre
Fortunes o.f Montaigne,
'" Cf. Boa se, p. 1 86.
n:� C f. Joseph Dedieu. "Survivances et Inl1uences de l ' Apologetique tra d i t i one­ sólo p ueden s er negativos: eliminar l a s creencias falsas y
Revue d'Histoire Littéraire de la Fmnce,
lle d a n s les Pensees", en XXXVII, 1 930, d ud osas de su espíritu. El contenido positivo q u e q uede
pp. 498-499, n. 3.
'" Por Fran¡;ois Garasse, S. J. en su o bra La
Doct1-ine curieuse des beau:r esprits es d a d o por Dios, no por el h o mbre . Y mientras Dios esté
de ce temps, ou pretendus tels, París, 1 623, y o bras posteri ores. del lado católico, las d u d a s general es de Montaigne y las
J¡¡gement et Censure du Lirre de la Doctrine curieuse de
'" Cf. Fran¡:ois Ogi er,
d u d a s aplicadas d e Veron sólo sirven a la función benefi­
Franc,ois Garasse, París, 1623.
"" Saint-Cyran, laSomme des Fautes et Faussetez, To mo II, pp. 321-469. Esto ciosa de c urarnos de fa lsas creencias y guard arnos d e fal­
será a n a l i zado en detalle en el c a p ít u l o VI.
'" Jul ien-Eymard d ' Angers, "Sénéque et le Sto!c isme d a n s l ' oeuvre du corde­
sas religiones. S i a band onamos el intento de comprender
lier J . d u Bose", enDi:r-Septieme Siecle, núm. 29, 1955, pp. 376. las m ateri a s religiosas, n os salvaremos de llegar a conclu-
1 38 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PIRRON ISMO LA I N FLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO I39
siones heréticas. Dios, mediante la Revelación, nos man­ A d e m á s de i n fl u i r s o bre las l u c h a s teol ógicas de la
tiene en la verdadera rel igión. El católico rac ional y el é p o c a , el res u rgimi ento del p irronismo t a m bién s u rtió
protestante racional pueden ser demolidos por l a " m � ­ efecto sobre algu n a s de las otras pugn as intelectuales d e
quina de guerra", pero el hombre de fe s e salva por mediO fi n e s d e l Renacimiento, especialmente l a s q u e gira b an en
d e Dios, no por la razón n i por l a eviden c i a . E l verdadero t o rn o a l as seudociencias de astrología, alqu imia, bruj e­
creyente está a la merced y b �j o l a � r? tección d e D � os. ría , etc., y las rela c ionadas con el conflicto e ntre las cien­
Tod a desvi ación de la Iglesia tradiciOnal abarcana u n a c i a s aristotélicas y l a " n u eva filosofía". Ya e n 1581 encon­
decisión humana so bre q u é es correcto o i n correc to en re­ tra m o s un estudio d el pirronismo en l a obra de Jean Bo­
l igión. Para tomar tan importante decisión, habríamos d e din, De la Denwnornanie des So1·ciers, donde, c o mo preludio
tener razones adecuadas. Por tanto, los contrarrefo rma­ antes de d i scutir su tema , Bodin consideró n ecesario tra­
dores y sus a liados escépticos trataron d e mostrar que los tar del problema del criterio, la regla de la verdad, para
reformados estaban haciendo de la razón la regl a de fe. mostrar q u e la evidencia q u e podía o frecer era sana. Se
Habiendo logrado e sto, trataron de desa_r rollar, y � �� a u n deli ncan tres teorías del conoc imiento : la d e Platón y D e­
escepticismo respecto al u s o d e l a razon � n rel Igwn ; ya
_ Mi en­ mócrito , d e que sólo el intelecto es j ue z de l a verd a d ; des­
sea un escepticismo con relación a la pro p i a razon.
tras tanto, por lo que concernía a los contrarre �o rmadore s
p ué s u n b urdo e mpirismo atri buido a Aristóteles, y por
último el total escepticismo d e Pirrón (y también, segú n
y l o s escépticos, l a verd adera religión seguía siendo co � s­
tante mente revelada por Dios, por med i o de S u Iglesia. Bod in, d e Nicolás d e Cusa). Las tres opiniones, especial­
Permaneciendo en el campo racional, basados en l a Roca m e nte el escepti c i smo, son rech azadas en favor de u n re­
de l a fe podían disparar c ontra los nuevos d ogmáticos, los fi na dísimo empirismo, al que Bodin llamó la teoría d el
calvini ;tas los n uevos d e fensores de la eficacia de las fa­ sentido común d e Teofrasto, que dej a lugar a ve rd ades
c ultades r� cionales del h ombre para determinar l a ver­ derivadas d e interpretaci ones de la e xperiencia sen so­
dad religiosa. A lo largo d e toda la batalla, los católicos ri al. Sobre esta base j usti fica después su evidencia acer­
podían sentirse seguros en su fortaleza fid eí � ta, siempre ca de la "d emonomanía". fi H
En torno al cambio d e siglo, los adversa ri o s d e l a astro­ !
que Dios, de su lado, desde luego, los sostuviera . . Lo q u �
d ijo l a señorita de Gournay acerca d e s u s c ree�c1as reli­ logía al p a recer empezaro n a intro d u c i r m ateriales d e
gio sas y las de Montaigne, también p u d o apl i carse, en Sexto Empírico, especialmente d e su o bra contra l o s as­
gran medida, a los confrarreformadore s fr�n �� ses. Para tról ogos. En 160 1 , John Chamber se opuso a los astrólogos,
ellos, la piedra de toqu e d e l a verda dera rehgwn era y e m pleó, como parte de su material, algunos artículos de
Sexto. 70 Un defensor de esta "ciencia", sir Chri stopher
la Sagrada ley de nuestros padres, sus tra d iciones � su auto­ Heydon, p u blicó una réplica, en cuya portad a � parece el
ridad. Que también pueden sufri r a estos n u evos titanes d e nombre de Sexto como e l de aquellos a los q ue respon-
nuestro tiempo, a estos trepadores que creen poder alcanz �r
el conocimiento de Dios por sus propios medios y c i rc unscn­
birlos, a Él, a Sus obras y a las c reencias d e ellos dentro de De la Demonomanie des Sorciers,
"" C f. Jean Bodin, París, 1 581. Prefacio, las
los l ímites de sus medios y su razón, no dese ando aceptar púginas déc i m a , onceava y doceava, no nu meradas.
nada como cierto si no les parece probable. llH Lon d res 1 601, pp. 1 6 Y
A Treatise against Judicial/ .4strologie,
'" J o h n Cham ber,
HistonJ qf Magic and Experimental Science,
23-24. Lyn n Thorndike, en s u .4 Vol. VI,
l'\ ueva York, 1941, pp. 205-206, dice que Tommaso Giannini, en una obra publi­
cada en 1 61 8, también empleó materia les tomados d e Sexto contra los astrólo­
"' Citado en Boase, Fmtunes qf' Montaigne, p. 61. gos.
(:
140 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PIRRON ISMO LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 141
derá. i l Uno d e los cargos contra Chamber es n o haber re­
. Otros testimo n i o s importantes de a fi rmaciones escép­
conocido c uánto debía su o bra a Sexto. 7 2 Heydo n s ólo h i zo ticas empleados. en. las batallas contra las s e udociencias
un leve esfuerzo por refutar a Sexto, indicando q u e los son los ataq ues de los padres Mersenne y Gassendi contr2.
pirró n i cos dudaban de todo , y sólo habían cavilado contra l a alquimia. Mersenne, e n su Vet·ité des Sciences d e 1625,
la a strología, así como se oponían a tod a s las d e m á s c ie n­ presentó un diá logo entre un escépti co, un alqui mista y
cias; por tanto, no se les p o d í a tomar e n serio. ;:¡ un fi lósofo cristi a n o , y a un q u e el o bj etivo principal de l a
Un espiritista francés, Pierre Le Loyer, tomó la críti c a o bra era atacar el escéptico, este último asesta muchos
pirró n i ca d e l conocimiento h u m a n o mucho m á s e n serio, y golpes al a l q u i mi sta medi ante los h a bituales mate riales
afl a d i ó una sección d e o nce págin as a sus Discou1·s, et His­ escé pticos tomad o s de Sexto contra la supuesta cien c i a de
toiTes des SpectTes, en respuesta a esta opinión. ¡.¡ Al pare­
cer, lo que le perturbó fue que los escépticos d u d aran de
l a a l q u i m i a . ;; Gasse n d i , pirrónico declarado por entonces,
escribió una refutación, a petición de Mersenne, en contra ,1
1
lo fi d e d igno de la i n fo rm a c i ó n s ensori a , pues él prete n d í a del teorizante ro sacruz Ro bert Fludd , en q u e l a a ctitud
basar su a rgumento en tod a una variedad d e testimonios, escéptica es aprovechada para demoler l a s opiniones de
como apariciones, etc. Así, Le Loyer empezó por esbozar Fl u d d . i H
la histori a del escepticismo a ntiguo hasta llegar a Sexto En l a s guerras c o ntra la ciencia escolásti c a se e ncu en­
E m p í r i c o (co ntra c uya o b ra , a firmó, " France s c o Pi c o , tra n argumentos ya manidos, tomados de la tradición es­
conde d e la Mirandola, sobrino d e Gian Pico, el fénix d e céptica. Tanto sir Francis Bacon como Gassendi e mplea­
su época. había escrito y refutado todos los a rgumentos ron algunas d e las críticas del conocimiento sensori al en
de los pirróni cos y escéptico s"). ¡� Luego se dedicó a la re­ su l u c h a contra e l aristotelismo de las Escuelas. En reali­
futación de la crítica escéptica del conocimiento senso­ dad, el tipo de protesta d e Ba con contra la fi losofía y las
ri al, ofreciendo básicamente una respuesta aristotélica: que c i e n c i a s trad i c i o n a l e s fu e c o n s i d e r a d o p o r M e r s e n n e
cuando nuestros sentidos funcionan ade cuadame nte, y e n c o m o una i m itación d e l os pirrónicos. 7!1 Y Gasse1Vd i en su
condiciones normales, re c i b imos verd adera información y primera o bra, uno d e l o s d o c umentos antiaristotélicos
que, e n caso necesario, n u estro intel ecto puede corregir más poderosos de l a época, mezcló tod a la a rgumentación
los i n formes d e nuestros s e ntidos y, por tanto, o btener un el e la trad ición p i rrón ica en una denuncia general, con­
conocimiento fided igno a cerca d e l mundo sensible. 7(; cl uyendo q ue nada podía s a berse y que ninguna ciencia
era posible, y menos q u e n i nguna la c i e ncia a ristoté lica. Ho
" S i r Chri stopher Heydon, A De.Íimce of.Judiciall Astmlogie. In Amwer lo a Trea­ Encontra mos q ue u n a de las características comunes de
t ise late/¡¡ Publisl1ed b¡¡ M . .Jo/m Clwm ber. Whaein al/ t il ose places of SC1"ipture . los " n uevos fi lósofos" es s u aceptación d e la crítica pirró­
Councells. Fat/1ers. Schoolemen. later Divines, Philosop/¡ers. Histories, Lawes. Consti­
t utions and Rea.�ons dmwne out of Si:rtus Empiricus. Picus, Pererius, Si:rtus ab Tic­
n i c a del _conocimiento sensori al, y su e mpleo como golpe
minga , and olhers, against C h is A rte, are pm-ticularl¡¡ Exam in cd: and tlw La w}'ulnes de cisivo contra el a ristotelismo.
t/¡crcc<t: by Equimlent Proofes Wana nted, Cambridge, 1603.
" / bid. , pp. 127 y 135. ; ; l\larin J\lersenne. L a Verilé des Sciellces, co11tre les septiques 011 P¡¡rrho11iens,
:0\ / bid., p. 134. l'a ris. 1()25. Las opiniones que aparecen en esta obra serún estud iadas en el
" Pi erre Le Loyer, Discours, et Histoires des Spectrcs, Visions, et Apparitions des l' a p i t u lo r n .
EspJ'Íls. A nges. Denwns. el A mes, se m onslmns visible au:r lwmmes, París, 1605, Li­ ; , Petrus Gassen cl i . E.m men Philosophiae Robe11i F/uddi Medici, en Opera Vol.
&
bro I, cap. \"1, pp. 35-46. Les Scpliques apo¡·rhetiques Philosophes doutew: ceux & lll (la obra fue i mpresa por primera vez en 1630); las opini ones de Gassend i
de la seconde academie re./'ul ez, qui disoienl. que les sens h u mains estoienl faux & serú n estudiadas en los capítulos \" y 1"11.
nostre inwginati ue fa usse. ;, !\lersenne. La Ve¡·ité des Sciences, Li bro, I, cap. x 1·1.
" /bid., p. 39. ' "' Gassencl i . E:re1·citat iones ))(J mdo:ricae adrersus A 1-iBtote/eos . pub] icado por
;" /bid., pp. 40-46. pri mera vez en Grenoble, e n 1624; y también en Opem. Vol. III.
1 42 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 143

Pero el escepticismo no s i empre estuvo del l a d o d e los comien zo s d e l siglo X VII al parecer fue lo bastante pode­
ángeles. Al mismo tiempo que estaban siendo empleados ros a para req uerir c ierta defensa de la "re i n a de las cien­
argumentos pirrónicos para atacar a los seudocientíficos y c i a s ". Existe una o bra de Wilhelm Languis, de 1656, sobre
a los escolásticos, a lgunos e scépticos estaban valiéndose la verd a d de la geometría, contra los escépticos y Sexto
del m ismo material contra l a " n u eva c i e ncia" y l a s mate­ Empírico. Hr, Y Mersenne d e d i c ó la mayor parte de su Verité
máticas. (Hemos de decir q ue uno de los más grandes e s­ des Sciences a exh ibir el gran número y variedad d e las
cépticos de fin ales del siglo xvn, Joseph Glanvill, empleó verdades m atemáticas como el mej o r modo d e "d erri bar
toda su habilid a d escépti c a en apoyo d e su creencia e n el p i rronismo".H 11
l a s b ruj a s , d e m o l i e n d o e l d og m a ti s m o d e l a fa c c i ó n E n térm i n o s generales, el re surgimiento d el e sc epti­
opuesta.) H t Aquéllos a q u i e n e s l la m a ré los " es c é ptic o s c i s m o griego parece h a ber eje rc ido gran influencia en las
human istas", hom bres co mo Franc:ois d e L a Moth e L e V a­ controvers i a s intelectuales d e comienzos del siglo XVII. Su
yer y Guy Patín, así como el pirrónico p u ro, Samuel Sor­ primera y pri n c i p a l reperc u s ión fue sobre la teologí a ,
biere, parecen haber apre c i ado poco o nada l a revolu­ pro ba blemente porque el asunto clave en d isputa, la regla
ción científica que se esta b a efectuando en torno suyo, y de fe, fij a b a una forma d el clásico pro blema pirrónico del
consideraron las te orías nuevas tan sólo como otra forma c ri terio. T a m b i é n el fi d e ísmo implíc ito e n el nouveau
más de dogmatismo, q u e rempl azaba a los anteriores, o Pyrrlwnisnw sirvió como d e fensa ideal para q uienes se va­
bien ins istiero n en la suspensión d e j u i c i o ante tod as las lían de ga mbitos escé pti cos en las controversi a s rel igiosas
teorías científicas, tanto antiguas como n uevas. Patin, rec­ de la época. Cuando la ciencia de Aristótel es empezó a
tor de la escuela de medicina de la Sorbona, se opuso a perder su auto rida d , y surgiero n atractivas te orías c i entí­
toda s las innovac iones en l a enseii.anza, e i nsistió en un fi c a s y seudocientíficas, se descubrió otro terreno para la
conservadurismo p i rrónico, aferrándose a las opiniones aplicación d e los a rgumentos p irrónicos. E n este último
tradicionalmente aceptad a s d e los griegos. H2 La Mothe Le c ampo es donde o c u rriría el desarrollo de la clase de cri­
Vayer consideró tod a forma de i nvestigación cientí fi c a sis escéptica que ya había brota do e n la teología. El nou­
c o m o forma de arrogan c i a e impiedad h umana, q u e h a ­ veau Pyrrhonisnw llegaría a e nvolver tod a s las ciencias
b í a n de s e r abandon a d as p o r la d u d a completa y el fi­ h um anas y la filosofía en una completa crisis escéptica,
deísmo puro. El valor del e sceptici smo para las ciencias, de la cual s urgiría a la postre la filosofí a moderna, así
afirmó, consistía en que un a pro piado adoctrinamiento e n como la visión científica de h oy.
el pirronismo llevaría a t o d o s a abandonar sus pretensio­ N o s volveremos ah ora al clím ax d e l nouveau PyTTho­
nes c ientíficas. H :l Sorbiere, p a niaguado d e Gassendi, de­ nisme, el p unto en que ya no sólo fue u n aliado de l a Con­
seaba suspender el j u icio aun a nte las h ipótesis c ientífi­ trarrefo rma en Francia, y de todo el que participara en
cas si iban más allá de las ap ariencias. H� las controvers i as científicas de la época, s i n o la visión
Respecto a las matemá ticas, la atmósfera e scéptica de vanguard i sta de la nueva época intelectual q ue ya albo­
rea b a en la Francia de comienzos del s iglo X VII.
' ' Véase, por ejemplo, Joseph Glanvill, A Blow at Modern Sadducism in some
Pllilosophical Considerations about Witcllcrqft, Londres, 1 668. ''' W i lh e lm Langius. De Veritatibus Geometricis. Libri 1 1 , prior, contra Scepticos &
'' C f. Pierre Pie, Guy Patin, París, 1 922, p. XIX y ss. Sext wn Empiricum &c. Posterio1·, C(mtra Marcwn Meibornium, Copenhage, 1656.
"' Cf. el ensayo de Franc:ois d e La Mothe Le Vayer " Discours pour montre r Véase tam bién, Jean-Etienne Montucla, Histoire des Matlle matiques, Vol. I, París,
que les doutes de l a Phi l osoph i e Sce pt iq ue sont de grand usage d a ns les scien­ 1758, pp. 23-28. También h ay una c arta i n te resante de Lang a Ismael Bou l l i a rd ,
ces", en Oeuvres, París , 1 669, XV, pp. 6 1 -1 24. i n é d i t a , acerca de Sexto y los matemáticos, de fech a 9 de jun i o de 1657. La Haya,
"' Samuel So rbiére, Discours sceptique sur le passage du cl!y/e, & le mouvement Bibl iothéque N ationale. Ms. Franc:;ais 1 3037, fol . 1 3 1 .
"'' Mersenne;La Venté des Sciences. Livres II-IV.
du coeur, Leyden, 1 648, pp. 1 53-154.
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 145

cional. Sus ideas se h a n consi derado como el vínculo en­


V. LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" tre Montaigne y B ayl e y Voltaire e n el d e sa rrollo d e l a
visión mod ern a. S e h a d i c h o que los libenins érudits, a d­
versarios d e l a s uperstición y el fan atismo, duda ban d e
E N LA primera parte del siglo XVII, una forma más extensa todo , con el propósito d e destruir l o s antiguos caminos, y
del e sceptic i smo de Montaigne, Charron y Camus floreció tan sólo por d ivertirse. 1 Por ej emplo, el pirrónico de Le
en Francia, brevemente, como i d e a d e los j óvenes brillan­ Mariage Forcé, d e Moli e re , es el escépti c o del siglo X V I I
tes de la época. La vasta aceptación y aplicación del nou­ que allana el c a m i n o a l más completo l i b e rtinaj e del es­
veau Pyrrhonisn1e hizo resaltar más agu d a mente sus i m pli­ p íritu y la moral d el Don Juan de Moliere.
caciones para la rel igión y la ciencia. Esto, a s u vez, hizo Para q u e e ste c ua d ro d e l libertinage intelectu a l pare­
surgir una serie de intentos, que c ulmin aron en el h eroico ciera tan inmora l y risqué como fue ra posible, el retrato
frac a s o d e René D es c a rtes, por salvar el conocim iento ha bitual de este m ovimiento ha subrayad o l as a ctivi d ad e s
· d e s u socie d a d , l a Tétrade, sus débauches pyrrhoniennes y
h u mano destruyend o el esceptici smo.
Los escépticos d e l a pri mera parte d e l siglo XVII, l os sus banquets sceptiques, a s í como sus a mi stades con tan no­
llamados libe1'tins érudits, e ra n , en parte, d escend i entes en to rios l i be rtinos como e l p a d re Jean-J a cq u e s Bouchard , y
línea d i recta de Montaigne y d e Ch arro n , en parte des­ su inte ré s en tan " sospechosos" filósofos italianos como
cen d i entes d e Sexto Empírico y, en parte, sencillamente Po mponazzi y CremoninU También se ha h a blado much o
d e l a carta de Guy Patín , e n q u e descri bía los planes d e
antia ristotélicos. En su m ayoría pertenecían, en virtud de
todos ellos para una débauche.
los c a rgos d e sempeñados por Richelieu y Mazari n o, a los
círc ulos intelectuales centra d os e n Pal acio. Era n estudio­ Naudé, bi bliotecario del c ardenal Mazarino, a migo íntimo de
sos h umanistas, d ispuestos a lleva r a Fra n c i a a s u Ed ad Gassendi , como lo es mío, ha dispuesto que los tres vayamos,
de O ro, libenins d i spuestos a romper con las viej a s tra d i­ cenemos y d urmamos en su h ogar, en Gentilly, el d omingo
ciones y a lanzar una nueva. p róximo, siempre q ue no vaya nadie más, y q ue celebremos
Estas figuras, Gabriel Naudé, biblioteca rio de Richeli eu u na débauche ¡ Pe ro Dios sabe qué débauche ! Naudé bebe regu­
y de Mazari n o y secretario del card enal B agni; Guy Patín, l a rmente sólo agua, y nunca ha probado el vino. Gassendi es
tan delicado que no se atreve a tomarlo, y cree que su c uerpo
culto d octo r e n medicin a que llegó a ser rector de l a Es­
se consumiría si l o tomara. Por ello puedo decir al uno y a l
cuela Méd i c a de la Sorbona; Leonard Marandé, se cretario
' otro este verso d e Ovidio, "Evita el vino, el abstemio elogia e l
de Richelieu; Franc;ois de La Mothe Le V ayer, profesor a g u a s i n v i n o " . E n c u a n to a m í, s ó l o p u e d o a rroj a r p ó l -
del hermano d e l Rey; Petrus Gassendi, el gran hombre
de ciencia, fi lósofo y sacerd ote, q u e luego fue profesor d e ' Cf. J acques Den is. Sceptiques ou Libe1tins de la premiere moitié du XVIJe siecle:
matemáticas e n el College Royal; Samuel S orbiere, el e d i­ Gassendi. Gabriel Naudé. Gui-Patin, La Mothe-Le Vayer, Cyrano de Bergerac, Caen,
1 884, pp. 5 · i6, y 52-54, Fran<;ois-Tommy Perrens, Les Libe1tin.s en France au XVII'
tor de las o bras de Gass e n d i , e Isaac La Peyrére, secreta­ siecle Parts 1 899, pp. 1 -27 y passim . . ; J .-Roger Charbonnel, La Pensée italienne au
ri o del Príncipe d e Candé, han sido clasificados como los XVJe siecle et le courant liben in (París 1 9 1 9), pp. 49-71 ; y René Pi n ta rd, LeLibe1tinage
émdit dan.s la premiere moitié du XVII', París, 1943, Tomo I, 2" parte y cap. I, 3" pane.
' Perrens, Les Libe1tin.s, Cap. I I ; C harbonnel. La Pensée italienne esp. pp. 49-71 ,
libenins del mundo intelectual de su época, los l i brepen­
sad o res q u e socavaban l as creenc i a s aceptad as. Se les h a Busson. La Pensée religieuse franc.aise, caps. III y IV; Fortunat Strowsk i , Pascal et
pi ntad o como hom bres agudos, refin ados y profu n d os , d e­ so11 temps. 1" Parte, De Montaigne á Pascal, París, 1938, c a p . I l l; Pintard, Le Liber­
tinage érudit, esp. Tomo I, 2a. Parte, cap. I, y 3a. Parte y Juli en-l;;v mard d 'Angers,
dicados a una especie d e conspira c i ó n para minar la con­
L'Apologétique en France de 1580 á 1 6 70, Pascal et ses précurseur.·· París, 1 954, cap.
fianza en l a 'ortodoxia y en l a a utori d ad i ntelectual tradi- 1, "Le courant l ibcrti n".
1 44
1 46 LO S "LIBERTI NS ÉRU DITS" LOS "LIBERTINS É RUDITS" 1 47
l
vora a los e s c ritos d e estos gra n d e s h o m bres . B e b o muy cartas d e Patin n o merece real mente l a extra vagante eva­
poco, y sin em bargo, aquello será una débauche, pero una dé­ l u a c i ón d e S ai nte-B euve, q u ien llamó a N audé, "el gran
bauche filosófica, y q uizá a lgo más. Pues n osotros tres, cura­ escéptico" que h a b í a q ue colocar entre Montaigne y Ba­
dos d e la superstición y l ibera dos d e los males del escrúpulo, y l e , 7 n i , q u izás, el j u i c i o de Pintard , q u ien ha descrito a
tirano de las conciencias, q uizá vayamos a l santo l ugar. Hace N a u d é como "un i ncréd ulo c ulto". H
un año, hice este viaj e a Gentilly con Naudé, sólo con él. - No
E n sus primeras o bras, l a defensa de c iertas person as
hubo otros testigos, n i tenía por q u é haberlos. Hablamos con
toda l i bertad acerca d e tod o , s i n escand alizar a n i ng u n a fa mosas acusadas d e magi a , Naudé pone bastante e n claro
a l m a .a su actitud escé pti ca. Tanto él como Patin eran i n fatiga­
b l e s h u m a n i stas, profund amente interesados en los gran­
Además d e la revelación d e q u e ninguno de los parti­ d es a utores, pasad o s y presentes. Para forma rse algún j ui ­
c i pantes era bebedor, se encontra ron a q u í sugestiones d e c i o d e l o s méritos d e las opini ones d e vari o s escrito re s
q ue q u i zá l o s libertins éntdits fuesen esprits .forts, capaces h abía q u e tener " m é todo", y Naudé sugirió q u e " a meno �
del l i bertinaj e de Théop h i l e de Viau y Des Barre a ux;' que q u e reconozca mos algo como j usto y razonable, como re­
escand alizó a la primera mitad del siglo xvn, y q u e se su ltado d e un examen dil i gente y de una censura exa cta", H
oponían a la "masa de h u mildes creyentes y a los fi eles mej o r h aríamos e n n o j uzgar. A quienes deseasen apren­
senc illos".:; Sin embargo, un examen de las ideas d e estos der a j uzgar razo n a blemente les recomendó la lectura de
e scépticos nos indicará q ue , cuando mucho, y sólo en u n tan excel entes autores críti cos como Charron , Montaigne y
sentid o peculia r, o dando una i nte rpreta c i ón especial a l o B a c o n . Y como resu ltado d e tod a esta c u i d a dosa lectura
q u e propugn aban, se les podrí a clasifi c a r como libe1tins d ijo q u e pro b a blemente te rmin aríamos aceptando "lo co�
i nmorales y peligrosos. rre cto d e los p i rrónicos basado en la ignora n c i a de todos
N i Naudé ni Pati n eran filósofos. Adoptaban una acti­ l os h o m bres ". 1 11 Lo q ue tales estudi o s d e h um a n ismo p are­
tud i m b u i d a e n el escepti c ismo antiguo y moderno ante cen h aber h echo por Patí n y Naudé fu e volverlos suma­
c iertos pro blemas, pero no teorizaban con el o bj eto d e d a r mente escépticos a nte las supersti ciones corrienteme nte
una b a s e a s u actitud. Admiraban gra ndemente los escri­ a cepta d a s , y desconfi a dos d e todo tipo de fan atismo dog­
tos de Montaigne y de Ch a rro n ; Naudé, en su A dvis pour máti co.
dresser une bibliotheque, ha sugerido que en una b iblioteca R e specto a la re l i g i ó n , N a u dé generalmente ha s i d o
n o d e bieran faltar Sexto' Empíri c o , Sánchez y Agrippa en­ c o n s i d e r a d o como a t e o , como h o m bre q u e no cre í a e n
tre los que habían escrito contra las c i e n c ias.u Pero l a vi­ nad a ; y Patín, e n el m ej or d e l o s casos, c o m o s incero cató­
sión escépti ca q u e aparece en los libros de Naudé y en las l i c o q ue no estuvo d i spuesto a sacrifi c a r sus n ormas inte­
lectuales a la autori d a d de la Iglesi a . Las colecciones d e
" Gui Patin, Lettres de Gui Patin,ed i tado por Paul Tria i re, Tomo I, París 1 907,
pp. 616-617. ' C h a rles A . Sai nte·Beuve . "Ecrivains critiques e t Mora l i stes de l a France, XI.
' Acerca de Théofile de Viau y Des Ba rreaux, véase Anto ine Ada m , Tl1éopllilc Gabriel Naudé " . en Rn•11e des De11.1: Mondes.
1 620 (París 1 935), y Frécléric Lachévre,
IV, 13'' An né' N. S. 1 843. pp. 755-756.
de Viau et la libre pensée .fmncaise en Jac­ ' l�s t e es el título de la sección sobre Naudé, en Pintare! .Libe11ínage 1!1'1ldit .
( 1 599-1673), París, 1 907, Y Pa rte. eap. l. secc ión \'. p. 1 56.
2''
ques Vallée Des BarTeaux. Sa Vie et ses poésies Le Pmr:es
du poetie Tlu!opl1ile de Viau,
2 vols, París, 1 909. '' N a udé. Apologie pour les gmnds Hmnmes soupc:onnez de Magie
1 7 1 2 ). p. -l. Esto no es exaetament e, como afi rmaba R ice, lo m i s m o que e l método
(Amsterd a m
Le Libertinage émdit,
París, 1627. pp. 49 Y 75. d e la ' d uda d e Desearles. Cf. James V. Rice,
' Pintard, p. 177.
" Gabriel Naudé, AdPis pouT d1·esse1· une bibliotlleqlle. Gabriel Naudé Jolms
r;
1 600--1653, e n
(Esta o bra a pareció reci entemente en i nglés, Advice on Establis lling a Libm. J• llo¡¡J.-ins Studies in Romance Utemtures and Languages. XXXV. Baltimore, 1 939, p.
i ntrod. por Archer Taylor, Berkeley, y Los Ange les 1950. Los pasajes en c uest w n
aparecen en pp. 23 y 36.)
(i3.
"' N a udé. Acll'is . p. 1 65 (edición inglesa p. 80).
148 LOS "LIBERTI N S ÉRUDITS" LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 149

supuestas o bservaciones d e los dos, la Naudaeana y l a Pa­ sentar l a belleza, la s a b i d uría y el a specto práctico de la
tiniana, contienen muchos comentarios críticos d e d iver­ epojé escéptica en d is cursos l l enos d e eru d i ción y de buen
s a s prác ti c a s y o p i n i o n e s re l i g i o s a s . Pero t a m b i é n s e h um or. S us realizaciones literari a s , tal como fueron (po r
encu entran a llí s e ñ a le s d e u n a implíc ita teología e n s u lo gene ra l , ped antes imitaciones d e Montaigne), l e valie­
a d m i ración a tantos escrito re s fid eísta s . C uando el carde­ ron un p uesto e n la Academie fmne,aise. Sus pretensiones
nal B agni preguntó a Na u d é cuál e ra e l m ej or de tod o s los intelectuales le h iciero n , a l mismo tie m p o , el h é ro e d e
libros, él contestó que, después de la B i b li a , La Sagesse de q u ienes tenían tendencias escépti c a s , y e l protegido d e l
Charron. Se d ice que . el carden a l lamentó no c o nocer la c a rden a l Richeli eu. Así, e ntró como pro fesor d e l h erma n o
obra . 1 1 Creo yo q u e es c a s i i mposible d eterminar cuá les d e l Rey, el d u q u e d e Anj o u , 1 � e n e l círculo pa laciego,
era n las o p iniones religiosas de Na udé y Patin. Acaso fue­ d o n d e s u extre m o fi deísmo e scéptic o le va lió la i ra de fa­
ran verd a deros Libertins, o q u izá fuesen moderados fid eís­ n áticos tales c o m o Guez d e B a l z a c , Anto i n e Arn au l d y
tas, q ue permanecieron dentro d e l bando católico por te� René Descartes. 1 5
m o r a l d ogmati s m o p ro t e s ta n te. 1 2 S e a c o m o fu ere, s 1 A partir d e s u s Dialogues de Oratius Tu b ero, fec h a d o s
Naudé realmente fue irreligioso y trató activamente d e en " 1 506 " , p o r pe culiares razon es d e perversión pedante,
socavar a l a Iglesia católica, logró ocu ltar este aspecto p e ro p u b l i c a d o s a comienzos del d e c e n i o de 163Q, I f> La
c o m p ro m etedor a s u s p a t ro n os , l o s c a rd e n a l e s Bagn i , Mothe Le V ayer apiló pruebas en favor de la causa pirró­
Barberini Richelieu y Maza rino. Y tanto Naudé cuanto nica, sobre las va riaciones d e l compo rtam i ento moral, la
Pati n est � vieron tod a s u vida e n constante asociación Y d i vers i d a d de las religiones, la vanidad de las ciencias,
amistad con destacad a s figuras d e la IglesiaY1 las virtud e s de los escépti c os y d e l escepti cismo, etc. S u
Entre los escépticos humanista s , e l d e mej or formación obra no e s ni agud amente críti ca n i suma mente teóri c a
filosófica fu e FranGois de La Mothe Le Vayer, cono c i d o s i n o , a ntes b i e n , básicame nte ilustrativa . El mensaj e fi­
como el "cristiano escéptic o " y como el "in cré d ulo epicú­ deísfa co rre por tod as s u s o bras. La primera epístola d e
reo " . El interés de La Mothe Le V ayer, como a parece e n
s u s e s critos ' s e c e n tró e n d e s a rro l l a r u n a e vi d e n c i a ' ' Acerca d e l a carrera d e La Moth e Le \'ayer, véase l a i ntrod ucción d e Er­
acerca d e las variaciones d e l comportamiento ético y reli­ ncst Tissera n d , a la obra d e la Mothe Le V ayer,Deux Dialogues faits l'imitation el
des anciens, The Fm1wws of Montaigne,
París. 1 922, Boase, cap. X \'III. y Pintard ,
gioso en este mundo. Prác ti c a m ente en tod as sus o bras, Li/)('J1inage érudit. 2a. Part. cap. I . sec. III. y 3a. Part. cap. III.
que se basan en las i deas d e l "divino Sexto", se pre d i c a ' '' Véanse. por eje m p l o , los comentarios acerca d e La Mothe Le Vayer e n
u n t i p o d e fideísmo ciego o pirro n i s mo cristiano puro. " Lettres de J e a n-Louis G u e z de Balzac", p u b . por Phi l l i ppe Tamizey d e iarro­
La Mothe Le Vayer había h ere d a do el manto d e Mon­ que. enCollection de Documents inédils sur l'histoire de France. p11bliées par les
taigne , las l laves del reino escéptico, de m anos de la seño­
soins du Minis tre de l'Instruction Publique. Mélanges Historiques. Tomo I, París,
La Ve1111 des Payens.
1 873. pp. 393-820; el ata q u e a la o bra de La M otile Le Vayer,
rita d e Gourn ay. Como here d e ro espiritual de Montaigne e De la necessité de la Foy e11 Jesus-ChriBl
L'll Antoine A m a u l d . erre )JO !ir sa m·é.París,
inté rprete del nuevo Decálogo de Sexto, se dedicó a pre- 1 70 1 , Tomo II. esp. pp. 1 81 -221 ; y los comen tarios de Descartes acerca de un
" l i bro perverso" en sus c a rtas a Mersen n e del 15 d e a bril d e 1 630 y el 6 de mayo
d e 1 630, en OemTes de Descartes, publicado por C h a rles Adam & Paul Tanncry,
" Naudaean a et Patiniana , ou Singularitez Hemarqua bles, prises des Conversa­ Tomo I, París, 1897, pp. 1 44-145 y 1 48-1 49. Pintard h a presentado poderosas
tiolls de Mess. Naudé. & Patín. 2a. ed . Amsterd a m , 1 703, p. 4. (El catálogo de l a Dialogues de
pruebas de q u e e l li bro en cuestión es los La Mothe Le V ayer. en su
Bibliothé que Nationale presenta a Pierre Bayle como el pro bable ed
itor.) o bra ·: Descartes y Gassen d i "
Travaux du IX'' Congres Intemationale de Philosophie
" Patiniana. p. 1 1 5. rCouures Descartes) l l , part. 11. 1 937 (
Actualitiés Scieut�fiques et Indust1·ie/les, No.
'" Según Patin, uno de s us mejores a migos fue el fideísta Jean-Pi e rre Camus, 53 ] ). pp. 1 20-122.
obispo d e Bell ay, Cf. Gui Patin, Con·espondance de Gui Patin, ed itado por
Ar· La Motile Le Va¡¡e1·. Gassendi Guy Patín
'" Cf. Pintard. (París n . d.) (
Publicatious
mand B rette, París 1 901, p. 1 02. Série des Sciences de
"" / ' U u i z·ersité de Poitiers. l'Ho m m e . No. 5). pp. 5·13.
1 50 LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" LOS " LIBERTINS ÉR UDITS" 151
S a n Pablo a los Corintios, el credo quia absurdum d e Tertu­ este último tema, conduc ie n d o a la a firm a c ión nih ilista
liano y las ideas de los teólogos negativos son cantados a l d e q u e el valor d e l p irro n i s m o para la ciencia se h alla en
unís dno con l o s "li bros d e o ro" d e Sexto Empírico. 1 7 El que elimina la posi bilid ad de la investiga c i ó n científi ca, y
e fecto neto es de un Montaigne i nsípido. Por desgracia, La el interé s en ella. Las c i e n c i a s decis ivas d e los dogmát i­
Mothe Le Vayer n o era la persona l i d ad que h a b ía sido cos, la lógica, la fís i c a y la ética, son tod a s puestas en
Monta igne, ni el gran teóric o q ue e ra Charron. Siendo más d u d a , b á s i c a mente porq ue nuestra n atura l eza es dema­
e r u d i t o q u e l o s d o s , s u s o p i n i o ne s i n t e l ectu a l e s eran siado fl a ca para a lcanza r el conoci miento d e lo d ivino y
mucho menos interesantes. d e lo eterno sin ayu d a d e Dios. Y a s í, por d esgraci a, "el
La mejor presentación de su argumento aparece en a l­ deseo de conocer demasi ado, en lugar d e h acernos más
guno d e sus d iscursos. En s u Opuscule ou Petit Traitté Scep­ ilustrad os, nos h u n d irá e n las ti nieblas de una profund a
tique sur cette Fac,on de ParleT, N'avoir pas le Sens Cmnmun, ign o rancia". 1 H
La Mothe Le Vayer comienza por preguntar si realmente Tod o el mundo s a be q u e l a lógica está llena de ambi­
sabemos algo. No se entienden ni aun las cosas más o b­ gll e d a des, s o fismas y para d oj as. De este modo, La Mothe
vias, como el sol. Qu izá l a s cosas nos parecen reales tan Le Vayer presentó una serie d e ideas vulgares y trilladas
sólo por su relación con n osotros y con n u e stras faculta­ acerca d e la lógica y d e los lógicos, sin llegar a e n fren­
d e s. Q u izás estemos en l a posición d e tener los instru­ tarse a la cuestión d e si puede darse o no u n a buena base
mentos para buscar la verd a d , pero no los medios para p ara dudar de los principi os y los procedim ientos d el ra­
reconocerla. N uestros sentidos no son d ignos de fe, como ciocinio .�o Luego se volvió a la física, y sostuvo q u e tod a
fácil mente lo muestran los tropos de Sexto, y no tenemos e sta mate ri a es pro blemátic a. Los necios físicos tratan d e
norm a garantizada para d i stinguir las experiencias verí­ conocerl o todo, y n o se c onocen siquiera a sí mismos. Los
d i c a s de las otras, " p uesto que sólo hay la imaginación, físicos, ya sean d i scípulos de Demócri to, de Aristótel es o
que j uzga las a pariencias como mej o r le p arece". Tan sólo de alguien más, s i mpleme nte apilan conj untos de o p inio­
se conocen verdades i n d u d a bles en e l c ielo, n o en las
ciencias h umanas. 1 H
nes conflicti vas. La difi c u ltad básica en el i n tento de co­
nocer los principi os d e l a Naturale za e s q ue l a Naturale za
El Discours pour montrer que les Dou tes de la Philosophie es la li bre m a n i festación de la voluntad de Dios, y n o está
Sceptique sont de grand usage dans les sciences d e s arro l l a
sujeta por las regl a s de Aristótel es o de E u c l i d e s . La
" U n ejemplo d e esto e s l a afirmación fin a l d e s u "Dialogue de l a d iversité única manera de a b arca r las ra zones de por qué ocurren
des rel igi� ns' ', donde dice, " Por tanto n o h e sido impert i n e nte n � i m p ío al sos­ las cosas es por medio d e l conocimie nto de Dios. Pero los
tener q u e San Pablo nos enseiió a creer y n o a conocer. y q ue en �erm111 o s de las físicos, negándose a reconocer que tales i n formes sólo
visiones realmente aporéticas de que está l l e n a la Sagrada Escn tu ra , se nos d a
como lecciones explícitas sobre la vanidad, y hasta la n u l i d a d de todas l a s c i e n­ pueden o btenerse por l a vía de l a Revelació n y no por las
cias humanas. como las q u e siempre h a n salido de nuestra escuela escéptica po bres fa cultades del hom bre insisten en tratar de i mpo­
[ . . . j profesemos audazmente l a honorable ignorancia de nuestro bien amado ner sus regl as a los actos y las manifest aciones de Dios.
Esceptic ismo. ya que sólo é l puede al lanarnos e l camino hacia e l conocimiento
revelado de la Divinidad, y ya q u e todas las demús sectas fi losóficas sólo nos Dios lo puede todo ; por tanto, no hay condi c iones o prin­
a partan de ioJ. cnredánrlonns en sus d o g m a s y r· onf•¡¡;,J iendo n i i P st rns Pspíri t u s cipios necesari os q u e se apliquen a sus activi d a des. Así,
con s u s máximas científicas, e n l u g a r de il ustrarnos y p urificar el entendi­ no es posible ningún conocim iento ni cienc i a necesari a
miento". a
CiHcq Dialogues fait l'imitatíon des AncieHS ))(lT Oratius Tuhcro. Mons.
1 67 1 , pp. 329-330.
(en este sentido m etafísica ). El intento de descubr ir los
1 ' Esta obra aparece en el vol umen IX de Fram;is de La Mothe Le Vayer, O eu­
rres de Fram;is de La Motile Le s a Onli11aire ( París 1 669),
Vayer, Co11seilleT d E t t
'
'" La Mothe Le Vayer. Oell'l'res. Volumen XV. p. 88.
pp. 259-295. La cita a parece en la p. 287. '" /bid
pp . 9 1 -95.
..

·¡
1 52 LOS "LIBERTINS É R UDITS " LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 1 53

principios d e la Naturaleza es, e n real i d a d , una espec i e d e esto . En lugar d e ten er u n a teoría n egativamente d og­
de blasfemia, u n intento d e restringir y l i mitar l a li bertad mática, s u s d u d a s consumen hasta eso y los dej an en u n a
de D i os . Pero los físicos, como e l resto d e nosotro s, pre fie­ completa suspensión d e j uicio, a u n ante l o s méritos d e
ren " culpar a la Naturaleza, y q u i zá s a s u a utor, a ntes q u e d u d a r d e todo.25
reconocer su igno rancia". 2 1 Y e n l a éti c a ta mbié n se d a el Este e s c epti c i sm o tota l tiene dos ven taj a s ; prime ra ,
caso de que no hay un con oci miento d i gno de fe. Tod a s l a s q u e socava el o rgullo y la confianza de l o s dogmáticos ; y
normas éticas se re lacionan con condicion es, c ulturas, et­ segund a, q u e está más cerca d el cristianis mo verdadero.
céte ra. 2 2 De tod a s las fi losofías a ntigu a s, "no hay n i n guna de ellas
A l a luz de todas esas re flexiones (y esto es, en genera l , que tan fác ilme nte se a venga con e l cri stianismo como
l o q u e son, a ntes q u e conclusiones d e a rgumentos ra cio­ e l escepti cismo, respetuoso de los c i elos y sumiso a l a
nales), podemos reconocer lo dudoso de tod a s las a ctivi­ fe" . 2 0 Después d e tod o , ¿ n o fue San Pablo e l que predicó
dades y rea l i zaciones del intelecto h umano. el esceptic i smo puro como cam ino hacia D i os ? 2 7 Los per­
fectos p i rrónicos están limpios de todos l o s errores, dis­
P o r tanto, no s i n razón he mos sostenido en este p e q u e ü o d is­
curso que las dudas de la fi losofía escéptica son d e gran valor
puestos a recibir la Pal a bra de Dios.
1 1
'
en las ciencias, ya que la inestabilidad y la i n certidumbre son El a lma de un escépti co cristiano es como un campo li mpio y ¡
obvias en ellas, hasta el grado q u e hemos dicho. En realidad,
el sistema general compuesto por la lógica , la física Y la ética,
li bera d o d e malas yerbas, como los axiomas peligrosos de una
i n fi nitud de personas cultas, q ue luego recibe las nuevas go­ 1
del q u e toman sus rasgos considerables todos los estu d i o s tas de la gracia d ivina mucho más felizmente q ue si aún estu­ 1
humanos, no es m á s q u e una m a s a d e opiniones re futadas por viera ocupado y l leno de la van a presunción de conocerlo i ¡!1.
1
aquellos q u e tienen tiempo de examinarlas un poco.n todo con certi d u m bre y no dudar de nadaY

Para La Mothe Le Vaye r, a d i fere n c i a de sus conte m­ El escéptico cristiano d ej a s u s d ud a s al pie del a ltar, y
acepta lo q ue la fe le obliga a creer. 2 !'
1
poráneos, Descartes y Bacon, el valor d e l métod o de l a
d uda se halla e n ir d iezmando l a s ciencias, a s í como e l El pirrónico q u e d u d a de todo hasta de la Palabra de
interés científico. Lo q u e q u eda es la suspensión d e j u i­ Dios, está c a usando su pro p i a perdición. Ta l re chazo de la 11
cio, en toda s las cuestiones, y l a Revelación Divi n a . " ¡O h Gra c i a de Dios n o s ería res ulta do d e l escepti cismo, sino
!l
preciosa Epoj é ! ¡ O h , segu ro y agra d a b l e reti ro menta l ! del a cto ca prichoso d e un escéptico parti cu la r.:w Y le d e­
¡ O h , inesti mable antídoto contra l a pres unción d e con o­ j arí a en la tri ste posición d e Pirrón, excluido para siem­ 11
""
la
cimiento de los pedante s ! " 2 ·' pre de la s a lvación. Pese a la virtud del s ab i o escéptico,
Esta maravillosa suspens i ó n d e j uicio e s tota lme nte no así como d e su d iscípulo Sexto, les faltaba la Iluminación
'1
dogmátic a . No se basa en l a suposición de q u e nada puede Divi n a , y por tanto se condenaron para siempre. a 1 ! 1
i

' :1
conocerse. Los pirrónicos no están confes ando q u e h a n Los libertins érudits s e pre oc u paron u n p o co a l ver que
descubierto u n principio seguro e indudable: q u e todo es
inci erto. Los escépticos completos no están s eguros ni aun , ... /bid., p. 228.
. ,, !bid . . jJ. 290.
" !bid .. p. 1 03. La d iscusión sobre física a pa rece en l as p p . 96- 1 1 4. " La Mothe Le Vayer, Pmse Chagrine, en Oeu¡:¡·es. VrJI. IX, pp. 359·60.
" !bid . . pp. 1 1 5- 1 20. ,. /bid . . pp. 361 -362.
"' /bid . . p. 124. ., ,. 1 bid . . p. 361 .
" La M othe Le V ayer. Petit Tmitlé Sccptiquc sur cette . fm:cm de parler. en Oeu- "' !bid . . pp. 366-367.
"' La Mothe Le Vayer, De la Ve1tu des Payens, en Oeuvres, Vol . V, pp. 226-227.
.

VTes, Vol . IX. p. 280.


1 54 LO S " LIBERTINS ÉRUDITS" LOS "LIBimTINS ÉRUDITS" 1 55

s u asociado Isaac La Peyrére esta ba aplicando el escepti­ e ra e n r e a l i d a d u n " e s c é pti co d i s i m u lado", que n o ten í a
c i smo a la B i blia en su o bra 1-Iom.bTes antes de Adán, esc ri­ ni el fe rvo r rel i g i o s o d e Pascal n i l a i ntenció n posi ble­
ta a ntes de 1 641 y p u b l ic a d a en 1655. N a ud é , Patin , La m ente o rto d ox a de M o ntaign e _ a� Los c ríticos han i n d i c a d o
Mothe Le Vayer y Gasse n d i se negaron, con evasivas, a q u e la l ó g i c a d e l a p o s i c i ó n de La Moth e L e V ayer e s
apoyar la a firmación de L a Peyrére, de q u e la B i blia no es t a l q u e , h a b i e n d o a ba n d ona d o tod a s l as norma s raciona­
la h istoria precisa d e tod a la h umanid a d , s ino excl usiva­ les, no nos q u ed a rí a n i nguna base para e s coger el cris­
mente de los j udíos. E n el capítulo XI veremos el escepti­ ti anismo. Pero esto p u e d e decirse de toda la historia del fi­
cismo de La Peyrére a cerca de la Biblia. d e ísmo c ristiano e s c é p t i c o y, como hemos indicado en ca­
El e s c e p t i c i s m o a n t i i n te l e c t u a l y d e stru c t i v o d e La pítulos a nteri o re s , puede decirse d e m u c h os escépticos y
Mothe Le Vayer, a un ad o a u n cristianismo completamente co ntrarre formado re s d e l siglo xvr. S i dud amos d e ten e r
irracional y antirrac ional, por lo general se h a interpre­ algún med io ra c i o n a l p a ra di stinguir la verdad d e l a men­
t a d o c o m o el c o l m o d e l libeTtinage. A u n q u e q u i z á La tira , h a b re m o s s u primid o la base Pélra dar razones a n ues­
Moth e Le V ayer no contri buyera con mucho a la teoría d e l tra s cre e n c i a s . ¿ I m p l i c a este tipo de escepti cismo, a un
nouveau Pyrrhonisme, llevó l a p a uta general d e esta posi­ con res p e c to a l a teo l ogía, algún tipo d e escepticismo reli­
ción h a sta el extremo absurdo , negand o co mpletamente el g i o s o ? Yo no lo creo. Si n o hay motivos para creer, ¿ cómo
valor d e toda actividad inte l e ctual, e insistiendo e n que la d ete rmi n a r s i debemos cre e 1: o n o ? H ume y Voltaire pare­
fe d ebía ser de un ca rá cter totalmente ciego. Casi tod o s cen h a b e r d ec i d i d o no creer, porque les faltaba evi d encia
sus intérpretes han concl u i d o q u e su motivo fue presentar para s u fe. Pero este es un non sequ.ituT tan grande como
tan ridícula la creen c i a rel igiosa , especialmente la de los escoger e l creer. El prin cipio d e que sólo d e bemos creer
c ri st i a nos, que s u s l e ctores la a bandon aran por com­ a q u el l a s p ro p os i c i o n e s de las que tenga mos evi d e n c i a
pleto . :1 2 Por otra parte, algunos de sus comentado res han a d e c u a d a n o s e s i g u e d e n i n gu n a refl e x i ó n escépti c a ,
reconocido que la teología d e La Mothe Le Vayer es muy a u n q u e b i e n p ue d e ser u n principio generalmente acep­
similar a la de Pascal y Kierkegaard y es esenc ialmente, tado por los h o m b res ''razona bles". Tampoco el pri ncipio
a u n q u e un ta nto a c e ntu a d a y e x a gerad a , l a m i s m a d e d e Tertul i a n o se sigue d e una consideración de las razo­
Montaigne.aa nes q u e h ay para d u d a r. El escepticismo completo va en
Por tanto. h a sido d i fíc i l evaluar la sinceri d a d de La a m b o s sentidos, de él podemos desembocar en lo "razo­
Mothe Le Vayer. Comenzando con Balza c y Arn au l d en el nable" de la Ilu stra ción, o en la ciega fe del fi deísta. En
s igl o X VII, h a sta críti c o s ' conte mporáneos como Pintard , uno y otro caso, el a rgument o escép ti co es el mismo. a 5
Grenier y J u l i e n-Eymard d ' Angers, ha h abido u n j u i c i o Al i n di c a r q u e u n a gra n vari e d ad de pensa dores e scép­
c a s i u n i forme de q u e este llamado "escé ptico cristiano" ticos han d i cho casi lo mismo q ue La Moth e Le Vayer, y ,_._ ,
1
"' Véase. por ejemplo. Busson . La Pensée religieuse fram:aise. pp. 2 1 0-2 1 4. J e a n
que algu nos h an s i d o célebres por su incre d ulidad. y al­
Grc n in. "La secptique masqué, L a 111 o the Le Vaycr. " Tall/e Ron de. X XII. 1 949. gunos por su fe en el cristian ismo, el problema se convier­
pp. 1 5 1 1 - 1 5 1 2 ; J u l ien-Eymard d'Angers "Storcismc et ' l i bert i n age' d a n s l'oeu vre te en e ncon trar las normas npropiadas para d eterm i n a r l a
de Fran<;ois La Mothe Le V ayer", en Repue des Sciences H u nw ines. Fase. 75. j u l .
sept. 1 954. esp. p p . 28 1 -283. y Pintard . Le Lillerlin aoe émdit . pp. 140- 1 47 y 509-5 1 5.
"" Busson. La Pen�ee relioieuse fnm eaisc. pp. 2 1 2-214: Grenier. . "Le scept i q u e ., ' Cf. l a ci ta d e las o bra s dl' Balzue Y .-\maud . que a pareee e n la nota 2 . p . 92, y
m asq ué", p p . 1 505 y 1 5 1 1 : J u lien-Ey m a rd d 'Angers, "Sénéque et le Stol'cisme Gre n i e r, " Le sceptique m asqué", J u l í e n-Eyma rd d 'Angers, Stolcisme et "lí­
l
dans 1-oeuvre· du cordelier J . d u Bose " e n Di.r- Septii?ute Sié c e . núm. 29, Oct.. be rt i n agl'" d a n s 1 ' o e u 1-re d e Fran<:<> b La M o t h e Le Vay e r : y P í n t a rd , Li­
/Jcrt i 1Wffe énul i t , 2a. Parte, e u p. l. Sl'C. l l l. " Un l ' oluptueux íneréclule: La Mothe
LL' Vayer".
1 955. pp. 376-377: Popkin "Theo logical a ll tl R e ligíous Seepticísm", en Christian
Scholor. XXXIX ( 1 956), pp. 1 5 1 - 1 52, y " K ierkegaa rd and Seepticism". en Aloemeen
Nederlamls Tijdschrifi l'oor Wijslleoeerte en Psyclwlogie l. 1 959. pp. 1 26- 1 28. ''' C f. Pop k í n . "Theologícal aJl(l H('] igious Sceptidsm ", esp. pp. 1 55-157.
1 56 LOS " LIBERTINS ÉRUDITS" LOS "LIBERTINS ÉRU DITS" 1 57

sinceridad o l a intención. Julien Eym a rd d ' Angers, en s u l l a m a d o libertinage érudit n o fuese destru i r ni socava r el
e x c e l e nte e n s ayo s o bre S tozcisme et " libertinage" dans cri �t � anis�o, s i n o servi r de c i udadela a c i e rto tip o d e ca­
l 'oeuvre de Franq.ois La Mothe Le Vayer h a e n c o n tra d o tolicismo l i bera l , e n oposición a la creencia supersticiosa
"pruebas" de s u intención n o rel igiosa e n s u esti l o y e n l a o a l protestanti s m o fan á tico. Al j uzgar a estas figuras del
elección de s u s ej emplos.=l6 J e a n Greni e r h a e n contra d o siglo XVII por los a rtículos d e fe que sostienen, los crític o s
"pru e bas" en el p e c u l i a r s a b o r d e s u s e scrito s . : n Ren é c on temporá neos q u izás estén introduciendo algu n a s n o r­
Pint a rd h a encontrado " pruebas" e n s u carrera, sus a so­ m a s actuales q u e e n aq uel tiempo n o era n válidas.
ciaciones, etc.aH Otros, como Tisserand, se han contentad o En una é poca en q ue fideístas como Jean-Pierre Camus
con l a semej anza de s u a ctitud c o n l a d e algún "raciona­ p u di eron ser destacad o s clérigos, y en que exis t i ó u n a
lista" del siglo xvm.=l!l gran tolera n c i a d e ntro de l a Igl e s i a (d e s p u é s d e todo
Pe ro , a mi parecer, tod a la i n formación acerc a de L a S exto nunca fue p uesto e n el Índice, y Montaigne sólo Id
Mothe Le Vayer e s compatible, sea con l a interpretación fue en 1 676), p a re c e p e rfe cta mente p o s i b l e q u e vari o s
d e sus ideas como l a s d e u n "in créd ulo epicúreo" o como pensado res de ten d encias li berales se sintieran m á s a s u s
las de un " escéptico cristia n o " . S u esti l o n o es m á s irónico a n c h a s d entro d e l a Igl e s i a q u e e n el mund o dogm á ti co d e
ni a nticristiano q u e el de Kierkega ard , n i son más blasfe­ los reformados. Bien pudieron adherirse a algún tipo d e "cris­
mos s u s ej e mp l o s . El s a b o r de s u s o b r a s d e p e n d e , e n ti a n d a d s e n c i l l a " , q u e ta nto e l l o s c o m o la Igl e s i a d e
buena med ida, d e la actitud previa so bre cómo inte rpre­ s u é poca cons i d eraban c omo una formulación aceptable
tarlas. La biografía de La Mothe Le Vayer no res u lta reve­ del mensaj e cri stiano, formul ación en rea l i d a d más éti c a
ladora , ya q u e fue a m igo d e muchas pers o n a s religios as, y q u e religiosa. Además, hombres como L a Mothe L e Vayer,
d e m uch as irreligiosas. Así, nos d ej a con el problema d e N a u d é , Patin, todos ellos extremada mente c ultos y aveza­
hacer alguna conjetura razonable sobre sus móviles e in­ dos en las vías de la política de las organi zaciones ecle­
tenciones. si á sticas, bien p u d ieron des preciar l a cred ulidad de los
Pese a que una larga tra d i c i ó n clasifi c a a La Mothe Le h o mb res sencillos, y el fu ncion amiento d e las organiza­
Vayer como una d e las figuras claves del libertinage del ciones rel igiosas a las que pertenecían, sin condenar lo
siglo x vn, a mí me pare c e perfectamente posible que la q u e consid eraban como el meollo del cristia nismo. Lo q u e
contin ua in sistencia e n e l esceptici smo cristia n o que se estoy sugiriendo e s q u e el l l a m a d o libertinage érudit pudo
encuentra en sus escritos fuese una opinión s incera, al ser una inte rpretación errónea de ciertos movimientos d e
menos tan sincera como la d e Montaigne y de C h a rron . En la Fra n c i a d el sigl o XVII. Si alguien está d i spuesto hoy a
esto sé que estoy contra tod o s , sa lvo contra el e d itor d e los garantizar l a posibilidad d e q ue el resurgim iento d e l es­
Dialogues de La Mothe Le V ayer en el siglo xvm, L. M. Ka­ c e pticismo en el siglo XVI fuese más a ntiprotestante que
hle. 40 Pero parece perfectamente posible q ue la idea d e l antirreligioso, y compati ble con el catolicismo, entonces
las i d e as d e La Moth e Le Vayer, Naudé y Patín p ueden
'"' J u lien-Eymard d 'Angers, " Storcisme e t ' l i bertinage' dans l'oeu vre d e Fran-
considerarse mej o r como una continuación d e un d es arro­
c;ois La Mothc Le Vayer", pp. 259-284. llo d e l siglo XVI, y no como una defo rmación maliciosa o
a; Grenier, "Le scepti q ue masqué", esp. pp. 1 509- 1512. deliciosa (según la perspectiva d e cada q u ien) de u n a tra­
' Le Libertina.ge érudit,
" Pintard , pa.ssim.
pp. 1 31 - 1 47 y d i c i ó n anterior. Acaso no fueran tan profu ndos, incisivos
"" Tisserand, en su introducción a La Mothe Le V ayer. Deux Dialogues. pp. 56-

Introd ucción d e L. M. Kahle, a La Mothe Le V ayer, Cinq Dialogues fa.its á


58. '
4" tion de la Philosop/lie Sceptique ou preserva.tif contre le Pyrrhonisme, Berlín, 1 744,
l'imitation des anciens, par Ora.tius Tubero, Nouvelle ed.ition a.ugmentée d.'une refuta- p p , 9-10.
1 58 LOS "L!BERTIN S ÉRUD ITS" LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 1 59

0 agudos como sus predecesores, pero esto no les impide ral d e l a o bra c o n siste e n mostrar por q u é s omos i n ca pa­
haber segu ido la misma tradición. ces de d e s cubrir e l conoci miento científico, en el sentid o
En contraste con los escépticos humanistas, que en sus el e conocer las cosas tal como realmente s o n . Aceptando
dudas casi se olvidaron de la revolución intelectual q u e la tesi s aristoté l i c a de que n uestro razonamiento ci entí­
s e e fectuaba a s u alrededor, hubo algunos pensado res d e fi co depende de n u estros sentidos, Mara n d é comenzó s u
tende ncias escépticas q u e ofreciero n s u s argumen tos a l a ataque con una crítica del conocimie nto sensorial. Nues­
luz de los descubrimientos científicos d e la época. Mon­ tros senti d o s nos d a n una i n formación contradictoria · al­
taigne, Ch arron, Camus, Naudé, Patin y La Mothe L� Va­ teran la i n fo rm a c i ó n que nos dan, etc. I l usiones c � mo
yer criticaron la ciencia, pero gen era l.mente e ntendieron la q ue ocurre si nos oprimimos el glo bo del ojo nos indican
por esto, o bien el concepto ren acentls� a del ho � bre d e que no tenemos manera de d istinguir las percepciones ve­
ciencia escolástico, e l aristo télico, o b i e n e l a b igarra d o ríd i cas d e l as ilusorias:12 Así, sólo p o d emos concluir q u e
grupo de l o s alquimistas, astrólogos, n u m erólogo� , � an­ "nu estros senti d o s [son] demasi ado d ébiles para estudiar
teístas, etc., del Renac imiento. Algunos de los esc eptlco_s Y comprender lo q ue e s l a verd ad. N i siquie ra pueden re­
human istas conocían y a d mira b a n perso nalmente a he­ presentarnos l a s i mágenes, porque n o h ay rela ción ni si­
roes de la revolución científica, como Galileo. Pero s u h a­ militud de lo verd a d ero con lo falso". 4a O bien aceptamos
bitual visión d e la que llegaría a ser l a " c iencia nueva" n u es tros d é b i l e s sentidos, con sus i n formes a c e rc a d e
consistía en comentar brevemente a Copérnico o a Para­ imágenes cuyas relaciones c o n los o bj etos son indetermi­
celso ' no c o m o descubrido res ele nuevas verd ad es, s i n o n a bles, o tendremos que abandonar por completo el razo­
como figuras peculiares q u e negaban las teorías acepta­ na miento científi c o . Tod o lo que percibimos son i máge­
das, s ugiriendo así que, si podían desafi � rse hasta las teo­ nes, no cosas. Y, como después indicó Berkeley, nuestra
.
rías científicas más aceptadas, en las ciencias n o q u e d a­ i n fo rm a c i ó n s e n s o ri a l n o es más q u e un conj unto d e
ría nada q u e pudiera considerarse como verdad . ideas; por tanto, ¿ cómo podemos conocer l o s obj etos ex­
Por o tra parte. pensado re s como Leon ardo Mara n d é , ternos? Pen samientos y cosas son tan completamente dis­
Petrus Gassendi y e l d iscípulo d e Gassend i , S a m u e l Sor­ tintos q ue ¿ cómo podemos j u zgar la verd ad d e las cosas a
biere ' tenían intereses c i e ntíficos y p a rticiparon e n l a p artir de n uestros deficientes informes sensori ales? Por
forma ción d e l a "ciencia nueva". S u escepticismo n o i m­ tanto, "nuestro conocimiento sólo es vanidad". H
plicaba socavar y rechazar tod a ciencia, sin n ing� I� a ver­ Para tene r una ciencia auténtica n ecesitamos a lgunos
dadera co mprensión d� la m o n u mental revo l u c w n d e l principios segu ro s , pero ninguno de tales nos h a sido reve­
pensamiento científico q u e estaba efectuándose a � u al­ lado. Los principios en q u e conviene n los filósofos sólo
rededor. Antes bien, su escepticismo se desarrollo a l a son " pres uposiciones falsa s", 45 i deas i nmateri ales por las
l u z de estas nuevas i deas. que desean medir las cosas materiales. 46 Q uienes están
Mara n d é , uno de los secretarios del c arde n a l Ric he­ d is p uestos a emplear principios y conceptos matemáticos
lieu, presentó su escepticismo respecto a las c i e� cias en para llegar al conoci miento científico sólo están h aciendo
s u Jugernent des actions hurnaines, d e 1624, ? e d i C a d o a l
Card e nal .4 1 Gran parte d e l argumento d e l li bro parece " A bate Léonard de Marandé. Jugement des actions humanines , París , 1624, p p .
tomado de Sexto Empírico, o basado en él. El tema gen e- 39 y 52-53.
'" !bid., p. 52.
1 1
!bid., pp. 53-59. La c i ta está en la p. 59.
" Para i n forn¡ación acerca de Maranclé, véase Boasse, Fortunes of Mo11taigne, , !bid., pp, 59-60.
..

cap. XV. "' !bid., p. 60.


I60 LOS "LlBERTINS ÉRU DITS" LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 161

más d ud osos sus res ultados. Las matemáticas son acerc a rizado con el avance científico de l a época , por desarro­
de o bj etos imaginarios; por tanto, ¿ c ómo se l e s p u e d e apli­ llar una crise pyrrhonienne respecto a toda c iencia, antigua
car a las cosas físicas q u e n o tienen las m i smas propieda­ y nueva . En el mi smo año, 1 624, apareció un ataque más
des? No existen puntos físicos s i n longitud , profu n d i d a d o trascendente , más mad uro, escrito por uno de los héroes
anch ura, y así sucesiva i tlente . H Las conclusiones matemá­ de la revolución científica: Pie rre Gassendi.
ticas e ntran en confl i cto con l a i n formación se nsori a l , Gassen d i (o q u i zá Gassend),:'2 fue uno d e los prodigios
como e n e l caso d e l á ngulo d e contacto e ntre u n c írc ulo Y ele comienzos del siglo XVII. Nació en 1592, en Provenza ,
una tangente. ·1 H Y los matemáticos, como todos l o s d e m á s fue a la e scuela en Digne, y a los dieciséis años estaba
hombres d e ciencia, n o se p o n en d e acuerdo. P o r ej emplo, dando clases allí. Después ele estudiar teología en Aix­
algunos dicen que la Tierra es fij a ; otros, como C o p é rn i c o , en-Provence, enseñó teol ogía en Dign e en 1 6 12. Al recibir
que se mueve. Ambos se sostienen sobre principios rac i o­ s u d o ctorado en teología, dio conferencias de filosofía en
nales; por tanto, ¿cómo h emos d e s a b� r q u i � nes tienen ra­ Aix, y luego fue canónigo en Grenoble. En muy temprana
zón ? Toda afirmación científica ha Sido refutada, Y no te­ época de s u vida, Gassen d i comenzó sus extensas investi­
nemos manera de saber cuál es verd ad era, cuál es falsa.-1 1' gaciones ci entífi cas, ayudado y alentado por algunos de
En religión, debemos a c e ptar la Revelación en c u e s­ los más destaca dos intelectuales de Aix, como Peiresc. El
tiones de fe. Pero p a ra fun d a r las ciencias no contamos curso el e filosofía q ue profesaba llevó a Gassencl i a compi­
con nada tan seguro. La m ayoría de los principios cientí­ lar su exten sa crítica d e l a ri stote l i s m o , c uya pri mera
ficos se j ustifican apelando al consenso o consentimie nto pa rte apareció -su primera p u bli cación- en 1 624, las E rer­ .

común. Hasta algo tan básico como "uno más uno, igual a citationes Para.doxicae adversus A ristoteleos. Esto fu e se­
d os" se acepta sobre este terreno; y sin e mbargo, el con­ g u i d o por d i vers a s o bras c i e n tífi c a s y fi l o sófi c a s , q u e
senso común n o es una norma fi dedigna de verd a d cientí­ va lieron a Gassendi la mayor reputación e n el mundo inte­
fi ca, p ues algo comúnmente a ceptado pued e ser fal so. E n lectual y le p usieron en contacto con el hombre que ha­
real idad, n ada es a ceptado por t o d o el m u n d o , p uesto q ue brí a de ser su amigo ele tod a la vi da, el padre 1\Iarin 1\Ier­
siempre podrá haber pirrónicos q u e duden de tod o . " " Sólo senne. En 1 633, Gassendi fue nombrado preboste de la
podemos conclu ir, "no tene mos nada más cierto q ue la catedral de Digne, y en 1 645, profesor de matemáticas en el
d uda. Y, en cuanto a mí, s i yo dudo de los argumentos Y de Coll ege Royal en París. Gassendi se reti ró en 1 648, y falle­
los principios de la ciencia q ue antes h emos d i sc uti ? o, ció en 1 655Y
quizá dude más aún d e 'l os argumentos q ue he ofrecido A pesar de su en orme papel en la fo rmación ele "la
contra ellos"Y ciencia nu eva" y "la nueva filosofía" , la fama de Gassend i
Este pirroni smo, y e l p i rro n i s m o del pirro n i s m o , d e ha llegado hasta nosotros principalmente por su crítica a
Mara n d é , representa u n intento d e algui en, bien famili a- las Meditations de Descartes, y no por sus propias teorías,
¡; / bici . .
pp. 60-64.
qu e dura nte todo el siglo XVII rivalizaron con las d e su
p. 7 1 . Este raso también preocupó a H u me. C f'. E n <¡1ú1·y Co11cc m m ¡¡
. ad versario. También se l e rec uerd a por la función que
" /bid ..
I-1H nw11 u 1 1 ders r a 11din¡¡. Sel by-Bigge ed .. Oxf'o rd. 1955. Sec . XII. parte. 1 1 . pp. I 56-

"' Jllaranelé. op. cit . . pp. 7I -75 .


J 57. ·, ,El problema del verdadero nom bre del filósofo es elucidado por Bernarcl
Rochot. en algunos comentarios introcl uctorios a su escrito sobre · · La Vi c. le

... / bici . pp. 76-87. El mismo alio en q ue apareció la obra ele l\l arand é. se pu­
.

blicó e l l i bro d e p erbert de Cherbury, q u e propon ia una norma ele consens o


caractcre et la formation intel lectuelle'", en el volumen Centre Intern ational ele
Synthése. Piare GassciiCii. 1592-1655, sa v i e et so11 oe11 vre. Paris, 1955. pp. 1 1 -12.
común.
.-. , Jllarandé. o p . c i t .. 1 06.
''" Para información acerca d e l a vida de Gassencli, véase Rochot. ''La \'Íe. le
earactcre", y Pintarcl . L e Libe1·t inage émdit, pp. 147-156.
l
1

! 62
LOS "LIBERTINS ÉRU DITS" LOS "Ll BERTINS ÉRUDITS" 1 63

clese m p e i'l ó haciendo resurgir la teoría atómica de Epicuro . a l o s intentos d e e d i fi c a r unas ciencias necesari a s y cier­
Pero , e n genera l , h asta h a c e m u y poco, l a posición d e Gas­ tas d e l a N a turaleza a p arti r d e nuestra experi e n c i a sen­
send i e omo pensador independ ien te h a b í a sido casi olvi­ sorial es e l p unto d e p a rt i d a del p e n s a m i ento de Gas­
dada . Quizá se deba esto, e'n parte , a l j u i c i o ex presado por send i . Ya en 1621 anunció su admiración a l pirronismo
Desc u rt es so bre é l , y en parte a l hecho de que h a bitual­ viej o y nuevo.5u E n sus conferencias so bre Aristóteles e �
mente presentó sus ideas en tomos sumame nte extenso s , Aix , empezó por emplear el arsenal escépti c o para demo­
en latí n , que apenas hoy se está n traduciendo al fra ncés/'4 ler las afi rmaciones de los d ogmáti c os, y especialmente
las d e Aristótel es. Las E:rerdtationes Pamdo:ricae adve1·s us
Pe ro d u rante su vi d a , Gassend i gozó de una carrera in­
A1'istoteleos, de 1624, representan la primera avanzada d e
telect ual de suma i mporta n c i a , c uyo d esarrollo, a ca so más
q u e el de René Descarte s, i n d i : a e ilust: a "l_a form ac � ó n
este ata q u e escéptico contra qu ienes afirman poseer u n
conocim iento d e l a naturaleza d e las cosas, y que n o pue­
del e s pír itu moderno" . Gassend1 comenzo su JOrn ad a filo­ den ver q u e tod o l o que en re alid ad conocemos o p od emos
sófi c a com o escéptico, a l p a re c e r baj o la p o d e ro s a i n ­ conoce � son apa �·i encias. (Gassendi había planeado publi­
fl ue nci a d e sus lecturas d e la e d i c i ó n de Sexto publicada
en 1 62 1 , así como por las o bras d e Montaigne y Ch arro n .
car s u l i bro en siete partes, de las cuales sólo apareciero n
d o s . E s posi ble q u e interrum piera su obra después de o í r
Est n fn sc de "pirro nismo científi c o " sirvió c o m o b a s e a los l o s ataques d e algunos de l o s fi lósofos reconocidos contra
a t a q u es de Gassendi a Ari stótel e s así como a los seudo­ unos pocos anti a ristotéli cos q u e ha bía en París, en 1624-
cien tífi cos contemp oráneos suyos, e hizo de Gasse ndi uno 1.62?>-"' En s u obra , Gassendi a fi rmó s i n amb ages q u e pre­
nsati s­
d e lo s j efes de la Tétmde. Sin embargo , le resultó i
y derrotist a del esceptici smo f � n a , con m ucho, la acatalepsia de los académicos y p i rró­
fact ori ll la a ctitud negativa mcos a la arroga n c i a de los d ogmáti cos.r.s
sus conocim ie ntos y s u interé s
h u m a n i st a , so bre tod o por Desde el pri n c i p i o , Gasscnd i se d eclaró d i scípulo de
e ntonces q ue e sta ba bus­
e n l a "ci enci a nueva". Anunció Sext•J , Y p a ra él, e sto abarca ba dos elemento s prin cip ales:
canel o una via media entre pirronism o y d ogmatism o. La una d ud a d e tod a s las pretensi ones d e conocimiento del
el
cnco nt ró en su fo rm u l a c i ó n tentativ a e h i potética d n� u n d o real , y u n a a ceptación del mundo de la experien­
l a c i ón q u e , en muchos aspecto s,
ato mi s mo epicúre o, formu cia o de l a apari e n c i a como base única de n uestro cono­
d e la moderna fi losofía británica .
se ace rc a al empirism o cin� i ento naturaJ. 5!1 Después de presentar en el prólogo s u
En cstl' capítulo tratarem os d e las opini ones escé pticas
actit u d escépti c a , Gass e n d i criticó l a insistencia d e los
de Jos pri meros escritos d,e Gass e n d i , y en u n capítulo pos­ ari stotélicos en s u modo de fi losofa r. En c a m b i o , p i d i ó
terio r ¡¡na lizare mos s u "epicureí smo tentativo" o " escep­
tici smo mitigado ". "' C f. La carta ele Gassen d i a Henricus Fabri Pybrac i i a bril de 1621 e n Petrus
' '
Bayll', en su artíc u l o so bre Pirrón, acre d itó a Gassendi Opera Omnia.,
Gassencl i ,
el Ju� b N introducido a Sexto Empírico en el pensamiento
Lyon, 1658 Vol. VI, pp. 1-2.
. ''
' E � te tema se d iscute en Rochot,Les Tra.va.ux de Ga.ssendi sur Épicure et sur
1 .4tonnsme, 1 6 1 9 - 1 658, París, 1944, cap. I, y en su artíc ulo "La Vie, le caractére",
pp. 1 8-2 ? ; Y en Gastón Sorta is,
moderno, a b ri e n d o así n uestros oj os ante el h e cho d e
" q u e J n s c u alidades d e l o s cuerpos q ue llaman l a atención La. Philosophie moderne depuis Bacon jusqu' Leib- d
111:. Pans, 1 922 Tomo Il, pp. 32-36.
'· ' G ssend i ,
de nuestros senti dos sólo son apariencias"Y' Este ataq u e � E:rercitationes Pa.ra.doxica.e .4dversus .4ristoteleos, Opera.,
en Vol. 1 1 1 .
PrefaciO, p . 99.
,, , E l Rochot h a bía emprend i d o esta tarea. Desde su lamentable d e­
Vol . VI. p. 1 ; el PrefaciO a
Opem,
'''' Cf. La c a rta ele G � sse n d i a Henricus Fabri Pybracci, abril 1 62 1 , en
d proyecto
pro l'l·sor
N' SO, se ha i n terrumpido. U n a trad ucción al inglés de una m uestra Exercita.tiones Para.doxica.e, Opera., en Vol. III pp. 98-
n•pl'l'Sl'll l lltinl ele la o bra ele Gassencli ha sido pu blicada por Craig B rush.The Lettres de Peiresc,
1 04; � la carta ele Gassen d i del 15 de j u n i o de 1 629, en Tom o I V,
Selt•ftt•d 1\'t>rks of Pierre Ga.ssendi, Nueva York, 1 972. pubhc ado por Phillip Tam i zey de Larroque, París, 1 893, en
. . Collection Docu­ de
"' Bayll'. Dictimwire, art. " Pyrrh on", Re m. B. ments méd zts sur l'histoire de Fra.nee, p. 196n.
164 LOS "LIBERTIN S É RUDITS" LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 165

una co mpleta li bertad intelectual, q u e i nc luyera el recono­ si de antemano se sabe que la conclusión será verdad era.
cim iento de q u e las doctri n a s d � �ris � óteles no m� rec e n La conclusión o bien es parte de la evi d e ncia d e las pre­
ninguna pos i c i ón e s p e c i a l o p n � Ilegia? a. Los a i i � tote­
_ misas, caso en el cual el si logismo e s un a rgumento circu­
licos se han vuelto s imples polemistas fnvolos, Y no mves­ l ar, o bien el si logismo es i nconcl uso, ya q u e no sabe m o s
tiga d o res d e l a verd ad . D i sc uten a c e : c a ? e pro bl e m a s si las p re m i s a s s o n ci erta s (este proble ma d e s p u é s fue
verbales, e n lugar de estu d i a r la expene ncia . .se someten pl ante ado por J . S . Mi1l).1;;¡
servilmente a la palabra del Filósofo o d ? sus m terpret _
. _ ? s, El clímax d el ataque pirró nico d e Gassendi aparece e n
en lugar de pensar por sí mismo s ; sumiswn d � be mos solo el últi mo capítulo, in titulado "De q ue n o hay c i encia, y
. . _
a Dios no a un filósofo . Las opmwnes de Anstoteles no es pecial mente n o hay ciencia aristotél i c a " . Aq u í emple a
son ta � maravillosas q u e merezcan tanto respeto. Y, p a ra l o s tropos de l o s antiguos pirrónicos, d e Sexto, Agrip p a ,
mostrar esto, Gassendi trató de señala r todos l � s <:rrore � � E n e s i d e m o y o tr o s , p a ra m o stra r q u e n u estro co n o c i ­
dudas que se encontraban e n la � te? nas _ de An toteles. ;¡ mi ento sie mpre está li m itado a l a s apari e ncias d e las co­

El segu ndo l ibro d e las ExeTcttatwnes. q :1 � solo � e �u­ sas, y nunca p u e d e trata r d e sus naturalezas verdaderas,
blicó después, tn contiene el meollo d e la c i?tica esceptica oc ultas e internas. Podemos saber c ómo nos parecen las
del aristotelismo, y de la filosofía dogmatica _ e n general. cosas, pero no cómo son en s í mismas. A s í, por ej emplo ,
El i ntento de descubrir el conoci miento científi c o, e n el p o r n u e stra e x p eri e n c i a s a be m o s q u e l a m i e l p a re c e
sentido aristotélico, está condenado al fra caso, porque los d u lce. Pero n o podemos descubrir s i real mente es dulce. 6 �
principios y l as d e �i n ic. iones só �� pueden ganarse por la La d i stinción hecha por Gassendi e ntre las cual i d a d es apa­
exp eriencia. La úmca mformacwn cla : a q.ue tenemos es re ntes, cómo n o s parecen las cosas , y las c ualidades rea ­
.
la que perc i bi mos. Para l l egar a d e fi m c1ones re ales o l e s . qué pro p i e d ades tiene re almente el o bjeto, e s u n a d e
esenc iales de los objetos n ecesitamos algunos conceptos l a s pri meras formulaciones claras d e l a d i stinción entre
básicos por los cuales entender las cosas, pero en :c a­ e uaFdad primaria y secundaria en la filosofía moderna.{j;,
lidad sólo conocemos el o bj eto sensible. De la expenen­ Puesto que n o podemos conocer n ada " por natu raleza y
cia n o podemos inducir pro p osi ciones o princ i pios ? e n e­ en sí mismo, y como res ultado de causas b á sicas, necesa­
rales, porque siempre es posi ble q � e d e s � ues _ surJ a un
ri as e i n fa l i bles",li li no es posible n i ngun a ciencia en e l
ej emplo negativo. Aunq � e Gassen d i con oci a la obr? ? e sentido d e un conocimiento neces ario d e l mundo re a l .
Bacon este problema, as1 como l a mayon_ a de las opm 1o­ Todo lo q ue pode mos s a ber d e la n aturaleza e s cómo n o s
nes q � e aquí expre s a Gassend i , se deriva probablemente parece y, c u a l lo muestran los argumentos escépticos, n o
de las d iscusiones de la lógica real izad a s por Sexto.Ht A u n podemos n i j uzgar ni i n ferir l a s natural ezas reales d e l a s
s i conocemos algunas defi n i c io nes y pri ncipios, .no pode­ cosas q u e causan o producen las a pariencias. Las varia ­
mos o bten er un conocimi ento científico por mediO del ra­ ciones de la experiencia sen sorial nos i mp iden d e finir o
zonamiento s ilogístico, ya que, como lo h a n mostrado los d escribir los o bj etos reales sobre l a base d e lo q u e perc i -
pirrónicos, las premisas d e l silogismo sólo son verd aderas
Exercitationes Pamdoxicae.
' " Gassc n d i . ! 1 , en Opem. Vol. I I I . pp. 187- 1 9 1 . Véase
El:ercitat iones Pamdoxicae. Opem, Vol. III pp. 105-48. lln
La Philosophie modenw, Tomo II PP·
"" Gassend i Lib. l. e n t a m bién F. X. Kie11, "Gassend i's Skepti cismus und seine Stell ung zu m Materia­
sumario de t �do esto aparece en Sortais, l b m us". Pllilosopllic/¡es JahTbucll der Gon·es-Gcsellsclla_ft,
VI. 1 893. pp. 27-34.

" ' Sortais. on cit. Tomo I l , pp. 23-24, y 32; y Rochot, Tr�vau.� de Gassen el' P
28-30.
1. p
·
n • Gassendi, E.<·ercitationes Pamdoxicae. l i b. II. Exer, V I . Opera \'ol . III. p p .
1 92-210.
se analizan las razones del retraso en la p u bhcac 1 0n. ..... Cf. Kiefl . "Gasse n d i 's Skcpt icismus". pp. 301-305.
9-22
' donde Exacitatioues Paradoxicae. Opem. Vol. III. p. 192.
"' Cf. Sexto Empírico , cuestion es p i rrónicas, II, sec. 204. ';" Gasse ndi, Lib. II.
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 1 67
LOS " LIBERTIN S ÉR UDITS"
166
ecir, de n eces a­ d e las a pariencias, entonces todo lo q ue se p uede concl u i r
bim os. Por falta de s igno s i n d i c ativo s, es d
a l a real idad , Y es q ue . " n ada puede conocerse". Comenzando su ata q u e
rias i n fere ncia s real es, de l a expe rien cia � o n ��·1stoteles, Gas � e n d i rápidamente l o ensan c h ó para
_
co, no tene mos
por los defe ctos d el razo nam ient o silog ísti mclun a lo.s nat�rahsta s ren acenti stas, a los platónicos y
as e x p e ri e n c i a s
m a n e ra de raz o n a r a p a rti r d e n u estr a cualesqUiera fi lósofo s q u e a firmaran conocer l a verd a ­
a s u s efec tos. N i
hast a s u s caus as, o a part ir d e s u s caus as d era naturaleza d e las cosas . ; o
e cono cimi ento
siqu iera pode mos esta blec er un crite rio d Po r otra parte, e n tanto q u e Gassendi se proclamaba
s a ber q ué cons ­
o d � se.xto ! inc � uyó en su s ituación de d iscípulo
verd adero, por lo que somo s inca pace s de . _
conc l uir es q u e di scipul
tituy e una cien cia. Todo lo q ue pode mos u n a aceptac10n _ md 1scuti d a d e l a experiencia como fuente
no pue de cono cers e n ad a . 6 7 de todo conocim iento. Y, como una de las grandes figu­
la Verd ad
En todo esto , Gass endi n o esta b a desa fi ando ra s de la. r�vol ución científi c a , Gassendi tra tó de extende r
e una base
Divi n a , a la que acep taba prin cipa lmen te sobr el conocimiento del hombre media nte u n examen mi nucio­
mun do d e
�? d e 1 � na� ur � leza. En los campos de la astronomía y l a
d el sent ido com ún, el
fide ísta, ni la info rma ción
ando todo in­
las apar ienc i as.6H Ante s b i e n , esta ba atac .
fisiologi a h 1 zo Importantes contribuciones, d escribiendo y
tent o, de Aris tóte les o d e q u ien fuer a, por cons trui r un a .
cia q ue tras ­ d ? s c u br.I e ndo facetas del mundo naturaJ. 7 1 Más a delante
cien cia nece sari a de la n aturalez a, una cien hizo qUiza_ su más grande colaboración a la cien cia mo­
n térm inos de
cend iera las aparienc ias y l as expl icara e d ? n; a, �1 desarrollar la te oría atómica de Epicuro como
s ólo e n la expe ­
caus as no evid ente s. En la expe rien cia y h I p ot � s i s o mode.l o m e c á n i c o , para rel acionar las apa­
ci mien to n atur al que po­ . Y prede c i r los fenómenos futuros. 72 El lado posi­
rie n c i a , d ij o, se hall aba el cono r Iencias
Tod o lo d emá s, ya fues en fun­ . vo .
d ían alca nzar los hom b re s . ti d el pensamiento de Gassendi le llevó a hacer un in­
nes meta físic as o mate máti cas
d a men tos o inte rpre tacio conj etura t ? nto por mitigar su pirronismo inicial, haciendo de él un
sens oria l, n o es más que
de n uestra info rma ción tip o d e "escepticismo constructivo", y a desarrollar una
o Sam uel Sor­
vana . Com o d ijo d e Gass e n d i s u disc ípul tcona _ q u e s hallarí �ntre el completo escepticismo y el
c::_ �
m uy afirm a­
biere, "est e hom bre c ulto no a seve ra nada dogmatismo. ··.1 Este ultimo concepto, totalmente desarro­
llado en s u �intagnw, así como la teoría d e l cono c i mien­
unda sabi ­
tivam ente ; y sigu iend o las máx imas de su prof
ro tege d e l a
d u ría , n o se a p arta de la epoj é, q ue l e p to ele su am igo Mersenne constituyen, q uizá por vez pri­
n� cra, l a f� rmu lación de lo q ue puede llamarse la "visión
o todo s l o s
impr uden cia y l a pres unci ón e n que han caíd
.
d e m á s fi lóso fos" .m' c i c n tl_ fica Ma_ s ad elan te exami nare mo s e sta visión, y
cam ente en e l
Al prin cipio , Gass end'i se inter esó bási
l cono cimi ento
lado d e struc tivo d e l a c rític a escé ptica d e '" Véase, por ejemplo, la o bra d e Gassendi contra el rosacruz Robert Fl udd
cien tífic o, atac ando a tod o el que trata ra de
desc ubri r u n E.ra �nen Phzlosophi�e Roberti. Fluddi, la respuesta a Hcrbcrt de Chcrbury, "Ad•
s. S i t a l cono ­ LJ!JJ Um ' D. EdoardJ Hc rbcrtJ Angl i , de Vcritate". y l a Disquisitio llfctaphysica seu
cono cimi ento ciert o y n eces ario d e l a s cosa .
Dubl!atwnes, .
et Instancwe adversus Renati Ca1tesíi Metaphysicam, todo ello en el
ciertas prem i­
cimi e nto ha de ser dem ostr a ble a p artir de Vol. III de Opera.
s d i stint as
sas, o ser evid ente , y s i n e m b a rgo trata r d e cosa � l�xandcr �.oyrc, "L? Savant", en el vol umen Syuthese, Pierre Gasseudi, pp. 59-70,
" Acerca d e l as realizacion es científicas de Gassendi, véase el escrito de

.1 hoc hot, . GasscndJ ct le Syntagma Ph i losoph i c u m " , en Revue de Synthese,


,;, lbid., Lib. II. Excr. VI. LXVII, 1 950, pp. 72-77, y Rochot Les Travaux de Gassendi
Jbid., Lib. II. Exer. VI, p. 1 92. " Cf. El escrito de Rochot, vol u m e n Le philosophe en Synthese, Pien·e Ga.�sendi,
n<

m•
Citado del man uscrito de Sorbié rc, Díscours de M. Sorbiere sur la Comet e,
en
PP : 74-94 � 1 04-1 06, Y Rochot, Les Tmvaux de Gassendi, passim.
zosisc hc Spath uman ismus und d as _ ' ?1edw quada
� vía ínter Sccpticos & Dogmaticos vidctur tcncn d a " Gas­
" Pierre Gassc nd, D c r fran
Gerha rd H ess.
Probl cm von Wiss cn und Glaub cn", en Berliner Beitrage :w r Romaníschen Philolo­ sc n d J , Syntagma ¡¡hzlosophicum. Logica, Lib. JI, cap. V, CQ Opera, Vol. J . p. 79.
··

gie,
Band IX, Heft 3/4; 1 939, p. 77.
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" LOS " LI BERTINS ÉRUDITS" 169
168
mostraremos q ue acaso fuese el res u ltado m á s fructífero p i rrón i co en c i e n c i a , lo cual, en mi o p i n i ó n , no e stá mal
_
p ara un filósofo " . 75
La otr � cu � s ti ? n, acerc a del libertinism. d e Gassen d i . re­
d e la reperc usión del p i rro n ismo so bre la fi lo sófía m o ­
d e rn a.
s u lta ?! a s d i fi_ c i l de d e c i d i r. Ga s s e n d i fu e sacerdote y
Al evaluar la obra de Gassen d i , mucho s de sus comen­ c umpl w con sus de beres religiosos a sati s fa cción de sus
� . �'ue e n términos genera les u n fideísta que
tadore s han d ebatido dos cuesti ones; p r i mera , ¿ fue rea l­ _
s u p e 1�10re
mente escéptico Gassend i ? Y segunda, ¿ fue Gassendi un o fre c1a o p i � wnes teológi cas s i milares a las de Mont; igne
libertin ? El problema d e la prime ra gira en torno de lo que Y Charron . _, {, Ta m bi é n fu e miembro de la Tétmde. j u nto con
sign i fi q ue ser escéptico. S i , supuestamente, un escéptico _
figuras tan � osp echosas como Naudé, Patin y La Mothe Le
es �n hombre que duda de todo, y niega q ue tengamos o V ayer, � a s 1 stio a sus débauches pyrrhonienn es. Tam b i é n
podamos tener algú n conocimiento, entonces Gassendi de­ ft� e amigo de al �� nos libertins muy inmorales. como Lu­
fi nitivamente n o fue escépti co, especialmente en sus ú l­ ll I C r Y Bou ch.ard . Sus am igos reli gi o sos vi eron en él a un
· · r
timos escritos, donde negó explícitamente estas ideas y . cero c n_ s � Ia w. En vista de esta i
1
Sin � n fo rm a c i ón a p a rente­
criti có a los antiguos escépticos. 7 '1 S i n e m bargo, hay un n_lCnte con fl i cti va , los co mentadores franceses h a n deba­
sentido más fu nda mental de la p a l a bra escéptico, es d e ­ tid � exte nsamente le cas Gassendi . Pi nta rd ha r e u n i d o 1
ci r, el q u e duda de q ue puedan d a rs e motivos o razones
n e c e s arios y sufi ci e ntes p a ra n u e s tro c o n o c i m ie nto o
rec � ente �11 ? nte _ los testi monios que p a recen i n d i c a r que
Gassenci I fue l1ber� m de corazón. 7 ' Por otra parte, Rochot
. 1
nuestras creencias; o el q u e d ud a de q u e pueda d arse la .
ha argtl l d o qu e mnguna de las prue bas contra Gassend i
evidencia adecuada p ara m ostrar q u e en n i ngunas condi­ cl e m ue � tra su libert i11ism. y que hay pruebas abru mad oras
c i o n e s pueden ser n u e s tros c o n o c i m i e n tos o n u estra s en scntJdo contra rio. 7 ! '
creencias falsos, ilusorios o d u d osos. Creo yo q u e en este En ante riores exámenes de la cue sti ón de la s i n ceri­
sentido Gassend i fue escéptico d u rante toda su v i d a . En e l
dad d e los demás llamados libe1tins érudits, he tratado d e
c a p ítulo q u e trata d e l " e s c e pti c i smo co nstru c tivo" d e
M e rs e n n e y G a s s e n d i tra t a ré d e d e m o s trar q u e a u n ''•Ga briel Dan iel. Vo¡¡age du Monde de Descm1es. tal como e s citado e n Sort a i s
o¡¡.
·

cuando ambos pensad ores atacan e l escepti c ismo, y pre­ cll. . Vol . J I . p. 257 n . l .
'" C f'. Hocho t. .'.' Le p h i l osophe" en Pien·e Gassendi. pp. 98-99 y 102-1 03, (en p.
ten d e n re futarl o , s u s o p i n i o n e s p o s i t i v a s e n re a l i d a d � _
8 82. Hochot l l� c! Jea �¡ u e Gasscn di tenía ciertas incli naci ones e mpíricas e n ma­
constituyen u n tipo d e p i rron i s mo e p istemológico muy si­ t ? 1: 1a ele � eol �gJ a). Vease también el capitulo de Hess acerca d e "Wissen und
. _
milar al de David Hume. Como d ij o el escritor jesu ita Ga­ (,J �:. u be n en P!eiTe Gassencli", pp. 108-158.
briel D aniel, hablando de Gassen d i , "parecer ser un poco �
' .' ecrc·a ,el � l a a m is � a d ele Gassencli con Lullicr y Boucharcl . l'éasc Rochot,_
.. Ld \ !C ct le c m_a e. té!.e . e n Pzerre Gassendi. Lcttres milicres
pp. 26-32. Gassend i .
ci
fa
Fm? U:Ois Lu/lzcr pen�lant l'hh:er
_ I632-1633, avec intro d uc tion , notes et i ndex par
" Cf. e l análisis hecho p o r Gassc ndi d e l esceptic ismo y e l conoc
i m iento en e l ���� n a ! el Rochot, Pans, 1944, Y Pintard, Le Libc11inage érudit, pp. 191-195 y 200-
Syntagma philosophicwn. Logica. tusOpera, ss.:I . p p . 69
'" Pintare! , Le libe11.inage érudit CSJ) ., pp 1 47-56 y 486 502 y t am b"
en Vol.
1en ¡ os vanos
d e l

segundo l i b ro
·
·

Henri B err.An Jure ínter Sceptico s Gassend us N1onem Fuerit. París. 1898. Esta ·
·

nc xos c � tr� Gas��n ? i Y los libati�zs que se estud iará n a lo la rgo d e todo el l i bro ;
Du Scepti­
obra ha sido recién traducid a al francés por B. Rochot. con el título � l; l l :� l d , MoclcJ n lsmc· . ll unwn isme, Li bertinagc, Petitc suite sur le · cas Gas­
cisme de Gasscmli, París. 1969, Kiel1. "Gassen di's Skeptici smus", pp. 31 1 y 361-362.
sc, �: d ! . en R vue d ,li1slo1re
: .
Rot'11ot, "Gass end i Les Tmvaux de Gas­
et le Syntagm a Phi losoph icum". pp. 76-77; . •
� Littémire de la Fmnce, Aiio 48, 1948, pp, 1-52.
La Philosopl1ie nwdcme. Vol. Rochot. 1 rarau:r de Gassemli. pp. 137-1 39 v 192-I94 · "Le Cas Gassenc¡ 1· .. . en
·

R ue d'H'zs·t one
seHdi. pp. 79-80, "Le phi losophe ", pp. 78 ss. y Sortais,
pensami ento e'V
. . ·
· · · ,

· L'zttéHure de la Frcmce, Aiio 47, 1947' pp. 289-313' Y "La \ . et ¡ e lC


l l . pp. 252-257. El estudio más complet o d e que h oy d isponem os del ' ' e
C"I ra •té l. e ; pp. 23- 54 \' case también el excelente estudio de H e n ri Goull lc
,

La Philosopilie de Gassendi (La H aya, 197 1 ). .. . · . · r so -


bre " l e cas G a ss· en d ' " en su crH1ca a Le libe11inage e1'11dit de Pintard La Motile
l
de Gasscnd i es Olivicr R. Bloch,
su y
· ·

Véase t ambién Tul l i o Grcgory Scetticismo ed empi1·ismo studi Gassendi.


, Bari,
1�· :'�¡¡er. Gassend�, G!IY Patín. en Revue Philosophique de la Fmnce et d� I'É trangcr,
·
1961. Bloch trata ' de mod i ficar y d e extender algunas interpret aciones d e Grc­
gory y m ías.
C XXXIV (encro·J ll n l o 1944), pp. 56-60.
1 70 LOS "LIBERTINS ÉR UDITS"
LOS "LI BER TIN S ÉR
. q u e existe una d i ficultad a l trat � r ? e eva l uar las
UDI TS"
171
mo t
nls opiniones de los cristi �� os p 1 rromcos: La m a­
dep end e, cre o yo, d e l a sup osi
�� ���
. ció n d e q u e n o pue de ofr e­
ve ·t· t.' cers e nin gun a otra exp lica ció
yoi P�1. de las razones p ara clasifi carlos como_ m c i.e_ d u­ n de s u s ide as. Per o, com o
he tra tad o d e ind i car, s í exi ste
l � s p e 1 ¡.:1• ros os 0 ej emplares se basan en evaluacwne_s tra­ q u e hom bre s com o N a u d é , La
otra pos ibi li dad , a s abe r,
d i C I O n tl l'S y "culpas por a s o c i a c i ó n " . La s eva l ua c i On es

fue ro n s i nce ros c ri sti ano s (au
Mo th e Le V aye r y Ga sse n d i
tradicio nales fuero n formadas, e n general, por n s a d r; ���= me nte fer voroso s). En a use nci a
n q u e q u izá n o pa rti cul a r­
.
m . l l'nte religiosos, como Pascal Y Arnau ' o e . de pru eba s a bso lut am ent e
m ;����� \. 1 t e antirreligiosos, como Voltaire. La mforma � wn
_ - dec i siv as so bre l as verd ade ra s
bres , ¿po r qué hem os de sup one
inte nci one s d e est os hom ­
a cer� a 1 , las vidas y opiniones d e todos l o s llam � d o s l1 � er­ sea , que partici pab an e n una con
r l o peo r (o lo me jo r)?, o
1 �. es compati ble ' e n l o filosófico Y lo psic ologic o ,
_ enH<l�r
tn�s
_
cris ti ani sm o. El nú me ro a bru ma
spi rac ión e n con tra del
c ? n cu , \1 < u ier interpretac ión de sincendad o d e , m
·

· sm · c e-
j �
·
dor d e sus a m igo s ínt imo s
y con tem poráne os n o d es
nd. a d� t.· o el caso d e Gasse n d i es en e � q ue mas se r� ­
· cub rió nin gun a señ al de i n sin
ri d a d . Y una de las fue nte s bás ce­
mer v i o lentar los límites d e la c �·ed u l l d a d para consi­
ica s d e la s upo sic ión de
libe Ttin age , en cad a cas o, ha sid
a : rl o l'Ompletamente insi ncero. S J , como antes lo he su- Na udé fue am igo de La Mo th e
o la am ista d con los d em ás;
. �id
gei � o n•s ulta posible que Naudé, Pa � in y La Mot!1e Le Gas sen di fue am igo d e Na udé y
Le Vay er y de Gas sen di;
Vaye r '1.llt's· en fideístas cri stianos a l estilo de Montaigne Y
d e La Mo the Le Vay e r, etc .

Si s u pié sem os defin itiv a m ente
d e �1 .1. Ton , entonces res ulta aún mas pro b a bl.e q u ? G as-
·
- a) que al me nos u n o de es­
tos hom bre s fu e un gen uin o libe rtin
sen 1• :n
vista d e su v i d a rel igiosa, de los testimomos d e el cris tian ism o, y b)_, que los dem
que tra tab a de soc ava r
sus a m�1 �t \ S ¡·cligiosos y de sus d e m á s amistades, lo fuera.
ás a cep ta ban su a m i stad
· por cau sa de a), entonc es pod ría
ser s ign ific ati vo el arg u­
Tal c o J J H· l 11a planteado el p ro blema el abate L eno bl e, men to de "cu lpa por aso ciac ión
". Per o com o es pos ible
S I dc:-.- t"•1 1110s ' a toda costa ' penetrar e n el n ú cleo i nterno d e
q u e cad a uno de los hom bre s en cue
stió
. 1 gra d.o ficle ísta , y muy pro bab le q u e Gas sen n fu e s e un sinc ero

r. Y .e
\
Gass · n d i para determ m a r l a reahda d d e s u 1e


d i lo fue ra, ent onc es
?e �lll'
l i lle 7 tinage (en e l q u e no creo), e s n ecesa
n•rca las cartas de Launoy y de Boulli � u . Ambos � Icen
· n o a i: a l l ­ nad a que da ind icad o por el hec ho
todo s ello s p a rtic ipa nte s h asta cierto
d e q ue e stos hom bre s,
zar gra d o e n los as unt os
que t, 1 fi n de su vida fue profundamente c nstlan ? , Y sm l a
. de la Igle sia o del esta do c ri stia no,
con opi ni one s s i m ila­
a ngu:-- t t.t d e un libertino a rrepentido. Pero , ¿ cómo J u zgar ( ¡ d e
· ,
res y rec on oc i d a me nte e s cép tica
s y teo log ía s fi de ísta s,
nuevo '. l l .¡ corazón secreto de e stos dos tes t 1gos ' ?
. fues en ínti mos ami gos . (Po d ríam os
men cion ar el hec ho de
q ue l s dos testigos miente � , así � o �n_o
� q u e tod os, al parece r, fue ro n ín tim
Si so spt•chamos os del p a d re Me rsen -
nc q ue , has ta don de yo sé, n u nc a
·1 ·
·
J
Gasseno l. · tropezamos a q u í ' creo yo, con u n a I mposibth- ha sido acu sad o de li ber­
' ,. da� psi l \'t lógi c a , a menos q u e su ponga m o s q u e los d o s _
tinaj e.) Si con side ram os a los libe
1tins érudits sin ni ngú n
q•ría n ecesario, e ntonces, d ecir tres) posetan � n pre j uici o a c erc a de sus inte nto s, ent
a �� gos onc es, ¿ p ode mos de­
�-
c i d i r pos itiv ame nte , ya sea a p arti
cinismo t ·' "'CeiJcional del que, esta vez, n o tenemos n m­ r de sus o p i nio nes , ya
HO sea de sus carrera s, ya sea d el c írc
guna J '\\t'ba ". ulo de figu ras reli gio-
Eu�a tradición q ue supone q u e tuvo � ue hab ei d u • _ sas e irre ligi osa s d ent ro d el cua l
se mov ían, si fuer on el
• .
��d ao
. _
1 l
p l ICI • 11 los escritos y l o s a ctos d e los l'l be1tms erud'lts. cen tro de una c a m p a ñ a co ntr a el
cris ti a n i s mo, o b i e n
parte de un sinc ero mov imi ent o den
� �
.. · ·
"' R o b l' l't ¡,,• nob l c. }� l sto l re t Ph si ue . A propos d e s c o n s e i l s d e M e rse n n e tro d e l a Con trar re­
aux h istol'l <'11" l'l ·d e J 1 11t erven t o n d J a n de Lau n oy d a n s l a q u e re l l e gasse n -
� form a, ten d i e nte a soc ava r el pro test
\, I , 1953, p. 125, n . 1
. ''t'L' J¡' stoh"e des Sciences, ant ism o, med ian te su
d i ste " , Rcn-• · ·
defens a del fide ísm o?
1 72 LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" LOS "LIB ERT INS ÉRl'DIT S"
1 73
q u e la rev ela ció n d i vi na nos con
Pero volvamos al material h istórico. El último de este ven ce, 0 en que el deb er
grupo de pensadores escépticos de comienzos d el s iglo 1� os lo ord ena , m e enc ont raré i s
má s a fi rma ti vo. Est as úl­
ti m a s no se enc uen tran d e ntro del
xv11 al q u e mencion aremos aquí es Samuel Sorb i e re , d i s­ ter1·eno 0 la J· U ri· S d lC-
C I. On
'
d e !'fli· esc � J? t i c ism o". x., Tan sólo cua ·
cípulo de Gassend i y d e La Mothe Le Vaye r. Sorb i ere n o
q u e l a c i rcu lac wn d e la san gre era ndo se 1� m ostr ó
- · ca, y
fue u n pensador original s i n o , antes bien, u n repeti d or d el un a teo 1•1·a en1p1n
aspecto más pirrónico d e sus mentores. Acaso e n e l c on­ no un J· U �· c i· o d e lo q ue estaba má s
allá de l a exp eri enc ia
est uvo d 1sp ues t? a ace pta rla . En
texto d e la h i stori a del esceptic i s mo fra n c é s lo q u e re­ s u rel ato d e su via je �
sulte d i sti nto o novedoso en Sorbiere es q uH le fu e, al mismo Ing late rra , Sorbie. re tuvo c u i d a d
.
o en a firm a r que s ó l es ·
t a ba nar ra ndo "lo q ue m e p a reci ó, _

tiempo, protestante y filósofo e s c é ptic o . S i n e m b a rgo, y no lo q ue q u i . �a se


enc uen tre en la rea l i d a d de las z
más adelante superó esta peculiaridad, convirtié n d ose al cos as" . x:; El o b Ispo
e !1 su rep 1 I. c a a la Roy al S o c i ety, con
_ · S prat
cato l i c i smo. Gran parte del éxito d e Sorb i ere en sus pu­ _ tra algu nos de l o s ma :
b l i c a c i o n e s d e p e n d i ó de q u e i mp ri m i era las o b ras d e l cvo los com ent ano s d e S o rbie re, lo
cen sur ó por no ma n _

otros, como las d e Hobbes y d e Gassen d i . Y para l a causa t e n e r su sus pen swn · - d e J· Ui· c i o en asu n tos tale
. s com o si la
e s c é p ti c a , trató d e h a c er una trad u c c i ó n fra n c e s a d e e o c m a de Ing l ater ra era mal a. x f)
Sexto Empírico, que nunca c o mpletó. x � S o rb � ei�e pare e h a ber s i d o un hom
� bre bien versad o en
En las dos cartas de Sorbi ere q u e contienen los frag­ l os. mov 1 m 1 e 1tos mte lect ual
� es de su épo ca, y los vio a to­
mentos que se h an conservado de su tra d u c c ión de las Hi­ c I :Js I� ant en : e d o u na c o n tan te
?_ _ � act itud p i rró ni c a . Con
potiposis de Sexto, i n d i c ó q u e ha bía empre n d i d o esta ta­ s_ c m :.J ant e VI SIOn , s ? lo pud iero n parece rle s igni fica
rea al salir del colegio para cultivar sus conoc i m i entos �-��� _
_ c � estw nes re lacw nad as
_ con los pro ble mas de la apa ­
tiva s
del gri ego , y para aprender un tipo de filosofía que no le I I : n c i a . L? � dem as n o era n más q ue va nas sup osic ione s
de
habían enseñado. x:l Evid ente mente llegó a ser un absoluto los d ogn_1at1 cos. S o rbie re no fue un
teór i co del nou veau
admirador y defensor del p i rronismo y, por tanto, un d i s­ P!J!Tho nzsm, e, s i n o q u e , a nte s b i e
n , rep re s e ntó a la s i ­
c ípulo d e los nouveaux Pyrrhoniens. Con u n a cons istenc i a g tl lent� �ene �a c i ón q u a bs o rbió aqu
. a p l i c o c asi a utom atic _ � ella s c o n clus ione s y
casi fanáti c a , continuó d u rante tod a s u vida propugnando las ame nte a todo s los p ro blem as con
q u e trop ezo. _
un escepticismo completo ante todas las cuesti o n es q u e
pasaran de l a s apari en ci as, y formulando sus o bs e rvacio­ Lo s esc é ptic os fra nce ses de la prim
era m itad del s igl o
nes de tal modo que no se le pudiera acusar de tra nsgre­ �: �� � ¿�� - ;�sc - e¡ i:¡ ue s;¡�· te ¡mssage du cilyle, & le
rl i
d i r las dudas de los esc é pticos. En un Discou.rs sceptique · · : , · ��� \�� ��s t e PdSa,Je. apare ce citad o en Sort 111uure111cu t du coeu r.
a i s . La pililoso¡1Jiic
L, . d · ¡
1 1 1 "' 1 <'l'lle . II. p. 1 94.
• - • ·
·
· .·¡ C i : a d o en Vi n cent G u i l l oton.
acerca de la circ ulación d e la sa ngre d ij o S orbi e re , "per­
mitidme entonces, Monsieur [ . . . ] pe rman ece r en s uspen­ 'S
x·.' " J l.l' J e
"Aut our de l a Relat ion du Voya ge de S
o cle Lang uaues
a m ul'l
¡ . num . 4 . .J U l io. 1 930.
cn Angl eterre 1 663-1 664". el, Smitll Col/cg
sión de j u i c i o ante las cuestiones c ientíficas. En otras, en .
c Studi es in M m " ·

··· Th omas Spra t. Ubse11:atiu ns


p, 2 1 .
L I I IH 1 re s 1 665 ¡J¡J 275 276 "" Sin
u11 Muus icur de Surbicr·s \'(IJ¡agc imu L'Jlglm¡d·
l : . · em 1Jargo d l'IJo decir le q ue q
1
c1 t, ',1'�\ :m d� l a eoun a mules a 1: o
·

,
· · · - ·
. . u i za su rígida eon-
' ' L o mi smo ocurrió a Élie Diodati. e l mi embro menos fi losófico d e l a 'N tradc. l l( t · s � �un las l eyes
l'a muy bien con su m uy amad o t ítulo d
e escép­
Le Libe11inage cmdit.
; 1 1 I.d � . d lgu. �¡ � �1sto o deno;tals � pro
Cf. Pintanl . pp, 1 29- 1 3 1 .
.
fesi ón. antes debie ra h a be r d i scuti do l a
ei 1:a por d e una olla solo e s una fanta sía rgam ente
1
' ' Acerca de Sorbiére. 1·eúse André l\1orize. "Samuel Sorbiére ( 1 6 1 0 1 670)". en
Zeitscln·U! /llr fran:ósisclli' Spmc/¡e 1md Litt.emtur, '.'' ' .
. : � 1 e l luego de la coc 1 11a t 1en0 en rea l i d a
, o una cosa
1 ' 1 . 1 1 1 . 0 S I solo e s una apar ienci
XXXIII, 1 908, pp, 21 4-265; Pin­
a. Esta hubie se sido una dispu ta mús d igna 1'
d buen as cuali dade s para tosta r
Le Libatinage émdit. p p. 334-335; Popkin, "Samucl Sorbiere ' s Tra n s l ation of
u n eseep tlco. q ue concl u i r
tare! .
Sextus Empiricus ; · . pp. 6 1 7-61 8. y Sorta is.
La pililosop/¡ie lllodeme. 1 ! . pp, 1 92-228. d�
Ull-'lo, Y p l a ntea r l a l n l t'rmin
clogm <i ti came nte sobre todas l a s I11t1·igas del a/t
Letrrcs et Discl/TS de M. De Sorbiére sur rlirerses lllatiéres Cl l­
e1 �
"' Samucl Sorbi ére.
1 0 11 ''''5 h a b J <ln Sido
. able q ue re l l a espee ulatil ·a e ntre l a s q u e hasta
ricllsl's,París. 1 660. carta a D u Bosc. pp, 1 5 1 - 1 52. secta s paeífi eas y pr;íet icas. los y los
llascile's Sur/oiners.
174 LOS "LIBERTINS ÉRUDITS"
LOS "LIBEHTINS ÉRU VlTS" 1 75
xvn se encontraron ante u n a época nueva y optimi sta, en la in � a p a c i d a d del hom bre para
. j usti fi c a r la cie nci a d e
la que pudieron vivir y prosperar con u n a compl.eta crise An sto tele s, de l o s nat ura list as
. d e l Ren aci mie nto de l o s
py7Thonienne. Como in t elec t uales d e vanguard i � de s u mo ralis tas y tam bié n d e l o s nue
. vos hom bre s de � ien cia .
época, encabezaro n el ata q u e al anticuado dogmatismo d e Los ata q u e s a c u m u l a d o s d e los
d � s d e A:Io n t a � gne h asta La Mot he L e
. h um a n i s tas pi rró n i c o s ,
l a e scolástica, a l nuevo dogmatismo d e l o s astrólogos y al­
m ; o s Cie n � Ific os, om o Gas sen di y
_ Vay er, y d e los pirr ó­
q u i mistas, a las afirmaciones gloriosas de los matemáticos
. � Ma ra n d é, dej a ron s i n
y hombres de c iencia, al entusiasmo fan á tico d e los calvi­ metod<? , cnt eno m b a s e la bús que
nistas y, e n general a tod o tipo de teoría d.ogmática : _A lgu­ g � ra � tiz� d o ace rc a del mu ndo "re
da de u n con ocim ien to
a l ". No pareció pos ible
nos como La Mothe Le Vayer, apilaro n mformacwn to­ n mg un tipo de bús que da ra cion al
ma d a d e l m u n d o c l á s i c o y d e l N uevo M u n d o y, d e s d e sas , ya q u <: con tra c ua l q u ier teo
d e l a ver dad de las co­
ría y con tra c u a lq u ie r
luego, d e l "Divino Sexto" para socavar las ciencias morales. d ogm a p o d 1 a m nta rs e tod a una
� batería de arg um ent os
La Peyrere estaba proyectando d udas sobre algunas d e apa ren te m ent e I rre futa ble s. La
crise pyrrhonienne hab ía
las a firmaciones b á s i c a s d e l a B iblia. Otro s , como Ma­ a bru mad o la bús que da h uma na de
ran d é y Gassendi, se valiero n de las dudas p irrónicas Y de con oci mien to reli gio so com o en el
la certeza ' tan to en el
la nueva i n formación para socavar las ciencias naturales. c i ent ífic o.
La Reforma h abía producido una crise py1·rhonienne en
el conocimiento religioso, en la búsqueda de una seguri­
dad absol uta acerca de las verd a d es rel igiosas. El nuevo
¡
pirronismo había comenzado como medio de d e fender al ' '

catoli cismo destruyendo tod o s los terrenos racionales d e


la c e rti d u m bre re l i g i o s a . D e s d e Monta igne y C h a rron
hasta la Tétmde, se había revelado un abismo d e d udas, no
sólo a través d e los fun d amentos del conocimiento reli­
gios o , sin o también de todo conocimiento .natu ral. . Al co­
menzar la Reforma científica y al ser desafiado el sistema
de Aristóteles, el ata q u e escéptico pronto ensanchó el
pro blema, haciendo de él un ataque a las bases de todo
conoc i m ie nto . En dos órdenes del conoc imiento reve la­
do y natural, d esaparecie ro n los fun d amentos mismos.
No sólo se h abía p l anteado el antiguo problema del
criterio e n la teología, poniendo a los hombres a j ustifica r
una "regla de fe ", sino que la m i sma d i fi cultad se había
manifestado e n el conocimiento natural, o bliga n d o a los
hombres a buscar algun a " regla d e verd a d " . La "n ueva
ciencia" de Copérnico, Kepler, Galileo y Gassendi lo h a­
bía " envuelto todo en d u d a " . Lo s desc ubrimi entos d e l
N uevo M u n d o y del m u n d o clásico habían d ado otras ba­
ses a l escepticismo. Y los nouveaux pyrrhoniens m ostraron
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 77
poniendo q ue las opiniones d e Aristóteles no esta ban e n
d u d a y, a s í , p o d í a n rec ita das a l o s escépti cos para h acer­
VI. COMIENZA EL CONTRAATAQUE
los d esapa recer. Los primeros que tuvieron conciencia d e
l a amenaza d e e ste resurgimiento d e l p i rronismo fueron
EN ESTA crítica situación, los hombres de ciencia, los filó­ astról ogos como sir Christopher Heydon, o bien e s piritis­
s o fos y los teólogos, o b i e n tenían que luchar por s u vida, o tas como Pierre Le Loyer. 1 Este último, como ya h emos i n­
b ien tenían q u e abandonar l a búsqueda de l a c e rtidum­ d i c a do, dedicó u n a breve parte de s u l ibro a l a defe n sa d e
b re. Gra d ualme nte, p rimero e n el campo d e la religión, l o s espectros, c o m o respuesta a l a c rítica escéptica d e l
después en el d e la ciencia y l a filosofía, se reconoció la conocimiento sensori a l mediante l a apelación a l a epis­
amenaza del p i rron ismo, y se lanzó un contraataque. De temología aristotélica, l ínea de d e fensa q u e , según vere­
esta p ugna, los fi lósofos m o d e rnos saliero n , como o tros mos en este estu d i o de los a ntiescépticos de la primera
tantos San Jorges, d is puestos a destruir al dragón d el es­ parte del s iglo x vn, fue bastante común.
c e pti c i s m o ; sólo que en este caso el dragón n u n c a fue Pero l a respuesta al esceptic ismo que realmente lanzó
muerto y, en re a l idad logró, e n el plazo de u n siglo, devo­ el contraataque fue menos filosófica y m u c ho más bom­
rar a los varios caballero s q u e h abían intentado rescatar bástica: l a del p a d re Fran<;ois Garasse, de l a Compañía d·e
el conocimiento h u mano. Jesús. Espantado, al parecer, por el libe1tinage de Théofile
Parti c i pó en esta batalla la paradoj a de que por mucho de Viau, y por las cosas escand alosas que oía en e l confe­
q ue los escépticos d i scutiera n y se burlaran , a rroj ando a sion ario, corrupciones que, según le decían sus p e niten­
los d e m á s a l a duda, n o tod as las c uestiones parecían ser tes , h abían sido ca usadas por l a lectura de La Sagesse, d e
d udosas. Pese a las críticas d e l escéptico, las ciencias, a n­ C h a rron, Garasse l anzó u n a cruzada contra l a s tendencias
tiguas o nuevas, pare c í a n contene r a lgún cono c i m ie nto ateas y li berti nas de l a época.2 En 1623, publicó su o b ra La
real acerca del mundo. Como resultado, la lucha, fue en Doctrine curieuse des beaux esprits de ce temps, ou pretendus
p a rte un intento d e reconci l i a r la fuerza de las d u d as de Lels, en q u e , e ntre u n a s e r i e de c a rgos s e n s a c i o nales
los p i rrónicos con el c o noc i m iento en ráp i d a exp a nsión afirmó penetra r l a máscara de piedad del p i rronismo ca �
q u e poseían los seres humanos. Para algu n o s pensa dores, tólico d e Ch arro n , y ver tras ella u n a i rreligión s uma­
l a batalla no fue tanto una búsqued a d e l a certid u m bre mente nociva y peligrosa. La "supuesta piedad" d e Ch a­
c uanto u n a búsq ueda de la esta b i l i d a d intelectual en q ue rron se presenta como un flaco servicio a su patria y a su
' fe. El li bro, de más de mil páginas, ataca a Charron por
p u d i e ra n aceptarse duda y conocimiento. Para otros, fue
u n a Guerra Santa por s u·p erar l a d uda, de modo q ue e l su impertinencia y s u ignorancia en c uestion es religiosas '
y su p rincipal arma es la i nvectiva.a
h o m bre pudiera estar seguro e n su conocimiento re l igioso
Un d i scípulo d e Charron, el padre Fran<;oi s Ogier, i n­
y científico.
mediatamente replicó con la misma moneda en su Juge­
Como ocurre demasiado a menu do, los primeros mata­ ment et Censure du Livre de la Doctrine curieuse de Franc.ois
d ores d e dragones fueron los peores. Los prime ro s a dver­
' A este respecto, véase el cap. I V, p. 83.
' Acerca de Garasse, véase Lachévre, Le de
s a ri o s d e l nouveau Pyrrhonisrne s e m o straron a la vez
Procés du poéte Tlzeophile Viau:
i ngenuos y voc i ferantes y, por tanto, no logra ro n captar Boasc, Fortunes o}' Montaigne, pp. 164-170; y Joseph Lecler, " Un Adversaire des
s i q u i e ra los pro blemas en c uestión . Estos p rimero s anta­ Li bc rtins au début d u VIIJ C sieclc-Lc P. Fran¡;ois Garasse, 1585-1631 Etudes
' ,
CCIX, 1931, pp. 553-572.
e
gonistas o bien se dedicaron más a la invectiva q u e a la " Fram:ois Garassc. La Doctrine curieuse des beaux esp1'its de temps, ou pre­
a rgumentación, o bien c ometieron petición de principio su- tcndus tels, París, 1623.
176
1 78 COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 79
Garasse criticando el estilo, el carácter, la ignora n c i a d e "verd a d e ros trogloditas o ratas d e aldea " . !' Casi tod o ti p o
Garas s � , etc. Acaso la más q u e mante observac i ó n d e s u d e o p i n i ón q u e n o s e a l a d e Garasse constituye ateí s m o
réplica sea, " Garasse, amigo mío, l o que e s t á p or e n c i m a d e s d e las i d e a s d e Calvi n o h asta l a s d e l o s p i rróni c o s :
{ d e nosotros no es para nosotr� s : L a s o � ras d e C h a rron s o n E n umera ci nco clases d e ateísmo, 1 ) el " ataismo furioso y
, ; demasiado elevadas para esp1 ntus baJOS y vulgare s c o m o ra b i oso", 2) el " ateísmo del li berti n aj e y l a corrupción d e
L e l vuestro".� c o s tu m b re s " , 3 ) , e l " a t e í s m o d e p r o fa n a c i ó n " , 4 ) , e l
La d u ra crític a de Ogier movió a Garasse a emprender " ateísmo vacilante o i ncréd ulo y 5), e l "ateísmo brutal, p e­
ataq ues más poderosos. Pri m ero, e n 1 624, volvió a l a carg a rezoso Y melancóli co". 1 1' Los pirróni cos, como Charron , s e
c on su Apologie du PeTe Fmnc.ois GaT?-ssus, d� la G_ om.pagnze
.
encuentran e n el cuarto grupo. "El ateísmo vaci l ante o i n­
de Jesus, pouT son livTe contre les Athezstes & Lzbertzns de nos­ cr� d u lo es ese espíritu vagabund o d e los p irró n i c os , q u e
tTe siecle. Aparte de insulta r a su críti co , Ogier, Garasse afirma q u e tod a s las c uestiones son i n d i fe rentes y no s e
trató d e fo rt a l e c e r s u a t a q u e c o n t ra C h a rro n , q u i e n apasi o na n i e n pro n i e n contra d e D i o s , adoptan d o así
"a hoga y estrangula dulceme nte los sent i m i e ntos d e reli­ una fría política de dejar las cosas i n d e c i sas. " 1 1 L a gente i
gión, como con una cuerda de seda de fi � o � o fía". r: Ha� d o s de este tipo, monstruos que han s u rgido en el siglo xvrr 1 2 1 .
i
c a pí t u l o s q u e e n u me ra n l a s " p rop o s i c i o n e s 1 m p 1 a s Y son i n d i ferentes a la rel igión; n o está n p o r Dios n i por �1
ateas" y las "proposiciones impías y bruta les" tomadas d e D i ablo. Para ellos, la religión e s cuestión d e convención,
l a Sagesse de Charron.u Por último Garasse, e n 1 625, pu­ n o as unto seri o . A Garasse no l e preocupó refutar s us ar­
1 1
blicó s u o bra magna sobre el pro blema, La S omme Theolo­ gumentos d e suspender el j u icio ante cualquier c uesti ó n , : ' ¡

gique des veritez capitales de la Religion ChTestienne. En l a s i n o tan sólo den unci arlos y mostrar l o s h orrores d e la i n ­
d e d icatoria, a l carden al Richelieu, el a utor expl icó por d i fe ren c i a religiosa . 1 :1 D e hecho, e l propi o Garasse era un
q ué era necesaria una nueva Suma. " Este título q u e co­ tanto escéptico a nte la teol ogía ra ci onal, pues n egó que
l oco a la cabeza de mis obras, y q u e se utilizó d urante h u b.� ese pruebas a prim'i de la existencia d e Dios e insis­
cu atro 0 cinco siglos, merece revivir, y como los tipos liber­ ti ó en que la m ej o r ma nera d e co nocer a Dios e ;a por l a
tinos han ensom brecido nuestra época con nuevas tin i e­ fe . ¡ .¡ Pero s e n egó a creer q ue ésta fuese l a clase d e opi­
blas ' h emos de buscar n u evas luces q ue i l u m inen l a Ver­ n i ón que suscri bían Charron y los p i rróni c os catól icos. En
d ad. " • "El terror de los ateos secretos' ' Y de l o s "tipos cambio, consideró que su teoría e ra una suspensión d e
j u icio ante cualq u i er cuestión, incluso religiosa.
incorregi bles y di sparat a dos", de los c u a le s el peor es
La acusación de Garasse, de que el pi rronismo cató­
Charro n , req uería esta nueva empresa te ológi c a . H Para l i c o , especialmente el de Charron, en realidad e ra una
d esempeii.ar adecu adamente esta en orme tarea, Garasse especie de conj ura atea provocó una controvers i a tormen­
atacó las ideas de tod o y c a d a uno d e los ate o s , todo s ellos tosa, y colocó el problema del pirronismo y su refutación
en e l centro del escenari o i ntelectual. Garasse c a s i n o
·•
Fran<;ois Ogier, Jugement et Censure du liv1-e de la Doctrine curieuse de Fmn­
cois Gamsse, París, 1623. La cita está en la p. v i i . tocó los asuntos fi losóficos e n cuesti ón, y se contentó con
· Garasse , Apol.ogie du Pe1·e Franc,ois Garassus, de la Compagnie de .Tesus, pour
.-.

son livre contre les Atlleistes & Li.bertins ele nostre siecle. et repuuse aux censures et " lúicl.. Libro I, p. 15.
calumnies de /'autur anon¡¡me. París, 1624, p. 135.
'' 1 bid.. caps. 21-22.
' " 1/Jid . . Li bro I . p. 44.
. . . " 'Jbid., Libro I, p. 45.
m
' Garasse. La Su me Tlwologiques eles reritez capitales de la Rellgwn Cllrestwnne .
París, 1625, "Advertíssements", p. 7.
" luid. . Li bro I. p. 6 1 .
" !bid., "Advertissements", pp. 14 Y 34. '" /bid .. Li bro, I . p p . 60-65.
' l uid .. Li bro I, pp. 81-1 1 1 .
'
180 COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIENZA EL CONTRAATAQUE 18 1
poner a los p irrónicos el m arbete de " ateos " . En 1 625, su contra e l j esuita q u e se atrevió a atacar a los "ate o s secre­
Somme Theologique recibió una apro bación oficial, en la
q ue se d eclara b a que la o bra estaba confo rme a l a s d oc­
to � " ·
, �� �
nos d c e q ue Garasse "deshonra la Majestad d e
D 1 � s , H q u e . e l autor d e esta S u m a teológica h a d e s­
trina s de la Iglesia católica, y q u e e ra digna de ser publi­ trmdo l a fe Y l a religión e n todos sus p untos pri n c i p a-
les"·, ! '' q u e 1 as acusac i Ones d e Garasse a Ch arron son tal e s
·
c a d a "para servi r como antíd oto a las imp iedades d e lo s ·

a ctuales ateos y libertinos". 1 '' Pero pronto fue evidente q u e · : no s é s i l a s época s p a s a d a s o las é pocas ven i d e ras
q ue Garasse había desafiado la entente cordiale de la Igle­ h a b : a n d e ver, Y en un sacerd ote, tal tipo d e d es c a ro , o d e
s i a y los nouveaux Pyrrhoniens, acusando a estos ú ltimos . .
mal � c1a e Ignorancia, domin antes en grado similar". 20 Q u e
d e c o n stituir u n a " q u i n t a c o l u m n a " . C o m o re s u ltad o, el l i bro d e Garasse " e s un monstruo horrendísi m o " ; 2 1 y
uno de los teólogos m á s d i n ú m icos del periodo acudió a q u e s u aut or es "el autor más h orri ble que se haya visto,
entablar batalla con Garasse, y consiguió la condenación .
d a d a� las mn umera bles falsedades con que está n llenos
d e s u Somme Theologique. s u s 1 I bro s : ' 2 Le pare c i ó increíble a Saint-Cyran que u n a
<
J e a n D u verg i e r d u H a u r a n n e ( m á s c o n o c i d o c o m o ord en religiOsa h u biese permitido l a p u blicación de se­
S a int-Cyran), jefe fra ncés d e l movi miento j ansenista, ca­
� .
� <
� �� ante o ra :1 Afirmó q u e Garasse había propagado he­
beza espiritual d e Port-Royal y discípulo del carden al Bé
rulle, denunció a Garasse en un enorme escrito, c o mbatió
� e.n � s, h � b1a c itado en falso, ha bía c a lumniado. h a bía sido
unpw e I mperti nente, h abía profe rido bufona das. E n el
las o p i n iones d e Gara sse h asta o bl igar a l a Sorbona a cu rso d e s u ataque, Cyran acusó además a su adversario
condenar su obra y, fin almente, obligó a callar a l ampu­ .i � s u ita de pelagianismo, arrianismo, luteranismo, calvi­ i : ¡

1
loso jesuita. El ataque a Garasse, como lo ha mostrad o Or­ msmo y paganismo.24 1
cibal, d esempeñó un papel deci sivo en el desarrollo d el
¡ ¡
j ansenismo en Francia y fu e, q uizás, el primer avance de _ Lo q u e preo c u p a ba a S a i n t-Cyra n . a d e m á s d e l gran ; l
1

num ? ro d e errores en l as c itas e interpretacione s de l a


la cruzada j ansenista. 1 (j En lo teológico, como veremos, Escntura , los Pad res d e l a Iglesia y d ivers os teólogos, e ra
Saint-Cyran estaba comprometido con un tip o de antirra­ el a taq ue de Garasse al pirroni smo fideísta como fo rma d e
c ionalismo no muy lej ano al d e C h a rron, 1 7 y, por tanto s e at � I_ sm o . Y a avanzado e l segundo vo lumen, a l a n a l i z a r
mostró disp uesto a hacer causa común con los p irrónicos S a i � t-Cyran ! as opiniones de C harron, declaró q ue n u n c a
católicos. h a b i a c o n o c i d o n i l e í d o l o s l i bros d e Cha rron a n tes d e
Tremenda conmoción provocó l a p u b l i c a c i ó n del mo­
.

· Cy ran), La So m me des ·{<lllles et fal/s,,etez ¡
¡ '
' ' .Jean D uvergier d u H a u anne (S al!lt-
n u mental Opus de S a int-Cyran, e n cuatro volúmenes, en capitales co11tenues en la Somme TI1eo 1og1q11e
· · Garasse de la Com-
· Fm11C;o1s
d11 Pere
1 626, La Somme des fautes et faussetez capitales contenues en pagme :
. de Jesus '
. �wra Y se�unda. Aun cuando en la portad a se d ice que es una· obra � npagmas
París 1626 Tomo I . D e d 1catona
. •
· · al cardenal R1chelwu ·

la Somme Theologique du Pb·e Fmne,ois Gamsse de la Com­ pn cuatro


\ olumen es, solo a parecieron dos y u n a versión a breviada del cu arto. A este rcs­
::�
pagnie de Jesus. Se colocaron letre ro s por todo París anun­
Il, p. 263 n. 3 y 280 y
��
�t o �ea _ e ? rc i � � l ,
•. . Origines du Ja.nsénisme, ss. Sobre la
l. a i. J C J o J � I.� c. e pcJon 1 1 . pp. 2i8-280, v Lceler.
ciando la obra. El propio li bro comienza, como el d e Ga­ . de la obra , vease Orc i bal. op. cit. ·

rasse, con una dedicatori a al cardenal Richelieu. Allí y a . l1 n Ach ersmre des L1. bertins", p. 569.
,. •··: s am t -eyran,
·
Tomo I, Dedicatoria, p. 42.
Somme. des .fa.utes,
lo largo del l ibro se hacen viol entos cargos y acusaciones
Ibul .
. 1. omo I I , Ded 1cat ona a Richelieu, páginas 10 .\' 1 1. '
-. , I?ul., . Tomo I I , "Advis a tours les sc:avans a mateu rs de l a \'Ni té touc h a nt
& . '
1
"' !bid., "Ad\·ertissements", p. 56. la relutat10n de la So mm e. Teo 1 og1q u e e1 u Pere Franc:;o1s Garasse . de l a Com pag-
· ·

16 Cf. Lecler, "Un Adversa ire des Libe rtins", p. 569; y J e a n Orc ibal, Les
Origi­ . 1
. . . .
me de Jcsus .. , 2". pagma.
nes du Jansénisme, Tomo II, París y Lovaina 1947, cap. V. " !bid. . Tomo II. p. 241.
" Cf. el excelen te estudio de Gouhi er."La Crise de la Théolog ie au temps de "' !bid . . Tomo I , Ded icatoria. 49" página ¡ ' ·
. . Tomo IV.
·

Descartes" , pp. 29-32, y 38 . " !bid L.


· L.

J
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 83
AT AQUE
1 82 CO MIE NZ A EL CO NT RA
1 . Como resulta d o d e e sta d e fensa del p irronismo cató -
n d i a d os p o r Ga ras se c o m o l a s _ más importantes d e la época '
v e rl o s ata c a d o s y vil i p e l e o por uno d e l o s teologos
j a má s esc rita s. Pe ro las i nd ica ­ en contra del esceP t I' ci· smo
obr as m á s im pía s y ate as l a contraofensiva- de .
Garasse
Ch arr on que Ga ras se p res en­ e n e on t r?- _u n f'm rap1do Y completo. Saint-Cyran insistió en
cio nes del pen sam ien to de ··

t a b a no cor res po nd í a n a
l a d e s c ri p c i ó n . A s í , n os d i c e s � oposi cion _ h asta que, finalmente, la Fac ultad d e Teolo­
um en de l a obra den un cia da y
Sai nt- Cyran, com pró un vol gi a de la Sorbo n a condenó a Garasse y sus tirada s · El in­
rm aci one s d e Ga ras se, l a s opi­
enc ont ró que , con tra las afi for �� de l a Sorbon a i n d i ca q ue, por caus a de las q uej as
nio nes del p irró nic o católi
co era n san as e inteli gente s, recibidas, d u ra � t e meses había estudiado y examinado l a
en que l as ten í a n los me jor es
d ign as del elo gio y la est i ma Somme Theologzque h asta q u e , finalmente e n septiembre
nci a, ent re ell os el em ine nte de 1 626, h a bía concluido q u e esta o bra d e Franc:ois Ga­
pen sad ore s cat ólic os de Fra
carden a l du Per ron .25 c a s de los j a n s e n i st a s , s u
rasse,
La s o p i n i o n e s ant ifi l o s ófi y s u ape lac ión a u n a lec ­
opo sic ión a l a teo log ía ra cio
nal Debía � e_r entera �e ? te condenada, porque contenía m uchas
tura cas i puram ent e fi deí s ta de San Ag ust ín , llev aro n a p roposiciOnes here_tiCas, e rróneas, escandalosas y prec ipita­
poc as d e las a firm acione s jan ­ das, Y mucho � pasaJes de la Sagrada Escritura y de los S antos
Sai nt- Cyr an a d esc ubrir no Pad �es ma � citados, corrompidos y desviados de su verdadero
.21; La i nsi ste nci a d e l esc épt ico
sen ista s bás ica s en Cha rron se !l tido, e m t; m:n erables bufonadas indignas d e ser escritas o
e Dio s, l a fla que za de la raz ón
en l a i nco mp ren sib ilid a d d
de me dir a Dio s de acu erd o leidas por cnstianos y por teólogos.2H
hum ana y el pel igro de tra tar
ya da por Sa int -Cy ran com o bu en
con var as hu ma nas fue apo Au nque la respuesta del padre Garasse al pirronismo,
! 1
; . 1
Sin tra tar d e d efe n d er tod as l as _ _ s ultos, acaso � uviese el fin a propiado, su tipo
:
cri sti a n ism o agu sti nia no. median e m
Cyra n int ent ó mo str ar q ue el _ en arias o bras de la época, en 1 ; 1
opi nio nes de Ch arron, Sai nt- de con h a ataq ue se r� fleJO y 1 . 1
1
me nsaje del p irro nis mo cat
óli co rea lme nte era el mis mo que n o hay ac � s � cwn d emasiado violenta p a ra lanzarl a
_
nistas com o cri sti ani smo ort o­ contra los escepticos. Mersenne, sin mencionar a nad i e
q ue pre sen ta ban los jan se
ad del h o mb re s i n D i o s . San p o r s u n o mbre, l o s tildó d e mon struo s i n d ignos d e ser
d ox o : l a mis eri a y d ebi lid
cit ado para j ust ific ar el cua ­ l l a mad os hombres. Y la temprana polémica d e Mersenne
Ag ust ín es con sta nte me nte
lim itac ion es d ese spe rad as de 1 623 a 1 625, está llena de todo tipo d e d e n uncias e in �
dro que Cha rron pin ta de las
nto hum ano , y l a nec esi dad sultos, como los siguientes:
en la bús que da del con oci mie
r a con oce r. L a s o p i nio nes
d e l a Re vel aci ón p a ra l l ega S e llaman a sí mismos escépticos, y son libe rtinos, indignos
tom ado por ate ísm o , i nsi ste
mis ma s que Gar ass e hab ía del nombre de h om bre q u e llevan, ya que, como aves m alig­
S ain t-Cyra n, no era n mú s
que san as y tra dic ion a les opi - nas de la noc � e , al no tener un ojo lo bastante fuerte para
nio nes cri stia nas .2 7 soportar l a bnllante l uz d e la verdad, se sacrifican vergonzo­
s a m ente a errores, Y , al l i m i ta r todo el c o n o c imiento d el
"' lbid . . Tomo JI,01-ig
pp. 321-324.
JI. PP· 275- 277; Y Gou hier , "Cri se de l a
h o m bre a la gama de los sentidos y a las apariencias externas
d e las cosas, nos red ucen ind ignamente al estado más vil y a
n p o r Gou hier de l�rs o p i n i o rw s d P .J nn­
"' Cf. Orci bnl. ines du ja�m'11is me.
Thé olog ie". IJP. 29-3 1 v 5 1 . L a nrc scnt aciú
seni o y Sain t·Cy ran hace periect
amc nte inte ligib le la d e fens a de Cha rron por
hi er, Jos j anse nista s orig inal es esta ban abo­ '' Anon .. Censure. de la SaeTee Faculté de Theologie de París, contre ur¡ /ivTe intitulé
Sain t-Cy ra n . Com o l o mue stra Goue ficaz . a part ada de toda base filos ófic a. Con·
gand o por u na teolo gía senc illa y e errores Y h erej ías, y l a teol ogía raci onal
¡..a
L Somme Tileologu¡ue des veritez capitales de la Religion Ci11·estíen11e· ¡Jar R · p ·

ruJ/Cols Gamss us, & P·ans,


c· . , · · 1 626, pp. 3-14. La ella está en las pp. 12-13 Sobre el
·
d
sider aban la lílosofía com o fuen te i d u m bre.
cam ino a l a com plet a i rl(' Nt fo m1 o l1 e esta condcnu, véase Orcibal, Origiues du Jansénísme. II, pp. 263-267.
com o el
"' S a int-C yra n, Somme desfaut<'S. 11. pp. 321-4 69.
184 COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIEN ZA EL CONTRAATAQUE 1 85
la condición más baja de los a nimales más estúpidos, priván­ En un estudio d e las ideas d e Boucher, el padre Julien
do nos de tod o genuino discurso y razón. 211 Eymard d'Angers ha tratado de mostrar q u e esta a parente
copia de a lgunos de los rasgos del fid e ísmo de Montaign e j·
El padre J ean Bouchet, d estacado franciscano, a c usó a en realidad era l a opinión o rtodoxa d e la Igl esia c atólica.
los pirrón icos de llevar a cabo actividades peligrosas Y Pa ra apoyar este concepto, subraya el hecho de q ue, aun
subversivas. El extenso tomo d e Bouch er, Les Triomphes de cuando B o u c h e r n egó que p u d iese h a b e r "argu mentos
la R eligion Chrestienne, d e 1 62 8 , p rese nta u n a e xtrañ a evidentes" en materi a d e rel igión, s í aseve ró que había
combinación d e una forma modificada d e p irronismo ca­ " a rgu me n tos p r o b a b l es y p e rs u a s i v o s " . A s í, no p o d í a
tóli c o con la más enérgi c a denuncia de las ideas de Mon­ afirmarse u n a evidencia completamente ci erta para esta­
taigne y Charron. Éstos son acusados de impied � d.es, d .e blecer alguna verd ad rel igiosa; pero , al mismo tie mpo, a
escri bir li bros peligrosos y e nvenenados, c uyos mentos li­ falta de fe, pod í a ofrecers e cierto tipo d e evidencia per­
terarios ocultan la serp iente q u e acecha e n el interior. El s u a siva o moral mente c i erta , q u e res ultaba a d e c u a d a
efecto de los escritos de los dos grandes nouveaux Pyrrho­ para c onvencer o para a poyar, pero n o p a ra 2sta blecer
niens es c omparado al d e l o s em.pyriques, médicos que, n os una verdad religiosa.:1•1 Esta forma modificada de fid eísmo
dice Bo uchard, mataron d e quinientas a seiscie ntas per­ realmente no es d i sti nta de l a de Ch arron , p ara q u ien l a
sonas por cada cinco o seis q u e c u raron.:lo Mas a pesar d e certidumbre d e l as verd a d es religiosas sólo d epend í a d e
los e fe ctos nocivos e insid iosos d e los escritos d e Mon­ l a fe, pero q u e también presentaba m uchas "razones" su­
taigne y Charron, el tipo d e opinión teológi c a que n o s puesta mente persuasivas para convencernos de estas ver­
ofrec e Boucher no es m uy d i stinto. Si l a s verdades religio­ d ad es. El fideísmo como epistemología religiosa a l pare­
sas h ubieran de basarse e n la ra zón natural, "no poseería­ cer implica la afirmación d e q ue la garantía de la verdad
mos nada segum o sólido, p u e sto q u e vemos los j uic ios na­ del conocimiento religios o tan sólo l lega de la fe. Seme­
turales no sólo tan d ivers os e ntre ellos, sino que l a propia j a nte aseveración de n ingu n a manera niega que pued a
fa cultad de j uicio es vari able y contrari a a sí misma".a1 No 11 aber tod o tipo d e evidencia s q u e hagan plausi ble o pro­
poseemos una ciencia perfecta porq u e tod o nuestro cono­ bable este c o n o c i miento, o q u e p u e d a n c o n d u c i rnos a
cimiento se basa en l a razón y e n los sentidos, y éstos a creer en el. Pero las evidencias nunca pueden ser ade­
menudo nos engañan, y a q u élla e s inconstante y d udosa.:�� cuadas para esta blecer l a verd a d de las pro posiciones re­
Para obtener c ualq uier, conocimiento infalible h emos d e ligiosas.
llegar a é l por l a fe, a través de l a Revelación. L a verd a d Este tipo de vi ol ento antiescepti c i smo, a unado a una
s e d e s c ubre en l a B i bl i a, y n o mediante el e mpleo d e aceptación del fid eísmo como el de los nouveaux Pyrrho­
nuestras míseras facultades.aa niens también apare ce en las ideas d e Guez d e Balzac, co­
nocido apologista de los j esuita s. En su correspondencia,
' " 111 e rsenne. Verité des Sciences. Epístola ded icatoria. páginas 2 Y 3. Véase Balzac ata c a continuame nte a La Mothe Le Vayer, a q u ien
también Mcrscnne, Quaestiones cel.eberrimae in Genesim, París, 1623, � L'Impi �té consid era u n ateo, y a la señorita de Go urnay, que es tra-
des Deistes, Athees, et Libertins de ce temps, combattue, et re1we1·sée de pomt en pomt
par raisons tirees de la Philosophie et de la Theologie, París, 1624. La crítica genera l "' Cf. J u l i e n-Eym a rd d ' A ngers. "Le ' F i d é isme ' de J. B o uc her. Cordelier
que hace Mersenne del esce pticismo se est u d i ará en el próximo capítulo.
"' .Je a n Boucher: Les Triomphes de la Religion C/1restienne, París, 1628, pp. 1 28· 0628)", en É lHdes ji·anciscaines, L. pp. 579·593 . Una interpretación más fideísta
132. de Boucher a parece en B usson. La pensée ¡·eligieuse, pp. 257·259. y una i nterpre­
"' /bid., pp. 99-'1 00. tación menos fideísta en Dedieu, "Su rvivances et i nfluences d e I 'Apologétiquc
" /bid., pp, 147-152. traditionelle d a ns les ' Pensées ' ", enRev. d'Hist. litt. XXXVII, 1 930. pp. 507-508.
"" /bid., p. 152. Véase también Boasc, Fortunes o.f Montaigne, pp. 1 74-1 78 .
186 COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIENZA EL CONTRAATAQUE 187
tada como person a vana y p re suntuosa.a5 Pero este desa­ vi l i pend io, d el lla mado a las a rmas de Garasse Mersenne
grado personal de los d iscípulos vivo s d e Montaigne no Boucher, Cotin y otros, empezaron a aparecer � n gran nú �
impide a Balzac, e n su Socrate Chrestien, mantener un tipo mer<? de respuestas fi losóficas al nouveau Pyrrhonisme, a
de pirronismo cristiano. partir d e 1 624, a ñ o d e la primera publicación de Gassen d i .
Estas réplicas pueden clasificarse, poco m á s o menos, e n
Esta Verdad [la que Sócrates esta b a buscand o ] no es otra q u e tres categorías, a unque algunas de l a s o bras q u e c onside­
Jesucristo: y es este Jesucristo el q u e ha c reado l a s d udas y l a ra remos caben e n más de una de ellas: 1) refutaciones b a­
i rresol ución de la Academia; e l que hasta h a garantizado e l sadas en principio s d e l a fi losofía aristotélica; 2) re fu­
p i rronismo. V i n o para contener l o s vagos pensamientos d e l t a c iones q u e reconocen tod a la fue rza y va lidez de los
espíritu humano, y para a firma r s u s razona mientos e n el a i re.
Después de muchos siglos d e agitación y disturbios, vi no para argu mentos pirrónicos, y lu ego tratan de mitigar l os efec­
traer la Filosofía a la Tierra, y para ofrecer anclas y puertos tos del escepti c i smo tota l ; y 3) refutacio nes que trata n
en un Mar que no tiene orilla n i fondo. :11' de constru ir un nu evo sistema d e fi losofía para recoger
el desafío escépti c o .
Así pues, sin Jesucri sto todo está en duda, y por medios El tipo aristotélico d e respuesta a algunos de l os argu­
naturales sólo podemos llegar al escepti cismo c ompleto. mentos escépticos fue o frecido, como ya lo i nd icamos, por
La verdad depende exclusivamente de la fe. Pi e rre Le Loyer en su d e fe11 s a del espiritismo. También
Otro que se ap resuró a denunciar la amenaza e scépti ca fue empleado por algunos ene migos protestantes de Fran­
fue Charles Cotin, futuro miem bro de l a Acade mie Fran­ c:ois Veron, como Jean Daillé y Pa u l Ferry. Al tratar de
caise. Pero en este caso, s u única preocupación es poner '

en c l aro los efectos horri bles y perturbadores d el p irro­ mostrar lo fi ded igno de cierta información sensorial, o la 1
j ustificación de los procedimientos ra cion ales, estos pen­
nismo de Montaigne y Charron, y no desarroJ lar también
alguna forma d e pirronismo. En s u Discours a Theop01npe sadores habían apelado a l a teoría aristotélica del fun­ 1
sur les Forts Esprits du temps, d e 1 629, Cotin d escribió el ci o n a m i e n to n a t u ra l d e l o s sentidos y l a razón, y a l a
terri ble estado de cosas q ue rein aba en París, d onde h a­ necesidad de encontrar condiciones apro p iadas para el
bía monstruos, Forts-EspTits q u e p arecían hombres, pero em pleo d e nuestras fac ultades. En las batallas contra los
q u e n ega ban que algo p ued a ser c i erto. y aceptaban sólo nouveaux Pyrrhoni.ens del segu ndo cuarto del s iglo X VII,
las a parienci as. Estas viles criaturas, creadas por la lec­ aparecieron afirmaciones más ela boradas y completas d e
tura de Montaigne y d e Charron, deseaban red u cirnos a este tipo aristotélico d e rec hazo del esceptici smo. Uno
simples animales, y someter n uestras almas a n uestros d e los ej emplos más claros de este tipo de enfoque es la
cuerpos. El resultado de las ideas de estos Forts-Esprits respuesta de Pie n·e Chanet a Ch arro n .
era l a ra bia y la desesperación. Y, lo m á s temible, había Ch anet, un médico protesta nte, pu blicó s u s Considera­
un número i nfinito d e tales monstruos en existencia .:1 7 t.ions sur la Sagesse de Charron, en 1 643. En el prólogo, el
Aden¡ás d e las re futacio nes del pirronismo mediante autor indicó su preocupación por l a recepción que pu­
d ie s e tener su l i b ro, ya q u e tanta ge nte adm iraba los
" '·
Cl'. Balzac . "Lettres de Jean-Lo u i s Guez de Ba lzac". escritos de Charron. Pero, comprendía Chanet, no debía te­
"" Balzac. Soaare Cllresl'ien,
D isco urs I, en Les Oeul'res de MonsieuT de Bal:ac.
París 1665. Tomo 1 1 . p. 213. Véase t a m bién Busson, La pensée religieuse. pp. 266- ner miedo, puesto q ue sólo estaba exponiendo las opinio­
269. nes a ceptadas por todo el mundo, las opmiones de las Es­
"; Charles Cot i n, DiscouTs a Tll<.! opompe sw· les F01ts Esprits d11 temps (n.p. 1 629), c u e l a s . La ú n i c a gente q ue n o estaría de ac uerdo, nos
pp. 4-28. Mersenne había a fi rmado que en París vivían 60 m il ateos en 1623.
1 88 COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIENZA EL CONTRAA TAQUE 1 89

dice, sería la que tomara a Ch arron por S ócrates y a la b � r e �rores d e l o s sentidos. E n contra d e Charron , quien
Apologie de Raimond Sebond por la Escritura.38 � fi rmo q u e a u n . e n l a s m ej ores con diciones pued en enga­
La primera parte de l a o bra de Chanet e stá d ed icad a a n arno.s los senti ? os,. C h a net insistió en q u e sólo pueden
refu tar c i ertas pecu l ia re s asevera c i o n e s escépticas d e o c u rn r e rrore s , IlusiOnes o e ngaüos si algo es anormal e n
Mon taigne y C h a rro n q u e tra t a n d e l a s s i m i l i t u d e s ? l ó rgano, e l medio o l a ubicación o la naturaleza d e l o b­
de hom bres y animales. Habían sostenido q u e e l hom bre J eto. C o n sus n o rmas a ri stotélicas procedió entonces a
erraba al pensar q u e o c upaba algún lugar especial o pri­ a n alizar t � dos l o s ej emplos habituales de i l usione s senso­
vilegiado en el esq u ema de todas las cosas, o que el hom­ .
nas o fre cidos p o r los e scépticos. El pro blema del remo
bre tenía algunas fac ulta des o capacidades q u e no com­ q u e p are c e c urvarse dentro del agua queda explicado por
partía con l as besti as, y q u e no h a bía razón para suponer el hecho d e q u e el medio n o es "como d e biera ser". La
que los cinco sentid os h umanos con stituye ran l a total idad to :re c�adrada q ue e n l a lej anía parece redond a se ex­
de los medios que poseían las criaturas natu rales para ob­ P ! 1 c a afirm ando q u e el ó rgano senso rio, el ojo, n o percibe
tener conocimiento del mundo. Ch anet trató de mostrar bzen . l � s formas . r ��tangul ares. Las d obles imáge n es que
que l as prue bas ofrecidas en apoyo de estas afirmaciones percz bun o s o p n m 1 end onos el gl obo del oj o se d e ben a
(bá s i c a mente materi al anecdótic o , toma d o de Plutarc o , q u e el órgano sen sorio s e encuentra en estado enfermizo
Sexto y otros), podían explicarse s i n apelar a l a s d rásticas o antin atural. Los pro blemas de perspectiva son expli­
afirmaciones de Monta igne y Charron.=1n cados como res ultad o de perc i bir los obj etos desde dis­
E n la segunda parte de su l i bro, Chanet se e n fre ntó al tancias i n adecuadas, y así sucesivamente: � �� En tod o esto
núcleo filosófico del nouveau Pyrrhonisme, los argumentos Chanet nu nca vio q ue estos ej empl os eran ofrecidos poz:
ofrecidos para producir un escepticismo h acia los senti dos Charron como desafío a su criterio del conocimie nto sen­
y un escepticismo hacia la razón. Pese a los tropos es­ sorio, Y n o como i l ustraci ones de su operación. La pregun­
cépticos acerca de las variaciones, etc., de nuestra expe­ ta que los escépticos ha bían planteado era : ¿ Hay alguna
riencia sensorial, hay una base, insistió Ch anet, p ara a se­ m a n era d e d i stingui r l a experiencia sensoria verídica de
vera r la "Certidum bre d e los Sentidos". A veces sí nos la no veríd i c a ? Chanet respondió que sí, basándose en la
enga üan nuestros sentidos, pero existen condiciones, a n o rm a ari stoté l i c a del conocimiento sensorio. Pero los
saber, las establecidas e n el De Anima, d e Aristóteles, e � c épti c o s estaban rechazando la n orma, y pregun tando
que, si se c umple con yll as, hacen que los sentidos sean como podíamos estar seguros de que eran veríd icas aun
incapaces de error o engaflo. S i el órgan o sensorial está las p ercepciones q ue ocurren con órganos sensorios sanos
trabajando apropiadamente, si el obj eto se encuentra a una Y n ormales, con medios, d i stancias y o bj etos específicos.
distancia apropiada, y si e l medio por el c u a l ocurre nues­ 1�a �1 sólo � �i rma r un criterio q u e, de ser cierto, nos permi­
tra percepción es como d e be ser, entonces no puede h a- t l n a clasificar las percepciones veríd icas y las engaflosas
res ulta una peti ción de p rincipio. a menos q u e también
Considerations sur la Sagesse de Charron,
"" Pi e rre Chanet, París, 1643, Prefacio.
podamos m ostrar que está j ustificada la norma ari stoté­
2a. y 3ra. páginas. Busson, La
pensée ¡·eligieuse, pp. 194-195, d ice q ue "Chanet no lica de conocimiento sensorio.
parecí a conocer a Montaigne" y no conocía l a Apologie, J o q ue es patente mente Lu ego, Ch anet s e enfrentó a las dific ultades escépticas
falso. La referencia a Montaigne fue suprimida en l a segun d a edición d e l a obra plantead a s respecto al razonamiento . Aquí, c omo e n sus
de Chanet. Cf. Boase,Fortunes of Montaigne, p. 186 n. 4.
"" Chanet,Considerations, pp. 1 -250. Los varios análisis del s iglo XVII sobre los afirmaciones acerca d el conocimiento sensorio, sostuvo
méritos de los a nimales, incluso el de Cha net, son tratad os en George Boas, The
Happy Beast in French Thought ofthe Seventeenth Century, Baltimore, 1 933. _,., C h a ne t, Considerations, pp. 257-272.
-i l

190 COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIENZA EL CONTRAATAQUE 191


que aun cuando a veces seamos e� gañados, hay algunos q ue es posible e l conocimiento mediante e l uso apropi a d o
j u ic ios tan evidentes, "que ten d namos que e star locos d e nuestras fac u ltades, y q u e no hay n ecesidad de la d u d a
para dudar de esta certi d u mbre". 4 1 Existe una norm � «;� el respecto a la info rmación natural o revelada. Tene mos l o s
razon amiento correcto, a s aber, l a s regla s d e la logi c a medios d e descu bri r las verd ades c ientífi cas, y D i o s n o s
aristotélica, y esta norma n o s capacita a d i sting.uir lo q u e h a informado d e la verdad era religión. A s í pues, e n estas
es evidente de l o q u e s ó l o es pro bable. Med i a nte esta c i rc u n s t a n c i a s el e s c e p ti c i s m o e s estu p i d ez o p e rv e r­
norma podemos re conocer las pre mi s a s ci ertas, Y � m­ sión.·1:1
plearl a s p a ra desc u brir o tras verd a d e s. Las pre m i s a s Un re ch azo m á s ela borado del pirronismo, aun que e n
ciertas son a quellas que, o b i e n han sido d e mostradas � or vena sim ilar, aparece e n e l Apologeticus jidei d e J ean Ba­
verdades evidentes, o son tan evidentes que res ultan m­ got, de l a Compañía de Jesús, d e 1 644. Las primeras p artes
duda bles. Por tanto, con los cánones d e l a lógica Y el ca­ d e esta o bra tratan de las teo rías p irrónicas y académicas
rácter evidente de verd ades como "el t? d ? es m � yor que e n su fo rma c l á si c a , tal como fu e ron p resenta d a s p o r
la parte", podemos constru i r un c � noc1m1ento ciCnhflco , Sexto, Cicerón, Diógenes Laercio y S a n Agustín. Sólo m á s
rac ional. ·12 Una vez más, Chanet deJ a d e l ado los proble­ a delante s e trata n l a s opiniones d e l o s escépticos moder­
mas escépticos planteados por Montaigne Y c.h a : ron, al nos, especialmente de Ch arron. Bagot consideró l a s afir­
suponer que no están e n d u d a las teorías de Anstoteles, Y maciones escépti cas como amenazas para l a fe y, según
luego aplicarlas a las dificultades planteadas. , o bservó en una n ota marginal, "abundan h oy los pirróni­
E n la Theologi.e Na.tw·elle, del padre Yves de Pans, e n- cos". ·l ·l Después d e esbozar los argumento s de los escép­
con tramos este tipo de aplicac ión d e la respuesta aristoté­ ticos griegos, Bagot ofreció su respuesta, aseverando q u e
lica al pirronismo, brevemente introd ucido entre otras � rí­ h ay algunas verd ades q u e están basadas e n la autorid ad
ticas de los libeTtins, a q u ienes atri buye ha ber suspe � d i do infalible que las declara, y otras c uya certeza es evidente
el j u icio ante tod a materia, religiosa o .n atural. Pnmero y m a n i fi esta, siempre q u e n uestras fac u ltades raciona­
plantea el problema de l a a utorreferencia. Cuando los e s­ les y sensoriales sean util izad as adecuadam ente y e n con­
cépticos dicen que nada es cierto, h ay q _u e .� udar de t� do, diciones norma les. En estos térm inos que d an rechazados
se ven obligados a caer e n u n a c ontradlccwn, pues p ien­ los argum entos básicos ele los escépti cos, y se elabora u n a
san q u e estas mismas aseverac iones son c i e :tas. �ero en­ detallada teoría el e la verd ad . 45
tonces, aseveró Yves de París, existe u n mediO meJ o � para En algunos otros pensadores ele este periodo a parece
hacer que los escéptico's vean l o errado d e su c a mmo, a una forma mod ificada del empleo el e las teorías ari stoté­
s aber, mostrarles el conocimiento natura l q ue no pueden licas como respuesta al escepticismo. Como vere mos e n
rechazar: n uestra información sensori aL Cuando n '! e.stro s
sentidos están operando en estado norma � , en cond1c10.nes "1 Yves d e París, LaTheo/ogie naturelle, 3" ed. (París 1 641), Tomo I V, pp. 393-
normales, y cuando n uestra fac ultad rac i Onal es debida ­ 403. < La primera edición del Tomo IV a pareció e n 1636). A l considerar aquí a
mente empleada, no ten emos ra zones para dudar, Y p o­ Yves de Paris, no pretendo implicar q ue fuera aristotélico e n su fi losofía, s ino
tan sólo que esta partic u l ar critica del escept icismo ilustra el tipo aristotélico
demos conocer la verdad. Así pues, e n lugar de quedarn os de refutación del pirro nismo. Otras clases de razo nes para rechazar el escepti­
con •·Jos tormentos y d esesperadas angustias d e e stas al­ cismo aparecen en d iversos escritos suyos. Para un a nálisis detallado d e la filo­
mas miserables", los escépticos libenins d e ben reconocer sofía de Yves d e París, véase Ch arles Chesneau (Jul ien-Eymard d ' Angers), Le
Pi!Te Y1:es de Patis et son temps, 1590-1678, 2 vols., París. 1946.
1 1
.lean Bago t.Apologeticus fidei, París, 1644, Libro I, p. 6.
., Ibid p. 29 1'.
.•
'·'Ibid. . Prefacio, Libro I, pp. 1-19, acerca del escepticismo, pp. 20-102 acerca
" Ibid., pp. 288-304. de la teoría de Bagot, y Li bro II, pp. 17-18 trata de Ch arron.
1 92 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

p artes poster iores, alguno s d e los el ement os de l a teoría


COMIENZA EL CONTRAATAQUE

i n fo rmación y j u zgarla; pero al hacerlo así, bien p uede


1 93 1
a ristoté lica del conoci miento se emple aro n para rec hazar haber secretos de l a Naturaleza q u e no se han explicado
ciertas afirma ciones pirróni cas, aun por pensad ore s c uyas ni pueden expli carse. Puede ser d i fícil conocer las esen­
ideas genera les no segu ían la tradici ón ari stotéli ca, como cias de las c osas i ncorpóreas; puede ser i mposible cono­
en los ej emplo s del p a d re Mers e n :o e y de Herbe rt d e cer a Di os. Empero, esto n o destruye la p osibilidad de
Cherb ury. En el vasto proyec to eclécti co d e Charle s Sorel, c on ocimient o sin o q ue, antes bien, n os c a pacita a ver la
La science univers el.le, introdu ce muchos ingre d ientes de l a falsedad de ci erta s te orías que se han plantead o , y n os
teoría aristotélica c o m o parte d e su re chazo al escept i­ permite c on ocer l os l ím ites del c on ocimie nt o human o.
cismo j u nto con otros varios tipos d e res p u esta, tomado s Podem os saber a l men os l o q u e no p odem os saber, y ha­
algun � s de ellos, al parece r, de fue ntes de l a época , como cer así una ciencia de n uestra ign orancia. -1 7 S orel estaba
los escrito s de Merse nne. d i spuest o a rec o n ocer un c on ocimiento men os q u e c om­
Sorel fu e un c o n o c i d o e s c ri t o r e h i s to r i a d o r d e l a plet o de t od o, para j ustificar nuestra segu ridad en 1 o que
época , y amigo d e l libertin érudit Guy Patín. L a pril_nera so m os capaces de e on ocer.
part e d e la grandio sa o bra filosófi ca de S o rel, La Sczence E n partes p osteri ores de su épica presentación de la
des choses co1porelles, public ada en 1 634, c omien za en el ciencia universal, Sorel se e n frentó al desafío escéptico
estilo d e mucho s d e los escrito s de los n uevos pensad ores que, segú n sintió, había que recoger para c apacitarnos a
del s igl o xvn, lamen tando e l misera ble esta d o de la c t� l­ hacer un uso a prop i ado d e nuestras fac ulta d es y capacid a­
tura human a, la inutilid ad y estupid ez de lo q u e se ens � na des. ·I H La s Escuelas y los textos de lógica n o ofrecían una
e n las Escuel as, y ofrecie ndo u n a n ueva panace a, la czen­ respuesta satisfa ctori a, pero Sorel p ensó que él y Mer­
cia univers al, "en q u e la Verda d de tod a s las cosas del senne la h abían encontrado. -w Del estudio d e los clásicos
mundo se conoce por la fuerza d e l a Razón , y se encue ntra p i rrón i cos, como S exto, y observando que " hay algunos l i­
la refutac ión de los Errores de la Filosofía ordinmi a". ·I H Se bertin os q u e los han desenterrado, para perj uicio d e l a
n os d i c e que esta n ueva ciencia será comple tamen te ra­ rel igión y d e la sociedad humana'',5 0 Sorel trató de viciar
zonabl e y cierta, y mejora rá a la human i d a d . Tras e �ta_s los argumentos del escepti c ismo, tanto antiguo como mo­
fanfarr i as, Sorel analiza dos tipos d e c rític a s d e l a posibi­ dern o .
lidad de una verdad era ciencia de la natura l eza: una, _ que C o m o respuesta a las d udas planteadas p or l os pirróni­
p a re c e s e r u n a e s p e c i e de p l a to n i s m o y q u e m ega cos a cerca de lo fid edigno de n uestro conocimiento sen so­
q u e pueda haber algún conocim iento re al d e las materia s rio , Sorel o freció un argumento aristotélico. La i n fo rma­
de este mundo e insi ste e n q ue sólo se encuen tra la ver­ ción q ue rec i ben nu estr o s sentid os extern os d e b e ser
dad en Mundo C elestia l; la otra es un escepti c ismo q u e afir­ s opesada y j uzgad a p or n uestro "senti d o c omún" para evi­
ma q ue no podem os conoce r real mente nada. En vista de tar engañ os. Ten e m os t o d a una variación de experi en cias
la propag anda inicial a la ciencia ·universa l, e n relac ión e on debidas a la disp osición de l os órgan o s sens ori os, a l tem-
l as c ríticas se hacen unas modifi cacion es bastan te extre­ " !bid .. pp. 1 5-27.
mas. El homb re, nos dice Sorel, puede conoc er acerc a de " Sorel,La Bibliotheque franc.ois de M. C. Sorel. París, I664, p. 392.
las cosas todo lo que sea necesa rio para s u felicid ad. Sus '" !bid., La Science unh•erse.lle..
pp. 33-35, y el Cuarto vol u men de Sorel, intitu­
capaci d ades n aturale s d e sentido y razón p u eden recibir l adoLa Pe1fection de /'A me . . , París, 1664, Part. II, p. 30.
.

La Perjection de L'Ame,
''" Sorel, p p . 21-30, ofrece un resumen de las opi niones
' d e "Des Pyrrh oniens o u Sceptiques". La c i ta e�tá en la p. 30, donde Sorel t am­
Charles Sorel ,
-w La Science des clwses COlJ)OTeUes, premiéTe paTtie de la Scicnce bién d ice que aq uellos libertins eran en número muy escaso, y ten ían m iedo de
expresar sus o p i n i ones en público.
h wnaiuc, París, 1 634, portada y prefacio.
COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 95
1 94
peramento del observad or, a la u bicación del o bjeto y a l � ales Y : n c � n d i ciones n ormales, tiene sensaciones pre­
medio por e l cual oc urre l a percepción. Pero nuestros sen­ C i s a s Y fi ? e d ignas, . o bien una capacidad n ormal para
tidos son capaces de percibir las cualidades d e los o bjetos � ? pesa : � J uzgar lo fided ig1� o de su experiencia, es q ue se­
tal c o mo son, y nue stro sentido interi or, el "sentido co­ II a �xh a n o que l os que estan en perfecta c ondición no c o­
mún" tiene la capacidad de j u zgar c uando los sentidos noc ieran l a �e r� ad , y sólo la conociera la gente a normal.
dan información precisa, y d e corregir c u a nd o n o es así. Pero los e scepti cos estaban d iciendo q ue no tenemos m a­
En tod o su detallado examen d e los ej e mplos o frecidos J; e r� d e sabe r s i las condiciones q u e consideramos como
por los escépticos acerca d e las diferencias entre la per­ opti mas para observar e l mundo son, asimismo, las más
cepción humana y l a a n i m a l ( q u e p a re c i ó d i sp u esto a c o rr e c t a s para p e rc i b i r e l estado de c o s a s a u ténti c o .
aceptar sin mayor investigación), y las variaciones de l a P � ede s e r e xtrañ o q u e s ólo unos cuantos hombre s excén­
percepción humana, Sorel nunca vio q u e a q uello q u e los tncos vean l a ? cosas como en realidad son , pero ta m bi é n
pirrón icos estaban cuestionando era si tenemos a lgun a es raro q u e solo l a gente c o n visión n ormal p u e d a verlas.
Al ofrecer c o ll} o solución d e las d i ficulta d es escépticas
una � e s c n_ p c w
manera de saber cuándo y si nuestros sentidos n o s infor­ _ n de n u estros pro c e di mi entos n o rmales
man con preci sión. En cambio, supuso que podemos reco­
nocer y rec on ocemos algu nas percepciones verídicas, y para J Uzgar l a o p eración sensorial, Sorel n o se h a enfren­
que podemos juzgar a las otras en consec uencia. As í, los tado al pro blema de cómo podemos saber q ue n uestra
pro blemas de perspectiva y de d istancia n o le preoc upan, I� a n e !·a normal y n atural de distinguir l as percepciones
ya q u e tenemos estas percepciones fid ed ignas, y al em­ fid e d ignas d e las que n o lo son está de acuerdo con los
plearlas aprendemos a juzgar y corregir p o r experiencia rasgos verd ad eros de los o bj etos reales.
las percepciones especiales. Puede h a b e r algu n a s c i r­ E l mism o ti p o d e respuesta, simplemente embellecida
c un stancias in sólitas, en q u e acaso lo mej o r sea n o juzga r o elaborad � , f�e l a que dio Sorel a tod os los demás argu­
en absoluto ; pero, en general, podemos valernos de estas n: ent � s escepticos. ¿ Podem os saber si toda n uestra expe­
percepciones p ara evaluar casi cualquier circ u nstancia y, nencia n� es m á s q u e un sueño ? Este pro blema, d el que
med i a nte el e m p l e o d e l " s e ntid o c o m ú n " determ i n a r ta nto partid o h abía de sacar el célebre contemporá neo d e
cómo son l as cosas e n realidad y n o sólo e n apariencia. Sorel, Descartes, e s tratado d esdeñosamente. L a p ersona
Entonces, podemos olvidarnos de todas las cavilaciones n ormal, estando despierta, puede sa ber l a d i ferencia en­
escé pti cas acerca de las experiencias y visiones de los tre el sueño y la vigilia. S i alguien sueña que comió mu­
maniacos o de los de lirantes, puesto que sabemos que esa cho, Y l u e �o despie rta y tiene hambre , puede saber que ha
gente tiene órganos sensorios corrompidos y, así, ven las e �tado sonando. ¿Y eonocemos algo m á s q u e las aparien­
c osas como no son.51 Cias ? e l � s cosas? Aun si sólo perci bimos las superficies o
La única base ofrecida p or S orel a su c onsta nte sup osi ­ ? Panenci a s d e los o bj etos, podemos j uzgar la naturaleza
ción d e que l a gente normal, con órga nos sensorios nor- mte_rna del o bj eto, así como lo hacemos en los casos ord i­
n a n o s cuando j u zgamos lo que está d entro por lo q u e está
l'usage & de la pel:fque
'ec­ fuera, � cuando J_ Uzgamos cómo es todo un o bj eto a partir
La Scíe11ce lllliverselle de SoTe/, oü il est traité de257-269.
'' ' Cf'. So re!.
de la VIsta d e sus partes. Los efectos nos ofrecen una base
tion de toutes les clwses du mo11de. Du Pl eix,
adecuada para d eterminar las causas. r. 2
To mo I I I , París 1 647, pp.
fue el predecesor d e Sorel como Hist01·io gmpile du Ro¡¡, o freció l a m i s ma expli­
cación de las ilusi ones sensoriales, pero no se rell rió para n ada al pirronismo a
este respecto. Cf. Scipion Du Pleix, Cours de Philosophie, reveu, il/ustré & aug­
L os escépti c os q u e han tratad o d e ge nerar una regre-
menté, París, 1632, en la parte intitul a d a "La Physiq ue ou Science des Choses " Sorel, Science universelle, Tomo I I I , pp. 270-272.
Nature l les", Libro 8, caps. 1 4-9.
¡·
196 COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIENZA EL CONTRAATAQUE 197
swn infinita de dificultades acerca de ir de los efectos a e l c on o c imient o c ientífi c o . Puede h a ber d i ficultades. pue­
l as c ausas, de las causas a las causas, y así interminable­ de habe r c osas q ue n u nca c o n ozcamos, pero si t oma m os
mente, han c reado u n p ro blema falso. Han sostenido q u e gra ndes precauci ones, p od re m os c on oc e r bastante bien
sólo podemos conocer u n o bj eto s i sabemos c om pleta­ lo q u e n os es necesari o . y c on c ompleta seguridad, de m od o
mente por qué es lo que es, cuáles son l as c ausas d e tod a s q u e podremos establecer las artes y ciencias s obre u n a
sus prop iedades. S orel d e sd e ñ ó e ste problema recono­ b a s e fi rme . Nuestro "sentido comú n " y los prime ros prin­
ciendo, primero, q u e algunas cosas pueden ser inc ognos­ ci pios man ifiestos e ind udables son la puerta d e entra d a
c i bles y otras sólo p a rc i a l mente c ognos c i bles, p e ro d i ­ a l conoci mi ento d e l a verdad acerca de l o s objet os.55
c i e n d o que pod emos tener u n conocimiento seguro a cerca Desp ués de este rec urs o a las c ondici o nes v fac u ltad e s
de c iertas materias. N uestro conocimiento seguro es todo normales y n aturales q u e n o s capacitan a o bten er cono­
lo q u e necesitamos, y podemos o btenerlo de la informa­ ci miento verd a d ero, Sorel presentó otra respuesta a los
ción p erti nente q u e tenemos d isponible, y mediante e l p i rrón icos, el pro blema h abitual de la naturaleza contra­
u s o d e nuestras fac ultades natu rales. 5:l d i ctoria de la posición del escépti co.50 Los es c é pti c o s ,
Tenem o s sufici ente informac ión y fac ul tades adecua­ a fi rmó Sorel, n o pueden ser tan ignorantes como simulan
das p ara crear ciencias. Los pirrónicos n i egan q u e c onoz­ ser, pues buscan razones a sus ideas, y parecen prefe ri r
c a m o s algún p r i m e r prin c i p i o c i erto , p a r a e m p l e a rl o a q uellas que ellos ofrecen a l as de l o s d ogmáticos. Están
como premisa de nuestro conocimi ento c i e ntífi c o . Sus­ ci ertos de q ue n a d a es ci erto (afirma ción q ue Sexto, Mon­
penden el j uicio ante l as verd ades más o bvias: q u e el todo ta igne, La Moth e Le Vayer y otros tuvieron buen cuidado
es más grande q u e la p arte, q u e a lgo, incluso ellos mis­ d e evitar); así, h a n encontrado ci erta verd a d , y no pueden
mos, existe, q u e e l sol brilla, etc . , porque piensan q u e estar completa m ente e n duda.
todo e sto e s incierto. "Aq u í vemos finalmente cuán pern i­
c iosas son sus indiferencias, vemos q u e tienden a s u bver­ A q u í p o d r í a m o s j ac ta rnos d e h a b e r d e rro c a d o s u fun d a ­
mento, si s u d octrina n o consistiera e n probar q u e no hay
tir t od a ciencia, p olíti c a y religi ón . ' ' :;.¡ Per o p osee m os ninguna opinión que tenga algún fund amento; pero por tanto,
primeros principios q u e son indiscuti bles, o bien conoci­ s u opinión q u e d a , entonces, sin ninguna base; y si , para de­
dos por la experiencia común de tod a l a h umanidad, o fenderla, afirman q u e tiene algún fundamento , una vez más
bien " conocidos por l a luz d e l a Razón". Empleando n ues­ e s derrocado por esto, ya que no debiera tener ninguno de
'
tra razón natural podemos descubrir c onoci miento cientí- acuerd o con sus máximasY
fico verdadero a partir d e estos principios ciertos. Los es-
cépticos, para desafiar n ue stro conocimiento c ientífico, Así pues, al t omar la p osición del escépti c o c om o a se­
tienen que negar lo fidedigno de n uestros órganos senso­ veración defi n i d a , Sorel indicó el c a rá cter autorrefere n­
rios normales y naturales, de n uestro "sentido c omún" cial de l a idea, y e l d i lema allí e nvuelto. El pro blema de
normal, y d e n uestra razón o entend i miento n atural. Pero plantear l a opinión p irrónica sin e ontra dicc ión e s un o
pode mos ver que n uestras fac ultades cuentan con la per­ d e l os pr oblemas más persistentes rec em ocid os p or l os
fección necesaria para sus fun ciones y, por tanto, no te­ escéptic os, y u n a de las e ontinuas respuestas ofrecidas
nemos ninguna razón para preocuparnos por las o bj ecio­ p or sus a dvers ari os.
nes d e l os escéptic os a l a p osibilidad de que alcancem os ,,, fbid., p p . 275-281.
,,,; Este puede ser e l ataque que La Moth e Le Vayer respondió al comienzo d e
''" !bid., p p . 272:274. la segunda p arte d e laProse Cliagrine, Oeurres,
en Tomo I X , p p . 354-356.
, , !bid., p. 277. ·" Sore l ,
Science universelle, Tomo III, p. 281 .

: 1
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: \ 1

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COMIENZA EL CONTRAATAQUE COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 99
1 98
Al emplear element os de la te oría aristotélica del c o­ nada, sino sólo q u e no p u ede conocerse nada salvo siguiendo
nocimiento, al insistir en l o a d ecuado del conoci miento c i e rto c urso y camino; y sin embargo establece provisional­
q u e así podemos alcanzar p ara n u estro s propósitos, al mente c ie rtos grados d e seguridad para uso y alivio mientras
llega la m ente a un conocimiento de las causas sobre el cual
conceder algunas posibles limitaciones a n uestro a bsoluto p ueda descansar. Pues n i aun aquellas escuelas filosóficas q u e
y completo entendim iento d e las cosas, y a l mostrar lo sostenían la imposibilidad a bsoluta de conocer c o s a alguna
contra d ictorio d e una a severación de escepti cismo com­ eran i n feri ores a las que se atrevieron a declararse. Pero no
pleto, Sorel c reyó haber d estruido l a amenaza pirrónica. proporci onaron ayuda a l sentido y al entendimiento, como lo h e
Una variac ión interesante del emple o de las te o rías de hecho y o , sino q u e simplemente retiraron toda s u autoridad ' l o
Aristóteles para rechazar el e scepticismo aparece en cier­ cual es algo totalmente d istinto, casi lo opuesto.61'
tos c omentarios de sir Fra n c i s Bacon (q u e fue llamado
imitador d e los pirrónicos por Mers enne, por su insisten­ L os d i stint os tip os de respuestas arist otélicas a la c ri-
cia en algunas de las d ific ultad es escépticas p ara llegar al sis escépti ca tienen en común, independi entemente d e
verdadero c onoci miento).5H En su o bra Advancement and s � s variaciones, l a i d ea d e q u e existen cond i ciones apro­
Pro.ficiencie of Leaming, Bacon criticó a los escépticos por piad as para las percepciones o el razonamiento, y q ue te­
representar erróneamente los problemas implícitos en al­ nemos fa c ultades que, operando adecuadamente en estas
canzar el conocimiento a través d e los sentidos. Se habían cond iciones, pueden conducirnos al conoc i miento verda­
a ferrado (afirmó Bacon) a las ilusion es y los e ngaños d e dero .
los sentidos para "arrancar l a s ciencias d e raíz". L o q u e P or tanto, n o s e req u iere u n escepticism o respecto a
n o ha bían visto era q u e las verd adera s ca usas de los erro­ los sentidos ni respecto a la razón. El tipo d e pru e ba in­
res eran los ídolos, y que l a solución correcta a las d i ficul­ tro d ucida por los e scépticos o bien es falso o bien trata de
tades estaba en la elección de los i nstrumentos: " Y sin condiciones anormales y fac ultades corrompidas.
embargo, ayu da do s por n uestra ind ustri a, los sentidos Los que d ieron este tipo d e respuesta a los pirrónicos
pueden ser sufic ientes para las ciencias."�•!l E n otras pa­ se n egaron a reconocer que los escépticos estaban desa­
l abras, puede darse un conj unto d e condiciones, e n mate­ fi an d o h asta l o fi dedign o de nu estras fa c ulta des natu­
ria de correcciones de los sentidos, sin ninguna ayuda, ra l e s , en las m ej o re s c o n d i c i ones, y también estaban
que, a unadas a c iertas refo rmas i nternas, especi fi ca rá n negando los c riterio s establecidos po r Aristóteles para de­
cuándo son verídicas n uestras percepc i ones a d a ptad as. cidir cuándo estaban fun cionando adecuad amente n ues­
Pero n uestro s sentidos natu rales y normales no bastan tras faculta des. Bien puede ser que el sistema aristotélico
para d arnos un conocimiento fidedigno, a menos que va­ esté ingeniosamen te construido para evitar los habituales
yamos a emplear ciertas ayud a s e instrumentos. Así, d e­ argumentos escépticos, ya sea espe cificando u n camino
bemos adoptar un escepticismo parcial o temporal h asta para resolver los problemas sobre la base de una n orma,
que podamos emplear con éxito las ayudas y proce d imien­ q u e no se pone en c uestión, o d esdeñando los argum entos
tos del Novum Organum. como abs urdos. Por tanto, según los aristotélicos si a l­
guien realmente está e n d u d a acerca de los pr Í mero s
Tampoco debe causar alarma tal suspensión d e j uicio en una pri ncipios o d e l criterio, n o está preparado para filo sofar.
persona que no mantiene q u e simplemente no puede conoc erse En cambio, el nouveau Pyrrhonisme esta ba c u estionando el
''" Mersenne a n al izó a Bacon enLa Verité des Sciences, Li bro I, cap. XVI.
'" Francis Bacon, Of the Advancement and P1'0ficiencie of Learning, or the PaTti­ " " Bacon,Instauratio Magna, Trad. i ng. en Tlw Worlcs of Francis Bacon ' ed itado
tions of Sciences,
Londres 1 674, Libro V, cap. I I , pp. 1 44-145. por Spcdd i ng, Ellis y Heath. Vol. VII I, Boston 1836, p. 52.
200 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

sistema mismo de los aristotéli cos, q u e no podía ser justi­


ficado ni defendido tan sólo aplicando el si stema.
Los críticos voc i ferantes del escepticismo no se e n fre n­ VII. EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO
taro n a los problemas planteados; y los aristotélicos se en­ O MITIGADO
fren ta ron a ellos si mplemente cometi e n d o de cisión de
principi,) ante los problemas decisivos. Los primero s tra­ Ü TRA MANERA d e enfrentars e a la crisis escéptica c onsisti ó
taron d e destruir la fuerza del pirronismo simplemente en formular una teoría q u e p u diera a ceptar toda la fuerz a
d e n u n c i á n d o l o. Los segu n d o s trataro n d e resolver los del ataq u e escéptico a l a posibili d a d del conocimiento
proble mas tratándolo como p untos q u e h abía q u e de batir humano, e n el s e ntid o ?e verd a.des n ecesarias acerca d e A!
1� � a.turaleza d e la realidad, y, sm embargo, admitir l a po- \
dentro de su propio sistema, como d ificultades q u e había
que resolver medi ante las n ormas q u e aceptaban. No vie­ s i b i h d a d d e c o n o c i mi en to e n un s e ntido meno r como
ron q u e para disipar la crisis escépti c a primero h a bían de V? rdades convincentes O p roba bles a cerca d e las a � arien- r (r
establecer la base d e s u sistema filosófi c o antes d e poder ci as. E.ste tipo de o � inión, q u e ha llegado a ser lo q ue mu­
mostrar que lo que era cierto segú n l a teoría d e Aristóte­ _
chos fl losofos consi deran h oy como l a vi sión científica, qt(:
les rea lmente era cierto. En los c apítu los sigui entes exa­ fu e p �·esentado p o r primera vez e n el s iglo x vi i, en el
minaré algunos intentos d e recoger el desafío escéptico
mediante una evaluación más seria de los p roblemas bá­
gr ? ndwso ataque de M : rsenne al pirronismo, La Verité des ��
Sczences, con tTe le� �eptzques ou Pyrrhoniens, y después, en ti.'
sicos aquí planteados. matica, por Gassendi, buen amigo d e Mer- \�
.
_ siste
forma mas
s � n ne . E n otroE\ escritores, como el teólogo ingl é s Chi­
llmgworth y el escritor franciscano fra ncés Du Bose ' en­
contramos l a búsqueda y una declaración p arcial de este
escep ticismo mitigado. Este intento de encontrar u n a via �((¡)
m.edza entre las ten � encias completamente destru ctivas (•'
del Nouveau Pyrrhonzsme y u n dogmatismo d iscuti ble, h a \

movimientos del p ragmatismo y el positivismo. Pe �o, aun f <b


llegad o a ser p arte decisiva d e la filosofía moderna en los

c � ando � a.s formulaciones m á s teóri c a s d e este escepti­


Cismo miti.gado o cons.tructivo pro ba blemente se ela bora-
ran a comienzos d e l sig� o xvn, h ubo q u e desarrollar y de- 1
<&
r'\ ,1 moler u n n uevo dogmatismo antes d e que fue se aceptada
}1¡ esta n ueva sol u c.i� n a l a cris� pyT·rhonienne. Sól::> después
de l a presentacwn de esta Idea por David Hume, y s u
a : �ptación e n el s iglo XIX, por Mili y Co mte, se volvió filo- 'fJ
¡I?A
soficamente respetable .
. Marin Mersenne ( 1588- 1 648) fue una de las figura s más
Importantes en l a historia del pensamiento moderno, y \

hasta hace poco fue desdeñado y mal e ntendido. 1 Se l e re-
' La o bra monumental del finado a ba te Robert Len oble ha sacado a l u z, p or
201
' ' \

f ' - ,.

\\ 1
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· · ; ,·

202 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO 203


c ue rd a principal mente por s u amistad y corresponden c i a a p u blica rse, alentó e i n formó a los hombres d e ciencia
c o n Descartes, y generalmente se le ha clasificado como
A �un i nt ransigente p � nsador religio � o, c uyo � rasgos s alvado­
d o q u i er se encontrar a n . 4 En resumen, M e rsenne pro ba - /.f,
blemente contri buyó m á s q u e ninguno d e sus contempo- ¡\ ..:.�
{
l./f11res fueron sus am istades, n o sus Ideas. S m embargo, este rá n eos a a u menta r el conocimien to e interé s en l as enor- 3 \
cuadro no corresponde al papel d e cisivo desempeñado mes real izaciones científica s d e su época.
por Mersenne en l a revol ución científica d el siglo XVII. La parte de l a a p ortación de l\1ersenne que n os intere­
�\.- Mersenne fue un o de 1 os primer os estudiantes prepa­
}11 rados e n el colegio jesuita .d e La Fle �he, al q u e D e� c arte �
sará aquí es el nuevo e ntendi mi ento que tuvo de la signi-
1 fi c ación d el conoc imiento c ientífi c o y la i mportanc ia d e 1!;
1 asistió en u n gra do posteriOr. Despues, Mersenne mgres o :�; esto a la luz de l a crisis escéptica de su tie mpo. La últi m a
' �\, : en la o rden d e los Mínimos y llegó a ser u n m od el o d e d e l a s e n o rm e s polém i c as d e Mers e n n e , La Verité des / <!
/ piedad cristiana y d e sabiduría . S u carrera literaria . c o­ Sciences contTe les Septiques ou Pyrrhoniens ( 1 625), p retende
menzó en el tercer decenio del siglo XVII, c o n la publi c a­ re futar los argumentos pirrónicos, pero respond iéndoles
\. � � ción d e un grupo de vastas o b.ras ? e polé m i ca c�n ��a tod o
V /.' ene migo concebible d e l a c 1 e n c 1 a y de l a re ligwn : l o s
d e una n u eva manera. Lo q u e Mersenne deseaba estable-
cer era que aun si las afirmac iones de los escépticos n o 1
l
ateos, l o s de ístas, l o s alquimi stas , l o s naturalistas del Re- ¡ pud ieran refuta rse , sin embargo p od ríamos te ner cierto ¡ /� '.
nacimiento, los ca bali stas y los pirrónicos. 2 Después d e . ti p o de conocimi e nto q u e no está en d isputa, y que es tod o !\ ·
este comienzo Mersenne d e d i có el resto d e su vid a a l a ' 1 lo q u e se n eces ita para n uestros propósitos en esta vida. J
1 \(¡ labor más con � tructiva de hacer propaganda a la " c iencia Este tipo de conocimien to no es el q ue h abían buscado
·

Vj n ueva" mostrando s u amor a Dios e n sus monumentales anteriore s fi lósofo s dogmáticos: el cono c i m iento de l a (0j
servici � s a la revol ución c i entífica. Fue un ho mbre de verdad era naturaleza de las cosas. Consiste, antes bien,
ávido i nterés en las c uestiones científicas y seudocientífi­
cas, d esde complej os problemas de física y matemáticas,
l en l a información acerc a de las apari encias, en hipótesis /
,\ � y prediccione s a cerca d e las conexiones d e los aconte cí-
<t'¡
.
fi lol ogía hebrea y teoría d e l a música hasta p roblemas ta-
les como "¿De qué alto e ra l a escala de Jacob?", Y " ¿ Po r
/..
1
mi ento s y el c u rs o futuro de l a experien cia. El conocí- /,
mi ento científi c o y matemático , para Mersenne, no nos l\
. ·

-r J q u é l o s hombres sabios gan a n menos din ero q u e l os ton­


. daba info rmación acerca d e alguna real idad trasc enden- 11
. ! . tos ? " Mersenne publicó u n gran nú mero d e suma riOs, ex­
.:
plicaciones y sistemas de ' o bra s c ientífi cas, i n cluso las d e ' · acercatal, n i estaba b a s a d o en algu nas verd a d e s meta fí s i c a s "
de la natural eza d el universo. Planteó una concep- 1
[\¡ Galileo.a También ayud ó y f�vore ció a toda s las gr� ndes �? �' ción positivista-pragmática del conocimiento, que omitía
. .
y¡! figuras d e la " nu eva filo sofia", m cl uyen d o , ademas d e / tod a busca de bases ra cionales de lo que se conoce, y n e- 1 ,

¡!
\ U Descartes, a Gassend i , Galileo, Hobbes, Campanella, Her-
1 ga ba que semej a nte búsqueda pudiese tri u n far; y sin em- ! ¡ r /
r �· b ert d e Cherbury, al archiherej e Isaac La Peyrere Y a mu­
·

/ bargo ins istía, contra la destructiva fuerza del completo : ( J /


c hos otros. S u inmensa c orrespondencia, q u e hoy empieza · pirronismo, que n o podía dud arse s e riame nte d el conocí- "-.
_

1 miento científico y matemá ti co.5 -1 .\


primera vez. l a enorme realización e importancia de Mersenne. Véase, espe-
( Pa rís, � 943).
Mersenne ou la naissaFce du mécanisme La Ve1·ité des Sciences. o bra de más de mil páginas, c o- ,(S
}�
cial mente, Le noble,
., Cf. Marin Mersen ne, Quaestiones celeberrimae iu Genesnn,
Pans 1 623; ,
_L lm-
� pieté des Deistes, Athees, et Libertins de ce temps, combattue, et renversée de pomt �n
point par misons tirees de la Pllilosopllie, et de la Tlu!ologie, París 1 624 Y La Venté
des Sciences contre .les Septlques ou Pyrrlwmens, Pans 1 625.
CorTespondance du P. Marin Mersenne,
' Mersenne, publicado por Mme. Paul
Tannery, e d i tado por Cornelis de Waard y la colaboración de René Pintard . To­
mos I-I V. París, 1932-1 955. Estún en preparación otros varios volú menes. Los
" Véanse, por ejemplo. las c uestiones tratadas en Mersenne, Questions inou¡¡es doce ya publicados cubren el periodo 1617-1643 .
ou Recreation des Se,avans, París, 1 634. Me1·s enne,
.-. Cf: Lenoble. pp. 31 0-33.
EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTI VO O MITIGADO 205


, 204 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

�- í\1 mienza, como ya hemos indicado, al estilo d e Garasse. En últimas, n unca podremos rea lmente captar siquiera las /
.1 la carta dedicatori a a l hermano del Rey, Mersenne de­ experiencias particulare s con q ue nos enfrentamos.H
nunció a los escépticos e n términos muy extremos . Los Habiend o cedid o al escépti c o la primera formulación
acusa d e todo tipo d e opiniones e intencion es vergonzos as gen e �·a l del c � s � , Mersenne interviene, en el personaj e
_
del filosofo cnst1ano, para hacer su presentación inicial
n
y nocivas. Luego, en el prefacio del libro , hace n uevos de un tip o de respuesta al p i rronismo. Ante todo, d i ce, el
cargos, que culminan en la afirmación de que los escépti- p roblema planteado por el escéptico n o demuestra que n o ¡
\1 cos son aquellos libeTtins q u e tienen miedo d e mostrar su ¡�ueda .: onocers e n ada s i n o , a ntes p�e_l}1l..ql:le.__��l�I?Jl..gden· ¡ (._
_¡l verdadera impiedad. Por tanto, tratan de convencer a los con ? �-��-�e unas_ pocas cosas, los efe ctos'\Au n nuestro c o- ·
demás de que nada es c ierto, para poder atacar indirec­ nocumen to realment e es tan l imitad o tie n e cierto valor
tamen te las ciencias, la religión y la moral. El propósito d ? � na variedad p ragmática , ya que "�ste pequeño cono� ¡ fA
de Mersenne al presentar este enorme volumen fue poner C i miento nos basta como guía d e n uestras accio nes". 1 0 n \1
un alto al curso impetuoso del p irronismo . 7 Todo escéptico
· ·; ( que l o lea verá q ue "hay muchas cosas e n l as ciencias q u e Para salir adelante en este mundo b asta el conocimien to
de los efectos, ya que nos capacita a d i stingui r los o bjetos
• ./ 1 s o n verdad, y q ue es necesario abandonar el pirronismo s i
� no se q uiere perder el j uicio y la razón".H cte. Este p unto c onstituye la p a uta general de la respuest�
, El propi o l i br o c onsiste e n una discusión entre un al­ de Mersen ne en toda la o bra. Los argumentos escépticos
�� q u imista, un escéptico y un filósofo cristiano, en que tanto . mu estran que hay algu nas cosas que no podemos c onocer; .1 t '
a sab � r, la verd � dera naturaleza de las cosas que filósofo s t \ � .

el p irrónico como el �lquimista recibe n su merecido. El ¡ ante - nores hab1an tratad o de comprender. Sin embargo , · \,
escenario queda preparad o cuando el alq uimista d eclara pese al hecho d e q t�e n o p u e<]e fund arse esta especie de
que l a alquimia es la ciencia perfecta. El escéptico opone 1 b � se .!.!1 � t �físicat sí podemos cono-ce r algo acerca d ·e· E1s'· ú
una o bj eción, primero criticando las pretension es de los .
o los efectos, a saber, cómo d esempe ñamos Ji
_
apanencias·
alquimistas , luego p resentando un argumento de escepti-
� cismo completo, no sólo acerca de los méri tos de esta par-
t i c u l a r prete n s i ó n d e c o n o c i m i e nto v e rd a d e ro, s i n o
cn , el_}n undo d e las sombras.¡'Mersen ne está dispuesto a '
reconocer que no puede llegarse al tipo d e conocimiento
\)1 ace rca d e l a posibilidad d e q u e existan medios por lose que Platón, Aristóteles, Demócrito y algunos otros h abían
afi_rmad o l?os�e�: Pero c� §�J�i1e?.:q ue da lo mismo(pues-l1ay,

�[
f:\1 que los seres humanos pueden llegar al conocimien to d

__

_
[yr, la verdadera n aturaleza d e las cosas. Se presenta u n u �1 a ·especie de c onóéimiento, radicalmeiHe d istinto, que
breve resumen general tlel argument o p irró nico clásico, . S I poseemos y q u e es adecuado para n uestras necesidades
.
. en .est�.llJ._1Jngo. 1 1 -:.....�-�-- �: : . �'-- ' ' :. .. .. .
.. . /
" :.:.::... ::: : ._. . · -:- --:. : .: · .. ------ . ,- . ....
dirigido tanto contra la fil osofía platónica cuanto cont :a __
_
_ .. . _

la aristotéli ca. No podemos conocer la verd a dera esencia uc tal man- e ra,'i os problemas de las variaci ones .e Úü> . ·
d e las cosas, o las Formas Platónicas. Todo lo que cono- siones sensorias tan extensa me nte d esarrollados por los ·¡
/ cemos son los efectos, las apariencias, nunca las causas
últimas o naturalezas verdaderas. Las causas pueden se­
escépticos bien pueden mostrar que s omos incapaces d e
conocer las cosas e n sí mismas., No obstante, la i nfori1ü1-=.....
,1

gui rse hacia atrás, ad injinitum, sin llegar n unca al obj eto
del conocimiento, y a menos que descubramos las causas ..
" /bid pp. 1 - 1 1 .
"' /bid., p . 14.
H Mersenne, L a Verité des Sciences, ep ístola d ed icatoria. Parle de ella fue ci· " La simi litud de algu nas de las opin i ones de Mersenne con a lgunas d e las de
lada en e l cap. VI, pp. 1 1 7-1 1 8. Ch arles Sore l , d e quien h e mos hablado e n e l capít u l o a nterior. se d ebe s i n d u d a
.. Prefaci � . 2da. página.
' !bid al h e c h o d e q u e e l ú l t i mo e m p l e ó como fu ente e l l i bro de 1\Iersenne. L a s d i fe­
" /bid.,Prefacio, tercera página. re ncias entre sus opiniones se a n a l i za rá n más adel ante. en este mismo capítulo.
206 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO
EL ESC EPT ICIS MO CON STR UCT
ción acerca d e cómo d i fieren nue stras experie? c i as en d i-
IVO O MIT IGA DO 207
Los die z tro pos s o n pre sen tad os
n feren tes cond iciones nos permite f� rmular C I e rtas l eyes y refuta d o s alegan do q u e
,,> ¡· acerca de las observac i ones sensonas; por eJ_ emplo, l a � exi ste n ley es cie ntífic a s a ce rc a
de l a s var iac ion es sen so­
l eyes d e la refracción. C � n tales l �yes �cerc a de las a p_a
ri as, eom o los pri nci pio s de la
· \?-. _ formacw n
ópt ica
tod os los des acu erd os y d i fe ren cias , y q ue, a pes ar de
.-· · rien c i as, podemos corregir o exphcar cierta m de o p i n i one s, h ay un
·
a cue rdo com ún en ciertas cue stio
sensoria y, por tanto, e l i minar todos los problemas acerc a nes . Na die dud a de q u e
de l a s ilusiones. 1 2 Es interesante q u e � e rse � n e par� zc a
e l fuego e s cal ien te o e l h i elo frío
, o d e q ue un ele fan te es
haber sido e l primero e n ver q u e las afirmaciOnes P I �ro­
may or q u e una hormig a. Los s ueñ
....\ , _
d a n raz ón al esc ept icis mo , ya q ue,
os o las a l uci nac ion es n o
��� --- ; nicas clásicas acerca de l a s d i ferencias entre la expenen­ e n bue na situ a c i ó n me nta l, rec ono
al des pertar, s i esta mos
'\ ce mos la vid a de nue s­
J
cia animal y l a experi e n c i a humana n o son concluyentes, tros sue ños por l o que es. Cua ndo
� : pues los animales n o se comunican con nosotros p ara de- e l e scé ptic o ind ica q u e : -----·
1/ ; cirnos qué percibenY1 En el c aso d � tod os l?s. m formes
l o s die z trop os m ues tran que no
con oce mos las ese ncia s ( ·
·
de las cos as, e l filó sofo cris ti ano ·

acerca de variaciones d e l comporta miento rehgwso .Y mo­ d e Me rse nne d esd eña ', ,
esto con el com ent ario d e q ue
ral , Mersenne i nsiste e n que, como conoce � o s las r e ?las ble cer alg una v e rd a d " . 1 6 Pes e
"no es [ . . . ] n ece sari o esta - (!
a to '
divinas y naturales d e cond ucta, no n o s I m porta como pla nte ada s por S ext o Em pírico , no d a s l a s d i fi c u l tad e s ,, .
estamo s e n dud a d e to-
procedan otros pueblos y culturas. 1 4 d � s las cos as, y ten em os me d i os,
• • _
com o apa rat os p ara me- 1
En general, Mersenne trató d e e l ab orar la a fl rmacwn d 1 r, C ? I� � os cua les enfren tarn os ,
de que en todo campo d e interé s humano se co �,o ; en al- nes d ific i l es que s urg en. Con los
a alg una s d e las situ aci o- J .
-. 2
, ins tru me nto s y me di ant el -
: guna s cosas ' como " e l tod o es mayor q u e la p arte , la l u z el e mp leo d e l eye s que hem os
des cub iert o ace rca de la : "' ·
al medio d í a es mayor q ue la de las estrellas", " h ay un perspe ctiv a, l a refracc ión , e l e fect
.�.
. mu n d o " ' " n o es posible q u e l a m is m a c o s a tenga Y n o o d e l vin o s obre la vist a, h ' ¡ ·
L tenga la misma propiedad", " h ay que ev1 t ar e 1 m al" , etc ·
etc ., pod emo s evit ar pre ocu pac ion
· es ace rc a ú � rem os do- 1 \
bla dos , c uel los d e pal om as y torr
Acaso no h aya refutación filosófica de los argument? s e s- zon ab les, pod emo s enc ont rar man
es red ond as. Sie n d o ra­
' .. -·· c é pt i c os, pero h ay m u c h í s i m a s c o s a s q ue n o e s ta n e n d a s l a s var ia c i o ne s d e l c o m por
era s de vivi r pes e a to-
- t,� d u d a . Si somos razonables, nos perc ataremos de q ue algo tan to, "to dos l os arg um entos de los
ta mi ent o h um a n o . Por
_ 1 ; ! se conoce y seremos felices. Si no lo somos, sere mos com ; que tram pa..s y p a ralo gism os, c on
p irró ni c os no son más
pleta mente desgraciados. E l hombre puede llegar has ta los q ue no se d ivie iie
_ . uno muc ho tiem po ". 1 7
dudar de las regl as obvias d e la mora l , y volverse un lzbe7- E l pirr óni c o n o que da aca lla d o p or ,
tin, lo que conduce "de c abeza al infi ��� o con todos los argu men to a base d e sen tido com ún.
este rec haz o de su i·
Pero e n vez d e disc u­
. .
Demonios, para quemarse etername nte . tir, o fre ce o tras a fi rma c i o n es tom a
Después d e atacar e xte nsament � a l a a l q m m 1 a , Mer_- mie ndo l a s part es que fal taba n del
d a s de Sex to, resu ­
senne volvió a su gue rra contra e l p1rromsmo, Y desarr? llo
_ Lib ro I, y luego pre- . .
'\)
o ·
su crítica general en forma d e un d etallado c oment a_r� o Y
sen tan do algu nos d e los argu men tos
co ntra la p osi b i l i d a d del con ocim ient
clav es del Li bro II
o rac i ona l. Tod o es • · ·
j ·

/{ /l
refutación de las Cuestiones pirrónicas, de S exto Emp1nco, cue sti ón d e con trov ersi a, y tod o inte
analizando casi todo e l primer l ibro y p arte del segundo . nto por esta blec er l a
verd a d d e una teor ía o bien con duc
e a una regresió n infi - · '
" Mersenne, La Ve1'ité des Sciences, pp. 1 6-20.
n ita o bien a un razo nam iento c i rcu
lar. E l prim er p unt o es '
"' Ibid., p. 20. "' Ibid., pp. 1 50-151 .
" Ibid., p. 2 1•. " Ibid., p. 1 53. El mate rial del q u e se trata en este párra fo apar
,. Ibid., pp. 22-74. La cita está en l a p. 57. 130-1 56. ece en las pp.
EL ESCEPTICISMO CONSTR UCTIVO O M ITIGADO 209
208 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO
d i fe rencia . Si e mple amos a propia d ament e nuestr as fac u l­
desde ñ ado indica ndo q u e mucha s de las c ontrov ers ias c i­ t a d e s , d e s c u b ri re m o s máxim as genuin as q u e t o d o e l
tadas por los escép ticos depen den d e lo q u e h aya d icho m u!ldo a cept.a . � o e s neces ario m ostrar induda blemen te
a lgun a perso n a estú p i d a . Pero , como Mers en n e a rguye que es el c :Iterw de verd a d para estar seguro d e estas
una y o tra vez, algun a s c uestio nes nunca se d isputa n. Y n o m a : I m a s . S m re s p � n d e r a las � firmac i o n es escépti c a s ,
o c urre ningu n a regres ión infini ta en la expl i cación , por­ �1ei senne mostro_ como, en realida d, decidim os las cues­
q u e h ay algun as cosas evide ntes q u e puede n emple arse ti ones. N os val e m os d e n uestros sentid os, nuestra s re- d
como máxim a s sobre las cuale s edific ar el conoc imie nto glas, n uestro s instru ment o s , y los evalua m os p or med i o i, 1:
: cientí fico; esto, a su vez, puede verifi carse revi sando ex­ 1' · '·

d e nuestra s fac ultades rac i o nales . � ��


.
perim e ntalm ente las predi ccione s hecha s sobre la base _D� 1:1a nera sim ilar, puede n desdeflarse las objeci ones
d e lo que conoc emos. 1 H
. ·

El e s cépt ic o trata d e a firma r su a rgu ment o prese n­ P i rr? mcas al razonam iento s ilogísti co. Simple m � nte, n o
tando el ataq u e de Sexto contra el razo n amien to s ilogís ­ es cierto q u e l a s conclus iones constituyan algunas d e las
tico. Para que un silogi smo sea cierto , sus prem isas deben pru � b � s de las premisa s. Las primera s p ueden sugerir
las ultimas. per o nunca establec erlas. La prue b a de l a s
ser c i e rtas. Para mostra r que las prem isas son cierta s, se
req uiere mayo r evide ncia, lo q u e c onduc e o bien a u n a P �'e1:1isas e s . o bien una ind ucción t omad a de materiale s
d i.stm t o � de la c o nclusión , o bien l a evidenci a de las pre­
regre sión infini ta o bien al e mpleo d e concl usion es como m i sas. SI el escéptic o real mente d u d a de que hay premi­
prueb as de las premi sas. Adem ás, no puede sa berse si las

1
sas que "se d ucen" el e ntend imient o y le l levan a ciertas
pre misas son cierta s a menos q u e de antem ano se sepa c o n c ;us � ones, ¿ p uede d u d ar también de que s a be q ue
.
que l a conclu sión es c ierta. Y para saber que las premi sas
d u d a ·. S1 d uda de esto, ¿puede dudar de q ue duda, y así
i m p l i c a n la c o n c l u s i ó n , ten d rí a mo s q u e m o s tra r q u e
exi ste u n a e o nexió n en tre las prim era s y l a últi m a , Y
s u cesiva mente? P or much o q u e debata el e scéptic o , ha brá
de rec on ocer q u e alg o es ciert o. y p or tan t o "es necesar i o
q ue existe una c o nexió n entre la c onexi ón y el sil ogism o . d a r una despe d i d a definit iva a vuestro pirron ism o ". � ! 1
P o r si est o n o b a stara . ta mbién hay pr oblem as acerc a del La estruct u ra q ue Mersen ne estaba tra ta nd o d e edifi­
criter i o . Para deter minar si alg o ha sid o dem ostrad o, se car .en � re la negativa escéptic a de que poseemo s a lgún co­ 1
neces itan un j uez y un c riteri o de juici o . Per o , ¿ s o bre q u é nocume nto, y la a firmació n d ogmátic a de que p o demos
criter i o s e decid irá q u é o q u ién es el j uez o el criter i o ? conocer l a verd a dera natural eza d e las cosas se m uestra
Mie ntras e st a s d i fic ultad es n o se re s u e l v a n , sól o P o­
d e m os saber cómo n os parec en las e osas Y'
en una digres ión acerc a_ de los méritos de las proposic io­
La ré plica de Merse nne a esta crític a del c on o c imien � o
nes d e Franc1s .
B a con. Este fue acusado d e irse a los dos
versió n pragm ática de l a teo n a e � tr�mos. Los Idolos . sólo son los a ntiguos argumen tos es­
'1 rac i o n a l consis te en u n a
c eptlco s, Y se p u e d e d isponer de ellos d e una ma nera
1 a ristot élica de las cond icione s aprop
iadas para o btene r
prá � �ica, a base d e senti d o común. Los p rocedim ientos
/ 1 conoc i mient o empír ico
e intel ectua l. Sin ofrece r ningú n
a rgume nto señal a que, en realid ad, el homb re es el j uez, Y
p ositivos propues tos por Bacon para descu brir la verdad
son imprá cticos. Además del hecho d e que no están basa­
c a d a sentid o es j uez de sus propi os o bj etos . Cuand o vemo s d o s en un verd a d e ro m é t o d o c i e n tí fi c o , n o to m a n e n
l a l u z del sol al medio día, sabem os q u e es d e d í a , y ningú n c uenta n uestra total incapaci dad para descu brir l a verda-
a rgume nto acerc a de criterios o j ue ces esta blece rá u n a
"' !bid., pp. 190-195.
pp. 1 56-162. " Ibid., pp. 1 96-204. La cita está en l a p. 204.
' " Ibid., pp.
' " Ibid.,
1 79-189.
2l0 EL ESCEPTICISMO CONSTR U CTIVO O MITIGADO
E L ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO 211
dera n aturaleza de las cosas. Ante '_' cual�squiera fenóme­ q u e cono cemo s.�5 Pero los argum ento s en pro del esce pti­
nos que puedan considerarse en fllosofla, n o debe p e � ­ cism o comp leto han sido desd eñad os, antes q
sars e que podemos penetrar e n l a n aturaleza de los mdi- dos.2 0 Como indic ó B ayle, pens ando e n Diógenesue, elrefut a­
·¡ viduos, n i e n lo que ocurre d entro. d � ellos, pues n uestros rccu-
rrir a la expe rienc ia d el movi miento n o cons tituy e una . ' '
¡ sentid os, sin los cuales el entendimient o � ? puede cono-
,, resp uesta a los argu ment os en cues tión. �7 Y tamp oco el /('
. ,i cer n ada, sólo perciben lo q u e es externo .-- . '\

p n mcr l l ? r � d.e
·
. apel a r al cono cimi ento que obvi amen te pose \,
Por otra parte. al terminar Merse nnc el tuye una res pues ta a los argu ment os d e Sextemo s cons ti-
La Verité des Sciences, desdeñando lo � ar� u � entos pirrom­ o Emp
Pero Mers enne estab a ansi oso por conc eder e l punt o. . írico
cos acerca d e la física y la metafísica mdicando nueva­ La
re futac i ó n d e l p irron ismo se p ro pon í a conte ner el as­
mente que h ay cosas q u e pode mo � co � � cer, y maneras pect o d estru ctivo de los escé ptico s h umam stas, de q u i e-
prácticas para disipar las d ud as, afirmo , ya no debemos nes d udab an d e todo e inten ta ban susp ende r el ui c io
í suspender el j uicio. Debemos aceptar la verdad e n n ue s­ '"ante cualq uier cue stión . Las cienc ias (c onsid era dasj como
T
' tro entendimient o como el adorno y el may?r . tesoro q u e
puede rec i bir; ? e ? tra maner� ' � stará e n tim e blas eter-
el estud io d e relac iones fenom énica s) y las mate mátic as
(cons idera das como el estud io d e relac iones h ipoté
, . nas, sin tener nmgun consuelo .-., :
...._
. . nos han dado un tipo d e cono cimie nto q u e en reali dad tic as). 1 _

Si esta aceptación d e la fuerza del escepticism o Y este .._está e n duda , salvo e ntre los locos . Pero el tipo d e segu n o ;
propuesto medio pragmático . p ara. resolver . las d udas n o d ades busc adas por los filóso fos dogm áti cos nunc a podrri-...
bastaran para eliminar el p nTomsm�, .Mer senne ofr� ce enco ntrar se p a ra este cono cimie nto. Así, habí a que acepía
. entonces su respuesta última al esceptl � Ismo :o.mpleto. el tar un escep ti cism o fund amen tal, una d uda de q u e pudi e­­
· .\ vasto cuerpo d e informac_i ó n matemáti � a Y flsic : que s� sen desc ubrirs e algún día fund amen tos ciert os de
l conoce. Ante esto, ¿todavia puede algmen duda � ?· Y asi, que cono cemo s. Pero este escep ti cism o no debí a tod o lo
las últimas ochoc ientas páginas d e La Veri.té des Sczences no d � rEe, d e una duda conc ern ien e a los fund amen tos o mó-
exte n-- / ·

son más que una lista de l o q u e se sabe de estos temas, ! ? s viles a una d ud a d e las cosas mism as que, sean c uales fue- / !¡

materias sobre las cuales n o h ay necesidad d e susp ei� sion -\ '
ren los a rgum entos escép ticos, e n realid ad sí conoc emos
de j ui c io . Al describir la aritmética Y 1� geo�etna, J U nto .
En un o de sus escrit os p oster i o res. cuand o ya n o estab a - ··

con algunos extraños proble mas d e la fil osofla d e. la � � a­


temáticas, y la "teología1 ' de las matemáticas , el � Ir�omco
ocup ado e n a tacar e l escep tici s m o , M e rsenn
claro su prop io pirro nism o "epis temo lógic o" o e"teór puso e n ( . ¡ ·

descubre gradualmen te que s u con.j unt� de conocimien !os En Les Questions theologiques arguy ó que n o es posib leico". una
' .,
es "excelente para derrocar al p irromsmo que me !uzo cienc ia d e las verd ad es etern as, y que la cúspi de d e la
d ud a r de todas las cosas h asta que tuve la buena fortun a sabid uría h uman a es la perca tación de n uestra propi
de encontrarme con vos" ·2 ·1 •
noran ci a. Tod o lo q u e sa bemo s está abierto a cierta sadig­ u-
,

El tip o d e respuesta q u e Mersenne p res.en � o al esceptl� d as, y n ingun a de nues tras creen cias pued e estar ade­
cismo h a sido d escrito por Len oble como similar a la refu cuad amen te funda ment a d a . El h ombr e sabio recon oce
tación d e Diógenes a Zen ó n simplemente con ech � r� e a
�- and ar. El pirronismo h a sido refutad o con sólo e xlubir l o Mersen11e.
''' Lenob l e , p . 32.
''' Charle s Adam, en su breve estudio de la crítica
de Mersen ne al p irron ismo,
p . 212. E l a n á l i s i s de Fra n c i s Bacon a parece e n l a s P P · 205-2!8.
i n d i có q u e Merse nne nunca cuest ionó la verdad
" Jllid.,
apli có en respue sta al escept icismo . Cf. Adam de las leyes científicas que
'" I b i d . , pp. 219-220. La c i ta está en l a p. 220. Descm1es, Vie de Descm1es.
Adam -Tann ery ed., Vol. XII. Paris, I910, p. 131.
en OetnTes de
p. 751 .
" !bid.,
Dictio nnaire .
" C l'. Bayle , art. Zenon d 'Elée, R e m. K .

i
i
}
1
1
. EL E�GJ� ?TICISMO CONSTRUCTIVO O M ITIGADO 213
212 EL ESCEPTICISMO CONSTR U CTIVO O MITIGADO -----�

C� gQ.n.s�.r:ll ctivo'' _ (]e Mers e�ne,; confesó que é l mismo


__

q u e n a d a t i e n e s u fi c i e n t e e v i d e n c i a y c e rt i d u m bre e ra escépticó, Y que sabía q u e é sto d i s gusta ba a M e r­


para poder establecerlo como ciencia, e n el sentido d e u n senne, pero, d ij o Gassendi, podían llegar a u11 acuerdo, y
organismo d e conocimientos indudables o demostrables. vivir sus vidas cotidian as SQb.r� l.J_1l � bas� pr()l:)ábH!'sfa.a�
__ _
_
_

La Mothe Le V ayer, "el cri stian o escéptico'' a ñadió · una


Pues puede decirse que sólo vemos el exterior, la superfic i e
e .. . y 11
de l a naturaleza, s i n poder pene trar en .ella,
nota dedicada a Mersenne a su Discours Sceptique sur la
···- · -.,
• .
unca pgsee-
-·· --· -· · .

remos ninguna · ..Qtra ciencia q u e la de s u s efectos exteriore �, l Musique, q u e Mersenne h a bía p u blicado como parte d e
r r s -s1 a : u n o de s u s propios li bros, e n que L a Mothe Le Vayer tra­
sin poder encont a las razone d e ell6 _y nsabercoñ10 c
túa n , hasta q u e pl uga a Dios l i b e rarnos d e esta m iseri a y taba de i ndicar los campos de acuerdo e ntre Mersenne y
abri rnos los ojos mediante la luz q u e rese rva a Sus verdade­ los nouveaux Pyrrhoniens.
ros admiradores.28
No he puesto d i ficultades, y he conte mporizado con vos en los
En las Questions inouyes, preguntó Mersenne, ¿Podemos medios de s uspender e l j u i cio, sabedor de que nunca los h a­
conocer algo cierto en física o en matem.ática.s? Y respondió béis desapro bado dentro d e los límites del conoc imiento h u- t
que n o podemos explicar l as causas d e los efectos más mano, y q u e n unca habéis censura d o al escéptico cuando se • \
comunes, como la causa d e l a luz o la caída d e los cuer­ muestra respetuoso del Cielo y, sometiendo su rac i onalidad a
pos. E n rea l i d a d , n i s i q u i e ra p o d e m o s p ro b a r q u e e l la o bediencia de la fe, se h a contentado con atacar e l orgullo
de los d ogmáticos mostrando lo incierto d e sus disciplinas. La
mundo que percibimos no sólo es mera apariencia. Así, misma pala bra puede ser usada por un malvado para cometer
"no h ay nada cierto en la física, o hay tan pocas cosas un infame ases inato, y ser e l instrum ento d e u n hecho hero i c o
ciertas que resulta difícil d eclararlas".2n En matemáticas, en manos d e u n h o m bre virtuoso. El q u e permite q ue las
las verdades sólo son condicion ales. S i hay o bjetos como cuestio nes d ivinas sean tratadas d e manera pirrónica deberá
tri ángulos, entonces ciertos teoremas geométricos son se!' tan condenado c o mo otro elogiado por mostrar q u e lo q u e
o
verdaderos. a s e muestra c o m o lo m á s grande de l a sabid u ría terrena e s u n a
El p i rron i s m o teóri c o d e Mers e n n e , a d e m á s d e s u especi e de locura ante D i o s , y q ue todo e l conocimiento h u ­
vehemente oposición a l escepticismo aplicado, s e expresa mano depende de l o s sueíi.os de l a noche.a:l
más aún en algunos comentarios de sus corresponsa les y m era Aca d e m i a . l a c u a l no d i fería de l a segun d a mils q u e en pala bras. y no e n
amigos. Parecen darse cuenta d e que el pirronismo es u n o bra. No era c o m o l a segu nda, q ue fue la de Arcesilao, y l legó m u y cerca d e l a
tema sumamente arduo para Mersenne . Pierre L e Loyer, de los fi lósofos p i rrónicos. d e q uienes sé q u e estáis t a n l ejos como cerca estáis
d e la fi losofia platónica ·.
que ya había escrito contra el e scepticismo, acusó de esto "' Carta de Gassend i a Mersen n e, 4 de fe brero d e 1 629, que a pareció como
a Mersenne, pero cuidadosamente red ujo el golpe aüa­ prefacio del ataq u e d e éste último al rosacruz Robert Fludd. Esta c a rta ;¡ pa rece
diendo que estaba_§eguro d e que defi nitivament.e no era en 1 aCmTespo11da11ce du P. Mm·in lllersen nc. Tom o II. pp. 1 84-1 85. en q u e Gasse nd i
pirrónico. a 1 ,Gassendi:\ quien llegó a comparti r el re5ce¡5ti-::'" · ..___.�---
d ice. "Y no desconocéis q ue mi escaso y escéptico talento (intelige n c i a ) d i fi c il -­
mente estaría a l a altura de a lgo q u e rea lmente os resu ltara satisfactorio 1 . . . J
-.......__.____ -�-
" Pues a u n q ue me prohi bís q u e sea p irrónico. y estil is 'acostumbrados siem pre
'" Mersenne, Les Qucst.ions t.heologiques, ph¡¡siques. morales et mathenwtiqHcs. a urgi rme en ese sentido. como si yo tuviese a lgo q ue pud iera publ icar dognuíti­
París. 1 634, pp. 9-1 1 , La cita está en la p. 1 1 . camente . por otra parte. sobre l a base de la a m istad h a bé i s de conceder q ue es
'" Mersenne, Questions ino11yes. pp. 69-71 . La c ita está e n l a p . 7 1 . lícito tener l a propia vida d i aria y nunca p u b l icar ni a firmar expresa mente
"" !bid.,p p . 72-74. nada.. salvo dentro d e los l ímites de l a mera probabilidad".
"' Cartas de Pierre Le Loyer a Mersenne, 1 3 de fe brero de 1 627, i mpresas en "" La Mothe Le V ayer. Discours sceptique sur la nmsique. impreso e n Mersen n e.
Correspondance du P. Mm·in Mersemw, Tomo I, p. 521 , donde Le Loyer dijo, "Veo (,?uestions lwnnonic¡ues. Dans lesquel/.es sont contenues p/usieurs cl1oses remarqzw­
que sois un segu id o r d e l a segund a Acad e m i a y de Carnéades, quien cre í a que
se pod ían hacer j u ic ios probables respecto a m aterias propuestas y presentadas
bles pour la Physique. pour la Momle. & pouT les mliTes scienccs. París, 1634, pp.
161 -162.
a d iscusión. Y yo me adhi ero a la opin ión de Varrón, que era en pro de l a pri-
214 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO EL ESCEPT ICISMO CONSTR UCTIVO O MITIGADO 215
La 1\I othe Le Vayer y Mersenne pudieron c onvenir en m ente hay un mundo , o q u e en realid ad tiene las propie - !\
valerse de la espad a escéptica para traspasar al dogmá­ d ades q y� experi menta mos, � ero s í podem os desarrol l a r )
tico; pero el primero deseaba mata�, asi. T? ismo,. al hoT? �re
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l a� <:_iencia_�-.Q� las �_p_al'Í_«: � cia � J q u e tienen un val or pra g -


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\ Í.! d e ciencia . Mersenne a c ep tó l a aphcacwn anhmetafisica


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mático , y c uyas·'le·yes y descubrim i entos no son d udosos ;


\ '¡ del pirro nismo, pero también insistió, . a p � sar d e tod as las _ _ -'
��J ��--e..!:l _�-�--��.nti � ? e l?_Í. ��:!_l!_��? i �_<> f.!:!.�.d �_m e_}1� a l. . 1;ET-és�
\--cephc
\ · l '\
... dudas escépticas, en l a verdad de las czencws. . o humam sta destruc tivo, como La Mothe Le Vayer,
Una nueva faceta de l a carrera de Mersenne I lustra su
,. 1 ! a ctitud : su d e fensa de la teoría p olítica de Hobbes c omo
q u e estaba dispue sto a aba nd onar la poca guía q u e tuvié­
' < cura contra el pirronismo destructivo. En. �646, � � �senne
semos por causa de sus dudas teóricas , era un loco y u n a
escribió al archiescéptico, Samuel Sorbiere , d i c iendo �e
amenaz a, tanto como el escépti co e n materia d e religión
q u e si examinaba el De Cive, d e Hobbes, .esta o.� ral :_hana
que abando na el cristian ismo porq ue no puede d ar a s u s
ren unci ar a su esceptic i s mo . a -l Lo q u e (�?. ?���� � �!:>�ª-�:le.s-
d octrina s u n fundam ento rac ional a bsol utamen te cierto.
''] c u b i e rt o . al m. e n o s s_egú n M e rs e n n e , - �_ra..unL<;_!_C:DS i a Mersen ne había enc ontrad o una resp u esta al ret o d e l
· . . ñüeva.\fa· Cie_n cia d e l h o mbre.·: S i el escéptico v e í a lo que
nouvea u Pyrrhonisme, respue sta q u e llega ría a t e n e r toda
i 1 ·p odía éonocerse en este c a mpo, ya n o plantea �í a d u das, una histori a en tiempo s más recien tes. Los escépt icos ha­
a u n cuando siguiera siendo cierto q u e no podwn d � rse bían plante ado d udas aparen tement e i rresolu bles sobre
bases últimas a su conocimiento y no p ud iera descubnrse n uestra capacid ad d e encontr ar a lguna base cierta e in­
ningún conocimiento d e la verdad era n aturaleza de l as d u dable al conocim iento q u e tenemo s. En lugar de tratar
cosas. d e res olver las d udas, Mersen ne trató de s alvar el cono­
.
Mersenn e , a d i fe re n c i a d e C h a r l e s S o rel, q u i e n se c i mi ento mostra ndo que su c onfiabi lidad y uso n o depen­
apropió muchas d e sus i d eas,. � staba o �r� ciend o �n tipo día de que se descub rieran las bases de toda certidu mbre.
pecul iarmente nuevo d e sol ucwn a la cnsis esceph _ ca. No Las rea lizacio nes científi cas no depend en de algún s i s­
afirmó. como Sorel, que podemos poseer un conoci miento tema metafís ico inqueb rantabl e; por tanto. n o s e d e b e
de la Yerdadera n aturaleza de l as cosas, sino q u e no po­ d udar d e ellas, ni d escartarlas p o r falta d e tal base. E l
demos conocerlo todo acerc a de l a realidad. En cambio, la d ogmátic o y el escéptic o destruct ivo estaban errados: el
i'r afirma ción de Mersenne fue que, ep_i st_e mol����.E.!.�.E.2. ­ primero , por insistir en que podemos· y d e bemos tener u n
/i ¡ hay solució n �- la cr��-i-� escépticaK Pero est ? n_o negaba el conocim iento d e l a realidad ; e l segundo , p o r insistir e n
·; hecho de que en la práctica tenemos conocimie nto, es d e­ q u e todo es dudoso. Entre l o s d o s concepto s s e enc uentra
r i r informa c i ó n fi d e d i gn a acerca d el m u n d o q u e n o s u n a visión nueva, el esceptici smo construc ti\· o, q u e dud a
r odea. Qu izá n o seam o s capaces d e esta blecer q ue real- d e nuestra s capa cidades de encontrar bases para nuestro
' " Carta dt• :llerse nne a Sorb i ere, 25 d e abril de 1 64 � , i m p re s a e n el prefacio a
c on ocim ient o, mientra s acepta y a u menta el c on o cimien­
Tho rnas !-h>bbes, De Cive Amsterd a m , 1 647, y en Sorta1s. La Phzlos_opl�w_ moderne. t o m i s m o . E l m e c a n i s m o d e M e rs e n n e , su m á q u i n a
Vol. I l , pp. ::! 1 4-215, d o n d e M e rs e n n e d i j o , " Gustosa mente re n u n c i a r e i S l a s u�­ del mund o , n o fue plantead o c o m o verdader o cuadro d el
pensión d t• j u i c i o y d e m á s charla o c i o s a de l o s escépticos c u a nd o os v � a t s o b l i ­
�_


gado a ren>noeer q u e la !í l o s o fía dogm t i c a descansa s bre u n a b a s e l �COI mo­
?
; mundo re al, como lo fue para su fa n ático a migo Ren é Des­
De Cwe, c a rtes, sino como hipótesi s para organiz ar y utilizar n ue s­

vi ble. Mer>t•nne t u v o los mas altos e logws p a ra e l ele H o bbes, e n t,mt?
_ _
.
q u e Gassend i . a u n c u a n d o a p �·ob ó la obra, al 1 e n o s notó su tend e n r t a t rre t-
est a ba basado
tro conocim iento. Empezan do con Mersenn e. había sur­
a
gws, , \' . t . , ( 11

. . I1
l) •<nrtes c o n d e n ó V I o l e n t a m e n t e el l t bro p or q u e
"m:íxii�:J$ q u e sdn muy m a l a s y s u m a m e n t e p e l igrosas." Cf. S o rta1s, op. c1t., , gido u n nuevo tipo de concepto científico , una ciencia sin
pp. 2 1 4-21ti. y Lc noblc, Mersen11e, p p . 576-578. metafísi ca, una c i encia q ue, en última instanci a estaba en
2I6 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO 217

duda, pero que para todos fines práctic os e ra verifi cable Y especialmente e n s u forma final, c omo la mej o r explica­
útil.:!" ción del m u n d o de la apariencia. Mucho más q ue Mer­
D i c h o de o tra ma nera l a c ri s i s escépti ca re s u lta d e senne, Gasse n d i trató d e a c larar e n detalle l a s ituación
mostra r q u e el tipo d e ce �tid u mbre q u e b u � ca � 1 filósofo epistemológica d e su visión mecánica del m und o por m e­
dogmát ico es inalcan zable porque , � n los t � �mmos de .s u d i o d e u n análisis serio, minucioso y siste mático d e la na­
investig ac ión, pueden propone rse c iertas d ific ultad es ! � ­ turaleza del conocimiento. Su magnum opus, el Syntagma,
solubles q u e impiden e l descubr imiento d e u n c o n o c i­ no trata para n a d a de metafísica; en cambio, trata exten­
miento absoluta mente cierto e induda ble. Así, corno 1 � re­ s amente lo q u e su héroe, E picúreo, llamó "canónica": l a
conoció Pascal, mientra s h aya dogmáti cos, los escé i? t � cos fi losofía d e l a l ógica y l a teoría d e l conocimien to. Allí
tend rá n razón. Pero si elimina mos las normas d ogmatlc as examina Gassendi las opiniones que origin almen te había
a cambio del conocimi ento auté ntico, entonces el ataque a b ra za d o , las de los p i rrón i c os , y muestra por qué h a
pirrón ico q u e d a en ridículo, pues está d es � I�rol l ad o en a bandona do s u d uda total a cerca d e l a posi bilidad d e co­
té rm inos d e estas grandes demanda s o cond i ciones, esta­ nocimiento.

1
blecidas por el filósofo dogmátic o.:1n E n c uanto M� r � enne Después d e pre sentar un c u idadoso re s u men de la teo­
hubo cambiado las normas del verdadero conocim iento, ría escéptica tal como aparece en l os escritos de Sexto
de verd ades evidente s e indud ables o verdade ra s demos­ Ernpíri c o,:1H Gassendi, en términos d e l problema del cono­
tracio nes d e ellas, a verd ades psicológ icame nte acepta­ ci miento tal corno lo presentaron los pirró nicos, trató de
das ' o aun d iscuti bles (q u e pueden ser falsas, de acuerd o d e fender s u propia componenda e ntre d ogmatismo y es­
con l a s normas anterior es), enton ces l o s escéptic � s han cepticismo. La p regunta bá sica es: ¿ existe algún c riterio
perdido su a dversari o, y sus ataques , a � l i � ado.s al tipo d .e absol utamente c i e rto para d i stingui r l a verd ad del error?
conocim iento d e Me rsenne, se v ue lve Irrisorio s Y cap �l­ Algunas cosas s o n o bvi as e n ciertos momentos. p o r ej em­
chosam ente destruc tivos. El escéptic o "razona ble" pod i a plo, "es d e día", m ientras que otras no lo son. Los escépti­
aband onar s u s dudas ante esta n u eva concep ción d e l co­ cos, corno todos los d e más, aceptan lo q u e es evi dente o
nocimie nto y unirse a Mersen ne e n su búsqued a _ � e l a parec e serl o . El problema s u rge e n conexión con lo q u e
prese ntac i ón y organiz ación m á s e onvinc.ente y u t l l de S exto llamó lo n o evi dente, las cosas que e stán o c ultas a
la informaci ón de q u e t o d os esta m os c o nsc ientes, e l desa­ nosotros. Algu n a s de ellas son absolutamente no eviden­
rr oll o de l a visión del mund o e o m o máquina. tes, como s i el n ú mero d e estrellas es par o non. (Ésta,
Petrus Gassend i, gran h o mbre d e ciencia, asimism o s a­ como la m ayoría de las ilustrac.iones empl eadas por Gas­
cerdote y el m ej o r amigo d e Merse n n e , gra d u al me nt e sendi al analizar el problem a del conoc i m iento , fue to­
aceptó � sta actitud d e escepti cis mo "constr uctivo" Y d e­ m a d a del análisis hecho por Sexto del problema de s i
dicó gran p arte de sus escritos posteri ore s a elab orar una e xisten s ignos i n d i c ad ores.) Otras s o n naturalme nte n o
filosofí a que se hall ara entre el escepti cismo total Y e l evidentes, pero p o d e m o s conocerlas p o r algunos signos o
dogmati smo.:1 7 El atomism o de Gassend i fue present a do, i ntermed ios; por ej emplo, la existencia de poros en la p iel
puede ser infe ri d a del fenómeno del sudor. Por ú ltimo,
''' U n a consideraci ón m á s detallada de este aspecto de Mersenne a pa rece e n h ay algu n a s cosas que pueden conocerse evidentemente
R . H. Popkin. "Father Mersenne' s W a r aga i n st Pyrrhonism ", en Modem Sclwol­ pero q u e , debido a condici ones tempo rales, están o culta s
man, XXXI\', I 956-1957, pp. 6 I -78.
a n osotros.:1!1
"H Pensées
Bla ise Pascal,
Vol. l, p. 79. Vease
(Ciassiques Garn i er), n ú m . 374, pp. 1 66- 167.
" ' Cf. Gassend Í .
_

Syntagma pl1ilosophicu m. Logica, enOpem, 1 1- 1 1 1 ,


"" Gasse n d i , S¡¡ntagma Logica, Libro I I. cap. en Opera. Vol. 1 pp. 69-76.
también la nota 1. p. 1 06, cap. V. '"' !bid., Lib. II, cap. en Opem, Vol. l. pp. 79-81 .
1·,
218 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO EL ESCEPTIC ISMO CONSTRU CTI VO O M IT I GADO 219

L os pro blemas de las c osas q u e p or su naturaleza n o pr� eba d e si estamos razonan do c o rrectam ente y descu­
son evide ntes y las q u e tempora lmente no son evidentes briendo el verd adero conocimi ento s e e n c uentra e n l a ex­
requ i e ren algunos i nstrum e ntos o criterios p ara q ue p o­ periencia, med i ante l a verificaci ó n de las prediccio nes.
damos con oce rlos. Estos ú ltimos -hasta los escépticos lo Las sutilezas escépticas acerca de la vali d ez y de los fun ­
reconocen- pueden discern i rse medi ante "sign os s ugesti­ d amentos d e l razonamie nto n o tienen importanc i a , y a q u e
vos", es deci r, fenómenos constanteme nte unij;los, de tal existen ciertos p rincip i o s d e razon amiento, n o d i scuti d o s
modo que cuando perci bimos uno pensamos e n el otro. p o r nadie, q u e s o n lo bastante evid entes para q u e poda­
Así, c uando vemos humo, e stamos conscientes d e q ue h ay mos emplearlos como base de nuestras i n fe rencias. -1 2
un fuego, aunque temporalmente esté oculto a nuestras Esta respuesta al escepti c i s m o , c om o l a de Mersenn e,
mirad as. Los pirróni c os conside ran este tipo de con o c i­ n o n i ega l a fue rza d e l p i rron ismo tal como se aplica a l
miento de lo no evid ente por m e d i o d e señales s ugestivas conoci miento q u e buscan l o s dogmá ticos, e l cono c i m i e nto
como valioso en la vida prá ctica . �o Sin embargo, h ay una de la verdad e ra natural eza d e las cosas "la verd adera
o p o s i c i ó n completa e ntre e s c é pticos y d ogmáticos res­ cualidad q u e está e n el o bj eto '', �a y las ; azones por l a s
pecto a las señales por las cuales podemos descubrir lo c uales l o s o bj etos tienen estas propiedade s. D e h e cho, e l
que por su naturaleza no es evidente. Los escépticos du­ m i s m o t i p o d e i n fo rm a c i ó n necesaria q u e l o s e st o i c o s
dan d e que haya algún criterio y de q u e podamos conocer a fi rmaban obte n e r medi ante l o s signos i n d i cadores , ·1 ·1 fue
considerad o como i nalcanzable por Gasse n d i y por los es-
'

las c osas más que como se presentan a n osotros. Los d og­


máti cos insisten en q u e podemos descu bri r l a verd ad d e cépticos. Pero Gassend i pensó que h a bía un tipo menos
l a s cosas p o r med i o d e s ignos i n d i cativos:1 1 i mpresionan te, p e ro todavía útil del sign o indica dor, q u e
Gassendi criticó l a o p i n ión d ogmática p arq ue exage­ n o s enseil.aba l a c a u s a de l a s a pa ri e n c i a s en té rm i n o s
ra ba el pod er del espíritu h umano. Los secretos de la n a­ científicos. A p a rtir d e l a experien c i a , m e d iante u n razo­
tura leza. de las cosas e n sí mismas, están ocultos a noso­ namiento c u i d adoso, podemos descu brir l eyes o razone s
tro s para s i e m pre ; pero , a l m is m o tie mpo , también los q ue n o s expli c a n p o r q u é tenemos l a s percepcione s q u e
escépticos h an ido dem asiado lejos. Puede d escubrirse un tenemos, p o r q u é la m i el n o s parece d ulce, por q u é vemos
modo de conocimiento entre los dos bandos opuestos. Es ciertos colores. � 5 De acuerdo con las vari a c iones de nue s­
o bvio que algo existe, y q u e algun as cosas pueden ser y tra e x p e ri e n c i a , p o d e m o s fo rmu l a r a l g u n a s ve rd a d e s
son conocidas. Así pues, n o procede la d u d a total. Hasta acerca de la forma e n q ue l o s o bj etos s e n os presentan e n
'
los e s cépticos rec o n o c e n q u e c o n o c e m o s a p a ri e n c i a s . condiciones d i sti ntas, leyes acerc a d e l a s causas d e l a s
Pero, asimismo, somos capaces de conocer algo acerca d e vari aciones en lo q u e percibi mos. Gassen d i n o q u i s o con­
l a naturaleza de l a rea l i d a d por med i o d e las n ormas con cluir que, p uesto que no podemos conocer l a naturaleza
que podemos d iscernir un tipo d e signo i n d i c a do r. Los esencial d e las cosas, por tanto no p o d emos conocer n a d a
sentidos nos permiten conocer el signo visible o aparente, más a l l á d e lo q u e n o s p arece, o de l as regularid ades o b-
y n u estra razón n o s c a p a c i ta a i n t e rp reta rl o , d e s c u ­
bri e n d o así el o bj eto o c u lto, no perc i b i d o . A u n q u e l os ·" Gassen d i , Li bro II, cap. 1', en
S¡¡ntagma, Logica. Opera,
vol. I. pp. 81 -86.
sentidos son a veces engañosos y erróneos, mediante un ·"' CC Brett. op. cit. ,
p. 12.
ra zonamiento minucioso podemos corregir sus e rrores. La "' Véase el a nálisis de Sexto de los s ignos indicativos en cuest iones p irróni­
cas, II, caps. x-x1.
" ' lbid . 1',
. Lib. II, cap. en Opem, Vol. l . p. 81 . "' Gassendi, Li bro II, cap. 1·, en
S¡¡ntagma, Logiccl, Opera, ss.
también Sortais, La
Vol. I, pp. 81 Véase
1·,
" lbid., Lib. II, cap. en Opem. Vol. I, p. 79; véase también George S. Brett, Philosophie moderne, II, pp. 91 -96. Brett, cit., pp. 1 0- 1 3, y
op.
The Philosophy q/' Gassendí, Londres, 1 908, p. 8. Rochot. "Gassend i el l e Syntagma", pp. 76-77.
?.20 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O M ITIGAD O 221

servables en estas apariencias. Entre e l c o n o c imiento en pensamiento s u rgió clara y agud amente, no como equ iva­
el sentido d ogmático, y l as apariencias y signos sugestivos l ente d i s fraz a d o de escepti cismo, como en el c a s o de Mer­
de los pirrónicos, existe un nivel de c o n o c i miento c ientí­ senne, sino como franco reconocimiento de c o m pleto pi­
fico. Este conocimiento se basa en un esc rutin i o estudia­ rro n ismo epistemológico. Así, a l consid erar las ideas de
d amente minucioso d e l a s aparien c i a s , y e n i n terpreta­ Aristóteles, d e Herbert d e Cherbu ry, d e Descartes o a un
ciones y explicaciones racionales de estas apariencias, no de los físicos matemáticos, a los q ue con sideró como pla­
en términos de la naturaleza de los o bj etos reales q ue las tónicos o pitagóri c os , Gassendi p ropuso un esceptic i s m o
pro d ucen, sino en térmi nos de las condicion es q ue hacen total a cerca del mundo más a l l á de l a s apariencias. S u
posible e i nteligible n uestra experi e n c i a . Así l a expl ica­ p rim era o bra , d i rigida contra Ari stótel es, con cluía: nihil
c i ó n científica, q u e para Gassen d i está e n térmi nos d e u n a sciri. �H Sus comentarios sobre De Veritate, de Herbert, ex­
teo ría atómica, explica n ue stra experiencia d e cualidades pre s a d os tanto al auto r como a su amigo común, Diodati,
sensoriales, pero n o nos d ice nada acerc a de la naturaleza vuelven a afi rmar este p i rron ismo fund amental . "La ver­
de las cosas en sí mismas, excepto cómo aparecen e n rel a­ d a d , en mi opin ión, está bien oculta a los ojos d e los h o m­
ción con nosotros. Éste e s e l tipo d e o bj eto científico q u e bres, y me parece a mí que monsiew· He rbert h a ido exce­
Gassendi deseaba p royectar a p a rtir de l a s d ud as de lor, s ivamente d e p risa y ha tenido una o p i nión d emas i a d o
escépticos. Constru imos o apre n d e mo s acerc a de es � os o b­ eleva d a de s u i d e a c u a n d o c o n tanta i n d e cenc i a cond enó
_
j etos a partir de los signos i n d i ca dores de la expenenc i a . l os argu ment o s de l os escépti c os . " ·I!I Gassendi l e expli c ó a
Luego descri bi mos estos o bj e to s c ientíficos ( l o s á to mos) Herbert q ue é l , Ga ssen d i , como l o s escépti cos, sólo s abía
en términos de las c u a l i d a des e ncontradas e n la expe­ d e l a s apariencias cosas como el s abor d ulce d e la miel, y
riencia. Y, por último, g a rantizamos esta explicación ató­ p od í a e xplicar est o en términ os d e cua l i d ades natura l es
mica en términos de las predicciones verifi c a bles acerca y experienciales. Per o , p or desgracia, más allá d e est o, n o
d e l a experiencia:16 E l atomismo d e Gass � n � i acaso. n o conocemos n i podremos conocer n unca l a s Yerd a d e s d e la
d i e s e grandes frutos, e n materia de descubrimientos c ien­ rea l i d a d . Quienes a firman descu b ri r estas verdades ínti­
tíficos ' n i explicaciones c i entíficas satis factorias, pero al mas no l o convencen. " Pero, respecto a l o q ue vos pensá i s
menos fue un resultado constructivo d e s u p i rronismo, en q u e e s l a verd a d de l a cosa, o l a naturaleza íntima d e la
contraste con la actitud y l a teoría destructivas y anticien­ miel, esto es l o que a rd ientemente deseo cono c e r, y que
tíficas de s u buen a m igo La Moth e Le V ayer:1 7 s igue o c ulto p a ra mí, pese al número casi infi n i to d e li­
Al enfrentarse Gass e n d i a u n a teo ría dogmática, a un bros q u e se h a n publicado hasta l a actual i d ad c o n la p re­
c uadro metafísico de la e structura del universo y de nues­ tensión d e comu nicarnos l o q ue ellos llaman u n a ciencia
tro conocimi ento d e él, e ntonces l a base p i rrónica de s u d e m ostrativa."·' u De manera simil ar, su vast o escrit o s o­
b re Descartes, las Quintas Objeciones, l a s Institu.tio, y los
< n Sobre l a s característic as generales de l a s o p i n i ones
p os i ti vas de Gassendi , comentarios so bre la l ógica de Descartes en el Syntagma,
véase, aparte del Syntagma, �
An Jure lnt.er Scepticos Gas endus n o JemtJ
Berr, � : �� s u brayan tod os ellos lo o bvio d el l ado e s cépti c o d e l as
(uerit, 1 1 ; Brett,
Philosopily ofGassendi: Kief1, "Gassend 1's Skept1c1smu s .
pp. 361 -373; Rochot "Gassendi et le Syntagma", "Le Phi losophe", pp. 72-84 Y 1 04-
· esp. cap.

1 05; Sortais.La Philosophie modeme, II, donde se o frece un resumen detallado � ·' "Véase cap. \', pp. 1 0 1 - 1 03 .
S¡¡ntagma
un a n á l isis del en a rt. II, cap. I V ; y Bloch;
La Philosopilie de Gassendl, · "'Carta de Gassendi a Diodati. 29 de agosto d e 1 634. reproducida en Mer­
Conespondance du P. Marin Mersenne.
" E l valor c j entifico del tipo de atomismo cual itativo d e Gassen d 1 se an � l!za
esp. segunda parte. . . senne, Tomo IV. París 1955, p. 337.
'"' Gassen d i , "Ad Li brum D. Edoard i Hcrbeti Angli, De Veritate, Espistola", en
en Koyré; "Le Savant"; y Rochot, Les Travaux de Gassend1. sur Éplcure el sur l ato­ Opem, La p/¡i/osopilie modeme,
Vol. I II, p. 4 1 3 , Véase también S o 1iais, II, pp. 254-
mis me. 255.
222 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO EL ESCEPTICISMO CONSTRl"CTIVO O MITIGADO 223

Meditations, el de la Primera Meditación, y l u ego sosti enen ni l a n ueva i d e ología, en p arte por causa d e ciertas l i mi­
que el l ado positivo d e la teoría de Descartes, s u preten­ taci ones d e l te m pera m ento de su autor' s u falta de la auda­
sión de un conocimiento verd adero de la rea l idad, ha sido cia Y del atrevim i ento q u e h abían d e caracterizar a ta n
burd amente exagerado, y q u e e n re a l i d a d sólo n o s con­ m o n u m e n ta l e s e xp l o ra do re s de l a n u e v a máq u i n a d e l
duce a un a opinión sumamente dudosa. S i tratamos d e o b­ mundo como Galileo y Descartes. Gassend i era extrema­
tener un verd adero conocimiento d e l a s cosas tan sólo a mente con serv a dor, renuente a saltar más allá de la in­
parti r d e las ideas claras y d i sti ntas d e nuestro entendi­ formación experiencia! y las trad i c iones i n telectuales d e
m i e n to, i n s i ste Gassend i, s i e mpre estaremos s uj etos a l a h u m a n i d a d . '•a No e st a b a d i spuesto a romper c o n e l
errores, pues lo que en un momento n os parece claro y m undo c u alitativo d e la experi enci a ord i n a ria, n i a echar
d i stinto acaso n o nos parezca así más adelante. Por causa p o r l a b o rd a la here n c i a d e la s a b i duría hum a n a para
d e nuestra debilidad, debiéramos comprender q u e nunca persegui r una n u eva vislumbre y un nuevo marco d e refe­
podremos tomar precauciones suficientes para asegurar renc ia. 5 '1 Ten i e n d o menos compren sión d e la naturaleza
que no hemos sido engañados cuando tratamos de e d i ficar de las m ate máticas q u e Mersenne, Gassen d i se m ostraba
tan sólo so bre nuestras i d e as. En c ambio, d e bemos vol­ e sc é p t i c o ante e l papel que p u d i e sen d e sempe ñ a r e n
vernos a l a naturaleza, a l a experiencia, en busca d e guía, n u estro entend i m iento d e l a naturaleza, y temía que e l
y debemos l imitar nuestra búsqueda de conocimiento a lo �ísico-matemát i c o fuese u n nue\'o t i p o de metafísico, q u e
que puede descubrirse sobre esta fase . 5 1 mtentara retratar l a naturaleza rea l de l a s cosas e n tér­
L a e xtre ma cautela de Gasse n d i , s u c o n stante depen­ mi nos matemáticos, como los pitagóri cos y platón i cos d e
dencia de la experiencia y de la tradición, lo l i mitaron l a a ntigüe d a d . 55
como pensador c ientífico creador,52 pero l e permitiero n Pero fuesen c u ales fuesen sus l i m itac iones, Gassen d i ,
formu l ar muy plenamente u n a v i s i ón científi c a despro­ q u i zá más a ú n q ue Mersenne, había realizado u n a de las
vista de tod a base metafísica, un e s cepticismo construc­ revoluciones m á s importantes de los tiempos modernos:
tivo q u e pudiera explicar el conocimie nto c i entífico q u e l a separación d e l a ciencia y l a metafísica. Le\'antando s u
poseemos o podemos poseer, sin rebasar l o s l ímites d e l nuevo e d i fi c i o sobre u n p i rronismo completo res pecto a
entendimiento humano revelado p o r los p i rrónicos. L a via t o d o c on o c i m i e n t o d e la re a li d a d o l a n atura l e za d e
media que él y Mersenne desarrollaro n pudo ofrecer u n a las c osas, pud o d e sarr o l lar un mét od o y u n s i stema d e l a s
razón adecuada a l os procedi mi entos y descubrimientos ciencias q ue, d e todos los del siglo XVII. es el que más se
de la ciencia, sin tener que aportar un fund amento i na­ aproxi m a a la moderna visión antimetafísica de l o s positi­
movi b le al n u evo e d i fi c i o d e l c o n o c i m i en to c i e ntífi c o. vistas y los pragmáticos. Rochot. en sus m uchos estudios
Aun c u ando Gassendi elaboró s u n ueva física con gra n de­ d e l ato m i s mo d e Gassendi, y su 1 ugar en l a historia del
talle, probablemente no l l egó a ser l a n ueva cosmovi sión
'·" Rochot, "Gasscn d i . Sa place", p p . 35-45.
'' ' Gassendi, Objectiones Quintae, en Descartes, Oeurres, A. T . , Tomo V I I , esp. '' ' Por tan to , Gasse n d i insistió en un atom ismo c ualitativo, antes q u e matemá­
pp. 257-258, y 277-279; Gassend i , tico, Y conc i b i ó a los á tomos como poseedores de propied ad es e ncon tradas en
.
Disqui.s itio metaphysica seu Dubitationes, et. In.s­
tantiae adversu.s ReJUrti Cm1esii Metaphysicam, et Responsa, en Opem, Vol. III, esp. la experie n c i a ord i naria, y no d e cual idades geométricas p recisas y a bstractas.
pp . 278-284 y 3 14-317; y Syntagma, Logica, Lib. I , cap. XI,y Lib. JI, cap. \' 1,
en Cf. Rochot, Travaux de Ga.ssendi ss.
pp. 196 Véase también la d iscusión d e Koyré,
Opera, Vol. I, p p . 65-66 y 90. Véase también, Rochot "Gasse n d i et la 'Logique ' de Rochot Y Lenoble acerca d e l atomismo de Gasse n d i , en el volumen d e l Centre
Descartes", en Rev. Pililos. de la Fmnce et l'Etranger, Año LXXX, 1955, pp. 300-308. I ntemational de Synthése, PicrTe Ga.ssendi. pp. 1 08- 1 13 .
''' Cf. Koyré. "Le Savant, pp. 60-61, y Rochot, "Gassendi. Sa place dans la pen­ '''' Rochot, "Gassen d i et le Syntagma", p. 77. tl
Travaux e Ga.ssendi, p. 1 96; y "Le
sée d u XVII" sicC!e, en Revue de Synthese, LX, 1940-1 945, pp. 35-45. " Le Ph i l o­ p h l. l osophe". p. 87. ( U n a versión i nglesa de una p a rte de este mater i a l aparece
sophe", pp. 1 02- 1 07 , y Bloc h. pp. 279-282 y 485-495. en B rush, Se/ected Writings of Gassendi, pp. 157-278.)
224 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO
EL ESCEPTICISMO CONSTH UCTIVO O MITIGADO
pensamiento científico y fi losó�ico, muestra q u e él fu : el
225

nexo más importante entre Galileo y Newton, al pasa1 d e rec o n o c i e n d o toda la soli dez d e l d i q u e pirroniano, D u
u n a c oncepción d e la " n ueva ciencia" c o m o el ve �·dadero Bosc insisti ó , sin embargo, e n q u e hay u n a vía h acia cierto
c u a d ro d e naturaleza, a otro e n el q u e es c o n s iderada conocimiento posifivo i m porta nte, especialmente teoló­
como un sistema h i p otéti c o , basado ta n sólo en l a expe­ gico y moral. Esta clase d e escepticismo mitiga do ha s i d o
ri encia .y verificado por l a experiencia, concepción en q u e recién analizado por Julien-Eym a rd d ' Angers c o m o u n ba­
l a c i e n c ia nunca es consi derada como u n c a mino hacia l a n·u nto de la fi losofí a de Blaise PascaJ.nu
verd a d acerca d e l a realidad. sino tan sólo acerca d e las Otra indicación d e esta aceptac ión d e l os a rgument os
aparienci as.'• fi pirrón icos, j unto con una solución constructiva, aparece
. en los es c ritos d el teól ogo libe ral inglés. William Chi­
Esta actitud el e escepti c i s m o m i t igad o o c o nstru c t l vo
d e p a rte d e Mersenne y d e Gassendi también aparece, e n Ili ngwo rth . Después de llega r a captar por c o mpleto el
fo rma más embriónica, e n algunos d e sus contempora­ _ mensaj e d e S exto Empíri co. y de ver cómo los razona­
neos. El escritor franciscano Jacq ues Du Bosc, q u e a.l pa­ mien tos escé pticos s o cava ban l a búsq u e da de la c e rti­
rec e r fue en un tiempo s egu idor del nou ueau Pyrrl1 ?msnw. d u m b re , tanto en tre católi cos como e n tre protesta ntes,
consid eró q u e el escepticismo era loa ble como anti � oto al ha bía vuelto al seno protestante, trata ndo de j usti fi c a r
d o g m a t i s m o . pero q u e c o m o fi losofía era tan pel igro s o esta posición e n términos d e u n a especie de pro babilismo
a l m e nos c o m o aq uello a lo q ue se o po n i_ a . L o q ue se nece­ edificado sobre la a ceptación de un p i rroni smo último.
sitaba era algo intermed io, a lo que llamo l 'i ndi;f.l'ére n ce. Los Esta visión mod erada del conocimi ento religioso, un tanto
pirrón icos, "huyendo d e lo exce ? ivo, l: an caído en . l o . exce­ similar a la de Castalión, ha bía d e desempeüar un papel
sivamente poc o ; h uyendo de la fantasi a del conocumento, importante al d esarrollar l a base d e la fi losofía cuasi em­
han c a ído e n la fa ntasía de l a ignora n c i a " . '' ' D _u Bo � c pírica d e va ri os teól ogos a nglicanos, como Wilkins y Ti­
aceptó como algo sano, la críti ca escépt .i : a d e 1� fi losofJ a llotson.
Chill ingworth vio que los c atólicos esta ban exigiendo un
tradici onal, pero su conclusión le parec1o excesiva. El te­
rre n o intermedio, l'ind�[féTence o la 1nédiocrité se encuen­ tipo de certi d u m bre, e l conocimiento infa li ble, c omo base
tra e n una especie de autoanálisis, al co mprender q u e es­ d e la rel igión, y que tal certidum bre era in alcanzable, no
tamos a medio camino e ntre las besti as ignorantes Y los sólo en este terreno, sino también e n cualq uier otro. P0 ro,
ángeles omniscientes.''x ,Medi ante una esp : cie d e P repa­ una vez reconocido esto, la conclusión no era la duda com­
. pleta de tod as las cuestion es, sino, a ntes bien, una acepta­
ración espiritual, d esarrolla mos un c riteno para d i scer­
nir las verdades intele ctuales y re ligiosas.:;H Así. aunque ción de u n gra do inferior de eviden cia, l a c erti dum bre mo­
ral . Nuestros sentidos a veces pueden enga üarnos , nuestro
:." Véase, especialmente, Hochot, "Gassendi et l e Syn tagma" pp. 7 3 ss. Y " Le
razonamiento a veces puede ser defic iente, nuestros j uicios
pueden no ser infalibl es, y acaso no seamos capaces de
p/u/osoph1 md(/}I!Tell t . 2 \ ols. 1 a J JS 1 643. 2" p,u, . te.
, p. 1
philo sop he". pp. 10 2-1 07. . . . .
.. . . . .
:.; Jacq ues Du Bosc. Le ,, .·
· encontra r una base dem ostrati va de lo q u e sabemos; pero,
J 2.:t. Véase también C. Chesneau (.J u l i en-Eymard d'Angers ). " U n Precurseur d e de tod os modos, tenemos suficientes segurid ades, por l o
Pascal" l e Fra n e i sca i n .J acques Du Bosc. en X VI I ,. Sii'cle. n ú m . 1 5. 1 952. pp. 426-
q u e podemos utilizar l a info rmación q u e posee mos para
448. d o n d e se a nal izan las o p i n i ones de Du Bosc. y se dan muchas c 1 tas. Incl uso
esta. Según SorlJericma ou les peusées cr t ques de ii M. ele Sor/Ji :re. P.:n·
�·ec� H:illles M. formar j uicios razon ables y moralme nte c iertos. n 1 La per-
Gmrerri París. 1 695, art. " Bosc". pp. 55-56. Du Bosc e ra m11 1go 1 nt 1 m o d e l nou-
\'t•au pynhon ien". S¡¡muel Sorbi('re. "" 1 /Jid . .
pp. 445-448.
Pmtestaut s.
The Religio11 of the Sqf'e Salva­
.. "' W i l l iam C h i l l i n gworth.
,
:" .J u l ien-Eyma rcl ci ' Angers, ".Jacq u e s cl u Bosc . pp. 429-4.�6. . .

t o n , en
A Wa¡¡ lo
. pp. 436-444. y espec ia lmente las citas dadas en las pp. 443-444.
·,, /bici .
i The Worlcs of Wil/iam Chilliugwort h.
Lon d res 1 704, p. 1 08. " Pues, aunque 1
m i s senti dos pos i b l e mente me engalien a \'eces, s i n embargo tengo certez¡¡ bas-

1
EL ESCEPTI CISMO CONSTRU CTIVO O M ITIGADO 227
226 EL ESCEPTIC ISMO CONSTRU CTIVO O MITIGADO
absol utamente ciert o para e l conocimien to hum a no. Según
sona q u e desee mayor certidum bre q u e é sta h a b rá d e es tar otros, la bú sq ueda sólo fue d e estabil i d a d , de u n mod o de
_
loca. " Pues, así como es irrazonab le el maestro que pide vivir una vez a bandonada l a búsqueda de un terre no i nfali­
para sus conclusion es un asentimie nto más fue rt � d e l o que ble p ara el conocimi e nto, y d e un modo d e vida q u e p u d iese
merecen sus argument os, así considero como sabiO pre �� n­ aceptar tanto las d ud a s i ncontestabl es de los nouveau:r
tuoso e indisciplin ado al que desea, para u n a concluswn , Pyrrhoniens como l o s d escubrim ientos indisc u ti bles d el
argum entos más poderosos de los que puede o frecer la ma­ nuevo mundo intelectua l d e l siglo xvn. Mersenne y Gas­
teri a . " "� Una vez rec on ocid o que n o puede enc o ntrarse � na sendi trataron de reconcilia r el tri unfo escépti co sobre los
certid u mbre infali ble o matemát ica respecto a matenas dogmá ticos con el tri u n fo mecan i c ista s obre e l aristote­
científicas o rel igiosas, entonce s no h e m os de suspe n d er el l i smo y e l naturalism o renacentis ta. Encontraro n tal recon­
j uicio sino. en cambio, proceder a j uzgar los pro blemas de c i l i a c i ó n no e n un n u evo d ogmatismo, ni e n una metafísica
acuerdo con el grado de seguri dad q u e p u e d a obteners e .
materi a l i sta, sino en l a co mprensión de q u e las d udas pro­
Esta teoría de Chillingw orth contiene las s e m i l l a s d e u n a
l arga trad ición que ha bría de desarrol lars � � á s a � el_antado puestas por los pirrónicos no afecta ban en abso l uto Da Veri­
té des Sciences, siempre que las ciencias fueran i nterpreta­
el siglo xnr en Inglaterra como l a sol u c w n pra ctica del
sentido común a la crisis escéptica. na das como siste mas hi potéticos acerc a de l as aparienc ias, no
El esceptic ismo mitigado o co nstructivo re ¡�resenta un_a como verdaderas des cripc iones de la rea l idad; como guías
nueva vía, posibleme nte la más cercana a los metodos empi­ prá ct i c a s p a ra la a c c i ó n , n o c o mo i n fo rm a c i ó n ú l t i m a
ricos y pragmáti cos conte mporá n eo s , . d_e e n frentarse al acerca de la verda dera n a turaleza de l a s cosas. L a crise
abismo de duda que habían a bierto la cnsis d e l a Reforma Y pyrrhonienne fundamentalm ente n o podía ser res uelta p e ro,
l a revo l u c i ó n científi c a . ( F u e n ueva e n s u é p o c a , a un al menos, podía ser tolerada u olvi d a d a, si lográbamos rele­
cuando obviamen te repite algunas de las actitudes d e pen­ gar J as d udas al problema d e la filosofía d ogmática, m i e n­
sadores griegos como Carnéa_des.) Pa ra_ algunos, la é poca d e tra s buscábamo s el conocimien to c ientífi c o como guía p a ra
_ _
Montaigne y de Lutero y Calvmo h a b l a maugurad o u n a b u s­ la v i d a práctica. La crise pyrrlwnienn e ten dría conse c u e n­
queda de la certi du mbre, una demanda de un fu nd amento cias d e s astro s a s si se a ceptaba l a concl usión del escéptico
h um a n i sta destructivo y se extendían las propias d ud a s a la
tante de que v e o l o q ue 1·co y siento lo q u e siento. Nuestros j u eces n o. s o n i nfal i ­
bles e n s u s j u i c i os, y sin embargo e s t ú n bastant.c seg�1ros d e q ue JUzgan con ciencia y aun a la rel igión. Pero podía tener resultados
j ustieia y de que proecdcn de acóe rdo con la Ev1dencw q u e l � s es plm� tead � , benéficos si se limitaba a l a esfe ra epistemol ógica como
� uando condenan a un ladrón o a un asesino al cad also. U n V I aJero �10 sw m p 1 e
medio d e eliminar la vana b ú sque d a dogm á tica de una cer­
esta eie rto de su camino. sino q ue a menudo s e equ ivoca ; ¡,debe s egu 1 r�e de ello
que no puede ten er ninguna segu ridad d e que Clwring-Cmss es su c a m 1 11o d esd e tidumbre absol uta, mientras se dej aba li bres a l o s hombres
el Temple h asta White-Ha/1?" d e ciencia y a l os teól ogos para d escubrir Yerd a des acer­
. .
" ' Hay muchas simi litudes ron las opiniones de C h ! l l 1 11gworth en John ,. l 1 l 1 o t-
"' Jbid., Prefacio, segu nda pagina.
c a d e l a s aparienc ias.
S o n . 'I'J 1e R ¡ ,• / 1., 0r
" Fai t h . John W i l ki ns.
Of
Jigióll , y Joseph Glanvill Essays 011 Seveml I m po 1·t a n t S u b,¡ects 111 JJ} 11.1 osop
t !w Principies (llld D11 1les o.f Natu ral Re-
111.J
• •
Esta actitud de escepticism o c o nstructi\' o o mitigad o
• .
está e n agudo contraste con las nuevas visiones metafísicas
and Re Ú qion. El li bro del profesor Henry Van Leeuwen. The Pmblem o.f Certa m t y
i n E¡¡g/i�h TJw uoJ1 t , 1 630-1 680, L a H aya, 1 963, trata, c o n gra n c� � talle, d � l desarr� ­ d e algunos de los "nuevos c ientífi c os" como Gal i leo, C a m­
llo y la i n l1uencia de la teoría de C h i l l ingworth. La re percuswn d e su '.d � a sc� b1 e panella y Descartes, o con la actitud científica q u e había d e
l a teoría j u rídica inglesa se analiza en Theodore Waldman . "The �ng111 of the
Concept o f Reasbnable Doubt ' ", en .Joumal Q( t !w Ji¡st.onJ Q /_ Ideas, XX, � 959, PP ·
· desarroll arse c o n la I lustración. Aunque Galileo, Campan e­
299 ·3 1 6 , y en Robert Todd C arroll, The Philosophy Q( B1slwp St1llma!Ieet 111 1ts Se­ l l a y Descartes podían afirmar ocasi onalmente, por razones
¡•en teeH t h Cen tmy Cont e.1· t , La Haya, 1 975 .

J
228 EL ESCEfYI'ICISMO CONSTR UCTI VO O MI TI GADO EL ESCEfYI'IC! Sl\10 COi\STRUCTI \'0 O M ITIGADO 229

tácticas, que sus teorías sólo eran hipot é ti cas, u·• Y q u e exis­ aprobar el u s o dado por Galileo al méto d o matemá tico ' c o-
tía u n nive l de conoci miento acerca d e las esencia s que el mentó D e s c a rtes,
h ombre nunca podría conocer ,1m a l mism o tie mpo parecen Convengo enteramen te con él en esto, y afi rm o que n o hay otros
compart ir una convicc i ón d e q u e el h o m bre es capaz de medios de descu bri r la verdad. Pero me parece q ue le fa lta
alcanzar el verdadero conocimi ento d el mundo real, Y que mucho ya q u e continuam ente hace d igresi o n es. y no se detiene
el cu a d ro mecanic ist a del univers o e s u n a descri pción pre­ a explicar u n a c uestión por completo, lo que m uestra q ue n o ha
cisa de la forma en que realmen te op e r a la n atural eza. En cxa1�1inado las cosas de manera ordenada , y q u e , sin h a ber
opinión de Galileo y de Campan ella, D io s nos ha dado J.as considera do la c ausa primera de la naturalez a, tan sólo ha b us­
facultad es necesarias para alcanza r el e onocimi en �o ? e la cado las razones d e algu nos efectos partic u l ares, y así, ha
natural eza de l as cos as. Sin e mbargo , n u estro conocmuento construido unos ci mientos. Ahora bien, hasta el punto en que su
sólo es parcial , a d i ferenci a de Su comp leto conocim iento. manera de filosofar está cerca de la verdadera, hasta ese grado
pueden reconocerse más fác ilmente sus faltas, así como es más
Empero, no tenemo s razone s para c ue st i o nar o dudar de l ? fúcil ver c u á n d o se h a extravi ado l a gente que a veces sigue el
que conoce mos ni tampoc o para l i m i t a r nuestro con oci­ camino recto, q ue c uá ndo se extravían los que nunca han tran­
miento a las a parien c i as , e n vez d e la re n l i d a d . nn La cri sis
escéptic a parece no haber a fectado a esto s pensad ores. de­
sitado por él.�; ;
j á ndolos tan sólo con d udas a cerca de I n b ú squeda aristoté ­ E n el c a s o d e l os tres pen sad ore s . Gal i l e o. Campanc l l a y
lica de la certid umb re, pero no de la b ú s q u eda misma. Descartes, a un q ue puede h a ber c ie rto desa cuerdo sobre l a
Desca rtes criticó a Galile o p o r ser d e masiad o m odesto base de l a s ve rdades d e l a " c ienc i a nueva", n o h ay n i nguna
en sus pretensio n es, y por n o ver qu e las verd ades � c. la d ud a d e q ue l a "cien c i a nueva'' e s verd a d era, y verd adera
ciencia nueva descansan sobre un fun dn mento metaf1s1 co acerca d e l a n aturaleza real del m u n d o físico. No hay un
cierto, q u e garantiza s u apl icabil i dad a la realidad, Y qu � pirronism o e p i stemológi co, sino u n a especie d e realismo.
ofrece la seguridad completa que s e p a r a estos descu bri­ La ciencia no es, pues, el desenlace c onstructivo d e la duda
mientos de las meras o p i n i ones o infor m a c i ó n pro bable. Al completa , s i n o una especie de conocimi ento q ue no e stá
abierto a c uestiones , al nivel teóri co ni al filosófico.
Un siglo d e s pués h a bía de pre valecer un tipo de vis i ó n
Tlle Defensc of Galileo. Murhcmari ?.1:
cian F/on:llcc,
l·hsto1'¡¡
S r ll d ii'S w
'" Cf. Tomaso Campanel la, filosófica q u e , de otra manera. se apartó de l a via 1nedia
traducida por Grant McColley, en Smit/1 College XXI I . num.s.
11 1 de los escépticos constructivos o mitigados. El cientismo el e
Dia/.ogo sopm i du c 11111>>1 1111 S1st �m1 del ll! �nHlo
3-4 , 1 9 3 7 ; p. 70 ; y Gali l eo Gal i lei,
Le Opel'e de Galileo Galilei. Ecl i zone' Nazionale , Vol. \' 1 1. Flo ren c i a 1933, Gwrnat � varias figuras d e l a Ilustración . como Condillac y Condor­
Pri ma, p. 127 y Giornata Quarta, pp. 487-488; y en l a t•d il' iún ingle� a Gali leo. Gali· cet, consi deraría al p i rron ismo como una espee i e d e docta
lei, Dialogue on Uze GTeat WoTld Systems , ecl. por G i urgit• d e Sant i l lana, Clu cngo, ignorancia que h a bría p o d i d o j usti ficars e en la é p oca som­
E11 ro¡ >c'ti ll
1 953, F i rs t Day. pp. 1 12- 1 1 3 , y Fourth Day, pp. 470-47 1 .
A HiSt01'!f o.f Modem
,;:, J ames Col l i ns, en su
.
1'111/osoplly. .
l\lllwauke e, bría Y metafí s i ca de c o m i en zos del sigl o X V I I, pero que no
1954, p. 82, d ice que Galileo afirmó que no poden ' w pt•Hdra · en "la verdmler ae tenía lugar en la era il ustrad a del siglo xvm. La s razones
VC:• a'l' tambwn Campanel la.
�.
esencia de las sustancias 11atum/cs". op.
A. T . TonH• I X , Med. IV. p. 44.
i ntrínsec a p ara d u dar s u p uestamente h a bían caído e n el olvido, ya q u e
cit., p. 21 y DescartesMediations. Oe1w1·es, en
op. cit. pp. 1 8, 24-25, 30 .y 32; Galile o . ,\/¡¡ssiul' i Sistcmi. Giornata el progreso d e l a ciencia h a bía revelado a l mu ndo verda­
Prima . pp. 128- 129 (edici ón inglesa, Firs t U ay, p. 1 H l . \'é anse también los co·
,;,; Campanel la,
dero y rea l . H H
Hurtt. Tlle Metapllys1cal FvuH­
Anchor ed., N ll l'\'11 Yt• rk: 1955, pp. 82-�3 : Y �.1
mentarios de este pasaje, de Gal i leo, en Eclwin A.
dations of Modem Physical Scie!lce , Ocut•res.
"' Descartes . c a rta a 1\lersenne. 1 1 ele oct ubre el e 1 638. e n
!1,
A. T. Tomo
excelente análisis ele Leonardo Olsc h k i , en su "G a l i k t• '' Plu losophy of Sr.wnce •
p. 380.
en Philosopllical Review, LII ( 1943) , p p . 349-365, esp. p. :l58. donde examma por ,;, Al m e n os. personas c o mo Concl i l l ar. Conclorcct. H a rtlcy y H e n ry H o m e
q ué Gali leo no puede ser considerado como escé pti l'tl. ( Lord Kames) a fi rm aron q u e e s t o e ra lo q u e o c u rría.
,.,

230 EL ESCEPTI CISMO CONSTR UCTIVO O MITIGADO


Pero , como lo habían visto Mersenne y Gasse n d i , las rea­
lizaciones de la ciencia de n ingu n a m a nera refuta ban el VIII. HERBERT DE CHERBURY
pirronismo, a menos q u e el escéptico fuese lo b � st.ante l o co
0 lo bastante impío para d u d ar de los descubrumentos d e
Y JEAN DE SILHON
los hom bres d e ciencia, así como d e sus bases. Estas últim a s
estaban abiertas a la d u d a , y habían s i do socavadas p o r e l N I Herbert d e Ch erb ury ni Jean d e S i l ho n apre c iaro n s u fi­
ataque del nouveau Pyrrhonism.e. Pero l a s p ri meras eran tan cientemente hasta q u é grad o el nouveau Py11·Jwnisme h a bía
convincentes y fi dedignas c o mo sie mpre. La verd a d d e l a s socavado l a s bases del con oc i mi ento h u mano; pero cada
ciencias n o esta ba e n c uestión, per o esta verd a d , según uno d e ellos vio q u e h abía que e n frenta rse a él, y e n fren­
los escéptic os mitiga d os, sól o p od í a ser apre c i a d a en tarse de una m anera nueva . El pri mero propuso un método
térm i n os d e la crise pyrrhonienne, y n o c o m o u n a res- muy elabora d o para desc ubrir la verd a d ; el segundo trató
puesta rae i onal y fi l osófica a ella. . de presenta r algun as verd a des fu n d amentales de las q u e no
_

El triunfo del escepti c i s m o c o nstructiv o c om o nucle o d.e pudiera d u d a rse. Y, como lo vio el más grande de los adver­
la m oderna vi sión e mp í ri c a y p ragmática, el reconoci­ sarios del e s cepticismo, René Descartes, cada uno falló d e
miento de que no p ueden o btenerse fund a mentos a bs olu­ m anera d e c i s i va porque n o comprendió e l proble m a b á s i c o
tamente ciertos para nuestro conoc i miento, y sin e mbargo, en cuesti ó n .
que poseemos normas para evaluar la confi ab i l i d ad y apli­ Eduard o , lord Herbert de Cherbury ( 1 583-1 648). fu e e l
cabilldad de lo que hemos descubierto acerc a del mundo, embaj ad o r d e Inglaterra en Fran c i a d e 1 6 1 8 a 1 624, 1 don d e
hubieron de aguardar al s u rgimiento y la decadencia d e un entró e n contacto tanto c o n l a corriente d e l a s i d eas escép­
n uevo dogmatismo. Aunque Mer� enne y Gassend i f.u eron ticas c o m o con l os intentos q ue se h acían por conten erl a. Es
muy leídos y aprobados en s u propia época, l a aceptaciOn _ de
_ probable q ue en aquella é poca también conociese a Mer­
s u tipo de visión filosófi c a como con cepto 1 mpo rta1� te no senne, d el q u e se c ree q ue traduj o al fra ncés e l libro d e
lleg ó hasta q ue se h i c ieron varios i n tentos p o r poner. fm a l a Herbert, 2 y a Gassend i , a q u i en se sabe q u e l e entregó un
cTise pyrrhonienne levantando un nuevo fun d a � ento mtelec­ ej emplar d e s u obra . :1 También fue amigo del d i plomáti co
tual a la certid u m bre humana. D urante un ti empo, los es­ Diodati , m i e mbro d e la Tétrade. l a sociedad de libertins éru­
cépticos constructivos q u ed a ro n en la sombra, m ie ntras en dits. Estando Herbert en París. enseñó su m an uscrito a G ro­
el centro del escenario s e rep resentaba u n n uevo d ra m a c í o, q u i e n co nocía bien los escritos de Sexto Empíri c o . ·1
metafís ico y nuevos siste m a s s e proponían c o m o respuesta Finalmente, en 1 624, después de años de trabajar en su o b ra
al desafío escéptico. Y d espués de que nuevos s i stemas,
co m o los de Herbe rt de C h e rb u ry, Jean d e Silhon Y René ' Edward, Lord H erbert d e Cherbury, De Vc¡·itate. trad. Meyrick H. Carré, Bris­
Descartes tuvieron el m is m o destin o d e los anteriores, en­ tol , 1 937 Introd. d e Carré. pp. 1 0- 1 1 . El mejor estudio de H e rbert de Cherbury es
tonces e l escepticismo constructivo pudo ser absorb i d o por el d e Mario Rossi,La Vita. le opere, tempi di Edoardo llerbat di Chirbw¡¡.
i 3 vols ..
Florencia, 1 947.
pp. 561 -563.
la co rri ente principal d e la fi losofía. ' Cf. Lcnoble, Mersenne,
" Gassend i , carta a Elic D i od ati. 29 de agosto de 1 634, en Mcrscnnc, Correspon­
dance. I V , p p . 335-340, y carta a Hcrbcrt de Chcrbury, en Gasscnd i , Opem III.
4 1 1 -4 1 9 .
' Hugo Grocío se re fiere a Sexto en De Jure Be/li Ac Pací.s. trad. Francis W.
Kclscy, Oxford, 1 925, Li bro I , XII. p. 4 2 , Libro II, VII, p . 233. y XXVI1 1 . p. 256.
Hcrbcrt, en su Autobiography, cd. Sidncy Lec, s egunda e d. (Londres, n.d .). p. 1 33,
menciona h a ber mostrado el man uscrito de De Veritatc a Grocio y a Tilcnus. Hay
231
HERBERT DE CHER B U H Y Y J EA N DE S I LBO N 23a
232 HERBERT DE CHER B U HY Y .JEAN DE SILIION
tos (veritas intellectus). La primera clase d e verd a d es a bs o­
maestra (q ue había comenzado e n 1 6 1 7 , d es d e antes de s u
l uta; es " l a cosa tal como e s",' y e s ésta la que estam o s
embaj ada en París) l l e n o d e m i e do y te mblando p o r s u posi­
trata n d o d e conocer p o r medio d e las tre s clases condicio­
ble re cepción, Herbert c reyó ver una s e ü a l de los cielos, y
nales d e verd a d , las que se encuentran m á s en el c o nocedo r
publicó De Veritate . "
Este l i bro em pieza e on un c u a d r o d e l triste estad o d e la
q u e en e l obj eto mismo. Parti endo d e l a i n forma ción q u e
tene �nos so bre como _ n o s p a rece e l obj eto, nuestra tarea
cultura de la época, el caos d e las creencias y e l exceso de
consi ste en d escubrir una n o rma o criteri o por el cual de­
controversias. Hay algu n o s q u e dicen q ue podemos cono­ .
term m a r cuándo n u estra i n form a ción s u bj etiva es con­
form � a 1� verd a d d e la cosa en sí. Lo q ue conocemos por l a s
cerl o todo, y hay q u i e n es d i cen q u e n o podemos conocer
a p � nencias p u e d e ser engañoso c o m o g u í a sobre q ué es e l
nad a. Herbert in sistió en q u e él no pertenecía a ninguna d e
o b,J � to re a l . L a a pariencia, como tal, siempre e s gen uina; e s
estas e scuelas sino que, a ntes bien, sostenía q u e podía co­
nocerse algo. Lo que se n eces ita para reconocer y evaluar el
conocimiento que tenemos es una d e fin ición de la verd ad , ? e c.Ir, a p arece t a l como a parece. Pero n o e s n eces ari amente
mdicacwn _ d e cuál puede s e r la ve rd ad de la cosa misma.!'
u n criterio d e l a verd a d y un método p ara descubrir la
ve rd a d . Cuando haya mos d escubierto todo esto, no tendre­ D e manera s i m i l a r, los conceptos q u e nos forma mos sobre
m os pacienc ia c o n el escep ticism o p orq u e c omprende­ la base d e las experi encias q ue ten emos son enteramente
n uestros Y p u e d en coincidir o corresponder, o no, a las cosas
de � as q u e sup uestamen � e son conceptos. " S i el órgano sen­
re m os que existen ciertas c o ndic i o ne s e n que nue stras fa­
sor! o e s llnperfe
cu ltad es s on capaces d e c o n ocer l os o bj et o s . n
L a primera pr op osición d e D e Veritate e s an unciada au­
_ : t ? , o S I es d e mala calidad, si el e spíritu
esta lleno de preJ U icios engañosos, el concepto q u e d a ente­
daz me nte : "la verd a d e x iste". Nos d ice Herbert: "El único
o bj eto de esta proposición e s aseverar l a existencia d e la rament � vic i a d o . " 1 11 Así, la ú ltima c la se d e verd a d , la ver­
d a d d e l mtelecto , se n ecesita para " d ec i d i r e n vi rtud d e s u
verd a d contra l os imbéciles y los escéptico s." • Habiendo
capacidad innata o s u s Nociones Comunes, si nuestras fa­
ado ptado e sta actitud e n oposición al men saj e d e los no­
c ulta d es s ubj etivas h a n ej ercitado s u s percepciones bien o
mal". 1 1 �or esta norma o criteri o podemos j uzga r s i h ay
veaux Pyrrhoniens, Herbert procedió a mostrar lo q u e es la
c onfo rm i d a d � ntr� la verdad d e la cosa y las verdades subj e­
verd a d , y cómo se la puede alcanzar. Hay c uatro tipos d e
tivas ? e apanencia y concepto y, por tanto, si poseemos
verd ades, l a verd ad d e l as cosas como realmente son e n sí .
mismas (ceritas rei), la verd ad de las cosas como nos parecen .
conocimi ento o bj etivo.
a nosotros (veritas appare,ntiae), y, por últi mo las ve rd a d es Tra baj osame nte. Herbert p r oce d e ent o nces a d etallar '
intel e ctuales, las Nocion es Comunes por las cuales j uzga­ paso a paso, el método para llegar a l as distintas clases d e
mos n uestras verd ades subj etiva s, las apari encias y concep- verdad s u bj etiva o condicional, para reconocer l a s Nocio­
th. Londre s, nes Comunes o n o rmas para evaluar si las verdades s u bj eti­
una nueva edición d e l a Atl l obirigrapll¡¡. editada por J . M. Shu ttlewor
1 976. vas se c o n fo rman a la verdad de las cosas y, por últi m o , para
'' Herbe rt. A tt t obiogmp l!¡¡. edición Lee, pp. 1 33-1 34. y De Veril(!( e. introd
ucción. .
aplicar toda e sta maquinaria a la búsqued a de la verd a d .
p. 1 1 .
" He rbert. De Veri t a t e . pp. 75-80. "Aquello s. pues. q u e el udan tnnto d e todo que Como a todo nivel h ay d i ficultades q u e h an s i d o plante a d a s
a firmnn q ue es i mposi ble conocer algo, no compren den la condic ión por l n cual por l o s e sc épticos, hay q u e h acer una evaluación minuciosa
nuestras fac ultades se ponen ele conformid ad con Jos o bj etos", p. 80.
' /bid .. p. 83. En la edic ión francesa de De la Verité (n. p. 1 639), p. 1 0. est
n frase
" Hcrbert, De Veritate, Cal'l'é, ecl., p . 84.
dice, "No tengo otra i ntención en estn proposici ón q u e a firmar q u e ln \'erd ncl !1/bici .. p. 84.
existe, contra l a impertine ncin e i ns e nsatez ele los escéptico s". El texto latino
d ice "Ex propositio ne istá q uae cont ra i nsanos & Sccpticos institu ítur". D e Veri­
"' /bid., p. 86.
" lbicl., p. 86.
tale. (n. p . 1 656), p. 9.
1
234 HERBERT DE C HERBURY Y J EAN DE S I LHON
1 H EHBERT DE CHEHB LTRY Y J EAN DE SILHON 235
de las condiciones neces arias para precisar tod a clase de
verd a d . Herbert empieza por o frecer cuatro condic iones
¡
J � ntonces nos e n contra m os en pos ic ión d e o btener verd a d e s
que el o bj eto debe satisfacer para ser cognoscible, presen­ ./ I ntelectuales ind iscutibles. La aparie n c i a s e c o n form a 0
tando algunas de é stas como Nociones Comunes, verd ades
innatas o universal mente admitidas. Estas condiciones es­
1 correspond e al obj eto. El concepto se c o n forma o corres­
ponde a la a p a rienc i a . Entonces el intelecto puede llega r al
pecifican que lo q ue va a conocerse d ebe caer dentro de la verd ad e ro c o n o cimiento a cerca d el objeto j uzgan d o s i el
gama y tener las características con que pueden tratar nu es­ con ce pto se r � laciona con la cosa misma. "Es i mportante
tras facultades y capacid ades. Luego, para q u e la aparien­ notar que �1 mtelecto nunca se engaña cuando está p re­
cia del obj eto pueda ser puesta en conform i d a d con el o b­ sente un vb] eto real, o cuando se c u mple c o n las verdad eras
jeto, se esta blece una n ueva serie d e condiciones, e n gran J regl a s de la conform i d ad . Cuando está p resente u n o bj eto
parte basada en el análi sis aristoté l i co d e los medios para 1 real, a u n cuando se tome d e la memoria, y c uando se satisfa­
obtener la verd adera percepción. Se nos o fre cen regl as q u e l cen l a s verdad e ras c o n d i c i on es. sostengo yo que el intelecto
asevera la verd ad h a sta en sueños." 1 s
espe c i fican cuándo el o bj eto está en circ unstancias tales
q ue p odemos o btener una apropiada apariencia o seme­
1i La base d e e sta gra n seguridad d e que puede e o n ocerse

1
j anza de él. Muchos de los casos engañosos de la percepción algo a ce rca d e l m u n d o real es la teo ría d e las Nociones
planteados por los escépti cos pueden expl icarse como de­ Comunes. Por s í solas, nuestras fa c ultades de senti-do y ra­
bidos a la ausencia d e una o m á s d e las condi cionesY zón, por muy bien q u e estén .trabaj ando, se rían i n s u fi c i e n­
Cu and o un apropiad o o bjet o de c on ocim ient o es perci­
bido en estas condiciones, de modo que p ue d e obtenerse 1 tes para gar � ntizarnos alguna \'erd a d ace rca de los o bj etos,
pues excl usiva me nte por estas fa culta d es n unca p o d ríamos
una verd adera aparie n c i a , ento n c e s s o m o s c a paces, en
condiciones especifica bles, de o btener u n ve rdadero con­
j decir s i está bamos � n la situación d escrita por los escépti­
_
cos, VIVI_ end o e n un I l u sorio unh·ers o menta l o. al m enos ' en
cepto de la cosa. Puede suponerse que la a pariencia está uno cuya obj etivi dad nunca podríamos d eterminar o si e s­
"en una precisa confo rmi d ad externa con su original", 1 :1 y tá b a m o s e n p o se s i ó n d e algun a s verd a d es a c e � ca d e l
que aquello que se requ i e re entonces es un m e d i o d e preci­ m u n d o . E l pue nte entre el mundo reve l a d o a nosotros p o r
sar cuándo nu estra idea inte rn a del o bj eto se conforma n u estras fa cultades s u bj etivas y el m u n d o real consiste en
exa ctamente a la verd adera apariencia. Se presentan otra s l as N ? ciones Comunes que nos c apacitan a j uzgar de la
opin i ones d e Aristóteles rel acionadas c o n l as condiciones veracidad d e n uestra visión d el mundo. Po r estas verd a d e s
apropiadas del órgano sensorio y e l métod o a prop i ad o para inn � t � s, " n u estro s espíri � us q ued an capacitados a l lega r a
la formación de concepto s . Esto elimina l as d i fi c ultad e s d e c isiOnes sobre los acontec im iento s q ue o c u rren e n el tea­
planteadas p or los escépti cos b a s a d a s en l a s i deas q u e nos tro del m un d o " . Y sólo med iante su ayud a puede el inte­
formamos d e las cosas cuando hay algún d e fe cto en nuestros l � cto " l l ega r a � e � i d i r si n uestras facultades s u bj etivas
órganos de la sensación y la razón, como la i ctericia q u e tienen un conocimien to preciso de los h e chos". y es em­
influye so bre los colores, o la embriaguez q u e i n fl uye so bre pleándolas c o m o podemos d istingu ir la ve rdad de la men­
nuestros conceptos de las cosas. 1 � tira . Hi
Herbert asevera q ue c u a nd o se sati sfacen l as e o n d i c i o­ ¿ Qué s on est o s tes o r o s, e stas N oci ones C omunes? "Ver­
ncs de la verda dera apariencia y l os verd a de ro s conceptos, d ad e s del intele cto, e ntonces, con ci ertas Nocion es C o m u­
" /bid . . p p . 90-1 00.
n es que se encuentran en tod as las perso n a s normales; l a s
"' / bid . . p. 1 01 .
' 1 lbid., p p . 1 02-104. , ,., luid., p . 1 0 1 .
' " luid . . pp. 1 05- I oo.
HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE S I LHO;-I 237
HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON
tra la teoría d e �e rb e rt están ya previsto s . No hay q u e
236
cuales nociones son, por d e c i rlo a sí, constituyentes d e todo . .
exammar a l o s IdiOtas ni a los l ocos, p u e s l a s Nociones
y se d e rivan de la sabid uría un iversal y están i mp resas en e l
Comunes sólo s e e n c u e ntran en la gen t e norm a l . (Esto,
alma p or l os d ictad o s d e l a naturaleza misma." ' 7 L o q u e n o
d e s d e l u ego, c rea un p roblema que Herb e rt no reconoció '
se conoce con ayuda d e estas ideas i nnatas " no p u e de de­
a saber, ¿ cómo s a bemos q u i é n es normal? Si es por el h ec h o
mostrarse q u e sea verd a d e n sentido estricto". ' H Estas ver­
d e q ue algu ien convi e n e en una Noción Común e ntonces
¿ có m o expre.sa �11os estas verd ades i n natas , para � mpezar? )
dades fundamentales del i ntelecto no pueden ser negadas
más q ue por locos, idi ota s u o tros q u e son incapaces de
D e man era s i m i l ar, q u edan d e scontad os i n fantes y embrio­
nes, porque s � n regu la dos i nconsc i e ntemente por Dios.� a
comprenderlas. Si estamos en n uestro sano j u i c i o tenemos
q ue a c eptarlas, a menos que pre fi ramos la i ncertid u mbre
para s iempre. ' !' La primera prueba, básica, de s i a lgun a Pero, al exa m m a r a l a gente mad u ra y norma l d e tod a s
proposición es una de estas i n d ud ables Nociones Co munes partes, encontramos q u e existen algunas i de a s compartid a s
P o r todos, c o m o la d e q u e h ay una caús a pri m e ra y un propó­
Sito ? n el m un d o . � -� No podemos saber por q u é te nemos estas
es si h a obtenido o no el co nsentimiento un iversal. En este .
caso, n ada podrá convence rnos de su falsed ad. A menos q ue
se acepte esta norma, no h a brá estabili dad en el actual NociOnes Comu nes, así como no pod emos explicar por q u é
torbellino de opiniones c o n ni ctivas en materia de re ligión y te nemos nuestras experiencias sensorias. Todo l o qu e po­
de c i encia. "La masa miserable y aterroriza da no tiene re­ d e mos o bservar e s que las tenemos, y que son un i versales.
fugio , a menos q u e se esta b lezca algún inc onmov i ble fun­ "Todo e l que persistente y tercamente prefiera rechazar
damento de verdad, basado en el a sentimien to un ive rsal, e l estos p rin cipios i ? ual mente podrá tapars e l a s orej as, cerra r
l os OJ OS y desp oJ arse el e t o d a humanidad. " �:.
. � on l a s Noc � o n e s Comunes podem o s llegar a una convic­
c u a l p uedan buscar entre las d ud a s de l a teo logía o d e la
fi l os ofía:·�o Así pues, proclamó Herbert, "p o r tant o , en m i
opinión, d e b e tomarse al Consenti m i e nto un ive rs a l c omo e l cwn, a la certi d u m bre matemática, que ele o tra ma nera n o
podríamos lograr. Quien es tratan el e o btener conocimiento
J� e d i a nte los sentidos externo s no p u eden i r "más allá de l a
pri n c i p io y fin de la teología y l a filosofía". � ' Dios n o s ha
dado provi dencial mente tod a s e stas verdades; por tanto,
son d ignas de fe, además de ser la ú n i ca base que poseemos ca .scara extern a de las cosas", y l o m i smo podrían "tomar
ali mentos por l a s orej as".�n Pero n u estras ideas in natas
n � estro i nsti nto natu ra l , nuestras Nociones Comunes n o �
para o btener el conocimie nto del mundo rea l.
Vari os pasajes parecen i n d i c a r q u e e l esquema d e Her­
o f recen una base para alcan zar la certid u mbre. Nuestro
r � zon ami ento l ógico y nuestra inte rpretac i ó n de la expe­
bert para descubrir las verd ades q u e son un iversal mente
a ceptadas es la simple inspección empírica. Para encontrar .
la Noción Común de Ley, nos d ice, hemos de investigar y n encw como fue n te el e información a cerca d el mundo real
desc u brir aquellas leyes " q u e son ap robadas por todo e l ti enen como fun d a me n tos e stos pri n cipios, y estos princi­
. son tan fun d a mentales que no es posible cl uclar cl e ello s
pios
mundo".�� Los argumentos q u e Locke había de emplear con-
s i n destru ir toda posi b i l i d a d d e con o c i miento. Así, nos d i ce
1 7 l biri . •p. 1 06. Herbert, "estas Nociones ej ercen u n a autoridad tan pro-
p. 1 15.
1 1' l bid., p. 1 1 6.
" l bid . .
1 1 9 Y 1 25. Véase .Jo h n Lockc. �\ 11 Essa¡¡ Co11cerui11g H u m a n Ull dc¡·s­
..
"' !bid .. p p .
"' lbid., p. 1 17. tmulmu. en \Vorks of.Jolm Locke. 1 1 a . ed . . Londres. 1 812. Vol. l. Li bro I . c a ¡J 2 ¡Jp .
" l bid., p. 1 18. 1 3-32.
" lbid., p. 1 2 1 . Véase también pp. 1 19 y 1 39 donde H c rbcrt a firma, "En conse­ " Herbert. De Vrri t a t c . p. 1 26.
cuencia, tomo el criterio básico d e l I nstinto Natural, como consenso u n i versal , ;, 1 /J i d . . p . 1 3 1 .
(dej a ndo a parte a las personas q u e está n fuera de s u ju icio, o son mentalmente
incap aces)".
.
, , , /bid . p. 135.
238 HERBERT DE CHERBURY Y J EAN DE SILHON HERBERT D E C HERBURY Y JEAN DE SILHON 239

fun d a q ue cualesquiera q u e dud ase de e l l as trastornaría �


e � t loco Y � u i é � ? o l o está, sin com eter peti ción d e pri n c i­
todo el orden natura l y se despoj arí a de su humanid ad. No P I O . . A u n S I p u diesemos aceptar l a a firm ac i ón d e q u e h ay
es posible d isputar estos principios. Mientras se les en­ NociOnes C o m u � es. q u e tod o el m undo acepta, p odríamos
tien da, es i mposible negarlos". 2 7 p erma n e cer escepti c o s ante e l esq uema general de Herbert
S i n profundizar más e n l a e omplicada te o ría de Herbert a cerc a del conocimiento o bj etivo. ¿ Por q u é lo q ue tod os
de Cherbury, podemos verla como u n inte nto de respuesta a ceptamos ha d e ser d e c i s ivo para d escu brir cómo es e l
al pro blema del conocimiento planteado por los escé pticos, mundo re � l ? A u n s i p u d i ésemos establecer n orma s fid e di g­
que contiene un método e l abora d o para e stablecer apa­ n a s para J u zgar l a precisión d e l o s d atos (aunque tambi é n
riencias y con ceptos precisos o ciertos, y q u e luego ofrece podemos d u d a r d e q u e l a s condiciones d e Herbert s e a n l a s
las Nociones Comunes como la norma, larga mente buscada, adec � � d a s), y � i tuvi é s e mo � c onceptos aprop iados (aun q u e
para j uzgar la verdad de nuestra información más fid �­ tam b 1 e n podn amos c u e stio n ar q u e las a firmac i o nes d e
digna. Tod a persona norm a l p osee la norma, o la regla de fe. Herbert son l a s correctas), y aun c u a n do todo s estuviésemos
(Si n o está consciente de e l l o, puede enc ontra rla, d escrita y d e acuerdo en cómo aplicarl as, ¿ q ué nos reve l a rí a esto
codifi cada, en De Ve1·itate.) Por tanto, todo l o que tenemos a c erca de l a verdad d e l a s cosas e n sí m i smas? Cuand o
q ue h acer es, primero, asegurarnos d e q ue se s atisfacen las Herbert apela. a nue stro sentimiento d e c e rtid u mbre y a
cond i ciones apropiadas de percepción y formación de con­ nuestra necesidad d e a ceptar su e s q uema s i quere mos te­
cept os, y l ueg o emplear la apropiada N oción C o mún o ner algú.n conocimiento rea l , come te petic i ó n de p rincipio.
N oc i o nes, obteniend o así u n c on ocimient o q u e está en Y aun S I esta m o s de a cuerdo con s u teoría acerca d e las
c o nformidad c on l a c osa misma. P o r tant o, aunque t odas verd a d e s de a p � ri e n c i a , l a s \'e r d a d e s d e co n c e p t o s y
nuestras id eas s on subjetivas, ten e m o s una n orma p or las verd ades d e mtelecto, a ú n no podemos sabe r s i pue­
la c u a l j uzgar c uánd o tienen una re ferencia o bj etiva, y así d e haber al �un as verd ades d e cosas. Y mientras n o poda­
p od e m os descubrir algun a s verd a des auténticas. La re­ mos deter f!lu � ar estas últimas, ¿ c ó m o hemos de s a ber s i
gla de fe q ue da garantizada p or su universali dad y p or l a l o s procedimientos p ropuestos por Herbert culminan e n
c onvicción de certidumbre q u e implanta e n n os otros, así e l d e s c u b ri m i e n to d e l c o n o c i m i e n t o g e n u i n o a c e r c a
c om o p or e l hech o de que t o d o c uesti onamiento d e la d e l mundo rea l ?
norma te ndría co nsecuen c i as d e sa stro sas, d e struye ndo . Aun q u e e l antídoto d e Herbert d e Cherbury a l escepti­
l a po sibilidad misma de ,tod o conocimie nto o bj � tivo . c Ismo parece q ue fue b i e n rec i bido en su época,28 fue some­
Este nuevo sistema p ara e nfrentarse a l a cnse pyTrho­ _
tido a d � vasta d o ras crític � s, mucho antes de Locke, por
nienne queda o bvia mente expuesto a o bjeciones escépticas ?ass � n d i _Y Descartes. E l pnmero l o atacó como dogmatismo
casi a todo nivel. Puede d u d ars e, y se ha dudado, de que m d : te� d i bl e � u e en real i d a d no h a b í a lograd o vencer a l o s
existan algunas Nociones Comunes, algunos principios so­ escepticos ; m i e � tras q u e e l ú ltimo l o atacó p o r consi dera rl o
bre los que h aya consenso universal. Los antiguos p irróni­ u �1 d ogmatismo m a d e c u a d o q u e no l ograba refutar al pirro­
cos trataron de mostrar que tod a creencia fun d a me ntal, sea msmo por no h a be rse e n fren tado al p roblema fund amental
en lógica, metafísica, ciencia, ética, etc., ha sido refutada en c uestió n .
por algu ien. Herbert bien puede desdeñar esto afirmando Hasta nosotros han l lega d o dos versiones d e las o bj e c io ­
que sus impugnadores d e b ieron de e sta r locos. Pero esto nes d e Gassen d i , u n a d e ellas, u n a c a rta bastante cortés a
plantea otro problema escépti co : ¿Cómo s a bemos q uién
'" Gassen d i i n fo rmó q u e el Papa tenía una alta opinión d e ello. Véase la c a rta
" I bid., p . 1 40. d e Gassend i a Diodati, en Mersenne, Correspondance, IV, p. 336.
240 HERBERT DE HERBU RY Y JEAN DE SILHON H E RBERT DE CHERBURY Y JEAN DE S ILHON 241
Herbert, que n u nc a le envió, en q u e p lantea algu n a s cues­ s ano ni completo", y cada quien cre e rá esto sobre l a base d e
tiones básicas; y la otra, e s c rita a su a m igo c o m ú n , D i o d ati, sus propias verdades d e intelecto. A s í pues, todos l legarán a
q u e contiene una a i rada d en u n c i a . La s egu n d a p a rece re­ u n c a l l ej ó n si n salida, p u esto que c a d a q u i e n pens a rá , n atu­
pre se ntar la verdadera o p i n i ó n q u e Gassend i tenía d el ral mente, q u e tiene l a razón, y ape l a rá a l a s mismas n orm a s
nuevo sistema filosófico d e Herbert p ara e n frentarse al i ntern a s . No tendrá n un c riterio para d eterm inar c u á ­
desafío escéptico, a saber, q u e este esquema no e ra más que les serán l a s o p i n i o n e s correctas, p ues, " ¿ Q uién será j ue z
un l a berinto d e confusiones que n o l ogra ba n a d a . Primero, d e ello y podrá pro b a r q ue tiene e l d erec h o d e n o ser con­
Gassen d i se mostró e scand al izado de q u e ta nta gente, i n­ sidera d o como parte d e n i nguno d e los bandos en p u g­
cluso e l Papa, hubiese elogiado e l De Veritate. (Pero, como n a ? ":1 1
veremos pronto, Gassendi, e n s u carta a Herbert, a p i l ó ex­ Mientras existan d e s acuerdos prácticamente respecto a
travagantes cumplidos al a utor y a s u l i bro.) La verd a d q ue tod o tem a , el mismo problema escéptico q u e había surgido
Herbert afirmaba haber d e s c u b ie rto fue declara d a d esco­ d urante l a Refo rma viciará también l a fil o s o fía de Herb e rt.
noc i d a e i ncognosc i ble por Gassendi. Sin saber l o q ue la Cada i n di v i d u o puede e ncontrar s u bj etiva mente l a verda d
verd a d real mente es, pue d e d i scern irse que Herbert no d e l a s cosas, d e acuerd o c o n las n ormas que l leva den­
la h a encontrado y no h a contestado a los escépticos. Así
tro de sí; pero, ¿quién h a de juzgar la verd a d cuando d i feren­
como podemos saber q ue e l rey n o está n i e n A i x n i e n Mar­
tes personas e stán en desacuerdo y cada u n a está subjeti­
sella sin saber defin itivamente d ón d e e stá, podemos ver
que l� ay algo errado en los e s q u e m a s de Herbert, s i n necesi­ vamente conve n c i d a ? Herbert i n s i stió en que h abía un
dad de tener un co ntra dogmatismo p ara s ustituirlo.2 !J Todo a cuerdo unive rs a l sobre c i e rtas c uestiones básicas, salvo
lo q u e podemos d e c i r del nuevo s i ste ma e s q ue "no es para i d i otas, n i ñ os en primera infan cia, etc. Pero, entonces,
más q ue una e spec ie d e d ialéctica q ue bien puede tener ¿ quién o qué p uede ser e l j uez de la cord u ra , la salud men­
sus ventaj as, pero q ue n o nos i m p ide h ac er, si q ueremos, tal, la mad urez menta l , s i cada uno d e los bandos e n pugna
otros c ien esquemas de valor s i m i lar, y q ui z á de mayo r afi rma poseer estas c u alidades ? Por tanto, concluyó Gas­
valor".:w sendi, e l esquema de Herbert era i n c apaz de d eterminar l a s
Habiendo hecho e stos c o m e ntarios, Gasse n d i formuló verd a d e s d e l a naturaleza, p ues esta ba b a s ado e n una n o r­
entonces, brevemente, u n a d i ficultad escéptica que, en su m a tan d é b il e i nconstante como e l instinto natural o l a
opinión, red ucía a nada todos los esfuerzos d e Herb ert de convi c c i ó n i n te rna.:1 2
Cherb ury. Segú n su esque·ma, el criterio o n orma de verdad L a otra carta de Gassendi, d irigid a al prop i o aut o r, d es a­
es e l i nstinto natural y n u e stras facultades i n te ri ore s (las rrolla e n forma mucho más elabora d a y gen eral una especi e
Noc i ones Comunes), por l a s q u e c a d a uno d e nosotro s p ue d e d e crític a s i m i la r. D ice, e n e fecto, q ue Herbert n o h a refu­
j uzgar de la verdadera naturaleza d e l a s c o s a s . � e.ro, s i esto tado el escepti c ismo, y q ue p ueden plantearse di fic ultades
es así, ¿ cómo explicar "la gran d i vers i d a d de o pmwnes q u � escépticas q ue socaven el valor d e s u complejo esquema.
se h a n encontrado casi respecto a todo ? " C a d a persona e sta Después d e e l ogiar desmesuradamente al autor, llamán­
conve ncida por su propio i nstinto n atura l y sus fac u ltades dolo "tesoro d e Inglaterra", s u rgido p ara suceder a Francis
i nteriores. Si se vale d e los med ios de Herbert p ara expl icar Bacon, Gassend i mostró q u e una vez establecida l a tradi­
l a d i screpanc i a , c a d a q u ie n d e c l arará q u e e l o tro "no es c ional d i stinción escépti c a e ntre la verdad d e las cosas e n s í

p p . 330-337. p . 337.
p. 337.
'" /bid.,
p. 338.
'" !bid.,
"" /bid., " 2 /bid.,

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242 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON HERBERT DE CHERBt:RY Y JEAN DE SILHON 243
y l a verd ad d e las apariencias, entonces el esquema d e Descartes y l a de Herbert fu e q u e este último estab a tra­
Herbert n o ayudaría ni e n l o mín i m o a e.xtender n u : st.ro co­ tando d e d e s cu brir lo q ue es la verd a d , mient ras q u e el
nocim iento de l as apariencias a l a realidad. De lo umco d e primero insistía en q u e n unca h abía ten ido n i nguna d u d a
q u e tenemos conciencia es d e cómo parecen l as � osa s , q u <: o d i fi c ultad a este respecto , porq u e la verdad "es u n a n o­
l a m i e l parece dulce y el fuego caliente. Tratar d e Ir mas_ alla
ción tan tra s cend ental mente c l a ra q u e es i mpos i b l e no
del c o nocim iento de e stas apariencias e s exhibir una m al­ conocerla". a 4
hadada propensión mental porque, h asta a hora, sólo Dios E l problema fun d amental del enfo q u e de Herbert, tal
conoce la verdadera naturaleza d e las cosas. Tod a la ma­ como lo veí a Descartes, era q u e si no c onoc í a mos d e an­
q u i n aria del D e Veritate n o nos revela la verda d en su pure z� tem a n o lo q u e es la verd ad, n o tend ríamos manera d e
sino que, antes bien, sólo muestra � � s acerc a de las condi­ apre nderlo. ¿ Por q ué h a bíamos d e aceptar l o s resultados
c i o n es en q u e se nos aparece, cond iciOnes en q u e podemos d e Descartes a m enos q u e estuviésemos seguros de q u e
o btener u n conocimiento adecuado y útil acerca d e la expe­ era n ciertos ? Si p u d iéramos decir q ue e ran ciertos , ten­
rie ncia, pero no las cond iciones � n � u : des.c u br� mos l a � o drí a m os q u e conocer ya lo que e ra l a verdad p a ra recono­
condic ion ada veritais 1·ei. Como lo mdico a Dwdah, la teona cer q u e el e s q uema de De Veritate era u n méto d o para me­
de las Nociones Comunes re almente n o re suelve nada, ya dir o descubrir la verd a d . El problema así plantea d o es
que, ante t od o , n o hay un acuerd o u niversal s o bre l o � similar al d e l Menón de Platón y al de una de las críticas
problemas, y, en segund o l ugar, n o tenem os n orm a s 11 1 hec h as a la "vía de examen" c a lvin ista : ¿ Có m o pod e mos
.
criteri os para determinar de q �ién serán las N o c I O nes encontra r l a verda d por medio de un conj unto de opera­
C o m u n es q u e p u e d a n s e r m e d i d a o regl a de ve rd a d . ci ones, a m en os q u e sepa m os q u é estam os buscand o?as El
Por e o nsiguiente, sigue e n p i e l a c risis escéptica, Y t o d o único conoci miento q u e podemos o btener en este terreno
l o q ue p od e m o s h acer e s buscar las verdades d e a p a­ es el e mpleo de l a pala bra ; c ó m o se usa en francés el
riencia olvidá n d o n os d e l gran d i os o esquema d e Herbert término verité. Pero ninguna definición n os ayuda a cono­
acerca d e tip os d e verdad, e ondici ones d e verdad, N o c i � ­ cer l a naturaleza d e la verdad. E sta n oción, como varias
nes C omunes, etc., q u e n o n os ayudan en nada a descubnr o tras i d e a s fun d a m entales, como figura, tamaño, m ovi­
cuánd 0 n uestra experiencia y n uestros e onceptos se re- miento, lugar y tiempo, sólo pueden conocerse por intui­
l ac i o nan o se e onforman al mund o real.=�=� ción. Si intentamos d e fi n irl a s "las o s cu recemos, h asta
.
O tra crítica p osiblen1ente más incisiva del De Ventate confu n d i rn o s por compl eto". El hombre que camina por
fue expresada por René Descartes quien, en contraste c o n una h a bitación comprend e lo que es el movimiento m ej o r
Gassendi veía con oj os m uy favorables s u o bj etivo d e re­ q u e l a pers o n a que aprende l a d efini c i ó n e n u n libro d e
futar el � scepticismo y, por tanto, estaba m á s consciente texto. A s í , s u pu estamente, oc urre a l a verdad. E l hombre
d e su falla fundamental. Mersenne había enviado a Des­ q ue h a experi mentado o h a conocido u n a verd ad puede
cartes un eje mplar del l i bro d e Herbert e n 1 639, Y re cibió comprender el pro bl ema d el con ocimiento mej or que l a
u n a c rítica detallada d e la obra. El l ibro, o bservó Descar­ persona q u e t rata d e establecer un grup o d e definiciones
tes , trata d e "un tema e n e l q u e yo he trabaj ado toda m i y pro cedimientos p a ra descubrir una verd ad . Herb e rt t e-
vid a", pero "sigue u n camino m uy d istinto d e l q u e y o h e
seguido". El básico p unto d e d i ferencia e ntre l a o bra d e '" Re n é Descartes, carta a 111 e rsenne. 1 6 d e octubre de 1 639, en Descartes,
Oeuvres, editada por Adam-Tannery, Vol. II, pp. 596-597.
" " Carta d e Gassend i a Herbert, Gassendi, Opem, III. p. 4 1 1 Y ss. "'' !bid., p. 597. Compárense con el Me11óll de Platón y c o n los artíc ulos de Bayle
Nicolle, Re m. C. y Pellisson, Re m. D & E. en el Díctiomwire.
244 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON HERBERT DE CHERB URY Y JEAN DE SILHON 245
n í a muchos a paratos de m e d i ción, pero no po ? í a � a be r rea l i d a d cond ucía a u n a esp e c i e de e sceptic i smo ya q ue ,
l o q ue med í a . D e sc artes c o m e n z ó c o n l a conc i e n c i a d e en realidad, no h abía un acuerdo universal e n n a d a . Des­
u n a verd ad ' y c o nstruyó s u m e d i d a d e l a verd a d a par­ cartes vio q ue H e rbert h abía p artid o de una base falsa y
tir d e ella. Herbert podía tene r u n c ri te rio, pero no P ? ­ ofrecía un criterio i n a d ecuad o . Para d errotar el escepti­
d í a d ecir s i e ra e l criterio d e l a verd a d . Descartes pose1a c i s m o d eb emos saber lo que e s la verdad, y no buscarla
un a verd ad, e l cogito, p ara poner a p ru e b a con e l l a s u por un conj unto de procedi m ientos c uya relación con la
criterio. atl búsqueda n o puede d etermin a rse. Y también hemos d e
E n cuanto al pro p i o c rite ri o d e Herbert, Descartes l o poseer un criteri o de verdad q ue no p ueda confu n d i r l o
encontró exp uesto a una grave o bj eción. Herbert "toma e l verdad ero con lo falso o l o d u d o so.
consenti m i ento u n i vers a l c o m o regla d e sus verd a des". S i Herbert n o h a bía o freci d o una s ol ución s atisfact oria
Pero mucha gente ("por ejemplo, todo s l o s que conoce­ .a la crise pyrrhonienne, o tros s e mostraron d is puestos a in­
mos") pueden convenir en los m ismos e rrores, por l o q u e tentarlo. D o s aüos d espués de la prim e ra publicación del
el c o n senti m i ento universal, n o e s forma fi d e d igna. L a re­ De Veritate, Jean d e Silhon, extra üa figura ecléctica, entró
gla d e verdad de Descartes, la ley n atural, es l a m isma e n en l a liza. E ra uno de los j óvenes brillantes q ue h a b ían
t o d o s l os h o m bres, y s i l a e m p l e a n c o nvendrá n t od o s ayu d a d o a R i c h e l i e u y a M a z a rino a e d i fi c a r la n u eva
en l a s mismas verd ades. Per o e o m o p ráctica mente nadie s e Fra n c i a , y e ra amigo de René D escartes, de Guez de Bal­
vale d e s u luz n atural, res ulta muy pro bable q u e mucho zac y de m uchos de q uienes e staban combatiendo a los
de l o que la gente cree h oy sea d udoso o e rróneo, y q u e monstruos que amenazaban a l a religión. La respuesta de
algunas verdades q ue p u e de n conocerse nunca h ayan s i d o S i l h o n al e sceptic ismo a pareció como parte de un extenso
reconocidas o pensadas.n A d e m á s , e l insti nto natural, q u e programa a p ologético, en contra de un enemigo que es­
Herbert e mpleó c o m o fue nte fund amental d e las Nociones ta ba ya a l a s puertas, contra el ateísmo que le rod e a b a . La
Comunes, no necesariamente e s buena guia q u e debamos resp uesta d e Silhon es i nteres ante no sólo por su lugar en
seguir. La parte de nuestra inclinación natural q ue se de­ la h i storia del contraataque a los nouveaux Pyrrhoniens,
riva de nuestra naturaleza corpórea o animal puede ser sino tam b i é n por ciertas notables semej anza s con el pen­
engañosa, mientra s que sólo es d igno de confianza el i ns­ samiento de Descartes, así como por alguna s ideas que
tinto natural, q u e es la l u z n atural. a8 Así pues, la n orma Pasc a l acaso tom a ra de él.
i ntro d u c i d a por Herbert, b a s a d a en el c o n s e n ti m i e n to C o m o mej or puede e ntend e rs e e l p l an gen eral de la
común del i nstinto n at u ral puede d a r malos resultados. o bra d e S i l h on es dentro del m ovimie nto apologético de
Son prevalecientes los e rrores universales, y nuestras n a­ su época. En todas partes hay q uienes d u d an de la verda­
tura lezas animales pueden l levarnos a creer todo tipo d e dera religión. Para d efender la fe, no b a sta con señal ar lo
cosas q u e pueden o n o ser ciertas. q u e D i os req u iere que cream o s . Antes hay q u e esta ble­
Desde d os l ad os d i stint os, e l del escéptic o mitigad o y cer q u e existe un Di os y que p os eem os qn alma inm o rtal.
el d e l dogmático completo, l a respu t: sta de Herbert d e Per o antes de p oder llegar a e stas verd a des básicas, hay
Cherbury al escepticismo resultó fal l i d a . Gassendi vio . q u e que e l i m i n a r una de las causas d e l a irreligi ó n : el escep­
el n uevo esquema no descubría la verd a d de l as cosas y e n ticism o . L o s pirrónic os n i egan l a p osi bilidad misma del
c on oc i mient o ; p or tant o, ante s d e p oder c o n ocer las d os
"" Descartes, carta a Mersenne, 16 de octubre de 1639, OeuvTes, A. T. II, p. 597. verd a d e s b á sicas d e l a religión, hay q u e m o strar q u e es
"' !bid.,
pp. 597-598.
"" !bid.,
p. 599. p os i b l e el c o n ocimiento en gen eral, y lueg o , q ue p ue d e
,,
246 HERBER T DE CHERB UHY Y JEAN DE SILHON
H ERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON 247
a l c a n zars e este e on o c i m i e n t o e n p a rti c u l a r . A s í p u e s , Charron. Al principio, en su Discours Premie1·, S i l hon atacó
sól o p uede alcanz arse l a meta a p ol ogétic a d e s p u é s d e la opinión, a cepta d a h asta por algunos cristianos, de q ue
refuta rau e l pirron ism o d e M ontaigne .4 0 n o h ay c i e n c i a d e n a d a , y d e q u e es lícito dudar de todo.
Antes d e exami nar l a res p u e st a d e S i l h o n a l p irro­ Los cristian o s tienen las Escrituras q u e les i n forman d e
nismo , deseo añadir unas c uantas p a la bras , como p a rén­ cosas visibles que p ueden cond u c i r a verdades i nvis i b l e s,
tesis ' acerc a de la extrañ a interpr etación. o fre. c i d a por.. el y les i n d ican q u e , por tanto, no d eb en ser escépticos. Y l os
célebr e sab i o francé s F ortuna t Strows k1, q me n ac uso a fi l ó s o fo s c o nocen " prop osiciones y má ximas i nvesti d as
c on tanta c l a ridad y q u e l levan e n s í mismas tanta evi d en­
S i l h o n de ser un l i brep e n s a d o r como N a u d é . E l ú n ico
elem ento apolog éti co q u e Strow ski pudo percib ir fue q u e c i a que al m i s mo tiempo q u e se concib e n qued amos con­
venc i d o s de e llas, y e s i mposible que e xi sta un entend i­
S i l h o n estaba hacien do l a a pologí a de l a polític a d e s u pa­
trón el carden al Richel i e u . Str owsky clasifi c ó a S i l h on mie nto q ue p u d ie ra rech azarlas".42 Como ejemplos d e ta­
entr� 1 os pe ores vill an o s de la é p oca p orqu e , d ij o , en pri­ les verd ades o freció Silhon "todo es, o no es. Que todo l o
q u e tiene ser o bien l o tom a d e s í mismo o lo h a rec i b i d o
mer l ugar, Silh on era un " escrit or me di ocre" (l o c u a l , aun­
d e otro. Que e l tod o es mayor q u e s u s p artes, etc.". 43 D e
que es c iert o , n o muestr a q ue fue ra insince ro) y, e n segun­
d o, que era un plagiar i o, que se r obaba ideas de la.s o bras a q u í p o d e m o s s a c a r i n fere ncias.
inéd itas de Descartes ("Silho n lo saquea desvergo nzada­ El p i rrón i c o , si a ú n n o está e o nven c i d o, o bien s a be
mente "). Pe ro, aun si esto fuera cierto, n o resulta ría gran q u e n o puede h a be r ciencia, y por tanto p osee u n a ciencia
prue b a de libertinage. Ademá s, como veremo s, e xi ste u n a consistente e n esta verd ad , o no sabe que no puede h a b e r
grave d ificulta d al determ i n ar s i S i l h o n o Descartes es e l c ienci a , y por tanto n o tie n e razón para h acer e s t a afirma­
respon sable de s u s i d e a s comun es. Sea c o m o fue re , n a d a ción. " En c u a nto a esta cadena y ri stra de dudas del señor
del texto de Silhon ni lo q u e sabemo s d e é l i n d i c a q u e e n Montaigne e n favor del p i rronism o, logra lo contrario de
re alidad estuvie se en c on tra d e l a causa a po logétic a, o l o q ue se pro ponía, y deseando p ro bar q u e n o hay cono­
que fuese indifere nte a e l l a ; s i n o , antes b i e n , q u e a su cimiento para humillar l a van i d a d que a men u d o inspi ra
pro p i a , d é b i l man era, e s t a b a trata n d o de c o n t e n e r l a é ste e n nosotro s , h a ce nuestro entendim i e nto capaz d e un
marea del escept icismo y l a irrelig ión.41 pr ogre s o infi n i t o de acci ones."44 El últim o punt o plan­
La c ampañ a de Silh o n c omenz ó e n 1 626 c on la public a­ teado p o r S i l h on era s i m i l ar a uno de Herbert, a saber, e l
ción d e su o bra Les Deux Yeritez , título q u e rec uerda l a de apelar a la n aturalidad d e nuestras capacidades razona­
d oras, a nuestra inclinación natural a aceptar l a rac i o­
"" 1\'lonta igne siempre es e l v i l l a no en los a n á lisis que hace Silhon del escep­ n a l i d a d . Sup o n i end o que estas tendencias han si d o im­
ticismo. En su primera obra también había hecho comentar ios m alignos acerca plantadas en n os otr o s p or la Naturale z a , ¿, hab rían s i d o
de Charrun. pero se d isculpó por e l l o en l a h oj a de erratas Les Deux
de su obra
Veritez de Sil/ton. L'une de Dieu, et sa Providenc e. L'aut1·e de l'Immortalíté de l'Ame, implantadas en n os otros si n o n os c onduj e ran a la verd ad ? ·'"
París, 1626, donde dijo: "Alguna s personas respetabl es han tomado a mal que yo En s u pri m er esfuerz o p or \'encer a 1 o s pirrónic os, Sil­
censurara un poco a Charron en Introd ucción a la Segunda Verdad. Lo siento, Y hon q uedó lej o s de s u o bj etivo: o bien cometió p etición d e
deseoso de que nadie se ofend i era por mis escritos, yo h a bría e l i m i nado l a
causa s i ello Ilu Diera estado en m i p oder." C f. Boase.
Fortunes of Monwigne, pp. principio, o bien perdió d e vista e l argumento principal.
165-166. E l pirrónico n o estaba cuestiona n d o que alguna s proposi-
·'"Acerca del plan apologétic o general d e Silhon, veáse Ernest Jovy, Pascal et
Silhon (Études pascaliennes Il), París, 1927, pp. 9-16;Libertina.ge
Julien Eym a rd d 'Angers, . , Jcan de Silhon, Les Deux Ve1·i tez, p . 16.
Pascal et ses Précurseurs, París, 1954, p. 86; y Pintard, Pascal et, pp. 67-68. "'/bid., 16-17.
pp.
" Para la interpret ación de Strowski, véase su obra son Temps, 3a. " !bid., 18.
p.
Parte, pp. 282-286. " !bid., 18-20.
pp.

1
h
HERBERT D E CHERB URY Y JEAN DE SILHON 249
248 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

ciones parezcan ciertas, sino q u e tengamos la eviden c i a medio d e l ? s s enti?os.4l� Por tanto , "si los cri stianos q ue
adecuada de que lo son. Estab a tratan d o d e evitar la a fi r­ han p :otegido el p irromsmo hubiesen p revisto las conse­
mación positiva de q u e n ad a puede c o nocerse, y e n cam­ cuen �I :s d _e � ste error, no �udo d e que lo habría n a bando­
nad � . 0 NI siqmera _ Monta1gne, s ugiere S ilhon, realmente
bio suspendía el juicio sobre l a cuestión. Y por ú ltimo , e l
pirrónico fácilme nte podía cuestionar l a suposición d e creyo por completo en el p i rron ismo, sino que sólo esta ba
Silhon d e que nuestras facultades son resultado d e una atacando la p resunción d e la gente que trataba d e razonar
benévola Natura, y q u e , p o r tanto, se puede confiar e n en exceso. 5 1
ellas. . �1- ataque a l pirr o nism o q u e m ostrará que "ésta es u n a
VISI
Después d e este ataq u e inicial c ontra el pirr o nism o , ? n �xtravagante, y un error i nsoportable e n la razón
Silhon empe zó a ver q ue s u a rgumento acaso n o fuese ordmana, Y c ontrario a la expe riencia " 52 comienza c o n
adecuado para la tare a d e derrotar e l escepticismo, s i su u n a exte � sa � ersión d e l a rgumento d e q � e a severar q u e
no hay c��ncu:: de nada es algo q u e lleva en s í su propia
op o n ente realmente estaba determi n ad o . Así pues, en destrucc10n. �I ?e s a be que esto es cierto, entonces tene­
su segund o libro d e 1634, De l'I mnwrtalité d e l'Ame, o frece mos un conocimiento, y si no, entonces, ¿ por qué hemos de
un a rgumento mucho más profundo e .i nteresante, q ue re­ suponer q u� la ignoranc i a es la medida o regla de tod a s
flej a, quizá, su conocimiento del j oven René Descartes, ·H> o la � cosas? S I l a proposición "No hay ciencia d e nada" e s
p o s i blemente d e a lgú n p i rró n i co t a n agu d o c o m o La e�Idente o d emostrable, entonces hay a l menos una c ien­
Mothe Le VayerY Después de dedicar cien páginas a la Cia, a saber, la que contiene este verd adero principi0. s a
teoría maquiavélica de que la doctri n a d e l a i nmortalida d E� este punto, después d e volver a un terreno y a trillado,
se i nventó por razones p olític as e n su Discours Second S 1 l h o n o bs ervó q u e Mo n t a ig n e n o h a bí a c a í d o e n l a
presenta Silhon u n a Refutación del pirronismo y de las ra­ tran:tp a ! y a q � e e l p i rrón ic o Montaigne era d emasiado
zones que Montaigne presenta para estableceTlo. Su propó­ ·I H
dubitativo e I rresoluto p a ra a firmar s i q uiera q ue n a da
sito, al a n aliza r el escepticismo, fue el m ismo de a ntes : puede � a?erse .. P� r? esta defens a , afirma Silhon, condu ce
para mostrar que Dios existe, y que e l a l m a es inmortal , a una n diCula mfm itud d e dudas sobre s i tenemos la cer­
primero es necesario mostrar q u e es posible el conoci­ teza d e que d e be�os dudar de q u e dud amos, y así infini­
miento. Si hay q u ien duda del conocimiento, e ntonces se tamente. Cualq mera q u e tenga sentido comú n y razón
puede dudar d e que la Revelación p roceda de Dios, y en­ � uede ver _q u e o bien hemos de tener "un conocimiento
tonces se desvanecerá •toda certid umbre. Las dudas que fmal expenmentad o c om o c iert o e infali ble"'' 4 p or el c u al
los e scépticos plantean acerca d e n uestro conocimie nto comprendemos evidente y necesari amente, ya sea que s a­
sensorial son de graves consecuencias p a ra e l cristiano, bemos a lgo, o q ue no lo sabemos, o bien tenemos dud as. y
ya que su conocimiento religioso depende de signos de en este p unto habrá terminado l a defensa de Montaign e .
Dios tales como los milagros de Cristo, q u e se conocen por Per o sup ome? _ d o que el pirronism o sea una o p i n i ó n
·"'Acerca d e l a s rel aciones de Silhon con Descartes, véase Charles Adam, Vie
I,azona ble, consideremos si_ nuestros sen ti dos y nuestro
& Oeuvres de DescaTtes en Descartes, OeuvTes, A. T. XII pp. 463n-466n; Leon Blan­
chet, Les Antécédents llist.oriques du "Je pense. done .ie suis", París, 1920, pp. 34-35. "' Silohn, Immonalité. pp. 103-107.
" Aunque no menc ione a sus contemporáneos, Silhon, como importante fun­ ' " !bid., 107-108.
pp.
cionario del gobierno. probablemente conoció a La Mothe Le Vayer, Naudé y "', !bid., 108.
p.
otros.
De ' , , !bid 108.
p.
'" Silhon. L'Imm ortalité de /'a me.
París, 1634, p. 101.
La Motile Le V ayer ' " !bid.,' 109-112.
pp.
"
también escribió un tratado sobre el tema, con el título de Petit DiscouTs Cln·es­ !bid., 113.
p.
tien de l'Immortalité de /'Ame.
...
250 HERBERT DE CHERBU RY Y JEAN DE SILHON HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON 251
entendimiento son tan débiles y falaces como afi rman los Montaigne: ilusiones, enfermeda d , locura, sueíi.os, y l uego
escépticos. Tenemos, como Silhon l o había a firmado pre­ preguntó si Montaigne tenía razón. 58 Si l a tenía, esto e qui­
viame nte en sus Deux Veritez, principios básicos que, en valdría a una blasfemia, pues negaría la bonda d y compe­
cuanto son presentados a n uestro entendimiento "él los tencia d e nuestro Creador. Debemos c reer en l o fidedigno
comprende y se apodera de e l lo s sin ninguna d i fi c u l­ d e nuestro s s entidos, pues "la confu s i ón es d emasiado
tad",55 por ej emplo, todo es necesario o contingente; el grande para pensar que Dios no supo cómo prevenirla·, y
todo e s mayor q u e sus partes, etc. Sólo l a gente resuelta a sería i nj urioso a Su bondad y c ontrario a los testimonios
negarlo tod o puede negar estas verda des. Los demás po­ infinitos que tenemos d e Su amor pensar q ue n o lo q uiso
demos emplear esto como fundamento para desa rrollar así".511 La sabiduría y la bond a d d e Dios req uieren q u e
l as c iencias.5 6 nuestros sentidos s e a n precisos. Pero, entonces, ¿ c ó m o
Silh on procedió ent onces a desarr ollar la última parte explicar los c asos d e Montaigne? Silhon expli c ó que l a s
de sú respuesta, a partir d e su volumen anterior. La natu­ ilusiones se debían a l mal uso d e . nuestros s entidos, d e
raleza cometería un grave error si poseyésemos esta vio­ acuerd o con e l aná l isis a ristoté l i co. S i l o s sentidos están
lenta inclinación a conocer y el conoc imiento fue ra i mpo­ fun c i on a n d o bien y se l e s e m p l e a en l a s c o n d i c io n es
sible. Nuestras artes y ciencias p ara encontrar la verda d apropiadas, n o fal la rán. Las i l u s iones son, todas ellas,
serían superfluas s i no hubiera verdad. No puede haber "casos fortuitos y raros, c osas a ccidentales a l a vista y
ciencias o a rtes de cosas i mposibles y, por tanto, s i tene­ contra rias a l orden q ue la naturaleza h a implantado p ara
mos ciencias y a rtes, deben tener obj etivos posibles. El Hu
su operación". La razón y una b uena operación sens oria
hecho de que tengamos reglas de lógica para descubrir pueden eliminar tod a posibilidad de engaíi.o c uando per­
verdades y para d i stingui rl a s d e las mentiras parece re­ cibimos un remo d o blado, etc. También puede resolverse
querir cierto conocimiento a partir del cual c onstrui r las fácilmente e l problema de los s ueños. La gente rac i onal
reglas, así como el dibuj a r los mapas del N uevo Mundo puede notar la dife rencia entre e l sueíi.o y la vigilia, y por
req ui rió que éste ya hubiese sido descubierto.5í Así pues, tanto no h ay verd adera difi cultad. C ua ndo d espiertan,
, ,', '
cometiendo petición d e principio, Silhon insistió en que, pueden saber que su experiencia a nterio r fue parte d e un
puesto que te nemos un c riterio que aceptamos c o m o sueíi.o. Lo mismo puede decirse d e las extraíi.as experien­
c ierto ' debemos poseer l a verd ad ; s i n embargo, no v i o q u e cias q u e tiene el hombre cuando está e brio o enfermo. 6 1
el criterio a ú n podía ser negado, a menos que ya conocié­ En este punt o, Silh on anuncia, triunfante, que ha refu­
semos c ierta verdad y pudiésemos mostrar que las normas tado l a afirmación d e que todo nuestro conocimiento es en­
en uso realmente eran las medidas apropiadas para ella. gaii.oso e incierto; pero, posiblemente por sus conversacio­
Después d e est o, Silh on se enfrentó al que e onsideraba nes c on Desca rtes, Silh on c omprendió q u e un escéptic o
"el principal a rgumento de Montaigne", lo e ngaíi.oso de verd a d e r a m e nte d e te r m i n ad o n o q u e daría e o nvenc i ­
nuestros sentidos. S i no hay nada en el intel ecto que no d o p or su supuesta refutación d e M ontaigne. Para satis­
esté primero en los sentidos, y s i los senti d os son falaces o facer a l más renuente d e los pirrónicos, Silhon tuvo q u e
engaíi.osos, entonces todo n uestro razonamiento es inse­ encontrar un a rgumento final, " a q uí está el conocimiento
guro. Silhon enumeró el tipo d e prueba s planteadas por c ierto, e n cualquie r sentid o que se le considere o cuando
' " !bid., p. 153.
,,,, !bid., p. 117 "' !bid., p. 156.
Hll
Jbid., p. 167.
.•

,,,; !bid., pp. 117-122. IH


57 !bid., pp. 123-127. Jbid., pp, 168-176.
HERBERT DE CHERBURY Y J EAN DE SILHON 253
252 HERBERT DE CHERBUR Y Y JEAN DE SILBO N
verdad pa_ra establecer la existencia d e Dios. 6 a Pero n o
se le examine, y d e l q u e e s i mposible q u e d u d e y no esté comprendió p o r qué o cómo esta certid u mbre decisiva re­
seguro un hombre c apaz de reflexión y razón".02 Este co­ " f� � aba el escepticismo, y por tanto no comenzó la revolu­
noc i m iento cierto e s que cada persona puede decirnos 1

cion _ d e l . I? ensamiento que, tres años d espués, l ograría la


que existe, que tiene ser. Aun s i sus sentidos son engaño­ p � bhcac10n d � Descartes . Al derivar el cogito d e una má­
sos y aun si no puede d istingui r las alucinaciones, las x i ma � etafi_ s i c a , q u e nunca h a b í a d e m o st ra d o é l q u e
i magin aciones y los sueños de las experiencias reales, el fuese CI �rta, permitió _ _ a l escéptico dar l a m isma respuesta
hombre no puede engañarse a j uzgar "que existe" y afi r­ que podi a op � ner a todas l as refutaciones del tipo d e S il­
mar "q ue no existe".0a Habiendo presentad o l a que parece _
h � n a l pirronismo. A saber, ¿cómo sabemos que las pre­
una anticipación, o un préstamo d e l a refutación carte­ misas e m p lead � s son ciertas, cómo s abemos que las reglas
siana del escepticismo, Silhon explicó entonces por qué _
d e la logica mide_n l a verdad y la falsedad, que nuestras
un hombre no puede negar s u propia existencia. La expli­ fac ultades sensonales son producto de un Creador bené­
cación indica que ha perdido d e vista por completo la na­ v? lo, que nuestros sentidos son precisos en ciertas con d i­
tura l e z a d e c i siva d e l cogito. S il ho n d e c l a ra q u e D i o s ciOnes, � que todo lo que actúa existe? A menos que S il­
puede hacer algo a partir d e la nada, "pero hacer algo q u e hon p udie se o frec � r pruebas de sus premi sas, el escéptico
no existe, actuar como si exi stiera, implica una contradic­ contmuana _ sostemendo sus d udas. En el mejor de los ca­
ción. Y esto es lo que no tolera l a naturaleza d e las cosas. s ? s, todo lo que Silhon había logrado a l introducir el co­
Esto es lo completamente i mposible".1H gzto era det� � l a r un hecho curioso (aunqu e casi se pierde
Por c onsiguiente, según Silh on, l o innegable de nues­ en la confus10_n d e � texto_ d e Silhon), que parece i mposi ble
tra existencia no se d ebe a la verdad del cogito, q u e es negar l a propi a existencia. Y, sí h abía que reconocer e sto
indud able. Su indudabilidad depende de su derivación de ent� nces hab ��a a l menos una cosa que el escéptico n �
una p retensión metafísica d e que todo lo q u e actúa existe. podia refutar. ' Pero estaba reservado a s u meditabundo
Si yo pensara que yo existía, y sin embargo no existiera, amigo, . René Des : artes, ver las inmensas impli caciones
ésta sería una contradicción de la ley metafísica y, al pa­
recer, ni siquiera Dios puede contradecirla. Hasta en l a
del cogzto �· a p a �t � r d e él, c onstrui r un nuevo dogmatismo.
La teona positiva d el conocimiento, d e Silhon es com­
presentación final del argumento d e Silhon, en su D e la pletamente ecléctic a y no muy i nteresante, salv� por u n
Certitude des Connoissances humaines, de 1 66 1 , después d e par d e elementos que habían d e desempeñar u n papel e n
haber tenido amplia oportunidad de estudiar los escritos � a s luchas c_ ontra e l p i rronismo , espe c i a l me nte e n l a s
de Descartes, siguió d eri'v ando su cogito d e l principio d e Ideas d e Blaise Pascal. Para mantener q u e podemos cono­
q u e o peración o acción s upone existencia, y q u e n i si­ c_e r ve �d_a � es genuinas, Silhon mod i ficó el dicho ari stoté­
quie ra Dios puede hacer que actúe lo que no existe.fi5 lic o, n2h2 l m m.tellectu
_ . .. , manteniendo q u e la verdad i m­
En su respuesta al escepticismo, Silh on parece haber _ _
plica umversales, no particulares sentidos, y que pueden
visto que la verdad o certid umbre d e l a propia existencia alcanza_r� e verd a � es infalibles y c iertas sin ninguna i n­
era significativa y, asimismo, q u e pod í a emplears e esta form � c iOn sen s ona, ya que "nuestros Entendimientos n o
son m tan pobres n i tan estériles como c reen algunos".fiH
112
!bid., p. I 78.
!bid., pp. I 78- I 79.
¡¡:¡

"' !bid., p. I 79. ''" Silhon, Immorlalité , p . I 80; De la Ce11itllde, p . 4 1 .


"'' Silhon, Le Mini.stTe d'Estat. 3a. Parte. De la Certitude des Connoi.ssances hu­ ::: A.cerca d e l cogito de Silhon, véase Blanchet, Antécédents. p p . 34-37.
maines, Amsterdam, I 662, p . 41 (La B i b l i othcque Nationale también. tiene u n a ' S l l hon, Immortalité. p. 1 84.
e d i c i ó n d e su obra de I66I).
254 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

Hay algunos principio s q u e no neces � tan "otra ilumi n a­


1 H ERB ERT DE CHE RBl.RY Y
JEA N DE SIL HON
255
c_u� lqu ier a q u e s � a a p z d e dis
ción p ara ser conoci dos",nn y que nadie puede n egarse a . � � c u rs o rac i ona qu e
consentir. Éstos p ueden aplicarse para ? btener � n mayor
est e li bre d e los p reJ UIC IOs mc ulc ado s por l a edu cacl,ión y
la cos tum bre , y q u e sop e se cui dad
conocimiento por medio d e demonstratwns physzque �, e � ció n . d isp on i ble , l leg ará a las m osa me nte l a info rm a­
que l as conclusiones están rel acionadas con los pnnci­ me di.o de ! a s denwnstmtzon . ism as con clu sio nes por
pios ciertos "por un vínculo indisoluble" � en que .l as con­ s mo ral es. Si, a pes ar d e e sto
alg uie n a u n se p reo cup a por ,
clusiones emanan d e los principios y reciben "la mfl � en­ pue dan ser con vin cen tes per oq ueng e est as dem ost rac i o n es
cia y l a luz d e todos los principio.s de que dependen ' : - · o pren der q u e est e tip o de con oci mie aílo sas , d e berá c om ­
Por desgracia, la clase d e �ertidumbre c ompleta I : sul­ por Dio s, e n Su sa bid urí a y Su bon nto nos ha sid o d ado
tante de demonstrations physzques es sumamente r� I a Y, may orí a de los pro ble ma s a los q ue dad , para res olv er la
por tanto, Silhon introduj o un grado menor. de certidum­ dar de lo con fiab le d e est a cla se de nos enfren tam os. Du ­
bre l a de demostrations morales, para explicar l a m ayor fem ar e ont ra Di os, acu sarl o de permit con oci mie nto es bla s­
parte de lo q ue conocemos. En contraste con la clase de má s rac i ona l de c om p ort am ien t o n os ir que nue stra for ma
conocimiento más cierto, del que no se p u � de dudar, esta nes gra ves e imp ort ant es. •a Y p or ext rav íe en cue sti o­
otra índole es concluyen te, "pero n o ev1dent � m e nte, Y tra t ion s mo ml es s o m os c
me di o de las denwns­
donde el entendimiento no ve con bast� n ! : c landad P ? ra ond uci d o s a la rel igió n cri stia
Si cxa min am o s la i n for ma ció n h istó n a.
no po der dudar de ello n i tomar . _ una lop1mon opuesta
. ll'" SI le dis p on i ble , "de spu és de hab er c ons rica , étic a y bíb lica
viene el deseo, y si alguna paswn lo � eva hacia a I : 11
. w nes �El .
cue sti one s, e n t onc es n o hay ent ide ra d o t oda s e sta s
teria les, auto n d a d es Y o p m e ndi mie
peso d e todos los m a . p oc o de sen ti d o c om ún y que n o sea nt o que ten ga un
produce una convicción e n una demonstratw� morale, pero pas ión , que p ued a i n fer ir algo d isti nto a rra stra d o p or la
nunca produce l'évidence q ue sería necesan.a par� alc a�­ gió n cris tia n a nos ha lleg a do inm edi atad e que sól o la rel i­

_
zar la certidumbre completa. Y como este tipo mas .debil Los j udí os tien en d em asia dos pre j uic me nte d e Dio s". '"
de demostración sólo se forma cuand o se ha examm � do edu cac ión ; los pro tes tan tes son dem asia ios , por cos tum bre y
tod a la i n fo rmación d i sponible, n i ngun a demon�tr?'twn no mira n la evi den cia . Pero qui ene s sondo dis cut ido res y
morale puede entrar en confl � cto con ?� ro con � c i�Iento den ver que sól o el c rist i ani smo est á raz ona ble s p ue­
que ya poseamos. S i h ubiese mforma.c w n conflictiva, n o trations momles, y q u e est os tipo apo yad o e n demons­
podríamos l legar a ninguna concluswn. _ Por tanto, u n a s d e dem ost rac ión son s u­
. fici ent es para j ust ific ar nue stro s a cto s
demonstration morale, aunque n o a bs olutament� C I � rta, revela la verdad e n tod a su firm eza . has ta que Dio s n o s
nos ofrece un tipo d e certidumbre l o bastante fidedign a El últi m o ras go d e la te o ría p o siti \'a de
para d arnos u n conocimient? _ ver� ader? , a menos q ue per pro ble ma d e la dec isió n cua ndo Silh o n trat a del
·
no ten em
zmpossz"ble, toda la informacwn dispomble a nosotros . . de suficie nte par a con str uir uno u otr o tip os info rma ció n
alguna manera p udiese formar p arte d e una consp1rac � o_ n Nu est ra e l e c c i ón s e bas a , a q u í , e n o d e dem ost rac ión .
p a r a descarria rnos, "es i mposible q u e l a Dem�n�tratwn apu est a de Pas cal . S i tan to ''Di os exi alg o similar a l a
Physique nos engañe nunca [ . . . ] Tampoco ocurn ra nunca exi ste" son igu alm ent e dud oso s, y "El alm ste " com o "Di os n o
que falle la Moral". í2 a e s inm orta l " y
"El alm a es mo rtal " son igu alm ente dud
tar por cre er e n las alte rna tiva s rel igio sas oso s, deb em os op­
"" !bid., p. 184. porque , aun q·ue
'" !bid., p. 18�.
7J !bid., p. 189. ..
"' /bid p p . 195· 196.
7t !bid., pp. 193·I94. ,, /bid . . p.
204.
J
¡
256 HERBEHT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON f HERBERT DE CHERBl'RY Y JEAN DE SILHON 257
no sean capaces d e n i nguno d e los dos tipos d e demostra­ comprendió hasta q ué punto habí a fal l a do aquel intento
ción, no hay n ingún riesgo q u e c orre r si resultan falsas. por r.e �utar �l e.scepticismo , pues s e dedicó a responde r a
Pero s i son ciertas, sí hab rí a un riesgo e n la a ltern ativa no �· l a c n � Is esceptica s uponi endo n o el mejor estado d e co­
religiosa. 75 sas, smo :1 peor: q u � n uestras facultades son corrompi­
Silh on c oncluyó indicand o que aunque n o n os guste, d � s, e nganosas y posiblemente o rganizadas por el d emo­
_
_

somos tales que tendremos poco conocimie nto basado e n niO. ' ' Y Pascal, que al parecer a d miró a S ilhon lo bastante
demonstmtions physiques, y no podemos cambiar e ste e s­ para tomar algunas de sus ideas, vio que la posibilidad de
tado d e cosas. Hemos d e vivir n uestras vidas por medio d e refutar al p irronism o d e pendí a del o rigen de nuestra
dernonstmtions rnorales, q u e hacen d e nuestras vid as u n n atural.eza, y� fuese creada p or un Di os buen o, p or un
j uicio, puesto q u e sólo p o r nuestra voluntad, q u e n o s h ace dem o m o ma lign o o p or el azar. Tan sól o si p odíam o s es­
consentir, somos llevados a verd ades importantes como l a tablecer l o prime r o p od ríam o s c onfi a r en n uestras fa­
d ivinidad d e Crist o, la verd a d d e la religión cri stia n a y cultades y, lamentablemente . n o p odíam os hacerl o más
la inm ortalidad del alma. ;¡¡ que p or la fe. •x
La respuesta de Silh on al escepticism o probablemente Au.n . al presenta_r su � m p ortante nueva respuesta al es­
es aún menos satisfactoria que la de Herbert de Cherbury. cepticismo, el cogzto. S1lhon no había c omprendido, o la
Recurrió repetid amente, o bien al hecho d e q u e ciertas fuerza de lo que estaba oponiendo, o el carácter decisivo
cosas se daban por sentadas, o bien a la afirmación de que d e la verdad i nnegable q u e había descubierto. Descartes,
plantear dudas en ciertos p untos equ ivaldrí a a blasfemar e � d o s � a rt.a s_ en que parece hablar acerca del cogito , de
contra la sabiduría y l a bondad d e Dios. Pero el escéptico � I_lhon, md1co lo q u e faltaba allí. Al considerar la suges­
fácilmente podía cuestionar las premisas metafísicas o los twn de que n uestra existencia p u ede e stablecerse por el
argumentos en que había petición de princ ip io, o frecidos hecho de que respi ramos, Descartes insi stió en que nada
por S ilhon, a menos que éste pudiese mostra r q ue tenían m á s que e l hecho de que pen s a mos e s absoluta men te

1
que ser ciertas aquellas proposiciones que ya daba por c ierto. Cual q u ier otra proposición está a bierta a cierta
m
dud a sobre su verd a d . Pero el cogito, indicó Descartes en
sentadas. Hasta podía d u d arse d e las de nwnstrations physi­
ques, o bien n egando l a evidencia de Jos principios e m­ u n a c a rta al marq ués de Newcastle o a S ilhon no es "una
realización d e vuestro rac iocinio, n i una lecci Ó n que vues­
1
pleados como premisas, o bien n egando que realmente
fueran demostrativos. Las denwnstrations nwrales, como tros maestros os han dado", sino, antes bien "vuestro e s­
p íritu la ve, la siente y la toca". No se lleg� al cogito so­
Hn

1
había tenido que reconocer su a utor, no llegaban a la cer­
tidumbre requerida para vencer a los pirrónicos, a menos bre la base de otras p roposiciones que son menos ciertas
Y más expuestas a la duda, sino que se encuentra la ver­
que se aceptaran las o p i niones d e Silhon acerc a de l a
? ad Y l a fue rza del cogito en uno m ismo. S ilhon, en el me­
¡
fuente d e nuestras fac u ltades y la bondad d ivina. Y e n
esto l o s escépticos, desde l o s tiempos m á s antiguos h asta JOr d e los � asos, había visto que el escéptico no podía ne­
los modernos, ya habían planteado d udas suficientes para g� r el cogzto, Y .por tanto no pod ía n ega r que algo e ra
requerir alguna base de la aseveración del orige n d ivino y cierto. Pero n o VIO a q uello que sí e ra cierto ' ni lo que e sto
la garantía de nuestras capacidad es sensoriales y raciona­ podía mostrar.
les. El amigo d e Silhon, René Descartes, evidentemente " Descartes. Meditarions, I , en OetwTes.
A. T. IX. p p . 13-18.
'" Blaise Pascal, Pensées (Ciassiq ucs Garn i e r), núm. 434, p p . 183-184.
''' Ibid., p p . 228-229. Cf. Jovy. Pasea ! e t Silhon,
. pp. 39 y ss. "' Descartes, c arta a Marzo 1638,
•. OctH"res,A. T. II. p p . 37-38.
;o; S i lhon, I m mortalité. pp. 230-232. "'' Desca rtes. carta a •. M arzo o abril 1648, Oeuvres, A. T. V., p. 138.
258 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

Tanto Herbert de Cherb u ry c uant o Jean de Silh on se


esfo rzaro n notablemente elaborando nuevas res puestas a
los nouveaux Py11honiens. Pero a l n o c a ptar tod a la fuerza I X . DESCARTES , CONQUISTADOR
de la crisis escéptica, tampoco lograron ofrecer una solu­ DEL ESCEPTICISMO
ción satisfactoria a ella. El heroico esfue rzo por salvar el
conocimiento humano fue hecho por su gran contemporá­ EN LA réplica de Descartes a l a s obj e ciones del padre
neo, René Descartes, qu ien vio q u e sólo reconociendo la Bourdin, anunció que él e ra el p rime ro de todos los h om­
repercusión plena y total del p i rronismo completo podía
el hombre estar ca pacitado para hacer frente al grave pro­
blema e n c uestión.
1> bres en disipar las dudas de l o s escépticos. 1 Más d e un
siglo d espués, uno d e s u s ad m i radore s dij o : "Antes de
Descartes había habido escépticos , pero q ue sólo eran es- l
cépticos. Descartes enseiió a s u época el a rte de h acer
\ q u e e l Escepticismo di era a l u z l a Certi dumbre fil osó- ' ' , 1
1,¡ fic a."�
Este cuadro de Descartes c om o op onente del nouveau
Py11honisme y de su filosofía como un n uevo d ogmatismo
surgido de los abismos d e l a d u d a de sus contemporá neos
escépticos h a recibido poca atenc ión e n la vasta biblio­
grafía dedi cada a los o rígenes y las c aracterístic a s del
carte si anismo. Aunque la i nterpretaci ó n trad icional de
Descartes le vio como el enemigo científico d e l escola sti­
c i s m o y de la orto d ox i a , q u e l uc h a b a por fun d a r u n a
n ueYa época de libertad y de aventura i ntelectual, esto va l
ced iendo grad ualmente ante u n a i nterp retación más con­ '
servad o ra de Descartes , como e l h o m bre q u e trató de
reinstalar l a visión medieval fre nte a la n oveda d ren acen­
tista, y como el pensador q ue trató de descubri r una filo­
sofía adecuad a para la cosmovisión cristiana a la luz de laj
revolución c ientífica del s iglo XVII. a Poc a atención s e ha
p restado a la cruzad a intelectual de Descartes, en fun ción
d e l a crisis escéptica de s u tiempo. Gilson ha indicado q u e
.s
' Descartes, Objelio11es Septimae cum Noti.s A u t hori sit·e Dissertatio de Prima
Pliilosophia, Oeuvres. A. T. VII, p. 550.
2El a bate Fra n<:ois Para d u Ph a nj as, Tlléorie des étres inse11sibles oú Cours com­
plel de Métapliysique, sacrée el profane, mise d la po11.ée de to11t le monde, 3 vols ..
París, 1779, I , p. XX.
" Cf. Étienne Gilson . É tudes sur le róle de la pen.sée médiét·ale dans la fonnation
du systeme ca11ésíen. París, 1930'?, y I,a Liberté chez Descartes el la tliéologie, París,
1913; Gou hier, La pensrc religieuse de Descartes, París, 1 924, y Essais sur Descartes,
e
París, 1949; Koyré, Essai sur l 'idée ele Dieu el les preuves de son eri.stence hez Des­
cartes, París, 1922; y Lenoble, Mersenne Introd u cción '\.,
259
260 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO DESCARTES. CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO 261
\
9
.
/l/ Descartes tomó ideas de Montaigne y de Ch arro n ; B runs-
chvicg mostró que como mej or pueden comprenderse a l-
Se ha di eh o que el curs o de e stud i o s en La Fleche in­
cluía una c onsidera ción de cóm o la fil osofía a ri stotélica
gunos elementos d e pensamiento cartesiano e s e n compa­ podía respon d er a los argumentos pirró n icos. 7 Y Desear-
,� raci ón con las ideas expuestas e n l a Apologie de Raimond
·l
¡ Sebond. Pero, con excepción de los rec ientes estudios d e
11
ti\ tes e � �udi� a ! lí d u rante l a � poca en q u e FranGois Veron t fo
'f'l enseno alh filosofi_ a , teologia y, posiblemente, el empleo V
d e los materiales escépticos contra sus advers arios. En H
·
Dambska y Gouhier,5 hay pocas o bras q u e traten d e l as
relaci ones del pensamie nto d e Descartes c on e l d e sus tempra n a época d e su vid a, Descartes había leído a Cor­
contemporá neos pirrónicos. nelio Agrippa, y p a ra la época d e los Discours parece ha-
En e ontraste e on esto, ve m o s q ue el pro p i o Descartes )}l ber estado bien versado e n los escrito s d e Montaigne y d e
expresó gran preoc u p a c i ó n p o r e l escepticismo d e l a 'Y� Ch arro n . n A l replicar a las obj eciones p res entadas por
época; que mostró un buen conocimiento d e l o s esc ritos
pirró nicos, antiguos y modernos; que al parecer creó su .�\/ M e rse n n e , h a b í a o bs e rv a d o D e s c a rt e s : " H a c e l a rgo
tiempo que he visto varios libro s escritos por los acadé-
filosofía como resultado d e h aber d escubierto el pleno f micos y los e scépticos." 1 0 Durante el periodo d e forma­
ción d e sus conceptos filosóficos, 1628-1637, parece haber 1
signi ficado de la cTise pyrrhonienne en 1628-1629, y que
' J proclamó que su sistema era la única fortaleza i ntelectual ,
�\ estud iad o l os Dialogues d'Orasius Tubero, de La M othe
·y Vayer, de 1630, y h aber quedado profundamente pertur- \
Lc\· \ ­
capaz de resistir los embates d e los escépticos. Es difícil
saber cuándo y cómo entró en contacto Descartes c on las
ideas escépticas, pero parece haber estado bien familiari­ 1\ \ hado por e sta obra pirrónica. 1 1 (En rea lidad, e sto le e s-
candalizó casi tanto como cuando, más a d elante, él mismo
� fue acusado d e pirrónico.)
zado no sólo con los clásicos pirrónicos, s i no también con
la corriente escéptica de su época y su c reciente peligro . Des : a rtes n o sól .o c on oció alg o de la literatura escép- T
tica, smo que también tuvo profunda conciencia d e la crise ¡
para la causa de la ciencia y d e la religión. Escribió e n su
respuesta al padre Bourd i n : "Tampoco debemos pensar )� pyrrhonienne c omo c uestió n viva. Ya hemos visto que h a bí a 1
que la secta de los escépti cos está ya extinguida. Florece examinado e l i ntento d e solución de Herbert d e Cherbury.'
hoy tanto como en cualquier momento, y c as i todo el que
cree tener algun a capacidad superior a l a del resto d e la )!¡ Fue a migo d e Mersenne y de Silhon, que constantemente
planteaban el problema d e responder a los a rgumentos
e scépticos. Y bien pudo l eer sus obras, y sin duda no pudo
humanidad, que n o encuentra nada que le satisfaga e n
la fil os ofía c omún, y q u e' n o v e ningun a otra verdad, se re­
fugia en el escepticism o." (l cartes, Haldane- Ross ed ., Nueva York, 1955, volumen JI, p. 335. El l atín o riginal
está en las pp. 548-549 de Oeuvres, A.-T. VII.
Discours de la Métlwde, Texte et commentai?·e par Étienne Gilson, ' Lenoble, Mersenne. p. 1 92. No se ofrece n i nguna prueba de esta afirmac i ón.
e
' Cf. Descartes,
París. 1947.
donde se dan. por todo el comentario, m u c h as i n dicaci ones acerca ' Cf. Gilson, Liberté hez Descartes , pp. 6-9 y 13; y Sirven, Amzées d'apprentissage,
de q ue Descartes se valió de Montaigne y de Charron ; y Leon Brunschvicg, s­ De pp. 41-45. Después de una m i nuciosísima consideración de las pruebas disponi­
--- 11¡_ cartes et Pascal. Lectc11rs de Montaigne ,
N ueva York y París 1944.
Véase también bles, Sirven concluyó que Veron nunca h abía sido el profesor en un curso q ue
Oeuvres, 57 131;
".
Vie de Descartes. Descartes sigu i ó en La Fleche.
y
Ada m. en Descartes, A. T., XII, pp. y y .J. Sirven,
Les Années d'apprentissage de Descartes 1596-1628,
abril, pp. 1928, 259-71. Desc artes,Oeuvres. A.-T. X. pp.63-65 165;
las referencias a Charron y a !lton­
• Yzydora D ¡¡ m bska, "Med itationes" Descartes n a tle sceptycyzmu francus­
taJgne en el comentario de Gilson sobre el Discours
de Descartes; y Sirven. An­
kiego X VII wieku", en Kwartalnik Filozo.ficzny,
XIX, pp. 1950, I-24
(Resumen fran­ nées d'apprentissage , 271.
p.
cés, pp. 161 - 162);
y Gouhier, " Do u te méthodi q u e o u n égation méthodique? ," en '" Descartes, Reponses de l'avtepr avx secondes objections, Oeuvres.
en A.-T. IX, p.
Études Philosoplliques, 1954, 135-162, Les Premieres pensées de Descartes,
IX., pp. y 103.
a
Contribution l'hi.�toire de l'anti-renaissance,
París, 1958. " Cf. Pintard, "Descartes et Gassendi" pp. 120-122, y los comentarios de Des­
a
cartes sobre un " meschant li vre" en sus cartas 1\Iersen n e de 1630, en Descar­
Descartes,
• The Seventh Set o.f Objections with the Author's A mwtations thereon, tes, Oeuvres, A.-T. I, pp. 144-145 y 148-149.
otherwise a Dissertation concerning First Philosoplzy, en Philosophical Worlcs o.f Des-
262 DESCARTES, CON QUISTADOR DEL ESCEPTICISMO DESCARTES, CONQ UISTADOR DEL ESCEPTICISMO 263
dej a r de oír sus opiniones . Asimismo, las secciones a uto- f/t) qué l e había parecido aquel discurso, "que tanto h a bía
�j biográficas del Discours y sus c a rtas indican q u e alrede- / y gustado a l p ú blico" . 1 6
dor d e 1628-1 629 le sorprendió l a gran fue rza del ataque Según l a versión q ue ten e m os, Descartes empezó p or
escéptico, y l a necesi d a d d e u n a respuesta n ueva más h a b l a r e n fav or d e l a n t i es c o l a st ic i s m o d e Chand o ux . ; ,
ri\U Pasó l uego a atacar el hecho d e que tanto el orador como J / ,:¿)· 'i

y¡ enérgica. A l a luz de este despertar a la amenaza escé p-


. tica, h allándose en París Descartes puso en marcha su re- el pú blico estaban dispuestos a aceptar la p robabi l i d ad /! \ �:-'· <\ �

�� volución filosófica, descubriendo algo "tan cierto y tan se­ como n orma de la verdad, pues, si así fuera, e n rigor po- \� _, J ;
'
f guro que h asta las suposiciones más extravagantes de los
·
dían tomarse falsedades por verdades. Para mostrarlo,
l , escépticos fueran i ncapaces d e conmoverlo"Y Descartes tomó algunos ejemplos de verd ades supuesta-
Por desgracia, n o ten e m os bastante información a cerca mente irrefutables, y mediante algunos argumentos aún
de la visita a París que produj o este trascendental resul­ más probables que los d e Chandoux, d emostró que e ra n
tado. Pero sí poseemos una clave intrigante y sugestiva. falsos. Luego, presentó una muy aparente falsedad, y, me -
En algún momento, probablemente hacia finales d e 1 628, ,.
diante argumentos probables, l a h izo p a recer una plausi-
i,, Descartes fue i nvitado a u n a reunión en la casa del nun-
.
ble verd ad. Ante esta evidencia d e cómo "nuestros espíri-
-J cio papal, cardenal B agni (a quien el libertin budit Ga- tus son engañados por la probabilidad", los allí reunidos
1- briel Naudé p ronto serviría como secretario). Un gran p reguntaron a Desc a rtes si no h a bía "algunos med ios i n fa-
número de los más destacados savants d e la época, i ncluso libles" para evitar estas d ificultad es. Él contestó hablán-
Mersenne, a sistió para oír una charla de un extraño q uí­ doles d e s u Methode naturelle, y mostrá ndoles q u e sus ¡ ,.., ,
mico, Chandoux, experto en l os metales comunes, que fue principios "son mej o r establecidos, más ciertos y más na- n ,t ) 1 ·

ej ecutado en 163 1 por falsificar moneda. 1 a Chandoux d i o turales que c ualesquiera otros q ue hayan sido aceptados ¡1 1- \>\ -·

u n a conferencia que debió de s e r bastante típica d e las por los sabios". 1 '
opini ones d e gran parte de la vanguard i a d e l a ép oca, /� El cardenal Bérulle, q uizás e l más imp ortante pensa-
atacand o a la fil os o fía ese olástica. Se n os dice q u e sus
opini ones s obre el tema e ran similares a las d e B ac on, VI dor rel igioso d e la Contrarreforma en Francia, quedó m uy
impresionado por l a charla de Descartes y le i nvitó a i r a
Mersenne, Gassendi y H obbes. 14 Y, en esta ocasión, "Chan- verle p ara seguir h ablando del tema. Descartes acudió y
!_,... . doux pronunció un gran d iscurs o para refutar l a manera expli c ó al c ardenal por qué c re í a q u e los métodos co­
en que l a filosofía suel e enseñarse en las escuelas. Hasta múnmente empleados e n filosofí a eran i nútiles, y lo que,
, explicó un sistema bastante común d e fil osofía q ue, según e n c a m bio, pensaba q u e debía h a cerse. Bérulle q u e d ó -¡
a firmó, había esta bleci d o , y q u e trat a b a d e presentar muy complacido y pidió a Descartes ir y aplicar su método /' ' ·

'- como nuevo". � '' Dijese lo q u e dijese Chandoux, ya fuera a los p roblemas a los que se enfrentaba l a humanidad e n
pirrónico o materialista, casi tod o el m un d o apl aud ió sus s u s búsq uedas coti d i anas. J H \ ... ..�·

ideas, excepto Descartes. El cardenal Bérulle, fund ador El e p isodio de Chandoux y la reunión con Bérulle bien
de la o rden del Oratorio, lo n otó, y pregun tó a Descartes
,,, !bid., p. 70.
" Descartes,Discours de la Métlwde, en Oeuvres, A.-T. VI, p. 32. ,; Cf. la versión d ad a en B a il let, pp. 70 ss; y l a carta de Descartes a Villcbres­
Le Grand Dictionnaire histo1-ique, Tomo I II, París, 1759,
'" Véase Louis Moré ri , sieu, 1631, en Descartes, Oeuvres. A.-T. I. p. 213.
465.
art. Ch andoux (N de), p. '' B a il let, Vie de M. Descm"tes, pp. 72-74. Un a n á l isis de l a i n formación conocida
H /bid., 465.
p. acerca del asunto Chandoux y de l a s relaciones de Descartes con el cardenal
" Adrien Baill c t,
Vie de M. Descartes, Collection Grandeurs, La Table Honde, Bérulle apa recen e n Gou h i e r, "La crise de l a théologi e au temps d e Desca rtes,' '
París,1946, 70.
p. Rev. de Théol. et de la Phi!.,
IV, 1954,pp. 45-47.
264 265 ..
DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO
j
o���\ pudieron dar ocasión al comienzo d e la búsqueda de Des­
c a rtes. Hay i n d i ca c i o n es d e q u e a n te s d e l p eriodo d e
dad, también h a bía ocurrido e n la filosofía y la c ie n c ia. Y
el cardenal Bérulle, que había buscado y e ncontrado una '-¡· \ ,
¡t ((.· ·
0¡ 1 62 8- 1 629, no s e había dedicado a l a s c uestio n es metafísi-
cas. 1 n Había llegado a París siendo un j oven c ientífico y
matemá �ico d e éxito, q u e ya h abía mostrad o alguna d e sus
n ueva y c la ra vía hacia la verda d religiosa e n sus Médita-
tions, supo apreciar y alent a r a un n uevo buscador de la 1
verda d q u e había de constru i r una teoría similar, e n mu- ·1t ·('.1.
1

asombrosas capacidades teóricas, llamando así l a aten­ chos aspectos , a l berullianismo en filosofía. 2 1 -'" \ '
ción de algunos de los hombres más d estacados en aquel Descartes se fue de París a H olanda, para elab orar en
c ampo. En Pa rís vio a Mersenne y probablemente fue in­ l a soledad su solución a la crise pyrrhonienne. En e l Dis­

--
1
� \1 tra d uc ido e n su c írculo, q u e i ncluía a tod os l os nouveaux
l Pyrrhoniens célebres, y descubrió q u e los mej o res espíri-
l tus de la época o pasaban el tiempo a bogando por el es­
1 : cepti cismo, o a cepta b a n opiniones s i mplemente proba-
cuTso del Método nos dice que, aun cuando d e tiempo atrás
había compren d i do que hay d i ficultades e i n ce rtidumbres
q u e pesan sobre el conocimiento humano, n o h ab í a " co­
menzado a buscar el fundame nto d e n i nguna filosofí a más

\
bies, acaso inciertas, en vez d e buscar la verda d absoluta.
'".� .. cierta que la del vulg o hasta a h ora". H asta e ste m omento,
Los e studios filosóficos y científicos q u e h abía realizado nos d ice Descartes, sólo había confe sado s u ignorancia
1
en e l colegio, como las n uevas ideas d e sus contemporá­ "más ingenuamente d e lo que suelen hacerlo los q u e han / (
neos, no le d aban la certidumbre. Tod o estaba expuesto a estudiado u n poco", y había d ud ado d e "muchas cosas que
cuestión, a d isputa, y meras probabil idades servían como los d emás sostenían como ciertas".22 En busca d e l a ver-


� f
fundame ntos d e las varias teorías que se l e habían ofre­
cid o . 20 Siendo así, la reunión con Chandoux fue e l micro-
()l dad, se d i rigió a su retiro en Holan d a , a meditar. Sus po-
V cas c a rtas d e la é poca nos dicen que e staba trabaj a nd o en � \0 /.
J · cosmos de la situac ión en q u e se encon traba todo el mundo
cultivado. Allí se hallaban reunidos algunos d e los hom­
un tratado metafísico a ce rca d e la divinidad. De la ciencia
y las matemáticas se había vuelto a la metafísica teol ógica / · '·
G\1
bres más sabios y eruditos d e la época, q ue no dej aron d e en busca d e un fundamento inconmovi ble para el c o nocí- . ·,
aplaudir a quien critic a ba las ideas a ntiguas y, a cambio, N miento h u mano. La Refo rma, l a revolución c ientífica y los
lfl '

/ les ofrecía probabilidades. Descartes se levantó p a ra mos­ f\b embates del escepticismo habían hecho desplomarse los an- !' /

trarles las enormes consecuencias d e esto, p a ra d arles Lf¡ tigu o s fun damen t os que s ostenían t od a la estructura de 1 ' ··
u n a lección viva d e escepticismo. Si meras p robabilidades las realizaciones i n telectual e s del hombre . U n a n ueva ·

! ( ¡/. !(
época req uería una base nueva para justifi c a r y garanti­
(�\ ríamos la verdad, porq'ue ideas,
servían como base de las entonces nunca descubrí-
ya n o podríamos seguir distin­ zar lo q ue se ha bía descubierto. Descartes, siguien d o la
�\ n gui endo l a verdad d e l a falsedad . Se había i d o l a n orma, tra d i c ión de los más grandes espíritus medi evales, trató
:....-1: l a regla de verdad. L o que supuestamente habí a l ograd o la de aportar esta base a fi rmando l a superestructura, el co- j r

Refo rm a e n materia d e religión (según l os e o n trarre­ 1JJ� nacimiento natural del hombre, sobre el fundame nto más ¡; <:-·
formadores franceses), reduciendo todas las ideas a sim­ y� sólido posible, el Dios etern o y omnipotente. Había que
ples opiniones que debían ser j uzgadas por su p robabili- superar la c risis teológica mediante una n ueva teología
que s i rviese a un propósito a ntiguo. E l mecanismo teoló­
' " Cf. Gouhier, Pe11sée mligieuse de Descartes. p. 72; J. M illet, Histoire de Descar­ gico, el teocentrismo de Bérulle, combi n ado con un m ate-
tes avant 1 637, París, 11l67, p. 160; y l a a fi rmac ión d e Desca rtes e n los Discow·s en
1637, sobre c u ándo empezó a e m plear s u método y a d esarro l l a r s u sistema � · Cf. los come ntarios d e Gouh ier sobre Bérulle y Descartes. en su "Crise de la
en Oeuvres, A.-T, VI, pp. 30-31. théologie", p.47.
"' C f. La crítica de Descartes d e las varias ra mas de e nseñanza a las que fue " Descartes, Discours, Oeuvres, A.·T. VI, p.
30. Todo este pasaj e parece conte·
introd ucido en l a escuela, en Discours, Oeuvres, A.-T. VI, pp. 5·10. ner ecos del episodio de Chandoux.
�� 266 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

rialismo racional, aportaría la n u eva roc a para remplazar


a la q u e se había convertid o en lodo, e n arcilla y hasta en
DESCAHTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICI SMO

di miento para desarrollar una cTise pyrrhonienne posi ble- A ID


mente más p oderos a aún que l a que ha bía c reado los pi- 11 \
267

,f ·
arenas moved izas. rrónicos antiguos o mod e rnos. Partiendo de l a regl a,
S i la fuga de Descartes a la te ol ogía metafísica h a bía
d e ser s u solución pro p u esta a l d e s p l o m e d el c o n o c i ­ no reconoce r n u n c a algun a cosa por c i e rta si no la conocía y o 1(
evi dente m e nte c o m o tal ; es decir, evitar cuidadosamente la
mi ento h u mano en probabilidades, opiniones y d ud a s, e l
pre cipita c i ó n y la p revención, y no a d mitir en mis j u icios [('
�� ¡ (·
medi o para lograr q u e la gente viese l a verd adera n atu-
raleza meta físi ca y teol ógic a de la real i d a d h abía de c o � ­ nada que no se presentara tan clara y d i sti nta mente a mi es-
píritu q u e yo no tuviese ninguna o c a s i ó n d e ponerlo e n
ducirla, primero, a apreciar "la mi s eria del h om bre s m duda.2"
D i o s " . E l asombro d e los h om bres c ultos q u e s e encontra­
ban en la reunión de Ch andoux pro ba blemente fue una Descarte s p asó ent onces a revelar h asta qué punt o p o­

�1
etapa en el camino hacia e l método de la d u d a . S e h abía dí an presen tarse o c a siones de dudar. La regla misma es
mostrado que lo q u e parecía m á s cierto e ra d u doso. Lo ,. similar a otra , prop u esta an tes por Charron en La Sagesse; +
,1
que parecía más dudoso, podía ser cierto . Se ech aron las pero al apli c a rla, Descartes m ostró q u e los niveles d e
bases de u n escepti c ism o c o mplet o p a ra c on m over a d u d a s o bre p a s an , c on m ucho, a l o s simples y ben ignos
(
¡ l os oyentes y hacerles buscar l a certi d u mbre abs ol uta .
Un pasaje aut o bi ográ fi c o del DiscouTs parece indicar
hasta entonces introd ucidos por los escépticos. � 6
17 r,,1 L o s d o s prime r o s niveles_ t m: sól o pla nte_an ra z o nes

�.
\ que fue en 1 628 o 1 629 c uando Descartes comenzó s u revo­ ru normales p a ra d u d ar. Las I l u s i Ones s e n so n a s , en q u e
-'/
1
lución filosófica, probablemente aplicando s u métod o d e tan t o se explaya r o n 1 o s n o uveau:r Py?Th oniens. i n d ican
la d u d a sistemática a todo el edificio del conocimie nto /,1 que hay cierta ? ase_ p ara cue � ti onar .1 o fi ? edign o o �e �� z de
humano, para descubri r c ie rtos fun d a me ntos de lo q u e nuestra exp e n en c 1 a sensonal o rd m a n a . La posibilidad
conocemos. � a E l método, c o m o veremos, comienza s i e nd o d e q u e tod a n u estra experiencia sea parte de u n sueño, el
\ J poco m á s q u e u n a refo rzada aplicación sistemática d e las segu n d o nivel, nos permite encon tra r una o c asión para
__... i d ud a s de Montaigne y d e Ch arron . En el DiscouTs, las Medi­ d udar d e l a real idad de c uales q u i era otros o bj etos q u e
tationes y La RecheTche de la Venté, 2 4 se esboza un proce- conozcamos, y aun d e la realid a d del propio m u n d o . En \' ,
estos d o s niveles, l os habituales problemas escépti cos n os >
"' /bicL, pp. 30-3L El pasaje no d ej a m uy en claro cómo comenzó Descartes
sino. más bien, que fue entonces �uando e mpezó y q ue el resultado fue volver b a stan p a ra d e s c r i b i r u n esta d o d e c o s as e n q u e l a s ·

dudoso mueho de lo que los filósofos consideraban c i e rt.o. creencias ha bituales que tenemos respecto a n uestra ex­
" Aunque Gouhier y Cassi re r han ofrecido grandes testi m o n i os de q ue esta es periencia o rd i naria pueden ser d u dosas y aun falsas. Y si,
1
una o bra tardía de Descartes. h ay c i e rtas ind icaciones de q u e puede ser tem-
prana , q u i zá d el d ece n i o de 1 630. La h ipótesis del demonio no se presen t a , lo por tanto, apli camos la regl a. pre c isamente estas d os cla­
\ que p a rece sugeri r que la o bra acaso preceda a las ll1editations. A: sim ismo, el ses d e dudas "nos llevan d i rectamente a la ignorancia de
�lÍ/ término " Pyrrhoniens" apareee e n esta o bra, mientra s q u e e n el !J iscours y las Sócrates o a la incerti dumbre d e los pirrón icos, que se
11 /11editatio11S emplea la palabra "Scepti q ues". En algu nas de las p nmeras c a rtas

(i>l La Recherche
de Descartes se d i seuten los "pyrrhoniens". Posteriormente, los personajes de
che d e l a Vérité por la lumiére naturellc ' cl ans J 'oeuvre de Desca rtes", en Rn·ue


Dialogues de I'Etmnger. CXXVII. 1939 pp. 261-300: y para la ele
/
aeaso estén modelados sobre los de La M o t h e Le V ayer.
que Desearles probablemente l eyó en 1 630. ya que tienen nom bres simil ares y Pltilosophique de laFm nce et
Gouh icr, su o bra "Sur la d ate de l a Hceherche de la Vérité de Descartes", en
o p i n i ones un tanto parecidas. La Mothe Le V ayer escribió un " D i a l ogue tra itant
Rente d 'Histoire ele la Pliilosophia. 1 1 1 , 1929. pp. 1-24.
''' Desc artes. Discours. en Oeu1 '1'e s. A.-T. V I . p. 1 8.
d e l a p h ilosophie Sccptiq ue," cuyos personajes son Eudoxus y E festion, m ien­
tras que Descarte d emplea a Pol�·ander, Epistemon y Eudoxus como personajes.
1 1.
l El a utor tratará en un estud io futuro la cuestión d e l a posible fec h a d e ,,; Cf'. Charron . Sagesse. Li bro JI. cap. Sabrié, De l'ltt1nwnisme au mtionalisme.
pp. 303-32 1 ; y Popkin, " Charron y Descartes", Jour., of Phi/os. . LI 1954, p. 832.
La Re­
cherche. Para las opin iones de Cass i rer, véase su obra "La place de la 'Rech er-
r¡ll,��J�"
( . . !7
/ '
268 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO ..

1
DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO 269

'¡\ parece a un agua tan profunda que nuestros p ies p ie rd en 1


Las a brumadoras consecuencias de una fe en el d emo­
/i ap oy o".�• nismo, de un escepticismo respecto a n uestras propias fa- 1 . ; • .,

, Per o el siguiente nivel, l a hipótesis d e l d e m o ni o, es


--�;- :\ mucho más eficaz al revelar la incertid umbre d e todo lo
!
·1 c u lta des, fue r o n c l aras p ara Descartes. En e l Discours
había plante a d o una versión m od erad a d e esta clase d e hi-
���
. �/
f�1 '

i que c reemos saber. Esta posibilidad revel a de la m anera


/� perpirronismo, pero sin introducir el malin génie. El s i m- · ·

más sorprendente toda la fue rza del escepticismo y d es­ ple hecho d e que n uestros sentidos a veces puedan e rrar,
cubre una base para dudar que, aparentemente, n unca de q u e nuestra razón a veces pro duzca p aralogismos, y d e
/J ha _b í a sido s � quier.a soñada antes.2H S i por c a s u a_l i d a d que Descartes, c o m o cualquie r otro, e stuviese suj e t o a
existe u n malzn génze, q u e es capaz de d eforma r o bien l a e rror, le llevó a rechazar todo lo que a ntes se había acep-
información q u e poseemos, o b i e n l a s fac ultades d e que tado como d emostrativamente c ierto.2n En la Pri mera Me­
f disponemos para evaluarlas, entonces ¿de qué podemos
'

>\) Í estar seguros? Tod a norma, tod a prueba de l o fidedigno


d itación, Descartes i ndicó que es posible que "yo me en-
gaüe cada vez que sumo dos y tres, o que cuente los lados
de lo q u e sabemos q u e d a suj e ta a la d u d a , porque la .1 d e un cuadrado. o cuando j uzgo de cosas más sencillas
norma o la aplicación puede estar infectada por el d emo- J aún, si se puede imaginar algo más senc illo q u e esto".ao La
,-- nio. En contraste con Silhon y con Herbert d e Cherbury y posi bilidad d e que seamos constantemente engaüado s por l r

con los ari stotélicos, Descartes estuvo dispuesto a consi­ algún agente maligno p l antea d udas h asta d e las cosas 1 \D �
derar l a más radícal y d evastadora de l as posibilidades más evide11tes y de cualesquiera n orma s de evidencia que
tengamos. Como lo viero n Pascal y Hume, se había alean- 1
\1¡�
escépticas: que no sólo n uestra info rmación es engañosa, ·


J zado l a cúspide de la duda escéptica.a 1 Una vez sugerido
iluso �-¡ � e i rrea l, sino que nuestras facultade � , h asta � n l as
· 1 condi c iOnes mas favorables, pueden ser erroneas . Siendo
_
. emos que lo fidedigno de nuestras fac ultades más racionales 1(
así, e ntonces por muy minuciosámente q u e examm e ra dudoso, el hombre ha bía quedado transformado, d e 1

\ � n ue stra i n fo rmac ión y la eval u e mos, n u n c a podremos un depósito d e la verd ad en un pozo d e i ncertidumbre y
D estar seguros de no ha ber sido desencaminado s por los
Y11
\1
d e error.a2 En sus comentarios sobre e l malin génie, e n l a s
\ únicos medios de que disponemos p ara llegar a l conocí­
j�U
conversaciones c o n Burman . se n o s d ice que Desca rtes
\;- ,n miento. Silban había retrocedido a l borde d e l a posibili­ notó q u e h abía hecho del hombre un gran dubitativo, ex- \'
dad demoniaca, rechazándola como una blasfemi a contra poniéndolo a toda o bjeción posible, a tod a razón posible
' n uestro Creador. Pero Descartes había visto que, a menos
� . para dudar.aa Tan sólo c uando el escepticismo fue ra lle-
\ 1 que l levá semos la fiebre d e la d ud a h asta este supremo
C;¡j n ivel y pudiésemos superarlo, nada podrí a ser c ierto, ya "' Descartes, Discours. en Oeut•¡·es, A.-T. VI. p. 32.
1 J que siempre h abría allí u n a d ud a obsesionante q u e i nfec­ "" Descartes, Meditations, I en Oeuvres. A.-T. IX, p. 1 6 .
taría todo lo que sabemos y, e n cierta medida, lo h aría "' Cf. Pascal,Pensées <Ci assiq ues Garnicr), núm. 434; y Hume, Enqtdry concer­
ning Human Umlerstanding. Sclby-Bigge cd., Oxford. 1 95 1 . Scc. XII. pp. 1 49-150.
incierto. "' Pascal. Pensées (Class iques Ga m ierl. n ú m . 434. p. 1 84. El finado profesor A.
G. A. Balz me sugirió que la posi b i l i d ad de q u e D ios sea un engai'lador a n a l izada
'; Descartes, La
en la Meditación IV. plante a u n a d ud a aún más trasc endente. y q ue sólo e n este
Recl�erche de la vérité par la lumiére nat.ure/.le,
en Oeuvres,
A.-T.-
(\1
nh·cJ se vuelven d u dosas n u estras fac ultades racionales. Me p a rece a mí q u e la
¡1.
X. p. 5 1 2.
' ' El profesor Alexandre Koyré ha llamado l a atención haci � e l hech ? d � que
h i pótesis del ma n gé11ie
li y la posibilidad del enga1i o de D ios d i fieren en grado
pero no en especie. El demonio tiene suficiente poder para lograr un d erroca­
esta n ueva aportación de Descartes a la argumentación escéptica es a tn b Ul d a a
!)\ Monta igne por Pascal en su "Entretien de Pascal avec Saci sur Épictcte et Mon-
l taigne". en
m iento completo de todas las normas. El D i os engmloso hace la situación cós­
mica .y totalmente irremed i a ble. El pri mero es la miseria del h ombre sin D ios;
OeuJJres de Blai.�e Pascal,
ed itadas por Brunschvicg. Boutroux et Ga- el seg undo, la ru i n a etcm a del hom bre s i Dios es el Demonio.
zier, Grands Ecrivains de la France, Tomo IV, París 1 914, p. 43. "" Desc a rtes, Entreticn avec Burn1an. yOeuvres
París, 1 937, pp. 4-5; A.-T. V. p. 1 47.
-\
J
..,

·
1;�\�
� I ;:�'/
270 DESCARTE S, CONQUIST ADOR DEL ESCEPTIC ISMO

vado a este e.xtremo, a e ngen � rar u n a crise pyrrhonienne


m ay o r q u e n mg u n a s o n_ a d a s 1 q m. e ra p o r l o s nouveaux
DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

nienne había s ido l levada a su l ímite ú ltimo. N o sólo h a-


bían q uedado en d u das tod as l a s opiniones y teorías d e !
271
l 1

/ 11 PyTrhoniens, s e podría s uperar l a fuerza d e l esceptici smo. l o s p e n sa d o re s anteriores, s i n o t a m b i é n las d e l j o ve n


A menos que estuviése mos d is puestos a buscar la posibi­ / .
lidad d e plantear d ud as hasta el fin, n o podríamo s tener
René Desc artes. Pero d e este viaj e a l a s pro fundid ades
del escepticismo m á s completo, h a bía d e regresar Desear- /·· · · {\)�(:,_��_-)
,

(?\Il
. ._

: '• 1 í;
siqu iera esperanza s de descubrir algun a verd ad limpia d e
toda d ud a o incerti dum ? re.
tes con u n a n ueva j u stifi cación metafísica y teológica del
mundo de la racio nalidad humana.37 ·
., · - __

E n las Regu.lae, term m a d as en 1 628, al parecer ante s


"' :' t del
Antes de c onsiderar cóm o, s u puestamente, el m é t od o /
f, ¡ i ntento de Descartes d e resolver l a crise pyTrhonien ne,
había insistido e n que " sólo l a aritmética y la geo metría
d e l a d u d a d � � e lle � a :n.o � a la certid u_m bre � y n o a u n a /
una posible fuente h i stóri ca d e la h ipóte sis del demonio, y '-ir-­
total s uspenswn d e J UICIO, ·deseo menc wnar b revemente ,
• está n l i bres de tod a mancha de falsed ad y d e incertidum -
,

1 bre", y que la intuición , el concepto i n d ubitante de u n es- por q u é esta c l ase d e escepticis m o de n uestra s facultades
píritu claro y atento, es ciertísima , y que la ded ucción "no pudo ser una idea pod erosa y seria e n s u époc a . Uno de
puede ser errónea cuando l a e fe ctú a u n e ntend imi ento los gra ndes aconte cimie ntos del decenio de 1 630 fue el
que e n mínimo grado se a racion al".:! ·! Mientras Desc artes j uicio, e n Loudun, de un sacerdote, Grandier, acus ado de
recorría el camino hacia el d emon ismo pasó, como lo ha infestar con demonios u n c onvento. El c aso, y las pruebas
r d icho Gilson, "del plano científico a l plano
puramente fi­ presentadas en el j u icio d e Gra n d ie r, e n 1 634, pro d uj e ron
. losófico y sustituyó una s imple crítica d e n uestro conoci­ u n gra n interés en lo demoniaco, así c o mo en las normas
� miento por una c rítica d e n uestros medios de conocer".a 5

1
No es que Descartes n egara o d ud ara de la evidencia de '" U n a interpretación completamente contraria de la duda de Descartes y la
nuestro conocimie nto matemátic o o del más c ierto sino naturaleza del si stema c artesi ano aparece en el in teresante artículo d e Willis
que, antes bien, estaba mostrand o que mientras estemos
Doncy, "The Cartesian Circle", en Journal of the Histortj of Ideas, 1955,
XVI, pp.
324-338, donde se a firma q u e Descartes. a Jo l a rgo de todas sus obras, m a n t uvo,
Regulae,
; \;>
infectados demo n i a � amente , lo q ue n o ? p arec e evidente cr. las la opinión de que nu nca vio la necesi dad de u n a justificac ión
\ ' . puede ser fa lso. El simple p unto de partida d e las Regulae, metafísica del e mpleo de la razón, y que el más alto n ivel de d uda planteada,
\, 1! que la razó n, al in tt� ir y d e d u � ir era infalible , Y p or ta n­
aun en las Meditatio11s. es con respecto a l a confi a b i l i d ad de l a memoria a ntes
.

1
que la verdad de l as ideas c laras y d istintas. En la interpretac ión de Doney, se
_
; . ; t o q u e las matematic as eran mdud ablemente ciertas, es
�ÍJ-.,,
o frece u n a lectura radi c a l mente d istinta de m uchos de los textos que he c i tado.
No creo yo que pueda d a rse una j ustificación defi n itiva de una interpretación ,
1 ;/
desafiad o ah ora p or u n <FSceptic ism o d e nuestras fac u lta-
'

sobre otra, sino q u e hay q u e examinar los pasajes cl ave en cuestión y decidir
des y un e sceptic ism o de nuestra capacida d d e emplearl as. qué versión está en mejor armoní a con u n a i n tcrpret� c ión g� neral d � la natura- ·' U

i'
Mientras podamos ser víctimas de alguna fue rza o _ cstan_
.f que, d e propósito , nos . e ngañe, lo que consideramosagente
leza y l a estruct u ra de l a filosofía de Descartes. M I S propias op1nwnes 1

.
más coloreadas, obviamente, a l colocar Jos escritos de las opiniones de Descartes a
l a l u z del tipo d e argumentos escépticos y contra-escépticos por entonces co- \
rrientes y, en términos generales, creo q u e m i i nterpretac ión d e la n a t u ra leza �"�
\CL.,JC
cierto, de lo que somos incapace s d e d udar (psicológ ica­
I-r: ente) en re alidad puede ser fa lso o dudoso.a n Al intro d u­
,.-----: \
. ·

> )1 'f cir este mvel d e duda, c reando la posibilid ad del


. radical del escepticismo de Descartes e n l a Meditación Pri mera está en armo-
' . .
·
n í a con los anál i s i s de Gilson, Gouhi cr. Koyré y otros, que dura n te vanas d cea- '
·(' ,_ '..:.;:� ·;· � génie, Descarte s anuló el intu icio n ismo matemático de las d as han sostenido l a supre m acía de las consideraciones mctafisicas Y teológicas
malin
'---} i\ Regulae como base de toda certidum bre. La aise py1·rho- en la filosofí a de Descartes. (No estoy i ndicando que crea yo que alguna de estas
a u toridades convendrá con mi evaluación de Jos méritos de la respuesta de
Descartes al escepticismo.) Como l o han i n d icado a lgunas c i tas a n teriores, estas
v
" ' Desc artes, Regulae ad directionem iJ¡genii, en Oeuvres, A.-T. X, pp. 362-3()3, . a u toridades encuentran u n desarrollo del escept icismo rad ical con respecto a
Pltilosopllical Worlrs. I, pp. 3-5. l a razón e n elDiscours Meditations
y las q u e va más a l lá d e las opiniones d e las
'"' Desearles, Discours, ed. Étienne Gilson. p. 290 del comentario por Gilson. Regulae y que requiere u n a base para la certi d umbre de la razón h u m a n a , radi­
"" Gouhicr, Essais sur Descartes. pp. 146-148, y 294-296. calmente distinta de la que a n tes fue propuesta.
272 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO 273
de evidencia por las c uales puede j uzgarse d e t ales cosas. qué mane ra d i fiere de l a s ha bituales argumentaci o n es es­
Algunos proble m a s q u e bien p u d i e ro n o c u rri rse a l a cépticas de Charron , La Moth e Le Vayer y otros, s al vo en
gen te al conside ra r la c uestión d e si Grandier tenía poder · su i ngen i o ? La serie d e tipos de duda ofreci d os e n las pre­
para infestar a otros con demonios fue ron, s i te nía tal po­ senta ciones más s i stem áticas del pirro nismo indican paso
d e r, a) ¿ pod ría ser dete nido a lgún d í a, ya q ue p re sumi­ a paso lo d udo so d e las diversas c re encias, opiniones e
blemente podía ej erc e r s u fue rza sobre cualquiera q u e ideas q ue tenemos. Cada una d e tales indicaciones, según
tratase de contener sus n efandas a ctividades? Y , b) ¿ po­ la te oría e scépti c a clásica. d e be ir seguida por u n a sus-
d rí a algun a de sus víctimas p resentar test i m o n i o fi d e­ 1\_ pensión d e j u i c i o sobre la verd ad o falsedad del a sunto
d igno contra él ya q ue, p resumiblemente, Grandier podía V bajo consideración. Las afirmaciones de l a posición pi­
/ influir sobre ella y e ngañarla? Para eval uar e l testi monio rrónica d e Montaigne, Ch arron y sus suces ores proponen
p re senta do contra Gra n d i e r por los mie m bros del con­ una reacc ión más en érgica: q u e las i d eas y opiniones de­
vento, la Sorbona tuvo q u e pronun c i arse s obre el intrin­ ben ser rechazadas por el espíritu s i son d udosas a un en
cado pro blema de si podía ser vá lido el testimonio pres- el men o r grad o, hasta que este rechazo c ontinu o haga
.i, tado baj o j u rame nto por los demo n i o s (e s d ec ir, po r los q u e el esp íritu q ue d e c o nvertid o en una carte blanche .
1 q ue Grandier supuestamente ha bía introd ucido en sus vícti­ Go uhier, e n su magnífi c o e importante artículo sobre el
,..( mas). A la luz de este pro blema acerc a d e lo fi dedign o de
·�
método d e l a dud a, h ace de este proceso de vaciar el espí­
; la evidencia, Desc a rtes acaso viera q u e s i pud iere h a ber u n

�-
age nte dem oni a c o e n el m u nd o, aparte del c a s o de Gra n-
dier, ello implicaba un serio motivo p a ra el escepti cismo.
�1 ritu o tro d e los elementos decisivos y metódicos d e Des-
cartes, el m étodo de l a n egación, q ue , segú n afirma, d i fe­
ren c i a el desarrollo cartesi ano de l a d u � a del de los e � ­
Y s i se c onsid era ba el asu nto sobre el plano más general cépticos, y nos cond u ce a la conqll lsta_ fm al del escepti­

\
del ra zonamiento h umano, y no en el caso particular de cismo en el cogito. Según Go uhier, al intensificar Desear-
las monj as del c onvento d e Loudun, surgía una posibili­ tes e l método de l a d u d a de manera tal que todo a quello
d a d alarm ante, a saber, la de si, lo se pamos o no, todos "-.\ q ue, aun e n grado mínimo, esté abierto a cuestión, e s co �­
podemos ser víctimas de demonismo y ser incapaces de Y\ sid erado c o mo s i fuese falso, pudo desarrollar u n mediO
saber que somos víctimas, por causa del engaño sistemá­ para separar lo aparentemente evid ente y c i e rto d e lo
tico ca usado por el age nte diabólico. Un exame n más ex­ · verd aderamente evidente y cierto. Al hacer tan severa su
te n s o de los pro blemc¡.s d i sc uti d o s por el m u n d o c u l to pru e ba , cambiando l a o rdinaria duda escépti ca en una
como res ultado del j ui c io d e Lo udun puede a rroj a r al- completa negación, Descartes preparó el e sc enario a la
>\ 1 1 gun a luz so bre la fuente y l a significación, en su época, de
)>
\l ·ft l a gran contribución _d e Descartes a la a rgumentación es­
n· cé ptica.:I H
fuerza única y abrumadora del cogito, de modo q ue por
ningún a cto d e vo l untad podamos d ej a r de reconocer su
certi d u m b re . Tan sólo o bligándonos a dudar y a n egar
- Pero v olva m o s al métod o de la duda de Descartes; ¿de hasta el mayor grado posible podemos apreciar el c arác­
ter ind r�d a ble del cogito. a H
" " Sobre e l proceso de Lou d u n , véase Aldous Huxley,The Devils of Loudun. El méto d o negativo así como el méto d o de la d u d a oc u-
Nueva York , 1952, Bayle, Dictionnaire, Correspon­
art. "Grandi er", Mersenne,
dance, IV. pp.192, 198 230,
y 7
y la c a rta de Ismael Bouillard a Gassend i , d e
Études Phil., \,/: '!
"" Cf. Gou h i e r, " Do ute m éthod ique o u négation méthodique·? : ', en
1934, Cabinet historique, 1 \-'
septiem bre de publicada p o r P . Tamizey de Larroque en
1897, I-14.
Series II. vol. III, pp. La possession
V é ase t ambién M i c hel de Certea u , IX, pp. 135-162. A este respecto, es interesante que Gassend1, comentando la
de Loudun. París1970. Es interesante observar que en Pierre Du Moul i n , Ele­ Med itación Primera, no p u d i e ra ver por qué Descartes consideraba neees � rio '-
ments de la logique franc.ois 1625),
(de 12
se da en la p. verlo todo como falso, y fi ngir q ue Dios p u d i era ser un embusterv, o que p u d iese
1
un ejemplo de un enun­
ciado, "Dios no es un mentiroso ". estar suelto un demonio, en l ugar de contentarse con indicar qué cosas eran
i
J
1
274 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO
DESCARTES, CONQU ISTADOR DEL ESCEPTICISMO 275
rre, h asta cierto punto aunque n o con la misma fuerza im­ Dios. Desca rtes, en c ambio, esperaba l oca liza r las verd a­
pelente , en el pro ceso de eliminac ión m ental propue sto d e s fu ndame ntales e indudables, l a s bases d e l c o n o c i­
por algunos de los nouveaux Pyrrhoniens. Pero, como lo vio miento humano, dentro d e l espíritu, e nterradas u o cultas
Desc artes, q uizá la difere ncia más d ec is iva entre el pro­ bajo los escombros de prej uicios y o p i n i ones. Esperaba

j
c ed i m iento d e los e scépticos y el de Descartes se h alla e n ubicarl as por el pro ceso mismo de l a d u d a, y no por un
e l propósito con e l cual s e e mplea e l m étod o, y en los re- deus ex machina d e s p u é s de d u d ar. Lo s e s c é ptic o s no
sultados q u e se alcanzan c on su uso. Lo s escépticos, segú n c reían que e stuvié semos e n posesión d e alguna verdad
Desca rtes, sólo du dan por perversidad. Son gentes ·' que mientras q u e Desc a rtes s e convenció d e que sí l o e stáb a :
[> sólo d ud an por dud ar, y simulan estar siempre inc iertas ' '-10 mos, p e ro éramos i n c a pa c es d e verla s . D u d a n d o y ne­
gando, aquellas op iniones y c re e ncias q u e de momento
y o btienen "tan poco de e ste método de fi losofar q ue h a n
no ? cegaban, d ij o D escartes, podían quedar supri m idas,


estado e n el error tod as s u s vidas y no h a n logrado li be­
rarse de las dudas que ellos mismos han introducido en la deJ a n d o brillar la verdad.
fi losofí a".·' ' Su prete n s ió n d e que a l a l c a n z a r la d u d a L o que pr oducirá este m o mento d e revelac i ón, e ste re­
co mpleta y e l vacío mental q u ed arían preparados para c onoci miento de la verd a d cierta y gen u ina e s , para Des­
.f rec i b i r la verda d por la Revelación, al parecer n o fue to­ cartes , el método escéptico propia y d il igentemente a pli­
mada muy e n serio por Descartes. Por lo que él pudo ve r cad o. La primera e tapa de la duda e ngendra rá una crise
no h abían logrado nada con sus d ud as, y no l o ha bían l o­ pyrrhonienne. L o s vari os niYeles de d u d a de la Primera
grado porque deliberadamente prefelian qued arse e n la Med itación n os liberará n de todas l as opiniones fal s as y
más completa incerti dumbre . Pero , "aunque los p irróni­ dudosas, y también nos d ej ará n completamente inciertos
cos n o han e ncontrad o n a d a cierto como resultado d e su de todo , en u n " d e solado esceptic i s mo". Pe ro p re c i s a­
duda, esto no sign ifica que no pudie ra n l ograrlo" . .j� S i al­ mente en e ste momento, el más sombrío de todos, y por
guien duda para alcanzar la certidumbre, entonces algo que nos hemos hundido en este "pozo de incerti dum b re",
d e importan c i a monumental puede b rotar del método del se encuentra la solución en el cogito, y el escepti c ismo
escéptico. Como d ij o un c a rtesiano d e l siglo xvm, "el es­ queda completamente derrocado. En e l Discours dijo Des­
céptico o p i rrónico dud a d e todo porq ue neci amente d e­ cartes,
sea c e rrar los oj os ante tod a luz", pero dudar como dudó Resolví hacer como si todas las c osas q u e algún día hubiesen

�,
Descartes " n o es ser p i rrónico sino se r filósofo . No es entrado en m i espíritu no fuesen más c i e rtas que las i lu s i o nes
quebrantar l a certidumbre h umana, s i n o reforzarla". -1 '1 de mis sueños . Pero inmediatamente después noté que, m ien­
L o s nouveaux Pyrrhoniens p od ían insistir e n que se les tras q ue así deseaba yo pensar que todo e ra falso, era a bsolu­
repre senta ba falsame nte, ya que ta mbién s u o bj etivo e ra tame nte n ecesario que yo, que lo pensaba, fuese algo: y o b­
encon trar e l c o nocimiento cierto; pero d eseaban encon­ servando q ue esta verdad, pienso luego existo, e ra tan fi rme y
trarlo milagrosamente, re c i birlo súbita mente de manos d e segura que n i las más extravagantes supo.si ciones de los es­
cépticos serían capaces de q u e b rantarla, j uzgué que podía
� inc iertas. Cf. Gassendi, Objectio11es Quintae. e n Descartes, Oewnes, A.-T. VII p p . rec i birla sin escrú pulos c omo pri mer principio de la filosofía
L
que yo buscaba.·'4
256-257.
t.. Jj El proces o mis m o de l levar la duda hasta su extrem o
"' Desc artes, Discours, en Oe11vres, A.-T. V I, p. 29.
" Descartes, The Searc/1 a.fter Truth by tlle Ligllt of Nawre, en Phílos, WoTics of
Descartes, l, p. 320. El texto latino se e ncuentra en Oeuvres, A.-T. X. pp. 519-520. YJ¡ último � a usa el d errumbe del escepti c i smo c o mpleto; así,
'" Descartes, carta a • • • , Marzo de 1638, en Oeuvres, A.-T. II, p. 38.
'

"' Para du Phanj as, Thé01-ie des étres insensibles. p. 209. " Descartes, Discours, en Oeuvres, A.-T. VI, p. 32.
276 DESCARTES, CONQ U I STADOR DEL ESCEPTICISMO
...
DESCARTES, CON Q U I STADOR DEL ESCEPTICIS MO 277
el atacante pirrónico se vuelve su propia víctima. El mé­ tes u n a vez q u e l a experi encia del ser confrontad a p o r el
tod o que supuestamente h a bía de eliminar tod a s l as ma­ cogito nos h a dado un sólido y fi rme p u nto d e parti d a ; sin
nifestaciones de la enfe rmedad del dogmatismo term i n a embargo, la única verda d pro d ucida por el método d e la
p o r elimin arse a sí mismo , al descubrir un a verd a d in­ duda no es u n a pre misa d e la q ue se sigan todas las d e más
conmovible que ningún ingen i o escéptico logrará hacer verd a d es. Antes bien, e s una base para el discurso racio­
dudosa ni en el menor gra d o . nal q ue hace posible reconocer otra s verd a des. La expe­
El cogito n o funci ona, e o m o han afirmad o algun os c ríti­ rie nc i a del cogito gira en torno a la luz i nterna de tal modo
c os, c om o c onclusión de un sil ogism o 1 ;¡ (c o m o para Sil­ q ue ahora podemos ver que otra s pro posiciones son cier­
han), sino como concl usi ón d e l a d u d a . Así como al lleva r tas. S i n l a d ramática inve rsión d e l a d uda q u e oc urre en
e l escepticismo hasta s u l ímite, el hombre se encuentra el d es c ubri miento del cogito, no pod ríamos decir s i eran
�, ante una verd ad de l a q u e no es siqu iera concebible d u-
1 dar. El proceso de dudar o bl iga a l hombre a reconocer la
� ..
realmente ciertas a firmac iones como "dos más tres igual a
cinco", porque a ú n podríamos cuestionarlas. Lo q u e en
l conciencia de sí mismo, lo obliga a ver q u e está d u d a nd o o
pensando y q u e si está a q u í tiene existencia. Ese descu­
brimiento del verdadero conocimiento n o es milagro so, no
reali d a d logra el cogito a l prod ucir la i lumin ación, es re­
velar tam bién la l a rgamente b u scada norma o crite rio de
verd a d , y con ella la capacidad d e rec onocer otras verda­
es u n acto especial de la Grac i a D ivina. En cambio, el mé­ des, lo q u e a su vez nos perm ite construir u n sistem a d e
todo d e la duda es la causa, no la ocasión d e l a adqui si­ conoc imie nto verda dero de l a realida d . ( A este respecto
ción del conocimiento. Su verdad, como ve remos, es resul­ es i nteresa nte q u e e n l a pre s e ntación formal q u e h ace
tado d e la intervención d ivina, pero no de una sú bita y Descartes d e su te oría, como apéndice a l as ré pl icas del


nueva intervención, sin o, a ntes bien, d e un acto c ontinu o , segu n d o c o nj u nto de o bj e c i o n e s a l a s Meditations, n o
y perma nente de la Gracia q u e s ostiene nuestr o esp íritu 1 o fre c e el cogito c o mo p remisa, a c c i ó n o postul ado, s m _ o

'
con sus ideas innatas y con su luz natural q ue nos obl iga a que n o s ofrece el mét od o de l a d uda c om o p roces o men­
aceptar como cierto aquello d e q u e n o podemos d ud ar. tal q u e n os hará p osible decir s i s on c iert os l os axi omas

M
Así, el métod o de la d u d a nos conduce naturalme nte al � y p ostulad os .) .¡¡¡ .


cogito, y no sobren aturalmente a la ve rd a d , como a firma­ Al i n specci onar esa única verd ad s e enc u entra e l cn-
ban los nouveaux Pyrrhoniens. terio de verd ad. Como h a dicho Descartes acerca del sis-
El d e s c u bri m i e n t o d e u n a verd a d a b s o l u t a m e n te tema de Herbert d e Cherb ury, sólo s i conocemos una ve r­
cierta, el cogito, puede derrocar la actitud e scéptica d e d a d p o d e m o s p r o c e d e r a e o n stru i r una t e o ría d e l a
q u e todo es incierto pero , a l mismo tiempo, u n a ve rd ad no verd a d . Esta m o s segu r os d e la verdad del únic o cas o que
con stituye un sistema de conocimiento acerca de la reali­ c on oc e m o s sól o p orque es cla r o y d i stint o.
dad. Para descubrir o j ustificar el conocimiento d e la n a­
turaleza de las cosas hay que con struir u n a serie d e p u en- Ciertamente en este p ri mer c o nocimiento no hay nada q u e
me asegure �u verdad, salvo la p e rcepción clara y distinta d e
" Cf. Descartes, Reponses de l'avtevr avx secondes o¡Jjections. Oe11ncs.A.-T. I X. lo q u e afirmo, q u e en realidad no bastaría para asegurarme
pp. 1 10-1 11.Este pasaje parece ser el más c ategórico en favor ele la int erpreta­ q u e lo q u e digo e s cierto si pudi era ocurrir jamás q u e una
ción de Doney, ya q ue Descartes asevera que el conoc i m iento ele la ('X istenl' ia
ele Dios no se req uiere para saber a lgu nas verdades con certidum bre. 1�1 únieo
ejemplo ofrecido es el cogito,
que Descartes insiste en q ue no es la co nclusión '" Desca rtes, " Ra isons q vi provve nt J 'existence d e Diev & la d istinction q vi est
de un si logismo ele la pre m isa mayor, "que todo lo q u e piensa cs. o existe". &
entre ! 'esprit le corps hvmain, d i sposées d 'vne fa<;on geometrique", en Repon­
Antes b i en, el cogito
se conoce por s i mismo. por "un s i m ple aeto de visión men­ de
ses /'avtevr av:r secondes objections Oeuvres, A.· T. I X, pp.124-132, esp. pp. 125·
tal". 127.
278 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO DESCARTES, CONC'UISTADOR DEL ESCEPTICISMO 279

cosa que yo concibo tan cl ara y distinta mente p u d i ese ser ciencia s u bj etiva de u n a verdad acerca de nuestras i d e as
falsa; y por consiguiente m e parece que ya puedo esta blecer hasta u n conocimiento d e la realidad. El apoyo q ue nos
como regla general q u e toda s las cosas que perc i b o muy clara o frec e esta etapa i n i cial e n la reconstru cción del verd a­
y d istintamente so n ciertasY dero conocimiento, y este entierro del escepticismo es a)
En 1 os Principles se explican estas propiedades de cla­ q ue es c laro y d istin to , y b) que e ste axioma e s necesario
ridad y diferenciación, sie n d o la c l aridad aq uell o que se s i q ueremos ser c apaces d e conocer a lgo más allá d e l
encuen tra pres ente y aparente a u n espíritu ate nto, lo q u e m u n q o d e n ue stras i d easY'
exige n uestra atención mental; y siendo l a d i ferenciación Ha biénd o n os d a d o un puente de las ideas a l a reali­
la claridad q ue diferencia e sta conciencia de tod a s l as dad, é ste se emplea entonces como medio para establecer
demá s . ·'H El cogito nos desl u m bra tan poderosa mente con l a existencia y la naturaleza de D ios. La idea d e Dios re­
su claridad y su d i ferenciación que no podemos d u d ar de q uiere u n a c ausa q u e tenga al menos l a s mismas prop ie­
él. S i algo pudiese s er claro y d istinto y a la vez falso, po­ d ad es , form a l o e m inentemente, es dec ir, la c ausa como
dríamos ser engañados h asta por el cogito, pero éste n o ·-
o bj eto real independ iente tiene al menos las mismas c a­
p u e d e s e r el caso, c o m o lo revela l a propia experiencia de racterísticas esenci a les d e la idea. Así pues, las perfe c­
ello. c i ones d e n u estra i d e a d e D io.s también tienen que se r l as
C o n u n criteri o de verd a d , p ode m os d escubrir las pre­ perfecciones d e Dios. 5 1 La visión teocéntrica d el cardenal
misas de un sistema metafísico de conocimiento verd a­ Bérulle se transforma de i dea e n obj eto, con tod a ve rda d
dero q u e , a s u vez, nos ofrec e la base de un sistema físic o dependiente d e l a Voluntad d e e sta Deidad omni potente
d e c o n o c i m i en to verd a d ero. El s i stema metafísico n o s q u e debe existir como ca u sa de la idea de Él q ue posee­
dará u n a j u stificación o garantía d e c riterio. N o sólo so­ mos clara y d i stintamente.
mos tales que aceptamos como cierta, c u alqu ier cosa q ue Desde el cogito al c riteri o d e verd a d , al vínc ul o q u e
d e s c u bramos como cl ara y d i stinta, s i n o q u e t a m b i é n une las ideas e n n uestro espíritu y l a real idad o bj etiva,
p u e d e mostrarse que, e n realidad , todo lo que e s cl aro y finalmente h asta D i o s, Descarte s ha crea do u n a e struc­
d i stinto es cierto. Así pues, e l primer paso d e tod o esto es tura q u e , a la postre, sostendrá nuestro cono c imiento de
establecer lo s principios claros y d istintos que nos permi­ la naturaleza, pero sólo después de haber refo rzado n ues­
ten razonar a parti r de nuestras verda des intelectuales tra certid u mbre interna c oncertándola con la Voluntad
hacia verd ades acerca de)a realid a d. El axioma d e que l � Divina. Hay q ue hacer de l a Deidad Omnipote nte la base
reali d a d obj etiva de nuestras ideas req u iere u n a causa e n final para gara ntizar nuestra certidumbre . Si, c omo lo in­
q ue esté contenida la misma re alidad, n o o bj etivamente d ica l a constru cción del puente, estamos ciertos de varias
sino formal o emin ente mente,·'!! nos da el primer y deci � causas porq u e son claras y distintas, no podemos d ud a r de
s ivo p uente desde las verd ades q u e hay e n el espíritu ellas por mucho que nos esforcemos ahora que h emos sido
hasta las verda des acerc a de algo que está más allá de
nuestras propias ideas, el primer puente desde una con- Reponses de l'avtevr av:r secondes objections, Oeuvres,
'"" Descartes, A.-T. I X, pp.
1 27 rdonde Descartes afirmó que d espués de segu ir su método, podría verse que
sus axiomas eran "verda d e ros e i nd u d ables") y 128 (donde es defend i d o el
·" Descartes,Meditations, III, Oeuvres, A.-T. I X , p . 27. axioma V, a firmando "hemos de notar q ue la ad misión de este axioma es suma­
·" Descartes,Les Principes de la Philosophie, Oeuvres, A.-T. IX, Parte I, sec. 45, p. mente necesaria por la razón de que debemos expl icar n uestro conoci m ie n to de
44. todas las cosas, tanto de Jos o bjetos sensorios como de Jos no sensorios").
.,. Descartes, Meditations, III, Oeuvres, A.-T. IX, pp. 32-33, y Reponses de l'avtevr '1 ·" Descartes,Meditations, Oeuvres,
III, A.-T. IX, pp. 33-36, y
Reponses de l'avtevr
avx secondes objetions, Ocurres, A.-T. IX, p. 128. avx secondes objections, Oeuvres, A.-T. IX, p. 1 29 ( Proposition II).
280 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO DESCARTES, CONQUI STADOR DEL ESCEPTICISMO 281

i lu m i n a d o s p o r e l cogito ; y e s ta c e r ti d u mb re i n terna Reconozc o c o mo i mposible que Él me engañara nunca, p u e s


acerca de n uestras ideas n os c onvence d e q u e debe haber en t o d o frau d e y engaño se encuentra alguna imperfección, y
un Dios o bj etivo del q ue dependemos por completo para aunq u e puede parecer q u e el poder del engaño e s una m a rc a
nuestro ser y conoci miento, y por ta nto, s i n uestra certi­ de sutileza o d e poder, sin embargo el deseo de engañar sin
du mbre intern a se j ustifica o bj etivam ente (o sea, con re­ duda e s testi monio d e malicia o d e bi lidad, y por consiguiente
feren c i a al mundo real) es a lgo q u e depende de Dios y no d e no puede encontrarse en Dios.5'1
nosotros. Descartes n o c o nsideró la p osibilidad de que p u d i era
Esta serie de percataci ones e onduce a un esceptic ism o ser el demonio, y n o D i os, el q ue le h u biese d ado s u idea
más elevado, a u n hiperpirronismo q u e debe ser supe rado d e Dios y q u e lo h abía o bl igado a llegar a conclusiones
en el c ielo y n o é n el espí ritu del hombre. ¡ Qu i zá s el de­ a ntidemoniacas acerc a d e la naturaleza moral de l a Dei­
monismo q u e e n la Med itación Primera destruyó nuestra d a d . Pero, con este concepto de Dios, b asado en una idea
fe en la razón sea un a specto del Mundo Divino! Qu izá clara y d istinta de Él, Descartes estaba preparado ahora
qu iere Dios que c reamos; d e hecho, nos obliga a creer p ara marchar triunfalme nte hasta su tierra pro meti d a , el
..

todo tipo d e cosas que son falsas. Quizá Dios es u n e nga­ nuevo mundo del d ogmatismo en que el conocimiento de
ñador, un demon io. El c amino que conduce de la d u d a l a verd a d y la realid a d podía q u ed ar c ompleta mente ase­
completa a l cogito y a l a re alidad o bj etiva b i e n puede ser gurado, puesto que " ahora tengo ante mí un camino q ue
como el cierre fin al de u n a trampa que nos aparta de todo nos conduce d e la c o nte mplación del verd adero Dios [ . . ] .

conoc imiento salvo el d e nuestra propia e xi sten c i a, y nos al conoci miento de los demás o bj etos del universo" . 5 4
dej a p ara siempre a merced d e u n e nemigo omnipote nte Por tanto, puest o q ue D i o s n o puede engañar, y Él e s
que desea q u e e rremos en todo tiempo y en todo lugar. m i Creador, y yo he sido c reado c o n la fac ultad de j u zgar
Esta ate rrad o ra p o s i b i l i d a d q u e p o d í a tra n sfo rma r e l q u e tod o lo q u e es cl ara y di stintamente concebido es
sueño cartesiano d e u n paraíso rac i onal en la tierra, e n cierto, e ntonces mi fac ultad de j uzgar q ueda garantizada.
u n infiern o kafkiano e n q u e todos n u e stros intentos por No sólo tengo que c reer que todo lo q u e perci bo cl ara y
descubri r e l verd adero conocimiento de la realidad q ue­ d istintamente es cierto, sino también, por l a Gra c i a d e
d arí an diabólicamente frustrados, req ui ere un exorc ismo Dios e n Su Bondad, q ue es re almente cierto. C o n esta mo­
cósmico, una limpia del cieloY n u m e n t a l seguri d a d , D e s c artes p u d o e nto nces d i s i p ar
Descartes elimina la p osibilidad d e q u e la Deidad p o­
sea rasgos demoniacos � u brayando el cará cter d e nuestm
las dudas d e l a Primera Meditación acerca del conocim ien­
to rac ional. Habiendo sido exorc izado el demonio d e los
idea de Dios. Si l a idea d e Dios n o puede incluir elemen­ c i elos y de la tierra , e ntonces n o quedaba ninguna d u d a
tos demoniacos, e ntonces lo que es claro y d i stinto en la acerca d e las verdades d e l a s mate má ticas. Una vez en­
idea también d ebe ser cierto acerca del o bj eto, el propio c ontrad o el c riterio de l as idea s claras y distintas, e n la
Dios. garantizada probidad de D ios, l as dudas iniciales, e l pi­
rronismo inicial se d esvaneciero n , pues ahora pod ía mos
''' En la répl ica d e Descartes a l a s obj ec io n es presentadas p o r Mersenne. dijo , .
decir q u é era cierto, q u é constituía evidencia, etc. Desde
que d espués d e la prueba de l a existencia d e D ios. y d e nuestra percatación de aquí, todo e s relativamente seguro y fácil. Las verd ade s
nuestra total d ependencia de El, l a única manera en q u e podemos arrojar c.l u­
das sobre las ideas q u e concebimos clara y d istintamente es suponer q u e D 1 0s matemáticas son clara s y d istintas. Nos vemos compelidos
pueda ser un mentiroso. Y si esta posibilidad fuera seria, entonces no podría­
mos confiar n i en nuestras facul tades ni en nuestras ideas cl ara s y d i sti ntas. ''" Desca rtes, Meditations, I V , Oeuvres, A.-T. I X . p p . 42-43.
Véase Reponses de !'avtevr avx secondes objections, Oeuvres, A.·T. I X, p. 1 13. , , /bid.,
p. 42.
282 DESCARTES, CON Q U ISTADOR DEL ESCEPTICISMO
DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO 283
a c reerlas, y en esta compulsión estamos segu ro s, puesto no nos engafla, y por tanto, sólo Dios puede ga rantizar que
que Dios no engaña. La rel ación d e estas verd ades de na­ las verd ades q ue c onocemos en las matemáticas y l a física
tura leza también puede ser d escubierta por nue stra con­
n o son simples aparien cias de verdad en nue stros espíri­
fianza en Dios. Pod emos estar segu ros d e q u e existe u n tus. 5 7
m u n d o físico a l que se a p l i c a n las verd ades acerca d e l a Así p u e s , e n suma, desde las pro fu nd idades de l a de­
pura extensión, ya que Dios n o nos haría c reer e l l o si, en sesperación de la Meditación Pri mera, Descartes c reyó
real i dad, no hubiera u n mundo más allá del alcance de q u e h abía logrado d ar un giro c ompleto al esceptic i s mo,
nuestras ideas.''5 marchando d esde la d ud a completa h a sta l a seguri dad
El ateo n o puede tener esta seguri d a d a ce rc a de la c ompleta. E ste asom broso cambio d e cosas sólo fue p osi­
verdad obj etiva de sus ideas claras y d isti nta s, porq u e n o ble porque tomando el pirronismo suficientemente e n se­
tiene u n Dios que gara ntice lo que p i e n s a q u e s a b e . Al rio, al d udar hasta los lím ites de la c a p ac idad humana, la
responder a la afirmación de Mersenne de q ue un ateo fu e rza d e l cogito p u do s u rgi r c o m o una m a rej a d a , ba­
puede conocer cl ara y d istintamente una verd a d matemá­ lTiendo la c1'ise pyrrhonienne y llevando a l a person a re­
1'
tica, declaró Descarte s, cién iluminada a los á mbitos d e una verdad sólida e in­
Yo no lo niego; simplemente afirmo que, por otro lado, seme­ c o nm ovi ble. Cada etapa en el camin o hacia la verdad
jante conocimiento de su parte no puede co nstituir verdadera abs ol uta después d e l cogito c onfi rma el escape del escepti­
cienci a, porque ningún conocimiento q u e p ueda ser d udoso cismo, y asegura más aún las etapas ya transcurridas. El
debe llamarse ciencia. Puesto q u e es, como hemos supuesto , criterio condu cía a Dios, Dios a la garantía completa, y la
un ateo, no puede estar seguro d e no engañarse en las cosas garantía co mpleta al conocimiento del universo m e cani­
que le parecen más evi dentes, como ya ha sido s ufic iente­ c ista. Sólo habiendo pasado por el valle de la duda c om­
m ente mostrado ; y si por casualidad no se le o c u rre la duda, pleta podíamos ser llevados a la paz y la seguridad del
sin embargo puede surgir s i examina la materia, o si otro se
mundo c onte mplado como una teodicea, nuestras ideas y
la sugiere ; no puede estar a salvo de ello, a menos q u e pri­
mero reconozca la existencia de un Dios.5 11 nuestra s verd ades vistas como jiats d ivinos, garanti zadas
para siempre por n uestra percatac ión de que el Tod opo­
P o r tant o , c ualesqu iera q u e sean las verd ades d e q ue deroso no puede e ngaü ar. Al término de la j o rn ada del
pueda tener conciencia u n ateo, nunca podrá estar com­ espíritu hasta Dios, Descartes p u d o esc ribir sin vacil ación
pleta mente seguro de que sean ciertas, porqu e nunca po­ en los Principles,
drá e rradicar la posi bilidad de que se engañe, por m uy
seguro que se sienta. No puede enco ntrar ningun a garan­ .-, ; Doney ofrece una interpretación totalmente distinta del pasaje acerca del
m atemático ateo. en su "Círculo c artesiano", p. 337. Afirma que Descartes sos­
tía o base secular de l a certi d u mbre. En un mundo secular tiene que el ateo puede tener cierto cono c i miento de verdades aisladas, o ele­
siem pre exi ste una abru madora posibil i d a d de enga i'i o mostrac iones si m ples. pero no pod ía "tener una verd adera certidumbre acerca
demoni aco o de autoengaflo a un en las c o s a s más evid e n­ de las m atemáticas consid eradas como un cuerpo de proposi c iones verdade­
ras". Sin embargo, me parece a mí que D escartes va m ucho más lejos aseve­
tes. Así. e n un mundo apartado de Dios, tod a "verdad" ra ndo q u e el ateo "no puede estar segu ro de no ser engañado en l as cosas q ue le
puede considerarse como dudosa (ya que posiblemente pue­ · " parecen más evidentes". Por tanto, ni aun con respecto a verdades aisladas Y
de ser fa lsa), y n o puede d e s c u brirse ninguna "verd a � d educciones simples. puede e l ateo estar seguro, ya q u e el demonio no ha sido
dera ciencia". Sólo Dios puede d isipar todas las d u das si e xorcizado de su universo. El ateo sabe que los tres ángulos de un tri á ngulo
equiláte ro son iguales a dos ángulos rectos en u n sentido total mente d istinto
Meditations, V y V I , OelWTes, A.-T. I X, p p . 42-56.
.-. .-, Cf. Descartc's, del matemático rel igioso, para q uien este es un conoci miento seguro. El ateo
''" Descartes, Repo11ses de l'avtev1' avx secondes objections, Oe!WTes A.-T. IX, p. 1 1 1 . puede conocerlo en el m ismo sentido en q u e la gente ord i naria sabe q u e la
nieve es blanca. Piensan q ue así es, lo c reen, pero puede ser falso.
284 DESCARTES, CON Q U I STADOR DEL ESCEPTICISMO

Que no podemos errar si sólo damos nuestro asentimiento a las


cosas que conocemos clara y distintamente.
DESCARTES, CON Q U I STADOR D E L ESCEPTICISMO

minación q u e había e n e l des c u brimiento de l a verda d re-


ligiosa era d o ble; p o r u n a parte, nos i l u m inaba la verd ad,
y por l a otra, por l a Gracia Divina pod íamos reconocerla
285

l
Pero es seguro q u e nunca tomaremos lo falso por verdadero como verd a d . La i l uminación, la luz i nterna, daba u n a se­
s i sólo damos nuestro asentimiento a cosas q u e perc ibimos guridad c ompleta, u n a convic ci ón o certidumbre s u bj e-
clara y d istintamente. Pues, como Dios n o es un e ngañador, la
fac ultad de conocim iento q u e Él nos h a dado no puede ser
tiva. Y , segú n afirmaban, l a experiencia misma d e esta '¡
a brumadora segu ri d a d nos convencía de que aquello que
falaz, como tampoco puede serlo la facultad de la vol untad, al sentíamos tan cierto era tambié n o bj etivamente cierto , es
menos mientras no la extendamos más allá de aquellas cosas
q u e perc i b imos cl aramente [ . . . ] Y a u n si e sta verd ad n o
decir, correspondía al verdadero esta d o de cosas del uni­
p u e d e s e r racionalmente demostrada, por naturaleza estamos verso.li o El h o mbre sabe que ha encon trado la verd adera
d i s puestos a dar nuestro asentimiento a las c osas que perci­ fe, y l o sabe p orq u e es l a fe medida p or la regla d e fe ,
bimos clara mente , de c uya verdad no podemos d udar [mien­ la Escritura, que él sabe que es la regla de fe p orque es la
tras las percibimos de esta manera ] . s H Palabra de D i os, q u e nos ha hecho capaces d e reconocerla
y entenderla. El principio básico e ind iscuti ble es l a cer­
Y pud o decir al estudi ante, Burman, q u e n adie p odía tidumbre s u bj etiva o c onvicción total en l a verd a d rel i­
ser escéptico si c ontemplaba atentamente sus ideas inna­ giosa. Y para garantizar que e sta c ertid umbre compl eta
tas, p orq u e sería imposible dudar de ellas. 5!1 no sea simplement e un s entimiento personal o locu ra , ha
Esta dramática respuesta a la crise pyTrhonienne se e n­ de mostrar q u e aq uello d e que está seguro es obj e tiva­
frentó al pro blema que l a Reforma había planteado en s u mente cierto, y no sólo lo que el hom bre considera s u bje­
nivel m á s profundo y , e n e fecto, ofreció u n a solución d e tivam ente como ci erto. Así la búsqueda es de "ganchos en
refo rmador al nivel d e l conocimiento racional, antes q u e e l c i e l o " p a ra sostener e sta c e rti d u m b re s u bj etiva de
religioso. El desafío d e Lute ro y d e Calvino h abía d es a­ modo q ue p u eda transfo rmarse de una experie ncia i ndi­
tado l a búsqueda d e u n a garantía de la c ertid um bre d e vid ual interna en u n rasgo o bj etivo d el mundo. Y, d e al­
nuestras c reencias y principios básicos . L o s re formados y guna ma nera, la segurid ad personal q u e se ha encontrad o
sus a dvers arios podían mostrar, unos y otros, q u e l as opi­ en la verd adera fe , y q u e puede comprobarse mediante s u
niones contrarias n o tenían un fundamento d e fendible y verdadera regla (de la q u e está subjetivamen te cierto), Y
podían ser infe ctadas por dificultades e scépticas. La ex­ q ue proviene de Dios, s e transform a, d e su i n cuestio nada
tensión de este tipo d e p roblema al con ocimiento natural opinión o c reencia en u n a verd ad o bjetiva med i a nte la
reveló que el mismo tipo de c risis escéptica existía tam­ experienci a s u bj etiva d e l a iluminación d e l a verd a <;J Y su
bién en este á mbito. Podía cuestionarse cualquier fun da­ fuente. La experien cia religiosa nos convence de c iertas
m e n to fi losófi c o , pues un fu nd amento exigía otro fun­ verd ades rel igiosas y al mismo tiempo verifica las verda­
damento, y así sucesivamente. des, d e modo que é stas son, a l a vez, lo que él cree por
L os refo rmados, espec ialmente l os calvin istas, ofre cie­ i completo y lo que es verdad. El mismo proceso mental en
ron c o mo defensa de sus creencias la idea d e q u e por la 1
1 q ue o btiene esta segurida d se trascien de a sí mismo de

·¡
voie d'examen descubriríam o s una verd ad religi osa, l a ver­
d a d e ra fe , q u e revelaría su c riteri o , la regl a de fe, l a "" Estoy aplicando e l término "cert i d u m bres s u bj et i vas" para a p l i c a rlo a
c u a l a s u vez revel aría s u fue nte y garantía, Dios. L a ilu- nuestro propio estado mental, a n uestros propios sentim ie ntos psíq uicos c uando
sabemos o esta mos seguros de q u e , por ejemplo 2 + 2 4. "Verdad o bj e� iva" se
=

refiere a si. independientemente de cómo nos sin ta mos. 2 + 2 en rea l idad es


''" D escartes, PTinciples, Oeuvres, A.-T. I X , Part. I, sec. 43, p. 43. igual a 4.
"' Descartes, EntTetien avec Bunnan, pp. 4-5, y OeuvTes, A.-T. V, p. 1 46.
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286 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

algu n a manera y le revela a D ios, fuente del aconteci­


miento, que entonces garantiza q u e el conten ido del a con-
tecimiento, las verdades religiosas, n o sólo son c reencias
DESCARTES, CONQU I STADOR DEL ESCEPTICISMO

subj etiva como comie nzo de la res olución de la crisis e s- /.


c éptica nos haría correr el riesgo d e hacer d ud oso todo �
287


c o n o c i m i ento trans-s ubj etivo. Lutero y Calvino fue ro n
personales, sino también verdades q u e Él h a ordenado. a cusados de d ifundir s u s propias opinio nes personales y
\
E n la respuesta de D e s cartes al esceptic i s m o e n e on- sus sentimientos; d e trata r d e fundar tod a la estructura d e
' J tramos el mismo tipo d e d es arrollo d e la Refo rma, y el l a rel igión sobre hechos subjetivos, sobre s u s propias vi-
,.�'r
mismo intento por obj etivar la certidumbre subj etiva vin-
J
d a s mentales. Insistiendo en que h ay u n a garantía de q u e
culándola con Dios. La c a rtesiana voie d'examen es el mé- aquello q u e es subj etivamente cierto es verd adero no sólo
, · i\ todo de la duda, el examen de lo q ue c reemos. Partiendo p ara el i nd ividuo, sino también a bsoluta y obj etivamente,
�/\1 del pirronismo p arcial de dudar de lo fid ed igno d e n ues­ los refo rmadores declararon que habían evitad o los pozos
• 1 tros sentidos hasta el pirronismo metafísico de la h ipóte-
• 1 J sis del sueño, d u d ando de la re alidad de nuestro c onocí-
. i 1 miento, y pasando al pirronismo total d e la h ipótesis del
del escepticis mo. Y D esc artes, iniciando s u Reforma d e la
filosofía, h u bo de seguir e l mismo camino. En el drama
del cogito, Descartes " socava las bases del pirronismo". 1; 1
' demonio, dudando d e lo fidedigno de n uestras fac ultades Pero, a fin d e que ésta sea más q u e una historia personal
r· · racionales, fi nalmente descubrimos el cogito, verd ad tan

¡
a cerca d e las i deas de s u espíritu y sus sentimie ntos al
subj etivamente cierta q u e somos incapaces de dudar d e respecto, hubo que vincular la seguri d a d inquebra ntable
- : : e !� a en absoluto. Éste es e l primer a specto d e l a i lumina- d e Descartes con u n a fuente que pu diese garantizar, asi- .
/ ; cwn: hay una verd ad. El segundo es l a percatacwn mismo, s u verdad o bj etiva. Para ser victorio so , l o q ue · '
/f
_ _ de l a \l
G fuente de verdad, d e l a garantía d e verd ad. El cogito nos ·
Descartes pensó q u e era cierto t uvo q u e ser c ierto; a q ue- ·
/' l conduce a l a regla de fe, l a regl a d e Dios, y Dios aporta l a

llo de que estuvo subj etivamente c ierto tuvo q u e corres- • :


� seguridad o bj etiva de n uestra c erti d u m bre subj etiva. Ha­ ponder al estado de c osas obj etivo.
biendo partid o por el camino de la verda d experime n­ El d e rr o c a m i ent o rev o l u c i o n ari o d e l escepti c is m o,
tan d o la iluminac ión del cogito, terminamos percatándo­ o bra d e Descartes, y su vindicación del conoci miento o b­
nos d e que la i n d u dabilidad de tod a s las ideas claras y jetivo, ac aso fuesen l a s olución más c ompleta de la crise
disti ntas n o sól o e s un h ec h o psic ológic o q u e aceptam os pyrrhonienne; pero fue precisamente en el desplazamiento
y c o n el que vivim os, sin o que es u n hec h o o rden ad o p or de certid u mbre subj etiva a verd a d obj etiva donde Descar­
,'•. , Dios y, por tanto, o bj etiva mente cierto . No sólo c reemos y tes y su fi losofía, así como Calvino y el calvinismo, se en­
, , psico-l ógicamente h emos de c reer e n c u alesqu iera propo­ contraron con la mayor oposición, oposición q u e h abía de
. -l sicio nes clara s y d i stintas, sino q u e ahora estamos garan­ cambiar el triunfo cartesiano en tragedia. Lo s enemigos
tizados de que a q uello que c reemos corresponde a lo q u e combatieron para mostrar que, a unque acaso se hubiese
: o bj etivamente es. Lo q u e y o conozco como cierto e n el descubierto una verdad, el heroico esfuerzo de Descartes
,- mundo de mis ideas (es d e cir, aq uello d e q u e e stoy s ubj e­ no era en realidad n ingún esfuerzo, o bien era un c o m­
tivamente cierto), se convierte en lo q u e es verdad ero en pleto fracaso, que d ej a ba sin solución e insoluble la crise
el mundo re al, independie nteme nte de lo q u e yo pienso, pyrrhonienne e n la base d e toda l a filosofía mod erna.
- siento o creo. Mis verd ades personales se vuelven las ver­
.. \. n dades objetivas conocidas por Dios por causa d e la garan­
. ,--!1 tía d e Dios de q u e lo q u e he de a cepta r como verda dero
l (subjetivam'ente) es verdadero (obj etivamente). r.¡ Jean-Baptiste Cochet, La Clef des sciences & des beaux arts, o u l a logique Pa­
Emplear el sentimiento psic ológi c o de la certi d um bre rís, 1750, p . 58.
DESCARTES, "SCEPTIQUE M ALGRÉ LUI " 289

Casi i n m e di atame nte después de l a pri m era p u blica­


X. DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"
c ión de l a filosofí a d e Descartes s u rgieron crític o s para
acusar al a utor de h aber unido su suerte a la de los pirró­
nicos. Comenzando con Pierre Petit y e l padre Bourd i n , en
D ESCARTES, habiendo presentado s u triunfa nte conqu ista Fra n c i a , y c on Gisbert V oeti u s y M a rti nus Sch o o c kius
del dragón escéptico, inmediatamente se vio denunciado e n Utre cht, se hiz o l a acusación d e que Descartes se h a bía
como pel igroso pirrónico y c o mo fracasado d ogmático, cu­ desembarazado d e demasiadas cosas para empezar, adop­

(
yas teorí as n o e ran más que fantasías e i l u s i o n e s . Los ta n d o u n e sc e pt i c i s m o d e l q u e n o p o d í a s u rgir n a d a
pensado res ortodoxos y trad icio nales viero n en Descartes cierto. C o n s u método de d ud a , h abía echado por l a bord a
a un vicioso escéptico, porque su método de d ud a negaba ' toda la evidencia a ceptable que poseíamos. Había recha­
la b ase misma del siste m a tradicional. Por tanto, dij ese lo I'Y zado el sentido común, la experiencia Y la a utori d a d ; por
que dijese, Descartes fue considera d o como la cul mina­ 1' 1 tanto, había eliminado toda posibili dad de q u e h u biese
ción de dos milenios d e p irrónicos, a partir de Pirrón d e u n fu n d a me nto seguro para n u e stros conoc imientos. Y
. · l' Elis, todos los c uales h a bían tratado d e socavar los fun- como tal escepti cismo no sólo e ra peligroso para la fi loso­
1. ,-:j damentos del conocimiento racional. Los que tenían in-
fía, sino también para la religión, había que destruir al
. clin aciones escépticas y q u e n o d e se a ban c o n s i derar a escéptico y ateo Descartes. '
Desc artes como uno d e los suyos , q u i si eron m ostrar que Ya en 1638 ene o ntram os un crític o n o identificad o es­
no h a bía lograd o nada, y q u e todas s u s afirmaciones n o cribiendo a Descartes para quejarse d e que las regla s d e
pasaban de ser opiniones, no certid u m bres. A s í p u e s , re­ su momle y s u méthode s on demasi a d o escé pticas y que,
futaron todo avance más allá d e l cogito (y hasta el propio c omo las d u d as de los pirrón icos, n o cond ucirían a n in­
cogito), para hundir al heroico Descartes en u n pozo de guna verd ad básica.� Durante el mismo periodo, Petit es­
incertid umbre . Los dogmáticos intensificaron su ataque c ribió sus o bj eciones, tratando de m o strar q u e Desc artes
con tra la Meditación Primera, pues e n ella se encontraba había i nvertido tod o el proceso de c onocer las cosas y, en
el más poderoso argumento p irrónico q u e , u n a vez admi­ e fe cto, las h aría i n c ognoscibles.:' Po r desgr acia, se h an
perd ido las q uej as d e Petit acerca del métod o de l a duda.

.
ti do, bien sabían que nunca podría ser supe rado. Los es­
Pero la parte q u e poseemos ind i c a el p unto de vista general
cépticos atacaron el resto de l as Meditadones como d udoso desde el c ua l se argüía q u e Desc artes e staba poniéndolo
non-sequ.itur de la Med itación Pri mera . En ambos lados ' el
todo en duda. El argumento de Petit fue que el conoci­


m i s mo tipo de bombard e o q ue había red ucido a lo s re- miento más elevado y final que pode mos tener es e l cono-
fo rma dores a p i rró n i c o s se desencadenó, n ueva mente,
con tra los nuevos dogm á ticos, contra el San Jorge q u e
' Adrien Baillet . en su obra La Vie de M. Des Cartes, París, Hi!l l , 2a. Part. p. 92,
" asegura ba haber d ado m uerte al dragón escéptico. El paso i n formó q ue Voet ius consideraba su cruzada contra Descartes como u n a de­
de la certi dumbre subj etiva a ce rca d e las ideas d el espí­ fensa de la re ligión, en oposición a "un escéptico y un ateo". Voetius hasta trató
ritu a la ve rda d o bjetiva en el mundo rea l fue negado, y de h acer que Mersenne u n i era sus fuerzas con él, y a que lwbía h a bl a do tan
franca mente en contra del escepticismo y del ateísmo.
hasta se m ostró q ue el punto de partida no e ra más q u e la " Carta d e S. P. a Descartes, feb. 1638, en Descartes, Oeuvres, A.-T. I, pp. 5 1 1 -
opinión de un hombre. S i la opinión d e Calvino era insufi­ 517 .
ciente para establecer la verda d religiosa, l a opinión de " Las obj eciones de Pierre Petit fueron tomadas d e un manuscrito que se en­
cuentra en l a B i bl i otheq u e N ationale, por Cornélis d e Waard, en su o bra "Les
Descartes era igualmente insuficiente para establecer la objections de Pierre Peti t contre le Discours et les Essais de Descartes", Revue
verdad filosófica. de Metaplzysique et de Mora/e, XXXII ( 1 925), pp. 53-89.
288
290 DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LVI"
DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LVI" 291
cimi ento de Dios que, desde n uestro punto de vista, es el
cipales son, primero, que el método c a rtesiano es ente ra­
menos claro y el más i n d i stinto . Hemos d e c omenza r con
mente n egativo, pues a rroj a a lo lejos todos los med i os an­
la info rmación d e que d isponemos e n n uestro estado ac­
tu al, los hechos d e la experiencia s ensorial, q u e son los teriores de buscar la verd ad, y no ofrec e nada e n su l ugar;
más claro s para n osotros, y a p arti r d e ellos edificar nues­ y segundo, q ue por su carácter n egativo, el método es in-
tro c onocimi ento. S i p rimero tenemos q u e conocer a Dios capaz de llegar a n i nguna certid u mbre. .
para esta r s eguros d e algo más, todo lo q u e conocemos La primera acusación queda resumida en este pasaJe
conmovedor:
será arroj ado a l a duda, y será imposi ble el conoc imiento
auté ntico, ya q u e se encuentra más allá d e n uestra s capa­ [El Método ] nos arrebata nuestros anteriores instrumentos; y no
c i d a d e s limitadas y fi ni tas d e compre n d e r a lgún día a trae ningunos para ocupar su lugar. Otms sistemas tienen fórmu­
Dios por medios racionales:1 las y si/,ogismos lógicos y métodos seguros de razona?', siguiend.o
El padre B ourdin. d e stacad o profes or j esu ita de París, los cuales, como el hilo de Ariadna, encuentran la manera d e saln·
empleó la Meditación Pri m e ra y parte de la Segunda c omo de los laberintos y de desenmdar fácil y seguramente asuntos que
base para lanzar un ataque y mostrar que el método d e son intrincados. PeTO este nuevo método, poT lo contrario, desfí­
gum las antiguas fórmulas, y al mismo tiempo palidece a ':'te un
Descartes era el d e un escépti c o a bsol uto y , po r tanto,
nuevo peligm, amenazado por un maligno EspÍ1itu de su zn �e.n­
n unca podría conducir a ninguna certi d u m bre sino, por lo
ción, teme lo que es temible, y duda de si se trata de un delzno.
contra rio, sólo podría d estru i rl a. Las c ríticas de Bourdin, OfTecedle un silogismo; queda atemorizado, tanto más cuanto
procediendo de un miem bro d e la ord en q u e le había en­ mayor sea. " Quizá, dice, ese espíritu me engat'ia. ¿El menor? se
s e ñ a d o , p reo c u p a ro n gra n d e mente a D e s c a rtes. En s u alarma y dice que es dudoso. ¿Y si estoy soñando? ¿Cuán a me­
carta de protesta a l provi ncial de los j e s u itas, padre Di­ nudo no han paTecido cieTtas y claras las cosas a un so1iador q �ie
net, Descartes se indignó contra Bourdin, por sus impro­ :
una vez pasado el sueiio, Tesultan falsas?" Finalmente, ¿ q ué dzra
perios. por sus denuncias y por su condenación d e Descar­ el método en cuanto a conclusión? RetmcedeTá igualmente, como
tes e n clase. Pero Descartes afirmó q u e el cargo central si todas fueran trampas y Tedes. ¿No creen las peTSonas delimntes,
de Bourd in era q ue el a utor de las Meditations se ha bía los nz1ios y los locos que razonan de manera excelente, aunque les
permitido excesivas dudas; "sólo ha o bj etado en mí q u e falte todo lo parecido al sentido y al juicio? ¿Y si lo mismo me ha
h e llevado la duda demasiado lej os".5 ocurrido a mí? ¿Y si ese Espíritu maligno me echa polvo a los
La críti ca de B o urd i n,, tal c o m o aparece en las Séptimas ojos? Es malvado, y yo aún no sé si Dios existe y puede conteneT �
este engafíador. ¿ Qué haríais aquí? ¿ Qué haceT, cuando tal m�­
objeciones a l as Meditations, se p ropone poner e n ridículo
todo declara y obstinadamente mantiene que es dudosa la necesz­
las ideas d e Descartes p resentándolas de manera chusca.
dad de la conclusión, a menos que sepáis antes con certidumbre
Pero , aun cuando Bourd i n a menudo e s culpable de mala que no estáis so1iando ni estáis locos, sino que Dios existe, es digno
interp retación, mala representación y e rrores al citar, su de fe y ha contenido aquel espíritu maligno? ¿ Qué hacer cuando el
ataque al método d e la d ud a y las opiniones positivas d e­ método repudie tanto la materia como la forrna de este silogismo?
sarrolladas inmediatamente a continuación del cogito, sí -"Es lo mismo decir que algo está contenido en el concepto de
indicó algunos d e los pro blemas que, en efecto, reduj eron natumleza o de alguna materia y decir que esto es verdad de tal
el esfuerzo cartesiano al p i rronismo. Los d os cargos prin- mate1ia. Sin embargo la existencia, etc." ¿ Qué decir de otras cosas
' De Waard, "Les Obj ections de Picrrc Pctit", pp. 72-75.
Descartes tc11Ía una de esta índole? Si le apremiáis, dirá: "Aguardad hasta que yo sepa
opinión muy p obre de esta crítica, C f. ibid.,
p. 64. que Dios existe y hasta que yo vea que el Espíritu maligno está
:. Descartes, earta a Dinet, en Philosopllical Works,
I l , p. 354. El original l a t i no encadenado." Pero replicaréis: "Esto al menos tiene la ventaja de
se encuentra en Oeuvres,A.-T. VII, p. 573. que, aun cuando no plantea silogismo, con toda seguridad evita
292 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" D ESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRE LUI" 293

todas las falacias." Esto es capital: ¡Para que e l niño no tenga ranza de alcanzar la luz de la verdad. 8 Un a y otra vez, B o u r­
catarro, le quitaremos la nariz! ¿Podrian otras madres encontrar d i n examinó y reexaminó e l cogito y las "verdades" q u e se
mejor manera de sonar la nariz de sus hijos? 6 seguían d e él, para mostrar al a dvenedizo Descartes q u e
nada de e sto podría q uedar intacto después d e habe rse
El métod o , según B ourd in, rec h aza t o d o s l o s instru­ ado ptado el método de l a d u d a . Podía mostrarse que c a d a
f'
mentos de la filosofía anterior, especi almente los del aris­ '
p a s o dado por Descartes e n u n a d irec ción positiva e ra
totelismo. Pero, cuando toda l a información sensoria y el dudoso según s u s propias regl as, ya q ue podía estar e nga­
silogismo se vuelven dudosos, ¿qué nos q ue d a ? Cualquier i1ado, o podía e star soi1ando. Tod o lo q ue le pare cía cla �o
medio posible que p ud iésemos e mplear para o btener co­ y d i stinto a Descartes podía no serlo, s i s e tomaba en seno
nocimiento puede ser atacado por los problemas sensoria­ el métod o de l a d ud a . Una vez que hemos supuesto l a po­
les, el problema de los sueños o l a hipótesi s d e l demonio. sible imprecisión de nuestra razón, n uestros senti d o � o
El método d e Descartes puede salvarn os de e rrar pero, n uestros pri n c i pios, nos d a mos cuenta de que cualqmer
i nsiste Bourdin, también nos impedirá conocer. Los anti­ conclusión a l a q ue ll eguemos puede ser errónea, por m uy
guos métodos, de los que se b urló Desc artes, han s i d o poderosamente que se nos hubiese impuesto, o por mucho
puestos a prueba, y encontrado bastante ciertos. Lo q u e q u e c re a mos e n ella. Por tanto, el cogito n o esta blece n a d a
n o s ofrece en su lugar es un método completamente des­
tructivo, y también expuesto a l a duda. Los motivos q u e
d e q u e p o d a m o s e s t a r a b so l u t a m en te seguro s q � e e s
j
Descartes ofreció para d u d ar, s u s niveles d e escepticismo,
pueden ser desafiados . ¿Estamos c iertos d e que los senti­
c ierto, n i tampoco n inguno d e los argume ntos q ue VIenen
d espués d e él, ya que todos ellos pueden volverse d u�o � o s ,. ,
'1
t a n sólo red iscutiendo l a s razo nes para dudar, y aphcan­
dos e ngañan ? ¿ De q ue p u e d e n c on fu n d i rs e el s ueño y dolas a estos puntos.!l 1
l a vigi lia? ¿ De que puede h a ber un demonio? La eviden­
cia presenta d a por Descartes es sumamente dudosa. Con­
S i el padre B ourd i n atacó el rechaz o d e Descartes del 1
siste e n seúalar lo q ue ocurre o c asionalmente , o cómo se
m ét,)do fi losófi co aceptado, tratando d e mostra r q u e el
innovador h a b í a caído e n u n a trampa escépti c a d e su
i
comportan los enfe rmos y los locos. S i no estamos real­
mente seguros d e estas mismas d u d as, ¿ por qué abando­
propia invención, sus adve rs ario s más n otorios, Voetius Y 1
nar el camino probado y cierto, para arroj arnos de c abeza
Schoockius desarrol l aron esta línea d e crític a hasta un
grado may ¿ r aún. Por mucho que Desc � rtes se h� b i e� e
1
e n un pirronismo total del que n o puede seguirse nada sentido perturbado por la s ai1a del jesmta de Pans, a u n 1
ciert o ? 7 m á s le sorprend ieron l o s desahogos d e los caballe : os d :
El segund o argumen t o es que, una vez aceptad o el es­ Utrecht. Gisbert Voetius e ra el rector d e l a gran umvers i­
cepti cismo completo d e l a Meditación Primera, el méto d o d a d holandesa de aquella ciudad, y Schoockius e ra s� d is­
de Descartes no puede cond ucir a ninguna verd a d cierta c ípulo. Ambos se s i ntieron tentados, primero, a l i_ mpiar su
porq u e ha n egado toda posible vía hacia l a verdad . La i nstitución de toda influencia cartesian �, pues allí e nse­
conqu ista del pirronismo en l a Meditación Segu nda es un i1 a b a u n o de los primero s c onversos d e Desc artes, R�­
fraude y un engaúo por causa del suicida procedimiento del gi us. 1 0 Después de limpiar la U niversidad de aquel peh-
método [por causa] de la forma en que se aparta de toda espe-
• Bourd i n , en Descartes,Philos. Works, Oeuvres,
I I , p. 3 1 9 , A.-T., V I I , p. 529.
" El padre Bou rd in, tal como fue citado en Descartes, The Seventlz Set ofObjec­ " Bourd i n , en Descartes, II, pp. 287-305 Y 319·320;
Philos. Worlcs, Ocurres, A.-T ..
tio!ls,
en Phi/os. Woi-J¡s,
II, pp. 318·319;Oeuvres, A.-T., VII, pp. 528·529. VII, pp. 488-509 y 529-530. .
' Bourd in, en Descartes, Philos. Worlcs, Oeuvres, A.-T., VII,
II, pp. 273-274 y 318, ' " Para detal les sobre esta cuestión, véase la carta de Descartes a Dmet, en
pp. 469-470 y 528. Pililos. Wo1·lcs, II, pp. 361·376;Oeuvres,
A.-T., VII, pp. 582-603. Para información
294 DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ L U I" 295

gro inmediato, procediero n a extender la crític a al a utor n ab a enseñando tan sólo el escepticismo o la d uda c o m­
de a q uella n ueva fi losofía, publicando u n ata q u e a la teo­ pleta. 1 5
ría cartesiana. E s intere sante n otar q u e nueve a ü os d espués, c ua n d o
En 1 643, estos d os h ol a n deses publicaron u n a o bra , Schoocki us escribió u n estudio en grande escala sobre el
Admiranda Methodus Novae Philosophiae Renati Des Cm-tes, esceptic ismo, e n q u e examinó la h istoria d e e ste m ovi­
que, al parecer, era princi palmente obra d e Voeti us. 1 1 En miento, sus principios y las bases para d errocarlo, D e � ­
el prefacio, Descartes es relacionado con algunos d e los c a rtes no fue vilipendi ado como pirrónico. Buscó las ral­
enemigos más peligros os de l a religión: l os escéptic os, ees d e l e s ce p ticismo en el pensamie nto pres ocrá t i c o .
l os s ocini o s y l os ate osY Lueg o, e n el texto, Descartes es Luego, basándose m u c h o e n material tomado de Sexto ,
acusad o de haber ad optad o el m od o de vida d e l os p irróni­ Schoockius estudió el desarrollo de l as i d eas académicas
c os, y de prese ntar un argu mento i n adecuad o tant o e ontra y pirrónicas. Entre los escépticos modernos, mencionó a
el escepticism o cuanto c ontra el ateísm o. 1 a P o r ú ltim o, en Nicolas de Cusa, Sánchez, Cornelius Agrippa y Gassendi,
l a cuarta sección, se plantea l a c rítica decisiva : q ue l a fi­ mencionando también a Francesco Pico en l a sección d e
l os ofía de Desc artes c o n d u ce d irectamente a u n tip o d e pi­ q uienes h a bían escrito contra el e scepticismo. l fl E n el � s­
rronismo llamado semiescepticismo, "semi" porque Des­ tudio de las resp uestas al escepticismo, p resentó el cogzto,
cartes hace algunas afirmaciones positivas. ("En realidad, como una verd ad q u e los escépticos no podían evitar. 1 7
no deseo yo que n uestro a migo , René, sea públicamente Sin embargo, Schoockius d i o grandes d etalles p ara m os­
escéptic o ; basta c o n q u e l o s e a en se c re t o . ") 1 4 C o m o trar que el cogito n o es la verd a d más básica, sin o q ue
Bourdin, afi rman que el método d e la d u d a socava todas p re s up o n e o tras, l os pri n c i p i o s d e l a sana meta fí s i c a
n uestras bases seguras p ara el c onoci miento, como n ues­ tra d ic i onal. 1 H Y , en s u p r op i o análisis y rechaz o d e l es­
tros sentidos, n uestro j u ic i o y n uestra d ependen c i a d e cepticis m o , q u e va d i rigi d o c ontra l o s argu ment o s d e
Dios. A l hacer q u e l a s d ific ultades que ocurren a l c onocer Sexto, presenta una respuesta aristotélica e n que, c on tra
se a p l i q u e n también a lo fid e digno d e l c o n o c i m i e n to la te orí a c artesiana, hace de la validez de la información
mismo, Descartes ha hecho q u e todo se vuelva d ud oso. Los sens oria l a afirmación básica. 1 !1
aristotélicos, como Schoockius y Voeti us, asegura ban que L o s a d ve rsari os tra d i c i onalis tas d e Desc artes i n s is­
existen pro blemas en el intento d e alcanzar la verd ad y el tieron e n el tema de q ue Descartes, i ntenci onalmente o
conoci miento cierto, per<;> (decían) si aceptamos los me­ n o había c rea d o c on s u mét o d o u n esceptic ism o t otal. Re­
dios d e que d isponemos, a partir de nuestra info rmación chazaba la vía aristo télica del c o n o c i miento, d ud an d o,
sensorial, y así sucesivamente, e ntonces podremos pro­ primero , d e la fuente de t od a n uestra i nformación, l os
ceder con éxito. En cambio Descartes (en su opin ión) to­ sentid os; y, segund o, de l os básic o s principi os y verda­
maba los pro blemas tan seriamente q u e destruí a las úni­ des p o r l os q u e raz onam os. Mediante el e mple o d e este mé­
cas vías que tenemos p ara eliminarlos; por tanto, termi- t od o, el c on ocimient o más claro y más san o que p oseem o s
e s arr oj a d o a u n l a d o e o m o i n c i e rt o y p o s i b l e m e n te
acerca de las opin iones y de las c a rreras d e Voctius y Schoockius, veásc Paul
Dibon. La Philosophie néerlandaise au sieclc d'or,Tome 1, Amsterd a m 1954, y C.
Lou isc Thijssen-Schoutc, Nederlands Cartesianisme, Amsterdam, 1954. " !bid., pp. 245-254. .
" Martinus Schoockius y Gisbert Vocti us, Admiranda Methodus Novae Philo- ' " Martinus Schoockius, De Scepticismo Pars Prior, sive Libri Quatuor, Gronm-
sophiae Renati Des Cartes,
' Ultraiecti , 1643. gcn , 1652, Lib. 1, pp. I-76.
" /bid.,p. 2. " /bid., Lib. I I , pp. 88-89.
"' /bid.,
pp. 30 y 172-180. '"!bid., Lib. I I, pp. 90-99.
" /bid.,p. 254. '"!bid., Lib. I I I-IV.
296 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI'' 297

fal s o . Un a vez realizad o esto, n o q u ed an m ed i os para al­ c ontemplar el de bate e scéptico resultante de tomar en se­
c a n zar alguna verd ad i n d uda ble, p orq u e s e han s u pri­ rio la Med ita ción Primera: "Sobre su Princ i pio, d u d aré,
mid o l os datos, l os principi os y las n ormas q u e l o s h om­ no sólo como Escéptico, sino que ahora d udaré en serio . "2 2
bre s siempre han emplead o. S i los trad ic ionalistas trataron d e c o m batir a Desc artes
Desea rtes se s u blevó e o ntra e sta c ríti c a , protestan d o p ro b a n d o q u e la M e d i ta c ión Pri m e ra soc avaba t o d o ,
violentamente p o r las a c usaciones d e esc epticismo he­ c reando u n a total e i n cu rable crise pyrrhonienne, otro s d e
chas por el padre Bourd i n y por Voetius.�0 No sólo repre­ tendencias m á s escépticas s e concentra ron e n l a resolu­
sentaban falsamente s u s opiniones (afirmó), sino q u e no ción, e n el n u evo d ogmatismo que , supuestamente, brota­
comprendían q u e los principios q u e ellos mismos estaban ría de la ilumi nación del cogito. Est os pensad ores i nten­
usando, los de la filosofía escolástica, estaban expuestos a taron m ostrar que las supuestas verd ades de la fil os o fía
c ue stionamiento, y q u e sólo después d e haber rec h azado c a rtesi a n a p od ían v olverse d u d osas media nte las m i s­
tod o s los principios d ud osos pod ía el h ombre proceder al mas dudas q u e Descartes había introducid o desde el prin­
descubrimiento de algo q ue fue ra c ierto . � 1 Sin embargo, ¡. cipi o , y q u e c a d a pa s o dad o después de la dramática reve­
sus adversarios pudiero n señ alar, y s�ñalaro n , q u e s i to­ lación del cogito h abía de ser a band onad o, h asta q u e el
dos los principios conocidos e ra n tan d u d o so s c om o lo triunfo de Descartes se c onvirtiera en traged i a . T o d a s las
afi rmaba Descartes e n la Meditación Primera , e ntonces ve rd ades abs olutas, ci ertas, cl aras y d i stintas, t od o el her­
no q uedaba ningún medio y n ingu n a esperanza de salir m os o s i ste m a de m e c a n i sm o te océ ntri c o s e c onvertía
j a m á s de la desesperaci ó n escéptica q u e Descartes h abía simplemente e n las opini o nes y engaü os de René Descar­
intro d ucido. E n u n d i álogo pirrónico, escrito al final del tes. L o s p u e n tes q u e , s u p u esta mente, c o n e c t a b a n l a s
siglo X V I I por el j esuita francés Gabriel Daniel, se hace certid u m bres s u bjetivas del aut or c on las verdades o bje­
mostrar a Aristóteles que Descartes h a bí a n egado que la tivas acerca d e este univers o d ivinamente d irigi d o , q ue­
evidencia pudiese ser tomada c omo signo de verd a d , ya d aban d e m ol i d os, y se m ostra ba q u e Descartes nunca p o­
que, según la Meditación Primera "dos más tres igu al a d ría dar un p a s o e o n segu ri d a d más allá d e l cogito, si
cinc o" p od í a ser fals o. Y Daniel arguyó q u e el escepticis­ acas o p odía l legar hasta allí.
mo dem oniac o que precedía al cogito s oc avaba e l val or de Sin entrar en l a c ríti c a del cogito , princ ipalmente la
verd ad de la n orma (ya que l a aceptación de ella p odía ser desarrollada por el p irroniano de finales del s iglo x vn, el
resultad o de una acción d e m oniac a), e invalidaba la prue­ o bispo Pierre Daniel Huet (quien d isecó el comienzo de la
ba d e que Di os existe, ya que est o depende de que la Medita c i ón Segu n d a con tal h ab i l i d a d q u e fin a l m e nte
norm a sea fidedigna . E n realid ad, n un c a podíamos saber transfo rmó el pienso, luego existo en pienso, luego quizás
si Dios o el demonio (cualquiera q u e fuese l a fue nte) ha­ existo),�=� las o bjeciones presentadas por Gassendi y Mer­
bía h echo de cogito, ergo sum u n a proposición verdadera o s enne � 4 bastaro n para derrocar o hacer d udosas las mo-
falsa. Así pues, Daniel hace decir a Aristóteles después d e
" Gabriel Daniel, A Voyage to the World ofCanesius, traducido por T. Taylor, 2"
"' El último oponente fue el q u e , a l parecer, m á s l e a burrió. Cf. l a c arta d e cd., Londres, 1 694, p. 84. El m étodo de Desca rtes se estudia en l a s pp. 76-92.
Descartes a Colvius, 2 3 de abril d e 1 643, en Oeuvres, A.-T., III, p . 647, d on­ "' Cf. Pierre-Danicl Huet Censum philosophiae ca1tesianae, París 1 689, y
Cen­
de Desc artes d ice que d espués de leer la Admirauda, "Dejé los ciclos por u n os sure de la reponse faite par M. Regis au libre intitulé Censura Philosophie Canesia­
pocos días. y gasté un pedazo d e papel tratando de d e fenderme de l a s i nj usti­ nae, par Theocrite De La Rache, Seigner de Pluvigny, Bi bl iothcque Nationalc Me.
cias que se me h ac ían en l a tierra". Fr. 14703, n ú m . 3. cap. I. fols. 22-1 13.
Epístola Renati Des CQ1tes ad Celeben'imum Vi111m D. Gisbertum
" Descartes, ,., Aun c uando e l segu ndo conj unto de objeciones a parece como s i lo h u biera
Voetium, Oeuvres.
en A.-T., VII B. pp. 1 69- 1 7 1 ; y c arla a D inet, en
Philosophical Worlcs, compilado Mersenne, bien puede ser de él, pues refleja su "escepticismo miti­
Oeuvres,
II, pp. 358-359, A.-T. VII, pp. 578-580. gado".
DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" 299
298 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

n umentales conclusiones a las q u e h a bí a llegado Descartes. tinguir l o q u e es rea l mente cl aro y d istinto d e l o q ue sólo
Un tema c entral de estas críticas consiste e n c uestionar si parece serlo.26 (Esto, desde luego, generaría l a necesi d a d
el h echo de que Descartes a fi rmara e star seguro, percibir d e un n úmero infinito de criterios para distinguir lo q ue
clara y d istintamente que l as proposi ciones q ue o frecía pa1·ece ser real mente claro y d istinto y l o que realmente es
eran verd ad, basta ban para hacerlas verdad. Q u izá, sugi­ claro y d i stinto, y así sucesivamente .)
rieron, pese a lo q ue Descartes crea de esta s proposicio­ El argu ment o aquí p lantead o p or Gassendi es, en e sen­
, ,', '
nes, aún puedan ser fal s as . cia, el m ismo q ue d i rigentes católicos como San Francisco
Gassen d i se explayó l argam ente en sus o bj ec i ones a l d e Sales emplearo n para atacar a los reformadores. S i la
viej o argumento d e l o s Contrarrefo rmad ores, de q u e el posición de alguien s e basa en l a segu ridad subjetiva de
mundo está lleno de locos q ue está n a bsolutamente cier­ q ue ti e n e razón, ¿no puede, en realidad, estar e q uivo­
tos, pero que ta mbién está n errados y, por i mplicación, cado ? Lo s calvinistas insistían en que l a luz interna, o la
q u izás el gran René Descartes es uno más de estos i n for­ c u a l i d a d c o m p u lsiva de la verd a d los dej a b a a bsoluta­
tunados i nd ividuos. Al considerar el criterio c artesiano mente segu r o s . Per o l os e ontrarre formad ores a rguye­
d e la verdad, q ue todo lo que es clara y d i stintamente ron que e s t o n o basta, pues siempre es p osi ble q ue aquell o
perc i bido es ci erto, Gassend i indicó, primero, que muchos q u e consid era mos q u e es verdad, q u e sentimos que d ebe
grandes espíritus que a parentemente veían cl ara y d istin­ ser verd a d , y c o n si d e ramos i n d u d able y así, s u c e s iva­
t a m e n t e a lg u n a s c o s a s , h a b í a n c on c l u i d o q u e n u n c a mente, pueda n o ser más que una fantasía n uestra. Todo
p od ríam os estar segur os d e q ue algo fuera c iert o. En se­ lo que los refo rmadores tienen que ofrecer es lo que Cal­
gun do lugar, nuestra experiencia personal debe c a usar­ vino piensa q ue es verdad, lo que Lutero piensa que es
nos algun as preocupaciones, pues muchas cosas q u e e n u n verdad, y 1 o q u e c a d a m i e m b r o individual piensa q u e
momento creímos percibir clara y d istintamente, y acep- es verd ad. Per o, p or m uy seguros que t od os ell os s e sien­
f tamos como ciertas, tuvimos q u e rech azarl as después. Lo tan, sól o están midiend o la verd ad p or sus propias segu­
�Vl único que parece ser cla ro, distinto y cierto es q u e lo q ue rid ades priva das. a m e n os que, de alguna manera, 1 o­
J le p arece a alguien, así le parece. Hasta en matemáticas, gren fo r m a r u n a regla de q u e a q u e l l o de q u e e s t á n
algunas proposiciones que fueron consideradas como cla­ seguros e s re alme nte ciert o . 2 7
ras y d istin tas h a n res ultado falsas. Las interm i n a bles C om o Gassendi h a b í a tratad o de m ostrar. l a reforma fi­
controversias q ue se desarrollan en el m un d o s ugiere n, e n losófica d e Descartes se sostenía o c a í a en este m i s mo
tercer lugar, q u e cada persona piensa que percibe clam y dis­ punto . Descartes contraatacó insistiendo, al principio, e n
tintamente aquella pmposición que defiende. 25 N o se trata de q u e n o le importaba lo q u e pudiesen creer varias perso­
que estas personas sólo estén simuland o que re almente nas, o c u á n fi rmemente lo creyeran puesto que, " n unca
creen en las proposiciones que a rguyen , sino de q ue está n podrá probars e q u e perciben cl ara y distintame nte lo que
tan seguras que afrontarían l a m uerte por sus opiniones. tan pertinazme nte afirmaban" . 2 8 S i personas serias y sin
Por tanto, lo q u e esto parece indicar es que la clari d ad y prej uicios se toma b a n la mol estia , siempre podrían d i s-
d i stinción son normas i n adecuadas para d eterminar lo
q u e es verdad, a menos q u e haya una n orma m á s para d is- "' Gasse ndi, Fij!11 Objections. en Descartes. Phi/os. Works. Il, p. 1 52; y Descartes,
Oeuvres , A.-T. V I I , pp. 278-279.
tados en el cap. I V.
" Cf. los a rgumentos de San Fra ncisco de Sales contra los Reformadores, ci­
"' Gassend i, J Q(
T w Fifth Sei Objections, en Descartes, Philos. Works, II, p. 1 52. El
The AuthouT's Reply to tlw
'' Descarte s, Fi}!/1 Set ofObjections,
en Pililos. WoTks.
estud i o d e este t ema aparece en las pp. 151-152. El origi n a l l atino se encuen tra II, p. 214, y
Oeuvres, A.-T ..
V I I . p. 361 .
en las Oeuvres de Descartes,A.-T., V I I . pp. 278-279.
300 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" DESCARTES, " SCEPTIQU E MALGRÉ LVI" 301

tinguir por sí mismas lo q ue sólo pensaban q u e percibían d ucido por Descartes como claro y d istinto: ¿Es realmente
c l a ra y d i stintamente , de lo q u e , en realidad, sí perci­ cierto, o simplemente Desc artes piensa q ue e s cierto ?
bían.� !! Aquellos infortunados que no perciben nada clara Para fortificar s u p osición, Descarte s pasó d e la segu­
y d i stintamente tendrían q u e segu i r s i e n d o e s cé p ti c o s ridad s u bj etiva del i ndividuo en la norm a a h acer de Dios
hasta alcanzar esta experiencia. Pero, una v e z q u e lo lo­ el j uez, que podía confirmar y garantizar la regla d e ver­
gren , sus d udas se evap orarán por completo "pues por el d a d , y l a s verd ades medidas por l a regla. Pero tanto Mer­
simple hecho de ha ber percibido algo claramente podrá n senne como Gassendi plantearon d evastadoras obj e c iones
d ej a r de dudar y d e s e r escépticos". :l o a la manio bra filosófica q u e transformaba esta segu ridad
T o d o est o n o resp onde al p r o blema s i n o q ue, c om o la s u bjetiva personal d e certidumbre e n verdad o bjetiva, o b­
sol u c ión de los c alvin istas, n o e s más q ue u n a reiteración j e c iones a las que sólo podía respo n derse conced iendo
de l a idea d e q u e la certi d u m bre subjetiva es verd adera, y que en u n sentido fund amental, el sistema cartesiano no
todo el q u e l a experimente creerá esto. Tan sólo reafirma había s uperado ni podía superar l a c1'ise pyrrhonniene. De
el argumento de Descartes d e que hay a lgo en l a claridad manera similar, los críticos escépticos emplearon el lla­
y d i sti n c ión de u n a i d e a o p roposición q u e impone u n mado c írculo de Arnauld para m ostrar q u e la garantía o b­
asentimiento completo, y e l hom bre sabe inmediatamente j etiva de la N ueva Filosofía segu ía expuesta a cuestiona­
cuándo se encuentra a nte este tipo d e situación. La com­ miento.
pulsión natural y abrumadora d e asentir a l as i d eas claras Mcrs e n n e p l a nteó l a pregunta de si e ra segu r o q u e


y d istintas se convierte e n garantía última de s u verdad.:1 1 Dios no puede mentir o engaflar, e indicó que, en opinión
! Al h acer de esto l a gara ntía d e la verdad, Descartes pa- de algunos teólogos del pasado, Dios ya lo ha bía hecho.
rec e estar su brayando aún más l a experiencia s u bj etiva y Aun si Dios n o era u n engaüador, q u i zá s nosotros n os en­
psicológi c a como base d e l a c erti d u m bre, y n o a lgunos gai'iábamos a nosotros mismos en l as m ejores condiciones,
rasgos o bj etivos d e las ideas o de aquello a lo q ue p uedan ya q u e somos falibles. Pues, ¿qué evidencia hay de que no os
refe ri rse. Mientra s el argumento en pro del c riterio de engai'iáis y no podéis engañaros en aquellas mateTias de que
clari d a d y distinción está fundado básicamente en l a con- tenéis un conoci1niento elaTO y distinto ? ; :1� c om o o tr os l o ha­
ciencia intuitiva y la experiencia de hallarse ante algo de bían i n d i c a d o , hay p e rs o n a s q u e h a n sido e ngai'i a d a s
que no podemos d ud ar, e ntonces puede aplicarse la o bj e­ a cerca d e c u esti ones q u e pensaban p ercibir tan claramente
ción d e Gassendi y el ataque d e los contrarreformadores, conw el sol. A menos q ue pueda mostra rse que e l principio
que a rroj a n dudas sobre e l fu ndamento d e la filosofía car­ d e clari d a d y d i sti nción e s real mente claro y distinto y
tesiana. Puede c uestio nars e cada principio c entral intro- cierto, d e modo que n o podamos ser engai'iados o e nga­
ñarnos a nosotros mismos aplicándolo, no podenws estable­
'" !bid., Philos. WoTks, OeuvTes,
II, p. 226, y A.-T., VII, p. 379. Craig Bl'Ush p iensa ce?- qu.e hay una posibilidad de certidumbre hasta cierto grado
que Descartes puede escapar de l a devastación med i a n te esta o bjeción. Véase relacionada con vuestros pensmnientos o con los pensamien­
su o b raMontaigne and Bay/e, p. 1 71-n. l . tos de la espede humana. : J : J
'1"
Descartes, Seventh Set of Objectious. Phi/os. WoTks.
en I I . p. 279. y
Oe?wres.
A.-T., VII, p. 477. C om o répl ica a este rechaz o ta nt o d e l criteri o c om o de
'1 1
Descartes, PTinciples, Oeuvres,
Parte I, sec. 43, en A.-T. IX, B, p. 43. " Po r natu­ s u garantía de la probidad de Dios, Desc artes trató la o b­
raleza estamos tan d ispuestos a dar nuestro asentim iento a las cosas q u e perci­ j e ción como ataque básico a la posibilidad misma de q u e
bimos cl aramen te, que n o podemos d u d a r d e su verd ad." Véase también Bene­
dictus d e Spi noza, The Principies qf' DescaTtes Philosophy (La Salle, I II, 1 943), Parte
I, pro p. XIV, p. 46; y Descartes, Repouses de l'avtevr avx Secondes objectiom, en '1 ' 111e rsenne, Secondcs Ubjections, en Descartes, OeuvTes, A.-T. I X, A , p p . 99-100.
Oeuvres, A.-T. IX, A, pp. 1 1 3-1 14. a:¡ !bid., p. 1 00.
302 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" 303

alcanzásemos el conocimiento verdadero . Qu izá l a s ver­ e s posible q u e las verdades d e q u e estamos más persua­
d ades q ue aceptamos porque son claras y d istintas n o sean didos sean falsas d e a cuerd o con alguna norma absoluta,
ciertas. Pero n uestras concepciones c laras y d istintas no e ntonces, ¿ po demos estar j amás seguros de que a q uello
pueden ser engañosas porq u e Dios es perfecto, y n o puede q u e s u bj etivamente hemos de aceptar c omo c ierto e s o b­
j etiva o a bsol u tamente cierto ? Aquí, Descartes introd u ce
ser u n engañado r (lo cual sabemos por n uestra c lara y d is­
tinta idea de Dios). Una vez c onvencidos de l a existencia ¡ e sta posibilidad escépti c a, y a la vez reconoce que n o h ay
d e Dios, las extremas dudas y problemas planteados en l a 1 . manera d e eliminarl a. Todo l o q u e tene mos es " una con­
"-1 vicción tan fue rte" q u e la duda es i mposible p ara noso­
Meditación Primera d e b e n desaparecer pues, según Des­
cartes, ha encontrado "la q u e m e parece [¡una buena a cti­ t /ll. tros, y esto es lo que constit uye nuestra certidumbre . Pero
tud escépti ca!] la única base en q ue puede descansar la
certidumbre h umana".:l -1 La explicación de lo q u e es este 1 mientras sea posible q u e tal creencia, persuasión o c on­
vicción no corresponda con las verdades d ivinamente or­
fundamento de toda certi d u m bre res ulta, realmente , d e lo 1
l
d e n adas o c on ocidas, t od o l o q u e sabe m os o cre e m o s
p odrá ser fal s o . A l c omienz o de s u c on q u ista d e l esce pti­
1
más revelador.
cismo, Descartes había in sistido en q u e d ebíamos recha­
¡
Para empezar, directamente pensamos q u e p e rc i bimos co­ 1 zar cualesqu iera proposiciones si teníamos alguna razón
rrectamente algo , y espontá neamente nos p e rsu adi mos de
q u e esto es cierto. Además, si esta convicción es tan poderosa !
1
para dud ar. Aquí se presenta una razón monumental p ara
d u d a r; a saber, q u e h asta d onde podemos decir, a pesar
que no tenemos razones d e d udas concernientes a la verdad
1 de tod a s l a s seguridades que poseamos o sintamos s u bj e­
de la que nos hemos persuadido, no queda nada más q u e ave­ 1 tivamente, todo lo q u e s abemos o creemos puede ser falso
riguar; tenemos a q u í toda l a c e rti d u m bre q u e ra zonable­

1
m ente pueda desearse. ¿ Qué nos i mporta, si por casualidad
" a bsolutamente h a b l a n d o " . La norm a absoluta, la q ue
alguien finge q u e eso, la verdad d e la que estamos tan fi rme­ emplean Dios o u n á ngel puede d ar resultados d i ame­
m ente persuadidos, p arec e ser falsa a D i o s o a un ángel y p or tra l mente opuestos a los de nuestra norma de clari d a d y
tanto, absol utamente hablando, es falsa? ¿Qué oídos d ebemos d istinción. Así, Desc artes, i nvoluntari amente, h a permi­
prestar a aquella falsedad a bsoluta , cuando nosotros de nin­ 1 tid o que se i ntroduzca una cuña q ue separa nuestras ver­

1
guna manera creemos que existe y ni aun sospechamo s de su dades conocidas subj etivamente, garantizadas por nuestra
existencia? Hemos adoptado una convicción tan fue rte que fe n atural, o c onvi c c ión completa, de las verdades o bj eti­
nada puede removerla, y esta persuasión es ' claramente lo ' vas del m undo de Dios. Ya no podemos tener ningun a ga­
mismo q u e una certidumbre perfecta.:15 rantía de q u e los dos tipos de verda d se corresponden.
En el planteamient o mism o del argu ment o, Descartes l Habiend o d es arr ollad o e ste escepticism o e ompleto d e n­
había reconocid o que existe un tipo de pro blema escép­ l
1
tro d e s u sistema, Descartes arguye, en s u réplica a Mer­
senne, q u e esto no e s d e impo rtancia, pues ten emos toda
tico respecto a la índole de certid um bre que podemos al­

1
canzar. Este pro blema, lo deseara Descartes o n o , permite l a s eguri d ad que los hombre s razonables pueden desear.
Nuestra c erti d umbre s u bjetiva basta, porque es, en reali­
la constru c ción d e u n p o s i ble estado d e c o s a s e n q ue dad, todo lo q ue j am á s tendremos. No podemos saber si
puede ser falso todo nuestro conocimiento más s eguro. Si

1
n u e stras verd a d e s son verd a de ra s o fa lsas " ab s o lu ta­
'" Descartes, Reponses de l'm•tevr avx Secondes Objections, en Oeuvres, A.- T . IX, mente hablando"; y como n o podemos saberlo y no cree­
A. p . 1 13. Deseartes o bserva aquí que "pereibo que aún estáis enredado en las mos en la posibilidad de q u e lo que sa bemos pueda ser
d i fic ultades � u e. yo planteé en la M e d i tación Primera, y q ue, c re í h a be r supri­ falso, podemos olvid arnos de ello y q uedar satisfe chos con
_
nudo en las SigU ientes Me d i taciones con s u ficiente c u i da do".
"'' !bid., pp. 1 1 3-1 1 4. nuestras verdades, cuya certidumbre está asegurad a por
304 DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

nue stra compl eta convicción o fe en ellas, y por nuestra


incapacidad psicológic a para d udar d e ellas.
�, DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

estas percep ciones. N uestra certidum bre subj etiva e s tan


grande q ue p o r n u estra constitución somos i ncapaces d e
305

D e sc artes h a bí a c o menza d o s u c on q u i sta del p irr o ­ pensar e n l a posibilidad de que aquello que c onocemos
nismo insistiendo en q ue todo a q u e l l o q u e e n el menor sea o bj etiva o a bsolutamente falso. Una vez que Desc a rtes
grad o sea d udoso puede ser tratado como s i fuese falso, y ha plante ado las cosas de esta manera, se vuelve claro
debe ser compl etamente rechazad o . Pero después d e este q u e no h a podido m atar al. dragón escépti co porque, po­
a s o m bro s o p ri n c i p i o , te rm i n ó d i c i e n d o q u e h e m o s d e d a rnos c o n s i d e rarl a p s i cológi c a mente o no, existe u n a
aceptar lo q u e n o s ve mos o bligados a creer c o m o verda­ d ud a i n c urable dentro de su sistema, q u e para siempre l e
d ero y cierto, aunque pueda ser realmente falso. Q uizá i mped i rá establecer algún conocimiento cierto e n el sen­
por haber comprendido c u á n baj o había caído, desde las tido de un conocimiento necesario a ce rc a de la reali d a d .
altu ras empíreas del verd adero conoci miento en su con­ Este p u n t o se vuelve m á s n otable e n l os c omentari os
cesión a s u amigo Mersenne, Descartes trató, e n los co­ de Descartes a las o bj eciones de Gassendi, cuando se e n­
mentarios s igu ientes, de recobra r s u elevada posición, frenta a la q u e llama "objeción d e o bj eciones" que, aun­
pero sólo logró reforzar el fund amenta l p ro blema escép­ q ue no l a atrib uye a Gassendi, o bserva que es m uy similar
tico que había sido revelado en su sistema. Trató d e ar­ a las críticas d e Gassendi. Esta o bj eción consiste e n q u e ,
gü i r que la certid u m bre compl eta podía encontrarse e n q u izá, todo n uestro conocimiento m atemáti c o , a u n q u e
las percepciones cl aras del intelecto , c o m o el cogito. Ase­ claro y d i stinto, no s e relaciona c o n nada fuera del espí­
veró que en c u anto tratáramos de d u d a r de e llas, encon­ ritu y, por tanto, tod a la física cartesiana p uede ser imagi­
tra ríamos q u e ha bíamos de creer que e ra n ciertas. Esta n a ri a y fictic i a . Descartes i nterpretó e sto como equiva­
situa ción sólo s u rge con respecto a las ideas cl aras y d is­ lente a l a s ugestión general d e q ue todo lo que podemos
ti ntas del inte l ecto. (Por consiguiente , la gente que e stá e nten d e r o c o n ce b i r e s simpl e me n te una creación d e
segura de toda c lase de otras cosas, completamente se­ n uestro espíritu y n o tiene relación con l a realidad.:1 7 A
gura, no i mporta, pues no está basando su s egurid ad en el menos q u e pueda excluirse esta posibilidad, nos vere mos
fun d amento d e toda certidum bre .) Mas, a pesar d e lo q u e enredados e n otra forma d e la crise p yrrhoniene, e l se-
Descartes d iga, esto sólo muestra , e n el mej o r d e los ca­ p- gundo nivel de escepticismo de l a Meditación Primera, ya
sos, que h ay pro posiciones de las que n osotros, con nues­ que, aun s i a ceptáramos n uestras percepciones cl aras y
t ra s h u m a n a s fac ultad es y l i m i tac i ones, re a lmente n o d i stintas como verd aderas, nunca podríamos decir s i eran
p od e m os d u d ar. Las prop osici ones pueden segu ir siend o verdadera s acerca d e algo, más que nuestros pensamien­
fal s a s según las n ormas de Di os. Ent onces, Descartes tra­ tos. Por tanto, n uestro propio conocimie nto se red uciría a
tó d e eliminar esta p osibilidad asegurand o , "tamp oc o a q u í declaraciones a ce rc a de cómo nos p arecen l a s cosas, o
h a y d i ficultad, aunque alguien p u e d e fingir q ue l a verd ad q u é pensamos d e ellas. Pero seríamos incapaces d e cono­
le p a rezca falsa a Dios o a un á ngel , porque l a evidencia cer nada del universo o bjetivo, d e las cosas en sí mismas.
La respuesta de Descartes a l a " obj eción de objeci o­
de n u estra percepción no nos p e rm i te prestar n inguna nes" consi ste en señalar las aterrado ra s consecuencias
atención a semej ante ficción " .:lo Así pues, aun cu ando po­ q u e se seguirían de tomar esto e n s erio. S i llegara el caso
d a mos plantear u n a razón para dudar d e tod as n uestras de que todo l o q ue j amás pudiésemos conocer fuesen los
percepciones clara s y d i stintas, no podemos tomar en se­
ri o esta razó n, por c a us a de la repercusión a brumadora de
, '" Descartes, Lettre de Monsieur Des-Cartes á Monsieur C.L.R. en Oeuvres, A . -T.,
"" Ibid., p . 1 14. IX A. p p . 2 1 1 -212.

D i) }l'J;.CA'o �
') � p � p. � j ft? ,
306 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"
DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LVI" 307
pensamientos d e nuestros espíritus, q u e pudiésemos ha­
ber inventado, "se sigue que n o existe n ad a que podamos ]7 llecer e l a rgumento l l amado el "c írc ulo de Arnauld" . El
comprender, concebir o i m agin ar, o ad mitir como cierto, y proble 1_11 a . escé p tico a q u í i mplícito queda bien expresado
e n el Dzccwnano de Bayle,:111 donde éste d ic e de Desc a rtes:

i.
q u e hemos de cerra r la puerta a l a razón, y c ontentarno s con
ser monos o loros, y d ej a r d e ser hombres".:I H Pues esto es, U n o d e los primero s princ i pios del rac ioc inio, d espués d e
precisamente, lo que los pirrónicos afirman q u e tiene q u e que el _ habla _ d udado de todo, parece ser demasiado circula r
o c u rrir. H e m o s d e c e rrar l a puerta a l a razón po rq u e para poder constru i r sobre él con seguri dad; pues él e stá en
s �:m1os compl � ta1:nente ir�c apaces de encontrar alguna c e �­
p tl � u m bre � bJ �tlva , a �gun p u e n te e ntre n u e stro c o n o c i­
pro de demostrar el Ser de un D i os a p a rtir de la Verd a d de
� � estras fa cultades, ":! la ve :dad de nuestras facultades a par­
miento s u bJetivo, por m d u d a ble q u e sea , y el conocimie n­ tu del Ser de u n . Dws. Mas le valdrí a h a ber supuesto q ue
to del mundo re al . Desc a rte s h a bía constru ido tod o s s us nuestras fac ultades eran ciertas; pues siendo los i nstrum e n­
es � abones a parti r del cogito hacia el criterio, hacia el t� s de q u e nos valemos e n todas nuestras pruebas y ded u c­
axwma claro y d istinto q u e nos permitía razonar a partir ciOnes, a menos que supongamos q u e son ciertos' nos e ncon­
del contenido de una idea h asta s u causa real, hasta Dios, tramos paralizados y n o podemos i r más lej os en n uestras
y hasta la verdad acerca del universo . La "obj e c ión de o b­ pruebas. Así pues, el modo de suponer parece más rac i o n a l
j e c iones " indicaba q u e toda esta estructura ra ci onal p o­ q u e el d e d u d a r. � 0
d í a no ser más q u e u n c o nj u n to de c re e n c i a s q u e n o s Arn a u l d h a b í a i n d i c a d o la a p a re n te c i rc u l a r i d a d
veí a m o s o bl igad o s a a c e ptar c o m o c ie rtas, q u e n u n c a d.e establec� r el c riterio de ideas claras y d i stintas a par­
podríamos relacionar con algún mundo real fuera de noso­ ti.r de la e x istencia de un Dios n o engai'iador, y l a existen­
tros, que no era ningun a garantía como verd a d absoluta.
D e s c a rtes, e l s u p u e s t o e o n q u i s t a d or d e l e s c e p ti c i s­ � l a de esta Deidad a partir de n uestra s claras y d istintas
Ideas de ÉI. ·1 1 La versión escéptica simple mente extiende
m o, sól o p odía c o ntemp l a r s u n ueva e inminente crise
la dific ultad, afirmando q u e primero d e bemos emple ar
pyrrhoni.enne, y declamar, a la manera de Casandra, c u á n
c atastrófi c o s e r í a q u e e s ta c r i s i s no p u d iera evitars e . n uest �·as fac .ultades p ara probar q u e Dios exi ste , p e ro
q.ue solo h a biendo esta blecido esta prueba podemos d e cir
Pero, p or desastrosa q u e pud iera ser, Descartes n o n o s s.1 l as fac ultades eran fidedign as. Por tanto, tan sólo come­
había dej ad o me d i os en s u s istema fil osófic o p ara preve­ ti endo petición de principio sobre si n uestras fac ultades
nirla. Sól o p odía anun <; iar q u e él n o cedería y que, para son seguras para nosotros, podremos j ustificar algún d ía
bien o para mal, j usti ficad o o n o, se prop onía s osteners e el conocimien to o btenido por ellas.��
e n s u segu ri d a d p e rs o n a l , c o m p l et a m e nte s u bj et i v a .
C o m o 1 os calvini stas, estaba d i spuesto a desafiar l a e on­ " " Esto aparece e n la edic ión inglesa, en d i ez vol úmenes. del Diccionario d e
denación eterna p or causa d e s u certi d u m bre s u bj etiva, Bay�e, en el artículo sobre "Caries <René Des)" q ue no e s de Bayl e. L a parte
de las verd a des de las q u e esta b a pers on almente c onven­ .
aqu¡ anal1zada fue tomada de la obra escéptica de Thomas Ba ker, Re.f1ections on
c ido (aun c uando pud iesen ser falsas o imaginarias). Learmng. (4". edición) Londres 1708, 73.
p.
Otra manera en q u e l os adversari o s escépti c o s ataca­
Dictionm·y,
'" Bayle, edición inglesa, Lon d res,1734-1-740,
art. "Cartes <René
Des)", Rem. AA.
ron el "tri unfo " cartesiano, d iciendo que e l sistema de Qu trie es Objections'
" Anta i n e Arn a u l d , a m en Descartes 'OeuvrcsA . -T. I X A . p
' ' ' .

Descartes dej aba en d u d a s i p odríamos ten er u n conoci­ 166.


" Sobre l a respuesta un t a n to d esconcertante de Descartes a la acusación d e
miento obje � ivo a cerca del mund o real, c onsistió en embe- A :·na·uld, Y sobre s u a lí rmación de q ue en rea l idad no ocurre ningún círc ulo.
;� Répon�es de l'avte�r avx Quatriémes Objections, Oeuvres,
ase Desc a rtes, en A.-T.,
" " !bid.. p. 212. · 189-190.
A., pp. Gou h 1er ha publlcado recien temente una interesante defensa
de Descartes en este punto, en los Études Philosophiques. (1956) ,
XI "La vérae ité
308 DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LVI" D E SCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LVI" 309
L o s a dversari os, tant o tradici onalistas e o m o escépti­ tendríamos conocimiento de las cosas, sino tan sólo de n ues­
cos, arguyeron que, d ad o el p un to de vista c artesiano, la tros pensamientos. Por consigu iente, no conoceríamos nada
d u d a completa, cada paso podía refutarse, de modo q u e �1 d e las cosas d e que estamos convencidos d e conocer con toda
progreso del espíritu hacia Dios se convertía en una sene certidu mbre, sino q u e sólo sabremos q u e pensamos que son
de pasos dudosos, cada uno más d udoso que s u predece­ tales y tales, lo q ue ciertamente destrui ría todas las c i e n­
sor h asta culminar no e n una completa garantía de todo cías.·"'
lo � nte rior, sino en u n círculo vicioso, q u e viciaba toda ·
Per o si la e onqu ista c a rtesia n a del pi rr onism o depen­
fuerza que pudiese haber existido e n e l primer . r ? zona­ día de establecer el c ri terio de las ideas cl aras y d istintas,
miento . Las d udas d e la Meditación Primera debilitaban y su uso como p uente d e las ideas a la realid a d , a q u í es
las pretensiones acerca del crite rio , lo que a su vez hacía pre c i same nte donde sus a dversarios habían hecho retro­
dudosa la prueba de l a existencia de Dios, l o que a su vez,
ceder a Descartes al m á s completo escepticismo. El pro­
dej a b a en duda la afirmación de q u e Dios no es un e nga­ ble ma está cl aramente expuesto en los c omentarios d e
ñ a d o r. Y si e sto ú l t imo no q ue d a ba e s ta b l e c i d o c o m o Malebran che s obre e l pasaje antes citad o , d e la Lógica de
completamente cierto, e ntonces no p o d í a darse la garan­

1
Port-Royal. El gran oratoriano procl amó q u e esta opinión
tía final de Dios a todos los pasos o, al menos, no se l a "establece ento nces este ri dículo p irronismo , puesto q u e
podía conocer rac ionalmente. s u prin cipio p uede ser re futa d o , y p o r buena ra zón " . 1 ·1
El punt o deci siv o que había que ganar, pero que .n o se
podía ganar, era el primer p uente a partir del cogzto, la
Pue d e argü irse que e l principio sólo es verdad ero si las .J
cosas e n re a l i d a d se conforman a n u e stras i deas, pero
doctrina de las ideas claras y d i stintas, e l criterio del que
"eso es lo q u e n o es seguro". No tenemos manera de saber 1
dependían todos los pasos siguientes. Arn a u l d , c u ? n.d .o por adel antado, como los escépticos sie mpre lo han d icho, .J
llegó a escribir l a Lógica de P01t-Royal, vio q u e l a posibili­
dad misma de alc anzar j amás algún conocim iento o bjetivo
si n uestros pensamientos se conforman a l a rea lidad; · · a sí J
dependía de mantener e ste vínc u lo de la cert � d um bre
pues, n o es cierto que l a cosa se co nform a a vuestra idea,
sino tan sólo q u e vos pensáis así". ·15 Mientras tratemos d e .(
s u bj etiva y l a verdad o bjetiva acerca d e l a realidad. De
1
otra manera, por m uy seguro s que estuviésemos ? e a lgo, razon ar a p artir d e nuestras ideas y h a c i a l a s cosas, esta­
estaríamos irremediable me nte perdidos e n la cnse pyrr­ re mos atrapados en u n a crise pyrrhonienne. Tod o lo q u e
honienne.
podremos hacer será re iterar u n a y otra vez que c reemos
que son c iertas nuestras i d eas de la realidad, que c re e­
Y este principio [Todo lo que está contenido en la idea clara y mos esto por c o mpleto, pero n u n c a podremos a segura r
di.stinta de una cosa puede ser afirmado ciertamente de tal cosa l más q u e nos parece ser el caso que l o q u e percibimos
no puede d isputarse sin destruir toda la evidencia del cono­ clara y d isti ntamente es cierto en re alidad. S i en re alidad
cimi ento humano y establecer un ridículo p irronismo, pues es así, será para si empre un mi sterio.
sólo podemos j uzgar de las cosas por las ideas q u e tenemos Así p u e s , de t o d a s part e s . l o s fi lós o f o s a t a c a r o n el
de e l las, ya que no poseemos medios de concebirlas más que
hasta el p unto en que están en nuestros espíritus, y en que ·"' Arn a u l d.La Logique 011 /'art de pc11ser. e d i t a d o por L . B a rré, París, 1859. Par!.
están allí por sus ideas. Ahora bien, si los j uicios q u e hace ­ I V. cap. VI. p. 329.
mos al considerar estas ideas no conciernen a las cosas en SI,_ "' N i cholas Malc bra nchc. Rcpon.�e du Pi!re Malebm¡¡cl!e. Prestre de l 'Omtoire. a l.
sino tan só � o a n uestros pensamientos [ . . . ] e s o bvio q ue no la tmisieme lettre de M. Anulllld. Docteur de Sorbonne, touchant les idées & les plai­
sirs, e n Receuil de toutes les réponses du P. Malebrancl1e á 111 . Amauld, Tomo I V . L.
d i v i n e d a n s l a Méditation V . " p p . 296·31 0 Véase ta m b i é n Doney, "The Carte s i a n Parí s . 1709, p. 5 1 .
Circle". "' lbid., p p . 5 1 -52. L a c i t a l'st ú en l a p . 52.
310 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGR É LUI"
1
1 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" 31 1

tri u n fo c arte s i a n o , p a ra convertirlo e n un p i rro ni sm o ,


1 algunas ideas claras y d istintas:H• Las d ud as, d ijo, estaban

1
m uy a s u pesar. S i s e tomaba e n serio l a Meditación Pri­ allí por s u e fe cto terapéutico y d ramátic o , para hacer q u e
mera, argüían q u e n ad a se podría segu i r de ella. Si co­ e l lector viera l a debilidad de lo que c reía hoy, y luego l a
menzábamos con l a Meditación Segu n d a , con el cogito po­ fuerza d e l o s principios d e Descartes. No tenía ninguna
d ría socavarse todo paso ' ad elante, y todo el bello s i stema intención d e inculcar el escepticismo, pero e sta ba i m i­
q ue d a ría red u c i d o s i m plem ente a la o p i n i ó n de René tando l a enfe rmedad para mostrar con m ayor e nergía c uál
Descartes, que nunca podría d eterminar s i era cierta. En e ra su c ura . 4 7 El hecho mismo de q ue h ubiese llega d o a
cad a vuelta del camino, el dragón escéptico que, supues­ conclusiones positivas mostraba q u e no consideraba todo
tamente , Desc artes h abía matado, se l evantaría a atacarlo. como d u d oso:'H
!
.

Así como Fran<:ois Veron ha bía red ucido a los refo rmad o­ Per o la insistencia de Descartes e n sus n obles inten­
res a un estado de desesperación escéptica, sosteniendo ciones y logros no res uelve el problema. Aparezca por l o
un l i bro c uyo significado n o podían sond ear y c uya verd ad que aparezca l a Meditación Primera, si se l a toma e n serio
n o podían esta blecer, así los advers arios d e Descartes tra­ lleva el avanc e del pirronismo h asta tal punto que no es
taro n de red ucir al padre de la Modern a Filosofía a un posi ble responderle. No sólo han quedado eliminad o s los
hom bre q u e, en el mej o r de los casos, tan sólo tenía c ono­ procedi mien tos dudos os, sino también todos los procedi­
c i mi ento y experiencia del cogito; pero n unca podría des­ mi entos posibles. Como sabi amente o bs e rvó Hume u n si­
c u b rir lo que esto signi fi c aba, o por q u é e ra c ierto, o q u é glo después,
otra cosa era cierta. T o d o camino q u e siguiera h a c i a o
c�Bsde el cogito conducía d irectamente al más c ompleto pi­ Existe una especie d e escepticismo, antecedente a todo estu­
rronismo. dio y toda filosofía, muy inculcado por Descartes y por otros,
Descartes trató de e ontraatacar, insistiend o , p or una como preservativo soberano contra el error y el j ui cio prec i­
pitado. Rec o mienda una d ud a un ivers a l , no sólo de tod a s
parte, en que los principios q u e le habían l levado al ver­ n u estras anteriore s o p in i o ne s y princ i p i o s , s in o t a m b i é n
d a dero conocimiento n o podían c uestionarse y, por otra, de nuestras fac ultad es mismas, de c uya veracidad, según d i­
en q u e no pod ían tomarse en serio las d u da s de la Medi­ cen, hemos d e asegurarnos por u n a c a d e n a d e razonamien­
tación Primera . Pero sus adve rs arios mostraron una y otra tos, ded ucidos de algún principio o riginal q ue no puede ser
vez q u e las d i fic ultades e sc épticas normales podían pl an­ falaz n i engaü os o. Per o no hay tal p rincipi o original que ten­
tea rse contra las realizaciones constructivas d e Descartes, ga una prerrogativa p or encima de l os demás, que sea evidente y
y que empleando el método de la duda cartesiana, se po­ p ersuasivo ; o s i l o h u bi ere no podríamos i r un paso más a llá
día desafiar todo lo que h a bía surgido d espués del cogito. más q u e por el empleo de esas mismas fac ultades de las q ue ,
O bien Descartes había tomado d emasiado en serio a los ·• n Descartes, Seventh Ser of Objections, en Phi los. Works, J I , p . 279, Oeuvres, A.-T.,
escé pticos, o no los había tomado lo ba stante e n serio. O VII, pp. 476-477; y Entretien �vec Bunnan, pp. 4-5.
bien se h abía unido, sin d a rse c uenta, a sus filas, o bien " Descartes, Troisieme Objections faites par Pn celebre Philosophe Anglois, avec
no h a bía establecido su filosofía sobre u n fu nd amento tan les 1·ésponses de l'auteur, en Oeuvres, A.-T., IX A, pp. 1 33-1 34. Seventh Set o.f Objec­
sólido que no pudiese ser q u e brantado por alguno de los tions, en Phi/os. Works, I I . p. 277 y Oeuvres, A.-T., V I I , pp. 473-474; Letter lo Dinet,
en ?hilos. Works, I I , p. 355. y Oeuvres, A.-'1'., VII, pp. 573-574. y Notes Di1·ected
gam bitos h abituales del arsenal de Sexto Empírico. against a ceTtain Programme published in Belgiwn, en ?hilos. \Vorlcs, I, p. 448. y
Descartes pr otestó, a legand o q u e su fase escéptica sól o Oellvres, A.-T., V I I I B, p. 367; y Johann Clau berg, Opera O mnia P/zilosophica, A m s­
terd a m , 1 69 1 , pp. 1 3 1 ss. Véase también Gou h i er, "Duote méthod i q ue ou néga­
era fingi d a, •que nunca había tenido las d ud a s d e l a Medi­ tion méthod i q u e ? " , pp. 1 57-1 62.
tación Primera, y q ue n i ngun a persona seria, atenta y sin ·lh
Descartes , Seventh Sel o.f Objeclions, en Pililos. WoTks, I I , p. 333, y Oeuv1·es,
p rej uicios podía ten erl as, mientra s tuviese conciencia de A.-T., VII, p. 546.
312 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI'' 313

s upuestamente, debemos d esconfiar. Por tanto , la d u d a carte­ salvó median te una p u rga u n iversal y mediante u n derroca­
siana, si fuese posible alcanzara a alguna criatura h umana m i ento total de todas n uestras ideas, q u e e s completam ente
(como clara mente no e s e l caso) sería absolutamente incura­ i mposible, o del que sería m uy d i fícil que la razón h umana se
ble; y ningún razonamiento podría llevarnos nunca a un es­
tado de seguridad y convicción acerc a de nada. ·111
recobra ra. No e s neces a ri o hacer tanto para ser considerado
e scéptico, p e ro ello d e be h a cerse d e m a n e ra más seria y
constante . La Epojé debe toma rse e n p eq u e ñ as dosis, y debe
P osibleme nte p or estar cansad o d e explicar p or q u é e mplearse para l a salud d e l espíritu, como remedio dulce y
había planteado las d udas q u e pl anteó, Descartes, e n u n a benigno q u e nos salva d e opiniones mal d i rigidas, y no como
carta a l a princesa Isabel, observó q u e aun c u a n d o creía veneno que lo e rradica todo, h asta los pri meros principios de
que era necesario pasar por todo a q uello una vez en la n uestro racioci nio.'' 1
vida, no había q u e q u e d arse e n tales c uestiones todo el
tiempo. 5° En el esfuerzo y el fracaso de Descartes tratando de re­
Así pues, a Descartes le q uedó sólo esta alternativa : o solver la crise pyrrhonienne se encuentra u n a de las cues­
bien había propuesto u n método para desc u brir l a c erti­ tiones deci sivas del pensami ento moderno. La controve·r­
d u m bre a bsoluta, método q u e c o n q u i staría al e s cepti­ sia d e la Reforma había abierto u n a c aj a de Pand ora, a l
cismo tomándolo en serio, o sólo era u n dogmáti c o más buscar el fu ndamento d e l conocimiento c ierto. El res u r­
q u e se negaba a cuesti o n ar sus principios y no podía esta­ gimiento d e l escepticismo griego, e l redesc u brimiento d e
blecerlos. En el primer caso, le gustara o no, e ra arroj ado Sexto Empírico, habían chocado con l a búsqueda de l a
a u n a c1'ise pyrrhonienne, y n o podía escapar, e n re alidad, certidum bre. Y cada b a n d o p o d í a valerse de l a s armas p i ­
del escepticismo q u e su método había e ngre nd rado. E n el rrónicas para socavar l a b a s e racio nal de l a s aseveracio­
segundo, n unca había comenzado siqu iera a responder al nes del otro. Cada bando podía obligar a l otro a apoyar s u
pirronismo, porq ue, como tantos d e sus contemporá n eos, argumento e n u n a creencia o causa inj ustificable, d e l a
no h a b í a visto q u e c a d a d o g m a q u e a c e p t a b a e s ta b a q u e sólo podía decir q u e c reía q u e tenía razón, pero n o
abierto a toda pregunta, a menos q u e p ud iese d a r eviden­ podía probarlo. L a extensión d e este pro blema, d e l a re li­
cia de él. Todo lo que Descartes podía hacer, a la p ostre, gión a l a fi losofía, produjo el esfuerzo heroico d e Des­ 1
era apelar al hecho de q u e no podía dudar de sus dogmas; carte s. L o s nouve aux Pyrrhoniens, así e o m o Descarte s,
por tanto, se veía o bl iga,d o a c reer que e ran ciertos y, más m ostrar o n que las afirmaci ones básicas de la fil os o fía
adelante , te ndría q u e insistir en que e ran ciertos. En este arist otélica estaban sujetas a l a duda, pero l o s escépti­
punto, el escéptico Sorbiere n egó toda conexión entre las c os y l os esc olástic o s m ostraron q u e también p odían
glorias del nouveaux Pyrrhonisnw y el d ogmatismo d e René plantears e dudas acerca del cartesian ism o . Tan t o la fil o­
Descartes, supu estame nte construido contra e l escepti­ s ofí a tra d i c i onal c o m o el n uev o siste m a se basaban, a
cismo. la p ostre, en u n c o nj unt o indefendi ble de sup osic i ones,
aceptada s sól o p or fe .
No b asta, c o m o l o sabéis bien, Monsieur, p a r a merecer e l Descartes, e o ntempland o el pr ogres o del pirronism o ,
modesto nombre de escéptico o d e académi co, q u e algui e n pudo ver q u e sus contemporáneos no h abían matado a l il
haya dudado una sola v e z en s u v i d a , n i que h aya supuesto dragón liberado de los textos d e Sexto Empírico, porq u e
ese terrible tumulto de opiniones, del que ha afirmado que se habían s u bestimado l a fuerza del monstruo. La única ma-
1
Enqui1·y Conceming Human UndeTslanding.
Sec. X I I . pp. 1 49-150. !l
'" H u me. e d itado p o r Sel by-Bigge,
'" Samuel Sorbi ere, LettTe et DiscouTs de M. SoTbieTe suT diverses matieTes curieu­
Oe1wTes, A.-T., I I I , p . 69. ses,
:1
''" Descartes, carta a E l i s a lwth, 28 d e j u n i o de 1643, en París, 1 660. pp. 690-69 1 .

;1

:J
DESCARTES, " SC E PTIQUE MALGRÉ LUI" 315
314 DESCARTES, " SC E PTIQUE MALGRÉ LVI"
de enfrentarse a la crise pyrrhonienne. Si alguien trataba de
nera de matar al dragón sería poder d escubrir u n a verdad olvidarl a , dej a ría t od a s sus sup osici ones básicas y t o­
tan indudable que n ingú n p irronismo, humano o d iabó­ d a s sus conclusiones a biertas a la d u d a , para q u e las ata­
l i c o , pudiese quebrantarla. Así, el cogito m ató al mons­ c a ran algunos n uevos p irrónicos. Vivir con la crisis s igni­
truo, y triunfó sobre tod a duda. Pero , ¿ se podía enco ntrar ficaba a ceptar que en u n s entido funda mental, nue stras
u n a garantía del cogito y de las consecuencias desarrolla­ creencias básicas no tienen fundamento y deben ser acep­
d a s a partir de él? Ambos podían ser indudables, pero, tadas por fe , ya sea animal, rel igiosa o c i ega. Podemos o b­
¿ era n así porque yo lo pienso así, o porque lo so n ? en el servar e insistir en q u e a u n con e l más c ompleto escepti­
primer caso, como d espués l o indicó Malebranche, nos c i s mo, c ontamos con una certidum bre q ue nos capacita a
e n c o ntra mos d e regre s o a l p i rro n i s m o . E n e l segundo o btener u n tipo d e conocimi ento y d e entendimiento.
caso, estamos de vuelta e n u n dogmatismo indemostrable. Pascal s u b rayó esta situación, atra p a d o entre u n p i­
Tod o el esfu erzo de Descartes por sustanciar l a segund a rronismo total q u e n o podemos evitar, y una natura l eza
alternativa, o b i e n abandonaba el tri u n fo so bre el escep­ que, no o bstante, nos o bliga a creerY Hasta el más escép­
ticismo negando la fue rza d e las dudas originales, o a nun­ ti c o de todos los pirrónicos, el gran Pierre Bayle, rec ono­
c i a ba el fracaso, al no poder mostrar que el cogito era más ció, "yo sé demasiado para ser pirrónico, y sé d emasiado
que subj etivamente cierto (como en sus respuestas a Mer­ poco para ser dogmático".'•:! Una vía importante para re­
senne y Gassend i), concediendo así q u e su s i stema n o era solver esto en los siglos XVII y x vm fue el desarrollo del
sino otro conj unto más d e premisas, regl as y conclusiones · ·escepticismo m i tigado". Esta sol ución, formulada en e m­
indemostradas o indemostrables. También los p ue nte s de brión por Castalión y Chillingworth, y con d etalle p o r
la certidum bre subjetiva a la verd a d o bj etiva resultaron Mersenne y Gassendi, sería desarrollada más aún por los
sólo subjetivamente ciertos. escépticos Fo ucher, Glanvill y, fi nalmente David H ume.
La vict oria de la Meditación Segu n d a requería el h i­ Mostrarían u n a vía por l a cual el pirronismo teórico podía
perpirron i smo d e l a p rimera . Pero e ntonces, esto h ace reconciliarse con nuestro s medios prá cticos para dete r­
imposible el triunfo . Sin embargo, el abandono de las d u­ m i n a r verd a d e s a d e c u a d a s a l o s p ro p ó s i to s h um a n o s .
d as iniciales transforma a Descartes de conquistador del Otros pod í a n retroceder, h orrorizados, ante el rá pido pro­
escepticismo en otro dogmático más, que será de stru ido greso del p i rronismo,5·1 y d iscutir c u lta mente acerca d e la
por los escé pticos de l a segunda mitad del s iglo XVII: Huet, fue nte de esta monstruosidad, sobre s i Job, Salo món o el
Fo ucher, Bayle y Glanvill. Descartes no p u do sostener s u Diablo l a h a bían engendrado .55 Pero el pirro nismo segu i­
plena perc ata ción d e l pro blema planteado por el nouveau ría siendo u n fantasma q u e rec orría l a filosofía e uropea
Py1-rhonisme y a la vez su solución. Mientras p u do ver c uán
Bru nsch v i cg ed., n ú ms. 374, 387, 395, 432 Y 434.
d evastadoras eran las d i fic ultades planteadas por Sexto y ''' Pascal,Pensées,
sus d iscíp ulos modernos, los pro blema s d e lo fided ign o de '·" DisseTtationes Anti-Baelius,
C i tado en Christoph, Matt. Pfa ff. Tu b i nga , 1 7 1 9, I ,
n uestra información y n uestras fac ultades, de l a realidad pp , 3n-4n.

de n uestro conocimiento, y del criterio, se aisló de c ual­ '' ' Véase, por ej emplo, l a crítica del Scepticismus debellatus, d e V i l lemandy, en
la 1-Jistoire des Ouvmges des Savans, f'eb, 1 697, pp. 240-250, esp. pp. 241 -242.
quier otra soluc ión aparte de la verd a d cierta, cogito ergo DesseTtationes duae CJUarum prior de Scepticismo pro­
...... Cf. Gabriel W e d d e rkoff.
sum. Pero en c uanto perd i ó s u visión escéptica de la Medi­ fano et sacm praecipue Temo11strantiwn . . . posterior de Atheismo praeprimis Soci­
tación Primera (si en realidad lo hizo), entonces s u reali­ nianorum, Argentora t i , 1665, p. 3 . J o h . V a l e n t B u tzer, Q.D.B.V. de Scepticorum
Praecipuis 1-Jypothesibus, Kiloniens, 1 706, p. 4 ("El primer a utor del escept i c i s m o
zación pudo ser socava d a por los argu mentos de los nou­ \ )
es e l d em o n i o"), y E frain C h a m bers, Cyclopaedia, V o l . I l , Lo n d re s , 1 743, art.
veaux pyrrhoniens y por sí mismo. "Scepti d sm ".
Después de Descartes, la fil os ofía m oderna ha trata d o
316 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

mientras los filósofos l uchaban por encontrar u n a manera


de superar por c ompleto la d u d a teórica, o p o r descubrir
XI. ISAAC LA PEYRERE Y LOS COMIENZOS
cómo aceptarla sin destru i r toda certid um bre humana. 56
DEL ESCEPTICISMO RELIGIOSO

PARA SEGUIR d elineando e l drama de l a epistomológica


c1'ise pyrrhonienne, hemos de o bservar l a batalla q u e e sta­
lló entre los últimos cartesianos y los últimos e scépti cos,
especialmen te Simon Fou c he r, Pien·e Daniel Huey y Pie­
rre Bayle. También podrí a mos seguir los temas escépticos
conforme e ntra ron e n l a filosofía inglesa por la vía d e
Ho b bes, Boyle y Loc ke, el escepticismo maduro d e Glan­
vill, y luego los esfu erzos heroicos d e Berkeley por refutar
el e scepti cismo , y el d esplome de sus e sfue rzos en e l pi­
rro nismo de H u me.
T od o esto ha sid o estud ia d o, al men os en parte, p or mí
mismo y por otros. Otro escepticismo igu a l mente sign i fi c a­
tivo, q u e brota de a lgu nas de las mismas raí c e s y q ue
forma un a specto c rític o del pensamiento modern o, d esde
la Ilustración, e s el esceptici smo religioso: l as dudas con­
cernientes a l a verd a d d e los elementos básicos de la tra­
dición j udeo-cristiana.
Ya hem o s vist o q ue desde l a é p oca en q u e por primera
vez se levantó u n a oposición a l escepti c i smo epistemoló­
gico de l a varied ad Sexto-Monta igne-Charron, se d ijo q u e
dudas de c arácter tan fun damental conduc irían a l a s d u­
das acerca de l a religión. Se acusó d e ateos a los escépti ­
c o s , aun c u a n d o nadie p u d o m ostrar u n a doctrina reli­
giosa ortodoxa o c reen c i a que los escépticos negara n . El
rui doso ataque de Garasse s imple mente produj o la m á s
enérgica defensa d e l pirronismo c ristiano, obra del d iri­
gente j ansenista Saint-Cyran . 1
El problema c rític o pr ovendría de otra fuente, l a apli­
cación del méto d o "cartesiano" c i entífi c o a l a p ropia Bi­
blia, originalme nte c o n fi n e s re ligiosos espe c i a l e s . La 11
Pers ona a q uien se a c re dita haber comenzado l a modern a !.1
:. n Para u n a preve rev i s i ó n d e l c u rso d e l escept i c i s m o d e s d e l a é p o c a d e Des·
:{
cartes hasta Bayle, véase Pop k i n . "The H igh Road to Pyrrh o n i s m " en American ' Véase l a s o bras d e Garasse, d is c u t i d a s e n e l cap. V I , pp. 1 1 4- 1 1 6; y l a res­
Philosophical Quartc1·/y, I I , 1 965, pp. 1 - 1 5. Puesta de J e a n Duvergier du H a u ra n n e ' s (Sai nt-Cyra n), pp. 1 1 6- 1 1 8. IJ

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317

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318 I S AAC LA PEYR E RE
I SAAC LA PEYR E RE 319

c rítica bíblica (y escéptica) es Isaac La Peyrére ( 1 596?- c uando desarro lló esta visión . Procedía d e u n a familia
1676). La Peyrére llegó a París e n 1640, y fue secretario del
Príncipe de Condé; conoció a los más d estaca � os pensa­
ca lvinista d e B u rdeos, y e n sus años mozos tuvo dificulta­
des con e l sínodo calvinista . Los documentos son dema­
dore s de la época, incluso los nouveaux Pyrrhonzens. '!' uvo siado vagos p ara saber q ué d octrina, supuestam ente, sos­
estrechas relaciones con Mersenne, Grocio, Gassendi, La tuvo . Fue acusado d e ateísmo y d e impied ad, pero e n 1 626
Mothe Le Vayer, Patin, Boulliard y H ob bes, así como con fue absuelto, c o n el enérgico apoyo d e s esenta pastores .
d estacadas figuras de l os Países Baj os, c om o Claude Sau­ Para 1640 y 1 64 1 ya h abía escrito sus d o s grandes obras,
maise, d e Leyden y Ole W orm y Th omas Bangius, d e Di na­ Du Rappel des Juifs y Prae-Admnitae. 5 Tomando e n conside­
ma rca . � ración las o bras e n gen eral, además de la corresponden­
E n l os l i br os se describe frecuentemente a La Peyrére cia re lacionada y los manuscritos inéditos, cre o que he­
como ateo . :1 Paul Kristeller y yo h emos tratado de mostrar mos de llegar a la conclusión de q u e La Peyrére sostuvo
q u e el término "ateo" a finales del siglo XVI y c omienzos una teología mesiánica insólita, pero no que fuera ateo.
del s iglo x vii se emplea peyorativamente, y realmente no Cierta mente n o creía e n algunas d e las doctrinas claves
d es c ribe l a posición de nadie s i los " ateos", s u p uesta­ del j udaísmo o e l cri stianismo, pero e ra un místico c re­
mente, negaban la existencia de Dios y la visión j udea­ yente en su p r o pia te ol ogía n (derivada e n parte de Gui­
c ri sti ana de la naturaleza y el desti n o del h om bre . Los llaume P o stel) . í
críti c o s hicieron di stintas interpretaci ones y plantear on Entre l a s m u c h a s tesis herétic a s d e La Peyrére ( m á s
dive rsas dudas acerca de c iert os aspect os d e la verd ad d e adelante, abj u ró d e m á s d e c ien) se hallaban sus afirma­
la hist oria religi osa en general. Per o el ateísm o c _o m o _n e­ ciones de que Moisés no e scribió el Pentate uco, que no
gac ión de la existencia d e u n D i os activ o e n l a h1st ona Y poseemos n ingún t exto pre ciso de l a B i blia, q u e h u b o
c o m o negación del relat o bíbli c o c om o cuadro verdadero hombres a ntes d e Adá n , q u e la B i blia sólo es l a historia
de cóm o empezó la hist oria y de sus pr ogre s os, e s una de los j udíos y n o la h istori a d e toda la h u manid ad , que el
idea de mediad os del sigl o x vii q u e se d esarr olla a partir Dil uvio sólo fue u n acontecimiento local d e Palestina, que
de las herej ías de La Peyrére y d e su escepticism o aplicad o
a 1 os materiales religi os o s . 4
el mundo podía s eguir d u rante u n period o d e tiempo in­
definido, q u e la única h istori a significativa es l a de los
L a Peyrére p a rec e h a ber estado lej o s d e s e r at�o judí os, q u e l a h istoria d e los j ud íos c omenzó con Adán , Y
1 que l a historia j udía se d ivide en tres grandes periodos : a)
( 1 596'? - 1 676), Thése d e 3 <' m e
' El c ua d ro más detallado de la vida de La Pcyrcre aparece en Jean-Paul Od­
dos, Recherches sur la vie et l'oeuvre d'Isaac La Peyrere la e l e c c i ó n d e l o s j ud í o s , q u e c u bre e l periodo d e s d e
Cyc le, Grenoble, 1 974; véase t a m bi é n Pintard,Le Libertinage érudite, pp. 355-36 1 , Ad á n hasta Cristo, b) el rechazo de l o s j udíos, que c ubre e l
379, 399, 420-424, y 430, y R . H. Po p k i n . "The Marra n o Thcology o f Isaac L a Pe­ peri o d o d e s d e Crist o h a sta m e d i ad o s d e l sigl o V I I , y
yrcre" en Studi Intemazionali di Filosofía, V. 1 973. pp. 97-126. e) el llamad o a l os j ud í os q u e esta ba a p u nt o d e ocurrir;
" Más temprano en s u carrera, e n 1626, fue acusado d e ateísmo e i m p i ed a d ,

la a c usación. C f. Bibli othcq uc N a ti onalc Ms. Fonds. Fra n <: a i s 1 5827, fols. 149 Y
pero fue absuelto p o r el Sínodo Reformado Francés. N o h a y i n formes acerca d e

162. Véase la i nterpretación de D o n Ca me ro n Allen, The Legend ofNoah, Urbana
U n a carta d e Gabriel Naudé al card e n a l Barberini e n 1641. Bibl. Vat. Barbe­
Prae-Adamitae
rin i . Latín 647 1 , fo l. 22 v , i n d i c ó q ue el ya h a bía s i d o completad o,
Y como e l cardenal Riehelieu l o había pro h i bi d o , l a gente estaba tratando de
1 963, p p . 86-90, y 1 30-137, David R . Mckec. " I saac d.e l a Peyrére, a Precursor o f the
eightccnth Ccn tury Critica! Dcists", e n Publications of the Modern Languages As­ obten e r ej e m p lares d e él.
sociation, LIX, 1 944, pp. 456-485; y Pintard, LeLibertinage érudit, páginas c it a d a s en " Cf. Popk i n , "The Marrano Theo logy of Isaac La Peyrcre".
la n o t a 2. , ' La deuda d e La Peyrcre a Postel y l a s i m i l i t u d de su m e n saj e u n ivcrs a l i sta
' Paul Oskar Kristcllcr, "The Myth of R c n a i ssancc Ath c i s m a n d t h c Fre n c h será n estud i a d o s en un vol u m e n que está s i e n d o prepara d o por l a Profa. Marion
Tra d i ti o n of Free Thought", en Journal of the History of Philosophy, V I , 1 968. Dani e l s Kuntz y por mí m i smo.
320 1 SAAC LA PEYRERE ISAAC LA PEYRERE 321

q u e e l Mesías esperad o p or l os j ud í o s e staba a punt o d e p �·i mera etapa d e la histo ri a j udía -la e l e cción de los j u­
ap arecer y . p or últi m o , q ue t od o e l mund o s e s alvará , d w s , d e s d e A d a_ n h a sta Cri sto- l a B i b l i a sólo está h a­
haya creí el o 1 o que haya c reíd o . blando, estri cta mente, d e h echos de los j udíos. Por tanto
N o se c o n oce el ord e n e n q u e L a Peyrere estableció su el Diluvio sólo o currió en Palestina. E l sol sólo se d etuv�
teología, pero al parecer la teoría preadamita y l a teoría donde estaba Josué, etcétera.
de l o s orígenes poligénicos de la h u man i d a d fuero n tem­ En la segunda etapa de l a hist o ri a j ud ía, l os j ud í o s fue­
pranos ingredientes. La Peyrere ya tenía completo su ''sis­ �·on rechazados. Desde Jesucri sto h asta la actualidad, los
te ma de teol ogía basado en l a suposición d e que h u bo _ ya no son los portadores de la h istoria d ivin a . Se
J U d iOs
hombres antes de Adán" c u a nd o llegó a ser miembro ac­ h an ent �·on : ado g: ntiles en el á rbol j u d ío.u Y ahora, por
tivo de los libe1tins ém.dits, e n 1 640 y 1 64 1 . Se valió de tes­ fm_ , los J Ud i Os seran llamados. Se volverá n j udíos cri stia­
timonios científicos e hi stóricos o bteni dos de otros para nos, reconstruirán Palesti na, que será l a corte d el Mesías
apoyar su argumento. s Fue esto lo que desencadenó un j u d ío , el c u a l gobern a rá al mundo j un to con e l rey de
verd a d ero esce pti c i s m o a c e rc a del c o n o c i m iento re l i­ Fra ncia. 1 0
gi oso. E n este breve esb o z o d e l a te ol ogía d e La Peyrere p o­
Antes de c o ncentrarn o s en l os esfuerz os de La Peyrcre, d e ;'Ti os d i scernir cómo s urgieron sus mayores he rej ías. E n
que desembocaron en Spinoza y en la modern a c ríti c a bí­ pn mer l u gar, d ado q u e otros q u e l e í a n l a Biblia n o la
blica, deseo esbozar breveme nte la q ue cre o q ue fue s u veían como la veía La Peyrere, tuvo q u e n egar q ue fuera
verd adera teología. El p unto clave d e s u visión teo lógica o_b ra mosaica, así como imputar l a precisión d e l texto.
es la centralidad de la h istoria j udía e n e l mundo. La teo­ (Este no es el o rden en que desarrolló sus p untos.) ¿ Cómo
ría preadamita que, como vere mos, fue el abora d a en los sabe mos que Moisés e s e l a utor del Pentateuco? "Así se
términos del texto bíblico, d e documentos hi stóricos pa­ nos dice, pero n o lo creen tod os. Estas Razones me hic ie­
ganos y de datos antropológicos de s u época, tiende bási­ r? n creer que a quel � os Cinco Li bros no s o n l os Originales, .1
camente a separar a los preada mitas (qu e los a barcan a smo que fuero n copiados por otros."1 1 El testimonio de La
todos, salvo a los j u d íos) d e los j udíos. E l mundo preada­ � eyrere, base de la m oderna crítica bíblica, h a bía de se­
mita era un mundo hobbesiano -mal igno, brutal y li mi­ n a l a r los c o nfl i ctos y repeti c i o n e s d e l texto, espec i a l ­
tado-, en que no ocurría nada importa nte . C u ando Dios 'r:ente l a sección q u e supuestamente fue escrita p o r Moi­
creó al primer j ud ío comenzó la Histori a Divina. Y a un­ ses ac erca de l a muerte de Moisés. Concluyó La Peyrere:
q u e sólo los j udíos actuaban aquí, el resto de la humani­ "No he d e mol estar mucho más al lecto r para pro bar u n a
dad participaba en esto por " imputación místi ca". En la c � s a qu � e n sí es bastante evi dente: q u e l o s primero s ,¡
C m c o Lib ro s de la Biblia n o fueron escritos p o r Moisés ' '1
' A l parecer. La Peyrére s e ¡)reocupó por saber si la m ujer d e Caín había sido
desce n d i ente d e Adún y Eva. Véase s u " Proeme" a T o
A /¡e logical Syst.em ll ¡Hm
tlle como se c reyó. Tampoco debe asombrarse nadie por esto
Pres11pposition tlwt Men 1cere bcfore Adam, (la segunda parte deMcn bcfore AdamJ. cuando l e a muchas cosas confusas y d esordenadas, defi� 1
Pme Adamit.ae
(n.p. 1 656), y (n. p., Amsterd a m 1 655).
Al d esarrollar su argumento. espec i a l mente en el Li bro 1 1 1 , La Peyrére citó " Esta teoría j u d eo-céntrie a se desarrolla principal mente en los
Libros IV v V 1
delPTae-Adami tae. •

¡1
materiales q u e o btuvo de Bou l l i ard, Gassend i , La Mothe Le Vayer. y especial­
. ":. Esta es l a tesis central de
Du Rappel des JuUs,
a l IJn al del Li bro V del 1¡
mente d e J u lius Scal liger y Claude Sau ma ise. Acerca de sus fue n tes antiguas y París, I643. Queda resumida
mod e rn as, véase Popkin. "The Development of Religious Scepticism and In- Pme-Ad mitae.
" La Peyrcre,
11 uence o f Isaac La Pevrere's Pre-Adam ism and Bi ble Crit icism" en C/assica/ Men before Adam, Libro III, cap. 1 , pp. 204-205. Como existen
l1lf7ttences on Euí·opean Culture,
.
AD 1 500- 1 700, Cam bri dge, 1 976; y Anthony Graf­ 1' � rJada Pme-Aclam itae,
s impresion es del sería i n ú ti l dar las referencia s del ori­
gJ � al. Se le puede encontrar fú c il mente, ya que el orden
ton, "Joseph Scal iger and H istorical Chronology: The Rise and Fall of a Disci­
pline", en i ry Tll o¡·y. XIV, 1 975. esp. pp. 1 76- 1 7 7 y nota 83.
llll s mo en l a traducci ón inglesa que en el origi nal d e los capítulo' es el
H sto and e latino.
322 I S AA C LA PEYR E RE I SAAC LA PEYR E RE 323

c ie ntes y osc uras, muchas cosas omitidas y mal colocadas, E sta clase d e inc onsecuencia i ntern a ya era c on o c i d a
si considera que sólo son u n montón de copias c onfusa­ m u cho antes d e L a Peyrére, incluso el hecho de q u e Moi­
mente sacadas." 1 � sés no podía h a be r escrito acerc a de s u p ropia muerte. (El
P or l o general, s e d a c réd i t o a Th omas H o bbes, e n el descubrimiento por lo gen eral se le atri b uye al rabino Ibn
Leviatán, por h a be r sido el primero e n negar q ue el Penta­ Ezra, del siglo X II. ) E n 1 632, el maestro de Spinoza, e l ra­
teuco h ubiese sido escrito por Moisés. La fec h a del texto bino Menasseh ben Is rael, publicó el primer volumen d e
de Ho bbes es 1651, diez años d e spués de q u e La Peyrére u n a obra, E l Conciliador, e n q u e presentó vario s pasaj e s
había escrito su o bra, y Hobbes es mucho más c au teloso, supuestamente contradictori os d e l a Escritura, y ofre c i ó
pues dice: "Pero aunque Moisés n o compiló e stos l ibros toda suerte de vías p o r l a s c uales podían reconcili arse l o s
por c ompleto, y en la forma en q u e los tenemos, sin em­ pas ajes sin plantear d ud as acerca d e l a propia Biblia. 1 5
barg o sí escribió t od o l o que s e dice que escribió allí. " 1 a L o q u e Menasseh esta ba haciendo era típico d e la trad i­
La importancia de c u esti onar q ue M oisés fuese el au­ ción ra bínica así como d e l a tradición d e los Pad res d e l a
tor d e la Biblia para el j u dea-cristianismo es e no rme, s i se Igle sia. E s o bvio que La Peyrére n o dese a ba una vía p a ra
le toma en serio. En primer l ugar, la garantía ú ltima d e la armonizar la Escritura con sus d atos. Antes bien, trataba
información revelada e s q u e procede de Moisés, q u ie n d e plantear una básica índole de escepti cismo religioso
la rec i bió del pr opi o D i os. Si se rompe el eslabón c on M o i­ acerca de l a Escritura p ara justificar sus propias opinio­
sés, de allí puede segu irse un grave escepti cismo respecto nes religi osas.
al conocimiento religioso. S i Moisés no e s el autor bíblico, El testi m oni o de la hist o ria pagana había s i d o e on o­
ento nces, ¿q uién fue, y qué a utoridad tiene p ara garanti­ cid o , desde l uego, por los j ud íos y los cristianos de la an­
zarnos la veracidad de lo q u e d i c e ? tigüedad. Sabían que los egipcios, los griegos, los babilo­
El desafí o a l a a utenti c i d a d del tex t o bíblic o tiene si­ nios afirm a ban, todos ellos, tener una h istoria de mucho
milares res ultados escépticos. S i alguien d u d a d e l a au­ mayor d u ración q ue la h istoria bíblica. La respuesta de
tenti cidad de u n pasaj e , ¿ me d i ante qué n orma j ustifica la un bando a tod os esto s datos fue desarrollada y c l a ra­
aceptación de cualqu ier otro pasaj e ? La Peyré re aseveró mente expu esta por San Agustín y por Judah Ha-Levi, a
que l a Biblia era i mprecisa al afirmar q u e Adán había saber, que todas estas c ulturas mentían en sus pretensio­
sido el primer ho mbre , imprecisa al a firmar q u e todos los nes d e antigüedad, y como n o ha bían con ocido la revela­
seres h umanos que hoy · ha bía e n la tierra e ra n descen­ ción, no s a bían re almente de qué s e trataba. 1 6
d ientes de los siete supervivientes del D iluvio d e Noé. La En lugar d e explica r a sí l a s c osas, L a Peyrere aunó 1 o s
Peyrére basó su carg o d e i n a utenticidad e n testi m oni o s i n­ datos históricos paganos c o n los nuevos d atos d e l o s ex­
tern o s de l a Biblia, acerca d e gentes q u e n o descienden d e ploradores, y sostuvo que so bre la base d e todo esto, la
Adán, c om o Lilith y la m ujer d e Caín; en el testi m o n i o hipótesis pread amita (que n i ega una básica afirmac i ó n
de l a historia pagana en relación con la histori a bíbl ica y, bíblica) es la m ejor manera de reconciliar l a Escritura
finalmente, en los descubrimientos de p ueblos y c ultura s con los d atos conocidos acerca de la h u manidad. Los me-
de todo el m u n d o , efectu ados en l o s siglos xvi y XVII, q u e
parecían n o tener algun a re lación con e l m un d o bíblico. ¡.¡ "' Menasseh b e n I s rael, Conciliado¡·, Frankfort-Amsterdam 1632. Las p a rtes
q ue q ue d a n fu eron p u bl ic a d as h asta 1 6 5 1 .
" lbid., Libro I I I , c a p . 1, p . 208. l3 o bre l a s � i s c u s i o nes a nteri ores d e la teoría pre-a d a m i t a , v é a s e Pop k i n ,
1 h e Pre-A d a m 1te Theory i n t h e Rena i Rsance," e n Edward P . Maho ney, e d .
. . . ,"'

Leviathan, Part. I I I , c a p . X X X I I I , p. 369 en la e d i c i ó n de Mo­


'
"' Thomas Hob bcs, Phi­
l esworth d e English Works of Thomas Hoblles, Lon d re s , 1 839, Vol. I I I . losophy and Humanism, Renaissance Essays in Honor of Paul Oskar Kristeller, Lei­
Pme-Adamitae.
" V é a nse los l i bros I-IV d e l den , 1 976, pp. 50-54.
ISAAC LA PEYRERE ISAAC LA PEYRERE 325
324

xicanos y los chinos tienen d atos q u e m uestran q u e sus gar donde pudi era d ej arlo . En Amsterd a m , dij o , "topé c on
h istorias son anteriore s a l a h isto ria bíblica. Las varied a­ una muched umbre de impresores" que deseaban publicar
des d e la especie h u mana plantean u n a genuina pregunta s u obra. Como el manusc rito e ra vol u minoso y no podía
sobre si todos pudiero n tener un antecesor comú n en los ll � varlo por d o q u ie r i ba , pero tenía m i edo d e perd e rlo,
siete sobrevivientes del Diluvio. Una explicación poligé­ diJO La Peyrére, "me encontré o bligado por ello a valerme
nica tendría más sentido, según La Peyrére. No sólo re­ de l a bondad de los impresores de Amste rdam, y de l a li­
conciliaría los d atos con la Biblia: también haría posible be rtad que tenía para publicar la o bra".��
c onvertir a los chinos, los mexicanos, etc., que sabían q ue E l libr o a pareció e inmed iatam ente fue denunciad o en
s u propia histori a era anterior a la B i blia. 1 7 Holanda, Bélgica y Francia. Si La Peyrére no vio las i m­
La Peyrére desarr olló s u argu ment o escépti c o c om o plicaciones esc épticas de s u teo ría, los c ríti cos sí las vie­
medio d e j u stificar s u p ropia teo ría mesiánica acerca del ron . La primera condenación provino del presi dente y del
llamado d e los j ud íos y l a llegada d el Mesías j udío. Quizá Consej o d e Holand a y Ze landia, el 16 de noviembre de
n o comprendió las implicaciones escépticas de lo que es­ 1655 (unos ? o s meses d espués d e l a aparición d el li bro); el
taba diciendo, aunque sus amigos a seguran que se las ha­ Pme Adamztae e s acus ado de escandaloso, falso, contra rio
bían hecho notar. 1 H Después de mostrar su man uscrito a a la Pal a bra de Dios, y peligroso para el Esta do. �=: En Na­
vari os sabios d e Francia, Holanda y Escandinavia, y aña­ mur, donde por entonces vivía La Peyrére, el o bispo, el
dido n uevos testi monios tomados d e sus viajes, l ll mostró la día de la Navi d a d d e 1 655, hizo condenar a La Peyrére en
o bra a la reina Cristin a de Suecia, quien después de su tod a s las iglesias de s u diócesis "como c a lvinista y como
abdicación vivía e n Bru s elas, al lado de La Peyrére.� 0 A la j ud ío".�·� E n e l año siguiente a l a publicación del libro se
reina Cristina le encantó l a o bra y, o bien pidió a La Pe­ escri biero n al men os doce respuestas y, durante el s iglo
yrére que la publicara, o bien p agó la p u blicación. � 1 La sigu iente fue c reciendo la lista d e "refutaciones".�5
Peyrére se dirigió a Amsterd am, y su versión de cómo se La.s refutaci ones, e o m o l a del ministr o pr otestante de
publicó el libro res ulta más cómica, aunque pro bablemen­ Gr o n i ngen, S a m u e l D e s m a re t s , s u bray a ban e l h ec h o
te men os precisa. Dij o q u e n o tuv o ninguna c u lpa de las de q ue todas las aut ori dades -j udías, católicas y p r otestan­
c osas que ocurrieron. Al llegar a Amsterdam, h u b o de tes- disentían de La Peyré re.��> Desmarets tambi é n afirmó
llevar consigo el manuscrito porque no conocía ningún lu-
" " L a Peyrére, a
Lettre de la PeyTi:!Te Philotíme.
París, 1 658, p p . 1 1 4 - 1 1 8.
"' Conde n a del presi dente y el Consej o ele Holancl a/Zelancl ia. La Haya, 26 d e
" L a Peyrére, "A Discourse upon the twelfth, thirteenth, and fourteenth ver­ .
noviem bre de 1 655. L a British Libra!)' posee u n a copia ele este documento.
a
ses of the Fifth Ch apter of the Epistle of the Apostle Paul to the Romans", en
Mcn before Adam, especia l m ente cap. V I I I , pp. 22 y cap. xxvi. pp. 60-6 1 .
" Lettre Philotime. de La Peyrcre, pp. 1 23-124. La o bra también fue conde­
nada en Roma y París. El c a rdenal Grimalcl i dijo q ue era "un livre tTes penzicieux
' " Cf. Popkin, "Th e Marra n o. Theology of Isaac L a Peyrcre", pp. 1 04-1 05. Ismael
Boulli ard a fi rmó, después de que fue publicado el l i bro, que h a bía aconsejado a
lpaTce) que la doctrine qu'il co11ticnt est damnab/.c, contraire a la parole de Díeu & á
La Peyrcre no i mprimirlo. Véase s u c arta a Portnero, 3 ele diciembre ele 1655.
l'Esc1'iptuTe Sainte'', Bibl. Nat. Col., B a l uze 325, fol . 63-66.
El m igo de La Peyrére, Gi lles Menage, le p i d i ó enviarle e ! l ibro "a\'ant q u i ' i l
Bibliothéque N ationale Fonds fra n<; a i s 1 3041 , fo l. 179. . ITI�I S en l u m iére", Menagiana. Tomo I I I , París, 1 729, p . 68.
fut
'" Popkin, "Marrano Theology", pp. 1 04- 1 05 y notas, correspondientes. "·' No se ha logrado compilar n inguna l i sta c o m pleta ele refutaciones. Además
"' Le Duc d ' Aumale, Histoire des Princes de Candé, Tomo VI, París, 1892, p . 699;
de l as obras totalmente dedicadas a refu tar e l Pme-Adamitae. existen secciones
y Popkin. "Marrano Theology", p. 1 05 y nota 55.
en una gra n variedad d e obra s teológicas, h istóricas y lílosóficas, que ofrecen 1
" Sven Stolpe, Christina of Sweden. Nueva York, 1 966, p. 130. El autor a firma
1
resp tlestas.
que cuando la rei na Cristina leyó el m anuscrito el e La Peyrére, "convenció al .

a utor d e manda'rlo imprimir s i n d emora" Píntarcl, en Le Liberti.nage Érudit, pp. "' Samuel Desmarets. Refutatio Fabulae Pme Adamiticae, Gron ingen, 1 656, q u e
l l. ene d o s ediciones. Esta fue l a ú nica crítica a l a que respondió La Peyrére, e n
399 y 4 2 0 indica q u e Cristina fue responsable de l a p u bl icación del Prae­ 1
Adamitae. u n a obra inédita q u e el Prof. P a u l D i bon y y o n o s proponemos e d i ta r.
1

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ISAAC LA PEYRE RE I SAAC LA PEYR E RE 327


326

q u e e n las opiniones d e L a Peyrére había un peligro para pleto la rel igión cristiana". :l o Un lector hostil, si·r Matthew
la sociedad, porq u e ya se h a bía d escubi erto una secta de H a l e , h i zo una a fi rm a c ió n más e n é rgi c a . Dij o q u e l a
pre adamitas e n Amsterdam. La a firmación de l a existen­ creencia e n q u e l a interpretación que d ab a La Peyrére a
cia de esta secta también se ha encontrado en enciclo pe­ la B i blia "era ci erta, n o sólo debilitaría necesari amente
d i as posteriores, aunque no hay n i nguna prueba de que la sino que d errocaría la a utoridad y la infalibilidad de l a ;
secta existiera . 2 7 Sagradas Escrituras".: 1 1 Y el escritor católico de enciclo­
L os aut o res de l a s prim eras refutaci ones estaban más pedias teológicas, Lo uis Ellies-Du Pin, d e cl aró, "de tod as
escandalizados por el rec h azo de l a Palabra de Dios, por las paradoj a s que se han presentado en n uestro siglo ( X V I I)
La Peyrére, que por las i mplicaciones escépticas de sus no h ay n i nguna, e n mi opinión, con mayor tem erid a d n i
opiniones. Pero muy pronto, especialmente después de que m á s peligr osa q u e l a opinión de q u ienes s e han atrevid o
Spin oza se valió de l a c rític a bíblica d e La Peyrére, fue a n egar q u e M oisés fue el autor del Pentateuc o". a 2 Ellies­
cl aramente visto el aspecto escéptico. Desde antes, el ge­ Du Pin enumeró a H o bbes, La Peyrére, Spin oza y Richard
neral de l os j esuitas p u d o decir a La Peyrére q u e él, e l Simon como q uienes sostenían e sta opinión. aa Ellies-Du
general, y el Papa se h a bían reído m u c h o al l e e r el Prae­ Pin vio cl aramente el escepticismo que res ultaría acerca
Adamitae. � 8 El tono gen eral de la mayoría de las primeras de la religión revelada, y c onsideró esto como la mayor
refutaci ones, desde la d e Gr o c i o en 16 43 2 !' e onsiste e n amenaza escéptic a de la época. Por otra parte, el e ru dito
afirmar q u e l a s opiniones d e La Peyrére constituyen u n bíblico protestante Louis Cappel (a quie n La Peyrére ha­
gran peligro para la rel igión, y son contrarias a las d e l o s bía c o n s ultad o), insi stió e n que si l a E s c ritura no e ra
Padres de la Iglesia, d e tod o s los Docto re s e n teologí a d e completamente clara, entonces era posi ble cualquier in­
la E d a d Media, de todo s los estudiosos cristianos, de tod a s terpretación, y d e allí resultaría un pirronismo total. Y, s i
las creencias y de todos los rabinos, desde l o s tiempos tal­ l a i n te rpretación d e l a Escritura tan sólo e ra h umana, en­
múdicos hasta la actualidad. Unos c uantos críticos trata­ tonces se seguiría de allí un e scepti c ismo completo. a 4
ron de detallar el peligro en cuestión. Un siglo d espués, uno de los más destacados escépticos
El gran erudit o bíblic o Richard S i m on, q u e c on o c í a en materi a de rel igión, Tom Paine, p udo m irar hacia atrás
bien a L a Peyrére y parecía gustar de s u compañía e n e l Y conte mplar los e fectos monumentales d e dudar de q u e
Oratorio, en su c orrespondencia c o n La Peyrére c a s i n o
parece sorprendido por l,as i d e a s d e éste. En una carta d e l " " Carta d e R i c h a rd S i mon a La Peyrére, e n Simon, Lettres clwisies de M. Simon,
2 7 d e mayo de 1670, dice Simon, c o m o casualm ente, "me Túmo II, Rotterd a m 1 702, pp. 12- 1 3.
parece a mí que vuestras reflexiones arrui nará n por c o m- "' Sir Matthew Hale, The Primiti1Je Orígination of Manlcind, Lond res, 1677, p .
185.
"� Lo u is Elli es-Du Pin, Nouvelle Bibliotheque des Auteurs Ecclesíastiques . 2" e d .
21
T o m o 1 , París , 1 6 9 0 , p. 4.
Esto aparece en la Encyclopedíe, d
d e D i d e rot, art. " Pré-Ad a m ites".
d "" lbid. , p. 30.
Journal de voyage Paris et Londres, oct.
d
" Citado en Christ i an Huygens,
Mai Le Sejour de Cllístían Huygens Pm·is. ,_, Lo u is C a ppel. Theses theologicae de sumo controversiaríum judice, Sahn { Se­
da n], 1 635, sect. X XX I V, p. 107 y sect. lXXXIX, p. 1 09 . Arcanum punct.otionis revela­
1 660- 1 66 1 , y en H. L. Brugma n , París,
1 935 en tra d a del 21 de febrero de 1 6 6 1 . La Peyrére dijo a Huygens lo q u e l e
XII,
h a bía d i cho e l G eneral d e l a o rd e n j e s u i t a c ua n d o éÍ s e h a l l a ba en Roma.
tu m < n . p . 1 624), L i bro I I , cap. reprod u c i d o en Commentarií et notae criticae in
Dissertatio altera de origine Gentium Americanarum adversus ob­
� � � H ugo Gro c i o ,
Vet us Testamentum Amsterd a m , 1689, p. 794 ss., y Crítica adversus injustem censo­
tmc:tatorem (n.p. 1643), pp. 1 3-14. Al p a re c e r, se l e mostró a Gro c i o un m a n u s ­ ;�;�justa defensio en Crítica sacra, e d i ta d o por Vogel, H a l le , 1 755-1 786. Tomo I I I, p.
c r i t o a n terior d e l padre Mersenne, q u i e n a d m iró l a o bra d e L a Peyrére, i n c l u s o
Po r � enal arme estos pasaj es , y por permitirme ver una p a rte de s u estud i o a ú n
Esto: agra d e c i d o al profesor Jcan-Pierre Pittion, de Tri n i ty College, Dublín,
Prae-Adamitae (p.
s u teología.
La Peyrére respond i ó a Grocio en el L i b ro IV, cap. X I V, del _lne_
275 de Men Befare Adam). dito, acerca d e Louis Cappel .

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328 ISAAC LA PEYR E RE ISAAC LA PEYR E RE 329

Moisés fuese el a utor de la Biblia. ''Qu itas d e l Génesis l a y actuó en consecuencia, c a mbió de religión y se dirigió a
cre e ncia e n q u e Moisés fue su a utor, ú n i c a e n q u e se ha Ro m a , donde s u amiga, l a reina Cristina, acababa d e lle­
basado la extraña creencia de q ue es l a Palabra de Dios, y gar como la c onvers a más importante de la época. La Pe­
del Génesis no queda más que u n anónimo libro de cuen­ yrére d ij o después q ue e l Papa lo recibió cord i alme nte,
tos , fá b u l a s y a b s urd o s , t ra d i c i o n a l e s o inve nta d o s , o d i c i e n d o " a b r a z a d a e st e h o m b re q u e e s a nt e ri o r a
abie rtas me ntiras. " a �. Adán" .:IH Luego, se dio ayud a académica a La Peyrére p a ra
Un p olem ista j u d í o , D avid Levi d e L o n d res, q uien d i s­ pre parar s u retra ctación. E l 1 1 de marzo de 1757, e n pre­
c utió contra Joseph Priestley y Tom Paine, a firmó e n s u sencia de los cardenales Barberini y Albizzi, de rod illas
segun d a respuesta a Priestley q u e " s i u n j ud í o pone e n ante el Pap a a bj u ró sus errores.:�:'
d u d a l a a uten ti c i d a d d e cualquieT parte d e l Pentate uco, D e su retractación s e eleva un tufill o d e insinceri d a d .
observando que una parte es a uténtica, es dec ir, q u e fue ' ' (
L a Peyrére c u l p ó d e s u teoría preadamita a su e d ucación
entregad a por Dios a Moisés, y q u e otra parte n o es autén­ calvinista. Los ca lvinistas sólo a ceptan l a a utori d ad d e l a
ti ca, ya no es consid erado como j udío, es dec ir, como ver­ razón, del espíritu interno o d e la lectura de la Escritura.
dadero creyente" . Más adelante insistió Levi en que todo La Peyrére ins istió e n que d urante todo el tiempo en q u e
j ud í o está obligado, de a cuerdo con el O ctavo Artículo (de fue c alvin i sta, t uvo q u e a ceptar l a teo rí a pread amita, ya
los tre ces principios de Maimónides) "a creer que tod a la que convenía mej o r con l a recta razón y con el sentido
ley de c inco li bros [ . . . ] proviene de Dios" y fue e ntregada natural d e l a Escritura y su conciencia individual.·10 Sus
por Él a Moisés. Levi sostuvo q ue los cristi anos de bían a dversarios declararo n que su interpretación iba en opo­
encontrarse e n l a misma o bligación a nte los testa mentos sición a la de todos los rab inos, de todos los Pad re s d e la
Antiguo y Nuevo, pues " si alguna parte fuese d e mo strada Iglesia, y d e todos los Doctores d e la teología. Pero l a opo­
espu ri a u n a sola vez, se a briría la puerta a otra y a otra, sición no presentó ninguna otra prueba contra s u teoría :
sin fin". :lti n i a rgumentos n i textos d e l a Escritura:' ' Luego, d ij o La
Resulta difícil saber si La Peyrére c om prendió el fan­ Peyrére, p a ra j u zgar si é l tenía razón o si l a tenían sus
tá stico potencial escéptico de sus i deas. Dura nte toda su adversarios, e ra necesario encontrar alguna autori d a d o
vida estuvo dedicado a expresar sus opiniones mesiáni­ j uez. (La Peyrére estaba actuando dentro de l os l ímites de
cas. Cuando, en 1 6 5 6 , se enfrentó a una oposi ción com­ la l ucha e ntre c atólicos y calvinistas por la regla d e fe.)
pleta del mundo acadé 1p ico y teológic o , trató d e dej ar pa­ ¿Qu ién, ap arte del Papa, podía ser esta a utori d a d o j uez?
sar la tormenta e n Bélgica pero, en cambio, fue arrestado ' ' S u v o l untad será mi razón y mi ley." ·' 2 La Peyrére de­
por o rden del arzo bispo d e Malinas. Langu ideció e n la claró entonces q u e estaba dispuesto a a bj u rar l a teoría
cárcel, y s u p oder os o patr o n o, el Príncipe de C ondé, n o pre a d am ita y sus muchas otras herej ías, aunque también
p u d o lograr s u liberación. Alguien indicó a La Peyrére insistió e n que n o había n ad a c ontrario a l a razón o a la
q u e si se c onvertía al catolicismo y ofrecía presentar una Escritura e n sus ideas a nte riores_ S i el Papa decía que sus
d i s c u lpa, en persona, a l papa Alej andro VII, l o libera­ tra b a e n l a c á rcel, u n a c a rta papal d ec l a ró q ue L a Peyrére era " u n heri t iq u e
a
.
detestable", e f. La Peyrére,
rían . :1 7 Como habile corte sano, él tomó e n serio la sugestión Lettre Philotime,
rJ .
p. 1 30.
" ' Esto aparece en la b i ografía de La Peyrcre q u e R i c h a rd Simon escribió
The Age of Reason, Part t.he Second, being an Invest.igation of
"'' T h o m a s P a i n e , Lettres clwisies,
Para c i erto M.Z.S., en S i m o n , Tomo I I , pp. 24-25.
Tme and Fabulous Theology, Londres, 1795, p. 1 4 . Le Libe7-tinage émdit,
"'' P i n tard, p. 422, b a s a d o en los docum entos de Cond é .
"" D a v i d Lev�. Letters to Dr. Priestley in A nswer to his Letters to the Jews, Part 1I, ..., L a Peyrcre,Apologie de La Peyrere, París, 1 663, p p . 1-7.
occasioned by Mr. David Levi's Reply to the Former Part, Lo n d res, 1 789, pp. 1 4- 1 5. " Ibid.,
a
pp. 42-43.
" ' Popki n , "Marrano Theo logy", p. 1 07, y las notas 73 y 74. M i e n tras se e ncon- .. , La Pcyrcrc, Lettre Philotime, p. 1 39.
330 ISAAC LA PEYRE RE ISAAC LA PEYR E RE 331

ideas eran falsas, e ntonces La Peyrére a bj uraría d e ellas. q ue d a ba en Roma. �6 La Peyrére pro b a b lemente por pru­
Pero también afirmó, mientras " aceptab a " la condenación d e n cia prefirió volver a París y a s u protector, el Príncipe
d e s us ideas por el Papa , que s u teoría pread amita y tod o d e Cond é . Llegó a ser b i bliote c a rio d e Condé, a sí como
y l o q u e entrañaba con stituía u n medio excelente d e re­ hermano l a i co en u n semin ario de los o ratorianos, cerca
c o n ciliar la antigua h istoria pagana c o n l a h istoria bí­ d e Pa rís. E n s u reti ro monástico, se n o s dice q ue La Pe­
blica.� a Su teoría también d ej aba l ugar a los orígenes d e yré re pasaba la mayor p arte del tiempo estudiando la Bi­
l o s d iversos pueblos encontrados p o r todo el mundo. E n blia, en busca de más material e n pro de su teoría prea­
realidad, L a Peyrére d ij o después de s u abj urac i ó n q u e s u d a mita, y retocando s u Rappel des Juifs. 47 Publicó algun a s
teoría p readamita era c o m o l a teoría c o p e rn i c a n a . N o o bras sobre s u conversión, una c arta a l C o n d e d e Suze, en
alteraba 1 o s hech os d e l mund o ; sól o c ambiaba la forma que le a p re m i a ba a converti rse a l cato l icismo, y un l i bro
de evaluarl o s . ·'·' a c e rca d e Islandia, q u e h a bía escrito mucho antes. � 8 E n
C o m o ve re m os, La Peyrére a l p a re c e r n o c a m b i ó d e pri vado, d i s c utía sobre sus teorí as y b u s c a ba algun a ma­
i d eas, sino q u e siguió escé ptico acerc a d e la B i blia h asta nera de p u blicarlas. Sus amigos reconocieron que seguía
el fin de su vida. En lo q ue siguió fi rme fue en su mesia­ teniendo l a ca beza ocupada por la teoría preadamita. 4 !'
nismo. En s u Epistola ad Philotinum d e spués de explicar E l más gra n d e e rud it o bíblic o d e l a é p oca, el padre Ri­
por qué e staba desautorizando sus opiniones calvinistas, c h a rd S i m o n , fue compaüero del Oratorio y conoció m uy
volvi ó a exponer la visi ó n m e s i á n i c a de Du Rappel des bien a La Peyrére . Simon y La Peyrére d i s c utiero n s o b re
Juifs, insistiendo en q ue n o estaba lej os el tie mpo en q ue las extra ü a s teorías d e este últi mo, por c a rta y pers o n al­
se un i e r a n j u d í o s y c ri s t i a n o s . S i n e m b a rg o , a fi rm ó mente. E n u n a carta en que ofrecía l a biografía de La Pe­
q u e esta vez el gran ac ontecimient o n o sería prod ucid o yrére, Simon escribió q ue tod o lo q ue La Peyrére hacía e n
p o r el rey de Franc ia, s i n o p or su nuev o amig o , el papa su retiro rel igioso era l e e r e l texto d e l a B i blia para con­
Alej a ndro VII. El papa Alej a n d r o e om pletaría 1 o inic ia­ fi rmar ciertas visiones que h abía ten i d o acerca de l a ve­
d o p or Alej andro Magn o, presumiblemente unir a t od a nid a de un n uevo Mesías q u e resta blecerí a la nación j ud ía
l a h u m a n i d a d . M e d i a n te interpreta c i o n e s c a b a l í s ti c a s en Jerusalén!'0 Las cartas d e Simon a La Peyrére en 1 670
enc ontró a ún m á s raz ones d e p or q u é Alej andro VII se­ ind i c an q ue este último estaba constantemente en busca
ría el instrumento esc ogi d o p or D i os. Esta o bra term i n a de n u evos testimonios e n favor de l a teoría preadamita.
c on un maravill os o c � a d r o d e t od a s l a s gra n d es c osas Descubrió que Maimónides mencio n a ba un grupo, los sa­
q ue ocurrirán c uand o l os j ud í o s se c onviertan, y j ud í os beos, que a fi rmaban que Adán tenía p a d res y procedí a de
y cristian o s se u n an .�"
·"' Lettres clwisies,
R ichard S i m o n , c a rta a M. Z.S. To m o 1 1 , p p . 24-25.
Al parecer, el Papa q uedó tan impre s i onad o p or l a a b­
j uración d e La Peyrére q u e le o freció u n a prebenda si se
., Véanse las se i s cartas el e Richard S i m o n a La Peyrére, 1 670-1671 en Lettres
choisies, To m o I I , pp. 1-23 y Tomo IV, pp. 36-45; y La c a rta el e S i m o n a M.Z.S.,
ss.
ci
Tom o I I , pp. 24 y
Recueil des /ett7·es escrites Monsieur le Comte de la Suze, pom· Apologie
ci París, 1 66 1 , pp. 55-62 Y 1 0 1 - 1 12, d o n d e La
"' Cf. L a Peyrére, '" La de La Peyrére fu e p u b l i c a d a d u rante este periodo, así c o m o l a
/'obliger par misan se jai1·e Catholique, carta al Con d e de S u z e . L a obra acerca d e I s l a n d i a , Relation d'Isla¡¡de, París,
Re/ation dH Groen/and.
ci
Pevrére e n u m e ra l a s o p i n i on e s q u e a h ora a bj u ra . Véase t a m b i é n La Peyrére,
� c o m o c a rtas a Fra n c: o i s d e L a M o t h e Le Vayer. Estas o bras fu e ron c o m p u estas
1663 complementa l a an terior París, 1647, escritas a m b a s
Ap logie. Lettre Philotime,
pp. 40-58, y pp. 1 1 1 - 1 1 3 .
C u a n d o La Peyrére se convirtió a l c a to l i c is m o , se d i j o q u e t a m bién se c o nver­ d u ra nte la perm a n e n c i a de La Peyrére en Esc a n d i n avia, 1 644-1647, haciendo d e
tiría un buen n ú mero de prote s t a n tes. E l c o n d e de Suze p a re c e haber s i do el é l l a principal a u toridad d e la época sobre l o s esq u i m a l e s .
ú n i co converso.•
ci
Lettre Philotíme, Apu/ogie, .,, S i m o n , y e l i n formante d e Bayl e , Jean Morin d u Sandat (Dictionnaire, de

ci
" La Peyrére, pp. 1 05-107; y pp. 20-23. Baylc a r t . Peyrére, I s aac La . Rem. B . ) .
.,, La Peyré re, Lettre Philotime, pp. 1 42-1 68. '" Ésta es la c a rta a M.Z.S. Tomo I I.
332 I SAAC LA PEYH E RE ISAAC LA PEYH E HE 333

l a I n d i a . Descu brió u n rel a to en q ue se a firma b a q u e E n 1670-1 6 7 1 , La Peyrére c o mpu s o u n a nueva verswn


A d á n murió d e gota, y l a gota e s u n a enferme d a d here d i­ de Du Rappel des Juifs, que espera ba p u blicar. La envió a
tari a. Encontró, asimismo, u n a afirmación c a balístic a de R i c h ard S i mon, quien l e d ij o q u e la o b ra no podía p u bli­
q u e Adán tuvo un maestro, y otra musulmana d e q u e ha­ c a rse, e n p a rte porq u e contenía la teoría pread amita y en
b í a n existi d o unas cuantas personas antes q u e A d á n . S i­ p a rte porq ue contenía una teoría de d o s Mesías, que s ería
mon h abía tenido que reconvenirlo, h aciéndole ver lo q u e re c h a z a d a tanto por j u d íos c o m o p o r c ri st i a n o s y q u e
v a l í a aquella informac i ó n . 5 1 " de stru i rí a co mpletamente la religión cristia n a " . 5·1 D e s­
La Peyrere trató de h acer llega r sus opini o nes al pú­ p u é s de oír tan sincera opinión, La Peyrcrc modifi c ó el
blico esc d biendo n otas de p i e de página d e l a trad ucción m a n uscrito y l o envió al censor, q u ien lo rechazó, nega n d o
francesa, hecha p or Michel d e Marolles, de la B i bl i a . En su a uto rización para publicarlo.55 L a Peyrére volvió a al­
las primeras partes d e l Génesis, La Peyrére puso n otas a te rar el m a n u scrito e n 1 673 , pero no l ogró conmover al
tod o s los pasaj e s que i n d i c a ban q u e existiero n hombres c e n s or. E l a utor h i z o e nto n c e s u n a c ol o s a l c o n c e s i ó n .
a ntes d e Adán. Pero a íi. a d i ó a s u primera y larga nota al A b a n d o n ó l a teoría p re a d a m i t a , pero soste n i e n d o s us
respecto : i d e a s mesiánicas acerca del Llamado d e los J u d íos e i n d i­
cando q u e esta idea era más i m portante para él q u e la
Esta opinión siempre es rechazada, aunque q u ienes desean anterior.''n
e stablecerla no están d i spuestos a hacerlo contra la a utori­ La Peyrcre fa lleció a c omienz os de 1 676. Rich ard Si­
dad de la Sagrada Escritura, a la que tienen tod o el respeto
q ue le d e ben. Pero, habiend o j uzgad o l a Iglesia de otra m a­
mon dij o q u e e n el O ratorio La Peyrére n o había h e c ho
n e ra, se someten a sus decretos, y a l a s ideas de todo s los n a d a q u e h ic i e ra d ud a r de la p u reza d e su rel igión. Por
Padres de la Iglesia.52 otra parte, un amigo de La Peyrére , Jean Franc;ois M o ri n
d u Sandat, escri bió a Pierre Bayle q u e L a Peyrere e ra
A pesar d e t od o, La Peyrére c ontinuó c on sus n otas, muy supe rficial mente p a pista, pero en cambio estaba m uy
afirmando que el D i l u vio s ó l o h a b í a s i d o un accnteci­ lleno d e s u i d e a de los p readamitas, q u e en secreto h a bí a
miento local, que no todas las personas d e l mundo podían seguido d i s c utie n d o con sus amigos hasta su muerte. Mo­
ser supervivientes del D i l uvio, y así por el estil o . Cada vez rin c o n c l uyó s u i n forme d ic iendo: " La Peyrere e ra el me­
q u e La Peyrére establecía un p unto, aíi.adía q u e aceptaba jor y el más d ulce de los hombres, que tranq u il amente
la o p inión ortodoxa. P�se a s u ca utelosa formulación, la cre í a en m uy pocas cosas".57 Simon oyó decir que La Pe­
i
o bra fue s uprimida antes de ser totalmente i mpresa. Tod o yrére, en su lecho de muerte, ha bía sido apremiado a re­
l o q u e queda d e ella es l a tra d ucción y las n otas, h asta el tractarse de sus teorías preadamita y mesiánica, pero h a-
Levítico 2 3. 5:1
... , La Peyrcre envió a S i m o n su m a n u scrito en mayo d e 1670. Simon le d ij o q u e
'' ' Cf. las eartas de S i m on a La Peyre re , 1 670- 167 1 . Lett1·es clwisics, Tomo I I , p p . Lettres clwisies.
n a i m po s i b l e d e i m p ri m i r. en Tomo J I , p p . 12-13.
1 -23, y I V p p . 36-45. L a cuestión d e q u e A d á n hu b i ese m u e rto d e g o t a ya h a bía :,:, A este res pecto. ,·é ase S i mo n , c a rta a 1\LZ.S., Tomo J I , p. 26.
aparecido e n Pme-Adamitae. ·,.; El m a n u s c ri t o de e s t a i n teresante obra se encuen tra en la colección d e l
Le Livre de Genésc,
''' M i c hel d e Marolles. p . 2. Pr í n c i pe de Condé. e n Chanti lly. M s . 1 9 1 (698). S i m o n i n d i c ó q u e L a Peyrere
''" Hay ej emplares de esta rara o bra en l a B i b l i o t h eq u e N a t i o n a l e y l a B ri t i s h t e n í a m iedo de q u e . d e s p u é s de su d i m i s i ó n . l o s padres d e l Ora torio sacri fi c a­
Memoires poHr ra n su obra a Vulcano. Por t a nto, el m a n u scrito fue a p a rt a do, en la b i b l i oteca
a
Li brary. Aparecen detalles acerca d e s u supresión e n N i ceron,
servir l'lliswire des ilommes illustres. To m o XX, París, 1 732, p . 43. A u n q u e Maro­ LettTes clwisics.
del Prí n c i p e de Condé. S i m o n , II, p. 26.
lles h a bía dado a La Pcyrcre c i ertos d a tos que a p a re c i eron e n Pme-Adamitae. Dictionnai1·e.
''' C i t a d o en Bayle. art. Peyrere. I sa a c La. Hem. B. El orig i n a l se
u
Marolles no ace ptó l a teoría y a fi rmó que era contrad ictoria. Cf. Michel d e Ma­ l' ll c u e n t ra en la B i bl i oteca Heal de Copen hagc. en l a colección de c a rtas a Ba·
.
ro lles, Memoires, Amsterd a m , 1 755, p p . 63-70, y 234-236. .l·lc .
J
1
334 ISAAC LA PEYR E RE I SAAC LA PEYR E RE 335

bía lograd o evitarlo y fi nalme nte, pro fi ri ó las palabra s de


sH
. hombre antes de A dán, con fotografías d e algunos pre a d a­
la carta a San Judas, Hi quaecun que ignorant blasphe ment. mitas.64 La tarea d e evaluar la influe n c i a de La Peyrére
Despué s de la muerte de La Peyrére , u n o d e sus a mig os será p arte de otro estudio. 65 Aqu í d eseo mostrar su p apel
escribió este epitafio: al i nspirar y desarrollar e l escepticismo religioso. A me­
d i a d o s d e l s iglo XIX dijo el reverendo Thomas S myth, "sin
Aquí yace La Peyrére, aquel buen israelita , e m bargo, c ua nd o en l o s tiempos modernos l a i n fidelid a d
h ugonote, católico, finalmente preadamita trató d e levantar s u s d o m i n ios so bre l as ruinas d el c ri s­
cuatro religio nes le pluguieron al mismo tiempo
y s u indiferencia fue tan insólita tia nismo, Voltaire, Rousseau, Peyrére y s u s seguidores in­
.
q u e después de ochenta años, y d e q u e tuvo q u e elegir tro d ujeron la teoría d e una d iversidad o riginal d e raz a s
el Buen Hombre partió, sin escoger n inguna de ellas.:;u h u manas, p a ra socavar así la verd a d y l a inspiración d e
las S agra d a s Escrituras".66
Muy gra nde fue la inf1uencia de La Peyrére. Durante E l papel d e La Peyrére al causar nuevas d u d as acerc a
otros cien años siguieron surgiendo re futaciones a sus ideas. de l a Biblia a umentó básicamente p o r s u inf1 uencia sob re
Almas intrépidas tomaron algun os aspectos de sus opi­ R i c h a rd S i m o n y s obre S pi noza. Simon conoció bien a L a
n i ones. y algunas de éstas fue r o n abrazadas p o r q u ie­ Peyrére e n l o s años en q u e estaba tra baj ando en s u Histo­
nes trata ban de justificar el rac ismo en e l Nuevo Mundo. n o ¡·ia Critica del Antiguo Testamento (publ i c a d a inicialmente
Podría hacerse una lista q u e incluiría a un grupo suma­ en 1 678) . 6 7 Con u n conocimiento mucho m ayor d e los d o ­
mente heteróclit o, desde Rich ard Sim on, Spin oza y Vi c o ti l cumentos, d e los i d i o ma s en que e sta ban escritos, d e l a
hasta los antro pólogos d e los s iglos xvm y xix, nt h asta Na­ historia d e l o s j u d íos, d e las prim eras Iglesias y de otra s
poleón Bonaparte, 6:1 y h asta el profesor Alexander Win­ s e c t a s d el C e rc a n o Orien te, S i m o n empezó a e m p l e a r
chell de los Estados Unidos, que e n 1880 escribió una o bra t o d o este m a terial como mazo contra l o s calvinistas q u e
i ntitulada Preadamitas o demostración de la existencia del afirma ban o btene r s u verdad religiosa tan sólo d e l a B i ­
Il, p. 30.
b l i a . S imon planteó toda clase de d ificultades escépti c as
''" Citado e n l a carta de S i mo n a M .Z.S. Lettres choisies, acerca de e va l u a r los o rígenes del texto bíblico, l a a uten ­
Menagíana,
"' Citado e n G i l les Ménage. París y A m sterd a m , 1 7 1 5, Vol. I I I , p . 69.
The
';" El más ant iguo q u e he p o d i d o encontrar h a s i d o e n Morgan Godwyn, tic i d a d d e l texto a ctual y e l signifi ca do d e este texto. E n
Negro's and Indían's Advocate, Londres, 1680, d o n d e describe la teoría preada­ p a rte , S i m o n p l anteó u n gen u i n o p i rro n i smo h i stóri c o
m i ta u t i l izada por plantador es de V i rginia para j ustifi c a r sus o p i n i o n es d e los
posterior del acerca d e l a Bi blia (q ue también s e apl ic a rí a a cualquier
africanos . Los estudios enu meratlos en la nota 62 a n a l i za n e l uso
pread a m ismo e n la teoría y la práctica rac i sta. otro d ocumento). E n s u d e fensa contra l a s protestas c a u-
Y
ial
¡;' Acerca de S i m o n y V i c o , v é a s e Po p k i n , " B i b l e C r i t i c i s m a n d S o c
Science", Bastan Studíes in the Philosoph¡¡ of Science,
e n X I V , p p . 344-345 3 47-350
,;, El l i b ro de W i nchell q u e pri mero fue p u b l i c a d o en Chicago en 1880 y d e s­
y notas.
La i n nuencia d e La Peyrcre sobre Spinoza se d iscute más a d e lante, así como pués rei mpreso d o s veces, o frece, a nte la págin a q ue l leva el título, fotografías
Spinoza;
en m i articulo "La Peyrére and Spinoza", e n R. Shohan y J . B i ro . eds.
de preada m i tas. Las fotos son de un d ravidiano, un mongol, un negro, un e s q u i ­
New Pe1·spectives, Norman, Okla., 1978, pp. 177- 1 95.
Philosophy
mal, u n hotentote, u n papú y un a borigen a u st ra l i ano.
ur.
Estoy preparando u n vol u men sobre La Peyrére y la h i storia d e l a teoría
"' Véase Popkin, "The Philosophic al Bases of Modern Racism". e n
and the Cit•ilizing Arts Essa¡¡s presented to Hcrbert Sclmcidcr on his eíghtiet/1
W. Pread a m ita.
The Unity of the Human Races proved to be the
birthda¡¡, e d i ta d o por Craig Walton y J o hn P. Anton. Athens, Oh i o 1 974, pp. 1 26- ,;u E l revere n d o Thom a s Smyth,

Doctrine of Scripture, Reason and Science,


165: y "Spccu lativc B i ol ogy a n d Rac i s m : Pre-A d a m i s m i n Early N i n eteenth Cen­ Ed i m b u rgo, 1 85 1 , p . 35.
tury American Thought", en Pl1ilosophia, VIII, 1 978, 205-239. ';' S i m o n c u l p ó a La Peyrére por l a s herejías de Spinoza . "Il !Spinoza] ne par6it
¡;" Cf. Popkin, l'La Peyrcre, the
Abbé Grégoirc a n d the J cw i s h Question in the pas méme qu'il ait fait beaucoup de reflexion sur la matiére qu'il traitoi't, s'é tant
Eighteenth Century", en Studíes in Eighteenth Century Culture, Vol. I V 1 975, pp. contenté souvcnt de suivre le Systéme mal digére de la Peyrére Auteur des Préadami­
tes ", e n R i c h a rd S i m o n , De l'Inspiration des Livres Sacrés, Rotterdam, 1687, p . 48.
209-222.
I SAAC LA PEYR E RE I S AA C L A PEYR E RE 337
336

sadas por sus l i bros, Simon insistió en q u e creía q ue el S p i noza fuese excomulgado por la S i nagoga d e Amster­
verd adero texto bíblico h ab í a sido d ivina mente insp irado, d am. Hasta a h o ra , n o se h a n encontrad o pruebas d e q ue
pero no sabía c u á l de las versio nes actuales e ra la así ins­ s e conocie ran. 7 1 (Muy poco se s a be de S pinoza en este pe­
pira d a. Simon también sostuvo q u e el texto bíblico no p o­ riodo.) El maestro de Spinoza, Menasseh ben Israel, ad­
día ser de Moisés, y q ue muy p robablemente h abla _ miró gra n d e mente Du Rappel des Juifs, de La Peyrére, y en
� Ido
escrito d uran te u n largo periodo, q u izá c erca de ochocien­ u n a obra escrita en febrero d e 1 655 incl uyó al a utor d e ta l
tos a ños. Desde e ntonces se le ha bían hecho copias y a d i­ o bra entre u n o d e los muy pocos que s a bían d e l a i nmi­
ciones, y e n é l s e había intro d u c i do tod a clase de er: ore � , ne � te venida d el Mesías. 7 2 Un d oc umento escrito por el
glosas, variantes, etc. Para Simon, l a tarea d e l e studiO cri­ amrgo d e Mesasseh, Paul Felgenhaue r, indica que tan t o
tico era tratar de separar el Mensaj e D ivino de l as varia­ é l c om o Menasseh h a b í a leíd o el Prae-Adamitae d e L a
ciones y adiciones h u man as. La o b ra de S i mo n reveló las Peyrére antes de su p u bl ic ación, y que Felgenhauer bus­
a brumado ra s d i fi c u l t a d e s e p i s temol ó g i c a s e h istóri c a s có l a ayu d a d e Menasseh para o rganizar una d i sputa pú­
q u e h ay e n tratar d e ap artar l a d i � en.sión h u i? a � a d e la blica c o n La Peyrére. ;a N o h ay pruebas d e que la d isputa se
divina. Aunque Simon n o comp artw m el mes1amsmo de e fe c tuara , pero ta nto Menasseh como Felgenhauer escri­
La Peyrére ni el naturalismo de Spinoza, y aunque parece bieron refutaciones d e l Prae-Adamitae. 74 Todo esto mues­
haber creído que rea lmente h abía un Mensaj e Divi no, sus tra que las te orí as de La Peyrére fuero n conocidas y en­
esfue rzos ayu daro n gra n d e me nte a transfo rmar el estud i o e ontra r o n l a op osi ción de un o de l os d irigentes de l a

de la rel igión en un t e m a secular. S u erudición bíblica c o munidad j ud í a d e Amsterda m. 7;;


ayu d ó a d i fundir e l estu d i o científico de l a B i blia. Cuando La pri mera c ondenación del Prae-Admnitae oc urrió en
su e rudición s e combinó con un e scepti cismo a cerc a d el Holanda. En vista del n ú mero de condenaciones y refuta­
conoci miento rel igioso, y después con el n aturalismo spi­ ciones apare c i d a s en 1 655- 1656, La Peyrére, para cuando
nozista, de allí s urgió una i n cre d u lidad en la religión tra­ fue arre stado, d ebió d e ser uno d e los a utores más cono­ :.1
d icionai.HH cidos d e E u ropa. Y parece probable q u e un j oven intelec­
De l os c onte mp orá n e o s d e La Peyrére, al q ue más p a- tual re bel d e como Spinoza se h ubiese i nteresado en d es­
re ce h a b e r i n fl u i d o fue a S p i n o z a . S p i n o z a poseyó e l c u brir de q ué trata ba todo aquel escándalo. Lo que hace
Prae-Admnitae m' y e m pl e ó fragment o s d e é l e n s u Trac­
" L a ú n i ca i n formación acerca d e l a esta d í a d e L a Peyrére en Amsterd a m
tatus-Theologico-Politicus. 7 11 La Peyrére estuv o e n Ams­ pro v i e n e d e u n a carta q u e escribió a Ismael B o u l l i ard d e l 1 6 de fe brero d e 1 661 .
terd a m d urante seis m e s e s e n 1 655, p o c o antes d e q u e La ú n i c a persona a q u ien La Peyrere d i ce h a ber v i sto fue al secretario d e l a
Que/ques lettres inédites
a
R e i n a de Polon i a . C f. Ph i l i ppc Tamizcy d e Larroque,
n'
cal Criti c i s m a n d Social d'Isaac de la Peyrere Boulliau,
y and t h e Sc i e n t i fí c Revol � ­
París y B u rdeos 1878, p. 24
Acerca d e l a teoría d e S i m o n , véase Pop k i n , " B i b l i

&
" Carta d e Menessah bcn Israel del 1 de febrero de 1 655, publicada en Pa u l
Science ", pp. 347-350 y notas; y "Scepli cism, Theolog
tion in the Sevente enth C e n t u ry". en Problems in the Pl1ilosophy of Sc1ence. edi­ Felge n h a uer,Bonum Nunciam Israeli quod offertur Populo Israel Jwiae in hisce
temporibus 11 0Vissim us de MESSIAI-I.
t a d o p o r r. Lakalos u sgrave, A msterd a m . 1 968, p p . 23-25. A m sterd am , 1655, pp. 89-90.
y A. M
n" Véase la l i s ta de los l i b ros de Spi noza
Die Lebensges­
en J ac o b Fre u d e n l h a l , Anti.-Prae-Adamitae,
"' Véase el " Beschl uss" a Felge n h a uer, pp. 89-90.

cllic/He Spinoza's, Le i pzig, 1899; Item 54 es " Prae-A d a m i t a e 1 655".


" ElAnti-Prae-Adamitae i d e n t i fi ca d o en la nota anterior es de Felgenhau er.
' " Para una l i sta de algu n o s de sus " p ré stamos". véase Leo
Spinoza's
Strauss. En él, Fclgen h a u e r a rguyó q u e sólo Jesucristo era pre a d a m i t a , ya q ue era a n te­

Critique of the Bibl.e , N ueva York, 1 965, p. 264 y 327. El tercer capítulo de este
y concl uye, como
rior a todos los hom bres y posterior a e l los.
M e n a sseh ben I srael e n u m e ró e n s u Vindiciae Judaeorum ( Lond res 1656) e n s u s
e st u d i o está d e d icado a a n a l i zar la a po rtación de La Peyrére.
lo h e m o s hecho .yo y Hans .J oac h i m Schoeps ( e n Philosemitismus in Barolc. Tubin­ o b r a s q ue e s t á n " l istas para l a prensa", p. 4 1 .Refutatio libri qui titulus Prae­
gen, 1 952, p . 3-1 8). q u e la teoría d e La Peyrére e s básicam ente la d e u n Marrano , Adamitae. Esta o b ra nunca apareció, n i se ha en contrado su manuscrito.
11
e s d ec i r, d e u n j ud ío c o nverti do al cristi a n i s mo. y q u e el pro
p i o La Peyrére "' C f. Popk i n , "Menasseh ben Israel and I s a ac La Peyrere", Pn Studia Rosent­
proba blemente era marra n o .
lialia, VIII. pp. 59-63.
I SAAC LA PEYR E RE 339
338 I SAAC LA PEY RE RE
S i n embarg o , c om o se ha indicad o , La Peyrére s iguió
parecer esto mucho más p robable es el reciente d e s c ubri­ siendo creyente, en su extraño tipo de mesianismo. S p i­
miento, por el finado I. S. Révah , de la exc o m un i ó n d e
noza (y Prado) -l o sabemos por u n espía español q u e es­
Spinoza. Révah e ncontró q u e tres personas fueron . exco­
mulgadas en l a misma semana en Amsterd a m : Spmoz � , tuvo con ellos e n un club d e d i s c u s i o n e s teológi c a s e n
1658-1659 s o stuvieron q u e " D i o s existe pero s ó l o filosófi­
Juan d e Prado y Daniel Ribera , todos los cuales e ran ami­
camente " . 80 E l resto d e la carrera de S p i no za consistió en
gos. 76 Prado era d iez años mayor q u e Spinoza, y Ribera
era c oetá neo suyo. Al parecer, Prado se h abía vuelto un e l aborar l a s implicaciones de esta a firmación, mientras
d e sarro l l a b a a l a vez, un escepticismo total, de la varie­
irre ligioso l i brepen s a do r a ntes de s alir d e Esp aña e irse a
dad acadé mica, contra l a religión tra d i ci o n al.
Hol a n d a. H abía escrito u n a o b ra, d e l a q u e n o se h a en­
contrado ningún ejemplar, afirmando q ue la ley de l a na­
turaleza tiene preceden c i a sobre la ley d e Moisés. (Exis­
ten dos re futa c io nes d e e sta o bra, por Isaac Orobio de
Castro, por las q u e podemos saber cuáles er� n l a s afi rma­
c i ones de Pra d o . ) 7 7 Aún se encuentran registr o s d e l os
cargos e investigaciones d e Pra d o y de Ribera , pero n a d a
en contra de Sp inoza. Prad o tomó temas d e L a Peyré re; a
saber' s u afirmación d e q u e e l m u n d o era eterno, y d e q u e
la h i s toria h umana e s m á s antigua q u e l a h i storia j udía.
Al exponer este último argumento, Prado s e apoyó e n u n o
d e l o s puntos d e L a Peyrére, según e l c u a l l a h i storia
c h i n a tiene al menos diez mil años de a ntigttedad. 7 8 Oro­
bio de Castro, en una de sus respuestas a Prado, le acusa
d e p adecer la misma demencia d e q uienes afirman q u e ,
aun c uando es c ierto q u e Dios creó al u n i vers o , e s t a crea­
ción ocurrió h ace miles y miles de años, y no en el periodo
en q ue creemos sobre la base de la B i b li a . 7 11
Las tesis de La Peyr.ére p arecen h aber desempe ñ a d o
u n p apel e n aquella excomunión. Spinoza escribió u n a
réplica a l a excomunión. L a réplica creció, h asta conver­
tirse finalmente en el Tractatus. E n é l e mpleó m aterial de
La Peyrére , para redondear s u d es afío a l a B ibli a. A.sí, La
Peyrére a c a s o i n fl uy e ra d i re c t a m e n te sobre S p m o z a
desde l a época d e su excomunión.

m e n t s sur l ' i n c royance d ' Amsterd a m a l ' é p o q u e d e l'exco m m u n ication d e S p i ­


' " I . S. Réva h . "Aux Origi n e s d e l a R u p t u re S p i n o z i e n n e ; N o u ve a u x d o c u ­

noza", e n Revue, des études juifs. Tomo I I I (XXII I ) , 1 964, p p . 370-373 Y 391-408.
" I. S Révah, Spinoza et Juan de Prado, París, La Haya 1 959, e s p . pp. 84-153. " " Ré\·ah , Spinoza et Juan de Prado, pp. 3 1-32 y 6 4 (donde aparece e l texto
'" Révah, "Aux origines d e la R u p t u re S p i n ozienne", pp. 378 y 393. e n es pañol).
'" Révah, Spinoza et Juan de Prado, p . 43.
EL ESCEPTICISMO y EL ANTIESCEPTICISMO DE S PINOZA 34 1
Escritura era c i � rta y d ivina, a la luz d e la razón h a b 1' d
hacerse u n e stncto e s : ruti nio d e esta a firmación. 1 H :ch�
XII. EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO el exa men, se . descu bnrá ''que la Biblia d ej a l a razón a b­
DE SPINOZA solut? � ente li bre , q u e n o tien � nada e n común c o n l a fi­
l � sofia, d � h e cho, q u e Revelación y Filosofía se e n c uen­-
a a la reli ­ tl an en mveles
. . .
totalmente d istintos" · � S pm
' oza m o s t rara
L A POS ICI O N d esa rro llad a en el des afío d e Spi noz ace rca de q ue est� � Igmflca q u e no h ay conteni d o cognoscitivo en la
Revelacwn. � �sarr� lla s u argumento, parci almente , em-
ept icis mo
gió n rev ela da a barc a un com ple to esc
ie nto reli gio so, esc ept icis mo
las a firm acio nes del con ocim
;
a d u d a , ha sta una ple � n d o la cntica b1blica de Isaac La Pevrére y . t.
q u e a men udo va m á s allá d e la merpin oza ante l a reli ­
S
���� cando e l m étod o cartesiano a las c �Iesti on � :���� i ��
abi erta negativ a. El esc ept icis mo de
gió n revela da, que apa rec e bás icam ent e en el Tractatus­ L � inv � stiga : �ón d e Spin oza c omienza an a lizand 0 una
The olog ico- Pol itic us, el apé ndi ce
al Li bro I de la Étic a y al­ ba..-. sr � a a fi rmacwn d e conocimiento de l a trad r· · o- n J· U d eo­
· . ��
de las ide as de Isa ac
gun as de sus cartas, cre ce al co nta ctométo d o c arte sian o al c n strano-islámica ' la d e l a profecía · La d e rrmcron d e e ste
La Pey rér e y de su apl icac ión del e, el res ulta do es una fenor� e n o es q u e " pro �ecía o revel ación es conocimi ento
-

con oci mie nto revela d o . Com o se sab es del con oci mi ent o segm o revelado por Dws al h om bre" · a Per·o , ¿· q u e t 1' p o d e -

crít ica d eva stad ora d e l as pre ten sion ros o en los últi mos c ? nocr. · � mer
· · -.

: to puede ser? El conocimi e nto natural o rd ina-


mb . esta a b ierto a todos. Lo adqu irimos por nuestra s facul­
revela do, que ej erc ió u n efe cto aso no
tre s sigl os sob re el hom bre mod ern o en pro ces o de sec u- tad e s, q u e d epe �1den d e nuestro . co ? oci miento d e D ios y
lari zac ión . ? e Sus leyes . ete 1 1_1 a � . 6. Es el con ocmuento profético alguna
épt ic o d e las a firm a-
Al tiem p o que Spi n oza era tan esc r ndole de � o no c r m rento se creto y especial, que n o nos
com ple tam ent e an­
cion es de con ocim ien to reli gios o, era rac io nal " , es d e c ir, l le.ga a traves de nuestras faculta des? Después d e anal izar
ties cép tico res pec to al " con oci mie nto c, Ui dadosame nte tod as las posibilidades, Spinoza concluyó
la met afís ica y l as mat emá tica s. q u e tod os l �s pr� fet �s, excepto Cristo , h a bían estado e m­
e l a d e u n fi deí sta

Est a acti tud , exa ctam ent e opu esta d pl eando s u r m agmación y no esta ba n d ando i n fo rm a c ión
com o el con te mp orá n e o de Spi noz
a, Pas c a l , no nec e sa­ f gn �s c �. trv. � de que n o d i � p ? ngan t od o s medi ante e l em-
lida muc hos pen sa­
d, eo e a s �� ultades recibidas de Dios. Afirmar q u e lo
ri ame nte es esq u izofrén ica. En rea
a Spi noz a por h abe r que les . ? c u rrw a los profeta s para d arl es su s up uesta in­
dore s mod ern os ren d i rían homenaj e .
rac io nal es o c ien tífi­ fo rmacwn es, d e algu n a m anera, el res ultado del poder de
sid o el pri mero en ap Ú car mé tod os .
�r. os. n o d r ce nada, p � rq u e t o d o s l os a c ontecim ient o s ' i n­
ible me nte des truc ­
cos a la reli gión , con res ulta dos pre decmis mo s mé to d o s al cl u� o tod � el ; onocum ento hum � no, son re sultado del 0_
s
tivo s , y por neg ars e a apl ica r esto d e r � e D w s . . Por t � n to, "se srgue del último c a p í t �lo
mun do c ient ífic o o rac ion al q u e , en c iert a man era , se jus-
(ac. e r ca d e la profecra) q ue, como he d icho, los profetas
tifi c a por sí mis mo . su verdad , de la
O bvia men te, Spi n oza cam bió l a sed e de ' Bcncd i c t u s de S p i 11 o za. p
pem Q uotquot reperta sunt . ed i tad o por J. V a n Vlo-
en las mat emá tica s y t e n. �, .J . 1, · N. Land.
p .
reli gión al c o n ocim ien t o rac i o nal 1 9 1 4 . Tractat us Tlieo/o ico­
�II.I I�l �. 9 Tl!e Cl!ief Works of Benedict Spinoza. Trad ucido por R. �. 111 .
To m u s sec u n d u s . La Haya.
u e com enz ar con u n P · 8 ., cÚ!
l a m etafísic a. Par a hac er esto tuv o q mac ione s del c ono ­ E� :' es . UC\. � . \ ork.
1 955. Tmctatus. p. 8.
aná lisi s sum ame nte crít ico d e las afir ;. Tra d u c c � � n de Elwcs, p. texto l a t i n o . p.
9; 90.
cim ien to r.el igio so rev ela do. En el
pre fac io d el Tra ctat us, ; �aducc �� n de Elwcs. p. 1 3. 93.
texto l a t i n o p.
ien dec idie ra q u e l a 25. 106 .
Spi no za afirmó q u e ant es de que algu
, f¡ a cJ u c c wn de Elwcs. p. texto l a t i n o . p.

34 0
J.
342 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA E L ESCE PTICI SMO Y EL ANTIE SCEPTICISM O DE
SPINO ZA 343
fueron dotado s de u n a i magin ación insólit amen�e vívid a, Y dej? con sus opin ione s ante riore s y, por tanto
, no esta mos
e i ntele cto." 1 o
n o d e espírit us insólit amente perfec tos". 5 S p m o za tam­ o bliga dos a c o n fiar e n ellos en c uesti on e s d
bién s ugirió que ese tipo d e imagin ación " era volubl e e Desp ués d e escu driñ a r las afirm acio n e s d
. e vario s profe­
mconst ant e " . 6 t�s, Spin oza resu mió su argu ment o de q u e los
- ?. S P l-
·
p rofet as no
Ent onces, ¿ q ué p odem o s aprend er d e l a · p r o fecw tiene n un C _? noci mien to espe cial, sino q u e Dios
adap taba
noza excluy ó el conoci miento de los fen ó me � n s natura les sus revel acw nes al ente ndim iento y l a s opin
P!'o �etas. Ésto s era n igno rante s d e la cien
ione s de los
y espiritu ales, ya que podemo s o btenerl o m e d iante proce­
sos inte lectual es n ormal e s . Por o tra parte, el pr_? greso c; I m iento mate m � tico, y soste nían opin ionecia s
y del cono ­
enco ntra d as.
, Por tanto , se sigue que
imagin ativo "por su propi a n aturale za, no a barca nmgun a p or ning una mane ra hemo s de
certidu mbre d e verd a d , como el que está implíc ito e � toda busc ar cono ci m i ento e n los pro fetas , s e a de los
fenó meno s
idea c lara y d i stinta sino que requiere algu n a razon e x­ natu rales , s e a de l os espir itual es." I I
trínseca para asegur� rno s de s u realida d o bj etiva". 7 �Aquí . La profecía, u n a d e l a s princ ipale s p reten si o nes reli­
e mp ieza a parecer q u e S p inoza está aplican do e l metodo gios as de ! � onoc imie n to so bre las que s e
cado t � o � og1c o de l a B i. blia,. basa el sign ifi­
cartesia no al conocim iento bíblico, y emplea ndo, como lo qued a redu cida por Spin oza a
hace en este mismo capítulo , l a razón d e La Peyrére p ara l a s O I? I ? I on e s , c aren te s d e inter és, d e algu
nas pers o n a s
d ud a r d e l texto de la E scritura .) q u e VI VIer on h a ce m u c h o tie mpo . Mien tras
La profec ía por fe, afirmó ent onces S p � n oz a , n o n os da
. Spin oza esta ba
re d ucien do tan d esen vueltamen te el cono cimi
n i ng u n a c e rti d u m b r e , y a u n l o s p ro p i.o s p r o fe !a s , d e
. ento profé ­
tic o a una opin ión, much os teólo gos de Hola nda,
Fra n c i a e
acuerd o c o n la Biblia, tuviero n q u e pedir u n a senal del Ingla terra esta ban inici ando un n uevo y vital
movi mien to
cielo para estar seguros d e q u e habían recibid o un . men­ al desc � brir la c la ve p ara interpreta r las p
ro fecía s d e
saje d ivino. "A este respec to, e l conoci miento ¡;> rofé.tico es l a Escn tura. Isaac Newt on perte necía a este
es � a ba segur o d e q ue, u n a vez descu biert a l a
grupo q u e
inferior al conocim iento n atural, q u e n o n ecesita m nguna c l ave , po­
señal." 8 E n e l m ej o r de l os c asos, el con ? cimien to � rofé­ dna �nos c omprende r l as pro fecía s, espec ialme nte
las de
tico eral moralm ente cierto, n o matem áticam ente c1ert � , D�m el Y del l ibro de l a Reve lació n, q ue aún no se
l o q u e segú n explicó Spinoza signific aba q u e �1- conoci­
h an c um­
plido . � � Segú n Spin oza, q u e debi ó estar ente ra
d o de este
miento del profeta n o s e seguía de la percepc wn d e la gran inte rés en las interpreta ciones profé ticas
entre los
cosa sino que se basaba e n l a s señales d ad a s a l pro feta.u teólogos q u e l o rode aban , los res ultad os de tales
inves ti­
Y é st as variaban d e acuerd o con l as opinione s y la c ap a­ gaci � �es no p o dí a n pro d ucir ningú n cono cimie
nto c o g­
cidad d e cada profeta. Así, u n a señal q u e h abría conven­ nosc itivo , p ues tal cono cimie nto sólo podí a obten
cido a un p rofeta n o necesari amente convenc erí a � otr.os.
erse p o r
med i o d e l a razó n .
Luego, Spinoza pasó a las afirmaci ones y expene ncias .si la p r o fecía n o produ cía e on ocimi ento espec ial, 1 o s
profétic as opuestas , valiénd ose de algu ? os _de _los a tos de � milagros, segun d o balua rte de l a religi ó n revel ada,
sólo
_
La Peyrére , y denigran d o ma s l a profecw b i b h � a . L a p ro­
fecía nunca dio más c ultura a los profeta s, s m o que los 1 11

;; Tradu cción de Elwes ,, p.p. 40,


Trad ucción de Elwes 33, texto latino, p. 1 13.
texto l atino, p. 120
Esta esc u e l a de teólogo s i nglese s y hol andese s. tuvo
' Tra d ucción de Elwes, p . 27, texto latino, p. 107.
• Tra ducción de Elwes, p. 25, texto l atino, p. 107. ���h M e� e, Clavis Apocalyptica, C a mbridge, 1632. Mucho s suimport base teórica e n Jo­
antes teólogo
7 Traducció.n de Elwes, p. 28, texto l atino, p. 108. upon the Prophecies of Daniels
c;;J d the A �oc�lypse of St. John, Londres, 1733,ations
g eses, Incl uso Isaac Newto n, en sus Observ
• Traducción de Elwes, p. 28, texto l atino, pp. 108-1 09. y Willia m Whisto n, el suceso r d �
u Traducción de Elwes, pp. 29-30, texto l atino, pp. 1 10-11 1 .
ewto n , Siguier on el marco interp retativ o establ ecido
por Mede.
344 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA E L E SCEPTICISMO Y. E L ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA 345
nos daban información e rrónea y motivo d e superstic i ó � . s i n o q ue p o d e m os conocerlos p o r un e ntend i miento d e l
Antes d e examinar los casos d e acción supuestamente mi­ orden fijo e i n m utable d e l a naturaleza. 1 7 Despué s d e elu­
lagrosa, Spinoza arroj a d ud as sobre l a posibi � i d a d de los c i d a r la c uestión de l o s milagros en general, Spinoza p a só
milagros e n gene ral y de una d iv i n a ley especial conocida _
_ a explicar los s u p uestos m ilagros bíbl i c o s en p articul ar.
m e d iante la i nfo rmación religio s a . E n e ste últ1 ?'1 o c aso, Después de negar o s oc avar las afirm a c i ones de q u ie­
Spi noza afirmó q ue la ley divina natura l es " u n � versal o nes d i cen h a be r encontrad o tipos especiales de verdad e n
común a todos los hombres, pues l a hemos d e d u c ido de la l a B i blia, e n e l capítulo s iete Spínoza s e enfrentó d i rec­
natu raleza humana unive rsal", ' a y q ue tal ley " n o depende tamente a l pro blema d e i n terpreta r la Escritura. Algunas
de l a verdad de algun a narra c i ó n h i stórica, c u a l q u i � ra
q u e sea, pues esta ley d ivina sola mente es compre e d i d � � � personas, i n d i c ó , " s u e ñ a n q u e los m i s terios m á s p ro ­
, fu nd os yacen o c u l t o s en la Biblia, y s e extenúan e n l a in­
por l a c o n s i d e ra c i ó n d e l a n atura l e z a h u m an a . , Po1 vestiga c i ó n de e s t o s a bs u rd o s " . 1 H E n v e z d e tratar d e
tanto, ninguna ley especial, como l a ley mo � a �_ ca, d e be i nterpretar l a Escritura d e esta manera, Spin o za t o m ó
buscarse por medios no ra cionales. Las leye � d ivmas p a � a l a al tern ativa m á s rad i c al : el emple o del mét od o cartesia­
los h ombres sólo pueden enco ntrarse a p artir d el estudiO n o . " Puedo res u m i r l a c ue stión d ic ie n d o q ue el méto d o
de l a naturaleza h u m a n a . de interpretar la Escritura n o difiere mucho del método d e
Respect o a l os m i lagr o s , emplead os p or t� ntos teól og ? s inte rpretar la naturaleza; en realidad, e s c asi el mismo . " 1 !1
como prueba de un re i n o so bre natural, Spi noza fue mas Para Spinoza, e l métod o p a ra inte rpretar l a naturaleza es
allá d e l a simple posición escéptica q u e se n_ a prese � ta da bá sic amente el méto d o c artesiano. Por consiguiente, lo q ue
en el siglo siguiente por David Hume. H ume arguyo q � e sig u e en el análisis d e l a B i blia por Spinoza es u n a c o m b i­
era e xtremad amente impro b a ble o inverosímil q ue algun nación de bastantes p untos escépticos, to m ados muchos d e
hecho fuera un milagro . S p in o za arguyó s encilla J?e':te lo ellos de La Peyrere, además d e un análisis c artesiano d e l a
_
q u e e q uivalió a una afirm a c i ó n académ1 � a esc � ptica, a Escritura.
sabe r, q u e la oc urrencia d e milagros era Imposible. Las Es imp o rta nte n otar q ue Descartes y sus segu i d ores tu­
leyes universales de la n aturaleza fue ro n d ecretadas po r vieron m u c h o c ui d ad o d e l i mitar el d o m i nio en que e ra
Di o s ; , ;; "n o se puede c o ntravenir la n aturaleza, ya q u e si­ _
- l útil el méto d o c a rtesiano, y d e excluir s u e mpleo e n l a
gue un orden fij o e i n m uta bl � " . ti Así p ues, n o p uede h a­ teol ogía y l a religión. E l p ro p i o Descartes sie mpre re s­
ber excepc i o n e s a l o rd e n d 1vm o n a tu ral. S ol o p u e de pondió a las acusaciones d e que e ra infiel e n sus opinio­
h aber ign orancia d e l o . q ue está pasand o, debi_ d o a nues­ nes religiosas insi stie n d o e n que n o trataba de temas reli­
tra falta de c on ocimient o ele l os aspe c t o s del orden. C o m o, giosos, y q u e aceptaba sin d iscusión las opiniones d e la
supuestamente, h e mos el e co mprenderlo mediante un en­ Igl e s i a catól ica.� o Pascal leyó de esta man era a Descartes
ten d imiento racional ele D ios y de la naturaleza, no puede Y lo censuró por tratar tan sólo d e l Dios de los filósofo s ,
h ab e r verdaderos milagros . ( S i los h u b iera, estaríamos v � ­ no del D i o s d e Abraham, I s a a c y J a c o b. � '
vie n d o e n un mundo desordenado y c aóti co.) De allí se si­
" Trad u c c i ó n d e Elwes, p. 85, texto l a t i n o , p p . 1 59-160.
gue o bvia mente que no podemos conocer l � natur ale za Y
_ " T ra d u c c i ó n de Elwes, p . 99, texto l a t i n o , p . 172.
l a e x istencia y l a provid e n c i a de Dios a partir d e mi lagros, ' " Tra d u c c i ó n d e Elwes, p. 99, texto l a t i n o , p. 172.

y d i ri g i d a " A l s a p i e ntísmo e i l u s trísmo Decano y a


"' Véase, por ej e mplo, l a carta d e D e scartes a Jos Doctores de l a Sorbon a ,
"' Tra d u c c i ó n de Eiwes, p. 61, texto l a ti n o, p. 137. antepuesta a l a s Meditations,
" Tra d u c c i ó n de Elwes, p. 61, texto latino, pp. 1 37 - 1 38. los Doctores d e la Sacra fac ultad d e teología", Haldane-Ross, Vol. I , pp. 133-137;
"' Tra d u c c i ó n de Elwes, p. 83, texto latino, p. 1 58. A.-T., Vol. VII, pp. 1-6 . 1
Oeuvm� complétes, París, 1 963, p re fa c i o de H e n ri Go u h i er, y notas
1
"' Tra d u c c i ó n de Elwes, p. 82, texto latino, p. 1 57. " Pascal,

1
1

346 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA
EL ESCE PTICI SMO Y EL ANTI ESCE PTICI SMO DE
D u rante larg o tiemp o , l os h ist oriad o re s d e l a fil os o fía SPINO ZA 347

esto a J r.
supusiero n que l a revo l ución cartesiana conduciría, au­ Dios exist e, p e ro sólo filosó ficam ente. 2 5 Toma n d o
d o fi- �\
tomática o necesari amente, a l a i rre ligión, y que las razo­ pe c h o, el m é to d o para estud iar a Dios s ería un méto
nes d ad as por Descartes para rechazar el escolasticismo losófi co. No q u e d a espac io para estud i a rl o en térmi nos
de
ta m bi é n s e a p l i c ar í a n a l rec h a z o de la v i s i ó n j ud ea ­ Revel ación o d e d atos supue stame nte so brena turale s. Por
cristiana d e l mundo . Por otra parte, e stud iosos franceses tanto , el m étod o d e Spino za para estud i ar algo, desar ro
H d e l siglo xx, como Gilson, Gouhier y Koyré _ n o� h a n h e c �10
llo

l
d e l méto d o c a rtesi ano, tamb ién s e apli c a a l pro p i
;. )!' comprende r l a posibil i d a d d e q u e cartesianismo y c :Is-
o D i o s.
S obre esta base avan zó Spin oza p or l a Bibli a
exam i­
tianismo s ean compatibles, y q u e e l propio Descartes bien nand o las a firma cione s d e l a Escr itura p ara ver '
d � � cuer? o con u n a n á l i si s racio nal ba sado e n
' s i estab an
, pudo ser u n pensador r� l igioso q ue tratara d e u � ir l a rel i­
\
. cl aras y
gi ó n y l a n ueva c i e n c i a e n u n a n u e v a re l a c w_ n a rm o ­ d istm tas ! d e as d e Dws o d e l a natu ra l e z a . Ya q ue , afirm ó,
, / niosa.2 2 la m ayon a de los tema s tocad os en la B i bl i a n
L os advers ari os de Descartes, espec ial me nte entre 1 os
o pued en
d e m o stra rse , e nton ces ti enen q ue ser i n te rpret
ados en
\ j es u itas y los calvinistas, viero n impli_c a c io n e s pot� �� i al­
i stóri c a - Y
otros térm i n o s , p o r ej empl o, fil o l ógic a m ente h
n: ent� . psico lógic amen te, o en térm inos d e co � ocim
; mente peligrosas, si se aplicaba s � método a l a r� lig: o n Y . iento l ",
l a teoría.� a Ni Descartes n i l o s miembros d e l a s igUiente Cienh fico. Esto pued e exp l icar p o r q u é aparecen tales co- 1
"
', gen e ración que se consideraron c a rtesi a l?' o s h i c i e �o � tal sas e n el l i bro, y por q u é algun as pers o n a s pueden creer

·
_ ­
1 aplic ación, e insistiero n e n q u e sus opmwnes rehgwsas las, a un cuand o n o pod amos saber si son c iertas . Como
es T
1 eran ortodoxas.�4 e v i d e n te , S p i n o z a pront o tra n s fo rm ó l a E s critu ra
d e
Spin oza fue el primer o e n d ar e l p a s o rad i c a l de apli­ fuent e d e conoc imien to e n o bj eto d e conoc imie nto 'm e
­
car s u versión d e l carte s i a nismo tanto a l a teología como a d i a n te l a a p l i c a c ión d e l a s n orma s c a rtesia nas. L � Es­
la escritura , con terribles resultados. Como s e h a d ich o e n critura q ue d a así red uc i d a a un extra fi o escri t o de l os
el ú ltimo c apítul o , l a pri m e ra o p i n i ó n d e Spinoza q u e c o ­ he bre os, d e h ace un o s d os m i l a ü os, y a s í se l e d e b e
'
nocemos e s l a afirmación d e Prado y s uya pro p i a de q ue c omp re n d er. 2 n J
T oman d o litera lment e las afirm aci o ne s d e l a Escri tura
d e L o u i s La fu m a , "Le M é m o ri a l " , p . 6 1 8, " D i e u d ' A b ra h am , D i e u d ' I s a a c , Y j uzgán dola so bre la base de i d e a s c laras
y d istint as d e
D i e u d e J acob, n o n des philosophes et des savants". Dios Y d e l as l eyes d e l a naturaleza , S p i n oza pregu ntó s i
" Cf. Etienne Gilson, Études sur le róle de la pensée médiévale dans laformation _du
e D
systeme cartésian, La Liberté hez escartes et la théologie;
y Henri Gouh ier, "La Cnse es te p ro c e s o n o s d a a l g u n a i n fo rm a c i ó n d e m o stra
ble­
de la Théologie a u temps de Descartes, y La Pensée religieuse de Descartes; Y Ale­ ment e cierta o m oralm ente ci erta a cerc a de l a rea l i d
e
ad.
Essai sur l'idée de Dieu et les p1·etwes de son existence hez Descart�s.
"1 Véase, p � r ejemplo, las críticas a Descartes, por e l padre jesuita Bo � rdm Y
xander Kovré Lo más q u e p u e d e encon trars e en l a Escri tura, segú
n es­
por los calvin i stas Martino Schook y Gisbert Voetius. La crítica d e Bou rd m a pa­
tas n o rmas, son básic as verda des moral es, q ue ta mbién
rece e n "Obj ectiones Septimae, c u m notis autho ris" A.-T., Vol. VII, pp. 451-561 . Las p ueden descu bri rse por medi o de un exam en fi l o
( � a m bién p o d ía apren derse much o acerc a d e lo
Admiranda methodus novae phi.loso­ sófico . � '
críticas de Schook y de Voetius aparecen e n
phiae Renati DesCartes. que hi­
. . . Ciero n y pensa ron los antigu os h e breos, pero esto perte-
'"' La respuesta de Descartes al p a d re Bourd i n aparece en "ObJ ect1ones Septl­
mae c u m notis a uthoris", A.-T., Vol. VII, pp. 451-561 , y la c arta q u e contien e las " Cf. nota 79, cap. X I .
q uejas de Descartes al padre Dinet, el provincial de los jesuitas, A-T., yo!. VII, PP· Tractatus,
563-603. Su respuesta Schook y Voetius apa rece en "Epí stola Renati DesCartes ad
"' Spinoza . "De Interpretatione Scripturae",
caput, VII,
quo ostendi ture, Pen tateuch on et l i bros Josuae y caput VIII, "In
Celeberremium virum. D. G isbert u m Voet ium", A.-T., Vol. V II -2, París, 1 965. , J u d icum, Rut. Samucl is, et Regum
n on esse autogra pha, Deinde i n q u i ri tu r,
Cartesi a n os como Geu l i n cx, Arn a u l d , Malebranche y Bernard Lamy a firmaron fu: n. nt, an unus tantum , et q u i n am", a n eoru m o m n i u m Scripto res p i u res
ser, todos ellos, católicos ortodoxos. _ Traduc ción de Ehves, pp, 98-132.
. . Trad ucción de Elwes, pp. 1 00-101, 1 19, 1 75- 1
1 90, 237-243 . y 247-248.
8 1 y 186-187; texto latino, pp. 1 73,
348 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE S PI NOZA EL ESCEPTI CISMO Y EL ANTIESC EPTICISM O DE SPINOZA
349

\ J! necía al estudio d e la historia, no al entendimiento de l a j uzga por n o rm a s racion ales, por ideas c l a ras y d i stinta s.
/ · realidad.) � x La teologí a d e be j uzgars e por su realiza c i ón signi ficativa
En el imp ortantísi m o capítul o xv d e l Tmctatus, intitu­ la enseüa nza de p i e d a d y o bedien cia. No p uede o frecer n Í
lado " En q ue se muestra q ue la teología no es servidora ofrec e prue bas d e l a verd a d d e sus prescri pcione s. La teo­
li.. de l a razón, ni la razón de l a teologí a : definición de la logí a , si se mantie ne en e ste papel, estará d e ac uerdo c o n
razón que nos capacita a aceptar la a utori d a d de la B i- la razón, p ue s lo q u e p ide a la gente h acer y creer e stá
' blia", Spinoza puso en claro los resultados d e s u análisis. a p oy a d o p o r la e vi d e n c i a fi l o s ó fi c a . La verd a d de l a s
Empezó por bosq uej ar u n a alternativa que luego rech aza­ prescri p <: iones t � ol ? gicas será decidi da p o r l a filosofí a, y
rí a e ntre escepti cismo y d ogmatismo. En este contexto, l a teo l ogi a p o r s i nus m a n o puede ser consid era d a verd a­
Spinoza afirmó q u e la visión escépti c a d e c í a q u e l a razón dera n i falsa.
había de ser o bl igada a convenir con l a Escritura. Esto Est o cntra ü a u n a especi e de escept icism o t otal acerca
equivale a negar l a ce rti d umbre de la razón. La otra o p i- de la te ol ogía y la religi ó n . Sus p r op osici ones están fue­
·� ,.! nión, el dogmatismo, sosti ene q u e "el s ign ificado d e la Es­ ra de lo c ogn oscitiv o (sa lv o las q u e s o n ap oyad as p or l a fi­
/ 1 critura debe ser o bligado a convenir con la razón".�:' l ? s ofía). Es i n úti l cuesti o n a r o aun d ud a r d e las p r o p osi­
Spin oza e onsideró q u e la visión d ogmática e staba re -
l
c i ones te ológicas o religi osas, pues están fuera del ámbito
1

1¡ 1 pre sentada por Maimónides y sus seguidores, q u e altera- donde tien en perti nencia estos actos menta les. Así como
' ' ron y aun violaro n el significado literal de l a Escritura . los I? O sitivis ! a s , a comi � nzos de este siglo, d eclara ron q u e
.
Ree s c ri b i e ron o re interpretaron pasaj es p ara h acerles el d i s c urso etico y el disc urso estético era n no cognosc iti­
corresponder con las normas racionales. Spinoza insistió, vos Y n o esta ban a b i e rto s a pregunt as acerca de la verd a d
de manera casi fundamentalista, en q u e cada texto debe o falseda d d e l a s afirmac iones d e valor, d e manera simi­
to marse por su valor aparente. lar Spinoza h a b í a socava d o e l poder de la teología y de la
Para Spin oza, el re sultad o n e t o de su métod o de inter­ reli�ión supri m i é ndolo de tod a d iscusión filo sófi c a (en e l ¡;
pretación de la Escritura es q u e muchos pasaj e s senci­ sentid o ge ne ral e n que S p i noza e mplea e ste términ o) 0 ! ;
. . )
llame nte n o tienen sentido. En l ugar d e e nga ü a r, como cognosc itlvame nte s ignifica tiva.
Spinoza afirmó q u e lo h abía hecho Maimónides, ao había D e s p u é s d e h a b e r d egra d a d o fu n d a rn e n t a l m e nte l a
otra posibilidad, al menos igualmente p e l igro s a : l a de teología y l a rel igión, y de h aberlas expulsa do d e l mundo
acomodar la razón a la Escritura. Ésta, l a visión escéptica, raci o n al, Spinoza trató de h a cer p arecer q u e aún q uedaba
d estruiría todas las normas racion ales (ya q u e l a razón u n gra n papel q u e desemp eüar a l a teología y la religión .
ten d rí a que adaptarse a un texto n o racional, la Escri­ Puso fin al c a pítulo x v d ec la rando:
tura). " ¿ Q u ién, que no esté d esesperado o loco, desea d e s­
pedirse de l a razón, o despreciar las artes y las ciencias, o Antes de segui r adelante, q uiero decir expresame nte (aunqu e
negar la certid umbre de l a ra zó n ? " :t t y a l o h e d i c h o antes) q u e y o considero m u y grande la utili­
dad o la necesidad de la Sagrada Escritura o la Revelación.
Spin oza res olvió ent onces el p r o blema en c uestión in­ Pues así como no podemos percibir por la luz natural de la
sistiendo en que h abía que separar la filosofía y l a teolo­ razón q u e l a obediencia es e l camino de salvación, y sólo so­
, gía, e n lugar de a comod arl a una a la o tra . La filosofía se n� os e nse ? ados por l a revelación q u e así es por gracia espe­
\'1 1- X I I I .
'" Tract.atus, caps. cial de Dws, que nuestra razón no puede alcanzar, así se si­
' gue q ue la B i blia h a dado u n gran consuelo a la h umanidad.
"" Tra d ucción de Elwcs, pp. 1 1 4- 1 1 8 y 1 90- 1 9 1 ; texto l a t i n o , pp. 186-189, y 250-25 1 .
' " Tra d u cción de Elwes, p. 1 90, texto latino, p. 250.
Todos somos capaces de obedecer, mientras q u e sólo h ay muy
" ' Trad ucc ión de Elwes, p. 1 97 ; texto latino, p. 256. pocos, comparados con e l c ú m u lo d e la humanidad, q ue pue-
350 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA 351

d e n adquiri r el hábito d e la virtud con l a sola g� í a de l a r�zón Las ta re a s d e c o rrección y comprensión adecuada podían
sin ayuda exterio r. Ergo, si no h u biésemos t� mdo el t� stlmo­ d u ra r etern a me nte, p e ro eso no anulaba la existencia d el
nio de l a escritura, dudaríamos de la salvacwn _ de casi todos
mensaj e d i vi n o . Cuando Simon fue ac u s ado d e spinozista,
los hombres.:12
rep licó q u e estaba de a cuerdo con el método de estud io
El análisis de la Biblia p or Spin oza, empleand o puntos bíblico d e Spinoza, p e ro n o con s u concl usión.:13
escé pticos de La Peyrére acerca de q u e su a u to r . fue � a Otros n o p u d i e r o n q ued arse tan tra n q uil os. Las impli­
\ ,,, Moisés, etc., y aplicando e l método cntico _ _ d e l a c i e!'l c i a cac iones revo l ucion arias d e la crítica b í blica d e Spinoza
-· c a rte s i a n a a l conte n i d o d e l d oc u m ento, d e � : mpe!'_l o . un fu e ro n i n m e d i a t a m e n t e o bv i a s . E l Tractatus, c o m o e l
papel vital en el desarr� l l o d e la mo � e r!l a c n �1 c a bibhc � . Pme-Adamitae d e q u i n c e añ os antes, fue p r o h i bi d o e n
Spin oza n egó q ue h u b i es e e n l a B 1 b h a alg � n n�e n s �J � Holanda. (Muy p o c o s l i bros tuvieron esta d istinción en Ho­
especial q ue n o pudiese aprenderse p or m?d1 o s I l osofi- � l a n d a en el siglo X V I I. ) Circuló con títulos falsos, c o m o
- c os. E insistió en que gran parte de la B I_ ? ha I? O � I a : oro­ Traitté des céremonies superstitieuses des Juifs. :14 So bre l a
p renderse mej or en l os términ os de la h ist o n a J U ? I a , la base d e l l i bro, Spinoza fue atacado como a rchiateo. Al p a­
_ _ _ rec e r se c a n s ó d e los ata q ues y d e c i d i ó no p u blicar l a
psic o l ogía primitiva y temas similare �� La extens10n de
la met o d o l ogía cartesiana a la evaluac10n del marc o d e l a Ética cuando l a terminó e n 1 675, porq u e n o q uiso verse
Escritura para interpreta r al h ombre y su lug � r en e l um­
_ a rrastra d o a una l u c h a con l os pastores l o cales. :15
vers o llevó a Spin o za a c oncluir que la Escnt � ra n o t : ­ Algu n o s d e l os advers ari os de Spin oza, que e staban se­
guros de que el cartesiani smo conduci rí a a la infidelidad
- - í a c a b i d a en e l mund o i ntelectu a l . En c a m b 1 o, l � B I -
n
y al ateísmo, encontraron e n Spinoza u n a prueba d e sus
b l i a t a n sól o era fuente de a c c i ó n m o r a l p ara qmenes
inte lectualmente no eran capaces d e d i stinguir la base tem o res. Por ej emplo Henry More, después de romper con
raci onal de l a c on d ucta h u mana. Descartes, estuvo seguro d e que l a teoría de éste n o e ra
. más q ue u n a forma d e infidelidad. Dij o h a ber oíd o q u e e n
P or extrema q ue pueda p arecer la p osic ión d � S p u � oza,
al sacar l a s cuestiones religiosas del á mbito epistemH � o Y
_ ·Ho l an d a h a bí a c a rtesianos q u e " s e burla ban de la reli-
hacer de s u eval uación e i nterpretación l a tar� a del CI�n­
tífico moral, sin embargo e l más grande estu ? IOso bibhc _
? "" Acerca de S e A. Bern us, Richa rd Simo n et son
d e finales d e l s iglo xvn, e l padre Richard S I � on, � d op to Vieux Testa ment , Li maouns a, nvéas Histoire Critique du
muchas de las técnicas 'd e Spinoza para la cr�_ tiCa b1b I � a. � Dryden, Ann Arbor, 1 959,n eesp.
européenne, París
, 1 869, Lo u i s I . Bred vol d , Tl!e Intel
pp. 98-10 7; Pau l Haza rd, La Crise
lectual Milieu of John
de la conscience
JJI,
_ cntzca
La primera o bra importante de Simon, La hzstona sur RichaTd Simon, et1 935; D é c i m a parte , cap. pp. 184-2 02; Henry Marg ival, Essa
la critique biblique en France au XVII' siecle, París, 1 900; J e a ni
del Antiguo Testamento ( 1678), recorrió la historia de los Ste i n m a n n , RichaTd Simo n et les
origines de l'exégése biblique, París, 1 960.
d o c u mentos conforme pasaro � d e ! os tiei?� os antiguos _ a La opin ión h a bitua l de S i m o n acerc a de Spin
oza cra " Sp i noza a ptl avan cer d a
_
la actualidad, explorando l a histona fllologiCa d : l os t : x­ s o n l i vre p l u sie u rs c h oses verit
a bles, q u ' i l aura m e m e prise s
ns
il en a u ra tiré d e s cons eq uen d e n o s A u teurs m a i s
tos h e breo y griego y la a ntropología de los a ntiguos J U­ tion des Lit>res SacTés, ces fa usse s et i m pies, " Rich ard
p. 43. Una razón de los m a lo s
De l'lnspira­
Simo n,
díos. Simon fue un estud i o so mucho más completo q u e su Simo n, era q ue S p i n oza "ne paró resu ltado s de Spin oza , segú n
mat iere qu'i/ tmto s'eta nt contenté it, meme qu'il ait fait beacoup de rejlexion sur la
amigo La Peyrére o q u e Spinoza. Insistió e n que n o : st � ba
tratando de crear un pirron ismo acerc a del texto bibhc o,
Peyrere Autc ur desft,PTéa dam ites" ,
souvent de suivre le Systéme mal digeré de La
s i n c l uyen La Clef du Sanc tuaire,
p. 48.

pues estaba seguro de q ue e n l a � iblia h abí � un mensaJe


'" Otro s título
_ esprit des-in teressséfalsoSUT les matiéres plus importantes au ysalut Reflexions curieuses d'un
si el texto 'era correcta y apropiadamente mterpretado. fuero n p u bl i c a d a s e n 1678,
p e ro n o s e
. Todas estas o bra s
d a e l l ugar d e p u b l icaci ón.
" ' Véas e la c a rta d e S p i n oza
a Olde nburg, Vera no de 1 675. Tra
wes, Vol. 11, pp. 296-2 97, carta d ucció n d e El­
'" Trad ucción d e Elwes, pp. 1 92 - 1 99; texto latino, pp. 257-258. XIX (LX V I I I); texto latino , Vol.
I I I , pp. 2 1 8-219.
EL ESCE PTI CISM O Y EL ANT
IESC EPT ICISM O DE S PINO ZA EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPTNOZA 353
352
gión y era n ateo s".a o Lue go lleg ó "SpEl ino za, prim ero j � dío_, a cerca del texto bíblico. Pero mucho más de tal labor con- 1
l ueg o c a rtes i a n o y aho ra ate o':- :1 •7 _ b1b '!rD:ct atu s, a firm o
hca .
sistió e1_1 _ negar el contenido cognoscitivo de la Escritura
en funcwn d e pro fecías, milagros o cosas similares. Esto '­
f(i¿)
More atac aba las bas es d e l a reh gwn ión d e l a Et�c a,
_ .

oc � rrió que , d esd e ante s d e l a p ubl icac


. a, ��c hos com pre n­
pudo ser clasificado como escepticismo n egativo o como
con su mad ura metafís ica nat ura listreli. gwn reve la d a era esce p ticismo a cadémico. Spinoza no sólo dudó de las pre­
die ron que el esce ptic ism o ante la s� percat aro n d e que ten swnes de verdad de l a Escritura: las n egó, s alvo como
exp líc ito en el escrito d e � p i�oz a, yana l a vali. dez o la u ­ mensaje moral. En esta n egativa, ya no tiene sentido con­
siderar las a firmaciones d e l a religión revelada como
esta man era de trat ar l a Bib lia neg . El Tmctatus mas

verdaderas o falsas. Están fuera del ámbito donde puede n
por tanc ia de l a trad ició n j ud ea-c rist iana
\ 1 tota lm� I�te n uev a. d e aplicarse l a prueba y l a duda. Se l e s pued e estudi ar como
/ 11 l a É tica adm itirí an una perspe ctiv al den un � w c o m o m! s e­ parte d e l a historia d e l a e stupidez humana, por l o q ue
1
.

1· exp erie ncia hum ana . L o q ue Pas ca Spm oza � ra libe ­ rep resentan h is tóric a , s o c i ológi c a o p sicológicam ente,
ria del hom bre sin el Dio s bíbl ico, p ara mie do Y l a pero no se les puede estudiar por su verdad o falsedad.
raci ón del espí ritu hum ano de las cad ena s del
sup erst ició n. La negativa del val or de la religión revelada pr onto fue
El esce ptic ism o d e Spin oza ace rca d1a e los val ores del llamada "escepticismo", y pronto hubo teólogos comba­
_ de se: rempla ­
mun d 0 bíb lic o, y su ide a d e cóm o hab
l� o mas alla de
tiendo a los escépticos y los infieles. Es probable que la
zad o por el hom bre rac i o nal, esta ban dmuc _
XVII . Ano s
aplicación más común q u e hoy se da al término "escép-
lo que pod ían ace ptar los pe? sado res .m sultoo la pala ':Jra
el sigl tico" sea al i ncrédulo e n materia de rel igión:1 1 En este
des pué s de la mue rte d e Spm oza, fueo p ara � ue algm e� sentido, si se toman en c uenta las condiciones del último
"spi nozi sta" . Se nec esit ó c asi un sigl segm dor de S I­ �árrafo, creo yo j usto considerar a Spinoza como escép-
pud iese deci r sin corr er ri�s gos que eraan as �e la Ilus ti? tic o en materia d e religión, aun c uando sus opiniones fue-
noza . Per o algu nas de l as figu ras alemn e n difi. ulta d s.�· � sen mucho más allá d e l a d uda, hasta llegar a la completa
n �gativa. S i Spinoza fue un escéptico irreligioso, en cam-
ción q ue afirmaro n esto aun se met ier� q u e Spm bw fue notablemente aescéptico o antiescéptic o en los ·"\ >1
� �
oza . era
El muy tole ra nte Pierre B ayle asev eromét odo � otal men t� campos d e l conocimiento científi co y filosófi co. Como tra- ',. j
.

un ateo siste mát ico que emp leab a un era "un libro p � rm­
nue vo". aH Y, segú n B ayle , e l Tmctatus taré d e d e mostrarlo, ésta n o es señal de i n consecuencia
del ate1 smo
c ioso y dete stab le"·1 0 q uE) c o nten ía las sem illas sino que, a ntes bien, a ba rca una d e las afirmaciones bás i�
cas del conocimiento d e Spinoza, q u e se aplica a todos l os
de la Ética. . . . _

L o que Spi n oza real izó resp ecto � la _ rm� ligw co ,


� reve lad.a
111 ag � osti ­
temas, incluso el de la religión.
no pue de llam ars e esce ptic i s mo p irro Es obvi o q u e Spin oza pasó much o tiemp o s obre las Me- ,
la lab or d e Spm oza ditations de Descartes y sus Principles, y por tanto n o pudo
cism o su vers ión te ológ ica. Parte de dej ar de e ntrar en contacto con ideas escépticas y con el \'
c o n s istió en l leva r a d e la nt e las d u d a s d e La Pey rére 1 /

d e l 4 d e d i c ie m bre ( 1 6 70'?), en The


Wor!cs ,
"" Henry More a Robe rt Boyl e , c a rta 51 . Thi!·d International Dictionary, d e Webster, d a como u n o de los tres signi­
o{ Robert Bo¡¡le, edita do por Thom as B i rch, Lon d res, 1772, Vol. V I . p. 4 .. '1 El

'17
!bid.. loe. cit. . · g de a person mar!ced by skeptici.sm regarding re/igion or reli-
f z c a d o s de "escéptico":
. ¡ .r
lén. Véase el art i c u l o so b re Lessm 91ous pnnc1ples: and one of the three meanings of "skepticism" (persona marcada
"" Como o c urrió a Les s i ng y J erusa
Philoso!Jil¡¡, 1:' , � 44 -446
3
Henry Chad wick, en la Enc¡¡c loped ia of l o s tres signifi cados d e "esceptic i s m o " "duda concern iente a los pri n c ipios rel i ­
et c71llque, c o m w n zo del arti. c. u l o "S P i-
Vol. p. Por escepticismo e n c uestión d e religión o d e principios religi osos" ; y uno d e

" " Pie rre Bayl e . Dicti onna ire histor ique
..
giosos búsicos ( c o m o i n m o rta l i d a d , providencia, revelación, pero n o necesaria­
·In
noza" . mente negativa de el los).
Ibid., el texto princ ipal antes de la Observacwn E.
354 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTIC ISMO DE SPINOZA EL ESC EPT ICIS MO y E L
ANT IESC EPTI C I SMO DE
SPIN OZA 355
fun d am ent os firm es e i n c on
���� � \;;:t �� �
problema plantead o por los escépticos. Aparte d e l o q u e ' bl
apre n d i ó d e Descartes acerc a d e escepticism o, Spinoza n o p odr ían e l u d i rl o s i é l s cü
; uia, q ue
· ¡ tuvo conciencia al menos d e una fuente escéptica clásica, ver d a d e r o s p rin ci p i o s d e l e o . es 1 os
c on oci. mie .
n t o d e be n ser tan
-· 1 -. Sexto Empírico, al q u e c ita e n u n a de sus cartasY Pierro c l a r o s Y c i e rt o s u e n .
Di V o na, en su artículo " S p inoza e lo scett i c i s mo clas­ a l l á de t o d o az r o � ����
esi ten pr ueba , deben estar m á s
p u e d a ser p r o bad o s i n e l l o � � .u e b n s e r . tales . q ue n a d a
?�
e
sico", exploró la posibilidad d e q u e Spinoza conociera s a la e � I sten cia de tale s
o tras fuentes. D i Vona consideró más probable q u e Spi­ pri nci pi o s (y a la cat á str o fe j
n te ect ual S I n o l os hay ) a l a
noza h u biese conocido a Cicerón o a D i ógenes Laerc i o a que ape lará s · oza en sus
q u e h ubiese conocido a Sánchez, Montaigrie o Charron.4a c os, esc ara m u ��� esca �am u z a s c o n l os esc é pti -
Para nuestros fin es, n o i m po rta c u á nta lite ratura e s­ b atalla s e o n ell os ��� � ��
q u e r� � l i d ad n o enta b l a gr d
q e PIIme tod a s l a s d u d a s a rte
an es
céptica conoció Spinoza, ya que s u visión m uy negativa s e sian as es q u e e on ocem o s " q ue l c ­
a fac ult ad d e dis ting u i r 1 o
fun d a , básicamente, en términos de los conce ptos c arte­ verd a der o d e 1 o fal s o 0
��
1 � ? s. h a sid o dad a p o r un D i os
sianos en Los principios de la filosofia cartesiana, y en otras s u p rem am e n t e bu en f
�� lld ic para engaii.a rn os" .H A
partes plantea los mismos o s i m ilare s p untos. Conside­ an a l iza r est o Sp in oz
de l a certid u �1 bre .

eJ o en e a r o su bas e fun dam ent l
al
rando la gravedad de la crise pyrrhonniene d e mediados
d e l s iglo XVII, y especialmen te su gravedad p ara Descar­
tes, resulta un tanto sorprenden te ver l a calma con q u e Pue s, com o es o bvi o p o r tod o lo
d e tod a la c ues tión es éste q u e

q e ya se h a d i. c h o , el pivote
Spinoza l e h izo frente, y l a facilidad c o n q u e pensó disi­ d e Dio s que nos d ispo ne d � tal
p o em os .Co rma r u n con cep to
p arla . El problema del e s c epticismo a pare c e a l m e n o s
una v e z en l as o bras principales d e Spinoza. Pienso y o
i ? éntica c a us a , sup oner q u e es
e �:��:�!
u e no pode m os, con
com o que no lo es,
smo que nos compele a a firm ar q
q ue s u concepto del pro blema puede d iscern irse empe­ u e es ente r� m ente veríd i c o.
zando con Los Principios de la filosofía cartesiana ( 1 666),
P e ro c uand o nos h e m os form ado
l a razó n d e d uda r de las ver dad
.
sem e ant� Ide a, se sup rim e
.
i
es ma ema tica s; pue s ent on­
examinando lo q u e d ij o Spinoza y lo q u e dijo Descartes ces , vol vam os a d ond e olva
sobre el mismo pro blema. d a r de cualqu iera de es � ���:
m o s n u e stro s espírit us para d u -
s, com o e ? e l caso de n ues tra
Al c omienzo d e l os Principios, Spin oza o mitió l a d u d a
c a rtes i ana como u n o d e l o s m e d i o s d e Desc a rtes p a ra
exi ste nci a, n o enc ontram
es ente ram ente c i e rto. 4 H
��
q u e nos I mpi. da con clui r que
buscar la verdad. 4 .1 Spinoza dijo q u e e l efecto d e l méto d o
de Descartes era q u e "empre nd i ó reducirl o tod o a la d u d a
n o c o m o escéptic o q u e n o a p re h e n d e otr o fi n q u e l a
ca ·� i�� ; �
'
o
n
si u
u o
� : :� �� �·
e nte p rese ntan � o la te o
p re e �1tac wn.
h a ce
ría de D es­

o
tra l i d a d de la ide a de lOS . f .bvi a la cen -
d u d a misma, sin o para liberar s u espíritu d e t od o prej u i­
c i o". 4;' Se n os dice que Descartes espera ba d e s c u brir l os
: . · .
rgi1 I r c o n qm ene s niegue n q u e
I rm a q ue n o tien e o bj eto
tie n en l a ide a . E s com o
rat a r de ens eii.a r los col ore s a
q ue est emo s d i s p ues tos a con un ciego. " Per o, a me nos
" Carta LX (LVI) a H ugo Boxel, La Haya 1 674, traducción de Elwes, Vol. I I , p . si der ar a e sta s Pe rs on a s
387; texto latino, Vol. I I I , p . 1 9 1 . com o u n a n ue va esp ecie ani ma
l , a me d w . .
Rivista critica di Storia
"' Piero d i Vona, "Spinoza e J o scett i c i s mo c l assico", en h o m b res Y bru tos pre sta rem . : am mo ent re
della Filosofia, Anno 1958, fase. I I I , p p . 291-304. ' os poc a a tenc wn a sus pal a-
P1-inciples o.( the Philosopl1y qf René Descartes, Earlier Philosophi­
" S p i n oza, en .
cal Writings, tra d u c i do por Fran k A. Hayes, Ind ianapolis, 1 963, p. 1 3, texto la­
"' S p i n oza, Prin es. Tra d u c c i ó � d e. I-J_ayes, �- 1 3 ; texto l a ti no . Vol. I V, p . 1
I io.
ti no, Vol. I V , p.
" !bid ., Tra d u c ccipi •

Principies Descartes Philosophy,


,, S p i n oza. o.f Trad ucción de Hayes, p. 13; texto " !bid., Trad u c c i ón d e Hay�: · p. 207 ,· texto l a t.ll1 o, Vol. I V . p . 1 1 4.
i ó n d e Ha y

11.
latino, Vol. IV, p. 1 1 0. P· , t ex t o l at111 o. Vol . IV, p. 1 1 6.

j
356 EL ESCEPTICISMO y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA EL ESC EPT ICIS MO Y EL
AN TIE SCE PTI CIS MO DE
" ·l!l
. vue 1 ve a m ostrarse
SPI NOZ A 357
bras · La centralidad . t egra ncuand o Spi- En t od os l os c om en tari o
noza p resenta 1 as �ro � o siciones que m l a filosofí .a e n c o ntr am o s b á s i ca m e n t es uden Sp in oza has ta est e p u n t o,
de Descartes. El_ � c IteriO d e 1 rda d "to d o lo que perci- a cer ca d e l a me nta lid ad y del c aa rgu m en to a d hom i n e m
· to , y no es ;�
bimos clara Y distmtamente � iertd" sigue de " Dios e s du bitati vo ; Sp ino za a ú n d e be en rác ter del esc épt ico o el
a bsolutame�te cier un engan- ador" · s o Descarte s tos del esc ép tic o, ya sea qu e ést e fre nta rse a los arg um en­
se había valido d e aque cn · o para demostrar que Dios
l ' t de a firm ar o d e ne gar. Má s ade lanse enc ue ntra en pos ici ón
no era un enganador._ En el ��ndo de Spinoza, la idea de ten dim ien to, Sp ino za pu so en te, e n l a Refonna del en­
Dios excluye e l e ngano Y garan fIza que las i deas claras Y
_ cla ro
''Po r tan to no po de mo s a rro ja r d ud lo q u e est ab a en j ueg o.
d istintas son c i � rtas . ide as me dia nte l a sup osi ció n as sob re las verda de ra s
En el propi_ o mtento d e S pn. � oz a P or desarrollar meto- me nti ros a q ue n o s d ese nca mi na d e qu e ex ist e u n a de i d a d

do l óg icam en te su _fil_os o fía (el m � o n c u Tratado sobTe la
Teforma del entendmuento), despues d ;� d
. be r de s a rrolla o
Só lo po de mo s sos ten er sem ej an
ten em os un a ide a cla ra y dis tin ''
en
te hip
lo q u e e s m á s cie rto .
óte sis m ien tra s no
s � método pa ra d_e � c � br ir la ve rd: d C I �t� se d etuvo a mo s sob re l a ide a d e Di os, sab ta. ·
H Cu an d o ref lex i on a­
considerar la posibilidad d � que ú n e � ra a lgún es­ un en ga ña do r, con l a mi sm a cer em os qu e Él no pu ed e ser
céptico q u e d udara de n ues ra verdad % ásica Y d e tod a s mo s qu e la sum a d e los áng ulo s de tid um bre con qu e sa be ­
ando tal v ¿ rda d como
las de d uc c io nes q ue hace � ? s,
n uestra norma; e ntonces o I e n � �
e es tar d i sc ut ien do d e
dos á ngu los rec tos . Sp ino za, tam
tendimiento, de sde ña la po sib bié
un
n en
tri
l
áng
a Ref
ulo
orm
es igu al a
a del en­
mala fe , o ha b re mos d � c o n fes: r �� : h a hombre s con ah- la verda d con duz ca a un a reg res ilid ad de que la bú squ eda d e
soluta c � gue �a m� nt � ' a t a � de bid a a ma l as ión infi n ita de bú

i de un mé tod o, . y d e bu sca r un mé squ eda
con � e p cw.�es, e s eci_r, : al � n a influencia extern a. 5 ' La tod o p a ra enc ont rar
� mé tod o, etc . Spi noz a ins isti ó en q u el
clasificacwn . d e l escep i c. o como mentalmente c iego ya e
h abía aparecido en lo� rzn �. pws . de la filosofía caTtesiana. Par a des cub rir l a verdad , n
o hay nec esi dad d e otr o mé
Quisiéramos saber _que prue o día dar S pinoza, además para des cu bri r t a l mé to d o ; n to d o
de apelar a l a clanda d Y certI du mbre que para é l tenían
i de u n tercer mé tod o para des
c u bri r e l segund o, y así i n fin ­
itam ente . Por sem eja nte s pro
d i m ien tos n unc a lleg arí am ce­
varia s verdades. os a n ing ún con oci mie nto
quedó perp_leJ. o . a n t e s � s upue s t o verdad o , en rea lid ad, a nin gún de la
Spin oza obviamente
- ·
escéptico. Paso a d ecir d u e . n o podia a fIrmar m d udar d e El i nte lec to, por s u fue rza i nnacon oci mie nto en abs olu to[ . . ]
ta, hac e por s í mis mo ins tru ­
.
me nto s inte lec tua les, con l o
nada. Ni siquiera pudo ecir que no sabía nada · e n reali- cua l adq uie re fue rza para de­
dad "debiera queda rs e mudo por temor d e s u � oner ca­
sem peñ ar otr as ope rac ion es inte
lec tua les , y de est as ope ra­
sua imente a lgo q l! e tuviera el sabor d 1
cio nes o btie ne, n uev am ent e,
d ad " 52 Si es­ i nst ru me nto s fre sco s, o el pod
d e llev ar m á s a del ant e s u s inv er
tos e scépticos "megan, conce d en ° . co� t :a��� en, �o saben est
dua lme nte h asta lleg ar a la cús iga cio nes , y así pro ced e gra ­
lo q ue n iega � , conceden o co �t_r! ���n
ben ser considerados como a u o

� �
=o ��ad�inte ue de-
ca - En sus o bra s p ost eri ore s, el Tmcta
pid e de la sab id uría .55

rentes d e inteligencia"· sa
' noz a pus o má s e n cla ro sus raz one tu.s y la Éti ca, Spi ­
cep tici sm o com o pos ibi lid ad ser ia s par a rec haz ar el e s­
"' Ibid Trad u c c i ó n d e Hayes, p. 33, tex t o a tino Escolio a Pro p. V I , p. 1 26.
1 en el m und o rac iona l
� Principies, Part I, Prop. X I I I Y X I V .
'

: On the � mp rove !��:� 0i/i�� �1;�:��t�:�d"


''" S p i oza
,, , S p i no � a Tra d u c c i ó n de Elwes, , ., Ibid ., Tra d ucci ón d s, p . 30; text o l at i n o, p. 2 5 . .
Vol. n , p. I 7 ; texto a mo,
1 t Trac s te l :::��tione, V o l . J , p.
14. ' ' !bid., Tra d ucci ón d ee Elwe
Elw es, pp. l l- I2, text o latin
" Ibid., loe. cit. o, I,
p p. 1 0 - 1 1 . Dese o agra ­
''" 1 bid., loe. cit.
dece r a l Prof. J. N. Wat kins
de l a Lon d o n Scho ol of Eco
serv ar la i m port a ncia d e n o m ic s e l h acer me o b ­
e s t o s pas ajes .

'r

358 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA E L E S CEP TIC ISM O Y E L ANT IESC EPT ICIS MO D E
SPIN OZA 359
de la filosofía. (Debe notarse q u e Spinoza d iscutió p o c a s �La exi ste ?c i a d � Dio s) d e be i n fe rirs e n ece
I dea s tan fi nn e e m co n tr sari am ente d e
veces e l escepticismo, y c uando lo hizo, por lo general fue �ver ti.ble m ent e cie rtas q u e no pue de
postu la rs e m ser con ceb ido nm
.
c om o un " aparte".) En el Tractatus, al tratar de la prueb a . gún pod e r l o sufi ci ent e p ara
I m p ugn arl a [co mo el dem onw
d e l a e x i s t e n c i a d e D i o s , S p i n oz a c o m i e n z a d i c i e n d o : de Des cartes 0 su D i os eng aña
" C o m o l a existencia d e D i o s n o e s evidente"5n y 1 ueg o
d o r). D e ben apa re e rn o con ­
� � tal c e rtid um bre cua ndo i n fe ri­
mo s d e ella s l a exi sten cia de Dio s, s i deseamos pon er nue
añade una nota importante, q u e aparece a l fi nal d e l l ibro, co;1.cluszón más allá del
. stra
alcance de la duda [las
donde dice: "Dud amos de la existencia de Dios, y por con­ � mas ); pue s si pud iér� mo s percib ir q u e tale s
c u rsiv as
sigu i ente de todo l o d e m á s, mientras no tenemos una i d e a I m p ugn ada s P�r algu n pod er cua ide as pod ían !��
cl ara y distinta d e D i o s , sino t a n sólo u n a idea confu s a . ve :d a d , d u d a n amo s d e n ues tra lqu iera , d uda ríam os de s u
1'
. . con clu sión ,
Pues así como el q u e n o c o n o c e correctamente l a natura­ exis ten cia d e Dw s, y nun ca pod ríam os esta r a sab er, d e lsaH
le za de un triángulo, no s a be q u e sus tres ángulos son cier tos d e nad a.
iguales a dos á ngulos rectos, así el q ue concibe confu s a­ Ad em ás d e o fre e r e l a rgu me
n
mente la naturaleza d ivina n o ve q u e está e n l a naturaleza tro fe, o sea , s i. pud�i � sem os d uda t o a p art ir de la c atá s-
. r de la ver dad fun dam en­
d e Dios existir." Al final d e l a n ota declara Spinoza q u e tal d e q u e D 1 0 s exi ste , n o pod
ría mo s e sta r seg uro s d e
cuando s e vuelve claro p ara n osotros q ue Dios e xiste n e­ n a d a , � nos ver ía mo s red cid
. � os a ser esc éptico s, Spi noz a
cesariamente y q u e "to d a s nuestras concepciones a bar­ t � m bie n p res ento_ una tes is cen
tra l de s u teo ría d e l con o­
can e n sí mis � as la naturaleza d e Dios y son concebidas a
.
cim ien to. Tod
? � ono cim ien to pro ced
través d e ella, finalmente vemos que todas nuestras ideas n ues tro con ocu u e nto d e l a exi sten e 0 es val ida do p o r
� . cia d e Dio s. E ste fun ­
adecuadas son ciertas" (las c ursivas son m ía s).57 d a m ent � l con oci mie nto se val ida a sí mis mo , ya q u e
Así p ues, el h ombre p u e de ser y es un escépti c o c om­ t �o sen t� d o rac ion al no pue de man n ues ­
ten er el pos i ble gam ­
pleto h asta que tenga u n a idea clara y d i stinta d e D i o s . bit? esc eph. c de q ue Dio s sea un
? e nga ñad or si con oce mo s
Tod o e s d udoso (o confu so) s i n la idea d e Dios. Spinoza la I d e � d e D10 s, Y no se nos pue
de o blig ar a una infi nita
de có � o 1? sab e mos . Est a ide a exc \
comparó constantemente la situación con l a matemáti c a , :egr es � on _ a cerc a
donde, si n o tenemos u n a i d e a c lara y d istinta de u n tri á n­ mm edi ata me nte las pos ibil . ida des luy e
por c a us a � e cóm o es la i d e a , o por
esc épt icas cartes ian as
gulo, n o p odemos saber q u é otras propiedades tiene e l cau sa d e lo que l a i d e a
triángu l o. Per o, c on la i d e a de Di os, l a situación e s much o exp r� sa. S I n o ten emo s u n a i d e a
. clara d e Dio s, e nto nce s
más importante, ya q u e todas n uestras i d e a s cl aras " a ba r­ � o solo es pos ible el esc ept icis mo, sino q u e tal es
el d e s­
can e n sí mismas l a n at uraleza d e Dios" y son concebidas tmo d e l ho :nbr e, ya q u e en esta situ
ació n "nu nca pod rí a­
a travé s de Él. Y es por el conocimiento d e Dios como mos esta r c i e rtos d e n a d a".
sabemos q u e todas nuestras ideas adecuadas son ciertas. Por ta nto el e sce ptic ism o es al
. : m ism o tiem po pos ibl e y
Por tant o, antes de e on ocer l a idea de D i os s o m o s o p o­ e
� � esa no SI n o se tien e u n a idea clara de Dio s. E l esce
demos ser e scépticos de tod o . Pero p ara supe ra r esta te­ �I Cism o n o es res ulta do d e trop os o argu men p­
.
Igno ran c i a . N o e s refu tad o sino , ant tos, sino de l a
rrible situación no requerimos los heroicos esfuerzos d e es bie n, rem p l aza do
Descartes, sino tan sólo u n esfuerzo racional, y un sentido por l a s tra � cen den tale s con sec uen
c i as d e ten er una ide a
racional de lo q u e es claro y c ierto, o claro y d isti nto. S p i­ cia r � d e D os. Y sem ej ant e i dea
� exc luy e las sigu ien tes
noza prosigue en e l texto d e l Tractatus, con s i d e ra c J O n e s e s c é p t i c a s de D e
s c arte s , de que D i o s
''" Spinoza, Tr�ctatus, Trad u c c i ó n de Elwes, p . 84, texto l at i n o. I I p. 1 59.
" Tractatus, Traducción d e Elwes, p . 270; texto latino, II, p. 3 1 5. ' " Tractatus, Trad ucció n d e E l wcs, pp. 84-85; texto latin o,
I I , pp. I59- I 60.
360 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA 361
puede ser un enga ñ ador. La ide a � l � ra y a d e c u a d a de Dios tes trató d e supera r. Una idea no es un o bj eto inerte q ue
.
inmediatamente elimina e sta p o s 1 b 1 h d a d . tratamos d e e va l u a r m e d iante n o rmas q ue , a s u vez, re­
, 1
,.
_ .

E l escéptic o t od avía puede preguntar: " ¿ Com o sabeis 1


q uieren j ustificación. S p i n oz a insistió en q ue u n a idea e s
q u e vuestra idea de Dios es cl ara y cierta, o verd adera Y un modo d e pensar, c uya verd a d o false d a d s e muestra . N o
.
a d e c u ad a ? " La idea, p a ra Spinoza, a l p arecer debe vali­ se req uiere n inguna i n fi nita regresión de métod os, porq ue
d arse a sí misma. Será "tan firme e incon trovertible � ente tene r una i d e a verd a d e ra e s lo mismo q ue conocer a lgo
cierfa, que ningú n poder podrá postul arse o conc � b1rse lo perfectamente, y esto se muestra por las facultades natu­
sufi c i e nte p ara i mpugn a rl a". La pers o n a q u e l l:1 P ugn a rales del i ntelecto . No es p osible un problema escépti co
la i d e a de D i o s es simplemente ign orante y e n rea li d ad n o porque sabemos, y s a bemos que s a bemos, o bie n estamos
sabe cómo es l a idea. La persona q u e s í tiene l a idea com­ e ? la igno ra n c i a . E l escéptico que desea d ebatir a Spinoza
prend erá que es cierta y n o puede ser fa lsa, por muchas simplemente será envia d o a pensar en s i conoce o c o m­
consideraciones escépticas q u e se intro duzcan. Y una de prende a lgo perfectamente (lo que equivale a un conoci­
las razones de que no pueda ser falsa e s el a rgument� ba­ miento c la ro y cierto); si d u d a d e tener semej ante conoc i­
sado e n l a catástrofe, a saber, que esto y todo l o dema s se miento, e ntonces se le despide como a un ignora nte q ue n i
volve ría incierto. siq u ie ra s a be l o q ue e s esencial para e l d e bate.
Cerca del fin d e l Li bro II, l a Ética se e n frenta más ex­ Para Spin oza, n o se necesita ninguna l a rga y e l a b ora d a
tensa mente al escepticismo, d iagnosti c a ndo que � e debe a prueba contra los escépticos, ya q ue está afirmando, e n
ignorancia. La Proposición LXI � I d ice " e l q u e tiene una contraste c o n Descartes, q ue el h e c h o m i s m o de compren­
.
idea verd a dera ' sabe a l mismo tiempo q u e tiene una I d e a der, como tal, nos da conciencia de que c onocemos y q u e
verdadera y no puede d u d a r d e l a verd a d d e e l l o " . En u n a conocemos q u e conocemos. A u n cuando e l escéptico a l e­
nota a esta proposición d ij o Spinoza: gue q ue tal persona p u e d e estar e rra d a , Spinoza insiste
\
en q u e esto sería imposible s i la p e rsona tuviese una i d e a
Nadie que tenga una idea verdadera ignora q u e la idea ver­ clara y cierta. Sería s u propia norma. Como i n d i c a n algu­ '1
dadera implica l a suma c e rtidu mbre ; e n e fecto, tener una n as d e las citas ante riores, la a ltern ativa es, para Spinoza ,
idea verdadera n o significa nada más que conocer una cosa o b i e n conocer a D i o s y a todo lo q ue se s igue de tal cono­
perfe ctamente, o sea lo mejo r posible ; n i nadie, por cierto,
. c i m i ento, o n o conocer n a d a . Y p uesto q u e conocemos
puede dudar de e sta cosa a no ser q u e crea que la Idea es
algo mudo como una piqtura sobre una tabla y no un m� � o algo, como q ue un tri á ngulo es igual a dos á ngulos rectos ,
d e l pensar, a saber, e l entender mismo; y p regunt? , ¿quien una verd a d p u e d e mostrarse e n e l a cto d e conocerl a, y n o
puede saber q u e entiende u n a cosa a no ser que e � ti� nda an­ h e m o s de preocuparnos p o r e l escepti c i s mo sino, a ntes
tes l a cosa? Esto es, ¿ q u ié n puede saber que esta cierto ? e bien, por analizar nuestra verd ad p ara desc ubrir l o que l a
u n a cosa a no ser q u e antes e sté cierto de esa cosa? Ademas, h a ce verdadera, a sa ber, Dios. E l escépti c o no sabe n ad a ,
¿ q u é puede darse más claro y m á� cierto, c o � o norma de la y a q u e tiene tod as s u s s up u e stas d udas. S e encuentra e n
verdad, que la idea verd adera? Sm d u ? �· asi com.? la luz se un e s t a d o d e ignora n c i a q u e s ó l o puede c urar una ge­
manifiesta a sí misma y manifiesta las timeblas, asi la verdad n u i n a experien c i a de conocimiento . Puede e ncontrarse e n
es norma d e sí y de lo falso.5n el estado d e suspender e l j u icio, l o q u e significa "que n o
p e r c i be a d e c u ad a m e n te e l a s u n to e n c u e stión " . 60 E n
Spin oza se deshi z o de u n a de las c u e sti ones básicas
cuanto l o h aga, a bandon ará s u escepticismo.
que genera b a n escepticismo en Montaigne, y que Desear-
''" Spi noza, Ethica, Trad u c c i ó n d e Elwcs, p p . 1 14-1 15; texto latino, pp. 1 07-1 08. "" Ethics, Trad ucción d e Elwes, p. 1 24; texto latino, I , p. 1 17.

1
1
362 EL E SCE PTICISMO Y EL ANTIESCEPTI CISMO DE SPINOZA
EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTIC I S MO DE SPINOZA 363
Spin oza n o ve al escepticism o c om o un fantasma q u e q u e lo s a b e del mismo modo que sabe q u e los tre s á ng u l os
reco rra l a filosofía europea. L a s citas q u e h e e mpleado d e un tri á ngulo e q u ivalen a dos á ngul os rectos ; " q u e e sto
son casi l a totalidad de s u análisis del asunto . A d i feren­
cia de Descartes, que t uvo que abrirse paso a través d : l
es suficien te n o será negado por nadie c uyo cerebro esté
escepti cismo, luchando para llegar a u n a verdad ? ogma­
sano y q u e n o vaya soñando con espíritus malignos q ue
tic a , Spinoza simpleme nte comenzó con una segunda � e n
nos inspiran i deas tanto falsas como verd aderas. Pues l a
verdad e s e l índice d e s í misma y d e l o q ue es fal so".64
q u e s u sistema e ra cierto, y en q ue tod o e l q u_e no viera El radical antiescepticism o de Spin oza acerca del e o­
esto o bien e ra ciego a l a verd a d (como h ay ciegos a los
n o c i miento refo rzó s u esceptic i s mo a c e rc a del c o n o c i ­
colores) o bien e ra un ignorante. Se p u e de ayud ar al igno­
miento religio s o . B a s a d o en la verdadera y adecuada i d e a
rante h ac i éndole mej o ra r su e ntend i m iento, y conocer
algo clara y ciertamente, o adecuadamen �e .
d e D i o s , q u e e s clara y o bvia c uando s e l a entiend e , es
evidente q u e Dios n o p uede ser la figura represe ntad a en
El d ogmati sm o epi stem ológi c o de S p m oza probable­
la religión popular. Pudo d ecirse que l o s j uicios de D i o s
mente es el m á s alej a d o d e l escepti c i s m o de tod as l a s tra s c i end e n , con mucho, n uestro enten d i m iento. " Esto, s i n
n uevas filosofías del siglo x vii. Es una gen u i n a teoría an­ d ud a , h u bi era s i d o l a única c a u s a de q u e l a verd ad q u e­
tiescé ptica que trata de e rrad icar la posibil id ad o el ab� d a ra etern am ente oculta al género humano, si la mate m á­
surd o de dudar o de suspender el j uicio. Spinoza comenzo tica, q u e n o trata de los fin es, sino tan s ó l o de l as esen c i a s
s u s i stema en el p unto al que otros estab a n tratando de
y propiedades d e las figuras, n o h ubiera mostrado a l o s
llegar después de haber supera d o l a a m_ enaza escép tica. h om bres otra n orma d e l a verdad." 6'' N uestras ideas c l a­
_
Spinoza eliminó a los escépticos propomendo, e n pnmer
· ' l ugar, el axioma "una i d e a verdadera debe c orr� s �on der a
ra s y ciertas muestran q ue Dios n o tiene motivos, ni actúa
_ p ara alcanzar fines. N o hay propi ed ad es d e valor en la na­
s u id eal u objet o"f> 1 (l as c ursivas s on m ías), e m si stlend o turaleza, q u e D i os esté tratando de a u mentar. Todas l a s
después e n que la gente tiene i d e as c ie rtas. La evidenc i a
aberraciones q u e l a gente d i c e a e ste respecto
de esta última afirmación se d e b e a la experiencia perso­
n a l ; de la pri mera, no dice n a d a s alvo q u e es un axioma. Y Muestran s u ficientemente que cada uno j uzga de las cosas se­
como axioma elimina l a necesidad de tender puentes d e gún l a disposición de s u cerebro o , más bien, toma las afe c ­
l a s ideas a l o s o bjeto s . c iones de su imaginación por l a s cosas mismas. P o r l o que n o
Para Spin oza n o h ay , verdader_os escé p ti c os, s i n o _sól o es extrail o (para observar también esto de paso) que entre los
ignorantes. Con s u enorm e segundad, basad � e n su . I d e a h o mbres h ayan nacido todas esas controversias que conoce­
clara y cierta , y verd ad e ra y adecuada d e D w s , Spm � z a mos y de ellas finalmente e l escepticismo [ . . . ] los h ombres
p ud o responder a s u e x d iscípulo, A l b � rt B u r?h : q m � n j u zgan de las cosas según la disposición de su cerebro y m á s
h a b í a preguntad o , " ¿ Cómo yo [Spinoza] s e q u e m i fllosofla b i e n l a s i maginan q u e l a s entienden. E n e fe cto, si las enten­
es l a mej or entre tod a s l as que se h a n enseñado en . el d i esen, y testigo es l a matemática, aun cuando no atrajeran a
mundo?" ' 61 diciendo, "no presumo haber fun d a d o la meJ o r todos, al menos los convencerían.66
filosofía; sé que compren d o l a verd adera filosofí a " . 6:1 S i s : Así p ue s , p a ra S p i n oza las e o ntr overs i a s rel igi o s a s
l e pregunta a S pinoza cómo s a be esto, s u respuesta sera causadas p o r l a ignorancia de l a i d e a de D i o s conducían
"' Este es el sexto a x i o ma d e l primer l i bro de la Etíca de Spin oza. '" !bid., Tra d u c c i ó n d e Elwes, pp. 4 1 6-4 1 7; texto latino, I I I , p. 233.
"" C a rta d e S p i noza a Al bert B u rgh, 1675, trad ucción d e Elwes, Vol. JI, p . 4 1 6; "'' S p i noza,É tica, Tra d ucc ión de Elwes, p. 77; texto l a t i n o I , p. 69. (Esta c i ta , y
texto l atino, I I I Epistola LXXVI, pp. 232-233. É tica.)
la s i g u iente , v i e n e n d e l apén d i c e al l i bro I, de la
'"' Ibíd.,Tra d ucción de Elwes, p. 4 1 6 ; texto l atino, I I I , p. 233. "'' !bid., Tra d u c c i ó n de Elwes, p. 80; texto l a t i n o pp. 7 1 -72.
364 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA EL ESCEPTICISMO Y E L ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA 365

al escepticismo. Si la gente enfo c a ra el pro blema primero l o s espíritus y d el i nfi erno q u e el pro p i o Spinoza. B ayle
a través de las ideas matemáti c a s y luego a través d e l co­ i ntentó m ostrar que, de l a n aturaleza i l i mitada de la d e i ­
nocimiento de Dios, vería c u á n falsa y cuán estúpida e s la d a d spinozista, se seguía q ue Él podía (y e n realidad lo
rel igión popular. Por tanto, el completo dogmatismo de h abía h e c h o) c rear e spíritus, d e m onios, etc., así como u n
Spin oza j ustifica u n a d ud a y fi n almente una nega c i ó n i n fi e rn o . El punto de Bayl e pare c e consistir e n q u e la ló­
de la religión p opular. g i c a d e l a posición d e S p inoza n o puede excl u i r n a d a
Spin oza pensó haber enc o ntra d o una manera de aca­ c o m o posible componente d e l mundo. 6 ¡¡ P o r tan to, el tan
bar con toda la fue rza del e scepticismo mientras desarro­ d e c a n t a d o ra c i o n a l i s m o de S p i noza terminarí a j u s t i fi­
llaba un (o el) sistema compl etamente cierto de filosofí a . cando todo tipo de irra c i o n al ismo.
El d i o s de su filosofía echarí a las bases de un rad ical e s ­ E l spin ozism o s o brevivió a Bayle y a m uc h os otros ata­
cepticismo o negativa de l a rel igión popular, así c o m o de cantes. El e scepticismo h ac i a la religión, a unado a un an­
los sistemas teológicos d e l j ud aí smo y el cristia nismo. E l ti e s c e p ti c i s m o dogmático acerca del c o n oci m i e nto , s e
Dios d e s u sistema, u n a vez conocido, n o s daría un ba­ convirtió e n modelo p a ra muchos d e los d eístas ingleses y
luarte contra todo desafío escéptico, ya q ue el desafío se­ pensadore s d e l a Ilustra c i ó n fra n cesa q u e profundiza ro n
ría clasificado como caso de ignorancia o d e ceguera a la e n los muchos puntos escépticos planteados por La Pe­
verd a d . Los escépticos p o d rían e star pl antea n d o estas yrere y por Spinoza, ha sta llegar a un p un to en q u e creye­
pregunta s : " ¿Cómo sabéis q u e X es cierto? " ; Spinoza d i ría ron haber abolido la religión tra d icion al, y trataro n d e
que l a ve rdad es índice d e s í misma, d e modo q ue la pre­ hacerlo pol íti c amente d urante el Reino d el Terror. tw Por
gunta se debe a ignora n c i a o a e stup idez. ej e mplo, D ' Holbach pudo a rgüir dogmátic a mente en favor
El h iperrac ionalismo y el antiescepticismo d e Spinoza de u n a metafísica natura l i sta mientras e s cri bía Los tTes
sólo fuero n atacados por u n escéptico. (Por supuesto, s u impostoTes, Moisés, Jesucristo y Mah01na. 7 0
escepticismo hacia la religión revelada fue atacado por La c o mbinación de esceptic ism o religi o s o y metafís i c a
los teólogos de toda Euro p a .) Pie rre Bayl e, en e l Diction­ dogmátic a formó la p o s i c i ó n d e m u c h o s hombres d e l a
naiTe historique et critique d edicó s u artículo más l argo, q ue Ilustración. Hubo q u e esperar a H u m e p a ra q u e apare­
en re alidad podría ser todo un l i bro, a Spinoz a . fl 7 Este a r­ ciese algui e n q u e era a l m i s mo tie mpo e s céptico religioso
tículo habitualmente es glosado como un simple mal en­ y escéptico e p istemológico. El escepticismo religioso fo­
ten d i miento de las categorías de Spinoza , pero B ayle no mentado por La Peyrére y S pinoza d o m i n ó la posición d e
era ho mbre para leer mal, intencion almente, a sus adver­ l a vanguard i a e n Ingl aterra, Francia, y d e s p ués Alemani a .
sarios. Hacer j usticia al ataque de B ayle a Spinoza reque­
'" B ayle,Dictionnaire, art " S p i n oza", o bservac i ones Q y T.
•H•
riría un artículo muy exte n so , si n o todo un libro . Para Desde 1 792, e l go bierno revo l u c i o n a r i o de Fra n c i a trató de e l i m i nar todas
nuestro propósito actual, pienso yo, uno de sus p u ntos es las fo rmas d e religión trad i c i o n a l . El a bate Henri Grégo i re, que l u ch ó por la
interesante, a saber, que el racion alismo de Spinoza j usti­ " l i berté d e s c u ltes", a fi rm ó que esta s u pre s i ón era u n experi mento d e a d m i n i s­
trac i ó n soc i a l p a ra c re a r la sociedad d e ateos q u e h a b í a descrito Pierre Bayl e,
ficarí a las conclusiones más irracionales. En las observa­ soc i e d a d que s e ría más moral que u n a sociedad d e cristi a nos. Cf. Grégoire, Dis­
ciones Q y T, Bayle trató de mostrar que si Spinoza h u­ cours sur la libe1-té des cultes Histoire des sectes religieuses.
(n.p. An I I I 1 795) p . I , e
biese d iscutido lógicamente h abría visto que no h ay filó­ Tomo I, París, 1 828.
sofo q u e tenga menos razones para negar l a existencia de Tres Impostores
,., La vers i ó n fi n a l y m á s con o c i d a de los se ha atri bu i d o a l
Barón d ' Ho l b a c h . Acerc a de l o s Tres I mpostores, s u h i storia y s u s ·po s i bles a u to ­
re s, véase Don C a m e r o n A l l e n , Doubt's Boundless Sea, Balti more, 1 964, pp. 224-
' " El a rtículo, además d e s u s extensas y nu merosas notas d e p i e d e pág i n a , 243; y Gerhard B a rtsch, e d . , De Tribus lmpostoribus, Berl i n , 1 960, " E i n l e i tu ng",
ocupa cerca d e trescien tas pági nas o rd i na rias. pp. 5-38.
366 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

En e l curso de un siglo y medio d e escepticismo religioso


las defensas habituales de la rel igión reve l ad a qued aron
seriamente d ebilitadas. Sus partidarios fue ro n o bl igados
a a rgüir a partir de l a fe , a pesar de l a crític a e scéptica, BIBLIOGRA FÍA
como lo mostraron Hamann, Lamennai s y Kierkegaard . La
dramática historia de cómo el Mundo Occidental perd i ó
s u i n ocenc i a rel igiosa queda, pues, íntimamente relacio­ M ATERIAL PU BLIC A DO

Viau et la /i/m! pe11sée franc,aise en 1 620, Pa­


Ad a m , Antaine, Theophile de
nada con e l sentimiento y el a uge del escepticismo reli­
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cherheit der Wissenschqften und die \'r•rtdtlig u ngsschrijt, tra d u c i d o p o r
Fritz M a u th n er, M a n c h e n : G. M a l l c r, HJ 1 :3.
El carácter y l a calidad de la creencia rel igiosa fue ro n
--, Of the Vanitie and Uncert aintie q( A rt es and Sciences, a m p l i fi c a d o
gravemente desafiados, y e l tipo d e creen c i a q ue pudo so­
brevivir a este desafío estuvo basado, cada vez más fre­ por James S a n ford , Lon d res, Hcnry Wylw s , 1 569.
cuentemente, e n una posi c i ón escéptica y fideísta. Y este Allen , Don C amcron, Doubt's Boundless Sea: Skepticism and Faith in the
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desafío ha seguido siendo, aun e n e l último c uarto del si­
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tiene q u e enfrentarse todo creyente rel igioso. El p aso d e l i":titulé La Somme Theologique des veritez cap i t ales de la Religion Chres­
escepticismo epistemológico a l escepticismo rel igioso h a tzenne, par R. P. Franc.ois Garassus, & c . , Pa rís: 1926.
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ÍNDICE DE NOMBRE S

A br a h a m : 345, 346n B a l z a c , Jean Lo u i s G u e z d e : 1 49,


Ad a m , An ta i ne : 1 46n 154, 155n, 1 85 , 245
A d a m , C h a rl e s : 1 49n, 2 1 ln , 248n, Bangius, Tho m as : 3 1 8
260n B a r b e r i n i , C a rd e n a l Franc e s c o :
Ad á n : 319, 320, 320n, 322, 329, 331, 148, 319n, 329
33211
Bayle, Pierre: 1 6 , 19, 40n, 41n, 50,
Barts c h , Gerh a rd : 365n
Agrippa von Nettesheim, Henric u s
Corne l i u s : 49, 53n, 54n, 55, 55n, 56, 52n, 74. 74n, 1 1 4, 131, 131n, 1 45 ,
56n, 57n, 78, 1 46, 165, 261, 295 146, 162, 21 1 , 307n, 3 1 5 , 3 1 7 , 333,
Agustín, S a n : 1 1 , 12, 14, 19, 20, 7 3 , 333n, 352, 352n, 364, 365, 365n
1 2 1 , 182, 191, 325 Becker, Bru n o : 3&t
A l b izzi, Carden a l : 329 Bell a rmino, R o berto, S a nto: 1 1 8
Berkeley, George: 159, 3 1 7
Berm u s , A . : 35 1 n
Alej andro Magno : 330
Alej a n d ro VII, Papa ( m i e m bro d e
l a fa m i l i a Bo rgi a ) : 327-330 Berr, Henri: 16&t, 220n
Algazc l: 44 Bérulle, C a rd e n a l Pierre de : 1 00,
A l l e n , D o n C a m e r o n : 99n, 3 1 8n , 136, 261n, 262n, 262, 263, 263n, 265,
365n 265n, 279
An axágoras: 60n Beza, Teodoro d e , : 33, 34, 57
Antioco de Asc a l á n : 12 Bierling. Frie d ri c h : 52
Anto n , John P.: 334n Birc h , Tho m a s : 352n
Arc e s i l a o : 12, 1 3, 62, 73, 79, 210n Blanchemain, Prosper: 60n
Arq uímede s : 1 1 3 Bloch, Olivier: 1 6&2, 220n, 222n
Aristóteles : 45, 48, 4Bn, 59, 63, 63n, Boaistuau, Pierre: 68
76, 92, 97, 1 12, 1 23, 134n, 1 39, 143, Boas, George: 66n, 18Bn
1 5 1 , 1 6 1 , 162, 1 6 3, 1 66, 1 74, 1 75, 188, Boase, Alan M . : 101n, 1 13n, 1 36n,
190, 192, 198, 205, 221 , 234, 296 149n, 1 85n, 2 46n
A rn a uld Anto i n e : 1 49, 154, 170, 301 , Boc h a rt, Sam u e l : 125n
307, 307n, 346n Bod i n , Jean: 9!1n, 1 3!1n, 1 39
A u bert, J o h n : 64 Bonap arte, Napoleón: 334
A u b rey, J o h n : 1 1 6, 1 16n Bosc, J ac q u e s d u : 154n, 1 72n, 20 1 ,
A u m ale, le D u c d ' . : 324n 224, 2241!
A uris pa, Giova n n i : 47 Bo u c h a rd , Jean-J a c q u e s : 145, 1 69
A u vray, L.: l lOn Boucher, Jean : 1 84, 184n, 187
Aymonier, C am ille: 97n, l l Bn B o u i l l a rd . Ismael: 1 43n, 2 72n, 3 1 8,
320n, 324n, 337n
Bacon, Fra n c i s : 79, 80, 141 , 1 47, 152, Bo u l l i e r, D a v i d -Ren a u d : 3!1n, 4(),
198, 198n, 209, 241, 262 42, 42n
B agn i , C a rd e n a l J e a n-Fra n c o i s : B o u rd i n Pierre: 259, 260, 290, 292,
144, 1 48, 262 293n, 294, 296
Bagot, Jean: 1 9 1 Boxe l , H ugo: 354n
B a i f, Jean-Anto i n e : 6 4 , 6 5 , 6 6 Boyle, Robert: 3 1 7, 352
B a illehache, J e a n : 1 25n B re d v o l d , Lo u i s : 4%, 1 3 1 n, 1 33,
B a i l l et, Adrie n : 262n, 289n 133n
B aker, Tho m a s : 307n Bremo n d , Henri: l l On
Balz, A. G. A . : 269n Brett, Georgc S . : 2 1 &2
391
392 Í NDICE DE NOMBRES
Í N D ICE DE NOM BRE S
393
Brow n e , W.: 1 16 Cond é, Prí n c i p e d e : 318, 328,
331 , Den is, J a c q u e s : 1 45n
B r u e s , Guy d e : 55n, 60, 63, 64, 6 4n E n ri q u e I I I : 134
333n Des B a rre a u x, J a c q u e s V a l l é e
Brugm an, H. L . : 326n : 146, E n ri q u e I V , de
C o n d il l a c , E t i e n n e B o n n e t d e : 146n N a va rra: 83, 1 0 1
B r u n o , Giord a n o : 7 1 , 71n E p icte to: 268n
229, 229n Desc arte s , Re n é : 1 7, 45, 50, 80,
Brunsc hvicg, León: 99n, 260, 260n, 8 1 , E p i c u ro : 63, 162 ,
Co n d o rcet, Mari e J e a n Anto i n e 144, 149, 152, 1 6 1 , 195, 202, 2 1 3 , 215, 167
3 1 5n Ni­ Era smo , D e s ideri o : 15,
c o l a s C a ritat, M a rq ués d e : 229, 22 1 , 227, 228n, 229, 229n, 230, 231, 22, 26, 27,
B r u s h , C r a i g B . : 83n, 96n, 1 62n, 2 7n, 28, 29, 30, 31, 35,
229n 239, 242, 244, 244n, 245, 246n, 248, 37, 39, 43, 87,
223n, 300n 97
C o p é rn i c o , N i c o l á s : 92, 1 0 248n, 2 5 1 , 253, 256, 257, 258, 259,
7 , 158, Est ien ne, H e n ri : 46,
B u c k l ey, George T.: 59, 59n 1 60, 1 79 69, 70n
259n, 260, 260n, 2 6 1 , 261n, 262,
B u d é , G u i l l a u me : 60- 6 1 , 6 1n E uc l ides : 1 5 1
Copl esto n, Frc d erick : 98 262n , 263, 263n , 264, 264n, 265,
B u n e l , Pierre : 57, 83, 84 E v a : 320n
Cora l n i k, A . : 80n 265n, 266, 2 6 6n, 267, 267n , 268,
B u rgh, Albert : 362, 362n Ezr a , R a b i n o i bn : 323
Corn eto, C a r d e n a l Adri ano d i : 268n, 269, 269n, 270, 2 7 0n, 271,
57
B u r m a n , Fran c i s : 269, 3 1 1n Cotin , C h a rl e s : 186, 1 86n 271n , 272, 2 7 2n, 273, 273n , 274,
B u rtt, E d w i n A.: 228n F a bri , Fil ipp o: 49n
C re m o n i n i , Cesa re : 145 274n , 275, 275n , 279, 279n , , 50
B usson, Henri: 52n, 57, 59, 59n, 67, 2 8 1 , Fa bri ciu s, J. A . :
Crist i n a , Re i n a : 324, 324n, 328 281n, 283, 283n, 286, 287, 288, 289, 46n , 47
67n, 68, 69, 97, 97n, 1 1 7n, 145n, Fel gen ha u e r, Pa u l : 337
Cyra no de Bc rge rac, Savie n : 290, 291 , 293, 294, 295, 296, 297, , 337n
145n 298, Fere t, Aba te P.: 129n
154n 299, 300, 30 1 , 302, 303, 304, 305,
B lltzer, Joha n n es V. : 315n Fer gus on, Rob ert: 1
C h a d w i c k , Hen ry: 352n 305n, 306, 307, 307n, 309, 310, 31 32n
1 , Ferry, Pa u l : 130 ,
Ch a m ber, J o h n : 139, 1 39n 3 1 2, 3 1 3 , 314, 345, 346, 346n, 351, 130 n
Cagn a t i , Mars i l i o : 72, 72n F i l e l fo, Fra n c esc o: 47
C h a m bers , E p h ra i m : 315n 353, 354, 356, 359, 360, 361, 362
Caín: 320n, 322 Fl u d d , Ro be rt: 141 , 1
C h a n d o u x , N . d e : 262, 263, 264, Desm a rets, S a m u e l : 325, 325n 6 7n, 21 3n
Calvin o, J u a n : 19, 20, 31 , 31n, 33, 39, 265n , For mey , J. H . S . : 98n
266 De Waar d, Co rn é l i u s : 289n
1 19 , 1 20, 1 2 1 , 179, 284, 287, 298, 299 Cha net, Pier Fo u c h e r, S i m o n : 314 ,
re: 1 86n, 187, 189, 1 89n D 'Hol bac h , B a ró n Pa u l H. D 315 , 3 1 7
. : 365, Fra me, Do n a l d M.: 82n
C a m pa n e l l a , To m m a s o : 50, 202, 227, C h a n t a l , Cel se-B é n igne : 135n 365n , 83n
228n, 229 Fra nck , A d o l p h e : 78n
C h a r bo n n e l , J. Rog er: 145n D i bon, Pa u l : 294n
C a m u s, J e a n Pierre: 1 0 1 , 1 1 1 , 1 1 2 , Fra n c isco d e Sal es,
C h a rro n , J e a n : 1 0 1 , 1 09n D i d erot , D c n i s : 326n S a n : 100 , 1 1 1 ,
1 1 3n, 1 1 4, 120, 135, 1 3 7 , 144, 1 5 8 1 1 8, 1 1 9n, 1 35, 135n, 299
Cha rro n , Pierr e: 1 0 1 , 102, 102n, D inet, J a c q u e s : 290n, 293n , 299n
C a p p e l Lo u is : 327, 327n 103, Fre ude nth a l , J aco b:
103n, 104, 105, 1 05n, 106, 106n, 1 07, Diod ati, E l i e : 1 72n, 221, 221n, 336n
C a rn é a d e s : 1 1 , 12, 34, 62, 73, 7 9 , 231n ,
107n , 108, 108n, 109, 109n, 1 1 0, 120, 239n , 240
16, 44, G a l i leo Gal i l e
2 1 2n, 226 Ga leno : 53
122n , 1 25, 134, 1 34n, 135, 136, 136n D i ógcn es Laerc io : 1 1 , 12, 1 5,
C a rré, Mayri c k H . : 231n , i : 158, 1 74, 202, 223,
144, 146, 1 47 , 148, 150, 156, 162, 5 1 , 52, 52n, 53, 56, 60, 65, 67, 68, 79,
C a rro l l , Ro bert T.: 226n 169, 224, 227, 228, 228n, 229
1 74, 177, 1 78, 1 79, 1 80, 1 8 1 , 260, 26 1 1 9 1 , 354
C a rva l h o , Joaq u i m de: 74n, 75n , G a l l a n d , P. : 63, 63n
266, 267, 273, 3 1 7, 354 D ióge nes de S i n o pe : 210, 2
11 Gar asse , Fra n c o i s : 1
C a s a u b o n , Isa a c : 73n C h e r b u ry, Herb ert vé ase Herb D i Vo n a , Pier ro: 354, 354n 10n , 136n, 1 77,
, ert
C a ss i rer, Ernst : 57n, 99n, 266, 267n 1 77n, 178, 1 78n, 1 79, 1 80,
E d w ard D o n ey, W i l l i s : 271n , 308n 181, 181n ,
Cast a l i ó n , S e ba st i á n : 33, 33n, 34, 1 82, 183, 204, 3 1 7
Ches n e a u , C h arles (J u l ien-E ym D o rmy, H. B . : 103, l l On, 1 35
35n, 36, 37, 37n, 38, 57, 225, 315 a rd Gari n , Euge n i o : 49n
d 'Ang e rs) : 8, 19, 1 09 , 109n Dré ano , A b a te Mat urin
C aste l l a n i , G i u l io: 50 , 154, : 99n Gas sen d i , Pet ru s : 1 6,
1 54n, 1 85, 1 85n Du M o u l i n , Pier re: 124, 1 24n 45, 50, 1 4 1 ,
C a u s s i n , N i c o l a s : 136 141n , 142, 144, 154, 158,
C h i l l i n gw o rth , W i l l i a m : 40, D u P e r ro n , C a r d e n a l J a 159, 1 6 1 ,
Cazac, Henri : 75n, 81n 40n, cques 1 6 1n, 1 62, 1 6 2n, 1 63, 1
1 1 6 , 20 1 , 225, 225n, 226, 226n, 315 D a vy : l l On, 1 1 8, 120, 1 34, 1 34n, 63n, 1 64,
Ciceró n, Marco Tulio: 1 1 , 12, 15, 44, 1 82 1 64n, 1 65, 1 65n, 1 66,
Cho uct, J.: 46 D u Ple ix, S c i p i o n : 194n 1 66n , 1 67 ,
53, 53n, 56, 57, 58n, 6 1 . 62, 65, 67, 68, 1 67n, 1 68, 1 68n, 169, 1 70,
Du V a i r, G u i l l a u m e : 109 1 7 1 , 1 74,
79, 1 9 1 , 354 199, 202, 2 1 0, 212, 2 1 4n,
Daill é, J ean: 126, 127, 1 27n, 1 28, D u verg ier, Jean Hau rann 2 1 6, 2 1 7,
C l a u bere. J o h a n n : 3 1 l n 129, e (Sa int 2 1 7n, 2 1 8, 2 1 8n, 2 1 9 ,
Clean te s: 92
· 130, 1R7 Cyr an): 1 36 , 1 36n, 180, 21 9n, 220 ,
181, 181n , 220n, 221, 221n , 222, 222
D a m bs k a , Izy d o ra : 260, 260n 1 82 , 1 82n, 183, 3 1 7, 317n n, 227 , 230 ,
C l i ffo r d , Mart í n : 42 239 , 240, 240n, 241 , 242
D a n i e l , Ga bri e l : 168, 169n , 242n, 260 ,
Coc h e t, J e a n : 287n 262 , 295, 297 , 297n, 298
De Certe a u , M i c h e l : 272n E c k , J o h a n n : 23, 23n, 24 , 298n, 299 ,
Coll i n s , James : 228n 299n, 300, 3 0 1 , 305, 3 1 4,
Ded i e u , Jose ph: 60n, 1 36n, E l l ies-D u Pin, Lo u i s : 327, 315, 3 1 8
Colv i u s (An d re a s Kolff): 295n 185n 327n Gen t ile, Gio va n n i : 72n
De la To ison, N i c h o l a s : 47n Elw es, R. M . : 341n, 342n
Comte , Augus te: 199 , 343n, 344n, Geu l incx , A rn o l d : 346n
Dem ócri to: 138, 205 345n
Gia n n i n i, To m a sso :
139n
ÍNDICE DE NOMBRES
ÍNDICE DE NOMBRES
394
395
G i l s o n , E t i e n n e : 259, 259n, 2 7 0 , H u et , Pierre-Dan i e l : 1 6, 123, 1 23n,
270n, 346n 297, 297n, 1 4 200, 201 , 318, 318n, 3 1 9 , 319n, 320, Mauthner, Fritz: 55n
Giran, Etienne: 3 7n H u m e , Davi d : 1 6 , 2 1 , 98n, 99, 99n, 320n, 3 2 1 , 322, 323, 324, 324n, 325, M a z a ri n o , J ul e s , C a r d e n a l : 1 35 ,
G l a n v i l l , Joseph: 42, 42n, 70n, 142, 1 23n, 1 24, 124n, 1 55, 159n, 1 68, 31 1 , 325n, 326, 326n, 327, 328, 328n, 329, 135n, 1 44, 1 48
3 1 4, 315 315, 3 1 7, 344, 365 32�1, 330, 330n, 331 , 331n, 332, Me Colley, Grant: 228n
God wyn, Morgan : 334n H u x l ey , A l d o u s : 272n 332n, 333, 333n, 334, 334n, 335, Me Kee , D avid R.: 318n
Gontery, P.: 1 1 8, 120, 123n Huygens, C h risti a n : 326n 335n, 336, 336n, 337, 338, 339, 340, Me Kerrow, Ro n a ld B . : 46n
Goron , Genevieve: 70n 341 , 345, 349, 350, 352, 365 Mede, J o s e p h : 343n
Go u h i er, Henri : 1 1 7, 1 69n, 1 80n, Irarte, J . : 79n La Pl acette, Jean: 38n, 40, 41n Mel l izo, C a rlos: 75n
259n, 260, 260n, 27In, 273, 273n, Isaac: 345, 345n, 346n Lau n oy, J e a n : 1 70 Memm i u s , Henri: 69
346 Isal u l , Princ e s a : 3 1 2 L a u re n c i o , J o h : 46n Menage, G i l l es: 325n, 334n
G o u rnay, Marie de Jars : 1 34, 1 35, Le C a ro n , Lo u i s : 60, 60n Men asseh ben Isra e l : 323, 323n, 337
Lecler, Joseph : 177n, 1 80n Menén de z y Pelayo, Maree l i n o: 75n
Mersenne, Marin: 16, 45, 80, 141, 1 43,
1 38, 1 48, 185 J ac o b : 345, 346n
Grafto n , Anthony, 320n Jerusalem, K a r l : 352n Lee, S id ney: 231n
Gra n d i e r, Urban: 271, 272, 272n J e s ú s : 321 , 341 , 365 Le Ferron, Arno u l d (Du Ferron): 1 43n, 1 6 1 , 167, 1 83, 187, 192, 198,
Gray, Floyd : 102n Jos u é : 321 57, 5 7n 198n, 20 1 , 202, 202n, 203, 203n, 204,
Gree nwood , Tho mas: 67n, 68, 68n Jovy, Ernest: 246n, 256n Lefran c . Pierre: 47n 204n, 205, 206, 207, 208, 208n, 209,
Gtego i re, Henri : 334n J u d a s , S a n : 334 Le i b n i z, Gottfried : 50, 80n, 132n 209n, 2 1 0, 2 1 0n, 2 1 1 , 2 1 1n , 2 1 2 ,
Gregory, Tulio: 168n J u l i e n -E y m a rd d ' A n ge r s . V é a se Le Loyer, Pi erre: 140, 1 40n, 1 77 , 212, 212n, 2 1 3, 2 1 3n, 2 1 4, 215, 2 1 6 , 2 1 6n,
Gre n i e r, J e a n : 154, 154n, 155n, 156, Chesn eau, C h a rl e s (J u l i e n ­ 212n 217, 2 1 9 , 221 , 222, 227, 230, 2 42 , 26 1,
156n Eymard d ' Angers) Le n o bl e , A bate Robert: 1 70n, 201n, 262, 262n, 280, 297, 30 1, 303, 315,
21 1n, 223n, 259n 318
León X, Pa pa: 23
Gri m a l d i , c a rd e n a l : 325n J u ri e u , Pien·e: 19, 124n
Gro c i o , H ugo: 318, 326, 326n M i l l , John Stu art: 1 65, 201
G u i l lo ton, Vincent: 1 73n K a h l e , L. M.: 156, 156n Lessing, Gotthold Ephrai m : 352n M i l l et, J.: 2 72n
Kant, E m m a n u e l : 1 7 , 50 L'Esto i l e , Pierre d e : 135n Moisés: 3 1 9 , 320, 32 1 , 322, 327, 336,
H a a g, E m i l e : 32n, 120n Ke lsey, Fran c i s W.: 231n Le vi, Davi d : 328, 328n 338, 365
Haag, E u gene: 32n, 120n Kepl er, Jo h a n n u s : 1 7 4 Lil i th : 322 M o l i é re J e a n - B a ptiste Poq u e l i n :
Hale, Matthew: 327, 327n I<:i bre, Pe a rl : 51n Lim bruc k, E l a i n e : 98n 5 2 , 52n, 1 45
Halevi, J u d a h : 144, 323 Kie fl , F. X.: 1 65n Lind e bo o m : 3 7n M o ntaign e , Michel d e : 1 6, 28, 35, 49,
Lipsio, J usto: 72 50, 50n, 53, 56, 60, 60n, 68, 74, 78, 80,
8 1 , 81n, 82, 82n, 83, 83n, 84, 85, 86,
Ham a n n , J. G.: 366 Kierkegaard, Sore n : 16, 1 7 , 19, 20,
Locke, J o h n : 236, 236n, 237n, 3 1 7
87 , 88, 89, 90, 9 1 , 93, 95, 95n, 96, 97,
Hartley, Davi d : 229n 99, 9�1, 154, 156, 366
H a rtn ack, Dan i e l : 80n Koyré, Alexand re : 1 67, 220n, 25�1, Loren a , Carl os, Card e n a l d e : 6 6 , 70,
117 9 7n, 98, 98n, 99, 9�1, 100, 101 , 101n,
Kristel l e r, P a u l 0 . : 318, 31 8n, 323n
Hayer, H u m bert: 42 268n, 346, 346n
Hayes , Fra n k A . : 354n Loyo l a , Ign a c i o , S a n : 25 1 02, 102n, 103, 106, 109, 1 1 0, l l On,
H azard , P a u l : 351n Kuntz, Marion D a n i e l s : 31�1 Luc i a n o : 53 1 1 1 , 1 1 1n, 1 1 2, 132, 133, 1 34n, 1 35,
Herbert, Edward, Lord Herbert d e L u l l ier, Fra n c o i s : 169, 1 6�1 135n, 1 36, 1 37, 138, 1 38n, 1 44, 1 45,
C h e r b ury: 202, 221, 230, 231n, 232, Lutero, Martín : 19, 22, 23, 23n, 24, 1 47 , 147n, 1 49, 149n, 1 56, 1 57, 1 62,
Lachevre, Fréd éric: 1 77n
232n, 233, 233n, 234, 234n, 236, Lafu m a, Lo u is: 346n 24n, 25, 26, 27, 28, 28n, 29, 30, 3 1 , 1 69, 1 7 4, 1 84, 188, 1 88n, 1 9 7, 226,
236n, 237, 237n, 238n, 23�1 , 240n, Lakatos, Imre: 336n 1 19, 226, 284, 287, 299 246, 247, 250, 260, 266, 273, 3 1 7
241 , 242n, 245, 256, 266, 268, 277 Lame n n a i s , Fe l i c ité Ro bert d e : 366 M o n tu c l a , J e an-Eti e n n e : 1 43n
Hervet, Gen tian: 45n, 49, 56, 69, 70n, La Moth e Le V ayer Franco i s : 1 42 , Mah o m a : 365 More, Henry : 351 , 352, 352n
72, 1 1 6, 1 1 7, 1 1 7n, 1 32, 1 46 1 42n, 1 48, 149, 150, 150n, 1 5 1 , 152, M a h o n ey, Edward P. : 323n Moreau, Joseph: 79n
Hess , Ge rhard : 166 152n, 153n, 154, 155, 155n, 156, 157, M a i m ó n i d e s , Mo isés: 328, 33 1 , 348 M o réri, Lo u i s : 262n
H eyd o n , Christopher: 139, 140n, 1 77 1 69 , 1 70, 1 72, 1 74, 197, 213, 2 1 3n, M a l d o n at, J u a n (M a l d o n ad o ) : 83, Mo rize , An d ré : 1 72:n
H i rs c h , E l i s a beth Feist: 37n 214, 220 1 18, 133, 133n M o rn a y ( P h i l l i p e d e ) s i e u r d e
M a l e br a n c h e , N i co l á s : 309, 309n,
· Lan d , J . P. N . : 341n
H o b b e s , Tho m a s : 2 1 4, 2 1 4n, 3 1 7 , Lamy, Bern ard : 346n Pleissis-Marly: 103
3 1 8, 321, 327 ·
314, 345n, 346n Morph os, Panos P. : 54n, 5�1, 64n,
Home, Henry (Lord Ka mes): 22�1 Langi u s , W i l h e l m (Lang, V i l l u m ) M arándé, Leo n a rd : 1 44, 158, 1 5 8n, 65n
Horow itz, Maryanne C . : 109, 1 0�1 1 43, 1 43n 159, 159n, 1 7 4 M u s grave, A J a n : 336n
H u art, C l a u d e : 4 7, 47n La Peyrere, Isaa c : 1 7, 1 44, 154, 1 74, Margarita, Re i n a : 101 Mu tsch m a n n , Herm a n n : 45n
M a ro l l es , Michel d e : 332, 332n
396 ÍNDICE DE NOMBRES ÍNDICE DE NOMBRES 397

Nashe, Tho m a s : 46n Pico d e l l a M ir a n d o l a , Giovan n i : 50, S an c he z , Tho m a s : 74n Sprat, Tho m a s : 173, 1 73n
N a u d é , Gabrie l : 1 44, 145, 1 45n, 1 46, 50n, 1 40 S a n ford , J a m e s : 54n Sta n l ey, Tho m as: 47, 47n
146n, 154, 157, 169, 244, 246, 262 P i n t a rd , Re n é : 1 45n, 1 49n, 1 5 5 , S au m a is e , C l a u d e : 3 1 8 Sta u d l in, C a rl Friedrich: 50, 50n,
N a u e rt, Charles G. Jr.: 56, 56n 155n, 1 5 6 , 1 5 6n, 1 6 1n, 168, 1 69 , S avo n arol a , Girolamo: 48, 48n 8 1 , 8l7z, 98n
Newc a s tle, W i l l i a m, M a rq ué s d e : 20311, 246n, 3 1 8n S c al iger, J u l i u s: 320n Ste i n ma n n , J e a n : 351n
257 Pirrón de E l i s : 1 3, 52, 52n, 89, 139, S c h i ff, M a ri o : 134n Sto l pe, Sve n : 324n
Newto n , Isa a c : 224, 343, 343n 153, 162, 288 S c h m itt, C h a rles B . : 46, 46n, 47, 47n, Strathmann, Ernest A . : 46n
Nicero n , Jea n-Fra ncois: 332n Pittion, Jean Pierre : 327n 48n, 50, 50n, 1 15 , 1 1 5n Stra u ss, Leo : 336n
Nicetas: 92 Pl atón: 59, 62, 65, 66, 139, 205, 243, Sc h n e id e r, Hcrbert W.: 3 34n Stro w s k i , Fortu n a t : 49, 49n, 55n,
N i c o l a s de C u s a , C a rd e n a l : 1 4, 1 39 , 24311 Sc ho eps-J a n s J o a c h i m : 336n 76n, 244, 24�2, 246, 24&1
295 Pl u tarco: 72, 73, 1 86 , 1 88 S c h o o c k i u s , M a rt i n u s : 2 89 , 292, S u ze , Conde d e : 330n, 331, 331n
N i c o l e , Pierre: 40, 40n Pol e , C a rd e n a l Reg i n a l d o : 57, 58 293n, 294, 294n, 295
Nicot, J e a n : 64 Po mponazzi, Pietro: 1 45 Se bo n d , R a i m o n d d e : 83, 84, 84n, 85 Talon, Omer: 61-63
Nizo l i u s , Mariu s : 50 Po pkin, R i c h a rd H . : 47n, 99n, 1 06n, Senchct, E m i l i e n : 79n Ta m i zey, de Laro q u e , Ph i l i p p e :
Noé: 322 107n, 1 17n, 155n, 1 72n, 2 1 6n, 267n, S e rge a n t, J o h n : 122n 337n
323n, 327n, 32Bn, 333n, 334n, 336n S e rvet, Miguel: 3 1 , 33 Taylor, Arc h e r: 14&2
Pop p i , Anto n i o : 49n Sexto E m pírico: 14, 15, 16, 22, 25, Taylor, T.: 297n
Oc h i no , Bernard ino: 102, 102n
Portn ero: 324n 25n , 36, 40, 44, 45, 45n, 46, 46n, 47, Tert u l iano: 150, 155
Oddos, Jean-Pa u l : 3 1 8n
Poste ! , G u i l l a u m e : 3 1 9, 3 1 9n 48, 49, 50, 5 1 , 56, 57, 67, 68, 69, 69n, Teofrasto: 1 39
Ogier, Franc o i s : 1 36, 1 76, 176n, 1 77,
Prado, J u a n d e : 338, 338n, 339, 339n, 7 1 , 71n, 72, 73, 79, 83, 95, 1 1 1 , 1 1 2, Thompson, C ra ig R.: 27n
178, 1 78n 346 1 1 211 , 1 1 6, 1 1 7, 1 32, 137, 1 46, 147, Thornd ike, Lynn: 139n
Olaso, Eze q u i e l : 5311
Priestley, J o s e p h : 328, 328n 1 48, 149, 1 50, 158, 162, 1 63, 1 63n, Thyssen-Sc h o ute, C. Lo u ise: 294n
Old e n b u rg, Henry: 351n Pybra c i l , Henri c u s Fabri : 163n 1 64, 164n, 1 72 , 1 88, 1 9 1 , 195, 197, T i l e n u s , D a n i e l : 231n
Olsch k i , Leo n a rdo : 228n
206, 207, 208, 2 1 7, 225, 231 , 295, 310, Til lotson, J o h n : 225, 226n
O rc i b a l , J e a n : 1 80n R a be l a is, Fra n c o i s : 5 1 , 51n, 52, 3 1 3, 3 1 7 , 353, 354 Timón, 13
Oro b i o d e Castro, Isa a c : 338 52n S h u ttleworth, J. M.: 232n Tisserand, Ernest: 149n, 156, 156n
Owen, J o h n : 75n
Rale igh, S i r W alter: 46n S i l h o n , J e a n d e : 245, 246, 246n, 247, To ffa n i n , G i u seppe: 58n
R a m u s , Peter: 63, 64, 64n 248. 248n, 249, 249n, 250, 250n, 25 1 , Tra i n e , Pa u l : 1 4&2
Pa blo d e Tarso, S a n : 20, 88, 150, 153 Regius, Henricus: 293 251n, 252, 252n, 253, 253n, 254, Turretin, J. A . : 3Bn
Paine, Tho m a s : 328n Réva h , l. S.: 338, 338n, 339n 254n, 255, 256, 257, 258, 26 1 , 268,
Pa r a c e l s o ( T h eo p h r a s t u s v o n Ribera, D a n i e l : 338 274, 276 V a l e n c i a , Ped ro : 73, 73n
Hohenheim): 92, 107, 158 Rice, Eugene F. J r. : l lOn S i m o n , R i c h a r d : 327, 3 3 1 , 3 3 1n , Van Vlote n , .J. : 341n
Para d u Phanj as, Abate Francois: Rice, J a m e s V . : 144n 332n, 333, 33311, 334, 334n, 350 Varró n : 212n
259n, 274n Riche l i e u , Armand Jean d u Ples­ S irve n , J . : 260n Ve ro n , Fra n <; o i s : 120, 1 20n, 1 2 1 ,
Pa s c a l , B i a s : 16, 19, 20, 99, 99n, 154, sis, C a rd e n a l : 1 49, 158, 180, 245, Smyth, Tho m a s : 335, 335n 1 2 1n, 122, 1 22n, 124, 12�2, 125, 1 26,
1 70, 225, 246n, 253, 255, 269, 269n, 246 Sóc rates: 1 86, 186n, 267 127, 127n, 1 28, 128n, 129, 129n, 1 30,
315, 3 1 5n, 340, 345, 352 Roc h e m a il let, Gabriel Michael d e S o rn a n , A l fred : 1 02 1 30n, 131, 26 1 , 261n, 3 1 0
Patín Guy: 142, 1 42n, 144, 145, 1 46n, l a : 1 02, l l On Sorbiere , S a m u e l : 47, 142, 144, 158, V i a u , Théo p h i l e de: 146, 146n, 1 77,
147, 154, 157, 158, 169, 192, 3 1 8 Roc hot, B e r n a rd : 1 6 1n, 167n, 168n, 166, 166n, 172, 2 1 4, 214n, 3 1 2 1 77n
Pattison, Mark: 7311 220n, 223n S o r e l , Ch a rl e s : 1 9 2 , 192n, 1 9 3 , 193n, Vico, Giova n n i Battista: 334, 334n
Peiresc , Nicolás C l a u d e Fabri d e : Ronsard, Pie rre d e : 64, 65 194, 194n, 195, 195n, 196n, 2 1 4 Villebress ie u , Etienne d e : 263n
163n Rossi, Mario: 231n Sorta is, G a s t o n : 164n, 2 1 4n Vill e m andy, Petrus: 3 1 5n
Pel l ison-Fontainier, Pa u l : 40, 40n Ro u s se a u , J e an-Jac q ues: 335 S p inoza, Bened ictus d e : 16, 1 7, 320, Villey, Pierre: 50, 50n, 60n, 67, 68,
Perren s , Francois-Tommy: 1 45n 327, 334, 336n, 335, 335n, 336, 336n, 111
Petit, Pien·e: 289, 289n S a br i é , J e a n - B a ptiste: 102n, 107n 337, 337n, 338, 338n, 339, 340, 341 , Vicente d e Pa u l , San: 100
Pfaff, C h ristopher Matthew: 3 1 5n S a d o l e t o , J a c o po , C a r d e n a l : 5 8, 342, 343, 344, 345, 346, 347, 348, 349, Voe t i u s , G i s b e rt: 289, 289n, 2 9 3 ,
Pie, Pierre: 1 42n ' 58n, 59, 59n, 60 350, 350n, 35 1 , 352, 353, 354, 354n, 293n, 294, 294n
Pico d e l l a Mirandola, Gian Fra n ­ S a i n c t-Gelays, M e l i n d e : 60n 355, 355n, 356, 357, 357n, 358, 359,
c e sc o : 47, 48, 49, 56, 68, 140, 294,
Vo l t a i re , Franc;ois M a ri e Aro u e t
S a i n t-Cyran. Vé ase Du Vergier, J. H. 359n, 360, 3 6 1 , 36 1n, 362, 362n, d e : 99, 99n, 1 45, 155, 1 70, 334, 335
295 Sa inte-Beuve, C h a rles A . : 147 363, 364, 365
398 ÍNDICE DE NOMBRES ÍNDICE GENERAL
W a l d m a n , Theodore: 226n W i l k i ns, J o h n : 226n
Walton, Craig: 334n W i n c h e l l , Alexan d e r: 334, 335n
Watkins, J. N . : 357n Worm, Ole: 3 1 8 Reconocimientos . 7
Weber, Alfred : 98, 98n
Wedd e rkoff, Gabrie l : 315n
Prefacio . . . . . 11
Yves d e Pa rí s : 1 9 0 , 191n
l.
Wein stein, Don a l d : 48n
Wh iston, W i l l i a m : 343n
La crisis intelectual de la Reforma 22
W h i te , Tho m a s (Thos, A l b i u s): 42n,
70
Wil b u r, Earl Morse: 37n
Z a m be l l i , Pao l a : 53n
Zei tl i n , J acob: 84n
Zenón: 92, 124, 210
o¡n. El resurgim iento d e l esce ptic i s m o griego en el
siglo X V I . . . . . . . . . . . . · · · · · · · · 44
W i l d , Ulric h : 80n Zwingl io, U l rico: 1 1 9
III. Michel de Montaigne y l o s " n o u ve a ux pyrrho-
n iens". . . . . . . . . . . . . . . 82

IV. La influenc i a d e l nuevo p i rro n i s mo 115

V. Los " l i be rtins érudits". . . 1 44

VI. Comienza el contraataq u e . 176

VII. El esceptic ismo constructivo o m i tigad o . 201

VIII. Herbert de Cherbury y Jean de S ilthon . 231

IX. Descartes, c o n q uistador d e l escepticismo 259


X. Desc a rtes, " s9e �tiqu e IDé!lgré l u i '. ' . . . . .
....e,.. F t:-:,.. _, to e -w ../�7-t... crc r;;, ¿ '!' ... t�:tr
._ . 288

'
XI. Isaac l a Peyrére y los c o mienzos d e l e's cepti­
c ismo religioso . . . . . . . . . . . . . . . . 317

XII. El escepticismo y e l antiesceptic ismo d e Spi­


noza . 340

Bibliografía . . . 367

Índice de nombres 39 1

399

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