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PROPUESTAS PEDAGÓGICAS VINCULADAS AL CONCEPTO DE

PERSONA HUMANA

La educación personalizada: de la educación individual y colectiva a la


personalizada; el principio metódico de la singularidad. La individualización
pedagógica. La pedagogía personalista: la perspectiva de totalidad y la
fundamentación en la persona humana.

Si la persona humana es “el centro de la problemática de la educación”, “el


hilo conductor de la reflexión filosófica de la educación”, “la llave maestra para
interpretar y orientar el proceso de la educación”, entonces… ¿qué propuestas
pedagógicas existen que pongan a la persona humana en el centro de la cuestión
educativa? Por otra parte, aprendimos que educar al hombre como persona es
desarrollar su personalidad esencial, contribuir a que llegue a ser una excelente persona.
Además, señalamos que la educación debe hacerse cargo del modo de ser o
singularidad de los educandos, no solo de su “ser persona” sino también de su “cómo
son como personas”, esto es, su personalidad diferencial. Pero, ¿cuál de estas dos
personalidades debe ocupar el foco de nuestra atención como educadores? ¿La
esencial o la diferencial?

Para responder a estas preguntas, desde la cátedra nos parece oportuno


interiorizar las propuestas de tres pedagogos que elaboran sus ideas teniendo a la
persona humana como núcleo fundamental. Ellos son el español Víctor García Hoz,
el belga Emile Planchard y la española María del Pilar Gil Rodríguez. Sus diferencias
radican en dónde ponen el acento: si en la singularidad de la persona o en la esencia de
la persona. Más allá de sus diferencias, veremos que esto no necesariamente implica
que se opongan entre sí, ni muchos menos que no puedan complementarse.

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1. La educación personalizada

Toda la obra de Víctor García Hoz es un llamado de atención a no pasar por


alto que la educación debe tener siempre presente las diferencias individuales de los
educandos. Si queremos que la educación sea eficaz, entonces la estimulación
educativa debe atender a las diferencias personales. De ahí que su propuesta reciba el
nombre de “educación personalizada”. Frente al grupo de alumnos dentro de un
aula que creemos homogéneo, nosotros como educadores debemos asumir un trato
distinto para cada uno de los educandos, ya que la educación se realiza en cada sujeto
de acuerdo con sus propias características. No hay que olvidar el carácter singular de
cada persona, la posibilidad y el derecho que tiene cada uno de gobernar su propia
vida, muchas veces enmascarado en nuestra visión, a veces sin quererlo, movidos por
el afán de querer ayudar a los otros en el despliegue de su vida.
La educación personalizada responde al intento de estimular a un sujeto para que vaya
perfeccionando su capacidad de dirigir su propia vida o, dicho de otro modo, desarrollar
su capacidad de hacer efectiva la libertad personal, participando, con sus características
peculiares, en la vida comunitaria.1

¿Cómo llega García Hoz a hablar de “educación personalizada”? Ella es el


resultado de un proceso de síntesis y transformación en el que toman lugar distintas
formas de educación: la educación individual, la educación colectiva y la educación
individualizada. Para no entrar en detalles, diremos que la educación individual es
la del maestro con un solo alumno, mientras que la educación colectiva es la que se
da a un grupo, pero sin hacer una consideración del proceso de aprendizaje de cada
educando. Esta última brinda la posibilidad de que los educandos socialicen entre sí.
El intento moderno de armonizar la economía y las posibilidades de la socialización
de la educación colectiva con las posibilidades de atención y ayuda personal de la
educación individual recibió el nombre de educación individualizada. Como
vemos, esta clase de educación ofrece una síntesis de las ventajas de la colectiva y de
la individual. Por último, de la educación individualizada se pasa a la educación
personalizada al tener en cuenta que el individuo humano es persona. Sin embargo,
ella coincide con la educación individualizada en dos aspectos:

1 GARCÍA HOZ, VÍCTOR, Educación personalizada, Instituto de Pedagogía del C.S.I.C., Madrid, 1970, p. 15.

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• en que el aprendizaje es un elemento de formación personal a través de la
elección de trabajos y la aceptación de responsabilidades por parte del
educando.
• en poner como centro de la educación a la personalidad individual, que
diferencia a los seres humanos entre sí.

Los términos “personalizar” y “personalización” son utilizados por García Hoz


para atender al desarrollo de la individualidad, distinguiéndolo de la comunidad:
personalizar es referirse a una persona; al personalizar, destacamos a un sujeto de
entre muchos otros de una comunidad, de una masa o conjunto indiscriminado y
confuso en la que está de manera diluida. En la personalización, al personalizar a
alguien, este sujeto dejar de ser “uno más” para pasar a ser un punto o foco de nuestra
atención personal. Por eso es de suma importancia personalizar a nuestros alumnos,
referirnos a cada uno de ellos como la persona que es.

Y es que el concepto de persona tiene una serie de notas que orientan a la


educación personalizada. Tomemos la más importante de ellas según García Hoz: la
singularidad. Por singularidad entendemos lo que al momento de tratar el tema de
la persona humana y las personalidades hemos llamado personalidad diferencial (y que
habíamos diferenciado de la personalidad esencial o esencia humana). La personalidad
diferencial o singularidad implica que la persona se distingue de las demás, que cada
uno es quien es, diferente de los demás (podríamos decir, que cada uno tiene su propia
“personalidad”, su modo de ser, de comportarse, de sentir, etcétera, que, si bien puede
ser semejante a la de otros, no se repite en ninguna otra persona).

Atendiendo a la personalidad diferencial, el primer principio metódico de la


educación personalizada es la adecuación por parte del educador a la singularidad
personal de cada alumno, armonizándola con las formas cooperativas y participativas
de trabajo. Esto significa que, si bien ponemos el foco de nuestra atención en cada
alumno en particular como persona singular, también debemos atender a que su educación
involucre el trabajo con los demás; que la educación sea “personalizada” o atienda a
la “singularidad” no significa que se dé de manera “aislada” o se privilegie la
“soledad”. Por último, el fin de la educación personalizada tiene en cuenta la
capacidad individual del sujeto para formular y realizar su proyecto personal de vida.

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2. La individualización pedagógica

La educación personalizada de García Hoz recibe el nombre de


“individualización pedagógica” en la propuesta de Emile Planchard. Este otro
autor también tiene a la vista lo que habíamos llamado “personalidad diferencial”, que
debe ser atendida y, a la vez, iluminada por la “personalidad esencial”.
Se trata de enseñar a cada alumno conforme a sus características personales, cualquiera
que sea la orientación general o profesional que intente seguir. Incluso en un conjunto
de alumnos orientados a la misma forma de vida subsisten diferencias individuales que
requieren distinto tratamiento. A una psicología individual debe corresponder una
pedagogía diferencial.2

De la anterior cita de Planchard observamos que, al igual que como sucedía


con García Hoz, es necesario que la educación esté adaptada a los caracteres de la
personalidad individual de cada educando.

3. La pedagogía personalista

Si la educación personalizada se refiere a la personalidad diferencial, la


“educación personalista” tendrá su núcleo en la personalidad esencial. Las palabras
pueden aturdirnos un poco. ¿No hacen referencia tanto la educación personalizada
como la educación personalista a la persona humana? Sí, esto es correcto. Pero en lo
que se diferencian es en su enfoque de la persona: la primera se centra su atención en
la singularidad de la persona, mientras que la segunda en su esencia. La responsable de
esta propuesta, María del Pilar Gil Rodríguez, nos aclara este panorama:

Ahora bien, lo que más explícitamente marca la realidad profunda del ser humano es su
condición de persona. Una pedagogía, por consiguiente, que quiere ser de verdad
humana, y más si se autodefine como pedagogía personalista, presupone una correcta
concepción de la persona humana, necesita apoyarse en unos presupuestos
antropológicos «fundamentales» que justifiquen las proyecciones pedagógicas
derivadas.3

2PLANCHARD, EMILE, La pedagogía contemporánea, Rialp, Madrid, 1966, p. 510.


3GIL RODRÍGUEZ, MARÍA DEL PILAR, La relación maestro-alumno (hacia una educación renovadora), Biblioteca de
Autores Cristianos, Madrid, 1977, Introducción a la Parte Primera.

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Las exigencias fundamentales de una escuela personalista serían aquellas que
posibiliten que tanto maestros como alumnos actúen como personas y se realicen como
personas en el ejercicio de las actividades educativas. La perspectiva personalista aborda
los problemas pedagógicos en toda su amplitud y radicalidad:

• en toda su amplitud, no por extenderse a todos los problemas y


cuestiones particulares, sino por situarse en una perspectiva de
totalidad, a saber, la persona en todas sus dimensiones y según todas
sus exigencias pedagógicas;
• en toda su radicalidad, porque fundamenta en la raíz de la persona toda
conclusión pedagógica relativa a los objetivos y fines de la educación, a
las normas, etcétera.

4. A modo de conclusión

Aunque consideramos indispensable la educación de la personalidad


diferencial o singularidad, desde la cátedra – siguiendo a Ismael Quiles, claramente
alineado a la educación personalista – creemos que el acento debe ponerse en la
formación de la personalidad esencial o esencia. La primera inquietud del
educador debe ser el adecuado desarrollo de la esencia del ser humano como tal, igual
en todos. La dignidad de la persona humana es la misma en todos los humanos,
aunque tengan individualidades, personalidades o situaciones distintas: simplemente
son personas humanas, tienen la personalidad esencial y esta es la base de su dignidad
y del respeto que merecen. Todos somos merecedores de respeto no por cómo somos
(personalidad diferencial o singularidad), sino por lo que somos (personalidad esencial
o esencia).

Para finalizar, sostenemos desde la cátedra que hay que privilegiar aquellas
pedagogías que estructuran sus propuestas a partir de lo que es esencial al ser humano,
a la persona humana, y que, por lo tanto, es común e igual a todos. Pero debemos
remarcar que esto no significa desatender las diversas singularidades por las
que un educando se diferencia de los otros. Simplemente nos parece que el
término “educación personalista” señala ese aspecto esencial y primario que no

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excluye, sino al contrario, refuerza y justifica la atención necesaria al educando como
persona individual, es decir, la “educación personalizada” o “individualizada”.

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