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11 reglas de oro para vivir en pareja

Cuando uno va a casarse está tan emocionado que sus sentimientos y pensamientos se alteran, a
tal grado que se llega a creer que el amor durará toda la vida. Desgraciadamente, muchas veces
no es así. En ocasiones, cuando una pareja se conoce un poco más y ha bajado de "la nube rosa",
se enfrenta a la realidad, entonces... aparece en su mente la palabra divorcio.
Llevar una relación sana no es fácil, y aunque ésta suele ser más "sosa" en comparación con las
que implican gritos, golpes y resentimientos, es también la única que permite que el verdadero
amor crezca y se fortalezca. ¿Qué es el amor sano y cómo llegar a él?, ¿cómo conservar el amor
y estar siempre enamorada? Son preguntas que contesta el libro Las Mujeres que los Hombres
Abandonan. Las Mujeres que los Hombres Aman, del doctor Connell Cowan. Clara te lleva a
conocer las diez reglas para seguir enamorados y los siete tips para conservar el amor (recuerda
que no son fórmulas mágicas, simplemente son sugerencias que pueden ayudar para
cuando te vayas a casar). Antes, conviene que sepas primero qué son el amor adulto y el
compromiso, que te permitirán permanecer siempre enamorada.

Amor adulto. El amor adulto es apreciar a alguien por lo que es en realidad y no por lo que
quisiéramos que fuera. Este tipo de amor solamente existe cuando la seguridad y la satisfacción
de otra persona son tan importantes para nosotros como las propias. En este tipo de amor existe
la capacidad de integrar ternura y sexualidad (lo que se llama realmente hacer el amor a la
persona que se ama). El amor adulto requiere de la unión de dos individuos razonablemente
maduros y sanos. Sólo cuando una persona tiene verdadero sentido de su yo puede amar con
madurez. Si te sientes bien contigo misma puedes amar libremente al otro. Este tipo de amor es
perdurable e incondicional (lo que no significa soportar lo que sea para demostrarle cuánto lo
amas, sino saber que tú cuentas con esa persona y ella contigo para compartir buenos y malos
momentos), desinteresado y se renueva constantemente mediante adaptación realista, aceptación
y compromiso.

¿Qué es el compromiso?. El compromiso es fundamentalmente una actitud. Cuando te


comprometes estás afirmando tu amor (realmente, el simbolismo del matrimonio). Es la
expresión continua de que valoras a la otra persona y de la posición que ocupa en tu vida. El
hecho de mantener el compromiso es proceso vivo y evolutivo que forma parte diaria de tus
encuentros con él. El compromiso es el amor en acción. En una buena relación, cada acto
intencional de amor no sólo tiene significado en el momento, sino que además sirve para
solidificar y reforzar aún más el vínculo creciente entre hombre y mujer.

Las reglas del amor

¿Cómo se llega a este amor adulto y cómo mantenerlo?, te sugerimos las siguientes reglas,
practícales según tu capacidad.
Regla número uno: El amor empieza en uno mismo.
Cuando se habla del amor, generalmente las palabras comprensión, perdón, aceptación, respeto y
comunicación se utilizan como bálsamo mágico. Sin embargo, hay que reflexionar cómo cada
persona lleva a cabo cotidianamente esas actitudes, consigo misma, su pareja y todo lo que la
rodea. Para poder dar este paso, es fundamental conocerse. Esto significa reconocer y aceptar
virtudes, defectos, cualidades, limitaciones,
responsabilidades, errores y aciertos. En la medida como una persona se conoce aprende a
amarse. Ama su cuerpo y lo cuida. Ama lo que hace y disfruta. Se responsabiliza de su
crecimiento espiritual, emocional, intelectual y económico; de lo que piensa o siente, de sus
emociones, actitudes y sexualidad. Acepta que se equivoca e intenta volver a empezar. Puede
liberar resentimientos y estar en paz con ella misma. Tiene la capacidad de perdonar y
perdonarse. Un individuo que se ama a sí mismo sabe que es digno de lo mejor que le puede
ofrecer la vida y que no tiene que hacer nada que lo dañe emocional o
físicamente para que otra persona lo ame o lo acepte. Las personas que realmente se aman tienen
primero un romance con ellas mismas. En la medida que se aman y se aceptan a sí mismas tal y
como son, tienen la facultad de aceptar y amar al otro tal cual es.

Regla número dos: las relaciones no nacen porque sí.


Mantener viva una relación es tarea continua, pero no cabe duda de que los beneficios valen la
pena. Hombres y mujeres son igualmente responsables por lo que hacen y por lo que no. Para la
mayoría de las parejas, las buenas intenciones y las esperanzas no
bastan para garantizar vitalidad, compromiso y un amor que crezca y madure con los años. Se
necesita más. Específicamente, resulta esencial tener conciencia de las sutiles creencias, actos y
actitudes personales que permitan agregar vida, alegría y vitalidad a una relación de pareja. Una
relación armoniosa, rica y satisfactoria no nace de la nada, es el resultado de un esfuerzo
consciente y diario. El curso de una buena o una mala relación no es cuestión de suerte, sino el
resultado de las decisiones constantes de la pareja. En suma, una relación es el resultado de todas
nuestras conductas, pues somos responsables de la calidad de la vida y la calidez del amor.

Regla número tres: el trato continuo .


Para que el amor perdure es importante tener en cuenta el modo como se tratan uno y otro en la
cotidianidad, pues aquí se reflejan respeto, cariño y amor mutuos. Recuerda que no importa tanto
qué te dice, sino cómo se porta contigo, el tono de voz que emplea cuando se dirige a ti, qué tan
detallista es, si te apoya, te escucha o respeta tus ideas, y viceversa.

Regla número cuatro: los amantes no leen la mente.


Por mucho que ambos se amen, ninguno es capaz de leer los pensamientos del otro. Recuerda
que cada individuo es responsable de decir sus sentimientos. Es mejor decir lo que se siente a
esperar a que el otro adivine qué es lo que uno quiere. Esto evitaría resentimientos y malos
entendidos.

Regla número cinco: saber adaptarse.


La adaptación es la modificación de la conducta y la forma de ser de una persona, que tiene
como fin acomodarse a las condiciones del medio y mejorar así su integración y actuación en él.
Esto significa que una pareja debe tener capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. En
otras palabras, tener la mente lo suficientemente abierta para aprender de esa nueva experiencia.
Es proceso de aprendizaje. Las personas que se adaptan con facilidad sufren menos en la vida y
aprenden más.

Regla número seis: el amor se debe aceptar, no cambiar.


Esta es una de las sugerencias que más trabajo cuesta. Muchas veces, las mujeres creen que
tienen el poder mágico de cambiar al hombre que dicen amar. Es un mito. Cuando amas a
alguien, lo aceptas verdaderamente como es: con sus limitaciones, enojos, miedos, sueños... Es
mejor que seas honesta contigo; si hay algo que no te gusta de él, piénsalo más. Él no va a
cambiar; la que puede cambiar eres tú. En la medida como tú te aceptes tal y como eres, tendrás
capacidad de amar libremente al otro como es. Tu amor será tan grande, que podrás aceptar con
menos dolor que un día él deje de amarte, y a pesar de ello continuar con tu vida.

Regla número siete: el amor no es estable.


Tal vez esto pueda producir miedo, porque la inestabilidad implica cambio, y a la mayoría de las
personas los cambios no les agradan. Sin embargo, esta regla quiere decir que el amor va
evolucionando conforme la pareja cambia. El cambio puede ser individual, por ejemplo, de
repente algo que compartían juntos al otro ya no le interesa, la pareja vive alguna experiencia
externa que a ambos les afecta, un cambio de casa, el despido de un trabajo, problemas
económicos, la muerte de un ser querido, la llegada de un hijo, etcétera. Recuerda que cuando
parece que el amor se ha eclipsado, sucede que la pareja ha permitido que sobresalgan los
resentimientos y sentimientos negativos. Si logran pasar estos baches, el amor vuelve a aparecer,
pero más fortalecido.

Regla número ocho: es irresponsable culpar.


Recuerda una vez más que la única responsable de sus actos, conductas, emociones,
pensamientos o sentimientos eres tú. En el amor adulto y perdurable no hay culpables, sólo
responsables. Culpar al otro te impide ver tus errores, lo que no te dejará crecer.

Regla número nueve: dar es contagioso.


El amor requiere momentos de verdadera generosidad y falta de egoísmo. Si bien el amor adulto
entre hombre y mujer requiere que haya equilibrio entre dar y recibir, los momentos de
generosidad constituyen la esencia del amor. El dar no tiene que ser precisamente material; sino
más bien de tiempo, sonrisas, caricias o hasta una taza de café. Te sentirás más enamorada
cuando des que cuando recibas. Ese dar es sin esperar nada a cambio; simplemente das lo que
tienes porque te sientes feliz de ser quien eres. En una relación dar es contagioso, invita al otro a
ser generoso y recíproco.

Regla número diez: el perdón .


Todos cometemos errores, lastimamos y decepcionados a nuestra pareja. Entonces, suceden dos
cosas: o desarrollamos la capacidad de perdonar o nos resentimos. Perdonar no es excusarse ni
justificar los actos hirientes, es desprenderse de los sentimientos negativos que acompañan lo que
hemos hecho para lastimar a nuestra pareja. Es acto voluntario e intencional; gesto interno que
libera la ira y el dolor. Perdonar no es olvidar. El que sabe perdonar puede llevar una relación
afectuosa y cálida. El perdón empieza en
uno mismo. Ahora ya conoces las herramientas que te pueden servir para estar "siempre
enamorada" y poder conservar el amor a tu lado. ¿Crees estar lista para llevarlas a cabo?

Tips para que el amor perdure

1. Honestidad: es la voz interna que todos llevamos dentro y nos dice realmente cómo nos
estamos sintiendo ante alguna circunstancia. No nos engaña, nosotros somos quienes la
evadimos, porque muchas veces la realidad nos duele y no la queremos enfrentar. La honestidad
te enseña también a escucharte y a escuchar a los que te rodean, incluyéndolo a él, entonces, lo
podrás comprender mejor.

2. Respeto: radica en uno mismo. En la medida que permites que te alcen la voz, te insulten, te
dejen plantada o no te tomen en cuenta, te faltan al respeto; inconscientemente, con tus actitudes
estás diciendo que es lo que mereces. El respeto es lo que permites que el otro haga con tu
persona.

3. Empatía: capacidad que la pareja tiene de participar sus sentimientos e ideas. Uno se pone en
el lugar del otro, de sentir curiosidad por lo que le sucede y de entender lo que siente. Esta
cualidad incluye también la comprensión.

4. Humildad: capacidad que tienes de reconocer tus faltas, errores, equivocaciones y hacerte
responsable de ellos. Permite darte cuenta que no puedes controlar la conducta, pensamientos, ni
actitudes del otro.

5. Comunicación: bastante trillada, pero muchas veces en la práctica no la llevamos a cabo. Es la


capacidad para saber decir lo que quieres o necesitas decir, de saber escuchar al otro para que
haya diálogo y comprensión. Recuerda que si no eres honesta contigo misma, ¿qué vas a
comunicar? Y si no hay empatía con tu pareja, ¿cómo lo vas a comprender?

6. Acción: tal vez sea palabra mágica, porque hablamos más por medio de nuestras conductas y
actitudes que con la boca. De nada servirán las miles de veces que te sientes con él a hablar a
querer arreglar los problemas si no actúan.

7. Confianza: es saber que nos creemos y nos sentimos amados a pesar de nuestros defectos,
peculiaridades y limitaciones.

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