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Texto: Romanos 12:21, Mateo 5:48.

Tema: Los Enemigos del Matrimonio.

Introducción:
La vida Cristiana tiene tres grandes adversarios: a) el Diablo, b) el mundo, c) nuestra antigua naturaleza, que
buscan apartarnos de Dios y una vez separados de Dios corremos el riesgo de que el pecado y el Diablo
vuelvan a señorear nuestra vida. Así mismo, nuestra relación de pareja también tiene adversarios que buscan
destruir y arruinar nuestra relación matrimonial, o que esta se transforme en una relación enfermiza, tediosa,
aburrida y mecánica, matando la posibilidad de ser una relación firme, emocionante, espontánea, viva y
creciente. Bienaventurado es el matrimonio que se integra y se fortalece en el Señor, y presenta batalla y
mantiene a distancia estos adversarios.

I.- Nuestro Primer Enemigo es la Falta de Disponibilidad para Cumplir Nuestro Deber en la Parte
que nos Corresponde en Nuestra Relación de Pareja.
Es necesario recordar que el hombre tiene esencialmente cuatro responsabilidades, en su relación de pareja:
1. Ser Cabeza de la Mujer. 2. Amar a su Esposa 3. Ser Proveedor. 4. Ser Protector. Y los deberes de la
esposa son: 1. Ser Ayuda Idónea. 2. Respetar a su Marido. 3. Vivir en Sujeción. 4. Amar a su Marido.
Cuando el hombre o la mujer casados faltan a sus deberes entonces se producen verdaderos conflictos que
podrían evitarse si tan sólo cada quien asume la responsabilidad que le corresponde en la relación de pareja.

II.- Cuando Personas Ajenas al Matrimonio se Infiltran, con el Propósito de Manipular, o Reclamar
Derechos que Bíblicamente Ya no Les Pertenecen.
Muchas veces los padres, los suegros, hermano(a)s, abuelos, cuñado(a)s, tío(a)s, etc., no tienen la madurez,
ni el conocimiento bíblico para respetar la privacidad e intimidad de la pareja que está a su alcance, muchas
veces buscan ayudar con su intromisión, pero es más el daño que hacen que lo que edifican o construyen en
bien de la pareja. Lo importante aquí es entender el principio bíblico que dice: “Por tanto dejará el hombre
a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer , y serán una sola carne”. (Génesis 2:24).
Los familiares de los desposados o pareja deben tener la madurez o resistir la tentación de no meterse donde
no los llaman, y respetar el matrimonio de sus hijos e hijas, y dejar que maduren y crezcan en su relación
solos. La pareja, y en una manera especial el varón, con amor pero a la vez con firmeza debe alejar a los
intrusos que buscan sembrar desconfianza, discordia y conflictos en su relación matrimonial, sean estos
quienes sean y cuando se encuentre en un dilema entre su pareja y su familia, no debe dudarlo, su pareja
tiene prioridad.

III.- La Infidelidad. Éxodo 20:14; Mateo 5:27-30.


Este es un asunto tan serio y tan delicado que Jesús establece en Mateo 5:32, como la única excepción para
el divorcio, declarando que el adulterio es motivo suficiente para terminar con el matrimonio, a menos que
la parte ofendida sea capaz de perdonar y que la parte infiel se arrepienta sinceramente. Aquello que Dios
abomina, la separación conyugal, se convierte en solución legal para poner fin a algo despreciable ante sus
ojos, como lo es el adulterio, la infidelidad.
La infidelidad es detestable en ambos sexos, el problema es que nuestra sociedad tiende a ser
extremadamente machista, si un hombre adultera la gente dice “pobrecito, se dejo llevar por la tentación,
cayó en flaqueza”; pero si una mujer es quien adultera, el comentario es muy diferente, la gente suele decir
“es una vagabunda, una sinvergüenza, una prostituta”, y la descalificamos, y si el hombre adultera se espera,
casi exigiendo que la esposa sea indulgente, misericordiosa y comprensiva. Pero si es ella quien comete el
desliz, el consejo que le dan al marido es que la eche de la casa, porque ella no le conviene, ni merece su
perdón; el estigma en cuanto al adulterio sobre la figura de la mujer en una sociedad sería prejuiciada e
injusta, es terrible pero desde el punto de Dios la infidelidad es algo abominable, tanto en el hombre como
en la mujer. Feliz es el matrimonio que mantiene la sexualidad dentro de los límites establecidos por Dios,
es decir, dentro del Matrimonio. Ningún hombre debe pedir lo que no está dispuesto a dar.

IV.- Los Celos. Gálatas 5:19-21.


Este sentimiento, cuando es agitado y llevado a la exageración, arruina cualquier relación y destruye el
amor, pero no hay que confundir “celos” con “celo”, los celos representan una falta de confianza profunda,
no sólo en la otra parte, sino creo que principalmente en uno mismo, si una persona y esto sin ninguna
jactancia se considera a la misma altura del otro y lucha por mantener ese nivel actuando siempre de manera
que el respeto y la admiración sigan creciendo , entonces no hay nada que temer, pero si esa confianza se
ensombrece, se resquebraja, es responsable de la ruptura que pudiera terminar con el matrimonio.
Si yo me siento digno de amor y del cariño de alguien, ¿porqué vivir en ascuas, siempre temeroso, siempre
dudando, aprehensivo, inquieto?, cierta dosis de celos espontáneos y con medida, que es más celo y cuidado
que ninguna otra cosa, es hasta perdonable y natural.
Un sentimiento así tranquilo, controlado y racional puede hasta impedir que otro cónyuge descuide el hogar,
la familia propicie brechas y origine situaciones indebidas entre esa preocupación necesaria y justificada, y
el temor irracional o celos impetuosos, enfermizos, disfrazado con otros tantos nombres hay una distancia
enorme que tiene que ser combatida con celo, y desde la más tierna edad pues es una cizaña, producto de un
sentimiento obstinado, que echa raíces difíciles de extirpar. El apóstol Pablo cuando escribe su carta a los
Gálatas en el capítulo 5, menciona como una señal de inmadurez y carnalidad los celos, debemos evitarlos y
crecer en nuestra confianza y seguridad en nosotros mismos y en nuestro respectivo cónyuge.

V.- La Pérdida del Espíritu Romántico. Cantar de los Cantares.


En el periodo del noviazgo en aquéllas noches de luna, la novia romántica comenta: “que noche más linda,
que luna tan brillante”, a lo que el novio respondía: “si querida pero más brillantes que la luna son tus ojos,
tu cara, tu encanto, tu fulgor, mira como brillas cuando me miras”. Después de esto se casan, tres años más
tarde, caminando juntos por la calle, ella piensa: “hace mucho que no me dice nada”, es luna llena y ella se
arriesga y dice: “querido, mira que luna tan bella”, y él responde: “sí así es”, pero ella insiste: ¿quién brilla
más que la luna?, él responde: “hace tiempo que te lo dije, no estoy dispuesto a repetirlo”. Diez años más
tarde, caminando nuevamente juntos, ella suspirando profundamente ante la luna llena le dice a su marido:
“querido hay luna llena, mira que linda”, pero él la interrumpe: “mujer no seas tonta, mira abajo si no
quieres caer en un hoyo”. A medida que pasa el tiempo me convenzo del valor de que el noviazgo debe
continuar en el Matrimonio. El amor es como una planta, si queremos disponer de los frutos necesitamos
cultivarlo.
Es lamentable que el espíritu romántico de los primeros tiempos tenga que dar lugar a la frialdad, a la
indiferencia, a la ausencia total de insensibilidad e imaginación. Tenga cuidado con ese espíritu, cuidado
con perderlo hacia su cónyuge.

VI.- El Hábito de Discutir. Efesios 4:25-32.


Es algo terrible cuando la pareja desarrolla el hábito de estar siempre discutiendo. Discutir quejarse,
reclamar, rezongar son como la gripa, avanza gradualmente en la vida de la pareja, es como una plaga, como
el vicio y es un vicio que va asentando disimuladamente, al comienzo las personas involucradas se criticas,
intentan reaccionar, se incomodan, no transcurre mucho tiempo sin que comiencen a responder con
irritación, replicando, devolviendo la ofensa. Hay un refrán que dice: “para pelear, se necesitan dos”.
Bienaventurada es la pareja que cuando la rencilla se inicia tiene la madurez de detenerse e identificar el
problema y atacar a este, y no a las personas. Por favor, amados, tengan la madurez, la prudencia y la
sensatez de identificar el problema y atacar el problema y evitar lastimarse uno a otro.

VII.- La Mentira. Efesios 4:25.


“Vosotros son de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer, él ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él , cuando habla mentira de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. Juan 8:14.
Muchas personas son esclavas de la mentira, espíritus de mentira tiene atada y oprimida su vida, esta
inclinación diabólica la trasladan a su relación de pareja.
La mentira se usa para tratar de justificar esa falta de transparencia y pureza moral en nuestra relación
conyugal, la mentira se usa también para tratar de justificar la falta de responsabilidad, disciplina,
puntualidad. Nos guste o no la Biblia enseña con claridad que la mentira es del diablo, la mentira
desemboca siempre en la desconfianza, el cónyuge que descubre que el otro miente, se convierte en un
eterno desconfiado. El remedio a la mentira se halla en Dios, el hombre o la mujer que es cautivo de la
mentira, necesita genuinamente arrepentirse y confesar su pecado, y además necesita aprender con
determinación a reemplazar la mentira por la verdad, esta verdad es Cristo.

VIII.- La Borrachera. I Corintios 6:9-11.


El alcoholismo desde el punto de vista de Dios no es una enfermedad, sino un pecado, el alcoholismo es la
puerta falsa que muchos usan para tratar de huir de una herida emocional que sus padres, cónyuge, abuelos,
jefe de trabajo, etc., haya asestado sobre su vida.
El esposo ebrio es una persona generalmente machista y egoísta, busca satisfacer únicamente su deseo de la
carne, y vive únicamente para satisfacer su pasión y apetito carnal, no importándole las necesidades
primarias de su esposa e hijos; pero no satisfecho con esto es una persona que en muchos de los casos llega
al hogar para agredir verbalmente y físicamente a la esposa e hijos.
El hombre fue creado por Dios y para Dios, para tener una relación de amor con Él por medio de Jesucristo
nuestro Señor, el hombre debe entender que no fue creado para ser esclavo del pecado, de la borrachera, de
la mentira, de sus deseos y pasiones de la carne.
Dios en Cristo le ofrece al hombre una vida nueva y abundante, y le ofrece el poder para vivir en victoria
sobre la borrachera.
Deje de huir por la puerta falsa del alcoholismo, el cigarro, la droga, etc, y enfrente su realidad hay
esperanza en Cristo de una nueva vida.
IX.- Falta de Dinero.
“Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de casa, ha negado su fe y es peor que
un incrédulo”. I Timoteo 5:8.
“Porque también cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto; si alguno no quiere trabajar,
tampoco coma” II Tesalonicenses 3 :10.
Cuando la falta de dinero viene porque el esposo está enfermo, porque ha hecho el esfuerzo sincero en
buscar trabajo y no lo haya, la esposa comprende y justifica esto, pero cuando la falta de dinero viene por la
irresponsabilidad, pereza, y falta de disposición del esposo en trabajar y aunado a esto el esposo exige y se
la pasa en la calle y viendo la t.v, todo el día, eso sí genera conflictos.
El esposo debe entender de una vez y por todas que es un privilegio su oportunidad y responsabilidad de ser
el proveedor de tal manera que no haya escasez en la despensa del hogar, esposo debe entender que el
trabajo no es una maldición, sino una oportunidad que tenemos de dar y darnos a favor de nuestros
semejantes, en la Biblia el trabajo es algo verdaderamente honroso, estimado a los ojos de Dios.
Proverbios 10:4 ; 13:4; 21:5; 28:19.

X.- El Desajuste Sexual. 1 Corintios 7:3-5; Proverbios 5: 15-19.


Las parejas no disfrutan de su sexualidad por algunas razones:
a) Por una enseñanza equivocada en cuanto al sexo. Ajena a la Palabra de Dios.
b) Por una experiencia dolorosa como pudiera ser incesto, violación, fornicación, etc..
c) Por alguna carencia física como pudiera ser frigidez, impotencia, eyaculación precoz, etc.
Bíblicamente hablando la mujer tiene el deber de complacer sexualmente a su esposo, porque su cuerpo le
pertenece a su marido y dejar los pretextos como el cansancio, falta de interés, entre otros y viceversa.

IX.- La Incapacidad de Contribuir a la Solución de un Problema por medio del Perdón.


Es muy interesante que en el capítulo 18 del evangelio de Mateo, Jesús se ocupe del asunto del perdón, y
que seguidamente (capítulo 19) venga su enseñanza acerca del divorcio. En realidad, quizás Mateo ni
siquiera se percató de la estratégica disposición en su libro de ambos temas: el perdón y el divorcio. Pero, de
hecho, lo que ocurre es precisamente esto: quien no aprende temprano, en la vida, la lección del perdón,
tendrá que enfrentar después la cuestión del divorcio en su matrimonio. Sin el perdón no puede sobrevivir
ninguna relación matrimonial.

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