Está en la página 1de 4

Dentina

La dentina es el tejido mineralizado que constituye a la mayor parte de un diente. Su composición química es un
70% substancia inorgánica la cual corresponde, como todos los tejidos mineralizados, a cristales de
hidroxiapatita, un 12% orgánica fundamentalmente fibras colágenas, y un 18% de agua.

El color de la dentina es café amarillento. Tiene mucho menor resistencia a la abrasión que el esmalte, debido a
su menor porcentaje de minerales. Igual que el esmalte, está sujeta a sufrir fractura por trauma mecánico, o
destrucción erosiva por caries.

ESTRUCTURA HISTOLÓGICA.

La masa del tejido dentinario está formada por una red muy densa de fibras colágenas de tipo I que se encuentra
recorrida por una gran cantidad de túbulos microscópicos, los túbulos dentinarios, por lo que se le denomina
dentina intertubular. Estos túbulos dentinarios están en una enorme cantidad debido a que su diámetro es muy
pequeño, de 0.5 a 2.5 m encontrándose entre 20.000 y hasta 60.000 de ellos por cada mm2 de área dentinaria,
dependiendo de si es un diente de dentición primaria o secundaria, o de si es un diente anterior o posterior. Los
túbulos tienen una trayectoria sinuosa, dirigiéndose desde la pulpa, en sentido radial, hacia la superficie externa
de la dentina. Debido a que el perímetro interno de la dentina relacionada con la cavidad pulpar es menor que el
perímetro externo de la superficie dentinaria, los túbulos tienen una trayectoria divergente entre sí,
encontrándose más próximos hacia el interior del diente que hacia el exterior.

Cada túbulo
dentinario
contiene a
la

prolongación de un odontoblasto, célula que se localiza en la periferia de la pulpa dental. Esa prolongación
odontoblástica se llama, históricamente, FIBRA DE TOMES. Rodeando a la fibra de Tomes hay líquido tisular,
el líquido periodontoblástico. Además, la superficie interna del túbulo, pared mineralizada, está revestida por
una película orgánica, una glucoproteína, la LÁMINA LIMITANTE. Entonces, el líquido periodontoblástico se
encuentra contenido entre esta lámina limitante y la membrana celular de la fibra de Tomes
Algunos túbulos dentinarios tienen ramificación lateral, que se conecta con un túbulo vecino. La mayoría de
ellos, en su extremo, termina ramificándose junto con la prolongación odontoblástica que contiene.
La red de colágeno de esta dentina intertubular se dispone con la longitud de sus fibras en sentido perpendicular
al eje de los túbulos, y es una malla muy densa, altamente mineralizada por cristales de hidroxiapatita. Estos
cristales se ubican en el colágeno en tres niveles: en el interior de cada fibra, entre sus microfibrillas, en la
superficie de cada fibra a la manera de una envoltura de cristales, y entre las fibras, de una forma heterogénea.
La prolongación odontoblástica va depositando hacia el líquido periodontoblástico alrededor de ella,
microfibrillas orgánicas sintetizadas en el cuerpo celular. Este material orgánico adherido a la pared del túbulo
se va mineralizando con lo que el túbulo dentinario se va estrechando desde su periferia hacia el centro . Lo
anterior significa que se forma un anillo mineralizado: ésa es la DENTINA PERITUBULAR. Esta dentina
peritubular se va formando desde fuera hacia dentro. De lo anterior resulta que el lumen de los túbulos no es
regular, sino que mantiene su diámetro original en su lado más interno, donde aún no se ha formado dentina
peritubular, y va disminuyendo hacia su lado externo en la medida que se va formando esta dentina peritubular.
PREDENTINA: La parte más interna de la dentina, el área vecina al cuerpo de los odontoblastos y en la medida
que estas células van sintetizando fibras colágenas, no se mineraliza inmediatamente: este sector se denomina
Predentina. Debido a que el patrón de mineralización de la dentina es de tipo globular y no un frente de avance
homogéneo, el límite entre la predentina y la dentina mineralizada es carcterísticamente ondulante.

ESTRUCTURA DE LA DENTINA
Túbulos dentinarios: Contienen a la fibra der Tomes, rodeada de líquido periodontoblástico y con su pared
cubierta por la lámina limitante.
Dentina intertubular: es la matriz mineralizada de fibras colágenas de tipo I que se orientan perpendiculares a la
longitud de los túbulos.
Capa del manto: se refiere al primer depósito de dentina que se produce durante la dentinogénesis, no tiene
colágeno de tipo I, sino fibrillas que se disponen paralelas a los túbulos. Es una capa delgada de unos 20 m que
limita en la corona con el esmalte y en la raíz con el cemento.
Dentina circumpulpar: es la dentina que se forma luego que se ha depositado la dentina del manto, y comprende
tanto a la dentina intertubular como peritubular.
Predentina: corresponde a la zona más interna de la dentina, en permanente formación durante la vida del
diente. No está mineralizada, pero sí tiene pequeñas áreas de mineralización, esféricas (de ahí el nombre de
“glóbulos” de mineralización), que en la medida que aumentan de tamaño por mayor depósito de cristales se
van fusionando, dando origen a la dentina mineralizada. Por esta forma de mineralización, globular, el límite
entre la dentina y la predentina es muy marcado y de forma sinuosa, irregular.
Dentina primaria: es la dentina que se deposita desde el inicio de la dentinogénesis hasta que se completa la
formación del diente, con la finalización de la apexogénesis, haya erupcionado el diente o no. Su estructura
comprende a la capa del manto y a dentina circumpulpar.
Dentina secundaria: es la dentina que se sigue formando después que termina el depósito de dentina primaria.

HISTOFISIOLOGÍA DE LA DENTINA.
Dentina peritubular: ya la hemos descrito; se debe agregar que, al igual que la intertubular, se sigue formando
durante la vida del diente. Debido a que su matriz orgánica no es colágeno tipo I sino microfibrillas, es más
mineralizada que la intertubular. Dentro del túbulo dentinario esta dentina peritubular no tiene forma de un
cilindro, sino es cónica, siendo de mayor grosor en el lado externo del túbulo pues allí tiene mayor tiempo de
depósito, de menor grosor en la parte media de la longitud tubular, muy delgada hacia el lado interno e
inexistente cerca de la predentina, pues allí aún no se ha formado.
Dentina de defensa, irritativa, reparativa o terciaria: Cuando en la superficie externa en un sector de la corona
o de la raíz del diente hay una pérdida de los tejidos que cubren y protegen a la dentina, esmalte o cemento, y
queda dentina expuesta al medio bucal, esa exposición de los túbulos estimula a las prolongaciones
odontoblásticas y los cuerpos de estas células reaccionan acelerando el proceso de depósito normal de dentina.
En el sector estimulado de esta manera se genera dentina en forma más rápida: esta es la dentina de defensa,
irritativa, reparativa o terciaria. Se caracteriza por tener menor cantidad de túbulos y la trayectoria de éstos
pierde la regularidad característica, se desordena. Además, como hay menor cantidad de túbulos, la cantidad de
dentina peritubular por área es mayor que la normal, de lo que resulta una dentina con mayor volumen mineral.
Lo que ocurre allí, entonces, es que la pulpa dental mediante un trabajo acelerado de los odontoblastos va
formando una barrera defensiva frente a la agresión, aumentando allí el espesor de la dentina para protegerse del
agente causante, caries, fractura, abrasión, erosión o procedimiento operatorio.
Dentina esclerótica o translúcida: Cuando el diente que tiene pulpa dental sana y con buena irrigación (diente
joven) sufre daño por caries, abrasión, erosión o fractura, o bien ese diente es de mucha edad y siempre con
pulpa vital, el depósito de dentina peritubular puede llegar a obliterar al lumen tubular. Si eso ocurre en alguna
zona de la dentina, allí se ha formado dentina esclerótica o translúcida. No tiene túbulos pues éstos se han
llenado de dentina peritubular la que ahora tiene la forma de un cilindro.
Dentina reparativa y dentina secundaria, y cómo su depósito modifica la anatomía interna del diente: En el caso
de la dentina reparativa, que se da con mayor frecuencia a nivel de la cámara pulpar, si ésta es muy abundante
porque la causa de su formación se prolonga en el tiempo, ella va ocupando algunas regiones de la pared, piso o
techo cameral lo que va cambiando la forma y tamaño de la cámara; es un hecho que debe ser considerado para
diseñar y practicar en el diente cavidades con fines operatorios. Por otra parte, en las personas de edad madura
o avanzada, el depósito constante de dentina secundaria va reduciendo el tamaño de la cámara pulpar la que en
ocasiones desaparece pues ha sido ocupada totalmente por dentina secundaria, la que puede seguir
extendiéndose y estrechar ahora u obliterar parte de el o los conductos radiculares. Esta posibilidad adquiere la
mayor importancia al someter una pieza dental a un procedimiento de endodoncia, con consideración especial a
la etapa de trepanación de esa pieza.

SENSIBILIDAD DE LA DENTINA
La dentina es muy sensible, y su sensibilidad es sólo de dolor.
Así, si un diente ha perdido esmalte (abrasión, erosión, fractura, procedimiento operatorio) y queda dentina
expuesta, cualquier estímulo sobre esa dentina produce dolor. Los estímulos que llevan a esa sensación son
diversos: frío, calor, presión por instrumento, presión masticatoria, raspado, líquido hipertónico, líquido
hipotónico, dulce, salado, chorro de aire, etc. Por otra parte, en un diente sano, también se percibe dolor si se le
estimula con frío intenso (hielo aplicado al esmalte, por ejemplo). Esto es importante, pues esta sensibilidad al
frío se utiliza en clínica para determinar si la pulpa de un diente está vital o no.
Esta sensibilidad tiene la siguiente base estructural: en el espacio ultramicroscópico que existe entre la
predentina y los odontoblastos de la pulpa dental (zona supraodontoblástica) hay terminaciones nerviosas libres
de tipo Ad procedentes desde la inervación de la pulpa. Estas terminaciones nerviosas están rodeadas de líquido
tisular, el mismo que se encuentra en el espacio periodontoblástico de los túbulos dentinarios.
Cualquiera de los diferentes estímulos que se puedan aplicar sobre la dentina va a producir uno de dos efectos
posibles: o va a aumentar la presión del líquido periodontoblástico, o va a disminuir la presión de este líquido.
Si la presión aumenta, el líquido va a presionar a las terminaciones nerviosas, estimulándolas. Si la presión
disminuye, las terminaciones van a ser traccionadas, estiradas, estimulándose. Si tomamos el ejemplo de aplicar
líquido hipertónico, éste va a movilizar hacia afuera al líquido periodontoblástico, lo cual va a producir
estiramiento de los terminales. Si consideramos la aplicación de calor, éste va a dilatar al líquido
periodontoblástico, aumentando su presión, lo que presionará a los terminales nerviosos.
De la manera indicada, la sensibilidad dentinaria se produce porque el líquido periodontoblástico actúa como
transductor de los diferentes estímulos interponiéndose entre ellos y las terminaciones nerviosas. Esto explica
también, porqué si se aplica hielo sobre el esmalte de un diente sano se percibe dolor: en este caso no se
estimula directamente a la dentina porque está protegida por el esmalte, pero el enfriamiento intenso del esmalte
se propaga a la dentina y el líquido periodontoblástico de sus túbulos se contrae, estirando a las terminaciones
nerviosas de ese sector.
El dolor dentinario es característico: se percibe como agudo, de intensidad directamente relacionada con la
intensidad del estímulo, localizado al diente estimulado y que dura lo que dura el estímulo. Esto es debido a que
los receptores de la zona supraodontoblástica son de fibras nerviosas Agama.

También podría gustarte