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La vieja Europa y el mundo moderno

Sección: Humanidades Jacqu es L e G off:


L a vieja Eu ropa y el m undo m oderno

E l Libro de Bolsillo
Alianza Editorial
M adrid
Título original: La Vieille Europe et le Monde Modeme
Traducción: Mauro Armiño

Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en Europa es antigua y futura a la vez. Recibió
el art. 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados con su nombre hace veinticinco siglos y sin embar­
penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagia­
ren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada go sigue hallándose en estado de proyecto.
en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización.
¿Puede responder la vieja Europa a los desafíos
del mundo moderno? ¿Es su edad fuente de so­
lidez o causa de fragilidad? ¿La vuelven capaz o
incapaz sus herencias para afirmarse en la m o­
dernidad? Interroguemos como historiadores a
© Jacques Le Goff
© C. H. Beck’sche Verlagsbuchhandhmg la larga duración.
(Oscar Beck), München, 1994
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1995
Calle Juan Ignacio Lúea de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 393 88 88
ISBN: 84-206-0768-1 Europa hace su entrada en la historia por la
Depósito legal: M. 40.787/1995
Impreso en Fernández Ciudad, S. L. puerta de la mitología. Hija de Agenor, rey de
Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid
Fenicia, habría sido raptada por Zeus metamor-
Printed in Spain
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8 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 9

foseado en toro, que la llevó a Creta donde, de como hará Montesquieu en el siglo xvm, el cé­
sus amores con el rey de los Dioses, nació M i­ lebre médico griego Hipócrates, que vivió a fi­
nos. L a Europa así bautizada por los geógrafos nales del siglo v y principios del IV antes de la
griegos de la Antigüedad nace en el mito en el era cristiana, estima que los europeos son va­
seno del estrato de alta cultura más antiguo de lientes pero belicosos, mientras que los asiáti­
Occidente, la cultura griega. Y sin embargo la cos son sabios, cultivados, pero sin nervio; los
geografía no imponía la individualización de un europeos tienen en mucho la libertad y están
continente Europa. El dibujo de sus costas prestos a batirse por ella, su régimen político
identifica a Africa o a las Américas. Europa no preferido es la democracia; los asiáticos acep­
es más que la punta del inmenso continente tan fácilmente la servidumbre a cambio de la
asiático que, por tanto, habría que llamare eura- prosperidad y de la tranquilidad, se acomodan
siático. Pero ¿no aportan respuesta los griegos a a regímenes despóticos. Este esquema ideológi­
una pregunta que se volverá y seguirá siendo co que subsistirá hasta las Luces y más allá (¿no
mayor: cuáles son los límites de Europa por el es el concepto marxista de modo de produc­
Este? Las estepas de la actual Rusia, las altas ción asiático el heredero de la teoría del despo­
mesetas que separan Anatolia de los valles del tismo asiático?) refleja la mentalidad de hom­
Eufrates y del Tigris son la zona indecisa en que bres marcados por la lucha de las ciudades
Europa sale de Asia. griegas contra el imperio persa, pero ofrece al
nacimiento de la conciencia europea la idea de­
mocrática. El mundo moderno ha vuelto a en­
Los griegos tienen sin embargo una concien­ contrar esa idea precisada y complicada por la
cia nítida de la oposición que existe entre los historia, las naciones democráticas de hoy tie­
dos continentes y sus habitantes. Según sus teo­ nen otras dimensiones que la Atenas antigua,
rías, que otorgan un papel determinante a la in­ pero ¿no han seguido siendo Platón y Aristóte­
fluencia del clima sobre la naturaleza física y les fuentes de la reflexión europea sobre la de­
moral de los individuos y de las sociedades, mocracia?
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De este modo, algunos temas mayores de la rra, Galia, valle del Rin hasta Maastrique, valle
historia de Europa están planteados desde la del Danubio hasta Aquincum en las puertas de
Antigüedad griega. Aunque modificados por la la actual Budapest. L a huella romana sigue sien­
historia política, los datos geográficos siempre do visible en muchas ciudades europeas, por­
fundamentales siguen planteando la misma pre­ que esa huella es sobre todo urbana. El Imperio
gunta: ¿qué fronteras tiene Europa por el Este? romano difunde una lengua que dará nacimien­
La civilización griega propuso valores funda­ to al conjunto de las lenguas románicas y que
mentales que en la actualidad siguen siendo ins­ aún pervive en la acutalidad, y que hemos de es­
trumentos intelectuales y éticos para los euro­ perar que siga perviviendo, una lengua europea
peos: la idea de naturaleza, la idea de razón, la de cultura, el latín. Respetando a las naciones,
idea de ciencia, la idea de libertad y, sobre todo, les otorga el título, de que están orgullosos, de
tal vez el concepto de duda y su práctica. ¿N o ciudadano romano, en tiempos del emperador
ha sido el espíritu crítico una de las herramien­ Caracalla, a principios del siglo m de la era cris­
tas esenciales del pensamiento y de la acción de tiana. Un san Pablo, que ya se beneficiaba de
los europeos y no sigue siendo en la actualidad ese título, se sentía con igual orgullo judío y ro­
una de sus grandes bazas frente al ritualismo o mano. E l Imperio romano difunde en esa Euro­
al fundamentalismo de otros pensamientos que pa que va de Escocia a Sicilia y de Galicia a la
no han sabido acoger la duda metódica? futura Hungría, ihábitos que seguimos encon­
trando en las costumbres europeas, ya se trate
de una alta cultura basada en el escrito, el libro
El Imperio romano parece señalar un desliz y la escuela, o en prácticas cotidianas. Los euro­
de Europa. Se centra en el Mediterráneo, englo­ peos consumen vino más allá de las regiones
ba amplias porciones de África y de Asia, pero que lo producen, utilizan la piedra y el ladrillo,
su centro es Italia, país europeísimo. Consigue como sucesores de aquellos albañiles y de aque­
penetrar con su civilización unitaria en amplias llos arquitectos que fueron los romanos, o in­
regiones: Portugal, España, Norte de Inglate­ cluso hacen un uso público y sonoro de la pala­
12 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 13

bra que, en las diversas lenguas de Europa, pro­ lores del mundo pagano. L a prefiguración de
voca el nacimiento, casi por todas partes, de los Europa que fue el Imperio romano de Occiden­
oradores, y se expresa mediante una retórica. te también pone de manifiesto la necesidad que
tiene un conjunto político y cultural de mante­
ner vivas y juntas una economía y una moneda,
Pero, bajo una aparente unidad, el Imperio ciudades innovadoras, poblaciones que escapan
romano creó un gran muro, el que separa el O c­ a la miseria y valores capaces de inspirar una fe
cidente latino y el Oriente griego. y de esclarecer la acción.

En Occidente, el Imperio romano no sobre­ La gran novedad religiosa e ideológica de la


vivió a la invasión e instalación de poblaciones, Europa occidental a partir del siglo IV es el cris­
sobre todo germánicas, procedentes de más allá tianismo. Muy pronto ese cristianismo se escin­
del limes, la línea militar de defensa contra los de en un cristianismo latino al Oeste y griego al
nómadas, cuya impotencia muestra que toda Este, hecho que profundiza la oposición entre
muralla es incapaz de detener el movimiento de la parte latina y la parte griega del Imperio ro­
la historia y que los conjuntos políticos y cultu­ mano. Esos dos cristianismos siguen alejándose
rales que se encierran tras estas murallas lo úni­ cada vez más uno de otro y crean una frontera
co que hacen es exponerse mejor a la irrupción cultural de larga duración que vendrán a endu­
de aquellos a los que no han sabido acoger ni recer las fronteras políticas, desde Escandinavia
integrar. El hundimiento del Imperio romano a Croacia de un lado, englobando a bálticos,
también se debe a la destructuración de una polacos, checos, eslovacos, húngaros y eslove­
economía monetaria de largo radio de acción, al nos, desde Rusia a Grecia de otro. Un aspecto
desarrollo de una crisis urbana, a la fragmenta­ de esa frontera ofrece hoy una imagen sobreco-
ción de la economía en regiones ruralizadas, a la gedora: el foso pasa entre la Croacia romana ca­
pauperización de las masas y a la crisis de los va­ tólica por el Oeste y lo que será la Serbia orto­
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doxa por el Este. Esa frontera que sanciona España, los francos en la Galia, los anglosajones
en 1054 el cisma de Oriente, que sustrae de en la multiplicidad de pequeños reinos en Gran
modo definitivo la Iglesia griega al Papado ro­ Bretaña.
mano, separa la cristiandad occidental de Bi-
zancio y del mundo eslavo ortodoxo. En el Este
va a oponer un mundo bizantino fastuoso, con­
De este modo se dibuja un primer esbozo de
servador de las herencias antiguas, más debilita­
Europa sobre una doble base: la comunitaria
do cada vez por la explotación económica de
de la cristiandad, modelada por la religión y la
los occidentales, menguado por el avance turco
cultura, y otra, diversificada, de los distintos
hasta su caída en 1453, un mundo en que el rey,
reinos fundados sobre tradiciones étnicas im­
el Basileus, acumula un poder imperial y un p o ­
portadas o pluriculturales antiguas (germanos y
der pontificio, y un mundo ruso que vacila en­
galorromanos por ejemplo en la Galia). Esa es
tre el modelo occidental y los atractivos del
la prefiguración de la Europa de las naciones,
oriente asiático; y en el Oeste, un mundo dividi­
porque desde sus orígenes Europa muestra que
do, barbarizado, mal unificado por dos cabezas,
de la diversidad de naciones puede hacerse la
el Papa y el Emperador, pero que va a conocer
unidad: naciones y unidad europea están rela­
un extraordinario desarrollo económico, políti­
cionadas.
co y cultural, y a emprender una expansión
cada vez más conquistadora, la cristiandad lati­
na. Esa cristiandad es la Europa medieval. Los
pueblos instalados en el Imperio romano for­ El cristianismo marca perfectamente su in­
man con las poblaciones que vivían en él esta­ fluencia, sobre todo porque también se traduce
dos puestos bajo la autoridad de un jefe con­ en las instituciones, imponiendo al conjunto de
quistador que toma el título de rey e instaura los estados cristianos una doble red: la red de
una dinastía reinante: los godos y luego los lom­ las diócesis y luego de las parroquias, y la red
bardos en Italia, los visigodos en Aquitania y en del mundo monástico donde, a principios del
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siglo IX , triunfa una misma regla, la de san Be­ De esta reorganización del Imperio romano
nito. En los siglos siguientes, el monaquisino de Occidente emergen dos fenómenos capitales.
benedictino ha de acostumbrar a los europeos
a unas prácticas del tiempo que todavía pervi­
ven en la gestión actual del tiempo. En primer El primero es el rechazo de un poder teocrá­
lugar, la gran división entre un tiempo para la tico, a diferencia del Oriente bizantino. En O c­
oración y un tiempo para el trabajo que intro­ cidente, el poder religioso corresponde a la
duce una división entre lo que seguirá siendo y Iglesia y al papa, el político al rey. El precepto
se afirmará como un tiempo para el trabajo y evangélico regula la dualidad de poderes: «D ad
lo que evolucionará hacia un tiempo para el al César lo que es del César». Europa va a esca­
reposo, para el ocio y la fiesta. Ésos son, por par al monolitismo teocrático que paralizó a Bi-
otro lado, los primeros signos sonoros del zancio y sobre todo al Islam después de haber
tiempo que se imponen a todos: el sonido de favorecido su expansión.
las campanas, antepasados del reloj parlante.
Es, por último, la división regular del tiempo
de los monjes según las horas canónicas del El segundo es la mezcla étnica que resulta de
día y de la noche, organización del tiempo in­ la creación de la Cristiandad y de los reinos cris­
dividual y colectivo que será sustituido por un tianos: a los celtas germanos, galo-romanos, an-
empleo del tiempo de los burgueses y de los glo-romanos, ítalo-romanos, ibero-romanos y
comerciantes a partir de los siglos xrv y xv, en­ judíos se mezclaron normandos, eslavos, hún­
señando a los europeos los beneficios de una garos y árabes mediante aculturaciones que
gestión racional del tiempo, baza económica y anuncian lo que será una Europa abierta a las
moral que será provechosa para Europa a pe­ olas de inmigración: una Europa de la diversi­
sar de que los poderes (soberanos, industria­ dad cultural y del mestizaje. Sin embargo, en la
les, burocráticos) abusen de su poder sobre el España visigoda aparece uno de los demonios
tiempo. malos de Europa, el antisemitismo.
18 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 19

En dos ocasiones se produce un esfuerzo de francos (la futura Francia), y el reino oriental de
unificación política de la Cristiandad occidental los francos (la futura Alemania). Pero habían
en forma de un imperio independiente del Im ­ hecho pesar sobre Italia una dominación par­
perio griego bizantino: con Carlomagno, coro­ cial por parte de los alemanes que, combinán­
nado emperador en Roma en el año 800, y con dose con el estado pontificio, iba a impedir la
Otón I, también coronado por el papa en Roma unidad italiana hasta el siglo xix. Entre Francia
en el año 962. Esa resurrección imperial dio ori­ y Alemania, una zona indecisa bautizada al
gen a una institución más teórica y simbólica principio como Lotaringia, no apta para trans­
que real, el Sacro Imperio romano de nación formarse en estado, iba a constituir un terreno
germánica cuya capital ideal era Roma pero de de enfrentamientos pluriseculares entre france­
la que pronto se emanciparon, salvo Alemania, ses y alemanes.
todos los países, incluida Italia, cuya subordina­
ción al poder imperial alemán fue la mayoría de
las veces teórico. El Imperio habitualmente fue Sin embargo, a principios del siglo vm, la
una forma vacía en la Europa medieval y, dispu­ gran oleada de la conquista árabe alcanza a la
tándose la supremacía del poder espiritual so­ Europa occidental. Si la implantación musul­
bre el poder temporal o a la inversa, el Papa y el mana es débil y efímera en Provenza, y más im­
Emperador se agotaron en vanos conflictos, portante y duradera pero a pesar de todo limi­
quedando al margen de la verdadera evolución tada en Sicilia, sumerge a la mayor parte de E s­
política de Europa, la de la génesis de los esta­ paña antes de que, en el siglo xn y sobre todo en
dos modernos nacionales a partir del siglo xm. el xm, los pequeños reinos cristianos del norte
de la península, Castilla, León, Navarra, Astu­
rias, Galicia y Aragón, obliguen a retroceder
Los repartos del imperio carolingio en el si­ lentamente al principio y luego rápidamente a
glo LX habían iniciado una división mayor de la los musulmanes durante la Reconquista. Pero
Europa continental: el reino occidental de los no será hasta 1492 cuando la España cristiana,
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unificada por la unión de Castilla y Aragón, ex­ caloñadas de norte a sur. Los estados creados
pulse definitivamente a los musulmanes de su por los carolingios se esfuerzan por tener, en un
último reducto, el pequeño reino de Granada. corte vertical, un trozo de cada banda. Esa diver­
sidad geográfico-histórica exige, para ser respe­
tada, construcciones complementarias y armo­
El episodio del Imperio carolingio no es más niosas que preserven la personalidad y la riqueza
que un avatar de la construcción europea, pero de cada una. Por desgracia, ni Carlomagno, ni
los resultados de su reparto tras el tratado de Carlos V, ni Luis XIV, ni la Revolución Francesa,
Verdón (843) y sus rectificaciones, acentúan la ni Napoleón comprendieron esto.
prefiguración de una Europa política tan carga­
da de éxitos como de conflictos. L a pareja Fran­
cia-Alemania se precisa en ese episodio, pero la Paradójicamente, la Edad Media, cuando
inestable Lotaringia se introduce en él como Europa se forma, es el período en que casi desa­
una temible manzana de la discordia. Por su parece esa palabra y en que sus raros empleos
lado Italia figura en ese avatar sobre todo como apenas son otra cosa que una expresión geográ­
una presa que Alemania en la Edad Media, fica. Un cronista del siglo vm, al hablar de la vic­
Francia en el Renacimiento y los grandes esta­ toria de Carlos Martel en Poitiers en el año 732,
dos europeos hasta el siglo xix codiciarán, tam­ dice sin embargo que ha enfrentado a los mu­
bién para mayor desgracia de Europa. sulmanes con los europeos. Pero los términos
más frecuentemente utilizados para el conjunto
europeo son Cristiandad de un lado, Occidente
Estos tratados de reparto del siglo rx esclare­ del otro.
cen sin embargo un dato fundamental de Euro­
pa: punta occidental del continente eurasiático,
los diferentes tipos de suelos, de economías y de Sin embargo, Europa se esbozaba política y
civilizaciones convergen en ella por bandas, es- culturalmente en su desarrollo interno y al con­
22 Jacques Le G olf La vieja Europa y el mundo moderno 23

tacto de adversarios y competidores. Igual que técnicas que ya existían antes. Aunque es exage­
para los conflictos internos en Europa, en gene­ rado hablar de revolución tecnológica, hubo
ral no se ve otra cosa que enfrentamientos en una fuerte aceleración del progreso tecnológi­
esos contactos. Se ve al Islam hacer de España co, muy lento hasta entonces. L a Edad Media
la prolongación del mundo musulmán asiático- sigue siendo un mundo de madera, pero au­
africano y a los turcos codiciar desde el siglo xv mentó considerablemente el empleo de la pie­
un trozo de Europa en su extremidad sur orien­ dra y del hierro. A partir del siglo xm empezó a
tal. Pero no hay que olvidar que sus contactos, explotar minas de hierro, de plomo, de cobre y
bajo una forma pacífica que también existió, de hulla. Desde el punto de vista de las fuentes
aprovecharon a Europa. Por España y por Sici­ de energía, el fenómeno esencial es la difusión
lia llegaron a Europa en la Edad Media las téc­ considerable del molino de agua, tanto en el
nicas, las ciencias y la filosofía que los árabes ha­ campo como en la ciudad, en sus aplicaciones
bían heredado de los griegos, de los indios, de para uso industrial (molino de hierro, de pren­
los iraníes, de los egipcios y de los judíos. Tales sa, de corteza, de cerveza, de papel, etc., y la sie­
aportaciones permitieron a la Europa occiden­ rra hidráulica) para concluir a finales del siglo x
tal, que supo asimilarlas, adaptarlas y recrearlas, con la aparición del molino de viento. El moli­
tanto sacar de sí misma otros recursos como no se convirtió en una verdadera máquina.
realizar el extraordinario desarrollo medieval
que le hizo sobrepasar el poder e igualar la civi­
lización de las grandes áreas político-culturales Los transportes terrestres fueron mejorados
chinas, indias, musulmanas y bizantinas. gracias al arreglo y el mantenimiento de rutas,
así como a la construcción de carretas más gran­
des y sólidas, la disposición de los arreos de las
L a Edad Media equipó a Europa. Se mostró bestias de carga, la mejor protección de los mer­
conquistadora e innovadora en el campo de la caderes y de los convoyes comerciales, la cons­
tecnología, supo ante todo mejorar y difundir trucción de puentes y la apertura de vías nue­
24 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 25

vas, la más celebre de las cuales fue la vía alpes­ de los campesinos, tanto de las comunidades al­
tre del Gotardo en el siglo xm. deanas o urbanas como de los individuos.

M ás importantes fueron todavía los progre­ En el terreno agrícola, los progresos consis­
sos en el terreno marítimo, sobre todo a partir tieron sobre todo en el mayor empleo del hierro
del siglo xm: construcciones de navios de mayor para las herramientas, en la difusión de nuevos
tonelaje (naves mediterráneas, cogges hanseáti- instrumentos: el arado de rueda y de vertedera
cas), sustitución del gobernalle lateral por el go­ disimétrica y la rastra, en la utilización de un sis­
bernalle de codaste, más móvil y de maniobra tema de uncimiento por los hombros que no
más segura, mejor velamen (difusión de la vela comprimía el pecho de bueyes y caballos, en
latina), perfeccionamiento del astrolabio y de los lentros progresos de la rotación trienal de
las medidas astronómicas, difusión de la brúju­ cultivos que permitía un incremento de la su­
la, establecimiento de mapas más correctos. Al perficie cultivada y la introducción de cultivos
alba del siglo X V I, Europa posee los medios téc­ «robados» (cereales de primavera, plantas fo­
nicos para descubrir y conquistar el mundo. rrajeras o de uso industrial). La reaparición en
También China los tenía, pero, al contrario de los siglos xm-xrv de tratados de agricultura m a­
Europa, no los utilizó. Las razones de esta dife­ nifiesta la tendencia a volver más racional y más
rencia de comportamiento deben buscarse sin culta la explotación agrícola. En el terreno arte­
duda en el terreno de la cultura y de las menta­ sanal e industrial, al lado del molino, la innova­
lidades, en una menor vinculación ritual de los ción mayor se produce en el terreno textil con
europeos a la tradición y en una mayor movili­ el bastidor vertical de pedales y el tomo. En la
dad social. En efecto, es notable que las innova­ construcción se perfeccionan los aparatos de
ciones tecnológicas parezcan haber sido cosa elevación y se ve aparecer la carretilla. En el si­
tanto de las comunidades religiosas como de las glo xv, el desarrollo de la artillería que aparece
comunidades laicas, tanto de los señores como en el arte militar propina un latigazo a h meta­
26 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 27

lurgia, sobre todo en Lombardía y en ciertas re­ nifíesto la importancia de una unificación mone­
giones alemanas: la metalurgia era desde hacía taria para el progreso de una unidad europea.
tiempo un terreno de tradición germánica. De
este modo puede manifestarse un notable cre­
cimiento económico tanto en el espacio en que Cuatro aspectos generales de la sociedad y de
se conquistan nuevas tierras mediante amplias la civilización medieval han marcado a Europa
roturaciones y donde nace, en una combina­ con una fuerte influencia que, hasta la actuali­
ción de rutas marítimas y terrestres, una Welt- dad, ha producido una herencia positiva por re­
wirtschft europea dominada por los italianos y gla general.
los hanseatas, como en el aumento de los ren­
dimientos y el descenso de los tiempos de tra­
yectos. 1) L a tradición rural es la primera, pero tal
vez sea de doble filo. En efecto, en la Edad M e­
dia la tierra es la base fundamental de la econo­
Este desarrollo económico se apoya en una mía, del poder y del prestigio, y esa eminencia
doble red de mercados locales y de grandes fe­ de la tierra, del propietario del suelo y del cam­
rias; las más importantes entre los siglos xn y xrv pesino sigue conservando hoy un poder simbó­
son las ferias de Champaña. A pesar de los pro­ lico cuya fuerza, que vuelve particularmente es­
gresos en las prácticas monetarias (control de las pinosos los problemas agrícolas de la comuni­
monedas por las ciudades y los príncipes, crea­ dad, todavía podemos ver. El otro fundamento
ción de un comercio al por mayor adaptado a del sistema feudal europeo son las relaciones
los nuevos tratos comerciales, multiplicación de entre los hombres y en particular la fidelidad.
cambistas y aparición de banqueros, primero en Sigue siendo, algunas veces paralizadora pero
Italia, luego en el Sur de Alemania), la multipli­ en la mayoría de los casos dinamizadora, uno de
cidad de las monedas y la complejidad de los los elementos esenciales de las mentalidades y
cambios es un cuello de botella que pone de ma- de los comportamientos europeos.
28 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 29

2) Tras la gran oleada de cristianización de la de la Confederación helvética, constituida a


Alta Edad Media, a partir del siglo x se produ­ partir de tres cantones que se unieron en 1292
jo una segunda oleada. Provoca, sobre todo, la mediante una alianza perpetua: Uri, Schwyz y
entrada de dos nuevos grandes grupos de euro­ Unterwald. Es importante el papel de los suizos
peos, los escandinavos y los eslavos, en la Cris­ en Europa: además de ese modelo político ori­
tiandad y en Europa, porque entonces las dos ginal de asociación voluntaria de células terri­
son la misma cosa. Ya sea mediante aculturacio- toriales, los suizos controlan una gran parte de
nes armónicas, ya en medio de conflictos cultu­ los pasos alpestres que permiten la comunica­
rales más o menos agudos, por ejemplo entre ción de la Europa del Sur y de la Europa del
ingleses, galeses e irlandeses o escoceses, entre Norte entre sí, aunque a partir del siglo xiv
alemanes y eslavos, se percibe la originalidad y exista una ruta marítima regular entre Italia,
la importancia de las naciones europeas perifé­ Inglaterra y Flandes. Afirman la presencia de
ricas. En la Europa medieval se producen rela­ montañeses en Europa y proporcionan solda­
ciones centro-periferia cuyo buen funciona­ dos mercenarios a los estados europeos. Para
miento es una de las condiciones de éxito de la proseguir con su papel y con su poder les bas­
comunidad europea. tará convertirse en el siglo xx en poderosos y
discretos banqueros.

3) L a Europa medieval se afirma también


como diversidad. Es diversa, por ejemplo, en el 4) La Europa medieval inventa también nue­
plano político. Junto a estados centralizados cu­ vos modelos culturales diferentes del héroe
yos mejores ejemplos son Inglaterra, Francia y guerrero y del orador de la Antigüedad. El pri­
España, las ciudades-estado de Alemania y so­ mero es la expresión de la nueva religión, el
bre todo de Italia ofrecen otros modelos de co­ cristianismo. Es el modelo del santo. Incluso
munidad política, económica y cultural euro­ cuando la Edad Media se aleje e incluso cuando
pea. Hay casos más originales todavía, como el los ideales religiosos se difuminen, el santo se­
30 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 31

guirá estando presente para los europeos, pre­ la época clásica como el gentleman del siglo xix.
sente en el arte y en la literatura, presente en Norbert Elias ha mostrado también de qué for­
una idea de perfección humana (habrá santos ma lo que podría considerarse únicamente
laicos), presente gracias al calendario de fiestas como un objeto anecdótico, el tenedor, mani­
y a la colección de nombres que siguen llevando fiesta un giro de modernidad en los hábitos de
muchos europeos. Otro modelo, éste laico, es el mesa de Europa. Llegado de Bizancio a Venecia
de la cortesía. El hombre cortés no es sólo un en el siglo xi, el tenedor marra su entrada en el
guerrero que realiza proezas, es también un mundo europeo. Esa cristiandad europea es to­
hombre bien educado que se comporta con ga­ davía un país de grupos donde se come en co­
lantería ante las mujeres y que difunde a su alre­ mún en los mismos tazones, en las mismas escu­
dedor los comportamientos refinados de la cor­ dillas, donde se bebe en común en las mismas
te. Es el primer ideal de una civilidad que, unida copas. El tenedor está ligado a la individualiza­
a la urbanidad, las buenas costumbres formadas ción de las maneras de mesa, a la emergencia
en la urbe, constituye hasta el día de hoy para moderna del individuo en el siglo xvi. También
los europeos un código de valores sociales y de en este punto Europa creó una herramienta cul­
comportamientos distinguidos. Nobert Elias ha tural de la mesa, frente al palillo del Extremo
demostrado perfectamente que la cortesía uni­ Oriente. Toda Europa se convirtió en un mun­
versal es una etapa esencial en el proceso de ci­ do del pan, un mundo del consumo alimentario
vilización que va a distinguir a Europa. Frente a de grandes trozos de carne o de pescado frente
los códigos del Extremo Oriente, Europa es el al mundo asiático del arroz y de los pequeños
único contienente que elaboró y aplicó de for­ trozos de alimento.
ma bastante amplia un código de buenas cos­
tumbres desde la educación infantil. E s la civili­
dad pueril y honesta (título de un libro de Eras- La Edad Media no equipó sólo técnicamente
mo, la más reeditada de todas sus obras en el a Europa, fue también el tiempo de su desarro­
siglo xvi) de donde saldrán tanto el discreto de llo intelectual y artístico. Tras la desaparición de
32 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 33

las escuelas de la Antigüedad griega y romana, París, de Oxford. Estos nuevos centros de sa­
sólo las escuelas monásticas y, secundariamente, ber que también son centros de promoción so­
las escuelas catedralicias habían distribuido, y cial basada en el éxito en unos exámenes y no
de forma exclusiva para futuros clérigos, una en la cuna se difunden desde el siglo xm a fina­
enseñanza esencialmente religiosa. les del siglo xv por toda Europa. Es una red eu­
ropea donde, a pesar de los progresos de cierto
sentimiento nacional, reina la movilidad inter­
Sin escapar por completo al control eclesiás­ nacional. A partir del siglo xm las universidades
tico, en las ciudades del siglo xn despierta un elaboran un método científico racional, la esco­
nuevo movimiento escolar e intelectual irresisti­ lástica.
ble. Las escuelas urbanas realizan una obra de
alfabetización que afecta en profunddiad a las
capas sociales. La práctica del comercio, el em­ Asimismo, la Europa cristiana eligió desde
pleo cada vez más frecuente del derecho y de muy temprano un comportamiento frente a las
sus aplicaciones, los progresos de lo escrito imágenes que permite no sólo un gran desarro­
frente a lo oral impulsan en la enseñanza tres llo del arte sino que hace del arte una de las
prácticas fundamentales: leer, escribir, contar. grandes expresiones del humanismo. Si, en
efecto, en el arte griego el hombre era la medi­
da de todas las cosas, en el arte medieval un
Más aún, en el plano de lo que hoy llamamos nuevo tipo de hombre hecho a imagen de Dios
la enseñanza superior, a finales del siglo xn y en es la medida del humanismo cristiano. L a elec­
el siglo xm, aparecen en ciertas ciudades institu­ ción esencial se hizo en la encrucijada de los si­
ciones de un tipo nuevo constituidas como cor­ glos vm y i x y s u garante fue Carlomagno. Es
poraciones de maestros y estudiantes que po­ una actitud contraria al rechazo judío y musul­
seen estatutos, programas, manuales y exáme­ mán de representar la figura humana y, al mis­
nes. Son las universidades, de Bolonia, de mo tiempo, la figura divina, contrariamente
34 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 35

también a las tendencias que, sobre todo en el duda insuficiente, porque los artesanos agrupa­
cristianismo bizantino, pero también en ciertos dos idealmente en el sistema de las artes mecáni­
medios del cristianismo romano, rechazan las cas nacido en el siglo rx y desarrollado en el xn
imágenes y las rompen, la iconoclasia. Al con­ siguen siendo inferiores respecto a los miem­
trario de esos rechazos, la Europa latina cristia­ bros Ubres y nobles de las artes liberales. Pero
na acoge y favorece las imágenes, objetos de en­ toda una modernidad del trabajo se esboza a
señanza y de delectación a condición de que no través de la glorificación de las herramientas
sean adoradas como ídolos. Ese arte se desarro­ atributos de los santos, a través del prestigio de
lla en estilos a escala europea, es el arte románi­ las corporaciones de oficios, a través de la con­
co, y luego el arte gótico. sideración de utüidad de los trabajadores para
el conjunto de la sociedad y a través de la idea
de que el hombre en el trabajo puede ser un co­
Todos estos desarrollos materiales, intelec­ laborador de la creación reahzada por el primer
tuales y artísticos no habrían podido darse si no gran trabajador, Dios.
hubieran sido acompañados por una evolución
de la religión, si el cristianismo no hubiera acep­
tado el movimiento de la historia y no hubiera Dicho con mayor precisión, el cristianismo
sabido adaptar la letra al espíritu. Ese cristianis­ medieval levanta en gran medida los bloqueos
mo permitió a Europa adoptar su ritmo de m o­ que obstaculizaban el desarrollo de una econo­
vilidad en una tradición de equilibrio entre el mía de tipo moderno que más tarde se llamará
hombre y la naturaleza, la razón y la fe. Mucho capitahsmo. Admitiendo la legitimidad de cier­
antes que el protestantismo, como creía Max tos beneficios y de la imposición de una tasa
Weber, el cristianismo medieval favoreció el tra­ moderada de interés, tomando en cuenta la no­
bajo, hasta entonces despreciado como una ción de riesgo económico, sustrayendo ciertas
consecuencia del pecado original y vinculado a prácticas comerciales a la condena de la usura,
la esclavitud. Esa promoción del trabajo fue sin abriendo al usurero, hasta entonces carne de in­
36 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 37

fiemo, la esperanza del purgatorio, renuncian­ del IV Concilio de Letrán, en 1215, de hacer
do a considerar el dinero como un objeto dia­ obligatoria para todos los fieles una confesión
bólico, la Iglesia cristiana hizo desaparecer — y privada con un sacerdote al menos una vez al
en ocasiones de forma muy liberal— los tabúes año, fue el origen de un gran movimiento de
que contribuían a impedir tanto el desarrollo psicología europea que, a través del examen de
económico y en particular la economía moneta­ conciencia y de la autocrítica, desembocará en
ria como una economía mundial. Freud. Pero desde el siglo xm, para obtener la
confesión, la Iglesia practica la tortura. Esa lega­
lización de una práctica que no va a cesar de
Pero la Europa medieval también puso de asolar Europa hasta hoy día y que se ha exten­
manifiesto los problemas, las contradicciones, dido a todos los continentes es uno de los gran­
los extravíos, los errores y los crímenes de cier­ des pecados de Europa.
tas prácticas y de ciertas inclinaciones del espí­
ritu europeas.
L a Iglesia recurrió a la inquisición porque es­
taba amenazada. Organización totalitaria al ser­
A partir del siglo xn la Iglesia pretendió re­ vicio de una religión totalitaria, la Iglesia medie­
formar la justicia sustituyendo el viejo sistema val no podía tolerar la expresión y la práctica de
«bárbaro» de la acusación lanzada por la fami­ concepciones que se apartasen de la ortodoxia
lia, el linaje, la parentela o los amigos contra un cristiana. Y, a medida que el desarrollo econó­
criminal, por un procedimiento de investiga­ mico, intelectual y social se difundía, las críticas
ción cuya iniciativa dependía de jueces. A partir a una situación en la que estaban íntimamente
del siglo xm, la Iglesia hizo realidad el procedi­ imbricados la religión oficial y el sistema feudal
miento inquisitorio confiado a jueces especiales eran más numerosas y más vivas. Estas contesta­
para obtener la confesión de los inculpados. Esa ciones adoptaron durante mucho tiempo un al­
búsqueda de la confesión, unida a la decisión cance religioso. Fueron las herejías que apare­
38 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 39

cen por todas partes a partir del Milenio. Entre desigualdades que la fundamentaban, instituyó
ellas, en los siglos xn y xm el catarismo, difundi­ el Estado moderno, más justo, pero que no tar­
do sobre todo en el Norte de Italia y en la Fran­ dó en convertirse en un ídolo que acaparó lo sa­
cia meridional, pero que llega a penetrar hasta grado arrebatándoselo a los viejos poderes reli­
Flandes y la Baja Renania, es una contestación giosos y feudales para crear otro Leviatán, la ra­
fundamental del cristianismo. D e hecho es otra zón de Estado. L a Europa actual aún no se ha
religión semejante al maniqueísmo y al zoroas- curado de ello.
trismo orientales, e influida por ellos, que opone
de manera absoluta un principio del bien y un
principio del mal identificado con todo lo que es Cogida, por último, entre dos movimientos
carne, con todo lo que es materia. Encontramos contradictorios, uno de autodefensa y de replie­
aquí una de las contradicciones fundamentales gue sobre sí misma frente a los peligros de las
de Europa frente a unos contestatarios cuyo éxi­ oposiciones internas y externas, frente a los ries­
to habría conducido sin duda a unas sociedades gos de su apertura económica e intelectual, y
de tipo teocrático e integrista. L a Iglesia cristia­ otro de tentación de usar y abusar de la nueva
na sólo supo combatir ese peligro recurriendo a potencia conseguida, Europa vaciló entre dos
medios moralmente inaceptables y destructores decisiones ante las que todavía hoy no ha zanja­
de los valores que afirmaba querer defender. La do realmente, a pesar de la diferencia de situa­
Europa moderna encuentra desafíos semejantes ciones. El primer movimiento es el del cierre, el
que, para provecho de una problemática de la de la exclusión, el de la represión y el de la «p u ­
larga duración, demuestran la fragilidad de una rificación» interna. Más allá de la lucha contra
problemática de la modernidad. los herejes, son las persecuciones crecientes
contra los judíos y el desarrollo de sentimientos
y prácticas propiamente antisemitas, es el final
L a Edad Media metió a Europa en otros des­ de la tolerancia respecto a los homosexuales, es,
lices. Para limitar las taras de la feudalidad y las frente a los leprosos, el triunfo del miedo sobre
Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 41
40

la piedad, y si hay menos herejes la caza se vol­ mo tiempo que mantiene sus reivindicaciones y
verá hacia los brujos y sobre todo hacia las bru­ sus proyectos de cruzada que adoptan cada vez
jas. Es lo que Norman Cohn ha llamado los de­ un más carácter utópico, a esa Europa de Ultra­
monios internos de Europa. mar que han esbozado en los siglos xn y xm las
cruzadas. Un tercer aspecto de esa expansión
resulta todavía más antiguo y preñado de con­
El otro movimiento es el de la expansión. E x ­ flictos futuros. Es la expansión hacia el Este, ha­
pansión que ofrece varias caras. Una es pacífica, cia esa frontera indefinida, abierta, esa llaga en
aunque desemboque en formas económicas de el flanco de Europa. En este caso, la expansión
dominación. Es el desarrollo fuera de las fronte­ sólo episódicamente comporta aspectos milita­
ras de la Europa del comercio de los cristianos res. Es una expansión en apariencia pacífica,
latinos sobre todo en el mundo mediterráneo, hecha de conversión al cristianismo, de instala­
en particular con la expansión de Génova y de ción de colonos, que hacen entrar a la Europa
Venecia que, para proteger ese comercio, cons­ oriental en la Weltfirschaft europea por rotura­
tituyen verdaderos imperios de Ultramar. Esta ción y urbanización. Pero esencialmente es un
expansión también puede ser militar y agresiva. grupo étnico, los alemanes, el que lleva a cabo
E s el caso de las cruzadas. Este tipo de expan­ esa expansión por el Este, chocando con otro
sión resulta ambiguo porque se presenta como grupo étnico, los eslavos. Así nace una nueva
una reconquista, reconquista de los lugares sa­ fuente de conflictos durante siglos, el conflicto
grados, reconquista de Sicilia, reconquista de entre germanos y eslavos, tanto más perjudicial
España. Termina por limitar mejor las fronteras para Europa por ser un conflicto entre cristia­
de la cristiandad a las de Europa. Si esa inde­ nos, un conflicto entre europeos.
pendencia de la Europa cristiana debe esperar a
1492 para ser completada con la reconquista
del reino de Granada, desde finales del siglo X ffl H e insistido en esos tiempos antiguos de E u ­
la Europa cristiana renuncia de hecho, al m is­ ropa, en particular de la Europa medieval, por­
42 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 43

que creo que así se ven mejor los datos de una militar, geográfica y culturalmente. Ese con­
larga duración que pesan, tanto para bien como quistador es Europa. Incluso aunque Europa
para mal, sobre la Europa de hoy. Este examen siga cultivando sus demonios interiores para sí
del pasado lejano de Europa permite asimismo misma, la modernidad es ante todo el resto del
definir mejor qué es lo que hay que entender mundo y su presencia en el resto del mundo.
por Tiempos Modernos y por modernidad.

El segundo gran fenómeno es la aparición de


Tradicionalmente se sitúa el principio de los la Reforma. Es el fin de la unidad de la religión
Tiempos Modernos en el siglo xvi y, en efecto, que impregnaba y enmarcaba toda la vida de los
en él se ven por lo menos dos grandes fenóme­ europeos. A partir de ese momento hay una Eu ­
nos que marcan un nuevo período de la historia ropa protestante y una Europa católica, y ya no
de Europa, un cambio tan importante que pue­ hay solo una Europa dividida sino una Europa
de justificar un diagnóstico de modernidad. El cuyas dos mitades entran, bien de estado a esta­
primero de estos fenómenos son los grandes do, bien en el interior de los estados, en un con­
descubrimientos. Estos grandes descubrimien­ flicto a menudo feroz entre católicos y protes­
tos cambian fundamentalmente el lugar de E u ­ tantes. Pero ¿se trata de un signo tan evidente
ropa en el mundo. A partir de ese momento el de modernidad? Después de haber insistido en
mundo está constituido, aunque sea una reali­ la modernidad de Lutero y de Calvino ha sido
dad geográfica y mental lenta en materializarse, cuando mejor ha salido a la luz el carácter más
por cuatro continentes en vez de los tres tradi­ tradicional de algunas de sus posiciones esen­
cionales. Eso es lo que le valió a Amerigo Ves- ciales en materia religiosa, social o política. Se
pucci dar su nombre a América, porque fue él ha subrayado por otro lado, y pese a cierto des­
quien la identificó como un nuevo continente. fase cronológico, el paralelismo y las semejanzas
Y en este mundo unificado de cuatro continen­ entre dos reformas, la protestante y la católica,
tes, uno de ellos está en expansión económica, antes llamada Contrarreforma, cuando la oposi­
44 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 45

ción al protestantismo no es el único ni tal vez el do profundamente medieval. Lucien Febvre lo


principal de estos objetivos. Finalmente, con el ha demostrado a propósito de Rabelais. En el
tiempo, más allá de los horrores de las matan­ terreno artístico, el Renacimiento produce sus
zas, de las persecuciones, de las expulsiones y primeras obras maestras en Italia por lo menos
de las guerras civiles, en la actualidad se percibe desde el siglo xn. En uno de los sectores en
mejor cómo en toda Europa, bajo sus variantes que la modernidad parece mejor afirmada, el
católicas y protestantes, es un mismo conjunto de la producción de libros con la invención y
de valores cristianos lo que persiste de forma difusión de la imprenta, ¿no hacemos hincapié
consciente o inconsciente. con motivo, desde hace tiempo, en las condi­
ciones nuevas de la producción de libros m a­
nuscritos a partir del siglo xm en particular en
Además ¿no es el conjunto de la concepción el ámbito y para las necesidades de las univer­
de la modernidad del siglo xvi lo que puede sidades? L a lectura individual en voz baja que
cuestionarse? Ya hemos visto que la Edad M e­ se difunde a partir del siglo xm por lo menos,
dia fue atravesada por fases de desarrollo y de ¿no marca un giro de la relación del europeo
renacimientos en el siglo rx, en el xi, en el xrv, con el libro más importante que el libro im­
que eran, bajo la referencia a un retomo a la preso? H asta mediados del siglo xvi, la filoso­
Antigüedad pagana o cristiana, accesos de m o­ fía y la ciencia siguen siendo no modernas sino
dernidad. tradicionales. Copém ico no tendrá influencia
revolucionaria hasta principios del siglo xvn
con Galileo. ¿N o hay que esperar al gran desa­
En la historiografía y en la opinión común rrollo científico del siglo xvn, de Galileo a
modelada por ella, el Renacimiento ha sido de­ Leibniz y Newton, para hablar realmente de
finido sobre todo como una revolución intelec­ ciencia moderna? ¿Puede darse, antes del si­
tual y artística. ¿Es tan cierta esa revolución? El glo xvm, un sentido distinto del cronológico a
pensamiento del siglo xvi sigue siendo a menu­ Moderno?
46 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 47

Veamos ante todo la definición que ha dado ya se encuentra en el humanismo florentino de


de la modernidad del siglo xvi el gran historia­ los siglos x iv y XV: «E s una protesta contra el as­
dor que mejor la ha definido, Henri Hauser. La cetismo, una apoteosis de la vida terrestre que
definió a través de cinco «revoluciones»: una merece la pena ser vivida por ella misma, con
revolución intelectual, una revolución religiosa, sus dolores y sus alegrías, es ya la filosofía goet-
una revolución moral, una política «nueva» y hiana de la Novia de Corinto». También mues­
una «nueva» economía. De un examen muy tra en que lo que, no sin exageración, se ha lla­
matizado del paisaje intelectual del siglo xvi, mado la «descristianización del pensamiento
Hauser concluye: «con el siglo xvi la palabra europeo», el averroísmo paduano no esperó al
ciencia cambia de sentido, deja de designar una siglo xvi para ejercer su espíritu crítico. Henri
tradición, un tesoro que se transmite, para de­ Hauser dice, por último, que no podría seguir
signar el conocimiento de lo que es, conoci­ a Abel Lefranc hasta la concepción de un Ra-
miento que se adquiere mirando las cosas». belais ateo. Las investigaciones más recientes
Pero en el siglo xn un san Anselmo, un Abelar­ han encontrado, apenas enmascarado, desde el
do, no consideraban ya el saber como un tesoro siglo xm, lo que Hauser denomina «un cristia­
sino como un ejercicio del espíritu, y si la vista nismo extremadamente libre que no tiene de
se vuelve, en efecto, más aguda y más realista en cristiano otra cosa que el nombre».
el siglo xvi, un Grosseteste, un Roger Bacon y
quienes inventaban en la teoría y en la práctica
la perspectiva en el siglo xm no por ello agudi­ Bajo la etiqueta de «revolución moral» H en­
zaban menos la mirada que lanzaban sobre la ri Hauser mete, esencialmente, dos ideas que le
naturaleza. parecen «completamente nuevas». L a «prim e­
ra» es «la unidad de la raza humana». Pero
¿qué período creyó más en una sola genealogía
En el terreno religioso, el mismo Hauser re­ humana, la de los hijos de Adán y Noé, que la
conoce que el individualismo del Renacimiento Edad Media? La segunda es la de progreso. La
48 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 49

palabra y el concepto que ya se ha descubierto la Francia de Felipe el Bello. También aquí el


en Abelardo en el siglo xn no se encuentra real­ lento proceso de autonomía de la política res­
mente sino en el paso del siglo xvn al xvm. La pecto a la religión durará mucho después del si­
política «nueva» se define, según Henri Hauser, glo xvi, y si Maquiavelo sigue siendo un gran
por cuatro características. La primera es la for­ pensador político es un defecto de perspectiva
mación de los estados modernos y la aparición de cierta historiografía que hace de su obra un
de la idea de nacionalidad, pero hoy todos los testimonio de ese autonomización de lo político.
historiadores reconocen que hay que situar el Por último, Henri Hauser ve un signo de moder­
inicio significativo de estos fenómenos entre los nidad política en lo que él llama «la transforma­
siglos xm y xiv, y que hay que esperar a la Revo­ ción de las relaciones internacionales», y lo ca­
lución Francesa y al siglo x d í para poder hablar racteriza por la idea «completamente moderna»
realmente de la idea de nacionalidad. La segun­ de «definir al agresor». Ahora bien, desde la
da característica sería «la elaboración de la idea Edad Media la Iglesia cristiana, al esforzarse por
democrática». Esta se hallaría vinculada a la Re­ definir la «guerra justa», ha otorgado gran im­
forma. En tales condiciones también podríamos portancia desde luego a la localización del agre­
verla en la práctica de las elecciones y de las de­ sor. Y si en el derecho internacional hay un mo­
cisiones monásticas o, sobre todo, en los religio­ mento verdaderamente significativo lo aportan
sos mendicantes en plena Edad Media. L a idea los tratados escritos a principios del siglo xv a
«democrática» es, como la felicidad, una idea propósito de la lucha de los polacos contra la
nueva en Europa sólo en el siglo xvm. L a si­ Orden teutónica, donde aparecen con gran fuer­
guiente característica es «la secularización de la za y gran claridad las nociones de independencia
política». Numerosos historiadores, incluso de los estados y de no agresión entre los estados.
aunque hayan exagerado un poco (yo preferiría
hablar de transferencia de sacralidad al Estado)
han situado este fenómeno de laicización de la En cuanto a la «nueva» economía, para ca­
política en los siglos xm y X N y, en particular, en racterizarla Hauser apenas ve otra cosa que la
50 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 51

aparición de «bruscas crisis», pero la banca ita­ Esa prudencia también se impone si investi­
liana, y de rebote el conjunto de lo que podía gamos la historia de los términos moderno y mo­
llamarse economía mundial en esa época, ya dernidad. La palabra moderno nace cuando se
conocieron a finales del siglo xm y en los años derrumba el Imperio romano en el siglo v. Está
1340, en Siena y en Florencia, crisis de esa vinculada por tanto a una oposición antiguo-
brusquedad y de esa amplitud. Tal vez a propó­ moderno y durante la Edad Media tendrá en lí­
sito de crisis haya que señalar que es el conjun­ neas generales el sentido de reciente y de actual.
to de la Europa cristiana la que está en crisis en Sin embargo oculta a menudo, en particular en
los siglos xrv y XV. Una crisis general de la que el terreno intelectual, una noción de valor. En el
acabó saliendo porque se trata de una crisis de siglo rx los intelectuales llaman a la época de
mutación. A este respecto puede compararse Carlomagno el «siglo de los modernos». Un in­
la crisis europea de la que Europa no sale más glés, Gauthier Map ve a finales del siglo xn en
que para dar un nuevo salto a la crisis que en el esa centuria el desenlace de un progreso secu­
mismo período afecta al mundo musulmán y al lar: «Llam o a nuestra época esa modernidad, es
mundo chino, y que no es más que el inicio de decir a ese lapso de 100 años que en su mayor
un lento declive del que esos dos mundos to­ parte todavía existe, cuya memoria reciente y
davía no han salido en la actualidad. ¿E s la al­ manifiesta recoge todo lo que es notable..., los
ternancia relativamente rápida de crisis y de re­ 100 años que han transcurrido, ésa es nuestra
novación una característica de Europa que la modernidad.» Los intelectuales de los siglos xm
dirigiría hacia una modernidad siempre rena­ y xiv están seguros de su modernidad frente a
ciente? sus antecesores, rápidamente transformados en
antiguos. A mediados del siglo xm los maestros
marcados por el aristotelismo se presentan
Y sólo demuestro la fragilidad del empleo del como modernos en relación a los maestros de
término moderno para incitar a muchos a la tres generaciones anteriores. Pero en el siglo xrv
prudencia en su utilización. maestros como Occam, Buridan, Bradwardine,
52 Jacques Le Go£f La vieja Europa y el mundo moderno 53

Gregorio de Rímini, Marsilio de Padua y Wyclif pédia Universalís. Jean Baudrillard ha puesto de
se definen como lógicos «modernos», teólogos relieve que la modernidad europea es un lento
«modernos», o simplemente como los «m oder­ proceso cuyo despegue también sitúa él en el si­
nos» en relación a esos maestros aristotélicos glo xvi, pero en mi opinión ese movimiento se
del siglo xm. En el siglo xiv Vasari ve en Giotto, afirma a partir de los siglos xn-xm y no adquie­
en el paso del xm al xiv, al primer artista moder­ re todo su sentido hasta el X IX : «la moderni­
no. D e hecho la oposición entre antiguos y m o­ dad», escribe Baudrillard, no es sólo la realidad
dernos no se afirma realmente sino a finales del de las conmociones técnicas, científicas y políti­
siglo xvn y principios del xvm con la querella de cas desde el siglo xvi, también lo es el juego de
Antiguos y Modernos en Francia, que concier­ signos, de costumbres y de culturas que traduce
ne sobre todo a los escritores y a los filósofos de esos cambios de estructuras en el plano del ri­
forma secundaria. Se basa en la idea consciente tual y del hábito social.»
y explícita a partir de ese momento de progreso.
Pero el término de modernidad no aparece has­
ta mediados del siglo xix: lo lanzó Baudelaire en Los siglos xvn y xvm habrían visto el desarro­
su artículo E l pintor de la vida moderna, escrito llo del pensamiento individualista y racionalista
en gran medida en 1860 y publicado en 1863. moderno, la secularización de las artes y de las
L a modernidad definida por Baudelaire es ciencias con la Enciclopedia, y el «romanticis­
esencialmente estética, es un goce estético del m o», es decir, el romanticismo definido por
presente. Sólo en la segunda mitad del siglo xx Stendhal en Racine y Shakespeare en 1823 ha­
ha sido objeto de análisis profundos la idea de bría sido un modernismo radical. En el plano
modernidad, en particular por parte del filóso­ social y político, el gran acontecimiento es la re­
fo Henri Lefebvre en su Introduction a la mo- volución de 1789, que crea el estado burgués
dernité (1962), y de Jean Braudillard quien re­ moderno en Europa. L a idea de modernidad en
sumió, en 1963, su concepción de la moderni­ el nivel político corresponde a Karl Marx, quien
dad en el artículo «modernité» de la Encyclo- en su Einleittrung zur Kritik der Hegelschen
54 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 55

Rechssphilosophie (1844) escribe: «la abstrac­ supone sin embargo un paso decisivo de las len­
ción del estado político como tal sólo pertenece guas vernáculas que poco a poco sustituyen al
a los tiempos modernos porque la abstracción latín. Se esboza una Europa de la edición. Vene-
de la vida privada sólo pertenece a los tiempos cia, Lyon, Basilea, Núremberg, Amberes y, en
modernos [...], en la Edad Media la vida del los siglos xvn-xvm las Provincias Unidas (los
pueblo y la vida del estado son idénticas; el Países Bajos) imprimen para toda Europa y,
hombre es el principio real en el estado... Los gracias a la venta ambulante, no sólo para la éli­
Tiempos Modernos son el dualismo abstracto, te cultural.
la oposición abstracta reflejada.»

Sin embargo, y a pesar de las guerras que des­


Antes de mirar a la vieja Europa frente al garraron la Cristiandad medieval, teóricamente
mundo actual, forma presente del mundo m o­ unida, son los Tiempos Modernos los que ven
derno, miremos rápidamente cómo envejeció el desencadenamiento de guerras llevadas entre
Europa durante los siglos bautizados como europeos, por los estados del Antiguo Régimen
Tiempos Modernos. Aunque el humanismo del primero y luego por los estados-naciones. D es­
Renacimiento no se distanció tanto de sus raíces garran, arruinan y asesinan a Europa en una es­
medievales como se ha dicho, no obsante apor­ pecie de crescendo infernal, guerras de Italia
ta nuevas realidades a Europa. L a figura emble­ desde el Renacimiento a la Guerra de Treinta
mática de Erasmo, el humanista crítico europeo años, a las guerras de la Revolución y del Impe­
de 1500, se ha convertido hoy en el símbolo de rio y finalmente a las dos grandes guerras del si­
la Europa del pensamiento, lo cual tal vez nos glo X X , la primera esencialmente europea, la se­
permita entrever que la Europa de ayer no se ha gunda asesina sobre todo en Europa. La Europa
adaptado tan mal a las demandas del presente. actual debe ser una Europa de la paz y la pareja
L a imprenta, que durante decenios difunde so­ Francia-Alemania, como en los tiempos carolin-
bre todo las obras religiosas de la Edad Media, gios, una pareja de amigos muy próximos.
56 Jacques Le Go£f La vieja Europa y el mundo moderno 57

N o obstante, la unidad cultural de Europa quicos arcaicos, algunos de los beneficios de la


no cesa de enriquecerse: el barroco y las Luces Revolución, ante todo da el ejemplo de lo que
son un movimiento europeo. E l despotismo Europa no debe ser: una Europa de la conquis­
ilustrado (expresión no peyorativa para desig­ ta y de la dominación de un estado y de un
nar un régimen autoritario pero que sólo quiere hombre.
imponer los progresos de la razón) aparece en
la Europa del siglo xvm como la fórmula políti­
ca mágica que parece inspirar a los filósofos El siglo xrx, que se inicia con un nuevo movi­
desde Lisboa a San Petersburgo. L a moda lite­ miento cultural europeo, el romanticismo, co­
raria que se acelera para un país y una lengua noce la revolución industrial, nuevo signo de
difunde sus producciones por toda Europa. Ita­ modernidad. Europa ofrece al mundo el ejem­
lia, España, Francia e Inglaterra, antes de la Re­ plo de sus éxitos y de sus taras. En el plano po­
volución Francesa, están en el primer plano de lítico y social, por todas partes y con mayor o
actualidad. En el siglo xrx la filosofía alemana y menor fuerza, aspiraciones hacia una mayor jus­
la novela rusa son las lecturas de toda Europa. ticia social animan grupos, partidos y revueltas.
El socialismo — siempre europeo, porque Amé­
rica todavía no es otra cosa que un apéndice de
L a Revolución Francesa fue un despertar Europa— está en marcha para lo mejor y para
prodigioso de Europa, gracias a la Declaración lo peor. L a democracia se consolida, en el O es­
de los derechos del hombre, a la abolición de la te de Europa, sobre todo en la forma parlamen­
feudalidad y al espíritu republicano, pero des­ taria burguesa.
conoce la potencia de la religión, se desliza ha­
cia la guerra y hacia un nacionalismo de una vi­
rulencia hasta entonces desconocida y propor­ Se acentúa un deslizamiento, el que lleva a
ciona la terrible imagen del Terror. Si Napoleón Europa de la expansión al colonialismo. Euro­
propaga en Europa, frente a regímenes monár­ pa, pese a ser siempre civilizadora, se convierte
58 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 59

también en un continente verdugo, verdugo de Unidos, de donde vuelve con fuerza hacia E u ­
África, del Sudeste de Asia y del Próximo ropa. N o veo en ello ninguna ventaja para do­
Oriente. Más tarde podrá verse otro deliza- minar mejor la historia de nuestro tiempo.
miento: el de la ciencia al cientificismo, que ra­ Como ha analizado Jean Baudrillard, la moder­
dicalizará el racismo, intentará legitimar un «so ­ nidad ya era un concepto confuso. El posmo­
cialismo científico» y tratará de expulsar la m o­ demismo lo es tanto más por cuanto, como he­
ral de la ciencia. mos visto, Europa ha conocido numerosas m o­
dernidades y aquella a la que el posmodemismo
se opondría no es la más coherente ni la más
evidente.
El siglo xix es sobre todo el siglo de la explo­
sión del nacionalismo, que también evoluciona
entre un progreso y una perversión: el legítimo
reconocimiento del derecho de los pueblos a El mundo moderno es el mundo de hoy y de
disponer de sí mismos y los excesos de la locura mañana. Es ese mundo con el que debemos
nacionalista. confrontar las estructuras, las tradiciones y la ci­
vilización europea, que tienen por lo menos 25
siglos.

Hoy no parece estar de moda la modernidad,


se habla incluso de posmodemismo. Este térmi­
no, forjado para designar una reacción a las for­ Un primer desafío es el de los nuevos nacio­
mas de la antigua vanguardia en arquitectura, se nalismos. El fenómeno se remonta a la Edad
ha extendido al conjunto de los aspectos econó­ Media y se exacerba en el siglo xix. El bloqueo
micos, políticos y sobre todo culturales de O c­ y la represión de las tendencias nacionalistas
cidente y en particular de Europa. Nacido en impuestas a los pueblos por los tres imperios
Europa, el término hizo fortuna en Estados autoritarios, el prusiano, el ruso y el austrohún-
60 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 61

garó, que estallaron cuando se produjo la derro­ que desgraciadamente evoca cierto pasado
ta de esos imperios, permitió a varias de estas europeo, en la Península Ibérica por ejemplo (la
nacionalidades nacer o renacer al día siguiente «pureza de sangre» de finales del siglo xv), y en
de la guerra de 1914-1918. Fue lo que ocurrió la Europa nazi, está causando estragos. L a des­
en Polonia, en Checoslovaquia, en Hungría, en gracia de la vieja Europa consiste en haber ma­
Rumania, en Albania y en los Estados Bálticos. durado durante mucho tiempo nacionalismos
En los Balcanes se intentó la creación de un es­ ahogados, anacrónicos hoy día por no haber lo­
tado plurinacional, Yugoslavia. Pero antes y grado hacerse oír cuando lo hacían los otros y
después de la Segunda Guerra Mundial, la nue­ que perjudican a Europa con un desfase que
va dominación rusa bajo su forma soviética y es- amenaza con durar antes de que esté acabada
taliniana y la dominación hideriana martiriza­ la Europa de las naciones, mientras en la mayor
ron de nuevo a esas naciones renacientes. La parte del continente ya quiere afirmarse una
caída de la Alemania nacionalsocialista no salvó Europa unida. Ese desfase de los nacionalis­
a las naciones caídas bajo el yugo soviético. A mos es la primera enfermedad de la Europa
partir de 1989 el derrumbamiento de la Unión moderna.
Soviética ha devuelto la independencia a los
países de la Europa central y oriental o ha per­
mitido a otros nacionalismos expresarse, por La segunda enfermedad, vinculada a menu­
ejemplo en Eslovaquia y en Moldavia, pero en do a la primera, son los resurgimientos del ra­
la antigua Yugoslavia la dominación de una na­ cismo y de las exclusiones: unos se manifiestan
ción, Serbia, sobre las demás ha llevado a la afir­ mediante agresiones xenófobas que recuerdan
mación de nuevos nacionalismos que sólo se con frecuencia al nazismo; las otras son decidi­
han hecho reconocer políticamente en Eslove- das, desgraciadamente, frente a una inmigra­
nia y en Croacia, mientras prosiguen por otro ción galopante, por gobiernos que vuelven a en­
lado combates y matanzas atroces. Una de las contrar una vieja lógica europea de cierre y de
peores nociones racistas, la «pureza étnica», repliegue sobre sí.
62 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 63

Porque frente al desafío del mundo moderno Baudrillard, «desde Hegel la historia se ha con­
Europa vuelve a recuperar la dualidad de sus vertido en la instancia dominante de la moder­
tradiciones y a menudo vacila en la elección del nidad», pero el mismo Hegel habló del «peso
partido a tomar. de la historia». Europa debe desembarazarse
ahora de las manipulaciones y de las falsificacio­
nes de la historia y del peso paralizante de una
El siglo xix europeo había lanzado la idea de cierta referencia a la historia. Europa conoce
la democracia y construido el modelo de la de­ hoy, más que otros continentes, un despertar de
mocracia parlamentaria. Tras la caída de las dic­ la memoria. También aquí si la memoria debe
taduras, la Europa de Hoy tiene casi en todas combatir el olvido de los errores y los crímenes
partes regímenes democráticos, pero, en parti­ del pasado para ayudar a no reproducirlos,
cular en el Centro y en el Este, esas democracias debe dejar a una historiografía científica y obje­
son frágiles; además, la democracia política no tiva la tarea de construir, sobre el respeto a la
ha sabido acompañarse de una verdadera de­ historia de cada país, la memoria común de E u ­
mocracia económica y social. L a realización de ropa.
la democracia está más que nunca en el orden
del día de Europa.
Incluso en sus períodos de unidad, Europa
ha sido diversidad, ya sea bajo el Imperio roma­
Europa se ha valido desde muy temprano del no, ya bajo la Cristiandad o durante la revolu­
pasado, desde la historia. Desde los griegos, ción industrial. La larga duración de Europa es
Clío es una de las señoras de Europa y los na­ una dialéctica entre el esfuerzo hacia la unidad
cionalismos se han apoyado a menudo en una y el mantenimiento de la diversidad. Por eso la
historia que, por otra parte, a veces resulta ima­ fórmula de una Europa de las naciones parece
ginaria. Y ello porque la referencia a la historia mejor adaptada actualmente a las necesidades
es compleja y ambigua. Como ha dicho Jean de una unidad europea.
64 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 65

Esa necesidad de unidad europea concuerda Por suerte tiene a su favor la fuerza de su ci­
con la aspiración de la historia que ha favoreci­ vilización y de sus herencias comunes. Hemos
do unas veces la fragmentación de los conjun­ visto a la civilización europea en el transcurso
tos políticos en unidades nacionales, y otras ha de 25 siglos, en estratos siempre renovados, ser
empujado a la constitución de grandes conjun­ siempre credora y, como dice un eslogan, hoy la
tos, eso que se ha denominado los Imperios. principal materia prima de Europa sigue siendo
H oy Europa debe inventar otra forma de uni­ sin duda la materia gris. Para enfrentarse por lo
dad distinta a la de un imperio. Tal orientación demás al problema del tamaño, Europa dispo­
no responde únicamente a sus necesidades in­ ne de bazas complementarias. Si sabe unirse su­
teriores. Responde a los desafíos exteriores ficientemente tendrá la grandeza, si sabe mante­
que Europa vuelve a encontrar bajo otra forma ner sus diversidades nacionales y regionales se
en el mundo actual. L a Europa de la Edad M e­ beneficiará también de las virtudes de la peque-
dia y de los Tiempos Modernos tuvo que hacer ñez que recientemente han sido reconocidos.
frente al mundo bizantino, al mundo árabe, al Es rica, sobre todo, de una multiplicidad de ta­
Imperio turco. Hoy, incluso aunque por suerte maños que hacen de ella un mundo de escalas
se trate de una confrontación más pacífica, la múltiples y complementarias.
existencia de actores de la historia gigantescos
por la extensión o por la fuerza económica, o
por ambos conceptos a la vez, impone que E u ­ En la actualidad se reconoce la importancia
ropa, si quiere conservar y hacer evolucionar para todas las formas de poder y de crecimien­
su existencia y su identidad, alcance un tama­ to de la educación y de la investigación. Euro­
ño comparable. Frente a América, frente a J a ­ pa se beneficia del capital más viejo de alfabe­
pón, frente a la China de mañana, Europa tización. Sigue siendo el principal punto de la
debe tener la masa económica, demográfica y innovación en materia de investigación, a pesar
políticamente capaz de asegurar su indepen­ de que no disponga, como Estados Unidos o
dencia. Japón, de medios para explotar como ellos sus
Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 67
66

yacimientos de inteligencia. Europa, industria­ y de lo tecnológico a lo político en el marco


lizada desde muy temprano, ha destruido o po- del bien común han tutelado el orgullo pro-
lucionado mucho su entorno, pero desde la meteico.
E dad Media las comunidades aldeanas se
preocupaban ya de reconstituir un patrimonio
forestal echado a perder por una explotación Otro desafío es el dinero. L a Europa del si­
desenfrenada de la madera. Europa posee una glo xm y luego la del xrx se lanzaron desafora­
herencia ecológica. También aquí la moderni­ damente hacia el beneficio, hacia la riqueza, y
dad no es más que la aceleración de una tradi­ de forma especial hacia la riqueza monetaria.
ción. También aquí unas fuerzas morales han sabido
limitar el apetito y los estragos del dinero. En
líneas generales, la economía que sólo existía
Europa también encuentra en su historia en tanto que dominio propio, en tanto que
tradiciones para responder a la mayoría de los fuerza reconocida en el pasado de la humani­
demás desafíos del mundo moderno, incluso dad y en particular en el pasado de Europa,
aunque estos desafíos hayan adoptado formas tiende en la actualidad a dominarlo todo. No
y un poder desconocidos hasta ahora. Ray- sólo los estados y los individuos parecen abdi­
mond Aron pensaba que el ideal de la m oder­ car ante unas fuerzas económicas oscuras de
nidad era «la ambición prometeica, la ambi­ pretendidas leyes económicas, sino que la
ción de convertirse en dueño y poseedor de la ciencia económica a cuya escucha servil se han
naturaleza gracias a la ciencia y a la técnica». puesto esos estados no ha sabido analizar has­
Europa ha conocido desde la E dad M edia ese ta ahora, y menos todavía hacer retroceder las
riesgo y los remedios han aparecido también crisis y su manifestación más desastrosa, el
desde la E d ad Media. E l contrapeso de la éti­ paro. Europa debe dar al mundo el ejemplo de
ca, (ciencia sin conciencia no es más que rui­ una colocación en su sitio de la economía y de
na del alma) y la sumisión de lo económico los economistas.
68 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 69

Europa ha sido el lugar principal de naci­ frecuencia confundir la civilización europea con
miento de la razón. En la Grecia antigua, en la la civilización universal, querer un mundo a su
escolástica medieval, en el humanismo del Re­ imagen. Si Europa quiere ser un modelo para el
nacimiento, en la filosofía de las Luces, en la mundo moderno, debe respetar a los otros,
ciencia de los siglos xix y xx. Si el racionalismo abrirse a los otros. Abriéndose es como ha he­
ha adoptado formas excesivas y peligrosas, en­ cho, desde los griegos, grandes cosas.
tre ellas el cientificismo, la reacción actual que
parece tentar a muchos europeos, la seducción
de un anti-intelectualismo, de un anti-raciona- Jean Baudrillard ha diagnosticado también,
lismo que adopta las formas más diversas, desde entre las enfermedades de la modernidad, una
ciertos delirios ecológicos hasta las excentrici­ angustia que hoy impulsa a los europeos hacia
dades a menudo peligrosas de las sectas, debe los paraísos artificiales y el consumo excesivo de
ser combatida: las herencias del pensamiento tranquilizantes y de medicamentos, el aumento
europeo pueden ayudar a los europeos de hoy a del número de enfermos mentales y de suicidas.
alejar esos fantasmas. También ha conocido eso la vieja Europa, aun­
que no signifique que la historia sea un eterno
retomo. Heráclito tenía razón al decir que el
A través de estas proposiciones en las que el hombre nunca se baña dos veces en el mismo
historiador se une al ciudadano, se ve, según río. Pero hay en la historia estructuras de larga
creo, que el debate por Europa no está entre la duración que son la base de la identidad colec­
tradición y la modernidad. Está en el buen uso tiva de los hombres y las mujeres que han vivi­
de las tradiciones, en el recurso a las herencias, do mucho tiempo juntos a través de las genera­
como fuerza de inspiración, como punto de ciones. Se ha podido situar la instalación del
apoyo para mantener y renovar otra tradición cristianismo en la Europa antigua como ligada a
europea, la de la creatividad. Uno de los demo­ «una edad de ansiedad». L a Edad Media y los
nios malos de Europa ha sido con demasiada Tiempos Modernos han sido atravesados por
70 Jacques Le Goff La vieja Europa y el mundo moderno 71

grandes accesos de miedo, por el desencadena­ injusticias y, ante todo, de la pobreza. Europa
miento de una locura que Michel Foucault ha supo distinguir entre una pobreza voluntaria
situado perfectamente entre el miedo al cambio que es una virtud y una pobreza impuesta que
y el choque de la represión hospitalaria, por las es una desgracia. Corresponde a los europeos
epidemias de suicidio, los desencadenamientos traducir de nuevo en actos ese combate contra
de los problemas de flagelantes, de los delirios la nueva pobreza impuesta a millones de seres
de la expectativa milenarista de una noche de la que viven entre ellos.
humanidad. Bronislaw Gremek ha mostrado
que la exclusión, entre Edad Media y Tiempos
Modernos, de marginales privados de domicilio Europa no es vieja, es antigua. El mundo no
y de trabajo pudo lanzar a los caminos de Euro­ es moderno, es actual. La antigüedad bien utili­
pa tropas de vagabundos y mendigos que fácil­ zada es una baza. L a historia es una fuerza hacia
mente se trasnformaron en ladrones y crimina­ delante, y, esperémoslo, al volver a dar un con­
les. Las tropas de parados, de «nuevos pobres», tenido y cartas de ciudadanía a un término mal­
de drogados, de delincuentes de los barrios b a­ tratado por nuestra época, en particular en E u ­
jos urbanos sirven de eco en la actualidad a esos ropa donde se han producido abominaciones
marginales, a esos excluidos. Europa supo su­ que habría podido pensarse abolidas para siem­
perar esos miedos y esas crisis. Debe hacerlo pre en este continente, si no hacia el progreso,
hoy sin esperar a que las ciudades que fueron al menos hacia unos progresos.
los focos de civilización de Europa estén sem­
bradas de más cadáveres de vencidos por la ex­
clusión. Y para combatir mejor esos azotes re­
currentes pero cada vez más insoportables,
debe unirse. Y reencontrar una de sus caracte­
rísticas: el equilibrio, que sólo puede realizarse
por la eliminación de las desigualdades, de las
La vieja Europa y el mundo moderno 73

al libro de Henri Hauser La modernité du XVIe


siécle, aparecido en 1930 y reeditado en 1963
por Armand Colin, París, con un prólogo de
Fem and Braudel; al artículo de Jean Baudri-
llard Modernité, en la Encyclopédia XJniversalis,
tomo 11,1963, y al libro de Henri Lefebvre, In-
troduction a la modernité, París, Editions de Mi-
nuit, 1962.

En este texto he utilizado extractos de otros


dos textos: «Europe, vingt-cinq siécles de vie
communes», aparecido en Telerama, n.° 2226,
12/8 septiembre de 1992, y «L'Europe occiden-
tale médiévale du Vie au XVIe siécle», capítulo
de la nueva Histoire culturelle de l'Humanité,
publicada por la U N E SC O (de próxima apari­
ción).

Aludo asimismo a mi artículo Antique (an­


den) Moderne, aparecido primero en italiano en
la Enciclopedia Einaudi en 1977 y reproducido
en Histoire et Mémoire, París, Gallimard, 1988;

72
3401768

lE Í uropa es antigua y futura a la vez. Recibió su

Cubierta: Ángel Uñarte


nombre hace veinticinco siglos y sin embargo sigue
hallándose en proyecto. Las contradicciones que
parecen plantearse entre LA VIEJA EUROPA Y EL
MUNDO MODERNO, con sus desafíos, no son tales.
JACQUES LE GOFF muestra en este libro que la
antigüedad de Europa, bien aprovechada, puede
convertirse en una baza a su favor, en lugar de ser un
factor de disolución, o un motivo para su fragilidad. Al
rastrear en su historia, el Viejo Continente hallará
las respuestas a los desafíos de la modernidad. Al bucear
en su permanente diversidad, desde el Imperio Romano
hasta la actualidad, podrá enfocar de forma más
matizada los requisitos de unidad que actualmente se
plantean. A través de estas páginas, el lector encontrará
las señas de identidad del continente europeo desde el
punto de vista de uno de los historiadores más brillantes
del momento. También en Alianza Editorial, «El
hombre medieval» (LS 73), bajo la dirección de Jacques
Le Goff.

ISBN 84-206-0768-1

El libro de bolsillo
Alianza Editorial 9 788420 607689

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