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Sistema Penitenciario Dominicano

Por un asunto de pura metodología vamos a comenzar el desarrollo de este subtema


exponiendo algunas consideraciones acerca del término o concepto sistema. De
conformidad con lo establecido o consagrado en el diccionario de la Real Academia de la
Lengua, sistema es un conjunto de actividades o funciones entrelazadas entre si y que
cumplen un objetivo determinado. Partiendo de eso concepto o primicia inicial, podemos
decir que un sistema penitenciario no es más que un conjunto de normas, principios y
preceptos, pautas de comportamiento, instituciones, practicas entidades dirigidas o
encaminadas a la humanización de los recursos carcelarios de un país cualquiera dentro del
cual se trata de rehabilitar al violador de la forma penal establecida.

En sistema penitenciario supone todo una serie de mecanismos, métodos, técnicas,


concebidas para remover en el recluso las inclinaciones que la llevaron a delinquir.

En nuestro país hasta hace relativamente poco la situación de las personas condenadas a
pena primitivas de libertad, estaba regida por las disposiciones anacrónicas y arbitraria del
llamado código penal dominicano. A eso debemos agregar el trato vejatorio e infrahumano
que recibían los reclusos durante los regímenes despóticos que hemos tenidos entre ellos
que encabezo Trujillo.

Proyectos del valle allende

Este jurista de procedencia chilena, especializado en asuntos penitenciarios, estuvo en


nuestro medio, accediendo a una invitación oficial que le formulara el gobierno de entonces
de entonces, a quien se le confió la tarea de hacer un estudio notan solo de la situación real
que afectaba a las cárceles del país, sino par que esbozara, luego de una investigación
concienzuda, la situación imperante en República Dominicana y formulara las
recomendaciones pertinentes a los fines de poner en marcha un sistema moderno, funcional,
que sacara del atraso nuestras estructuras carcelarias. Del valle Allende considero, citamos;
“El establecimiento de un sistema penitenciario a la Republica Dominicana, inspirados en
los conceptos modernos de la penología, y que al mismo tiempo, se adapte a las
posibilidades materiales y humanas del país, exige, ante que nada, de la elaboración de una
ley básica que comprenda todas aquellas normas y conceptos orientador dela política
aplicable en esta materia.

Esta ley, que solamente que debe contener principios generales que habrán de ser
desarrollado a través de reglamento para su correcta aplicación, deberá ser completada
además, por otras leyes, que si bien no tiene estrictamente la característica de leyes
penitenciarias, le servirá de indispensable apoyo o base de sustentación.

Más adelante y ya en la exposición realmente de motivos del autor cae en una contradicción
que nosotros consideramos grave o una manifestación clasista de compromiso
internacional. Veamos: la elaboración de este anteproyecto pretende pues, dar el primer y
decidido paso para la implementación de un auténtico sistema penitenciario dominicano,
el que si bien esta impirado en las leyes, principios y normas foráneas contempla nuestra
realidad nacional, de tal modo, que sus distintas disposiciones no constituya mera
declaraciones de principio de utópica sino letra viva que inspire una nueva política que rija
y ordene una realidad.

Del valle allende presente tres o cuatros anteproyectos de leyes:

Sobre el establecimiento de un sistema penitenciario o ley penitenciaria general.

Sobre libertad condicional

Sobre perdón condicional de la pena.

La que crea la dirección general de prisiones.

Perdón condicional de la pena

La persona beneficiada con tal medida, entre ellas: a) le fija una reincidencia en un lugar
precioso la que podrá ser puesta por el mismo condenado, b) se le sujeta a la virtud del
ministerio público, c)adopción dentro del plazo señalado por el tribunal de un trabajo,
profesión u ocupación.

Sistema de la ley numero 224

Por otra parte, y ya en lo concerniente a la ley número 224, esta lo que hace en realidad, es
recoger en un solo cuerpo los anteproyectos de Del Valle Allende, refundirlo más bien con
la misma motivación que el dio hace tanto tiempo, al momento de su redacción.

El régimen penitenciario aplicable a los condenados por sentencias definitivas, en aquellas


penas que por su duración lo permitan, tendrá carácter progresivo y contará de tres períodos
fundamentales: 1) De observación; 2) de tratamiento; 3) de prueba;

En las penitenciarías, presidios, cárceles y centros abiertos funcionará una comisión


formada por el director del penal, el secretario, un psiquiatra, un visitador social y cualquier
otra persona que preste servicio en un departamento del penal, quienes se reunirán una vez
por mes y tratarán sobre el progreso, tratamiento, adaptación, permisos y sanciones de los
reclusos que se encuentren en el penal. Podrá ser convocada una reunión que no sea en la
fecha señalada cuando el caso lo amerite. Los miembros de la Comisión de
Vigilancia, Evaluación y Sanción tienen voz y voto a excepción del secretario, quien es el
secretario del penal. 

La infracción por parte de los reclusos de cualquiera de los preceptos de la presente ley y de
los reglamentos que para su conveniente ejecución se dictaren, constituirá falta disciplinaria
y será sancionada con las medidas que se establecen más adelante. Artículo 46.- Solamente
podrán imponerse como sanciones las siguientes medidas disciplinarias: a) Amonestación)
Privación de visitas o correspondencias hasta por 30 días) Encierro en su celda o en celda
de castigo hasta por 30 días;d) Traslado temporal por no más de 60 días; e) Privación de
otros privilegios que determinen los reglamentos. Corresponde exclusivamente al director
del establecimiento la aplicación de las medidas disciplinarias, lo que hará mediante
resolución motivada tomando en consideración la infracción cometida, la personalidad y los
antecedentes del recluso.

Antecedentes carcelarios y desarrollo socio-económico

Pese al gran número de estudios dedicados a fray Bartolomé de las Casas, permanecen
muchas incógnitas tanto acerca de sus ideas, como de su actuación. En la década de los
1960, Juan Friede lamentaba que las acciones de Las Casas a favor de los indios
permanecieran a la sombra de su voluminosa obra como tratadista.1 Según este autor,
también se echaba de menos una investigación sobre “la proyección americana de las ideas
de este insigne teólogo español”, carencia que Friede se esforzó por colmar con un artículo
centrado en la influencia de las teorías lascasianas en los obispos del Nuevo
Mundo.2 Dichas lagunas quedan particularmente patentes en un tema de tanta relevancia
para la historia de la justicia colonial como el de la institucionalización del cargo de
defensor civil de los indios. En efecto, por lo general, los especialistas se han limitado a
retomar el contenido del capítulo 90 de la Historia de las Indias en el que el propio Las
Casas afirmaba haber sido nombrado “protector universal de todos los indios de Indias” por
el cardenal Cisneros en 1517. En vista de ello, Las Casas fue considerado como el primer
defensor de indios en la historia de América, sin ahondar mucho en el papel exacto que
pudo desempeñar el religioso en un proceso de tanta complejidad.

Gracias al análisis de los memoriales y de la correspondencia de fray Bartolomé, así como


de algunos expedientes judiciales en los que éste tuvo parte como representante de los
intereses indígenas en la Corte, el presente artículo pretende reconsiderar el peso de Las
Casas en la elaboración y la defensa del proyecto de protectoría indígena. Se pone especial
énfasis en la dimensión dual de sus reivindicaciones, ya que, desde un principio, el
religioso luchó para que un cargo de defensor civil fuera institucionalizado no sólo en las
Audiencias del Nuevo Mundo, sino también en el Consejo de Indias en España. Pese a su
notable relevancia, el segundo componente de este plan ha recibido poca atención hasta la
fecha de hoy, debido probablemente a que nunca llegó a plasmarse en la realidad, al
contrario de lo que ocurrió con el oficio de protector en América, el cual se convirtió en el
principal pilar del Juzgado General de Indios a finales del siglo XVI.3 El presente trabajo
también intenta situar a Las Casas dentro de un grupo de personas, integrado por religiosos
y civiles, tanto españoles como indios, quienes aspiraban a mejorar la representación
indígena en el seno de las instituciones coloniales.

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