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RELEYENDO NUESTRAS VIDAS

AL HILO DE LA AUTOBIOGRAFÍA DE SAN IGNACIO


Carles Marcet

1. Presentación .......................................................................................... 3
2. Primera etapa: infancia y juventud [Au 1] ......................................... 4
3. 1521-1522: Un año importante en la vida
de Ignacio [Au 1-12] ............................................................................. 7
4. Otra experiencia fundamental: Montserrat y Manresa
[Au 13-34] .............................................................................................. 10
5. Jerusalén [Au 35-53] .............................................................................16
6. Tiempo de estudios y compañeros: Barcelona, Alcalá,
Salamanca, París [Au 54-86] ................................................................ 18
7. Loyola y Venecia [Au 87-98] ............................................................... 22
8. Roma [Au 99-101] ..................................................................................27
Carles Marcet, sj. Licenciado en teología. Ha sido durante años párroco en el barrio de
Bellvitge (L’Hospitalet del Llobregat) y acompañante y divulgador de los Ejercicios en
comunidades populares. Actualmente forma parte del equipo del Centro Internacional
de Espiritualitad de la Cova de Manresa, donde coordina el «Curso de inmersión igna-
ciana» y el curso «Dos meses de reciclaje en teología». En esta colección también ha
publicado Ignacio de Loyola: un itinerario vital, Eides nº 75.

Edita: Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


Tel. 93 317 23 38 - E-mail: info@fespinal.com - www.cristianismeijusticia.net
Edición: Anna Pérez i Mir - Revisión y corrección del texto: Pilar de la Herran
Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Septiembre 2016

Imprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B 20513-2016


ISBN: 978-84-9730-381-1 - ISSN: 2014-654X - ISSN (virtual): 2014-6558
Impreso en papel y cartulina ecológicos

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1. PRESENTACIÓN

El relato de la Autobiografía, fue narrado por San Ignacio al P. Gonçalves da


Câmara, poco antes de su muerte. En las entrevistas que le concedía para ese
fin, el P. Câmara tomaba breves apuntes y, al acabar, redactaba a partir de ellos.
Ignacio se resistió mucho a contar su vida, tal vez por cierto pudor, tal vez por
temor a que fuera presentado como «modelo a imitar» para los jesuitas que iban
agregándose a la Compañía.
Ignacio no pretende hacer una crónica objetiva y neutra. Relata hechos históri-
cos pero sólo con el propósito de reforzar la narración del itinerario espiritual, de
mostrar lo que Dios ha hecho en su vida, cómo le ha ido conduciendo y cómo él
ha ido percibiendo y discerniendo esa acción de Dios.
En este sentido, el título que a veces se da a la Autobiografía, «El Peregrino», es
significativo, y más si se tiene en cuenta que cuando accede a abrir su interior,
Ignacio lleva ya bastantes años sin moverse de Roma. Pero, aun así, se sigue
autocomprendiendo como «peregrino». Porque el peregrinaje que nos quiere
relatar no es sólo exterior sino fundamentalmente interior. Es algo así como una
manifestación de la «memoria del corazón» donde ha ido quedando grabado el
modo que Dios ha tenido para apoderarse de su vida y para irla conduciendo
hacia esa «facilidad de hallar a Dios», meta definitiva de su peregrinar, como se
expresa casi al final del relato [Au 99].
No se trata de acceder al relato como quien se pone a hojear el álbum de fotos de
las historias del abuelo. Se trata más bien de introducirnos en el proceso espiritual
vivido por Ignacio, de modo que pueda ayudar a comprender mejor nuestro propio
camino espiritual, el peregrinaje de Dios en nuestras vidas. Podríamos convertir
a Ignacio en nuestro compañero de búsquedas y andaduras yendo tras Dios que
ya nos ha salido al encuentro.
El presente cuaderno pretende ayudar a realizar una relectura de nuestra bio-
grafía, al hilo de la que nos brinda Ignacio, que no sea puramente anecdótica o
cronológica, sino atenta a las líneas fuerza que han ido operando en ella. Tal vez
uno vaya descubriendo que también Dios ha conducido su propia vida y le ha ido
enseñando «como un maestro de escuela enseña a un niño» [Au 27].
En cada etapa del itinerario presentaremos brevemente:
• la historia: el marco de lo que le sucede a Ignacio.
• la historia interior: lo que va aconteciendo en su interior al hilo del peregri-
naje externo.
• la historia hacia nuestros interiores: donde cada uno puede sentirse invitado
a releer los acontecimientos que el Espíritu ha ido tejiendo en su propia vida.

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2. PRIMERA ETAPA: INFANCIA Y JUVENTUD [AU 1]

Es muy poco lo que narra la Autobiografía de esta etapa de su vida


que dura treinta años (1491-1521), tan solo le dedica las tres prime-
ras líneas. Con todo, no conviene pasar por alto estos treinta años de
«vida oculta» pues en ellos se va forjando la naturaleza con la que
Dios tendrá que trabajar.

2.1. La historia de Eguíbar (María Garín). Lo popular


y lo noble se dieron la mano en la pri-
No por ser prácticamente ignorada en mera educación de Ignacio.
el relato esta etapa es menos impor- Fuera del heredero, el resto de her-
tante de reseñar. Se trata de los años manos de Ignacio tuvieron que buscar-
en que se forja la personalidad. Des- se la vida, ya fuera en campañas mili-
taquemos, aunque sea telegráficamente tares al servicio del rey, en campañas
algunos aspectos de la misma. aventureras hacia las Américas, incor-
Ignacio era el menor de trece her- porándose al clero o al mundo cortesa-
manos, nacidos en el seno de una fa- no. Aún siendo el País Vasco un lugar
milia noble, vinculada a esferas im- cerrado y aislado, también llegaron
portantes del poder del momento, de allá, a través de los diversos hermanos
religiosidad cristiana tradicional, cen- mayores, noticias del mundo exterior
trada en prácticas y tradiciones no in- que vivía momentos de gran ebulli-
compatibles con una cierta relajación ción. Podríamos decir que hay una
de costumbres. Su madre murió siendo cierta analogía con el mundo actual, ya
él muy pequeño y su educación corrió que en aquella época se experimentó
a cargo de la mujer de su hermano un primer ensanchamiento o globaliza-
Martín (Magdalena de Araoz) y de la ción: descubrimiento de las Américas,
mujer del herrero de la casa torre de progresos técnico-científicos, huma-
Loyola, que vivía en el caserío cercano nismo, ruptura protestante...
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Y cuando llegó el momento de bus- tiempos de juventud de Ignacio había
car un futuro para el benjamín Ignacio, alcanzado enorme popularidad. Era
su padre lo colocó en el castillo de una especie de manual del caballero y
Arévalo del contador mayor del Reino de la cortesía. En esta obra aparece el
de Castilla, Juan Velázquez de Cuéllar, prototipo de caballero como hombre
en un ambiente claramente cortesano andante que va de unas tierras a otras
y caballeresco donde Ignacio vivió emprendiendo aventuras para ganar
de los dieciséis a los veinticinco años. honra y fama, para significarse y llamar
Luego, desde 1517 hasta 1521, estuvo la atención a la dama de sus sueños.
al servicio del Duque de Nájera, virrey Este ideal caballeresco, noble y va-
de Navarra. leroso, tenía también el peligro de la
soberbia y ambición ilimitada en esa
permanente búsqueda de afirmarse a
2.2. La historia interior sí mismo. Este es el lado oscuro de la
honra en el cual Ignacio también estu-
Todos somos hijos de una cultura, de un vo sumergido durante su adolescen-
contexto, de unos valores ambientales cia y juventud. Su propio relato así lo
que van penetrando por ósmosis, que apunta: «hasta los veintiséis años de su
nos van configurando aun sin darnos edad fue un hombre dado a las vani-
cuenta. Por eso, en buena medida, aun dades del mundo, y principalmente se
siendo sujetos que toman decisiones, deleitaba en el ejercicio de armas, con
en primer lugar somos sujetos de una un grande y vano deseo de ganar hon-
decisión que nos toma. En otras pala- ra» [Au 1].
bras: muchas decisiones nuestras no Esta breve frase del relato señala
son primeramente nuestras sino dadas toda una orientación vital: búsqueda
por el medio que nos ha configurado. del éxito mundano («del mundo») para
Ignacio no es ajeno a esta condición autoencumbrarse lo más alto posible
humana. El ámbito en el que Ignacio («ganar honra») y así ser más estimado
se formó le influyó mucho. Se trata de y valorado («vanidades»), encontrando
un ámbito o modo de estar en el mun- en ello gusto y placer («se deleitaba»).
do que podríamos llamar «caballeres- Con ella queda muy bien expresada la
co» y que persigue la fama, el honor, la historia adentro que vivía el peregrino
gloria y la autoafirmación: ser alguien y aquello que le movía y motivaba.
importante y reconocido. Un ámbito
que influye en las tomas de decisiones
personales. Ser caballero, más que un 2.3. La historia hacia nuestros
ejercicio militar, es un modo de existir interiores
cimentado en el valor de la honra que
se establece como ideal bueno hacia el A la hora de percibir cómo Dios va
cual deben orientarse las decisiones de conduciendo nuestras vidas, tal y como
la propia libertad y la voluntad. le pasó al peregrino, conviene no pasar
El prototipo de este modo de exis- por alto estas primeras etapas vitales.
tir era Amadís de Gaula, obra de Gar- Podríamos considerar y preguntarnos
ci Rodríguez de Montalvo, que en los lo siguiente:
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a) La cultura recibida y el contexto b) Hemos visto la ambivalencia
en que hemos vivido (educación, fami- del valor honra que modela al joven
lia, valores, personas, ambientes, luga- Ignacio. Pero, al fin y al cabo, será la
res…), nos han configurado y confor- «madera humana» con la que Dios va a
man lo que podríamos llamar «nuestras trabajar. Intenta también poner nombre
raíces». Te puede ser de ayuda, evocar a tu «madera» (aptitudes, aprendizajes,
y poner nombre a ese conjunto de ele- valores interiorizados…) con la que
mentos que te han ido configurando. En Dios ha trabajado, está trabajando y se
otras palabras: ¿cuáles son tus raíces? dispone a seguir trabajando.

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3. 1521-1522: UN AÑO IMPORTANTE EN LA VIDA
DE IGNACIO [AU 1-12]

La Autobiografía nos sitúa enseguida en el momento crucial de la vida


de Ignacio, cuando es herido por una bala de cañón mientras lidera la
defensa de la fortaleza de Pamplona.

3.1. La historia por la valentía de Ignacio, le dieron un


trato amigable, le proporcionaron unas
Ignacio estaba al servicio del virrey primeras curas en Pamplona y, dos
de Navarra. El reino de Navarra, ade- semanas después, fue trasladado a su
más de albergar fuertes movimientos casa natal de Loyola.
nacionalistas, fue lugar disputado por Ignacio se vio obligado a realizar
las coronas de España (Carlos I, recién un largo tiempo de convalecencia en
emperador desde 1519) y de Francia Loyola: solo, inmóvil y enfermo, des-
(Francisco I). Francisco I no dudó en de fines de mayo de 1521 hasta fines de
aliarse a las fuerzas navarras que que- febrero de 1522. En este tiempo se so-
rían recobrar su independencia y el metió a una dolorosa operación porque
regreso del Príncipe Enrique. En este su rodilla derecha había quedado mal
contexto se produjo la batalla de Pam- soldada en las curas de Pamplona. Tras
plona donde Ignacio fue herido por una la operación Ignacio pasó días rondan-
bala de cañón (mayo de 1521). Se tra- do la muerte. Ya recuperado vio que
taba de una batalla de fuerzas desigua- aparecía una protuberancia a causa del
les donde la defensa de la fortaleza de defectuoso encaje de los huesos, y que
Pamplona era imposible. Ignacio con- una pierna le quedaba más corta que la
sideró que era ignominioso el retirarse otra, lo cual era una fealdad que su ho-
pero la fortaleza al final cayó. Los sol- nor, su rango y su elegancia no podían
dados franceses, tal vez sorprendidos soportar. Así que decidió someterse a
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una nueva carnicería de desmesurado gresivo paso de un «yo cultural» peri-
dolor. Esta fue una muestra más de su férico y definido por lo que su cultura
temperamental fuerza de voluntad que marcaba, a un «yo interior», toda una
rayaba la tozudez, de su no amilanarse realidad aún inexplorada por él pero
–sino crecerse– ante las dificultades, que se va a mostrar rica y habitada.
de su orgullo y casi imperiosa nece- La mediación que facilitará ese
sidad por «señalarse», por hacer algo paso, amén del silencio, y la soledad y
mayor, de su capacidad de liderazgo y el paro forzosos, serán las lecturas in-
de contagiar a otros. dicadas de la Vida de Cristo y de las vi-
Para matar el tiempo durante la das de santos. En un primer momento
convalecencia, pidió libros de caba- «se aficionaba» [Au 6] a esas lecturas.
llería cuya lectura le deleitaba, pero Poco a poco le irán «alterando» en el
en la casa no los había. Sólo había li- sentido de que notará en sí una «alter-
bros religiosos. La casual lectura de la nancia de pensamientos» [Au 7] que
Vida de Cristo escrita por el cartujano irán suscitando en él nuevas imágenes
Ludolfo de Sajonia (1314-1378), y de contrastadas y nuevos imaginarios vi-
Flos Sanctorum de Jacobo de Varazze, tales posibles, cosa novedosa para un
vidas de santos en romance, empeza- hombre que había vivido expuesto sólo
rán a provocar cambios en su interior. a la exterioridad. Aún más novedoso le
El nuevo ideal de servir a un Señor aún será constatar cómo esos pensamientos
mayor irá abriéndose paso en su cora- e imágenes alternados irán provocando
zón hasta decidirse, una vez sanado, a también en su interior diversos senti-
emprender una peregrinación a Tierra mientos o resonancias afectivas: «pen-
Santa. Con estas intenciones abandona sar en» e imaginar las cosas mundanas
su casa natal. a las que quería volver, en un primer
momento le deleitaban pero luego le
dejaban internamente seco. Justo lo
3.2. La historia interior contrario que le pasaba cuando se po-
nía a pensar e imaginar su vida al ser-
Pronto queda claro que el proyecto vi- vicio de su «nuevo Señor» (Jesucristo)
tal de Ignacio se mantiene firme: «se y de sus nuevos «compañeros de bata-
determinaba seguir el mundo» [Au 4]. llas» (los santos), descubiertos a través
A ese fin se sometió a la carnicería de aquellas lecturas [Au 8].
de una segunda operación para que También se pondrá a pensar sobre
su porte externo no resultase afeado. el significado de todo esto: «empezó
Ello sería un deshonor en su carrera. a maravillarse de esta diversidad y a
Pero este tiempo post-operatorio va a hacer reflexión sobre ella… viniendo
ser crucial. Será como un largo tiempo a conocer la diversidad de los espíri-
de nueve meses de interrupción, vivido tus que se agitaban» [Au 8]. Volver
en el silencio y la soledad, donde será a su proyecto vital (su «yo cultural»:
posible la gestación de una novedad honores, fama, encumbramiento…) le
inesperada que se irá abriendo paso en parece más una regresión que un re-
su interior como una nueva sabiduría greso, y le deja internamente desolado.
regalada. Lo novedoso va a ser el pro- Consentir con ese nuevo proyecto vital
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que se va abriendo paso (peregrina- igualmente una necesidad narcisista de
ción a Tierra Santa en servicio de su romper con un «yo roto» –su vida pa-
nuevo Señor y, como él, en pobreza y sada de la cual siente asco– mediante
humildad) le parece una progresión y un peregrinaje penitencial, y de rom-
una transgresión, que le llevan más allá per también con su vida pasada me-
de su paradigma cultural y que le dejan diante un alejamiento del mundo.
internamente consolado.
Así es como un nuevo deseo se va
seriamente albergando [Au 9]. La con- 3.3. La historia hacia nuestros
creción del mismo la expresa de modo interiores
muy sensible diciendo que «tenía nece-
sidad de hacer penitencia de su vida pa- a) Del mismo modo que le pasó a
sada» y se le ofrecían «deseos de imitar Ignacio, posiblemente hayamos teni-
a los santos». Es un primer darse cuen- do a lo largo de nuestra vida situacio-
ta de lo equivocada que estaba la orien- nes concretas que han acabado siendo
tación vital que había seguido hasta mediaciones para una transformación
el momento. El deseo se le va deter- interior, o algunas rupturas dolorosas
minando y confirmando. En Au 10-11 que han propiciado un nacer de nue-
se presentan algunos signos de esa vo. Todos tenemos nuestras «balas de
confirmación: ser visitado por nuestra cañón». ¿Las puedes identificar en tu
Señora; su familia percibe que algo in- vida concreta? ¿Qué lectura haces hoy
terno ha cambiado, conversaciones de de su significación?
las cosas de Dios, mayor dedicación b) Posiblemente estas «balas de
a la oración, tomar nota de puntos de cañón» tienen el potencial de acabar
la vida de Cristo; ganas de servir a su poniéndonos en una tesitura interior
nuevo Señor. donde acaba siendo posible llegar a
Con todo, vista la historia interior descubrir y a introducirnos en rincones
en perspectiva, el Ignacio que relata su del corazón nunca explorados o asumi-
Autobiografía declara que por aquél dos con anterioridad hasta el momento.
entonces aunque tenía «un ánimo ge- Acceder a este nuevo descubrimiento
neroso, encendido de Dios» [Au 9], nos va convirtiendo. ¿Tienes experien-
su alma todavía estaba ciega. Estamos cia de ello?
ante un espíritu apasionado pero aún c) Es posible que nuestro primer
poco lúcido. Si bien una nueva orien- conocimiento del Señor Jesús, en nues-
tación vital de largo alcance aparece en tros tiempos de juventud, fuera tam-
el horizonte, aún se ha de ir concretan- bién apasionado y tal vez algo alocado.
do y sobre todo enfocando. Porque de Tiempos de ideales e idealismos mozos,
momento él sigue siendo, como antes, de locuras de recién enamorado. Tal vez
el protagonista. La matriz de su pensar te puede ayudar recordar y revivir esos
y sentir sigue siendo caballeresca: des- episodios de tu vida que, aún siendo
tacarse y señalarse para ganar honra en transitorios, aportaron todo un aprendi-
el servicio de un Señor nuevo. Subyace zaje el hecho de haberlos vivido.

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4. OTRA EXPERIENCIA FUNDAMENTAL: MONTSERRAT
Y MANRESA [AU 13-34]

Por más que Ignacio hubiera podido pensar que lo fundamental ya


estaba hecho, reconocerá que en este período «Dios le trataba de la
misma manera que trata un maestro de escuela a un niño» [Au 27]. Es
decir: tenía mucho que aprender aún. Ni más ni menos que los rudi-
mentos que se aprenden en la escuela primaria del Espíritu.

4.1. La historia Esto es lo que hizo Ignacio en


Montserrat: estuvo preparando su con-
Ignacio llegó a Montserrat el 21 de fesión general durante tres días. Igual-
marzo de 1522, donde habitaban unos mente, se determinó a dejar sus ves-
noventa monjes. El monasterio vivía tidos y armas de cortesano y ponerse
un período de esplendor espiritual, en «el vestido y las armas de Cristo», cul-
parte gracias a la obra del abad Gar- minando todo ello en una vigila noc-
cía de Cisneros, que había introducido turna ante la Virgen la noche del 24 al
las corrientes de la espiritualidad de la 25 de marzo. Todo un símbolo plástico
Devotio Moderna, y había escrito el y sacramental de su determinación de
Exercitatorio de la vida spiritual. Los romper con su vida pasada. Empezaba
monjes tal vez pusieron a disposición a intuir que, al igual que para manejar
de aquel peregrino el Compendio bre- el caballo o las armas era preciso ejer-
ve del Exercitatorio. Allí se lee que citarse, lo mismo sucedía en el campo
«lo primero que debe hacer el que se del espíritu.
quiere ejercitar en la vida espiritual es No podía entretenerse demasiado
que purgue su corazón de todo pecado en Montserrat si quería llegar a Jeru-
mortal por confesión». salén. Los permisos del viaje se da-
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ban en Roma sólo el lunes de Pascua penitencias; cosas grandes…) y «más»
de cada año. Aquel año caía en 20 de (más que los santos…). Estas palabras
abril. Pero además, apareció un incon- expresan una profunda entrega gene-
veniente: el cortejo del nuevo Papa, rosa de exuberantes manifestaciones,
Adriano VI (elegido el 10 de febrero algo así como un fervor selvático y una
de 1522 y hospedado en Nájera por el tozudez en su determinación. Estos
duque el 15 de marzo de 1522) estaba deseos «selváticos» del «hacer» y del
llegando a tierras catalanas en direc- «más», aun revelando una gran y since-
ción a Roma. Podríamos decir que an- ra generosidad en el peregrino y un de-
daba pisando los talones al peregrino e seo de querer ser fiel a Cristo su Señor,
Ignacio no quería encontrarse con ellos también revelan que se trata aún de una
en Barcelona, entre otras cosas porque sensibilidad muy exterior y poco lúci-
en el cortejo iba gente importante que da, centrada y dependiente de la imita-
le conocía y ya se había determinado ción de modelos exteriores y, por tanto,
a dejar aquella vida. Así pues, aunque poco madura y personalizada. Una eta-
implicaba aplazar un año el viaje a Tie- pa que recordaría la situación del que
rra Santa, decidió esperar. Parece lógi- acaba de enamorarse por primera vez.
co que Ignacio optara por hacerlo en Una etapa que hay que superar, pero
Manresa, cerca de Montserrat donde que hay que haber vivido, y de la que
tenía su confesor, el monje Chanon. hay que retener lo positivo que tiene:
Pasó once meses en Manresa don- sencillez de la infancia espiritual.
de llegó con la pretensión de realizar el Cuando Ignacio, tiempo después,
proyecto diseñado desde Loyola y con- describe su estado interior en esta
firmado en Montserrat: una vida retira- etapa, lo hace con estas palabras: «un
da del mundo, en soledad, con largas mismo estado interior, con una igual-
horas de oración y penitencias, prolon- dad grande de alegría, sin tener nin-
gados ayunos, asistencia a Vísperas y gún conocimiento de cosas interiores
a Misa, descuido corporal, viviendo espirituales» [Au 20]. En el fondo, lo
de limosnas, sirviendo y ayudando en que Ignacio hacía era «espiritualizar
el Hospital donde se albergó la mayor la vanidad del caballero»: se entrega
parte del tiempo, etc. El Señor «trasto- generosamente en vasallaje a Dios de
cará su proyecto». Pero eso es cuestión la manera más heroica posible con pe-
ya de «la historia interior». nitencias, austeridades… para «más
señalarse». Y para reconciliarse con
Dios de sus muchos pecados pasados,
4.2. La historia interior ganárselo para sí y reconciliarse tam-
bién consigo mismo de su vanidad
Se suelen distinguir tres etapas por las herida. En definitiva, lo que busca es
que pasa Ignacio en este tiempo vivido conquistar a su nuevo Señor con obras
en Montserrat y Manresa. La primera exteriores visibles, sin percibir que el
etapa podría definirse con dos pala- Señor lo que busca es su interioridad,
bras muy de Ignacio pero vividas en una relación amorosa compartida. Ig-
este momento de un modo muy des- nacio confunde aún el «Dios Amor»
enfocado todavía: «hacer» (grandes con el «Dios Amo».
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Pero esta situación no se prolon- poner en cuestión la orientación vital
gará mucho. El peregrino entrará en de Ignacio: «¿Qué nueva vida es esta
una segunda etapa existencial. Todo que ahora comenzamos?» [Au 21]. Lo
parece venir precedido por la visión que le parecía estar bien orientado, se
repetida de una imagen: «le acaeció tuerce dejándole en perplejidad y deso-
muchas veces […] ver una cosa […] rientación.
la cual le daba mucha consolación, La serpiente sigue atacando por los
porque era muy hermosa […] le pa- puntos más flacos de Ignacio: «Vino a
recía que tenía forma de serpiente, y tener muchos trabajos de escrúpulos
tenía muchas cosas que resplandecían […] aunque confesaba no quedaba sa-
como ojos […]. Él se deleitaba mucho tisfecho […] y aunque casi conocía que
y consolaba en ver esta cosa […] y aquellos escrúpulos le hacían mucho
cuando aquella cosa le desaparecía, le daño […] no lo podía acabar consigo»
desplacía de ello» [Au 19]. Podemos [Au 22]. Efectivamente, el punto dé-
ver en esta imagen todo un símbolo de bil de Ignacio era el de los escrúpulos,
una interioridad que busca autocom- fruto de su búsqueda de perfección,
placencia, que digan bien de él, de un de obligatoriedad autoimpuesta, de no
conquistador narcisista que hace y bus- haber dado la talla, de haber ofendido
ca complacerse, deleitarse... Todo ello, mucho en su vida a su Señor, de no me-
expresión nítida de que la consolación recer perdón de Dios… en fin: la autoi-
experimentada «tiene cola serpentina» magen del Narciso, por el suelo.
y llega con sutilezas y apariencias en- Atrapado en el recuerdo morboso
gañosas: «¡Qué bueno que eres!, ¡Qué de su pasado, que creía enterrado pero
grande es tu opción!, ¡Tú sí que va- que brota de nuevo como mala hierba,
les!». Se la reconoce además porque es busca remedios que le saquen de la
pasajera, dura poco y lleva a transitar desolación sin acabar de encontrarlos:
en poco tiempo del deleite a la sensa- «Aunque confesaba, no quedaba satis-
ción de desagrado. fecho […] empezó a buscar algunos
Y la serpiente muerde. Y muerde hombres espirituales […] mas ninguna
generando disgusto que estalla con una cosa le ayudaba […] perseveraba en
pregunta interna acuciante «¿Y cómo sus siete horas de oración […] y en to-
podrás tú sufrir esta vida setenta años dos los más ejercicios ya dichos, mas
que has de vivir?» [Au 20]. Una ex- en todos ellos no hallaba ningún reme-
periencia de «sentir variedades en su dio […] le venían muchas veces tenta-
alma y de espantarse de ellas». No lo ciones con grande ímpetu para echarse
esperaba, lo creía todo definitivamente de un agujero grande que aquella su
orientado. Experimenta, pues, en carne cámara tenía» [Au 22-24].
propia, que los estados del alma y los Pero esta situación de desolación
tiempos del espíritu tienen «mudan- que lleva a Ignacio a las puertas del
za», y no siempre son estables, gratos suicidio será, paradójicamente, la «an-
y apacibles. Experimenta, en defini- tesala de la rendición», ya no de la for-
tiva, la «desolación», que marcará taleza exterior de Pamplona, sino de
el estado vital de esta segunda etapa. su fortaleza interior: aquí no se trata
Una desolación que va directamente a ya de entregar sus «armas exteriores»
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(grandes obras) sino las «interiores» de la rendición y de la salvación: sólo
(confianza para dejarse llevar por Otro, Él salva; lo mío es disponerme, dejar-
incluso a donde uno no prevé). Ha pal- me guiar, dejarme configurar, fiarme...
pado en propia carne la experiencia Un parto lento, doloroso pero de naci-
dolorosa y radical de «perder pie», de miento, por donde podrá entrar la gra-
«tocar fondo». Se le derrumba todo un cia consoladora. Se abre así la tercera
proyecto de querer conquistar a Dios etapa del itinerario interior vivido por
desde las propias fortalezas. Se encuen- Ignacio en Manresa.
tra cara a cara con su radical limitación El relato ofrece algunos signos que
e indigencia. Estamos en el inicio del indican que se va abriendo este nuevo
reconocimiento de una vulnerabilidad estado en su interior: se ocupaba en
donde es posible empezar a formular: ayudar a las ánimas, perseveraba en la
«yo solo y con mis propias fuerzas no oración, se orientaba hacia una ecolo-
me basto», «yo no me puedo liberar gía vital más sana y menos «austera-
por mí mismo». Si hasta ahora, en si- mente empeñada» (dormir el tiempo
tuaciones de gran dificultad, Ignacio se destinado, comer mejor…) [Au 26-27].
había percibido con fuerza para salirse Son indicadores de una mayor apertu-
por sí mismo, si creía que podía apro- ra, de una menor autosuficiencia, de
piarse de la santidad por sus obras, a un progresivo «dejarse hacer», de una
golpes de voluntad, ahora ya no. Ahora constatación lúcida, y no enojada, de
se sabe no sólo herido sino, sobre todo, los propios límites y emerge un estado
vulnerable. Sabe que necesita de unos de profunda consolación. Le consuela
brazos más fuertes que los suyos para la experiencia de la «música trinitaria
realmente poder sanar. Ser lúcido sobre en tres teclas», la percepción del Dios
esto es la primera condición indispen- que crea por amor, la presencia real de
sable para un seguimiento real de Je- Cristo en la Eucaristía, la humanidad
sucristo. Dios le estaba mostrando que, del Señor… Son experiencias que le
para caminar hacia Él, no hay otro ca- atrapan del todo y por entero: el enten-
mino que el de la desapropiación. dimiento se eleva, la imaginación ayu-
Esta antesala de la rendición queda da («ve con los ojos interiores» y no
muy bien reflejada en este grito de ren- ya sólo con la exterioridad), el afecto
dición de Ignacio: «Socórreme Señor, se mueve a lágrimas, el espíritu goza y
que no hallo ningún remedio en los crece en devoción. La fe se clarifica, la
hombres, ni en ninguna criatura, que opción vital se confirma, tanto que «si
si yo pensase de poderlo hallar, ningún no hubiese Escritura que nos enseñase
trabajo me sería grande. Muéstrame estas cosas de la fe, él se determinaría
Tú, Señor, dónde lo halle; que aunque a morir por ellas, solamente por lo que
sea menester ir en pos de un perrillo ha visto» [Au 29]. Y cada vez se siente
para que me dé el remedio, yo lo haré» más movido a comunicar a otros todo
[Au 23]. ello [Au 28-29].
De este modo la noche oscura, el Estos descubrimientos van prepa-
«descenso hacia los bajos fondos» de rando la eclosión definitiva que se dará
la propia humanidad, es camino para en la experiencia conocida como «Ilus-
que nazca algo nuevo. Es la antesala tración del Cardener» [Au 30]. Igna-
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cio expresará, a lo largo de su vida la Irrumpe la acción de Dios que le
convicción de que Dios puede «entrar posibilita «ver las cosas de Dios
en el alma humana y hacer moción en siempre como nuevas». Es el des-
ella», que quiere tratar de un modo di- cubrimiento de Dios que trabaja en
recto con su criatura; de tal modo que el propio interior y en el mundo.
esta puede encontrarse directamente Descubrimiento de un Dios que se
con Él. Y estaba convencido de ello manifiesta invitando a ir tras Él, a
porque, a fin de cuentas, eso es lo que ser buscado. Esa será la vida de Ig-
le había acontecido en el Cardener. Se nacio en adelante: «ser conducido
trata, pues, de «una gracia». Gracia que suavemente a donde no sabía». La
es «ilustración» (luz) frente a la cegue- experiencia del Cardener no es un
ra anterior. Es lucidez que no elimina punto de llegada sino de partida.
su apasionamiento anterior sino que Un punto de partida totalizador de
lo «ilumina». Una gracia que pasará a todo lo que vendrá. Es el contacto
ser referencial y fundante para toda su con el deseo fundamental de su in-
vida. Le posibilitará mirar la realidad terior más íntimo.
de manera nueva, con los ojos ilumi- • «[…] le parecía como si fuese
nados por el Espíritu. El mundo podrá otro hombre y tuviese otro inte-
ser mirado, no ya como una realidad lecto […]» [Au 30]. El Ignacio de
opaca, sino como lugar donde Dios se siempre se percibe como nacido
muestra transparente; donde puede ser de nuevo, criatura entre las cria-
contemplado y adorado. turas, bañado por la Misericordia
Veamos algunos rasgos de la expe- del Misterio que, lejos de pretender
riencia: apabullar, se le hace cercano y ac-
cesible. En el Cardener será capaz
• «[…] Se le empezaron a abrir los de percibir el éxodo de Dios, su pa-
ojos del entendimiento; y no que sión amorosa e íntima cordialidad
viese alguna visión, sino entendien- para con la criatura. El Misterio de-
do y conociendo muchas cosas, jará de ser distancia fría y exigente
tanto de cosas espirituales, como para convertirse en calor y sustento
de cosas de fe y de letras […]» [Au de todo lo creado, posibilidad de
30]. Con estas palabras revela que que la criatura se encuentre consigo
se trató de una experiencia integra- misma. En definitiva, «se descubre
dora. Todo cobra nuevo orden y amado», por un Dios que ya no es
concierto: las cosas de la vida espi- Amo al que hay que agradar sino
ritual (movimientos interiores), las Amor que pide ser acogido, y des-
de la fe (verdades reveladas) y las cubre la realidad toda amada por
de las letras (lo que es objeto del Dios. Es como una «conversión al
conocimiento natural). mundo»; saldrá de Manresa no con
• «[…] Y esto con una ilustración la intención de alejarse del mundo
tan grande que le parecían todas sino de implicarse en él: ayudar a
las cosas nuevas […]» [Au 30]. las ánimas. Implicarse en él porque
Se trata de una iluminación sinté- su deseo fundamental es vivir para
tica de la globalidad de la realidad. Cristo, y Cristo vive implicado en
16
el mundo haciéndose cauce de la sido caminos por los que Dios mismo
misericordia de Dios. te ha ido enseñando y conduciendo.
b) También puedes evocar expe-
riencias personales en las cuales has
4.3. Historia hacia nuestros acabado por tener que constatar que
interiores «yo sólo no me basto», que «mi fra-
gilidad necesita ser fortalecida por la
El relato de este fragmento puede gracia». Experiencias, en definitiva, de
ayudarnos a que también nosotros bu- rendición de la «fortaleza interior».
ceemos en aquellas experiencias del c) Posiblemente tengas también
Espíritu que han marcado nuestro iti- experiencias concretas de «encuentros
nerario: fuertes con Dios», momentos en los
a) Así, puedes preguntarte si en tu que, sin saber cómo, Él mismo te ha
camino de seguimiento de Jesucristo salido al paso reorientando tu cami-
hacia el Padre, has vivido algunos epi- nar. Puedes evocarlos una vez más y
sodios desconcertantes, tal vez lace- agradecerlos. No son sólo experiencias
rantes y dolorosos que, vistos en pers- pasadas, sino que van contigo hoy, en
pectiva, puedes decir que también han tu presente.

17
5. JERUSALÉN [AU 35-53]

El viaje de ida y vuelta a Jerusalén y los pocos días de estancia en Tie-


rra Santa ocuparon bastante espacio del relato. Llama la atención que
a pesar de todo lo acontecido en Manresa, Ignacio no abandonó su
proyecto de peregrinar a la tierra de su Señor. Más adelante, la fuerza
de los acontecimientos le hizo descubrir que no era voluntad de Dios
que permaneciera allí.

5.1. La historia
1. Ignacio no ha desistido en su
Salió de Manresa en febrero de 1523, proyecto de peregrinación a Jerusalén,
para embarcarse en Barcelona hasta pero el bagaje interior adquirido en
Gaeta y de allí a pie hasta Roma, don- Manresa lo colorean de modo nuevo.
de llegó en abril de 1523 y consiguió el No lo concibe ya como un «peregrina-
visado papal para peregrinar. De Roma je penitencial» sino como un «peregri-
se desplazó a Venecia. Tenía dos meses naje de la confianza». Como él mismo
de espera antes de embarcar. En agosto dice, «toda su cosa era tener a Dios por
de 1523 llegó a Chipre y luego a Jafa, refugio» [Au 35]. Por decirlo gráfica-
donde se reunía el grupo de veintiún mente, lo que quiere es vivir «colgado
peregrinos que con, escolta turca, ca- de Dios» dejando que sea Él quien di-
minó hacia Jerusalén. rija la nave. Esto le basta. Ha empeza-
do a comprenderse no ya en su mundo
sino en el mundo que es de Dios. Ha
5.2. La historia interior empezado a comprenderse a sí mismo
como «criatura», como «radicalmente
Tres notas sobre «los interiores» del pobre», felizmente como «regalado de
peregrino en esta etapa. Dios».
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La cara externa de esta nueva con- lo menos, a dudar o desconfiar, de «su
vicción interna será una peregrinación voluntad, su deseo, su…», por piado-
en pobreza y sin seguridades. Viajará sos o virtuosos que puedan aparecer.
solo, sin dinero, aceptando sólo limos- Empezará a descubrir lo que luego tan-
nas, teniendo el camino por único do- to va a predicar: la necesidad de la ab-
micilio, compartiendo estilo de vida negación, de «dejarse podar», de quitar
con pobres, peregrinos y vagabundos, impedimentos para que la voluntad de
durmiendo en pórticos y hospitales. He- Dios brote en uno con más vigor. Esto
mos pasado de un «más selvático» (ha- es, consentir a ser movilizado por un
cer más, imitar más, más penitencias…) proyecto Mayor, que viene de fuera,
a un «más descendente» (compartir la que sobrecoge y que se llama «volun-
suerte de su Señor pobre y humilde). tad de Dios». Una voluntad que, con
2. Uno de los motivos principales todo, le deja un tanto perplejo y con
que alienta su peregrinaje es la cerca- una pregunta a cuestas: «ahora ¿qué
nía de los lugares por donde pisó la debo hacer? Ayudar a las ánimas, sí,
humanidad de Jesús. Recuérdese su pero… ¿cómo?».
interés por la «composición de lugar»
en los Ejercicios. Un intento de apro-
ximación sensible a Cristo. Como si la 5.3. La historia hacia nuestros
historia de Jesús y la suya personal se interiores
iluminaran mutuamente, se tornaran
muy parecidas. Su empeño es dejarse a) Del mismo modo que Ignacio
configurar por Jesucristo [Au 44-45]. empieza a intuir que Jerusalén, más
3. Al final el peregrino experimen- allá de un lugar concreto, es un dina-
tará la necesaria relativización de nues- mismo (el dinamismo de una progre-
tros «absolutos». Ni siquiera Jerusalén siva identificación con el Señor Jesús
se puede absolutizar. No se podrá que- que puede realizarse en todo lugar),
dar allí porque el peregrinaje sólo tiene también tú puedes preguntarte cómo
término en Dios. Así la pobreza y Je- vive en ti ese dinamismo de dejarte
rusalén, dos sacramentos tan queridos confiadamente configurar por el Se-
por Ignacio, dejarán de ser idealizados, ñor Jesús en tu vida. En definitiva ese
para ocupar su justo lugar: medios y «querer de Dios» para cada cual.
sacramentos del camino que conducen b) En ese progresivo «dejarse con-
más allá; necesarios pero no absolutos. figurar por el Señor» aparecen como
Por primera vez se da cuenta de que «experiencias sacramentales» (lugares,
«no era voluntad de Nuestro Señor que personas, situaciones, acontecimien-
él quedase en aquellos santos lugares» tos, relaciones, palabras recibidas…)
[Au 47 y 50]. que no se pueden retener (absolutizar)
Es significativa la aparición, por pero que son alimento para proseguir
primera vez en el relato, de la expre- el camino de una configuración mayor
sión «la voluntad de Dios». Una volun- a Cristo. ¿Cuáles son esas «experien-
tad que viene de fuera y que lleva, por cias sacramentales» en tu vida?

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6. TIEMPO DE ESTUDIOS Y COMPAÑEROS:
BARCELONA, ALCALÁ, SALAMANCA, PARÍS [AU 54-86]

Perplejo por no poder quedarse en Jerusalén, el peregrino reempren-


de su camino con el firme propósito de «ayudar a las ánimas», parti-
cipándoles de su propia experiencia de la cercanía de Dios. Para ello
decide ponerse a estudiar. Veremos un largo periplo de tiempos de
estudio, y también de agregación de compañeros.

6.1. La historia del estudio. Súmese a ello los proble-


mas que tuvo con la Inquisición. Su
Este periodo se inició con la estancia presencia en la ciudad llamó la aten-
de Ignacio en Barcelona en enero de ción: un peregrino vestido raramente,
1524. Con treinta y tres años se puso a estudiante de cierta edad, acompañado
estudiar los rudimentos de la gramática de cuatro muchachos seglares, aloja-
latina con el Maestro Ardèvol. En Bar- dos en un hospital, capaces de platicar
celona, se le juntarán tres muchachos con gran concurso sobre cuestiones
dispuestos a seguir su modo de vida. espirituales… Y en plena crisis de los
Superados unos dos años de gramáti- «alumbrados». Pronto la Inquisición
ca, Ardèvol le animó a irse a estudiar indagará su actuación sin encontrar
Artes a Alcalá. nada reprochable ni en su vida ni en su
Llegó a Alcalá en marzo de 1526, doctrina. Simplemente les prohibieron
dispuesto a proseguir sus estudios en vestir hábito por no ser religiosos. En
la Universidad fundada por Cisneros. mayo de 1526 volvieron las pesquisas
Se albergó en el Hospital de la Miseri- de la Inquisición. Esta vez condujeron
cordia y vivía de limosnas. Si a eso le a Ignacio a mes y medio de prisión,
sumamos que llegó a mitad de curso, lugar que se convirtió en su centro de
ya se puede intuir que poco aprovechó operaciones espirituales, ya que mu-
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chos venían a conversar. Le absolvie- empezó a aprovechar los veranos para
ron pero se les prohibió, bajo pena de desplazarse hasta Flandes y Londres
excomunión, enseñar en público y en a solicitar ayuda de ricos mercaderes
privado «porque no tenían estudios ni españoles. Esto le dispensó de mendi-
sabían de letras». Ignacio sintió que en gar durante el año y pudo dedicarse al
Alcalá se «le cierran las puertas para estudio más en serio. Se trasladó como
aprovechar a las ánimas» [Au 63]. interno al colegio de Santa Bárbara
Por eso con sus compañeros en ju- donde conoció a sus «primeros com-
nio de 1527 marcharon a Salamanca. pañeros» (los que quedaron en Sala-
También aquí fue cuestionado. Los manca acabaron por no seguirle hasta
dominicos le investigaron, sorpren- París). Ignacio empezó el estudio de
didos porque enseñaba sobre vicios Artes en 1530, se licenció en 1533 y se
y virtudes sin saber de letras, lo cual graduó como maestro en 1535.
podía ser índice de «iluminismo», por-
que, le decían, «de Dios sólo pueden
hablar los letrados, objetivamente, o 6.2. La historia interior
los iluminados, subjetivamente». Nue-
vamente encarcelado, nuevamente la Llama la atención en este período su
prisión será su centro de operaciones decidido empeño por el estudio y, a
espirituales, e interrogado una vez más su vez, las dificultades, tanto internas
acerca de los Ejercicios Espirituales. como externas, con las que va topando.
El punto más vidrioso era de tipo mo- Ha comprendido que es un medio ne-
ral: su distinción entre pecado venial y cesario para el fin que busca: «ayudar
pecado mortal sin haber estudiado. Sa- a las ánimas», ayudar a las personas a
lieron absueltos del juicio pero se les participar de su experiencia de Dios. El
restringió poder seguir predicando. estudio le será como poner letra a una
En febrero de 1528 marchó a París, música de fondo.
ciudad famosa por su universidad que A nivel interno le sucedía que, fren-
contaba con unos 4.000 estudiantes. te a la aridez de los estudios, el «gustar
Sus compañeros se quedaron en Sala- de las cosas espirituales» era más apete-
manca a la espera de noticias de Igna- cible y le robaba el tiempo destinado al
cio. Estando tan falto de fundamentos, estudio [Au 54]; la pericia del peregrino
se inscribió en un curso de latinidad en a estas alturas le hace comprender que
el Colegio de Monteagudo. Allí vivió eso era «tentación bajo capa de bien»
hasta que un compañero de habitación [Au 55]. Algo similar sucedía con su
se fugó con los dineros que le habían celo apostólico y sus ganas de «ayudar
dado en limosna para sufragar sus es- a las ánimas»: también tendrá que poner
tudios. Ignacio tuvo que acogerse a la freno. En París toma mayor conciencia
caridad del Hospital Saint Jacques, en de no haber avanzado suficientemente
la puerta del cual mendigaba. Pero la en los estudios hasta el momento. Se
distancia al lugar de las clases y los apunta ya aquí una tensión que será
horarios de las puertas amuralladas compañera de viaje de la espiritualidad
de París le forzaba a perder la prime- ignaciana, entre «inspiración carismáti-
ra y la última clase del día. Entonces, ca» y «mediación intelectual».
21
Todavía a nivel interno, su opción un grupo universitario de amigos que
de seguimiento de Cristo pobre (vivir están profundamente unidos para com-
de limosnas, en hospitales…) no va a partir lo más espiritual y lo más huma-
ser fácilmente compatible con el rit- no: la misma mesa, la misma bolsa, el
mo de estudios que pide un mínimo mismo tutor, los mismos estudios…
de seguridades materiales: tiempo, lu- Los aglutina el Señor y la experiencia
gar personal, dinero. El peregrino va común de los Ejercicios. Ha ido cre-
a tener que hacer equilibrios y, por lo ciendo entre ellos una relación de es-
menos en los años de París, rebajará tima, un preocuparse los unos por los
las exigencias de su querida pobreza otros, una necesidad de encontrarse y
para estudiar más en bien de las almas. de compartir proyecto.
Una segunda tensión que también será Sin duda, el liderazgo de Ignacio
compañera de viaje de la espiritualidad contribuye a la consolidación del gru-
ignaciana, entre «vida en pobreza» y po. Era por edad con mucho el más
«uso de medios apostólicos». maduro. Se había movido en ambien-
Las trabas externas ya las hemos tes seculares de alto rango, había re-
visto con anterioridad: procesos in- corrido buena parte de Europa a pie,
quisitoriales, incomprensión del modo conocía centros universitarios de nivel,
de vida, sospechas en lo referente a lo había experimentado la persecución de
ortodoxo de su enseñanza, etc. Trabas la Inquisición y la cárcel, había acom-
que le conllevan largos procesos, dis- pañado espiritualmente a muchas per-
putas, cárcel… Todo ese conjunto de sonas. Le ayudaba su fuerte persona-
oprobios, persecuciones y humilla- lidad, su temperamento animoso y su
ciones fortalecerán su vigor interior facilidad para la conversación. Ignacio
al sentirse cercano e identificado con era de aquellas personas que convertía
Cristo pobre, humilde y lleno de opro- la conversación en un arte. Hablar y
bios [Au 69]. conversar no es para él un mero arti-
Lo segundo que llama la atención ficio humanista para exhibir locuaci-
en este periodo es la capacidad de dad. La conversación tiene para él un
Ignacio de generar un primer núcleo valor apostólico, es diálogo profundo
de compañeros que van forjando un e interpelante. Es capacidad de escu-
proyecto de vida en común. Los dos cha con todo el ser y de ponerse en la
primeros grandes amigos serán sus piel del otro. A Ignacio le repelían las
compañeros de habitación del colegio personas exageradas, murmuradoras y
de Santa Bárbara, Pedro Fabro y Fran- pontificadoras.
cisco Javier. Esta amistad se extenderá Es liderazgo de una persona pro-
desde las cosas materiales y humanas fundamente testimonial, de hondura
hasta las más explícitamente cristia- mística, que encarna unos valores hu-
nas, y cuya profundidad mayor se dará manos y espirituales muy atractivos
con la realización de los Ejercicios para personas jóvenes que andan bus-
Espirituales hecha por todos los miem- cando qué hacer con sus vidas. Por eso,
bros del grupo que, con el tiempo se irá aquellos compañeros querían seguir
ampliando (Laínez, Salmerón, Bobadi- «el modo de vivir de Ignacio», que
lla, Simón Rodríguez). Se iba gestando proponía miras altas: el seguimiento
22
del Señor Jesús y el deseo de servirle ha querido vivirlo de forma armónica
desde una libertad cada vez más radi- con otros dos valores muy preciados
calmente entregada. para él: la pobreza y la soledad. No
El grupo irá diseñando un estilo con siempre resulta fácil integrar estos in-
diversos «ingredientes»: cultivo de la gredientes diversos en nuestras vidas,
vida interior, pobreza, estudio, aposto- por más que en esa integración reside
lado, centralidad de Jesús en sus vidas, la finura de todo seguimiento del Se-
vida compartida… Y todo con la finali- ñor Jesús. Podrías preguntarte cómo
dad de «ayudar a las ánimas». Este pro- en tu vida has ido intentando integrar
yecto quedará explicitado en los votos (y que es lo que te ha ayudado en ello)
que realizarán en Montmartre en agosto el seguimiento de Cristo pobre con el
de 1534 [Au 85]. En ellos se expresa el uso de instrumentos apostólicos (for-
deseo de vivir centrados en Jesucristo, mación, estudios, profesión…) para
y de ahí el voto de ir a Jerusalén y, caso ayudar a las ánimas.
que no resultara posible, de ponerse en b) Igualmente, podrías preguntarte
manos del Vicario de Cristo para que se también cómo vas cuidando de manera
sirviera de ellos donde fuera más me- integrada, los espacios de soledad e in-
nester. Además, se comprometían a vi- timidad personal con el Señor con los
vir al estilo del Señor Jesús, en castidad, espacios comunitarios donde compar-
pobreza, gratuidad, itinerancia, ayudan- tir ideales, proyectos, caminos de se-
do a las ánimas. guimiento… con otros.
Un proyecto de vida que recuerda c) Todos estos elementos –pobreza,
al del grupo de los apóstoles enviados intimidad con el Señor, estudio, forma-
a misionar por Jesús (Mt 10). Como ción, apostolado, comunidad– en Igna-
expresará muchos años después, uno cio se van vertebrando en virtud de esa
de los compañeros, Laínez: «nuestra pasión por ayudar a las ánimas. No ca-
intención aún no era de hacer Con- rece de importancia que hoy te pregun-
gregación, sino dedicarse en pobreza tes: y yo ¿cómo ayudo a las ánimas?,
al servicio de Dios y al provecho del ¿cómo traduciría esa expresión tan de
prójimo, predicando y sirviendo en Ignacio pero a la que puedo nombrar
hospitales». de otras maneras?, ¿qué es y cómo se
ha concretado y concreta en mi vida
eso de «ayudar a las ánimas»?
6.3. La historia hacia nuestros d) También al hilo del camino del
interiores peregrino en este su tiempo de relación
y estudios, podrías recordar y pasar
a) El progresivo descubrimiento, por el corazón, las diversas personas
como querer de Dios y como proyec- amigas con las que has compartido fe,
to vital integrador, de ayudar a las proyectos, seguimiento… o aquellas
ánimas, ha ido conduciendo a Ignacio lecturas personales que han dejado un
a implicarse en dos ámbitos que hasta poso más significativo en tu espíritu…
ahora le eran bastante desconocidos: el o aquellas conversaciones espirituales
estudio y la comunidad. Ello, a su vez, que han dejado impronta en tu alma.

23
7. LOYOLA Y VENECIA [AU 87-98]

Después de los votos de Montmartre, los médicos aconsejan a Ignacio


un tiempo de descanso en sus aires natales de Loyola. Ello le fuerza
a detener sus estudios y a dejar el grupo de amigos ya consolidado.
Pero todo el grupo se cita en Venecia a un año y medio vista, una vez
hayan acabado los estudios, para empezar a ejecutar el programa de
vida establecido.

7.1. La historia
donde pasó solo todo el año de 1536 en
Ignacio dejó París para volver a su tie- espera del reencuentro previsto con los
rra en marzo de 1535, donde permane- compañeros de París.
ció hasta julio. Una estancia breve pero Durante el período de Venecia,
fecunda. Tras ella partió hacia Pamplo- acabó sus estudios de teología, dio
na, Almazán, Sigüenza, Toledo y Va- ejercicios y mantuvo conversaciones
lencia [Au 90]. En estos lugares visitó espirituales [Au 92]. Entró también en
a las familias de algunos de sus compa- conocimiento de algunas iniciativas
ñeros y les explicó la nueva situación eclesiales reformistas. Una de ellas, la
del grupo que se había ido forjando. de Jerónimo Emiliani, fundador de la
Era una «patata caliente», pues signi- Compañía de los siervos de los pobres,
ficaba decirles que su hijo, a quien es- grupo de clérigos reformados. Otra, la
peraban regresar como gran licenciado de los teatinos, fundada por el obispo
y con alguna prebenda de importancia, Carafa. Ignacio, simple laico, puso sus
se había enrolado en un grupo espiri- reparos al obispo Carafa cuando este
tual aventurero, y que no volvería. pretendía que su grupo se uniera al de
Tras este recorrido de visitas se los teatinos. A Ignacio le sorprendía el
embarcó en Valencia rumbo a Génova poco crecimiento que habían tenido los
y luego a pie hacia Bolonia y Venecia teatinos, lo atribuía al estilo de vida del
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fundador, poco pobre, y al estilo con- po para Ignacio de cierto retiro, una
gregacional excesivamente volcado especie de «segunda Manresa» donde,
sobre sí mismo, muy pendiente de su después de la aridez del tiempo de es-
vida interna, poco apostólico y poco tudios, afirma haber sido visitado con
dado a ejercer la caridad o la humildad grandes consolaciones y haber podido
de la mendicidad. Ignacio soñaba con preparar a conciencia su primera misa
un grupo curtido, dispuesto a grandes que soñaba con celebrar en Tierra San-
combates, no en un grupo de monjes ta. Finalmente, transcurrido el tiempo
instalados en una ciudad. que se habían dado de plazo, vista la
Conforme a lo previsto, los compa- imposibilidad de embarcar a Jerusa-
ñeros llegaron a Venecia en enero de lén, Ignacio se dirigió con alguno de
1537. Les quedaban dos meses antes los compañeros a Roma para ponerse
de negociar en Roma el permiso para a disposición del Papa, tal y como ha-
embarcar a Jerusalén. Tras estos dos bían previsto en Montmartre [Au 96].
meses fueron a Roma para formali-
zar el viaje y solicitar de Pablo III ser
ordenados. Iban de tres en tres, cami- 7.2. La historia interior
nando, alojándose en hospitales, en
absoluta pobreza. Llegados a Roma en Hacía veintitrés años que Ignacio ha-
marzo de 1537, Paulo III les concedió bía salido de Loyola sin haber vuelto.
las órdenes a modo de «sacerdotes po- Quién ahora reaparecía ya no es «Iñi-
bres de letras suficientes», es decir, sin go» sino «Ignacio». A veces hay re-
vinculación diocesana que les atase y gresos que son regresiones, pero no es
sin la base de un título patrimonial o este el caso. Ignacio tiene sus raíces,
beneficial. Les concedió también la pe- pero estas no le han encerrado sino que
regrinación e incluso les dio doscien- le han abierto horizontes. Es vasco de
tos sesenta ducados para el viaje. Pero cabo a rabo pero su mirada es ahora
Ignacio se quedó en Venecia y no quiso también universal. Vuelve a sus raíces
acompañarles a Roma por la opinión pero cargado de profundas experien-
desfavorable sobre él que tenían per- cias. Este regreso, que no es una regre-
sonas cercanas al Papa, como Carafa y sión, queda reflejado en su tozuda de-
el Dr. Ortiz. cisión de no instalarse en la casa-torre
En septiembre de 1537, se reu- de Loyola, sino de vivir en el Hospital
nieron de nuevo en Venecia. Los que de la Magdalena de Azpeitia. Vivirá
habían sido ordenados celebraron su de limosnas y se dedicará a predicar, a
primera misa. Pero aquel año no par- conversar con muchos sobre las cosas
tió ninguna nave para Jerusalén, y se de Dios y a enseñar el catecismo a los
dieron un año de prórroga como ha- niños. También decide instar a las au-
bían previsto en Montmartre. Nueva- toridades a favorecer obras de caridad
mente se repartieron en pequeños gru- para acabar con el hambre y la men-
pos por las ciudades vecinas. Ignacio, dicidad (iniciativa que quedará conso-
con Laínez y Fabro, irá a Vizenza, al lidada estructuralmente), a erradicar
monasterio en ruinas de San Pedro de vicios ancestrales (amancebamientos,
Vivarolo [Au 94]. Este será un tiem- juramentos, blasfemias, juego…) y a
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poner paz y reconciliación en familias De camino a Roma, ya con la deci-
desgarradas. La actividad de Ignacio sión de ponerse a disposición del Papa,
en Azpeitia viene a ser como un com- habiendo renunciado a Jerusalén, Ig-
pendio de lo que será luego la actividad nacio vivirá otra experiencia espiritual
apostólica de la Compañía: conversa- de gran intensidad, conocida como
ciones espirituales, enseñar la doctrina «la experiencia de la Storta» [Au 96].
a niños, predicación, trabajo por cam- Si en Manresa vivió una experiencia
biar conductas, fomento de la piedad, de «ilustración», ahora experimenta
atención a los pobres... una «confirmación y concreción». Si
Ya en Venecia, y con el regreso de de Manresa salió con el deseo funda-
los compañeros de París, el grupo em- mental de «ayudar a las ánimas» tan
pieza a vivir, orientado hacia la ayuda amadas y bañadas por la misericordia
de las ánimas, «a la apostólica»: des- de Dios, ahora este deseo se concreta
cienden de las sutiles disputas teoló- en hacerlo dejándose «conformar al
gicas al humilde menester de atender Hijo», dejándose «poner donde el Hijo
enfermos, de predicar, de catequizar a está puesto». Ve claramente que debe
niños, etc. Va cobrando cuerpo el lema ayudar a las ánimas: con Jesús y como
que después les caracterizará: «en todo Jesús; asimilándose a Él.
amar y servir», en los estudios, pero El relato de la Autobiografía es par-
también en lo más humilde y poco bri- co en palabras a la hora de expresar este
llante, sirviendo desde abajo, desde «el acontecimiento. Simplemente dice que
reverso de la historia». En el fondo, los «sintió tal mutación en su alma y vio
compañeros de Ignacio están haciendo tan claramente que Dios Padre lo po-
su noviciado. Después de haber hecho nía con Cristo, su Hijo […]» [Au 96].
los Ejercicios en París, se trata ahora Se relata en pasiva dando a entender
de confrontar esa experiencia interna que se trata de una gracia, no previs-
con la dureza real de la vida para ver si ta ni forzada, sino iniciativa de Dios.
dicha experiencia es consistente. En el El texto señala que P. Laínez, presente
servicio a los hospitales se verán con- en la Storta, narraba el acontecimiento
frontados con realidades de profunda con más detalles; Ignacio confirma que
vulnerabilidad; en sus caminatas, con «todo cuanto contaba Laínez era cier-
la falta de seguridades, la incomodidad to, porque él no recordaba con tanto
y la capacidad de poner la confianza detalle» [Au 97]. Puede ayudarnos co-
sólo en Dios; en la enseñanza del ca- nocer esos detalles que indica Laínez.
tecismo a niños, con la capacidad de
sostener el amor y el servicio en situa- • En primer lugar indica que vio
ciones poco vistosas, etc. cómo el Padre le ponía con el Hijo
Y todo ello vivido desde la centra- «llevando la cruz a cuestas». En la
lidad de la referencia al Señor Jesús. Storta Ignacio se percibe llamado al
Por eso, cuando las gentes empeza- seguimiento de Cristo en cruz; lla-
ron a preguntarles «vosotros ¿quiénes mado a ser «compañero» de Jesús
sois?», encontraron que lo que más les pobre y humilde, cargando con su
definía era responder «somos compa- cruz. Entiende que el Señor, a quien
ñeros de Jesús». quiere seguir y servir, es el Siervo.
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Si en sus años cortesanos quería cendente pero activo en la frágil ambi-
servir a un «rey temporal», y desde güedad de la historia. Es, pues, como
Loyola fue descubriendo la exis- una invitación a «servir a Dios en su
tencia de un señor mucho mayor, dolor en el mundo». Servicio que brota
«el rey eternal», ahora percibe que de una mística, de un fuego interior, que
ese «rey eternal» es concreto: es no lleva a pasar levitando por el mundo,
el Siervo. No es un Señor podero- sino a sumergirse servicialmente en él,
so, sino un Señor que carga con la junto con el Hijo que carga con la cruz.
cruz, que se vacía, que se entrega,
que es crucificado…
• En segundo lugar, indica Laínez 7.3. La historia hacia nuestros
que Ignacio sintió cómo el Padre interiores
le decía: «yo os seré propicio en
Roma». No deja de ser curioso que a) A medida que avanza, Ignacio
la concreción del seguimiento se le va incorporando nuevas experiencias.
ofrezca, no en los márgenes de la Una de ellas es la de la eclesialidad.
cristiandad, sino en su corazón, en En las primeras etapas, la Iglesia no le
Roma. Por otro lado ese «os» in- supuso problema. Formaba parte de su
dica que la experiencia se brinda a vivir, recibió una educación cristiana,
todo el cuerpo de los compañeros. en Montserrat entró en contacto con la
• Por último Laínez afirma que el sabiduría de la tradición, en Manresa
Padre también decía a Ignacio: participaba de los rezos y sacramentos,
«¡quiero que tú nos sirvas!». Ese etc. Los conflictos con la Inquisición en
«nos» hace referencia a la Trinidad su tiempo de estudios serán un primer
(Padre, Hijo y Espíritu) como ám- toque de realismo y de conocimiento
bito relacional dentro del cual se en vivo de la institución eclesial. Ya en
produce la llamada y el seguimien- Venecia le vemos interesado en conec-
to. Si la experiencia del Cardener tar con corrientes reformadoras dentro
fue integradora (percepción de toda de la Iglesia y así, poco a poco, va co-
la realidad y de todo en la realidad brando conciencia de esa necesaria re-
como «medio divino»), también forma… Todo ello nos invita a bucear
lo es esta: el seguimiento de Jesús en nuestra propia experiencia de la
acontece en el seno de esa relación Iglesia que, posiblemente, haya pasado
de flujo amoroso entre las personas también por etapas diversas y estados
divinas, desde donde cabe com- de ánimo distintos. Te podría ayudar
prender y vivir toda otra relación. hacer una relectura de la evolución de
tu propia manera de «sentir la Iglesia»
Aunque Ignacio relata la experiencia en desde que se tiene uso de razón y per-
pasiva para remarcar la iniciativa divi- cibir los jalones más significativos has-
na, ese «ser puesto con el Hijo» es una ta el momento presente. Y preguntarte
pasividad que pone en marcha. Pone a «cómo sientes hoy la Iglesia», ¿cómo
seguir a un Señor que no para quieto, te sitúas en su seno?
que no se deja controlar, que no es pre- b) La experiencia de la Storta es
visible, que es siempre Misterio tras- una concreción que colorea el tipo de
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seguimiento y de peregrinación de Ig- estado y está tu deseo de vivir, con
nacio. La configuración a Cristo pobre, Cristo y como Cristo, la solidaridad y
humilde y sufriente cobra más relieve. cercanía con el mundo de los crucifica-
Cargar con su cruz y con su dolor en el dos. ¿Cómo has ido concretando a lo
mundo va a ser para él algo ineludible. largo de tu historia ese deseo y qué has
En este sentido, recorriendo tu propia ido aprendiendo, confirmando o descu-
biografía puedes preguntarte cómo ha briendo en ello?

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8. ROMA [AU 99-101]

La Autobiografía relata muy poco de su adolescencia y juventud, antes


de su conversión, y también dice muy poco del largo tiempo que pasó
en Roma, buscando la aprobación de la Compañía de Jesús y dirigién-
dola, hasta su muerte. Son dieciocho años (1538-1556) que conviene
no pasar por alto. Aunque Ignacio no peregrina exteriormente de un
lugar a otro, mantiene viva su peregrinación interior hasta la meta de-
finitiva, la plena comunión en Dios.

8.1. La historia que en poco tiempo experimenta un


crecimiento numérico y una dispersión
Muchas fueron las iniciativas de Ig- geográfica notables, y en redactar las
nacio en Roma. Entre ellas en primer Constituciones, que serán aprobadas
lugar, la deliberación de los primeros por Julio II en 1550.
compañeros (marzo-julio de 1539) Además de ello, y sin salir de Roma,
donde se decidió el futuro del grupo Ignacio no dejó de proponer los Ejerci-
una vez que el Papa les empezase a cios a diversas personas, predicar, dar
enviar a misiones y tuvieran que se- catequesis a niños y ejercer de maestro
pararse. Resolvieron formar una con- de novicios con los jóvenes que iban
gregación religiosa, nombrando a un pidiendo incorporarse. Amén de esto,
Superior General a quien prometer no dudó en dedicar todo el tiempo del
obediencia, y después conseguir la mundo a una sola persona que estu-
aceptación de la nueva Congregación, viese en apuros. Estuvo interviniendo
y la Fórmula del Instituto que aprobará en asuntos de calado que afectaron
Paulo III en 1540. A partir de ahí, ha- a diversos compañeros enviados en
biendo sido Ignacio escogido Superior misión (ruptura protestante, peligro
General por sus compañeros, su tarea morisco, guerras entre reinos cristia-
se centró en dirigir la Congregación, nos, expansión en las Indias…), pero
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no olvidó atender y gastar tiempo en mos decir que él y sus compañeros
problemas menudos (consolar al virrey peregrinan hacia el centro de la Igle-
de Sicilia por la muerte de su esposa, sia para ponerse a disposición del Papa
preocuparse de la salud del P. Barceo para un servicio mayor en la Iglesia
y del P. Araoz, consolar al P. Lóbrega y en el mundo. Es su manera de con-
que había caído esclavo de los turcos, cretar el «ser puestos con el Hijo». Y
esbozar un plan de reforma de un mo- ello en un momento en que muchos
nasterio de religiosas, buscar una casa grupos cristianos pretendían ser crea-
de recreo para los compañeros enfer- dores alejándose de Roma, como pasó
mos o depresivos, a quienes dedicaba con la Reforma protestante. Afirmada
especial atención…). esta inquebrantable lealtad eclesial,
Hay que citar también diversas ini- Ignacio luchará con todas sus fuerzas
ciativas que emprendió ante problemas para defender la novedad carismática y
sociales. Se preocupó por remediar el reformadora del Instituto que empieza
problema de la prostitución. No era fá- a nacer, frente a tendencias eclesiales
cil ya que las prostitutas que decidían funcionariales que no la comprende-
cambiar de vida, no tenían más alter- rán e intentarán ahogarla. No abdica-
nativa que abrazar la vida monástica. rá de la novedad de la Compañía que
Consiguió dinero para construir la casa entiende como un carisma para el bien
de acogida de Santa Marta, fundó una universal de la Iglesia. Al revés: arries-
confraternidad de protectores de la ins- ga su lealtad en diálogo eclesial. Nada
titución y elaboró unas constituciones. hay, pues, en Ignacio y su Compañía
Pronto se dio cuenta de que no bastaba que suene a creerse los buenos, puros
con acoger a las prostitutas: era nece- y mejores en una Iglesia desvaloriza-
sario atacar el mal desde su raíz, la mi- da. Tampoco nada hay de cobardía a la
seria de tantas familias. A ese fin creó hora de ofrecer en la Iglesia la origi-
la Cofradía de las vírgenes miserables nalidad discernida del nuevo carisma.
dedicada a dar cobijo y formación a La originalidad que Ignacio va a
niñas de diez años en adelante en si- defender es la de un Instituto religio-
tuación de riesgo, y también promovió so que pone en el centro la misión al
la creación de casas de acogida para servicio de Dios en el mundo. En vir-
niños huérfanos. Otro campo de ac- tud de ello, lo importante es estar ágil
ción fue el de los judíos, removiendo y disponible para ser enviado. Muchas
costumbres que no facilitaban su con- otras cosas quedan relativizadas (ora-
versión (el fisco se quedaba sus bienes ción en común, hábito…) o simple-
como signo de verdadera conversión) mente eliminadas (búsqueda de cargos,
y creando un centro de acogida para la beneficios, prebendas…). En virtud de
formación de judíos conversos. ello, la nueva Congregación no aspi-
ra a quedarse encerrada o limitada a
cuestiones eclesiales, sino abierta e in-
8.2. La historia interior teresada por el todo humano. En todo
servir: en el cultivo de las ciencias, de
Los dieciocho años últimos de su vida las humanidades, en el trato con pobres
Ignacio los pasará en Roma. Podría- y con ricos, en un colegio o en una mi-
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sión popular… en todo ayudar a que rior que le posibilita vivir lo exte-
Dios y hombre se encuentren. rior con atención, estando del todo
Ignacio en la «Capital de la Cris- presente en cada tarea, desde el fon-
tiandad» es consciente de las carencias do del propio ser. Vivía su actividad
de la realidad eclesial (clero ignoran- apostólicamente, vivía las realida-
te, pastores ausentes, pueblo bastante des cotidianas desde su última pro-
abandonado), de la realidad social y fundidad. En la Autobiografía lo
moral dominante (costumbres depra- expresa así: «siempre creciendo en
vadas, concubinatos, pobreza, estra- facilidad de hallar a Dios» [Au 99].
tificación social, marginación), de las No es el suyo un estado de eleva-
complejas relaciones, mutuas y ambi- ciones místicas episódicas sino un
guas, de los ámbitos de la política y la estado habitual de comunión con
religión, de los príncipes y obispos, re- Dios, de sentir y gustar su presen-
yes y papas, todos ellos cristianísimos cia activa, con notable inmediatez
pero todos con ansias de poder, control en lo más profundo de su vida.
e influencia. Es consciente de las con- • Una fidelidad interna en un nuevo
nivencias, luchas y entresijos entre los panorama externo. Hemos acom-
poderes espiritual y temporal, y de los pañado el itinerario de Ignacio y le
poderes temporales entre sí. Es cons- hemos visto amante del anonimato,
ciente de vivir en un contexto de gran de la pobreza radical, de la desnuda
novedad y apertura a nuevos mundos y esperanza en Dios, de los caminos
nuevas realidades (desarrollo de las co- y hospitales… Ahora se ve solicita-
municaciones, exploración de nuevos do por reyes, duques, embajadores
continentes, nuevos inventos, explosión y obispos, protegido y agraciado
del arte y de la creatividad humanística por el Papa, condenado a una vida
renacentista), con sus luces y sus som- inmóvil y sedentaria. Había anhe-
bras, sus pasiones y sus adicciones, etc. lado vivir y morir en un rincón de
Es consciente de los contrastes fuertes: la deseada Jerusalén, y ahora se en-
junto al desarrollo de grandes compa- cuentra en el centro de la cristian-
ñías bancarias y financieras como los dad, sintiendo los latidos fatigados
Medicci o los Fugger, en Roma ron- de toda la Iglesia e impotente para
dan en abundancia niños abandonados, responder a tanta necesidad. Con-
prostitutas y todo tipo de desheredados vencido de que era Dios mismo el
que buscan subsistir como pueden. que le había conducido, seguirá fir-
En medio de este mundo intentará me en su aspiración radical: «ayu-
ofrecer una respuesta «que venga de dar a las ánimas, en todo amar y
Dios». Destaquemos en él y en su pro- servir, con y como Cristo». Podía
puesta religiosa: mantener el espíritu del peregrino
sin moverse de Roma.
• Una vida activa vivida en profun- • En el mundo sin «mundanizarse».
didad. Inmerso en una frenética Ignacio encara la tensión que quie-
actividad le vemos sumergido en re evitar los extremos del «munda-
la intimidad del Misterio Trinitario. nizarse» y del «espiritualizarse»,
Vive en un estado de silencio inte- la tensión de estar en el mundo sin
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ser del mundo. Lo fácil sería su- cerdotes y agentes de transformación
primir la tensión por alguno de los (colegios, universidades). También en
dos polos. Ignacio asume el reto de Roma vio que la Compañía, si que-
disponerse a vivirla, de reinsertarse ría ser fiel a su misión, no tenía más
y reinsertar a la Compañía en las remedio que acercarse a la estructura
estructuras de una sociedad con la del poder (buscar influencias, benefac-
que había pretendido romper en sus tores, contactos). Ello conllevaba el
años de exultante vida de peregri- riesgo del orgullo del poder, del dinero
nación en pobreza. Reinsertarse en y de la ciencia, pero no quedaba otro
un mundo donde prevalecen estruc- remedio que correrlo.
turas codiciosas de poder, de rique- Puesto que había que ser flexible
za y de saber. en los «instrumentos» era aún más im-
portante centrarse en el «fin»: inmerso
Recordemos que el Ignacio neocon- en asuntos de dinero, vivirá la pobreza;
verso que sale de Loyola, había roto enviará a compañeros a desempeñar
con estas estructuras. Al poder oponía cargos honoríficos en universidades o
humillaciones, al dinero la mendicidad en Trento, pero les recordará que vivan
y al saber la rusticidad de vida. Pero en hospitales y que enseñen catecismo
pronto, ya de regreso de Tierra Santa, a los niños. Recordará a todos que,
había decido estudiar para «ayudar a en medio de los éxitos apostólicos, el
las ánimas». Así empezaba a reinser- apóstol no es más que un «pobre ins-
tarse en la estructura del saber y del trumento» apasionado de Jesucristo.
conocimiento. Durante sus estudios
en París decidió no vivir de limosna • Al frente de un Cuerpo Apostólico
para poder dedicarse al estudio. Ya en «mínimo» que aspira al «máximo».
Roma, aunque personalmente pensara Ignacio invita a los suyos a vivir «el
que lo esencial es el espíritu más que deseo del magis con la conciencia y
las letras, no dudó en abrir a la Com- concreción del minus». Buscará el
pañía las puertas del saber, a pedir que bien más universal, donde se pueda
los estudiantes estudiaran, a organizar dar mayor fruto, donde haya más
estructuras como el Colegio Romano o necesidad, o más urgencia… Pero
el Germánico. Él, que en su celda no sin olvidar que los compañeros
tenía más libros que el Kempis y el forman una mínima Compañía, es
Evangelio, resultará ser el promotor de decir, que quieren ser conscientes
lo que será la Universidad más pres- de que es Dios quien trabaja en su
tigiosa del mundo católico. En todo pequeñez y fragilidad, y que si no
ello, quien va abriendo caminos es el viven arraigados en Él tampoco da-
palpitar de la vida misma y el fin que rán frutos apostólicos.
se persigue (la mayor gloria de Dios y Invita a los suyos a sostener
servicio de los hombres): era preciso el ideales altos y concreciones realis-
anuncio del cristianismo en zonas de tas. El deseo de que Cristo se vaya
infieles y en zonas donde la cristiandad configurando en uno, de ser condu-
estaba amenazada de escisión, y para cido hacia la plena comunión con
ello es preciso formar muy bien a sa- el Padre, desde el vigor de su Es-
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píritu, en todas las cosas, es el alto tos y misiones; caminante de caminos
ideal de la vida de Ignacio y de lo polvorientos y solitarios, vive seden-
que hoy llamamos «espiritualidad tario en Roma y en frecuente relación
ignaciana». Ahora bien, hay que con personas de influencia; deseoso de
vivirlo desde un fuerte realismo de vivir y morir en Jerusalén, acaba des-
lo concreto y en todas las cosas, no cubriendo que Dios le quiere en Roma.
sólo en las que puedan parecer más Pero en el «incumplimiento» de los
espectaculares, sino especialmente propios deseos, Ignacio ha descubierto
en los más pequeños detalles que el «cumplimiento» de un deseo mayor
brinda la vida: en el modo de co- en él que es el mismo deseo de Dios.
mer, vestir y conversar, en el modo Ignacio ha consentido «dejarse guiar
de atender a un enfermo, etc. En por Otro», «ha quedado afectivamente
definitiva, una meta alta vivida y cautivado por el Otro». Es un creyente
concretada con realismo incluso en enamorado, no un estoico; y creer es
los detalles más cotidianos. entusiasmarse en el servicio amoroso
• Poniendo la confianza en Dios que de Aquel que ha confiado en uno, y se
es quien dirige la nave. A pesar de ha mostrado como el Único en quien
todas estas tensiones, a pesar de vale la pena poner toda confianza.
una cierta nostalgia de los tiempos
heroicos de los primeros compa-
ñeros, en su ancianidad, Ignacio 8.3. La historia hacia nuestros
mira el futuro con esperanza. El interiores
fundamento de esta esperanza es la
convicción de que Dios dirigía a la Esta última etapa del relato puede
Compañía como cosa suya, tal vez ayudar a mirar el momento actual de
a donde esta no esperaba ser dirigi- nuestra biografía, no exenta, como en
da (Jn 21,18), del mismo modo que su caso, de tensiones y complejidades.
Dios había dirigido al peregrino a) Hemos palpado algo de la com-
como un maestro de escuela a un plejidad del mundo en el cual Ignacio
niño, por caminos que nunca hubie- y la Compañía deciden abiertamente
ra sospechado. insertarse. Una complejidad que tam-
bién hoy percibimos en nuestro mun-
El peregrino, al repasar su vida, se do: globalización (de la solidaridad y
dará cuenta de que es Otro quién ha de la superficialidad), facilidad para
dirigido la nave. Para ello hace falta la comunicación y la incomunicación,
una mirada honda porque, vista desde trasvases de capitales y de personas
la superficialidad, su vida podría leerse «sin fronteras» (unos acogidos, otros
como un rosario de deseos personales indeseados), creciente exterioridad
incumplidos y de resultados inespera- del conocimiento y creciente desco-
dos. Sin haber pensado fundar una Or- nocimiento de lo interior, aumento de
den se encuentra dirigiendo una en ple- «voluntarios» (para la creación y para
na expansión; habiendo sido un amante la depredación)… El listado lo podrías
del retiro y del anonimato se encuentra ampliar desde tu experiencia. Podrías
reclamado desde un sinfín de proyec- preguntarte, como Ignacio se pregunta-
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ba, ¿cómo y en qué puedo ayudar, qué d) Jesús, en el Evangelio de Juan,
hace falta y es más necesario, qué puedo nos invita a «permanecer en su amor».
hacer yo hoy en esta realidad para que Es lo que Ignacio ha buscado a lo largo
sea «mayor transparencia de Dios»? de su peregrinación y que ahora, en la
b) Al peregrino cada vez le resulta etapa final, percibe como algo sustan-
más claro que esa inmersión en el mun- cial y concreto. También al mirar tu
do ha de realizarla «con Cristo y como propio peregrinaje, desde la perspec-
Cristo». De lo que se trata es de refle- tiva de tu momento presente, tal vez
jar a Cristo en medio del espesor de lo puedas darte cuenta de que hay algu-
real. Una realidad ambigua en la cual, nas convicciones que a lo largo de tu
si uno no vigila, fácilmente puede verse vida y de una manera dinámica «han
desplazado insensiblemente del «como permanecido». ¿Les podrías poner
Cristo» al «como el mundo». ¿Cómo nombre? Al fin y al cabo estas humil-
cultivas, en el presente de tu vida, esta des convicciones son las que acaban
vigilancia?, ¿cómo intentas vivir en el sustentando el peregrinaje creyente de
mundo sin mundanizarte?, ¿qué cosas cada uno.
concretas te ayudan para ello? e) Siguiendo a Ignacio tal vez haya-
c) Esta realidad compleja y espesa mos percibido que en este momento de
era el lugar donde Ignacio encontraba su vida prevalece en él (a pesar de todos
a Dios. En su relato dice de esta época los conflictos y tensiones, y en todos
que «crecía en facilidad para encon- ellos) una mirada esperanzada hacia la
trarse con Dios en todas las cosas». El vida. Esta esperanza no está puesta en
mundo es el lugar de la experiencia del los múltiples proyectos, iniciativas y
Espíritu y en el mundo se puede vivir tareas que lleva entre manos. Al revés:
la experiencia espiritual. Esto tan ob- las iniciativas, proyectos y tareas están
vio a veces se nos pasa por alto. Tal puestos en la esperanza. Así encara la
vez te ayudaría preguntarte, si hoy, vida, no «proyectando un futuro», sino
en tu presente, lo cotidiano, ordinario, «acogiendo un Advenimiento», el Ad-
sencillo, pequeño, repetitivo… de tu venimiento del Señor que llega en la
vida es para ti experiencia espiritual, realidad, incluso cuando esta parece
encuentro con el Señor. ¿Cómo vives más desconcertante. Desde esta ópti-
hoy la vocación a la comunión siempre ca, podrías preguntarte cual es hoy tu
mayor con el Señor en la vida de cada personal manera de encarar el presente
día? ¿Y cómo cuidas hoy esa vocación de tu vida. ¿Tu tesitura vital vive hoy
que sería la fuente o «vocación madre» esperanzada, triste, resignada, abierta,
de toda otra vocación? apasionada, decaída, expectante…?

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