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Alonso Amado - El Problema de La Lengua en America
Alonso Amado - El Problema de La Lengua en America
;
DE LA
LEÑ61JA iiu
POR
A M A D O A L O N 5 O
E S P A S A - C A U ’E, s . a .
M A D R 1D
1935
B S P EOPrET lAX)
Madrid, 19B5
Fubllshed in ¡ípaln
r,í BKP.fi w ai'A S *- O A 'Í.P Jiii S. A., lilos Robas, 2S,— MAKItID
S 'H
P ágina»
DE LA LEN GUA
A J.-vp.-r', L U ~,c,
COM PAÑERO EN ESTAS
PREOCUPACIONES
Expresión y c o m ti n i e a e i ó n
Lengua en e r i t a
y lengua oral
Tr adi ci ón literaria
y t r a d i c i ó n oral
del aire, aunque ella crea que volaría mejor sin él. Entre
los escritores descontentos de su propia lengua los hay
ilustres y hasta gloriosos: Leilmiz y Federico el Grande
escribieron en francés; Flaubert estuvo tentado de escri
bir en alemán; Lessing dudó si escribir su Laocoonte
en francés; Goethe dice:
T r a d i c i ó n y t r a d 1c í o i\a 1i s m o
Lengua l i t erari a,
afán de u n i v e i* s a 1i dad
Localización del p r o b l e ma
N o r m s , e ti 1 t u r a
N o r m a s 1o e a i e s
y normas generales
E l 'destino futuro
de l a lengu a
Ei destino futuro
d e l a le n g ua
• 'e r re r a r a ante
: - . «r- : *>• no , • .’,;i dé 11-518-
nos ri ai ei terreno de la lengua es ésta 2
¿No se llegará irremediablemente con eso- a la
creación de tina lengua aparte?
Esta es idea en la que se lia insistido re~
pe tí das veces, no sólo para la
para toda América. Unas, con
peligroso patriotismo quo se ce >y l '
ferencial, sea bueno o malo; e lu : ,
cólico pesimismo, corno en el ca„e ............. . '
Cuervo. Cuervo fué la figura '
la filología hispánica lias la la
néndez Pidal, y hoy mismo s i .
son fundamentales subre var
historia de nuestra lengua. E, & -
se pasó la vida predicando a
el esfuerzo constante por acornea >>-
gua de Castilla, como única manera de no mal
baratar el principal tesoro legado -por los fu n
dadores de la civilización hispanoamericana.
Y , sin embargo» al final de su vida se le es
capó el melancólico vaticinio de que. a pesar
de todos nuestros esfuerzos por ¡mal i»
■unidad del idioma, en un futuro n.
lejano cada país de América habla;
gua distinta, no entendida por los >
dijo primero en tina carta al poet >
Francisco Soto y Calvo, publicada >
como prólogo en uno de los libros de este es
critor, e insistió, con gran nobleza de ánimo, en
su famoso artículo í<d cmteUmo en Amóriva,
publicado .en el BulU <>n Hwpdfitqup (iy u i),
como el latín, primitivamente uno en Jan dialin-
tas provincias romanas, acabo por fraccionarse
e n'o tras tantas lenguas, así también Ja ley
a Naturaleza hará que con el
■ f - iengua sea distinta en ca
p o r j i u 1 1r i n - 1103 esforcemos en impedirlo,
y '’-iini" Je- íí.i <je hubiera dejado Cner-
‘ ■ « rr ir! Rufino José Cuervo,
:* uu.n-ii„a mayoría de los i nv es
ticos» aceptó sin crítica, sin el
or recelo, con toda naturalidad, Ja;? ideas
tases sobre que se sostenía la lingüística de su
tiempo, lir a ©1 siglo de los triunfos ruidosos
del -
nismo darwmiano y del positivismo,
y la s del espíritu se dejaron moldear
la fi por la ira agen proyectada ele la
! '■.......... im eia natural. En las disciplinas
jeran historia política o e-eonó-
r ■ < o literaria, se consideró como
: tratamiento científico las con
diciones de elel;criminación y de necesidad: an
tecedentes, ambiente, etc, Y lo mismo en la
"ií,-rilen. El célebre lingüista alemán íaddei-
proclamaba la necesidad y obligatoriedad
uu ^«s leyes fonéticas en orgulloso parangón con
las leyes naturales, la' de la gravedad, por ejem
plo. Las lenguas eran concebidas como organis
mos vivos que nacían (y tenían madre), crecían
y m orían. Ellas vivían de por sí, con sujeción
h loyos propias, ante las cuales la voluntad del
hombre cataba i ~r a esarmad a como la de mi
niño ante Ja tony - í I, Toda la -educación, toda
la -cultura de Cuervo, que era la de su época, le
constreñía a aceptar como válida esta repre
sentación, No eran en él, estas ideas, 1 ,
sino prejuicios, ™rnn supuestos, por supi■*
Si nuestra leu, me fue°p «n efecto, un orga
nismo vivo, « ija ,} ,?» ilnE 'i tía la inda orgá
nica, sí fuese como un „ sembrado por los
fecundos campos de la América española, \ qué
remedio sino aguardar su caducidad y descom
posición como organismo actual y esperar s u
resurrección futura en los . ;' ~s diferentes de
cada país!. La lingüistica dcista y evolu
cionista del siglo xix no podía en esto hacerse
ilu sio n e ss a b ía que las lenguas semitas proce
dían de una lengua común; que las lenguas ro
mances habían nacido de la descomposición del
latín; que los idiomas indoeuropeos, tan dese
mejantes hoy, habían sido un día uno y el mis
mo idioma; que por todo el .mundo lenguas pa
rientes 'denuncian Ja existencia anterior de una
lengua unitaria que después se fraccionó. Nues
tro idioma no podría escapar al inexorable des
tino, El fracciónamlento- futuro de nuestra len
gua “a la luz de la Historia es de ineludible
cumplimiento”, formuló el mismo Cuervo,
Pero la lengua no es un organismo animal ni
vegetal; no es ningún producto natural, ni 3
en sí leyes autónomas ni condiciones de -e: *
cia ajenas, a la intervención, de loe hab
E l lenguaje- no pertenece a la Historia Natura.'!,
sino a la Historia Humana, Una lengua ha sido
lo que bus hablantes hicieron de ella, ea lo que
están haciendo, será lo que hagan de ella. Las
llamadas leyes fonéticas, y cualquiera oí ra clase
cíe leyes lingüisticas, no son más que inte utos de
ordenación «parcialmente logrados en su medio
üe intercomunicación, por los hombres que com
ponen una comunidad idiomática. Por las hom
bres, ¡por su intelecto y por su fantasía, por su
querer y por su valorar, no por no sé qué fuerza
química de cristalización ínsita en la mis?na len
gua., Es cierto que si yo 'me propongo personal
mente que m i lengua síg*a un rumbo cualquiera
que se me antoje, fracasaré. Tampoco en voto
disidente altera la decisión de un congreso. Apo
yándose en eso, la lingüistica naturalista creía
poder afirmar la independencia histórica de la
specto a la voluntad de sus hablantes.
I > si considero un hablante eiif.ron.tado
a _tia será cierta la perfecta inutilidad
ce su voluntad de intervenir. E n esta ocasión,
corno en otras, los lingüistas se han enredado
los pies en los yuyos de su terminología meta
fórica: "las consonantes sondas se sonorizan”,
<sel latín vivió hasta el siglo v ”, “las lenguas
evolucionan constantemente”» ©te, Las metáfo
ras . a’ : . ■
■11>■<11d ■, , ' , ■ i ' >>: r 1
Y, e n cambio, el montañés;
Las aves que hicieron nido
en árbol de hojas cargado,
■lo miran desconocido
cuando lo ven deshojado.
Vestido de verdes hojas
todo árbol es muy hernioso;
pero ¡qué triste y penoso
cuando el tiempo lo deshoja!
Porque, perdiendo W b'
ya íio es quien aiu *. !><
ni las sombras quo 1 • ü ,
tiene para aquel entonces,
y tal vez ni lo conocen
las aves que hicieron nido.
listos dos cantos, tan desemejantes, son, en
primor lugar, documentos para conocer la men
talidad individual de sus autores respectivos;
paro también para la fisonomía mental dife
rente do] pueblo argentino de los llanos y del
de Ifts sierras..
Ni payadores ni poetas, en efecto, dejan de
su iniciativa, personal; pero en este caso,
< eii tantos otros, hay (pío reconocer que
uno se lia m o lid o dentro del gusto colec-
qne earactí respectivamente a los del
llano y a los de ' ira, (Este es el significado
historie o-cultura;! que hay en toda obra poética).
L a actividad imaginativa de los serranos (imá~
.genes, metáforas, -comparaciones) va a menudo
hacia el reino vegetal, porque los andinos no
sólo conocen y aprovechan, la utilidad relativa
de los vegetales, sino que los contemplan, los
ven con deleitación morosa., los m iran con ojos
esleimos, En cambio, los del litoral .tienen una
ron ceñid ón cerradamente utilitaria (pastoril) de
les, y su actividad íantasística toma
iros. Esto se puede comprobar en la
gauchesca.
Los poetas gauchescos, ciertamente, 110 son
ganchos, sino hombres urbanos; pero ellos han
procnrado esmeradamente aprender y repetir
imágenes y metáforas efectivamente rústicas y,
m an d o no, crearlas en el estilo de las sabidas.
Esto- ha hecho que el repertorio de tipos gan-
oliescos de imaginación, tal como se puede com
probar en Ascasnbi, Del Campo, Hernández,
Gtíiraldes, Lynch, resulte necesariamente algo
más achicado que en la realidad, pues el gan
cho mismo procede con la o * libertad de su
gusto (colectivo y persor ntrag. que ana
poetas han de ajustarse al conocimiento i* i
matizado que tienen de ese gusto gane]
.prefiriendo 3as más de las voces los tipos
característicos. Así se obtiene, sin duda, no
un retrato exacto de la actividad íantasíaíica
de] gancho, sino una fisonomía en la qm sólo
entran los rasgos más acosados» Pero como éstos
son precisamente los que nos interesan también
a nosotros- ahora, como los más propios para una
caracterización,, y& que no se trata de posibili
dades, sino de preferencias mentales» me parece
lícito traer aquí a cuento el testimonio de los
poetas..que lian remedado el habla rústica del
litoral, en aquellos casos en que podemos com
probar que el remedo lia sido feliz. Pues bien:
salvo Del Campo, poeta también urbano, que
parece no haber renunciado a nada del arsenal
retórico- corriente en su época, sin proponerse
ceñirse al gauchesco, los demás apenas usan,
referentes a los vegetales, más que esas imáge
nes y comparacion.es mostrencas, descoloridas,
otra vez camino de la abstracción, que son: más
colora,o qiie un tomate; más manso, más giieno
que una malva; como un tronco, como uno, uva,
etcétera. En La lengua de Martín.. Fierro, de
E. F, Tíscornía (Instituto de Filología, Buenos
Aires, 1980), puede verse un registro y clasifi
cación -cié estas imágenes y comparaciones,
''Creo que en todos ios escritores gauchescos
hay 'constancia de un sutil conocimiento especial
que el paisano tiene en este aspecto de la natu
raleza, José Hernández lo dice así:
Pa el lao en que el sol se den Ira
dueblan los pastos la punta.
U N ID A D CULTURAL
' Hemos visto en qué consiste la realidad que
llamamos "form a interior de lenguaje" en mía
pequeña porción del vocabulario rural argón ti
no» Pero la investigación se puede y se d e b e ex-_
tender a toda la lengua. Hay un punto de ni ira
unitario, un principio de subordinan-.l-' ■ •’;<
al idioma al individuo y en el cual ■
idioma por dentro. No es preciso ac
genua representación de una fo n
como un orden en equilibrio estable, como una
subordinación estática de tipo raciona], como un
punto de m ira físicamente unitario. Más que
un orden rigurosamente logrado, se trata de una
tendencia al orden, de un prurito de sistema y
de una coherencia últim a de ínte^e -.. Tere, en
suma, se trata de una forma intoi •=-: que m a l
ea ©i rasgo decisivo en la fisonomía do cada c u l
tura. Aquí es donde se alza más notoriamente
el conflicto que todo individuo tiene que reaol-
ver frente a su comunidad. La economía del 'pen
samiento le exige tomar de la comunidad innu
merables formas de conocer, de sentir, de que
rer, de actuar y de reaccionar, que él luego vive
J --P ' • ' ’■cierto sallo personal» Hay qne en-
s] prójimo- j hay que hacerlo, sin
' •>' ! ’’ 36 de formas y fórmulas comunes.
do forana] que moldea en granelí
sima proporción la vida mental de más de cien
millones de hombres repartidos por veinte re
públicas, Eso- es lo -que da realidad a una cultura
hispanoamericana.
¿Pero es posible un pensar y un sentir de
cuño hispanoamericano cuando apenas hallamos
des hombros de sentir y pensar homogéneos?
Un extranjero así lo ve. Cada nación hispánica
y cada individuo, dentro de su nación, se com
place en hacer valer sus diferencias; peí-o a la
distancia de un idioma debemos ofrecer nsono-
mías, bastante emparentadas.
No es nada fácil exagerar la eficiencia de las
lenguas en el rnoldeamiento mental de sus ha
bí A primera vísta parecería que nuestro
pr lento precede a la palabra con vela in
do t . .. ente, y que Ja palabra es, por lo tanto,
no un signo convencional de referencia,
ni qne colgamos a la idea ya formada
con anterioridad. Papel moneda. Es ciei ,:o que
ensarmiento, esto qne quiero, esto que 'temo,
:• ; e intuyo, este» qne siento, esto que me
i y (pie voy a decir, está aquí ya presente
-"-L15 iniciar la pronunciación de la primera
Poco está informe y va a cobrar for-
mte según los modos de cris baliza-
ción prsdetenminarlos en el léxico y en 1
mótíea ele cada idioma, Io d o s de crista,Ir
vale tanto como modos de apercepción y \
de interesarse por el objeto» Mucho antes de
que nosotros hayamos podido llegar a cumplir
apercepciones difíciles en la primera infancia,
ya nos -sale al encuentro el idioma enseñándo
noslas; y son, necesariamente, apercepciones y
modos de interés fijados con los símbolos diel
idioma por la comunidad. Miríadas de esfuer
zos individuales han plasmado y lijado en un.
símbolo ídiomático mi, modo particular de aper
cepción (piénsese en nuestro escarmiento, en el
alemán Gemut y en todas esas palabras -que se
saben intraducibies a otro idioma: ¡si todas son
exhaustivamente intraducibies!) ; pero, una vez
formado, se impone al pensamiento de los indi
viduos. El río labra su cauce y luego el cauce
tiraniza a<l río.
El intento de desarticular lo global de nues
tro pensamiento» si sólo se encomendara a la
musculatura intelectual de cada .hombre, no ten
dría éxito más que en los casos de genialidad
euasklivina. Tiene que venir la lengua, acumu
lación milenaria de diminutos, pero triunfantes
intentos individuales, a regalar al niño balbu
ciente el orden, la diferenciación y la dependen
cia entre los conceptos y entre las cosas. La
lengua nos fue enseñando a ver el mundo, a
comprenderlo y a sentirlo de cierto modo. Núes-
sarmentó, sin. los apoyos verbales, es una
noria de substancia ingrávida, tie con-
imprecisables y de volumen inquieto,
masa movediza, cuando es encerrada en
s expectantes que son las palab:i as, co-
gatoriameii te perfiles más detemr ínados
3' como una consistencia y estatismo suficientes
para la intercomunicación.
Otra vez es cierto que nuestro único modo de
poseer es limitarnos. Pero cada lengua cumple
a su modo estas limitaciones. E i contenido-espp
ritual de una palabra en un idioma sólo recubre
parcialmente al de su correspondiente traduc
ción a otra lengua, y dos giros intertraducibles
de sendos idiomas son dos visiones diir rentes
de un mismo paisaje. Por un lado, di reñios,
volviendo a nuestro símil, cada caja se ve en
el trance de dejar fuera algo de lo pensado?
io cual, para ser percibido, necesitará rer me-
„ ~’• 2011 esfuerzo personal, porque el hábito
rio fuera ira creado en las mente.'! el de
„ sin ello; por otro, cada caja gualda en
J ’.o.P ael perfume multisecular de les íns-
reacciones emocionales que la apari
ción d t cea palabra lia despertado en los inter
locutores.
Un hispano — ¿quién no lia sido alguna vez
e esta experiencia ?— convive ocanional-
:on gentes de otra lengua. En los inevi-
'oaamieiitos de la convivencia sucede a
menudo que su manera de reaccionar ante na
hechos Mena .de asombro a -sus transitorios co.m-
pañeros de vida. Y tras la parada primera del
estupor, la mente de éstos sólo acierta con mu?.
clave explicativa del suceso: Spnnish! o dj>o.
tiischJ Nuestro héroe se in dign ará; su reacción
es demasiado íntima, demasiado entrañable paia
que se -la interprete ni siquiera cuino típica de
su misma patria, cuanto menos de un gris pe tic
naciones. Pero, a su vez, nuestro héroe tiene
que sorprenderse de la sorpresa de los otros:
sabe que entre los suyos su reacción hubiera
sido automáticamente consentida o repelida,
esto es, comprendida. Otros hispánicos hubie
ran estado en el secreto de las ocultas
cillas que movían los indicadores do aquel > \
Cada lengua opera con determinados e
tos, admitidos sin -examen., obedecidos s'
pecha de error, que son como el suelo qia
nuestras .plantas, diría Ortega y G
por eso mismo no se ven. Las pe
fuertes se rebelan contra algunos
puestos y los denuncian, pero juc
constituye la razón niveladora d e jos rea m ia
dos : cada individualidad trata de actuar con su
denuncia sobre sus covariantes, y e n los casos
'de triunfo, la rectificación corre eléctricamente
por toda la instalación idioináticic
La lengua, y 110 la experiencia., es j o
capital instrumento de conocer, La eicja: a
Cractifien. y comprueba; pero es bien sabido que
el connei.iTilento del nifío va más de las palabras
a las cosas que al reves, Basta esta considera
ción .para comprender que con el lenguaje se
impone al niño, se nos impone, una Weitan-
r.e'hatiunfj reeíbida desde fuera, regalada,
La lengua, común es lo que determina que
Hispanoamérica tonga 1111 modo común de ver
•el mundo, un modo de ser común, una cultura
específica, nivel sobre el cual alzan sus desigua
les estaturas las regiones, las capas sociales y
loa individuos, La lengua, con las innumerables
bovinas virtuales de su nomenclatura y de su
estruetnra, moldea- el modesto número de pen-
¡- ’ dos diferenciables de cada individuo (mo-
c es el número do potenciaciones de esas
virtualidades idiomáticas que cada individuo
alcanza a cumplir; sobre la mesa tengo un es
tudio comparativo de los vocabularios de Mau-
passant y de Mérianée: el primero manejo en
sus escritos 2.642 palabras; el segundo» 2 .883),
Y cuando Jos más dotados y prestigiosos» for-
2■ ’ " ■ i¡ _jos moldes, logran triimfalmeiite
f ' r una parcela de la lengua n las
i ■ ' • ovas del pensamiento, la lengua
i . porípie utiliz-a la violencia de que
lia sido objeto para orear sobre ella un molde
niiovo que se ofrece ahora a todos los indivi
duos del grupo lingüístico como un bien mos
trenco, La lengua legaliza esas revoluciones;
os más, Jas lenguas viven en Ja medida en que
las hacen triunfar.
Comunidad de lengua es comunidad de cntlt-Ur
ra; primero, porque la lengua ahon * mente,
y según,do, porque es cd. conducto] gen,si-'
ble de toda variación de temperatura espiri
tual, el más seguro sistema de vasos comuni
cantes,
*
F 1JS!
a c a d e a iia s (su fu n c ió n ): convencional (lo ): 20, 40.
4X SS. 59.
40 s,, 129.
a c a d e m ic is m o : corrección : 76.
acento; 73, 92. — y propiedad: 89.
activo (lo): véase, lenguaje, cultismos: 62, 6G.
-sido, -kioi 25, 42.
afectación: 69, 71, 74. desnacionalización de la len
— léxica: 66. gua ®n la A r g e n t i n a :
afectivo (lo ): véase lenguaje. 91 ss>
— en fci provincia de Bue- dialecto: 7*6.
•iio» Aíres: 07, diccionario: 145.
arcaísmos: 20 es., 85 -ss., 62. diferencias <.dea-
— en 'la Airgeunti/ua: 82. tro de -ia / i ' ■ ' 84 ®s,
argentino (idioma): 36. diminutivo:
educación i d I o m á t í c a en
b y t¡ 42. Anuida: 27.
Buenos Aires: lengua eral, emoción caí el'leinK-'-m.io: A> s,,
17, ¿0; leuig;ua escriba, 28, 47.
49 es, -— en Job arcaísm o s: 23.
-era: 25.
c: 129, -ere: 25,
casticismo; 34. escisión id io niútiofi: 44,
categorizaeión: 28 . escritor-masa ; 49 es.
cisnes en E, D arío: 47, estilo: 15.
coiiip«rí!cion«B g a n e .lu is y >—. y íeiifi-tiiu: 26= 29, 84,
g i t u c lit s a í 'iw s : 1 C ¡0 m , lií 118 <
coiuunicadóns 11 a, tívoencién de íw>á>IíHiie; Í7,
— ¿mpreoisia, 98. expresión¡ 12 m ., 28, 90 g..
conocimiento: 28. ■
— estereotipada: 93 -ss.
convención al 'servicio de la extranjeros en I? iiene 3 A i
comunicación: 72, res;’ 71, 90.
f 1: 18 8, inconsciente (lo) ei la evo
í i véase 'lenguaje. lución ¡lingüística 127 s,
— , m c-ep'tnacím : 160, incorrección: 73, 8f‘
163 iss. independencia i d io r; á t i c a :
— v lo afectivo: 167 s. 91.
ñ 1i.u'n lingüistica hispá- indicios: lo.
indigenismos en el español
97. ü-e América: 60.
lenguaje; — en la Argentina: 88.
l'H a ., i -íd as., ,i8B. individuo y sociedad 174 ss,
fi ¡imiento fu tu ro ¡leí 183.
rt: ion, — en la evolución 1 ngüísti-
atín y no del grie- ca: 106 s., 114, l.VÍ s.
09. inseguridad en la leigua de
— y e v o lu c ió n : 114. Buenos Aires: 47 ss.
— y miiiia cultural : 115 s.
e escisión,) í y g; 42, 79, 129.
í de prO'ba.bi¡liflaifl: 81. lagos en It. Darío: 17.
— Tnal; 81, latín; 34, 63 n.
lengua: su mcapaci 7u1 ra
«: v i {m'onmnc. en Buenos dical; 30 s,
-.u-i-, -•*' 7’J, ■ I. — y cultura: 160 -ss., 18!) ss.
.................................. u0 a» — e índole de vida: 129 ss.
, 40. -— y Weltansc'liamiiig; 147.
as., 188.
. ■ V,,.ulemia i — y estilo: véase entilo,
— escrita y lengv.» oral:
16 ss., 29, 45, 55 ss., 62,
. 68 ¡sis., 115, 118 "S. 136.
h -i'¡i i : 185 s., — conversacional y ooética:
IV ■las lenguas lite- 20, 24 s.
i 1.’ ; J i
i
— literaria; su ni--al ación,
— y de la lite- (!0; universalidad, 70; rit-
m«, 25; tensión et drituaí,
20, 24 ts., 60; voz. 25.
ideal 'de 1 ¡y" >' de vida: general: 120.
130 a , i3-i ^ —■— y regional: 74 ss.,
-... en d u -*< i- ; -'n língüís- 138.
LÍ - 11! — en la Colonia: 181 ss.
y ciií¡.o: 126 ss. •—- en la Argentina, oassim;
— ..V . . y rostíoo; 133 s. general, 187; bue:n hablar,
ii’.; - ,i, . fonalí 84 ss,, 91. 17, 20, 25, 77, 88 í s., 114,
ii .. 7 '7 i 611 .la- lengua de 139, 141; dasmaei-naliza-
11 t'& s i *19 '-ss. ción em B. Aires, 91 ss.;
■
i» :í7. inseguridad, 49 ss.; impre-
cisión, 53 ss.; 93j Jangua, J11 su relij'tarojen/bo en Bu6’
oraí, 17, 20; escrita, 49 es,; nos Aires: 80; 11 por y, 73.
buenos escritores, 48, 49;
expresión estereotipada y Martín .Fierro: 51,
c o iiixi n í cación imprecisa, m atices: 28,
93 s.j «rcaísmos y nenio- iTU'fáíora; 24,
gimon, P2 .]ffr i "n ~fres ,r
e'if’rJp . j í , 1í ' i ■ n en el leupnaje:
ia f’l lP¡t'i ’ni 't. 1.27.
ca, 9u b-h. ru,i,jü|J¡ . . , i ! í i 17 a, >
■
—• en Oentronmeriea i 20, — en. la Argén,tir
— en las Antillas: 20, nivelación en la li
— en el Perú; 20, 5?, 02, teraria : 60,
—- en Méjico; 20, 57, 80, 82. — entre las lenguas moder
— en Cliile-: 57, 70, 114. nas: 112 es.
— en el Uruguay: 100 es. norma: 63 ai,, 69, 71, 72 ss.,
lenguaje (el) como natura 88 ss.
leza: 104 ss., 127. — su prestigio social; 88 s.
—. como espirita i 105.
— como creación: 157, objetivo (lo): véase 1engua
— lo lógico en el lenguaje: je: 15.
11 s.; lo afectivo, Í2; lo orden ele p a la b ra s : 17, 25, 52,
activo, 8lí; lo objetivo, IR; o rn a m e n ta l (desig'nío-): 26,
lo subjetivo, 15; lo valo- o r to g r a fía : (57.
ratívo, 12; razón en el len
guaje, 12; emoción, 13 .% p ala bra ( la ) nadora
28, 47; fantasía, 12, 28; del concepto '55 ss.,
v oíuntad, 12, 28; dasiguio 163, 170 s„ . ;6,
ornamental, 26. particularismos; 20.
lenguas muertas: 34. patota: 75.
.— romances: 63 n. pelajes de caballos: 105 ss,
— — y la ■descomno.sie.ión periodística (¡iroso.-): 70.
del la tín : 109 ss.*J?,8 a. p o p u la ris m o : 17.
—- modernas: nivelación en prestigio social*. 18.
tre ellas: 112 ss. — en la norma: 88 a.
leyes lingüísticas: 104 ss. pronombre: su coloración:
literarismos en el Martín 25, 52.
Fierro: 51. pronunciación: 17.
localismo: 19 s,, 47 n v 71 propiedad y corrección: 89,
84 ss. purismo: 41.
— su valor social: 87,
lógico (lo): véase lenguaje. ~ra (pretérito): 5.2,
r a c i o n a ! (lo): véas e 1en. -
1! (pronunc.): 17, 25, 80 s. guaje. ^
—• en Corri entes: 80. razón: véase lenguaje.
i\ ' i...: 24. universalidad y !•'uulfemo;
1" la Finia, unidad lin 19 s,, 44 ss.
ca : 99 sw.
Cimio en el habla litera v y l i : 42, 138,
ria. 25. valor social >de lo- localis
n: (ipa’oa)Jime.): 78 s, mos, 87.
rubenism o: 40 s, valores (siálearui de >; 151 ss.
valoralivo . (lo ): véase len
8; 129, guaje.
s final .de fiífaiba: 79, vocabulario: lo ecoo ómico en
33 i 129, él: 158 se.
seseo; 78, — lo í aiii ta e í s i í ■
’ o: 100,
.significación: 145 173. ■ 168 í?r., 178.
signos: ló, v ocales c o n c u r r e n te ; : 7 8 ,1 3 4 ,
.símbolos idioiiiálicos i 28 s. v o lu n t a d : véase le n u ’u a je ,
k' ' ' os concuirrentes: 28. vos: 81, 100, 125, 1-4,
s o (lo): véase len- voseo: 81.
vosotros y ustedes: 31.
voz en el liábla lite-;.vria: 25,
ieitslóti literaria; 20, 24 s..
60, Wel i a n schamuig : 28, 147,
tradición; 21 ss. 188 .
•— y it "i<i'•io'Ha.ljiSirao: 32 sa.
y -culta; 125. x : 12!'».
i i: 26,
y (iivoiiiiuiciadón): 7,
HÍÍ.rncoiTt?ecioits 42, 73, yp!«mo: 80,
u n iv e rsa lid a d t!e Ja lengua
escrita: 70, 7,: 129,
Alvar Fannez, 19. HoeiliP, 31 3i.
■Alvarez Quiatero, 58. Gíi ¡raides, 1G.L
Ascasubi, 161. Gutiérrez, Ju a n María.; 90.
Avellaneda, 90. .
Azorín, 85. HaiuKiZ, 19.
Hernández, José; 50, ¡<• L s.
Baroja, Pío; 50, 176. Herrera, Fer.na.udo de; 55.
Bello, Andrés; 114. 1-Iesiodo. 109.
Bergson, 24. Homero, IOS).
Blasco íbáñez, 61, H um boldi, 146,
•Borges, Jorge Luís; 21, 37, Husserl, 148.
45, 59, 95'.
Bréal, 157. Jhuéner-s Juan lla m ó »; 19, BB,