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Tutela 2ª Instancia: No.

11001408800692021-0095-44
Accionante: JAIME GUZMÁN HERNÁNDEZ
Accionada: EDIFICIO SANTA CATALINA
ASPROSANTA, PROPIEDAD HORIZONTAL

REPÚBLICA DE COLOMBIA

JUZGADO SEPTIMO PENAL DEL CIRCUITO DE CONOCIMIENTO


Bogotá D.C., Junio diecisiete (17) de dos mil veintiuno (2021).

ASUNTO:

Resolver la impugnación interpuesta por el Apoderado del accionante contra el


fallo proferido por el Juzgado 69 Penal Municipal con Función de Control de
Garantías de la ciudad, de fecha 7 de mayo del año en curso, por medio del cual
negó la tutela solicitada a favor del señor JAIME GUZMÁN HERNÁNDEZ, en
contra del EDIFICIO SANTA CATALINA – ASPROSANTA-.

SITUACIÓN FÁCTICA:

Refirió el actor que el 28 de noviembre de 2020, se adelantó una asamblea


extraordinaria de copropietarios que culminó con la elección del señor Axel
Thiel como Administrador del condominio y algunos integrantes de su familia
como miembros del consejo de administración, siendo inscrita tal condición
ante la Alcaldía Local de Puente Aranda.

Indicó, la parte actora que la elección del nuevo administrador está viciada de
nulidad al contravenir varias disposiciones del reglamento de propiedad
horizontal así como de la ley 675 de 2001, ya que la asamblea se convocó de
manera clandestina e irregular con la única intención de tomarse el poder de
facto, lo que les permitió desistir de los procesos ejecutivos adelantados en
contra de miembros de la familia Thiel y de paso atentar gravemente contra
las finanzas del conjunto.

Reseñó que, GUZMÁN BAYONA E HIJOS S. EN C, es propietaria del local 188,


sintiéndose afectada por la nueva administración ya que se le exigen
arbitrariamente expensas por un valor superior al coeficiente de copropiedad
abusando de la posición mayoritaria que ahora ejercen los THIEL sobre los
demás comuneros, en desmedro de sus derechos al debido proceso y a la
defensa.

Por lo anterior, solicitó la protección de los derechos fundamentales del debido


proceso y defensa, entre otros. En consecuencia, se ordene a la Alcaldesa (E)
de la Localidad de Puente Aranda del Distrito Capital, que revoque, elimine,
suspenda o cancele la inscripción irregular e ilegal que permitió que AXEL
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DETLEF THIEL se auto-nombrara como Administrador y representante legal


del Edificio Santa Catalina ASPROSANTA - Propiedad Horizontal, además se
disponga la realización de una asamblea general ordinaria de propietarios con
todas las formalidades establecidas en la Ley 675 de 2001 y el Reglamento de
Propiedad Horizontal.

DECISIÓN IMPUGNADA:

El Juzgado 69 Penal Municipal con Función de Control de Garantías negó la


acción de amparo, toda vez que, en su criterio, el conflicto aquí suscitado,
tiene varios mecanismos de defensa judicial, los cuales deben agotarse
previamente, antes de acudir a la acción de tutela.

Indicó que, en lo tocante a los cuestionamientos derivados de la elección del


administrador del conjunto, el escenario propicio para este tipo debates era
la acción descrita en el artículo 382 del código general del proceso. No
obstante, de acuerdo al texto legal en consonancia con las disposiciones
pertinentes de la Ley 675 de 2001, habría operado el fenómeno de la
caducidad, lo que de suyo significa que no le es dable al interesado acudir a
la tutela para plantear las pretensiones que debieron sustentarse ante el juez
natural ya que esta no ha sido concebida como un medio de defensa
supletorio que permita ser invocado para enmendar deficiencias, errores o
descuidos, ni para reivindicar oportunidades procesales vencidas.

Por otro lado, señaló que GUZMÁN BAYONA E HIJOS S. EN C cuenta con
otros instrumentos defensivos, como lo son los mecanismos de solución de
conflictos a los cuales pueden acudir los copropietarios como se destaca en el
artículo 58 de la Ley 675 de 2001, el cual dispone que: “Para la solución de
los conflictos que se presenten entre los propietarios o tenedores del edificio o
conjunto, o entre ellos y el administrador, el consejo de administración o
cualquier otro órgano de dirección o control de la persona jurídica, en razón de
la aplicación o interpretación de esta ley y del reglamento de propiedad
horizontal, sin perjuicio de la competencia propia de las autoridades
jurisdiccionales, se podrá acudir a: (i) comité convivencia. (ii) Mecanismos
alternos de solución de conflictos.

Concluyó, que igualmente el artículo 390 de la Ley 1564 de 2012 consagra el


proceso verbal sumario como mecanismo para el trámite de controversias
sobre propiedad horizontal de que trata el artículo 58 de la Ley 675 de 2001,
en el que se alude a la formula genérica de conflictos suscitados con ocasión
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de la interpretación y aplicación de la citada ley o del reglamento de


copropiedad, que es precisamente lo que se censura en esta ocasión.

IMPUGNACIÓN:

El Apoderado de la parte actora, solicitó la revocatoria del fallo, en pro de la


garantía de los derechos fundamentales de su representado.

Indicó que, el acta número 001 del 28/11/2020, frente a la cual Axel Thiel
elaboró para autonombrarse como Administrador del condominio, jamás ni
nunca, fue publicada.

Agregó que el acta solo la poseen y por lo tanto la conocen, en primer lugar,
Axel Thiel (su autor) y en segundo lugar, la Alcaldía Local de Puente Aranda,
donde fue inscrita (ignoran las falacias detrás de esa acta) para expedirle la
“constancia” de ley, reclamada por el administrador usurpador del cargo.

Mencionó, que no aparece por ninguna parte que la convocatoria fuera


enviada a cada uno de los propietarios, como ordena el artículo 39 de la ley
675 de 2001.

Refirió que, Axel Thiel no había recibido el día sábado 30 de enero de 2021,
la constancia de la Alcaldía acreditándolo como Administrador y sin embargo
procedió por la vía de hecho a tomarse las instalaciones de la copropiedad.

Reseñó que, demostró la falsedad de la asamblea del 28/11/2020 con las


fotografías que apenas fueron publicadas en la última reunión de asamblea
extraordinaria del 13/03/2021.

Afirmó de mala fe que la caducidad operó el 28/01/2021, cuando la


publicidad de la reunión del 28/11/2020 la hicieron el 13/03/2021.

Añadió, que no es cierto como lo señaló el fallador de primera instancia que


la Constitución y la Ley le atribuyan competencia a la jurisdicción contenciosa
para resolver conflictos en la propiedad horizontal, por lo tanto, no es cierto
que su cliente hubiera tenido en algún momento abierta la vía contenciosa
para atacar el presunto acto administrativo de la Alcaldía Local de Puente
Aranda, tampoco es cierto que el accionante cuente con otros medios
defensivos, como mecanismos para la solución de conflictos, como el Comité
de Convivencia.
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Aseguró que, tampoco tiene el Comité de Convivencia facultades legales para


decidir, por ejemplo, si en el proceso electoral para elegir miembros del
Consejo de Administración se respetaron los derechos de todos los
propietarios a participar (derecho fundamental y debido proceso) en la
composición o integración de ese órgano de administración de la copropiedad.

Recalcó que, el Comité de Convivencia no puede entrometerse en conflictos


de los propietarios reunidos en asamblea general, pues este es el máximo
órgano de decisión de la comunidad de propietarios, conocimiento que está
atribuido al código General del Proceso precisamente a la justicia ordinaria
(jueves civiles).

Aseguró que con la entrada en vigencia del Código General del Proceso, la ley
dejó perfectamente establecido que la competencia para fallar este tipo de
conflictos es de la justicia ordinaria.

Mencionó que, cuando en la propiedad horizontal intervienen personas que


conculcan a sus condóminos los derechos fundamentales y recurren a
truculencias para sabotearles las oportunidades procesales que les permitan
ejercer en tiempo sus acciones judiciales, entonces el camino o vía idónea
para restablecerle esos derechos fundamentales (al debido proceso, por
ejemplo) a las víctimas de esas violaciones son los jueces de garantías
constitucionales, mediante la acción de tutela.

Precisó que el rechazo que hizo la Alcaldía de Puente Aranda a las


pretensiones de Alba Lucía Uribe Arango, explica las razones que le han
asistido todo el tiempo al grupo Thiel/Uribe para seguir intentando, primero
en agosto 20/2020, luego en septiembre 19/2020, y por último en noviembre
28/2020, escalar por cualquier medio al cargo de Administrador y
representante legal del condominio.

Finalizó reseñando, que la accionada nada probó en el trámite tutelar.

CONSIDERACIONES:

Acorde con las previsiones del artículo 32 del Decreto 2591 de 1991, el juez
que conozca de la impugnación debe estudiar su contenido y cotejarlo con el
acervo probatorio y el fallo emitido, para decidir si éste se ajustó o no a
derecho.
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Analizado detenidamente los argumentos expuestos por el Apoderado del


accionante para obtener la protección de los derecho incoados como
vulnerados en favor de su representado, surge evidente a la luz de lo
establecido en el Decreto 2591 de 1991, la confirmación de manera integral
de la decisión proferida por el A quo, que denegó el amparo de dicha
prerrogativa constitucional.

Ahora bien, la propiedad horizontal está concebida como un régimen jurídico


especial de derecho de dominio en el cual los copropietarios tienen reguladas
sus obligaciones y derechos en el Reglamento de la Copropiedad y en la misma
Ley; en tales preceptivas también se encuentran señalados los órganos de
administración y dirección que deben guiar sus actuaciones, su composición,
funcionamiento y forma de tomar decisiones, situaciones que se regulan con
la ley 675 de 2001.

Así entonces, se observa que la parte actora, es conocedora de la existencia


de otras vías judiciales y así lo ratificó en su escrito de impugnación, cuando
señaló que el conocimiento de este tipo de controversias, esta atribuida
exclusivamente a los jueces civiles, conforme a lo estatuido en el artículo 382
del Código General del Proceso, aspecto analizado por el juzgado de primera
instancia. Por lo tanto, a esta Judicatura no le está permitido inmiscuirse en
asuntos que escapan de su competencia.

Nótese como el mencionado precepto legal, establece no solo el procedimiento,


sino el término, en que se pueden impugnar los actos o decisiones de
asamblea, juntas directivas, juntas de socios o de cualquier otro órgano
directivo de personas jurídicas de derecho privado, so pretexto de operar el
fenómeno de caducidad.

Dígase además, como el actor tenía la posibilidad en la misma demanda


solicitar la suspensión provisional de los efectos del acto impugnado por
trasgresión de las disposiciones invocadas por el solicitante, situación frente
a la cual de no haberse acudido dentro del término establecido, es el juez
competente quien determinará si operó o no el fenómeno de la caducidad, sin
que por ello sea permitido el uso del presente mecanismo, como si se tratara
de una instancia adicional.

De la misma manera, como se ha reseñado en tratándose un asunto derivado


del régimen de propiedad horizontal, para lo cual el legislador estableció una
jurisdicción propia, con acciones idóneas para obtener la protección efectiva
de los derechos que de tales controversias se deriven, como lo son, los
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mecanismos alternativos de conflictos o a través de un proceso verbal sumario


ante la jurisdicción Civil.

Sin duda alguna, advierte esta instancia judicial que el accionante a través
del presente mecanismo pretende revivir términos ya fenecidos, como si se
tratara se reitera de una instancia adicional y/o complementaria, todo en
desconocimiento ordenamiento jurídico establecido para la definición y
resolución de los conflictos legales. Sobre este tema, expresó este Tribunal en
la sentencia SU-961 de 1999:

“La función de la acción de tutela está claramente definida por el artículo 86


constitucional como procedimiento que no suple a las vías judiciales
ordinarias, ya que ´sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro
medio de defensa judicial´, salvo la situación en la cual tiene carácter
supletivo momentáneo, que es cuando ´aquella se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable.´” (negritas fuera del texto)

De acuerdo a lo anterior, es claro que la acción judicial en mención no fue


creada para entorpecer o duplicar el funcionamiento del aparato de justicia
concebido por el constituyente y desarrollado por el legislador, sino para
mejorarlo, brindando una figura complementaria que permite la protección
efectiva de los derechos fundamentales ante la ausencia de otro medio jurídico
idóneo a tales efectos, es por ello que cuando se tiene o se ha tenido al alcance
un mecanismo jurídico adecuado para la defensa de los derechos e intereses
de las personas involucradas y, más aún, cuando al interior de éste se han
respetado las reglas aplicables, no se puede adicionar al trámite ya surtido
una nueva etapa o instancia procesal, mediante la interposición de una acción
de tutela, pues al tenor de la normativa vigente dicho recurso judicial es de
naturaleza residual y subsidiaria.

En suma, es abundante la doctrina y la jurisprudencia, en las que una y otra


vez, se concreta que la acción de amparo de arraigo constitucional, no puede
ser usada como una manera de evitar la intervención del funcionario
competente y en esguince al aparato judicial ordinario, resultando socavadas
las competencias en caso de que se permita el uso y abuso de la acción de
que se trata, y es por ello que ciertamente debe insistirse en que la tutela no
es un mecanismo alternativo, adicional, complementario ni mucho menos
supletorio de las instancias judiciales ordinarias, de allí la necesidad de que
los asociados concurran por ante quien está señalado en la ley con la
capacidad para resolver los conflictos de intereses.

Así las cosas se tiene como el artículo 6° Decreto 2591 de 1991 numeral 1°,
determina que ante la existencia de otro mecanismo o medio de defensa judicial,
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impone la declaratoria de improcedencia, atendiendo la naturaleza y carácter


especialísimo de amparo, cuando además determinado también quedó al interior
de la actuación que tampoco podía accederse a ella como recurso transitorio,
para evitar perjuicio irremediable, toda vez que en puridad de verdad nada se
ha demostrado por el tutelante como para provocar el amparo.

De igual manera, se ha sostenido que la tutela es un instrumento residual de


protección de derechos, que por su condición preferente y sumaria impide el
necesario y amplio debate que sobre un determinado asunto debe hacerse ante
la respectiva jurisdicción y funcionario competente, cuando tal debate es
exclusivo y propio de su órbita de conocimiento, y de allí la aplicación prevalente
de los trámites judiciales ante las instancias que la ley ha instituido para conocer
de dichos conflictos jurídicos, por supuesto con el lleno de las garantías
constitucionales, teniéndose claro que escapan del ámbito de aplicación de la
acción de tutela, asuntos litigiosos que deben ser abordados en su oportunidad,
y por el funcionario competente.

Sobre el particular, la H. Corte Constitucional ha dicho sobre la subsidiariedad


y residualidad en la acción de tutela 179/2015, lo siguiente:

“La acción de tutela es una herramienta encaminada a proteger de manera


directa e inmediata los derechos fundamentales vulnerados o amenazados
por una autoridad pública o un particular, a través de un procedimiento
preferente y sumario que procede únicamente ante la falta de otro
mecanismo judicial, excepto si se utiliza transitoriamente para evitar un
perjuicio de carácter irremediable, el cual debe estar debidamente
acreditado dentro del proceso1.

El Decreto Ley 2591 de 1991, que desarrolla el artículo 86 de la Carta


Política, señala en su artículo 6º las causales de improcedencia de la tutela
en los siguientes términos:

"Artículo 6o. Causales de improcedencia de la acción de tutela. La acción de


tutela no procederá:

"1. Cuando existan otros recursos o medios de defensa judiciales, salvo que
aquélla se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable. La existencia de dichos medios será apreciada en concreto, en
cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias en que se encuentra el
solicitante.

(…)"

Esta Corte ha sostenido en torno a la existencia de otros mecanismos


judiciales de defensa, lo siguiente:

“[N]o es propio de la acción de tutela (…) reemplazar los procesos ordinarios o


especiales, ni el de instrumento sustitutivo en cuanto a la fijación de los
diversos ámbitos de competencia de los jueces, y tampoco el de instancia
adicional a las existentes, ya que el propósito específico de su consagración,
expresamente definido en el artículo 86 de la Carta, no es otro que el de

1 Artículo 86 de la Carta Política.


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brindar a la persona protección efectiva, actual y supletoria de sus derechos


constitucionales fundamentales.

En otros términos, la acción de tutela ha sido concebida únicamente para dar


solución eficiente a situaciones de hecho creadas por actos u omisiones que
implican la trasgresión o la amenaza de un derecho fundamental, respecto de
las cuales el sistema jurídico no tiene previsto otro mecanismo susceptible de
ser invocado ante los jueces a objeto de lograr la protección del derecho.

Así pues, tiene cabida dentro del ordenamiento constitucional para dar
respuesta eficiente y oportuna a circunstancias en que, por carencia de
previsiones normativas específicas, el afectado queda sujeto, de no ser por la
tutela, a una clara indefensión frente a los actos u omisiones de quien lesiona
su derecho fundamental. De allí que, como lo señala el artículo 86 de la
Constitución, tal acción no sea procedente cuando exista un medio judicial
apto para la defensa del derecho transgredido o amenazado, a menos que se
la utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable”2

(…)

Es así como la Corte ha señalado que la acción de tutela procede aún cuando
existan otros medios judiciales de defensa, siempre que se cumplan los
siguientes supuestos:

“En los casos en que existan medios judiciales de protección ordinarios al


alcance del actor, la acción de tutela será procedente si el juez constitucional
logra determinar que: (i) los mecanismos y recursos ordinarios de defensa no
son suficientemente idóneos y eficaces para garantizar la protección de los
derechos presuntamente vulnerados o amenazados; (ii) se requiere el amparo
constitucional como mecanismo transitorio, pues, de lo contrario, el actor se
vería frente a la ocurrencia inminente de un perjuicio irremediable frente a sus
derechos fundamentales; y, (iii) el titular de los derechos fundamentales
amenazados o vulnerados es sujeto de especial protección constitucional. La
jurisprudencia constitucional, al respecto, ha indicado que el perjuicio ha de
ser inminente, esto es, que amenaza o está por suceder prontamente; las
medidas que se requieren para conjurar el perjuicio irremediable han de ser
urgentes; no basta cualquier perjuicio, se requiere que este sea grave, lo que
equivale a una gran intensidad del daño o menoscabo material o moral en el
haber jurídico de la persona; la urgencia y la gravedad determinan que la
acción de tutela sea impostergable, ya que tiene que ser adecuada para
restablecer el orden social justo en toda su integridad”. 3

En todo caso, es necesario que el menoscabo se encuentre acreditado, ya


que no basta con afirmar que existe un derecho sometido a un perjuicio
irremediable o referirse a un daño hipotético, sino que deben señalarse
los elementos que permitan al juez verificar la existencia real del mismo 4,
o al menos indicarse elementos de juicio que ofrezcan fundadas razones
para afirmar que el daño existe y que amenaza un perjuicio irremediable.

De manera que si el juez de tutela no evidencia, con base en las pruebas


allegadas por los jueces de instancia y las aportadas al proceso, la
existencia de una amenaza, riesgo de causarse un perjuicio o daño
irremediable de los derechos que se alegan como vulnerados, y que
requieran la adopción de medidas urgentes e impostergables a través del
amparo constitucional, no procede la acción como mecanismo
transitorio de protección 5.

2
Sentencia C-543 de 1992.
3 Sentencia T-177 de 2011. Sobre estos aspectos pueden verse las sentencias T-406 de 2005,
T-997 de 2007, T-282 de 2012 y T-052 de 2014 entre otras.
4 Sentencia T-041 de 2013.
5 Sentencia T-458 de 2014. Sobre tutela como mecanismo transitorio ver también sentencias

T-569 de 1992, T-432 de 2002, T-037 de 2005, T-081 de 2013, T-082 de 2013 y T-889 de 2013.
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Accionada: EDIFICIO SANTA CATALINA
ASPROSANTA, PROPIEDAD HORIZONTAL

De manera que, acorde con lo dicho, se impartirá confirmación integral a la


decisión de primera instancia.

En mérito de lo expuesto, el JUZGADO SEPTIMO PENAL DEL CIRCUITO CON


FUNCIONES DE CONOCIMIENTO DE BOGOTÁ, D.C., administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE:

PRIMERO: CONFIRMAR el fallo de tutela proferido el 7 de mayo del año en


curso, por el Juzgado 69 Penal Municipal con Función de Control de Garantías,
dentro de la acción de tutela promovida por el Apoderado del señor JAIME
GUZMÁN HERNÁNDEZ, en contra del EDIFICIO SANTA CATALINA –
ASPROSANTA, conforme lo esbozado en la parte motiva de ese fallo.

SEGUNDO: Remitir copia de esta sentencia al despacho de origen y enviar la


actuación a la Corte Constitucional, para la eventual revisión de la misma. Esto
deberá cumplirse por medio de correo electrónico, conforme a las últimas
disposiciones de dicha Corporación.

TERCERO: Notificar esta providencia por el medio más expedito.

CUARTO: Informar que contra esta decisión no proceden recursos. Infórmese de


la presente determinación al Juez A quo y envíense las diligencias a la H. Corte
Constitucional para su eventual revisión.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.

DIANA ENEIDY MUÑOZ MARTÍNEZ


JUEZ

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