V.·. M.·., QQ.·. HH.·. P.·. V.·. y S.·. V.·. QQ.·. HH.·. en sus Gr.·. y OOf.·.
ESTE, SOY YO.
Un Q.·. H.·. M.·. M.·. que siempre me ha escuchado en mis tribulaciones
respecto a mi caminar masón.·. y siempre ha estado atento a escuchar mis comentarios como Apr.·., siempre ha tenido la palabra precisa, el consejo acertado y el abrazo fraterno para hacerme continuar por el camino. En dos ocasiones me dio estos consejos: “Existen masones sin mandil y nunca puede sentirse pena de la condición de ser masón”. Reflexionando sobre sus consejos, producto de la escucha de mis tribulaciones, es que resulta lo que he de decir. Una de las divisas, que pregona la masonería, y que ha acogido mi L.·. M.·. es la que ora “Al progreso de la humanidad” ello significa que todos nuestros actos deben estar encaminados para que la humanidad alcance su máxima expresión, su máximo cenit; pero ello, pareciese, obligaría a quien desea el progreso de la humanidad a tomar los arreos para que su lucha, por la loable meta, sea tenida en cuenta y en mi sentir, tomar los arreos, es la consecuencia del destino con el que se nace. De mi parte, y siendo niño, entendí que el progreso de la humanidad (sin saber que era aún) estaba en el trabajo, en la labor que se hacía con y para el otro, en el amor por curar y sanar sus afugias, en sanar las heridas con el resultado de su sonrisa, de sus gracias o el de la felicidad de ver curado su apremio. Y al crecer, aquello que se hacía de niño se convirtió en una vocación y fue por ello que salvamos vidas a cuenta del riesgo de perder la propia… Para que otros vivan, esa era la divisa, en ese momento (y en ello estaba el progreso de la humanidad). Fui viendo como las manos se iban tornando callosas y fue, ahí precisamente, cuando sentí que de tantos golpes que daba a la piedra se estaba puliendo (sin saber que era la piedra). Siendo adulto encontré en mi profesión la forma de seguir logrando el progreso de la humanidad y desde las aulas o desde los estrados judiciales fui buscando que la humanidad avanzara, no logrando el público reconocimiento, pero si logrando que aquellos que me han buscado sobresalgan poniéndole fin a sus diatribas. Ver la luz fue la respuesta, tocar las puertas del templo (ahora que lo pienso) fue la consecuencia y la imposición del mandil no fue imposición, fue simplemente develarlo porque – y aunque suene petulante- el mismo lo traía puesto desde que vi la primera luz cuando fui parido por mi madre. Aquel M.·. M.·. tenía toda la razón. Yo fui un masón sin mandil por mucho tiempo. El Gr.·. y OOf.·. no eran necesarios de saber ni de sentir pues con el solo hecho de ayudar a que la humanidad progresara me convertía en H.·. M.·. por naturaleza, Como consecuencia de lo anterior, nunca he ocultado mi condición de masón. Ni antes ni después de haber tocado las puertas del templo. Y nunca lo he ocultado pues no me apena serlo. Oculto para el mundo profano nuestros ritos, secretos y los demás menesteres que he jurado guardar; oculto para el mundo profano la condición de mis hermanos que por la naturaleza de sus oficios requieren del secreto. Pero no me oculto del mundo; ni podré ocultarme. Concuerdo en que nuestra hermandad y orden deben ser discretas, pero esa discreción va dirigida a la conservación de nuestros ritos y secretos, va dirigida al silencio que sobre lo que me ha sido revelado deba de permanecer, pero esa discreción no va dirigida a mi condición; un simple humano no puede ayudar al progreso de la humanidad sino ostenta una condición y yo ostento la mía, la de ser masón. ¿Cómo podría alguien, que no siente afecto por el otro, ayudar al progreso de la humanidad sino es un masón? No podría. Solo quien es masón puede sentir afecto por lograr el progreso de la humanidad, solo quien se coloca el mandil o quien lo tiene en su mente puede comprender lo que es ayudar al otro. Que por sus actos los conoceréis es cierto, que por sus actos sabréis quien es y de donde es, también. ¿Pero qué finalidad tiene guardar el secreto de lo que se es cuando no hay afección propia, ni a hermanos, ni a la hermandad, ni a la orden? Ninguna. Ocultar lo que se es, es engañarse a uno mismo. Otros, cuyos nombres debieran de irradiarse han mancillado con sus actos el nombre de la masonería y nunca les dio pena decir que a ella pertenecían con el propósito de finiquitar erradas pretensiones. Este, soy yo. Soy un masón que al inicio no tuvo un mandil en su cintura, soy un masón que tocó a las puertas del templo y fue recibido, soy un masón que está ahí en el mundo profano ayudando a su progreso, porque ese es mi destino.. Y si, por mis actos me reconoceréis. Es mi palabra V.·. M.·.
Andrés Felipe Pareja Vélez
Apr.·. Mas.·. R.·. L.·. 2026 estrella de Thoreau Villa Real, 29 de Julio de 2020, E. V.·.