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Decían que no servía

José Omar Moreno García

Algún día un reportero de medio pelo de la ciudad me contactó para hacerme una entrevista
sobre mi historia. La verdad no sé qué puede tener de curiosa, pero ¿por qué no? Sirve para
que me vea mi familia en la tele.
Vino a mi pueblo, muy elegante él. Se presentó y ya ni me acuerdo cómo se llamaba, pero
me cayó bien. Desde su llegada los vi y ya venían grabando cosas, fotos acá, allá, donde
fuera, pero no le di importancia, total, ¿qué puedo esconder?
Ya sentados, con una cerveza en mano, empezó a platicarme cualquier cosa. Yo de buena
gente le seguía el rollo, al fin no hacía mal. De repente me dijo:
- Bueno, señor José María, me gustaría conocer su historia, pues muchos dicen que en
usted estaba una esperanza del juego y hoy creo es un tema interesante para muchos,
su ejemplo. Cuénteme de su historia, por favor.
- Ja, ja, pues ya ves, eso dicen de leyendas como la mía, pero hay que echar chingazos
a final de cuentas y pfff, pues mira… es bien difícil… no suelo comentar esto. Te voy
a dar la nota nada más por lo bien vestidito, hasta me caíste bien. Desde morrillo fui
bien desmadroso, por eso mis jefes me metieron a una escuela de futbol a los 15 años
según pa’ aplacarme, ya sabes… siempre me gustó el fut, pero era de esos niños de
nada más “echar la reta” y se acabó, no más. Una vez en la escuelita obviamente
empecé a agarrarle la onda, me gustó el rollo, me gustaba lucirme, echar un drible
acá, ser broncudo con los demás, sacar el orgullo pues, por eso igual me decían varios
que era bien llanero y que eso me diferenciaba, el carácter.
- Y justo lo necesitamos ahora… carácter -me comentó con decisión.
- Mmmta, ni me lo digas. Pero bueno, el chiste fue un día donde vinieron a mi rancho
unos visores de Chivas, a cazar talento y dinero… ya sabes. Nos pusieron unos
ejercicios, un interescuadras y al final de todo se acercaron a mí y creo fui el único,
eh. Me dijeron que les había atraído mi forma, por lo cual estaba invitado a probarme
en Verde Valle, a ver si me hacía jugador. ¡Puta madre! me dije, era mi sueño y no
tanto por jugar, sino porque me iba a ir a una ciudad poca madre, me iban a pagar una
lanita y encima hasta famoso me podía hacer… ni la pensé, si te soy sincero. Agarré
todas mis cositas y vámonos, la otra semana ya andaba allá en las instalaciones,
echando bola. Total, jugaba en la Sub-20, nos iba bien, yo me hice el goleador y un
día me hablaron a la oficina del presi… ahí todos bien contentos me dijeron casi al
final “Eres el mero chingón” y que había una posibilidad de debutar en Primera
División el próximo fin de semana. Así pasó… lueguito en ese momento salté de la
silla, por supuesto me puse feliz, eso significaba más para mí, ya sabes.
En eso pues… yo me había hecho ya de mis compitas, salíamos de fiesta, aquí, allá,
nos divertíamos y la pasábamos poca madre. Les dije sobre mi posible debut y no se
nos ocurrió otra cosa que irnos de fiesta; nos fuimos a Zapopan en mi coche y ya por
ahí de las 3 de la mañana decidimos regresarnos a mi casa. Mala mía…
- ¿Y eso? ¿por qué lo dice?
- Pues ya ves… yo de pendejo y necio le entré a manejar. Como no circula nadie a esa
hora quería jalar mi cochecito, a ver si muy rápido. Ya ahí por Avenida Vallarta
íbamos a todo, en la recta y justito al llegar a los Arcos que nos damos en la madre.
Perdí el control del coche, no sé ni pa dónde fuimos, fueron segundos negros, apenas
escuché el golpe y todo oscuro ahora sí. Dentro de mí pensaba en mi final, “hasta ahí
mi Chema”… pero de repente desperté, mis jefes ahí estaban, llorando por verme otra
vez con los ojos pelados, pero viendo. Me abrazaron, me lloraron, lloramos y eso sin
saber lo sucedido, me ganó el momento y verme así. El doctor vino rápido, me
comentó todo hasta el momento donde me dijo que había perdido una pierna.
La verdad qué te puedo decir… dicen que al chocar la mitad de mi cuerpo salió por
la puerta y mi pierna ahí siguió, se atoró recibiendo todo el impacto del coche con la
pared y por eso me la mocharon, por eso aquí me ves con mi prótesis, la varita yo le
digo.
- Debió ser un momento espeluznante, su carrera terminada por un exceso, incluso por
celebrar un momento único. ¿Qué vino después de esto? -preguntó el reportero.
- Entré en depresión, la verdad. No supe nada de mi futuro, nomás que en el fútbol ya
no daba para más. Me regresé a mi pueblo, anduve unos meses haciendo nada hasta
que me decidí ayudarle a mis papás en su tiendita, ahí me tenías atendiendo. Sí dejaba
la tiendita, gracias a Dios y ahí encontré algo. Hasta el día de su muerte les eché la
mano como pude. Hoy manejo el negocio, lo he hecho más grandecito, va todo bien
y nada, hasta me casé, tengo un hijo de 12. De él si espero se haga futbolista de los
buenos, nomás que no siga mis pendejadas.
- ¿Qué piensa su hijo de su historia? ¿le ha dicho algo de esto? -soltó el periodista.
- Poco, pues como te dije no hablo mucho de esto y uno como padre no busca que sus
hijos sepan sus errores, al menos no tan directo. A final de cuentas uno cambia ya
viendo la situación, las circunstancias. Ya con esposa dejé el vicio, mucho más
teniendo un hijo. Me dediqué a chambearle a pesar de andar sin una pata. Y fíjate…
el otro delantero, mi rival de equipo, el de las broncas por el lugar y el orgullo me
dijo después de mi accidente que esa pata de fierro no me iba a servir para nada…
hasta me dan ganas de llorar, pero yo así con la varita le enseñé a mi hijo a jugar,
como pude y como Dios me dio a entender. El fut se juega con los pies, pero lo bueno
sale del corazón y la cabeza, sin eso mejor ni juegues…
- ¡Qué increíble! Una historia de superación y, aún más, a todas las personas les erizará
la piel al saber que aún así le enseñó el hermoso fútbol a su hijo. -sentenció el
reportero.
Sonriendo, entre carcajadas, le dije:
- Pa que veas, decían que no servía y ya hasta la próxima semana nos vamos a
Guadalajara a llevar al niño a su prueba en Chivas…
Suspiré un momento, mis ojos se llenaron de lágrimas y en voz baja dije
- Decían que no servía…

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