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El Camry 2007
En el Camry 2007 hay una pequeña modificación que los conductores no
advertirán. La barra de soporte del radiador –un tirante de acero que atraviesa
la parte inferior del compartimiento del motor- no se instaló en el momento de
fabricar la carrocería del automóvil. Solía hacerse así, pero bloqueaba el
acceso a ese compartimiento. Por lo tanto, los operarios tenían dificultades
para instalar el cableado y los componentes del motor. La idea surgida en la
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planta de Georgetown, pasó al equipo de diseño de Toyota, y de allí a las
plantas de montaje de Camry en todo el mundo.
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sustancialmente, prueba fiel de los contratiempos que genera el crecimiento
rápido, incluso en los sistemas más aceitados. Los problemas de calidad
llamaron la atención del equipo directivo de la empresa. En un contexto más
amplio, cuando la estrategia no es fabricar automóviles sino fabricar mejores
automóviles, lo que se crea es una ventaja competitiva perpetua. Los
competidores de Toyota no están pisándole los talones; necesitan una
reorganización y más ventajas a fin de recuperar el liderazgo. Están una
década detrás y aun no se dieron cuenta.
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Y las Tres Grandes lograron avances: en la última década. GM y Chrysler
redujeron en un tercio la cantidad de horas necesarias para armar un vehículo.
Sin embargo, todavía están a la zaga de Toyota. “Si uno visita las Tres
Grandes, encontrará proyectos como los de Georgetown”, dice Jeffrey Liker,
profesor de ingeniería de la Universidad de Michigan y autor de The Toyota
Way. “Pero están dirigidos por algún grupo de ingeniería, un cinturón negro de
Six Sigma o un gurú de la producción ajustada –añade-. Un par de veces al
año presentan el proyecto a los directivos de la empresa, y dicen: ‘¡Miren lo que
hicimos!’. En Toyota los encaran en cada departamento, todos los días, sin
cinturones negros y con regularidad.
De modo que uno puede comprar libros, contratar consultores, implementar
programas, predicar la transformación del negocio y, con el tiempo, perder el
entusiasmo. Sin entender por qué fracasó, archivar las pesadas carpetas en el
armario de una sala de conferencias y volver a la forma habitual de trabajar.
Lo que sucede a diario en Georgetown –y en toda Toyota- puede enseñarse y
aprenderse. Pero no se trata de un conjunto de metas, porque las metas
implican una línea de llegada. Es una forma de ver el mundo. Por lo tanto,
resulta imposible perder el interés, encogerse de hombros y abandonar un
proyecto, del mismo modo que a cualquier persona le resulta imposible dejar
de interesarse por su futuro.