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Debida diligencia profesional

Como abogados tenemos un especial cuidado al momento de llevar cada asunto

legal, ya que las personas ponen su confianza en nuestras manos, incluso sus patrimonios o

su propia libertad. Por tal razón, cada abogado debe procurar tener el mayor cuidado

posible en cada caso, a tal punto que un error o una falta mínima de diligencia podría

generar una sanción disciplinaria, no se tiene el deber de actuar diligente, se tiene la

obligación de hacerlo y no se perdona la negligencia.

Cada abogado tiene deberes que debe cumplir a cabalidad para evitar una

negligencia y ejercer la profesión de la mejor manera, de forma correcta, honesta, con

rectitud e idónea. Pero cuando los abogados actuamos sin observar estos deberes, o incluso

en ciertos casos, de manera descuidada o imprudente, se transgrede la debida diligencia

profesional y como consecuencia puede generar una sanción a esta conducta desmedida.

Pero que sucede cuando por motivos ajenos a nuestra voluntad o que incluso

voluntariamente pero sin tener la posibilidad de actuar de otra forma hace que

transgredamos nuestros deberes como abogados. Al parecer y como lo ha venido tratando el

Consejo Superior de la Judicatura también debemos responder por estas faltas a la debida

diligencia profesional, incluso cuando se nos es imposible actuar de otra manera teniendo la

mayor diligencia posible para el caso. Verbigracia de esto se puede ver en la sentencia del

Consejo Superior de la Judicatura con radicado No. 110011102000201102800-01 y

Magistrado Ponente el Dr. Angelino Lizcano Rivera donde se sanciona a la togada Nebis

Petrona Acosta por no interponer el recurso de apelación en el tiempo debido, aun cuando

el contrato por el cual ella inició el proceso ya se había terminado, en otras palabras, la Sala

disciplinaria la condenó por no actuar cuando el contrato por el cual inicia sus actuaciones

ya no estaba vigente, argumentando que:


“cuando el abogado se compromete con una representación judicial, se obliga a realizar

en su oportunidad actividades procesales en orden a favorecer la causa confiada a su

gestión; cobrando vigencia a partir de ese momento el deber de atender con celosa

diligencia los asuntos encomendados”(Consejo Superior de la Judicatura, 2014).

Termina diciendo la sala disciplinaria que la transgresión de estos deberes es cuando se

configura la sanción disciplinaria y por ende se debe sancionar al togado. Un resultado

bastante desagradable, pues indica que aun así cuando se nos haya desvinculado del cliente

o poderdante, aun se debe estar diligente con el proceso que se había estado llevando, pues

de no hacerlo podría resultar en sanción disciplinaria.

Otra sentencia enigmática del Consejo Superior de la Judicatura de Radicado

73001110200020120084001con Magistrado Ponente el Dr. José Ovidio Claros Polanco

Donde se sancionaba a la Dr. Sharon Jaramillo por no haber interpuesto las acciones que se

le habían conferido en el tiempo debido, se determinó que no tenía los elementos necesarios

para llevar el proceso pero la sala disciplinaria determinó que en este caso el abogado debió

haber devuelto los papeles que se le entregaron para llevar al caso e informar que no iba a

realizar el proceso. En palabras del Consejo Superior de la Judicatura:

“Esta Colegiatura no encuentra justificación en la demora para llamar las personas con

quien se comprometió, para devolverles los documentos y deshacer el compromiso

inicialmente pactado, pues, con esta conducta omisiva resulta incursa la disciplinada en

la indiligencia enrostrada por el a quo”(Consejo Superior de la Judicatura, 2015).

Aca es mas claro como la imposibilidad de llevar el asunto propuesto generá una supuesta

negligencia por parte del abogado, pues desde un punto de vista mas objetivo, quien tubo la

negligencia fue la misma persona a quien se le va a llevar el caso, pues no se le dieron los

elementos necesarios al abogado para realizar sus deseos.


Por otro lado existen casos donde la debida diligencia, que debe llevar todo abogado

en el ejercicio de su profesión, no lo hace en lo mas mínimo o transgrediendo sus deberes

como abogado, esto puede verse en la sentencia del Consejo Superior de la Judicatura de

radicado No. 110011102000201003455-01 con Magistrado Ponente el Dr. Angelino

Lizcano Rivera donde se sanción a la abogada Ligia Amparo Contreras, pues se le pidió la

ayuda para solicitar una pensión ante la aseguradora Seguros Bolívar, pero jamás realizó

dicha solicitud como ella afirmaba e incluso después de un tiempo de insistirle sobre los

tramites que ella supuestamente había llevado, la abogada dejo de responder y fue

imposible contactarla. La sala disciplinaria de dicha corporación decide sancionarlo en base

a lo siguiente:

“Cuando el abogado se compromete con una representación judicial, se obliga a realizar

en su oportunidad actividades procesales en orden a favorecer la causa confiada a su

gestión; cobrando vigencia a partir de ese momento el deber de atender con celosa

diligencia los asuntos encomendados, cargo que envuelve la obligación de actuar

positivamente con prontitud y celeridad frente al encargo, haciendo uso de todos los

mecanismos legales para el efecto; luego si cuando el abogado injustificadamente se

aparta de la obligación de atender con rigor este deber frente a una representación

judicial, incumpliendo cualquiera de estas exigencias, subsume su conducta en falta contra

la debida diligencia profesional, como ha ocurrido en el asunto en examen”(Consejo

Superior de la Judicatura, 2013)

Indiscutiblemente en el caso expuesto, la abogada actuó con negligencia, pues se

abstuvo de realizar las acciones pertinentes para garantizar una actuación idónea de su

parte, incluso no dio respuestas a sus requerimientos para que diera constancia de su

conducta. Resulta, entonces sencillo para quien juzga este comportamiento decidir sobre si
hubo o no una negligencia que configure una transgresión a los deberes que todo abogado

debe cumplir en el ejercicio de su profesión, muy diferente a los anteriores casos en donde

los abogados no podían actuar de otra manera o incluso lo hicieron de manera diligente,

pero por la profesión de abogado y según lo que ha dicho el Consejo Superior de la

Judicatura, no puede tener ningún tipo de negligencia por mas pequeña que sea o incluso si

se realiza de manera imprudente o culposa, esto no es excusa. Puede resultar realmente

extremista esta posición pues como dice el viejo adagio nadie esta obligado a lo imposible,

pero al parecer para los abogados ni esto puede excusarlos.

Otro caso donde se puede ver la agresión a la debida diligencia profesión de un

abogado se puede ver claramente en la sentencia del Consejo Superior de la Judicatura de

radicado No. 110011102000201306678-01 con Magistrad Ponente la Dra. Magda Victoria

Acosta Walteros, donde se sancionó a la abogada Martha Yaneth Gutiérrez por las

negligencias que tubo al momento de adelantar una acción de reparación, a tal punto de que

dejó caducar la acción e incluso la presento meses después de que esta hubiera caducado,

conducta que resulta gravísima pues le generó muchos perjuicios a quien había puesto toda

la confianza y patrimonio ante la abogada. Sobre esto la corte expone que:

“es evidente que la abogada perdió de vista el término legal con el que contaba para

instaurar en término la demanda y con ello haber agilizado los trámites concernientes al

diligenciamiento oportuno de los poderes, así como la prueba pericial, pues recordemos

que es ella la profesional del derecho y sus clientes no tenían el conocimiento de la

premura de la caducidad, es más pareciera que la abogada no tuvo claro dicho factor

sustancial en la gestión encomendada, al punto que es inexplicable haya radicado la

demanda el 1 de octubre de 2012, cuando ya había caducado la acción que lo fue desde el

17 de agosto de 2012, lo cual no tiene ninguna justificación de su parte, cuando se reitera


desde finales del 2010 aceptó verbalmente el mandato encomendado por los quejosos para

ejercer el mecanismo de control administrativo previsto en el artículo 164 del CPACA, con

tan grave resultado de haber frustrado la oportunidad de lograr el resarcimiento

económico de los perjudicados por tan grave hecho originario de la acción pretendida”

(Consejo Superior de la Judicatura, 2013).

Al igual que en el caso anteriormente expuesto a este, es claro como los abogados

actúan con total negligencia, de manera injustificada para actuar con la transgresión de los

deberes de todo abogado, casos como estos es muy sencillo para el magistrado decidir

sobre imponer una sanción disciplinaria para el togado, pues es muy clara la falta de

diligencia que tiene el abogado.

Como último ejemplo se puede analizar la sentencia del Consejo Superior de la

Judicatura con Radicado No. 050011102000201200609-01 con Magistrado Ponente el Dr.

José Ovidio Claros Polanco en donde se sanciona al abogado Orlando Antonio Olaya por

violar la debida diligencia profesional por cuanto no sustenta un recurso de casación

presentado ante la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, la corporación

sustentó la sanción con base a lo siguiente:

“Conviene recordar que cuando el abogado asume una representación judicial mediante

poder, se obliga a realizar en su oportunidad una serie de actividades procesales en orden

a favorecer el asunto confiado a su gestión, pues cobra vigencia a partir de ese momento

el deber de atender con celosa diligencia los asuntos confiados, cargo que envuelve la

obligación de actuar positivamente con prontitud y celeridad frente al trabajo

encomendado, haciendo uso de todos los mecanismos legales para el efecto” (Consejo

Superior de la Judicatura, 2014).


Como lo indica la sala disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, en este

caso es evidente la negligencia que tuvo el abogado al abstenerse de sustentar el recurso de

casación, pues cuando se acepta la representación de un tercero se deben realizar todas

aquellas diligencias para velar siempre por los intereses de él, en palabras de la corporación

se debe tener una celosa diligencia en la gestión confiada, resulta entonces claro la falta de

la misma en este caso y la sanción que se le impuso.

En casos como estos y los dos anteriores es sencillo para el juzgador determinar si

imponer una sanción disciplinaria, pues las conductas que realizan son claras y generan

perjuicios para aquellas personas que han puesto la confianza en dichos abogados, por tal

razón lo justo es su sanción. Pero en casos como os dos primeros expuestos anteriormente,

le resulta al juzgador muy difícil determinar si se debe o no sancionar la conducta o su

omisión, pues al parecer deja la sensación de no haber actuado conforme a la justicia al

momento de sancionarlo, pues aunque su conducta es diligente esta causa perjuicios a los

terceros que encomendaron su gestión.

Para concluir, la profesión de abogado exige un deber de diligencia mayor que otras

profesiones, además de tener muy en cuenta y la observancia de deberes especiales para

todas las actuaciones y gestiones que debemos hacer como abogados, so pena de ser

sancionados, incluso de cometer conductas imprudentes o la omisión de la observancia de

los deberes o de determinadas conductas que puedan generarle perjuicios a aquellos que

confían su gestión a nosotros, aunque puedan resultar muy tajantes e injustas las sanciones

impuestas, en la mayoría de los casos se justifican y ayudan a que todos los abogados

ejerzan su profesión de la mejor manera.


Bibliografía
050011102000201200609-01 (Consejo Superior de la Judicatura 09 de julio de 2014).

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