Está en la página 1de 1

Reconozco que, cuando conocí a mi compañero de clase, me formé una

idea de él bastante diferente de la que tengo ahora. No quiero decir, con esto,
que albergara una serie de prejuicios en mi interior al verlo, lo que se conoce
coloquialmente como “hacerle la foto”. No, para nada. Fue, sencillamente, que
no podía imaginar, en ese momento, las cualidades que lo hacían una persona
especial, diferente y, al final, con el tiempo, uno de mis mejores amigos, no
solamente en la clase, sino fuera de ella.
Su rostro deja entrever ya su personalidad. De ojillos inquietos y vivos, su
mirada transmite un brillo travieso, chispeante, cargado de alegría. Su nariz,
fina y perfilada, un aire de picardía. La boca, enmarcada por unos labios finos
aunque visibles, no apretados hacia adentro, dibuja una sonrisa natural,
relajada, que irradia simpatía; una sonrisa franca, sincera, abierta a todo el
mundo. Las cejas, nunca ceñudas, ligeramente enarcadas, en su posición
natural, sugieren la despreocupada relajación de que siempre hace gala. El
pelo, de color marrón y algo encrespado, se lo peina con una rebelde
elegancia, sin esmerarse mucho pero sin ser descuidado, lo cual refleja un
carácter de cuidada naturalidad.
Este mismo aire de espontaneidad refleja su forma de vestir. Pantalones
vaqueros algo desgastados, sueltos, sin ir ceñidos o ajustados; camiseta,
algunas veces lisa pero, las más de las veces, estampada: con letras, graffitis o
de grupos musicales, sobre todo. Este vestuario, el que suele lucir
normalmente, lo adereza con calzado informal, donde no tiene preferencias
claras: bambas, Converse, Skechers... Es como si no tuviera claro qué le sienta
mejor, o como si adoptara este aire descuidado conscientemente.
Esta gamberrilla simpatía la confirmamos cuando tratamos con él y lo
vamos conociendo. Sabe mostrar siempre la mejor de sus sonrisas; incluso,
cuando no tiene el día, es capaz de contagiar un sereno optimismo. Procura no
tomarse las cosas demasiado en serio; así, disfruta de los buenos momentos y
sobrelleva de la mejor manera los menos buenos. No se guarda su simpatía ni
su amabilidad para los suyos, sino que se abre con facilidad a quienes no han
tratado apenas con él. Muchos adjetivos le definen, pero se le podría
caracterizar como rebelde, natural, abierto, generoso, alegre y optimista.

También podría gustarte