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SINOPSIS

Ryan Reed año tras año ha buscado respuestas a preguntas que absorben su existencia.
Aunque nunca las encontró, sigue intentándolo. Su vida se convirtió en una monotonía que
le ayuda a sobrellevar un ayer significativo y doloroso.

Se ha mantenido soltero, sin ningún interés amoroso o es lo que su mente le obliga a


creer, para no arruinar los planes de un futuro incierto e irrelevante. Es causante de
muchos suspiros, pero él en toda su vida ha suspirado por una sola persona.

Los años que transcurrieron, le forzaron a mirar en distintas direcciones, pero ninguna se
ha enlazado con ella.

Decisiones, decisiones, decisiones…

Es lo que le permite mantenerse alejado de mentiras que fueron culpables de su miserable


existencia; sin embargo, en sus planes está dispuesto a mirar en otro rumbo. No es tan
sencillo, no cuando todos los caminos de su vida siguen mirando al otro lado, muy lejos de
ella, buscando lo que no necesita… Pero está por descubrir que, mientras más siga
mirando en la dirección incorrecta, más se acercará a lo que nunca buscó ni necesitó
encontrar.
CAPÍTULO I

Decepción

Esa palabra atravesó mi pecho, quedándose clavada, minutos después de haber


escuchado aquel anuncio, que se desvaneció con los aplausos y gritos de los invitados;
sus palabras traspasaron mi interior, atravesaron mi alma, descontrolando mi calma, y no
le fue suficiente porqué se impregnó en mi corazón, magullando lo que quedaba de él.

Doy un paso.

Me atrevo a dar otro, pero mi cuerpo se queda inmovilizado. El ambiente cerrado, no


permite que ingrese más aire, mi pecho se aprieta con rigurosidad, y lo único que logro
apreciar, es como mi interior se desmorona. Aparento estar tranquilo, en medio de una
multitud que camina directo a felicitar a la flamante pareja por su compromiso, levanté la
cabeza y vi lo nunca imaginé presenciar. El golpe es más fuerte de lo esperado, pero no
permito que mis emociones tomen el control de mis sentidos, me mantengo sereno e
inexpresivo, para no ser un espectáculo del que me niego a ser partícipe.

No es propio de mí, perder la cordura, cuando he pasado por las peores situaciones. No
les daré a todo un público algo llamativo y escandaloso que ver. Si todas estas personas
pueden fingir sonrisas y felicidad, yo también puedo hacerlo.

Puedo ser reconocido como el excepcional para mentir, he vivido en un engaño toda mi
vida. No hay mejor postor que yo, para encasillarme como el ganador de este lugar, que
está cubierto de falsedad. Sé que lograré controlar lo que tengo en mi interior, aunque eso
no signifique que pueda engañarme a mí mismo.

Aprieto la copa con vino en mi mano, mientras descubro que todo este tiempo, seguí
envuelto en una vida de la que huí, por todas las mentiras, pero no pensé que consigo
traería algo más, la traición. Todos estos meses, la verdad estuvo frente a mis ojos y me
cegué, a tal punto, de no reconocer la cruda realidad.

Dos personas que consideraba importantes, fueron capaces de apuñalarme por la espalda
e ignorar mi existencia, siendo conscientes del daño que ocasionarían en mi ser.

Su sonrisa y la felicidad genuina, resalta aún más cada facción y expresión que
demuestra, deslumbrando su rostro. Me siento asqueado por tanta falsedad, desvió mi
mirada al observar como mi supuesto hermano, le planta un beso casto en sus labios y ella
lo mira cómo me miraba a mí; es retroceder el tiempo y centrarme en aquello años de
primavera, en donde esa persona me proclamaba su amor, parándose junto a mí y
sosteniendo mi mano, con la misma sonrisa y felicidad… Es recordar todo lo que tuve y lo
que se esfumó en cuestión de segundos.

Todo, quedó en un pasado pasajero y lo que pensé que podía recuperar, se marchó con
sus mentiras; así como el poco amor que quedaba en mí, luego de haber destruido todo lo
que imaginamos nuestro.

Sus ojos tropiezan con los míos, como años atrás, cuando por primera vez nos conocimos
y fuimos receptores de un amor, en donde no existió un final. Es como si el tiempo hiciera
lo suyo, al aplacar todo lo que quedó de nosotros y lo transformó en recuerdos, que con el
transcurso de los días y meses, fueron oscureciéndose y trasladándose a una parte en
donde ya no existe el retorno.

La historia que tanto anheló, se deshizo por sus propias decisiones. Y su cuento perfecto,
se borró de la existencia.
Ya escogió.

Hizo su elección y lo cambió todo.

Tambaleo, dio pasos atrás, sujetando el brazo de su prometido para no perder el equilibrio
y terminar donde siempre debió estar. El estupor se vio cristalizado en sus ojos y, por unos
segundos, dudo en haberme visto porqué su mirada gritó el desconcierto; su reacción no lo
esperé, pero al ver el reflejo en sus ojos, intuí que no imaginó encontrarme esta noche y
eso fue lo más extraño. Toda la familia había sido informada de mi regreso, fue una orden
que pasó de boca en boca, y no pensé que él sería capaz de ocultarle esa verdad.

Soltó el brazo de mi hermano, sin apartar la mirada e ignoró como esté le habló mientras
trataba de llegar a mí. Su mirada no se desvió de la mía y una sonrisa ocupó sus labios.
Deseé no haber presenciado aquel momento, añoré no ser consciente de su traición y que
sus mentiras no fueran el punto final de nuestro reencuentro agridulce y doloroso. Aquellos
fragmentos que conservé en mi vida, luego de haberme desligado de la suya, me hicieron
reaccionar y darme cuenta de la realidad.

Movilicé mis piernas, dándome media vuelta y caminé muy lejos del lugar, sin volver a
mirar en su dirección. A pesar de haber anhelado tanto, enlazar mis caminos con los
suyos, ahora solo la quería fuera de mi vida, de mis direcciones y recuerdos. Muy alejada
de mí.

Escuché mi nombre en medio del bullicio, sus gritos no cesaron y calmaron los murmullos
de los invitados, quienes comenzaron a prestar atención a nuestros movimientos; sin
embargo, no me permito detenerme y mirarla, al menos una última vez. No lo hago, porque
ella hizo lo mismo cuando decidió ocultarme un hecho que nos marcaría de por vida y
culminó nuestra travesía juntos, dándonos caminos separados y alejándonos de lo que
amábamos.

No me detendré a verla.

—Ryan.

Mis pasos se quedan en el aire, muevo mis ojos de un lado a otro, en busca de la dueña
de la cálida voz. Cuando la encuentro, en medio de las personas, todas las miradas están
sobre mí, mientras ella camina como la ama y señora, vestida de un rojo que resalta sus
facciones. Es consciente de lo que causa en las personas, pero solo lo ignora porque odia
ser el centro de atención, además su objetivo, soy yo.

Al llegar a mí, se abalanza hacia mis brazos, soltando una risita traviesa. La sostengo justo
a tiempo y la rodeo con mis brazos, para que no pierda el equilibrio. Da palmaditas en mi
espalda, niego con la cabeza al suponer que está tratando de reconfortarme e intentar
darme ánimos por la situación.

Nos alejamos, aún envueltos en un abrazo fraternal. Sus preciosos ojos me reciben,
trayendo calma, y su sonrisa me alienta a no desvanecer. Tenerla junto a mí, es lo mejor
que el mundo puede darme.

—Lo siento—susurró apenada, sin atreverse a mirarme, por la vergüenza. —. Deseé


advertirte sobre lo que estaba sucediendo y todos los preparativos, pero el abuelo me
prohibió y no tuve otra opción, ya sabes lo que sucede si desobedezco su orden.

Tomé su mentón y la obligo a mirarme.

—¿Qué necesidad tuvo de prohibirte? —pregunté confundido, apretando la mandíbula,


molesto, por cómo hizo que afrontará la situación, siendo consciente de su problema de
ansiedad que tiene. —No tuvo por qué complicarte las cosas, sabe cómo te pones cuando
ocultas algo o te preocupas, peque.

—Lo sé, pero lo hizo porque deseaba que, regresarás a casa—respondió mi interrogante y
se separó de mí, notando como las miradas y murmullos se centraron en nosotros dos. —.
Parece que somos los anfitriones de esta noche porque todas las miradas recaen en
nosotros, cuando no somos quienes anunciamos un compromiso.

Sus últimas palabras las saboreé con amargura y sentí la punzada en mi pecho, hice el
esfuerzo de no soltar una maldición por ser el foco de atención. Al darse cuenta de mi
incomodidad, me pidió disculpas con la mirada, solo le sonreí para aplacar todo.

—Parece que soy la vergüenza de esta familia

Giré su rostro para que me mirará.

—Jamás te menosprecies tú misma, sólo porque no eres como los de la familia. Agradece
por tener tus propios ideales, Linda—le reproche con la mirada. —. No dejes que los
comentarios te arruinen la noche o que las palabras despectivas de estas personas te
bajoneen, porque nadie es más merecedor, de crear su propio camino. Recuérdalo, las
personas te mirarán y envidiarán tus logros, pero tienes que demostrar que aunque tu
propia familia te haya dado la espalda, puedes trazar tu identidad sin ninguna dificultad.
Estás en medio de lobos, pero tú tienes el control. Es tu vida, no la de otros.

Sin aviso, me abrazo.

—Gracias—murmuró con la voz afectada. —. Al menos, te tengo a ti para apoyarme.

—Siempre me tendrás a mí, hermanita.

Se alejó de golpe y miró detrás de mí, actuando como si no supiera qué hacer. Miré por
encima de mi hombro y me encontré con esa persona. No mencioné nada cuando la miré,
al dar pasos en mi dirección, sujeté a mi hermana de la muñeca y empecé a caminar en la
dirección contraria, porque comencé a darme cuenta de sus intenciones para acercarse.
Quiera darme una explicación de lo que acaba de suceder, pero la verdad es que no me
interesa saber cómo terminó en los brazos de mi único hermano, al que respetaba y
apreciaba, a pesar de haber tenido nuestras diferencias.

A mi lado, Linda se notó incómoda al sonreír a cada persona que se nos atravesaba en
nuestros caminos y la miraban como alguien inferior. Nos detuvimos al mirar a nuestro
abuelo a pocos pasos de nosotros y buscamos la manera de retroceder, desviándonos de
su dirección, pero nuestra reacción fue muy tarde, cuando miramos como nuestro abuelo
caminó directo a donde nos encontramos.

Linda puso una mueca al ver la molestia de nuestro abuelo, quiso dejarlo con la palabra en
la boca, pero la sujeté cuando intentó irse porque eso le causaría un enorme problema.

—Buenas noches, padre. —le saludé sin emoción alguna.

Escuché sus reclamos hacía mi hermana pequeña y al culminar, sus ojos se detuvieron en
mí, con reproche y decepción.

—Te tardaste en regresar—me acusó, miré su aspecto. —. Habíamos quedado en que


regresarías el año pasado, pero veo que mi orden fue irrelevante para ti, al no acatar.

—No es necesaria mi presencia—me defendiendo. —, Marcus está manejando muy bien


la empresa, no veo algún problema para cambiar al presidente.
—Tienes responsabilidades que cumplir, recuerda tu palabra—desvié la mirada al recordar
lo que prometí. —. No sé te olvidé que llevas el apellido Reed, aunque tu sangre no sea
legítima. —atisbé el desafío en su voz.

Apreté los dientes y sostuve con más fuerza la mano de mi hermana.

—Ya que estás de regreso, quiero que te hagas cargo de todas las acciones y que tomes
el control de la empresa. —de pronto me siento confundido por su petición.

—No tengo derecho, me siento bien siendo anónimo en medio de esta familia, prefiero
seguir de esa manera. No quiero estar al mando. —aseguré con determinación y molestia.

—No te pregunté, es una orden.

—Marcus…

—No me pongas objeciones—me interrumpió siendo tajante. —. Si te pedí regresar, fue


porque quiero que seas quién lleve las riendas de la empresa familiar y todo lo que está a
nuestro poder. Tu padre habría deseado que tú fueras su sucesor al mando, no lo
decepciones. —lo último lo mencionó con tristeza.

Procesé sus palabras y solo me dio unos minutos para reflexionar, ya que los murmullos
se calmaron cuando los prometidos caminaron en nuestra dirección.

La rabia me hierve la sangre, al mirar como ambos caminaron para llegar a mí, como si
nada hubiera sucedido. Observé cómo la tomó de la cintura con posesividad y le trató
como un logro más; conozco a Allison, ella es de las personas que odia que la reclamen
como suya, pero sé que es capaz de ser lo que sea y fingir todo, para obtener un poder
que su familia nunca le quiso dar.

Ellos sabían de lo que era capaz, por eso decidieron dejarla fuera de su propio legado. No
solo se atrevieron a verla como un intercambio en los negocios, sino también utilizarla para
cumplir sus propios designios, pero su familia la subestimó, sin conocer que ella podía
destruirlos con una sola acción. Logró ser parte de una de las familias más poderosas del
país, utilizó sus encantos y manipuló para obtener lo que deseaba, y así no ser una más
de las tantas mujeres de su familia. Ella haría lo que fuera con tal de deshacerse de su
familia; sin embargo, nada opacará sus acciones, nunca justificará lo que está haciendo,
no merezco esto, menos cuando ya me había hecho sufrir lo suficiente.

Aparté mi mirada y miré a los alrededores, percatandome de algo: Los invitados miraron a
mi hermano y hermana, ellos son el centro de atención, y los hijos legítimos para toda la
sociedad presente. Yo pasé desapercibido, soy uno más del montón, porque nadie conoce
mi identidad, había logrado ocultarme los últimos años, por eso decidí marcharme del país,
para crear mi propio rumbo. No mencioné el apellido ni la familia de donde provenía, por el
solo hecho de querer forjar mi propio camino en el mundo de los negocios. Pero al tener el
conocimiento de que regresé para ocupar mi verdadero lugar, sé que todos conocerán mi
nombre y sabrán de mi vida, y la identidad que forjé, decaerá, cómo todo lo que construí y
logré sin necesitar nada de mi antigua vida.

—No esperé tener tu presencia en el evento, padre—mencionó Marcus, sus ojos cayeron
en mí y miró con recelo como sostengo la mano de nuestra hermana. Frunzo el ceño,
confundido. —. Es bueno saber que estás bien de salud.

—Gracias, Marcus. —masculló el abuelo.


—Si deseas irte, podemos irnos, ¿lo sabes, no? —me preguntó Linda en un susurro, al
darse cuenta de mi inquietud. Volteé el rostro, al mirar la lástima en sus ojos y fruncí el
entrecejo, un poco exasperado por su reacción.

—Estoy bien. —espeté.

Nos quedamos en silencio.

—Me sorprendió tu inesperada presencia, Ryan. —sus palabras fueron ácidas para mi
gusto, centré mi mirada en él y sonreí de lado, al detallar como se mostró a la defensiva,
solo porque creerme una amenaza.

—Es curioso—señalé sembrando incomodidad. —, todos los presentes sabían sobre mi


regreso, pero nadie me comentó sobre este evento y la sorpresa que tendría. —enfoque
mis ojos en ella, decepcionado.

—Me siento a gusto de que por fin estés en casa.

Reí ante sus vanas palabras y negué con la cabeza, al notar su falsedad.

—No hace falta—le resté importancia a sus palabras, miré al abuelo. —. Mañana pasaré
por su casa para aclarar ciertos puntos, no quiero generar problemas en sus vidas.

—También es tu casa—aseguró. —. No tenemos nada que aclarar. Te di una orden,


cumple tu palabra. —declaró.

—Perdió el derecho de darme órdenes, cuando decidió que lo mejor para mi vida era
enviarme lejos y manipularme, para dominar mis acciones, así como mi vida. Me mintió y
utilizó información a su favor. Pero no contó con que sería mejor que mi padre al tener
control sobre el mundo al que lídera.

Sonríe orgulloso de mí y di un paso adelante, soltando la mano de mi hermana, dispuesto


a no quedarme callado y mostrar mis agallas, porque no regresé para ser una de sus
títeres, sino para crear el legado que mi padre dejó para mí, y no permitiré que nadie vaya
en contra de mi propósito.

—Padre…

—Silencio, Marcus—se acercó dándome esa mirada para doblegarme a su gusto, como lo
hizo cuando era niño, pero ya no funcionó porque había pasado tiempo alejado de todo y
me fortalecí al comenzar a crear mi identidad, además de prepararme para lo que vendría
porque sabía el rumbo de mi vida. —. Te instruí para que fueras mucho mejor que tu padre
y lo lograste, pero no sobrepases sobre mí, al creer que tienes el control de tu vida.

Solté una risa amarga.

—Usted, no me enseñó nada, lo aprendí por mi propia cuenta—afirmé no apartando la


vista. —. Abuelo, tengo el control de mi vida, no se equivoque.

Miré a todos los presentes y desplace una sonrisa victoriosa, no esperé una respuesta y
antes de escuchar sus palabras, caminé directo a la salida, había terminado lo que ni
siquiera pudo iniciar. Justo cuando mis pies dieron un paso fuera del salón, alguien me
sostuvo del brazo, detuvo mis pasos y miré por encima de mi hombro, rogando que no
fuera ella, pero me encontré con mi hermana pequeña.

—¿Estás bien? —cuestionó Linda, confundida por el intercambio de palabras porque es


desconocedora de la verdad. —¿Qué fue toda esa discusión?
Intento atravesarme con la mirada.

—Lo estoy—respondo siendo cortante. —. No estoy para que me interrogues, así que será
mejor que regreses antes que venga a llamarte. Cuando tengas tiempo pasa por donde me
estoy quedando y así tenemos una conversación, peque.

Se dedicó a observarme, deseando encontrar lo que siempre buscó a lo largo de estos


años: Una verdad inconfesable y una mentira que destruirá todo lo construido.

CAPÍTULO II

Las luces de la ciudad se apagan lentamente y se puede apreciar pequeños destellos que
albergan los enormes edificios que se encuentran frente al mío, observo como el fulgor de
las residencias se desvanecen, se oscurecen, sin dejar rastro alguno, y solo puedo verme
perdido, en medio de la nada, mirando al vacío, con la sensación más amarga que he
podido apreciar, impregnada en mi mente y pensamientos, sintiendo como todo dejo de
tomar sentido, perdiendo la dirección y el único motivo de mi existencia. El cielo deslumbra
con su luminosidad y las estrellas nos otorgan su brillo, cómo si el mundo no se hubiera
detenido para mí o si las circunstancias no hubieran terminado con mi alma, o la poca que
quedaba de ella.

Unos míseros segundos, pueden ser relativos y transforma tu vida, en desgracia, dolor y
empujarte al abismo de los recuerdos olvidados, donde la turbulencia se asoma con más
fuerza, formando grietas y apagando poco a poco las luces a tu alrededor, que te permiten
apreciar con más detalle los días pasaderos y los momentos que traen felicidad a tu vida.
Puedes sentir, palpitar, decae como cualquier persona lo hace, pero al tener el impacto
sobre ti, el efecto que conmociona, no llega a tu alma. Solo puedes estimar una opresión
en el pecho y como esa sensación se extiende sobre él, mientras a paso lento, se
convierte, no solamente en un vacío irreversible, sino que se vuelve en… simplemente
nada.

Es como si vivieras solo para respirar y nada más, como si aquello de sentir y transmitir,
dejará de existir, y eres como una máquina que sigue su rumbo sin dirección, emoción,
sentimiento y sentido; sólo coexistes porque es fundamental en la vida de otros, pero al
mínimo descuido, ya estás sobre el borde de la cumbre, sin mirar atrás y dispersando lo
que tanto ha estado ocultando tu ser.

No me permito sumergirme en lo que en algún momento lleno mi alma de felicidad, sé que


si hago el intento de regresar a esos tiempos, todo por lo que me esforcé en forjar y
dominar, se verá afectado y se deteriorará, no solo porque volveré a rebuscar recuerdos
de un ayer, sino porque también me encontraré con todo lo perdido y regresaré a lo que
deje de ser.

No puedo fingir ni aparentar, porque mi realidad me obliga a impactar con las


circunstancias de mi día a día.

Al regresar, cruce por una puerta que me fue abierta de la nada, como si la vida se
acordará de lo miserable que he sido a lo largo de todos estos años, al descubrir todas las
mentiras que fueron una verdad para mí, pero al saber la realidad, el sentido de mi vida se
perdió y el control de ella se esfumó, como todos los momentos. No solo viví un engaño,
también atravesé la peor parte de la vida, al atreverse a declararme como infame. Fui
humillado y echado como un perro, tuve que refugiarme en personas desconocidas que
me utilizaron para sacar dinero a la familia inexistente y me trataron como un medio de
venganza; sin embargo, las circunstancias son otras, y el propósito de mi vida, me
fortaleció; aprendí que aunque no fuera aceptado por una sociedad mezquina, jamás
olvidaría mi identidad porque aquello me mantuvo vivo en este mundo mediocre.

No cometeré los errores de la generación pasada.

Me toca demostrar que, aunque los años pasen, seré quien luche por esa libertad que
nadie se atrevió a buscar por el miedo de perder las riquezas y el estatus social, pero seré
diferente, porque a pesar de tenerlo todo, es como si no tuviéramos nada. Todo está vacío.

El espejo refleja a una persona detrás de mí, emerjo de mis pensamientos y no apartó la
vista. Su silueta se asoma en los ventanales de la habitación, tiene un aspecto lamentable,
con un semblante decaído y una sonrisa que apenas se nota. Da pasos cortos,
acercándose a mí, como si el tiempo no hubiera cambiado nuestras vidas y fuéramos
aquellos jóvenes inmaduros que pensaban que con amarse, lo tenían todo. Pero
cambiamos el rumbo de toda y la historia que trazamos como uno solo, el viento se lo
llevó, porque al parecer, ella decidió destruir todo lo construido y lo dejó en el olvido, como
la vida que compartió conmigo. Y todos esos recuerdos, solo fueron sueños pasajeros que,
en algún momento, se volverán polvo.
Imaginar una vida con ella, lo era todo. No hubo ni un minuto en donde no pensará todo lo
que seríamos juntos o como anhelaba darle un mundo que odiaba solo para ver su
sonrisa, incluso aparente estar satisfecho, solo para complacer sus deseos, y por mucho
tiempo, actúe conforme a sus principios, dejando de lado los míos.

Pensé que sería la mujer de mi vida, con la que pasaría el resto de mis días…

Pero…

Una sola decisión puede cambiar todo.

Me demostró lo que realmente esperaba de nosotros y, todo lo que creía que seríamos
fueron solo espejismos; cambié el rumbo de la historia, con el fin de olvidar los malos
recuerdos que genero en mi vida.

—¿Debo aplaudir tu valentía o solo debo marcharme por culpa de tu estúpida cobardía? —
el reclamo en mi voz, rompió el silencio en lo que estamos sumergidos, logrando que
titubeara en seguir avanzando. Sus pasos se suspenden en el aire y una mueca
reemplazó la sonrisa en su rostro. —¿Qué esperabas? ¿Un abrazo y un beso en la frente
de bienvenida? —Una risa amarga brota de mi garganta. —Bienvenida a la realidad,
Allison. ¿O debo llamarte, futura señora Reed? —cuestioné, enarcando una ceja.

La sensación de decepción brota desde el fondo de mi alma, siento como se extiende por
mi sistema, abriendo grietas y dejando marcas.

La enfrenté.

Luego de mucho tiempo, me niego a ocultarme y a pasar por alto sus acciones. No pienso
ignorar la realidad y actuar como si no importará, porque sí importa, aunque por más que
mi orgullo se niegue a aceptarlo, no me retrocedo y lo afronto.

—¿Qué estás esperando? —le preguntó cuando veo que no se mueve, doy un paso al
frente, retándola a que no se aparte de mi presencia. Sus ojos temerosos, examinan cada
movimiento y la duda instalada en ellos, me permiten hundirme en los recuerdos
dolorosos. —Debes marcharte. —mis palabras salen de manera automática, apartó la
mirada.

Le doy la espalda y la oportunidad de marcharse.

—¿Por qué regresaste? —su pregunta me agarra desprevenido, aprieto mis puños. —
¡¿Por qué volviste?! —su voz me siembra dolor. —Prometiste que no regresarías, que
seguirías tu camino y jamás te cruzarías en el mío, ¡¿Qué haces aquí?! —tensé mi cuerpo.
Sus palabras golpearon en mi cara y me quedé sin palabras. —Mi vida era más sencilla
contigo alejado, solo me causaste dolor y sufrimiento.

Mi garganta desprende una risa amarga.

Con rabia y dolor, giro sobre mis talones y la miro con impotencia y sufrimiento. Tiene la
cabeza agachada y las manos entrelazadas, su anillo resalta sus dedos. Una sonrisa
ladeada se traza en mis labios, notando como nuestra historia cambió de rumbo.

—¿Cómo entraste a mi habitación? —cuestioné confundido, aun siento la ira.

—Recuerda que este hotel es de mis padres. —señaló.

—¿Qué quieres comprobar? ¿Qué intentas demostrar? —interrogué porque tenerla frente
a mí, me hace daño.
—Quiero demostrarte que aunque intentes huir, como te lo has pasado toda la velada,
jamás te has olvidado de mí. —contestó siendo directa y una sonrisa triunfante se deslizó
en sus labios al mirar la expresión en mi rostro.

Pierdo el control de mis sentidos, actúo por impulso, mientras acorté la distancia que nos
separa del otro, no sé qué intenté lograr con este movimiento, pero la impotencia de verla
frente a mí, victoriosa, por creer que aún tiene poder sobre mí, me hierve la sangre. Ya
nada importa, no cuando la tengo mirándome, con esos ojos que me recuerda a todo lo
que perdí, sintiendo como el alma me desgarra.

La tomé de los brazos, su piel se estremeció al sentir mi toque y tuve que controlar el
impulso de acercar mi rostro al suyo, y demostrar quien no olvidaba a quien. Levantó la
mirada, agrandó sus ojos cuando sintió como mi aliento impactó contra el suyo, hizo el
intento de soltarse, pero no lo permití.

—No huyo de ti. —murmuré cerca de sus labios.

Su respiración se entrecorta al sentirme tan cerca. Mi agarré se aliviano, mientras seguí


acercando mi rostro al suyo, no apartamos la vista del otro y cuando nuestros labios
rozaron, ella se atrevió a cerrar los ojos.

La miré en silencio, sin hacer algún movimiento.

—¡Eres despreciable!

Al escuchar mis palabras, abrió sus párpados. La solté con brusquedad, dando un paso
atrás, dejándola confundida y perdida.

—¿Qué te causé dolor y sufrimiento? —dije con amargura, sintiendo como a mi voz se le
fue el aliento. Se removió incómoda y no me miró. —Me condenaste a vivir una vida
miserable, sólo porque no quisiste hacerte responsable de tus acciones. ¡Tú me
destrozaste la vida! —exclamé, apretando los puños. —No te atrevas a culparme, cuando
fueron tus decisiones.

—¡Que fácil es culparme de todo! —murmuró indignada, sus ojos me atravesaron. —


Pensé que no regresarías, prometiste que no…

—¡Pero eso no te dio el derecho de meterte con mi maldito hermano! —escupo con ira y
resentimiento. —¿Acaso no tuviste suficiente con condenarme a vivir en miseria? —
cuestioné con impotencia, acercándome. —¡¿Por qué, Allison?! ¡¿Por qué estás haciendo
esto?!

—Al menos, ¿no te sientes feliz al volver a verme? —su pregunta abrió una grieta y sus
palabras me saben amargas. Sé que lo está haciendo, está desviando el rumbo de la
conversación, para ocultar su verdadero propósito.

Retrocedo al captar su intención de tocarme.

—¿Y por qué debo? —le respondo con rabia. —¿Por qué debo estar feliz al saber que la
mujer que amé está por casarse con mi maldito hermano?

—Yo estoy feliz de tenerte aquí.

—No me interesa saberlo, guárdate tus palabras para alguien que te crea—afirmo al notar
que no tiene intención de disculparse o se muestra arrepentida por lo que acaba de hacer.
Sé que es una persona libre, pero habiendo tantos hombres, tuve que escoger meterse
con mi hermano. La rabia me hunde por dentro y le resté importancia a sus palabras aun
cuando cada cosa que sale de su boca, abre un hoyo en mi corazón. —. Vete, Allison.

Se quedó escéptica, mirándome, con los labios entrecortados y los ojos cafés
cristalizados, buscando con desesperación, lo que necesita hallar para seguir
acercándose, pero le demuestro una parte de mí, que recién llegará a conocer.

—Solo vete, no tienes nada que hacer en este lugar. —le aseguro.

Al no encontrar nada, se acerca a pesar de la advertencia en mi mirada. Sus pequeños


brazos, envuelven mi cuerpo y su cabeza recae sobre mi pecho, se aferra con fuerza. No
me aparto ni le devuelvo el gesto, me quedo inmóvil, con los brazos extendidos en el aire y
la mirada perdida en algún punto, sintiendo como su corazón late a mil.

Su aroma me embriaga y la sensación que sentí de adolescente, se hace presente,


desestabilizando parte de mi vida. Me busco en medio de los recuerdos que tanto amaba.

—Todos estos años, añoré tu regreso. —declaró con una mezcla de tristeza y anhelo.

Mata.

Sus mentiras matan.

Tomé sus brazos y la obligué a soltarme, doy pasos atrás, negando con la cabeza y
perdiéndome en su piel. Se muestra confundida por mi reacción, las lágrimas se deslizan
por sus mejillas, pero es tan falsa que no me atrevo a creerle. Nuestros ojos tropezaron y
torpemente me hundí en ella, encontrándome con la dura realidad, la cual comencé a
asimilar.

Dio pasos y se detuvo frente a mí, estiró su mano, tocándome mi mejilla y la acarició con
ternura.

Cerré mis ojos y al abrirlos, retrocedí abrumado. Su mirada detectó mi impotencia, intentó
tomarme de la mano, pero fue incapaz de alcanzarme, cuando pasé por su lado sin mirar
atrás.

—Sigues amándome, aunque lo niegues, sigues perdiéndote en mi piel. —acotó.

—Y es mi peor error.

—¡Mientes! —sonó consternada y magullada.

Gritó mi nombre, pero no me detuve porque estar cerca de ella, sería mi destrucción. A
pesar de haber compartido muchos momentos a su lado, a la mala había aprendido que,
mientras más me acercaba, más me lastimaba.

A veces cuesta entender que, algunas personas son un medio para llegar a la estación
correcta, donde encontrarás lo que nunca imaginaste hallar ni deseaste tener.

Y yo, lo estoy por descubrir.

Valentina

Caminé por las calles en plena madrugada, como si la oscuridad no me acechará o


atormentará, en la soledad de la ciudad, que apagó sus luces para mí y me obligó a dar
pasos en las sombras, con los ojos mirando en distintas direcciones, por el temor de ser
encontrada y llevada a los confines del infierno.
Mis brazos rodearon mi cuerpo dándole el calor necesario y sentí el sabor de metal en mi
boca al mezclar la sangre con la pólvora; el corazón bombardeo mi sangre con intensidad,
causando que mi pulso se acelerará y mi pecho se contrajera, dificultando el ingreso del
aire exhalado a mis pulmones.

Amortigüe un sollozo cuando solté un grito de dolor, al recordar la noche anterior y como
había terminado con la ropa en pedazos y las marcas en mi piel, mientras presencié la
muerte de muchos inocentes.

Inspiré profundamente, al sentir las pocas fuerzas en mis piernas, que no pueden dar un
paso más. La soledad atasco mi pecho y las lágrimas se deslizaron como la lluvia en pleno
invierno; pasé mi brazo por mi rostro, llorando con impotencia por no poder detener lo que
está por suceder si me encontraban.

“Vive y sigue ocultándote, muestra quien tiene el poder. Creemos en ti “. Fueron las
últimas palabras de un desconocido que depositó su confianza en mí, solo por atreverse
buscar más allá y descubrir el secreto de mi vida.

Había aprendido a ocultarme y no entrometerme porque sabía lo que era caer en sus
manos. Soy una presa en medio de depredadores que vienen a cazar con el fin de
erradicar la hierba mal sembrada.

Los rugidos de los coches detrás de mí, hicieron que la adrenalina recorriera mis venas y
una oleada de desesperación ingresará a mi sistema, impulsando a la búsqueda de una
escapatoria. Hallé un callejón al final de una calle e ingresé sabiendo a lo que me enfrentó
si no encuentro más opciones.

Mis piernas se movilizaron para escapar de mis perseguidores, es mi única opción para
cumplir los designios de mi nueva vida.

Corre.

No sé hasta donde me llevó el camino, pero mi cuerpo no pudo más, se desestabilizó y


solo me quedo mirar atrás, jadeante, por no detenerme a pesar de haber escapado. Sé
que moverán cielo y tierra para encontrarme, ahora que saben lo que tengo en mi poder,
pero estoy un paso adelante y no dejaré que lleguen hasta mí.

Cerré mis ojos y exhalé profundamente, recuperando el aliento robado de mis pulmones.
Una sonrisa triunfante y suficiente se apoderó de mis labios, pero no conté con que mis
piernas fallaran en el último minuto.

Maldije en voz baja y estuve lista para el impacto en mi cuerpo, el cual nunca llegó.

Mis párpados se abrieron ligeramente cuando unos brazos sostuvieron mi cuerpo, mi


respiración falló al instante que nuestros ojos se encontraron, el suspiro que abandonó mis
labios impactó contra su rostro y obtuve confusión en su expresión. Retuve el aire al sentir
su oscura y melancólica mirada sobre mí, es la primera vez que siento como alguien me
absorbe el alma y lo convierte cenizas, el poder en sus ojos es peligroso; pero dejó de
tomarle relevancia al hundirme en sus sombras, al hallar el deseo de convertir el mundo en
tinieblas.

Sonrió.
Días antes…

Valentina

Observo mi rostro en el espejo, no aparto mi mirada, menos al escuchar el bullicio detrás


de la puerta aunque mencioné mi nombre, ignoraré sus palabras, no merece mi atención;
oculta la sonrisa malévola que se asoma en la comisura de mis labios, pero la expresión
en mi rostro, me causa tanto placer; a tal punto, de querer abrir esa maldita puerta y
acabar con todo su escándalo, donde consideradamente queda como la víctima.

Quiero demostrarle quien tiene el dominio en este lugar.

Estoy tentada en salir, incitada en terminar lo que ella inició y no pudo detener; de seguro
será gratificante ver su reacción en su patético y lamentable rostro.

—Al menos, ¿podrías mostrarte menos contenta?

Siento la mirada recriminatoria de Jazmín en mí, sus ojos tratan de penetrar los muros
mientras solo le muestro mi peor versión. Nadie merece conocer a esa alma buena que
terminó en ruinas.

Giro mi cabeza, ocultando el disgusto al mirar como tiene compasión de ella. Cuando
sucedió el incidente, nadie salió a defenderme, menos al momento en el que quedé como
la villana del club.

—¿Qué? —arrugo las cejas.

Observo a Julieta que me suplica con la mirada que me quede callada. Pero no nací para
dejar que las víboras me coman viva, llegué hasta aquí para demostrar que ni el mismo
infierno pudo derrumbarme.

—Solo por esta vez, demuestra que estás arrepentida—sus palabras encienden mi ira, mi
sonrisa se borra y aprieto mis labios. —. A veces eres tan cruel.

Conmigo también lo soy.


Tuerzo los ojos y suelto un bufido, indignada.

—¿Y por qué debo estar arrepentida? —cuestioné sin apartar la mirada. Su silencio selló
su respuesta, desvió sus ojos de los míos, haciendo el intento de no mostrarme su
desprecio en ellos.

Sonrió socarrona.

Miré alrededor, descubriendo como algunas de las chicas presentes, son espectadoras. Al
recaer mis ojos sobre ellas, agachan la cabeza e intentaron no mostrarse nerviosas al ser
sorprendidas.

—Ninguna de ustedes tuvo el mismo trato conmigo, fueron peor. Incluso me forzaron a
estar con uno de sus clientes, aun cuando no era parte de mi trabajo, ¿y me dices que me
muestre arrepentida? ¿Por qué debería? ¿Acaso tú lo hiciste cuando me utilizaste para
ganar dinero? —pregunté cerrando los ojos e inspirando hondo. — No seas cínica.

Abro los ojos.

—Sé cómo se maneja este mundo, pero no creí que fueras tan despreciable para hacerme
sufrir de esa manera, menos al ser consciente del estado en el que me encontraba, luego
de haber sido forzada a ir con ese tipo.

Volvió a mirarme.

—Aun así…

Mi mirada gélida detiene sus palabras.

—Yo no me metí con ella—expliqué al borde de la ira, apreté mis manos en mi regazo y no
me permití agachar la mirada, no ante estas que desean ver mi ruina. —, ni siquiera estuve
en su contra, al contrario, le ayudé a superar los malos tratos y le di mi hombro para que
llorara luego de ser vendida al mejor postor, ¿y para qué? —escupí con desprecio. —Sí su
avaricia y envidia sobrepasó sus límites, no pudo tener el control en sí misma y desató una
pelea en la que no ganó—señalé enfurecida. —. Nadie se mete conmigo sin pagar las
consecuencias de sus actos. Anótenlo. —miré a todas.

El silencio inundó el salón.

—Rachel entendemos tu enojo, pero como todas, ella necesita ganar dinero. —me
aseguró Jazmín.

—Ella debió pensarlo dos veces al meterse conmigo—me encogí de hombros. —. Yo no le


tengo piedad a alguien que solo es un estorbo en mi camino.

La ira sigue en mi sistema y controlarla no será suficiente, necesito sacarla de mi interior


para no arruinar más la noche sabiendo lo que sucedería si cometo algún error en el
escenario.

Ya había arriesgado parte de mi plan por su culpa, pero valía la pena no seguir teniéndola
detrás de cada uno de mis pasos porque no iba a permitir que, absolutamente nadie, fuera
la piedra en mi camino, menos una ramera de su nivel.

Soporte su odio por meses, sus desprecios y mal trato. Tolere todo tipo de actitud, pero no
iba a dejar que se metiera en mis planes. Soy una mujer que detesta que otras se
involucren en donde no deben, por eso se deshace de lo inservible. Los arruina.

—Rachel
—Ya detente—intervino Julieta, su rostro está libre de maquillaje. —.Rachel estuvo meses
soportando su comportamiento y nadie se atrevió a defenderla el día en que la inculparon
—acusó con el entrecejo arrugado. —. De seguro estuvieron tan contentas porque la única
reina y diosa de este lugar, se iría, y ya no tendrían que competir para llamar la atención
de los más adinerados, aún sabiendo que ella no hace ese tipo de trabajos.

Suspiré escuchando las palabras de mi amiga, tomé su mano y de reojo me miró, negué
con la cabeza y cuando estuve por abrir la boca y dar por terminada la conversación, las
puertas se abrieron con brusquedad.

Todas se sobresaltaron y se miraron entre sí

Solté la mano de Julieta y miré al espejo, ignorando el descontrol se que asomaba. La


secuencia se repetirá, al menos lo hará antes de que se retiré y no la vea nunca más.

El crujido de los vidrios las ahuyentó a todas.

Dibuje una sonrisa victoriosa en mis labios cuando me miró a través del espejo, el reflejo
de su destrucción se asomó en él, y fue tan satisfactorio ver como en sus ojos el miedo se
presentó.

—¿Qué sucede? —pregunté socarrona.

Dio pasos.

—No te cansas de arruinarte—afirmé, sus puños se apretaron. —. Ya vez, no debiste


meterte en donde no debías.

—Esto no ha terminado. —me asegura Catalina, sellando su venganza.

—Si ha terminado, míralo de esta manera—me puse de pie y le di la cara. —. Ya no


podrás ingresar a este lugar, así te entregues como la prostituta que eres.

Intento levantarme la mano.

—Cuidado, no juegues con tu vida—le guiñe un ojo, mostrando mi lado aterrador. —.


Nunca me involucré contigo ni permití que otras lo hicieran, te di lo que cualquiera desea
tener dentro de este lugar, pero preferiste meterte en mi camino y ser un estorbo, ¿y sabes
que sucede cuando alguien lo es? —me acerque quedando a centímetros de ella, mi boca
fue directo a su oído. —Lo deshecho. —susurré curvando una sonrisa cínica.

Di pasos atrás.

—Ya puedes irte—crucé mis brazos. —. ¿O es que estás esperando que te saque yo
misma? —su risa resonó en la habitación.

—No superaras que sea superior a ti, ¿verdad? —relamí mis labios intentando no reírme.
—Haces que me echen de este lugar porque sabes que puedo ser mucho mejor que tú,
me tienes miedo.

Me acerco y tomo uno de los mechones de su cabello, juego con él. Sus ojos no se
apartan de mis movimientos y pudo sentir su miedo, lo reconozco.

—Cariño, no tengo miedo que seas superior a mí, eso ha quedado demostrado en el
escenario mientras todo el público me aclama y me regala aplausos—tiré de su cabello y
sostuve su mano para que no intente golpearme. —. No les generas dinero, no te
necesitan, pero a mí sí —le aseguro. —. Mientras a ti te regala aplausos, a mí me dan sus
gritos. Soy la dueña de la noche, vienen por verme cantar, y muchos han ofrecido millones
de libras para tenerme en su cama—la suelto y me alejo. —. Así que no alardes lo que no
eres ni te creas superior a mí, que ni a talones me llegas, princesita.

—¡Te odio! —gritó y vino a mí a querer golpearme.

De inmediato, Carlos ingresó a la habitación y la sostuvo de la cintura, mientras ella


patalea y grita cuanto me repudia.

—Sácala de aquí. —ordenó controlando el impulso de tomarla y sacarla de este lugar,


pero no me permito armas otro escándalo, no necesito que los ojos de los superiores estén
sobre mí, suficiente debo tener con que evalúen cada uno de mis pasos por ser la más
destacada del club.

Salgo del camarín.

Todas permanecen a un lado, recostadas en la pared, mirándome con desprecio y odio.


Aprieto mis puños, enderezo mi espalda, levanto la cabeza porque no estoy dispuesta a
arrepentirme, así me vean como la villa de esta historia.

Mis pies se movilizan y me oculto para que nadie pueda seguir viéndome.

—Hiciste lo correcto—me susurro a mí misma, mirando mi reflejo en el enorme espejo. —.


No puedes arrepentirte de tus actos, no cuando sobrevives por ellos. No se tiene
compasión. No vuelvas a ser tú.

Mis ojos inspeccionan mi silueta y las lágrimas se desploman en mi rostro, siento como
cada día me ahogo en este mar sin salida.

No puedo tener compasión. No puedo sentir lástima. No puedo.

Tengo que sobrevivir y actuar como si fuera la villana de este mundo. Este es mi papel, mi
camino y mi destino

Debo permanecer siendo la dama de la noche aunque tenga que arruinar vidas.

(...)

El frío de la noche acapara mi cuerpo, puedo sentir como recorre cada centímetro de mi
piel, acoplándose en cada rincón de él; la sábana se adhiere a mi espalda transpirada, las
gotas del sudor ensucian mi cama. Cierro mis manos formando puños sujetando un
puñado de tela blanca entre mis dedos, mientras la oleada de dolor penetra mis defensas,
me retuerzo sobre las almohadas, deseando gritar y romperme las cuerdas vocales para
acabar con esta palpitación intensa sobre mi cuerpo.

Algunos mechones de mi cabello se pagan en mi rostro y las gotas del sudor caen sobre
mis mejillas, aprieto mis párpados y me estremezco al sentir un escalofrío recorre mi
columna vertebral. El corazón bombardea con fuerza, cada golpe estruja más mi pecho,
impidiendo que el aire se abra paso hacia mis pulmones y tenga aliento de vida.

Mi tórax se contrae y trago un grito ahogado.

Me enervo, asfixiada por la falta de oxígeno, toso con desesperación exigiendo aire para
mi cuerpo. Sujeto mi cabello con una mano para poder enfocar mi mirada y siento el
hormigueo por todo el cuerpo. Las sensaciones en mi sistema son horribles y el sabor
agridulce que saboreo en mis labios me causa repulsión.

Abro los ojos, asfixiada.


Las luces están apagadas y no ingresa ningún tipo de brillo por la ventana. Mientras yo me
ahogaba en mi dolor, la lluvia acecho la noche y perturbó el cielo; se oye como las gotas
recorren la calle y como los relámpagos explosionan en las nubes que nos impiden
deslumbrarnos con las estrellas.

El sonido es ensordecedor para mí.

Saco mis piernas de las sábanas y las pongo sobre el suelo, ya puedo sentir la humedad
en la planta de mi pie. Suspiro.

Pasé el dorso de mi mano por cada parte de mi rostro, limpiando las gotas de sudor. El
colchón se hunde cuando recuesto mi peso para poder levantarme y caminar a cerrar las
cortinas; una noche así, no puede ser apreciada, menos al saber todos los recuerdos que
me traerá.

Lo cierro escuchando el estruendo en el cielo.

—Tranquila. —susurro a la nada.

El reloj en la pared marca las cinco de la mañana. Luego de bostezar y volver acostarme
sobre la cama, aliviada por no poder mirar afuera, un pensamiento cruzó mi mente y me
cuestioné el motivo del porqué no sucedió.

Había aprendido que por más que encontrará lógica al pensar de cada persona, no
siempre podremos mirar más allá de su ser, aunque atravieses cada capa, no podrás
descubrir sus verdaderas intenciones. Aunque intentes buscar una explicación y entender
el comportamiento del ser humano, no podrás lograrlo porque hasta hoy en día, sigue
siendo un enigma cognoscible.

Me remuevo incómoda, sobre las almohadas, recordando los días pasados y siendo
consciente de lo vivido, al subirme y adueñarme del escenario. Cierro los ojos, puedo ver
como todas las luces se apagan, mientras una luz me alumbra solo a mí, en medio del
escenario, con un vestido rojo, sedienta de deslumbrar y someter a un público dispuesto a
ceder mis designios.

Pero estar parada en ese lugar, tiene un precio. Uno que me había costado sangre y
muchos enemigos porque por más que intentará no resaltar y estar de incógnita; la mirada
de muchos está sobre mí, solo en mí.

Deseando tenerme, proclamándome suya y codiciando lo que jamás tendrían.

Odiaba este mundo, al que me condenaron a sobrevivir porque por más que intento,
siempre termino en el punto de partida, iniciando de nuevo; si tan solo, hubiera huido de
esa persona, no estaría aquí, arriesgando mi vida para proteger a lo único que me quede
de este infierno y arruinar a los que más me han hecho daño.

Había renacido de las cenizas y me convertí en lo que nadie podrá detener, así me cueste
la muerte, total, ya había muerto años atrás.

(…)

—¿Dormiste bien? —anunció su entrada con una pregunta que cada día odiaba más y
más. Se sentó frente a mí, con una pequeña sonrisa y los ojos entrecerrados, analizando
mi rostro y la expresión en él.

—¿Se te perdió algo? —cuestioné torciendo los ojos y apartando la mirada. Detesto que
siempre esté inspeccionándome como si no pudiera cuidarme sola.
—Pensé que no podrías dormir por la lluvia—enfocó su mirada en mis ojos. —. Iba a visitar
tu habitación en la madrugada, para saber si te encontrabas en perfectas condiciones, sé
que sucede cuando aparece la lluvia, me preocupa un poco.

Una sonrisa a boca cerrada es todo lo que obtiene de mi parte. Aunque parece poco y no
espontáneo, ambos sabemos que es todo lo que puedo ofrecer, y él lo sabe porque no le
molesta que sea apática.

Pasamos todos estos años ocultándonos, y a pesar que no necesitaba hacerlo, se quedó a
mi lado y actúo como una persona adulta haciéndose responsable de todos los daños,
cuando ese era mi papel, pero decidió esforzarse porque sabía que mi estado era grave
para atravesar sola ese infierno y lo único que necesitaba era sentirme a salvo y lejos de
todo.

Y él lo logró.

Hizo que me sintiera segura aunque aún sintiera que me acecharan, él aplaco toda esa
oscuridad y me regaló un mundo en donde pensaba que estaría bien; sin embargo, años
más tarde todo volvería a repetirse y me vi obligada a ser una más de este mundo, en
donde solo puedo sobrevivir para existir.

—Me miras tanto, que me aterra. —asegura escondiendo su rostro en sus manos, resoplo
por arruinar el momento emotivo.

—Ya, pequeño. —le fastidio apartando la mirada, escucho su suspiro.

Centro mi mirada en mis manos e ignoro alrededor, olvidando a la persona que tengo
frente a mí.

—¿Qué sucede? —cuestionó, con un tono más serio. —Ahora, ¿en qué problema te
metiste?

Levanto la cabeza, clavando mi mirada asesina en él.

—Cualquiera que te escuchará pensaría que eres más mayor que yo. —reprocho
fastidiada, ocultando mi ira.

—Entonces, deja de causar tantos problemas—me reclama, no, mejor dicho, me ordena
con voz dura. —. Siempre tengo que encubrir algo.

—No es mi culpa.

—Cuéntame—exige cabreado. —. Te daré la oportunidad de explicarme.

Le pongo mala cara, hace un ademán para que le cuente lo que ha sucedido.

No me extiendo mucho al contarle lo que ha pasado en el club, su expresión se


ensombrece al decirle los hechos y veo como su mirada se oscurece al detallar los
sucesos en la escalera. Sus ojos no se apartan de los míos, pero yo si lo aparto al
momento en que escucho como golpea la mesa y se me levanta de la silla, tirándola para
atrás, furioso.

—Ya, hermanito—me pongo de pie cuando lo veo tensarse. —. No tienes por qué culparte.

Levanta una mano estimando mis palabras.


—Si no me hubiera metido con esa tipa aquella noche, no estarías siendo el centro de
atención—se da la vuelta y me mira. —. No puedes seguir resaltando porque en algún
momento llegarán a ti.

Me acerco y sostengo sus manos.

—Tranquilo—le susurro. —. Ambos sabemos que el día que lleguen a mí, será cuando así
lo desee. Ya no temo ser encontrada, no cuando está a salvo.

En sus ojos se apaga la chispa, regularizando su respiración y aleja sus manos de las
mías, pasándolas por su rostro. Toma un bocado de aire y relaja los músculos de su
cuerpo, aun puedo notar la oscuridad en su mirada, pero no lo mencionó.

—No quiero que te suceda nada—me asegura con la voz temblorosa. —, hemos
atravesado por esto y me aterra saber que algún día ya no estarás aquí.

—Ese era el plan desde un principio, hermano—le recuerdo siendo sensata y dejando en
segundo plano el sentimentalismo. —. No involucremos los sentimientos en esto, sigue
manteniendo la mente fría.

—Cada vez, te siento más lejos. —afirma nostálgico.

Sus palabras golpean con fuerza.

Retrocedo apartando la mirada y me alejo de su presencia. Ambos huimos de casa cuando


apenas éramos unos niños recién conociendo el mundo, dejamos todo y a nadie le
importo, no nos buscaron ni se esforzaron en encontrar pista de nosotros.

Después de huir, fuimos los dos contra todo.

Y cuando yo debía tomar mi papel como hermana mayor, él ya se había convertido en el


mío, sin saber todo lo que atravesaríamos juntos al permanecer a mi lado.

—¿No te arrepientes de haber venido a mí? —preguntó siendo indiferente aunque la duda
esté presente.

—Siempre estuve para ti, como tú lo estuviste—respondió. —. Nunca he dudado de todas


las decisiones que he tomado, eres mi familia.

Respiró profundo.

—Val, ¿alguna vez encontraras la paz? —cuestionó, levanté la mirada y lo vi removerse en


su lugar.

—La encontraré cuando esté muerta—contesté segura. —. Mientras esté viva, seguiré
sufriendo porque la vida lo quiso así y no puedes cambiar el destino de las personas, solo
atreverse a afrontarlo.

Me encogí de hombros, restándole importancia a todo.

—Solo quiero que esté bien.

“Y yo quiero que te mantengas con vida”. Pensé.

—No importa, solo céntrate en encontrar lo que te pedí—ordené pasando por su lado. —.
No olvides que esta noche no llegaré a casa, estaré brillando.
Ese día fue la última vez que me detuve a mirarlo, sin imaginar que noches más tarde, el
rumbo de nuestras vidas cambiaría.

Ryan

El silencio llenó los vacíos de la habitación, las paredes tienen un color diferente,
ocultando las palabras escritas. Detuve mis pasos, mirando a los alrededores, la
decoración renovada fue un golpe inesperado porque deseaba conservar los recuerdos
que me habían dejado; aprecio la soledad, pero siento la sensación que se borro de mi
pecho muchos años atrás, al parecer se asoma cada vez que recuerdo momentos
agridulces que pasé al vivir un infierno por culpa del apellido que tanto desprecio; sin
embargo, no puedo cambiar el hecho de que haya sido el heredero de todo lo que sigue
abriendo grietas en mi alma, su sangre corre por mi venas y sigo con vida porque me
criaron para ser parte de esta sociedad basura, que maneja esta familia aristócrata, con
los principios y morales tan repugnantes que me recuerda tanto a lo que sucedió días
antes de perder a la única familia que me importaba, solo por tener un poder que nunca
desee.

A veces, solo quisiera ignorar los hechos y momentos, donde me forjaron a ser lo que soy,
pero siempre mantengo un recuerdo muy encendido que me hace ver lo que sucederá si
tan solo olvido los motivos por el cual regresé a tomar el lugar que siempre fue destinado
para mí.

Detrás de muchas mentiras, hay una verdad.

—Estás aquí.

Cierro los ojos.

Su voz rechina en mis tímpanos, aprieto mis puños y vuelvo a abrir mis ojos, la miro a
través del reflejo en las ventanas de la habitación. Parece que está en su propia casa, no
tiene la vestimenta como si hubiera llegado, es apropiada para pasar un rato libre;
nuestras miradas se topan, es como si nada hubiera sucedido hace dos noches, al parecer
su memoria lo borro porque actúa como si fuera la primera vez que me ha visto. Ha
mejorado sus expresiones y la manera en cómo ocultar las emociones en sus ojos, lo
perfeccionó con el tiempo.

Solía ayudarla a no ser tan visible, por semanas practicamos a como esconder lo que
realmente sentíamos utilizando las expresiones para confundir a las personas. Todos
estos años ha seguido aprendiendo y ha perfeccionado. Finge ser una mujer muy feliz,
pero conozco esa mirada tan meticulosa, la he observado tantas veces en mí, que sé
cuando una persona intenta engañarme y manipular la situación a su antojo, solo para
pasar desapercibido ciertas reacciones que pueden perjudicar su papel.

—¿Qué quieres? —pregunto con brusquedad, un amago tiró sus labios en una mueca y
dio unos pasos en mi dirección. Me giro para poder observar mejor y así no intente
manipularme con sus falsas reacciones o mentiras que salen de su boca. —Si deseas
gritarme y golpearme, es el momento menos adecuado porque no estoy de humor para
soportar su actuación—en su rostro se refleja el pánico, pero sabe recuperarse y fingir una
sonrisa que apenas se nota forzada. —. Sí, he descubierto tu pequeño secreto, Allison.
Intenta ser menos evidente a mi alrededor, recuerda quien te enseño a tener un papel que
nunca mereciste, así que no trates de manipularme con tus falsas palabras porque no
caeré, quizá puedas engañar a esta familia, pero ten cuidado que no puedes utilizar tus
artimañas conmigo. Soy inmune a ti.

Agacho su cabeza, atisbe la tristeza en sus ojos, pero segundos después su mentón
elevar, su falsa tristeza se había marchado y colocó uno de los mechones de su cabello
atrás, mirándome directo a los ojos, con una sonrisa llena de cinismo y maldad. La
verdadera Allison se hizo presente, unas cuantas palabras para desenmascararla, es más
fácil de lo que pensé o creí.

Sigue siendo una mujer que solo se mueve por dinero y poder.

—¿Seguro que eres inmune a mí? —cuestionó acortando la distancia, su cuerpo rozó con
el mío, pude sentir su aroma obstruyendo mis fosas nasales. Flores. Odiaba ese aroma,
que tuve que retroceder, pero justo cuando mis pies dieron dos pasos atrás, estiró su
mano, queriendo tocar mi mejilla, pero mi mano automáticamente la agarró de la muñeca y
la detuvo.

No es digna de tocarme. Ladeo su sonrisa y el brillo en sus ojos tomó lo contrario a lo que
me estaba mostrando.

—¿Qué intentas hacer? —interrogué tirando su brazo, su cuerpo se tambaleó. —Allison,


puedes salir por donde has venido.

—¿Por qué? ¿Temes que vuelva a tentarte y termines en la palma de mi mano?

Suspiré, agotado de sus absurdas palabras y perdiendo la poca paciencia que me


quedaba, pero no deseo desperdiciarla con esta mujer desquiciada, que de seguro está
buscando la oportunidad perfecta para manipularme con sus palabras y crear una historia
tan falsa que ni siquiera algún ignorante le creería.

Tomó una postura ofensiva, resaltando las curvas de su cuerpo y mirándome fijamente,
tratando de ponerme nervioso como lo lograba antes.

—Sabes—me acerco por completo, acortando toda la distancia restante y tomando uno de
los mechones de su cabello. Mi rostro se acercó al suyo, apenas puede mirarme a los ojos,
siento su aliento ingresando a mis fosas nasales y cómo sus pupilas se dilatan por la
cercanía inapropiada. —, no eres ni la mitad de la mujer que alguna vez conocí. No
puedes seducirme ni tentarme—me aleje curvando una sonrisa, sus ojos me miraron
furiosos. Fue directo a su ego mis palabras y solo era un poco de todo lo que estaba
haciendo, le daré más para doblegarla y no se crea superior por tener a mi hermano en
sus manos o tal vez, será al revés. —. Solo eres la clase de persona que quiero tenerla
muy alejada de mi presencia, ya que simplemente no merecen respirar el mismo aire que
yo.

Retrocedo, suelto el mechón de su cabello y tiro mis labios aún más, sonriendo
ampliamente, haciendo notar mis hoyuelos en mis mejillas. Sigue mirándome, furiosa, pero
sin nada de palabras para atacarme porque no tiene nada en mi contra, siempre me
aseguré de borrar todo acerca de mí para que no pudiera usarlo a su favor, por eso nunca
intentó tener en sus manos porque sabía que eso solo iba a ser una ventaja para mí.

—No deberías estar aquí, en cualquier momento entrarán por esa puerta y nos
encontrarán a los dos solos, no quiero lidiar con problemas que no me interesan, solo eres
algo absurdo en mi vida que deseo borrar—confieso con frialdad, girándome y observando
por la ventana. —. Retírate antes que se den cuenta que estás en la habitación.

No dice nada.

—Regresaste.

—Es evidente, estoy justo frente a ti—respondo mirándola por el reflejo de la ventana. —.
¡Qué adivinada eres!

—No me refiero a eso—ataca rápidamente, sus palabras filosas solo las bloqueo. —.
Aseguraste que no volverías a pisar este lugar, pero ahora estás aquí, mirando como si
todo te perteneciera y tienes una confianza que no logro identificar.

Me giro sobre mis talones, mi perfecta sonrisa se asoma en mis labios.

—Todo en este lugar me pertenece.


Frunce su ceño, confundida. Analiza las palabras lanzadas al aire y cuando parece que ha
descubierto el significado, agranda los ojos cuando comprendiendo la situación, la
sorpresa en su mirada, es un festín que logra satisfacerme un poco.

—Eso significa…

Su mano cubre sus labios, amortiguando el sollozo que se escucha apenas. Inspiro
perdiendo la paciencia y olvidando porque me encuentro en este lugar. Miro el reloj en mi
muñeca, percatándome que está varios minutos retrasado, amago una mueca y paso la
mano por mi cabello, desordenándolo.

Aun puedo sentir su mirada sobre mí, es más potente e intensa. Aunque no causa ninguna
emoción, la irritabilidad se incrementa al sentir su presencia y respirando el mismo aire que
yo, así que me giro para salir de esta habitación y dejarla con su exageración porque lo
mejor será que mantenga una línea muy gruesa que nos separé, ya que tenerla en mi
camino solo causará problemas y más problemas, no me conviene saber que anda
rondando a mis alrededores, buscando lo que tanto ha deseado.

Paso por su lado, pero su mano me sujeta del brazo. No doy más pasos, mi cuerpo se
inmoviliza por el agarré de sus dedos. Siento su respiración un poco abrumada, pero nada
que no pueda sobrellevar. Gira su cabeza, sus ojos caen en los míos, el sin fin de
preguntas solo me hace retroceder mucho más y querer salir de ese lugar porque no es
buena idea mantenerme con esta mujer.

—Solo está logrando que te desee más lejos, no me hagas perder la paciencia, Allison.

Bufé.

—Sigues siendo tan irritable, al parecer mantenerte alejado de tu hogar por muchos años,
no ha logrado que cambies en absoluto. —me sonríe como un ángel. Esa imagen no le
queda para nada bien, solo hace que reluzca su maldad.

—Allison, este lugar no es mi hogar ni tiene similitudes, así que no confundas conceptos
porque no me gustará hacer que lo entiendas.

—Ya he escuchado esa advertencia mucho tiempo, debes cambiar tus tácticas porque no
son nada innovadoras. —sugirió con tranquilidad, mostrándose serena, pero algo en mí
me decía que solo es una fachada para ocultar el desagrado por mi forma de tratarla.

Espero más de mí, mucho más. Terminó decepcionada, ya que no solo le estoy mostrando
una versión que nunca conoció, sino que no estoy fingiendo con ella. Todos merecen el
trato que dan, y ella es una de esas personas, no tengo porque mejorar mi forma de
comportarme porque a ella le resulta imposible manejar.

Nadie merece más de lo que es.

Suelto su agarre tirando mi brazo, su cabello se desordena por el movimiento brusco en su


cuerpo y trata de caerse cuando retrocede.

—No es una advertencia, ni de cerca está, solo te estoy comentando para que la próxima
sepas medir tus palabras y actuar como si no supieras que me disgusta tal equivocación.
No me creas aquel jovencito que deseaba tenerte en sus brazos, he dejado de ser esa
persona desde hace años. No te confundas—aprieta su mandíbula. —, no he regresado
para recuperar el tiempo perdido ni mucho menos para ser tu amante. No me importa lo
que hagas con tu vida, ni cuán bajo hayas terminado por querer algo que jamás podrás
merecer.
Continuo mi camino para terminar este frustrante momento.

—Tu actitud solo me demuestra que estás herido.

Su voz detiene mis pasos, se frenan en seco y echo la cabeza para atrás, riéndome por
sus palabras. Aunque en su momento tuvo su impacto en mi vida por lo sorpresivo que fue
su anuncio inesperado y como me traicionaron porque pensé que nunca sucedería, pero
en estos momentos, no me importaba que ella fuera la futura esposa de mi hermano
menor, no tiene relevancia cuando los sentimientos por ella se desecharon días luego de
haberme confesado una verdad que aun sigue marcado en mi alma.

La miro por encima de mi hombro, no me giro porque siento que no tiene que tener toda mi
atención, es suficiente con que escuche mis palabras, para que vea mi rostro sin ningún
remordimiento, y no por lo que acaba de hacer días atrás o todos estos meses, cuando
muchas veces me ha jurado amor eterno, sino por lo que fue capaz de hacer para herirme
como nunca nadie lo había hecho. Se atrevió a acabar con partes de mi vida que mantuve
oculta por esa misma razón, por eso verla justo frente a mí, no es lo que deseo, solo me
recuerda que me equivoqué con ella y lo errado que estaba por haberme atrevido a ir en
contra de todo lo que tuve para mantenerla a mi lado, así que solo es un error que no
volveré a cometer porque sigue demostrándome que no merece nada, solo miseria y dolor,
pero al parecer su vida en estos momentos es un ensueño porque todo lo que deseo, se
está cumpliendo, uno por uno; solo tuvo que comprometerse con la persona que fingía
odiar, pero ahora finge ser una mujer muy enamorada de su futuro esposo.

—¿Herido? —inquirí con burla. —¿Solo te comprometiste para herirme? ¿Es enserio? —
presioné mis labios para no reírme aunque si es buen momento para hacerlo, pero preferí
tragarme mis carcajadas y dejarlas al último. —¿Fuiste quien dejó la invitación en la
habitación del hotel? —pregunté pensando que solo era intuición mía, pero al ver que no
respondió, confirmó mis sospechas y los motivos del porque me pareció bastante extraño
como había aparecido la invitación, justo después de haber aterrizado en la ciudad,
apenas iba llegando cuando llamaron a mi puerta y me entregaron un sobre con la insignia
de mi familia. —No puedo creer que tus ganas de querer lastimarme hayan llegado tan
lejos para nada, porque no me causaste nada. Solo fue la impresión y sentí la traición, que
luego se borró cuando decidiste visitarme y entrar a la que era mi habitación sin mi
consentimiento. Dices odiarme, me desprecias y cada vez que me ves, muestras ese lado
que siempre deteste, pero finges esconder tus verdaderas intenciones y me sigues
demostrando que solo busca mi atención porque parece que no puedes vivir sin ella.

Río.

—Tú obsesión por mí es mucho más de lo esperado—concluyo sin poder procesarlo, da


un paso y niego con la cabeza, rechinando los dientes. —. Aún no he terminado, Allison.
—impedí que siga dando más pasos porque ya no soporta escuchar las verdades en mis
palabras y prefiere marcharse, ya que sabe que si no sale de la habitación en este
momento, su autocontrol se irá a la borda y no podrá resistirse.

Si de algo la conozco, es que tiene una obsesión bastante enfermiza cuando le dan la
contra, siempre le ha gustado que no le dé la razón y eso a veces le causa descontrol y
apetito sexual.

—Al enviarme esa invitación y presentarte sin avisar en la habitación del hotel, me estás
demostrando que la que olvida no soy yo, sino tú—acote, intento seguir y tomé su brazo,
impidiéndole dar un paso más. —. Sé que esta actuación es solo para conseguir el poder
que tu familia no te da, es por eso que Greta, tu pequeña hermana, está sobresaliendo en
el negocio, incluso he escuchado que se codea con muchos de los herederos de las
diferentes corporaciones del país y cabe admitir que es adoptada—me burlo, puedo sentir
como su ira palpita en su pecho. Ese deseo de consumirme con su mirada es más intenso
y me alienta a seguir el ritmo del juego. —. ¿Cómo es posible que tú siendo legítima no
tengas ningún poder dentro de tu familia? ¿Qué peligro eres? Sigues siendo esa mujer que
cuando tiene todo lo que desea en sus manos, termina destruyéndolo y consumiéndolo,
por eso no eres parte de todo ese imperio que te pertenece y tienes que recurrir a medidas
extremas al aspirar a una familia que te entregará más de lo que eres en tu familia. Finges
amarlo y ser feliz a su lado, ¿a qué costo? —finjo pensar y trato de no tardarme tanto en
contestar mi propia pregunta. —¡Ya sé! Actuar por el resto de tus días, pero al verme tus
planes tambalean y tú también lo haces—suelto su brazo y le hago una última pregunta,
para dejarla ir. —. No lo entiendo, ¿qué quieres de mí?

Es su turno de responderme, su mirada cambia y la expresión en su rostro es muy distinta


a la anterior. Me muestra deseo y avaricia. Sus labios forman una sonrisa siniestra, que
me indica que va por lo que le pertenece.

—Todo.

Una simple palabra que no tiene dominio en mí, no remueve ninguna parte de mi ser, solo
aprecio el disgusto entre mis emociones y una sensación inesperada se presenta, pero no
lo tomo importancia porque solo son palabras vanas, vacías, falsas.

—Voy por ti—sentenció con determinación, sus palabras son tajantes y esa mirada llena
de victoria, me afirma su acción. —. Siempre te he amado a ti, estoy haciendo esto porque
necesito defender lo que es mío y sin la ayuda de tu hermano, no podré obtenerlo.

—No te estoy entendiendo.

—Mis padres me obligaron a tomar estas decisiones, me forzaron a elegir este camino,
aunque no lo creas, soy la menos interesada en compartir el resto de mis días con una
basura como él, pero no tengo opción. —me explicó casi en un susurró.

Procese sus palabras y las analice con la mirada, por largos segundos. Su mirada solo me
mostró sinceridad.

—Solo tengo una pregunta—anuncie, hizo un ademán para que continúe. —. ¿Te dieron a
elegir entre los candidatos?

Frunció el ceño.

—No—contestó y cuando se dio cuenta de la trampa en donde había caído, agrandando


sus ojos, desmesuradamente, e intentó sujetarme del brazo para no alejarme de ella. —.
Ryan, no es lo que piensas.

Puedo pensar mucho y analizar la situación, pero no es lo que quiero ni lo que busco en
estos momentos, no debe ser mi centro de atención ni darle importancia. No causa nada
en mí, aunque quiera lograrlo y abrir una brecha que me desestabilice, logra desear que se
mantenga alejada de mí.

—¿Y qué estoy pensando? —cuestioné. —Te hice una pregunta y me diste una respuesta,
ya lo esperaba solo quería que me lo confirmaras para no equivocarme contigo ni tomar
una idea errónea. No puedo ignorar el hecho de que si lo hiciste para lastimarme, ¿no te
basto la decisión del pasado? ¿Acaso quieres seguir arruinando todo? Te condenas a una
vida llena de prejuicios y ambición, ni siquiera eres capaz de preguntarte si esto es lo que
quieres, piensas que tener el poder en tus manos es más fácil y que obtenerlo sin
necesidad de esforzarte, no tiene sus consecuencias. Espera y verás que todo lo que
crees que será eterno, se desvanecerá porque no eres capaz de conformarte con lo que
tienes y vas por más, cuando sólo envenenan tu alma y te muestra como eres.
—¿Y cómo soy? —se enfureció, levantó su mentón con orgullo y sus ojos reflejaron
altivez.

Fue mi turno de sonreír siniestramente.

—Una mujer que acabará en las ruinas si sigue creyendo que puede conquistar todo con
sus absurdas tácticas.

Su risa resonó en la habitación, se dio media vuelta y me enfrentó.

—¿No te cansas de señalarme? ¿Quieres que te recuerde quien eres? —pregunta tras
pregunta.

El veneno en sus palabras es indiferente para mí, la amenaza en cada línea es como
observar al enemigo no quedar en ridículo frente a su más débil contrincante, con la
diferencia de que yo no soy débil.

—Allison, tus palabras utilízalo sabiamente y si quieres remover piezas imposibles de los
escombros, entonces hazlo bien. No manejes situaciones en donde solo tú saldrás
perjudicada y quedarás en ridículo por no saber controlar tus impulsos, no te hagas quedar
en vergüenza, ¿no crees que es suficiente? —sembré burla en mis palabras y articulé letra
por letra, lentamente, como si se tratará de alguien que no razonaba. —Ya perdiste tu
dignidad de mujer, es más, has vendido tu vida por poder. Al menos, las rameras lo hacen
para sobrevivir, pero tú teniendo todo un imperio en tus manos, lo hacen para tener más
poder.

Levantó su mano con intención de golpear mi rostro, pero la detuve antes que cometiera
un error que no se lo dejaría pasar. Nunca me atrevería a golpear a una mujer, pero había
otras maneras que aprendí para defenderme de una de ellas.

—Cuidado con lo que haces, no quiero que al final del día te arrepientas por tus erradas
acciones. Aunque será un gusto permitirte hacerlo, pero no quiero que fastidies mi
existencia con tus ganas de querer que te noté—me encogí de hombros, soltando su brazo
y quiso hacerlo de nuevo, mi mirada fue lo suficientemente dura para que detuviera sus
movimientos y bajara la mano. —. Cariño, no me hagas perder la paciencia, que soy capaz
de montar toda una escena en donde la perjudicada serás tú y te quedarás sin lo que
quieres.

—Eres despreciable. —escupe con ira.

—No tanto como tú—contraataque. —. Al menos, se medirme, pero tú, cuando quieres
mostrar tu versión mala, no importa a quien lastimas, solo actúas y arremetes con
personas que no lo merecen. Si hablamos de despreciable, tú me sacas mucha ventaja y
sobrepasas los límites porque no solo eres despreciable, eres un monstruo vestido de
oveja.

Suspiro cuestionándome porque perdí mi tiempo con ella, cuando solo necesitaba unas
cuentas palabras de su parte para confirmar sus acciones y luego quitarla del camino, ya
que no deseo sacarla, si lo hago, sabrá cómo utilizar cierta información a su favor y lograr
que sea parte de esto, pero aunque lo hiciera, ya tengo todo controlado; sin embargo,
tenerlo cerca es más que repugnante para mí, así que veré como hago para que quede
fuera de todo esto y le demuestre cual es el lugar que le pertenece.

—Te equivocaste de camino Allison.

Me doy la media vuelta y detengo mis pasos antes de salir por la puerta.
—¿Por qué? —escuché que preguntó.

La miré por encima de mi hombro, con una sonrisa que le genero terror.

—Porque solo serás una pieza removible, a la cual desecharé primero y no tendrás otra
elección de saber que tienes el poder que deseas porque así como tú me arrebataste algo
muy importante, yo lo haré contigo, robándote ese sueño que tanto anhelas…

Valentina
Intento concentrarme en respirar profundamente e ignorar los pensamientos, las palabras
se cruzan enredándose entre sí, produciendo que expulse todo el aire de mis pulmones
con brusquedad mientras sacudo la cabeza en negación, pasando una mano por mi rostro.
El sonido de risas femeninas me saca de transé, incitándome a mirar en esa dirección; al
caer mis ojos sobre ellas, que están junto a la barra, me doy con la sorpresa de que ella
está aquí.

Su mirada me intercepta abrumadoramente.

Tiene una mano sobre su diminuta cintura, sus perfectas uñas golpean suavemente su
estómago, mientras sus ojos están en el escenario, mirándome a mí, con una postura
firme y confiada, rígida. El mentón en alto y la expresión de aberración asomándose en su
expresión.

Hundo mi entrecejo, no puedo ocultar el asombro ni la confusión.

Sus ojos me encuentran y me acorralan. No me permite evitarla del todo, al centrarse sólo
en mí, me inspeccionó de arriba a abajo, detenidamente, como si deseará incomodarme y
lograr que me remueva nerviosa, pero ni siquiera puede hacerlo porque opto por recostar
mi peso en mi pierna izquierda, colocar mi cabello en la parte de atrás y sonreír como si
nada estuviera sucediendo. Mi postura relajada y serena, enciende la llamada en su
expresión y toda su actuación, de ruda y burlona, se esfuma.

Aparto la mirada, aburrida y desinteresada por su presencia. Vuelvo a mirarla, dibujando


una sonrisa burlona en mis labios y cruzándome de brazos, dejándole en claro quien tiene
el poder aquí.

Una vez más, saboreo la victoria.

Creyó que su presencia arruinaría mis planes, siguió mis migajas y pensó que esta
situación me perjudicaría, cuando solo sobre ella cayó todos los problemas. Por eso no me
costó nada en ir y acusarla directamente con el encargado para que tomará cartas en el
asunto.

Era ella o yo.

Asumí que su elección iba a ser yo, pero al verla aquí, dispuesta a hostigarme porque no
puede superar que soy mejor que ella, me hace deducir que él no tiene nada que ver. Este
problema fue tomado por los rangos más altos, eso me da un poco de temor, pero no lo
muestro, solo finjo que no me importa y sigo actuando.

Pensé que no tenía las agallas de volver a cruzarse en mi camino, al parecer me salió toda
una fiera, dispuesta a vengarse porque le deje la reputación manchada y la pisotee como
si fuera cualquier cosa.

Eso me lleva a preguntarme: ¿Cómo logró que intercedieran por ella? ¿Qué papel tiene
dentro de este lugar?

Una interrogante que empezaré a descubrir, no puede seguir siendo el estorbo en mi


camino y salir ilesa como si nada. No me traerá más dolores de cabeza ni se atreverá a
meterse conmigo, por un hombre que no le pertenece.

Salgo del escenario, dando zancadas y apresurando mi paso. En el camino, me topo con
Julieta, la expresión en su rostro grita problemas, muerde su labio inferior cuando me ve
caminando directo a la oficina de Carlos.
—Por favor, no causes más problemas. —me exige, su tono es autoritario y no duda en
darme esa mirada para doblegarme. Es admirable cómo intenta persuadirme siendo
demandante, no se oculta ni tiene temor de ir en mi contra.

Desde que nos conocemos, actuó como si fuera superior a mí, pero no de la manera
malvada como todas me trataron. Me protegió, ayudó, aconsejó y me libró de muchos
problemas. Nunca me dio la espalda o se alejó de mí cuando empecé a ser la reina de la
noche, al contrario, me alentó a seguir adelante y a no escuchar los murmullos.

A pesar que todo es competencia en este lugar, no se convirtió en mi enemiga. Es la única


persona que merece mi respeto y consideración, por eso jamás fue un estorbo en mi
camino, más bien alguien que me ayuda a alcanzar mis medios.

—Suficiente tienes con que todas te quieren fuera —señaló. —. Ahora están dando un
motivo para que te echen al ir a esa oficina, y pensar que tienes el dominio de mandar en
este lugar —afirmó. —. Recuerda, solo eres una más para ellos, no eres nadie y te pueden
reemplazar como a cualquiera. No creas que puedes deshacer y rehacer.

Tiene un punto.

Ignoro sus palabras, me sujeta de la muñeca, impidiéndome seguir. Si su manera de


detenerme será sosteniéndome, entonces será fácil ir… No entiendo porque se preocupa,
estaré bien, solo necesito saber porque sigue aquí.

—No sucederá nada, descuida—intenté calmarla con mi confianza, la escuchó suspirar,


frustrada por mis palabras. —. Sé que pueden reemplazarme y echarme, pero por ahora
tengo el control de la situación, no pueden hacerme nada. Soy su máquina de dinero y eso
no lo pueden cambiar, así deseen que esté muerta. —le guiño un ojo, retiró su mano de la
mía, sonriéndole confiada.

—Rachel…

Ingreso sin llamar a la puerta y la azoto con rudeza, centro mi mirada en él. Carlos, se
sobresalta y me mira furioso, puedo notar las bolsas que se forman debajo de sus ojos, su
expresión declara cansancio e irritación. Golpeó su escritorio, se levantó tirando la silla y lo
rodeó para llegar a mí.

Su presencia emite dominación, esa mirada oscura y los labios apretados, me hace
titubear un poco, pero no me hago pequeña cuando se detiene frente a mí y me observa
desde arriba, con el brillo de deseo en su mirada.

—¿Por qué ella ha regresado? —pregunté rechinando los dientes, la rudeza en mi voz
permitió que ladeara una sonrisa. —¡Respóndeme! Pensé que había sido clara, incluso te
mostré pruebas para que me creyeras. Hice todo lo que estuvo a mi alcancé para que
fuera echada de este lugar, ¿y fue en vano? ¿Por qué sigue aquí? —apreté mis puños, la
sangre me hierve.

Suspiró, masajeando su sien, frustrado. Pasó las manos por su rostro y centró sus ojos en
mí, tratando de no perder el control porque sé que está llegando a sus límites, más al ser
partícipe de muchos conflictos.

—¿Vas a responderme? —demandé furiosa.

—Sabía que tendría que prepararme para tener esta conversación contigo, pero pensé
que no era tan estúpido para creer que no vendrías hasta aquí, ha reclamarme. —se
murmuró a sí mismo.
Posó sus ojos en mí.

—No volveré a repetirlo—advertí, cruzándome de brazos, a punto de estallar. —. ¿Acaso


no es suficiente con todo lo que hizo? ¿Quieres que intente matarme para que reacciones?
¡Solo te pedí una cosa, nunca te he pedido nada, pero ahora que lo hago, decides
ignorarlo!

Dio un paso, retrocedo otro.

—Muñeca, no me hagas este tipo de escenas—sugirió calmado, paso mis manos por mi
cabello, desesperada y a punto de estallar e ir contra todo porque la furia en mi interior es
una bomba de tiempo. —. No me gusta que vengan y me interroguen, como si estuviera en
la obligación de responder. No creas que porque somos amigos, tienes el derecho de darte
una explicación.

Me crucé de brazos y planté bien mis pies sobre el suelo, levanté la barbilla y no moví
ningún músculo.

Suspiró.

—No puedo hacer nada—confesó, miré sus ojos y noté la sinceridad en ellos, no me está
mintiendo. —. Luego de atacarte en el camarín, salió prometiéndome que volvería, pensé
que solo eran vanas palabras, pero al día siguiente, recibí una llamada y me ordenaron no
sacarla. No tuve otra opción.

—¿Cómo que te ordenaron? —cuestioné confundida. Cuando indague sobre su pasado y


busque todo su historial, no encontré nada, solo escasa información, que pensé que era
porque no tenía familia, pero ahora, sé que hay algo detrás de todo.

Caminó hasta su escritorio y se acomodó en la silla, imité sus pasos.

—Pensé…

Levantó una mano, pidiéndome silencio.

—Sí, tengo autoridad sobre el club, pero no me pertenece—declaró un hecho que ya había
sido afirmado hace mucho. —. Recibo órdenes, no sé quienes son o de donde vienen, solo
reconozco que son gente con poder y dinero, mucho dinero. Pero de algo estoy muy
seguro, esa niña, tiene el poder que nadie imaginó que tendría, hizo que creyéramos que
se iría y actuó derrotada, pero ahora está aquí, burlándose en nuestras caras—afirmó
retorciendo su sonrisa. —. Caímos en su trampa y fuimos sus presas.

Solté una risa burlona.

—¿Presa? —cuestioné. —Cariño, yo soy la depredadora.

Le guiñé un ojo, juguetona.

—Es una situación seria, muñeca.

—Y yo estoy siendo totalmente seria—le aseguré ocultando esa opresión en el pecho, esa
sensación de pánico palpitando sobre él. —. ¿No podemos hacer nada?

Niega.

—Veo que estaré en aprietos, ahora no solo intentará hostigarme, sino también agredirme,
y yo, tengo que actuar como si nada estuviera sucediendo, ¡vaya mundo en el que vivimos!
—atiné siendo irónica. —Ellos tendrán que escoger, sea ella o yo.
Su carcajada llena el lugar y su mirada se oscurece un poco más. Se puso de pie,
acercándose, lentamente. Sus ojos no se despegaron de mis labios mientras se relamía
los suyos, tentadoramente. Estuve tentada a provocarlo, incitarlo y seducirlo, porque
aunque lo negará, sé cómo se siente, el brillo de lujuria en su mirada, me lo confirma.

Él me desea, tanto como yo.

Tomó un mechón de mi cabello y lo enredó en su dedo.

—Muñeca—susurró, su aliento estremeció mi piel. —, no tientes a tu suerte. Ellos se


desharán de ti, no les importas…

—¿Y a ti, sí? —mordí mi labio inferior, provocadoramente. Le di una mirada coqueta.

—No juegues conmigo, yo no caeré en tus malditos encantos—me aseguró retrocediendo.


Puede mentirme incluso negarlo hasta su muerte, pero sus ojos y su cuerpo reacciona
ante mi presencia, me hace saber que quiere que sea suya de todas las maneras, solo que
se contiene porque tiene miedo de hundirse en el infierno. —. Ahora, vete de mi oficina.

Sonreí satisfecha porque lo había logrado, unas cuantas palabras y ya tenía el control de
la situación. No iba a decirle nada ni le provocaría, sé que ponerme a contradecirle por
cada palabra, no llevará a nada, menos cuando yo sería la única que terminará envuelta
en furia, mientras él disfrutará burlarse de mi molestia.

Me levanté.

—Ya caíste en mis encantos—aseguré divertida, sus orbes se movieron inquietos. —, pero
fingiré que no.

Caminé hacia la puerta y al tomar el pomo, escuché mi nombre de manera seductora.


Tuve que detenerme y girar para mirar a tan hombre.

—Un consejo—señaló, mirándome a través de sus pestañas recostando su barbilla sobre


los puños de su mano. Sus ojos grises recorrieron cada centímetro de mi cuerpo. —,
mantente lejos de ella. Solo traerá problemas y te quiero fuera de ellos, no necesito más
motivos, sé una niña buena

—Pero si, soy bien buena. —lo interrumpí, con una sonrisa socarrona.

—No la incites—me advirtió. —. Ella es un problema.

—Cariño—articulé sintiendo la furia ingresando a mi sistema. —que no me tiente porque si


se atraviesa en mi camino para arruinarme la existencia, haré lo que sea para sacarla de
mi camino y las cosas no terminarán como te lo estás imaginando. —prometí, me regaló
una sonrisa ladeada y me guiñó un ojo, antes de apartar su mirada.

Salgo de su oficina con muchas interrogantes y con una nueva razón para mantenerla
vigilada porque sé a lo estoy enfrentando, pero nada ni nadie hará que retroceda y me
vaya, no será quien me saqué de este lugar.

Enderecé mi espalda y acomodé mi vestimenta, mientras ataba el cabello que cae por mis
hombros, luego direccioné mis pasos para ir a la habitación, donde encontraré a una
furiosa Julieta, pero me quedé estática al verla al final del pasillo, con una mirada
venenosa que me traerá muchos problemas.

Desde ese segundo, supe que el juego inició, y solo una saldría ilesa.

Te equivocas, Carlos.
Ella puede ser un problema, pero yo soy el maldito caos que está dispuesta a arrasar con
todo, con el fin, de erradicar y no dudaré en hacerlo con esa ramera de cuarta.

Sonrió.

Valentina…

Mis palabras tienen un peso significativo cuando se trata de promesas, esas que no son
lanzadas y dichas con la intención de amenazar, advertir y causar temor en las personas;
había descubierto el poder de ellas, y lo que había prometido dentro de esas cuatro
paredes, no se quedará en el aire, a pesar del pánico que se intensifica cada vez en mi
pecho. Nada se quedará impune, menos cuando ella está dispuesta a atacarme como la
víbora que es.

Me acorrala y no puedo evitar soltar una risa sarcástica.

Puede mostrarse como una leona, lista para atacar a la gacela, pero al verla tan tensa y
rígida, me hace deducir que solo está fingiendo. No desea acabar con toda esta actuación
porque sigue queriendo atención.
Fingir, fingir, fingir…

Fingir que puede ser superior a mí, ruda y cruel. Mostrándose indiferente y frívola en sus
acciones, solo para obtener un dominio que no es correspondido porque ha dejado en
claro sus verdaderas intenciones al mostrar esas grietas que ha ocultado.

Es la gacela fingiendo no ser la presa, para ocultar el temor de ser atrapada y comida por
su verdadera depredadora. Yo.

Alguna vez fui la presa, acechada por los verdaderos monstruos de las pesadillas de la
vida real. Corría para sobrevivir en este mundo vil, año tras año, sin imaginar lo retorcida
que sería mi realidad, al caer en las manos equivocadas y volverme lo que soy hoy en día.
Ellos lograron que yo, una gacela en peligro de extinción, supiera que no solo podía ser la
comida. Ellos me obligaron a mostrar mis garras, al convertirme de presa a depredadora
letal.

Renací siendo depredadora en medio de monstruos, pero no era cualquiera, SOY quien
les demostrará que alguien tan pequeño e indefenso, puede ser poderoso.

—¡Qué rápida! Pensé que tardarías en interceptarme y restregarme tu victoria. —mi tono
tan relajado y calmado logró que caminará hasta quedar frente a mí, con una sonrisa que
muy pronto se borrará de sus labios.

—Te advertí que me vengaría. —declara con seguridad.

—Y yo te dije, que no te temía. —aseguro, curvando una sonrisa burlesca en mis labios.
Su mandíbula se endurece y sus ojos se achican, furiosa por mis palabras y reacción. Si
creyó que temería por su presencia, estaba tan equivocada aunque aún había cabos
sueltos que resolver, no es un peligro para mi existencia.

—No te cansas, ¿verdad? —cuestionó, sonriendo de lado.

—Por lo visto tú tampoco.

—¿Qué?

—Fingir—le dije, hunde su entrecejo. —, no te cansa hacerlo. —gruñe, intentando levantar


su mano, pero la detiene de inmediato.

Predecible.

No es capaz de controlar sus impulsos, por eso decía que no pertenecía a este lugar,
donde hay tanto depredadores enfermizos, sin saber la verdad detrás de sus mentiras. Le
di motivos para irse, pero decidió quedarse y resguardarse detrás de mí, ¿Cómo terminó
de esta manera? Intentando todo para que mis ojos estuvieran sobre ella.

Sus emociones dominaron su vida y contaminaron toda la perfección en ella. Yo solo la


veía como una niña ingenua en un mundo donde sería comida entera, al parecer actúa tan
bien para no descubrir lo que oculto detrás de esa sonrisa inocente y la mirada tímida.

Aplaudo.

La expresión en su rostro cambia y nota la incredulidad en su mirada, su cuerpo reacciona


de la manera en cómo lo imaginaba. No sabe porque lo estoy haciendo, menos cuando
cada segundo intensifico mis aplausos, retumbando el sonido.
Me acerco a ella, quedando a centímetros de su rostro, saboreando mis labios. Sus ojos
no pierden los movimientos, su mirada llena de lascivia y deseo me hace confirmar lo que
tanto quería negar.

Se relame los labios con la lengua.

Las personas inteligentes somos hábiles para ocultar las intenciones. Ella con su supuesta
envidia, creyó que sería el arma perfecta para enmascarar la realidad, llamando mi
atención. No fue tan complicado descubrirlo, solo tuve que atar cabos sueltos y
asegurarme que no cometía equivocación porque un paso en falso, arruinaría todo.

Puede engañar a todo el mundo y que finja ser una ramera para conseguir dinero, pero no
todo lo que se ve, es cierto. Ella no es lo que proclama, no lo es.

El deseo en su mirada y como se remueve nerviosa al momento de acercar más mi rostro,


hace que mis argumentos sean ciertos y no me cuestioné por ser paranoica. Cada paso y
movimiento, todo, lo hizo para mantenerme cerca de ella, y sus acciones fueron con la
intención de hacer creer que me odiaba con todo su ser.

¡Pero qué mentira!

Dejo caer mi mano sobre su hombro y con mi dedo anular hago círculos sobre su piel,
puedo sentirla estremecerse ante mi toque. Su respiración se entrecorta y la manera en
como mueve moja sus labios, es gratificante.

Le advertí. Nadie me perjudica y sale ileso.

Detengo mis movimientos bruscamente, su mirada me grita que siga, pero deslice la palma
de mi mano sobre su brazo, recorriendo su suave piel, mientras ella intenta respirar sin
que noté como se esfuerza para controlarse y no ser descubierta.

El ambiente es denso y se respira la tensión sexual entre ambas paredes.

Muerdo mi labio y la tiento a que me toqué, y se rinda. Puedo notar en sus orbes el
descontrol en su interior y como su cuerpo grita el deseo; con la otra mano, sujeto su
diminuta cintura y la deslice sobre la curva simétrica.

Un apretón suave, hace que expulse un suspiro ahogado de sus labios.

El siguiente movimiento derrama la gota del vaso. La palma de mi mano cae sobre su
trasero y clavo mis uñas en la tela de su vestido blanco que apenas lo cubre; sigo
tentándola y jugando con su cordura al seguir bajando y sentir su piel contra mi mano, mis
dedos sostienen una de sus nalgas.

Tengo que admitir que sabe controlarse, porque cualquiera ante esta escena, ya estuviera
saltando sobre mí y tratando de convencerme para que sea suya. Pero ella no solo desea
eso, anhela mucho más, y usarlo a mi favor, no está mal.

Mi aliento erizo la piel de su cuello al inspirar, profundamente. Su cuerpo se remueve al


tenerme tan cerca. Empiezo a depositar besos cortos sobre su piel, recorro cada parte, sin
evitar ninguna o detenerme, logrando que sus manos me sostuvieron de la cintura y la
tomarán con posesividad, con brusquedad.

Tiró su cabeza atrás y acarició mi piel, torpemente.

Es divertido ver cómo cree que quiero algo con ella, la manera en cómo cae bajo mi
manipulación, se siente tan bien. No me importa jugar con los sentimientos de los demás,
no me interesa si la estoy torturando e ilusionando, a las finales, solo hago lo que ella
desea, pero al final, no será capaz de tenerlo.

No me gustan las mujeres, jamás serán mi tipo. Pero este juego en el que me estoy
involucrando, es tentador y excitante; es la primera vez que seduzco a una mujer.

Será tan fácil destruirla, ella misma me está dando el poder.

Alejo mi rostro de su cuello y la tomé de la cintura, nuestras miradas se conectan. Sus ojos
me miran con intensidad pura, trato de fingir que la deseo y la quiero solo para mí, cuando
solo siento repulsión. Una sonrisa tímida se dibuja en sus labios carmesí, deseosa por lo
que supuestamente sucederá. No puedo creer que sea tan ingenua para pensar que tengo
algún tipo de interés en ella, es tan estúpida para no darse cuenta que sola está cayendo
en mis manos.

Ahora soy yo, quien tiene el poder, y ella no podrá negarlo. No tiene salida y tampoco otra
opción, ¡Qué divertido!

Rozo nuestros labios y sacó la lengua para pasarlos sobre los suyos, su boca queda
entreabierta.

—¿Me deseas? —susurró contra su boca, se muerde su labio, provocativa.

—Te deseo. —responde ahogando un gemido.

Ya la tengo.

Cuando finjo que la besaré, tiro mi cabeza hacia atrás y terminé empujándola, sacando mis
manos de su cuerpo. Centro mi mirada en ella, sus ojos me muestran la confusión y solo
me queda reírme en su cara, pero no lo hago, no cuando aún me falta su confesión, una
que tendré muy pronto.

Río.

Aprieta sus puños y me acerco, levanto la barbilla y digo lo siguiente:

—Te tengo.

Valentina…

Parece que mis palabras lo dejaron paralizada, ha dejado de respirar.

Deslicé en mis labios una sonrisa macabra. Escalofriante y perturbadora, que impactó
sobre ella como se planeó; de tal manera, que la desestabilizó por completo, logrando que
pierda el control de la situación y se encuentre desorientada en medio de una pelea que no
ganará. Aunque haya ganado terreno al seducirla y hacerla caer con sus propias acciones,
necesito más a mi favor, para arruinarla sin piedad, y sacarla de mi camino porque
presiento que será un estorbo del que tengo que deshacerme sin hacer ningún ruido, sé
que más adelante, será un enorme problema y, mientras me deshaga de ella ahora, el
resultado será más favorable y no tendré que preocuparme por los futuros desastre.

Mi intención solo fue descubrir lo que estaba ocultando, sabía que algo escondía, lo vi en
su mirada, en cómo me analizaba y pasé desapercibido sus ganas de hundirme, y no para
irme de este lugar, sino de caer en su sucio juego. Seguí sus migajas que dejó en el
camino, no me desvíe de ninguna, creyendo que de esa manera encontraría lo que tanto
ignoré, pero nunca imaginé que me haría caer en este juego enfermizo que creó para
llamar mi atención; desde un principio pensé que todo era parte de su envidia y avaricia,
sin embargo, hubo acciones que me demostraron lo contrario, incitándome a sumergirme
más en su realidad, topándome con la cruda verdad.

Sé dejó llevar sus deseos carnales y cederme el poder, ella misma me dio la potestad de
averiguar quien es realmente.

Está situación tiene un historias detrás de todo esta actuación, una que de seguro logrará
sorprenderme y dejarme entumecida por todos los hechos que fue capaz de originar, el
desenlace que tuvo esta historia va más allá de mi imaginación y realidad; aun no escucho
sus motivos, pero sé que tendrá repercusión en mí, de alguna manera, me terminará
afectando tanto, que mantener mi mente fría y mostrarme frívola para ocultar el miedo, no
será suficiente para aplacar la circunstancia, porque si de algo estoy segura, es que ella es
más de lo imaginado, y que no es una simple chica fingiendo ser ramera.

Hay algo más. Más oscuro, más vil. No hay palabras para describir cómo me encuentro en
estos instantes, quizá haya excedido mis límites, pero al hacerlo, al intentar de todo para
confirmar mis sospechas, me hizo ver, que solo en este mundo podré actuar sin principios,
sin moral…

—¿Quién eres? —articulé torpemente, me aclaré la garganta removiéndome, pero


manteniendo mi cabeza fría. El sabor agrio en mis palabras, me dio repulsión y quise salir
de ese lugar sin saber porque de todas las personas a mí.

Intentó caminar hasta donde me encuentro, no me di cuenta que retrocedí muchos pasos
atrás, todo fue de manera involuntaria, no sentí cuando mis pies caminaron hacia atrás,
solo por no querer sentir su presencia cerca. Le doy una mirada fría, para que no siga
acercándose, sin embargo, más la alienta y tengo que apretar mis manos para no terminar
sobre ella.

Una sonrisa se asoma en sus labios, una que solo causa asco en mí, y siento como mi
cuerpo se estremece al saber que todo este tiempo su objetivo, sus motivos y sus
propósitos, fueron para llegar a mí. Tiene una manera escalofriante de involucrarse en la
vida de las personas y me aterra pensar que, ahora no solo soy buscada por mis demonios
del pasado, sino también tengo a una psicópata detrás de mí, acechándome.

Lo noto en su mirada.

Sé que lo quiere.

Sus ojos se oscurecen y se quita la máscara que la mantuvo oculta de todo. Su sonrisa
ladeada se abre paso y la expresión en su rostro canta la victoria, siento que todo esto es
muy rápido y asimilarlo es imposible.

Parece que mi mirada no es suficiente porque sigue dando pasos en mi dirección y no


piensa detenerse, hasta llegar a su objetivo, yo.

Me equivoque.

No es una presa, es depredadora.

Sonrió, mis labios se ensanchan como nunca lo había hecho. No es una sonrisa forzada o
fingida, de verdad lo hago, me nace y se siente tan bien. El hecho de que haya complicado
más las cosas, jamás quitará que me sienta perdida o errada en mis intuiciones, al
contrario, me demostrará que los monstruos se convierten en ovejas mansas para llegar a
su presa.
No sólo fue descubierta, también me enseñó a ser parte de su mundo, a jugar a su antojo
y mostrarle que no es la única que se puede vestir de cordero.

Ella se ha equivocado conmigo, al pensar que soy una presa fácil. Ella no tiene la mínima
idea que al estar sumergida en estos caminos de espinas, fue porque me obligaron a
convertirme en alguien vil. Me he llegado odiar por lo que soy y nada se compara con una
simple psicópata que está perdidamente enamorada de mí; el juego que empezó solo
traerá su ruina, es una más de los monstruos a los que arruinaré y nadie podrá detenerme,
no cuando soy capaz de todo, para conseguir que todos se pudran en el infierno por
convertirme en esto. La dama de la noche.

Aquella que no es lo que creen, la que se oculta en las sombras para no revelar su rostro.

Sigo siendo la depredadora letal, es lo que nos diferencia. Ella nació con esa mente
retorcida y escalofriante. A mí me crearon, me hicieron experimentar la propia muerte y no
fue suficiente porque estuve de rodillas, suplicando por mi vida, llorando sangre y gritando
hasta que mis cuerdas vocales se rompieran. Me obligaron a ser partícipe de este mundo
vil, y se deshicieron de todo lo bueno en mí, hasta volverme esta persona sádica.

Los monstruos no nacen, se hacen.

Y eso, es peor. No permitimos que nuestros sentimientos no se involucren en nuestros


designios, ignoramos todo, hasta lo más mínimo y no nos importa arruinar nuestra propia
sangre.

Somos seres inhumanos.

Valentina…

Somos seres inhumanos…

Y el solo hecho de que haya actuado para llegar a mí y quitarse la máscara justo en el
momento en donde iba a ignorarla porque no tiene relevancia, facilitó toda la situación,
impidiendo que se complicará más, porque si de algo estoy segura, es que ella iba a
adentrarse a un mundo en donde jamás permitiría que saliera ilesa, así sea tan peligrosa.

No estaba dispuesta a perder todos mis avances, solo porque una psicópata se enamoró
perdidamente de mí y desea hacerme suya. No iba a arriesgarme.

Hizo que fuera más fácil deshacerme de ella.

—Te creí más perspicaz, pero te tomó mucho tiempo llegar a una conclusión y descubrir
que era lo que tanto ocultaba. —se burló, apenas logró articular cada palabra. Aunque
quiso sonar sádica, su voz fue entrecortada y estridente.

Exhalé, inconscientemente, intentando dar más pasos atrás, involuntariamente. O eso


quise demostrar para que creyera que lo que descubrí, impacto sobre mí. Es solo un
teatro, manipular a mi enemigo haciéndole creer que siento miedo por lo que sucederá,
cuando lo único que intento hacer, es demostrarle mi verdadero rostro.
Quiere conocerme, pues le enseñaré a no meterse en mi camino. En la ecuación nunca
estuvo que ella estuviera interesada en mí, pero al saberlo, ya es parte y todo toma un
sentido contrario.

Se movió de un lado a otro, con los brazos cruzados, sin apartar la vista de su objetivo.

—¿Quién eres? —pregunté logrando que mi voz temblará y se escuchará aterrorizada.


Sigo retrocediendo, fingiendo que temo tenerla cerca, para que cayera definitivamente en
el juego que estoy por finalizar.

—Parte de ti. —sentenció.

Atore mis palabras en mi garganta para que no soltará algo que arruinaría mis planes. Ya
había hecho lo suficiente, no necesito hacerlo más complicado.

—¿Parte de mí? — cuestioné deteniendo mis pasos y pasando mis manos por mis brazos,
mi mirada se aterrorizó y mordí mis labios.

Se acercó, sus pasos fueron veloces y largos, no tardó en llegar y detenerse frente a mí,
imponiéndome su presencia y exigiéndome mirarla, y lo único que generó en mí fue más
repulsión. Estiró su brazo y me tomo de la barbilla inmovilizando cualquier movimiento, me
sujetó con tanta fuerza, que sentí como sus dedos se incrustaron en mi piel, incluso solté
un quejido de dolor por cómo me sostiene y me obliga a no dirigir la vista a otro lado.

Desvié la mirada, pero fui mas astuta porque eso es lo que quiere ella, y no estoy
dispuesta a complacerle más para que creyera, ya tengo suficiente. La miré a los ojos, sin
ocultarme o mostrarme sumisa, estuve obligada a fingir temor para que todo saliera
conforme a mis planes y aunque deseo golpearla hasta el cansancio, me contengo y
suprimo mi ira para no caer como lo hice hace algún tiempo.

Por como me sujeta, intuyo que deseaba hacer esto desde hace un tiempo. La manera en
como me observa y analiza cada detalle de mi rostro, me hace saber que no es la primera
vez que lo realiza, por eso siempre discutía conmigo, para apreciar con más detalle cada
parte de mí.

—Todo el mundo te proclama como la dama de la noche, todos te desean—susurro contra


mi rostro, su aliento impacto en mí. —. Eres más que solo una chica que sale en el
escenario y brilla por su melodiosa voz. No solo eres sensual, eres adictiva.

Tomó un mechón de mi cabello e inspiró profundamente, apreté mis puños.

Las mujeres tenemos un ideal, ejemplar que hemos visto muchas veces en la sociedad,
cuando nos referimos al tema de acoso y obsesión, incluso de abuso sexual. En la historia,
siempre nos planteamos al hombre como el villano, del que tenemos que tener cuidado y
prestar atención a cada detalle, ya que en cualquier momento pueden mostrar su
verdadero rostro. Somos conscientes de todo el daño que ese género puede causarnos, lo
hemos visto a través de la historia, también en cada noticia o experiencia, olvidando que a
nuestro alrededor hay posibles villanos, que pueden emplear el papel muy bien. Nos
centramos en que los malos solo pueden ser los hombres, ignorando que las mujeres
también podemos ser perfectas villanas, con más inteligencia y estrategia.

Vivimos en un mundo en donde el hombre solo emplea el papel de villano.

Cuándo puedo asegurar que la mujer, puede ser mucho mejor villana, demostrando a esta
sociedad retrógrada, que somos mucho más.

Lo he visto hoy, en el pasado y seguramente en el futuro.


Hoy, queda demostrado que somos más letales y que nuestra arma siempre será nuestra
mente.

—Y la tentación del mismo diablo—aseguró soltando el mechón y mirándome a los ojos.


Sus manos se deslizaron por mi cuerpo y sonrió. —. Siempre desee tenerte de esta
manera, ver en tus ojos el miedo de ser mía—confirmó cerrando los ojos. —. Ahora, sé
que me perteneces.

—¿Y como estás tan segura? —inquiero curvando mi sonrisa macabra, había llegado a mi
límite y ya confesó lo que ocultó todo este tiempo, así que ya no hay porque fingir más. Me
toca desarrollar mi papel, le daré la versión que más amo. —Me demostraste que puedes
vestirte como una oveja mansa, ocultándote entre las sombras para no ser vista y llegar
hasta mí. Ahora te demostrare que puedo convertirme en cordero para hacerte ver que no
eres la única que puede desarrollar el papel muy bien.

Sus ojos se abrieron y la empujé antes que hiciera otro movimiento y me hiciera actuar de
manera errada porque sí da otro paso más, mi puño estará en su perfecto y asqueroso
rostro. Año tras año, me enseñaron a defenderme de los hombres, de los monstruos que
te acechan, pero es diferente cuando tienes a una mujer, parada frente a ti, diciéndote que
se vistió de ramera para poder tenerte cerca y hacerte suya. Si aprendía a acabar con
ellos, implica lo mismo con las mujeres, y no habrá ningún cambio, porque al final, son las
mismas acciones.

Retrocedió impactada y se logró estabilizar sosteniéndose de la pared, me miró de arriba a


abajo, asimilando mis palabras y la situación.

—¿A qué te pertenezco? —pregunté con sorna.

No abre la boca, solo veo cómo su respiración es brusca y como absorbe el aire con
dificultad por sus fosas nasales, y la manera en cómo me mira es más repugnante. Una
sonrisa indescifrable dibuja en sus labios, logrando que apretara mis puños con más
fuerza, cabreándome mucho más, al saber que ese gesto es porque se está burlando de
mí.

Tuve todo a mi alcance y no pude verlo con claridad. Tuvo que darme muchas pistas para
descubrir la verdad, ¿cómo podía pensar que una mujer era mi agresora sexual?

—Desde que puse mis ojos en ti, no he deseado nada más.

—Sigue deseándolo, porque no soy tuya ni nunca lo seré—afirmé, prácticamente escupí


las palabras con aberración. —. Era cuestión de tiempo descubrir tus intenciones y porque
siempre era yo quien pagaba tus actos. Solo quisiste llamar mi atención, pero te cabreo
tanto, que ni con todo lo que hiciste obtuviste lo que deseaste, solo generaste que te
quisiera más y más lejos porque tenerte cerca de mí, era asqueroso y repugnante—me
asesino con la mirada, sonreí de lado. —. ¿Sabes lo que pensaba de ti? —cuestioné
soltando una risa irónica, me acerqué con la cabeza en alto y los brazos situados en mis
pechos, logrando que me viera sensual, tentándola. —Que eres solo un estorbo en mi
camino y que debo deshacerme de ti—me encogí de hombros, bateando mis pestañas en
su dirección, mostrándome inocente y tímida. —. Eso eres para mí. Una simple personas
que nunca tendrá lo que quiere de mí.

Me detuve frente a ella, ensanché mi sonrisa.

—Crees que eres inteligente, pero quedaste arruinada con tus movimientos—mascullé en
un tono áspero que no se lo esperaba. —. Quizá hiciste toda esa actuación a propósito,
pero desde hace unos días atrás, descubrí quién eras realmente y verte justo hoy,
mirándome, confirmó mis sospechas—le guiñe un ojo. —. No eres más inteligente que yo,
tú puedes dar un paso, pero yo doy dos. Siempre voy por delante de los que me estorban.
Siempre

—Lo gracioso es que creas que no estaba al tanto de tus descubrimientos—ella dio un
paso, muy cerca de mí y esa sonrisa que había visto muchas veces en mi rostro, frente al
espejo, apareció sin titubear o ocultarse detrás de ella. Le salió tan natural que por un
segundo pensé que esa persona era esa versión que dejé atrás, sacudí la cabeza. —. La
inteligencia no es tan útil cuando tu contrincante carece de ella. Solo eres una más del
montón, que se oculta tras esa careta, mientras por dentro, gritas para ser liberada.

Odio que las personas que piensan que me conocen, crean que soy una simple novata en
este mundo de aficionados. Cuando soy todo lo contrario.

—Que erradas estás.

—La que está equivocada, eres tú—sonrió diabólicamente y miró encima de su hombro.
Seguí su mirada, topándome con mi realidad. —. Si no puedo tenerte, te obligaré a
hacerlo. Tú decides. Por las buenas o por las malas, no me hagas usar mi poder para
hacer que te seas mía. Solo mía. —sus palabras me abrumaron y retrocedo, no por todo lo
que acaba de decir, sino por lo que se avecina.

Lo veo.

Y el rumbo de esta historia está por cambiar, sin imaginar que volvería a caer en sus
manos y terminaría como años atrás.

Muerta.
Valentina…

Retrocedo, mis pasos son cortos, pesados, pero letales. Es como sí, con tan solo tenerlo
frente a mí, mostrando una sonrisa perturbadora y dando instrucción, causará tanto caos
en mi vida, el impacto es tan profundo ocasionando que mi corazón dejará de latir; a tal
punto, de querer salir corriendo de su presencia escarnecedora, y ocultarme de sus ojos
grises, esos orbes que alguna vez significaron todo para mí; sin embargo, el tiempo me
ayudó a descifrar que caer en sus malditos brazos fue mi peor castigo, mi infierno y
muerte.

Aprieto los puños, sintiendo como mis uñas se clavan en la palma de mi mano.

—¿Qué está sucediendo?

Escucho pasos que llegan desde atrás, no le tome la debida importancia. No puedo
perderlo de vista, mis ojos se mantienen en alerta, menos cuando viene directo a nosotros,
vistiendo un costoso traje negro y los accesorios más caros de la ciudad, creyéndose el
maldito rey, cuando solo son aspiraciones que nunca se harán realidad. Sus ojos no se
apartan del aparato que tiene en su mano, su sonrisa se ensancha más y la mirada se le
ilumina.

Hace unas señas a uno de sus hombres, haciendo que esté se le acerque, lo veo
inclinándose a izquierda, sosteniendo el hombro del sujeto y susurrándole algunas
palabras, logrando que el hombre asienta. Alcancé a leer sus labios, y no me sorprende
que no haya cambiado a pesar de los años, sigue siendo la misma basura que conocí en
el pasado. Aunque un poco más mayor.

—Solo estábamos teniendo una encantadora charla—su voz chilla en mis tímpanos. —,
¿no es así, Rachel?

Dirijo mi mirada a la mujer, sus ojos me ordenan que le dé una respuesta afirmativa, pero
parece que la discusión y mis palabras no fueron lo suficientemente claras para afirmar
que a mí, nadie me da órdenes, menos una cualquiera que quiere adueñarse de mi vida,
como si pudiera comprarla.

Nadie tiene el precio para hacerme suya, absolutamente nadie.

Porque no hay ningún precio.


—No, no es así—respondo cruzándome de brazos y retándola con la mirada. —.
Estábamos discutiendo interesantes descubrimientos—miré a Carlos, me sujetó de los
hombros. —, sería una pena revelarlos. —clavé mis ojos en ella.

—Necesito hablar contigo, Rachel. —me pidió Carlos, con urgencia.

Lo miré extraña, su nerviosismo y su postura en alerta, logró que me pusiera a la


defensiva, más cuando él es una persona que me permite que sus emociones interfieran
en su trabajo.

—¿Qué pasa? —susurré, él solo pudo escucharme.

Negó con la cabeza.

—No aquí—miró al frente. —. Las paredes tienen oídos y es muy peligroso, no podemos
correr el riesgo.

Sus palabras causaron conmoción en mí, me sujetó con fuerza y me miró preocupado,
desesperado y observé un brillo en sus ojos, más oscuro y tenebroso. Me quedé inmóvil
en mi lugar, desvié mi mirada y la centré al frente, mi vista se nublo con su presencia,
obtuve una sonrisa lujuriosa de su parte, endurecí mi rostro.

Apenas puedo asimilar lo que había sucedido hace algunos minutos, aunque no es tan
complicado de entender la situación que estoy atravesando, esto no es lo que me
esperaba, no de esta manera ni con gran impacto y turbio. Toda la adrenalina en mi
sistema se va desmoronando, interviniendo en mis emociones y tambaleándome un poco.
Puedo controlar mis emociones y no sentir nada, solo un enorme vacío impregnado en mí,
pero hay momentos, en donde partes de mí, renacen, desde el fondo de mi ser,
convirtiéndome en lo que deje de ser en el pasado, perturbando mi equilibrio y abriendo
paso a los recuerdos.

Es demasiado para mí, actuar como si no me estuviera afectando su presencia, menos al


saber que la persona está detenida a centímetros, también es parte de todo esto. Este
juego peligroso, se está convirtiendo en bombas de tiempo, que en cualquier momento
explotará y no podremos soportar el desastre que ocasionará.

—Ella no irá a ningún lado. —exigió Catalina, eso me hizo acordar que no sabía su
nombre, aún no había descubierto su verdadera identidad, pero algo en mí, me decía que
muy pronto lo sabría y eso no es nada gratificante.

Salgo del agarre de Carlos, me acerco a ella, dando pasos cortos, su sonrisa se amplió.
Me quede a centímetros de su lugar, muy cerca de su cuerpo, podía sentir cómo su pecho
subía y bajaba, alcé la comisura de mis labios, le enseñaría una de mis mejores sonrisas,
especialmente para ella. Giré mi rostro sin borrar mi sonrisa, miré de reojo a Carlos, esté
ya sabía lo que sucedería, la expresión de pánico en su rostro no me detuvo; al volver a
enfocar mi mirada, tal gesto gestó se esfumó, y en un abrir y cerrar de ojos, su rostro está
volteado, mientras los mechones de su cabello lo cubrían.

—No eres mi dueña—sentencié con asco. —, jamás lo serás. No creas que tienes el
derecho de exigirme que hacer, solo porque has demostrado tus verdaderas intenciones, a
mí nadie me dice que hacer, menos tú.

Carlos me sujetó del brazo, tiró de él, exigiéndome caminar, prácticamente me arrastró
hacia su oficina, obligándome a seguir su paso, mientras veía como ella se enderezó,
sonreía. En ningún momento, borró su sonrisa, me miró con los ojos llenos de altanería y
deseo, un destello indescifrable se cruzó en su mirada y me causó insatisfacción.
Ingresé a la oficina, no controlé el enojo y sacarlo era la mejor forma de calmar la ira que
se avecinaba en mi sistema; pero al mirar como Carlos me interceptó y me empujo contra
la pared, con brutalidad, solté un quejido de dolor y regresé mi mirada a él, para reclamarle
por su brusquedad, pero sus ojos y la forma en cómo me miró, hizo que mis piernas
temblaran.

Sentirlo tan cerca y no poder tocarlo, es mi peor castigo.

Duele saber su rechazo hacia mí.

—¿Qué está sucediendo? —pregunté mirándolo con enojo y colocando mis manos sobre
su pecho, haciéndole retroceder para que su cercanía no me afectará tanto ni causará
nada. —Y quiero una explicación detallada.

Me miró con los ojos furiosos, enderezó su espalda y se alejó de mí, como si tenerme
cerca fuera una radiación que le causará tanto daño. Hice un gesto de decepción, saliendo
de esa posición acorralada y lo rodeé caminando hacia el mueble al costado de su
escritorio, crucé mis piernas, prestando atención a lo que diría a continuación.

—¿Te quedarás callado o qué?

Suspiró.

—Siempre tendrás que ser un dolor de cabeza del que tengo que encargarme, no puedes
mantener las manos fuera del peligro. —me reprocho, agotado.

Rodee los ojos, mordiéndome la mejilla interna.

—Me llamaste solo para regañarme, ¿o qué? —fingí un bostezo, desinteresada. —Porque
te aseguro que al salir por esa puerta encontrarás más diversión de la que puedo hallar
aquí.

—Y junto a aquello, más problemas porque parece que eres experta en invocarlos. —me
aseguro rechinando los dientes.

—¿Qué está pasando?

—Ella, es más de lo que esperé—respondió pasando una mano por su rostro, se veía
sumamente agotado. —. Cuando te retiraste de mi oficina, estuve intrigado para saber
porque le había sido fácil regresar a este lugar—se noto angustiado. —. Siempre la había
visto como la más indefensa y sentía que no iba a soportar todo lo que implica ser parte
del Clímax.

—¡Qué interesante historia! —murmuré con sorna. —¿Eso es todo? Ya me estoy


aburriendo.

—Por un segundo, ¿puedes prestar atención? —se exaspera con facilidad.

—Entonces, ve directo al punto, no des muchas vueltas que puedes lograrás que salga por
esa puerta y terminé lo que comencé, sabes que no me gusta dejar las cosas a medias,
menos cuando se trata de algo insípido. —me encogí de hombros y le lancé una mirada
aburrida.

—Ella no es quien piensas y aunque hayas descubierto una pista, no es lo que parece.

Eso llamó mi atención, tomé una postura seria y escuché cada palabra porque sabía que
encontraré respuestas que serán necesarias para acabar con la persona que está
esperando por mí, fuera.
—No es una más de nosotros—confesó. —. Es una socia, accionista y parte de la familia
del Clímax.

Hundo mi entrecejo.

—¿Qué?

—Que no es una persona cualquiera, es influyente dentro de este mundo y no entiendo


sus motivos por los que acabo metida en este juego peligroso. Fingió ser alguien quien
necesitaba dinero, sumisa y tímida, con un pasado triste, que muchos creyeron y cayeron
en sus mentiras.

Me puse de pie, de inmediato.

Furiosa, desesperada, cabreada, airada, ofuscada. No encontré con que emoción definir lo
que sentía en estos instantes, solo tengo unas enormes ganas de plantarme frente a ella y
golpearla hasta el cansancio. Nos había ocultado y se infiltró en donde no pertenecía,
conocía nuestros problemas internos y todas nuestras debilidades, que de seguro lo usará
a su favor para obtener todo lo que desea.

Nos vio las caras de estúpidas, pero esto no se quedará así, no iba a permitir que viniera a
mi territorio y saliera inmune. Aun no me conocí, fui la menos accesible de todas las
chicas, pero tiene el conocimiento de que mi fibra sensible es la ira. Si toca alguna de
ellas, querría lo que ha venido a buscar.

Fue muy astuta al querer relacionarse con ninguna de nosotras, para encontrar la manera
de obligarme a ser suya, utilizando a las demás porque conoció partes de mí, que nunca
había mostrado a otra persona, pero no sabía que nada es más importante que mis
planes. Nadie tiene relevancia en mi vida, no movería nada a favor de alguna ni buscaría
la manera de hacer que no me meta con ellas, porque lo más importante es mi venganza y
la muerte de los monstruos.

Se equivocó de táctica.

No es tan inteligente como piensa.

—¿Qué haces? —me detuve al escuchar su voz.

Apreté mis puños, furiosa.

—Terminar con su juego retorcido y revelarle a todas lo que estuvo haciendo todos estos
meses al querer infiltrarse y relacionarse con cada una de nosotras. Intentó aprovecharse
de la situación, mintiéndonos a todas. ¡No es justo!

Se detuvo frente a mí, entrelazo nuestras manos. Lo miré, confundida.

—Si sales, no habrá marcha atrás—declaró, su mirada preocupada me analizó. —. Te


quiere a ti, no podrás deshacerte de ella—anunció. —. Usará su poder para lograr que te
tenga en su cama.

—¿Me crees poco inteligente? —escupí, casi arrastrando las palabras. —Sé que soy quien
quiere, y que no descansará hasta tenerme, pero si una cosa conoces de mí, es que ni al
mejor postor entregaría mi vida—pronuncie con seguridad, una que me faltaba, pero no
dudaré en fingir que la tengo para no correr hacia la salida contraria. —. No temo.

—Esto es de mi vida o muerte.

Asentí.
—Lo sé—admití. —. Estoy dispuesta a entregar mi vida para librarme de esto.

Sacudió su cabeza, desesperado. Y me sujetó con más fuerza, como si no quisiera


soltarme. Sus ojos no se despegaron de los míos.

—Desde que entraste por esa puerta, supe que tu belleza y presencia te traería muchos
problemas. Y cuando te convertiste en la más pagada de este lugar por tu sensual
presencia, y no por vender tu cuerpo, a pesar de saber que muchos de nuestros clientes
ofrecieron enormes sumas de dinero para que fueras suya, nunca aceptaste porque dijiste
que no tenías un precio —me recordó mis palabras y sonreí. —. Al saber como eres, al
conocerte mejor, entendí que lo que eres, sería tu perdición y la que te llevaría a caer en
las manos incorrectas. Los clientes manejan este mundo desde hace años, era evidente
que usarían el poder que poseen para llegar a ti, así sea fingiendo tener otra vida—
confirmó lo que experimente. —. La obsesión por querer tener algo que no tienen en sus
vidas, es muy grande, porque han aprendido a que nadie les diga no. Por eso te desean
tanto, eres algo prohibido e imposible de alcanzar. Es tu condenación.

—¿Y qué sugieres que haga? —tiré mi brazo soltándome, retrocedo dos pasos, chocando
con el mueble. —¿Qué no lo enfrente? No haré tal cosa, no dejaré que me intimiden, no
permitiré que las personas crean que son mis dueños. No.

Dibujo una sonrisa ladeada.

—Siempre yendo al peligro.

—Es él quien me llama—afirmé. —. Yo solo voy porque me busca, nunca iré en la


dirección contrario. No soy cobarde.

Pasé por su lado, volvió a agarrarme de la muñeca y no me permitió seguir caminando,


eso me enfureció y lo miré por encima del hombro, dándole una mirada gélida.

—No serás quien me impida ir, no dejaré que seas un estorbo.

—Te matarán si lo desafías.

Sonreí socarrona.

—Cariño, ya estoy muerta—le aseguré. —. Que una bala se impregne en mi pecho, no es


nada. He vivido cosas peores, que han hecho que me sienta muerta, así que descuida, no
me importa.

Soltó mi mano.

Caminé hasta llegar a la puerta, tomé el pomo en mi mano y lo miré de reojo.

—Tranquilo—giré el pomo. —. Soy la dama de la noche.

Abro la puerta y me enfrento con la mirada a él. Su semblante arisco y la expresión de


lujuria en su rostro, encendió el fuego en mí.

—Es un sueño maravilloso tenerte frente a mí y conocer a la mujer que ha cautivado a


todos mis clientes y socios.

Maldito.
Valentina…

Sus ojos me escanean con superioridad, no se le borra esa sonrisa cargada de arrogancia,
esa que lo ha caracterizado desde años atrás, cuando solo era uno más, de su influyente
familia. Siempre creyendo ser el rey del tablero, sin embargo, es solo un peón como todos
en su mundo.

Detrás de él, se encuentra ella, mirándome como si ya me tuviera. Su postura altiva y el


brillo de poder en sus ojos, solo me tienta a demostrarle que no tiene el poder suficiente
para tenerme a mí. Soy ese deseo que nunca podrá alcanzar, aunque así se lo proponga.

Mi mirada recae en él, porque siento la intensidad en la suya, en cómo me observa con
tanta precisión, como si no pudiera entender que, soy yo, quien tiene todo lo que nunca
más podrá desear. Sus ojos no se despegan de mi mirada, atisbo confusión en la suya, y
deseo creer que no puede reconocer, no cuando estoy completamente diferente y no soy
aquella niña que destruyó por la ambición y la avaricia de poder.

—Maldito. —siseo entre dientes, olvidando que puede escucharme, pero no le tomó
importancia cuando aprieta su mandíbula.

Me mira de pies a cabeza, detallando como el vestido de color cobrizo se adhiere a mí,
deslumbrándose con cada centímetro de mi cuerpo y apreciando cada curva de él. Veo
como se moja sus labios pasando su lengua por ellos y destello la chispa de lujuria en sus
ojos mientras me analiza, buscando la manera de llegar de muchas formas dentro de mi
piel.

Una sonrisa socarrona se asoma en mis labios, se dibuja ampliamente en mi rostro, al


darme cuenta de como me entrega el poder de él, en mis manos. Levanto la barbilla y
adquirí una mirada seductora y coqueta; enderezo la espalda y le ofrezco mi mejor
postura, para que aprecie mi silueta y me desee. Lo observo fijamente, sin perder cada
uno de sus movimientos, no aparto mis ojos de los suyos y lo retó con la mirada, para
demostrarle que no soy como las que conoce, que agachan la cabeza al notar “su intensa
mirada”, a mí no me puede controlar ni domarme.

Le probaré que no es él quien tiene el control.

Lo tengo yo, la dama de la noche y la maldita dueña de este miserable mundo.

—¿Es un gusto conocerme? —cuestioné con un tonillo de altivez y sonreí


sarcásticamente. —Diría lo mismo—coloque mi mano sobre su pecho y tantee un poco, lo
miré a través de mis pestañas, picara. —, pero no soy mentirosa. —afirmé, curvé mi
sonrisa llena de cinismo.

Escuché el suspiró de Carlos; lo siento más cerca, puedo sentir la protección por los aires.
Luego, siguió la risa ácida de Catalina, quien no perdió el tiempo y dio un paso más,
quedando más cerca de mí, sus ojos no se apartaron de los míos e intentó doblegarme
con la mirada.

Ignore a ambos y centré toda mi atención en el hombre que humillaría.

Saqué mi mano de su pecho, pero, de inmediato, me sujetó de la muñeca con fuerza, sus
dedos se clavaron en mi piel y ahogué un quejido apretando los dientes para que no
supiera que su agarré me genera dolor. Su mirada frívola y salvaje, no removió ni una fibra
mía, ni siquiera causó miedo. Solo me incito a restregarle que, a la que deseaba muerta,
ahora es parte de su podrido mundo y mucho más poderosa, de lo que era en ese
entonces; dejó atrás ese lugar lleno de lujos y codicia, y se volvió mucho más fuerte, se
llenó de inteligencia, astucia, crueldad, maldad y venganza, con el deseo de convertir su
mundo en llamas.

Renací de las cenizas y me convertí en más que la muerte, porque había pasado muchas
condenaciones, para llegar a lo que soy ahora. Yo.

Tiré mi mano y no me soltó, fácilmente. El brillo de diversión en su mirada, logró que tirara
con más fuerza y aunque el dolor se agudizó más, no me importo, con tal que no me
tocará. Retrocedo, él da pasos en mi dirección, y sé que con que intención lo hace, lo
puedo notar en sus ojos.

Cree que esta es mi manera de llamar su atención, de acaparar todo para mí. Lo observo
en su mirada, solo me queda sonreír, haciéndole creer que sus afirmaciones están en lo
correcto, cuando de verdad solo estoy jugando con él porque no me interesa manipularlo y
tenerlo en mis manos, cumpliendo cada uno de mis placeres; sin embargo, él es el primero
al que quiero hacer caer.

Él es mi objetivo, quién caerá y suplicará no haberse metido en mi camino.

No puede reconocerme, no logra detallar cada uno de mis rasgos y saber quien soy, ya
que desde que huí de los monstruos, comencé a ocultarme de muchas formas. Ideé
maneras para pasar desapercibida de las personas y no ser sospechosa, ya que me
estaban buscando por cada rincón del país, incluso fuera de él, es por eso que pasé
meses encerrada en una cabaña, alejada de todo para sobrevivir y cuidar a la única
persona importante.

No me importo aislarme y mantenerme oculta en los bosques, lejos de todo el caos de la


ciudad, solo quise salvar a los míos porque sabía que si venían por mí, venían por todos
los que me ayudaron a salvarme de sus garras. Para mis acechadores no era suficiente el
infierno que me hicieron vivir, ellos deseaban que sufriera mucho más y que cuando se
sintieran satisfechos, me dejarían ir en paz, sin saber que solo se condenaban más y
más…

Nunca pensaron que volvería de entre los muertos y que sus caídas serían mis designios,
y todas sus desgracias mis deseos.

Mi vida se ha convertido en propósitos.

Cuyos propósitos se cumplirán paso a paso. Nadie se dará cuenta que, detrás de esa
máscara angelical, se encuentra el rostro de la persona que sufrió bajo sus manos. Cada
uno de ellos, pagará por todo, con su sangre y muerte porque no descansaré hasta verlos
bajo tierra.

Ese es mi propósito.

—No me sorprende que seas una descarada—afirmó pasando a la oficina sin ser invitado,
parece que se siente muy cómodo. —, si eres una puta.

Apreté mis dientes, se escuchó como los rechine por sus palabras, pero controlé mis
impulsos, intentando no caer en la oleada de ira que ingresó a mi sistema, logrando que en
cada fibra explotará, encendiendo mis emociones y convirtiéndolas en caos.

—Lo puta lo saqué de su madre—me encogí de hombros, tirando mi cabello para atrás y
mirando mi perfecta manicura, incitándolo a caer en su descontrol. —, después de todo, es
muy buena metiéndose en la cama de otros. —me mordí la lengua cuando de mi boca
salieron aquellas palabras,
Sus ojos se avalancha contra mí, es tan violento el golpe y tan irascible su mirada, que me
hace dudar un poco de mis palabras. Se acercó iracundo, tomándome por el brazo y
golpeó mi pecho contra el suyo, con una fuerza que me hizo morderme la mejilla interior
para no soltar un grito de dolor. Fue tan impetuoso, logrando que me tambaleará y que mis
piernas se arraigaron bien sobre el suelo para que no terminará cayendo. Su siguiente
movimiento no lo esperé, con su otra mano, me tomó de la barbilla y la apretó, sus ojos me
penetraron e intentaron doblegarme como si fuera su pertenencia. Sus dedos se hundieron
sobre mis mejillas y mi piel se marcó con mis dientes, mientras trataba de respirar a
profundidad porque su brusquedad me impidió exhalar e inhalar con regularidad.

—No eres más que una puta barata que solo sirve para brillar sobre el escenario—aseguró
con burla, sujeto con más fuerza mis mejillas, ocasionando que ahogue un jadeo agudo y
doloroso. —. Si no me fueras útil, ya me hubiera deshecho de ti.

—¿Y como sabes? —pregunté con dolor, mis mejillas dolían. —Aún no sabes como soy en
la cama, puede que el escenario no sea el único lugar en el que brille. —dije con cinismo,
soltando un poco de aire.

Lo vi mirar atrás, escuché algunos susurros. Intercambio de palabras entre Catalina y él,
así que son íntimos. Cuando sus ojos regresaron a mí, adquirieron un brillo distinto, uno
semejante al masoquismo, y lo descifré al instante. No pude replicar porque me agarró con
más fuerza, impidiendo que soltara el aire retenido en mi pecho, sentí como mis mejillas se
teñían de sangre y mis labios ardieron por la fuerza a la que estoy sometida.

Retrocedo, él me sigue.

—Eres toda una fiera salvaje. —declaró sonriendo.

—Soy más que eso—murmuré satisfecha por su reacción. —, bastardo miserable.

Soltó una risa sádica y sus ojos son dos remolinos. Acercó su rostro al mío, su aliento
retumbó en mi cara y me sentí asqueada al sentir la cocaína caer sobre mis mejillas. Y ahí
fue cuando lo noté, en cómo su mirada se oscurece y sus pupilas se dilatan; el cambio en
su comportamiento no me dio ningún indicio, siempre se comportó como un engreído que
creía que todo era correcto porque si cometía algún problema, su familia lo respalda
porque no deseaban manchar su costoso apellido, y digno de portar.

Para toda la sociedad, ser parte de esa familia es lo más maravilloso que te puede pasar,
por el dinero que poseen y la clase social de donde vienen. No son simples adinerados
que juegan a creerse dueños del país, son más que eso. Las personas que conocen a su
familia, saben que aquel apellido es más poderoso de lo que uno imagina. No solo se trata
de su jerarquía, sino también de sus generaciones y precedentes que vienen desde los
años remotos, en donde recién el país empezaba a creer como nación, y ellos eran los
dueños de prácticamente la mitad. Sin embargo, llegó un tiempo de escasez, donde su
poder comenzó a desvanecerse.

—No eres una puta inteligente.

—Y tú, no eres quien dices ser. —susurré prácticamente sin aire.

Me empujo y terminé en los brazos de Carlos, respiré ahogadamente. Exhale e inhale con
desesperación y pude sentir como el aire ingresó a mis pulmones, que por poco ya se
quedaban sin aire. Enderecé mi espalda cuando por fin pude regularizar mi respiración y
clavé mis ojos en él, sus manos formando puños y su cuerpo tensó, no me aterrorizo.

—¿Qué intentas lograr? —me susurró Carlos, levanté mi rostro para mirarlo y pude ver el
debate interno en el que se encuentra por querer ayudarme, pero entendía si no lo hacía.
Porque sé en todos los problemas que atravesará por intentar hacer que salga ilesa de
esto, sin embargo, no tiene el poder suficiente para lograrlo, aunque no importa porque sé
que al hacer esto, al enfrentarlo, estoy sentenciándome a la muerta, sin importar que
estuviera ya muerta y carcomida el alma.

—Luchar para que nadie tenga poder sobre mí.

Escuché el estruendo de risas.

Dirigí mi mirada al frente, encontrándome con los dos, mirándome con poder. Sonreí,
porque si ganó esta batalla, ambos se someterán a mí aunque no me sirvieran para nada.
El dolor que me causó en el pasado, me pagará con su sangre, y cada acechada se
castigará con gritos de dolor.

—Ella será mía. —aseguró Catalina, caminando hacia mí, pero retenida por él. Su mano
se enrollo en la tela de su vestido.

—Dirás—detuvo sus palabras y me miró con deseo. —: Nuestra.

Ambos compartieron una mirada significativa, tuvieron una lucha, como si creyeran que
accedería sus órdenes. Yo no viene a este lugar a vender mi cuerpo, si llegué hasta acá,
fue para demostrar que la depredara que crearon es mucho más letal de lo que se
esperaba.

—Soy inalcanzable. —afirmé logrando que los dos salieran de su lucha y centraron su
mirada en mí.

—Nada es inalcanzable para mí. —dijo con firmeza él.

Me relamo los labios, ambos siguen mis movimientos. Dando pasos cortos, atravieso la
habitación llegando hasta ellos.

Una sonrisa coqueta se dibujó en mi rostro, el brillo en mi mirada no me delató.

—Solo puede ser suya, cuando así lo deseé—admití, el brillo en los ojos de Catalina se
intensificó. —. Pero no lo deseo. —sentencie, empujando a los dos y pasando por en
medio.

No llegué ni a la puerta cuando una mano me agarró de la muñeca, de nuevo pude sentir
sus dedos clavarse en mi piel. Al mirarlo por encima de mi hombro, su mirada cambió
completamente, y esta vez sí logró estremecerme un poco y titubear en mis pasos, pero no
dejaría que nada me infundiera temor.

—Eres mía—di pasos a su alcancé. —. Todo esto es mío, por ende, eres mía.

Mi risa resonó por toda la habitación. Se escucha el silencio absoluto y no dude en seguir
avanzando chocando los pechos y enfrentándolo como la mujer que soy. No dejaré que
crea que soy objeto que puede poseer. Nadie es mi dueño.

—¿Tuya? —ríe satíricamente. —Tal cosa no existe, son imaginaciones tuyas porque yo,
jamás seré algo que poseerás. —articule.

Volví a tirar mi brazo, sus dedos me apretaron con rigurosidad, sabía que mi piel se
quedaría marcada, pero no importaba. Cuando logré liberarme de su agarre y
estabilizarme, direccioné mis pasos a Catalina, quien aún no perdió el brillo en sus ojos y
creí que podía tener oportunidad en mí.
—No te vuelvas a acercarte a mí—advertí. —. Ni se te ocurra hablar con las chicas o te
aseguro que tu secreto será revelado y nada me detendrá.

—No es su secreto mi orientación sexual. —se encogió de hombros.

—Al parecer sí, al intentar aparentar algo que no eres y mentirnos a todas porque
pensabas que así podrías llegar a mí y convertirme en tuya, cuando solo ocasionaste que
te quisiera más lejos de todo, inclusive de mí—le guiñé un ojo, sostuve su mirada. —.
¿Crees que aún puede tenerme? —reí. —Soy tu deseo más grande e inalcanzable. —
pronuncié.

La decepción en su rostro, fue el triunfo que saboreó con mucha satisfacción.

—Esto no termina aquí—me advirtió. —. Serás mía.

Me giré sobre mis talones ignorando sus palabras porque no le tomaré relevancia a la
persona que cree que puede tenerme cuando está claro que está muy lejos para seguir
mis pasos y llegarme a los talones porque nadie se compara conmigo, y si tengo que
luchar contra ella para que me deje tranquila, lo haré. La quitaré de mi camino y así dejará
de ser un dolor de cabeza.

Puse mis ojos en él, su pecho subía y bajaba, es violento su respiración y cómo sus
dientes aprietan su mandíbula me decía que si ira va más allá de lo pensé, más no me
importo. Levanté la cabeza y modelé para él, provocándolo y tentándolo, seré su deseo
andante para incitarle a tocarme y así lo puedo golpear con motivos porque tengo unas
ganas de arruinar su perfecto rostro.

Sus músculos están tensos y la expresión en su rostro de puro enojo me alentó a seguir
caminando en su dirección y dejarle en claro su lugar.

—Yo no te pertenezco—dije cuando llegué hasta donde se encuentra. —. Puedes ser


dueño de todo este edificio y de los trabajadores, pero yo no formo parte de aquello,
¿sabes por qué? —cuestioné, acaricié su rostro y acerqué el mío a su oreja, mordí su
lóbulo, excitándolo. —. Pregúntale a tu tío—susurré tan bajito. —. Él te dará respuestas y
te aseguro que entenderás que yo, soy quien tiene el poder, maldito.

Me alejo para mirar su reacción y esbozo una sonrisa victoriosa que logro apreciar con
precisión.

—Recuérdame—le pedí, me miró con enojo. —: Esta puta, será quien sea tu perdición y
condenación.

No miré a nadie cuando salí de la oficina, una vez afuera, caminé sin agachar la mirada
porque todo salió conforme lo esperé,

Estúpidos.

Cada uno cayó en mi trampa, solo fueron piezas que se movieron para que todo estuviera
en orden y alineado para la siguiente jugada.

Desde un principio supe quien era Catalina. Lo reconocí cuando pisó este lugar, nunca me
tragué su historia poco realista y cuando puso sus ojos en mí, comprendí todo, así que lo
utilicé a mi favor y aproveche la oportunidad de que fingía no soportar la vida que
llevábamos, me acerqué a ella fingiendo las mejores intenciones, logrando que su atención
estuviera solo en mí y me conociera más de lo que esperaba, le mostré debilidades que
nunca tuve y le monté una versión de mí que era irreal.
Termino sobre mis manos, lista para ser la pieza del juego movilizable y manipulable. Es
una más del tablero, alguien que en cualquier momento desecharé porque no me será
servible. Pero sé que servirá de algo tenerla a mi lado, no se dará por vencida, así que
fingiré que todo terminó, le haré creer que tiene poder sobre mí.

Saco mi móvil y guardo el video que he grabado, antes que lo terminé eliminando, lo envió
a mi pequeño hermano y un mensaje le acompaña.

Fue más fácil de lo esperado.

Le doy enviar y espero que cargué el vídeo, mientras miro en todas las direcciones y
analizo el lugar donde me encuentro para no terminar siendo sorprendida por cualquier
persona. Regreso mi mirada a mi móvil, el vídeo sigue cargando y me irrita un poco por el
tiempo que se toma en cargar, cuando siento que perderé la paciencia, se envía.

Espero su mensaje, sé que responderá porque nunca me deja en visto, pero se está
tardando un poco más de lo esperado y me debato en si debo llamarlo para saber si está
bien, la notificación de su mensaje alumbra la pantalla.

El juego recién ha iniciado, no cantes victoria que todavía no hemos ganado.

Tecleo frenéticamente, sin apartar la mirada de ninguna de las direcciones. Doy enviar el
mensaje y guardo el móvil, ordenando a mis pies caminar, yendo directo a mi camarín,
lista para brillar sobre el escenario como la puta que soy.

Sonrió.

Valentina…

Camino entre la multitud de personas, puedo reconocer la ambición en sus expresiones y


el deseo de dominar este lugar. Al estar presentes en este evento, modelando sus
costosos trajes y ocultando sus rostros detrás de sus antifaces, rodeados de muchas
atracciones que están dispuestos a pagar y moldear a sus gustos; significa que están
dispuestos a formar parte del tablero, formando dentro de la sociedad, que domina la
familia que destruyó mi vida; es mucho más de lo esperado, no solo es un absurdo juego
al que puedes entrar y salir sin ninguna herida.

Los movimientos dentro del tablero son minuciosos y perspicaces para no ser sometidos
por sus enemigos.

Sonrió.

Puedo reconocer a muchos rostros aunque intenten ocultarse entre las sombras, he
memorizado y estudiado a todos los que merodean estos lugares. Solo asistieron para
conocer a sus aliados o supuestos enemigos; no son títeres manejables, son personas con
el poder de desbalancear todo lo construido por la poderosa familia que lidera
prácticamente el país. No pierden su tiempo socializando, no buscan amigos, cuando no
pueden confiar ni en su propia sombra.

Solo les atrae el poder y este es el perfecto lugar para obtener lo que quieren.

La ambición y avaricia son los principales elementos a los que están sometidos, y el
camino que tomaron, tiene un precio muy elevado, y el que arriesga, jamás ganará. Sin
importar las consecuencias, porque es un mundo en donde el dominio de poder, es más
relevante y necesario, para no ser destruidos por sus propios aliados.

Perdemos de vista a las personas situadas en uno de los salones del club, sigo caminando
sin saber qué rumbo tomaremos y atravesamos un enorme pasillo oscuro que nos lleva a
una nueva entrada, a la que nunca tuve acceso.

—Sigue caminando y no detengas tus pasos, no puedes llamar la atención. —su voz
resuena en mis tímpanos, su orden es clara y demandante, pero no cambia el hecho de
que siga siendo indiferente conmigo y traté de mantenerme alejada.

Su hostilidad ha tocado cada fibra de mi ser y encendió una furia que no reconozco por
subestimarme y creer que iba a permitir que tomaron control sobre mí, cuando sabe quien
soy y cómo manejo mi mundo; sobre todo, el que nos rodea.

Detengo mis pasos y miró como seguía caminando, dándome la espalda. Sus músculos
están tensos y por su postura diría que no está para nada cómodo. Cuando se percata que
no lo estoy siguiendo, se da media vuelta y me atraviesa con la mirada, sus ojos son más
oscuros que la noche pasada y por la forma en que me observa, se puede decir que no
está satisfecho de tener que ser mi guía en esta noche. Solo veo su irritación y como me
desea fuera de este lugar.

—Rache…

No escucho sus palabras, al darme cuenta de donde me encuentro detenida y como soy
recibida. Miro a los alrededores, detallando el salón, frente a mí, el telón se encuentra
cerrado, y las enormes telas carmesí como la sangre, cubren el escenario, donde el gran
espectáculo se dará.

Me encuentro en uno de los salones principales del club, es un lugar privado, donde pocas
personas tiene accesibilidad. Hecha solo para clientes exclusivos y poderosos, dispuestos
a derrochar su dinero en distintas propuestas, es un lado que se maneja muy bien si eres
astuto e inteligente.

Soy una amenaza para todo aquel que se cruce en mi camino, tengo prohibido estar
presente, pero por alguna elección, estoy invitada, lista para brillar en el escenario y captar
mucho la atención de las personas que vinieron a conocer a la dama de la noche.

Pasé desapercibida por la oscura máscara que oculta mi rostro entre las sombras, soy la
mujer de negro, caminando entre todas estas personas.

Nadie sabe quién soy; y aun así, parece que me estoy exponiendo ante el círculo de
personas que formaron parte de mi vida pasada.

—¿Qué hago aquí? —preguntó sin dar un paso más, nadie se ha percatado de mi
presencia, pero es cuestión de tiempo para que tenga muchas miradas sobre mí.

—Me ordenaron traerte a este lugar. —responde Carlos ante mi interrogante.


Clavo mis ojos en él.

—¿Por qué no me lo dijiste? —cuestioné dando un paso a él, elevo mis cejas. —Sé que
eres muy consciente de que tengo el poder de dispersar mis opciones, no puedes
ocultarme información importante y actuar como un cabrón, para mentirme en la cara.

Suspira.

—Rachel, fueron órdenes, no tengo porque informarte de todos los movimientos.

Doy un paso más.

—Y no te lo estoy exigiendo, solo quiero saber sobre los míos. Sabes que tengo elección
de tomar o no los trabajos que se me dan, no estoy en la obligación de cumplir cada
solicitud que se me demanda, eso está en mi contrato. —remarco siendo tajante.

—¿A qué le temes? —su pregunta es confusa, extiende sus manos a su costado y me
señala el salón. —¿Eres consciente de que cualquiera de las chicas estaría agradecida
por pertenecer a este lado del club? Nadie tiene acceso para entrar, pero lo primero que
haces, es cuestionarme porque tomé la decisión de traerte—trata de acorralarme, giro mi
rostro mostrando una sonrisa. —. Tú llamaste al peligro, ahora estás aquí.

—¿Defenderme significó llamar al peligro?

Endurece su rostro.

—No tienes el derecho de defenderte, les perteneces. —me asegura bufando.

—¿A quién pertenezco? —inquiero alejándome.

—Desde que tomaste la decisión de someterte a este lugar, eres parte de sus
pertenencias. Solo eres una más, la diferencia es que para ellos, eres muy valiosa y están
dispuestos a pagar cualquier precio para someterte como lo hicieron con todas—
argumentó tomándome de la muñeca y obligándome a caminar. —. Si estas aquí, es
porque tú lo decidiste.

Arraigo mis pies sobre el suelo, impidiendo que siga movilizándose, suspende sus pasos y
se gira, inhala con brusquedad por sus fosas nasales, puedo notar como aprieta sus
dientes y lo remarca en su mandíbula.

Saco su agarre de mi mano.

—¿Por eso has tenido ese comportamiento conmigo esta semana? —interrogué llegando
a él. —Porque fui en contra de tus órdenes, cuando dejaste en claro que no debía tentar a
los problemas

—No…

Levanto la mano para hacerlo callar y de alguna manera detiene su oración.

—Cuando te deje en claro que si se atravesaba en mi camino haría lo que fuera para
mantenerla fuera de él—le recordé encogiéndome de hombros. —, y lo cumplí.

Frunció su ceño.

—No puedes pretender que no te advertí, lo hice cuando salí de tu oficina y se metió en mi
camino.
—¿Desde cuándo supiste que eras su objetivo? —preguntó Carlos, llevando una mano a
su barbilla, escaneándome a través de sus marrones ojos que amenazan por descubrir
cada intención mía.

—¿Qué? —me hago la desentendida.

—Después de tu gran actuación, miré las cámaras de seguridad, encontrándome con lo


inesperado—comenzó a acercarse a mí. —. No sabía que eras muy buena seduciendo.

Puse los ojos en blanco y olvidé todas las personas que nos rodean.

—Actué como me enseñaron—me defendí. —. Tú me demostraste cómo defenderme, no


actúes como si no me conocieras y supieras lo que soy capaz de hacer para demostrar las
intenciones de las personas.

—Eres peligrosa, Rachel—admitió algo que ya sabía. —. Deja de actuar como si tuvieras
el control de la situación.

No comprendo sus palabras, pero no me quedó más opción que analizarlo porque él ya
me había dado la espalda, obligándome a caminar en su dirección, siguiendo sus pasos
porque es lo últimamente estaba haciendo. Seguir a donde iba.

Llegamos a una enorme puerta.

—Una vez que entres, mantente en control—exigió Carlos. —. Si no quieres ser vendida,
no llames mucho la atención.

Apreté mis puños.

—¿Estoy aquí para ser vendida? —cuestioné.

Me miró por encima de su hombro.

—Solo eres una más—contestó. —. Era cuestión de tiempo para que tu turno llegará,
serás subastada y pasarás la noche con el mejor postor.

Retrocedo, dispuesta a escapar.

—Si escapas, será tu muerte. —sentenció Carlos.

—¿Y que si me niego? —pregunté airada.

—Entonces, serás obligada hacerlo—ahogue un grito de cólera. —. Serás sometida a


droga para que no puedas estar lúcida, así que más vale que te comportes.

Una risa colérica salió de mis labios.

—¿Por qué?

—Tentaste al peligro—me acusó, Carlos. —. Atente a las consecuencias, no tienes


escapatoria.

Gira el pomo de la puerta.

Se hace a un lado para permitirme pasar, dudo en seguir avanzando, pero no tengo otra
opción cuando las personas tienen los ojos sobre mí. Antes de adentrarme, me detengo
para poder mirar a Carlos, siento como la sangre me hierve por sus engaños y niego con
la cabeza.
—No tengo porque sentirme culpable de lo que tú ocasionaste. —me aseguro
volteándome el rostro.

—Pensé que podía confiar en ti—susurré. —, pero me equivoqué de elección.

Pasé por su lado, manteniéndome rígida, con la cabeza en alto, fingiendo una enorme
sonrisa, centrándome en lo único relevante de esta noche. Yo.

Las personas me miraron como la mejor atracción.

—Bienvenida, Rachel.

Giré mi rostro a la derecha, encontrándome con quien tiene que ver con mi presencia esta
noche, sus ojos apreciaron mi figura y no ocultó el deseo en ellos. Intento tomar mi mano,
pero retrocedí, ocultando mi desagrado y seguí avanzando, sin desear estar en este lugar,
donde sería la distracción de todas las personas.

Pude sentir la tensión en mi cuerpo, en cómo mis emociones se descontrolan y perdía el


control de mis impulsos. Mi instinto me gritaba que saliera de ese lugar, pero no había
marcha atrás, estoy condenada a pagar el precio de ocultarme entre las sombras.

Sobreviví a cosas peores, podré hacerlo con este juego retorcido que iniciaron con el
propósito de someterme y demostrarme que no tengo el poder, pero les haré ver que
puedo ser mucho más eficiente de lo que se esperan.

Está noche el premio mayor soy yo.

El precio más elevado será el ganador y quién se proclamará como mi dueño. No solo
están apostando por pasar una noche conmigo, están pagando por someterme y hacerme
suya.

Estoy siendo vendida.


Valentina…

Siento como una oleada de rabia ingresa a mi sistema y me descompone por los
acontecimientos a los que seré sometida. Puedo sentir el recorrido por cada fibra de mi
cuerpo, ardiendo como una llama intensa de fuego, difícil de extinguirse, quemando cada
parte de mí, encendiéndome, hasta el punto de querer matarme de asfixia.

La ira impasible sigue el transcurso de su rumbo, incontrolable.

Mi mirada recae en el responsable, sonríe como si ya hubiera ganado, cuando solo es el


comienzo de mi venganza. Si desean tenerme, que derrochen su misero dinero para
comprarme porque sí de algo puedo estar segura, es que habrá muchos millones
dispuestos a ser sacados de sus cuentas para tenerme en su cama y tratarme como
ramera.

Les daré el mejor espectáculo de sus vidas. Enderezo mi espalda y, como modelo para
todos, siento las miradas puestas sobre mí, pero las ignoro porque no es momento para
que me hagan sentir inferior a ellos. Es momento de demostrar que soy superior y mucho
más brillante.

En pleno camino, detengo mis pasos en seco, puedo sentir como un nudo obstruye en mi
garganta, impidiendo que el aire ingrese a mis pulmones, y cuando nuestras miradas se
cruzan, hay una lucha entre ellas, que me obligan a caminar en su dirección.

Puedo reconocerlo a kilómetros de distancia, pero me encuentro ensombrecida por su


capacidad de inmiscuirse donde no debe. Tiene prohibido involucrarse en este lugar,
menos cuando tenemos a muchos de nuestros enemigos pisando nuestros talones y no
dudarán en matarnos sí se revela mi identidad, y su presencia lo hace más peligroso.
De manera casual, choco mi hombro contra el suyo, llamando la atención de los que está
rodeado que no dudan en lanzarle miradas con muchas intenciones que repudio. Sus ojos
se abren ligeramente, entrecierro los míos, enfurecida. Me disculpo con el grupo de
personas y me alejo de su círculo, perdiéndome entre la multitud, y percatándome que
nadie se diera cuenta de mi salida para no levantar sospechas.

En medio del salón, encuentro un balcón, alejado de todo y no siendo una de las
principales atracciones del lugar, así que me dirijo a ese lugar, sabiendo que vendrá detrás
de mí. El viento impacta contra mi rostro y aprecio como mi piel se eriza por la brisa que
recorre por cada rincón de mi cuerpo.

La oscuridad domina la noche.

Escucho pasos detrás de mí, volteo.

—¿Qué haces en este lugar? —esas tres palabras fueron lo primero que salió de mis
labios al tenerlo frente a mí, su mirada acusadora no causó nada en mí. —Tenemos un
trato.

—El trato se rompió cuando supiste lo que sucedería si los enfrentabas—me señaló con
un dedo acusador, furioso. —. Me prometiste que no harías nada al respecto y que no
dejarías que tus impulsos te ganaran—su respiración es brusca. —. Ahora estás pagando
las consecuencias, serás comprado por cualquier hombre. Es la venta que muchos han
estado esperando y no puedo hacer nada—la impotencia se tiñó en su voz. —. Tengo que
protegerte.

Suspiré frustrada por sus palabras, me acerqué con la intención de controlar su ira, sé que
sí no es capaz de lograr apaciguar ese caos en su ser, puede actuar mucho peor que yo.

Retrocedió antes que llegará a él.

—No puedes estar aquí—le exigí, mirando detrás de nosotros y observando que nadie
estuviera espiándonos. —. No puedes protegerme, no tienes el poder para lograrlo.
Además, puedo cuidarme sola, lo he hecho todo este tiempo.

Soltó un bufido de indignación y sus ojos me tildaron de mentirosa.

—Es mi deber como hermano.

—Y el mío es mantenerte fuera de esto—contraataque de inmediato, siendo consciente de


cómo terminará la conversación. —. Soy parte de este mundo y no puedes hacer nada
para lograr que direcciones mis pasos en otro camino. Es lo que soy, no puedes cambiar
mi destino.

Se acercó violentamente a mí, me sostuvo de la muñeca e intentó tirarme de mi brazo.

—No permitiré que nada te suceda esta noche, eres mucho más que esto. —sonó
destrozado.

—Esta soy yo—no titubeo. —, desde que arruinaron mi vida y nadie puede enderezar mi
camino porque así lo decidí.
—Me prometiste que no ibas a terminar de esta manera. —casi gritó.

—No tengo otra opción.

Ríe sin gracia, suelta mi muñeca.

—Si que tienes, pero preferiste escoger este y terminar siendo vendida—se cogió con
ambas manos la cabeza, perdiendo el control. —. ¡No puedes hacerme esto!

Volví a mirar atrás, percatándome que no había nadie. Me acerqué, envolviendo mis
brazos a su alrededor, tratando de controlarlo.

—Solo vete de este lugar.

Puede sentir como su cuerpo se tensó entre mis brazos.

—No tienes el derecho de darme ordenes, recuerda cual es tu lugar. —retrocedió, siendo
sacudido por su ira, quitando mis manos de su encima y me miró desde arriba, muy
colérico.

—Caleb…

—¿Crees que me siento bien al saber que mi hermana será vendida? —cuestionó, negué.

Decidí direccionar la conversación en otro asunto importante.

—¿Por qué estás presente en este evento? —interrogo. —Solo personas con influencia
dentro del círculo pueden formar parte de este tipo de galas.

Curvó una sonrisa poco amistosa.

—Descubrí los secretos sucios de nuestro padre—su respuesta me alarmó. —. Él me


arrastró hasta este lugar, diciendo que esta noche, la gran mujer que deslumbra a muchos,
sería el trofeo del mejor postor—masticó las palabras con ira. —. No pude poner objeción.

Pasé mis manos por mi rostro sin poder controlar la situación. El pinchazo de
preocupación punzó mis fibras sensibles por cómo las decisiones toman su propio rumbo,
aún no sabía cómo manejar este momento sin que sintiera que todo se está saliendo de
nuestras manos; sobre todo, sabiendo que el único perjudicado será Caleb…

Sí bien Caleb me ayudó todo este tiempo ocultándome y fingiendo vivir una vida como
nuestra familia desea, el precio que tiene que pagar es muy costoso, al tener que
sobrellevar la opresión del poder que posee y tener que ocultar sobre mi existencia,
cuando todos creen que estoy muerta.

Sí, huimos y no nos buscaron, pero al mirar al mundo desde afuera, nos dimos cuenta que
lo necesario era que uno se mantenga en nuestro mundo para pasar desapercibido, así
que él decidió volver a casa, con mentiras compró a nuestra familia, siendo recibido como
el heredero de todo. Sobre sus hombros cayó el peso familiar y seguió manteniéndome
oculta.

Tomó mi lugar, se exigió y se mantuvo firme, sin titubear.


Gracias a él, existí estos últimos años, pero estas idas y vueltas, están siendo muy
alarmantes porque en cualquier momento iban a descubrir que él, todo este tiempo fue
quien utilizó sus conocimientos para invadir el sistema de seguridad de este lugar,
descubriendo muchos secretos que saldrán a la luz cuando sea necesario.

Lo miré detenidamente.

Mi hermano creció siendo el pilar de mi vida y perderlo será como apagar mi existencia.
Ocultando el dolor en mis ojos por como lo estoy arrastrando a mi desgracia y
sometiéndole a una vida que no merece vivir por culpa de mis malas elecciones; di un
paso al frente.

—Tienes que marcharte, Caleb. —ordené siendo frívola.

—Val…

Coloque mis manos sobre sus labios, silenciando sus palabras. Su mirada se oscureció al
sentir la presión de la palma de mi mano y negué con la cabeza, mientras mis ojos le
exigían que se alejará de mí.

Necesito lograr que se vaya de este lugar.

—No puedes ser parte de este mundo—saqué mi mano de su boca. —. Seré vendida al
mejor postor y disfrutaré llegar a la cima porque me están probando. Quieren dominarme y
someterme bajo su poder, pero no podrán porque no tiene ni el mínimo conocimiento de
que por mi vida, soy capaz de pelear hasta la muerte. Soy dueña de mi misma, y nada ni
nadie tendrá el derecho de arrebatarme esa elección, aunque no pueda detener lo que
sucederá esta noche, no me rendiré—le resté importancia a que prácticamente iba a ser
violada. —. Acéptalo.

Me dio una última mirada, atisbe el dolor en su mirada y como se arrepentía de haberme
seguido hasta este lugar porque una cosa es cierta, no puede hacer nada para cambiar lo
que sucederá. Lo vi salir del balcón y aunque no desee que se fuera de esa manera, no
pude detenerlo, ya que sé cómo terminará la noche.

Suspiré rendida y la tensión en mi cuerpo se presentó como puñaladas de cuchillos.

Esta noche quedó demostrado que soy capaz de hacer lo que sea para cumplir mi
venganza, es necesario haber hecho que me viera desde ese lado, para que no siga
entrometiéndose en estos caminos, donde terminará perdiendo la vida. Ya había dejado
muchas pistas para que puedan encontrarlo, será mejor que dejará de meter sus narices
en lo que es una bomba de tiempo, que en cualquier momento explotará y destruirá a
todos que están sometidos bajo su poder.

Jamás me perdonaría si algo le llega a suceder, y si ese momento llegará, entonces dejaré
de ocultarme tras las sombras y no solo seré la dama de la noche, sino la dueña del
apellido que portó con orgullo aunque mi familia me repudie.

Alise mi vestido, pero algo detuvo mis movimientos.

—Sabes…—me sobresalté en mi posición y la sangre se me congeló al escuchar su


potente voz, que estremeció mis entrañas y se apoderó de mi respiración. Miré en todas
las direcciones y solo me topé con la oscura noche. —me sorprende que seas tan altanera
al creer que tienes escapatoria, aunque admiró tu valentía.

En mis labios se asomó una sonrisa al ser halagada por sus palabras, pero de inmediato
me pongo a la defensiva, sintiendo como cada músculo de mi cuerpo se tensó al saber
que escucharon nuestra conversación. No aparté mis ojos de ninguno de los rincones del
balcón, sin embargo, no obtuve resultados al encontrarme con más oscuridad.

Su silueta se asomó de entre las sombras, la oscuridad no me permitió mirar su rostro por
completo, solo pude apreciar la sonrisa curvada en sus labios y como hizo que mi
respiración se entrecortaba. Sentí como la profundidad de su mirada me analizó sin perder
ningún rastro de mí, ingresando a mis murallas y deseando meterse sobre mi piel, como si
pudiera mirar lo que nadie puede observar.

El esmoquin se adhiere a su cuerpo, es un deseo andante.

Me encuentro confundida y un poco consternada al no ser invadida con una mirada


lujuriosa, mi cuerpo no lo siente, y eso me asombra, que haya un hombre que no me lancé
ese tipo de mirada. No se centra en detallar mi cuerpo, sus ojos no se apartan de los míos,
aunque no pueda verlos, puedo sentir la intromisión de ellos y como intenta hacerme
perder los estribos al no dar un paso más.

Su mirada es estridente por las tenues luces que iluminan los rincones, pero no quita el
hecho que sea el primero en congelarme por completo y sentir como se adhiere sin
importarle las consecuencias de su acción.

—Interesante mirada. —murmuró saliendo de las sombras y ensanchando su sonrisa, al


percatarse de cómo mi cuerpo reaccionó ante su salida.

Su presencia se sintió estremecedora y alarmante, aunque no se veía su rostro, el peligro


en sus ojos removió partes de mi interior. Y como con una mirada logro que mi cuerpo
reaccionará, me asusto un poco, por el poder que poseía esos orbes negros como el
carbón y esa mirada como fuego.

No tiene la intención de desviar su mirada.

—¿Qué es interesante? —pregunté siendo altanera, ocultando el miedo entre mis


entrañas. Olvidando que escuchó la conversación que tuve con mi pequeño hermano.

—Tú.

Hizo un ademán con su mirada, señalándome.

Inhalé profundo y empecé a dar pasos, alejándome del lugar. Sin saber que hacer, no me
detuve a pesar de cómo su mirada estaba sobre mí, intentando detener mi caminata. No
puedo estar un minuto más ante su presencia, es escalofriante lo que logra en mí.

—Despreocúpate, haré como si no hubiera estado presente en este lugar, después de


todo, vine en busca de diversión, pero me encontré con la luz—sus palabras suspendieron
mis pasos y giré mi cabeza, para poder visualizarlo, ensombrecida. Me recibió con una
sonrisa ladeada que tambaleo mis decisiones. —. Nadie sabrá tu secreto, dama de la
noche—la sinceridad acaparó el tono de su voz. —. Confía en mí.
Sus palabras recayeron en mí, con seguridad y un alivio recorrió por mi cuerpo, sin
entender cómo es capaz de lograr que todas esas emociones puedan sentir con vanas
palabras, cuando no puedo fiarme de nadie porque sé lo es sentirse traicionada; pero este
hombre, que no despega sus ojos de los míos y que me entrega una seguridad que no
dispongo, me muestra mucho más que confianza, perturbando mi mente e interior.

La máscara lo oculta.

Y el deseo de saber cómo es su rostro se intensifica más en mi pecho.

Se acercó más a mí, sus pasos lentos y cortos, fueron un fastidio para mi gusto, y tuve que
controlar mi respiración cuando se detuvo a centímetros de mis labios y su aliento sabor a
menta se impregnó en mi piel.

—Diría que es un gusto conocerte, pero siento que sería mala idea porque puedo apostar
que muchos te han alardeado por tener tu presencia—se encogió de hombros y mi boca
se secó por sus palabras. —. Por esta noche, le restará importancia a las formalidades y
halagos, estoy seguro que eres una mujer que sabe lo que causa en las personas, así que
no será necesario decir lo evidente, corderita. —se río a centímetros de mi rostro, su risa
estremeció mi cuerpo.

—¿Corderita? —pregunté dando un paso atrás.

—Sí, corderita. —seguí los movimientos en sus labios y no pude evitar morderme el labio
inferior por cómo pronunció la última palabra.

Di un paso al frente.

—¿Quién eres? —curiosa de saber su identidad, seguí acercándome.

Retrocedió.

—No necesitas saber quién soy para que puedas confiar en mí—sentenció con seguridad,
como si leyera mis pensamientos. —. Sé que lo haces, corderita. —articuló cada palabra
con honestidad, que me sentí confundida porque me producía ese tipo de confianza que
en años no percibía.

—¿Cómo puede estar tan seguro?

—Tu mirada es más poderosa de lo que piensas. —sonrió.

—La tuya es peligrosa. —murmuré entre dientes, sin permitir que escuchara mis palabras,
pero eso no evitó que esbozara aún más su sonrisa y me hiciera replantearme si debía
confiar en él.

—Interesante—susurró volviendo a acotar la distancia que nos separa. —. Poderosa y


peligrosa—lo miré confundida. —. Nuestras miradas, corderita.

—¿Quién eres? —reitero mi pregunta.


Una sonrisa siniestra se estiró en sus labios y miró detrás de mí, su mirada se oscureció
logrando que sus ojos se vieran más ensombrecidos y eso me aterró. Volvió a mirarme,
hubo un brillo poderoso en sus ojos y una promesa que no logré identificar.

—Él que te salvará. —decreto con seguridad.

Retrocede sin olvidarse regalarme una sonrisa ladeada, me guiñó un ojo. Lo veo
esconderse en la oscuridad, sin borrar su sonrisa y apartar su mirada de mí, me siento
estúpida por seguir mirando en su dirección cuando puedo lograr que lo descubran, ya que
presiento que se oculta como todos, pero a la vez tengo la sensación que no es lo que
parece, es mucho más de lo imaginado y que el dominio de sus decisiones no se basan en
el poder.

Se siente bien, saber que no soy la única que desea ver este lado del mundo arde.

No oculté mi sonrisa y pude sentir que él fue receptor de la sensación que sé apoderó de
mi pecho al sentir su presencia. Tengo la impresión de que me está mirando con esos
orbes peligrosos y que su sonrisa se amplía al embriagarse con esa sensación estridente y
poderosa que nos envuelve.

No lo entiendo.

Toda la altivez y altanería se fue a la borda cuando puso un pie fuera de las sombras, se
sintió como si no necesitará dominarme para poder atraparme y eso me alentó a seguir
sus pisadas y descubrir su identidad porque saber que tiene ese poder sobre mí, enciende
una llama, que no logro reconocer y que nunca aprecie.

Direcciono mi mirada al frente, pudiendo saber porque se escondió entre las sombras.
Eché un vistazo a la oscuridad, no encontré nada y me pregunté cómo puede esconderse,
si su presencia es muy visible.

—Pensé que te había perdido en el camino.

Coloqué mis ojos sobre él, encontrándolo a centímetros de mí, invadiendo mi espacio
personal. Oculté mis ganas de golpearlo por interrumpir un momento demasiado eufórico
que no he vivido desde hace mucho tiempo.

—Me hubiera gustado hacerlo, porque tenerte frente a mí, solo logra que me ocasioné
repulsión por lo basura que eres—le mostré una sonrisa falsa, levantando mi barbilla,
demostrándole que no me da miedo su poder. —. Crees que tienes el control, ¿verdad?

Adquirió una postura más relajada y su mirada es menos tenebrosa. Se acercó a mí,
quedando muy cerca de mi rostro, nuestros cuerpos se rozaron y solo consiguió que lo
empujará con ambas manos. No se ocultó cuando se relamió sus labios al tenerme frente
a él, como tanto lo deseó, lista para ser suya por qué estoy tan segura que él, será el
mejor postor, y terminaré enredada en sus sábanas, sin saber que me estará dando el
poder de sumergirme con más profundidad y poder acabarlo con sus propias decisiones;
sin embargo, no cambia el hecho de que puede descubrir quien soy, no quiero
arriesgarme, ya que no seré la única perjudicada.

—Yo siempre tengo el control.


No en esta ocasión…

—¿Ahora quién tiene el poder? —preguntó con un tono de burla y sonriendo como si ya
estuviera triunfando.

Reí satíricamente y me acerqué a él, colocando mi mano sobre su pecho y clavándole mis
uñas. Acorte la distancia entre nuestros y le hice creer que lo besaría, cuando direccioné
mis labios a su oreja y lo susurré:

—Yo—declaré, volviéndole a mirar a los ojos, adquirió confusión en su mirada y me gocé


de su expresión. —. Claramente yo.

Me burlé en su rostro, sin quitarle la diversión y hacerle creer que tiene el control. Su rostro
mostró confusión. Alejándome de él, situé mi mano en mi cintura y lo miré sintiéndome
superior por lograr que terminé en mis garras.

Mis planes no salieron como estaba escrito, pero eso no cambió el transcurso del rumbo
que tomará, nada había terminado, solo comenzó una guerra que no podrá detener,
porque si bien es capaz de venderme para demostrarme que soy suya, yo puedo hacerle
ver que nadie es mi dueño.

Que me compré, no significa que tiene derecho sobre mí.

—No soy un objeto que poseerás—levanto la barbilla, el brillo de altivez en mis ojos me
sientan tan bien. —. Jamás.

Endureció su rostro y reí satisfecha por su reacción.

—Te demostraré que tu poder, no puede contra el mío—lo amenacé en su propio territorio
y se siente tan bien mostrarle que solo es uno más. —. Seré tu tentación y me desearas
tanto que las ganas de tenerme te serán insoportable—muerdo mi labio. —. Seré tu
perdición y entenderás quien tiene el poder. Puedes matarme, pero eso no cambiará que
te desee y que te dé el poder de someterme, porque ni muerta podrás tenerme.

Soltó una carcajada y arremetió contra mí, violentamente. Ensanché más mi sonrisa
mostrando mis dientes, tocando más a fondo sus fibras para que explotará y terminará
arruinando la noche.

—Serás mía.

—Soy inalcanzable para ti —mi sonrisa socarrona se asomó. —. Observa y verás, que no
eres capaz de poder tenerme a tu merced. Solo eres una ficha en el tablero.

—Y tú eres una puta…

—Que no tendrás. —culminé la frase por él.

Levantó su mano dispuesto a caer en mis provocaciones, no iba a detener su golpe ni


moví alguna parte de mi cuerpo, me quedé estática, cerrando mis ojos y esperando por su
ansiada reacción, con la que quedaré muy satisfecha por lo que lograré.
Los segundos transcurren de manera breve y al percatarme de que nunca llegará, los
abro.

No lo veo.

Doy pasos atrás al sentir algo sobre mis piernas y tengo que agachar la mirada para poder
observar lo que está sucediendo. Lo veo. Está hincado sobre sus rodillas, mirando el suelo
y siendo sacudido por el hombre que sigue llamando mi atención; dirijo mis ojos hacia la
entrada del balcón, mirando que nadie se de cuenta de lo que está sucediendo, y toda
burlona me pongo sobre mis talones, observándolo, desde arriba.

—¿Por qué te detienes? —cuestioné cínica.

Levanto la mirada, me sonrió.

—Gracias. —articulé sin que él me escuchará, asintió.

Regresé mi mirada al hombre que está sobre sus rodillas y me puse de pie, mirando desde
arriba, sintiéndome superior a él. Le obligue a levantar su cabeza, la furia en sus ojos me
prometía muchas cosas, pero no temía a sus consecuencias, cuando lo tengo frente a mí,
postrado como siempre he deseado mirarlo.

—Te sienta bien.

—Dile que me suelte. —ordenó con furia.

—¿Por qué no le obligas a soltarte? —fingí curiosidad. —¿Acaso no puedes?

—Haz que me suelte o te aseguro…

—¿Qué? —pregunté con arrebato. —No te tengo miedo y tu intento de hacerme ver que
no tengo el control, solo ha logrado que desee que te quiera demostrar mis ganas de arder
el mundo para afirmar que nadie puede tenerme. —me encogí de hombros.

Mis ojos se colocaron en el hombre que lo sostiene, con la mirada le pedí que lo soltará,
no dudo en hacerlo, pero antes que pudiera lograrlo, acaparé su presencia, haciendo que
toda la atención estuviera sobre mí para ayudarle a escapar. No iba a permitir que se
metiera en problemas por culpa de mi impulsividad.

Sus movimientos fueron sigilosos y rápidos logrando salir del balcón.

Lo pierdo de vista y regreso mi mirada a la basura que se pone de pie.

—Te daré un espectáculo que nunca olvidarás. —sentencié, dejándolo atrás y


adentrándome al evento.

Erguí mi espalda, enderecé mi postura y actúe como la dama que sería esa noche, siendo
más llamativa y pretenciosa con mis curvas, para llamar mucho más la atención de los
presentes. Cuando ingresé al salón, ni siquiera tuve que esforzarme en enfocar todas las
miradas en mí, ya que con tal solo estar en la entrada, los ojos de los clientes están
mirándome, como desee que lo hicieran, dándome el poder que merezco.

Sonreí complacida.
Me reto.

Puedo ser mucho más poderosa y postrar a cualquier hombre con tan solo una belleza
superficial, que en algún momento será mi propia condena.

Comencé a caminar entre la multitud, sin agachar la mirada, derrochando mi sensualidad y


sonriendo a cualquier hombre que cruza miradas conmigo. Sentí una punzada, al
percatarme que en medio de todas estas personas, mi hermano está presente, mirándome
con dolor por no poder ayudarme y permitir que sea sometida ante esta sociedad.

Hice mi elección.

El precio de mi venganza es muy alto, ahora lo estoy pagando. Me estoy condenando a


vivir atada a las raíces de mi odio y resentimiento, solo por querer ver arder a todos los
que pensaron que no regresaría de la muerte.

El veneno caló muy en el fondo de mi alma.

Mi visión se acaparó cuando Catalina se metió, sus ojos se posaron en mi cuerpo y me


extendió una mano, tuvo que esperar largos minutos para que accediera caminar con ella,
cuando tiene en claro que lo único que siento por ella es repudio, pero al querer tomar el
control de la situación, gustosa entrelace mis dedos con los suyos, con un fin determinado.
Sus ojos brillaron de admiración, pude sentir como me tomo por la cintura, no hice ninguna
objeción porque no quería arruinar mi plan, ya que todo está saliendo a la perfección, para
deslumbrar esta noche.

—¿Me ayudas?

Su atención está en mí al escuchar esas dos palabras.

—¿En qué puedo servirte? —cuestionó curiosa y ansiosa, sorbo un poco de champán.

Cayó bajo mi encanto y eso se sintió más gratificante, porque no solo le demostraré a él
que no tendrá dominio sobre mí, sino también a ella, quien sigue deseando algo que jamás
podrá alcanzar.

—Quiero deslumbrar a los presentes—respondo quitando mi mano de la suya, sin ser tan
evidente, coloqué la palma de mi mano sobre su otra mano que sostiene mi cintura y la
saqué con delicadeza, retrocediendo. —. Y no sé cómo lograrlo. —pestañeé en su
dirección con coquetería.

—Con tan solo caminar, ya tienes la atención de todos. —alegó acercándose.

—Pero quiero dar un espectáculo que nunca olvidarán—le aseguré. —. Quiero que todos
me conozcan como la dama de la noche, lo que soy. —declaré mostrando mi mirada
perversa y un amago de sonrisa tiró mis labios.

Ya tengo el poder.

Catalina salió en la dirección contraria, no sin antes pedirme que no me moviera de mi


lugar, lo miré confundida, sin saber que mis labios saboreaban la victoria de antemano, al
saber que detuvo la música y llamar la atención del público, tocando su copa con un
cubierto, para hacer un brindis.

No apartó sus ojos de mí.

Lo escuché decir algunas palabras, catalogándolo como la mejor velada y felicitando al


anfitrión. Habló sobre porque todos estaban reunidos y sobre lo que acontecerá, los
aplausos del público fueron eufóricos y antes que pudiera caminar hasta donde se
encuentra ella, a lo lejos pude observarlo a él, sonriéndome.

Dando zancadas, se acercó, dejando atrás a muchos de sus invitados cuando estos
intentaron saludarlos. Llegó a mí, me tomó del brazo y me arrastró hasta el escenario,
deteniendo el discurso de Catalina.

—Antes de comenzar la subasta—sus palabras fueron ácidas a mis oídos. —, nos


deleitaremos con un espectáculo. —concluyó, la vena en mi cuello sobresale.

Acerca su rostro a mi oreja.

—Sorpréndeme. —susurró.

Me tiró al escenario.

—Caballeros—le escuché decir. —, con ustedes la dama de la noche. —anunció.

Sin saber que hacer, me quedé quieta en el escenario, siendo espectadora de que todo un
público me veía.

El ritmo de la música retumbó sobre mis oídos, aprecié la canción que podía sentir por mis
venas, recorriendo cada nota por todo mi cuerpo, siendo inherente a mí. Las luces se
apagaron y una enorme luz me enfocó sólo a mí, alumbrándome con su potente destello.
Modele sobre el escenario, mis pasos lentos y sensuales conquistaron muchas miradas, y
una seductora sonrisa se apoderó de mis labios.

Mis ojos se movieron en todas las direcciones, intentando encontrarlo entre todas las
personas, sin suerte alguna, lo busqué con la mirada, para que pudiera apreciar mi
momento de brillar. A pesar de seguir cada indicio, no lo hallo y cuando estoy dándome
por rendida, perdiendo las esperanzas de no poder dar con él.

Al final del salón, en donde las luces no llegan y la oscuridad habita….

Lo veo.

Su mirada me alienta a seguir, camino en el escenario, sin apartar mis ojos de los suyos.

¡Demonios!

¿Cómo es capaz de hacerme sentir de esta manera?

Nunca tuve la necesidad de seducir a un hombre o ser su centro de atención; sin embargo,
esta vez, el deseo y la avaricia de ser su punto de atracción, es lo que más anhelo…
Quiero que me miré solo a mí… Sus palabras se entrometen en mis pensamientos, él
mismo dejó en claro que soy una mujer que sabe lo que posee, y eso me hizo sentir más
poderosa, porque no necesitó halagos para poner mis ojos sobre él.

Mi mirada da indicios de mis deseos más profundos, su rostro se ensombreció y dibujó una
sonrisa peligrosa en sus labios mientras su mirada seducía todo mi ser.

Comencé a seguir el ritmo de la melodía, cerré mis ojos y al abrirlos, los centré en él,
deseando que mis movimientos llegarán a su alma y que se convirtiera en ese deseo
prohibido que no podía tocar. La letra de la canción fluyó como la corriente de un río,
turbulenta y en la dirección contraria, como los movimientos de mi cuerpo. Puedo sentir las
miradas absorberme, la intensidad es gratificante, pero el espectáculo, tiene dedicatoria y
todo.
Mis ojos solo tienen una dirección.

Él…

Retrocedo cuando alguien intenta tocarme, pero no pierdo ninguno de mis movimientos,
sigo conforme deseo. Mis caderas se mueven de un lado a otro, violentas y salvajes,
provocando al público e incitándole a él, para que llegué hasta mí, como lo había hecho
minutos atrás, logrando que sea esa tentación imposible de tener.

La necesidad de tener el control, me incitó a bailar, cuando pocas veces había sido vista
hacer cualquier tipo de movimientos sobre el escenario. Jamás fui conocida por como mi
cuerpo fluía a través de la música, pero esta noche, al querer dar el espectáculo que
cerraría el evento, será la excepción.

No solo soy la dama de la noche, la mujer que impacta con su voz y tiene una sensualidad
que tienta, soy más que eso, y lo estoy demostrando sobre el escenario, mientras me dirijo
mi mirada hacia el bastardo que no pierde ninguno de mis movimientos, para hacerle ver
que, lo mínimo que me interesa es estar sobre sus brazos.

Los aplausos del público me sacan de mis pensamientos.

Salgo del escenario sin mirar al frente, solo camino lejos de todo porque la noche aun no
termina y antes de llegar a la salida, me sujetó del brazo, impidiéndome dar un paso más.
Giro mi cabeza en la dirección, topándome con su sonrisa cínica y la chispa de peligro en
su mirada, retrocedo, queriendo que me suelte, pero me agarra con más fuerza y me
obliga a caminar, logrando que miré a todo el público que no apartan sus ojos de mí.

—Tú momento ha llegado.

Mis pies se arraigan al piso, tira mi brazo con brusquedad sin perder su sonrisa y me veo
caminando, siguiendo sus pasos violentos, mientras nos metemos a otra habitación, lejos
de todo. Escuchó pisadas detrás de mí, pero no prestó atención, cuando él, abre una
puerta y me lanza como si fuera cualquier cosa, estoy lista para atacar, sin embargo, me
encuentro encerrada en una habitación dorada, con enormes espejos que reflejan mi
silueta.

Me veo a través del cristal, observo mi mirada y como mi cuerpo expulsa todo el
descontrol. Aprieto mis puños, girándome sobre mis talones y dándome con la sorpresa de
que no soy la única que está presente. Hay más niñas.

—Ya veo porque serás la atracción de la noche. —Una dulce voz me intercepta.

Busco con la mirada a la dueña de esa voz.

Una mujer con un porte escandaloso y tenebroso, sale de su escondite y se dedica a


detallarme, no pierde el tiempo. Sus manos caen sobre los mechones de mi cabello y
enreda sus dedos en ellos. Es una mujer con muchos más años que yo, y parece no
causarle nada ser partícipe de esta atrocidad.

—Mucho gusto—extiende su mano. —, soy Darcy.

Su mano queda suspendida en el aire, no la tomó. Me cruzo de brazos sin apartar mi


mirada y memorizar los rostros de cada una de las niñas presentes.

—¿Quién eres? —cuestionó, retrocediendo, al momento de ver cómo otras personas


salían de sus escondites, queriendo tomarme por sorpresa.
—No llegaste hasta este momento para preguntar sobre mí, estás aquí para satisfacer a
tus dueños. —respondió evadiendo su verdad.

Río.

Le resta importancia a lo que sucederá. Me acercó a una de las niñas y tomó su rostro
entre mis manos, no está lúcida y cómo sus pupilas se encuentran, me hace saber que
están siendo drogadas.

—No encuentres la manera de salvarlas, cuando no puedes salvarte ni tú. —me advirtió.

—Son unos monstruos…

—Eso es lo que muchos dicen.

Abro la boca para contraatacar, pero ya es muy tarde, estoy siendo tomada por atrás, y
antes que las palabras salieran de mis labios, me quedo profundamente dormida,
sumergiéndome en la oscuridad, recordando que esta noche iba ser el inicio de todo lo que
no podría detener.

(...)

Abro los ojos.

Siento mi cuerpo inmóvil, sometido bajo el sedante, pero hay algo más que me impide
moverme, elevo un poco la cabeza, dándome cuenta que mis manos y piernas están
siendo sujetas por cadenas, involuntariamente suelto una carcajada débil, sin poder creer
lo que mis ojos observan.

Estoy en una especie de habitación blanca, tiene enormes cortinas que cubren la mitad de
la pared, como si intentarán ocultar lo que hay detrás de todo. Las luces son molestas por
la intensidad en su brillo. Está rodeado de pantallas, donde se puede apreciar muchos
enfoques del lugar, dando acceso al sistema del lugar; sé que si tengo la oportunidad de
poder liberarme y llegar a las computadoras, podré descubrir lo que esconde este lado del
club.

No necesitaré más pruebas para poder sacar a la luz todo lo que he estado recopilando
estos años, con esto será suficiente para hundir a esta familia y cumplir mi venganza.
Muevo mis manos y piernas, aunque sienta como las cadenas desgarran mi piel, no me
detengo porque deseo acabar de una vez con todo, porque sé que mi hermano corre el
riesgo de ser descubierto, por las pistas que ha estado dejando y al venir a este evento a
confirma de las sospechas de mis enemigos.

No permitiré que sigan sus pasos, necesito ser más rápida.

La puerta es abierta con brusquedad, escucho las voces de algunas personas, trato de
mirar por encima de mi hombro, pero no logro nada. Sigo moviéndome, captando su
atención, para que me expliquen qué está sucediendo; en mi campo de visión aparece la
persona menos inesperada, sus ojos llenos de arrepentimiento, solo me enfurecen más y
tengo que apretar mis labios para no soltar tantas maldiciones por haber confiado en la
persona equivocada.

Este tiempo tuve a personas cercanas espiando cada uno de mis movimientos,
ocultándose y mintiéndome en mi cara.

—¿Desde cuándo? —indague, deseando saber desde cuando vengo siendo tomado como
estúpida. —¡Dime!
Me muevo colérica.

—Lo siento. —es lo único que logra pronunciar porque las puertas están de nuevo abiertas
y alguien ingresa, silenciando a todos los presentes.

No hace falta saber quien es, con tan solo pisar el lugar, ya puedo sentir como mi cuerpo
reacciona a la defensiva y tengo la sensación de repudio recorriendo por todo mi sistema.
Sus pisadas resuenan en la madera, mis oídos escuchan cómo llega hasta mí, tengo que
voltear la cara para que no pueda mirarlo a los ojos, porque verlo en estos momentos solo
intensificará las ganas de matarlo con mis propias manos.

Sus dedos se incrustan en mi mandíbula, gira mi rostro siendo tosco y tengo que controlar
mi impulsividad al mirar la victoria en sus ojos. La bestia sigue creyendo que tiene todo el
poder sobre mí, sin saber que solo está siendo utilizado, así haya logrado que rompa el
trato con su tío, cuando claramente afirme que jamás sería participe de este tipo de
eventos, pero fui engañada y ahora estoy pagando las consecuencias de mis actos por
creer que puedo contra todo.

A veces supero mi idiotez.

—Se siente bien verte desde este punto, sometida ante mí. —arrastra las palabras.

—Es una lástima que no serás partícipe de mi subasta. —rio ante mis palabras.

—Eso no me detendrá para hacerte mía.

Niego con mi cabeza y muevo mi rostro, soltándome de su agarre. Aprieto mis puños y
trago grueso.

—No serás quien me tenga.

Son las últimas palabras que salen de mi boca, selló mis labios y cierro mis ojos para que
no se complazca de mi castigo. No le daré el poder de verme en este estado, indefensa,
sin tener las fuerzas para defenderme y retroceder ante este acto que no esperé.

La crudeza es parte de este mundo, supe que llegaría este momento, pero muy en el
fondo pensé que podía librarme de este camino; sin embargo, jugué con mi suerte y caí en
las garras de mis propias decisiones.

Ni yo me libré de mí misma. Esa es mi condena.

Minutos después, las cadenas son sacadas de mis brazos y piernas, puedo hacer un
movimiento y escapar, pero puedo sentir como sigo sometida a la droga que me
inyectaron. Siento como el peso de mi cuerpo es elevado, tengo que parpadear para poder
enfocar mi mirada, dándome cuenta que estoy moviéndome. La sangre se acumula en mi
cerebro, mientras puedo apreciar como los brazos de alguien rodean mis caderas, aprieta
su agarre con fuerza.

Tengo la necesidad de moverme con brusquedad para sacarme de encima sus sucias
manos de mi cuerpo, sus dedos se impregnan en mi piel, clavando sus uñas, haciendo que
suelte un quejido. Me doy cuenta que estoy siendo transportada por alguien a algún lugar
que no conozco, me están cargando como si fuera cualquier cosa y no puedo hacer nada
para detener esta desgracia.

La sangre me hierve por cómo se está desenvolviendo esta situación y la forma en cómo
la estoy afrontando no es como lo esperaba porque sabiendo mi carácter, esperé ser más
salvaje, pero no tengo otra opción.
Aun puedo sentir el sedante recorrer por mis venas, es un veneno violento que ataca mis
defensas, manteniéndome desorientada. Es potente, incluso puedo tener una sobredosis
por la dosis elevada que me pusieron, quiero desprender mi ira sobre alguien.

Sé que en el transcurso de los minutos irá pasando y me encontraré lúcida para toparme
con mi realidad. No sé cómo funcionará en este momento, pero dejaré de maquinar y
encadenar muchos de mis pensamientos para no sentir el pánico palpitando mi pecho, ya
que desbalancea el equilibrio que me permite estar firme y me mantiene segura en los
muros que he construido para no ser atacada.

Maldición.

La ira sigue atacando mi sistema, me está tomando y apoderándose de cada uno de mis
siguientes movimientos. No saldrá nada bueno de este momento, estoy segura que la
persona que me compré tendrá serios problemas en tratar de someterme, no tendrá el
control sobre mí, y si tengo que mostrar mi verdadera cara, lo haré.

Nadie podrá conmigo.

Escucho gritos que resuenan por cada rincón de mi cuerpo, logrando activar mi sistema,
sin embargo, no son suficientes para despertarme por completo y darme la fuerza para
detener este caos y luchar por mi libertad.

—Nunca imaginé que terminaríamos en esta situación, ni que tú serías quien me


transportará hasta donde seré subastada como un trozo de carne—susurré, encontrando
mi voz. —. Es cuestionable tu comportamiento, sigo creyendo que solo estás siguiendo
órdenes, pero esos pensamientos tienen que irse al ser consciente que todo este tiempo
has sabido qué hacen en estos lugares…

—Nadie les obliga a las personas vender a sus propias hijas. —corta mis palabras y no
puedo creer lo que escucho.

—No soy objetos para ser vendidos a malnacidos. —ataqué sintiendo impotencia y
deseando detener esto. Mi pecho se contrajo por la falta de aire.

Suspira.

—Fuiste cómplice y te acercaste a mí, para analizarme y descubrir cada uno de mis
movimientos a tus dueños—confirmo, endureciendo mi mandíbula y achicando mis ojos,
acusándolo de haber utilizado todo a su favor para mantenerme a la raya de la situación y
ser quien me entregue en las manos de sus dueños. —. Solo eres el perro de esta familia
—señalo. —. ¿Por qué?

No necesito ser adivina para saber quien me sujeta por sus hombros, su aroma obstruye
las fosas nasales, es tan embriagador. Me remuevo entre sus brazos, golpeando cada
parte de su cuerpo y dándole un poco de su merecido por permitir que niñas estén
viviendo este infierno que no merecen experimentar.

Todo este tiempo supo lo que sucedería, pero nunca tuvo el interés de advertirme, para así
prepararme para enfrentar las circunstancias que cambiarán mi vida. Actúo como un
amigo, conociendo mi ser y calándose entre mis pensamientos, y así obtener más
información porque desde hace meses estoy siendo el objetivo del mayor de la familia que
deseo ver muerta. Hizo solo para obtener más dinero y poder, como lo esperaba, pensé
que sería diferente, pero me ha demostrado una vez más que, la avaricia es el arma más
peligrosa de este mundo.
—Tú decidiste tu elección—reafirmó mis sospechas. La punzada de traición se intensificó
más, la oculté para que no me tomará con la guardia debilitada. —. ¿Qué te hizo creer que
no serías vendida como todas?

Carlos detuvo sus movimientos, suspendió sus pasos en medio del camino, el pasillo es
largo. Se quedó frente a una puerta roja, inspiró profundamente y dudo en su siguiente
movimiento, pero no tuvo otra opción que bajarme de sus hombros y dejarme sobre el
suelo, tambaleó cuando mis pies se arraigaron en el piso de madera, me encontré
desorientada, perdida y un poco consternada.

Los tacones hincaron mis pies, inhale y exhale, encontrando equilibrio entre cómo funciona
mi cuerpo bajo la sustancia que me ataca. Todo da vueltas y tuve que sujetarme de la
pared para no terminar tendida sobre el piso, y no iba a dejar que nadie me viera en este
estado, aunque me costará mantenerme de pie, mi postura rígida y firme, no se
tambaleara por la debilidad que siento en estos momentos.

Siempre tengo que mantener la cabeza en alto, sin importar las circunstancias, no debo
agachar la mirada. No importa si estoy siendo vendida, debo demostrar que aun sigo
teniendo el control de mi vida.

—¿Qué me pusieron? —pregunté apartando algunos mechones pegados a los costados


de mi rostro y tratando de pasar saliva porque sentía la garganta seca y sedienta, mis
labios resecos daban alusión de ello.

El silencio siguió rondando entre nosotros.

—Estás siendo sometida por una droga que recién estuvo a la venta en el mercado—
respondió casual. —. Te pusieron una muestra para ver que reacciones tiene en las
personas.

Reí.

—Así que fui el conejillo de indias para estos bastardos.

—Eres suya, pueden hacer lo que sea contigo.

Esperé una disculpa de su parte, no obtuve nada de su boca, solo escuché su respiración
y cómo sus manos intentaron tocarme. Tuve que levantar la cabeza y mirarlo directo a los
ojos, atisbé el arrepentimiento y un poco de decepción por cómo había logrado llegar hasta
mí, pero no lo tomé importancia a sus mentiras, cuando mi mano cayó sobre su mejilla
derecha, iracunda y violenta, volteando su rostro con fuerza.

El ardor en mi palma me dio satisfacción y obtuve gratificación, pero nada borro la


crueldad de sus actos ni como me manipulo bajo sus mentiras.

—Creí que éramos amigos—escupí. —. Confié y terminé siendo traicionada. Deposité mi


confianza en ti, sabiendo que en este mundo el poder es lo más importante, me equivoqué
y no sabes cuanto me arrepiento haberte dado algo de mí.

Sus ojos arremetieron contra los míos, cansada de esta situación me di la media vuelta,
retrocediendo y quitando sus manos de mis brazos porque sentir su toqué, me enferma.
Dando pasos hacia atrás, me sostengo de la pared para poder mirarlo por última vez,
porque luego de este momento, una vez que ingresé por esa puerta, todo lo que
mantuvimos estos años, se ira a la borda por mentirme a la cara.

Estoy furiosa por como intento ser mi amigo y tratar de sacarme información, cuando solo
tuvo que ser claro y directo, y yo, realmente, hubiera hecho todo lo que me pedía porque a
las finales, sabía en lo que me estaba metiendo y que el trato con ese señor, iba a cambiar
con el transcurso del tiempo, más aun con la manera en como me elevaba y era el deseo
de cualquier hombre.

Estoy siendo vendida.

—No vuelvas a acercarte a mí—le advertí, iracunda. —. Si te atreves a dar un paso más
en mi dirección, te juro que te aniquilará con mis propias manos. No me tientes porque
bien sabes que cumplo mis promesas sin importarme las consecuencias, así me cueste mi
vida.

—Esa determinación te llevó a tu condena.

Me crucé de brazos, bajo su atenta mirada, satírica.

—No es mi condena, solo quieren postrarme de rodillas para que tenga miedo del poder
que poseen, cuando solo aumenta más el deseo de demostrarle que jamás podrán contra
mí.

—¿Te crees invencible? —cuestionó riéndose.

—Cariño, estuve muerta por mucho tiempo, ahora solo han despertado al monstruo que
oculté dentro de mí—confesé, hundió su entrecejo, confundido. Amagué una sonrisa. —.
Solo probaran un poco de mi veneno.

Levanté la barbilla y la altivez se impregnó en mi expresión. Respiré profundo, pasando las


manos por mi cabello y limpiando con el dorso de mi mano, las gotas de sudor que caen
en mi frente.

—Ni en este momento se te quita lo altanera. —negó con la cabeza.

—Jamás me inclinaré ante personas que no merecen mi redención.

Miré hacia la puerta, está claro que si la abro, me encontraré en medio de una guerra por
tenerme. Es el lugar donde seré subastada, vendida como cualquier cosa. Una oleada de
poder recorre con mi sangre que hierve con ímpetu, dándome el valor necesario para
afrontar este momento.

Nunca me creí invencible o pensé que saldría ilesa. Siempre esperé el momento, aunque
desee que no llegará, ahora me encuentro entre dos posiciones, que no importa cual
camino tomé, ambos me llevarán al mismo final.

Solo será el comienzo de mi venganza.

Bien.

Si quieren someterme, tendrán que dar más que su dinero. Tienen que entregarme su
vida, solo así, les daré mi alma y serán custodiados por el resto de sus vidas.

—No te rendirás, ¿verdad? —inquirió Carlos, entrecerrando sus ojos e intentando caminar
hasta donde estoy.

Levanto mi mano, deteniendo sus pasos. Lo miré determinada y segura, porque lo que
estaba por escuchar será lo último que tendrá de mí.

—Jamás. —contesté dando peso a mis palabras, confirmando su pregunta y asegurándole


que nada de esto quedará impune.
Él lo sabe, tiene el conocimiento que su traición será su condena. Su mirada me grita mis
sospechas y eso genera una sensación complaciente. Quisiera decirle más palabras y
golpear de nuevo su rostro, pero solo estaría alargando lo que está por suceder, así que
doy un paso al frente, quitándolo del camino.

Me detengo frente a la puerta.

Mis manos pican por tocar el pomo de la puerta y abrirla. Necesito indagar más, encontrar
pistas y pruebas que derrumben este imperio creado para aplastar a los débiles. Sus
palabras detuvieron mis manos.

—Si abres esa puerta y das un paso dentro de esa habitación, todo se terminará. —me
aseguró algo que ya sé.

El tono en su voz me afirmó algo que deteste por completo, si ya había arruinado la
relación extraña que teníamos, ¿por qué mostrarse arrepentido? No tiene porque
detenerme, cuando sabemos que no tengo escapatoria, así él me ayude a escapar, ambos
nos matarán.

Volteo mi cabeza, giro un poco mi cuerpo y tomé el pomo entre mis manos, girándolo un
poco, logrando entreabrir la puerta, escuchando el silencio dentro de esa habitación,
sabiendo lo que me tocará asumir.

—Fuiste tú quien me trajo a este lugar, ¿por qué titubeas? —cuestioné, sacando mi lado
perverso y dándole una mirada retadora. —No finjas que te importo, tus acciones te
delataron, así que deja de interponerte en mi camino, es mi momento, no estorbes, Carlos.

Me miró.

—Una cosa más—me detuve y fingí pensar. —. Julieta, ¿también se acercó a mí para
espiarme? —su rostro cambió de expresión y desvió la mirada, ocultándome la verdad,
como lo había hecho todos estos años. —No hace falta que me respondas, ya me lo
acabas de afirmar.

Abro la puerta por completo.

—Espera…

Ignoro sus palabras y me adentro a la habitación, cerrando la puerta detrás de mí, y


olvidando que alguna vez tuve a personas a las que entregué mi confianza y terminé
traicionada. Sabiendo lo que me esperaba en este mundo, pensé que podía encontrar a
personas que no buscaban el poder, pero una vez más, la vida me demostró que la
confianza sigue siendo el arma letal.

Centro mi mirada en lo que tengo frente a mí, no pasó desapercibido el ambiente.

La oscuridad habita en este lugar, solo hay pequeños destellos en los rincones que dan un
poco de luz al enorme salón situado en una parte de este club, decorado por las sombras y
sometido por la crueldad. Detallo los alrededores, sin encontrar algo relevante que llame
mi curiosidad, solo veo paredes sobre paredes, encendrándome. El ambiente solo
ocasiona más miedo en las personas, la intención de crear este tipo de habitación es para
dominar las emociones de las niñas que se paran en este lugar para ser vendidas y luego
abusadas por enfermos que solo merecen la muerte.

Me siento observada.
Mis ojos recaen sobre los hermosos cristales que rodean la mayor parte de la habitación
donde me encuentro atrapada; reconozco el material gris, por un tiempo fueron
construidos para formar parte de las ventanas de mi propio cuarto, cuando solo era una
niña indefensa que no conocía la crueldad de este mundo, y aspiraba a la grandeza como
todos en mi familia y en la sociedad a la que pertenecía.

Sonrío.

Sé lo que oculta está habitación y donde me encuentro parada, es la posición incorrecta.


Agacho mi mirada, topándome con el círculo dorado que se sitúa en el centro del lugar,
listo para ser pisado por mí.

Detrás de los enormes cristales, están sentados todos los que participaran en esta
subasta, creyéndose los dueños del mundo y riéndose por lo que harán, cuando solo
muestran su peor versión al hacer un acto enfermizo, en donde siempre seremos las
perjudicadas, por vivir en un mundo donde solo somos indefensas, y necesitamos a un
príncipe que venga a nuestro rescaté.

Delirios de damiselas en apuros, tenemos.

Sé que me están mirando, desde las sombras como suelen actuar, ocultándose. Aunque
mantenga su identidad oculta, no cambiará el hecho de que sean personas que no tienen
principios ni moral.

Vivimos regidos bajo el poder de los más influyentes, sometidos a actos atroces porque no
nacimos en el lado privilegiado y somos acechados como presas. No tienen piedad.

Aprieto mis puños.

Levanto la barbilla y coloco mi mano sobre mis caderas, caminando directo al círculo
dorado que está en el centro, para que empiece la guerra por el poder de tenerme.

Disfrutaré, tener una vez más el control.

Solo es el comienzo de una lucha porque es necesaria, para erradicar de raíz la maldad de
este mundo y crear un nuevo mundo, en donde los débiles muestran sus fortalezas y
demuestran que también pueden ser depredadores en este mundo de monstruos.

La subasta ha comenzado.

Los números en la pantalla que está en la parte superior de los cristales, se dispara a un
elevado precio, que logra sorprenderme y dejarme consternada, al atreverse a disponer de
una cifra con bastantes ceros, cuando ni siquiera es lo que valgo ni aspiro.

No tengo precio.

Se logra escuchar voces distorsionadas a través del cristal, no puedo reconocer a ninguna
persona porque no se me permite mirar más allá. Intento captar cualquier indicio que me
ayude a encontrar la manera de poner fin a este tipo de evento que recurren los grandes
depredadores para satisfacer sus necesidades vanas.

Estoy segura de una cosa, no seré la última que ingresará por esa puerta y se enfrentará a
esta experiencia aterradora. Puede que esté preparada para estos momentos, pero hay
niñas indefensas que no saben a lo que serán sometidas y eso remueve partes de mi
alma, recordándome que en el pasado fui parte de ese grupo de personas a las que
convirtieron en nada, solo porque desbalanceaba el equilibrio de su poder y arruinaba los
futuros planes, sin importar que viniera de una familia bastante prestigiosa, era una pieza
que no se imaginaron que aparecería en su tablero y derrocará todo lo construido.

Era una amenaza.

Corrección.

Sigo siendo esa amenaza, una que volverá de los muertos y desatará el caos en su
imperio, construido bajo cimientos de todos los que han sufrido por sus manos.

Echo un vistazo al espejo, veo el reflejo que nunca esperé observar. Sigue intacto mi
maquillaje, lo que ha cambiado es las dos piezas que cubren mi cuerpo, se ve toda mi piel
bronceada, la tela es escasa y un demasiado llamativa, para mi gusto. Apenas cubre mis
pechos y la parte inferior de mi cuerpo, pero enderezo mi espalda, dándoles un
espectáculo que mirar.

No tengo miedo.

Solo siento rabia e ira palpitando sobre mi pecho, sacudiendo mi cuerpo e ingresando a
mis venas, hirviendo mi sangre. Esta sensación de importancia es porque muchas niñas
sufren y experimentan estos hechos atroces. Afuera hay muchas personas esperando su
turno para ser colocadas en esta posición donde me encuentro parada; obligadas a
cumplir un rol que no deben ejercer, pero sufrieron las consecuencias de nacer en un
mundo, donde los privilegios son necesarios para sobrevivir. Son vendidas por la
necesidad de conseguir dinero, para ser parte de este tráfico de trata de mujeres, algunas
fueron compradas, otras raptadas y sometidas bajo drogas, por inhumanos que creen que
tienen el derecho de tomar sus vidas y hacer lo que les plazca porque fueron entregadas
en sus manos, y para ellos, las vidas de esas personas, solo sirven para forrarse de dinero
y llenarse de poder.

Me quedo quieta cuando el precio se eleva mucho más de lo esperado, la cifra sigue
subiendo, me siento complacida por todo el dinero que están derrochando, ya que de nada
servirá comprarme porque jamás obtendrán lo que buscan. No seré sometida solo porque
pagaron por mí.

La cifra se detiene y no sigue subiendo.

La pantalla muestra la cifra ganadora y escucho los aplausos del público detrás de los
cristales, las luces se apagan y lo siguiente que sé, es que termino siendo sacada de la
habitación, antes que muestren sus caras y se relacionan entre sí, regocijándose de que
por fin, alguien me tiene en sus manos.

Ya fui vendida.

Las luces opacan mi vista, estuve en la oscuridad y este cambio brusco, solo logra que mis
ojos no se enfocan bien, mientras parpadeo para dejar de mirar borroso. Me doy cuenta
que, que la persona que me arrastra fuera de la habitación, tirando de mi brazo, esta
completamente cubierta de negro, de pies a cabeza, escondiendo su identidad, como si
deseará no ser vista.

Mis ojos visualizan una silueta que reconozco, niego con la cabeza y detengo mis pasos,
sin embargo, sigo siendo movida porque necesito llegar hasta la meta final, ya que el
intercambio es rápido.

Carlos, levanta la mirada, encontrándonos. Sus ojos reflejan alivio, pero no creo nada de lo
que observo porque incluso puede manipular sus emociones. Se acerca, con una postura
relajada y la expresión de superioridad.
—Está a mi disposición—ordenó Carlos, soltando el agarré del tipo. —, yo me encargo de
llevar la mercancía. —concluyó, la otra persona me soltó y nos dejó solos en el pasillo.

—¿Mercancía? —reí ante sus palabras, retiré su mano de mi brazo. —No me toques.

Se agarró la punta del tabique y resoplo, aburrido. Siguió cada uno de mis movimientos, no
me inmute cuando quedó a centímetros de mí, observando mis labios. La tensión entre
nosotros había finalizado al momento de ser consciente de su traición, mi cuerpo no puede
tener reacciones tan imprudentes con una persona con la que no se puede confiar, así que
alejo todo tipo de pensamiento de mi mente y me centro en lo importante.

—No compliques las cosas, solo mantente quieta y no correrás peligro.

Amagué una sonrisa que tiró mis labios, ampliamente.

—Cariño, soy el peligro. —decreté sin temor.

Aun en estos momentos, nada cambia mis planes, solo me estoy desviando un poco del
camino trazado por mis decisiones. Ser vendida no es gran cosa, no para mí, cuando he
sobrevivido a muchas experiencias que pudieron arrebatarme la vida, pero no lograron
quebrantarme, para llegar a la muerte; no obstante, robaron partes de mi alma que no
podré recuperar ni con la venganza planeada.

—¿A dónde seré llevada?

Empecé a caminar apretando los dientes, tensando la mandíbula por como estoy siendo
tratada, pero no tiene caso discutir con este malnacido. Espero no haber sido vendida a las
dos personas que tengo fichadas, solo deseo terminar mi noche sin tener que ensuciarme
las manos de sangre porque aquella mujer que tenía las manos amarradas, acaba de ser
liberada, y no tengo ninguna intención de soportar más de ese par que me ha tenido
cansada esta semana.

Si su hora ha llegado, entonces con gusto acabaré mi noche bañada de sangre.

—Solo no arruines más tu situación.

—¿Sabes quién me compro?

—No te dejes guiar por el impulso.

Evadió mi pregunta, su comportamiento sobreprotector causó riñas en mí. Mis pasos se


suspendieron en el momento cuando decidí acabar con sus delirios.

—Deja de actuar como si te importará mi seguridad—contraataque, hastiada de su


conducta. —. Solo ocasionan que desees golpearte, traicionero.

—No espero que entiendas porque solo seguí órdenes, no todos tenemos el control de
nuestras vidas, nacimos para servir a los más poderosos y no tienes el poder de ir en
contra de sus decisiones, así te encuentres entre la espada y la pared, siempre escogeré
obedecer—se defiende, cansado de mis acusaciones. —. Puedes seguir recriminándome
por mi elección, pero que te quedé claro que nunca fingí contigo, todo salió tan natural.

Una parte de mí, lo entiende. Realmente lo hago porque sé que es dueño de su vida.

—Así que detente porque no seré capaz de controlarme si de tus labios salen más
palabras recriminatorias por hacerte esto, pero no tuve escape. —dio por finalizada su
defensa, levantó las manos en forma de redención.
Lo miré y suspiré, rendida.

—Solo guíame, deseo que la noche se termine.

—Sigue las indicaciones y no actúes como la leona salvaje que eres. —casi suplicó, con
mi mano, resté importancia a sus palabras y avancé dejando atrás esa habitación.

Guardo en el fondo de mi memoria cada rincón de este laberinto sin salida; todos los
caminos y puertas, se graban en mi mente, recordando detalle a detalle, las entradas para
llegar a este lugar.

No puedo creer que todo este tiempo la clave para mi venganza haya estado bajo mis
pies, esperando a ser encontrado y ser utilizado a mi disposición, sin rehusarse.

En mis labios ya saboreó el triunfo.

—¿Por qué tienes esa sonrisa siniestra?

No respondo su pregunta, mientras más nos acercamos al final de nuestro camino. Al


momento de llegar a donde me están esperando para ser llevada, me sujeta del brazo,
tengo que mirarlo aunque no lo deseo.

—Prométeme que te cuidarás—su voz se tiñe de ruego, quito su mano, ocultando mi


desagrado y fastidio. —. No pongas en riesgo tu vida.

—No prometeré nada—aseveré. —, no iré en contra de lo inevitable.

—Te matarán…

—Entonces que acaben conmigo de una vez—interrumpí sus palabras, dando por
finalizada la conversación y cerrando el tema. —. Será la última noche que cruzaremos
palabras—asintió. —. Ya no confió en ti, Carlos.

Dando pasos largos, camino directo a ser entregada por mi voluntad a los que me llevaran
a mi mejor postor, no esperé que llegará a esa cifra. Sé que volveré a ser drogada para no
descubrir el camino que tomaremos, ya que todo es confidencial, y la identidad del cliente
siempre será primordial; así que cuando estoy por llegar hacia las personas que me
esperan al final del pasillo, regreso mi mirada atrás, topándome con Carlos, quien sigue en
el mismo lugar donde lo deje, mirándome y asimilando mis palabras; dándole una última
mirada, me entrego.

Vuelvo a ser sumergida en la oscuridad.

(…)

Siento un deja vú…

La oscuridad ensombrece cada rincón de la habitación, es como si estuviera cubierta de


tinieblas y se sintiera perfectamente bien, ser parte de este lado del mundo, donde no
importa nada más, que la tranquilidad de tener esa sensación de alivio palpitando sobre tu
pecho, ocasionando que cada fibra de tu alma, se encienda, dispuesta a arder el mundo.

La vista otorgada, es espectacular. Todo ha cambiado con el paso de los años, los
grandes ventanales—situados frente a la cama donde estoy acostada, cubierta por la
sábana blanca que esconde mi cuerpo—, nos permite apreciar la ciudad en su máximo
esplendor, brindándonos sus luces de los enormes edificios frente a este penthouses,
donde se puede ver claramente el resplandor de la luna, en plena medianoche, justo
cuando las estrellas se alinean, para que admiremos su belleza y nos sintamos gratos de
su maravillosa presencia.

Estiro una sonrisa espontánea, casual, que salió tan natural, removiendo fibras de mi alma
que he escondido por la eternidad. Se siente bien, saber que no estoy siendo abusada,
aunque aún sienta el efecto de la droga, soy consciente de que no he sido tocada en
contra de mi voluntad.

—Esa expresión en tu rostro, es tan espontánea—su voz paraliza mi mundo. —. Pensé


que tu mirada sería poderosa, pero acabo de descubrir que tu sonrisa es muy peligrosa—
lo último lo susurra al aire. —y admirable para mis ojos.

Sale de las sombras, apenas puedo ver su silueta, por la poca iluminación que me impide
mirar el rostro del hombre que hizo que titubeara por unos segundos. Su presencia
imponente envuelve el ambiente, causando desastre en mi interior, y esa seguridad que
rodea mi pecho, retumba con más fuerza, logrando que sea un enigma que tengo que
descifrar por mi cuenta, para descubrir esa sensación estridente que siento cuando estoy
con él…

Se asoma, permitiéndome que logré verlo… No hay máscara que oculté su rostro ni nada
que me impida conocer al hombre al que fui vendida.

Aprieto mis labios, amortiguando mi jadeo.

No hay rastro de su camisa.

Trago grueso, cuando su cuerpo esculpido por los dioses, me hace perder el sentido de
sus palabras… Centro mi mirada en su abdomen definido y duro, y como las gotas de
sudor recorren por esa belleza, es una tentación de la cual me prohíbo tocar, caer en sus
redes será mi condenación… Mientras me pierdo en él, recuesta su peso sobre el marco
de la puerta, mirándome, con intensidad.

Sus ojos oscuros como las tinieblas, son un peligro, porque me siguen tentando a
hundirme en sus sombras y gozarme con su placer de querer absorberme el alma; pero
me mantengo lúcida, para no someterme a él, ya que desde que apareció en la oscuridad,
tuvo control sobre mí. De alguna manera, removió partes que nadie ha descubierto, pero
él, sin siquiera tocarme, tentarme o desearme, pudo lograrlo… Solo tuvo que mirarme a
través de esa mirada que me muestra como anhela arder el mundo en llamas.

¿Qué tienes de especial? Para tentarme en caer en tus sombras…

—Hola de nuevo, corderita. —su voz es arrulladora.

Curva una sonrisa peligrosa, aparté la mirada, centrando mi vista en la ciudad que me
permite desviar mi concentración del hombre que está a centímetros de mí, queriendo
descubrir mis secretos más profundos y deseando tentarme para terminar envuelta en su
piel.

Respiro evitando hacer contacto visual. Tensé mis músculos de mi barbilla y moví mi
cuerpo entre las sábanas, ansiosa por saber una respuesta de su parte, pero me mordí la
lengua para no soltar cualquier palabra que tomará en mi contra.

—¿Qué hago aquí? —pregunté tiñendo mi voz de confusión, clavando mis ojos en él, que
aún se mantiene en la misma posición, con una sonrisa demasiado encantadora para mi
gusto.
—¿No es evidente? —contestó con otra pregunta, rechine mis dientes. Sonrió. —Cuando
me preguntaste quien era, te di una respuesta, corderita—me recordó, elevando sus cejas.
Hice un recuento de su aparición y cada palabra que salió de sus labios. —. Te prometí
que sería tu salvador, heme aquí. —señaló la habitación.

Mis ojos se dispararon en confusión.

—No trates de entender mis acciones, no encontrarás nada relevante, y aunque halle una
lógica a mi comportamiento, cada vez te irás confundiendo más y más. —sugirió con
honestidad.

Analice sus palabras y estudie su expresión corporal para encontrar algún indicio de
mentiras enredadas, pero como él me había aconsejado, no hallé nada relevante, solo
terminé con muchas interrogantes.

La luna nos deslumbró con su luz, justo en el momento en que cruzamos nuestras
miradas, la oscuridad nos envolvió. El brillo en sus ojos es un acertijo que me arriesgo a
descubrir, uno que anheló descifrar, sin importar a lo que me adentraba, porque el viaje en
su interior; es como la tormenta de la lluvia, donde los relámpagos se adueñan de los
cielos y desatan un caos, imposible de parar.

—¿Qué tanto piensas, corderita? —inquirió, dando pasos en dirección de la cama.

Selle mis labios para no hablar, si deseo salir ilesa de este juego al que me estoy
sometiendo, tengo que permanecer intacta, sin ningún desastre que arreglar. La tormenta
puede desatarse después, cuando me encuentre muy alejada de su presencia.

Me pongo sobre mis codos, recostando mi peso sobre ellos, enderezando mi espalda y
levantando la cabeza, para poder terminar lo que tengo que iniciar. Quité las sábanas que
envuelven mi cuerpo, hallando prendas que se acoplaron muy cómodas a mi piel, lencería.
Son oscuras, llamativas y de encaje, como me gusta.

—Tienes buenos gustos. —lo halague, olvidando que sus asistentes hicieron todo esto por
él. Oculté la decepción entre mi molestia y aparté la mirada de mi cuerpo, centrando mis
ojos en su dirección, al sentir como sus orbes relucieron por la escasa tela sobre mi piel
dorada.

—Muy pocos lo alaban—lo miré confundida. —. Gracias, corderita.

Maldije entre dientes al sentir como su apodo me hizo apretar las piernas. Odio como
suena en sus labios, lo detesto, porque tiene la capacidad de hacerme perder los estribos,
sin necesidad de mirarme.

Extendió una mano.

Direccioné mi mirada de su mano a su rostro, dudando sobre mi elección. La confianza


que porta es confusa para mi sistema, pero agradable para mis emociones.

Tomo su mano.

Sus dedos se enrollan entre los míos, puedo sentir como su toque me quema, intento
alejar mi mano, pero es muy tarde, ya me tiene envuelta y no está dispuesto a soltar mi
mano.

Caminamos alrededor de la habitación, hasta llegar a la sala principal. Sigo sus pasos muy
de cerca, sintiendo como el ambiente se transforma en tensión que hace reaccionar a mi
cuerpo a la defensiva. No puedo estar cerca de él.
Veo que con su mano libre, sujeta un abrigo largo, negro, y antes que sigamos
movilizándonos, cae sobre mis hombros, cubriendo la desnudez de mi cuerpo, haciendo
que me sienta menos incomoda por estar modelando a un hombre que no tiene ni el
mínimo interés en mí, lo puedo ver a través de sus ojos, que no busca poseerme.

Y eso me hierve la sangre.

Tiro mi brazo, deteniendo sus movimientos, me mira por encima de su hombro, enarcando
una ceja, confundido por mi intervención, pidiéndome una explicación, que no creo que
pueda entender.

—¿Por qué estoy aquí? —tiro las palabras al aire, esperando una respuesta clara y
contundente. —Sin acertijos. —pido airada.

—Solo sigue caminando, corderita.

Obedezco a su petición sin reproche, me dejo guiar por él, sin tener el temor de dar un
paso en falso y terminar rodeada de más problemas, porque tengo la certeza que él, no
me soltará.

Salimos al balcón.

La brisa del viento refresca mi rostro.

—No serás mía—confesó captando mi atención. —. No te compré para que me


complacieras en la cama ni para poseerte como el mundo lo desea. Si estas presenté, en
esta noche, bajo las estrellas, es porque anhelé demostrarte que si tienes el control de tu
vida, al proclamar que tú eres dueña de tu vida—sus palabras solo me confundieron más y
más. —. Mi acción tiene un fin.

Me miró.

—Todos tenemos un fin—le aseguré perdiéndome en su mirada. —. No sé cuál es tu


propósito al comprarme, mientras más intento descifrar tus palabras, más me envuelves en
tus acertijos, y es demasiado confuso para entender.

Negué con mi cabeza.

—Dime lo que quieres y esta noche lo tendrás. —pedí, deseando, que escuchará las
súplicas escondidas en mis palabras.

Sus orbes brillaron con fascinación y tiró sus labios esbozando una sonrisa que supo a
gloria. Soltó mi mano y acortó la distancia entre nosotros, acaparando todo el ambiente y
siendo mi centro de atención, al tenerlo contra mí, mirándome como solo él sabe hacerlo,
logrando que siguiera deseando sumergirme en sus sombras y declarando que juntos
arderíamos el mundo, como tanto deseamos…

—Quiero que seas tuya, dama de la noche—susurró, su aliento impacto en mi rostro. —.


Deseo volver a ver cómo humillas a una sociedad entera, al demostrar que tú tienes el
control de todo el mundo, con tan solo tu belleza.

—Ese es tu fin.

Chasqueo su lengua.

—No—sentenció, acercándose más. —. Esta noche solo me escondí entre la oscuridad,


buscando la manera de encontrar el ancla que me llevará a mi fin…
—Y me encontraste. —terminé por él.

Asintió.

—Solo soy una pieza en tu tablero que te llevará a tu fin—reí satíricamente, retrocediendo,
abrumada por su presencia. —. Seré utilizada…

Colocó su dedo anular contra mis labios, silenciándome.

—Hagamos un trato—propuso con seguridad, vi la confianza en su mirada, en cómo sabía


que iba a caer bajo sus garras. —. Seamos aliados.

—¿Y qué obtengo a cambio? —cuestioné. —Porque no aceptaré si no me ofrece algo que
valdrá la pena, no seré quien se arruiné la vida…

Volvió a callarme.

—Ser tuya.

Valentina…

“Ser tuya” …

Dos simples palabras hacen eco en mis pensamientos, el estruendo es tan intenso,
produciendo que, una sensación amarga, revolotee en mi pecho, por el sonido agudo,
chillante y reñido que repercute en las paredes de mi cerebro, como es un disco rayado
que no detendrá su secuencia… Puedo escuchar su ronca voz, susurrándome a través del
viento.

Retrocede, dando algunos pasos atrás, permitiéndome tener el control de mis sentidos
porque su cercanía afecta mi juicio.

Nuestras miradas se enlazan, sus ojos se pierden en los míos, soy espectadora de cómo
tira sus labios en una sonrisa que me hace dudar de dar el siguiente paso; puedo notarlo,
percatarme de que no estamos dispuestos a desviarnos de nuestra dirección cuando
tenemos a nuestra atracción principal a solo unos pasos. Mantenernos conectados, sin
perder la vista del otro, logra que sigamos sincronizados, vigilando los movimientos del
adversario. Somos dos personas intentando ganar una batalla donde ambos terminaremos
perdiendo.

Lo siguiente que veo, es como merodea alrededor de mí, sus manos intentan tocarme,
pero la indecisión en su mirada, logra que queden suspendidas en el aire, mientras caen
lentamente. Su cuerpo se roza con el mío y su respiración eriza mi piel, lo siento tan cerca.
Cierro mis ojos, enfocando mi mente y ordenando mis pensamientos, controlando los
latidos de mi corazón y escuchando como expulsa el aire de sus labios. Al abrir mis
parpados, sus orbes negros me interceptan, y no pierden el tiempo al querer calarse en mi
alma, queriéndome robarla sin dejarme las cenizas…

—No necesitas ser de nadie—murmuró, su aliento rozó mi cuello. Mis piernas se


movilizaron solas cuando se acercó más a mí. —. Quiero que seas tuya.

Lo miro confundida.

Emite mucha confusión con sus acciones, esa maña de enredarme, solo causó fastidio en
mi ser. Cada línea que traza es más confusa que la otra, sigo perdiéndome en sus
palabras, desorientada por no encontrar la salida. Trato de descifrar el acertijo y encontrar
la manera de entender sin recurrir a más preguntas que nunca tendrán respuestas, pero
mientras más lo intento, sigo caminando en círculos, hallando el escape de finalizar este
recorrido.

Mis manos se aferraron a mis costados y mis dedos se movían nerviosos por el efecto de
su presencia.

—Pero soy mía. —acote mirando de reojo como se mueve alrededor.

Presioné mis labios cuando escuché su ronca y fuerte risa inundando el balcón vacío y
silencioso, apenas se lograba oír el bullicio de la ciudad bajo nuestros pies. Sus manos
terminaron cayendo sobre mis hombros, tanteando cada centímetro de mi piel. Sus dedos
apartaron delicadamente los mechones rubios, colocándolo detrás de mi oreja, para luego
deslizar sus manos por mis brazos, frenando los latidos de mi corazón, que amenaza por
salir de mi pecho, por la intromisión de sus movimientos.

Está jugando conmigo.

—No eres tuya. —susurró en mi oído, su cuerpo está tan cerca, que me roba los sentidos.

—¿Y quien lo dice?

Me giré sobre mis talones, furiosa, fastidiada… Levante la mirada, impactándome con sus
ojos negros tan profundos como el seol.

—Yo.

Fue mi turno de reír.

—No se quien eres tú, así que tus palabras no son relevantes.

Adrede, tomó un mechón de la peluca que ocultaba mi verdadero cabello. Su dedo se


enredó con el mechón rubio y tiró un poco de él.

—Ya te dije—no me mira. —, no necesitas saber quién soy para confiar en mí ni


demostrarlo—hizo un recorrido con sus ojos y se detuvo en los míos, seguro. —. Ya tengo
tu confianza sin esforzarme, a través de tu mirada puedo verlo.

—Seguro. —desatine.

Mis piernas se tropezaron al momento de dar pasos atrás, tambaleando mi cuerpo. Salgo
de las garras de sus manos y encuentro la forma correcta de respirar sin sentir como el
pecho se me contrae por el efecto de su delicioso aroma que obstruye las fosas nasales,
impidiéndome que inspire profundamente la brisa del viento, para sentir que no estoy
perdiendo mis sentidos al desear deshacerme en sus brazos y ser sostenida por él. No
puedo permitir que tenga ese poder sobre mí, debo dejar de seguir su juego porque si
decido seguir sus pasos terminaré envuelta en grandes problemas.

No puedo seguir tentándome.

—Soy mía. —sentencie tajante.

—Eres esclava de tu propia codicia—la crudeza en sus palabras ensombreció mi rostro y


oculte el deseo de matarlo. —. No eres dueña de tu vida, cuando has pasado los últimos
años, sometida a la oscuridad que te rodea, solo por un fin, que no sabes si lograrás
alcanzar—declaró. —. Sigue creyendo que podrás deshacerte de cada grieta que ocultas
detrás del poder de tu mirada, dama de la noche.

—¿Por qué suenas tan seguro? —pregunté, apretando mis manos.

—He visto esa indecisión muchas veces—contesta, evitando tocar fibras de mi ser que no
está listo para conocer. Como va trepando los muros es cuestionable, pero permito que
siga creyendo que puede llegar a mí, cuando nadie ha podido lograrlo, ni siquiera mi
propia familia. —. No puedes controlarla porque no solo es una sensación vana que
revolotea en tus emociones, es mucho más profunda, atacante y contradictoria, que está
arraiga en ti para perturbarte, logrando desestabilizar tus sentidos y todos los planes que
piensas ejecutar—su sonrisa se ensancha más al percatarse de cómo estoy titubeando
ante sus palabras. —. La lucha interna sigue deteniéndote.

—¿Quién eres? —cuestioné demasiado confundida para poder articular otras preguntas,
aunque la respuesta nunca iba a llegar sin acertijos, la necesidad de saber su identidad
pone a prueba la escasa paciencia que me queda.

Estoy dudando.

Retrocediendo y titubeando, por las palabras de un hombre.

—Aún no, corderita—su negación me causó más frustración. —. Aún no.

Abro la boca lista para replicar y dar por finalizada esta conversación, pero mis palabras se
ahogan por el estruendo de los relámpagos, justo al instante que veo como se pierde en la
oscuridad de la habitación, ocultando su presencia otra vez, mientras las gotas se deslizan
por mi cuerpo. Antes que mis piernas se movilicen, su fornida espalda es lo último que
logró mirar, para luego hacer que mis pasos sigan los suyos, adentrándome a la nueva
dirección, trazando más líneas que intentarán separar nuestros caminos, pero se burlarán
en nuestras caras al ser paralelas, ya que nos volverán a unir; lo sé, una vez más,
enlazaremos caminos, siendo dueños de nuestro propio destino, sin ocultarnos.

—No desearás haberte cruzado en mi camino ni haber visto mi rostro, porque desde que
te detuviste a escuchar mis palabras, aceptaste tu camino—sonó escalofriante, pero eso
logró que siguiera sus pasos. Se asomó entre las sombras, la oscuridad cubre su cuerpo y
solo alcanzo a observar la mitad de su rostro; su sonrisa es siniestra.

Clavó sus ojos en mí, sediento de poder.

Sus cejas se elevaron al mirar la interrogante en mi expresión, abro y cierro la boca, por la
advertencia en su mirada de no pronunciar ni una palabra más, pero mi instinto por saciar
mi curiosidad me llevó a encontrarme con una respuesta que cambiaría el rumbo de mis
planes, y que todo lo que pensé que tomaría, se olvidaría justo en el instante que mis
palabras salieron:

—¿Y cuál es mi camino?


Estiró la comisura de sus labios con una leve sonrisa que congeló mi sistema y encendió
una parte de mi alma que nunca logré apreciar.

—Ser la reina del tablero.

Hasta ese entonces, hubiera deseado seguir pensando que encontrarme con él, había sido
mi mejor elección, sin saber que tiempo después, iba a conocer las verdaderas
consecuencias de haberlo encontrado en el camino, ya que ese sería el castigo que me
condenaría al suicidio.

Conocerlo no fue cosas del destino ni una coincidencia…

Nunca supe los motivos por los cuales la vida nos enlazo, pero al hacerlo, al condenarnos
a vivir queriendo que pertenezcamos a la vida del otro, solo logro que termináramos
muertos.

(...)

Las puertas del club se me abrieron, aún se puede apreciar el glamour de lo que había
sucedido la noche anterior, se olía esa victoria. Caminé como si nada hubiera sucedido,
forzando mi mejor sonrisa, transformando la expresión de mi rostro, como si todo estuviera
perfecto, porque aunque no pudieran reconocerme y saber que estoy presente, el
descontrol de mis emociones se metió en mi sistema, deseando venganza.

Respire.

Había aprendido a controlar la ira recorriendo por mis venas, envenenando mi cuerpo,
aunque a veces el descontrol me impulsa a ser más icónica, todo se complica más. No
vine esta noche a mostrarme como todo el mundo me conocía dentro del club, estaba
infiltrándome para seguir pisando sus talones y averiguar sobre los crímenes que se
cometen dentro de estas cuatro paredes.

El clímax.

Divise las enormes letras en uno de los rincones, brillantes. Las luces opacas apenas
permitían reconocer a las personas. Me abro paso para llegar hasta el segundo piso y
mirar en todo su esplendor al club.

Me recuesto en la baranda de fierro, observando.

Siempre fue el centro de todo, catalogada como una sociedad prestigiosa por el nivel
social que lo rodea. Por fuera aparentaba ser un club donde encontrarás mucha diversión
y no pasaba de más; sin embargo, conocerlo por dentro, saber su historia y cada cosa que
sucede, va más allá de lo que presenta. No solo es un club nocturno, también es un
prostíbulo que se esconde bajo esa fachada perfecta que venden, y hay más sucesos que
he ido descubriendo todos estos años.

Es más que un club.

Camino alrededor del segundo piso, observando cada detalle que tengo que memorizar
para seguir avanzando. Ingreso a un pasillo que me llevará a los más profundo del lugar,
ya he venido algunas veces con otra identidad y he sido muy bien aceptada por la cantidad
de dinero que decidí invertir en los juegos de mesa.

Saludo con un falso entusiasmo a uno de los encargados.

—Es un placer tenerla con nosotros esta noche. —su sonrisa es fingida.
Ignoro sus palabras y pasó por su lado, olvidando que existe. Al ingresar a la sala, me
encuentro con todos los que recurren a este sector del club, son muy pocos los que tienen
el acceso libre, es un lugar exclusivo para millonarios en busca de mucho más.

Me abro paso, moviendo mis caderas y sonriendo seductoramente, cada vez que me topo
con un rostro conocido. Muchos de los clientes han tenido la dicha de compartir mesa
conmigo y he descubierto secretos de esa manera.

—Es bueno saber que nos une, señorita Hume. —anuncia Gregory, uno de los hombres
que tengo a la mira. Su fortuna no es lo que me interesa, es su caída, ya que es parte de
todo lo que me sucedió años atrás, cuando se atrevió a manipular las acciones y decidió
ponerse del lado equivocado aun teniendo lazos de amistad conmigo.

Me hace bien saber que no puede reconocerme, siempre ocultándome detrás del arte del
maquillaje, y convirtiéndome en alguien con un rostro diferente. Aunque he de admitir que
no entiendo como no pueden conocerme, cuando muchas veces al verme al espejo sigo
mirando el mismo rostro de hace años.

Me acomodo las gafas.

—Solo he venido a ser una espectadora más, hoy no voy a jugar. —confieso sonriendo de
una manera angelical. Gregory no parece complacido por mis palabras, acorta la poca
distancia que nos separa y tiene el atrevimiento de acomodar las gafas que ocultan mis
ojos color marrones.

Su falsa sonrisa solo agranda la repulsión en mi pecho. Intenta verse inofensivo, pero solo
puedo apreciarlo como un hombre de bajos principios que asquerosamente enfermo por
personas menores que él.

—Es una pena. —murmura muy cerca de mi rostro.

—No la incomodes.

Segundos después, lo veo lejos de mí. Giro mi cabeza, mirando a Dante, quien no deja de
mirarme como si fuera extraño encontrarme en este lugar.

Dante Harrison es un aliado muy prometedor, solo que aun no conoce las capacidades
que pueden hacerlo brillar y se relaciona con personas que desean manipularlo para
alcanzar todo tipo de medio. Siempre he pensado que nunca se creyó lo que les comenté,
a pesar de su desconfianza, ha sido demasiado sobreprotector conmigo, creo que le
recuerdo a aquella amiga que perdió.

—Buenas noches.

Estira una mueca desagradable y se acomoda en el lugar que está a lado mío.

—Pensé que no regresarías. —Su tono es obstinado.

Trato de no irritarme.

—Esta noche será solo espectadora —le comentó Gregory, aburrido. —. Quería que mi
noche fuera más divertida.

—Jugaras con nosotros. —riñe Greta, una de las socias del club.

—Con ella es más divertido.

Sonrío.
Hace meses, cuando decidí que era el momento de movilizar todo a mi favor, tomé la
decisión de infiltrarme dentro de estas cuatro paredes con otra identidad que no fuera “la
dama de la noche”, así que me oculté entre la multitud de millonarios que venían a
desperdiciar su dinero en juegos de mesa. Este lado del club, es mucho más de lo que
pensé, ya que no solo se intercambia dinero, hay algo más oscuro y peligroso, pero no
todos están sumergidos.

Solo pocas personas son los que conocen a profundidad cada parte de este lugar. Son
contados, además que los conocedores de todas las atracciones dentro del club, viven
sabiendo que en cualquier momento pueden acabar muertos por saber una verdad que
nunca se debe saber.

Para todos los presentes en la mesa, soy una niña rica que vino hasta este país buscando
aventuras. Les he contado una extraña historia que no sé si se lo creyeron, pero al apostar
millones de dólares, no dudaron en añadirme en su grupo social.

Supe mover bien mis fichas.

—¿Cuándo regresarás a casa? —cuestionó Greta, con un tono superior.

La miré.

Tuve que fingir que me agradaba para ganarme su confianza. Me obligué a actuar como
una supuesta esclava para conocer más a fondo sus secretos que oculta la empresa de su
papi.

—Aún no lo sé. —miento.

Siento la mirada de Dante, profundizándose en mí. Lo miro.

—¿Sucede algo? —pregunté, enarcando una ceja.

Sacudió su cabeza y regresó la mirada al frente, ignorando mi pregunta.

—Esta noche tenemos a una invitada. —mencionó Gregory.

Direccioné mi vista al frente, topándome con la mirada de una hermosa mujer. Sus ojos
ámbar recorrieron por toda la mesa, llegando hasta mí.

—Buenas noches, soy Allison.


Valentina…

—Buenas noches, soy Allison.

Iba vestida con un corcel plateado que rozaba sus muslos, sus curvas se pronunciaron Iba
vestida con un corcel plateado que rozaba sus muslos, sus curvas se pronunciaron
atrayendo las miradas lujuriosas del pública, y sus piernas largas resaltaron por la abertura
insinuante en la tela, mientras sus pechos firmes sobresalieron por el corte v sobre su piel
bronceada.

Su expresión corporal gritaba: Sexo.

Escondo mi sonrisa al darme cuenta de por qué, tiene el maquillaje recorrido. Alzó su
mentón aspirando ser superior a todos, sus labios carmesíes mostraron una sonrisa
inocente y angelical, esas que hacen creer lo encantadora que podemos llegar a ser,
cuando solo me demuestra que detrás de esa fachada, intenta engañar y usa artimañas
para llegar a ellos, ocultando el verdadero monstruo, escondiéndolo para que nadie
pudiera verlo, ya que si lo descubren, sería la siguiente presa para cazar.

Estaba rodeada de monstruos.

Esto era una cacería, de la que pocos se salvaban.

Miré a Dante, esperando una reacción de su parte, pero solo aprecié como su mirada se
encendió con una ira inexplicable. Sus ojos revoloteaban alrededor de la nueva invitada,
está le sonrió falsamente, logrando que él, se removió incómodo y apartara su mirada,
como si con tan solo verla, su ira rebosa por completo.

El ambiente entre ambos fue confuso, su expresión corporal insinuaba mucho, pero las
miradas que se lanzaron, era todo lo contrario. Una interrogante se asoma en mi expresión
mientras mis ojos se pasaron de un lado a otro, detallando cada gesto que me ayudaría a
descubrir una verdad a voces.

Muchos secretos se guardaban, otros solo pasaban desapercibidos, mientras algunos solo
se ignoraban para no ser una paria para todos. Algunos de los presentes en este lado,
conocían que meter sus manos en este mundo era peligroso, pero su ambición era tan
latente que solo siguieron los pasos para terminar en la cima, cuando no sabían que
incluso las torres más altas, terminaron cayendo, desmoronándose y quedando en ruinas,
como sería sus vidas, luego de haber conocido las consecuencias de pertenecer a esta
vida vil.

No mencioné ni fui parte de la conversación que comenzaron a entablar, me quedé


analizando mis pensamientos, perdida y un poco irritada por como el desenlace se iba
dando. Apenas había participado con una o dos palabras, la noche es extraña, apagada;
no había sentido en lo que hacía. Luego comprendí que, estaba describiendo cómo
acabaría, después de todo, soy parte de este lugar, y un pedazo de mi alma, sigue latiendo
para que pudiera seguir viviendo como lo anhelo aquella niña.

Involuntariamente, elevo la comisura de mis labios, con una sonrisa agridulce, pero la
borró de inmediato, cuando siento una mirada en mí. Levanto la cabeza y clavo mis ojos
frente a mí, su mirada inocente, la que oculta a ese monstruo, me inspecciona como si
intentará encontrar más, parece que mi silencio no le está ayudando a conocerme, mejor
dicho, a estudiarme y reconocer qué tipo de rival seré.

Mujer astuta.

—¿Se te perdió algo? —cuestionó en mi dirección.

Agaché la mirada, escondiendo la intención en mi mirada, quedándome en silencio,


deseando que quisiera saber más de mí, tratará de indagar por lados, donde terminará
encontrándose con más falsedad, como todo lo basado en ella.

Me quedé por largos minutos en la misma posición, sin querer mirarlo, o eso es lo que
estaba creyendo al mirarme con la cabeza agachada, sin mencionar algunas palabras y
con la respiración débil, fingiendo ser inferior que ella. Aunque no sé si iba a caer ante mi
actitud sumisa y dócil, pero al no sentir su mirada sobre mí, lentamente, con cuidado a no
arruinar mi actuación, miré en su dirección, dándome cuenta de cómo había terminado
sobre mis manos.

Todos lo habían hecho, excepto Dante.

Mis ojos volaron en su dirección, encontrándome con su mirada. Sus ojos grises me
escanearon profundamente, analizando mi movimiento. Negó con su cabeza y una sonrisa
confusa dibujó en sus labios.

—Esta noche, permitiremos que nuestra invitada sea la primera en iniciar—informó


Gregory, recorriendo con su mirada a todos los presentes. Greta apretó sus labios e hizo
una mueca desagradable, pude ver a través de su mirada como ardía por desear que
Gregory la mirará como veía a Allison. —. Como nadie se opone, demos por empezado la
partida—sus ojos cayeron sobre mí. —. Es una lastima que no participes esta noche, me
hubiera encantado ganarte.

Deslice una sonrisa que no conocían aún.

—Su suerte no es tan grande para ganarme. —me aseguré de que se diera cuenta de la
burla en mis palabras, cuando su ceño frunció, sabía que había captado mi indirecta.

Dante y Greta ocultaron su risa tras una sonrisa a boca cerrada, y Allison me observó con
interés, queriendo escuchar más que unas cuantas palabras. Y sí que le daré el gusto.

—¿Necesito suerte para ganarte? —preguntó Gregory, apretando la mandíbula.

Su risa se apagó con el bullicio del salón.

—Se puede afirmar incluso ya lo ha apreciado—mencioné sembrando molestia en su ser,


lastimado su orgullo de hombre. —. ¿Acaso la última partida no fue suficiente para que
dejará de creer que era superior a mí? —inquirí. —No abuse de su suerte, que tal vez se le
acabé muy pronto, y aunque la tenga, no podrá ganarme.

Su vena sobresalió en su cuello, sus puños apretados dieron el indicio de su enojo y eso
regocijo mi alma. No había hombre que no le doliera sus verdades y que no lo aceptará
por el orgullo que poseía.
Ya conocía que clase de persona es, sus movimientos, expresiones y tácticas para
engañar a las mujeres. No solo era un aficionado ocultándose entre los mortales, era un
monstruo que acaba con las personas que pensaban que podían tenerlo en sus manos. Si
algo había aprendido de él, era a no subestimarlo, aunque fuera muy inteligente, sabía que
tenía que tener cuidado alrededor suyo, para no terminar tendida en su trampa, ya que
conocía muy bien las artimañas y no dudaba en utilizarlas cuando su presa era tan
complicada.

Desvié mi mirada, tomando en mis manos la copa de vino. Olvidando que me estaban
mirando, confundidos por mi reacción, pero no iba a dejar que intentará lastimar mi ego.
He permanecido mucho tiempo dentro de estás cuatros paredes para dejar que alguien tan
poco quisiera pisotearme.

Puedo fingir ser sumisa y dócil, actuar como si fuera temerosa, pero tengo un límite. Uno
que sobrepasa todo tipo de actuación, así que no dejaré que él, quiera humillarme por
pensar que logrará vencerme, si he dejado muy en claro quien tiene el poder aquí.

—No sabía que eras muy buena jugando.

Mi vista se alzo al escuchar su voz, se había dirigido a mí, cuando no me prestó tanta
atención cuando llegó a estar en esta mesa, pero por lo visto, mi actuación había
funcionado una vez más, y al poco tiempo, ella se convertirá en otra ficha más.

Quizá si me servirá.

—Es una interesante contrincante—acotó Greta. —. Sus jugadas terminan


sorprendiéndonos a todos porque son inesperadas, como su llegada.

Lo último lo comentó como un tono más raro de lo normal. Sé que no le agrado, pero al
verla de esa forma tan hostil me hizo pensar que su molestia venía porque había dejado
de ser el centro de atención como tanto le gustaba ser. Ese era su debilidad, un patética y
absurda debilidad, que se manipulaba tan bien, por eso fue mi primera ficha, al ser tan
manejable, el trabajo fue más sencillo y menos tedioso porque con tan solo prestarle tanta
atención y dejar que ella sea quien brille, todo era más práctico. Conocer los secretos fue
más fácil de lo esperado, pensé que era una mujer inteligente por cómo se comportaba
delante de todo el mundo; sin embargo, era como todos de este mundo, que se ocultaba
tras las espaldas de su papá cuando cometía algún crimen, ya que el dinero mueve a
todos incluso a las personas.

Greta borró su sonrisa.

Apreté mis dedos en las palmas de mis manos, rechiné los dientes y oculté el fastidio en
mis ojos cuando me dirigí hacía Allison, que aún esperaba una respuesta de mi propia
boca, pero dejarla esperar es lo más válido, ya que así generaré más interés e intriga. Solo
necesitaba hacerle ver, cuán fácil era acceder a mí, así tendría un punto más a favor y
terminará en mis manos, envuelta, lista para ser la ficha más sencilla de mover, como
todos los presentes en esta mesa, a excepción de Dante.

Él nunca será una ficha dentro de este tablero, solo estoy aquí por él. Cuando éramos
niños siempre me cuidó de todo lo malo que había, nunca soltó mi mano y estuvo en las
buenas y malas, sin importar cuanto su familia lo castigaba, no dejo de quedarse a mi lado.
Si me infiltré y tomé una identidad falsa, fue para protegerlo de lo que vendría, de alguna
forma, llegaría a él, y lo alejaría de todo, para que no sintiera el desastre que se avecinará
cuando empiece la lucha por el poder.

—Solo es suerte. —susurré.


—¿Suerte? —torció sus labios y pensó, dejándome de mirar. —No creo que sea suerte,
por lo que escucho de cómo terminas ganando cada partida aun cuando estás perdida,
dudo que lo tuyo sea suerte, creo que es habilidad. —dedujo complaciente.

Desatine sus palabras con una mano, restándole importancia.

—Supongo, no lo sé.

El resoplido fuerte salió de los labios de Greta, me miró e imité su movimiento. Sus cejas
se dispararon como interrogantes y el entrecejo se hundió por tanto arrugar la nariz.

—Solo acepta el cumplido que te está dando—sugirió irritada. —. No nos hagas perder el
tiempo, escuchando como niegas algo que todos en esta mesa sabemos.

—No lo hago—me defiendo pareciendo atemorizada. —. No creo que sea una habilidad,
solo inicie porque deseaba probar cosas a las que nunca me había arriesgado, nunca supe
como jugar, pero ustedes fueron los que me enseñaron.

—Entonces, ¿estás diciendo que nosotros somos hábiles? —preguntó Greta, menos
disgustada y más razonable, tirando apenas una sonrisa. —Puedo confirmarlo.

—La alumna superó a los maestros. —admitió Gregory, asintiendo con la cabeza y
sintiéndose orgulloso de mis palabras.

Quise reírme, realmente deseaba soltar una carcajada al saber que creyeron en mis
palabras, pero me contuve cuando los ojos perspicaces de Dante terminaron en mí,
analizando lo que estaba escondiendo, porque él, sí, era demasiado inteligente para
confiar en mis palabras.

Ya había descubierto algunas pistas que dejé en el camino, solo necesitaba que siguiera
esas pisadas y llegará hasta el final, si lo hacía. Si tan solo llegará, él será un nuevo aliado
que tendré de mi lado, sin dudar aceptaría porque si de algo estaba segura, era que nunca
él había dejado de buscarme, ya que sabía que seguía viva.

La partida de póker inició.

Observé todos los movimientos de la nueva invitada, que cada vez me mostraba algo que
no veían. Es buena escondiéndose, incluso hasta yo creería que le encantaba estar en
este lugar, pero solo se ocultaba con un fin.

Y muy pronto lo descubriré, nadie andaba por estos rincones sin que yo supiera sus
propósitos.

—¿Cómo vas en el trabajo? —preguntó Greta, soltando algunas cartas y observando las
que tenía en sus manos. —Hubo el rumor de que te robaron información confidencial.

Esas palabras llamaron mi atención.

—Se supone que era confidencial. —rechinan las palabras entre sus dientes.

Greta se encogió de hombros, los demás escucharon con atención.

—Soy socia de la empresa, ¿Qué esperabas? ¿Qué me enterará después? —enarcó una
ceja. —Sigo sin creer como irrumpieron en nuestras defensas, creía que teníamos una de
las mejores, pero por lo visto acaban de burlarse de nosotros.

La expresión en el rostro de Gregory fue lo mejor que pude apreciar en la noche. Sé del
robo, todo lo había planeado yo, pero la mente maestra fue mi hermano, quien no dejaba
de sorprenderme al sobrepasar tantos algoritmos al entrar a la base del sistema de una de
las centrales con más protección que cualquiera.

—No ha terminado—anunció Gregory, tirando dos cartas. —, esto solo es el inicio porque
te aseguro que hallaremos al culpable y nadie sabrá que algún día existió. —Su amenaza
alarmó mi sistema, pero me controlé porque sabía que aunque intentará descubrir quién
era el responsable, no hallaría pistas.

—No estamos en este lugar para hablar de trabajo—intervino Dante, sacando una carta de
la baraja. —. Estamos aquí para entretenernos.

Respiré aliviada.

—Es imposible poder concentrarse cuando entraron a nuestro sistema de seguridad.

—¿Cuántos enemigos tienes? —pregunté, las miradas terminaron en mí.

—No tengo enemigos. —contestó Gregory. —Soy una persona con principios y moral,
jamás actúe por el poder o por dinero.

Endurecí mi rostro y mis pulsaciones se aceleraron, por la furia en mi sistema. Inhale


siendo consciente de la mirada de todos y disimule cuando expulse el aire.

—Si no has lastimado a nadie, entonces no habría porque sucederte estos sucesos. Las
personas no siempre actúan por desear dinero y si ya lo hubieran querido, ya te hubieran
contactado, pero al parecer no lo hicieron—señalé lo evidente, tomé la baraja en mis
manos y comencé a ordenarlas, como me gustaba hacerlo. —. No puedes decir que no
tienes enemigos.

La mesa se quedó en silencio, mis manos se movían con las cartas.

—¿Sucede algo? —pregunte cuando todos estaban mirándome, extraños. —Solo acote un
pensamiento que se me cruzó en la menta, es demasiado extraño que ingresarán a tu
sistema para robar información confidencial sin que te pidan algo a cambio—coloqué las
cartas en su lugar y levanté la mirada, clavando mis ojos en él. —. Tal vez, no eres tan
bueno como profesas.

—¿Qué estás insinuando? —Sus puños impactaron contra la mesa, me sobresalté


asustada y retrocedí, cubriendo mi cuerpo con mis manos.

—Tranquilo—le exigió Dante, con los ojos puestos en mí. —, no ves que la asustaste.

—Sí, cálmate Gregory—pidió Greta, tomándome de la mano y entrelazando nuestros


dedos. Después de todo, ella no era tan mala como mostraba. —. Ella no estaba
insinuando nada, solo comentó algo que todos pensamos. —señaló, apoyándome.

Apreté su mano en forma de agradecimiento.

Greta no deseaba ser una víbora, siempre creció con el pensamiento de que si no era
como sus padres querían, no sería suficiente. Actuó bajo las influencias de sus padres y
compartió la infancia con su perfecta hermana, quien aún no daba la cara porque apenas
sabía sobre sus orígenes.

Ella siempre deseaba ser el centro de atención porque nunca la vieron como es; sin
embargo, jamás cambiará el hecho de que para alcanzar todo lo tiene en sus manos,
arruinó vidas que nunca merecieron experimentar el sufrimiento, ya que apenas podían
sobrevivir en las condiciones en las que estaban, para padecer más males por la codicia y
envidia de una mujer que nunca supo lo que era ser aceptada bajo una sociedad machista.
—Heather. —pronunció mi nombre con el deseo de matarme con sus manos. Gregory no
movió sus ojos e intensificó su mirada, hasta que levantará la mía.

Lo miré.

—Una pequeña como tú, no sabe lo que es estar rodeada de cuervos que querrán sacarte
los ojos por tener un poder que nunca tendrán.

Traté de no hablar ni agregar algo más, ya había dicho lo suficiente para delatarme, pero
mi instinto por desear que se quedará sin palabras salió a flote.

—¿Y que si lo tienen? —cuestioné.

Apretó su mandíbula.

—Las personas no necesitamos robar un poder para demostrar que podemos vencer a los
monstruos—alcé mi mentón. —. Pero sé que tú no lo eres.

Mentira.

Es el monstruo más vil.

Mis palabras aliviaron el enojo en sus ojos y una sonrisa perversa se acomodó en sus
labios, lista para hacerme creer que él, no era el verdadero villano.

—¿Conoces a los monstruos, Heather? —preguntó Gregory, ensanchó más sus labios,
ampliando la sonrisa convirtiéndola en siniestra.

Negué con la cabeza, otra vez mintiendo.

Sonrió.

Su cuerpo se abalanzó contra mí, acortando toda distancia que nos separaba. Su aliento
rozó con mi piel y sus labios chocaron con mi mejilla, mientras hacía un recorrido hasta
llegar a mi oreja.

—Tienes uno frente a ti—susurró sonando escalofriante, pero no me generó miedo. Estaba
afirmando algo que ya era consciente. Se alejó un poco y me miró a los ojos. —. Yo.

Abro los ojos desmesuradamente, luego escucho su risa.

—Es broma.

Sé que miente.

Ignoran lo que acaba de suceder y siguen jugando, yo me sumerjo en mis pensamientos,


regañándome por lo que acabo de hacer, al decir más de la cuenta. Debo seguir fingiendo
ser alguien temerosa, que busca solo aventura, y no mostrar mi verdadera careta porque
estoy a punto de dar a conocer al mundo que, reviví de los muertos, y estoy lista para
tomar represalias contras los monstruos.

Escondo mi sonrisa.

—¿Aún no te decides si te quedarás? —Gregory me mira esperando una respuesta.

—Estoy viendo las opciones, no solo tengo que pensar en todo lo que obtendré si me
quedo, también debo detallar las ventajas y desventajas. Es un buen lugar para la
diversión, pero no sé si esta bien para empezar a invertir en las empresas con una suma
que nadie desaprovechará, solo estoy esperando que me demuestren que valga la pena,
después de todo, tengo que saber donde invertir mi dinero. —respondo fingiendo una
sonrisa forzada.

—Buen criterio. —me asegura Dante.

Volteo a mirarlo.

—Solo pienso en el futuro de mi familia—escuchó un suspiro. —. Es el apellido de mi


familia que resaltará, tengo que ser sensata en mis decisiones para no caer en la
ignorancia.

—Chica inteligente. —me halaga Greta.

Esperé algunas palabras de Allison, pero se mantuvo cohibida en su lugar, mirándome y


analizando todos mis movimientos. Le sonrío de forma cortés, me devuelve el gesto, pero
es vacío y sin brilló, que me hace pensar que nunca ha fingido, sin embargo, descartó ese
pensamiento cuando me doy cuenta de lo perfecto que le sale el papel de tímida.

El móvil de Gregory vibra en la mesa, intentó alcanzar a mirar el mensaje que resalta en la
pantalla, pero no llegó a nada.

—Si me disculpan, tengo algo que atender. —se pone de pie, dejando las cartas sobre la
mesa. Mira a Greta, le sonríe tan entusiasmado.

—¿Qué? ¿Por qué me miras de esa manera? —interroga está, confundida.

—Lo tenemos. —contestó.

Trago grueso.

—¿A que se refirió? —Greta le preguntó a Dante.

—No lo sé.

Me pongo de pie, de inmediato, pasando las manos por mi vestido y hago una seña a uno
de los de seguridad, que viene a mi encuentro sin dudar.

—Ya regreso—le digo a todos. —, me están buscando.

Es lo último que digo cuando voy al alcancé del guardia, le digo unas cuantas mentiras
para despistar a los presentes de la mesa, que siguen observándome y me pierdo entre la
multitud de personas, caminando al lado contrario de ellos, yendo en busca de Gregory
porque había entendido sus palabras.

Avanzo desesperada, intrigada y ansiosa por saber si lo que estoy pensando es verdad, y
cuando llego al final del salón, justo para ingresar a otro rincón del club, lo encuentro
recostado sobre la pared, hablando con uno de sus hombres, con una sonrisa
escalofriante y la expresión de victoria en su rostro, contento.

—¿Lo encontraron? —le pregunta Gregory.

—Estamos siguiendo sus pistas, señor—le informa. —. Están más cerca de lo imaginado.

—Aceleren el proceso, lo quiero para mañana—ordena con voz demandante. —. No me


hagan perder el tiempo, sabes que odio cuando no acatan una orden.

—Sí, señor. —dice el hombre.


Endereza su espalda y dibuja una sonrisa maquiavélica en su rostro, me escondo lo más
que puedo para que no se dé cuenta de mi presencia, no sin antes, mirar el deseo de
sangre en su mirada.

Rio por su patética victoria porque la persona que encontrará figurará muerta. Mi hermano
está a salvo, me aseguré de eso.

Al contrario, él llegará a mis manos.

Valentina…

—¿Dónde está? —La exigencia en mi pregunta es clara. —No titubees o dudes en


responderme por temor a ser regañado, más vale que me digas donde se ha metido todos
estos días porque te aseguro que me tendrás día y noche en este lugar, arruinando el
ambiente.

Matt, el mejor amigo de mi hermano, me mira incrédulo, con los ojos muy abiertos y el
ceño fruncido, confundido por mi intromisión. Está sin palabras, abre y cierra sus labios,
expulsando un poco de aire por la boca y desvía la mirada, nervioso. Entrelazan sus
dedos, mirando en todas las direcciones, menos a mí, a pesar de sentir mi mirada furiosa,
no se atreve a observarme, porque tiene miedo.

Sonrío.

Matt Graham no es parte del mundo en donde crecimos, apenas lo conocemos hace pocos
años, pero desde que nos topamos con él, siempre estuvo para ayudarnos nunca dudo en
echarnos una mano y escondernos. Congenió bien con mi hermano, ambos se apoyaron
mutuamente. Él le enseñó a mi hermano a hackear, es un experto, pero marginado, y mi
hermano le ayudó a construir un negocio para que no tuviera que estar mendigando por
dinero.

Es así como nació este lugar, un restaurante, afueras de la ciudad, alejado de todo y
escondido. Pocos los conocen y todos los que vienen tienen una buena referencia por la
maravillosa comida; sin embargo, debajo de donde estoy parada, se encuentra nuestro
lugar oculto, infiltrado bajo los ductos de este restaurante. El lugar perfecto para ocultarse
y no ser el blanco.

Algunos del personal, salen en la dirección contraria, huyendo de mi mirada filosa. Solo
quedamos, Matt, quien no deja de mirar al fondo del salón, sus ojos gritan ayuda, pero
parece que nadie vendrá a su rescate, menos cuando me tienen a mí de enemigo.

Acorté la distancia.

—¿Te vuelvo a repetir la pregunta?

Retrocede, inhalando y exhalando, agotado. Se acomoda las gafas y pasa las manos por
su cabello, enredando sus dedos con las crestas.

—No debes estar aquí—pronuncia con dificultad. —, tenemos un acuerdo. Si otras


personas que no sea mi personal te ven, estaremos en serios problemas.

—No soy una persona famosa. —anunció irritada.

Enarca una ceja, se cruza de brazos y señala mi aspecto, involuntariamente, se le levanta


un poco la remera, echo un vistazo sin que se de cuenta de mi mirada. Aparto mis ojos
chismosos de su cuerpo bien formado, entendiendo su punto, y hago un ademán con mis
labios de desagrado por pensar que al no esconderme, todo sería distinto; apenas puedo
dar unos pasos fuera de la ciudad para que ya me estén diciendo que debo seguir
ocultándome, ¿acaso no es suficiente? Llevo gafas negras y una gorra que por poco no
me permite mirar con exactitud, pero al parecer no es una buena idea que me presenté de
esta manera.

Nunca será suficiente.

Hoy, no hay maquillaje ni peluca que me oculte. Solo soy yo, esa chica que desea tener un
día en donde no tenga que estar escondiéndose por temor a ser reconocida. Aunque
apenas las personas de la ciudad recurren a este lugar, sé que tengo que ser prevenida,
ya que no tengo que andar por ahí, de esta forma. He estado escondiéndome por años,
debo seguir haciéndolo y no me está permitido bajar la guardia porque suelen ser
inesperados, ya lo he experimentado, no tengo por qué correr riesgos.

Suspiro.

Me acomodo las gafas y escondo mi rostro con la gorra cuando una persona ingresa al
restaurante. No levanto la mirada ni intenté reconocer quien es la persona, sin embargo, el
coche estacionado fuera del restaurante, me indica muchos detalles.

No es una persona cualquiera.

Hago un ademán para que se acerque a mí, sus pasos son rápidos al notar la expresión
de alerta en mi rostro. Mantengo la calma, no muestro el pánico que se enciende en mi
pecho porque sólo será descontrol la situación, así respiro profundo y me pongo rígida,
mostrando mi postura de confianza y no tensando mis músculos porque siento la mirada
de esa persona en mí, puedo apreciar como sus ojos me perforan la espalda, pero no me
giré a pesar que la curiosidad llama a mi instinto.

—¿Qué está pasando? —inquirió mirando detrás de mí, con los ojos entrecerrados y una
expresión que llamó mi atención.

—La persona que ingresó, la que está detrás de nosotros, ¿nos está mirando? —sus ojos
vuelven a mí, me da un asentimiento leve.

—Por eso debes asegurarte de venir disfrazada—me regaña pasando sus manos por mis
hombros, siento como una de sus manos se desliza por mi brazo y termina en mi cintura,
de un tirón, me atrae a su cuerpo. Mi frente choca con su pecho y su aroma, me permite
deslizar una mueca de asco, es por la elección de su loción. —. No te muevas, solo sigue
mis movimientos y todo estará bien. Sigue mirándonos.

—Descríbemelo. —le pido con urgencia, no hace de rogar.

—No puedo verlo del todo, sus gafas y la capucha, no me deja visualizarlo bien. —dice
alarmándome.

Me separó de él, levanto la mirada y sus ojos me escanean.

—¿Sigue mirándonos?

Asiente.

—Creo que no tiene intención de irse, parece furioso y no me gusta la expresión en su


rostro.

Arrugo mis cejas, extraña.

—¿No dijiste que no podías mirar su rostro? —cuestionó, no me mira.

Su respuesta solo es pegarme a su cuerpo, a la fuerza, escondiéndome de la persona que


sigue mirándonos. Así que, para hacer más creíble la supuesta escena romántica,
envuelvo mis manos alrededor de su cuerpo y recuesto mi cabeza sobre su pecho,
dándole a la persona que nos está observando un espectáculo digno de ver, para que crea
en la actuación ridícula que estamos montando.

Nos quedamos por largos minutos en esa posición, lo siento removerse en mis brazos,
pero no lo suelto, solo le estoy dando más credibilidad a este momento y así pasar
desapercibidos, aunque creo que solo estamos llamando más la atención, pero no tiene
tanta relevancia cuando nos quitaremos de encima a ese tipo.

Y de pronto, escucho su risa, fuerte y ronca, que brota desde su garganta, y resuena por
todo el salón, se logra oír el eco que produce. Me alejó, confundida, sigue riéndose, pero
sus ojos no están sobre mí, sino detrás.

—Será mejor que me sueltes—dice entre risa, quitando sus manos de mi cuerpo y
elevándolas por encima de sus hombros, en forma de redención. —. Tu hermano me
asesinará si seguimos actuando como si fuéramos pareja, incluso ya se le notan las venas
en su cuello porque tanto aprieta su mandíbula.

Retrocedo y me giro sobre mis talones, encontrándome con la expresión seria de mi


hermano y esa mirada asesina que lanza cuando está furioso. Es ahí cuando terminó
cayendo en cuenta que, todo este tiempo, él estuvo detrás de nosotros, mirándonos, y no
era ningún desconocido, como me había hecho entender Matt.
Me volteo, iracunda.

Matt deja de reírse al darse cuenta de cómo lo estoy mirando, aprieto mis puños y expulsó
con brusquedad el aire de mis pulmones, la ira recorre por mi sistema y veo rojo. Sin
importarme el miedo en su mirada, hago que retroceda todo lo que pueda, hasta que su
espalda choca con la pared y lo acorralo, recostando las palmas de mis manos en la
pared, para que no pueda escapar.

Su respiración se entrecorta, traga saliva y sus ojos gritan pánico. Solo estoy jugando con
sus emociones, le causó miedo para que aprenda a no bromear conmigo, pero cabe
admitir que su intervención fue mejor de lo esperado, supo hacerlo y le felicitó por
aprender mis tácticas, así que no le haré nada, sin embargo, hago que crea que lo
golpearé como suelo hacerlo cuando se quieren pasar de listos conmigo.

—¿Te crees divertido? —interrogo, negó frenéticamente.

Su mirada temerosa es graciosa, pero de un momento a otro, su expresión cambia y


levanta el mentón, escondiendo su miedo.

—Te lo mereces—responde sin titubear. —, Vienes a mi restaurante sin avisar, te


apareces con este aspecto cuando quedamos en que te disfrazarías al venir y, sobre todo,
me ordenas como si fueras mi dueña—justifica su comportamiento y no baja la mirada, me
la sostiene. —. ¿Creerías que seguiría acatando cada cosa que dijeras? No somos unos
críos, somos conscientes de todo y no merecemos tu trato aunque seas una maldita sin
corazón e insensible.

Rio por sus palabras, una carcajada sale desde mi garganta, como nunca antes. No es
cínica, ni sarcástica, es natural. Me observa anonadado, con los labios entreabiertos y la
expresión estupefacta, el brillo en sus ojos es un festín para los míos.

Enervo, enderezando mi espalda, sacudiendo la cabeza y cesando mi risa por sus


palabras, pasó una mano por mi cabello y otra por mi rostro. Sigue en su estado de shock
y mientras lo asimila, miro a mi hermano, quien no ha perdido ninguno de mis
movimientos, los sigue como si no deseara quitarme la vista porque al hacerlo, ya me
estaré escabullendo para meterme en más problemas.

—¿Qué fue eso? —giro mi cabeza al escuchar su pregunta. Se acerca, sorprendido,


pinchándome el rostro y tirándome las mejillas. Gruño en respuesta y golpeo su mano,
alejándola.

—Es gracioso verte en este estado—le hago saber, se para bien. —. La próxima vez que
trates de ser divertido conmigo, no hablaré, actuaré. Ambos sabemos que se me da muy
bien actuar y que se muy bien, utilizar mis manos, así que ya sabes, no te hagas el listillo
conmigo que mi puño terminará sobre tu hermoso rostro de muñeco.

—No me amenaces, te recuerdo que estas en mi propiedad y si deseo te echo, así que
deja de comportarte como si fueras la dueña de todo—se queja fastidiado, alisando su
costosa vestimenta. —. Ya llegará alguien quien te quite todo ese orgullo y egocentrismo, y
te demostrará que no eres quien tiene el poder.

—O tal vez, solo me hará ver como utilizarlo bien —corrijo mostrándole una sonrisa
satírica, sacude su cabeza y resopló, resignado. —. Yo siempre tengo el poder, es mi
papel en esta historia, no creo que el rumbo cambié, y si cambia, será porque así lo deseé,
así que mira bien.

—Cuando ese momento llegué, me burlaré en tu cara y me regocijaré. —sonrió con


inocencia y se acercó a mí, envolviéndome en sus brazos, aplastándome.
Me moví bruscamente para que me soltará, pero no me dejó ir. Su mano despeinó mi
cabello y con la otra, picó mi costado, gruñí. Me soltó cuando le propuse un puñete en el
estómago, fue leve, pero hizo que me soltará y me acomodará el aspecto porque había
arruinado todo.

Golpee su hombro, fuerte.

—¿Y por qué fue? —se quejó, tocándose el lugar del golpe, haciéndose el dramático por el
pequeño roce que hice. —Siempre me golpearas y nunca me darás cariño.

Le puse mala cara y rodeé los ojos, fastidiada, por la facilidad que tenía de irritarme más.
Su capacidad cada día sobrepasaba mis límites, pero a veces es divertido verlo con tanta
energía entre nosotros para animarnos el día, aunque fuera imposible para mí. Al menos,
alegraba la vida a mi hermano y le daba esa felicidad que nunca obtuvo con ninguna de
las personas con las que se relacionaba, se podría decir que su amistad iba mucho más
allá de la clase social y de los propósitos ambiciosos que ambos teníamos. Yo nunca me
negué a que Matt, supiera nuestra verdad, desde un principio estuve de acuerdo porque
nos ayudó más de lo esperado, así que luego de una larga conversación con mi hermano,
decidimos decirle y no dudó en pedirnos que lo incluyéramos, ya que también deseaba
erradicar la maldad que él había presenciado en carne propia y su la familia que algún día
tuvo, también.

Sin embargo, cada día que transcurría, el miedo en mi pecho se intensificó mucho más,
porque si daban con alguna pista, todos terminaríamos muertos y no era justo que viviera
una vida así, cuando ya había tenido suficiente.

—Me alegra verte, Val. —su entusiasmo fue escalofriante.

—A mí no.

A través del cristal miré el nuevo coche de mi hermano, es más llamativo que los demás
que tiene, pero no estaba tan mal, después de todo, sus gustos siempre iban a ser
diferentes.

—Me comentaron lo que sucedió hace algunas noches—señaló a mi hermano, lo miré por
encima del hombro, no nos estaba mirando. —. Ese día llegó furioso por cómo decidiste
actuar ante la situación, aunque hubiera hecho lo mismo—volvió a mirar detrás de mí. —,
pero no se lo digas porque se va a fastidiar más. Suficiente tengo con que aparezca
amargado y descargue toda su ira en este lugar.

—¿Qué ha estado haciendo? —cuestioné, casi en un susurro.

—No lo sé—respondió en el mismo tono. —. Solo te puedo asegurar que ha estado metido
por horas en las computadoras, tecleando desesperadamente y no ha descansado ni un
solo segundo, recién hoy salió por la mañana y ha regresado—me comentó como si fuera
un secreto. —. Está tramando algo, puedo presentirlo y no me gusta para nada esta
sensación, ya que sabemos que cuando actúa por impulso, las cosas terminan más
arruinadas de lo que ya están.

Suspiré, cansada.

—Hablaré con él—le hago saber. —. Vine para aclarar ciertos detalles y comentarle lo que
sucedió ayer por la noche, cuando regresé de nuevo al club.

Abrió sus ojos.


—¿Qué hiciste, qué? —cuestionó fastidiado. —Prometiste que no regresarías, me diste tu
palabra. Si tu hermano se entera que has estado yendo con otra identidad al club y
arriesgando tu vida, déjame decirte que no saldrás ilesa del problema que traerá.

—Lo sé—atiné. —, pero no tuve otra opción.

—No necesitan hablar en susurros—ambos nos congelamos al escuchar su voz cerca. —.


Lo he descubierto —me giré para mirarlo y darle una explicación, me detuvo antes que
pudiera formular alguna palabra. —. No quiero tus argumentos o motivos, me cansé de
escucharte como te defiendes cada vez que haces algo a mis espaldas. Se supone que
somos un equipo, pero terminas trabajando tú sola, siendo imprudente y arriesgando tu
vida, solo para conseguir información que podemos obtener entrando a una base de datos,
que es lo más fácil.

—Puedo explicarte.

Ríe.

—Yo no quiero escucharte—acotó y miró a Matt. —. Pensé que podía confiar en ti, al
parecer también guardas secretos.

—No lo metas en esto, solo le pedí ayuda y accedió, sabes que nunca se niega. —lo
defiendo porque si continúa dejándose llevar por su ira, acabará descontrolándose.

—Tú ni trates de defenderlo—me señaló furioso. —. Debió decirme lo que estabas


haciendo y se quedó callado, aun sabiendo que tu vida estaba en peligro, pero parece que
ahora no les importa tomar en cuenta mi opinión, bien. —se encogió de hombros,
restándole importancia a lo que está sucediendo y tratando de ocultar su enojo, a través de
una calma fingida que le salía perfecto, por los ejercicios continuos que practicaba.

—Caleb, solo queríamos protegerte. —le aseguro.

Me mira con una furia inexplicable.

—¿Protegerme? No les pedí que lo hicieran—anuncia apretando sus puños. —. Todos


estos años, yo he sido quien te ha protegido de todo, incluso de ti misma, pero al parecer
de nada sirvió porque ahora estás actuando como si no te interesara tu vida, cuando es lo
más importante justo en este momento—se descontrola. —. Te volviste esclava de tu
propia venganza, no te importa arruinar la vida de otros para conseguir lo que quieres
obtener, ¿verdad?

No respondo.

Golpe bajo.

Abro y cierro la boca, sin querer responder una pregunta que la respuesta es más que
evidente, pero al observar su mirada, en cómo sus ojos me pedían que negará su
pregunta, no me quedó otra opción que quedarme callada, sin mover mis labios o realizar
cualquier expresión que mostraron lo contrario. Mi cuerpo se quedo congelado, en el
mismo lugar, mis piernas no captaron a mi cerebro cuando les obligué a moverse, se
quedaron arraigadas en el piso, deseando no dar un paso más, porque si lo hacía, sin tan
solo me movía, iba a terminar por reaccionar y decirle la verdad aunque no quisiera.

Su mirada me devastó por completo.


—¿No responderás? —cuestionó. —Aunque no hables o ocultes tu verdad de mí, yo sé tú
respuesta—afirmó quitándome un peso de encima. —. Si te pidiera que dejarás de querer
tu venganza, ¿lo harías?

Rio sin poder creerme, de verdad lo hago, pensando que es una de esas bromas que
suele hacerme, cuando finge estar molesto, pero cuando veo que hace una mueca, logro
captar que no está jugando, lo está diciendo de verdad y no piensa a dar su brazo a torcer
aunque le suplicará.

Retrocedo, impactada.

Me siento traicionada.

No puedo creer que sea capaz de pedirme eso cuando ha visto todo lo que he sufrido por
culpa de esos malditos. Todos estos años, me condene a estar lejos de lo único que me ha
mantenido con estas fuerzas para vencer a los monstruos que acabaron con mi vida, y
ahora tiene el atrevimiento de pedirme, que deje mi venganza solo porque tiene miedo a
que termine muerta.

Niego con la cabeza, frenéticamente, furiosa.

Desde que escogí este camino, supe todo lo que esperaba, incluso sabía que en algún
momento iba a terminar muerta, pero me prometí que si eso sucedía, sería luego de haber
acabado con todo y así pudiera tener un mundo en donde no tenga que esconderse por
temor. No me iré sabiendo que este lugar es peligroso para todos, no dejaré que sigan
arruinando más vidas.

Quiero gritarle tantas cosas y negarme, pero al hacerlo, al decirle que nunca dejaré este
mundo, acabaré con todo lo que somos y no deseo eso, no quiero que nuestra hermandad
terminé por algo absurdo, sin embargo, no me queda de otra que dejarle las cosas en claro
porque no quiero que se haga ideas equivocas, al pensar que puede utilizar nuestro
vínculo de hermanos para que dejé mi venganza.

—No—contesté con seguridad y tajante. —. No dejaré mi venganza solo por un absurdo


miedo.

Presionó sus labios y su puño golpeo la pared con fuerza.

—¿Quieres que me dé por vencida luego de todo lo que he atravesado? —pregunté


sabiendo su respuesta.

—Yo te vengaré.

Me burlo en su rostro, mi risa satírica causó que endureciera su expresión.

—No puedes—sentencie. —. Ni siquiera pudiste protegerme cuando eras un niño y ahora


que te crees adulto, ¿crees que podrás sobrellevar todo? —eleve mis cejas. —. No dejaré
que tomes un lugar que no te corresponde, ya no. Puedo hacer esto, solo no tienes que
interferir en mis decisiones.

—Entonces, ¿dejo que seas tratada como si no valieras?

Respire profundo.

—No puedes salvarme, si no lo hiciste en el pasado, mucho menos ahora.

Dio pasos atrás, retrocedió como si mis palabras fueran un golpe tan fuerte que impactó
contra su cuerpo. La expresión en su rostro cambió por completo y sus ojos me mostraron
el dolor que generó mis palabras, uno que hizo que me arrepintiera de lo sucedido, quise
disculparme, espero una disculpa de mi parte, pero mi orgullo fue más fuerte y levanté la
cabeza, presionando mis labios, ignorando la súplica en sus ojos para que me retractaré
de lo que había dicho.

Retrocedo, decidida de mi postura y no mostre arrepentimiento, lo que hace que él, solo
me observe con decepción y salga del lugar, yendo directo a la puerta trasera, que lleva
directo al sótano, donde se puede encontrar el lugar secreto.

—¿Era necesario actuar tan frívola? —inquirió Matt, decepcionado.

—Esta soy yo.

Negó.

—No, no eres tú—me aseguró. —. Solo eres alguien que no reconozco.

Ignoré sus palabras que calaron mi interior y seguí los pasos de mi hermano, deseando
saber lo que hará después del impacto en mis palabras. Empuje la puerta trasera y me
metí en el pasillo oscuro, caminando directo a la puerta que me llevaría abajo… Reflexioné
sobre mis palabras, pero no me arrepentía por lo que había dicho, estaba siendo muy
sincera y no pienso retroceder ni cambiar lo que soy por querer que no le duela la verdad.

Tiene que aceptar lo que soy, yo no haré nada para cambiar aunque ese sea el motivo por
el cual terminemos separados. A lo mejor, es una buena decisión para no terminar en las
manos de los enemigos. Ya no lo quería dentro de este mundo, deseaba que viviera su
vida sin preocuparse sobre la existencia de los malos, anhelaba que dejará de
experimentar más situaciones traumáticas, que aunque lo ocultará, había ciertos
momentos en donde todo lo que sucedió le afectó tan fuerte que los episodios de ira son
más constantes y más maniáticos. Así tomara su medicina o fuera a terapias, nada
opacaba esa parte dolorosa que había vivido por mi culpa.

Ingrese al lugar, las luces apenas iluminaban la habitación. Lo busque con la mirada,
encontrándolo en un rincón, tecleando en una de las computadoras, mientras sonaba una
canción tétrica que comenzaba a odiar.

—¿No dirás más?

Me miró de reojo cuando escuchó mi voz, se quedó en silencio y dejó de teclear, para
mirarme. Sus ojos se quedaron impregnados en mí, sus manos se entrelazaron y su pierna
derecha se movía al ritmo de la música que no dejó de sonar a pesar que sabía que la
odiaba. Empujo la silla para atrás, levantándose y caminando para llegar, se quedó a
centímetros de mi presencia, extendió su mano y tomó mi mentón, incrustando sus dedos,
con fuerza.

—¿Por qué habría de decir algo? —me suelta con cuidado. —Dejaste en claro tu posición,
decidiste, ahora te toca asumir las consecuencias de tu elección.

—¿A qué te refieres?

Retrocedo.

Una sonrisa se avecina en sus labios, esas que le enseñé a mostrar cuando tenía el
control de la situación.
—Se terminó—declaró. —. El trato, mi apoyo… Todo, se acabó. No estoy dispuesto a
perderte, así que no seguiré ayudándote porque prefiero que vivas con ese dolor en tu
pecho a que termines muerta por la absurda venganza.

—No lo puedo creer.

—No tengo elección, tú misma decidiste, así que estoy tomando decisiones.

—¿Y no decidiste al menos decirlas? —pregunté furiosa, arremetiendo contra él, como un
tornado que no acabaría su rumbo. —Pensé que podía confiar en ti, pero me has
traicionado.

—Si no te importa mi opinión cuando decides, ¿por qué debe importarme la tuya? Ya no
seguiré llevando a tu camino de muerte, no permitiré que sigas creyéndote invencible
cuando viste lo que sucedió hace dos años, al pensar que podías ir en contra de todos,
ocultándote, pero sabes lo que sucedió y todas las decisiones que tomaste para proteger a
todos, así que no intentes querer controlar todo porque terminaras como hace dos años,
muerta.

Me alejo de él.

—Lo haré a mi modo.

Lo observo.

—¿Qué? —susurré apretando mis dientes. —Me dejarás de lado, pero seguirás tratando
de ingresar al sistema de seguridad y recopilar los datos, ¿acaso no piensas en tu vida?
¿Y así dices que yo soy la que se arriesga? —pregunta tras pregunta, cada una con más
ira que la otra. —Luego de meterte en el sistema de la empresa de Gregory, ¿cubriste tus
pistas? ¿No dejaste ningún anzuelo? —la pregunta fue seria, no estaba para que no
respondiera. Se quedó en silencio, analizando mis palabras y al dudar en su respuesta, me
alarmó un poco. Me acerqué furiosa y lo tomó del cuello de su camisa, me sujetó con
fuerza de la tela y su rostro queda a centímetros del mío. —¿Por qué estás dudando?
Están detrás de ti, te están buscando y tú aquí, dudando en tu respuesta, cuando debería
responder de inmediato. —lo sacudí con fuerza.

Tomó mis manos y salió de mi agarré, sus manos juntaron las mías.

—¿Ya sabes lo que se siente que la persona que amas corra peligro?

Apreté mis labios y lo empujé con fuerza, logrando que tambaleara.

—No retrocederé, así no me ayudes, buscaré mis medios para alcanzar lo que tanto he
anhelado, Caleb. —informo segura, sin importarme las consecuencias de mi decisión.

Me doy la media vuelta, dispuesta a irme y alejarme, sabiendo que tendré que cubrir sus
pistas para que no lleguen a él. No estoy dispuesta a perderlo, no lo haré aunque mi vida
corra peligro, lo protegeré porque él merece vivir sin dolor, sufrimiento… Merece todo lo
bueno de esta vida, así que le ayudaré a salir de este mundo, así tenga que morir.

—¿Y donde queda ella?

Su pregunta me paralizó.

—¿Has pensado en lo que sucederá si sigues con esto?

No dejó que sus palabras me conmueven y me hagan dudar de mi propósito, no lo permito


porque si lo hago, entonces todo es sacrificio será en vano.
—Al menos, tendrán un mundo, donde no sufrirá.

Salgo de ahí, sin mirar atrás, sin darme la vuelta y decirle que aunque me muestre de esta
manera, él sí es importante para mí y siempre buscaré su felicidad… Como hubiera
deseado haberme volteado.

(…)

El pasillo es largo, oscuro y tedioso, siento que doy mis pasos en falso, como si al pisar la
madera terminaré rendida, con el corazón en mis manos, sufriendo por lo que acabo de
arruinar cuando me esforcé tanto en cuidar. Si solo pudiera ser alguien diferente, una
persona común y no esto, pero la vida se ha esforzado en hacerme ver que, mientras más
intente alejarme de mi destino, terminaré perdiendo todo, y ya no deseo hacerlo; prefiero
perderme a mí misma, a que me arrebaten a las personas más importantes, esas que son
la luz en medio de tanta oscuridad.

Empujo la puerta, está impacta contra la pared, resonando un sonido seco y chillante,
causando irritación a mis oídos. Siento el corazón golpear con brusquedad y mi respiración
es un descontrol total porque la ira a dominado mi sistema, recorriendo junto a mi sangre
por mis venas, encendiendo el caos en mi interior, y permito que me someta y se apoderó
de mis emociones, no transfiero en su paso ni focalizó la furia, solo dejo que siga su curso
y que acabe conmigo.

No quiero apaciguar nada.

Controlarlo ya no está en mis planes, no quiero seguir actuando como si la situación no me


afectará o no tuviera grave impactó en mí. Aunque no sintiera nada, ese vacío, es
insoportable; ese sin sentido, es tormentoso.

Miro las fotografías colgadas en la pared, todas son recuerdos que me mantuvieron
encerrada en el pasado, olvidando lo que soy ahora. En un arrebato de ira, comienzo a
lanzar cada recuadro al otro lado de la habitación, soltando un grito ahogado, ronco y
seco, desde lo profundo de mi garganta.

Una parte de mi ser, seguía afectando todo y eso odiaba. Odiaba ser débil.

Aunque el dolor reluce exteriormente, el interno es más latente, más caótico y… tan
desgarrador.

Los crujidos de los vidrios son estridentes, algunos caen sobre mi cuerpo, pero no me
muevo, permito que impacten en mí, lastimándome, ya que no puedo sentir nada más que
el dolor en mi pecho, palpitando. Gotas de sangre veo en el suelo, dirijo mi mirada a mis
manos, viendo lo lastimadas que están, y retrocedo abrumada, al percatarme que no he
sentido nada, supongo que es la adrenalina, el descontrol, la ira… Al menos, me deja
sentir el vacío, esa desorientación.

Puedo mostrarme como realmente soy.

Doy dos pasos atrás, mirando el desastre en este lugar, observando en lo que estoy
transformando, me giro sobre mis talones y mi aspecto se puede ver a través del enorme
espejo. Las cortinas están corridas y la iluminación en la habitación es desventajosa, solo
se puede apreciar pequeños destellos que provienen de afuera, pero nada más. Todo es
oscuridad.

Veo mi cuerpo.
La mirada en mis ojos es más siniestra que en el pasado, no encuentro nada, ninguna
emoción o arrepentimiento, solo puedo mirar esos orbes azules. La expresión de
desolación causa conmoción, siento que me estoy perdiendo aún más; si continuo, si solo
doy un paso, esto me destruirá.

Decidí por mi venganza, ¿pero a qué costó?

Pasó las manos por mi rostro, la sangre ensucia mi piel y, me demuestra lo que he
descubierto. Lo que realmente no deseaba ser, es en lo que me estoy convirtiendo, por
querer seguir aferrada a mis propósitos, en esto me está transformando.

Mis manos están manchadas de sangre, por todas las personas que tuvieron que morir por
ayudarme, y siento que ya no puedo seguir, ya no quiero… pero cada vez, es más
constante, quisiera acabar con el sufrimiento en mi pecho y olvidar el pasado, sin
embargo, esa sensación está presente.

Me condenaron a ser esto.

Un monstruo.

La aceptación es lo que más cala mi alma, es más profundo; es el descubrimiento más


latente.

Mis brazos rodearon mi cuerpo y las lágrimas se deslizaron por mis mejillas, apreté mis
labios, ahogando mis sollozos y amortiguando el sonido agudo de mi dolor. Sacudo la
cabeza, cayendo de rodillas, soportando como mi respiración choca con brusquedad mi
pecho; los vidrio rotos se clavan en mi piel, pero no me importa, no me interesa sentir ese
dolor, no cuando uno dentro de mí es más poderoso y arrullador.

Siempre quise una vida diferente, ser una persona normal y no estar rodeada de una
sociedad que terminaría con mi vida. Pero supongo que estaba destinada a ser sometida a
esta agonía, a estar arraigada al pasado y ser sumergida en la oscuridad de mi mundo.

Cierro los ojos.

—Eres un monstruo, Valentina—murmuró, deslizando mi cuerpo por el frío suelo, lleno de


vidrios rotos que se incrustan en mi piel, desgarrando mis tejidos. No duele. —Terminaste
siendo lo que tanto odiaste y no puedes hacer nada para cambiar lo que eres.

Sonidos de cómo los relámpagos rompen el cielo inunda la habitación, mientras me veo a
través del espejo, tendida, con el rostro ensuciado de mi propia sangre y la mirada más
apagada que nunca.

Estoy muerta.

(…)

Despierto.

Soy oyente de cómo la lluvia azota la ciudad. Ya han transcurrido muchas horas, pero
sigue siendo insistente, cayendo sobre las calles, como si su presencia fuera importante.
Solo me trae recuerdos que deseo olvidar, momentos que prefiero que se deterioren y se
desvanezcan para no apreciarlos nunca más, pero los tengo constantemente presentes, y
la explicación es muy ambigua aunque entendible.

Separo mis párpados, despacio. Parpadeo para enfocar bien la vista y observo la
oscuridad, en medio de está fría noche, que sigue palpitando en mi ser. Puedo sentir cómo
el ambiente helado recorre por cada rincón de mi cuerpo, mintiéndose bajo mi piel; ese
sonido que produce la lluvia, solo logra que sienta una sensación desagradable y no me
permite sentir calma.

Recuesto mi peso en mis brazos e intento levantarme, no tengo porqué estar más tiempo
de esta manera, ya fue suficiente. Puedo merecer todo este daño incluso mucho más por
involucrar a personas y manipularlas, pero no me arrepiento de lo que hago porque cada
una de esos individuos, son basuras, que han lastimado y matado personas, así que no
pienso sentirme más miserable por lo que soy.

Si acepté este camino, me sentiré orgullosa porque al menos haré algo para acabar con
todas esas personas que lastimaron a muchos más. ¿Por qué debo tener piedad? Si no lo
mostraron cuando suplicábamos por nuestras vidas, yo no soy la única víctima de sus
ataques, son muchas más personas que, de seguro, desearán tanto estar en mi lugar para
aniquilar a esos malditos malnacidos que nos robaron la vida y nos condenaron a vivir bajo
su sombra, recordándonos quienes son.

Vengaré a todas esas personas.

Mis piernas tiemblan por la debilidad de mi cuerpo, apenas puedo mantenerme de pie,
pero no dejo que las pocas fuerzas se desvanezcan, no tengo que seguir perdiendo el
tiempo. Enderezo mi espalda y me limpio los brazos, algunos restos de los vidrios se
impregnaron en mi piel, así que trato de sacármelos con cuidado para no generar más
daño de lo que ya hicieron.

El dolor es palpitante en mi piel.

Giro mis piernas hacia la derecha, encontrándome con mi reflejo en el espejo, sigo
cubierto de la oscuridad, pero al verme en este estado, es más lamentable, haciendo que
me sienta mucho más miserable de lo que ya soy.

Suspiro.

Me sobresalto cuando un relámpago se rompe en el cielo. Pasó las manos por mi rostro
que sigue manchado de sangre y puedo sentir las palmas lastimadas, ya que al momento
de lanzar todo, algunos cuadros se rompieron en mis manos por la fuerte presión que hice,
y no logré sentir nada por la furia en mi sistema, eso era más latente que cualquier otro
dolor.

Dando pasos lentos porque mis piernas flaquean, salgo de la habitación, en busca de mi
móvil, necesito hacer algunas llamadas. Doy dos pasos afuera y tanteo con la mano la
pared buscando el interruptor para encender las luces del pasillo y no seguir en la
oscuridad, que no puedo ver con presión, por el cansancio de mis ojos.

Justo en ese instante, levanté la mirada.

Retrocedo.

Intento dar pasos para atrás, pero mi cuerpo no me lo permite, mi mente se queda en
blanco, al encontrar a un hombre al final del pasillo, mirando en mi dirección. No logro
identificar su rostro, pero la silueta me parece conocido, aun así, me mantengo en alerta
por lo que pueda llegar a suceder.

Mi respiración se entrecorta y puedo sentir como mi corazón bombea la sangre con más
fuerza, mis pies están arraigados al suelo y no puedo sentir mis manos.

Estoy paralizada por el miedo.


Los recuerdos de esa noche vuelven abruptamente a mi cabeza, congelando mi sangre y
aplacando la valentía porque aun puedo sentir las marcas que dejaron ese día. Esa
sensación de muerte, lo percibo todas las noches, cuando la lluvia decide aparecer de
nuevo en mi día, logró apreciarla como si no hubiera sucedido hace más siete años.

Sigue latiendo en cada parte de mi cuerpo.

Intento controlar mis pensamientos y no entrar en pánico, pero ese presentimiento de que
nada bueno sucederá me sabe amargo y doloroso. Regulo mi respiración, inhalo y exhalo
profundamente, moderando el descontrol en mi interior y tranquilizando esas grietas que
se abren al recordar aquel día.

Expulso el aire por mis labios, cierro los ojos y al abrirlos, puedo ya esconder ese miedo,
para que no me retenga y me impida ir hacia el peligro. Si vinieron esta noche por mí,
entonces que peleen conmigo, no dejaré que me lleven.

No me rendiré.

He luchado todos estos años y he peleado muchas batallas, así que tendrán que
atraparme para matarme. No me tendrán tan fácilmente.

Levanto la barbilla y comienzo a dar pasos en su dirección, son seguros y sin temor; sé
que estoy yendo directo a que me maten, pero al menos sabré que mi hermano está fuera
de peligro y que nada malo le ha sucedido, ya que todas las pistas solo dieron conmigo,
nunca lo supo, pero tuve que actuar de manera imprudente para que no terminará muerto,
y no me arrepiento de mi elección, no lo hago.

Daría la vida por la única persona que me mantuvo existiendo. Él entregó su vida a nuestra
familia para protegerme, yo le daré la mía para que pueda sobrevivir, aunque sé que me
odiará por lo que hice y se descontroló, desatando su ira, estará vivo.

Perdóname, Caleb.

Sé que merecías más que esto, pero es lo único que puedo entregarte para que puedas
seguir avanzando con tu vida. Siempre te escogía a ti antes que a la venganza, mi
elección fuiste tú, solo tenía que demostrarte un lado que no conocías para que salieras
del juego y así las cosas no se me complicaron tanto, al menos tienes la protección de
nuestra familia.

Estás a salvo.

Estoy tan cerca de mi destino, mis pasos cada vez disminuyen su velocidad y se vuelven
más cortos, pero no me detengo, no dudo en seguir avanzando o titubeo en cada pisada,
no cuando esto es lo que siempre he esperado, reencontrarme cara a cara con ese
malnacido y demostrarle que yo, la mujer que decía amar y la condenó a morir, está más
viva que nunca, lista para destruir su perfecta vida.

Una sonrisa se asoma en mis labios.

Ahora si puedo burlarme en su rostro porque siempre creyó que alguien como yo, nunca
podría ser fuerte y poderosa, pero soy mucho más que esas dos simples definiciones. Soy
una depredadora letal, que alguna vez fue la gacela.

Quiero ver el miedo en sus ojos y la expresión de derrota. Solo necesito sentir esa
satisfacción antes que muera, será muy gratificante hacerle ver que nunca tuvo el poder
como profesaba en el pasado y que cada una de mis promesas lo cumplí, incluso después
de la muerte, seguiré arruinando su existencia porque merece vivir un infierno y ser
repudiado por su propia familia.

Su momento ha llegado.

Estaré en primera fila mirando como se destruye con sus propias acciones. Cada acción
siempre tendrá una consecuencia, ahora él sabrá lo que es ser responsable por cada acto;
estaré muy complacida al enseñarle.

—¿Sorprendido? —cuestionó siendo satírica.

Su rostro se asoma entre la oscuridad, puedo ver cada gesto en la expresión. Su


conmoción es sensacional, puedo escuchar como su respiración se apaga lentamente y
sus ojos brillan como dos perlas relucientes, su expresión corporal me transmite mucho y
sus labios son presionados como si no desea soltar el suspiro que ahoga en su boca.

No desea parecer anonadado.

—Hola, Marcus. —pronunció su nombre con sensualidad, como yo solo puedo


mencionarlo, sé que amaba escuchar esa palabra de mis labios, así que lo utilizo a mi
favor.

Quisiera saborear la victoria en mis labios, anhelo sentir la satisfacción en mi pecho, pero
su presencia aplaca cada emoción en mi interior, tenerlo frente a mí, arruina el momento
perfecto para demostrarle quien tiene el poder. Mis pasos lo dejo a mitad de camino, nos
separa una larga distancia que le molesta, puedo verlo a través de sus ojos, pero no
avanzo más; quiero que él venga hasta mí, sé que lo hará, aunque se demoré en hacerlo,
esa mirada me lo dice todo, no me cabe duda que siempre deseó que estuviera viva
porque soy esa obsesión que le hizo perder por completo la cabeza.

Volverá a caer en mis manos.

Solo tendré que seducirlo, utilizar mis artimañas. Aún no le revelaré las personalidades
que he adquirido para que sean su ruina, todo a su tiempo, y aun no es el momento para
que conozca todos mis rostros, solo necesita ver lo que le mostraré.

No me matará.

Me ocultará para que nadie sepa que estoy viva, intentará someterme y lograr que me
vuelva suya, hasta entonces me mantendrá encerrada y aislada de todo, pero no sabrá
que solo estará haciendo lo que yo desee.

He vuelto a mover las fichas a mi favor.

—¿Cómo es que estás con vida? —preguntó sin dejar de mirarme, no desvió su mirada
porque no creía que estuviera frente a él. Sus ojos mostraron el debate que estaba
teniendo con sus decisiones. Fui espectadora de la lucha que tiene, esa indecisión en su
mirada para acortar la distancia, solo me hace saber que sigo siendo su persona favorita.

Esa obsesión enfermiza será su condena.

Atisbo emoción en sus ojos y una sonrisa se desliza en sus labios, ampliamente. No
permito que su conducta manipule mi comportamiento, sigo actuando como si me diera
gusto tenerlo conmigo y que supiera que estoy vida.

Da pasos en mi dirección, sus piernas reaccionan automáticamente, sin titubear. Mi


sonrisa se ensancha en mis labios, sabiendo que cayó en mis manos y es la respuesta
que necesitaba para seguir avanzando. Acortó la distancia que nos separa y nuestros
pechos se rozaron por la cercanía de nuestros cuerpos, agacha su mirada y yo tengo que
levantar la mía, sus ojos no abandonan los míos, perdiéndose en la oscuridad.

Estiro mi brazo y acaricio su mejilla.

—¿Pensaste que podrías liberarte de mí? —interrogué con un tono cínico e


inevitablemente mi sonrisa se transforma en siniestra y escalofriante. Ceso los
movimientos de mi muñeca y alejo mi mano, pero es retenida por la suya. —Ni después de
mi muerte, pudiste librarte de mis manos. Sé que deseaste que estuviera viva, pero ese
fue tu error.

—¿Por qué?

La expresión en mi rostro es siniestra y mi mirada es peligrosa.

Intenta retroceder, sus piernas se enredan, por cómo abruptamente quiere escapar de mis
manos, y torpemente termina acercándose más. Sabe que cayó en mi juego, siguió mis
pisadas y terminó siendo engañado, seducido por mi presencia y utilizado su conmoción a
mi favor, lo sabe.

Enredo mis dedos en la tela de su camisa blanca, lo sujetó con fuerza y no lo suelto.
Sacude su cuerpo con brusquedad, pero no logra aflojar mi agarre, al contrario, hace que
apriete con mucha más rigurosidad, permitiendo que acerqué su rostro al mío, puedo sentir
el deseo que emana su cuerpo y esa mirada que grita felicidad.

—Parece que alguien está alegre por verme. —mi aliento roza su piel.

La indecisión en su mirada se desvanece, la resistencia no durará para siempre, haré que


dude de sus acciones. Siempre lo he logrado.

Cierra sus ojos.

Sé cada uno de sus puntos débiles, conozco el interior de su alma y como esconde cada
una de sus grietas en los escombros de su oscuridad. Siempre mostrándose superior por
el apellido que porta y de la clase social a la que pertenece. Aspira a ser el rey del tablero,
cuando solo es una pieza más para su familia.

No puedo querer un poder del que no es merecedor.

—He renacido de las cenizas y he regresado para acabar contigo—anunció riendo


maniaticamente, mi risa inunda la habitación y no puedo evitar tirar la cabeza hacia atrás,
burlándome en su rostro por cómo ha caído en mi juego. —. Bienvenido a mi nuevo juego,
Marcus.

Regreso la mirada a él, su sonrisa no se ha borrado, se ha ampliado mucho más, es más


escalofriante. La expresión en su rostro solo se regocija en el mío.

—¿Tu juego? —pregunta burlándose. —Como siempre de errada, Valentina—acotó


sacando mis manos de su camisa y acercando su boca a mi oído. —. ¿Cómo crees que he
dado contigo? —cuestionó. —¿Pensaste que ibas a cubrir los pasos de tu pequeño
hermano?

Sus palabras me asustan.

—Míralo por ti misma.


Salió de mi campo de visión, poniéndose a un costado, su sonrisa no se borró de mi
mente. Las luces del salón fueron encendidas, mostrándome el festín de sangre en cada
rincón.

El miedo palpita en mi ser.

Agache la mirada.

Y me encontré con el cuerpo de mi hermano, yacido sobre el suelo, muerto.

Muerto.

Muerto

Muerto.

—Ni viva ni muerta te libras de mí, Valentina.

Sus palabras no solo son susurros, son gritos agudos.

Mi cuerpo no reacciona, mis piernas no se mueven y mi corazón se cae en pedazos, el


alma abandona mi cuerpo y sólo respiro, porque siento como me muerto por dentro. Corro
con desesperación, sin importarme lo que sucederá, corro hacia él.

Y ahí me derrumbé y caí al suelo. Sucumbí perdida en el dolor, el llanto y la impotencia de


no poder hacer que el tiempo retroceda.

Veo su imagen muerta.

Su sangre rodea su cabeza, sus ojos están abiertos y tiene heridas por todo su cuerpo.
Cierro los ojos, expulsando las lágrimas que se deslizan por mi rostro y suelto el aire
retenido por mis pulmones. Separo mis párpados, su aspecto me descompone por
completo, me arrebata el alma, el corazón, el sentido…

Con mis manos, intenté sostener su cuerpo y recosté su cabeza sobre mi pecho.

—Perdóname, Caleb—susurré con un tono inaudible y esnifé. —. Perdóname por no


protegerte.

Comencé a gritar todo lo que podía, expulsé todo lo que dolía, pero el dolor no se detenía.
Lloré lo suficiente para que la agonía se detuviera, pero no estaba funcionando, porque
nada podría regresarme a mi hermano. Nada.

Y yo me quedaría con ese remordimiento.

No pude salvarlo…

Porque yo lo había matado.

Valentina…
Aferrarme a su cuerpo es lo único que necesito, es lo último que me queda de él, no hay
nada más que sostener porque nunca más regresará… Justo en este momento, será el
último recuerdo de nosotros dos: tener su cuerpo entre mis manos mientras intento no
perderme en mi dolor. Se siente como sumergirme en un océano y dejar que la corriente
hunda mi cuerpo, dejándome en la profundidad, sin respirar, sin nadar, sin sentir… sin
nada. Cubro mis gritos presionando mis labios, mis lágrimas se secan, pero en fondo de mi
alma, justo ese lugar vacío y desolado, puedo sentir como me apuñalan, robándome el
aliento, dejándome sin recuerdos, sin sentimientos y todo se acaba, todo se borra y no
puedo seguir sintiendo… No hay más motivos para levantarme y seguir luchando, no tengo
las fuerzas y toda la determinación, se marchó.

No puedo seguir sin él.

El olor a sangre inundó mis fosas nasales, la frialdad de su cuerpo palpita sobre mi piel y
soy consciente de cómo se descompone; sin embargo, no me importaba tanto en esos
momentos, no iba a soltarlo… Ya la había soltado horas atrás, ya no podía hacerlo aunque
me maten, prefiero morir sosteniendo su cuerpo, tenerlo junto a mí.

—Perdóname. —el susurró es inaudible, agudo.

De un tirón mi cuerpo se levantó del suelo, mis gritos son chillones y pataleo para soltarme
porque ver su cuerpo caer nuevamente, es más fuerte y doloroso que hace instantes.

—¡NO! Suéltenme.

Dos hombres me sujetan de ambos brazos, pero no lucho, solo me rindo porque realmente
prefiero morirme, sentir esa agonía que mi hermano sintió al intentar protegerme… Él
murió para salvarme; así que no deseo vivir sabiendo que hasta su último respiro siguió
protegiéndome como me lo había prometido.

El recuerdo de su cuerpo logra hacerme sentir más viva.

Agacho la cabeza.

—Valentina, Valentina, Valentina—canturrea mi nombre, cierro los ojos, escuchando sus


pasos acercándose a mí. —. Siempre piensas que podrás conmigo, pero terminas
perdiendo—susurra cerca de mi oído, sus dedos se implantan en mi piel y puedo sentir
como hace movimiento con mi cabeza. —. Es una pena que esta vez hayas perdido a tu
hermano, era un chico muy listo, no merecía ese final, pero tu deseada venganza permitió
que terminará muerto—confesó un hecho que ya sabía. —. Tú lo mataste.

—Ahora mátame.

Levanté la cabeza y lo miré directo a los ojos, no sé que tipo de mirada tengo ni como el
dolor se ha inundado en mi vida, pero una cosa puedo sentir: Es como la agonía se
apodera de mi sistema y me rompe los huesos… Es tener esa sensación de estar muerta
aunque aún pueda seguir respirando y mover mi cuerpo.

Un amago de sonrisa se estiró en sus labios, el brillo de sus ojos me indico que siente
tanta satisfacción al mirarme en este estado, pero ni la ira podía aplacar esa sensación
arrulladora, perforando parte de mi alma y arrebatándome cada pedazo de mi vida.

—Valentina, no pienso matarme ni ahora ni nunca—me aseguró con una determinación


que nunca había presenciado en su mirada. —. No pienso dejarte ir ahora que sé que
estás viva.
Ni siquiera reaccioné ante sus palabras, solo escuché sonidos agudos que intentaron que
mis orejas sangraran. Es tan estridente que solo deseo tirarme al suelo y retorcerme de
dolor. Mi cuerpo se sacudió con brusquedad, tiré de mis brazos sintiendo como las manos
de los tipos se clavaron en mi piel, grité como nunca lo había hecho, solo para quedarme
con mi hermano.

—No te soltaré—su rostro se acercó al mío e intentó rozar mis labios, pero su boca chocó
con mi mejilla. —. Siempre fuiste mía.

—Nunca lo fui—sentencié mirándolo a los ojos. —. Nunca fuiste todo lo que decías, solo
es tu fachada de chico malo que espanta a todas las personas a tu alrededor, cuando por
dentro solo eres un ser que necesita ser aprobado por una familia de mierda que merece
morir por todas las atrocidades que ha cometido—escupí en su cara, sintiendo como la
sangre hierve por mis venas. —. Matar a mi hermano solo fue el peor error que cometiste,
¿creíste que rendiría ante ti? —cuestioné burlándome, la expresión en mi rostro cambió y
mi mirada fue más tenebrosa. Puedo sentirme muerta, pero no dejaré que la muerte de mi
hermano sea en vano. —Yo jamás me rindo ante nadie.

Miré por encima de mi hombro, el cuerpo de mi hermano seguía extendido sobre el suelo y
una sola cosa me quedaba por hacer. Terminar con lo que él inició.

—Dentro de unas horas, todo el mundo sabrá quién eres—solté una carcajada que me
supo amarga, pero reí aunque solo fuera un sonido vacío. —. La muerte de mi hermano
solo fue el inicio de una guerra que iniciaste.

—No podrás hacer nada.

Fue mi turno de sonreír como si sintiera muy cerca la victoria.

—La muerte se paga con muerte—declaré sonriendo ampliamente. —. Incluso hasta los
muertos pueden revivir—amenacé, endurecí mi rostro y me carcajeo como una maniática
dispuesta a todo. —. ¡Cuidado! La siguiente muerte puede ser tú.

Acorté la distancia entre nuestros rostros y uní nuestros labios, no retrocedió, al contrario,
me tomó de la nuca y quiso profundizar el supuesto beso. Sonreí contra sus labios y en un
arrebato de ira, cogí sus labios entre mis dientes y lo mordí tan fuerte que pude sentir el
sabor de su sangre en mi boca.

Lo escuché gritar.

Y cada vez que sus gritos eran más fuertes, más presionaba mis dientes, queriendo que
apreciara todo lo que estaba sintiendo, pero ni con matarlo lo haría. Cuando lograron que
lo suelte, su mano golpeó mi rostro con violencia, mi cabeza se giró con brusquedad, pero
no borra la sonrisa en mis labios.

—Maldita desquiciada.

Regreso mi mirada a él.

—Mírame bien—le exigí, sus ojos no abandonaron los míos. —. Mi rostro será el último
que mires antes de morir.

—No si te mato antes

—Eso está por verse, Marcus.

Sonreí.
Justo en ese instante, los vidrios de las ventanas salieron disparados a la pared, el ruido
fue tan fuerte que tuve que cerrar los ojos y cubrir mi cuerpo con el hombre que aun me
sostiene el brazo. Lo siguiente que sucedió fue que balas salieron volando por todo el
salón, mientras me soltaban los brazos y corrí a sostener el cuerpo de mi hermano, pero
antes de llegar a mi objetivo, me sujetaron de la cintura y me levantaron en el aire,
cubriéndome de las balas.

—Quédate quieta, Valentina —me ordenó Matt, dejándome sobre el suelo y cubriéndonos
con uno de los sofás. Lo vi dando indicaciones a otros dos hombres y miró detrás, directo
a las ventas donde también había más hombres, que no reconocía. Cuando dejo de dar
órdenes, sus ojos se enfocaron en mí. —. Quiero que me escuches y prestes atención—
exigió, demandante, el caos se desató alrededor, bando contra bando. Sacó un revólver y
me lo dejó en mis manos, lo miré confundida. —. Quiero que salgas por esa ventana y
corras todo lo que puedas.

—No puedo irme sin mi…

—Lo sé—me interrumpió, atisbé el dolor en sus ojos, pero eso no le impidió sentir mucho
enojo. —. Yo me encargaré de su cuerpo, si no sales de este lugar terminaras muerta
porque vienen más de sus hombres en camino.

—¿Y tú?

—No te preocupes, hoy no será el día que moriré—acotó con firmeza y me cubrió con su
cuerpo de las balas. —. Vete ahora, corre Valentina—me ordenó haciendo señas con su
mano, uno de los hombres apareció en mi campo de visión y me sacó de ahí. —. Te
encontraré, ocúltate. —Es lo último que escuche.

El hombre me ayudó a salir por la ventana y a pisar la escalera que había, sostuvo mi
mano en todo momento mientras se escuchaba como en la habitación el caos se
empeoraba.

Me prohibí derramar más lágrimas.

—Vive y sigue ocultándote, muestra quien tiene el poder. Creemos en ti—susurró el


hombre y cuando me giré para mirarlo, ya no estaba.

Corrí.

Corrí.

Corrí.

Aun con la agonía en mi pecho, no detuve mis piernas y seguí corriendo aunque las
fuerzas ya no me dieran, aceleré más mis pasos, sin rumbo alguno… Quizá fui yo misma
quien en medio de tanta oscuridad encontró el camino que me llevó hasta él.

Presente…

Despierto.

Y lo primero que mis ojos encuentran es a él, en medio de la oscuridad, rodeado de


tinieblas, mirándome.

A veces, solo necesitamos perderlo todo, para darnos cuenta de lo arruinada que está
nuestra vida y, aun así, querer seguir adelante. Sin embargo, en medio de tanto caos,
siempre podrás encontrar un destello de calma. Aunque no puedo asegurar si enlazar mi
destino con él, fue ese destello, solo sé que, desde aquel día, todo cambió…
Sin buscarlo, sin necesitarlo.

Él me encontró.

O quizá… Yo lo busqué.

Ryan

La expresión en su rostro no me tienta a seguir confesando uno de mis propósitos, está


demasiado aturdida para decirle unas cuantas verdades, además no es lo suficientemente
relevante para quedarme y seguir teniendo esa sensación que solo ella logra provocar.
Necesitaba soltar unas cuentas palabras para que entendiera que no me interesa en
absoluto todo lo que está haciendo por poder, ya que su presencia es un fastidio para mi
sistema, y lo que causaba en el pasado se borró con los años, así como el poco amor que
quedaba entre nosotros por las mentiras que salieron de su boca aplacando los recuerdos
vividos a su lado.

Fuimos un error en la vida del otro, por más que no me consideré un error, lo acepto, ya
que por mis contribuciones y las enseñanzas para que sea una persona sobresaliente,
generaron que sea este tipo de persona, yendo detrás de una de las familias más
poderosas con el fin de conseguir el apellido que tanto ha ansiado desde sus años más
remotos. Aunque tener un lazo que nos vincularía tuvo sus ventajas porque descubrí lo
que realmente es, y no la persona disfrazada como un ángel; sin embargo, nada borrará
sus malas decisiones, que ocasionó en mi ser, aun sabiendo que me destruiría y lo poco
que quedaba de mí, con el tiempo se iría, y así fue, logró cambiarme por completo.

Y estoy tan decidido a terminar lo que nunca supo finalizar, sabrá porque siempre me han
mantenido alejado, ocultándome de toda una sociedad y escondiendo mi identidad. Para el
mundo sometido por la familia Reed, yo no existo, solo soy uno más entre la lucha por el
poder, sin saber que el poder que todos desean tener, está sobre mis manos, listo para
erradicar lo que a mí me quitaron.

—Allison, Allison, Allison —susurró canturreando su nombre, no logra escucharme ni


tampoco es capaz de mirarme al rostro porque ya le estoy dando la espalda, saliendo de
su campo de visión y alejándome de su presencia, dejándola con la duda sembrada en su
pecho por mis palabras. —. Te demostraré que yo también puedo ser radical con mis
decisiones y que todo lo que lograste causarme en mi ser, será más caótico y dañino. Ya
no soy ese joven que corría a tus brazos cuando me encontraba indefenso, ahora soy
destructivo, y no me importará la historia que hemos tenido juntos, ya que a ti no te importo
en absoluto nada de lo vivido.

Dando pasos cortos, salgo de la habitación, olvidando que alguna vez tuvimos un pasado
que marcó muchas etapas de mi vida. A veces desearía haber conocido su verdadero
rostro antes y no haberme equivocado de elección cuando decidí luchar por un amor que
no valía ni sentido tenía; al menos me enseñó a confiar en nadie porque hasta las
personas más significativas ocultan verdades y te apuñalan por la espalda como ella me
demostró al aceptar ser parte de mi familia, cuando supo todo lo que atravesé.
Yo no seré uno más de su lista, no dejaré que sus mentiras invadan mi vida y que utilice su
falso dolor en mi contra, porque ambos sabemos que quien más salió roto, fui yo.

—¿Ryan? —preguntaron con un tono sorpresivo.

Su voz evaporó mi mal humor y quito toda irritación, de inmediato, me encuentro


colocando una sonrisa en mis labios mientras me doy media vuelta, mirando en su
dirección, cuando nuestras miradas se cruzan, vienen directo a mis brazos y los envuelve
alrededor de mi cuerpo, entusiasmada por encontrarme justo en el lugar donde dije que
nunca más regresaría.

Emito sus movimientos y recuesto mi barbilla en su cabeza.

—Pensé que nunca te vería por la casa —mencionó Linda, un poco nostálgica, pero la
sonrisa en sus labios sigue intacta. —, pero me alegro que hayas venido, al menos pude
encontrarme contigo aunque no decidiste venir para verme.

—Efectivamente, estoy pisando esta casa para verte —abre sus ojos desmesuradamente
por mi declaración y el rostro se le ilumina por la alegría que está sintiendo por mis
palabras, trato de arruinar el momento y ensanchó más mi sonrisa. Linda es la única que
me importa de esta familia, no permitiré que la dañen como lo hicieron conmigo. —.
Quedamos en que te apoyaría en todo, estoy de regreso por ese motivo, Linda.

Me mira confundida.

—Estuve al tanto de los planes que padre tiene para ti —confieso, aparta la mirada triste y
la sonrisa que me gusta observar, se borra de sus labios. Como quisiera demostrarle que
si ella lucha por un lugar dentro de esta basura de familia, puede ser muy poderosa,
incluso más que su propio hermano. —, hubiera preferido que me los contaras y no me
ocultarás información que sí es relevante, a pesar de haber estado hablando por meses te
callaste y asumiste un rol que no te pertenece, ¿por qué?

Enarco una ceja, se separa y retrocede, aún sigue sin mirarme.

—Mírame, Linda. —ordeno.

Me obedece y sus ojos chocolate trataron de evitarme porque sabe que puedo encontrar
verdades con tan solo una mirada suya y no quiere arriesgarse, porque tiene
conocimientos de lo que soy capaz de hacer con tal de verla cumpliendo todas sus metas
trazadas sin ningún inconveniente.

—¿Acaso tuve elección? —preguntó en un hilo de voz. —Cuando supe que mi vida ya
estaba trazada, me resigné a luchar porque no puedo ir en contra de toda una familia, así
que tuve que acceder a las órdenes dadas por padre —miró alrededor, regresó su mirada
a mí y tomó mi mano, sacándome de los pasillos. —. No podemos hablar ahí, las paredes
en este lugar tienen oídos.

Lo supuse.

Me invitó a entrar a su habitación, la decoración era más madura y distinta a hace años. Mi
hermana se había obligado a crecer y madurar, olvidando las etapas de su vida y
centrándose en un rol que no le pertenecía. A pesar de cómo fue su infancia, trato de
seguir adelante, ignorando hechos que odio con toda su alma y escondiendo a la niña en
su interior para que nadie pudiera señalarla.

Perdió tantos momentos por aprender a ser parte de una sociedad que no merece su
atención. Fue obligada a asistir a reuniones, en vez de disfrutar como cualquier
adolescente común, y vio como todos decidieron quitarle su apoyo cuando se fue en
contra de los principios familiares.

Ha soportado cada crítica, insulto, discusión. Y, aun así, está dispuesta a cumplir cada
condición implantada por padre, para que pueda al menos lograr con lo que ha soñado
desde pequeña.

—¿Por qué no me comentaste nada? —cuestioné, llamando su atención.

Entrelazo sus manos y movió sus dedos nerviosa, estire mi brazo, tomando ambas manos
entre las mías y trate de tranquilizarla para que no sintiera tanta presión porque sabía que
los motivos por el cual me oculto esa verdad, tienen impacto en su vida. Intento no apartar
la mirada, presiono sus labios y noté como la expresión en su rostro cambió por cómo sus
emociones le estaban jugando en contra, aunque no quisiera presionarla para una
respuesta, quiero una explicación, ya que siempre fue capaz de confiarme todo y solo me
escondió algo que me traería de regreso.

—Tienes una vida grandiosa alejada de todo este lugar —señaló con su mirada los
alrededores. —, yo no quería quitarte esa oportunidad. Cuando decidiste marcharte,
apenas estaba entrando a la adolescencia, pero todos los buenos recuerdos que tengo en
mi memoria fueron contigo, sin faltar alguno, en todos, estabas tú —sus ojos se cristalizan.
—. Aunque nadie se atrevió a decirme los motivos de tu partida, me aferre a la idea de que
al menos podías disfrutar lo que yo no iba a ser, así que prefería ocultarte lo que estaba
sucediendo para que tuvieras una vida lejos de todo.

Sus palabras me conmueven y estiró una mano para limpiar sus lágrimas, le sonrió
apenado y sacudido por su sinceridad. No pensé que mi partida haya tenido gran impacto
en las etapas que perdió por culpa de una familia que cree que es mejor imponer ideas a
que tengamos nuestra propia identidad.

—Eso no debió detenerte a decirme la verdad, Linda —la reprocho, se encogió de


hombros, apenada. Agacho su mirada. —. No, te prohíbo que agaches la mirada cada vez
que eres reprochada. Te lo prohíbo—demandé un poco molesto por como la moldearon
para ser una más, pero su mano dura no fue suficiente porque ella siempre fue más
atrevida y corría riesgos que ni yo pude lograr. —. Tienes que tener más confianza en ti
misma, no siempre tus decisiones son incorrectas, que no sean conforme a los principios
de otros, no significa que no haya tomado una buena decisión. Hemos sido criados siendo
trazados en una línea en donde se rige por los principios y morales dados por la familia —
solté sus manos y levanté su mentón, sus ojos no se apartaron de los míos. —, pero debes
saber que puedes ir en contra de todo es régimen y crear el tuyo, solo tienes que creer que
todo lo que quieres, lo lograrás. —aconsejé, su sonrisa apareció.

Tiré mis labios con una sonrisa.

—Confió en ti, Linda.

Mi hermana no merece vivir bajo la sombra de esta familia, ella creerá su propio camino y
gobernará su vida sin que estén cuestionando sus decisiones, no pienso ceder esa
decisión aunque fuera necesario para hacer conexiones. No sacrificaré sus sueños para
que cumplo los de otro, no lo permitiré y nada me logrará que cambie de opinión, así no
haya otras opciones, ella demostrará que puede ser mucho más que toda esta familia.

—Tienes mucho poder en tus manos, Linda —mencioné, negó con la cabeza. —. Te
enseñaré a utilizarlo en tu favor, solo déjame encargarme de los estorbos en tu camino y
tendrás todo lo que deseas, sin que nadie cuestione tu elección. Yo me encargaré de
demostrarte que confiando en ti, puedes ser tan poderosa.
—¿Cómo lo lograrás? —preguntó confundida. —¿Y por qué me apoyas? Sé que no estás
de acuerdo con muchas decisiones, pero creí que estarías de su lado. Marcus tomó las
atribuciones que no le correspondían y aceptó peticiones, sin mi consentimiento.

La oleada de ira impacta en mi sistema, la sangre comienza a hervirme. Dejo que


continúe.

—Hoy, tengo que asistir a un evento para ser presumida como un premio —suena
demasiada molesta, pero no lo muestra. Sus manos se cierran en puños y atisbo el enojo
en su mirada. —. De seguro mañana apareceré en cualquier portada de todas las revistas
y señalaran que ya pude ser atrapada por un tipo que no conozco, y que solo me ve como
el premio gordo, ya que recibirá millones por nuestra familia aunque sea un acuerdo
mutuo, quién saldrá más beneficiado será ese tipo —expulsa el aire de manera brusca y
aparta la mirada, furiosa. —. No soy un premio que puede presumir.

Me pongo de pie.

Me siento airado, furioso, impotente, por no saber cómo manejar la situación en la que
están involucrando a mi hermana para sus estúpidos planes que desapruebo, llegue un
poco tarde, pero haré lo que esté a mi alcance para impedir todo tipo de circunstancia,
donde mi hermana sea el intercambio, tienen que pasar por mí.

El aire no ingresa a mis pulmones, no logro escuchar nada más que los latidos de mi
corazón, aprieto los puños y veo rojo, mi pecho se contrae. El descontrol en mi sistema
palpita por cada rincón de mi cuerpo, mi hermana me habla, solo alcanzo a mirar como
mueve sus labios con desesperación y me toma del brazo para no dar un paso más, estoy
a puto de salir de la habitación e ir de inmediato a corroborar lo que me esta comentando
para acabar con esta absurda idea de casarla solo para deshacerse de ella, ya que todos
los planes están basados en mí, ella solo es el error de mi padre, como siempre oí decir.

—Por favor, cálmate. —me suplica desesperada, me sujeta manos y las aprieta. Puedo
percibir su nerviosismo e inquietud, el pánico en sus ojos, disminuye la ira que estoy
sintiendo.

Estoy controlando el impulso de enviar todo a la borda por hacer que ella pase por esto, no
se como no ceder ante mi ira, pero esta vez sobrepasaron todos los límites y no debieron
cruzar la línea, teníamos un trato y fue capaz de romperlo, esto no se lo dejo pasar, se
atendrá a las consecuencias, ya que no cumplió con su palabra, aun cuando había jurado
en vano.

—Estoy intentando no ir a golpear al idiota que tenemos como hermano por permitir que te
hagan esto, estoy controlando el impulso, pero no creo que sea capaz de lograrlo. —
murmuro apretando mis dientes, puedo sentir mi vena sobresalir de mi cuello por la
magnitud de la fuerza que estoy haciendo al forzar en mi mandíbula.

—Tranquilo, esto no me afecta para nada—sé que está mintiendo, lo veo en sus ojos,
como intenta esconder la decepción que está atravesando por pensar que nuestro
hermano iba a estar de su lado, pero terminó siendo todo lo contrario y decidió que lo
mejor para el futuro de ella, es entregarle a un hombre que solo lo ve como un intercambió
y nada más. —. Desde que tuve uso de razón, supe que este sería mi camino, me resigne
a soñar con cumplir mis metas como cualquier persona porque lo había visto en ti, como te
cortaron las alas, y decidieron que la mejor opción era enviarte lejos para que aprendieras
a obedecer, que todas tus acciones tuvieron consecuencias y todo repercutió en ti. Lo vi.
No quiero que eso me suceda a mí, prefiero sobrellevar el peso del apellido, a que intente
forzarme a ser alguien que no soy. —apenas se logró escuchar las últimas palabras, cerró
los ojos, escondiendo las lágrimas que se asomaron y apartó el rostro cuando algunas
traicioneras se deslizaron en sus mejillas.
No sé cómo se siente en estos momentos, no puedo comparar lo que viví en el pasado,
con este presente de ahora, ambos no sentimos igual, así que no puedo decir que la
entiendo, cuando atravesamos situaciones diferentes, ya que a mí no me obligaron a
marcharme, fue elección propia por todo lo que estaba descubriendo, decidieron dejarme ir
con la condición de que regresaría para tomar mi lugar, ser el heredero que mi padre
hubiera deseado; sin embargo, no estoy aquí para eso, si he vuelto, lo he hecho porque no
tuve otra opción.

No pienso dejar que a mi hermana le arruinen la vida con un matrimonio arreglado, en


donde le están obligando a dejar todo lo que ella quiere construir para su futuro y sea la
esclava de cualquier hombre que no merece ni siquiera su presencia. Sé que vivimos en
un mundo en donde esta estupidez existe, pero a veces debemos hacer sacrificios por las
personas que realmente nos importan, y yo no dudaré en hacerlo por ella, cuando fue
quien me salvó de muchas maneras incontables veces.

Ella mantuvo viva esa parte que desee borrar.

Fue ella,

—No es necesario que lleves el peso del apellido—enfoco sus ojos en mí, con curiosidad y
emoción. Sonreí. —. Para eso nos tienes a nosotros tus hermanos, creo que es suficiente
para cargar también el tuyo, no tienes porque forzarte a no hacer algo que quieres. Si tu
decides ir en contra de todos los regímenes de esta familia, seré el primero en decirte que
lo hagas, te apoyaré e incluso haré que nadie cuestione tus decisiones, solo tienes que
decirme—me detuve unos segundos y continúe. —: Lo haré. Con esas simples palabras
me bastan y sobran, para encargarme de todo. Solo necesito que me lo digas, yo te
apoyaré.

La duda en su mirada, la veo. Ese debate que tiene con sus pensamientos es más intenso
de lo que esperaba, pero la lucha que tiene se que terminará, sus ojos chocolates me
gritan lo que sus labios no desean decir. Aunque no necesite de mi ayuda, porque sé que
ella puede hacerlo sola; no es la típica mujer que necesita a un hombre con su armadura
dispuesto a rescatarlo. Ella es su propia heroína.

Solo le estoy dando un empujón para que deje de dudar.

—Lo haré.

Un amago tiro mis labios en una sonrisa, imito la mía, pero fue más enorme y tuvo una
característica que yo no tengo. Es más genuina.

—No me necesitas para lograr esto—le digo. —. De todas formas, sé que lo ibas a hacer,
ir en contra de todas las órdenes. No ibas a ir esta noche a ese evento, enviarás a otra
persona haciéndose pasar por ti.

Su sonrisa es traviesa y me mira con sorpresa, pero relaja sus facciones, achicando un
poco sus ojos y arrugando su nariz. Ríe.

—Pequeña traviesa.

—Que haya aceptado mi camino, no significa que no vaya en contra de todo. No tengo
intenciones de ponerme uno de mis vestidos más costosos y modelar para desconocidos
que solo me verán y fingirá que les agrado para codearse con una Reed—aparta la mirada
fastidiada. —, como si eso me importará. No necesito su dinero para lograr todas mis
metas, quiero demostrarles que puedo hacerlo si ellos, pasar todos los obstáculos que me
pondrán en el camino porque no estarán a gusto con mi decisión.
Me mintió.

—¿Por qué me hiciste crees que no lo harías? —cuestionó entrecerrando mis ojos en su
dirección, esconde su sonrisa burlona, presionando sus labios.

—Fue divertido ver ese lado protector—me sonrió como una niña buena. —, fue increíble
saber que te intereso un poco. —su respuesta desatino, más al hacerme entender que
cree que ella no es importante en mi vida.

Retrocedo, incómodo y un poco molesto, pero no lo hago notar, escondo mi ira con una
sonrisa forzada y no la miro a pesar de saber que sus ojos están sobre mí, esperando una
respuesta de mi parte.

—Está bien.

Sigo sin mirarla, el resoplido que expulsó resonó por toda la habitación, fue tan fuerte, que
hizo eco en las cuatro paredes.

—Ryan.

No la miré, suspiró y tomó mi rostro en sus manos, mostrándome una de sus mejores
sonrisas, esa que de niña me daba, mostrándome sus hoyuelos.

—Solo es una broma—me aclara, respiro. —, sé que soy muy importante para ti, lo has
demostrado todos estos años que te mantuviste pendiente de cada uno de mis pasos y no
necesitabas contarte todo porque al parecer me estabas vigilando con los guardaespaldas
que tengo.

Me encogí de hombros.

—No fue intencional, de alguna manera tenía que saber todo de ti, ya que tú siempre me
ocultabas las cosas—enfaticé pronunciando cada letra con más fuerza. —. No me diste
otra opción.

Negó con su cabeza, divertida.

—Estás aquí por otro motivo, ¿verdad? —preguntó curiosa, deseando saber la razón que
me llevó hasta este lugar, aparte de hablar con ella.

—No seas una cotilla—le reproche, tirando de sus cachetes. Saco mis manos, protestando
por hacer ese gesto que odiaba tanto, contuve mis ganas de burlarme de ella. —. Tengo
una discusión con padre, solo que está retrasado.

—Escuché que tenía un inconveniente que resolver—volteo su cabeza, mirando que no


haya nadie en la puerta, luego regresó su mirada a mí y se acercó. —. Creo que Marcus
está en serios problemas, porque hoy en la mañana, en el desayuno escuche los gritos de
padre, como se estaba quejando de que no servía para liderar la familia y que ya era hora
que dejará de actuar como un adolescente cuando ya es todo un hombre, listo para ser
parte de la sociedad.

No sonrió a pesar de desear hacerlo.

—Marcus no ha cambiado, no aprendió la lección. —murmuró más para sí misma, frunzo


el ceño queriendo saber que está tratando de decir, pero luego sacude su cabeza y me
sonríe como si no hubiera escuchado esas palabras, actúa normal.

—¿Qué quisiste tratar de decir? —interrogué, no mostró ningún indicio de nerviosismos.


—Nada, solo que ha cometido tantos errores que no ha sido capaz de aprender de
ninguno, es más, sigue arruinándolo y cada vez que se equivoca, es peor que lo anterior—
suena decepcionada, como si decirlo en voz alta lo afectará. —. A veces quiero que sea
más como tú…

Coloco mi dedo anular contra sus labios, interrumpiendo sus palabras.

—No quieras cambiar a las personas, cada uno es diferente a la otra, pero eso no significa
que no cometamos errores. Todos erramos, es nuestra naturaleza, quizá algunos se
equivoquen más que otros, así es la vida; no lo juzgues porque tú también has cometido
errores —menciono, aparta la mirada avergonzada. —. Y no lo hago para hacer que te
sientas mal, solo no quiero que cometas ese tipo de errores. Eres mucho mejor que eso.
Ahora en adelante cuando veas como Marcus tropieza de nuevo, obsérvalo como un
espejo, que su situación repercuta en ti y te deje de enseñanza para que no caigas tú
también.

—¿Cómo lo haces? Marcus aunque siga siendo tu hermano, ha roto el vínculo de


hermanos, traicionándote—me miro confundida. —. Pero tú, lo estás defendiéndolo de mis
acusaciones, como si nada hubiera sucedido. ¿Acaso no te dolió? Es nuestro hermano, no
debió hacer aquello.

—¿Por qué debe dolerme? —pregunté, cruzándome de brazos. —Es su vida, no tengo
derecho a meterme en las elecciones que toma. Si desea casarse con ella, que lo haga, a
las finales no me corresponde decirle de quién debe enamorarse. Es libre de elegir, y lo
eligió a ella. Bien por él. —digo indiferente.

—No sé porque, pero te creo—me asegura con incertidumbre. —. La determinación y la


sinceridad en tu mirada, es tan firme y transparente, que estoy segura de que no te
importa todo lo que están haciendo porque te puedo afirmar que todo esto lo hacen para
ver como tambaleas.

—¿Por qué piensas eso? —cuestioné intrigado.

—Porque conozco a nuestro hermano, no hace las cosas a medias y digamos que siempre
he visto la rivalidad que hay entre ambos, aunque a ti no te importa y no tienes ningún
inconveniente en demostrar que él es mejor que tú, él siempre ha tratado de esforzarse en
todo, queriendo ser mejor que tú, aunque termina siendo todo lo contrario, ya que sales
favorecido de sus elecciones.

Su observación me resulta interesante, a pesar de no haberlo mostrado, ella lo ha notado


sin ninguna dificultad. Sorpresivamente, ha dado en el blanco y ni ella se da cuenta de lo
valiosa que es observar cosas que otros no. Me gusta que lo mencione sin presumir que
ha sido capaz de descifrar algo que nadie ha logrado.

—¿Qué? —dice mirando la expresión en mi rostro y la sonrisa que poco a poco se va


ampliando. —¿Creías que nunca iba a notar lo que sucedía entre ustedes dos? Eran
demasiado evidente—encarco una ceja, suspira. —. Bueno, Marcus lo era, siempre
haciendo notar todo lo que le salía perfecto y queriendo ser el centro de atención en cada
instante. Nunca se cansaba de lograr que quedaras mal ante la familia, pero eso te daba
igual, eras tan indiferente que eso irritaba a Marcus, al ver que sus acciones no te afectan
para nada y actuabas como si no existiera. —se ríe al recordar.

No supe porque ha tratado de sobresalir en cada actividad que nos ponía a prueba nuestro
padre, siempre queriendo destacar y hacerme quedar mal, no lo entendí. No le di motivos
para que se sintiera inferior o le presumí toda la atención que tuve, era indiferente con todo
y me mostré desinteresado porque la verdad es que no era relevante para mí cada acción
que me mostraba padre, al contrario, tenerlo junto a mí, solo sentía el desprecio. Era como
si tenerlo cerca causara tanta repulsión que no aguantaba el ardor en mis fosas nasales,
no después de todo lo malo que había hecho a mi familia.

Vuelve a abrir sus labios para seguir hablando, pero escuchamos una voz:

—Hola.
Ryan

—Hola.

Cada músculo de mi cuerpo se tensa, siento como el tórax se contrae al escuchar su voz,
como llega a mis tímpanos, resuenan con tanta presión. La respiración se me entrecorta,
apenas puedo recuperar el aliento, tengo que inspirar a profundidad para sentir como el
aire llena mis pulmones; presiono mis labios para no soltar ningún sonido que provoque mi
garganta.
Aprieto mis puños y enfoco mi mirada en un ángulo muy alejado de su dirección, así no
cruzamos miradas y miro su rostro después de todos estos años, sabiendo el daño que me
ocasionó al ser solo un adolescente indefenso. Pasó los últimos años de mi adolescencia
haciendo de mi vida un infierno, al saber quien era el verdadero heredero, desquito toda su
ira conmigo y me reveló crueldades que no necesitaba saber, en ese entonces, ya que
había perdido a la familia que sí amaba. Jamás fui responsable de lo que vivió, ni tuve la
culpa que no fuera lo suficientemente inteligente para comprobar muchos hechos; ella fue
engañada y utilizada por mi padre, pero no me correspondía pagar por los pecados de él,
apenas era un niño llegando a un lugar extraño, sin saber qué hacer. No tenía a nadie.

—Buenas tardes, madre—saluda Linda, haciendo notar su presencia. No puede ocultar el


entusiasmo en sus palabras ni como se desborda de alegría por tener a su madre en su
habitación. No alcanzo a mirar su rostro porque me está dando la espalda, pero se siente
la felicidad.

Para mi hermana pequeña, su madre, es todo lo que desea en su vida, es el motivo por el
cual aún no se ha marchado de esta casa, ya que no quiere decepcionar a la mujer que la
crio, tiene un apego demasiado fuerte hacia ella, ocultando sus errores que relucen con
demasiado destello. No puedo ir en contra de ello, no me lo perdonaría; aunque por culpa
de esa mujer he vivido los peores momentos de mi vida, era como estar respirando pero
con una agonía palpitante sobre mi pecho. Sin embargo, no permitiré conocer esos
hechos, no dejaré que mi hermana se enteré sobre las atrocidades cometidas por su
madre, no puedo borrar la imagen perfecta ni arruinarle los buenos momentos de su
infancia.

Enterraré esas verdades y todos los recuerdos, para protegerla de lo más hermoso que
tiene en su vida, no quiero desgarrar su alma, no puedo y así será. Ella jamás sabrá todo
lo vivido por culpa de su madre, jamás.

Escuché como su madre le respondió con el mismo entusiasmo, un poco fingido, pero le
salió a la perfección como muchas de sus acciones atroces. Estoy tan concentrado en
mirar en todas las direcciones, menos en la suya, si lo hago, retrocederé y me encerraré
en los más profundos de mis recuerdos, apreciando nuevamente ese dolor insoportable,
prefiero vivir como estoy ahora, a volver a esos tiempos y suplicar por una vida normal.

No merecí ese tipo de trato, pero es lo que la vida tuvo para mí.

Es el precio que tengo que pagar por haber regresado sin tomar en cuenta todas las
adversidades.

—¿Has visto quién está de regreso? —menciona con emoción, mirándome por encima de
su hombro. —Ryan ha venido a visitarnos y me comentó que no piensa irse—puedo
asegurar que tiene una enorme sonrisa en sus labios y su rostro iluminado por cómo
pronuncia cada una de esas palabras. —. Estábamos charlando sobre cómo era su vida
allá y también le comentaba algunos momentos que se perdió por estar demasiado tiempo
alejado de su familia, pero no es nada importante, de seguro te aburrirás saber esos
hechos, ya que son de los sueños que cumpliré. —atisbe el tono nervioso en su voz, le
restó importancia a nuestra conversación para que no supiera que estábamos hablando
del perfecto de su hijo.

Sé que aunque mi hermana la amará con todo su corazón, la preferencia de su madre por
su hermano siempre será esa pequeña brecha entre ambas, sólo porque él tiene los
rasgos de un hombre que nunca anhelo permanecer en su vida. Ese es el motivo de
ocultar sus palabras o lograr que su madre olvide lo que apenas pudo escuchar, porque la
atacará y menospreciara por no seguir el rumbo propuesto por la familia.
Dirigí mi mirada a la espalda de mi hermana, su postura incómoda y sus hombros tensos,
me dio la impresión de lo aterrada que está por tener la presencia de su madre entre
nosotros. Entrecerré mis ojos, al escuchar su respiración acelerada, apenas se oigo los
latidos de su corazón, y eso me tomó por sorpresa porque no es impresionante saber la
reacción causada por su madre, cuando siempre ha sido la persona a la cual no ha tenido
miedo, pero por cómo está actuando, me da el indicio que tenerla al frente, le genera un
miedo inexplicable.

Arrugo las cejas.

La curiosidad invade mis pensamientos y muchas interrogantes se generan de ella, es


como si hubiera descubierto un hecho que pase por alto, pero aún tengo la necesidad de
indagar un poco más a fondo.

—Es bueno saber que estás de regreso, Ryan. —su mirada recae sobre mí, su dulce voz
llena de cortesía, es falsa. Puedo notar como sus ojos insisten en no apartarse, desea ser
mi centro de atención porque sabe las intenciones de mi regreso y ella misma me quiere
demostrar que es en vano, ya que no obtendré nada de lo que ha construido.

Aprieto la mandíbula, mis dientes rechinan, pero presiono mis labios para amortiguar el
sonido ronco y lleno de ira, prefiero ocultarlo para no levantar sospechas. Enfoco mis ojos
en el ser más despreciable conocido, mi mirada no muestra ninguna emoción, es más
vacía y oscura.

Tira sus labios con una sonrisa, sé por qué ha hecho ese gesto.

Levanto la barbilla, demostrándole que los tiempos han cambiado y que como se burla por
como la vida me ha tratado, no significa nada. No tiene ninguna reacción en mi alma ni
remueve ningún recuerdo porque los tengo sellados para que no sean un estorbo en estos
momentos. Ella no podrá utilizar nada a su favor.

Un amago tira mis labios en una sonrisa ladeada, enarcó una ceja y se cruzó los brazos,
interesada en mi siguiente movimiento y tentada a seguir provocándome para ver cómo
termina este momento. Doy pasos pasando por un lado, quedando a la misma altura que
mi hermana, que puede sentir la tensión incómoda en el ambiente, esa mezcla de odio y
dolor, se propaga en cada rincón de la habitación, pero no hace mención ni intenta
entender porqué estoy provocando toda esta situación al tener la presencia de su padre
con nosotros. No busca explicación, a pesar de suplicarme con su mirada respuesta, no
apartó la mirada de la mujer frente a mí, tiene toda mi atención y no por el miedo que
piensa generarme, sino por como los años ha permitido que desfiguré cada facción de su
rostro. Tantas operaciones para ocultar su envejecimiento, ha provocado ciertas
reacciones en su piel, y al querer verse más joven, ha transformado su rostro, cambiándola
radicalmente y logrando que no se aprecie su belleza natural.

Su sonrisa es más siniestra, más al darme cuenta de cómo los lleva pintados, con un color
inapropiado para su tono de piel.

No tengo el derecho de criticarle por su aspecto, pero no sabe la definición de tener un


límite, ya que ha sobrepasado el suyo con tantas cirugías de por medio. Siempre fui
honesto al decir que era una mujer hermosa y entendía porque ese señor que tengo como
abuelo la había elegido para formar parte de su familia. No solo porque tiene un apellido
prestigioso, sino por la belleza que poseía, pero que con el tiempo le fue quitada por sus
malas decisiones. No hubo necesidad de estirarse tanto el rostro, si todos llegaríamos a
esa etapa, en donde la piel se volverá menos firme.

—Dudo mucho que tenga el gusto, señora.


Chasquea la lengua en desaprobación y la irritación en su rostro es evidente, tiro una
sonrisa amplia y cínica, mostrándole lo gratificante que es, sacar ese lado oculto en su ser.
Si sigo aquí, es para no aplacar su molestia, no quiero que borre el enojo que está
sintiendo por mi presencia.

Ella sabe los motivos por los cuales estoy de regreso, lo sabe. Por eso desea verme muy
lejos, ya que si no vuelvo a donde he estado todos estos años, asumiré el lugar que
merezco. He sido desde pequeño instruido para formar parte de esta sociedad, y ni ella
podrá impedir ese ascenso.

—Después de haberte criado, sigues llamando señora—menciona con un toque de


molestia, trato de no reírme por sus palabras. —. Deberías decirme mamá.

—Créame, no la considera como una—recalco las últimas palabras. —. Jamás tuvo la


intención de ser mi madre, así que dudo mucho que merezca ese título. Usted solo me crió
porque le obligaron a tomar una responsabilidad que no deseaba, además no se si decir
que me crió cuando solo me miraba desde lejos. —me encojo de hombros.

Mira a mi hermana, sobre todo ve como Linda intenta tomar mi mano para calmarme, pero
la alejó porque no quiero quedarme callado, necesito soltar todas las palabras atascadas
en mi garganta y dejar en claro cuál será mi lugar desde ahora. Ella reconoce la relación
que tenemos su madre y yo, sabe que a pesar de haberme criado con ellos, nunca fui
parte de su círculo amoroso, siempre me mantuvieron alejado, condenándome a la
soledad y siendo observador del desprecio de mi propia sangre; nadie ha podido aceptar el
trato dado hacia mi persona, han ocultado ese hecho por años, pero todo lo que uno
siembra, cosecha.

Ahora es mi turno de cosechar lo que sembraron. No solo he venido a tomar ese lugar,
estoy aquí para hacerlos pagar por todo el daño ocasionado y como me arrebataron de los
brazos de mi familia para tomar un cargo que nunca desee. Ese fue el motivo de mi madre
biológica para dejarme en las manos de su hermana, ella no quería que asumiera ese
lugar, pero no tengo otra opción que vengar sus muertes, porque ellos no merecieron morir
por solo darme amor y criarme como si fuera su verdadero hijo, no debieron tener ese
final.

—Cariño, ¿por qué no le ofreciste a tu invitado una taza de té? —cuestionó enfurecida,
Linda dio pasos a los costados, asustada por el reproche de su madre. —Ve a prepararnos
té. —mi hermana dudo en dejarnos solos, pero no es capaz de contradecirle a su madre, a
la mala, aceptó la orden, obedeciéndola sin contradecir sus palabras y antes de salir por la
puerta, me miró, pidiéndome con la mirada no reaccionar de mala manera.

Está aprovechando la oportunidad de quedarnos solos para dejar de fingir y actuar como la
persona que es. Su rostro endurecido y su mirada llena de odio, lo transmite todo, y me
hace cuestionar porque tanta agresión por mi presencia cuando solo he venido a saludar a
la familia. Opto por una postura tranquila, relajo mis facciones y dejo de apretar mis puños,
una sonrisa natural aparece en mis labios, para mostrarle que no me interesa en absoluto
escuchar sus palabras sin relevancia en mi vida.

Tenerla frente a mí, solo me tienta a actuar de inmediato. El impulso es más fuerte que mi
convicción de hacer las cosas paso a paso, pero no me está ayudando a controlarme.

—Supe de tu regreso, solo que no imagine el descaro que tendrías al pisar esta casa, la
cual pertenece a mis hijos—ladeo mi sonrisa. —. No esperé verte nunca más, prometiste
no volver, creí que morirías allá, a pesar de saber de ti…

—¿Acaso me estuvo vigilando? —arrugue mis cejas, sorprendido por su confesión. —


¿Con qué derecho? Usted sobrepasa los límites. —negué.
Ignoró mis palabras y continuó.

—Siempre supuse que no cumplirías tu palabra, como tu padre—rió sin gracia y no me


olvido de su confesión, un tema que luego exigiré respuestas claras. —. Desde tu
aparición en mi familia, sabía que serías igual que él, después de todo, tu madre te educó
para robar lo que no te pertenece—aprieto mis puños al escuchar como mete a mi madre
en una discusión….

—Hipócrita—la interrumpo, enojado. —. ¿Usted habla sobre como mi madre me educó a


robar un lugar que no me pertenece? —inquirí riéndome con amargura, la miró fijamente.
—¿Le recuerdo quien tomó ese lugar? ¿Ya se olvidó de cómo utilizó sus sucias artimañas
para engañar a mi padre? —defiendo a mi sangre. —Puede mentir a todos y quedar como
una víctima, pero recuerda que no lo es, nunca tuvo el derecho de ser parte de esta familia
y lo sabe. —señalo.

—Prometiste…

—Me importa muy poco lo que prometí—le aseguro siendo tajante. —. No estoy aquí para
darle explicaciones, ahorres sus palabras y hágase la víctima en otro lado, a mí no me
engaña, ni mucho menos me humilla.

No retrocede cuando me acerco.

—Prometiste—y sigue. —no interferir en el legado de mi hijo. Él se ha esforzado en forjar


un gran imperio, pero has decidido regresar e involucrarte con la familia que tanto
aborreces.

—Pero es familia—una vez más, la interrumpo. —. Puedo odiarlos y despreciarlos, soy


bueno fingiendo, puedo actuar como si fuéramos la familia más perfecta—le sonrió
encantadoramente. —. Descuida, tengo inteligencia emocional.

—¿Haces todo esto para vengarte por todo lo que hice?

Fingí pensar, para ser más dramático, me toque la barbilla con mis dedos, haciendo que
pierda su paciencia. La miré.

—No tengo necesidad de hacerlo, créame cuando le digo que su hijo solo se arruina y me
deja el camino libre por culpa de sus errores. Ya ha cometido bastantes, creo que es
momento de ponerle en su lugar y demostrarle que no siempre podrá tenerlo fácil solo por
portar este apellido—afirmo sin borrar mi sonrisa. —. Le enseñaré y tendrá que aprender,
si desea asumir en algún momento un rol dentro la familia—aseguro con determinación,
veo como su respiración se acelera. —. Además, necesitaré que alguien se encargue de
organizar mis horarios para las juntas y todos los vuelos que tomaré a distintas partes del
país, porque una vez que tome el control, partiré a distintos puntos del mundo ya que
tengo nuevos socios interesados en el nuevo proyecto que estoy planteando.

—¿Por eso estás aquí? —cuestionó, presione mis labios en respuesta. —No lo permitiré.

—No tiene por qué hacerlo, no está al mando ni siquiera tiene un lugar dentro, así que
descuide, no puede permitir nada.

—Te prometo que no asumirás ningún cargo.

Me quedé en silencio, contemplando el enfurecimiento en su rostro, disfrutando de ver


como la habitación iba a arder por cómo las cosas se salen de control, no me mediré, será
satisfactorio apreciar cómo la desesperación hará que actúe de manera errada y cometa
un grave error al querer dominarme con simples palabras.
Sonrío.

Ella es la menos indicada para reprocharme por romper absurdas promesas, no está en
condiciones de cuestionarme el arrebato de mis acciones, solo era un niño sin saber cómo
escapar del infierno al que me sometió por querer todo el poder en las manos de sus hijos.
Doy un paso adelante y me detuve cuando me di cuenta de cómo estoy invadiendo su
espacio personal, aunque no me importaba incomodarla, solo deseo ponerla más
impotente, quiero que pierda los estribos y sea la causante de semejante alboroto, que de
seguro llegará a los oídos de ese señor.

Es sencillo manipular la situación a mi favor, no sabe que está cayendo en mi trampa, es


muy movible y fácil de airar. De seguro su siguiente movimiento será golpearme porque no
soportará ver cómo me burlo en su cara, ni como le estoy restregando el control que está
en mis manos porque regresé para pertenecer a esta familia.

—No haga promesas que no podrá cumplir—le sugiero con amabilidad. —. No tiene el
poder para actuar, ni los medios para defenderse. No se entrometa en mi camino porque
no me gustará sacarla a las malas.

—¿Me estás amenazando?

—No es necesario llegar hasta ese extremo, solo es un consejo que debe tomar en cuenta
si no quieres que en un futuro sufra un accidente—me hago el sorprendido. —. Ya sabe,
las calles son muy peligrosas que cualquiera puede sufrir un atentado. —mi tono es una
advertencia, abre los ojos desmesuradamente y entra en pánico cuando se da cuenta de la
sinceridad en mi mirada.

—Eres igual…

—Ni se le ocurra terminar la frase—insinuó con rudeza. —. Si desea, métase conmigo y no


con mis padres. Ellos no tienen la culpa que no sea una mujer suficiente para dar todo lo
que uno espera, así que no se atreva a manchar sus nombres porque le aseguro que
quien saldrá más lastimada, será usted—amargo con arrebato. —. No se haga la
olvidadiza y no tenga memoria de todas sus acciones crueles para llegar hasta este
momento, no se me olvida el daño que causo a mi familia y padres, no es una santa,
menos una víctima.

—Pero la sociedad me muestra como una víctima—se defiende sonriendo. Como si eso
me importará. —. No me harás quedar mal, no cuando tu madre tuvo la mayor culpa y se
demostró al conocer su pasado. Cada hecho y momento, todo se voltea a mi favor.

—Descuide, tengo pruebas de todo y, cada hecho y momento que se voltea a su favor, se
irá en su contra, de eso me encargo yo—su sonrisa se borra. —. No soy aquel niñato
manipulado y que pudo lastimarlo con verdades crueles, ahora soy mucho peor que usted,
y me encargaré demostrarle en lo que me convertí.

Ensancho mi sonrisa siniestra.

—Es usted que no sabe en donde está posicionada—le recuerdo con mucha satisfacción
al ver como la expresión de su rostro se apaga. —. Yo estoy por muy delante de usted y su
hijo.

—También de Linda. —me acusa.

—Se equivoca—refuto de inmediato. —. Mi hermana, está en la misma posición que yo, es


de lo primero que me encargaré. Ya no tendrá el control de su vida porque todo será suyo,
es libre.
Ríe con desprecio.

—Jamás se librará de nosotros, somos su familia.

—¿Familia? —cuestionó con burla. —Una que quiera cortarle las alas, pero descuide,
estoy yo para hacerla volar, aunque no me necesita para hacerlo, sólo limpiaré su camino
para que demuestre que es mucho más necesaria que su hermano—interpelo. —. Linda
es mucho más que todos nosotros, le abriré puertas que ustedes cerraron porque merece
brillar.

—Eso está por verse.

Acorto toda la distancia quedando a centímetros de su rostro, mi sonrisa de victoria lo


restriego en su cara, y es gratificante ver su reacción. Desde hace mucho desee hacer
esto, ahora es mi turno de tomar las riendas de la situación para vengar a todas las
personas que sufrieron en su mano.

—¿Quiere ver cómo queda en ruinas todo lo que ha construido? —preguntó sintiéndome
bien por su desesperación. —¿Le muestro como su hijo se queda en la nada?

Su mano voltea mi rostro sin aviso, siento el ardor en mi mejilla y echo mi cabeza para
atrás, riéndome por su respuesta. Mi risa no cesa, se intensifica porque esto esperaba de
su parte.

—Es tan predecible—le hago saber. —. Seré un espectador de cómo se destruye usted
sola, cada una de sus acciones la llevará al camino que escogió, pero espere por mí, seré
quien haga de su vida un infierno.

Levanta su mano con intenciones de volver a golpearme, pero la detengo justo a tiempo,
trato de no presionar con mucha fuerza mi agarre, no quiero lastimarla porque por más que
se lo merezca, no soy esa clase de persona.

No iré en contra de mis principios para desquitar mi ira.

—Si piensa que seré como usted, está equivocada—suelto su brazo con cuidado de que
se lastime y sea el responsable porque es capaz de mentir. —. No desperdiciaré mis
acciones con usted, suficiente atención ha tenido de mi parte, confórmese con eso, no
tendrá este momento por un largo tiempo, ya que no me interesa volver a cruzar caminos
con usted.

Retrocedo, alejándome lo más que puedo, no quiero generar ningún malentendido, no


estoy dispuesto a lidiar con problemas irrelevantes. Tengo que admitir que ha sido una
buena elección venir a esta casa, así puede dejar en claro cuál es mi posición. No me
arrepiento de la decisión que he tomado, solo hice lo que nunca pude hacer cuando era
adolescente.

Poner en su lugar a esa mujer.

Ya no es superior que yo, ha perdido credibilidad y confianza con el pasar de los años,
puedo asegurar que ese señor que tengo como abuelo, está buscando la manera de
deshacerse de ella, es solo un estorbo para todos sus planes.

—Sea más un apoyo y deje de ser un estorbo. —aconsejo por su bien y no para humillarla,
le estoy haciendo un favor porque si sigue cometiendo ese tipo de errores, ese señor no se
le perdonará y mandará a cualquiera de sus perros fieles a matarla, es lo que siempre ha
hecho.
—¿Por qué me lo dices?

—Solo tómelo como un regalo. —le resto importancia y me muestro indiferente.

Supongo que ha llegado el momento de salir de este lugar y dirigirme a la oficina de ese
señor, necesito aclarar ciertos puntos y poner mis condiciones. Paso por su lado, aun
sigue analizando mis palabras y tratando de asimilar toda la situación, creo que le ha
afectado bastante cada cosa que dije, aunque no mentí, me sobrepasé un poco, pero eso
fue para que no se vuelva a meterse conmigo.

—Puedes creer que sabes todo, pero hay cosas que siguen ocultándose y estas muy lejos
de la verdad—sus palabras detuvieron mis pasos y me giré para observar. Su sonrisa
macabra que había presenciado hace años, cuando estaba a punto de matarme, se dibujó
en sus labios a la perfección. —. Aun ignoras hechos mal contados, buscas en lugares
equivocados y te confundes conmigo, puede que haya hecho lo que fuera para obtener
este poder, pero yo nunca fui capaz de destruir a tu familia, es más, siempre supe de tu
existencia y donde estabas, te escondí por meses porque realmente eres despreciable
para mí, y verte, me recuerda a todas las traiciones que recibí por parte de tus padres.

—Eso no te dio el derecho de hacer mi vida un infierno—escupí con recelo. —. No tuve la


culpa de todas las malas acciones de mis padres, puede que sea su hijo, pero no justifica
lo que hiciste conmigo, degenerada.

La puerta se abre, Linda me mira preguntándome qué está sucediendo, pero desvió la
mirada, ocultando los recuerdos de un ayer que deseo olvidar. Aunque los años han
cambiado, no he podido borrar esos momentos borrosos de mi vida, siguen presentes
cada vez que desean arruinarme la existencia y no puedo sacarlos de mi mente, son tan
constantes.

—¿Todo bien? —cuestionó Linda, en sus manos no trae nada, eso me hace sospechar
que todo este tiempo ha estado escuchando nuestra plática o solo me estoy confundiendo,
pero no le digo nada.

—Pensé que te di una orden de traer té—demanda Martina, desquitando su ira con ella.
—. ¿Dónde está?

—Fui a la cocina a preparar pero al parecer se ha acabado, tienes que decir que compren.
—respondió manteniendo la mirada en alto, sin bajarla.

Sonrío, contento porque ha decidido seguir mis consejos y no humillarse por nadie,
aunque agachar la cabeza es signo de respeto, creo que es algo absurdo. Así que no lo
tomo en cuenta cuando es innecesario para mí. El respeto se gana, sea quien sea. Todos
reciben el trato que dan, sin justificación.

—¿Estás lista para esta noche? —interrogó Martina.

Linda miró en mi dirección, su mirada me decía todo, pero yo solo tuve que asentir con la
cabeza y darle ese apoyo que necesitaba. Le estoy dando un empujón para que abra sus
alas y demuestre que ella también puede brillar.

—Si me disculpan, tengo asuntos que solucionar—pasé por el lado de su madre. —. Es


gusto haber tenido una charla con usted, no se olvide de mis palabras, debe tenerlas bien
presente—me detuve y toque el hombro de mi hermana. —. Es tu momento, tienes el
poder, no lo olvides. —susurré para ella, guiñandole un ojo.

Camine hacia la salida y antes de entrar al pasillo escuche a mi hermana decir las
palabras que tanto desee oír desde hace mucho tiempo: —. No lo haré.
Sonreí por cómo se abre camino entre nosotros y deja de estar lamentándose por la vida
que le tocó. Ella está dispuesta a demostrar su potencial yendo en contra de todos los
principios de la familia, eso me enorgullece.

Estoy por llegar a la oficina de ese señor y en medio del camino me encuentro con Marcus,
no apartó la vista desde que se dio cuenta de mi presencia. Al parecer tendremos una
charla muy interesante, más al darme cuenta que sabe que tuve una conversación con su
futura esposa.

Esbozo una sonrisa cínica.

Ryan

Esbozo una sonrisa cínica.

La amplió aún más, casi muestro mis relucientes dientes para irritarlo más, encuentro
divertida esta situación. Al parecer, mi sonrisa es lo que menos le molesta en este
momento, lo que le causa molestia, es como estoy actuando a su alrededor y la manera
como manejó todo lo sucedido, ¿Qué pensó? Que iba a estar decepcionado y dolido
porque decidió meterse con aquella mujer que en algún momento fue alguien importante
en mi vida, pero prefirió ir en busca de poder.

Rio por mis pensamientos.

Creo.

No.

Me hizo un favor al fijarse en ella, la sacó de mi camino, porque iba a ser mi primer
objetivo, aun lo sigue siendo, pero al ver cómo las cosas se están direccionando, ahora
ambos serán mi primer objetivo. Si cae uno, los dos terminarán cayendo. No están listos
para estar incluidos en este juego donde será imposible salir sin ningún crimen.

Camino hacia donde se encuentra parado, se nota tenso y estresado, pero yo tengo la
postura relajada, mi sonrisa encantadora no se ha borrado. Doy pasos, siendo un poco
presuntuoso, y no escondo el brillo de diversión en mi mirada, es más, reemplazó la
expresión de incredulidad por satisfacción en mi rostro.

Estoy comportando como un verdadero cretino y arrogante, aunque es lo que menos me


importa, ya que merece mucho más, no tengo porque ser cortés o amable con la persona
que solo quiere ver como sufro. No pienso ignorar su presencia como si estuviera huyendo
por la situación, no. Prefiero darle frente a ocultarme y quedar como estúpido, suficiente he
tenido con que me hayan traicionado.

No me interesa su elección de prometida, ni siquiera seré buena persona en advertirle


porque ella eligió aceptar su propuesta, dejaré que se de cuenta por sí solo, ya cuando el
caos se asome en su vida. Lo importante y los motivos de sentirme traicionado, es porque
él sabe todo lo que sucedió en la relación, en cómo terminé hundido por el sufrimiento por
culpa de las acciones de esa insípida mujer, no tengo el derecho de reclamarle, pero al
menos, si hubiera tenido un poco de consideración hacia a mí, hubiera respetado eso; sin
embargo, no pudo hacerlo y terminó cortando esa delgada cuerda que nos unía, pensaba
en ayudarle a tomar todo en su poder, pero no dejaré que se quede en mi lugar, tomaré lo
que me pertenece y no me detendrá.
No es por la mujer, son por todas las mentiras. Quizá en su momento, cuando me enteré
de lo que me fue ocultado, sentí una punzada de dolor y traición, pero al analizar la
situación, me percaté de cómo me estaba favoreciendo, y aproveche esa oportunidad para
demostrar la verdadera cara de ambos. Las personas hablan, más cuando se trata de algo
sumamente importante, y estoy casi seguro de que ya muchos han corrido la voz de tal
traición, donde quedaré como la víctima de las mentiras de ambos y todo se alineará a mi
favor.

—¿Cómo has estado? —palmeo su hombro, mi sonrisa aún está en mis labios y mi
expresión, logra sacarle una mueca de amargura.

Sus ojos son dos espadas afiladas, me atacan sin aviso y arremeten contra mí, como si
deseará golpearme hasta sentir que ya no tiene fuerzas, pero no puede hacerlo, un
movimiento en falso y pierde todo. Las equivocaciones cometidas por su parte, han sido su
sentencia de muchas formas, eso lo está controlando porque ya se hubiera abalanzado y
acto seguido, golpeado. Pero no puedo porque las advertencias de ese señor han sido
claras y no puede ir en contra de las órdenes.

—Podemos dejar de fingir que nos agradamos —no es una pregunta, está afirmando. Y
aunque quisiera dejar de hacerlo, no le pienso dar el gusto y me hago el desentendido,
hundiendo los ojos, mostrándome sorprendido por sus palabras, algo que le causa mucho
furor. —. ¿Qué intentas demostrar?

Ignoro su pregunta y sigo actuando como si estuviera confundido, parpadeó sin entender
sus palabras y puedo asegurar que tengo un signo de interrogación en mi expresión,
queriendo descubrir lo que está sucediendo porque hoy he perdido la memoria.

Pasa las manos por su rostro, frustrado. Da pasos en mi dirección, acortando toda
distancia y me toma por sorpresa, cuando me sujeta del cuello de mi camisa favorita. Su
rostro con furor se acerca al mío y tiene que levantar un poco la barbilla para verme
fijamente a los ojos.

Curvo mi sonrisa ladeada, cambiando la expresión a desprecio y por poco lo asesinó con
la mirada escalofriante que le mandó, como suelo hacer cuando algo no me está saliendo
bien.

—¿Qué deseas demostrar? —preguntó presionando sus manos con más fuerza y puedo
sentir sus nudillos rozando mi mandíbula.

No borro mi sonrisa, sigue presente queriendo irritarlo más porque no pienso perder mis
golpes con él, prefiero que me golpee primero y se descontrole, equivocándose una vez
más.

—¿Yo? —cuestionó haciéndome el indiferente e ignoro su poca paciencia. Puedo ver en


su mirada como esta por explotar y lo espero con ansias para probarle a su madre, que no
está preparado para una lucha, en donde será un rival muy débil y fácil de manipular,
como siempre lo ha sido. —No quiero demostrar nada de lo que ya no han visto, tú mismo
estás actuando impulsivamente, llamando la atención de los empleados, aun sabiendo lo
que puede suceder si sigue actuando como un desquiciado, ¿acaso no estás al tanto si
desobedeces una orden de padre? —inquiero enarcando una ceja. —¿En serio piensas ir
en contra de su palabra? Compórtate como un hombre y no dejes que tus emociones
influyan en tus acciones porque de esa forma no llegarás muy lejos, solo atraerás
escándalos y problemas a la empresa. —digo con franqueza.

—Cállate…
—¿Callarme? ¿Y por qué debo acatar tu orden? —lo interrumpo con rudeza. —Estoy
siendo sincero, si te disgusta mis palabras, no tienes por qué escucharlas, puedes retirarte
y haré como si nada hubiera sucedido, a las finales, tu terminas hundido, yo no—me
encojo de hombros, tomando sus muñecas y tirando de ellas, sacando sus manos del
cuello de mi camisa. Lo empujo. —. No vuelvas a tocarme, lo desprecio. —advierto con un
tono frío.

Me alejo.

Su cuerpo se tensa por completo, puedo ver la chispa de ira recorriendo por sus ojos, eso
indica que es como una bomba de tiempo, en cualquier momento explotara y nadie se
librará de su ira. Por eso pienso que no es el indicado para llevar las riendas de la
empresa, tiene un comportamiento explosivo y sus acciones son por la impulsividad, no
sabe analizar su siguiente paso, ese es el motivo por el cual comete tantos errores y
todavía su arrogancia es su condena, porque no es capaz de aceptar que ha errado.

—¿Por qué estás aquí? —cuestionó apretando sus manos, mi mirada está en la vena que
sobresale de su cuello y cómo su respiración se acelera, golpea con violencia su pecho, se
oye el sonido brusco que provoca. Tiene problemas de ira. —Tengo entendido que solo
has venido por vacaciones, pero ¿Por qué parece qué piensas quedarte a vivir en esta
ciudad? ¿Crees que eres bienvenido en esta familia?

Su pregunta capta mi curiosidad y la forma en cómo se expresa me hace entender que


sabe más de lo esperado, ahora sé los motivos de su desprecio hacia mí y como desee
siempre destacar porque tiene miedo a no compartir ese vínculo que yo tengo con nuestro
padre biológico.

Sabe la historia, ¿pero qué versión es?

Siempre habrá muchas versiones en la historia de mis padres biológicos, pero la que yo
creo, fue escrita por ellos mismos, no tengo dudas de que esa versión es la verdadera,
después de todo, mis padres siempre recalcaron hechos contados por otras personas,

—Es mi familia también—le contestó alisando mi vestimenta. —o ya se te olvido que


sangre corre por mis venas, ¿acaso no es la misma que la tuya? Incluso puedo asegurarte
que el apellido es muy merecedor de mi parte, no puedo afirmar eso de ti, por como estas
comportándote, me hace entender que no sacaste ese lado dominante, solo te escondes
detrás de tu apellido cuando estás en serios problemas y sales ileso como si no tuvieras la
responsabilidad de pagar por lo que has hecho, pero las cosas cambiaran; y desde ahora,
todos los errores que cometas, será tu responsabilidad y asumirás las consecuencias.
Eres un adulto, compórtate como tal, asumiendo tus errores y actuando sabiamente,
¿quieres que te demuestre cómo actúa uno? ¿O será un golpe fuerte para tu ego?

Se queda en silencio, agacha la mirada y cuando vuelva a levantarla, puedo ver como el
enojo a dominado sus emociones y en el descontrol se asoma en su mirada. No puede
controlar ese desborde de ira sobre su sistema, es más fuerte que él e imposible de
apagar esa chispa.

Todo este tiempo estuvieron cubriendo cada error que cometía, sin permitir que él
asumiera el castigo y lo convirtieron en esta persona. No puedo reconocer a ese pequeño,
hay mucha oscuridad a su alrededor, aunque es culpa de cómo lo criaron, también es por
el camino tomado y por todas sus acciones que se rigieron por ser parte de la sociedad.

Se ha vuelto en un monstruo.

Y lo detendré, merece pagar por todo el daño ocasionado. Sé las crueldades que ha
hecho, todo lo que tuvieron que pasar sus víctimas fue lo más atroz que he podido
experimentar. Muchas personas quieren justicia y eso tendrán porque no permitiré más
sufrimiento por culpa de sus acciones.

—¿Quién te crees para darme lecciones? Tú eres el menos indicado para enseñarme a
ser un adulto, cuando decidiste huir de todos los problemas que ocasionaste cuando
apareciste. —señaló siendo desconocedor de la verdad.

Sonrío.

—Yo no huí, tomaron la decisión de enviarme lejos para moldearme y enseñarme como
regían en otros lugares. Aprendí a forjar mi propio camino sin tener que llevar un apellido
que me favorecía, me abrí camino en el mundo de los negocios sin necesidad de
mencionar quien soy. Cree mi propia identidad, ¿crees que puede venir a
menospreciarme? ¿Quién eres tú? —interrogué. —Si solo estás en la cima porque padre
no tiene otra opción, eres su sangre, pero no significa que avalara todas tus atrocidades,
perjudicando las acciones de la empresa y el prestigio que tiene por las travesuras de un
idiota arrogante que piensa en si mismo—me defendí por sus acusaciones. —. No
permitiré que destruyas todo lo construido por generaciones. Si no quieres terminar sin
nada, compórtate, porque yo no seré padre. —amenacé dando falsas intenciones, al
hacerle entender mi preocupación por la empresa, cuando mi propósito de vida, es dejarla
en ruinas y hacer justicia a las víctimas.

Se acerca dando zancadas, sus pasos son violentos. Se queda a centímetros de mí, sin
aplacar la altivez en su mirada y como la ira poco a poco iba dominándolo. Agaché mi
mirada, percatándome como sus puños se apretaban con mucha más presión,
volviéndolos rojos de tanta fuerza.

—¿Crees que no me doy cuenta de tus intenciones? —fruncí el ceño, indiferente. Nunca
logrará darse cuenta de los motivos de mi regreso, puede ser inteligente, pero no tan hábil
y astuto como yo. Mi inteligencia sobrepasa la suya. —Actúas como si ya fueras el dueño
de todo, al parecer no sabes cual es tu lugar.

Rió sin gracia y niego con mi cabeza.

—¿Sabes cual es mi lugar? —cuestioné, no le permito responder, prosigo. —En la cima,


donde tú estás colocado, ese es mi lugar. No te equivoques, padre solo estaba esperando
mi regreso, pero decidió no decirte nada porque no tiene relevancia, así que le pedí que te
dejará a cargo unos años más y pensarás que ya eras el elegido, olvidándote que yo
existía—le confieso, es tan gratificante la expresión de su rostro. —. Esperé que no
arruinarás la oportunidad ofrecida, pero terminabas decepcionado a todos. Cada error, fue
el principio del fin. Te di la oportunidad y lo desaprovechaste, solo por actuar como un
arrogante.

—¿Qué estás tratando de decir?

—Creo que has entendido muy bien.

Analiza mis palabras.

—Chicos, ¿todo bien? —escucho la voz de Linda a mi espalda, la miró por encima de mi
hombro, detrás de ella, está su madre y Allison, la última nos mira con los ojos muy
abiertos y con pánico en los ojos, le sonrió.

—Eres un maldito.

Marcus me vuelve a sujetar del cuello de mi camisa, su agarre es más firme. Regreso mi
mirada hacia él, mis labios dibujan una perfecta sonrisa que significa victoria, la amplió
mucho más, escuchando como Linda nos pide que nos separemos, pero yo permito que
actúe como si no estuviera estable.

—¿Qué hacías con mi prometida en una habitación, solos? —cuestionó, eleve una ceja,
sorprendido por el cambio de conversación. Zarandeo mi cuerpo cuando no obtuvo una
respuesta. —¡Respóndeme!

—¿Por qué no se lo preguntas tú a ella? —le respondo con otra pregunta, levanto la
barbilla, sacándole unos cuantos centímetros más. —Si es ella que acude cada vez a mí,
quizá aún no supera a su primer amor. —le restriego en la cara.

Me sacude con más fuerza.

—¡¿Qué está sucediendo acá?!

Creo que todos giramos nuestras cabezas en la misma dirección, viendo como ese señor
nos mira con desaprobación, pero sus ojos están fijos en Marcus, quien aun no me ha
soltado.

—¡Estoy esperando una explicación! —exige con autoridad ese señor.

Marcus se tensa y regresa su mirada en mi dirección, primero mira detrás de mí, como si
esperara la aprobación para soltarme y cuando ya tiene una respuesta, me observa
fijamente, con ganas de destruirme, pero no puede hacer ningún movimiento, porque da
un paso en falso y acaba con todo.

Sonrío.
Ryan

No me ha soltado aún, su agarre se hace más firme, como si escuchar la orden del señor
fuera irrelevante para él. Una sonrisa asoma en sus labios y endurece su rostro,
transmitiéndome el odio en sus ojos.

Elevo mis manos a la altura de mis hombros, en modo de redención para tomar la ventaja
total; así como retrocedo unos pasos atrás, demostrando un punto, el cual estará a mi
favor por cómo se está saliendo de control la situación, está por perder los estribos y
atacarme a pesar de haber escuchado la orden, su ira sobrepasa cualquier principio, al
parecer no le importa el daño que causará. Saco provecho de este momento, no pierdo el
tiempo y hago que vean quien es el niño perfecto que criaron con el fin de probar la lealtad
a la familia; pero mis acciones y provocaciones solo sacaron a relucir ese lado herido. Su
impulsividad y descontrol, demuestra lo incapacitado que esta para tomar las riendas de la
empresa, es un punto a mi favor, porque gracias a su comportamiento, hemos perdido
credibilidad del público, incluso muchos han retirado sus acciones por conflictos, hubo
disgustos de parte del sector administrativo, pero por ser el dueño, nadie es capaz de
ponerlo en su lugar y permiten que haga lo que quiera. Ha manchado la imagen y prestigio
de la empresa, y parece no importarle, ya que ha llegado demasiado lejos al ser capaz de
amenazar a dos de nuestros grandes socios de muerte, solo por no querer cumplirle un
capricho absurdo.

Sí, quiero destruir la empresa, pero no deseo que sea a manos de ese idiota
incompetente, anhelo una juga limpia y estratega porque no será divertido ver como arde
roma sin los conflictos que se generara dentro de la familia, así no pienso jugar.

—Hijo. —su madre lo llama, direcciona sus orbes marrones a donde se encuentra. El tono
de su voz es débil y lleno de terror.

Suelo creer que ese miedo infundido es porque es consciente de toda la maldad en el
señor y no porque lo ha experimentado en carne propia, odiaría saber que fue víctima del
daño físico y psicológico, aunque no nos llevemos bien, eso no significa que merezca
pasar por ese tipo de traumas.

—¡Suéltalo! —susurró alterada y pude sentir su presencia cerca de mí, como si intentará
sujetarme del brazo y tirar de él. —Por favor.

Ladeo la cabeza, sonriéndole. Tira de mi cuerpo al suyo, choca nuestros pechos y dejó de
presionar mis labios, soltando una carcajada llena de cinismo, disfrutando este momento,
claro, sin ser notado por el señor.

—¿Te diviertes, imbécil? —cuestionó apretando más sus puños.

Me encogí de hombros, con mi sonrisa burlesca.

—Puedes averiguarlo tú mismo, al ver la satisfacción en mi rostro. —señalé.

Estoy siendo más astuto que él y menos impulsivo, porque también tengo las de perder en
estos momentos, no puedo provocarlo ni incitarlo a golpearme, estaré yendo contra todo lo
que me pidió el señor, no necesito perder su confianza en esta etapa del juego. No puedo
actuar con imprudencia, debo ser sabio en mis movimientos y tengo que analizar qué
pieza pienso mover, mi elección debe ser inteligente y sutil; mi prioridad es ganar territorio,
no perderlo, por eso mis palabras tiene que ser precisas y no confusas, así podré dominar
sus vidas y destruirlos por completo, como lo hicieron con la mía, sin importar la edad que
tenía. Para ellos, yo solo era un estorbo en sus planes, destruyendo la reputación de la
familia Reed, mantener oculto era su mejor opción, sin saber que el futuro sería su propia
perdición.
—¿No me estás escuchando? —le resondró el señor, caminando hacia nosotros,
enfurecido por como los minutos pasaban y Marcus no me soltaba.

Sus facciones se endurecen por el enojo provocado por las acciones de Marcus, puedo
verlo por encima del hombro de este, que sigue sin obedecer su orden. No lo está
mirando, ya que si lo hace, pierde toda esa ira y se doblega ante el señor como si fuera
alguien que merece respeto. Conmigo intenté muchas veces dominarme, usando mis
emociones en mi contra, incluso lo práctico en diferentes ocasiones, pero no lo logró, ya
que mi convicción y determinación eran más fuerte, que el maldito vínculo que nos une, ni
aun así pudo someterme bajo sus órdenes.

Su sangre puede correr por mis venas. Sangre legítima, con las mismas características de
su preciado y único hijo, pero no con el mismo destino. No permitiré que controle mi vida,
yo escogeré el camino, mi rumbo y, todas mis decisiones, se regirán conforme a mis
principios y valores adquiridos a través de los años y aprendidos por mis abuelos paternos.

Como lo quisieron mis padres, ellos desearon que tuviera una vida lejos de esto, de la
maldad. Aunque no puedo cumplir uno de sus deseos, si podré trazar mi propio camino y
destruir la familia que los asesinó.

—¡Marcus! —gritó el señor, por el tono de su voz, creo que está por perder la paciencia y
desquitar su enojo con Marcus. —Será mejor que lo sueltes o me conocerás realmente, no
hagas que llegue hasta allá, y yo mismo te tiré al suelo, te aseguro que lo haré con gusto
porque deseo descargar está ira que estoy sintiendo por culpa de tus malditas acciones. —
la advertencia en su voz es tajante, no está para juegos.

La sinceridad en sus palabras logra que dude por unos segundos, tambalea en sí dejarme
ir o seguir queriendo ser rudo. Atraviesa por un debate bastante serio y riguroso, el terror
se asoma en su mirada, pero no es lo suficientemente convincente para acabar con toda
esta situación y aceptar que ha perdido, es demasiado orgulloso y no creo posible recibir
una disculpa de su parte, tampoco es que la quiera, ya suficiente ha tenido con mis
palabras, lo dejaré tranquilo por ahora, luego me conocerá y tendrá la peor versión de mí,
la que no tendrá piedad de él, así sea la persona con quien me crié.

Su agarre es más firme y su cuerpo tiembla por la rabia, no tiene intenciones de soltarme.

—¿No me soltarás? —cuestionó mirando como está a pocos centímetros de nosotros. —Si
sigues actuando de esa manera, será más fácil quitarte de mi camino. Ya lo estoy
logrando, solo tengo que hacerte ver como un impulsivo y está resultando porque estás
dando pasos en falso, acabando con cada oportunidad, sin importante las consecuencias
de tus acciones, ¿así eres siempre? —inquiero negando con la cabeza. —No eres un
verdadero líder, te tienes miedo, más no te respetan. Son dos conceptos diferentes.

Llega hasta donde nos encontramos, de inmediato, me suelta con brusquedad,


empujándome, ocasionando que tambalee y chocando con el cuerpo de mi hermana,
quien no duda en sujetarme para no perder el equilibrio. Sus puños siguen apretados,
hace tanta presión en sus manos, puedo ver como cambian de color por la brusquedad. Su
pecho sube y baja, por cómo su respiración es acelerada, incluso se puede escuchar cómo
impacta con su pecho.

Enderezo mi espalda y me pongo firme cuando el señor se detiene frente a ambos, mira
de un lado a otro, enfurecido por la escena que estamos haciendo en medio del pasillo, a
la vista de todo el personal y los que monitorean las cámaras de seguridad de la casa.

—¡¿Qué intentaban hacer?! —la pregunta recae en ambos, pero sus ojos están enfocados
en Marcus. Él no duda en agachar la mirada, inspirando profundo y expulsando el aire de
manera ruidosa. —Mírame, Marcus.
No dudo en levantar la mirada y observar; las personas detrás de mí, se sobresaltaron,
cuando fueron espectadoras de cómo su rostro se volteo por el golpe proporcionado por el
señor, cada vez su furia se incrementó. Oí los jadeos a mis espaldas y pude sentir la
impotencia en el ambiente, mientras el pánico inundó cada rincón de los pasillos, nadie se
atrevió a decir nada, el silencio es penetrante y las respiraciones aceleradas son los únicos
que perturban ese sosiego.

Di un paso adelante, cerrando mis manos, pero mi hermana me detuvo cogiéndome del
brazo, la miré por encima de mi hombro y negó con su cabeza, desesperada.

Mis ojos se enfocaron en mi hermano, quien volvió a agachar la mirada y apretó sus puños
con más presión, su mejilla se enrojeció y trato de ocultar la rabia en la expresión de su
rostro para que no tuviera que recibir más golpes.

Tensó mi cuerpo.

Los pensamientos se cuadran en el tablero, descubriendo una verdad y creando muchas


interrogantes en mi mente, las cuales no tienen ninguna respuesta. Tiro mi brazo,
soltándome, doy pasos en su dirección y tengo toda su atención, levanto la barbilla y no
agacho la mirada porque no tiene el respeto que se merece, ni me genera temor, solo el
poder lo hace ver como el malo de la historia, cuando detrás de toda esa fachada cruel, se
encuentra alguien que necesita moldear a todos para cumplir lo que él nunca pudo lograr.

—¿Y tú? —preguntó con voz demandante. —¿Acaso no puedes contra él? Te eduque
para defenderte, no para actuar como un cobarde y dejar que te humillen.

Una risa de amargura brota desde mi garganta, lo mire con incredulidad, sin poder
entender por qué actúa de esa manera, cuando le hice prometer que no lo volvería a hacer
con ninguno de mis hermanos. Sacrifiqué mi vida por ellos, para que tuvieran una vida sin
dolor, hice todo a mi alcancé para asumir todo el sufrimiento, pero ver su reacción, solo me
hizo ver que todo este tiempo fui engañado.

Avanzo.

Retrocede abruptamente.

—¿Quién crees que eres? —le doy una mirada gélida.

Abarco todo su espacio personal, robándole su aire y generándole terror, pero no se


inmuta ante mi reacción, sigue teniendo la misma expresión en su rostro y una sonrisa
curva en sus labios al verme en ese estado, reconociendo otra de mis debilidades. No
aplaco mi ira, ni borró la expresión de furia sobre mi rostro, sigo avanzando porque nadie
me va a detener a darle una lección a este tipo frente a mí.

Puede dominar a todas las personas, pero conmigo no podrá lograrlo, soy inmune a su
poder.

—¿Qué harás? ¿Me golpearás? —cuestiona con cinismo, incitándome. Ríe. —Cuidado
con lo que haces, no me importará acabar contigo, así seas mi familia.

—Lo sé—acoto con firmeza, no titubeo en mis palabras. —. Lo demostraste al matar a tu


propio hijo.

Endurece su rostro y da un paso hacia mí, intenta levantarme la mano y golpearme el


rostro, pero su acto no llega tan lejos, cuando le sujeto de la muñeca, con fuerza y firmeza,
no lo dejó ir, permanezco arraigado al suelo porque no retrocederé. No le daré ese gusto al
maldito decrépito.
—Ryan—la voz de mi hermana me frena. —, por favor—su súplica aplaca mis ganas de
matarlo con mis propias manos y quemarlo vivo, como lo hizo con mi familia. —. Suéltalo,
no tienes porque hacerlo, así no eres tú. —me dice a punto de romperse. Cierro los ojos,
apretando con más fuerza su muñeca, provocando que suelte un quejido de su boca, tragó
grueso.

—¿Qué pasa? ¿Se te ablandó el corazón? —ríe por sus palabras e intentó caminar hacia
él, pero soy sujetado a tiempo, para no cometer una locura.

—Sabía que venir sería una pérdida de tiempo—escupo con ira, logro soltarme del agarre
y paso por su lado, enfurecido por sus acciones. —, no me quedaré a desperdiciar mi vida
con esta basura.

No doy ni dos pasos y escucho su voz.

—Si sales por esa puerta, rompo mi promesa y conocerás las consecuencias. ¿Creías que
iba a dejarte ir? Regresaste porque así lo quise, ahora cumple con tu palabra y deja de
actuar como si te importará esta familia porque todos los presentes sabemos, que no es
así. No intentes engañarme y manipularme, ya que recuerda que todo lo que aprendiste
fue por mí.

Me río como desquiciado y giro mi cabeza.

—¿Por ti? —vuelvo a reírme. —No me enseñaste nada, para herir tu ego, le pedí ayuda a
mi abuelo paterno. Él sí que me enseñó a dominar el mundo, sobre todo, a tratar con
imbéciles como tú. —espeto.

Camina en mi dirección, me giro sobre mis talones.

—Ni se te ocurra ponerme un dedo encima porque entonces saldré por esa puerta y todos
tus planes se irán a la borda, no soy quien pierde todo porque te aseguro que por mi
cuenta estaré muy bien, incluso podré mandar a la ruina a tu empresa, ya que soy un
hombre de negocio y muy convincente cuando va por un objetivo—le advierto, detiene sus
pasos. Sabe que no estoy jugando. —. No hagas que mi objetivo sea tu empresa—
masculló apretando mis dientes. —. No querrás tenerme de enemigo, te recuerdo que he
sido capaz de arruinar muchas empresas poderosas y volverlas mías, para luego
venderlas a un buen precio. ¿Quieres que haga eso? —preguntó, respira con violencia. —
Sigue rompiendo tus promesas y no dudaré en no cumplir con mi palabra porque como te
dije, no pertenezco a este mundo, no seré miembro de la sociedad.

Analiza mis palabras.

Duda.

Acorto la distancia entre los dos, no miro detrás de él, no quiero perder mi concentración
porque es el momento preciso para poner condiciones. Estiro mis brazos y sujeto su
corbata, arreglándolo, mientras sus ojos observan cada uno de mis movimientos, puedo
atisbar el temor en su mirada y como mis palabras han logrado removerlo, sabe que no
será capaz de dominarme y tenerme en sus manos, no soy manejable, soy más bien un
enemigo en sus planes, pero estoy seguro que quiere ponerme de su lado porque como
aliado tendrá tantas victorias.

Si ser su enemigo me ayudará a cumplir mi propósito, no dudaré en hacerlo, pero primero


deseo hacerle creer que estoy de su lado, ser su aliado, ganarme su confianza y ganarme
más personas para que formen parte de mi tablero.
No espera que lo traicione, ha seguido cada uno de mis pasos y ha sabido mantenerme a
la raya estos últimos años. He sido un buen mentiroso y manipulador para que no
descubra mis verdaderas intenciones. Siempre pensé que era astuto e inteligente, pero al
ver cómo era tan fácil mentirle solo me hizo darme cuenta de la verdad de los hechos. Es
un monstruo, bastante cruel, y no tiene sensibilidad humana, no siente remordimiento por
todo el daño que ha causado a diversas familias, solo está sediento de más poder. Lo que
tiene no le es suficiente, quiere más, y está dispuesto a todo para obtenerlo, incluso matar
a su propia familia que es una amenaza para él. No tiene límites ni principios.

Alejandro Reed, es un desgraciado que no teme a la muerte, cuando es el diablo en


persona. Es sanguinario, asesino y psicópata. Obsesivo en todo lo que planea, se cree
dueño de la vida de las personas y no tiene límites cuando se trata de maldad. Ha hecho
caer a muchos imperios por estar sediento de poder y ha matado a su propio hijo cuando
se convirtió en un estorbo.

Es un hombre sin principios, sin sensibilidad o humanidad. No reconoce sus errores ni


acepta sus fracasos, es demasiado orgulloso para afirmar que tiene debilidades o mostrar
ese lado oculto que tiene.

Para mí, solo es la persona que deseo aniquilar y matar con mis propias manos, será mi
último objetivo porque deseo ver como cada una de sus reacciones al presenciar cómo el
imperio que creó a basé de muertes, queda en ruinas por su propia avaricia y crueldad.

No merece vivir.

—Hablemos en mi oficina, Ryan. —pide Alejandro.

—¿Qué te hace creer que deseo tener una conversación contigo? Ya me has demostrado
lo traicionero que puedes llegar a ser. ¿Hombre de palabra? —me burlo en su cara. —Lo
dudo, eres un maldito mentiroso, ¿por qué debo de creerte? Además, no tenemos nada de
qué hablar, solo vas a desperdiciar tus palabras, y yo no me quedaré a hundirme en tu
basura porque tengo muchos asuntos más interesantes que solucionar, a quedarme en el
drama familiar.

—Solo sígueme—ordenó perdiendo su paciencia, sus ojos se dirigieron a Marcus. —. Tú


también vienes con nosotros, tenemos una conversación pendiente.

Caminamos detrás de él, ambos muy alejados de la presencia del otro, además de estar
muy concentrado en la elección de mis palabras y como iba a solucionar este asunto para
quedar bien con él. Después de todo, toda esta escena de no tenerle miedo y defender a
mi hermano, le demostró una debilidad falsa, pero que terminó creyendo, por supuesto.
Sigue cayendo en cada trampa impuesta por mi artimañas y mentiras, no solo me está
permitiendo entrar a su territorio, me está dando el dominio de todo.

Divertido.

Ingresamos a otro pasillo, dirigiéndonos a donde estaban todas las oficinas y habitaciones
que guardan muchos secretos. Están bajo llave y nadie tiene la autorización de entrar
porque se rumorea que si son revelados cada archivo en las habitaciones, la sociedad
terminará destruida, y al tener la confianza plena del señor, podré hacerme cargo de esas
habitaciones y conocer cada uno de sus secretos, así todo será más fácil de destruir.

Primero, necesito mover bien mis piezas en el tablero, luego podré satisfacerme de su
ruina y sufrimiento. Pagará cada dolor generado en mi ser por sus acciones y no tendrá
otra salida que rendirse porque soy mucho peor que él, estos años lejos, apartado del
mundo, aprendí a soportar cualquier tipo de crudeza, puedo practicarlo con cada uno de
estas personas que arruinaron mi existencia.
Será sencillo estar dentro, aparte de tener muchos aliados, tengo mucha información y de
hecho, una nueva persona dispuesta a ser parte del tablero, aunque su boca me dijera lo
contrario, sus ojos me gritaban la venganza.

El mundo arderá, de eso me encargo yo, porque soy como el fuego, uno vez que se
propaga, nadie puede detenerlo, ni siquiera apagarlo hasta que deje en ruinas todo.

Entramos a la oficina más grande y nos colocamos frente a él, mi postura es relajada,
como si no le tomará tanta importancia este momento. Observo los alrededores,
encontrándome con muchas cosas interesantes, que después indagaré más a fondo.

—Marcus, ¿por qué decidiste actuar impulsivamente?

Suspiré, irritado. Odiaba estar presente en momentos como estos, pareciera que fuéramos
unos críos, porque está comportándose de la misma manera que un padre, cuando regaña
a su hijo por hacer travesuras.

—Si lo tratas de esa manera, ¿Cómo esperas que madure? —refuto ofuscado, esa chispa
sigue encendida, dispuesta a explotar. —Siempre te entrometes en sus asuntos, más si
son errores y no dejas que se haga cargo de ello, ¿por qué? —Exijo una respuesta.

—Puede cometer un mínimo error y dañe la imagen de la familia. —responde sin titubear,
su punto es entendible.

—De esa manera, jamás podrá comprender lo que es ser alguien que asume sus errores.
No podrá controlarse y siempre se saldrá con la suya, porque sabe que te tiene a ti para
que limpies su desastre—casi grite. —. Ha causado tantos problemas en varios sectores
de la empresa por su incompetencia laboral, no está tan capacitado para ese puesto
porque he recibido información de lo imprudente que puede ser al firmar contratos con
empresas de dudosa reputación—señaló cabreado, Alejandro me escucha con atención,
mientras Marcus me asesina con su mirada. —. Sé que estás entrometido en asuntos
ilícitos, aunque te muestres como una persona honesta. Pero de esa forma, dando pasos
en falso por la responsabilidad de tu nieto, sabrán tu verdadero rostro y estarás en serios
problemas por cubrir cada error cometido. —concluyó golpeando la mesa, fingiendo que
me importa la empresa.

—¿Qué intentas decir?

—Que cubriendo cada una de sus desastres, solo estás condenándote y la solución no
siempre será golpearlo porque de esa forma causaras que su ira sea menos incontrolable,
teniendo sed de más. ¿Acaso no te has dado cuenta? Lo convertiste en una persona
impulsiva y que no tiene dominio de su vida, causa problemas, pero no es capaz de asumir
la responsabilidad porque corres a salvarlo, ¿hasta cuando actuaras de manera errada?
¿Quieres que te recuerde como me exigías comportarme? ¿Te lo recuerdo? —nuestras
miradas luchan por el poder, quien domina a quien.

Es divertido tener este tipo de enfrentamientos, siendo consciente de que ninguno apartara
la mirada porque somos demasiado buenos obteniendo el control de nuestra propia vida.
Mis ojos siguen cada uno de sus movimientos, no desvió mi mirada porque terminaré
perdiendo y es lo menos que quiero, cuando se da cuenta que no me daré por vencido,
oculta su sonrisa de orgullo por lo que creo, sin saber que detrás de esa máscara, se
encuentra un cazador listo para atrapar a los monstruos.

—Eres digno de tener nuestra sangre en tus venas, no me equivoque contigo, siempre
supe que la elección de tu padre, era la correcta.

Mentiras y más mentiras.


Desde un comienzo supe que mi padre nunca desearía que pertenecer a esta familia, pero
con engaños me manipularon para forjar una identidad dentro de la sociedad. Fui criado
para ser el siguiente la sucesión, olvidado y sometido a los peores crudezas de este
mundo porque así era trato un Reed, para que pudiera ser feroz y no doblegarse ante
nadie, ya que somos gobernantes de un país completo, y el poder que tenemos en
nuestras manos, solo es un az bajo la manga, para someter a nuestros enemigos y
demostrarles quien tiene el poder.

—¿Qué harás con él? —cuestionó señalándome a Marcus.

—¿Qué? ¿Por qué le estás preguntando a él? Pensé que no iba a involucrarse en los
asuntos familiares, dejó en claro su posición.

—Marcus, te recuerdo que es parte de la familia—acotó Alejandro. —. Es tu hermano


mayor.

Marcus se río de las palabras de Alejandro.

—¿Hermano mayor? ¿Familia? —cuestionó y me miró con despreció. —Si solo es el


bastado que papá no debió tener. No es mi familia.

—Por primera vez, estamos de acuerdo en algo—concuerdo con él. —, pero


lastimosamente, estoy más capacitado que tú. Ya te he dicho, demuéstrame que puedes
actuar como un adulto porque de esa forma, solo harás que te quite del camino y tomé el
lugar que me pertenece.

Se pone de pie, tirando la silla y golpeando la mesa. Su ira es incontrolable, se da media


vuelta y camina en dirección a la puerta, sin mirar a nadie.

—Marcus, no te atrevas a salir por esa puerta.

Se giró violentamente.

—¿Por qué? ¿Me volverás a golpear o es que buscarás la manera de torturarme? —


apretó sus manos y me miró con odio. —Fingiste actuar como un verdadero hermano,
cuando eres despreciable. No permitiré que te entrometas en mis asuntos, no tomarás lo
que siempre fue mío, así tengas que pasar por mí, lucharé por lo que me pertenece. No lo
dudes.

—No lo hago—le aseguro. —. No te subestimo porque eso es lo peor que haría, tampoco
me generas miedo, solo puedo ver en ti, a alguien que está por perder todo por culpa de
sus errores. Te lo dije, te dimos la oportunidad de estar en la cima, no lo aprovechaste
porque pensaste que siempre sería de esa manera, cuando solo estabas yendo directo a
la ruina. Fuiste tu propia destrucción

Sus ojos caen sobre el señor.

—¿Solo me estabas probando? —cuestionó con incredulidad, en su rostro se asomó la


derrota. —Todo este tiempo, quisiste ver si era capaz de ser como él. —ríe con amargura
e impulsivamente, camina hasta el escritorio, golpea con fuerza la madera.

Me acomodo en mi lugar, disfrutando del espectáculo, con una enorme sonrisa de


satisfacción porque cayó en mi trampa y solo se ha arruinado. Tomo las decisiones
equivocadas, es momento de que asuma su responsabilidad, como todos lo hemos hecho
en algún momento.

Debe enfrentar su realidad.


—Compórtate, Marcus. —le exige el señor.

En medio de su arrebato, escoge lo predecible. Tira con fuerza todo lo que se encuentra
en el escritorio, los papeles se esparcen por el suelo y escucho como algo se rompe por el
impacto. El señor se pone de pie, recostando las palmas de su mano en el escritorio,
mirándolo directo a los ojos, furioso por su actitud.

—¿Crees que así podrás hacerme cambiar de opinión? —cuestionó burlándose de él. —
Me estás demostrando que no mereces el lugar que tienes. Te has pasado la vida entera
creando problemas y he tenido que ensuciarme las manos por tus errores, he soportado
cada paso en falso, teniendo que ocultar que realmente eres un incompetente que no
merece ser parte de la sociedad.

—Entonces, ve como me rebelo ante ti.

—Hazlo y acabarás muerto—le asegura con una sonrisa que reconozco muy bien. —. No
intentes manipularme, eres un inexperto en este ámbito. Eres un aficionado en medio de
profesionales, no finjas ser alguien que no eres para mostrar que tú también puedes ser
como Ryan.

Me levanto, aburrido por la escena.

—¿A dónde vas? —demandó Alejandro.

—A donde yo quiera, me cansé de esto, me aburre estar en medio de una pelea que no
me compete, solo estuve mostrando hechos de los motivos por los cuales él no debe ser
parte de esto. Ya he terminado con lo que tuve hacer.

Me doy la media vuelta, sembrando el caos. Dando zancadas salgo de la oficina, sin
importarme como grita mi nombre, no me detengo porque ya he tenido suficiente, en otro
momento volveré para iniciar a mover más piezas en el tablero.

En el camino, me encuentro con su madre, sus ojos me miran con pánico y capta lo que
transmite mi mirada, al darse cuenta que he vuelto a ganarle porque no ha sido capaz de
criar bien a su hijo. Luego, Allison se atraviesa en mi camino, intenta venir en mi dirección,
como si deseara irse conmigo, pero una sola mirada detiene su acción.

—Espera y verás, Allison —le digo. —. Te arrepentirás de haberme destruido, pero


descuida, he sido capaz de levantarme y convertirme en lo que soy, ya no lo conocerás
muy pronto—le sonrió. —. Destruiré cada uno de tus sueños, que no serás capaz de volver
a desear algo que nunca te pertenecerá porque eres demasiado ambicioso para obtener
algo tan valioso.

Abre y cierra la boca, sin saber que decirme. El miedo en su mirada no causa nada en mí,
solo me incita a seguir conforme a mis propósitos.

—Nos vemos pronto.

Sigo mi transcurso, encontrándome con Linda, su sonrisa ilumina mi rostro y borrar ese
deseo de venganza. Muy pronto conocerá el rostro de cada una de estas personas y le
daré la opción de luchar a mi lado o irse lejos, para que no vea como destruyo a cada
persona importante en su vida porque aunque mi aprecio por ella sea muy grande, nada
aplacara las ganas de ver al mundo arder.

—¿Estás lista para hacerte ver? —cuestionó acariciando su rostro.

—Lo estoy.
Beso su frente y me despido de ella, haciéndole saber que pronto tendrá noticias de mí.
Salgo de la mansión, sin mirar atrás, pero cuando estoy afuera, regreso mi mirada,
topándome con una imagen que anhelo presenciar.

Lo veo en llamas.

Como yo, que arderá el mundo.

Ryan

—¿Está es tu manera de tratar conmigo? ¿Acaso olvidaste lo inmune que puede llegar a
ser a tus artimañas? Debes saber manejar las cartas sobre la mesa, puede ser un buen
jugador. —cierro la puerta tras de mí y me giro sobre mis talones, controlando mi instinto
de atacar sin que mi oponente lo esperé.

Mis palabras se quedan en el aire, al observar a varios accionistas reunidos en la sala de


juntas, en uno de los edificios que pertenece a esta familia. Los ojos de cada hombre en
este salón están sobre mí, con una expresión de desdén en su rostro, como si me
conocieran porque puedo notar como me juzgan con la mirada sin la necesidad de saber
detalles que les importará. Inspeccionan cada uno de mis movimientos, expresiones,
gestos, muecas, incluso la forma de vestirme, porque al parecer es lo más importante para
ellos, analizarme antes de presentarse y mostrarme el debido respeto, ya que dentro de
esta sociedad, el respeto es merecido por el estatus y las cuentas bancarias.

Pero su observación es por el simple hecho de que muy pronto tendrán que lidiar con mis
reglas, exigencias y régimen; algunos reconocen que clase de hombre de negocios soy,
han escuchado rumores sobre mí, y de cómo manejo el dominio en mis manos porque no
soy un aficionado entre profesionales. Muchas críticas desbordan la mirada de muchos, lo
puedo reconocer porque he tratado con muchos de su clase en los distintos lugares que he
visitado, al momento de tener viajes de negocios, para tener una agradable conversación
con los dueños de las empresas en quiebra; esa mirada donde me dicen que soy un
hombre sin ética, sin principios, por mi forma de regirme en esos momentos y de lo
insensible que puedo llegar a ser con su sufrimiento.

Mi trabajo consciente en lograr que el propietario me venda su empresa, a pesar de tener


la oportunidad de encontrarme con muchos soñadores que pensaban tener el tiempo para
reconstruir desde a fondo sus empresas, nunca he obtenido una negación. Sé negociar y
manipular todo a mi favor, aunque muchos fueron un gran desafío, otros solo eran movidos
por el dinero. He destruido muchas empresas y corporaciones, y me he regocijado por
tener en mis manos polvo y convertirlo en imperios; muchos hombres de negocios en
algún momento han tenido la oportunidad de obtener mis servicios, porque mi falta de
principios y moral, no existen cuando se trata de mover fichas a mi favor.

Aprendí a crear mi propia identidad lejos de este lugar, ni siquiera tuve que utilizar el
apellido para ser reconocido y aceptado en este mundo de negocios, quería demostrarle
que sin su familia podía llegar muy alto, lo logré. Si ha decidido traerme de regreso es
porque me quiere cortar las alas, no desea seguir dándome la oportunidad de crear
imperios porque teme a que utilice esas fichas para destruir su sociedad. Hice historia sin
su apellido y le aterra que me convierta en mi padre, por eso están tratando de llegar a mí
y manipularme.

Solo es una ficha más para mover.

—Te tomó más de una hora para venir—señala recostándose en su lugar, cruza sus
piernas. —. Llegas tarde.

No me muevo, me posiciono en el mismo lugar y enderezo mi espalda, sin agachar la


mirada, mostrando superioridad ante todas estas personas sin importarme las críticas que
caerán después, porque he aprendido a nunca sentirme inferior, solo por estar rodeado de
personas importantes dentro de la sociedad, ya que la suma de dinero que aportan en la
empresa de esta familia, es sumamente importante para todos los proyectos.

—No pensé en que mi presencia sería de suma importancia, después de todo, no formó
parte de este círculo y aunque lo fuera, no asistiría a este tipo de formalidades. —confieso
sin temor a ser su blanco, los murmullos se hacen presente.

Unos a otros se miran por mis palabras, sus ojos llenos de reproches me interceptan,
como si eso causará algo en mí. No puede moverme como a los demás, no vivo para tener
la aprobación de cada hombre reunido en la mesa, ni me interesa formar parte de un
mundo donde tendré que olvidar mi objetivo.

—Controla tus palabras, Ryan—ordenó el señor Alejandro, enarco una ceja. —. No todos
estamos de acuerdo como manejas tu vida.

—La opinión de cada uno, no me interesa—miro a cada hombre. —. Tampoco sé porque


debería importarme, no vivo por ellos.

—Debe importarte porque eres el heredero de la familia Reed.

—Lamentablemente, tomaré un lugar que no quiero…

—Pero te corresponde. —me interrumpió, golpeando la mesa.

El ambiente se vuelve tensó, los accionistas pueden sentirlo y yo sigo actuando como si no
me importara. Aunque debo fingir estar de acuerdo en sus decisiones, no pienso tolerar
que traten de cambiar las ideas que me rigen.

He vivido sumergido, por años, en una pelea contra tantas familias. Me he preguntado si la
familia Reed forma parte del crimen organizado, aunque no haya tenido respuestas a mis
interrogantes, siempre he obtenido pistas relevantes, balanceando el cuestionario por el
cual existo. No ha terminado las preguntas porque cada vez que intento responder alguna,
aparece otra, en medio de las respuestas, ya que vivo en un mundo en donde la sociedad
dirigida por la familia Reed, tiene más secretos, inevitables de pasar desapercibidos
porque una vez que, estás adentro, te encuentras con la crueldad de esta vida, y todo
cambia.
—Toma asiento en el lugar vacío—me indica, uno de los hombres que está parado al
extremo derecho, se me acerca para señalarme donde se encuentra mi lugar en esta
mesa, estoy en medio de todo. —. Desde ahora, formarás parte de cada una de las
reuniones de la sociedad. Eres el nuevo miembro porque ya estás asumiendo tu rol como
el sucesor—declara con orgullo. —. Tienes la libertad de opinar y tomar decisiones, pero
siempre debes consultar porque no solo somos hombres de negocios, somos
prácticamente una familia unida por un solo vínculo. El poder.

—No acepté ser parte de tu sociedad—miré alrededor con desprecio. —. Sin ofender a los
presentes, pero muy importa muy poco los asuntos, no tengo interés de formar parte de
este círculo—me pongo de pie, de inmediato en mi camino se me atraviesan dos hombres,
listos para atacarme.

Miro a Alejandro, la seriedad en su expresión es dominante, deja caer sus codos sobre la
mesa y recuesta su barbilla en sus manos entrelazadas. Sus ojos no abandonan los míos,
mueve la cabeza, haciendo una señal a los hombres, quienes se comienzan a acercar a
mí, con intenciones de retenerme y dejarme claro quien manda en este lugar, pero soy lo
suficientemente inteligente para evadir su poder.

Me he vuelto a sentar.

—Si crees que has ganado, estás equivocado. —le aseguró, su sonrisa se hace presente y
deseo tanto arrancarla porque odio que me vea como si estuviera derrotado, cuando solo
estoy haciendo lo que quiera, para luego usarlo a mi favor y destruirlo por completo porque
no merece ser parte de este mundo, solo ha sido demasiado inteligente para obtener todo
ese poder en sus manos y ha derramado mucha sangre para callar a personas quienes
supieron desde un comienzo que el poder en sus manos, no siempre fue suyo. Fue de mi
padre.

—Tú solo decidirás si formaras parte de la sociedad. —miente descaradamente.

Está utilizando mi punto débil.

Sabe como manipularme, pero lo dejaré hacerlo solo por poco tiempo porque no siempre
tendrá ese dominio sobre él. Si quiere jugar de ese modo, seguiré moviendo las fichas,
además me está dando la oportunidad de descubrir que tanto esconde este lugar, ya que
he escuchado muchas cosas. He sido espectador de lo que enfrentaré, he participado en
sus eventos sociales de alto glamour.

—No, estás manipulando todo a tu beneficio, pensando que es la decisión más correcta
porque no puedes dejar fuera al sucesor, ¿verdad? —cuestionó relajándome. —¿Por qué
no aceptas delante de la junta porque decidiste cambiar de sucesor? —entrecierra sus
ojos y demandó con su mirada que cierre la boca, sonrío.

—Algunos estamos al tanto de las decisiones del señor Reed—comentó uno de los
miembros, dirigí mirada hacia él. Puedo reconocerlo, no se puede olvidar el rostro del
hombre que fingió ser un hermano para mi padre. —. No necesitamos saber los motivos,
nos basta con que sea lo que esperamos.

—Y yo no estoy esperando que ustedes me acepten, no me importa sus opiniones ni sus


consejos o sugerencias, mucho menos, sus amenazas. No dejaré que un montón de
hombres sin valor, rigen mi vida a su modo—espeto con rabia. —. No soy una marioneta ni
alguien que ensuciara sus manos para salvarlos, no soy la clase de persona que le importa
los demás—confieso sin temor, el rostro de algunos se contrajo de enojo. —. Y no traten
de ganarse mi confianza, soy un hombre que no confía ni en su propia sombra, ¿por qué lo
haría con ustedes? Solo son parte de un grupo absurdo regido sin principios o moral, se
guían bajo los suyos.
—Tenemos en claro su opinión, Ryan—aseguró el hombre. —. Aunque no quiera aceptar
nuestros propios principios o moralismos, tendrá que hacerlo porque esta sociedad le ha
pertenecido a su familia por muchas generaciones, ¿acaso quiere terminar con el legado
de su padre?

La mención de mi progenitor descontrolo todo, más si se trataba del hombre que lo vendió
por poder y no le importó el vínculo que compartían.

—Eso no le incumbe—masculló apretando mis dientes. —. Termine o no su legado, no le


corresponde a ninguno de los presentes. Como dije, no me interesa formar parte de la
sociedad, porque estoy seguro de que mi padre hubiera deseado que esto se terminara
por como manejan el mundo. —miró al hombre, sus ojos se iluminan por la curiosidad de
mis palabras.

—Su padre…

Golpeo la mesa, muchos se sobresaltan. El señor Alejandro, me mira a la expectativa y


curiosidad, está disfrutando verme perder mi paciencia, pero no le daré ese gusto porque
aunque puedo ser muy explosivo, también soy capaz de suprimir esa ira por querer matar
al hombre frente a mí.

—No vuelva a mencionar a mi padre—advierto con rabia, respiro profundo. —. No es


digno, simplemente manténgase al margen y recuerde que para mí, su palabra no vale.

—¿Por qué? —cuestionó poniéndose a la defensiva.

—Lo más importante que veo en una persona a la que puedo entregar mi confianza es—
enumero con mis dedos. —: Primero, tiene que mostrarme respeto y lealtad. Segundo, que
sus decisiones no se basen por el poder, sino por honor—veo a muchos mover sus
cabezas en aprobación. —. Tercero, que no sean traicioneros —lo miré con intensidad,
lanzándole ese tipo de mirada cuando sé quien será mi siguiente objetivo. —. No se
equivoquen conmigo, puedo ser parte de la familia Reed, pero desde joven he creado mi
propia identidad sin tener que utilizar el apellido porque siempre supe las direcciones de mi
camino a la hora de convertirme en lo que mi padre anheló. —Mis ojos recayeron en el
señor Alejandro.

La mesa se quedó en silencio, ninguno tuvo alguna objeción y pude sentir la mirada de
muchos sobre mí, mirándome con más respeto, aunque iba a ser complicado incorporarme
con esta clase de personas, puedo tolerarlo con tal de encontrar lo que he llevado
buscando por años.

Estoy teniendo acceso, es momento de iniciar este juego, sin saber a los enemigos que
me enfrentaré, pero los más poderosos, se encuentran en esta mesa. Solo necesito
relacionarme y ganarme la confianza de cada uno, para obtener información y saber sus
puntos débiles.

Si tengo que jugar en las grandes ligas, con profesionales expertos en este terreno, lo haré
porque ya he podido enfrentarme a muchos de ellos, aunque salí con rasguños, gané.
Pero no tengo que subestimar a los presentes en esta mesa, no solo son profesionales,
son hombres dispuestos a matar para obtener poder.

Son asesinos.

Monstruos.
—Si me disculpan, necesito hablar con mi nieto. —les informa el señor Alejandro a sus
miembros, no muestra ninguna expresión en su rostro y su mirada no me dice nada de lo
que planea lograr con esta intervención.

Vine a este lugar porque me engañaron, incluso utilizó el nombre de mi hermana para
traerme sin necesidad de enviar a sus hombres para secuestrarme y hacer que esté
presente. No me dio la oportunidad de tomar la decisión, solamente esperé el momento
indicado para anunciarme que iba a ser parte de la sociedad como si hubiera dado mi
aprobación.

—Todos esperamos mucho de usted—anunció ese hombre, su sonrisa fue amable, pero
su expresión lo delató. Pude ver a través de esa expresión, como su falsedad llegaba tan
lejos, al parecer no le bastó con traicionar al hombre que depositó su confianza en él y lo
destruyó por su codicia de poder y envidia. —. No nos sea un estorbo porque no
dudaremos en sacarlo del camino. —me amenazó con sutileza.

Ríe.

—No me conoce, no me juzgue solo por mis palabras porque puedo ser mucho más
peligroso que ustedes—confieso con simpleza. —. No me amenace, que solo está
demostrando el temor de los miembros porque saben de los rumores y de lo que puedo
llegar a ser cuando me descontrolo. Si cree que son hombres sin principios ni morales,
entonces aún no han llegado a escuchar sobre mí, señor Lorenz.

La familia Lorenz siempre han sido leales a los Reed, desde que me integré a la familia,
escuché de lo fieles que son, aunque nunca tuve la oportunidad de tratar con el patriarca,
conozco a sus hijas, Greta y Allison, incluso puedo decir que con una he llevado una vida
mucho más allá que el formalismo que nos rigió desde pequeños.

Palmeó mi hombro.

—Es bueno tenerte de vuelta—me hace saber. —. Espero no causes ningún problema.

—No sé a qué se refiere—me hago el desentendido. —, pero si se trata del compromiso


de su adorada hija Allison, descuide, no me interesa en absoluto. No regresé para revivir
recuerdos de un pasado muy olvidado, prefiero mantenerme al margen de esa situación y
dejar que vivan sus vidas como deseen, no soy un obstáculo al que debe temer.

Asiente.

La sinceridad cargada en mi voz es lo suficiente para que pueda entender mis intenciones.

—Envíale saludo a Greta—digo de forma inesperada, hunde su entrecejo. —. Dígale que


muy pronto nos volveremos a cruzar en el camino, sé que está a cargo de una de sus
empresas, me da gusto saber que supo el valor que tiene su hija.

—Le haré llegar tu mensaje—dice con recelo. —. Nos vemos luego.

Francisco Lorenz no es más que un traicionero y embustero, permitió que su mejor amigo,
al que decía querer como un hermano, muriera por tener más poder. Nunca se lo he
perdonado y estoy de regreso porque es otro de mis objetivos, haré que su vida se vuelva
un infierno.

Todos se despiden y solo quedamos los dos, solo. Su intención de convertirme en el


siguiente sucesor de la familia es porque guarda remordimiento por matar a su propio hijo,
pero aunque ese sea el motivo, sé que hay más, los cuales tengo que averiguar. No puedo
seguir moviendo fichas sin saber su verdadera intención, necesito conocer más a fondo y
obtener la confianza plena de su parte para poder dominarlo. Aún no he descubierto lo que
oculta, pero al hacerlo sé que tendré todo para arruinarlo.

—Siéntate. —demandó.

Me coloco frente a él. Recuesto mi espalda en el asiento y me pongo cómodo, relajado,


tranquilo. No tengo miedo de lo que vendrá ni lo que planea porque sé que no formará
parte de su plan, soy más astuto porque tendré mis fichas movidas y estaré un paso
delante de él.

Si piensa que seré su marioneta, está equivocado. Para eso tiene a Marcus, él puede
manejarlo como quiera, pero a mí no, porque desafortunadamente no tuvo la capacidad
para lidiar conmigo y me envió con mi familia materna para que me criaron, ellos me
enseñaron a no caer en sus manos.

Me formaron para la guerra.

Aunque no fueran una familia poderosa, me dieron lo que nunca tuve con los Reed. Amor.
Sembraron lo que mis padres siempre decidieron darme, me forjaron para demostrarle a
todos, que a pesar de ser llamado ilegítimo, soy parte de esta familia. Además, soy el
verdadero heredero, ya que mi madre se casó con mi padre antes de que él, se
comprometiera con la madre de Marcus y Linda, dándome la potestad de todo. Aunque
fueran mis hermanos y tuvieran la misma sangre que yo, ese matrimonio entre mi padre y
esa señora, es inexistente.

—¿Qué me quieres decir? —cuestionó rompiendo el silencio, mirando el reloj en mi


muñeca. —Sé breve, tengo asuntos que resolver.

—Soy consciente que estás en desacuerdo por tomar el lugar de Marcus, pero necesito
que asuman esa responsabilidad por su bien. No quiero más conflictos con otras familias.

En mis labios se asomó una sonrisa siniestra.

—¿Acaso te cansaste de protegerlo? —me burlo. —Estás esperando que solucione todos
los problemas causados por él, para proteger la imagen de la empresa, pero no te pones a
pensar que si sigues encubriéndolo, todo se saldrá de control. No puedes controlar todo,
en algún momento ya no podrás limpiar su basura.

—Debo protegerlo—responde sin dudar. —. Si sus acciones salen a la luz, podrá ser
tomado en mi contra y manchar mi imagen como hombre honorable.

Vuelvo a reírme.

—¿Honorable? —cuestionó con amargura. —Ese título te queda muy corto, no puedes ir
engañando a las personas. Ya deja de querer tener todo a tu control porque si sigues de
esa forma, solo lograrás que la verdad salga a la luz. Marcus no es un niño que debes
malcriar, debes permitir que asuma la responsabilidad de sus actos.

—¿Y qué quieres que haga? —se exaltó. —Entregarle a la policía por todos los homicidios
cometidos.

Me encogí de hombros.

—Lo aprendió de ti.

—Tuve que enseñarle porque es parte de nuestro mundo—admitió sin culpa alguna, me
sentí asqueado por permitir que tomara las riendas de mi familia. —. No puedes culparme
por querer protegerlo, tenemos a muchos enemigos y acabar con ellos, es nuestra
responsabilidad. Somos una familia honorable para muchos, no quiero que esa imagen se
manche por la imprudencia de Marcus, que no ha sabido controlarse.

Paso las manos por mi rostro, furioso.

Me extiende múltiples fotos y noticias recientes. Inspecciono cada fotografía con detalle,
percatándome de lo que ha hecho Marcus, no me sorprende, pero no esperé que actuará
de forma tan violenta e inesperada, su impulsividad dominó su vida.

—¿Cuándo sucedió esto? —pregunté.

—Hace algunos meses.

—¿Y qué quieres que haga? No puedo solucionar esto, todas esas personas fueron
encontradas muertas.

—Necesito que tomes las riendas de la empresa, quiero que le enseñes a controlarse.
Necesito que lo prepares para que no siga cometiendo más errores porque si sigue de esa
manera, no tendré de otra que matarlo para que no sea un estorbo en la familia. —
sentenció con frialdad.

Negué con la cabeza, sin asombrarme por su crudeza. Lo conozco para saber que es
capaz de matarlo para que no ensucie el apellido. Es un peligro del cual necesita
deshacerse porque sino lo hace ahora, más adelante tendrá muchas consecuencias y
prefiere controlarlo ya.

—¿Matarlo? —me muestro sorprendido y finjo enfurecerme. —No puedes, será muy
sospechoso.

—Las personas sufren accidentes.

Golpeó la mesa.

—Es tu sangre.

—Pero solo está siendo un estorbo para mis planes, muy pronto habrá elecciones
presidenciales…

—Y serás uno de los postulantes, por cómo el pueblo te muestra respeto y son
conscientes de la reputación de la familia, estás seguro que ganarás. De todas formas,
somos parte de la política también y si descubren que tu nieto ha formado parte de todos
estos asesinatos, será un golpe muy fuerte para ti. —concluyo sonriendo.

He descubierto uno de sus más grandes sueños, el cual podría arruinar porque me está
dando el poder.

—¿Lo harás? —se muestra ansioso por mi respuesta, me está probando si puedo servirle
y ser leal a él.

—Tengo condiciones—aviso, hace un ademán para que continúe. —. Si asumo esa


responsabilidad, las decisiones que tome no serán bajo tu régimen, sino las mías.

—Pero tendrás que demostrarme si puedo confiar en ti.

—Si no eres capaz de hacerlo, entonces no tengo nada que hacer en este lugar.

Intento ponerme de pie, me detiene.


—¿Qué?

—No te rebeles ante mí, no puedes manipularme con tus acciones.

Río.

—¿Por qué debo hacerlo? —entrecierra sus ojos. —Conoces más a fondo este mundo, yo
solo soy un principiante, no puedo manipularte aunque quisiera—me encojo de hombros.
—. Pero no pienso formar parte de esto sin que me des el voto de confianza, aprende a
hacerlo.

—Bien —Aprieta su mandíbula. —. Supongo que tienes más condiciones, no eres fácil de
convencer.

—Estoy poniendo mi reputación en juego, claro que no aceptaré rápidamente, también soy
un hombre de negocios—atiné. —. Debo tener acceso a todo, muéstrame cómo funciona
este mundo, a las finales soy el sucesor. Quiero que me enseñes a manejar la sociedad.

—Interesante punto—señala con orgullo. —. No me equivoque contigo, eres igual que tu


padre al saber lo que quieres e ir por ello. No dudes—tira la comisura de sus labios, su
mínima sonrisa se pronuncia. —. Cuando asumas la presidencia, te harás cargo de la
sociedad, pero para eso tienes que prepararte para lidiar con todo tipo de situaciones. Te
mostraré todo nuestro dominio. Serás poderoso.

—Es lo que quiero. —miento.

Hace un asentimiento de cabeza, satisfecho porque estoy cumpliendo sus expectativas.


Nunca pensó en lo que me iba a convertir, pero al verme refutar cada una de las ideas de
los hombres, supo que estaba destinado a ser parte de este mundo. Su mirada me lo
transmitió todo, al mostrarme lo orgulloso que estaba por no doblegarme ante personas
inferiores a mí y ser un verdadero rey en el tablero.

—No conseguirás un matrimonio arreglado para mí—enarcó una ceja, confundido. —. El


compromiso de Marcus fue un acuerdo mutuo, aunque la elección de mujer no fue de tu
gusto, viste la oportunidad para unir de forma definitiva a la familia Durand con nosotros
porque sabes que tenerlo de tu lado es importante. Son manejables, a excepción de
Allison, no pueden engañarla.

—Pero su ambición es el poder—refuta. —. Puedo darle un poco y contentarla.

—No te confundas, ella es muy codiciosa—le hago saber. —. Siempre va a desear más,
nunca será suficiente para ella porque sabe que si lo ves como una amenaza, mandarás a
silenciarla y no obtendrá lo que tanto desea—informo. —. Unirlo a Marcus fue tu manera
de tenerla atada para que no haga ningún movimiento, pero debes tener cuidado, no es
fácil de engañar y cualquier paso en falso, será a su favor.

—¿Por qué estás tratando de advertirme?

—Si la descuidas, será otro problema del que tendrás que encargarte. Dominas a Allison,
no tendrás problemas de hacerlo con Marcus. Dale lo que quieras, incluso más. Pero sé
buen estratega y siempre mírala como tu enemiga, no confíes en lo que te dice ni le
entregues tu confianza, es buena fingiendo ser tu aliada, pero cuando menos te lo
imagines, te apuñalara por la espalda.

—Suenas rencoroso—afirma, cruza sus brazos y pone esa expresión cuando quiere una
respuesta sincera. —. No regresaste para arruinar esta alianza, ¿verdad? ¿Me aseguras
que no tienes ningún problema en que ellos dos se casen?
—No tienes por qué preocuparte por mí, no he regresado porque me interesa impedir su
matrimonio. Desde hace un tiempo que no sé nada de Allison, no me importa su vida,
tampoco su interés amoroso porque por más que sea mi hermano, me da igual.

—No seas un estorbo en mi camino—advierte serio. —. Necesito esa alianza asegurada,


tener a los Lorenz de mi lado me asegura ganar la presidencia.

—Sé que su influencia en los medios es un beneficio para ti, no haré nada para arruinar
tus propósitos, padre. —confirmo.

Puedo notar como por sus ojos se atraviesa el alivio, pero no debe preocuparse por ese
motivo, debe tener en cuenta que tiene un enemigo muy sigiloso frente a él, solo espero
que no se percate del peligro cuando ya todo esté destruido, será muy tarde para luchar
contra mí.

—Los Lorenz pueden ser muy valiosos para ti, pero no se te olvide que también soy
traicioneros. Otra de mis condiciones es no trabajar con Francisco Lorenz, prefiero escoger
los que serán mi brazo derecho, y él no es digno de mi confianza.

—Es el mejor trabajando…

—Es lo de menos, sea bueno o malo, no lo quiero ver trabajando para mí. No confío en él.

—Dijiste que te dé el voto de confianza, hazlo…

—NO—digo tajante, muy molesto por su insistencia y airado por la forma en como lo
defiende a pesar de haber sido quien traicionó a su hijo. —. Acepta esa condición, sin mí
no podrás lograr tu meta. Aunque otro asuma la responsabilidad, no será capaz de cumplir
cada una de tus expectativas—amenazó su futuro, lo sabe. Se dio cuenta de lo que trato
de hacer, pero sabe que soy incondicional si desea salir ganando en cada meta. —. Si
gustas, prefiero que otro Lorenz trabaje conmigo.

—¿Quién? ¿Allison? —cuestionó incrédulo.

Negué de inmediato.

—Greta Lorenz—contesto, sus ojos me observan con curiosidad. —. Su destreza como


administradora en la empresa de su padre ha sido excepcional, su forma de trabajar es
impecable y sabe ocultar sus pasos.

—La admiras.

—Lo hago por como manejo a su familia cuando no creían en que podía asumir el cargo
familiar. Siempre creyeron en Allison, es una mujer inteligente y astuta, pero su ambición
por querer controlar y manipular a los miembros de su familia, logró que todos la odiaran
sacándola del pedestal. La idealizaron, un error común en las familias poderosas, creen
que sus miembros son confiables y asumen que siempre estarán de su lado.

—¿Y eso que tiene que ver con Greta?

—A pesar de ser desplazada por su hermana, ella siguió esforzándose en forjar su camino
sin el apoyo de su familia. Contar con su apoyo, es tener a su familia en mis manos. Greta
no solo es la sucesora de los Lorenz, es un miembro más de la sociedad y de las familias
de la élite, no pienso correr el riesgo dejándola de lado cuando puede ser una enemiga
bastante peligrosa.

—Su padre es más poderoso.


—Pero ella asumirá su lugar una vez que los sucesores asuman el poder, es preferible
tenerla conmigo desde ahora, a ganarme su confianza después. No es una mujer a la que
puedes convencer con simples palabras, necesita hechos.

Lo piensa por unos minutos. Parece indeciso y desconfiado por mi elección de aliados,
pero tiene que aprender a confiar en la nueva generación, ellos serán el futuro más
adelante, mientras que los miembros de la reunión de ahora, se marcharan porque sus
hijos tomaran el control.

—¿Qué hay con la familia White? —cuestionó.

No reconozco el apellido, por más que lo intento, no logro hacer memoria y encontrar
algún recuerdo de esa familia. Miro al señor Alejandro confundido, me sonríe porque ya se
dio cuenta que no tengo ni idea sobre los White.

—Cierto—murmuró pensativo. —. No llegaste a conocerlos del todo aunque sus hijos se


criaron con tus hermanos. Formar parte de la sociedad, pero por algún motivo, André no
asistió a la reunión.

—¿Por qué es importante esa familia? —inquiero, mi voz se tiñe de confusión.

—En su momento lo sabrás, concéntrate en conocer a esa familia y ganarte su confianza.


Tenerlo de nuestro lado nos mantendrá alejados de todos los problemas de tu hermano.

Siento una sensación extraña.

La mención de esa familia ha logrado que se remueva incómodo en su lugar, puedo notar
su rostro ensombrecido y como oculta una verdad en sus ojos. Su miedo se huele en el
ambiente, se siente.

¿Qué tiene de importante esa familia para ponerse de ese modo?

—White. —saboreo en apellido, susurrándolo.

Interesante.

Enfoca su vista.

—Otra condición más.

Doy un asentimiento con la cabeza, golpeó el vidrio de la mesa con mis dedos, mientras
mis ojos se clavan en los suyos, que aún muestran ese miedo provocado por la mención
de una familia que debo conocer.

—Trataré con los sucesores de cada familia, no haré alianzas con los líderes de esa
familia. Debo ganarme la confianza de los que asumirán el cargo, además, será bajo mis
términos, nada de matrimonios arreglados para unir a dos familias. —Vuelvo a recalcar el
punto.

—Si es necesario, se hará. —exige con autoridad.

Niego.

—Buscaremos otra manera, pero no pienso casarme.

—¿Crees en el amor? —se burla con aburrimiento, frunzo el ceño. —La insistencia en no
tener un matrimonio arreglado me hace creer que si deseas casarte, es con una mujer que
en verdad ames—asume. —. Pero te olvidaste que ningún miembro de esta familia se
casó por amor, así que anda olvidándote de esa idea. Tu padre se casó por acuerdos,
para mantener un vínculo con la familia de tu madre.

Cierro los ojos.

—¡Esa mujer no es mi madre! —exclamo abriendo mis ojos, puedo sentir la vena de mi
cuello sobresalir por la fuerza en la que aprieto mi mandíbula. —Mi madre está muerta, tú
la mataste.

—Hice lo correcto, estaba poniendo en peligro a mi familia.

Rio entre dientes con amargura, el sabor amargo se prolonga en mi boca.

—¿Correcto? —escupo entre dientes. —Mi padre puso en peligro a tu familia, fue el
responsable de todo el caos que se ocasionó por no querer asumir su cargo, ya que se dio
cuenta de la persona a la que enfrentaba—le recuerdo porque parece olvidadizo. —. Y no
dudaste en manipularlo conmigo para que embarazara a esa mujer, pero debió darte tanta
rabia que el matrimonio con ella no haya funcionado porque mis padres ya se habían
casado, ¿verdad? Por eso decidiste matarlos, fingiendo un accidente.

No dice nada, se queda en silencio analizándome.

Respiro hondo.

—Si estoy de regreso, es porque cumplo mi palabra, además de prometerme que no les
harías nada a mis hermanos. Estoy asumiendo este cargo porque mi padre así lo quiso,
¿te odio? No, no desperdiciare mi vida odiándote cuando no muestras ni remordimiento,
descuida, no pienso ir en contra de ti porque me importa la vida de mis hermanos—miento,
mi voz no tiembla, la sinceridad se prolonga en cada palabra, logrando que crea en mí. —.
No estará a discusión lo del matrimonio arreglado, ¿lo tomas o lo dejas?

—Está bien.

—Y también, mantendrás a mi hermana fuera de tus acuerdos. No pienso permitir que se


case con un hombre que solo obtendrá tu dinero, así que ella no aceptará más citas.

Su rostro se endurece, pero no me refuta.

—Además, como la familia estará a mi cargo, permitiré que tome sus propias decisiones.

—No pienso…

—Es otra de mis condiciones—lo cortó rápidamente. —. Ella formará parte de la empresa
y estará a mi cargo. Linda tiene futuro, más que Marcus. Es hora de que veas cómo triunfa
porque aunque sea una mujer, serás mucho más importante que cualquier otro miembro
de la familia.

—¿Quieres demostrarme que ella sería buena sucesora? —preguntó intrigado y pensativo.

—SÍ —confirmo seguro. —. Puedo mantener a raya a Marcus, pero déjame preparar a
Linda para que sea la siguiente en la sucesión.

—¿Crees que ella sea eficiente?

—Lo es—afirmo. —. Deberías prestar atención a tu alrededor, Linda siempre ha sido la


mejor de su clase, siendo un colegio élite al que asistía, las materias que llevaban eran
muy avanzadas, pero sobresalía entre los genios de su escuela.
Mi hermana será quien tomé las riendas de la empresa una vez esté todo en su lugar, no
pienso derrumbar lo que le hará brillar a Linda. Ese será su medio para demostrar a todas
las personas que pudo lograr sus metas sin tener el apoyo de su familia. Por eso tomé la
decisión de no derribar ese medio, sino más bien hundir a cada persona, sin perjudicar,
bueno, no del todo.

La pregunta es: ¿Linda me apoyará?

Una interrogante que luego resolveré, no estoy seguro cómo lo haré, pero será mejor que
empiece a pensar en cómo tendré de mi lado a mi hermana, para hacerlo, necesito
contarle la verdad. Prefiero mantenerla al margen.

—Necesito que te hagas cargo de su madre, no quiero que se interponga en mi camino,


deseo que ella sienta presión al tomar la decisión contraria.

Me sonríe.

—Quiero ver progresos, permitiré que ella tome las riendas de su vida, pero al mínimo
intento de hacer lo contrario, no dejaré que siga. —demanda tajante.

Arrastró la silla para atrás y me pongo de pie.

—¿A dónde vas?

—Es todo lo que tengo que decirte.

—Pensé que unas condiciones era que te dijera que hice con tu madre.

Aprieto los puños, ignorando sus palabras. Quiere provocarme porque esa es la manera
de herirme, abriendo grietas y dejándome más vacío.

—¿Y para qué? Si ya no podré hacer nada por ella, no puedo indagar en el pasado porque
buscarás la forma de aferrarme a ello y eso será mi destrucción. Además, no puedo traerla
de vuelta.

—Ella me suplico que te dejará vivir—se rió recordando, la sangre comenzó a hervirme,
controlando el impulso de ir contra él. —. Reconozco que fue una buena decisión no
haberte matado, estás siendo útil—presiono mis labios. —. Arrodillarse ante mí, en medio
de su agonía para dejarte vivir, fue lo único que hizo bien.

Me giro sobre mis talones, incapaz de controlar lo que estoy sintiendo. Si sigo escuchando
sus palabras, no podré tolerarlo más. Salgo de la oficina, mi tórax se contrae por la presión
y el aire deja de ingresar a mis pulmones.

Golpeo la pared con fuerza, mis nudillos sienten el impacto, pero el dolor en mi ser, lo
aplaca.

—Morirás por lo que hiciste, pero en el proceso quiero ver como te retuerces de dolor por
no lograr tus objetivos. Te destruiré y me suplicarás por tu vida, como lo hizo mi madre
para protegerme. —prometo, mirando la oficina.

Ha sentenciado su muerte.
Ryan

Muevo mis dedos frenéticamente en el teclado, respiro profundo tomando exhalaciones,


relajándome porque estar frente al ordenador me está causando irritación. Me acomodo en
el lugar, meneando mi cuello de un lado a otro, mis hombros están tensos por la posición
incómoda y mi espalda ha pasado mucho tiempo erguida, produciéndome dolores agudos
en mi columna vertebral.

Debo movilizarme para sacar la tensión en mis músculos.

Abro algunas páginas, mis ojos se mueven a velocidad, captando información procesada
por mi cerebro, mis neuronas hacen su trabajo, pero no tengo memoria fotografía para
grabarme a detalle la información presentada en los documentos que son archivos
confidenciales del gobierno. Tampoco puedo releerlo porque será para ser atrapado, al
pasar mucho tiempo en la red de seguridad del gobierno, buscando documentos
relacionados a ese evento; sin embargo, memorizo algunas fechas y lugares. Puntos clave
que me ayudarán a descubrir las pistas inconclusas dejadas por algunas personas
desaparecidas, quienes formaban parte de uno de las propiedades de los Reed.

Identifico, analizo y proceso ciertos eventos, la relación entre ellos es anormal, más
cuando las muertes tienen muchas coincidencias, tiene un mismo patrón y las pistas en las
escenas del crimen son similares, es como si fueran del mismo asesino, pero nadie ha
tomado en cuenta ese detalle. No son clasificadas, son muertes separadas, como si no
tuvieran semejanzas.

Detengo los movimientos en mis manos, mis ojos observan los alrededores, al percibir una
presencia extraña en el salón, como si estuvieran mirándome, detallando cada uno de los
patrones, me siento acechado.

Escucho pasos detrás de mí.

Enderezo mi espalda, miro por encima de mi hombro, viendo una sombra aparecer en mi
campo de visión, dando pasos en mi dirección, emergiendo de la oscuridad. Reconozco la
silueta de la persona, niego con la cabeza y vuelvo mi vista al frente, restándole
importancia a su presencia.

Bufo.

—Llegas tarde—apunto fastidiado por hacerme esperar. —. Quedamos antes de la


medianoche, al parecer la compañía fue mucho más entretenida para venir a ayudarme a
investigar—mascullo sin mirarlo. —. No estés perdiendo el tiempo con distracciones
innecesarias, no te necesito entretenido, requiero de tu concentración en estos momentos,
no que estés perdiendo el tiempo con cualquier mujer—chasqueo la lengua. —. He
descubierto algo.

Masajeo mi sien, pasar mucho tiempo en el ordenador ocasionó que tenga migraña.
Resoplo, estresado, irritado, frustrado, tensionado… Súmale el misterio que envuelve cada
caso.

—Prefiero distraerme—puntualiza cada palabra. —, a convertirme en un ermitaño como tú,


pasando todo el día frente al ordenador—ruedo los ojos, se acerca. —. ¿Qué intentas
encontrar?

—Dirás, que encontré—corrijo dejando de teclear. —. Al parecer hubo más asesinatos, el


mismo patrón. Es increíble ver los errores de los investigadores al no percatarse de esos
simples detalles, es como si lo hicieran adrede, queriendo cubrir las pistas dejadas por el
asesino.

—¿A qué se asemeja con lo que estamos trabajando?

—Tengo la sospecha de quién es el asesino—murmuro para mí, pero demasiado fuerte


para que logré escucharme. —. Reconozco cada marca en el cuerpo de las personas, las
he visto antes.

—¿En dónde? —suena consternado.

Giro la silla, mirándolo.

—Cuando era niño, nos enseñaron a asesinar.

—¿Qué clase de personas te educaron? —su rostro está horrorizado, casi traumado.
—Somos parte de una élite, personas que son hechas para acabar con sus enemigos. He
sido criado para ser el sucesor de la familia Reed, prácticamente pasé mi vida con
entrenamientos y enseñanzas. No puedo olvidar esas marcas, pero tampoco puedo
asegurar quien es la persona, ya que muchos han formado parte. La clave está en las
familias asesinadas.

—¿Qué?

—Son familias con poder—respondo, enumero con mis dedos. —. Políticos, empresarios,
abogados, hackers. Todos tienen algo valioso.

—Fueron vistos como enemigos, por eso terminaron asesinados.

—Exacto —concuerdo. —. He estado navegando por la red, conociendo a fondo ciertos


puntos que di por hecho.

—Tenemos que hablar—anunció, hundo mi entrecejo, curioso por sus palabras. Obtuvo mi
concentración sólo en él. —. Y antes que preguntes si es importante, lo es. Si no lo fuera,
no hubiera venido a estas horas, sabiendo que me ibas a regañar porque ser impuntual,
aparte no tuve intenciones de venir. Además, prefiero invertir mi tiempo entreteniéndome,
a pesar el resto de mi noche esclavizado en un portátil, investigando lo que deseas
encontrar—señaló, moviendo sus hombros. —. Mi noche es valiosa.

Lo observo.

Liam Jensen ha formado parte de esta venganza desde que nos conocimos por
casualidad, en uno de los viajes de negocios lo encontré malherido, a punto de perder la
vida por algunos de los matones de la familia involucrada. Digamos que no fue tan listo al
infiltrarse en la red de seguridad de una de las empresas extranjeras socias de los Reed, y
al ver lo grave que estaba, lo ayude sin saber que iba a ser un gran aliado, peleando por
los mismos motivos. Desde entonces, hemos estado planeando la caída del imperio con
simples movidas, incluso tuvo la oportunidad de hacer aliados para pelear en nuestro
bando, personas de la élite; aún no pude conocerlos pero al saber cuánto nos han
ayudado, los hacen importantes en este momento.

El punto es, que Liam es relevante para mí. Gracias a su inteligencia, aprendí a indagar en
la red y descifrar códigos para camuflarme en la red de seguridad de varias empresas
poderosas, evadiendo su seguridad bien complicada de atravesar, descubriendo los sucios
secretos, de es forma he manipulado a muchos empresarios para que me vendan sus
propiedades, ha resultado muy eficiente saber manejar de esa manera a las personas.

Ha sido mi az bajo la manga. Mi plan B.

Giro la silla, cerrando todos los programas y los archivos de investigación, apagando el
ordenador para que tenga toda mi atención. No pierdo el tiempo porque es lo que más
necesito en estos momentos, tiempo suficiente para encontrar verdades, más al ser
consciente del enfrentamiento que tendré por protegerla.

Quiero respuestas.

Arrastre la silla para atrás y me levanto, cruzo mis brazos, esperando a escuchar lo que
me dirá. Entrecierro los ojos, al ver como se queda en silencio, sin decir ninguna palabra,
haciéndome perder la paciencia porque odio que me hagan esperar. Presiono mis labios,
así no suelto una maldición. Inhalo con brusquedad, controlando la irritación por no
escuchar nada de su boca.

—Habla. —mascullo.
Ríe.

—Estaba esperando que dijeras esa palabra para empezar. —se burla.

Tira fotografías sobre la mesa en medio del salón, sostengo algunas en mi mano,
percatándome de las personas en ella. Trato de disimular la sorpresa en mi rostro, no
necesito preguntas en este momento, entrecierro los ojos, para no abrirlos
desmesuradamente, ya que quiero escuchar que me dirá porque ahora sí me encuentro
intrigado por saber la verdad.

En cada fotografía, hay miembros de la familia White.

Una fotografía quedó en mi mano, detalló el rostro de la persona, reconocí cada una de
sus facciones y los rasgos finos en la mujer, son idénticas, lucen como si fueran una gota
de agua.

Las interrogantes se me disparan en la cabeza, mis pensamientos son caóticos, necesito


hallar respuestas para saber a lo que me enfrentaré y aunque despierte, sé que no
confiará completamente en mí para decirme su verdad. Más preguntas se asoman en
busca de la verdad, que cada vez lo veo más lejos, porque al tratar de acercarme a ella,
me topo con más interrogantes sin respuestas, es un laberinto sin salida, donde hechos
atroces sucedieron y están por suceder, necesito saber cual es la siguiente movida para
detener el desastre que se avecina.

—Reconoces a la familia White.

Doy un asentimiento en la cabeza.

—Son miembros de la sociedad desde hace dos generaciones, siempre fueron leales a los
Reed, aunque tuvieron sus desacuerdos y rompieron los regímenes, no intentaron
ocasionar dudas entre los miembros—empieza a comentarme. —. Estuve averiguando,
conociendo sus puntos y todo lo que los rodea. Al parecer es más importante que
cualquier otra familia, ya que tienen parientes de la realeza inglesa.

Interesante.

—Y los únicos que quedan de la generación, son los que ves en las fotografías—señala
cada imagen. —. Los otros miembros están muertos. —recalca.

—¿Y que tiene que ver?

Señala una fotografía.

Es un joven.

—Apareció muerto hace dos días, mismas marcas, misma muerte. Sigue el patrón, nadie
sabe cómo es que un joven tan prometedor, sucesor de la familia White, tuvo la desdicha
de ser encontrado muerto en un pueblo alejado de la ciudad—endurece su rostro. —. No
hay evidencias de como llego hasta ese lugar, se presume que fue un asesinato, pero no
entienden los motivos. Todos aseguran que era un joven muy amable.

—Sabes que las personas pueden fingir.

—Era él.

—¿Qué? —arrugo mi entrecejo. —¿A qué te refieres?


—Él es mi contacto, la persona que nos estaba ayudando porque tiene motivos personales
para odiar a tu familia. Mataron a ese chico porque lo descubrieron indagando en la red de
seguridad de la empresa de la familia de Gregory, curiosamente, socio de los Reed.

—¿Cómo es que terminó muerto? —cuestionó pasando las manos por mi rostro,
confundido y abrumado por la noticia. Aunque no lo conocía, tuve conversaciones con él,
donde me comentaba explícitamente los motivos por el cual estaba infiltrándose en este
mundo.

Golpea la pared, desahogando su ira. Él era su amigo.

Enfoca su mirada en mí.

—Y no es todo. —me informa.

—¿Hay más? —cuestionó, ríe con amargura, puedo escuchar como el dolor tiñe su voz. El
sabor agrio en sus palabras es desgarrador porque parece muy afectado por la muerte de
esa persona. —Sé que era tu amigo, lo siento.

—No tienes que sentirlo, de todas formas, al hacerlo no lo traerás de vuelta. —riñe furioso.

—Él sabía los riesgos al meterse…

Vuelve a golpear la pared, me calló.

—Tienes razón—concuerda con la voz afectada. —, pero no merecía ese final. Aun no me
he comunicado con mi otro amigo, no he tenido noticias de él desde hace varios días,
supongo que ha estado lidiando con lo que ha sucedido y encargándose de los líos
ocasionados por su muerte. Tiene que cubrir todas las pistas para que no lleguen a él y a
otra persona.

—¿Otra persona? —inquiero confundido. Había estado seguro de que solo eran dos.

—Sí, hay alguien más, pero no he tenido la oportunidad de conocerla.

—¿Es mujer?

—Por lo que he escuchado, lo es—responde pensando. —. Solo tengo entendido que


sabe cómo relacionarse en ese mundo y es muy inteligente. La he visto un par de veces,
solo alcancé a conocer el perfil de su rostro, puedo asegurarte que es una mujer muy
hermosa e intrigante por cómo se oculta cada vez que va a verlos.

Las últimas palabras me generan intrigas, pero no pregunto más.

—Prosigue, termina de informarme.

Asiente.

—Ayer, en los noticieros anunciaron la muerte de Cecilia y Lukas White—me notificó más
abrumado. —. No solo decidieron matar a Caleb, también a sus padres y dejar sin
herederos a la familia White. Nadie sabe que sucederá con toda la fortuna.

Elevo mis cejas, procesando la información.

—Fue inteligente la persona que realizó esos movimientos, inesperado, pero astuto. Los
motivos son simples, querían matar a todos los miembros de esa familia porque son una
amenaza para ellos, sabían los secretos de la sociedad y de seguro se pusieron en contra
por eso fueron asesinados sin piedad. Descubrieron lo que ocultaban los White y lo
pagaron con muerte—analizo la situación. —. La empresa pasará a manos de los socios,
que sin su benefactor principal decidirán vender sus acciones y el mejor postor obtendrá la
empresa y el poder de esta, y adivina quién será el comprador prometedor.

—Los Reed.

—Tener la empresa en sus manos será un punto a su favor, necesitan tener más aliados
que enemigos ahora que Alejandro será un candidato para la presidencia, no necesita
manchar su imagen ni crear problemas por eso pidió mi ayuda para controlar a Marcus, te
afirmo que él es el asesino.

—¿De qué hablas? —preguntó curioso.

—Las muertes es las causó

Leo el periódico donde anunció la noticia de la muerte de la familia White. Los padres del
chico murieron en un accidente automovilístico.

—¿Accidente? Fue provocado, los patrones son los mismos.

—Parece que estamos enfrentando a un asesino en serie.

—No te equivocas, es más peligroso de lo esperado. Su obsesión por ser aceptado por
Alejandro está sobrepasando los límites, tengo que detenerlo antes que terminé matando a
mi hermana por su codicia de tener más poder—me desespero. —. Necesito sacar a mi
hermana de esa casa.

(…)

No anunció mi entrada, tampoco sé que seré bien recibido luego de generar conflictos
dentro de este lugar, después de todo, soy el causante de todos sus problemas. Me abren
la puerta de uno de los salones principales, encontrándome con todo reunidos en la mesa,
teniendo una conversación bastante seria, al notar como todos están tensos, escuchando
las palabras de Alejandro, quien es el primero en darse cuenta de mi presencia y quedarse
callado para no oír lo que está diciendo; los demás siguen su mirada, dando conmigo.

No soy bienvenido a mi propia casa, solo Linda me muestra una sonrisa enorme.

—Lamento la interrupción—me disculpo cuando todos me observan. —. Solo he venido


porque tengo ciertos asuntos que arreglar con Linda. —informé.

Marcus mira a su hermana, pidiendo una explicación, ella no le presta atención ni intenta
mover sus ojos de mi dirección. Su madre si logra captar su atención, puedo notar como
es regañada con una sola mirada, pero ya no tendrá poder sobre ella.

Alejandro me da un asentimiento de cabeza, permitiéndome interrumpir el momento, no se


ve molesto por entrometerme, sino entusiasmado porque iniciaré sus planes, conforme los
desea.

—Siéntate con nosotros—pide Alejandro, haciendo señas a uno de los empleados, de


inmediato se mueven. —. Sé parte de este momento familiar.

—No soy parte de la familia. —le aseguró.

—Lo eres—me sonríe con falsedad. —. No dejaría a un desconocido hacerse cargo de mi


empresa.
Escucho el jadeo de la madre de mis hermanos, sus ojos recaen sobre mí, su impresión es
demasiado fuerte y ver cómo sus ojos se abren, me hace entender que aun no le han
contado lo que está sucediendo. Con su mirada me acusa por no tener palabra, ya que le
prometí no involucrarme, pero no me interesa como me señala cuando estoy dando pasos
largos y seguros para llegar a mi objetivo.

Obedezco la petición de Alejandro.

Me posiciono a lado de mi hermana, esta me sonríe entusiasmada porque le comenté por


llamada que le tengo buenas noticias y sé que ya sabe lo que le diré, pero al hacerlo, al
anunciar la noticia, le pediré que se mude conmigo con la excusa de que se volverá más
independiente.

Necesito sacarla de esta casa, no la pienso dejar en este lugar para que termine muerta
por las manos de su propio hermano, mellizo.

—Hace dos días estaba hablando con Ryan—comentó Alejandro, tomando un sorbo de
agua. —. Tiene ideas interesantes que debió compartir desde hace mucho tiempo, pero
como decidió marcharse, no tuvo la oportunidad de ejercerlas.

—¿Qué ideas? —preguntó Marcus interesado en saber, curioso.

Lo mire.

—Nada que se te ocurra a ti. —respondo con desdén.

—Quiero informarles familia que he autorizado que Linda forme parte del negocio familiar,
sin comprometerla con otro miembro de otra familia. —anunció sin previo aviso. Soltó lo
más importante, en el momento menos correcto.

En silencio se quedó la mesa, nadie se atrevió a decir una sola palabra en contra. La
expresión de los presentes fue lo esperado, pero atisbe el odio en los ojos de Marcus, de
inmediato centré su mirada en mí, eleve una ceja, retándolo con la mirada, prácticamente
diciéndole que fue mi idea.

—¿Cómo es que cambiaste de opinión? —preguntó en un susurro Linda, consternada por


la noticia. Pude notar sus ojos cristalizados por lo emocionada que se encontraba de saber
que iba a ser parte del negocio familiar, ella no solo quería tener el apellido, sino también
demostrar que es digna de él.

—Debes darle las gracias a Ryan—contestó evitando la mirada de todos. —. Él fue quien
me comentó que serás una sucesora excepcional y que te diera la oportunidad de
demostrarlo porque al parecer no todos son muy eficientes. —miró de reojo a Marcus.

Linda me miró a punto de llorar, negué con la cabeza.

Estoy muy orgulloso de ella.

—No llores, Linda —susurré contagiado por su entusiasmo. —. Te prometí mi apoyo, de


esta manera te lo estoy dando—puntualize. —. Interrumpí su momento familiar porque
deseaba tener el permiso de usted padre para que permita a Linda a ir a vivir conmigo—
anuncie. —. Como le enseñaré el mundo de los negocios, quiero que se acostumbre a vivir
rodeada de los imprevistos.

—Me niego. —dijo su madre.

La mire.
—No le estoy preguntando a usted—miré a mi hermana. —. Está claro que necesito tu
opinión para hacerlo, ¿quieres vivir conmigo? Si deseas, luego podemos buscar un lugar
donde puedas quedarte, sola—mencioné, vi la emoción en su rostro. —. Quiero que
empieces a independizarte que te será útil.

Asintió.

—Sí padre está de acuerdo, quiero hacerlo. —accedió sin titubear.

—No estoy de acuerdo, también deben tomar en cuenta mi opinión porque soy su madre.
Debo acceder a sus decisiones porque no deseo que cometa errores. —se justificó como
siempre, poniendo absurdas excusas.

Reí.

—Linda no es una niña, tiene 25 años—puntualize tajante. —. Tiene todo el derecho de


tomar sus propias decisiones, no se involucre porque le aseguro que no le gustará meterse
conmigo—advertí molesto. —. Además, nunca le importó las decisiones, debió
preocuparse más en criar bien a su perfecto hijo—remarque las últimas palabras. —.
Descuide, de Linda me encargo yo, para que no cometa errores absurdos y termine
arruinando su futuro. Ella es mucho más, se sorprenderá de las capacidades que tiene.

Sonreí a mi hermana, con mucho orgullo.

—Apoyo las palabras de mi madre. —se pronunció Marcus, luego de haber estado
escuchando el intercambio de palabras con su madre.

Dirigí mi mirada hacia él.

—Y estamos de acuerdo con que nadie pidió tu opinión. —afirmó Linda, sorprendiéndome.

—¡Linda! —reprochó su madre. —Respeta a tu hermano.

—En esta familia el respeto se gana, madre—argumentó levantando su mentón. —.


Marcus nunca intentó ganarse el mío porque creyó que solo sería una ficha movible dentro
de su tablero por ser mujer y él el hombre—miró a Marcus, alzó la comisura de sus labios,
dibujando una sonrisa cínica. —. ¡Que equivocado estabas, hermanito!

Veo como intenta ponerse de pie, pero Allison sostiene su mano para que no haga ningún
movimiento.

Martina mira a Alejandro, esperando que intervenga en esta situación y corrija a Linda por
su falta de respeto hacia Marcus.

—Martina, tu hija tiene razón—saboreo el guisado y luego clavó sus ojos en la señora
despreciable. —. El respeto se gana en esta familia, no puedo corregirla cuando esta en lo
correcto—señaló. —. Linda tiene el derecho de tomar sus propias decisiones, nadie tiene
la autorización de entrometerse, yo ya accedí, déjenla mostrar lo que tiene—miró a Linda,
mostro una sonrisa. —. Sorpréndeme.

Ella asintió entusiasmada.

—No te decepcionaré, padre.

Toma mi mano por debajo de la mesa y entrelaza nuestros dedos, me agradece dándome
un apretón de manos y veo de reojo como curva sus labios en una sonrisa victoriosa
porque acaba de romper las reglas de la familia y nadie puede cuestionar sus decisiones.
Lo ha logrado.

Ahora tendré que mantenerla a salvo de lo que se avecina, nadie tocara a mi hermana,
pasé lo que pasé. Tengo la ventaja de tenerla conmigo, viviendo en la misma casa,
resguardada por muchas cámaras de seguridad y por guardias de mi suma confianza
porque a muchos les salvé la vida.

—Ha muerto la familia White—comunicó Allison, fingiendo tristeza. —. Es extraño como


todos murieron, nadie ha quedado vivo. —llevo una mano a su boca.

Mis ojos se dirigieron a Marcus, agacho su mirada, pero detalle la sonrisa macabra en sus
labios, el intento de ocultarla no le resultó, ganándose una mirada fugaz de Alejandro,
quien no apartó sus ojos de él, hasta que lo viera, cuando lo hizo la mirada que lanzó fue
letal, por la forma en como lo vio, me dio indicios de que Marcus tiene que ver con la
muerte de esa familia.

No sé porque no me sorprende.

Marcus se da cuenta de mi mirada, no lo aparto cuando me atrapa mirándolo, al contrario,


lo observo detallando cada gesto y expresión en su rostro que lo delate porque ya he dado
con el culpable del asesinato de esa familia.

Fueron un peligro del que se tuvo que deshacer, pero aun sigo teniendo preguntas sin
respuestas porque hasta donde sé, eran personas honorables que no se metían con nadie,
pero ¿Cómo fueron una amenaza para los Reed?

—Sus muertes fueron trágicas— comentó siendo participe de la conversación. —. Pero es


evidente que no fue un accidente que los mató, fue intencional. La persona que causó sus
muertes fue tan estúpida para no cubrir sus pistas. Es un asesino demasiado idiota, no
sabe como ocultar la evidencia de las similitudes.

Escucho un gruñido.

—¿Qué te hace pensar que fueron asesinados? —preguntó Alejandro, curioso por mi
respuesta.

Miró en su dirección.

—La muerte del hijo—contesté sin apartar la vista. —. Se encontró el cuerpo del sucesor
White y días después sus padres tienen un accidente, ¡Que coincidencia! Resulta que el
asesino es demasiado tonto para darse cuenta de lo estúpido que fue matar a los padres
después de un día que encontraron el cuerpo del joven, sobre todo, cubriendo su
homicidio con un accidente, ¿no es demasiado evidente? —cuestionó, —Los
investigadores a pesar de hacer su trabajo, no se dan cuenta de las pistas ni los patrones
de este asesino. Deben ser más idiotas que el asesino para no percatarse, incluso una
persona como yo, se dio cuenta. Tal vez, si los padres del chico hubieran muerto semanas
después, la historia sería creíble, pero no ahora.

—Miras muchas películas de asesinatos. —interviene Marcus, molesto.

—No se trata de ver películas para notar ciertos detalles que otros no pueden ver, además,
es demasiado evidente. No sé quién se beneficiará con la muerte de toda la familia, pero
está claro que si murieron fue porque los quisieron callar o simplemente vengarse por algo
—me encojo de hombros. —. Este es el mundo al que nos enfrentamos, he visto muchos
casos, pero más misteriosos y muy bien planeados. El asesino es un aficionado entre
profesionales, te apuesto que puedo encontrarlo con las pistas que ha dejado en la escena
del crimen.
—Interesante conversación, pero dejemos de hablar de muertes. —comentó Martina, un
poco paranoica.

Sonrío.

No son tan inteligentes como pensé, subestimarlos no fue un error. Ellos no intentan
ocultar lo que cometieron, prefieren dejarlo a la vista porque es demasiado evidente que la
familia Reed se beneficiara por esas muertes, ya que ellos tomarán el control de la
empresa de esa familia y serán los dueños, una vez más, de todo el país. Han movido sus
fichas sin temor a ser encontrados porque saben que saldrán ilesos de todos los cargos a
su favor, serán encubiertos para no mostrarle a las personas quienes realmente son.

—Madre, la conversación se está poniendo mucho más interesante por las confesiones de
Ryan—afirmó Marcus, mirándome. —. Padre tiene razón, al decir que eres una persona
muy observadora, Ryan—entrecerré mis ojos. —. Deberías dedicarte a ser investigador y
dejar de ser un estorbo.

Ladeo una sonrisa.

—¿Estorbo? Con hechos te he demostrado que el estorbo es otro, yo soy quien tiene que
solucionar lo que tú arruinaste por no tener la capacidad de actuar como una persona
adulta—me burlo. —. Desaprovechaste cada oportunidad, no aspires a más cuando no
estás a la altura, Marcus.

—¿Quién lo dice? —me reta con la mirada.

—Por supuesto, yo—respondo con orgullo. —. Soy el sucesor verdadero, solo fuiste
probado por padre, asúmelo de una vez. No estas a la altura de ser heredero de la familia
Reed, pero que bueno que esta Linda para tomar las riendas de ese papel.

Le guiño un ojo.

—Es momento de marcharme—me pongo de pie y besé la frente a mi hermana. —. Estaré


llamándote para coordinar tu mudanza, necesitamos empezar lo más antes posible y no
dejes que te manipulen para que te quedes.

—No te preocupes, no me harán cambiar de opinión—murmuró, miró a Alejandro. —. Me


está apoyando, no lo quiero decepcionar.

Me despido de todos, miro a mi hermano por última vez, he descubierto su secreto y es tan
divertido saber cómo será el desenlace de esta historia porque él mismo cayó en la trampa
sin haber notado la sospecha.

Estás acabado, Marcus.

(…)

La observo.

Lleva días sumergiéndose en su sueño, el cansancio y desgaste emocional ha jugado en


su contra, ocasionando que esté en un profundo sueño, en donde no se sabe cuando
podrá despertar.

Encontrarla en medio de la noche, entre la oscuridad, fue inesperado, más al saber la


persona que se escondía detrás de esa máscara. Aún recuerdo su sonrisa y como sus
ojos se abrieron al dar con mi mirada, pude ver lo rota que se encontraba, así como
también el deseo de arder el mundo.
Se asomó entre las sombras, como lo hice cuando me presenté, esa noche. Reconocerla
no fue uno de mis problemas, sino las preguntas que tengo atascadas en mi garganta, ya
que sigue sin despertar.

Acaricio su rostro y grabó cada rasgo de su rostro en mi mente.

Sonrío.

—Necesito que despiertes, necesito respuestas.

Dama de la noche.
Ryan

Observo a todos.

Había presenciado muchas muertes a lo largo de mi vida, por un tiempo odie tanto vestir
de negro para estos eventos, que cada vez que intentaba guardar luto, ya aparecía otra
razón más para querer dejar de existir en esta vida. He perdido a muchas personas, no sé
cómo, pero cada una se marchó sin despedirse, dejándome completamente solo en una
lucha casi imposible.

Sin avisar, sin decir nada, se fueron.

La muerte de algunas tuvo un fuerte impacto en mí, en ocasiones había deseado


suicidarme a sentir que estaba solo. Otras causaron un inmenso odio, que ocasionó ira, la
cual me llevó a querer vengarme por todo lo vivido.

He perdido tanto, que no reconozco el significado de tener a alguien a mi lado, por eso
trato de no formar vínculos con las personas, porque sé que en algún momento por mi
causa terminaran muertos, como aquellas personas que se mantuvieron a mi lado hasta el
final y acabaron en el cementerio, siendo olvidados, borrados de la existencia por enfrentar
a monstruos que me han acechado desde mi nacimiento, solo por tener un poder que
nunca quise en mis manos. Mi madre, dio su vida por mí, para que no tuviera que vivir el
infierno que ella padeció, pero mi venganza es más fuerte, aun muerta la sigo
decepcionando; sin embargo, necesito hacer esto para que no haya más personas que
vivan afligidas como ella lo hizo.

Alguien tiene que detenerlos, así consiga la muerte, tengo que hacerlo porque ese fue el
deseo de mi padre. Terminar con este infierno porque él nunca estuvo de acuerdo, por eso
huyó de casa y se escondió de su padre, ya que no quería ser el sucesor y someter a las
personas a pasar ese tipo de sufrimientos. Él nada más que nadie, sabía lo que era
sentirse solo y sufrir al mismo tiempo. Toda su vida pasó viviendo en una mansión vacía,
siendo instruido para ser el heredero de la familia Reed, conociendo el verdadero dolor de
tener tanto poder en sus manos sin desearlo. Incluso, le obligaron a quitar vidas solo
porque codiciaban su vida; enfrentó momentos duros donde no tuvo a nadie quien los
rescatará, hasta que conoció a mi madre, hija de uno de los proveedores de la empresa,
de la cual se enamoró perdidamente, y ese sentimiento fue la ruina de ambos, porque al
amarse, tuvieron un alto precio que pagar.

Así como los miembros de cada familia por querer detener a la sociedad, sobre todo, a la
familia que lo lidera por ser un peligro para las personas inocentes que viven sin saber
cómo el mundo se rige.

No vinimos a este mundo para ser infelices, vinimos para ser felices y encontrar calma, no
sufrimiento.

Cada persona muerta es la razón por la que muchas están tratando de dejar de tener
miedo y enfrentarse a la sociedad que rige las vidas de todos. Es momento de extender la
mano a aquellas personas, en busca del bien.
—Aun no llega tu familia. —espetó Liam, el tono de su voz tiene una mezcla de odio y
rencor.

Lo miro de reojo, claramente enfadado.

—No es mi familia—masculló entre dientes, casi en un susurro. —. No lo olvides.

—¿Te sientes ofendido? —se burló, amargo. —Tu sangre por tus venas.

—Que tengamos la misma sangre, no nos clasifica en el mismo bando. No elegí a esa
familia, pero son parte de mí aunque lo quiera negar, no te equivoques conmigo—protesté
sin mirarlo. —. Sé que estás herido por lo sucedido con tu amigo, aun así, debes saber
que no soy la causa de su muerte. Él siempre supo lo que hacía, se metió en el terreno
equivocado, pagó las consecuencias.

El desprecio por los Reed se intensificó por la muerte de esta persona, ahora estará
dispuesto a todo por destruirlos porque el tiempo que tiene, se está acabando y más
personas siguen muriendo.

Acomodo el traje negro y me cubro con el paraguas cuando la lluvia azoto el cielo. Es un
día lluvioso, no podría ser más dramático la escena, al mirar como algunas personas
fingían sufrir por la muerte de la familia White. Hay una cantidad numerosa, sé que la
mayoría solo ha venido para presenciar como uno de sus enemigos ha caído por las
manos de los Reed.

La muerte es un símbolo de victoria para ellos, es el momento correcto para regocijarse y


celebrar que ya no lo tienen en su camino.

Me encuentro en el cementerio, en el entierro de la familia White, a pesar de no


conocerlos, estoy presente porque quiero ver las consecuencias de mis actos, por querer
acabarlos, he permitido que un joven con un futuro comprometedor muera; esta es mi
condena, ver cómo abandonan el mundo de los vivos.

Estoy a una distancia prudente, donde no sea el objetivo de otras personas, no necesito
que me reconozcan, ya que si saben de mi presencia, surgirán preguntas las cuales no
tendrán una respuesta objetiva porque no conozco a esta familia. Además, estoy
acompañando a Liam para que se despida de su amigo, no ha dicho ni una palabra en el
camino, se ha mantenido en silencio, ignorando cada pregunta y perdido en sus
pensamientos, como si no estuviera en la realidad. No sé qué es lo que se cruza por su
cabeza ni lo que hará ahora que sabemos quien es el responsable, su silencio significa
peligro, el cual no estoy dispuesto a correr en estos momentos porque estamos en la
mirada de todos, y es necesario ser sigilosos para no ser alcanzados. Sí ese joven pudo
ser atrapado por su descuido, nosotros también, por eso no debemos actuar con
impulsividad, tenemos que ser precavidos y ser inteligentes al dar el siguiente paso, ya
que con ese se definirá como actuaremos desde ahora, sin importar la que vendrá porque
hicimos la promesa de que no moriríamos hasta ver cómo todo se desmorona y queda en
ruinas por causa de nosotros.

Puede fingir ser fuerte, pero atisbo el deseo de rendirse en sus ojos. También ha perdido
mucho para seguir adelante, esto ha sido la última gota que reboso el vaso.

—¿Estás bien? —cuestioné mirando como apretó sus puños, a pesar de la intensidad de
mis ojos, no miro en mi dirección. Se está escondiendo de mí, ocultando su duelo porque
pensará que seré tan insensible para decirle lo que nosotros no sentimos. —No debes
guardar como te sientes, si crees que necesitas sacarlo al exterior, hazlo.
—¿Por qué debería? —inquirió, sus ojos se clavaron en los míos. —Eres la última persona
a la que recurriría si deseo hacer eso—me apuñaló con sus palabras. —. En estos
instantes, odio que seas parte de ellos aunque sean tan diferentes, pero no cambia que
tengan la misma sangre. —se ha sincero, la impotencia tiñó su voz.

—Recuerda que no soy tu enemigo—respondo con la misma dureza. —. Si quieres


odiarme, hazlo. Tu odio no podrá ganar al mío, así que déjate de estupideces y
concéntrate en lo que haremos porque puedo sentir tu deseo de acabar con todo. —oculte
la decepción de mi voz y lo reemplace con frialdad para que no conozca mi verdadero ser,
aunque lo he demostrado muchas veces, también soy un experto escondiéndolo.

—¿Qué hacemos en este lugar? —preguntó, mirando a la multitud que despedía a los
miembros de esa familia.

—¿En serio no hay más miembros que asumirán el cargo? —interrogué con una
sensación extraña en mi pecho, siento que estamos pasando algo por alto, que es muy
relevante para unir puntos y estructurar esta situación. —Estamos olvidando un punto, no
todo encaja a la perfección porque siento que no tenemos la historia completa, ¿Cómo es
que los White se volvieron una amenaza para los Reed? —enarque las cejas, centrando
mi mirada en él. —He leído la historia de esa familia, no eran entrometidos, solo lo hacían
cuando eran de ayuda, luego se quedaban en los escombros, escondidos—miro a la
multitud. —Las piezas siguen sin cuadrar.

—Solo ha quedado el fiel secretario de la familia, nadie más—comentó Liam. —. He sido


muy meticuloso al investigarlos, apenas encontré lo relevante sobre ellos—se nota
pensativo. —. Pude encontrar que tuvieron dos hijos, pero una desapareció y se le dio por
muerta porque no fue hallada por ninguna parte del mundo. —reveló.

La sorpresa me embargo, cada palabra se clavó en mi mente y no necesitaba unir más


piezas para saber cual era que encajaba con perfección en este rompecabezas. Di con la
clave aunque no estuviera tan seguro, solo me falta profundizar ese hecho para hallar con
más verdades y empezar a entender qué papel tenía esa familia dentro de la sociedad y
porque era considerada como un enemigo, cuando pasó toda su vida siendo fiel a los
principios de esta, sin reclamos ni reproches.

Tiene que haber argumentos fuertes para que sean el objetivo de los monstruos; sé que no
fue el deseo de poder, hay una historia detrás de todo y pronto lo averiguaré.

—¿Qué hace él aquí?

Su voz se tiñó de rabia y desprecio, con rapidez, seguí la dirección de su mirada,


encontrándome con la persona. Hasta a mí, me asombró su presencia, no pensé que
tuviera la capacidad para actuar como si no fuera el culpable, es más desquiciado de lo
imaginado; pero, tiene una razón para estar aquí, no se mueve sin planificar todo, cada
uno de sus pasos son estrategias, sin embargo, no es tan astuto como profesa porque
sigue dejando pistas en el camino, donde fácilmente lo pueden atrapar y hacerle pagar por
lo que ha cometido.

Marcus sigue cruzando las líneas de limitación.

Va acompañado de su amada prometida, quien no ha desaprovechado la oportunidad de


ser catalogada como el centro de atención de todas las miradas de los presentes por
cómo, el vestido puesto, resalta su figura. Oculta la sonrisa presionando sus labios para no
ser titulada como una irrespetuosa por sonreír en pleno momento de luto.

—Pensé que sería tu abuelo el que vendría. —admitió Liam.


—Me comunicó confirmándome sobre su asistencia a este evento, no creía que iba a ser
capaz de enviar a Marcus, después de lo hizo. —declaro confundido por la decisión de
Alejandro.

Liam intenta dar un paso en esa dirección, con intenciones de desfogar el dolor, pero lo
retengo sosteniendo su brazo, mi agarre es débil, pero lo suficientemente fuerte para no
dejarlo ir.

—Si logras tu propósito, todo terminará y no podremos lograr el objetivo que tenemos por
tu impulsividad. —Intento hacer que razone. —. Golpearlo hasta el punto de matarlo, no
hará que tu amigo regrese a la vida, él ya está muerto, y sí, tal vez seamos responsables
de su destino por contactarlo, pero debes ser consciente que tomó la decisión de unirse
sin presionarlo o obligarlo—tira su brazo, mi agarre es más fuerte y obligo que me mira
cuando le hablo. —. ¿Sentiremos culpa? Sí, es inevitable no sentirla. Te puedo asegurar
que en estos momentos están pensando en un “qué hubiera sucedido…”, porque estás en
el proceso de la negación, de no querer mirar la realidad, ya que es tan fuerte para ti, te
afectó tanto, a tal punto, de desear acabar con esto de una vez, pero nada terminara si
decides ir por ello—le aseguro, suelto su brazo. —. No tomaré decisiones por ti.

Le doy la opción de escoger, el debate en sus ojos es interminable y un desafío demasiado


grande para tener una decisión definida. Mascullaba algunas palabras entre sus dientes,
presiona su mandíbula y atisbo el dolor en su mirada pasando como una llamada que
recién se enciende, con el poder de destruir cualquier emoción en medio de su camino.

Me mira por demasiado tiempo, con la indecisión en sus ojos, dudando de sus acciones y
temiendo el resultado de estas porque ya resumí lo que sucederá si se atreve a dar un
paso más.

Es su elección.

—Bien.

Da un paso hacia atrás, dándose la media vuelta y caminando en la dirección contraria,


lejos de su objetivo.

Respiro, aliviado.

Aunque hubiera tomado la decisión más sensata, ya lo hubiera dejado ir a matarlo, no me


hubiera opuesto porque también deseo que pague por todo el sufrimiento que ocasiona en
la vida de las personas que pierden a sus seres queridos por culpa de un maniático que no
controla su sed de sangre. Si hubiese estado en su lugar, escogería la opción de terminar
su vida con mis propias manos, después de todo, igual acabaré muerto como los demás.

Lo busco en medio de la multitud, encontrándolo en un rincón, con una sonrisa siniestra en


sus labios, regocijándose por sus muertes. Sus ojos muestran la satisfacción de estar
presenciando como esas personas están siendo enterradas en lo profundo de la tierra.

Saco mi móvil y busco su número, al dar con él, rápidamente tecleo en la pantalla, dándole
un poco de sus acciones y más.

“También habrá personas que tengan esa expresión que tú tienes en el rostro, al ver que
estás muerto”.

Doy enviar.

Soy espectador de cómo observa la pantalla de su móvil. Sus cejas se cuadran, hunde su
entrecejo y en su rostro se asoma la incredulidad por las palabras que ha recibido, a pesar
de no tener mi contacto, puede hacerse una idea de quién es la persona que le envía ese
mensaje, por eso no me causa asombro cuando levanta su cabeza, guardando el móvil, y
buscándome en todas las direcciones, con una desesperación que se puede oler desde
donde me encuentro.

Parece que mis palabras removieron partes de él, haciéndole sentir remordimiento por sus
acciones atroces. Alguien necesitaba decirle la verdad para que no creyera que es inmune,
solo porque Alejandro cubre sus crímenes.

Llegó hasta ese punto.

Antes de querer ser el único sucesor, éramos tan cercanos que nos ocultábamos cuando
venían a llevarnos a las sesiones cotidianas para enseñarnos a ser parte de esa familia,
siempre cubriéndonos las espaldas, recibiendo todo tipo de castigo por el otro, y yendo en
contra de las reglas solo para divertirnos como dos niños normales, sin saber cuál era
realmente nuestro destino. Eso fue antes de que le sembraran rencor y odio hacia mí,
mucho antes de intentar asesinarme por anhelar ser el primero en todo. Todo eso generó
el deseo de poder de su madre, por haber sido él que se interpuso en mis planes, como si
hubiera tenido la culpa de que mi padre no lo amará.

Solo éramos dos niños deseando conocer el mundo, no vivir en el infierno en el que nos
criaron y llevar una rivalidad que nunca toleré porque siempre deseé que él tuviera una
vida fuera de todo. Al principio, cuando empezó a odiarme, me sentía mal, ya que luego de
haber perdido a las personas que consideraba mi familia, Marcus apareció, convirtiéndose
en mi amigo, olvidando el hecho de que éramos hermanos, pero pasando por alto el
mundo que nos rodeaba.

Dejó de importarme su vida cuando decidió matar a mi hermana. Incluso desde pequeños
nos forjaron para vivir siendo asesinos.

Su mirada me encuentra.

No muestra ninguna expresión, me mira desde su posición, aunque no puede ver a través
de mi mirada, sé que siente esa importancia y odio que propagó por no haber actuado
como un verdadero hermano mayor y haber permitido que se convirtiera en un sanguinario
sin piedad. No justificaré la infancia que llevó con sus acciones, a pesar de haber sido tan
traumática, no tuvo el derecho de arrebatar vidas.

Ninguna de sus acciones puede ser excusable. No merece ser entendido porque nunca dio
la oportunidad de hacerlo. Aunque hayamos compartido un lazo en el pasado, uno que se
deterioró con sus hechos, no me detendré hasta acabar con él, sin importar que sea yo
quien tiré del gatillo.

Me giro sobre mis talones, al instante que empieza a dar pasos en mi dirección. Puedo
sentir sus pisadas detrás de mí, pero acelero mi paso para no tener que actuar en su
mismo nivel. Suficiente he tenido con todas esas veces donde tuve la oportunidad de
enfrentarme a mi siguiente objetivo.

—Detente. —ordenó Marcus.

Lo miró por encima de mi hombro, elevando ambas cejas, confundido por su demanda.
Acelero mis pasos, adentrándome al bosque que se encuentra justo al lado del
cementerio. Los caminos de este, están sumergidos en la oscuridad porque el cielo ha
decidido no brindarnos con iluminación, soy cuidadoso en donde pisó, puede dar un paso
en falso y terminó cayendo, perdiéndome en el bosque y sin nadie que tenga el interés de
ayudarme.
Me está siguiendo.

Acechando como lo hizo estos últimos años, al tomar la elección de mantenerme vigilado,
ordenes directa de su querido padre. Ha sido mi emisario desde que me enteré de ese
hecho, no ha dudado en delatarme todas esas veces donde metía mis narices en asuntos
peligrosos, provocando que muchas de las personas con las que trabajaba supieran quién
era realmente, generando controversias por ser parte de esa familia.

Ni aún lejos he descansado de la rivalidad.

Me detengo en medio de dos caminos, sé cuál será mi elección, pero estoy esperando que
llegué hasta mí para tener una conversación agradable, desde hace mucho que no
tenemos una charla como hermanos, está es mi oportunidad de interceptarlo y hacer que
se sienta tan amenazado para ir a las escenas del crimen y dejar huyas sobre ellas.

Este plan debe funcionar, debo ser sabio en la elección de las palabras para que caiga en
la trampa y tomé la decisión de dar un paso en falso, para ser revelado. A las finales, no es
tan inteligente como hace creer a las personas, solo es bueno para meterse en problemas,
pero no lo es cuando se trata de solucionarlos, es ahí donde entra su padre, cubriendo
cada una de sus escenas y alteré todas las evidencias en su contra, por eso necesito
encontrar pruebas, que no modifiquen los hechos.

—No pensé que fueras tan estúpido para seguirme al bosque. —digo al saber que está
detrás de mí.

—¿Por qué? ¿Acaso me matarás? —preguntó con burla.

Me giro contagiándome de su humor, tiró las comisuras de mis labios, confirmando su


pregunta, veo como duda cuando se da cuenta de la afirmación en mi mirada. Retrocede,
sé que está fingiendo tenerme temor, es inevitable no percatarse de los pequeños detalles,
al pasar la mitad de tu infancia aprendiendo a transformar las situaciones a tu favor, es lo
que está haciendo ahora, actuar como si estuviera aterrado, pero solo es su manera de
divertirse.

—No actúes conmigo—suspiro irritado. —, recuerda que fui yo, el que te enseño a ser
capaz de controlar las expresiones de tu rostro—miro el cielo. —. No podrás superar al
maestro aunque lo intentes muchas veces, sigues siendo el segundo lugar, como siempre.

Endurece sus facciones y deja de retroceder, enderezando su espalda. Su sonrisa aparece


en sus labios.

—Te he superado en muchas cosas.

—Lo sé—acepto sin dudar. —, pero sigues siendo el segundo lugar, eso jamás va a
cambiar por más que quieras ganarte la confianza de padre, él siempre dudará de tu
capacidad, ¿por qué crees que me llamó? —cuestioné, tiré mis labios para un costado,
con cinismo. —A veces me sorprende que me subestimes, conociendo como actuó. Tal
vez, superaste algunos elementos con práctica, pero no aprendiste de ellos—me encogí
de hombros. —. Hiciste todo lo que estuvo a tu alcance para superarme, sin embargo, no
aprendiste lo que realmente significaba.

—Lo aprendí de ti—contraataco. —. Cada acción la aprendí de ti. Siempre superando cada
reto hecho por padre, nunca te diste cuenta todo lo que atravesé para llegar hasta donde
estoy, ¿acaso te detuviste a pensar en mí? —me reprochó.

No imaginé que llegaría el día en donde escucharía esas palabras.


—Fue mi error no haberme dado cuenta y fue tu error convertirte en esta persona por
querer tener el orgullo de una mujer que no merece tu admiración—da un paso hacia mí, a
la defensiva. —. Sigues siendo una persona que puede ser manipulable.

Se ríe.

—¿Manipulable? Soy distinto a lo que crees, porque no actuó por órdenes de otros, lo
hago porque disfruto ver a las personas postradas ante mis pies, suplicando por sus vidas.
Tengo el poder.

—¿Y crees que te servirá de algo? —pregunté. —Sentir que tienes el poder, no significa
que en verdad lo tengas. Solo permites que tus emociones dominen tu vida y esa obsesión
por superarme sea quien rige cada acción—acote. —. No tienes el poder. Eres un joven
con insuficiencia y con el deseo de ser visto por las personas que admira, nunca lo
lograrás si sigues proponiéndote a superarme porque cada vez que intentes hacerlo, yo ya
estaré sobrepasando cada logro que realizaste, siendo el orgullo de esta familia. No eres
una competencia ni una amenaza para mí, solo eres alguien que aspira a algo que nunca
tendrá—hago una pausa, respiro, y continuo. —. La admiración de padre.

Sus fosas nasales se contraen, su mirada se ensombrece, ocultando su ira al escuchar


uno de sus miedos. Hasta los más fuertes tienen debilidades.

La expresión en su rostro es reemplazada por la tristeza, gira su cuerpo, con intenciones


de marcharse, pero de manera abrupta se vuelve a girar, esta vez sosteniendo un revólver
en su mano, apuntando directo a mi cabeza.

Su mano no tiembla, alzó el mentón, curvando una sonrisa en sus labios, saboreando la
victoria porque me sido capaz de tomarme con la guardia baja. Sus pupilas se dilatan y
luce entusiasmado por la idea de matarme, como lo ha deseado todos estos años.

Sonrío.

—Dispara. —lo aliento.

Elevo mis manos en forma de redención y me encojo de hombros, divertido.

—No me asusta la muerte—confieso ocultando como mi voz se tiñe de diversión. —. He


estado más muerto que vivo, no tiene caso aterrorizarme con algo que he sentido toda mi
vida, Marcus.

Presiona sus labios y no mueve su dedo ni intenta tirar del gatillo por más que quiera
hacerlo, no puede. Esa indecisión en su mirada me grita todo lo que me ha estado
ocultando estos años, ese miedo de remover las grietas del pasado.

Sonrío.

—Marcus, Marcus, Marcus—canturreo divertido. —. Sigues siendo ese niñito asustadizo


que se ocultaba detrás de mí por miedo a ser castigado por padre. Quieres tirar del gatillo,
pero ese sentimiento que tanto repudias, se hace presente, haciéndote dudar de tu
decisión—doy un paso, retrocediendo. —. Acéptalo, no eres capaz de matarme porque a
pesar de odiarme y tenerme envidia, formó parte de tu vida. En esos momentos agridulces,
donde sufriste más que cualquier otro, yo estoy presente.

Doy otro paso.

—Deja de fingir que puedes matarme.


Me giro por completo, sin temor a que me disparé porque no es tan valiente para hacerlo,
tomó el camino contrario sabiendo lo que sucederá una vez que salga de ese bosque. La
decisión está tomada por más que haya recuerdos que me jueguen en contra, no
descansaré hasta acabar con él, así esté dando mi último aliento, terminaré con el juego
retorcido que ha iniciado.

Estoy listo para mover mis fichas.

Al encontrar el coche en pleno camino, veo a Liam, sumergido en sus pensamientos,


ocultando el dolor en su mirada y fingiendo que está bien porque eso hemos hecho todo
este tiempo, fingir que podemos tener las manos manchadas por toda la sangre de las
personas asesinadas por nuestra causa.

No será la primera vez que alguien muera.

Habrá muchas más muertes.

Golpeo con los nudillos el vidrio de la ventana, se sobresalta en el asiento del copiloto y
entrecierra sus ojos hacia mí, furioso. Es bueno escondiendo cómo se siente.

A veces he pensado que las personas somos un disfraz, cuando necesitamos


escondernos, nos disfrazamos como los demás nos quieren ver.

Irónico.

—¿Qué sucede? —le preguntó ingresando, tomando mi lugar como piloto.

—Tenemos un asunto que solucionar—anuncia cuando cierro la puerta detrás de mí. —.


Debemos encontrarnos con alguien.

—Ha comenzado. —le informo.

—¿Qué?

Sonrío.

—Es momento de mover más fichas—le contesto, su rostro se iluminó. —. Solo necesito
que la reina del tablero se despierte, para tener completo las alineaciones del juego.

Ryan

Golpeó la mesa con mis dedos, irritado por estar en medio de la nada, en un restaurante
que ni siquiera he revisado sus antecedentes, pero no luce mal, al contrario, me sorprende
que las personas no conozcan este lugar, cuando tiene un buen menú, sobre todo, la
calidad de la comida es exquisita, no tengo nada que reprochar por la espera; aún así, no
puedo alejarme mucho de la ciudad, luego del incidente con Marcus, tuve que vigilar cada
uno de sus pasos porque estoy seguro que hará otro movimiento, debo estar dos pasos
delante de él y, saber lo que realmente desea, sus acciones se están saliendo de control.

Aunque prometí moldearlo para que no cause más problemas, dudo mucho que desea ser
enseñado por mí, no luego de todo esa escena que realizó en el bosque, cuando le di en
sus puntos más débiles, logrando que los hiciera relucir, sin saber que fue una trampa para
mostrarle a esa basura de padre que tiene, así hago que se muestre como es, sin
ocultarse detrás de esa familia porque merece ser conocido como un monstruo, ya que
sigue fingiendo ser una buena persona, que se preocupa por los demás, y le importa tanto
su familia; sin embargo, la verdad es que solo está detrás del poder.

—¿Por qué debo esperar? —cuestionó mirando a Liam, quien no ha dejado de observar
cada uno de mis movimientos porque siento que está dudando de mi lealtad, ya que
piensa que al ser mi familia, los planes organizados, se arruinarán.

Liam se mantiene en silencio, sin decirme una palabra. Enarco una ceja, al percatarme
que no ha escuchado mi pregunta, sus ojos fijos en mí, solo logra que mi molestia se
incremente porque si no puede confiar, entonces no debería estar aquí, intentando acabar
con todo eso, de mi lado.

Empujó su hombro, reacciona. Agranda sus ojos al darse cuenta que lo he descubierto
mirándome, eleve las cejas en forma de pregunta, se encoge de hombros y desvía su
mirada en otra dirección, restándole importancia a su acción.

Respiro profundo.

—Si tienes algo que decirme, solo hazlo—suelto las palabras automáticamente, justo
luego de su comportamiento, la cual está comenzando a ser un fastidio. No quiero seguir
irritándome por sus absurdos pensamientos, que no le permiten mirar con claridad la
realidad, solo está observando lo que tiene delante de sus ojos sin atreverse a mirar
mucho más allá. —. Deja de pensar tanto y dilo. Créeme, tus palabras no me van a
lastimar porque no soy como tú. —espeto.

Aprieta sus labios y se escucha cómo rechina sus dientes, al mismo tiempo, presiona su
mandíbula, claramente furioso. Vuelve a mostrarse pensativo, escondiendo sus motivos de
su mirada, ya que no quiera que estudie o analice su actitud. No me permite entrar en su
cabeza, ni deja que mis palabras sean un ataque para que actúe como yo lo quiero, se
controla más de lo esperado y mi mirada afilada no le causa miedo ni mi postura le asusta
tanto para que hable.

—¿Qué me preguntaste? —evade el tema.

Niego con la cabeza.

—¿Por qué tengo que esperarlo? —cuestioné una vez más, sin mirarlo. —Está retrasado,
y por más que la comida esté deliciosa, me está haciendo perder el tiempo, tengo que
asistir a una reunión para organizar un evento—hago una mueca de desagrado. —.
Además, debo encargarme de mi hermana porque ha tenido problemas, desde que decidió
aceptar mi petición.

—¿Qué tanto te preocupa ella? —interrogó con desconfianza, lo miro.

—Ella no tiene nada que ver en esto, ni siquiera debes meterla porque no sabe lo que esa
familia está haciendo con las personas…

—Si lo supiera, ¿cambiaría algo? —inquirió con cinismo. —Sigue teniendo la misma
sangre, no se te olvide. Solo actuaría conforme a los principios de su familia, después de
todo, es como un títere manejable para ellos. Que sepa la verdad solo hará que sea una
más de todos, un problema con que lidiar—apreté mis puños. —. ¿Por qué también
acabarías con ella, verdad?

Su pregunta me tomó desprevenido, con la guardia baja, como si quisiera probarme de


que lado me encontraba, más si se trataba de mi hermana, la persona más importante de
mi vida, pero si de algo he estado seguro todos estos años, es que hasta las personas
más valiosas, se pueden convertir en tus enemigos. Y si ella decide ser parte de esa
familia, de esa manera, entonces sólo tendré que acabar con ella, así termine con mi alma,
porque prefiero matarla, a que se convierta en algo que odiaré ver.

—Sí—afirmo sin titubear, sus ojos reflejan incredulidad. —. Pueda que aprecie a mi
hermana, pero eso no significa que no acabaría con ella, si sigue los pasos de esa familia
—no aparto la mirada, será darle más motivos para que desconfíe, no necesito que lo
haga, no estás alturas. —. Por suerte, aún no sabe lo que está pasando a su alrededor,
supongo que ya lo descubrirá y tendré que ver que camino decide tomar.

Analiza y procesa mis palabras, tratando de encontrar alguna mentira en ellas, pero solo
alcanza a escuchar la honestidad en lo dicho, mi mirada es gélida y la expresión en mi
rostro, no muestra ningún indició de engaño.

—Estoy siendo sincero—admito. —. No hay razón para mentirte con mis palabras, cuando
sé lo difícil que es para ti, pensar que estoy de tu lado.

—¿Qué?

Desvió la mirada, mirando los alrededores. Algunas personas ingresan al restaurante, las
expresiones en sus rostros, levantan sospechas, y la forma en cómo intentan ser sigilosos,
confirman mis argumentos. Ni siquiera hicieron bullicio al entrar, el silencio que los rodea,
los hace ver como si estuvieran ingresando con un motivo oculto.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Liam.

Quiso seguir hablando, de reojo lo miro y hago un ademán para que haga silencio,
señalándole con mi cabeza, disimuladamente, al grupo de varones que entraron. Frunció
el ceño, siguiendo con su mirada a donde le indique, arrugó su frente, dándose cuenta de
lo que estaba tratándole de decir.

—Actúa como si fueras cliente. —le ordené casi en un susurro, advirtiéndole con mi mirada
sobre lo que puede suceder, si esto se sale de control.

Uno de los hombres dirige su mirada hacia nuestra mesa, nos observa fijamente. Apartó la
mirada, centrando mis ojos en Liam, quien no ha dejado de mirar en esa dirección,
descubriendo las intenciones. Extiendo mi pierna, golpeando su rodilla, presiona sus labios
para no soltar una maldición y me mira, furioso.

—No seas tan evidente. —gruño entre dientes.

—¿Quiénes son esas personas? —cuestionó y no iba a dejar de mirarme hasta que le
dijera la verdad porque se percató de que logré reconocer a esas personas.

A veces se me daba bien recordar el rostro de ciertos personajes importantes, había


pasado mi vida estudiando a las personas más importantes dentro de la sociedad. Familia,
amigos, conocidos, socios, empleados, guardaespaldas. Todo. He vigilado cada uno de
sus pasos, incluso indagado en sus vidas pasadas para tener información que me ayude a
manipularlos, así se infiltran para tener más poder sobre esas personas.

Sé quienes son, los he reconocido por ser los guardaespaldas de Gregory, un hombre
interesante de conocer, pero un monstruo de persona, aunque estamos rodeados de ellos,
y yo soy mucho peor.

—Guardaespaldas—murmuró apartando mi vista de él, centrando mis ojos en los


hombres. Siguen mirándonos, queriendo descifrar algo. —de élite.
—¿Qué?

—Son asesinos—digo despacio. —. Su trabajo es matar a todo aquel que sea una
amenaza para su jefe—le explicó. —. He conocido a muchos a lo largo de estos años, he
trabajado con algunos de ellos, también me han perseguido—veo como sonríe. —. Y no,
no son fáciles de matar, si no fuera su trabajo proteger a esas personas. Son personas
profesionales, llevan años asesinando sin titubear.

Asiente.

—Significa que han venido para asesinar a alguien.

—Vinieron para asesinar a tu amigo. —afirmo.

—¿Qué?

—Al parecer, encontraron la manera de hallarlo y están listo para matarlo, sabe
información confidencial que no les conviene que sea revelada, así que vienen a silenciarlo
como siempre lo han hecho—miro a los alrededores. —. Pero el jefe está aquí, si aún no
actúan es porque están siguiendo sus órdenes.

—¿Y por qué vendría?

—Porque quiere ver como torturan al hombre que le robó millones, siente satisfacción
cuando observa cómo sufren las personas. Es un sádico.

—¿Lo conoces? —cuestionó endureciendo sus facciones.

—Sí, crecí en ese entorno social. Hemos compartido muchas clases juntos; de seguro, no
se esperaba tener mi presencia en este momento, debe pensar que es un lugar
abandonado, donde nadie visita. Un lugar donde nadie podrá encontrarlo a tiempo,
además, tendrá la oportunidad de borrar cada pista.

Se pone de pie, dándome la oportunidad de hacerlo con él, para detener lo que hará. Su
impulsividad lo llevará directo a la muerte porque no sabe cómo controlarse.

—No hagas nada que nos perjudicará—lo tomó del brazo, susurrándole en su oreja. —.
Siéntate antes que seamos evidentes y su siguiente blanco. —murmuró apretando la
mandíbula, apenas puedo pronunciar las palabras con claridad.

Da un paso más, pero las puertas se abren, anunciando el ingreso de alguien más. Dirijo
mi mirada en esa dirección, fijándome quien esa persona, sorprendiéndome por la
aparición inesperada, sobre todo, al pensar que no estaba involucrada en esta situación,
pero al ver como está a lado de ese tipo, me hace entender que ya se cuales son sus
relaciones dentro de este círculo, haciéndome ver que tenerla conmigo, es lo que más
espero, ya que será un punto a mi favor.

Greta Durand se abre paso entre los guardaespaldas, ya no es esa persona con falta de
confianza y autoestima, es otra. Sigue pareciéndose a una niña, pero es un hecho que
todo en ella ha cambiado, incluso su forma de ver el mundo. Sostiene el brazo de Gregory,
mientras analiza alrededor, aún no se da cuenta de mi presencia.

—¿Dónde está? —preguntó Gregory.

—Se encuentra dentro, señor. —respondió uno de los guardaespaldas.

Tiré del brazo de Liam, haciéndolo girar y lo obligué a caminar lejos de la vista de todas
esas personas, hice que él se quedara escondido en una pared. Mi mirada es gélida.
—No se te ocurra salir.

—¿Dejarás que lo maten? —preguntó alarmado. Aunque no me haya dicho la verdad, lo


supe desde un principio, porque se había preocupado tanto por no dar a conocer a su
contacto, como lo oculto para que nadie lo viera.

—Lo sé—declaré, me miró confundido. —. Sé quién es esa persona para ti, no dejaré que
lo maten, Liam.

—¿Cómo?

—¿Crees que trabajaría con alguien sin saber nada de esa persona? —pregunté
cruzándome de brazos y mirando de reojo atrás para ver si no había nadie. —No. Tuve
que conocerte, investigar y así pudiste tener mi confianza. Sé de esa personas aunque me
hayas ocultado una verdad, pero entiendo tus motivos. Comprendo que hayas querido
proteger a tu hermano menor, es mi turno de demostrarte mi lealtad, protegiéndolo.

—¿Por qué lo haces? —cuestionó confundido. —Nunca te importo demostrar a nadie, eres
el tipo de persona que es indiferente a esos detalles.

—No cuando se trata de personas que se ganaron mi confianza y respeto—le confesé


dándome media vuelta, lo miré por encima de mi hombro. —. Y una de esas personas, sin
duda eres tú—afirme dándole una sonrisa ladeada. —. No salgas, me darás más carga.

Camino hacia donde se encuentran todos reunidos, percatándome que ya pudieron dar
con el responsable de todo el caos generado en la empresa de Gregory. Dos hombres lo
sostienen, mientras uno lo golpea sin piedad, siguiendo las indicaciones del bastardo, que
se encuentra sentado en una de las mesas, mirando el espectáculo, junto a Greta, quien
se mantiene asustada por el acto grotesco.

—No pensé que fueras el tipo de persona que acecha—alcé la voz para ser escuchado,
dando pasos acelerados y llegar a la escena. —. Lo justo será uno contra uno.

Al escuchar mi voz, ordenó que detuvieran los golpes, mirando en mi dirección, con los
ojos llenos de curiosidad e intriga; su acompañante se mostró sorprendida por la forma en
cómo abrió sus ojos desmesuradamente.

—Además, estás golpeando a mi socio —gruñí con rabia. —. Mala elección.

Gregory se puso de pie inmediatamente; me detuve a una distancia prudente, donde


pudiera sentir mi presencia para intimidarlo. Greta, no pudo creer que estuviera ahí, sus
ojos son un reflejo vivo de la incredulidad, llevó una mano contra sus labios, silenciando el
jadeo provocado por su garganta.

—Es bueno saber de ti, Greta—le salude, sonriéndole. —. Pero es lamentable que no
pudieras escoger tus amistades—le eche un vistazo a Gregory, sigue en su misma
posición, queriendo demostrarme que no puedo contra él. —. Iba a llamarte porque
necesitaba tener una charla interesante contigo, pero ya que estás aquí—me encogí de
hombros. —. Primero, tengo que encargarme de este asunto, antes que terminé
desquiciándome y matando a tu acompañante, ya sabes, soy sanguinario cuando alguien
me enfurece. —miré a Gregory, no agacho su mirada ni se sintió amenazado.

—¿Qué haces aquí? —preguntó este, no midiendo el tono en el que me habla.

Me está subestimando, un error de su parte.

—Soy dueño de este lugar—me miró confundido. —. ¿Tienes algún problema?


—Investigué y figuró con otro nombre.

—No necesito decir que propiedades tengo—me pongo a la defensiva. —. No debo


ninguna explicación a nadie, ¿quedo claro? —inquiero furioso, acercándome más. —Ahora
suelta a mi hombre, antes que me enfurezca más.

—¿Y por qué debería? —cuestionó dando un paso. —No te tengo miedo.

Mi sonrisa reflejo el cinismo, tiré la comisura de mi labio y levanté una ceja, cruzándome
de brazos, levantando la barbilla, mostrando mi superioridad.

—Que tú no me tengas miedo, no significa que tus hombres no lo tengan—miré a los tipos
con esa mirada que había aprendido a dominar. —. Sé que cada uno me conoce, por eso
me miraron y algunos no fueron capaces de esconder la sorpresa en sus ojos—puse mis
ojos en el tipo que se había quedado mirándome. —. ¿Verdad?

No dijo nada.

—Aprendieron a no someterse por sus emociones, incluso creo que algunos fueron
inyectados algo que les ayuda a ser más insensibles—me burlo. —. ¿Y de qué les sirvió?
Han sido entrenados para pasar desapercibidos, pero solo me están demostrando que no
pueden con su trabajo.

El rostro de todos se endureció, pero ninguno tuvo la capacidad de contradecir mis


palabras porque saben que no estoy diciendo ninguna mentira. Fallaron en su prueba, a
pesar de ser expertos, a veces la experiencia no sirve cuando son analizados por una
persona que ha aprendido a estudiar a esta clase de personas, no importa que tan duras
puedan ser, siempre tienen una debilidad y encontrarla no es tan complicado como todo el
mundo piensa. Solo se ve lo que otros no pueden.

—¿Y qué esperan? —pregunté caminando directo a donde se encontraba el hermano de


Liam, apenas puede mirarme. —He dicho que es mi hombre.

—Entonces, tú debes estar involucrado. —me acusó Gregory.

Me giré sobre mis talones, bruscamente. Lo miré elevando ambas cejas.

—¿Me estás acusando de algo? —cuestioné enojado. —¿Acaso tienes pruebas? Sabes
que no puedes acusarme sin hechos, solo te estás dejando guiar por tus instintos y pistas
absurdas, ¿no has pensado que fueron colocadas para llegar hasta aquí? —me acerqué a
él. —Tienes claro que si inicias una guerra, siempre debe haber hechos, ¿verdad?

Me miró.

—Si quieres puedes ir y contar a mi padre sobre esto, ¿pero a quién creerá? —sembré
inseguridad. —¿A ti? Quien lo ha traicionado por más dinero y poder—sus ojos se
agrandan. —¿Pensabas que no me iba a enterar? Debes dar las gracias que lo he
mantenido oculto porque sino ya estuvieras bajo tierra—le hago saber. —. Tienes que
tener cuidado con los pasos que das, no siempre podrás ocultar los errores que cometes.

Volví a mirar los hombres que tenían sujetado al tipo.

—Suéltenlo de una vez. —ordené.

Dudaron en soltarlo, hasta que Greta intervino dándoles órdenes que lo soltarán, logrando
que cumplieran mi demanda. El hermano de Matt apenas pudo mantenerse de pie, pero se
sujeto de una de las mesas y me miró dándome un asentimiento de cabeza, en forma de
agradecimiento.
—Retrocedan todos, ¡ahora! —demandé a punto de explotar.

Obedecieron sin contradecir.

Las puertas se volvieron a abrir, me giré para mirar quien era la persona que aparecía, y
no me asombro encontrarlo en este lugar. Marcus.

—Te uniste a la fiesta. —elevo mis manos, fingiendo una sonrisa de felicidad.

—¿Qué haces aquí? —La curiosidad de Marcus iba a convertirse en su perdición.

—Lo mismo me preguntó tu perro, pero como le respondí, no tengo que darle
explicaciones a nadie, menos a ti. —chasqueo los dedos, sin borrar la sonrisa en mis
labios.

—¿Eres dueño de este lugar? —volvió a preguntar Marcus.

—Lo soy—conteste aburrido por sus preguntas. —. ¿Algún problema? ¿También me


acusarás de ser parte de todo el problema que se armó por no saber cómo manejar una
estúpida empresa? —miré de reojo a Gregory, regresé mi mirada a Marcus. —¿En qué
problema te has vuelto a meter? De seguro a padre le gustará saber en lo que andas
metido, Marcus. —me regocije de cómo su rostro palideció.

—Comencemos a mantener la calma, chicos—intervino Greta, poniéndose en medio de


los tres. —. Todos estamos en el mismo bando—me miró. —. No tienes que estar a la
defensiva, no te acusamos de nada porque sé que podemos confiar en ti, después de
todo, ¿por qué perjudicarías tu empresa? —señaló un hecho, mirando a los demás. —Te
creo.

Su inocencia me causó un poco de diversión, pero no lo mostré porque mantenerla de mi


lado era el plan perfecto para salir de esto.

Greta suspiro y sonrió.

—¿Asistirás al evento? —cuestioné cambiando de tema, de reojo vi como el hermano de


Liam, ya no estaba en ese lugar.

—Sí. —dijo Greta.

Miré a los dos hombres frente a mí, enarqué una ceja.

—¿Y qué esperan para salir de mi propiedad? —cruce mis brazos. —No quiero llamar a
mis hombres—miré a Gregory. —. Y que sea la última vez, que te vea acechando a mi
hombre, hasta que no tengas pruebas, no lo acuses ni a mí—espete con rudeza. —Ya
pueden marcharse.

Mis ojos regresaron a Greta.

—Quiero que seas mi acompañante, ¿aceptas? —escuché el gruñido de Gregory, pero no


me importa, mis ojos se enfocaron en la mujer pelirroja. —Necesito tener una conversación
interesante contigo.

—Esta bien—acepto Greta. —. ¿Sigues teniendo el mismo número? —asentí. —Entonces


estaremos en contacto, ahora me llevaré a estos dos para que no te generen problemas y
me disculpo por entrar a tu propiedad sin permiso.

—No hay problema, espero no volverlos a ver nunca por este lugar. —mascullo, sonríe.
Los veo salir sin mirar atrás, aunque haya sido un poco extraño que haya aparecido de la
nada, no pueden acusarme de nada. Liam sale del escondite, viene dando pasos lentos en
mi dirección, mirando a través de la ventana, viendo si nuestros invitados ya se fueron.

—Pensé que si iba a correr sangre. —suspiró aliviado, cuando llegó a mí.

—No cantes victoria, buscarán la manera de incriminar a tu hermano—miré hacia la puerta


que llevaba directo a la cocina. —. Debemos sacarlo de este lugar, tiene que estar en un
lugar seguro, donde no tenga acceso porque si lo encuentran solo, lo van a matar. —le
aseguró.

Ambos caminamos hacia la puerta detrás de nosotros, ingresamos al otro lado, dando con
su hermano, desorientado. Sus golpes no solo son superficiales, necesita atención médica.
Liam corre a sostenerlo para que no termine cayendo, pero antes que pueda dar un paso
más, me doy cuenta que hay muchas cámaras en este lugar.

—Tenemos que llevarlo con un médico—dijo Liam, preocupado. —. ¿Ryan?

Mientras Liam intentaba sostener a su hermano y llamarme, yo me concentré en analizar


la cocina. Aunque no eran tan grandes como se acostumbraba tener en los restaurantes,
había algo que llamaba mi atención, sobre todo las paredes que esconden algo detrás de
ellas. Es tan notorio que me sorprende que no se hayan dado cuenta, que este lugar
esconde muchas cosas.

—Ryan, escúchame. —pidió Liam, desesperado.

—Silencio, Liam—ordené, se calló de inmediato. Señalé a los alrededores, mirándolo. —.


Este lugar esconde algo, la estructura de las paredes me da el indicio que detrás de ellas
encontraré algo, solo debo hallar la puerta.

—¿Me estas diciendo que pudieron encontrar las pruebas?

Doy un asentimiento de cabeza, caminando y deslizando mi mano por las paredes,


buscando la puerta para entrar. Seguí avanzando, tanteando la pared, hasta que encontré
ese indicio que confirmó mis palabras.

La puerta está escondida entre utensilios de conocida, muy difícil de encontrarla, pero no
quitaba el hecho de que fue una estrategia ingeniosa para no ser hallada. Empuje la
puerta, con fuerza, abriéndola.

Miré una escalera, oscura.

—Quédate aquí—le ordené a Liam. —. Si sientes que estás en peligro, llámame de


inmediato, no hagas que encuentren este lugar.

Baje las escaleras sin esperar una respuesta de su parte y me encamine a hallar lo que no
esperaba encontrar. Cuando llegué al final, apenas había iluminación, pero podía ver con
claridad todas las fotografías de personas importantes, pegadas en la pared.

Cada una estaba encerrada con círculos de diferentes colores.

Luego detalle ordenadores, estaban apagados, pero uno de ellos está encendido,
mostrándome la foto de la persona que se encontraba durmiendo en uno de mis
escondites, llamándome la atención.

—¿Qué intentas encontrar?


Ryan

—No pensé que fueras tan caballeroso, apenas hemos cruzado unas cuentas palabras y
me invitas a ser tu acompañante esta noche—mencionó Greta, rompiendo el silencio,
mirándome con las cejas arqueadas. —. Te confesaré que pasé toda la semana
preguntándome porque tuviste interés en tener una conversación conmigo, sí solo formo
parte de tu círculo social—se puso pensativa. —. Y al verte actuar tan atento, me generó
intriga por saber porque tan importante es hablar conmigo, de seguro, tendrás una
propuesta, espero realmente valga la pena, Ryan.

Tomó la mano que le ofrecí, sujetándose, mientras le ayudé a bajar del coche para que no
tuviera ningún inconveniente, ya que muchas veces quedamos cegados por tantas
fotografías sacadas por los camarógrafos. Le resto importancia a lo dicho, por unos
segundos, apreté su mano, cuando empezó a notarse un poco incomoda por como la
prensa comenzó a hostigarnos. Sus ojos se direccionaron a mí, sonriéndome y
devolviéndome el apretón de mano, mostrándome sus hoyuelos.

A pesar de compartir muy poco tiempo, yo vi sus capacidades, de lo lejos que llegaría si se
encargaría de la empresa de su familia, y lo logro.

Greta nunca fue una opción para su familia, siempre fue la secundaria en todos los roles
porque el ingenio e inteligencia de su media hermana, sobrepasaba cada paso de Greta,
ocasionando que todos pusieran sus ojos en su media hermana y no en ella, generando
muchos problemas emocionales en Greta; pero al ser consciente que su familia nunca le
consideraría, empezó a forjar su camino sola, trabajando en las empresas rivales, desde
abajo por qué deseaba ganarse su lugar sin que nadie le dijera que por ser adinerada,
tiene preferencia.

No dejo que nadie la pisoteara, sacando la esencia de los Durand.

Greta es una verdadera Durand, a su familia le tomo demasiado tiempo entenderlo, recién
lo lograron a comprender cuando Allison mostro su verdadero rostro.

—Solo estoy siendo cortes, no estoy fingiendo tratarme bien para que aceptes mi
propuesta, Greta—le aseguré siendo sincero. —. No soy esa clase de personas, lo sabes,
porque aunque no hayamos compartido un vínculo de amistad, no significa que no me
conozcas.

Me sonrió.

—Lo sé—me confirmó, sujetándose con más fuerza de mi brazo, cuando íbamos
acercándonos a nuestro destino. Las personas ya tienen sus ojos puesto en los nosotros
porque al parecer somos los amantes de los ya comprometidos. Dramático. —. Solo te
estoy comentando lo que pienso, además, sé la clase de persona que eres, Ryan.
—Puedes dejar de llamarme Ryan de manera tan seria y formal—me reí. —. Es como si
fueras un robot, y no lo eres.

—Eres la primera persona que me comenta eso—lleva una mano a sus labios. —. Estoy
acostumbrada a tener ese mismo de tono para todos, no puedo pronunciarlo de otra
manera.

Negué con la cabeza, divertido.

—Debes ser menos formal, no siempre es bueno.

—Sí, ya me lo han dicho—afirmó, agachando la cabeza. —. Lo monótono es aburrido y


cansado—mencionó como si estuviera repitiendo las palabras de otra persona. Levanto su
mirada, sus ojos me observaron. —. Pero he aprendido a asumir que la monotonía es
parte de mi vida.

Se encogió de hombros.

Puede mostrarse como una persona con una vida complicada, pero aunque tenga ciertas
diferencias con los demás, no es limpia de pecados. Es una gran mentirosa. No manipula
con sus palabras, pero tiene el arte de mentir, que cuando tiene su objetivo en la mira, ya
lo tiene en sus manos, atrapado, porque a ella, nada, absolutamente nada, se le escapa
de sus manos.

Siempre ignorando los hechos de su alrededor y pensando en su maldito problema de


querer ser el centro de atención, ya que lidio con una hermana que la acaparo desde
pequeñas, dejándola en el olvido porque no era lo suficientemente resaltante como Allison
para que la pudiera opacar, aunque se esforzó mucho, nada dio resultado, porque su
hermana siempre estaba un paso por delante de ella.

Greta, aprendió a utilizar todo lo que estaba en su contra, como la motivación de salir
adelante sin importar que no fuera suficiente como su familia hizo que creyera, solo por no
ser como su media hermana perfecta.

—¿Por qué somos el centro de atención? —cuestionó tiñendo su voz de entusiasmo, de


inmediato, me concentre en mirar más alrededor, que sumergirme en mis pensamientos.

Cuando las puertas se abrieron, dimos pasos sincronizados, siendo el punto fijo de las
miradas, que muchas fueron llenas de críticas, por cómo nos estábamos presentando
delante de la sociedad. Avanzamos, ignorando a los demás y centrándonos en llegar a
nuestro objetivo, que estaba a unos cuantos pasos de nosotros.

Greta modelo para todas las personas, luciendo su vestido negro brillante, con una
abertura en una de sus piernas que llegaba a sus muslos. Sus curvas se pronunciaron en
la tela, mostrando su figura extravagante.

No borro la sonrisa en sus labios, mostro al público lo que deseaba ver, y le seguí el juego
porque me gusta provocar el caos para permitir ser el centro de todos y así, lograr que los
demás se den cuenta de las personas que los rodean, ocasionando desconfianza e
inseguridades.

Las personas son fáciles de manipular.

Simples

Básicas
Le daré al publico algo que ver, tengo la necesidad de entretenerlos porque estoy de buen
humor para permitir que los demás me vean sonriendo.

—No dejes de sonreír—le murmuré a Greta. —. Muestra a todos tu mejor sonrisa.

Hice que se soltará de mi brazo y la tomé de la mano, entrelace nuestros dedos. De reojo,
miré como curvo sus labios con provocación y mostró al público sus atributos para ser
envidiada, ya que ella había pasado la mitad de su vida deseando la vida de otra y
queriendo ser alguien que no era, por el solo hecho de que no era aceptada por su familia
narcisista y perfeccionista, haciéndole ver que era defectuosa, y una vergüenza para su
sangre.

Una vez más, les demostró que aunque ellos le hicieron creer eso, ella pudo salir adelante,
sin un maldito apellido que la respaldará.

Por eso, considero que es una mujer muy peligrosa. Sabe de lo que está hecha, no es
manipulable ni manejable, con ganarme su confianza será suficiente para obtener lo que
deseo y así cumplir a paso mi propósito, sin necesidad de tener que infiltrarme para hallar
información relevante.

—Disfruta del momento—le aconsejé mirando como seguíamos siendo el centro de las
miradas, a lo lejos pude ver a Alejandro, observándonos con orgullo, pensando que ya
había replanteado la idea de casarme por conveniencia. —, luego empezará el caos por
nuestra entrada triunfal y ya no tendremos satisfacción por opacar las personas del
momento.

—No soy la única que le gusta ver al mundo arde.

—No lo eres, más cuando se trata de opacar a las personas que se creen superiores a mí.
Debo darles una demostración de porque no pueden serlo, creo que quedo muy claro en
estos momentos—sonreí con insuficiencia, dejando en claro porque era el rey el tablero y
ellos solo peones, listo para ser manejados por mí. —. Debemos darles algunos golpes a
sus egos, así entenderán cual es su lugar.

—Buen punto.

Nos quedamos en una de las mesas apartadas, mirando alrededor, dejando de ser el
centro de atención, así pude enfocarme más en observar a las personas dentro de este
evento privado, supuestamente, realizado para recolectar dinero para los pobres. Una
absurda idea para redimir sus pecados y todas las atrocidades cometidas, como si tuvieran
perdón.

Oculto mi sonrisa cínica en mis labios, dispersando todos esos pensamientos sobre las
personas de este lugar, ya que será una perdida de tiempo reflexionar sobre algo que es
tan notorio, que no tiene porque replantearse. Solo se basa en conocer sus acciones.

Solo me concentro en mi objetivo, que parece más entretenido viendo a la persona menos
esperada de este lugar. Dante.

He conocido un poco sobre ese tipo, no entiendo como es que se relaciona con este tipo
de personas, cuando ni siquiera forma parte de ese círculo, solo fue criado por una de las
familias más adineradas de Paris, pero su familia no es parte de la sociedad, quizá tengan
relaciones y se codeen con miembros; sin embargo, no forman parte de ese estúpido
domino que quiere controlar todo.

Escuché que se negaron a ser miembros, por eso no siempre se los ve en eventos o
reuniones porque no son parte de la sociedad. Una buena elección aunque un poco trágica
porque sé como terminará esa familia, al no ser consciente de lo destructiva que puede ser
la sociedad, al no ser miembros de ella. Peor si rechazo pertenecer ahí, son un blanco fijo,
en cualquier momento su hora llegará y nadie podrá salvarlos porque escogieron estar en
contra de ellos, no con ellos.

A veces no entiendo el mundo en donde vivimos. Sigo sin comprender porque el ser
humano necesita poder para gobernar, cuando solo se trata de tener igualdad y así no
generar conflictos, pero esa palabra se perdió en medio camino cuando se trato de crear
ese vínculo de paz, el cual se quedo olvidado porque los fuertes siempre sobresalen.

—El silencio es tu arma.

Sus palabras hacen que la observe, su sonrisa sigue presente, pero más moldeada y
perfecta, amplia.

—Haces que las personas frente a ti, se planteen que es lo que pasa por tu mente para
estar tan concentrado pensando, a mantener una conversación interesante con tu
acompañante, puedo ser un poco aburrida, pero te aseguro que sigo muy bien la aislación
en las charlas.

Greta se acercó un poco más a mí, tomando un sorbo de vino. No me percaté que agarro
una copa de vino. Se lamió los labios y sus ojos no se apartaron de los míos, intentando
descifrar lo que estaba pensando, sobre todo, si mis pensamientos se tratan de ella.

—No estoy pensando nada—miento desviando la mirada, señalo con la cabeza a todas las
personas. —. Solo estoy mirando a las personas relacionándose con su propio entorno,
fingiendo ser felices y llevarse bien, cuando en secreto se critican y señalan sus errores
como si lo conocieran a la perfección —murmuré uno de mis pensamientos. —. Todos
fingimos ser alguien que no somos. Es un mundo rodeado de falsedad y artimañas.

—Sí, pero es el mundo que nos toco vivir—declaró siendo nostálgica. —. No podemos vivir
como personas normales, que no estén sujetos a una vida con tanta demanda. Muchas de
estas personas piensan que la tuvimos fácil, solo por ser los herederos de grandes
corporaciones, pero algunos de nosotros tuvimos que ir en contra de nuestra familia para
obtener lo que queríamos—comentó mostrándose incomprendida. —. Recién al
demostrarles nuestro valor, se dieron cuenta lo valioso que íbamos a ser dentro del
negocio.

—Hemos hecho sacrificios, de eso se trata nuestra vida—afirmé. —. De sacrificar la vida,


imponiéndonos metas que no fueron marcadas por nosotros, pero que intentamos llevar
por querer ser el orgullo de la familia que no comprendió que solo necesitábamos su apoyo
y nada más.

Su postura rígida, paso a relajada. Apoyo los codos sobre la mesa y me miro a través de
sus pestañas con admiración.

—Aun recuerdo tus palabras, me dijiste que si ellos no vieron lo valiosa que era, que les
diera hechos para que me creyeran y que no me diera por vencida. No lo hice—en su
sonrisa se vio reflejada la felicidad. —. Dime, ¿qué quieres de mí?

—Directa al punto.

—No quiero que des tantas vueltas cuando solo necesitas algo de mí, hubieras dicho lo
mismo si estuvieras en mi lugar—me miró. —. Sé que tu propuesta valdrá el interés y
tiempo, no me preocupo por eso.
Imite sus movimientos y solo nos separaba algunos centímetros, su aliento llego a mi piel y
sus manos se deslizaron por la mesa hasta tomar la mía y darme un extraño apretón de
manos.

—¿Qué quiere Ryan Reed de mí? —preguntó con curiosidad. —Tengo mucha intriga de tu
propuesta, puedes continuar.

—Como sabrás, muy pronto subiré al mando de la empresa, siendo el directo ejecutivo
general—empecé a comentarle. —. Y acepté ser parte de esto, con la condición de formar
mi propia junta, con quienes voy a tratar, y las personas que serán mis aliados en este
dominio de poder—le sonreí. —. No necesito decir que al escoger mi bando, tendrás más
beneficios.

Me miró confundida.

—Sé que Marcus está tratando de convencer a la junta de no nombra nuevo directo
porque quiere seguir dirigiendo la empresa, pero las condiciones que tiene, solo está
perjudicando la imagen y el prestigio, por eso tomamos la decisión drástica de sacarlo de
su cargo.

—Y tu tomar ese lugar, de todas formas, siempre te perteneció—concluyó dándome la


razón. —. ¿Qué deseas que hago yo?

Curve mis labios.

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