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10 Mandamientos para Cambiar Tu Vida
10 Mandamientos para Cambiar Tu Vida
1. No pasarás hambre
Pasar hambre engorda. Si dejas pasar más de cuatro horas entre una comida y
la siguiente, tu cuerpo entra en el modo ahorro, y cosas terribles ocurren en tu
interior. No pases hambre.
Nuestro cuerpo está diseñado para sobrevivir. La grasa corporal que tanto nos
molesta no es más que una adaptación que nos permitía aguantar más tiempo
vivos si las cosas se ponían feas durante el invierno y no había comida
disponible. Un complejo mecanismo hormonal es el encargado de decidir
cuánta grasa necesitamos, cuándo se almacena, y cuándo se quema. Pero con
la dieta y el estilo de vida actuales, ese mecanismo funciona a destiempo, y
nos perjudica.
Cuando te levantas por la mañana han pasado unas diez horas desde que
comiste por última vez. Si te saltas el desayuno, o tomas un café y algo dulce,
como un par de galletas, no estás proporcionando suficiente combustible al
cuerpo. Si ya no comes nada más hasta las dos de la tarde, hace 16 horas que
estás pasando hambre. Llegarás a la comida como una bestia voraz, y
probablemente de mal humor.
La sed cansa
Una deshidratación de tan solo el 2% del peso corporal produce ansiedad y
reduce la capacidad de trabajo en un 20%. Si la deshidratación llega al 4%
aparecen mareos, nauseas, inestabilidad emocional y fatiga. El agua es
imprescindible para el cerebro y los músculos. Sin ella, la sangre se espesa y
llegan menos nutrientes a las células. ¿Estás cansado en el gimnasio? ¿No
das pie con bola en el trabajo? ¿De mal humor? Quizá solo necesites beber
más agua.
Cuando bebo alcohol (en mis días de atracón) sigo una regla: beber al mismo
tiempo la misma cantidad de agua. Una copa de vino, una copa de agua. A la
mañana siguiente, como nuevo.
Lleva a todas partes una botella de agua, pero no compres agua embotellada.
Es una estafa y un desastre medioambiental. Las botellas de aluminio de SIGG
tienen diseños espectaculares y duran toda la vida. Si el agua del grifo en tu
ciudad tiene mal sabor, Bobble fabrica botellas con un filtro de carbono que
arreglan el problema. Son baratas, y cada filtro dura seis meses.
3. No tendrás sueño
La falta de sueño engorda, te hace más torpe, más irritable, puede producir
accidentes graves y para colmo, no está aumentando la productividad, sino
todo lo contrario. Duerme.
4. No te estresarás
Si crees que el estrés es malo, te quedas corto. Es lo peor que te puede pasar,
y acabará matándote si te descuidas.
Lo peor del estrés es que el cuerpo deja todo lo que no sea esencial para salir
por pies, y eso quiere decir que abandona el cuidado de sí mismo. El cortisol, la
hormona del estrés desactiva tu sistema inmunitario como un interruptor.
También aumenta por todos los medios los niveles de glucosa en sangre,
ayudando a quemar no solo grasa, sino también masa muscular en el proceso.
El cortisol bloquea además la hormona del crecimiento, con lo que tampoco se
desarrollan ni los huesos ni los músculos si estás estresado.
Si esta situación se repite todos los días, cada vez que ves a tu jefe, cada vez
que te llega una factura, o cada vez llegas a casa y te peleas con tu familia,
estás comprando papeletas para engordar, dormir peor, perder pelo, tener
problemas de la piel, tener diabetes y puede que a la larga, cáncer.
Todos hemos oído que hay un estrés bueno y uno malo. La revista Wired
publicó un estremecedor artículo sobre el estrés explicando la diferencia. Entre
otros, citan un estudio con babuinos, unos monos agresivos, desagradables y
muy jerárquicos. Los babuinos dominantes están más sanos que los
subordinados, y sus niveles de cortisol son más bajos. Los funcionarios
británicos en el escalafón más bajo tienen una mortalidad cuatro veces superior
a la de los jefes, aunque todos dicen estar estresados. En Hollywood, los
actores que han recibido un Oscar viven más años que aquellos que fueron
nominados pero no ganaron la estatuilla.
Ponte en marcha
Si estás estresado, por lo general es porque tu situación actual es mala, o
porque piensas que puede empeorar. Describe por escrito tu situación actual, y
después la situación ideal en la que deseas estar. Haz un plan para llegar allí,
paso a paso, y cada día haz algo que te lleve por ese camino. Mientras estés
avanzando en esa dirección, sentirás menos estrés. Si te quedas en el mismo
sitio, el estrés te devorará. Más prosaico, el deporte también reduce el estrés,
pero solo si disfrutas haciéndolo.
Ponte en lo peor
Imaginarte cómo será tu vida cuando todos tus problemas se solucionen puede
ayudarte, pero lo contrario también. Imagínate el peor de los casos posibles.
Tus planes fracasan, tus previsiones fallan, ocurre un accidente y todos te
abandonan. Escribe esta película de terror con todos los detalles, y a
continuación, lo que harías para salir de ese atolladero. Saber que tienes un
plan para cuando todo va mal te hará ver los problemas reales de forma menos
dramática. Además, mirar a los problemas de frente ayuda a perderles el
miedo.
Ponte en horizontal
Detente. Durante unos minutos, cierra los ojos, y si puedes, túmbate y respira.
Vacía tu mente. Sí, estás meditando. Cuando todo se pone negro, es la mejor
forma de tomar distancia y reanudar el camino con mejor cara y nuevas
fuerzas. Prueba la relajación progresiva de Jacobson, un método muy sencillo y
que no falla. Si relajas los músculos, la mente se relajará.
Crees que comes comida, pero piénsalo bien. ¿Es fresco? ¿Podrías llegar a
cocinarlo en tu casa? Si lo que comes está procesado industrialmente,
cámbialo por otra cosa.
Ojo, no estoy diciendo que la comida industrial no sea segura. Tiene que pasar
por innumerables controles sanitarios. Tampoco creo en las teorías de la
conspiración sobre los frankenpollos sin ojos ni patas criados en laboratorio.
Hay quien se preocupa por los aditivos, los famosos ingredientes con E. Para
mí, este es el menor de los problemas. Aunque algunos aditivos pueden dar
lugar a alergias, y hay personas más sensibles que otras, todos ellos han sido
aprobados para su uso en alimentación, superando exámenes internacionales.
Muchos son perfectamente naturales. El colorante E-100 es cúrcuma, el
conservante E-260 es ácido acético (vinage) y el gelificante E-407 es
carragenano (del alga roja), por ejemplo.
Azúcar
La comida procesada la contiene en cantidades ingentes, y no solo son los
dulces y bollos. El ketchup, los fiambres, el pan de molde, las sopas, todo
contiene azúcar, jarabe de glucosa, o en el peor de los casos, jarabe de maiz.
El exceso de azúcar es el responsable de la epidemia de obesidad en todo el
mundo y del incremento en casos de diabetes.
Grasas trans
Para hacer bollería, espesar salsas, postres, galletas o glaseados, hace falta
grasa sólida. La mantequilla es cara, por lo que la industria encontró hace años
un sustituto: aceite vegetal hidrogenado o lo que es lo mismo, grasas trans. Por
un proceso químico se convierte el aceite en una pasta que se puede emplear
en casi todo y es muy barata. Una lástima que con los años se haya
comprobado que provoca arterioesclerosis, diabetes, y se sospecha que
cáncer. Por cierto, la margarina contiene grasas trans.
Sal
En la comida procesada hay sal a espuertas. La sal ayuda a conservar el
alimento, es un estimulante de las papilas gustativas, por lo que lo hace más
sabroso, y despierta el apetito. Incluso los dulces y la cocacola contienen sal.
El exceso de sal produce retención de líquidos, hipertensión y con el tiempo,
diabetes.
Almidón
Puede estar en forma de harina de trigo, fécula de patata o de maíz.
Imprescindible para la bollería, espesar salsas, y dar consistencia a los
fiambres. Como otros hidratos blancos, el almidón se absorbe rápidamente
produciendo subidas de glucosa, picos de insulina, michelines y diabetes.
La ecuación es simple. Más sexo, más sano, más feliz. No tiene sentido
renunciar a la parte más sencilla y satisfactoria de nuestras vidas.
Como prueba de esta naturaleza sexual del ser humano, cada vez más
estudios científicos confirman algo que todos sabemos de forma instintiva. El
sexo es bueno. Muy bueno.
Más fértiles
El declive de la fertilidad en el mundo civilizado está relacionado con la
reducción en la calidad del esperma. Se han buscado muchas causas, desde la
dieta hasta la radiación, pero un reciente estudio demostró que eyacular todos
los días mejoraba la calidad del ADN de los espermatozoides, y por tanto,
aumentaba la fertilidad.
Al alcance de la mano
Como decía Woody Allen, el sexo es como jugar al bridge. Si no tienes un buen
compañero, más vale que tengas una buena mano. El sexo en solitario, lejos
de ser un problema, tiene tantas ventajas fisiológicas como el compartido.
Mejora el sistema inmunitario, previene infecciones por hongos en las mujeres
y protege la próstata en los hombres. Además es imprescindible para aprender
sobre nuestra propia respuesta sexual antes de compartirla con otras personas.
Con pilas
Si el problema es la pereza o el cansacio, la tecnología viene al rescate. Desde
la famosa Hitachi Magic Wand (sale en la serie Sexo en Nueva York) hasta el
sofisticado RealTouch que inventó un ingeniero de la NASA, el placer empieza
con un clic.
Cuando meditas, te vuelves más listo, piensas mejor, aprendes más, recuerdas
más. Las palabras que repites en ese estado cambian tu mente. Es un método
que también emplean muchas religiones, aunque lo llaman de otro modo.
Memoriza algo cada día: Da igual si se trata de un número de teléfono, una cita
famosa o la letra de una canción. La memoria es como un músculo, se puede
entrenar y mejorar a cualquier edad.
Lee: Con 30 minutos de lectura al día se puede acabar un libro a la semana.
No leas solamente novelas. Los libros de ensayo te permitirán aprender cómo
funciona el mundo.
Decide rápidamente: Tomar decisiones es una de las tareas más duras a las
que nos enfrentamos, en unos pocos segundos procesamos mucha
información y realizamos innumerables cálculos. No te quedes parado.
Identifica a qué te enfrentas y decide en minutos. Con el tiempo tomar
decisiones te producirá menos estrés y lo harás más rápido.
Muévete: Desde hace algunos años se sabe que nuestro cerebro procesa los
pensamientos lógicos, participan las neuronas que mueven los músculos. A la
inversa también funciona, y varios estudios demuestran que hacer deporte
mejora la capacidad para las matemáticas. Lo mismo ocurre cuando se
aprende a tocar un instrumento musical o a bailar, actividades físicas y
mentales a la vez.
Haz amigos: Las relaciones positivas mejoran nuestro cerebro. La empatía con
otras personas mejoran nuestra capacidad de solucionar problemas y nuestra
memoria. Ojo, las malas relaciones tienen el efecto contrario.
Lo mismo se puede decir los juegos de entrenamiento mental como los que
popularizó Nintendo para su consola DS. Los estudios realizados por la
Universidad de Rennes descubrieron que los sujetos que usaban la consola no
tenían mejor memoria, pero sí mejoraban su capacidad matemática, aunque lo
mismo que si hicieran los ejercicios con lápiz y papel.
Por cierto, la idea de que usamos solo el diez por ciento del cerebro es una
completa tontería. Usamos la totalidad del cerebro, todos los días. Con
resonancia magnética se ha podido comprobar que hasta las tareas más
sencillas encienden las neuronas en todas las zonas del cerebro. No hay
pastillas mágicas, solo trata de hacer las conexiones adecuadas.
El trote cochinero o las repeticiones con poco peso son estupendas para
prevenir infartos y mantener las articulaciones flexibles, pero si lo que quieres
es cambiar tu cuerpo, prepárate a sufrir.
“El cuerpo no cambia si no le haces creer que tu vida está en peligro”, me dijo
una vez un experto. Todos los entrenamientos siguen el mismo método:
rompes los músculos y dejas que el cuerpo los reconstruya, más fuertes que
antes. Da igual si se trata de levantar más kilos en el press de banca o de
correr esa media maratón en menos tiempo. Cuando llevas a tu cuerpo al
límite, lo fuerzas a adaptarse, para mejor.
Ya sabes que el cambio es una actitud mental. Si quieres cambiar, tienes que
cambiar. Con el deporte, eso significa convertirte en alguien que sufre y suda.
En el entrenamiento con pesas hay que buscar la intensidad en cada
movimiento. Si te dedicas a correr, cada día tienes que batir la marca del día
anterior. Sal de tu zona de confort y podrás medir el progreso.
Todas estas técnicas tienen sus defensores y detractores, pero dan resultado.
Tienen algo importante en común. La intensidad. Para que el ejercicio funcione
hay que concentrarse y hacer cada movimiento como si fuera el último. Uno de
mis primeros entrenadores me lo dijo hace años “Está todo en la cabeza, hasta
que no sientes el músculo, no lo haces crecer”.
Oigo las protestas. Claro que el ejercicio de baja intensidad es beneficioso. Las
personas que hacen tai-chi, yoga, estiramientos o aquagym pierden peso,
bajan su tensión arterial, sus niveles de glucosa en sangre, mejoran la
resistencia a la insulina, duermen mejor y sufren menos estrés, pero solo si se
comparan con las no hacen nada y se quedan sentadas viendo la televisión.
9. No caerás en la rutina
Sin rutinas nuestra vida sería un infierno. La costumbre nos permite hacer las
cosas sin pensar en ellas. Sin esa habilidad del cerebro para acostumbrarse y
repetir, cada día al levantarnos tendríamos que aprender todo de nuevo,
pensar en cada movimiento. ¿Cómo se abre este grifo? ¿Con qué botón se
pone en marcha la cafetera?
Por eso nuestro cuerpo y nuestro cerebro tienden a la homeostasis, es decir,
quedarse como están y hacer lo de siempre. Los cambios bruscos se perciben
como estrés, y todos tenemos una resistencia natural a ellos.
Dicho esto, la vida es demasiado corta para hacer siempre lo mismo. Cuando
nos instalamos en una rutina, dejamos de aprender. Estamos cómodos, pero
no progresamos. Con el tiempo, también dejaremos de estar cómodos. Es lo
mismo si se trata de tu trabajo, tu deporte o tu pareja. Sin cambios, nos
quedamos dormidos. El durmiente debe despertar.
Confunde a tu estómago
Si mantienes la misma dieta durante mucho tiempo, tu metabolismo también se
adaptará y bajará, con lo que terminarás necesitando menos energía, y
entonces, aunque comas lo mismo, estarás creando un superávit y engordarás.
Esta es la lógica detrás del día del atracón. Si estás intentando ganar músculo,
alterna temporadas de aumento de peso, en las que comes más y levantas
más, con otras de pérdida de grasa en las que haces más aeróbico y comes
menos.
Si fueras a morir en una semana, ¿qué harías? Pues piensa que seguramente,
eso mismo es lo que tendrías que estar haciendo ahora.
Ric Elias iba en el avión que se precipitó al río Hudson en 2009. El piloto pudo
amerizar de panza y todo el mundo fue rescatado ileso. Como explica en su
vídeo, convencido de que iba a morir, a Eric le dio tiempo a pensar en todo lo
que siempre había querido hacer y no hizo. En todo el tiempo que había
desperdiciado en “cosas que no importan con personas que sí importan”.
Mira hacia atrás. Lo que hace diez años te preocupaba, seguramente ahora te
parece una tontería. Quizá dejaste pasar algo que deseabas. Si pudieras
volver, lo cambiarías. Pero ¿qué pensarás de ti mismo dentro de diez años? Si
tu avión se estrellara mañana, ¿qué lamentarías?
El principio de Pareto
El superviviente Ric Elias dice que ahora colecciona vinos malos, porque “si el
vino es bueno y tengo compañía, abro la botella”. Corta por lo sano. Quédate
con lo esencial y disfrútalo hoy. No hay tiempo para más.
Si quieres cambiar, tienes que cambiar, pero eso es más fácil decirlo que
hacerlo. En tu zona de confort están tus amigos cerveceros, tu sofá, tu XBox y
tu menú del día con patatas fritas. Si no sales de tu zona de confort no habrá
cambio.
“Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes
resultados”. No lo digo yo, lo dijo Albert Einstein. Si quieres perder peso, estar
en forma, trabajar mejor o ganar más dinero, es necesario que cambies. Y no
basta con cambiar lo que haces. Tienes que cambiar lo que eres.
Cualquier cambio lleva tiempo. Una dieta milagro te puede ofrecer perder cinco
kilos en una semana… que recuperarás con propina a la semana siguiente. Pero
prueba a cambiar tu forma de comer, hoy mismo, solo en una cosa. Por
ejemplo, abandona los refrescos azucarados. Si eres constante, puede que
pierdas un kilo en un mes. Después, empieza a hacer ejercicio suave solo media
hora, tres veces por semana. Pasa otro mes, y has perdido otro kilo.
Al cabo de un año, pesas doce kilos menos. No los recuperas, porque eres ya
una persona diferente. Una persona más activa, con más energía, con más
control sobre su vida. Eres una persona que puede comerse un pastel de
chocolate sin sentimiento de culpa, porque tiene la contraseña del panel de
control de su cuerpo. Los cambios no son sacrificios, sino aventuras. Empieza
la tuya hoy.
1. Configura tu entorno
Cuidado con los amigos. Si tus amistades te llevan por el mal camino comiendo
basura, o te impiden hacer deporte, intenta pasar menos tiempo con ellos. Pide
a la gente que vive contigo que no te tienten con golosinas y que te animen a
levantar el trasero para entrenar. Busca nuevas personas que te motiven y
acompañen.
4. Apúntalo
Tómate una foto en ropa interior hoy mismo. Escribe el objetivo que quieres
conseguir en estos tres meses, y ponlo en un lugar visible junto a la foto: en la
nevera, en el espejo del baño, en el monitor de tu ordenador o en la puerta de tu
dormitorio.
Lo que más te va a animar es ver tus progresos, para eso necesitas tomar
medidas. No te peses, el peso no es un buen indicador. Si no tienes un aparato
para medir la grasa, utiliza una cinta métrica y mide tu cintura o tus caderas.
Guarda las medidas que tomes en una libreta, o si usas ordenador, en una hoja
de cálculo. También puedes hacer un gráfico y ponerlo en la nevera junto con
las fotos y tus objetivos. Otra posibilidad son las aplicaciones para móviles,
como GymGoal, que además de los ejercicios del gimnasio registra las medidas
corporales.
7. Hazte fotos
Además de la foto del día cero que ya tienes en la nevera, puedes tomar una
foto cada día, o por lo menos una foto cada semana. Hay una divertida
aplicación para iPhone llamada Everyday y su equivalente Photo Everyday para
Android. Sirven para componer un vídeo con una foto de tu cara cada día. En
lugar de sacar tu cara, haz una foto de tu barriga y contempla en el vídeo cómo
disminuye progresivamente. Te pondrás muy feliz.
8. Comparte
Ya sabes que puedes comer lo que quieras una vez por semana. Considéralo un
premio por tus avances y conviértelo en una pequeña fiesta. Celébralo con tu
gente y deja que se alegren contigo.
Quítate las telarañas, despierta tu cuerpo. Este mes toca ganar fuerza y agilidad
en la Operación Transformer.
Durante este mes tienes una sola misión: pasarlo bien haciendo deporte.
La repetición perfecta
Para ganar fuerza y evitar lesiones, harás pocas repeticiones muy lentamente.
Esta es la repetición perfecta, por ejemplo, en un press de banca con barra :
7. Aplica la misma técnica a todos los ejercicios. Entrena con la cabeza, ten en
cuenta estos consejos:
Empieza con un peso que puedas mover. Hay variaciones para que el ejercicio
sea más fácil al principio, pero esfuérzate.
Es bueno para ganar masa muscular, pero no tanto para ganar fuerza. Déjate
una o dos repeticiones de reserva.
Descansa unos dos minutos entre series. El músculo tiene que estar
recuperado antes de empezar de nuevo.
Cada día, aumenta el peso en un 10%. Utiliza un diario para apuntar el número
de repeticiones y el peso.
Cardio estratégico
En un mes estarás más fuerte, tendrás menos grasa y estarás listo para la
siguiente fase. El programa está pensado para tener acceso a un gimnasio.
Pero si no te gustan o no te los puedes permitir, no te pierdas la versión del
entrenamiento sin gimnasio a continuación.
Correr es sencillo. Solo hacen falta unas zapatillas, y a veces ni eso. Pero
cuando toca hacer ejercicios de fuerza, ese gimnasio lleno de hierros y espejos
y la cuota anual pueden desanimar a parte de la tropa. No te preocupes, el
gimnasio está bien, pero no es impresdindible.
Cardio estratégico
La rutina de cardio estratégico no cambia. Dale duro para quemar grasa con
inteligencia.
Cómo hacerlo
Si estás en una forma muy baja, empieza por el ejercicio más sencillo y haz las
repeticiones que puedas, pero hazlas todos los días. ¡No te desanimes! En una
semana verás tus progresos.
Una forma de ser fiel al entrenamiento es pedir ayuda. Que tu pareja o tus
compañeros de piso te controlen y te fustiguen mientras entrenas. Si no tienes
a quién recurrir, utiliza la técnica de arrancar la tirita: no lo pienses y hazlo. Otra
ayuda es publicarlo en Facebook o Twitter. Anunciarlo a los cuatro vientos te
hace responsable ante los demás si te lo saltas o mientes.
La receta para estimular a los músculos para que crezcan se compone de fallo
muscular, volumen, la repetición perfecta y el descanso.
Más volumen
El volumen en el entrenamiento de fuerza es el resultado de multiplicar el peso
por el número de repeticiones. Aumentaremos el volumen haciendo más
repeticiones, y aumentando progresivamente el peso. En lugar de hacer 6-8
repeticiones en cada serie, vamos a llegar a 10. El objetivo es fatigar totalmente
el músculo y llegar al fallo.
Fallo muscular
Este es el santo grial del músculo. Supongamos que levantas un peso seis
veces, y a la sexta es imposible que lo levantes una vez más, aunque te paguen
lo que te queda de hipoteca. Enhorabuena, has llegado al fallo muscular. Aquí
es donde quieres llegar en todas las series que hagas.
La repetición perfecta
Cuando levantamos peso hay dos fases.
Descanso
Los músculos no crecen en el gimnasio. Crecen cuando estás en reposo, sobre
todo por la noche, cuando se produce la mayor parte de la regeneración celular.
No puedes entrenar todos los días, porque eso impide este proceso de
regeneración. En esta fase, si ejercitas las piernas un día, hasta la semana que
viene no volverás a hacer ejercicio de fuerza con ellas.
El resto de los consejos del mes anterior sirven igual: aumenta el esfuerzo
progresivamente. Si llegas a 10 repeticiones sin alcanzar el fallo, haz dos
repeticiones más, y en la siguiente serie aumenta el peso. Lleva un diario de las
repeticiones y el peso para saber cómo evolucionas. Esto es válido tanto para
la opción con gimnasio como para la opción sin gimnasio.
Dentro de un mes notarás cierta tirantez en la ropa. Estarás más redondo y listo
para quemar la grasa que te quede y mostrar esos músculos al mundo.
¿Has visto cómo salta un león? Un gato también sirve. Primero se agachan
durante unos segundos, flexionando las patas y la espalda. Luego, en una
explosión instantánea de fuerza, estiran todo el cuerpo y en fracciones de
segundo están encima de la gacela. O de la lámpara del salón.
Saltar en el sitio
El ejercicio pliométrico más sencillo. Agáchate y rápidamente salta lo más alto
que puedas. Amortigua la caída doblando las rodillas y ¡salta otra vez! Repite
veinte veces y pregunta a tu corazón a qué ritmo quiere bailar.
Salto en profundidad
Súbete al banco y déjate caer, doblando las rodillas para amortiguar el impacto.
En cuanto toques el suelo, salta hacia arriba lo más alto que puedas. Repite
diez veces.
Estos son los secretos para rellenar esa ropa y tener un aspecto fantástico:
1. Levantar peso
Los esfuerzos largos y continuados, como las carreras de fondo o el ciclismo,
son estupendos para quemar grasa, pero no hacen crecer tus músculos.
¿Lanzadores de peso, sprinters, tenistas, jugadores de baloncesto? Todos
levantan pesas. Si quieres crecer, pon hierro en tu vida.
3. Volumen
¿Más peso o más repeticiones? ¡Las dos cosas! El volumen es el peso
multiplicado por las repeticiones, y ese es el valor que tienes que aumentar. Si
haces solo tres repeticiones con mucho peso, aumentarás la fuerza, pero no el
tamaño de los músculos.
4. Corto e intenso
Pasar dos horas en el gimnasio es una mala idea. Tus músculos almacenan
una energía finita en forma de glucógeno. Si la agotas, ya no podrás llegar a
alcanzar el máximo volumen, porque te habrás quedado sin fuerzas. Tienes que
llevar el músculo al límite con la energía que tienes. La sesión no debe durar
más de 50 minutos.
5. Mide y progresa
Los músculos se acostumbran enseguida al esfuerzo. Por eso es importante
llevar un diario del entrenamiento y de tus progresos, y cada día levantar más
volumen que la última vez. No he dicho lo mismo, he dicho algo más. Por
ejemplo, si hiciste diez repeticiones con 20 kilos, tienes que hacer diez con 25
kilos, o doce con 20 kilos.
6. Descansa
El músculo no crece en el gimnasio, crece mientras duermes. Si no dejas días
de descanso entre entrenamiento, o no duermes suficiente, las fibras
musculares no se regeneran adecuadamente y no crecen. ¿No puedes levantar
más que en la sesión anterior? Tus músculos no se han recuperado. Vete a
casa y vuelve al día siguiente. Como dicen en California, Go Hard Or Go Home.
7. Come
Estamos hablando de ganar músculo, no de perder peso. Tienes que comer
más cantidad, pero sin pasarte. Calcula un 15% adicional sobre tu gasto
habitual. Tu cuerpo tiene que construir masa nueva, así que necesitas ladrillos,
es decir, más proteínas. Pero no solo proteínas. Si no comes suficientes
hidratos de carbono, el cuerpo descompone las proteínas para usarlas como
energía, y no llegan a los músculos. Come hidratos que se absorban
lentamente, como legumbres, arroz integral y mucho verde. No te olvides de la
grasa, poca, pero necesaria.
8. Sin estrés
Ya sabes que la hormona del crecimiento es imprescindible para aumentar tus
músculos. Pero si estás estresado, tu cuerpo se inunda de cortisol, una
hormona que nos pone en estado de alerta. El cortisol bloquea la hormona del
crecimiento y la testosterona. Además anula el sistema inmunitario,
aumentando el riesgo de caer enfermos. Tómate las cosas con calma.
Esta es la parte interesante. Para perder grasa, se puede hacer mucho ejercicio
cardiovascular con ritmo constante dentro de la zona aeróbica. El temido trote
cochinero, que se prolonga durante horas, y que quema grasa durante el
ejercicio, aunque también hace que se pierda masa muscular. No era la
estrategia adecuada en este caso.
Algunas consideraciones para quien vaya a lanzarse a comprar una pesa rusa y
piense en ponerse como un superhéroe en tres meses, consiguiendo una hernia
discal en el proceso. Chris Hemsworth ya estaba en forma antes, y tiene 27
años. El ejercicio solo es una parte del proceso, la dieta es tan importante o
más. Tómatelo con calma.
Es cierto que cuando los tejidos se dañan hay que dejarlos reposar para que se
recupere. Pero el reposo no quiere decir inmovilidad (a no ser que estés
escayolado de pies a cabeza). Sigue estos trucos para que las lesiones no te
detengan más tiempo del necesario:
Hola, bienvenid@s al tercer post dedicado al deporte y la salud, espero que te guste y
disfrutes, saludos.
Hay gente que primero se pasa con la comida y después se sienten culpables e intentan
quemar el exceso de azúcar al gimnasio o corriendo. Hazlo exactamente al revés.
Comer nos hace sentir bien, así que es fácil dejarse llevar y meterse entre pecho y espalda
una tarta, una caja de seis donuts, medio litro de heado o dos tabletas de chocolate.
Después de este festín, una parte de nuestro cerebro nos dice que toda esa azúcar está
viajando lenta pero inexorablemente a nuestra barriga o cartucheras, y viene la culpa, la
ansiedad y una brusca necesidad de montar en la bicicleta estática o salir a correr como
Rocky Balboa. Malas noticias: el daño ya está hecho.
La ventana anabólica
Propongo exáctamente lo contrario. Primero haz ejercicio. Después, come azúcar. Cuando
acabamos de hacer ejercicio, sobre todo si se trata de ejercicios de fuerza o explosivos,
como jugar al baloncesto o levantar pesas, estamos en un estado especial. Durante una
hora nuestro cuerpo se encuentra en la ventana anabólica, un estado mágico en el que la
comida llega a nuestros nuestros músculos mucho más fácilmente, en lugar de a los
depósitos de grasa.
La ventana anabólica es la parte del día en la que debemos tomar azúcares, es decir,
alimentos con alto índice glucémico.
En esta fase el cuerpo está ocupado en dos cosas. Primero, reponer los depósitos de
glucógeno de los músculos y el hígado. El glucógeno es glucosa empaquetada, una forma
de almacenamiento de energía de fácil utilización, y durante el esfuerzo se agota.
La segunda actividad es reconstruir los músculos dañados durante el esfuerzo, y para eso
hacen falta proteínas. Como hemos dicho muchas veces, el tomar azúcar hace que
aumente el nivel de insulina, pero en la ventana anabólica, en lugar de enviar la glucosa a
las células de grasa, la insulina la envía a los músculos junto con los aminoácidos
necesarios para reconstruirlos. Es estas fase, la insulina es un aliado.
¿Que clase de postre te has ganado? Intenta consumir proteínas y azúcares, pero poca
grasa. La grasa se digiere más lentamente, y lo que quieres es que lleguen los nutrientes a
los músculos lo antes posible. Por desgracia esto deja al chocolate fuera. ¿Qué tal un
batido de leche, plátano y queso fresco? ¿O incluso unas tortitas (sin nata) con salsa de
cacao desgrasado? ¿Y un muesli con leche, yougurt desnatado y fruta fresca? Ahora es el
momento.
Atención: la ventana anabólica no es un cheque en blanco. Así que todo con moderación.
Tres propósitos: Sayonara confort
Hay diferencia entre vivir tranquilo y estar muerto en vida. Tírate a la piscina.
La zona de confort es donde todos queremos estar. Es el sitio donde no hay ansiedad,
donde no se nos exige nada y no tenemos miedo de nada. El puesto de trabajo vitalicio, el
matrimonio indisoluble, los 20 minutos en la bici estática sin sudar. Se está muy bien allí,
hasta el día que dejas de estar bien, claro.
Por supuesto, la zona de confort solo existe en nuestra cabeza. La vida está llena de
inseguridades, amenazas y riesgos. Nuestro cerebro nos intenta proteger tendiendo a la
homeostasis, es decir, quedarnos como estamos. Lo que ocurre es que el mundo cambia, y
nuestra zona de confort cada día se va haciendo más estrecha. Si nos quedamos en ella,
nuestra propia vida se convierte en un túnel.
Da igual que sea tu trabajo, tu cuerpo, la relación con tu pareja o cualquier otro aspecto de
tu vida. Si solo te dejas arrastrar por la inercia y sigues haciendo lo mismo que has hecho
siempre, tarde o temprano lo que tienes ahora se acabará deteriorando. Ya no te
encontrarás a gusto ni te producirá ninguna satisfacción, y cada día será peor que el
anterior. Estos son los síntomas:
Donde pone trabajo, puedes poner ejercicio, sexo, comida o aficiones. Salir de ese pozo
que es la zona de confort es difícil, y muchas personas solo lo hacen después de una
experiencia traumática, como un accidente o la pérdida de un ser querido. No esperes a
eso. Da un paso, aunque sea uno solo, fuera del camino:
En este proceso, las personas más cercanas pueden convertirse en tus peores enemigos.
Se resisten a que cambies porque tú también formas parte de su zona de confort. Para
hacer esta tortilla tendrás que romper algún huevo, pero si de verdad les importas, al final
te apoyarán. ¡Salta!
Nuestra cabeza a veces parece la redacción de un periódico, llena de papeles y con todos
los teléfonos sonando.
¿Recuerdas el método de la caja para despejar tu mesa de trabajo? Puedes hacer algo
parecido con tu cerebro.
El experto en productividad David Allen lo llama brain dump, un volcado de la mente. Allen
es el autor de Getting Things Done, un libro que todo el mundo necesita leer, y cuyo título
tiene en español la espantosa traducción Organízate con eficacia.
Así se hace un volcado mental: Toma una hoja de papel y escribe cada una de las cosas
que están dando vueltas en tu cabeza, una por línea. Da igual si la lista no está completa, lo
importante es tener una lista por escrito.
Ahora pon cada línea de la lista en otro sitio siguiendo esta clasificación:
Para hacer hueco en tu cerebro tienes que poner tus pensamientos en otro sitio. Necesitas
una agenda, y necesitas usarla.
Planifica la juerga
Haz ejercicio
Ya sabes que el cardio no es suficiente, para perder peso hay que hacer pesas (ellas
también). Pero no siempre puedes ir al gimnasio, y en casa las mancuernas destrozan el
parqué. De viaje no se te ocurre llevar 20 kilos de hierro en la maleta, menos aún en
aerolíneas de bajo coste. Necesitas un gimnasio que quepa en el bolsillo (piscina no
incluida).
Cuando hacía karate, antes de mi lesión, mi maestro nos entrenaba usando cámaras de
neumático de bicicleta atadas entre sí. Anudaba un extremo a las espalderas del gimnasio
y el otro a nuestros tobillos, y así practicábamos las patadas. Todavía recuerdo los efectos
que esas sesiones tenían en nuestra fuerza y velocidad (y lo que dolía aquello).
Los tubos de goma son desde hace años un excelente sustituto de las pesas cuando no
hay “hierros” a mano. No estoy hablando de esos (a veces cómicos) extensores con
muelles que tenían nuestros padres, sino de una versión más moderna.
La marca Reebok tiene varios modelos de diferentes niveles de resistencia, y en las tiendas
Decathlon es posible encontrarlos aún más baratos.
Combinando ejercicios con el propio peso como fondos en el suelo y ejercicios con los
tubos se puede conseguir una sesión de entrenamiento de resistencia sin salir de la
habitación del hotel. Por ejemplo, aquí tienes un ejercicio básico para biceps:
Reebok también tiene vídeos para triceps, entre otros, y aquí tienes un buen ejemplo para
entrenar los hombros.
Por último, esta es una tabla interesante para todo el cuerpo. En los ejercicios de remo o
abdominales, puedes sujetar los tubos al picaporte de una puerta o algún sitio firme. Ten
cuidado, si se suelta podrías hacerte daño.
Estoy oyendo las protestas. “Puah, yo entreno con mucho más peso, eso no puede ser
efectivo”. Es cierto que nunca llegarás a sustituir un ejercicio de pesas con máxima
resistencia, pero en vacaciones o en caso de apuro sí puedes agotar el músculo, que es lo
que importa. Si te parece poca la resistencia, compra dos tubos en lugar de uno. Luego me
cuentas.
Hacer ejercicio encima de pelotas y plataformas hinchables es la última moda para ganar
fuerza
Los gimnasios más modernos empiezan a parecerse a una carpa de circo: gente que hace
pesas de hombros mientras intenta mantener el equilibrio sobre bolas de pilates,
abdominales sobre plataformas busu (una semiesfera hinchable), flexiones con los pies
colgando de un TRX. ¿Qué ha pasado, ya no sirve con torturarse con las máquinas y ahora
además hay que arriesgarse a un buen morrón contra el suelo?
Los detractores del entrenamiento inestable dicen que en realidad los músculos
principales hacen menos esfuerzo, ya que hay otros trabajando para ayudarlos, con lo que
es mejor hacer un ejercicio que aisle un músculo lo más posible.
¿Qué hacer? Muy sencillo. Si tu objetivo es tener unas piernas y brazos enormes, las
máquinas con una estabilidad completa, como la prensa, pueden servirte. Si lo que quieres
es perder grasa y tener músculos más funcionales para hacer otros deportes, o bien
recuperarte de una lesión, entonces añadir algunos ejercicios inestables a tu tabla puede
ayudarte. Aquí tienes unos ejemplos propuestos por la NSCA:
Las dietas milagro no funcionan, tendrás un aspecto fofo y recuperarás la grasa con las
primeras visitas al bar.
Este es un plan genérico que vale tanto para hombres como para mujeres, si vas a un
gimnasio o si lo que te gusta es correr o montar en bicicleta.
Los cambios no son gratis. Hay que esforzarse, pero los resultados merecen la pena.
Necesitarás entre tres y cuatro sesiones semanales de entrenamiento, nunca más de una
hora por sesión. Este es el plan:
Los milagros no existen. En tres meses no es posible arreglar los estragos de años de vida
sedentaria y bollos, pero sí es posible mejorar y hacer que te sientas mejor con tu cuerpo.
Un cuerpo un 20% más sano y atractivo es mucho mejor que un 0%.
Necesitas hacer deporte. El deporte sin dieta puede funcionar, pero la dieta sin deporte no
funciona nunca. Si no haces deporte prácticamente aseguras la recaída y el temido efecto
yo-yo, y pones en peligro tu salud.
Hazte fotos en ropa interior. Pon una foto del día uno en la nevera. Te verás obligado a
verla cada vez que la visites con un antojo. A partir de ahí haz una foto cada semana y
compárala con la de la semana anterior. Las mejoras serán visibles y te animará mucho en
los momentos de debilidad.
Da igual que nuestro ejercicio favorito sea correr, montar en bicicleta o la máquina elíptica.
Según el ritmo cardíaco que mantengamos durante el ejercicio aeróbico quemaremos más
o menos grasa. Para maximizar el uso de las reservas de grasa y conservar la masa
muscular, lo más indicado es el ejercicio suave y prolongado.
No queda mucho tiempo para ponerse el traje de baño. Si te toca sudar para perder kilos,
hazlo con cabeza.
Hace unos meses encontré un plan para hacer la sesión de cardio perfecta y multiplicar la
quema de grasa. Es el plan que estoy siguiendo para mi propia “operación traje de baño”.
Esto funciona, pero corres el riesgo de perder masa muscular. Además, no se empieza a
quemar grasa hasta pasados 15 minutos de ejercicio. Tiempo perdido.
Te comes una patata frita y ya no puedes parar. Hay comida que hackea tu apetito.
Cuidado.
Estás hasta arriba de lasaña, pero aún te queda hueco para el postre. Abres un bote de
cacahuetes con miel, todo se pone borroso y cuando te das cuenta te lo has terminado. Te
bebes una lata de cocacola y aún tienes más sed.
El apetito lo regulan dos hormonas: la leptina, que nos indica que estamos llenos, y la
ghrelina, que nos avisa de que tenemos hambre. La leptina tarda en actuar, y la sensación
de estar llenos nos llega unos 20 minutos tarde. Por eso es tan importante comer
despacio. Pero además, la comidas saladas y dulces inhiben la leptina y retrardan aún más
la sensación de saciedad.
Cuanto más sabrosa es la comida, más tarde llegan las señales de que hemos tenido
bastante. Si añadimos grasa, que potencia los sabores, las combinación de azúcar y sal es
una trampa mortífera. Sigues comiendo sin darte cuenta de que estás lleno. Mira estos
ejemplos y aléjate de ellos como de la peste:
Con los restos de los atracones navideños todavía colgando y el abono del gimnasio recién
estrenado, las masas se aprestan a hacer ejercicio. No te creas todo lo que oyes. Estos
son algunos de los mitos más extendidos:
¡Falso! Es tanto como decir que menos de media hora de sexo es igual que nada. Estudios
recientes indican que varios esfuerzos de 10 minutos repartidos durante el día pueden ser
tan beneficiosos como una sola sesión. Mucho mejor si puedes dedicar una hora al
deporte, pero no te olvides de subir escaleras, caminar, cargar peso o correr detrás del
autobús. Todo suma.
Va a ser que no. Puede que te funcione con 18 años o si eres ectomorfo. Es cierto que
haciendo ejercicio puedes (necesitas) comer más que si no lo haces. Pero no es un cheque
en blanco. Con 20 minutos de bicicleta habrás quemado unas 200 Calorías. Si de premio te
comes dos donuts, por valor de 500 Calorías, tienes un exceso de 300, por no hablar del
problema del azúcar y las grasas trans.
Cuando haces deporte tienes que mantenerte hidratado. ¡Bebe agua! Ese mejunje azul
fluorescente no es más que agua con un montón de azúcar, unas pocas sales y colorantes.
A no ser que hagas algo parecido a correr una maratón, no necesitas nada de eso. Lo único
que conseguirás serán calorías vacías que anularán los efectos del deporte (ver lo
anterior).
En realidad funciona al revés. Cuando haces deporte, en pocos días sientes que tienes más
energía. Como te acuestas más cansado, duermes mejor y te levantas con más fuerzas al
día siguiente (las agujetas se pasan). No obstante, también es importante hacer deporte en
el momento del día en que te encuentres mejor. Hay quien funciona mejor por la mañana y
quien prefiere la tarde.
6. No pain, no gain
Sin dolor no hay resultados, dicen. Aunque depende de tu definición de dolor. Si te refieres
a la “quemazón” muscular del esfuerzo o tener agujetas al día siguiente, entonces
necesitas dolor. Pero si algo te duele de verdad, es que estás cerca de sufrir una lesión.
Escucha a tu cuerpo.
La gran pregunta: que hacer cuando no tienes ni siquiera cinco minutos para comer,
desayunar o almorzar. No vale saltarse la comida. ¿Te apetece un batido?
Necesitas algo sencillo, rápido y nutritivo. Esta receta es la solución: una comida completa
en un vaso. Como tiene proteínas e hidratos, es perfecta para después de hacer deporte, o
si realmente tienes prisa, para llevártela a cualquier parte.
Calorías: 320
Grasa: 7 g
Hidratos de carbono: 39 g
Proteína: 23 g
Ya sabes que la canela ayuda a quemar grasa, pero también puedes usar café soluble o
cacao en polvo. Pon todo en la batidora y bébelo despacio. Si quieres añade un par de
cubitos de hielo para aprovechar los efectos adelgazantes del frío.
¿Dos mancuernas de plástico y una bicicleta estática? Saca partido al gimnasio de tu hotel,
por muy limitado que sea.
Si vas al gimnasio con frecuencia, los gimnasios de hotel suelen ser un chiste. Una cinta
para correr, una bicicleta estática, esa especie de mecedora para hacer abdominales (que
no sirve para nada, por mucho que insista la teletienda de madrugada) y con suerte una
multimáquina y unas mancuernas.
Para colmo, en los hoteles estamos de viaje de trabajo o de vacaciones, dos circunstancias
en las que no apetece nada entrenar. Así que necesitamos hacer un ejercicio corto, pero
intenso, y disponemos de un equipamiento limitado.
Si haces cardio, no lo dudes, prueba con el cardio estratégico. Quemarás más grasa en
menos tiempo.
El escalador
Un ejercicio del colegio de toda la vida. Hazlo a buen ritmo y verás cómo queman los
abdominales.
Este es uno de los ejercicios de la rutina de Thor, pero como tenemos poco peso, lo
hacemos con un solo brazo.
Fondos renegados
Dos tiempos
¿Cuántas repeticiones? Pues depende de tu estado de forma. Calcula que tienes que
entrenar entre 30 y 40 minutos, y quedar para el arrastre. Después puedes ir tranquilamente
a esa reunión, o seguir con tus vacaciones.
Si no te mueves del sillón, cualquier actividad que te haga levantar el trasero va a ser
beneficiosa. Pero estas máquinas son demasiado caras, nunca funcionan por sí mismas, y
sus resultados son mínimos comparados con el deporte de verdad. Vamos a repasar las
más famosas:
.- Más ganas: el sexo es una función secundaria para nuestra supervivencia, eso quiere
decir que necesitamos tener energía de sobra para tener deseo sexual. Puede parecer que
el deporte cansa, pero en realidad te fortalece, y hace que el esfuerzo físico necesario para
el sexo sea algo sencillo, y te puedas concentrar en disfrutar.
Kegel
Es el músculo más importante para el sexo, pero no encontrarás una máquina para
ejercitarlo en tu gimnasio (se inventará en el año 3000). El suelo pélvico o músculo
pubocoxígeo rodea el esfinter anal y es imprescindible para mantener la erección, controlar
la eyaculación precoz, favorecer e intensificar el orgasmo en las mujeres y por su fuera
poco, evitar la incontinencia urinaria en la edad avanzada. Es tan sencillo como apretar
durante unos segundos y soltar, al menos diez veces. Puedes hacerlo en cualquier parte.
Para las chicas, también hay pesas.
Flexiones
Sobre todo para ellos, por motivos evidentes, pero también para ellas. Con más fuerza en la
parte superior del tronco se pueden mantener las posturas más tiempo sin cansarse. Si no
tienes fuerza suficiente empieza apoyandote en las rodillas, o bien contra la pared. Puedes
llegar a hacer cien flexiones con el método adecuado.
Abdominales
Los ejercicios abdominales no quitan la barriga, pero unos abdominales fuertes son
imprescindibles para el buen sexo. No son solo los músculos que nos ayudan a
levantarnos por la mañana, también sirven para estabilizar todo el cuerpo, y cuando no
tienen grasa se convierten en todo un icono sexual.
Cadena posterior
A veces nos olvidamos de los músculos que recorren nuestra espalda desde el cuello
hasta los tobillos, y los necesitamos para cualquier movimiento, especialmente los
pélvicos. Si no tienes problemas de espalda y quieres ponerte fuerte rápido, aprende a
hacer el peso muerto. Una alternativa divertida y eficaz es el balanceo con kettlebell o
mancuerna.
Intervalos
Duerme
No te olvides de ejercitar el músculo más importante para el sexo: el que está entre tus
orejas.
¿Cuál es la mejor hora para hacer deporte? Si ahora no haces nada, ¡cualquier hora es
buena! Pero si quieres aprovechar el tiempo y sacar el mayor rendimiento, la respuesta es,
bueno, depende.
Todos conocemos a algún madrugador profesional que se levanta al amanecer para correr
o ir al gimnasio en cuanto abran las puertas. A mí me gustaría ser uno de ellos, pero por las
mañanas soy lo más parecido a un habitante de Zombieland. Necesito unas horas para
que el cuerpo se ponga en funcionamiento. Por no hablar del cerebro.
Mañana, mediodía o tarde. ¿Qué es mejor? Pues depende del tipo de deporte y de qué
intentes conseguir: perder centímetros de cintura o ganarlos en los biceps.
.- Los niveles de glucógeno en los músculos son bajos, hace 12 horas que no comes. El
cuerpo no tiene más remedio que quemar más grasa, hasta tres veces más según algunos
estudios.
.- Si entrenamos a primera hora, da igual lo que ocurra a lo largo del día, habremos
cumplido y quedará menos lugar para las excusas
.-Toma un café con cafeína antes del entrenamiento para ayudar quemar grasa.
Las mejores horas para los ejercicios de fuerza, como las pesas, o los ejercicios
explosivos, como el ténis o el baloncesto están en el centro del día. Es conveniente comer
entre una y dos horas antes del ejercicio, con lo que los músculos tendrán suficiente
glucógeno para contraerse al máximo (que es lo que buscamos). Además hay otros
motivos:
.- No conviene hacer los entrenamientos de fuerza muy tarde, porque el cuerpo estará más
fatigado y preparándose para el descanso. Además pueden interferir con el sueño.
Estos consejos pueden mejorar el rendimiento, pero si tienes limitaciones por el trabajo o
la familia, entrenar a cualquier hora es mucho mejor que no hacerlo. Intenta conseguir al
menos media hora al día.
Desde hace más de 30 años, la banda del instituto Bishop Loughlin Memorial de Brooklyn
toca el tema Gonna Fly Now de Rocky para animar a los (asfixiados) participantes en la
maraton de Nueva York. En efecto, hay estudios que demuestran que entrenar con música
mejora los resultados. Para empezar, sirve como motivación, se entrena más tiempo y con
más fuerza. Además es una distracción del cansancio y el dolor. Pero no todas las
canciones funcionan igual.
Lo que es música para ti puede ser ruido insoportable para mí, y viceversa. Puede parecer
que la mejor música para entrenar depende de los gustos personales de cada uno. Pero no
solo.
Lo que se busca es el tempo adecuado, que se mide en pulsos por minuto (bpm, beats per
minute). La música que mejor funciona está entre 120 y 150, es decir, entre vivace y presto.
La mayor parte de la música pop y buena parte del rock encaja. Por si fuera poco, coincide
más o menos con los latidos del corazón cuando se hace un esfuerzo.
Es precisamente este es el rango más adecuado para ejercicios aeróbicos como correr, o
montar en bicicleta. Si solo necesitas un poco de ritmo, dispones de podcasts como
Podrunner, que proporcionan mezclas de música libre de derechos ordenada por su tempo,
para correr durante horas.
Pero si eres de los que mezcla su propia música, anímate y prepara una lista con tus
grupos favoritos. Es imposible correr despacio escuchando a Greenday. Si buscas sentirte
heróico, estilo 300, mejor algo con ritmo y mucha instrumentación, como 300 Violin
Orchestra. Los levantadores de pesas aseguran que hip-hop como LL Cool o el heavy de
Metallica les ayuda a levantar el trasero en esa última sentadilla.