Está en la página 1de 6

Se dice y mucho, que una de las mayores características de la especie

humana, en general, es su gran capacidad de adaptación.


Fue esta característica la que nos ayudó a evolucionar, y es que con cada
nuevo entorno que los humanos de civilizaciones anteriores enfrentaban,
ellos se adaptaban y al mismo tiempo lo adaptaban.

Ah, la adaptación, es una maravilla y en un inicio era algo muy literal, pero
conforme pasaron los años, la adaptación también se adaptó y se hizo algo
más, mmmmm, como decirlo, más una experiencia mental, que algo físico,
de tal manera que ya no hay que adaptarnos al entorno y más bien la
adaptación termina siendo algo que experimentos con situaciones.

Así que, de alguna manera, la adaptación sigue siendo una gran


herramienta que usamos en muchos momentos de nuestra vida, nos
adaptamos a situaciones difíciles y les sacamos el mejor provecho; pero,
últimamente me pregunto y mucho si me estoy adaptando a algo o
simplemente me estoy conformando.

Adaptarse o conformarse ¿cuál es la diferencia?

Seguro a ti también te ha pasado, y cada que enfrentas alguna situación


difícil, fuera de tu control, algo que no está en tus manos cambiar,
entonces te adaptas, o tal vez, eso creemos que hacemos; porque en qué
punto nos adaptamos a algo o simplemente nos estamos conformando,
¿cuál sería la diferencia obvia para darnos cuenta cuando nos adaptamos o
nos conformamos?

Creo que esa pregunta es muy interesante, porque extrañamente hoy en


día estos conceptos, tan distintos, de forma práctica terminan fundiéndose
en una misma pangea, y adaptarse y conformarse se hacen sinónimos,
cuando obviamente no lo son.

Eso sí, el resultado de vivir una experiencia, puede ser la adaptación o la


conformación; pero en qué momento es diferente.

Para muchas personas esa diferencia es clara, pero para otras no, por
ejemplo, para mí, es muy difícil distinguir esa clara diferencia.

Por ejemplo, hace un par de meses, sufría de una lesión crónica espantosa
en la espalda, y por un año sufrí de un dolor tan horrible en la espalda
baja, que inclusive modifico mi postura y hasta el día de hoy me sigo
viendo chueca; pero yo me repetía en aquel momento, que me estaba
adaptando a una situación que no podía controlar, y que, si quería seguir
mi vida de forma normal, lo mejor sería la adaptación.
Sin embargo, eso no era adaptación, por lo menos para los demás, y más
bien eso era que me estaba conformando con una situación que yo podía
modificar con una visita al médico, alguna faja ortopédica, que se yo. Para
los demás yo me conforme con quedarme como estaba, sin hacer nada, sin
hacer cambios o que mi voluntad me ayudará a transformar esa situación.

Y tal vez dependiendo el enfoque es que vemos una reacción nuestra o de


alguien más, como una adaptación o simplemente nos conformamos.

Tal vez, la clave de la diferencia, radica en la voluntad propia y cuando no


se manifiesta y dejamos que las cosas nos lleven, no nos estamos
adaptando, simplemente no estamos conformando con el statu quo de las
cosas.

O tal vez, la diferencia se encuentra en la perspectiva con la que vemos esa


situación.
Es una pregunta muy interesante, que nos tomará tiempo analizar.

Adaptarse o conformarse ¿cuál es la diferencia?


 La personalidad obsesiva: rasgos y características
 Gelotofobia, el miedo patológico a que se burlen de ti
 La persona anuladora: 5 rasgos

No es raro que miremos hacia atrás y nos demos cuenta de que hubo una época
en la que no éramos conformistas. Soñábamos con llegar lejos, queríamos hacer
de nuestra vida algo memorable. Pero algo pasó y en algún momento, cambiamos
de rumbo.

Nos volvemos conformistas por diversas razones:


por dependencia de otras personas, por baja autoestima, por falta de
motivación o por miedo a algo…  Uno o varios de estos factores limitan
nuestro desarrollo y crecimiento personal y nos impiden traspasar el umbral de lo
“justo y necesario”.
Cada uno, en efecto, puede asumir la vida de la forma que desee y se podría decir
que de ahí parte todo. Algunos harán poco, algunos harán mucho y
otros harán apenas lo necesario para pasar por la vida a hurtadillas, sin
involucrarse mucho en ningún asunto de envergadura.
“Caso tras caso, vemos que el conformismo es el camino fácil…”

–Noam Chomsky–

El “extra” o valor agregado en cualquier aspecto de la vida (es decir,


el hacer de más por un deseo de ser mejor) es lo que marca la
diferencia. Porque ese valor agregado o ese plus, aparte de ser un modo de
modificar el entorno, de imprimir un sello propio a la existencia, es también lo que
define el destino de cada persona: sus alcances y sus limitaciones.
Conformistas por hacer estrictamente lo
necesario
Ser conformistas está estrechamente relacionado con el nivel de
interés y de exigencia que aplicamos sobre nosotros
mismos. Solamente quienes se empeñan en conseguir los objetivos más
elevados, logran construir una vida que florece a cada paso. En cambio, hacer lo
estrictamente necesario es simplemente renunciar a lo mejor de la existencia.
Ciertamente, muchas veces no nos damos la posibilidad, o el regalo,
de probar para contestar a una sencilla e enigmática pregunta:
¿hasta dónde podemos llegar? Lo que hay en el fondo de esta actitud es,
sobre todo, falta de confianza e uno mismo y miedo a marcar la diferencia. Algo
que se traduce en desidia o desinterés, configurando así la base sobre la que se
edifica una vida “sin sal ni azúcar”.

Claro que tampoco se trata de hacer más de lo debido, porque sí. A veces al tratar
de hacer más, se hace menos. Como dice el viejo adagio popular: “el que mucho
abarca, poco aprieta”. De lo que se trata es de poner un toque de excelencia en
todo aquello que hacemos cotidianamente, por pequeño que sea. De darle valor a
nuestras acciones, porque en cada una de ellas estamos dejando una huella de
nuestro paso por el mundo.

Dejar que otros hagan…


Hay personas que se resisten a crecer. Saben que seguir actuando como
niños es algo que trae grandes limitaciones, pero también muchos beneficios. Uno
de ellos, el hecho de que nunca tienen que verse confrontados con la angustia de
tomar decisiones, de resolver problemas o de tomar la responsabilidad por los
errores.
No importa que una persona tenga una edad avanzada: a veces sigue
comportándose como un niño. Uno de los aspectos en los que más se refleja esto
es en esa actitud de “dejar que otros hagan”. En cada situación incómoda o
comprometedora, permitirán que sean otros quienes tomen la
batuta. No quieren ser ellos quienes carguen con el lastre: para eso están los
demás.

A todas luces, el vivir de lo que hagan los demás nos vuelve


conformistas y puede llevarnos hasta el punto de anular nuestras
capacidades y potencialidades.  Estas solo emergen cuando la misma vida
nos ponga frente a frente con circunstancias exigentes.
Lo curioso es que  entre más se delegan en los demás
las responsabilidades y los riesgos de vivir, más crece en el interior
la desconfianza frente a lo que somos capaces de hacer. Se configura
así un círculo vicioso. Lo malo es que en ese “dejar que otros hagan” podemos
también estar dejando ir las emociones y experiencias más intensas y constructivas
de la vida.
La baja autoestima y la falta de
motivación
Cuando se tiene un bajo nivel de autoestima o un bajo nivel de
motivación, tendemos a caer en el conformismo. Por un lado, porque no
nos creemos capaces de hacer una determinada labor y por el otro, porque no
tenemos ese impulso o energía que resulta necesaria, y hasta imprescindible, para
poner en marcha o continuar con cualquier proyecto.

Un ejemplo que va muy bien es el de los hijos.  Muchas personas, al


adquirir la responsabilidad de tener personas a su cargo, adquieren también una
motivación que les empuja a crear y a construir. Es en ese momento,
precisamente, cuando dejan de ser conformistas, al menos en este aspecto. A
veces también una situación límite se convierte en una motivación: sabes que si no
haces algo, te hundes. Por eso, no siempre las grandes encrucijadas traen
consecuencias negativas.
Por esto, la autoestima y la motivación van de la mano, y pueden ser
determinantes en el nivel de conformismo de cualquier persona .
Alguien que no cree en sí mismo o que no cuenta con ese empujón adicional para
hacer y crear, seguramente va a carecer del ánimo o del coraje suficiente para
lograr metas por encima de lo estrictamente necesario.

¿Cómo Eliminar El Comportamiento Conformista?

Bien, creo que esta respuesta no te será extraña si llevas leyendo algún tiempo mi
blog. La respuesta es: A través de la creación de nuevos hábitos.
La repetición puede crear en nosotros hábitos constructivos y hábitos destructivos.
Y no importa qué tanto tiempo llevemos con cierto hábito, siempre podemos
decidir cambiarlo y empezar a través de la repetición.

Un buen primer paso para dejar de ser conformistas, es detectar primero, la


situación en la que estamos conformándonos con lo que tenemos sin aspirar a
algo mejor. Posteriormente identificar las creencias limitantes asociadas a dicha
situación para luego actuar en pro de su eliminación.
La manera de detectar las creencias limitantes, varía en cada caso, un ejemplo
podría ser: «Me estoy conformando con este empleo». La creencia limitante
asociada a dicho conformismo puede ser: «No puedo ganar dinero de una manera
que no sea trabajando, además este empleo es seguro y bien pago».

Posteriormente, para trabajar en la eliminación de dicha creencia, hay que


educarse para conocer alternativas económicas, empezar un ahorro basado en la
Estructura Para La Riqueza, y emprender un nuevo negocio antes de salirse de
dicho empleo.

La educación y el conocimiento son fundamentales, reitero: Vivir una vida


consciente, es muchísimo más satisfactorio que aceptar lo que nos toque como
venga.

También podría gustarte