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Obra escrita entre años 392 y 396 a.C – Juicio año 399 a.

C (condenado a muerte)

En el año 399 antes de Cristo, por primera vez Sócrates comparece ante un tribunal de justicia, acusado de una
serie de delitos. Al final, luego de una ejemplar autodefensa ante los tribunales, no quiso pedir disculpas ni que le
conmutaran la pena porque estaba convencido que no había obrado mal. Y murió en cumplimiento de los dictados
de su propia conciencia y en acatamiento a la ley.

Posiblemente los atenienses no lograron entender bien a Sócrates, por su gran erudición, sea por el proceso de
reforma que propugnaba. Antes bien lo consideraron como un personaje perturbador de la vida pública y de la
tradición y no dudaron en desprenderse de él por cualquier medio posible, recurriendo a la calumnia y difamación
en todo momento. Sócrates fue víctima de un injustificable error y de una injusticia irreparable.

Proemio

Al leer la acusación y una argumentación en apoyo de esta, Anito (acusador) ha prevenido a los jueces de la
habilidad y poder de Sócrates pra persuadir. Por eso, este inicia su alegato replicando que tal poder no consiste
en otra cosa sino en decir la verdad.

"A los acusadores no les importa ser refutados con hechos, ya que muestro que de ninguna manera soy hábil al
hablar, salvo que llamen habil al hablar a decir la verdad" (Sócrates)

Hablará con los jueves de la misma manera que lo hace en el ágora y no como se estila en los tribunales: lo
importante no es su estilo, sino el contenido de lo que dice.

"Si escuchan en mi defensa palabras como las que estoy acostumbrado a decir en el ágora, no se asombren ni
me interrumpan por eso, vengo a hacer como un extranjero respecto del lenguaje que se utiliza aquí (en los
juicios)" (Sócrates)

Señala que la acusación que se le hace tiene un antiguo origen: precisamente, en los que han educado a muchos
de sus jueces actuales.

"Muchos acusadores ha habido, pero son más temibles los que han educado a muchos de ustedes desde la
infancia acusándome falsamente. Quienes han esparcido semejante fama son los acusadores más temibles para
mí. Los que los escuchan piensan que los que indagamos tales cosas no creemos en los dioses. Estos
acusadores son muchos y acusaban sin posibilidad de réplica, ya que nadie podría asumir mi defensa"
(Sócrates)

"Lo más absurdo, es que no se pueda saber ni decir sus nombres; pero todos aquellos que por envidia y forjando
una falsa imagen de mí, los han persuadido a ustedes, son los más dificiles de enfrentar."

"Mis acusadores han sido de dos clases: unos los que acaban de acusarme, otros - aquellos a los que he aludido-
me acusan hace tiempo" (Sócrates)

"De cualquier modo, que las cosas salgan del modo que sea grato al Dios; en cuanto a mí, debo obedecer a la ley
y defenderme" (Sócrates)

Antiguas acusaciones

a) La confusión con físicos y sofistas

La población ateniense no veía con buenos ojos a Sócrates deambular por las calles de la ciudad todos los días,
más aún cuando la juventud se acercaba hacia él en busca de consulta o de respuesta a diversos tipos de
problemas, admirado por la mayoría de la población juvenil pronto se granjeó una serie de enemigos, con o sin
razón.

Así, mucha gente se ha forjado una falsa imágen de él: se lo confunde con los filósofos de la naturaleza
(presocráticos) o peor aún, con los sofistas. Ironiza a propósito de los ricos, que creen que, cuanto más pagan,
mejor educación obtendrán sus hijos.
b) El oráculo de Delfos y la sabiduría de Sócrates

Sócrates se pregunta: ¿Cuál es mi ocupación y cómo se originaron estas ideas falsas acerca de mí?

"Por ninguna otra razón que por una cierta sabiduría es que he adquirido esta reputación. ¿Pero qué clase de
sabiduría es esta? Precisamente la que es de alguna manera sabiduría humana, en ella si me atrevo a decir que
soy realmente sabio." (Sócrates)

La fama de sabio que posee Sócrates se remonta a una consulta que hiciera su amigo Querefonte a la pitonisa de
Apolo, en Delfos. Interrogada sobre si había alguien más sabio que Sócrates, la pitonisa responde negativamente.
Sócrates se sorprende y decide poner a prueba la veracidad del oráculo. Va al encuentro de distintas personas
reputadas como sabias (políticos, poetas, artesanos) y las refuta, poniendo en evidencia que no lo son. Concluye,
entonces, que la sentencia del oráculo es cierta, porque se da cuenta de que, en relación con el saber divino es
muy poco lo que sabe, mientras que los demás (siendo ignorantes) no se percatan de su propia ignorancia.
Desde entonces asume como una misión que el dios le ha encomendado la tarea de refutar a quienes se creen
sabios.

"Como testigo de mi sabiduría pongo al Dios de Delfos" (Sócrates)

"Seguramente han conocido ustedes a Querefonte... en cierta ocasión que fue a Delfos, se atrevió a preguntar al
oráculo si había alguien más sabio que yo. La Pitonisa le respondió que no había nadie más sabio...al enterarme
aquello reflexioné ¿Qué quiere decir el Dios y qué enigma hace?" (Sócrates)

"¿Qué quiere decir al afirmar que soy el más sabio? No es posible que mienta, puesto que no le está permitido.
Mucho tiempo dudé hasta que me volqué a su investigación, fui al encuentro de los considerados sabios, primero
un político; al dialogar con él experimenté lo siguiente: muchos creían que este hombre era sabio, incluso él
mismo, pero en realidad no lo era. Intenté demostrarle que no lo era, en consecuencia me atraje el odio de él y de
los presentes" (Sócrates)

Cuando se aleja Sócrates reflexiona que es más sabio que este hombre, ya que aunque ninguno de los dos sabe
algo valioso, es un poco más sabio porque no sabe ni cree saber.

Pasó por todos los considerados sabios y experimentó "Me pareció que los de mayor reputación eran los más
deficientes, mientras que otros tenidos por inferiores, eran hombres más próximos a la posesión de la
inteligencia... en efecto, después de los políticos, acudí a los poetas, a los autores de tragedias...para terminar
acudí a los trabajadores manuales, yo sabía que me encontraría con que estos sabían muchas cosas hermosas.
Y en eso me engañé, ya que sabían cosas que yo no, y en ese sentido, eran más sabios que yo... entonces me
pregunté si no era mejor ser como soy: no siendo sabio en cuanto a la sabiduría de ellos, ni ignorante en cuanto a
su ignorancia, en lugar de poseer ambas cosas como ellos" (Sócrates)

c) El oráculo de Delfos y la sabiduría de Sócrates

La refutación que Sócrates hace de los argumentos de sus interlocutores causa irritación. Sus jóvenes seguidores
imitan el procedimiento y dejan en ridículo a hombres mayores, lo que promueve la idea de que Sócrates
corrompe a la juventud.

"Sucedía que los jóvenes que me seguían espontáneamente...disfrutaban escuchandome examinar a los
hombres, y ellos mismos con frecuencia me imitaban...los examinados por ellos, se encolerizan conmigo en lugar
de consigo mismos" (Sócrates)

Este es el origen de los grandes odios contra sócrates ya que quienes lo acusan, no pueden señalar qué les
enseña a los jóvenes.

La presente acusación: Diálogo con Meleto

a- La corrupción de la Juventud.

Acusado de corromper a la juventud y no aceptar los dioses del culto, interroga a Meleto (acusador) y lo lleva a
admitir el absurdo de que los jueces, el público presente, los atenienses todos son capaces de educar a los
jóvenes; el único que los corrompe, es Sócrates. Ya que quien hace daño sabe que el perjudicado tratará, a su
vez, de dañarlo, supone Sócrates que, si él ha hecho algún daño, ha sido involuntariamente y, para tales casos, la
ley prescribe instruir al ignorante, no castigarlo.

Meleto ha dicho "Sócrates es culpable de indagar impertinentemente las cosas subterráneas y celestiales, y de
hacer pasar por más fuerte el argumento más debil, y enseñar a otros estas mismas cosas" (Sócrates)

"De ningun modo cabe que Meleto me haga procesar por tales causas, en lo que a mi me toca, no tengo parte
alguna en ellas" (Sócrates)

"Nada hay de cierto en todo eso. Ni tampoco en que yo intento educar a los hombres haciendo fortuna con ello"
(Sócrates)

"Tu has evitado tratar conmigo y enseñarme, y no lo has intentado; en cambio, me has hecho comparecer aquí,
donde la ley dice que comparezcan los que necesitan castigo, no enseñanza." (Sócrates)

b- Dioses y demonios

La segunda parte de la acusación expuesta por Meleto da precisiones sobre el modo en que Sócrates corrompe a
los jóvenes: enseñándoles a no creer en los dioses reconocidos por la ciudad, sino en otras "cosas demoníacas"
nuevas. Aunque la acusación se basa, en este punto, en una confusión respecto de la vos demoníaca a la que
más tarde Sócrates alude, Sócrates apela al significado de las palabras "demonios" y "cosas demoníacas". Como
el cargo implícito en la acusación es "irreligiosidad" o "ateísmo", Sócrates le pregunta a Meleto si, en efecto, se lo
está acusando de negar la divinidad de los astros. La ignorancia de Meleto sobre ese punto queda rápidamente al
descubierto. Los demonios – para los griegos- son o bien divinidades, o bien hijos de dioeses, por lo cual la
acusación de "ateísmo" es contradictoria (si cree en demonios, cree en dioses y por lo tanto, no es ateo o
irreligioso)

"Entonces, si creo en los demonios como dices, y acabamos de decir que los demonios los consideramos dioses
o hijos de dioses, entonces ¿qué hombre creería que hay hijos de dioses pero no dioses?"

"Yo no soy culpable de lo que me acusa Meleto, y no creo que requiera de mucha defensa, sino que las cosas
dichas son suficientes." (Sócrates)

El puesto asignado por la divinidad

Ante el posible reproche de emprender tareas que lo llevan a situaciones de peligro de muerte, Sócrates opone el
sentido heróico que debe asumir un griego de acuerdo con las más antiguas tradiciones, que son a la vez
exigencias sagradas. Se compara con un soldado que no abandona el puesto que le han asignado, aunque le
cueste la vida. Al indagar a sus conciudadanos, el cumple una misión que le ha encomendado Apolo. Por eso, si
lo absolvieran con la condición de dejar de filosofar, elegiría seguir haciéndolo, aunque lo condenaran. Con esta
condena, dice Sócrates, los atenienses perderán más que él, ya que su tarea es mantenerlos en estado de alerta,
preocupados por el perfeccionamiento personal y no por su fortuna o por la obtención de honores.

"En el puesto en que alguien se coloca, debe permanecer arriesgandose y sin prevención contra la muerte, ni
ninguna otra cosa más que contra el deshonor." (Sócrates)

"Yo estaría actuando de manera extraña si abandonara el puesto asignado" (Sócrates)

"Temer a la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues es creer saber lo que no se sabe, nadie
conoce la muerte pero se la teme como si se supiera bien que es el mayor de los males" (Sócrates)

"No hago otra cosa que ir de un lado al otro persuadiendolos a ustedes, sean jóvenes o ancianos, de no
preocuparse por sus cuerpos ni por sus fortunas sin antes atender intensamente a su alma, de modo que llegue a
ser perfecta...Si corrompo a los jóvenes cuando digo esas cosas, estas serían perjudiciales. Ahora, si alguien
afirma que no digo esas cosas sino otras, habla por hablar." (Sócrates)

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