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Universidad de Chile

Facultad de Ciencias Sociales


Psicología
Seminario Clínico I

Trabajo 1: Psicosis.
Automatismo mental, Fenómenos de Franja y Alucinación
en Donnie Darko.

Integrantes
Sofía Aguayo León
Mariela González Luengo

Profesor
Pablo Reyes

18 de Junio, 2021
La psicosis es una forma de pensar la locura, ante la cual el psicoanálisis ha formulado
algunas respuestas a través de desarrollos teóricos, clínicos y prácticos. De hecho, Lacan
(1955) afirma que la psicosis es una categoría que refiere a las locuras, cuya estructura se
caracteriza por la articulación misma y clara del síntoma (Lacan, 1958).

La psicosis tendría una determinada temporalidad, que en Freud eran dos fases las propuestas:
una fase silenciosa, que es la entrada a la enfermedad, y una segunda etapa en que aparecen
los delirios y las alucinaciones, cuya posibilidad iba en la restitución como alternativa de
curación. Por su parte, Lacan propone 3 fases: pre psicótica, desencadenamiento y una tercera
que no siempre ocurre, de estabilización. (Urriolagoitia, 2012)

Dicho esto, Urriolagoitia (2012) plantea que el abordaje de la psicosis como estructura
(caracterizada por la forclusión del Nombre del Padre) supone comprenderla como una
posición subjetiva del sujeto con relación al lenguaje, al Otro y a la ley, y no solo como una
categoría nosográfica. Esta estructura implica determinadas consecuencias subjetivas en la
práctica clínica con la psicosis en pacientes, puesto que además de realizarse un diagnóstico
diferencial, también se puede ubicar una estructura y por tanto dirigir un tratamiento.

Desde esta perspectiva, de lo que se trata al momento de establecer un diagnóstico, es de ir a


buscar los fenómenos elementales, los cuales son primarios e iniciales en la psicosis, previos
al momento de desencadenamiento, constituyen la enfermedad misma en su forma mínima y
es a partir de éstos que se desarrollan otros fenómenos secundarios, que son ya sea su
consecuencia, una forma de defensa o un intento de solución (Mazzuca, 1995).

En el presente escrito se abordarán los fenómenos de Franja, el Automatismo Mental y las


Alucinaciones, viendo su efectivización a través de un material cinematográfico: Donnie
Darko.

Fenómenos de franja

Las manifestaciones que rodean la entrada en la psicosis particularmente: son los


denominados fenómenos de franja, caracterizados por la irrupción de alucinaciones verbales
elementales y múltiples, en los que es el conjunto del significante el que es puesto en juego,
presentándose en lo real, fragmentado y exteriorizado (Lacan, 1956). Lacan lo considera
inicialmente, como una perturbación del discurso interior, en el sentido fenomenológico del
término, pero llega a precisar su referencia estructural cuando subraya el cambio que se
produce en la dimensión del Otro, cuya presencia está en la neurosis siempre enmascarada y
velada. En la psicosis, por el contrario, el Otro se revela en su función propia como un Otro
objetivado que gobierna al sujeto (Lacan, 1956). Los fenómenos de franja resultan para Lacan
como el último eslabón que retiene al sujeto en lo simbólico y no puede ser considerado sin
tener en cuenta la experiencia correlativa del crepúsculo de la realidad que lo amenaza en esos
momentos en los que se encuentra confrontado con la falta del significante que garantiza su
posición en el orden simbólico. En este sentido, los articula a la entrada en la psicosis, es
decir, cuando la realidad comienza a volverse significativa para el sujeto. Su particularidad
reside en que abarca aquellos fenómenos en que se hace visible o audible lo que colinda justo
con el borde de la realidad, pero que está por fuera (Lombardi, 2001). Es decir, que lo
simbólico queda articulado con lo real por fuera de lo imaginario, no hay una mediación del
imaginario entre los otros registros.

Se trata entonces de fenómenos que aparecen al borde de la estructura del lenguaje. Cuando se
trata del registro de la voz, son murmullos, cuchicheos, sollozos, carcajadas, fenómenos que
bordean lo asemántico. Cuando aparecen a nivel de la mirada son del orden del brillo, la
luminosidad, pero sin la consistencia de una alucinación visual. (Mazzuca y otros, 1988).
Como afirma Lacan (1955): “antes de intentar resolver estos problemas, quisiera hacerles
notar cómo se manifiesta la aparición de la pregunta formulada por la falta del significante. Se
manifiesta por fenómenos de franja donde el conjunto del significante está puesto en juego
(...) Este es el sentido del crepúsculo de la realidad que caracteriza la entrada en la psicosis (p.
293).

Surgen en un momento especial en el cual se da una vencía de abandono y de separación


cuando la estructura del lenguaje se retira dejando caer al sujeto. Por lo tanto su función es la
de intentar retener al Otro que se aparta. El ejemplo que pone Lacan (1956) es el alarido del
presidente Schreber que lo invade intrusivamente y se adueña de su cuerpo, “se trata de un
grito prolongado, que lo sorprende con tal brutalidad que él mismo señala que, si en ese
momento tiene algo en la boca, puede hacérselo escupir. Fenómeno bastante llamativo, si
vemos en ese grito, el borde más extremo, más reducido, de la participación motora de la boca
en la palabra. Si hay algo mediante lo cual la palabra llega a combinarse con una función
vocal absolutamente a-significante, es precisamente lo que nos estremece en el alarido (...)
pues bien, se trata para nosotros, es la hipótesis de trabajo que propongo, de buscar que hay en
el centro de la experiencia del presidente Schreber, qué siente sin saberlo, en el borde del
campo de su experiencia, que es franja, arrastrado como esta por la espuma que provoca ese
significante que no percibe en cuanto tal, pero que en su límite organiza todos estos
fenómenos.” (p. 61, Seminario 3, cap 10). Es decir, fenómenos que están en el registro verbal,
pero que ni siquiera alcanzan a tomar una estructura semántica.

Por otra parte, se caracterizan por su ajenidad o exterioridad, donde el sujeto no se siente
agente de ese sonido. Y en este sentido, reformula Lacan, en términos estructurales el estatuto
y la función de los fenómenos sutiles descritos por Clérambault en el automatismo mental
(que se verá más adelante). Se trata siempre de las formas más vacías y más neutras incluidas
dentro del síndrome llamado también de pasividad, “S”, término particularmente apropiado
para designar la posición del sujeto sometido al lenguaje cuando este adquiere autonomía y
comienza a hablar solo, produciendo emisiones que escapan a los efectos de significación, al
igual como sucede con los fenómenos hasta aquí descritos. Por lo tanto ambos se posicionan
como fenómenos elementales, al encontrarse en una instancia previa al desencadenamiento de
una psicosis propiamente tal.
Automatismo Mental

El desarrollo sobre la idea de automatismo mental es a propósito de una profundización en la


reflexión sobre la alucinación, diferenciando características entre ambos fenómenos. La
alucinación diría relación con percepciones sin objeto y, a diferencia de ello, en el
automatismo mental ya no es tan importante la percepción de algo ausente, sino que dice
relación con el propio automatismo del lenguaje, cobrando importancia la automatización, la
autonomía y la imposición del lenguaje, por tanto se trata de un fenómeno que sale del campo
de la percepción para ubicarla en el campo del lenguaje (Matilla, 2011).

Según Matilla (2011), para desarrollar la idea del automatismo mental, se ensancha el
concepto de alucinación para darle lugar a fenómenos que no tenían espacio al definirla
clásicamente como percepción sin objeto. Así, por ejemplo, si se sabe que existen
alucinaciones kinésicas, también hay veces en que se realiza la misma acción sin sentir dichas
acciones como propias, es decir, hay algo que empuja a actuar, eso es lo que se incluye dentro
de la idea de automatismo que desarrolla Clérambault.

La definición de automatismo mental se relaciona con la concepción del psiquiatra Gaëtan


Gatian de Clérambault sobre este fenómeno, lo cual podría pensarse a la luz de la xenopatía
(Álvarez & Colina, 2015), que se define como la “inefabilidad de experimentar el propio
pensamiento, los propios actos, las propias sensaciones corporales o los propios sentimientos
como si fueran ajenos, impropios o impuestos, como si estuvieran determinados o provinieran
de otro lugar” (p.7). En la concepción de Clérambault, el automatismo mental es la base y la
forma inicial de todas las psicosis alucinatorias ·crónicas (Heuyer, Ajuriagerra, & Pigem, s/f),
o dicho de otra forma, la importancia de este síndrome equivaldría al mecanismo generador de
la locura, tomando la forma de la objetivación elemental del pensamiento siendo la micro
fenomenología de los primeros momentos de la psicosis. Es el ruido que produce el
pensamiento, pero un ruido que más que ser oído, es sentido, encontrando entre sus
antecedentes el eco del pensamiento. El automatismo mental se convierte así en el elemento
fenomenológico que facilita dividir gran parte de casos estructuralmente, dada su presencia
enmarcada en el fondo de psicosis, sobre el cual se desarrollan síntomas de diversa índole, La
alucinación y el delirio son fenómenos tardíos, posteriores al automatismo mental. El delirio
le sirve al sujeto para dar un sentido a eso que le pasa, tratando de obturar el vacío de
significación y la perplejidad del inicio (Matilla, 2011)..

En particular, Clérambault, según Matilla (2011), concibe el automatismo mental como un


“trastorno psíquico, no sensorial, que irrumpe bruscamente y de manera automática, y que no
se relaciona con ningún afecto ni con ninguna idea. Es decir, un cuerpo extraño que se
presenta en la esfera más íntima del sujeto” (p.103). Por esto, es que se produciría una
escisión del yo, el cual no vive esa transformación como propia, sino que genera un
sentimiento de extrañeza y perplejidad. Se genera un quebrantamiento de la identidad a
propósito de la automatización del lenguaje, lo que implica un quiebre en la propia biografía.
Alucinación

Freud problematiza la noción de alucinación a partir de plantear que habría una cercanía con
la idea de ilusión que proyectaría la dinámica afectiva del sujeto (Álvarez R. , 2019), sin
embargo, hay que diferenciar entre ambos fenómenos: se asume que un sujeto integra y
organiza el campo perceptivo, sin embargo en la alucinación ocurriría que el trastorno está
dado por percibir algo que no está en la realidad objetiva; de ello se deriva la clara diferencia
entre ilusión y alucinación: la ilusión es una distorsión de las percepciones, se percibe algo
que sí está pero de manera errónea, en cambio en la alucinación ocurre que el objeto no está
pero quien afirma su existencia tiene la convicción de ello, y eso determina sus pensamientos,
sus deseos, su voluntad, sus acciones (Álvarez & Estévez, 2001); así la alucinación no se
constituye como un trastorno de lo perceptivo sino que se puede distinguir como el efecto del
desanudamiento de la ilusión de la percepción en cuanto se estructura como hecho de
discurso, por tanto lo que ocurre es que se entrelaza lo real y la ilusión (Leibson, 2005). Por
su parte, la visión psiquiátrica concuerda con la definición de alucinación presentada y la
define efectivamente como una percepción sin estímulo (Álvarez R. , 2019)

La alucinación, como rasgo clínico, fue ubicada por Freud en al menos tres lugares: la
histeria, los sueños, las psicosis; cuya novedad fue plantearla como una “conversión en lo
sensitivo”, simil a una conversión motriz (Freud, 1893-95; en Leibson, 2005). En un inicio,
para Freud, las alucinaciones son producto de imágenes-recuerdo que se reactivan por el
deseo, dando origen a una tensión entre afectos y estados de deseo. El yo entonces queda
inerme, lo cual puede ocurrir tanto en las representaciones oníricas que también son de índole
alucinatoria en donde la realización alucinatoria del deseo que en el sueño se resuelve no es
del deseo en tanto deseo, sin embargo guarda una relación umbilicada (Lacan, 1975; en
Leibson, 2005); y cuando el proceso primario lleva las investiduras-deseo hasta la alucinación
dada la investidura de un objeto recuerdo por el deseo cuya satisfacción por fuerza falta La
alucinación refiere entonces a estados hipnoides a los que el sujeto se encuentra alienado
(Álvarez R. , 2019).

Según Álvarez (2019) lo que ocurre concretamente en lo que refiere a las alucinaciones es que
dados algunos estados de alteración psíquica profunda se producen expresiones simbólicas
que aparecen como imágenes sensoriales y sensaciones, sin abandonar su construcción
lingüística, aparece así la significación del síntoma en el cuerpo a modo de metáfora. Dicho
de otra manera, la investidura de una determinada representación se caracteriza por el
desborde pulsional que provoca una falta de diferenciación entre percepción y conciencia,
puesto que el sistema percepción–conciencia es el que posibilita que las pulsiones se expresen
psíquicamente, asimismo en la alucinación ni lo psíquico ni lo sensorial tienen fronteras
tajantes, y se expresan como perturbaciones que se reincorporan posteriormente en la cadena
discursiva del sujeto.

Según Lacan, la alucinación psicótica estaría caracterizada por un retorno en lo real como
resultado de una forclusión en lo simbólico, por ello ocurriría que la alucinación adquiere
forma y contundencia de una palabra impuesta, que carga un saber sobre el sujeto que
determina e interpela al mismo tiempo (Leibson, 2005). Sobre ello se debe tener en cuenta
que si bien el retorno en lo real es a partir de lo forcluido en lo simbólico, no podría ser
idéntico a esto último, puesto que el retorno es un modo forcluido de operar lo simbólico.
Según Lacan (1956) en el sujeto psicótico algunos fenómenos elementales, y particularmente
la alucinación, muestran al sujeto totalmente identificado a su yo con el cual habla, o al yo
totalmente asumido bajo el modo instrumental. Lacan (1958) además agrega que una
alucinación ocurre cuando en el lugar donde el objeto indecible es rechazado en lo real, se
deja oír una palabra, por el hecho de que, ocupando el lugar de lo que no tiene nombre, no ha
podido seguir la intención del sujeto sin desprenderse de ella por medio del guión de la
réplica.

Otro elemento para tener en consideración es que en la alucinación el objeto es exterior, en


ese sentido la voz siempre proviene de afuera del campo propio del sujeto, siempre se vive
como impropia y extraña” (Lacan, 1976-77; citato en Leibson, 2005). De ello se deriva
entonces que la alucinación es una invitación a plantear la pregunta por una topología que no
se agota en un interior y un exterior, sino que considere zonas de pasajes sin ruptura entre lo
que aparece como exterior y que aparece como interior.

Estos tres fenómenos en la película Donnie Darko

Donnie Darko fue diagnosticado a sus dieciocho años de un trastorno psicótico: esquizofrenia
paranoica. Utiliza medicamentos para el sonambulismo, y a lo mejor para ataques de pánico y
ansiedad, tranquilizantes al final de la noción. Asiste a un proceso psicoterapéutico, en el cual
se le aplican técnicas de hipnosis. Su familia sostiene cierta dinámica contradictoria; madre un
poco distante creyendo hacer un buen papel materno pero aún así hay una clara distancia
hacia el hijo. Y un padre relajado en su rol paterno, poco estricto, sus diálogos con su hijo
llegan a ser frívolos, no sabe cómo tratarlo. Los límites en la relación familiar son difusos. Y,
aún así se puede considerar que la relación familiar (salvo con Donnie) se perciba amorosa.
Lamentablemente no notamos que aquí radica (o no) alguna causa para un trastorno de la
personalidad. ¿Acaso las diversas vivencias de Donnie durante su infancia se la acentuaron
como traumas y sus padres, a no conocer de dicha condición psicológica no supieron cómo
apoyarlo emocionalmente? ¿Cómo fue su educación, su interacción social? Son aspectos que
desconocemos en su totalidad. Finalmente, es una ficción. Sin embargo, sabemos que padece
de un sonambulismo que le hace caminar y realizar acciones en este estado, risas y sollozos
espontáneos, y alucinaciones mayormente visuales y auditivas, sobre todo cuando comienza a
ver a Frank.
La pista más obvia de una psicosis es el mismo Frank, un personaje con suerte de alucinación
que es un sujeto de identidad desconocida que viste un traje de conejo demoníaco para
anunciarle que se acerca el advenimiento del fin del mundo. La conducta es la siguiente:
seguir al conejo, siguiéndolo a otro mundo o al fin de este mundo, esta realidad, este universo,
haciendo lo que él le pide.
Teniendo en cuenta el personaje de Donnie, a continuación se describirán seis escenas de la
película (anexo), en función de ilustrar los fenómenos desarrollados anteriormente;
fenómenos de franja, automatismo mental y alucinaciones.
En relación a los fenómenos de franja. La primera imagen, da cuenta de una escena donde
Donnie sin razón aparente comienza a tener una especie de sollozo, el cual no llega a ser un
llanto propiamente tal. Esto se da durante el tratamiento de hipnosis, generando en él este
sollozo espontáneo, que se siente ajeno del sujeto en sí. En este sentido, el fenómeno aparece
en función del síndrome de pasividad que se señalaba anteriormente, ya que es algo que
Donnie no puede controlar, y al mismo tiempo da la impresión de que al estar en un estado de
hipnosis, despierta en él esta manifestación verbal que se encuentra en el borde de la
estructura del lenguaje, pero sin embargo tiene un carácter a-significante.
En cuanto a la segunda imagen, esta muestra una escena muy relevante en relación al tema
aquí presentado. Vemos a Donnie en su cama, finalizando el film, cuando ya ocurrieron
diversos fenómenos que le eran extraños y ajenos, como risas sutiles, el sollozo mencionado,
las alucinaciones con Frank, etc. Y estalla en él una inevitable e incontrolable carcajada, muy
fuerte y duradera. Esta manifestación como fenómeno de franja, se podría relacionar con el
alarido de Schreber presentado por Lacan, que lo invade intrusivamente y se adueña de su
cuerpo, al igual que la carcajada de Donnie. Por lo tanto, podríamos decir que ambos
fenómenos están en el registro verbal, pero no alcanzan a tomar una estructura semántica,
considerándose de franja, por lo cual se establecerán en el borde del desencadenamiento de
una psicosis.

En cuanto al automatismo mental, se toman dos escenas en las cuales Donnie siguiendo a
Frank, acata sus instrucciones. La primera muestra una escena, donde el conejo le pide a
Donnie que se despierte, agarre un hacha y la entierre en una cañería de la casa. Donnie de
manera automática realiza todos estos actos, en un estado semi sonámbulo. Ahora bien, en la
segunda imagen ocurre algo similar, pero lo particular de esta escena es que no ocurre
semidormido. En su segunda cita con Gretchen (novia), van al cine, aparece Frank y le ordena
a Donnie que incendie la casa de un autor de libros de autoayuda: Jim Cunningham, acusado
después de pedofilia y de poseer pornografía infantil. Donnie sale de la sala y va a hacer lo
que el conejo le ordenó. En base a estas dos escenas, se ilustra lo descrito anteriormente sobre
los episodios de automatismo mental, vale decir, hay veces en que el sujeto realiza la acción
sin sentir dichas acciones como propias, es decir, hay algo que lo empuja a actuar.

Por último, en torno a las alucinaciones, se ilustran con dos imágenes de las alucinaciones
propias de Donnie en la película; Frank (el conejo) y los tubos de tiempo que ve salir del
pecho de él y de otras personas. Para Clérambault (1995), la alucinación sería una parte del
automatismo mental, siendo primero el automatismo mental, y luego el delirio: “El delirio de
persecución alucinatorio no deriva de la idea de persecución, la idea de persecución no crea
las alucinaciones; son las alucinaciones las que crean la idea de persecución”. Y en este
sentido, Lacan (1956) sugirió que esta clase de alucinaciones en combinación con los delirios
podrían significar que lo que persigue al sujeto es la realidad y sus elementos que ya no están
integrados en su psiquis sino que los percibe en el exterior: su mundo interior se percibe en el
exterior.
Referencias

Álvarez, J., & Estévez, F. (2001). Las Alucinaciones: Historia y Clínica. FRENIA, 65-96 .

Álvarez, J., & Colina, F. (2015). El Automatismo Mental: Seis Aspectos de Actualidad.

Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria: Automatismo mental, 7-11.

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Clérambault, G. (1995) [1925] “Psicosis a base de automatismo”. En El Automatismo

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Heuyer, G., Ajuriagerra, J., & Pigem, J. (s/f). El Síndrome de Automatismo Mental de

Clérambault y su Importancia en Psiquiatría. Enfermería Especial de la

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Lacan, J. (1955-56). El seminario: Libro 3. Las psicosis. Buenos Aires: Paidós, 1983.

Lacan, J. (1958). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis.

Escritos, 2, 513-564.

Leibson, L. (2005). Alucinaciones en la histeria y la psicosis. XII Jornadas de Investigación y

Primer Encuentro de Invetigadores en Psicología del Mercosur. Buenos Aires.

Lombardi, G. et al. (2001). La clínica del psicoanálisis. Las psicosis. Buenos Aires: Atuel.

Matilla, K. (2011). Gaëtan Gatian de Clérambault: Clérambault y la Atomización de la

Alucinación. Norte de Salud Mental, 99-106.

Mazzuca, R. et al. (1988). "Algunas cuestiones sobre la prepsicosis". En Clínica diferencial

de las psicosis. Buenos Aires: Manantial. pp. 3-14.


Mazzuca, R. (1995). “Los fenómenos llamados elementales”. En análisis de las

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Urriolagoitia, G. (2012). La Estructura de la Psicosis como Consecuencia de la Forclusión del

Nombre del Padre. Ajayu, 163-171.


Anexos

Fenómenos de franja
Automatismo mental
Alucinaciones

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