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Zwinglio y la Reforma en Suiza

SUGEL MICHELÉN | 21 JUNIO, 2010

https://www.coalicionporelevangelio.org/entradas/sugel-michelen/zwinglio-y-la-reforma-en-
suiza/

Clase de Escuela Dominical, Historia de la Reforma, del domingo 20 de Junio.

Cuando hablamos de la Reforma Protestante el primer nombre que viene a nuestras mentes suele
ser el de Martín Lutero. Pero lo cierto es que a la par de la Reforma que Lutero impulsaba en
Alemania, algo similar e independiente estaba ocurriendo en Suiza a través del ministerio de un
sacerdote llamado Ulrico Zwinglio (1484-1531).

De hecho, un año antes de que Lutero escribiera sus famosas 95 tesis, Zwinglio ya había
comenzado a emitir críticas públicas contra la iglesia; y cinco años después de las tesis de Lutero,
él escribió 67, proponiendo una reforma más exhaustiva que la de aquel. Es ese aspecto de la
historia de la Reforma que estaremos considerando en la presente lección.

NACIMIENTO Y CONVERSION

Zwinglio nació el 1 de enero de 1484, en una pequeña aldea suiza, en el seno de una familia
acomodada. Aunque contemporáneo a Lutero (nació menos de dos meses después que éste), la
obra reformadora de ambos surge independientemente la una de la otra como resultado de dos
experiencias espirituales muy distintas entre sí.

Zwinglio nunca vivió en un convento ni experimentó la profunda convicción de pecado con la que
Lutero tuvo que luchar por mucho tiempo. Mientras Lutero emerge del oscurantismo medieval,
Zwinglio recibió su educación bajo la influencia del humanismo renacentista, movimiento que ya
mencionamos en una lección anterior. Los humanistas creían que Europa se encontraba
atravesando un período de oscurantismo que sólo podía terminar volviendo a la literatura y a la
cultura de la civilización clásica. Su grito de guerra fue: “Volvamos a las fuentes”.

En 1506 recibió el título de Maestro en Artes y ese mismo año ocupa el cargo de pastor en la aldea
de Glarus, donde fungió como sacerdote durante 10 años (Lutero había entrado al monasterio un
año antes y al año siguiente, es decir en 1507, fue ordenado como sacerdote).

Para entender lo que sucedió luego, hay un dato importante que debemos conocer. En el siglo XV
Suiza era famosa por la calidad de sus mercenarios (el personaje legendario de Guillermo Tell es
una muestra de la fama que tenían los suizos como hombres de guerra; este personaje legendario
rehusó a postrarse ante el símbolo que representaba el poder de los Habsburgo, por lo que el
gobernador, Hermann Gessler le obligó a disparar una flecha sobre la cabeza de su hijo, situado a
80 pasos de distancia; Tell acertó el tiro, pero luego se rebeló, llegando a ser un símbolo en la
lucha de Suiza por su independencia).

La aldea de Glarus era una especie de campamento militar que proveía algunos de los soldados
más importantes para el ejército del papa, que en los días de Zwinglio no era otro que Julio II, un
papa reconocido por su afición a la guerra.
Zwinglio decidió unirse al ejército del papa como capellán, y así poder luchar a favor del Santo
Padre y de la Santa Madre Iglesia. Pero en 1515 se enfrentaron al gigantesco ejército del rey de
Francia, Francisco I, donde más de 10 mil suizos perdieron la vida. Ese baño de sangre tuvo un
impacto muy profundo en Zwinglio, quien a partir de ese momento comenzó a cuestionar algunas
de sus creencias.

De vuelta a su parroquia en Glarus, Zwinglio se dio cuenta que durante años había estado leyendo
los comentarios de la Biblia aprobados por la Iglesia, pero que nunca había leído la Biblia
directamente. Fue así como en 1516 compró una copia del NT griego que Erasmo de Rotterdam
acababa de publicar con la anuencia del Papa. Para nosotros hoy eso no tiene nada de particular,
pero en la época de Zwinglio era un pensamiento revolucionario, e incluso peligroso, que una
persona decidiera estudiar por sí mismo las Escrituras, puesto que la Iglesia Católica enseñaba que
el Papa era el único intérprete cualificado para interpretarla.

El entusiasmo de Zwinglio por las Escrituras fue tan grande que se dedicó a copiar casi todas las
cartas de Pablo y memorizar el NT en griego. Como dice un historiador, esto significó para
Zwinglio algo así como el viaje de Cristóbal Colón unos 20 años antes. Zwinglio “encontró en la
Biblia un nuevo mundo, un mundo que nunca había soñado” (Michael Reves; The Unquenchable
Flame; pg. 68).

Aunque Zwinglio permanecería dentro del catolicismo por unos pocos años más, a partir de ese
momento su teología comenzó a evolucionar. La pensión que recibía del papa la usaba para
comprar libros; comenzó a estudiar también el hebreo para poder leer el AT en su idioma
original. Mientras tanto, las personas que iban en procesión a Einsiedeln, donde se veneraba una
imagen negra de la virgen María, se dedicaron a esparcir su fama como predicador. Y es así como
en 1518, un año después de que Lutero escribiera sus 95 tesis, fue colocado como primer
predicador en la principal iglesia de Zúrich.

LA RUPTURA CON ROMA

Unos años antes de iniciar su ministerio en Zúrich, en 1516, Zwinglio había comenzado a criticar
públicamente las procesiones que se hacían a adorar la virgen negra. “Solamente Cristo salva –
decía Zwinglio – y salva en cualquier lugar.” A medida que avanzaba en su estudio de las
Escrituras, Zwinglio se iba acercando a ideas reformadoras muy parecidas a las de Lutero.

En 1518 atacó la venta de indulgencias; y su autoridad se había acrecentado tanto que logró que el
gobierno expulsara al que las vendía. Por otra parte, la firmeza que Lutero mostró en el debate en
Leipzig y su acción de quemar la bula papal, le animaron a continuar su ataque sistemático a toda
práctica de la Iglesia Católica que le pareciera contraria a las Escrituras.

El sábado 1 de Enero de 1519, el día de su 35 cumpleaños, anunció a los feligreses que en vez de
predicar en el orden de las lecturas bíblicas señalado por la iglesia, iba a comenzar a exponer el
evangelio de Mateo versículo por versículo. Y cuando concluyera su exposición, continuaría
haciendo lo mismo con el resto del NT.

Ese mismo año una plaga azotó la ciudad de Zúrich, llevando a Zwinglio al borde de la muerte;
estando a punto de morir, Zwinglio se dio cuenta que sólo podía poner su confianza en la
misericordia de Dios. Cuando recuperó su salud Zwinglio era un hombre cambiado, decidido a no
poner su confianza nunca más en las cosas creadas, sean los santos o los sacramentos. Él haría
todo lo que estuviera a su alcance para guiar el corazón de la gente de los ídolos a Dios.

Los problemas con la iglesia católica se agudizaron cuando Francisco I, rey de Francia y aliado del
papa, pidió a la Confederación Suiza que le enviara soldados en calidad de mercenarios para su
guerra contra Carlos V. Todos los cantones suizos accedieron a la petición, pero Zúrich se negó por
consejo de Zwinglio.

Pero la ruptura con la iglesia se produjo finalmente debido a un episodio que un historiador ha
llamado el “salchichagate”. Durante la cuaresma de 1522 algunos de los miembros de la iglesia en
Zúrich decidieron hacer una cena con salchichas en vez de peZcado, desafiando la práctica del
catolicismo. Dos semanas después Zwinglio abordó el tema directamente en un sermón que fue
publicado en abril de ese mismo año, titulado “Sobre la elección de los alimentos y la libertad de
tomarlos”, donde Zwinglio defiende la libertad del cristiano a no someterse a mandamientos de
hombres.

En agosto de ese año, 1522, Zwinglio renuncia definitivamente de la Iglesia Católica, diciendo que
esta se fundamenta en leyes humanas. A pesar de eso, algunos radicales querían que Zwinglio
fuera más rápido y decidido en sus reformas; pero él entendía que el secreto de la reforma
consistía en la transformación del corazón de los hombres con el poder del evangelio.

Ese mismo año Zwinglio publicó una de sus obras más importantes sobre el poder y la eficacia de
la Palabra de Dios. En esta obra Zwinglio comienza comentando el texto de Gn. 1:26, donde vemos
a las tres personas de la Trinidad obrando juntas en la creación del hombre a Su imagen y
semejanza. Debido a esto, dice Zwinglio, el hombre anhela secretamente la Palabra de Dios. Por
supuesto, nosotros no estamos conscientes de eso, pero ese es el deseo que está detrás de todos
nuestros anhelos: anhelamos la vida y la luz que la Palabra de Dios produce.

Zwinglio señala estas dos características de la Palabra de Dios: es una palabra que tiene un poder
vivificante y es una Palabra que ilumina. Cuando Dios habla, Su palabra tiene poder para producir
lo que Él quiere (como cuando dijo “sea la luz” al principio de la creación). Pero la Palabra de Dios
también posee claridad; con esto Zwinglio quiere decir, no sólo que es una Palabra entendible,
sino que trae consigo su propia iluminación. Nosotros sabemos que la Escritura es inspirada por
Dios, no cuando el papa lo dice, sino cuando la leemos. Si alguien lee la Escritura y no ve su
inspiración no se debe a un defecto en la Escritura, sino a un defecto en nosotros. Por lo tanto, si
queremos promover una verdadera reforma lo que debemos hacer es predicar la Palabra; ella se
encargará de hacer la obra.

Cuando el obispo de Constanza acusó a Zwinglio ante el Consejo de Gobierno, éste le permitió
seguir predicando. Se propuso entonces un debate entre el vicario del obispo y Zwinglio sobre las
doctrinas que este último predicaba. El debate se llevó a cabo en 1523. Zwinglio había escrito un
documento en el que proponía algunas de sus ideas de reforma, como paso previo al debate.
Entre los Sesenta y Siete Artículos propuestos en el documento, encontramos los siguientes:

“La Biblia es la única fuente de autoridad para la iglesia; toda tradición, todo concilio y todo
pronunciamiento papal debe ser juzgado a la luz de la Biblia.”
“Jesucristo es la sola cabeza de la Iglesia y su único sacerdote eterno; el papado no tiene autoridad
absoluta sobre la iglesia.”

“La misa no es un sacrificio; es más bien un recordatorio del sacrificio completado de Cristo en el
Calvario.”

“Las peregrinaciones y otras obras supuestamente meritorias perjudican puesto que dan
solamente una falsa seguridad de salvación.”

“Los gobernadores civiles tienen el deber de promulgar y hacer cumplir leyes que lleven a la
sociedad a conformarse con la voluntad divina.”

Luego que Zwinglio planteara y defendiera bíblicamente sus tesis en el debate, el vicario del
obispo, en vez de responder a ellas, se limitó a declarar que muy pronto un concilio universal
habría de zanjar la cuestión. Ante su negativa a probar que Zwinglio estaba equivocado, “el
Consejo declaró que… éste podía seguir predicando libremente. Esa decisión por parte del Consejo
marcó la ruptura de Zúrich con el Episcopado de Constanza, y por tanto con Roma” (Justo L.
Gonzales; Historia de la Reforma; pg. 72).

“A partir de entonces, Zwinglio, con el apoyo del Consejo, fue llevando a cabo su reforma, que
consistía en una restauración de la fe y las prácticas bíblicas. En cuanto a lo que esto quería decir,
Zwinglio difería de Lutero, pues mientras el alemán creía que debían retenerse todos los usos
tradicionales, excepto aquellos que contradijesen a la Biblia, el suizo sostenía que todo lo que no
se encontrase explícitamente en las Escrituras debía ser rechazado. Esto lo llevó, por ejemplo, a
suprimir el uso de órganos en las iglesias, pues se trataba de un instrumento que no aparecía en la
Biblia”.

“Bajo la dirección de Zwinglio, hubo rápidos cambios en Zúrich. Se empezó a ofrecer la comunión
en ambas especies. Muchos sacerdotes, monjes y monjas se casaron. Se estableció un sistema de
educación pública general, sin distinción de clases. Al mismo tiempo, predicadores y laicos
procedentes de Zúrich propagaban sus doctrinas por otros cantones suizos”.

“La Confederación Suiza, como su nombre lo indica, no era un estado centralizado, sino un
complejo mosaico de diversos estados, cada uno con su propio gobierno y sus propias leyes, que
se habían confederado con ciertos propósitos concretos, particularmente el de garantizar su
independencia. Dentro de ese mosaico, pronto algunas regiones se volvieron protestantes,
mientras otras continuaron en obediencia a Roma y su jerarquía. Esta divergencia religiosa se
sumó a otras diferencias profundas, y la guerra civil llegó a parecer inevitable” (J. L. González;
Historia Del Cristianismo: Tomo 2; pg. 61).

La guerra se desató cuando, en Octubre de 1531, los cinco cantones católicos atacaron a Zúrich
por sorpresa. Mal preparados para el combate, Zúrich envió sus primeros soldados, entre los
cuales estaba el mismo Zwinglio. En esta batalla, que se llevó a cabo en Cappel, Zúrich fue
derrotada y Zwinglio murió en combate. Dicen que al morir gritó: Ustedes pueden matar mi
cuerpo, pero no pueden matar mi alma”. “Poco más de un mes más tarde se firmaba la paz de
Cappel, por la que los protestantes se comprometían a pagar los gastos de la reciente campaña,
pero se le permitía a cada cantón decidir cuál sería su propia fe. A partir de entonces, el
protestantismo quedó establecido en varios cantones suizos, y el catolicismo en otros” (González;
pg. 62).

Cinco años después de la muerte de Zwinglio un joven francés de casi 27 años llegaba a Suiza y
llevaría la Reforma más allá de lo que probablemente el mismo Zwinglio pudo soñar. Se llamaba
Juan Calvino, pero su historia la estudiaremos en la próxima lección.

ZWINGLIO Y LUTERO
Aunque la teología de Zwinglio coincidía en muchos puntos con la de Lutero, también podemos
ver un marcado contraste entre ambos.

La Reforma de Lutero nace de un alma atormentada por sus pecados que encuentra en el mensaje
de la justificación por la fe el alivio y la paz que necesita. La Reforma de Zwinglio nace de su
estudio de las Escrituras, a la que acude como buen humanista por ser la fuente de la fe cristiana.

Por otro lado, mientras Lutero se contentaba con deshacerse de toda práctica y doctrina que
contradijera la Escritura, Zwinglio insistía en una Reforma más profunda que se deshiciera de
todas las innovaciones que habían sido añadidas con el correr de los siglos y que no se
encontraran explícitamente en la Biblia. En esto se adelantó por unas décadas al pensamiento de
los puritanos ingleses.

Pero el contraste mayor entre ambos lo encontramos en la doctrina de los sacramentos, y de


manera particular en la Cena del Señor. Mientras Zwinglio entendía los elementos materiales y la
acción física del participante como meros símbolos o señales de una realidad espiritual, Lutero
creía que juntamente con la acción externa del ser humano tenía lugar una acción interna de parte
de Dios. Este fue el escollo más difícil que encontraron ambos reformadores para la unidad de las
iglesias reformadas de Alemania y Suiza.

En 1529, a instancias del landgrave Felipe de Hesse (landgrave era un título nobiliario usado
mayormente en el Sacro Imperio Romano, comparable al de conde), se reunieron en Marburgo los
principales líderes de la reforma: Lutero y Melanchton de Wittemberg, Bucero de Estrasburgo,
Ecolampadio de Basilea, y Zwinglio de Zurich. Y aunque estuvieron de acuerdo en casi todos los
puntos doctrinales principales, la diferencia en lo que respecta a la comunión fue un obstáculo
insalvable.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este
material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y
procedencia.
EL POEMA DE ZUWINGLIO
Breviario

de Ulrico Zuinglio

Ya la sola pretensión de ofrecer un Breviario de Zuinglio supone una osadía. Pero a ella nos anima
él mismo, el Reformador suizo, que, semejante a Lutero, no solamente tañía el laúd, sino que era
un verdadero poeta. Zuinglio amaba la música, dominaba diversos instrumentos musicales. Si en
un principio detestó el órgano en el Culto, ello solamente fue en favor de que los que acudían a la
iglesia prestasen toda su atención a la Palabra de Dios, leída y predicada. Indudablemente,
abrigaba Zuinglio el mismo horror que Lutero al Canto Gregoriano de los canónigos o frailes en
aquellos agitados tiempos de la Reforma. La división entre «clero» y «pueblo» le era odiosa. En
medio del «Pueblo de Dios», el que dirige el Culto o Servicio Religioso es uno más y no un ser
especialmente consagrado.

Por eso nos parece que el ofrecer un Breviario de Zuinglio está de acuerdo con su propia
mentalidad. Además, nos conviene tener presente las palabras del Reformador sin tener que
ocuparnos por ahora de sus largas exposiciones.

Intentaremos armonizar sus cánticos con sus proverbios y oraciones, a fin de tener una cierta idea
de su sentir y su pensar, también como esposo y como amigo.

Y podría ser que un breviario, como el que pretendemos lograr, diga mucho más al lector atento
que todo lo otro, que en nuestra Antología ponemos en manos de este lector atento, que nos es
desconocido, pero ahora ya tan estimado y querido.

Oigamos ahora a Zuinglio, el hombre, el fiel cristiano, el predicador que vivió y murió por la
Palabra de Dios.

FE, ESPERANZA Y CARIDAD


La fe del corazón humano es semejante a la decisión interior que precede a lo que hacemos: Si
dicha decisión falta, los hechos pueden resultar una necedad o no serán buenos. Si la fe no
defiende el castillo y ordena cada obra, todo cuanto realicemos será obra impía y de ningún
provecho. Y es que los hombres vemos más que las obras mismas, si éstas son consecuencia de la
fidelidad y de la fe. Donde no haya fe ningún valor tienen las obras.

Creemos que después de esta vida, que más se asemeja a una cárcel y a la muerte, hay otra vida
dichosa y placentera para los santos y los creyentes, mientras que a los incrédulos y a los impíos
les espera una vida miserable y triste. Pero en uno u otro caso se trata de la eternidad.

La caridad cristiana exige ante todo que cada cual se guarde de escandalizar al prójimo, y esto a fin
de que la fe no caiga en descrédito.

Entendámoslo así: Durante estos últimos arios ha sido predicado el Evangelio con entusiasmo, lo
cual ha dado lugar a que muchos hayan mejorado sus malas costumbres y sean ahora temerosos
de Dios, mientras que otros se han vuelto peores que antes. Y son estos últimos quienes dicen mal
del Evangelio, porque se opone a su malvada opinión y malos propósitos.

Los buenos no deben consentir que se denigre el Evangelio y tienen que hacer frente a quienes
hablan mal de él. Los malos, sin embargo, vociferan, diciendo: -Ojalá no se predicase el Evangelio;
porque esto solamente conduce a disensiones y disputas entre nosotros!

EN TUS MANOS, SEÑOR...

Era el año 1529. Las provincias de Suiza fieles al Papa se aprestaban a la lucha. Zuinglio compuso el
siguiente himno que hasta hoy se canta en las iglesias evangélicas de lengua alemana:

En tus manos, Señor, toma las riendas.

Si no, en vano será nuestra carrera,

y qué gozo tendrán los enemigos

que nada quieren tener contigo.


Oh Dios, que tu nombre resplandezca

sobre el morueco, bajo tu castigo.

Despierta una vez más a tus ovejas,

que han puesto en Ti confianza y gran cariño.

Pon fin a disensiones y contiendas.

Haz ya que la fidelidad de nuevo vuelva,

que retorne y sea como nueva,

y eternamente loaremos tu grandeza.

¡DIOS Y SEÑOR, AMPÁRAME!

Cuidando a los enfermos de la peste que asoló la ciudad de Zürich en el ario 1519, el Reformador
estuvo a punto de morir. Apenas recuperado, compuso el siguiente poema:

¡Dios y Señor, ampárame,

sostenme en este trance!

Siento la muerte a la puerta...

Impídele, Cristo, la entrada;

tú, que la has vencido.

¡A Ti clamo!

A tu voluntad confío

el arrancar la flecha

que me ha herido

y que no me deja ni por una hora

serenidad y buen sentido.


Sin embargo,

si quieres que yo muera

ahora, en mis mejores días,

que así sea...

Se haga tu voluntad

y yo lo aceptaré

dócil, a tu manera.

Tu vaso soy...

Bien se quiebre o se rompa,

mi espíritu te llevarás

de nuestra tierra.

Cuida de que no haya alterado

o influido en mala forma

en las buenas costumbres

y la vida piadosa.

¡Tu consuelo, Señor, Dios, tu consuelo!

La enfermedad aumenta,

dolor y angustia

mi alma y cuerpo abordan.

Ven a mí; te lo imploro.

Tú, único consuelo,

todo Gracia,

que, sin duda, redime

a quien en ti haya puesto su esperanza.

Considera lo poco que valen

todas las cosas y el tiempo;


qué poco significan

perjuicio y provecho.

Ahora concluyó todo.

Enmudece mi lengua.

Habla tú ahora;

¡que tu palabra venga...!

Mis sentidos se agotan...

Es, pues, ya hora

de que conduzcas mi lucha con denuedo;

porque no tengo fuerzas

para enfrentarme valiente con el diablo

pronto a abatir mi poca fortaleza...

Su malevosa mano.., grave pesa.

Mi espíritu queda no obstante contigo,

permanece a tu lado inquebrantable,

pese a las asechanzas del Maligno.

¡Recobré la salud, Señor, Dios mío!

Vuelvo a vivir y pienso.

Si tú piensas lo mismo,

el fuego del pecado

no arderá en mí jamás en esta tierra:

Gloria y loor habrá en mis labios

y más que nunca en este mundo mismo.

Suceda lo que sea,

no habrá, pues, más peligro.

La sentencia de muerte ya dictada


soportaré, Señor, mejor que ahora;

frente a la vanidad del mundo

todo con gozo sobrellevaré,

con recompensa gracias a tu ayuda,

sin la cual, bien lo sé,

no hay perfección ninguna.

SUPLICA

Dicha, pena y ayuda.

La dicha al valeroso le acompaña.

¡Adelante! Mas si así no fuera,

ya es bastante que cumpla sus hazañas

de esforzada manera.

Porque ninguno muere honradamente

si no se ha consumido cual valiente.

¡Pena, pena!

¡Angustia, angustia!

¡Pecado, pecado!

Oh, Señor, guárdanos de guerras.

El día de mañana

será peor aún.

Roguemos a Dios

nos dé fe y constancia

en la lucha.

¡Oh, Señor y Dios,

tu ayuda, tu ayuda!
Como todos los Reformadores, Zuinglio creía firme-mente en la vida eterna y esperaba la venida,
el retorno de Jesucristo. En el fondo, todo cuanto él realizó lo hizo cara al Cristo que, conforme a
una fórmula confesional antigua, «vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos». De aquí estas
impresionantes palabras suyas:

Abre los ojos y los oídos

y cierra la boca

y pon la pluma a un lado,

y honra a Dios y a la verdad:

El Señor vendrá pronto;

ya está cercano.

¡Que no nos encuentre durmiendo!

Por eso, seamos activos

y honestos en todas las cosas.

Gracias a la investigación moderna psicológica ya no nos extraña que Zuinglio (también Lutero y
Ca/vino) sea parco en lo autobiográfico. Solamente en una ocasión dice, semejante a Lutero: «Yo
soy un labriego, un hombre del campo, y esto de cuerpo entero.» En sus cartas en latín dirigidas a
sus amigos se firma siempre «Doggius», o sea, «uno de Toggenburg». Lejos, pues, queda también
de Zuinglio todo «yoismo» y desde luego todo «egocentrismo». Como los otros Reformadores,
vivió el gran hombre para una causa: la Causa de Cristo, la causa de la fe en Jesucristo. Por eso
dice:

«En mi juventud puede que haya asimilado en lo referente a las ciencias puramente humanas más
que otros estudiantes de mi edad. Cuando intenté ser inicia-do a fondo en las Sagradas Escrituras,
la Filosofía, por un lado, y la Teología, por otra parte, ambas sola-mente me movían a
contradicciones y discusiones. Finalmente, aconteció lo que yo ya me imaginaba: Las Sagradas
Escrituras me enseriaron esto: Déjalo todo y aprende a conocer la voluntad de Dios conforme se
manifiesta en su sencilla Palabra. Y entonces comencé por implorar de Dios su luz, y la Sagrada
Escritura se me hizo más clara (aunque solamente la leía) que todos los comentarios a la misma y
todos los intérpretes de la Biblia.»

LA BIBLIA, PALABRA DE Dios


Por amor de Dios, poned la Biblia en el centro; si así lo hacéis, os demostraré que todo cuanto he
enseriado está escrito en la Biblia y que mi interpretación de la Palabra de Dios no es producto de
mis propios pensamientos, sino pura consecuencia de lo que la Biblia anuncia en sus más diversos
pasajes.

La Palabra de Dios es cosa segura e infalible. Es luminosa y alumbra en las tinieblas. La Biblia se
interpreta a sí misma, se abre por sí sola e ilumina el alma humana con el resplandor de toda
Gracia y salvación; le hace al alma confiar en Dios; le hace humilde y hasta tal punto que el alma se
entrega, se niega a sí misma y acepta enteramente a Dios. Y en Dios vive y no anhela otra cosa sino
vivir en Dios, y duda de la ayuda de toda otra criatura y solamente en Dios reposa.

Tú no eres ningún juez de la Palabra de Dios ni de la Ley de Dios, sino que la misma Palabra de Dios
te juzga.

¡Quiera Dios tronar y enviar granizo sobre nosotros si desfiguramos su Palabra!

Es conveniente que la Palabra de Dios encuentre oposición; porque así se manifestará cómo su
fortaleza permanece.

El Espíritu Santo no dice hoy una cosa y mañana lo contrario.

CREE SOLAMENTE

Donde hay fe, no cabe la duda.

La fe es un tesoro tan único que el hombre jamás podrá poseer fuera de ella algo que conceda más
gozo y valentía.

El que tiene fe es libre; pero quien no la tiene siem-pre será un esclavo.

Creyente es solamente el hombre que pone toda su atención en Dios, se apoya solamente en El y
única-mente en El pone su esperanza.
Cuanto menos temas a la muerte, mayor será esto señal de que posees una fe firme. La paciencia
es la joya de la fe.

LA IGLESIA Y SU MENSAJE

—¿Cuál es la Iglesia de Cristo?

—La que oye su palabra.

Escuchar atentamente la Palabra de Dios es lo único que os mostrará el camino recto.

Si el predicador juguetea y charla amistosa y sua-vemente, arruina toda justificación por la fe y


toda libertad en Cristo.

Dios no envía ángeles para que entre nosotros sean profetas, sino que quiere valerse de los
hombres.

Los profetas (predicadores) son tan necesarios como los segadores cuando llega la cosecha.

LA ORACIÓN

Si tuvierais fe ninguna cosa resulta tan grande ni difícil ni peligrosa como para dejarla y desecharla,
incluso una cosa que nos parezca imposible. Por lo tanto, confiemos en nuestra oración.

Orar no consiste en hablar mucho, sino que es ala-bar y gloriar a Dios en primer lugar y, luego,
invocar a Dios confiadamente y exponer ante El nuestras preocupaciones.

Posiblemente, darás gracias a Dios de boca y corazón y, sin duda, emplearás largas palabras para
hacerlo. Pero no es esto lo que de ti se exige. Tú y cada cual deben tener presentes la honra y
presencia de Dios y debéis desechar lo propio y entregaros a la misericordia divina. Que el alma se
entregue a la misericordia divina y en ella se justifique renovadamente para persistir en una vida
cristiana y lo que en ella va incluido.
La oración ha de ser por fe. Si caes enfermo tus intenciones son la curación. En este trance dirás:
«Señor, reconozco que Tú eres mi Creador y yo solamente tu instrumento, y sólo Tú sabes para
qué me necesitas. Sea hecha tu voluntad y conforme a ella otórgame la salud que necesito.»

EL CRISTIANO

Ser cristiano no es hablar mucho sobre Cristo, sino andar como él anduvo. Ser cristiano es la más
hermosa y preciosa nobleza en los cielos y en la tierra.

Tú eres instrumento de Dios, y El exige tu servicio y no tu inactividad.

Dios hará de ti instrumento de gloria o deshonra, según su plan. Pero El es Dios para ti y para mí.

Orad los unos por los otros. Con oración constante todo lo venceremos.

Jesucristo, que ha de volver, vino al mundo en forma tan humilde que podemos ver que está con
nosotros, es nuestro amigo, y también podemos aprender de él el sufrir y soportar toda pobreza.
¿Estás enfermo? También él lo estuvo. ¿Te duele la cabeza? La suya fue herida por una corona de
espinas. ¿Te odian? A él también le odiaron. ¿Te traicionan? A él le traicionaron también.

Si el hombre considera así a Cristo, ello le servirá de alivio y consuelo, y el camino del dolor le será
más fácil en la vida. Pero si no consideramos así a Cristo, el dolor se nos hará difícil y hasta
insoportable.

¡Sed valientes, por amor de Dios! Estad firmes en Dios reteniendo

 LUTERO Y EL CONSEJO SOBRE HUIR DE LA PESTE:

Desde su epicentro en Wuhan, China, el reciente brote de coronavirus está generando


pánico e interrumpiendo los viajes y el comercio alrededor del mundo. Al primero de
marzo, más de 3,000 personas han muerto en China y más de 95,000 han sido infectados
en 75 países, un número mayor al de la epidemia de SARS en marzo de 2003.
Los ciudadanos en Wuhan, una ciudad principal en el centro de China, comparable a
Chicago, se encuentran bajo un cierre de emergencia ordenado por el gobierno. Las
actividades públicas se han detenido, incluyendo las celebraciones para el año nuevo
chino (que comenzó el pasado 25 de enero). Los cristianos chinos, en Wuhan y en toda
China, han enfrentado decisiones difíciles en cuanto a regresar a sus hogares a visitar a
sus familiares (como millones de chinos tienen por costumbre durante las fiestas del año
lunar), huir del país o incluso seguirse reuniendo para los servicios dominicales
regulares.

Pero ¿es correcto que los seguidores de Jesús huyan de una epidemia cuando la gente
está sufriendo y muriendo?

En el siglo XVI, los cristianos alemanes le pidieron al teólogo Martín Lutero que
respondiera a esta misma pregunta.

En Italia, he redescubierto el poder de tres tipos de oración


En Italia, he redescubierto el poder de tres tipos de oración
Los Salmos de lamento se sentían hiperbólicos antes de COVID-19. Pero en medio de
13,000 muertes, mi iglesia en Roma, cerrada por el encierro obligatorio, resuena con el
lamento de David más que nunca.
RENÉ BREUEL
En 1527, menos de 200 años después de que la Peste Negra matara a casi la mitad de la
población de Europa, la plaga resurgió en el mismo pueblo de Lutero, Wittenberg, y en
ciudades aledañas. En su carta “Sobre si se debe huir de una plaga mortal”, el célebre
reformador sopesa las responsabilidades de los ciudadanos ordinarios durante el
contagio. Su consejo sirve como una guía práctica para los cristianos que enfrentan
brotes de enfermedades infecciosas en la actualidad.

En primer lugar, Lutero argumentó que cualquiera que se encuentra en un rol de servicio
a otros, tiene el compromiso vocacional de no huir. "Aquellos en el ministerio", escribió,
“deben mantenerse firmes ante el peligro de muerte”. Los enfermos y desahuciados
necesitan un buen pastor que los fortalezca, los consuele y les administre los
sacramentos. Para evitar que les sea negada la eucaristía antes de morir. Oficiales
públicos, incluyendo alcaldes y jueces, deben quedarse y mantener el orden cívico.
Servidores públicos, incluyendo médicos y policías pagados por el gobierno, deben
continuar con su labor profesional. Incluso los padres de familia y tutores tienen un
llamado vocacional hacia sus hijos.

Lutero no limitó el cuidado de los enfermos a los profesionales de la salud. En un


momento donde Wuhan enfrenta escasez de camas de hospital y personal, su consejo es
especialmente relevante. La ciudad, una de las más grandes de China con una población
de alrededor de 11 millones, está en proceso de construir rápidamente dos nuevos
hospitales para ingresar a las crecientes multitudes de pacientes con coronavirus.
Ciudadanos laicos, sin ningún entrenamiento médico, podrían encontrarse en la
situación de cuidar a los enfermos. Lutero desafía a los cristianos a ver oportunidades
para atender a los enfermos como si estuvieran cuidando a Cristo mismo (Mateo 25:41-
46). Del amar a Dios emerge la práctica del amor a nuestro prójimo.

7 Lecciones que nos da la iglesia de Singapur para cuando el coronavirus nos alcance
7 Lecciones que nos da la iglesia de Singapur para cuando el coronavirus nos alcance
Consejos de cristianos en la “Antioquía de Asia” sobre cómo su congregación puede
sobrevivir (y prosperar) en medio del brote de COVID-19.
EDRIC SNG
Sin embargo, Lutero no anima a sus lectores a exponerse a sí mismos al peligro de
manera imprudente. Su carta insiste de manera constante en dos bienes en aparente
contradicción: honrar lo sagrado de la vida propia y honrar lo sagrado de aquellos en
necesidad. Lutero deja claro que Dios brinda a los humanos la tendencia hacia la
autoprotección y confía en que ellos cuidarán de sus cuerpos (Ef. 5:29, 1 Cor. 12:21-26).
“Todos nosotros dice Lutero tenemos la responsabilidad de protegernos de este veneno
lo mejor que podamos, porque Dios nos ha mandado a cuidar de nuestro cuerpo”. Él
defiende las medidas de salud pública como las cuarentenas y la búsqueda de atención
médica cuando esté disponible. De hecho, Lutero plantea que no hacerlo, es actuar con
imprudencia. Así como Dios ha dotado de un cuerpo a los humanos, también ha
brindado las medicinas de la tierra.

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¿Y si un cristiano aun así desea huir? Lutero afirma que esto, de hecho, es una fiel
respuesta del creyente, siempre que su prójimo no esté en peligro inmediato y que deje
sustitutos para “cuidar de los enfermos en su lugar y atenderlos”. Notablemente, Lutero
también recuerda a sus lectores que la salvación es independiente de estas buenas
obras. Por último, deja la tarea a los “cristianos devotos...de tomar su propia decisión y
conclusión”, ya sea huir o quedarse durante las plagas. Confía en que llegarán a una
decisión fiel al orar y meditar en las Escrituras. La colaboración en el cuidado de los
enfermos emana de la gracia, no de la obligación.

No obstante, Lutero mismo no tenía temor. A pesar de las exhortaciones de sus colegas
universitarios, él se quedó atrás para ministrar a los enfermos y desahuciados. Instó a
sus lectores a servir a su prójimo sin temer a “un pequeño brote”.

A pesar de que los hijos de Dios enfrentan sufrimientos terrenales, aquellos que
proclaman tener fe en Cristo comparten la promesa celestial de ser libres de la
enfermedad y el sufrimiento. En una carta abierta que hace un llamado a la oración por
parte de cristianos alrededor del mundo, un pastor anónimo de Wuhan afirma: “La paz
(de Cristo) no está para quitarnos del desastre y la muerte, sino para tener paz en medio
del desastre y la muerte, porque Cristo ya venció estas cosas”. Tanto Lutero como el
pastor de Wuhan expresan la realidad del dolor, pero reconocen que la muerte y el
sufrimiento no tienen la última palabra.

Esta semana, mis abuelos en China me enviaron un mensaje diciendo que están bien,
pero que están viviendo “como ratas” en su departamento, saliendo solo cuando es
necesario. Curiosamente, en el Zodiaco chino, el 2020 es el año de la rata; el animal que
esparció pulgas portadoras de plagas a través de Europa en el siglo XIV.

Cristianos, ‘aplanemos la curva’ pero sigamos siendo una ‘religión para los enfermos’
SPEAKING OUT
Cristianos, ‘aplanemos la curva’ pero sigamos siendo una ‘religión para los enfermos’
Los médicos reflexionan teológicamente sobre tres contribuciones cristianas distintivas
a las preparaciones de COVID-19.
BREWER EBERLY, BEN FRUSH, AND EMMY YANG
Mis abuelos viven al oeste de Wuhan en la provincia de Sichuan, donde se han
confirmado más de 100 casos de coronavirus. No puedo evitar pensar en ellos y en mis
otros familiares que hoy viven en China. Con la intención de enviarles mascarillas,
sabiendo que se terminaron en muchas tiendas en Asia, mis papás y yo descubrimos
esta semana que incluso en las tiendas de Estados Unidos se han agotado.

En un ambiente de pánico por el brote, vuelvo a la carta de Lutero para buscar guía.
Como estudiante de medicina y futuro médico, tengo un claro compromiso vocacional
de cuidar a los enfermos, ya sea que tengan coronavirus, tuberculosis o influenza. Sí,
tomaré mis precauciones, por supuesto. Pero Lutero me recuerda, que ellos también
son individuos merecedores de recibir cuidados.

“¿Cuándo te vimos enfermo?” preguntaron los justos en la parábola de las ovejas y los
cabritos, a lo que Jesús respondió: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de
estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:39-40). Si el coronavirus
invade nuestras comunidades o, más bien, cuando lo haga, ¿responderemos con
fidelidad?

Emmy Yang es becario de teología, medicina y cultura en Duke Divinity School y


estudiante de medicina en la Icahn School of Medicine at Mount Sinai.

 REFORMADOR LUTERO
3 DISEAS DE MARTIN LUTERO SOBRE LA PESTE BUBONICA:
Hoy, en medio de la epidemia del Coronavirus que tiene lugar en China, es muy relevante
recordar las meditaciones de Martín Lutero sobre el comportamiento de un cristiano
frente a una plaga mortal. Unos meses antes del 10 de agosto de 1527, día en que la peste
bubónica golpeó Silesia, el Reverendo Johan Hess, líder de la Reforma en esa ciudad, envió
una carta a Wittenberg preguntando a Lutero sobre si un cristiano debería huir de una
plaga mortal. Con la presencia de la peste más mortífera de la historia tanto en Silesia
como en Wittenberg, Lutero escribe una de sus cartas más apasionantes[1].

Johan Hess, líder de la reforma en Silecia.


Johan Hess, líder de la reforma en Silecia.
La peste bubónica en Wittenberg
La peste bubónica fue la pandemia más terrible que ha experimentado la humanidad. La
misma bacteria, Yersinia pestis, causó tres grandes brotes a lo largo de la historia: la Plaga
Justiniana en la primera mitad del siglo VI, la Peste Negra en la segunda mitad del siglo
XIV, y la Tercera Pandemia en la segunda mitad del siglo XIX, y causó muchos brotes
pequeños en diferentes ciudades del mundo a lo largo de la historia. Aunque los tres
brotes cobraron la vida de muchas personas, el segundo brote fue el más mortífero: se
estima que al menos un tercio de la humanidad perdió la vida. En Europa, la plaga borró al
50% de la población solo entre 1346 y 1353.
Este grabado de 1642 a partir de un dibujo de 1564, muestra la crueldad de la peste.
Esta peste afectó directamente a Martín Lutero cuando llegó a Wittenberg en agosto
1527. Junto con Begenhagen y otros dos capellanes, Lutero se quedó en la ciudad por las
razones expuestas en su carta, oponiéndose a la orden del príncipe Elector Juan de
Sajonia. Diecisiete días después de la llegada de la peste a Witternberg, había ya 18
muertes. La esposa del alcalde, Tilo Dene, murió casi en manos de Lutero. Su propia
esposa estaba embarazada y dos mujeres más estaban enfermas en su casa. Su hijo Hans
se negó a comer por tres días. La esposa de Georg Rörer, también embarazada, enfermó y
ella y su bebé perdieron la vida. Bugenhagen y su familia se mudaron a la casa de Lutero
en busca de consuelo mutuo.
Hacia noviembre del mismo año, tiempo por el cual la peste había cobrado muchas vidas
tanto en Silesia como Wittenberg desde agosto y estaba ya a punto de acabarse en ambos
lugares, Lutero respondió al Reverendo Hess. En su carta abierta de 14 páginas titulada
Sobre si se debe huir de una plaga mortal, Martín Lutero trata las dos posiciones que
circulaban por el momento: unos decían que un cristiano no tenía razones para huir,
mientras que otros decían que sí. Esta carta fue reimpresa en muchos lugares, buscando
beneficiar a tanta gente como fuese posible en tiempos de epidemia.
Martín Lutero desarrolló su ministerio principalmente desde Wittenberg.
Martín Lutero desarrolló su ministerio principalmente desde Wittenberg.
El deber de unos con los otros
Una idea fundamental en la carta de Lutero es que es posible huir de una peste mortal en
desobediencia absoluta. Esto ocurre cuando hay un deber entre personas. En la familia, un
hijo no puede huir mientras sus padres necesitan de cuidado, ni tampoco ha de huir un
padre dejando a su esposa y a sus hijos. Un pastor debe permanecer para ministrar a sus
ovejas, tanto en lo físico como en lo espiritual. Un siervo tiene un deber para con su
maestro, y un maestro para con su siervo. También quienes tienen cargos públicos deben
permanecer para el cuidado de otros, igual que quienes trabajan en ayudar a los demás,
como los médicos.
La única excepción es que una persona provea de un reemplazo capacitado para cuidar de
aquellos para con quienes tiene un deber. Un médico puede traer a otro que cumpla sus
funciones, lo mismo que un gobernante o un pastor. Pero si no hay tal provisión, no hay
forma de huir sin que se cometa un gran pecado. Ahora, ese deber se extiende a todos
aquellos que no tienen forma de cuidarse. Lo ideal, dice Lutero, es que el gobierno de
cada ciudad tenga los medios para cuidar de su gente, pero si tal no es el caso, entonces
es importante que la gente misma se disponga para ayudar a otros en todo lo posible. Así,
si hay un hermano que no tiene quien lo cuide, será deber absoluto de la persona que sea
más cercana.
Dos versículos clave en el pensamiento de Lutero sobre este punto fueron 1 Timoteo 5:8,
“Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado
la fe y es peor que un incrédulo” y 1 Juan 3:15-17, “Todo el que aborrece a su hermano es
homicida, y vosotros sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En
esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos
poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su
hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios
en él?”
Martín Lutero quiere abordar este tema desde una perspectiva pastoral.
Martín Lutero quiere abordar este tema desde una perspectiva pastoral.
Cuando permanecer es pecaminoso
Muchos sostenían que cualquier clase de mal en el mundo venía como castigo de Dios por
los pecados, por lo que frente a una plaga solo había que esperar pacientemente la justa
retribución por la maldad. Así, huir era una muestra de gran incredulidad, y que en cambio
esperar el mal era una muestra de fe. Lutero dice que se requiere tener una fe que toma
más que leche espiritual para pensar así y esperar en paz mientras el terror está en todo
lugar, y por lo tanto no puede condenar esta forma de ver la situación.

Pero da una advertencia: hay que tener cuidado de tentar a Dios. Hay algunos que se
creen independientes y confían en que nada les va a ocurrir porque, al final, está en Dios
la decisión de traer sanidad o muerte a una persona en razón de un juicio justo. Eso es
orgulloso e irresponsable. Alguien puede ignorar la inteligencia y los medios de gracia que
Dios creó y correr directo hacia el contagio, lo cual terminará en suicidio o en la muerte de
otros que también se contagien. Lutero piensa en la comida y en el vestido como muestra
de que exponer la vida es absurdo. ¿Acaso morir de frío o de hambre no podrían
considerarse castigos de Dios? Entonces, ¿por qué evitar ese castigo al saciar el hambre y
al buscar abrigo? Comer y vestirse serían acciones de incrédulos que no confían en el
juicio de Dios.
Así, andar sin cuidado es algo pecaminoso por razón de la vida propia y la de otros. De
hecho, si alguien está lejos del virus, debe buscar mantenerse así a toda costa, evitando
cualquier contacto innecesario con otros. Si no hay razón para permanecer en un lugar en
donde la vida está expuesta, alguien es totalmente libre para huir e incluso hace bien a
otros. Por lo cual, si por razones de conciencia alguien decide quedarse, debe hacerlo sin
tentar a Dios y sin juzgar a aquellos que no hacen igual que él.
La misericordia: un “golpe al enemigo”
Lutero consideraba que, luego de analizar cuando era mandatorio permanecer o huir, hay
un golpe mortal que se le da al enemigo: la misericordia. Lutero confiaba plenamente en
las palabras del Salmo 41:1-3, “Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día del mal
el Señor lo librará. El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida, y será bienaventurado
sobre la tierra; y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. El Señor lo sostendrá en
su lecho de enfermo; en su enfermedad, restaurarás su salud.”
Siendo que el Señor iba a cuidar de la salud de aquél que pensara en el pobre y
necesitado, ¿por qué temer el ataque del enemigo en forma de una plaga? Por eso
también está el caso de decidir voluntariamente quedarse a servir a otros en medio de la
plaga, sin necesidad de que haya un deber. Ese fue el caso del mismo Lutero, quien decide
recibir en su casa a muchos para servirles y darles consuelo, incluso teniendo a su esposa
embarazada en el momento en que la peste ataca Wittenberg.
Para Lutero, era importante que sus respuestas vinieran de la Biblia.
Meditaciones urgentes en Wuhan, China
Los cristianos que viven hoy el terror de la “Neumonía de Wuhan”, apodo para el virus
Covid-19, necesitan más que nunca estas meditaciones centradas en el amor hacia los
demás y la confianza en Dios. China sufre un momento terrible en la epidemia. Hoy 11 de
febrero de 2020 se reportan por lo menos 1,018 muertes a causa del virus, superando la
cifra de mortalidad causada en el brote de SARS en 2002-2003 (650 muertos), y ya hay
43,138 personas contagiadas en la China continental. Wuhan está completamente en
cuarentena y otras grandes ciudades como Shanghái muestran calles desiertas, pues sus
habitantes están escapando del virus.
El pasado 28 de enero, Chinasource publicó una carta abierta de un pastor en Wuhan,
escrita el 23 de enero[2]. Sus palabras para los cristianos allí y para el mundo tenían un
espíritu muy similar a las de Lutero en su carta de 1527. El pastor hace énfasis una y otra
vez en el papel de los cristianos en medio de la ciudad: así como Abraham rogó a Dios por
Sodoma en Génesis 18 y Jonás predicó el evangelio en la ciudad impía de Nínive, así es
que los cristianos debían ser luz en medio de esa epidemia. Es un momento clave para
testificar de Cristo, trayendo paz sobre ella con oración y un testimonio justo.
Además, el pastor anima a los creyentes a estar fortalecidos en Cristo, sabiendo las
promesas de Romanos 8: ninguna peste ni ningún poder podrán apartarlos del amor de su
Salvador. Antes bien, la muerte será la voluntad de Dios por la cual llevará a sus hijos a su
presencia. En respuesta todos los pastores que le han escrito desde el extranjero, este
hombre les dice que tengan paz en cuanto a su bienestar, y que en cambio pongan su
mirada en Cristo.
El coronavirus se originó en China quien ha puesto la mayor parte de víctimas.
Una mirada desde fuera de China
El pastor acaba su carta con un llamado a la oración. Vale la pena citar aquí un fragmento
de ella: “Si no sientes una responsabilidad de orar, pide al Señor por un alma que ame, por
un corazón dispuesto a orar; si no estás llorando, pide al Señor por lágrimas. Porque
sabemos ciertamente que solo por la esperanza de la misericordia del Señor es que está
ciudad será salvada.”

Una observación detallada de ambas cartas nos lleva a dos conclusiones. Para aquellos
que están en medio del virus, deben aferrarse inmediatamente a Cristo y a los principios
de la Palabra de Dios sobre el amor, la compasión, la fe y la esperanza eterna. Quienes
están por fuera, deben considerar a sus hermanos y orar por todas estas cosas para ellos,
sabiendo que somos un solo cuerpo en Cristo y que, como dice el apóstol Pablo en 1
Corintios 12, si una parte del cuerpo sufre, todas las demás sufren con ella.
La ciudad de Wuhan está sufriendo uno de los peores momentos de su historia.
[1] La carta esta disponible en inglés en https://rockrohr.net/wp-
content/uploads/2014/03/Luther-WHETHER-ONE-MAY-FLEE-FROM-A-DEADLY-
PLAGUE.pdf.
[2] La carta está disponible en inglés en https://www.chinasource.org/resource-
library/chinese-church-voices/wuhan-pastor-pray-with-us.
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David Riaño
David Riaño se desempeña como docente de idiomas. Es Licenciado en Filología e Idiomas
de la Universidad Nacional de Colombia y está realizando un posgrado en la Maestría en
Estudios Literarios en la misma universidad. Ha servido por casi 10 años en ministerios de
evangelismo, liderazgo, traducción y enseñanza en la Iglesia Bautista Renacer en Bogotá,
Colombia.

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