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Maestría en Derecho
anotar que desde la Constitución Política de Colombia de 1991 se aprecia la libre competencia
como un derecho que se fundamenta en la economía social de mercado, que busca la protección
de las empresas e iniciativas privadas reconociendo el gran papel que cumple en la economía de
un país.
Ahora bien, no hay que olvidar que el Estado propende por el cumplimiento de los
reconocimiento de dicha libertad lleva inherente un límite relevante al libre ejercicio negocial
restringir, obstruir o dañar la libre competencia, por ser calificadas como anticompetitivas.
De manera que, en Colombia a los empresarios se les garantizará la plena libertad para
participar en el mercado, sin desconocer el respeto por las normas del derecho de la competencia.
(Corte Constitucional, 2017). Del mismo modo, es preciso mencionar la Ley 155 de 1959 cuyo
marco normativo regula dichas prácticas anticompetitivas, así como el Decreto 2153 de 1992,
cuyas normas igualmente se incorporan a otras de gran importancia, tales como, el Decreto 3280
cual se establecen de manera taxativa los acuerdos descritos en el artículo 47, los actos en el
artículo 48 y por supuesto, las conductas de abuso de posición dominante que se mencionan en el
artículo 50.
acuerdos en particular, ha determinado que, aunque éstos no hayan sido puestos en marcha en el
efecto, sin importar el fin de las partes, lo que resulta anticompetitivo. (Emilio José Archila
Peñalosa, 2018).
De igual forma, cabe resaltar la distinción que realiza el art. 45 del Decreto 2153 de 1992 en
su numeral primero, el cual precisa la existencia de dos clases de acuerdos, que pueden ser
expresos o tácitos y así mismo, destaca que el acuerdo puede considerarse en todas sus formas
Avanzando en nuestro razonamiento, se puede inferir que la norma claramente destaca que un
finalidades entre agentes logran ser reconocidos. Adicionalmente, es preciso mencionar que la
SIC hace mención a la colusión como aquel hecho o circunstancia de pactar en contra de un
tercero o para recibir un beneficio propio de los agentes que incurren en dicha conducta.
Para una mejor comprensión, es importante traer a colación los pronunciamientos de los
Londoño y Daniel Beltrán Castiblanco), quienes expresaron que: “(...) en la actualidad no hay
consenso en la definición de lo que significa una práctica paralela, en principio se entiende que
esta existe cuando varias empresas presentan comportamientos coincidentes (Sic) durante un
De igual modo, adicionaron que para probar que las compañías investigadas han asumido
conductas en el marco de una práctica paralela que sea considerada como un acuerdo
decir, que sus decisiones no se tomaron de forma unilateral y autónoma, sino en un entorno de
Por otra parte, cabe resaltar la postura del Consejo de Estado, el cual no ha presentado una
definición expresa sobre lo que se debe entender por un acuerdo conscientemente paralelo, aun
así, señala que constituye prueba suficiente para la configuración de una práctica
En este orden de ideas, vale la pena mencionar la existencia de dos elementos constitutivos de
los cuales no podrá imponerse sanción alguna por parte de la autoridad de competencia a los
necesidad de que se evidencie una conducta paralela por los agentes que hacen parte de un
elemento consciente.
En conclusión, resulta indispensable expresar que se deben recopilar todos los indicios
económicos, los cuales se deben considerar y analizar de forma conjunta y bajos las reglas de la
experiencia, la sana crítica, pero sin desconocer el contexto de cada mercado de manera
particular.