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Técnicas de Comunicación.

Técnicas de presentación oral

7. TÉCNICAS DE PRESENTACIÓN ORAL

7.1. INTRODUCCIÓN

7.2. LA PROYECCION FISICA


7.2.1. Actitud
7.2.2. Gestos
7.2.3. Entorno
7.2.4. Aspecto
7.2.5. Contacto visual
7.2.6. Expresión facial
7.2.7. Proxémica
7.2.8. Contacto corporal

7.3 . LOS ELEMENTOS VOCALES


7.3.1. Intensidad
7.3.2. Claridad
7.3.3. Velocidad y ritmo
7.3.4. Tono
7.3.5. Énfasis

7.4. ESTRUCTURA DE LA PRESENTACIÓN


7.4.1. Presentación/Introducción
7.4.2. Justificación/Objetivos
7.4.3. Esquema/RegIas
7.4.4. Desarrollo
7.4.5. Conclusiones/Recomendaciones
7.4.6. Preguntas
7.4.7. Despedida

7.5. LAS AYUDAS AUDIOVISUALES


7.5.1. Pizarra
7.5.2. Rotafolios
7.5.3. Diapositivas
7.5.4. Vìdeo - TV
7.5.5. Retroproyector de transparencias

7.6. ORGANIZACION Y PARTICIPACION EN REUNIONES


7.6.1. La conveniencia de convocar reuniones
7.6.2. La organización
7.6.3. La convocatoria
7.6.4. Normas generales
7.6.4.1. Para hablar
7.6.4.2. Para escuchar
7.6.4.3. Para proponer
7.6.4.4. Para discrepar
7.6.4.5. Para buscar información
7.6.4.6. Para informar
7.6.5. Comportamiento de los participantes
7.6.5.1. Los positivos
7.6.5.2. Los prudentes
7.6.5.3. Los que hablan demasiado
7.6.5.4. Los obstinados
7.6.5.5 Los mudos voluntarios
7.6.5.6. Los negativos
7.6.5.7. Los que se lo saben todo
7.6.6. Otros comportamiento
7.6.6.1. Puntos de vista antagónicos
7.6.6.2. Retrasos e impuntualidades
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7.1. INTRODUCCION

Resulta evidente que el hombre moderno necesita desenvolverse con habilidad, destreza y eficacia
en cualquier ámbito en el que tenga que expresar sus ideas, de forma verbal o escrita. Rara será la
persona que en el desarrollo de su actividad profesional no se vea obligada a dictar charlas o
conferencias de algún tipo, exponer informes orales, impartir clases, defender proyectos, presentar
ponencias o comunicaciones, o simplemente “vender” ideas.

Además de una excelente herramienta de trabajo, una buena presentación oral constituye una
importante fuente de satisfacción personal, porque ... ¿a quién no le gusta expresarse públicamente
con brillantez?... Crea que incluso puede llegar a ser tremendamente divertido.

Este sencillo manual de técnicas de presentación o comunicación oral no pretende tanto teorizar
sobre los principios filosófico-educativos inspiradores de la ciencia de la comunicación, como ayudar
a hablar de manera adecuada en cada una de las ocasiones y circunstancias en que tal
acontecimiento sea necesario, o de forma más clara, ¿cómo mejorar nuestra capacidad de
transmitir cualquier mensaje con la mayor eficacia?. Nuestra principal tarea va a consistir en
analizar los mecanismos que activan la comunicación y que, en muchos casos, están anclados más
en el sentido común y en la experiencia, que en profundos análisis o complicados experimentos.

En definitiva, lo que se pretende es que en cualquier ocasión en que debamos realizar una
presentación pública, las personas que nos escuchen, primero se interesen por lo que estamos
diciendo, y después, se enteren de lo que decimos; así que... ¡Hagamos interesante y atractivo lo
que consideremos importante!

No se debe descalificar a quien a pesar de poseer un alto conocimiento sobre una determinada
materia, no logra transmitirlo a los demás; pero en la cultura del “cambio hacia la modernización”,
cuando se nos exige hacer cada día mejor nuestro trabajo, y en donde se otorga a la buena
comunicación un papel tan importante, no basta con “decir lo que tenemos que decir”, sino que’
debemos esforzarnos en dar un paso más, asumiendo el compromiso de lograr que quien nos
escuche ... ¡se entere bien!. Piense que lo esencial no es el mensaje que Vd. emite, sino lo que los
demás perciben... ¡Ese debe ser su producto final! Asegúrese que se den los elementos mínimos
necesarios para que los otros comprendan lo que nosotros deseamos expresar. Tenga siempre
presente que todos somos “manifiestamente mejorables” y que en un mundo ávido de información,
nuestra capacidad de buenos comunicadores marcará la diferencia, al menos casi tanto, como
nuestro nivel y volumen de conocimientos.

Produce perplejidad comprobar cómo muy ilustres profesionales resultan incapaces de explicar con
claridad las cosas que “hacen a la perfección”. inexplicablemente, a veces parece que existe una
cierta “inversión” entre el nivel de conocimientos que se posee y la capacidad de transmitirlos con
claridad. Se trata de evitar que este fenómeno se produzca. De forma que, si somos tan buenos
profesionales a la hora de hacerlo... ¿por qué no lo somos también amenos a la hora de decirlo?
¿qué es lo que nos lo impide? Recuerde que no se trata solo de “tener algo importante que decir”,
sino de decirlo bien, de forma clara y comprensible. Si hay algo que el público no perdona, es el
aburrimiento...

Tenga en cuenta que no se trata tanto de “que quede bonito” como de transmitirlo con efectividad”,
de forma que lo que digamos se entienda (y retenga) sin dificultad ni esfuerzo aparente por parte de
quienes nos escuchan. La habilidad de quien comunica consiste en poner a los destinatarios de la
exposición en condiciones de aceptarla o cumplirla, tanto por la convicción del presentador, por la
destreza en la exposición y por la coherencia o razonamiento del mensaje, como por la autoridad
moral o científica de quien ¡o emite. Para que esto sea posible, además de cuidar ¡a calidad del
contenido de dicho mensaje, también es preciso controlar algunos otros aspectos o “factores
condicionantes” de nuestro éxito tales como: el ámbito, los canales de comunicación y los códigos de
señales, previniendo así las naturales reacciones del auditorio.

La buena comunicación no es solamente un asunto de inteligencia, cultura y aptitud, sino


principalmente de “destreza y habilidad” para transformar adecuadamente ¡as ideas en palabras o
imágenes. Para comunicar con eficacia no hace falta hablar “a ¡a perfección”, ni tener gran facilidad
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de palabra. No se trata de que Vd. sea un artista hablando, sino que asimile y practique de forma
casi inconsciente una serie de técnicas que le ayudarán sin duda a comunicarse mejor cuando tenga
que hacer alguna presentación o exposición oral. Comunicar bien es cuestión de preparación,
práctica y ensayo consciente. ¡Los oradores no nacen, se hacen!. Estas notas tienen como objetivo
aportar los conocimientos teóricos imprescindibles y sugerir el uso de una serie de sencillos (pero
poderosos y eficaces) consejos prácticos necesarios para lograr que todo el mundo (incluso las
personas peor dotadas para la oratoria) aprenda a transmitir eficazmente sus ideas a través del
lenguaje hablado, sobre la base de que la presentación leída no es (en la mayoría de los casos, y
salvo excepciones) la forma de hablar más correcta, y teniendo la seguridad de que: el temor a
hablar en público... ¡se puede evitar!. Tenga desde el principio bien presente que nuestro principal
objetivo no es otro que:

¡Descubrir el buen comunicador que Vd. lleva dentro!

Para ello debe Vd. saber que los elementos que integran y determinan el proceso de la
comunicación, cualquiera que sea la naturaleza de ésta, son los siguientes:

 Emisor. La persona que habla o escribe.

 Receptores o destinatarios. Las personas que escuchan o leen.

 Mensaje. Las ideas que el emisor transmite a los receptores o destinatarios.

 Código. El sistema de señales utilizado por el emisor a fin de que los receptores puedan
entender sin dificultad el mensaje.

 Canal. El medio a través del cual el mensaje del emisor llega a los receptores o
destinatarios.

 Contexto. El ámbito físico en el que tiene lugar la comunicación.

Una vez descritos estos elementos, se puede afirmar que una buena comunicación oral supone: que
un emisor, empleando correctamente unas técnicas de expresión adecuadas, transmite un mensaje
claro, preciso y ordenado a un grupo de receptores o destinatarios que, sin esfuerzo especial,
captan fácilmente el contenido del mensaje, gracias a un contexto favorable, una acertada utilización
de un código común comprensible, y al correcto funcionamiento de un adecuado canal a través del
cual se ha deslizado y ha llegado de forma fluida y nítida el mensaje (sin “ruidos”, ni distorsiones) a
sus destinatarios.

Los apuntes que tiene Vd. en sus manos, y que tratan sobre las Técnicas de Presentación y
Participación Oral se organizan en los siguientes cinco capítulos:

1. La proyección física.

2. Los elementos vocales.

3. La estructura de la presentación oral.

4. Las ayudas audiovisuales.

5. Organización y participación en reuniones.

7.2. LA PROYECCIÓN FÍSICA

A través de una proyección física adecuada, se trata de facilitar la comunicación efectiva,


disponiendo favorablemente a los receptores, quienes en estas condiciones y con esta actitud,
estarán en su mayoría más atentos al código de señales que envíe el emisor y mantendrán
perfectamente abiertos los canales a través de los cuales discurrirá el mensaje.
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El lenguaje hablado por sí solo no da sentido completo a lo que una persona dice, porque ¡a
comunicación no verbal puede complementar, reforzar, sustituir, acentuar o incluso contradecir lo que
decimos. Ya sabe Vd. que hablamos a intervalos, nos comunicamos verbalmente de forma
intermitente... Pero siempre estamos emitiendo mensajes no verbales con nuestras actitudes,
expresiones faciales y todo cuanto nos rodea. Tenga presente que es imposible no comunicarse,
porque nuestro cerebro funciona como un ordenador que siempre está conectado y procesando
todos los estímulos que le llegan del exterior. Dentro de un contexto determinado, nuestras posturas,
gestos, ademanes, miradas furtivas o pequeños movimientos, el aspecto físico, el atuendo o el
peinado constituyen mensajes que no pasan en absoluto inadvertidos para los asistentes a nuestras
presentaciones, y por los que (de forma justa o injusta) se nos juzgara.

El lenguaje no verbal posee fuertes connotaciones culturales y sociales, y es bien sabido que la
comunicación interpersonal funciona a dos niveles: (de contenido, “lo que decimos”, y
de relación “cómo lo decimos”). Pero como quiera que el sentido y la significación de la comunicación
se configuran esencialmente a partir del nivel relacional, las señales no verbales producen un
impacto sobre el auditorio mucho más acusado que los orales; e incluso cuando son contradictorios
entre sí, la gente confía más en el mensaje no verbal;

Los elementos claves de la proyección física que vamos a comentar (en donde han sido incluidos
todos los mensajes no verbales) son los siguientes:

7.2.1. Actitud

7.2.2. Gestos

7.2.3. Entorno

7.2.4. Aspecto

7.2.5. Contacto visual

7.2.6. Expresión facial

7.2.7. Proxémica

7.2.8. Contacto corporal

7.2.1. Actitud

Para empezar... ¡Intente ser puntual a la cita!. Cinco o diez minutos de antelación le permitirán
demostrar su interés por el acto y poner de manifiesto la actitud de respeto que le merece el
auditorio.

¡La puntualidad es la primera expresión de la personalidad del presentador!

Además, podrá familiarizarse con el entorno, examinar todo con el debido tiempo, preparar el
escenario que más convenga a sus propósitos (suprimiendo cualquier motivo de distracción ajeno a
sus intereses), comprobar que los medios de ayuda audiovisual que va a utilizar se encuentran en
óptimas condiciones de funcionamiento (con un poco de suerte, hasta podamos hacer un pequeño
ensayo para verificar la visualidad y la sonoridad, que se ve y se oye sin dificultad desde cualquier
lugar) en la sala en que desarrollará su presentación, que los rotuladores escriben, que disponemos
de borrador para la pizarra y que hay papel suficiente en el rotafolios, que disponemos de un puntero
o cualquier otro instrumento para señalar, que podemos oscurecer la sala, y hasta modificar la
ubicación del mobiliario.

Una vez que haya quedado todo impecablemente revisado y preparado, no es indispensable que Vd.
permanezca en la sala, pudiendo abandonarla si lo desea hasta que falten pocos minutos para la
hora prevista de comienzo. Justo antes de comenzar, intente disponer de unos instantes para estar
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solo y tranquilo. Si no hay otra manera...¡vaya al servicio! Concéntrese allí durante unos pocos
minutos y preséntese de nuevo en la sala.

Como las sorpresas son muy perjudiciales para la moral, en el caso de que el auditorio está formado
por personas desconocidas para Vd., provéase de suficiente información acerca del público
asistente. Procure asistir a la cita sabiendo bien qué es lo que se desea o se espera de Vd. No
solamente le interesa saber cuales son sus rasgos profesionales, sociales o políticos, sino
principalmente todo lo relativo a: ¿cual es su nivel de conocimientos sobre el tema que Vd. va a
desarrollar?, ¿cual es su actitud o posicionamiento? ¿qué se supone que Vd. les va a enseñar,
demostrar o proponer?, y sobre todo, ¿qué hará que le escuchen y reaccionen ante sus palabras.
Como quiera que conocer sus necesidades y deseos es fundamental para su éxito, solicite esta
información a quien pueda proporcionársela, y en el peor de los casos, durante los minutos previos a
la exposición, trate de obtener algún dato que le pueda ser de utilidad durante el discurso. Su
resultado final dependerá de hasta qué punto ha sido Vd. capaz de satisfacer las expectativas tanto
del organizador, como del público asistente.

Ser puntuales también puede servirnos para establecer una primera relación informal con parte del
auditorio. Así que, antes de iniciar formalmente su presentación y si le queda un poco de tiempo.
¡Intente hablar con algunos de los asistentes!... acostúmbrese a estar entre el auditorio, pero tenga
mucho cuidado con los comentarios hechos “fuera de micrófono”. Aproveche la ocasión y trate de
memorizar rápidamente sus nombres o procedencia. Este “as en la manga” le puede servir de ayuda
más tarde. No se imagina lo que impresiona a un auditorio compuesto por personas en teoría
desconocidas para el presentador, que se dirija a algunas de ellas por sus nombre o haga referencia
a sus puestos de trabajo o a sus experiencias.

No desatienda ninguna de estas cuestiones, porque sabiendo a qué clase de auditorio se va a dirigir,
muchos o algunos de sus nombres, su nivel medio de conocimientos, sus preocupaciones, sus
características socioprofesionales, intereses e inquietudes sincronizará rápidamente con el auditorio
y logrará alcanzar un estado de confianza y armonía que facilitará la comunicación. En definitiva, es
importante que Vd. sepa: ¿quién espera qué cosa de Vd.?, porque de este modo se sentirá más
seguro, orientará más atinadamente el mensaje y (siempre que esté bien preparado) disminuirá su
lógica tensión inicial (fruto de una natural incertidumbre), al tener más claro lo que tiene que decir.., o
no decir.

El buen ordor siempre tiene deseos de comunicar, y como las “ganas” de transmitir generan afectos
(son contagiosas), procure Vd. mantener de forma permanente una actitud de activo interés (es muy
importante demostrar que el otro nos interesa) y entusiasmo controlado. Tenga fe en lo que está
diciendo con la vitalidad propia de un ser vivo, porque ese íntimo convencimiento propiciará una
buena comunicación con los receptores. Pero no finja en exceso, absténgase de “hacer teatro”, ni
trate de hacer imitaciones. Por el contrario, actúe con naturalidad, huyendo de la afectación y
conservando su peculiar estilo.

Desprenda entusiasmo y energía, transmitiendo con fuerza su mensaje. Explote su singularidad, no


merece la pena que se esfuerce inútilmente en parecerse a otra persona. Manifiéstese con
naturalidad. ¡Intente ser Vd. mismo! ¿No cree que le resultará así más mucho más fácil? ¡Pues eso
(y no otra cosa) es lo que se espera de Vd.!

7.2.2. Gestos

El gesto es la expresión externa que apoya y ayuda a comprender ¡a idea que se transmite por la
palabra. Y por lo general, la expresión corporal es más espontánea y, por lo tanto, más “honrada” y
cercana a la realidad que las palabras pronunciadas al mismo tiempo. Como los gestos transmiten
significados aún de manera inconsciente, controle su gestualidad, ya que existe una base biológica
innata para las señales no verbales, que pueden provocar respuestas emotivas de gran potencia. Por
lo tanto, realice con cuidado sus primeros gestos o movimientos. ¡Tienen un impacto tremendo!
Pero nuestra propia educación y forma de ser nos ayudarán. No gesticule de forma innecesariamente
exagerada, ni haga movimientos bruscos, ande tranquilo y muévase de forma pausada, aunque no
exenta de decisión y seguridad. Tenga presente que todo el mundo está pendiente de Vd.
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Antes de que se le oiga ... ¡Se le ve!

Aún sin pronunciar una palabra, Vd. puede causar impresiones de simpatía, indiferencia, desagrado
e incluso rechazo por un simple movimiento de los brazos, de la cabeza o de cualquier parte de su
cuerpo. Haga un esfuerzo de autocontrol, no se “descomponga” realizando gestos extraños o
adoptando posturas inconvenientes que pueden ser mal interpretados. Coordine bien sus
movimientos y tenga en cuenta que aunque Vd. los realice de forma inconsciente pueden producir
desagradables efectos o cuando menos, ser motivo de distracciones innecesarias para el auditorio.

Una de las señales no verbales más poderosas es ¡a que se realiza con las manos, por lo que resulta
especialmente delicado su uso inadecuado, recurrente o permanente. ¿Qué hacer con ellas? Le
debemos advertir que salvo en tránsito (por breves instantes), no las debe meter en los bolsillos
(¿está Vd. incapacitado para moverlas?), no debe jugar con los botones de su chaqueta (¡ no sea
maniático!), ni con las monedas o las llaves de su coche (¿es que le gusta el “ruidito”?), no se las
debe frotar permanentemente (¿se le enfrían con los nervios?), no se las debe acercar a la boca (j no
sea niño!), no se debe poner con los brazos en jarras (¿está desafiando al auditorio?), ni cruzar los
brazos delante del cuerpo (¿de qué peligro se intenta proteger? o ¿qué tensión o inseguridad le está
afectando?), no cierre con fuerza los puños (¿qué le está irritando?). Piense por el contrario, que un
hábil uso de las manos, incluso de su cabeza o de sus hombros, puede suplir muchas deficiencias de
las palabras.

No lo olvide: todos los gestos, especialmente los que haga con las manos, le tienen que servir para
reforzar sus argumentos y deben constituir valiosísimos aliados que le ayudarán en todo momento a
aumentar su expresividad, dando más claridad a su exposición y más contundencia a sus
argumentos. Por ejemplo, se afirma que poner la palma de la mano hacia arriba denota franqueza;
mientras que hacia abajo denota autoridad.

¡Use las manos para apoyar sus explicaciones, no para debilitarlas!

Observe con atención a su auditorio, porque permanentemente le estará enviando señales


no verbales, que Vd. debe entender para saber “traducir” a través de ellas qué efecto está causando
su presentación entre los receptores del mensaje. Sepa que, por ejemplo, el gesto de cubrirse la
boca mientras que está Vd. hablando suele traducirse como que están pensando que oyen una
verdad a medias; si apoyan la cabeza en la mano, tradúzcalo como una señal de aburrimiento; y si
es la mano la que se lleva a la mejilla (con el índice hacia arriba) expresará interés y atención
sincera.

7.2.3. Entorno

Familiarícese con cuando le va a rodear y haga una valoración de sus ventajas e inconvenientes,
corrigiendo en su favor todo lo que pueda. Dé un buen “vistazo” al entorno que le rodea, porque será
conveniente eliminar cualquier motivo de distracción para el auditorio.., si no quiere que su trabajo
pase inadvertido. ¡Controle la luminosidad del local! Borre bien la pizarra o vuelva las hojas del
rotafolios si están escritas con textos que no correspondan a su exposición, suprimiendo notas,
carteles, avisos, esquemas de otras charlas o cualquier cosa que no corresponda a su discurso y
rivalice con Vd. en la atención de los receptores de su mensaje. En su lugar debe crear su propia
“tramoya” con todo aquello que convenga a sus intereses, favoreciendo que se concentre toda la
atención del auditorio en lo que Vd. va a decir: ¡En su mensaje!

Para su representación . . - ¡Utilice su propio escenario!

Mentalícese que Vd. está actuando y en que hay una cierta dosis de “teatralidad” en toda
presentación. Tenga en cuenta que todo lo que le rodea, e incluso su posición o situación respecto
del auditorio también va a influir en su comunicación. Por lo tanto (si está en su mano eliminar las
barreras físicas) existentes, disponga a su gusto y conveniencia el “escenario” en el que va a actuar.
Cuide la distribución del mobiliario o los enseres de la sala en la que va a hacer su presentación,
procurando evitar el excesivo distanciamiento, los ángulos oblicuos y la altura inapropiada (se trata
de que a Vd. sea visto.., pero no exhibido en una peana).
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7.2.4. Aspecto

Ahora otra recomendación: ¡tenga cuidado con su modo de vestir y su arreglo personal! ... porque
no se trata de centrar la atención del auditorio sobre Vd., sino sobre su mensaje. ¡No sea Vd. mismo
un motivo de distracción!. Por lo tanto, preséntese bien aseado, vístase con esmero y elegante
discreción de forma que no desentone del estilo predominante entre los asistentes. Utilice ropa
cómoda y discreta (preferentemente en tonos lisos), sin accesorios brillantes o llamativos. Y como
sabernos que nos gusta la gente que se nos parece, si la reunión es formal... vista formalmente; y si
no lo es... no lo haga. Sea consciente de que si utiliza un atuendo que llame excesivamente la
atencion... su mensaje pasará totalmente inadvertido en “beneficio” de su persona. Así que recuerde
que:

Lo que Vd. debe enseñar... ¡No es su vestuario, ni su bisutería, ni su anatomía, sino su


mensaje!

7.2.5. Contacto visual

Procure mantener un contacto visual permanente con el auditorio, porque tiene un enorme efecto
comunicativo y hará posible que se mantenga abierto uno de los principales canales de
comunicación. ¡Es muy importante! No le han convocado (o está en el uso de la palabra) para hablar
solo con el techo, la pantalla, el suelo, las paredes... o la señora del vestido rojo de la tercera fila. Se
trata de dirigir el discurso directamente a todos los asistentes. Distribuya con “equidad” y
generosidad su mirada a los ojos de todos y cada una de las personas que le están escuchando (no
utilice gafas con cristales oscuros o “de espejo” porque nadie sabrá si le está mirando... o si tiene los
ojos cerrados). Todos los asistentes desean sentirse (sin obstáculos) directos receptores o
destinatarios de su mensaje. La gente que se siente “mirada”.., se siente “implicada”. Pero, ¡cuidado!
tenemos que pasear” nuestra mirada (no dejarla “sentada”), así que evitemos que se prolongue más
de 10 segundos sobre una misma persona, porque en algunas situaciones le podemos producir
incomodidad e incluso malestar. Tenga cuidado de dirigir su mirada a la audiencia de forma
“imparcial”, sin favorecer a unas zonas más que a otras. No olvide a quienes se encuentran en los
extremos del fondo.

¡Utilice la técnica de la ametralladora, para ir barriendo a todo el auditorio con las “balas de su
mirada”!. ¡Sea generoso! ¿Tanto le cuesta mirar a todo el mundo?

Así que recuérdelo bien, porque ¡es muy importante!: salvo que sea absolutamente necesario ¡No dé
nunca la espalda al auditorio! Porque si lo hace, estará Vd. cortando de forma innecesaria los
canales de su comunicación con los receptores del mensaje. Sin buenas vías de acceso, el mensaje
no llegará a su destino.., y Vd. tampoco podrá obtener información sobre las reacciones de su
auditorio.

Debe mirar de manera sencilla y natural, sin utilizar miradas despectivas, insolentes, fijas o frías.
Trate de evitar también las miradas furtivas hacia las ventanas o echar un vistazo al reloj de pared o
de pulsera, porque producirá un efecto negativo en el auditorio. Por supuesto que debe controlar el
tiempo y echar una mirada al reloj, pero hágalo sin que nadie se dé cuenta. Dispone de muchas
oportunidades para hacerlo con discreción.

Y si hay alguien o algo que le desestabiliza y puede llegar a hacerle perder la necesaria
concentración, durante un rato, no mire en esa dirección. Impida que pueda apartarle de su discurso
o de su línea argumental.

7.2.6. Expresión facial

A través de los cambios en los ojos, las cejas o la boca se puede llegar a conocer el estado
emocional de quien habla; y en su consecuencia, el auditorio puede responder positiva o
negativamente a las expresiones faciales del orador. Por este motivo, mantenga en todo momento
una expresión facial amable y distendida, natural y espontánea. Intente ser cortés, amable, educado
y simpático (no gracioso); inspirará confianza e incluso comprensión, y le ayudará a sintonizar con la
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mayoría de los asistentes. Sonría con moderación y siempre que el momento sea el adecuado; de
este modo creará una impresión favorable y ofrecerá además su aspecto más atractivo. Equilibre o
adecue su expresión con la situación: cuando el tema sea grave o importante, manténgase sereno...
¡evite una representación excesivamente dramática!; y cuando se trate de un tema divertido sonría
sin temor.., pero, no se ponga a dar sonoras carcajadas.

7.2.7.Proxémica (posición o espacio zonal)

¿Cómo movernos y donde colocarnos? Tenga claro desde el principio que comunicar con eficacia
requiere un esfuerzo físico notable. Siempre que le sea posible no permanezca cómodamente
sentado. Por el contrario, debe Vd. permanecer de pié (constituye una muestra más de respeto hacia
el auditorio), moviéndose dinámicamente (ayuda a descargar el exceso de tensión nerviosa), pero no
de un lado para otro (como un tigre enjaulado) o con balanceos que puedan resultar pesados, sino
con tranquilidad y naturalidad no exentas de entusiasmo, aprovechando toda la expresividad de su
cuerpo para reforzar sus argumentos o hacer aún más claras sus ideas. Tenga el convencimiento de
que la “entrega sincera”, el generoso esfuerzo y todo el empeño que Vd. ponga en esta tarea será
muy bien apreciado por el auditorio.

Sitúese en un lugar donde, además de ser visible y audible para todo el mundo, pueda Vd. controlar
sus ayudas audiovisuales. Observe las reglas que se refieren a los espacios zonales y (como hacen
los toreros) respete los territorios ajenos. La distancia personal es el espacio dentro del cual una
persona no tolera o rechaza la presencia de otra. De modo que en general, es recomendable
establecer la mayor proximidad física que pueda con los receptores del mensaje, porque eso
favorecerá la comunicación. A menor distancia... mejor comunicación... Pero ¡cuidado!, no invada en
ningún momento la zona “íntima” (distancia inferior a 50 centímetros) de sus interlocutores, porque
este espacio está reservado para la pareja, hijos e íntimos amigos. Asegúrese (mediante algún
ensayo) que no será rechazado si entra en la zona “personal” (entre 50 centímetros y un metro), que
es la distancia que separa a las personas en una reunión social o en el trabajo. Muévase
habitualmente dentro de la zona “social” (entre uno y tres metros), que habitualmente nos separa de
personas poco conocidas. Y reserve la zona “pública” (superior a tres metros) para presentaciones
muy formales con personas desconocidas.

7.2.8. Contacto corporal

Entre las técnicas sociales de la comunicación, tampoco carece de importancia la comunicación táctil
o corporal que en alguna ocasión puede establecerse entre el presentador y el auditorio. Las
variadas formas de estrechar la mano (de forma enérgica o
flácida) , poner una mano en el hombro o tocar un brazo, pueden apoyar... o arruinar su
presentación. ¡Ándese con ojo! Utilice el contacto corporal con extremada delicadeza y siempre que
tenga la suficiente confianza o esté bien seguro de obtener una respuesta claramente positiva por
parte de la persona “tocada”, sabiendo que el contacto corporal es peor tolerado entre sexos
diferentes y distintas edades; y que los defectos físicos añaden un plus de distancia.

7.3. LOS ELEMENTOS VOCALES

Los sonidos son el medio de comunicación que empleamos con mayor frecuencia. Entre todos los
códigos o sistemas de señales que Vd. debe utilizar, ninguno va a ser tan importante (ni frecuente)
como su propia voz, así que procure que al auditorio le resulte agradable. Preste atención a este
aspecto de la comunicación, porque de no hacerlo, corre el riesgo de arruinar su presentación.

Entre los elementos o aspectos vocales concretos que deben ser tenidos en cuenta en cualquier
presentación oral, deben distinguirse al menos los siguientes:

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7.3.1. Intensidad o volumen

7.3.2. Claridad

7.3.3. Velocidad y ritmo

7.3.4. Tono

7.3.5. Énfasis

7.3.1. Intensidad o volumen

La intensidad se refiere a una propiedad de la voz que depende de la mayor o menor amplitud de las
ondas sonoras. Para empezar, vaya bien oxigenado y tenga bien presente que la primera condición
exigible a cualquier exposición es una mínima intensidad o volumen: procure... ¡Que se oiga bien!.
Se trata así de romper la natural inercia de quienes le escuchan que, en el caso de no oírle bien,
tenderán a dirigir su atención hacia “zonas de comodidad”; es decir, hacía sus propios problemas o
pensamientos. Por lo tanto, haga un esfuerzo y proyecte su voz hablando a un volumen algo más
elevado que cuando mantiene una conversación normal, adaptando este volumen a las
características acústicas de la sala, al número y la disposición de los receptores del mensaje, a la
utilización o no de megafonía, al nivel de ruido ambiental o a cualquier otro aspecto relevante a este
fin.

Verifique cuanto antes que, al volumen de voz que va a utilizar, todo el mundo puede oírle sin
ninguna dificultad. Si puede hacerlo, emplee algunos segundos en comprobarlo. No tenga ningún
temor, ¡pregúntelo de forma directa!

7.3.2. Claridad

Pero la condición del volumen, a pesar de ser necesaria, no es suficiente, ya que la segunda
condición es...¡Que se entienda bien!.

Hablar con claridad y nitidez significa expresarse al alcance de una persona de cultura media,
utilizando conceptos y palabras corrientes y accesibles a la mayoría. Debe Vd. hacer uso de palabras
e ideas elementales. No trate de buscar el lucimiento personal hablando como el más refinado
miembro de la Real Academia de la Lengua, o utilizando el críptico lenguaje de un “científico
profundo”. Tenga la humildad de expresarse de forma comprensible. Controle su vanidad y siempre
que ello sea posible, sírvase de un vocabulario coloquial para contar ¡o que desea exponer. No hable
como a Vd. le gustaría escribir un ensayo, sino como más convenga en ese momento, a fin de
cumplir el principal objetivo: ¡ser entendido por todos los que escuchan!. No haga como algunas
personas que esconden su incompetencia como comunicadores detrás de un lenguaje falsamente
culto o artificiosamente científico.

¡Se trata de ser entendido!... No de ser admirado.

Debe cuidar no sólo que el volumen o la intensidad de sus palabras guarden una estrecha relación
con las características del local y con la distancia que le separa de los receptores, sino que además
debe “verificar” cuanto antes que todo el mundo puede entenderle sin dificultad. Recuerde que no se
trata sólo de una cuestión de volumen, así que: ¡esfuércese
también en articular a la perfección todas las palabras!. Procure hablar despacio y mantenga la
cabeza erguida; pronuncie con nitidez todas las palabras abriendo bien la boca y moviendo los labios
con la suficiente energía. Si fuera necesario, ¡caliente previamente los
músculos de su boca!

¡Vocalice bien todas las consonantes!

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Como Vd. necesita saber rápidamente si su mensaje está siendo entendido con la suficiente nitidez y
claridad, ¡escuche a los que le están escuchando!. Pero hágalo asumiendo su propia
responsabilidad, sin culpabilizar a los oyentes. No diga nunca: ¿Están Vds. entendiendo lo que
quiero decir?; sino: ¿Me estoy yo explicando con ¡a suficiente claridad?

7.3.3. Velocidad y ritmo

Con frecuencia, la velocidad expresa el estado de ánimo del presentador y sirve para mantener la
atención, pero tenga presente que una velocidad inadecuada constituye un obstáculo para la buena
dicción. A pesar de que hay personas que son capaces de pronunciar absolutamente todas las
consonantes y hablar a toda velocidad, no será fácil para Vd., ni cómodo para quien le oye. Utilice
con habilidad los silencios. No se canse, ni fatigue a los que desean escucharle hablando con
excesiva rapidez. Si no pueden seguirle, a pesar de sus buenos deseos.., le dejarán continuar solo.
Permita que el auditorio descanse, no se acelere.., porque no se trata de batir ningún record, ni de
establecer marcas en ninguna competición deportiva.

¡Vaya al ritmo que convenga a la mayoría del auditorio!, porque de este modo podrá hacerse
entender con mayor nitidez.

Si bien se puede hablar deprisa cuando el contenido es fácil o conocido por los receptores, hay que
hacerlo más despacio cuando las ideas son complejas o cuando se razona algún argumento. Por
tanto, no corra, porque: ¿Verdad que cuando Vd. escucha una lengua extranjera (de la que posee un
conocimiento limitado) puede ser capaz de entender mejor lo que le están diciendo si le hablan
despacio?... Pues, piense en ello cuando se esté dirigiendo a un auditorio que supuestamente tiene
una idea limitada sobre los conceptos, principios o procedimientos que Vd. manejará a lo largo de su
discurso. Por favor, ¡hágase entender sin dificultad!

7.3.4. Tono

El tono se refiere a la inflexión de la voz y al modo particular de decir las cosas, según la intención o
el estado de ánimo de quien lo dice. Preste atención y evite los sermoneos o dar “tonillo” <un tono
monótono, desagradable o irónico) a su discurso. Recuerde que el tono es el elemento sonoro
dinámico a través del cual se descubre el sentimiento íntimo del emisor, y que la comunicación
interpersonal se produce siempre a dos niveles: 1) el nivel de contenido formal, y 2) el nivel de
relación emocional. Pues bien, debe saber que casi siempre el plano emocional condiciona al plano
formal, y que, con elevada frecuencia, sus palabras van a ofrecer menos información que su tono de
voz.

Tenga en cuenta que siempre existe un “paralenguaje” (el cómo se dice) asociado a las expresiones
verbales. Por ello, ha de procurar encontrar en todo momento el tono adecuado, conciliando lo que
diga con lo que realmente siente. Procure que no le traicione el tono y se desvele que realmente no
“siente” lo que está diciendo. Como la sinceridad es un valor cada vez más escaso, consiga un valor
añadido para su exposición siendo (y pareciendo) más sincero.

7.3.5. Énfasis

El énfasis también es una forma de paralenguaje y se refiere a la fuerza de expresión cambiante


con la que se desea realzar la importancia de algo que se dice. Recuerde que cuando se desea
destacar alguna cosa fundamental y llamar la atención de los oyentes, debe modificarse el volumen,
la velocidad y/o el tono, dando mayor sentido y expresividad a aquellas palabras o frases que Vd.
considere más importantes. Eso es hablar con énfasis, mientras que el “sonsonete” es la forma más
segura de aburrir (e incluso dormir) al público. Pero tampoco intente “destacar” todas las ideas, ya
que así solo logrará que no destaque ninguna... Piense que el énfasis oral equivale al subrayado en
un escrito; de modo que:

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Técnicas de Comunicación. Técnicas de presentación oral

¡Ponga énfasis sólo en las frases que subrayaría si las escribiera!

Como a todos nos resulta difícil o incómodo aprender cosas nuevas y nos resistimos a los cambios,
siempre tratamos de refugiarnos en lo ya conocido.., salvo que algo nos parezca especialmente
interesante, atractivo o bien presentado. De forma que si hace todo cuanto anteriormente se le
recomienda, el fruto de su preparación, su seguridad y su serenidad será una expresión verbal de
correcta intensidad, nítida claridad, adecuado ritmo, tono creíble y énfasis oportuno (agradable tanto
al oído, como a la razón) con lo que su mensaje será escuchado, entendido, comprendido, respetado
y probablemente... hasta compartido.

7.4. ESTRUCTURA DE LA PRESENTACION

Aunque siga Vd. al pie de la letra todo lo que en este manual se le recomienda, no entrará en
posesión de la magia de poder transformar un trabajo vulgar o una idea mediocre en una obra
maestra o genial, porque ese no es su objetivo. Sin embargo, estos apuntes sí pueden ayudarle a
organizar la presentación oral de su trabajo, proyecto o discurso de tal manera que se extraiga de
ellos, el mayor rendimiento posible.

En principio debe saber que su mensaje será más efectivo y se alcanzarán mejor los objetivos de la
comunicación, siempre que su exposición oral quede estructurada de conformidad con la siguiente
secuencia:

7.4.1. Presentación/lntroducción

7.4.2. Justificación/Objetivos

7.4.3. Esquema/Reglas

7.4.4. Desarrollo

7.4.5. Conclusiones/Recomendaciones finales

7.4.6. Preguntas

7.4.7. Despedida

Veamos a continuación lo que en cada una de estas fases, en que debe Vd. dividir su discurso,
resulta recomendable tener bien presente:

Es la hora en punto. Ha llegado el momento de que Vd. tome la palabra. Ahora procure controlar sus
nervios, pero no se obsesione con esta cuestión. ¿Piensa que sólo le ocurre a
Vd.? ¡Pues está muy equivocado.., porque nos pasa a todos!. No olvide que un poco de tensión
mantiene la necesaria energía y el dinamismo que requiere la exposición oral. ¡Por favor!: tenga
plena confianza en sí mismo; se ha preparado la exposición adecuadamente; sabe bien lo que tiene
que decir porque domina el tema; y ha practicado las técnicas de presentación oral. ¿Por qué dudar
precisamente ahora de su éxito? No tenga ningún temor... ya sabe que el 99% de las cosas que nos
preocupan, no suceden nunca.

Recuerde que aunque todas las miradas estén puestas en Vd., la mayor parte de las personas
estarán más interesados en sí mismas. Y si las cosas no salen a la perfección o como Vd. había
previsto, su disgusto será mucho mayor que el de ellas, ya que es poco probable que Vd. constituya
en centro de su universo... De manera que, mantenga la serenidad y no pierda el control; no tenga
“vergüenza” (en el sentido infantil del término), ni se ponga histérico, pensando que se va a poner
nervioso! Pregúntese a sí mismo de qué tiene miedo o qué es lo peor que podría sucederle si
realizara una torpe presentación. ¿Piensa de verdad que sería tan grave? o ¿tiene tanto sentido del
ridículo?

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El miedo a hablar en público es absolutamente normal, porque sentimos ansiedad ante cualquier
actividad cuyo resultado sea incierto; de manera que piense que la sensación de nerviosismo es
algo absolutamente natural (e incluso hasta conveniente). A todas las personas que tengan un
mínimo sentido de la responsabilidad les sucederá siempre lo mismo, por muy avezados oradores
que sean. Con independencia de la experiencia, todo el mundo admite su nerviosismo antes de “salir
al escenario” Se trata de una lógica consecuencia derivada de la importancia que Vd. concede al
acontecimiento; y esa sensación puede llegar a ser un estado hasta biológicamente deseable o
recomendable, ya que estimula la creatividad y mantiene el cerebro “alerta y despierto”. Los nervios
ayudan... y si no los sentimos... el riesgo de fracasar es sin duda mayor. La tensión significa hallarse
en un estado de alerta que puede ser beneficioso. Recuerde lo que les pasa a los equipos de
baloncesto: en cuanto que los jugadores bajan la tensión..., pierden el partido.

El miedo que el auditorio percibe es siempre menor que el que siente el presentador.
Afortunadamente además, los nervios son “invisibles”. Y al menos que nosotros mismos los
declaremos mediante una torpe confesión pública de nuestro estado de ánimo o hagamos algo que
los delaten claramente, lo más probable es que nadie se dé cuenta, y pasen absolutamente
desapercibidos. Tenga presente que el día en que no ‘sienta” ningún tipo de temor cuando se dirija a
un auditorio, puede que haya llegado el momento de preguntarse si debe dejar de hacer
presentaciones.

7.4.1. Presentación/introducción

Al iniciarse el acto, el público asistente desea contemplar bien al orador. Siente una natural
curiosidad y quiere saber cómo es Vd., como viste y qué aspecto tiene. No conviene privarle de un
espectáculo que nos cuesta tan poco. Por lo tanto... no se esconda. Como es una reacción natural y
humana que Vd. cree una imagen inicial antes de que empiece su presentación, permita que esa
curiosidad sea satisfecha y que la primera impresión se vaya serenando. Tómeselo con calma y
tranquilidad, ¡Déjese ver bien, no sea tímido!. Mire con calma y seguridad a los asistentes, Incluso
póngaselo fácil: dé un paso hacia adelante y

¡Preséntese con las luces bien encendidas!

Lo habitual será que sea Vd. presentado por la persona que le ha invitado al acto o que dirija la
reunión, pero si no fuera así, ¡no se preocupe!. Hacer la presentación personalmente también tiene
sus ventajas: ayuda a “romper el hielo” con el auditorio; se le informa sólo de aquello que realmente
interesa al orador que se sepa sobre sí mismo; estimula la confianza y la cordialidad; y hace posible
que las primeras palabras sean siempre fáciles de pronunciar.

No se precipite, ni arranque a hablar antes de que el público esté bien dispuesto a escucharle. Deje
que terminen de hacer con tranquilidad sus últimos “ruiditos”; así que, sin prisa, delicadamente pero
con firmeza procure ir imponiendo un silencio absoluto en la sala antes de empezar su exposición. Si
lo juzga conveniente puede solicitar permiso para empezar, pero... ¡Dese un poco de importancia!
¡Domine la situación! Cuente mentalmente hasta tres... salude al auditorio con cordialidad, sin usar
fórmulas vacías (del tipo: “respetable público” o estimado público”), e inicie su presentación con
entusiasmo, evitando empezar a hablar sin energía o con vaguedades. ¿No se supone que es Vd.
como un coche de Fórmula Uno?, pues: ¡arranque como un profesional altamente cualificado y de
contrastada experiencia!

Empiece por lo más fácil: ¿hay alguien que no sepa decir a la perfección algo sobre sí mismo? Como
verá, no puede tratarse de nada más cómodo para Vd., ya que sólo tiene que responder a las
siguientes sencillas preguntas: ¿Cómo se llama? ¿A qué se dedica? ¿Cual es su experiencia
profesional? y ¿Qué tiene que decir sobre el tema concreto que ha venido a presentar?

Omita hacer cualquier comentario obvio o trivial sobre los valores de la puntualidad; tampoco haga
referencias o exprese su contrariedad por la ausencia de alguna/s persona/s; ni haga confidencias
públicas con alguno de los presentes (que a la mayoría de los asistentes no les interesan). Y ahora,
¡mucho cuidado!, no empiece Vd. pidiendo disculpas sobre algo que aún no ha salido mal o
haciéndose perdonar pecados que aún no ha cometido, con expresiones tales como que: “es la
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primera vez que habla en público...”, que “está muy nervioso... , que no está seguro de explicarlo
bien...”, que “no está seguro si el tema les va a interesar o no...” o que “no ha tenido tiempo de
preparar la exposición...”. No haga perceptibles sus propias vacilaciones, dudas o temores al
auditorio; por el contrario, actúe de forma resuelta, decidida y segura.

¡Dé la impresión de que va a hablar un avezado y competente profesional!

Y mientras que pronuncia sus primeras palabras, no esconda el cuerpo detrás de ningún objeto o del
mobiliario ¿qué es lo que teme?; no rehuya la mirada o se lleve los dedos a la boca ¿es que va a
decir una mentira?; no lea nada ¿no es capaz de decir ni siquiera su nombre sin que tenga que
leerlo?; no hable en voz baja ¿es que le pasa algo a su voz?; no acelere la velocidad de su discurso
¿tiene mucha prisa por terminar?; ni se haga acompañar todavía de ningún medio audiovisual.
Porque si lo hace así, pondrá públicamente de manifiesto que ¡está inseguro!, y que parece que lo
que realmente desea es... pasar desapercibido y que no le vean, ni le oigan, ni se enteren de lo que
Vd. va a decir...

Haga su presentación a cuerpo limpio y en medio del “ruedo”. ¡Sea torero! y diga claramente y con
seguridad quien es Vd., de donde viene y por qué razón está en condiciones de realizar una
adecuada exposición sobre el tema en cuestión, Intente dejar claro desde el principio que Vd. es una
persona suficientemente capacitada para hablar sobre el tema para el que le ha sido concedida la
palabra, en razón de sus responsabilidades, trabajos, estudios, experiencias o conocimientos.

La mayoría de los auditorios prefieren mantener una relación afable e informal con el presentador.
Está bien, ¡plantéela así!, pero sin arrogarse excesivas familiaridades, porque cuanta más cortesía y
educación demuestre hacia los receptores de su mensaje, más respeto obtendrá de ellos.

7.4.2. Justificación/Objetivos

Ya se ha presentado... Todo está preparado. Se mantiene el silencio en la sala. El auditorio está


pendiente de las primeras palabras de su discurso propiamente dicho. Las luces pueden bajar su
intensidad e incluso apagarse si resulta conveniente para usar con mayor nitidez algún medio visual.
Pero, ahora es cuando Vd. empieza de verdad a emitir su mensaje a los receptores!. De manera que
tenga bien claro como va a comenzar su charla y

¡No desaproveche los 30 primeros segundos!

...Porque ese es el tiempo medio de duración de la atención en las personas y tal vez no disponga de
tanta expectación en ningún otro momento de su discurso. ¡Atención, es importante! ¡No deje
escapar esta (tal vez su única> oportunidad! El mensaje que Vd. emita durante esos 30 primeros
segundos puede marcar el éxito o el fracaso de su intervención. Como las primeras impresiones son
a menudo las más duraderas y condicionan las futuras relaciones con los demás, durante esos 30
segundos... hable como los ángeles, explicando sin demoras la causa de su presencia en el acto y el
objetivo o el mensaje principal de su discurso; porque comunicar sin objetivos claros y explícitos es
como viajar sin un lugar de destino, o como decía Séneca: “ no existen vientos favorables para
aquellos que no saben donde van.”

Explique de forma breve y clara cual es el propósito principal de su discurso. El trasunto de lo


primero que digamos debe ser: ¡ Oigan! ¡Escúchenme, lo que voy a decir tiene interés para
ustedes! Con suavidad vaya comprometiendo al auditorio con sus propios objetivos, teniendo muy
claro que lo que debemos perseguir en estos momentos iniciales es captar la atención, al menos,
despertar la curiosidad del auditorio.

Se afirma que las personas forman el 90 % de su opinión sobre un orador durante el primer minuto;
transcurrido ese tiempo, la mayoría del auditorio tendrá ya un juicio sobre Vd. Y si no ha
aprovechado adecuadamente su tiempo, si no ha conseguido establecer una corriente positiva con
su auditorio, habrá roto el primer puente por donde debería transitar su mensaje; después le será
muy difícil “levantar” su intervención. ¡Porque la primera impresión es la que vale...!
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7.4.3. Esquema/Reglas

Los oyentes y Vd. van a permanecer juntos durante un rato. ¿A quien no le gusta saber por qué
caminos conceptuales o empíricos va a transitar y qué cosas va a descubrir?. ¿Quién no lee el
programa de mano cuando asiste a un concierto, para documentarse mejor acerca de lo que va
escuchar?. Facilite Vd. las cosas a los presentes, explicando no sólo lo que va a decir, sino también
cuanto tiempo le llevará decirlo, y qué medios audiovisuales empleará. Utilice un esquema o índice
sencillo y claro para explicar las principales ideas que va a exponer y los lugares conceptuales que
va a visitar. Si en los viajes en coche se aconseja hacer uso de los planos de carreteras, en las
presentaciones... utilice también un “cuaderno de ruta”.

Marque cuanto antes las “reglas del juego” respecto de las preguntas, las interrupciones, el
tratamiento, los apuntes o la documentación que va a ser distribuida, las prácticas que van a ser
realizadas o cualquier otra singularidad de su presentación. Se trata de que todo el mundo sepa de
antemano cuando y cómo puede o debe intervenir, si convendrá o no tomar notas, o cualquier otra
incidencia relacionada con su discurso. Conceda la palabra cuando así lo soliciten los receptores de
su mensaje, pero cuidando que por este motivo no le interrumpan continuamente o con excesiva
frecuencia, ya que corre Vd. el peligro de que le rompan el hilo de su discurso. Primero finalice la
idea que estaba desarrollando (que se supone que interesa a todos); y después ceda la palabra al
interlocutor que se la ha pedido (para aclarar un tema que supuestamente le interesa a él).

7.4.4. Desarrollo

Después de haber introducido el tema, céntrese en él y diga cuanto tenga que decir para desarrollar
adecuadamente su mensaje a lo largo de un discurso donde deben reinar el orden, la convicción y la
seguridad. No se olvide de nada... expóngalo sin que decaiga su entusiasmo, recurriendo a todas las
facultades humanas (moviendo ¡os sentimientos del auditorio desde el tono reflexivo hasta el humor,
y desde el sentimiento hasta la razón), y hablando como si estuviera charlando con el auditorio.

Pronuncie su discurso sin memorizar y sin leer. ¡Por favor! convénzase de la conveniencia de no leer
nada. Así como nunca aprenderá a nadar si no se suelta del borde de la piscina,
nunca llegará a ser un buen presentador hasta que no confíe en que puede hablar sin necesidad de
leer o consultar permanentemente las notas de su discurso. Piense además, que lo que
habitualmente se escribe está hecho para ser leído... pero no para ser dicho. Haga la prueba. Intente
leer en voz alta una noticia cualquiera del periódico ¿no le suena raro? ¿verdad que Vd. no habla
habitualmente así? Y aunque no hay regla sin excepción, suele afirmarse que la peor conferencia
hablada es preferible a la mejor de las escritas.

Domine a la perfección la materia sobre la que se ha de basar su presentación, pero no se aprenda


nada de memoria. ¿Se imagina lo que sucedería si de repente... se le olvidara una sola palabra? ¡El
desastre, tan temido! Por lo tanto, improvise (no repentice) teniendo las ideas muy claras y
expresándolas con naturalidad y con sus propias palabras. ¡Animo! Hay que tener confianza en la
propia capacidad de recordar y comprobará que cuanto más seguro esté de sí mismo y más interés
ponga, menos esfuerzo le costará retener las ideas.

¡No le faltarán palabras, si le sobran ideas!

Tenga en todo momento presente que su compromiso no debe limitarse a “decir lo que debe decir”,
sino... ¿cómo debo decirlo para que todo el mundo lo entienda? Por consiguiente, intente crear el
clima más favorable a la comunicación que le sea posible. Esfuércese en captar la atención del
público y despertar su curiosidad, utilizando cualquier argumento sobre lo más insólito, interesante,
emocionante, dramático o divertido de su tema. Permítase alguna licencia y haga uso de todas las
ayudas que puedan serle de utilidad: recurra a anécdotas o experiencias propias, objetos, refranes,
humor, citas o frases célebres, efectos ópticos o acústicos, o cualesquiera otras cosas que
provoquen o que llamen la atención del auditorio. Cree asociaciones de ideas. Cuéntelo con
manzanas o con proverbios chinos. Pero, ¡sea imaginativo y hágalo ameno! ... Cualquier cosa le
servirá (trate de inventar imágenes exageradas e incluso haga uso de objetos -cuantos más sentidos
puedan aplicarse, mejor-), siempre que tenga la suficiente habilidad para “alimentar” con ella la
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Técnicas de Comunicación. Técnicas de presentación oral

natural voracidad de los receptores. Comen de todo... con tal de que sea original, esté bien
presentado y tenga interés por su “contenido”.

¡Utilice sus anzuelos!

Venda ideas. Intente explicar por qué razón el argumento de lo que va a exponer tiene interés para el
auditorio. ¿Qué ventajas van a obtener quienes le presten atención?

¿En qué medida se verán recompensados aquellos que ¡e dediquen su atención y su tiempo? Ha de
lograr la máxima atención del auditorio, anticipando que lo que va a decir a continuación: tiene el
mayor interés, es un tema muy novedoso o está de rabiosa actualidad. Destaque todo lo que pueda
los aspectos positivos de su discurso, íntimamente convencido de que está promocionando un
buen producto o defendiendo una buena idea, porque eso facilitará extraordinariamente la
comunicación.

Los ejes de interés de los acontecimientos son directamente proporcionales a ¡a circunstancia de que
éstos sean: inhabituales, imprevisibles, no finalizados, de un entorno próximo, personalizados
(individualizados) y creíbles. Pues bien, explote estos conocimientos en su favor, planteando temas
que posean estas características.

¡Pinte cuadros!

Establezca comparaciones y presente ejemplos de forma que se facilite ¡a comprensión de las ideas.
Tenga en cuenta que un concepto o un mensaje se recuerda en la medida en que se pueden
visualizar las palabras que lo describen, así que ¡hable con imágenes!. Cualquier anécdota,
metáfora, parábola o situación imaginaria puede servir. ¡Póngalas a su servicio! ¡Cójalas! y
establezca comparaciones. Las analogías son tan abundantes como larga sea su imaginación, y
estarán al alcance de su mano, siempre que la ocasión sea propicia y lo permita el argumento de su
discurso, cuidando de no confundir al auditorio, ni recurrir a obviedades o frases hechas que puedan
banalizar las ideas que se exponen.

Exponga la sección principal o el cuerpo básico del discurso, cuidando de colocar una idea después
de otra de forma ordenada, según una secuencia lógica que facilite su comprensión. Encadene con
fluidez unas ideas con otras, porque solo aprendemos sobre la base de lo que ya sabemos.
Desarrolle los temas “echando aceite” (no arena) en el engranaje de su exposición; y marque
claramente las transiciones para diferenciar bien los distintos apartados. Intente que las relaciones
entre las ideas sean lógicas (destacando primero la idea principal y desarrollando luego las ideas
secundarias), con un orden significativo tal que el receptor no se vea obligado a realizar un esfuerzo
adicional a fin de reordenarlas u organizarlas en su cerebro. Procure no perderse en ideas
subordinadas, innecesarias, superfluas o irrelevantes que pueden llevarle muy lejos de su argumento
principal confundiendo al auditorio. No se meta en terrenos pantanosos de donde después le será
muy difícil salir... Y si se pierde, vuelva cuanto antes al guión de su película.

Dé las ideas bien masticadas... ¡Se digieren mejor!

Utilice la técnica de la “lupa” o de las aproximaciones sucesivas de forma coherente. Pase de los
conceptos más simples a los más complejos; de los genéricos a lo específicos; de los generales a los
particulares. ¿Verdad que Vd. no entra en el dormitorio de su casa antes de abrir el portal de su
finca...? Vaya “abriendo una a una las puertas” de su discurso en un orden lógico, utilizando frases
cortas, como si fueran llaves sencillas ...

Entretanto, piense que después del esfuerzo que ha realizado para lograr captar la atención del
auditorio durante la introducción y la exposición de los objetivos, no puede ahora perderla bajando la
“guardia”. Por el contrario,

¡Debe conservarla! Porque la atención no se la van a regalar, sino que hay que merecerla cada
minuto.

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Técnicas de Comunicación. Técnicas de presentación oral

Dé tiempo a los asistentes para asimilar los conceptos aportados. Evite que se cansen o se pierdan
en medio de su discurso. De vez en cuando haga una pausa, recapitule mediante resúmenes
intermedios, utilizando un sumarizador y consultando el esquema o índice inicial. Una repetición
realizada con habilidad y en el momento adecuado será de gran ayuda para que se comprenda y
retenga lo anteriormente expuesto. No tema repetir, dé una visión general de los puntos
fundamentales de su exposición, utilizando un sintetizador que le permitirá dar una idea global de
cómo se relacionan entre sí todas las ideas que componen su discurso. Asegúrese de que los
oyentes han conseguido captar plenamente su mensaje. La mayoría de los asistentes se lo
agradecerá: tanto los que han comprendido bien de lo que Vd. ha dicho, porque podrán tomarse un
respiro; como los que no, porque podrán enterarse ahora de lo que anteriormente les había pasado
desapercibido.

¡Deje respirar al auditorio!

Haga un buen uso de las pausas y utilice cortos silencios durante la charla. Pueden servirle para
añadir energía y consistencia a lo que acaba de decir; marcar el final de algún argumento y
comprobar qué reacción ha producido en el público; crear expectación acerca
de algo que va a decir a continuación; o dar tiempo para reflexionar sobre lo que se acaba de decir.
No intente “llenar” las pausas con sonidos (“ahhh”, “ummm”, “ehhh”). Las pausas ni son tan largas
como les parece a los presentadores, ni son percibidas tan negativamente por los receptores cuando
están bien “administradas”.

¡No tenga miedo a los “silencios controlados”!

Actúe siempre con la máxima franqueza y de antemano, ponga las cartas boca arriba, descubriendo
las objeciones negativas que se le puedan hacer a sus argumentos, porque cuanto más honrado
parezca, más credibilidad tendrá entre la audiencia. ¡Adelántese a las preguntas! Exponga las
debilidades y servidumbres que puedan contenerse en su exposición, antes de que en el coloquio, en
la discusión o en el turno de preguntas las saque a la luz alguno de los presentes, dejándole a Vd. en
evidencia con cuestiones tales como: ¿no se ha dado Vd. cuenta de que se ha pasado por alto el
hecho de que...? o ¿por qué no lo ha hecho Vd. de esta otra manera que parece más lógica o
razonable...?.

¡Sea honrado y precavido!

Controle al auditorio. Mantenga una suave disciplina (mano de hierro en guante de seda),
fortaleciendo el código de señales con aquellos sectores o elementos del público que parezcan
desentenderse de su exposición. No les llame públicamente la atención (no son niños), sólo
esfuércese en dedicarles el discurso casi en exclusiva durante unos momentos. ¡Que ellos “noten”
que Vd. está en esos momentos especialmente interesado en reestablecer la comunicación perdida!

¡Reaccionarán positivamente a sus mensajes!

Como Vd. es un ser humano (no una máquina) puede ocurrir que su mente se quede bloqueada
durante unos segundos o que tenga alguna ausencia repentina”. No se agarrote, ni se quede callado
esperando que le vuelva la inspiración.., todos tenemos un tope de pérdida (o de errores tolerados);
así que procure reaccionar con la mayor naturalidad, e
incluso haga alguna broma de ello, ¡explótelo en su favor!, añadiendo un punto de alivio a la tensión
general.

Esta “debilidad” le hará parecer más humano (a todos nos puede suceder, y de hecho nos sucede de
vez en cuando). Haga frente a esta circunstancia con la mayor naturalidad, recurriendo a una “frase
preparada”, que recuerde que lo “perfecto” no funciona.

Adapte su mensaje al auditorio. Evite impresionar mediante el uso de un lenguaje atildado, refinado y
grandilocuente; por el contrario, emplee fórmulas naturales, sin afectación; aproxímese más a la
forma normal de hablar, que al lenguaje escrito. Porque a diferencia de cuando escribirnos, cuando
hablamos no se nos exige la perfección semántica; así que cuando se “atasque”, ¡no se detenga!,
siga adelante, y salga rápidamente del paso. Olvídese de la palabra “exacta”, de la idea precisa” o la
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Técnicas de Comunicación. Técnicas de presentación oral

frase “adecuada” y utilice cualquier otra palabra coloquial, frase o idea alternativa con la que logre
hacerse entender.

Pero como tampoco parece que el silencio sea muy rentable, cuando tenga alguna “laguna” procure
no permanecer callado, y durante unos 15 ó 20 segundos divague utilizando adverbios largos o
expresiones ambiguas tales como: ... “evidentemente, parece entonces desprenderse de lo dicho,
que no hay muchas dudas acerca de la conveniencia de que deben tenerse también obviamente, en
cuenta algunos otros aspectos, claramente más o menos relevantes, según el punto de vista que se
adopte o la perspectiva en la que nos posicionemos” ... a fin de “ganar tiempo”, mientras que pone su
cerebro a trabajar para recuperar el hilo del discurso, encontrar la palabra o hallar la idea exacta que
acaba de perder.

7.4.5. Conclusiones/Recomendaciones finales

Como Vd. ya ha debido exponer (con el detalle que haya sido necesario) todos sus argumentos o sus
explicaciones, puede ahora mandar que se enciendan las luces, (si así lo desea o si ya no va a hacer
uso de ningún medio audiovisual). Haga ahora una transición un poco más larga. Y pregúntese:
sobre todo lo que Vd. ha dicho con anterioridad... ¿Qué podría destacar? Recuerde la técnica
empleada en los telediarios <primero se dice lo que se va a decir; luego se dice; y finalmente se dice
lo que se ha dicho...). Haga un resumen o una síntesis de lo expuesto, poniendo especial énfasis en
remarcar las conclusiones finales.

No olvide que después de haber conservado la atención del auditorio durante el desarrollo del
discurso, ¡Debe ahora convencer! Piense que las últimas palabras serán las que se recuerden
durante más tiempo y que la importancia de un buen final, solo es superada por la importancia de un
buen principio. Se trata de que Vd. exponga con brevedad y contundencia las conclusiones
principales que pueden extraerse de su discurso. Por lo tanto, haga un resumen de los puntos más
importantes que se han tratado durante su disertación.

Una vez expuestas las conclusiones, ¿Conviene además proponer o recomendar al auditorio alguna
decisión o acción concreta? Diga lo que quiere que se haga o que se piense. ¡Este es el momento de
“sacar al pez del agua”! ... con contundencia, para que no se escape. Solo falta un último tirón y el
objetivo se habrá alcanzado...

¡Proponga lo que desea!

¡Utilice una frase ingeniosa o vigorosa para terminar su discurso!. Procure no ir bajando poco a poco
el pulso de su voz o perderse en frases subordinadas, que hacen interminable el discurso e
impacientan a los presentes. Finalice su exposición como hacen algunos compositores. Deje bien
claro que ha terminado su exposición. ¡Que se “note” que acaba Vd. de poner el punto final!

Probablemente el defecto más extendido entre los presentadores sea el no ceñirse al tiempo
establecido, y no hay nada que incomode más a los que escuchan que pase el tiempo previsto, y Vd.
siga y siga hablando más allá de lo que anunció que iba así hablar. Así que:
cuando tema que va a sobrepasar la duración prevista es preferible que suprima una de las partes
centrales del discurso, pero nunca el principio o el final.

¡Atento al reloj!. No se obsesione con “llenar” todo el tiempo disponible. Si con anterioridad su
discurso ha sido claro e interesante puede permitirse además adornarse con el bonito broche de la
brevedad. No tiene por qué consumir todo el tiempo, ni prolongar su exposición ni un minuto más de
la hora establecida. ¡Que nadie tenga que consultar la hora! Si quieren más.., ya se lo pondrán de
manifiesto durante el turno de preguntas, de momento ...

¡Deje “hambriento” al auditorio!

No le querernos engañar, la tarea (al principio) no es fácil y a pesar de los ensayos, el límite lo
pondrá su propia capacidad. Pero ya sabe lo que debe hacer: en primer lugar tiene Vd. que “dar la
talla”...; después, ha de “mantener el tipo” (no baje el listón)..; y sí lo consigue...
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¡Enhorabuena por su éxito!

7.4.6. Preguntas

Ya ha terminado su exposición. Y como no es aconsejable que el acto finalice a oscuras, ordene que
se enciendan todas las luces (si no lo hubiera hecho con anterioridad, en el momento de presentar
sus conclusiones). Solicite ahora el punto de vista y la participación del auditorio, para lo cual
conviene que conozca Vd. los diferentes tipos de preguntas que existen, y que recuerde cómo deben
ser tratadas las preguntas y qué recomendaciones debe seguir en esta parte de la presentación.

Debemos saber que existen preguntas abiertas y cerradas. A las primeras, que tienden a centrarse
en los sucesos, procesos, significados o motivos, y que generalmente se nos formularán empezando
por palabras tales como ¿Qué opina Vd. sobre...? ¿Cómo se debe hace para...? o ¿Por qué razón...?
no debemos responder con excesiva brevedad, ya que se espera que nos extendamos un rato en la
respuesta. Conviene que se nos formulen en los primeros momentos para iniciar la conversación y
animar el debate. Por el contrario, las respuestas cerradas, que se utilizan para recabar información
de forma muy rápida mediante preguntas tales como ¿Cuando? ¿Donde? o ¿Quien?, pueden y
deben ser respondidas con una respuesta corta. Este tipo de preguntas son las más apropiadas para
cerrar el turno de preguntas

Las preguntas además de poner de manifiesto el grado de interés que hemos logrado despertar entre
el auditorio, constituyen una parte esencial de la comunicación, ya que gracias a ellas se puede
obtener información nueva o ampliada, verificar y clarificar la existente.

A no ser que tenga Vd. una poderosísima razón para hacerlo, evite poner en evidencia a sus
interlocutores, absteniéndose de reformular preguntas directas o dando por supuesto que las
personas que forman el auditorio son unos ignorantes, sólo porque no conocen (o no recuerdan)
ciertos datos, cifras o experiencias de las que Vd. está al cabo de la calle. ¡No dude de la inteligencia
del auditorio! Adopte un comportamiento que favorezca la empatía, asumiendo actitudes de
tolerancia y comprensión. No abuse de la autoridad moral que le concede poder otorgar y quitar en
uso de la palabra (salvo cuando intenten hablar varias personas a la vez o se suscite una agria o
violenta discusión entre el auditorio).

Tampoco divida innecesariamente al auditorio en grupos de intereses antagónicos. Tenga especial


cuidado con determinados temas de naturaleza política, deportiva, racial, religiosa o de profundo
arraigo popular. No caiga en la tentación de improvisar sobre la marcha chistes fáciles que puedan
ridiculizar o despreciar las creencias, las convicciones, conocimientos o las costumbres de muchas
personas. ¡No se arriesgue a contar un chiste de chinos donde haya orientales! Está bien que trate
Vd. de ser ingenioso, pero no se haga el “gracioso

Procure parafrasear los contenidos de las preguntas ... ¿lo que Vd. quiere decir es que... ?,
proporcionando a su interlocutor señales inequívocas de que ha escuchado con interés la pregunta,
mientras gana tiempo para organizar mentalmente la respuesta. Pregunte sin temor para ampliar ¡a
pregunta. Después, intente también proyectar las consecuencias, demostrando al interlocutor que se
ha dado cuenta de hacia donde apunta el contenido de su pregunta ... ¿de modo que eso nos podría
servir para ...? Y finalmente deje que su interlocutor se exprese con entera libertad, haciéndole llegar
(por medio del lenguaje no verbal) su interés por seguir escuchando sus dudas o razonamientos.

Recuerde además, que existen otros muchos obstáculos en el proceso de la comunicación, tales
como: despreciar a su interlocutor; el hecho de no dirigir la mirada; las expresiones faciales y
corporales inadecuadas; el tono monótono o sin inflexiones; dar excesivas explicaciones que
agotan el tiempo disponible e impiden la participación; usar ironías, sarcasmos o veladas
acusaciones; prescindir del mensaje no verbal (cruzar los brazos o poner cara de fastidio);
interrumpir la pregunta antes de que se finalice; e ignorar los mensajes o argumentos del interlocutor.

Piense que por el contrarío, son técnicas facilitadoras de la comunicación: conceder la palabra
nombrando a la persona; adoptar una postura abierta a las nuevas ideas o enfoques; las miradas
dirigidas al interlocutor mientras está formulando la pregunta; la proximidad física; los gestos de
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atención e interés (la concentración o el asentimiento a lo que se está argumentando); aceptar los
sentimientos (no necesariamente las razones) del interlocutor; el tono de respuesta más conciliador y
cordial que el de la pregunta; decir siempre la verdad (a nadie le gusta que le cuenten mentiras);
estimular la exposición de diferentes puntos de vista (preguntar para ampliar); tomar conciencia del
problema que se le plantea (busque lo que desean decirle, más que lo que le dicen); usar
expresiones positivas de forma cordial, respondiendo de forma activa y empática (repita lo que le
dicen para demostrar que lo ha entendido); cuidar el lenguaje no verbal, poniendo de manifiesto su
interés a través del tono de voz y del lenguaje corporal (use mensajes no verbales de aliento); y tratar
de llegar a un acuerdo común con el interlocutor.

A pesar de ello, siempre se le formularán cuestiones difíciles de contestar y que requieren de un


“tratamiento especial”. En estos casos, es especialmente recomendable recurrir a algunos “trucos”
que le permitan responder “airosamente”. Estos recursos pueden ser: repetir la pregunta (a fin de
ganar tiempo para ir hilvanando la respuesta); elogiar la pregunta (para predisponer a su favor a
quien la haya formulado); enmarcar la pregunta (para llevarla al terreno que Vd. más domina);
responder con brevedad y concisión <para no enredarse en argumentos subordinados); y (sólo
cuando esté satisfecho de su respuesta) comprobar la fidelidad de la comunicación (para que
públicamente quede claro que ha respondido bien).

No tenga especial temor a las preguntas farragosas de muy largo planteamiento (son más
peligrosas las preguntas cortas), dado que: tendrá más tiempo para responderlas; podrá elegir
cual es el aspecto que más le conviene atender; y al final, lo que está Vd. respondiendo
corresponderá a algunas de las muchas cuestiones que se le hayan planteado. En el caso de
preguntas múltiples, empiece respondiendo “la que mejor se sepa”, y así sucesivamente, dejando
para el final la más complicada para Vd. (incluso a veces si la omite, pocas personas se darán
cuenta).

En algunos otros casos... cuando se trate de cuestiones mal intencionadas, no se enfrente


directamente con quien la haya formulado. Recuerde que aunque Vd. lleve razón, generalmente el
auditorio estará más de parte de un miembro de su grupo <los receptores) que de Vd. No “entre al
trapo” de discusiones que le puedan desestabilizar, sea sutil en la
respuesta y discrepe con cordialidad y respeto, no exenta de firmeza (nunca con enojo, aunque la
pregunta se lo haya provocado). En los casos de máxima tensión, actúe con profesionalidad y no se
inmute (“ni una arruga en el traje”), ni se irrite, ¡Desvíe ¡a pregunta! (a veces no tendrá más remedio
que “tragarse” algún “sapo” que le envíen desde el auditorio). Y salvo cuestiones que deba
necesariamente contestar de forma directa y enérgica para defender su propia dignidad o
profesionalidad, responda a una imaginaria cuestión ligeramente distinta a la planteada, pero que le
permita salir airoso del trance.

Procure no pensar nunca en el auditorio como en un conjunto de personas que están en contra suya
o como un enemigo con el que hay que enfrentarse; por el contrario, la mayoría de las veces está
constituído por personas bienintencionadas (más deseosas de aprender que de “meterse” con el
orador), e incluso algunas, hasta compresivas con los presentadores que están un poco nerviosos.
Tenga en cuenta que si preguntan o expresan desacuerdos le están demostrando su interés por
cuanto Vd. acaba de decir o desean enriquecer nuestro propio punto de vista ¡agradézcaselo!.

Además de estos consejos generales, conviene que Vd. se conozca bien a sí mismo, que sepa
cuales con sus puntos fuertes y débiles, y que trate de saber como le ven los demás. Por tanto,
aplique su tecnología de punta <su sentido común) de forma concreta en cada presentación, ya que
así como no hay una partida de ajedrez que sea igual que otra, las presentaciones son irrepetibles.
Recuerde que también ¡cada toro tiene su lidia!

7.4.7. Despedida

Ha finalizado ya su exposición. Despídase con brevedad (no se alargue en demasía) y cortesía,


agradeciendo a los organizadores o responsables del acto su invitación, y a todos los asistentes su
presencia, la atención prestada a sus palabras, así como sus preguntas, intervenciones,
comentarios, reflexiones o aportaciones durante el desarrollo de la exposición o en el debate.
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Tampoco se olvide que debe ofrecer ayuda y colaboración futura, poniéndose a disposición de todos
los presentes. Finalmente, salga de la sala con calma y seguridad, procurando no dar “sensación de
huida”.

7.5. LAS AYUDAS AUDIOVISUALES

Son muy diversos los factores que influyen sobre la percepción del mensaje, pero sin duda, la vista
es el sentido que usamos con mayor frecuencia. Por esta razón y para reforzar sus argumentos Vd.
puede y debe hacer uso de aquellas ayudas audiovisuales que contribuyan a transmitir cualquier
mensaje con mayor evidencia y comprensión, tales como pizarras, cintas magnetofónicas, carteles,
rotafolios, proyector de transparencias, diapositivas o video-TV. Pero tenga siempre presente que el
uso de estos medios tiene por objeto “apoyar” su discurso, no sustituirlo.

De hecho, todas las personas que nos van a escuchar esperan que se utilicen medios audiovisuales,
porque no solo ayudan a controlar la reunión, sino que además, mantienen la atención y el interés del
público en la medida en que los mensajes se comprenden con mayor rapidez y profundidad, se
reduce la retórica, se evitan repeticiones, se desvían las miradas del presentador y se destacan los
puntos esenciales. Todas estas técnicas, que lubrifican los canales de comunicación entre el emisor
y los receptores, le servirán a condición de que haga de ellas un uso apropiado.

No utilice estas ayudas sólo porque resulten atrayentes o estén de moda, pues hay ocasiones en
que no son necesarias, y manejarlas torpemente puede resultar muy contraproducente. En
primer lugar prepare con detenimiento el contenido de su presentación, y después piense con
tranquilidad si verdaderamente es conveniente o no hacer uso de las ayudas.

No olvide (en el caso de que se decida a utilizar estas ayudas) que la primera condición que debe
cuidar es:

¡Que se vea bien!

...Lo que no solo depende de una imagen nítida y clara, sino también del tiempo de exposición. No
tenga prisa, dé Vd. tiempo a que los presentes puedan “empaparse” bien de lo que se está
exponiendo. ¿No las ha confeccionado Vd. para que sean vistas y entendidas?. Pues entonces,

¡No ponga y retire las ayudas visuales a toda velocidad!

No se trata de demostrar que se ha tomado la molestia de elaborarlas, se trata de que cumplan bien
su papel y sirvan para que, gracias a ellas, se refuercen sus argumentos o para que contribuyan a
hacer más comprensibles sus ideas (conceptos, principios o procedimientos), experiencias o
resultados. Los receptores de su mensaje no son “cámaras fotográficas” que pueden recoger
instantáneamente sus ayudas visuales; por el contrario les agrada contemplar con detenimiento todo
lo que se les expone y necesitan tiempo para comprender y asimilar su contenido.

Son muy variados los medios de apoyo de los que puede disponer el presentador para hacer más
efectivas sus exposiciones, pero solo por citar a los más conocidos y utilizados, mencionaremos los
siguientes:

7.5.1. Pizarra

7.5.2. Rotafolíos o flipchart

7.5.3. Proyector de diapositivas

7.5.4. Video-TV

7.5.5. Proyector de transparencias

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Trataremos a continuación de hacer una breve descripción acerca de las ventajas e inconvenientes
se derivan del uso de los mismos, especialmente en lo que se refiere al retroproyector de
diapositivas.

7.5.1. Pizarra

La pizarra constituye la ayuda tradicional del orador, y aún hoy resulta muy útil para demostraciones
dinámicas, ya que: añade acción a la escena; permite que se pueda corregir sobre la marcha lo
anotado; y facilita que se tomen notas o apuntes para seguir pormenorizadamente cualquier
razonamiento. Pero tenga también presente que debe: estar instalada lo suficientemente alta y
segura (compruebe que está bien fijada, que puede verse desde todos los asientos y que no produce
reflejos deslumbrantes); cuidarse el tamaño y el tipo de letra (conviene usar preferentemente
mayúsculas); no sobrecargar la pizarra de información; limpiarla cuando haga las transiciones; y
evitar en la medida de lo posible dar la espalda durante demasiado tiempo al auditorio.

Respecto al trabajo en la pizarra merece la pena hacer algunas otras observaciones, ya que también
debe: dejar tiempo para la gente tome notas; escribir rápidamente y hablar después; escribir de
izquierda a derecha y de arriba abajo; borrar lo escrito oportunamente (cuando ya no le sirva), porque
lo escrito “olvidado” en la pizarra estorba mucho; emplear abreviaturas conocidas; y tener cuidado
con la distribución de los textos o los cuadros en la pizarra.

Tenga en cuenta que el trabajo de pizarra corresponde en exclusiva al presentador, y que sólo en
casos realmente excepcionales puede existir una justificación para que una persona del auditorio se
levante y salga a la pizarra para escribir o dibujar algo, ya que puede ocurrir que el timón de la
exposición pase a manos de esa persona en detrimento del presentador.

7.5.2. Rotafolios (o flipchart)

El rotafolios permite preparar el material antes de la charla, sin que sea necesario borrar lo escrito,
facilita volver rápidamente a una cuestión anterior y puede causar la sensación de que se está
improvisando (siempre que se prepare anticipadamente lo que desee escribir o dibujar). También
gracias al rotafolios puede mantenerse viva y contínuamente presente la idea principal a 19 largo de
todo el discurso, separando las hojas y fijándolas en la pared de la sala.

El papel blanco del rotafolios da un aspecto más amable a la presentación, y carece del “olorcillo”
peculiar de la escuela parvularia que tiene la pizarra. El papel contribuye a hacer más clara la sala y
más legible lo que está escrito en él. Además, se puede escribir con rotuladores de diferentes
colores.

No obstante, el “flipchart” presenta otros inconvenientes, como por ejemplo, el menor espacio para
escribir, lo que limita notablemente su uso para grandes auditorios y obliga a utilizarlo solo para
escribir las palabras clave o los puntos más importantes.

7.5.3. Diapositivas

Las diapositivas resultan útiles para exhibir procesos paso a paso, añaden colorido a la escena y
permiten reflejar la realidad con mayor fidelidad que los demás medios. El uso del proyector de
diapositivas se recomienda sobre todo cuando se trata de explicar temas con gran detalle o material
extenso y complicado. Pero tienen el inconveniente de que: hay que oscurecer el local <que puede
convertirse en una sala de exposiciones cinematográficas); no pueden ser corregidas sobre la
marcha; hay que tener cuidado con la mecánica de la proyección (por lo que se refiere a una
distancia inadecuada, las posiciones invertidas o las secuencias alteradas); hacen ruido a causa del
ventilador; y hay que cuidar que el armazón

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del aparato no obstaculice la visión.

Puede ser tolerable cierta deformación en la imagen producida por la asimetría entre los planos del
foco y la pantalla, dado que se trata ante todo de facilitar la transmisión de conocimientos o de
información y no de producir el máximo placer estético.

7.5.4. Video-TV

El uso de video - TV hace posible que se sincronicen sonido y movimiento, a la vez que despierta
habitualmente mayor interés o la atención del auditorio (acostumbrado a los mensajes televisivos);
por este motivo se supone que mediante esta ayuda audiovisual se aumenta la capacidad de
aprendizaje, y que sus posibilidades de aproximarse a la realidad son casi ilimitadas; pero recuerde
que no debe utilizarse con exceso, ya que resta mucho protagonismo al presentador (que con
frecuencia pasa a un segundo término y puede convertirse en un elemento más del auditorio). La
elaboración de este tipo de material requiere muchas horas de trabajo y la colaboración de equipos
multidisciplinarios.

7.5.5. Retroproyector de transparencias

El retroproyector es una de las revoluciones más notables aportadas al mundo de los medios
audiovisuales y constituye una ayuda visual de uso habitual. Es uno de los pocos aparatos que ha
sido diseñado con fines estrictamente expositivos. Además, presenta como principales ventajas que:
es el único aparato que permite manipular, modificar, añadir o quitar información durante la
proyección; permite dirigir la participación mientras se proyecta (siempre se está de cara al auditorio);
es sumamente flexible y puede usarse en una gran variedad de situaciones didácticas o expositivas.

Por otro lado, las transparencias resultan fáciles de confeccionar (respetando las características de
claridad, visibilidad y simplicidad); permiten incorporar color (¡iluminar las transparencias o
usarlas de color!) y sucesos secuenciales (superposición); puede comenzarse con una en blanco e ir
después añadiendo información (como si de una pizarra convencional se tratara); se pueden corregir
sobre la marcha; y son muy útiles como guión oculto del discurso para el orador. Una ventaja peculiar
de las transparencias es que su mecánica expositiva permite obtener ayudas notables para el
desarrollo del discurso del presentador, siempre que se conozcan y dominen bien los diversos
“trucos” que con ellas pueden prepararse.

Muchos expertos consideran al retroproyector de transparencias como el soporte más efectivo para
comunicar información, tanto en presentaciones formales, como en reuniones de trabajo,
principalmente porque permite en todo momento mantener el contacto visual con el auditorio, Incluso,
en caso de necesidad, puede utilizarse como pizarra escribiendo sobre un acetato en blanco o
añadiendo información a cualquier transparencia ya elaborada.

Respecto de los variados “trucos de las transparencias” debe familiarizarse con: el uso del “strip
tease” (que crea expectación y centra la atención), las anotaciones o “chuletas” al margen (donde
pueden copiarse cifras, fórmulas o ideas), y los textos transparentes (que pueden leerse fácil y
cómodamente sin que puedan ser visualizados simultáneamente por el auditorio).

A la hora de confeccionar transparencias de calidad recuerde que: solo debe incluir una idea en cada
transparencia; debe hacerse entender con claridad resumiendo al máximo la información que desea
trasmitir; no debe usar más de cinco o seis palabras por línea, ni más de cinco o seis líneas por
transparencia; evite el uso de abreviaturas; debe escribir el texto con letra grande de un solo tipo,
combinando intencionadamente mayúsculas y minúsculas; normalmente de forma apaisada (en
horizontal) puede incluirse más información que de forma vertical.

Como recomendación general a cualquier tipo de ayuda visual que utilice elementos luminosos, debe
recordar que no ha de cruzar el haz de luz, interponiéndose entre el punto emisor y la pantalla.

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¡No debe hacer sombras sobre la pantalla!

Procure no mantener la pantalla iluminada “en blanco” (proyector o retro encendido y sin proyección
expuesta), ya que en la medida en que las miradas del auditorio se dirijan a una pantalla vacía
(esperando un mensaje “anunciado” que no llega...), se desentenderán de lo que Vd. pueda estar
diciendo en ese momento. Sin embargo, con un toque de interruptor podrá (del modo más natural)
dirigir la atención hacia la pantalla o hacia Vd. según convenga en cada momento.

Durante la exposición se recomienda usar una mezcla de luz natural y artificial, con una intensidad
que no sea excesivamente baja a fin de evitar innecesarios cansancios. En el caso de que durante
las proyecciones con algún medio audiovisual, convenga mantener cierta intensidad de luz para
tomar apuntes, deben mantenerse encendidas las luces más alejadas de la pantalla.

También le resultará muy útil utilizar un puntero para señalar (¡en el retroproyector, no en la
pantalla!) los datos de mayor interés o para ir guiando al auditorio a lo largo de un esquema
complejo. Evite el mover el indicador de un lado a otro, manténgalo fijo señalando el punto o el
motivo que desee resaltar, y mientras lo haga icuidado!, no se le ocurra infringir la norma
fundamental de

¡No dar la espalda al auditorio!.

Ahora ya se le ha explicado y sabe como ha de hacerlo. Ensaye repetidas veces la presentación,


intente verse en video, mirarse en un espejo y grabarse en casettes; hágalo con la frecuencia que
sea necesaria hasta que esté absolutamente seguro de que domina a la perfección las técnicas que
le han sido explicadas (y que ya puede funcionar solo con el “piloto automático”). Pero por favor, no
deje a un lado lo principal:

Prepárese concienzudamente el tema que va a exponer!

Haga Vd. una muy buena presentación sobre la base de un buen trabajo. Trabaje con una buena
“materia prima”; no lo confíe todo a su habilidad para exponerlo, porque:

Una buena presentación oral no hace que un trabajo sea mejor... sólo que lo parezca...

7.6. ORGANIZACIÓN Y PARTICIPACIÓN EN REUNIONES

Las reuniones de trabajo constituyen un práctica habitual en todas las organizaciones, habiéndose
acentuado su importancia y frecuencia durante las últimas décadas, a causa no solo de la tendencia
a ¡a mayor participación de los empleados en la gestión, sino que la propia complejidad del entorno
ha impulsado la búsqueda de nuevas ideas dentro de la propia organización.

7.6.1. La conveniencia de convocar reuniones

La proliferación de las reuniones de trabajo ha traído como consecuencia toda una serie de
problemas organizativos internos que, en ocasiones, han llegado a poner en tela de juicio la
efectividad del procedimiento o al menos, crear alrededor de ellas un clima de escepticismo respecto
de su utilidad práctica para informar, recoger opiniones, generar ideas, alcanzar acuerdos y otra larga
serie de aplicaciones de similar naturaleza.

Por esta causa, y ante la perspectiva de celebrar una reunión entre personas de nuestra
organización, lo primero que debemos planeamos es si existen o no razones lo suficientemente
poderosas como para justificar su organización, ya que debemos tener en cuenta que el coste de las
reuniones es la suma de los costes de oportunidad de todos los participantes (es decir, lo que éstos
dejan de producir como consecuencia de que, durante su celebración, están ausentes de su trabajo
habitual).

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Además con frecuencia muchas personas piensan que las reuniones pueden sustituirse con ventaja
mediante alternativas de menor coste, como llamadas telefónicas, notas internas, circulares e incluso
entrevistas personales. Asimismo es necesario revisar si las personas convocadas tienen o no algo
de aportar, si existe algo nuevo que decir, o si delegarán en otras personas menos cualificadas. En
cualquier caso,

¡Plantéese si una reunión es verdaderamente necesaria o no!

Y una vez decidida la conveniencia de llevarla a cabo, piense bien lo que quiere hacer, planifique
cómo lo va a conseguir, de qué medios va a disponer, quien va a asistir, donde y cuando se va a
celebrar, sobre qué material se va a trabajar, las ayudas audiovisuales, los sistemas de mensajes,
etc. Es decir, ¡organícese!

7.6.2. La organización

Si la reunión está justificada en función de los temas a tratar, el punto de partida para organizarla
será la búsqueda de un lugar cerrado apropiado para su celebración (olvídese de las presentaciones
al aire libre, porque resulta imposible conseguir y mantener la necesaria concentración), para lo cual
debe verificar que la superficie es suficiente en función del número de personas que van a asistir. No
debe ser ni muy reducida (para no causar la sensación de “lata de sardinas”), ni demasiado grande
(sensación del “grano en el desierto”).

La forma de la mesa y la colocación de los asistentes tienen gran influencia en la consecución de los
objetivos que se persigan en la reunión. Las mesas tipo “Consejo” están indicadas para reuniones en
las que el objetivo a alcanzar se puede conseguir mediante la aportación de ideas y la discusión,
después de una animada participación. Son recomendables para grupos de menos de 10 personas.
Las mesas en forma de “U” resultan recomendables para grupos de hasta 20 personas, ya que
permiten un mayor acercamiento entre el informador y los asistentes, y al mismo tiempo, invitan a ¡a
participación.

La distribución en forma de “Aula” es aconsejable para grupos grandes (superiores a 20 personas),


caso de reuniones numerosas o cursos, en los que los participantes van a necesitar principalmente
tomar notas o consultar documentación. La configuración en forma de “Auditorio” resulta eficaz en
presentaciones (tipo conferencia magistral) a grupos muy grandes (superiores a 40/50personas).

La formación de grupos de trabajo se utilizará cuando se requiera la aportación de ideas,


participación activa y creatividad por parte de los asistentes. Conviene que estos grupos no excedan
nunca de las 4 ó 5 personas.

En el caso concreto de reuniones tipo “consejo de dirección”, que resultan ser las más frecuentes en
la actividad laboral cotidiana, conviene no olvidar que uno de los objetivos genéricos de toda reunión
es mejorar la efectividad de las organizaciones ahorrando tiempo en el intercambio de la información
previa a la toma de decisiones, así que tenga cuidado con el número y la duración de las reuniones,
¡no sea que al final se pierdan horas por intentar ahorrar unos minutos!

7.6.3. La convocatoria

Siempre que vaya a organizar alguna de estas reuniones debe ser extremadamente cuidadoso en la
redacción del documento previo; el “impreso de convocatoria”. En este impreso deben incluirse
necesariamente los siguientes seis datos: 1) Fecha y lugar de celebración. 2) Hora de comienzo y
finalización. 3) Persona convocante. 4) Establecimiento claro de los objetivos. 5) Orden del día, con
expresión de los asuntos a tratar y el tiempo asignado a cada uno de ellos. Y 6) Sugerencias para la
preparación previa.

Como recomendaciones de carácter general, resulta conveniente: seleccionar bien los temas
(ordenándolos de mayor a menor importancia); hacer una adecuada elección de los participantes

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(que debe tratarse de reducir al máximo, y entre los que se deben incluir solo a los informantes, a las
personas cuya aportación resulta de utilidad y a los representantes de los colectivos afectados);
elegir las mejores horas psíquicas y anímicas del día (luz solar y 90 minutos después de la comida);
procurar que la duración de la reunión no se prolongue nunca más allá de 2 o 2,5 horas (porque el
nivel de interés y rendimiento disminuye de forma espectacular a partir de entonces, y la frecuencia
de las interrupciones aumenta); hacer coincidir la hora de finalización con algún momento importante
de la jornada laboral (comida o salida habitual); programar los tiempos teniendo en cuenta las
“holguras” (en prevención de los “imprevistos”); informar con la antelación suficiente (al menos varios
días, a fin de que los convocados puedan acudir a la reunión adecuadamente preparados para
informar u opinar); redactar la agenda de trabajo de forma muy detallada (para dejar claro qué se
desea obtener); la designación (si fuera necesaria) de un “facilitador” delegado (que favorezca las
aportaciones de los asistentes); y la elección del “notario” (que puede ser rotativo) para registrar solo
los acuerdos que se alcancen en la reunión (no para anotar quien dijo qué cosa, en qué momento,
respecto de qué tema y por qué motivo)

7.6.4. Normas generales

Si debe dirigir una reunión tenga siempre presente que deberá luchar contra una legión de factores
de ineficacia, como por ejemplo: la falta de objetivos claros, la preparación inadecuada por escasez
de tiempo o por falta de motivación; la ausencia de control durante su desarrollo; las interrupciones;
el material inapropiado o insuficiente; el uso monopolístico de la palabra por parte de unos pocos
asistentes; los retrasos e impuntualidades; las prolongaciones estériles; y el efecto “billar americano”
(reuniones espontáneas y cruzadas en donde “todos hablan con todos” sobre temas, ajenos o no, al
terna de la reunión formal).

Por este motivo, durante cualquier reunión conviene que Vd. tenga presente las siguientes normas
de actuación, respecto a cómo hablar, escuchar, proponer, manifestar su desacuerdo, buscar
información o informar:

7.6.4.1. Para hablar

Si es Vd. el responsable de organizar o coordinar la reunión, recuerde que se está dirigiendo a


expertos, así que: acepte los desacuerdos, no intente imponer su mayor nivel jerárquico, ni use
coacciones que bloqueen la comunicación y sea generoso, no utilizando más del 20/25 % del tiempo
disponible. Plantee objetivos o soluciones sin valoraciones personalistas, estimulando la libertad de
expresión.

Ejerza el protagonismo y la autoridad que le confiere su responsabilidad solo en los siguientes


momentos: al iniciarse la reunión a fin de hacer referencia a las expectativas; fijar claramente los
objetivos de la misma y las limitaciones de tiempo o de recursos; para establecer las normas, los
códigos de conducta o las reglas del juego; para impedir que se menosprecien las opiniones
minoritarias; para cortar los temas conflictivos que puedan apartarse del guión; para garantizar la
intervención de todos los asistentes; para acordar los planes de acción y las responsabilidades; para
procurar la creación de un ambiente favorable, manteniendo cerrado el grupo de asistentes; para
reprimir a aquellos participantes que intentan monopolizar el uso de la palabra, hablan demasiado,
son propensos a interrumpir a ¡os demás o quieren sabotear la reunión; o para hacer un resumen o
evaluación de la reunión. Recuerde que la mayoría de los asistentes estará siempre a su favor en
estas tareas.

Y en general, aún cuando no asuma la responsabilidad de dirigir la reunión: intervenga en el


momento adecuado y sólo cuando su aportación sea relevante o decisiva para alcanzar el objetivo de
la reunión (no para sus intereses personales -deje la “maleta de sus agravios” en el despacho-); no
interrumpa a los demás; mire de frente; dirija la mirada a todos y cada uno de los participantes; haga
un razonable uso del tiempo; hable alto, con claridad y firmeza; defina bien sus conclusiones; y
procure parecer convincente a la hora de hacer sus recomendaciones o formular propuestas.

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7.6.4.2. Para escuchar

Sea respetuoso y preste atención a la exposiciones de ¡os demás intervinientes; escuche sus
palabras y el tono de su voz, observe el lenguaje corporal y esté atento a cuanto se dice con todos
sus sentidos, buscando activamente el significado de lo que se comenta.

¡Aprenda todo lo bueno y positivo de ellos! No interrumpa sus discursos si Vd. no desea ser
interrumpido. Manténgase alerta en un silencio activo y adopte una postura abierta a cuanto se dice
en la reunión, mirando directamente a quien habla y tratando de entender todos los puntos de vista
que se vayan exponiendo. Todos tenemos mucho que aprender de los que nos rodean, así que
aproveche la ocasión y...

¡Abra los oídos (más que la boca) a los demás!

7.6.4.3. Para proponer.

No dude de su propia propuesta cuando ofrezca nuevas alternativas. Soporte sus ideas con
evidencias sólidas y pruebas contundentes. Acuda a las reuniones con toda la documentación que
pueda serle de utilidad. Y tenga cuidado para evitar hacer uso de expresiones que delaten dudas o
inseguridades.

¡Nunca utilice la técnica del... ¿y por qué no...? o ¿no les parecería a Vds. mal que intentáramos...? o
¿nadie se opone a que hagamos...?

7.6.4.4. Para discrepar

Si juzga necesario poner de manifiesto su desacuerdo, exponga y defienda con firmeza (no exenta
de cordialidad y educación) el punto vista opuesto a lo que se sostiene por otra persona o por el
grupo, y razónelo con sosiego y tranquilidad mediante argumentos y datos concretos. No debe
despreciar, ni ridiculizar nunca la postura contraria (aunque esté convencido de que se trata de un
razonamiento erróneo), así que: esfuércese en moderar la comunicación (verbal o no verbal)
negativa.

¡Evite apabullar a quien sostenga una opinión contraria!

7.6.4.5. Para buscar información

Pregunte sin temor, pero en el momento oportuno, siempre y cuando no se haya distribuido la
documentación suficiente (no “patine” preguntando algo que tiene por escrito delante de las narices).
Procure primero obtener suficientes datos y aclaraciones sobre todas las cuestiones que se debatan,
antes de formarse una opinión definitiva y atreverse a expresarla y defenderla públicamente.

7.6.4.6. Para informar.

Intente organizarse con la antelación suficiente y acuda a la reunión bien preparado (nunca será un
tiempo perdido el que Vd. dedique a esta actividad). No se cohíba, opine con espontaneidad, pero
sólo cuando esté suficientemente informado. Aporte datos que apoyen sus argumentos. Compruebe
que se ha entendido bien su punto de vista, pero una vez que lo ha logrado, no se ponga pesado...

¡No haga perder el tiempo a los demás...!

...Y en general, actúe con contundente efectividad no exenta de tacto y cortesía. Deje que hablen
primero los de menor categoría. Permita expresarse libremente a los demás, tenga

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paciencia... Recuerde que cuanto más tarde Vd. en hablar, mejor informado estará y dispondrá de
más elementos de juicio. ¡Ya le llegará el turno!. Y en el peor de los casos...

¡Tómese las cosas con unas gotas de buen humor!.

7.6.5. Comportamiento de los participantes

Durante estas reuniones pueden también presentarse algunos problemas relacionados con el
comportamiento de algunos asistentes, cuyo tratamiento (especialmente si es Vd. el responsable)
conviene conocer y aplicar adecuadamente. Con frecuencia, en las reuniones de trabajo los
participantes puede asumir diferentes papeles; y Vd. (como moderador) debe saber identificar y tratar
a: los positivos, los tímidos, los que hablan demasiado, los obstinados, los mudos voluntarios, los
negativos y los “sabelotodo”.

7.6.5.1. Participantes positivos

Constituyen las personas ideales de las reuniones de trabajo, ya que se esfuerzan por ver aspectos
positivos en todas las intervenciones. Son colaboradores, hacen de mediadores y conciliadores,
aproximan posturas opuestas y ayudan al moderador cuando se encuentra en apuros. Cuando Vd.
intervenga como moderador, procure equidistribuir los individuos positivos por la mesa (nunca los
concentre en una esquina), algunos junto a Vd. y otros más alejados. Intente evitar que el resto de
los asistentes “note” que Vd. busca la colaboración de un positivo, porque lo traducirán como una
debilidad.

7.6.5.2. Participantes prudentes o tímidos.

Los tímidos temen quedarse atascados o en ridículo, o en otros casos, ser objeto de ataques
personales. Jamás contribuya al ridículo de una persona tímida, porque le transformará en un
enemigo mortal. Anímeles de forma explícita para que hablen, estimulando y apoyando poco a poco
su confianza con preguntas al principio generales y después más específicas o concretas. Aprecie y
agradezca públicamente su opinión, llamando la atención sobre sus aciertos y haciendo que sean
escuchados con atención e interés por todos los demás, en condiciones de absoluta igualdad.
¡Conviértale en un participante positivo! ¡Se sorprenderá de lo mucho que le pueden ayudar! Porque
aunque les cueste expresarlas, no carecen de buenas ideas y están deseando tener una oportunidad
para sacarlas a la luz.

7.6.5.3. Participantes que hablan demasiado.

Como las personas “locuaces” siempre cotorrean sobre sus temas favoritos, aunque no tengan nada
que ver con el tema que se debate en la reunión, procure marginarles e intente que se sitúen en los
extremos de la mesa. Corte sus divagaciones cuanto antes (cuando se detengan para tomar aire),
recordándoles las reglas del juego, mirando descaradamente el reloj e insistiendo en las limitaciones
del tiempo (que es el de todos). Oriente el coloquio hacia otros participantes de la reunión o haga que
los demás asistentes manifiesten su deseo ¡y su derecho! a intervenir (en el escaso tiempo
disponible) sobre cuestiones probablemente más importantes.

¡Sugiérales en fin, que preparen un informe para su presentación por escrito en otra reunión!. Seguro
que entienden este mensaje y la próxima vez procurarán intervenir sólo cuando tengan algo
relevante que decir.

7.6.5.4. Participantes obstinados

Los “peleones” solo tienen un parentesco aparente con los “negativos”, aunque a los moderadores
les resulten siempre muy incómodos, ya que son muy duchos y expertos en su oficio. Les gusta
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discutir y disfrutan exponiendo la lógica de sus propios argumentos y llevar las riendas de la reunión,
pero en el fondo lo único que desean es que los temas se airee bien, se encuentren soluciones a los
problemas y resplandezca la verdad. No les tema, porque con el tiempo pueden ser unos magníficos
participantes “positivos”; permanezca tranquilo durante sus exposiciones (a pesar de que se trata de
individuos que a veces ignoran el punto de vista de los demás) y trate de que no se sientan
agredidos. Colóqueles lo más cerca posible del presentador o responsable y busque aliados para
que les moderen o hágales callar mediante algunos gestos discretos, (siempre procurando que para
los demás pasen desapercibidos, a fin de que no se sientan incómodos o violentos). En casos
extremos, deje firmemente sentado quien es el moderador de la reunión, pídales que acepten las
opiniones del grupo y que no desprecien el punto de vista de los demás.

7.6.5.5. Participantes “mudos voluntarios”.

Son individuos abúlicos, que no tienen inconveniente en mostrar claramente su falta de interés y su
aburrimiento (miran constantemente al reloj). Como habitualmente se muestran pasivos con todo,
porque se creen por encima (o por debajo) de las cuestiones que se discuten, trate de despertar su
interés y buscar la causa de su actitud, solicitando su parecer y mostrando el mayor de los respetos
hacia su experiencia o hacia sus conocimientos. Intente que participen más activamente dirigiéndoles
la palabra o apelando (de forma privada) a sus compromisos para con el grupo al que pertenecen y a
la importancia que puede tener para el éxito de la reunión el hecho de contar con su colaboración.

7.6.5.6. Participantes negativos

Se trata de individuos dispuestos a “sabotear” la reunión, aprovecharla para alcanzar sus propios
objetivos o poner sobre la mesa antiguos agravios.

¡No consienta que modifiquen los objetivos de la reunión, ni que planteen problemas con
viejas reivindicaciones!

No permita que se confunda la reunión con una “ventanilla de reclamaciones”, así que reitéreles con
firmeza los objetivos de la reunión y propicie que el grupo (algún positivo) actúe en contra de ellos
(los conflictos que no estén incluidos en la agenda del día, deben tratarse ... otro día). Reclámeles
con energía pruebas de cuanto afirmen y no tema en ningún caso enfrentarse a ellos. Si se ponen
pesados, procure relegarles al “cajón de sastre” de los ruegos y preguntas, o propóngales tratar sus
asuntos de forma privada en otro momento o lugar. Pero sí el “guión” se lo permite...; es decir, si está
en su mano, ¡La próxima vez no les invite a la reunión!

7.6.5.7. Participantes que “se lo saben todo”

El “sabelotodo” se siente obligado a pedir la palabra por lo menos una vez en cada punto.

¡No lo puede evitar! Y como habitualmente se trata de personas capacitadas y que están bien
informadas, les encanta imponer su opinión a los demás, llevar sistemáticamente la contraria, hacer
preguntas o comentarios irónicos o practicar la “impertinencia ilustrada”. Aproveche sus
conocimientos, pero no se deje intimidar, y sin criticarles (no ponga nunca en tela de juicio su
competencia), “devuélvales” con sutileza las preguntas inconvenientes o innecesarias, rogándoles
que no “les facilite tanto las cosas”.

7.6.6. Otros comportamientos para con algunos de los participantes

También pueden hacerse algunas recomendaciones sobre cómo tratar algunas situaciones que con
cierta frecuencia se producen durante las reuniones, especialmente por lo que se refiere al
tratamiento de los enfrentamientos entre participantes y a las impuntualidades.

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7.6.6.1. Personas con puntos de vista antagónicos

Evite que personas claramente enemistadas (o que defiendan ideas antagónicas) se sienten en lados
opuestos de la mesa (no les “enfrente” más); por el contrario, procure que se instalen una al lado de
la otra, ya que la proximidad física facilitará el entendimiento; y así la “aproximación” física favorecerá
el acercamiento de sus respectivos puntos de vista.

Aunque le parezca increíble... ¡Disminuirán su agresividad!

7.6.6.2. Retrasos e impuntualidades

Sea inflexible con el tiempo, comience y finalice las reuniones a la hora prevista. No propicie o facilite
Vd. mismo las interrupciones prolongándolas más allá de la hora establecida. Y salvo que sea
absolutamente necesario, no resuma nunca lo dicho para el que llegue tarde o salga de la sala.
¡No haga perder el tiempo a una mayoría de personas que ha sido puntual por una equivocada
cortesía para con una sola persona!.

Y ahora, sin olvidar que las personas no siempre representan el mismo papel en todas las reuniones,
toda vez que su interés respecto de lo que se debata puede hacer variar su opinión y
comportamiento.

¡Actúe en consecuencia!

¡SE SORPRENDERA DE LOS RESULTADOS!

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CHECKLIST PARA LAS PRESENTACIONES ORALES

 ¿Estaba presente antes de la hora prevista?


 ¿Dijo quién era?
 ¿Dijo a qué se dedicaba?
 ¿Dijo qué vino a explicar?
 ¿ Transmitió imagen de autoridad?
 ¿Tenía ganas de transmitir?
 ¿ Se ha esforzado físicamente?
 ¿Aprovechó adecuadamente la iluminación de la sala?
 ¿Empezó a hablar antes de que todo estuviera en silencio?
 ¿Ha empezado pidiendo perdón por pecados aún no cometidos?
 ¿Hacía señales no verbales raras?
 ¿Parecía tranquilo y seguro?
 ¿ Usaba correctamente las manos?
 ¿Ha llamado desde el principio nuestra atención?
 ¿Dejó bien claros sus objetivos?
 ¿Aprovechó bien sus primeros 30 segundos?
 ¿ Utilizó un escenario adecuado?
 ¿Existía en la sala algún motivo de distracción que pudiera ser evitado?
 ¿Su atuendo era correcto?
 ¿Dirigía el discurso a todo el mundo?
 ¿Ha dado la espalda al auditorio?
 ¿Daba la sensación de ser una persona educada y amable?
 ¿Ha usado algún esquema o índice?
 ¿Se ha situado adecuadamente en la sala?
 ¿Ha marcado las “reglas del juego”?
 ¿Ha controlado bien al auditorio?
 ¿Ha leido su discurso?
 ¿Ha lanzado algún “anzuelo”?
 ¿Ha pintado algún “cuadro”?
 ¿Daba la impresión de querer esconderse?
 ¿Se mantenía a la distancia correcta con el auditorio?
 ¿Hablaba al volumen adecuado?
 ¿Se le entendía bien?
 ¿ Hablaba demasiado rápido?
 ¿Ponía énfasis en resaltar los temas más importantes?
 ¿Usaba un tono creíble?
 ¿ Usaba frases “manidas”?
 ¿Dejaba “respirar” al auditorio?

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 ¿Ha tenido alguna laguna?


 ¿Las ha tapado bien?
 ¿Estaban bien coordinadas las palabras y las imágenes?
 ¿Ha repetido las ideas básicas?
 ¿Ha dado las ideas bien masticadas?
 ¿Ha usado un len guaje sencillo y coloquial?
 ¿Se expresaba con formas verbales correctas?
 ¿Ha remarcado bien las conclusiones?
 ¿Ha finalizado con una buena frase de cierre?
 ¿Dio la sensación de querer eludir 1as preguntas?
 ¿Se aproximó al interlocutor durante las preguntas?
 ¿Se apresuró a responder las preguntas?
 ¿Respondió con brevedad y concisión?
 ¿ Usó con provecho los medios audiovisuales?
 ¿Manejó bien los tiempos de exposición?
 ¿Estaban bien confeccionadas las transparencias o las diapositivas?
 ¿ Usó el puntero o el “streptease”?
 ¿Reaccionó bien ante los imprevistos?
 ¿Hizo algún gesto defensivo en el turno de preguntas?
 ¿Hizo sombras en la pantalla con su propio cuerpo?
 ¿Se despidió con la fórmula correcta?
 ¿Causó alguna sensación de huida su salida de la sala?

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