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Resumen Texto: ANOMIA, FRUSTRACIÓN Y DELITO: UNA PROPUESTA DE MEDICIÓN PARA LA

VARIABLE PRINCIPAL DE LAS TEORÍAS CLÁSICAS DE LA FRUSTRACIÓN.

(Marco Teijón)

I. INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo se abordó un ámbito de la Criminología que ha sido parcialmente ignorada


por la literatura en castellano, salvo mínimas excepciones. Dicho ámbito es las teorías de la
frustración, que en general han despertado poco interés en la comunidad científica de habla
hispana.

Las teorías de la tensión/frustración (strain theories) cuentan con una larga tradición en la
literatura anglosajona, desde su mismo origen, atribuido generalmente a los trabajos
desarrollados por Durkheim y más tarde por Merton. Estos trabajos han girado en torno a su
naturaleza, consistencia y validez. Se han abordado también cuestiones como la relación entre
anomia y frustración, o en forma más amplia, la capacidad de estas teorías para ofrecer una
explicación de ciertos fenómenos sociales problemáticos.

Durkheim y Merton entienden que los sujetos encuentran la motivación necesaria para delinquir
en la presión que la sociedad ejerce sobre ellos, es decir, producto de una situación de anomia
(“discrepancia en el énfasis entre objetivos y medios, lo que genera frustración”). Esto ultimo eso si
no es pacífico, ya que hay autores que señalan que las teorías de la anomia no son verdaderas
teorías de la frustración, sino del control (Hirschi, Kornhauser).

II. Anomia como fuente de frustración.

El concepto de anomia de Durkheim es entendido como ausencia de normas. Para este autor, el
ser humano es “insaciable en sus ambiciones”, tiene múltiples necesidades que una vez que son
alcanzadas estimulan nuevas necesidades, lo que genera una situación permanente de “inquietud
dolorosa”. Se requiere por lo tanto una fuerza exterior que limite las ambiciones individuales para
que pueda estar en armonía, y este poder regulador pertenece a la sociedad. Pero cuando la
sociedad pierde transitoriamente su poder regulador y su capacidad de limitar deseos individuales,
se genera un estado permanente de descontento en las personas. Esta es la versión de anomia de
Durkheim.

Merton ofrece también una versión sociológica pero renovada de anomia, señalando que es un
fenómeno que se genera en aquellas sociedades que le confieren un elevado énfasis al logro de
una meta de naturaleza material, pero otorgándole escasa o nula importancia a los medios para
alcanzarlos. Como dicha estructura social no facilita los medios legítimos institucionalizados para
alcanzar las metas, lleva a las personas a valerse de medios ilícitos que resulten mas eficaces.

Así la teoría de Durkheim constituye una teoría del control, mientras que la teoría de Merton
representa una teoría de la frustración.

Para los teóricos de la frustración el nexo entre teorías del control y teoría de la anomia se da a
nivel estructural. Así una situación de anomia a nivel estructural (discrepancia entre el énfasis en
objetivos y en medios) presiona a los individuos hacia la desviación, siendo esta presión la
responsable de ciertos comportamientos antisociales. Para los teóricos del control social, los
sujetos tienen una tendencia natural a delinquir que es inhibida por una serie de controles
sociales. La situación de anomia se produce cuando desaparecen los controles y los sujetos
quedan liberados para seguir su tendencia natural al delito.

Agnew (1997) señala que resulta complejo sostener que la ausencia de sociedad “libere” a los
individuos para delinquir, produciéndose una incongruencia en las razones. Para este autor es la
frustración, la ira o la impotencia la que presiona a los sujetos que no pueden alcanzar sus metas a
delinquir, ya sea como forma de venganza o desesperación.

Esta es también la opinión de Merton, quien afirma que la situación de anomia no se produce por
la falta de sociedad, sino que por el contrario es su presencia, estableciendo objetivos ideales a
conseguir y no ofreciendo a ciertos grupos las oportunidades legitimas necesarias para ello. Con
ello se presiona a los individuos a elegir medios técnicamente mas efectivos, aunque ilegítimos,
dado que la importancia está en los resultados y no en los medios empleados.

III. LA TEORÍA DE LA ANOMIA DE MERTON: DOS POSTURAS Y DOS NIVELES DE ANÁLISIS.

Ciertos autores sostienen que el trabajo de Merton se divide realmente en dos modelos (dos
niveles diferentes de análisis):

1.- Nivel macro o colectivo: Se relacionaría con la teoría de la anomia. Otros autores plantean que
se relaciona con la teoría de la desorganización social.

2.- Nivel micro o individual: Se relacionaría con la teoría de la frustración. Otros autores plantean
que se relaciona con la teoría de las motivaciones desviadas.

Featherstone y Deflem (2003) son contrarios a esta diferenciación en los niveles de análisis, pero
mantienen la existencia de dos modelos (anomia y frustración) en el trabajo de Merton. Existirían
dos argumentos teóricos independientes:

a) El delito es consecuencia del desigual énfasis que los sujetos asignan a sus objetivos, que es muy
elevado; y aquel que asignan a los medios necesarios para conseguirlos, que es escaso o
inexistente. Cuanto mayor es esta diferencia, más fuerte será la presión hacia la desviación.

b) La delincuencia surge cuando la cultura impone unos objetivos a los que toda persona debe
aspirar, con independencia de su clase social, pero no ofrece los medios legítimos
institucionalizados para que aquellos puedan lograrlos.

Teijón opina que Merton no presenta dos teorías independientes entre sí, sino que como afirman
Featherstone y Deflem describe una situación (bloqueo de oportunidades) que se produce en un
contexto social en que prevalecen los fines sobre los medios (anomia). Una situación de bloqueo
de oportunidades no es suficiente para producir conductas desviadas, sino que debe existir
además un gran énfasis en los objetivos. Es esta la premisa básica (discrepancia entre objetivos y
medios).

IV.- MEDICIONES DE LAS VARIABLES PRINCIPALES DE LAS TEORÍAS CLÁSICAS DE LA


FRUSTRACIÓN.
La Frustración es el resultado de la discrepancia entre los objetivos definidos culturalmente y los
medios que la sociedad facilita para alcanzarlos. La sociedad “impone” a todas las personas la
obligación de perseguir el éxito económico (y/o el estatus de clase media) 1, y la imposibilidad de
acceder a estos ideales a través de medios legítimos presiona a los individuos hacía la desviación.

Sin embargo, esta variable teórica decayó al rechazarse empíricamente que la discrepancia entre
las aspiraciones de los jóvenes y sus expectativas de lograrlas ofrezca una explicación teórica del
delito.

Las criticas se han centrado principalmente en negar la relación entre bajas expectativas (medios
disponibles) y altas aspiraciones, como causa de la delincuencia. Así se ha señalado que en los
jóvenes las altas aspiraciones previenen la aparición de conductas delictivas con independencia de
sus expectativas. Y que son las bajas aspiraciones las que conducen al delito (Hirschi, 1969).

Otros autores han reclamado que esta falta de apoyo empírico de las teorías de la frustración se
ha debido a la inconsistente operacionalización de sus variables principales, ignorándose la
variable principal de esta teoría (bloqueo de oportunidades) o que habrían errado en su
conceptualización.

Teijón señala que una correcta evaluación de la teoría de Merton debe incluir de forma necesaria
la operacionalización de dos conceptos. Primero el concepto de éxito y segundo el de
oportunidades disponibles. El concepto de éxito no sólo debe ser medido en términos
económicos, dado que, para algunos sujetos, sus objetivos perseguidos son distintos, mas
inmediatos o a corto plazo (pero siempre dentro de la idea del éxito material). Así un estudio
correcto de esta teoría debe considerar estos objetivos particulares potencialmente perseguidos.

En cuanto al acceso a los medios legítimos u oportunidades, por muchos autores fue evaluado a
partir de las expectativas mostradas por los sujetos. Bajas expectativas en términos educativos
representaban el principal indicador de carencia de oportunidades. Sin embargo, lo esencial no
son tanto las expectativas de los sujetos, sino la medida en que estos perciben que ciertas
condiciones o circunstancias de la estructura social están limitando o impidiendo el logro de sus
objetivos (bloqueo de oportunidades).

Por lo tanto, la discrepancia entre aspiraciones y expectativas puede no resultar una medida
apropiada de frustración en los términos originalmente propuesto por Merton. Así la frustración
medida en términos de percepción de bloqueo de oportunidades se ajusta de forma más precisa a
las premisas de los teóricos clásicos de la frustración. Esta metodología ha brindado un mayor
apoyo empírico a la relación entre frustración y delincuencia.

V.- CONCLUSIONES.

Durkheim y Merton desarrollan sus teorías bajo una premisa común. Cuando los individuos son
incapaces de satisfacer sus ambiciones tienen a recurrir a diferentes conductas antisociales
(medios ilegales técnicamente más efectivos; conductas evasivas, como drogas, alcohol,
mendicidad, prostitución, etc.).

1
Los autores trabajan sobre la base de la sociedad norteamericana, en un momento de un fuerte
crecimiento económico donde surge el fenómeno del “sueño americano”.
Para los teóricos del control, la causa de estos comportamientos es la falta de controles sociales o
la debilidad de estos. Pero ello solo podría producirse de forma indirecta. Ya que las causa directa
y final sería la frustración y presión soportada por los sujetos ante ciertas circunstancias.

De igual forma, la mayoría de los autores afirman que las teorías clásicas de la frustración fueron
propuestas para explicar el fenómeno desde una perspectiva macro. Y lo que se mide a nivel
individual son los efectos de la anomia en los individuos, tratándose aquella como una constante y
no como una variable. Así las investigaciones propias de las teorías de la frustración deben tener
lugar dentro de esferas de la actividad social en la que, además de existir objetivos comunes
universalmente aceptados, se otorgue un escaso o nulo énfasis a los medios o procedimientos
utilizados.

Finalmente, estas teorías en sus formulaciones originales se centran en delitos utilitarios (hurtos,
robos extorsiones, tráficos de drogas), es decir, aquellos que, a priori, pueden reportar ciertos
beneficios a los sujetos. Son teorías ad hoc que se centran en problemas particulares y no pueden
ser contrastadas fuera de ese fenómeno concreto.

Por lo tanto, para testar las teorías clásicas de la frustración, las investigaciones deben
desarrollarse en:

a) Un contexto estructural en que los sujetos adopten de forma generalizada unos mismos
objetivos y en donde se otorgue un escaso valor a los medios necesarios para lograrlos.

b) Se debe contemplar una variedad de objetivos generalmente perseguidos en el contexto social.

c) Se deben contemplar medidas orientadas a captar la percepción, objetiva y subjetiva, de las


circunstancias o condiciones que potencialmente bloquean las oportunidades de los individuos.

d) Las escalas de delincuencia deben contemplar la problemática emergente propia del área de
investigación (delitos utilitarios).

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