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BIBLIOTECA
FREUDIANA

ean·Claude
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19~~CAS
Y PSICOSIS DISOCIATIVAS
~

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EDITOR ASOCIADO
JUAN GRANICA JEAN-CLAUDE MALEVAL

TRADUCCION DE
JORGE PIATIGORSKY

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HISTERICAS
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PSICOSIS
DISOCIATIVAS
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Diseño de la colección
Rolando & Memelsdorff
PAIDOS
BUENOS AIRES - BARCELONA · MEXICO
Tapa: Collage de Gustavo Macri
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Título or igina l: Folies hystériques et psychoses d issociatiues
Payot, París
© Payot, París, 1981
INDICE
Traducción de Jorge Piatigorsky
Cubierta de Gustavo Macri
Diseño de la colección Rolando & Memelsdorff

150.195 Maleval , Jean·Claude


CDD Locuras histéricas y psicosis disociativas.· 1' ed. 3'
reimp.· Buenos Aires : Paid6s, 2004. Prólogo 11
320 p. ; 22x16 cm.· (Biblioteca Freudiana)

Traducción de: Jorge Piatigorsky

ISBN 950-12-3961-6 CLINICA


1. Psicoanálisis l. Título

El delirio histérico no es un delirio disociado 17


Bibliografía 59
1" edición, 1987
3" reimpresión, 2004 Para una rehabilitación de la locura histérica 63
Bibliografía 117
Qucdnn rigurosamente prohibidas, sin In nutorización escrita de los t itulares del copyright, bajo las
sanciones establecidas en lns leyes, la reproducción tota l o parcial de esto obra por cualquier medio o
Histeria y psicosis infanta-juveniles 120
procedimiento, comprendidos la reprografía y e l tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de Bibliografía 152
ella mediante alqu iler o préstamo públicos.
La desestructuración de la imagen del cuerpo en
las neurosis y las psicosis · 154
© 1987 de todas las ediciones en castellano
Editorial Paidós SAICF Bibliografía 207
Defensa 599, Buenos Aires
e-mail: literaria@editorialpaidos.com.ar
www.paidosargentina.com.ar
RESEÑA HISTORICA
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
El escamoteo de la locura histérica 213
FJ.hJ~UL'l'A D DE FILOSJF,A
Bibliografía 251
Impreso en Color Efe En busca del concepto d e psicosis
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eJY . . 256
Paso 192, Avellaneda, en junio de 2004
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Bibliografía 281
Tirada: 500 ejemplares v., • UlU ) ¡-a e, t.¡ · q Esquizofrenia y locura histérica
l . ográrica ........llf... , 2· 284
ISBN 950-12-3961·6
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Bibliografía 314
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(El psicoanálisis) es a la psiquiatría casi lo que la histología es
A Jacques Lacan a la anatomía: una estudia las formas exteriores de los
Órganos, y la otra los tejidos y las células de los que aquellos
Órganos están compuestos.

S. FREUD

El psicoanálisis instaura un discurso distinto, y por Jo tanto


una clínica distinta.

J. CLAVREUL
PROLOGO

En vista de las diferencias que existen entre las traducciones de Sigmund


Freud, se ha conservado en e_ste libro el título francés de obras y artículos,
así como también en las citas en el texto y en las Bibliografías. También se
citan en francés las referencias a libros de otros autores ; siguiendo a J.-C.
Maleval. [E.]

La clínica psicoanalítica se ha mostrado "impotente para aportar el


menor enriquecimiento a la clínica psiquiátrica real"; en ninguna parte sus
descripciones difieren radicalmente de las que han podido establecer los
clínicos eminentes de la psiquiatría clásica. 1 Estas comprobaciones reali-
zadas hace veinticuatro años por M. Bouvet siguen siendo de actualidad en
1980.
¿Cómo es posible que dos enfoques tan diferentes entre sí como el de la
psiquiatría y el del psicoanálisis puedan utilizar una misma clínica? El exa-
men atento de las manifestaciones del inconsciente en el discurso, ¿condu-
cirá a los mismos cuadros nosológicos elaborados a principios de siglo por
Kraepelin, quien consideraba que no conocer el idioma del enfermo consti-
tuía en "medicina mental" una condición excelente para la observación?
¿Debemos seguir en estado de admiración ante la Revelación Kraepelinea-
na? ¿O tomar nota de la insuficiencia de la investigación psicoanalítica?
Parecen existir tres maneras de considerar las relaciones de la psiquia-
tría con el psicoanálisis; ellas son, esquemáticamente, la de Freud, la de
Bleuler y la de los antipsíquíatras.
Para el ex director del Burgholzli, los conceptos freudianos se limitan a
introducir una cierta comprensión de la sintomatología; permiten de ese
modo renovar el discurso psiquiátrico dejando intactos sus fundamentos.
Es la tesis dominante de la psiquiatría occidental moderna, que, por no po-

1
Bouvet, M.: Oeuvres psychanalitiques, París, Payot, 1972.

11
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS PROLOGO

der ignorar la revolución psicoanalítica, negocia con ella un tratado venta- desdichadas consecuencias imaginables, por haber leído a Laing, Cooper y
joso. No obstante, hay una buena cantidad de psicoanalistas que impulsan algunos otros?
esta perspectiva. En consecuencia, no vacilan en cancelar la originalidad de
su disciplina, introduciendq en su seno Jos conceptos psiquiátricos; algunos Freud no preconizó un remozamiento de la psiquiatría ni una actitud
reinterpretan los casos de Anna O. o de Emmy von N. en términos de es- antinosográfica radical. Trató de introducir un enfoque del inconsciente
quizofrenia, y otros, ignorando el trabajo de Freud sobre la "neurosis de- que debía modificar el discurso y las nociones fundamentales de Ja psiquia-
moníaca", 2 afirman que todos los " poseídos" de antaño eran psicóticos,3 tría. Lo atestiguan su búsqueda de innovaciones conceptuales (neurosis
etcétera. En todas las ocasiones se alinean con la semiología psiquiátrica. narcisista, parafrenia) y la originalidad que en su pluma adquieren los tér-
Lejos de haber desmembrado el discurso psiquiátrico, el psicoanálisis tien- minos "esquizofrenia" y " paranoia". Recordemos, por ejemplo, que para
de en el presente a ser invadido por aquél. En este dominio, lo mismo que Freud - y Lacan- el presidente Schreber era un paranoico. Para Kraepelin,
en otros, la .peste ha retomado. se trataba de un parafrénico. Bleuler lo tomó por un caso de esquizofrenia.
La psiquiatría francesa consideró que se estaba ante una psicosis alucinato-
Sin embargo, desde la década de 1960 los antipsiquiatras han tomado ria crónica. Observemos, entre paréntesis, que la maraña actual de Ja noso-
del psicoanálisis la idea de Ja originalidad irreductible de cada sujeto, lo grafía psiquiátrica constituye por sí sola una incitación suficiente a des-
que Jos ha llevado a preconizar una actitud antinosográfica radical, en la in- prenderse de ella.
teligencia de que todo rótulo supone el riesgo de introducir una zona de
sordera en la escucha. Esa actitud generosa encierra no obstante, en sus No obstante, es verdad que los intentos freudianos de fundar una clíni-
fundar.1entos, la quimera de aprehender al otro en su inmediación, lo que ca psicoanalítica original no fueron más allá del bosquejo. Ahora bien, en
hace que tal actitud sea insostenible en todo su rigor. Con el fin de preser- 1955 se dio un paso decisivo (y poco advertido) cuando Lacan presentó el
var una pureza mítica en la comunicación, descuida el hecho de que la rela- concepto de forclusión del Nombre-del-Padre. Si se considera que ese con-
ción con el otro es ineluctablemente mediatizada por un sistema simbólico. cepto permite circunscribir Ja estructura de la psicosis en Jo que la separa
Aun cuando se rechacen con justicia los rótulos rebuscados, es imposible de la neurosis, resulta que las acepciones psiquiátricas y psicoanalíticas de
dejar de introducir otros frecuentemente cargados de connotaciones mora- esos términos han dejadq de coincidir. Cuando la forclusión del Nombre-
les: "jodedor", "solterona", "buen tipo", "chocho", "peligroso", etcétera, del-Padre deja de ser concebida como una referencia verbal, y obligada, al
son ideas que pueden impedir la escucha del paciente en tanto que "psicó- supuesto saber de Lacan, se advierte que sus manifestaciones clínicas no
pata de tendencia depresiva sobre un fondo de esquizofrenia paranoica" . aparecen en muchos sujetos que son sin embargo delirantes. Entonces, ¿có-
En cuanto se habla del otro, se realiza una opción entre oposiciones signifi- mo aprehender a estos últimos? Confundirlos en el magma de "la psicosis"
cantes que lo hacen entrar en categorías clasificatorias. Los antipsiquiatras o de la esquizofrenia, ¿no es algo cargado de consecuencias nefastas en
no pueden emanciparse del lenguaje. Por lo demás, términos como "esqui- cuanto a la actitud de los pacientes? Por ello parece necesario aislar Jos de-
zofrénico" y "psicótico" salpican sus discursos y sus escritos, demostrando lirios oníricos, en Jos cuales nada está forcluido, y con los cuales el acceso
que no basta oponerse a un sistema de pensamiento para romper con la alie- psicoterapéutico obtiene a veces éxitos notables. La rehabilitación del anti-
nación que él engendra. Lo que es más, sin quererlo, y paradójicamente, guo concepto de locura histérica, injustamente escamoteado a principios
son ellos quienes más hicieron por la difusión de los conceptos psiquiátri- de siglo, encuentra en ese punto su ubicación.
cos, en particular el de esquizofrenia, entre el gran público y en cierto psi-
coanálisis. ¿Cuántos neuróticos no se han tomado por psicóticos, con las Un trabajo de desconstrucción de la clínica de lo imaginario, fundada
por Kraepelin, me parece que debe constituir hoy la tarea de los psicoana-
listas que se proponen eludir la medicalización del enfoque de los sujetos
2
Freud, S.: "Une névrose démoniaque au XVIle siecle", Essais de psychanalyse psiqiliatrizados. Aquí, en este bosquejo de clínica psicoanalítica, me he
appliquée, París, Gallimard, 1933.
3 aplicado al desmembramiento del concepto de esquizofrenia; espero poder
No sorprenderá encontrar esta afirmación en un trabajo reciente de O. Mannoni,
que por otra parte trata de promover una concepción ubicua de la forclusión. mostrar más adelante que también se impone una reconsideración análoga

12 13
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

del de paranoia. 4 Sólo es concebible la ruptura decisiva con las nociones


de la psiquiatría mediante la introducción de otro discurso. Si éste llega a
liberarse de los rasgos anticuados de la nosología actµal, es probable que en
el largo plazo tenga consecuencias cuyo potencial no podemos concebir to-
davía.
En este trabajo se encontrará, por último, la i~dicación de que la ense-
ñanza de Lacan había dejado de ser esencial, en lo que concierne a las psi-
cosis, para algunos de sus ex alumnos, mucho antes de que la disolución de
la Escuela Freudiana de París lo pusiera de manifiesto . Así, para una la
forclusión no era más que una variedad abismal de la represión; otro des-
cubrió, no se sabe muy bien cómo, a esa misma forclusión en las "psicosis CLINICA
histéricas", y otros aun, o los mismos, tendieron a hacer de la forclusión un
mecanismo de naturaleza esencialmente imaginaria. Y así siguiendo. La
teoría lacaniana de las psicosis (disociativas) es tan poco atractiva como
molesto su objeto, pero no deja de ser a mi juicio, la más heurística de
aquellas con las que contamos en la actualidad; tratar de edulcorarla tiene
con frecuencia la finalidad de ocultar nuestra ignorancia acerca de una te-
rapéutica específica de las psicosis. Sólo el mantenimiento de la confusión
entre las locuras y las psicosis permite enmascarar el hecho de que con res-
pecto a las últimas hoy, como en 1959, encaramos aún "una cuestión pre-
liminar a todo tratamiento posible".

Reims, 1º de abril de 1980

4
Malcval, J .- C'. : "A ¡Hopos de la symptomatologie 'limite' de l'Homme aux loups'',
Etudes psycho rh t!raplr¡11c.1·, diciembre de 1979, 38, 4.

14
1
EL DELIRIO IIlSTERICO NO ES UN DELIRIO DISOCIADO

En los estados hipnoides, no se trata más que de un alienado,


como todos lo somos en nuestros sueños.

J. Breuer - S. Freud
(Etudes sur l' hystérie, P.U.F., pág. 3)

"Tengo que decirle algo terrible: mi padre era una teoría", me reveló
María, diez días antes de entrar durante dos meses en la locura, lo que lle-
vó a su hospitalización. En una afirmación de ese tipo, quizá algunos reco-
nozcan retroactivamente un indicio de la inconsistencia del padre , de la for-
clusión de su función, tesis ésta que quedaría validada por el surgimiento
ulterior del delirio. Desearía hacer comprender que no se trata precisamen-
te de ello, pues un delirio histérico no está regido por los mismos mecanis-
mos que un -delirio I?_sicótico.
María estudia cultura francesa; nació en Guyana, donde reside su fami-
lia. Es la menor de cuatro hijos de padre negro y madre mestiza. Inicia su
análisis a los veinticuatro años. Vive en la ciudad universitaria y trabaja
como celadora de la Comisión de la Educación Especial, mientras procura
obtener una licenciatura en filosofía. Habrá de conseguirla, pero perderá el
empleo; más tarde encontrará otro, no tan bien remunerado. 2
Un año antes, una "depresión" determinó su internación en un sanato-
rio psiquiátrico. Ella atribuye sus trastornos, su dificultad de ser, a proble-
mas sentimentales, a la soledad, al alejamiento de su país, pero también a
algo más profundo . Por lo cual, después de haber puesto a prueba diversos

1
Este artículo apareció en L 'Evolution psychiatrique, 1978, IV. Ha sido revisado y
ampliado.
2
Con el fin de respetar el anonimato de las personas de que se trata, tuve que modi-
ficar, además de los nombres, algunos aspectos biográficos.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

"grupos terapéuticos" y una psicoterapia rogeriana, de cuyo desenlace yo mitarla que el ~uadrípode lacaniano que articula los elementos claves del
no tendría conocimiento hasta bastante más tarde, no vio más salida que la discurso de la histérica. 4 - -
de un psicoanálisis. - Tu que organiza aparentemente el de María, el $ del síntoma que ella
presenta en primer plano, es su dificultad de ser, forma de la patología his-
Desde el comienzo de este últüno, en los primeros meses, surge que Ma-
ría es una analizante un tanto peculiar: en el diván, durante sesiones que térica que es sin duda la más frecuente hoy, en nuestra civilización. "Paso
con frecuencia son totalmente silenciosas, vive episodios de regresión, en el tiempo sobreviviendo ... Subsisto día tras día ...", dice la joven; tiene al-
los cuales vuelve a ser "un bebé muy pequeño", experimenta momentos de gunas ideas de suicidio, se siente siempre fatigada y deprimida, sesión tras
éxtasis fetal, tiene "visiones", grita, solloza, la sacuden espasmos, teme que sesión reaparecen los temas de que hay que ayudarla y amarla, cuando di-
yo la mate, dice que quiere matarme, tiene la sensación de que en el curso chas sesiones no consisten en una prolongada queja muda. Siguen siendo
de una sesión silenciosa la he dejado embarazada, etcétera. notables algunos fenómenos de conversión, como por ejemplo dolor de es-
tómago o en la espalda, resistente a las terapias m~dicamentosas. "Mi sufri-
La violencia de la transferencia, las alucinaciones, el afloramiento del in- miento -dirá en una oportunidad- es una reivindicación".
consciente, las tendencias a pasar al acto, me inclinan a pensar que estoy El hecho de que dirija su discurso al S 1 , a aquél a quien ubica en la posi-
ante lo que se podría llamar una "gran" histérica; considero que la esquizo- ción de amo, se revela en su antiguo y vivo deseo de emprender un análisis,
frenia está excluida por razones que veremos más adelante. lo que no podía hacer en su país natal, por lo que tuvo que recurrir a suce-
dáneos como los grupos terapéuticos y la psicoterapia rogeriana con un sa-
Por cierto, la imprecisión del concepto de "gran histeria", en la situa- cerdote. Con anterioridad, durante su infancia y adolescencia, había sido
ción actual de la nosografía psicoanalítica, puede llevar a algunos a recu- asidua concurrente al confesionario. El desenlace de su psicoterapia, un pa-
sarlo con todá justicia; 3 por el momento, entonces, sólo pediré que se saje al acto sexual con el sacerdote, ponía de manifiesto-con bastante clari-
acepte que la patología de María revelaba una estructura histérica. dad que, a ese amo que instituía, a continuación se esforzaba sin tregua
por desalojarlo de su lugar.
A ~ste respecto no e..s inútil recordar que la estructura no está situada en Varias veces se presentará la oportunidad de mostrar la dimensión meta-
no se sabe cuáles profundidades insondables del psiquismo, de las que sólo fórica de las declaraciones manifiestas de María; las organiza el objeto a,
s~ogn-;scibles ciertos índices, hipótesis implícita de numerosos traba- ubicado en el lugar de la verdad en su discurso. Sin duda el atravesamiento
jos carentes de rigor; la estructura está articulada en·el discurso del sujeto, del fantasma no pudo seguirse hasta su punto final; el trabajo se interrum-
se revela en "los efectos que la combinatoria pura y simple del significante pió prematuramente, de modo que la afirmación del determinismo del ob-
deterrñhla en la realidad donde ella se produce"; constituye "la máquina jeto a puede parecer nada más que un postulado. Este no es sin embargo el
original" que pone en escena al sujeto en el campo de nuestra experiencia.( 1) caso; en efecto, la presencia del yo ideal y del ideal del yo es completamen-
No se trata de una sombra a partir de la cual cada uno pueda realizar una te discernible en sus manifestaciones; reconocemos al primero en su delirio
evaluación extrapolada (borderline, esquizofrenia latente , psicosis marginal, (el tema de ser una OVNI) o en su fantasma concerniente al strip-tease; el
esquizoneurosis, etcétera); se discierne con precisión si uno no se priva de segundo aparece en su deseo de ser analista o educadora especializada.
los conceptos que permiten aprehenderla. Ahora bien, se sabe que la ubicación de esas instancias del ideal dependen
A propósito de la estructura histérica, nada puede ayudarnos más a deli- de la inscripción del rasgo unario, la cual implica la pérdida del objeto a
( cf. 3). 5 En el discurso del psicótico, esas instancias quedan en general
3
Sin embargo, para la Escuela de la Salpetriere la "gran histeria" r.onstituía u na en-
tidad patológica perfectamente caracterizada. Aunque sepamos que esas grandes crisis, 4 $
....
s
_!_ (2)
divididas en cuatro períodos, eran un efecto de histerocultura, sigue siendo cierto
que sólo algunos de los sujetos presentaban tales trastornos. Trataré de mostrar que a S2
el delirio de María participa de esa patología, en tanto que la actualidad del momento 5
" La formación del ideal -i ndicó l'reud en 1914- sería la condición de la repre-
le dará su forma. sión en lo que se refiere al yo".

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

confundidas, o a veces están ausentes. En María parecen haber subsistido ción y para proyecciones identificatorias con frecuencia correlativas, apti-
con independencia recíproca. tud para la regresión a demandas infantiles, a veces un vivo apego a un ob-
Por otra parte, deseo indicar de nuevo en estas líneas que al dedicarse a jeto fálico. La existencia de la mayor parte de esos fenómenos puede veri-
la escucha de los preciosos S2 de la histérica se revela un saber que permite ficarse en el discurso de María. Un día llega con anticipación, se siente cul-
comprender algo de las manifestaciones del inconsciente. pable por haberme encontrado en el palier, lo que le provoca el deseo de
La insatisfacción esencial del deseo, tan característica de la estructura ahorcarse, de arrancarse el hígado y los miembros. Tales fantasmas, que
histérica, parece localizable en la línea superior del cuadrípode, que vincu· permiten captar el origen de la fragmentación, son poco comunes en ella;
la la presentificación del síntoma con el significado-amo. Un sueño de Ma- en cambio resultan frecuentes los elementos de regresión: se queja porque
ría ilustra el punto de modo ejemplar. "Un dentista quería ponenne una no comprende que se le haga pagar a un bebé muy pequeño, tiene ganas de
corona, pero yo no quería", dice. Sus asociaciones parecen conducir a la orinar en el.diván, concurre al consultorio con su osito (que deja sin em-
comprensión de la negativa como una preservación necesaria de la falta, bargo en la cartera); después de haber leído la historia de Mary Barnes (6),
frente al peligro representado por el hecho de que el dentista analista la lo mismo que ella, se pone a jugar con sus excrementos. Este último rasgo,
colme con una "corona" fálica. El resultado de la psicoterapia anterior no como el hecho de que embadurne las paredes de su donnitorio con la san-
dejó de restituir ese fantasma particulannente pletórico de sentido, que du- gre de sus reglas, después de un atraso, revelan sus aptitudes para desperso-
plica la dimensión incestuosa de la situación analítica, de lo cual proviene nalizarse y reidentificarse; Mary Bames le proveyó un modelo privilegiado,
sin duda una de las razones de la violencia de la ambivalencia transferen- en vista del gusto de ambas por la pintura, su misma idealización furiosa
cia!. del psicoanálisis y el carácter idéntico de sus estructuras psíquicas. Por otra
Los sueños edípicos, la erotización de las declaraciones, los fantasmas parte, demuestra un apego muy pronunciado respecto de su osito -una es-
de prostitución y violación por el padre , la culpabilidad sexual, la faliza- pecie de persistencia del objeto transicional-, al que cuida como si fuera
ción del cuerpo propio, son elementos bien conocidos del discurso de los una parte de sí misma, con el que duenne incluso cuando su "compañero"
histéricos, y no faltaban en el de María. En el transcurso del análisis, recuer- ___ ·" Michel pasa la noche con ella; este juguete, dice, representa "lo que echo
da haber soñado, durante las últimas vacaciones que pasó en su país, que de menos: usted, un bebé, Michel..." La significación fálica no podría ex-
suplantaba en el lecho conyugal a la madre y hacía el amor con el padre ; presarse con mayor claridad.
en otra ocasión, rememoró haber sorprendido a sus progenitores en la du- Agreguemos que en algunas ocasiones María me infonnó que en su pre-
cha, con gran confusión de su parte ; su padre, advirtiéndolo, observó: "Es- sencia habrían tenido lugar fenómenos de psicokinesis; como ocurre siem-
tá celosa". "Fui 'entendido' bien", comenta ella. Esa tendencia a hablar de pre en ese dominio, diferenciar los hechos reales de los temas delirantes re-
sí misma en mli"sculino, que atestigua su identificación inconsciente con el sultaba difícil, y para el caso de muy poco interés (7, 8).'
sexo opuesto, aparece con frecuencia. "Soy Don Juan", dijo otra vez. Y
también: "Le voy a hablar de hombre a hombre".
Por otra parte, María presenta ciertas peculiaridades más raras; por em- Después de dos años de un análisis tormentoso, pero que no por ello
pezar, sus "visiones". Durante su depresión, en una especie de estado se- progresaba menos, María conoció a Alcide, un estudiante sudafricano. Sin
gundo, le "estrechó la mano a Cristo". Sería muy imprudente considerar- transición, ambos comparten las cimas del apasionamiento. Están siempre
la esquizofrénica sobre la base de esa manifestación; recordemos, en efecto, juntos, ya no van a la facultad, ni visitan a los amigos; su principal activi-
que Freud habla con frecuencia de "las alucinaciones de la histeria" (4), de dad consiste en hacer el amor.
las cuales se encuentran numerosos ejemplos en los primeros casos que él Unos días más tarde, María delira.
relató (5). ¿Qué ha sucedido? Alcide, cinco años menor que ella, ¿habría encama-
La presencia de alucinaciones visuales (en María se produjeron antes del do a un padre introducido como tercero en el seno de una pareja imagina-
análisis y más tarde durante ciertas sesiones) pocas veces tiene lugar en los ria yo-objeto o ideal-realidad? Lacan nos ha enseñado a discernir ese en-
histéricos sin que aparezcan una cierta cantidad de otras perturbaciones: cuentro en el inicio de la psicosis (9). Basta con escuchar a María, en su re-
fantasmas de fragmentación del cuerpo, capacidades para la desidentifica- lato ulterior de lo que vivió, para captar que se trató de algo totalmente

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

distinto. "Lo que me dio miedo es que Alcide me ama demasiado, y usted perada de un fundamento que estaría faltando; María no experimenta el
también me amaba demasiado; a veces yo veía muy bien que usted tenía "entirniento expresado por la mayoría de los psicóticos: el de un agujero
una erección cuando yo llegaba. Cuando estaba con él, siempre era en us- que no logran llenar. Así, es frecuente que enfrenten un problema irresolu-
ted en quien pensaba; le tengo el mismo amor. Alcide es demasiado libre, ble; Wolfson y Schreber temen más que nada quedar con Ja cabeza vacía,
no tiene complejos sexuales; lo que me inquieta es que quiere proporcio- cesar de pensar; el primero quiere ser capaz de convertir instantáneamente
narme el máximo de placer; me dijo que soy Ja primera muchacha a la que las palabras inglesas en palabras extranjeras con el fin de "poder imaginar-
ha lamido. Roba, no es cristiano, robó el anillo que tengo puesto. Me quie- se de alguna manera que no le hablaban en esa lengua maldita, su lengua
re enseñar a hacer lo mismo. Tengo miedo de que me destruya. Nos pelea- materna, el inglés" (1 O). Schreber, por su parte, vivía con "la sensación de
mos varias veces. Es devorador." 6 haber resuelto una de las más grandes dificultades que fueron planteadas a
El desenlace de la psicoterapia precedente, lo mismo que ciertos errores un ser humano" (1 1). María, por el contrario, me dijo: "Tenia la sensación
que cometí yo, 7 contribuyeron a exacerbar la dimensión incestuosa de la de la perfección: era peor que la muerte". Ella no.se encuentra en presen-
situación analítica, de modo que en una primera aproximación podría pos- cia del vacío de la forclusión del Nombre-del-Padre , lo que Ja llevaría a tra-
tularse que se produjo una realización fantasmática de un deseo edípico; tar de colmar el abismo, sino que, a la inversa, encuentra de pronto lo ple-
para decirlo con menos precisión, pero con más certidumbre, hubo una co- no, lo colmado, "la perfección" . Dicho de otro modo, le falta la fálta, lo
lusión del fantasma con la realidad. No obstante, María fue incluso más ex- que Lacan demostró que está en el fundamento de la angustia de casÚa-
plícita. "Todo estaba permitido ... Era demasiado ... Mi análisis estaba ter- ción (12). 8
minado ... Se hizo todo lo que yo tenía ganas de hacer ..." Nada de esto in- La causa desencadenante del delirio de María, ¿no es una de las más fre-
dica que se tratara de un encuentro con la encamación de Ja Ley, sinQ todo cuentes de la hlsteria? C. V_illechenoux llega incluso a señalar que el encuen-
lo contrario: es la desaparición de todo límite lo que provoca la angustia tro con un objeto sexual sería la causa desencadenante específica de la lo-
"loca" de María. Pero la forclusión del Nombre-del-Padre, ¿no se refiere cura histérica (13); aparentemente es lo que se observa en numerosas oca-
precisamente a una ausencia de ese tipo? En este caso, por cierto que· no: siones; el caso de Natalia, estudiado más adelante, habrá de confirmarlo.
la referencia a la permisividad excesiva implica mucho menos la noción de Con todo, dudo de que-ésa sea la única circunstancia propicia para la eclo-
la transgresión angustiante de algo prohlbido, que la de la búsqueda deses- sión de un delirio histérico.
En los Estudios de Breuer y Freud, Elisabeth von R. revela, junto a sus
trastornos, un episodio aparentemente distinto del que suscitó el delirio de
6 Reúno manifestaciones recogidas en varias sesiones ulteriores a las hospitali-
María; y que sin embargo (vamos a verlo) es bastante análogo: al entrar en
1nrloncs de María.
la habitación donde reposa el cadáver de su hermana, se le ocurre la idea,
1 María no suscitaba mi deseo sexual, pero quizás su episodio delirante podría ha-
rápidamente reprimida, de que el cuñado, al que ama sin confesárselo, ha
'" u1• llvlt11do si yo me hubiera mostrado menos "comprensivo" con sus dificultades
quedado libre y puede casarse con ella (14) . También a Elisabeth von R. de
11 11111111111·11•, y más rígido respecto de sus exigencias de horario; al no hacerlo, la con-
llt me 1'11 •11 11h•11 de que la amaba. pronto le falta la falta; la situación nueva yano preserva Ja insatisfacción
e 1111 l 11•1111•11cia se ha señalado que estos pacientes son particularmente hábiles pa- ésencial de su d~eo , y ap artir de allí aparecen los síntomas para ijgar la
•M• 11pl 11 1.1• h1 ll 11~ del otro. En tal sentido, ¿no resulta sin embargo soprendente veri- angustia. Ahora bien, es interesante observar que Elisabeth no padece un
111 11 'I"' 111 111111ll• tns {si hay que fiarse de lo que publican) parezcan profesionales ca- delirio ni alucinaciones; sufre sobre todo de astasia-abasia, un fenómeno de
l 1111 tlllil• ·• 11111111t· In• consecuencias de esa actitud se manifiesta en la poca cantidad
conversión. Es fácil comprender que la misma defensa no habría podido
ti 11111 11111111111• 111111h1il'm concernientes a psicóticos disociados. En vista de que se
11111 11lol1 11lil11 " •1111111111• 1·-.pcc taculares con histéricos delirantes, abusivamente califi- operar en el caso de María: ningún proceso mnémico estaba en condiciones
( 11111 ,¡, I' h 1111i "' (1 1 l to~c n , Rosenfeld, Sechehaye, M. Milner, Pankow), los ana- de descartar la realidad insistente que entraba en colusión con sus fantas-
11 11 1• 11 I• 111111 tl1 'I"" ' " rompetencia sea sorprendida en falta, poco se atreven a
i 11 IM1 11111 • '11 111 11 1111 111•11~ imwltablcs con sujetos cuya psicosis es un hecho estruc- 8 Parece heurístico distinguir la angustia de castración (que pueden experimentar
111111 1 1111 1111111 111(1 11 ¡u lq11 hllcl1•11,
t~11 ¡1111lt 111 1 1 1 ••11111 'I'"' 111 cl111•11111cnto esencial en el cual Freud y Lacan funda-
los sujetos anclados en lo simbólico) de la angustia de nadificación que experimentan
' " " ' " e • l11dl11 111 111 p•h11•1• •1•11 1111 l1•x rn. y no el relato de una cura. los psicóticos.

22 23
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DEI.TRIO HIS TERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

mas edípicos. No podía producirse la represión. La proyección delirante es algo en lo que no se puede ni pensar. La joven comienza a llorar (¿o a
parece haber sido la única posibilidad que se le ofrecía a nuestra joven para reír?) suavemente , se deja caer al suelo, y le ordena a Alcide que salga, que
poner a distancia las representaciones inasumibles. El cuñado de Elisabeth, es lo que él hace. Vacilante, ella se tiende en el diván. Por primera vez, al-
en cambio, no se interesaba en ella, de modo que no le impidió montar una gunas de sus manifestaciones son francamente delirantes: "Voy a reg:n~rar
de las defensas ordinarias del histérico. a Marte ... Somos Dioses. No cesamos de hacer el amor. Somos los urucos
Se afirma con frecuencia que el inconsciente de los psicóticos 9 estaría que lo hacen en el mundo. Somos extraordinarios ... Tengo miedo de que
al desnudo; es cierto que no faltan elementos para sustentar esta tesis, aun- me destruya. Su amor es devorador. Lo golpeé. Nos peleamos ... Voy a ser
que ella no es sostenible en todo su rigor. En efecto, en el caso de María, convertida en agua ... Se era tres .. . ochó ... catorce ... Los números perfec-
por una parte, los fantasmas edípicos que alimentan el delirio siguen sien- tos ... Tengo miedo de un vampiro en la oscuridad del corredor. .. Lo que
do inconscientes; por la otra, elementos importantes tales como el desenla- me inquieta es la estructura de la cas~··· ~engo ganas d; abraz~¡lo a uste_d·:·
ce de su psicoterapia, o la lepra de la madre , son también censurados, pero Los animales que hay sobre su escntono son terronficos... Compre li-
ulteriormente, en el transcurso de algunas semanas de análisis siguientes a bros en una librería a la que antes no me había atrevido a entrar. Ahora ya
las hospitalizaciones, pueden cobrar sentido en relación con el desencade- no tengo miedo, todo está permitido. Le dije a lsabelle que tuve deseos de
namiento y los temas del delirio. Además, no se subraya lo bastante que las hacer el amor con ella ... Me exhibí en la calle con él... No comprendo la es-
manifestaciones de los sujetos delirantes son muy disímiles entre sí; en los tructura . ¿Por qué cambió de lugar IOs muebles sin decírmelo? El armario
escritos de Schreber o de Wolfson, la forclusión del Nombre-del-Padre es e~ un demonio . Nunca me atreví a tocarlo ... La estructura perfecta ... la es-
claramente reconocible, mientras que en los discursos de los grandes histé- tructura con el patio adelante ... "
ricos lo que se suele dejar descifrar sin dificultades importantes es la temá- Durante toda la sesión, en la que María se queda tendida en el diván, su
tica edípica. En ninguno de los dos casos, no obstante, nunca el delirio en- discurso despliega una especie de fuga de ideas, de la cual mis notas no
trega lisa y llanamente su verdad. 10 En lo que concierne a las psicosis diso- pueden dar más que una imagen superficial. La tonalidad afectiva de sus
ciativas, la deformación parece deberse a la deriva metonímica de la cadena manifestaciones me pareció difícil de captar: como en una especie de esta-
significante suscitada por un vacío que ella no puede decir, mientras que do maníaco, la alegría exhuberante y la angustia parecen mezclarse íntima-
en las locuras histéricas se trata , sin ninguna duda, de metaforizaciones cu- mente. En el mismo momento me pregunto: ¿se trata de una locura lúdica,
yo sentido es integrable en las asociaciones del sujeto. de un breve acceso delirante suscitado por la sesión, o verdaderamente del
La proyección delirante de las locuras histéricas debe diferenciarse del nacimiento de un delirio? No considero la posibilidad de hacerla hospitali-
mecanismo que suscita el delirio de las psicosis disociativas; en la teoría zar, cosa que pienso es incompatible con mi posición, y no alcanzo a ver lo
freudiana encontraremos señalados los elementos de una distinción de ese que podría ayudarla, dada la perplejidad en que me encu~ntro . "En los
tipo. casos agudos de histeria -escribió Freud en 1904- es preciso esperar que
se instale un período más calmo" (1 S). 12 Sin duda ese día hubiera sido
preferible, sin embargo, no dejarla sobre el diván, cosa que no podía más
Unos días después del encuentro con Alcide, que ella me relató con en- que favorecer el surgimiento de la eflorescencia fantasmática del delirio.
tusiasmo en la sesión anterior, María apareció en el consultorio acompaña- La sesión concluye, María se pone de pie vacilando, se desploma a me-
da de su amigo, quien me propuso "ayudar a analizarla", porque ella era dias, se aferra al respaldo de una silla, queda doblada en dos durante algu-
"extravagante" y a veces violenta. María estaba de acuerdo. Les digo que
11 En ese momento, aparentemente María no padecía aún alucinaciones; los animales
9
En este párrafo utilizamos la palabra con su s~ntido psiquiátrico. de los que habla son perros de porcelana.
10
En una carta a Fliess del 2 1 de se tiembre de 1897 , Freud observa que "en la psico- 12 Una afirmación de ese tipo parece indicar que en esa época tenía en cuenta lapo-
sis más profunda e l recuerdo inconsciente n o se transparenta, de modo que no se re- sibilidad de la aparición de estados delirantes e n el curso de la histeria : ¿qué sería, si
vela e l secreto de los acon tecimientos de la juventud, ni siquiera en los estados más no, una his teria aguda? Pero veremos que su pensamiento respecto de este tema se
deliran tes". modifi có.

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DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS

pués de sorprenderse por el hecho de que yo no hubiera recibido la carta,


nos minut?s, sin interrumpir su discurso incoherente , que toma como pun- pide una cita: "Todavía tengo miedo de ir a su casa, pero no de usted ...
to de ~arttda lo que se ofrece a su mirada; después me paga y sale. Al cabo No podría soportar el diván; me gustaría estar cara a cara ..."
d~ un mstante, tocan el timbre en la puerta. Cuando voy a abrir no hay na- De modo que retorna dos rneses después de su ·última sesión. Acepto
die '. pero resuenan.gritos de terror provenientes del piso de abajo: "La os- provisionalmente atenderla cara a cara. De entrada, me relata su delirio.
cundad ... :engo nuedo ... el vampiro ... " Oigo a alguien, un vecino, que tra- Vamos a dedicar varias sesiones a ese relato insistente, repetitivo, inquieto,
ta de apaciguar a María; después todo se calma. · 1 iue da la impresión de que ella experimenta la necesidad de metabolizar

. En los días que siguen, me llama por teléfono un psiquiatra del Centro l:Se desborde de significaciones. Es difícil comunicarlo, pues no se trata de
Hospitalario, quien me hace saber que María fue hospitalizada en un esta- un delirio sistematizado. "Tuve - me dice- varios delirios independientes,
do de exaltación, poco después de su última sesión. Me dice que presenta- o que quizás encajaban unos en otros".
ba un delirio de posesión demoníaca que en ese momento ella sopesa pon- No obstante, en la narración hay ciertos temas que aparecen reiterada-
deradamente. El psiquiatra piensa que se trata de un delirio histérico. 13 mente . Voy a tratar de seguir a algunos de ellos de sesión en sesión; van a
N~ d~~ea. re~?nerla mucho tiempo. A propósito del " histérico en el hospital permitimos penetrar en la especificidad del delirio histérico.
pst~Utatr_ic.o , algunos autores han señalado con pertinencia que en las his- "Yo era una OVNI, un mensajero de amor para el mundo", fue sin duda
tonas chrucas, en el espacio reservado para el nombre de la "persona a la una de las ideas prevalecientes, expresada de diversas maneras, no necesa-
que se debe avisa~" o "encargada del paciente", aparecen casi siempre los riamente coherentes entre sí. "Tenía que ir a otro planeta, seguramente que
datos del personaJe que el .ttistérico tiene necesidad de convertir en espec- a Marte, para salvar al mundo. Era una Ovni para reparar lo que .tticieron los
ta~o~, el otro actor del drama, el "personaje conflictivo" (16), y María ha hombres: la polución del mar del Norte. Había sido elegida, fui enviada
solicitado que se comuniquen conmigo, confirmando plenamente aquella por los OVNI para remediar la polución, había atravesado con éxito un
observación. control antipolución. Antes de mi crisis, celebré una misa negra durante la
" "Salí del hospital'', me hace·saber dos semanas más tarde, por teléfono. · cual me froté con agua oxigenada". María - no lo olvidemos- es mestiza '
.
.~º voy ~ seguir. Tengo· recuerdos, usted comprende ... " Acepto su deci- de modo que las metáforas son fácilmente reconocibles; sólo excepcional-
s10n, aclarandole no obstante que cuando quiera puede volver, si algún día mente un delirio psicótico puede proporcionar una impresión análoga de
cambia de parecer. inteligibilidad. Ese sentido latente, que Janet denominaba "idea fija" sub-
Sigue un período durante el cual es hospitalizada varias veces. Me llama yacente, es precisamente aquello en lo que él reconocía, desde 1892, la es-
en. tres oportunidades por teléfono, informándome de sus tribulaciones. La pecificidad del delirio .ttistérico en relación con los otros estados delirantes
pnmera me dice: "Me va mal. El análisis me mató. No creo que vaya a cu- (17). Veremos más adelante que las significaciones determinantes de los te-
rarme en el hospital, ni con usted". En la segunda llamada me entero de mas del delirio no son inaccesibles para la propia María.
q~e está "e~ C., c~n los locos. Me da gusto oírlo. En P. m~ drogaron, me Por otra parte, en su locura importa subrayar hechos característicos: la
dieron una myecc10n y, sin decirme nada, me mandaron aquí. Le van a ha- presencia o incluso la omnipresencia de la significación fálica y de la temá-
cer llegar una carta que le escribí". Finalmente, en la tercera llamada des- tica sexual. Así, ella había perdido una llave, pero Lacan, el gran mago, la
'
había encontrado; lo veía en sus alucinaciones, que corroboraban el deli-
13
Las fo~mas que tomó el delirio de María podrían haber llevado a calificarlo tanto
rio, con "una varita mágica y bolas doradas". Creía ser estéril, pero quería
de paranoide como de parafrénico, incluso a veces de naníaco, con lo cual se ilustra un rujo de Alcide para demostrar que había hecho el amor. Tenía todo el
el hecho demasiado mal conocido de que todos los síndromes psiquiátricos pueden dinero del mundo, todos los diamantes de Sudáfrica. Veía un diamante pe-
aparecer sobre el fu~damento de una estructura histérica. Esta es una de las princi- netrar a una perla, etcétera.
pale~ razones de la dificultad para el diagnóstico (incluso de la imposibilidad de diag-
Esa última inrngen permite la fácil captación de su sentido latente: los
nosticar) señalada por la mayor parte de los tratados modernos de psiquiatría, cuando
se t~at~ ~e establecer sobre la base del enfoque psiquiátrico tradicional una distinción
diamantes están vinculados con la virilidad de Alcide, constituyen un pro-
se~1o ~ogic~ ~ntrc las formas delirantes y alucinatorias q ue marcan la entrada en una ducto impo.r tante de su país, mientras que María se representa a sí misma
p.s!cos1s crom~a, por un lado, y por el otro aquellas q ue sólo constituyen la manifesta- como una perla, lo cual parece revelar la falización del cuerpo propio, fan-
c1on temporana de una "psicosis aguda".
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

tasma que confirma en una de las últimas sesiones: para agradecerme el he- nados por lo que hicimos. Yo iba a ser castigada por haber perdido la llave.
cho de que está mejor, quiere ofrecerme una demostración de strip-tease. Lacan la había robado". En una habitación del hospital, ella se acostaba en
Su identificación con " una OVNI" , ¿no es acaso del mismo tipo? Todo in- el suelo, cerca de la puerta, creyendo que de ese modo estaba menos al al-
dica en su discurso, lo mismo que en el ámbito de la imaginación contem- cance de los efectos de la bombilla eléctrica que pendía sobre la cama; esa
poránea, que concibe a los extraterrestres como seres todopoderosos. Ade- lamparilla representaba un filtro que enviaba rayos mortales.
más me revelará más adelante que me percibía como a "un ser venido de " Nadie sabía dónde estaba. Creí que iba a quedarme allí. Estaba en el
otro mundo , o de otro planeta" ; en otras palabras, como lo veremos, veía arca de Noé. Todas las especies iban a ser renovadas. Me habían mandado
en mí a alguien tan inaccesible como su padre, de modo que ser "una" allí para que no pudiera cumplir mi misión, para que el mundo no supie-
OVNI constituía una condensación que le permitía bosquejar una realiza- ra lo que yo tenía que decir. Me había convertido en invisible" .
ción de deseos edípicos e identificarse con la omnipotencia que atribuía a Hace poco tiempo hemos propuesto que el delirio, lo mismo que los
su analista. 14 otros síntomas histéricos, representa una castración imaginaria (19), aun-
En las ideas delirantes de María aparecen otros temas fálicos más angus- que más no fuera que por el riesgo de internación que hace correr al suje-
tiosos, como cuando relata lo que ocurrió a la salida de la sesión anterior a to, lo cual constituye en general un trastorno espectacular. Vemos que Ma-
la hospitalización: " Había un hombre al pie de la escalera. No era Alcide, ría confirma esta tesis, tanto más cuanto que añade que, a la salida de la se-
sino usted. Tenía anteojos, vivía en su casa, era Lacan, le acaricié el pullo- sión en.la que se puso a delirar, al encontrar al hombre al pie de la escalera,
ver, como había soñado hacerlo con los suyos. Me preguntó qué era lo que ella tuvo "la impresión de estar doblada", y creyó que su "columna verte-
110 marchaba, y me dijo que iba a entrar-en su casa y hacer el amor. Yo te- bral estaba rota". Por otra parte afirma: "Mi delirio era un castigo porque
11111 miedo de la estructura de la casa, de la oscuridad del patio, de ese hom- aquel día yo dejé abierta la puerta de su sala de espera". En el contexto
h1 1•, de usted" . Esas pocas frases parecen revelar que el delirio onírico tiene transferencia!, el episodio se experimentó como una desobediencia grave.
11 Vt'lº!'S la estructura de una pesadilla; se sabe que esta última resulta de un Encontrarse "con los locos" constituyó una experiencia muy penosa: ha-
11•hq,111111•111 0 de la censura, cuando ella se vuelve demasiado insuficiente; en bía sid~ secuestrada, incomunicada, entregada a sus perseguidores. Apa-
• 11 .1111 11 Ma1 111 se aproxima demasiado a sus deseos incestuosos, aparece la rentemente, qu!.zá por mucho tiempo más, haber estado en el hospital psi-
11 11· 11 1111 y los vampiros surgen en la realidad . El mismo mecanismo opera quiátrico seguiría siendo para ella una herida abierta. Además temía que
11111'1 1hl1 1111 111t• en su miedo a volver a las sesiones: "Tenía miedo de usted; Alcide continuara creyéndola loca.
~ I d1' d 1 1.1 1•1 111111, e l Diablo, un vampiro ... Creía que nunca volvería a su No obstante, en otras circunstancias, parece que el hospital también
111 1-11111 111<1" S1• t•11ticnde que ciertos analistas, en presencia de delirios de constituye "un abrigo". En la segunda hospitalización se presentó por sí
11 111111 11 1· 111 podido sostener que una psicosis, "por su contenido ma- misma, 15 solicitando que se la protegiera de Alcide, con el que acababa de
111 1111 1 11.1 111.lb que " una pesadilla interminable" (18). pelear. Lo había herido ligeramente en el rostro, y temía que él la matara.
1 ¡i111 1 11 1 111 ,¡, l11,1ntl' de la locura hlstérica es una defensa menos efi- En resumen, el delirio, la locura, la internación, si son fuentes de angustia,
1" 11 1 111 11111 111·1 1111tc q ue Jos deseos prohibidos se transparenten sirven también para ligarla. En tal sentido, María pronunció una frase asom-
1 111 il1tl d 1\ 1l lo ~1· debe sin duda que en el mundo del histérico brosa: "Era como si a alguien le extirparan los ovarios y cuatro meses des-
1 lh 1111 1 1 1 v 11 1 11 11 11 11a in te nsa culpabilidad . "Tuve mucho miedo pués ella tuviera un niño". El delirio histérico aparece allí tal como es: una
M1111 11 "' 111111 11 11w 1·11 tn• los locos. Los edificios estaban dis- castración imaginaria y al mismo tiempo una fuente de satisfacción autoe-
11 11 11111 ll 11 111 1111\11111 que e n la Biblia; pensé que el sacrificio rótica, en lo cual no difiere en absoluto de los otros síntomas histéricos.
1 11 11 ~ 11 1ti11 10 Mi compañero y yo estábamos conde- Los beneficios secundarios del delirio histérico no son poco importantes:
a la sensación de ser una OVNI la acompañaba un placer intenso. En otras
circunstancias, María pensaba que ella y su "compañero" eran dioses, que
11
1 1 11111'1 111 111 11 l 1 1111111 • 111111 111 1011 1k l fe menin o delante de la sigla
11\ NI r¡111 11111111 il 111 1 11111111 1 ril•I• 111 v11l11do1 11 0 id c11 1iticado". ¿No se trata
111111 l ih 11 il1 11 11 11 11 1 "" 1 hl 1 111 • '"I'' 111111,1 1111111 d 1·~ 1¡\ 11 :rr ~u estado? 15 Aparentemente hubo tres durante los dos meses de interrupción del análisis.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO H/STERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

todo les estaba permitido, que eran personajes extraordinarios. Llegó a bai- los antiguos recuerdos traumáticos constituye el fundamento del delirio"
lar en la calle al oír música. Ella era un "siroco de amor", etcétera. (22); yo trataré de demostrar que ese fundamento del delirio histérico está
Todos esos elementos inducen a considerar al delirio histérico como un en otra parte, en una perturbación de la relación con la imagen especular;
caso particular de los delirios oníricos, tales como los suscitados por el al- sin embargo, es cierto que una cantidad de temas delirantes de María se re-
cohol o las drogas alucinógenas. Lo mismo que en los últimos, el sujeto ferían a recuerdos penosos. Así, las inyecciones que se le aplicaban tenían
experimenta satisfacciones narcisitas extremas, a veces interrumpidas, o el propósito de corregir su nacimiento prematuro: sentía el hecho de ser
precedidas, por terrores de pesadilla. Era "como un sueño", me dice María sietemesina (por lo menos era lo que decía) como un perjuicio nunca repa-
en la última sesión, unos días antes de retornar, quizá definitivamente, a su rado. El abrigo que le prestaron en el hospital le parecía " la lepra de suma-
lejano país. Otro importante punto común en los diversos delirios oníricos: dre que llevaba sobre sí''; antes de su delirio, María ya me había hecho sa-
la riqueza de las alucinaciones visuales; para María, con la mayor frecuen- ber que la madre padeció esa enfermedad, de la cual sin embargo se había
cia, estaban constituidas por objetos que se animaban y convalidaban sus curado. Durante sus hospitalizaciones, la joven siguió frotándose a veces
ideas delirantes. con agua oxigenada para aclararse la piel. Las tentativas de "blanquearse"
En el caso de los alcohólicos, Tausk ha extraído la idea de "delirio de se articulaban con el tema de remediar la polución, que quizá no carecía de
acción" (20); aparentemente ese concepto gana si se lo entiende en un sen- relación con la lepra, cosa que sin embargo María no llegó a revelar.
tido más amplio que el que le asignó su creador; también describe entonces Antes de su partida, en Ja docena de sesiones ulteriores a las hospitaliza-
con bastante precisión esos múltiples pasajes al acto que vuelven tan difícil ciones, ella insistió reiteradamente en el delirio; quería comprender lo que
el tratamiento de los grandes histéricos; en María, por ejemplo, hubo desde había ocurrido, y yo la asistí en su intento encarnizado de elaborarlo, me-
intentos de golpearme hasta una sesión en la que se tendió en el piso, ocul- tabolizarlo introducirlo en sus asociaciones. El tiempo fue demasiado bre-
tando la cabeza, con el objeto de castigarse, pasando por algunos golpes ve (apenas ~n mes) como para que ella llegara a aprehender las implicancias
propinados al diván. Incluso todo ello fue poco en comparación con Mary sexuales de la metafórica "polución del mar del Norte"; 16 con todo, sur-
Barnes o Renée (21 ), para hablar sólo de los sujetos más conocidos. gió cierto material concerniente al deseo de sus padres de "purificar la ra-
Con respecto al "delirio de acción", sería difícil encontrar algo más ilus- za" (ella habría sido Ja menos querida de las hermanas, por ser la más negra),
trativo que la observación de Richard, un joven que vino a hablarme hace a su pesar de analizarse con un blanco siendo que su padre era negro, a sus
algún tiempo. Unos lo habían calificado de esquizofrénico, y otros de fron- sentiinientos de abandono y terror cuando la madre tuvo que internarse en
terizo o psicópata. Además de algunas ideas delirantes cuyo tema era su un hospital para curar su lepra, etcétera. En cuanto al fundamento del
omnipotencia, presentaba como perturbación principal, ent re las hospita- mensaje de amor que debía llevar a los hombres, con el objeto de detener
lizaciones, el actuar sus fantasmas edípicos: no.quería abandonar la habita- las luchas, se vio que en realidad se trataba de reconciliar a su padre con su
ción exigua en la que vivía su madre, y luchó con su padre armado de un madre; la desinteligencia entre los progenitores le provocaba un vivo sufri-
cuchillo, deseando sin ambages que muriera. A veces esa problemática se miento.17
desplazaba hacia la pareja de su hermana y el cuñado, a Jos cuales estaba El tema angustiante era "no encontré la llave; Lacan la robó"; sus eluci-
muy ligado, si bien experimentaba impulsos de eliminar al hombre. No daciones al respecto me parecen totalmente características de la extrema
puede sorprender que haya arrojado un adoquín a la ventana de un tera- condensación de ciertos elementos del delirio histérico, la cual suele produ-
peuta que lo atendía desde hacía varios años . La inquietud que provoca es- cir, erróneamente, la misma sensación de incoherencia que un delirio psi -
te tipo de patología lleva en general a formular diagnósticos "graves", so-
bre todo cuando se trata de pacientes varones, de modo que no se tiene 16 Una fuga de petróleo de una plataforma de perforación en el mar del Norte había l

J
lo bastante en cuenta que puede tratarse de una forma de histeria.
sido una importante noticia de actualidad en ese momento. El hecho de que María se
Además de los temas edípicos, de los de castración, de culpabilidad y de \ haya aferrado a ese acontecimiento es muy revelador de la sensibilidad de los histéri-
satisfacción narcisista, los elementos constitutivos del delirio histérico pa- cos a los principales significan tes de su tiempo.
recen emanar de las significaciones esenciales de la historia del sujeto. En 17
Se sabe en efecto que el fracaso de la pareja de padres constituye una de las causas
tal sentido, Freud escribió en los Etudes sur l ' hystérie que "una parte de frecuentes de la histeria de los n iños (cf. 23).

30 31
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

cótico. Un mes después del inicio de su primer episodio delirante, ya de padre era una teoría") tienen en realidad una explicación totalmente dis-
regreso en su habitación de estudiante, se peleó con Alcide, .hiriéndolo cer- tinta. "Mi nombre iba a ser borrado porque yo sabía que no tenía más di-
ca del ojo. Enfurecido, él amenazó iniciarle un juicio. 18 ''Tuve mucho nero ni trabajo, que mis estudios no tenían salida laboral, y que tendría
miedo -comentó María- ; sus padres son ricos, poderosos, y los míos no. que volver a la casa de mis padres. Es lo que sucede ahora: retiré mi nom-
Pensé que iba a matarme. El creyó que lo había golpeado con un arma, bre de la puerta de mi habitación. Cuando encontraba terrible que mi pa-
pero fue mi llave; me asusté al ver sangre y arrojé la llave por la ventana. dre fuera una teoría, quería decir que era inaccesible, que no me hablaba
No quiso creer mis explicaciones, estaba convencido de que se trató de un nunca; yo me veía obligada a imaginar lo que hacía, lo que era; no sabía
arma, de un cuchlllo; fuimos a buscar la llave en el césped, pero no la en- casi nada, con suma frecuencia estaba ausente , y yo tenía que hacerme una
contramos. Entonces me refugié en el hospital. Confiaba en que Lacan hu- teoría de él".
biera robado la llave para resolver mis problemas". Sus manifestaciones María se ha ido a ultramar. Es poco probable que vuelva; a falta de ana-
acerca de "la estructura", en apariencia totalmente insensatas, conducen lista, también es poco probable que pueda continuar el trabajo emprendido.
de por sí a asociaciones complejas relacionadas con la arquitectura de la re- No obstante, durante el último mes, no sin angustia, soportó un considera-
sidencia del padre de Alcide, por su similitud (lejana) con el edificio en el ble meneo. Su padre le pareció menos terrible; se animó a escribirle a pro-
que yo trabajo. Si el análisis hubiera podido continuarse, todo lleva a creer pósi.to de Alcide. Casi olvidó a su osito, pudo expresar por primera vez que
que el delirio de María, poco a poco, como un sueño fundamental, habría hubiera deseado que su análisis fuera didáctico; se interrogó acerca del
llegado a cobrar sentido y a integrarse en sus asociaciones. Por lo demás, se amor que le tenía a su amigo; tomó la decisión de trabajar, en vista de que
adivina con facilidad que el tema prevaleciente, el deseo de "blanquear", de sus estudios no tenían salida laboral; experimentó la sensación de "estar
literar al mundo de la polución, y de regenerarlo, se refiere bastante explí- de nuevo en la realidad". Quizá la conclusión brutal y radical de este aná-
citamente a la culpabilidad suscitada por la relación con Alcide, que es ne- lisis le permitirá continuar avanzando.
gro, como el padre de María y el sacerdote psicoterapeuta, siendo que los "Es duro -dice- ya no ser una OVNI".
progenitores querían "purificar la raza".
Todos estos datos refereptes a la capacidad de María para captar el senl
tido oculto de su delirio me parecen suficientes para que al respecto no se Catamnesia 1980. Algunos meses más tarde, recibí la primera de una se-
s'iga hablando de "psicosis histérica": los elementos constitutivo.s de la pro- rie de cartas de María. Me hizo saber que, durante una nueva psicoterapia
yección delirante no están forcluidos, sino que son significantes reprimidos con un psiquiatra, sus trastornos recrudecieron. Denominó al episodio "de-
que retoman en la realidad . _ lirio corporal": mi cuerpo - escribió- se ha vuelto loco y grita de dolor
Poco tiempo antes de su partida, María se inquietó de nuevo por la' por todas partes. "Tenía enfermos los ojos, los oídos, la garganta (anginas).
"contratransferencia demasiado positiva" que yo tendría respecto de ella, Me dolía violentamente el estómago, con crisis de aerofagia. Tuve una her-
no obstante lo cual se preguntaba por qué no fui a verla al hospital·y por nia umbilical que sólo empezó a dolerme cuando la descubrieron y me lo
qué le he aumentado los honorarios. Su amiga Silvie le explicó que, en lo hicieron saber, y dolores en los ovarios ... Quedé mucho tiempo enferma de
tocante a la "contratransferencia" , se trata de fantasmas suyos. María tie- los ojos ... no podía leer, ni escribir, ni mirar televisión. Tenía mucho mie-
ne en cuenta esa posibilidad. Aunque no esté todavía dispuesta a aceptar- do de morir de agotamiento por haber luchado demasiado, y me caía con
la , concibe que su idea de ese momento puede tener un sentido diferente. frecuencia. Estuve de nuevo al borde del hospital psiquiátrico".
Si se tratara de una psicótica, se aferraría a su sensación, sin que pudiera Interrumpió su psicoterapia; durante casi un año padeció un estado de-
evocarse la existencia de "Otra escena" . presivo grave; persistieron diversas somatizaciones; los conflictos familiares
Las afirmaciones que en mayor medida podrían orientar hacia la no- dieron origen a deseos de matar a quienes la rodeaban y a ideas de suicidio.
ción de forclusión (el tema delirante "se Íba a borrar mi nombre" o "mi A lo largo de ese período me envió varias cartas solicitando ayuda. Yo
acusaba recibo y sólo respondía de modo sucinto, puesto que estaba al
IH Reacción sorpre ndente de este amante, pero reveladora de lo~ fantasmas de trans- otro lado del océano, en el lugar en el que durante el análisis ella ubicaba a
¡\H'~ÍÓn de la legalidad que enfrentaba María. · su padre: el de aquél cuyo amor podría resolverlo todo. A veces mi reserva

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

desencadenó su cólera: "Estoy harta de la no existencia, pero también har- absoluto a las consecuencias de la forclusión del Nombre-del-Padre. En
ta de la infantilización de la relación médico-paciente. Le digo MIERDA. cambio, existe un texto psicoanalítico de 1919,"La genese de 'l'appareil
Usled está ENCERRADO en una función, una institución, una legitimidad, a influencer' au cours de la schizophrénie", que presenta el caso de una jo-
una 'autoridad' envilecedoras para una persona y para una relación perso- ven llamada Natalia, cuya patología converge en numerosos puntos con la
na a persona que usted descarta ... Ya le dediqué demasiado tiempo ... Usted de María. ¿Por qué en el día de hoy se menciona tan pocas veces esa con-
me joroba. A usted hay que matarlo como a los otros ... Váyase al diablo, tribución de primer orden al estudio de ciertos estados delirantes? ¿Por
aunque yo no se lo desee en el fondo". · . qué el nombre de Victor Tausk no aparece nunca en los Ecrits? ¿Por qué
Después de permanecer en una clínica especializada en el tratanue~to su trabajo sobre "la máquina de influir" no dio lugar a ningún comentario
de trastornos psicosomáticos y de algunos días de retiro en un monasteno, en el Seminario que Lacan dedicó a las psicosis en 1955-1956? ¿Cómo no
emprende una nueva psicoterapia con otro psiquiatra. Bastaron cinco me- captar que la insistencia de Tausk en el rol de representante fálico de la
ses para que la relación transferencia! pasara del idilio al odio Yel trabajo "máquina de influir" es incompatible con la concepción de la psicosis
se interrumpiera una vez más. como determinada por la forclusión del Nombre-del-Padre, cuya conse-
No obstante, la ambivalencia de la que daban testimonio sus cartas se cuencia es la ausencia de la significación fálica? Ya me he interrogado antes
atenuó sensiblemente: "Me siento un poco menos agresiva con usted por la acerca de este extraño silencio de Lacan respecto de los estados delirantes
ignorancia en que estoy de su vida, de su personalidad, de sus p~eocupa~io­ no disociados (24). 19 En el contexto político de la época en que presentó
nes, ignorancia en la cual usted me mantuvo durante el tratanuento psico- sus tesis sobre la psicosis, mientras la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, a
analítico e incluso después. También se ha negado a mantener correspon- la que él pertenecía , trataba de hacerse reconocer por la Asociación Psicoa-
dencia conmigo; me alivió momentáneamente su cuidado de no hablar por nalítica Internacional, ¿es posible que no haya querido subrayar la profunda
mí de no comprometerse en una relación personal conmigo Y también, Y originalidad de lo que introducía, en relación con las tesis de la ortodoxia
qu~á sobre todo, de obligarme a volverme hacia una solución terapéutica freudiana? Sea lo que fuere, el concepto lacaniano de la psicosis deja un
que no encontraba en sus cartas. Comprendo mejor esa actitud ... No he en- resto importante en el seno de lo que la psiquiatría designa al utilizar el
contrado a nadie que pueda desempeñar su papel, es decir el de alguien que mismo término.
pueda ayudarme sin destruirme , que pueda hacer que su personalida~ no
interfiera la mía; a ello se debe sin duda que retome a usted con tenacidad. 19 La disociación psíquica, con la acepción que yo le atribuyo, es definida por la irre-
Creo percibir mejor y quizá aceptar su actitud de psicoanalista. Creo acep- ductibilidad del sentido del delirio en la conciencia del sujeto. No es por cierto este
tar mejor lo que peyorativamente había llamado sus ritos. E~ posi~~e . que mismo concepto el que u tilizan Freud, Janet, Prince, Bleuler o Pankow - cada uno de
se trate del punto de partida de un desbloqueo respecto del psicoanálisis en ellos con acepciones que a veces difieren entre sí- . Si bien Lacan no empleó esa ex-
Jo que éste tenía de más frustrante para mí''. . . presión, expresa claramente lo que aquí indico, al afirmar, en su seminario del 8 de
En su país comenzó a trabajar un analista; a pesar de algunas reticencias, febrero de 1956, que el psicótico se encuentra en una posición que lo hace "incapaz
de restaurar auténticamente el sentido del que da testimonio" . La ausencia de la idea
ahora piensa dirigirse a él. de disociación en los escritos lacanianos no es sorprendente: en u na perspectiva en la
Dos años y medio después del episodio delirante la mejoría es notable ; que, como Freud, se subraya la Spaltung constitutiva del sujeto, resulta que t odos es-
han cesado sus somatizaciones más importantes; ha dejado la casa de la fa- tamos en un estado p ermanente de disociación, puesto que la disociación se define en
milia, con sus interminables conflictos; durante las últimas vacaciones hizo términos clásicos como la ruptura de la unidad psíquica. Se compre nde en cambio
que los p aladines del "sí mismo", de la "identidad", del yo "total" o "autónomo", se
un amigo y parece vivir en armonía con él.
vean conducidos a descu briJ con frecuencia signos de disociación: el concepto de es-
quizofrenia tiene una mayor extensión en el psicoanálisis kleinian o y en la psicología
del yo de los anglosajones. En realidad, nada impediría que estos analistas afirmen ,
El desencadenamiento de los trastornos, la omnipresencia de la signifi- como Janet a principios de siglo, que "la disociación es el carácter esencial de todas
cación fálica , la riqueza de las metáforas, la ausencia de neologismos Y de las en fermedades del espíritu" (81 ). Me parece que la disociación psicótica es sólo un
estribillos, la no disociación de las manifestaciones delirantes, nada de todo concepto vacío si no se insiste en su diferencia con la Spaltung de los sujetos neuróti-
cos: la primera constituye una ruptura radical e insuperable entre el yo y el Otro en el
esto, en la observación del episodio psiquiátrico de María, corresponde en
psiquismo del sujeto.

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f,OCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

FI lexlo de Tausk constituye uno de los fundamentos más sólidos de La comparación de las estructuras psíquicas de María y Natalia va a per-
lodu investigación sobre el delirio histérico. Sin duda, ése no fue su propó- mitir circunscribir mejor la especificidad del delirio histérico.
"11 o; Tausk habla de " la esquizofrenia", pero se olvida demasiado rápida- ¿Qué se encuentra en el inicio del delirio de la paciente de Tausk? Poco
1111•11te que ese concepto bleuleriano, creado algunos años antes, englobaba tiempo después de haber rechazado un pedido de mano por parte de un
In que autores de fines del siglo XIX denominaban, según yo creo con per- profesor universitario, la señorita Natalia, de treinta y un años de edad, sin-
lmcncia, locura histérica. Fue la influencia conjugada de Babinski en Fran- tió que el pretendiente influía en ella, lo mismo que su madre, por medio
r •a , y de Bleuler en Suiza y Alemania, lo que en los primeros años de este de sugestiones. Cuando tales sugestiones fracasaron, el hombre recurrió a la
Hl¡.\lo condujo a dejar de diferenciar, entre los estados deliran tes, a algunos máquina de influir. El profesor parece no haber carecido por completo de
dl• ellos en los que Janet, Breuer y Freud habían demostrado la inteligibi- atractivo para Natalia; "la enferma - escribió Tausk- no había declinado el
lidad para el sujeto mismo. En "L'état mental des hystériques" (1892), lo pedido sin q_ue ello le provocara un conflicto: vaciló entre la aceptación y
111ismo que en su hermosa conferencia titulada "Un cas de possession et el rechazo" (28); por lo tanto, la respuesta negativa tiene probable.mente 1
l'exorcisme modeme" (1894), Janet había establecido que · 1a manifesta'- que entenderse como un intento de conservar su deseo insatisfecho. De ha-
dón, bajo hipnosis, de "la idea fija subconsciente", permitía la desapa- b"e!. aceptado, le habría faltado la falta. Pero, ¿por qué esa medida defen-
rición del delirio histérico; al mismo tiempo, Breuer y Freud llegaban a siva no evitó la enfermedad? ¿O por qué no presentó Natalia un síntoma /
conclusiones muy parecidas, afirmando que "el histérico sufre de reminis- de conversión? Aparentemente, como en el caso de María, ello hubiera re-
cencias", y que la revelación de los traumas reprimidos entrañaba la reso- sultado imposible por la persistencia del acontecimiento traumático. En
lución de los síntomas, sea que se tratara de conversiones, alucinaciones o efedo, el pretendiente, a continuación del rechazo, no se dio por entera- 1
delirios. do; "persiguió manifiestamente -se nos revela- el objetivo de hacer acep-
tar retroactivamente su pedido de mano". En consecuencia, la represión
Unos veinte años más tarde, en 1914, el fundador del psicoanálisis afir-
del suceso traumático no podía producirse; en tales circunstancias, el suje-
111ó que los esquizofrénicos "se sustraen a la influencia del psicoanálisis y
to histérico no parece disponer más que de una defensa arcaica: la proyec-
se convierten en inaccesibles a nuestros esfuerzos por curarlos" (25); no ción.
neo que haya que dudar de ese enunciado, y en cambio me parece que él
implica correlativamente la insistencia en los delirios accesibles al análisis. Se sabe que a Freud le resultó difícil precisar este conrepto, y que en
Ahora bien, sin explicárselo, Freud, al contrario, parece haber casi abando- sus obras es posible descubrir que aparece con diversas acepciones. Su apli-
nado en esa época el concepto de "psicosis histérica" que empleó sin em- cación a las psicosis no está libre de problemas; en su comentario del caso
bargo en sus primeros escritos. Desde entonces , los casos de Anna O., y Schreber, Freud, para aprehender la naturaleza de la proyección "paranoi-
l;mmy von N., Achille (26), Marie (27) se vuelven insituables en la nosolo- ca", debe realizar un prolongado rodeo previo por el análisis de la especifi-
11ía psicoanalítica: el delirio deja de ser compatible con la histeria, en tanto cidad de la represión psicótica; después de ello, vuelve a la investigación·
que la accesibilidad a la psicoterapia es inconciliable con la esquizofrenia. profundizada del proceso de la proyección, y puede postular: "No sería
No obstante, esos cuatro sujetos delirantes fueron curados, o sensiblemen- justo decir que el sentimiento reprimido dentro sea proyectado afuera; más
te mejorados, sea mediante la hipnosis o la "talking cure".
bien tendría que decirse, ahora lo vemos, que lo que ha sido abolido den-
tro vuelve desde afuera" (29). En esas líneas parece haber el bo.squejo de
En un contexto de ese tipo, cuando Tausk observa a Natalia , que pre- una distinción entre dos modalidades de la proyección: no se ignora que
senta un delirio de influencia, por una parte, nada indica que haya pensado precisamente a partir de tales indicaciones concernientes a "lo que ha sido
rn la posibilidad de una psicoterapia; por otro lado, para designar su pato- abolido dentro" Lacan infirió el concepto de forclusión, con Jos elementos
logía sólo contaba con la noción de esquizofrenia. En 1919 ya no existe el forcluidos que vuelven en lo real para constituir el delirio psicótico; 20 la
concepto de locura histérica. C. Villechenoux sitúa por lo demás su desa-
parición en la época de la Primera Guerra Mundial. El título del artículo de 20 .
Respecto de esto Lacan no emplea el término proyección; diferencia radicaltnente
Tausk comparte la confusión introducida por una noción de esquizofrenia este proceso, que funda la dimensión imaginaria de cada sujeto, del mecanismo muy
que lo abarca todo. específico que da origen al delirio psicótico.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS DELIRIO HISTERJCO NO ES DELIRIO DISOCIADO

proyección lústérica me parece más bien del tipo de esa "sensación repri- quedó oculta debajo de tales nociones, las cuales no obstante están más
mida en el interior" y "proyectada hacia el exterior" que Freud reconoce próximas a aquélla que la indefinible esquizofrenia de Bleuler y los anglosa-
a veces como operante en el sueño. Esto (dice) "nos indica que se ha pro- jones.
ducido algo que querría perturbar el sueño, y nos pennite captar la manera En la proyección del delirio histérico se reconocen los mecanismos pro-
en que ha sido posible la defensa contra esa perturbación. Por fin el dur- pios del sueño, a saber: el desplazamiento (la metonimia) y la condensa-
miente ha soñado y pudo continuar dunniendo; en el lugar del reclamo in- ción (la metáfora). Por cierto, el primero está lejos de faltar en el delirio di-
terno que quería que nos ocupáramos de él, sobrevino un acontecimiento sociado; en cambio, la segunda implica que el significado delirante puede
externo, cuyo reclamo ha sido liquidado. Un sueño es por lo tanto también revelarse ligado con significados latentes; es fácil demostrar que la máquina
una proyección, la exteriorización de un proceso interno" (30). En cambio, de influir de Natalia y la polución de María constituyen ejemplos manifies-
respecto del delirio de Schreber, Freud introduce un modo de análisis to· tos, mientras que en el delirio psicótico sería inútil buscar algo de ese tipo.
talmente distinto: el de la deducción gramatical. Sabemos que la aplicó a En este sentido, podría no obstante objetarse que Freud descubrió nume-
las diversas maneras de negar la proposición "yo lo amo", con el objeto de rosas metáforas en el texto de Schreber, tales como los pájaros parlantes,
poner de manifiesto el fundamento de ciertas temáticas delirantes en el psi- los vesttbulos del cielo, que representaban a las jovencitas; aun así, las me-
cótico. ¿No hay allí una indicación de que su discurso revelaría una lógica táforas son muy poco frecuentes y suelen faltar de modo notable en el dis-
de un tipo distinto de la lógica del sueño? cur_so del psicótico.
El delirio histéricQ_Q!esenta todas las características de lo que la psiquia· Casi no se las encuentra en la obra de Wolfson,.cuyo sistema de trans-
tría, en particular la francesa, ha aislado con la denominación de "delirio formación se inscribe totalmente en el eje metonímico. Con todo, incluso
o~írico". Este concepto apareció un poco más tarde que el de locura lústé- cuando en un delirio disociado parecen presentarse algunos significantes
rica. En 1881 Lasegue publicó su célebre artículo "Le délire alcoolique n'est metafóricos, hay que subrayar que sólo para el oyente o el lector constitu-
pas un délire, mais un reve" (31), pero fue sobre todo en las prúneras déca- yen metáforas, y no para el sujeto mismo. Schreber es siempre radicalmen-
das del siglo XX cuando se multiplicaron los estudios sobre el delirio y las te incapaz de entrever que su delirio puede no ser la verdad verdadera; para
psicosis oníricas o postoníricas (es decir, y evidentemente el hecho no es él, sus manifestaciones no remiten a ninguna otra significación. Un psiquia-
casual, en el momento mismo en que la locura histérica estaba desapare- tra atento (como lo fue Tausk con Natalia) no hubiera logrado con su escu-
ciendo). En 1901, Régis estableció que el delirio onírico es análogo al so- cha hacerse revelar las cadenas significantes latentes que permiten compren-
nambulismo y a los estados segundos de los lústéricos (32); "se forma - es- der la génesis de símbolos tales como la máquina de influir. A la inversa de
cribe algunos años más tarde- por la puesta en juego de la actividad sub- los psicóticos disociados, María y Natalia, por su parte, saben que sus deli-
consciente o inconsciente( ...); es, en fin , siempre como un estado segundo, rios "quieren decir" algo.
sensible a la influencia de la hipnosis" , 2 1 por medio de la cual se llega a ve- En tanto el delirio lústérico está constituido por la proyección en la rea-
ces a hacer desaparecer la amnesia (del delirio) lo mismo que las ideas fijas lidad de elementos reprimidos (y no forcluidos) no parece haber diferencia
postoníricas ( ... ) Ese delirio es el delirio tipo de las intoxicaciones y de las en hablar respecto de esto del retorno de lo reprimido en la mundanidad
infecciones, puesto que se encuentra en todos los estados considerados co- del sujeto. No obstante, la proyección del delirio histérico es un mecanis-
mo tales" (33). Los trabajos de Klippel (34), de Trenaunay (35) y el infor- mo específico; por una parte, sin duda, suscita la emergencia de significa-
me de Delmas titulado "Les psychoses post-oniriques", presentado en 1920 dos reprimidos, pero por la otra mantiene apartado de la conciencia, de
ante el Congreso de los Alienistas de Estrasburgo, no tuvieron demasiado una manera particular, el acontecimiento traumático presente. Los casos
eco entre los psiquiatras extranjeros; más que nada, contribuyeron a anclar de María y Natalia permiten aprehender esos dos procesos diferentes que
firmemente la noción de confusión mental o de síndrome confuso-onírico se conjugan en el delirio. No es necesario insistir en la emergencia de lo re-
en la· psiquiatría francesa. En nuestro campo cultural, la locura histérica primido ; en cambio, se observa que el acontecimiento traumático en sí no
está reprimido, sino transformado. ~a censura parece operar en este caso
por magnificación: el amor de María y Alcide pasa a ser un vínculo divino
21
Las bastardillas son mías. ("éramos Dioses"), pero también una catástrofe cósmica (la polución en

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

escala planetaria). Por otra parte, en tanto que la insistencia del preten- hubiera podido decir Lucie 2; además podía contarme detalladamente sus
diente de Natalia fue tomando poco a poco el aspecto de ·sugestiones de crisis de histeria, el terror que le producían los hombres que veía escondi-
una máquina de influir manipulada por el hombre, ¿cómo no entender que dos tras los cortinados, los episodios de sonambulismo natural 22 durante
esto constituía para la joven una r~alización metafórica de su deseo de de- los cuales se preparó la cena o hizo la limpieza de la casa, sus pesadillas, et-
jar de "resistir a la posesión" ? Sin duda, la represión también aparta de la cétera, cosas todas de las cuales ni Lucie 1 ni Lucie 2 tuvieron jamás el me-
conciencia el hecho traumático, pero parece que le quitara transparencia: nor recuerdo" (37). Miss Beauchamp, observada por Morton Prince en Bos-
lo vela , intenta borrarlo . En cambio, la proyección delirante, al magnificar- ton presentaba por su parte cuatro personalidades sucesivas (38); Janet
lo, lo lleva al primer plano. menciona un caso de quíntuple memoria (39), y así siguiendo.
El retorno de lo reprimido por medio de la proyección puede presentar- Es interesante señalar que se trata de un mecanismo análogo al del deli-
se en la histeria con aspectos múltiples; algunos de ellos, hoy olvidados, re- rio histéricQ, a saber: retorno de lo reprimido por la vía de la proyección,
velan que existen formas de transición entre la histeria común y la locura que suscita los desdoblamientos de la personalidad. En efecto, por una par-
rustérica . Deseo hablar de todos los fenómenos, bien observados por Azaro, te, en esos estados se observa casi siempre la emergencia de elementos re-
Janet, M. Prince, bastante frecuentes en el siglo XIX, que se agrupan bajo primidos, y por la otra, algunos de ellos tienden a adquirir autonomía, a es-
los encabezamientos de "personalidades sucesivas" o "desdoblamiento de tructurarse, quizá incluso a entrar en conflicto entre sí: era el caso de Léo-
la personalidad". En aquella época, los histéricos cultivados no disponían nie, separada en tres personas sucesivas que se despreciaban recíprocamen-
de la "esquizofrenia"; en cambio, fueron muchos los novelistas y poetas te (40); todo ello parece indicar con claridad la aparición de esa instancia
que se interesaron en el tema del doble (Hoffmann, Dostoievsky, Maupa- paranoica que es el yo, que se constituye en la imagen especular por pro-
ssant, Stevenson, etcétera), lo que atestigua que la noción de personalidad yección identificatoria. Por cierto, ésta no es idéntica a la proyección deli-
desdoblada funcionaba en lo imaginario. rante, ~o implica un clivaje del sujeto ni una exteriorización de elementos
Felida X, observada por Azam en Bordeaux a partir de 1858, durante· repriniidos; sin embargo, existe una afinidad entre esas dos formas de pro-
más de treinta años, experimentaba dos estados: en el primero tenía un ca- yección: 23 en el delirio histérico, lo mismo que en el desdoblamiento de la
rácter triste, casi sombrío, padecía dolores diversos y manifestaba una gran personalidad, lo reprimido tiene la tendencia a focalizarse en una imagen
indiferencia; en el segundo, era una persona alegre, turbulenta, extremada- especular, cuya especificidad demostraré más adelante. La magnificación
mente sensible, libre ya de dolores físicos (36). No se trataba de simples va- delirante de los hechos traumáticos se conjuga a veces con la autonomiza-
riaciones ciclotímicas, pues, al volver al estado ordinario, ella ígnoraba to- ción de instancias yoicas. Los delirios de posesión por íncubos o súcubos,
do lo ocurrido en el segundo estado. Podría suponerse que en Felida se po- incluso por demonios cuya "voz" expresaba ingenuamente los deseos del
nía de manifiesto el clivaje del sujeto: el estado segundo correspondería a sujeto, proporcionan los ejemplos más evidentes.
Ja emergencia del inconsciente (lo que quedaría corroborado por el hecho La semejanza estructural de los desdoblamientos y del delirio histérico
de que en él no interviene la amnesia), en tanto que el otro estado, separa- no podría ponerse más de manifiesto que cuando "yoes" desdoblados de-
do del anterior por la barra de la censura, encarnaría al "yo". En realidad , terminan la aparición de una personalidad delirante. Es el caso de Rose,
si bien se observaba innegablemente una menor represión de los deseos en una histérica observada por Janet, que presentaba "cuatro formas de so-
el estado segundo (en el cual se refería sin ambages a un embarazo ilegíti-
mo que se disimulaba por otro lado), parece sin embargo obvio que el in-
22
consciente no se estaba revelando al desnudo. El estado segundo constitu- Janet provocaba mediante hipnosis la aparición de Lucie 1 y 2.
ye una nueva instancia yoica. Puesto que en un sujeto pueden coexistir dos 23
Según Tausk, la proyección delirante sería suscitada por una regresión del psiquis-
"yoes", ¿por qué no tres? Janet llegó a observar casos de ese tipo; habla mo a un estadio arcaico - hoy diríamos el estadio del espejo - en el cual el cuerpo
entonces, por ejemplo, de Lucie 1 para designar el estado ordinario, de Lu- propio se buscaba mediante la proyección identificatoria: "La proyección del cuerpo
cie 2 para un primer grado de sonambulismo, y de Lucie 3 para un sonam- propio - escribió - es una repetición patológica de un estadio psíquico en el curso del
cual el individuo quería descubrir su propio cuerpo con la ayuda de la proyección"
bulismo profundo: "Lucie 3 recordaba perfectamente su vida normal; tam- (50). En ese estadio, en efecto, es verosímil que esas dos proyecciones no se diferen-
bién recordaba los episodios sonambúlicos provocados antes y todo lo que cien, en tanto el clivaje del sujeto no está más que esbozado.

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nambulismo distintas entre sf''. Fuera de esos estados, su vida desplegaba reflejo), tal como conviene a una creencia ingenua en la supervivencia per-
un gran número de accidentes histéricos variados, sobre todo crisis convul- sonal en el futuro. Más tarde representa también un Yo anterior que junto
sivas, amnesias importantes, y delirios que a veces se prolongaban durante con el pasado contiene la juventud del individuo( ...) Finalmente, el Doble
días enteros, y de los cuales no conservaba ningún recuerdo consciente. se convierte en un Yo opuesto que, tal como aparece con la forma del Dia-
Ahora bien, según Janet el "segundo estado sonambúlico de Rose parecía blo, representa la parte perecedera y mortal desprendida de la personalidad
ser un estado psicológico análogo a su delirio histérico" (4). Otras sonám- presente actual, que la repudia'; (43). Rank, por su insistencia en anudar los
bulas dicen de uno de sus dobles que "es una loca" (40), sabiendo bien en temas del doble y de la muerte, indica la dimensión letal inherente a la re-
alguna parte que esas personalidades revelan demasiado fácilmente verda- lación imaginaria, la cual, en su forma más acabada, la confrontación con
des que por lo común permanecen ocultas. el doble, llega a suscitar angustias paroxísticas.
Me parece importante subrayar la tendencia a autononúzarse que posee En el texto de Tausk encontramos la indicación más explícita de que el
cada uno de los estados desdoblados. Hay sujetos que conservan la con- aparato de influir es una de las últimas versiones del doble. Su primer aná-
ciencia de una unidad; así Rose, en sus cuatro personalidades, si se la inte- lisis lo llevó a la conclusión de que la máquina "representa una verdadera
rroga acerca de ello, continúa diciendo: "Siempre soy yo ... pero no com- proyección, en el sentido físico del término: el cuerpo de la enferma pro-
pletamente igual" (42). No obstante, en la histeria pueden encontrarse to- yectado en el mundo exterior. Esto se desprende de manera unívoca de las
dos los grados de distanciamiento del doble. N ... diferencia más que Rose declaraciones de la enferma: el aparato posee en primer lugar una forma
su segundo estado, en el cual comienza por encontrarse cambiada, y después humana que, a pesar de las particularidades que lo diferencian, puede ser re-
pretende que "es otra". "¿Quién es usted, entonces?", le pregunta Janet. conocida sin la menor vacilación y (lo que es lo más importante) reconoci-
"No lo sé ... creo que estoy enferma". Sin detenerse en esa respuesta, él in- da como tal por la enferma. Poco a poco ha ido tomando el aspecto de la
daga a continuación con qué nombre habrá de llamarla, y la mujer toma el enferma. La enferma experimenta todas las manipulaciopes del aparato en
de "Nichette", su diminutivo de la primera infancia, que recupera en esta- los lugares correspondientes del propio cuerpo. Las siente cualitativamente
do de sonambulismo. idénticas. Los efectos provocados en el nivel del aparato aparecen igual-
La adopción de un nombre tiende a hacer que la personalidad desdobla- . mente en el cuerpo de la enferma. El aparato ya no tiene órganos genitales,
da sea cada vez más extraña al sujeto; éste habla de aquélla como de otro. desde que la enferma no experimenta sensaciones sexuales; tuvo órganos
En tal sentido, desde los primeros estudios de estos fenómenos realizados genitales mientras la enferma fue consciente de tales sensaciones" ( 44).
con vocación científica, los de los magnetizadores discípulos de Mesmer, se La manifestación del doble no siempre aparece tan claramente en el de-
observó con sorpresa que los sonámbulos hablaban frecuentemente de sí lirio histérico; en María no se encuentra más que bosquejada, pero de diver-
mismos en tercera persona. 24 sas maneras : "Era una OVNI", dice, pero también "Había sido enviada por
Se da un paso más en el sentido del extrañamiento cuando se proyecta los OVNI para remediar la polución". ¿No se trata de la especularización
el doble en el mundo exterior y deja de ser reconocido por el sujeto. Co- de su reliición con los OVNI? Además, aparentemente, según las pocas in-
mo las otras instancias yoicas desdobladas, tiende a adquirir una individua- formaciones comunicadas por un psiquiatra del hospital, durante cierto pe-
lidad y a tomar un nombre, que varía según la cultura y la época: íncubo, ríodo su delirio tomó la forma de una posesión demoníaca, cosa que ella
súcubo, diablo, espíritu, djinn, máquina de influir, extraterrestre, OVNI , misma no me relató nunca. Finalmente, el doble perseguidor, para María,
etcétera. lo era tanto Alcide , que la devoraba, como yo, cuando me veía como un
Los diversos grados de distanciamiento del doble discernibles en la pato- vampiro o un OVNI.
logía parecen haber sido ya captados en alguna medida por Otto Rank, en Follin, Chazaud y Pilon, en su trabajo sobre la psicosis histérica, acerca
la literatura y los mitos: "Al principio el Doble es un Yo idéntico (sombra, de este punto llegaron a conclusiones muy semejantes: hablan de fascina-
ción "por la imagen construida en el espejo de la escena delirante" (45),
24 añadiendo que el drama del histérico es el de la identidad de su personaje,
Esto también ocurre en los psicóticos, pero la génesis de este fenómeno es enton-
en tanto que el esquizofrénico vive el de la existencia de su persona. Yo
ces totalmente distinta: pone de manifiesto la ausencia del sujeto de la enunciación, y
no un desdoblamiento imaginaría. estaría dispuesto a formular esa distinción atribuyendo al primer caso un

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dra ma de lo imaginario, de la función especular, y al segundo, un marasmo La falta se hace de pronto representable y se encama en una imagen de la
de lo simbólico, de la articulación significante. omnipotencia, del destino, a la cual el sujeto fascinado se entrega, pero no
Cuando el doble es proyectado fuera del yo , se produce , según Freud, sin odio. Se establece con la imagen especular una relación tal que el sujeto
" un grado extraordinario de extrañamiento inquietante" (Unheimliche : lo queda demasiado cautivo como para poder remitirse a un tercero; la rela-
siniestro) ; consecuentemente, se transforma con facilidad en "imagen de te- ción dual pum, afirma Lacan, desposee al sujeto de la relación con el gran
rror" (46), y de la pluma del fundador del psicoanálisis surgen algunos de los Otro {49), por lo cual es legítimo, en férminos estructurales, utilizar el
significantes privilegiados del delirio histérico: los demonios, los espíritus, los concepto de delirio histérico. 25 No obstante, en muchos lugares, Lacan
espectros, etcétera. Otto Rank, algunos años antes, llegó a conclusiones con- especifica que el término delirio sólo connota en sus conceptualizaciones
cordantes, descubriendo un fuerte sentimiento de culpabilidad en el origen de una consecuencia de la forclusión; ahora bien, su determinación del delirio
una de las características más sorprendentes del doble, "que impulsa al hé- no permite .dudar del hecho de que lo que él denomina de ese modo está
roe a no asumir la responsabilidad de ciertas acciones de su Yo, sino a car- lejos de abarcar lo que la psiquiatría contemporánea designa con la misma
gárselas a otro Yo, un Doble, personificado en el Diablo mismo o en un palabra. Entonces, ¿qué lugar acuerda al resto? Sin que (por lo menos que
símbolo" (4 7). Estas líneas valen perfectamente como interpretaciones yo sepa) haya sido muy explícito acerca de este punto, aparentemente da
pertinentes de la patología de Natalia y, en menor grado, de la de María. por sentado que después de Lasegue se debería distinguir el delirio del sue-
¿Por qué la imagen especular se convierte en la del doble, de la que el ño. ¿No es esto lo que dice, en su "cuestión preliminar a todo tratamiento
sujeto queda cautivo, en el delirio de influencia histérico? La dilucidación posible de la psicosis", cuando subraya la inadecuación del concepto de
lacaniana de lo "Unheimliche" es preciosa para la comprensión de ese fe- pro~ección aplicado a los mecanismos psicóticos? (80). Esa defensa, cuya
nó meno. Para resumirla brevemente , es necesario concebir que, en la rela- acc1on Freud reconoció en el sueño, articula el delirio onírico, 26 pero no
ción ordinaria con la imagen especular, el falo no podría aparecer puesto el de las psicosis disociativas.
que no hay imagen de falta; se sitúa en otra parte, investido profundamen- Aunque el delirio histérico (variedad del delirio onírico) implica en su
te "en el nivel del cuerpo propio, en el nivel del narcisismo primario, en el determinación clínica una parte intuitiva, no me parece deseable renunciar
nivel de lo que se llama autoerotismo, en el nivel de un goce autista, ali- a mencionar el punto, puesto que lo que se sigue en tal caso es la desaparición
mento en suma que queda allí para lo que eventualmente intervendrá co- de la locura histérica. Además, Freud, Breuer, Janet y muchos otros ya han
mo instrumento en la relación con el otro" (48). La imagen especular lleva otorgado al delirio histérico sus títulos de nobleza. 27
consigo una falta, pone al deseo en relación con la ausencia del objeto a. ¿No sigue siendo necesario refinar el análisis del inquietante extraña-
Ahora bien, cuando falta la falta (recordemos que es esto lo que se descu- miento del doble, para dar cuenta de su especificidad? Para explicar la
bre en el origen de los delirios de Natalia y María) el falo se confunde sú-
bitamente con la imagen del doble, puesto que la investición fálica sub-
siste en el nivel del cuerpo propio. "El hombre - afirma Lacan en su semi- 2S
Por cierto, esa ~isrna relación dual se encuentra siempre en las psicosis, en parti-
nario so bre la angustia- encuentra su hogar en un punto situado en el Otro, cular en las paranoicas, pero ella es entonces correlativa de una invasión del Otro más
más allá de la imagen de la que estamos hechos, y ese lugar representa la que de su desposesión. '
26
uusencia en la que somos. Suponiendo que ella se revele (cosa que sucede) Por delirio onírico entiendo una proyección fantasmática cuyo mecanismo es aná-
por lo que es -la presencia en otra parte que hace de ese lugar una ausen- lo~~ al del sueño, de modo que no diferencio, corno es de práctica en la psiquiatría
cia , ella es entonces la reina del juego. Se apodera de la imagen que la so- claS1ca, lo oniroide de lo onírico. Las variedades de los cuadros psiquiátricos no con-
firman diferencias estructurales.
porl a y la imagen especular se convierte en la imagen del doble, con lo que 27
ésla implica de extrañamiento radical y, para emplear términos que adquie- No se debe ignorar que, en una perspectiva psicoanalítica, el término delirio en
I~~ ex?resiones "delirio histérico" o "delirio onírico", no llegan a tener una defini-
rt• n su significación oponiéndose a los té·rminos hegelianos, haciéndonos
eron ngurosa. No es pos!bl~ delimitarlo más que corno el discurso de un sujeto en rup-
aparecer como objeto al revelarnos la no-autonomía del sujeto" ( 48). El tura con el campo sernantico de una cultura determinada, pero no todos los discursos
de li rio de influencia histérico me parece la mejor ilustración de esa capta- que responden a esa definición constituyen delirios, de modo que no se podría disi-
r 16 n del sujeto por una imagen del doble proyectada en el lugar del Otro. mular que en el día de hoy no tenernos la piedra de toque de una tal ruptura.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCJAT!VAS
DELIRIO H!STER!CO NO ES DELIRIO DISOCIADO

ungustia asociada con ello, ¿basta con decir que la suscita el retorno de lo
noia histérica", de la que habló Freud en 1911 a propósito de un caso efi-
icprimido y la investición fálica de la imagen especular? ¿No es necesario
cazmente tratado por el psicoanálisis (52) está hoy soterrada bajo la para-
hacer intervenir una dimensión complementaria? Me parece que la apari-
noia sensitiva de Kretschmer. Un estudio atento de los casos que él presen-
ción del doble en lo real evoca en el sujeto algo del tipo de la escena pri-
ta (53), más allá del cuadro psiquiátrico, permitiría poner de manifiesto
maria. "Esta -escribe D. Vasse- es imaginada, fantaseada como la nega-
que se trata, con pocas excepciones, de locura histérica, y no de psicosis de
ción de la diferencia original: evita así el renunciamiento de la .castración
forma paranoica. 28 La esquizofrenia y Ja paranoia sensitiva son los dos
simbólica y, al mismo tiempo, el ingreso en una problemática del límite y
oropeles principales que la locura histérica, afección proteiforme por exce-
de la muerte, de la sumisión a la ley" (51). Ahora bien, tal como él lo seña-
lencia, puede tomar en préstamo del campo conceptual de la psiquiatría de
la , "la visión de la imagen especular y la angustia que ella provoca evocan
nuestro tiempo. Si se la llega a desalojar de allí en el futuro, sin duda se en-
el cara a cara de los cuerpos en el acoplamiento y la emoción ligada al aflo-
carnará poco después en nuevas versiones: su historia atestigua el carácter
ramiento de un fantasma de la escena primaria. Esa emoción es Úm invaso-
tenaz de este fenómeno.
ra que petrifica al 'mirado' y a 'el que mira' en un mismo anonadamiento"
(51 ). El encuentro de Ja imagen del doble sería entonces particularmente
capaz de suscitar la angustia propia de la escena primaria, puesto que toda
diferencia se encuentra en tal caso excluida de la relación con la imagen es- El punto esencial del análisis del doble propuesto aquí consiste en saber
pecular. ¿Es ésta una de las razones por la cual la palabra "posesión" se si se confirma que la investición fálica de la imagen especular está en el ori-
repite con tanta frecuencia en este contexto? Me inclino además a pensar gen de la aparición del doble en el lugar del Otro. ¿Se trata de enhebrar de
que ciertos fantasmas de María, como por ejemplo el de que "el diamante una nueva manera conceptos metapsicológicos, o la hipótesis está corrobo-
penetró a la perla" tienen algo del tipo de la connotación fusiona! angus- rada por la clínica? Vamos a ver que es fácil reconocer lo que le aporta el
liante inherente a la escena primaria. estudio de Tausk.
Estos elementos parecen poner claramente de manifiesto que la locura Se sabe que un primer análisis de las manifestaciones de Natalia lo llevó
histérica se origina en una perturbación de la función especular. El antiguo a discernir que la máquina de influir era un doble del propio cuerpo. No
vocabulario nosológico expresaba una consecuencia de ese hecho en los au- obstante, y con ello su marcha se extiende de lo más manifiesto a lo más
tores que hablaban de "manía histérica", "histeroepilepsia", "melancolía velado, un segundo análisis, para su sorpresa, y un tanto para su turbación,
histérica", "histero-catatonía", "histero-psicastenia" o de "paranoia histé- le reveló que la hipótesis según la cual la máquina de influir sería "una pro-
rica". Ninguna otra enfermedad ha aparecido asociada a un número tan yección de los órganos genitales" parecía tan plausible como la precedente .
grande de síndromes psiquiátricos. Ninguna otra ha presentado una varie- En el último párrafo de su artículo , capta de modo muy pertinente la co-
dad de expresiones tan diversas. Nada podría ponerlo mejor de manifiesto nexión íntima de esas dos hipótesis , afirmando que la máquina es "una
que un estudio de las "histerias exóticas" tales como el koro, el latha, el proyección del propio cuerpo, considerado en su totalidad como órgano
myriachit, el tarantulismo, la histeria ártica, etcétera. genital" (54). Ello resulta, dice, de una "regresión de la libido a sus esta-
Me parece revelador que el excelente artículo de Otto Rank consagrado dios infantiles muy precoces ( ... ) en los que todo el cuerpo es un órgano
al "doble" (1914) recuerde en sus últimas líneas, después de un estudio genital". Entendemos que se trata de una regresión tópica a ese funciona-
bastante completo de este tema en la literatura y los mitos, "la ansiedad miento originario en el que el sujeto tiene que identificarse con el falo para
paranoica ante el propio Yo, personificado en la sombra, en Ja imagen o en hacerse objeto del deseo de la madre. Por lo demás, Tausk se acerca mucho
el Doble". Por lo demás, con respecto a la patología del doble se sirve de a esta concepción al escribir: " Aquí el órgano genital no es más que sím-
buen grado del concepto de paranoia, y no del de histeria. En ese punto ha bolo de una sexualidad que, más antigua que la simbólica y que todos los
tenido seguidores: recuerdo haber oído, en una clínica en Ja que no obs- medios de expresión_utilizados en el comercio interhumano, para comuni-
tante se realizaba una investigación innovadora en psiquiatría, el diagnósti-
co de paranoia aplicado a una joven cuya estructura histérica no hubiera 28
sido dudosa para nadie, si no presentara un delirio de influencia. La "para- La "felida artificial" observada por Janet, cuya histeria no me parece más dudosa
que a él, hablaba a veces "como si padeciera un delirio persecu torio" (65).
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

carse no dispone en consecuencia de ninguna expresión que corresponda a tuye también un aporte, aunque menos importante que el de Tausk, al aná-
su etapa. En el lenguaje extraído del caudal de representación y de pala- lisis de la estructura del delirio histérico. Observa por otra parte que "los
bras que datan del estadio genital, la imagen sólo significa 'soy todo sexua- estados hipnoides y los estados crepusculares poseen relaciones totalmente
lidad' . Pero el tenor del texto es 'soy todo órgano genital' " (54). El tra- análogas con los estados oníricos", e incluso que "estados oníricos de es-
ductor precisa que el término alemán "genital", traducido como "órgano tructura por completo análoga se encuentran también en los enfermos
genital'', "designa al aparato genital, pero elevado al rango de s"ímbolo, de mentales (demencia precoz). Recientemente tuve la oportunidad-escribe-
lenguaje" ; dicho de otra manera, también allí está el falo. En resumen, las de establecer con certidumbre su génesis a partir de los ensueños diurnos
últimas líneas del artículo carecen de ambigüedad: la máquina es "un ser de un joven hebefrénico" (56). 29 Lo esencial de su aporte acerca de este
sexual difuso", "independiente de las intenciones del yo" de Natalia, y punto me parece que reside en el hecho de que pone de manifiesto los be-
Tausk concluye señalando la analogía de ese fenómeno con otro, conside- neficios secundarios que procura el estado onírico: constituye -afirma- el
rado como una hazaña excepcional y misteriosa, experimentado como algo sustituto de una satisfacción sexual abandonada. En términos modernos,
independiente del yo e imperfectamente dominado: la primera erección. diríamos antes bien que la identificación fálica del sujeto está en el funda-
De la observación de María surge menos definidamente la importancia mento .de su narcisismo. Los éxtasis que presentan algunos histéricos pare-
de la proyección de la investición fálica de la imagen especular en la géne- cen ser signos de una regresión aun más arcaica, que permitiría al sujeto ex-
sis de los trastornos. Su delirio no presenta la coherencia del de Natalia, perimentar una especie de estado fetal. Las drogas alucinógenas ayudan a
pero he señalado cuán frecuentemente se encuentra en el primero la signifi- veces a lograrlo, revelando incluso en ese punto la afinidad de sus efectos
cación fálica. La temática relativa a los OVNI parece encarnarlo de manera con los que puede producir la patología de la locura histérica. Las mortifi-
privilegiada; en efecto, si el delirio de influencia sólo aparece en estado de caciones de los místicos de todas las religiones, el ascetismo, representan
esbozo, en las afirmaciones según las cuales había sido enviada por los otra vía de acceso a las alucinaciones y a los delirios oníricos: ¡cuántos
0-.,.rNI para remediar la polución, en cambio su propia identificación con chamanes, yoguis o personajes santificados serían considerados esquizofré-
" una OVNI", es decir con la omnipotencia de los extraterrestres, es un nicos según el patrón de los conceptos de la psiquiatría actual! En 1895,
punto al que volvió numerosas veces. Es posible que María, sexualmente Freud habló de los "delirios histéricos de santos y religiosas" (58), pero
colmada, debido a ello no se haya visto llevada a realizar simbólicamente la ¿cómo los habría calificado veinte años más tarde?
posesión, a la inversa de Natalia, sexualmente insatisfecha: ¿no fueron aca- No obstante, todos comcid.irán en que esos éxtasis, desde los de Teresa
so los conventos la tierra de elección de las poseídas? No obstante, en las de Avila hasta los del toxicómano contemporáneo, envuelven siempre mo-
manifestaciones de María el doble perseguidor aparece a veces encamado mentos de angustia extrema. Ello se debe a que la proyección delirante es
por mí, convertido en vampiro, o por Alcide, no mucho más tranquilizador. un mecanismo de censurn menos eficaz que la represión, de modo que con
Varias veces agredió a este último con violencia: "Tengo miedo de que me toda justicia se habla a veces de pesadilla a propósito del delirio histérico.
destruya ... Su amor es devorador... Temo que me mate ... " Ese joven, cuyo No es por lo tanto sorprendente que el trabajo de Jones titulado "Le cau-
cuerpo se prestaba particularmente para representar la virilidad, se convir- chemar" ("La pesadilla") sea un estudio de la locura histérica de los siglos
tió en una versión de su propia identificación masculina, que ella encontra- pasados. Consagra todo un capítulo a cada uno de cinco significantes prin-
ba en el espejo del otro. Su relación se redujo entonces a la pura relación cipales del delirio histérico de antafío: los íncubos y los súcubos, los fan-
imaginaria; de allí la sensación de devoramiento experimentada por María. tasmas, el vampiro y el diablo; estudia también las fantasías de las brujas.
Poco faltó para que él se convirtiera en el perseguidor de una " paranoica". Llega a la conclusión de que todas esas "supersticiones estal.Jan estrecha-
mente entrelazadas y son numerosos los elementos que pasaron de~una a
otra. Desde el punto de vista psicológico, su significación presenta fuertes
La falización del cuerpo propio, que nunca falta en la histeria, me pare-
ce una de las claves que permite captar lo que expresa Abraham sobre "la
relación genética que vincula los estados oníricos con la masturbación" (55). 29
He señalado, por otra parte (57), que Abraham fue uno de los artesanos de la con-
En efecto , su estudio de 191 O sobre los estados oníricos hist~ricos consti- fusión actual entre locura histérica y esquizofrenia.

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• 4 , Hum"ri 'ar . .s - U.~.o.
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t ' rf
DELIRIO HISTERICO N O ES DELIRIO DISOCIADO
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

más que "una interminable pesadilla en la cual los deseos están tan bien ca-
v(nculos, incluso más que su aspecto exterior. Todos los elementos a partir muflados que el enfermo no se despierta" (62). La_casi totalidad de los ca-
de los cuales se elaboraron esas cinco supersticiones fueron proyecciones sos que describe en su obra L 'analyse directe presentan aptitudes para la
de un material sexual reprimido e inconsciente. En ese material hay sobre transferencia y la regresión, y demuestran ser curables por psicoterapia,
lodo dos rasgos notables: la importancia de los deseos incestuosos Y la de mientras que los delirios no dejan ningún lugar a duda en cuanto a su na-
lns fo rmas infantiles de la sexualidad" (59). El análisis de Janes concer- turaleza onírica, no disociada, de modo que todo indica que son histéricos
11ic11 te a la figura del vampiro podría aplicarse a ese mismo tema· tal como quienes lo han llevado a la idea de delirio pesadillesco.
apareció en el delirio de María: se trata de "deseo y odio reprimidos prove- Se comprende que el levantamiento parcial de la represión observado en
111entes de los primeros conflictos incestuosos" (60). esta patología genere a veces una extrema culpabilidad. En este aspecto, la
Sin embargo , la proximidad de la pesadilla, ¿no será demasiado inquie- psicosis melancólica puede no ser siempre fácil de diferenciar del estado
lante , y por ello es tan frecuente que se la mantenga a distancia? ¿Por qué melancólico de un histérico delirante. Por lo demás, después de Janet,
el trabajo psicoanalítico de Janes sobre ese tema se publicó en Francia en K.rafft-Ebing y otros médicos de fines del siglo XIX, Freud, en una carta a
una colección denominada "En los confines de la ciencia", dedicada a la Fliess del 16 de enero de 1899, no temió mencionar la "melancolía his-
111ugia, el esoterismo y la parapsicología? ¿No es éste un hecho sin prece- térica".
dentes, tratándose de un clásico del psicoanálisis? 30 Por otra parte, tam- Por otra parte, a propósito del onirismo en la esquizofrenia, Rosen po-
hi6n Jones da pruebas de una cierta pusilanimidad en su investigación: no dría aparentemente valerse del aval de Bleuler, a quien elogia en el último
continúa con el estudio del delirio histérico más allá de la brujería. Se de- capítulo de su obra. En 1911, Bleuler, en efecto, afirmó la identidad esen-
l icne en el siglo XVII; ¿acaso la "pesadilla" desapareció en esa época? Del cial del pensamiento onírico y el pensamiento autístico del esquizofrénico;
111ismo modo,hoy no es infrecuente oír que la gran histeria, "a lo Charcot", la única diferencia residiría en la Spaltung más intensa de la personalidad
habría dejado de existir, sin que se sepa bien por qué, a fines del siglo XIX. del segundo: mientras que el durmiente está dominado por un complejo o
En realidad, está sobre todo oculta donde no es fácil redescubrirla , es de- un sistema único de comportamiento , el esquizofrénico realiza un registro
cir (lo repito) debajo de otras etiquetas nosográficas. Los trabajos contem- doble, en el sentido de su complejo y en el sentido de la realidad. Según
poráneos de Rosen sobre ciertos "esquizofrénicos" constituyen una prue- Bleuler, la diferencia no apunta por lo tanto a nada fundamental, de modo
ba de lo que postulo; esos trabajos lo han llevado a concebir la identidad que, a pesar de la génesis diferente de esa pequeña diferencia, consideraba
de estructuras del delirio de aquéllos y de la pesadilla. Afirma en efecto verosímil que la sintomatología secundaria de la esquizofrenia coincidiera
que la esquizofrenia, más que el sueñ.o, es el camino real de acceso al in- totalmente con la del sueñ.o (63). Ahora bien, la "pequeña diferencia" tie-
consciente, pues en esa patología "el inconsciente se manifiesta sin que in- ne precisamente consecuencias importantes; no es sino lo que propongo
1c1vengan las resistencias normales, lo que permite que una multitud de denominar "disociación" y constituye una de las diferencias fundamenta-
l'onílictos profundos aparezcan con una forma apenas disfrazada " (61). les entre· el delirio histérico y el delirio psicótico, en tanto que se observa
l'nrl icndo de esa observación , correcta cuando concierne a las locuras his- en este último (y no en los estados oníricos) que la conciencia del sujeto se
ll' n cas, Rosen formula una generalización apresurada que abarca a todas encuentra radicalmente "disociada" del sentido de los temas delirantes.
l11s psicosis, afirmando que ellas, por su contenido manifiesto, no serían Ahora bien, sobre todo entre los anglosajones se exhibe una cierta tenden-
cia a olvidar "la pequeña diferencia"; en consecuencia se asimila el delirio
psicótico al sueño, sin advertir que la semejanza entre ambos no va más ali~
•l No o hstantc , la aproximación no carece de pertinencia , pues los hechos parapsico- de una apariencia engañ.osa.
l11¡drm ~11t· kn funcionar como pesadillas para los universitarios, particularmente en Por lo demás, la idea de disociación, según insisto en este trabajo , no era
1'1111111!1 , cim' ll'mos decir que la evocación de esos fenómenos suscita su angustia, de en modo alguno extraña al pensamiento de Bleuler; todo lo contrario , en
1111 11111 q111' •1• uprcsuran a restablecer la censura que hacen gravitar en ese dominio. Su
1111111 1h••1 111111dmic nto de los trabajos considerables efectuados en el extranjero desde
las líneas en que trata acerca de fa relación entre el sueño y la esquizofre-
lr1111 1!1¡¡1111111 t1 1•l'l' ll :t~ d e alios (cf. 7) les facilita la condena inapelable de toda investi- nia, distingue - como lo observa H. Ey- la Spaltung (que considera lo pro-
1'·" 11111 •111111• l''CH k11ó n1c nos inconscientes, en los que Freud y Ferenczi, sin embargo . pio de la nueva entidad nosológica) de la "disociación" (que reconoce en el
1111 1111111111 lr1 11•111s111 s t•.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

sueño) (63). Ahora bien, es innegable que la noción de pérdida de unidad parse de ella, se vio llevado a distinguir el delirio esquizofrénico de la "amen-
se halla más marcada en el primer concepto que en el segundo. Paradójica- cia" de Meynert (confusión mental); conserva a esta última como una espe-
mente, yo trato ahora de restituir la diferencia mediante la palabra "diso- cie de ensueño en vigilia, en tanto que le resultaba clara la especificidad del
ciación", en tanto que Lacan, retomando el concepto freudiano de Spal- delirio esquizofrénico. Trató de precisar esa especificidad sobre todo en
11mg, designa con él el clivaje del sujeto, que se manifiesta en el sueño. 31 "Complément métapsychologique a la théorie du reve", de 1917, sin duda
L<J idea, por lo tanto , no es nueva; además ya había atraído la ~tención de ignorada por Rosen; en la esquizofrenia, a diferencia del sueño, serían las
('laude en 1937, cuando trató de distinguir la esquizofrenia de la histeria: representaciones preconscientes de palabras (y no las representaciones in-
insistió en la "diferencia capital" que a su juicio existía entre las diversas conscientes de cosas) lo que elaboraría el proceso primario, de modo que
"esquizosis" (así llamaba al grupo intermedio entre neurosis y psicosis), quedaría interrumpida la circulación entre investición de palabra e investi-
a saber,_ "la profundidad, la gravedad del proceso disociativo; en los estados ción de cosa, y no habría regresión tópica. Sea cual fuere la pertinencia de
esquizoides o esquizofrénicos la disociación es persistente, con frecuencia estas consideraciones metapsicológicas, no se podría refutar que en la clí-
permanente, definitiva. En el grupo de las afecciones llamadas histéricas, la nica no permiten diferenciar el onirismo de la disociación; es s?bre todo
disociación es esencialmente superficial y temporaria" (68). A pesar de notable que Freud, tanto en el "Complément" como en "Névrose et Psy-
cuestiones de detalle, aparentemente se ha llegado ahora a un acuerdo en- chose" {1924) tiende a diferenciar dos tipos de delirios, cuyo parentesco
tre la mayoría de los clínicos, que afirma que existe una diferencia estruc- con el sueño se le revela más próximo en un caso que en el otro, en lo cual
tural entre el estado onírico y el delirio psicótico; 32 esa diferencia no pa- reconocemos la diferenciación que subrayamos aquí entre delirio onírico y
rece haber sido establecida con claridad en los comienzos del psicoanálisis , delirio disociado.
cuando , por ejemplo , Ferenczi pudo escribir: "el sueño es una proyección
paranoica" (78). Por cierto, ni él ni Freud sostuvieron la validez de lo in- Un elemento pocas veces mencionado me parece también importante
verso; sin embargo, de un extremo a otro de su obra, desde L 'interpréta- para captar las múltiples determinaciones del delirio histérico. Marie-Chris-
tion des réves hasta el Abregé, el fundador del psicoanálisis no dejó de su- tine ya nos había hecho saber que cuando "perdía la cabeza", era una
brayar las analogías entre el sueño y el delirio; todavía en 1938 escribió: prueba (19). María confirmó esa dimensión de castración imaginaria, inhe-
"el sueño es una psicosis" (79). En cambio, se demoró bastante menos en rente a la entrada en la locura, con una afirmación un tanto enigmática,
la diferenciación de los delirios y la actividad onírica. No obstante, al ocu- que ya hemos señalado, concerniente a su delirio: "Era como si a alguien le
extirparan los ovarios y cuatro meses después ella tuviera un niño". Sor-
prendente pertinencia de esa declaración, en la que se puede interpretar
31
La resonancia semántica que tiene en francés el término "dissociation" (disocia- que la castración imaginaria sólo se produciría en la medida de la identifi-
ción), por el cual se conviene en traducir "Spaltung", evocan más bien lo que Bleuler cación fálica del yo. 33
designa como.Zerspaltung. Se sabe que en el seno de las esquizofrenias él diferenciaba
Si lo reprimido puede aparecer de una manera con frecuencia translúcida
dos momentos de la Spaltung: una Zerspaltung primaria (una disgregación, una frag-
mentación) y una Spaltung propiamente dicha (clivaje del pensamiento en diversos en el delirio histérico, sucede que oculta lo que manifiesta bajo la máscara
agrupamientos). La Zerspaltung no carece de analogía con el "desencadenamiento del de la locura. La conversión somática es un procedimiento análogo, que
s1¡::nificantc" debido, según Lacan, a la forclusión del Nombre-del-Padre en el psicóti- oculta más profundamente lo que expresa, bajo la máscara de la patología
co disociado. orgánica. 34 Además, el caso de Elena nos ha revelado (cf. 19) que el deli-
'2 En realidad, en la psiquiatría francesa se puede hallar la indicación de esta distin- rio, como la conversión, puede a veces estar sostenido por una articulación
ción desde la segunda mitad del siglo XIX: quizá ya cuando Magnan presenta como significante metafórica, de lo cual surge que no constituye un síntoma fun-
cuadro aparte el " acceso delirante de los degenerados", y después seguramente cuan-
do Lascgue, C'haslin y Régis insis ten en las relaciones de Ja confusión mental primitiva
33 Desde Juego, esta observación no agota el nudo de significaciones que~ conjugan
rnn el onirismo, y cuando, más tarde, De Clérambault considera que el síndrome de
uulomatismo mental falta en la confusión mental verdadera. En cambio fue bastante e(l la frase de María, prematura en su nacimiento.
111l'nos subrayada en la psiquiatría de lengua alemana, lo que si n duda incidió en las 34 "La proyección - escribió Freud en 1907, en una carta a Jung dedicada al tema de
p11111cras elaboraciones psicoanalíticas. Ja 'paranoia' - es una especie de represión (análoga a la conversión, etcétera) ... " (72).

52 53
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

dumentalmente distinto de los que se suelen reconocer en una estructura Janet, y aunque así no hubiera sido, no podía haber olvidad~ a ~na O., Y
histórica. En tal sentido, Janet, por distinta vía, llega a la misma conclusión: menos aun a Emmy von N ., a todas esas observaciones de hJSténcas en las
"En los histéricos que presentan estos delirios, ¿hay algo en su persona o cuales la proyección de lo reprimido en la realidad es fácil~~nte re~onoci­
en su enfermedad anterior, que en particular los predisponga especialmen- ble. Ahora bien, para reconocerla era necesario que ya existiera, Y este no
te a ese accidente? ¿Se puede proponer para ellos un nombre especial, lla- era el caso, puesto que el concepto parece no haberse formulado ~asta de~­
pués de la redacción de Etudes sur l'hystérie. • Es más, apar.:ce mtrod~c1-
35
marlos por ejemplo degenerados, en oposición a los otros histéricos, que
11 0 lo serían? No creemos que exista ese carácter especial; los histéricos do en relación con la paranoia: 36 en ella, escnbe Freud en Nouvelles r~­
predispuestos al delirio han sido siempre diagnosticados después de su deli- marques sur les psychonévroses de défense" (1896), "el reproche es repn·
rio , y antes de él se los confundía con los otros. Los antecedentes heredi- mido por una vía que se puede denominar proyección" (68). Es de destacar
tnrios son exactamente los mismos en las dos categorías de histéricos, los que el caso de "paranoia crónica", sobre el que se funda Freud, sea el de una
que deliran y los que tienen contracturas. Los signos de degeneración físi- paciente que se comporta "en el análisis tal como una.~stérica" ~69);laeme~­
ca, si se quiere atribuirles importancia, se encuentran por igual en unos y gencia progresiva de los elementos reprimidos que suscitan los smtomas deli-
otros; en cuanto a la sugestionabilidad , a la predisposición a padecer obse-
:1iones, ideas fijas, es cierto que ella éngendra el delirio, pero también las
rantes y alucinatorios de la Sra. P. basta para establecer ~u~ :n
ese caso no
se trata de psicosis disociativa, sino más bien de locura histenca. Desde lue-
parálisis y los ataques; es un rasgo fundamental de toda histeria. De mo- go , esto sólo puede postularse retroactivamente .Pª~iendo del aport~_laca­
do que en los histéricos pueden desarrollarse delirios y afectar a histéricos niano a la teoría de la psicosis. Sin duda, el sentimiento de persecucmn de
cualesquiera que nada señalaba especialmente" (64). Incluso cuando Freud la Sra. P. puede justificar el diagnóstico de paranoia, que por cierto hoy
considera esta posibilidad, en una de sus últimas indicaciones sobre "el de- precisaríamos como "sensitiva" , pero la distinción nosológica q~e prop~~­
lirio histérico" -y no "paranoico", precisa, porque "faltan las característi- go en el seno de los estados delirantes, fundada en co~ceptos ps1coanal:t1-
cas de la paranoia" (66)-, en este caso el delirio de Norbert Hanold, el hé- cos no coincide con la de la psiquiatría. Sorprende venficar, como lo sena-
roe de la Gradiva de Jensen, expresa también muy claramente que la estruc- ló Lacan hace más de veinte años, "la negligencia con que un método no
t urn del delirio es análoga, en lo esencial, a la de todo otro síntoma histéri- ·obstante revolucionario .por su acceso a los fenómenos, ha tratado a la no-
co; se trata de "una transacción" entre "dos corrientes psíquicas" , de un sografía psiquiátrica; ya no se sabe si hay que asombrarse _de ~u: su ense-
"combate" entre "el erotismo reprimido y las potencias psíquicas que lo ñanza en ese dominio se limite a filigranar la sintomatolog1a clas1ca, o que
1111111lienen en estado de represión" (67). Observa además que ese delirio se venga( ...) a trazar su filigrana en el revés de la enseñanz~ o~cia:" (71). P~­
constituye cuando el combate no llega a un fin. "Asalto y resistencia se re- ra que el psicoanálisis llegue a constituir la teoría de la ps1qmatna, es preci-
11110van después de cada transacción, que, por así decirlo, nunca logra cum- so que se produzca un trastocamiento conceptual. .,
plh con su tarea" . Jensen lo había comprendido, "y por ello permite que En resumen, Freud en un principio vinculó íntimamente ~a P~~yecc1on
una sensación de malestar, una inquietud particular, domine a su héroe du- y la paranoia. Más tarde, no cesó de ampliar el campo de aplicac10~ de ese
rante toda la etapa de su delirio" (67). Encontramos aquí la emergencia de mecanismo, reconociéndolo en las fobias, en ciertos celos, en el sueno, des-
la ungustia, debido al insuficiente éxito de la represión, ya señalado a pro- pués en los procesos normales del niño, y finalmente en. ot.ras culturas, ba-
posif o del concepto de "delirio pesadillesco". jo los aspectos de la superstición , la mitología y el amm1smo. En conse-
Sin embargo (y esto no lo puede decir Freud, ya veremos por cuáles ra-
1.or11.:s), la especificidad del delirio histérico está vinculada sobre todo con
35 Por cierto Freud lo empleó en 1894 a propósito de la neurosis de angustia, pero
In puesta en juego de un mecanismo proyectivo particular, que no se limita de una mane;a incidental, sin que su función defensiva quedara de manifiesto Y con
pm otra parte a hacer surgir fantasmas oníricos en la realidad, y es capaz una acepción impreci~a; no era todavía el concepto que nosotros ccµioce mos.
de HCncrar yoes desdoblados y puede suscitar perseguidores imaginarios 36 El concepto kraepcliniano de paranoia, que constituye el fundamento .~e la acep·
(1111(q11i na de influir) o reales (cuadro de la paranoia sensitiva). ción moderna, n o apareció hasta 1899 ; durante mucho tiempo, freu~ tend10 ~ emple·
En el reconocimiento de ese hecho, la personalidad de Freud constituyó ar el término paranoia con un sentido muy amp lio. Así, en nuestr~ c1~~ antenor de su
1111 ohst1íc11lo de primera importancia. Sin embargo, él conocía la obra de comentario sobre la Gradiva no diferencia "paranoide" de "paranmco

54 55
DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

t 11c11cia, resulta difícil concebir que el mecanismo de la proyección pueda ser Bardenat y Susini verificaron la existencia de "síndromes de influencia au-
1~11orado po_r el psiquismo del histérico; por cierto Freud no fo pretende, 37 ténticos" en los histéricos, pero tratándose de "el indígena argelino" (75).
pt•io dcspues de 1911, cuando la proyección suscita un delirio, entiende Para muchos, Africa se ha convertido hoy en la tierra de elección de la gran
que conviene no seguir hablando de histeria. Así, cuando Jones, a propósi- histeria - como si para encararla fuera necesaria la distancia en el espacio o
1o de las brujas, que diagnostica como histéricas, se ve llevado a sostener en el tiempo-.
que sus supersticiones "eran proyecciones de un material sexual teprimido En unas " reflexiones sobre una psiquiatría sociocultural en Guadalupe",
l' inconsciente", tendría que haberse encontrado en desacuerdo con el fun-
un joven psiquiatra ha señalado recientemente la frecuencia del diagnóstico
dador del psicoanálisis (¿no deliraban acaso un buen número de brujas y de "acceso delirante" aplicado por sus colegas en ese servicio de ultramar.
posc~as?); ahora bien, que se sepa, Freud tendía a realizar el mismo diag-
Supone que "la existencia de una mítica sobrenatural" explica en parte "la
116st1co; por lo demás, las anestesias que revelan "la marca del diablo" se facilidad proyectiva y 'delirante' de los habitantes de la isla" (76). ¿Qué
t·ucnt~n entre los "estigmas" de esa enfermedad que ni Freud r:ii Jones po-
puede significar eso? ¿Que ciertos campos semánticos serían más propicios
d ia11 ignorar. Además, en 1924, respecto de lo que con fundamento pue- que otros para suscitare! delirio? Diría más bien que es el carácter extraño que
dt• denominarse el delirio del pintor Christophe Haitzmann, Freud no in- tienen ciertos significantes en los oídos del psiquiatra occidental lo que lo
lleva ab~sivamente a aplicar el diagnóstico de psicosis. La plasticidad sinto-
1mduce ni la paranoia ni la confusión alucinatoria, sino la "neurosis demo-
mática de los histéricos engaña sin esfuerzo a los etnocentrismos médicos.
111aca'> y ut~iza varias veces el concepto de proyección {¿histérica?), ca-
Afanassieff, que trata de desprenderse de ellos, sabe advertir las simi-
rnclcnzando mcluso los demonios (lo mismo que Jones) por la "proyec-
litudes de los accesos delirantes de Guadalupe con estados neuróticos: "En
d on de creaciones psíquicas en el mundo exterior" (74). ¿Por qué el fun-
la realidad -escribe- sorprenden la intrincación de la actividad alucinato-
rn1namiento del psiquismo humano habría cambiado después del siglo
ria y delirante con fenómenos tales como la angustia, las fobias, las repre-
XV II'} ¿No es más probable que ya no sean los mismos los significados de
sentaciones obsesivas. Y de una manera general se advierte la importancia
los que disponemos? ¿La ideología religiosa no suscitó los demonios, del
de fen ómenos proyectivos que expresan a veces claramente conflictos de
mismo modo que la era industrial suscita Ja máquina de influir, y la con-
orden neurótico" (76). La psiquiatría "exótica" permite encontrar la his-
quista del espacio a los extraterrestres? 38
Aparentemente el histérico nunca dejó de atemorizar: son mútiples los teria de antaño, en la cual se observaba la frecuencia de crisis convulsivas
episodios delirantes y "visiones". '
p1 occdimientos para mantenerlo a distancia, y hay quienes declaran su
Los espíritus ya no hablan por boca del histérico occidental, 39 mode-
i11t•xi11toncia, recubriéndola con una etiqueta más tranquilizadora; otros
lado en un campo de significantes en el que aquéllos han pasado a ser sor-
11111p11 lan una gran parte de sus manifestaciones, o incluso reconocen que
dos y mudos. El discurso de la ciencia forcluyó necesariamente al sujeto de
p11t•dc producir fenómenos denominados psicóticos, aunque ya no se en-
la enunciación; desde entonces, allí no encuentra lugar el retorno de lo re-
rn11lrarían 7asos de lo que sería una patología de antaño, la cual, si apare-
primido de la posesión. Las versiones modernas de lo demoníaco - las má-
n• ahora, solo lo hace a través de Ja máscara del exotismo. Así Manceaux,
quinas, los microbios, las ondas, las glándulas, los diversos órganos- son
todas silenciosas, de modo que muchos histéricos se entregan hoy a la ciru-
11 gía y a los medicamentos.
l 111111 In t•ontrario; la proyección histérica que suscita " una alucinació n de Ja idea
1h In 11111• 1·~ d cs~ndo con ~vasallamiento del yo" aparece en algunos de sus textos, pe-
111 .11l111ilt' 1·x1wr1mcntar cierta molestia cuando se trata de situar " la proyección para- El discurso de la psiquiatría ha constituido un obstáculo principal para
11111111· 1 1111 11•lnr1011 a la proyección histérica y a la proyección en Ja amencia" (73). el reconocimiento del mecanismo de la proyección delirante en la histeria ;
111
' 11.1111111 ,1 1u 1m·1p1os del ~i g lo XX una histérica se encuentra a la vez aferrada en un en efecto, se debe recordar que el advenimiento del psicoanálisis fue con-
111 1111·111 1l' ll¡•1m11 Y rn un discurso científico, se puede captar la conexión íntima que
1111 1 .1 111 olll 111 1111·~ ¡ll' r ~cg uido rcs: "Los demonios de Madeleine - n os indica Janet en
l 11 11o tl1'"'t11l ll'l\1111 1111 1ul consi derable y permiten explicar una multitud de fenóme- ~- A menos que s~a en el con~ultorio del anali~ta, donde se observa a ve.s:es la apari-
c1on de un demomo nuevo, mas adecuado a la epoca: el inconsciente. Piénsese en el
"" 1·11 pu1 ll11ol1 11 1 11~ 1·l1·1·1os tic la electricidad, las enfermedades, los malos instintos
ol1 1111'"'1111l11111IM, 111 u1·1·1í111 de los microbios en las enfermedades" (72) . · "Ello" que posee a Mary Bames.

56 57
f,OCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

l11111poninco de la desaparición del concepto de locura histérica. La inclu- El "funcionamiento generoso" de ciertas histéricas, del que habla La-
11io11 arb itraria de la totalidad de esta última en el cuadro de las esquizofre- can a propósito de Anna O., ¿no está ligado a particularidades estructura-
11ln N 11unca lo llevó a Freud a interrogarse al respecto. El mismo muy pocas les de ese tipo, que tendrían que ser mejor delimitadas?
v111·11s tuvo la oportunidad de tratar a sujetos delirantes; en este aspecto Los sorprendentes resultados terapéuticos obtenidos por Rosen con "es-
co11f16 en los psiquiatras, para el caso sobre todo en Bleuler. Así resulta quizofrénicos", a pesar de un método de "análisis directo" guiado por in-
rn111prensible que se niegue a hablar de histeria a propósito de la jove~ dicaciones un tanto sumarias, se explican por las características de la locu-
llmmu !\ ... ,observada por Tausk. Había sido llevada a la clínica después de ra histérica. En ella los significantes reprimidos no son soterrados en el so-
111111 disputa con su amigo , y se lamentaba: "Los ojos no están como corres- ma, sino que pueden revelarse bastante rápidamente a quien se tome el tra-
po11dc, están torcidos" . La joven misma explicaba su expresión con un len- bajo de escucharlos. Por ello fueron histéricos delirantes, "alienados en su
l(llujo coherente, -comenta Freud-, lanzando una serie de reproches al estado hipnoide", como cada uno de nosotros lo está en sus sueños, quie-
l>Hmamado: "Ella no puede comprenderlo en absoluto; cada vez es diferen- nes fundaron el psicoanálisis.
lo, es un hipócrita, un torcedor de ojos, le ha torcido los ojos, la ha dejado
con los ojos torcidos, ya no son sus ojos, ahora ella ve el mundo con otros
01os" (77). El hecho de que la paciente pueda revelar de ese modo las signi-
BIBLIOGRAFIA
f1caciones latentes que se enmascaran en su delirio constituye una caracte-
1{stíca de la locura histérica. Si se hubiera tratado de una psicosis disocia-
! iva (es decir, si hubiera habido forclusión), el sentido de su delirio, insisto, l. LACAN, J.: Remarques sur le rapport de Daniel Lagache, en Ecrits, Ed. du Seuil,
110 habría sido accesible a su conciencia. Ahora bien, en este aspecto Freud pág. 649.
2. LACAN, J.: L 'envers de la psychanalyse, Seminario inédito de. 1969-70.
111'inna que una histérica habría torcido sus ojos convulsivamente, sin tener 3. LACAN, J.: L'identification, Seminario inédito de~2
"011 ese momento ningún pensamiento consciente ni estar en condiciones ---4. FREUD, S.: L'interprétation des réves, P.U.F., p~ . 462.
de expresarlo incluso más tarde". Esto indica que para él la represión y la 5. BREUER, J. y FREUD, S.: Etudes sur l'hystérie, P. . .
conversión constituían los fundamentos del diagnóstico de histeria, y ésa 6 . BARNES, M. y BERKE, J.: Mary Barnes, un voyage a travers la folie, Ed. du Seuil.
7. MOREAU, C.: La parapsychologie interroge les psychiatres, l'information psy-
e~ en nuestra época la concepción más generalmente admitida, tanto en
chiatrique, 53, 5, 1977, págs. 545-558.
psicoanálisis como en psiquiatría. No obstante, espero haber demostrado 8. MALEVAL, J.- C.: Eléments d'uneapproche psychanalytique de futilités (inédito) .
1•11 este trabajo que la proyección, en el delirio histérico, suscita una trans- a
9. LACAN, J.: D'une question préliminaire tout traitement possible de la psychose,
pu rcncia de la represión que explica la facilidad con la cual ciertos pacien- en Ecrits, o.e., pág. 577.
l11s pueden revelar los significantes latentes que determinan sus temas deli- 10. WOLFSON, L.: Le schizo et les langues, Ed. Gallimard, pág. 33.
11. SCHREBER, D. P.: Mémoires d'un névropathe, Ed. du Seuil, pág. 128.
11111tcs; es el caso de Emma, de María, de Natalia, de Anna O., de Emmy,
12. LACAN, J.: L 'angoisse, Seminario inédito de 1962-63.
de.• Mtnie, etcétera.
13. VILLECHENOUX, C.: Le cadre de la folie hystérique de 1870 a 1918, tesis, 1968,
l\11 ciertas locuras histéricas, como la anorexia mental ("anorexia histé- Faculté de Médecine de Paris, pág. 7 del posfacio.
11<·11" la llamaba a justo título Lasegue, que fue quien introdujo el concep- 14.B REUER , J. y FREUD, S.: Etudes sur l'Hystérie, o.e ., pág. 124.
lo), psicopalología en la cual la sensación de estar gordo tiene sin duda al- 15. FREUD, S.: La méthode psychanalytique de Freud , en De la technique psycha·
nalytique, P.U.F., pág. 7.
Hº dci doliranle, que puede conducir hasta a la muerte, y en la cual el trastor-
16.GACHNOCHI, G., y PRAT, P.: L'hystérique a l'hopital psychiatrique, en Pers·
1111 tl11 la rnlación con la imagen especular es muy visible, la noción bastante pectives Psychiatriques, Nv 44, V., 1973, pág. 20 .
v111111 du " I rn11sparencia" de la represión puede delimitarse con mayor pre- 17. J ANET, P.: L 'Etat mental des hystériques, París, Rueff et Oc., 1892.
1
1 111 11111 1 1 ohjol o a (reemplazado en el caso por la ausencia de alimento) 40 18. ROSEN, J. N.: l 'analyse directe , P.U.F., pág. 7.
1 .1111 11111 nl1I volado . Jla sido llevado al primer plano. 19.MALEVAL, J.- C. y CHAMPANIER, J.- P.: Pour une réhgbilitation de la fo lie
hystérique, Annales Médico·Psychologiques, 1977, T. 2, n 2, págs. 229 a 272.
1 [Reproducido en esta obra, pág. 63 y sigs.]
• Nn • 11'11• q11 11 1111 ul nivel de la pulsión oral, el Otro aparece como el Otro de la nece- 20. TAUSK, V.: A propos de la psychologic du délire d'action des alcooliques, en
•lth11I, d 1• 11111tl 11 q111· l'l lt noréx ico se atiborra de nada. CEuvres psychanalytiques, Payot, pág. 51 y sigs.

58 59
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS DELIRIO HISTERICO NO ES DELIRIO DISOCIADO

JI SH' llEIIAYE, M.- A.: Journal d'une schizophrene, P.U.F. a


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14 MAl.EVAL, J.- C.: A la recherche du concept de psychose, L'info1matrmpsy- 52.FREUD, S.: Carta del 12-2-1911, en Correspondance Freud S., Jung C. G., N.R.F.,
d1iatrique, 1980, 56, 6. [Reproducido en esta obra, pág. 256 y sigs.) pág. 139.
1~ FREUD, S.: Pour introduire le narcissisme, en La vie sexuelle, P.U.F., pág.82. 53.KRETSCHMER, E.: Parano iil et sensibilité, P.U.F.
>1>.JANET, P.: Un cas de possession et l'exorcisme moderne, Bulletin de l'l.'niversi- 54. TAUSK, V.: La genese de l'appareil a influencer au cours de la sehizophrénie,
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1110, fetichismo, neurosis infantil, Buenos Aires, Paidós, 1975.] 58.FREUD, S. y BREUER, J.: Etudes sur l'hystérie, o.e., pág. 7.
19. FREUD, S.: Remarques psychanalytiques sur l'autobiographie d'un cas de pzrano'ia, 59. JONES, E.: Le chauchemar, Ed. Payot, pág. 201. [Hay versión castellana: La pesa-
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61.lbid., pág. 187.
16. AZAM: Amnésie périodique ou doublcment de la vie, en Hypnotisme et double
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11() 1/1/c/., p:.Íg. 141.
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72.J ANET, P.: De l'angoisse ti l'extase (1926). Obra publicada por la Société Pierre
4 1 RA NK, O.: Le double (1914), en Don Juan et Le doub/e, Payot, págs. 73-74.
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1· 11<J:'u vres psychanalytiques, o.e., pág. 190. 73. FREUD.: Carta a Jung del 23-05-1907, en Correspondance, o.e., I, págs. 96-97.
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60 61
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS

1
11!. FERENCZI, S.: Analogies entre reve et paranoia, citado en De la projection Sami PARA UNA REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA
Ali, Ed. Payot, pág. 52. '
/9 FREUD, S.: Abrégé de psychanalyse, P.U.F., pág. 39. [Hay versión castellana: Es-
quema del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1966.]
a
l!O. LACAN, J.: D'une question préliminaire iout traitement possible de la psychose
en Ecrits, o.e., págs. 541-542 . ' La histeria ( ...)la enfermedad, en comparación con la cual to-
l!l .JANET, P.: Les Névroses, París, Flammarion, 1914, pág. 343. das las otras enfermedades nerviosas no son más que rarezas.
C. G. Jung
(Carta de Freud del 12 de junio de 1912)

La observación de Marie.Christine , joven delirante que recordaba en al-


guna medida a las posesas de antaño, cuyo caso expondremos más adelan-
te, nos incitó a preguntarnos en qué se ha convertido la "neurosis demoní-
aca" (1 ), que parece haber desaparecido progresivamente en el transcurso
del siglo XIX.
El pintor Christophe Haitzmann, que había hecho un pacto con el dia-
blo , y la mayor parte de los casos de posesión demoníaca, tanto para Freud
como para Charcot, debían considerarse en su semejanza con la histeria.
Ahora bien, en la actualidad, en presencia de discursos y manifestaciones
semejantes, el diagnóstico formulado con más frecuencia es el de psicosis.
Hubo sin embargo una época en la que una buena cantidad de histéricos
eran alienados, en la que se hablaba comúnmente de "locura histérica", de
"histeria· delirante" o "alucinatoria"; fue el tiempo de los Briquet, Griesin-
ger, Charcot, Krafft-Ebing, Janet, Gilles de la Tourette.
En tal sentido, no carece de interés detenerse un instante en las tesis de
un médico bastante representativo de la opinión del ambiente del siglo
XIX; me refiero a H. Landouzy, cuyo Traité comp/et de l'hystérie fue lau-
reado en 1845 por la Academia Real de Medicina. Según él, esta enferme-
dad es una neurosis cuyas causas son orgánicas y que afecta solamente a las
mujeres. La finalidad de su trabajo consistía en "mostrar que ciertos fenó-

1
Este artículo, escrito en colaboración con el doctor J.-P. Champanier, apareció
con el mismo título en Annales médico-psychologiques , 1977, 2, 2, págs. 229 a 272.
Ha sido revisado y ampliado.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA

menos de monomanía, congestión cerebral, amaurosis, sordera, parálisis de nición de un rigor inatacable, cosa imposible tratándose de una afección
los miembros o de otros órganos, afonía, disnea, dispepsia, disfagia, gastral- tan proteiforme; afirma no obstante que, para él, como para la mayor par-
giu, etcétera, etcétera, atribuidos comúnmente por los médicos más distin- te de los antiguos patólogos, ella "consiste en una neurosis del aparato ge-
guidos a afecciones del cerebro, de la médula, del pulmón o del estómago, nerador de la mujer, que se manifiesta en accesos apiréticos, y presenta
en Ja mayor parte de las mujeres son el resultado de trastornos de la inerva- como síntomas principales una sensación penosa de estrangulamiento, la
ción genital, producidos por lesiones materiales con much~ frecuencia sensación de que una bola asciende desde ·el hipogastrio o desde el epigas-
apreciables" (2). Querríamos subrayar la inclusión en la histeria de ciertos trio hasta la garganta, y con frecuencia convulsiones acompañadas o no de
fenó menos de monomanía; es incluso notable que ésa sea la primera pala- trastornos sensoriales o intelectuales". Ante una definición como ésa, no es
bra que sale de la pluma de Landouzy. Ahora bien, ese concepto, creado fácil decidir hoy en cuanto a la pertinencia del diagnóstico de histeria res-
por Esquirol, designa principahnente la enfermedad de pacientes que ru- pecto de las enfermas descriptas por Landouzy. Nos inclinamos sin embar-
mian un tema al que dedican toda su atención; hoy encontraríamos entre go a pensar que es apropiado, y ello por muchas razones. Por una parte, si
ellos a paranoicos, esquizofrénicos y algunos neuróticos obsesivos. Pocos · los médicos antiguos relacionaban la causa de los males de sus pacientes
psiquiatras contemporáneos pensarían en relacionar la histeria con la mo- con trastornos del útero, es probable que se hayan visto llevados a hacerlo
nomanía. por la tonalidad sexual del discurso o de las actitudes tan característicos de
Esta no es la única sorpresa que nos reserva Landouzy. En los ejemplos la histérica. Por otro lado, la bola "que asciende desde el hipogastrio o
que cita, la presencia de alucinaciones y de delirios, la frecuencia de los es- desde el epigastrio hasta la garganta" constituye uno de los ejemplos más
tados letárgicos, catalépticos y de rigidez tetánica; que en numerosas oca- comunes de la conversión histérica; en ella se encarnan las metáforas habi-
siones llegan incluso hasta la muerte aparente, inducen a preguntarse si la tuales de la angustia: el dolor que "oprime", el sufrimiento que "ahoga",
histeria de la que él habla coincide con lo que hoy entendemos por ese tér- la desgracia que "hace un nudo en la garganta", etcétera. Por lo demás, al
mino. El punto es importante: una respuesta afirmativa supondría una se- clínico general de hoy todavía se le presenta con frecuencia la oportunidad
ria revisión de la clasificación de Kraepelin. ¿Ha sido el producto de una de encontrar entre sus enfermos a algunos que "no tienen nada" y que mu-
inspiración feliz que Kraepelin, por ejemplo, vinculara la catatonía de Kahl- chas veces cree poder aliviar con buenas palabras y calmantes. Lo que es
baum con la demencia precoz? Si se tratara efectivamente de histeria, hay más, el "globus histericus" nos parece revelador de la notable sugestionabi-
algunos casos en los cuales tendríamos derecho a ponerlo en duda. Es lo lidad del histérico: si ese síntoma se encontraba presente casi siempre era
que ocurre con la observación 37: "Violentos accesos de histeria en una jo- porque, aunque faltara inicialmente, resultaba raro que el médico no llega-
ven de quince años ; corea, catalepsia; síncope; muerte aparente durante ra a inducirlo, sin saberlo él mismo, en los sujetos en los que sospechaba
veintiocho horas, a pesar del empleo de galvanismo y de todos los excitan- histeria. Se sabe en efecto que esa bola, que no tiene ningún fundamento
tes; preparativos para la inhumación, etcétera". Observación 38: "Histeria orgánico, es vehiculizada, desde la Antigüedad, por el discurso médico: ella
sincopal en una soltera de treinta y dos años. Menstruación regular; bola pondría de manifiesto la precipitación del útero no satisfecho, y por lo
que sube desde el hipogastrio a la garganta, cuerpo echado hacia atrás; pér- tanto privado de humedad, hacia los órganos de las cavidades esplácnicas,
dida del conocimiento; muerte aparente. Curación después de una acción con el objeto de absorberla en ellos. Muchas otras particularidades pueden
dirigida hacia las partes genitales". Observación 4 2: "Histeria sincopal en ser sugeridas a los histéricos; así, Bernheim descubrió que la hemianestesia
una joven de veinte años; muerte aparente. Acceso de veinticuatro a seten- sensitivo-sensorial, sedicentemente característica de estos enfermos, sifué-
ta y dos horas de duración". Finalmente, la observación 43 sólo incluye al· rnmos a creer en la Escuela de la Salpetriere, "es un fenómeno fabricado en
Hllnas palabras: "Histeria sincopal que simula la muerte". Estos pocos ca- todas sus partes por el médico, sin que él lo sospeche. El médiw que cree
sos, lo mismo que otros, en los que se hace mención de delirios y alucina- que la anestesia existe, comunica esta idea al sujeto, sea mediante palabras,
ciones , parecen inducir a reconsiderar el diagnóstico diferencial de la histe- sea por su exploración sugestiva. Esto ocurre infaliblemente en los servicios
11a y la esquizofrenia. médicos donde se reúnen varios histéricos, que son objeto de las mismas in-
En consecuencia, nos vemos llevados a preguntarnos cuál es esa enfer- vestigaciones, y se copian y se sugieren los mismos síntomas" (3). Por lo
111cdad que Landouzy denomina histeria. No pretende formular una defi- demás, es notable que el propio Charcot, en sus cursos, haya insistido en el

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hecho de que "la hemianestesia es un síntoma que se debe buscar" ( 4), lo mente en una sola entidad (la demencia precoz) lo que antes de él se consi-
que Lasegue ya había señalado. En resumen , todo induce a creer que Lan- deraban enfermedades diferentes; lo fue también por la muy amplia acep-
douzy, en su obra, nos habla sin duda de la histeria. Es difícil reconocerla ción que le acordó su creador y, finalmente, por la extensión de su campo
0 11 tanto los trastornos que describe hacen pensar frecuentemente en la de aplicación en los países anglosajones.
alienació n mental. ¿Pero acaso Anna O. y Emmy von N. no presentaban No sorprenderá en consecuencia que Devereux pueda escribir: "ser es-
también delirios y alucinaciones en su sintomatología? quizofrénico representa la manera 'conveniente' de ser loco en nuestra so-
·Qué ha sucedido con la "gran" histeria en nuestro siglo? ¿Ha desapa- cie~ad" (5). Esto se admitirá sin duda, pero resulta más difícil que se nos
rcc~o? ·O aparece moldeada en formas nuevas? Sabiendo que la labilidad conceda que hoy es posible confundir histeria y esquizofrenia. No obstan-
¿ , . l d
de la histeria constituye una de sus principales caractenstlcas, a segun a te, según nuestro punto de vista, todo lleva a creer que esa confusión es
hipótesis parece más plausible. En su ensayo sobre una neurosis. demoníaca frecuente. A tal punto, en los términos de Devereux, que "ciertos psico-
del siglo XVII, Freud observó en tal sentido que las neurosis de los tiempos analistas modernos se obstinan en afirmar que los primeros histéricos trata-
remotos "se presentan con un ropaje demonológico, en tanto que las de la dos por Freud eran en realidad esquizofrénicos" (5).
época actual, tan poco psicológica, asumen, disfrazadas de enfennedades No obstante , en presencia de ciertos casos extraños, que no dejaban de
orgánicas, un aspecto hipocondríaco" (1 ). De hecho, fue el rechazo de la recordar la antigua histeria, se introdujo hace algunos años un concepto
demonología moderna (electricidad, rayos X, máquina de influir, etcétera) muy confuso: el de "psicosis histérica" . La existencia de una locura histé-
hacia afuera del campo de la histeria, lo que llevó a Freud en 1923 a for- rica no cayó totalmente en el olvido gracias a los trabajos recientes de Fo-
mular esa observación, cuya pertinencia es discutible: está fuera de duda llin, Chazaud y Pilan (6), y los ulteriores de Hollender y Hirsch (7), Siomo-
que la histeria de antaño presentaba también todo un conjunto de sínto- poulos (8) y G. Pankow (9).
mas somáticos, los cuales constituían incluso su expresión más común. La desaparición de este concepto se habría producido en los primeros
Desde luego, es cierto que una buena cantidad de quejas histéricas son hoy veinte años de este siglo, según lo ha mostrado C. Villechenoux en su tesis
aprehendidas únicamente en la perspectiva de una patología orgánica; con "Le cadre de la folie hystérique de 1870 a 1918" ( 10). En 1910, Mairet y
todo, no parece que la locura histérica se haya refugiado en ese dominio: Salager, profesores de la facultad de medicina de Montpellier, libraron un
sus manifestaciones nunca dejan de ser espectaculares, de modo que produ- combate de retaguardia al dedicar una obra a las diferentes manifestaciones
ce muy poco la sensación de que se trate de un simple trastorno orgánico. de la locura histérica (11); por lo que sabemos, fueron los últimos en ha-
Si ella adopta en la actualidad formas nuevas, todo conduce a creer que es cerlo. Esta entidad nosológica murió como consecuencia de la conjunción
en el discurso que designa la locura , es decir el de la psiquiatría, donde la del rechazo de la obra de Charcot en la psiquiatría francesa y la introduc-
locura histérica ha debido encontrar sus oropeles más recientes. ción del concepto de esquizofrenia en la esfera alemana. A pesar de los no-
Cada cultura provee a sus miembros de un modelo de la conducta loca; tables trabajos de Janet (12), B<1binski confinó la histeria al pitiatismo, de
podemos citar algunos: el perro-loco-que-quiere-morir , de ciertos indios de modo que ya no admitió la existencia de una locura histérica; se abrió así
las planicies de América del Norte , el amok de los malayos, el latha y el un vacío nosográfico inmediatamente colmado por la demen cia precoz, e
koro de chinos e hindúes, el myriachit de los siberianos, el tarantulismo de l incluso, en ciertas circunstancias, por las psicosis maníaco-depresivas, antes
sur de Italia, etcétera. En todas partes hay una manera correcta de estar lo- de que Bleuler, mediante un verdadero diktat , subsumiera lo esencial de la
co . Desde luego , se trata de un proceso alienante que escapa a la conciencia locura histérica en la esquizofrenia. "Cuando un llamado histérico se con-
del sujeto. vierte en loco o degenerado - escribió en 1911 - según mi experiencia no
¿Cuál es el modelo dominante de la locura, en la cultura occidental, en se trata precisamente de un histérico , sino de un esquizofrénico, a pesar de
el que ciertos histéricos podrían encontrar un molde para expresar sus tras- la autoridad de Charcot y de los trabajos recientes de Rancke y Kaise r. Es-
to rnos? Debemos buscarlo en el aparato conceptual de la psiquiatría. Una te último, en presencia de esquizofrénicos manifiestos, ve surgir dificulta-
simple consideración aproxinmtiva de este último basta para observar, en des diagnósticas, y en algunos casos los considera histéricos" (13). La co-
materia de psicosis, la existencia de un concepto tent<1cular: el de "esqui- rrespondencia entre Freud y Jung, entre otros testimonios, demuestra que
1.ofre nia". Lo fue y<1 ·por su origen, puesto que Kraepelin reagrupó audaz- esta confusión no era excepcional, y que el diagnóstico J iferencial de la

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histeria y la demencia precoz constituía uno de los problemas más difíciles cual suscita el deseo de hacerlo conocer, pero también, y sobre todo, pro-
de Ja época. Freud no hizo nunca suyas las concepciones de Bleuler, y refu- porcionan al terapeuta la agradable sensación de que no se encuentra en un
tó en particular la pertinencia del concepto de esquizofrenia, pero incluso terreno desconocido mientras escucha su delirio. 2 Madeleine, de la que
61, que en 1907 hablaba todavía de ''.delirio histérico", en 1911 amputó de a
nos habla Janet en su trabajo titulado De l'angoisse l'extase, y la mayor
pronto a la histeria de sus manifestaciones delirantes ( 4), y se atuvo ulte- parte de los enfermos de Gisela Pankow que aparecen en su obra dedicada
riormente a esa concepción. La gravitación de la correspondencia que man- "al hombre y sus psicosis" , presentan las mismas características. En cam-
tuvo con Bleuler no fue sin duda extraña a una toma de posición de ese ti- bio, nos parecen singularmente raras las presentaciones comparables de psi-
po, poco compatible sin embargo con los E tu des sur l'hystérie. En resumen, cóticos. Veremos que sin duda hay razones para ello.
de modo más durable que Ja autoridad de Babinski, fueron las tesis de Bleu- Marie-Christine, ~oven de dieciocho años, presenta un delirio que se
ler y Freud las que excluyeron de la nosología, poco antes de la Primera ordena en torno de temas de posesión mística y demoníaca. Se cree vícti-
Guerra Mundial, el cuadro de la locura histérica, y debió transcurrir más de . ma de un embarazo fabuloso. Atraviesa fases prolongadas de éxtasis, que
medio siglo para que sus opiniones fueran reconsideradas. entrañan restricciones alimentarias e incontinencia esfmteriana.
En el Burgholzli, el edificio conceptual de la psiquiatría se tiñó con Uno de nosotros siguió a la enferma durante catorce meses, en el curso
aportes psicoanalíticos, pero a su vez el psicoanálisis quedó infiltrado por de tres ho.spitalizaciones (las dos primeras bastante breves) y en el marco
nociones psiquiátricas. Así, todo un aspecto de la histeria ("los trastornos de consultas externas.
graves") cayó en el dominio de la esquizofrenia. En consecuencia, ese con- A primera vista, lo que impresiona en esta joven espigada, de tez muy
cepto-bolsa (se sabe qué extensión desmesurada le atribuyó Bleuler) pare- pálida y rostro fmo, es un discurso teosófico que parece surgir de los confi-
ció englobar una psicopatología aun más diversa de lo que se imagina por nes de la Edad Media. La afiliación de la familia a una secta religiosa de
lo común. Según nuestro punto de vista, la confusión llegó a tal punto (tra- moral mvy austera no parece carecer de relación con las particularidades
taremos de ponerla de manifiesto en los párrafos siguientes), que los textos de la sintomatología de Marie-Christine, que pasa por una crisis mística.
más notables producidos en ese dominio (por ejemplo "La genese de l'appa- Pretende ser hospitalizada para asumir una prueba que le es impuesta. La
reil a influencer au cours de la schizophrénie", 1919, de V. Tausk) fueron enfrenta con valentía. Permanece inmóvil durante muchas horas, de rodi-
en lo esencial aportaciones al estudio de la locura histérica. Hubo que aguar- llas, con recogimiento, las manos juntas, o bien de pie, con la mirada clava-
dar hasta 1955 para que se formulara una teoría psicoanalítica de las psico- da en una Biblia, extraña y separada de los otros, en plena beatitud. Algu-
sis emancipada del modelo de la histeria. Como entonces lo observó Lacan, nas conversaciones difíciles de conseguir permiten entrever el mundo de su
al reencontrar en la psicosis algunos de los temas simbólicos de la neurosis delirio. "Hay un conflicto entre el espíritu bueno y el malo. Yo estoy con
se pueden experimentar vivas satisfacciones, lo cual "no es en absoluto ile- Jehová contra Satán; es una prueba de fidelidad; Jehová es más fuerte que
gítimo, pero es preciso advertir que esto sólo cubre una muy pequeña par- Satán, es el rey. El demonio mata a los niños. Obedecí a lo demoníaco, al
te del cuadro" (15). rebelde de Jehová. Me convertí en rebelde después de la enfermedad". En
una atmósfera inefable , la enferma busca y reclama imperativamente san-
ciones y castigos corporales; nalgadas, bofetadas, cinturonazos, que por
11 otra parte teme. Se inflige penitencias en forma de sufrimientos físicos y
privaciones alimentarias absolutas. Tendida en decúbito ventral, con el ros-
tro enterrado en una almohada, se inmoviliza durante horas entre sábanas
¿Por qué la enfermedad de Marie-Christine suscitó nuestros deseos de
escribir? ¿No se trata de las mismas razones que llevaron a tomar la pluma 2
a Marguerite Sechehaye, Victor Tausk, Marion Milner, Joe Berke, Ludwig No creemos que, como querrían algunos, sea necesario reservar este término para
manifestaciones psicóticas, en vista de la acepción cada vez más amplia que está ad-
Binswanger, y muchos otros, a propósito de esos casos de locura histérica quiriendo en francés: ¿no se habla acaso del delirio sagrado del poeta? ¿Por qué, en-
que son Renée,Natalia, Suzanne, Mary Barnes y Suzanne Urban? Nos pare- tonces, no podría designar el del histérico? Además, Freud, Breuer y los grandes clí-
ce que esas mujeres comparten el aspecto espectacular de la enfermedad, lo nicos franceses no vacilan en tener en cuen ta el delirio histérico.

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L'mbebidas con su orina. Pero se entrega también a actividades de purifica- dió que recordara su existencia antes de la enfermedad. Así, ella abordó
cmn , lavándose muchas veces por día. muy naturalmente su actividad profesional de vendedora de una juguetería.
Progresivamente, durante su primera hospitalización, producida el 30 de En el servicio, se ejercitó tejiendo con ganchillo, .empezó a vestir con co-
¡unio de 1975, un sentimiento nuevo invade y acapara el campo de sus rrección y terminó por maquillarse.
pensamientos. "Todos creen aquí que yo estoy encinta". Tiene un sueño En el curso de varios encuentros, los padres precisaron las modalidades
de embarazo y al día siguiente teme esa gestación, tanto más· cuanto que del período de instalación de los trastornos psiquiátricos. Todo comenzó
nunca ha mantenido relaciones sexuales. "Tengo que demostrar que no es- después del matrimonio de la hermana mayor Chanta!, cuatro meses antes
toy encinta". Así, para exculparse, expone sus toallas higiénicas a la vista de su internación en el hospital. La fue ganando progresivamente un senti-
de los visitantes y de sus padres. El psiquiatra se ve convertido en un gine- miento de profunda angustia y soledad. Después aparecieron alucinaciones
cólogo, presto a someterla a exámenes genitales. auditivas particularmente penosas para ella, con temas de culpabilidad, de
Se la acusa - piensa ella- de haber robado un gato, que busca frenética- indignidad, de impureza. En la calle, o bien en su trabajo, oía a la gente de-
mente debajo de la cama, en su habitación, en los placares. Con vehemen- cir que olía mal, que apestaba, que era despreciable. Insultos, palabras des-
cia se apodera del teléfono para denunciar el robo a la policía; después valorizadoras. Su cuerpo estaba totalmente impregnado del olor de la ori-
continúa agitándose. na. Cada vez más molesta, controla el estado de su ropa interior, cuyo olor
El contacto con esa joven enferma delirante, de actitud oposicionista y no puede abstenerse de respirar, y que se cambia varias veces por día.
entregada con frecuencia al mutismo, revela ser uno de los más difíciles. Su Su hermana había sido para ella una amiga y también una confidente,
experiencia vivida tiene un carácter original, pues ella está convencida de que en ese momento le faltaba. Las conversaciones de sus amigas la fasti-
que pierde la razón y padece una enfermedad. Se adhiere a su delirio, pero diaban o le parecían fútiles. Los padres insistieron bastante en la pena que
en períodos de calma parece más lúcida. habría experimentado cuando se produjo la partida del hermano, joven de
Hace entonces parcialmente una crítica de su estado patológico, to- ventitrés años, expulsado de la comunidad por haber hecho algo estric·
mando una cierta distancia respecto de sí misma. tamente prohibido porla Biblia (un robo) y no arrepentirse en absoluto.
Transcurren dos semanas; después el delirio místico sufre una inflexión En el plano escolar poseía el nivel del Certificado de Aptitud Profesio-
y toma dimensiones megalomaníacas. En efecto, una mañana anunció que nal, en el cual no obstante había sido reprobada.
sus pruebas de sumisión habían concluido. Una fiesta. La televisión y la De la personalidad anterior a la enfermedad, sólo retendremos el hecho
prensa revelaron la novedad sensacional. "Es el reino de Jehová. Voy a de que Marie-Christine padecía "complejos" ante sus hermanos y su her-
convertirme en reina y en esposa de Jesucristo. Mi pueblo me espera, hay mana, que obtenían resultados escolares bastante más brillantes. Ya se que-
un festín". Marie-Christine, exaltada, colmada de felicidad y de euforia, in- jaba del olor de su sudor. Las personas de su intimidad dicen q ue entonces
terpretaba les signos divinos tal como los descubría en fenómenos cotidia- era muy escrupulosa y aficionada a las tareas domésticas de limpieza. To-
nos anodinos. dos subrayan un gusto acentuado por arreglar los muebles en el departa-
Proclamó su certidumbre de estar encinta y de ser reina. "Jehová me lo mento. Su hermana Chanta! bosqueja algunos rasgos de su personalidad:
demuestra mediante indicios como el trueno, o bien los relámpagos. Mi hi- "Mi hermana era de naturaleza bastante ensimismada, pero en absoluto
jo se llamará David. Será descendiente directo de Jehová, y no de mi pro- agresiva. Tenía innegables dificultades para el aprendizaje en clase, lo que
metido terrestre, Sebastien. Tengo que comer y tomar fuerzas para mi hijo, por cierto dio origen a un complejo de inferioridad respecto de los otros.
pues el parto no se parecerá a ningún otro. Me aplicarán una inyección pa- La muerte la inquietaba bastante y llegó a tener desagradables pesadillas".
ra que el niño salga, para arrebatármelo". Después agregó que tenía que Empezó tarde a hablar y caminar. No se le conoce nin gún antecedente
tenderse en una mesa de operaciones, donde los médicos y las enfermeras médico notable, salvo una insolación a la edad de cinco años.
procederían a la extracción de la clavícula. La locura y la enfermedad se le En el inicio de la hospitalización, a Marie-Christine se le impuso una se-
escapaban por la orina, que decidió recoger en toallas higiénicas. paración estricta respecto de su familia. Los padres, consternados, no so-
Con insistencia y paciencia, se llegó a descentrar el discurso y a hacer portaron la decisión médica; trataban de restablecer el contacto con la hi·
desaparecer transitoriamente las declaraciones delirantes. Para ello se le pi- ja varias veces por día, y terminaron por transgredir la prohibición como

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consecuencia de sus esfuerzos sostenidos. Procuraron hacerle llegar textos da. La suerte de los otros le interesa cada vez más, y comienza a tutear a
bíblicos a Marie-Christine. médicos y enfermeras; incluso da muest ras de estar intimando.
En el primer domingo de salida, la madre reconstituyó una estrecha sim- De la familia de Marie-Christine se desprende una atmósfera bastante
biosis con la hija. Con un pretexto falaz, compartió el lecho con Marie- opresiva, impregnada de una ideología religiosa de rigidez sorprendente.
Christine, excluyendo imperativamente al padre, que se vio expulsado a Antes de comer y de acostarse, se recitan escrupulosamente plegarias.
otra habitación. Ante los médicos, la madre se quejó de la constipación de La señora C. y su hija predican de puerta en puerta. Participan regularmen-
su hija, de su carácter ensimismado. te de las reuniones de la secta. Todo acontecimiento penoso que afecta a la
De vuelta en el servicio, después de una separación trabajosa y muy dra- familia se considera una prueba divina. Los padres aceptan las fases de re-
mática, se asistió a una escalada de autopunición y penitencias. Marie-Chris- gresión total de Marie-Christine con cierta ambivalencia, pero también con
tine, como una mártir, con los pies desnudos y la cabeza descubierta, bajo resignación. En su medio familiar, la joven parece con la mayor frecuencia
un sol ardiente de verano, recorrió durante horas, describiendo grandes cír- un robot humano que hay que empujar, vestir, lavar y alimentar.
culos, el campo lindante con el servicio. Pisó ortigas, sin dejar ver el menor Es el Dios Jehová quien gobierna la familia, por mediación de la sacer-
signo de sufrimiento, y volvió a la sala de estar con los pies ensangrentados, dotisa del hogar, la señora C., Ja madre de Marie-Christine. Vista desde fue-
el rostro y el cuerpo cubiertos de quemaduras solares, sin ninguna queja, ra, la familia parece unida.
como insensible a los estímulos sensoriales. Anunció con dignidad que Je- Marie-Christine insiste en el hecho de que con frecuencia debe someter-
hová la había protegido, y de ese modo demostró que era el más grande. se a su madre. Nos detendremos un momento en la personalidad y la histo-
ria de la señora C.
La salida definitiva iba a decidirse después de casi cinco semanas de cui-
Durante las diferentes entrevistas, ésta se muestra tanto expansiva, son-
dados hospitalarios. Es de observar que el tratamiento neurolépti co demos-
riente, como abrumada y triste, pero siempre logorreica. Personaje melo-
tró ser muy poco operante en esta enfermedad.
dramático si los hay, ocupa con placer el centro del escenario, sobre todo
En tre las dos primeras hospitalizaciones, un ensayo de psicoterapia con- cuando expone su propia existencia, con detalles incongruentes, ante un
cluyó en el fracaso. Marie-Christine aparece en las sesiones bloqueada, inhi- público atento .
bida, muy pasiva, silenciosa, y se deja conducir , man ipulada por los padres. Con frecuencia verbalmente agresiva respecto del equipo de atención,
La segunda estada en el servicio de psiquiatría fue bastante breve; tuvo no respeta en su hija ninguna intimidad . Intercepta sin comedimiento la
una duración apro ximada de dos semanas. La familia vaciló mu cho antes carta de un muchacho dirigida a Marie-Christine. Trata de vestir a la hija
de confiamos a la joven. Esta hace una regresió n al estado de lactante, y es ·según el deseo materno.
preciso alimentarla con firmeza. Sigue guardando cama, se orina e incluso La señora C. es nodriza. Fue ella quien se adhirió a la secta religiosa des-
no controla sus evacuaciones fecales. Toda comunicación resulta imposible. pués de haber vivido un acontecimiento muy penoso. "La Iglesia Católica
Matemada por el equipo que la cuida, conserva un inmovilismo riguroso, nos engañó: ella dice que Dios es bueno. Dios envía pruebas como Ja muer-
entrecortado por carcajadas impulsivas sin razón aparente. Esa recaída su- te de un hijo siendo que puede fabricar todos los ángeles que quiera". El
cedió a una estada breve en la casa de su hermana Chantal. tercero de sus seis hijos murió, aún no bautizado, en la primera infancia,
Lo que sigue deja al obse rvador desconcertado, y plantea interrogantes víctima de una toxicosis. La señora C., bajo los efectos del dolor, intentó
en cuanto al d iagnóstico. El episodio regresivo desaparece casi súbitamente tirarse por la ventana. El sacerdote al que recurrieron afirmó que si no re-
al octavo día de la hospitalización . Una mañana, una auxiliar peina a Marie- cibía el pago necesario para la ceremonia religiosa de la inhumación, el ni-
Christine, y después le habla , se ocupa de ella, sin tener en cuenta los sín- ño no iría al cielo. A la señora C. le pareció excesiva la suma reclamada .
tomas escandalosos. La enferma le propone que se miren juntas en un espe- Después de ello, comenzó a criticar ciertos dogmas: "El Purgatorio no exis-
jo del baño. El efecto es espectacular ; sin que medie la menor intervención te y María no es la madre de Dios, encinta del Cristo". Hemos visto que ta-
medicamentosa o biológica, la enferma sale de su mutismo y, como indife- les términos abundaban en el delirio místico de Marie-Christine . Después
rente a lo que había estado sucediendo, renueva el diálogo con el personal de una crisis de conciencia religiosa, la señora C. abrazó Ja causa de la secta
que la atiende . Habla de hechos atinentes a su profesión, a España , a lamo- por la cual se sacrificaba.

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Durante las entrevistas, la madre dejó escapar numerosos lapsus, que la bierta. Supimos que asistía de nuevo a las reuniones de la secta religiosa, e
remitían a su propia historia y a un antiguo conflicto. Cuando nos estaba incluso que daba respuestas coherentes a las preguntas que se le formula-
hablando de Marie-Christine , pronunció el nombre de su otra hija, Chantal. ban. El 19 de enero se produjo la metamorfosis. Se presentó sonriente, co-
Por asociación surgió que la propia hermana de la señora C., María Pura, queta, arreglada, y consintió en exponemos su enfermedad. En algunas se-
parecía haber desempeñado un papel importante en su pasado. La señora siones nos relató sus alucinaciones, un síndrome de influencia y un delirio
C. emigró a Francia a la edad de seis años, abandonando España en el con- de posesión mística. Su aspecto teatral, incluso lúdico, se afirmó en el
texto dramático de la guerra civil. A su padre, republicano, se lo dio por transcurso de las entrevistas. Una nota depresiva completaba la sintomato-
desaparecido. Su madre comenzó a vivir en concubinato en Francia con un logía. "Querría decir algo, aquí, en sesión, pero no me atrevo. Tengo un
hombre que ella llamaba su tutor, y que trató de abusar de la señora C. problema que no puedo resolver". Había un secreto que ella confió a otro
cuando no tenía más que trece años. No pudo denunciarlo, pues él amena- médico. "Tal vez se lo diga más adelante".
zó con revelar a las autoridades la actividad de contrabando de su hermano Un día se hizo más locuaz : "Mi enfermedad se desencadenó en el traba-
de dieciocho años. Encerrada en su silencio, la señora C. presentó una afec- jo. Hlibían robado dinero; tuve la impresión de que pensaban que yo era la
ción psicosomática, un eczema difuso, lo bastante grave como para hacer culpable. Hubo voces en tal sentido. Cuando estoy enferma, me vuelvo tí-
necesaria la hospitalización. mida. Estoy consciente, pero no puedo hablar, ni comer, ni expresar mis
La hermana de la señora C., María Pura, habría sido violada por el con- ideas. Me acurruco en mí misma".
cubina de su madre. Falleció a la edad de dieciséis años pues, según la se- Llevaba dos existencias, una sobrenatural y la otra terrestre. El enviado
ñora C., en un hospital religioso se habrían negado a operarla, con el pre- de Jehová la perseguía con insultos y la desvalorizaba. Controlaba su cere-
texto de que no había tomado la comunión. Observemos además que la bro, inhibía su voluntad: "Me habla, adopta varias voces, me impide hablar,
madre de la señora C. murió como consecuencia de un parto complicado me pide que vuelva a ser una niñita. Critica el hecho de que me ría, de que
con una peritonitis. me ponga una toalla higiénica, de que sea bella. Me toca el cuerpo, hace
Personalidad desdibujada y discreta, el padre de Marie-Christine desem- que mis manos se pongan moradas. Me empuja, y falta poco para que me
peñaba funciones de responsabilidad en una empresa. Al principio ignoró . caiga. Me prohibe volver al trabajo . Me dice que nunca saldré de esto , que
el delirio de su hija; después trató de explicarlo, de racionalizarlo. Pensó en terminaré en el hospiral psiquiátrico. Por momentos me domina completa-
causas de enfermedad: "Podría muy bien tratarse de un diente obturado, mente y pierdo la conciencia. Habla incluso a través de usted. Porque él es
una oclusión intestinal, pues los nervios se reúnen en el cerebro. Mi hija su- el responsable de mi enfermedad. Ya no llegaré a crecer y trabajar".
fre de un conflicto espiritual entre dos ángeles, uno bueno y el otro malo. Perseguida por la voz demoníaca, pero también sumisa y feliz por serlo,
Es su subconsciente el que la guía". De origen español, prefería conservar Marie-Christine experimentaba sentimientos contradictorios que se eslabo-
su historia en secreto. Se adhirió más tardíamente a la secta religiosa, seis naban en un cuadro de labilidad emocional, en el que se mezclaban la ale-
años después de su mujer. gría exhuberante y las manifestaciones de angustia, o bien postración y
Desde el 27 de octubre de 1975 hasta el 14 de junio de 1976, Marie- sentimientos de desesperación. Las declamaciones aparecen puntuadas por
Christine fue atendida en consultorio por uno de nosotros. vuelos líricos; su comportamiento permite ver y oír. Su mímica es rica y
Durante la primera quincena de diciembre se verificó la reaparición del expresiva. Trata de seducir por medio de actitudes infantiles.
mutismo, entrecortado con risa inmotivada. Muy rígida, la joven se negaba Las alucinaciones auditivas, psíquicas, k.inestésicas, fueron precedidas
a dar la mano. En su familia experimentó cada vez menos la necesidad de por una serie de sueños de guerra, y de medicina, cuando se quejó de una
comunicarse, y se replegó en sí misma, presa de sus ensueños. Fue preciso intensa fatiga física.
que sus padres la alimentaran y vistieran. Volvamos al tema de la voz que oía: "Era la voz de un hombre, un poco
Le consentirnos la posibilidad de proseguir su regresión, sin hospitalizar- parecida a la de un padre simpático, un poco parecida a la suya. Influía en
la por lo tanto, haciéndole entender que al cabo de seis semanas, si nada se mí, me controlaba. Yo me orinaba en la cama, en la ropa, en el suelo, se-
modificaba, nos veríamos obligados a cambiar de opinión. El 25 de diciem- gún me lo ordenara. Ella hacía hablar a mi hermano, al médico y las enfer-
bre se alimentó por sí misma. Pero durante las sesiones permanecía boquia- meras. Yo era impotente contra esa voz. Me amenazaba con represalias. Si

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yo no ejecutaba sus instrucciones, habría desgracias en mi familia" . Esa en un universo espiritual, en comunicación con las potencias celestiales,
voz enigmática, tiránica, autoritaria, controlaba Ja fisiología y las prin- despreciando su cuerpo y dejándose morir de hambre. Por otra parte, se
cipales funciones de su ser biológico, sus ingestas y excretas, sus proyec- apoya en el hecho de que el Diablo y Satán no se alimentan.
tos e incluso su destino; influía además, en la medida de lo posible, en los Resultaba imposible alimentar a Marie-Christine, que rechazaba todos
miembros de la familia y en el ambiente médico que la rodeaba. los cuidados. En la sala de estar se desnudaba delante de adultos y niños.
Numerosos fueron los lapsus que escandieron su discurso. El médico Muy delgada como consecuencia del ayu.n o prolongado, se negaba a todo
apareció llamado tanto "carpintero" como "gracioso". Abundaban los diálogo con el equipo que la atendía. Cuando se intentaba romper el muro
neologismos ("reconmemoraje", "demoniasmo", etcétera). de silencio, ella se ponía tiesa abruptamente y manifestaba los comporta·
. ~-n adelante retomó su trabajo, en jornadas de medio día , pero no per- mientos más inesperados. Caminaba como una autómata, recorría la esca-
s1stio durante mucho tiempo. lera con los brazos extendidos hacia adelante, como una sonámbula, o de-
Un exorcismo practicado en el domicilio familiar, acerca del cual se nos jaba escapar estertores mientras yacía en el lecho. En una reunión de ado-
proporcionaron pocos detalles, no produjo los resultados que se esperaban, · lescentes, se aisló en una esquina, tomando una posición de yoga.
a pesar del rigor de los ritos de purificación, algunos de los cuales llevaron Sin embargo, durante una entrevista con uno de nosotros, manifestó te-
a los padres a quemar la ropa de la joven para expulsar el hechizo. ner conciencia de que estaba enferma. "Me expreso mal y mi espíritu está
A fines del mes de mayo, Marie-Christine llegó a la consulta con el ros- confuso. Pierdo los estribos. Tuve una recaída; a mis padres mi estado los
tro descompuesto, sostenida por los dos progenitores. Se desnudó en el co- vuelve locos". Contó incluso su comportamiento en la casa antes de ser
rredor Y se exhibió desnuda; después se arrodilló junto al escritorio. "Ten- hospitalizada, y el de la familia. "El médico amenazó a mis padres con ha-
go que humillarme y pedir perdón a Jehová; merezco un castigo". Marie- cerlos meter presos si no me llevaban al hospital".
Christine pedía ser castigada con grandes gritos: ser azotada en cueros por En el cuarto día de hospitalización, el delirio se empobreció y se desor-
su padre. La madre se opuso, en el curso de una sesión patética. La hospi- ganizó. El médico personificaba vagamente a Satán y el interno al enviado
talización fue diferida. de Jehová. Recitaba una serie de nombres.
Algún tiempo más tarde, a principios de junio, empezó a rechazar todo En ese momento presentaba un cuadro de anorexia mental gravísimo.
alimento, de modo que el médico de la familia, muy inquieto ante su adel- Su estado psíquico se degradó tanto, y el adelgazamiento llegó a ser tan
gazamiento impresionante, decidió hacerla internar por tercera vez en el importante, que se vio en juego el pronóstico vital. En el octavo día se ini-
servicio psiquiátrico. ció una intensa reanimación hidroeléctrica mediante transfusiones endove-
Durante las primeras horas de su llegada, Marie-Christine exteriorizó un nosas.
delirio paranoide de posesión con temas de culpabilidad. El discurso se El día vigésimo primero se observó un nuevo esfuerzo de construcción
presenta embrollado y sus declaraciones se vuelven confusas. "Desde hace delirante. Ubicó a los miembros imaginarios de su familia. Esposa de Jean-
más de un año ejecuto actos demoníacos, sí, de demoniasmo". Reivindica Marie, se designó madre de un varón, Jean, y de una niña, Marie. En el ba-
para ella la condición de prostituta, pues fornica con el demonio. "Me vuel- ilo le pidió a una enfermera que le hiciera caricias en los senos desnudos, y
ve perezosa, holgazana, enferma. Come el olor, el sudor, la complejidad. El después reiteró sus propuestas a la madre desconcertada.
de!11onio quiere destruirme para que me vuelva bruja y pueda matar. Tengo Transcurrió el tiempo, se la vio en prolongadas actitudes de éxtasis, en-
vergüenza. El demonio obra en la tierra para destruir a los justos. Antes, yo tonando cánticos. Después su estado mental iba a mejorar progresivamente.
era diosa de la creación. Pequé después de haber sido bendita. Una debe Pronto comunicó que se alimentaba sin dificultad.
tener integridad, hay que estar integrado. La maldad comenzó con Adán y A los cuarenta días aparecen juegos de agua. Marie-Christine lava su pro-
Eva. Jehová rechaza a Satán y los demonios. Jehová es más fuerte que el pia ropa interior, inunda su habitación, juega con el líquido de los inodo-
creador. Fue un ángel el que me hizo comprender algunos versículos de la ros. Arroja la ropa por la ventana, cosa que seguirá haciendo durante varios
Biblia". Un leitmotiv reaparecía incesante en sus declaraciones: "Es una días. Desaparece o se fuga del hospital, lo que obliga al equipo a una vigi-
prueba, y Jehová tiene que curarme. Debo rechazar los medicamentos Ja lancia atenta.
comida, el suero, tenderme en el suelo, desnudarme". Marie-Christine :ive A partir de los cuarenta y cuatro días de hospitalización presenta dos

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REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA

personalidades: a veces se comporta como una niñita , con una actividad lú-
no es un lugar de oración, sino de palabra, y enseguida se prosterna, esa vez
dica forzada, que recuerda un infantilismo histérico, y en otras ocasiones
al modo de los musulmanes. Se abraza al suelo largamente, y después a la
su discurso, su pensamiento, sus dibujos, pueden sugerir una evolución es-
pared. Es manifiesto que se autosugestiona; los otros no la dejan en absolu-
quizofrénica.
to indiferentes ni tampoco los objetos que le pertenecen. Utiliza el corta-
Simula manipular con los dedos ufia máquina fotográfica y tomar fotos.
papeles del escritorio y trata de hincárselo en el abdomen, en nuestra pre-
Salta a la soga, saluda como un militar, se pone en penitencia en µn rincón
sencia. Toda verbalización nuestra que procure hacerle reconocer la emer-
con las manos sobre la cabeza, avanza por el corredor con pequeños pasos
gencia de su deseo en sus actitudes determina que salga de la sala. El deli-
precipitados. Muy inestable, se persigna, se arrodilla, se pone de pie, se
rio está muy reducido ; se limita a una vivencia corporal: "Mis senos están
acuesta, canta, observa lo que la rodea, lanza carcajadas. Dibuja niños.
llenos de leche, y tengo que alimentar a los niños". Con frecuencia recita
Los escritos son totalmente enigmáticos, carentes de valor de comunica-
oraciones en voz baja, adoptando actitudes extáticas.
ción o información. Las palabras se deforman, son inventadas de pies a ca-
beza, las letras aparecen ornadas. Abundan las correcciones, de igual modo En la sala de urgencias, el interno de guardia recibe una mañana a una
que los signos nuevos; el grafismo es incomprensible . El pensamiento escri- adolescente histérica que había estado internada en el servicio de psiquia-
to se diluye, se convierte en caótico. tría infanto-juvenil. Esa joven se quejó de un muchacho que actuaba sobre
En una hoja de papel dibuja una manzana y dos círculos pequeños; des- ella a distancia, recordando en gran medida el síndrome de influencia de
pués escribe "JehovJ" y, más lejos, "Benurs, qulx, tapo, pu <lite ... um, chis- Marie-Christine. Pero habiendo examinado más atentamente a esta enfer-
tine, amette, par, la quesla, por". ma en el curso de aquella primera hospitalización, tanto en el nivel del che-
La mirada ausente , los prolongados mutismos interrumpidos por actos queo psiquiátrico como en el del psicológico, formulamos un diagnóstico
motores estrafalarios, su oposición, son argumentos en favor de un diag- de histeria. Este antecedente se refiere a una epidemia de síntomas seudo-
nóstico de psicosis. El delirio es inaferrable, incoherente: "Jean-Marie ... alucinatorios en los sujetos neuróticos y en el marco de un mismo servicio
Dupont ... encinta ... espero un bebé ... y no Jehová ... Sansón". Ha desapare- de psiquiatría.
cido toda huella de lógica; los saltos de un tema a otro alternan con neolo- A principios del mes de setiembre de 1976, después de haber estudiado,
gismos y juegos de palabras. Declama o bisbisea sus palabras. en síntesis, el caso de Marie-Christine , maduramos la impresión de que in-
A los cincuenta y un días, se produce la gran representación teatral. conscientemente buscaba una puerta de salida a su enfermedad.
Llega al escritorio con una máscara trágica, con los ojos bajos; después su La madre , a través de llamadas telefónicas reiteradas, nos conminó a de-
rostro se ilumina y fija la vista en el cielo raso; canta y estalla en una risa jar salir a Marie-Christine del servicio . Según ella, la joven no había evolucio-
sardónica. nado en grado suficiente desde el inicio de su hospitalización. Con una no-
Tres días más tarde, maquillada, la mirada se vuelve más viva, más pre- ta de agresividad, subrayó que la hija podría ser tratada en consultorio ex-
sente. Hace alternar un discurso coherente con enunciados lúdicos. "Le ha- terno, como antes . Ese clima muy peculiar hizo temer un pasaje al acto de
blo al cascajo. Sylvain es más fuerte que Claude. Mamá, vuelvo a casa y te nuestra paciente.
abrazo, privilegiada por volver con ustedes. Mis primos viven en Francia, El lunes siguiente , en una reunión institucional, nos enteramos sin sor-
España, Algeria, China. Soy atea, China con Pompidou". presa de que Marie-Christine se fugó del hospital, durante el fin de semana,
Se interesa en la ropa de los médicos, propone intercambios de indumen- y que se refugió en la casa de los padres , quienes no entendieron que fuera
taria. El 12 de agosto, en la observación se subraya el carácter sugestiona- adecuado llevarla de nuevo al servicio. El padre asombrado nos manifesta-
ble de Marie-Christine. Imita a las personas que la rodean , en particular a rá que la hija se comporta con absoluta normalidad desde su retorno. La
los niños psicóticos. considera curada. Las manifestaciones delirantes, la situación escandalosa,
Cuando los padres quedan sin verla durante quince días, ella produce un se han desvanecido por encanto.
simulacro de tentativa de suicidio. Con un cordón, trata de estrangularse
Varios años después, por lo que sabemos, los trastornos de Marie -Chris-
delante de las enfermeras. Las observaciones verbales parecen impresionar
tine persisten. En efecto, la locura histérica no tiende naturalmente a la cu-
a Marie-Christine, que las tiene en cuenta. Se le ha dicho que el escritorio
ración más que la histeria ordinaria. El encuentro con un terapeuta ade-
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cuado para el sujeto, que tenga además la disponibilidad y las aptitudes ne- hermético. Fenómenos de despersonalización y el delirio de influencia ha-
cesarias para una psicoterapia difícil, no tiene nada de ineluctable. cen pensar en la posibilidad de una evolución esquizofrénica (18, 19, 20).
Acompañando al delirio autístico, se observan signos francos de disocia-
ción del discurso y del pensamiento, que entrañan alteraciones del sistema
III lógico. La vida afectiva está desorganizada. No obstante , por extravagante
que parezca, Marie-Christine no se escuda detrás de una indiferencia, una
Formular un diagnóstico psiquiátrico respecto de esta enferma plantea atimhorrnia (21), no da pruebas de desinterés frente a los otros, ni de la
dificultades incontestables. Son numerosos los síntomas que llevan a pen- desvitalización que se espera habitualmente en los esquizofrénicos.
sar en una psicosis. No obstante, son pocos los argumentos en favor de una Reacciona con vivacidad a las palabras y a las interpretaciones que se le
confusión mental o de una psicosis maníaco-depresiva, pues el sujeto se formulan. Sus aspectos teatrales y con frecuencia infantiles responden en
orienta bien en el tiempo y el espacio, en tanto que no prevalecen los tras- medida considerable a factores ambientales. Se diría que en esta enferma
tornos tímicos. se codean dos procesos psicopatológicos (22, 23 , 24, 25), uno de tipo his-
Hay que pensar en una psicosis alucinatoria crónica (16), puesto que térico y el otro que evoca una esquizofrenia.
Marie-Christine presenta un triple automatismo, en los registros ideo-verbal, Muchos argumentos inclinan a pensar que nos encontramos ante una
motor, sensorial y sensitivo . Se pueden reconocer además las característi- histeria. Recordemos que Marie-Christine será atendida en tres oportunida-
cas del delirio alucinatorio, que es vivido como una experiencia, una agre- des en un servicio de psiquiatría infanto-juvenil, en compañía de jóvenes
sión contra el cuerpo y el pensamiento de la paciente. Marie-Christine per- psícóticos. Antes de su hospitalización, produjo un delirio místico concor-
dió su libre albedrío en virtud de las influencias nefastas de una posesión. dante con su medio cultural y familiar; se señala una desecación de ese de-
La evolución sigue un modo cíclico con fases de remisión. lirio, pero paralelamente en Marie-Christine desbordaban los comporta-
En contra del diagnóstico de psicosis alucinatoria crónica se pueden mientos inmaduros e infantiles. Simbolizaba con las manos una máquina
aducir los trastornos de la conciencia. Marie-Christine aparece en estados fotográfica, simulaba tomar fotos de dibujos de niños. Reprodujo los jue-
segundos. Por otra parte el delirio es en este caso más vivido que pensado y gos de agua, las risas de Viviane, una niña autista. En consecuencia, des-
hablado, lo que vuelve a remitir al diagnóstico de acceso delirante agudo. pués de una fase de imaginación exhuberante y de exaltación, hizo lugar a
En su "Etude Psychiatrique nº 23", Henri Ey (17) recuerda que se en- tendencias miméticas, en un concierto de plasticidad sintomatológica. El
cuentran formas sintomáticas de los accesos delirantes agudos en las cuales carácter a veces superficial de los trastornos, su modificación por obra de
domina el éxtasis. El sujeto se comunica con el mundo celestial y se sirve la sugestión, los juegos de seducción, la expresividad forzada, son todos da-
de reminiscencias bíblicas. A veces, como en el caso que nos ocupa, se tra- tos que vienen a sustentar el diagnóstico de histeria (26, 27 , 28).
ta de una posesión sobrenatural que limita con una experiencia de goce eró- No se trataría entonces de encarar un delirio paranoide, sino de recono-
tico-místico. A. Delmas describe una organización intermitente de delirio cer en esta enferma estados crepusculares y -segundos que evolucionan en
semejante a la de Marie-Christine. Integrando a veces la realidad, y otras su- un estado de hipnosis de la conciencia.
mergido por lo imaginario, el individuo conserva una cierta conciencia de En el cuadro de las neurosis, es preciso demorarse en las obsesiones reli-
su enfermedad. giosas (29, 30) de Marie-Christine. En ella lo divino y la sacro se articula-
En favor del diagnóstico de acceso delirante agudo, podemos subrayar ban con el temor de pronunciar blasfemias, de cometer un sacrilegio, un
los fenómenos delirantes, las alucinaciones auditivas y psíquicas, y apoyar- pecado mortal. Las alucinaciones auditivas estaban en el límite de la idea
nos en las manifestaciones interpretativas, las revelaciones fantásticas en obsesiva. Se puede sin embargo insistir en la intrusión en el campo de la
una atmósfera hipnoide. conciencia de un pensamiento que Marie-Christine no reconocía como pro-
Por otra parte, se debe tener en cuenta una prolongación de los trastor- pio. Si bien había medidas expiatorias de carácter autopunitivo, para res-
nos durante un período de catorce meses, y un delirio polimorfo que se ponder a los sentimientos de impureza y de culpabilidad sexual, religiosa,
empobreció progresivamente en el transcurso de la tercera hospitalización.- la investigación clínica no reveló la red defensiva sembrada de rituales del
Se hizo cada vez más fragmentario, deshilvanado, caótico, y con frecuencia neurótico obsesivo.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS REHABILITA CION DE LA LOCURA HISTERICA

Los rasgos del carácter de Marie-{;hristine nos hacen pensar en el carác- ticas permitieron revelar que correlativamente con ese matrimonio se produ-
101 sádico-anal (30) del obsesivo: actividad de ordenamiento de limpieza jo otro acontecimiento decisivo : " Mi enfermedad se desencadenó en el tra-
de lavado, y también necesidad de ensuciar, de manchar con,la orina y lo~ bajo. Habían robado dinero ; tuve la impresión de que pensaban que yo era
oxcrementos en movimientos regresivos; prodigalidad inesperada antes de la culpable . Hubo voces en tal sentido" . En el inicio de la enfermedad de Ma-
su tercera hospitalización. rie-{;hristine se encuentra, según ella, la conjunción de un matrimonio y de
Algunos autores habrían quizá formulado un diagnóstico de esquizoneu- un robo; en otras palabras, los deseos eróticos movilizados por el primero
msis (25), o bien de estado fronterizo (31 , 32, 33). Pero con respecto a es- parecen haber despertado la culpabilidad del sujeto . La temática edípica
te último síndrome, la enferma no era ni francamente agresiva ni auténtica- aflora desde el desencadenamiento de los trastornos.
111cn te depresiva. El momento nodal de la locura histérica es difícil de especificar. En el
J\J pasar revista a los diversos diagnósticos propuestos por las clasifica- siglo XIX, Briquet creyó observar en el origen de toda gran histeria la pre-
ciones psiquiátricas, uno queda indeciso y perplejo. ¿No refuta Marie-Chris- sencia de un acontecimiento penoso; tratando de precisarlos, enumera una
tinc la mayor parte de los cuadros nosológicos? En todo caso, pone una infinidad: penas familiares, miedo pánico, contrariedades, emociones mo-
vez más de manifiesto las dificultades casi insolubles con las que se tropie- rales vivas, tribulaciones afectivas, reveses de fortuna, fatiga extrema, par-
za cuando se trata de establecer una clasificación psiquiátrica rigurosa. tos, embarazos , primeras menstruaciones, interrupción brusca de las mens-
Sin embargo, quizá se encuentre un concepto bastardo en el que pueda truaciones, sangrías, contusiones, violaciones, cambios de hábitos, etcétera.
re fugiarse: el de psicosis histérica. En efecto, el caso de Marie-{;hristine se En realidad , parece que cualquier emoción puede suscitar una crisis histéri-
ase meja singularmente al de Hélene C. descripto por Follin, Chazaud y Pi- ca. Sin embargo, ei;_tl_origen de las locuras histéricas casi siempre se en-
Ion en 1961 (6), para el cual se formuló un diagnóstico de psicosis aguda cuentra, como en el caso de Marie-{;hristine, la conexión de una intensa
histérica. culpabilidad latente con vivos deseos eróticos. Natalia, la paciente de Tausk,
Pero no es eso lo importante. El principal problema que nos parece se encontró presa de un delirio de influencia después de haber rechazado a
plantearse ante ese tipo de sintomatología consiste en interrogarse si se tra- un pretendiente, que sin embargo no le disgustaba demasiado. Mary Barnes
ta de neurosis o de psicosis. Sería erróneo pretender escamotear la cuestión, sufría por no haberse casado - pero obraba de modo tal que no se le pre-
pues de la respuesta que se dé dependen orientaciones terapéuticas diferen- sentaba realmente la oportunidad de hacerlo- . De hecho, el histérico debe
tes. preservar la insatisfacción esencial de su deseo, por temor de que le falte la
Puesto que las categorías psiquiátricas se limitan a rozar la estructura in- falta , pero también para ofrecer un sacrificio a la culpabilidad que lo carco-
consciente del sujeto, resulta ahora necesario apelar a las señales orientado- me.
1us provenientes del psicoanálisis. Suzanne Urban nos ha dejado un material que en su caso permite captar
de manera bastante precisa el momento nodal para ella, que fue la apari-
ción inesperada en lo real de un acontecimiento que despertó la culpabili-
IV dad inconsciente del sujeto, como consecuencia de la realización de deseos
reprin1idos que parecía representar. En ella el episodio delirante fue ulte-
Desde el punto de vista de la estructura inconsciente, ¿cuáles son las rior al descubrimiento de un cáncer de vejiga de su marido. El infierno de
razones que nos inducen a considerar que la enfermedad de Marie-{;hristine ese "pobre hombre" , cuyos "horribles gemidos" la mujer oía en el consul-
es una locura histérica? "Todo esto -dijo ella- comenzó con el casamien- torio del médico, constituyó probablemente una realización demasiado
to de mi hermana" . Esta constituía una especie de alter ego a la que estaba culpabilizante de anhelos sádicos de ella, cuyos indicios se descubren en el
muy apegada; lo que le sucedía a una no podía dejar de tene~ resonancias retorno de lo reprimido delirante : pensaba en abreviar los sufrimientos de
1>11 la otra. Todo lleva a creer que ese matrimonio despertó en Marie-{;hris-
su marido quitándole la vida , e insultaba a los médicos que no lo remata-
l inc ciertas emociones eróticas, las cuales no pudieron encontrar satisfac- ban (63).
ci611 más que en conductas locas, algunas de las cuales apuntaban a obtener La locura de John Perceval, internado en Inglaterra entre 1830 y 1832,
su lisí'acciones eróticas .regresivas. No obstante, las entrevistas psicoterapéu- fue consecutiva a una aventura con una prostituta, después de lo cual ha-

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA

hr ta contraído una enfermedad venérea. En este hombre muy religioso, ta- a Marie-Christine, por ejemplo , se descubre fácilmente que uno de los te-
les acontecimientos traumáticos iban a tener consecuencias graves. mas centrales de su delirio remite a otras significaciones. "Tengo que de-
Lo que se encuentra en el inicio de una psicosis no presenta la misma di- mostrar que estoy encinta. Me voy a casar con Jesucristo, pero mi hijo se
versidad. En esas circunstancias, el sujeto parece quedar enfrentado a la llamará David; no será el hijo de mi prometido terrestre, sino el hijo de Je-
urcstión del padre. El primer episodio delirante de Schreber se desencade- hová" . El hecho de que un discurso de ese tipo esté estructurado como un
11<> con el fracaso de su candidatura al Reichstag; y el segundo. por su acce- síntoma histérico, y como un sueño, queda demostrado porque en la mis-
so al cargo de presidente de la corte de apelaciones de Dresde; en ambos ma época, en varias ocasiones, soñó que estaba encinta. Entre los deseos re-
casos se encuentra en juego el significante de la paternidad. Lacan observa primidos que sobredeterminan a esos fantasmas delirantes, aquél no estaba
además que la situación analítica, que incita a los prepsicóticos a "tomar la enmascarado.
palabra", los lleva a la psicosis declarada (35), pues se sabe que la toma de Madeleine, la paciente "neurasténica" presentada detenidamente por Ja-
In palabra no puede dejar de enfrentar el Nombre-del-Padre. net en su obra De /'angoisse a/'extase, en la cual nosotros vemos un caso
"Para que la psicosis se desencadene - afirma Lacan- es preciso que el de locura histérica, se sentía muy desdichada desde la edad de diez años,
Nombre-del-Padre, Verworfen, forcluido, es decir que jamás apareció en el cuando tenía que hacer una compra cualquiera, pues "era martirizada a la
lugar del Otro, sea llamado allí en oposición simbólica al sujeto( ...). vuelta por el pensamiento de no haber pagado" (38); se entiende que ese
"Pero, ¿cómo el Nombre-del-Padre puede ser llamado por el sujeto al "pago" remite a otras cadenas significantes: las que determinan su ascetis-
t'rnico lugar desde el que pudo advenirle y donde nunca ha estado? Sólo mo, su pasión por la miseria y su culpabilidad subyacente. En el discurso
por un padre real, de ningún modo forzosamente el padre del sujeto, por de Maric-Christine, como en el de Madeleine, se descubre fácilmente una
Un-padre. dinlens~ón metafórica.
"Aún es preciso que ese Un-padre llegue a ese lugar donde el sujeto no No insistiremos en la pertinencia de la interpretación analítica del deli-
pudo llamarlo antes. Basta allí con que este Un-padre se ubique en posi- rio de los histéricos; M.-A. Sechehaye , Marion Milner, Joe Berke, para no
ción de tercero en alguna relación que tenga por base la pareja imaginaria citarlos más que a ellos, lo han establecido de modo suficiente con respec-
aa', es decir yo-objeto o ideal-realidad, interesando al sujeto en el campo to a sus denominados "esquizofrénicos".
de agresión erotizada que induce" (36). En cambio, debemos subrayar que la mayor parte del delirio psicótico
Lacan incita a buscar una tal coyuntura dramática en el comienzo de la no despliega una significación que reenvíe a otra significación, y ello por-
psicosis; ella puede presentarse, para la mujer que acaba de dar a luz, en la que la metamorfosis paterna no ha funcionado para el sujeto, condenándo-
figura de su esposo ; para la penitente que confiesa su falta, en la persona lo desde entonces a un discurso metonímico que ignora la duplicidad fun-
de su confesor; para la joven enamorada, en el encuentro del "padre del jo- damental de significante y significado. 3 "En efecto - escribe Schreber-,
ven"; para el conscripto, en un tipo de "padre del regimiento", etcétera. Si, es un rasgo de la naturaleza misma de los nervios, cada vez que se les arroja
en tales circunstancias, se plantea un interrogante que viene del agujero, y palabras sin ligazón o frases truncas, el ponerse a buscar automáticamente
que se revela para el sujeto como una falta de significantes fundamentales, lo que falta para completar un pensamiento acabado que satisfaga al espíri-
se ve llevado a cuestionar el conjunto del significante, pues éste es solidario tu humano" (37). Si Freud se atuvo con toda firmeza al complejo de Edi-
en su totalidad. po, lo hizo, según Lacan, porque la noción del padre es algo que aporta el
Se crea entonces, como lo formula Schreber, "un estado de cosas total- elemento esencial, el elemento más sensible en la experiencia, de lo que se
mente exorbitante, que no ha podido instaurarse más que porque una falla aprehende como punto de almohadillado entre el significante y el significa-
había separado fundamentalmente las piezas maestras del orden del univer- do. Lo que le falta al psicótico, y ésa es la forclusión del Nombre-del-Padre,
so" (37), y la cascada delirante se pone en movimiento. es un cierto número de puntos de costura fundamentales entre el signifi-

3 "Ya no hay signo de doble faz en el lenguaje" del esquizofrénico, escribió L. Iri-
El mecanismo fundamental de la psicosis es la forclusión del Nombre- garay. " En cambio una escritura, o reescritura, criptogramática, de inscripciones so-
dc l-Padre, en tanto que el de la histeria es la represión. En lo que respecta noras" (40).

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canlc y el significado, ese mínimo de estructuración esencial entre el signi- co, y ellos se agotan en repeticiones incesantes, hasta que llego a encontrar
ficante y el significado , necesario para que de un ser humano se diga que es un medio para lo que yo llamaría diversión. Si sucede que en un primer
11ormal. momento mis nervios se ven llevados a responder ··y bien, ese hombre se
En el discurso del psicótico es fácilmente discernible una falta de ese ti- llama Schneider porque su padre también se llama Schneider', no logran un
po. "Ahora - dicen las voces de Slireber- nos faltan las proposiciones prin- verdadero apacigüamiento con una respuesta tan trivial. Y se articulan en-
cipales" , cosa que él comenta al afirmar que "en el fundamento de esta tonces toda una serie de marchas de búsqueda sobre los fundamentos y el
manera de decir hay seguramente algo de real" (37). Asimismo, Peter, el origen de los nombres propios entre los hombres, sobre las diferentes for-
hermano de Mary Barnes, le confió a ésta que "tenía la impresión de no te- mas que revisten esos nombres según los pueblos y las épocas, y sobre los
11cr cimientos" (39); su estructura psicótica no lo volvía tan fácilmente su- diversos modos de relación (clan, relaciones de filiación, características físi-
gestionable como su hermana, la cual era histérica, lo que explica que él cas ... ) que revelan por prioridad" (37). Se advierte que esta búsqueda sobre
fu era refractario a todos los intentos de hacerlo regresar (teoría del ''viaje"). los fundamentos se dispersa en direcciones múltiples, y que a su término
La ausencia de fijación de las cargas del discurso del psicótico hace de su Schreber sólo capta líneas de fuga.
actividad lingüística "un incesante proceso de derivación sin pivote repre- Por lo que sabemos, no se ha subrayado lo bastante que el mismo pro-
sentado, representable. Ex-céntrico, descentrado. A la deriva" (40). Esto ceso se encuentra en el delirio de Wolfson. Las interpretaciones psicoanalí-
podemos captarlo quizá del mejor modo posible en la palabra de Philippe, ticas de su texto Le schizo et les tangues glosan en general su odio a la ma-
un niño de doce años: dre, que lo habría llevado a traducir instantáneamente las palabras de su
lengua materna a otros idiomas. 4 En realidad, nos parece que se trata me-
- ¿Por qué hace frío? -pregunta. nos de desembarazarse del inglés que de fundarlo.
- Porque llueve. Con respecto a la palabra "ladies", Wolfson encuentra un sustituto me-
- ¿Por qué llueve? jor en el ruso "loudi" (gente, mundo, público) que en el alemán "Leute"
- Porque hay nubes. · (gente) y esto no tanto tomando en cuenta el sentido como en función
- ¿Por qué hay nubes? de apreciaciones fonéticas. El predominio de éstas demuestra que se
¿Por qué? ... ¿Por qué? ... encuentra esencialmente confrontado con el significante y la dimensión
metonímica del lenguaje. 5 Además, para él el término ruso tiene la ventaja
Por cierto, no es raro que los niños - a una edad menor que la de Phili- de presentar una declinación compleja, en tanto que la palabra alemana es
ppe- formulen esas sucesiones de preguntas, pero, por poco que uno las invariable; la apelación a "loudi" le permitirá establecer una regla gramati-
consienta, la frecuencia repetitiva de ese tipo de intercambios en su caso es cal fija, lo que determina definitivamente su elección.
impresionante . Por otra parte, no siempre atiende a las respuestas, su dis- En la asombrosa investigación de "el estudiante de lengua esquizofréni-
curso se escapa, pasa sin cesar de un tema a otro. Allí no se encuentran ca" (como se denomina a sí mismo), que no abarca toda la lengua inglesa,
puntos de almohadillado. La búsqueda de un lugar de la verdad (el gran
Otro) es visible: "¿Por qué no puedes decirme por qué?", o bien "¿Quién
es el que sabe?" 4
En realidad, esas interpretaciones llevan la marca de una concepción histérica de la
Esos mismos fenómenos aparecen más elaborados en el discurso de Sch- psicosis. La enfermedad de Wolfson no está estructurada como la de Eléna. Esta últi-
rebcr. Así, por ejemplo, cuando se encuentra con alguien que conoce, pien- ma presen taba un síntoma un tanto análogo al delirio del joven norteamericano: se
sa "Aquí está el señor Schneider". "Ahora bien - dice- en cuanto ese pen- refugiaba con frecuencia en otra personalidad que se expresaba en una lengua extran-
jera, con el fin de olvidar la "lengua" real de su padre, quien la había hecho objeto de
samiento está formulado empieza a resonar en mis nervios un' ¿Por qué?' o
in ten tos incestuosos (41 ). Aprehendemos aquí una de las causas posibles del síntoma
un '¿Por qué porque?'( ...) La cuestión planteada no les permite el reposo: delirante en el histérico, sobre la cual volveremos más adelante.
¿Por qué ese hombre es el señor Schneider, o por qué se llama Schneider? 5
Del mismo modo, los pájaros milagrosos de Schreber "no comprenden el sentido
l,.¿i cuestión de la causa, sin duda totalmente extraña, de plantearse en este de tas palabras que pronuncian; en cambio, parecen estar dotados de una sensibilidad
caso , atrapa bruscamente a mis nervios en una especie de engranaje mecáni- natural para la homofonía" .

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA

sino únicamente ciertos términos, a los que trata de traducir de la manera madre de Marie-Christine soñó con frecuencia que su hija estaba muerta,
que acabamos de ejemplificar, descubrimos un intento de instaurar puntos hecho en el cual quizá discerniríamos, además de la relación especular que
de almohadillado: una búsqueda del Nombre-del-Padre. No pensamos, co- las une, un eco del drama de María Pura. Observamos también que la seño·
mo escribe Deleuze en el prefacio, que se trate "muy claramente de des- f'd C. llamaba "Christine" a su hija; ¿no se puede suponer que así reprimía
truir la lengua materna" (42); todo lo contrario: nos parece estar ante una el término que recordaría a su hermana, á ella misma y a la historia de am-
tentativa desesperada de salvarla. Cuando Wolfson llega a eneontrar una pa- bas, de manera demasiado visible? Parecería que algo del drama de las Ma·
labra de reemplazo satisfactoria, puede entonces "soportar la palabra de su rías de la generación precedente se hubiera trasladado, como lo indica el
lengua materna, la cual antes quizá le resultaba casi repelente"; en esos mo- significante , a Marie-Christine, y no a Chantal. ¿No estaba inscripto en el
mentos -dice Wolfson- tiene, "pero tal vez por error, la esperanza de po- discurso familiar que nuestra paciente estuviera condenada, como María
der algún día emplear de nuevo normalmente su lengua materna". 6 Sin Pura, a ser "poseída" por un sustituto paterno - el tutor en un caso, y Je-
duda, para él, como para Schreber, como para Philippe, el Otro se sustrae : hová en el otro- ?
piensa que "no sabe nada con certidumbre", se le aparece involuntariamen- En cambio, no es perceptible la estratificación histórica de las declara-
te la idea de que en cierto sentido nadie sabe nada, "quizá en particular su ciones del psicótico: éste no ha entrado jamás en la dimensión metafórica
madre", tanto que su obra concluye con un interrogante fundamental: del lenguaje. Se comprende en consecuencia el riesgo que corre: el de una
"¿Quién sabe?" Sin embargo, el delirio en Wolfson aparece netamente co- palabra "plana, articulada al infinito, cuyas cargas están sin fijar. En esa pa·
mo un intento de curación. labrn, nada obstaculiza la rememoración; los hechos pasados siguen estan-
El discurso del histérico, a diferencia del discurso del psicótico , se ins- do presentes, no son soterrados por el proceso de la represión. Así, con
cribe en la diacronía. Así, en los fantasmas de Marie-Christine se entiende frecueacia se ha observado que los psicóticos conservan en la conciencia el
que algo de la generación anterior vuelve a ponerse en juego para ella. La recuerdo de acontecimientos de su primera infancia; algunos, además, tie-
madre, la señora C., cuyos nombres son María Esperanza, parece haber nen una memoria prodigiosa de su vida pasada, como si en esa facultad no
proyectado en sus dos hijas el drama que su hermana María Pura y ella mis- hubiera intervenido ningún proceso de inhibición. Con respecto a esto, el
ma vivieron en su juventud. La afección psicosomática que la señora C. documento del parricida Pierre Riviere titulado "Resumé des peines et des
continúa sufriendo, y cuyo origen ella ubica consecutivamente a una tenta- afflictions que mon pere a souffertes de la part de ma mere depuis 1813
tiva de violación por parte de su tutor cuando tenía trece años, escena que jusqu'a 1835" no puede dejar de sorprender por la precisión excepcional
por cierto remite a otras más arcaicas, muestra sin duda en virtud de su de los detalles concernientes a los hechos que se habrían producido duran·
persistencia que ese trauma insiste en su inconsciente. Ahora bien, María te su infancia (43).
Pura habría de morir a los dieciséis años, depués de una violación por par- Desde Freud , se repite que el esquizofrénico trata a las palabras como si
te de ese mismo tutor. ¿No parece que Chanta! ocupó el lugar de la señora fueran cosas ( 44); en efecto, sucede que el psicótico reifica sus fantasmas.
C., pudiendo como ella acceder al matrimonio, y logrando por lo tanto ne- Así, un hombre mató a su padre porque, según declaró, éste lo había abo·
gociar el Edipo, en tanto que Marie-Christine se habría colocado en lapo- feteado cuando tenía cinco años ; para demostrar lo que decía sacó del bol-
sición de María Pura , posición en la cual enfrentaba el incesto mortal? La sillo un pañuelo que envolvía un diente que en aquella oportunidad el pa·
semejanza de los nombres, en los que una referencia a Cristo reemplaza a la dre le había roto: "Miren - dijo- , yo tenía un diente contra él". Asimis-
mención de la pureza, parece de por sí indicar la presencia de un fantasma mo, las hermanas Papin, en el asesinato de sus patronas, comenzaron por
de ese tipo en los padres. Además, durante la primera hospitalización, la "arrancarles los ojos", acto en el cual Lacan discierne la ejecución literal
del odio . No obstante, no se puede considerar que ese mecanismo, en resu-
6 . men bastante raro, es una característica de la psicosis, pues también se lo
Con respecto a esto, Luce lrigaray propone "otra explicación posible", que nos
encuentra en la locura histérica: "Tengo la impresión muy clara - ha escri-
parece próxima a la nuestra. El comportamiento sintáctico del "esquizofrénico" con·
si~tiría en el intento "de romper la vaUa de un discurso fonoso para tratar de encon- to Perceval- de que mis alucinaciones, o las que afectan a otros dementes,
trar las h~yes de su engendramiento"; en otras palabras, "la búsqueda de un código su- provienen del hecho de que nosotros interpretamos un cierto lenguaje poé-
tilizado, que le daría acceso a la palabra" (40). tico y figurado como una sugestión que hay que tomar al pie de la letra ..."

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( 45). Este es uno de los escasos puntos que poseen en común, en la mane- como "Fitzherbert", en los cuales se condensaba todo un conjunto de sig-
ra de tratar el discurso, los dos tipos de enfermedades que estudiamos en nificaciones: "Fitzherbert", le explicaron sus voces, quería decir que quie-
estas líneas. nes llevaran ese nombre eran cuerpos espirituales, e hijos de uno de los
En cambio, la palabra del psicótico es muy específica en cuanto se arti- guardias al que Perceval llamaba Herrninet Herbert. Además Herbert signi-
cula en una incesante sincronía. Detrás de ese lenguaje delirante falta la ficaba en alemán (por lo menos es lo que se le dijo) "señ.or del infierno" (45).
verdad: sólo hay "una sombra del Otro", afirma Lacan (35). ¿No es para Marie-Christine hablaba de "demoniasmos" o de "reconmemoraje", neolo-
tratar de dar más consistencia a ese Otro que el psicótico instaura puntos gismos sin duda, pero no carentes de significación. En tanto que Renée,
de detención en la deriva de su palabra? Tales puntos son de dos tipos: por durante un estado profundo de regresión, se lamenta en lo que ella llama
una parte una forma vacía, representada por neologismos enigmáticos, y "su lengua": es decir, palabras incomprensibles, algunas de las cuales, co-
por el otro lado una forma plena, los estribillos, las repeticiones estereoti- mo "ichtiou", "itivaré", "gibastou", "Ovedé", etcétera, reaparecen sin
padas. cambios. La enferma precisa que de ninguna manera trata de fabricarlas ;
De los primeros, Schreber nos proporciona ejemplos con expresiones ta- "vienen solas y por sí mismas no quieren significar absolutamente nada".
les como el "empalme de nervios" (Nervenanhang) u "hombres hechos en Sin embargo, esos neologismos no son de tipo psicótico, en primer lugar,
un dos por tres" (fluchtig hingemachte Mii.nnen); Philippe, por su parte, porque son raros y no persisten; en segundo término, a pesar de la última
habla de "ro-tum-tum", del "mus de abril" , de "janó de ganas" o de "denta- afirmación de Renée, porque remiten a una significación latente, cosa que
do-en-el-aire". Ese tipo de neologismos aparecen más raramente en Wolf- por otra parte la propia Renée indica: "Era el tono, el ritmo de la pronun-
son, pero cuando encontramos uno de ellos, revela que está precisamente ciación lo que tenía sentido. En realidad, a través de esas palabras me la-
al término de lo que nos ha parecido ser un intento de fijación de las cargas mentaba, expresaba el profundo dolor y la desolación infinita que albergaba
de la lengua inglesa. En efecto, después de una larga búsqueda para encon- mi corazón. No me servía de las palabras usuales, porque mi dolor y mi de-
trar un sustituto extranjero de "Early", llega a "Urlich", vocablo de su sesperación carecían de objeto real" (46). Además, esos neologismos no es-
creación de sonido alemán. taban insertados en el discurso del sujeto que intentarían almohadillar.
En lo que respecta a los estribillos, Philippe repetía frecuentemente En este sentido, Hélene Smith, notable "médium" con glosolalia, bien
"me van a hundir", expresión detrás de la cual uno de nosotros se agotó observada por Théodore Flournoy a principios de siglo, fue un sujeto parti-
buscando un sentido, antes de reconocerla como lo que es. Las voces de cularmente interesante. En estado de sonambulismo desarrollaba "subper-
Schreber presentaban las mismas peculiaridades: "Zemos ya", etcétera. sonalidades" inconscientes, una de las cuales empleaba la lengua marciana. 7
No hemos encontrado esas repeticiones estereotipadas en la obra de Wolf- Veamos un ejemplo : " I kiché ten tisi ké di évé dé étéch mené isé bénézée";
son. Los neologismos y los estribillos son significaciones irreducibles: el en- cada una de esas palabras tenía un equivalente francés, y su significado era:
fermo subraya que no pueden ser verdaderamente definidos, pesan por sí
mismos, significan algo de inefable que remite antes que nada a la signifi-
cación en tanto tal. Son ellos tal vez los que signan de manera más mani- 7
En el día de hoy, en el que con insistencia se ha prestado atención a "el incons-
fiesta el delirio psicótico. ciente estructurado como un lenguaje", no puede dejar de sorprender la ignorancia en
Pierre Riviere inventó un instrumento para matar animales al que deno- la cual se mantiene el notable trabajo de Flournoy titulado "Des Jodes a la planete
minó "calibene"; también imaginó un suplicio para hacerlos perecer: atar- Mars" (alu sión a los temas de l:ls novelas sonambúlicas dt! Hélcnc Smith), el que ofre-
ce sin em bargo un campo de estudio sobre las producciones lingüísticas del incons-
los a un árbol con tres clavos en el vientre; a esto lo llamaba "encepharer"
ciente totalmente privilegiado . Si bien el autor no se constituye en garante de las pre-
(43). Estos neologismos que remiten a un referente preciso no son caracte- suntas capacidades "paranormales" de Hélene, tiene lamentablemen te la audacia de
rísticos de un discurso psicótico: son sin1plemente creaciones de lo imagi- afim1ar que "la probabilidad de los movimientos de objetos sin que medie contacto",
nario, Y no tentativas de remediar una laguna de lo simbólico. Asimismo, después de experiencias a las cuales asistió, ha alcanzado "para él un grado que equi-
cuando en el delirio histérico se encuentran neologismos (de lo cual nos vale prácticamente a la certidumbre": ello hastó sin duda para que fu era descartado
por la intel/ige11tsia francesa contemporánea. Esta última no ignora que el saber de
proporcionan algunos ejemplos Perceval, Marie-Christine y Renée) tienen cada época está estructurado como un delirio paranoico, pero, desde luego, se trata
el carácter de creaciones imaginativas. Perceval inventó nombres propios, del saber de antaño o del saber de los otros... ·

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"¡Oh! Por qué no te quedas siempre cerca de mí, amiga por fin reencon- a considerar que si bien existen analogías entre la experiencia mescalínica
trada". O bien: "Astané bourrié zé buzi ti di triné nami ni ti du umezé sei:- y las experiencias delirantes y alucinatorias agudas (tipo delirium, o estado
miré bi tarvini"; en otras palabras: "Astané busca el modo de hablarte mu- confuso-onírico según Régis, o "alucinosis" en el sentido de Wernicke) , en
cho y de hacerte comprender su idioma" (47). Se recogió una gran canti- cambio no hay una medida común entre un delirio alucinatorio esquizofré-
dad de frases de ese tipo, las cuales permitieron establecer la coherencia de nico o una psicosis alucinatoria crónica y la ebriedad mescalínica. Esta es
la lengua "marciana", pero el refinado análisis lingüístico de Flournoy pu- una conclusión que todos los clínicos pueden y deben suscribir" (48).
so de manifiesto que sólo se trataba de un disfraz bastante sencillo del fran- En la mayor parte de los casos, las drogas alucinógenas suscitan, no esta-
cés. Para el caso, lo que nos interesa es que, según los dichos de Floumoy, dos psicóticos, sino estados de locura histérica. Lejos de estar proponiendo
el "hablar extático" representaba "el neologismo llevado a su más alta ex- una idea nueva, nos limitamos a redescubrir lo que se sabía antes de la "his-
presión y practicado de una manera sistemática, con una significación muy terización" de la demencia precoz. Moreau de Tours, que fue uno de los
precisa, por una subpersonalidad que el Yo normal ignora" (47). Por otra· primeros psiquiatras interesados en los alucinógenos, afirmó la analogía del
parte, los datos con que contamos acerca de Hélene no permiten dudar de delirio artificial, debido a la acción en el cerebro de ciertas sustancias, co-
su estructura histérica. mo por ejemplo el hachís, con el de la locura neuropática (llamaba así a la
Esos neologismos "marcianos" son muy diferentes de los que se encuen- locura histérica). 8 Ese enfoque constituyó por otra parte la tesis dominan-
tran en el discurso del psicótico. Se trata, repitámoslo, de creaciones imagi- te en la psiquiatría francesa de la segunda mitad del siglo XIX, especialmen-
narias. Para precisar más lo que estamos postulando, citaremos el ejemplo te de la Escuela de la Salpetriere, puesto que Paul Richer, en su monumen-
de neologismos semejantes, surgidos en el pensamiento de un analizante de tal Etudes Cliniques sur l'hystéro-Epilepsie ou grande hystérie (1881), in-
uno de nosotros, en el transcurso de un estado producido por la ingestión sistió asimismo en "la analogía sorprendente del acceso delirante ocasiona-
de una fuerte dosis de LSD. Después de una vivencia de fragmentación del do por el hachís con la variedad especial de la gran histeria denominada
cuerpo, nos relató haber percibido interiormente expresiones tales como ataque de delirio"; precisó además que, en ambos casos, se encuentra "la
"Mi toudenas; el mage-vin-spoir; Ja smoulmoviege; el bansmeuvlienne, etcé- misma movilidad de la sucesión de las ideas y de las alucinaciones, la mis-
tera" (realizamos la transcripción con una ortografía arbitraria, puesto que ma vivacidad de interpretación para los gestos y las actitudes, la misma ac-
el sujeto mismo no supo precisarla). ¿Hablaremos de esto como de un epi- ción de la imaginación del sujeto sobre la variedad y la riqueza de su delirio,
sodio psicótico? Desde que se ha "histerizado" la psicosis, esto es lo que se la misma influencia de sus ocupaciones y preocupaciones cotidianas en la
hace por lo común, para nosotros erróneamente. Más adelante veremos por naturaleza de las concepciones delirantes, la misma reproducción de esce-
qué. En este caso, el sujeto trató de traducir los neologismos que llegaban a nas pasadas, de las cuales la memoria ha conservado una viva impresión, las
él en función de la entonación con la que los oía pronunciar. Lo mismo mismas visiones de fuegos coloridos, de animales variados, fabulosos Y de
que para Renée, "el tono y el ritmo de la pronunciación" le permitían dis- los otros, de jardines, de perspectivas deslumbrantes, los zumbidos de oídos,
cernir una cierta resonancia significante en los términos que percibía. los sonidos de campanas, etcétera, etcétera" (SO). Las alucinaciones de Per-
Las drogas alucinógenas actúan sobre la función imaginaria: los trastor- ceval lo ilustran bien, cuando tiene "la visión resplandeciente de Dios des-
nos de la percepción visual se cuentan entre sus efectos más comunes, de
manera que en sujetos histéricos suscitan estados oníricos, de Jos que los
individuos se recuperan fácilmente en cuanto los efectos de la droga se di- 8 Por lo demás, es cierto que la tesis de .Moreau de Tours iba incluso más allá de esta
sipan , puesto que los fundamentos simbólicos de su ser no han sido alcan- afirmación, puesto que escribió: "No hay ningún hecho elemental o const itutivo de, la
zados. En cambio, todos los autores están de acuerdo en reconocer la rare- locura que no se encuentre en las modificaciones intelectuales generadas por el hach1s"
za extrema de psicosis crónicas que sobrevengan a continuación de "viajes" (51). Según él, la locura no sería más que un estado de sueño sin dormir, fórmula que
puede aplicarse a la locura histérica, pero no a la psicosis, que ciertos psicoanalistas
(48). Según S. Cohen, por ejemplo, en esas condiciones se produciría un
contemporáneos consideran sin embargo como una pesadilla. Recordemos lo escrito
estado psicótico sólo una vez cada 550 (49); incluso son muchos los que por Rosen: "¿Qué es una psicosis si no, por su contenido manifiesto, una intermina-
consideran esa frecuencia como demasiado elevada. A propósito de la mes- ble pesadilla en la cual los deseos están tan bien camuflados que el enfermo no se des-
calina, H. Ey observa que la mayor parte de los observadores "han llegado pierta?" (52).

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS REHABIL!TAC!ON DE LA LOCURA HISTERICA

cendiendo del cielo acompañado por todos los Santos del Paraíso" 0
cuan- frase, giros o ritmos sintácticos particulares, etcétera. En cambio, en el deli-
d~ experimenta el sentimiento de encontrarse en el infierno: oye' resonar rio histérico, se asiste a una exuberancia de lo imaginario que no atenta
ruidos de cadenas, "el soplo potente de fuelles de fragua" silba en sus oí- contra los fundamentos simbólicos del hablanteser (par/etre ): allí la sintaxis
dos, Y siente que las llamas lo rodean. "La locura - dice- es como la ebrie- se encuentra en lo esencial respetada, las palabras no se disgregan, y las
dad". Tambi~n Janet estima que "en ciertas intoxicaciones, principalmente creaciones neológicas no mantienen cerrado al discurso sobre la significa-
las del hachis Y del alcohol, se producen ebriedades, delirios que son muy ción misma.
frecuentemente semejantes a estados histéricos" (12). El delirio psicótico es una desestructuración de la cadena significante,
En 1910, Hartenberg fue uno de los últimos en defender la tesis de los en tanto que el delirio histérico es un trastorno de la significación.
esta~os. ?e locura histérica creados por los alucinógenos: dicha tesis estaba Si la relación transferencial es el vínculo con un "sujeto que se supone
c?n;i~tiendose en caduca debido a que desaparecía el concepto de locura saber", la fuga del Otro es lo que funda la incapacidad para la trans-
hist~nca. Hartenberg afirma que la sugestionabilidad de los histéricos "es ferencia del psicótico. Schreber, Philippe, Wolfson, P. Riviere, Peter (el
un signo de la misma intensidad imaginativa" que caracteriza a los "hachis- hermano de Mary Barnes) siguen siendo huidizos, no establecen una rela-
chins" (43), Y cita a R. Meunier: "Todo intoxicado con hachís es un histé- ción privilegiada respecto de un personaje particular. Es muy t,ajante la
rico momentán~o. ( ...) El hachís le procura al individuo que lo ingiere una oposición entre una Mary Barnes, que llama a todas las puertas, incluso a la
aso1?.brosa plasticidad mental, le proporciona por un momento la sugestio- de Anna Freud, para encontrar un analista, pero ninguno quiere arriesgarse
nabilldad Y la autosugestionabilidad de un histérico. Señalemos además la con "una esquizofrénica", por una parte , y por la otra un Louis Wolfson,
analogía que aproxima las taras histéricas a ciertos fenómenos sensoriales que nos dice que no ha cooperado mucho "con los terapeutas, en particu-
o motores observados en el transcurso de la ebriedad hachísica. El estudio lar en el nivel psicoanalítico" (42). La capacidad para la transferencia es
co~p~rado de esos trastornos no podría sino ser favorable tanto para el co- característica del histérico: Marie-Christine, al ingresar en el servicio , le
nocuruento de la intoxicación hachísica como para el de la entidad clínica confió al interno que él podría ser su padre; fuera de sus hospitalizaciones,
'histeria' " (54).
se presentaba regularmente en las sesiones de psicoterapia, tratando sin ce-
En 1971 , Sarni-Ali, uno de los pocos psicoanalistas que ha tratado un sar de atraer la atención del equipo tratante, en particular la de su t erapeu-
enf~que de los estados suscitados por las drogas alucinógenas, para el caso ta. Suzanne persistió en un análisis durante más de dieciséis años con Ma-
~arh~ularmente el hachís, llegó a las mismas conclusiones, al afirmar que rion Milner; Janet siguió a Madeleine durant e veintidós años; ella todavía
gracias a la droga los procesos primarios prevalecen sobre los secundarios le escribió la víspera de su muerte, y lo llamaba su padre. Perceval, en una
~st.ando _do~a~a la -~ercepción por una actividad inconsciente que tiend: época en que la psicoterapia no existía, hablaba de su espera siempre de-
a la reahza_cion srrnbolica del deseo" (55); observó además que en la enor- fraudada de que se ocuparan de él. Suzanne Urban redactó la historia de su
me ~ayona de los casos la estructura básica del individuo n o se encuentra vida para una médica. Renée hizo lo mismo para la señora Sechehaye. Etcé-
modificada.
tera, etcétera. Nada de esto sucede con los psicóticos; cuando ellos escri-
Para. volver a los neologismos de Renée, de Marie-Christine y de Perceval, ben, se dirigen a un público amplio. Además, y sobre todo , no son fantas-
es preciso subrayar que, lo mismo que los de Hélene Smith 0 del analizante mas de procreación los que suscitan su producción, como en los hist éricos,
antes mencionado, son propios de la dimensión imaginaria: su existencia sino más bien una esperanza de sistematización que vendría a llenar la ca-
efímera, contrariando lo que piensan quienes insisten en el discurso psicóti- rencia de lo simbólico.
co, demues:ra que n o poseen un carácter de necesidad interna en el delirio .
Por_lo de~as , en est~ sentido, Freud ya había observa do que el trabajo del
sueno pod1a en ocasiones crear "discursos o neologismos 'esquizofrénicos' Cuando se llama al Nombre-del-Padre y, en su lugar , en el Otro, respon-
muy semejantes" (44).
de un puro y simple agujero, "la carencia del efecto metafórico provocará
En el delirio del psicótico, el déficit de la dimensión simbólica se revela un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica" (36). En
en una desestructuración de la cadena significante que puede manifestarse el delirio histérico, nunca falta el significan te fálico; con much a frecuencia
en palabras cortadas , asociaciones por asonancias, t érminos que faltan en la lo encarna el hijo , un niño que la enferma querría para ella sola, o que se-

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS REHABILITA CION DE LA LOCURA HISTERJCA

ría ella misma. ¿No está acaso identificada con el falo, de lo cual proviene do la mayor parte de los clínicos. La inconsistencia del sujeto de la enun-
su teatralidad? Tausk lo descubre en el discurso de Natalia, al observar que ciación es particularmente ostensible en su discurso: "el joven enfermo
la máquina de influir es una proyección del propio cuerpo, "considerado mentalmente", como se denomina a veces a sí mismo, habla casi siempre
en su totalidad como un órgano genital" (56). El niño-falo se pone de ma- de él en tercera persona; en muy pocos diálogos utiliza el "yo". Philippe
nifiesto en el delirio de la mayor parte de las mujeres histéricas. Marie- también se expresa como si dudara un poco del valor de las palabras que
C'hristine tiene un embarazo sobrehumano, fabuloso, y engendra un rey, emplea. En cuanto a Schreber, la exterioridad de su "hablar de nervios" es
cuando ella es reina y está en contacto con Cristo. Madeleine, en la cumbre manifiesta: "mis nervios - escribe- son movilizados desde el exterior, con-
de su felicidad extática está encinta de Dios, al que nutre con su leche. Re- tinuamente y sin tregua". El síndrome de influencia se encuentra en la lo-
née se apega vivamente a una muñeca que representa para ella "el ideal de cura histérica (Marie-Christine, Renée, Perceval, Natalia) pero es bastante
la felicidad del bebé" (46). En cuanto a Perceval, tampoco ignora el falo menos insistente y sensiblemente distinto. Las voces se manifiestan con
que proyecta en el cuerpo de la mujer; tiene a veces alucinadones que re·- menos continuidad, además de que con la mayor frecuencia los sujetos
presentan a mujeres desnudas, las cuales no dejan de conmoverlo: "Ellas oyen que se les da una orden, se los amenaza o se los desprecia. Esas expre-
me parecen seres aéreos, diosas perfectas y exquisitas. Mi alma se llamaba a siones del retomo de lo reprimido no son comparables con el funciona-
silencio ante tanta delicadeza, pudor y belleza triunfante" (45). miento en el vacío del lenguaje, tal como se manifiesta en el "hablar de
Todos los autores observan la erotización del delirio histérico; los que, nervios" de Schreber: piénsese en los "pensamientos de no pensar en nada"
como Pankow o Follin, hablan de psicosis respecto de esto, insisten sin em- que se repiten incesantemente; por ejemplo, "David y Salomón, ensalada y
bargo en la temática edípica del discurso (6); 9 impresiona el contraste con rábano, tacita de harina", etcétera.
la indiferencia de Wolfson acerca de la sexualidad. Un día se le ocurrió que La culpabilidad del histérico, que con la mayor frecuencia tiene origen
debería intentar una terapia sexual, "pero ¡ay! - escribió- , sus experien- sexual, no es la angustia de nadificación del psicótico. Marie-Christine te-
cias( ...) con las prostitutas le parecían bastante tristes"; en una de tales ex- mía estar encinta u oler mal, reivindicaba para sí la condición de prostitu-
periencias "se encontró súbitamente fuera de la mujer de la vida sin haber ta; como los místicos, se imponía castigos corporales con el fin de expiar
disfrutado goce alguno, ningún arrebato, ni entre los labios de su vulva ni sus pecados fantasmáticos. Renée experimentaba "una culpabilidad infi-
en su vagina, que le parecieron un poco un verdadero vacío, una 'nada'" nita, terrible" respecto de la masturbación y de su hostilidad hacia todo el
(42). Con respecto a la enfermedad mental, entre los principales puntos de mundo, y por otras razones que podía ignorar. Madeleine, hacia la edad
referencia imaginarios que le ofrecía su cultura se contaba la etiología sexual de dieciséis años, había observado que al realizar ciertas prácticas de hi-
y su remedio, la terapia sexual; ensayó por lo tanto esta última, pero , cuan- giene corporal se producían en ella efectos que no deseaba, de manera que
do falta el significante fálico, la sexualidad se convierte en "un verdadero ya no se atrevía al aseo que sin embargo se le había recomendado, y que
vacío". io En cambio, en el delirio histérico, el falo es omnipresente y re- temía hubiera ofendido terriblemente a Dios (38). Tenía la sensación de
viste formas múltiples. no haber "pagado" nunca lo suficiente: su sueño era llegar a la vida más
En Wolfson, la sorprendente y frecuente utilización del condicional, de miserable, aspiraba al sacrificio, al servicio de los pobres, al sufrimiento
los "quizás" y, de manera general, de términos que indican incertidumbre, redentor. Según Berke, la sexualidad aprisionada de Mary Bames se ex-
revela esa exterioridad del psicótico respecto del lenguaje que han observa- tendía a todos los aspectos de su vida, y subtendía su culpabilidad omni-
presente. Perceval se creía destinado a la condenación eterna: "Estaba hun-
9 Como el psicó tico no ha tenido acceso a la estructura edípica, su discurso no pue-
dido - escribió- en una angustia y un remordimiento inexpresables, ante
el enunciado, por una voz sobrenatural, de mi ingratitud, de mi degradan-
de inscribirse en esta referencia. Sólo dispone de puntos de orientación imaginarios.
Desde una perspectiva estructural, la "psicosis histérica" es un concepto constituido
te e inmunda infamia y de crímenes que yo no había cometido". El senti-
de cualquier cosa o modo. miento de una falta, cuya naturaleza el sujeto no sabría precisar ("Y pen-
10
Del mi~mo modo, en lo que concierne a los delirios erotomaníacos auténticamen-
sar que yo ignoraba mi pecado" -exclamaba Renée- ), es algo que casi
te psicóticos, la psiquiatría clásica ha observado eon fineza q ue el platonismo con·fre- nunca falta en el delirio histérico . En general, no es muy difícil descubrir el
cuencia constituye en ellos un rasgo principal. origen de tales tormentos: se trata de un conflicto apenas velado entre los

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS
REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA

deseos sexuales y las prohibiciones superyoicas; "hay un conflicto - decía


Marie.(;hristine- entre los espíritus bueno y malo", y la naturaleza lúbrica con Francisco de Asís; creemos que una gran parte de sus fantasmas son in-
de este último, con el cual ella había fornicado, no era dudosa en absoluto. terpretables en esta perspectiv¡t.
Puesto que se la encuentra también en la psicosis maníaco-depresiva, la Sin embargo, en la temática delirante de la locura histérica, la identifica-
culpabilidad extrema, por sí sola, no basta para caracterizar la locura histé- ción inconsciente con el sexo opuesto no parece necesariamente evidente.
rica. En tal sentido, el histérico se diferencia del modo más.neto en rela- En el retorno de lo reprimido delirante, las significaciones esenciales siguen
ción con el paranoico. La angustia más importante de Schreber no era del parcialmente veladas. Así, las voces reprochaban a Perceval sus crímenes
tipo de una culpabilidad de naturaleza sexual; su temor consistía en que Y su_ inmunda infamia'. pero no su aventura co'l una prostituta, que era el
Dios llegara a "dejarlo plantado", lo que hubiera tenido como consecuen- motivo de esas acusaciones. La concepció1.. de Rosen, según la cual el deli-
cia "la nadificación de su razón". Ahora bien , escribe, "¿qué más espanto· rio sería una pesadilla, es decir un cierto fracaso del funcionamiento de la
so para un hombre de mi especie que la amenaza de perder la razón y zozo- cen~ura que _dejaría transparentar los deseos prohibidos, esa concepción,
brar en la imbecilidad?" En la confrontación incesante con el lenguaje está decunos, aplicada a la locura histérica no carece de pertinencia. Permite
en juego la existencia misma de su ser. En cuanto a Wolfson, el último ca- as~_is?1o cor~prender por qué con tanta frecuencia se afirma que "en los
pítulo de su libro está dedicado a una disertación sobre el sufrimiento y el ps1cottcos, el mconsciente se lee a cielo abierto". En realidad, el alzamien-
objeto de la vida. Le parece haber entrevisto un día "la verdad de las verda- ~o parc~al de la represión en los histéricos delirantes hace posible captar su
des": que la vida humana no tendría que haberse iniciado nunca. "Pero in- mconsc1ente con una facilidad relativamente mayor. En cambio la actuali-
cluso si la vida en el nivel humano hubiera debido surgir o no - se pregunta-, zación de sus fantasmas, que con tanta frecuencia hace estallar e'l marco de
¿cómo se puede juzgar, en último análisis, una cosa tal?" la relación psicoterapéutica, complica singularmente el tratamiento.
El sufrimiento del psicótico no se debe al enigma insoluble del goce: lo La progresiva identificación de Schreber con una m·ujer no es compara-
que lo atormenta es la cuestión del ser. Esta no falta entre las preocupacio- ble con la de un histérico: no es correlativa de una falla en el funcionamien-
nes del histérico, pero no ocupa el primer plano de su delirio. to de los puntos de referencia simbólicos edípicos. Se trata, como lo obser-
va Lacan, de una identificación imaginaria, suficientemente indicada en la
fo_n na: sería hermoso ser una mujer que está por experimentar el acopla-
Después de haber diferenciado en alguna medida la locura histérica de la nu~nto (36). No siendo específica ninguna formación imaginaria, no se po-
psicosis, intentaremos ahora precisar qué es lo que determina su diferencia dna hacer de la homosexualidad una causa determinante de la psicosis.
respecto de la histeria ordinaria. En la histeria ordinaria, como en la forma loca, la insatisfacción del de-
"¿Soy hombre o mujer?": sabemos que ése es el interrogante del histé- seo aparece en el primer plano. Todos los pacientes histéricos a los cuales
rico, quien, debido a su identificación inconsciente con el sexo opuesto, nos referimos en estas líneas permanecieron solteros, lo cual sifl duda no se
tiene algunas dificultades para ubicarse. Mary Bames habría querido ser va- debe al azar (la única excepción es Suzanne Urban). La pasión de mantener
.rón; recuerda que , en su infancia , cuando decían "es un varón", ella mon- el deseo insatisfecho aparece claramente en el caso de Natalia : ella inicia su
taba en una cólera horrible, y le resultaron insoportables la llegada de las delirio después de haber rechazado a un pretendiente que, en realidad, no
reglas y el desarrollo de los senos (39). Suzanne, por las mismas razones, le disgustaba tanto (56). En cambio, cuando mejoró el estado de Suzanne
"detestaba a los varones", y no tuvo menstruaciones regulares hasta apro- Y de Perceval, ambos llegaron a casarse y parecieron escapar a Jos trastor-
ximadamente los diecinueve años (58). Marie-Christine, durante su última nos mentales.
hospitalización, le propuso a su médico un intercambio de ropas. Madelei- Insatisfecho, el histérico va a formularle su queja a alguien. Mary Bames,
ne recordaba haber leído de muy joven una vida de san Francisco de Asís Renée, Marie-Christine, Suzanne, Madeleine, se confiaron largamente a sus
que le interesó bastante: "Yo pensaba como él y, si usted quiere, sufría la terapeutas; el contacto sólo cesa en los períodos de regresión profunda, pa-
misma locura desde la infancia; en todo caso, sentía como él amor a las flo- ra restab lecerse poco después. El histérico pide un saber capaz de dominar
res, los animales, los pequeños y los pobres" (38). Sus estigmas ulteriores, el goce, engendrando de ese modo maestros, lugar en el que se ubica a los
y los temas de su delirio, parecieron indicar una identificación inconsciente terapeutas. De allí proviene la capacidad para la transferencia, como ya he-
mos observado.
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99
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA

Lo que Lacan ha articulado del discurso del histérico, i'l ¿es pertinente tes del yo, nos parece frecuente en la locura histérica. Así, las voces de Per-
para el del enfermo presa de la locura histérica? Creemos (ya se verá) que ceval le decían que todo el mundo podía leer en él, y estaba persuadido de
la respuesta debe ser afinnativa. El síntoma ($)que, según nosotros, y vol- que uno de sus guardias no ignoraba nada de sus pensamientos. Además, la
veremos sobre el tema, no es más -que el delirio, es lo que orienta todo el desidentificación permeabiliza al sujeto respecto de los significantes de su
discurso del sujeto. La represión del objeto causa del deseo (a), en el lugar ambiente. En tal sentido, el nombre del agente del delirio de influencia casi
de la verdad, no es dudosa; recordemos la exclamación de Renee: "Y pen- bastaría para permitir localizar el medio en el que dicho delirio se ha origi-
sar que yo ignoraba mi pecado". En lo que concierne al saber (S2) produci- nado. Renée estaba poseída por "Antipiol" (el jefe del Sistema); ése era el
do por ese discurso, se puede asegurar que basta comparar la frecuencia de nombre de una pomada que le habían puesto en una llaga -en ese momen-
los escritos consagrados a la elucidación de la locura histérica (llamada "es- to se encontraba en una clínica-. Marie-Christine oía la voz de un padre, o
quizofrenia") con la escasa cantidad de los que han contribuido al conocí" de un enviado de Jehová, proveniente de su medio familiar. Perceval,
miento de la psicosis. Mejor aun, cuando una teoría obturante no sujeta su hombre muy religioso, era presa de mandamientos contradictorios de una
palabra, cada histérico puede reencontrar los fundamentos del psicoanálisis ; multitud de "espíritus". Para Mary Barnes se trataba del "Ello", verosímil-
nos limitaremos a dar como prueba las sorprendentes ideas sobre el lapsus mente el concepto freudiano que debería aparecer con frecuencia en las
y el clivaje del sujeto enunciadas por Perceval en 1840: "Se dice con fre- conversaciones en Kingsley Hall.
cuencia que 'se traba la lengua' cuando uno pronuncia una palabra en lugar Cuándo uno puede entregarse a un trabajo acerca de los nombres de los
de otra, o cuando traspone las letras de una palabra. El espíritu, que obe- diablos que poseyeron a ciertos histéricos en la Edad Media, llega a verifi-
dece a una ley positiva, piensa con frecuencia lo contrario de lo que la len- caciones análogas. Así, en 15 82, los exorcismos reiterados lograron hacer
gua pronuncia y ello se produce invariablemente cuan do utilizamos (por- salir más de ciento seis demonios del cuerpo de un niño de unos doce años,
que nos hemos engañado) una palabra por otra, cuando de hecho es lo con- Bernard Girault. Los espíritus malignos se iban nombrando por boca del
trario de lo que pensamos ( ...)los órganos de la palabra se activan con fre- jovencito a medida que lo abandonaban. Las investigaciones han permitido
cuencia a pesar de la voluntad o la intención del sujeto, lo que es notable y establecer que una cierta cantidad de ellos provenían de canciones, formu-
tendería a demostrar la presencia en el templo del cuerpo de dos poderes litas y adivinanzas infantiles; el grupo más rico estaba constituido por o bje-
distintos, o agentes, o incluso voluntades" (45). Lo que se lee en la línea tos y utensilios diversos que el niño oyó nombrar con frecuencia, en su fa-
superior de la formalización del discurso del histérico, es decir la ligazón milia, en la iglesia o mientras se lo exorcisaba; se encuentran igualmente
del sujeto con el significante-amo (S 1 ) y con las ilusiones que él suscita, se nombres de animales, topónimos de la región, y algunos demonios conven-
hace aun más íntimo en el delirio, puesto que el enfermo (Marie-Christine, cionales (Satán) (60). En el delirio histérico no sucede lo mismo que en
Renée, Perceval) se siente obligado a ejecutar las órdenes de la voz (o las Schreber o Philippe ; no es el significante el que habla, sino una entidad con
voces) tiránicas que oye. frecuencia personificada gracias a significantes recogidos en los lugares más
Siendo nuestro objetivo precisar las diferencias entre la locura histérica familiares del sujeto.
y la histeria ordinaria, hasta el momento sólo hemos captado la identidad Contrariamente a lo que opinaba Freud, la neurosis demoníaca no es
de sus fundamentos estructurales. De nuevo vamos a tratar de descubrir en propia de "tiempos remotos": está determinada por la captura del sujeto
qué difieren. en un discurso en el que los demonios adquieren existencia. En consecuen-
El proceso de desidentificación , 12 que entraña una pérdida de los lími- cia, se encuentra tanto en siglos pasados como en las civilizaciones prein-
dustriales contemporáneas. En nuestra sociedad, en Ja cual los mitos cien-
tíficos han reemplazado a los mitos religiosos y animistas, basta con que
11 un sujeto se halle fuertemente aferrado en el discurso de ciertas sectas re-
ligiosas (61), o con que esté simplemente apegado a un catolicismo inge-
(59)
nuo, para que vuelva a aparecer un cuadro de neurosis demoníaca.
12 Preferimos este término al de despersonalización, que no se refiere a la constitu- La desidentificación observada en la locura histérica es correlativa de la
ción especular del y o. regresión, vivida en lo real, a demandas extremadamente arcaicas. Mary

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS D/SOCIAT/VAS REHAB/L/TAC/ON DE LA LOCURA HISTER/CA

Barnes recordaba haber querido retornar al viente materno; en efecto, du- esos disjecta membra se constituyan en un yo por la identificación con el
rante sus "descensos" ella pretendía volver al estado fetal: en uno de ellos, propio cuerpo, la regresión a ese estado, decimos, aparece frecuentemente
dejó de alimentarse por sí misma y de ir al retrete. "Estaba bien - escribió-. en el caso de la locura histérica. Perceval tenía a veces la sensación de "exis-
No tenía que absorber ni evacuar yo misma. Los otros introducían todo en tir en el interior de mil cuerpos". El fenómeno es incluso más manifiesto
mí y después me lo eliminaban". Hubo incluso que alimentarla con sonda, en Mary Barnes, Renée o Suzanne. "Con mucha frecuencia - afumaba la
como ella quería, lo que parece haber representado conscientemente un primera- me parecía que mi cuerpo estaba dividido, con una pierna o un
cordón umbilical que la ligaba con su terapeuta. Del mismo modo, Renée brazo en el otro extremo de la habitación" ; una contrariedad podía hacerla
quería retornar al cuerpo de su "Mamá" Qa señora Sechehaye ), y tenía la "volar en pedazos", y tenía la sensación de "volver a unirse" en los perío-
sensación de hacerlo gracias a inyeccionés calmantes que esta última le dos de mejoría. Renée contaba que a veces, cuando ella orinaba y afuera
aplicaba. Marie-Christine, durante su segunda hospitalización, hizo una re- llovía a cántaros, ya no sabía si no se trataba de su orina que rociaba el
gresión a un estado de lactante: hubo que alimentarla, y se orinaba y defe- mundo, y era presa de espanto. Suzanne afirmaba que "simplemente no
caba encima. Se comprende que la apropiación por estos pacientes de la podía llegar al interior de sí misma" ; una vez sintió que su rostro caía en
debilidad inerme del niño constituye un llamado a los cuidados y a la aten- pedazos, y también declaró sentirse "empujada hacia adelante" y no estar
ción constante del otro. "detrás de sus ojos". Marión Milner intenta comprender estas cieclaracio-
Más sorprendente es la forma de regresión que llega a hacer revivir al su- nes como "otra manera de describir una experiencia de súbita regresión
jeto sensaciones sin duda características de la vida intrauterina. Queremos parcial a un estado monista de la psiquis en el que todavía no se diferen-
hablar de éxtasis; de los de Madeleine o de los que pueden hacer conocer cia lo que 'está afuera' de lo que está en el interior de sí: pensamientos,
ciertas drogas alucinógenas, puesto que , ya lo hemos visto, éstas crean es- sentimientos, sensaciones corporales; en otros términos, un estado anterior
tados artificiales de locura histérica. Madeleine era capaz de permanecer al acceso a un reconocimiento de la subjetividad o carácter privado de lo
absolutamente inmóvil durante horas, a veces durante semanas enteras, con que está detrás die! los ojos. En este caso, ello explicaría por cierto la decla-
los brazos en cruz, una sonrisa en los labios, contemplando cuadros magní- ración de que 'el mundo no es exterior a ella', es decir, que no se lo distin-
ficos y flotando en un océano de delicias. Llegó a imaginar que era Jesús gue de ella misma" (58). Creemos que Marion Milner ha captado bien con
mismo en el útero de su madre. Afirmaba a veces que, durante el éxtasis, estas palabras la desidentificación propia de la locura histérica.
Dios la había puesto "en una especie de armario, como uno guarda un ob- Este mecanismo puede tomar otras formas, todas ellas notablemente
jeto precioso, una estatua", y, continuaba diciendo, "mi estado pasivo me señaladas por Tausk: el estupor catatónico como retorno al seno materno,
permitía estar en la posición en que se me dejó; me sentía bien al calor y refugio último de un psiquismo que abandona las funciones del yo, renun-
no me faltaba aire. Mi espíritu estaba lleno de vida en ese tabernáculo ..." cia al mundo exterior expresada en el "lenguaje de los órganos"; 13 la cata-
(38). Casi no vale la pena subrayar hasta qué punto aparecen claramente lepsia como regresión al estadio en el que e l hombre no siente sus órganos
en esas palabras la regresión al estado fetal y la falización del cuerpo. como propios, y como abandono a la voluntad de una potencia extraña; las
Uno de los aspectos más importantes de la regresión observada en la lo- alucinaciones mismas corresponderían a un funcionamiento del psiquismo
cura histérica reside en que lleva con frecuencia al sujeto a un estado ante- anterior a la adquisición de la representación de los recuerdos, en el cual las
rior a la asunción del cuerpo propio. El déficit de lo imaginario provoca la representaciones surgen realmente en el mundo exterior y no son recono-
fragmentación de los elementos reunidos desde el estadio del espejo. En tal cidas como procesos interiores. En tanto que la catatonía, la catalepsia o
sentido, es preciso volver a remitir al excelente artículo de Tausk, quien si- las alucinaciones aparezcan en un sujeto de estructura histérica, todo indi-
túa la génesis de una "máquina de influir" en un delirio histérico, como ca que su génesis está ligada a los procesos de desidentificación regresiva
"defensa contra una posición libidinal correspondiente a la del fin del desa- puestos de manifiesto por Tausk. Más aun: Tausk llegó a captar, de Ja mis-
rrollo fetal y al inicio del desarrollo extrauterino".
En efecto, la regresión al estado "en el que el lactante descubre su pro-
13
pio cuerpo de manera fragmentada en tanto que mundo exterior, tratando "Sólo me expresaba con mi cuerpo", afirmó Mary Barnes hablando de un estado
de aferrar sus manos y sus pies como objetos extraños a él", antes de que de regresión.

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LOCURAS HISTER!CAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS
REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA

ma manera, uno de los determinantes del sentimiento de posesión que se Nos parece que, en efecto, en el fundamento de la locura histérica se
encuentra en el delirio de influencia; el enfermo, al decir que sus pensa- encuentra el déficit de lo imaginario, el desmantelamiento de la consisten-
mientos están en la cabeza de todos (lo que, según hemos visto, ocurría a cia del yo , de modo que la fascinación en espejo, los fenómenos de frag-
veces con Perceval), "se sitúa en un estadio en el que todavía se identifica mentación del propio cuerpo, la captación por Ja imagen del doble, consti-
con el mundo exterior, y en el que aún no ha fijado los límites de su yo" tuyen el patrimonio común de esta patología.
(56). Marie-Christine, cuando pudo precisar la naturaleza de la voz que la
Según Follin, Chazaud y Pilon, lo mismo que para Gisela Pankow, lo
influía, le dijo a uno de nosotros: "Es una voz de hombre, un poco como que signa el delirio histérico no es Ja desidentificación, sino su concentra-
la de un padre simpático, un poco como la suya", pero además esa voz ha- ción en el cuerpo y en Ja estructura edípica. Parece en efecto que esto se
cía hablar a su hermano, al médico y Jos enfermeros. Se advierte que Ma- verifica con mucha generalidad; basta con recordar a Marie-Christine.
rie-Christine, desidentificada de su propio cuerpo, era acongojada por las Sin embargo, es evidente que los temas edípicos no se entregan sin más-
palabras ajenas que encontraba en su ambiente. Ya hemos descubierto ese cara, de modo que el delirio histérico, a diferencia de la desidentificación
hecho en el caso del significante que designa al agente del delirio de influen- yoica, desencadena un proceso interno de elaboración. Los mecanismos de
cia. aquél son análogos a los del sueño; ya hemos proporcionado en tal sentido
La desposesión de sí es correlativa de la sensación de una cierta incon- numerosos indicios: esto se revela incluso cuando la paciente de Janet, que
sistencia de la realidad; ésta es particularmente ostensible en el caso de Re- él designa con un seudónimo elegido por ella misma, ante el magistrado
née, que enfrenta angustiosas "crisis de irrealidad" durante las cuales todo que la interroga pretende llamarse "Madeleine Le Bouc" (Magdalena El Chi-
Je parece "muerto, inanimado, mineral, absurdo". Del mismo modo, Ma- vo); más tarde reveló haber adoptado ese nombre por "considerarse la
ry Barnes, durante un agravamiento de su estado, siente que las cosas co- amante de Cristo y chivo expiatorio de los pecados del mundo". En ese ca-
mienzan a parecerle irreales. En su primera sesión de análisis, Suzanne afir- so aparece claramente la condensación freudiana (metáfora).
ma que "el mundo en adelante ya no estaba fuera de ella". Aparentemente, La desidentificación, por una parte, y por la otra el retorno de lo repri-
en la locura histérica Ja pérdida del sentimiento de realidad no es una con- mido, no nos parece que agoten la dinámica del delirio histérico. No es sin
secuencia del delirio: aparece más bien en su ausencia. Todo lo contrario duda por azar que no se ha subrayado lo suficiente un tercer proceso, la
sucede en Ja psicosis. Schreber, durante un período, estuvo convencido de reidentificación, que (vamos a verlo) está íntimamente vinculado con la de-
que, exceptuado él, "el género humano, en sus especies reales, había desa- sidentificación. En efecto, si la psiquiatría y el psicoanálisis lo toman en
parecido de la superficie de la Tierra", lo que estaba íntimamente vincula- consideración, se encuentran enfrentando las angustias de la "histeria es-
do con su delirio, en tanto que, según su propia confesión, ese estado de quizofrénica" y de la "histeria paranoica", es decir del desorden, al que to-
cosas le facilitaba Ja aceptación de su transformación en mujer. da disciplina científica tiene horror. Esta capacidad de identificación en
No podríamos expresarnos mejor que Fran9ois Perrier para calificar lo todas las direcciones es sin embargo una de las conclusiones más manifies-
que él denomina "psicosis" histérica : "En ella - afirma- se demuestra dra- tas que se puede extraer de la historia de la histeria.
máticamente Ja extrema fragilidad de ciertos pacientes y su aptitud para la Antes de examinar la reidentificación delirante, querríamos patentizar
regresión. A falta del soporte de una imagen narcisista, no hay más que un las formas más simples de ese proceso.
cuerpo fragmentado como testimonio arcaico del 'estadio del espejo'; no La reidentificación con el cuerpo propio, cuando ''una meteorología re-
hay más que una lengua segunda para angustias de escena primaria o mito- lacional favorable" lo permite, fue lo que se produjo durante la segunda
manías místicas. Y sin embargo, nada está forcluido. La dramatización no hospitalización de Marie-Christine, cuando una auxiliar decidió ocuparse
coincide con Ja discordancia paranoica. Sigue siendo presencia ante el Otro de ella y, en un espejo, y gracias a la mirada de aquella auxiliar, la enfer-
y apela a él. Basta con una meteorología relacional favorable para que _la ma reencontró la unidad de su cuerpo; esa reidentificación señaló la salida
tempestad ya no aparezca retroactivamente más que como un chaparron de la locura histérica. Pero existen otras, proyecciones del cuerpo propio
de primavera. El delirio histérico de alguna manera no fue más que una or- en un objeto real o imaginario, que parecen constituir intentos de curación.
gía de desidentificación; el éxtasis reemplazó a una experiencia orgásmica" Sechehaye trató de utilizar ese mecanismo para reestructurar a Renée ofre-
(62). ciéndole un monito de felpa; la paciente, desidentificada, se confundió pri-

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REHABIL!TACION DE LA LOCURA HISTERICA
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

se proyectaba en sus gatos, con los cuales mantenía una relación especular,
mero con él, y tuvo miedo, como había tenido miedo de algunos de sus de- de la cual sabemos que porta una carga agresiva. Si bien los quería, no po-
seos. "Cuando tenía los brazos alzados, sentía una gran angustia, pues pen- día abstenerse de ser cruel con ellos, de manera que "se hicieron salvajes y
saba que me iba a lastimar; además le encontraba un aspecto horriblemente tienen una expresión demente en los ojos; empezaron a morder". Ella le
desdichado. Cosa curiosa, precisamente en ese momento tuve el impulso de hablaba a su gato del momento como lo hacía con su gran amiga Jackie ;
golpearme. Veía bien que eran mis brazos los que me daban go_lpes, pero al sentía que el gato era ella misma (58). Este es el proceso que explica la li-
mismo tiempo estaba segura de que era el monito el que me golpeaba. Y cantropía, delirio antaño frecuente, en el cual el enfermo creía convertir-
sin embargo yo no creía que él me simbolizara. Tampoco comprendía lo se en lobo. Lo imaginario de la brujería ofrece múltiples ejemplos de rei-
que eso quería decir. Yo decía: 'Yo soy yo y él es él; no hay relación entre dentificación 15 en "metamorfosis" animales de los sujetos.
nosotros', y sin embargo había una confusión completa entre él Y Y?· El No obstante, en lo que concierne a los casos que estamos estudiando, lo
tenía las mismas penas que yo, y sobre todo quería lastimarme, destrull'me, que parece más particularmente importante son las identificaciones y rei-
y yo le temía bastante , a pesar mío. Pues veía bien que él no tenía la culpa" dentificaciones de los sujetos con otras personas. Los elementos de los que
(46). También Marion Milner trató de utilizar en la terapia las aptitudes de disponemos para comprender la "histeria esquizofrénica" de Mary Barnes
Suzanne para la proyección de su yo - en este caso en sus dibujos- . La permiten mostrar que el aspecto psicótico de la enfermedad fue en gran
elección de ese soporte no fue quizás ajena a los intereses artísticos de la medida determinado por la identificación con el herffiano Peter, quien es-
analista, en cuyo deseo el sujeto histérico se aliena fácilmente, Y más aun taba sin duda realmente psicótico. En la infancia, ella tenía intensos celos
cuando está desidentificado. Durante muchos años, Suzanne realizó dibu- de él : "Yo quería ser un varón y tener todo lo que tenía mi hermano y que
jos en las sesiones, material que sirvió de base para las interpretaciones de yo no tenía ... No me podía imaginar cómo podría quererme un varón,
Marion Milner. siendo yo una niña". Además, "el único amor posible consistía en 'imagi-
El fenómeno de la proyección del cuerpo propio en un objeto real se nar' que era amada cuando mi madre mimaba a Peter ... yo me salí de mí
observa con bastante frecuencia en la histeria ordinaria. Una paciente adul- misma, me imaginaba ser Peter... el amor no podía llegar a mí a menos que
ta de uno de nosotros hizo analizar a su osito de felpa al mismo tiempo yo abandonara mi propio yo y me convirtiera en el de algún otro. El precio
que a ella, para lo cual lo llevó a veces al consultorio; ella, por su parte, le del amor era la pérdida de sí misma". En esas palabras se reconoce la pro-
hablaba, dormía con él y lo cuidaba como si fuera una parte de sí misma. blemática del histérico identificado con el sexo opuesto, lo que en este ca-
En su infancia, C. G. Jung tenía "un hombrecito" que había ocultado en el so, en vista de la enfermedad de Peter, otorgaba val ¡r fálico a la esquizofre-
desván de su casa; en él pensaba reconfortándose en las situaciones difíciles . nia; en efecto, la utilización de este término en su autobiografía deja pocas
Sabía que nadie podría encontrarlo, descubrir y destruir ese secreto. Esa dudas acerca de la acepción gloriosa que le atribuía. Cita a la madre Mi-
parte de sí mismo estaba fuera del alcance de todos. Gracias al "hombreci- chael, quien le confió: "Mary, tengo la impresión de que los esquizofréni-
to" se sentía seguro de sí, y desapareció su sensación perturbadora de estar cos tienen verdaderamente algo 'más' que las personas normales''. Además,
desunido de sí mismo (64). 14 Osito, monito u hombrecito, esos objetos allí estaba toda la ideología antipsiquiátrica de K.ingsley Hall para reforzar
parciales proporcionan al sujeto la ilusión de estar completo. Funcionan ese sentimiento; basta con pensar en Ja valorización de que se hacía objeto
como defensas contra la angustia de castración. Si bien en un primer mo- al estado de "viaje" en esa comunidad, y en ciertos escritos de R. Laing, el
mento pueden ser utilizados para tratar de reunificar el cuerpo fragmenta- maestro intelectual de ese Jugar. Comprendemos ahora que la histeria de
do del histérico, el progreso de la terapia pasa sin embargo por su pérdida. Mary Barnes 16 tomó un aspecto de locura por razones sobredeterrninadas,
Las reidentificaciones pueden producirse no sólo por intermedio de ob-
jetos inanimados, sino tambié n gracias a seres vivos. Suzanne, por ejemplo, 15
Más que de Ja identificación, p referimos hablar de reidentificació~; con Ja finalidad
de subrayar que la destrucción de Ja imagen del cuerpo propio parece constituir una
condición previa para la intervención de ese mecanismo.
14
La autobiografía de C. G. Jung ofrece ejemplos, entre otros, de fenómenos llama· 16
Al leer Ja biografía de Mary Barnes;uno podría pensar que el conocimiento que
dos "psicóticos" que surgieron en el curso de una histeria ordinaria: en l 913, la aluci- pone de manifiesto respecto de lo reprimido es poco compatible con la neurosis his-
nación de Ravena; en 1944, delirios y visiones en el hospital (64).
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REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS

pero una de las principales tenía que ver con su identificación con un her- ces en forma "pura": Perceval fue obligado por sus "espíritus" a adoptar
mano "esquizofrénico". No obstante, el proceso es complejo: la destruc- las extravagancias de uno de los enfermos de su ambiente.
ción del yo parece haber llevado a reinvestir la antigua identificación con el ¿Existe una especificidad estructural de la locura histérica? Este interro-
hermanito y, al mismo tiempo, elJo facilitó una reidentificación con el Pe- gante conduce sobre todo a preguntarse si su síntoma principal, es decir el
ter adulto. delirio, es fundamentalmente diferente de los otros síntomas histéricos.
La historia de Madeleine permite poner de manifiesto algo bastante aná- Es preciso observar de entrada que en la locura histérica no se encuen-
logo, pero como en ella no se produjo la segunda etapa, su enfermedad no tran conversiones, en el sentido freudiano del término. Así, Follin, Cha-
tuvo el aspecto de una psicosis ya conocida. Educada en una familia reli- zaud y Pilon han observado en ella un equilibrio entre estos fenómenos y
giosa, lecturas precoces hicieron que encontrara en san Francisco de Asís los aspectos "psicóticos", en tanto que, asimismo, Binswanger, respecto de
un soporte privilegiado para su identificación con el otro sexo. La pasión la "personalidad premorbosa" de Suzanne Urban (entendemos que antes
de la miseria, los estigmas, las "elevaciones", el sentimiento de tener una de que delirar¡¡.) no vacila en hablar de "síntomas histéricos, es decir, de
misión, el deseo de ir a ver al Papa, el amor único de Cristo, todos esos te- una aptitud exagerada para la conversión de impresiones psíquicas en fenó-
mas principales del discurso de Madeleine adquieren sentido en la perspec- menos somáticos, aptitud que roza la histeria", y tales síntomas dejaron de
tiva de su identificación con el fundador de la orden franciscana. De muy aparecer cuando Suzanne cayó en un estado de locura. Por otra parte, los
jov~n había leído una biografía de ese hombre, la cual le interesó mucho;
autores antiguos observaron numerosas veces la alternancia de gran histeria
desde la infancia - decía- pensaba como él y estaba afectada por su locura. Y enfermedades somáticas, en especial la tuberculosis. Ya en 1859 Briquet
En cambio, es notable que la biografía de santa Teresa de Avila, cuyas ex- afirmó haber visto en dos oportunidades cómo "la tisis pulmonar hacía ce-
periencias místicas fueron sin embargo bastante parecidas a las suyas, no le sar gradualmente y luego desaparecer todos los fenómenos de la histeria" ;
interesara mucho. Ocurre que, para tratar de resolver el enigma de su deseo, notó además que todos los médicos de la época estaban de acuerdo en ad-
Madeleine debía pasar por la intermediación de una identificación con un mitir que la tuberculosis podía aparecer a continuación de la histeria, y es-
sujeto del otro sexo, que por otra parte nunca llegó a superar. timaba que había buenas razones para adoptar esa opinión (66). En 1865,
Estos ejemplos vuelven a demostrar hasta qué punto la influencia del Moreau de Tours, en un artículo sobre la locura histérica, indicó la existen-
medio puede ser determinante en cuanto a la forma que revista la locura cia de u11a "ley de fisiología patológica", que él proponía denominar "ley
histérica. Se comprende a partir de ellos que, en una familia en la que la de sustitución" (67), en virtud de la cual en un mismo sujeto alternarían
ideología religiosa impregna la vida cotidiana, todo lleva al sujeto (en este trastornos psíquicos y accidentes somáticos. Esto le parecía bastante más
caso Marie-Christine) a expresar sus fantasmas en un delirio místico. Ade- frecuente en la histeria y la "histero-epilepsia" que en los casos en que
más, ya lo hemos señalado, atendida en un servicio de psiquiatría infanto- unos y otros se confundían. También Charcot observó: "Es muy curioso
juvenil, esta joven se identificó con los niños psicóticos con los cuales se que en las formas particularmente mentales los estigmas no aparezcan" (4). 17
encontraba en contacto, lo que le permitió al mismo tiempo adoptar com- Finalmente , Janet pudo verificar de manera muy precisa el fenóme no de la
portamientos infantiles que constituyen una apelación al cuidado del otro. alternancia de los trastornos psíquicos y somáticos en los histéricos. Una
La desestructuración del yo de la histérica delirante es correlativa de
una desidentificación que, por una parte, hace surgir, en un retorno de lo
17
reprimido, identificaciones arcaicas, y que, por otro lado, capacita al suje- Marie-Cllristine, no obstante, nos induce a matizar esta afirmación, puesto que,
to para toda clase de reidentificaciones, sin que siempre resulte fácil dife- durante su tercera hospitalización, presentó un esbozo de embarazo nervioso (simple
hinchazón de vientre sin amenorrea) que confirmaba la idea delirante según la cual es-
renciar un fenómeno del otro. A pesar de todo, el segundo se observa a ve-
peraba un bebé.
En este sentido, debe observarse que, de acuerdo con los documentos recogidos
por Ellenberger, sería erróneo sin duda aducir el caso de Anna O. como otro ejemplo
térica. En realidad, por una parte, ella escribió su libro después de una prolongada psi-
de embarazo nervioso que sobrevino en el curso de una histeria delirante. Se trataría
coterapia ; por otro lado, no puede dejar de haber memorizado un tanto las interprefa-
de una leyenda comunicada por Jones, que " no encuentra confirmación alguna y no
ciones reiteradas de unos y otros, lo que no quiere decir en absolu to que hayan sido
concuerda con la cronología del caso" (65).
cficien tes.

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fo., Uad de Fi oscfü¡ y Humanidades - lJ.N.u.
.BmIJOTECA "ELMA K. de ESTRABOU"
LOCURAS HISTt'RJCAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS
REHABILITAC/ON DE LA LOCURA HISTERICA

de sus enfermas, que presentaba parálisis y contractura del tronco y de la


da haciéndose azotar por el padre, como se lo pidió, y la primera haciéndo-
cudera izquierda, gracias a la sugestión hlpnótica recuperó muy rápidamen-
se golpear por Berke, que no pudo contenerse y que, enceguecido por su
te la plenitud de sus movimientos, pero al mismo tiempo "perdió en gran
propia culpabilidad respecto de ese gesto, no comprendía nada del asunto.
medida las funciones intelectuales y quedó en un estado semidelirante. No
"Mi padre me ha castigado como un padre con su cinturón", confió Marie -
pude hacer desaparecer ese delirio -escribe Janet- más que permitiendo
Christine en su tercera hospitalización; esto se inscribe sin duda en su bús-
que volvieran a establecerse las contracturas y la parálisis. Ya he insistido
queda de castigos corporales, pero para ella no era indiferente que el padre
con frecuencia en estas equivalencias que se presentan en la hlsterla. Las es-
hubiera procedido "con su cinturón". Por otra parte, cuando Mary Bames
tudié ya en 1889, con respecto a una joven afectada de vómitos incoerci-
logra hacerse golpear por su terapeuta, es fácil adivinar a continuación, en
bles, que cayó en un estado de delirio completo desde que se suprimieron
el orgullo con que exhibe la sangre, un fantasma de desfloración.
dichos vómitos, y que no recuperó la razón sino recomenzando a vomitar"
(l 2). No obstante, en la elección inconsciente del síntoma "locura" lo más
Si en la locura histérica se discierne algo que corresponda al lenguaje importante no son los beneficios secundarios: esa elección está determina-
corporal, ocurre como lo ha mostrado Tausk, por mediación de la catato- da de manera profunda y específica en cada sujeto. El ejemplo de María de
nía o de la catalepsia y, tal vez, de manera más general, en el infantilismo Nardo , afectada anualmente por episodios de tarantulismo, o sea por crisis
regresivo del sujeto, que puede llevarlo, como si fuera un lactante, a no histéricas, moldeadas en la cultura de la Italia del sur, permite ponerlo de
controlar sus esfínteres. manifiesto de manera bastante precisa. Ella fue observada en 1959 por un
Esas cast raciones simbólicas, mediadas por el cuerpo falizado, que son equipo de investigadores. Algunas entrevistas con la "tarantulada" aclara-
las conversiones, parecen guardar una relación de exclusión recíproca con ron sus motivaciones inconscientes: gracias a sus momentos de locura, Ma-
el delirio histérico. ¿No se debe ello a que la dinámica fundamental del sín- ría hacía refluir en forma suavizada su agresividad contra un marido acep-
toma "delirio" es la misma que la de las conversiones? El sujeto no ignora tado a disgusto; así le hacía difícil la vida conyugal, perjudicaba económi-
que lo que él mismo con frecuencia llama "su locura" puede llevarlo a que- camente a una familia que no quería, y atraía ruidosamente, hacia su pro-
dar separado de su medio familiar y a encontrarse en el hospital psiquiátri- pio drama, la atención de un público que normalmente no se ocupaba de
co, hasta no hace mucho en el manicomio, lo que en lo imaginario es siem- ella (68). Un análisis profundizado no dejaría de revelar otras sobredeter-
pre una eventualidad bastante horrible. ¿No hay allí algo del tipo de una minaciones. Por cierto, en el caso de María no se trataba precisamente de
castración simbólica 18 que sería inherente al delirio histérico? "Sé que delirio· no obstante en tanto bailaba, en un estado semiinconsciente, a ve-
pierdo la cabeza - decía Marie-Christine- pero es una prueba". Ahora bien, ces du~ante nueve días consecutivos, sin interrumpirse más que para dor-
el aspecto castrador de las pruebas que ella se imponía era manifiesto. Asi- mir, muchos son los que hablarían de "episodio psicótico". Alexander Y
mismo, cuando Perceval escribió que una prostituta lo había llevado a su Selesnick, por ejemplo , no vacilan en escribir que los fenómenos de pose-
"aniquilamiento", ¿no estaba indicando también él que su locura era una sión demoníaca, muy pró ximos al tarantulismo, son propios de "muje-
prueba? De manera general, el delirio del histérico parece ser suscitado pa- res , que sufren psicosis, incapaces de no expresar sus fantasmas sexuales Y
ra expiar su culpabilidad. No obstante, como la mayor parte de los sínto- sus sentimientos sacrílegos" (69). La locura histérica es proteiforme : algu-
mas, revela estar sobredeterminado. Los beneficios secundarios que el suje- nas " esquizofrenias", el tarantulismo y las posesiones son sus manifesta-
to puede obtener de él son a veces bastante ostensibles, aunque más no sea ciones; todo lleva a creer que la dinámica del síntoma de María de Nardo
en razón de que como consecuencia habitual de sus trastornos, se hacen es semejante a la de cualquier delirio o estado de locura que se encuentren
cargo globalmente de él. Además, gracias a su locura, Mary Barnes y Marie- en esta estructura patológica.
Christine llegaron a sutiles goces masoquistas de escena primaria, la segun-
En las causas de las crisis histéricas, como en las del delirio, es descifra-
ble el retorno de lo reprimido; ya hemos señalado numerosos indicios. Vol-
18 veremos a recordar un ejemplo particularmente demostrativo. Se trata del
Empleamos el término simbólico en el sentido ordinario y freudiano. Otros habla-
rían en este punto de castración imaginaria. caso de Eléna. "En mayo de 1925, Morselli recibió, en su clínica psiquiátri-
ca de Milán, a Eléna F., profesora de piano de 25 años. Se dirigió a él en un
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LOCURAS HISTERICAS Y PSJCOSJS DISOCIATIVAS REHABIL!TACION DE LA LOCURA HISTERICA

francés perfecto. Morselli le preguntó por qué no hablaba en italiano, su trata en efecto de reconocer que en el curso de toda histeria pueden surgir
lengua materna. La joven le respondió, aparentemente sorprendida, que es- episodios delirantes, tanto como alucinaciones. La autobiografía de C. G.
taba hablando en italiano. Padecía una impresión de extrañeza y misterio, Jung lo atestigua, como ya lo hemos dicho; no obstante , los trabajos con-
se quejó de que la gente leyera su~ pensamientos, y decía oír voces que temporáneos que permiten ponerlo de manifiesto son escasos, porque cuan-
proferían acusaciones terribles contra ella. Aseguró a Morselli que su padre do un histérico comienza a delirar se tiende a hablar de error de diagnósti-
había muerto, lo que era falso. Mientras Morselli la sometía a un examen co. Con todo, hay un trabajo de P. Lemoine que describe dos episodios de-
neurológico, cayó durante un breve instante en un estado letárgico; des- lirantes, separados por un intervalo de cuatro años, en una paciente histéri-
pués, expresándose esa vez en italiano, expresó su sorpresa por ver a Morse- ca. Lamentablemente, en ese artículo, titulado "Sur la place occupée par
lli, al que no reconoció. un délire au cours d' une cure psychanalytique" (70), el autor cae en el de-
"A partir de ese momento, las personalidades francesa e italiana se mani- fecto habitual, que consiste en referir a mecanismos psicóticos todo episo-
festaron alternativamente. Eléna creía hablar siempre en italiáno. En su es- dio delirant~ . Si bien los trabajos contemporáneos dedicados a la locura
tado francés hablaba el italiano al modo francés, y a la recíproca. Además histérica son raros, por razones que hemos tratado de patentizar, en cuanto ·
de esas dos personalidades, de tiempo en tiempo pasaba por otros estados se empieza a prestarles atención, sin embargo, las manifestaciones llamadas
delirantes, con alucinaciones terroríficas en las que veía, por ejemplo, que psicóticas en los histéricos se hacen frecuentes en la práctica psiquiátrica.
el padre mataba a la madre. Desde luego, en lo que concierne a las alucinaciones histéricas, 19 no se
"La personalidad italiana de Eléna lo ignoraba todo de su pareja france- podría pretender que "lo que está forcluido de lo simbólico reaparece en
sa, en tanto que la personalidad francesa tenía conciencia de sí misma y de lo real". Los casos presentados por Freud en Etudes sur l'hystérie lo atesti-
la personalidad italiana. La personalidad francesa era manifiestamente psi- guan suficientemente, puesto que, bajo hipnosis, o, más tarde, por asocia-
cótica - afirma Ellenberger-- mientras que la personalidad italiana parecía ción libre, basta con encontrar los elementos reprimidos para que la aluci-
menos afectada ..." nación desaparezca. Sólo daremos un ejemplo. "En Frau Cecilie -escribió
A Morselli lo sorprendió la ignorancia de las realidades sexuales puesta Freud- cada pensamiento se transformaba en ciertos momentos en una
de manifiesto por su paciente, y por ciertas lagunas de la memoria: así, por alucinación cuya supresión exigía bastante ingenio. Se quejaba por ese en-
ejemplo, no había conservado ningún recuerdo de semanas pasadas con su tonces de ser perseguida por una alucinación en la que veía a sus dos mé-
padre junto al lago Mayor; no recordaba ni siquiera el nombre del lugar. dicos (Breuer y yo) colgados en el jardín, de dos árboles próximos entre sí.
"Eléna recuperó progresivamente sus recuerdos olvidados al precio de abe- Esa alucinación desapareció después de que el análisis descubriera los he-
rraciones emocionales terribles. Recordó haber sido víctima de los deseos chos siguientes: la tarde anterior, Breuer le rehusó cierto medicamento que
incestuosos de su padre (lo que fue confirmado por otros testimonios). ella reclamaba. Confió entonces en tener éxito conmigo, pero me encontró
Conservaba .en particular un recuerdo horrible de Jos intentos del hombre tan implacable como Breuer. Se enojó y en su emoción se dijo: Esos dos
por introducirle la lengua en la boca. Así, se había refugiado en su persona- son tal para cual; uno es igual al otro" (72). Además, Freud afirma haber
lidad francesa para tratar de olvidar la 'lengua' de su padre y sus otras ten- llegado varias veces a la supresión hipnótica de los delirios histéricos; habla
tativas incest¡¡osas" (65). En la locura histérica de Eléna es fácil reconocer incluso de las alucinaciones histéricas en términos de "reminiscencias en
los determinantes inconscientes reprimidos que suscitaron los temas prin- imágenes animadas" (72); en consecuencia, la Bejahung primordial había
cipales de su delirio y de sus alucinaciones. tenido sin duda lugar para los significantes que sostenían tales delirios y
Nos parece probable que estudios ulteriores vendrán a confirmar que, alucinaciones. Puesto que el sentido oculto no es inaccesible a la concien-
en la histeria, el delirio no es un síntoma cuya estructura difiera de la con- cia del sujeto, puesto que la hipnosis permite descubrirlo, hay represión y
versión. Por lo demás, ¿no ha quedado bien establecido con respecto a di- no forclusión . Por lo demás, cuando Freud describe en L 'Jnterprétation
versos enfermos estudiados por Janet, Breuer y Freud?
Pensamos por lo tanto que al interrogante que hoy en día se plantean
algunos, como Laplanche y Pontalis, en cuanto a si existe una entidad del 19
Hemos leído con sorpresa, en el primer número de Scilicet, que la alucinación sería
tipo de la locura o psicosis histérica, hay que responder negativamente . Se "el modo a la vez estético y libidinal propio de la psicosis" (73).

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REHABILITAC/ON DE LA LOCURA HISTERICA
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS.

al volverse, persuadido de que iba a verla, no había allí más que un joven
des réves la génesis y la desaparición de dos alucinaciones histéricas, lejos dormido (74). Se podrían multiplicar los ejemplos, de modo que la forclu·
está de hablar de Verwerfung ni de Ausstossung acerca de esto, puesto que, sión no podría explicar la formación de todas las alucinaciones.
por el contrario, subraya la analogía del mecanismo que le da origen con el
del sueño (71 ).
Todo esto lleva a no desconocer que lo que es reprimido puede volver Para volver a la distinción entre locura histérica y psicosis, y concluir el
en la realidad. 20 No obstante, en este caso, parece que la ·convicción del capítulo, podemos proponer, de manera sistemática, que el histérico no lle·
sujeto sea con frecuencia menos acentuada que cuando se produce un fenó- ga a habitar su cuerpo sexuado, en tanto que el psicótico no logra entrar
meno análogo por el surgimiento de significantes forcluidos de lo simbóli- en el lenguaje. En el primero,lo imaginario es la dimensión cuyo déficit causa
co. Así, Renée, con respecto a sus alucinaciones auditivas, precisaba que los trastornos; el segundo, gracias a esa dimensión puede mantenerse, Y a
no las oía como a los gritos verdaderos lanzados por personas reales. "Sin veces incluso evitar que la enfermedad se declare. El psicótico busca una
embargo eran gritos que me obligaban a taparme rápidamente los oídos. solución interior al enigma de su ser; el histérico le pide a otros la solución
Los localizaba a mi derecha. Pero los diferenciaba muy bien de los gritos de sus problemas. 21
de la realidad. Los oía sin oírlos. Los percibía desde dentro" (46). Esta ¿Qué sentido puede tener haber reintroducido un concepto nosológico
última indicación induce a diferenciar las alucinaciones definidas como abandonado, en una época en la que no se ignora el carácter nocivo de los
...percepciones sin objeto", que por lo general se imponen con fuerza a la rótulos con los cuales es tan fácil taparle la boca a los enfermos? Para noso-
convicción del sujeto , por una parte, y por la otra lo que Baillarger aísla tros, la distinción entre locura histérica y psicosis tiene consecuencias tera-
con el término "seudoalucinaciones", las cuales se caracterizan por su falta péuticas.
de objetividad espacial, y por su fuerte componente representativa o psí- Lo mismo que Follin, Chazaud y Pilon (6), hemos verificado que, si se
quica. Son la mayor parte de éstas las suscitadas por el retomo de lo repri- presta atención, la locura histérica se hace frecuente. Esto reduce conside-
mido, y son ellas las que se encuentran con mayor frecuencia en la locura rablemente los pronósticos devastadores, lo cual no debería dejar de entra-
histérica, como lo ilustran las manifestaciones de Renéc que hemos citado; ñar modificaciones en la actitud de los profesionales tratantes.
sin embargo, ciertas alucinaciones "verdaderas", bastante raras, parecen No obstante, esos aspectos positivos evidentes parecen contrabalancea-
subtendidas por el mismo mecanismo. Así, la mayor parte de las alucina- dos por una consecuencia inquietante: ¿no nos arriesgamos a condenar a
ciones de Anna O. eran de hecho seudoalucinaciones; por ejemplo, cuan- los psicóticos a la incurabilidad? En realidad, querríamos subrayar que una
do vio a su padre con una cabeza de muerto, no se trató de una percep- psicoterapia específica de las psicosis aún está por fundarse . Hasta ahora
ción sin objeto, sino de una transformación , debida a su imaginación, no se ha hecho más que aplicar una práctica creada por histéricos a otros
de su propio reflejo en un espejo; en cambio, cuando percibió, aterroriza- histéricos (Fedem, Fromm-Reichmann, Sullivan, Rosenfeld). Las contra-
da, a una serpiente negra "como saliendo de la pared", que avanzaba hacia dicciones entre la opiiiión de estos últimos autores y la de Freud acerca de
el padre para morderlo, hubo aparentemente una alucinación verdadera. la capacidad para la transferencia de los psicóticos, afirmada por aquéllos Y
Por lo demás, los estados suscitados por las drogas alucinógenas, tan próxi- negada por éste, se comprende mejor en cuando advertimos que quizá no
mos a los de la locura histérica, con suma frecuencia dan origen a seudoa- estén hablando de los mismos enfermos. En cuanto a los resultados obteni-
lucinaciones, pero es preciso subrayar que ellas también pueden llegar a dos - recordémoslo- , no podrían considerarse criterios decisivos: siempre
alucinar radicalmente al sujeto: bajo los efectos del peyotl, el etnólogo
Carlos Castaneda oyó el deslizamiento de las pantuflas, la risa y la voz de la
21 El 20 de febrero de 1908, Jung expresó una opinión bastante análoga en una carta
madre que lo llamaba "tan distintamente como si estuviera detrás de él", y
a Freud: " La paranoia - escribió - busca soluciones interiores; la histeria, soluciones
exteriores, probablemente - Y con frecuencia incluso evidentemente - porque en la
1!J Las representaciones reprimidas no retornan en lo real, campo de lo que subsiste paranoia el complejo se convierte en un estado de hecho poderoso e indiscutible, en
fuera de la simbolización, dimensión de lo que no es dialectiable: surgen en la reali- tanto que en la lústeria el complejo siempre es también un poco una comedia en la
dad del sujeto. Cuando la metáfora paterna ha producido sus efectos, constituye lo cual u na parte de la personalidad es simple espectadora" (7 5).
real como realidad para el principio del placer.
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS REHABILITACION DE LA LOCURA HISTERICA

se encontrará un histérico que confirme momentáneamente la teoría del BIBLIOGRAFIA


maestro, sea que éste crea en la eficacia de las fumigaciones del u tero, en el
exorcismo, en la activación del desarrollo kleiniana, en el magnetismo de
los imanes (76) o en el óxido de zinc (77) ... En cambio, los trabajos de Gi- l. FREUD, S.: Une névrose démoniaque au XVII siecle (1923), en Essais de psycha-
sela Pankow, que insisten en la necesidad de reunificar el cuerpo propio del nalyse appliquée, N.R.F.
2. LANDOUZY, H. : Traité complet de l'hystérie, París, J. B. & G. Bailliere, 1848.
paciente; los de Rosen, cuyos méritos se ven perjudicados por Ja desdicha- ª
3. BERNHEIM, H.: De la suggestion (1 ed., 1916), París, Retz.
da expresión "análisis directo" con Ja que tituló su investigación; los de 4. CHARCOT, J.- M.: Lerons cliniques sur les maladies du systéme nerveux faites d
Forzy y su equipo en Nogent-sur-Marne, nos parecen por igual contribucio- la Salpétriére, publicadas por Bourneville, París, Delahaye, 1880-1883.
nes interesantes a Ja psicoterapia de la locura histérica. Si bien no se debe 5. DEVEREUX, G.: Essais d'ethnopsychiatrie générale, Gallimard, 1970.
6. FOLLIN, S., CHAZAUD, J. y PILON, L.: Cas cliniques de psychoses hystériques,
ocultar que esta psicoterapia encuentra dificultades múltiples,.el reconoci- .
L'Evolution psychiatrique, XXVI, 257-286 (1961).
miento de la especificidad de los delirios histéricos parece permitir en el 7 . HOLLENDER, .M. H. y HIRSCH, S. J.: Hysterical psychosis: clarification of thc
servicio hospitalario, como lo observan Bruno y Maurey, un abordaje rela- concept, American Journal of Psychiatry, 125, 909-915 (1969).
cional tal que se hace posible una metabolización del episodio , "evitando 8. SIOMOPOULOS, V.: Hysterical psych osis, British Journal of Medica{ Psychology,
con frecuencia el acoplamiento de una escalada de síntomas y respuestas 44, 95-100 (1971).
terapéuticas inadecuadas" (73). Esos autores observan sin embargo que en 9. PANKOW, G.: L 'homme et sa psychose, Aubier-Montaigne, 1969.
10.VILLECHENOUX, C.: Le cadre de la folie hystérique de 1870 d 1918, tesis,
razón de la pobre capacidad para el insight de los sujetos delirantes, el abor- París, 1968.
daje psicoterapéutico es con frecuencia muy difícil. 11.MAIRET, A. y SALAGER, E.: La folie hystérique, Montpellier, Coulet, 1910.
12.JANET, P.: L'état m ental des hystériques, París, Rueff, 2 vols., 1892 y 1894.
Respecto de lo que podría ser una psicoterapia adaptada a las psicosis, 13.BLEULER, E.: Dementia praecox oder Gruppe der Schizophrenien. Traité d'As-
hace demasiado poco que tratamos de aprehenderla como para que poda- chaffenburg. 4. Abteilung. l. Hiifte. Leipzig y Viena. F. Deuticke, 1911. [Hay ver-
mos decir algo. No obstante, puesto que en lo esencial no se trata de hacer sión castellana: Demencia precoz. El grupo de las esquizofrenias, Buenos Aires,
emerger elementos reprimidos, la necesidad de su especificidad es evidente. Hormé, 1960].
14.FREUD, S.: Remarques psychanalytiques sur l'autobiographie d'un cas de para-
En tal sentido, hace ya más de veinte años que Lacan advirtió que utili- noi'a (1911), en Cinq psychanalyses, P.U.F.
15. LACAN, J.: Les psychoses . Seminario del 25 de enero de 1956. [Hay versión cas-
zar la técnica instituida por Freud "fuera de la experiencia a la cual se apli-
tellana: El Seminario, III, Las psicosis, Barcelona, Paidós, 1984.]
ca, es tan estúpido como afanarse con el remo cuando el navío está sobre 16. EY, H., BERNARD, P. y BRISSET, C.: Les délires chroniques, Manuel de psychia-
Ja arena" (36). trie, Ed. Masson, París, l 96 7.
17.EY, H.: Bouffées délirantes, Etude n° 23, Etudes Psychiatriques, Ed. Desclée de
Además es probable, como lo ha escrito G. Maurey, que en el momento Brouwers, París, 1954.
actual, "a pesar de desarrollos teóricos fundamentales, la impotencia prác- 18. CHAMPANIER, J.- P.: La premiere admission du schizophréne en milieu psychia-
tica del psicoanálisis (y de las otras terapias duales) ante los psicóticos tie- trique (Influence des facteurs socio-familiaux), tesis, Reims, 1972.
ne algunos efectos. Uno de ellos consistiría en que ciertos profesionales 19. EY, H.: Formes cliniques et problemes nosographiques de la schizophrénie, Ency-
clopédie Médico-Chirurgicale, febrero de 1955.
tratantes ya no vean psicóticos y que hayan llegado casi a olvidar lo que 20. POROT, M.: Modes d'entrée dans la schizophrénie, La revue du praticien, 1965,
es verdaderamente un psicótico. O incluso a sentirse frustrados en el nivel 15, nº 23, 3249-3259.
de la valorización profesional, precisamente por ello. De allí a ver la psico- 21.GUIRAUD, P.: Origine et évolution de la notion de schizophrénie, Confrontations
sis donde no se encuentra n0 hay más que un paso, que es posible que algu- psychiatriques, 1959, 2, 9-29 .
nos den" (79). 22.ALVES GARCIA, J. : Les formes pseudo-névrotiques des sclúzophrénies,Annales
médico-psychologiques, 1959 , 11 7, 25-45 .
23.DENIKER, P. y QUINTART, J. : Les signes pseudo-;,névrotiques dans les formes
Deseamos que nuestro trabajo, cuyos límites son obvios, en vista de la
limites de la schizophrénie, L 'Encéphale, 1961, 50, n 3, 307-323.
amplit ud de los problemas encarados, pueda haber contribuido a clarifi- 24.HOCH, P. y PALATIN, P.: Pseudonevrotic fo rms of schizophrenia, Psychiatric
car la cuestión de un even tual ahorda je psicoterapét1tico de la psicosis . Quarterly, 1949, 23, 248-276.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS

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118
119
HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO- JUVENILES

grado (que se cursa normalmente a los 8 años) en la escuela primaria, antes


HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO-JUVENILES 1
de ingresar en una escuela especializada en la que, sin entorpecer la clase,
no realizó progresos pero aprendió a leer, lo que le permitió sumergirse en
libros de historia y de cuentos. Seguía viviendo en la casa de sus padres,
donde "desordenaba todo", pero sin poner de manifiesto los componentes
"Un gluglugú, es uni'!nó de ganas" . francamente destructivos de Philippe, ni las violencias pasajeras de éste res-
Philippe pecto de su madre o de sí mismo, tales como golpear, arrojar objetos y
darse de cabeza contra la pared. Además, cuando estaba particularmente
angustiado, en Philippe se presentaba un curioso síntoma, consistente en
hablar en dos tonos: la voz aguda formulaba preguntas, y la voz grave las
respondía.
Durante las sesiones de Dominique, todas las palabras del paciente y la
analista fueron registradas por terceros; en el caso de Philippe, nos esforza-
mos por transcribir también íntegramente, hasta donde resultara posible,
todos los intercambios verbales.
Es nuestro deseo mostrar que si nos atenemos al estudio del discurso de
estos dos niños, no sin sorpresa descubrimos que las estructuras significan-
Todos conocen el caso de Dominique , un niño psicótico de catorce años, tes que revelan organizar sus palabras son radicalmente distintas. Ahora
en el que se produjo una mejoría espectacular al cabo de doce sesiones de bien, si esto es así, se comprende que resulte necesario un reexamen del
psicoterap!a analítica con Fram;oise Dolto. Philippe es otro niño psicótico, concepto de psicosis infantil.
que hoy tiene doce años y medio, con el cual tenemos entrevistas semana-
les, lo mismo que con su madre, desde hace dieciocho meses. 2
La sintomatología inicial de los dos jovencitos no deja de presentar al- Sabemos que la estructura de la psico:;is está determinada por la forclu-
guna analogía. A ambos les faltaba orientación en el tiempo y el espacio, sión del Nombre-del-Padre, la que consiste en un proceso primordial de ex-
tenían miedo pánico de ciertos objetos o de ciertas situaciones, parecían clusión de un primer cuerpo de significantes indispensables para el ordena-
carecer de cualquier pudor y cualquier curiosidad respecto de su sexo, 3 miento del discurso. El término del padre, el Nombre-del-Padre, no es un
sus presencias hacían penosa la vida familiar, y sus discursos parecían inco- elemento único; por el contrario, según Lacan, lo podemos señalar cada
herentes. No obstante, Philippe presentaba un aspecto más deficitario: sus vez que aprehendemos algo que en sentido propio es simbólico, pues el as-
logr?s escolares se limitaban a rudimentos de lectura y escritura, no superó pecto más impresionante de la función del padre es la introducción de un
el mvel del curso preparatorio, que repitió tres veces; muy tempranamente orden de rigor matemático, que es una estructura diferente del orden natu-
su estado exigió que se lo ubicara en un establecimiento especializado· des- ral (1 ). El Nombre-del-Padre constituye el eje referencial a partir del cual
, l ,
pues, a .os once años, pasó a un servicio de psiquiatría infanto~juvenil , en puede ocupar su lugar propio un discurso coherente; su función radical es
el que sigue estando. Dominique, por su parte, repitió tres veces el noveno la de dar un nombre a las cosas . Si está forcluido, los elementos de la cade-
na significante, que son todos solidarios entre sí, parten a la deriva.
Aparentemente es ese desencadenamiento del significante lo que se ob-
_ Est~ artí~u.lo aparec ió en L 'info:mation P1ychiatrique, 53, 7, julio de 1977, con el
1
serva en el lenguaje de Philippe y en el discuso de Dominique. Este último,
titulo Hystcne et Psychose infantiles". Ha sido revisado y ampliado. en la tercera sesión, dirige a su terapeuta las siguientes palabras: "Es una
2
No hemos dejado de seguir a Philippe;su observación lleva ahora más de cinco años. niñita que tiene una fuerza extraordinaria, Fifí Hebra de Acero. Es extraña,
3
Dominique fue púber a la edad de trece años; en el caso de Philippe hubo que es- se acuesta cabeza abajo. Es amable, es muy divertida, tiene dos amiguitos
perar ha~ta los catorce años para que aparecieran las primeras manifestaciones de la en el zoológico, dos tigres que se escaparon. El guardián y después los poli-
pubertad. ·
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO- JUVENILES

cías querían recapturado (ya no eran dos, comenta Fran9oise Dolto), pero le provocaba la hermana, y que tuvo que reprimir: Dominique es "un caso
Fifí le dijo al tigre: Si muerdes, yo también te morderé. Era temerario, pe- de celos de hijo segundo" . Nada indica la existencia de un sentimiento aná-
ro no muy valiente ... y a ella le tenía mucho miedo. Entonces ella le cantó: logo en Philippe: es hijo único; 4 su madre, nodriza, no empezó a cuidar
'l labía un pequeño cha-cha-cha' para mimarlo , y él no estaba muy conten- niños hasta después de la aparición de sus trastornos; además, se le permi-
to , pero se dejaba mimar..." (2) Dolto afirma que el discurso de Domini- tió acostarse en la cama de los padres durante su primera infancia; en fin,
que en esa tercera sesión " era por completo un lenguaje de psiqótico"; aho- incluso hoy tiene frecuentes cuerpo a cuerpo de sorprendente sensualidad
ra bien , en la escucha de Philippe no encontramos jamás construcciones con su madre, que no los impide. Lo que lo atormenta son mucho menos
imaginarias tan elaboradas. Sin embargo, no es raro que en Dominique los los celos o la sexualidad que _la incertidumbre del lenguaje y de las cosas, lo
dibujos y el modelado sirvan de soporte para la construcción de pequeños que suscita lo que llama el aburrimiento: "¿Sabes que me aburro?", pre-
relatos análogos con frecuencia bastante complejos. En cambio, Philippe gunta con frecuencia.
no utiliza la pasta de modelar más que para hacer proyectiles, y sus escasos
dibujos estereotipados, que representan siempre una o varias casas, no sus-
citan ninguna asociación. Se trata sin embargo de un niño que habla con Es interesante comparar las primeras palabras que escuchamos de boca
facilidad . Uno de los aspectos notables de su lenguaje consiste en la fre- de Philippe ('\Va a venir su padre?") con las que pronunció Dominique
cuencia de las preguntas que plantea: "¿Qué es eso? ¿Tú eres una canción? ("Yo no soy como todo el mundo; a veces, al despertarme, pienso que ex-
¿Las vacas muerden? ¿No estás hecho de discusión? Si tengo ganas de reír, perimenté una historia verdadera"). En estas palabras Dolto discierne un
, ?
¿me no ....,, sentido oculto, y su interpretación encuentra eco en el paciente . En cam-
En sus manifestaciones captamos particularmente el deslizamiento in- bio ·qué revela la sorprendente utilización por Philippe del adjetivo pose-
' i .
sensato del significante durante una de las primeras sesiones, en una multi- sivo "su", refiriéndose a su propio progenitor? Es preciso señalar que no se
tud de interrogantes que parecía lanzar a nuestra consideración: "¿Una va- trata en absoluto de una expresión fortuita, sino todo lo contrario, de un
ca no es una barba? ¿Una vaca no es un magnetófono? ¿Una bruja no es giro insistente, que la madre misma nunca dejaba de emplear. Incluso des-
una vaca? ¿Una hoja no son lobos? ¿El teléfono es un lobo? ¿Y los anteo- pués de que le hubiéramos señalado ese punto a la mujer, 5 ella siguió co-
jos? ¿Una ventana es un cigarrillo? ¿El desodorante es lobo? ¿Y los diding?" metiendo muchas veces el lapsus: "Si continuás, se lo diré a su padre". Es-
etcétera. Las respuestas a sus preguntas no bastaban en absoluto para hacer to revela por cierto la relación especular que los unía, pero nos parece por
cesar ese discurso, en el que todas las permutaciones significantes eran po- sobre todo importante observar que la expresión " su padre", utilizada en
sibles. Ante la ausencia del anclaje del Nombre-del-Padre,su palabra padecía ese contexto, impone en el lugar del sujeto la tercera persona del singular.
una deriva interminable. Ahora bien , como lo ha señalado Benveniste, ésa es una no-persona, por-
A Philippe le faltan cimientos; el gran Otro no está a su alcance. El lo que se refiere a un objeto ubicado fuera de la alocución. En el registro de
expresa al preguntar, cuando eludimos sus interrogantes," ¿Quién es el que la enunciación, Philippe no es un "yo" (je), es un "él", que el impersonal
sabe?" , y quejándose de que no le podamos responder: "¿Por qué no pue- "se" (on) vierte aun mejor. Así, en una expresión como" ¿Se sueña con su
des decirme por qué?" padre a la noche?" indica su ubicación en el lugar del "se", y precisamente
Nada de esto aparece en el discurso de Dominique: fueron muy escasas
las preguntas a Dolto. No se interrogaba sobre los fundamentos del ser,
4 La madre tuvo tres abortos después de su nacimiento, el primero al cabo de cinco
porque estaba introducido en el lenguaje. Al "¿quién es el que lo sabe?" de
Phillipe le correspondió en él, desde la primera sesión, un "¿cómo lo sabe años. Ella los atribuye a problemas hormonales.
usted?", dirigido a su terapeuta a continuación de una interpretación. Para 5 Todas las sesiones se desarrollaron con la madre y el niño, pues éste no soportaba

él, el gran Otro ocupaba su lugar, y su analista podía encarnarlo. Vemos quedarse sólo con nosotros antes de la decimotercera sesión. A partir de entonces pu-
dim os aumentar progresivamen te la duración de la entrevista individual, que ahora
que la diferencia es considerable. ocupa la mitad de la hora. Desde el primer día pedimos encontrarnos con el padre,
Lo que constituía el tormento de Dominique (su psicoterapia lo puso que vino a vernos con renuencia, acumulando actos fallidos indicadores .d e su inquie-
de manifiesto) era algo del tipo de su culpabilidad con respecto al odio que tud, pero autorizó el tratamiento sin vacilar.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO- JUVENILES

en relación con "su padre". 6 Por cierto, emplea con facilidad la primera notas y señales de rastros. El significado sería un efecto de la fuerza de
persona del singular, pero ella denota al sujeto del enunciado, y no el de la choque de los significantes del discurso de la madre. En consecuencia, ya
enunciación, que nunca aparece. no hay signo de doble faz en el lenguaje del llamado esquizofrénico. En
El habla de Philippe consiste en una sucesión infinita de significantes sin cambio una escritura, o reescritura , criptogramática, de inscripciones sono-
resonancia. Se articula en la sincronía, por contigüidad; ello es particular- ras" .
mente visible en la pregunta siguiente: "¿Eres un janó de ganas de hacer pi- "El significante - admitamos que le reservamos su nombre- se emanci-
pí?" , nos interroga uniendo uno de sus neologismos favoritos , "janó de ga- pa de la empresa del signo. La entidad lingüística en la que un significante
nas" con la expresión "ganas de hacer pipí"'. representa a un significado se fractura , se disloca, se anula , pero también es
Sus asociaciones están regidas por la asonancia: "¿Eres un mdle (varón), atacada en su constitución dicotómica. El significante ya no representa un
seflor Malva!? Está mal". Una vez, los "ro-tum-tum" son "des meres qui sentido que el sujeto parlante le asignaría o reasignaría" (5).
révent" ("madres que sueñan"); la vez siguiente, "une merde de reve" Se comprende entonces que resulte difícil, incluso casi imposible, con- \
("una mierda de sueño"). Otro día, su madre utiliza la palabra "consonne" venir cuál es el sentido que el psicótico le da a los términos que emplea; los
("consonante"), y él comenta: "C'est des cons les sonnes" ("es de los bo- neologismos de Philippe nos lo demostrarán hasta la evidencia. En cambio,
ludos los suenas"). O bien quiere que pongan preso al señor Leroy (apelli- si bien .las palabras de Dominique parecen con frecuencia confusas, siem-
do que significa "el rey") porque "no es un rey". Y así siguiendo. Estos pre responde con pertinencia a las preguntas que Dolto le formula." ¿Qué
ejemplos demuestran la inconsistencia que tiene el significado para Phili- es esta canción? Eso - dice él- es el canto del nómade". No queda duda de
ppe , tanto como la pertinencia de la afirmación lacaniana según la cual lo que habla el mismo lenguaje que su analista. No parece ocurrir lo mismo
que se llama psicosis es "la intrusión psicológica del significante como tal"(4). con Philippe cuando, por ejemplo, mantenemos con él un curioso diálogo:
Las hipótesis de Luce Irigaray concernientes al lenguaje del esquizofré- "¿No eres agua, señor Malva!? - ¿Crees que podría serlo? - No. -Entonces,
nico nos parecen delimitar del modo más preciso lo que hay de ello en las ¿por qué me haces esa pregunta? - ¿No eres agua?" O bien, cuando nos
palabras de Philippe. "Lo que tendría sentido para el esquizofrénico - es- pregunta si tiene miedo del intercomunicador, cuando parece aterrorizado
cribió esta autora- serían los significantes, para él carentes de sentido, del por un zumbido proveniente del aparato, y se tapa los oídos, ¿qué quiere
discurso de su madre. Es decir que a él lo marcarían 'sonidos' cuyos 'con- decir con su interrogación? Tratando de comprenderlo (en tanto fuera po-
ceptos' le quedarían ocultos, velados. ¿Velados? De allí su relación a la sible) nos pareció haber captado, para sorpresa nuestra, al cabo de un año
vez fascinada y dolorosa con los significantes, que repite, transforma, desu- y medio, que incluso su frecuente expresión "tener miedo" parecía carecer
ne, fractura, deletrea , trabaja ... como si a la vez quisiera destruir y retomar de significación para él. A modo de conclusión de nuestro intercambio,
por sí mismo su poder. Los significantes que enumera, asocia , pulveriza, re- preguntó: "El miedo, ¿qué es , señor Malva!?"
construye, .especies de resurgencias compulsivas que emite pasivamente o El discurso de Dominique es rico en metáforas. Sólo daremos como
utiliza como materiales a los que da forma o reelabora, sin evocar ningún ejemplos la barca de los troyanos de la segunda sesión, Fifí Hebra de Ace-
concepto o significado específico, ni ser tampoco simples imágenes acústi- ro y los tigres de la tercera, la vaca que soñaba que era un buey en la cuar-
cas. Se producen, se reproducen, se desencadenan, se reencadenan, como ta, etcétera. Ahora bien, la ausencia de signo en el lenguaje del psicótico, y
por lo tanto de la barra entre el significante y el significado, no permite la
metáfora, que necesita que esa barra sea superada. 7 Así, es notable que la
6 El modo en que pronuncia las dos palabras podría por o tra parte inducir a unirlas: ausencia de la metáfora sea casi total en el habla de Philippe, en la cual só-
"~ u padre" suena con frecuencia como un nombre propio en su habla. lo muy excepcionalmente encontramos esa figura retórica: "Ven, mi tigre-
E~te giro idiomático, empicado primero por Philippc, según afirma la madre, nos
parece un efecto de la forclusión del Nombre-<lel-Padre, y no, como podría pensarse ,
la indicación de la forclusión misma, que habría tenido lugar por intermedio de esta
expresión encontrada en el lugar del Otro. De hecho , si en este punto hay que creer a 7 Es por el contrario una característica de la metonimia, concebida por Lacan como
Lacan, sería principalmente en el contenido del "tú" que el niño encuentra en ese una combinatoria de significantes contiguos, la de no poder superar la barra del sig-
lugar donde ocurrirá o no que muerda el anzuelo en la onda de la significación (3). no. Se entiende entonces que sea ella la que articula el lenguaje del psicótico.

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HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO-JUVENILES
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

su hijo, le dijo "No soy una marioneta". Philippe utiliza el significante de


sa'', le dijo un día a la madre con tono zalamero. 8 Pensamos sin embargo manera mimética. Muestra trágicamente que, por la vía imaginaria, no hay
que habría sido erróneo inferir la existencia de una cierta resonancia del un verdadero ingreso en el lenguaje. Nada es más desalentador que un psi-
significante en sus palabras; este ejemplo pertenece más bien al registro de cótico para un analista: sus esfuerzos interpretativos se pierden incesante-
las frases o expresiones que sorprenden en su boca, porque se advierte mente en el abismo de la forclusión. Esto explica la escasez de documentos
que le son extrañas, más aun que de costumbre. Se trata de repeticiones de clínicos que traten sobre la psicosis, en la acepción psicoanalítica que da
palabras oídas poco antes, que por otra parte sólo ocupan un· lugar efíme- Lacan a este concepto, que conviene diferenciar de la que se encuentra en
ro entre sus significantes habituales; podríamos citar en tal sentido, además la psiquiatría.
de "su tigresa", "habría que darme un calmante", o bien una frase que sor- El delirio de Dorninique, a la inversa del de Philippe, es rico en significa-
prende por su extensión excepcional entre sus palabras desilvanadas: "Dé- ciones latentes, que el talento de Dolto sabe revelar. Durante la cuarta se-
jame en paz, déjame tranquilo, o te voy a dar una trompada en la jeta". sión, por ejemplo, él le cuenta una historia embrollada de un barbudo veni-
Sería imposible caracterizar el delirio del psicótico, y la lengua de Phili- do a menos, que era un maharajá, un príncipe; en ese relato, Dolto ve la pro-
ppe, mejor de lo que lo ha hecho Lacan al hablar de "inmensos bla-bla-bla pia historia del paciente, "pequeño, rey de su madre, velludo, cubierto de
extraordinariamente articulados, a veces ricos de inflexiones", pero que no pelo, como se decía que era en el momento de nacer". Un delirio de ese ti-
pueden llegar jamás al núcleo de lo que tienen que comunicar (4). He aquí po está visiblemente estructurado como un sueño: el contenido manifiesto
por ejemplo una sucesión de manifestaciones de Philippe tomada al azar: es un disfraz de una significación latente. Por lo demás, desde la segunda
"No me gusta el bigote ... quiero un pastelillo de manzana ... ¿por qué eso sa- sesión, Dominique le lleva sueños a su analista: "era que me perdí en una
le cuando uno crece? ¿allí no se puede nada? ... ¿me miras? ... ¿Tu mecha estación y allí encontré a una bruja, y ella lo único que me dijo fue crac-
no es una senda? ... Mi pequeña cierva, ¿me quieres? Una babosa, ¿muerde? crac-<:rac. Yo buscaba una información, eso empezaba a ser molesto, Y no
... Una serpiente, ¿qué es? ¿Y los mus de abril? ... ¿Uno no se morirá pron- quería tener problemas, sobre todo que eso ocurría en una estación ... " Es-
to?" Las frases son cortas, y a veces se suceden tan rápidamente que Phili· te sueño puede interpretarse rápidamente como sigue: "Hoy en el dispen-
ppe no siempre oye la respuesta a las preguntas que formula. Tenemos con sario (especie de estación, sala de espera, ventanilla, se paga contra entrega
frecuencia la sensación de que utiliza el lenguaje de una manera lúdica. de un recibo-boleto) se está en busca de una información (renseignement) ,
Su abundante producción verbal incita muchas veces a la interpretación una re-enseñanza (re-enseignement), y uno se encuentra con una bruja (la
analítica, pero verificamos que ésta, con una monotonía desesperante, cae señora Dolto) que habla de tres 'cracks' (personas notables) o cuenta em-
sin gracia: su habla no tiene resonancia, no podemos vincularla a nada, no bustes (craque, homófona de 'crac') ..." Compárese este sueño simple con
ha ingresado jamás en el registro de la simbolización. La escucha analítica el más rico de los sueños muy poco frecuentes de Philippe. En la cuarta se-
clásica que se atiene a las palabras de un psicótico tiende a proyectar signi- sión éste nos dijo: "Soñé con mi padre. ¿No es una vaca? Hablaba del se-
ficaciones metafóricas en donde lo único que hay es una deriva del signifi- ñor Dalval. Decía que había lobos grandes". Se observa de entrada la po-
cante. Philippe no es un sujeto escindido; sólo el mimetismo propio de lo breza de este sueño en relación con el d~ Dominique, pero lo más notable
imaginario ha constituido su ser. Para ilustrar lo que determina su discurso, es su estructura: no se trata de un sueño que remita a una significación la-
podemos encarar la siguiente pregunta, que le formula de tanto en tanto a tente; no hay metáfora alguna en su contexto; simplemente yuxtapone
su madre: "¿Tú no eres una marioneta?" La imaginación de ciertos analis- cuatro significantes tomados de entre los que más aterrorizaban a Philippe
tas descubriría sin duda alguna múltiples interpretaciones posibles para esa en ese momento: en primer lugar el padre, al que tenía miedo, una vaca
interrogación; en realidad, ella remite simplemente a las palabras de lama- (¿muerde?, preguntaría ulteriormente), señor Dalval, nuestro apellido, que
dre, cuando, excedida por las exigencias contradictorias con que la apremia deformaba así en esa época, en la que no podía aún quedarse solo con no-
sotros, y los lobos grandes, que lo inquietaron particularmente en las pri-
meras entrevistas. Esta ligazón por contigüidad de los elementos oníricos
8 Veremos más adelante otro ejemplo de expresión metafórica en las palabras de indica que estamos en el registro de la metonimia. No hay huella alguna de
Philippe; curiosamente se trata también de un nombre de animal atribuido a su madre, represión, no hay nada velado en ese sueño pesadillesco, ni siquiera el ori-
a la que llama frecuentemente "mi cierva".
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO- JUVENILES

gen de los miedos terroríficos que evoca, 9 es decir, el padre imaginario, Dominique no demuestra confusión alguna respecto de los lazos del pa-
que aparece de entrada. Más tarde, en la sesión cuadragésimo-séptima, Phi- rentesco; además sabe atribuir a cada individuo el significante que lo desig-
lippe dice: "Me fastidia mi padre del sueí'io", y manifiesta haber soñado na. Ese no es el caso de Philippe: "¿Tú no eres Elisabeth, mamá? 10 ¿Tú
con "el señor Malval que jugaba" (¿con él?); también en este caso se o bser- eres otro escritorio, señor Malval?" Si se da el caso de que Dominique se
va que el padre y el analista aparecen sin deformación, y los sentimientos queje de su apellido familiar, manifiesta preferir llamarse "Olax" a "Bel",
del niño respecto de ellos están claramente indicados. Es sin embargo muy no obstante lo cual lo acepta. No ocurre lo mismo con Philippe, quien en
difícil saber si esas palabras deben tomarse como contenidos de sueños: las primeras sesiones se disgustaba cuando le decíamos que era Philippe C... :
¿no las suscitan simplemente los azares de la deriva de los significantes? En él lo negaba, pretendiendo que había que llamarlo "mi cierva". Ese era en
otros casos, tendríamos tendencia a creerlo, por ejemplo cuando Philippe, efecto el significante más usual que la madre empleaba con él, significante
en un tono a medias afümativo y a medias interrogador, declara: "Se pue- que presentaba además la particularidad de designar tan bien al hijo en el
de soñar con una madre que durante la noche soñó con rulos'". Es muy po- discurso de la madre como a la madre en el habla del hijo. La relación es-
co probable que haya tenido un sueño tan complejo; se trata más bien de pecular que los unía no podría quedar mejor indicada. Por lo demás, es
asociaciones por contigüidad de significantes sin ligazón. En cambio, res- cierto que en el aspecto físico de este niño hay algo de gracioso que no de-
pecto del primer sueño, nos inclinamos a creer (debido a la sucesión, inu- ja de hacer pensar en una cierva. La evolución de las entrevistas lo llevó a
sual en las palabras de Philippe) que hubo cuatro frases diferentes consa- incorporar con mayor frecuencia la expresión "Philippe C.. .'"en la deriva de
gradas a un mismo tema; en cuanto a los otros, hay que reconocer que es sus palabras, en tanto que la madre se esforzó por no llamarlo más "mi cier-
más o menos indecidible. va"; no obstante, tenemos la impresión de que para Philippe no se trató
La incapacidad de Philippe para captar las relaciones de filiación es un más que de una adaptación imitativa, y que nada cambió verdaderamente.
índice adicional de que no entró en la dimensión simbólica. Los siguientes Así, en la sesión cuadragésimo-cuarta, nos dijo: "Philippe C... ¿por qué me
son algunos ejemplos de preguntas que formuló en tal sentido, a veces a su llamo así? No me gusta llamarme Philippe C... llámeme mi cierva .. .".
madre, a veces a nosotros: " ¿Quién es mi mamá? ¿Quién es mi padre? ¿Quién Por otra parte, Dominique sabía muy bien que son las mujeres las que
es mi padre, mamá? ¿Quién es el que es mi padre, mamá? ¿Quién eres tú , dan a luz, en tanto que Philippe, cuando le afirmamos que los hijos son en-
mamá? ¿Tú no eres una madre, señor Malva!? ¿Tú tienes un padre y una gendrados por un papá y una mamá, lo negó con energía, de modo que le
madre? ¿Señor Malval, no eres una hija de ro-tum-tum?" Compárese con la preguntamos de dónde venían, según él. "No nacen": ésa fue su respuesta.
precisión que caracteriza, desde la tercera sesión, las respuestas de Domini- Es cierto que en cuanto sujeto, Philippe no había nacido.
que:

Lo que signa el delirio psicótico, según Lacan, son los neologismos y los
-¿Quién.es tu prima? estribillos que detienen en ciertos puntos la red de la palabra. Philippe nos
-Creo que es la hija de la hermana de mi padre. Se llama Babette. ofrece numerosos ejemplos de unos y otros. Entre los estribillos, esas for-
- ¿Y tu primo? mas vacías, estereotipadas , detrás de las cuales el analista se esfuerza en va-
- Sí, Bruno; es el hijo de la hermana de mi padre. Lo fastidioso es que no por descubrir una significación antes de reconocerlos como lo que son,
mi prima, oh la la , es que a ella la mimó mi abuela. Es "mi" madre de "mi" podemos mencionar "¿No me van a hacer soplar en un globo?", "Tengo
padre, porque la o tra se llama "Memé". ganas de decirte algo", "¿Uno no está en un sueño permanente?" De todos
modos, lo que por sobre todo llama la atención es la riqueza de su creación
9
No obstante, no hay ninguna huella de angustia en las palabras de Philippc cuando de neologismos: " ro-tum-tum" fue el primero de ellos (apareció en la se-
relata ese sueño: su ex presión es indiferente, sin tonalidad apreciable. Vemos allí un
indicio de discordancia en tre lo que expresa y lo que parece se ntir. En ciertas oca~io­
nes, este fenómeno es en él extremadamente ostensible. Nos parece totalmente carac-
terístico de ciertos psicóticos : es uno de los escasos signos clínicos con respecto al IO Una en fermera, conocida de Philippe, se llama Elisabeth. El nombre de la madre es
cual compartimos la op in ión de los autores clásicos. Monique.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS .
HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO-JUVENILES

sión decimocuarta) y el más frecuente, pero podríamos citar varias decenas logismo, nos enteramos más adelante de que es en realidad el nombre de
de los otros: "los mus de abril, los dentados en el aire, las lunas enceradas, una aldea conocida por Domirtique; además, son ricas las asociaciones sus-
las dobail/es, los avelos, la zigoniere, un binet, un kirbinos, un gabouteux, citadas por esa palabra: " ... bien, es un río infestado, infestado de olores
ziazoum limpio limpio'', etcétera. 11 Creó incluso locuciones de acento su- de bacalao (morue)~ Una cosa así"'. Silencio, y después en voz baja: "Us-
rrealista cuando, en accesos de furia, le espetó a su madre: "Te techaría la ted sabe, elmoru es una mala palabra. * Hay mujeres y después uno lo ve,
casera" ("Je te p/afonnerai la maisonniere") o "Me gustaría vodir en tu ji- es de noche y las reúnen en el puesto de policía. Les piden los documentos
neseo (ginecé)". 12 La particularidad de estos neologismos reside en que de identidad". La resonancia metafórica de los neologismos de Dominique
nunca se llega a captar una significación latente a la que pudieran estar li- indica que su naturaleza es distinta de la de los Philippe.
gados, o bien, lo que es lo mismo, en que pueden remitir a una significa-
ción cualquiera. Las múltiples afirmaciones de Philippe acerca de esas vo-
ces, que ninguna coherencia organiza, lo ilustran hasta la evidencia: "Un
En la escucha de Philippe, la deriva del significante aparece con una par-
ro-tum-tum es mi marinero; un ro-tum-tum es una silla; los ro-tum-tum son
ticular nitidez, a tal punto que a veces tendríamos la tendencia a aprehen-
televisores que dan miedo"; además pregunta si no soy un ro-tum-tum o
der su palabra huidiza e inasible como una especie de fenómeno mecánico;
unahijade ro-tum-tum. En cuanto a los "muérdagos-cerezas" ("gui-guignes '),
sin embargo, sus palabras no son siempre inadecuadas para la situación en
algunos días eran "guiñoles"; otras veces, Philippe preguntaba "si eso exis-
la cual el niño se encuentra. "No quiero tamangos", dijo en una oportuni-
te en el aire del cielo", si había en el escritorio, si se podía soñar con ellos dad en la que escondió sus zapatos; "el intercomunicador, ¿pica?", se in-
durante la noche, aunque antes había afirmado que en los sueños son ver- l
quietaba a veces mientras jugaba con el aparato; "cuando sea grande, ¿ten-
des. En resumen, creemos que hay dos aserciones que permiten extraer dré pelo en la jeta?", preguntó cuando acabábamos de hablar de la diferen-
conclusiones acerca de la naturaleza y la significación de los neologismos cia de los sexos. Además, después de abrir la ventana del escritorio, muchas
psicóticos; ellas son "gui-guignes songuiguignes", y "un gluglugú es un janó veces expresó su temor de caer por ella (estábamos en un primer piso) de
de ganas". No se podría decir de mejor manera. No se trata de metáforas, una manera en la cual su discurso y sus actos eran totalmente concordantes.
son significaciones irreductibles. Muy excepcionalmente, llegó incluso a establecerse un bosquejo de diálogo;
¿Qué verificamos en este aspecto en el discurso de Domirtique? Por una así, en una sesión a la que los padres no habían podido llevarlo, preguntó:
parte, en él hemos buscado estribillos en vano; por otro lado, hemos en-
contrado a lo sumo dos neologismos. Ambos merecen que nos detengamos -Señor Malva!, ¿quién me lleva?
en ellos. El primero apareció en la sexta sesión ; es el verbo imaginario "trai- -Caroline.
ser"; como lo observa Dolto, hay que ver en él una confusión de "baiser"
- ¿Por qué?
("besar") y "traire" ("ordeñar"), que se explica por las asociaciones si-
- Porque tu papá está enfermo hoy.
guientes de Dominique: "La mamá es la vaca, está gorda, gorda, y tiene le- - Y mi mamá, ¿no está enferma?
che, y después ya no tiene nada". El segundo emergió en un sueño: "Hay
una palabra que dicen: elmoru". Si bien aparentemente se trata de un neo- Además, hay una afümación en la cual, sesión tras sesión, Philippe insis-
te; no se trata de un estribillo, pues el niño es capaz de expresarlo en for-
mas muy diferentes: "No quiero crecer. .. querría volver al año pasado .. .
11
Desde luego, la ortografía de los neologismos se debe en parte a nuestra propia quiero seguir de tamaño mediano ... ¿es verdad que no seguiré creciendo? .. .
imaginación. me gustaría retroceder... No me gusta crecer. .. No tengo ganas de que me
12
Por cierto esta última expresión podría entenderse como una deformación de "Me crezca el bigote ... No quiero tener pelos ... " etcétera. Cuando expresa de·
gustaría vomitar (vomir) en tu gineceo (gynecée)", pero es muy poco probable que esa manera el deseo de seguir siendo niño, parece que se tratara de una pa-
Philippe conociera la existencia de esa palabra, que designaba el departament~ d.e las
mujeres entre los griegos. Aquí tenemos más bien el ejemplo de una de las mult1ples
proyecciones a las cuales .sus palabras son una incitación incesante. * "Morue" significa también "mujer de la vida". (N . de l T.)

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LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO-JUVENILES

labra verdadera. ¿Tiene acaso nostalgia de la omnipotencia del lactante cu- cubrieron ningún daño neurológico; una reeducación psicomotriz empren-
yos gritos tienen el poder de hacer aparecer a la madre? Todo indica que la dida en un Centro Médico Psicopedagógico no obtuvo resultados, si bien a
presencia de ésta es aparentemente para él una preocupación constante. la edad de ocho años y medio Philippe fue ubicado en un Instituto Médico
Si bien Philippe produce con frecuencia la impresión de que es una má- Pedagógico. A pesar de una psicoterapia, sus trastornos se agravaron enton-
quina de palabras, a veces discernimos que algunas de sus manifestaciones ces sensiblemente, conduciendo, dos años más tarde , a una hospitalización
no se sitúan fuera de la simbolización: la forclusión no detennina·la totali- en el servicio de psiquiatría infanta-juvenil, en el que se encuentra actual-
dad de las producciones verbales del psicótico. En este aspecto , el caso de mente. 14
Philippe es seguramente uno de los más extremos que se puedan encontrar: La diferencia inicial que descubrimos entre la psicopatología de Philippe
se diría que la mayor parte de sus palabras se ven arrastradas en la deriva y la de Dominique nos parece muy semejante a la que hemos discernido
de una cadena significante sin amarras, mientras que sólo excepcionalmen- entre el momento nodal de la locura histérica y la causa desencadenante de
te, y de manera efímera, su discurso logra fijar las cargas. No.es frecuente la psicosis. Con respecto al primero, escribimos que está en relación con un
un cuadro psicótico tan acentuado. 13 acontecimiento traumático, con frecuencia de resonancia sexual, cuya pa-
togenia domina en las representaciones ligadas a aquél, y en la reactivación
de los elementos edípicos que entraña (6); algo de este tipo es lo que cap-
Disponemos ahora de elementos suficientes pllra afirmar que la forclu- tamos en cuanto al nacimiento de Sylvie Bel, la hermana de Dominique,
sión del Nombre-del-Padre determina el habla de Philippe, en tanto que en exceptuado el matiz de que este último era entonces un niño de un poco
el caso de Dominique se trata evidentemente de otra estructura, que trata- menos de tres años y por lo tanto el acontecimiento traumático no reacti-
remos de precisar. vó repre~entaciones reprimidas: obtiene su eficacia de sí mismo, una efica-
Antes que nada, querríamos mostrar que hay muchos otros puntos en cia vinculada con la violencia de las emociones edípicas de esa edad.
los que se oponen las psicopatologías de estos dos niños.
Así, la causa desencadenante de los trastornos, en uno y otro caso, no
se presenta de la misma manera , si bien se sitúa aproximadamente en el 14 se Pº.d Tia' por cierto
.
hacer notar que resulta difícil comparar Jos casos de Philippe
mismo período de la vida: alrededor de los tres años. Es posible captarla Y Dom1mque, en vista de la riqueza de los elementos concernientes a Ja historia fami-
fácilmente en lo que concierne a Dominique: "Las notas de la escuela di- liar del paciente de Dolto, en tanto que la pobreza de la anamnesis nunca dejó de sor-
cen ( ...) que el niño se encontraba en un buen estado psíquico y caractero- prendernos en el caso de Philippe. Sus padres sólo parecen recordar la trama de su his-
lógico hasta el nacimiento de su hermanita; tuvo entonces intensas reaccio- toria .tal como acabamos de resumirla. No obstante, la madre nos hizo saber que, en
nes de celos, a las cuales se imputan los desórdenes de su conducta actual". su pnmera mfanc1a, era notable su propensión a los accidentes, y que en una ocasión
hacia los tres años, se perforó el tímpano. En cuanto al resto, sólo conocimos un rela'.
Ulteriormente la psicoterapia confirmó en efecto esos datos iniciales. En
to casi inmutable .de dificultades escolares y de ubicaciones. En esa pobreza de Ja his-
cuanto a Philippe, no hubo nunca apreciaciones análogas de la escuela , toria de Philippe aparentemente captamos una de las consecuencias de Ja inconsisten-
pues sus trastornos se hicieron manifiestos precisamente ene! momento de su cia de la inserción del sujeto psicótico en lo sim bólico.
ingreso en la escuela de párvulos. Reveló ser un niño incapaz de contacto, Si·"· ei;n bargo, en la línea paterna hay antecedentes psicopatológicos: el bisabuelo
tanto con su maestra como con los compañeritos. Separado de la madre , se suicido, los abuelos son atendipos por "trastornos nerviosos", Ja abuela ha estado
internada varias veces en una clínica psiquiátrica. Si la enfermedad de Philippe tenía
parecía perdido y desamparado. De retorno al hogar, reanudaba sin embar-
un sentido en relación con estos hechos, hasta ese momento no nos pareció que nada
go algunas actividades. Hasta cierto punto los padres se adaptaron a la si- de ell~ .se hubie~a puesto de manifiesto. En cambio, era perceptible que el padre, que
tuación, que mejoró un tanto. No obstante, los exámenes médicos no des- se calificaba,ª s1 mismo de "muy sensible", que no soportaba ver llorar a un niño, y
que .no queT1a que el hijo recibiera una educación tan severa como Ja de él, era per-
ceptible - decimos- que ese hombre tuvo que ser un soporte inconsistente del Nom-
13
Los efectos de la forclusión del Nombre-del-Padre, y en particular el desencadena- bre-del-Padre. La señora C... parece confirmarlo por otra parte cuando nos dice: "En
miento del significan te, parecen más fácilmente discernibles en ciertas psicosis in fant i- la infancia de Philippe, mi marido nunca se ocupó de él. Nunca quedó solo con él.
les que en las de adultos, pues el intento de cura que constituye la construcción deli- Nunca le mostró nada. Por ejemplo, nunca le puso los pañales (que el niñctllevó hasta
rante en el niño queda por lo general poco desarrollado. los tres años) . Fui yo quien hizo todo-todo-todo sola".

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO- JUVENILES

En lo que concierne a la causa desencadenante de la psicosis, sabemos ciales observadas en el inicio de una psicoterapia son fenómenos frecuentes,
que Lacan ha demostrado que debe situarse en una coyuntura dramática pero evidentemente carecen de futuro si no son apuntaladas por los progre-
que enfrenta al sujeto con la cuestión del padre. "Basta allí - escribió- con sos de la cura, y éste no fue el caso. Nos interesá sobre todo subrayar el
que este Un-padre se ubique en posición de tercero en alguna relación que compromiso de Dominique en su relación con la analista, la confianza que
tenga por base la pareja imaginaria a-a', es decir yo-objeto o ideal-realidad , le otorgó; esto sucedió desde el principio (como acabamos de decirlo) y
interesando al sujeto en el campo de agresión erotizada que induce" (7). Es hasta la última sesión, en la cual el niño dijo: "Si me tocara a mí decidir,
indudable que esta anotación posee menos pertinencia cuando concierne a yo volvería; estoy seguro de que eso me seguiría ayudando, pero como pa-
la psicosis infantil; sin embargo, en el caso de Philippe, cuando el ingreso pá no quiere pagar..." Fueron en efecto los padres quienes pusieron de
en la escuela de párvulos introdujo la primera ruptura en la relación dual manifiesto las resistencias más marcadas, haciendo que a veces faltara a las
que él mantenía con la madre desde su nacimiento, ¿no encarnó la institu- sesiones e interrumpiendo el tratamiento de manera algo prematura, a pe-
ción escolar al Un-padre que no había advenido antes? Además, la enfer- sar de la mejoría muy nítida.
medad de Philippe se agravó en condiciones aproximadamente análogas, En tal sentido, verificamos todo lo contrario en las entrevistas con Phili-
durante su ubicación en el l. M. P. En ese establecimiento, del que se esca- ppe: son los padres quienes lo traen muy regularmente, en tanto que él
pó muchas veces, no le faltaban oportunidades de encontrar entre los edu- mismo, sobre todo en la primera época, no quería venir. Aún ahora, ocurre
cadores, los maestros y el director, Un-padre en posición de tercero entre con frecuencia que Philippe no está listo (ha perdido los zapatos, o la ropa)
su madre y él, entre su yo y sus objetos. cuando la madre va a buscarlo al hospital para llevarlo a la sesión, la cual
En resumen, si desde el nacimiento de su hermana, Dominique fue un de tanto en tanto comienza con un "no quiero hablarte" dirigido a noso-
"loco de celos", Philippe es un niño psicótico porque la no-función del tros, por otra parte muy rápidamente desmentido. No obstante, el hecho
Nombre-del-Padre ha hecho catastrófica la ruptura de la relación dual con más notable es que para este niño nosotros no estamos ubicados como el
la madre, y lo ha sumergido en el caos del significante. sujeto que se supone saber: "¿quién es el que sabe?", pregunta, después de
que no podamos decirle el porqué de las cosas y de su ser. Por cierto, se
puede suponer que no hemos logrado crear "el efecto de encuentro" del
En la psicoterapia emprendida con Dominique, Dolto, por su interpreta- que habla Franc;:oise Dolto, por no haber sabido formular la in terpretación
ción permite que el niño la sitúe como un sujeto que se supone saber; adecuada . Pero no nos parece que éste sea el caso, pues nadie, nunca, ha
desde ese momento se establece la relación transferencial. Recordemos las podido encontrar la respuesta apropiada a los interrogantes de Philippe. En
primeras palabras de su encuentro, que se han hecho famosas: "Yo - afir- su casa, como en el hospital, va de unos a otros, formulando preguntas que
mó Dominique- no soy como todo el mundo; a veces, al despertarme, desembocan al infinito en otras preguntas; lo que busca es un referente,
pienso que experimenté una historia verdadera. para él inhallable en el seno del lenguaje , y que no obstante no podría
- Que te ha hecho que no seas verdadero. aferrarse fuera del orden simbólico.
- Pero es eso - respondió el niño- , ¿cómo es que usted lo sabe?" La incapacidad de Philippe para encontrar un sujeto que se supone sa-
Más tarde, durante la misma sesión, "Oh - exclamó Dominique- ¿có- ber no le permite establecer una relación transferencia!. 15 Esto no quiere
mo es que lo sabe todo?"; y más aun: "Oh , eso debe de ser así. Pero, ¿có-
mo lo sabe?"
Lo que explica la mejoría espectacular verificada a continuación de la 15
"La transferencia es impensable - afirma Lacan- si no se toma su punto de parti-
primera entrevista, no son tanto las interpretaciones, referentes a su disfraz da en el sujeto al que se supone saber" (8). No obstante, Clavreul, tratando de carac-
"de loco para no ser regañado", como a la captura del deseo de Dominique terizar la transferencia del perverso, que "rehúsa al analista ese pedestal del sujeto al
en el de la terapeuta, que supo introducirse en el lugar del Otro. En efecto, que se supone saber que el neurótico le otorga de tan buena gana", y que procura ins-
taurar en la situación analítica los puntos de referencia fundamentales de su estructu-
Dolto le indicó claramente lo que había en ello de su propio deseo, expli-
ra negando al analista una posición de gran Otro garante de la realidad (9), Oavreul,
e<indole que ella no era µna maestra de escuela, sino una doctora que tra- decimos, extiende la noción d~ transferencia más allá de la estricta relación con un su-
laba de saber "cómo podría él dejar de ser loco". Las mejorías transferen- jeto al que se supone saber, pero es esencial subrayar que para el perverso el Otro está

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EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO-JUVENILES

decir que no experimente ciertos sentimientos respecto de nosotros; Además, en la sesión siguiente, Dominique revela que "se divierte con las
tampoco se trata de negar que ellos han evolucionado. 16 Lo que queremos nalgas y la hendidura" con uno de sus camaradas; es decir que se entregan
subrayar es que la transferencia no es algo sentimental blando e insípido, a juegos eróticos; se observa asimismo que confiesa estar "enamoriscado"
ni una melaza afectiva, sino la relación de un sujeto con un individuo al de su analista y de su maestra - una confesión tal despierta por otra parte
que coloca en la posición de gran Otro , 17 lo que le permite al primero, en una intensa culpabilidad- .
los casos más favorables, reorganizar su inserción en lo simbólico. Ahora Todo lo contrario ocurre en la relación de Philippe con la significación
bien, en Philippe la forclusión del Nombre-del-Padre impide que pueda fálica. Su respuesta cuando le preguntamos qué le interesaba nos indicó
establecer una relación de ese tipo; a la inversa , hemos visto que con de qué se trataba en una sola palabra: "Nada". A diferencia de Dominique ,
Dominique ocurría todo lo contrario. ni las chicas, ni las maestras, ni las enfermeras le llamaban particularmente
la atención. Por otra parte, ¿cómo podrían haberlo hecho, con alguien que
no ha tenido acceso a la diferencia entre los sexos? Además, varias veces
Nos parece que en la clínica no se presta bastante atención a una indica- sucedió que Philippe se desvistiera en la sesión, o en la sala de espera, pero
ción de Lacan según la cual cuando se apela al Nombre-del-Padre y en ese ello no tenía el valor de una exhibición de su "papa frita" ("frite") o de su
lugar, en el Otro, responde un puro y simple agujero, la carencia del efecto "bo-bola" ("bou-boule") (palabras que empleaba para designar su sexo).
metafórico provoca un agujero correspondiente en el lugar de la significa- Menos aun podíamos descubrir en ello algo del tipo de una tentativa de se-
ción fálica (7). Ese punto de referencia debería permitir que no se abusara ducción. Parecía tratarse de una manera de ponerse cómodo. "Porque me
del diagnóstico de psicosis respecto de tantos pacientes cuyo delirio inclu- gusta ...": esto era todo lo que podía decir al respecto. Sin embargo, no era
ye la significación fálica de manera evidente. Así Dominique, en la cuarta cierto que Philippe viviera en un mundo en el que nada le interesara: estar
sesión, relata una historia: "El hombre le cuenta todo al nómade, y se vuel- con su madre, no abandonarla nunca, ésa era su principal preocupación. En
ve hacia su vaca.cabrita y le dice: 'Mi pobre cabrita, este hombre no me da- el registro de lo simbólico no se había producido la separación de esos dos
rá agua a menos que le venda mi cabrita, que ocupaba el lugar de honor; seres.
adiós, mi cabrita' " . En esas palabras Dolto discierne algo del tipo de un va- No obstante ,elinterésde Philippe se dirige a veces a unos pocos objetos:
lor fálico ligado a la cabrita (biquette), lo cual será asociado ulteriormente su "marinero" , la voz y la mirada. Vale la pena demorarse en ellos. El "ma-
con la ubre de las vacas y la quéquette. (voz infantil que designa el pene). rinero" es un juguete de caucho que representa en efecto a un marinero, y
le fue regalado en su primera infancia por la abuela materna. El n.iño lo
adoptó enseguida, le atribuyó bastante importancia y por la noche se lo lle-
vaba a la cama. En la época de la agravación de sus trastornos (o quizá un
en su lugar. Ese no es el caso en el psicótico. Si tuviéramos que precisar la celación
que se instituye con él, diríamos que el psicótico que presenta un cuadro esquizofré- afio antes, nadie puede decirlo ahora), dejó ese objeto sobre la estufa y
nico pone a su interlocutor en el lugar de una respuesta imposible, en tanto que el psi- quedó a medio fundir; la intervención de la madre, llamada por Philippe,
cótico que se sitúa en el polo paranoico n os considera más bien como una especie de no pudo evitarlo. El marinero, cuya cara anterior quedó informe, fue arro-
escribano que debe registrar su declaración. En ambos casos, el Otro no se encuentra jado a la basura, pero Philippe se ocupó de recuperarlo. Se trata del único
en el lugar del terapeuta, lo que funda la imposibilidad de la psicoterapia clásica,
objeto, aparte de la voz y la mirada, al que el nifio jamás dejó de dirigir su
puesto que la interpretación no puede hacerse si no desde el lugar del Otro.
16
interés. 18
Si se concibe que la pulsión sólo se circunscribe en la articulación del sujeto con la
¿Qué lugar ocupa ese marinero en su mundo? No deja de evocar el obje-
demanda ($ O D) y que por consiguiente ella implica la captura del sujeto en la cade-
na significante (Freud mismo vinculaba es trechamente el problema de la fuerza pul- to transicional de Winnicott, esa parte casi inseparable del sujeto que es
sional con la noción de representante psíquico), parece que el de pulsión es un con-
cepto poco apropiado para encarar los mecanismos psicóticos.
17 18
Si en la dimensión simbólica el analista se sitúa en el lugar de la verdad, en lo ima- Dos años después del inicio de la psicoterapia, ese objeto, que habíamos introdu-
ginario del analizan te encarna al sujeto al que se supone saber, en tan to que en la es- cido en las sesiones, fue abandonado con indiferencia. Philippe, en los tres años siguien-
tructura ocupa el lugar de objeto a, causa del deseo. tes, no nos volvió a hablar de él.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO-JUVENILES

también la primera cosa que no es él, pero debe observarse que en este caso a muerte primera y esencial, la que se encuentra.en el punto de partida de
fracasó en su función de mediador de la realidad, y que además persistió la dialéctica de la alienación en el otro, no es superada por el pacto de la
más allá del período de los cuatro a los doce años (10). De ese marinero, palabra. Esto se manifiesta crudamente en sus manifestaciones: "Tengo ga-
entregado a Philippe por una pariente de la línea materna, nos inclinamos a nas de matar amimadre ,de matarte ... ¿Te puedo insultar? ¿Pegarte fuerte? ...
pensar que fue uno de esos primeros objetos del deseo, denominados obje- Dime, ¿tengo derecho a matar a la gente? ... No me gusta que haya leyes.
tos en la teorización lacaniana, o, para ser más precisos, diríamos que el Las leyes me dan miedo ..." Con respecto a ciertas personas, Philippe se
marinero es ya un objeto metonímico de los primeros objetos a, es decir el muestra activo, atreviéndose a golpearlas e insultarlas; otras son percibidas
seno, la mirada y la voz de la madre. como demasiado peligrosas, y en su presencia adopta una actitud temerosa.
Es precisamente el interés de Philippe en estas dos últimas lo que nos in- En el campo de agresión en el que se mueven la mayor parte de sus relacio-
duce a proponer esta hipótesis. En efecto, resulta sorprendente observar el nes, observamos esencialmente una oscilación entre estos dos polos. En el
placer que obtiene con bastante frecuencia al mirar a su madre, los ojos en no-psicótico son las particularidades de la historia individual las que deter-
los ojos, como si fuera a perderse en su mirada; por otra parte, en esas cir- mina relaciones intersubjetivas diferenciadas, en tanto que Philippe nos
cunstancias la lleva infaltablemente a bizquear, pues se acerca a ella hasta muestra que su incapacidad para la simbolización condena al psicótico a la
que sus narices se tocan sin que la mujer aparte la vista; ella también obtie- pobreza relacional de lo imaginario, que sólo permite optar entre una posi-
ne un cierto placer en esa fascinación recíproca. En cuanto al interés de ción dominante y una posición intimidada.
Philippe en la voz, aparece particularmente cuando formula a su madre, o a La psicopatología de Philippe no es la de Dominique. Ahora bien, sin
otras personas , preguntas a las cuales ya se le ha respondido muchas veces: duda en el primer caso tenemos fundamentos para aplicar el diagnóstico de
lo que le importa no es el contenido de la respuesta, no es su sentido, sino psicosis; ¿de qué se trata, en consecuencia, en lo que c;oncieme a Domini-
la voz, en tanto que ella es para él un objeto de deseo, como lo son la mira- que? El concepto de locura histérica infantil, que proponemos en las líneas
da y el marinero. Lo advertirnos por ejemplo cuando dejamos de responder siguientes, parece el más adecuado para delimitar la estructura inconsciente
a sus preguntas y guardamos silencio, situación en la cual patea de impa- de ese niño. Observemos en tal sentido que, en sus trabajos, los autores an-
ciencia y nos acosa: "Dime ... me lo tienes que decir ... dímelo ..." A veces tiguos, como Landouzy, Briquet o Charcot, señalaron varios casos de gran
también se descubre el interés de Philippe en esos otros objetos primordia- histeria en niños de doce años o menos. Así, ellos no son pocos en el Traité
les del deseo que son las heces, cuando nos interroga: "¿No es buena la ca- de l'hystérie de Landouzy, redactado en 1848; citemos por ejemplo la ob-
ca? ... La caca que está en mi culo, ¿es buena? .. . ¿Puedo hacer caca? ... " servación 28: "Acceso histérico una o dos veces por día en una jovencita
Aparentemente unos cuantos años de aprendizaje de la higiene han llevado de doce años; gritos, ladridos, sofocación, convulsiones generales, micción
a que mencione con menos frecuencia el atractivo que tienen para él las antes de los accesos. Curación". O bien la observación 114: "Convulsiones
materias fecales , en tanto que por el contrario su investición de la voz se ha histeriformes en una niña de nu~v~ años. Bolo histérico, sofocación, risas,
visto alentada. El apego de ciertos niños psicóticos a los objetos arcaicos llantos involuntarios; pérdida de la palabra ..." (12). 19
del deseo no carece de relación con la afirmación de Lacan según la cual No obstante, debido al prejuicio milenario que tiende a considerar la
"donde falta la palabra, se sitúa el eros del psicotizado" (11). histeria como una enfermedad propia del sexo femenino, es extremada-
En Philippe se verifica una persistencia del atractivo primario ejercido mente raro que el diagnóstico de gran histeria se haya aplicado a jóvenes
por objetos pulsionales no constituidos como perdidos. Ellos obturan el varones. Charcot parece haber sido uno de los pocos autores que trataron
acceso a la falta en ser, de modo que no puede emplazarse el falo, signo del de llamar la atención sobre este punto; en efecto, él observó en tal sentido
objeto imposible, significante metafórico por excelencia. En Dominique,
en cambio , se ha producido la pérdida del objeto, si bien, como ya lo he-
mos observado, el significante del goce no deja de transparentarse en su 19 Tanto en los niños como en Jos adultos, la gran histeria toma hoy formas más
imaginario. mentales. Se adapta a un hecho de la civilización, que podríamos caracterizar como
Para Philippe , en tanto falta el artificio del Nombre-del-Padre, no están una tendencia a la represión de las manifestaciones emocionales, propia de los países
anudadas las dimensiones de lo real, lo simbólico y lo imaginario . La lucha industrializados, y particularmente acentuada en el siglo XX.

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LOCUJ5AS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO-JUVENILES

que "hay allí algo interesante y muy poco conocido. Se empieza sin duda a está alienado por bastantes causas sobredeterminadas -y cita algunas .
hablar de la histeria en los jóvenes varones y el nivel de nuestros conoci- Ellas son:
mientos acerca de la patología infantil nerviosa comienza a elevarse gracias - "nacido 'feo', 'horroroso', 'simiesco', en tanto que lleva el apellido Bel
a nuestros jóvenes colegas. 20 Pero en nuestros maestros, en las obras de ('bello'), y en el momento de la desaparición del joven cuñado Bernard Bel ,
quienes nos han enseñado sobre esta patología infantil, no encontramos dueño de todos los pensamientos, de todos los fantasmas familiares;
casi nada que apunte en esa dirección" (13). Aparentemente, el interés por -"nacido segundo en el grupo de hermanos, siendo que el segundo del
Ja locura histérica del niño. que se despertó en la década de 1880, volvió a grupo de hermanos de su padre murió con la mediación del primogénito, el
caer en el olvido con el descrédito que cubrió la obra de Charcot. Sin em- propio padre de Dominique;
bargo, ese clínico notable, hoy exageradamente desacreditado, nos ha deja· -"varón, siendo que todos deseaban una niña;
do indicaciones precisas: "Lo interesante -escribió respecto de la observa- -"moreno y velludo, mientras que un Bel tenía que ser rubio".
ción de un jovencito de catorce años- es lo siguiente: durante sus_ ataques Esas causas .no fueron por cierto las únicas, ni siquiera sin duda las fun-
comenzamos a ver, con la forma de un estrechamiento del cuello continua- damentales; no obstante , ellas ponen de manifiesto la presencia oculta de
do con la forma de un arco de círculo, producido de alguna manera como cadenas significantes reprimidas que determinaron el discurso y la estruc-
acompañamiento, una especie de periodo que yo llamaría de buena gana turación psíquica de Dominique. 23
sonámbulo·dl'lirante, que es el fenómeno al que se debe prestar atención No daremos más que un nuevo ejemplo: sabemos que la causa desenca-
porque puede presentarse en ciertos sujetos enestadodeaislamiento "(13). 21 denante de la enfermedad fueron los celos suscitados por el nacimiento de
Sin embargo, casi el único que no olvidó esa enseñanza fue Janet, uno la hermanita. Ahora bien, Dominique no lo recuerda pero, bajo la máscara
de los alumnos de Charcot; Janet escribió que "con frecuencia .se encuen- de un ligero desplazamiento , aquello puede surgir en la conciencia: "Mamá
tran delirios histéricos bastante permanentes en los niños" (15). Hoy es - contó el jovencito en la sexta sesión- había metido un gatito negro en su
extremadamente raro que se diagnostique una histeria infantil; en medio pullóver. .. Yo me dije: no soy más el hijo de mi madre, el gato tomó mi lu-
hospitalario la frecuencia sería del 0,5 al 1,5 por ciento (16); en cuanto al gar... ¡Eso habría sido ridículo!" La resistencia a remover la represión
concepto de "psicosis histérica" del niño, no parece ser conocido. queda claramente indicada en la última exclamación.
Pero en Dominique encontramos las características de la locura histérica Dominique entró en una historia familiar; ése no fue el caso de Philippe,
que ya hemos aislado en el adulto, es decir principalmente un delirio meta- en cuyas palabras buscaríamos en vano la inscripción de acontecimientos
fórico, comprensible, 22 que opera como una castración imaginaria, organi- pasados.
zado por la represión, en el cual es discernible la identificación del sujeto La mayor parte de los síntomas que se encuentran en los histéricos, las
con el sexo opuesto. conversiones tanto como los delirios, ofician como castraciones imagina-
Ya hem.os indicado que el discurso de Dominique estaba determinado rias. Para protegerse de la angustia de castración, ligada al temor al padre
por la represión de ciertos significantes; además Dolto, en su comentario imaginario, el histérico se castiga a sí mismo, a tal punto su culpabilidad
sobre el caso,lo pone de manifiesto muchas veces. Dominique - dice Dolto- es omnipresente . Captamos el punto muy precisamente cuando Dominique

20
Cf. por ejemplo un trabajo de René Cruchet, "Hystérie juvénile chez une fillete de 23
12 ans"; la paciente presentaba una hcmianestesia sensitivo-sensorial izquierda com· Es difícil concebir lo que subsiste de la especificidad del concepto de forclusión
pleta Y sufrió nueve crisis de amaurosis doble absoluta. El autor escribe, en 1901, " des- cuando Dolto escribe, en el comentario del "caso Dominique", que" ¡se trata de ana-
de que se pensó en investigar la presencia de la histeria en el niño, se la encuentra lizar el deseo forcluido de los niños psicóticos!" La ausencia de la significación fálica,
muy corrientemente" (14) la obturación del acceso a la falta, revelan sin embargo que, en la psicosis, del lado del
21 deseo hay una carencia. En consecuencia, ¿cómo se podría analizar lo que no ha adve-
Las bastardillas son nuestras.
nido? Por cierto, es lógico que la confusión clínica de neurosis y psicosis sea correla-
22
Desde luego, la comprensión del delirio, como la de todo síntoma, nunca puede tiva a la indiferenciación teórica de forclusió n y represión; sólo al precio de asimila-
ser más que parcial: está limitada por la represión originaria, se agota en la hiancia ciones apresuradas es posible afirmar ¡que todos los psicóticos "pueden ser por cierto
causal. psicoanalizados!" (2)

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relata, al azar de sus asociaciones: "Mi padre hace así, ojos tremendos cuan- les comportamientos regresivos. En un segundo momento, Dominique de
do uno hace una tontería, y yo, ¿sabe?, hacía bastantes tonterías. Enton- sarrolló una identificación con el sexo opuesto, de la cual se encuentran
ces se le echa encima así, y al día siguiente él se había vuelto chiflado". El indicaciones frecuentes en su discurso: "Me sorprende que nunca me ha
delirio constituye para él una manera de "estar chiflado", a fin de evitarse yan llamado niña linda ... Me gusta jugar a la mujer. ..", lo que en ciertas
el terrible castigo temido, a la medida del odio mortal que le suscitaba la oportunidades lo lleva a afirmar que los senos son también el sexo del
hermana. Es notable, además, que no sepamos con mayor exac~itud de qué hombre . 'ta indecisión preocupante del histérico respecto de su sexo es con
habla cuando dice que "él(?) se había vuelto chiflado"; en el contexto, po- frecuenci~· muy visible: "Yo no hubiera querido ser una niña, pero no me
dría tratarse del padre, lo cual respondería sin duda a un anhelo de Domi- gustaba ser feo porque era un varón ... (Silencio). Me gusta jugar a la mujer,
nique, pero en ese giro se puede también discernir una cierta desidentifica- pero no me gustaría serlo ... ¿A quién quieren más, a las chicas o a los varo-
ción de un sujeto que ya no sabe quién habla, cosa que de tiempo en tiem- . , eligen.?" 24
nes.? ... S1,, ¿a quien .
po observamos en el histérico delirante.
Deseamos sobre todo subrayar que, en ese niño, el delirio no era una de-
sestructuración radical de la cadena significante, sino un conjunto de signi- La introducción del concepto de locura histérica infantil parece impor-
ficaciones rico en determinaciones latentes, y funcionaba como una medi- tante en un discurso psiquiátrico que, en la hora actual, en materia de psi-
da de defensa contra la angustia de castración. cosis en los niños, tiende sobre todo a distinguir entre las deficiencias orgá-
Es notable que Dominique durmiera bien y que no tuviera pesadillas. nicas (con frecuencia llamadas debilidades u oligofrenias) Y las deficiencias
En efecto, si el delirio histérico está estructurado en sí mismo como una "funcionales", en general reagrupadas bajo el concepto que todo lo abarca
pesadilla, lo que hemos propuesto modificando un tanto una idea de Ro- de "autismo", análogo a la "esquizofrenia" tentacular de los adultos. Ob-
sen (6), quien a su vez retoma toda una tradición psiquiátrica, desde Mo- servemos en tal sentido que la expresión "locura histédca" posee un valor
reau de Tours hasta Carl Schneider, entonces es en el mundo de la locura descriptivo y no estructural: los pasajes de la histeria común al cuadro de-
donde hay que esperar ver surgir los temores pesadillescos: los miedos pá- lirante, y de este último a la primera, se observan con una frecuencia que
nicos de Dominique respecto de bicicletas, calesitas, de bañarse, etcétera. no es escasa. Plantean el problema de la elección del síntoma, Y no el de la
Ellos expresan probablemente la emergencia angustiante de deseos reprimi- elección de enfermedad.
dos: por ejemplo el de ahogar a la hermanita. Se ha realizado una cierta cantidad de tentativas para introducir discri-
A Charcot lo sorprendía la poca frecuencia de los "estigmas" en las "for- minaciones en el seno de las psicosis funcionales, pero, en su mayor parte,
mas particularmente mentales" de la histeria (13), como si se verificara una el enfoque psiquiátrico que las sustenta al mismo tiempo les impone lími-
alternancia de síntomas somáticos y síntoma delirante; ¿no se observa algo tes estrechos. El trabajo de inspiración psicoanalítica de Margaret Mahler,
así en Dominique, que experimentó "de manera muy leve las enfermeda- que distingue una psicosis autística de una psicosis simbiótica, nos reten-
des infantiles que fueron serias en sus hermanos y hermanas?" drá más tiempo, en tanto trata de identificar las estructuras inconscientes.
Desde el día del nacimiento de su hermana, cuando todavía no tenía Diferencia las dos enfermedades principalmente por el hecho de que en la
tres años, Dominique padeció una importante desnarcisización. Sus puntos primera "la madre en tanto que representante del mundo no parece ser
de referencia se desmoronaron: ignoraba las direcciones, no sabía orientarse, percibida en absoluto por el niño", mientras que en la segunda'. por el
había que acompañarlo cotidianamente en el camino a la escuela. Lo que contrario, el niño parece experimentar la necesidad de la presencia cons-
es más, debido a la extrema valorización, la hermana, verdadero represen- tante de la madre (17). Sin embargo, la experiencia misma la ha persua-
tante del significante fálico en el discurso familiar, fue para Dominique un dido de que ese bosquejo nosográfico no es pertinente: muy pronto, más
modelo identificatorio privilegiado, lo que, en un primer momento lo llevó 0 menos después del primer año, aparentemente, escribe Mahler, "esos ca-
a adoptar comportamientos regresivos de lactante: cae en el mutismo y se sos p.uros de psicosis infantil autística tanto como los de psicosis simbióti-
convierte en insomne y totalmente incontinente. Hubo que volver a poner-
le pañales y a darle el pecho. A los catorce años seguía siendo enurético.
Observemos que, en la locura histérica del adulto, es frecuente advertir ta- 24 En vano se buscar'ían tales preocupaciones en el deliri o de Philippe.

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ca parasitaria se vuelven más raros, mientras que los casos mixtos son fre- y que fue objeto de una terapia de orientación analítica durante más de
cuentes" . Según ella, esto se debe a que mecanismos simbólicos recarga- tres años; logró una cierta mejoría, incluso con un rendimiento escolar re -
rían estructuras autísticas, o viceversa. En realidad, esta distinción nosográ- lativamente bueno en la high school (escuela secundaria), pero su inadapta·
fica presenta poco interés. En primer lugar, carece de valor para el pronós- ción social siguió siendo manifiesta.
tico: si bien en los primeros tiempos M. Mahler creyó que el pronóstico del Una de las primeras particularidades de Stanley observadas por M. Mah·
niño de estructura simbiótica era mejor que el de los casos de·autismo, su ler era su prodigiosa memoria, fenómeno que se encuentra - dice la autora
experiencia ulterior la llevó a reconsiderar esa opinión. "Niños que parecen en ciertos niños psicóticos. En nuestra opinión, debe subrayarse esa restric-
clínicamente autísticos pueden salir más bien rápidamente de ese retrai- ción, pues tenemos allí un elemento importante del diagnóstico diferencial
miento (autismo secundario), mientras que ciertos niños que padecen psi- entre la psicosis y la locura histérica. La propia M. Mahler afirma que esa
cosis simbióticas, sobre todo los que presentan pulsiones autodestructivas, memoria prodigiosa demostró ser "la consecuencia del fracaso crucial del
pueden revelarse relativamente intratables". 25 Además, la distinción entre yo psicótico en ejercer su función defensiva fundamental, es decir la repre-
psicosis autísticas y simbióticas carece de pertinencia en cuanto a la etiolo- sión". No se podría ser más claro: en ciertos niños psicóticos no se trata de
gía. "Ahora ponemos el acento - escribió M. Mahler- en la oposición entre represión. Enredada en los restos de la psicología del yo, M. Mahler no
los factores de constitución y de experiencia en la etiología de la psicosis puede captar la estructura específica de la psicosis infantil. Le falta el con·
(a la vez autística y simbiótica), si bien aquéllos son con frecuencia difíci- cepto de forclusión.
les de demostrar". Esto equivale a decir que en este sentido se trata de un Conociendo la "memoria prodigiosa" de Stanley, mencionada de entra-
retorno puro y simple al status qua ante. En cuanto a la discriminación te- da, el "recuerdo de los más pequeños detalles de situaciones pasadas carga·
rapéutica que permite la nosología mahleriana, nos parece de poco valor. das de afectos( ...) debido a la ausencia( ...) de olvido selectivo", esperamos
En los dos casos sería necesario procurar al niño "una experiencia simbióti- encontrar algunos puntos comunes entre su patología y la de Philippe, si
ca correctiva", y para ello es preciso abstenerse de "un contacto corporal bien en el caso de este último resulta difícil apreciar lo que es verdadera-
demasiado fuerte" con los niños autistas, en tanto que los otros tienen mente su memoria, en tanto su discurso no ofrece una coherencia suficien-
"una necesidad constante de sentir el apoyo de un adulto comprensivo". te para ello. En efecto, las semejanzas son impresionantes. No obstante,
¿Se trata de algo más que de la verificación de la necesidad de enfoques di- Stanley presenta un déficit ligeramente menos acentuado que el de Phili-
ferentes para niños diferentes? En resumen, la distinción entre psicosis sim- ppe. Como este último, a continuación de un incidente, repite incansable-
biótica y autística carece de valor para el pronóstico, la etiología y la tera- mente cada día las mismas preguntas estereotipadas, en este caso con res-
pia. pecto a chauchas arrojadas a una cloaca: ¿A dónde se fueron? ¿Dónde es-
En cambio, la diferenciación de psicosis y locura histérica infantil nos tán ahora? ¿Cómo son ahora? ¿Qué les va a pasar en la cloaca? Y así si-
parece pertinente respecto de los tres aspectos. guiendo. Los estribillos toman formas diversas; numerosas veces Stanley
Así, lo que Philippe y Dominique nos han enseñado permite discernir puede incluso preguntar: "¿Qué hará hoy el teléfono mural cuando pase el
enfermedades en realidad muy diferentes, en dos ejemplos de psicosis sim- tiempo?" Esas preguntas múltiples se insertan en un habla en la cual la deri-
biótica presentados por M. Mahler. Son los casos de Stanley y George, con va del significante se manifiesta con evidencia, lo que Mahler expresa ob-
respecto a los cuales vamos a tratar de mostrar la validez de los conceptos servando que la memoria excepcional del niño se revela en el examen como
que introducimos. "un almacenamiento de engramas discontinuos, no organizados en cuanto
El primero era un niño llevado para su tratamiento a la edad de seis años, a las cualidades de esencial e inesendal". be hecho, ctice Margaret Mahler,
Stanley "reacciona como si tuviera un interruptor y la máquina mnésica
hubiera sido puesta en movimiento". El aspeeto mecánico, subrayado aquí,
25 nos parece en efeeto con frecuencia muy característico del habla del psicó-
En la terminología de M. Malher, Philippe sería un caso de psicosis simbiótica: su
apego a la madre fue siempre muy intenso; además, presentaba frecuentemente con- tico.
ductas autodestructivas. Parece revelarse "relativamente intratable", al menos median- Sucede también que Stanley produce un oleaje de palabras insensatas,
te una psicoterapia clásica. de asociaciones gratuitas, todas relacionadas con la "cerveza", como por

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ejemplo "cerveza-Esslinger", "cerveza-rezagarse", "rezagarse-cerveza", mor de aniquilación total de su ser. En tal sentido, la madre nos informó
"mancha-rezagarse", "rezagarse-mancha". El traductor precisa que "Esslin- que, cuando el padre se encolerizaba, el niño le preguntaba a ella: "¿Mi pa-
ger" es una marca de cerveza norteamericana, que Stanley descompone en dre me va a matar?" Ni en el niño ni en el adulto, la angustia del psicótico
"Ess-linger"; linger significa rezagarse, demorarse, vagabundear, palabra es suscitada por el miedo a la castración; en tal sentido, hemos propuesto
que se une con smear, mancha. La descomposición del vocablo en sus cons- hablar más bien de angustia de nadificación (7); Margaret Mahler realiza
tituyentes revela que ese niño experimenta la atracción privilegiada del sig- una observación similar respecto de Stanley; la angustia de éste -escribe
nificante, de la cual sabemos hasta qué punto es característica de la estruc- Mahler- "recuerda más una angustia organísmica - el pánico de aniquila-
lura psicótica. ción del lactante o la angustia de separación del niño que comienza a cami-
La relación de Stanley con el lenguaje hace pensar frecuentemente un nar- que el temor a la pérdida de amor o la angustia de castración". En es-
proceso de imitación, que pone de manifiesto su captura incierta en la ca- te aspecto, sería ''un representante típico de casos análogos de psicosis in-
dena significante: "Salvo algunas excepciones, las frases que Stanley repetía fantil" . Vamos a ver que, en efecto, en otros, coi:no en George (o Domini-
como un loro no eran completamente inadecuadas a las situaciones en las que) se trata por el contrario, muy claramente, de angustia de castración.
cuales las empleaba, de modo que su discurso de loro y sus mímicas consti- Antes, podemos aun mencionar la observación de Olivier, un niño psicó-
tuían realmente un puente, un vínculo entre él y la realidad". Los puntos de tico de ocho años, por sus notables similitudes con las de Stanley y Phili-
referencia imaginarios de ese niño están incontestablemente más desarrolla- ppe. "Todo le plantea interrogantes -escriben A. Michels y R. Ebtinger-;
dos que los de Philippe, pero la inserción artificial de uno y otro en el len- cada respuesta es a la vez arrastrada por un torbellino de nuevas preguntas.
guaje es en el fondo de la misma naturaleza. ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? Nunca puede ser asegurado de nada
Ellos presentan además una buena cantidad de comportamientos análo- ( ... ) Lo que busca en última instancia son puntos de referencia absolutos.
gos. Angustiados por ciertos ruidos, cuyo origen no localizan (el interco- Lo que envuelve una contradicción en los términos mismos . El punto de
municador en el caso de Philippe, y el teléfono en el de Stanley), los dos ni- referencia es por definición relativo, no quiere decir nada en sí mismo, sino
ños a veces se tapan ostensiblemente los oídos con las manos; enciendeh y que remite a otro punto de referencia, y así siguiendo" (23). Por otra par-
apagan compulsivamente la luz, y tienen impulsos cuya descripción por M. te, nuestra práctica con Philippe nos condujo a verificaciones idénticas a
Mahler podríamos retomar palabra por palabra para aplicarla a Philippe: las de aquellos autores. En lo que concierne a las intervenciones del tera-
"Repetidas veces, durante sus sesiones, el niño se puso repentinamente de peuta, "con frecuencia - escriben- la única respuesta posible es que no se
pie Y, sin la menor provocación ni el menor vínculo perceptible con lo que puede saber más, que no se puede saber a secas. Por lo tanto el interlocutor
sucedía antes, comenzó a ir de un lugar a otro, tomando los objetos que es- determina sus propios límites ... " Quizá haya quien se sorprenda de que
taban al alcance de sus manos , arrojándolos al suelo y tratando de destruir- ciertos analistas acepten responder lisa y llanamente a los interrogantes de
los". su pacie_n te, pero Olivier, como Philippe, no son neuróticos; las solicita-
Así, en una oportunidad, cuando nada permitía preverlo, Philippe hizo ciones frenéticas a las cuales nos someten esos niños hacen que resulte casi
añicos un cajón de nuestro escritorio, y tuvimos que intervenir para que no imposible no responderles; además, las psicoterapias emprendidas con ellos
arrojara violentamente una pesada pieza de madera al rostro de su madre. no podrían hoy constituir más que investigaciones. Por lo demás, Michels y
Inmediatamente después, ese episodio suscitó en él una intensa crisis de an- Ebtinger no ocultan las dificultades que enfrenta el tratamiento, el cual no
gustia, y llanto incoercible. Su angustia nos pareció verdaderamente cata- parece haber aportado modificaciones notables al discurso y las conductas
clísmica. Esa fue quizás la única vez en que nuestras interpretaciones tuvie- de Olivier.
ron algún efecto en su actitud: llegamos a reducir considerablemente su an- El síndrome de psicosis simbiótica presentado por George nos parece de
gustia asegurándole que no habríamos de matarlo por.lo que hizo, que esta- una naturaleza totalmente distinta de la de los síndromes de Stanley, Phi-
ba prohibido que los hombres se mataran entre sí y que el cajón no era una lippe y Olivier. Tenía poco menos de siete años cuando fue internado en el
parte de nosotros mismos. No afirmaremos que esta última interpretación servicio de niños del Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York y de
haya sido pertinente, en tanto que las dos primeras parecieron retener su la Universidad de Columbia. Padecía accesos súbitos de delirios y alucina-
atención, lo que nos induce a creer que en ese momento era presa de un te- ciones. Sus desórdenes, como los de Dominique, se habían declarado poco

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después del nacimiento de su hermanita, cuando él tenía tres años. Antes En vano buscaríamos una solicitud de ese tipo en el discurso de Stanlcy,
de ello, su desarrollo fue normal. Desde el embarazo de la madre, comenzó que no parece quejarse en absoluto y no tiene conciencia de su enfermedad .
a padecer terrores nocturnos, en los cuales reconocemos los fantasmas pe- Es notable que en estos dos casos encontremos la misma diferencia, en
sadillescos que emergen en la realidad en los grandes histéricos. Ulterior- cuanto a los datos concernientes a la historia familiar, que ya observamos
mente, George hizo conocer el contenido de los deseos angustiantes repri- con respecto a Philippe y Dominique. En cuatro páginas, M. Mahler logra
midos que suscitaban el fenómeno; en sus momentos más lúcidos, afirmaba: hacer captar la articulación entre la historia del niño histérico y sus trastor-
"Tengo miedÓ de matar a mi madre. Tengo ideas de querer matarla. Sí, nos: la ausencia del padre en la primera infancia, y el nacimiento de la her-
pienso en matarla y estos pensamientos me trastornan mucho. Esto me manita, que suscitaron en George unos celos mortales y una culpabilidad
crea malas sensaciones en la cabeza". Además nos enteramos de que en intensa; en cambio, aun consagrando un estudio bastante más prolongado a
"sus alucinaciones más graves, había un fuego que destruía a su hermani- Stanley, el niño psicótico, no consigue hacer surgir nada que se parezca a
ta", lo cual confirma (si es que era necesario) que los deseos reprimidos una comprensión semejante de la patología. Observamos sin embargo que
pueden ser causa de alucinaciones. · este último paciente, como Philippe, experimentó violentos dolores físicos
La cuestión de su identidad sexual era sin duda una de las preocupacio- en su primera infancia, en este caso vinculados con una hernia inguinal a la
nes principales de George. Ella aparece de manera ostensible en su discurso. edad de seis meses. ¿Se encontrará con frecuencia esta característica en la
"Insistía en el hecho de que quería ser una niña, prefería los animales hem- anarnnesis (tan pobre, sin embargo) de nifios psicóticos?
bras y formulaba a la madre preguntas incesantes acerca de la razón por la
cual él no tenía que ser una chica ... la naturaleza de la diferencia sexual de
los cuerpos era para él un tema de confusión muy particular". Sin duda, en En su obra sobre la psicosis infantil, Margaret Mahler introduce muy
George, como en Dominique, esos fantasmas y esas inquietudes eran susci- pronto un:i distinción que le parece presenta "un cierto interés con respec-
tados por la envidia que experimentaba con respecto a la relación de la her- to a la sintomatología clínica del autismo: aparentemente existe una dife-
manita con la madre; no obstante, esta frecuente coyuntura no es en abso- rencia dinámica entre el autismo como síndrome y la retracción de tipo
luto necesaria para el establecimiento de una estructura histérica en un va- autístico como defensa temporaria". ¿No ha captado con ello, en el nivel
roncito. Lo que nos parece muy característico de la gran histeria, tanto en de la clínica, uno de los aspectos de lo que nosotros tratamos de introdu-
el niño como en el adulto, es la emergencia de temas como el de la bísexua- cir en cuanto a la diferencia entre la psicosis infantil ("el autismo como
lidad, tan profundamente reprimidos en la histeria ordinaria. Además, cier- síndrome") y la locura histérica ("la retracción de tipo autístico como de·
tas actitudes de George revelan la insistencia de sus preocupaciones angus- fensa temporaria"), que nos parece muy semejante a lo que hemos indica-
tiosas respecto de la castración: su miedo a las aberturas en una cerca y en do como regresión a necesidades y modos de expresión arcaicos? Otros au-
todos los lugares en los que las encontrara ; la fascinación que ejercían so- tores parecen haber realizado observaciones similares en niños más peque-
bre él los túbos de todo tipo, sus juegos incansables con un cable eléctrico fios, cuando se preguntan si no conviene considerar la "angustia psicótica"
y un tomacorriente, etcétera. como algo totalmente diferente de " la depresión" (18). No podríamos sin
embargo hacer del autismo secundario, o de la depresión infantil, equiva-
Si se pueden encontrar comportamientos análogos en un niño psicótico, lentes de la locura histérica; se trata sin duda de síndromes que superan ese
ellos no están sin embargo determinados de manera idéntica por la omni- marco; además, sería probablemente inadecuado reconocer demasiado le-
presencia del temor a la castración; los estereotipos gestuales de esos niños jos en la infancia estructuras psicopatológicas identificadas en el adulto:
parecen tener por finalidad mantener la persistencia de la inmutabilidad de Stanley, el niño más pequefio estudiado en ese artículo, tiene seis afios en
todas las cosas. el inicio de su tratamiento, pero los elementos de su observación que to ma-
Por otra parte, en George aparece nítidamente el establecimiento de mos en cuenta se extienden a períodos ulteriores, que llegan hasta la adoles-
una relación transferencia]; cuando comunica al terapeuta sus temores de cencia .
matar a la madre, los cuales lo trastornan, de modo que solicita la ayuda de La etiología, el pronóstico y la terapia difieren sensiblemente según se
un sujeto que se supone saber. " Doctora - dijo- usted puede sacar eso". trate de psicóticos o de grandes histéricos. No percibir esta distinción pue-

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de tener consecuencias serias para un niño como George; aprehenderla sig- playado; por su parte el segundo, en la comunicación preliminar de los Etu
nifica advertir las dificultades, por el momento, casi insolubles, que se en- des, redactados con Breuer, habla de los "delirios histéricos de los nifios
frentan en la psicoterapia de niños como Stanley o Plúlippe. No ignoramos educados severamente", y en la Psychopathologie de la vie quotidienne se
el peligro de la rotulación nosológica; no obstante, quienes la denuncian, refiere a "un jovencito de apenas trece años afectado desde hace dos años
por lo general a justo título, no pueden prescindir del concepto de psicosis, de una histeria grave" (19); en cuanto a Anna Freud, habría observado una
incluso aunque tiendan a reemplazarlo por el de locura, de modo que el anorexia histérica en un niño de 27 meses (20).
punto de referencia nosográfico que proponemos parece a pesar de todo El enfoque psicoanalítico de los niños está bastante más marcado que el
preferible a la confusión actual, de la cual no se salvan quienes apelan a la de los adultos por el discurso de la psiquiatría ; ahora bien, en este último
antipsiquiatría, ni los otros. el concepto de histeria suscita una desconfianza indudable. Además, la im-
Desde luego, la distinción entre psicosis disociativa y locura histérica no precisión que para muchos circunda su especificidad, no contribuye a faci-
agota en absoluto el campo de la patología infanto-juvenil, aunque más no litar el establecimiento de este diagnóstico. En tal sentido, el artículo titu-
fuera en razón de su escasa pertinencia respecto de nifios que no han adqui- lado "A propos de l'Hystérie", de un número reciente de Psychiatrie de
rido el uso del habla. l'enfant, es particularmente revelador: el autor, después de haber identifi-
Esperamos haber indicado en este trabajo que, contrariamente a lo que cado " un núcleo histérico relativamente específico", si bien en nuestra
sostienen ciertas opiniones, las herramientas conceptuales lacanianas pue- opinión éste es bastante confuso, se ve obligado a declarar que "la especifi-
den constituir una contribución al enfoque de las psicosis infantiles. Por cidad de ese núcleo prehistérico sigue siendo discutible", y que resulta di-
cierto, para Freud , lo mismo que para Lacan, la construcción delirante ca- fícil ftjar sus límites (21 ). A falta de puntos de referencia fundamentales
racteriza a la psicosis; ahora bien, el delirio no se encuentra en absoluto en de la estructura histérica, la cual , en el adulto, le parece que se caracteriza
los niños, de manera que con respecto a Philippe y Stanley, según esta sobre todo por la presencia de fenómenos de conversión, no llega a circuns-
perspectiva, sería preferible hablar de demencia esquizofrénica y no de psi- cribir el concepto de histeria infantil. Esa imprecisión corre el riesgo de fa-
cosis. 26 Pero, más que a insistir en sus diferencias, la patología infanto-ju- vorecer una desaparición de la histeria, más acentuada aun, en el discurso
venil induce a subrayar lo que Freud caracterizó como un "estrecho paren- de la psiquiatría. Por lo demás, ¿no es eso lo que está ocurriendo? Se sabe,
tesco"; por esa razón consideramos que la expresión "psicosis disociativa" en efecto, que entre los psiquiatras norteamericanos contemporáneos la
debe abarcar las demencias esquizofrénicas y las psicosis (paranoicas). La histeria es un concepto que se tiende a o lvidar, puesto que la palabra "his-
forclusión del Nombre-del-Padre se sitúa en el fundamento de unas y otras. teria", revela liza Veith, ya no aparece en la Standard Nomenclature of Di-
Por otra parte, el concepto de histeria infantil puede sorprender, en vis- seases ("Nomenclatura Normalizada de Enfe rmedades''), y fue suprimida
ta de que es muy poco utilizado en nuestros días. Cuando a pesar de todo en 1952 del Mental Disorders Diagnostic Manual ("Manual de Diagnós-
se recurre a él, toma con frecuencia un sentido .Próximo al de simulación. tico de Desórdenes Mentales"), publicado por Ja Asociación Psiquiátri-
Así, a la niña coqueta, comediante y caprichosa, de buena gana se la califi- ca Americana, obra en la que aparece re<.. n1.plazada por la expresión "sínto-
cará de histérica si presenta algunos trastornos. Sin embargo Charcot, Sig- ma de conversió n" (22). Todo ello , desde luego, no hace más que subrayar
mund Freud y Anna Freud parecen haber encontrado niños de estructura de nuevo el carácter inasible que tiene la histeria - y el inconsciente- para
histérica. En lo que respecta al maestro de la Salpetriere, ya nos hemos ex- el discurso médico, aunque sea psiquiátrico.
Para concluir, nos parece necesario insistir en el hecho de que, a pesar
26 de las apariencias apuntaladas por la identidad del término, el concepto
Sucede que Philippe, quien tiene ahora dieciséis años y medio, se ·orienta hacia la
esquizofrenia, en el sentido que Lacan Je atribuye a ese concepto, es decir, el de un psicoanalítico de psicosis ya no es idéntico al concepto psiquiátrico, des-
trastorno en el cual todo lo simbólico tiende a convertirse en real (24); especificándo- pués de que la estructura específica de la psicosis fuera deslindada por la
se que el sujeto es capturado "sin el auxilio de ningún discurso establecido" en un puesta de manifiesto de la forclusión del Nombre-del-Padre . En efecto, esta
cuerpo en el cual la función de cada uno de los Órganos está problematizada (25). Las
manifes.taciones del esquizofrénico son por lo tanto ubicadas por Lacan fuera de toda estructura, por una parte, puede descubrirse en sujetos no delirantes que
posibilidad dialéctica, y fuera del campo de la simbolización, es decir que son asigna- quizás no delirarán nunca; por otro lado, puede faltar en sujetos delirantes:
das a la demencia. bastaría Anna O. para ponerlo de manifiesto .

150 151
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS HISTERIA Y PSICOSIS INFANTO-JUVENILES

La gran histeria siempre ha ocupado un lugar marginal en el discurso 20. FR EUD, A.: An hysterical symptom in a child of 2 years and 3 months, In temu
médico, y sin duda no puede tener otro, de manera que no sería sorpren- tio flill Jourflill of Psychoanalysis, 1926, 7.
dente su cuasi desaparición en materia de psiquiatría adulta, ni tampoco la 21.LEBOVICI, S.: A propos de l'hystérie, Psychiatrie de l'enfant, 1974, XVII, 1.
22. VEITH, l.: Histoire de l'hystérie, Seghers, 1965.
ignorancia casi total en la cual se encuentra la psiquiatría infantil respecto 23.MICHELS, A. y EBTINGER, R.: La question des ligtites c~ez un enfant psychn
de ella. En cambio, su escotomización por el psicoanálisis contemporáneo, tique, Bulletin de l'E.F.P.- Est., enero-marzo 1978, n 2/3, pags. 60-67 .
que no quiere recordar los Etudes de Breuer y Freud, no deja de ser inquie- 24. LACAN, J.: Réponse au commentaire de Jean Hyppolite sur la Verneinung dl'
tante. Freud, en Ecrits, Ed. du Seuil, 1966.
25.LACAN, J.: L'Etourdit, en Scilicet, N° 4, Ed. du Seuil, 1973.

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19. FREUD, S.: Psychopathologie de la vie quotidien ne, Payot , 1921.

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LA DESESTR UCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO cual el yo se desprende del mundo exterior", recordando también en tul
EN LAS NEUROSIS Y LAS PSICOSIS 1 sentido sus deformaciones y su fragmentación (4).
Ya en 1919 Tausk había considerado que Ja "pérdida de Jos límites del
yo" constituía un síntoma principal de la esquizofrenia, viendo en él una
Los puntos de referencia del conocimiento especular ( ... )son
tomados por nosotros de una semiología que va de la más su- regresión a los primeros estadios de la vida (5), y confirmando así la tesis
til despersonalización a la alucinación del doble. Se sabe que freudiana según Ja cual en la esquizofrenia la libido hace una regresión has-
no tienen en sí mismos ningún valor diagnóstico en cuanto a ta el autoerotismo, en tanto que en la paranoia se detiene en el narcisismo
la estructura del sujeto (la psicótica entre otras). (6). Sin embargo , fueron sobre todo los trabajos de Abraham los que des-
plegaron la idea de que las psicosis se caracterizan por una regresión a uno
J. Lacan (1)
de los estadios más precoces del desarrollo libidinal. Se sabe que, según él,
la esquizofrenia sería " una fijación en el estadio oral o canibalístico más
precoz" (7), en tanto que Ja libido de los paranoicos regresaría a "la más
precoz de las etapas sádico-anales en lo que concierne a la finalidad sexual"
(8). En la misma perspectiva, su alumna Melanie Klein concibió las diferen-
tes psicosis como regresiones a la posición esquizo-paranoide, incluso al ini-
cio de la posición depresiva, es decir a las épocas más arcaicas del desarro-
Son numerosos los clínicos inclinados hoy en día a diagnosticar una es- llo psíquico. Según ella, en efecto, si Ja posición depresiva ha sido por lo
tructura psicótica cuando descubren en sus pacientes trastornos de la repre- menos parcialmente elaborada, Jos trastornos ulteriores serán de naturaleza
sentación del cuerpo. Es cierto que, desde el siglo XIX, han sido descriptos neurótica . La escuela kleiniana prosiguió siempre con. sus investigaciones
en los alienados, en particular en los marcos del delirio hipocondríaco, del en esa dirección.
delirio de negaciones y de Ja vasta "melancolía"; no obstante, Ja considera- La concepción de las psicosis como enfermedades más graves, más regre-
ble cantidad de estudios contemporáneos sobre la imagen del cuerpo de los sivas que las neurosis, pero no como afecciones de estructura radicalmente
psicóticos no provienen de descripciones de los alienistas del pasado. distinta, domina aún el pensamiento contemporáneo. Ella conduce con
Más que las investigaciones de los neurólogos acerca del esquema corpo- perfecta lógica a la conclusión de que Ja imagen del cuerpo del psicótico
ral (que no han privilegiado a los psicóticos entre los enfermos observados), debe estar fragmentada , puesto que él ha regresado a un estadio preespecu-
fueron sobre todo los trabajos psicoanalíticos los que, desde hace medio si- lar en el cual no está todavía unificada . Esta tesis tiende hoy a convertirse
glo, se encontraron en el origen de múltiples estudios sobre Ja imagen del en' clásica: "La patología de los psicóticos -escribe F. Dolto- se refiere,
cuerpo de los "esquizofrénicos". según me parece, a experiencias preverbales y prescópicas del cuerpo pro-
El monumental trabajo de Schilder de 1935, que intentó sintetizar los pio" (9). A. de Waelhens estima que , en la esquizofrenia , la fragmentación
determinantes fisiológicos, libidinales y sociológicos de la imagen del cuer- de la in1agen del cuerpo propio sería una consecuencia de la forclusión del
po (2) parece haber otorgado un título de nobleza al concepto en la litera- Nombre-del-Padre (l O); P. Federn subraya en las psicosis la debilidad del
tura psicoanalítica; no obstante, el desarrollo de las investigaciones sobre yo y Ja pérdida de sus fronteras (11), mientras que la insistencia de G. Pan-
esta imagen se enraíza en algunas anotaciones de Freud: la que en 1922 ca- kow en la disociación de la imagen del cuerpo contribuye a dar respetabili-
racterizó al yo de la segunda tópica como "una proyección mental de la su- dad a una corriente de pensamiento cuya pertinencia merece no obstante
perficie del cuerpo" (3) y sobre todo la que, dos años más tarde, indicó ser sometida a examen.
que en las psicosis debía dirigirse la atención hacia el mecanismo "por el

Las primeras descripciones de Ja desestructuración de la imagen del cuer-


l~~tc _artículo apareció en dos partes en L 'Evolution Psychiatrique, 1980, XLV, .1 y
1
po fueron principalmente realizadas en el marco de la "neuropatía cerebro-
111. lla sido revisado y ampljado.
cardíaca", en los de la "despersonalización", las "cenestopatías" y los

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

"trastornos de la personalidad consciente". Las manifestaciones de esta clí- edad de seis meses parece constituirse la percepción unitaria del cuerpo
nica son múltiples; pueden ir desde simples sensaciones pasajeras de extra- propio, anticipada en la imagen del otro, o también en la imagen especular
ñeza respecto de sí mismo y de las cosas, hasta ciertos síndromes de influen- del sujeto. 2 A ese momento estructural de la constitución del yo, Lacan lo
cia y celirios de posesión, pasando por fantasmas de fragmentación del capta de manera ejemplar en la observación del lactante frente al espejo. A
cuerpo. Su unidad reside en la perturbación de los puntos de referencia del diferencia del chimpancé, que se desinteresa de su imagen en cuanto ha ad-
conocimiento especular (12). vertido su vaciedad, el infans obtiene placer del juego prolongado con su
Desde 1898, siguiendo a Dugas, es habitual designar con la palabra "des- reflejo, y manifiesta incluso un júbilo particular cuando vuelve a encontrar-
personalización" a estados durante los cuales el sujeto experimenta la sen- lo. "La asunción júbilo de su imagen especular -escribe Lacan- por el ser
sación de perder su identidad. La etimología del término "persona", como aún sumergido en la impotencia motriz y en la dependencia de la cría
sabemos, remite al latín "persona", derivado del etrusco " phersu", que sig- que es el hombrecito en ese estado de infans, nos parecerá en consecuencia
nificaba originalmente máscara de teatro. El hecho de que la persona sea que manifiesta en una situación ejemplar la matriz simbólica en la que el
una máscara nos invita a reconocerla en esa instancia de engaño y descono- yo (je) precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la
cimiento denominada "yo" por la teoría psicoanalítica, instancia cuya dialéctica de la identificación con el otro y de que el lenguaje le restituya
constitución especular ha sido demostrada con tanta profundidad por La- en lo universal su función de sujeto" (1 ). 3 En el período en que el infans
can; Freud ya la había indicado, cuando escribió: "El yo es antes que nada accede a una percepción unitaria de sí mismo, 4 funda la instancia de su
una entidad corporal. No es solamente una entidad por completo superfi- alienación. El yo, la "persona" es el lugar de la trampa, en consecuencia de
cial, sino que corresponde a la proyección de una superficie", o bien "El lo cual el sujeto tendrá la ilusión de su transparencia para sí mismo. Ese
yo es derivado en última instancia de sensaciones corporales, principalmen- desconocimiento original es de estructura, puesto que la imagen especular
te de las que nacen en la superficie del cuerpo. Puede también ser considera- está invertida, se presenta simétrica al cuerpo respecto de un plano.
do como una proyección mental de la superficie del cuerpo, junto al hecho En Ja escena ejemplar del espejo, el niño no está solo. "Lo que se mani-
( ...)de que representa la superficie del aparato mental" (3). El yo está cons- pula - escribe Lacan- en el triunfo de la asunción de la imagen del cuerpo
tituido por la suma de las identificaciones del sujeto; en esta perspectiva, en el espejo, es ese objeto, el más evanescente, que sólo aparece al mar-
los fenómenos descriptos en psiquiatría con el término prefreudiano de gen: el intercambio de las miradas, manifiesto en que el niño se vuelve ha-
"despersonalización" me parecen delimitados con más precisión, tanto en cia aquel que de alguna manera lo asiste, aunque más no fuera en cuanto
lo que concierne a su fenomenología como a su etiología, por el concepto asiste a su juego" (1 ). Es preciso que la falta esté ya en juego para que la
de desestructuración de la imagen especular, el cual, según lo veremos, po- captación total de la atención pueda producirse; ahora bien, se sabe que la
see además un sentido más amplio. mirada constituye uno de los primeros objetos que llaman al deseo ; a ello
Antes de realizar cualquier examen de esta clínica parece necesario de- se debe que la cobertura de ese objeto de la falta suscite el júbilo del infans.
morarse un instante en la constitución del yo durante el estadio del espejo.
Se sabe que el infans comienza por descubrir su propio cuerpo de manera
fragmentada en el mundo exterior. Trata de aferrar sus manos y pies como 2 Recordemos que el reconocimiento del yo como totalidad es precisamente lo que

si se tratara de objetos extraños. Llega a morderse los dedos de la mano, caracteriza a la posición depresiva, en la cual estarían ubicados ,los puntos de fijación
de las neurosis. Toda la lógica de la obra kleiniana obliga a concebir al yo del psicóti-
los brazos, los dedos de los pies, al punto de hacerse daño y gritar de dolor.
co como fragmentado.
Mira que su mano toma cualquier cosa, tan atentamente como observa a 3 No obstante, es preciso no omitir la anterioridad tópica de la identificación pri-
todo lo que se mueve en torno de él. A veces aferra con mucha fuerza una
mordial, con respecto a la cual Freud indica que ella se realiza con el padre, y que con-
de sus manos con la otra, como si tuviera un juguete. Los trabajos de M. nota el tiempo inaugural que lastra al sujeto con la trama simbólica. Lo que caracte-
Klein sobre la posición esquizo-paranoide de los primeros meses lo confir- riza la forclusión del Nombre-del-Padre es la falla radical de aquélla.
man: diría - escribe esa autora- "que durante el primer mes falta bastante 4 Los psicólogos han notado que el niño pierde lentamente el gusto por observar su
cohesión y que una tendencia a la integración alterna con una tendencia a cuerpo en el curso del segundo año, como si ya lo conociera y se desinteresara un tan-
la desintegración, una tendencia a caer en pedazos" (13). A partir de la to.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS
l LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

Por otra parte, en esa exclusión lúdica del tercero, entre el yo del sujeto y trata de someter a una revisión crítica las ideas recibidas que se vinculan
la imagen de sí mismo encuentra su fundamento la estructura narcisista. con el tema.
Después de haber recordado esas nociones fundamentales , y antes de En función de estos datos, nos preguntaremos, en el texto que sigue,
preguntarnos en qué se convierte la imagen del cuerpo en los psicóticos, es qué es lo que sucede con la imagen del cuerpo en los psicóticos. ¿Están fija
necesario demorarse un instante en ese concepto, cuya polisemia, en los dos en un estado preescópico, como lo sugiere F. Dolto? ¿Tienen los esqui
trabajos psiquiátricos y psicoanalíticos, constituye seguramente una de sus zofrénicos una percepción fragmentada de su yo (M. Klein)? La forclusión
características esenciales. ¿Se trata de una imagen delimitable o una abs- del Nombre-del-Padre, ¿es incompatible - comolo pretende A. de Waelhens
tracción huidiza? ¿Es consciente, inconsciente o preconsciente? ¿Es idénti- con una percepción unitaria del cuerpo propio? ¿Se verifican las observa-
ca al cuerpo fantasmeado? ¿Al cuerpo-objeto? ¿Al cuerpo ·Iibidinal? ¿A la ciones sabias de J. Oury, según las cuales "en la psicosis, en el lugar del a,
especularización del cuerpo biológico? ¿Es constituida o constituyente? hay trozos de cuerpo; eso es la disociación?" ( 17).
¿Está articulada de manera específica? ¿Implica una o varias funciones? En este sentido es tentador interrogar los documentos concernientes a
etcétera, etcétera. Estos interrogantes han sido respondidos de modo múl- los niños salvajes. ¿Qué sucede con la imagen del cuerpo en esos seres que
tiple Y contradictorio. Para poder contribuir hoy al debate, me parece ante no han entrado en el registro de la simbolización? No se puede responder a
todo necesario definir un modo de aprehensión de la imagen del cuerpo esta pregunta de manera unívoca, pues la historia y el comportamiento de
con tanto rigor como resulte posible, y que , en consecuencia, procure des- esos niños difieren mucho. Algunos no accedieron jamás al lenguaje (Víc-
prenderse de la subjetividad del observador, de modo que la imagen del tor, de Aveyron), mientras que otros, cuya carencia simbólica no fue sin
cuerpo, tal como trataré de delimitarla, no será la de Schilder, ni la de Pan- duda total en su primera infancia, llegaron a adquirir algunas palabras (Ka-
kow ~14,15), ni tampoco la de Dolto (16). Ahora bien, ¿cómo poner entre mala, de Midnapore), incluso a hablar bastante correctame_nte (Gaspard Hau-
paréntesis los a priori conceptuales que influyen en nuestra percepción ac- ser). Según B. Bettelheim, en todos estos casos se trataba de psicóticos; la
tual de la clínica? Para llegar a hacerlo, por una parte , me parece que la descripción de sus actitudes concordaba punto por punto con la realizada
imagen del cuerpo no debe ser descifrada en los hipotéticos trasmundos del por Kanner respecto del autismo infantil (18). 7
discurso latente ; sólo aprehendiéndola en el discurso manifiesto del sujeto, En lo que concierne a nuestro propósito, dos observaciones nos retienen
tanto e.orno en sus eventuales dibujos o modelado de personajes, 5 resulta- particularmente; la primera tiene que ver con la sorprendente plasticidad
ría sin duda posible una confrontación de experiencias. 6 Por otra parte, es imitativa del cuerpo de algunos de esos niños ; la segunda, se refiere al no
importante no confundirla, como se hace con frecuencia , con la represen- reconocimiento de su imagen especular. Incluso aunque sea dudoso que
tación interna del cuerpo : debido a su constitución especular, y como toda Kamala y Amala, descubiertas en la India en 1920, hayan sido criadas por
imagen, no es más que una superficie, carente de tercera dimensión. Por lobos, no es menos cierto que se comportaban como esos animales, o al
cierto, en esta perspectiva subsiste una ambigüedad entre la referencia al menos como cánidos; hay que considerar muy probable que hayan tenido
cuerpo Y la imagen del cuerpo. No pretendo borrarla. Mi objetivo no con- la oportunidad de observarlos en su medio. Dejaban colgar la lengua fuera
siste en fundar el concepto de imagen del cuerpo; está en la naturaleza de de la boca, imitaban el jadeo, bebían a lengüetazos, comían echadas en el
toda imagen mental el ser en último análisis evanescente e inasible, pero se suelo, desenterraban carroña, etcétera. Tenían dos modos de locomoción:
sobre codos y rótulas para desplazamientos pequeños, y sobre manos y
pies para alejarse y correr con rapidez (19). En un ambiente distinto, el ni-
5
En ciertos casos, en especial cuando el sujeto no habla, la observación de su com- ño-gacela de Mauritania, observado en 1960 en el desierto del. Sallara, ha-
portamiento también permite recoger algunas indicaciones.
bía desarrollado un modo de locomoción totalmente distinto: corría a ve-
~¡~ d_uda, un mi~mo sujeto puede muy ciertamente presentar imágenes del cuerpo
6
ces no agachado, sino erguido sobre sus piernas, dando saltos rítmicos de
no 1dent1cas entre s1, en un mismo período, ante observadores diferentes en funci ón aproximadamente cuatro metros, que le permitían alcanzar una velocidad
de l~ relación transferencia] que mantiene con unos u otros. No se trata de proponer
aqu1 un : nfoque "objetivo" de la imagen del cuerpo, sino más bien de hacer captar
hasta que punto su determinación sigue siendo incierta, incluso cuando se trata de
7
promover una aprehensión rigurosa. Se puede sin embargo dudar de la estructura psicótica de algunos de ellos.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

igual a la de la manada de gacelas, en la que parecía haber sido aceptado a pío. Sólo la captura del sujeto en la cadena significante permite propon:io
una edad temprana. Además, muchos comportamientos suyos reflejaban el nar a esta imagen una permanencia que la pone más allá de los accidentes
de los animales: también podía correr muy ligero en cuatro patas, se lamía de la aparición y la desaparición; en caso contrario, sigue siendo un reílcjo
las heridas, olfateaba nariz a nariz, marcaba su territorio, su alimentación extraño que es necesario redescubrir en cada encuentro.
era casi exclusivamente herbívora, etcétera (20). Todo esto demuestra hasta En tales condiciones, ¿no habría que atenerse a la inconsistencia de los
qué punto la imagen del otro puede tener efectos formativos en el organis- límites de la representación corporal de los niños salvajes? ¿Y al hecho de
mo y en el comportamiento humanos, incluso (y ése es el punto importante) que experimentan sentimientos de fragmentación? Sin embargo, nada ind1
cuando el sujeto no está insertado en el mundo del significante. Observacio- ca que ése sea el caso. La notable coordinación motriz de la mayor parte
nes efectuadas con niños autistas ubicados en instituciones de atención pa- de ellos no es un argumento en favor de esta tesis. Todo lleva a creer que
recían confirmarlo; muchos de ellos demostrarían poseer una capacidad Amala y Kamala, lo mismo que el niño-gacela, tomaron rasgos identificato-
notable para la imitación de los movimientos. Parece probable que la fun- rios de los mamíferos de sus ambientes, y que fue en ese espejo donde ad-
ción escópica pueda a veces permitir por sí sola la adaptación de ciertos ni- quirieron la unidad de su cuerpo propio. La motrici~ad del niño-gacela pa-
ños vacíos de significante a condiciones de vida que los ponen intensamen- rece reveladora en tal sentido; lo más frecuente era que se desplazara en
te a prueba; se sabe, además, que a sujetos de estnictura psicótica puede cuatro patas, pero para cuando tenía que correr muy ligero encontró una
proveer los puntos de referencia que los preservan más o menos prolonga- transacción entre la imagen de la carrera de sus congéneres y los imperati-
damente del delirio . Sin duda, puede hacer mucho más, como quizá llegue vos de su fisiología, de manera que entonces corría en dos patas, pero dan-
a demostrarlo el estudio de dominios poco explorados (21 ). Sus recursos do saltos de gacela. En cambio, cuando histéricos como los observados por
son todavía mal conocidos y sin duda se los subestima. - Janet (de quien presentaremos algunas comunicaciones más adelante) ex-
Cuando la observación resultó posible, todos los testimonios recogidos perimentan sentimientos de fragmentación concernientes a brazos o pier-
acerca de los niños salvajes concuerdan en cuanto al no reconocimiento de nas, su motricidad en esas extremidades queda afectada de manera bastan-
su imagen especular: Victor de Aveyron buscaba detrás del espejo al perso- te ostensible. Además, en las primeras observaciones de sentimientos de al-
naje que él suponía oculto en ese lugar; Gaspard Hauser hacía lo mismo; el teración del yo, Krishaber encuentra que los trastornos de la locomoción
niño-gacela trataba de atrapar su imagen en el agua, etcétera. Parece sin son uno de los cuatro grupos de síntomas constantes que los acompañan.
embargo que esa imagen tenía para todos ellos algo de interesante y familiar, Con la mayor frecuencia consisten - escribe dicho autor- "en la abolición
puesto que no solamente no se escapaban al verla, sino que incluso intenta- del sentimiento de equilibrio, causado por vértigo y aturdimientos. A ve-
ban aferrarla. Resulta difícil precisar qué relaciones mantenían esos niños ces sobreviene la paraplejía hasta la completa pérdida de la contracti· ·
con ese extraño objeto especular; sin embargo, se puede suponer que la ob- lidad de los miembros; otras veces sólo hay paresia más o menos acusada,
servación anterior de la propia sombra puede explicar que la figura les re- que afecta a casi todos los miembros del cuerpo y se traduce en una sensa-
sultara reconocible. Lo más importante, en lo que a nuestro propósito se ción de lasitud y agotamiento: en otras oportunidades aparecen impulsio-
refiere, reside en el hecho de que nunca se dieron vuelta en busca de la mi- nes involuntarias, y el enfermo carnina a pesar de él en direcciones determi-
rada de un tercero. Ningún júbilo, ninguna cobertura de falta: la mirada no nadas. En otros casos, la marcha es sólo vacilante, insegura, pero casi nor-
está constituida como objeto perdido para quien no está capturado en la
mal como actitud; finalmente, en otros ejemplos hay excitación en lugar
cadena significante. Además, para que el sujeto pueda reconocer su imagen
de parálisis, y los enfermos se ven empujados a caminar como movidos por
como tal, parece necesario que haya entrado antes en la dimensión simbó-
un resorte" (22).
lica . El distanciamiento del objeto introducido precozmente por el lengua-
Nada de ello se observa en individuos tan alertas como Víctor, el niño-
je, en cuanto éste tiene ritmo de oposición, escandido por el primer vagido
gacela, o Amala y Kamala ; ¿su estudio no tendría en consecuencia nada
y su cesación, o por el juego de fort-da, ese distanciamiento, decimos, no
que enseñarnos en cuanto al problema de la desestructuración de la imagen
ha intervenido en los niños salvajes. Falta la identificación primordial con
del cuerpo? Todo lo contrario: nos induce a pensar que si esos niños, que
el padre, de modo que la imagen especular, fundamento de la instancia yoi-
no han entrado en el registro de la simbolización, han podido a pesar de
ca, no ha sido psíquicamente integrada en tanto que imagen del cuerpo pro-
todo acceder a la unidad de su cuerpo propio, otros que se encuentran en una
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LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIAT!VAS

sistema nervioso. Piensa encontrar la patogenia en la hipótesis de una vaso


situación similar, es decir los niños psicóticos, quizá también deb_erían lle- constricción de los vasos del mesencéfalo, que "altera las sensaciones ck•
gar a conquistarla. Por cierto, los niños criados por el hombre estan sumer- mentales", de modo que sitúa la perturbación funcional en el nivel del asic11
gidos en un mundo ordenado por el lenguaje; inc~u~o a~nque pennanezca~ to de la "percepción bruta".
más 0 menos al margen, se podría formular la hipotesis de que, en los psi- A fines del siglo XIX, las observaciones de Krishaber hallaron una rcso
cóticos, a diferencia de los niños salvajes, serían los signific~ntes ~el Ot_ro nancia notable, en particular entre los filósofos y los alienistas. Parece hu
los que tendrían un efecto fragmentador. Con todo, la prematurac16~ ~to­ ber sido suyo el mérito de llamar la atención sobre los fenómenos elemen
lógica del cachorro de hombre no permite dudar de la naturaleza ongmal tales de la desestructuración del yo. Psicólogos y filósofos, como por ejem
de su incoordinación motriz y de la experiencia de ciertas partes de su cuer- plo Ribot, Taine, Bergson, se interesaron en sus trabajos, unos con la fina
po como extrañas, de modo que , si los niños sal:~jes ll~g~n. a conqu~:ar su lidad de encontrar en ellos las pruebas de la pertinencia del asociacionismo,
unidad corporal, la hipótesis según la cual los runos ps1cotlcos tamb1en se- y otros con el propósi.t o de encontrar elementos para refutarlo. En cuanto
rían capaces de alcanzarla merece ser tomada en cuenta. a los alienistas, desde 1878 a 1907, al analizar diferentes trastornos, se es-
La clínica de la psicosis, ¿confirma esta suposición? ¿Es exacto que, un forzaron por reducir lo esencial del material de Krishaber, y por no ver en
cachorro humano, en ciertas circunstancias, puede conquistar su unidad él más que perturbaciones de la "cenestesia". 8 En esta perspectiva, Falret
corporal en el campo escópico,fuera de la dimensión simbólica? v Cotard para los melancólicos, Seglas para los obsesivos, Deny y Camus
Por cierto, fueron múltiples las controversias mantenidas en torno de para los hipocondríacos, trataron de integrar a los enfermos de "la neuro-
los niños salvajes; aquí no podríamos insistir en ellas. Pido que po_r lo me- sis cerebro-cardíaca". Otros trataron de remitirse a la noción de "automa-
nos se me conceda que los documentos concernientes al tema permiten for- tismo mental" para explicar esta misma patología. En 1902, Pitres y Ré-
mular una hipótesis en cuanto a la imagen del cuerpo de los psicóticos, cu- gis, en su obra Les obsessions et les impulsions, consagraron un capítulo es-
ya razonabilidad merece ser puesta a prueba. pecial a los trastornos del yo , proporcionando diferentes ejemplos. En su
opinión, ese síndrome · de alteración consciente de la personalidad no era
en absoluto característico de la obsesión, sino que debía encontrarse en
Cuando se examinan los orígenes del concepto de despersonalización, una categoría especial de hechos clínicos propios del automatismo psíqui-
uno advierte casi con sorpresa en el presente que ese síndrome fue inicial- co ; los sujetos - dicen esos autores- " tienen algo distinto del automatismo
mente identificado en una clínica que no era la de la alienación mental. simple. Experimentan un fenómeno análogo a ciertas maneras de la duali-
Es clásico que la primera descripción de los trastornos de la pers~nali­ dad histérica" (24). Es cierto -y volveremos sobre el punto- que los tra-
dad se atribuya a Krishaber, en su obra La névropathie céréb~o-card1~que bajos de Janet sobre L 'automatisme psychologique (1889) y sobre L 'état
(1873). Este autor, que observó en sí mismo, y en t~rno .de ~l, un cierto mental des hystériques (1892), ya habían descripto detalladamente los tras-
número de síntomas en su época no descriptos en la histena, m en los tras- tornos de la representación del cuerpo que pueden aparecer en los histéri-
tornos nerviosos ni en los estados de alienación mental, los reunió Y, pu- cos.
blicando numer;sas observaciones, las comentó y creó una entidad patoló- Sea cual fue re la etiología invocada, es preciso subrayar que, en su ori-
gica especial. El enfermo - escribió-, "se encuentra a tal punto cambiado gen , la mayoría de las observaciones concernientes a la desestructuración
que cree ser otro; le parece que también las personas qu~ lo ro~ean han del yo son realizadas en sujetos " neurópatas" o "normales". Algunos auto-
cambiado de aspecto y fisonomía, pero sabe que sus sentidos estan enfer- res (Krishaber, Pick, Leroy) tienden a considerar el fenómeno como un es-
mos y el razonamiento lo conduce constantemente a la verdad de la situa- tado patológico especial ; otros lo consideran una consecuencia de la aste-
ción" (23). Todos los sujetos estudiados tienen la impresión ansio~a de que nia psíquica (Janet , Hesnard), vinc ulándolo de ese rno<lo con las neurosis;
su personalidad física y moral, lo mismo que el mundo en que viven, han
perdido su realidad. Se quejan de ese estado que experimentan como pato-
lógico. Después de un análisis clínico de los síntomas, Krishaber no pue~e 8 Se utilizaba ese término vago, que estaba muy en boga en ese entonces, para cali-
ubicarlos en el marco de ningún estado neuropático o psicopático , del mis- ficar al conjunto de las sensaciones in ternas y viscerales.
mo modo que no puede hacerlos depender de una alteración anatómica del
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUb'RI'()

incluso hay quienes (Dugas, Heymanns) sólo perciben una baja momentá- duda no dejaría de diagnosticarse "esquizofrenia". 9 "Pesadillas infaut 11c.,
nea de la energía psíquica, que puede producirse en cualquier sujeto; cuan- Enfermedad infecciosa a los 17 años; después de ella, cefaleas frecuentes
do se encuentra en ciertas alienaciones mentales, son muchos los que consi- Perturbación auditiva que impedía al enfermo reconocer la naturaleza y l' I
deran que se trata entonces dt: otra patología, propia de la locura. lugar de origen de los sonidos; su propia voz le parecía extral'ia, lo mismo
que la de sus interlocutores. Impotencia intelectual, necesidad de aislamk~11
Es interesante demorarse en las primeras observaciones de sensaciones
to. 'Me parecía soñar constantemente, y tenía que hacer grandes esfuerzoN
de alteración del yo presentadas por Krishaber: ellas no dejan de reservar
algunas sorpresas. El coronel M. fue a consultarlo en razón de padecer an- para diferenciar las apariciones de mis sueños del mundo real. Perdí a veces
h~sta la noción de mi propia existencia; me sentía tan completamente eam
gustias y enfermedades múltiples: pesadillas, vértigos, aturdimientos, palpi-
taciones, cóleras, llanto, zumbido de oídos, sensación de estrangulamiento, b~ado que ?1e parecía haberme convertido en otro. Sabía que mi inteligen
etcétera. "Con frecuencia -dice el paciente con manifestaciones carac- ~ia estaba mtacta, que sólo estaban alterados mis sentidos y me daban una
terísticas de esta patología-, me parece que no soy de este m.undo; mi voz idea falsa de lo que me rodeaba; 10 había una lucha incesante entre las im-
me suena extraña, y cuando veo a mis compañeros de hospital me digo: presiones involuntarias y mi juicio. Los problemas auditivos eran incluso
Son las figuras de un sueño. Muchas veces no sé en realidad si sueño o es- más acentuados. No reconocía el lugar de origen de los sonidos, y no sola-
toy despierto; me parece que no soy yo mismo" (22). Además, se sentía a mente el ~e la voz de mis interlocutores, sino que también mi propia voz
veces sumergido en pesadillas diurnas insoportables; llegó a tener la sensa- me parecia llegar de muy lejos. Todas mis impresiones eran tan extrañas
ción de que sus piernas no le pertenecían, e incluso experimentó la de caer que me dejaban constantemente sorprendido. Con mucha frecuencia me
en pedazos. Los trastornos se atenuaron considerablemente, cuando Kris- parecía que no tenía la cabeza adherida al cuerpo, y lo mismo sucedía cons-
haber dejó de tener informaciones sobre ese enfermo. tantemente con mis piernas, que aparentemente se movían sin la interven-
ción de mi voluntad .. .' ". Curación después de siete meses de tratamiento
Los síntomas de la señora X., de 22 años, eran muy parecidos. En una hidroterápico. Krishaber informa sobre más de veinte casos del mismo ti-
sucesión de adversidades súbitas, se divorció , se trasladó a París y se encon- po.
tró reducida a la miseria. Tres meses después de su llegada, cayó presa de Surge entonces que, desde las primeras descripciones de los fenómenos
trastornos nerviosos: insomnio, vértigos, palpitaciones, angustias, irritabili- d.e. desestr~cturación del yo, se han observado sensaciones de fragmenta-
dad , zumbido de oídos, etcétera. "Desde las primeras semanas de insomnio c1on de la lffiagen del cuerpo en sujetos que reaccionaron positivamente a
- escribe Krishaber-, sobrevino una sensación de soñar en estado de vigilia, ternpias cuya simplicidad lleva a creer que su eficacia debía residir esencial-
a la cual se unió muy pronto la de ebriedad; ambas persistieron durante ~ente en su dimensión sugestiva. Por lo demás, incluso aunque dichas tera-
más de tres años" . Cuando la enferma mejoró, pudo caminar, tomada p~as falten, Krishaber señala que la excitación del sistema nervioso se apa-
de los brazos de dos personas, pero le parecía que el suelo era blando y cigua Y que la neurosis cerebro-cardíaca tiende naturalmente a la curación
móvil, y sentía que las piernas eran extrañas a su cuerpo. Más tarde formu- de manera que el pronóstico de esta enfermedad es siempre favorable. Ade:
ló a veces la extraña frase tan familiar en estos enfermos: "Me parece que más, esas mismas verificaciones permiten descartar (si no con certidumbre,
no soy yo misma" (22). Es notable que los estados oníricos y los fantas- por lo menos con una gran verosimilitud) la hipótesis de afecciones neuro-
mas de fragmentación presentados por la señora X. y por el coronel M. no lógicas.
induzcan en absoluto a Krishaber a considerarlos alienados; según él, la ex- Los trastornos observados por Krishaber no son considerados alienación
periencia demostraba que, en la mayoría de los casos, el tratamiento hidro-
terápico solucionaba esos trastornos. Así, las aguas de Saint-Moritz, los ba-
P~ra una_ crítica (entre otras) de este concepto, se puede consultar "Schizophrénie
9
ños tibios prolongados, antiespasmódicos y lavativas, curaron por comple-
to a la señora X. después de cuatro años de tratamiento. et folie hysterique" (25).
1
~ L~s estados suscitados por las drogas alucinógenas son descriptos en los mismos
Una cura del mismo tipo, aunque bastante más corta, puso fin a los sín- termmos por los sujetos que experimentan con ellas; ya ha sido puesto de manifiesto
tomas del señor M., de 33 años, con respecto al cual en nuestros días sin que tales estados no son estructuralmente idénticos a momentos psicóticos (26).

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mental, sino "nerviosismo", pues, si bien los sujetos tienen a veces "concep- absoluto a creerlo. De hecho, desde Krishaber, siempre ha habido cHnico~
ciones falsas o alteradas que pueden llegar a un estado análogo a la ebrie- que describieron la desest.ructuración de la imagen del cuerpo en neurót1
dad alcohólica", nunca se trata, sin embargo, de "delirio real; el enfermo cos.
conserva la facultad de corregir mediante el razonamiento las ilusiones que Parece incluso que para Freud ciertos trastornos de este tipo son com
sufre" (22). patibles con la normalidad. Por cierto, él no se detuvo en el estudio de lu
Cuando, en 1898, Dugas introdujo el concepto de despersonalización, despersonalización; no obstante, en un artículo titulado "Un trouble de
se remitió a los trabajos de Krishaber, si bien las alteraciones del yo de las mémoire sur l'Acropole" (28), encara, desde el ángulo de la defensa del yo,
que habla él son más limitadas que aquellas que consideró su predecesor. la existencia de un proceso desrealizante. Con esa expresión designa tanto
Definió la despersonalización como un estado en el cual "el yo siente que la despersonalización como la sensación de extrañeza ante el mundo exte-
sus actos están fuera de su control y se convierten en extraños", con lo cual rior. Veremos que muchos son los autores que lo han seguido en ese punto,
aparentemente Dugas demuestra ser más restrictivo que Krishaber, y qu_e la vinculando íntimamente, y a justo título, ambos hechos clínicos. Freud
mayor parte de quienes retomarían el concepto, puesto que, en tal sentido, subraya además que esos fenómenos son regidos en su aparición por expe-
los fantasmas de fragmentación no podrían incluirse en el seno de este tras- riencias precoces que, en razón de su carácter penoso, son susceptibles de
torno. Dugas encuentra su causa profunda en "la apatía afectiva e intelec- sucumbir a la represión. Según él, la despersonalización y la extrañeza no
tual", de modo que el proceso de despersonalización sería el siguiente: "apa- · ,istituyen por sí mismas fenómenos patológicos; son antes bien "estruc-
tía, disolución de la atención; puesta en libertad de la actividad automática; turas anormales" que traicionan, a igual título que el sueño, un cierto fraca-
percepción de esta actividad como extraña al sujeto" (27). Siendo la causa so del funcionamiento mental. Encara los estados de clivaje del yo desde
benigna, no resultaba difícil remediar el trastorno: para uno, la diversión Y una perspectiva que no carece de analogías: dichos estados tendrían por
el trabajo harían maravillas; para otro, "el cumplimiento de sus deberes del fin evitar la ruptura entre las diferentes instancias psíquicas, cuando ellas
momento" constituiría una terapia suficiente. Acerca de este punto, es no- se encuentran en conflicto; permitirían salvaguardar ciertas represiones, de
table que las verificaciones de Krishaber y Dugas sean por completo con- ·modo que al " deformarse", "agrietarse" o "fragmentarse" el yo procuraría
cordantes, con lo cual se confirma (por si ello fuera necesario) que nos ha- defenderse de la angustia (29). Parece que para Freud la mayor parte de los
blan de una misma patología. hechos clínicos agrupados bajo el concepto de desestructuración del yo
Dugas no comparte en absoluto la opinión de aquellos que, como Ribor emergen de una dinámica bastante semejante. Por cierto, la desrealización
o Ball, tienden a clasificar los fenómenos de despersonalización en la "locu- estaría con frecuencia vinculada a experiencias reprimidas, en tanto que la
ra de duda"; según él, la expresión es excesiva. "Esta crisis - escribe- no fragmentación podría permitir Ja evitación de ciertas represiones; se trata
puede (...)ser llamada una locura o una enfermedad del entendimiento, ni sin embargo en ambos casos de medidas de defensa del yo intentan evi-
una alienación de los sentidos. El sujeto que pasa por ella está en condicio- tar la angustia, de modo que su diferencia no parece de estructura, sino
nes de dedicarse a sus ocupaciones habituales, y se conduce en la vida sin que residiría más bien en la gradación de la intensidad del proceso defensi-
que los otros observen en él nada extraño. Puede sostener una conversa- vo movilizado: la desrealización es descripta en el registro de la "psicopato-
ción sobre cualquier tema, incluso el más difícil; sigue tan bien su propio logía de la vida cotidiana", en tanto que la fragmentación del yo pertene-
pensamiento como el de otras personas; observa los hechos; abre juicio Y ce más bien a la clínica de las neurosis y de las psicosis.
razona acerca de ellos. Pero se siente extraño a sus percepciones, a sus ac- Freud observó la existencia de fenómenos de desestructuración del yo
tos y a sus palabras". tanto en unas como en otras. "En toda psicosis existe un clivaje en el yo
En la obra de los pioneros de la "despersonalización", no es dudoso que - escribió en 1938- , y si nos atenemos tanto a ese postulado es porque se
el trastorno haya sido identificado en sujetos "neurópatas" o "asténicos", in- encuentra confirmado en otros estados más próximos a las neurosis, y fi-
cluso "neurasténicos", exentos de síntomas de alienación mental. Esas ob- nalmente también en estas últimas" (30).
servaciones, en el día de hoy, ¿están superadas? Los Krishaber, Dugas, Pi- Muchos otros autores han realizado verificaciones análogas, sobre todo
tres, Régis, Janet y otros, ¿ignoraron la estructura psicótica de los sujetos en lo que concierne a la existencia de estados de desestructuración del yo
tratados? Los documentos que esos autores nos han dejado no inducen en en ciertas neurosis , Jo que procuro subrayar en estas líneas. Así, P. Schilder,

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en 1935, en una obra monumental consagrada a L 'image du corps, presen- píamente dicha y en la desrealización. De hecho, no captan allí nadu da~
ta el caso de Hélene Hoffman, que se quejaba de terribles estados de ansie- tinto de la relación especular del yo con sus objetos, sobre la cual ha ÍllNIN
dad y que experimentaba sensaciones de fragmentación corporal." ¿Cómo tido J. Lacan, de modo que la desestructuración yoica es correlativa de 1111
sucede -preguntaba la paciente- que me divida en trozos? Experimento la cierto fading (desvanecimiento) del mundo exterior. Sin embargo, ese 11111
impresión de que ya no tengo equilibrio, de que mi personalidad se desha- drome me parece artificialmente constituido por el recorte del enfoqut•
ce, de que mi yo desaparece y de que dejo de existir. Todo me desgarra Y psiquiátrico. Es en efecto arbitrario aislar, por ejemplo, los fenómenos de
me separa en trozos; por eso no me gusta la expresión 'salir de la propia despersonalización de los estados de fragmentación del yo: los trabajos de
piel'; la piel es lo único que puede mantener juntos todos los trozos del Krishaber nos han mostrado que una observación ingenua no deja de verifi
cuerpo. No hay nada que una las diferentes partes de mi cuerpo. A veces, car la frecuencia de su carácter concomitante, lo que la clínica de la locura
se me vuela la parte superior del cráneo; para recuperarla me pongo cabeza . histérica permite muchas veces confirmar. El concepto de desestructura·
abajo y esto me desgarra en mil pedazos" (2). Además, Hélene Hoffman ción del yo' más englobante que el de despersonalización, me parece más
experimenta alucinaciones visuales y auditivas; es incapaz de resistir las ór- apropiado y heurístico. Evita distinguir, como Follin, el síndrome de des·
denes de un diablo que le habla, respecto del cual observa muy bien que "es personalización, por una parte, de los trastornos del esquema corporal, por
mi segundo yo" (cf. 12); no obstante, Schilder señala que la paciente pre- la otra; se·trata, en ambos casos, de una perturbación de los puntos de refc·
senta obsesiones, que es muy sensible a la hipnosis, que niega vivamente la .encía del conocimiento especular, la cual puede extenderse más allá de es-
sexualidad, mientras está preocupada por la pregunta "¿cómo se hacen los tos fenómenos, hasta alcanzar a delirios de influencia focalizados en la ima·
niños?", de modo que, con bastante fineza clínica, diagnostica una neuro- gen de un doble.
sis. "La paciente - escribe- está a veces al borde de la psicosis, sin franquear Aún se encuentran trabajos bastante recientes (como el de Bouvet, dedi-
nunca el límite". El apego transferencia! que ella le testimonió durante va- cado a la Dépersonnalisation et relations d'objet, 1960) que presentan ob·
rios años confirma (por si fuera necesario) que se trataba de locura neuró- servaciones clínicas de sujetos neuróticos que experimentan sentimientos
tica. de desestructuración del yo. Según este autor, la ausencia de "fenómeno
Quince años más tarde , en el Primer Congreso Mundial de Psiquiatría, delusional" - es decir, de convicción delirante- constituiría una caracterís·
Sven Follin y Eduardo Krapf, en sus informes sobre la despersonalización, tica esencial del síndrome de despersonalización. "En efecto -escribe- ,
atestiguaron, lo mismo que Schilder, que ella puede encontrarse en sujetos parece que en la gran mayoría de los casos, el despersonalizado no se con-
neuróticos. "Se trata casi siempre - escribe Follin- de sujetos asténicos, vierte nunca en un delirante, por más 'que a primera vista parecería que la
emotivos, incluso de pequeños psicasténicos en el sentido de P. Janet, que despersonalización es una de las puertas de entrada naturales en el delirio
se encuentran en el límite de la neurosis obsesiva; el 88 por ciento de los de las negaciones, el delirio de Cotard por ejemplo. Como regla, esto no es
enfermos estudiados por Shorvon son de tipo obsesivo" (31 ). No obstante, así, pero no constituye (lejos está de ello) un criterio clínico absoluto que
tiende a considerar a la mayor parte de los casos como "psicosis agudas no tenga en ningún momento un carácter delusivo, aunque se lo incluya
oniroides". Krapf observa la presencia de estados de despersonalización en entre las características del estado de despersonalización. No creo que en
los obsesivos y en los deprimidos; insiste en la especificidad del delirio con esta cuestión haya que profesar una opinión absoluta, sino pensar que fue-
relación a esos estados; según él, se diferencian cualitativamente "por la na- ra de las despersonalizaciones sintomáticas de las esquizofrenias (en las
turaleza diferente de los mecanismos defensivos que imponen las situacio· cuales los cuadros pueden estar más mezclados, como cada vez que las mo-
nes psicológicas respectivas" (32). dificaciones del sentimiento de sí y de la visión del mundo preceden a una
Según Follin, es preciso subrayar la existencia de un síndrome de desper- psiéosis latente) la despersonalización es una 'barrera' contra la prolifera-
sonalización. Le parece que tres aspectos diferentes - la despersonalización, ción psicótica, la cual no puede filtrarse a través de aquélla sino con una
la desrealización y el autoanálisis- se encuentran reunidos en la clínica con forma dubitativa, por un tiempo muy limitado" (33). El autor tiene la in-
una frecuencia tal que sería artificial distinguirlos. Krapf considera asimis- tuición profunda de que la despersonalización no es del mismo tipo que el
mo que en 19 50 se ha convertido en algo casi clásico describir la desperso· delirio psicótico; le cuesta sin embargo precisar en qué difieren, y enfrenta
nalización como un síndrome que consistiría en la despersonalización pro· la observación indubitable de la presencia de esos estados en los "esquizo-

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LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

1ré nicos" . Suscribo su señalamiento en cuanto a que ellos no constituyen


una puerta de entrada en el delirio de las negaciones: veremos más adelante una sensación de pérdida de la persona; fue también uno de los mejores ob
por qué este último aparece principalmente en sujetos psicóticos, y no en servadores de múltiples fenómenos de fragmentación del yo frecuentes en
neuró ticos despersonalizados. Por lo demás, la mayor parte de las observa- los histéricos. Los describió con minucia sobre todo en sus trabajos L 'auto
ciones de Bouvet que hemos citado me parecen pertinentes, aunque algo matisme psychologique y l 'état mental des hystériques: anestesias locali
dispersas; en mi opinión, no encuentran realmente coherencia sino en el se- zadas, catalepsias parciales, parálisis de uno o varios miembros, desdobla-
no de la distinción entre las locuras neuróticas y las psicosis disociativas: es miento de la personalidad, etcétera. 12
exacto que no hay continuidad entre la despersonalización y los delirios di- En los estados catalépticos, que en algunos sujetos pueden producirse
sociados; en cambio, no es dudoso, como lo ha subrayado Tausk, que ella · mediante hipnosis, o que a veces sobrevienen espontáneamente, la aliena-
constituya el fundamento de los delirios oníricos (12). En esta perspectiva, ción de algunos elementos del yo se revela en la persistencia de las modifi-
es concebible que pueda aparecer como una "barrera" contra la prolifera- caciones que se pueden suscitar en la posición de los miembros del sujeto.
ción psicótica, aunque no se trate más que de una ilusión; en realidad se si- Si se toca un brazo o una pierna, se advierte que "no ofrecen resistencia al-
lúa en otro registro, el que da origen a veces a esos delirios que suelen con- guna y que es posible desplazarlos muy fácilmente. Si se los abandona en
servar "una forma dubitativa": los delirios oníricos. Volveré a tratar estos una posición nueva, no caen siguiendo las leyes de la gravedad; siguen abso-
diferentes puntos. lut:1mente inmóviles en el lugar donde se los ha dejado" (36). Incluso la ca-
Antes de ello, falta aún subrayar con cuánta frecuencia han sido obser- b' ~a y el tronco del sujeto pueden ser colocados en las posiciones más ex-
vados los diversos fenómenos de desestructuración del yo, y desde fmes del trañas.
siglo XIX, en sujetos neuróticos. En lo que concierne a la fragmentación suscitada por los fenómenos de
Cuando Hesnard, en 1908, presta atención en su tesis a "los trastornos parálisis histérica, veamos por ejemplo el caso relatado por Janet en su
tic la personalidad en los estados de astenia psíquica", afirma, como Kris- obra Les névroses (19 17); se trata de una joven enfermera, que durante la
haber Y Dugas, que tienen una naturaleza específica, diferente de la de la noche vio a una enferma, en crisis de sonambulismo, circulando envuelta
histeria Y de la de la alienación mental (34). Para él, los sentimientos de al- en una sábana. La tomó por un fantasma, y experimentó tal pavor que sin-
lcración de la personalidad se observan principalmente en neurasténicos . tió que se le doblaban las piernas, cayendo sin poder volver a levantarse.
psicasténicos, obsesivos y "melancólicos con conciencia". En la clínica psi~ Después de esa emoción, quedó literalmente como con las piernas cortadas,
coanalítica de hoy, todo lleva a creer que esos marcos nosológicos anticua- parapléjica durante varios meses .
dos serían esencialmente subsumidos por los conceptos de neurosis histéri- En la mayor parte de los casos de ceguera histérica, Janet observó con
ca Y obsesiva, lo cual se confirma , como lo muestran por ejemplo Bouvet y sagacidad que la anestesia no se limita a la retina , sino que se extiende a la
Alvim (35), cuando se sabe que no es excepcional que Jos analistas observen conjuntiva e incluso a los párpados: "la histérica amaurótica - escribió-
fenómenos de despersonalización en su práctica cotidiana con neuróticos. tiene un anteojo de anestesia sobre el rostro. Ha perdido el ojo, no sola-
Entre las primeras descripciones de sentimientos de alteración del yo, mente en el sentido fisiológico, sino en el sentido popular de la palabra, es
una cantidad considerable se refirió a sujetos obsesivos 11 (Bouvet llega a decir, todo lo que llena la órbita" (37). Se ve que la articulación de este sín-
señalar tres entre los diez casos que presenta); no obstante, con una fre- toma fragmentador está ya muy bien referida al lenguaje.
cuencia igual, si no superior, esos sentimientos se encuentran en los histé- Con respecto a las anestesias histéricas, Janet señala diversos grados en
ricos. cuanto a la pérdida de la integridad del yo; se observa que el sujeto no reac-
Janet observó por cierto en esos enfermos fenómenos clásicos de desper- ciona en algunos lugares a excitaciones que de ordinario provocan dolor; a
zonalización; así, en el inicio de su obra Névroses et idées fixes (1898), veces hay incluso señales de q uemaduras en la piel que no han sido percibí-
presenta el prolongado relato del caso de una histérica que experimentaba

11
12
eomo 1o 11c ·md.1cad o en "Sc h'izophrenie
, et fo lie hystérique" (25), no hay por qué
Se sabe que Jos "psicasténicos" de Janet son con frec uencia obsesivos. poner en duda Ja pertinencia de los diagnósticos de histeria realizados por Janet : ha-
bla de la misma que aparece en los Etudes de Freud y Breuer.
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

das. En ese estadio el sujeto no tiene conciencia de la ruptura que se ha es- ausente (15). Esta concepción de la naturaleza del yo psicótico, que se lllN
tablecido con ciertas partes de su yo. Sin embargo, el fenómeno puede cribe en una perspectiva bastante cercana a las de M. K.lein y P. Federn, es
acentuarse; "la anestesia muscular" suprime entonces el conocimiento de tá convirtiéndose en un dogma acerca del cual cesaría toda interrogación
la posición de los miembros, de sus movimientos y del peso que soportan; En realidad, opino que se trata de una tesis que merece un examen más de
el sujeto se vuelve incapaz de " discernir" la diferencia entre los diversos tenido.
pesos que se le depositan sobre la mano; con los ojos cerrados no puede Por cierto, incluso antes de que la despersonalización fuera objeto de in
describir la posición a la que ha sido llevado uno de sus miembros, yes in- terés, se habían observado desestructuraciones de la imagen del cuerpo en
capaz de colocar voluntaria y conscientemente el miembro simétrico en la el delirio de los alienados. En los trabajos de una buena cantidad de auto
misma postura. Finalmente, en un grado aun más acentuado, Janet indica res del siglo XIX (Esquirol, Griesinger, Macario, More!, Baillarger, etcétera)
la existencia de una forma de anestesia histérica más general, que deno- se pueden encontrar descripciones de aquéllas; en su mayor parte, los casos
mina "anestesia orgánica"; ella no sólo priva del conocimiento de impre- de ese tipo son vinculados con la melancolía (Falret consideraba que la hi·
siones provenientes del exterior, sino de la conciencia misma de la exis- pocondría era una de sus variedades). No obstante, desde Cotard, Séglas y
tencia del miembro. "Esas personas, anestésicas de un costado, se sien- Régis, los sentimientos paroxísticos de disgregación y transformación del
ten en el vacío si se recuestan sobre ese costado. Un enfermo que tenía cuerpo se ubicaron más particularmente en los marcos nosológicos del de-
una anestesia de ese tipo en la pierna, pretendía sentir los dedos del pie ,;o hipocondríaco y del delirio de las negaciones. Una de las primeras ob-
pegados al muslo , como si la rodilla y el resto de la pierna hubieran desa- servaciones de esta patología relata el caso de la señorita X... , quien afirmaba
parecido" (38). Janet observa por otra parte la existencia de trastornos del ya no tener "ni cerebro, ni nervios, ni pecho, ni estómago, ni intestinos; só·
mismo tipo, sólo susceptibles de ser captados por el sujeto mismo; tal era lo le quedaba la piel y los huesos del cuerpo desorganizado (según sus pro-
el caso de un enfermo anestésico que experimentaba la sensación siguiente: pias expresiones)" (40). Es lamentable que, en este artículo de Cotard, las
"Me toqué la frente y era como la frente de otra persona, como si tocara palabras de la enferma no hayan sido registradas más que de una manera
una mesa". sucinta. Séglas recogió con mayor minucia el discurso de una de sus pacien-
Aunque anticuadas, las observaciones de Janet han recibido confirma- tes: "Ya no soy como todo el mundo -decía ella-, siento que todo mi
ciones recientes; así, Benjamín M., uno de los casos de "psicosis" histérica cuerpo cambia. Me alargo, de golpe me sentí crecer quince centímetros, y sin
expuestos en 1961 por Follin, Chazaud y Pilon, presentaba una notable embargo sigo teniendo la misma altura y el vestido no deja de quedarme
anestesia del vientre, que le permitió consumar sin sufrimiento una seria bien. Es cierto que ciertas partes de mi cuerpo se han achicado. Mi cuerpo
tentativa de suicidio, abriéndose el abdomen y dejando al descubierto par- ya no me produce la misma impresión. Diez veces he sentido que mi cabe-
te de los órganos intestinales (39). A pesar de los elementos delirantes, los za cambiaba de forma; ya no tengo sesos. Me parece que mi cabeza y mis
trastornos de este sujeto no salían del campo de la neurosis (26). huesos son de madera, no los siento como antes. Ya no tengo corazón: hay
Después de este vuelo de pájaro sobre algunos trabajos básicos acerca de algo que late en su lugar, pero no es mi corazón, no late como antes. Ya no
la despersonalización, y de recordar la riqueza de los fenómenos de frag- tengo estómago, nunca siento hambre ..." (4). Se observará que, según estas
mentación histérica, no parece dudoso que esté muy bien establecida la manifestaciones, las sensaciones de la enferma se relacionan muy poco con
existencia posible de importantes trastornos de la representación del cuer- sus percepciones visuales; por ello, estos fenómenos de desestructuración
po, y de la percepción del mundo, en sujetos neuróticos. de la representación del cuerpo dan la sensación de que pertenecen a un re-
gistro distinto del de aquéllos a los que se hizo mención precedentemente
Los clínicos alertas, como por ejemplo Pankow, no ignoran lo que aca- refiriéndolos a los neuróticos, incluso aunque estos últimos deliren. Volve-
bo de recordar. "En la neurosis - escribe esta autora- hablamos de un cuer- ré sobre el punto.
po fragmentado, pues el neurótico puede vivir simbólicamente su cuerpo Múltiples trabajos han establecido que el delirio de las negaciones cor-
como desgarrado. Pero en la neurosis la unidad del cuerpo no está nunca porales, y los trastornos de la imagen del cuerpo, pueden ser observados en
destruida, cosa que sí se produce en la psicosis", en la cual Pankow postula un gran número de afecciones psiquiátricas. Parece sin embargo que, en
Ja existencia de una "disgregación de la imagen del cuerpo" que jamás está cuanto a los segundos, ellos se encuentran con una frecuencia particular en

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS. LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

lo que se describe como "psicosis agudas oniroides" (31 ). Ahora bien, he- talepsia y el estupor catatónico se conciben como "el refugio último de 1111
mos mostrado en otras partes (12, 26) que tales cuadros psiquiátricos apa- psiquismo que abandona las funciones del yo". Asimismo, "la sensación de
recen con bastante frecuencia sobre el fundamento de una organización que todos los hombres conocen y dominan los pensamientos del enfermo"
lústérica. sería un retorno al "estadio en el que el hombre se considera a sí mismo
De todas maneras, no se podría dudar de la frecuencia de los trastornos como una parte del mundo exterior, en el que carece de la conciencia do
de la imagen del cuerpo en los psicóticos; sin embargo , ciertos autores, ba- una voluntad propia y de los límites de su yo". Las alucinaciones participa-
sándose en esa verificación, han afirmado su necesidad estructural, conside- rían de un mecanismo análogo; en efecto, según Freud, antes de que el psi-
rándola una característica de toda psicosis; han dado un paso que la prue- quismo alcance el estadio bastante tardío de la rememoración de recuerdos,
ba de la clínica, como vamos a verlo, no siempre valida fácilmente. el niño parece percibir realmente las representaciones como si surgieran en
Algunos psiquiatras desarrollaron una hipótesis seductora según la cual el mundo exterior: para que sean reconocidas como procesos interiores, es
el delirio derivaría de la desestructuración del yo . En 1897, Séglas trató de preciso que la unidad del yo ya esté constituida. En resumen, desde la des-
mostrar que el delirio de las negaciones procedía de un trabajo de disolu- personalización hasta la génesis de un perseguidor irreal o encarnado, pa-
ción de las funciones sintéticas que aseguran normalmente la construcción sando por la posesión demoníaca y los fenómenos alucinatorios, sólo se
del cuerpo, del yo y del mundo exterior. Tuvo seguidores, pero, exceptua· trata, según Tausk, de gradaciones de una misma patología.
dos los estudios de los neurólogos, fueron sobre todo los trabajos psicoa- .Esta tesis, como la de Abraham, y más tarde la de M. Klein, reposa en
nalíticos de V. Tausk, M. Klein y P. Federn los que me parece que han es- una concepción implícita de Ja psicosis, que ellos no sometieron a crítica;
tablecido el enfoque contemporáneo de los trastornos de la imagen del según dicha concepción, la psicosis sería un trastorno más grave que la neu-
cuerpo en las psicosis. rosis , pero de la misma naturaleza. 14 A partir de tales premisas, se impone
Se sabe que el texto de Tausk "La genese de I'appareil a influencer au la solución del problema de la etiología de la psicosis: tiene que tratarse de
cours de la schizophrénie" constituye uno de los principales fundamentos una regresión más arcaica. "En la primera infancia -escribió M. Klein-
de toda investigación psicoanalítica sobre las psicosis; ahora bien, debe su- emergen angustias características de las psicosis, y ellas llevan al yo a poner
brayarse que en él se da un giro decisivo, que permite englobar hasta nues- en obra mecanismos de defensa específicos. En este período se pueden en-
tros días al conjunto de los enfermos de Krishaber y Dugas en una forma contrar los puntos de fijación de todos los trastornos psicóticos" (13). En
atenuada de la demencia precoz. "Este grupo de enfermos -escribió Tausk- lo esencial, las investigaciones orientadas con esta perspectiva han desem-
no se queja de la influencia de una potencia extraña hostil, sino del senti- bocado en trabajos notables sobre las locuras neuróticas, pero aportaron
miento de alienación . Los enfermos se convierten en extrafios a sí mismos, poco a la elucidación del mecanismo de las psicosis disociativas. is
ya no se comprenden; sus miembros, su rostro, su expresión, suspensa- La mayor parte de los estudios psicoanalíticos consagrados a las psicosis
mientos y sentimientos se les alienan. Está fuera de duda que los síntomas se basan en el postulado, expresado muy claramente por P. Heimann y S.
de este grupo de enfermos pertenecen al período de iniciación de la demen- Isaacs, según el cual "toda enfermedad mental implica, en alguna medida y
cia precoz ..." 13 Apuntala su tesis tratando de poner de manifiesto que los en alguna forma, una regresión de la libido a puntos de fijación precoces.
síntomas principales de la "esquizofrenia" no serían más que formas acen- La regresión es un fenómeno de importancia capital en la etiología de las
tuadas de ese trastorno inicial. Constituirían fenómenos de regresión del neurosis, de las psicosis y de la involución del carácter" (43); por otra par-
psiquismo a un estadio anterior a la asunción del yo. Considera que la ca-
14
Se sabe que, a partir de 1955, el concepto de forclusión del Nombre-del-Padre in-
13 trodujo una perspectiva totalmente nueva, que permite captar la estructura específica
De hecho, por el contrario, dudar parece lícito: mi experiencia confirma más bien
de la psicosis, diferenciándola netamente de la de la neurosis (42).
la de Bouvet, según la cual en la gran mayoría de estos casos el despersonalizado no se
convierte en psicótico. Esa parece también ser la opinión de Lacan, quien, en 1955, IS En una investigación sobre el delirio histérico, he mostrado que los casos de Nata-
afirmaba: "Algunos ven en los fenómenos de la despersonalización signos premonito- lia y Emma acerca de los cuales informa Tausk en su artículo concerniente a la "má-
rios de desintegración, siendo que no es en absoluto necesario estar predispuesto a la quina de influir", son signos en realidad de locura histérica y no de psicosis disociati-
psicosis para haber experimentado mil veces sensaciones análogas" (49). va (12).
"
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

te, ya no se ignora, incluso aunque falte la referencia al estadio del espejo, discurso de Philippe, el único método a mi alcance consistía en estudiar fü~
que el sujeto tiene primitivamente una aprehensión fragmentada de su cuer- dibujos. Ahora bien, durante mucho tiempo se negó a utilizar el papel y los
po propio, de lo cual se concluye que todos los psicóticos deben presentar lápices que se encontraban sobre el escritorio; más tarde, produjo de ticm
una "disgregación de la imagen corporal". La deducción es lógica, pero la po en tiempo un dibujo estereotipado de una o varias casas estilizadas, pe
clínica tal vez lo sea menos. ro en él no aparecían personajes; sólo recientemente ha llegado a dibujarlos
Si se objeta que la observación de la mayor parte de los paranoicos no Se trata en general de "monigotes" cuyo rostro sonriente aparece sobre un
confirma en absoluto esta tesis (Krapf recuerda, por ejemplo, que ese sín- cuerpo bastante grande, del que salen dos brazos y dos piernas amorcilla
drome psiquiátrico no incluye fenómenos de despersonalización), la res- dos: en uno de tales dibujos hay un caracol trazado sobre uno de los bra-
puesta será sin duda que es preciso diferenciar los trastornos manifiestos, zos (dibujo 1), otro ostenta una abundante cabellera (dibujo 2), etcétera .
que pueden faltar, de los trastornos latentes, que un análisis más perspi-
caz pondría de manifiesto.
En consecuencia, he buscado estos trastornos de la imagen del cuerpo
en dos niños psicóticos, elegidos en virtud de la abundancia del material
que me han aportado, y con los cuales trabajo desde hace varios años.
Philippe, de quien ya he hablado en un trabajo anterior (44), es ahora
un muchacho de catorce años y medio. A primera vista, su manera de habi-
tar su cuerpo no difiere de la de los otros niños; puede correr, luchar, bai-
lar, saltar por una ventana, etcétera, con una facilidad indudable. A pesar
de mis investigaciones, me ha resultado difícil encontrar en su discurso ma-
nifiesto indicaciones de trastornos posibles de la imagen especular. Cuando
me habla de su cuerpo (cosa bastante rara), nada indica que tenga de él una
percepción diferente de la de cualquiera de nosotros. Así, al releer las no-
tas tomadas durante las sesiones, advierto que los significantes corporales
aparecen en su discurso la mayoría de las veces cuando experimenta un do-
lor; sabe por otra parte designar el lugar con pertinencia (la cabeza, el vien-
tre, la boca, la garganta, el dedo ...), en lo cual no difiere de los otros indivi-
duos, que en especial toman conciencia de su cuerpo cuando éste los hace
sufrir. Además, me parece muy notable que sus numerosos temores no !•

conciernan nunca a su cuerpo: teme a los lobos, o bien a la noche, a los ro-
tum-tum, las gui-guignes, etcétera, pero jamás expresa la angustia de ser cor-
tado, roto o despedazado. Durante mucho tiempo, una de sus principales
inquietudes fue la de "hundirse en el agua"; la verbalizaba, se la veía con-
firmada por su terror a la piscina y los baños. ¿Diríamos que se trataba de
un miedo respecto de su integridad corporal? Sin duda, pero parece tratar-
se más precisamente de una amenaza de nadificación de su ser, del surgi-
miento de algo del tipo de la angustia de nadificación que nos ha parecido Dibujo 1
específica de los psicóticos (26).
Por cierto, todas esas observaciones se ubican en el nivel de lo manifies- Todo es borroso, pero si se admite que el niño proyecta en sus dibujos de
to; me he preguntado si, a pesar de todo, no existiría una disgregación más personajes algo de su propia percepción de la imagen del cuerpo (tesis co-
oculta de la imagen del cuerpo. Para hacerlo, para tratar de ir más allá del rrientemente admitida, y que me parece que se verifica al menos en ciertos

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESES TRUCTURA CION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

casos) resulta difícil pretender que Philippe, niño psicótico, tiene una apre-
hensión fragmentada de su cuerpo propio.
Que yo sepa, nunca ha habido manifestaciones o dibujos de Philippe
que puedan corroborar la opinión clásica . Es cierto que se ha verificado
una mejoría bastante notable de su comportamiento , y que los dibujos de
personajes aparecieron a continuación de ella; sin embargo, hasta el día de
hoy Philippe sigue siendo un niño psicótico, hospitalizado y que no puede
ser escolarizado.
Muchas veces se tapó los oídos con las manos, cuando un ruido le desa-
gradaba, cuando estaba angustiado, cuando no quería oír lo que se le decía,
o sin razón aparente. ¿No hay allí una relación muy particular con su con-
ducta auditiva? ¿No es ésta vivida a veces como una hiancia peligrosa abier-
ta en el cuerpo? ¿Tendrá acaso el niño una imagen inconsciente del cuerpo
propio como "no cerrado"? 16 Ni sus dibujos ni su discurso confirman esa
hipótesis, de modo que es difícil pronunciarse respecto de ella; de todos
modos, aunque resultara confirmada, esto no supondría en absoluto corro-
borar la tesis clásica de la disgregación de la imagen del cuerpo del psicóti-
co.
¿Será Philippe un caso excepcional? ¿Lo habré observado mal? ¿O bien
presenta una resistencia particular a la aprehensión de su imagen del cuer-
po, debida por ejemplo a la especificidad de la relación transferencia!?
Kalirna es una niñita psicótica, que acaba de cumplir 9 años. A primera
vista, ella presenta la misma facilidad motriz que Philippe: corre. salta, gol-
pea y se desplaza con agilidad. Sin embargo, algunas de sus palabras podrían
sugerir que no diferencia perfectamente su cuerpo del de los otros. De he-
cho, esto se refiere en lo esencial a la utilización un poco anárquica de los
pronombres personales : el "él" ocupa con frecuencia el lugar del "tú", y
éste el del "yo" (je) , cosa que tampoco hace con constancia, 17 de manera
que se necesita estar hasta cierto punto acostumbrado para captar que la
pregunta, dirigida a su madre, "si tú lloras, mamá, ¿que dirá ella después?" ,
debe entenderse "si yo lloro, mamá, ¿qué dirás tú después?" Es sin duda
Dibujo 2
tentador basarse en tales giros, bastante frecuentes, para llegar a la conclu-
sión de que hay una confusión de los cuerpos de la madre y la niña; sin em-
bargo, en este caso no encontré otros elementos que corroboraran la hipó-
tesis. En cambio, si considero que se trata de una perturbación específica
16 del discurso de Kalima, encuentro otras confirmaciones, y ellas no suponen
Según la tesis de D. Vasse, "la imposible entrada en el juego de los significantes es
correlativa de una imagen in consciente del cuerpo que ha quedado pasivamente abier- necesariamente una confusión de los cuerpos. De esa manera, ocurre que ha-
ta, no separada, no anudada" (45). En una gran cantidad de casos, la corrección de es- bla de sí misma en tercera persona en los términos siguientes: "¿qué es lo
ta afümación me parece indecidible. que ella, Kalima, no comprende?" Esto conduce desde luego a frecuentes
17 confusiones, fuentes de conflicto cuando excepcionalmente Kalirna trata
No obstante, Kalima nunca dice "yo" (je) en lugar de "él" o "ella".

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

de jugar con otros niños. Algo análogo puede aprehenderse de manera más van a llorar los nifios si son quebrados? ¿Uno no es desdichado cuando lo
evasiva en el discurso de Philippe, cuando pregunta: "¿No se lo dirán a 'su' quiebran? Si uno tiene la cabeza estallada, ¿qué va a hacer después?", ctcl'
padre?" (hablando del suyo propio); lo mismo se halla en Kalima con la tera.
forma "¿No se lo dirán a 'tu' padre?" En resumen, en ambos nifios aparece ¿Debe inferirse de ese material que Kalima se percibe fragmentada'! St
la inconsistencia del sujeto de la enunciación, que se refiere tanto al "tú" uno se atiene a sus palabras, es preciso observar que nunca lo ha dicho. Do
como al "él", o bien al "se". 18 Las manifestaciones de Kalima ilustran mejor hecho, con la mayor frecuencia plantea preguntas relativas al tema de qué
aun que las de Philippe esa consecuencia de la forclusión del Nombre-del· sucedería si su cuerpo o el del otro estallaran. 20 Además, a veces pide
Padre. Esta, como sabemos, tiende además a reducir la relación con el se- que se le quiebre, de modo que es posible suponer que se percibe unificada.
mejante a la pura relación especular, indisociable de conductas de interdes- Albergar fantasmas de fragmentación de sí misma o del otro no implica ne-
trucción. Que el otro sea concebido a imagen del sujeto no implica sin em- cesariamente la desestructuración de la imagen del cuerpo propio. Por lo
bargo la confusión fantasmática de los cuerpos. Nada indica que Kalima di-. demás, ¿de qué" hábla ella? ¿De su cuerpo o de su pensamiento? .. ¿El cuer-
ferencia mal su cuerpo del cuerpo del otro; en cambio, es manifiesto que po no es quebrado cuando uno es quebrado?" ¿Y si esas palabras estuvie-
mantiene con sus allegados, y conmigo mismo, una relación que se inscribe ran más desprovistas de significación de lo que tenemos naturalmente ten·
en el registro de una lucha a muerte. Muchas veces me agrede, oprimiéndo· dencia a esperar? ¿Si fueran el resultado de una deriva de la cadena signifi·
me la cabeza entre sus manos para hacerla estallar, empujándome para ha- C( "'te?
cerme caer, arañándome lentamente para arrancarme la piel, etcétera. En resumen, para pronunciarse en cuanto a la imagen del cuerpo de Ka-
"¿Qué va a hacer el hombre - me pregunta- si estalla o lo rompen? ... Si le lima, parece necesario volverse hacia sus producciones. Varias veces confec-
arrancas la piel, ¿qué va a hacer, señor Mal'val?", etcétera. Sin embargo, cionó personajes en pasta de modelar, constituidos de manera tal que no
todas sus tentativas la inquietan, teme ser rota ella misma, 19 y se interro· presentaban nada notable; en ellos no faltaba ningún elemento importante
ga bastante al respecto: "Cuando se está triturado, todo eso, ¿cómo se hace de la imagen del cuerpo: los ojos, la nariz, la boca, el cabello, las extremi-
después? ... ¿Qué tendrá uno después, cuando tiene la mano quebrada? ¿No dades e incluso las manos y los pies se encontraban en casi todos los casos
está muerto? ... ¿Se la tira a la basura a la niña cuando está quebrada?" En en su lugar. La única particularidad, mínima, consistía en que los cabellos,
una oportunidad, después de haber tratado de "romperme" la mano, afe- cuando se trataba de una mujer, descendían hasta las piernas de las que do·
rrándola lentamente, me tendió la suya y me dijo: "Vamos, quiébrame". taba a sus modelados. Por otra parte, Kalima dibuja más fácilmente y con
No obstante, si nos detenemos por un momento en esas formulaciones, mayor fineza que Philippe. Representa sobre todo flores, casas, a veces ani-
aparece pronto que la significación ligada al quebrantamiento y al estallido males. Además, en muy pocas oportunidades produjo un dibujo que repre-
sigue siendo incierta en su pensamiento: "¿El cuerpo no es quebrado - pre- sentaba a "Claude Fran9ois": el personaje, grande, bien proporcionado, te-
gunta- cuando uno es quebrado? ¿Uno no estalla cuando se quiebra? ¿No nía el aspecto de un hombre con armadura. Altos cabellos rodeaban la ca-
beza, evocando por su forma un yelmo alzado; los codos y las rodillas apa-
recían marcados por redondeles más gruesos que los miembros; el conjun-
18
Sin embargo, Philippe y Kalima saben a veces utilizar el "yo" (je). Diría que en va- to daba una impresión de rigidez y solidez. La particularidad más notable
rias oportunidades la niña me permitió captar la génesis de esa aptitud: si se retoma residía en un punto grande situado en el bajo vientre, en medio del cuerpo;
con insistencia la frase que ella acaba de pronunciar, modificándole los pronombres, se trataba del "ombligo" (dibujo 3). Otra representación del mismo perso-
finalmente acepta repetirla con esa forma nueva: la facticidad de su "yo" (je), que naje, efectuada dos meses más tarde, lo muestra con una forma idéntica, a
no es entonces más que un reflejo del pronunciado por el otro, en esas circunstancias
resulta fácilmente entendible. Un aprendizaje de ese tipo, realizado gracias a los alle-
la cual Kalima añade sin embargo "senos" (de mujer) y "un pipí'' (dibujo
gados, permitió hacer desaparecer casi totalmente en Philippe, de más edad que Kali-
ma, esos giros idiomáticos.
19
Las metáforas están notablemente ausentes en las manifestaciones de Kalima; tam- 20 Es notable que, para ella, como para Philippe, ninguna respuesta sea satisfactoria.
bién la palabra romper me parece que debe ser entendida en su sentido propio cuando Cuando se interesa en la que se le da, lo hace para plantear otra pregunta, y así al infi-
ella la emplea. nito.

180 181
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACJON DE LA IMAGEN DEL CUERPO

Dibujo 3

4). Este ser, bien constituido, pero andrógino , revela que las indicaciones
del cono.::imiento especular no son ignoradas por la niña, aunque no estén
organizadas en su pensamiento. La diferencia entre los sexos, dato funda-
mental del orden simbólico, sigue estando para ella bastante indeterminada,
tanto en sus dibujos como en sus declaraciones. Cuando se representa a sí Dibujo 4

182 183
LOCUJ!AS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DJ:,'L CUl:'R.1'0

misma (dibujo 5), no aporta ninguna referencia respecto de su propio sexo, Por otra parte, es notable que Kalima, como Philippe, y corno Sta11lry
de modo que son pocos los elementos que distinguen su imagen de la de ( 46), se tapan con frecuencia los oídos, con una mano en cada oreja Ad!"
"Claude Fran9ois" (dibujo 3), con la excepción tal vez de una menor acen- más, Kalima presenta una tendencia compulsiva a llenar con la pasta di•
tuación de las extremidades, las manos y los cabellos. 21 modelar todos los agujeros que descubre en el escritorio: tomacorricntr,,
capuchones de estilográficas, cerraduras, etcétera. "Me pongo pasta de nm
delar en el ombligo" -me dice a veces, haciendo el gesto correspondiente o
incluso efectuando esa acción. Una vez más estamos en presencia de ele

't mentos que sugieren la hipótesis de que los niños psicóticos podrían tener
una representación inconsciente del cuerpo propio como no-cerrado. ¿No
ha observado Fr~nces Tustin algo análogo en ciertos niños psicóticos, cuan ·
do describe una depresión que se manifiesta por "una sensación corporal
de agujero", que considera una característica de la depresión psicótica? ( 47)

Dibujo 6

21
Dos años después de sus primeros dibujos de personajes, Philippe y Kalima, cuyos la precedente, cuando no aparece una simplificación acentuada de las extremidades
trastornos psicóticos siguieron poco meno~ que inmodificados, aportaron nuevos mo- inferio res (dibujo 6). En el nuevo "Oaude Fran~ois" de Kalima se advierten ligeras
nigotes. Se observa una innegable persistencia de la cohesión de la imagen del cuer- modificaciones; ha perdido su carácter andrógino y el rostro es menos expresivo (di-
po, y del estilo de cada uno de los niños . La producción de Philippc es casi idéntica a bujo 7).

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

Desde un punto de yjsta semejante, Rosine Lefort pudo observar que una
joven psicótica de treinta años vivía su cuerpo como realmente agujereado,
en tanto que el Otro le parecía rellenado , no portador de objetos separa-
bles. Quizá sea ésta una preciosa notación clínica de alcance más general.
De todos modos, ni en Philippe ni en Kalima, después de varios años de
trabajo, nunca he observado, en sus modelados o en sus dibujos, esos cuer-
pos informes o deformados que los niños gravemente neuróticos me han


~-----..--..
~

~
~

c_.-:1 Dibujo 7 Dibujo 8

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LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

presentado muchas veces. 22 Además, en estos últimos casi siempre obser-


vé que Jos trastornos de la imagen del cuerpo no dejaban de repercutir en
la motricidad, confiriendo por lo menos a tales niños una cierta torpeza
gestual, que contrasta notablemente con Ja soltura de muchos jóvenes psi-
cóticos disociados, y con Ja de la mayor parte de los niños salvajes.
F. Tustin, cuya experiencia reposa en más de veinte años.de trabajo, ha
observado en los niños psicóticos trastornos de la imagen del cuerpo 23 que
presentan una gran diversidad. Por cierto, en lo que ella denomina "autis-
mo secundario regresivo", aparentemente, como Jo enseña Ja teoría, el su-
jeto percibe su yo y sus objetos como fragmentados; en cambio, en Jos "au-
tismos primarios", normales y anormales, se trataría más bien de indiferen-
ciación entre el cuerpo propio y el mundo exterior; finalmente , en el "au-
tismo secundario de caparazón" los niños parecen haber desarrollado un
caparazón en cuyo interior su cuerpo produce la sensación de estar vacío.
Ahora bien, me costaría mucho clasificar a Philippe y Kalima en alguna de
esas cuatro categorías nosológicas. Esto demuestra que los trastornos de la
imagen corporal en el niño psicótico, en la medida en que estén presentes,
consciente o inconscientemente , pueden adoptar formas múltiples , y que
seguramente es arbitrario agruparlos en el capítulo único de la "disgregación"
o de la "fragmentación". Con la finalidad de ejemplificarlo presento aquí
algunos dibujos, pero sería erróneo extraer conclusiones más generales que
apunten por ejemplo a fundarse en sus características para establecer un
diagnóstico diferencial. No hay especificidad de las formaciones imagina-
rias. Sea que se trate de niños neuróticos o psicóticos, no es dudoso que los
elementos esenciales de la imagen del cuerpo pueden tanto encontrarse en
su lugar como estar fragmentados.
Las mismas observaciones parecen valiosas en lo que concierne a los
adultos. En un psicótico tan indudable como Wolfson, por ejemplo , se ad-
vierte una sensación de "embotamiento del cerebro", de astenia psíquica,

22
A título de ejemplo, propongo tres dibujos realizados por Serge, un niño de diez
años, e rróneamente considerado psicótico por muchos. Uno representa a un hombre-
máquina de tronzar (dibujo 8), y otro a un hombrC'-guitarra (dibujo 9); de ambos ins-
tru mentos se sirve su padre. l·I aspecto tcrrorífko de es te último aparece sin duda en
el tercer di bujo (dibujo 10), de u n "capitán " manco rnn "brazo dt' sierra" . Se advier- Dibujo 9
te qm· estos dibujos presentan una diversidad y una ríqu.:za metafórica que no se en-
cuentra e n los de los psicó ticos, en tan to que la imagen dd cuerpo revela una fl uidez pero exceptuado esto, me parece difícil recoger en su documento sobre la
que la hace apta para in numerables captaciones imaginarias.
23
enfermedad que padecía cualquier indicación de un posible trastorno de la
Ella en tiende e'te concepto con una acepción bastan te indefinida, pero que englo- imagen del cuerpo. No obstante, es notable que encontremos en él, en cier-
ba la hipotética "imagen inconsciente".

189
188
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CUERPO

el inglés". Además, su modo de proceder es más refinado. "Cuando la gt•11


te pasa -escribe respecto de esto- podría por cierto ponerse un dedo de l:t
mano en la oreja del mismo lado, y un dedo de la otra mano en la otra ore
ja... o, tal vez más simplemente, elevar el volumen de su pequeña pero po
derosa radio de transistores, de manera en efecto ensordecedora, emitiendo
música sinfónica o una lengua incomprensible para él..." (48). Ese compm
tamiento, ¿no constituye un nuevo indicio, en ciertos psicóticos, de una
posible representación inconsciente del cuerpo como no-cerrado? No obs
tante, esté o no presente esa hiancia inconsciente, todo indica que la ima
gen del cuerpo de Wolfson no está fragmentada sino unificada. No se trata
de un caso excepcional; existe por lo menos toda una categoría de psicóti-
cos en los cuales los trastornos manifiestos de la imagen del cuerpo son
;
I muy poco frecuentes: son los que padecen el denominado síndrome para-
! noico. Sin duda, Pankow misma admite que el reconocimiento del cuerpo

j
~
como forma es posible en el delirio crónico no esquizofrénico; también afir-
ma , ..e hay disociación en el nivel de la segunda función de la imagen del
cuerpo, es decir que estaría alterado el contenido y el sentido del vínculo
\
dinámico que une las diversas partes del cuerpo en su totalidad. En el seno
de un pensamiento que reposa sobre el postulado de que el concepto de
\1 l proceso en psicosis debe ser presentado a través de la desintegración de la

) \ imagen del cuerpo, lo que vendría a concebir la forclusión del Nombre-del-


Padre como un mecanismo de naturaleza imaginaria, se comprende la nece-
sidad de esa tesis ingeniosa; sin embargo, la eficacia de ciertas psicoterapias
1
! no podría dar respecto de ella una demostración suficiente. En la obra de
1
1 Pankow, el problema de la paranoia me parece escamoteado, por una parte
en tanto presenta observaciones clínicas que, según confesión propia de la
autora, no corresponden a "casos de psicóticos puros" . Por otro lado, es lo
menos que se puede decir ante el hecho de que arroja los trastornos de la
imagen del cuerpo a un subsuelo oscuró: la famosa segunda función. Se sa-
be que las profundidades de los trasmundos son insondables, de modo que
toda discusión de la tesis pankowiana expone a la crítica de haberse limi-
tado a un análisis superficial; sin embargo, yo trataría de ir más lejos en la
mostración de las reticencias que esa tesis puede suscitar , por el hecho mis-
Dibujo 10 mo del planteo del problema. Subsiste el hecho de que nadie niega que la
mayor parte de los paranoicos han llegado a realizar la unidad de su imagen
tas circunstancias, un comportamiento casi idéntico a uno de los de Phllippe, especular.
Kalima y Stanley: lo mismo que ellos, a veces se tapa compulsivamente los Me parece bien establecido que en ellos, en ciertos "esquizofrénicos",
oídos. En Wolfson esto no presenta la incoherencia (quizá aparente) de la en Kalima y Phllippe, como en los niños salvajes, una observación no arma-
que dan sensación los niños. Wolfson, muy conscientemente, procura de da de prejuicios teóricos no permite poner de manifiest_o una desestructu-
ese modo evitar toda audición de "esa maldita lengua, su lengua materna, rac ión de Ja imagen del cuerpo, ni una deficiencia manifiesta de su unifica-

190 191
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGEN DEL CVJ:'Rl'O

ción. De hecho, todo lleva a creer, como el caso de los niños salvajes ya nos que esos casos sólo presentan un sacrificio neurótico de partes de un c1u•1
lo había indicado, que, en ciertas circunstancias, la imagen del cuerpo del po que no habría perdido su unidad en un nivel más "profundo"? Sm r111
psicótico puede unificarse en el campo escópico, sin que haya tenido lugar bargo, ¿no hay ruptura manifiesta del vínculo entre las partes y la total!
la inserción correcta del sujeto en lo simbólico. dad de la imagen del cuerpo? En tal sentido, la distinción pankowiana 011
Se encuentran sin embargo autores tan informados como A. de Wael- tre la neurosis y la psicosis parece de una sutileza tal que referirse a ella ~1·
hens que escriben que, en la esquizofrenia, "la imagen del cuerpo propio a convierte en algo demasiado trabl!-joso.
la cual el enfermo se remite consciente o inconscientemente parece ser No obstante, siempre desde esta perspectiva, si sigue siendo posible du
siempre, de alguna manera, la de un cuerpo fragmentado" (10); según él se dar respecto de los sujetos mencionados, me parece más difícil hacerlo cm
trataría de una consecuencia de la forclusión del Nombre-del-Padre. Lacan los ejemplos siguientes. Así, entre las observaciones cerebro-cardíacas de
se ha cuidado de no formular una afirmación tal: basta con no ignorar que Krishaber hemos visto que se podía encontrar una mujer que sentía las pier·
los fantasmas de cuerpo fragmentado se encuentran en muchos neuróticos, nas como ajenas a su cuerpo, un hombre con la sensación de tener la cabe·
para no vincular de modo unívoco la forclusión del Nombre-del-Padre y la za despegada, etcétera. Un histérico observado por W. James creía a veces
fragmentación. Ahora bien, como lo señala en el seminario sobre las psico- que su brazo anestésico era de otra persona (37); otro, estudiado por Ja.
sis del 21 de marzo de 1956, "los fantasmas de cuerpo fragmentado, y en net, tenía. la impresión de tocar la frente de otro individuo, incluso un ob-
sentido propio la fragmentación funcional, o incluso la fragmentación ana- jeto, cuando tocaba la suya propia. Finalmente, Hélene Hoffman, que a
tómica, fantásmática ( ...)son fenómenos histéricos como tales". jus'.., dtulo Schilder considera una neurótica, afirma que "no hay nada que
Pankow misma insiste en la distinción entre fragmentación neurótica y una las diferentes partes" de su cuerpo; una vez llegó incluso a sentir que
disociación psicótica ; según ella, el cuerpo fragmentado del neurótico pue- su cránec se separaba, rodaba a sus pies, y temió pisarlo (2). En resumen,
de sacrificar partes sin perder su unidad, en tanto que en el psicótico se ha- contrariamente a lo que pretende la tesis pankowiana, se podrían multipli-
llaría una imposibilidad de reestablecer un vínculo entre la parte y la tota- car los ejemplos de fenómenos manifiestos de disociación entre las partes y
lidad, una incapacidad para acceder a la noción de unidad corporal. 24 la totalidad de la imagen del cuerpo en sujetos neuróticos.
En realidad, desde los trabajos. de Krishaber no faltan observaciones clí- Sin duda, algunos sostendrían hoy que en tales casos entramos en el do-
nicas que induzcan a poner en duda que esta concepción esté bien fundada. minio de la "psicosis histérica"; ahora bien, en ella, según Pankow, "a pe-
Ya he señalado las curiosas consecuencias de lo que Janet denomina "la sar de un material con frecuencia inquietante de cuerpo fragmentado", la
anestesia orgánica" de algunos histéricos; ese fenómeno designa la pérdida unidad del cuerpo nunca estaría amenazada y los trastornos sólo tendrían
de las sensaciones que informan de la presencia y de la vida de los órganos, que ver, en consecuencia, con la segunda función de la imagen del cuerpo,
a un punto tal que ciertos enfermos "no solamente ya no sienten nada como en la paranoia. A primera vista, los ejemplos precedentes no confir-
cuando se les tocan los miembros , sino que pierden la noción de su existen- man esta tesis de manera evidente. Además, cuando M. Barnes, respecto de
cia. 'Me parece -dicen- que me han amputado el brazo desde el hombro' " la cual la mayor parte de los psiquiatras franceses están de acuerdo en ha-
(37). Otros, anestésicos de un costado, se sienten en el vacío si se recuestan blar de "psicosis histérica", afirma que "con mucha frecuencia" le parecía
sobre aquél. Una histérica, ya citada, que tenía una anestesia de ese tipo en que su cuerpo "estaba fragmentado, con una pierna o un brazo en el otro
la pierna, pretendía sentir los dedos de los pies pegados al muslo, como si extremo de la habitación" (50), ¿se puede sostener, a pesar de ello , que la
la rodilla y el resto de la pierna hubieran desaparecido (38). Además, ¿no unidad de su cuerpo no se veía amenazada, siendo que más de una vez rela-
hay ruptura de la unidad corporal cuando el sujeto anestésico puede que- ta sus esfuerzos por luchar contra esos fenómenos de estallido que en oca-
marse en ciertos lugares sin experimentar dolor? ¿Se dirá a pesar de todo siones la sumergían? También es ostensible la " disociación" de la imagen
del cuerpo en miss Beauchamp, cuyas personalidades múltiples fueron mi-
nuciosamente observadas por M. Prince a principios de siglo. Uno de los
24
He tratado de mostrar en otra parte que la disociación psicótica aparentemente "yoes" de esa joven histérica, que se autonomizaba en la infantil y"travie-
tiene que estar situada en el nivel de la estructura del delirio, y no en el de la imagen sa "Sally", se las ingeniaba para complicar la vida de la austera rrúss Beau-
del cuerpo (12). champ, que se creía poseída por el demonio. "Sally" disputaba a veces con

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la imagen especular de la anterior, si bien entonces veía con angustia que Después de haber recordado que los fantasmas de fragmentación del
sus pies estaban frente a ella en el otro extremo de la habitación, en tanto cuerpo propio se encuentran tanto en las neurosis como en las psicosis, y
que experimentaba la sensación de que sus piernas terminaban en muño- que pueden faltar tanto en unas como en otras, parece interesante pregun
nes. En otra oportunidad cr~yó haber perdido la mano derecha, por lo cual tarse si sus características son idénticas cuando son observados en los ncu
tenía que hacer todo (coser, escribir, vestirse, etcétera) solamente con la róticos y en los psicóticos.
mano izquierda (51). La forclusión del Nombre-del-Padre, descubierta en el origen de las psi
Por cierto, si la teoría lo enseña, uno encontrará sin duda la unidad del cosis disociativas, indica que el fundamento de esta patología se encuentra
cuerpo de Mary Barnes, de miss Beauchamp y de muchos otros, "en las en una perturbación de la inserción del sujeto en el universo discursivo, en
profundidades", pero en realidad me parece que con frecuencia el sistema la dimensión simbólica. En cambio, la locura histérica, que se manifiesta 011
pankowiano debe violentar la observación clínica para constreñirla a satisfa- ciertos neuróticos, me parece que tiene su origen en un déficit de la fun-
cer sus postulados. Así, cuando en un sueño una paciente ve que un tibu- ción especular, de la dimensión imaginaria (12): En las psicosis, el caos do
rón le come una pierna, G. Pankow no plantea la hipótesis de que de ese la cadena significante entrañaría, entre otros efectos, trastornos de la ima-
modo se manifieste un fantasma de castración; según ella sólo puede tra- gen especular, en tanto que en la locura histérica los fenómenos patológi-
tarse del reconocimiento de la pérdida de una pierna en la imagen del cuer- cos surgirían sobre la base de la desestructuración yoica. Si estas tesis son
po. Este ejemplo indica hasta qué punto se impone la concepción del te- correctas, el delirio disociado no debería tener límite alguno en cuanto a
rapeuta en la determinación de la imagen del cuerpo entendida en esta su • :opiación del cuerpo siendo que en el delirio histérico los trastornos
acepción. Otro caso nos lo mostrará mejor aun: "Si trasponemos - escribe de la representación del cuerpo no deberían extenderse más allá de lo espc-
Pankow- la dialéctica que usa la enferma concerniente a su hogar, a la 'ca- cularizable.
sa vivida', es decir a su propio cuerpo, advertimos que su cuerpo es vivido Para hablar como Schreber, es preciso distinguir las percepciones del "ojo
como si estuviera compuesto de dos partes heterogéneas, una de las cuales físico", con el cual "es evidentemente imposible ver nada de lo que ocurre
'le pertenece' (corresponde al hogar de la enferma) y la otra es 'extraña' en el interior del propio cuerpo", de las percepciones del "ojo del espíritu",
(atribuida a 'muebles ajenos')" (14). En este caso se revela claramente que de modo que "la iluminación necesaria del sistema nervioso interno" es
esa imagen del cuerpo no se da de entrada: es preciso descifrarla (si no provista en su delirio por "los rayos", cuya naturaleza, recordémoslo, con-
construirla) en el discurso del enfermo . Aparece como el fusil del cazador siste en hablar, lo que marca su pertenencia al orden simbólico.
disimulado en las ramas del árbol, para retomar la bella metáfora de Trillat En primera aproximación, según la distinción que propongo, uno se sen-
(52), que encuentra aquí toda su pertinencia ; en tales acepciones, la ima- tiría tentado a considerar al "ojo del espíritu" como un fenómeno propio
gen del cuerpo no es más que una construcción del médico. En este senti- de la psicosis disociativa; sin embargo, aunque ello es muy excepcional, a
do, lo que es cierto en Pankow no lo es menos en otros (Schilder, Dolto ... ); veces se lo puede observar en histéricos en estado hipnótico . No obstante,
en realidad, esta concepción indisolublemente ligada a las referencias teóri- es notable que, cuando esto se produce, los sujetos no mencionan una dis-
cas del terapeuta es la más común.
Nadie pone en duda que Pankow obtiene notables resultados terapéuti-
cos con sujetos cuya patología parece sin embargo ser más un signo de lo- ca". Alucinada, fragmentada, aterrorizada ante la idea de que debía ser quemada co-
cura neurótica que de psicosis disociativa; como lo observa muy bien Gan- mo Juana de Arco, después de algunos meses de una psicoterapia espectacular recupe-
theret , "es posible hablar de todo en términos de imagen del cuerpo, es de- ró la unidad del cuerpo, un comportamiento neurótico trivial, una inserción social sa-
cir, quizá , hablar sin cesar, metafóricamente, de otra cosa" (53). 25 tisfactoria, y pudo incluso recordar su delirio pasado con humor y distancia. Su "es-
tructura esquizofrénica" seguía no obstante siendo para ella una fuente de inquietud
- ¡a cuántos neuróticos no se les han inculcado de ese modo terrores inútiles! - en
tanto que sufría bastante por dificultades sentimentales propias del funcionamiento
25
Encontramos quizás la indicación de que esto puede no ser siempre suficiente en histérico. Hoy podemos preguntarnos si las interpretaciones de su terapeuta, centra-
la historia de Daniela, una joven histérica tratada con una psicoterapia de inspiración das en la imagen del cuerpo, le permitieron abordar el análisis de su culpabilidad y de
pankowiana en una clínica -de avanzada, en la que se enteró de que era "esquizofréni- la angustia de castración, cuando se sabe que no falló en su suicidio.

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gregación del cuerpo interno, sino que relatan más bien construcciones fi. manifestaciones relativas a la disgregación de los órganos interno~ pn11.wc·
siológicas fantasmáticas, en las cuales predomina lo especular. Por ejemplo, constituir un importante indicio diagnóstico de disociación. 27
una enferma con coxalgia decía en estado hipnótico: " ... veo cómo es mi
articulación ; no está enferma; se han equivocado; simplemente está herrum- Es notable que en Schreber lo visual funcione como un obstáculo a su
brada; hay líquido adentro pero no lo bastante para hacerla funcionar bien, delirio de transformación en mujer; por ello, al afeitarse el bigote y vcst11 st•
y además alrededor hay cuerdas demasiado apretadas (aludía a sus múscu- como una persona del otro sexo, trata de adaptar su imagen. Piensa qm•
los contracturados, comenta G. Comar, quien suscribe un poco ingenua- tiene un busto femenino; sin embargo, no ignora que ello no resulta evidcn
mente los fantasmas de su paciente ; quizá -añade- ¿veía también sus liga- te ante el espejo. "Por cierto -escribe-, una observación distraída, uu:1
mentos articulares?), voy a aflojar esas cuerdas y a continuación podré an- simple ojeada, sería insuficiente; el observador tendrá que tomarse el traba
dar" (54). En las mismas condiciones, a principios de siglo, este autor ob- jo de permanecer por lo menos diez minutos, un cuarto de hora ... Eviden
servó en diversos histéricos sensaciones análogas de percibir ."la forma de temente, el sistema piloso subsiste en mí, por otra parte modestamente de
sus órganos internos" . En los antiguos magnetizadores, y en la literatura sarrollado, en los brazos y el epigastrio; las tetillas siguen de pequeño tama
parapsicológica se pueden encontrar manifestaciones del mismo tipo, en las ño, como lo son por lo común en el hombre ... " (55). En su caso, y acerca
cuales el predominio de lo especular está también subrayado , y enunciadas de ese punto, el delirio nunca llegó a vencer la resistencia opuesta por el
por sujetos en los que nada indica una estructura psicótica. conocimiento especular; es cierto que dos veces, y por poco tiempo, Schre-
ber .perimentó (y no observó) en su cuerpo la realización del milagro de
En este sentido, en Schreber se trata de otro discurso: uno de sus pul-
Ja eviración, pero sin ignorar que éste se frustró, o por lo menos no llegó a
mones se volatilizó, su estómago, sus intestinos, su esófago han sido destrui-
un resaltado pleno. Por lo demás, supo indicar muy bien que la función es-
dos, etcétera. Asimismo, para la paciente ya mencionada de Séglas, su cere-
cópica posee un poder antagonista del poder del delirio: "Los ojos - escri-
bro, su corazón, su estómago estaban dañados. En cu anto al primer caso
be- han constituido desde siempre una apuesta de importancia, pues en
relatado del síndrome de Cotard, la señorita X .. ., afirmaba no tener ya ce-
efecto los rayos dotados de un poder destructor, pierden, en un tiempo re-
rebro, ni nervios, ni pecho, ni estómago , ni intestinos (40).26 Ninguno po-
lativamente breve, toda nocividad en cuanto se ponen a ver lo que sea, 28 y
ne en primer plano el conocimiento visual de esos trastornos; se trata para
entonces penetran mi cuerpo con total inocuidad. La visualización puede
ellos de una certidumbre que se impone.
.proceder de los datos de la vista (ojos) que los rayos obtienen por la media-
Verificamos en consecuencia que la distinción entre el discurso del neu- ción de mis ojos cuando están abiertos, o bien de imágenes que tengo la fa.
rótico y el del psicótico, en cuanto a la referencia al cuerpo, no pasa esen- cultad de suscitar arbitrariamente en mi sistema nervioso interno, en virtud
cialmente por la existencia de "el ojo del espíritu", sino más bien por el de la imaginación humana, de manera que esas imágenes se hacen de algún
predominio de la especularización o de la simbolización de los trastornos modo visibles a los rayos. Con respecto a desarrollos ulteriores, volveré so-
de los órganos. Puesto que las observaciones de especularización del cuerpo bre esta última categoría de mecanismos que, en Ja lengua de las almas se
interno en los histéricos son excepcionales, y no presentan imágenes de llama 'dibujar del hombre'. Aquí solamente indicaremos que muy pronto
destrucción o de fragmentación , el hecho de que en el delirio aparezcan - y esto se mantuvo después, a lo largo de los años transcurridos- se pasó
a tentativas de cerrarme los ojos contra mi voluntad, justamente para pri-
varme de sensaciones visuales y conservar intacto para los rayos su poder
26
La insensibilidad al dolor que esta enferma presentaba en la mayor parte del cuer-
po podría hacer pensar en una histeria, pero los histéricos no poseen Ja exclusividad
de este signo clínico: de ello dan testimonio las mutilaciones que se infligen ciertos 27
Desde luego, se pueden encontrar fantasmas hipocondríacos, referidos a los órga·
melancólicos. Además, su convicción delirante, su certidumbre de ser la dueña de la
nos in ternos, en la mayor parte de Jos individuos: ellos difieren de los suscitados por
verdad, es decir, que su cuerpo estaba vacío y que no Je quedaban más que " la piel y
"el ojo del espíritu", en tanto que éste Jos hace indubitables, de manera persistente o
los huesos del cuerpo desorganizado", del mismo modo que su sentimiento de conde-
pasajera.
nación eterna y sus intentos de destruirse mediante el fuego, indican que se trataba de
28
un estado melancólico. Las bas !ardillas son de él.

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destructor". 29 Si recordamos que "la naturaleza de los rayos es que tienen Sin embargo, los datos etnológicos invitan a matizar esta afirmac1ú11 l'tt
que hablar" , no podría subrayar demasiado hasta qué punto esas líneas me una circunstancia particular: cuando el sujeto se encuentra capturado rn
parecen importantes por su insistencia en el antagonismo persistente -en un campo semántico en el que se da por sentado que los hechiceros pucdc11
tanto que mantenido en Schreber a lo largo de los años- de lo imaginario provocar enfermedades "comiéndose" el interior del cuerpo y robando l'l
y lo simbólico en la psicosis. 30 ¿Es además necesario señalar que ellas son alma. En esas condiciones, a veces el histérico no puede dejar de verse lle
difícilmente conciliables con la tesis de la fragmentación d~ la imagen espe- vado a aferrarse a ese modelo de interpretación de sus trastornos; uno <ll•
cular de los psicóticos? ellos, por ejemplo, tiene la sensación de que le beben la sangre y le "toman"
En cambio, en la locura histérica, en la cual la percepción visual no obs- el corazón y el hígado (57). Es muy poco frecuente que una sintomatolo
taculiza en absoluto el delirio ni los trastornos de la imagen especular, es gía de ese tipo no sea considerada delirante por el observador occidental,
posible que el sujeto, como M. Barnes, tenga la sensación de que uno de aunque ese discurso esté de acuerdo con la racionalidad del grupo al cual
sus brazos, o una de sus piernas, se encuentren en el otro extremo de la ha- pertenece el sujeto.
bitación. 31 No obstante, es excepcional que histéricos sostengan padecer Sin embargo, a veces, incluso en nuestra cultura, se encuentran en los
deformaciones delirantes del cuerpo interno, incluso aunque presenten una neuróticos manifestaciones que aparentemente se refieren a graves daílos
sintomatología rica de fragmentación. En tal sentido, el caso ya menciona- del cuerpo interno: uno afirma tener "el corazón destrozado" después de
do de Hélene Hoffman, neurótica observada por Schilder, es característico. un amor defraudado; otro dice que "el demonio le desgarra las entrañas"
"¿Cómo sucede -se pregunta- que me divida en trozos? Experimento la para e· ••~sar su dolor moral; María se lamenta de tener la colunma verte-
impresión de que ya no tengo equilibrio, de que mi personalidad se desha- bral rota (12), revelando sin duda con ese rodeo un fantasma de castración,
ce, de que mi yo, de que mi yo desaparece y de que dejo de existir. Todo me etcétera. Esos ejemplos siguen siendo excepcionales, e importa subrayar,
desgarra y me separa en trozos; por eso no me gusta la expresión 'salir de la además del carácter pasajero de tales expresiones en el discurso, que su sig-
propia piel' ; la piel es lo único que puede mantener juntos todos los trozos nificación metafórica fácilmente discernible permite distinguirlas de deli-
del cuerpo. No hay nada que una las diferentes partes de mi cuerpo. A ve- rios basados en la representación del cuerpo interno en los psicóticos diso-
ces, se me vuela la parte superior del cráneo; para recuperarla me pongo ca- ciados. 32 Por otra parte, la sensación de "vacío en la cabeza" es frecuente
beza abajo y esto me desgarra en mil pedazos" (2). En las palabras de Héle- en los fenómenos de despersonalización, pero no se trata de una disgrega-
ne Hoffman no aparece referencia alguna a la fragmentación de los órganos ción delirante de un órgano interno: lo demuestran con evidencia ciertos
internos; así es como lo que se separa de ella es "la parte superior del crá- sujetos que la traducen como "vaguedad en la cabeza"; otros precisan inclu-
neo" y no el cerebro; además, insiste en la importancia de "la piel", que es so "vacío de toda imagen, de toda representación". Finalmente, desde lue-
lo que proporciona la sensación de la unidad del cuerpo precisamente en la go, no hay que dejar de tener en cuenta las capacidades de desidentifica-
imagen especular. Otros enfermos, observados por Janet, no sentían una ción de los histéricos, de modo que en ciertas condiciones la aparición de
mitad de sus cuerpos, o una parte de un miembro; la Suzanne de Marion un delirio que concierna a la sensación de negación de los órganos internos
Milner tuvo la sensación de que su rostro caía en pedazos (56); M. Barnes puede encontrarse temporariamente en un neurótico. Una breve observa-
experimentó la sensación de separarse de algunas de sus extremidades , et- ción de H. Ey indica por ejemplo cómo puede sobrevivir una patología de
cétera, pero un histérico delirante no se queja casi nunca de la pérdida de ese tipo: se trata de "una joven enferma que presentaba un síndrome de
un pulmón, de la desaparición de un riñón, del hígado o del corazón. despersonalización y de negación de estructura netamente histérica. Se cu-
29
ró después de algunas sesiones de electroshock. Su madre, internada al mis-
Asimismo, observa que "toda supresión de la iluminación, toda prolongación de la
oscuridad natural" implicaban para él un agravamiento de su estado.
30 Desde luego, en ciertas psicosis la resistencia opuesta al delirio por el conocimien- 32
Antaño, numerosos demonios tomaban posesión del cuerpo de los histéricos; sin
to escópico puede ser desbordada. duda se los encontraría hoy en día en encarnaciones más modernas, propias del dis-
31 curso médico. Ellas infligen múltiples sufrimientos al sujeto, pero, en esta patología,
Parece que en los psicóticos disociados no se observan sensaciones comparables
además de las características que acabo de enunciar, su acción principal no consiste
más que en un estado extremo de la enfermedad.
nunca en destruir los órganos internos.

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mo tiempo que ella, pues ambas tenían ideas de suicidio, era una melancó- 1111presionesde desdoblamiento y de extrañeza afectan la perccpd{111drl
lica hipocondríaca que obtuvo su curación mediante la misma terapéutica" ·espado' psíquico de la representación y hacen surgir la imagen dél 01111
(58). En los raros casos en que se presenta esta eventualidad, el contexto en la 'percepción' de la realidad. Pero esto sólo se produce cuando la inlox1
clínico debe pennitir diferenciar un delirio hipocondríaco psicótico de la cación ha dado un paso más en la marcha _desu proceso en tercera pcrso11a.
imitación de tal delirio por un histérico. 33 o cuando el Sujeto en primera persona, por así decir, está ya preparado pa
Cuando el enfoque psiquiátrico tradicional trata de identificar un sín- ra ese desdoblamiento por el hecho mismo de su estructura neurótica" ( 62).
drome análogo al delirio de las negaciones, pero declarado en neuróticos, l~n resumen, mediante el hachís, el LSD, la mescalina, etcétera, incluso en
las observaciones presentadas confirman la distinción que trato de delimi- otro dominio, por medio de estados de privación sensorial, se llegan a susc1
tar en estas líneas. Los tres casos sobre los que informa C. Berlioz en suEssai lar lnstomos psíquicos que poseen las características de las locuras hist.1511
sur l'obsession de négation no presentan ningún trastorno de la representa- cas, en particular la de no hacer surgir la representación de órganos del su-
ción interna del cuerpo, salvo el famoso "vacío" en la cabeza, tan caracte- jeto dañados o destruidos, cuando ellos no son especularizables.
rístico de la despersonalización, del que acabo de hablar. Por lo demás, el Los fantasmas persistentes y acentuados de fragmentación o de deterio-
autor mismo observa que sus enfem10s no dicen (como lo hacen con fre- ro del cuerpo interno parecen un indicio bastante seguro, aunque no nccc•
cuencia quienes padecen el síndrome de Cotard) "perdí mi estómago, mi sariamcnte presente, de la deficiencia de la cadena significante suscitada
cabeza, mi boca", sino "he perdido mi sensibilidad": según él, "el estado de por la fr,rcJusión del Nombre-del-Padre. Además, con frecuencia puede no-
estos sujetos se caracteriza por una sensación de vacío que invade la con- tarse, e.• ,as psicosis disociativas, una cierta autonomía de la función escó-
ciencia ( ...), engendra ideas de negación que se polarizan sucesivamente en pica qui,!tiende a atemperar el delirio. Todo lo contrario ocurre en las locu-
todo el campo de la personalización y dan forma así al contenido total de ra8 hi~téricas, en las cuales el delirio es suscitado por el déficit de lo imagi-
una obsesión que; sin alcanzar nunca el delirio, llega a sistematizarse" (59). nario, en tanto que los fundamentos simbólicos del sujeto están en su lugar,
La observación de ese síndrome de "obsesión de negación", una varie- de manera que la representación de los órganos internos no puede hallarse
dad de la despersonalización, es poco frecuente; en cambio, no es éste el capturada en articulaciones significantes que la trituren.
caso de los estados de locura histérica suscitados por las drogas alucinóge-
nas. Ahora bien, en ellos, en los cuales el predominio de las fantasías visua-
les ha sido advertido por todos los autores, es absolutamente notable que Más allá de los trastornos de la referencia al cuerpo en las psicosis diso-
casi nunca se encuentren trastornos de la representación interna del cuerpo, ciativas, me parece importante insistir en los de la función escópica y del
en tanto que los fenómenos de despersonalización y desrealización apare- yo en las locuras hístéricas.
cen con frecuencia. Además, se observan todas las perturbaciones del cono- El déficit de lo imaginario magistralmente descripto por Tausk en 1919,
cimiento especular que constituyen el fundamento de los delirios histéricos: en su artículo sobre la génesis de la máquina de influir, ya había sido cap-
pérdida de los límites del yo, clivaje de la imagen especular, sensación de tado por Janet en sujetos neuróticos no delirantes: en sus trabajos se en-
tener varias personalidades distintas, etcétera ( 60, 6 l ). En tal sentido, J-1.Ey cuentran numerosas indicaciones en cuanto a la intrincación de la patolo-
ha advertido muy bien, en lo que concíerne a los efectos de la mescalina, gía histérica y los trastornos de la función escópica.
que "el cuerpo se disuelve en lo imaginario"; se modifican "su densidad, Las experiencias de catalepsia, efectuadas con histéricos sumergidos en
sus volúmenes, sus límites", pero no su estructura interna. A veces, incluso un estado de "sonambulismo provocado", ponen de manifiesto de manera
con esa droga, y siempre según el mismo autor, se puede observar que "las muy ostensible la medida en que esos enfermos, en ciertos estados de con-
ciencia, pueden alienar su imagen en la de otro. "En lugar de tocar al suje-
to -escribe Janet en 1889- pongámonos frente a él, en la dirección de su
33 Desde luego, las interpretadones fantásticas de trastornos orgánicos, como aquéllas mirada, y en lugar de desplazar los miembros de él, hagamos nosotros mis-
sobre las que informa Esquirol, en un enfermo afectado de úlcera estomacal Y que mos un movimiento. Lentamente Léonie se va a mover y a colocar su bra-
creía tener un cuerpo extraño en la garganta, y en otro que sufría de peritonitis Y creía zo, y después todo su cuerpo, exactamente en la posición que nosotros he-
tener animales en el vientre, no pueden entrar en el cuadro de simples neurosis. mos adoptado. Este fenómeno ha recibido el nombre de inútación especu-

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lar o en espejo, porque el sujeto por lo común imita con su brazo izquierdo hn·ucncia se aplica a una estructura lústérica, B. Sclunitz, cu 1972, nhs<'I
el movimiento que nosotros hacemos con el derecho y se asemeja a nuestra vú la tendencia contemporánea según la cual la lústeria "se accrl'ar111"a l,1
propia imagen en un espejo" (36). Esos fenómenos de desidentificación psicosis. ''Sea cual fuere el status que se les acuerde a los estados 1101111'11
constituyen una de las consecuencias más importantes de la desestructura- r.us escribió- hay en general acuerdo en reconocer la más grande frnnu·11
ción del yo para la comprensión de las locuras histéricas. Asimismo, J anet cia adual de estados que plantean problemas. En este punto c11·111·1111,111
captó que la desidentificación yoica puede encontrarse en el origen de un probablemente su lugar las consideraciones socioculturales. Frank y:1 h.1
síntoma psiquiátrico que Tausk no mencionará en su artículo y que ulte- asemejado este recrudecimiento de los estados fronterizos al de la his1t·11,1
riormente no será en absoluto estudiado por los psicoanalístas: "Si hablo en la época victoriana. Ahora bien, el psicoanálisis se ha convertido ahu¡¡1
en voz alta junto a Léonie -escribió Janet- mientras ella se encuentra en en 1111 bien cultural común más o menos integrado, pero es posible prcp.11n
estado cataléptico, repite exactamente mis palabras con la misma entona- tarse si a la aceptación aparentemente mayor de las pulsiones sexuales, t•11
ción. Este hecho ha recibido el nombre de ecolalia o palabra en eco. Es realidad actualizadas de modo defensivo, no responde una actualizaciÍl11
muy curioso; el sujeto, convertido, por así decirlo, en fonógrafo, repite to- más importante de la pregenitalidad, de lo cual provendría el nuevo rostro
dos los sonidos que llegan a sus oídos, sin parecer afectado en absoluto por de la histeria, ya más próxima a la psicosis, en parte por lo menos" (64). Poi
el sentido de esas palabras" (36). cierto nos encontramos en un período de confusión creciente entre los
De modo que no podría sorprendemos la aptitud de los histéricos para cuadros usicóticos y el nuevo rostro de la hlsteria (por lo demás, tanto en
imitar las patologías de las que puedan tener conocimiento. Esto fue de en- la pal, . .,gía cuanto en las teorías psiquiátricas y psicoanalíticas); sin em-
trada puesto de manifiesto en los casos más ostensibles, en los cuales se tra- bargo, para explicarlo parcialmente, más que a las palabras que acabo de ci-
taba de falsificaciones de una enfermedad orgánica. Desde el siglo XVll, tar, yo me adheriría de mejor grado a una noción propuesta en 1977 por
Sydenham llamó la atención sobre ese punto: "La afección histérica -es- 8. Aubin y sus colaboradores. Los histéricos -dicen-, "muy sugestiona-
cribió- no sólo es muy frecuente; también se presenta bajo una infinidad bles desde siempre, parecen actualmente apoderarse de 'modelos psicóticos'
de formas diversas, imita casi todas las enfermedades que alcanzan al cuer- que les son propuestos por la cultura vehiculizada a través de los medios de
po humano" (63). La escuela de la Salpetriere, dos siglos más tarde, obser- información (películas, sobre todo; artículos periodísticos, reportajes de
vó parálisis histéricas de forma hemipléjica, parapléjica e incluso en algunos televisión), o bien por el descubrimiento que pueden realizar de esta pato-
casos cuadripléjicas; se describió a una mujer que imitaba exactamente la logía psicótica frecuente y espectacular en los servicios de psiquiatría en
paraplejía de una sifi.lítica que había visto cerca de sí; se observó que los los que consultan o se internan. A principios de siglo, la trampa histérica
temblores histéricos se asemejaban punto por punto a otros indicativos de estaba con frecuencia tendida en tomo de cuestiones neurológicas (sinto-
enfermedades diferentes: "El primero -dice Janet- imita la parálisis agi- matología de conversión que recordaba la epilepsia, la parálisis, afecciones
tante y el temblor senil; el segundo, la enfermedad de Basedow, el tem- de la sensibilidad y sensoriales). En este fin de siglo, el mundo del psicótico
blor alcohólico y el de la parálisis general; el tercero recuerda la epilepsia parece atraer al histérico y conducirlo, por su patomimia, a construir más
espinal de las paraplejías espasmódicas o, cuando existe solamente en los frecuentemente cuadros seudopsicóticos de aspecto esquizofrénico" (65).
movimientos intencionales, uno de los síntomas característicos de la escle- Se advierte que en la década de 1970 empieza a ser subrayada la imita-
rosis en placas" (37). Se sabe además que la reunión de histéricos y epilép- ción histérica de trastornos mentales; no obstante, no se trata de un fenó-
ticos en un mismo servicio, en la Salpetriere, en la época de Charcot, dio meno que acabe de aparecer, sino de un hecho clínico que se acentúa. En
origen a la artificial "histero-epilepsia", etcétera. efecto, se puede por ejemplo descubrirlo en el relato de Perceval de 1840,
Hoy se admite sin reparos la frecuencia de la falsificación histérica de que narra la residencia durante dos años, en una clínica inglesa, de un his-
los trastornos somáticos; en cambio, aunque Freud mencionó, en su corres- térico delirante (26). El paciente había observado que, dos o tres veces por
pondencia con Jung, el caso de una ltistérica que "imitaba simplemente" la día, el señor N., al que apodaba Fazakerly, iba a pasearse por el patio; "allí
demencia precoz, hace poco tiempo que ha llamado la atención la imita- permanecía inmóvil, con la cabeza alzada hacia el cielo, las manos en las
ción histérica de las enfermedades mentales. caderas, con el aspecto de alguien que se ahoga. Clamaba con fuerza: '¡Ju-
Con respecto al concepto psiquiátrico de "estado fronterizo", que con ro ante Dios que soy el duque de Somerset y que lego todas mis joyas y
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGHN JJHI. <'UFl<l'O

mis numerosos bienes, etcétera, a Su Majestad y a sus herederos para siem- las patologías de M. Bames o de Renée (67); en cuanto a la presencia tl1•1111
pre! ¡Entonces, Dios viene en mi ayuda!' Cuando se me permitió pasearme doble, en tomo del cual se focalizarían, las declaraciones delirante~. s1111'h
por el patio -escribe Perceval-, los espíritus me dijeron que adoptara la tar totalmente excluida, no se ubica en el primer plano del cuadro el í111cu 11
misma posición y gritara: '¡Yo soy la esperanza perdida de una noble fami- No obstante, en su observación es posible captar muy bien la dcsid<·11tif11 ,1
lia!' Pero después de haber ensayado varias veces, tuve vergüenza de exhi- ción, uno de los fenómenos de desestructuración del yo, que se e11c111·111, .,
birme de ese modo y de convertir a mi familia en pasto para los curiosos. en el fundamento mismo de la enfermedad.·
Entonces mis espíritus quisieron que gritara: '¡Dios salve al rey!', y otras ¿Cuál es la causa desencadenante de su delirio? El cáncer de vejiga dr ,11
cosas, y me ordenaron que me ahogara. Dijeron: 'El señor Fazakerly se aho- marido. Los médicos -escribe S. Urban- desaconsejaron la operadú11,
ga en esa posición. Tu debes hacer la .misma cosa'. Obedecí al pie de la le- "por haber verificado la existencia del cáncer en su forma más tcrrihlt•, y
tra y traté de gritar ahogándome" (66). me han hecho entrever los sufrimientos horribles entre los cuales mi pnhrt•
En un mayor grado, la pérdida de los límites del yo puede dar origen, marido iba a pasar los últimos años de su vida. Todo ello me conmoviú a
no solamente a alucinaciones y a comportamientos de aspecto psicótico, tal punto que volví a X ... más muerta que viva, incapaz de pensar en nada
sino también a ciertos delirios. Con relación a esto, Tausk observó que más que en abreviar los sufrimientos de mi marido matándolo y suicicl:in
cuando el sujeto vuelve a un estadio en el cual existe confusión entre su yo dome a continuación; así, supliqué a los médicos que me proporcionaran
y el mundo exterior, puede tener la impresión de que sus pensamientos y veneno" (68). En ese momento murió el médico de la familia, que desper-
sentimientos están en la cabeza de los otros. Este es un rasgo clínico que se laba lant,· .....
, ella como en su esposo bastante confianza y simpatía . .Pan:-
encuentra muchas veces en histéricos delirantes. Más aun, Janet había no- ce entonces que Suzanne abandona su yo para identificarse con el esposo,
tado que la sensación de despersonalización en ciertos neuróticos "psicas- más exactamente con uno de sus rasgos, la enfermedad, de modo que la to-
ténicos" podía suscitar "verdaderos delirios en esos enfermos que se creen ma sobr-~sí. "No podía casi dormir y apenas caminar; tuve que guardar ca-
muertos y que al considerar que las otras personas tienen la sensación de ma, tomar p11doras de base de arsénico y diferentes medicamentos seda11-
carecer de vida, piensan estar rodeados por autómatas y cadáveres" (38). tes, pero la idea del suicidio y, al mismo tiempo. la idea de envenenar a mi
En efecto, tal como he tratado de mostrarlo en otro lado (12), la desestruc- marido, volvían cada vez más a mi espíritu". Pasó a estar tan enferma co-
turación yoica se encuentra en la base de los delirios histéricos de influen- mo él, y trató de poner fin a los sufrimientos confundidos de ambos, me-
cia y de posesión, los cuales se focalízan en la imagen de un doble que no diante la muerte de uno y otra. En consecuencia, se comprende que en su
es reconocido como tal, y que puede encamarse en las figuras <le!diablo, delirio ulterior afirme a veces estar afectada de un cáncer de estómago o de
de la máquina de influir o, más recientemente, de extraterrestres. Por Jo de- garganta. Aparentemente la enfermedad del marido, por razones que igno-
más, H. Ey realizó una verificación del mismo tipo al reconocer la experien- ramos, despertó en ella una intensa culpabilidad: queríamartirizarse,echán-
cia de despersonalización como constitutiva del fondo sobre el cual se ori- dose al suelo, tratando de herirse y matarse por medio de sillas o mesas. El
ginan los delirios neuróticos de posesión y de influencia (62). La extrañe- cáncer era sentido como un castigo insoportable que le hubiera sido infligi-
za angustian te del doble parece ser una de las formas extremas del trastor- do a ella misma. Es notable que ya en su infancia hubiera reaccionado con
no de la función escópica que se encuentra en el origen de las locuras histé- un síntoma histérico: una contractura de los miembros inferiores rigidiza-
ricas. dos a continuación del temor a un castigo, cuando su institutriz amenazó
Con respecto a esto, entre los casos presentados con J. - P. Champanier con hacer que su padre le diera una paliza.
en nuestro artículo "Pour une réhabiLitation de la folie hystérique" (26), La desidentificación yoica no siempre aparece de manera tan manifiesta
Marie-Christine, Renée, M. Barnes, Perceval, Suzanne, etcétera, la desestruc- como en el caso de S. Urban. Sin embargo, si esta tesis es correcta en Jo
turación yoica se manifiesta de manera bastante neta en la mayor parte de que concierne a las locuras histéricas, se deberían encontrar indicios de una
ellos. Hay sin embargo un caso, el de Suzanne Urban, observado por Bins-
wanger, respecto del cual la tesis que proponemos aquí no aparece confir-
mada con grado de evidencia. En Suzanne Urban no aparece ningún fenó- 34 Suzanne Urban se sentía a veces presa de una "voz terrible" o de un "poder diabó-
meno de fragmentación especular del yo, como los c:1 ie se encuentran en lico" que la forzaba a exteriorizar mentiras.

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cierta eficacia terapéutica del proceso inverso, a saber: el de la reidentifica- durante la posesión, el sujeto no se reconoce a sí mismo en una 10111>1.rnl 111
ción yoica. Ahora bien, esto ocurre, como ya lo hemos indicado, por ejem- (70). La desestructuración del yo, cuyo bosquejo todavía se pul'dl' 11h~(·1v11r
plo respecto de Marie-Christine, cuando ella experimentó una remisión es- a veces al final de ciertos análisis de neuróticos, lejos de ser lo propio th- l.,,
pectacular de sus trastornos, gracias a un auxiliar que decidió ocuparse de psicosis, pertenece más bien a una psicopatología de la vida cotidiana.
su cuerpo y le pennitió volver a encontrar la unidad en un espejo. Además, La polisemia del concepto de imagen del cuerpo, que sigue sil'11do h111
Sechehaye y Pankow fundan a veces en ese principio.de reidentificación dizo aunque se trate de delimitarlo con precisión, hace difícil identilH·,11ru
del yo las psicoterapias de sujetos delirantes. La primera afirma que en un él características que posean algún rigor; en cambio, el análisis de las piilu
cierto estadio del tratamiento su objetivo principal era ofrecer a la pacien- bras del sujeto que se refieren al cuerpo parece presentar cierto intert•s d111>1.
te, Renée, una imagen de sí misma, "una imagen nueva sobre la cual pudie- nóstico, si se distingue la imagen especular de la r~presentación intc,11,1.
ra construir su 'Yo' "; insiste además en "el proceso de imitación" en la for- La pretendida fragmentación ineluctable de la imagen del cuerpo dt• lnN
mación del yo, y después en la construcción del "yo corporal" (67). En psicóticos es una tesis que reposa frecuentemente en una tendencia a ulrn
cuanto a Pankow, funda su trabajo en una reestructuración dinámica de tificar la imagen especular con el sujeto; dicha tesis lleva a renunc1a1 a 111
una imagen del cuerpo, por cierto difícil de delimitar, pero este método ha más vivo del descubrimiento freudiano, y a perderse en la dependclll'.i;art•~
dado muchas veces pruebas de poseer una cierta eficacia. pecto del conjunto de imágenes vinculadas a la subjetividad de los t·cra¡,1·11
En cambio, es notable que, cuando Schreber pasa largos momentos ante tas.
el espejo, ello no tiene para él ningún efecto de estructuración del yo: por
el contrario, busca en su imagen especular una confirmación de su delirio.
Esa búsqueda sigue siendo insatisfactoria, pues la disociación no se ha mi-
BIBLIOGRArJA
ginado en un trastorno de la especularidad, sino en una falta de fundamen-
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pueden estar muy difundidas en ciertos grupos sociales. La universalidad a
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de los cultos de posesión nos proporciona uno de los mejores ejemplos. Se (1919)-, en CEuvres p,ychanalytiques, Payot, París, 197 5. [Hay versión cast\'11;11111
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sabe que, en la mayor parte de los casos, cuando el sujeto se convierte en
otros, Travestismo, fetichismo, neurosis infantil, Buenos Aires, Paidós, 1975. J
un poseso, encama a una divinidad del panteón propio de su cultura. En el 6. FREUD, S.: Remarques psychanalytiques sur l'autobiographie d'un cas de p:ua1111
vodú haitiano, su comportamiento basta para que cada circunstante pueda ta (1911 ), en Cinq psychanalyses, París, P.U.F., 196 7.
identificar el "caballo" que lo "monta". 35 En esos estados de trance, el 7. ABRAHAM, K.: Examen de l'étape prégénitalc la plus précoce du développl'llll'III
sujeto abandona su yo por otro que toma en lo imaginario de su grupo so- de la libido, en CEuvres compleres, 11,París, Payot, 1965. (Hay versión caq,•Jl,111,1
La primera etapa pre!!enital de la libido, en Psicoanálisis clínico, Buenos 1\11,•,,
cial; F. Schott-Billman ha confirmado recientemente que se encuentra en-
Hormé, 1959.)
tonces desidentificado de su yo: esa autora informa haber observado que, 8. ABRAHAM, K.: Esquissc d'une histoire du développement de la libido bast;,. ""
la psychanalysc des troubles mentaux, en a?uvres completes, 11, París, l',1yol,
1965. (Hay versión castellana: Un breve cHudio de la evolución de la I(bido, ,·1>ml
35 Respecto ele esto, A. Métraux, como otros etnólogos, escribe con mucl!a. pertinen- derada a la luz de los trastornos mentales, en Psicoanálisis clínico, Du,:no~ ,\111·,.
cia: "La posesión no podría explicarse únicamente en términos de psicopatología", Hormé, 1959.]
pues "el número de personas sometidas a ella es demasiado grande como para que se 9. DOLTO, F.: Le cas Dominique, París, Seuil, 1971.
les adjunte la etiqueta de histéricas, a menos que se considere al conjunto de la pobla- 1O.DI.::WAELHENS, A.: La psychose. Essai d'interprétation analytique t•t ,·n.1•/,•1111,1
ción liaitiana como afectada de trastornos mentales" (69). le, Nauwelaerts, Lovainn-París, 1972.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS LA DESESTRUCTURACION DE LA IMAGE'N DEL CUHUJ'O

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

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RESEÑA HISTORICA

210
EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA 1

Muchos, en nuestros días, sin duda sólo otorgarán a lo ,¡ur


sigue un interés Jústórico, incluso prehistórico. Tememos qu,·
ese desdén oculte un atolladero en el que se está a tascado.

J. 1 acan
("Sur la théorie du symbolisrnc d'E. Janes") ( 1)

Consullemos cualquier obra de redacción reciente que trate sobre las


psicosis, y encontraremos sin esfuerzo afirmaciones que caracterizan la psi•
cosis, en tanto que algunas líneas más adelante se nos hablará. del esquizo-
frénico y de la estructura paranoica. No se vacila en el deslizamiento su-
brepticio de la estructura psicótica, cuyas coordenadas han sido delimitá-
das con cierta precisión por las investigaciones psicoanalíticas, en particu•
lar desde 1955, en estructuras hipotéticas que articularían cuadros psiquiá-
tricos tales como la esquizofrenia o la paranoia. Se confunde el enfoque
psicoanalítico, fundado en el discurso del paciente, con el enfoque psiquiá-
trico, que ha tenido origen en una clínica de la mirada. Se postula implíci-
tamente una armonía preestablecida entre uno y otro. No se piensa en ab-
soluto -o se piensa muy poco - que la estructura psicótica puede estar des-
fasada con respecto a los cuadros de psicosis.
No pareée que los autores modernos hayan encarado con rigor la hipó-
tesis de la inadecuación de las estructuras inconscientes identificadas por el
psicoanálisis en su relación con los conceptos psiquiátricos que parecen co-
rresponderles "naturalmente". El atolladero en el que parece encontrarse
hoy en día la investigación sobre los estados delirantes (piénsese en el em-
brollo del discurso psiquiátrico, lo mismo que en las contradicciones evi-
dentes de los enfoques analíticos) reside en buena parte -en mi opinión-
en la "psicotización" abusiva de un buen número de individuos, respecto

r Este artículo apareció en la revista Psychiatries, n° 38, mayo de 1979.

213
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA

de los cuales se infiere con ligereza desde una sintomatología psiquiátrica del espíritu tales como la melancolía, debida a la acción maligna tk· la l11li~
hasta una hipotética estructura inconsciente. La moda está en la estructura, negra, de modo que durante mucho tiempo no hubo lugar para una lm·111a
pero no basta emplear la palabra para romper con una clínica de lo imagi- histérica. Sin embargo, en ese discurso, es preciso notar que esta últ 1111,1 1111
nario. es en absoluto inconcebible, desde que se admitía que el útero, o mas pu·
Si se toma en consideración la perspectiva que acabo de indicar, se im- cisamente su influencia, podía "subir a la cabeza". Por ello. 1111Kh11 111,IN
pone una pregunta: la estructura psicótica, ¿puede acoger estados de locu- tarde, al concluir la Edad Media, algunos partidarios de la tcrn la 11!1•1111,1
ra? 2 Puesto que señala ese problema, uno se ve principalmente llevado a pudieron discernir trastornos mentales en la histeria.
detenerse en la gran neurosis, de la que muchos autores han pretendido Uno de los primeros en hacerlo parece haber sido. l'II d s111.lo XVI, i\111
que podría dar origen a delirios y alucinaciones. Para poner de manifiesto broise Paré. El trató de vincular las tesis hipncr:íl 1cas rn11 lm v11p1111·\ 1l1
que ella se sitúa en la articulación confusa del discurso psiquiátrico con el Galeno, y describió en la hlsteria, adcm:is dt· dt·llmi 1.i11d101111•,¡ 11~111111t,,~.
psicoanalítico, nada mejor que el concepto moderno de "psicosis hlstérica": diversos aspectos de las enfermedades 11w11lalt·s 1·111011,e•\, 111to111d,1,,,t, ,ole•
este concepto vincula dos estructuras incompatibles; sin embargo, incluso la melancolía hasta el estupor catatú111ro· " .. , l!I l,1, ,111•.u ••N 111,1 y v,,111.. -,
quienes subrayan legítimamente esa incoherencia, a falta de algo mejor, -escribió-,refrigera todo el c11t·1pod1• 1111 ►1l11 1.il q111·l.111•Np1111, ""' v, 111111
con mucha frecuencia se ven obligados a utilizarlo. so de las arterías no pueden se, pr1e1h11l11~ p111li1~ ~•·11t idc,,. y ~, 1c 11111111111
Parece 'ahora necesario realizar un rodeo por la curiosa historia de la lo- es tosca, causa convulsiones. y sr t•s 1k 1111111111 111rlu111 ctlh 11,, 11~1•11,li,1111,ti
cura histérica, por sus fundamentos olvidados, por su desaparición, por su za; por estas _.,ds es cvidc11k q1w l.1 111aq11h111 1•,1,1p111111•111111111h .i,,11,1ol11,
tímida reaparición, para poner de manifiesto una zona de sombra en el en- también por insensibilidad dd c.stó111av.0 1 el ro,.111111 p111 1111.1 pulp1t,,, 11111, c•I
foque actual de los estados psiquiátricos. hígado y el cerebro. Ahora bien, el t:rrrh10 1•slnd.111,11111 p111cl11l111 el, 111111'
za que con frecuencia está acompanauo dt• 111ho1d<' t11d,1l.1, .11,1y 1•11111fc 1 11

Durante más de dos milenios, la hlsteria fue considerada una enferme- miento de los ojos, escotomía y vértigo, es drcir qut• patt'Ll' qut• lml11 l'~l.1
dad resultante de las migraciones internas del útero. Según los textos hipo- cabeza abajo, lo que se produce por un vapor pútrido que ast:('IHhúal n·t('
cráticos, cuando la continencia lo privaba de humedad, se secaba y perdía bro, perturbando enteramente el sentido, inslrumcnlo de las l'at.:11ltad1:s :1111
peso, lo que lo llevaba a ascender hacia los órganos de las cavidades esplác- males, por lo cual adviene un ensueño, tan pronto de la virtud aprehensiva.
nicas con el objeto de absorber humedad en ellas. La diversidad de los sín- tan pronto de la razonable, y con frecuencia la mujer habla aparte, para NÍ,
tomas hlstérícos -convulsiones, ansiedad, vómitos, etcétera- se considera- en sueños, declarando tanto lo que debe decir como lo que debe callar, y
ba relacionada con la variedad de las nuevas localizaciones del útero. En el algunas veces queda estúpida y atónita. En algunas hay un sueño muy largo,
último estado de su desplazamiento, se admitía que su influencia podía ex- llamado Caros por los griegos, en el cual son sordas y mudas y no respontlc11
tenderse hasta la cabeza, provocando entonces dolores faciales, pesadez, nada cuando se las llama en voz alta: algunas veces oyen pero no puedl'll
somnolencia y letargia. La libido femenina no disponía del órgano que la responder, y tales son los signos de la sofocación del útero ... La paciente ...
polarizaba visiblemente; poseía una aptitud peculiar para difundir lo imagi- cae al suelo, y se abandona como si estuviera muerta, y algunas pierden to-
nario fálico en el interior del cuerpo. da sensación y todo movimiento, y el pulso es tan débil que no se lo sienll·
Para el pensamiento griego, la histeria, enfermedad uterina, debía ser de ningún modo, de manera que uno estimaría que están muertas ... En re-
cuidadosamente distinguida de la epilepsia, causada por obstáculos a la cir- sumen, los síntomas parecen diversos según sea que el vapor que se eleva
culación del "pneuma", 3 y no tenía nada en común con las enfermedades desde el útero tropiece ora con estas partes, ora con aquéllas ... si se esparce
en el cerebro, lleva consigo algunas veces un furor con parloteo, a veces es-
2 Habría por cierto que interrogarse de la misma manera en cuanto a la estructura tupidez, adormecimiento, con taciturnidad inhabitual, todo según la natu-
perversa, cuya frecuencia es sin embargo mucho menor que la de la estructura neuró- raleza del humor bilioso, o grosero y melancólico, desde el que se eleva el
tica. vapor.·.. Pero no hay nada más admirable que el hecho de que en algunas
3 Especie de fuego que circula por todo el cuerpo y que asegura la vida y el equili- esta afección comienza con una risa, en otras con llanto. y en otras co11
brio de los humores. ambas cosas juntas" (2). El enmarañamiento de los síntomas psíquicos y

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LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DISOCIATIV AS EL !fSCAMOTEO DE LA LOCURA HJSTHRICA

somáticos, el extremo polimorfismo de las manifestaciones morbosas, la como una de las características constitutivas más notables de esta l'IIIL-11111•
naturaleza onírica de ciertos estados, el origen "uterino" de los trastornos, dad. Las posesiones demoníacas conventuales, una vez reconocida su 1111111
en otras palabras su poder evocador de la sexualidad, todos estos elemen- raleza histérica, habrían debido conducir a una verificación de ese tipo. Sm
tos, que con tanta frecuencia serán mencionados ulteriormente, aparecen embargo, tuvo que pasar algún tiempo para que el saber médico rcconoril'
ya ubicados desde la primera descripción de una locura histérica. rala existencia en las histéricas de capacidades de imitación que podían 11!-
En la época de Paré, la demonología estaba muy difundida: los procesos gar a la "locura". En su Traité des affections vaporeuses du sexe, publicmlo
por brujería nunca fueron más numerosos que en el siglo XVI. Se diría que en 1758, Joseph Riiulin parece haber sido uno de los primeros que lo ex
esa coyuntura histórica gravitó de manera apreciable en el acercamiento de presó claramente: "Se han visto mujeres -escribió- que, en estados próxi-
los trastornos histéricos y la patología mental. Sin embargo, esto no se pro- mos al éxtasis·, imitaban gritos, el canto del gallo, el croar de las ranas, el
dujo de entrada. Fue necesario primero que J. Wiyr, en 1563, se atreviera a silbido de las serpientes, el ladrido de los perros; ¿es verosímil que antes dt·
desafiar el anatema de la Inquisición, como primer médico que diagnosticó los ataques tuvieran la imaginación llena de cosas tan ridículas? Esas enfor
enfermedad mental en brujas y posesas (3). Según él, esas personas padecían medades, u otras de la misma naturaleza, en las cuales las mujeres invent,m.
de melancolía, incluso quizá de manía, pero no mencionó la histeria. Todo exageran y repiten todos los absurdos de los que es capaz una imaginación
lleva a creer que no consideraba que fuera una de las enfermedades capaces depravada, se vuelven a veces epidémicas y contagiosas; las mujeres ataca
de suscitar trastornos mentales. De todos modos, el texto de Paré da fe de das, antes del ataque, ¿podrían tener el espíritu imbuido de los errores de
que la opinión pública estaba evolucionando. la primera r _..¿rmade la cual se han contagiado?" (6). Además, Raulin,
Hubo que esperar el inicio del siglo XVII para que un médico sostuviera como varios ele sus predecesores, observó en las "vaporosas" furores con-
paladinamente la naturaleza histérica de ciertos fenómenos de posesión. En vulsivos, estados catalépticos, melancólicos y delirantes. Es preciso precisar
1602, a Edward Jorden se lo citó como experto en -oportunidad de un pro- que el ténnino "vapores" designaba en el origen las emanaciones provenien-
ceso que teníalugaren Londres;afirmó entonces que la joven Mary Glover, tes del útero morboso, que se elevaban hacia lo alto del cuerpo y genera-
que padecía crisis convulsivas, ciega y muda con intermitencia, privada de ban las diversas manifestaciones patológicas; más tarde, la costumbre con-
sensibilidad y de movimiento en el costado izquierdo, no había sido embru- virtió a esos "vapores" en sinónimo de histeria, y con tal sentido lo entien-
jada, como lo pretendía el rumor público; según él, esos fenómenos se de- de Raulin, sin que su utilización implique una referencia necesaria a la etio-
bían a causas naturales: la enfermedad histérica. Al año siguiente, en su logía uterina, puesto que menciona la existencia de hombres vaporosos. En
"Breve discurso sobre una enfermedad denominada sofocación de la madre" su obra es notable que comience a perfilarse lo que cien años más tarde al-
Jorden describe en algunos momentos, haciéndolos depender de la patolo~ gunos llamarían locura histérica.
gía uterina, síntomas psicológicos que recuerdan estados próximos al sue-
ño y la locura: "El sentido interno está depravado cuando una mujer ima-
gina, juzga o recuerda cosas que no son, o cosas distintas de lo que son" (4). En la priinera mitad del siglo XIX, la mayor parte de los autores (Pinel,
La opinión de Jorden y Wier sobre la naturaleza patológica de los fenó- Georget, Esquirol, Landouzy ...) concuerdan en observar la posibilidad de
menos de posesión y brujería no cesa de aumentar su audiencia; necesitó po- aparición de episodios delirantes en el curso de la histeria, o asociados con
co menos de uri siglo para imponerse, antes de ser admitida corrientemente ella; no obstante, ninguno de ellos pone todavía claramente de manifiesto
en la época de las luces. Parece porto tanto que durante el siglo XVII, corre- la existencia de una locura histérica. Si bien Georget, en 1820, rompió con
1ativamente con la generalización del enfoque médico de la demonología, la teoría uterina, para afirmar la ubicación cerebral de la histeria, 4 no la
numerosos autores como Jorden,Sydenham, Burton, Baglivi(5), comenza- consideraba sin embargo una enfermedad mental. Para él, como para lama-
ron· a incluir la histeria entre las enfermedades capaces de suscitar trastor- yoría de sus contemporáneos, los ataques convulsivos constituían todavía
nos del espíritu.
Muy pronto, desde Sydenham, según quien la histeria era "un Proteo 4 En el siglo XVII, el francés Charles Le Poh y el inglés Thomas Willis ubicaron en
que adopta una infinidad de formas, un camaleón que cambia intermina- el cerebro el asiento de la histeria, pero esta concepción sólo se impuso <lossiglos más
blemente de colores", se puso de manifiesto la plasticidad sintomatológica tarde.

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LOCURAS HISTÉRICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA f/ISTERJCA

el síntoma patognomónico, en tanto que el delirio, cuando se lo observaba, tión de sustancias deletéreas" (alcohol, hachís, éter ...), etcétera. l•:Itll-1111,1
era sólo un elemento sobreañadido. nervioso no presenta una forma bien determinada; se manifiesta "e11 }\la
Aparentemente fue hacia mediados del siglo XIX cuando se discernió de dos diferentes que responden a una escala infinita, desde las más simples
modo progresivo la existencia de un delirio histérico sin convulsiones aso- sugestiones poco razonables hasta los actos de demencia más pronunciados''.
ciadas. Así,en 1859, después de haber notado que el delirio es bastante fre- Ese poliformismo, que constituye una de sus características, proviene dl· s11
cuente en los histéricos, Briquet agrega: "Se lo encuentra en dos circuns- independencia respecto de toda lesión orgánica: en esos casos "la analom1a
tancias diferentes. Lo más frecuente es que acompañe las otras formas de patológica no indica nada, absolutamente nada"; por ello, "hay un interva
ataqnes como fenómeno secundario; a veces, por el contrario, el delirio es lo inmenso entre esos delirios y las alienaciones mentales a las cuales mas
el hecho dominante, constituye el ataque, y sólo lo acompañan accidentes se parecen" (9). 6 Según Sandras, el delirio nervioso por lo general está li-
histéricos ordinarios" (8). Con respecto a la estructura del delirio histérico mitado en el tiempo, sus causas son comprensibles, es sensible a las accio•
observa que se trata "siempre de una simple reminiscencia de pensamiento~ nes ejercidas en el sistema nervioso y curable por diversos métodos. Las ca-
que han ocupado a los enfermos fuera del ataque". Describe sobre todo los racterísticas del delirio histérico, tal como las perfilarían algunos años más
delirios pasajeros, sin reconocer la existencia de una locura histérica (expre- tarde Moreau de Tours y Janet, no son en absoluto distintas, de manera
. sión que emplea) más que "en el curso de una epidemia de histeria", de las que todo lleva a creer que el delirio nervioso fue subsumido en el delirio
que las posesiones conventuales constituyen un ejemplo. histérico. 7
Algunos años antes, en 1845, en Berlín, Wilhelm Griesinger ya había Sin embar ·, antes de que la especificidad de este último fuera definida
ido más allá de las concepciones de Briquet acerca de este punto, dedicán- con cierto rigor, se asistió aún a intentos análogos a los de Sandras, con el
dose a describir ciertas locuras histéricas crónicas, las cuales le parecían fin de identificar la existencia de un delirio de naturaleza distinta de la del
una complicación posible de toda histeria ordinaria. Según él, la histeria delirio de los alienados. En tal sentido, Morel, en 1866, propuso la expre-
era una de las formas y una de las causas de la demencia. Entonces, en vir- sión "delirio emotivo". Los elementos que constituyen su trama "se com-
tud de la autoridad del profesor alemán y de su Traité des maladies menta- ponen de hechos de impresionabilidad y de emotividad con predominio de
les, el concepto de locura histérica recibió sus cartas credenciales. ciertas ideas fijas, de ciertos actos anormales sumamente ridículos y excéntri-
El rnismo año en que fue traducida al francés la obra principal de Grie- cos, aunque sin embargo no peligrosos". More] fijó el punto de partida de esas
singer, apareció el primer artículo en este idioma consagrado a la locura anomalías, no en el cerebro, sino en los ganglios viscerales (I 1). Ese delirio·
histérica: Moreau de Tours publicó en 1865, en Union médica/e, un trabajo emotivo aparecía más limitado que el delirio nervioso; en cambio, se vuelve
titulado "De la folie hystérique et de quelques pliénomenes nerveux pro- a encontrar el polimorfismo característico de este último en las manifesta-
pres :1l'hystérie convulsive, a l'hystéro-épilepsie et al'épilepsie"; sin embar- ciones de la locura histérica, a la cual Morel, por primera vez en Francia, le
go antes, algunos médicos fr~nceses, bajo conceptos hoy olvidados, y con acordó un lugar original en su Traité des maladies mentales (1860), obra
independencia de la histeria, captaron algo del tipo del delirio histérico. Así, que propone una nueva clasificación nosológica en seis grupos, uno de los
en 1851, Sandras describió con sagacidad una forma particular de delirio, cuales se divide en locuras histérica, epiléptica e hipocondríaca. Encarando
que no sobreviene en los alienados, y que llama "delirio nervioso". Sus la alienación mental desde el punto de vista etiológico, le parece imposible
principales causas son a su juicio las pasiones humanas: el amor, el odio, que la histeria no pueda crear una locura a igual título que la epilepsia y la
los celos, el afecto a los niños, etcétera, lo mismo que todo lo que pueda
suscitar el estado nervioso. Es frecuente que una conmoción moral sea el 6 Las bastardillas son mías. Por cierto, en el siglo XIX se consideraba la parálisis ge-
factor desencadenante de los trastornos. En ese cuadro nosológico Sandras neral como el paradigma de la alienación mental, y se ignoraba que en la mayor parte
incluye especialmente "las alucinaciones delirantes conocidas con el nom- de las psicosis estaban ausentes las lesiones orgánicas, de modo que el criterio de di-
bre de demonio de Sócrates, apariciones, etcétera", los delirios suscitados ferenciación propuesto, por Sandras parece de poco valor; no obstante, las otras indi-
por el magnetismo, 5 los delirios puerperales, los que resultan de "la inges- caciones, ¿no permiten aislar con pertinencia un delirio original?
7 Por otra parte, Moreau de Tours hablará de "delirio neurótico" con respecto a la
s locura histérica (10).
Se sabe que los magnetizadores dieron origen a los hipnotizadores.

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LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE"LA LOCURA HIS1füUC/I

hipocondría. "Puede parecer extraño -escribe- que la expresión locura confirman que la locura histérica puede adoptar la mayor parte Je 1.i~lu1
epiléptica, aplicada al estado mental de algunos enfermos que sufren esta mas de la patología mental, si bien las marca con un sello particular ÁN1,
afección, y que la de locura hipocondríaca, con !'aque se designa las ano- el delirio es siempre breve, pero con la mayor frecuencia intermitente. Apn
malías Y transformaciones íncretbles de esta neurosis, no hayan consagrado rece tan bruscamente como puede desaparecer. Los enfermos poseen 1111.1
de manera universal la expresión locura histérica, eminentemente propia cierta conciencia de él, a veces clara, otras oscura. Observa su anaJogía ro11
para precisar un estado mental que toma de la histeria sus caracteres esen- b actividad onírica y con el delirio artificial suscitado por tóxicos lall's
ciales•.." (J 2). Las observaciones presentadas por Morel para ilustrar esta como el hachís. Finalmente, el delirio aislado, con su causa definida, puede
última afección ofrecen una gran diversidad: delirio de celos, cóleras, im· ser tratado {13).
pulsos, alucinaciones, delirio de los actos, tristeza profunda entrecortada La curabilidad, la plasticidad de los trastornos y su semejanza con el
por alegría, delirio demonopático, agitación maníaca alternada con estupor, sueño todavía hoy, un siglo más tarde, y con el enfoque retroactivo del
etcétera. Aisló por cierto el concepto de locura histérica, pero no lo apun- aporte psicoanalítico, parecen constituir tres de las características esencia-
taló, contentándose con acercar algunos casos, cuyas enseñanzas no agrupó les de la locura histérica. A pesar de la notable pertinencia de las observa-
en un estudio de síntesis. De hecho, además de su aparición en un terreno dones de Moreau de Tours, habrá quien tenga reservas acerca de una de
histérico, el carácter proteiforme parece constituir allí la principal especifi- ellas: la concerniente a la constante brevedad del delirio. Es verosímil que
cidad de la locura histérica; se comprende que no resulte fácil delimitarla esa observación haya sido suscitada por el hecho de que en primer término
de un solo golpe, y que Morel parezca haber renunciado un tanto a hacerlo. fueron difcrcr :;.idas la locuras histéricas más próximas a la histeria ordina-
No obstante, en su artículo de 1865, y después en su monografía de ria, las que permitían reconocer, entre las intermitencias del delirio, la
1869, consagrada por primera vez exclusivamente a la "locura neuropática forma clásica de la enfermedad. Fue mucho más difícil poner de_manifies-
(vulgo histérica)", Moreau de Tours llega a identificar ciertas característi- to los delirios crónicos del mismo origen.
cas de esta enfermedad. Según él, diferencias radicales la separan de otros En L 'état mental des hystériques (1883), de Legrand de Saule, el pro-
tipos de alienaciones mentales: "Contrariamente a lo que ocurre en el deli- yecto del autor consiste en detemlinar el criterio de irresponsabilidad que
rio crónico esencial -escribe-, la locura propiamente dicha, las enfermas es- trae aparejada la alienación. Llega a la conclusión de que la locura histérica
tán por completo absortas en sí mismas; todo punto de contacto con el implica una atenuación de la culpabilidad. Desde un punto de vista clínico,
mundo exterior parece aniquilado; están sumergidas en un estado de desva- nota, casi como Moreau de Tours, el polimorfismo de los tra_stomos y su
río del que nada puede sacarlas, y que se traduce exteriormente por pala-- movilidad, la conciencia del delirio, su analogía con el delirio artificial, la
bras, incluso por actos, que una incoherencia aparente hace ininteligibles riqueza de las alucinaciones y la escasa frecuencia de la evolución demencial.
para sus allegados, pero que evidentemente tienen sentido para ellas mis-
mas. Eri ciertos aspectos se trata del estado Je desvarío de un individuo
afiebrado, pero sin la fiebre, y también con más orden, más ilación, diría de
En el último decenio del siglo XIX aparecieron los trabajos principales
buena gana más razón en las ideas( ...)
consagrados a la locura hjstérica. los que no se limitan ya a describir el cua-
"Pero la forma sonambúlica no es siempre tan nítida, tan definida como dro clfoico. y que permiten comenzar a penetrar en la especificidad de la
acabamos de verla. En ciertos histéricos el delirio está más cercano a la lo- estructura inconsciente; son en primer lugar L 'automatisme psychologique
cura ordinaria. Queremos decir que no están rotas todas las relaciones con (1889) y L'état mental des hystériques (1892) de P. Janet, y en segundo
el mundo exterior; que a las ideas delirantes (esto es, pertenecientes a un es-- lugar Etudes sur l'hystérie (1895) de Breuer y Freud. En lo esencial, llega-
tado mental en ténninos psíquicos idéntico a un sueño) se suman con fre- ron a conclusiones concordantes, en especial la de que el delirio que sobre-
cuencia ideas razonables, concebidas en un estado de vigilia completa y to- viene en los histéricos posee un sentido oculto a Ja conciencia del sujeto, y
madas de impresiones provenientes del exterior. .." (I O). Sefiala además que es curable mediante sugestión hipnótica o psicoterapia. Además, afir-
que otros histéricos presentan estados de excitación maníaca, o bien una ma Janet, "el delirio ha sido producido en este caso por el mismo mecanis-
sintomatología muy análoga a la de la "melancolía estúpida de ciertos mo- mo que en otros enfermos ocasiona parálisis, contracturas o ataques" (14);
nomaníacos". Sin que él lo subraye, las observaciones de Moreau de Tours ¿no es esto lo que confirman los _casosde Anna O. y Émmy von N.?

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTJ::RJCA

A diferencia de Breuer y Freud, Janet, durante mucho tiempo, consagró scído!" Finalmente, presentaba "la marca del diablo'' bajo la forma 1k 1111.1
una gran parte de su actividad a la práctica hospitalaria, de modo que no es anestesia de su brazo izquierdo. Janet llegó a resolver esta locuru hislt·111.1
sorprendente que su enfoque de los delirios histéricos haya sido más com- gracias a la sugestión hipnótica (en otros casos, practicó el método cafarll
pleto. Observó no solamente el clásico defüio asociado con,el ataque con- co del que fue un precursor). La enfermedad de Achllle se había iniciado al
vulsivo, sino también delirios prolongados en el intervalo entre ataques, e n.:t,ornode un viaje, durante el cual cometió una falta que quería disi11111l,11
incluso, aunque con algunas reservas, delirios crónicos ..Como sus predece- :mte su mujer. Ese pensamiento lo atormentaba, suscitaba sueños pcnmo~
sores, descubrió a la hlsteria en el origen de síndromes múltiples: estados y sufrimientos incesantes, a tal punto que los trastornos se acrecentaban
melancólicos, confusión mental, delirio de acción, delirio maníaco, delirio ''Los sueños de Achille continuaban -escribe Janet-, se iban haciendo ca
de persecución mal sistematizado, etcétera. Consideraba que la anorexia da vez más lúgubres; a la noche, durante el día; después de haber soi'lallo
mental constituía un delirio histérico de duración prolongada. Su diagnós- que estaba enfermo, soñó que la enfermedad aumentaba, y después que es
tico se fundaba en el reconocimiento del mecanismo original de la histeria: taba muerto( ...) Cuando uno ha soñado que está muerto, ¿qué más pucdt•
desdoblamiento del pensamiento e idea fija subconsciente; dicl.to recono- soñar? ( ...) Después de la muerte, el infierno. Y entonces comen~aro11los
cimiento era puesto al día por la investigación del origen de los trastornos, suei'íos de demonios que llegaban y lo torturaban. Esto era demasiado para
que entonces se convertían en comprensibles. Los "accidentes" ( como el esa cabeza déhil; no pudo resistir, sucumbió, la personalidad se disgregó Y
delirio) serían causados por un fenómeno psicológico: la amnesia, conse- el sucf'io, en lugar de quedar oculto, apareció a pleno día; ya no se trató de
cuencia del debilitamiento de la capacidad de síntesis mental. 8 palabras intr .Aes; gritaba, blasfemaba. No eran ideas vagas de diablos; lo:;
La histeria de Janet no es distinta de la de Freud. Nunca el último puso veía ante él". Janet pudo demostrar muy bien la lógica de la enfermedad
en duda la pertinencia de estos diagnósticos del médico francés. Todo lo de Achille, y propuso un análisis de la dinámica del delirio que no hubiera
contrario; en las consideraciones de Etudes sur l11ystérie, Breuer rinde ho- desaprobado Freud: 9 no es únicamente el desarrollo del sueño, sino ade-
menaje a P. Janet, "que tanto ha hecho por el conocimiento de la histeria, más "la mezcla, la reacción de dos grupos de pensamientos que se reparten
y de quien aprobamos la mayor parte de las opiniones" {15). a ese pobre espíritu; es la acción recíproca del sueño que tiene y de resis- ;ª
Por otra parte, hay continuidad entre la histeria de los médicos del siglo tencia de la persona normal" (43). Para hacer desaparecer ese smtoma,
XVll y la de los pioneros de la investigación sobre el inconsciente: el aná- causado por el remordimiento, había que buscar "el hecho fundamental,
lisis del delirio de Ach.illelo atestigua. Este, un campesino de treinta y tres originario del delirio". Janet logró una curación persistente 10 de Achi~e
años, hallado por Janet en el último decenio del siglo XIX, constituía una sugiriéndole en hipnosis que su mujer aparecía y le otorgaba un perdon
especie de fósil de la patología mental, con todos los signos clásicos de una completo.
posesión diabólica. Veía a veces el infierno, a Satán y su corte; los diablos En su elucidación de la etiología de la histeria, Janet, a pesar de su pers-
lo torturaban, "ciertos diablejos lo quemaban y pinchaban; otros le intro- picacia clínica, no pudo llegar hasta el Edipo y la s~xualidad _in~ant~;su
ducían clavos en los ojos; el diablo entraba en su cabeza y en su corazón práctica prolongada con la hipnosis no fue sin duda a1ena a las l~tac1_ones
para causar allí estragos terribles; lo forzaba a decir blasfemias". Se infli- de su pensamiento: como lo observó Freud, "quien utiliza la hipnosis no
gió a sí mismo la ordalía del agua, arrojándose a una charca con los pies encuentra la sexualidad. Entonces está como evacuada" (17). Sin embargo,
atados; al ser rescatado, dijo: "Hice lo que la religión exigía para verificar los trabajos de Janet sobre los aspectos delirantes y alucinatorios fueron
la posesión; me arrojé al agua y todavía estoy vivo; jpOr lo tanto estoy po- los más completos de su época. ¿Por qué han caído hoy en un olvido tal?

9 Con respecto a lo que él mismo denominaba el delirio histéric,o de ~orbert Hanold,


8 Entre los síntomas, Janet distingue los "accÍdentes", trastornos vinculados con el héroe de la Gradiva de Jensen, escribió que lo que "se produc1a en el era u~ c~mba-
una "idea fija" y con la amnesia, de los "estigmas" (anestesias diversas, estrechamien- te entre el poder del erotismo y las fuerzas que lo reprimen; lo que se extenonza de
to del campo visual...) que dependen directamente del agotamiento nervioso y del de- ese combate es un delirio" (16).
bilitamiento de la síntesis mental. Según él, estos do~ últimos factores constituyen la 10 En su prefacio a Névroses et idées fi.,Y.es,Janet señala que siete años después del tra-
causa determinante de la histeria. Las únicas críticas de Breuer y Freud en 1895 se
tamiento Achille seguía disfrutando de buena salud.
refirieron a esta tesis, que ellos rechazaban.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA T!VAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA

Para algunos se trataría de histeria prefreudiana, pero, ¿dónde encuentran la psiquiatría, duplicando así la expulsión, por ese entonces ya rcali1.ad11.
que Freud haya recusado ei concepto de histeria de sus predecesores? No de los fenómenos delirantes y alucinatorios de la histeria hacia fuera dd
hay tampoco incompatibilidacl entre las descripciones de la locura neuro- campo de la neurosis (cf. 18). Yo no tengo noticias de que Freud hayan·
pática de Moreau de Tours y las del delirio histérico realizadas en los Etu- negado nunca de Etudes sur l'hystérie; 12 de haberlo hecho, el psicoamíl1s1s
des: así, por ejemplo, el ";stado segundo" de Anna O. es intermitente, ella mismo se hubiera encontrado cuestionado. Sin embargo, los psiquiatra~
tiene una cierta conciencia de dicho estado, que presenta analogías con la contemporáneos pueden con fundamento pensar en esquizofrenia con rl's
actividad onírica y el delirio artificial; su causa es definible y puede ser tra- pecto a algunos de los casos presentados allí (19, 20). Ese embrollo noso
tado_ Por cierto, la amputación de los aspectos delirantes y alucinatorios gráfico, hoy acentuado en virtud de los "estados fronterizos", las "psico
de la histeria se ha realizado, en lo esencial, en concomitancia con el desa- sis marginales", las "psicosis blancas", etcétera, resulta de una tendencia
rrollo del psicoanálisis, en el inicio del siglo XX, pero en estas líneas desea- insistente a asimilar los conceptos psiquiátricos y psicoanalíticos. Por el
ría mostrar que Freud no fue su principal instiga·dor_Con respecto a esto, contrario, me parece indispensable subrayar que es imposible-reducir unos
parece que sufrió bastante pasivamente, a través de Bleuler, Jung y Abra- a otros. Por ello volvemos a la época en el que tuvieron origen: la de los
ham, la influencia de la corriente de pensamiento dominante en la psiquia- Kraepelin, Bleuler y Freud.
tría de la época, que tendía a la desaparición de la locura histérica. Es muy
notable que Freud no haya jamás producido un trabajo cuya meta fuera
corregir el presunto error antiguo que conducía a incluir a ciertos delirios Es ahora nr •~ario realizar un rodeo para pasar por la escuela de la Sal-
en la histeria. En su obra es visible una evolución progresiva, perceptible petriere, a la cual pertenecía Janet, cuya influencia en Freud es conocida;
desde 1905, cuando, respecto del caso de "pequeña histeria" de Dora (se- se trata de un ámbito en el cual se formó un médico cuya obra, hoy olvida-
gún sus propias palabras) se vio llevado a considerar la "c'omplacencia somá- da, ejerció una gravitación determinante en el escamoteo de la locura his-
tica" como el carácter que distinguía a la histeria de las otras psiconeurosis. térica: J. Babinski.
En ese artículo, la expresión "pequeña histeria" deja un lugar libre para la Puede parecer curioso que Charcot y sus alumnos, que observaron las
"gran histeria", pero en él se ubicó a uno de los principales instrumentos capacidades imitativas de la patología orgánica puestas en obra a veces por
conceptuales del olvido de esta última. El momento crucial en la desapari- los histéricos (sus facultades "neuromíméticas" según las llamaban), no ha-
ción de la locura lústérica parece situarse en 1911, cuando Freud produ- yan sin embargo pensado que esa misma aptitud podía ejercitarse respecto
jo, en su comentario del caso Schreber, una teoría de la psicosis que lo de las enfermedades psiquiátricas. Eso no les hubiera sido posible, pues una
llevó a subsumir todos los delirios bajo ese concepto, mientras que al mis- hipótesis tal habría llevado al cuestionamíento radical del edificio teórico
mo tiempo, en una frase y esa vez definitivamente, relegaba la sintomato- de la escuela: uno de los orígenes de las grandes crisis en cuatro fases de la
logía de la histeria al ámbito de los trastornos somáticos o a manifes- ''histero-epilepsia" (la fase epileptoide, la de los grandes gestos, la de las ac-
taciones de angustia; 11 por otra parte, el mismo afio, no objetó las te- titudes pasionales y la del delirio terminal) se encontraba en la reunión de
sis de Bleuler en cuanto al campo de la esquizofrenia, especialmente histéricos y epilépticos en un mismo servicio de la Salpetriere. Es cierto
en sus relaciones con la histeria (se debe sin embargo recordar que for- que R.icller habla a veces, con respecto al delirio, de "la tendencia increí-
muló serias reservas respecto de la pertinencia del término esquizofrenia); ble que tienen los histéricos a simular" (21); por su parte, Gilles de la Tou-
finalmente, en 1924, terminó de calcar muy exactamente, desde el punto rctte y J anet señalaron el polimorfismo de las manifestaciones delirantes.
de vista nosográfico, el concepto psiconnalítico de psicosis, a partir del de Pero los alumnos de Charcot no podían ir demasiado lejos en esa vía: eso
hubiera significado imputar falsedad a una de las bases del pensamiento del
maestro, según la cual en la histeria todo sucede "siguiendo ciertas reglas
• t o que to dav1a
11 Es c1er ' menciona,
• •
en ese mismo texto, la existencia de un mecanis-
mo alucinatorio histérico, y que el año siguiente añadió una nota a sus palabras sobre
la Gradiva de Jcnsen, en la cual hizo mc:nción del "delirio histérico", pero se trata de 12 Parece haber lamentado sobre todo su carácter incompleto, debido a reticencias

indicaciones fugitivas que se olvidan fácilmente. de-Brc:ucr, que no le permitieron develar el estrato de los factores sexuales.

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LOCURAS HISTERlCAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA

bien determinadas, comunes a la práctica de hospital y de la ciudad, válidas mente debajo de otros cuadros nosográficos, con el mismo fin se creó 111
para todos los tiempos, para todos los países, en todas las razas", de mane- cluso uno nuevo: el pitiatismo.
ra que, para Charcot, "la simulación, de la que se habla cuando se trata de De modo que los pocos médicos que, en el primer decenio del siglo XX.
la histeria, o afecciones conexas, no es, después de todo, en el estado actual continuaron dedicándose aJ estudio de la locura histérica, libraron un com
de nuestros conocimientos, más que un espantapájaros ante el cual sólo se bate de retaguardia. Aunque la expresión "psicosis histérica" ya había sido
detendrán los tímidos o los principiantes" (22). Estos últimos calificativos empleada por varios autores, 13 en especial por J3reuer y Freud, hubo qw·
fueron lo suficientemente disuasivos corno para que durante cerca de un si- esperar hasta 1907 para que un trabajo fuera consagrado exclusivamente a
glo cesara el interés por el polifonnismo de la psicopatología de los histéri- ese concepto; su autor fue el médico belga Laruelle. Atribuía al ténninn
cos. Además se puede considerar que hubo otra razón importante para ello: "psicosis" el sentido amplio de la época, de modo que esa noción engloha•
el edificio de la nosografía psiquiátrica sólo podía conservar su estabilidad ba todas las manifestaciones psicóticas de la histeria. Describe en ese cua-
aJ precio de ese olvido. dro estados de depresión y de excitación, delirios de pronóstico favorable,
En resumen, para la Salpetriere la histero-epilepsia era inmutable; así, con tendencia a recidivar, sonambulismos y automatismos ambulatorios, lo
cuando el delirio se emancipa del ataque, supone el riesgo de hacer caer al mismo que estados crepusculares. Le parecía que la piedra de toque de la
sujeto en ."la locura de los degenerados". Janet insertará ciert~s delirio_s psicosis histérica, en especial lo que la diferenciaba de la demencia precoz,
histéricos en una franja estrecha, ubicada entre esa locura y la histero-ep1- residía en i privilegio de ser tratable por una terapia realmente activa, la
lepsia; no obstante, con respecto a esto, fue en alguna _medida_una fig~ra psicoterapia. Si bien subraya la medida en que el diagnóstico diferencial es
marginal en el seno de la escuela de la Salpetriere. Por cierto, Richer esta a difícil, discierne varios indicios en favor de lo que muy pronto iba a llamar-
veces bastante cerca de él. Escribió que: "Junto a los casos de histeria en se esquizofrenia: la indiferencia afectiva, la cronicidad y la incurabilidad
los cuales se ve al desorden psíquico alternar con los trastornos somáticos, (25). Sin embargo, en aquel tiempo, la corriente de pensamiento que, des-
reemplazarlos y poco a poco sustituirlos, se concibe la existencia de una pués de la muerte de Charcot, y con el impulso de Babinski, se esforzó en
forma especial de histeria no convulsiva consistente en trastornos intelec- hacer desaparecer la histeria del campo de la nosología, era tan fuerte que
tuales de una naturaleza determinada y que constituyen de alguna manera no se necesitó más de un año para que Laruelle reviera sus afinnaciones: en
una verdadera histeria moral" (21); sin embargo, con la difusión de las tesis el congreso de los psiquiatras y neurólogos belgas, en 1908, "los adversa-
de More! y de Magnan concernientes a la degeneración, hubo tendencia a rios de la locura histérica son la gran mayoría y la discusión concluyó; el
reservar un lugar continuamente creciente a "la locura de los degenerados", doctor Laruelle -el informante- se declaró de acuerdo con los oradores
si bien, para la mayoría de los alumnos de Charcot, este concepto que todo que ya no admitían la existencia de la locura histérica propiamente dicha,
lo engloba no tardó en abarcar a la mayor parte de las locuras histéricas. absorbida, defom1ada en parte por la demencia precoz, en parte por la psi-
Esa opinión fue defendida con vigor por Colín, en su tesis de doctorado, cosis maníaco-depresiva" (26).
publicada en 1890 con prefacio de Charcot; según él, "cuando los l~st_éri- En 19 I O, en el momento más inoportuno, apareció una obra clínica so-
cos se convierten en alienados, su delirio no tiene nada de caractenstlco. bre la locura histérica: la de Mairet y Salager, profesores en la facultad de
Se trata entonces de una combinación de la histeria con la degeneración medicina de Montpellier. Esa obra pasó casi inadvertida. 14 Los autores di-
mental hereditaria", de manera que "estrictamente hablando, no existe la vidieron sus observaciones en siete grupos. El primero estaba constituido
locura histérica" (23). Algunas decenas de años más tarde, al declinar la
teoría de la degeneración, la locura histérica encontrará otro concepto om-
nicomprensivo que la englobe, esa vez proveniente del Burgholzli.
13 En 1888, Mobius, un autor alemán, afumó que "la histeria es una psicosis", precí-
Después de la muerte de Charcot, en 1893, la es~uela de la Salpetriere
sando que esto significaba que "el trastorno esencial, primario, se encuentra en un l!S·
cayó en el descrédito; todo lo observado por los Richer, Bourneville, Janet,
tado patológico del alma" (24). Se trataba en consecuencia de una toma de posición
Gilles de la Tourette y otros, se había debido a la sugestionabilidad, inclu- etiológica, y no nosológica.
so a la simulación; a muchos les pareció que la histeria no había sido más 14 La propia Camille Villechenoux, en su interesante tesis Le cadre de la folie hysté•
que una ilusión antigua y fastidiosa; si bien se trató de escamotearla total- ríque de 1870 o 1918 (27), a la que mucho le debo, ignora este aporte.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA

por el "delirio histérico ligado a los ataques convulsivos"; el segundo, por Charcot, a una "lesión dinámica" bastante vaga. ¿Cuál era·sin embargo ~11
el "delirio equivalentario", es decir que se emancipa del ataque y se con- causa? "La voluntad -afirmó Babinskí- es el amo( ...) ella puede dclcm11
vierte en un equivalente de la crisis; el tercero, por ese mismo delirio equi- narla o hacer variar su foco, su forma, la intención, la duración" (JO). No
valentario que se repite en crisis seguidas alternadas con remisiones; el cuar- estamos lejos de asimilar el histérico al simulador, asimilación que l'II l:1
to, por un delirio histérico prolongado; el quinto, por un delirio histérico práctica algunos no dejan de hacer. No es éste sin embargo el pensa.mic111 o
con amnesia, la cual podía cubrir largos períodos de la: vida del sujeto; el de Babinski, que solamente trata de limitar la histeria en el campo de 1111:i
sexto, por una combinación del delirio lústérico y el delirio "vesánico", 15 especie de maleabilidad excesiva del psiquismo de ciertos individuos, en los
denominada "locura histero-vesánica", que presentaban como una nueva cuales la sugestión puede hacer aparecer síntomas que la persuasión es ca
entidad clínica; el séptimo, por síntomas histéricos que se añadían a alie- paz de expulsar (es así como caracteriza el pitiatismo). Janet le objetó qm•
naciones mentales diversas. Según Mairet y Salager, el segundo, tercero y no bastaba querer paralizarse un brazo para que ello ocurriera (31), pc10
cuarto grupos de observación se referían a lo que debía denominarse locu- Babinskí no cesó de ignorar obstinadamente todo lo referente a la divisií111
ras histéricas. Los casos presentados para ilustrar cada uno de esos cuadros del sujeto.
indican, más claramente que en ciertos autores anteriores, la existencia de Sus esfuerzos dieron por resultado la reducción de la histeria a la expre-
delirios crónicos histéricos. Las tesis de Mairet y Salager ni siquiera fueron sión de un mecanismo imaginativo, a veces incluso simplemente utilitario.
discutidas; resultaban demasiado inaceptables para el pensamiento psiquiá- que sól 'mpresionaba a ciertos espíritus ingenuos; puesto que no tenía ba-
trico de la época, dominado en ese ámbito por la autoridad de Babinski. ses anacomo-clínicas, no había razones para mantener una enfermedad de
¿Cuales eran, entonces, los tan convincentes argumentos de este último? ese tipo en el dominio de las realidades clínicas.
Es preciso volver a las concepciones de Charcot, del que fue alumno, para El pitiatismo es un concepto fundado cuando c·onnota la ausencia de ca-
captar su marcha. Para el maestro de la Salpetriere, en la definición de la rácter orgánico de los trastornos histéricos, pero la vacuidad de la psicolo-
histeria había tres elementos esenciales: el ataque, los estigmas permanen- gía asociada con él no lo hace heurístico en absoluto.
tes (anestesias, hiperestesias, anomalías del campo visual...) y las manifesta- Si en el origen de los síntomas histéricos se ubicaba la voluntad, no re-
ciones neuromiméticas. Estas últimas permitían al histérico simular la ma- sultaba muy concebible que ella pudiera suscitar la pérdida de la razón; la
yor parte de los trastornos orgánicos, de manera que si se consideran sola- lógica de Babinski lo llevó, en el congreso de Lausanne, a rechazar con ener-
mente los caracteres intrínsecos del síntoma, el diagnóstico diferencial re- gía, sin ambigüedad ni restricciones, toda traza de alienación én la histeriu.
sultaba con la mayor frecuencia imposible; para fundarlo era casi siempre Su .intervención sobre ese punto no dio lugar a la respuesta de ninguno de
necesario dar un rodeo por la presencia o ausencia de signos de histeria. los participantes (27). Desde entonces, la tesis dominante, tanto en Fran0ia
Ahora bien, los progresos de la clínica de Babinski modificaron poco a po- como en otras partes, sostenía que el de locura lústérica era un concepto
co esa situación, identificando la especificidad de ciertos síntomas histéri- arcaico y superado.
cos: en 1892, él diferenció de manera intrínseca la parálisis facial histérica En el término de unos cuarenta años, la psiquiatría francesa, de Morel a
de la parálisis facial orgánica (28); en 1893 afitmó que en la parálisis histé- J anet, precisó una entidad clínica de originalidad innegable, acerca de cu-
rica no existe ninguna modificación de los reflejos tendinosos; en 1900 yas características esenciales (polimorfismo de las manifestaciones delira11-
pudo proporcionar un conjunto de signos que fundan la diferencia absolu- tes, riqueza de las alucinaciones, delirio onírico análogo al delirio tóxico,
ta entre las hemiplejías hlsté1icas y las orgánicas (29). Desde entonces el posibilidad de tratamiento mediante hipnosis o psicoterapia) concordaron
conjunto de los estigmas histéricos dejó de ser susceptible de confundirse la mayor parte de los autores; después esa psiquiatría hizo tabla rasa de to-
con alteraciones neurológicas; la lústeria se encontró excluida de toda orga- dos esos trabajos, sin haberlos sometido a una verdadera crítica: el rechazo
nicid.ad; para explicar su sintomatología ya no era necesario apelar, como de la locura histérica se efectuó, en primer análisis, en nombre de la ause11-
cia de carácter orgánico de la ltisteria ordinaria.
En resumen, en el primer decenio del siglo XX Babinskí le llplicó un ru-
15 Ese término designaba las psicosis crónicas que se suponían debidas _a una causa do golpe a la locura histérica, excluyéndola de la nosología psiquiátrica.
mental y no orgánica. No por ello cesaron sus manifestaciones clínicas. En un primer momento,

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA

puJieron englobarla la demencia precoz y la psicosis maníaco-depresiva de trie clinique, presenta tres casos de locura hlstérica: una mujer, una niiia de
Kraepelin, pero hoy en día llena esa función principalmente la esquizofre- cinco años y un hombre; en este último es la ingestión de alcohol lo que ha
nia, introducida en 191 l. Puesto que este concepto tuvo su origen en la psi- suscitado la eclosión de un estado crepuscular histérico. Resulta totalmen-
quiatría de lengua alemana, es preciso que ahora nos detengamos en ella. te claro que Kraepelin no suscribe las tesis de Babinski: "Los fenómenos
lústéricos -escribió- con todos sus caprichos, dan asidero a la sospecha de
simulación o por lo menos de una manera de ser deliberada y artificial. Pe-
Como ya lo hemos dicho, desde mediados del siglo XIX la autoridad del ro la voluntad es impotente para imitar muchos de ellos. Otros son ignora-
profesor berlinés Wilhelm Griesinger otorgó sus cartas credenciales a la lo- Jos por los enfermos, como la disminución del campo de la percepción"
cura histérica. El diagnóstico tenía que fundarse en tres factores: una pre- (34). Por el contrario, como lo hemos visto, Babinski afirmaba la capaci-
disposición hereditaria, la existencia en el pasado de la enferma de un "glo- dad de la voluntad para crear la sintomatología hlstérica. Además, Kraepe-
hus lústericus", accesos convulsivos, parálisis, anestesias o hlperestesias, y lin da muestras de un nihilismo terapéutico totalmente extraño a los auto-
la presencia de enfennedades locales de los órganos genitales, las cuales les res franceses, los cuales en su mayor parte subrayan la eficacia de la psico-
parecían de la mayor importancia para el pronóstico y el tratamiento. Sólo terapia; él comenta el primer caso que presenta de la manera siguiente: "La
las formas benignas se veían libres de trastornos mentales. Distinguía dos locura histérica es la expresión de una predisposición particular. Causas ex-
lipos de locura histérica: una caracterizada por momentos de crisis o de de- teriores tiene11el poder de provocarla, pero no de engendrarla. En esta mu-
lirio, en los cuales observaba elementos oníricos o eróticos, episodios que jer el inicio ,¿remonta a la primera juventud: tampoco podemos esperar
sólo dejaban en los sujetos un recuerdo vago; la otra consistía en una for- ningún beneficio de la terapéutica, pues no cambiaremos completamente el
ma crónica de locura en la cual observaba la presencia de trastornos somá- psiquismo de la paciente ( ...) Se llega a actuar sobre los síntomas, pero la
1icos importantes: "congestión cerebral", violentos dolores de cabeza, dia- esencia misma, la base de la afección no se modifica nunca" (34). Se sabe
rreas, etcétera (32). que las ideas de endogeneidad e incurabilidad de la alienación dominaban
A fines de siglo, el concepto de locura hlstérica parecía sólidamente im- el pensamiento kraepeliniano; la locura histérica también fue aprehendida
plantado en la psiquiatría de lengua alemana. Krafft-Ebing la reconocía ba- en esa perspectiva. Sólo se afirma la posibilidad de curación en el caso de
jo diversas formas: junto a la locura del histérico degenerado, admitía la los niños, con la condición de que se los aleje de la familia, de no interesar-
existencia de una manía y una melancolía hlstéricas, de una alienación se en sus síntomas y de utilizar un poco de sugestión.
mental pasajera de la misma naturaleza y de delirios histéricos prolongados En 1906, sin duda gracias a la difusión naciente de las tesis psicoanalíti-
que constituían una verdadera locura (33). Schule, en su Traité des mala- cas, la expresión "neurosis psicógenas" apareció en la clasificación del Tra-
clies mentales, publicado en 1886, lo mismo que el autor precedente, dedi- tado. En su última edición(1909-1915),la influencia de Magnan es percep-
có un capítulo a la locura lústérica, que en lo esencial describe de una ma- tible, de modo que la histeria se incluye Gunto con la paranoia interpreta-
nera análoga. tiva, las afecciones psicógenas, los estados psicasténicos y obsesivos) en el
El Tratado de Kraepelin puede considerarse un buen indicador de la te- marco correspondiente a los "degenerados". Aún se les reserva un lugar
sis dominante respecto de la locura histérica a principios del siglo XX en considerable a las manifestaciones delirantes y alucinatorias de la histeria
Alemania. En dicho tratado, esta enfermedad constituye una entidad bien en el capítulo que se le dedica (35).
detenninada, clasificada en 1895 entre las neurosis generales -con la "lo- En el discurso de la psiquiatría de la época, el lugar de la locura histéri-
cura neurasténica" y la "locura epiléptica"-, cuya descripción no está de- ca seguía siendo algo incierto. Para algunos, se perdió en la degeneración
masiado lejos de la de Janet. Crisis teatrales, anestesias, estrechamiento del como en la arena; para otros, no podía manifestarse independientemente
campo ocular, polimorfismo de los trastornos, eficacia de la sugestión para del delirio ligado al ataque convulsivo; pero la mayor parte de los autores
modificar la sintomatología, le parecen a Kraepelin las características de alemanes y franceses tienden a aislar la existencia de una entidad patológi-
esta afección, cuyo origen se ubica en representaciones asociadas apodero- ca específica, incluso cuando la ubican en relación con las tesis entonces
sas reacciones emotivas. A pesar de ello, la incluye entre las enfermedades tan gravitan tes de Magnan.
incurables. En 1905, en la segunda edición de su Introcluction ala Psychia- La historia ulterior de la psiquiatría aparece indisociable de la evolución

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA lllSTHH/C,i

de los conceptos psicoanalíticos, de modo que en adelante hay que estu- una cabezahorrorosa;en fin, entre los principales casos de h"Wd!'.I'.w1r 1'111•.,
diar los textos de Freud y de sus alumnos para captar el devenir de la locu- térie,- sólo el de Elisabeth von R., que sufría de astasia, correspondcria a l11
ra histérica. En tal sentido, la influencia recíproca de los pensamientos de que hoy se entiende comúnmente por histeria.
Bleuler y Freud tuvo una importancia decisiva. En los escritos ulteriores de Freud, la aparición del concepto de psirns1~
La expresión "psicosis histérica" se encuentra varias veces en los prime- histérica tiende a hacerse poco frecuente, para desaparecer casi por rrn11
ros escritos de Freud. En 1895, en una carta a Fliess, la diferencia de la his- pleto en sus últimos trabajos. Creo que las indicaciones más tardías tlt· :1!~0
teria ordinaria y trata de circunscribir su especificidad: debido al fracaso de ese tipo se encuentran cuando califica de "delirio histérico" un episodio
de la defensa, las representaciones traumáticas en ella no estarían reprimi- de los trastornos de Norbert Hanold (el héroe de la Gradiva de Jensen) ( 1h).
das, ni los afectos desagradables liquidados, en tanto que las alucinaciones cuando, en una carta de 1911, habla de un caso de "paranoia histérica'", ya
se mostrarían hostiles al yo y a la defensa (36). No sorprende entonces que mencionado, y cuando en el comentario sobre el delirio de Schreber, se re-
en L 'interprétation des reves se haga mención de "alucinaciones histéricas" fiere a un mecanismo alucinatorio histérico (41). Sin embargo, el 21 dt•
(37). Además, Freud parece compartir la opinión clásica sobre el polifor- abril de 1907, en su correspondencia con Jung, escribió: "Observará usted
mismo de los trastornos, puesto que habla a veces de "melancolía histérica" que sería incorrecto decir que la histeria se convierte en d. pr.; 17 más bit:11
(38), y otras de "paranoia histérica" (39), 16 y señala el caso de una pacien- ella es interrumpida y reemplazada por la d. pr ." ¿Debe entenderse que
te que "imitaba" la demencia precoz (40). . Freud r·"~hazaba hacia afuera de la histeria todo estado delirante y alucina-
Los casos presentados en Etudes sur l'hystérie ofrecen una buena canti- torio'! ;,.o es éste el caso, pues, el 23 de mayo de 1907, le escribió al mismo
dad de ejemplos de manifestaciones alucinatorias y delirantes surgidas en el corresponsal: "En la histeria ( ...) la alucinación de la idea de lo que es de-
curso de esta afección. seado con subyugación del yo, tiene lugar, en tanto que episodi? de corta
Anna O. sufría "alucinaciones horribles y aterrorizantes" en las cuales duración en la crisis, por una regresión que va de la representación del ob-
veía representadas serpientes negras, cabezas de muertos, esqueletos, etcé- jeto sobreinvestido a la percepción. Esta labilidad caracteriza la histeria. Lo
tera; por otra parte h~bo un período en el que sus expresiones verbales se reprimido se convierte, sólo temporariamente, en lo que reprime. Durante
disgregaron, hasta que llegó al mutismo total. Cuando volvió a hablar, ya su curso, toda histeria puede transformarse en psicosis aguda alucinatoria";
no empleó más que lenguas extranjeras. Es así como esa austríaca introdu- no en demencia precoz, sino en "amencia" (confusión mental). Por lo tan-
jo la expresión "talkingcure". to, en ese momento, Freud reconocía claramente la existencia de manifes-
Emmy von N. tenía visiones de animales y de cadáveres. El surgimiento taciones delirantes y alucinatorias agudas de naturaleza histérica. En cam-
de un delirio en torno de esos temas no era poco frecuente en ella; en el bio, cuando el delirio se convierte en crónico, considera que se trata de
inicio del tratamiento continuaba incluso durante todo el día. Ahora bien, otra estructura de funcionamiento, de modo que el diagnóstico de demen•
Freud escribió: "Indiscutiblemente se podrá dar el nombre de lústeria al cia precoz sería entonces apropiado. De hecho, Freud parece en tal sentido
caso de la señora Emmy von N. La aparición fácil de delirios y alucinacio- adecuarse a·la tesis clásica de la psiquiatría alemana de su época: Kraepelin,
nes con una actividad mental sin embargo intacta, las modificaciones de la e incluso Bleuler, adoptan más o menos la misma posición. Sólo algunos
personalidad y de la memoria en el curso del sonambulismo artificial, la in· autores, como Janet, Krafft-Ebing, Mairet y Salager afirmaban haber obser•
sensibilidad de las extremidades dolorosas, ciertos hechos de anamnesis, los vado delirios histéricos prolongados. Advirtamos sin embargo que Breuer
trastornos ováricos, etcétera, no permiten dudar de la naturaleza histérica se cuenta entre los que se pronunciaban en favor de esta tesis, puesto que
de la enfermedad, o por lo menos de la enferma" (15). escribió en Etudes sur l'lzystérie: "En vista del hecho de que estos estados
Miss Lucy R. tenía alucinaciones olfativas, Katharina la alucinación de- constituyen con mucha frecuencia verdaderas psicosis, aunque provengan
directa y exclusivamente de la histeria, no puedo concordar con la opinión

16 Ese diagnóstico concierne a un caso tratado por el psicoanalista sueco Poul B~erre,
expuesto en su artículo "Tratamiento radical de la paranoia crónica" (75). El titulo, 17 Abreviatura de "demencia precoz". LI concepto de esquizofrenia no estaba aún
por lo menos optimista, se justifica por la curación de la paciente. elaborado.

232 :!33
EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA 1/lSTf:'RWA
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS

la luz su escrito sobre un caso de "neurosis demoníaca en el ~•¡.:loXVII"


de Móbius cuando dice que 'salvo en lo que concierne a los delirios ligados (46), en el cual el pintor C. Haitzmann padeció alucinaciones y dl'l111m q111·
al acceso, no se podría hablar de verdadera demencia histérica'. Esos esta• debían llevar a incluirlo entre los psicóticos. Por cierto, Freud invoni la 11•
dos, en muchos casos, son psicóticos, y en el curso ulterior de la histeria sis de las transfonnaciones histó1icas ("las neurosis de ese tiempo ll'lllnlo
esas especies de psicosis se repiten; no son otra cosa, en efecto, que el esta- se presentaban bajo una vestimenta demonológica") pero la observadon dt•
dio psicótico del acceso. No obstante, ¿cómo se los podría calificar de 'ac- Achille, unos treinta años antes, mostró a las claras que no era necesario n·
cesos' cuando se prolongan durante meses?" • troceder siglos para encontrar tales neurosis. Además, Freud parecu 110 ha
Al negarse a integrar en la histeria ciertos delirios crónicos, hablando a ber advertido que la demonología de la época industrial adoptaha otra.\
veces él mismo, con Breuer, de "los delirios histéricos de los santos Y las re• formas: los rayos, la electricidad, la máquina de influir, etcétera.
ligiosas" (15), que difícilmente podrían considerarse breves accesos deliran- Resulta paradójico que el psicoanálisis, cuyos dos fundamentos mctndn
tes, el fundador del psicoanálisis se ve obligado a incluir una parte impor- lógicos más importantes fueron introducidos por histéricos delirantes ( la
tante de la locura histérica en la demencia precoz. No es sorprendente que "talking cure" por Anna O. y las asociaciones libres por Emmy vo11N.)
en una carta a Jung, el 25 de enero de 1908, advierta que "la entidad de la haya contribuido a la desaparición del concepto de locura histérica.
histeria se dispersa" para éL ¿Es una simple coincidencia que en la misma
época Babinski se aplique al "desmembramiento de la histeria tradicional"?
( 42). En aquellos años, la locura histérica estaba disolviéndose en otras Par,_.,.A'Ptarmejor lo que ocurrió, es preciso considerar la historia de los
categorías psiquiátricas. inicios del psicoanálisis. Durante muchos años, Freud trabajó solo; tuvo
Ese proceso de escamoteo, iniciado por Babinski, llegó a su consuma- que esperar hasta 1902 para que algunos discípulos se congregaran alrede-
ción en el segundo decenio de nuestro siglo: la introducción del concepto dor de él, en las "reuniones psicológicas de los miércoles". Su obra, sin em-
tentacular de esquizofrenia tuvo en tal sentido una influencia decisiva bargo, había ido logrando una lenta difusión. El primer centro de alguna
( cf. 64), que la evolución de la teoría psicoanalítica vino a confirmar. En importancia favorable al psicoanálisis (exceptuado el pequeño círculo de
1911 aparecieron dos trabajos que directa o indirectamente minimizaron el Viena) fue el hospital de Burgholzli, en Zürich, que gozaba de renombre
lugar ,;e la locura histérica de manera importante: la obra fundamental de intemacional por los tratamientos e investigaciones avanzados que se prac-
E. Bleuler, Demencia precoz o ei grupo de las esquizofrenias, YRemarques ticaban allí. Antes de ser su director, E. Bleuler ya se había interesado en
psychanalitiques sur l'autobiographie d'un cas de paranoia. En este últin10 los Etudes sur l'hystérie, cuya resefia publicó con su firma en 1896. Ocho
trabajo, Freud elabora el bosquejo de una teoría de la psicosis, según la años más tarde inició incluso una correspondencia con Freud, que prosiguió
cual la perturbación de la relación del sujeto con la realidad se debe al reti- episódicamente hasta después de 1925. A continuación de Bleuler, una
ro de la libido del mundo exterior y a su fijación en el yo; en la histeria, gran cantidad de psiquiatras de su medio emprendieron el estudio del psi•
por otra parte, "la fracción excedente de libido convertida en libre se trans• coanálisis: Abraham, Eitingon, Binswanger, Riklin, Nunberg, provienen del
fonna en influjo nervioso somático o en angustia" (41). Desde entonces, y Burghólzli. En 1907, el primer asistente, C. G. Jung, publicó un importante
sin que se sepa por qué, sin que haya sido propuesta la menor de las teori- trabajo, Psicología de fa demencia precoz (47), en el cual era percep-
zaciones ( con la excepción del postulado de la "complacencia somática" tible la influencia de Freud, aunque su aporte se limite a la comprensión de
como única piedra de toque del síntoma histérico, sin embargo claramente la sintomatología; en la misma época, con una perspectiva análoga, Bleuler
invalidado por la clínica) en muchos casos ya no hay lugar reservado para abordó en un artículo "Los mecanismos freudianos en la sintomatología de
el delirio histérico, de modo que la psicosis histérica misma se convierte en las psicosis" ( 48); muy pronto fueron seguidos por Abraham, que publicó
una entidad bastarda que en rigor Freud ya no conocerá. sus primeros escritos bajo los títulos de "Signification des traumatismes
Más tarde en 1924 trató de establecer diferencias estructurales que dis- sexuels juvéniles pour la symptomatologie de la démence précoce" (1907)
tinguieran la 'neurosis 'de la psicosis; aunque bastante artificiales (18), ellas y "Les différences psychosexuelles entre l'hystérie et la démence précoce"
ahondaron aun más el foso epistemológico entre las manifestaciones deli- (1908). Ahora bien, los conceptos psicoanalíticos que esos pioneros descu-
rantes y alucinatorias de la histeria y sus formas más comunes. Sin embar• bren, y que tratan de apli~ar, provienen de la histeria, con frecuencia incluso
go, el año anterior a aquél en el que redactó Névrose et psychose (45), vio
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOC/ATIVAS EL J!SCAMOTEO DE LA LOCURA H/STERICA

de la locura histérica. ¿Dónde podrían poner mejor de manifiesto su perti- de 1906, Jung escribió: "Todavía el concepto de histeria prácticamente 1111
nencia que en casos análogos? Abraham es por otra parte muy explícito en está aclarado. Aún se encuentran bajo el diagnóstico de '.histeria' inco111ahlt•~
cuanto al propósito de su investigación: "He tratádo de encontrar -escri- casos de ligera hebefrenia ( ...) En una publicación de la clínica de I k11li·I
bió- en lo que concierne a la demencia precoz, la teoría de Freud acerca herg se advierte cuán poca es la claridad que reina en este dominio: 1111caso
de una base psicosexual de la histeria" (49). Con ello no podía sino hacerse indudable de catatonía fue declarado una histeria" (53). Sin embaq~o. NI
acreedor a la aprobación del fundador del psicoanálisis, que consideraba hay que creer en los autores antiguos, lo que hoy se llama hebefreno-ca1:1
que los ensueños diurnos constituían "la relación más estrecha entre la his- tonía no es poco frecuente en el curso de una histeria. Los estados de
teria y los paranoides" (50). A partir de entonces, hasta nuestros días, los "muerte aparente", ¿no serán ahora aprehendidos en ténninos de "estupor
psiquiatras de Zürich iban a "histerizar" la aprehensión de la esquizofrenia; catatónico"? Por otra parte, cuando se recuerda que Kahlbaum, en 1874.
la analogía establecida por Bleuler entre el sueño y el delirio paranoide será al introducir el concepto de catatonía, presentó a los predicantes de Sucria
uno de los indicios más patentes; al mismo tiempo, iban asimismo a "esqui- y a los convulsionarios de Saint-Mé°dardcomo enfennos afectados de "cata
zofrenizar" el enfoque de la locura histérica. En resumen, se introdujo to nía epidémica", siendo que hoy hay acuerdo en cuanto a la natural ·za
confusión allí donde hasta poco tiempo antes existía una diferencia perti- histérica de sus trastornos (54), se comprende que haya quienes puedan te-
nente. ner la sensación de que "reina poca claridad en este dominio". 18
¿En qué se fundaba a principios de siglo la distinción entre demencia pre- Por lo demás, en su obra de 1907 sobre Psicolog(a de la demencia
coz y locura histérica? No por cierto en la presencia de delirio o alucinacio- wecuz ) propio Jung le cuesta algún trabajo fundamentar el diagnóstico
nes. La época de aparición de los trastornos no constituía un criterio dife- <lifcrell'éial.Allí pone de manifiesto, mediante el test de las asociaciones
rencial más pertinente: uno de los casos de Abraham, calificado de den.en- verbales, "complejos" que existen en los dementes precoces paranoides, de
cía precoz, sólo fue hospitalizado a los 43 años (51 ). Por lo demás, duran- los que dice que son análogos a los "sueños nonnales", y a los "sueños <le
te una discusión en la sociedad psicoanalítica de Viena, Freud había afir- deseo de los sonámbulos histéricos". Lo que Janet afirma de los histéricos,
mado que "los síntomas de la demencia precoz no traducen demencia ni señalémoslo, le parece asimismo pertinente para los dementes precoces; la
son precoces" (52). La extensión kraepeliniana del concepto de demencia diferencia entre unos y otros no consistiría más que en "una cuestión de
precoz desembocaba en una inadecuación entre el nombre retenido y los grado", aunque el vínculo causal entre los trastornos y el complejo le pare-
cuadros clínicos encarados; ésa fue una de las razones por las cuales Bleuler ce más estrecho en la histeria, en tanto que para la demencia precoz habría
propuso el concepto de "esquizofrenia". que hacer intervenir además lo que él mismo denonúna una "x hipotética"
En la sintomatología de los llamados dementes precoces que Abraham que, según lo supone, reside en "una toxina metabólica". Ella constituiría
presentó_ en sus primeros trabajos, nada me parece que permita excluir la la diferencia esencial, y explicaría la razón por la cual se logra hacer desa-
locura histérica. Con respecto al caso de una mujer hospitalizada, observa: parecer los complejos de los histéricos y no los de los dementes precoces
"Las crisis eran semejantes a accesos histéricos. No obstante, por diversas (47). En la s·esión del 6 de febrero de 1907 en la sociedad psicoanalítica de
razones, que no profundizaré aquí, el diagnóstico de demencia precoz era Viena, Stekel rindió homenaje al libro de Jung, trabajo histórico, uno de
seguro" (51 ). Ha tratado de eludirla, pero la dificultad no deja de aparecer. los primeros en los que se intentó descubrir un sentido en el discurso de los
Además, en su segundo artículo, afirma: "Nuestras investigaciones nos han alienados; no obstante, le formula una crítica: ''El estudio de Jung deja( ...)
persuadido nuevamente de la acentuada semejanza entre la sintomatología un enigma: Jung no explica por qué un individuo se convierte en histérico
de la histeria y la de la demencia precoz. La cuestión de sus diferencias y otro en demente. Jung se lihra del aprieto suponiendo la existencia de
evidentes queda abierta" (49). Se sabe que hay que aguzar el oído a las "evi- una toxina de la demencia precoz" (52).
dencias"; en realidad, si los dementes precoces considerados son, como me
lo parece, histéricos delirantes, no es sorprendente que la cuestión de las 18 Por otra parte, la psiquiatría contemporánea debía aún hacer notar, por interme-
diferencias sea más problemática que la de las convergencias. dio de H. Ey. "que en la catatonía hay mucho de histeria, y que en la histeria hay. en
El problema del diagnóstico diferencial, como podía sospecharse, cons- ckrtos aspectos, trastornos psieomotores, a taques de sueño o de catalepsia que cons-
tituía una de las principales preocupaciones de la época. El 4 de diciembre tituyen un verdadero aspecto catatónico de la gran neurosis" (55).

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS EL ESCA1WOTEODE LA LOCURA ll/STERJCA

En su correspondencia, Freud y Jung volverán muchas veces a hablar el trastorno de la demencia precoz sería "más profundo" y pondría Je rw1
sobre sus intentos de delimitar la especificidad de la histeria y la demencia nifiesto una fijación en el estadio "más precoz" del desarrollo psicoscxual.
precoz. En tal sentido, el 17 de abril de 1907, J ung confiesa su ignorancia: A pesar de la relativa pertinencia de esas distinciones, ellas pueden indm:ir
"Ya he encontrado -escribe- numerosos casos que han pasado de manera
a preguntarse si la diferencia entre los enfermos hospitalizados observa,(os
aparentemente llana de la histeria o de la neurosis obsesiva a la demencia en el Burghólzli, y los clientes privados de un Breuer o de un Freud, no tue
precoz. ¡Pero entonces no sé absolutamente nada! Esos ca.sos, ¿eran desde ignorada por Abraham. El mismo señala que, en el hospital, ciertas demen-
antes, pero de manera irreconocible, d(emencias) pr(ecoces)? Todavía se tes precoces están siempre enamoradas del médico presente, "cada una dl'
sabe muy poco, en realidad nada, sobre la naturaleza íntima de la d. pr.". ellas con la idea delirante de ser su prometida o su esposa, se cree encinta
Entre los alumnos de Freud, Abraham fue sin duda el que más trabajó de él, percibe un signo de amor en cada una de sus palabras. El médico s'
para tratar de aislar la especificidad de la demencia precoz. Desde uno de va, y es rápidamente reemplazado por su sucesor en la vida sentimental de
sus primeros artículos, en 1908, se apartó de Jung, indicando que el diag- la paciente" (57). Aduce sus observaciones para afirmar que tales enfermos
nóstico diferencial tenía que establecerse considerando la estructura psíqui- son ''incapaces de un apego real a la persona amada"; sin embargo, ¿tenían
ca, y sin remitirse a una hipotética toxina. "El análisis de las psicosis sobre a su alcance, esas mujeres hospitalizadas, otros objetos libidinales que no
la base de la teoría freudiana está en sus inicios -escribió-. Pero me pare- fueran médicos lejanos y huidizos? ¿Tiene en cuenta Abraham los datos
ce que se nos pide que aportemos esclarecimientos que no pueden obtener- propios de la dimensión institucional? De hecho, ese artículo en sí no fun-
se por otra vía" (57). En un primer momento, los trabajos de Abraham no dament· .t0ficientemente, para los enfermos considerados en él, el retiro de
dejan de subrayar los puntos comunes entre la histeria y la demencia pre- la libido tan característico de los dementes precoces. Por otra parte, los
coz. Verifica que en los síntomas de esta última el material de representa- pacientes de Breuer y Freud presentados en Etudes sur l'hystérie provení-
ciones infantiles y la sexualidad tienen la misma significación que en la his- an de la burguesía, incluso de la gran burguesía; ¿no se debía a ello que
teria y el sueño ( 51 ). Asimismo, el proceso de atenuación progresiva en la dieran la impresión de que sus capacidades para la sublimación estaban más
conciencia de las representaciones desagradables le parece que se encuentra desarrolladas que las de los proletarios que constituían los casos más nume-
en términos idénticos en las dos afecciones (49), de manera que considera rosos de los asilos? Además, la discreción de su medio les dificultaba sin
a J.arepresión el mecanismo principal de la demencia precoz; "los síntomas duda la pérdida del "sentimiento de vergüenza" que Abraham descubrió en
de las dos enfennedades tienen su fuente en complejos sexuales reprimidos" los dementes precoces hospitalizados. Finalmente, se sabe ahora (la antipsi-
(57); en consecuencia, no es sorprendente que afirme que la psicogénesis quiatría lo ha suluayado) que la mayor parte de las estructuras hospitala-
de los embarazos imaginarios en la demencia precoz es la misma que la de rias (y esto mucho más a principios de siglo) suscitan por sí mismas una pa-
los embarazos histéricos (51 ). En 1907, su respuesta en cuanto a la causa tología específica, precisamente del tipo de la que Abraham ubica en la ba-
específica de la demencia precoz no es mucho más precisa que la de Jung: se de su argumentación: "el repliegue afectivo, la retirada autoerótica". Así,
no la atribuye a una toxina, sino a una "predisposición innata". El año si- cuando Moreau de Tours escribía, en 1845, "Se sabe que en la inmensa
guiente trató de profundizar el problema en un texto sobre "las diferencias mayoría de los casos, por poco que el delirio parcial se prolongue, los indi-
psicosexuales entre la histeria y la demencia precoz", en el cual observa, en viduos afectados por él terminan por hundirse en la demencia" (58), ¿no
todo demente precoz, por una parte, la supresión del amor objeta!, lo que estaba captando de ese modo una de las consecuencias de las condiciones
entraña una ausencia de transferencia, con lo cual el tratamiento psicoana- del asilo? Después de la Segunda Guerra Mundial se ha prestado atención a
lítico resulta inoperante; por otro lado, la extinción parcial de .lassublima- tales condiciones y a sus efectos: "Suponemos -escribía P. Racamier en
ciones, que lleva al embadurnamiento con los excrementos, a beber orina, I 957- que la demencia esquizofrénica terminal es una forma extrema del
al desaseo, al exhibicionismo, etcétera, los cuales revelan "la pérdida de hospitalismo psiquiátrico: dudamos de que la esquizofrenia produzca la in-
todo sentimiento de vergüenza". Sus conclusiones son que el "autoerotis- diferencia demencial por sí misma y de un tirón, como si el término demen-
mo es lo que distingue a la demencia precoz de la histeria. En una el retiro cial ~stuviera contenido en el germen de la psicosis. Las manifestaciones
de la libido, en la otra la investición excesiva del objeto; aquí la pérdida de que presentan los esquizofrénicos, y hasta la irreductible apatía en la que
la capacidad de sublimar, allá una sublimación acrecentada"; por lo tanto, los vemos desembocar .después de una larga carrera psiquiátrica, nos parece

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LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA

que constituyen complicaciones, determinadas por la cultura del asilo, en histeria se borran en mí de manera completamente inquietante Jcsdc qw·
sujetos que la psicosis hace infinitamente vulnerables a lo que los rodea" analizo" (63).
(59). Parece probable que, en ciertos histéricos hospitalizados, las condicio- En resumen, parece que en los textos de los autores de principios tic si
nes de los asilos de principios de siglo hayan podido suscitar cuadros de g]o no se encuentra un criterio estructural riguroso que permita cstahlcn·,
"demencia" o de "retirada autoerótica" análogos a la sintomatología de el diagnóstico diferencial entre la locura histérica y la demencia prccm .. h1
los psicóticos con los que se codeaban. Abraham no tomó en consideración consecuencia, no es sorprendente que este problema constituyera una de
la capacidad de los histéricos para perderse en la imagen del otro, con fre- las principales dificultades de la época. Abraham, Bleuler, Freud y .luny.
cuencia sefialada por los autores antiguos; no obstante, él mismo observa comparten la opinión de que los psicóticos se muestran incapaces de inii.:i;11
que, "en ciertos aspectos'', los dementes precoces "son muy sugestionables" una relación transferencia] suficientemente estable con un terapeuta como
(57). De hecho, su diagnóstico diferencial es muy impreciso; se trata aún para que pueda emprenderse un tratamiento analítico; no obstante, la pnic-
en gran parte de descripciones sintomatológicas expresadas en un discurso tica privada condujo a los psicoanalistas provenientes del Burghólzli a vcri
psicoanalítico. Por lo demás, su investigación en cuanto a la causa de la de- ficar que ése no era el caso con todos los sujetos que presentaban un cua
mencia precoz, que concluye afirmando que el sujeto nunca se pudo des- dro aparente de demencia precoz. Experimentaban una cierta confusión,
prender del estadio más precoz del desarrollo psicosexual (hablará ulterior- pero las ideas dominantes de su época no les permitían vincularla con la
mente de fijación en el estadio oral), no le parece que resuelva la cuestión, desaparición del concepto de locura histérica que estaba consumándose.
puesto que en 1908 todavía dehe recurrir al carácter innato de la constitu-
ción psicosexual de los histéricos y de los dementes precoces.
Abraham, como Jung, Bleuler e incluso Freu<l hacia el fin de su vida,
parecen no haber tomado en cuenta determinantes institucionales y socia- Cuando Bleuler introdujo en l 911 el concepto de esquizofrenia, hizo
les en su enfoque <le los "esquizofrénicos". En tal sentido, es muy revela- suyas las opiniones de Abraham concernientes al diagnóstico diferencial de
dor que Abraham se interesara en los "estados oníricos histéricos" (1910) histeria y demencia precoz: esta última sería una afección en la cual los
cuando, establecido en Berlín, inició su práctica privada. En mi opinión, trastornos se mostrarían más acentuados, y la indiferencia afectiva consti-
hubiera bastado muy poco (por ejemplo, que fueran internados) para que tuiría uno de sus rasgos dominantes (56). Añadió sin embargo que el con-
los histéricos de los que habla, que tienen la sensación de ser prisioneros de cepto de esquizofrenia prevalecía en relación con el de histeria, de manera
un suefio capaz de extenderse durante meses o más, acompafiado de incer- que, en caso de duda, se debía decidir en favor del primero. En consecuen-
tidumbre acerca de la realidad del mundo ambiente, hubiera bastado muy cia, el lugar reservado para el delirio histérico no era grande. Bleuler no to-
poco -decíamos- para que esos histéricos se convirtieran en "dementes mó mucho en cuenta sus características estructurales, bien delimitadas por
precoces''." 19 Por otra parte, Abraham toma nota de haber observado esta- P. Janet, sin embargo, cuando veinte años antes puso de manifiesto en su
dos análogos en estos últimos ( 61). Es señala ble que en una carta a Eitingon génesis la determinación de "la idea fija subconsciente", o por Breuer y
del 8 de marzo de 1908 formule la reflexión siguiente, con respecto a su Frcud, cuando demostraron la importancia en su origen de las representa-
clientela berlinesa: "Son pocos los casos que justifican un tratamiento psi- ciones reprimidas. Presa de un discurso psiquiátrico fundado en la descrip-
coanalítico, pues mi formación en la escuela de Zürich tal vez me induzca ción de cuadros clínicos, Bleuler no podía sino encallar en la diferencia-
con demasiada frecuencia a diagnosticar demencia precoz" (62). Poco tiem- ción de la "esquizofrenia" 20 y la histeria, dadas las capacidades plásticas
po antes, en circunstancias análogas, Jung efectuó una verificación del mis- de esta última. En otra parte (64) he tratado de poner de manifiesto los
mo tipo: " ... de manera general, las diferencias entre demencia precoz e atolladeros del diagnóstico diferencial que él propone, de modo que aquí
no insistiré sobre el punto.

19 Esto ocurrirá, apenas nueve años más tarde, cuando Tausk incluya los síndromes 20 El de esquizofrenia es un concepto cuya pertinencia considera que aún está por es-
de despersonalización tales como los descriptos por Abraham en su artículo, en "el tablecerse. Una de sus características esenciales reside en la imposibilidad de definirla
período de inicio de la demencia precoz" (60). con precisión (cf. 64).

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EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTt:RICA
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS

conflicto bélico mundial enfrentó a los psiquiatras con una patoloµ1a 111al
Su pensamiento y su concepto, gracias a una síntesis ingeniosa de las te- conocida: las "neurosis de guerra" o "neurosis traumáticas''. Se sahi• q111·
sis organicistas y los aportes psicoanalíticos, han dejado su marca sobre la con respecto a ellas comenzó a hacerse reconocer la pertinencia de los\ w1
psiquiatría de nuestro tiempo. Así, la fortuna de la ezquizofrenia hizo de ceptos psicoanalíticos. Para Ferenczi, como para la mayor parte dt• los ;111.1
ella la versión más frecuente de la locura histérica. 21 Sin embargo, la psi- listas esos casos indicaban a veces histeria de conversión, y otras, l11sh•r1,1
quiatría alemana no tuvo su Babinski, y ningún autor de importancia pre- de ~gustía (70, 71). En 1920, Freud trató no obstante de espccifü:ar la
tendió negar la existencia de delirios histéricos; sólo se ·verifica que, des- neurosis traumática: su cuadro sintomático -afirmó- se asemeja al tll' l.1
pués de J911, se restringió el lugar que se les otorgaba, y tendió casi a de- histeria, "pero por regla general la supera por signos muy pronunciados dr
saparecer durante medio siglo. La locura histérica partió en silencio. Los sufrimiento subjetivo (evocando en tal sentido la hipocondría o la mclanco
trabajos de Janet, Breuer y Freud sobre esta afección no fueron refutados, lía) y por la marca de un debilitamiento y de una perturbación mucho 11ias
sino olvidados. generalizada de las funciones psíquicas" (72). No está lejos de expresar la
En el discurso de la psiqu_iatría francesa, el concepto de esquizofrenia idea de que la neurosis traumática sería una forma grave de histeria que li
no tomó la extensión que deseaba su creador, 22 de modo que en esa escue- mita con la psicosis. Por lo demás, cuando Briquet se dedica a poner Je
la podemos encontrar la locura histérica bajo otros aspectos, tales como el manifiesto las causas desencadenantes de la gran histeria convulsiva, revela
onirismo de las batallas, las psicosis oníricas o postoníricas, ciertas confu- hasta qué punto son frecuentes entre ellas los acontecimientos traumáticn_s
siones mentales, accesos delirantes, estados crepusculares, etcétera. Es no- que ';sbordan la barrera de protección del psiquismo respecto de las excr
table que fuera precisamente en los años en que desapareció la locura his- tacit,nes, de la cual habla Freud, como "los pavores", las "emociones intc11-
térica cuando se multiplicaron los estudios franceses sobre el delirio y las sas", las "penas", las "contrariedades", los "reveses de fortuna", etcétcr;r
psicosis oníricas y postoníricas: Régis, en 1901, efectuó una comunicación (8). Se observa que en 1914 ese tipo de causas ya casi no provocaban crisis
sobre "el delirio onírico de las intoxicaciones e infecciones" (66); el mis- convulsivas, sino en cambio numerosos estados oníricos. En la psiquiatría
mo año, Klippel y Trenaunay publicaron trabajos sobre el ''delirio sistema- alemana, la tesis de la naturaleza histérica de las neurosis de guerra tendió a
tizadc de sueño a sueño" (67) y sobre el "sueño prolongado" (68); más imponerse; entre los anglosajones se hablaba no solamente de histeria sino
tarde en su Précis de psychiatrie, Régis describe el delirio de sueño en el también de estados ansiosos y de desórdenes psicosomáticos, mientras que
marco de la "confusión mental típica" (69); finalmente, en 1920, en el en Francia subsistió más bien el apego a los conceptos de confusión men1al
congreso de los alienistas de Estrasburgo, el informe de Delmas versó sobre y de estado crepuscular. La multiplicidad de esas denominaciones sindró-
"las psicosis postoníricas". Sin llegar a imponerse en his escuelas psiquiátri- micas no hace que se trate menos de una misma estructura inconsciente.
cas extranjeras, esa corriente de pensamiento persistió lo suficiente en Fran- Después de la Primera Guerra Mundial, la locura histérica desapareció,
cia como para suscitar incluso en 1963 un trabajo importante: el informe la esquizofrenia llegó al gigantismo y la dicotomía neurosis-psicosis resulta-
de S. Follin sobre "los estados oniroides", presentado en el 41er Congreso ba inaprehensible (18), de modo que se llicieron posibles innovaciones con-
de Neurología y de Psiquiatría de Lengua Francesa. El autor se refiere a la ceptuales en el discurso psiquiátrico; aunque procurando introducir un
afinidad de esos estados con las "psicosis h.istéricas"; este último concepto, mayor rigor, ellas desembocaron en una fragmentación acentuada de la no-
a partir de la década de 1960, tenderá de nuevo a prevalecer, en tanto que sología. Así nacieron la esquizosis, la histero-catatonía, la esquizoidia, los
la expresión "delirio oniroide" caerá en desuso. estados fronterizos, 23 la esquizofrenia seudopsicótica, la psicosis marginal,
Antes, en la época de la desaparición de la locura histérica, el primer la esquizofrenia desdibujada, etcétera.
En la década de 1930, el profesor H. Claude observó "una evolución de
las manifestaciones psicopáticas histéricas en otro momento clasificadas
21 Sin duda fue la predilección de Reich por las primeras obras de Freud lo que le
permitió presentar, tan tardíamente como en 1925, un caso de "psicosis histérica"
(65). Sin embargo su trabajo no atrajo la atención, y él se conformó ulteriormente con
23 Este concepto es por cierto antiguo (Hughes, 1884), pero su expansión es más re-
una nosología menos original.
ciente.
22 Por lo menos así fue hasta unn fecha bastante reciente.
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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA

como 'locuras lústéricas' y que reaparecen ahora en los certificados con la caso de histero-catatonía. Finalmente, Ellenberger, en 1934, relato ru fü
denominacíón de 'esquizofrenias' "; ahora bíen, según él, en el origen de la tesis una muy curiosa observación de histero-catatonía". Scnala11ad1•1111h
hísteria y de la esquizofrenía se encontraba un mísmo proceso patogénico, que "mucho después de que Kahlbaum hubiera descripto la calatonía ..~r l:1
la disociacíón psíquica, de manera que propuso, en una perspectiva heurís- siguió integrando a la hlsteria, y a muchos autores los sorprendieron l.,~
tica, constítuír una nueva .;Jntidad nosológica agrupándolas a las dos: las analogías entre esos dos síndromes". No hay en ello nada de sorprcrnlcnk.
esquízosis. Por cierto, Freud, J anet, Brel,}er,Prince, habl¡uon de disociación ya lo he señalado, puesto que hístéricos manifiestos, como los convuls1011.1
psíquíca en la hísteria, y ello incluso antes de que Bleuler se aferrara a esa rios de Saint-Médard, fueron incluidos por el propio Kahlbaum en una "ca
idea para hacer de ella el fundamento de la esquizofrenia; no obstante, la tatonía epidémica''.
naturaleza de la ruptura psíquica es díferente en ambas afecciones. Por lo Valdrá la pena hacer salir a la locura histérica de todos sus escond1ijrn,
demás, Claude no lo ignoraba: escribió con cierta corrección que "la dife- nosológicos; es preciso, no obstante, decir unas palabras acerca de u11ntlt•
rencia capital que aparece en las expresiones de esas diversas esquizosis es los más ignorados: la paranoia sensitiva. La mayor parte de los enfernarn,
la profundídad, la gravedad del proceso dísociativo; en los estados esquizoi- estudiados por Kretschmer para ilustrar ese nuevo cuadro nosológico, q111•
des o esquizofrénícos, la disociación es persistente, con frecuencia perma- él denomina "delirio de relación de los sensitivos", establecían fácilmc11h'
nente, definitiva. En el grupo de las afecciones llamadas histéricas, la diso- una transferencia con la persona del médico, mientras que sus trastornos
cíación es esencialmente superficial y temporaria" (73). Ahora bien, la di- revelaban ser accesib'les a la psicoterapia, los sujetos presentaban un dcliri11
ferencia de grado se convierte en este punto en una diferencia de natura- cuy ~énesis parecía con frecuencia comprensible, y lo esencial del mat<i-
leza, que trae consigo consecuencias terapéuticas; la Spaltung hístérica deja rial abundaba "en conflictos psíquicos de carácter erótico". Además, para
una posibilidad de acceso a lo reprimido, mientras que, debido a la dísocia- descubrir ese tipo de casos -escribe Kretschmer, como podría haberlo he-
ción psicótica, ciertas cadenas significantes están forcluidas de lo simbólico. cho Janet respecto de los histéricos delirantes-, "en general es necesario
En consecuencia, el interés del concepto de esquizosis parece muy limitado, profundizarlos, lo que toma bastante tiempo. Es necesario asimismo esta-
y_ajusto título se lo ha relegado al olvido. blecer un contacto afectivo psicoterapéutico con estos enfermos. Los pro-
•No podía sorprender que, en 1945, Carrot, Charlin y Rémond, después cedimientos habituales de descripción empleados en psiquiatría de superfi-
de algunos otros, hayan quedado perplejos al observar a un joven hospitali- cie no permitirán nunca descubrir un delirio de relación sensitivo". En con-
zado, labrador bretón de 28 años, respecto del cual el diagnóstíco diferen- secuencia, se advierte sin sorpresa que la paciente que presenta una "para-
cial entre hlstcria y catatonía les parecía plantear un problema insoluble. noia crónica", cuyo análisis fue llevado a buen término por el sueco P. Bjc-
En ese enfermo observaron, por una parte, "persistencia desde hace un año rre (75) (la misma respecto de la cual Freud habló en 1911 de "paranoia
y medio de trastornos motores muy atípicos sin sígnos neurológicos eviden- histérica") es ubicada por Kretschmer en la categoría de las paranoias sen-
tes, con trastornos de la sensibilidad de aspecto pitiático que hacen pensar sitivas (76). Si se agrega que esos enfermos son receptivos a la influencia
en un síndrome hlstérico; por otra parte, conservación de las actitudes, del medio en el cual se encuentran, que reaccionan a ciertas sugestiones, y
ecopraxía, manos catatónicas, persistencia de una actitud de repliegue que que la sistematización del delirio es poco frecuente, el conjunto de esos
sugiere un síndrome catatónico" (74). Las concepciones de Babinski y de elementos parece indicar que, en la mayor parte de los c~sos, no se trata de
Baruk, a las cuales ·se refieren, les impiden decidirse por la hlsteria, ¡pues psicóticos disociados. F. Perrier ya había notado que la estructura histérica
en ese caso el sujeto hubiera sido "fácilmente curable mediante persuasión podía conducir "al borde de la paranoia sensitiva" (77) --en realidad, sin
o sugestión más o menos psicoterapéutica!" La ausencia de trastornos men• <luda,incluso más allá-. 25
tales presentes tampoco les permite llegar a la conclusión de que se trata de
una catatonia, de modo que proponen el término "histero-catatonía". "No 25 En investigaciones ulteriores me ha parecido interesante introducir la noción de

es nuevo --escriben-. Ya Peremans, en Bakú, había señalado las relaciones locura razonante para delimitar mejor la ·mayor parte de las paranoias sensitivas, lo
entre histeria y esquizofrenia. Damaye, en 1928, aquí, 24 informó sobre un mismo que algunas otras "paranoias". No obstante, detrás de la variedad de los cua-
dros clínicos, la locura, razonan te o histérica, posee la misma estructura fundamental:
la de la neurosis. En el caso de los razonantes, el yo parece más organizado; su regre-
24 En las sesiones de los Annales Médico-Psycholo);iques. sión no llega hasta la asunción de la imagen especular (96 ).

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS
EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA

A pesar de algunos trabajos que mencionaremos más adelante, la tenden-


ticas. En efecto, en este sentido la esquizofrenia, por una parte, y la l11sh•
cia dominante en nuestros días parece llevar siempre a extender el campo
ria por la otra, representan las elaboraciones más acabadas, más sutiles, 111a~
de la esquizofrenia en relación con el de la histeria. Por lo tanto, no podrá
demostrativas de las opiniones que se enfrentan. Si bien la cuestión pa1tll't'
sorprender que ciertos psiquiatras modernos reinterpreten en términos de
hoy poco menos que zanjada en el terreno de las neurosis, en favor <ll' l,1
esquizofrenia a los enfermos presentados por Breuer y Freud en Etudes sur
psicogénesis, no ocurre lo mismo con las "psicosis": en este campo, com·
l'hystérie. En 1952, Goshen diagnosticó como esquizofrénicos a los cinco
lativamente con la extensión de la esquizofrenia, asistimos al desarrollo dt•
casos principales (19); en 1956, Suzanne Reichard optó por la esquizofre-
una corriente de pensamiento que tiende a rehabilitar la "psicosis histérica".
nia con respecto a Anna O. y a Emmy von N. y por la histeria en los otros
Esta se sitúa en el punto de convergencia de un debate más profundo q111:
casos (20). 26 A la inversa, Devereux deplora la tendencia de los jóvenes
agita a la psiquiatría contemporánea; ella es la cresta de la ola de fondo (i¡•
psiquiatras norteamericanos a considerar la "psicosis histérica" como una
la conmoción epistemológica que se encuentra actualmente en curso. 21
esquizofrenia (79); Follin, Chazaud y Pilan, en 1961, indican también la
¿,Cómo es que el interés se ha dirigido de nuevo hacia los aspectos dcli
frecuencia de esa confusión (80); Mallet y Gold, en 1964, informaron so-
rantes y alucinatorios de la histeria? Aparentemente fueron los éxitos es-
bre trece observaciones de histéricas diagnosticadas como esquizofrénicas
pectaculares obtenidos en la década de 1950, en especial por Rosen y Sc-
(81 ), etcétera.
chehaye, en la psicoterapia de ciertos "esquizofrénicos", lo que contribuyó
¿A qué se debe el atractivo actual del término esquizofrenia? Sin duda,
a llamar la atención respecto de estados delirantes en los cuales, contraria
al trabajo epistemológico de importancia excepcional realizado por Bleuler
m, ~e a lo que pensaban Freud, Abraham y Bleuler, la retirada autoerótica
al introducirlo: ese concepto fue uno de los primeros, en el campo de la
no imposibilita los fenómenos transferenciales ni el trabajo analítico. Aho-
psiquiatría, que propuso una teoría capaz de explicar a la vez las causas de
ra bien, se sabe que para Moreau de Tours, Janet o Laruelle, lo que carac-
una enfermedad mental y las particularidades de sus manifestaciones; ade-
terizaba el delirio histérico era la posibilidad de una acción curativa psico-
más sintetizó de modo brillante concepciones psiquiátricas dominantes e
terapéutica. No todos lo olvidaron por completo, tanto más cuanto que,
ideas nacientes del psicoanálisis. Las teorías precedentes, que en su mayor
por otra parte, la práctica hospitalaria no dejaba de confrontarlos con cier-
parte hacían pensar en el carácter orgánico de los trastornos, siguiendo el
tos psicóticos huidizos, inaccesibles, encerrados en su delirio, que parecían
modelo de la parálisis general, pretendían por cierto explicar su origen,
confirmar la tesis de la investición libidinal volcada totalmente en sí mismo,
pero no estaban en condiciones de articular nada en cuanto a las variacio-
de manera que algunos psiquiatras volvieron a hablar de "psicosis histérica"
nes de la sintomatología -consagrando de ese modo el dominio de la psi-
para diferenciar los enfermos de Rosen y Sechehaye de los precedentes.
copatología a lo carente de sentido-. El concepto de esquizofrenia cons-
El proceso de rehabilitación de la locura histérica emprende sin embar ..
ti~uyó ~n punto de unión que vinculó a antiguos y modernos, dejando la
go una evolución muy gradual. Se advierte en primer lugar la aparición de
e_t~ologiaa cargo ~e los primeros, y acordando a los segundos la compren-
la expresión "delirio histérico": en 1958, un psiquiatra alemán, K. Conrad,
s10n de los mecanismos de la sintomatología; en esa síntesis logró un éxito
en un ensayo de análisis estructural de los delirios, lo mencionó y habló en
peculiar, sobre el cual está más o menos fundado en el día de hoy el discur-
tal sentido de "histeria maligna" (82); dos años más tarde, Hinsie y Camp-
so psiquiátrico dominante. Bleuler marca una fecha importante en la histo-
bell, en su Diccionario psiquiátrico, describieron en algunas líneas una psi-
ria de la psiquiatría. "La dotó de profundidad" -ha observado con perti-
nencia H. Ey-.
Un~ razó_ncomplementaria del favor del que goza el concepto de esqui-
21 E•n e1 seno mISmo
• de la Escuela Freudiana de París, cuyo fundador, desde I 932,
zofrema reside en que proporciona un instrumento de primer orden en la
en su tesis sobre "la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad", trató dt'
confrontación entre las concepciones organogenéticas y las tesis psicogené- !ª
liberar a psiquiatría del exclusivismo de las tesis organogenéticas, se encuentran no
obstante inesperados defensores del organodinamismo. Tomando la pulsión freudiana
u_bicada,como se sabe, en el límite entre lo psíquico y los somático, del lado de la fi~
26 Max Schur estima que el diagnóstico de "caso fronterizo" sería si~ duda más ade- s10logía, dividida por Szondi, Jean Oury ha emprendido una audaz tarea de renova-
cuado para Anna O. (78). ción del organodinamismo; con relación a la obra de Lacan, se encuentra en ia misma
posición ambigua que Bleulcr respecto de Freud.

246
247
LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DISOCIATJVAS EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HJSTER1CA

cosis histérica, por ejemplo en sujetos estuporosos y alucinados que pare- jetos de carácter histérico. El inicio súbito y catastrófico, relacionado rnn
cen reunir estrechamente manifestaciones histéricas con una psicosis (83). un acontecimiento conmovedor, les parece característico. En realidad, eles
Esto sigue siendo muy impreciso. criben casi lo que la psiquiatría francesa denominaría "acceso delir:1111L•"
En cambio, el excelente artículo de Follin, Chazaud y Pilon titulado (bouffée délirante), subrayando sin embargo el terreno histérico en el q111·
"Cas cliniques de psychoses hystériques" (1961), constituye un aporte im- sobrevienen estos fenómenos.
portante. Una de las cinco observaciones sobre las que informa, la de Ber- Después de un período inicial, en la década de 1960, en el cual el cori
nard J., plantea, según los autores, "el problema de una esquizofrenia 'a cepto de psicosis histérica fue sacado del olvido por unos pocos trabajns,
1~ man:_ra de Sechehaye' "(para retomar la expresión de Rumke) en su sig- hacia el ftn del decenio aparecieron varias investigaciones que tendían a de
ruficac1on real de "gran histeria"; en efecto, ese paciente delira en un esti- limitarlo con mayor precisión. Esa corriente de pensamiento no parece ha
lo que no deja de recordar el de Renée: "Me mineralizo -decía-; oí las te- ber cesado de desarrollarse hasta nuestros días, y se puede suponer q111•
jas del techo vibrar por el calor, y las cigarras que cantaban; es la minerali- continuará haciéndolo.
zación, todo se automatiza. Me dieron una inyección: es la faceta, me vuel- Desde 1969, Hollender y Hirsch volvieron a considerar el problema.
vo consciente del mecanismo de la mineralización, y esto no mejora por- Tratan de clarificar la noción de psicosis histérica que en esta oportunidad
que soy consciente de la mineralización, se los he dicho cien mil veces. En aprehenden en una perspectiva más amplia. Distinguen en ella tres modali-
la casa de mi madre no estoy mineralizada ...". Otra observación, la de Héle- dades: la primera sería un comportamiento determinado por el sistema dr
ne G., recuerda un tanto el caso de Madeleine, que presenta un delirio reli- en ·;cias prevaleciente en una cultura dada (piensan en ciertos fenóme1111s
gioso, calificado de psicastenia por Janet; lo describe extensamente en su de posesión); la segunda sólo consistiría en la simulación de un comporta
tr.abajo de 1926 titulado De l'angoisse a l'extase (84). Follin, Chazaud y miento psicótico; la tercera constituiría una verdadera psicosis temporaria,
Pilon afirman que la "psicosis histérica" es frecuente; tratan de poner de qtte es aquélla de la que hablan en el artículo anterior (86).
manifiesto algunas de sus características estructurales. Si éstas faltan, la En 1971, Siomopoulos tendió a desprenderse del enfoque descriptivo
confusión con la esquizofrenia no es rara, y puede conducir "a los más gra- de los autores precedentes, y trató de poner de manifiesto las característi
ves errores terapéuticos ... o a los éxitos más indebidamente resonantes". cas estructurales de la psicosis histérica. Se trataría de una regresión a la
Les parece que la liberación del conflicto edípico en el delirio constituye forma específica de la actividad intelectual propia de los juegos infantiles.
un indicio diagnóstico de histeria bastante seguro; indican además que la La experiencia de la realidad no estaría desdoblada, como en la esquizo-
dimensión simbólica está poco afectada, siendo que los delirios histéricos frenia, pero los fantasmas invadirían el mundo exterior, de modo que la ac-
no han sido "nunca constitutivos de una neorrealidad o de una neomunda- tividad fantasmática funcionaría con independencia de la percepción de la
nidad fantasmática estable", y subrayan la articulación de los trastornos realidad. Esta forma menor de disociación de ·1a personalidad presentaría
con la función especular. Es una lástima que una referencia más rigurosa a con frecuencia elementos lúdicos en el cuadro clínico (87). Siomopoulos
la forclusión del Nombre-del-Padre no haya permitido a los autores de este desarrolla una tesis clásica, concordante en lo esencial con el pensamientn
artículo notable cuestionar el concepto de "psicosis histérica". Observe- de Bleuler; así, ya para este último la noción de trastornos atenuados ha-
mos, sin embargo, y se trata de un punto esencial, que rompen con la tesis bría constituido uno de los elementos esenciales de la diferenciación entn·
de la histeria caracterizada, desde 1911, por la complacencia somática su- la histeria y la esquizofrenia ( 43). No me parece sin embargo que esta pcrn
giriendo que "la polaridad delirante" pertenezca quizá a la esencia de ~sta pectiva permita delimitar con rigor la especificidad del delirio histérico.
enfermedad (80). aunque más no fuera en razón de la ausencia de reflexión sobre los conccp
Tres años más tarde, en 1964, Hollender y Hirsch emprendieron tam- tos de esquizofrenia y de psicosis, y de la referencia a una noción de reali
bién la tarea de reintroducir la psicosis histérica en el discurso psiquiátrico dad muy enigmática (18).
anglosajón (85), con una acepción que parece más limitada que la de los Aun más cerca de nosotros, en 1973, G. Pankow presentó la psicosis his
autores precedentes. Recuerda un tanto las tesis de Moreau de Tours; se térica como un delirio no esquizofrénico que implica trastornos de la ~l'-
trata según ellos de episodios de delirio agudo, de una d.uración que no ex- gunda fu11ciónde la imagen del cuerpo, los cuales concernirían por lo tan
~ede las tres semanas, que desaparecen sin dejar daños y se producen en su- to no a la forma, sino al contenido y el sentido de esta estructura ima~i11:1

248 249
LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DlSOCIATIVAS EL ESCAMOTEO DE lA LOCURA HISTERICA

ria (88, 89). La polisemia del concepto de imagen del cuerpo, incluso su un concepto que se refiere a un nivel de globalidad más elevado. Por cierto,
inaprehensibilidad, sin embargo, en mi opinión hacen muy indefinida esta ella se subdivide en múltiples cuadros psiquiátricos, pero en cuanto a su <'S
caracterización del delirio histérico. 18 Es interesante observar, por otra tructura, se determina en oposición a la psicosis disociatíva. Sólo este con
parte, que G. Pankow ha verificado recientemente el incremento de los ca- cepto se ubica en el mismo nivel de globalidad. Desde luego, también él tic
sos de psicosis histérica (90), haciéndose eco de tal modo de una sensación ne limitaciones secundarias: por disociados que sean uno y otro, un delirio
general. Sin embargo, en mi opinión, nada indica el aumento de los delirios paranoico no es sin embargo una demencia esquizofrénica.
histéricos; esta impresión es sin duda suscitada por el hecho de que de lo En mí opinión, el desvío de la clínica psiquiátrica de la psicosis inaugu
real sólo puede discernirse lo que se inserta en nuestros marcos conceptuales. rada por la noción de automatismo mental introducida por De Clérambault.
Es el escamoteo de la expresión locura histérica lo que durante medio siglo después retomada y precisada por Lacan, ha dado origen a un concepto
provocó la ilusión de que ya no se encuentran histéricos delirantes. contemporáneo de psicosis {disociativa) cuya acepción restringida llama
En el día de hoy, si bien las referencias a esta patología tienden a incre- obligatoriamente a la emergencia de un concepto del mismo tipo que tam•
mentarse (44), y aunque los artículos que tratan sobre ella se multiplican bién resalte en el campo del discurso psiquiátrico. La noción de locura his-
(91, 92, 93), el lugar reservado a la psicosis histérica sigue siendo marginal. térica me parece la que está en las mejores condiciones para satisfacer esta
En mi opinión, este concepto bastardo presenta demasiadas desventajas para necesidad todavía poco advertida (cf. 94 y 95).
que pueda llegar a imponerse: sus fundamentos están mal determinados, su Janet observó en 1894 que la histérica no era "una alienada como todas
especificidad es inasible a través del enfoque exclusivo del cuadro clínico, las or", y pedía, para establecer ese diagnóstico difícil, "un análisis psi-
y sob~ tqdo su referencia simultánea a dos estructuras incompatibles sus- coló¡tico de las diferentes formas de alienación", que le parecía estar muy
cita reticencias justificadas. Hay que decirlo: la "psicosis" histérica no exis- lejos de haber sido completado (14). Casi un siglo más tarde, todavía falta
te; sin embargo, en el discurso contemporáneo, esta noción es todavía la realizar ese trabajo, y es lícito fonnular el mismo deseo. Pero el problema
que permite aprehender de la manera menos errónea el delirio nervioso de no se plantea ya de la misma manera; los aportes del psicoanálisis freudia-
Sandras, la gran histeria de antaño, las "neurosis demoníacas" y toda esa no y de sus desarrollos más recientes permiten hoy una aprehensión más su-
patología bien aislada entre 1895 y 1911 con la denominación de locura til de la psicopatología, que debería conducir a que, en un futuro bastante
Iústérica. próximo, se rehabilite a la locura histérica, y a que los delirios histéricos
Es preciso sin embargo tomar nota de que esta última poseía una exten- dejen de confundirse con los delirios disociados.
sión incomparablemente más amplia que la de la psicosis histérica. La re-
introducción de ésta en el discurso psiquiátrico no equivale a una rehabili-
tación completa de las locuras histéricas. Todo lo contrario: allí se oculta
una perpetuación sutil del escamoteo. BIDLJOGRAFIA
¿Se piensa subsumir ciertas manías, ciertas paranoias sensitivas, una
buena cantidad de esquizofrenias, la mayor parte de las anorexias mentales, l. LACAN, J.: Sur la théorie du symbolisme d'E. Janes, en Ecrits, Seuil, 1966.
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en reunir la infinita diversidad de los cuadros clínicos ( de allí su multiplica- 4. JORDEN, E.: A brief discourse of a disease called the Suffocation of the Mother,
Londres, John Windet (1603).
ción incesante) son paralelas a la psicosis histérica, que se ubica entre ellas, 5. VEITH, l.: Histoire de l'hystérie, Seghers, Parfa, 1973.
que se suma a la fragmentación. En cambio, la locura histérica constituye 6. RAULIN, J.: Traité des affections vaporeuses du sexe, París (1758).
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28 Fn 111i trabajo "La destructuration de l'image du corps dans le névroses et les psy-
10. MOREAU DE TOURS, J.: De la folie hystérique et de quelques phénomenes m·,
choscs" se enrnntrnrán algunos elementos de discusión de la tesis pankowiana. (Véa- veux propres a l'hystérie convulsive, a l'hystéro-épilepsie et a l'épilepsie, Unio11
se el capítulo :interior). Mécticale, 1865.

250 251
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EL ESCAMOTEO DE LA LOCURA HISTERICA
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255
254
EN BUSCA DEL CONCEPTO DE PSICOSIS

EN BUSCA DEL CONCEPTO DE PSICOSIS 1 médico vienés. En su origen, el ténnino no se opuso aJ de neurosis, propucs
to en 1777 por el escocés William Cullen. Todo lo contra·rio: las psicosis
constituían en ese entonces una clase particular de neurosis. Cuando von
Feuchtersleben escribió que "Toda psicosis es al mismo tiempo una ncuro
Una psicosis no es simplemente el desarrollo de una rela- sis porque, sin intervención de la vía nerviosa, no se manifiesta ninguna
ción imaginaria, fantasmática, con el mur;idoexterior; es otra modificación de lo psíquico, pero no toda neurosis es a igual título una
cosa. psicosis" (1 ), no dijo nada nuevo para su época; su principal originalidad
J. Lacan
(Seminario del 25 de enero de 1956)
en este punto consistió en introducir el término "psicosis" para designar la
alienación mental, allí donde antes se utilizaba eJ viejo concepto de "vesa-
nia", proveniente de la antigua Roma, que iba a perdurar hasta bastanlc
tarde en la psiquiatría francesa. 2
La psicosis apareció en un discurso médico en el que la neurosis ya esta-
ba bien emplazada, de modo que parece necesario delimitar con mayor
precisión Jas acepciones originales de este último concepto.
EJ término "neurosis" fue forjado en la escuela escocesa de la "neural
1Jathology". Esta marcó el desenlace de estudios realizados durante todo el
Se ha convertido en trivial la observación de que la noción de psicosis, 1liglo XVIII sobre la "irritabilidad" y la "sensibilidad" de los tejidos orgáni-
desde hace algunos años, de manera continuamente creciente, parece afec- cos; consideró al sistema nervioso la fuente y el regulador de todos los fe.
tada por una tendencia a la ubicuidad. Desde los horizontes remotos en los nómenos vitales, tanto de la salud como de la enfermedad, de modo que
que permanecía antaño, aparentemente ha venido a nosotros para tratar los trastornos del funcionamiento del sistema nervioso le proporcionaron
ahora de instalarse en el seno de todo psiquismo: ¿no se considera hoy en un principio de explicación susceptible de aplicarse con gran amplitud. Se-
día de buen tono, en los tratantes, tener en cuenta los propios mecanismos gún W. Cullen, profesor de Glasgow y Edimburgo, las neurosis eran afeccio-
psicóticos? En este punto no carecería de interés un estudio socioeconómi- nes del sistema nervioso no acompañadas de fiebre ni imputables a lesiones
co que tomara en consideración las consecuencias de la última guerra mun- localizadas. En sus Principios elementales de medicina práctica subdivide
dial, su efecto en los espíritus, y las grietas que contribuyó a introducir en las neurosis en "comas" (estados como la apoplejía o el ataque), "adina-
los muros del asilo: un estudio que se interesara en la reciente difusión ge- mias" (alteraciones del sistema nervioso voluntario) y "espasmos" (trastor-
neral de las drogas alucinógenas y en la politización de la locura por el mo- nos de los músculos estriados, como las convulsiones). La cuarta categoría
vimiento de la antipsiquiatría, etcétera; pero ése no es nuestro propósito. abarca las "vesanias"; se trata de enfermedades que afectan el entendimien-
Nosotros querríamos solamente tratar de precisar la acepción contemporá- to y se caracterizan por la falsedad del juicio. Se dividen a su vez en manía
nea del concepto de psicosis. Este esclarecimiento nos parece una condi- y melancolía y deben ser diferenciadas de los delirios' con fiebre, o frenesí-
ción previa, y demasiado descuidada, de toda investigación sobre la "psico- es, relacionados con una inflamación visceral.
sis histérica", los estados fronterizos, los "viajes" psicodélicos, la "reversi- Se observa que el lugar asignado por Cullen a las vesanias no es muy di-
bilidad" de la forclusión, el "estado psicótico" del fin del análisis, etcétera.

2 Durante el siglo I de nuestra era, bajo Tiberio, Celso distinguió la "vesania".

El concepto de psicosis parece haber sido introducido en 1845, en el enfermedad mental general y crónica, del "frenesí", agudo y febril. Littré, en la
Manual de psychologie médica/e, por el barón Ernst von Feuchtersleben, ' década de 1860, dice de la palabra vesania que es "el nombre genérico de diferentes
especies de alie.nación mental"; todavía se encuentra el término en autores franceses
de principios del siglo XX.
. En l 896, Freud, en un artículo redactado en francés, "L'herédité et l'étiologie des
1 Fs;c ar\Íl'lllO apareció en L'lnformation psychiat,ique,junio de 1980. 56, 6. névroses•·, dice de la vesania que pertenece a la "gran familia neuropática".

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LOCURAS H!STERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS EN BUSCA DEL CONCEPTO DE PSICOSIS

ferente del que von Feuchtersleben reserva a las psicosis; sin embargo, este Feuchtersleben, lo mismo que [deler, era un representante de la csc1ll'l,1
último no se había inspirado directamente en el médico escocés: sufrió su llamada de los "psiquistas" alemanes, dominante en el trans-Rhin dura111t·
influencia a través de Philippe Pinel. En efecto, el barón vienés era un gran la primera parte del siglo XIX. Consideraba la psicosis como una ncuros1~,
admirador del francés, que fue el primero (según estimaba) que llamó la es decir, causada por una irritación nerviosa, cuya característica depc11d1,1
atención sobre el método del tratamiento psíquico (2). Ahora bien, Pincl de la manifestación psíquica de los trastornos. No obstante, el mismu all1,
estaba muy cerca de ciertas ideas de Cullen; su Nosographie philosophique en que introdujo este concepto, en 1845, el principal representante de lu
( 1798) se inspiró muy directamente en los Principios del escocés. escuela rival (la de los "organicistas"), W. Griesinger, publicó un "manual
Según Pinel, las neurosis constituían la cuarta clase de las enfermedades. de psiquiatría" que tuvo gran repercusión y aseguró la supremacía <le los
Eran alteraciones del sistema nervioso, debidas a una irritación de los ner- Somatíker sobre los Psychiker durante la segunda mitad del siglo (62). lk
vios, cuyas causas podían ser físicas o morales. Una de las características manera que, a pesar de la etiología "neurótica" original ligada al concepto
esenciales de esa clase estaba constituida por la cornunicación al cerebro de de psicosis, este concepto se difundió en un contexto histórico en el q1ll'
la afección suscitada por la irrita.ción de los nervios, incluso por la del estó- las concepciones organicistas de la enfermedad mental se convirtierou c11
mago o la del útero (3); por esa razón en el siglo XIX se hablará frecuente- dominantes. Cuando se creó la pareja de conceptos opuestos neurosis-psi
mente de neurosis uterina o estomacal. cosis, recíprocamente excluyentes, fueron aquellas concepciones las que le
Según Pinel, muy cercano a Cullen en este punto, la clase de las neurosis imprimieron su sello.
se dividía en cuatro órdenes: las vesanias, los espasmos, las anomalías ner- El origen de la dicotomía moderna no parece determinable con precisió11
viosas locales y las afecciones comatosas. A primera vista, esa reunión pa- ~en los trabajos de uno u otro autor en particular; además su introduccióu
rece hetnóclita: ¿no abarca desde la melancolía al tétanos, pasando por la entrañó modalidades diferentes de acuerdo con el clima cultural. Sin cm
apoplejía y el sonambulismo? Sin embargo, si se tiene en cuenta la ignoran- bargo, es posible localizar el período y el lugar de su primera aparició11:
cia de ciertos descubrimientos ulteriores de la medicina, como por ejem- ella se produjo a fines del siglo XIX en la psiquiatría de lengua alemana.
plo el del baci1o de Nicolaier, surge que Pinel supo agiupar con sutileza, en Las cartas de Freud a Fliess atestiguan que en 1895 la pareja de opuestos
la clase de las neurosis, lo esencial de lo que hoy denominarnos enferme- contemporánea ya estaba establecida (4), si bien se puede aún notar u11a
dades mentales. La histeria y la epilepsia pertenecen al orden de los espas- cierta vacilación en cuanto al sentido del concepto de psicosis: así, por
mos; la catalepsia y el éxtasis al de las afecciones comatosas: las anomalías ejemplo, en 1887, Freud habla de una "psicosis de angustia" en el seno do
nerviosas locales hacen pensar en gran parte en los fenómenos de con- la neurastenia (5). Entendemos que designa un trastorno psíquico sobre el
versión, bajo los géneros de neuralgias, neurosis de los órganos de la voz, fondo de una neurosis neurasténica. Todavía se están empleando los co11•
neurosis oftálmicas, acústicas, etcétera. Finalmente, el orden de las vesa- ceptos de Feuchtersleben y Cullen.
nias retiene nuestra atención porque agrupa, además de la hipocondría, ¿Qué ocurrió para que de pronto, en unas pocas décadas, surgiera del
el sonambulismo y (más curiosamente) la hidrofobia, a todo lo que ac- seno mismo de las neurosis un grupo de enfermedades que iban a oponerse
tualmente se está de acuerdo en subsumir en el concepto de psicosis. a ellas?
La manía, la melancolía, la demencia y el idiotismo son vesanias; se dife- A pesar de las primeras reticencias de los Somatiker, el concepto de psi-
renciaron poco a poco, a Jo largo del siglo XIX, gracias a la sutilidad des- cosis llegó a imponerse en el campo de la psiquiatría alemana. Parece que a
criptiva de los alienistas, para dar origen a la mayoría de los cuadr?s clíni- continuación el pr-::stigioy la influencia de esta últin1a provocaron la difu
cos que nosotros conocemos. sión de ese ténnino para designar el conjunto de las enfermedades mentales.
En resumen, a continuación de Cullen, Pinel y Feuchtersleben, hasta un En efecto, nada se oponía a esa extensión: su significado original le permi-
período bastante avanzado del siglo XIX, las psicosis no aparecieron opues- tía englobar la mayor parte de las manifestaciones psíquicas patológicas.
tas a las neurosis, sino subsumidas en las primeras. Sería por lo tanto inexac- Con este sentido extremadamente amplio fue introducido en Francia c11 la
to pensar que estos dos conceptos hayan sido desde su introducción los tér- década· de 1860: para Littré era el término genérico que designaba las cu
minos organizadores de la reflexión psiquiátrica y precursores de los dos fermedades mentales. Pero el Tratado de Kraepelin vino a atestiguar q11t· a
polos que distinguimos actualmente. fines del siglo XIX su empleo tendía a hacerse específico. Las diferc11h·N

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS EN BUSCA DEL CONCEPTO DE PSICOSIS

psicosis de su enumeración (infecciosas, de agotanúento, de involución, nal estaba destinado a desaparecer con el progreso de la locah:r.at1011 ,111,1
maníaco-depresiva, etcétera) parecían sobre todo tener en común el hecho tómica.
de vincularse de modo bastante directo con una etiología orgánica; 3 ade- Cuando apareció la acepción moderna de la neurosis, un observudor ¡,11
más suscitaban trastornos importantes en la vida de relación y por lo tanto do captar fácilmente su naturaleza residual: "Toda esta clase t)srnh1t'i /\
entrañaban la segregación del enfermo en el asilo de alienados. En el mo- Axenfeld en 1883--- ha estado fundada sobre una concepción ncgal1v.i, v111
mento en que está precisándose la acepción moderna de la psicosis, ella de- la luz del día cuando la anatomía patológica, encargada de explicar laN1•11
signa en consecuencia una patología "grave" de etiología orgárúca. fermedades por las alteraciones de los órganos, enfrentó un cierto 11ú11t\'lu
Correlativamente se debe observar, un siglo después de Pinel, que la de estados morbosos cuya razón de ser no podía detenninar" (7). /\ 11111~
neurosis perdió su lugar preponderante en el seno de la psiquiatría: en la del siglo XIX, tanto en la psiquiatría alemana como en la francesa, los rng.1
6a edición del tratado de Kraepelin, en 1899, las "neurosis generales" ya nicistas lograron imponer sus tesis, de manera que con la palabra "neuwsi~"
no constituían más que uno de los trece grupos de enfermedades mentales. se designaba lo oculto de la patología: los trastornos que no se compn:nd in11.
Se subdividían en locuras epiléptica, emotiva e histérica. por no poder encontrarles una localización orgánica precisa.
¿A qué se debió ese cambio? A principios del siglo XIX se había produ- Esa era la situación en los años en que Freud descubrió el psicoanálisis:
cido un descubrimiento de importancia considerable para la historia de la el modelo neurológico prevalecía en materia de enfermedades mentales,
psiquiatría, cuando, en Charenton, Bayle llegó a poner de manifiesto la mientras que la neurosis tendía a salir del discurso psiquiátrico.
anatomía patológica de la parálisis general. Desde entonces, durante mu- Ahora bien, gracias al psicoanálisis, lejos de desaparecer en el seno de las
cho tiempo, el enfoque de todas las enfermedades mentales fue concebido psicosis, aquella iba a conocer un nuevo desarrollo, que llevaría a acordarle
siguiendo el modelo de esa entidad clínica. En el siglo XIX -escribe Michel un lugar tan importante como el ocupado por su rival; subrayemos que fll\'
Foucault- "la parálisis general era la 'buena locura' en el mismo sentido así como se originó la pareja de opuestos irreductibles que ahora alravicsa
que se habla de 'buena forma'. La gran estructura que ordena toda la per- toda la psiquiatría. En consecuencia, surge que, cori. ,dfbmcntc a lo que
cepción de la locura se encuentra exactamente representada por el análisis sostiene la opinión contemporánea, su fundamento no es dínico sino etio-
de los síntomas psiquiátricos de la sífiJis nerviosa. la falta, su condena y su lógico; por lo demás, es esto lo que se capta al descubrir, en el azar de los
reconocimiento, manifestadas tanto como ocultadas en una objetividad or- textos, esa dicotomía en camino de constituirse, antes de cristalizar en tor-
gánica: ésa era la expresión más acertada de lo que el siglo XIX entendía y no de los conceptos modernos; las palabras siguientes de Laseguc son par-
quería entender por locura" (6). La sucesión de los descubrimientos anáto- ticulannente reveladoras en tal sentido: los "enfermos cerebrales -escribió
mo-patológicos (fue aislada la psicosis de Korsakoff; Alzheimer y Pick des- en 1880- pueden y deben ser cuidadosamente diferenciados de personas
cribieron las lesiones histológicas de las demencias que llevan sus nombres) nerviosas en las cuales no se encuentran ni el antecedente de una lesión
acentuó la gravitación del modelo de la parálisis general. Desde entonces, traumática y espontánea, ni el de una malformación. Esas dos clases de en-
los cuadros clínicos delimitados en la ~egunda mitad del siglo XIX, en espe- fermos, tan frecuente y lamentablemente confundidas, no tienen en co-
cial por Falret, Kahlbaum y sobre todo Kraepelin, la tomaron como "bue- mún más que algunas apariencias groseras. El sólo hecho de oponer los ée-
na forma", en tanto que su extensión contribuyó a hacer que se redujera rebrales a los nerviosos arroja una viva claridad sobre la patología mental''
como una piel de zapa el dominio de la patología debida a la irritación de (50). Mostraremos más adelante que se produjo una mutación de las ideas
los nervios. Desde Cullen se pensaba que en la "psicosis" subyacía una en Ja década de 1920; ese cambio ocultó lo que el concepto de psicosis de-
"neurosis"; ahora bien, quedó establecido que ése no era el caso, de mane- bía a los "cerebrales" en su distinción de la neurosis.
ra que resultaba legítimo que hubiera quienes dudaban de la existencia A~tes tenemos que preguntarnos cuáles fueron las razones que, a fines
misma de las neurosis. Para muchos médicos de esa época, su campo margi- del siglo XIX, impulsaron de pronto con un nuevo vigor el concepto de
neurosis.
También en este caso la consideración de factores socioeconómicos sería
f'ara la, manifestaciones delirantes de las neurosis, empica otro concepto, el de sin duda útil para explicar las causas de lo que Freud designó en 1908 co-
'·locurn".
mo "la extensión de la enfermedad nerviosa de los tiempos modernos" (8).

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EN BUSCA DEL CONCEPTO l>H/',\'/('OSI,\'

Cita respecto de esto las opiniones de Krafft-Ebing, Binswanger, Erb: co- paranoia- 4 implican los mismos elementos (y la misma ctiolo~111)" ( 1 1)
mo numerosos observadores de su época, todos ellos tienen en cuenta el Aún en 1907 hablaba de la paranoia como de una neurosis ( 1h l. di' 111od11
acrecentamiento de los trastornos nerviosos. "En el curso de los diez últi- que no es verdaderamente sorprendente que en 1915, cuando inl rochqo ,·I
mos años -escribe por ejemplo Krafft-Ebing en 1895- se han producido narcisismo, tratara de imponer una especie de retorno a Cullcn y 1'11u•I, .il
transformaciones de las condiciones políticas y sociales de las naciones ci- proponer que se ampliara considerablemente el concepto <lencurosi~ (o 111•
vilizadas, en el dominio comercial, industrial y agrícola particularmente; psiconeurosis), que de nuevo habría incluido la mayor parte de las "Vl'~a
ellas han modificado considerablemente profesión, posición cívica y pro- nías", convertidas en "neurosis narcisistas". Se sabe que en 1924 reconsi<l1·-
piedad, en detrimento del sistema nervioso que debe satisfacer el acrecen- raría esa propuesta nosológica, pero conservando la "neurosis narcisisla"
tamiento de las exigencias sociales y económicas multiplicando el gasto de con respecto a la psicosis "melancólica".
energía y sin poder recuperarla más que en un grado muy insuficiente" (9). ¿A qué se debió ese intento de ampliación de la neurosis? Para compren-
Un historiador de la medicina, P. Lain Entralgo, realiza hoy en día las mis- derlo es preciso recordar el origen histórico de la oposición neurosis-psico-
mas observaciones. Afirma que la "frecuencia de los cuadros neuróticos au- sis. Ya hemos mostrado que estos dos conceptos no hallaban su fundamen-
menta de manera muy notoria a fines del siglo XIX y durante todo el siglo to en datos clínicos, como se estaba dispuesto a creer, sino en consideracio-
XX" (10). Según él, las dos razones principales de ese fenómeno fueron las nes etiológicas. En lo esencial, cuando se originó el modo contemporáneo
• siguientes: "Por una parte, la mayor exigencia a la cual iba a ser habitual- de considerarlos, ellos delimitaban la división del campo de la patología
mente sometida la capacidad somática y psíquica del individuo, un estrés mental entre los sostenedores de su organogénesis y los partidarios de la
de carácter social; por otro lado, una crisis lústórica de la cultura burguesa, psicogénesis. Unos y otros dieron un nuevo sentido a los antiguos concep-
que comenzó en esa época -lo testimonian Marx, Nietzsche, Bergson, Strind- tos de Cullen y Feuchtersleben, sentido que encontraron en el campo se-
berg, Unamuno- y desde entonces es cada vez más notoria. El hombre de mántico de su tiempo.
la bel/e époque se encontró sometido a un estrés social creciente, y ya no Gracias al psicoanálisis, la corriente que tendía a l. .iesaparición de las
disponía de un sistema sólido de creencias históricas que le pemútiera so- neurosis en el seno de las psicosis se invirtió, a tal punto que Freud llegó a
portarlo sin caer víctima de desórdenes psíquicos" (11). Se comprende que tratar de reconquistar el terreno perdido por las neurosis, introduciendo
en la década de 1880 se difundiera la idea de que "las condiciones de la vi- la noción de "neurosis narcisista", especie de caballo de Troya teórico, pe-
da moJerna" eran capaces de suscitar una enfermedad específica: la "neu- ro no pudo hacerla aceptar, al toparse con un concepto de psicosis bien im-
rastenia". Este concepto, introducido por el norteamericano Beard en I 869, plantado. Las corrientes antagonistas tuvieron que renunciar a pretender
se puso de moda con bastante rapidez. En él se puede discernir la primera englobarse recíprocamente, de manera que se impuso una transacción. Así
teoría psico-sociológica de la enfermedad mental. nació la división de la patología mental en neurosis y psicosis como resulta-
do de una relación de fuerzas entre dos concepciones etiológicas. 5
En las dos últimas décadas del siglo XIX, el campo de la patología men-
tal no cubierto por los alienistas pareció tender a desarrollarse; por cierto,
ya desde hacía mucho tiempo se hablaba de las •·sofocaciones de la matriz", 4 En el sentido moderno, la paranoia sólo aparece en 1899 en el Traité de Kracpe-
de los "vapores" y de la "nerviosidad"; sin embargo, está fuera de duda lin: durante mucho tiempo Freud trató de darle un sentido más amplio, que inclu-
que circunstancias históricas e ideológicas, seguramente más complejas que yera a una parte de las esquizofrenias contemporáneas. Así, en 1896, en su artículo
"Nouvelles remarques sur les psychonévroses de défense", presenta un caso de "para-
las que acabamos de mencionar, contribuyeron a hacer que la patología noia" crónica que Jung calificará más tarde de demencia precoz. En 1907, cuando el
"nerviosa" atrajera la atención de los médicos. Así, en 1887, Charcot, co- último le hizo notar la divergencia, Freud sostuvo su diagnóstico; no lo modificó
mo muchos otros, observó que la gran mayoría de los "neurópatas'' que hasta 1924, cambiándolo por el de "demencia paranoide".
veía en la ciudad eran "neurasténicos" ( 12). Antes de ello, insistió, dirigiéndose a Jung, en mantener la paranoia como concep-
to teórico, mientras que la demencia precoz sólo sería una expresión "esencialmente
Durante mucho tiempo, Freud tendió a asignar una gran extensión a la clínica" (14), una "mala expresión nosográfica" (15).
neurosis. En las cartas a Fliess escribió, por ejemplo, en 1897: "Ahora me 5 Schreber, que leyó a Kraepelin, publicó en 1903 una obra titulada Mdmoires d'wz
doy cuenta de que las tres neurosis -la histeria, la neurosis obsesiva y la névropathe (Memorias de un neurópata) pues reconocía estar enfermo de los nervios,

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EN BUSCA DEL CONCEPTO DE' PSICOSIS

¿Por qué esto se ha olvidado ahora? Para comprenderlo es necesario psiconeurosis o de una psicosis es siempre la frustración,<> la no H'ai1n1111111
volver sobre el itinerario del pensamiento freudiano. de uno de esos deseos infantiles eternamente indómitos que se enra11,111
En las cartas a Fliess, la acepción del concepto ·de neurosis se refiere de tan profundamente en las determinaciones filogenéticas de nucsl I a or11.,11u
manera bastante clara a la noción de psicogénesis; en cambio el de psicosis zación. En último análisis, esta frustración proviene siempre del exterior. ..",
parece tener una significación más indecisa. Así, la paranoia es a veces una incluso, en ciertos casos, del superyó (17). La introducción de la plliemm1
neurosis (13) y otras una psicosis (4), pero este último término parece te- en la teoría analítica ( creemos haberlo puesto de manifiesto) sólo po<l111
ner más bien un sentido descriptivo; el concepto teórico era sin duda el de hacerse con la condición de un retomo a las tesis de los Psychíker. Frrud
neurosis. restablece las intuiciones etiológicas de Feuchterslehen (vienés, lo mismo
La influencia de las tesis freudianas en el discurso de la psiquiatría es re- que él).
conocible a partir de 1906, cuando Kraepelin escindió por primera vez las Desde entonces queda verdaderamente establecida la acepción moderna
neurosis generales en locnn epiléptica y neurosis psicógenas. La tardía fe. de la dicotomía neurosis-psicosis: desaparece la diferenciación etiológica
cha de entrada de estas úLirnas en el Tratado confinna, por una parte, la que le servía de soporte, sólo queda ... ¿qué? No mucho, salvo nociones bas-
poca diligencia de los alienistas en hacer uso de este concepto; por otro la- tante vagas, puesto que la psicosis tuvo su origen del lado de la parálisis ge-
do, también probablemente el hecho cultural e ideológico al que ya nos he- neral, patología en la cual el déficit psíquico y el delirio ocupan el primer
mos referido. pbno del cuadro clínico, mientras que las neurosis connotan trastornos
En 1915, el desenlace de la lucha por el reconocinúento del psicoanáli- "nerviosos", patología con toda seguridad mt-. ~ espectacular.
sis seguía siendo incierto; Freud trataba todavía de imponer el sello de sus
concepciones en el seno de la nosografía. Además de las neurosis actuales ¿Los textos titulados "Névroses et Psychoses" y "La perte de la réalité
(neurastenia, hipocondría, neurosis de angustia) distingue en esa época en- dans la névrose et la psychose", ofrecen puntos de referencia suficiente-
tre las neurosis de transferencia (histeria, neurosis obsesiva) y las neurosis mente precisos como para renovar el enfoque de esta dicotomía? Publica-
narcisistas (esquizofrenia, paranoia). No obstante, después de la Primera dos en 1924, totalizan apenas una decena de páginas entre los dos, pero no
• Guerra Mundial, incluso aunque el psicoanálisis continuara suscitando vivas por ello parecen constituir menos uno de los principales fundamentos de la
resistencias, su implantación pasó a ser un fenómeno irreversible, de mane- diferenciación contemporánea. Antes, por cierto, Freud intentó varias ve-
ra que Freud pudo entonces hacerse menos intransigente en su voluntad de ces captar la especificidad de los mecanismos de la paranoia y de la paraíre-
demarcar los conceptos psicoanalíticos diferenciándolos de los de la psi- nia, con relación a los de las otras psiconeurosis, en especial en sus Remar-
quiatría. En 1924 ya no trata de reemplazar las denominaciones de "de- ques psychanalytiques sur l'autobiographie d'un cas de paranoi'a (1911),
mencia precoz" (Kraepelin) y "esquizofrenia" (Bleuler) por "parafrenia"; trabajo dedicado al presidente Schreber, pero fue principalmente en los tex-
abandonó en gran medida la noción de neurosis narcisista (reservándola só- tos de 1924. donde extrajo y resumió sus conclusiones sobre la diferencia-
lo para la psicosis "melancólica"), y sobre todo introdujo por primera vez ción de neurosis y psicosis.
el concepto de psicosis en la teoría analítica. La introducción rec.iente de la segunda tópica le permitió entonces pro-
Puesto que no podía fagocitarlo insertándolo en el seno de las neurosis,
Freud optó por otro método, que iba a demostrar ser más eficaz. Admitió 1
poner "una fórmula simple concerniente a la que quizás sea la diferencia
genética más importa~te entre la neurosis y la psicosis: la neurosis sería el
el hech.o consumado, entronizó la psicosis, demasiado implantada en el dis- resultado de un conflicto entre el yo y su ello; la psicosis, el resultado aná-
curso psiquiátrico como para que fuera imposible ignorarla, pero, desde su logo de un trastorno equivalente en las relaciones entre el yo y el mundo
primer texto consagrado a ese concepto, subvirtió el modelo organogén.ico
que estaba en su fundamento: "La etiología común para el estallido de una 6
Se conocen las reservas formuladas por Lacan con respecto a la frustración. "Va-
namente se buscaría -escribió- la menor huella de ese término en toda la obra de
Freud: pues sólo se encontraría la oportunidad de rectificarlo con el de Versagung, el
pero rechazaba totalmente el diagnóstico de psicosis paranoica que le aplicó el doctor cual implica renuncia, Y por lo tan to se distingue de él con toda la diferencia entre Jo
Weber. simbólico y lo real" (18).

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LOCURASHISTERJCAS Y PSICOSISDISOCIATIVAS EN BUSCA DEL CONCEPTO DE PSICOSIS

exterior" (I 9). Esta última concepción había sido formulada, desde 1907, lión del ello contra el mundo exterior" {24). En resumen, carnrlcll'/.ai l.1~
en una carta a Jung, en respuesta a una pregunta de éste, relativa a un caso psicosis por un conflicto entre el yo y la realidad (Realitiit) ohli~a pot In
de demencia paranoide. En ese sentido, Freud escribió: "En el combate menos a volver a considerar esa afirmación para matizarla. Por lo demás, et1
entre la realidad y los fantasrnas del deseo, estos últimos demuestran ser 1938 Freud dio un mayor giro a sus formulaciones relativas a las causas dt•
los más fuertes, porque tiénen raíces inconscientes". Esto no puede con- sencadenantes de la psicosis; de manera muy clara distinguió dos, y dc111m-
siderarse una caracterización de la psicosis, puesto que• toda neurosis per- tró que, fueran cuales fueren, externas o internas, sus rcsonandas en el yo
mite realizar la misma observación. Freud continúa: "En este punto no se eran poco menos que equivalentes: "La experiencia clínica csc.;ribió
tiene en cuenta la represión, sino sin duda una subyugación ( Überwaltigung), muestra que en el desencadenamiento de una psicosis hay dos motivos de-
es decir que estamm ante un proceso de psicosis; el inconsciente no es el terminantes: o bien la realidad se ha vuelto intolerahlc, o bien las pulsioncs
que ha sido subyugado; el inconsciente ha subyugado aJ yo vinculado con han sufrido un refuerzo enorme, lo que, dadas las exigencias rivalizantcs
la realidad" (20J. En esas líneas dirigidas a Jung se debe subrayar que el del ello y de lo exterior, debe tener efectos an,ilogos en el yo" (25). Si se
origen del proceso psicótico es claramente ubicado del lado del inconscien- concibe que la realidad psíquica está en sí misma detuminada por el deseo,
te y de "los fantasmas del deseo"; ahora bien, en 1924 las cosas ya no eran ambas hipótesis freudianas pueden reunirse en una sola: la de una conmo-
así: Freud, después de haber sin embargo indicado que el mundo de la con- ción pulsional; se plantea entonces el problema de poner de manifiesto el
fusión alucinatoria "está construido siguiendo los deseos del ello", afirma proceso que, en el seno del inconsciente o, para decirlo de otra manera, en
a continuación que "el motivo de esta ruptura con el mundo exterior es el discurso del Otro, suscita la psicosis. Pu 1 lo demás, incluso cuando se
que l.a realidad se ha rehusado al deseo de una manera grave, ha aparecido quisiera entender el término realidad en el sentido de mundo exterior, se
como intolerable" (17). El factor causal está ahora situado del lado de la llegaría a la misma conclusión. ¿Ha habido una "realidad" más "intolera-
realidad, pero ¿qué puede significar la oposición de esta última al deseo? ble" que la de los prisioneros de los campos de concentración nazis? 7 Aho-
¿Acaso la totalidad del descubrimiento freudiano no manifiesta que "el ra bien, se sabe que fueron muy pocos los que cayeron en el delirio: sinies-
campo de la realidad sólo funciona obturándose con la pantalla del fantas- tra confirmación experimental del determinismo del ello y de las pulsiones
ma" (21) o, para decirlo de otro modo, que "el deseo es la esencia de la en la génesis del delirio y de la realidad psíquica.
realidad" {22)? Este no es un dato bruto: para el sujeto está necesariamen- En el segundo texto de 1924, "La perte de la réalité dans la névrose et
te mediatizada por el orden simbólico. Por cierto, Freud no parece ignorar- la psychose", Freud se basa de nuevo en una concepción, ya antigua en su
lo: distingue mundo exterior y realidad, e indica que la realidad de la que pensamiento, según la cual en el proceso psicótico habría que diferenciar
se trata es la realidad psíquica, pero nos parece que la especificidad de la dos momentos: el primero corta al yo de la realidad, como parece que se lo
última permanece inaprehensible cuando está cortada del deseo que le da puede observar de manera privilegiada en la confusión alucinatoria, mien-
origen. tras que el segundo constituiría un intento de recónstrucción de la realidad,
Freud advierte que su artículo no ha resuelto el problema que encaró; y sería éste el que suscita el delirio. Con esta perspectiva, cree poder pro-
así, unos meses más tarde experimenta la necesidad de examinarlo de nue- poner las fórmulas siguientes: "En la neurosis un fragmento de la realidad
vo. es evitado en forma de fuga; en la psicosis es reconstruido. O bien: en la
En "Névrose et psychose" las consideraciones genéticas son todavía psicosis la fuga inicial es seguida por una fase activa, la de la reconstrucción;
centrales, lo que indica una persistencia de la aceptación diferencial de fi- en la neurosis la sumisión inicial es seguida, retroactivamente, por un inten-
nes del siglo XIX; en cambio, en el segundo artículo son los datos dinámi-
cos y estructurales los que retienen la atención; en él toma vuelo la concep-
ción moderna de la dicotomía. 7 En tal sentido, Viktor Frankl, psiquiatra deportado a Auschwítz, narra 11na

El lugar preponderante asignado a la realidad en la génesis del proceso anécdota particularmente significativa: "Estaba ( ...) presto a despertar a mi pobre
camarad¡1.torturado por su pesadilla, cuando bruscamente me espantó lo que iba a
psicótico ya no está subrayado; por el contrario, se encuentran afirmacio- hacer, y retiré enseguida la mano que debía socorrer al soñante; en ese momento,
nes como la de que el poder superior del ello es determinante p¡,¡rala psico- con una conciencia acrecentada, pensé que ningún sueño, aunque fuera el más terri-
sis {23), o bien neurosis y psicosis son "una y otra expresiones de la rebe- ble, podía ser peor que la realidad" (26) (las bastardillas son de Frankl).

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EN BUSCA DEL CONCHl'TU /J/:' /'SI( 'OSIS
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TI VAS

to de fuga. O incluso: la neurosis no niega la realidad, sólo no quiere saber cosis", pues "en la neurosis hay tambi6111111 inlcnlo <le reemplazar la 11•a
nada de ella; la psicosis la niega y trata de reemplazarla" (24). 8 La mayor lidad indeseable por una realidad más conforme al deseo" (27).
parte de estas observaciones ·se pueden poner en tela de juicio: así, ¿no Enresumen,suintento de diferenciar la psicosis de la neurosis se reduce,
constituye una verificación corriente que un deseo inconsciente y circuns- en último análisis, a proponer distinciones en cuanto a las variedades dt•
cripto de no saber puede conducir al neurótico a negar elementos de la rea- "sustituto de la realidad" y a los grados de su pérdida. "Lamentablemente•
lidad? Pero son las concernientes a la psicosis las que en particular hacen -como escribe con pertinencia M. Dayan . esos conceptos sólo nos cscla•
que nos detengamos en ellas. recen de manera mediocre y precaria. En primer lugar, por su aplicación
Observemos de entrada que Freud mismo, en Abrégé de psychanalyse, específica: se los puede emplear igualmente bien ( o mal) con respecto a la
habrá de revisar algunas: "El problema de la psicosis sería simple y claro si neurosis y a la perversión, y nunca se los puede utilizar sin cláusula restric,
el yo se desprendiera totalmente de la realidad, pero esto se produce muy tiva. En segundo término, y más profundamente, porque esos conceptos
pocas veces, quizá nunca. Incluso cuando se trata de estados tan alejados son por definición tributarios de una representación deficitaria de la enfer-
de la realidad del mundo exterior como los estados alucinatorios confusio- medad mental; ahora bien, nada nos persuade de que el trabajo psíquico
nales ("amencia"), los enfermos, una vez curados, declaran que en un rincón de la locura se reduzca al reemplazo de un trozo perdido de la realidad. En
de su espíritu, según la expresión que emplean, se mantenía oculta una tercer lugar, porque el uso de tales conceptos presupone con evidencia que
persona normal, permitiendo que toda la fantasmagoría morbosa se des- en el e~tado de salud existen ta~_to''í reco_no.·cirnientop!eno ~ ~ompleto de
plegara ante ella, como un observador desinteresado ( ...) Podemos proba- la realidad como una devoluc1on ¡¡ esta ultuna de las mvestic10nes de las
blemente admitir que lo que ocurre en todos los estados análogos consiste que es portador el aparato psíquico. Finalmente, porque este último presu-
en un clivaje psíquico" (28). ¿Podrá esta última noción constituir una nue- puesto descuida el hecho esencial de que el acceso a la realidad de un ser
va estructura diferencial entre la neurosis y la psicosis? No, pues Freud deseante y hablante es siempre mediato, fragmentario e hlstórico" (29).
continúa: "Decirnos por lo tanto que en toda psicosis existe un clivaje en ¿Por qué no logró Freud diferenciar estructuralmente la neurosis de la
el yo, y si nos atenemos a este postulado lo hacemos porque se encuentra psicosis? En nuestra opinión, porque en el final de su reflexión vuelve a en-
confirmado en otros estados más próximos a las neurosis, y fmalmente contrar precisamente lo que estaba allí antes de que comenzara a escribir:
también en estas últimas" (28). la neurosis y la psicosis de su tiempo, cuya diferenciación se vuelve impre-
Esas observaciones, realizadas hacia el fin de su vida por el fundador del cisa y vaga, si, como hace él, se elimina de la segunda su connotación etio-
psicoanálisis, reconsideran las formulaciones del segundo artículo de 1924; lógica específica y ya no se la hace coincidir en tal sentido con la primera.
en efecto, por una parte, la afirmación de la pérdida de la realidad como Para distinguirlas, no quedan más que nociones difusas de ligereza o grave-
primer tiempo del proceso psicótico tiene que ser considerablemente mati- dad de los trastornos; son ellas las que se encuentran en el capítulo concer-
zada, puesto que no es más que parcial; además, por esa misma razón, se niente a lo.s grados de "pérdida" y las variedades de "sustituto" de la reali-
puede ahora dudar de que el tiempo de la reparación delirante sea verda- dad.
deramente el de una "reconstrucción" que desemboque en "un nuevo mun- Freud no renovó la acepción clínica de los conceptos de neurosis y psi-
do". cosis que encontró en el campo cultural de su época. Veremos que a ello se
Por otra parte, al término del trabajo "La perte de la réalité dans la né- debió probablemente que le resultara imposible resolver el problema que se
vrose et la psychose", incluso antes de las líneas del Abregé que restringen había planteado. Para él, como para todo médico de su tiempo, sólo la pér-
el alcance de las fórmulas que en dicho trabajo se proponían, Freud se vio dida de la "realidad" o la existencia del delirio permitían deducir la existen-
obligado a "difuminar" la "diferencia neta que separa la neurosis de la psi- cia de psicosis. Freud modifica completamente los enfoques etiológicos y
dinámicos, pero no se interroga acerca del campo clínico de ese concepto.
En tal sentido, nos parece que Ja novedad más importante reside en el
8 La inadecuación de esas distinciones se pone de manifiesto si tornamos como refe- hecho de que, desde 1924, la autoridad de Freud haya dado coherencia al
rencia la "neurosis demoníaca" que Freud acababa de examinar el año anterior la del
pintor Christophe Haitzrnann, que presentaba alucinacion~s y un delirio ccntr;do en
par diferencial neurosis-psicosis, haciendo de ese modo que se olvidaran
un pacto con el diablo (57). tanto su origen como su falta de fundamentos clínicos. En consecuencia,

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATJVAS EN BUSCA Dn. CONCH/'TO IW /'SI< OS/,\'

psicoanálisis y psiquiatría se influyeron recíprocamente; la noción moder- mas de evolución, dependen de <lc1crminacio11espsicogénicas. "l'ndt•rnoN
na de psicosis se implantó tan bien que dejó de recordarse que en lo esen- resumir -escribe- el aspecto psicoló~it:o <lela edificación del delirio d1·n·
cial operaba sobre la base de la mirada, 9 y no sobre un análisis del discur- !ación sensitivo mediante la fórmula siguiente: el delirio <lerclació11Sl'IISI
so del sujeto, que remitía a una estructura que Freud no llegó a identificar. tivo tiene su origen en las influencias arnmuladas de experiencias t1picas 11
¿Cómo sucedió que, a pesar de ello, la tesis de la etiología psicógena de en la influencia de situaciones vita le~ típicas, sobre disposiciones caracl1•
la psicosis logró tomar la amplitud que se le conoce'/ Ocur.re que, desde an- riales típicas y sobre labilidades constitucionales. Esto se produce f'rce11c11
tes de Freud, en el seno mismo de la psiquiatría se estaba produciendo una temente con el concurso de constelaciones sociales típicas. Si esos tres fac
evolución de las ideas. Esa evolución es ya perceptible en el pensamiento tores han provocado una represión patológica, el factor biológico de agot:1
de Kraepelin, quien, en las ediciones sucesivas de su tratado se ve llevado a miento contribuye activamente al desencadenamiento de la enfermedad. Y,
reservar un lugar, pequeño pero creciente, a las afecciones psicógenas; tar- a la inversa, una lasitud neurasténica puede facilitar en gran medida la upa
díamente ac_epta incluso incluir entre ellas a algunas psicosis: con tal fin, rición de represiones en los caracteres sensitivos" (5 I ). Más audaces incluso
en 1915 aísla el delirio de querulancia, separándolo de la paranoia. Además, que las de Bleuler, las tesis <leKretsduner en¡;ontraron una violenta oposi
si bien Bleuler no renuncia verdaderamente a sostener la etiología orgánica ción por parte de los partidarios de la escuela kraepeliniana, pero ellas in
de la esquizofrenia, ciertas fonnulaciones de su obra de 1911 dejan a veces tradujeron sólidamente una perspectiva que ya no resultó posible ignorar.
entrever la posibilidad de su psicogenia, la cual en todo caso queda clara- . En el seno de la psiquiatría f· ¡;esa, hubo que esperar algo más de tiem-
mente afirmada en cuanto a la determinación de los trastornos secundarios: po para que apareciera un trabajo amílogo: ocho años después de Freud, en
"Debemos agregar -escribe en tal sentido- que la hipótesis de un proceso 1932, Jacques Lacan, en su tesis "La psychose paranoi'aque dans ses rap•
físico (Krankheitprozess) no es en absoluto necesaria. Se puede imaginar ports avec la personnalité" acordó un rol esencial a la historia del sujeto pa•
que toda la sintomatología está condicionada psíquicamente, que podría ra la comprensión etiológica de las psicosis. Es incontrovertible que la "pa-
desarrollarse sobre ligeras oscilaciones cuantitativas de lo normal, casi co- ranoia de autopunición" de Aimée proporcionó un argumento de peso en
mo la disposición a los síntomas histéricos en algunos que no se convierten favor del origen psicógeno de los trastornos psiquiátricos, puesto que el
en histéricos si enfrentan sólo las dificultades corrientes de la vida, siendo castigo consumado con el encarcelamiento de la enfenna, después de su in•
que uu hombre nom1al no puede convertirse en histérico más que después tento criminal, produjo veinte días más tarde la resolución total y persis-
de un trauma psíquico anormal" (49). tente de una sintomatología que tenía una antigüedad de varios años.
Algunos años más tarde, en 1918, un psiquiatra alemán, Emst Kretsch- Parecería que en las concepciones de Kretschmer se capta una de las pri-
mer, publicó un trabajo sobre "el delirio de relación de los sensitivos" (Der meras amalgamas de dos nociones antes bien separadas: la de nerviosidad y
sensitive Beziehungswahn), que constituyó una nueva brecha, esta vez del la de psicosis. Así, cuando Freud afirma la psicogenia de esta última, sólo
lado de la paranoia, en el edificio de la endogenia kraepelíniana. Por cierto, se adelanta poco tiempo a las tesis más recientes de la psiquiatría de su
Kretschmer, como Bleuler, todavía no deja de admitir que la entidad pato- tiempo.
lógica que aísla tiene un origen biológico; 10 advierte la herencia psicopáti- La conmoción etiológica inaugurada por Freud en el sentido del concep-
ca de los sujetos, su predisposición a presentar síntomas de agotamiento to de psicosis fue arrastrada por una corriente psiquiátrica que la hizo posi•
nervioso, pero to<la la manifestación clínica del delirio, sus causas, sus for- ble.
Sin embargo, las tesis psicogénicas introducidas por Kretschmer, Freud
y Lacan están aún lejos de haberse impuesto en el discurso psiquiátrico, de
9 Recordemos que Kracpclin estimaba que la ignorancia de la lengua del sujeto era
mo<lo que, debido a la persistencia de las nociones organogenéticas, hoy en
una condición de observación muy propicia, o que Charco! les ordenaba a los enfer-
mos que no hicieran "teorías" (30); tal es el ideal del enfoque psiquiátrico que ha día no siempre es necesario volver a los orígenes para identificar el funda-
dado forma al fundamento del concepto de psicosis que conocemos. mento etiológico de la neurosis y la psicosis. Así se lo encuentra fonnula-
10 Por lo común se la denomina hoy en día "paranoia sensitiva"; esperamos poder do muy explícitamente en ese clásico contemporáneo que es Psychopato-
demostrar, en un trabajo ulterior, que el significante "paranoia" llev.a sin duda algo logie Clinique, de Kurt Schneider, digno sucesor <le Kraepelin en Heidel-
apresuradamente a incluirla entre las psicosis disociativas (61 ). berg; se sabe que de esta obra hubo numerosas ediciones alemanas de 1950

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS EN BUSCA DEL CONCEPTO DE PSICOSIS

a 1970, y múltiples ediciones extranjeras. "Si se tiene necesidad de un con- de su enfermedad. En el extremo opuesto, las neurosis serían trai.tor11os1k
cepto cientificamente riguroso 11 -escribe Schneider- para definir una los que el sujeto se queja pero que no traban dircda111c11klas opcradom:s
'psicosis', es preciso caracterizarla por una 'anomalía psíquica morbosa'"; intelectuales. Se sabe que nada de esto es correcto. lJn psicótico la11 pakn
ahora bien, según él, el concepto de enfermedad sería indisociable de una te como Wolfson, por ejemplo, es totalmente consciente <lesu enfermedad,
afección corporal;preconizasu utilización estrictamente médica en psiquia- la cual consiste, dice él mismo, "en una marwra loca, si no imbécil", <lees
tría, de manera que a la "anomalía psíquica" no se la denominaría "mor- tudíar las lenguas (44). Los síntomas de ciertos fúbicos u obsesivos pueden
bosa" más que "cuando podamos vincularla con procesos orgánicos mor- obstaculizar sus actividades intelectuales y sociales de una manera más ím
bosos" (53). "Así -afirma en otro lugar-- una reacción normal ante un acon- portante que los de ciertos psicóticos; piénsese en los notables trabajos ju
tecimiento vívido, por más intensa que sea, no sería una psicosis; en cam- rídicos que pudo elaborar Schreber para lograr su libertad, o bien en los de
bio, incluso la más ligera modificación psíquica a continuación de una heri- Wolfson en materia de lingüística, y e11las obras literarias de ambos.
da en la cabeza, o la depresión ciclotímica más benigna, serían psicosis" (54). En realidad, para diferenciar el par neurosis-psicosis en la· psiquiatría
Advierte muy bien que esa acepción no concuerda con el lenguaje clínico contemporánea no queda más que la referencia a nociones vagas de ligereza
habitual, pero le parece más rigurosa; en todo caso insiste en desterrar del o gravedad de los trastornos. Esto se pone de manifiesto en las siguientes
ámbito de la psicosis a toda afección psicógena: "Por lo menos, nunca ten- palabras de un eminente profesor: los trastornos -escribió- "pueden se-
dría que hablarse de psicosis cuando se trata de una alteración p3íquica 'no guir siendo muy leves, de mancr•·/•I que e!enfermo tiene conciencia, está
morbosa', por 'grave' que sea" (54). Es incluso uno de los pocos autores afet:tado y se queja de ellos. pcro'sm que sm embargo sean tan acentuados
contemporáneos que no entiende metafóricamente la expresión "enferme- como para repercutir en la presentación y el comportamiento sociales: ésas
dad de los nervios", pues experimenta la necesidad de subrayar que no se son las neurosis. O bien, por el contrario, los trastornos aparecen mucho
trata de "trastornos de los nervios, sino de trastornos psíquicos". Estos úl- más acusados, de manera que perturban ostensiblemente el comportamien-
timos son accesibles a la psicoterapia, ¡porque no constituyen enfermeda- to social. En lugar de ser subjetivos, se convierten en objetivos: son las psi-
des! Definir la enfermedad por la pr~sencia de alteraciones orgánicas es por cosis. Es fácil comprender que entre neurosis y psicosis sólo existe una di-
lo menos simplista, y no podría justificarse (cf. 55). Son sin duda considera- ferencia de grado" (35). Las parálisis histéricas, ¿no serían trastornos "ob-
ciones de ese tipo las que lo llevaron a no utilizar el concepto de "neurosis", jetivos"? Basta por otra parte con pensar en los paranoicos bien adaptados,
para privilegiar la noción de "variedades anormales del ser psíquico", sin que han logrado liacer entrar a quienes los rodean en sus conce·pciones lo-
duda mucho más problemática. En resumen, no son las ingenuidades con- cas, para advertir que la objetividad y la gravedad de los trastornos consti-
ceptuales de Kurt Schneider las que pueden contribuir a clarificar el pro- tuyen criterios de distinción insuficientes. Por cierto, las afimiaciones de
blema que nos planteamos en estas líneas. Baruk, que acabamos de citar, a muchos les parecerán un tanto apresuradas.
Así, C. Brisset, P. Bernard y H. Ey proponen un enfoque más elaborado;
Debido al fracaso del intento freudiano en cuanto a la identificación de caracterizan la psicosis por la adhesión a creencias delirantes inconmovibles,
estructuras específicas de la neurosis y la psicosis, los puntos de referencia de las cuales los sujetos hacen el eje de su existencia. Definición un tanto
propiamente psicoanalíticos siguieron siendo insuficientes -por lo menos, tautológica que a su vez plantea el problema de definir el delirio, con lo
como lo veremos, hasta 1955- para establecer un diagnóstico de psicosis, cual se corre un fuerte riesgo de verse reenviado a la definición de psicosis. 12
que hoy en día con la mayor frecuencia se sustenta en los datos de la psi- ¿Qué es lo que diferencia las ideas de una anoréxica, un fóbico o un ob-
quiatría contemporánea. Exceptuadas las tesis de Schneider, ¿qué es lo sesivo de concepciones delirantes, si no el contexto clínico en el cual ellas
que aquélla propone en tal sentido? La mayoría de-los manuales ensenan que se ubican? 13 En tal sentido, la lógica del discurso psiquiátrico lleva a que
las psicosis se caracterizan por síntomas graves, que ellas determinan tras-
tornos importantes del comportamiento y que el sujeto no es consciente
12 El delirio, según Lhtré, es "un extravío del espíritu causado por enfermedad".
13Definiciones del 11eliriocomo "ideas enteramente falsas, identificadas con la con-
11 Las bastardillas son de Sclineider. ciencia y que resisten a la prueba" (Larousse médico) llevan a considerar que cual•

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EN BUSCA DEL CONCW''I'<) /lh' /'SI<'<)SIS

no se pueda discernir nada; así, H. Ey se muestra consecuente con sus pre- Padre, Lacan introduce una idea nueva, que 110 se c'1H;uc111 ra explícílamcn-
misas cuando afirma, en su estudio n º 8, que "toda neurosis es delirante". te en la obra del fundador del psicoarnilisis.Es cicrlo que al promoverla SI·
En este punto de nuestra investigación debemos por lo tanto observar gue estrechamente la enseñanza freudiana, la cual, según lo atestigua la te-
que la acepción psicoanalítica freudiana de la psicosis se funda en la de la oría del complejo de Edipo, puso de maniltcslo el lu1-:ardeterminante de la
psiquiatría, y esta noción a su vez se deshilacha cuando uno trata de afe- función paterna para la estructuración del ~ujeto. Sin embargo, también
rrarla. otras influencias se hicieron seutir en la elaboración lacaniana. Así, el cnn•
Vino Lacan, y su seminario de 1955-1956. La indigencia de la teoría cepto de Zerspaltung, que para 13leulcrconsliluyc el proceso original de la
psicoanalítica de la época, en· cuanto a la especificidad de la psicosis, le re- esquizofrenia, y que se caracterú,a por u11aperturbación primaria de las Ji.
sultó clara: la mayoría de los psicoanalistas -escribió- se veían entonces gazones asociativas, nos parece bastante próximo al "desencadenamiento
reducidos, "para definir el clivaje mínimo exigible entre neurosis y psicosis .del significante" concebido como trastorno fundamental de la psicosis. 15
a remitirse a la responsabilidad del 'yo' con respecto a la realidad: a esto lo No obstante, en ese sentido, Lacan invoca con mejor disposición trabajos
llamamos dejar el problema de la psicosis en el status quo ante" (31); 14 es ulteriores: los de Clérambault, su "único maestro en psiquiatría", que iden-
decir que, como acabamos de subrayarlo, ello conducía a confiar en intui- tificó el síndrome de automatismo mental. Este autor insistió mucho en su
ciones psiquiátricas para establecer el diagnóstico diferencial. carácter autónomo y primitivo en ciertas psicosis; todo lo que se añade ul-
En 1924 Freud se interrogó sobre el mecanismo, análogo a la represión, teriormente en la organización del; }'te no sería más que un complemen-
pero propio de la psicosis, "por el cual el yo se desapega del mundo exte- to secundario, explicativo o interpfetativo, variable con el carácter o la
rior", y reconoció entonces que no podía responder sin que se realizaran constitución del sujeto. Lacan ubicó en el fundamento de toda psicosis
nuevas investigaciones. Ahora bien, treinta años más tarde, escrutando los más o menos esta noción de un "trastorno por así decir molecular del pen-
textos del fundador del psicoanálisis, Lacan identificó el concepto de Ver- samiento elemental".
werfung como el más apto para precisar las nociones de fracaso de la repre- La renovó al designar en la forclusión del Nombre-del-Padre en el lugar
sión y de proyección hacia el exterior con las cuales Freud trató muchas del Otro, y en el fracaso de la metáfora paterna, "el _defecto que da a la psi-
veces dt' delimitar el mecanismo específico de la psicosis. "No es justo de- cosis su condición esencial, con la estructura que la separa de la neurosis"
cir -escribió el maestro vienés, en su examen del caso Sclueber- que el (34). Desde entonces, por primera vez, el diagnóstico difereucial pudo fun-
sentimiento reprimido ("unterdriickt") dentro fue proyectado afuera; más darse, no en la presencia o ausencia de estados delirantes, sino en el reco-
bien habría que decir, lo vemos ahora, que lo que ha sido abolido ("das nocimiento de una estructura.
Aufgehobene") dentro vuelve desde fuera" (32). Fundándose en esas indi- Con ello se volvían inevitables varias ambigüedades: si bien Lacan em-
caciones Lacan pudo proponer la tesis según la cual vuelve erÍ lo real lo que plea aparentemente el concepto de psicosis en la acepción psiquiátrica, ábre
está forcluido de lo simbólico. Se sabe que la alucinación proporciona el el campo, por una parte, a la extensión de su utilización, en tanto la estrnc-
ejemplo más demostrativo de ese mecanismo. . tura analítica de la psicosis desborda los cuadros psiquiátricos; por otro la-
No obstante, al caracterizar la psicosis por la forclusión del Nombre-del- do, determina su restricción, pues dicha estructura no está presente en to-
dos los estados delirantes.
El primer punto,' aunque no haya sido muy subrayado, llegó a ser gene-
quier fóbico es un sujeto delirante. Los especialistas no lo hacen mejor al caracterizar ralmente admitido; es cierto que en la tradición psiquiátrica se encontró un
el delirio por un "pensamiento desreal" o bien por "una construcción intelectual no terreno propicio para recibirlo. Bleuler, por ejemplo, ya había mencionado
conforme a la realidad y en la cual el sujeto tiene una creencia inconmovible" (56),
pues, como ya lo hemos subrayado, la noción de realidad en sí en la cual se fundan es
la "esquizofrenia latente" de sujetos no delirantes; en cambio, el segundo
totahnente inasible.
15 La disociación de las cadenas asociativas no es un concepto freudiano, pero la for-
14 Recordemos que desde la comunicación de J. Lacan al Congreso de Marienbad, en
·c1usión del Nombre-del-Padre funda en la estructura ese dato clfoico advertido por
1938, sobre "el estadio del espejo", resulta difícil concebir al "yo" sino como una
Bleuler. "El psicótico --afirma Lacan- está en una posición que le imposibilita res-
función de desconocimiento, de trampa, de idealización; basarse en esa instancia equi-
taurar auténticamente el sentido_de que da testimonio" (33).
vale a edificar sobre arena.

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LOCURAS HJSTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EN BUSCA DEL CONCHl'TO /JI, /'SICOSIS

punto es todavía en gran medida ignorado, sin duda porque, a la inversa, ficante, y la evitación, mediante imlilercni:ia o agresión. de la rnlaci1"111
los conceptos psiquiátricos desempeñan en este caso un rol de obstáculo transferencia!. En consecuencia, en presencia de sujetos delirantes, una prác-
epistemológico. 16 tica psiquiátrica o psicoanalítica. si se apc~a a esas orientaciones, se ve rd
Ya no es raro que se hable de "psicosis" con respecto a un sujeto que pidamente llevada a la observación siguit·ntc: las tcorizaciones lacanianas
nunca ha delirado. 17 En efecto, en la enseñanza de Lacan se encuentran demuestran poseer, en ciertos casos, una pertinencia notable, mientra~ que
elementos que legitiman la posibilidad de poner de manifiesto su estructura en otros es manifiesto que no concuerdan con la clínica. Así, en esta pers
psicótica. Así, por ejemplo, en el seminario del 11 de abril de 1956 se hace pectiva, no se podría hablar de psicosis respecto del caso de Natalia, relata
mención de un joven en el que, durante un "período prepsicótico", parece do por Tausk en su famoso artículo sobre "la génesis de la 'máquina de in
que "nada del tipo de su acceso a algo que pudiera realizarlo en el tipo viril, fluir' en la esquizofrenia", puesto que el anfüsis permite revelar la dimen-
nada había allí; todo faltaba; era por medio de una especie de imitación, sión metafórica de esa máquina, que encarna al cuerpo propio falizado de
de enganche, siguiendo a uno de sus camaradas( ...) como en suma trataba la paciente. Además, la mayoría de las psicoterapias de inspiración psicoa-
de conquistar la tipificación de la actitud viril como tal". El clínico de hoy nalítica relatadas hasta entonces fueron posibles por la resonancia meta-
no ignora ya que la carencia radical de la función paterna en el discurso de fórica de las declaraciones delirantes, y por la posibilidad de hacer acceder
un sujeto debe orientarlo hacia el diagnóstico de estructura psicótica. Cree a la conciencia del sujeto la significación latente en ellas. Por lo tanto, en
que se trata de la profundización de la noción de psicosis; son pocos los tales casos, ¡,era pertinente hablo..Íle psicosis?
que sospechan que hay allí una renovación de ese concepto. En nuestra opinión, la confusión, las contradicciones y los atolladeros
Desde I 955, sin que sea subrayado, se asiste a una evolución que tiende que caracterizan el discurso actual sobre "la psicosis" revelan, como en un
a no hacer coincidir ya las acepciones psiquiátrica y psicoanalítica de la retorno de lo reprimido, el lugar oscuro en el que hoy ha sido confinada la
psicosis. No obstante, si en el día de hoy se admite de buena gana que la locura histérica. 18 En otro lugar, con J.- P. Champanier, fundándonos en
estructura psicótica se extiende más allá de los estados delirantes, no se varios casos, observados en nuestra práctica o tomados de la literatura, he-
piensa mucho en interrogarse sobre la posibilidad de que estos últimos no
mos tratado de hacer que se le preste atención, a ella, a su frecuencia y a
• surjan siempre sobre el fundamento de una estructura psicótica. la confusión que consiste en incluirla muchas veces entre las esquizofrenias
Ahora bien, gracias al trabajo de Lacan, el concepto de psicosis, por pri- (37, 38). Evitar la distinción entre psicosis disociativa y locura histérica
~ mera vez desde Feuchtersleben, ha recibido una acepción rigurosa y ya no impide que uno se reconozca en la torre de Babel de las afirmaciones sobre
intuitiva. Las indicaciones clínicas relativas a las consecuencias de la for- LA psicosis. Piénsese en lo que puede decirse sobre la transferencia de los
clusión del Nombre-del-Padre son precisas y diversas. Para hablar sólo resu- psicóticos: se encuentra de todo, desde su inexistencia hasta s.u violencia,
midamente de las principales, es preciso mencionar: la particularidad del desde su desencadenamiento hasta su "flación", desde su inconsistencia
desencadenamiento de los trastornos (a saber: el encuentro de Un-padre en hasta su insistencia, etcétera. Sería fácil multiplicar los ejemplos.
el marco de una pareja imaginaria), la ausencia de la significación fálica en Nos det~ndremos solamente en otro porque nos parece totalmente reve-
el seno de un delirio cuyos elementos no son dialectizables, el predominio lador. Durante discusiones sostenidas en la Escuela Freudiana de París el 1º
de la dimensión metonímica del discurso, la intrusión psicológica del signi- de noviembre de 1976, en unas jornadas de estudio, los intervinientes, cu-
yas referencias conceptuales no podrían ser más semejantes, sostuvieron
!ó Bleuler, desconociendo los trabajos de Janet, no quiso reservar un lugar a la "lo- sin embargo, con respecto a la terapéutica de los psicóticos, afinnaciones
cura histérica", de modo que la incluyó en su tentacular "esquizofrenia"; esta ocul- radicalmente contradictorias: con esos pacientes, según M. Mannoni, con
tación de la especificidad de ciertos estados delirantes retornó con insistencia desde
·hace algunos años a través del concepto aberrante de "psicosis histérica".
cualquier método "todo funciona'', mientras que según J.· A Miller, que
17 Se trata por cierto de un abuso de lenguaje, en casos en que debería hablarse de
relató la presentación de enfermos de Lacan, la enseñanza de este último
"estructura psicótica", a veces incluso quizás de prepsicosis.
Emplear la expresión "psicosis blanca'' (36) respecto de esto nos parece una so-
brecarga neológica cuya necesidad no advertimos. 18 Sin duda sería preferible decir, parn retomar la expresión de Morcau de Tours

respecto de esto., "locura neuropática", l!S decir locura neurótica.

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS EN BUSCA DEL CONCEPTO DE' PSICOSIS

sería más bien que "nada funciona". Por cierto, una y otro se verían sin término "delirio" debía reservarse a esos "inmensos hla-bla-hla l"Xlwu1d1
duda llevados a matizar esas· afirmaciones perentorias. De todos modos, nariamente articulados" (45) cuya significación no puede vincularsl' l'Oll
ellas atestiguan la confusión actual y la existencia de dos estructuras en el nada, "puesto que nunca ha entrado en el registro de la sirnholin1nú11" ( 4h)
seno de lo que se denomina LA psicosis: los ejemplos de curas chamánicas Por lo demás, su acepción del concepto de delirio l'S tau pn:dsa <¡lll" ll·n
que ilustraron las palabras de· M. Mannoni indican, en nuestra opinión, que dría que resultar impropio hablar de "delirio onírico", 11 puesto que \'•sil'
ella encaraba más bien las locuras histéricas, en las cuales es cierto que la es suscitado por el retorno de lo reprimido en la realidad ( del mis1110 modo
sugestión puede obrar milagros, sea a través de fumigaciones del útero, del sería incorrecta la expresión "psicosis histérica"). l'on respecto :i cslos pro·
magnetismo o de terapéuticas "new-look"; 19 a la inversa, en Sainte-Anne, blemas (y ello nos parece una de las razones cse11ci:ilesde la i111.:ohcrenna
donde puede realizarse un diagnústico elaborado, las psicosis disociativas se actual), existe una vasta "te"a incognitu" en la teoría 1:.tcaniana.Partiendo
diferencian entre los diversos estados delirantes, , por otra parte se verifi- de los textos de Freud, y en el contexto polífo.:o de la época la Sodedad
ca que en efecto los trabajos psicoanalíticos que relatan éxitos curativos de Francesa de Psicoanálisis trataba de hacerse recouocer por la lnternatior1al
psicóticos, en la acepción lacaniana del término, son singularmente escasos, Psycho-analitic Association (cf. 47)- es posible que Lacan no haya qucri•
por decir lo menos. 20 do subrayar la profunda originalidad de lo que introducía. ¿Es por ello por
En resumen, ya no nos parece posible mantener la confusión entre el lo que cuando habla de una histérica, en su seminario sobre las psicosis, eli-
delirio onírico de las locuras histéricas, y el delirio disociado que es conse- geaDora,queno delira ni sealucina,y /a Anna O., ni a Emmy van N. (48)? 22
cuencia de la forclusión del Nombre-del-Padre. Subsiste el hecho de que cuando por primera vez el concepto de psicosis
Pero ¿por qué -habrá quien se pregunte- esta distinción, hecha posible fue limitado con precisión, dejó de coincidir con su concepción anterior,
por el porte lacaniano, no fue subrayada antes? dejando un resto que no puede descuidarse: las locuras histéricas.
El rol del obstáculo epistemológico del concepto bastardo de "psicosis
histérica", ni empleado ni aludido por Lacan en su seminario de J955-1956
como ~ampoco en "Question préliminaire a tout traitement possible de 1~ La intrincación actual de los discursos psiquiátrico y psicoanalítico ha
psychose", constituye un elemento de la respuesta; además su silencio res- conducido, en lo que respecta al concepto de psicosis, a una confusión,
pecto de los estados delirantes no disociados contribuyó a acrecentar la que es el resultado de la utilización de un significante idéntico para signifi-
identidad de los conceptos lacaniano y psiquiátrico de la psicosis. Ahora cados diferentes.
bien, ya lo hemos dicho, no hay nada de eso: es indudable que para él el En psiquiatría, neurosis y psicosis son nociones fundadas en percepcio-
nes elementales, relativas, por una parte, a la sociabilidad, y por la otra, a
la experiencia del delirio. Ya en 1932 Janet indicó que su distinción, "có-
19 La reintroducción del significante del Nombre-del-Padre en la cadena significante moda en la práctica, es absolutamente falsa desde el punto de vista clínico";
o la práctica del "pocking", constituyen investigaciones de moda, basadas en las últi~ agregaba que "se trata de una diferencia que cuenta para el agente y el jefe
mas teorías sobre la psicosis, a veces mal digeridas, que toman su fundamento del de policía, perq que carece de interés para el médico" (58).
hecho, casi eterno, de que siempre se encuentra un histérico que demuestre la eficacia
de cualquier terapia. Esos métodos new-look obran en función de determinismos cu-
La falta de bases clínicas aunque más no fuera poco sólidas para esos
yo acceso está obturado por los discursos engañosos erigidos sobre ellos.
20 No hay huella alguna de forclusíón del Nombre-del-Padre en el discurso de M. Bar- 21 Fundándonos en Charco!, Janct y Freud, creemos sin embargo poder continuar
nes, ni en el de Renée, paciente de la señora Sechehaye (39), ni tampoco en las pala-
utilizando el concepto de "delirio histérico", o mejor de "delirio onírico", cuya espc-
b;as de Suzanne sobre las que informa M. Milner (40); lo mismo ocurre en la mayo-
dficidad hemos tratado de identificar en otra parte (60).
na de los casos relatados por Pankow (41), Rosen (42) o Rosenfeld (43). A la inversa
la ineficacia de la terapia relacional se pone de manifiesto en psicóticos disociado; 12 Es sin cm bargo notable que en este sentido observe que '"los fantasmas de cuerpo
com~ _Schrebcr o Wolfson. En su se~inario del 8 de febrero de 1956, Lacan se pro- fragmentado" sean "fenómenos histéricos como tales" -sobre lo cual nosotros hemos
nuncio por otra parte bastante exphcitamente acerca de este punto: el discurso del insistido en otra parte (37)-; ahora bien, una gran cantidad de clínicos se basan en
psicótico -dijo-, "por articulado que sea (... ) es irreductihle (. ..) no manejable (. ..) ellos para diagnosticar psicosis. Por cierto, se los cncucn tra a veces también en los psi-
no curable ( ... )". cóticos disociados, pero ~on particularmente frecuentes en los histéricos delirantes.

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LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS EN BUSCA DEL CONCEPTO DE PSICOSIS

dos conceptos psiquiátricos abre la posibilidad de cuestionar de diversas las múltiples caracterizaciones perentorias de LA psicosis, las al í1111anom•,
maneras la dicotomía que constituyen; se puede optar por conservar sola- concernientes a la reversibilidad de la forclusión. al momento "psicótico"
mente el concepto de neurosis (como fue el primer intento de Freud) o del fin del análisis o la psicoterapia de los sujetos delirantes, ganarían sin
por ampliar en gran medida el de psicosis (ésta es la tendencia contemporá- duda alguna en rigor si logran delimitar su objeto ron mayor precisión.
nea, en parte inspirada por la esquizofrenia desmesurada de Bleuler, que
comenzaría, recordémoslo, con ciertas cleptomanías, hipocondrías e histe-
rias) (52); también es posible, en lugar de jugar con la imbricación de la
lllBUOGRAFli\
neurosis y la psicosis, tratar de extender su frontera, cosa que, en vista de
la in1precisión que caracteriza a dicha frontera, no ha dejado de hacerse; lo
atestiguan los innumerables conceptos teratológicos siguientes: esquizo- l. VON FEUCHTERSLEBEN, E.: M11111wl tfr p.l'icoloKÍa médica (1846). Citado

neurosis, esquizoidias, estados fronterizos, esquizofrenias seudoneuróticas, por Laplanche-Pontalis en Voca/mlaire de la psychanalyse, P.U.F., pág. 359.
2. VEITH [.: Hístoire de l'hystérie, Scghcrs, pág. 182.
seudopsicótícas, seudocaracteriales, Rand-psicosis o psicosis marginales, 3. PINEL,' Ph.: Nosographie phi/os()phíq1l<'ou la Méthode de f'analyse appliquée tl
psicosis blancas, esquizofrenias larvadas, leves, desdibujadas, afectivas, me- la médecine, 2ª ed., Chez J. A. Brosson. An XI (1803), Ill, pag. 2.
nores, etcétera. 4. FREUD, __ s.: Man~scrito 11. cid 24.J-1895, en la naissanee de la psychanalyse,
Faltando referencias estructurales precisas, la psiquiatría no puede más P.U.F., pag. 98 y s1gs. 7 .
que multiplicar al infinito conceptos clínicos que tienden de manera asin- 5. FREUD, S.: Carta del 24-l l-l !187, en l.a naissance de la psychanalyse, o.e., pag.
tótica hacia el sujeto mismo. 47.
6. fOUCAULT, M.: Histoire de la folie al'áge classique, N.R.F., pág. 542.
En ese caos, los trabajos psicoanalíticos y, en primer lugar, en lo que 7. AXENFELD, A.: Traité des Névroses, Germer Bailliere et Cie., 2ª ed., 1883, pág.
concierne a las psicosis, los de J. Lacan, permiten introducir un cierto nú- 14, citado en Vocabulaíre de la psychanalyse, o.e., pág. 270.
mero de preciosos puntos de referencia, que conducen necesariamente a di- 8. FREUD, S.: La mora1e sexuelle civiliséc et la maladie nerveuse des temps rnoder-
ferenciar las psicosis disociativas de otra patología, a la cual hemos propues- nes (1908), en La vie sexuelle, P.U.F., pág. 46.
to designar, como antaño, "locuras histéricas". No es todavía seguro que 9. lhid,pág.31. ,
¡ O.LAlN ENTRALGO, P.: le médecin et le malade, Hachette, 1963, pag. 145.
esta distinción agote las variedades estructurales de los estados delirantes 11.fbid, pág. l 3 7. - ,
psicógenos. 12.CHARCOT, J. M.: Lerons du Mardi d la Salpétriere (1892), Ed. Retz, 1974, pag.
Por otra parte, la estructura neurótica también ha recibido ahora una 26. ,
13.f-REUD, S.: Carta del 2-5-1897, en La naissance de la psychanalyse, o.e., pag.
determinación suficiente en su diferenciación respecto de las estructuras
perversa y psicótica; no es nuestro propósito detenernos aquí en ese punto. 173.
14. FREUD, S.: En Correspondance S. Freud, C. G. Jung, N.R.F., l, pág. 97.
No obstante, la especificidad del concepto psiquiátrico de neurosis en su 15.lbid., 1, pág. 182.
relación con el de estructura neurótica en psicoanálisis, se pone de mani- 16../bid., 1, pág. 88.
fiesto si se subraya que un sujeto histérico que delira no cambia por ello de 17. FREUD, S.: Névrosc et Psyd1osc ( 1924 ), en Névmse. Psychose et Perversion,
estructura inconsciente (37). P.U.F.. pág. 285.
18. LACAN, J.: Ecrits. Ed. du Scuil, 1966, págs. 460-461.
En virtud de una curiosa evolución, la psicosis, antaño situada como de-
19. FREUD, S.: Névrosc et Psychosc, en o.e., pág. 283. ,
pendiente de la neurosis, tiende hoy a revertir los lazos que la unían con el 20. FREllD, S.: En Correspomlance S. Freud, C. G. Jung, o.e., 1, pag. 111.
concepto de Cullen. Los trabajos de la escuela kleiniana, cuya repercusión 21. LACAN, J.: Ecrits, o.e., pág. 553.
es grande en los países anglosajones, la ubican en el fundamento del psiquis- 22. LACAN, J.: La logique du fantasme, Seminario del 16 de noviembre de 1966, en
mo humano, y sobre ese zócalo surgiría la neurosis. Esta tesis sólo es con- [.cures de l'Ec:ole Freudienne de París n° 1. pág. 12. ,
B. FREUD, S.: La pcrte de la réalité dans la névrose et la psychose (! 924), en Nevro-
cebible si se desatiende el concepto de forclusión del Nombre-del-Padre, el
se. Psychose et Perversion, o.e., p:íg. 299.
cual instaura una dicotomía radical entre las estructuras neurótica y psicó-
24.lbid., pág. 301. .,
tica. 25. 1-'REUD, S.: Abrégé de psyc/10110/yse.P.U.F., p,Íg. 79. [Hay vcrston castellana: Es·
Esperamos que estas líneas dirigirán la atención hacia el hecho de que quema del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, l 966.]

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EN BUSCA DHI, CONCl·l'/'0 /J/- /'SICOSIS
LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

57. FREUD, s.: Une névrose démoníaqm• ,111X VII'' ~11•,·k t 192.\ l. en /l's.1tll,1 ,fr 11,u•,-/111
26. FRANKL, Viktor: Un psychiatre déporté témoigne (1946), Ed. du Chalet, 1967, nalyse appliquée, N. R. F. ,
pág. 60. 58.JANET, P.: La Force et la Faihles.,·,•psydwlo>:l<il"'s,M:1101111".l'an~. 1' 1.\1, pzll(.
27. FREUD, S.: La perte de la réalité dans la névrose et la psychose, en o.e., pág. 302. 59.JANET, P.: Les Névroses, Flamnuuion, l'arÍA, 1'Jl4, p:Í¡1.,:192.. ., . ,
28. FREUD, S.: Abrégé de psychanalyse, o.e., págs. 79-80. 60.MALEVAL, J.-C.: Le délirc hy~térii¡m· 11•,·~1p:is 1111'.1l'lnt·1hs~m·1c-. l. l•.1•nl11111111
29.DAYAN, M.: La conception de la réalité dans l'approche psychanalytique de la Psychiatrique, 1978, IV. [RcproduL·ulo 1.111 nin ohra, pa¡¡;.~ 7,Y _s1¡¡;s.]
folie, en La folie dans la psychanalyse, Payot, pág. 140. 61. MALEVAL, J .-C.: "Petits délires" t'I l•olit•s mi.wmmmtcs _t,111~d1to). .
30. CHARCOT, J. M.: Lerons du Mardi d la Salpetriére, o.e., pág. ·136. 62.GARRABÉ, J.: Le concept de psyd1c,Sf, informe p~1~u1atm:upr~~cntaclu al< 011
31.LACAN, J.: o.t:., pág. 546. grés de Psychiatrie et de Ncurolo¡¡;icde la11¡1m· trnnr,;aisc. LXXV S,isswn. l.1111<1¡•,•·~
32. FREUD, S.: Remarques psychanalytiques sur l'autobiographie d'un cas de parano- 1977. Masson, París-Nueva York-Ba1cdona-Milán, 1977.
fa, en Cinq psychanalyses, P.U.F., pág. 315.
33. LACAN, J.: Les psychoses. Seminario inédito del 8 de febrero de 1956. [Hay ver-
sión castellana: El Seminario, 1/I, Las psicosis, Barcelona, Paidós, 1984.]
34. LACAN, J.: Ecrits, o.e., pág. 575.
35.DARUK, H.: Psychoses et névroses (1946), P,U.F., 1973, pág. 41.
36.DONNET, J. L. y GREEN, A.: L 'enfant de ~a. Psychanalyse d'un entretien: la
psychose blanche, Ed. de Minuit, París, 1973.
37.MAELVAL, J.-C. y CHAMPANIER, J.-P.: Pour une réhabilitation de la folie hys-
I
térique, Annales Médico-Psychologiques, 1977, T. 2, nº 2, págs. 229 a 272. [Re-
producido en esta obra, pág. 6 3 y sigs.)
38.MALEVAL, J.-C.: Hystérie et Psychose infantiles, L'information psychiatrique,
53, 7, 1977, págs. 779-798.
39.SECHEHAYE: Journa/ d'une schizophréne, P.U.F., 1950.
40.MILNER, M.: Les mains du Dieu vivant, N.R.F. (1969).
41.PANKOW, G.: L 'homme et sa psychose, Aubicr-Montaigne, 1969.
42. ROSEN: L 'ana/yse directe, P.U.F. (1953).
43. ROSENFELD: Etats psychotiq!les, P. U.F. (1965).
44 WOLFSON: Le schizo et les tangues, N.R.F., 1970, pág. 70.
45. LACAN, J.: Les psychoses. Seminario del 2 de mayo de 1956.
46.lbid. Seminario del 11 de enero de 1956.
47. La sciss.ion de 1953. Suplemento al número 7 de Ornicar, .Bulletin périodiquc du
Champ Freudien.
48.LACAN, J.: Les psychoses. Seminario del 21 de marzo de 1956.
49.BLEULER, E.: Dementia Praecox oder Gruppe der Schizophrenien. Traité
d'Aschaffenburg. 4. Abteilung. l. Haflc. Lcipzig y Viena, Franz Deuticke, 1911,
pág. 373. [Hay versión castellana: Demencia precoz. El grupo de las esquizofre-
nias, Buenos Aires, Hormé, 1960.]
50. LASEGUE, C.: Les cérébraux, en Etudes Médica/es, Asselin, 1884, pág. 573.
51.KRETSCHMER, E.: Paranoia et sensibilité, P.U.F., pág. 213. (Traducción de
la 3a ed. [1950] alemana).
52. BLEULER, E.: Dementía Proecox oder Gruppe der Schizophreníen, o.e., pág. 235.
53.SCHNEIDER, K.: Psychopathologie c/ínique, 4a cd., Nauwelaerts, Lovaina;
Maloine, París, 1976, pág. 13.
54.Ibid., pág. 9.
55. MALEVAL, J.-C.: Peut-on parler de maladie mentale?, Les temps Modemes, nº
356, marzo 1976, págs. 1548-1566.
56. POROT, A.: Manuel alphabétique de Psychiatrie, P.U.F., 1969, pág. 164.

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ESQUIZOFRENIA Y I.O<'I IH ,1 llfS ffH H ','1
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ESQUIZOFRENIA Y LOCURA HISTERICA 1 día: por lo común, ¿no se concibe a la hisll'1i.1r1111101111a neurosis carat:lc
rizada por la complacencia somática, 111;ísd1fidl dl" diferenciar de las afer
ciones orgánicas que de la psicosis'/ l'l'fo si 11110 se remite a las observado
Fue tal la influencia de Bleuler 'en la psiquiatría moderna, nes de Janet, recogidas en L 'état me11tuld,·s hystériques ( 1892), o los Htu
que lo que parecía una novedad apasionante en 1911, en bue- des (1895) de Breuer y Freud, induso al capítulo sobre la histeria del Tru
na parte se ha convertido en simplemente trivial. tado de Kraepelin, advierte que el problema se planteaba de una mancrn
1. N. Rosen
totalmente diferente: para la gran mayoría de los médicos de la época, los
(L 'una/yse directe, P.U.F., pág. 152)
delirios y las alucinaciones eran manifestaciones comunes de la histeria.
El enfoque psicoanalítico de los dementes precoces introdujo un nuevo
discurso en el seno del de la psiquiatría; ahora bien, ni entonces ni ahora
ninguna armonía preestablecida aseguró de entrada la coherencia de uno Y
otro, de manera que, en los primeros años del siglo, los psiquiatras-analistas
provenientes del Burgholzli obsP ,ron curiosos fenómenos al salir del hos-
pital. En 1908, Abraham, en BerÍín, en los inicios de su práctica privada,
no encontraba muchas neurosis: "Son muy pocos los casos que justifican
un tratamiento analítico -le escribió a Eitingon-, pues mi formación en la
Cuando Bleuler, en 1911, introdujo el concepto de esquizofrenia, lo hi- escuela de Zurich tal vez me induzca con demasiada frecuencia a diagnos-
zo en un discurso psiquiátrico en el que la locura histérica estaba todavía ticar demencia precoz" (4). • Parece indicar de tal modo que ese diagnósti-
implantada, si bien Babinski en Francia había comenzado a asestarle rudos co depende más de la opinión de una escuela que de signos clínicos deter-
golpes. Ahora bien, después de la aparición de Demencia precoz o el grnpo minados. Me parece que Jung confirma esa hipótesis, y capta del mejor
de las esquizofrenias, tomó cuerpo una tendencia a incluir la mayoría de modo la situación, cuando le escribe a Freud el 4 de junio de 1907: "Ac-
las manifestaciones delirantes y alucinatorias de la histeria en la esquizofre- tualmente tengo un caso en el que a pesar de todos mis esfuerzos no pue-
nia; esa corriente de pensamiento se desarrolló tan bien, que después de la do distinguir si se trata de una demencia precoz o de una histeria. Hay que
Primera Guerra Mundial la locura histérica desapareció en su totalidad. En decir que, de manera general, las diferencias entre demencia precoz e his-
estas líneas propongo captar el momento de su ocultamiento en la bolsa de teria se borran en mi de manera completamente inquietante desde que ana•
la esquizofrenia. lizo" (S). 3 En la misma época, Freud se vio llevado a observaciones aná-
A principios de siglo, los psiquiatras del hospital del Burghólzli, de Zu- logas: el 25 de enero de 1908 señaló que "la entidad de la histeria" estaba
rich, fueron los primeros, exceptuado un pequeño círculo vienés, en iniciar- dispersándose para él (6). En realidad, de esa dispersión naciente iba a sur-
se en los conceptos del psicoanálisis: Jung (]), Abraham (2) y Blculer (3) gir una dicotomía: las manifestaciones histéricas que no respondían a las
demostraron la fecundidad de aquéllos para la comprensión de la sintoma- normas de la "neurosis" se vertirían en la "psicosis". 4
tología de los dementes precoces. Ahora bien, por una consecuencia impre- Ahora bien, a los analistas de principios de siglo les faltaba un verdadero
vista de esos estud.ios, el diagnóstico diferencial de la histeria y de la de-
mencia precoz se convirtió en una.de las principales dificultades de la épo-
ca, en vista de la ignorancia de la etiología precisa de una y otra y las múl- 2 Dos años más tarde publicó un artít:ulo sobre "Los estados oníricos histéricos" (5),
tiples semejanzas que entonces no cesaban de descubrirse en la sin tomato- en el que todo lleva a creer que marca una extensión de la histeria en lo que poco
logía de ambas enfermedades. Este último punto puede sorprender hoy en tiempo antes denominaba demencia precoz: del hospital al consultorio, el campo de
aplicación de los conceptos se modificó.
3 Las bastardillas son mías.
1 Este artículo apareció en L 'information psychiatrique, 54, 7, 1978. Ha sido revi- 4 Sobre la poca pertinencia de la distinción psiquiátrica entre neurosis Y psicosis, se
sado y ampliado. puede consultar "A la recherche du concept de psychose" (7). •

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LOCURAS HlSTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TlV AS ESQUIZOFRENIA Y /,OCIIHA J{ISTWOCA

criterio estructural que perrnitíera caracterizar la psicosis, de manera que La disociación de las cadenas asociativas constituye para Blculcr d rasp.u
no pudieron resolver el problema del diagnóstico diferencial de histería y más característico del grupo de las esquizofrenias, en el interior del rttal
demencia precoz. 5 Fue un psiquiatra, Eugen Bleuler, quien se encargó de distingue cuatro subgrupos (la forma paranoide, la catatonía, la hebcf n:111:1
hacerlo, en un trabajo cuya iníluencía fue y sigue siendo notable, pero que y la esquizofrenia simple).
merece ser reconsiderado. • Esta concepción de la esquizofrenia, cun su distinción entre síntornax
primarios que resulten de una baja <lela tensión <lelas asociaciones, y sin1n-
Demencia precoz, o el grupo de las esquizofrenias, introdujo no sola- mas secundarios que derivan Je los primeros, no es en gran medida mas
mente un nuevo término, el de esquizofrenia, sino también una concepción que una transposición del concepto Je psicastenia de Janet, caracterizado
original de ciertas enfermedades mentales. "Llamo esquizofrenia a la de- por la baja de la tensión psicolóp.i,.jl.8 Por lo demás, a veces el propio Blc11•
mencia precoz -escribe Bleuler-, porque, como espero demostrarlo, la di- ler parece indicarlo; por ejemplu -cuando escribe: "La palabra autismo de-•
sociación (Spaltung) de las diversas funciones psíquicas es una de sus carac- signa esencialmente del lado positivo lo que Janet, del lado negativo, llama
terísticas más importantes". la pérdida del sentido de lo real" (1 O). Aunque las referendas a este auto,
El grupo de las psicosis esquizofrénicas estaba determinado por tres es- sean muy escasas en su obra de 1911, no es dudoso que Bleuler estaba bic11
pecies de síntomas fundamentales: por una parte, la disociación de las fun- informado sobre los trabajos de Pierre Janet, quien había publicado, c11
ciones psíquicas, la cual suscita un sistema de complejos independientes 1889, L 'automatisme psychologique 9 , y después, en 1894, L 'état mental
que comprometen la unidad de la personalidad, que queda dominada ora des hystériques, importantes estudios sobre la hlsteria delirante. Volvere-
por uno, ora por otro de esos complejos; 6 en segundo lugar los trastornos mos sobre el punto.
asociativos ( causa de las barreras), y finalmente los trastornos afectivos. La tesis bleuleriana, en cuanto al determinismo fundamental de la esqui-
Los otros síntomas (alucinaciones, delirios, estados confusionales, cre- zofrenia, no se impuso. Según la escuela alemana, el delirio primario serfa
puscula1es...) son accesorios: no se encuentran en el origen de la enferme- patognomónica de esta entidad (mientras que para Bleuler solo constituía
dad, son efectos de la disociación primordial. un síntoma secundario), en tanto que, en Francia, De Clérambault hizo
A esta última Bleuler la subdivide en dos mecanismos. La Spaltung, en prevalecer el síndrome de automatismo mental como fenómeno básico.
tanto que implica el refueno de los grupos asociativos, es secundaria res- Bleuler fue uno de los primeros psiquiatras que introdujeron los concep-
pecto de un déficit primario que constituye una verdadera disgregación del tos psicoanalíticos en el seno de su disciplina. El lugar que les asignaba es-
proceso mental. Así, diferencia dos momentos de la Spaltung: una Zerspal-
tung primaria (una disgregación, un verdadero estallido) y una Spaltung
por lo común la Spaltung esquizofrénica hace pensar más bien en lo que Dleuler desig-
propiamente dicha (clivaje del pensamiento en diferentes agrupamientos). na Zerspaltung.
"Detrás de esta Spaltung sistemática en complejos ideativos determinados Respecto de esto, es preciso observar que freud no hace suya la hipótesis de Bleu-
-escribió-, hemos encontrado anteriormente una relajación primaria de la lcr; cuando, al final de su vida, con respecto al fetichismo, retoma la noción de Spal-
textura asociativa que puede conducir a una Zerspaltung incoherente de nmg (en este caso traducida por "clivaje") lo hace con una perspectiva diferente. Ade-
formaciones tan sólidas como lo son los datos mismos de la experiencia. más, observa en otra parte que la disociación psíquica no es una característica propia
de la esquizofrenia.
Con el ténnino esquizofrenia he apuntado a estas dos clases de Spaltung
En otro trabajo (12), he trntado de mostrar que la disociación, entendida en senti-
cuyos efectos con frecuencia se funden juntos" (9). 7 do estricto, y no en la acepción amplia de principios de siglo, constituye un rasgo dis-
tintivo del delirio psicótico.
5 He tratado de demostrarlo, de manera más profunda, en "L'escamotage de la folie 8 Es interesante observar aquí que Janet estimaba imposible separnr por completo
hystérique" (8). enfermedades según él tan próximas como la histeria y la psicastcnia, para el origen
6 La noción de complejo fue inferida por Jung, hacia 1903, en el Durghólzli, de sus de las cuales postuló patologías casi idénticas.
trabajos experimentales sobre las asociaciones; Jung concibe al complejo como un 9 En ese trabajo se encuentra el primer relato de la curación de un delirio histérico
conglomerado de representaciones ideo-afectivas más o menos inconscientes. mediante el método catártico. Se trata del caso de Marie (11). Los Etudes sur /'hys-
7 Las resonancias semánticas del término francés dissociation por el cual se traduce térie aparecieron seis años más tarde.

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LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DISOCIA TIV AS ESQUIZOFRENIA Y l,O('l/H.A 11/STERJCA

taba sin embargo estrechamente limitado: los "complejos afectivos" sólo frecuencia sólo igualada por la de la cst111clura h.istérica -seguramente l:1
intervenían en segundo término, sobre el fondo de la Zerspaltung, para dar más común de todas-.
forma a la sintomatología. A pesar de la importancia política que tuvo su Toda una dimensión del concepto de esquizofrenia, tal como lo detcr
toma de posición en favor del psicoanálisis, su teoría supone el rechazo de minó su creador, parece haber tenido por fi11alidadcontener las ideas en a~-
una tesis psicoanalítica fundamental: la del determinismo del inconsciente censo del psicoanálisis; se las menciona, y esto es algo nuevo, pero, al mis
en la génesis de las enfermedades mentales. Según él, el inconsciente no sería mo tiempo, se les reserva un lugar menor. Frcud no se equivocó mucho al
más que el creador de las imágenes mentales, una especie de caleidoscopio escribir: "El término esquizofrenia sólo nos pareció adecuado mucho tiem-
puesto en marcha, en la esquizofrenia, por un proceso orgánico. 10 Ade- po después de haber olvidado si• scrttido literal. Pues sin ello prejuzga sobre
más, contrariamente a lo que se cree con demasiada frecuencia, Bleuler no la naturaleza de la afección 4., Jmplear para designarla un carácter de ella
trata de introducir sus concepciones con respecto a una psicosis bien de- postulado teóricamente; un carácter, además, que no es propio sólo de esta
terminada; lo que propone es una teoría general de un gran número de en- afección y que, a la luz de otras consideraciones, no podría ser considerado
fermedades mentales, en la cual la esquizofrenia, pero también muchas el carácter esencial" (16). Es decir que, por una parte, Freud no comparte
neurosis e incluso perversiones, deben encontrar su lugar, como vamos a en absoluto las concepciones etiológicas de Bleuler, y por la otra, subraya
verlo. En ese sentido, su crítica implícita del psicoanálisis es más radical que la Spaltung, concebida como resultado de la autonomía de grupos aso-
aun de lo que lo parece a primera vista. Examinemos la amplitud que asig- ciativos diferentes, no es seguramente característica de la esquizofrenia,
na a su concepto de esquizofrenia; según él, en ese cuadro deben entrar los pues se la encuentra también en la histeria, la neurosis obsesiva o el fetichis-
casos graves de obsesión o de dudas, los de "paranoia alucinatoria", de mo. Por lo tanto, ¿sorprenderá que cuando a pesar de todo Freud diagnos-
amencia de Meynert (confusión mental), de melancolía. y manía alucinato- tica esquizofrenia, se vea llevado a confesar que no sabe exactamente qué
rias, es decir (precisa), la mayor parte de las manías y de las melancolías, Jo autoriza a hacerlo? Con respecto a cierto A. B..., el 11 de abril de 1927
muchos cleptómanos, piromaníacos, afectados de moral insanity, degene- le escribe a Pfister; "Es seguro que hay en él abundantes rasgos esquizofré-
rados de Magnan, la mayoría de los hipocondríacos incurables, y finalmen- nicos, sin que pueda por lo tanto rechazarlo desde ahora. No está claro so-
te la mayor parte de los histéricos (13). bre qué reposa ese diagnóstico" (17). Si bien Freud había identificado la
En consecuencia, no puede sorprender que Bleuler sostenga que los sig- incapacidad para la transferencia como uno de los rasgos característicos de
nos propiamente esquizofrénicos no son más que exageraciones de la acti- la estructura psicótica, 12 lo que supone la imposibilidad del trat~miento
vidad psíquica normal (14). 11 Además, no teme afirmar que los esquizo- psicoanalítico de esos sujetos, observó sin embargo que en el caso de A. B...
frénicos simples (los que sólo presentan los trastornos fundamentales) cons- "se puede continuar el trabajo, no sin esperanzas" (20). En consecuencia,
tituyen una gran parte de todas las "cabezas al revés", y precisa: "reforma- ¿dónde situar la psicopatología de ese paciente? Por no haber insistido su-
dores, filósofos, artistas marginales, degenerados". Piensa incluso que exis- ficientemente en la diferenciación de los conceptos psiquiátricos y psicoa-
te una esquizofre1úa latente, y cree que esa forma es la más frecuente. No nalíticos, Freud, en el dominio de la nosología, contribuyó un tanto a in-
es difícil encontrar en Bleuler elementos que justifiquen diagnósticos de troducir una cierta confusión, al hacer creer en la armonía preestablecida
"esquizofrenia política". Sin duda su obra constituye uno de los orígenes de unos y otros.
<lela tendencia contemporánea a reconocer estructuras psicóticas con una Es preciso insistir en que lo que propone Bleuler es mucho más que la
delimitación de una nueva entidad nosológica, cuyos mecanismos funda-
lO Es cierto que en tal sentido las ambigüedades se deslizan en algunas formulaciones mentales explicaría; lo que enuncia lleva en sí, en germen, una teoría gene-
bleulerianas de la obra de 1911; no obstante, sus publicaciones anteriores y ulteriores ral de las enfermedades mentales. Se podría suponer que la introducción
no dejan duda alguna en cuanto a su convicción de que un proceso orgánico predomi- de la noción de Zerspaltung obliga a separar de la esquizofrenia por lo me-
naba en el origen de las enfermedades mentales.
11 Es posible imaginar hasta qué punto se había alejado de las concepciones psico-

analíticas, para las cuales sería más bien la histeria la que constituye una exacerbación
de los procesos psíquicos normales (15). l 2 Contrariamente a lo que sostienen ciertas opiniones contemporáneas, no creo que
haya que reconsiderar la pertinencia de esta ob.servación (cf. 18 y 19).

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCJATIVAS ESQUIZOFRHNIA Y f (}( '/JIU 111snnu 'A

nos a los delirios más sistematizados, en los que parece muy difícil atribuir Prince no tituló su gran obra, dcdirnd.i a miss Bcauchamp, "La dist1l·1ariú11
la génesis a una disgregación fundamentaí de la cadena significante. Pues de una personalidad" (27)?
bien, ése no es el caso; Bleuler afirma que "según el estado actual de nues- Bleuler no ignora que allí existe 1111adificultad, de modo que t rnta dt·
tros conocimientos, el mecanismo de la construcción delirante, en los para- introducir una distinción: los casos de personalidades múltiples -escrihc
noicos es idéntico al que se encuentra en la esquizofrenia" (21), de manera ¡demostrarían la existencia de u11adísocíacíún más pronunciada en la his
que nada le impide incluir en la fonna paranoide la mayoría de los casos tí- teria que en la esquizofrenia! ( 28) En consecuencia, ¿no nos vemos lleva
picos de la antigua paranoia (22). No vacila incluso en hablar de "esqu~o- dos a concebir la histeria como 1111a forma grave de esquizofrenia? En todo
frénicos querulantes" (22). 13 En su perspectiva, el grupo de las esquizo- caso, es claro que los síntoir¡s fundamentales (Spaltung, trastornos asocia-
frenias tiende a designar, no lo que hoy en día se entiende por "la" esqui- tivos 14 y afectivos) son ta,/ característicos de una como de otra de estas
zofrenia, sino más bien todo lo que llamaríamos "psicosis funcionales", afecciones. 15 La influencia de los descubrimientos freudianos, efectuados
por oposión a las enfermedades neurológicas (23). En esas condiciones, se a partir de la histeria, es indudable en la introducción del concepto de es-
concibe que en adelante el lugar de la locura histérica no podía dejar de en- quizofrenia; ahora bien, Bleuler los traspuso sin modificaciones fundamen-
contrarse muy amenazado por la introducción del nuevo concepto. tales (salvo la restricción esencial relativa a la etiología) a un campo dife-
Gracias a una síntesis brillante de las teorías organicistas y psicoanalíti- rente, el de la psicosis. La consecuencia inevitable era una cierta cantidad
cas, Bleuler fue el fundador de la primera teoría psiquiátrica que propuso de confusiones, en primer lugar en cuanto al diagnóstico diferencial de his-
una explicación del conjunto de los fenómenos observados en la clínica. teria y esquizofrenia.
Por otra parte, esta concepción prosperó más tarde con el nombre de org~- Según Bleuler, una Spaltung pura, en el sentido de que los diversos frag-
nodinarnismo (H. Ey), extendiéndose a todo el campo de la patologia mentos de la personalidad se encuentran yuxtapuestos, en tanto que persis-
mental. te una buena orientación en el ambiente, sólo se encontraría en la esquizo-
frenia; ella pemútiría distinguir a esta última de los desdoblamientos histé-
ricos. En los desdoblamientos histéricos la Spaltung estaría tan acentuada
Muchas ideas bleulerianas siguen siendo determinantes en nuestra apre- que la conciencia del sujeto, durante los episodios delirantes, sería entera-
hensión de las psicosis, particularmente una de ellas, grávida de consecuen- mente dominada por la parte morbosa de la personalidad. En efecto, los
cias: la de que la mayor parte de los (grandes) histéricos serían esquizofré- histéricos se adhieren por lo general sin restricciones al rol que encaman en
nicos (24). cada uno de sus desdoblamientos, mientras que el esquizofrénico, junto a
¿Cómo podría ser de otro modo? Los "desdoblamientos de la persona- su delirio, conservaría una especie de "parte sana" del yo, una parte intac-
lidad", ¿no ofrecen acaso los ejemplos más evidentes de Spaltung quepo- ta de la personalidad (29). No obstante, en el seno mismo de la obra de
drían desearse? Con respecto a casos célebres de esa naturaleza, tales como Bleuler son numerosas las indicaciones que inutilizan ese criterio diferen-
la Felida de Azam (25), miss Beauchamp de Morton Prince, o la "Felida ar- cial: cuando observa la importancia del autismo y de los estados crepuscu-
tificial" de Janet (26), ningún médico, a fines del siglo XIX, dudaba de que lares en la esquizofrenia, y cuando afirma que en su grado más elevado la
se tratara de histerias. Ahora bien, si se piensa que la Spaltung esquizofréni- conciencia del estado morboso está abolida, ¡una vez más nos veríamos lle-
ca se capta en el nivel manifiesto por el clivaje del psiquismo en grupos aso- vados a considerar que la locura histérica es una esquizofrenia acentuada!
ciativos distintos, cuya forma estaría determinada por el deseo del sujeto, Además, existen histéricos (el caso de Achille, observado por Janet, basta-
resulta seguramente que la histeria es una esquizofrenia. ¿Acaso Morton ría para establecerlo) en los cuales es totalmente reconocible una Spaltung

14 Las barreras (Sperrung) esquizofrénicas -reconoce Bleulex- son difíciles de dis-


13Conserva sin embargo una parte de la paranoia fucrn de la esquizofrenia, señalan-
do que el diagnóstico diferencial no es siempre fácil, y formulando la hipótesis de que tinguir de las barreras lústéricas (28).
podría ser una esquizofrenia benigna de evolución crónica (21) .. Tamp~co deja de 15 En 1895, Breuer y Freud afirmaron que en la histeria no resultaba conveniente

aparecer en este caso la ubicuidad que atribuye al grupo de las esqmzofremas. hablar de una escisión en la conciencia, "sino de una disociación del psiquismo".

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pura, con yuxtaposición de los fragmentos de la personalidad. A veces este determinar la aparición de un falso embarazo, de una falsa pleuresía y, en
paciente "gritaba blasfemias, decía 'Maldito sea Dios, maldita sea la Trini- fin, de influir en alto grado sohrc diversas secreciones" (ll). No creo qul'
dad' ... Después, con otra voz, con tono contrito., decía: 'Se lo ruego, no haya lugar a dudas de la pertinencia de esas palabras, siendo que los siefl'
me acuse, es el demonio el que me fuerza a hablar, el diablo habla en mí demonios que poseían a sor Juana de los Angeles cedieron finalmente a h1s
cuando aprieto los dientes para que las palabras no puedan salir'; enton- exorcismos reiterados. Vemos en consecuencia lo que se debe pensar de la
ces tomaba el tono grave y decía blasfemias. Disputaba con su demonio, opinión bleuler "\ia, compartida por un gran número de contemporáneos, 111
que tenía la costumbre de contradecir perpetuamente. El demonio decía: según la cual el scntimientn de influencia sería patognomónico de la esqui-
'Mientes', y Ach.ille respondía: 'No, no miento' "(30). Es difícil encontrar zofrenia. 19 En cambio, en los nerviosos -escribe Bleuler-, los "pensamien•
un ejemplo más puro de yuxtaposición de la Spaltung. En cuanto a la natu- tos 'ajenos' que les vienen al espíritu no les parecen emanar de otra perso-
raleza histérica de la enfermedad de Achille, me parece suficientemente es• nalidad" (35). De hecho, en el presente ya no se saben discernir las versio-
tablecida por la desaparición del delirio, gracias a una terapia hipnótica que nes modernas de la posesión: los demonios se han convertido en máquinas,
permitió revelar su origen en un acontecimiento traumático desencadenan- fuerzas ocultas, e incluso, más recientemente, extraterrestres (I 2). Por lo
te: una falta sexual. 16 ¿Sería Achille un caso excepcional? Todo lo contra- demás, en numerosas oportunidades Janet escuchó a histéricos que le co-
rio; su observación presenta gran interés histórico, en tanto que permite es- municaban experiencias de influencia; señala algunas expresiones frecuen-
tablecer la naturaleza histérica de la mayor parte de las posesiones demoní- tes en sus palabras: "No soy yo quien caniina, mis piernas caminan solas...
acas. Janet observa que, como el padre Surin, un poseso célebre, 17 Achille Cuando pienso en cualquier objeto, hay como una persona que me lleva
habría podido decir: "Es corno si tuviera dos almas, de las cuales una está de la mano a buscarlo, voy sin saber por qué, me pregunto quién es esa per-
desposeída de su cuerpo y del uso de sus órganos y se aguanta mientras ve sona .•• Me roban el pensamiento, escriben lo que yo pienso ..." (62).
hacer a aquélla que se ha introducido allí" (30). Estas manifestaciones, fre- La escuela francesa de psiquiatría se ha alzado desde hace mucho tiem-
cuentes en los posesos, tanto como las anestesias ( denominadas "marcas po contra la extensión abusiva conferida por Bleuler al concepto de esqui-
del diablo") y la eficacia de las terapias que recurren al exorcismo y al mi- zofrenia, que va desde ciertas paranoias hasta ciertas lústerias, pasando por
lagro, proporcionan indicios seguros de la naturaleza histérica de su enfer- neurosis obsesivas, perversiones y estados maníaco-depresivos; además H. Ey
medad, cosa que me parece que ha quedado muy bien establecida por el señala que la "noción de enfermedad esquizofrénica no se vincula con una
trabajo de Gabriel Legué y Gilles de la Tourette (a pesar de su antigüedad: etiología precisa ni con una evolución típica de trastornos nítidamente ca-
r.s de 1886) con respecto a sor Juana de los Angeles, superiora de las Ursu- racterizados", de modo que correr(a el riesgo de "morir de tanto hincharse
linas de Loudun. En su prefacio, Charcot dice "es en la superiora de las corno el sapo de la fábula" (34). Sin embargo ocurrió lo contrario: el con-
Ursulinas (se advierte) que se desarrolla 'la pasión histérica', desplegándose cepto de esquizofrenia, concepto vago si los hay, se impuso ampliamente
con todo el cortejo de accidentes nerviosos característicos que se presentan en el seno del discurso psiquiátrico. Me parece incluso que en nuestros días
en el gran tipo de la afrcción. Los fenómenos somáticos tales como gran- se asiste a una simplificación de ln nosología que entraña un aumento sen-
des ataques, anestesias sensitiva y sensorial, trastornos vasomotores en sible de la frecuencia de ese diagnóstico.
forma de vónútos de sangre y estigmas, rivalizan con fenómenos más pecu-
liarmente psíquicos, tales como alucinaciones de la vista y el oído, estados
de sugestionabilidad en los que el espíritu obra sobre lo físico al punto de 18 Ob •
servemos sm embargo que en 1973 Henri Ey dice todavía que los histéricos
pue~en caer "en experiencias dramáticas de intluencia y de posesión" (68). Además,
no ignorando la estructura psicoplástica de la histeria, observa que sus formas anti-
16 La curación se logró, sugiriéndole a Aclúlle, en estado hipnótico, que aparecía su guas no han desaparecido reahnente;más bien han "cambiado de nombre y de campo".
Agrega con mucha pertinencia: "Esta masa de hechos clínicos se ha reabsorbido en
esposa y le otorgaba un perdón completo por sus faltas. Siete años más tarde los tras~
muchos trastornos que los clínicos superficiales (que son legión) llaman 'psicosis' 'es·
tornos no habían reaparecido. quizofrenias', etcétera" (69). '
17 Exorcista de la superiora del convento de Ursulinas de Loudun, durante el episo-
19. Es cierto que en otra parte también afirma que no habría allí signos patognomónicas
dio de Urbain Grandier. El mismo cayó en un delirio de posesión. de una u otra enfermedad mental (33).

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS F:S(JUIZOFRENJA Y LOCURA HISTERICA

Querría sobre todo subrayar aquí que la esquizofrenia, en su extensión racterizado por un proceso respecto del cual ningún signo clínico sena p¡1
sin cesar acrecentada, pasó a englobar una parte cada vez mayor de la his- tognomónicu (33), ¿,no surge que el criterio que permitiría diferenciarla dt•
teria, y que ello ha sido posible a partir de los lugares respectivos asignados la locura histérica se encuentra en último análisis en los a priori del psiquw
por Bleuler a ambos conceptos. No obstante, él conocía las tesis de Janet, lra'! El lugar determinante de la subjetividad queda indicado en aserciones
de Charcot, las de los psiquiatras de lengua alemana (Griesinger, Krafft- como la siguiente: "Para establecer un diagnóstico diferencial en rel...1dc"iu
Ebing, Kraepelin, etcétera), quienes, tanto unos como otros, sostenían la co11 ',f neurosis, es absolutamente necesario que se pondere con precisión

existencia de una locura histérica; además, estaba familiarizado con Etudes toda rhconstelación 1,síquica" (35). En cuanto a lo que debe ser "pondera•
sur l'hytérie de Freud y Breuer, de modo que no habría podido vincular do" en esa perspectiva de conjunto, queda un tanto esfumado; es claro que
pura y simplemente las manifestaciones delirantes y alucinatorias de la his- en el tondo se trata de una cuestión de apreciación, de perspicacia clínica,
teria con el grupo de las esquizofrenias. Para él, como para Jung (1 ), o Abra- para decirlo todo, de experiencia, lo que queda perfectamente admitido
ham (32), el problema del diagnóstico diferencial tenía que presentar una cuando Bleuler subraya que se necesita una práctica de décadas para for-
peculiar dificultad. mular un diagnóstico de esquizofrenia con absoluta certidumbre (36). Aho-
De entrada, cuando lo aborda, la idea esencial que va a presidir su reso- ra bien, el psiquiatra siempre ha tenido tendencia a desconfiar de la patolo-
lución ocupa el primer plano: subraya que el concepto de esquizofrenia es gía "nerviosa"; el carácter orgánico de las psicosis, fundado en el modelo
prevalente en relación con el de histeria; en un esquizofrénico se podían de la parálisis general (cf. 7), le parecía un objeto científico más digno; se
encontrar síntomas histéricos, en tanto que los indicios de esquizofrenia comprende en consecuencia que los a priori de Bleuler no lo lleven a poner
excluían la histeria (35). Acerca de este punto, desde las primeras líneas, se la histeria en primer plano. En sus afirmaciones un tanto desordenadas
puede descubrir la articulación tautológica del pensamiento de Bleuler: for- hay por lo menos un punto que le parece firme, y sobre el cual no varí;
mula una afirmación no demostrada, un postulado, a partir del cual se de- mucho: la prevalencia de la esquizofrenia en relación con la histeria.
sorrolla la argumentación; no podría sorprender que ésta permita desembo- Si bien datan de 1911, las concepciones de Bleuler son sorprendente-
car en una conclusión que no es otra cosa que el presupuesto inicial. Esa mente modernas; escribió, siempre con respecto al diagnóstico diferencial
entrada en materia es además reveladora del hecl.to de que las concepciones e?~º podría hacerlo un contemporáneo ignorante de los Etudes sur f'hys:
bleulerianas se fundan en primer término en la autoridad del profesor Eu- terie o de los trabajos de Janet: "Si se puede descubrir demencia, alucina-
gen Bleuler, y secundariamente en la clínica. Janet y Freud dieron sus pa- ciones auditivas en estado de conciencia, 20 ideas delirantes asociadas u
sos en sentido inverso. otros signos de una verdadera psicosis, el diagnóstico es desde luego fácil"
En la perspectiva de Bleuler, la hesitación entre los diagnósticos de his- (35). En esas líneas, el problema queda desplazado sobre la noción de "ver-
teria y esquizofrenia era casi inconcebible. Cuando hubiera una duda, la dadera psicosis"; ahora bien, en esta época, ella no está menos indetermi-
cuestión tenía que zanjarse en favor de la esquizofrenia. Reconocía por nada que la de esquizofrenia. He tratado de mostrar en otra parte que la
cierto que "ningún síntoma histérico o neurasténico es ajeno a la esquizo- psicosis sólo ha recibido una acepción precisa en su determinación en rela•
frenia", pero añadía: "Presuponemos una esquizofrenia cuando se han po- ción con la forclusión del Nombre-del-Padre (7); en ausencia de este con-
dido establecer síntomas específicos de esta enfermedad, y una histeria o cepto, nada permite distinguir los cuadros psiquiátricos a veces tan próxi-
una neurastenia cuando, a la luz de un examen minucioso, se revelan sínto- mos de la locura histérica y la esquizofrenia, aunque más no fuera que por-
mas histéricos o neurasténicos, pero en cambio ningún síntoma esquizofré- que la plasticidad sintomática del histérico lo lleva con la mayor frecuencia
nico" (35). Cuando se sabe que en otra parte observa que los signos propia- a adoptar la forma dominante de "locura" que encuentra en su cultura. En
mente esquizofrénicos, tal como él los describe, no son más que exagera- resumen, la dicotomía neurosis-psicosis, totalmente artificial cuando se re-
ciones de la actividad normal (14), se comprende que el lugar acordado a la
lústeria tienda por lo menos a restringirse. Así, muy lógicamente, se ve lle- io L al • • d. ·
as ucmac1ones au 1tJvasno son frecuentes en la locura histérica, pero existen:
vado a afirmar que "síntomas neuróticos pueden albergar una esquizofre- muchos posesos, como sor Juana de los Angeles, oían a veces hablar a sus demonios.
nia benigna". En tales circunstancias, ¿se encuentran los·sujetos en "estado consciente"? También
Si recordamos la impresión inherente al concepto de esquizofrenia, ca- en este punto, esta noción me parece bastante indefinible.

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fiere (lo que es el caso más habitual) a cuadros psiquiátricos y no a estruc- Bleuler lleva netamente la histeria hacia el lado de la "psique realista",
turas inconscientes, revela ser en Bleuler, lo mismo que en una gran canti- para oponerla a la "psique autística"; más aún: considera que esa disth1
dad de contemporáneos, uno de los fundamentos inconsistentes del diag- ción es equivalente a la que existe entre "psique sana" y "psique enferma".
nóstico diferencial de la locura histérica y la esquizofrenia. "Los bloqueos de la histeria -escribió- demuestran claramente sus orígc-
Si se admite que los signos clínicos de "verdadera psicosis" deben per- ncs afectivos. Se presentan en el curso de asociaciones de ideas muy prnci
mitir separar las locuras histéricas, la dificultad del diagnóstico ya no con- sas, faltan en otros, pero no se generalizan de ningún modo; en consecuc11
cerniría más que a los "casos menos pronunciados", puesto que una pa- A cia, existe una separación muy neta entre psique sana y psique enferma, es
tología "nerviosa" podría enmascarar "una esquizofrenia benigna". En decir entre una psique realista y una psique autística" (35). ¡Ahora bien,
consecuencia, ya no es la histeria la que se inscribe en el campo de la locu- es preciso observar que antes Bleuler había afirmado que el autismo en sí
ra, sino la esquizofrenia la que penetra en el de la neurosis y de la norma- no podía utilizarse para el diagnóstico, puesto que se lo encuentra en los
lidad. "Del mismo modo -escribe Bleuler-, y con muchas precauciones, estados de sueño histéricos! (28) Sobre la base de signos clínicos tan poco
debemos designar y tratar como neuróticos a numerosos esquizofrénicos, fundados, según propia confesión, en las líneas precedentes asistimos a la
mientras estemos en la imposibilidad de descubrir en ellos síntomas esqui- desaparición de la noción de delirio histérico: ¿qué sería el delirio que
zofrénicos específicos" (35). Si se recuerda que los trastornos fundamenta- emanara de una psique "sana" y "realista"? Por cierto, todavía no está to-
les de la esquizofrenia (Spaltung, trastornos asociativos y afectivos) están talmente rechazado, pero el dominio que le queda se ha vuelto tan restrin-
presentes en la histeria, y que algunos incluso, como la disociación, pueden gido que desaparecerá muy pronto del espíritu de los epígonos del maestro
estar más acentuados en la última, se advierte hasta qué punto se vuelven de Zurich. Este admite sin embargo la existencia de un delirio histérico
importantes los riesgos de confusión, no ya sólo entre locura histérica y es- "aparentemente agudo", que consistiría en una transformación del mundo
quizofrenia, sino también entr~ histeria ordinaria y esquizofrenia benigna. exterior "según un deseo cualquiera", pero se trataría de un delirio siempre
controlado: "Si uno se arriesga -escribió- a presentar el rostro a un paciente
que se debate con violencia, y éste pega sistemáticamente sin tocamos, en
Con respecto a este diagnóstico diferencial, la argumentación de Bleuler todos los casos se tratará sin duda de un histérico" (35). Ciertos pasajes de
está construida siguiendo el mismo esquema que la totalidad de la obra: se Bleuler inducirían sin embargo a extraer de esa experiencia conclusiones
desarrolla a partir de afirmaciones bastante indemostrables, planteadas de inversas, puesto que afirma que el esquizofrénico conserva una parte intac-
entrada, a modo de postulados, que deben ser confinnadas ulterionnente ta de la personalidad (29), mientras que el histérico puede ser subyugado
por la clínica. 21 por Ll11 yo disociado. "La inconsecuencia en el comportamiento hacia el
Cuando Bleuler aborda la clínica, con el fin de distinguir la histeria deli- exterior -continúa- falta en el caso de una simple enfermedad nerviosa.
rante del grupo de las esquizofrenias, después de la introducción perentoria La histérica que transforma el mundo exterior según un deseo cualquiera
que acabo de exponer, se funda en dos puntos esenciales. Uno tiene que no puede, por ejemplo, considerar que el médico es su médico tratante al
ver con diferenciaciones en cuanto a la gravedad de los trastornos; el otro mismo tiempo que su antiguo amante. De modo que en el comportamien-
concierne a la noción de indiferencia afectiva. Ellos me parecen de desigual to de la lüstérica descubrimos más método y, en cambio, muchos menos
valor para separar las locuras neuróticas de las psicosis disociativas. Vamos elementos que se alejen de las costumbres y de las reglas del comportamien-
a examinarlos uno por vez to general. La histérica comete tonterías graves solamente en condiciones
muy particulares. No se hará daño a menos que trate de caer gravemente
enferma; incluso en el curso de un delirio aparentemente agudo, no le pe-
21 Asemejadas a las estructuras <lelmconsc1cnte, discernibles en el diseur~o concreto,
gará al médico desconocido, no tratará de matar a su amante salvo en el ca-
las estructuras mcntak< rnncebidas sobre la base del modelo organodinámico, sea que
~e trate de la Zerspa/tun~ dl' Bleuler o de los niveles de desestructuración de la con- so de que tenga celos excesivos, no es fácil que le prenda fuego a su casa.
ciencia de H. 1-:},parecen ninccrnir al orden de la metafísica: indemostrables, inaprc- no se volverá sucia y descuidada, etcétera" (35). For cierto, esas observa-
hcnsiblc<, ~ituados en un tra<mundo. constituyen la fantasmagoría de los trasfondos ciones no carecen de alguna pertinencia; sin embargo los elementos de diag-
<1lcnciosos del organismo. nóstico diferencial propuestos aquí no demuestran ser utilizables, a menos

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LOCURAS HISTERICAS Y PSICOSIS DISOCIA TIVAS ESQUIZOFRENIA Y LOCURA HISTER!CA

que se caracterice al esquizofrénico como a un individuo que comete ton- olvidado lo que se encuentra en el fondo de la indicación diagnóstic;i tk
terías graves, que se hace daño, que pega, que trata de matar y de incendiar. Kraepelin, es decir, la opinión de la mayoría de los autores de fines del si
Además, para el observador, a primera vista, el delirio histérico parece en glo XIX, desde Moreau de Tours a Legrand de Saule, pasando por Richc,.
general tan carente de sentido como el delirio psicótico; sólo una escucha Janet o Hartenberg, en cuanto a la profunda analogía de los estados de lo-
atenta y prolongada puede permitir a veces trazar la distinción. En cuanto cura histérica y los de ebriedad -alcohólica o hachísica--.
a la observación de que los histéricos no se vuelven "sucios y descuidados", Esta ya no es la opinión contemporánea, dispuesta a hablar de "estados
ella no es confirmada por numerosas verificaciones de Charcot en la Salpe- psicóticos" cuando se trata de "viajes" suscitados por alucinógenos. La
triere, ni, más recientemente, por los casos de Mary Barnes, que jugaba causa de este cambio no se le podría imputar solamente a Bleuler. Es cierto
con sus excrementos, y de Marie-Christine, acostada en su lecho húmedo de que su pluma no produjo indicación alguna que apuntara a comparar la sin-
orina (18). Es necesario señalar también que la mayoría de las afirmaciones tomatología delirante de la histeria con la suscitada por la ebriedad alcohó-
de Bleuler concernientes al "delirio aparentemente agudo", que no se aleja- lica; todo lo contrario: no hay duda alguna de que las habría diferenciado.
ría mucho de las costumbres y reglas del comportamiento general, sufren No obstante, no refuta la opinión de sus predecesores (sobre todo france-
excepciones en "condiciones muy particulares", las cuales son bastante im- ses): ni siquiera la menciona. Para él, en este aspecto, la dificultad consisti-
precisas, por lo cual permiten interpretaciones múltiples. La vaguedad del ría sobre todo en diferenciar la esquizofrenia de las psicosis tóxicas (entí-
pensamiento del autor es necesaria en este punto si quiere conciliar su con- dad kraepeliana). En efecto, es preciso no pasar por alto que su proyecto
cepto restringido de histeria con los trabajos anteriores sobre esta enferme- consistía en identificar un cuadro nosológico que corresponde mucho me-
dad. Así, por ejemplo, no escribe que el histérico nunca le prenda fuego a nos a la esquizofrenia contemporánea que a lo que a veces se denomina
su casa (se opondría entonces Kraepelin, que infonnó sobre un caso de ese "ps~cosis funcionales" (23). En consecuencia, el concepto que introdujo
tipo en Jna de sus "lecciones clínicas" consagradas a la locura histérica); al tema que demarcarse por ambos lados: por una parte, respecto de "nervio-
decir que "no es fácil" que lo haga, queda en paz con el maestro de Heidel- sos" (histéricos, neurasténicos, hipocondríacos); por la otra, en relación
berg, mientras introduce subrepticiamente una acepción nueva del concep- con psicosis cuya etiología orgánica es conocida (parálisis general, delirio
to de histeria. El caso sobre el que informó Kraepelin merece que nos de- febril, psicosis tóxicas ...). En consecuencia, los a priori conceptuales de
tengamos en él, pues confiere una gran extensión a la locura histérica: "Se Bleuler inducen a distinguir la sintomatología de origen tóxico de la susci-
trata de un hombre de 50 años que nos fue traído hace cuatro semanas pa- tada por la Zerspaltung. Esta es sin duda la razón por la cual tacha de falsa
ra su examen desde el punto de vista mental. Estúpidamente y sin razón la opinión de la escuela francesa (Lasegue, Chaslin, Régis...) según la cual
había provocado un incendio. Volviendo a su casa en estado de ebriedad, las sustancias tóxicas suscitarían estados oníricos: según él, salvo los "esta-
subió al granero, embebió de petróleo todo tipo de viejos uten~ilios que no dos de sueño histéricos", lo que se revela estructuralmente como un sueño es
le pertenecían y quemó unos cuantos. Cuando su esposa, en ese momento sob:e todo la ~intomatología delirante de la esquizofrenia. Así, estima que
gravemente enferma, le preguntó de dónde venía, le dio una respuesta cual- las mterpretac10nes psicoanalítícas fracasan en el delirium tremens. Esto es
quiera. El incendió se extendió rápidamente y amenazó la vida de la propia lo que, dos años más tarde, comenzará a desmentir el trabajo de Tausk "A
hija de nuestro sujeto. Fue advertido de inmediato y costó poco trabajo propos de la psychologie du délire d'action des alcooliques" (38) antes de •
seguir las huellas dejadas por los calcetines embebidos de petróleo que lle• que otros psicoanalistas (39) confirmaran la opinión de los autores antí-
vahan a la habitación del enfermo. Cuando se lo arrestó confesó su falta guos sobre las facultades de las drogas alucinógenas para producir estados
pero sin recordar detalle alguno" (37). Puesto que en el sujeto ya se había~ oníricos. Además, la escuela francesa de psiquiatría, todavía hoy, entiende
observado crisis histéricas anteriormente, para Kraepelin el diagnóstico no que las sustancias tóxicas suscitan estados oníricos u oniroides (a veces in-
era dudoso: "El enfermo se convirtió en incendiario bajo la influencia de cluidos. en los accesos delirantes, y otras en la confusión mental) (40) que
uno de esos estados crepusculares histéricos que en él se producían por lo se consideran de un tipo distinto del de las psicosis crónicas. Por Jo tanto,
común como consecuencia de la ingestión de alcohol". Es cierto que Bleu- se entiende que la sagacidad clínica de Bleuler lo obligue a pesar de todo a
ler (como por otra parte la psiquiatría francesa contemporánea) reconocía admitir que la esquizofrenia, además de encontrarse mal delimitada en el
la existencia de estados crepusculares histéricos; sin embargo, ahora se ha llaneo de la paranoia, también lo está del lado de las psicosis alcohólicas.

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No hay duda de que este autor ha contribuido, tanto con su silencio Mareé, More!, J. Falret, Grasset, Krafft-Ebing, Schüle, han observado qtu•
como con sus tesis, a1 olvido.contemporáneo de las analogías que presenta los histéricos, incluso adultos, pueden tener delirios de fomrn 111a111ala
la locura histérica con los estados oníricos suscitados por las sustancias tóxi- muy prolongados y sin relación precisa con el ataque" (42). Además, Ju
cas (12). net describe estados histéricos de confusión mental y de delirios sistrmali
zados (posesión, persecución, anorexia ...); afirma que "esos delirios pur
den presentarse, como lo indicaba Krafft-Ebing, en forma de ataques 111111
Los estados crepusculares constituyen, junto con el "delirio aparente- sitorios, de delirios prolongados en el intervalo entre ataques, y finalr11c111t-
mente agudo", la otra concesión importante que hace Bleuler a algo que como psicosis crónicas y definitivas" ( 43). Sostienen haber observacltJejem
sería del tipo de una dimensión psicótica de la histeria. Hemos visto que plos de esas tres formas en "histéricos indiscutibles". Asimismo, en l 89~,
Kraepelin la tiene en cuenta; se trata en esa época de una tesis clásica, que en Etudes sur /'hystérie, Breuer se pronuncia claramente en favor de la ex1s
lo ha seguido siendo, sobre todo en los manuales. Así, sin duda, mal que tencia del delirio histérico crónico: "En vista del hecho -escribe- de q111·
bien, un gran número de observaciones de Janet (de quien Bleuler no igno- esos estados constituyen con mucha frecuencia verdaderas psicosis, aunqtw
raba los fundamentales trabajos sobre "el estado mental de los histéricos") provengan directa y exclusivamente de la histeria, no puedo concordar ron
deberían poder incorporarse en el cuadro restringido de la histeria bleuleria- la opinión de Mobius cuando dice que 'salvo en lo que concierne a los dcli
na. rios ligados al acceso, no se podría hablar de verdadera demencia histérh:a'.
Sin embargo, en tal sentido, es profunda la divergencia entre el médico Esos estados, en numerosos casos, son psicóticos, y en el curso ulterior de
francés y el alienista suizo; en efecto, este último, para mantener la esqui- la histeria esas especies de psicosis se repiten; no son otra cosa, en efecto,
zofrenia fuera del campo de la histeria, se ve obligado a balizar el dominio que el estadio psicótico del acceso. No obstante, ¿cómo se los podría cali-
de la histeria: "Estados crepusculares que persisten durante meses -escri- ficar de 'acceso' cuando se prolongan durante meses?" (44). La patología
bió- nunca son histéricos; incluso menos lo son los que se desarrollan pro- de Anna O. permite proporcionar un sólido fundamento clínico a la opi-
gresivamente en el curso de semanas y meses y que desaparecen de manera nión de Breuer, quien indica además el origen histérico de las posesion!'~
similar" (35). En este punto Bleuler toma partido de manera perentoria demoníacas de antaño (45).
con respecto a un problema que divide a los distintos autores desde hace ¿Hay que creer a Bleuler en lo que concierne a la brevedad de los esta-
más de medio siglo. Para Moreau de Tours, Charcot, Gilles de la Tourette, dos crepusculares histéricos? ¿O bien se debe confiar en quienes afirman la
uno de los caracteres del delirio histérico es su brevedad; no obstante, in- existencia de "verdaderas psicosis prolongadas" en el curso de ciertas histe-
cluso para alguno de ellos, conviene en algunos casos matizar esa opinión. rias? Para fundamentar una opinión propia, en este dominio como en tan-
El último de los citados escribió: "En la histeria hay delirios, períodos de- tos otros, hay que escapar por un instante al principio de autoridad el
lirantes prolongados ( ...) En realidad esos delirios, como en ciertos estados ~ual, según Freud, regía en el antiguo mundo como el dólar en el nuevo- y
segundos vigilambúlícos, pueden durar meses o años ( ...) ¿Se pueden con- examinar los argumentos que se aducen en favor de las tesis respectivas.
siderar delirantes crónicos esos vigilambúlicos del tipo de Felida, 22 en los En tal sentido, la comparación de los pasos dados por Janet y 13leuler
cuales el menor choque nervioso, determinando un ataque, pondrá fin de me parece particularmente reveladora. Si se consideran las obras del prime•
inmediato al período delirante? ¿Se ve algo análogo en los delirios crónicos?" ru," filósofo convertido en médico, i.1 y las del segundo, psiquiatra cuyos
(41). Sin embargo, para Gilles de la Tourette, como para la escuela de la primeros trabajos pusieron de manifiesto un acentuado gusto por la meta-
Salpetriere, el delirio histérico casi no se encuentra, excepto en el cuarto física, 24 se advierte que. desde los primeros tiempos, sus pensamientos lle-
período del ataque. A la inversa de los autores precitados, muchos otros,
como lo recuerda Janet, han expresado una opinión diferente: "Briquet,
23 L 'automatisme psycho/ogique .(1889) fue la tesis de filosofía de P. Janet, presen-
ta.da en la Sorbona.
22 Paciente histérica célebre observada durante varias décadas, a partir de 1858, por 24 En Naturgeschichte der Seele (1921), Bleuler expuso los principios de una psico•
Azam, médico bordelés. (25) logía biológica, fundada en un monismo psico-fisiológico que utilizaba la teoría de los

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varon la marca de la evolución ulterior de sus investigaciones, de manera vía sumaria, permitía sin embargo, poniendo de manifiesto "la idea Iq,1
que es totalmente diferente el modo en que trataron sus temas: uno la his- subconsciente", causa del síntoma delirante, y ciertos "accidentes", ra,.1,
teria en 1892, y otro la esquizofrenia en 1911. Es cierto que, en primer terizar con relativa precisión la enfermedad considerada. Disponía de <'Sl'
análisis, la composición de Demencia precoz o el grupo de las esquizofre- modo de un criterio estructural que faltaba en Bleuler, quien adm1I1a 1111
nias, y la de L 'état mental des hystériques parecen análogas: ambas obras saber lo que era el proceso esquizofrénico (51); en consecuencia se v1•111
analizan la enfermedad considerada en síntomas fundamei:itales y síntomas obligado, aunque fuera a pesar suyo, a un enfoque esencialmente scrn11,ln
accesorios, en tanto que la Zerspaltung, ubicada en la base de la esquizofre- gico. De manera que, sin duda alguna, y en oposición a la opinión que preva
nia, no carece de analogía con la debilidad de la capacidad para la síntesis Ieee hoy en día, las tesis de Janet son seguramente más fundadas que las d1•
psíquica, que Janet creía descubrir en el origen de la histeria. No obstante, Bleuler. Allí donde éste impuso la esquizofrenia por una especie de dikt11t
las argumentaciones se articulan en operaciones opuestas. Así, las primeras nosológico, el otro tlemostró, mediante el estudio clínico, que a veces sr
páginas de Ble_ulerexponen y definen la naturaleza de la esquizofrenia; la trataba de histeria delirante. El desarrollo de los estudios sobre la histeria.
clínica ilustra a continuación la definición previa, de modo que de entrada gracias al psicoanálisis, no condujo en absoluto a cuestionar este aspecto di'
se ha dicho lo esencial. A la inversa, en las primeras líneas de su obra, Janet los trabajos de Janet; todo lo contrario, no quedan muchas dudas Je que
subraya que "las palabras, los escritos de los enfem1os, son los verdaderos tendrían que haber sido confirmados, profundizados y superados. Fucro11
documentos, los gráficos de la psicología patológica; sin duda es preciso in- las tesis de Babinski y Bleuler las que sumergieron L 'état mental des hysu;.
terpretarlos, pero nunca deben ser olvidados ni transformados" (46). En riques en un olvido injustificado: ¿acaso Breuer no tindió homenaje a Ja-
efecto, toda su obra psiquiátrica trata de mantenerse lo más cerca posible net, añadiendo que aprobaba la mayor parte de sus opiniones? (52) Por su
de la clínica, antes de elevarse al nivel de los conceptos y las definiciones, parte Freud, en la comunicación preliminar, ¿no estaba también de acuerdo
en tanto que la tendencia de Bleuler, cada vez más afirmada en su obra, con el médico francés acerca del fenómeno fundamental de la histeria? (53 ).
consistía en partir de conceptos postulados, para llegar después a lo empí- ¿No resulta notable que en las páginas que Bleuler dedica al diagnóstico
rico. diferencial de histeria y esquizofrenia no mencione nunca el aporte esen-
Sus ~ftrmaciones sobre la brevedad de los estados crepusculares histéri- cial de Janet a la comprensión de la dinámka del delirio histérico, es decir
cos son reveladoras de esa manera de proceder: no se proporciona ningún la noción de idea fija subconsciente? Sin embargo no lo ignoraba, puesto
ejemplo, ninguna referencia, en apoyo de la tes;s. Hay que creer en su ex- que en el inicio de su obra, cuando delimita la esquizofrenia, la diferencia
periencia, confiar en su autoridad. No es este el modo de proceder de Ja- de la histeria afirmando, por una parte, que en esta última faltan los signos
net, que nunca deja de acompañar sus afirmaciones con varias observacio- de la preceuente ( ¡los cuales pueden no obstante encontrarse en la persona
nes clínicas. Aunque no se conocieran otros, los casos de Bans (4 7), de normal!) y que, por otro lado, "la idea fija" ocupa en ella un lugar impor-
Achille (aquí llamado Daill) (48), de Is (49), bastarían para atestiguar que tante. Si él se hubiera abocado al estudio de ciertos efectos de la "idea fija"
en el curso de una histeria se encuentran delirios prolongados. Además o de las "reminiscencias'' habría corrido el riesgo de que la entidad esqui-
de Anna O. y Emmy von N., es incluso posible tener en cuenta numerosas zofrénica estallara; a ello se debe sin duda que estos conceptos estén curio-
observaciones más recientes que también lo confirman (50, 12, 18). samente ausentes cuando se trata de fundar el diagnóstico diferencial res-
Janet tenía una concepción de la locura histérica 25 que, aunque toda- pecto de la histeria. Este olvido de una noción fundamental, puesta de ma-
nifiesto por los trabajos de Janet, lo mismo que por los de Breuer Y Freud,
me parece que revela una vez más los a priori que presidieron el nacimien-
"mnemas" de Hering y Semon. Die Psychoi'de als Prinzip der Organischen Entwicklung to de la esquizofrenia.
(192S} es un estudio del desanoUo psíquico de organización de inspiración vitalista; A Bleuler no lo inquietaron las observaciones de locura histérica que no
Mechanismus, Vitalismus, Mnemismus (1931) constituye un intento para superar el
en traban en el marco del delirio agudo, ni en el de los estados crepuscula-
mecanismo y el vitalismo, en biología general, por medio de una teoría mnemista.
res: en ellas habría reconocido combinaciones de histeria y esquizofrenia.
25 Sólo utiliza el concepto de "delirio histérico", 'nunca el de "locura histérica", sin
Sin embargo, en este sentido fiel a su concepción ubicua de la esquizofre-
embargo empleado antes por Griesinger; More!, Moreau de Tours y muchos otros.
nia, se apresuró a subordinar la histeria a su nuevo concepto, precisando
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que era el proceso esquizofrénico el que parecía desencadenar síntomas pasar para llegar hasta aquí? Esa puerta no está nunca cerrada ( rcspo11du1l
histéricos, lo que explicaría las "paranoias histéricas" y las afecciones his- Y además no sé cómo lo hizo, todo lo que sé es que vino" (56). LJ rH·,·11
tero-degenerativas (54). En realidad, la ignorancia del proceso esquizofréni- cia persistente en las alucinaciones nocturnas indica con claridad L'II L'Sll'
co, ignorancia en la que él mismo dice que está, confiere una dimensión ejemplo el parentesco del sueño con las concepciones delirantes del hisll'r 1
puramente especulativa a la aserción de que podría producir síntomas his- co (12).
téricos; en cambio, la práctica clínica de Janet, Breuer y Freud dejó bien "Una nP.urasténica -continúa Bleuler- 21 puede tener la sensacit'l11dL•
establecido que los mecanismos histéricos pueden suscitar cuadros clínicos que el cuello se le alarga desmesuradamente, y en consecuencia, en un esta-
psiquiátricos de esquizofrenia. Esto es algo que Bleuler no tomó seriamen- do de angustia, lanzarse corriendo a través de un bosque. Sin embargo, fuL'-
te en consideración. ra del estado crepuscular, tendní conciencia del elemento morboso y mi
La introducción del concepto de esquizofrenia no consagró tanto la de- proyectará nunca su parestesia en e1 exterior". 28 Puede tener. la sensación
saparición del delirio histérico (la cual, en 1911, no era total) como la ex- de que dos botones 29 le salen en la frente; en cambio no puede tener la
pulsión de la histeria hacia fuera del campo de la locura. En efecto, uno de sensación (posible en la esquizofrenia) de que esos mismos botones cae11
los elementos esenciales del diagnóstico diferencial, ya indicado en la dife- en una red que se encuentra fuera del cuerpo. Es así como las descripciones
renciación entre "psique sana" y "psique autística", se refería implícita- precisas de gotas, hombrecitos, máquinas en el interior de la oreja o en cual-
mente a la noción de razón. Bleuler escribió que existen "en los histéricos quier otra parte del cuerpo indican esquizofrenia. El hecho de que todavía
y en los neurasténicos representaciones y sensaciones que podemos califi- hoy una histérica pueda tener 'un animal en el vientre' .1oes algo que igno-
car como ideas delirantes e ilusiones kinestésicas. Sin embargo, ellas no se ro; aún no lo he visto nunca" (35). En estas líneas Bleuler asigna al delirio
presentan de una manera tan carente de sen ti.do como es con frecuencia el h.istérico la mayor extensión que pudo recibir en su obra: ya no trata de
caso en la esquizofrenia. Suelen encontrarse en la persona normal, 26 o caracterizarlo -por la brevedad, sino por peculiaridades intrínsecas, la prin-
bien incluso los enfermos mismos comprenden lo que hay de irreal en esas cipal de las cuales apunta a que los delirios histéricos no serían "nunca tan
representaciones que se les imponen" (35). Entre paréntesis, numerosas carentes de sentido" como los de la esquizofrenia. Sin embargo, ¿es menos
observaciones de histéricos realizadas por Richer, en el servicio de Charcot, carente de sentido creerse poseído por un diablo en la década de 1890 (co-
invalidarían esta última afirmación; así, por ejemplo, Marc ... afirmaba ha- mo el Achille de Janet) que preocuparse sin cesar (como Louis Wolfson, el
ber recibido durante la noche varias visitas reiteradas de cierto Emest. "Si "estudiante de lenguas esquizofrénico") por traducir las palabras tle su len-
yo me mostraba incrédulo -escribió Richer- tratando a esos episodios de gua materna a términos extranjeros? (58) ¿Qué poseedor del sentido podría
imaginaciones, ella insistía; se disgustaba, repitiendo que no estaba loca y decidirlo?
que se daba cuenta muy bien de lo que veía. 'La prueba está, dijo, en que "La disociación de los Ct1nceptos -con1 inúa escribiendo Bleulcr- no se
cada vez que él venia. n, quedaba cubierta de un sudor frío. Me encontró
m::ís enfornrn que las otrn.s veces.Pero (le preguntamos), ¿por dónde pudo
27 Con el término de neuróticos agrupa a histéricos, neurasténicos y nerviosos. Así,
el diagnóstico düerencial del que él trata se basa en lo que quizás convendría. denomi-
nar con más amplitud, como lo hacía Moreau de Tours, locura neuropática, o mejor,
26 Por sorprendente que esta afirmación pueda parecer en el día de hoy, se trataba
hoy en día, locura neurótica.
no obstante de una opinión clásica. Freud no la contradijo cuando, el 29 de enero de 28 Cuando G. Pankow considera que el delirio centrado en el cuerpo es una de las ca-
1908, durante una sesión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, no objetó la afirma-
racterísticas de la psicosis histérica, se inscribe en fa tradición bleuleriana (57); de allí
ción de Sadger según la cual "se encuentran delirios de observación, de persecución y
los límites del concepto de psicosis histérica.
de grandeza en el análisis de personas histéricas y normales" (55). la mayoría de los
alienistas franceses del siglo XIX (Delasiauve, Brierre de Boismont, Christian, etcétera) ~ "Die Knopfe".
tendían también a admitir la normalidad de ciertas manifestaciones ahora declaradas 30 Lo mismo que muchos autores contemporáneos, parece admitir en estas líneas
"psicóticas"; no llegaron a decidirse a incluir las "voces" y las "visiones" de santa Jua- una misteriosa "atenuación histórica" de la patología histérica. Se sabe que son más
na de Arco entre los trastornos vesánicos, ni tampoco (como sin embargo hubiera si- bien sus nuevas encamaciones las que, enmascarándola en cuadros psiquiátricos, dan
do pertinente) entre los de la histeria. origen a esa ilusión (12).

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presenta en los nerviosos, y por lo tanto, si existe, es el signo seguro de es- cos, les asignó al mismo tiempo, al introducir el pitiatismo, límite., 1,111 •'~
quizofrenia" (35). Respecto de esto, es sin embargo necesario observar que trechos que en 1911 nada inducía a Bleuler a interrogarse (salvo eu la ni>
la disociación de los conceptos no es una prueba clínica: tal discurso apa- servación mencionada) acerca de las posibilidades de imitación <.fola psico
rentemente incoherente puede revelar que está totalmente estructurado, a sis por histéricos. Por lo demás, emprender ese camino hubiera signilkadu
partir de bases y acontecimientos que se ignoran, si se logra escuchar con muy rápidamente volver a cuestionar el enfoque psiquiátrico en sí 1111s11Jt1
atención y constancia. De hecho, no existe ninguna razón para crear lími- Así, incluyó los delirios de metamorfosis en la esquizofrenia, siendo q1H· t•I
tes arbitrarios a lo imaginario histérico, como trata de hacerlo Bleuler, aun- carácter epidémico, e históricamente fechado, de la licantropía, por cjc111
que más no fuera por las capacidades plásticas de estos sujetos, de los que plo, me parece que ofrece un indicio bastante seguro de su naturaleza his
se encuentran tantos ejemplos en la historia y la clínica. Que un histérico té rica.
no pueda tener una máquina en el interior del cuerpo, o un animal en el La histeria es diferenciada de la esquizofrenia por la indefinible nociú11
vientre, serfa algo mu y extraordinario; así, por ejemplo, Achille, paciente de trastornos atenuados: esto también se indica claramente cuando Blcult-1
de Janet ya mencionado, sentfa "un demonio en el pecho que lo obligaba a afirma que "el histérico, en el curso de un estado crepuscular puede, para
decir blasfemias" (59). lelamente a representaciones delirantes, registrar más o menos bien la rea
La argumentación de Bleuler está articulada por un criterio psiquiátrico lidad; no obstante, ello sucede de manera inconsciente, mientras que en el
implícito que se detiene en la mayor o menor gravedad de los trastornos. esquizofrénico, incluso en el curso de trastornos graves de la conciencia,
Ahora bien, la capacidad para las desidentificaciones y proyecciones identi- hay una mezcla de esos dos dominios, que tiene lugar tanto en la concien-
ficatorias de los histéricos delirantes son tales que las sutiles gradaciones de cia como en el inconsciente. De manera que el contenido del delirio est:í
la patología demuestran con frecuencia ser poco pertinentes para estable- representado en los esquizofrénicos de manera más bien caricaturesca e in-
cer el diagnóstico diferencial. Por lo demás, en un párrafo, el propio Bleu- cluso, la mayoría de las veces, de manera carente de sentido" (35). En su-
ler no puede dejar de captar algo de ese tipo: "El elemento que nos parece ma, en el histérico se podría encontrar, en particular durante estados cre-
extraño -escribió- y en consecuencia decisivo en el curso de un diagnósti- pusculares, una Spaltung sin Zerspaltung, una disociación que mantiene
co, puede igualmente estar condicionado por orígenes étnicos y visiones una separación entre conciencia e inconsciente, mientras que en la esquizo-
del mundo peculiares. Histerias que provienen, por ejemplo, de Oriente, frenia la falta de sentido surgiría de la desorganización del funcionamiento
nos parecen a veces tan extrañas como las esquizofrenias declaradas de en- psíquico: conciencia e inconsciente se mezclarían inextricablemente. Esa
fermos autóctonos" (35). Es una lástin1a que no considere necesario insis- no es la opinión de Janet. En este punto, como en muchos otros, sus obser-
tir en ese punto esencial, pero es verdad que el polimorfismo de los trastor- vaciones de histéricos delirantes lo Llevarona verificaciones que se oponen
nos histéricos (tesis clásica desde Sydenham) es una noción cuya inexacti- a las afirmaciones de Bleuler. El muestra en efecto que ciertos delirios his-
tud había sido establecida unos pocos años antes por J.- M. Charcot. En su téricos constituyen una especie de sueño en vigilia en el cual el sujeto ya
prefacio a la importante obra de Richer dedicada a la "gran histeria", afir- no logra diferenciar los elementos oníricos de las percepciones ordinarias.
ma, en efecto: "En sus estudios relativos al ataque histérico, ha podido "El sueño -escribió- puede aumentar en diversas circunstancias, compli-
mostrar que en él, por lo menos, nada está librado al azar, que todo ocurre, carse con todos los pequeños incidentes y mezclarse con la percepción nor-
por el contrario, siguiendo ciertas reglas bien tleterminadas, comunes a la mal. El enfenno, que por su abulia es ya incapaz de comprender claramen-
práctica <le!hospital y de la ciudad, válidas para todos los tiempos, para to- te las cosas, va a confundir las sensaciones, los recuerdos y los sueños en un
dos los países, en todas las razas; reglas cuyas variaciones no afectan en na- delirio inextricable" (61). Además, de manera radicalmente contradictoria
da su universalidad, puesto que esas variaciones, por numerosas que puedan con las afirmaciones citadas, Bleuler sostiene en otros lugares que en la es-
parecer, se vinculan siempre lógicamente con el tipo fundamental" (60); quizofrenia una parte intacta de la personalidad asiste al delirio de la otra
ahora bien, una de las conclusiones que hoy en día se pueden extraer de la parte (29). Finalmente, la mezcla inextricable de conciencia e inconsciente,
histero-cultura de la Salpetriere descripta por Richer, se sitúa precisamente tanto en el pensamiento como en la percepción, no podría por cierto carac-
en el extremo opuesto de esas afirmaciones. Aunque, después de Charcot, terizar la esquizofrenia, puesto que es inherente a todo psiquismo humano.
Babinski haya rehabilitado un tanto la plasticidad sintomática de los histéri- No puede sorprender 9ue Bleuler se contradiga en este aspecto de una pá-

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LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DJSOCIATIVAS ESQUIZOFRENIA Y LOCURA HISTl!:Rl<"A

gina a otra: la integración de una gran parte de las locuras histéricas en la Sin embargo, las líneas matizadas que dedica a la indifcrl'nn.1 ,111•,11v,1
esquizofrenia debía necesariamente llevar a la introducción de diferencia- de los esquizofrénicos se cuentan sin duda entre las más sagal'c~ qw• In ni,
ciones arbitrarias al tratarse de distinguir ambas enfennedades. servación psiquiátrica tradicional permite elaborar: "El autismo aft•, 11vu 1h•
En resumen, uno de los elementos esenciales del diagnóstico diferencial la esquizofrenia se deja ver( ...) en el hecho de que los enfermos 110 ,·x¡w11
propuesto (es decir, la gravedad de la esquizofrenia, contrapuesta al delirio mentan necesidad alguna de confiarse. El que no tiene nada que (l1-r11lc• 111
razonable y la psique realista del histérico) no carece de cierto fundamen- médico no es un simple nervioso.
to, 31 pero la capacidad de identificación en todas direcciones del histérico A "Por otra parte, la falta de relación afectiva se revela del mejor 111ocl,1rn
no permite establecerlo con rigor sobre la base exclusiva de la observación la relación con el médico. Cuando uno habln durante una hora de su rnfc•1
de los cuadros clínicos. De manera que las indicaciones de Bleuler, incluso medad con un nervioso, establece obligatoriamente con él una rclacil'i11JH'I
aunque posean alguna pertinencia, no demuestran ser muy utilizables en la sonal, sea ella hostil o amistosa. Nunca se dejará de verificar ese tipo d,· u·
práctica, debido a su imprecisión. lación vis-a-visdel paciente del mismo sexo. Pero en la mayoría de los ca
sos no establecerá contacto con esquizofrénicos (Jung).
Más interesante es el otro aspecto de la argumentación propuesta por "Paralelamente con la relación afectiva -continúa Bleuler-, los esqui
Bleuler para diferenciar la histeria de la esquizofrenia: además de la noción zofrénicos están igualmente desprovistos de toda la sugestionabilidad qu<'
de gradación en la gravedad de los trastornos, trata de establecer que la in- en cambio tienen los nerviosos con respecto al médico. No obstante, la di
diferencia afectiva sería una característica de la esquizofrenia. Por cierto, ferencia no es absoluta. Es posible modificar la esquizofrenia mediante in·
de entrada, la plasticidad sintomática del histérico también cor.duce a for- fluencias psíquicas en numerosos aspectos. Muy pocas veces, y al mismo
mular importantes reservas respecto de esto; no obstante, parece que en es- tiempo de modo pasajero, uno encuentra ausencia de influenciahilidad en
te punto la perspicacia de su observación clínica le permitió captar con los nerviosos. Un estado crepuscular no influenciable en general no es histé-
pertinencia los efectos de una diferencia estructural entre locura histérica y rico" (35).
• psicosis disociativa, sobre la cual en otra parte hemos tratado de llamar la Aunque, en otros pasajes, Bleuler se refiere a la transferencia en la es-
atención (18). "La mejoría notable de un estado aparentemente grave en quizofrenia, sus observaciones en cuanto a que esos enfermos están despro-
virtud de un psicoanálisis -escribió- habla con bastante certidumbre en vistos de sugestionabilidad, no experimentan la necesidad de confiarse y re-
contra de (el diagnóstico de) esquizofrenia, (afección) que sólo es accesible velan del mejor modo su falta de vínculo afectivo en su relación con el te-
a tales métodos en los casos benignos" (35). Esta afirmaci{rn, que yo suscri- rapeuta, esas observaciones -decíamos- ¿no indican con pertinencia la in-
biría en gran parte, suscita varias observaciones. Por un lado, hemos visto capacidad de los psicóticos para establecer una relación transferencial con
que la extensión bleuleriana del concepto de esquizofrenia es tal, que no un sujeto que se supone saber? 32 Parece que, aquí, la sutilidad del en-
me arriesgo mucho al suponer que los "casos benignos" est.ín fuera del do- foque clínico de Bleuler le permite aproximarse al máximo a una diferen-
minio de la psicosis; por otra parte, la mención del "estado aparentemente cia estructural fundamental entre histeria y esquizofrenia; sin embargo, la
grave" deja trascender que todas las sutilezas diagnósticas introducidas no imprecisión de este último concepto, en su pluma, no puede llevarlo a una
agotan la cuestión: una esquizofrenia "aparente" puede demostrar, en el distinción muy rigurosa. Así, se ve obligado a multiplicar los términos que
curso de un tratamiento psicoanalítico, no haber sido más que una neuro- matizan su pensamiento: "en general... en la mayoría de los casos ... la dife-
sis. En esto se transparenta la falta de criterios estructurales que permitan rencia no es absoluta ...", etcékra. En efecto, los histéricos pueden manifes-
establecer el diagnóstico diferencial, lo que Bleuler concede implícitamen- tar. durante un periodo más o menos prolongado, una indiferencia afectiva
te cuando afirma que es necesaria una práctica de décadas para poder for- semejante a la de lospsic:iticos;loscasos más extremos se encuentran en los
mular un diagnóstico de esquizofrenia con absoluta certidumbre (36). autores antiguos, cuandi> informan sobre observaciones de "muerte apa-

31 En el casu en que se entienda por "esquizofrenia" una de las versiones de la psico• 32 Se sabe que, según Lacan, la transferenl'ia ,,, impensabk en au,e11L·ia<le una rde-
~is di~ndativa (cf. 12). • ·rencia al sujeto que se supone saber.

309
LOCURAS 1//STERICAS Y l'S/COSJS DISOCIA TIVAS ESQUIZOFRENIA y· LOCURA HJSTERJ'CA

rente", a veces de una duración de varios días, en sujetos histéricos (63); citación o crisis" (35). Desde la Anttigüedad, el elemento más seguro del
menos acentuados, hoy serían calificados de "episodios de estupor catató- diagnóstico de histeria estuvo constit:uido por la gran crisis convulsiva. "la
nico", de manera que no podría sorprender que observadores más recientes tempestad" a la que todavía se refierre Bleuler en estas líneas, pero la plas•
se hayan visto llevados a introducir el concepto ele "histero-catatonía". En ticidad de esta enfermedad, sometidai a un fenómeno sociológico de rcprc
efecto, en 1945, la observación de G... indujo a Carrot, Charlin y Rémond, sión de las manifestaciones emocionaues propio de las sociedades induslria
después de algunos otros, como Ellenbcrger o Damaye, a propor>cr esta )izadas, tanto como a los efectos cultturales de la difusión del discurso ana
nueva entidad nosológica en presencia de un sujeto cuyos traston histé-
lítico, 34 ha vuelto muy raro ese sín-toma característico, que sin embargo
ri.cos se combinaban con "una actitud de repliegue que hacía pensar en un
no se ha convertido en absolutamente inobservable, a pesar de lo que se es-
síndrome catatónico", y que no se mostraba accesible a una psicoterapia
tá dispuesto a sostener. 35 En la épwca de la cuasi desaparición del signo
sugestiva (64). más característico de la histeria, en el cual la medicina se basó desde hace
Antes de la especificación lacaniana de la transferencia, la diferenciación
veinticuatro siglos, no es sorprendent:e que esta enfermedad tienda a desva-
entre histéricos y psicóticos con respecto a la indiferencia afectiva no po-
necerse debajo de otras entidades mosológicas. Nos encontramos en 1111
día sin duda captarse con mayor precisión que la que logró Bleuler. Se pue-
momento sin duda inédito en la ltis·toria de la histeria. Se comprende en
de lamentar que sus afirmaciones sobre la no-influenciabilidad de los esqui-
consecuencia que en nuestros días hmya surgido, entre los psiquiatras nor-
. zofrénicós y sobre su cuasi inaccesibilidad al psicoanálisis, concordantes
teamericanos, y entre algunos otros, lm tentación de proclamar su inexisten-
con las de Freud, hayan sido actualmente olvidadas, pues constituyen el
cia. En realidad, como Lacan lo intuy·ó, ahora ha superado en mucho 1aclí-
elemento más sólido de su diagnóstico diferencial. Por otra parte, según él, nica convulsiva de antaño, y sin dud;a no solamente del lado de las enfer•
se trataría indiscutiblemente de un punto esencial en el cual insistió desde medades psiquiátricas.
las primeras líneas dedicadas al problema: "De entrada se le acordará la Por relativamente pertinentes que sean, las observaciones bleulerianas
mayor importancia al tipo de afectividad. Lo más frecuente es que la indi- sobre la indiferencia afectiva del esquizofrénico no podrían sin embargo
ferencia del esquizofrénico se distinga det' comportamiento lábil, imitado, constituir, en ta época misma en que: fueron formuladas, indicaciones sufi-
temeroso o importuno del neurótíco (nervioso). 33 Lo que impresiona nota- cientes para caracterizarlo. En efecto, Janet ya había encontrado estados
blemente es su indiferencia relativa o absoluta ante la enfermedad y sus sín- análogos en la histeria; en tal sentido recordó en primer lugar la indiferen-
tomas, ante su situación personal, la de su familia, etcétera. Con frecuencia cia de los anoréxicos (la "anorexia hustérica" dijo Lasegue al introducir el
el torpor es el síntoma que impresiona al observador en primer término: concepto), la cual, como se sabe pue:de llegar a extremos tales que esos su-
sólo cuando se insiste ante el enfermo para inducirlo a cumplir con algo,
J·etos aceptan a veces hasta la muerte:, de manera que más de un médico ha
aparecen las quejas y pretextos" (35). . a "la a1·1enac1on
señalado que su "estado mental" se a¡proxuna ., ,,. 36
Sin embargo, Bleuler no ignoraba lo que la escuela de la Sa.lpétriere
denominó "la bella inruferencia" de los histéricos; dialogaba con esa escue-
la, con Charcot, Richer, Janet, tanto como con Breuer, Freud y los psiquia- 34 "Un efecto de Aufkliinmg -afirma Lacan- vinculado Con la entrada en escena,
tras de lengua alemana. "Los histéricos -continuaba entonces- pueden por defectuosa que sea, del discurso <lel amalista ( ...) ha basta~o para que~~ histérica
igualmente parecer indiferentes, por ejemplo en casos de parálisis o de otras renuncie a la clínica exhuberante con la cu,al rellenaba la h1anc1ade la relac10n sexunl.
enfermedades que soportan con mucho heroísmo, pero que no por ello Hay que tomarlo como el signo( ... ) de que ella va a superar esa clínica" (65).
exhiben menos. Experiencias que tendrían que reavivar sus complejos, du- 35 En 1976 ]a encontré en su forma clásioca, en una joven con respe_cto a la cual más

rante un lapso dado pueden no alterar la absoluta placidez de los histéricos, de una vez se había formulado el diagnóstico de psicosis. Detalles.in duda importan LO:
pero la calma es seguida con frecuencia por una tempestad en forma de ex- ella no sabía absolutamente nada del psicroanálisis. La mayor parte de sus trastornos
hoy en día han desaparecido.
36 En los casos graves de anorexia se pueden pbservar anestesias excepcionales: sin
33 Designo con este ténnino todo lo que se califica de histérico, neurasténico y ner-
experimentar gran sufrimiento, esos enferITT1,os sé l.a.stiman.se laceran, se quema~, ctc~-
tera. La tendencia a fragmentar la nosolog:1a no reconoce en esto uno de los mas anti-
vioso. (Nota de Bleuler).
guos signos conocidos de la. histeria, diagnÓosticoque sin embargo confirma todo trnt,1•

310 JJJ
ESQUIZOFRENIA Y !.()CURA HISTERICA
LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS DISOCIATIVAS

La indiferencia de ciertos lústéricos puede ir más allá de lo que se en- cubrir ciertas asociaciones que les desagradan mediante un at:iqm• d1• 11·.. 1 11
cuentra por lo común en la anorexia; puede, según Janet, "suprimir casi un canturreo; por lo demás, en la práctica no es fácil distingu11In~p.1l.111111
completamente toda síntesis mental y sumergir al sujeto en un estado de discordantes de un psicótico de las de un lústérico que imite i11c1111,1 11•n1c
estupor completo. Este estado ha recibido muchos nombres: hoy se loco- mente al anterior.
noce en Francia sobre todo como 'confusión mental'. M. Chaslin principal-
mente ha insistido en la confu~ión mental primitiva que se prodw /1<lemo-
Un estudio atento de la confrontación de las tesis de Janct y Blcuk-r
do casi súbito en un sujeto hasta ese momento sano, por lo menus aparen-
concernientes a la delimitación del campo de la histeria me parece que de•
temente. La que se produce en los lústéricos no es de ese tipo( ...) En nues-
be llevar sin dudas a la conclusión de que es mayor el rigor del pensamicn•
tra opinión, tiene sin embargo casi los mismos caracteres" ( 66). Para ilus-
to del primero. Sin embargo, prevaleció el del segundo. Su público no era
trarlo, relata la observación de Deni., joven de vein.te años que, durante dos
el mismo. El profesor Eugen Bleuler, director del Bürgholzli, hospital de
meses y medio permaneció acostada, inmóvil, muy indiforente a todo, pre-
reputación mundial, renombrado por las investigaciones avanzadas que en
sa de "la más grande confusión en las ideas y sobre todo en las percepcio-
él se realizaban, era seguramente más creíble que el ex protegido de Char-
nes". Ahora bien, antes de que entrara en ese estado, Gilles de la Tourette
cot, simple médico, poco apreciado por las autoridades psiquiátricas des•
había obseIYa<loen esa persona ataques y contracturas histéricas, que desa-
pués de la muerte del maestro. 37 Además, la obra de Bleuler se insertó en
parecieron durante el período de confusión, para reaparecer a continua-
un campo previamente desembarazado de la locura hlstérica, y de una bue-
ción_de él. Además, Janet hacia el fin del tercer mes de hospitalización, ob-
na parte de las investigaciones de Janet, por el trabajo de Babinski sobre el
servo que cuando los síntomas físicos se desvanecieron, aparecieron tras-
pitiatismo, trabajo que tuvo una gran difusión en la primera mitad de nues-
tornos somáticos (67). Esta alternancia de los signos clásicos de la lústeria
tro siglo, lo que sin duda facilitó la introducción del concepto ubicuo de
y las manifestaciones de la confusión mental parece indicar claramente el
esquizofrenia. Desde entonces, éste no cesó de actuar como obstáculo epis-
origen de esta última. Los "estados de debilidad" de Marcelline (la "Felida
temológico para la aprehensión de las manifestaciones delirantes de la hls-
· artificial", durante mucho tiempo obseIYada por Janet), estados en los cua-
teria. De la argumentación de Bleuler concerniente al diagnóstico diferen-
les "era anestésica en toda la superficie del cuerpo, casi sorda y ciega",
cial se ha retenido, no las indicaciones más pertinentes, sino una conclu-
apenas hablaba y parecía "muy embrutecida", tendrían que haber llevado
sión esquemática y errónea, según la cual la mayor parte de los histéricos
a Bleuler a matizar más aun sus afirmaciones acerca de la indiferencia afec-
de antaño fueron esquizofrénicos; 38 es lo que Bleuler dice al escribir:
tiva característica del esquizofrénico. Pero, desde luego, si lo hubiera he-
"Cuando un denominado histérico se convierte en loco o degenerado, se-
cho, una de las diferenciaciones e~enciales propuestas para distinguir la es-
gún mi experiencia, no es justamente un histérico, sino un esquizofrénico,
quizofrenia de la locura lústérica casi se habría desvanecido.
Además de la noción de gradación en la gravedad de los trastornos y de a pesar de la autoridad de Charcot y de los trabajos recientes de Rancke y
la que acabamos de examinar, en la argumentación bleuleriana en torno del Kaiser" (70):
. diagnóstico diferencial se encuentra una anotación clínica digna de interés. Ahora bien, las consecuencias de la obra de Bleuler fueron decisivas pa-
"Se debe asignar una importancia especial -escribió- a la falta de unidad ra la evolución ulterior de la psk¡uiatría y el psicoanálisis: muy precisamen-
en las expresiones de afecto, cosa que no aparece en los nerviosos" {35). te a partir de 1911 ya no se encuentra ninguna alusión a la psicosis histéri-
En efecto, parece que la discordancia entre los afectos y la expresión ver-
bal constituye un signo bastante característico de la psicosis disociativa; sin 37 s·
rn em barg~, gracias
• a1 apoyo del lilosofo
- ' Bergson, fue nombrado en 1902 profe-
embargo, si no es corroborado por otros elementos, no basta para el diag- sor d~ ps1colog1.ª,del Colegio de Francia, y algunas de sus investigaciones tuvieron una
nóstico, pues Bleuler indica muy bien que los histéricos pueden tratar de amplia repercusion en el extranjero.
38 Au~q~~ 1~ "esquizofr~nia" se haya co~vertido en una versión privilegiada de la lo-
cura luste~ca, es necesario precisar que no se trata seguramente de la única: ciertos
miento psicoanalítico de un "anoréxico mental". En las pa.labras delirantes de esos a~cesos de~rantes, confu~iones mentales, paranoias sensitivas, algunos estados fronte-
sujetos, centradas en la imagen del cuerpo, no hay nada forcluido. nzos, constituyen otras, sm que esta lista pretenda ser exhaustiva.

312 313
LOCURAS HISTERJCAS Y PSICOSIS !>/SOCIATIVAS
ESQUIZOFRENIA Y LOCURA HISTERJCA

ca en la pluma de Freud -que desde hacía varios aríos sostenía correspon-


6. FREUD, S.: Carta a Jung del 25.1.1908, en Co"espondant·e S. Fr,•11,J,, ' , ,' l1mr
dencia con el director del Burghólzli. o.e., pág. 174.
Lo que es más, la escuela kleiniana ponderó a BJcuJer, haciendo de la 7. MALEVAL, J.- C.: A la recherche du concept de psychosc, f,'/11forma11,m1'1•
posición esquizo-paranoide una fase ineluctable de la evoludón del sujeto, chiatrique, 1980, 56, 6. [Reproducido en esta obra, pág. 256 y sigs.]
de manera que la fundadora llegó a la conclusión lógica de que "el concep- 8. MALEVAL, J.- C.: L'escamotage de la folie hystérique, Psychialries, 1919, IH, \,
to de esquizofrenia en particular y el de psicosis en general, tal como se págs. 53-75.•[Reproducido en esta obra, pág. 213 y sigs.]
presentan en los niños, deben ser ampliados" (71). Sus discípu' no tarda- 1 9. DLEULER, E.: Dementia Praecox oder Gruppe der Schizophreniett, Trai1,· ,I',\,
chaffenburg, 4. Abteilung, l. Hiifte. Franz Deuticke, 1911, Leipzig y V1<·11,1, ¡11111.
ron en seguir esa indicación ni en extenderla a los adultos. 296. Las citas de esta obra fueron traducidas al francés por Dagmar Dcisrn.· j l lny
A pesar de los esfuerzos de la escuela francesa de psiquiatría por limitar versión castellana: Demencia precoz. El grupo de las esquizofrenias, Buenos i\m•~.
la extensión tentacular de la esquizofrenia, este concepto se impuso en tér- Hormé, 1960.]
minos generales en el extranjero, en particular en los Estados Unidos de l0.fl1id., pág. 52.
1 J.JANET, P.: L'automatisme psychologique. Obra publicada por la société Píerrl'
América, con su acepción bleuleriana. 39 Ahora bien, en el presente, la pu- -Janet y el Laboratoire de psychologie pathologiquc de la Sorbonne, con el con-
janza editorial de los anglosajones tiende a difundirlo en el mismo lugar en curso del C.N.R.S., París 1973, págs. 410-413.
que mayor reticencia había respecto de él. Vuelve a nosotros a través de 12.Mi\LEVAL, J.- C.: Le délirc hystérique n'est pas un délire dissocié, L'Evolution
los antipsiquiatras, de Milner, de Rosen, de Rosenfeld, de Bateson, de Sear- psychiatrique, 1978, IV. (Reproducido en esta obra, pág. 17 y sigs.]
les, etcétera, de modo que el examen de las tesis bleulerianas de J911, 13.BLEULER, E.: Dementia Praecox oder Gruppe der Schizophrenien, o.e., pág. 234
y sigs.
"convertidas en triviales",demuestra tener un interés _tantohistórico como 14.Ibid., págs. 239-240.
de act•1alidad. 15. MALEVAL, J.- C.: Stérilité magique en des cultures é/oignées (inédito).
16.FRElJD, S.: Remarques psychanalytiques sur l'autobiographie d'un cas de parano-
fa, en Cinq psychanalyses, P.U.F., pág. 319.
BJBLIOGRAFIA .¿ _ /
17. FREUD, S.: Carta del 11.4.1927 al pastor Pfister, en Correspondance de S. Freud
d .. _t~--- ~-•
avec le pasteur Pfister, /909-1939, N.R.F., pág. 160.
l. JUNG, C. G.: Über die Psychologie der dementia praecox; ein Versuch, Ed. Carl 18. MALEVAL, J.- C. y CHAMPANIER, J. P.: Pour une réhabilitation de la folie hys-
Marhold, Ha.lle, 1907. [Hay versión castellana: Psicologia de la demencia precoz, térique, Atmales Médico-PsycholoKiques, T.2, 135 année, nº 2, págs. 229 a 272.
Buenos Aires, Paidós, 198 7.] •(Reproducido en esta obra, pág. 63 y sigs.)
19.Mi\LEVAL, J.- C.: Hystéric et Psychose infantiles, l.'lnjrmnation Psycliialrique,
2. ABRAHAM, K.: Signification des traumalismes sexucls juvéniles pour la sympto- 53, 7, 1977, págs. 779-798.
matologie de la démence précoce {1907), en CEuvres Completes. Payot, 1, pág. 20.FRElJD, S.: Carta del 22-10-1927 al pastor Pfistcr, en o.e., pág. 167.
17 y sigs. [Hay versión castellana: Sobre la significación de los traumas sexuales 21.DLEULER, E.: Dementia Praecox oder Gruppe der Sdzizophrenien, o.e., pág.
infantiles en la sintomatología de la demencia precoz, en Estudios sobre psicoaná- 229.
lisis y psiquiatria, Buenos Aires, Hormé, 1961.] 22.lbid., págs. 188-189.
3. BLEULER, E.: Freudische Mechanismen in der Symptomatologie von Psychosen, 23.lhid., pág. 221.
Psyclriatrisch-neurologische Wochenschr1ft, vol. VII, 1906-1907. 24./bid., pág. 235.
4. ABRAHAM, K.: Carta a Eitingon del 8. 3. 1908, en K. Abraham. Biographie ina- 25.AZAM: Hypnotisme et double consciencc, París, Félix Alean, 1893.
chevée, Hilda C. Abraham, P.U.F., pág. 83. 26.Ji\NET, P.: L 'Etat mental des lzystériques (1 ª ed.: París. Rueff et C'ie. 1892 y
5. JUNG, C. G.: Carta a Freud del 4.6.1907, en Correspondance S. Freud, C. G. 1894 ), 2ª ed.: Félix. Alean, I 911, pág. 545 y sigs.
Jung, N.R.F., 1, pág. l 08. 27.PRINCE, M.: La dissociation d'une personnalité, París, /\lean, 1911 (1 a ed.: 1905).
2R. BLEULER, E.: Dementia Praecox ..., pág. 243.
29.lbid., J;Jág.104.
39 Sin embargo, incluso en la psiquiatría de lengua inglesa, a veces se eleva alguna voz, 30.JANET, P.: Un cas de possession et l'cxorcisme moderne, Bulletin de l'Uriivcrsité
como la de D. Dannister en 1968, que afirma que el concepto de esquizofrenia es tan de Lyon (Conferencia pronunciada el 23 de diciembre de 1894), 1895, 2, pág. 46.
vago, tan inasible, que no se puede· tomarlo en consideración desde el punto de vista 31. LEGUÉ, G., GILLES DE LA TOUREITE: Sceur Jeanne des Auges. Supérieu.re
científico, de manera que "no debería emprenderse ninguna investigación sobre la es- des lJrsulines de Loudun. Autobiographie d'une Hystérique possédée, d'apres le
quizofrenia en tanto que tal" (72). manuscrit inédit de la Bibliotheque de Tours, París, G. Charpentier, 1886. Prefa-
cio de Charcot, pág. II.
314
315
LOCURAS HISTERICA S Y PSICUSJS /J/S()CiA TIV AS
l ESQUIZOFRENIA Y LO( URA HISTERJCA

32.ABRAHAM, K.: Les différences psychosexuullos entre l'hystérie et la dérnence 65. LACAN, J.: D'un discours qui ne serait pas du semblant. Seminario inédilo d.-1 H
précoce, en (Euvres completes, Payot, 1, pág. J6 y sigs. [Hay versión castellana; de junio de 1971.
Las diferencias psicosexuales entre la histeria y la demencia precoz, en Psicoan.á/i- 66.JANET, P.: L'état mental des hystériques, o.e., pág. 389.
sis clínico, Buenos Aires, Horrné, 1959.] 67.Ibid., págs. 390-391.
33.BLEULER, E.: Dementia Praecox... , o.e., pág. 223. 68.EY, H.: Traité des hallucinations, Masson, I, pág. 317
34.EY, H.: Traducción abreviada e inédita de Dementia Praecox oJer Gruppe der 69.fbid., JI, pág. 878.
Schizophrenien, realizada en 1926 y adaptada para uso de los alumnos dr-~írculo 70.BLEULER, E.: Dementia praecox, o.e., pág. 238.
de Estudios Psiquiátricos en 1964. Nota,.pág. 80. • !~ 71.KLEIN, M.: La psychothérapie des psychoses, en Essais de Psychanalysc, l'uyul,
35.BLEULER, E.: Dementia praecox ... , o.e., págs. 261 a 264. pág. 281. [Hay versión castellana: La psicoterapia de las psicosis, en Obras i.:om•
36.Jbid., pág. 241. pletas, II, Contribuciones al psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1975.]
3 7. KRAEPELIN, E.: Introducción d la Psychiatrie clinique, Vigot Freres, París, 1907 72.BANNISTER, D.: Logical requirements of research into schizophrenia, Briti~·/J
(edición original: 1900), págs. 319-320. Journal of Psychiatry, l 968, vol. 114, págs. 181-188.
38.TAUSK, V.: A propos de la psychologie du délire d'action des alcooliques, en
(Euvres psychanalytiques, Payot, pág. 51 y sigs.
39. SAMI-ALI: Le haschich en Egypte, Payot, pág. 142.

.
Ir
40. EY, H.: Etudes psychiatriques, Desclée de Brouwer, IH, págs. 308 y 420 .
41. GILLES DE LA TOURETTE: Traité de l'hystérie, T.11, L'hystérie paroxy.stique,
'¡ 1891, citado en C. Villechenoux, Le cadre de la folie hystérique de 1870 d 1918,
tesis, 1968, Faculté de Médecine de Paris, pág. 25.
42.JANET, P.: L'état mental des hystériques, o.e., pág. 394.
43.Ibid., pág. 405.
44.BREUER, J. y FREUD, S.: Etudes sur l'hystérie, P.U.F., pág. 202.
45.lbid., pág. 203.
46.JANET, P.: L 'état mental des hystériques, l 3 ed., I, pág. 3.
47.JANET, P.: L'état mental des hystériques, o.e., 2ª ed., pág. 402.
48.Jbid., pág. 407.
49.fbid., pág., 400.
50.FOLLIN, S., CHAZAUD, J. y PILON, L.: Cas cliniques de psychoscs hystériques,
L'Evolution Psychiatrique, XXVI, págs. 257-286 (1961).
51.BLEULER, E.: Dementia praecox, o.e., pág. 376.
52.BREUER, J. y FREUD, S.: Etudes sur l'hystérie, o.e., pág. 185.
53.Ibid., pág. 8.
54.BLEULER, E.: Dementia praecox, o.e., pág. 220.
55.Les premiers psychanalystes. Minutes de la Société psychanalytique de Vienne,
1906-1908, N.R.F., I, pág. 308.
56. RICHER, P.: Etudes cfiniques sur l'Hystéro-Epilepsie ou Grande hystérie, Delaha-
ye et Lecrosnier, París, 1881, pág. 13_
57. PANKOW,G.: L 'homme et sa psychose, Aubier-Montaigne, pág. 58.
58. WOLFSON, L.: Le Schizo et les tangues, N.R.F., París, 1970.
59.JANET, P.: L'état mental des hystériques, o.e., 2ª cd., pág. 408.
60.RICHER, P.: Etudes cliniques... , o.e., pág. VIII.
6 L.J ANET, P.: L 'état mental des hystériques, o.e., pág. 392.
62.lbid., pág. 225.
63. LANDOUZY, H.: Traité complet de l'hystérie, J .• B. et G. Bailliere, París, 1848, .
págs. 336-337.
64.CARROT, E., CHARLIN, A. y RÉMOND, A.: L'Hystéro-<:atato~ie. A propos
d'une observation, Annales Médico-PsycholoKiques, 1945, I, pág. 349.

316 317
I
/
BIBLIOTECA
FREUDIANA

L .os intentos ~e Freud por fundar una clínica .


psicoanalítica original en psiquiatría quedaron en estado de
bosquejo. Pero en este aspecto se dio un paso decisivo, y poco
advertido, cuando en 1955 Lacan identificó el concepto de
forclusión del Nombre-del-Padre. Si se considera que éste
permite delimitar la estructura de la psicosis en lo que la separa
de la neurosis, surge que las acepciones psiquiátricas y
psicoanalíticas de esos términos han dejado de coincidir.
Cuando la forclusión del Nombre-del-Padre ya no es concebida
como una referencia verbal y obligada al supuesto saber de
Lacan, se advierte que sus manifestaciones clínicas no se
descubren en muchos sujetos que sin embargo son delirantes.
En consecuencia, ¿cómo aprehender a estos últimos?
Confundirlos en el magma de "la psicosis" o de la
"esquizofrenia", ¿no es algo grávido de consecuencias nefastas
en cuanto a la actitud de los profesionales tratantes? Por esta
razón parece necesario aislar los delirios oníricos, en los cuales
nada está forcluido, y gracias a los cuales el acceso
psicoterapéutico obtiene a veces éxitos notables. La
rehabilitación del antiguo concepto de locura histérica,
injustamente escamoteado a principios de siglo, encuentra en
ese punto su lugar.
Demoler la Revolución kraepeliniana, más bien que
detenerse en cuestionamientos marginales, es el objetivo que se
fija aquí el enfoque psicoanalítico. , -.
El autor es psicoanalista, ex miembro de la Escuela
Freudiana de París.

HHffffffffffff,
...
o
N TITULOS APARECIDOS EN ESTA COLECCION
1- O. Mannoni - Un comienzo que no termina
;:: 3- E. Lemoine-Luccioni - El grito. El sueñ_odel cosmonauta
9
ID g_ 5- B. This - El padre: acto de nacimiento
Ol
:=:: 6- M Mannoni - De un imposible al otro
"'
"'
6
... 7- Escansión. Volumen 1
~ 8- M. Safouan - Jacques Lacan y la cuestión de la formación de los
"'
o,
z(Il ~ analistas
~ : 9- M Safouan - El inconsciente y su escriba

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